¿es el agua en las zonas desérticas un dilema ético
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¿ES EL AGUA EN LAS ZONAS DESERTICAS UN DILEMA ETICO?
José Delatorre Herrera
Ingeniero Agrónomo, Mg.Cs. Centro de Investigaciones del Hombre en el Desierto (CIHDE)
Universidad Arturo Prat Programa Doctorado en Ciencias Silvoagropecuarias y Veterinarias
Universidad de Chile
RESUMEN
El sistema de concesión de los derechos de agua establecidos en el Código de agua de
Chile desde 1981, está fuertemente influenciado por la economía de mercado, por
esta razón las concesiones gratuitas se constituyen en derechos de propiedad de
agua. Es decir el agua se transforma en un bien transable en el mercado.
El mercado se puede definir como el espacio, la situación o el contexto donde la
sociedad lleva a cabo el intercambio, la venta y la compra de bienes, servicios o
mercancías.
Con la globalización, el mercado se ha convertido en el eje rector de las decisiones
tanto a nivel mundial como nacional. Al respecto Vera (34), señala: “Un fenómeno que
marcó el siglo recién pasado y presumiblemente marcará el actual, es la hegemonía del
mercado sobre cualquier otra institución social, al punto que se ha convertido en el
epicentro de la democracia”.
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Esta situación se transforma en un dilema, por lo que puede y debe ser también
abordado desde el punto de vista de la bioética, en particular cuando se refiere a la
intervención del hombre sobre los recursos ambientales que condicionan la vida
humana y no humana, como son el agua y el aire puro (oxígeno). Esto es
particularmente grave cuando todos los recurso hídricos de la zona desértica tienen
dueños o pesan sobre ellos solicitudes, lo que ha significado que aquellas
actividades más rentables sean privilegiadas sobre otras, tal como pasa entre la
minería o las ciudades y la agricultura. La solución tomada por las autoridades con
respecto del agua, conlleva a la creación de otro problema: el condicionamiento de la
vida en el desierto impuesta por el mercado.
Para que señalar la poca incidencia de la vida silvestre, puesto que aparentemente
no tiene rentabilidad alguna; lo que ha significado que los escasos cursos de agua
del desierto se hayan desviados, contaminados o secados para abastecer empresas
más lucrativas con la consiguiente destrucción del ecosistema que se desarrollaba en
torno a él; tal es el caso de Quillagua ubicada en el río Loa (Segunda región) y del
valle de Quisma (Comuna de Pica, I Región).
En este ensayo sobre el agua en las zonas desérticas, la discusión se centrará en
los aspecto éticos que involucra la propiedad del agua en manos del libre mercado y
como ésta situación afecta básicamente al habitante originario de dichas zonas,
tanto al humano como también lo extrahumano.
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El análisis tendrá una discusión de tipo casuística, lo que implica una reflexión moral
hecha a partir de de la presentación de un conflicto concreto. En este ensayo
reflexionaremos sobre los aspectos éticos de la situación del agua en función de los
hechos acontecidos en los Valle de Quillagua y de Quisma, el la zona desértica de
Chile.
PALABRAS CLAVES:
bioética, agua, desierto, Quillagua, Quisma.
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INTRODUCCIÓN
El Código de Aguas fue promulgado en 1981 (Decreto con Fuerza de Ley Nº 1122).
Uno de los conceptos básicos que introduce este recurso legal es la posibilidad de
otorgar derechos reales sobre el agua a quienes lo soliciten, siempre que haya
disponibilidad en la fuente o cuenca (31).
En este sentido, el Artículo 5º. Establece que "las aguas son bienes nacionales de
uso público y se otorga a los particulares el derecho de aprovechamiento de ellas, en
conformidad a las disposiciones del presente código", lo que es complementado por el
Artículo 6º, el cual determina que "el derecho de aprovechamiento es un derecho real
que recae sobre las aguas y consiste en el uso y goce de ellas, con los requisitos y en
conformidad a las reglas que prescribe este código...... el derecho de aprovechamiento
sobre las aguas es de dominio de su titular, quien podrá usar, gozar y disponer de él en
conformidad a la Ley" (29).
Por otra parte el artículo 24 de la Constitución Política de Chile señala que: “Los
derechos de los particulares sobre las aguas, reconocidos o constituidos en
conformidad a la ley, otorgará a sus titulares la propiedad sobre ellos”.
En estos artículos tanto del código de agua como en el de la Constitución queda
de manifiesto una ambivalencia, debido a que por un lado se considera un bien de uso
público y por otro propiedad privada.
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Según la CEPAL (5), desde Arica a Puerto Montt los derechos de aprovechamiento de
las aguas están ya otorgados. Es más, en zonas como el norte de Chile, existe
sobreposición de las solicitudes, ya que sobre un mismo recurso hay más una
solicitud.
