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UNIVERSIDAD de producirse e inquirir persistentemente cuáles son las leyes que los gobiernan. En segundo lugar, ·modestia. Nunca penséis que ya lo sabéis todo. Por muy alto que es os elo- gie, tened siempre el valor de deciros: soy un ig- norante. No permitáis que la soberbia se posesione de vosotros. Por ella os haréis obstinados para no estar de acuerdo con aquello en que es necesario, 33 rechazaréis el provechoso consejo y la amistosa ayuda y dejaréis de tomar la objetividad como tiPQ. En tercer lugar, pasión:. Recordad que lo que la ciencia espera de un hombre es toda su vida, y que si dos vidas tuviéscis, ni eso os sería sufi- ciente. Sed apasionados en vuestro trabajo y en vuestras investigaciones. EL FRACASO DE . LA ''U. S. P. n Por OCTAVIO K BUSTAMANTE (Se alza el telón de fmzdo, y el escenario se convierte en el salón de sesiones de la "Unión Sindical de Personajes''.) MAGNUS.-Buenas noches. PIERROT.-Bien venida sea Su Majestad. (A Romeo, presentándolos). Tengo el honor de presentarte a Magnus, poderoso monarca de In- glaterra. ROMEO.-(Sin levantarse, pero am.ablemen- te). Tánto gusto. Romeo Montesco, para se rvirl e. se moleste, joven, siga usted sentado. PIERROT.-El Rey quiere decir que te pon- gas de pie. N o seas irrespetuoso. ROMEO.-¿ Para qué? Resulta más útil que tome asiento Su Majestad. MAGNUS.-(A Romeo) . Gracias. (Se sien- ta en la silla del escritorio). Ya veo que usted sabe tratar a los monarcas democráticos. ROMEO.-(A Pierrot). Ya lo has oído. Sién- tate. PIERROT.-(Se sienta junto a Romeo). De todas maneras, es el Rey. MAGNUS.-Tiene razón este joven Romeo. T .os reyes demócratas siempre somos los últi- mos en sentarnos. Estamos acostumbrados a ser gobernados por nues tros súbditos. . . represen- tados por el Primer Ministro. ¿He sido el prime- ro en llegar? R.OMEO.-Sí, Majestad. Nueva Tragedia de Rome.o '}; Julieta Fragmento de una escena MAGNUS.-Lo de siempre ... No tendré más remedio que esperar. PIERROT.-Puntualidad inglesa, Majestad. MAGNU$ . ...,.--Mala costumbre inglesa. La única que desentona con el chic inglés. PIERROT.-(Al ver el reloj, se levanta apre- suradamente). Yo no soy inglés. Pero tengo que llegar a tiempo de matar a Colombina. MAGNVS ;-(Sorprendidísimo). ¿A tiempo de qué? PIERROT.-De matar a Colombina. Buenas noches. (Sale disparado). ROMEO.-(Viendo que Magmts d1tda de ha- ber oído). Va a matar a su amante. Es una cos- tumbre latina, Majestad. MAGNUS.-¡ Es inaudito! Pero si es una cos- tumbre, está muy bien. Ahora dígame, joven Ro- meo: aunque conozco fundamentalmente el objeto de la cita y tengo instrucciones de mis electores ... (Romeo se levanta y camina hacia el escritorio, para estar más cerca de Magnus. La entrada del Emperador ! ones y Otello, in- terrumpe a Magnus. El Emperador ! ones, que ll eva una gorra como las que usan los negros de pullman, no se descubre) . OTELLO.-(Cort és). Buenas noches. EMPERADOR JONES. -( Siempre habla con brusquedad). ¿Quién es aquí Romeo? ROMEO.-Para servir a usted,

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Page 1: EL FRACASO DE . LA ''U. - f002.backblazeb2.commeo: aunque conozco fundamentalmente el objeto de la cita y tengo instrucciones de mis electores ... (Romeo se levanta y camina hacia

UNIVERSIDAD

de producirse e inquirir persistentemente cuáles son las leyes que los gobiernan.

