el descenso de cristo a los infiernos (recuperado)

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ÍNDICE INTRODUCCIÓN ……………………………………………………………...2 CAPÍTULO PRIMERO: EL “SHEOL” EN LA REFLEXIÓN TEOLÓGICO-BÍBLICA ……………………………………………………... 3 1. El “Sheol” en el Antiguo Testamento. ……………………………………………..3 2. la muerte de Cristo como acontecimiento histórico……………………………… 6 CAPÍTULO SEGUNDO: EL ARTÍCULO DE FE, “EL DESCENSO DE CRISTO A LOS INFIERNOS”………………………………………………………………... 10 CAPÍTULO TERCETO: “EL DESCENSO DE CRISTO A LOS INFIERNOS” EN LA TRADICIÓN DE LA IGLESIA ………………………….............................13 1. El descenso de cristo en el pensamiento de los Padres………………………… ..13 2. En la liturgia………………………………………………………………………...14 3. En el Magisterio…………………………………………………………………….15 3.1 En los símbolos de fe……………………………………………………………...16

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ÍNDICE

INTRODUCCIÓN ……………………………………………………………...2

CAPÍTULO PRIMERO: EL “SHEOL” EN LA REFLEXIÓN

TEOLÓGICO-BÍBLICA ……………………………………………………... 3

1. El “Sheol” en el Antiguo Testamento. ……………………………………………..3

2. la muerte de Cristo como acontecimiento histórico……………………………… 6

CAPÍTULO SEGUNDO: EL ARTÍCULO DE FE, “EL DESCENSO DE CRISTO

A LOS INFIERNOS”………………………………………………………………... 10

CAPÍTULO TERCETO: “EL DESCENSO DE CRISTO A LOS INFIERNOS”

EN LA TRADICIÓN DE LA IGLESIA ………………………….............................13

1. El descenso de cristo en el pensamiento de los Padres………………………… ..13

2. En la liturgia………………………………………………………………………...14

3. En el Magisterio…………………………………………………………………….15

3.1 En los símbolos de fe……………………………………………………………...16

3.2 En el IV Concilio de Letrán (1215)………………………………………………17

3.3 Concilio II de Lyon……………………………………………………………….18

3.4 Catecismo de la Iglesia Católica………………………………………………….18

CONCLUSIONES…………………………………………………………………….21

BIBLIOGRAFÍA ……………………………………………………………………..22

INTRODUCCIÓN

En este presente trabajo trataremos de explicar la fórmula de fe “descendió

a los infiernos” con la ayuda de textos bíblicos y la contribución y el desarrollo

reflexivo de toda la tradición patrística, de la liturgia y el magisterio en donde

profundizamos los símbolos de la fe, los concilios y, finalmente, el Catecismo.

Para dicho trabajo, Tomamos como punto de partida aclarar la expresión

infiernos, el cual no significa el infierno, el estado de condena, sino como

morada de los muertos que en hebreo se dice “Sheol” y en griego “Hades” (Hch.

2, 31).

En nuestro segundo capítulo hacemos una selección de textos bíblicos

imprescindibles acerca del descenso de Cristo a los infiernos, el cual manifiesta

el hecho de una muerte auténtica, el paso de un estado de muerte y el rescate que

Dios realiza, librando a Cristo de la muerte.

En el último capítulo, desarrollamos en el símbolo de la fe “el descenso de

Cristo a los infiernos”, el cual destacan los extremos más opuestos: «infierno» y

«cielo».

También desarrollamos el descenso a los infiernos entendido como un

estado de muerte dentro del año litúrgico, que desarrolla el misterio de Cristo, el

cual se celebra el sábado santo.

Finalmente, vemos como el Magisterio recoge de la Tradición, de la

Sagrada Escritura, del pensamiento de los Padres y de la liturgia lo que hoy la fe

cristiana confiesa: «descendió a los infiernos.»

2

CAPÍTULO PRIMERO

EL “SHEOL” EN LA REFLEXIÓN TEOLÓGICO-BÍBLICA

1. El “Sheol” en el Antiguo Testamento.

En el Antiguo Testamento se va perfilando progresivamente la revelación sobre la

vida post mortem. Encontramos en la revelación del Antiguo Testamento una enseñanza

progresiva sobre la vida después de la muerte —post mortem—, con lo cual se enseña

de forma paulatina que tras la muerte hay otra vida. Vamos a señalar de manera

ordenada como nos presenta el Antiguo Testamento la pervivencia post mortem.

El Antiguo Testamento habla de la muerte como la pérdida del hálito de la vida —

neshama— 1,o que exhala el alma —nefesh—2,mientras que el cuerpo se corrompe, lo

comen los gusanos. El lenguaje bíblico que se utiliza para los cadáveres es nebeletam.

