entre el sol y la luna
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ENTRE EL SOL Y LA LUNA 0
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 1
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ENTRE EL SOL Y LA LUNA 4
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 5
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 6
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 7
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 8
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 9
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 10
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 11
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 12
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 13
EL OSO DE PELUCHE
El oso de peluche está
Barrigón reposa en mi cama
sobre el almohadón
está viejo mi oso,
patón y panzón y aún
soporta mi
Juego burlón.
Vuela por el cielo
siendo un gordinflón
y le canta a la luna
como un ruiseñor.
Que hermoso es mi oso
mi amigo glotón
reposa en mi cama
sobre el almohadón.
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 14
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 15
MARIPOSAS
Lindas mariposas
¿para dónde van?
a ver unos niños en
el manantial.
¿Y por qué llevan
sus vestidos tantos colores?
porque llevamos
las fragancias de
las flores.
Ven arco iris
vamos a volar
nos esperan los niños en
el manantial
llevémosles cantos,
alegría y paz y muchos
Regalos es navidad.
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 16
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 17
MADRECITA
Que viva la risa
que viva mamá
que viva mi alma
alegre y jovial.
Saltando las briznas
salpican mi manto
y yo dando un salto
me alegro de espanto.
Es mi madre tierna
en invierno o en verano
ella es mi refugio,
es amor sagrado.
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 18
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 19
BAILAMOS LOS NIÑOS
Bailamos los niños
al son del güau güau
y un gatito canta
miau miau miau.
Escuchemos el felino
miau miau miau
escuchemos el canino
güau güau güau.
Si cantan a la ves
movamos los pies
si cantan como hermanos
movamos las manos.
Bailemos los niños
al son del güau güau
y un gatito canta
miau miau miau.
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 20
DESPERTÓ EL BEBÉ
Despertó mi niño,
despertó mi amor,
ya salió la aurora,
ya salió el sol.
Yo le traigo el tete,
le cambio el pañal,
lo arrullo en mis brazos;
es calor de hogar ...
Es mi niño hermoso,
mi vida, mi luz,
por el vivo alegre
despierta en su amor.
Arrurrú mi cielo,
arrurrú mi amor,
eres tu la aurora
eres tu mi sol.
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 21
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 22
COCOTASA
Verdes o maduras
coquetean ociosas
balanceándose en las
ramas las
cocotas.
Olle cocotica ven a mí
quiero saborear
tu pulpa carmesí,
vuelves agua mi boca
ven y roba mis besos
cocota verde o madura
reina de los
Ocañeros
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 23
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 24
MI MASCOTA BANDIDO
Bandido salió de casa,
se extravió mi juguetón
era mi dulce mascota
rabialegre y orejón.
¿Dónde andas perrito dulce?
ven a ladrar al sol
ven y andemos por el campo
ven y canta una canción.
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 25
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 26
MI GATO Y SU NOVIA
Mi hermoso gatito
se fue a pasear
en busca de presa
para almorzar.
El vuelve a mi casa
alegre y brincón
trayendo a su amada
un pequeño ratón.
Brincando la cuerda
patean el balón
corren por las tejas
saltando al balcón.
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ENTRE EL SOL Y LA LUNA 28
LA NENA Y EL SABUESO
¡Hola perrito! ¿cómo estás?
batiendo la cola, para no ladrar.
¿Por qué no ladras?
¿qué sucede?.
Los gritos generan violencia,
me estresan, me enfurecen.
Ven entonces vamos a jugar
silbando y cantando hasta el manantial.
¿Sabes qué?
tu lenguaje me encanta;
ladra a la luna, ladra al sol,
al lucero y al ruiseñor,
ladra con amor, con ternura,
con sencillez y simpatía...
así los niños te abrazan
y los ancianos te miman,
tu corazón vibrará de gozo
y tu hogar de alegría.
De acuerdo lindo sabueso;
si los gritos generan violencia,
nos estresan, nos enfurecen,
al contrario el juego y el silencio,
nos sosiega, nos relaja,
nos colma de placidez y de paz.
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 29
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 30
EL SUEÑO Y LA AURORA
Duerme embelesada la aurora
por el rocío que cubre a la ciudad.
El huerto solloza en el silencio,
no visita a la flor el colibrí.
Notas musicales escapan del naranjo,
hermosas melodías se escuchan
en el altar ¡levántense niños! que ya
amanecióvayan a la escuela que
ya salió el sol.
¿Por qué llegan tarde? les dice el
maestroy tiritando contestan al gran
sabiondón: cegaron a la aurora inmensos
nubarrones,penetraron las briznas en
el huerto y los pajaritos
se alejaron del jardín.
Nos despertaron muy tarde
las ranas cantoras,
las mirlas silbudas,
el joven piscingo y el
conejo bailón.
Excuse el retardo
señor profesor
comience la clase
que ya salió el sol.
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ENTRE EL SOL Y LA LUNA 32
VUELA, VUELA, ASNO VUELA
El cobarde Sancho anda en su burrito
muy raudo y muy pancho.
No andes tan deprisa le dice el Quijote
me rasca la panza y también el bigote.
Que pena don Quijo, al pobre borrico
le fallan los frenos de debilidad.
Es un burro viejo flaco y desnutrido
no puede parar...
Baja pronto Sancho te veo por el aire
sobre un armazón. Ya no tiene ancas
ni rabo, ni orejas, es un
esqueleto veloz y burlón.
Muy alarmado y lleno de coraje
saltó del pollino dañando su traje.
No tiembles de miedo temeroso amigo,
ponte mi armadura y venera la osadía.
Perdone usted, honorable caballero...
amaré el poder, el valor y la osadía,
para apoyar al débil
y refugiar al despojado.
¿ Qué dijera el ilustre
Miguel de Cervantes Saavedra
al enterarse que el borrico del Quijote,
prefirió volar
para no morirse de hambre?
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 33
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 34
EL LLORÓN
El niño del señor Arturo
lloró en el solar
porque un guineo
maduro él no le
quiso dar.
Hubiera saboreado
un guineo maduro
si fuera obediente
con el señor Arturo.
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 35
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 36
FRANCHO Y LA MARRANA
Francho el come libros
se fue una mañana
en busca de un grillo
y de una marrana;
se perdió en el monte,
aprendió a saltar y a convivir
con la marrana en
El corral.
Se veía rechoncho,
mal oliente y sucio
cuando lo encontraron
en el lodazal.
Con gruñidos atemorizó
a su familia; porque
quiencon cerdos
andaa gruñir
Aprende.
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 37
LA GALLINA Y LOS GALLOS
La gallina de gallo
subió al gallinero y una
gavilla de gallos halló;
le dieron galletas
los gallos gallardos,
y en su gañir,
gallinaceó un gañán
por el gañote.
Y el gallo de galli
está en la gallera
hiriendo en el gañote
a un gallo gañán.
Apresúrese primo
le dice el gallito al galludo
gallo del gallineral, corra
al gallinero donde a su gallina
mantienen cautiva
los gallos gallardos
de aquella gavilla
que ofrece galletas
al gañir de las gallinas
en el gallinero
cuando su gallo galludo
está en la gallera
hiriendo a otros gallos
en el gañote.
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 38
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 39
UN COCHERO CARPINTERO
No es un cochino
sino un coche
el que posee el cochero
carpintero en la cochera;
es un coche de cedro dice
Pedro si fuera un cerdo,
el cochero carpintero
no lo tendría en la cochera
sino en la cochinera.
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 40
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 41
LUNA LUNITA
Luna lunita, luna lunota
río de amor, rostro de novia
ven a cantar, noche de ronda.
Luna lunota, luna lunita
ven a mis brazos dulce niñita
alcázar de luz, tenue sonrisa
preclaro rocío de la vigilia.
Luna lunita, luna lunota
relumbra tu imperio en las sombras,
alcázar de luz,
tenue sonrisa
ven a cantar, es noche
de ronda.
