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HUMANISMO ν PERVIVENCIA DEL MUNDO CLáSICO, IV. 1 (2008), 181-192 El Marcial de Quevedo Francisca Moya del Baño Universidad de Murcia* Marcial es un poeta bien conocido y admirado por Quevedo; González de Salas, primer editor de la poesía quevediana, 1 así lo dejaba ver, y el nombre de Marcial se lee no pocas veces en el Parnaso. 1 Importantes facetas de la multiforme personalidad de don Francisco -pues hay "muchos Quevedos" como muchos "Marciales"- se compadecían bien con otras del epigramista hispano- latino; podría hablarse en ocasiones de sintonía casi perfecta entre ambos, y nuestro Quevedo en algunos momentos se debió de reconocer a sí mismo en el latino; en las páginas de éste podía leer lo que podría haber salido de su propia pluma. Las coincidencias entre ambos o las relaciones de dependencia de la poesía satírica del escritor barroco en relación al epigramista de Calatayud 3 han sido objeto de páginas espléndidas. 4 Nuestros intereses van, sin embargo, por otro " Este trabajo se inserta en el Proyecto HUM2006-07410/FILO. Hace más de treinta años propuse a una alumna como Memoria de Licenciatura una investigación sobre "El mundo clásico en la obra de Antonio Prieto", trabajo que llevó felizmente a término. Entonces ya conocía y admiraba yo los escritos de Antonio Prieto, al que con justicia se dedica este Congreso Internacional de Humanismo y Pervivencia del mundo clásico; luego continué leyendo sus libros, y más tarde llegué a conocerlo personalmente, y mi admiración y respeto ha ido siempre en aumento; por eso no podía faltar de ninguna manera en este homenaje. 1 El Parnaso español, monte en dos cumbres dividido, con las Nueve Musas castellanas donde se contienen Poesías de D. Francisco de Quevedo y Villegas (...) que con adorno, i censura ilustradas, i corregidas, salen ahora de la Librería de don Ioseph Antonio González de Salas (...) En Madrid, lo imprimió (...) Diego Diaz de la Carrera, Año MDCXLVIII. 2 Puede verse en sus "Ilustraciones al Parnaso''' o en sus notas a diversas composiciones, en que se afirma la dependencia de Marcial, en la edición de José Manuel Blecua, Francisco de Quevedo. Obra Poética, 3 vols., Madrid, 1999 Ü969 1 ), pp. I 93, 95, 119, 132, 222, 420, 422, 480 y II 114. 3 Pese a la importancia de Marcial en Quevedo, mayores fueron, como se reconoce, sus dependencias de los satíricos Persio y Juvenal. * ' Remitimos a B. Sánchez Alonso, "Los satíricos latinos y la sátira de Quevedo", Revista de Filología Española, 11 (1924), pp. 33-62 y pp. 113-153, en cuyos espléndidos artículos ya puso de 181

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HUMANISMO ν PERVIVENCIA DEL MUNDO CLáSICO, IV. 1 (2008), 181-192

El Marcial de Quevedo

Francisca Moya del Baño Universidad de Murcia*

Marcial es un poeta bien conocido y admirado por Quevedo; González de Salas, primer editor de la poesía quevediana,1 así lo dejaba ver, y el nombre de Marcial se lee no pocas veces en el Parnaso.1 Importantes facetas de la multiforme personalidad de don Francisco -pues hay "muchos Quevedos" como muchos "Marciales"- se compadecían bien con otras del epigramista hispano-latino; podría hablarse en ocasiones de sintonía casi perfecta entre ambos, y nuestro Quevedo en algunos momentos se debió de reconocer a sí mismo en el latino; en las páginas de éste podía leer lo que podría haber salido de su propia pluma. Las coincidencias entre ambos o las relaciones de dependencia de la poesía satírica del escritor barroco en relación al epigramista de Calatayud3 han sido objeto de páginas espléndidas.4 Nuestros intereses van, sin embargo, por otro

" Este trabajo se inserta en el Proyecto HUM2006-07410/FILO. Hace más de treinta años propuse a una alumna como Memoria de Licenciatura una investigación

sobre "El mundo clásico en la obra de Antonio Prieto", trabajo que llevó felizmente a término. Entonces ya conocía y admiraba yo los escritos de Antonio Prieto, al que con justicia se dedica este Congreso Internacional de Humanismo y Pervivencia del mundo clásico; luego continué leyendo sus libros, y más tarde llegué a conocerlo personalmente, y mi admiración y respeto ha ido siempre en aumento; por eso no podía faltar de ninguna manera en este homenaje.

1 El Parnaso español, monte en dos cumbres dividido, con las Nueve Musas castellanas donde se contienen Poesías de D. Francisco de Quevedo y Villegas (...) que con adorno, i censura ilustradas, i corregidas, salen ahora de la Librería de don Ioseph Antonio González de Salas (...) En Madrid, lo imprimió (...) Diego Diaz de la Carrera, Año MDCXLVIII.

2 Puede verse en sus "Ilustraciones al Parnaso''' o en sus notas a diversas composiciones, en que se afirma la dependencia de Marcial, en la edición de José Manuel Blecua, Francisco de Quevedo. Obra Poética, 3 vols., Madrid, 1999 Ü9691), pp. I 93, 95, 119, 132, 222, 420, 422, 480 y II 114.

3 Pese a la importancia de Marcial en Quevedo, mayores fueron, como se reconoce, sus dependencias de los satíricos Persio y Juvenal.