En segundo lugar, ·modestia. Nunca penséis que ya lo sabéis todo. Por muy alto que es os elo­gie, tened siempre el valor de deciros: soy un ig­norante.

No permitáis que la soberbia se posesione de vosotros. Por ella os haréis obstinados para no estar de acuerdo con aquello en que es necesario,

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rechazaréis el provechoso consejo y la amistosa ayuda y dejaréis de tomar la objetividad como tiPQ.

En tercer lugar, pasión:. Recordad que lo que la ciencia espera de un hombre es toda su vida, y

que si dos vidas tuviéscis, ni eso os sería sufi­ciente. Sed apasionados en vuestro trabajo y en vuestras investigaciones.

EL FRACASO DE . LA ''U. S. P. n

Por

OCTAVIO K BUSTAMANTE

(Se alza el telón de fmzdo, y el escenario se convierte en el salón de sesiones de la "Unión Sindical de Personajes''.)

MAGNUS.-Buenas noches.

PIERROT.-Bien venida sea Su Majestad. (A Romeo, presentándolos). Tengo el honor de presentarte a Magnus, poderoso monarca de In­glaterra.

ROMEO.-(Sin levantarse, pero am.ablemen­te). Tánto gusto. Romeo Montesco, para servirle.

~IAGNUS.-No se moleste, joven, siga usted sentado.

PIERROT.-El Rey quiere decir que te pon­gas de pie. N o seas irrespetuoso.

ROMEO.-¿ Para qué? Resulta más útil que tome asiento Su Majestad.

MAGNUS.-(A Romeo) . Gracias. (Se sien­ta en la silla del escritorio). Ya veo que usted sabe tratar a los monarcas democráticos.

ROMEO.-(A Pierrot). Ya lo has oído. Sién­tate.

PIERROT.-(Se sienta junto a Romeo). De todas maneras, es el Rey.

MAGNUS.-Tiene razón este joven Romeo. T .os reyes demócratas siempre somos los últi­mos en sentarnos. Estamos acostumbrados a ser gobernados por nuestros súbditos. . . represen­tados por el Primer Ministro. ¿He sido el prime­ro en llegar?

R.OMEO.-Sí, Majestad.

Nueva Tragedia de Rome.o '}; Julieta

Fragmento de una escena

MAGNUS.-Lo de siempre ... No tendré más remedio que esperar.

PIERROT.-Puntualidad inglesa, Majestad.

MAGNU$ . ...,.--Mala costumbre inglesa. La única que desentona con el chic inglés.

PIERROT.-(Al ver el reloj, se levanta apre­suradamente). Y o no soy inglés. Pero tengo que llegar a tiempo de matar a Colombina.

MAGNVS ;-(Sorprendidísimo). ¿A tiempo de qué?

PIERROT.-De matar a Colombina. Buenas noches. (Sale disparado).

ROMEO.-(Viendo que Magmts d1tda de ha­ber oído). Va a matar a su amante. Es una cos­tumbre latina, Majestad.

MAGNUS.-¡ Es inaudito! Pero si es una cos­tumbre, está muy bien. Ahora dígame, joven Ro­meo: aunque conozco fundamentalmente el objeto de la cita y tengo instrucciones de mis electores ...

(Romeo se levanta y camina hacia el escritorio, para estar más cerca de Magnus.

La entrada del Emperador ! ones y Otello, in­terrumpe a Magnus. El Emperador ! ones, que lleva una gorra como las que usan los negros de pullman, no se descu bre) .

OTELLO.-(Cortés). Buenas noches.

EMPERADOR JONES.-(Siempre habla con brusquedad). ¿Quién es aquí Romeo?

ROMEO.-Para servir a usted,

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E lP • RAD R JO. rE._ .-Sepa usted que yo oy 1 Emperador Jone·. (Sriíalamlo a Otello).

