el niño en la historia_ la construcción--

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    El nio en la historia: La construccin de una mirada entre los impulsos modernizadores, laexclusin y el cuidado

    Myriam Southwell

    Quisiera proponerles en esta clase realizar una revisin de la infancia como sujeto que se va modelando a

    lo largo de un devenir histrico. Para ello prestaremos especial atencin al modo en que la escuela fuecontribuyendo en la percepcin y construccin de la mirada de la infancia y su acompaamiento porparte del mundo adulto. Nos valdremos de distintos materiales entre los cuales, si bien tenemos comoreferencia cercana a la produccin argentina, buscaremos sumar la produccin latinoamericana.Debemos hacer dos prevenciones iniciales. Si bien le daremos a este texto una secuencialidad, nodeberamos quedarnos con la idea de que se trat de una evolucin armnica, sino que tuvo marchas,contramarchas, conflictos, resistencias. La segunda es que buscaremos hacer un relato general, perodebera tenerse en cuenta, siempre, que no se trata de procesos homogneos para los distintos sectoressociales, sino que ese proceso ms general, tuvo traducciones particulares en sectores ms ricos y mspobres.

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    La infancia como concepto social

    La infancia como categora cobr especificidad a partir de elaboraciones hechas por diversos autores queahondaron en torno a ella en el marco de los procesos llevados a cabo en Europa a partir del siglo XVI,que condujeron a delimitarla como un conglomerado social con caractersticas especficas. Vale la penaabrir una serie de interrogantes: cmo llegamos a la nocin de infancia que resulta tan natural paranosotros? a quines incluy la nocin de infancia en el despliegue histrico? Cmo llega a sernombrado como un grupo social particular? en qu tipo de vnculos con los adultos se loscomprendi?

    El historiador Philippe Aris fue un pionero en estudiar el proceso de construccin de la infancia; apartir de un anlisis de sus representaciones en el arte medieval y moderno, comprob que los nios eranrepresentados como adultos en miniatura, con ropas de adultos apenas diferenciadas por el tamao,sinexpresiones infantiles particulares.Con ello, la manera de diferenciarlos de los adultos era por tamao,por su talla. As Aris lleg a la conclusin de que en las sociedades anteriores al siglo XVII no habaespacio especfico para la infancia, que su presencia como sujeto social especfico no era una

    caracterstica de esas culturas.

    Tambin el autor pudo observar que ese rasgo no fue esttico, sino que paulatinamente hacia el sigloXIII los nios comenzaron a ser representados con vestimentas particulares, diferentes a las usadas porlos adultos. Asimismo, fueron representados en compaa de otros adultos, en escenas familiares, ensituaciones de juego, con sus madres, en los talleres, en las conmemoraciones religiosas. Ese mismoanlisis, le permiti afirmar la indiferenciacin de los espacios de vida de los adultos y de los nios, yaque el juego, la comida, el trabajo, el ocio, encontraba a los adultos y los nios mezclados, sin un espacioespecfico de sociabilidad infantil. El autor plantea que entre los siglos XVII y XVIII se produjo eldescubrimiento de la infancia, queriendo significar fundamentalmente el desarrollo de unasensibilidadmodernaque acentu la necesidad de cuidado y atencin de los nios, que puso de relieve su fragilidad yla necesidad de proteccin y preservacin. Se trataba de un sujeto inmaduro, incompleto que requiere laaccin adulta en el cuidado y orientacin. Por lo tanto, se comienzan a desarrollar tecnologas,dispositivos y saberes para su conocimiento, cuidado y formacin.

    En contraposicin a antiguas representaciones pictricas de nios, en una pintura del siglo deldescubrimiento de la infancia, como es el caso de Cornelia y sus hijos, del italiano Padovanino(1588-1648), los nios aparecen con entidad propia, diferenciados de los adultos que losacompaan. Incluso encontramos aqu una imagen bastante similar a la moderna concepcin de los

    ms pequeos como seres frgiles, necesitados de cuidado y proteccin. Cornelia, una matrona romanade la poca, los abraza cariosamente para mostrarle a su amiga que nada tiene que envidiarle, puesellos son sus verdaderas joyas.

    Los cambios se acentan hacia los siglos XV y el XVII en el desarrollo de lo que se ir perfilando comoel avance de la urbanizacin y el capitalismo. En esa entrada de la modernidad la separacin por edad fueconsolidndose, delimitando un sujeto social especfico y diferencindose de los adultos. El nio vasiendo considerado como un ser carente, necesitado e incompleto, ya no un adulto pequeo. Esteproceso se da en paralelo con el comienzo de una consideracin de la escolaridad como instruccinpblica, tomando distancia de la instruccin individualizada y diferenciada para ciertos sectores socialesde las etapas anteriores.

    El aporte de Aris incluye tambin la puesta de atencin sobre imgenes contradictorias: los nios son

    representados -a la vez- como ngeles y demonios; encarnan el lugar de animalidad, pero tambin sesupone que la verdad sale de su boca; representan la pureza, la inocencia, pero tambin la perversidad. Elautor se pregunt cmo explicar la coexistencia de una ignorancia, de un desprecio de la infancia y deuna extrema valoracin del dios-nio. Y llam sentimiento de la infancia a la actitud de los adultos

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    frente al nio, destacando que la sociedad de los adultos tuvo una necesidad de investirlo. Esteinvestimento implicara para el autor- el basamento de distintas actitudes, hostilidades,sobreprotecciones, abandonos, etc.