A lo anterior hay que agregarle el contexto mundial que se vive respecto al agua.
Koichiro Matsuura, Director General de la UNESCO (17), señala que si los países del
mundo no toman medidas oportunas, éste afrontará una crisis de agua dulce que
podría producir una tragedia de “ guerra por el agua”.
Esta posible crisis es reafirmada por diferentes organismos de la ONU, debido a que el
consumo es cada vez mayor en tanto que la disponibilidad se ha reducido
considerablemente (20).
El acceso y la distribución a un recurso escaso, tanto por parte de las poblaciones
humanas como por la vida silvestre (vida extrahumana) que habitan el desierto, crea
un dilema que puede y debe ser también abordado desde el punto de vista de la
bioética, ya que la posesión de este factor ambiental (o recurso para la economía) en
manos de unos pocos generará conflictos y su distribución un dilema. Esto es
particularmente gravitante cuando se refiere a la intervención del hombre sobre
recursos ambientales que condicionan la vida, como son el agua y aire puro
(oxígeno). Una solución a estos conflictos puede darse mediante el uso de una
herramienta que permita el diálogo. Lolas (16) señala que la Bioética es “el uso
creativo del diálogo para formular y en lo posible resolver los dilemas que plantean la
investigación y la intervención sobre la vida, la salud y el ambiente”.
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Dado la realidad actual del recurso agua dulce, lo que se ve agudizado por la
condición desértica del Norte de Chile es que se plantea la siguiente pregunta, desde
el punto de vista de la bioética:
¿Es ético que la vida humana y extrahumana quede sujeta al manejo del libre
mercado del agua?
Con la globalización, el mercado se ha convertido en el eje rector de las decisiones
tanto a nivel mundial como nacional. Al respecto Vera (34), señala: “Un fenómeno que
marcó el siglo recién pasado y presumiblemente marcará el actual, es la hegemonía del
mercado sobre cualquier otra institución social, al punto que se ha convertido en el
epicentro de la democracia. El afán de acumulación de riquezas y posibilidades de
hacerlo en términos exponenciales ha permitido a algunos miembros de la
comunidad social, que han utilizado óptimamente el sistema, manejar los hilos del
poder desde su potencial económico”.
Esta realidad de privatizar un recurso ambiental que afecta la sustentabilidad de la
vida, como es el agua, no está ajena a lo señalado anteriormente y nos lleva a otra
reflexión. Debido a la actual contaminación del aire: ¿Es posible que a futuro el aire
que respiremos pase a ser un bien privado? ¿Deberemos pagar por el volumen de
oxígeno que respiremos? De hecho dicha realidad se comienza a vivir en ciudades tan
contaminadas como Santiago, donde la población debe acudir a las postas y
clínicas y pagar para consumir aire puro. El agua al igual que el aire son dos
elementos esenciales para la vida; razón por la cual cuesta entender, que en el caso
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de las zonas desérticas, sea el mercado quien regule este bien indispensable para la
vida humana y extrahumana.
Este ensayo busca responder acerca de la conveniencia ética de mantener los
recursos ambientales esenciales de uso público, como el agua, en manos de
privados. En particular en zonas donde la condición desértica implica que el dueño del
agua se convierte prácticamente en el dueño de la vida de todos los seres vivos que
habitan dicha área.
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ANTECEDENTES
El agua desde el punto de vista conceptual puede tener diversos significados: para
los economicistas el agua es un “Recurso”, éste es un término que incluye a todos los
agentes o factores de producción utilizados en una economía para producir y
suministrar toda clase de bienes y servicio, dentro de ellos el agua (19). El agua tiene
en la Biblia un significado simbólico muy rico. Como un signo de realidades espirituales
indica tres cosas principalmente: separación, limpieza y vivificación espiritual, y
renovación. Desde el punto de vista biológico, el agua es un componente
indispensable de todos los tejidos corporales de plantas y animales; los seres vivos
están conformados por más de 70% de agua. En los humanos una pérdida del 10%
origina alteraciones graves, en tanto que deficiencias mayores a un 20% de agua en el
cuerpo, puede causar la muerte. Es posible sobrevivir varias semanas sin alimento pero
no es posible hacerlo sin agua. Según la cosmovisión andina el significado del agua,
se refleja en el siguiente comentario de un habitante andino: “ El agua es todo, para
nosotros es tan importante como la tierra, con ella se bañan nuestros bofedales, de los
bofedales a su vez se alimenta el ganado y así sucesivamente” ( 32).
