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EL VERDADERO NORTE DE YO-YO MA Frutillar fue uno de los 36 lugares que el más famoso de los cellistas mundiales eligió para presentar The Bach Project. Pero no todo fue música en Chile: se dio tiempo para mirar las estrellas en Paranal, interpretar canciones chilenas con niños en Renca y conversar con “Sábado” de su particular mirada sobre la cultura, la carga de ser un niño genio y su encuentro con Donald Trump. POR PAULA ESCOBAR CHAVARRÍA 6

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Page 1: EL VERDADERO NORTE DE YO-YO MA - Encuentros …...EL VERDADERO NORTE DE YO-YO MA Frutillar fue uno de los 36 lugares que el más famoso de los cellistasmundiales eligió para presentar

EL VERDADERO NORTE DE

YO-YO MAFrutillar fue uno de los 36 lugares que el más famoso de los cellistasmundiales eligió para presentar The Bach Project. Pero no todo fuemúsica en Chile: se dio tiempo para mirar las estrellas en Paranal,interpretar canciones chilenas con niños en Renca y conversar con“Sábado” de su particular mirada sobre la cultura, la carga de ser

un niño genio y su encuentro con Donald Trump. POR PAULA ESCOBAR CHAVARRÍA

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Es una tarde oscura ylluviosa en Frutillar, y Yo-YoMa se acerca con energía y en-tusiasmo al público que lo es-pera para darle la bienvenida aun recital único en que inter-pretará con maestría las Seissuites para violonchelo solo deJohann Sebastian Bach. Llevabuen ánimo, traje oscuro y cor-bata roja y, como en una coreo-grafía bien ensayada, se toma

todas las selfies y recibe todoslos regalos. Saluda a sus anfi-triones de esta noche, NicolaSchiess, presidenta del magní-fico Teatro del Lago, y Bernar-do Matte, presidente del BancoBICE, que celebra con esteconcierto los 40 años de la ins-titución.

Momentos más tarde, Yo-YoMa entra en escena en mediodel silencio y la oscuridad. Du-

rante más de dos horas, sin na-da sobre el escenario más quesu chelo, inicia un viaje intensopor las seis suites de Bach que,tres siglos después de su crea-ción, siguen cautivando y emo-cionando. “Su magia radica enun balance perfecto entre ex-ploración y seguridad”, dijoThe New York Times.

En cada lugar que se presen-ta, Yo-Yo Ma no solo se preocu-pa de su concierto, sino querealiza los ya famosos “días deacción”, en que visita lugaresinfrecuentes para un músico.Tiene un compromiso fuertecon el papel que puede jugar elarte y la cultura en la sociedadactual, especialmente en ser unmotor de cambio positivo ypuente entre culturas y disci-plinas, y destina energía, tiem-po y pensamiento en desarro-llar esa visión, explicará a “Sá-bado”. Una visión muy arraiga-da en su identidad y su historia:“Destellos de todo esto proba-blemente los sentí desde niño,como una aspiración, de cómolas cosas podrían o debieranser. Pero fue un largo proceso”.

—¿Qué es para usted la cul-tura?

—Puede ser desde nuestroshábitos de vida hasta la manerade entender el mundo. Mi másfrecuente definición es que esaquello que nosotros, como es-pecie humana, hemos inventa-do. Eso implica todo lo que te-nemos frente a nosotros: porejemplo, tu reloj, anillo, ropa,comida, todo eso lo inventa-mos. ¿Y por qué lo inventa-mos? Creo que porque nosayuda a entendernos a noso-tros mismos, a la naturaleza, alambiente alrededor de noso-tros, y a los demás —dice mien-tras le llega un café macchiatocon una hoja dibujada en la es-puma.

Su primera parada en Chiletuvo que ver con buscar res-puestas, o acaso nuevas pre-guntas, en el desierto de Ataca-

ma, donde tocó varios minutosbajo el mejor cielo del mundo, enel Observatorio Europeo Austral(ESO). Unos días antes de su vi-sita, de hecho, tomó el teléfono yhabló por cerca de media horacon la destacada astrónoma Ma-ría Teresa Ruiz. Quería que loayudara a organizar y planear suvisita al observatorio.