    La nocin moderna de infancia, en la que los nios se consideran individuos con caractersticasparticulares que los hacen objeto de proteccin y se piensan fundamentalmente ocupados con el juego y

    el aprendizaje escolar, se formul sobre la base de una revisin de la historia europea a partir del sigloXVI (Pedraza, 2007: 81).

    Un efecto que tuvo el cambio del sentimiento hacia la infancia fue la disminucin de la mortalidadinfantil y la extensin de las prcticas contraceptivas sobre todo en las clases altas, pero tambin en lafutura burguesa, grupo que comienza a tener esperanza en el futuro y la deposita en sus hijos que nodejan de ser sinnimo de esa fuerza del porvenir (Alzate, 2003).

    Narodowski (1997) seala la influencia de la pedagoga moderna en la delimitacin de la infancia, a partirde analizar los efectos del uso de los textos que considera fundantes como el Emilio o de la educacin deRousseau y La Didctica Magna de Comenio. De esa manera, conceptualiza la articulacin entre el saber

    pedaggico, un complejo relacionamiento entre escuela-familia y el concepto moderno de infancia. Esaarticulacin produce adems dispositivos de normalidad en relacin con el cuerpo infantil y las accionesque se derivan para ello y para modelar la vida cotidiana de las familias y sus relaciones con las otrasinstituciones.

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    La modernidad modela la infancia

    Solemos decir que el siglo XX es el siglo de los nios debido a la visibilidad que adquiere el desplieguede prcticas, artefactos e instituciones que se desarrollan para su atencin, cuidado y otras formas departicipacin en la vida social. Sin embargo, los nios estaban desde antes, an cuando su protagonismo,

    visibilidad y rol social no fuera el que conocieron posteriormente.

    En el ao 2000, William Stoneham, un artista americano hasta entonces desconocido, vendi en e-bay este inquietante retrato de nios titulado The Hands Resist Him (Las manos se le resisten). Latransaccin populariz su trabajo y lo convirti en una inmediata sensacin entre los internautas.Stoneham declar en entrevistas que estos nios abandonan la pintura de noche. Pero el aspecto

    ms perturbador de la pintura no es esta confesin, ni la ausencia de ojos en las criaturas, sino lasdiminutas manos que apenas se vislumbran detrs del vidrio. Es evidente que nos encontramos aqumuy lejos de la representacin hegemnica y romntica del nio como pureza, tbula rasa ytransparencia de siglos atrs. The Hands Resist Him ofrece, por el contrario, un retrato de los nioscomo enigma, ms cercano a la imagen del nio-demonio que a la del nio-ngel.

    La nocin de alumno es uno de los distintos efectos del despliegue de la escuela moderna e implic unaserie de dimensiones que exploraremos en este apartado. Los comienzos de los sistemas educacionalesde la regin surgieron de ensayos e intentos que durante mucho tiempo fueron poco satisfactorios yarrojaron resultados insuficientes, tal como dan cuenta las fuentes que presentamos a continuacin,producto de cartas de la Comisin de Educacin de la ciudad de Buenos Aires, a mediados del sigloXIX:

    Al llevar en esta parte un encargo creen de un deber llamar la atencin de esa comisin sobre variospuntos que a un juicio merecen ser considerados: el primero de estos es la poca capacidad que ofrece el

    local para el nmero de nios inscriptos siendo este nmero menor que la mitad de los que tiene estedistrito en esta de recibir educacin, pues pudiendo computarse el nmero de estos en tres cientos niosla escuela solo tiene ciento treinta y dos, y estos mismos se encuentran aproximados y en condicioneshiginicas poco satisfactorias. El segundo punto es la necesidad de un mtodo fijo y gradual deenseanza en cambio del incierto que se sigue y que da por resultado que haya nios que escribencorrectamente sin saber leer lo que escriben y que estos mismos no tengan una forma decidida de letrapor el frecuente cambio de muestras de diverso carcter. El tercero y ltimo punto es la necesidad decrear la disciplina de que carece este establecimiento y que se nota en el continente de los nios yausencia de buenas maneras, tanto ms necesarios aqu cuanto es menos probable las puedan adquirir enfamilia.

    La apelacin a la accin conjunta entre las distintas instituciones era monedacorriente:El Concejo Municipal animado del mejor espiritu respecto la mas facil difucion de la enseanza publicay convencido de encontrar en U. el mismo sentimiento, espera de parte de U. activa cooperacion paralograrlo. La Municipalidad pide a U. pues emplee los medios de influencia y persuacion que tiene en laParroquia a fin de inducir los Padres de familia y guardianes de nios para que les envien las Escuelasy para que comprendan toda la importancia de este deber sagrado pa con sus hijos. Los nios pobresreciben instruccion gratuita y respecto de los que no lo son es injustificable una indiferencia que lescondenase la ignorancia.

