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�Elementos para una sociología de la corrupción en Honduras

� Colección ética e integridad para el desarrollo

Consejo Nacional Anticorrupción

�Elementos para una sociología de la corrupción en Honduras

Elementos para una sociología de la

corrupción en Honduras

Rolando Sierra Fonseca

� Colección ética e integridad para el desarrollo

Consejo Nacional Anticorrupción (CNA), �007.Tegucigalpa, Honduras

Este documento ha sido elaborado con el apoyo financiero de la Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo (ASDI). En ningún momento debe considerarse que los análisis y propuestas del mismo expresan la opi-nión oficial de ASDI.

Supervisión de edición, diseño y diagramación: Tania C. Martínez

Edición: Leda Chávez

Diseño de portada: Marla Lozano

Diseño y diagramación: Hektor Varela

Impreso en: Publigráficas S. de R. L.

Colección Ética e Integridad para el Desarrollo

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Consejo Nacional Anticorrupción“Levantemos los muros de la integridad”

364.132.3 Sierra Fonseca, RolandoS57C.H. Elementos para una sociología de la corrupción en Honduras/Rolando Sie-

rra Fonseca. --[Tegucigalpa]: Consejo Nacional Anticorrupción/[Publigráficas], [2008] �� p. Bibliografía al final de la obra ISBN: 978-99926-727-6-1 1.- CORRUPCIÓN. 2.-ADMINISTRACIÓN PÚBLICA-CORRUPCIÓN

5Elementos para una sociología de la corrupción en Honduras

Índice

Presentación .................................................................................................... 7

introducción ..................................................................................................... 9

�. Hacia una comprensión del concepto de corrupción .......... ��

�. La corrupción como constante histórica de Honduras ....... �7 �. Tres análisis sociológicos de la corrupción en Honduras .. 19

4. Consideraciones finales .................................................................... 29

Bibliografía .................................................................................................... ��

� Colección ética e integridad para el desarrollo

7Elementos para una sociología de la corrupción en Honduras

Presentación

El Consejo Nacional Anticorrupción (CNA) atendiendo a su mandato de ley de “Proponer políticas, estrategias y planes de acción para prevenir y combatir la co-rrupción en Honduras” ha iniciado un proceso de de generación de conocimiento y análisis propositivo en torno a estudiar a fondo el fenómeno de la corrupción en Honduras, tanto en sus causas y consecuencias, así como un seguimiento y eva-luación permanente de las estrategias e instituciones contraloras del Estado de Honduras para conocer su desempeño y desafíos con el fin de buscar los cambios necesarios para lograr mayor eficiencia y eficacia en la lucha contra la corrup-ción.

Consientes de que hay que convertir la lucha contra la corrupción en un reclamo ciudadano de alcance nacional que provoque una coyuntura óptima para poner en funcionamiento un sistema que, con la dosis adecuada de voluntad política, disminuya significativamente las motivaciones y oportunidades para cometer ac-tos de corrupción, es que ofrece a los ciudadanos y ciudadanas, la presente Co-lección, gracias al apoyo de la Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo (ASDI), denominada Ética e Integridad para el Desarrollo, como un insumo y una herramienta analítica y propositiva para que la ciudadanía cuente con el conocimiento necesario para participar de manera consciente e informada en la lucha contra la corrupción.

8 Colección ética e integridad para el desarrollo

Los trabajos publicados en esta colección son parte de la labor de investigación y análisis que realiza el CNA, pero quiere ser también un espacio de publicación para todos aquellos ciudadanos y ciudadanas que actualmente están estudian-do este fenómeno y presentan propuestas para su comprensión y erradicación. Siendo el CNA una instancia de sociedad civil quiere fortalecer la capacidad de sus organizaciones para demandar y generar mayor capacidad propositiva por la transparencia en Honduras. Por ello, esperamos que los trabajos aquí publicados respondan a las expectativas y requerimientos de conocimiento e información de la ciudadanía en los temas para fortalecer una ética e integridad para el desarrollo en nuestro país.

Juan F. FerreraCoordinador del CNA

9Elementos para una sociología de la corrupción en Honduras

Introducción

Los elementos que se caracterizan en este trabajo se ubican dentro de lo que podría llamarse una sociología de la corrupción, ya que analiza el aspecto sociológico e histórico que sobre este tema se ha realizado en Honduras.

En este contexto, la corrupción apa-rece como un hecho de gran significa-do para la historia de Honduras, en el sentido de que todos los procesos de reforma emprendidos a lo largo de su vida como nación han sido inconclu-sos, entre otras causas, debido a un hecho de corrupción.

Así, dado que la corrupción como fenó-meno nacional ha sido objeto de reflexión sociológica en Honduras, en este trabajo se analiza la obra de tres importantes pensadores hondureños: Ramón Rosa, Marcos Carías Reyes y Filánder Días Chávez.

Sobre este tema, durante los últimos quince años se ha percibido la corrup-ción como uno de los principales pro-blemas que afectan al país; al respecto, en una encuesta de opinión realizada en 1993 sobre los problemas más sen-tidos por los hondureños y hondure-

ñas, se destacó a la corrupción como el principal, sobreponiéndola al acceso a salud, educación o la seguridad ciuda-dana (CONAPRODEH, COHEP, UNICEF, 1993).

Actualmente, en diversos estudios de opinión, la corrupción continúa apare-ciendo como uno de los mayores pro-blemas que tiene que afrontar el país. En tal sentido, es importante notar que en Honduras desde 1982, con el retor-no a la democracia, la denuncia del fe-nómeno ha venido en aumento.

