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El profesional de la información, vol. 10, nº 6, junio 2001 30 Desde Iwetel Personal cualificado y plazas a oposición UN NUEVO DEBATE, o qui- zá un debate que ya se había abarcado en alguna otra ocasión desde alguno de sus puntos de vista, se inició en IweTel con la si- guiente denuncia: “Soy personal laboral interino ejerciendo de auxiliar de bibliote- cas en la Biblioteca Pública de Le- ón, y en nombre del colectivo de auxiliares de bibliotecas de la Jun- ta de Castilla y León (puesto que compañeros de Ávila, Segovia, Burgos, León, etc., se han visto im- plicados ya) manifiesto que se es- tán haciendo unos traslados por causa de salud totalmente deni- grantes e irracionales, y nos vemos gravemente afectados como colec- tivo, a pesar de ser interinos. Por esto expongo: Antes de junio se reúne la Co- misión Paritaria y pone en marcha el artículo 9 del Convenio Colecti- vo para el personal laboral de la Junta de Castilla y León en el que se establece la posibilidad de hacer traslados de puesto de trabajo por causas de salud, con lo cual se ha comenzado a cubrir plazas de inte- rinos por personal laboral traslada- do por este motivo, pero que pue- den ser técnico de jardín de infan- cia, auxiliar de cocina, auxiliar de clínica, etc. Una auténtica aberra- ción. Son personas que tendrán sus problemas de salud, pero no han tenido en cuenta la mínima capaci- tación profesional que queda reco- gida en el convenio. A pesar de es- to, ya se han cubierto cinco o seis plazas en estas condiciones y lo grave es que ya nunca más saldrán a oposición. Pensamos que todo esto es un atropello y una falta de respeto por parte de la Junta y de los sindica- tos que no saben realmente el tra- bajo que desempeñamos y el es- fuerzo que nos costó y las pruebas que tuvimos que pasar para entrar en nuestros puestos. Las bibliote- cas públicas tendrían, pues, una plantilla con escasa o nula forma- ción, todo ello en detrimento del usuario final que va a la biblioteca. Esto supondría, además, una re- ducción del número de plazas disponibles a la ho- ra de cubrirlas (había en un principio 23 ó 24 pla- zas para cubrir por oposi- ción en la Junta de Casti- lla y León, actualmente ya quedan menos de 19). Además estos puestos, creo por experiencia, que no son los adecuados para un trabajador ‘afectado por una grave merma de facultades físicas o psíquicas’, re- quisito imprescindible para solici- tar un traslado por causas de salud según el convenio. «Todos debemos po- der trabajar y la socie- dad está obligada a buscar puestos de trabajo aptos» (Mi- guel Benito) Por estas causas, exponemos en el foro de IweTel todas estas tro- pelías ante las asociaciones de bi- bliotecarios. ¿Qué nos queda, y có- mo podemos protestar el colectivo de auxiliares de bibliotecas y todo el conjunto de bibliotecarios (ya que de alguna manera se verán afectados) ante tal dislate adminis- trativo? Planteado esto en principio, como premisa, me pregunto des- pués en qué se están convirtiendo las bibliotecas públicas en algunas comunidades autónomas. Y cons- tato cómo las administraciones sienten muy poco aprecio por estos servicios públicos, incluso deján- dose ver esta desidia en el período electoral”. [email protected] Malinterpretando en parte el mensaje enviado por Fernando Santamaría responde Miguel Benito: “Creo que sí es importan- te que las personas que por motivos de salud se les da una plaza en una bi- blioteca pública no por ello hagan que el número oficial de plazas disminu- ya. En realidad debería ser al revés. Mi experiencia en más de 35 años de trabajo en Suecia es que estas personas pueden hacer muy buenos trabajos si tienen un buen jefe que sabe orientarles y darles el trabajo que pueden desarrollar. Además debe haber una política de cursos y de estudio que haga que puedan poco a poco, o en su caso rápidamente, aprender los funda- mentos del trabajo en biblioteca. Mi opinión es que todos debe- mos poder trabajar y que la socie- dad está obligada a buscar puestos de trabajo aptos. En realidad debe- ríamos estar más que agradecidos de que las bibliotecas sean consi- deradas como puestos de trabajo aptos para la mayoría de la pobla- ción. Ello no implica que en las bi- bliotecas no haya puestos de traba- jo más avanzados para Fernando y todos los que con gran sudor se han ganado el título. Fernando Santamaría. Biblioteca Pública de León

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El profesional de la información, vol. 10, nº 6, junio 200130