—Fue una de las más grandesexperiencias de mi vida —asegu-ra el músico a “Sábado”—. Puedeser el sueño de muchos estar enese lugar, ¡hay tantas reacciones!—se queda un rato meditando—.Una de las cosas que me quedépensando es que los astrónomosbuscan dónde está la luz. Perome dijeron que la población in-dígena no se fijaba en las estre-llas, sino que en los espacios en-tre ellas...

—Las formas que crea el va-cío…

—Exactamente. Entonces te-nemos un grupo de gente quemira un punto, y esa es su inter-pretación, como en los experi-mentos psicológicos, pero paraotros es algo distinto. Esa fueuna de las cosas extraordinarias.Lo otro es que este experimentoque hicieron en el observatorioALMA para fotografiar un hoyonegro tomó 15 años. Y en Paranalhay 16 naciones que ponen dis-tintos niveles de recursos deacuerdo a su PGB, pero todos tie-nen iguales derechos. Eso es algoincreíble.

—¿Una inspiración?—Es un modelo de colabora-

ción para la humanidad, un ca-mino. Además, no solo hay astró-nomos, sino ingenieros, admi-nistrativos, equipos interdisci-plinarios. Y me interesó sabercómo funciona eso. Le preguntéal administrador: ¿los astróno-mos son soñadores y los ingenie-ros, los prácticos? ¿Qué hace queellos entreguen años de su vidayendo y viniendo por dos sema-nas? Y si hacemos esto en cien-cia, ¿por qué no lo hacemos en laesfera social?

“No creo que siemprehaya querido ser uncellista. Solo lo hice, esalgo que vinonaturalmente para mí”,dice Yo-Yo Ma. En la foto,junto a los niños delcolegio Jorge AlessandriRodríguez de Renca.

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Temblores y susu-rros

El día siguiente del conciertoen Frutillar, el domingo, tomóun vuelo temprano desdePuerto Montt. Algunas perso-nas le pidieron fotos, pero engeneral el público fue respe-tuoso. Nada en él parece inti-midante ni se da aires de divo.Dicen que no hizo requeri-mientos especiales de ningúntipo. Después de aterrizar y al-morzar en Santiago, siguió consu agenda y apareció en elGAM para participar en dos ex-periencias multidisciplinariasa cargo de la artista chilenaConstanza Alarcón. Una se tra-taba de reproducir los sonidosque evocan los terremotos, através de la memoria emotivade cada cual. Los sonidos quese registraron durante la tardese fueron mezclando en el mo-mento. Cuando llegó Yo-Yo Ma,desde los parlantes —y en el es-cenario instalado al centro— se

escuchaba la sucesión de esossonidos. Él apareció con un joc-key, camisa y zapatos cómodos,y la gente espontáneamente loaplaudió mientras se improvi-saba algún tipo de protocolopara recibirlo. En la sencilla ta-rima redonda y de madera, élconversó con Constanza Alar-cón, se sacó los zapatos, se re-costó para sentir la vibraciónde los sonidos, sacó un chelo—no el suyo— y tocó durantealgunos minutos.

Lo experimental le atrae y suinterés en destacar a jóvenestalentos, distintos al suyo, esevidente. Salir de la zona có-moda para un artista tan con-solidado como él parece ser unclaro norte personal y profe-sional también. En un mundoque cambia tan vertiginosa-mente y que debe innovar ycrear todo el tiempo, piensaque los procesos artísticos sonun ejemplo y una inspiración.

—Algunos experimentos to-

man quince años para hacerse.El valor de las artes escénicases que todo lo que hacemossiempre está traduciendo unconcepto a la realidad. Eso estambién lo que los ingenieros ylos arquitectos hacen. Pero enlas artes escénicas todo el pro-ceso es más inmediato, inclusoes instantáneamente discerni-ble si fue exitoso o no. Enton-ces, no es como una medicinaque demora 10 años de pruebaspara salir al mercado. Ese tipode habilidad mental —de ir delconcepto a la realidad más rá-pidamente— implica una resi-liencia mental que puede seraplicada en muchas esferas.