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Código de aguas
Tal como ha sido ya señalado, el Código de Aguas fue promulgado mediante Decreto
con Fuerza de Ley No. 1122, el 29 de octubre de 1981. Este cuerpo legal introduce la
posibilidad de otorgar derechos reales sobre el agua a quienes lo soliciten sujeto a
disponibilidad (31)
El titular goza de libertad para transferir éstos independientemente de la propiedad de la
tierra o el uso original para el cual se otorgó el derecho. En base a esta legislación se
ha desarrollado un mercado de derechos de agua, donde los agentes pueden adquirir
los derechos de otros cuando una cuenca está agotada. Si bien ello otorga seguridad
jurídica y estimula las inversiones en actividades que utilizan esta agua mejorando la
asignación del recurso desde el punto de vista económico, también se registran
prácticas de acaparamiento de derechos y especulación (4, 5,29).
Esta situación afecta el principio ético de la no maleficencia, ya que en este caso el
mercado o el ¿estado? han decidido cambiar vidas de acuerdo a un fin económico
más lucrativo como puede ser la actividad minera o el abastecimiento de agua potable
para una ciudad. En consecuencia se ha creado un dilema cuya solución permitió
entregar el agua a un bien superior, pero que afectó el derecho a la vida de
poblaciones que han residido en dichos lugares por siglos.
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El desequilibrio fundamental de la estructura del sistema de derechos de agua
establecido en virtud del Código de Aguas de Chile tiene varios efectos negativos (29):
(i) fomenta la especulación y el acaparamiento
Esta situación afecta al desarrollo regional, promoviendo una transferencia de un
bien público de alta importancia económica, social, ambiental y estratégica a
particulares sin ninguna contrapartida de corto o mediano plazo en lo que al
incremento de la actividad económica se refiere.
Con este recurso podrán lucrar, sin que mientras tanto hayan tenido que pagar o
arriesgar nada, de esta forma permite el uso de los derechos de agua para ejercer
un poder de mercado para productos y servicios en que el agua es un insumo.
También ha dado lugar a la aparición de un fuerte monopolio con gran influencia
política y además “se han producido importantes efectos sobre los recursos, y el
medio ambiente”;
(ii) impide introducir modificaciones en el Código de Aguas:
Esto ocurre como consecuencia de que los ya intereses creados, generan una
fuerte oposición por parte de los actuales propietarios (mineras, empresas de agua
potable, hidroeléctricas, etc.) para modificar el actual código, planteándose un
debate en términos ideológicos o muy generales.
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Al respecto de este último comentario se debe señalar que en la I región el agua de
riego actualmente representa menos del 40% del total de la demanda, el restante
60% está en manos de la industria, las empresas de agua potable y en particular la
minería. En tanto que en la segunda región el agua de riego representa menos del
10% y alcanza a más del 60% es propiedad de las mineras (9). Esto difiere de lo que
sucedía hace 20 a 30 años atrás, cuando gran parte del agua era utilizada para riego
o la vida silvestre.
Un informe entregado por la Dirección General de Aguas (24), indica que en 1982 se
presentaron 750 solicitudes mientras que en 1999 estas superaron las 5.000. Un
ejemplo de ello se refleja en el río Loa, conforme lo afirma Dagoberto Corante (7): “ no
hay litro de agua sin dueño, los estudiosos del tema estiman que para los 36 ríos más
importantes de Chile el caudal existente es de 445 mil millones de metros cúbicos,
divididos en 176 mil millones de metros cúbicos desde Llanquihue al norte, con 99,7%
de la demanda del recurso y 269 mil millones de metros cúbicos desde Chiloé al sur,
con demanda del 0,3% del total nacional”.
Este aumento en la demanda se debería a varios factores. Por una parte está el
crecimiento del país. En segundo lugar, hay una mayor toma de conciencia de parte de
los usuarios de la importancia de tener los derechos constituidos. Otro factor que ha
influido ha sido el incremento del aprovechamiento de las aguas subterráneas, que de
ser una alternativa bastante marginal ha pasado a ser una alternativa muy atractiva.
También el desarrollo del riego y de la acuicultura en el sur han influido en este
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incremento. Además la actual revisión del Código de Aguas ha puesto un toque de
alerta a mucha gente con respecto a la importancia del tema del agua (24).
Dos caso emblemáticos
Quillagua un caso dramático
Quillagua, ubicada en la parte baja del curso del Río Loa, tiene antecedentes de
ocupación prehispánicas, como zona dedicada al cultivo de hortalizas. También existen
referencias históricas de la importancia estratégica de esta localidad para los
conquistadores españoles, situación que tuvo continuidad durante la colonia como
centro de producción y abastecimiento de las caravanas que comercializaban productos
entre el altiplano (Potosí) y la costa del pacífico (Cobija). Este paso obligado de las
caravanas por Quillagua se mantuvo durante el período republicano hasta que se
iniciaron las faenas de extracción de salitre a partir de la segunda mitad del siglo XIX (1)
El mismo autor (1) sostiene que la situación histórica - demográfica de la población
de Quillagua de las últimas cuatro décadas muestra una fuerte tendencia a la baja con
tasa de crecimiento negativo (Tabla Nº 1), debido a la fuerte presión migratoria
generada por las escasas expectativas de desarrollo económico en la localidad y la
contratación de mano obra joven - adulta por parte de las empresas de la minería o de
servicios y otra parte de la misma que se ocupa en actividades agropecuarias.