Desde IwetelPersonal cualificado y plazas a oposición

UN NUEVO DEBATE, o qui-zá un debate que ya se habíaabarcado en alguna otra ocasióndesde alguno de sus puntos devista, se inició en IweTel con la si-guiente denuncia:

“Soy personal laboral interinoejerciendo de auxiliar de bibliote-cas en la Biblioteca Pública de Le-ón, y en nombre del colectivo deauxiliares de bibliotecas de la Jun-ta de Castilla y León (puesto quecompañeros de Ávila, Segovia,Burgos, León, etc., se han visto im-plicados ya) manifiesto que se es-tán haciendo unos traslados porcausa de salud totalmente deni-grantes e irracionales, y nos vemosgravemente afectados como colec-tivo, a pesar de ser interinos. Poresto expongo:

Antes de junio se reúne la Co-misión Paritaria y pone en marchael artículo 9 del Convenio Colecti-vo para el personal laboral de laJunta de Castilla y León en el quese establece la posibilidad de hacertraslados de puesto de trabajo porcausas de salud, con lo cual se hacomenzado a cubrir plazas de inte-rinos por personal laboral traslada-do por este motivo, pero que pue-den ser técnico de jardín de infan-cia, auxiliar de cocina, auxiliar declínica, etc. Una auténtica aberra-ción. Son personas que tendrán susproblemas de salud, pero no hantenido en cuenta la mínima capaci-tación profesional que queda reco-gida en el convenio. A pesar de es-to, ya se han cubierto cinco o seisplazas en estas condiciones y lograve es que ya nunca más saldrána oposición.

Pensamos que todo esto es unatropello y una falta de respeto porparte de la Junta y de los sindica-

tos que no saben realmente el tra-bajo que desempeñamos y el es-fuerzo que nos costó y las pruebasque tuvimos que pasar para entraren nuestros puestos. Las bibliote-cas públicas tendrían, pues, unaplantilla con escasa o nula forma-ción, todo ello en detrimento delusuario final que va a la biblioteca.Esto supondría, además, una re-ducción del número deplazas disponibles a la ho-ra de cubrirlas (había enun principio 23 ó 24 pla-zas para cubrir por oposi-ción en la Junta de Casti-lla y León, actualmente yaquedan menos de 19).Además estos puestos,creo por experiencia, queno son los adecuados paraun trabajador ‘afectadopor una grave merma defacultades físicas o psíquicas’, re-quisito imprescindible para solici-tar un traslado por causas de saludsegún el convenio.

«Todos debemos po-der trabajar y la socie-dad está obligada abuscar puestos detrabajo aptos» (Mi-guel Benito)

Por estas causas, exponemosen el foro de IweTel todas estas tro-pelías ante las asociaciones de bi-bliotecarios. ¿Qué nos queda, y có-mo podemos protestar el colectivode auxiliares de bibliotecas y todoel conjunto de bibliotecarios (yaque de alguna manera se veránafectados) ante tal dislate adminis-trativo?

Planteado esto en principio,como premisa, me pregunto des-

pués en qué se están convirtiendolas bibliotecas públicas en algunascomunidades autónomas. Y cons-tato cómo las administracionessienten muy poco aprecio por estosservicios públicos, incluso deján-dose ver esta desidia en el períodoelectoral”.

[email protected]

Malinterpretando en parteel mensaje enviado porFernando Santamaríaresponde Miguel Benito:“Creo que sí es importan-te que las personas quepor motivos de salud seles da una plaza en una bi-blioteca pública no porello hagan que el númerooficial de plazas disminu-ya. En realidad deberíaser al revés.

Mi experiencia en más de 35años de trabajo en Suecia es queestas personas pueden hacer muybuenos trabajos si tienen un buenjefe que sabe orientarles y darles eltrabajo que pueden desarrollar.Además debe haber una política decursos y de estudio que haga quepuedan poco a poco, o en su casorápidamente, aprender los funda-mentos del trabajo en biblioteca.

Mi opinión es que todos debe-mos poder trabajar y que la socie-dad está obligada a buscar puestosde trabajo aptos. En realidad debe-ríamos estar más que agradecidosde que las bibliotecas sean consi-deradas como puestos de trabajoaptos para la mayoría de la pobla-ción. Ello no implica que en las bi-bliotecas no haya puestos de traba-jo más avanzados para Fernandoy todos los que con gran sudor sehan ganado el título.

FernandoSantamaría.