    La Comision de educacion encarga U. espida las disposiciones necesarias fin de que las horas de

    asistencia y permanencia en la escuela, sean las mismas para los alumnos pagos impagos sin poder losmaestros en ninguna forma establecer diferencia alguna entre ellos. () Ese Departto recomendarvivamente los Preceptores dediquen igual enseanza y atencion a todos sus discipulos, pues cualquieraque sea la diferencia que la suerte haya colocado entre ellos deben gozar de la misma predileccion de los

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    que velan prel cultivo de la inteligencia y de su corazon. () Puede decirse, seor, que el destino de lanueva generacion les esta confiado en gran parte, y esa influencia sera tanto mas decisiva en cuantocomprendan mejor la misin de formar hombres virtuosos e ilustrados.

    Ruben Cucuzza (2002) plantea que en el temprano siglo XIX los intentos de constitucin de sociedadespolticas modernas, basadas en la lgica de la soberana popular y de la existencia de sujetos polticos

    portadores de deberes y derechos, implicaron importantes modificaciones en las prcticas de lectura y enla necesidad de su enseanza. En palabras del autor, La construccin del sujeto ciudadano como individuo aisladoque decide libremente sujetarse a la ley de la razn del Estado liberal reclamaba el surgimiento de gacetas, bibliotecasblicas y escuelas que instrumentaran en la lectura solipsista. A causa de esto, el siglo XIX presenci la

    sustitucin gradual del catecismo y la lectura colectiva y en voz alta para la repeticin, por el libro y lalectura individual y silenciosa para la comprensin. Las articulaciones con el campo de la poltica semanifiestan en las siguientes concepciones: el buen sbdito era quien lea para repetir correctamente, elbuen ciudadano era quien lea para comprender correctamente (Cucuzza, 2002:68).

    Paulatinamente, el Estado fue desplegndose como impulsor y sostn de instruccin y estableci lascondiciones y la obligacin de educarse. En consonancia con ello, la naciente polica fue la que observ

    que se cumpliera la obligatoriedad escolar y llev la contabilidad de las asistencias de alumnos y maestrosy el registro de ingresos y egresos a las escuelas. En Argentina, an sancionada en 1884 la Ley 1420, ycon leyes que establecan la obligatoriedad escolar en la mayora de las provincias, era necesario apelar aun reclutamiento personal de los nios para el sistema educativo, como lo afirma el inspector:

    En uno de mis das de permanencia en la Villa, invit al inspector local y al seor cura a querecorriramos juntos las casas de los vecinos y les reclamsemos sus hijos para la escuela. El resultado deesas visitas fue que trajramos a la escuela y los matriculramos 14 nios, que con los 16 existenteshacan el nmero de 30. De los 14 nios, 6 estaban ya en lista y 8 no. Alguien nos dijo: cuando se vaya,no volvern ms. Para impedir eso, contestamos, queda el inspector local y Ud.

    Los sistemas educativos modernos se constituyeron describiendo un proceso de sistematizacin (Mllery otros, 1992) por el que pasaron de ser un conjunto de prcticas e instituciones dispersas, articuladas entorno del Estado o de diferentes organizaciones como las rdenes religiosas, a un sistema educativo en elsentido actual del concepto. Sin dudas, uno de los aspectos que indica un cambio cualitativo en esteproceso es la conformacin de una estructura de gobierno de las instituciones educativas y circuitosestables e institucionales de formacin de su propio personal. Ian Hunter (1998) ha caracterizado elsistema educativo como una tecnologa de gobierno ligada a prcticas de cuidado pastoral cristiano: esel juego del pastor del rebao, propio de cristianismo, con su caracterstica de articulacin de vigilanciay autoescrutinio, obediencia y autorregulacin, lo que contina proporcionando el ncleo de latecnologa moral de la escuela, mucho despus de que se hayan derribado sus apoyos doctrinalesoriginales (1998: 23).

    El siglo XIX tambin significy en paralelo con la expansin del sistema educativo y otras dimensionesde la accin estatal, como las polticas sanitarias y la laicizacin de muchas funciones desempeadashasta entonces por la iglesia- decisiones ms o menos generalizadas de accin en relacin con la infanciapobre, o abandonada o en situaciones de desamparo. En el temprano siglo XIX, la mortalidad infantil ylas enfermedades expansivas y recurrentes generaron una significativa preocupacin en el territoriolatinoamericano (Herrera y Crdenas, 2013). En ese sentido, Venncio (1999) analiza las Santas Casas deMisericordia de la ciudades de Salvador y Ro de Janeiro, y destaca las altas cifras de nios abandonadosy la presencia de un discurso sobre los sectores populares que estigmatiza a las familias de esos sectorescomo irresponsables y faltos de sensibilidad hacia lo que ya empezaba a perfilarse, en otros sectoressociales, sobre el cuidado infantil (Herrera y Crdenas, 2013).

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    El Estado como impulsor y sostn de la instruccin tiene, en Argentina, un nombre: DomingoFaustino Sarmiento. En Recuerdos de provincia (1850), aquel libro autobiogrfico con el que

    Sarmiento quiso presentarse como candidato a presidente, nos encontramos con una imagenpromisoria e idealista de la escuela, de los alumnos y de la autoridad de los maestros: () io pasinmediatamente de la apertura de la escuela de la Patria a confundirme en la masa de cuatrocientosnios de todas edades i condiciones, que acudian presurosos a recibir la nica instruccion slida que se

    ha dado entre nosotros en escuelas primarias. La memoria de Don Ignacio i Don Jos JenaroRodriguez, hijos de Buenos-Aires, aguarda aun la reparacion que sus inmensos, sus santos serviciosmerecen, i no he de morir, sin que mi patria haya cumplido con este deber sagrado. El sentimiento de laigualdad era desenvuelto en nuestros corazones por el tratamiento de seor que estbamos obligados adarnos unos a otros entre los alumnos, cualquiera que fuese la condicion, o la raza de cada uno; i lamoralidad de las costumbres, estimulbanla el ejemplo del maestro, las lecciones orales, i castigos quesolo eran severos i humillantes para los crmenes. En aquella escuela de cuyos pormenores he habladoen Civilizacin i Barbarie, en Educacion popular, i conoce hoi la Amrica, permanec nueve aos, sinhaber faltado un solo dia bajo pretesto ninguno, que mi madre estaba ah, para cuidar con inapelableseveridad de que cumpliese con mi deber de asistencia.