Para el caso, en un estudio realizado en 1995 sobre la democracia y la co-rrupción en Honduras, se destacaba que entre 1982 y 1994 se habían dado 3,919 denuncias formales de casos de corrupción (Salomón, et al, 1995).

Esto, que puede ser indicativo del au-mento de los niveles de denuncia, se ha visto aparejado a un proceso de diver-sificación del escenario de la corrup-ción. de modo que en este proceso de expansión nuevas instituciones se han visto involucradas en casos de corrup-ción, tanto en el sector estatal como en un número significativo de organiza-

�0 Colección ética e integridad para el desarrollo

ciones de la sociedad civil. Sin embar-go, en este debate los casos de corrup-ción han sido utilizados principalmen-te como mecanismos de persecución política o de aprovechamiento mediáti-co con matices sensacionalistas contra individuos de la política del país.

En consecuencia, aún cuando por par-te del gobierno se han creado ciertas

instancias de control, éstas no han ac-tuado en forma sistemática y coordi-nada, quedándose muchas veces las denuncias detenidas en los entes con-tralores sin llegar a las instancias judi-ciales competentes. Como resultado de esta situación, los casos de corrupción se abordan más en los espacios de los medios de comunicación que propia-mente en el sistema de justicia.

��Elementos para una sociología de la corrupción en Honduras

Una de las manifestaciones más claras de la actual sintomatología moral en Honduras lo constituye el problema de la corrupción, lo cual se materializa mediante la habitualidad con que los casos de corrupción se presentan en cualquier ámbito social, esto demues-tra que ya existe una fuerte generaliza-ción del fenómeno.

No obstante, no se trata de algo nuevo en el país, pues los actos de corrupción aparecen con el mismo Estado colonial (Chavarri, et al, 2005); lo que pasa es que hoy día se vive un aumento de la fiscalización y el control, así como una expansión mediática que ejerce pre-sión sobre las diversas instituciones. Lo nuevo en este contexto es el recla-mo para que no haya más corrupción.

En el mundo antiguo las relaciones so-ciales se basaban en dos principios: primero, la reciprocidad (dar algo a cambio de algo, generalmente regalos); segundo, el poder absoluto de la mo-narquía (donde los recursos eran del rey y no se concebía el espacio de lo público). Pero, con el surgimiento de

Hacia una comprensión del concepto

de corrupción

la democracia es que se instala la idea de lo público, de modo que los bienes públicos pertenecen a la ciudadanía y quienes los manejan son simplemente administradores.

Es en este marco que nace el concepto moderno de corrupción. Para países como Honduras, que recién comienzan a transitar por la democracia, se hace pertinente el abordaje riguroso de este concepto; así, para ello se propone una distinción básica a partir de la cual se comienzan a aclarar los posibles usos y aplicaciones del concepto.

En su sentido más general, el concepto de corrupción hace referencia a la des-composición, pérdida de la naturaleza original, degeneración y hasta perver-sión de algo. Es por ello que suele decir-se que un ser vivo se corrompe cuando pierde su naturaleza, se convierte en algo distinto y acaba “oliendo mal”.

En el plano de las actividades sociales, un gran número de éstas han venido desvirtuándose y están contaminadas, porque se encuentran en estado de

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�� Colección ética e integridad para el desarrollo

descomposición. En consecuencia, des-de este sentido amplio de corrupción hay que explicar cómo opera su proce-so en el ámbito social.

La corrupción, en un sentido más es-pecífico, es la pérdida de legitimidad y credibilidad de las actividades sociales mediante la inversión de la prioridad de bienes, en la que los externos (di-nero, prestigio y poder) terminan im-poniéndose sobre los internos (fines últimos que dan sentido a la existencia humana).

Ahora bien, ¿cómo se produce esta in-versión de bienes en cada ámbito de las actividades sociales? La respuesta a esta pregunta es justamente el paso a una perspectiva de la corrupción en un sentido restringido y habla de éste porque cada ámbito de actividad social presupone una serie de hábitos muy puntuales que configuran y modulan aquellos actos que se enmarcan como corruptos.

Sin embargo, aunque los actos corrup-tos pueden estar mediados por pro-cedimientos de corte administrativo, organizacional, decisorio o legal, la na-turaleza de los mismos tiene una con-figuración propia según sea si el acto corrupto proviene del ámbito empre-sarial (sobornos, evasión, defrauda-ción); público-administrativo (cohe-cho, nepotismo, peculado, falsedad); o profesional (mala praxis, negligencia). Por ello, para precisar más este sentido

restringido de corrupción, es impor-tante analizar lo que es la corrupción en los distintos ámbitos de las activi-dades sociales.

La idea intuitiva de corrupción es la del funcionario público que, abusando de su autoridad o recursos a su dispo-sición, obtiene un suplemento salarial pagado discreta o generalizadamente por el sector privado. Es decir, el agen-te público privatiza en su favor un mo-nopolio público y legal, mientras que el agente privado necesita de la inter-vención, no intervención, presencia o ausencia del funcionario y así convier-te su función en una unidad de maxi-mización económica o política priva-da. La oportunidad de la corrupción está en función tanto del tamaño de las oportunidades económicas bajo control del funcionario público, como también de su discreción para deci-dirlas y del margen de control que le imponen.

Solamente en sociedades muy primi-tivas la legislación no establece para los agentes públicos limitaciones más o menos precisas de su arbitrio perso-nal y códigos más o menos minuciosos de probidad para su comportamiento público y privado, de modo que existe una presunción de “ánimo felónico” en los comportamientos sospechosos. Como el servicio público procura satis-facer, por definición, el interés general y no las apetencias de un sector o de individuos, todo proceder en esta úl-

��Elementos para una sociología de la corrupción en Honduras

tima dirección, ya sea activo o pasivo, viola y degrada el orden cívico.