Biblioteca Pública deLeón

Tomas
Typewritten Text
Tomas
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Javier Leiva-Aguilera
Tomas
Typewritten Text
Tomas
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https://doi.org/10.1076/epri.10.6.30.8201
Tomas
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31El profesional de la información, vol. 10, nº 6, junio 2001

Personal cualificado y plazas a oposición

En mi Escuela de Biblioteco-nomía, en Suecia, hemos tenidopor ejemplo una joven invidenteque logró obtener el título de bi-bliotecaria. Ahora trabaja en la bi-blioteca nacional para invidentes yel personal está más que encanta-do, ya que ella mejor quenadie sabe las dificultadesque un invidente tiene.

De vez en cuando pre-gunto por ella (ya que fuealumna mía) y siempreme dan buenas referen-cias de su trabajo”.

[email protected]

Mª Jesús Tobías Rubio inter-viene para expresar su opinión, pe-ro antes intenta aclarar el malen-tendido de Miguel Benito: “Elejemplo que nos pones no viene alcaso. El problema no es la posibledeficiencia del trabajador sino suespecialización. Tu ex-alumna esuna profesional cualificada, conuna formación específica; por su-puesto que ser invidente no le debeimpedir trabajar. El problema seproduce cuando debido a proble-mas de salud una persona sin for-mación ocupa un puesto que re-quiere cierta especialización. Enmi biblioteca van a echar a la callea 10 auxiliares, a los que en el pro-ceso de selección se les exigió for-mación específica y cierta expe-riencia en bibliotecas, para queocupe sus plazas personal laboralpor concurso, al que, por cierto,ellos no pueden optar mientras sípueden hacerlo personas que en suvida han pisado una biblioteca pe-ro tienen antigüedad en la adminis-tración. De hecho, uno de los soli-citantes, en un derroche de tacto ydelicadeza, se pasó por aquí parasaber cuánto se cobraba. Era loúnico que le interesaba. Le faltandos años para jubilarse y quiere un‘sitio tranquilito’ para acabar su vi-da laboral. ¿Alguien cree que esteseñor va a tener interés en aprendera manejar Absys correctamente, en

aprenderse la ordenación por laCDU, etc.?

Lo peor, Fernando, es quemuchas veces sólo nos queda efec-tivamente el derecho al pataleoporque impugnar este tipo de pro-

mociones es muy difícil.En el fondo creo que elproblema está en la admi-nistración, con un sistemade puestos rígido que seatiene a unas categoríasque no se avienen para na-da con trabajos como elnuestro que requieren es-pecialización, no me cansode repetirlo. ¿Es justo que

el señor del que he hablado másarriba ocupe un puesto de auxiliarde bibliotecas mientras un compa-ñero diplomado en bibliotecono-mía y con años de experiencia seva al paro? ¿Para qué nos matamosa estudiar la carrera de biblioteco-nomía entonces? ¿Para qué estánlas escuelas y facultades como latuya, Miguel? No sé en Suecia, pe-ro en España la gente sigue creyen-do que ésta es una profesión parasolteronas con moño y gafas”.

[email protected]

Mª Teresa Gómez, de la Bi-blioteca Pública de León, expone:“Quiero responder a Miguel Beni-to en el asunto de los traslados porcausas de salud, ya que creo que noha entendido bien el problema quese plantea. Soy auxiliar de bibliote-ca interina de la Junta de Castilla yLeón y me encuentro en la mismasituación que Fernando. No esta-mos en contra de que las personasdisminuidas puedan acceder al tra-bajo, pero ése no es el tema.

Creo que todos estamos deacuerdo en que cada puesto de tra-bajo requiere unas aptitudes, unaformación y unos conocimientosdeterminados. Cualquier persona,sea cual sea su condición, tiene de-recho a acceder a ellos, una vez

que demuestra que está capacitadapara desempeñarlos.

En cuanto a los traslados de losque hablamos, estas personas nohan tenido que demostrar su capa-citación, ya que vienen de puestostotalmente distintos y por tanto notienen ni idea del funcionamientointerno de una biblioteca aunque,por supuesto, lo pueden aprender.Pero entonces ¿para qué sirven lasescuelas de biblioteconomía y losprofesionales del tema?

«El problema no es laposible deficienciadel trabajador sino suespecialización» (MªJesús Tobías Rubio)

Por esa regla de tres se deberíapoder acceder a cualquier puestodesde cualquier otro, sin importarlos requisitos indispensables paracada uno, porque no debemos pen-sar que la biblioteca es el único‘cajón de sastre’ que existe, ¿o esque más bien se piensa en ellas co-mo un ‘cajón desastre’? Es la úni-ca explicación que le veo a que to-do el mundo piense que cualquierapuede trabajar aquí. ¿Y por qué noen un hospital? ¿Y en un colegio?¿Y en cualquier oficina?... Creoque con una buena explicación yalgún curso de orientación servirí-amos para ello...