    De manera similar, Donna Guy (1994) estudia el abandono en Buenos Aires entre 1880-1914, a partir deanalizar la intervencin del Estado para regular la maternidad y los hbitos de crianza. Intervencin que,a diferencia de otros pases de la regin, se facilit porque la beneficencia qued desde 1823 a cargo degrupos seculares, permitiendo responsabilizar a la familia del cuidado de los hijos bajo preceptos noreligiosos (Guy, 1994). Diversos estudios histricos han mostrado la incidencia en la crianza a travs demanuales de puericultura y textos escolares, entre otros, a los largo de los siglos XIX y comienzos delXX. All puede observarse la superposicin de imaginarios provenientes de prcticas ancestrales con lossaberes que se configuraron en esos aos al calor del desarrollo cientfico asentado en el positivismo y laprescripcin moralizadora. Tambin se conformaban formas de subjetivacin muy significativas acercade quin era considerado infante, quines tenan legitimidad para su tratamiento y las prcticasheterogneas que permitieron una mirada social e individual sobre la configuracin de la infancia. Caberecordar el nfasis biolgico que predominaba en los anlisis y prescripciones de esos textos; se trata defuentes que antes que describir prcticas cotidianas, constituan herramientas que prescriban unarealidad que era necesaria modelar y transformar.

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    El siglo de los nios

    En la transicin entre los siglos XIX y XX ocup un lugar predominante la preocupacin por desarrollarherramientas vinculadas a la preservacin biolgica, fomentando la salubridad pblica, la prevencin deenfermedades y la ortopedia para el control de los cuerpos/las conductas/la moral. De la mano de esos

    procesos, surge una sensibilidad hacia la infancia, el despliegue de discursos mdicos, jurdicos y decrianza. Quisiramos enfatizar que se trata del surgimiento del estudio cientfico de la infancia, que va aestablecer la especificidad de un ser que es el nio, considerado un objeto cientfico, y que ese objetonio es estudiado con las concepciones cientficas de la poca, muchas veces, separado de suscondiciones sociales y culturales.

    Debe pensarse, nuevamente, que estos distintos elementos no se dieron en simultneo nihomogneamente en los distintos sectores sociales sino que la idea adulta de infancia se va a aplicar demanera diferenciada por sector social. Durante todo el siglo XX, la vida de muchos nios estar marcadapor mltiples exclusiones, en contradiccin con atributos que se expondrn habitualmente comouniversales. En este sentido, podra sealarse la presencia de nios con infancia y sin ella (Kuhlmanny

    Fernandes, 2004).

    Con la expansin del sistema escolar, en las primeras dcadas del siglo XX, se acenta el protagonismoinfantil en la enseanza, marcado por el proceso poltico de la poca.

    A partir de la obligatoriedad de la escuela pblica que estableci la Ley 1420, los nios entre los 6 y los14 aos deban devenir en alumnos. En el imaginario de entonces una generacin escolarizada seconvirti en condicin para la existencia de un pas moderno (Carli, 2005: 39).

    Asimismo, de acuerdo con Carli (2005:61), la niez era objeto de una operacin de nacionalizacin en lacual: La escolarizacin de la poblacin infantil supona sentar las bases para la constitucin de una

    sociedad nacional conformada por los hijos argentinos de la inmigracin. A travs de los libros de textode las primeras dcadas del siglo XX, se percibe a la imagen infantil ocupando un lugar de protagonismoen la construccin del Estado moderno y sin dudas la escuela es elegida como un espacio privilegiadopara hacerlo, en especial sobre los errantes hijos de inmigrantes. Se converta as en prioridad educar aesos nios que tenan una cultura distinta a la que propona la Nacin Argentina, para lo cual la escueladesarroll una serie de actividades que planteaban un trabajo de argentinizacin de alumnos hijos deinmigrantes.

    Para lograrlo se reforz la educacin escolar con un propsito educativo y utilitario que consista eniniciativas sostenidas principalmente por la lectura y la escritura como por ejemplo: clases de lectura,mesa de lectura, creacin de clubes de lectura, conformacin de bibliotecas, adquisicin de libros paralos nios, lecturas en el hogar y otras estrategias. Inclua tambin estudios de la naturaleza y geografanacional, la agricultura local; juegos al aire libre, clubes, creacin de sociedades y asociaciones infantilesas como una estrategia que tena un rol importante de contribuir con la formacin del sentimientonacional: la enseanza de historia y la intensificacin de las fiestas patriticas (Valdes, Southwell, Vrubel,2013).