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 42
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 43
CHUNGA Y LA CHIQUILLADA
Chunga el amigo de Chola
pidió una chuleta
al chico chiflado
de la choza de don
Chucho.
El chico bien chusco
le jugó una chulería
al chicano chupatintas
al servirle en vez de chuleta
un chuzo de chivo con chorizo
acompañado con chicha.
¡Esto si que es una chiquillada
bien chinchorrera y chocante!
exclamó Chunga;
que chacota tan charada
la del chulo,
la próxima
vez no le pediré una chuleta,
sino un chuzo de chivo con chorizo;
a la larga el chamaco
por andar de chascarrillo me sirvió un chuzo
chévere de chivo y seguramente el chorizo
era de un chancho bien
choncho.
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 44
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 45
MI PERRO TATU
A mi perro Tatú
lo bañé esta mañana
y en medio del frío
le dio escalofrío.
Hoy está enfermito
dormido en la cama
de corbata roja
y camisa dorada.
A mi pobre perrito
le duelen los dientes
no abre sus ojos
no toma caldito
ni come spaggetis.
Ahí está enfermito
dormido en la cama
le tiembla su cuerpo
no come, ni ladra.
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 46
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 47
VUELA CANARIO VUELA
Vuela canario vuela
donde no te alcance
el niño ingenuo
con las piedras.
Vuela canario vuela
donde no te alcance
el torpe hombre
y su vileza.
Vuela canario vuela
llena con tus cantos
melodiosos el oculto ´
vergel de mi vereda.
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 48
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 49
UNA TRAGONA
Tras tragar un trozo
del tronco tronchado,
la bestia trastabilló trémula
en el tramo que va de la
tranquera hasta
el trapiche.
Que trance
el que pasó por tragona...
si sigue así
terminará tragándose
la tranca de la tranquera
que sostiene el tragaluz
de la trastienda, y meterse
un tremendo
trastazo al armar la
tremolina.
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ENTRE EL SOL Y LA LUNA 51
EL GRAN CABALLERO Y LOS CABALLOS.
El caballerizo caballero
que guió la caballeriza,
para ser tan caballerete
es muy caballista.
Al calcular por la cachaza
que expulsan los caballos
al pasar por la cañada,
cuantos calamitosos
caballos sufren
calambres en el
calcañar.
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 52
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 53
EL CARRETERO Y SU CARRETERÍA
El amigo Carrasca
fabrica carretas,
carretones y carretillas
a los carretilleros.
Cualquiera confunde
la carretería con la
carpintería
pero él es carretero;
razón por la cual
va de carrerilla
por la carretera
a su carretería y no
a la carpintería
por no ser carpintero.
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ENTRE EL SOL Y LA LUNA 55
RÍO CRECIDO
El río de mi pueblo cuando sube su
Caudal arrastra sobre sus lomas
muchos troncos, enseres, gallinas,
cerdos y escombros...
Subamos al puente dile a Vicente a ver
más de cerca la extraña
creciente.
Lleva tres bandejas dos burros cojos
y dos vacas viejas.
Vendrían de Villanueva o vendrían de
Tejarito llevan la piel sin marca y sus
ojos dormidos.
¡Miren! se entró el agua donde
Toño y donde Hernán quien sabe
donde Nando si las gallinas y los
patos los dejaron sin guardar.
¡Oye papá!¿por qué el río siendo
tan bravón, no perjudica las altas
casas de Sabastopol?.
Porque allí la roca
al ser pan de jabón
refresca su aliento el agua
con la luz del sol.
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ENTRE EL SOL Y LA LUNA 57
NOCHE SIN LUNA
Cantan tus labios rojos
la infantil canción de cuna
donde aquella noche sin luna,
durmieron tus claros ojos.
Estaban los días lluviosos
habían nacido las flores y desde
el cielo los colores
pintaron tus labios rojos.
Y al paso de los años
la infantil canción de cuna
duerme aún la noche
oscura sobre tus
cándidos sueños.
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ENTRE EL SOL Y LA LUNA 59
EL CARNERO
El humilde carnero
calló en el granero y ni
un solo grano
de maíz encontró.
Contento el granjero
lanzó en el granero
un puñado de granos
de sorgo y arroz.
Corre corre carnero
le grita un ternero
no comas los granos
de sorgo y arroz.
Sus ojos brincaron
sus dientes vaciaron
la dulce carnada
que el hambre ignoró.
Calló dormida la tarde
junto aquellos briosos pasos
y del carnero hecho pedazos
el granjero comió.
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 60
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 61
LASILDA
Ladra, ladra, ladra la perra
Lasilda al verse en la sombra
la trompa muy chica.
Ven cachorrita le dijo copito
el perro más cholo
de esa región;
juguemos al trote,
bajemos los cuadros,
dañemos los muebles,
hagamos gran fiesta
en este salón.
Yo no hago desorden
contesta lasilda
y de un solo golpe
le cierra el portón.
Yo quiero a mis amos
yo soy su bebita
me besan, me abrazan,
me duermen, me miman ...
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 62
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 63
LA VIEJA Y EL PERRO
Entraron los ladrones y ni una
losita en la casa dejaron,
al llegar los patrones
mi corazón tambaleaba
pues ni un corotico
en la sala encontraron
¡oh! ¡nos robaron!
la vieja exclamó:
y yo tan confiada en
el fiero perrón.
Ataron mis patas
al árbol de mango
y una fuerte surra
mi amo emprendió.
Rodearon la casa, las mirlas,
las garzas y hasta
un gallo fino
en la cima cantó.
No seas inhumano
cara de marrano
¿no ves que la vida
le vas a quitar?
baja ese garrote narices de
ciote deja a nuestro
amigo sus voces ladrar.
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 64
EL TROLERO
Al escuchar los triunviros
el traqueteo del troquel
troquelando monedas
en el triunvirato,
avisaron a la tropa,
armándose una trifulca
al tocar de la trompeta.
Fue una falsa alarma,
había sido el muy trolero
del soldado tristán
el que armó semejante
trochemoche por andar
con triquiñuelas.
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ENTRE EL SOL Y LA LUNA 66
LOS ZAPATOS
Son vagabundos
que van por el mundo
sumisos y atados
a los pies cansados.
Del zapatero no se escapan
si la pobreza les abriga
mil tachuelas clavarán
en su cara y su barriga.
Acaban su ser
las andanzas sin consuelo
y la vana ilusión
de volver a ser nuevos.
Pobres zapatitos
ya chonetos, ya arrugados
y viajan por el mundo
con los pies cansados.
Una inútil zuela
y un gran agujero
quedan de sus pasos
en el amplio suelo.
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ENTRE EL SOL Y LA LUNA 68
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EL NIÑO Y EL MONJE
Al niño le gustaba que su mamá a la hora de dormir le contara cuentos; ella lo
complacía narrándole los cuentos que le enseñaron en la infancia. En un hogar
de recién casados tenían una pareja de perritos.
Día y noche los cuidaban como si fueran sus bebés.
La madre creyó que el niño estaba dormido, se levantó a cerrar la puerta; en
ese momento dijo el niño -¿por qué te vas mami? No, no voy a ninguna parte,
sólo cierro la puerta para que no entre frío.
-¡Mami! ¿pero qué sigue en el cuento?
-La pareja de perros tuvo durante los años siguientes 98 perritos y los niños
que nacieron y crecieron en ese hogar nunca permitieron vender o regalar las
mascotas; así fue como el señor de la casa se ingenió construir un puente
para unir el solar de la vivienda con el lote del otro extremo.
La amplitud del solar facilitó la hechura de una granja donde el ambiente tan
agradable que inspiraban las variedades de árboles y flores, les hacía
sentirse como viviendo en un bosque, donde la hierba fresca, los riachuelos y
centenares de mariposas daban a la vida un encanto divino.
