escultura y arte de la antigua roma

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Escultura de la Antigua Roma Augusto de Prima Porta , Museos Vaticanos . La escultura de Roma, se desarrolló en toda la zona de influencia romana, con su foco central en la metrópolis, entre los siglos VI a. C. y V. En origen derivó de la escultura griega, principalmente a través de la herencia de la escultura etrusca, y luego directamente, por contacto con las colonias de la Magna Grecia y la propia Grecia, durante el periodo helenístico. La tradición griega siguió siendo una referencia constante durante todo el curso del arte escultórico en Roma, pero contradiciendo una creencia antigua y extendida de que los romanos eran sólo meros copistas, ahora se reconoce que no sólo fueron capaces de asimilar y desarrollar sus fuentes con maestría, sino también aportar una contribución original e importante a esta tradición, visible especialmente en el retrato, género que consiguió un gran prestigio y que dejó ejemplos singulares de gran técnica y de alta expresividad, y en la escultura decorativa de los grandes monumentos públicos, donde se desarrolló un

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Detalles de lujo de la escultura, retrato y relieve de la antigua roma caracterizando todos sus detalles unico y especiales.

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Page 1: Escultura y Arte de La antigua Roma

Escultura de la Antigua Roma

Augusto de Prima Porta, Museos Vaticanos.

La escultura de Roma, se desarrolló en toda la zona de influencia romana, con su foco central en

la metrópolis, entre los siglos VI a. C. y V. En origen derivó de la escultura griega, principalmente a

través de la herencia de la escultura etrusca, y luego directamente, por contacto con las colonias de

la Magna Grecia y la propia Grecia, durante el periodo helenístico. La tradición griega siguió siendo

una referencia constante durante todo el curso del arte escultórico en Roma, pero contradiciendo

una creencia antigua y extendida de que los romanos eran sólo meros copistas, ahora se reconoce

que no sólo fueron capaces de asimilar y desarrollar sus fuentes con maestría, sino también aportar

una contribución original e importante a esta tradición, visible especialmente en el retrato, género

que consiguió un gran prestigio y que dejó ejemplos singulares de gran técnica y de alta

expresividad, y en la escultura decorativa de los grandes monumentos públicos, donde se desarrolló

un estilo narrativo de gran fuerza y carácter típicamente romano.

Tras la consolidación del imperio romano, otras influencias extranjeras, sobre todo orientales,

determinaron una progresiva separación del canon griego hacia una simplificación formal de

tendencia abstracta, que estableció las bases del arte bizantino, paleocristiano y medieval. Este

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proceso, sin embargo, se intercaló con varios períodos de recuperación del clasicismo, que además

de fortalecer el vínculo simbólico con el pasado fueron útiles para el mantenimiento de la cohesión

cultural y política del vasto territorio. Ni siquiera la cristianización del imperio pudo determinar la

exclusión de referencias a la escultura clásica romana pagana, y hasta el siglo V, cuando la unidad

política se rompió definitivamente, los modelos clásicos siguieron siendo imitados, pero adaptados a

los temas del nuevo orden social, político y religioso que se había instaurado.

El estudio de la escultura romana ha demostrado ser un desafío para los investigadores por su

evolución que es cualquier cosa menos lineal y lógica. Los intentos de imponer un modelo de

desarrollo formal como un sistema orgánico sobre la historia de la escultura romana se muestran

inexactos y poco realistas. A pesar de algunos desacuerdos entre los especialistas en muchos

puntos, ya se tiene una idea más o menos clara sobre las características generales de cada etapa

evolutiva, pero, cómo fue su desarrollo y cómo se transforman de una a otra etapa ha demostrado

ser un proceso muy complejo y que aún está lejos de entenderse bien. Una tendencia duradera

al historicismo y eclecticismo, aún más pronunciada que la observada durante el

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helenismo, junto con la presencia de diferentes estilos, en esculturas

producidas en el mismo momento histórico para distintas clases sociales, e incluso dentro de una

sola clase, atendiendo a las necesidades de cada tema y situación, hacen que su comprensión sea

aún más compleja.

