el sindicalismo y la globalizaciÓn ¿demasiado viejos …

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NÓMADAS 172 * Economista, escritor y periodista, profesor de la facultad de economía de la Universidad Central. N.d.e. Este es el último artículo escrito por el doctor Libardo González, entregado a Nómadas el día de su fallecimiento, el pasado 27 de abril. EL SINDICALISMO Y LA GLOBALIZACIÓN ¿DEMASIADO VIEJOS PARA LOS NUEVOS TIEMPOS? Libardo González* El movimiento sindical es el más representativo de un sector social que ha sido estigmatizado, utilizado, confrontado y elevado a la categoría de gran aporte a la estabilidad social del país. En las décadas del intervencionismo estatal le fue reconocido su estatus de fuerza social necesaria para la concertación laboral. Pero en los últimos tiempos, las tendencias de lo que se ha denominado la globalización lo tienen enfrentado a los poderes existentes, que amenazan su presencia. Se rompió un pacto que tuvo vigencia por varias décadas, pero el preaviso a los sindicatos no se hizo oportunamente, y ellos han perdido un tiem- po precioso para responder a las nuevas exigencias.

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NÓMADAS172

* Economista, escritor y periodista, profesor de la facultad de economía de la Universidad Central.N.d.e. Este es el último artículo escrito por el doctor Libardo González, entregado a Nómadas el díade su fallecimiento, el pasado 27 de abril.

EL SINDICALISMOY LA GLOBALIZACIÓN¿DEMASIADO VIEJOS

PARA LOS NUEVOSTIEMPOS?

Libardo González*

El movimiento sindical es el más representativo de un sector social que hasido estigmatizado, utilizado, confrontado y elevado a la categoría de gran aportea la estabilidad social del país. En las décadas del intervencionismo estatal le fuereconocido su estatus de fuerza social necesaria para la concertación laboral.Pero en los últimos tiempos, las tendencias de lo que se ha denominado laglobalización lo tienen enfrentado a los poderes existentes, que amenazan supresencia. Se rompió un pacto que tuvo vigencia por varias décadas, pero elpreaviso a los sindicatos no se hizo oportunamente, y ellos han perdido un tiem-po precioso para responder a las nuevas exigencias.

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El sindicalismo colombianopresenta algunas características parti-culares con respecto al de otros paísesde América Latina. En Argentina,Bolivia o Perú, los sindicatos han te-nido un papel de primera mano en losmomentos de crisis políticas. En Méxi-co, el sindicalismo siempre ha estadoprotegido por el Estado y su direcciónno se ha diferenciado de la que asu-mió el liderato en Estados Unidos.

Ni tan contestatario, ni tan su-peditado al Estado, el sindicalis-mo colombiano semueve en péndulosin lograr una esta-bilidad, debido a sudispersión y a su inca-pacidad de adaptarse alos nuevos cambios, pre-servando su independen-cia y su autonomía. Eltrabajador colombiano noha adquirido todavía unprograma de acción cohe-rente, y se ha dejado domi-nar por grupos y dirigentesque no se despegan delbipartidismo, justamente elenemigo suyo.

En las elecciones, gran par-te de la dirección sindical se in-tegra a los partidos, ahora cadavez más al partido liberal, lo quesignifica que asume el programageneral de los candidatos que aveces obtienen la victoria, pero lue-go arremeten contra el gobierno porsus medidas contra los trabajadores.Esta suerte de esquizofrenia le restacapacidad para presentar resistenciaeficaz a sus opositores.

Un poco de historia

En 1919 los movimientos sindi-cales, fundamentalmente ligados a los

servicios públicos y a las empresasmultinacionales del banano y el pe-tróleo, habían llevado a cabomovilizaciones para presionar reivin-dicaciones salariales. No se deteníanen la mera lucha económica, porquela revolución rusa les proporcionó unmito fundador, el de la dictadura delproletariado. Ya en 1920 habían lo-grado conquistar el derecho a la huel-ga, y en 1930 con Enrique OlayaHerrera en la presidencia de

la República, se logróla legalidad de los sindicatos y de loscontratos colectivos. Fue entoncescuando se fundó la Confederación deTrabajadores de Colombia, CTC, enuna alianza del comunismo y el libe-ralismo radical.