Tras la muerte, el Antiguo Testamento habla de que el difunto se ha ido a reunirse

con sus padres o antepasados3. Sin embargo, lo más común es que se hable de que se ha

ido al sheol: «lugar de los muertos»4.

1 Jb 34, 14; Sal 104, 292 Jr 15, 9; Gn 35, 183Gn 15, 15; 49, 334 El sheol es mencionado la primera vez en el Génesis, Jacob al escuchar la noticia de la muerte de José exclama: «en el dolor buscaré en el sheol a mi hijo» (Gn 37, 35). Está clara la fe en la inmortalidad. El sheol no se puede pensar como lugar del entierro, o inhumación, es decir la sepultura, pues Jacob pensaba que José había sido devorado por las fieras. Luego, Jacob piensa que su hijo aunque sin su cuerpo, pervive.

3

El Antiguo Testamento enseña que «algo» de la persona pervive luego de la

muerte y lo denomina refaim —sombras—. La etimología del término refaim es

incierta. La mayoría de los exegetas hablan de que proviene de rafa: «ser débil», luego

refaim sería «exhausto de fuerza», con lo cual señala que poseen una existencia

debilitada. Se habla de plural: de un grupo (Prov. 21, 26). En el sentido de tal

etimología, se quiere expresar la vida triste e inerte de los muertos. Esta vida de

inactividad se expresa en el Eclesiastés: es la región donde no hay conocimiento y

sabiduría ( Qo 9, 10). Este texto tiene necesidad de ser precisado pues no se niega el

conocimiento de los muertos sino que no toman parte más de la vida ordinaria ( Qo 9,6).

Los autores que hablan de los refaim no pretender dar una explicación precisa del

estado de los muertos. Ellos describen lo que ven: los muertos no tienen más las

prerrogativas de los vivos5.

Se utilizan muchas expresiones para hablar del estado de los muertos en el sheol.

Se habla de forma negativa como un estado donde los refaim no pueden relacionarse

con Dios:

(a) No habrá familiaridad con Yahvé ya que no se podrá visitar el templo6.

(b) En el sheol no se da gracias a Dios ni se le alaba (Is 38, 18-20). El salmista

toma la misma idea: en el sheol no se alaba a Dios y pide por ello la liberación (Slm 6,

6).

En los salmos místicos (salmos 16, 49, 73) encontramos una revelación sobre la

esperanza de salir del sheol7. En estos salmos se expresa la viva esperanza de que Yahvé

libere al justo del sheol para llevarlo consigo. Debe decirse que no se habla ya de refaim

sino de nefesh: alma, luego se está expresando una pervivencia más personal del

difunto.

5 S. ZEDDA, L’escatologia biblica. Antico Testamento e Vangeli sinoticci, v. I, Brescia 1972, pp.94 ss.6 Is 38, 117 «Un nuevo y trascendental paso de evolución se dibuja en los llamados salmos místicos (Sal 16 (15); 49 (48), 73 (72)). Quizás se trate de salmos post-exílicos. En todo caso, el salmista expresa en los tres la esperanza de que Yahvé lo libere del sheol y lo lleve consigo». C. POZO, o.c., p.214-215.

4

«… pues no has de abandonar mi alma —nefesh— al sheol, ni dejarás a tu amigo ver la fosa. Me enseñara el camino de la vida, hartura de goces, delante de tu rostro a tu derecha, delicias para siempre»8.

«Como ovejas son llevadas al sheol, los pastorea la Muerte, y los rectos dominarán sobre ellos. Por la mañana se desgasta su imagen ¡el sheol será su residencia! Pero Dios rescatará mi alma —nefesh—de las garras del sheol me cobrará»9.

«¿Quién hay para mí en el cielo? Estando contigo no hallo gusto ya en la tierra. Mi carne y mi corazón se consumen, mi porción. ¡Roca de mi corazón, mi porción, Dios por siempre!... Más para mi, mi bien es estar junto a Dios…»10.

En el libro de la Sabiduría encontramos la revelación explícita de la inmortalidad

del alma. Este libro que quiere ser un consuelo para los judíos fieles a la ley de Dios, en

especial a los perseguidos, anima a la fidelidad enseñando que el justo vive tras la

muerte; al contrario, al impío le espera la muerte eterna11.

«… las almas de los justos están en las manos de Dios y no les alcanzará tormento alguno… En cambio, los impíos tendrán la pena que sus pensamientos merecen por desdeñar al justo y separarse del Señor»12.

«El justo aunque muera prematuramente halla el descanso»13.