Los ronquidos del niño embargaban de dulzura el dormitorio.
El niño veía pasar los perros sobre el puente de un lugar a otro, le dio por
contarlos uno, dos, tres, nueve...
Como pasó de rápido mi infancia. La fetidez de la ciénaga me hace añorar los
ratos buenos que pasamos en la fértil ribera de ese entonces.
Qué hermoso fuera regresar a la cañada y a esos inmensos solares sembra-
dos de plátano, ciruelas, mangos y patatas que cuando crecía el caudal eran
arropados por las alegres y ligeras aguas.
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ENTRE EL SOL Y LA LUNA 73
Allí la rutina fue rasgada por el variado colorido de los loros y las guacama-
yas; hasta los grillos, los sapos y las ranas nos regalaron su tesonera y aguda
aflautada como signo de participación en aquellas desiertas noches de vigilia.
Pasó el tiempo y no se pudo detener la modificación del ambiente y el avance
de la tecnología. No percibí el momento en el cual el caudaloso río de mi
pueblo se convirtió en un pestilente y descomunal depósito de alcantarillas.
¿Qué hacer? ¿Qué fue de los grillos, los sapos y las ranas? ¿Para dónde se
irían las guacamayas y los loros? La realidad es que se ha sufrido un cambio.
La supervivencia depende de otros.
Ya no era aquel niño entretenido con los dulces de la vida, era un hombre
meditando sobre una banca de lo que una vez llamamos parque.
Sobre las ruinas, frente al panorama desolador de la sangrienta guerra, veía
oscurecerse más la acción destructora que azota y arrasa la fauna y la flora.
Las noticias mostraban como diferentes especies de aves y de peces por
millares flotaban sin vida sobre el agua, los ríos se asfixiaban inundados de
petróleo.
Ligada a tanta insensatez, la corrupción inundaba desde las altas esferas del
gobierno, el soborno y la falsa politiquería hacía que se viviera en una
completa anarquía. Algunos maestros se dejaron contagiar y alejaron de su
profesión los valores éticos y morales abundando entre la juventud la
proliferación de pandillas delincuenciales.
El pueblo tenía hambre, no había empleo, muchos para poder subsistir
traficaban con aves, tortugas y otros animales. Sin escrúpulos cortaban los
árboles para vender la madera a las grandes y pequeñas industrias.
No había autoridad que controlara semejantes estragos.
El árbol que había frente a la entrada del colegio no escapó de los vándalos
dementes que no se percataban del daño ecológico que ejecutaban; yo lloré
la muerte del árbol; él era fuerte, alto, siempre albergaba los pichoncitos en
los nidos y sirvió de columpio a los niños.
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Ahí jugábamos bajo la sombra y le dábamos de beber a sus raíces en verano,
desde su infancia entregó su mirada al cielo para no ver trepar entre sus
ramas el canto gozoso del hachero.
- ¡No me destruyas! Exclamó el árbol, no seas traicionero como el cuervo
¡baja el hacha por favor! Siente mi alma en tu alma, apiádate de mi sutil
follaje que cuando por mi lado pasas un refugio siempre encuentras.
Tras, tras, tras...
La frialdad destruyó la morada de los pájaros, las lágrimas de los niños
recuerdan la angustia del árbol cuando caían indefensos los ramajes floridos
que purificaban el aire, su llanto fue en vano, el leñador no escuchó los
latidos de su alma, sólo se oía el crujir de las ramas al destruirse el hábitat
de varias especies. Tras, tras, tras... el hachero al igual que las raíces
estaba sumergido entre la tierra, en cambio el árbol con su verde plumaje
lleno de luz y esperanza constantemente tenía puesta su mirada al cielo.
Ellos avanzan con su misión destructora, secaron los pozos y acabaron con el
bosque donde habitaban las garzas, con grandes máquinas destruyen la
montaña, la saquean de materiales para construir edificios y casas; los
pajaritos vuelan y vuelan de un lado a otro, la violencia del hombre ha
devastado sus viviendas.
Se ataca la naturaleza para conquistar espacios nuevos que permitan cons-
truir con cemento carreteras, terminales de transporte, coliseos y grandes
ciudades.
El hombre sigue en la tenaz e incansable labor de pavimentar la tierra.
Aún me encontraba en medio de la aflicción cuando a cierta distancia
observé a un hombre que venía a paso lento, envuelto en una sotana blanca
con franjas moradas, de donde fluían rayitos de luz; su cabeza era adornada
por un sombrero blanco de copa que cubría parte de su rostro.
-¿A dónde va usted? Me preguntó luego de ver tanta desolación.
-En busca de Dios, le respondí. ¿Y cómo es él? ¿Dónde crees poder hallarlo?
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 75
-¿A Dios?- Lo único que sé, es que es un espíritu que se manifiesta a las
personas a través del amor y la justicia, que lo puedo encontrar al escuchar
sus palabras, al contemplar la arboleda, al ayudar al anciano y al tender la
mano al desvalido.
-Ve con él, sigue sus pasos, Dios está contigo replicó el monje.
En mi interior comenzó a relampaguear la chispa de la sabiduría; sentí
terror, rencor y a la vez amor; terror ante el holocausto sumergido entre
mis ojos, rencor por la ignorancia y perversidad del hombre, y amor por el
resto de la comunidad indefensa que debido a la vulgar y mediocre educación
impartida, se devora así misma arremetiendo contra la naturaleza.
Desperté a la realidad, son tantas las cosas que se encuentran fuera de
lugar, que persiste la asquerosidad y la deshonestidad logrando los objetivos
propuestos.
Esto causa desespero y junto con otros observadores uno se interroga si
todavía se podrá rescatar el mundo de tanta inmundicia.
Creo que sí, aunque no sea en su totalidad, si cada uno hiciera la parte que le
corresponde; comenzando a arreglar su propia vida.
El tiempo transcurre y no podemos detener el progreso de la tecnología, el
hombre seguirá modificando el ambiente como una alternativa para vivir con
mejores comodidades. El hombre de hoy no puede renunciar y menos
eliminar todo lo que la inteligencia humana ha hecho. Sería una pesadilla
despertar y vernos desprovistos de las grandes ciudades. No hallar los
conglomerados, no contar con medios de comunicación, con energía eléctrica,
ni buses, ni taxis, mucho menos estaciones de gasolina, sólo mirar a nuestro
alrededor en vez de asfalto y cemento nubes de polvo y piedras. Ignorar los
aeropuertos, las estaciones de taxis, los colegios y universidades.
Es cierto que para alcanzar la actual civilización, el hombre se ha visto en la
necesidad de sacrificar su propia vida y la de otras especies.
Lo ilógico es que lo que se ha logrado construir y modificar a través de la
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inteligencia; se derrumbe en segundos siendo insensible ante los graves
perjuicios ecológicos y ante la violenta destrucción de la humanidad.
Regresó a la plaza, cruzó el umbral hasta llegar a un bosque; escuchó el
corazón afligido de un desplazado; su congoja habitó el dulce sentimiento de
una bestia.
Era un copetón que sin hallar que comer, alocado y debilón se encontró con
un corcel al cual sin perder tiempo dijo: ¡Apiádate de mi buen caballo! dame
algo que comer, mi pueblo está azotado por la hambruna, brotan truenos en
la tierra y lluvias de fuego invaden la montaña, nubes de peces mueren en los
lagos y corre el petróleo bramando sobre el agua... por un momento el caballo
dejó de galopar el maíz entre los dientes, la sombra de la sensibilidad cubrió
el bongo tupido de alimento, ¡ Oh vida ! exclamó el corcel; millones de granos
cultiva la llanura en estos bosques inmensos que circundan la cascada; ella
produce para pobres y ricos, para que todo ser viviente pueda subsistir:
Anda mete tu pico en el bongo hasta saciar tu aliento y ve a traer tu prole a
convivir con nosotros.
