en la memoria canta un pájaro julián alonso y narciso maisterra
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Cuadernillo de poesía y pinturaTRANSCRIPT
“Quedará de vosotros lo que queda
de los que vivieron antes”
Lucrecio
Descubrimos un día que todo es ya recuerdo,
que el presente es un roce fugaz,
imperceptible;
el futuro, aquel aire que acaso trajo lluvia.
Y yo a merced del tiempo
a la derivami cuerpo naufragado.
Preguntamos entonces qué será de nosotros,
si permaneceremos en alguna memoria
o seremos ceniza sólo,
paja al viento
que abonará la tierra,
el eco de un sonido perdiéndose en la noche.
"Me pregunto qué queda, pues,
J.A. Valente
de todo o de tan poco como fuimos".
Éramos tan ingenuos
que dejamos marchar todos los trenes.
Desde nuestra ventana
vimos pasar la vida
tan ajena a nosotros, tan cercana,
que no supimos verla
hasta que ya era tarde
para cogerla al vuelo.
¡Lo lamentamos
durante tanto tiempo!.
Ahora, más tranquilos
o acaso ya rendidos
al fin a la evidencia,
nos hacen sonreír tantos recuerdos
esperando su turno
para entrar por sorpresa
en nuestro corazón.
Porque en el fondo somos
unos sentimentales
y eso es algo que aumenta con los años.
REGRESO
Regresar a esa patria
donde aún éramos niños,
a los cielos tan altos, a las tardes
de rojos infinitos, a esos años
de bendita inocencia
donde los días eran dulces frutas
recolectadas del árbol de la vida
y alcanzaban las manos sin esfuerzo
a las ramas más altas
de la felicidad.
Cruzar el paraíso
sin morder la manzana.
Ser para siempre puros, sonreírle
al pájaro que pasa, al que se posa
cerca de nuestros dedos, al que anida
frente a nuestra ventana,
al que nos trae noticia
de lo que un día fuimos.
Guardar en la memoria
el cadáver de un sueño.
Velarlo cada noche
acompañado
del vago sentimiento de culpabilidad
de los años perdidos.
Mostrar tus condolencias
a quien quiera aceptarlas
y no admitir disculpas
que vengan de ti mismo.
Cerrar por defunción
el bar de tantas citas
sin dejarle propina al camarero,
afianzar las puertas y tirar
-por si vienen mal dadas-
la llave a la basura.
A dónde vas, me digo cada día
al levantarme
y ponerme esta piel a contrapiel,
que me queda pequeña
y me hace abrir los ojos desmesuradamente,
como el niño asombrado
en la sala de cine.
Te podrías romper y no lo sentirías
hasta que fuera tarde
para pedir auxilio,
me digo en el espejo.
Y me palpo despacio
a ver si se ha quedado alguna arruga
incontrolada
o tiran las costuras
más de lo soportable.
Siempre encuentro una nueva
y juro, por mi vida, que ha de ser la última,
pero este cuerpo arisco
no me hace ningún caso,
envejece por libre
sin atender razones.