Que quede claro que en ningúncaso el número de plazas aumenta:todo lo contrario, disminuye, yaque los traslados ocupan las vacan-tes existentes, con lo cual son pla-zas que nunca se van a convocar.Por ello la gravedad no está sólo enel despido de los profesionales in-terinos, ya que cuando no hay na-die en esos puestos es igual de gra-ve, porque no se cubrirán nuncacon profesionales del tema. Así lle-gará un momento en que los pues-tos de la biblioteca estarán ocupa-dos por personas de muy diversaprocedencia y formación, pero sinos parece bien...”.

Mª Jesús TobíasRubio. Bibl. Públ. del

Estado. Cádiz

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Personal cualificado y plazas a oposición

[email protected]

José-Alejandro Mar-tínez Andaluz intervienepara puntualizar:

“— A pesar de la faltade tradición bibliotecariamoderna y de la ausenciadel sentido cívico del dere-cho al acceso a la docu-mentación en España, locierto es que las oportuni-dades de estudiar biblioteconomíaen este país se han multiplicado demanera inimaginable hace apenasquince años. Este proceso ha pro-vocado la aparición de un ‘proleta-riado intelectual’ (el lector nórdicome entenderá) bibliotecario, en pa-ro o subempleado.

«Creo que todos esta-mos de acuerdo enque cada puesto detrabajo requiere unasaptitudes, una forma-ción y unos conoci-mientos determina-dos. Cualquier perso-na, sea cual sea sucondición, tiene dere-cho a acceder a ellos,una vez que demues-tra que está capacita-da para desempeñar-los» (Mª Teresa Gó-mez)

—Que esta proliferación de es-cuelas universitarias y facultades(y sus consiguientes promocionesde titulados) vaya a mejorar losservicios bibliotecarios públicos esalgo que no se atisba en el horizon-te, ya que los responsables políti-cos no parecen haber cambiadosustancialmente sus actitudes hacialas bibliotecas. Es más, las presio-nes que se barruntan desde el mun-do editorial y mediático, ávido delpelotazo que supone el voraz mer-cado de consumo cultural, no pare-ce que vayan a contribuir a mejorar(dotar) servicios públicos de cali-

dad. Este último factor noes exclusivo de España, loque sucede es que nos pi-lla con un mayor grado deinmadurez bibliotecariaen comparación con otrospaíses más desarrollados.

—Aquí, estimado MiguelBenito, lo que teníamosde toda la vida era la sol-terona del moño (como di-ce María Jesús Tobías)

pero a la que, al fin y al cabo, se laconsideraba una ‘señorita’ y luego,separado de ésta por una infran-queable barrera de clase, un corte-jo de ‘personal subalterno’ sin es-pecialización alguna y que, depen-diendo de sitios y personas, podíarozar el analfabetismo funcional.En el acceso importaba más la do-cilidad personal, incluso social ypolítica (la sombra de la dictaduraes alargada) del candidato por en-cima de una supuesta cualificaciónque no se consideraba necesaria.En fin, un paisaje muy poco escan-dinavo como correspondíaa una sociedad sexista, confuerte disparidad social,económicamente pobre ycivilmente frágil.

—Descendiendo más alo concreto, la ignoranciasobre los temas biblioteca-rios en esta sociedad a laque se le han negado secu-larmente tales servicios esinconmensurable. Se tratade un desdén supino, que impregnaa muchos responsables de institu-ciones tanto como a veces (¡ay!) alos propios representantes de laparte social (órganos de represen-tación de los trabajadores, sindica-tos, etc.). Mi experiencia personalme ha hecho saborear este desdénen la propia universidad, a la quese suele considerar la flor y natadel país desde el punto de vista cul-tural: ¿qué sucederá pues en otrasinstancias de la administración? Aello se añade el carácter en princi-pio vitalicio de los puestos que se

ocupan en el sector público y la ri-gidez en cuanto a la posibilidad deredistribución y reciclaje del per-sonal.