El Sheol o hades es el lugar de los muertos o morada de los muertos donde bajo

Cristo después de muerto porque los que se encontraban allí estaban privados de la

misión de Dios (Sal 6, 6; 88, 11–13), pues mediante la muerte Jesús se sumerge en esta

situación de soledad, tinieblas, abandono, pero no permanece allí vencido (Hch 2, 31;

Hch 2, 24). Sino que Jesús expresa su solidaridad liberadora con quienes estaban bajo

el yugo de la muerte. Tal era en efecto a la espera del redentor el estado de todos los

muertos, malos y justos (Sal 89, 49; 1 S 28, 19; Ez 32, 17–32) ), lo que no quiere decir

que su suerte sea idéntica como lo enseña Jesús en la parábola del pobre Lázaro recibido

en el "seno de Abraham" ( Lc 16, 22–26). "Son precisamente estas almas santas, que

esperaban a su Libertador en el seno de Abraham, a las que Jesucristo liberó cuando

descendió a los infiernos" (Catech. R. 1, 6, 3). Jesús no bajó a los infiernos para liberar

allí a los condenados ( Cc. de Roma del año 745; DS 587) ni para destruir el infierno de

8 Sal 16, 10.9 Sal 49, 15-16.10 Sal 73, 25-28.11 C. POZO, o.c., pp.227-237. 12 Sb 3,1.10.13 Sb 4,7.

5

la condenación ( DS 1011; 1077) sino para liberar a los justos que le habían precedido

(Concilio de Toledo IV en el año 625; DS 485; también Mt 27, 52–53).

2. la muerte de Cristo como acontecimiento histórico.

La muerte de Cristo no es uno de los posibles términos de su vida terrena, sino la

meta terrena prevista que consumaba su acción redentora, pre-ordenada por Dios y

querida también por la voluntad humana de Jesús. Sí, Jesús es un hombre, y muere de

hecho; pero en él hay más que un hombre, es un hombre que verdaderamente, como Él

mismo dijo es hijo de Dios, Jesús mismo dijo a sus discípulos, refiriéndose a su muerte:

«… Con un bautismo tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla!...»14

La muerte de Cristo es un acontecimiento histórico, el cual esta en el plan

providencial de Cristo por ello, San Pablo, afirma subrayando que transmite lo que él

mismo ha recibido:

«…Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se apareció a Cefas y luego a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales todavía la mayor parte viven y otros murieron. Luego se apareció a Santiago; más tarde, a todos los apóstoles. Y en último término se me apareció también a mí, como a un abortivo…»15

En los evangelios aparecen predicciones explicitas de la Pasión hechas por nuestro

señor Jesús en torno a su muerte, la primera, fue en la ocasión de la confesión de Pedro

en Cesarea:

«…Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día. Tomándole aparte Pedro, se puso a reprenderle diciendo: “¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!” Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!…»16

En Marcos Jesús se aleja de toda tentación por que el motivo de su muerte es tiene

una razón teológica.

14 Lc 12.50.15 1 Co 15,3-8.16 Mt 16,21-23.

6

«…Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar a los tres días.Hablaba de esto abiertamente. Tomándole aparte, Pedro, se puso a reprenderle.Pero él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciéndole: “¡Quítate de mi vista, Satanás! porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombre”…»17

El Kerigma apostólico anuncia que Cristo murió por nuestros pecados.

«…Dijo: “El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día”…»18

La segunda ocasión tras la transfiguración:

«…Yendo un día juntos por Galilea, les dijo Jesús: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; le matarán, y al tercer día resucitará.” Y se entristecieron mucho…»19

«…porque iba enseñando a sus discípulos. Les decía: “El Hijo del hombre será entregado en manos de los hombres; le matarán y a los tres días de haber muerto resucitará”…»20

«…Poned en vuestros oídos estas palabras: el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres…»21

La tercera ocasión:

«…Cuando iba subiendo Jesús a Jerusalén, tomó aparte a los Doce, y les dijo por el camino: “Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y escribas; le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles, para burlarse de él, azotarle y crucificarle, y al tercer día resucitará”…»22

«…Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles,y se burlarán de él, le escupirán, le azotarán y le matarán, y a los tres días resucitará…»23

«…Tomando consigo a los Doce, les dijo: “Mirad que subimos a Jerusalén, y se cumplirá todo lo que los profetas escribieron para el Hijo del hombre; pues será entregado a los gentiles, y será objeto de burlas, insultado y escupido; y después de azotarle le matarán, y al tercer día resucitará.” Ellos nada de esto comprendieron; estas palabras les quedaban ocultas y no entendían lo que decía…»24

17 Mc 8,31-33.18 Lc 9,22.19 Mt 17,22-23.20 Mc 9,31. 21 Lc 9,44.22 Mt 20, 17-19.23 Mc 10, 33-34.24 Lc 18,31-34.

7

También en San Juan:

«…Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre…»25

«…Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre…»26

«…Ahora es el juicio de este mundo; ahora el Príncipe de este mundo será echado fuera. Y yo cuando sea levando de la tierra, atraeré a todos hacia mí. Decía esto para significar de qué muerte iba a morir…»27