La CTC, que aparece en el últi-mo lugar en el rango de las centrales

sindicales, casi en estado agónico, esparadójicamente, la que tiene unmayor arraigo histórico por su exis-tencia de setenta años. Además, nose creó de la nada, sino de la tradi-ción de la Confederación ObreraNacional, CON, surgida desde ladécada del veinte al treinta, y apega-da al Partido Socialista Revoluciona-rio en donde militaron los grandes

dirigentes obreros de comienzosde siglo.

En 1936, la reforma consti-tucional que consagró elintervencionismo de Estado,propuso la idea del trabajocomo función social; se esti-pulaba que debía gozar de suprotección y, en consecuen-cia se ampliaron algunos de-rechos como el de huelga.Las confrontaciones de losaños treinta y cuarentadieron pie a una divisiónentre gaitanistas y comu-nistas. Además, elgobierno conservadormiraba con suspicacia aambas tendencias, y fi-nalmente, el conser-vatismo, la Iglesia, losempresarios antio-queños y algunossindicalistas dirigi-dos por el conser-vatismo, fundaron

la Unión de Trabajadoresde Colombia, UTC.

La CTC pasó a un plano subor-dinado, y cuando resurgió en el Fren-te Nacional, lo hizo en medio de unapugna entre liberales y comunistasque terminó con la expulsión de és-tos, en 1964. De esta franja expulsa-da de la CTC surgió la ConfederaciónSindical de Trabajadores de Colom-bia, CSTC. Ambas confederaciones

Archivo Ecope trol

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siguieron su evolución en las déca-das posteriores, al lado de su rival máspoderoso, la UTC.

Por los lados de la UTC, sin em-bargo, tampoco se mantuvo un cielosereno. La dictadura de Rojas la lle-vó a su conversión en la CNT, den-tro del modelo peronista delsindicalismo de Estado. El experi-mento fracasó y la UTC volvió a lavida con el Frente Nacional. En ladécada de los sesenta, el camilismotuvo incidencia en sus filas, y de allísurgió la Acción Sindical Antio-queña, ASA, que luego conformó laConfederación General de Trabaja-dores, CGT, de inspiración demócra-ta cristiana. Más tarde, en 1975, sefraccionó el sector de la Unión deTrabajadores de Cundinamarca,UTRACUN, que posteriormente seintegró a la CGT, pero más tarde sedesafilió y hoy en día forma parte delsector no confederado. Finalmente,en 1985, la UTC se disolvió y sumayoría engrosó las filas de la nuevacentral, la Confederación Unitaria deTrabajadores, CUT. Un sector mino-ritario se plegó a la CGT y junto conun sector del sindicalismo indepen-diente pasó a formar la Confedera-ción General de TrabajadoresDemocráticos, CGTD.

La CUT se formó de la unión dela CSTC, disuelta desde entonces, ygran parte del sindicalismo indepen-diente como la USO y FECODE; unamayoría de la UTC y un sector pe-queño de la CTC. La pretensión desus fundadores era la de crear unacentral que se impusiera en el mun-do confederado y agrupara la totali-dad de los trabajadores sindicalizados.Liberales, conservadores, comunistasy de la izquierda más radical, se unie-ron en una sola central. La CUT hasufrido algunos desprendimientos de

organizaciones lideradas por antiguosmiembros de la UTC, pero sigue sien-do la más importante en número desindicatos y afiliados.