    En 1914 Manuel Glvez escribe La maestra normal, donde ofrece una imagen de la escuela biendiferente a la de Sarmiento. La ensayista argentina Beatriz Sarlo define este best seller de supoca, como una (imposible) Madam Bovary criolla y una crtica a lo que la escuela pblica habaproducido como cultura e ideologa. Galvez no pensaba que de all salan matronas virtuosas (como

    en la fantasa latina de Sarmiento) sino mujeres a quienes el positivismo y la ciencia moderna habantrastornado y, ms que trastornado, corrompido. La maestra normal es una denuncia de la escuelamoderna, neutral en lo religioso y, por lo tanto, peligrosa en trminos morales ya que prescinde de losfundamentos trascendentes que slo la religin puede dar a los valores.

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    Por medio de relatos seleccionados y en general- una retrica nacionalizadora se desplegaba unapreocupacin por la inscripcin de los nios en las escuelas nacionales o provinciales en un ordenpblico desde su condicin de alumnos, participando gradualmente de la cultura letrada. Como alertCarli para el caso argentino, la escuela pblica ha sido () por un lado, un importante espacio deinclusin social de nios nativos e hijos de la inmigracin, y por otro, un elemento constitutivo de la

    identidad cultural de la Argentina moderna (2005:322).

    Asimismo, al describir los protagonistas de la enseanza nacional se observa que la mayor parte delrelato de la descripcin social de los nios-alumnos es la misma que la de su familia. Ellos eranfrecuentemente visualizados como seres sin recursos, de escaso conocimiento y sin cultura; a la vez,eran vislumbrados como el futuro de la patria o el porvenir sobre la base de la labor de transformacinde la escuela.

    De acuerdo con Carli (2005), la fundacin del sistema educativo promovido para la infancia enArgentina se inicia en la dcada del ochenta del siglo XIX y culmina con las polticas efectuadas en losgobiernos peronistas hasta la mitad del siglo XX. Esa configuracin aparece acompaada de la

    implantacin de la instruccin pblica nacional, con la creacin de un sistema educativo escolar, ascomo con la expansin del magisterio como cultura pedaggica. La misma autora afirma que lasposiciones de Domingo Faustino Sarmiento penetraron en los discursos educativos respecto de lainfancia en este mismo perodo, as los nios, independientemente de su lugar de origen, ocupaban unlugar primordial en los intereses puestos por y para la Nacin (Valdes, Southwell, Vrubel, 2013).

    Silvio Astier, memorable personaje de El Juguete Rabioso (1926), de Roberto Artl (aquel notableescritor argentino, hijo de inmigrante y apellido impronunciable), es un claro ejemplo de los nios alos que la escuela no haba podido llegar en tiempos de las primeras olas masivas de inmigracin.No por carecer de educacin formal, no obstante, Astier carece de instruccin pues es, como Arlt,

    un autodidacta. El comentado episodio del robo en la biblioteca de un colegio, en particular, hasugerido muchas e interesantes interpretaciones por parte de la crtica acerca de la imposibilidad deciertos sectores de acceder a determinados saberes, y de las jerarquas que estos imponen en el ordensocial de la Argentina de fines del siglo XIX y principios del XX.

    Segn Spregelburd (2012), a partir de la segunda mitad del siglo XIX, la escolarizacin primaria de lapoblacin fue un objetivo prioritario dentro de una poltica decidida a consolidar el Estado Nacional,formar ciudadanos para la repblica liberal-conservadora y nacionalizar a los inmigrantes. En unterritorio en el que no exista una sociedad civil organizada segn las pautas del orden burgus, lainstalacin de la escuela pblica comenz a concentrar un entramado indiferenciado de funcionesconvergiendo en un espacio esencial para disciplinar a los sujetos divergentes, por lo tanto el discursoque circulaba proveniente de directores, maestros, intelectuales y del Consejo Nacional de Educacin erauno solo:

    Nuevas generaciones en un pas conformado por la inmigracin y, por lo tanto, atravesado por laruptura entre el origen de los padres y el nuevo territorio de nacimiento de los hijos. La escolaridadpblica se instala all, en esa ruptura intergeneracional que inaugura un nuevo ciclo histrico de la

    Argentina moderna (Carli, 2005:62).

    Claro est que la escuela hizo mucho en la delimitacin de esa construccin de los infantes y, es ms, losinfantes correctos, aceptados. Una recorrida por los textos escolares nos permite ver los esfuerzosestatales para construir un buen nio: patriota, ejemplo, ciudadano, moralmente medido y con pautas

    de higiene y roles sociales claramente delimitados.En el mismo sentido, los educadores prescribieron un deber de nio que se construa sobre ideasdistintas dependiendo de cul fuera la manera de concebir la naturaleza del nio como punto de partida

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    y aquello que entendan que deba procurar el modelamiento del mundo adulto. Por ejemplo, mientras elpedagogo Rodolfo Senet, destacaba que [] el nio, en general, no es ese ser dulce y angelical del quenos habla el criterio sentimental (Senet, 1928:2), algunos otros, como Pedro Scalabrini y Carlos Vergara,partiendo de la naturaleza buena del nio, defendan el estmulo a la autonoma infantil y relacionesms democrticas entre nios y adultos (Puiggrs, 1990).