E te mor uito e mi ami •o Ot 'llo. (Seiialando a tag1 rts). Y aquél, ¿quién e ?

O.IFO.-E • lagnu , Rey el • Inglat rra. (. 1 1 agntt , que -z·isiblcmellte moles/o por la rudc::a

tlrl limpcrador, ji11ge indífLrt11cia.-Scíiala rcs­peclivame~~tc al Bmperador y a Otrllo . Aquí t ie­ne u t , • 1ajc ta , otro rey. E te Luen hombr •, tipo p na! d hombre honrado n l' tado peligro o, t mbi ~~~ u matar a u muj r.

por

1 ien dich .

to! IIe ido

( Rl Enrptrador J onrs /tace ademán de dar tm

uper·flll a .\! agmts, pero se contiene ron despre­cio. ro parpad a 11 majestad inglesa).

• IPER DOR JO. ~E .-:'.lira. Rey blanco: no t desbarato para que no e de-integre el quó­rum. Pcr sabría. lo que valgo i intenta ras co­rrer, . iquíera en tu R 11-Rovcc v a través de las calle d Londrc .. lo que )·o !;u be de correr a pit y a travé· de la . !va tropicales. ¡Yo fuí poliz 'n do· años ante· de cr emperador ! ( .ll ag-111/S ríe a carcajadas). ¿ 1 ·o lo cree ?

lAG ·u .-(Todat•ía ric11do). · ted e un rey negro y me llama "r y blanco", como . i e lu­viéramo jugand ajedrez. P ·ro yo le ganaría la partida i u t d corriera a pi y yo en automóvil. E~ e todo.

EMPERADOR JONES.-(A todos, con des­precio). Bah . . . Estos reyezuelos de las grandes potencia , ignoran el parecido que hay entre un

·imperio y un mal negocio.

i\IAG rus.-De todos modos, rey negro, te convendría ser polizón en mi Roll-Royce.

(Ahora es Otello quien detiene al Emperador J 011es para que 110 le pegue al Rey Magt1us, en tanto que Romeo trata de lzacer las paces).

RO;\IEO.-Conversemos amigablemente, seño­r<'s. (A J 011cs) . U ted mismo dijo que todos so­mo · compañero , Emperador.

E~lPERADOR JONES.-(Aun sujeto por Otrllo, pero ya si11 esfuerzo). Mira, rey blanco, yo puedo derribarte con una bofetada. Otello pu­do dct n rme a mí. Otros negros podrían domi­nar a tello. ¿Te imaginas lo que podríamos ha­cer Jo n gro· contigo, con tu automóvil, con tu Inglaterra, con toda tu civilización?

'l'ELL .-(Soltando al Emperador). Es ver­dad . Toda las razas que ustedes llaman inferio­r • , t n mos má resistencia y más fuerza que u t ·de , 1Iagnu . 'fenlo presente .

.MAG. US.-(Con ironía inglesa). Es posible c¡ue tengas razón. Pero han aparentado debilidad lurante tantos siglos, que ya muy pocos creemos

en la fuerza de los débiles. Yo sí creo en ella. ·ro también creo que antes de que una raza, una

da. e, o un pueblo oprimidos se decidan a oprimir a u opresore , los nietos de nuestros nietos ha­brán muerto de tanto vivir.

R ~fEO.-( Enérgico). ¡N o hable así, Majes­tad ! ¿ ree usted que los personajes oprimidos, no podremos vencer a nuestros autores?

1 G TUS.-¡ Oh, no! ¿Quién ha dicho tal co­sa, joven amigo? Nuestra causa, por mucho que tarde en triunfar, triunfará más pronto que la causa de los hombres. ¡Inglaterra ha visto tantas cosa !

OTELLO.-(A Romeo). A propósito, mucha­cho, ¿qué es lo que vamos a hacer aquí? Porque a mí no e me ha explicado suficientemente.