En medio de un escenario com-petitivo y pugnaz, las centrales obre-ras han estado unidas en torno areivindicaciones comunes, como su-cedió desde 1964, con la amenazade paro cívico al gobierno deGuillermo León Valencia. Posterior-mente se unieron contra LlerasRestrepo en 1968, y más adelantecontra Misael Pastrana en 1971.Pero su mayor confluencia la tuvie-ron en 1977, en el famoso paro cí-vico del 14 de septiembre de 1977,contra el gobierno de Alfonso LópezMichelsen. Desde entonces la con-signa del paro cívico ha sido un re-curso de las centrales obreras parasacudir la costra dura de los gobier-nos en materia laboral.

Cada vez son menos eficaces es-tos paros, sobre todo a partir de laexpedición de leyes que revirtieronla tendencia del Estado interven-cionista y pusieron la legislación la-boral colombiana a tono con lascorrientes nuevas que buscan laflexibilización de la mano de obra.

¿Qué sucede ahora?

El sindicalismo colombiano en-frenta una nueva situación, en la quese ve amenazado por múltiples peli-gros. Uno de ellos es el temor queasiste a todo dirigente sindical antelas amenazas de muerte. Otro es eldel desempleo que ha trepado la es-calera en forma persistente desde losúltimos años, debido a la recesióneconómica y los cambios que se hanproducido en la economía. Finalmen-te, la dispersión que todavía la some-

te a buscar acuerdos entre tres cen-trales antes de discutir con el gobier-no en las mesas de concertación o enla mesa de empleo.

Las tres centrales obreras, laConfederación Unitaria de Traba-jadores CUT, la Confederación Ge-neral de Trabajadores DemocráticosCGTD, y la Central de Trabajado-res Colombianos CTC, agrupancerca de 700 mil trabajadores, me-nos del diez por ciento de lostrabajadores ocupados. Esta circuns-tancia les confiere, de entrada, ras-gos de debilidad estructural. Sinembargo se podría decir que en ellasestán los sectores del sindicalismoestatal y privado más importantes,como la Federación Colombiana deEducadores, FECODE; la Federa-ción Nacional de Trabajadores Es-tatales, FENALTRASE; la UniónSindical Obrera, USO; el Sindica-to Nacional de Trabajadores deBavaria.

La globalización ha golpeado se-veramente la estructura de los sindi-catos y sus acciones son cada vezmenos eficaces ante los cambios pro-fundos que se han evidenciado en lasrelaciones obrero- patronales, con elcambio del esquema del Estadointervencionista al del Estadodesregulado y el predominio del mer-cado sobre la regulación.

La etapa por la cual atraviesa elsindicalismo, inédita y abrupta-mente desencadenada por estoscambios, responde a nuevas exigen-cias de las economías y las empre-sas que las han obligado a asumirrecortes de personal, a movilizar susrecursos a las áreas de mayor renta-bilidad, y a introducir nuevas tec-nologías en las cuales el papel deltrabajo físico se reduce a favor de

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insumos tecnológicos que desplazanmano de obra.

En los países industrializados,la tasa de sindicalización ha dis-minuido, y aún en los países en losque existe un gobierno socialdemó-crata, como en Francia, en Alema-nia o en Inglaterra, los sindicatossólo agrupan un porcentaje muy

Afiliación Confederal de los trabajadores cubiertos por convencionescolectivas en 1998

Sindicatos de empresa Sindicatos de industria

Número % Número %

Totales 93.801 100.0 62.113 100.0CUT 45.803 48.8 49.101 79.1CGTD 26.274 28.0 9.078 14.6No confederados 14.993 16.0 1.925 3.1CTC 6.432 6.9 109 0.2Sin Vinculación 299 0.3 1.900 3.0

Fuente: Con base en ENS, Ciscon: Resultados de la negociación colectiva en Colombia 1998.

pequeño de trabajadores ocupados,su estructura se ha venido a me-nos y los movimientos son cada vezmás débiles.