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    Diferentes circuitos escolares para distintas infancias

    Como ha mostrado Sandra Carli (1992) para el caso argentino, en las primeras dcadas del siglo XX seconsolidan diferentes polticas de atencin a la infancia en circuitos diferenciados. Por un lado, el sistemaescolar que tena como sujeto preferente a los sectores medios o pobres en condiciones de progreso. El

    segundo circuito prevea los orfelinatos, asilos, institutos de menores, colonias e instituciones similarespara la infancia desamparada y para aquellas que tenan conflicto con la ley. Ambos circuitos sedesplegaron por separado durante dcadas y tuvo que transcurrir ms de la mitad del siglo XX para que

    volvieran a conectarse en una configuracin que presenta deudas e insuficiencias hasta la actualidad. Enuno y otro circuito, se sigui el propsito de desarrollar formas de vida homogneas, estableciendopautas ideales de la infancia que operaban desde una lgica universalista y que tensionaba las formas de

    vida reales de las familias y de los nios dentro de ellas.

    La expansin de instituciones dedicadas a la minoridad y la construccin socio-penal de la infancia aprincipios del siglo XX consolid concepciones y prcticas que ya se esbozaban desde el siglo XIX,orientadas por teraputicas regeneradoras y representaciones que justifican formas de intervencin de la

    sociedad adulta (Herrera y Crdenas, 2013) en contextos tan diferentes como las experienciasrepublicanas de Sudamrica,como tambin los anlisis de la delincuencia infantil urbana en laspostrimeras de la Revolucin Mexicana -desarrollado por Sosenski (2003).

    Pachn analiza transformaciones de la miradas sobre la infancia en Colombia a comienzos del siglo XX,analizando formas de normalizacin que se desplazan de la representacin del menor como infractor porla de un ser modificable en potencia, y el relevo de la imagen de la institucin como presidio a casa deeducacin, como parte de idearios cvico-cristianos (Pachn, 2007). De modo similar, se observa unatransicin de la categora de nios delincuentes a la de menores infractores, como seal de la tensinentre la delimitacin moderna del nio como frgil y necesitado de proteccin y los discursosprovenientes del campo jurdico-social, que categorizaban y penalizaban los sujetos que no se insertabansatisfactoriamente en el mbito social por ser trabajadores o nios callejeros (Herrera y Crdenas, 2013).

    Por otro lado, los avances de las corrientes psicolgicas, la expansin de la pedagoga, procedimientos dediagnstico, medicin y clasificacin, as como la atencin especial a la infancia para garantizar suprogreso impulsado por saberes expertos provenientes de la siquiatra y psicologa clnica, consolidaronun complejo subsistema deeducacin especial.

    Los textos escolares de los gobiernos peronistas han sido objeto de numerosos estudios. Unejemplo son las escenas de lectura en estos textos analizados por Teresa Laura Artiega y Hugo

    Caete, quienes advierten que en sus imgenes puede leerse un esfuerzo por reeducar a los nios en un

    nuevo imaginario social, donde el obrero pasa a ser el centro de la escena. Lejos de la concepcin quetenan las clases dominantes de los hijos de los trabajadores, como analfabetos, hurfanos yvagabundos, estas escenas, advierten Artiega y Caete, revelan que ellos tambin leen: Los niospobres no estn en la calle con malas compaas; no son vctimas, culpables ni futuros delincuentes,figuras tpicas de los libros de lectura desde fines de siglo XIX y principios del XX. En la Nueva

    Argentina son lectores; en la escuela, la biblioteca, el jardn y otros espacios abiertos, peroespecialmente en la paz del hogar, el hogar propio o el de la Fundacin Eva Pern (Escenas de lecturaen los textos peronistas. 1946-1955).

    El dispositivo que la escuela moderna desarroll, delimitando un espacio diferenciado entre la vidamundana y el espacio escolar, la definicin de tiempos y espacios, el control de los aspectos fsicos y

    morales, elementos que contribuyeron significativamente a la definicin de la infancia, le infringieroncaractersticas de cmo ser nio o nia y vivir esa condicin. Junto con ello, ocup un lugar significativola preocupacin por desarrollar el espritu patritico y la consolidacin de una identidad nacionalizada.Eso quedaba expresado en la definicin de infancia que plante Emile Durkheim y que a travs de su

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    obra perme todo el pensamiento pedaggico del siglo XX:

    Elnio, al entrar en la vida, no aporta ms que su naturaleza de individuo. La sociedad se encuentra,por as decir, ante cada generacin nueva, en presencia de una tabla casi rasa sobre la cual hay queconstruir con nuevos costos. Es necesario que, por las vas ms rpidas, ella agregue al ser egosta yasocial que acaba de nacer, otro ser capaz de llevar una vida social y moral. He aqu en qu consiste la

    tarea de la educacin () (Durkheim, 1922)

    Asimismo, la idea de la sospecha, la nocin de supervisin constante, form parte permanente deldispositivo escolar y se pronunci en momentos de confrontaciones polticas o de alteracin de algunascostumbres. En esos contextos, la escuela fue mirada como un reaseguro de encauzamiento yrestauracin de prcticas ms tradicionales.