RetratoEn el retrato es donde Roma da su contribución más característica de la tradición fundada por los griegos, una contribución que ha madurado mucho antes que en otros tipos de esculturas y que hicieron que el desarrollo de la escultura en Roma, se dividiera en dos campos, con diferentes patrones de evolución, el retrato y los otros tipos. Desde la época de la República el retrato fue muy bien valorado y con el tiempo osciló cíclicamente entre una tendencia clasicista idealizante y otra de gran realismo, derivada en parte de la expresividad típica del arte helenista. Y entre los retratos, el busto y la cabeza eran las formas más frecuentes. Retratos de cuerpo entero fueron menos comunes, aunque no raros. La preferencia por el busto y la cabeza es un rasgo cultural típico romano que creó un enorme mercado en toda la cuenca mediterránea, y se explica primero, por razones económicas, siendo mucho más barato que una estatua completa, pero también por el convencimiento de una mejor identificación individual que prevaleció entre ellos. 

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Relieves arquitectónicosEn la tradición de los altares monumentales, columnas conmemorativas y arcos triunfales, los relieves decorativos empleados en estas arquitecturas fueron un campo fértil para el desarrollo de un estilo narrativo típico de los romanos. Ejemplos clásicos precursores fueron, el Altar Ahenobarbus y el Ara Pacis. Otro que merece tenerse en cuenta es el friso de la Basílica Emilia (c. 54-34 a. C.) en el Foro romano, en un estilo helenizante vigoroso, con drásticos escorzos y complementado con escenas de paisajes. De la dinastía Julio-Claudia casi nada sobrevivió, pero una prueba que puede dar una idea del estilo de este período es un friso encontrado en Roma, que muestra una procesión de magistrados y sacerdotes que llevan estatuillas votivas, junto con ayudantes, animales, músicos y otras figuras. Su interés reside en el efecto de la perspectiva aérea producida por la inserción de las figuras en el segundo plano encima de la línea de la procesión, un recurso que más tarde fue ampliamente utilizado en escenas históricas.

La decoración del Arco de Tito (c. 81-82) ha sido considerada como el punto más alto del estilo de Flavio. Los paneles que lo decoran y que muestran el triunfo de Tito tienen excelentes cualidades de estética y demuestran una gran habilidad en el uso del escorzo para la representación de la cuadriga del emperador, donde el carro aparece de frente hacia el espectador pero el artista puede crear la impresión de que está haciendo un giro a la derecha. El otro panel, representa el saqueo de Jerusalén, utiliza el mismo recurso, en otro contexto, y ambos tienen su efecto ilusorio reforzado por el uso racional de la luz y la sombra. Pero sí es difícil hablar de un «estilo de Flavio», ya que en otros lugares se encontraron relieves más estáticos, de índole bastante clasicista.

Del reinado de Trajano es la famosa Columna de Trajano, que conmemoraba la campaña en Dacia entre el 101 y 106. Es una gran columna completamente cubierta por un friso continuo que forma una espiral hacia la parte superior, es un ejemplo perfecto del estilo narrativo de los relieves históricos romanos. Los episodios se funden unos en otros sin interrupciones, excepto de vez en cuando con un árbol de separación. Trajano aparece varias veces en diferentes situaciones. En total son casi 2.500 figuras talladas, y el nivel técnico se mantiene en todo el conjunto. Una característica innovadora es el abandono de la perspectiva y el uso de figuras desproporcionadas con su paisaje circundante, lo que delata la influencia oriental que penetró por aquel momento. Hoy sólo vemos las formas de mármol, pero su efecto cuando fue completada debió de ser sorprendente ya que de acuerdo con la práctica de aquel tiempo, todas las escenas fueron pintadas y adornadas con detalles de metal. Es posible que su autor fuera Apolodoro de Damasco.

Poco después se invierte la tendencia por el clasicismo. Destaca el Arco de Trajano en Benevento, en un excepcional estado de conservación —sólo las esculturas fueron completadas bajo Adriano— y los once paneles de similar estilo, pero más bien conseguidos, representan al emperador Marco Aurelio en varias escenas. Cuatro de ellos están ahora en los Museos Capitolinos, y los otros fueron reutilizados en la época imperial a la decoración del Arco de Constantino. La Columna de Marco Aurelio es otro gran ejemplo de la prevalencia clasicista en esta etapa, a pesar de que hay una multitud de figuras que se agolpan en la espiral continua del friso que rodea el monumento, conserva un sentido del orden, elegancia, ritmo y disciplina que está ausente en la columna de Trajano