Las centrales obreras están distri-buidas, por tamaño, en la siguienteproporción, de acuerdo con los datossiguientes:

En número de afiliados, la CUTcuenta cerca de 500.000, la CGTD170.000 y la CTC 65.000, un pocomás de 700.000 afiliados, menos del10% de la población ocupada, comose dijo. La CUT tiene un mayor pesoen el sindicalismo estatal y de las

grandes industrias; la CGTD está másafincada en los textiles; la CTC tie-ne un mayor peso en los ingenios azu-careros del Valle.

El número acumulado de sindi-catos por sectores, era hasta 1997:

Las cifras anteriores merecen unaexplicación adicional: mientras elsector estatal tiene el menor númerode sindicatos, concentra la mayorparte de los trabajadores sindicali-zados, y es el más fuerte. FECODEcuenta con cerca de 300.000 afilia-dos, más que cualquier otro sindica-to en Colombia.

Por otro lado, los trabajadoressindicalizados se encuentran distri-buidos en diferentes ramas de activi-dad económica:

Tasa de sindicalización por activi-dad económica, 1998

Actividad económica Tasa

Transportey comunicaciones 84.60Agricultura, silvicultura,caza y pesca 73.49Construcción 71.36Electricidad, gas, agua 70.86Establecimientosfinancieros, seguros,finca raíz 63.19Minas y canteras 62.72Industria manufacturera 55.04Comercio, restaurantes,hoteles 46.60Servicios comunales,sociales y personales 42.80

Fuente: ENS, Ciscon: Resultados de la nego-ciación colectiva en Colombia, 1998

De acuerdo con los datos an-teriores, se puede colegir que elsindicalismo colombiano estáconcentrado en otras áreas dife-rentes de la manufacturera, que sumayor peso se encuentra en el sec-tor estatal, y que su organizaciónmás fuerte es la CUT.

La situación actual es el resulta-do de una evolución de varias déca-

Sindicatos

Sector Número %

Total 5.648 100.0

Privado 3.584 63.4

Estatal 1.847 32.6

Mixto 222 4.0

Fuente: Ministerio de Trabajo, 1997

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Negociaciones colectivas 1990-1998

Convenciones PactosAño Totales Colectivas Colectivos

Número % Número %

Total 6.992 4.428 63.3 2.564 36.71990 918 660 76.9 258 28.11991 621 437 70.4 184 29.61992 824 468 56.8 356 43.21993 651 467 71.7 184 28.31994 805 482 59.9 323 40.11995 859 543 63.2 316 36.81996 943 611 64.8 332 35.21997 672 386 57.4 286 42.61998 699 374 53.5 325 46.51999 192 92 47.9 100 52.1

Fuente : Ministerio de Trabajo

das, en las que de una central obreraúnica se pasó a la dispersión actual.

Los aciertos ydesaciertos delmovimiento sindical

Las leyes laborales que han be-neficiado a los trabajadores desde losaños veinte han surgido de las luchasde los sindicatos y de muchos sacrifi-cios por parte de sus líderes. El dere-cho a la huelga, las convencionescolectivas, los tribunales de arbitra-mento, son unas de tantas conquis-tas de los trabajadores. Al lado deellas se puede evidenciar una organi-zación que ha dado origen a entida-des del orden social, como el SeguroSocial, las cajas de compensación ylas diferentes formas de solidaridad.Al comienzo de siglo, la Caja deObreros del Círculo de Bogotá, diri-gida por los jesuitas, era una empresasolidaria que ahora abarca todo elcomplejo financiero de la FundaciónSocial.

Pero, al lado de estos avances,también se han presentado grandesdesaciertos en el movimiento sindi-cal. Entre ellos podemos señalar supolitización exacerbada, su tenden-cia a cifrar sus aspiraciones en el senode los partidos tradicionales, el li-beral o el conservador, en lo que res-pecta a las grandes centrales. Por ellado de aquellas de menor tamaño ydisposición, su apego a fórmulasestereotipadas, como las del comu-nismo soviético, o aun las de un ra-dicalismo cercano a los gruposguerrilleros.