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Tabla N° 1.- Evolución de la Población en Quillagua
AÑO
Nº HABITANTES
1960 (*) 445
1970 (*) 625
1982 (*) 203
1999 (**) 163
Fuente: (*) 13; (**) 1
Un tema particularmente impactante desde el punto de lo recursos hídricos, es lo
sucedido en este Valle. Hasta hace 50 años atrás Quillagua era una zona agrícola
próspera. Hoy en día el agua prácticamente no llega al sector y la poca agua que
llega está contaminada con metales pesados y salinizada (26).
Lugareños de la zona entrevistados por el Programa Contacto (Canal 13), como
Porfidio Vega y Juan Loaiza (23), señalan que el pueblo llegó a tener una intensa
actividad económica, producto de la producción de alfalfa y de camarones.
En una entrevista realizada al dirigente del Comité de Defensa del Oasis (7), sostiene
que "es urgente hacer un llamado a la conciencia ciudadana, para que el uso de los
recursos hídricos y la formulación de políticas para defender la preservación del oasis,
la podamos definir aquí en esta provincia, porque está visto que el clamor del norte, no
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alcanza más allá. Por eso estamos en la decisión de dialogar mucho y ojalá podamos
equilibrar los intereses de quienes queremos mantener la vida del oasis y los que
quieren invertir". Esta aseveración la hace a raíz de la inscripción de recursos
hídricos del río Loa (sector Quillagua), adquiridos a dos agricultores de la zona por
parte de una empresa dedicada a la extracción del salitre, lo cual prácticamente deja
desprovisto a Quillagua del recurso hídrico y con un futuro incierto.
Esta situación tiene una connotación especial grave, ya que mediante Res. DGA N°
197 del 24 de Enero del 2000 se declaró formalmente el agotamiento del río Loa y sus
afluentes, dado que no existe disponibilidad para constituir nuevos derechos
consuntivos permanentes (18)
Por otra parte, entre 1997 y el 2000 han ocurrido unas series de crisis ambientales en
torno al curso del río (26). Durante el episodio de contaminación que afectó al río Loa
en 1997, la localidad de Quillagua perdió el 90 por ciento de sus hectáreas agrícolas.
Por lo mismo hoy su valle y su pueblo se encuentran en peligro de desaparecer, porque
su supervivencia ha estado siempre ligada al cauce., lo anterior sin considerar el grave
daño causado a la flora y fauna.
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El Valle de Quisma ¿el futuro de Quillagua?
Lo que sucede en Quillagua, ya fue vivido por los ex habitantes del Valle de Quisma.
Este Valle, ubicado en la comuna de Pica, Provincia de Iquique, fue un antiguo
asentamiento indígena, productor de maíz , ají, porotos, calabazas, chañares y
algarrobos (2, 21), fue el escenario de una de las más dramáticas luchas por la
sobrevivencia en donde se demuestra como el agua es el elemento que condiciona
la vida en desierto.
Hacia 1659 la corona española impone la división de las aguas de la vertiente de
Chintaguay, dejando a los indígenas la mitad del agua disponible en tanto que la otra
parte fue utilizada en el riego de las haciendas de los súbditos españoles en el
Oasis de Matilla, esto como consecuencia de la Ordenanza de Toledo en 1557, que
imponía las regulaciones hispanas (12). Este sistema administrativo tan antiguo
cambió la concepción del hombre andino, entregándose las aguas a propietarios y
no a las tierras como ellos acostumbraban. A pesar de lo antigüedad de dicho
procedimiento, este se asemeja al actual código de aguas.
La conquista española, dominó graduadamente a la población local, comenzando el
ascenso desde Matilla, para controlar finalmente las vertientes de Chintaguay. Hacia
fines del siglo XVIII el Valle de Quisma y Matilla eran un centro de prestigio vitivinícola
y se encontraba en manos de los hacendados (21).
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Hacia 1895 la Municipalidad de Iquique consigue financiamiento para el
abastecimiento fiscal de agua potable para esta ciudad (3). Hasta entonces el agua
era en parte abastecida por un servicio privado (The Tarapacá Water Works) que
extraía agua desde Pica en el sector de El Carmen (21).