Claro que los códigos de conducta son a menudo superados por prácticas ge-neralizadas que diferencian la “plata limpia” (proveniente de la actividad económica subterránea no desenfada-damente criminal) de la “sucia” (que sería más ‘ilegítima’), así como los arre-glos clandestinos de distribución de ambas (Agatiello: �00�).

Esto revela, más allá de la falta de res-peto por la ley y la autoridad, un déficit ético-moral. El derecho y la economía brindan herramientas relativamente efectivas para atacar esas instancias de corrupción, interpretándolas auténti-camente y en un sentido restringido.

Así, después del esbozo hecho en los párrafos anteriores sobre las definicio-nes del término corrupción, para efec-tos de este trabajo se entenderá por corrupción “toda acción, omisión, vicio o abuso que desvía las obligaciones le-gales y éticas de una función pública hacia objetivos privados, individuales o de grupo, de beneficio económico, social o político”. Esta definición inclu-ye, interpretando la corrupción en un sentido amplio, la violación de normas legales (o éticas) que prohíben (des-autorizan) el ejercicio de influencias indebidas (impropias). En términos de política pública, la privatización de bie-nes o beneficios públicos que resultan del hecho mismo o de los efectos de la

corrupción, distorsiona la decisión y la asignación de los beneficios o correcti-vos previstos.

En este caso, dado que la política es un juego público de reglas y procedimien-tos de asignación de funciones o bene-ficios, sus actores, además de ganar o perder, frecuentemente manipulan las percepciones y expectativas generales de acuerdo con los intereses que les incumben. Por eso es tan difícil deslin-dar los casos de corrupción efectiva, del enjambre de escándalos y medias verdades que producen las pugnas de intereses económicos, políticos y de fi-guración pública.

A partir de estas consideraciones, en este trabajo se presenta la tesis de que para analizar la corrupción en Hondu-ras hay que verla como un fenómeno estructural, trasversal, sistémico, con-ductual y globalizador; por lo tanto, hay que entenderla en toda su complejidad y profundidad a fin de diseñar e imple-mentar una estrategia anticorrupción integral a corto, mediano y largo plazo que sea realizable, medible, creíble y eficaz.

Asimismo, hay que señalar que tam-bién existen diversos tipos y formas de corrupción y entre las más comunes sobresalen las siguientes:

a. Cohecho: consiste en el uso de dá-diva o promesa para que un funcio-nario público incurra en conducta

�� Colección ética e integridad para el desarrollo

delictiva en el ejercicio de su cargo o reciba dinero para ejecutar algún acto obligatorio de su oficio no su-jeto a remuneración.

b. Nepotismo: radica en la concesión de empleos sobre la base de vín-culos de parentesco o amistad, en vez de méritos. Aquí destaca como ejemplo la forma en que son nom-brados los maestros por parte del Ministerio de Educación Pública o el hecho de que algunos de los mi-nisterios del Estado estén contro-lados por algunas familias.

c. Malversación de fondos públicos: es la sustracción, el uso indebido o el empleo arbitrario de los cauda-les públicos en una aplicación di-ferente de aquella a la que estaban destinados. ésta es probablemente una de las formas de corrupción más visible en la historia de Hon-duras, desde el gran escándalo del préstamo hecho al gobierno de in-glaterra a mediados del siglo pasa-do para construir un ferrocarril na-cional (préstamo que nunca llegó al país y que se terminó de pagar hasta 1951), pasando por los es-cándalos de sobornos y desvíos de fondos de la Corporación Nacional de desarrollo e inversiones (CO-NAdi), hasta los reiterados desvíos de fondos públicos para financiar campañas políticas.

d. Soborno: es cuando un ciudadano o una organización entrega, direc-ta o indirectamente, a un servidor

público determinada cantidad de dinero con el propósito de obte-ner una respuesta favorable a un trámite o solicitud, independiente-mente de si cumplió o no con los requisitos legales establecidos.

e. Fraude: es cuando servidores pú-blicos venden o hacen uso ilegal de bienes del gobierno que les han confiado para su administración.

En resumen, todas estas formas de co-rrupción socavan el desarrollo demo-crático, dificultan el desempeño de las instituciones públicas y el uso óptimo de los recursos; además, fomenta el encubrimiento y las restricciones y, en última instancia, les niega a los miem-bros más vulnerables de la sociedad el desarrollo y la posibilidad de una me-jor calidad de vida.

Sin embargo, ante toda esta negatividad, en teoría se podría controlar la corrup-ción de manera autoritaria y dictato-rial, pero esta solución sólo puede ser temporal, porque los gobiernos totali-tarios declinan inexorablemente hacia la corrupción y otros abusos del poder. Por esta razón, en cualquier proceso de reforma sustentable es crucial promo-ver la integridad nacional en términos globales, ya que al elevar los niveles de integridad nacional se puede reducir la corrupción; en conclusión, este enfo-que es vital si se han de sostener otros esfuerzos para promover el desarrollo equitativo y sostenible.

15Elementos para una sociología de la corrupción en Honduras

Pero, a pesar de todas las considera-ciones anteriores, la corrupción hoy en día ha superado todas las barreras del tiempo y del espacio; es por este mo-tivo que el estudioso de la política en algún momento se plantea si lo que pa-rece ser una manifestación de disfun-ción social no es, en el fondo, un factor

de estabilidad política alimentado por los vigorosos motores de la codicia y el miedo que normalmente acompañan al poder. Para avanzar en esa interpre-tación, puede encontrarse un aliado idóneo en el método del análisis histó-rico y sociológico.