«La ignorancia sobrelos temas biblioteca-rios en esta sociedada la que se le han ne-gado secularmentetales servicios, es in-conmensurable» (Jo-sé-Alejandro MartínezAndaluz)

—Visto lo hasta aquí expuestose deducirá fácilmente que no seconsidera en absoluto necesarioexigir cualificación para ocupar lospuestos, sino ni tan siquiera formarni motivar de ninguna manera alpersonal. Al revés: cuanto más bu-rros mejor, para que se pueda luegovender bien la imagen de la exter-nalización y de las contratas, cuan-do la cosa ya no dé más de sí. La bi-blioteca concebida como vertedero,tanto de personal como de cosas

(documentos). El trabajobibliotecario lo puede ha-cer cualquiera, ya que enel fondo todos sabemos(aquí os ruego imaginéisun chabacano codazo decomplicidad) que en la bi-blioteca no se da ni golpe.

—En la práctica todo estocristaliza en que todavíase siguen ocupando pues-

tos de bibliotecas en régimen labo-ral, cuando la Ley de Medidas pa-ra la Reforma de la Función Públi-ca preconizaba hace ya más de unadécada su total funcionariza-ción/profesionalización en todoslos ámbitos de la administración;que tengamos convenios laborales(el flamante de universidades de laComunidad de Madrid) que permi-ten que un encargado de manteni-miento, un jardinero o un conduc-tor de coche de vicerrector tengamás categoría laboral (y cobremás) que el responsable de présta-

José-AlejandroMartínez Andaluz.Biblioteca Euit deTelecomunicación,

UPM

Miguel Benito.Escuela Superior de

Biblioteconomía,Suecia

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Personal cualificado y plazas a oposición

mo interbibliotecario de toda unaescuela o facultad; que se haya re-trocedido incluso en el grupo decualificación más bajo, que antesera ‘auxiliar de biblioteca’ y ahoraqueda como un grupo de auxiliaresde servicios generales intercambia-bles entre conserjerías, reprografía,departamentos, bibliotecas, jardi-nería o lo que sea; que las plazasvayan a ser cubiertas de aquí enadelante por simple antigüedad(como en vuestro caso), etc. Obre-rismo mal entendido y caciquismoinstitucional aliados en un designiode ‘encutrecer’ el empleo público,en nuestro caso, queridos colegas,bibliotecario”.

[email protected]

De la misma opinión es NuriaAlonso, que participa diciendo:“Quiero sumarme a las muestras deapoyo que se han manifestado enlos últimos mensajes a los bibliote-carios interinos en las distintas bi-bliotecas públicas de Castilla y Le-ón. No estamos hablando de inte-gración o no de personas con pro-blemas de salud en la vida laboral,concretamente en el ámbito quenos ocupa.

Se trata de formación adecuaday de competencia profesional. Séque los interinos que entraron a tra-bajar en las distintas bibliotecaspúblicas hace unos meses tuvieronque superar los preceptivos exáme-nes y que para muchos no era elprimer examen de su andadura bi-bliotecaria ni mucho menos. Songente que acumula en su haber qui-zá hasta docenas de exámenesaprobados en distintas administra-ciones, que para acceder a sus an-teriores trabajos igualmente ha te-nido que pasar exámenes y bare-mación de su currículum. Inclusopara optar a una beca, los requisi-tos son, a veces, más exigentes quepara optar a un contrato.

Todas las becas suelen exigircomo primer requisito la posesiónde una licenciatura o diplomatura

en biblioteconomía, aparte de pedirexperiencia profesional y forma-ción debidamente certificada. Mu-chos, si no todos, habrán hecho ensu día algún curso de formación bi-bliotecaria organizado y pagadopor la Junta de Castilla y León. Yahora esta administración recolocaen sus bibliotecas a gente que care-ce de la más mínima formación.Me parece un tremendo despropó-sito y un menosprecio absoluto denuestra profesión. Se diría quecualquiera puede ponerse detrás deun mostrador de atención al públi-co en una biblioteca pública, queno hace falta haber estudiado nada,y por otro lado se nos habla de ca-lidad total. ¿De qué valen unas es-tanterías repletas de libros nueve-citos, tejuelados y forrados si luegola persona que tiene que colocarlosno ha oído hablar en su vida de laCDU?

«Que la administra-ción recoloque en susbibliotecas a genteque carece de la másmínima formación meparece un tremendodespropósito y unmenosprecio absolu-to de nuestra profe-sión» (Nuria Alonso)

No sé si este debate será esté-ril, pero al menos quería mostrarmi apoyo a estos compañeros delas bibliotecas públicas de Castillay León. Espero que alguien deten-ga este absurdo y esta injusticia”.

[email protected]

Aclarado el malentendido in-terviene de nuevo Miguel Benito:“Estoy completamente de acuerdoen que no se puede trasladar unaexperiencia de un país a otro sinmás. Por vuestra respuesta veo detodos modos que el problema noestá en si una persona es trasladadaa una biblioteca por motivos de sa-lud —sigue siendo un número pe-

queño— sino que el problema esmucho mayor.