*' Remitimos a B. Sánchez Alonso, "Los satíricos latinos y la sátira de Quevedo", Revista de Filología Española, 11 (1924), pp. 33-62 y pp. 113-153, en cuyos espléndidos artículos ya puso de

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FRANCISCA MOYA DEL B A ñ O

camino: ver qué textos de Marcial cita Quevedo, en qué obras y con qué fin; descubrir qué edición o ediciones pudo manejar, y corregir, en su caso, las referidas citas.

Queremos comenzar, sin embargo, recordando algo importante, a saber, que la admiración que siente Quevedo hacia Marcial viene potenciada por haber sido el escritor latino, como otros escritores hispanos, objeto de feroces ataques de algunos humanistas foráneos, Mureto, Escalígero o Dousa. Quevedo defenderá a Marcial, siendo, además, uno de los modos más eficaces de hacerlo servirse de sus versos, que citará, en latín, precedicios a veces de juicios altamente elogiosos; y lo hará, como una manera de mostrar los valores que presenta, o lo traerá como autoridad en ocasiones importantes y -también podríamos decir- allí donde no se esperaría.

Marcial, además, aunque no solo él, debió de impulsarle a escribir su España defendida y los tiempos de ahora; parece claro que los aludidos ataques que recibieron los hispanos Lucano, Séneca, Quintiliano, Juvenal y el propio Marcial5

fueron uno de los acicates que lo movieron a escribir esta obra. No pudo tolerar esa infamia. Lo leemos claramente en "Ocasión y causas del libro", en donde, entre otras cosas, dice:

"Paciencia tuve hasta que vi a los franceses con sus soldados burlando de España. y vi a Josefo Escalígero (...) decir mal de Quintiliano, Lucano y Séneca, y llamarlos "pingues isti cordubenses"; y a Mureto, un charlatán francés, roedor de autores (...) en un comento a Catulo, en el cual en lugar de darle a entender a otros, muestra que él no le entendió (...) trata a Lucano de inorante, y a Marcial de bufón, de ridículo y sucio, solo por español (...)".*

manifiesto las "relaciones" de Quevedo y Marcial, y a los más recientes estudios de Lía Schwartz, "Martial and Quevedo: Re-Creation of Satirical Patterns", Antike und Abendland, 23.2 (1977), pp. 122-42, y "De Marcial y Quevedo", en su Quevedo: discurso γ representación, Pamplona, EUNSA, 1986, pp. 133-157, o Manuel Ángel Candelas Colodrón, "El epigrama de Marcial en la poesía de Quevedo", La Perinola, 3 (1999), pp. 59-96. Igualmente es notable la presencia de Marcial en los comentarios de los editores de la poesía satírica de Quevedo; remitimos, como muestra, a Poesía satírico burlesca de Quevedo, ed. de I. Arellano Ayuso, Univ. de Navarra, Biblioteca Áurea Hispánica, 2003.

5 Acerca de la crítica a escritores hispanos y, en concreto, sobre "el rechazo a Marcial por español", remitimos a Juan Gil, "Marcial en España", Humanitas, 56 (2004), pp. 224-326, especialmente pp. 237-247.

6 Cf. en Don Francisco de Quevedo y Villegas. Obras completas, estudio preliminar, edición y notas de Felicidad Buendía, Tomo I, Obras en Prosa, Madrid, 1958, pp. 489-490. El juicio de Mureto sobre los españoles y, entre ellos, sobre Marcial, es verdaderamente duro; se lee en la Dedicatoria de su "Catulo" a Bernardino Loredan (Lauderanus), fechada en las idus de octubre de 1554, en donde, entre otras muchas cosas negativas, dice: "Hispani poetae praecipue et Romani sermonis elegantiam contaminarunt (...), etc.", o "inter Martialis autem et Catulli scripta tantum interesse arbitrer quantum ínter dicta scurrae alicuius de trivio et inter liberales ingenui hominis iocos, multo urbanitatis aspersos sale"; cf. Catullus et in eum Commentarius M. Antonii Mureti, Lugduni Apud Gulielmum Rovillium, 1559, edición por la que citamos (la primera es de 1554, en Venecia), pp. 4-5 (el ejemplar manejado es M-BN 2-29905). En cuanto a "isti pingues cordubenses", su origen remoto se encuentra en Cicerón (Cíe. Arch. 26: qui praesenim usque eo de suis rebus scribi cuperet, ut etiam Cordubae natis poetis pingue quiddam sonantibus atque peregrinum tamen auris suas dederet.}, y

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EL MARCIAL DE QUEVEDO

Quevedo no perderá la ocasión de contraatacar, y criticará el trabajo de Mureto, como criticará a Escalígero o Dousa,7 editores, dice, que hacen irreconocibles a los autores.

"Y cuando más glorioso llega a ser un Duza o un Scalígero es para mirar si Planto dijo oro por precor, mudar una letra, alterar una voz, despedazar a Lucilio, Petronio, Plauto y Catulo el uno; y el otro hacer que se desconozcan a sí mismos Tibulo, Propercio, Ausonio, Sexto Pompeyo, Varrón y los opúsculos de Virgilio, Ausonio y otros que, si ahora resucitaran, según estos críticos los despedazan, apuntan, declaran, notan y alteran, no se conocieran a sí mismos".8

En fin, es e v i d e n t e q u e Marcial está de t r á s d e España defendida, y e s lóg ico q u e le pres te sus pa l ab ra s pa ra dec i r con él q u e los ex t ran je ros se a p r o v e c h a n d e los e s p a ñ o l e s . H a b l a n d o d e la r i queza y fert i l idad d e E s p a ñ a así s e e x p r e s a n u e s t r o autor:

"que tenemos en ella por huéspedes a todas las naciones, haciéndose en nuestra comunicación ricos y dejándonos con la suya pobres y engañados, que como dice Marcial semper (homo) bonus tiro est."9

Q u e v e d o d e s c u b r e y enfatiza las v i r tudes d e Marcial; el ep ig ramís t a sirve, c o m o afirma, p a r a la d ivers ión d e c u e r d o s ; así es tá e n la ded ica to r i a d e El Buscón•}0 "El c u e r d o se divier te c o n los d e s c u i d o s ma l i c iosos d e Marcial m á s q u e c o n las Sentencias d e Séneca" .

en el Humanismo lo vemos en Lilio Gregorio Giraldi, Historia poetarum tam Graecorum quam Latinorum dialogi decem, Basilea, 1545, Dialogus X, pp. 524s. (cf. Juan Gil, ait. cit, en n. 6, p. 243).

7 A todos los conoce bien; a Lucilio lo cita por la edición de Dousa (cf. mi "Lucilio en Quevedo ¿un nuevo libro para la biblioteca quevediana?", en Ad amicam amicissime scripta. Homenaje a la Profesora María José López de Ayala y Genovés (J, Costas coord.), LTNED, Madrid, 2005, v. II, pp. 159-168; se sirve de Mureto en su Anacreón castellano para ilustrar una oda, criticando, además, que Escalígero copiara a Mureto ("Escalígero, con su acostumbrada hipocresía, nota sobre esta epigrama lo que Mureto sobre aquella"); cf. mi "Catulo, Ovidio y Propercio en el Anacreón de Quevedo", en Koinós lagos. Homenaje al Profesor José García López, Murcia, Universidad, 2006, 699-711, en p. 706.

" Cf. en Don Francisco de Quevedo y Villegas, (cit. en n. 7), p. 516. Esta crítica a los editores-correctores, puede tener su origen en el Somnium. Lusus in nostri aevi críticos de Lipsio (cf. Lipsi opera omnia quae ad criticam proprie spectant. Lugduni Batavorum: ex officina plantiniana apud Franciscum Raphelengium, 1596, pp. 633-645; manejamos el ejemplar de la Biblioteca de la Universidad de Murcia S-B-2302); palabras semejantes a las de Quevedo podemos leer luego en República literaria de Saavedra Fajardo, donde se presenta, por ejemplo, a Julio César Escalígero "con una mordaza en la boca y esposas en las manos", apareciendo tras él los autores que editó, Ovidio, Plauto, Terencio, Propercio, Tibulo (...), Juvenal y Marcial, "casi todos estropeados y acuchillados por las caras, quién sin narices, quién sin ojos; unos con dientes y cabelleras postizas, y otros con brazos y piernas de palo, tan desfigurados, que ellos mismos se desconocían"; cf. edición de J. Dowling, Salamanca, Anaya, 1967, p. 93.

9 Cf. en Don Francisco de Quevedo y Villegas, cit. en n. 7, p. 492. Cita sólo el final del epigrama del que no indica el lugar; se trata de MART. 12,51: Tam saepe nostrum decipi FabulHnum/ miraris, Aule? semper homo bonus tiro est. ("¿Te sorprendes, Aulo, de que nuestro Fabulino sea engañado con tanta frecuencia? Un hombre bueno siempre es un bisoño").

10 Cf. en Don Francisco de Quevedo y Villegas, cit. en n. 7, p. 287.

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FRANCISCA MOYA DEL B A ñ O

El valor que confiere a las palabras de Marcial explica que con uno de sus epigramas pueda el rey Felipe IV, a juicio de Quevedo, contestar a quienes pretenden que santa Teresa comparta patronazgo con Santiago; proclaman ellos que "nada le quitan al santo", pero Quevedo no lo ve del mismo modo y en su Memorial por el patronato de Santiago11 lo va a expresar con la ayuda de nuestro poeta:

"A los que dicen que nada quitan", -ref ir iéndose, sobre todo, a los Padres Carmelitas- "se puede responder con Marcial, español, ep. 3, 61.

Esse nihil dicis quicquid petis, Si nil, Cinna, petis: nil tibi, Cinna, negó.

"Respuesta que quitando el "improbe",12 como lo quito yo, es ajustada".

De nuevo en Memorial,15 empeñado como estaba en defender a Santiago como único Patrón de España, dirá Quevedo que el santo queda desautorizado si se le quitan devotos y ruegos, haciendo que comparta título con otro, y lo apoya con la autoridad de los gentiles que así entendieron:

"que los ruegos y oraciones y votos hacen aún los dioses y no los bultos. Así lo dijo aquel español, blasón de nuestra agudeza que, entre algunas culpas elegantes, escribió tan preciosas verdades, lib. 8. epig 24".

El epigrama lo dedicaba Marcial al César, por eso, a juicio de Quevedo, "el que Marcial hablara con Domiciano" hacía que no fuese "indigna la transferencia" a la "grandeza del rey de España"; no faltaba, pues, en este caso al decorum, al citar en este lugar los versos del epigramista. Del epigrama14 seleccionará Quevedo el texto que le interesa, los versos 5 y 6:

Qui fingit sacros auro, vel marmore vultus, Non facit Ule déos: qui rogat, ille facit.

y lo traslada diciendo que el que esculpe o figura rostros sagrados de oro o mármol, él no los hace dioses; el que ruega es el que los hace dioses.15

11 Cf. en Don Francisco de Quevedo y Villegas, cit. en n. 7, p. 776. 12 En el verso primero, tras petis, se lee improbe Cinna. Omite Quevedo la traducción ("Dices,

malvado Cinna, que todo lo que pides es nada. Si pides nada, Cinna, nada a ti, Cinna, niego"), li­mitándose a la glosa.