Eres muy hospitalario hermano corcel, más entendido que el niño y el hom-
bre, ellos gozan viéndonos en cautiverio o durmiendo bajo el fuego de su
terrible insensatez expresó el pajarito.
Luego de evidenciar y meditar sobre las calamidades creadas por el mismo
hombre; decidí levantarme de la banca y dirigir mis pasos hacia aquella
dádiva infinita de la luz que ofreció mi libertad. A pesar de nadie estar
excepto de convertirse en víctima del provocado deterioro de la vida; llevo
la misión junto con otros observadores comprometidos, de educar para
preservarla a través de la palabra y el ejemplo.
La oscuridad de la ciénaga persiste en detener mis pasos, pero la llama
encendida en mi espíritu me incentiva a persistir en la constante reedifica-
ción de mi personalidad, ya que el trinar de los pájaros martirizados siguen
lanzando sobre el horizonte bostezos con olor a muerte.
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 77
EL ÁGUILA, EL BUEY, EL CERDO Y EL GATO.
Narrador:
En una tierra muy lejana de su habitad se encontraba un águila cabizbaja y
triste porque sus alas fueron cortadas el día que un cazador le arrebató la
libertad.
El gato:
¡miau, miau! ¿Qué hace por aquí una aguilucha como tú?
ja, ja, ja, ya ni vuelas, no te igualas ni a las gallinas, no sirves ni para sacar
lombrices.
El cerdo:
¡Oi, oi, oi! Vete de aquí miserable águila, interrumpes mi sueño
El buey:
Estropeas mi trabajo sal pronto de mi parcela, aquí no empleamos inútiles.
Narrador:
El águila no había perdido la fe de salir adelante a pesar de ser rechazada y
vista como una cretina que fracasaba en todos los vuelos que intentaba;
pero el dolor que emanaba de tanto desprecio y humillación le daba el valor
suficiente para reiniciar entrenamientos de vuelo a medida que su plumaje
crecía con el brillo de la esperanza de trepar las alturas. Un día citó a sus
vecinos al salón comunal y les dijo:
Águila:
He visto en ustedes el espíritu de la pesadez, son amantes de la esclavitud y
quisieran vivir como los reptiles arrastrándose por el suelo; como ven, de
tanto perseverar he logrado sostenerme en el aire y atravesar el espacio
por mucho tiempo.
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ENTRE EL SOL Y LA LUNA 79
Sin hacer alarde de mis triunfos quiero enseñarles a volar y a conocer la
libertad; no tendré en cuenta el menosprecio de ustedes cuando más los
necesité.
Gato:
¡miau, miau! Lo siento amiga águila, no puedo acompañarte, hoy tengo un
partido de tejo.
Cerdo:
¡Oi, oi, oi! que pena pero estoy urgido de ver un programa en la televisión,
además estoy trasnochado y dormiré toda la tarde.
El buey:
¡Oh no! No tengo tiempo, pisotearé el barro y luego me iré a beber unos
tragos con unas amigas.
Narrador:
Pasaron los meses y en los primeros días de diciembre, vio don gato los
expendedores de carne llevar en un camión al cerdo y al buey rumbo al
matadero; se acordó del águila y comenzó a llamarla ¡miau, miau, miau! El
águila bajó y le dijo con desprecio.
Águila:
Cuídate tú también cazador de ratones, que cuando los invité para enseñar-
los a volar se burlaron de mí, ¿yo? Exclamó el gato; pues bien, ya te veré
llevar a la salsamentaría donde te venderán por pedazos de salchichón para
los perros.
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 80
ENTRE EL SOL Y LA LUNA 81
EL HOMBRE Y LA YEGUA
Un hombre queriendo ser mula, enseñó a beber a una yegua sin percibir que
la yegua sus falsos pasos seguía y que de vil osadía del muy ingenuo surgiera,
no la mula que el creyera, sino una yegua cualquiera.
Yegua:
¡Hola amo! Tengo mucha hambre, no he comido en seis días. Pronto lograré el
objetivo. ¿Sabes? Quiero ser un hombre; para vivir la vida a mi antojo,
revolcarme en la sabana y al igual que tú y los marranos dormir en el barrizal.
Hombre:
La vida no se entiende. Yo deseo ser bestia; muchas veces me sueño siendo
una mula o una yegua trepando los empinados caminos cargados con inmensos
bultos atiborrados de leña.
Yegua:
Claro que sí amo, yo soy muy fuerte y amante del trabajo; mi gallardía se
envanece entre más peso suben a mis lomos.
En cambio he visto en ti a un ser inútil. El temor te esclaviza en los rastro-
jos, y veo a otros igual llevar en su rostro, en sus pasos, en los temblores de
sus manos y en sus siluetas la figura del animal débil, desprovisto de fuerza
y de acción.
Narrador:
Vino el vino y del amo volvió yegua lo cargó de grandes penas y su cerebro
durmió.
Ella aprendió de su amo como sacar tal guarapo que la llenaba de espanto el
no permitirle beber, y queriendo ser como él y sin abrir tal sospecha mezcló
el maíz con panela hasta dejarlo enfuertar, pero el solo olor le dio asco y le
causó tanto espanto que hombre no quiso ser, y el astuto licor como cual-
quier vil vulgar a la bestia suplantó por aquel torpe vicioso sumergiéndolo en
el fondo donde su cordura extraviara.
Y lo que la yegua veía del que un día fuera su amo menos que ella era.
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LOS COME ESPUELAS
Cuentan que en la época de la conquista un grupo de presidiarios llegó a
conquistar a una tribu caníbal; lo que no sabían los agresores era que los
caníbales acostumbraban a defenderse valientemente armados con flechas y
cuchillos afilados.
Los indígenas lograron derribar a los conquistadores; el cacique autorizó
atizar la hoguera para azar los cuerpos, cuya apetitosa carne sería consumi-
da en el rito ofrecido al Dios de la guerra.
El jefe de la tribu luego de ingentes esfuerzos por comerse la azada pierna
cubierta por una bota grande de cuero adornada con espuelas de acero
exclamó:
-¡Oh esta carne ser muy dura!
¡Hombre blanco ser muy viejo!
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LA COLLAREJA Y LA HORMIGA
Pasó el invierno en la montaña y desde el fondo de un agujero sobre la
tierra, exclamaban ¡Auxilio, auxilio! ¡Por favor ayúdenme!
En ese preciso momento una hermosa collareja reposaba en un árbol y al oír
los gritos bajó a prestar ayuda. ¿Quién está ahí y qué necesitas? Soy
hormiga culona y necesito salir, tengo hambre y sed, el fuerte invierno dejó
escombros a la entrada de mi casa, ¡Por favor ayúdame!
La azul paloma gozando de buenos sentimientos, con sus patas quitó los
escombros, inclinó su cabeza y con el puntiagudo pico ensanchó el orificio.
¡Qué hermoso salir a la luz! Gracias por ayudarme. Nunca pensé que fueras
tan servicial y cariñosa, te veía tan grande y con tan filante pico que pensé
me pasarías de un bocado. Tranquila amiga ve y come, detrás de los árboles
de cocoto encontrarás una cascada, allí podrás calmar tu sed y comer hojas
dulces de pomarrosa. -Gracias una vez más, siempre estaré agradecida-.
Pobre hormiga, como ignora el significado del servicio; comérmela de un
picotazo, escasamente alimentaría mi cuerpo, pero el salvarle la vida con
amor y verla feliz, alimentó mi corazón de alegría.
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EL CURÍ Y EL CONEJO
¿Por qué está triste compadre conejo que bicho acaso le picó?