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    La entrada del nio a la escuela

    A finales del siglo XIX y principios del XX los estudios paidolgicos abordaron al nio en su condicinde "alumno" bajo los cnones del positivismo. Hacia fines de los aos 50 y principios de los 60, otratrama discursiva, la de la psicologa y el psicoanlisis "[...] ser sede de la construccin y difusin tambin

    masiva de un saber sobre el nio, centrado en la valoracin de su subjetividad, de su estructura psquica yde su carcter de miembro de un grupo familiar, combinndose en algunas experiencias institucionalescon la reedicin de los avances pedaggicos de la escuela nueva" (Carli, 1997:227). De un "saber sobre elalumno", necesario para ejercer un mandato de instruccin y ordenamiento social, se pasa a un "sabersobre el nio" para colocar ms democrticamente las relaciones entre adultos y nios.

    Nuestro colega, Pablo Pineau, hace una riqusima descripcin de algunos modos de ser infante en tornoa los aos 60s en Argentina, a travs de la historieta Mafalda, esa magnfica obra de Quino que es unapieza importante de nuestra cultura. En esa banda de amigos hay modos muy distintos de ser nio onia: Manolito, el nio trabajador en el que es ms manifiesta su condicin de descendiente deinmigrantesy esto le juega en contra-; Mafalda, que impugna a los adultos que han hecho del mundo un

    lugar injusto, desigual y violento; Miguelito, el infante inocente, protegido de los desvelos de una vidaadulta en un tiempo de juego; Susanita, prototipo de una concepcin conservadora y pueril de ser mujer.Estos y otros amigos que componen la banda de amigos fueron un analizador para algunos modosdiversos de ser nio en la Argentina. Mafalda nos ayuda a entender que hay modos distintos deexperimentar la niez. La pluralidad de infancias es un elemento a destacar, en contra de una visinescolar que tendi a encerrar las experiencias infantiles en un armazn rgido que excluy formas de sernio o nia que no encajaban en estos parmetros.

    En el marco del crecimiento urbanstico y el modelamiento del espacio pblico, de la mano deldespliegue industrial y los modos de consumo, el siglo XX tambin concibi lugares pblicos tales comoparques, jardines zoolgicos, plazas o centros deportivos como lugares de recreacin y encuentro.Setrat de lugares donde las actividades infantiles podan tener algo ms de autonoma o el control adultopoda tornarse algo menos omnipresente. Hacia el fin del siglo XX, en los centros ms urbanizados,muchos de esos espacios volvieron al encierro, abandonando el esparcimiento a cielo abierto por plazasblandas, plazas de juego (o muchas veces,playrooms) dentro de centros comerciales o lugares similares.

    Sandra Carli ha caracterizado de la siguiente manera el cierre del largo ciclo del siglo XX respecto alpanorama social y poltico para la infancia:

    "El ciclo que va de la pos dictadura al ao 2000 ha dejado en la niez argentina las huellas de cambios globales y localesque lo diferencian de otros ciclos histricos. El traumtico pasaje del modelo de sociedad integrada de principios de los aossetenta al modelo de sociedad crecientemente polarizada y empobrecida de fines de los aos noventa, en el marco de laexpansin mundial del capitalismo financiero, permite constatar que el trnsito por la infancia como un tiempo construidosocialmente asume hoy otro tipo de experiencias respecto de generaciones anteriores y da lugar a nuevos procesos y modos deconfiguracin de las identidades. La cuestin de la infancia se constituye, entonces, en un analizador privilegiado de lahistoria reciente y del tiempo presente que permite indagar los cambios materiales y simblicos producidos en la sociedadargentina, pero a la vez es tambin un objeto de estudio de singular importancia en tanto la construccin de la niez comosujeto histrico ha adquirido notoria visibilidad.

    Las dcadas de 1980 y 1990 del siglo XX en la Argentina fueron de estabilidad democrtica y al mismo tiempo deaumento exponencial de la pobreza. Desde la perspectiva de una historia de la infancia podemos decir que este ciclohistrico, que es posible analizar retrospectivamente luego del impacto de la crisis del 2001, muestra a la vez tendenciasrogresivas y regresivas: si por un lado se produjeron avances en el reconocimiento de los derechos del nio y una ampliacin

    del campo de saberes sobre la infancia, el conocimiento acumulado no deriv en un mejoramiento de las condiciones de vidade los nios, y en ese sentido stos perdieron condiciones de igualdad para el ejercicio de sus derechos. En buena medida lainfancia como experiencia generacional se torn imposible de ser vivida segn los parmetros de acceso e integracin social del

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    ciclo histrico anterior, pero al mismo tiempo se convirti en signo, en una sociedad crecientemente visual que puso en escenalos rostros de esa imposibilidad y los rasgos emergentes de las nuevas experiencias infantiles" (Carli, 2006:19-20).

    Qu es ser infante en nuestra poca? Hemos buscado recordar que ser nio o nia ha sido unaconstruccin de cada una de las pocas, dado que ms all de una delimitacin de edades- cada pocaha impreso caractersticas peculiares a los sujetos que las poblaron, confrontndolos con determinados

    problemas, ciertas instituciones, particulares modos de entender la cultura, desarrollo de la tecnologa.As, tanto Oliver Twist, Mafalda o Harry Potter son hijos de su tiempo. No podemos dejar de ver a lainfancia como un acontecimiento atravesado por idearios polticos, saberes y prcticas especficas quepermiten ver las apuestas de renovacin sociocultural, promovidas por mecanismos institucionalizados ylos modos en los que cohabitan y se relacionan las generaciones.

