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EN FAVOR DE LA LEGALIZACIÓNDE LAS DROGAS
Isaac García Venegas'
You become a narcotics addict because you do not havestrong motivations in any other direction.
Junk wins by defaull.Wllliam S. Burroughs
Es en verdad aleccionador percatarse de que
cuando un gobierno -sea de la latitud que sea,
incluido ei nuestro- desea ofrecer un aspecto
"incuestionabie" de los éxitos de su gestión, previsi
blemente se refiere a ios resultados obtenidos en la
lucha que emprende contra el narcotráfico (y claro, des·
pués del 11 de septiembre, contra el terrorismo). Alee·
cionador porque, amén de intentar ocultar con ello el
fracaso en otros aspectos del quehacer gubernamental,
en su decir se establece una transparente conexión en
tre drogas, adicción y delincuencia. Con un afán pocas
veces percibido en otros ámbitos o tareas, los gobier
nos en turno -particularmente desde los inicios de la
década de los noventa del siglo pasado- buscan por
todos los medios convencer a sus gobernados de que
esa conexión es "natural"; vale decir: inevitable, inexo
rable, indefectible. Las drogas provocan adicción y ésta
a su vez genera o alienta la delincuencia, afirman. Aviesa
trilogía en la que se expresa el Mal por exceiencia yque por cierto -advierten- se escribe con "m" de muerte.
Editor de Universidad de México
4 Diciembre 2003 . Enero 2004. UNIVERSIDAD DE MÉXICO
De esa "natural" conexión muchos se convencen, y
lo que es más importante, otros tantos viven. Las buenas
conciencias se tranquilizan al saber que con su ayuda
ponen su granito de arena para vencer al Mal. Porque a
fin de cuentas esa lucha metafísica e inagotable unifica:
el Bien está de un solo lado y desde alll es necesario
contener y combatir el Mal, que por definición se halla,
siempre, en los márgenes, en las periferias, del lado
oscuro e inferior de todas las geogratras humanas.
Rescatar a los que se pueda y eliminar a los que no
busquen la redención son las dos formas de justificar lo
mismo: la "necesidad" de levantar el muro que separe
lo normal de lo anormal, lo punible de lo permisivo, lo
exaltable de lo execrable.'
En suma, vigilar, contener, sancionar. Actitudes que
requieren, por supuesto, disposición de espíritu; pero
también, y ante todo, amplios y enormes recursos mate
riales, técnicos y humanos. Los muros no se levantan
solamente con voluntad: precisan de ladrillos, cemento,
varillas, palas, martillos, taladros, clavos, excavadoras,
revolvedoras; obreros, arquitectos, burócratas, autorida
des que aprueban; guardias, vigilantes, cárceles y cala
bozos para quienes intenten cruzar de un lado a otro...
De tal suerte que el muro se vuelve un gran negocio
para quienes lo erigen. Luchando contra el Mal se puede
vivir muy bien, sea redimiendo almas, curando cuerpos,
denunciando, persiguiendo y encarcelando a los agentes
que secuestran y pervierten esplritus inmaculados. De
tanto vivir para combatir el Mal ya no se sabe ni se puede
vivir de otra forma, es decir, se vuelve una suerte de in
toxicación de la cual no se puede ni se quiere ni se pre
tende sanar. La adicci6n, por lo visto, no es patrimonio
exclusivo del uso reiterado y prolongado de sustancias
que alteran la conciencia.
Lo que no puede pasar inadvertido en todo esto es
que los identificados como agentes del Mal viven igual
1 Veáse como ejemplo prfstino de esta postura el artículo deVfctor Manuel Guisa Cruz. a la sazón director general de losCentros de Integración Juvenil (cu) mexicanos. llamado"Legalización de las drogas: avance o retroceso·. publicadooriginalmente en la revista OJ Informa, enero-marzo de 2003, yreeditado en el periódico Noroeste de Mazatlán, Sinaloa, uno delos lugares con mayores problemas derivados del narcotráfico.
2 Véase el ~Testimonjo de un polidajudicial federal~, en JorgeGarera Robles y Fernando Ramírez (comps.), Drogas. Laprohibición inútil, Ediciones del Milenio, México, 1986.
de bien que aquellas buenas conciencias. Pareciese
que la longitud, el grosor y el material del muro se ha
llaran en estrecha relación con la expansi6n, la presión
y los recursos de aquellos agentes malignos que, a fin
de cuentas, por puertas, ventanas, bisagras y grietas
se comunican con las buenas conciencias: corrupci6n,
connivencia, cohecho son los nombres diferentes de
esa diálogo perverso.2 En México la connotaci6n sim
bólica de esta situación la tiene el general Gutiérrez
Rebollo, en un tiempo encargado de combatir el narco
tráfico en el ámbito nacional y posteriormente encar
celado por encubrirlo y alentarlo. Irónicamente, en SI)
puesto oficial, se le conocía como el "zar de las drogas"_
Como Gutiérrez Rebollo mucha gente, concretamente
las mafias y los cárteles, vive de las drogas prohibidas.