Le cuento compadre curí que estoy deprimido. Anoche la compañera liebre
me ofendió en plena reunión; se atrevió a decir que mi presencia en la
asamblea, era una pérdida de tiempo, que yo debería tomar una determina-
ción; o seguía con ustedes disciplinadamente en las alturas o con los perde-
dores en los nidos. Me sentí apenado con el resto de los compañeros,
alcanzó a decir que siempre los hacía quedar mal, que en cualquier momento
me atraparía el tigre. Gracias a la compañera águila que cerró la reunión
exhortándome a permanecer en vuelo y no ser presa fácil.
Escúcheme bien compadre: usted está ofendido debido a que le dijeron la
verdad.. Lo único que puedo hacer por usted es recordarle que papá curí
murió muy joven, yo era aún niño y recuerdo que mi madre oraba al creador
para que papá dejara de ser roedor, que el aceptara levantar el vuelo. Nunca
aceptó y en una de sus salidas, la sanguinaria bestia lo devoró.
Usted comprenderá que la compañera liebre y doña águila sólo quieren su
bien; es mejor que siga con nosotros. La unidad, la superación y la perseve-
rancia nos permitirán permanecer en la cumbre. No habrá invierno, rayos o
centellas que nos esclavicen a andar en el tenebroso mundo insensato.
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EL BARRILETE GIGANTE
Todos los años en los meses de julio y agosto, los hermanos Sánchez Becerra
acostumbraban elevar un barrilete; una vez el barrilete llegó al cielo, los
niños preocupados comenzaron a llamarlo provocando su caída sobre un árbol.
Lo desenredaron, estaba roto, les tocó ponerle nueva cola y volverlo a cubrir
de papel.
Lo volvieron a elevar, le echaron suficiente cabuya y se elevó tanto, tanto,
que lo perdieron de vista, se les hizo tarde y se dispusieron a bajarlo, pero
no podían debido a su peso, el barrilete gigante había traspasado la barrera
que divide la tierra con el firmamento. Los niños con la ayuda de otros
hicieron posible su descenso.
El barrilete bajaba lanzando rayos de luz, los niños se asustaron y corriendo
se alejaron del sitio. El incandescente objeto cayó en un río que atraviesa la
montaña desde donde siempre se elevan barriletes. El agua del río se vistió
de varios colores, a los pocos minutos esos colores desaparecieron. Eran los
colores del barrilete que nunca lograron rescatar; y dicen que siempre que
viene una tormenta, los habitantes del pueblo suben a la montaña para mirar
al río revestirse de los colores del barrilete gigante.
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EL MACHO TIBERIO
Tiberio era un asno que trabajaba diariamente para que las personas de la
ciudad tuvieran todos los días los alimentos necesarios provenientes del
campo; él les traía: frutas, hortalizas, verduras y cereales.
Un día Cornelio, su amo, vendió su cosecha y contando con una buena suma de
dinero le compró unas alforjas elaboradas con piel de armiño y unos zapatos
cuya punta tenía forma de dragón y brillaban como el sol.
El humilde asno sufrió un cambio dentro de la sociedad, el ego se apoderó de
él, al convertirse en el asno más sobresaliente de la vereda.
Su presencia dominante conquistaba las incautas y ellas cedían a
convites ilusos de amor.
El proceder antimoral de Tiberio no tardó en despertar los celos y el odio
dentro de su comarca. Un día, mientras Tiberio descargaba los productos en
la plaza de mercado de la ciudad, sus coterráneos se reunieron en asamblea y
lo declararon asno no grato y acordaron expulsarlo de la región.
El engreído macho haciendo caso omiso seguía departiendo con sus amigas y
haciendo alardes de su machera.
Cornelio, agradecido del trabajo de su asno, decidió darle un día compensa-
torio, y fue así como un sábado Tiberio se subió las alforjas, se colocó un
antifaz y frotó sus zapatos hasta alcanzar el brillo original que lo enaltecía.
Bajó la colina con la ilusión de encontrar una pretendiente, él ignoraba la
trama de sus enemigos.
Dos de ellos optaron por disfrazarse de tigres y asustarlo.
Tiberio venía silbando y cantando cuando fue sorprendido por una pareja de
tigres que bebían agua de un pozo junto al camino, fue tal su espanto que
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sacudió la cabeza, levantó el rabo y emprendió la huida a todo galope.
Días después Cornelio encontró su burro pastando en uno de los parques de
la ciudad, Tiberio no quería regresar a la vereda, no quería servir de suculen-
to almuerzo a los tigres, su amo le dijo que eran dos líderes del pueblo que
se habían disfrazado y que pretendían desterrarlo por vanidoso y corrupto.
Las palabras de Cornelio hicieron que Tiberio lograra un despertar espiritual,
inmediatamente, se despojó del antifaz, de las alforjas y de los hermosos e
incandescentes zapatos. Pasó por una herrería cercana y se mandó calzar las
patas con herraduras. Regresó a su antigua vida y él, junto a su prójimo,
encontraron la felicidad por medio de la virtud.
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UN CAMPEÓN ILETRADO
Suena la campana; se escuchan cuatro repiques que anuncian un nuevo
amanecer; un joven de 13 años de edad llamado Víctor Carranza se despierta
y a esas horas de la madrugada sale a trabajar en el comercio de pieles de
res.
Los acaparadores le dan una comisión por cada piel que les reporte a tiempo;
las pieles son traídas de las poblaciones cercanas.
Hacaritama era hermosa; la nieve besaba la ciudad y esas caricias embriaga-
ban los corazones de sus habitantes.
El pabellón de carnes lo abrían a las cuatro y media de la mañana, a esa hora
pasaban los expendedores de carne con sus herramientas de trabajo y
algunos de ellos eran acompañados por sus perros, uno de ellos se llamó
"bambuco". A la entrada del pabellón había una venta de tinto y pan, por lo
general el frío hacia que los expendedores de carne se tomaran un tinto
antes de iniciar sus labores.
El mercado de granos y verduras lo abrían a las seis de la mañana; en ese
entonces allí quedaba el expendio de pescado. Para una Semana Santa
trajeron para vender un Manatí; este animal hizo que la plaza de mercado se
atiborrara de gente; de todos los barrios vinieron a ver el Manatí; tenía los
miembros torácicos en forma de aletas terminadas por manos y era muy
largo; medía como cinco metros; dicen que poseía diversidad de carnes: Res,
Cerdo, Pescado, entre otras. Muchos campesinos compraron tiras de la piel
para hacer látigos.
Algunos campesinos traían sus cargas en camiones; otros en burros o
caballos; ellos tenían sus parqueaderos en la plaza; una esquina la destinaron
para comercializar la piña y el tomate; en otra la cebolla; el fríjol, la arveja y
el ajo los comercializaban de manera ambulante ofreciéndose a los distribui-
dores dueños de depósitos.
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En un camión donde traían pieles, venían tres cerdos para vender; Víctor
avisó pronto a un expendedor de carne de cerdo y éste como comisión le
obsequió un pedazo de tocino.
En ese entonces valía una libra de carne diez pesos; nunca olvidará Víctor
que una tarde vio a un pesero sacar del bolsillo del delantal una cantidad
considerada de billetes gruesos de la venta de una res y picotearlos con un
hacha sobre la picadera donde picaban el hueso; el pesero estaba borracho y
fue un hombre que a pesar de haber tenido la oportunidad de poseer dinero,
murió en la absoluta pobreza.
En el mes de diciembre cuando pasaban las misas de aguinaldo, aproximada-
mente a las seis de la mañana, los feligreses de la catedral acostumbraban
pasar al mercado a tomar peto caliente: eran reconocidos por sus atuendos
contra el frío: a los niños les colocaban un cobo con un gorrito de lana.
También llegaban muchos jóvenes amanecidos a comprar comestibles para
hacer sancochos y continuar con las parrandas decembrinas; las juegas
públicas y un ambiente sano atraían muchos turistas; y las gentes parran-
deaban hasta el amanecer; algunas veces las briznas de lluvia adormecían las
noches vistiendo a Hacaritama desde la cordillera basta las alcobas de un
escalofriante ambiente taciturno de amor.