Adjunto a estos desaciertos, sepuede mostrar la tendencia a mante-ner divididas arbitrariamente lasorganizaciones sindicales, sin conso-nancia con las líneas políticas que sedefienden.

En los actuales momentos, el sin-dicalismo atraviesa por un desfilade-ro del que sólo se desprendenpedriscos, y a veces, grandes rocasamenazadoras. A partir de la Ley 50

de 1990, la presencia modernizadorade la corriente en boga rompió conel espíritu conciliador y de arbitrajeen las relaciones obrero patronales.En su lugar se impuso la autorizaciónpara contratar a término fijo pormenos de un año, a pagar salario in-tegral y a eliminar la retroactividadde las cesantías.

Anteriormente, el gobierno deLópez Michelsen había impuesto lospactos colectivos, consistentes en unmecanismo alternativo a las conven-ciones colectivas, compromisos he-chos entre los patronos y lostrabajadores no sindicalizados, a losque se podía dar prerrogativas con elfin de debilitar el sindicato en unmediano futuro.

El cuadro correspondiente a Ne-gociaciones colectivas 1990-1998,muestra la relación de las convencio-nes colectivas, frente a los mencio-nados pactos colectivos durante ladécada de los noventa.

Como se puede ver, las conven-ciones colectivas han disminuidodurante la década, contrastando estatendencia con el incremento de lospactos colectivos. El significado deeste registro es el peso cada vez me-nor de los sindicatos para imponersus condiciones en el campo de lasrelaciones obrero patronales.

Los sindicatos deben demostrarsu capacidad de negociación, lle-vando a la mesa la autorización dela mayoría de los trabajadores o, deotra manera, los patronos puedendenunciar el pliego, presentar uncontrapliego, o negociar con los tra-bajadores en forma directa. Si se tie-ne en cuenta que sólo existen dosnegociaciones de rama con ratifi-cación del empresariado, la de

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Sintrainagro y la de Sintraelecol,podemos convenir en que los sin-dicatos todavía negocian en cadaempresa, con todos los problemasque este tipo de negociación aca-rrea para la fortaleza de la organi-zación sindical.

Aunque la Constitución de 1991consagró de nuevo la protección altrabajo y los derechos de huelga, enla práctica, las normas impuestas porla Ley 50 de 1990 y la Ley 100 de1994 se han superpuesto a la Cons-titución. La flexibilización implicala contratación directa de los traba-jadores a término fijo. Otros bene-ficios que han obtenido losempresarios con esta legislación hasido la de facilitar los despidos indi-viduales y colectivos y la de reducirel costo de los mismos.

Adicionalmente, en las empresasestá en boga la implantación de nor-mas de administración de los recur-sos laborales a través de los círculosde calidad, los grupos de mejoramien-to continuo y otros sistemas, con loscuales se ha logrado incrementar laproductividad del trabajo, reducien-do al mismo tiempo el costo laboralpara los empresarios.

El Director del DepartamentoNacional de Planeación en 1996,José Antonio Ocampo, hizo un es-tudio con base en 1.470 firmas in-dustriales que periódicamentereportaban información a la Su-perintendencia de Sociedades, quearrojó los siguientes resultados:

“Primero: la productividad total,medida como la relación entre costode insumos y el valor de la produc-ción, se mantuvo entre 1.05 y 1.01para los años 1993 y 1994. Este re-sultado es consistente con el logrado

por el indicador de eficiencia en losprocesos (relación de valor agregadoa insumos netos de gastos en ener-gía), el cual se mantuvo entre 1.2 y1.1 en los dos últimos años.

Segundo, el índice de competiti-vidad del costo laboral (relación en-tre el valor agregado y el costolaboral) perdió dinamismo en los tresúltimos años al pasar de 4.79 en 1992a 2.45 en 1994.