Su adicci6n se diferencia poco de la de aquéllos que
viven para combatirlos.
Así pues, vivir de las drogas prohibidas o para el com
bate que esa misma prohibición supone es una falsa
disyuntiva. Son dos versiones de una misma postura: la
prohibici6n de su uso. Más aún: ambas apelan a aque
lla conexi6n "natural" entre drogas, adicci6n y delincuen
cia, para derivar de allí la "naturalidad" misma de esa
prohibición. CIrculo vicioso que se refuerza a sí mismo.
De aquíque, siguiendo la máxima de Juan Ruiz de Alarc6n
-"De ser tan verdadera, la verdad se vuelve sospecho
sa"-, habrla que preguntarse si tras esa palabra no se
esconde algo distinto a lo que explícitamente intenta
decir. Tanta "naturalidad" resulta sospechosa.
Varios estudios y testimOniOS demuestran que el
uso de las drogas no genera necesanamente adicción.3
De ser asl, la historia de la humanidad habrla sido la
historia de esas adicciones, puesto que las sustancias
que alteran la conciencia existen y se usan desde tiem
po inmemorial. Dice Fernando Savater que una de las
Entre los testimonios más importantes se encuentra el deWilliam S. Burroughs, que afirma: ~La cuestión se plantea confrecuencia: ¿por qué un hombre se vuelve adicto? La respuestaes que usualmente no se pretende serlo. No te levantas un díapor la mañana y decides volverte adicto. Toma al menos tresmeses, inyectándose dos veces al dra, adquirir un hábito. Yrealmente no sabes 10 que es la adicción hasta que tienesvarios hábitos. Yo tardé casi seis meses para adquirir mi primerhábito, y aún entonces los srntomas de la desintoxicación eranmuy suaves. No creo que exagere al decir que se necesita casiun año ycientos de inyecciones para volverse adicto~. Ver delautor, Junky, Penguin Books, Gran Bretaña, 1977.
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características de la conciencia es precisamente querer
experimentar con ella. Las drogas han jugado ese papel
desde la aparici6n misma de la humanidad. Durante
milenios esa experimentaci6n no deriv6 en adicci6n hasta
el siglo pasado, justo cuando se prohibi6 su uso.'
Así pues, establecer un vínculo "natural" entre droga
y adicci6n es realmente establecer un vínculo arbitrario
entre uso y abuso. Arbitrario porque mientras que el uso
necesariamente supone conocimiento, libertad de
decisi6n y calidad de aquello que se usa, el abuso des
cansa en ignorancia, sometimiento irremediable a lo que
se desconoce, e incluso a~eraci6n de aquello de lo que se
abusa. No hay pues soluci6n de continuidad entre uso
y abuso como tampoco la hay entre uso de drogas y
adicci6n. Lo que se quiere hacer pasar por "natural" es
en realidad una arbitrariedad construida por los que sacan
provecho de la situaci6n que prevalece.'
Es la prohibici6n la que genera las condiciones de
posibilidad de la adicci6n. Al atractivo que supone la
trasgresi6n como tal se suma un contexto que no ofrece
fuertes motivaciones en cuaiquier direcci6n que no sea
la alienaci6n de la libertad. Entre el secuestro de ésta
por parte de la "mano oculta" del mercado y la adicci6n
sí hay una soluci6n de continuidad inevitable. ¿Cuál puede
ser la gran motivaci6n cuando lo único que existe es ia
reedici6n de un destino inevitable convertido en cifras
macroecon6micas, incomprensibles e Inasibles para
quien sobrevive al horizonte de la hora que transcurre?,
¿cuál es la gran motivaci6n cuando todo, absolutamente
todo, se vuelve mercancfa: el cuerpo, los sueños, los
deseos, las ansiedades, las enfermedades, la vida, la
muerte?, ¿cuál podrá ser una motivaci6n fuerte cuando
no existe nada útil que no sea una mercancía cuyo precio
se torna cada vez más inalcanzable? Tal vez la única
motivaci6n sea carecer de motivaciones.·
Jorge Garera Robles y Fernando Ramírez (comps.), op. cito verparticularmente el ensayo de Fernando Savater: ~Tesis
sociopolrticas sobre las drogas", y ~El consumo de drogas escultura. Entrevista a Roger Bartra~. También ver de AntonioEscohotado, Aprendiendo de las drogas. Usos y abusos,prejuicios y desafíos. 7-, ed .. Anagrama (Compactos 111),Barcelona, 1998.