Yo-Yo Ma habla de cómo estopuede ayudar en momentostan vertiginosos y complejoscomo los actuales.

—Globalmente, una de las si-tuaciones más complejas la vi-ven los inmigrantes. Muchos deellos están sufriendo bajo Do-nald Trump. Usted ha dicho que

no tocaría en su funeral...—Soy un inmigrante —dice

de inmediato, y agrega: “A todoesto, me retracto de mi decla-ración, porque quizá puede quequiera tocar en su funeral. Fueuna declaración al paso. Pero síhablé con él”.

—¿Cuándo?—En noviembre del año pa-

sado toqué en el aniversario100 del armisticio, en París,donde hubo una ceremonia enfrente del Arco de Triunfo, conmucha gente de distintos paí-ses. Hubo un almuerzo des-pués, y él estaba sentado conEmmanuel Macron, AngelaMerkel y Vladimir Putin. Mea c e r q u é y l e d i j e : “ S e ñ o rTrump, usted quizá no me re-cuerde, pero toqué recién, soyamericano, soy un inmigran-te”. Apunté a Angela Merkel ydije: “Miren, estoy muy feliz yagradecido de que estén todosjuntos acá, porque si no fuerapor los alemanes que ayudaron

Tocó varios minutosbajo el cieloestrellado en elObservatorioEuropeo Austral(ESO). “Fue una delas más grandesexperiencias de mivida”, dice.

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a construir América, no esta-ríamos aquí”. Y luego apunté aMacron y le dije: “Si no fuerapor el Marqués de Lafayette, nisiquiera existiríamos”. Y luegomiré a Putin y le dije: “Si nofuera por Rachmaninov y Stra-vinsky, no tendría repertoriopara mi chelo”. Así es que lesagradecí a todos. No hice unadeclaración política, pero le di-je algo verdadero: “Si cree queAmérica es grande, es grandegracias a esta gente alrededorsuyo y los ancestros de ellos, ysus propios ancestros que vi-nieron de Alemania”.

—¿Qué dijo Trump?—(Yo-Yo Ma hace un gesto

vago). Quizá no escuchó nadade lo que dije, pero necesitabadecirlo, porque es cierto.

Volver a los 17Al día siguiente, alrededor de

las 9:30 de la mañana, apareceen el lobby del hotel. Un crois-sant pequeño y dos trozos desushi lo esperan como desayu-no. Un día otoñal luminoso yno tan frío lo recibe en su visitaal colegio Jorge Alessandri Ro-dríguez, de la red de colegios dela Sociedad de Instrucción Pri-maria, en Renca.

Saluda a los niños con relajo,les pregunta por su desayuno(acaso porque él casi no tocó elsuyo), se abre a sus preguntas,algunas cándidas, otras másprofundas. Su humor y entu-siasmo se mantienen estables.“Ustedes son muy poderosos”,les dice, y luego quiere contar-les de su vida, de su matrimo-nio de 40 años, pero de los cua-les dice haber estado 27 de via-je. Asegura que su mujer es lafuerte, que lo más difícil escompatibilizar la familia con lavida de un artista. La intérpre-te al español es Carmen GloriaLarenas, directora artística delTeatro del Lago, quien le va in-troduciendo las preguntas delos pequeños. Luego sube al es-cenario donde lo esperan losniños músicos y tocan juntos

“Volver a los 17” de Violeta Pa-rra —y también con HoracioDurán, fundador de Inti Illi-mani— y “Luchín”, de VíctorJara. Hacia el final, interpreta“Appalachia Waltz”, de MarkO’Connor. Antes de despedirseagradece y se fotografía con susjóvenes colegas, fascinados conla experiencia de hacer un reci-tal con un maestro como él.

—¿Fue duro crecer con las ex-pectativas de ser un niño prodi-gio?

—Pienso que hay un deseo entodos nosotros de sentirse es-pecial y pertenecer. Dentro dela familia, por ejemplo, los ni-ños quieren ser especiales perono tanto, pues quieren ser par-te de la familia. Esto no es dife-rente para quienes supuesta-mente hacen bien algo tempra-namente: un deporte, las mate-m á t i c a s o l o q u e s e a .Inconscientemente, cuando yoera niño había mucha atencióna que hiciera algunas cosasporque las hacía bien, pero mideseo era pertenecer.