EMPERADOR JONES.-(A Otello). Se tra­ta de apalear, entre todos nosotros, a ese atajo de autores apestosos.

l\IAG ru .-¿ De apaleados?

R:\IPERADOR ]ONES.-(Iró11ico). No, His ~Iá.je, ty, de quitarles el saludo, nada más.

·lAG. rus.-¡ M~ opongo de:;<te ahora a todo acto de sabotaje! · -

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OTELLO.-¿ Por fin, qué?

ROMEO.-No lo sabemos. Entre uno y otro extremos pt>dremos escojer, según juzgue conve­niente la mayoría.

EMPERADOR JONES.-Ustedes harán lo que· gusten. Pero a mí nadie podrá impedirme abo­fetear a O'Neill y a otro flaco indecente que yo me sé.

OTELLO.-¿La cosa va también contra los músicos? Me gustaría asfixiar a Verdi, por quien tengo, palabra de honor, mucha más rabia que contra Shakespeare. ¡ Eso de hacerme chillar así !

(Se oyen afuera voces de mujer)..

ROMEO.-Todo eso será decidido en asamblea.

(Entran Ana Christie, la Fierecilla Domada y Lysistrata, hablando entre sí, cada ttna vestida se­gún su manera y época peculiares) .

LA FIERECILLA.-¡ Uf, qué moscón!

LYSISTRATA.-(A la Fierecilla, señalando a A 1uz Christie). ¿Has oído lo que dijo a ésta, Fierecilla?

LA FIERECILLA.-No. ¿Qué os dijo, Ana Christie?

ANA CHRiSTIE.-(Secamente ). ¡Oh, yo qué sé ! N o trae ni cinco, el pobre diablo.

ROMEO.-(A ellas, cortes1nente) . E stán us­tedes en su casa, señoras. Sírvanse tomar asiento mientras se completa el quórum.

(Entra Don Juan Tenorio, que venía tras de las mujeres, con tHZ aire donjuqnesco).

DON JUAN.-(Fanfarrón) . Aquí está Don Juan Tenorio para el que quiera algo de él.

( lY!agnus, como movido por un resorte, se le­vanta y llega hasta Don Juan, a quien tienta y examina detenidamente, como si fuera una ruina egipcia, ww "mexican curious" o algún otro ob­jeto para turistas. Ríen a carcajadas la Fierecilla, L ysistrata, el Emperador J ones y Otello. Ana Christie, separada de los demás, curiosea con in­diferellcia por el salón. Romeo sonríe, tm poco temeroso de que ciqtJ-ello acabe mal).

1\IAGNUS.-¡ Oh, qué pintoresco! ¿Es ge­

nuino?

EMPERADOR JONES.-(A Don Juan). ¿ Tap1bién tú eres delgado, güerito balandrón?

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DON JUAN.-(Encarándose cotJ el Emperador Iones y echando matzo a la espada). ¡Nadie ba­landrón osó, decirme antes de este día! ¡ Defen­deos!

EMPERADOR JONES.-No te enojes e n~ migo, güerito, porque podría yo apagarte una lin­terna.

(Don Juan, preso en una tela cada ve:: más es­pesa "de carcajadas, opta por una actitud pasi·va y ya menos donjuanesca: envaina la espada, se cru­za de brazos y sonríe melancólicamente, mecién­dose sobre sus piernas).

LA FIERECILLA.-El burlador viene en bus­ca de doncellas que burlar. ¡Y ha dado con Ana Christie y Lysistrata!

LYSISTRATA.-(Señalando a sí misma). ¡ Oh, apolíneo efebo: esta humilde matrona helé­nica te ofrece su virginidad a cambio de que le digas dónde la tiene !

(Entra Santa Juana, con su armadura; se abre paso hasta el centro del gmpo y se para frente a Don Juan, al darse cuenta de que se burlmJ de él).

SANTA JUANA.-(Compasiva). ¿Qué te es­tán haciendo?