Mi intención de todos modosera buscar una solución positiva envez del pataleo, como parece ser lasolución de algunos.

Un ejemplo. En Suecia hace nomuchos años se empleaba a amasde casa para regentar bibliotecaspequeñas que estaban abiertas de10 a 20 horas. La respuesta porparte de las instituciones de biblio-tecarios y de nuestra escuela fue lade ofrecer cursos de un semestre adistancia para estas personas. Elresultado fue que las bibliotecasmejoraron y que varias de estaspersonas después ingresaron a loscursos normales de bibliotecono-mía y obtuvieron el título.

Otro ejemplo más: en las es-cuelas suecas (no sé qué sucede enEspaña) ha habido un buen núme-ro de profesores que han tenidoque dejar el trabajo porque noaguantaban más a los alumnos (so-bre todo en clases de alumnos de12 a 15 años). La escuela puso aestos profesores como encargadosde la biblioteca escolar. Nuestrarespuesta: dar cursos para ‘biblio-tecarios profesores’. De esa mane-ra mejoramos las bibliotecas esco-lares, en las que antes no había nin-gún bibliotecario, sino que los pro-fesores se turnaban como podían”.

[email protected]

El mensaje de Miguel Benito,como señala José-AlejandroMartínez Andaluz, ha abierto otravertiente en este debate: “Desde supuesto de observación sueco Mi-guel ha tocado, quizás inintencio-nadamente, otro punto caliente (otabú, según se mire) de las biblio-tecas españolas: ¿qué vamos/van ahacer con las bibliotecas escola-res? (si es que se pretende hacer al-go algún día), ¿y las de enseñanzamedia? Siempre me ha sorprendi-do lo alejados que están los mun-dos de la pedagogía (tan ligada porotro lado a lo puramente escolar) y

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la biblioteconomía en Es-paña. Nadie parece darsepor enterado de que la fal-ta de formación documen-tal (en el sentido de recur-so de trabajo intelectual)del usuario niño y adoles-cente condiciona todo elmodelo más tarde, en launiversidad y en la vidaadulta en general. Por otraparte está el plano laboral: la crea-ción de puestos de verdaderos bi-bliotecarios escolares podría darun vuelco al mercado de trabajo.Invito a los especialistas en estostemas a que nos ilustren un pocomás sobre el asunto”.

[email protected]

“Parece mentira”, interpretaLuis Regueira Benítez, “que se si-ga discutiendo aún la necesidad deincorporar o no verdaderos biblio-tecarios en las escuelas e institutos.Desde fuera parece que las biblio-tecas en los centros de enseñanzano son más que un pequeño apoyoal estudio o un refugio en el quepuede esconderse en el recreo elempollón de turno para eludir lasburlas de los que se van a jugar alfútbol. Desde dentro, los bibliote-carios sabemos que el uso tempra-no de las fuentes documentales esprimordial para desarrollar no sólola pericia sino incluso el instintoinvestigador, y que un buen servi-cio bibliotecario puede ser la llavede una mente despierta, crítica ysana.

Desde fuera, maestros y legis-ladores piensan que cualquierapuede ocuparse de ofrecer ese ser-vicio bibliotecario, que para darleLa Sirenita a los chavales no es ne-cesario tener estudios, que el pues-to de bibliotecario puede ser undestino tranquilo para compensar acualquier ignorante con la condi-ción de que tenga problemas de sa-lud (perdónenme que lo diga así;estoy por la integración, pero poruna integración responsable en laque no se vea perjudicado el fun-

cionamiento óptimo delas cosas). Desde dentrosabemos que una bibliote-ca no es sólo un centro desuministro de libros, sinotodo un centro de sumi-nistro de información yocio, los dos mundos máscomplejos que existen aestas alturas de la historia,en el ocaso del siglo XX.

Y hay profesionales que saben ma-nejar los rudimentos de esos mun-dos.

Si quieren que les cuente micaso personal les diré que en la es-cuela en la que yo estudié la ense-ñanza general básica (escuela pú-blica, por cierto), nunca tuve un li-bro de texto de mi propiedad. Misratos de estudio (que no fueron tan-tos, todo hay que decirlo), se desa-rrollaban en la biblioteca del cole-gio. De hecho, en el horario lectivode cada clase había horas para labiblioteca como las había para ma-temáticas o para ciencias naturales.El resultado era que aquella escue-la tenía uno de los índices de fraca-so escolar más bajos de España yque en ciclos formativos posterio-res (secundarios y superiores), losantiguos alumnos de aquella es-cuela obtenían un rendimiento másque destacado. Los alum-nos daban sus frutos, peroera la biblioteca la que losgerminaba.