�� Colección ética e integridad para el desarrollo

�7Elementos para una sociología de la corrupción en Honduras

La corrupción no es un fenómeno re-ciente en Honduras, su historia está marcada por sonados casos que han afectado las bases del tejido social y han debilitado la eficiencia estatal. Por ejemplo, siguiendo la investigación his-tórica realizada por María de los Án-geles Chaverri sobre la historia de la corrupción en Honduras, se reconoce que: “La corrupción existe y ha existi-do en Honduras al menos desde que empezó su vida estatal en el periodo colonial” (Chaverri, et al, 2005: 66).

La verificación de tal enunciado se da en la medida que la corrupción esta-tal aparece como un hecho repetido a lo largo de la historia del país y que abarca al Estado colonial, republicano, dictatorial, militar y al democrático. Es decir, que ya es una característica en la historia nacional el que todos los pro-cesos de reforma estatal y social hayan sido siempre inacabados justamente por la deslegitimación que siempre pro-vocó la corrupción. Para el caso, se pue-de mencionar el proceso de la reforma liberal emprendida por Marco Aurelio Soto y Ramón Rosa en el siglo XIX o el

reformismo militar de Oswaldo López Arellano en el siglo XX que no consi-guieron completarse (Sierra: 2005).

En la tarea de impulsar el capitalismo durante el siglo XIX, el Estado asumió abiertamente una postura oligárquica y privatista, se esmeró en la concesión de prebendas, incentivos y estímulos sin exigir contrapartidas a las elites oligárquicas y a las compañías extran-jeras; todo esto sumado al hecho de que la selección de tales beneficiarios dependió siempre de criterios particu-lares, al margen de las reglas de com-petencia y de igualdad de oportunida-des.

de acuerdo con el estudio citado de Chaverri, es posible establecer una se-rie de tendencias que parecen ser de larga duración en el comportamiento del fenómeno de la corrupción en el país (Sierra: 2005). En primer lugar, lo particular siempre ha prevalecido sobre lo público. Los diversos actos de corrupción narrados a lo largo de la historia del país han representado un asalto permanente a la república, debi-

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La corrupción como constante histórica

de Honduras

18 Colección ética e integridad para el desarrollo

litándola no sólo por el hecho mismo de la dilapidación de sus recursos, sino porque históricamente ha tenido que destinar sus escasos ingresos para el control formal de la corrupción y dis-minuir la asignación de recursos para el desarrollo del país. En segundo lu-gar, puede establecerse que la relación entre la política y el Estado se ha basa-do en el clientelismo, expresión clara de una estructura política que propicia y reproduce la corrupción. En otras pa-labras, el clientelismo es una respuesta a la necesidad básica de protección y seguridad de las personas que ha le-gitimado en gran medida las prácticas de corrupción. En tercer lugar, lo que caracteriza la historia de Honduras es un proceso lento y nunca acabado de construcción de un Estado de derecho, lo que ha limitado, entre otros aspec-tos, la consolidación de un Poder Judi-cial independiente y eficiente. De aquí que uno de los mayores problemas de la corrupción estatal haya sido la im-punidad, a raíz de la fragilidad del sis-

tema de justicia y del Estado de dere-cho en general.

Estas tres tendencias que han marcado la dinámica y orientación de la historia hondureña con relación al problema de la corrupción, a su vez han propicia-do condiciones para que en el país se haya desarrollado un proceso de cap-tura del Estado por parte de los grupos fácticos. Al respecto, la captura del Es-tado puede entenderse como la posibi-lidad de “satisfacer intereses políticos o económicos particulares afectando el cumplimiento de responsabilidades públicas de interés colectivo y de la moral social … Es un tema que recorre transversalmente el Estado y es una vi-sión mucho más amplia, más poderosa y más efectiva para describir lo que es la corrupción, porque tiene unas preci-siones y unas especificaciones y unas maneras de actuar que van mucho más allá de lo que penalmente planteamos y conocemos como corrupción” (Sie-rra: �00�:�).

19Elementos para una sociología de la corrupción en Honduras

Al ser la corrupción una constante en la historia de Honduras, ésta ha sido objeto de análisis y reflexión de los principales estudiosos de la realidad nacional desde diferentes enfoques y marcos teóricos, tales como los realiza-dos por el positivismo de Ramón Rosa, el historiador de Marcos Carías Reyes y el marxista de Filánder Díaz Chávez.

La corrupción y la debilidad institu-cional: Ramón Rosa

El primero en hacer un ensayo de aproximación a la sociedad hondureña fue Ramón Rosa con su trabajo: Consti-tución Social de Honduras (1880), obra que representa el esfuerzo más signi-ficativo durante el siglo XIX por com-prender el estado social y político de Honduras. Su propósito fue elaborar un diagnóstico de la sociedad hondu-reña a fin de impulsar un nuevo pro-grama político, económico y social.

Rosa define la sociedad hondureña como una sociedad en transición; una transición que no es otra lectura que la hecha por Domingo Sarmiento en

Facundo, como el paso de la barbarie a la civilización. Para Rosa, Honduras era una nación en donde “no tienen reconocida importancia los grandes intereses de la ciencia, del comercio y de la industria; por precisión lógica, la actividad social que no puede obrar sobre el vacío, se concentra, por decir-lo así, en la esfera de los instintos o de los principios políticos; y he aquí por qué, a nuestro juicio, los pueblos más dados a la política son los más atrasa-dos, los más faltos de riqueza, de ilus-tración y de prosperidad. En ellos la política no es un ramo concreto de la actividad social, en ellos, la política es casi toda la vida de la nación: forma el pensamiento de todos los días, de to-das las horas, de todos los momentos y sus tendencias, trabajos y soluciones embargan casi en absoluto la atención pública, cifrada las más veces en la sa-tisfacción de egoístas pasiones” (Rosa: 1982: 200).