OTELLO.-Nos estamos riendo de él, mu­chacha.

MAGNUS.-Lo estamos admirando. ¡Es au­téntico!

L YSISTRAT A.-Guárdate, _niña. El nos está seduciendo.

LA FIERECILLA.-(A Don JumJ, por Santa Juana). Aquí tenéis una verdadera doncella, señor Don Juan : es Juana de Arco, la doncella de Or­leáns.

SANTA JUANA.-No sean malos, déjenlo ya. (Acaricia la cabeza de Don Juan, y le da tm beso en la mejilla, sin el menor asomo de malicia, como besaría a un niño). ¡ Pobrecito! N o hacen uste­des bien de portarse así con un hombre inofensivo.

ANA CHRISTIE.-(Desde una de las sillas dispuestas para la asamblea, en que se ha sentado). Claro que hay que dejarlo. No trae ni cinco. ¡Ni para un trago tiene !

( Todos ríen por última vez, obedeciendo el ine­ludible y misterioso imperio de Santa Juana, y van a ocupar los asientos del salón de sesiones).

(Han seguido entrando los personajes cuya en­trada no se señala especialmente, y se sientan tam-

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bihJ. !J. Jwm también se ie111a, con aire de resig­tlaCÍÓI ).

D T JCA ·.-(Amargamente, al sentarse) . Impo iLie me hab(·i dejado para voz y para mí.

~O. lEO. ( Coluccíndnse ante el escritorio). ; Compañero : que un monwnto <i<· hu-:n humor no rompa d anttman la armonía <1 • mt tro gru-po! tod o ltlcarez o atención y cordura.

(Et.trar~ Fausto,. órml s _, Promctro).

A

bcnd, 1 'anll'11Hlt•n. lch

, a ldft',i. Dio cll'tdd •to

i llllll'\"ilt· · 1 e \ ,¡

rigt·n?

pr pon •o lfllt' ha­ti\, tratlu t"illlll'

t: i hahl:mdo en st -

h oído el t:ir qu t• -

•r , 110 Ítllf><ll ta. '1 odos nos

Entra El Padr , el rro11jiwlo, rrrl titulo y a liS­

tado).

EL 1'1 DI 1-..-B nna ra, ignori.

'f D : .-Burna · noch -. hn ca ·tdlano, . e­ií r El Padr-:. 1 Tay que hablar en ca tellano.

1•,1, P \DRE.-Rien ... Buena noche .

(. e si 11/an todos los recih' llegados).

P ~lEO.- nte de dar comi nzo a lo dcbá­tc , ¡ui •ro invitar a u .laje tad, el ompañcro . lagnus, para que a mna la cretaria.

.. r A , •• C .-¡ Pero eñores! ¿Todo un Rey la va a hacer de ecr tario? En fin. . . (Deja su a iento, y se coloca a la dcrtcha del escritorio, des­de donde sigue hablando). A í omo en Inglate­rra. ¿A ca -o yo perdi la linea cuando un • lini tro patán me impu~o condicione- inaceptable , que acepté? ¿La perdí, aca -o. cuat do qui ·e a cender d • Rey a Primer .lini tro? ( e sienta a la dcrc­clm de Rom o, y contimia Lo qu di tingue al inglé-, no e el r ridí·ulo o elegante, sino la

UNIVERSIDAD

comunión de ambas cualidades. Un príncipe de Jale , •·arbiter elegantiorum" allá por mil noYe­

ciento treinta y tántos, gustaba de retratar:>e ca­yéndose del caballo. ¡Qué distinguidos golpes so­portaba mi ilustre antepasado! Así, pues, queri­do · camaradas, gustoso acepto la Secretaria en gracia a lo que hay en ello de paradoja.

(Rntra Don García, saluda a todos co11 tm mo­vimielllo de cabe::a, y toma su lttgar en la reu11ÍÓ11).

R ~rEO.-Su :\Iajestad el Rey va a pasar lis­ta de a i tencia.