Tercero, las caídas en el índice deproductividad del capital (medidocomo la relación entre el valor agre-gado y el valor de los activos fijos)de 3.0 en 1993 a 2.58 en 1994, seacompañaron de un severo descensoen la rentabilidad (relación de utili-dad operacional a valor de la produc-ción), indicador que pasó de 3.46%en 1992 a -1.89% en 1994”1 .

Debe tenerse en cuenta que elsegundo ítem en el que se plantea elmenor dinamismo del índice decompetitividad laboral, no corres-ponde a un incremento mayor de lossalarios por encima de la productivi-dad, sino a la tasa de cambio que seapreció en los últimos años, generan-do así esta disparidad, a pesar de losincrementos de la productividad la-boral con respecto a los aumentos deltrabajador.

De acuerdo con estadísticas re-cientes del DANE, si se hace casoomiso del entorno internacional, lostrabajadores colombianos hanincrementado la productividad, peroésta evoluciona con menor ritmo queel salario real. En consecuencia, seha reducido el costo laboral para losempresarios.

La compensación por hora enel sector industrial para el asalaria-

do colombiano es la más baja de lospaíses del mismo nivel de AméricaLatina:

Compensación por hora en la in-dustria (en US$)

País 1996 1997México 1.50 1.69Argentina 1.68 1.71Brasil 3.82 3.73Chile 3.02 3.73Colombia 0.61 0.56Perú 1.30 1.15

Fuente: Morgan Stanley, citado en Por-tafolio, 9 de julio de 1998, p. 11.

Las reformas laborales han indu-cido un descenso de la participaciónde los trabajadores en el ingreso na-cional, como lo señalan algunos au-tores, entre ellos Eduardo SarmientoPalacio. Los efectos iniciales de lasreformas provocaron un incrementode la inversión. De acuerdo con lascifras que arrojan los centrosinvestigativos como Fedesarrollo, elempleo de la industria manufacture-ra se concentra en obreros califica-dos cuyos salarios crecen en términosrelativos (dada la inelasticidad de laoferta). En consecuencia, el trabaja-dor no calificado ve desmejorar suscondiciones de vida por la imposibi-lidad de conseguir empleo.

De esta forma, con la recesión delos últimos años, los trabajadores hanvisto desaparecer empresas importan-tes en las que devengaban su susten-to. Al quedar cesantes, y engrosar lasfilas del desempleo, su sindicato pier-de la fuerza que tenía y a veces des-aparece, simplemente. En algunasentidades financieras, como en elpaso de Bancoquia al Banco San-tander, o del Banco Ganadero al Ban-co de Bilbao y Vizcaya, los recortes

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de personal han significado más dela mitad de los trabajadores activosal momento del cambio de empresa.

En las empresas públicas el fenó-meno es más agudo, debido a los pla-nes de racionalización del gasto, defusiones de compañías, y virtual des-aparición de otras. En el caso de en-tidades como la Caja Agraria, más de5.000 trabajadores han quedado ce-santes, al liquidarse esta entidad y darpaso al Banco Agrario, en donde elúnico empleado público es el geren-te. Igual sucedecon el paso delBCH a Grana-horrar. Anterior-mente, la ventadel Banco Po-pular al grupoSarmiento An-gulo implicó ellicenciamientode miles de tra-bajadores.

Por estas razo-nes, los sindicatoscontinúan debili-tándose, a travésde una pérdidagradual de sus afi-liados. En FECO-DE, la legislación está reduciendoenormemente el margen de manio-bra de esta organización sindical, através de la adscripción de los maes-tros a los entes territoriales, sobretodo de los municipios. Sólo quedanalgunas prerrogativas que están en víade extinción por los nuevos planesde racionalización de la educación yla creación de los subsidios, en casode recorte de centros educativos. Acada maestro se le asignan 35 estu-diantes como cuota mínima, y se lepuede trasladar de acuerdo con las ne-cesidades del servicio.