    En Ciencias Morales (2007), el escritor Martn Kohan retrata con notable sensibilidad ciertainfancia educada en los aos lbregos de la historia argentina, cuya formacin est sutil peroprofundamente atravesada por la ltima dictadura militar argentina (1976-1983). Un ejemplomagistral, por su econmica y poderosa simbolizacin, es la descripcin del modo en que los nios

    del Colegio Nacional Buenos Aires, donde transcurre la trama, eran controlados cuando formaban fila,

    de tal modo que la distancia con sus compaeros fuera precisa y sus dedos apenas tocaran los hombrosde quienes tenan adelante. Aquellos que fueron educados durante la dictadura, como el mismo Kohan,llevan las marcas de esos aos en formas imperceptibles pero determinantes y prueban, por eso, quecada nio es, como sostiene la clase, hijo de su poca. En la imagen una escena de La mirada invisible(2007), la versin cinematogrfica de la novela de Kohan, dirigida por Diego Lerman.

    La pedagoga Valerie Walkerdine cuestiona la hiptesis que se ha difundido en las ltimas dcadas acercade la finalizacin de la infancia. Ella recuerda que el sujeto-nio definido por la psicologa deldesarrollo infantil caracteriza una niez inocente, asexuada, incompleta, y claramente separada deluniverso adulto. Esa fue una forma de definir un universo infantil que est en la base de cmo pensamosa la niez en las escuelas y en la sociedad. Lo que estamos viendo no es el fin de la infancia sino la crisisde ese tipo de discurso (Walkerdine, 2007).

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    Un Cierre y un caleidoscopio

    Como hemos buscado enfatizar aqu, la infancia es un objeto discursivo, es decir, est moldeada pordiscursos diversos (cientficos, psicolgicos, mdicos, pedaggicos, etc., y tambin por discursos poltico-legales, por discursos morales, entre otros). As, nuestra sensibilidad sobre la infancia ha resultado de una

    construccin social, producto de una construccin larga y de diversos contextos culturales, cientficos,pedaggicos. Producto de esa construccin de larga duracin, preveemos, pensamos y proponemosdeterminadas maneras en las que se desarrolla la vida de los nios y nias, y sus formas de socializacin.Me parece crucial enfatizar eso en un contexto en el que los lazos entre las generaciones se hanconmovido y modificado enormemente.

    Existen distintos tipos de infancia, y esto -espero que resulte claro en esta clase- es un dato de laactualidad, pero tambin en su despliegue histrico. Incluso en el trabajo del historiador Philippe Arisque hemos mencionado aqu, que planteaba la emergencia del sentimiento de infancia en el siglo XVI yXVII, puede observarse que la infancia no exista de la misma manera para todos y que las concepcionesde infancia de los trabajadores no eran las mismas que las de los aristcratas. Esto nos permite pensar no

    slo en los cambios histricos, sino tambin en las diversidades y disparidades actuales, por ejemplo, enlas disparidades entre regiones pero tambin en una misma localizacin. En el mundo globalizado, hayque ver que estas diferentes infancias se relacionan de maneras complejas; por ejemplo, hay chicos entalleres textiles en Guatemala que producen los bienes que consumen los chicos del llamado PrimerMundo. Hay una multiplicidad de infancias, y tambin hay relaciones de explotacin entre los diferentestipos de infancia (Walkerdine, 2007).

    Para cerrar, permtanme apelar a un cuento infantil. Elemperador est desnudo...-grit un nio-nos relata elcuento del Hans Christian Andersen, revelando la presencia de un infante que denuncia aquello que laanuencia de los adultos que rodeaban al emperador no se atreva a decir. La presencia de ese nio y loque l pone en evidencia, irrumpe y avergenza a los adultos que se han convertido en cmplices, por nohacer evidente que su palabra era disonante de la del emperador y su squito (Southwell, 2003).

    De modo similar, la infancia de fines del siglo XX, dentro y fuera de las escuelas, se convirti en el lugarde la enunciacin de lo inconcluso, de las deudas sociales y de la exclusin del proyecto tecnocrtico-modernizador con el que se cerr el arduo siglo XX. Su presencia silenciosay a veces a gritos- mostrla fragilidad de la pretensin del mercado como nuevo regulador de la participacin de los ciudadanos,as como de la prdica de su potencialidad integradora.

    Y el emperador se sinti inquieto, porque pens que tenan razn, pero se dijo:

    - Debo seguir en la procesin.

    Y se irgui con mayor arrogancia y los chambelanes le siguieron portando la cola que no exista.

    Si los nios denuncian con su presencia todo aquello que no ha sido logrado y toda la tarea pendiente,nos restaentre otras cosas- no naturalizar su ausencia en el patio escolar, su actitud de buscavidas,sus modos de sobrevivir en el naufragio. Ello posibilita el ejercicio de seguir buscando -de hecho,imaginando- posibilidades que sean alternativas. Esas alternativas pueden hacer pie en el sentidocomn acumulado en las escuelas, que puede constituirse en un lugar productivo de insistencia por elcuidado para los ms chicos. Los materiales para la elaboracin probablemente ya estn aqu, a nuestroalrededor. Tambin es seguro que no nos resulta productivo mirar a la infancia con una miradanostlgica carente de memoria. Una sociedad que apuesta por su infancia es una sociedad que consideraque tiene un legado valioso en el cual permanecer, pervivir y transmitir a los que vienen.

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