M \G • . El Rey suplica al Presidente, que llame Rey al Rey y Secretario al Secretario.

R ME . l\ petición del Rey, la Presidencia aclara a la samhlea que quien va a pasar lista no ·s l'1 Rey, sino rl Secretario.

i\TA<; 'l :.- (Pasa11do lista). Ana Christie.

i\ '. \ 'IJRTS'f'TE.- -Presente .

. f,\C. S.-.\rlequín. (Pausa). Señora Arco, Juana dt•.

,' \ ' TA )UANA.-(Rectijicaudo). Señorita, i nw haces el favor ... Presente.

1\fA(~~ , .-Perdón, seiiorita. (Coutimía). Tk rg •rae, yrano de. (Pausa). Emperador J ones.

1-:"\tPERADOR JONES.-Aquí.

MAC. 'l •. -Fierecilla Domada.

L.\ FIERECILLA.-(Furiosa) . ¡Si no sabéis mi nombre, os lo voy a enseñar a bofetadas, des­lt·nguado 1

~f \GNU .-(Dando tm pmieta::o m la mesa). ¡\'aya manera de contestar a un Rey! (Solemne­mc¡¡fe. poniéndose de pie). En el nombre de la Democracia, el Rey de Inglaterra te otorga el in­dulto. (Se vzwlve a sentar, y habla con modestia de secretario). Esta Secretaría pide a usted mil perdone , señora, y rectifica: señora Catalina. (Si­lencio.- Rcpitc en vo:; más alta). ¡Señora Cata­lina!

L FIERECILI.A.-¿ Y ahora qué demonio queréi ?

LY I TRA 'r A.-Que le con te tes: "presente" o "aquí'', hija.

LA FIERECILLA.-(A Magmts). ¿Aca o no me e tái mirando? Pues no sé para qué os irven lo ojos.

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FAUSTO.-(A Magnus). Continuad, conti­nuad, es inútil. No es é te un caso parlamentario, sino científico y de educación. La ciencia y la edu­cación fracasan siempre en el mismo punto. Para la educación, Catalina e una malcriada incorre­gible; para el psicoanálisis, es una psicasténica in­cur\lble. No hay solución posible en el hondo pro­blema de la Fierecilla. Continuad.

ANA CHRISTIE.-¡ Habló la Ciencia! Cuan­do alguien descubre un problema y declara que no tiene solución, podéis estar seguros ele que habla un sabio. No hacen más que enredar las cosas!

FAUSTO.-( A Ana Cliristie). ¿Qué queréis decir, muchacha? Si alguien ha confesado el fra­caso de la Sabiduría, soy yo, el sabio Doctor Fausto.

ANA CHRISTIE.-Eso hacen usted y todos los sabios, para pintar de sublime sus tra¡¡ces ri­dículos. ¡ Ridículos !

LA FIERECILLA.- ¡ Lo que han de hacer es no meterse en lo que no les imp , rta!

FAVSTO.-(Sorprel!dido). ¡Un sabio no me­terse en lo que no le importa !

EL PADRE.-(A Ana Clzristie y a la Fiereci­lla). Debían de tener más respeto para sus canas, muchachas insolentes. ¡Oh, esta juventud de ahora!

ANA CHRISTIE.- (A El Padre). ¿Usted también? ¡Bastante corrida estoy para _guardar respeto a los viejos verdes! (A Fausto). Deme us­ted cinco pesos, y le doy mi respeto y algo más.

ROMEO.-( Agita la campanilla presidencial). ¡ Señorita Ana Christie!. . . ¡Doctor Fausto! . .. Compañeros, es necesario evitar incidentes. (A Magnus). Sírvase continuar, señor Secretario.

MAGNUS.-( Continuando la lista). Doctor Fausto.

FAUSTO.-Presente. (Rencoroso, a A na Christie). Conque cinco pesos por guardarme el respeto ... (Atta Christie hace wt gesto de des­dén). ¡Eso es la prostitución!

