el modelo fractal-hologrÁfico - la dialéctica de la cultura -

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La dialéctica de la cultura. La cultura de una sociedad parece seguir el mismo patrón dialéctico de la mente. Cada individuo influye a, y depende de, la cultura del grupo, resonando en el mismo campo cultural lingüístico y religioso. La cultura es un sistema relacional que está formada por el lenguaje, el conocimiento, la música, el arte, la educación, etc.; todos ellos sistemas auto-organizadores de significación que se diversifican o se unifican, compiten o colaboran, se contrastan o se armonizan. Los distintos niveles del entorno cultural, desde los más simples a los más complejos, aparecen repletos de información implícita y explícita. Dentro de la cultura, el aspecto implícito es el instinto, la percepción, la empatía, la imaginación, el sentimiento, la voluntad, el razonamiento, etc., mientras que el explícito es el lenguaje, los medios de comunicación, la información, el conocimiento, las normas morales, empíricas, etc. A través del sistema nervioso se capta la información, se conducen los impulsos y se elaboran órdenes para dar respuestas. En el proceso creativo, la experiencia interna (perceptiva y reflexiva) constituye un proceso cognitivo por medio del cual se organizan las sensaciones de la información implícita y explícita, reconociendo sus pautas y gestaltes. Cuando la mente está llena de sensaciones y datos se dan momentos repentinos de relaciones intuitivas, no verbales. Lo que normalmente llamamos idea, solución de problemas o innovación sería la capacidad de conectar esa información a lo largo del diálogo con la realidad estudiada. A medida que vamos haciendo más detalladas las relaciones, los datos intuidos se van reordenando hacia sistemas superiores de orden, complejidad y coherencia, de acuerdo a modelos, a métodos y a reglas. Dicha reorganización se realiza gracias al intelecto y a la experiencia diaria que tenemos con las cosas, a través de los cuales se forman los productos creativos y el conocimiento. Los diversos conocimientos suponen modos distintos de interconectar las ideas y de darles coherencia, sobre todo, al implicar una relación selectiva de datos entre el observador y lo observado. Del mismo modo que existen variaciones en el material genético, las diferencias individuales suponen que algunos sean más capaces que otros para librarse de las creencias limitantes y solventar

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Extracto del libro “El modelo Fractal-Holográfico” de Alejandro Troyán. http://www.holofractico.com/

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La dialéctica de la cultura.

La cultura de una sociedad parece seguir el mismo patrón dialéctico de la mente. Cada individuo influye a, y depende de, la cultura del grupo, resonando en el mismo campo cultural lingüístico y religioso.

La cultura es un sistema relacional que está formada por el lenguaje, el conocimiento, la música, el arte, la educación, etc.; todos ellos sistemas auto-organizadores de significación que se diversifican o se unifican, compiten o colaboran, se contrastan o se armonizan.

Los distintos niveles del entorno cultural, desde los más simples a los más complejos, aparecen repletos de información implícita y explícita. Dentro de la cultura, el aspecto implícito es el instinto, la percepción, la empatía, la imaginación, el sentimiento, la voluntad, el razonamiento, etc., mientras que el explícito es el lenguaje, los medios de comunicación, la información, el conocimiento, las normas morales, empíricas, etc. A través del sistema nervioso se capta la información, se conducen los impulsos y se elaboran órdenes para dar respuestas.

En el proceso creativo, la experiencia interna (perceptiva y reflexiva)

constituye un proceso cognitivo por medio del cual se organizan las sensaciones de la información implícita y explícita, reconociendo sus pautas y gestaltes. Cuando la mente está llena de sensaciones y datos se dan momentos repentinos de relaciones intuitivas, no verbales.

Lo que normalmente llamamos idea, solución de problemas o innovación sería la capacidad de conectar esa información a lo largo del diálogo con la realidad estudiada. A medida que vamos haciendo más detalladas las relaciones, los datos intuidos se van reordenando hacia sistemas superiores de orden, complejidad y coherencia, de acuerdo a modelos, a métodos y a reglas.

Dicha reorganización se realiza gracias al intelecto y a la experiencia diaria que tenemos con las cosas, a través de los cuales se forman los productos creativos y el conocimiento. Los diversos conocimientos suponen modos distintos de interconectar las ideas y de darles coherencia, sobre todo, al implicar una relación selectiva de datos entre el observador y lo observado. Del mismo modo que existen variaciones en el material genético, las diferencias individuales suponen que algunos sean más capaces que otros para librarse de las creencias limitantes y solventar los problemas planteados por el mundo. Los esquemas mentales de dichos individuos tienen más posibilidades de supervivencia dentro de la amalgama del conocimiento. De todos esos conocimientos, solo los nuevos memes que pueden adaptarse a las condiciones exigidas por el conjunto de paradigmas sobreviven.