& Veáse. además del texto citado de Antonio Escohotado, lossiguientes libros: Thomas Szasz, Nuestro derecho a las drogas,Anagrama (Compactos 265), Barcelona, 2001, y de variosautores: ¿Legalizar las drogas? Criterios técnicos para el debate,Editorial Popular, Madrid, 1991.
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Es allí donde hay que apuntar, pues la delincuencia y
los delitos asociados con el narcotráfico no se derivan
del uso de las drogas sino del abuso al que incita la
16gica de este sistema. Al imputarle a las drogas una "na
tural" derivaci6n hacia la adicci6n y la delincuencia se
busca exonerar al sistema de la responsabilidad que
tiene al promover la ignorancia sobre las drogas en todos
los ámbitos y la violencia que una jugosa ganancia
incontrolada -por oculta y clandestina- genera. El abuso
conduce siempre a otros abusos, más cuando se realizan
fuera del espacio público que debe prevalecer en la
sociedad.
De aquí que tal conexi6n "natural" sea más bien un
artificio de un sistema que para funcionar necesita y
prefiere invertir en muros y no educaci6n; en persecu
ci6n y no en el fomento de la libertad; en la promoci6n
e El semanario mexicano Proceso publicó en su número 1405 (5de octubre de 2003), un reportaje sobre los intentos existentesen Canadá por atacar la drogadicción desde una perspectiva desalud pública y no meramente policiaca. Al referirse a la avenidaEast Hastings en Vancouver, "vfa de los zombies" debido a lasgrotescas escenas de adicción que en ella se puede observar,Pascal Beltrán del Rfo, autor del reportaje, apunta: "El barrio esun agujero de miseria dentro del primer mundo. {... ] En EastHastings y las calles y callejones siniestros que la cruzan, nohay esperanza ni deseo más allá de la siguiente dosis. laavenida es un gran graffitl dividido en inmuebles clausurados Ynegocios deprimentes: bares oscuros, tiendas de empeño,cafetines mugrosos, sex shops y hoteles. [... ] En estos últimosno hay hora de salida ni tarifas especiales ni desayunosincluidos. Se les conoce como SRO, o Single Room Occupancy,viviendas de un solo cuarto. Todos cobran 375 dólarescanadienses, la cantidad máxima que el gobierno paga por elalquiler de un desempleado. Yes que aquf todos viven delwelfare, la beneficencia pública". Pág. 42.
de miedos metaffsicos y falsos que en alentar la con
fianza que le debe a sus ciudadanos para decidir inclu
so sobre su cuerpo; en condenas físicas y morales antes
que en estrategias eficaces de ayuda.Precisamente por todo lo anterior la discusión sobre
la legalización de las drogas es un debate radical y deci
sivo. Radical porque lleva directamente hacia el funda
mento del sistema en que vivimos. Decisivo porque no
hay negociación posible: o se prohiben o se legalizan.
Cierto es que actualmente hay intentos que en los he
chos fomentan un uso responsable de las drogas, inclu
so entre adictos. Apenas el 21 de septiembre pasado el
ayuntamiento de Vancouver, Canadá, inauguró el Sale
lnjection Site (InSite), "un centro, financiado por el era
rio, en el que los drogadictos pueden inyectarse bajo
1 Pascal Beltrán del Rfo~ artfculo citado, pág. 39.8 JOhn Walters jefe de l~ Oficina Nacional para el Control de
Drogas de lo~ EU, declaró sobre ellnSite de Canadá: ~Lo quehagan con su polltica local es, obviamente, asunto de ell~s. aRespetamos su soberanra. Pero cuando sus asuntos les/ona
l"
I para proteger a osos estadunidenses, ahr entramos nosotros Iestadunidenses". Ibídem., pág. 40 (Subrayado persona l·
supervisión médica, en condiciones de higiene ysin te
mer la aplicación de las leyes sobre los narcóticos','Esta idea, adaptada de centros similares creados enlugares como Suiza, Alemania, los PaIses Bajos, yEspa.
ña -donde se les conoce como 'narcosalas'-, con todoy la simpatra que pueda despertar, es un mero paliatIvo,pues al ser sólo de alcance local su Impacto es restringido. Lo radical ydecisivo está en otra parte: en lo Inter·nacional para que su impacto sea global. Ala vigilanciauniversal que pretende imponer los EU, que por cierto
considera aquellos centros como una amenaza,' debería oponerse una educación global que posibilite el uso
de las drogas sin sus abusos. Obvia decir que esto Implica debatir y decidir sobre algo mucho más complejo:el sistema en el que vivimos. Ojaiá lo hagamos pronto.•
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