MAGNUS.-Otello.

OTELLO .-Presente.

MAGNUS.-Bruno. (Pausa). Macbeth. (Pau-sa). El Padre.

EL PADRE.-Presente.

MAGNUS.-Don García.

DON GARCIA.-No vino.

MAGNUS.-(A Don García). ¿Pues no es us­ted Don García?

DON GARCIA.-Sí que lo soy, más no está en mi condición decir verdad.

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FAUSTO.-Dice bien. Nadie dice verdad cuan­do dice que dice la verdad, porque la verdad nos es desconocida. (A Sócrates).¿ ro es verdad, Só­crates?

SOCRA TES.-Es verdad, ¡oh, Fausto! ¿Qué es la verdad? Y o mismo sólo sé que no sé lo que digo. (Rumores de protesta.-Sócrates se dirije a todos). Tened paciencia. Si contestáis lacónica­mente, como a mí me gusta, mis preguntas, y aten­déis a mis razonamientos, os llevaré a la convic­ción de que la verdad existe y aun incomoda, pero nos es desconocida. Decid me: ¿reconocéis que mi túnica es blanca? (.Aumentan los rumores de pro­testa) . Lo reconozco yo también. Recordad, pues, este primer principio sobre el cual ya no vamos a discutir más: mi túnica es blanca. Ahora decid­me ...

FAUSTO.-(lnterrumpié11dolo). Permitidme una pequeña digresión, Sócrates. Ya sal)éis que los sabios no podemos vivir sin digresiones.

L YSISTRAT A.-¡ ~roción de 01·den!

DON JUAN.-¡ Cuán gritan esos malditos!

LA FIERECIL,LA.-(A Fausto y a Sócra-tes). ¡A ver si os calláis, par de vejestorios!

EMPERADOR JONES.-(A Romeo). Si tú no tienes energías para imponer el orden, déjame tu lugar. ¡A latigazos los arreglo a todos!

OTELLO.-¿ A qué hemos venido aquí? Es lo que me pregunto.

ROMEO.-(Agitando furiosallle7lte la camp<L­nilla). ¡ Compañeros! Os suplico cordura, com­pañeros! ¡Me veré precisado a disolver la Asam­blea! (Se hace nuevatnente el silencio). La Pre­sidencia se ve en el penoso deber ele advertir a sus señorías, que, en el caso de que surja otro in­cidente, renunciará su honroso cargo. Quedan pro­hibidos los diálogos. (A Magnus). Sírvase con­tinuar, señor Secretario.

MAGNUS.-Señora Lysistrata.

L YSISTRAT A.-Presente.

MAG NUS.-Prometeo.

PROME'fEO.-Presente, ¡oh Secretario!

MAGNUS.-Siegfried. (Pausa). Tenorio, Don Juan.

DON JUAN.-Aquí está Don Juan Tenorio para el que quiera algo de él.

ANA CHRISTIE.-(A· Don Juan). ·¿Quién va a querer nada de tí, si no traes ni un centavo?

DON JUAN.-( Donjuanesco, a A na Christie). Luz de donde el sol la toma, hermosísima palo­ma . . . (Risas y murmullos).

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1< , 1 g . (Agitando la campanilla). ¡Orden! ~e hace el silencw). Para evitar que .:e repitan

e to d' órdt·uc• , e .u pcnd · la Ji. ta de a · i ~ tcn­cia. ( 1 Maynu·). ¿llay quórum, .ciior ecreta­rio?