En un principio, algunas buenas ideas permanecen en letargo antes de propagarse, pues no logran ser aceptadas por la sociedad. Pese a ello, con el paso del tiempo pueden imponerse hasta sustituir a los antiguos memes. Si logran extenderse plenamente se produce la creación de una cultura más elevada, que al interactuar con los componentes cerebrales del grupo, facilita la acumulación de nuevos conocimientos, permitiéndole avanzar hacia un sistema más ordenado, más coherente, más complejo, más altamente evolucionado que antes, tal y como se manifiesta la propia naturaleza. Este evento proporciona una estructura compleja formada por la repetición de patrones auto-semejantes a la selección

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natural que obedece a ciertas leyes fractales. Dicha estructura es fruto de la auto-organización del sistema social de una cultura.

Con todo, un alto sistema de complejidad cultural -y subcultural- supone diseccionar la experiencia en ideas colapsadas, lo que implica nuevas definiciones y categorías que obstaculizan la creatividad. Por ejemplo, cuando los grupos sociales inventaron la idea-meme de que la Tierra era el centro del universo, se formó una verdad incuestionable que bloqueó la iniciativa de los individuos para seguir innovando, aunque muchos ratificaran la idea contraria. De ahí que en cada momento tengan que superarse las limitaciones sensoriales y conceptuales para restablecer el flujo del proceso.

Cuando la cultura rebosa en categorías meméticas, se dice que es como un sistema cerrado, porque atiende a las separaciones e impide la apertura teórica en las relaciones sujeto-objeto. Es lo que se denomina una fragmentación, la cual influye en lo que pensamos acerca de la realidad que vemos. Nuestra formación escolar y universitaria despliega un escenario de realidad común. Los problemas habitualmente planteados conducen a un resultado cerrado que no sabe integrar las ideas. Pero, tal y como hasta ahora hemos observado, la vida es abierta, dinámica y siempre en movimiento.

Cuando nos libramos de muchas de las fragmentaciones hechas por nuestra cultura somos libres para crear otras posibilidades, que nos une inseparablemente con aquello que percibimos del mundo. Esas nuevas posibilidades son capaces de resolver los problemas a un nivel trascendido, ya que van más allá de los polos opuestos. La historia nos da ejemplos de visiones que han sido remplazadas por otras, aparentemente de la noche a la mañana. Y el cambio ideológico se hizo cuando alguien demostró otra posibilidad en la libre conexión de las ideas. Desgraciadamente, las organizaciones sociales de la actualidad están controladas por el Estado, que se resiste a que sus leyes divisorias e intereses establecidos se vean perjudicados. Romper con las costumbres habituales supone esforzarse por cambiar y correr riesgos imprevisibles que plantean incertidumbres. Debido a ello, los organismos renuncian a introducir cambios dirigidos a una libre interacción que disuelva los límites impuestos oficialmente, ya que la libertad es altamente peligrosa para enraizar la sumisión al sistema gubernamental.

La oportunidad de que se produzca el cambio exige aunar muchas voluntades capaces de trascender la antinomia de lo uno y lo múltiple. Por eso la importancia de una participación recíproca a través de los círculos colectivos de cada época de la que la cultura forma parte. En este marco teórico, el sociólogo Randall Collins (citado por Robinson, 2009) ha destacado que los grandes movimientos filosóficos se crearon merced a la interconexión de grupos creativos. Cuando se agrupa una serie de inspiraciones colectivas se crea un movimiento filosófico que puede conducir al cambio repentino de una cultura (al esfuerzo inicial que implica innovar y salirse de lo rutinario para romper inercias). Lo mismo podríamos decir en cuanto a la investigación científica. Pero para construir progresivamente esa cultura, basada en el libre intercambio de ideas, debemos empezar por transformar nuestras actitudes personales. Esto es posible si empezamos a pensar en la paradoja de la unidad en la multiplicidad.

El despliegue de las funciones cerebrales se manifiesta a través del proceso creativo y, por encima de él, a través de los contenidos de las diferentes concepciones culturales, que incluyen aspectos de nuestros cerebros y de la

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envoltura técnica en la que se desarrollan, de tal manera que la mente está parcialmente tanto dentro del cuerpo como fuera de él.

Podemos considerar que los seres humanos están íntimamente conectados con la realidad cultural, pues la memoria acumulada de los grupos sociales produce un efecto real sobre ellos, y viceversa. La dependencia es tan íntima que sintonizar con los distintos niveles mentales, desde los más primitivos a los más desarrollados, es sincronizar con el conocimiento de los diferentes niveles culturales, porque sus procesos aparecen sustentados por la misma base fisiológica. Precisamente, el conocimiento de la realidad de cada persona depende de su acto de participación dentro de la cultura, es decir, de poder tomar libremente los elementos que más le interesan y desarrollar, dentro del surtido de las teorías existentes, sus propias ideas.