No sé qué ha sido delmodo de enseñar en mi an-tigua escuela, pero aquellaexperiencia es la pruebapalpable de que la bibliote-ca escolar (en un sentidomucho más amplio que co-mo un simple almacén concuatro libros) es una necesidad edu-cativa de primer nivel si lo que pre-tendemos es formar personas y nomáquinas, omegas o replicantes. Yal frente de ella ha de haber alguienque sepa lo que tiene entre manos.Lo contrario es ignorancia”.

[email protected]

Al margen del tema de las bi-bliotecas escolares, interviene denuevo Nuria Alonso: “Creo queno estamos hablando de contextosmuy distintos. Es cierto que en al-gunos casos está justificado quepersonal no profesional atiendaservicios bibliotecarios; eso sí,siempre con el debido asesora-miento y respaldo. En este sentidoconozco el caso de los puntos depréstamo de las bibliotecas muni-cipales de Valladolid: complemen-tan los servicios de las estables, seubican en los barrios más peque-ños, el horario de apertura es sus-tancialmente más reducido que elde las bibliotecas estables y el per-sonal que las atiende proviene delas asociaciones de vecinos. Peroes la Biblioteca Central de Présta-mo la que se ocupa de los procesostécnicos y de distribuir los lotes pa-ra el préstamo. Aquí hablamos delas Bibliotecas Públicas del Esta-do. En el caso concreto de Castillay León, en las correspondientesoposiciones para auxiliar de biblio-teca había examen de catalogacióny de temas. El préstamo se gestio-na con el programa Absys.

Lo que se fomenta al poner enestos puestos de trabajo a personalsin la debida formación es que ocu-

rran cosas como la que meocurrió a mí una vez. Fui auna biblioteca pública apedir unos números atra-sados de revistas: una eraTribuna de astronomía yla otra El viejo topo. Laseñora que me atendió ba-jó al depósito a buscarlasy volvió después de unbuen rato y me dijo que Elviejo topo la había busca-

do por la ‘e’ y no la había encon-trado. No diré más”.

[email protected]

Según Julio López Moraledael caso de Castilla y León no esúnico: “Es normal que las distintasadministraciones públicas contra-ten personal de cualquier manera.

Julio LópezMoraleda. Univ. deAlmería. Biblioteca

Luis RegueiraBenítez. El Museo

Canario

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Personal cualificado y plazas a oposición

En la Comunidad Andaluza nosencontramos con una situación pa-recida a la que describís.

La Junta de Andalucía ha con-vocado concurso de promoción in-terna para la cobertura de vacantescorrespondientes a diversas cate-gorías profesionales (bases publi-cadas en el Boja del 8 de agosto).Una de las categorías es la de auxi-liar de instituciones culturales. Elpersonal perteneciente a esta cate-goría desempeña sus funciones enbibliotecas, museos, etc. Sus fun-ciones, cuando son desempeñadasen bibliotecas, son equivalentes alas de auxiliar de biblioteca.

«Nadie parece darsepor enterado de quela falta de formacióndocumental del usua-rio niño y adolescentecondiciona todo elmodelo más tarde, enla universidad y en lavida adulta en gene-ral» (José-AlejandroMartínez Andaluz)

De todas las vacantes ofertadasen la categoría de auxiliar de insti-tuciones culturales, hay 80 en lasdistintas Bibliotecas Públicas delEstado andaluzas, con la excep-ción de Sevilla, y 8 en la Bibliote-ca de Andalucía. A las plazas deesta categoría concursan personasque pertenecen a otras categorías yque realizan funciones alejadas delservicio al público en las bibliote-cas o en cualquier otra institucióncultural, es decir, puede concursarel personal del servicio de limpie-za, mantenimiento de jardines, or-denanzas, etc. No dispongo en estemomento de la relación de todaslas categorías pertenecientes algrupo IV y V, que son las que inte-gran al personal que puede promo-cionar a auxiliar de institucionesculturales.

La selección se hace exclusiva-mente mediante concurso de méri-tos y lo que más se valora es la ex-periencia profesional en puestos dela misma categoría laboral a la quese aspira, adquirida en la adminis-tración de la Junta de Andalucía, yla antigüedad al servicio de la ad-ministración pública, así, en gene-ral, sin dar preferencia al hecho dehaber desempeñado funciones afi-nes a las de la categoría a la que seconcursa. También se valoran títu-los académicos, asistencia a cursosde formación cuyo contenido guar-de relación con las funciones de lacategoría a la que se aspira, impar-tición de cursos de formación y pu-blicaciones, etc.