13 Cf. en Don Francisco de Quevedo y Villegas, cit. en n. 7, p. 785. ** Los versos anteriores dicen así: Si quid forte petam tímido gracilique libello. / improba non

fuerit si mea cbarta, dato, /et si non dederis, Caesar. permute rogari: / offendiint numquam tura precesque lovem. ("Si ocumera que pido algo con temeroso y delgado librito, concédemelo si no es malvada mi página; y si no lo concedieras, deja que te ruegue: incienso y preces nunca ofen­den a Júpiter").

1S En el manuscrito de la Biblioteca Nacional de Madrid 3708, que lleva por título Poesías de Don Feo. de Quevedo sacadas del tomo 2o ms. existente en la Biblioteca, en el folio 10v leemos: Qui fingit sacros <Mart. 8,24,5> y la versión quevediana: "Las aras no hacen los dioses / las estatuas y los templos / sino los tristes con votos / y los humildes con ruegos", seguida de un "Quevedo. Musa 4, romance 40".

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EL MARCIAL DE QUEVEDO

Marcial será, en su prólogo a la edición de las poesías de Fray Luis,16 auto­ridad de peso para criticar a quienes escriben sin que se les entienda, y defender, en consecuencia, la perspicuitas, diciendo:

"Este modo de sentir con suma elegancia se oye en el donaire de nuestro Marcial lib. X, epigr. xxi:

Scribere te quae vix intelligat ipse Modestus, Et vix Claranus, quid rogo, Sexte, iuvat?

Non lectore tuis opus est sed Apolline libris: Iudice te maior Cinna Marone fuit.

Sic tua laudentur: sane mea carmina, Sexte, Grammaticis placeant, et sine grammaticis".

Tras el epigrama podemos leer la excelente y personal versión quevediana, que traslada y explica el contenido, como queda patente en la traducción de Apolline (v. 3), o en la del último pentámetro, en que amplifica hábilmente su contenido.

"¿Qué aprovecha escribir lo que Modesto y Clarano entender podrán apenas, supersticioso Sexto?

No han menester letor tus libros, solo han menester por adivino a Apolo.

Si lo juzga tu musa peregrina, mejor poeta que Marón es Ciña.

Tal alabanza tus escritos gocen; pero mis versos, Sexto, yo deseo que sin gramaticales prevenciones agraden a los más gramaticones".

Marcial había servido también a los propósitos de Quevedo en su Anacreón castellano,11 obra contemporánea a su España defendida; allí, para mostrar en el comentario a la oda primera que a la poesía lírica no conviene cantar temas épicos -guerras de Troya y Tebas-, trae a su conveniencia el epigrama 4, 48 [Lindsay 49], en el que, debemos recordar, Marcial no se refería, lógicamente, a la lírica, sino a la epigramática y, en concreto, a sus epigramas, que, afirmaba, se leían más que la épica, como deja muy claro el último dístico. Dice el epigrama:

Nescis, crede mihi, quid sint epigrammata, Flacce, Qui tantum lusus illa iocosque putas,

lile magis ludit qui scribit prandia saevi Tereos aut cenam, crude Thyesta, tuam,

16 Cf. en Don Francisco de Quevedo y Villegas, cit. en n. 7, p. 468 y en la edición de Antonio Azaustre Galiana, en Francisco de Quevedo, Obras completas en Prosa, v. I, tomo I (dirección de Alfonso Rey), Madrid, Castalia, 2003, pp. 139-140. En éste, además de no respetarse la forma del dístico en el texto latino, se lee en el v. 3 tuo por tuis.

17 Cf. en Francisco de Quevedo, cit. en n. 31, p. 26l

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FRANCISCA MOYA DEL B A ñ O

Aut puero liquidas aptantem Daedalon alas, Pascentem Siculas aut Polyphemon oves.

A nostris procul est omnis vesica libellis, Musa nec insano syrmate nostra tumet.

Illa tamen laudant omnes, mirantur, adorant. Confíteor: laudant illa sed ista legunt.18

También añade su versión, y lo hace, como hiciera en el caso anterior, en versos endecasílabos:

"Créeme, Flaco, que ignoras lo que cierran en sí los epigramas; pues que piensas

que no son más de burla y niñerías. Más burla aquél que escribe de Tereo

cruel banquetes, u de Tieste duro la cena, o a Dédalo pegándose las alas,

o a Polifemo que apacienta ovejas en Sicilia. Están de nuestros libros

lejos estas locuras mentirosas. No con locas grandezas nuestra Musa

se hincha, que bien sé que alaban todos esas cosas, bien sé que las alaban,

esas adoran; pero leen aquestas".

Quevedo con Marcial puede también mostrar y avalar su postura ante el suicidio. En Nombre y descendencia de la doctrina estoica1"' transmite la defensa que de él hace Séneca, pero frente a ello tenía un texto muy elocuente del epigramista, que piensa ser locura el matarse; lógicamente, expresaba las mismas ideas de Quevedo. Así decía Marcial en un solo dístico <2,80>, y traducía Quevedo en cuatro octosílabos:

Hostem cum fugeret, se Fannius ipse peremit. Hic, rogo, non furor est, ne moriare, mori?

"Matóse Fanio al huir de su enemigo el rigor. Pregunto yo: ¿No es furor matarse por no morir?"