En 1912 el Estado de Chile promulga una ley para expropiar las aguas de
Chintaguay, durante doce años los quismeños se opusieron a esta resolución. Hacia
1924 el estado de Chile, finalmente, expropia todas las aguas de Chintaguay, bajo el
argumento de: “aumentar la cantidad de agua para abastecer a la población…” como
criterio técnico se señala que: “ no se causaría un grave perjuicio al Valle de
Chintaguay, porque esta cantidad solo alcanza al 40% del gasto del arroyo que corre
en este Valle, quedando intactas las aguas de Pica y la serie de pozos y galerías que
seguirán manteniendo la mayor parte del terreno agrícola de esa región”. Además el
decreto de expropiación considera el desalojo de los habitantes. De esta manera con
un informe técnico que induce al engaño a las autoridades se completa el proceso;
quedando el valle completamente deshabitado hacia la década de 1940. Así de las
167 hectáreas agrícolas de Quisma y Matilla hacia la década de 1960 solo quedan 27
ha en Matilla (3). Para mantener las chacras, los habitantes de Matilla debieron
recoger los excedentes de agua (21) y finalmente comprar el agua a la empresa de
agua potable.
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En 1962 solo quedaban 20 familias en Matilla que mantenían sus chacras con los
excedentes de la galería El Sauque. De ese modo el desierto volvió al valle después
de 1000 años de labores agrarias (21).
A la fecha los habitantes de Matilla mantienen su lucha por el agua; de hecho se
planteó ante el Senado de la República una Ley para obtener una cuota de agua (800
m3), lo cual fue otorgado como una compensación por la expropiación sin
indemnización de las aguas de la localidad de Matilla. Posteriormente, la Ley general
de servicios sanitarios prohibió la prestación gratuita del servicio (salvo que la empresa
la otorgue a su costo), por lo que la empresa resolvió cobrar la totalidad del consumo,
incluidos los 800 m3, anteriormente gratuitos (6).
Nuevamente se planteó en el Senado un proyecto para mantener ese uso gratuito.
Aparte de cuestiones de orden constitucional, la solución no fue adecuada porque
consistía en imponer un gravamen a una empresa privada (lo que no se alteraba por
ser el Estado y sus organismos los dueños de la empresa, hasta ese momento). Si se
quiere hacer justicia a los habitantes de Matilla, se deberá hacer con recursos públicos,
como si se indemnizara tardíamente la expropiación de sus aguas (6). La solución de
otorgar uso gratuito de agua, es cada vez más lejana toda vez que las empresas
sanitarias del norte entraron en un proceso de privatización.
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Ante la actitud negativa que ha tenido la empresa de agua potable para resolver el
problema de falta de agua para el riego, la Asociación de agricultores de Matilla, inició
un juicio en el Juzgado de Pozo Almonte que luego de los pasos de rigor, dictó en
primera instancia, sentencia a favor de los agricultores quienes inscribieron los
derechos sobre las aguas de Chintaguay. Sin embargo, a pesar de haber una
sentencia definitiva, la empresa mantiene hasta la actualidad una actitud contraria a los
intereses de los agricultores (8). Esta situación se agrava en la actualidad, debido a que
las empresas de agua potable en al zona norte de Chile se encuentran en vía de
privatización.
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ANALISIS
En la actualidad la naturaleza ha sido intervenida por el hombre, haciéndola
extremadamente vulnerable, al grado de causar daños de tipo irreversible en muchos
ecosistemas. Según Jonas (14), la naturaleza, en cuanto a la responsabilidad humana
es sin duda un novum sobre el cual la teoría ética tiene que reflexionar. Señala a su
vez que en la medida que el destino del hombre depende de la naturaleza, la
conservación del medio se vuelve un interés moral. La irreversibilidad de la acción
asociada al carácter acumulativo de la misma, de modo que la acción inicial no es igual
a la posterior, introduce un factor novedoso, ya que la ética tradicional no consideraba
el factor acumulativo. Esta solo consideraba la situación básica del hombre ante el
hombre.
Ruiz (27), señala que la vida humana se encuentra en un entorno material en el que
esa vida es posible, y fuera del entorno no es siquiera concebible.
Por su parte Jonas (14), se plantea la pregunta ¿tiene la naturaleza un derecho moral
propio? – Al respecto señala que no es un sinsentido preguntar si el estado de la
naturaleza extrahumana, como la biosfera en su conjunto y sus partes, que se
encuentran bajo nuestra tutela, puede plantearnos algo como una exigencia moral; no
solo en razón de lo humano sino también en razón de ella. Esto implica un cambio en
los fundamentos de la ética, ya que no solo habría que buscar el bien humano, si no
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también el bien de las cosas extrahumanas, incorporando al concepto de bien humano
el cuidado de ellas.
En el presente ensayo la discusión por tanto se centrará en los aspectos éticos del
hombre como también en lo extrahumano, en base a estas consideraciones se
tratará de responder las siguientes preguntas:
¿Es ético que la vida humana quede sujeta al manejo del libre mercado del agua?
¿Es ético que la vida silvestre quede a merced de empresas privadas que son dueñas
del agua?