Para Rosa, el predominio de la pasión sobre la razón es lo que hace que la his-toria de Honduras se caracterice por la barbarie, el fanatismo, la inestabilidad,

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Tres análisis sociológicos de la corrupción

en Honduras

�0 Colección ética e integridad para el desarrollo

las guerras, como si “se haya erigido un templo a la política en donde, por instinto ciego, se ha adorado a muchos ídolos que han dispensado los benefi-cios de las perturbaciones, de las re-voluciones que, como el Saturno de la fábula, devoran a sus propios hijos. de aquí nuestros campos yermos y blan-queados de cadáveres” (Rosa: 1982: �0�).

En este contexto es que aparece para este autor la corrupción como uno de los mayores problemas que tiene que afrontar el Estado y la sociedad, preci-samente por la debilidad institucional del país. La visión histórica y social de Rosa parece quedar ratificada por la época que le tocó vivir, a la cual inter-preta partiendo, principalmente, del esquema histórico formulado por el positivismo comtiano.

La anarquía, secuela de la independencia que podía ser comprendida de acuerdo con el patrón de inestabilidad y progre-so, causaba la debilidad institucional y su consecuencia fue la corrupción que caracterizó a la época metafísica del esquema comtiano. Ello anunciaba, sin embargo, el advenimiento de la era fi-nal con el imperio de la razón positi-va y su capacidad de conciliar orden y progreso.

Ni el período colonial, ni el inestable interregno post independencia, podían ser considerados como asiento y ori-gen del vínculo social con una base

institucional sólida que recién vendría a tomar forma tras la elaboración defi-nitiva de las coordenadas instituciona-les adecuadas a la época racional que se avecinaba.

Por mucho que hayan existido varia-ciones en el esquema interpretativo propio de los forjadores de la institu-cionalidad nacional del siglo XIX e ini-cios del XX, su base común fue la con-vicción de que el mundo colonial que constituyó los elementos de una socie-dad basada en la corrupción y; por lo tanto, que ésta sólo podría combatir-se a partir del fortalecimiento de una base institucional racional:

“La dignidad de la mayoría honrada y sensata de nuestro país y sus más vi-tales intereses, exigen la organización de su agrupación política, disciplinada, sujeta a principios y reglas de conduc-ta bien definidos, y poseedora de una fórmula que, en síntesis, represente un sistema, un conjunto armónico de prin-cipios, de propósitos y de aspiraciones que se afirmen en un juicio exacto so-bre nuestros antecedentes y modo de ser actual, en una palabra, sobre nues-tra constitución social; y que a la vez tengan siempre como fin primordial el mayor orden posible, el mayor progre-so posible y la mayor aproximación po-sible al ideal de la verdadera república basada en el trabajo y en la educación de todos los ciudadanos y en el cumpli-miento de las más amplias y efectivas libertades” (Rosa: 1982:202).

��Elementos para una sociología de la corrupción en Honduras

El modelo de una sociedad cuyo vín-culo social se ha perdido debido a la corrupción y, por ende, requiere ser restaurado en el plano institucional, ha constituido el punto de arranque para un análisis histórico referido a la cons-titución del Estado nacional. Pero, no debe olvidarse que en América Latina la discusión en torno al surgimiento de los Estados nacionales se da a partir del fraccionamiento del imperio hispá-nico de ultramar, razón por la cual se ha debido abordar la tarea de explicar los difíciles trances por los que atrave-só el intento por constituir el Estado, así como los no menos difíciles que lle-van al surgimiento de un sentimiento de identidad nacional, capaz de gene-rar una conciencia de lo público, como forma de eliminar la visión patrimo-nialista y clientelista del Estado.

La corrupción y la guerra civil: Mar-cos Carías Reyes

Un análisis con características simila-res al que hemos comentado de Ramón Rosa no se vuelve a encontrar en la bi-bliografía nacional sino hasta 1942, cuando Marcos Carías Reyes publica: Consideraciones sobre aspectos históri-cos y sociales de Honduras1.

En este documento, la reflexión sobre Honduras que hace Marcos Carías Re-yes se inscribe en la línea de la com-prensión de la sociedad hondureña emprendida por Ramón Rosa, que se

propone determinar cómo las causas de la inestabilidad social y política de Honduras favorecen el fenómeno de la corrupción y dificultan la entrada a una senda de progreso.

Para Carías Reyes, el problema central que enfrenta Honduras como sociedad es la guerra civil: “...bruscamente salta ante nuestra atención un hecho repe-tido con desconcertante frecuencia: la guerra civil” (Carías: 1942: 9).

Para este autor, la guerra es el dato his-tórico-social sobresaliente; el “suceso primario, constante y que obligatoria-mente llama la atención del que revisa o estudia la historia patria, es la guerra civil. Guerra civil produciéndose con exactitud cronométrica en fechas casi inmediatas. Empleando un término bastante crudo y un poco hiperbólico, pero que dé una idea de la brutalidad del hecho, podríamos decir: aún no se habían corrompido los cuerpos de los exterminados en una revuelta fra-ternal, cuando ya nuevos caídos iban a reunirse con ellos y a bañarlos con su sangre fresca en la inhospitalaria soledad de nuestros cerros ásperos o la sombra confortante de las arbole-das que bordean los arroyos”(Carías: 1942:9).

La verificación de este hecho históri-co representa para Carías Reyes la si-guiente problemática: “¿Se debe ape-lar a la guerra civil como instrumento

1. Carías Reyes, Marcos. Consideraciones sobre aspectos históricos y sociales de Honduras.

�� Colección ética e integridad para el desarrollo

para la conquista del poder público?” (Carías: 1942:10) y, por ende, a la co-rrupción.