"l.r\ • S.-(Dcspu,1s de contar a todos m ~·o:: baja). Ha) (¡uórum.

la iún! (Se pone de 1 ausa. Todos fijau Cll N

ar an te , comdcn en t ntra d • nue tra garantía ituiÍ\ idualc. ! ¡ \'a,·a-111 :. a la hu •lga, a la. arma .. a la muerte _ i- e pt t'd , para hacer valer nu • t ra . obcranb ! j ·ni . p· <•naje del t un• • ! (Nttlridos aplau­sos. • 91 ito.r de cnlttsiasu o . . 'o! o Ji/ Padre y m.­fa }umw /'CI'IIIalll'Cl'/J i11 llftrt 1 /t'.~). f C llena de orgullo y d •moción cntir la fuerza que. apena­nacida, tiene ) a nm·. tra " nión Sindical de Per­. onajc ··. r para dcmo ·trar . u fuerza al mundo, t·n t' la mi. ma .ejón hcm · de ddinir d • una wz para toda·, yo lo pro n n. nuc. t ra actitud '-aliente y ubv r. im e ntra la tiraní de lo au­ton•·, e ntra e. a opn.• ión humillante, cr\'il v deprim nte que, ¡hay t¡u dt·cirlo tll l t\' alto !, ~i tmo . o! o de m te tro correlirrionarios ·.e merece, y m uno . lo, e. toy eguro. t: di pu "to a to-

UNIVERSIDAD

!erar má . (Aplausos). En nombre de los sagra­do:; principios revolucionarios que animan el es­píritu de la "Unión Sindical de Personajes'', yo os conjuro a pasar por alto toda consideración de orden económico o sentimental, para enderezar nuestra acción conjunta y prepotente a la causa común, agitando nuestros corazones cual las pe­lambres acalambradas de los próceres del libera­lismo dásico ! (Lo interrumpe una entusiasta sal­~·a de aplausos, de la que excluyen El Padre y San/a J uaua ) . Compañeros: en estos momentos olemne , o· confieso que más de una vez me ha

preocupado el hecho, que me atrevo a llamar in­con. ccucnte con el momento histórico en que vi· Yimus, de nuc tra indiferencia hacia nosotros mis­mos, hac ia nue ·tra propia validez, hacia nuestra vida propia que es siempre, a despecho de clasi­ficaciones literaria, un drama o una tragedia. ¡ fmil~mo · el ejemplo limpio y puro de las cate­tlrak• góticas, y abracemosnos tirios y troyanos, monte cos y capuletos, sobre montañas de soles n ckdi\'c de de cuya altura aun pueda dominar­

¡;· d abrazo que un día e hubieran dado Atahual­pa )' la l'ompadour! (U 11 estrumdo de aplausos). ¡Y no e diga, compañeros, no se diga que por ·1 yjJ precio d una butaca ... !

(J~nlra l?aJÍl Solana que se coloca agresivo r.nlre el discurso súbitamente mudo de Ro111eo :1' la cara a~orada de la Asamblea.) '

(lmncdiatamcute después entra Chanfalla, que ·e dt'licnc en el dintel).

I A UT, S L • r .\.-¡ Compañeros: no ·se dejen ustedes sorprender! ¡Aquí han tratado de defrau­darnos! ¿Quién ha elegido a Romeo Montesco? i El Pre idente oy yo! (Murmullos dr alarma).

R l\IEO.-Y usted, ¿quién es?

II. \ r F. \LL A.-( En la puerta, como iuvi­lalldo a pasar a persouas imagi11arias que lo acom­paiían). Entrao , eñores. Entrad. Que no es esto una cárcel ni lugar alguno para sentir vergüenza de entrar en él. ¿Ya entrásteis todos? Ya. (Se-1ia/ando las si/fas vacías, al fondo del escenario). ' •ntao ·. (A Romeo). Vuesa merced los ha de perdonar que entren todos así, de un golpe y con tanto de ·orden y a paviento .

R1\ UL SOLA1TA.-Yo soy Raúl Solana, anti­guo empleado particular, más tarde diputado a! Congre o de la U nión, y hoy Presidente de h "'Cnión indica! de Personajes". Este señor es

hanfalla, mi secretario particular y eficaz direc­tor de todas mi ' campañas electorales. ¡y 0 re­clamo mi pue to ! ¡ F.l pueblo me lo exige!