Empresas importantes del sectorprivado en proceso de reestructura-ción, al lado de empresas del sectorpúblico que pasan a otros dueños,configuran un medio poco propiciopara la acción sindical. Es esta la ra-zón por la cual los sindicatos han sen-tido la presión por la unidad, contrael modelo económico y laglobalización.

Desde 1998, en pleno gobiernode Ernesto Samper, las centrales lo-graron estructurar una propuesta úni-

ca en la que se presenta un diagnós-tico de la situación económica delpaís y unas propuestas desde el mun-do del trabajo. El documento elabo-rado con este objetivo sirvió comoplataforma de un proceso unitario enel que se encuentran empeñadas lascentrales, en las acciones que debenimpulsar para enfrentar las políticasde los patronos y el gobierno.

A partir de este acuerdo, se halogrado llevar a cabo varias moviliza-ciones, paros y jornadas de protestaen todo el país contra las medidas

del actual gobierno, más reticentea la concertación, a juicio de lossindicalistas. En 1999 se llevaron acabo dos grandes movilizaciones,encabezadas fundamentalmente porFENALTRASE y FECODE, que mo-vilizaron a miles de trabajadores, pa-ralizaron parcialmente el transportey en algunos casos generaron proble-mas de orden público. El 16 de mar-zo del presente año, las centralesobreras volvieron a decretar una jor-nada que se concentró en las grandesciudades.

Sin embar-go, estas ac-ciones no hanlogrado detenerla mano de losgobiernos du-rante la décadapasada, y al pa-recer, tampocologran impedirel paso de unamáquina pode-rosa que allanael camino de lasprivatizaciones,de los despidoscolectivos y dela reducción sa-larial por la vía

directa, la de incrementar los salariospor debajo de los índices de preciosal consumidor.

Conclusión

Tal como se puede apreciar, elsindicalismo está perdiendo la gue-rra. Ya ha perdido varias batallas de-cisivas, como la que barrió con todaslas reivindicaciones obtenidas al ca-lor del Estado interventor que per-dió vigencia con la globalización.Estas victorias del capital sobre el tra-

París, 1985. Foto H. Cartier-Bresson

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bajo no se han traducido en mejorescondiciones para los trabajadores. Alcontrario, se hace más precario y re-ducido el salario, se incrementa eldesempleo, y no hay una política so-cial que compense estas pérdidas.

Las marchas de protesta, lasmovilizaciones y los paros cívicosdejan un saldo negativo ante lamarcha irreversible de las reformasque son cada vez más agresivas yconfiscatorias de derechos ya ad-quiridos.

Desde diferentes ángulos se dis-cute la necesidad de encontrar alter-nativas a las derrotas que ha sufridoel sindicalismo, y que plantean lacaducidad de sus formas de organiza-ción, de sus métodos de afiliación yde sus movilizaciones. Algunos serefieren a un sindicalismo de masas,

otros plantean la necesidad de abrirlos sindicatos a todos los trabajado-res, otros llegan a proponer el sindi-calismo político. Son fórmulas quetratan de responder a los nuevos tiem-pos, habida cuenta de que el sindica-lismo no se ha renovado y estacircunstancia lo convierte en un vie-jo que debe afrontar tareas de joven.

El signo de la vejez se encuen-tra en la dependencia de la políticatradicional, sobre todo de su direc-ción actual, plegada a una orienta-ción que concilia con las figurasaparentemente más progresistas dela política colombiana, a las que lepresta su concurso s in unacontraprestación en compromisosclaros para los trabajadores.

Cita

1 Ver José Antonio Ocampo, Producti-vidad, competitividad e internaciona-lización de la economía, DANE, SantaFe de Bogotá, 1996, pp. 24 y 25.