La guerra civil está presente en Hondu-ras desde la constitución como Estado independiente en 1821. Desde esta fe-cha, expresa Carías Reyes: “...el plomo abrió surcos en la tierra centroameri-cana” (1942:4), provocando que esta región se convirtiera en un “Estado fraccionado, ocupado por una misma nación” (Carías: 1942: 7) .

Así, para comprender el fenómeno de la corrupción en Honduras, Carías Re-yes destaca tres factores a tomar en cuenta: el proceso mismo de la con-quista, la rebeldía del hondureño y el personalismo y romanticismo político. Asimismo, para ahondar en este tema, se remonta al período colonial con su carácter anárquico y caudillesco, que imposibilitó la creación de institucio-nes con capacidad de control sobre el proceso mismo de conquista y que, por lo tanto, favoreció las prácticas corrup-tas de la administración pública.

de ahí que el otro factor importante para comprender la corrupción de la sociedad hondureña es la dialéctica de rebeldía y sumisión del pueblo. La re-beldía, como se verá posteriormente, es uno de los elementos que destaca Filánder Díaz Chávez para compren-der la inestabilidad de Honduras. No obstante, para Marcos Carías Reyes, la rebeldía es un hecho en la historia na-cional que “ha sido a veces disculpado

y glorificado como una manifestación de la ira popular que encontró resis-tencia en el Poder Ejecutivo para la realización de su voluntad expresada por el sufragio; y que el incumplimien-to de alguna o algunas leyes y la apli-cación de castigos indebidos a muchos ciudadanos, precipitó la guerra civil.

Así ha ocurrido evidentemente en al-gunos casos. Pero, a la inversa, también muchos hondureños se han rebelado contra un gobierno legalmente cons-tituido o para impedir la transmisión del poder después de las elecciones practicadas conforme a la ley” (Carías, 1942: 11).

A la rebeldía hay que sumarle el perso-nalismo como un factor de peso para comprender la corrupción de Hondu-ras. Sin embargo, para este autor la rebeldía de las masas o del pueblo se inscribe en una acción colectiva que se caracteriza más bien por la inocencia y la dominación del caudillo sobre las masas: “Las masas aportaron a nuestras ‘revoluciones’ su enorme caudal de san-gre, desinteresadamente, ingenuamen-te, quijotescamente. Muchos hombres dirigentes llevaron a la política y a la guerra civil más que el idealismo, más que ansias de realizar doctrinas inno-vadoras, más que altruismo patriótico, llevaron su egoísmo, su YO abultado y crecido por la adulación de sus parcia-les y por la egolatría; llevaron su deseo de lucro y su pasión de sobreponerse al odiado adversario” (Carías: 1942: ��-��).

��Elementos para una sociología de la corrupción en Honduras

Según Carías Reyes, otro factor deter-minante para comprender la corrup-ción del país es el romanticismo políti-co: “...las masas han padecido en Hon-duras de una especie de romanticismo político, preludiando la locura bélica” y enfatiza que Honduras ha de curar-se de ese “romanticismo político, des-ordenado y conceptista” para poder construir una nación organizada, con instituciones robustas y con fortalezas humanas contrarias al problema de la corrupción.

La conclusión de este autor es que la corrupción ha sido la expresión “lógica y periódica —fenómeno mortal— de un estado social de atraso en todos los órdenes de la actividad humana: el político, el científico, el industrial, el económico, el artístico. El factor racial, el geográfico, el hereditario, el tradi-cional, contribuyeron a la presencia de dicho estado social de atraso. Y como no poseía actividades diferentes para distraer sus ocios o para volcar en ellas sus reservas de energías espirituales y fisiológicas, el hondureño se dedicaba con apasionamiento tropical y devo-ción medieval a la política personalis-tas y a la guerra doméstica y a la co-rrupción, su consecuencia inmediata” (Carías: 1942: 16).

Para Honduras, la posibilidad de rever-tir esta tendencia histórica reside en un cambio profundo de mentalidad y en el ejercicio real de la ciudadanía por parte del pueblo hondureño, el cual “debe aceptar transformaciones pro-

fundas derivadas de una larga o peren-ne situación de paz. El hondureño debe educarse en el uso de las libertades que sus leyes le otorgan y en el ejercicio de las funciones del gobierno. desechar el culto del libertinaje, la pasión de la demagogia, el desprecio por la labor manual, el desconocimiento del traba-jo intelectual y de la misión educativa. El gobierno de la nación debe ser para hombres preparados y el pueblo ha de saber escogerlos entre aquellos que sean altruistas, capacitados, probos y dinámicos” (Carías:1942: 18). La corrupción y la estructura econó-mica: Filánder Díaz Chávez

Es, precisamente, el problema de la corrupción en el marco de la integra-ción social el que aborda Filánder Díaz Chávez en su valioso ensayo: Sociología de la desintegración regional y del sub-desarrollo (1972), que en nuestra opi-nión es, hasta ahora, el mayor esfuerzo que se ha hecho por comprender y ex-plicar la constitución o integración so-cial de Honduras. En dicho ensayo, a lo largo de cerca de seiscientas páginas, el autor estudia la ciencia sociológica, el proceso de integración, define la so-ciología regional de la desintegración, la dialéctica de la geografía y la dialé-ctica interna de la historia, la contra-dicción regional externa, el espacio tensor, la sociología bárbara y la teoría de la integración regional.