El mercado donde trabaja el comerciante, donde viene el campesino, donde
encontramos el cotero, donde encontramos vendedores ambulantes, donde
está aquel hombre que con el sudor de la frente gana el sustento de cada
día, allí vi como la ignorancia destroza la humanidad; algunos de estos
hombres invitados a saciarse del placer de las aventuras amorosas eran
llevados como el buey al matadero; muchos pasaron a encabezar la lista de
degenerados que encontramos a diario durmiendo en los sardineles; estos
hombres y mujeres por causa del alcohol son el hazmerreír de personas de
baja conducta que en vez de prestarles ayuda, los burlan y les lanzan
tomates y cebollas podridas.
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El mercado público siempre ha sido la plaza donde se maneja el mayor
intercambio comercial; la población hubiera tenido un mayor desarrollo
agrícola, cultural y comercial; si los ingresos de sus habitantes no fueran
despilfarrados en el ambiente insano que corroe nuestra ciudad.
Pasaron los años y Víctor era un hombre de empuje; poseía un carácter bien
formado, ya se había trazado la meta de ser un hombre adinerado; nunca
dejó bajar por su gaznate una gota de licor. Ya no era un comisionista de
pieles; ahora su relación era con hombres que transportaban ganado de
pueblos dedicados al cultivo del algodón y la actividad de la ganadería. Con el
tiempo llegó a ser un ganadero; en mi tierra le dicen ganaderos a aquellos
hombres que trabajan en el comercio del ganado y son vistos como personas
muy adineradas.
A Víctor no se le volvió a ver en nuestra región; la violencia lo alejó junto con
otros ganaderos; hombres de esta clase son los que necesitamos para que
nuestra economía crezca; hombres así generan empleo, desarrollo; que
lástima que la situación violenta de nuestro país haya llegado a nuestra
querida tierra Hacaritama.
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SOMBRAS Y RONDAS
Buenos días niños, vamos a comenzar la clase, revisando la tarea de español.
Por orden de lista cada uno leerá desde su puesto el poema que logró hacer.
¡ Alirio Alfonso!...... Presente profesora. ¡Haber comience!
Tengo un perrito bravón
que ladra el agua y el sol
de noche duerme tranquilo
ronca y ronca en su almohadón.
¡ Yumes Taroi Bascos!... Aquí profe... Siga.
Mi gatito blanco y negro
cuando pasa un ratón
se desliza por el piso
como un culebrón.
aplasta la pancita
para tratar de cazar
al hermoso ratoncito
que lo viene a visitar.
¡Micaela Zambrano!.... Presente profesora. Hable.
Yo quiero a mi muñeca...
Aquella de largas trenzas, que juega conmigo en la oscuridad.
Ella me acompaña en los desvelos negros de la noche. Me mima y me abriga
en la soledad. Cuando mis padres apagan la luz y piden silencio para dormir,
el miedo me invade, tiembla mi cuerpo, unas lágrimas recorren el patio de mi
vida. Lanzo la mano y ella está allí, siempre está allí, la abrazo, calma mi
ansiedad y duermo plácidamente entre sus brazos.
Muy bien niños los felicito, magníficos sus poemas, recuerden que la poesía
permite al hombre su máxima inspiración.
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Donde estará mi gatito blanco y negro...añoro la escuela donde hice los años
de primaria, su director era un hombre alto que usaba corbata y siempre
permanecía colorado. Pero no todo fue bueno, en mi mente galopan momen-
tos de humillación. Cuando el profesor Guillermo Vergel, golpeó mi mano con
una regla por no haberle llevado la tarea, además autorizó a otro alumno
colocarle una tiza en cada fosa nasal y la almohadilla dentro de la boca a
Rigoberto Cárdenas como sanción por hacer bromas en clase. Pero el marti-
rio no terminaba allí, pues la Educación Física era dictada por soldados. Por
lo general las fuerzas Militares prestaban sus súbditos para las labores
cívico- educativas, estos tenían su sede a pocas cuadras del Centro educati-
vo. Atención, fir, al frente mar.... esta hora era agitada, ya que el profesor
encargado nos trataba como si fuéramos militares. Nos hacía cumplir los
ejercicios estrictamente. Al hacer flexiones de pecho no soporté la tensión
de mis brazos y caí sin poder levantarme, sentí como si me hubieran lanzado
una pedrada con una cauchera, lloré hasta llegar a mi casa y contarle a mis
padres, quienes al día siguiente colocaron la respectiva denuncia ante el
Director de la Escuela. El soldado había hecho en mi cabeza un chichón de
grandes proporciones con el escudo que llevaba su boina.
¡Ah! La campana era una platina de automóvil que permanecía suspendida de
una de las vigas del techo, una mañana mi amigo Saúl corrió a tocarla para
que saliéramos a recreo, al dar el segundo varillazo se desprendió la platina
partiéndole el brazo en forma instantánea.
Los días miércoles eran exclusivos para las tardes deportivas, nos Llevaban a
pie desde la escuela hasta los llanos del Tiber, allí jugábamos Libremente por
el campo. Mi amiga Micaela iba acompañada por su Perro, el cual cazaba
lagartijas. ¡Qué días aquellos!...
Los compañeros de escuela nos íbamos los sábados en horas de la mañana
Para la chorrera de Junín, lugar de gratos recuerdos, allí nos divertíamos
Los jóvenes de aquella Ocaña romántica, serena cuyo trinar de los pájaros
embriagaba candorosos corazones.
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Juntos buscamos los chamizos para juntar la candela y poner la olla donde
cocinábamos un delicioso arroz de leche. Nos metíamos bajo la chorrera,
jugábamos con los cangrejos y el potecito de la leche condensada lo utilizá-
bamos para jugar al blanco con la cauchera.
Hecho el arroz, nos sentábamos alrededor de la olla, el líder del grupo nos
servía por partes iguales sobre pedazos de hojas de plátano o de malanga.
Hablamos del programa de plaza sésamo, de sus personajes Abelardo,
Enrique y Beto, del topo Gigio, de la novela de Juan Sin Miedo y de Arandú.
La topografía del terreno impedía que jugáramos al fútbol. Ese tiempo fue
fantástico. Nos gustaba mucho compartir con la naturaleza. Todos los años
por el día de San Pedro y San Pablo, nuestra ciudad se convertía en una gran
fiesta de las familias ocañeras, nos íbamos de paseo para los diferentes
sitios que eran hermosos parques naturales, que además de servir de
pulmones a la ciudad, eran el hábitat de diferentes especies como la tarulla,
las ranas, cangrejos, peces, grillos, toches, golondrinas, cardenales, azulejos
y garzas etc., con gusto nos trasladábamos a estos sitios a traer mangos,
cocotas, ciruelas japonesas, guayabas y a disfrutar de un saludable baño en
los caudalosos ríos y pozos que poseían estos lugares. Muchas veces íbamos
al Panche, otras para el Algodonal y la santa Cruz, o para Venadillo, Aguas
claras y la Ermita. En fin tantos lugares.... donde preparábamos sancochos,
arroz de dulce, cochas y turrones; muchos nos entreteníamos bajando
arrayanas u otras frutas.
El ambiente era muy sano, salíamos a trotar dos ó tres amigos y nos encan-
taba mucho la zona comprendida entre Junín, el Mortiño, Pueblo Nuevo y el
Agua de la Virgen.
A veces corríamos por la vía que de Piedra Partía conduce al Mortiño, el
trayecto en tiempo de invierno era más liso que un jabón y entre más
corríamos, más difícil se nos hacía el camino, era una vía construida por los
campesinos a punta de pico y pala. Entre más nos acercábamos, velozmente
se perdían los verdes precipicios entre la incesante neblina que envolvía la
cordillera.
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A menudo se veían pasar grupos de hombres acompañados por perros que
afanosamente rastreaban el lugar en busca de presas. Los cazadores eran
señores conocidos en Ocaña, por lo general pequeños artesanos y comercian-
tes.