El análisis tendrá un a discusión de tipo casuística, lo que implica una reflexión moral
hecha a partir de de la presentación de un conflicto concreto, en este ensayo
reflexionaremos sobre la situación del Agua en las zonas desérticas, en función de los
casos acontecidos en los Valles de Quillagua y Quisma.
A) ¿Es ético que la vida humana quede sujeta al manejo del libre mercado del
agua?
Tal como se mencionó inicialmente, Vera (34), señala: “Un fenómeno que marcó el siglo
recién pasado y presumiblemente marcará el actual, es la hegemonía del mercado
sobre cualquier otra institución social, al punto que se ha convertido en el epicentro de
la democracia”. Esta aseveración puede llegar a ser tan perversa como lo planteado
por Hayek, (15), quien fundamenta que la moral de mercado vigente busca la
sobrevivencia de la humanidad. Afirmando que “una sociedad libre requiere de ciertas
21
normas que en última instancia se reducen a la mantención de vidas: -no a la
mantención de todas las vidas porque podría ser necesario sacrificar vidas individuales
para preservar un número mayor de otras vidas. Por lo tanto las únicas reglas morales
son las que llevan al cálculo de vidas: la propiedad y el contrato.”
Este razonamiento de uno de los padres del liberalismo económico, puede servir
como justificación para que grandes empresas tanto estatales como privadas,
haciendo uso del poder del estado (expropiaciones) o del actual código de agua, se
hallan constituidos en dueños de toda el agua del valle de Quisma y prácticamente
de todo el recurso hídrico del río Loa, afectando la vida tanto humana como
extrahumana.
Lara (15), señala que: “tiene valor ético aquello que reproduce la vida, lo que se refleja
en el derecho efectivo a la alimentación”. Bajo las circunstancias actuales, este
derecho ha sido conculcado, al entregar a otras actividades económicas el recurso
hídrico, con lo cual los agricultores dejaron de producir ingresos para su propio
sustento.
Este despojo, a su vez y tal como lo señala Castro (3), obliga a una población
entera al destierro y también a vivir sin tierras, con lo que se afectaron sus derechos
humanos; transformándolos de prósperos a pobres y dependientes.
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De esta manera la solución de un problema como es el abastecimiento de agua para
otras actividades, tal vez más rentables o necesarias, a las que estos dos
conglomerados de personas desarrollaban, se convierte en un problema para ellos,
encontrándonos enfrentados a un dilema ético, en donde una solución crea un nuevo
problema.
Bajo las circunstancias ya detalladas, los principios éticos como de la autonomía, no
maleficiencia, beneficiencia y justicia han sido afectados.
La autonomía se ve afectada por cuanto no actuaron por elección propia, es decir las
comunidades de Quillagua y Quisma, nunca desearon abandonar su tierra, perder sus
cultivos y sustento. En el caso de Quillagua, la extracción de agua por empresas de
agua potable; como también la contaminación y salinización del agua, provocada por
la mineras aguas arriba del curso del Río Loa, no les dejó a los agricultores otra
alternativa que vender sus agua, ya que nos les sirven para mantener cultivos y
camarones. Que decir del caso Quisma, donde un decreto los obliga a entregar sus
aguas y tierras, conminándolos a abandonar el lugar. A la luz de estos argumentos,
¿existió autonomía en la decisión de los agricultores? Los antecedentes indican que
no. Cuesta encontrar alguna explicación que pudiese justificar la trasgresión de este
principio ético tan elemental para el hombre; es decir la libertad para seguir viviendo
en su tierra y satisfacer sus necesidades de alimento..
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El principio de no maleficencia, también se ve afectada, por cuanto los informes
entregados tanto en el caso de Quisma como en los de Quillagua, fueron manejados
por los encargados técnicos con una evidente intención de despojar del recurso
hídrico a los agricultores, causándoles un daño intencionadamente. Lo anterior se
observa en ambos casos; en Quisma se señala inicialmente que una muy pequeña
superficie dejará de cultivarse, la realidad actual es que no queda ninguna zona
cultivada y la gente de Matilla sobrevive a duras penas, pagando el agua a una
empresa de abastecimiento que ha lucrado con lo que fueron sus propios recursos
hídricos. En el caso de Quillagua, la contaminación y salinización de las aguas lo ha
convertido en un recurso inútil para la agricultura, empujándolos al hambre y miseria,
lo que obligó a los agricultores a vender, hoy gran parte del recurso está en manos de
una empresa minera. Otra vez la realidad nos muestra que prácticamente no queda
superficie cultivada y los pobladores han iniciado el éxodo. ¿Se puede pensar que no
hubo intencionalidad en afectar a los agricultores?. Esta situación afecta el principio
ético de la no maleficencia, ya que en este caso el mercado o el ¿estado? han
decidido o permitido cambiar vidas de acuerdo a fines económicos más lucrativos, tal
como la actividad minera o el abastecimiento de agua potable para una ciudad. En
consecuencia se ha creado un dilema cuya solución permitió entregar el agua a un
“bien superior”, pero que afectó el derecho a la vida de poblaciones que han
residido en dichos lugares por siglos.