Se trata de una de las pocas obras escri-tas en Honduras desde una perspectiva

�� Colección ética e integridad para el desarrollo

abiertamente marxista, tanto en el uso del lenguaje como en las categorías de análisis. El mismo Díaz Chávez define este libro como un análisis sociológico, pero sobre todo es: “...en no menor gra-do, una doctrina sobre el subdesarro-llo del país hondurense (sic) del istmo centroamericano”(Díaz Chávez: 1972: ��).

La tesis del autor sobre ciertos aspectos sociales de la realidad hondureña es la siguiente: “Los hombres para producir contraen determinados compromisos o relaciones con el objeto de transfor-mar la naturaleza a través de instru-mentos. Esas relaciones de producción se llevan a cabo mediante el lenguaje, que, como se sabe, presupone relacio-nes sociales. Se puede concluir que la conciencia social, siendo un reflejo del mundo exterior adquirido a través de la producción social, involucra en su estructura las relaciones de produc-ción y, de igual manera, éstas se hallan implícitas en el lenguaje. Entonces, si las relaciones de producción cambian, igualmente cambia la conciencia social y el modo de expresarla, el lenguaje” (Díaz Chávez: 1972:391).

Para este autor los hondureños no han logrado desarrollar un alto grado de conciencia social y moralidad, es decir, de nacionalidad: “Una notable desin-tegración nacional es porque existen fuerzas internas y externas que pro-vocan su desfiguración económica”. Asimismo, sostiene en su ensayo que:

“La desintegración es la ausencia de una conciencia nacional, cuyo fondo se encuentra en las seculares raíces de esas viejas estructuras y que opera como activo agente de desintegración, el hambre igualmente secular de nuestro pueblo” (Díaz Chávez: 1972: 391).

Las condiciones de pobreza que han ca-racterizado a Honduras a lo largo de su historia han sido el caldo de cultivo de los problemas sociales y, sobre todo, de la conducta disociadora, así como, en muchos casos, la escasa acción colec-tiva del pueblo hondureño, que no es otra cosa que la expresión de la inesta-bilidad política. Al respecto, para díaz Chávez la conducta social disociadora es la tensión que se produce: “...de la rebeldía a la explotación. En esa pugna contra la explotación encontramos una de las bases para explicar las innume-rables revueltas, erróneamente llama-das revoluciones, que en el pasado han paralizado al país, como también la fundamentación del comportamiento anárquico del hondureño en sus rela-ciones de trabajo” (1972: 391).

Esta continua relación hambre-rebel-día tiene como causa un tronco común de idénticos males: “...una economía agraria deformada, proveniente del latifundismo feudal heredado de la co-lonia” (Díaz Chávez: 1972:392). Tanto el colonialismo como el neocolonialis-mo son para díaz Chávez negación de la nacionalidad. El neocolonialismo es la variable externa que impide la

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constitución de un sentimiento común; pero esta desintegración y ausencia de nacionalidad también tiene como causa una serie de variables internas, que es preciso considerar: “...un alto grado de anarquía, pero aún más de la frustración, como expresiones más o menos elaboradas del hambre y la re-beldía a la explotación. Empero, en la frustración se hallan los fundamentos del alcoholismo generalizado, actuan-do ulteriormente como artificio para fugarse del medio ambiente opresor. Además, en una etapa paralela, la anarquía condiciona la corrupción administrativa”.

La anarquía y la frustración, con sus respectivas secuelas de corrupción ad-ministrativa y alcoholismo, condicio-nan, para díaz Chávez, el hecho socio-lógico más notable: “la sociología de la revolución armada”.

En la misma línea de Ramón Rosa, Mar-cos Carías Reyes y Rafael Heliodoro Va-lle, este autor centra el problema de la integración y el vínculo social hondure-ño en el tema de la guerra y, sobre todo, en la revuelta. Sin embargo, a diferen-cia de Rosa y Carías Reyes, Díaz Chávez ubica el problema de la desintegración social hondureña en la tensión que se da entre la rebeldía y la explotación, especialmente por la base material de una economía agraria deformada por el escaso acceso de los hondureños a la propiedad de la tierra.

Sobre esta base, Díaz Chávez constru-ye una compleja matriz de interpre-tación de la sociedad hondureña que denomina “el proceso de sociología bárbara”. En efecto, considera que la colonización representa la entroniza-ción en Honduras de la esclavitud y del feudalismo que liquidaron lo que él llama “la conciencia social alegre de los antepasados mayas”. La pérdida de la propiedad colectiva por parte de los indígenas ha implicado que la es-tructura socioeconómica de Honduras haya tenido escaso desarrollo sobre la base de una población explotada y con una gran concentración del poder eco-nómico en una oligarquía nacional.

En este contexto, el problema de la pro-piedad de la tierra ha originado en Hon-duras un espacio tensor, es decir, un: “...ascenso de la explotación feudal de la tierra, las crecidas tasas de alquiler de casas, la expropiación hipotecaria de grandes sectores de la población, las marchas forzosas de la movilidad geo-gráfica, la intensidad de la ley famélica, la mutilación urbana, la red caminera deficiente, etcétera, todo lo cual no es sino aumento de la proletarización de los habitantes hondureños, desintegra-ción social y económica” (díaz Chávez: 1972: 397).