Y otro epigrama le sirve en Constancia y paciencia del santo Job20 para oponerse a la creencia de que los justos, por serlo, están privados de castigos y son felices; y de que, por el contrario, son castigados y desgraciados los pecadores. De este modo, dice Quevedo, pensaban los amigos de Job, pero, desde luego, no así Marcial:

18 El texto que se lee en la mencionada edición de Blecua presenta la errata Tercos por Tereos en el verso 4; en el mismo verso debe restituirse crude T/jyesta, que se lee en las ediciones manejadas y está en algunos manuscritos quevedianos, en vez de dure (sin duda, una conjetura a partir de la traducción de Quevedo) Tyeste.

19 Cf. en Don Francisco de Quevedo y Villegas, cit. en n. 7, p. 974. 20 Cf. en Don Francisco de Quevedo y Villegas, cit. en n. 7, p. 1366.

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El MARCIAL DE QUEVEDO

"Los tres amigos de Job lo eran solo de la prosperidad. Quieren que quien padece trabajos sea pecador; y justo y favorecido de Dios quien goza de paz, descanso, salud, riquezas y dignidades".

Marcial vendrá ahora en su ayuda, y así lo confirma lo que leemos a continuación, en la persona de Selio, que tiene acerca de la felicidad ideas muy contrarias a las de estos tres amigos que no entienden que Job sea desgraciado, si no es pecador; pues, igual que el inocente puede ser desgraciado, también se puede ser, como el mismo Selio es, pecador y, a la vez, feliz:

"Siendo Selio hombre detestable y blasfemo, siente lo contrario de estos tres arguyentes de Job. Nótalo el aragonés Marcial, libro IV, epigrama 21:

Mullos esse déos, inane coelum Affirmat Selius: probatque quod se Factura, dum negat haec, videt beatum.

Afirma Selio que no hay dioses, que el cielo está vacío, y lo prueba con que es bienaventurado mientras niega esto".

El mismo epigrama aparece en Providencia de Dios21 para "ilustrar razona­damente" un texto de san Agustín que versa sobre la negación de la existencia de Dios. Dirá Quevedo:

"Sirva al sagrado Maestro el sutil y profano Epigramatario: él nos da otro que dijo con la boca que no había Dios, y que el cielo estaba sin habitación y vacío.u

<MART. 4,21>:

Nullos esse déos, inane coelum Affirmat Selius: probatque, quod se Factum, dum negat haec, videt beatum",

texto que comenta Quevedo de modo amplio:

"Dice que probó que no había Dios con que mientras blasfemo negaba que le había, era dichoso y bienaventurado, como si dijera: "Si hubiera Dios, aborreciera los sacrilegos; y pues siéndolo soy tan feliz, no lo hay". Este ateísta más quiso decir que no había Dios con la boca (pues sus maldades en vez de castigo tenían premio), que decir en su corazón que no había Dios, pues le agradaban sus maldades. En el silogismo de Augustino la boca de Celio es antecedente para la conclusión que convence al corazón del ignorante. Aquel sin voz dijo que, pues le agradaban sus delitos, no había Dios; este, que no le había, pues no le desagradaban".

:i Cf. en Don Francisco de Quevedo y Villegas, cit. en n. 7, p. 1424. 22 En el margen se leía: "Marcial lib. IV, epig. 21". En esta ocasión no ofrece Quevedo la

traducción.

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FRANCISCA MOYA DEL B A ñ O

Y vuelve Marcial a estar en la dedicatoria de la Vida de San Pablo a Don Juan Chumacero Carrillo y Sotomayor,23 la cual concluye con el epigrama de Marcial, 6,66. Decía Quevedo:

"Doy a leer mi devoción, no mi ingenio y deseo defenderme en el sagrado de tan soberano sujeto. Seráme consuelo, contra los que no aprobaren mis escritos, Marcial en el libro 6, epigrama 66; habla de Geliano, pregonero sucio:

Famae non nimium bonae puellam, Quales in media sedent Suburra, Vendebat modo praeco Gellianus. Parvo cum pretio diu liceret, Dum puram cupit approbare cunctis, Attraxit prope se manu negantem. Et bis terque quaterque basiavit. Quid profecerit ósculo requiris? Sexcentos modo qui dabat, negavit".

Tras el texto latino, que debió de considerar prudente no traducir,24 viene su juicio:

"¡Ay de estas bocas, que cuantas más caricias hacen por aprobar una cosa, con su asco, no sólo desacreditan, sino que, si tenía algún valor, la dejan sin precio alguno".25

Es mejor, piensa y dice Quevedo, no ser alabado, que ser aprobado de quienes pueden perjudicar más que beneficiar. El epigrama es, ciertamente, elocuente.

Y, como era de esperar, en Gracias y desgracias del ojo del culo no falta Marcial, que, recuerda Quevedo, había dicho que los culos son saludadores, compressis natibus lovem salutat <12,78,12>.26

Marcial, en fin, le sirve para decir, al final de su Anacreón castellano,21 que sus escritos son lascivos pero no su vida: lasciva est nobis pagina, vita proba <1,5,8>; o para hablar en Lágrimas de Jeremías29 de cómo, frente al auténtico

23 Cf. en Don Francisco de Quevedo y Villegas, cit. en n. 7, p. 1462. 2** El epigrama, como es evidente, está repleto de connotaciones obscenas y poco adecuadas a

la obra en que se inserta ("A una joven de no muy buena fama, cuales son las que se sientan en medio de la Subura, la tenía en venta hace poco el pregonero Geliano. Después de tasarla durante bastante tiempo a poco precio, cuando desea probar ante todos que era casta, la atrajo hacia él aunque ella decía que no con su mano, y la besó dos y tres y cuatro veces. Preguntas qué provecho sacó con su beso. El que un poco antes daba por ella seiscientos, dijo que ya no los daba").