—Debió ser duro.—Bueno, todo el mundo ex-

perimenta alguna versión deeso al crecer. No es algo tan ex-traño, quizá fue más marcado.Como adolescente, realmente

no quería ser especial, queríaver lo que estaba pasando alre-dedor. En mis 20, fui afortuna-do de tener gente en mi entor-no que me decía que quería queyo tocara, y fue el mejor mo-mento para descubrir el mun-do. Viajé, fui a Italia, a Vene-zuela...

—Tocó para varios presiden-tes...

—Bueno, pero es que eso dedecir “toqué para presidentes”para alguien de 7 años (hace ungesto como de que no significamucho). A los 50 miras y dices:“Hice todo eso”, pero no a lossiete. Es algo que me pasó másque una meta, en todo caso.

—¿Cuáles eran sus metas?— L a s m e t a s p e r s o n a l e s

siempre han sido tratar de en-tender la motivación. Quién escada persona y por qué hace loque hace. Y creo que eso vienedel hecho de que me moví pormuchos países.

—¿Cómo contestó esa pre-gunta sobre usted mismo?

—Primero, no creo que siem-pre haya querido ser un cellis-ta. Solo lo hice, es algo que vinonaturalmente para mí. Por mu-cho tiempo pensé qué debíahacer, pero fui a la universidad,me expuse a muchas materiasdiferentes, y pensé que podíaser antropólogo, astrónomo,geógrafo o trabajar en el servi-cio exterior. Esos pensamien-tos cruzaron mi cabeza. Pero laesencia de todo era descubrirqué hay afuera: en la Tierra, enel universo, en los humanos—piensa un rato en silencio.

—¿En qué se educaría ustedhoy si fuera joven y tuviera quepreparase para lo que viene enlos próximos 50 años? ¿Quédebiéramos aprender?

—Partiría preguntando quénecesita el mundo, no en elsentido de si necesita ingenie-ros —que también es cierto— oser capaz de escribir códigos ytodas las cosas que la gente di-ce. Estuve hace poco en unaconferencia con el decano de

Ingeniería del MIT, que habla-ba con una cineasta india, ro-gándole que fuera una “artistaen residencia” en su escuela.Le explicaba que sus estudian-tes están exigiendo cursos deética. Eso es cierto en todos lossectores, sean los negocios, lasleyes. Pero no puedes enseñarética así nomás...

—Entonces, ¿qué propondríausted?

—Les diría esto: miren, a to-dos nos dicen que debemos ha-cer tales y cuales cosas. Porejemplo, a mí me preguntansiempre cuánto debo practicar.Pero el switch que hay que ha-cer es pasar del “debiera prac-ticar” a “quiero practicar”. Ysolo uno tiene ese switch en sucabeza. Entonces la preguntano es qué debiera estar hacien-do o estudiando, sino encon-trar aquello que realmentequiero hacer.

—¿Qué más es importante?—Bueno, el segundo paso es

que yo hablo mucho de los bor-des; del borde entre saber algoy no saberlo. Y aprender a viviren la incomodidad de mover lalínea entre lo que sabes y lo queno sabes es realmente impor-tante, por sobre todo en untiempo en que la sociedad seestá moviendo tan rápidamen-te. Entonces, practicar este ti-po de resiliencia, en que estásconsciente de tus propias fron-teras, en que vives la incomodi-dad y luego lo reconfortante, esalgo increíblemente importan-te. Y eso aplica para el movi-miento Me Too, para saber loque es ético o no ético, paracualquier decisión que un eje-cutivo deba hacer, o un padre oun hijo.

Ya es el momento final enChile. Los niños del colegio deRenca se despiden, los regalosse los lleva su asistente, la vansale atrasada hacia el aero-puerto, el equipo teme no al-canzar a llegar.

En el asiento de atrás, Yo-YoMa solo sonríe.

De niño fue considerado ungenio musical y con solo 7 añostocó para varios presidentes.“Es algo que me pasó”, dice hoy.

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