Un apego excesivo, ya sea desde un conocimiento subjetivo u objetivo, intuitivo o racional, global o local, puede provocar bloqueos que impiden desarrollar la capacidad creativa en su plenitud. La fórmula para evitar la rigidez y conseguir la fluidez consiste en superar las categorías fijas y limitadas conservadas por la mente y la cultura, para guiar el pensamiento hacia la integración de sus diferentes niveles. Ello confiere la ruptura de los sistemas cerrados y posibilita un discurso no doctrinario en el cual se integran muchas teorías. Toda esa amplitud, en la que se tiende a diluir las dualidades, y muy especialmente la dualidad sujeto/objeto, que es la que se opone al desarrollo natural de la creatividad, otorga el acceso a un campo de información mayor, multidimensional, que incorpora el conocimiento humano en un sistema global y unitario, convirtiendo las múltiples disciplinas en un holograma ilimitado.

La causa profunda del error epistemológico de la cultura contemporánea radica en el dogmatismo del saber en un sistema de ideas fijas (teorías, hipótesis, ideologías, creencias...) que no valorizan, al mismo tiempo, la libertad en las relaciones entre el sujeto y el objeto, entre el investigador y el objeto de su conocimiento. La ciencia ortodoxa divide el conocimiento en distintas áreas especializadas porque parte del juicio discriminatorio propio de los sistemas cerrados, que están privados de la relación con su entorno (epigénesis). Mientras nos aferremos a una epistemología fundada en la división del conocimiento y rechacemos la integridad del sujeto, no habrá un ámbito de acción para el diálogo, y mucho menos para la reconciliación.

Desafortunadamente, la privación sustentada por el lenguaje racional inhibe la apertura teórica hacia lenguajes novedosos que buscan la emergencia de la creatividad. Esta misma visión se hace más profunda cuando consideramos que no solo vale para la cultura, sino también para todos los sistemas complejos vivientes, lo que nos lleva a considerar la imagen del conocimiento como un holograma de relaciones dinámicas y fractales auto-semejantes. Dicha imagen sería la clave del método holofráctico.

Para trascender las posibilidades de la cultura, la creatividad debe permanecer abierta sobre el sujeto y el objeto. Por esta razón, la creación es un sistema experimental, interactivo y evolutivo. Un sistema que podría ser entendido en términos holofractográficos, es decir, de auto-organización e interconexión de información, pues en él se produce un circuito que va, respectivamente, de la parte al todo y del todo a la parte. La dirección de la parte al todo divide toda unidad en dos polos, porque el sentido de las cosas depende de dos términos, que surgen de los fenómenos fragmentados del espacio y del tiempo. Sería el caso de los

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patrones del orden explícito creados por los sentidos externos y el pensamiento racional, que constituyen el sistema por el que separamos, organizamos y estratificamos el mundo; solamente en la medida en que pueda adaptarse a nuestras reglas de percepción y nuestros modelos lógicos. Por otro lado, la dirección que va del todo a la parte agrupa cada polaridad en una unidad. Se presenta bajo el enfoque de los sentidos internos y del pensamiento intuitivo, que al concebir las situaciones de una forma holística, integra varios tipos de información de manera simultánea y crea una realidad perceptiva/imaginativa nueva. Sería el caso de los patrones del orden implícito de las regiones holográficas del cerebro, que se encuentran más allá del dualismo del espacio y del tiempo. En el ámbito holográfico nada se funda en su opuesto, ya que cada parte contiene en sí todas las demás. Esto es lo mismo que decir que las ideas creativas tienen su origen en las regiones holográficas, y que se manifiestan en los diversos dominios de lo real como sistemas fractales auto-organizados, tal y como se manifiesta la propia naturaleza. Esta idea revolucionaria permite una extrapolación de los contenidos culturales como productos emergentes de una misma cosmovisión. Hay, entonces, un despliegue de relaciones dialécticas en lo profundo de toda creación, ya hablemos de la materia, la vida o la mente.

Extracto del libro “El modelo Fractal-Holográfico” de Alejandro Troyán.

Más información en: http://www.holofractico.com/

http://www.diegomarin.com/1300515-9788415668022-EL-MODELO-FRACTALHOLOGRAFICO-UN-MODELO-COHERENTE-DE-LA-CREACION-SEGUNDA-PARTE-CREACION-MISTICA-Y-CIENTIFICA.htm l