25 Cf. en Don Francisco de Quevedo y Vi/legas, cit. en n. 7, p. 1462. 26 Cf. en Don Francisco de Quevedo y Villegas, cit. en n. 7, p. 98. Quevedo cita el último

verso del epigrama en que se dice que "Etonte en el Capitolio se peyó", y por mucho que intente evitarlo, siempre saluda a Júpiter "apretando las nalgas".

27 Cf. José Manuel Blecua, Francisco de Quevedo, Obra poética. IV, Madrid, Castalia, 1981, p. 344.

28 Cf. en Francisco de Quevedo, cit. en n. 26, p. 372. Dice el epigrama de Marcial: Amissum non flel cum sola est Gellia patrem, / si quis adest, iussae prosiliunt lacrimae ("La pérdida de su padre no la llora, cuando está sola, Gelia; si hay alguien presente, lágrimas forzadas le brotan".").

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EL MARCIAL DE QUEVEDO

llanto que surge del sufrimiento del alma, hay otras lágrimas "fingidas", que brotan a la fuerza: et iussae prosiliunt lacrimae <1,34,2>.

Hasta aquí nuestro recorrido, no cronológico, por las citas de Marcial. Las menciones y textos que encontramos están en obras satíricas, de crítica literaria o ascéticas y religiosas, es decir, comprobamos que Marcial sirve a Quevedo en muy distintas ocasiones, y que sus palabras se leen en obras no cercanas en el tiempo. Estas citas descubren una lectura atenta y continuada por parte de Quevedo, que sabe elegir las palabras que, abiertamente o de modo algo forzado, sustentan sus ideas, sin preocuparle el decorum, al aportar a veces, como avales, epigramas poco convenientes; pero así es Quevedo, y es por eso por lo que Marcial en Quevedo tiene muchas cosas que decir, y por lo que puede hablar en distintos foros.

Marcial, el Marcial de Quevedo, es, pues, el que en sus textos y con sus textos le proporciona respuestas, el que sustenta sus juicios o le sirve de referente; es ese breve número, apenas una decena, de citas que aparece en el conjunto de su obra. Pero también el "Marcial de Quevedo" es ese texto o textos por los que citó, es decir, el que don Francisco pudo manejar o poseer, y ese es el que hemos intentado descubrir. No es raro, desde luego, que tuviese ejemplares de varias ediciones, o que a lo largo de su vida, y según el lugar en que se encontrara nuestro autor, manejase una u otra edición; es verdad que algunos epigramas se mantienen prácticamente idénticos, sin variantes, hecho que dificulta nuestra búsqueda; con todo, las pesquisas que hemos llevado a cabo nos permiten afirmar con bastante probabilidad que hay dos ediciones -sin negar, insistimos, que pudiese disponer de otras más- que con casi total certeza estuvieron en sus manos. Todas las citas que hemos mostrado se hallan así, como las cita Quevedo, en las dos ediciones, y nuestra hipótesis, además, la avalan ciertas peculiaridades -de lecturas, sobre todo, o numeración de epigramas- que encontramos en una selección de epigramas que acompañó Quevedo de una versión de sumo interés. El origen relativamente remoto de estas páginas nuestras está precisamente en esa selección de epigramas. Daré las razones.

El conjunto de epigramas, cincuenta y tres, en latín y versión castellana, fue editado por primera vez por L. Astrana Marín;29 luego lo editó Felicidad Buendía,30 siguiendo más tarde las ediciones de A. Martínez Arancón,31 y la edición crítica, sin duda la mejor, de José Manuel Blecua.32 Menos Astrana Marín, todos

29 Cf. Francisco de Quevedo y Villegas, Obras completas. Obras en verso, Edición de L. Astrana Marín, Madrid, 1943 [1932]. pp. 123-132.

'" Cf. Don Francisco de Quevedo y Villegas, Obras completas. Tomo II. Obras en verso, Edición de Felicidad Buendía, Madrid, 1967, 1986 [1967], pp. 515-526.

31 Marcial-Quevedo. Edición, prólogo de Ana Martínez Arancón, Madrid, Editora Nacional, 1975. 32 Cf. Francisco de Quevedo. Obra poética. IV. Edición de José Manuel Blecua, Madrid, Castalia,

1981, pp. 439-470. Estas versiones quevedianas de Marcial han sido asimismo objeto de estudio y valoración por parte de E. Sánchez Salor, "Los epigramas de Marcial en Quevedo", Serta Gratulatoria in Honorem Juan Régulo. I. Filología. Ed. J. L. Melena Jiménez et alii, Universidad de La Laguna, 1985, pp. 643-662, que ha vuelto sobre ellos en "La agudeza de ingenio y el epigrama. Marcial, Gracián y Quevedo" en Hominem pagina nostra sapit. Marcial 1.900 años después. Estudios

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dicen seguir el único manuscrito que hoy se conserva, el ms. 139 de la Biblioteca Menéndez Pelayo de Santander.33

Cuando consulté la mencionada edición de Blecua, encontré palabras que movieron mi curiosidad. Aparte de decir que las lecturas de Quevedo no coinciden con las de la edición de Lindsay, hecho completamente lógico, continuaba informando de que las ediciones que había visto de los siglos XVI y XVII no llevaban numeración impresa, aunque algunos ejemplares, recuerda, la llevaban a mano;3' añadía un dato que me interesó: dos epigramas (los que ocupan el lugar 33 y 34 de la selección35) "no figuran", dice, "ni en la edición de W. Heraeus, ni en la de Lindsay, pero sí en otras muchas, como la impresa por Didot en París, 1865, de la que me sirvo".