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Si bien el principio de beneficencia impone la obligación moral de actuar en beneficio
de otros, no siempre debe ser obedecido imparcialmente, en particular cuando se pone
en riesgo la propia vida. Lo anterior se menciona como consecuencia que se podría
argumentar en ambos casos, que el agua ha sido usada para un “bien superior”. En
el caso de Quisma habría sido para abastecer de agua a la ciudad de Iquique y en el
caso de Quillagua para crear nuevas y más lucrativas fuentes de trabajo en el área de
la minería. Sin embargo, no es ético que bajo el argumento de este principio de
beneficencia, los agricultores tanto de Quisma como de Quillagua, hallan sido
empujados al hambre y pobreza y con ello poner en riesgo su vida.
Finalmente el principio de justicia o equidad ha sido tal vez el más afectado, por
cuanto a los habitantes de Quisma y Quillagua se le ha desprovisto de todo
empujándolos al hambre, pobreza y destierro.
Considerando estos ejemplos no resulta difícil concluir lo peligroso que resulta para la
vida humana en las zonas desérticas que el recurso hídrico esté en manos del libre
mercado.
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B.- ¿Es ético que la vida extrahumana quede a merced del libre mercado?
Si en la pregunta anterior que está referida al ser humano, las consecuencias éticas
son graves, ¿cuanto más puede ser serlo con respecto a la vida extrahumana (plantas y
animales) que habitan en torno a los cauces de agua?
Es muy probable que la discusión pueda llevarnos a la pregunta realizada por
Passmore (22) ¿tenemos o no que sentirnos moralmente obligados a la conservación
de los recurso naturales?
Para respondernos necesariamente debemos conocer algunos antecedentes
básicos. Uno de lo pioneros en plantear la relación hombre-naturaleza es Leopold,
quien en 1949 señala que el hombre establece una relación inadecuada con la
naturaleza, al considerar que la naturaleza es un objeto que está a disposición del
hombre. Agrega que contrariamente a esta idea, la tierra debe entenderse como una
comunidad a la cual el hombre pertenece (30).
El problema según Sarmiento (28), radica en que, si bien el hombre pertenece al
ecosistema como las demás especies, existen elementos que lo diferencia de las otras
especies, como la racionalidad, la capacidad de transformar el ecosistema, la
conciencia y sensibilidad ética. Por su parte Peromarta y Vega (25), señalan que el
hombre se encuentra en la cima de todos los demás seres vivos y sería el único que
no es objeto.
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Conceptos como estos se enmarcan en la teoría del antropocentrismo, donde el
hombre se ha pensado a sí mismo, siempre como el centro de la realidad y de la
creación. Esto conlleva a un antropocentrismo utilitario, donde sitúa al hombre como
un beneficiario de la naturaleza, sobre la cual tiene algunas obligaciones morales, ya
que debe ser preservada solo para beneficio directo del hombre y sus generaciones
futuras (27, 28).
En contrapartida existe la visión biocentrista, la que Schwitzer define como el respeto a
todos los seres vivos. La que a juicio de Sarmiento (28), involucra una falta de criterio
jerárquico con respecto a la importancia de las especies. Además considera a las
otras formas de vida como morales, en consecuencia que solo el hombre es un sujeto
moral. Lo anterior significa que ninguna ser vivo pueda ser afectado, lo que es
contrario a lo que ocurre en la naturaleza y en los ecosistemas.
Ferrater y Cohn (11), enfrentan el tema desde la perspectiva evolutiva, señalando
que existe un continuo físico –biológico que se conecta con el continuo biológico-social
en donde ciertas especies como la humana producen un continuo socio-cultural.
Según Sosa (30), una de las manifestaciones sociocultural es la ética, razón por la cual
en el contexto global no pueden dejar de considerarse los factores biológicos. Esta
postura no es antropocéntrica como tampoco biocéntrica, simplemente considera
que los intereses humanos no son supremos. No se pretende con esto tener una
visión reduccionista, es decir entender al hombre dentro de la conducta animal. Más
27
bien se busca comprender que existen conexiones entre las diversas formas de vida
y el hombre.
Esta posición también es sustentada por Dryzek (10), quien señala que el ser humano
solo se puede desarrollar en un medio propicio. El medio ambiente no es un valor
moral por si mismo, sino es un valor que requiere de custodia y el único ser capaz de
alterarlo (el hombre) tiene el deber ético de preservarlo ya que está asociado a su
propia sobrevivencia.