Actualmente estas plazas quesalen a concurso están ocupadaspor personal interino que no puedeparticipar en el concurso y que portanto irá a la calle una vez se re-suelva. En esta situación estánunas 1.900 personas, teniendo encuenta todas las categorías en lasque hay vacantes. Desconozco laforma de ingreso de las personasque ahora ocupan esas vacantes yque se ven afectadas por esta situa-ción. No sé si realizaron algunaprueba o fueron seleccionadas porconcurso de méritos, antigüedad enel paro, o si se aplicaron distintossistemas de selección. Quizás al-guien que se encuentre en esta si-tuación pueda decírnoslo. Ahorabien, para mí está claro que el con-curso que se va a celebrar ahorapara cubrir estas plazas no garanti-za la adecuada formación de los as-pirantes que sean seleccionados.

El derecho a la promoción de-be existir, pero creo que en este ca-so está mal entendido. El conveniocolectivo para el personal laboralal servicio de la Junta de Andalu-cía establece el concurso generalcomo procedimiento ordinario depromoción. Esto no garantiza losconocimientos ni la formación exi-gibles para el puesto de trabajo alque se aspira.

Si hablásemos de la seleccióndel personal en las bibliotecas mu-nicipales, la situación también esgrave, en muchos casos, no todos.Lo reconoce la Asociación Andalu-za de Bibliotecarios en su Mani-fiesto de marzo de 2000: ‘inexisten-cia de equipamiento básico, y per-sonal contratado en las condicionesmás inverosímiles son elementosdemasiado frecuentes en el panora-ma de las bibliotecas municipalesde Andalucía’. Pero esto es así en lamayoría de las comunidades autó-nomas, no sólo la andaluza”.

«A veces, el únicorecurso que nos que-da es, efectivamente,el derecho al pata-leo» (Mª Jesús Tobí-as Rubio)

http://www.aab.es./bp07.htm

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Interviene por primera vez eneste foro Carlos Calduch Foraste-ro exponiendo: “Voy a sumarme yotambién a las muestras de apoyo alos compañeros bibliotecarios inte-rinos de las bibliotecas públicas deCastilla y León. Pero creo que estapráctica se lleva a cabo en más deuna comunidad autónoma. Noquiero entrar en polémicas pero megustaría lanzar una pregunta al airesobre este tema y muchos otros re-feridos al mundo de los biblioteca-rios: ¿están haciendo alguna cosa alrespecto las asociaciones y los co-legios oficiales de bibliotecarios?Me gustaría que alguno expusieraaunque sea un poco por encima,qué hacen para frenar estos atrope-llos. Yo no digo que sean ellos losque tengan que solucionar estosproblemas, pero sí que (se supone)defienden los intereses de los bi-bliotecarios y por lo tanto un míni-mo de apoyo e interés por estosproblemas sí que podrían mostrar”.

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El profesional de la información, vol. 10, nº 6, junio 200138

Parecía que con estas preguntaslanzadas al aire se habían termina-do las intervenciones, cuando llególa contestación de Mª Jesús TobíasRubio a Miguel Benito, lo que sísupuso el último mensaje de estedebate: “En una cosa estamos deacuerdo: la experiencia de un paísno es extrapolable a otro. Ojalá loque dices funcionase aquí. Cuandohe tenido oportunidad de viajar alextranjero, siempre he visto volun-tarios en museos, bibliotecas, etc.,amas de casa, jubilados que realiza-

ban una labor importante y necesa-ria. Pero aquí en España, por des-gracia, voluntariado es igual a parode profesionales cualificados y nolo digo porque sí. Bibliotecas debarrio, bibliotecas de pueblos, inau-guradas muchas veces en plenacampaña electoral, se nutren de ob-jetores de conciencia que las atien-den con mejor o peor fortuna, sinningún profesional que los supervi-se. ¿Para qué contratar un bibliote-cario cuando ya hay una personadespachando libros? Podría seguir

enumerando casos y casos de losúltimos años, a cuál más sangrante,aparecidos muchas veces en me-dios de comunicación y denuncia-dos por asociaciones profesionalessin que jamás se haya conseguidonada. Pero a algunos nos gusta pen-sar que no es en vano denunciar to-do esto. A veces, el único recursoque nos queda es, efectivamente, elderecho al pataleo”.

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