Junín era la vía principal de acceso a las montañas de la Torcoroma. Se creía
que por el camino de herradura que une la vereda del purgatorio con san
Alberto Cesar, transitaba Antón García para visitar a Santa Rita en el mes
de noviembre. En cierta ocasión un anciano del Mortiño nos contó que
después de la media noche por ese lugar, pasaba con destino a Ocaña, alguien
muy raro que devoraba lo que encontraba a su paso y la gente de la ciudad lo
denominaba la luz corredora. Era una bola de candela de grandes proporcio-
nes que emanaba rayos y truenos impresionantes. Al escuchar la historia mi
amigo Carlos Hernán fue muy escéptico, yo en cambio le creí al abuelo.
Manifesté creer en esas cosas por haber vivido una experiencia similar. Sí
yo si creo, vea...
Me encontraba jugando en el Parque de San Francisco, mi mamá vino varias
veces a rogarme que no me quedara tan tarde en la calle, pero yo era
desobediente. Siendo aproximadamente las once de la noche vimos salir por
la carrera novena una mujer dando gritos, el pánico se apoderó de nosotros,
era una mujer muy alta, como de dos metros, llevaba una larga cabellera que
cubría su rostro. De un salto apareció en la esquina de la entrada principal
del colegio Caro, y de otro salto nuevamente junto a la Plazoleta de la gran
Convención. Atónitos nos encontrábamos frente a la llorona loca, un fantas-
ma de una mujer que buscaba a su hijo en medio de alaridos de espanto.
Todos salimos despavoridos para nuestras casas escuchando los intensos
gemidos que buscaban refugio en nuestros corazones. Yo vivía en un barrio
cuyo nombre lo cambió el tiempo. Recordé que estábamos en el mes de las
ánimas, dos de noviembre. Corrí y corrí, al cruzar la esquina para llegar a mi
casa, escuché unas palabras que detuvieron mi carrera, el animal dijo:
- Júpale, júpale, vas como alma que lleva el diablo. Vi al enorme animal de
cuerpo rechoncho y orejas larguísimas. Era un asno con apariencia de
elefante, de su dentadura salían dos colmillos que se arrastraban por el piso.
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En ese momento se fue la luz y a la mañana siguiente me encontraron
sentado en una banca de la capilla de Santa Rita. Al recobrar la razón
recordé que fui poseído por un espíritu que me levantó y me descargó sobre
los lomos de una misteriosa bestia que ayudaba arrastrar junto con cinco
más, un carruaje en cuyo interior viajaban dos hombres, uno cubierto con
sombrero de paño y capa negra, el otro bajito, gordo y llevaba rapada su
cabeza.
Las herraduras de las bestias expulsaban chispas de candela que relucían las
históricas calles de la hidalga Ocaña. Me pasearon desde el cerro de los
Muertos hasta el barrio de las Llanadas. Las desamparadas vías se ilumina-
ban más con la luz que emanaban los cuatro faroles que pendían del sigiloso
carro. La misteriosa cabalgata dio la vuelta por Tejarito, subió por la calle
del Embudo y entró a la capilla de Santa Rita; en la parroquia desaparecieron
los animales, los dos hombres se arrodillaron y elevaron plegarias.
Carlos Hernán y yo éramos muy amigos desde que estudiábamos en la escuela
Kennedy, su papá le enseñó a trabajar a temprana edad “El trabajo engran-
dece al hombre dándole estabilidad y compensación por la labor ejercida “le
decía. ¡OH! Mi mente está allá y está aquí. Recuerdo que en Ocaña existió un
almacén donde vendían aparatos y repuestos eléctricos denominado el
Apagón, Carlos Hernán me comentó que en cierta ocasión entró a dicho
almacén a solicitar empleo y que afortunadamente en ese preciso momento
don Juan, el propietario carecía de ayudante. Hacía rato había llegado un
pedido de manguera de varios diámetros, tocaba bajarla del camión y llevarla
a la bodega ubicada en el mezanine.
Alegre y apresurado se dirigió Carlos a cumplir con la orden que recibió de
su patrón, la manguera venía en forma de círculo y los rollos eran demasiados
pesados; sin embargo la misión se realizó quedando satisfecho don Juan.
Estaba exhausto y le tocó aceptar que la patrona le ordenara barrer,
trapear y limpiar el polvo de las vitrinas. Sara se llamaba la señora de don
Juan, la cual era culpable de que nadie se amañara como empleado de ellos,
terminada la jornada a las seis de la tarde, se le recomendó venir al día
siguiente vestido con una ropa más gastada, había que poner en orden la
bodega.
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Carlos Hernán llegó a su casa rendido, después de comer se acostó y quedó
tan dormido que ni el ruido de la tormenta que cayó en la madrugada lo
despertó. A él no le gustaba tanta presión ejercida por la señora, era muy
obsesionada por encomendar funciones. Al día siguiente luego de acomodar
tanto desorden que había en la bodega, sin descanso pasó máquinas de un
lado para otro, lo mismo motobombas y cierras. Al llegar a su casa a almor-
zar, sus padres lo notaron muy agobiado y le solicitaron se retirara del
almacén; tan sólo tres días trabajó en el Apagón y le reconocieron dos pesos,
los cuales le alcanzaron para una cola y un brazo de reina.
Carlos tenía un primo comerciante distribuidor de víveres, viajaba por los
pueblos de la costa, de allí traía pescado salado, coroncoros, queso, galápa-
gas y huevos de tortuga, para ganarse algunos pesos salía con dos peroles
llenos de coroncoros fresco. Toc, toc, toc, - ¿compran el coroncoro fresco?
Así trabajaba hasta vender el último coroncoro.
Todavía no he terminado de beber el chocolate, mis brazos son fuertes, ¡ya
soy un hombre! Que dura realidad, pero no puedo olvidar mi amigo; él nunca
desmayó en su objetivo de salir adelante, me enseñó que poco a poco se va
lejos, y que a cada quien se le daba según sus obras, que la cortesía, la
bondad, la justicia y el amor eran las ideas primarias de las relaciones
humanas, que Dios a través del amor dotó a cada cual con un don especial.
Sí, su talento era la pintura, así que se dedicó a perfeccionar sus obras para
exponerlas y venderlas, con la venta le encontró salida al problema económi-
co, pero se sentía inútil y egoísta, él quería contribuir al mejoramiento de los
problemas de su comunidad.
En cierta ocasión me dijo:
Si miramos hacia la llanura, veremos el ganado reunido alimentándose del
pasto tierno; éste lo comen hasta hartarse y bien pueden echarse y levan-
tarse de nuevo cuando lo necesiten. Ellos no tienen elección para una
especial forma de vida. El hombre normal persiste para alcanzar una vida
feliz y buena, él es un ser social, pero desafortunadamente hay quienes
están enfermos de la mente y son gestores del cambio.
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En las ciudades no hay tierras para la ganadería y la agricultura, todas
fueron cubiertas por el ladrillo y el cemento, ya no hay fuentes de empleo,
intelectuales y campesinos viven en un constante desespero; vemos los
parques llenos de desocupados. Cuando se carece de alimento, vivienda,
educación y salud, se genera violencia; nuestros representantes deben tomar
conciencia que mientras no se trabaje en bien de la comunidad, se estará
muy lejos de la paz. En gran parte la precaria situación en que se vive es
consecuencia de nuestros malos hábitos.
La mente me da vueltas y siento nostalgia por mi tierra ¿Qué paso con la
Ocaña legendaria de mitos y leyendas? “y la leyenda remata que el jinete
misterioso, a las doce en punto de la noche, frenaba su cabalgadura frente a
la capilla de Santa Rita, para cumplir su penitencia irredimible”.