En este marco teórico debemos entonces señalar que en los dos casos analizados, el
hombre ha través del mercado, ha actuado con una visión absolutamente
antropocéntrica., con desprecio por la naturaleza humana como también por la no
humana. En concreto, la interrupción del curso superficial de agua en Quisma,
mediante la conducción entubada hacia la ciudad del agua, provocó la muerte de
la vegetación y fauna nativa. Lo mismo sucedió con el agua de Quillagua, la que
además fue contaminada y salinizada, provocando iguales consecuencias que en
Quisma, causando un daño irreversibles en los ecosistema los que por estar
situado en una zona desértica son extremadamente frágiles.
Quisiera terminar este análisis con lo señalado por Sarmiento (28): “el medio
ambiente no es un valor moral por si mismo, sino por el contrario, es un valor cuya
custodia es dependiente de la conducta moral del hombre, por lo que es un deber ético
su preservación. Y es un valor ético, porque corresponde en cuanto moral al hombre
29
CONCLUSIONES
Tanto en el caso de Quisma como Quillagua, está claro que desde el punto de vista
humano todos los principios éticos fueron trasgredidos.
En el caso concreto de Quillagua; el uso de un recurso hídrico inadecuado (salinizado
y contaminado) para el cultivo agrícola o crianza de camarones, generó una situación
de pobreza y desesperación de la cual se aprovechó la minería para adquirir
derechos de agua conforme a las leyes vigentes. Esto terminó por liquidar
completamente la actividad que sustentaba la vida humana en Quillagua.
Esta acción muestra un efecto concreto y reciente, donde el mercado a través de la
aplicación del código de agua en una zona desértica, permite que se afecten todos
los principios éticos de una población, provocando el desarraigo. Los pocos
habitantes que aún permanecen allí, no tienen derecho al vital líquido, puesto que
producto de la contaminación no pueden beber agua del río, por lo que deben ser
abastecidos periódicamente mediante camiones aljibes. Esto demuestra desde el punto
de vista ético, lo inadecuado que resulta mantener la posesión del agua en una zona
desértica, como un bien transable y manejado por las normas del mercado.
Algo similar a lo de Quillagua se vivió en Quisma, en este caso un “bien superior”
requiere del Estado una fuente de agua potable más barata, por lo que se procedió a
expropiar el agua y a desalojar una zona agrícola próspera; con ello se condenó al
30
destierro y pobreza a ciento de personas en aras de un “bien superior” : proveer de
agua potable a 40.000 personas en la ciudad de Iquique, creando un dilema ético.
Al analizar ambos casos, debemos concluir que la asignación del agua en una zona
desértica, como son las I y II regiones de Chile, a través del mercado como ente
regulador afecta la vida humana y no humana así como la sustentabilidad de los
ecosistemas. En particular porque en su condición de bien escaso, el oferente con
mayor capacidad económica o poder tiene la posibilidad de obtener el agua, tal como
ha quedado demostrado al analizar ambos casos.
Si bien el mercado está manejado por seres humanos, la intervención de éste como
controlador de las decisiones humanas, genera una sociedad deshumanizada, donde
el relativismo parece apoderarse de ella y en la cual se puede intervenir la vida
humana y no humana en pos de un bien superior.
De hecho, en los dos casos estudiados , todos los seres vivos no humanos fueron
“sacrificados” en aras de un aparente “bien superior”, demostrando con ello la
realidad antropocéntrica que vive la humanidad y en particular nuestro país.
También queda de manifiesto la falta de diálogo e intercambio argumentativo entre las
comunidades. Es decir no se escuchó el planteamiento de otros seres humanos
racionales para resolver o atenuar el dilema planteado. Esta es la razón de la ética, el
servir de puente entre conflictos donde ni el derecho ni la religión encuentran caminos.
31
Una de las conclusiones más trascendentes, es que los pueblos originarios desde hace
mucho tiempo, sin saber de ética y filosofía, poseen una cosmovisión que pone en
evidencia sus principios éticos intuitivos. Ellos se consideran parte de un todo, donde
la tierra y el agua son parte de la vida, ya que con estos elementos se alimentan
plantas, ganado y ellos mismos. Es decir hicieron realidad hace mucho tiempo, lo
planteado recientemente por teóricos en torno a la ética de la tierra.
Esto nos lleva a concluir, que la civilización actual requiere urgente tomar conciencia
del dilema ético que enfrenta la humanidad hoy, ya que ha puesto en riesgo su
propia existencia. Lo que se aprecia en forma más dramática en una zona desértica,
donde debido a la escasez del recurso hídrico y teniendo como respaldo la economía
de mercado, este bien se transa al mejor postor o se generan las condiciones para
obligar a los antiguos usuarios a abandonar sus actividades, en aras de una acción
más rentable, no importando si con ello se afecta irreversiblemente el ecosistema y la
vida humana.
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