Blecua no había encontrado, pues, ediciones numeradas ni tampoco -al parecer- que contuviesen los epigramas referidos, teniendo que servirse, como punto de referencia, de una edición muy posterior a Quevedo, la de 1865. Había, pues, que buscar esa edición anterior a Quevedo, en la que estuvieran los epigramas. Y después de mirar edición tras edición y de comprobar que muchas, como afirmaba con razón Blecua, no tenían numeración, y que ninguna de las que íbamos consultando36 contenía estos dos epigramas, por fin encontramos dos que cumplían y siguen cumpliendo todos los requisitos exigidos; de ellas proceden, en nuestra opinión, los epigramas de Marcial traducidos por Quevedo; se trata de la grypbiana de 1558 -una edición muy rara de la que no constan apenas

XIX Centenario de la muerte de Marco Valerio Marcial, dirección de José Javier Iso Echegoyen-Alfredo Encuentra Ortega, Zaragoza 2004, pp. 441-482 (cf. especialmente pp. 464-482); Leonor Pérez Gómez, "Quevedo, traductor de Marcial", en Actas del VI Simposio de la Sociedad Española de Literatura general y comparada, Granada, 1986, pp. 385-396, o Pedro Juan Galán, "¿Censura Moral en las Imitaciones de Marcial de Quevedo?", en La Filología latina boy. Actualización y perspectivas, Madrid, Sociedad de Estudios Latinos, 1999, pp. 953-965. Antes se habían ocupado de ellos Amédée Mas, La Caricature de lafemme, du mariage et de l'amour dans l'oeuvre de Quevedo, París, Hispano-Americanas, 1957, o Fritz Schalk, "Quevedo's "Imitaciones de Marcial"", en Festschrift für H. Tiemann. Hamburg, 1959, pp. 202-212.

33 El manuscrito que contiene estos epigramas lleva en la portada el siguiente título: Fragmentos no impresos basta oy de D. Francisco de Quevedo y Villegas, cauallero en el Orden de Santiago y señor de la Torre de Juan Abad. Recogidos por un aficionado. Para los Discretos, leyéndose en la parte inferior: "es de la Librería de D. Ambrosio de la Cuesta y Saauedra". Está descrito en Miguel Artigas- Enrique Sánchez Reyes, Catálogos de la Biblioteca de Menéndez Pelayo, I. Manuscritos, Santander, 1957, pp. 215-223. El texto de los epigramas se encuentra en los folios 197-216 (en otra numeración: folios 48-63). Existe otro manuscrito en la Biblioteca March de Palma de Mallorca, aunque en él faltan algunos epigramas, el orden es diferente y, en cuanto al texto latino, se suele limitar al primer verso.

34 En el manuscrito de Santander los epigramas sí llevan numeración. 35 Comienzan respectivamente: Milo domi non est: peregre Milone prefecto", y Thura, piper;

vestes, argentum, pallia. gemmas. Se citan como 7,101 (por errata 11,101, en Blecua), y 12,103. 36 Entre otras, consultamos la grypbiana de Lyon, 1567; la véneta de Lipsio, de 1615; la de

Colonia de 1623, apud Petrum et Iacobum Chouét. No se incluían estos dos epigramas en las sucesivas ediciones de M. Rader, ni, lógicamente, en la de L. Ramírez de Prado, que acababa en el libro sexto, ni tampoco en la elzevirensis, de Amsterdam, 1650, ni, como es natural, en las muchas ediciones en que se eliminaban los epigramas obscenos.

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ejemplares;37 la otra es la parisina de I6l7.38 Ambas llevan numeración de libros y epigramas, y ambas contienen los dos epigramas que no suelen encontrarse en las ediciones antiguas. Hadrianus Iunius, según dice en su dedicatoria a Ianus Dousa en la mencionada edición de 1558, fue quien los introdujo, como hiciera con otros, al utilizar un anglicanus codex, antes no conocido.39

Nuestro descubrimiento fue avalado en gran medida por los índices manuscritos en los que se reseñan los libros que había en el Monasterio de san Martín de Madrid, la mayoría de los cuales procedentes, como se sabe, de la biblioteca de Quevedo.*! En el índice de libros que contiene la Biblioteca de este Real Monasterio de S"" Martín de Madrid, fechado en 1730, que se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid (M-BN ms. 1908), en el folio 128, leemos: "Martialis Epigrammata notis variorum auctorum", y, a renglón seguido: "ídem sine notis".

Este índice que ofrece unas referencias bibliográficas escasas, pues no da cuenta de lugar ni año de edición, indica que al Monasterio habían llegado, y allí se encontraban, dos ediciones de Marcial; una, con notas de varios autores, podía ser la de 1617, pues allí están las de Domitius Calderinus, Georgius Merula o Laurentius Ramírez de Prado. De la otra poco se decía.

Más información ofrece el índice que se encuentra, también en Madrid, en la Academia de la Historia, (Sign. ms. 9-2099), cuyo título reza así: índice General de la Biblioteca del Real e Pairoq' Monasterio de S. Martín de Madrid. Se hizo siendo abad el R. P. M. F. Placido Vizente, Año de 1788. En el folio 24Γ se informa de dos ediciones: "Martialis, Tiguri, 1594*11" y "Martialis, Lutetiae, 1617".