¡OH! Regreso a la banca y allí sentado veo a Antón García con Teófilo su
ayudante arrodillarse ante el altar. Se nubló mi vista y dormí hasta la aurora.
Yumes, me escuchas.... soy Jaime el enviado de Dios ¡Escúchame! Llamo a tu
conciencia para que te interrogues sobre Dios y el hombre. No temas, una
luz guiará tu sendero. ¿Ves lo qué ha hecho de ti la autosuficiencia? Un
hombre soberbio, que desprecia a los demás, te inclina hacía el odio, la
venganza y la violencia. Además estás pagando con dolor los errores cometi-
dos.
Sí señor, usted tiene razón, yo lo entiendo, y siento correr lágrimas que
rompen mis temblorosas manos. Recuerdo su grato paso por la vida. Me
siento orgulloso de haberlo conocido, fue usted la estampa del corazón
noble, sincero y misericordioso. Irradió tanta luz al camino de hombres que
como yo, estuvimos sumergidos en el fondo oscuro de las perversas pasiones.
Siendo un mensajero del creador, sembró en las mentes de muchas personas
el mensaje de la salvación, educando al pueblo, previniendo su ingreso al
pantanoso mundo de la frustración y del miedo.
Son muchas las personas que andan buscando con ansias la muerte, creen que
no se puede vivir son placeres malsanos, desconociendo que van como buey al
matadero, todo aquel que vive en el mundo de los vicios.
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Usted Jaime, a pesar de su juventud, ayudó a formar hombres libres, pero
desafortunadamente algunas veces se halló frente a oídos sordos que no
aceptaron sus palabras.
Pasó tan rápido su peregrinaje evangelizador, como el fugaz relámpago, pero
a diferencia del trueno que causa temor por las desgracias que pueden
producir las tormentas.
Tu paso en cambio dejó marcadas las huellas de la razón, la virtud, la
sensatez conduciendo al hombre a la libertad, ¡oh santo espíritu de mi amigo
Jaime! Le suplico en nombre del Altísimo guiarme a través de la sabiduría
divina. Estoy seguro que al igual que otros santos goza de la felicidad en la
presencia de Dios.
En medio del éxtasis me fue entregado un pergamino, las letras doradas
reflejaban su brillo sobrenatural: - “Dios te llamará a cuentas y te juzgará
de acuerdo a tu comportamiento, permanecerá ardiendo la fragua para
moldear al necio”.
Yumes apretó el tesoro junto a su pecho y con asombro lo guardó: La voz de
su amigo lo sacó de la abstracción.
El hizo al hombre a su imagen y semejanza, pero el hombre abusó de la
inteligencia al desbordar sus propios instintos generando la maldad. Puedes
comenzar a interrogarte y debes encontrarle sentido a la vida, como puedes
ver existen plantas medicinales y ornamentales, también existen venenosas.
Hay hombres santos, sabios, serviciales, incluso malvados y perversos.
Animales salvajes y otros apacibles, hay animales que como algunos hombres
varían sus reacciones, unas veces buenas, otras malas. ¿Podrá el señor
supremo juzgar a la hiena, a la pantera, al jilguero, al caballo u otro animal?
No, ellos al carecer de reflexión e inteligencia, no tienen la oportunidad de
evitar producir dolor, llanto, hambre y desolación.
Yumes, ríe y confundido reflexiona:
¡Qué gran paradoja es el mundo, y que antagonismo se vive!
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No matarás! Expresó Dios al hombre, pero Caín ya había saciado su instinto
homicida en su hermano Abel. Primero hubo crimen y luego la ley. ¿Si fue
creado el hombre a imagen y semejanza de su propio hacedor, será acaso el
santísimo cruel y malvado? ¿Será entonces el creador del mal?
¡No!, el hombre es el autor del espíritu malo, al desbordar sus instintos
naturales, la maldad se transmite de generación en generación, el hombre a
través del poder de la maldad se vuelve ejecutor de la obra más maléfica:
Satanás. Y éste exhorta al hombre a hartarse de sangre, sangre que
mancha las calles, que brama en los pueblos, que silencia el canto alegre de
las madres, sangre que apaga la vida y turba el pensamiento del poeta.
Te das cuenta Yumes, como el hombre siendo poseedor de la inteligencia y
del don divino de la reflexión, se asemeja a las piedras y a los animales
cuando no se valora como persona. Quiero que quede muy bien claro en tu
mente que debes valorarte, eres el ser más importante de la creación; por
ser hombre, eres un ser racional siempre y cuando practiques los principios
que te dotarán de sabiduría. Recuerda que la vida es una empresa, donde tú
eres el ayudante del gerente (DIOS), hay un espacio dentro de tu ser,
similar a una cabina telefónica, éste es portador y receptor de mensajes,
desde allí logras comunicarte con el gerente propietario de la vida. Ese
espacio es el alma o espíritu de Dios. La empresa es tan democrática que te
dio libre albedrío. Tu empresa parece que no tuviera organización, pues
abusas tanto de la libertad que llegas a cometer errores cuyas consecuen-
cias pagas con el sufrimiento. Cuando olvidas que tu espíritu debe ser
subordinado por el espíritu del creador, cortas la comunicación con el patrón
y tu proceder es autónomo. El Omnipotente quiere que el hombre actúe de
acuerdo a su voluntad. Que permita crecer dentro de sí, el alma, ya que ella
es la vía de enlace entre él y el hombre. Ella es divina, prevalece subsistien-
do como un ángel después de la muerte.
Generalmente el hombre actúa irracionalmente al no serle fiel a Dios, él
desde sus primeros años se interroga por el misterio que lo envuelve y
profundiza más en sus preguntas sobre su ser y permanencia en el mundo
cuando adquiere conocimiento tras un proceso de estudio, o al despertar de
una vida equivocada, producto de dolorosas experiencias. El nace para ser
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libre, el pecado y la ignorancia manipularán su vida. Como uno de los fines del
hombre es la felicidad, él a través de la ignorancia cree encontrarla en las
pasiones mundanas.
Su mundo interior experimenta una felicidad efímera, seguida de terror,
frustración, locura o muerte. El pecado lo enceguece y no puede ver más allá
de las sombras. La ignorancia aleja al hombre del bien, por lo tanto lo lleva al
mal. Entre más ingenua sea la apersona más esclava se vuelve de los malos
hábitos, se aliena a los vicios que degradan su alma. La vida del hombre es un
misterio cuando la ignorancia lo mantiene en la oscuridad, a medida que llega
al fondo del sufrimiento, el dolor se encarga de permitirle interrogarse por
su situación.
Lo ideal es que toda persona viva bien, sana de la mente y del cuerpo, que
goce de equilibrio emocional. Cuando el hombre se percate de su errado vivir,
debe buscar una actitud transformadora de lo existente. Por este motivo
existen unas personas diferentes de las otras, unas insignificantes, otras
sobresalientes. El hombre debe trascender, proyectándose al objetivo de su
creador, debe apreciar su cuerpo, ya que fue escogido para ser el templo del
Espíritu Santo.
¡Ahora despierta!, espero que aproveches la gracia de tu Dios, yo sólo soy su
mensajero. No olvides “Cuando caigan las vendas que cubren los ojos de la
ignorancia, se abrirá la brecha por donde se observará el amplio camino de la
esperanza hacia un mejor mañana”.
En ese momento, se escuchan los repiques de las campanas de la iglesia para
anunciar las cinco de la mañana, hora en que los feligreses acostumbran a
subir con el sacerdote al Santuario de las Gracias de la Virgen de Torcoro-
ma. Los campanazos despertaron a Yumes del inmenso sueño. - ¡Oh ¡ Señor
infinitas gracias te doy, gracias señor por una nueva oportunidad.
Yumes reclinó su cabeza en la almohada y por el vetusto techo pasaban las
imágenes de un niño con una pelota de trapo. No era de día, no era de noche,
era el horizonte con una luz nueva.
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