Todos estos elementos anteriores nos permiten afirmar que el hambre es el hecho sociológico más significativo de la realidad hondureña, por esta razón,

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dada la estructura latifundista del país, díaz Chávez concluye que en él se apli-ca una “ley famélica” propia de las re-giones subdesarrolladas: “Ella expresa que el hambre, como hecho sociológi-co, tiene su matriz fecunda en el orden social interno, cuyas bases son el lati-fundismo y el imperialismo. Este vásta-go exuberante del estéril suelo feudal, abonado y cultivado por la sujeción a la metrópoli yanqui, la imposición de una política económica de exclusivo beneficio capitalista de la oligarquía abrazada a los monopolios extranje-ros, no sólo disminuye la talla y el peso del cuerpo famélico... sino que modela, talla y trabaja las vísceras espirituales, la estructura mental, la conducta so-cial, la tristeza secular, el alcoholismo ligado a éste, la indiferencia y la apatía, son unos pocos ejemplos de la conduc-ta conformada por el hambre crónica” (Díaz Chávez: 1972: 409).

La ley famélica, como fenómeno social, y la existencia objetiva del régimen la-tifundista-mercantil y de su penetra-ción por el imperialismo, se expresa en su forma económica en la falta de producción, en general, y en particular de alimentos. Sin embargo, para Díaz Chávez el problema principal derivado de la rebeldía contra la explotación es el alcoholismo, la corrupción y la frus-tración colectiva.

En consecuencia, la tesis fundamental de díaz Chávez es que el régimen eco-nómico subdesarrollado de Honduras

(como producto de la deformación en la tenencia de la tierra y, posterior-mente, la desfiguración capitalista in-terna y la penetración extranjera) es el causante de la injusticia social; de ahí que el hambre y la rebeldía contra la explotación son las dos consecuencias más inmediatas de esa injusticia y a su vez son dos situaciones que cata-pultan y explican el hecho social más significativo de la historia de Hondu-ras: la corrupción, las guerras internas producto de la anarquía del hondure-ño: “En un estadio más exacerbado, la anarquía, junto con la frustración, des-prendimiento directo de la raíz socio-lógica del hambre, determinan las lu-chas armadas intestinas” (díaz Chávez: 1972: 439).

En tal sentido, podemos afirmar que la inestabilidad política propia de la histo-ria del país es producto de la anarquía, la cual tiene su origen en la estructu-ra social que provoca el subdesarrollo económico. Pero, la consecuencia ma-yor de la inestabilidad política ha sido la corrupción administrativa: “A mayor inestabilidad política, mayor inmora-lidad política, y a mayor inmoralidad política, mayor inestabilidad política” (Díaz Chávez: 1972:439).

Para díaz Chávez, la constante ines-tabilidad política tiene su causa en la ausencia de una actividad económica desarrollada. Ello, a su vez, ha causado una deformación de la superestructu-ra en el expansionismo de la actividad

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política que termina definiéndose más bien por el asalto al poder de grupos oligárquicos.

de hecho, para este autor, la sociedad hondureña funciona en una especie de

círculos viciosos: estructura económica débil – hambre – alcoholismo – rebel-día – anarquía - inestabilidad política - corrupción administrativa - debilidad económica.

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29Elementos para una sociología de la corrupción en Honduras

El análisis del pensamiento de Ramón Rosa, Marcos Carías Reyes y Filánder díaz Chávez, sin duda alguna, apor-tan elementos importantes alrededor del debate actual sobre la corrupción, dado que el abordaje de ésta resulta complejo porque tiene fuertes matices ideológicos y políticos; además de que encierra un problema más de fondo, pues se utilizan cada vez menos las pa-labras que sirven para decir lo quieren decir.

No obstante, esta es una dimensión de la corrupción que es menos espec-tacular porque no hay dinero de por medio, ya que se trata de otro tipo de corrupción que es más de sentido y de valores; de esta manera, en definitiva, el problema de la corrupción y de la perversión de la palabra es un proble-ma de fondo de la democracia. El pro-blema que plantea es el de la democra-cia porque, en definitiva, la democracia es palabra y si ésta se pervierte se co-rrompe la esencia del funcionamiento de la democracia.

Sin embargo, los enfoques acerca del análisis y discusión de la corrupción como los planteados por los sociólogos

hondureños aquí estudiados, así como algunas de las estrategias para su con-trol, son eminentemente políticas. Esto explica el interés de mantener escán-dalos en la opinión pública con fines políticos y propagandísticos, pero no se cuestiona cómo este fenómeno está afectando al desarrollo socioeconómi-co del país y cuál es su relación con la pobreza y el empobrecimiento en que vive el país.

No cabe duda que la corrupción está afectando la vida democrática del país, pero, especialmente, está entorpecien-do las posibilidades de desarrollo so-cial y económico en la medida que afecta la potencialidad de crecimiento económico y de redistribución del in-greso de manera equitativa que bene-ficie a la mayoría de la población. Para el caso, en 1993, un informe del Banco Mundial demostraba con claridad que la corrupción debilitaba la efectividad de los gobiernos, los volvía ilegítimos a largo plazo y, al final, era más bien un mecanismo de concentración de la riqueza.

Por otra parte, el problema que conlle-va la corrupción en Honduras es su im-

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Consideraciones finales

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pacto en el capital social del país, enten-diendo con el término de capital social, independientemente de su perspectiva teórica, a las normas, instituciones y organizaciones que promueven la con-fianza, la ayuda recíproca y la coopera-ción dentro de una sociedad. También se define como ese activo que deter-mina la manera en cómo los actores socioeconómicos interactúan entre sí y se organizan para generar crecimiento y desarrollo, representando para mu-

chos el referente empírico más sólido de la teoría y práctica del desarrollo.

Bajo esta perspectiva, la corrupción une a la sociedad por medio de redes o te-jidos de corrupción mutua que se es-tablecen entre las personas o entre los distintos sectores sociales, pero tam-bién la desintegra porque erosiona el erario nacional o conduce a una con-centración de la riqueza que afecta a la mayoría de la población.

��Elementos para una sociología de la corrupción en Honduras

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