Existe, pues, la certeza de que tuvo Quevedo, por lo menos, una de las ediciones que habíamos previamente "descubierto'-, la edición de 1617; en cuanto a la de 1558, el cotejo de textos lo indica con claridad. El que la datación de las

37 M. VAL MABIUUS Epigrammaton Hbri XV, hoc est In Ampbitheatrum Caesaris líber I Epigrammaton variorum Hbri XII. Xeniorum líber I, Apopboretorum líber I Ad vetustiorum coclicum fidem dilígenter emendati, apposita ad marginem varietate lectionum, aliquot etiam Epigrammatis recens aucti, ac doctorum vírorum, praecipue HADRIANI Ivxm scholiis ilhistrati, Lugduni, apud Ant. Grypbium, 1558. Hemos manejado el ejemplar M-BN 7-13895, que presenta subrayados, tachaduras y algunas notas, que podrían ser -querríamos aventurar- de Quevedo.

38 M. VALEKII MARTIALIS Epigrammatum Hbri XV cuín variorum doctorum vírorum commentariis, notis. observationibus, emendationibus & paraphrasibus, unum in corpas magno studio coniectis. Cum índice omniurn verbontm, Josephi Langii Caesari-mont. & aliis indicibus locupletissimis. Lutetiae Paiisiorum, apud Michaelem Sonnium, sub scuto Basiliensi 1617. Hemos manejado el ejemplar M-BN 3-54215, en el que hay sólo algunos subrayados.

39 En página 202, al margen de los epigramas VI 99-101, leemos: "Sequentia epigr. in veten et eleganter picto exemplari Anglicano addita sunt". En la edición de 1617 leemos algo semejante en página 388: "Sequentia Epigrammata (99, 100, 101) e veten et eleganter picto exemplari Anglicano addidi, ne improbe ingeniosus existimes". Estos epigramas desaparecerían después de las ediciones críticas.

41 Cf. Felipe C.R. Maldonado, "Algunos datos sobre la composición y dispersión de la biblioteca de Quevedo", en Homenaje a la memoria de don Antonio Rodríguez-Moñino, 1910-1970. Madrid, Castalia, 1975, 405-428, Alejandro Martinengo, La astrología en la obra de Quevedo, Madrid, Alhambra, 1983, pp. 173-179. e Isabel Pérez Cuenca, "Las lecturas de Quevedo a la luz de algunos impresos de su biblioteca". La Perinola, 7 (2003), pp. 297-333.

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traducciones abarque un lapso de tiempo bastante amplio42 justifica también el que Don Francisco pudiese utilizar una y otra,13 la segunda, lógicamente, no en las versiones que hizo antes de 1617.

Volviendo a los epigramas traducidos por Quevedo, Astrana, su primer editor, conocía la existencia del manuscrito de Santander4'1 pero, como dice, se había servido de una copia de la biblioteta de Don Luis Valdés, "corrigiendo esmeradamente los lugares castellanos y latinos muy corruptos en los dos textos".15 Había que ver el manuscrito de Santander, pues, además de ser "el modelo", el manuscrito que utilizó Astrana no está localizado.

En cuanto al manuscrito, pudimos comprobar que el texto latino coincidía -podría decirse- absolutamente con las mencionadas ediciones de Marcial, con las dos a la vez, o con una u otra, según los casos; en cuanto a la numeración, también coincide, salvo alguna excepción, con la de ambas o con una de ellas: y, lo más importante, con independencia de algunas erratas de copista fácilmente subsanables, poco había que corregir.

En fin, el manuscrito de Santander, testigo de las traducciones o "imitaciones" quevedianas de Marcial", no sólo sirve para restituir con ciertas garantías el texto latino46 y, a veces, castellano de esta obra, sino que indica con casi absoluta certeza cuál es el Marcial de Quevedo, que no es otro que las ediciones a las que nos estamos refiriendo.

1,2 No hemos localizado esta edición. ,3 Astrana Marín las sitúa entre 1603-1624; Blecua, entre los años l606-l6l8. "*4 También el texto de las citas, como hemos adelantado, coincide con el que presentan

unánimes ambas ediciones; puede verse, el 3,61 en pp. 84 y 223 respectivamente (situamos en primer lugar la edición gryphiana de 1558; en segundo, la parisina de 1617); 8,24 en pp. 210 y 397; 10.21 en pp. 271 y 458; 4,49, en pp. 109 y 281; 2,80 en pp. 65 y 181; 4,21 en pp. 101 y 263; 6,66 en pp. 165 y 352-353; 12,78 [Lindsay 77], en p. 356 y c. 540; 1,5 [Lindsay 4], en pp. 13 y 60; 1,34 [Lindsay 33], en pp. 20 y 77. En cuanto a la numeración de epigramas coincide también con la de ambas, menos en el epigrama 3,61, que en la edición de 1558 lleva el número 60; coincide, pues, siempre, con la de 1617. En el caso de 4,21, frente a Selius del texto latino, Quevedo traducía "Celio"; quizá pueda verse detrás el que la nota de Domitius que acompaña el texto latino de la edición parisina habla de Coelius.

45 Cf. p. 122. Aunque menciona el ms. 108 -con-esponde a la antigua numeración- se refiere al actual M-139.

46 Es, pues, la única fuente, aunque algún epigrama suelto hay en los mss. M-BN 3-708 y M-BN 12.717; cf. Pablo Jauralde Pou, Francisco de Quevedo (1580-1645). Madrid. 1999 (19980, p. 976.

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