Otras alusiones más o menos veladas de Nuestro señor a su Pasión y Muerte,

«…Entonces se le acercan los discípulos de Juan y le dicen: “¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos, y tus discípulos no ayunan?”…»28

«…Jesús les dijo: ¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Mientras tengan consigo al novio no pueden ayunar. Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán, en aquel día…»29

«…Jesús les dijo: “¿Podéis acaso hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán en aquellos días”...»30

El anuncio del cáliz que a de beber

«…Replicó Jesús: “No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?” Dícenle: “Sí, podemos.”…»31

«…Jesús les dijo: “No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber, o ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?”…»32

La comparación que hace de la unción en Betania con el embalsamiento

«…Hallándose Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, se acercó a él una mujer que traía un frasco de alabastro, con perfume muy caro, y lo derramó sobre su cabeza mientras

25 Jn 3,14.26 Jn 10,17-18.27 Jn 12, 31-33. 28 Mt 9,15.29 Mc 2,19-20.30 Lc 5,34-35.31 Mt 20, 22.32 Mc 10,38.

8

estaba a la mesa. Al ver esto los discípulos se indignaron y dijeron: “¿Para qué este despilfarro? Se podía haber vendido a buen precio y habérselo dado a los pobres.”Mas Jesús, dándose cuenta, les dijo: “¿Por qué molestáis a esta mujer? Pues una "obra buena" ha hecho conmigo. Porque pobres tendréis siempre con vosotros, pero a mí no me tendréis siempre. Y al derramar ella este ungüento sobre mi cuerpo, en vista de mi sepultura lo ha hecho. Yo os aseguro: dondequiera que se proclame esta Buena Nueva, en el mundo entero, se hablará también de lo que ésta ha hecho para memoria suya.”…»33

«…Estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, recostado a la mesa, vino una mujer que traía un frasco de alabastro con perfume puro de nardo, de mucho precio; quebró el frasco y lo derramó sobre su cabeza. Había algunos que se decían entre sí indignados: “¿Para qué este despilfarro de perfume? Se podía haber vendido este perfume por más de trescientos denarios y habérselo dado a los pobres.” Y refunfuñaban contra ella. Mas Jesús dijo: “Dejadla. ¿Por qué la molestáis? Ha hecho una obra buena en mí. Porque pobres tendréis siempre con vosotros y podréis hacerles bien cuando queráis; pero a mí no me tendréis siempre. Ha hecho lo que ha podido. Se ha anticipado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. Yo os aseguro: dondequiera que se proclame la Buena Nueva, en el mundo entero, se hablará también de lo que ésta ha hecho para memoria suya.”…»34

«…Seis días antes de la Pascua, Jesús se fue a Betania, donde estaba Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Le dieron allí una cena. Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. Entonces María, tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. Y la casa se llenó del olor del perfume. Dice Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo había de entregar:“¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?” Pero no decía esto porque le preocuparan los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía la bolsa, se llevaba lo que echaban en ella. Jesús dijo: “Déjala, que lo guarde para el día de mi sepultura. Porque pobres siempre tendréis con vosotros; pero a mí no siempre tendréis.”…»35

«…Se puso a decir al pueblo esta parábola: “Un hombre plantó una viña y la arrendó a unos labradores, y se ausentó por mucho tiempo.”A su debido tiempo, envió un siervo a los labradores, para que le diesen parte del fruto de la viña. Pero los labradores, después de golpearle, le despacharon con las manos vacías. Volvió a enviar otro siervo, pero ellos, después de golpearle e insultarle, le despacharon con las manos vacías. Tornó a enviar un tercero, pero ellos, después de herirle, le echaron. Dijo, pues, el dueño de la viña: “¿Qué haré? Voy a enviar a mi hijo querido; tal vez le respeten.” Pero los labradores, al verle, se dijeron entre sí: "Este es el heredero; matémosle, para que la herencia sea nuestra." Y, echándole fuera de la viña, le mataron. “¿Qué hará, pues, con ellos el dueño de la viña? Vendrá y dará muerte a estos labradores, y entregará la viña a otros.” Al oír esto, dijeron: “De ninguna manera.” Pero él clavando en ellos la mirada, dijo: “Pues, ¿qué es lo que está escrito: La piedra que los constructores desecharon en piedra angular se ha convertido? Todo el que caiga sobre esta piedra, se destrozará, y a aquel sobre quien ella caiga, le aplastará.” Los escribas y los sumos sacerdotes trataron de echarle mano en aquel mismo momento - pero tuvieron miedo al pueblo - porque habían comprendido que aquella parábola la había dicho por ellos…»36

33 Mt 26,6-13.34 Mc 14,3-9. 35 Jn 12, 1-8.36 Lc 20, 9-19.

9

CAPÍTULO SEGUNDO

EL ARTÍCULO DE FE:

“EL DESCENSO DE CRISTO A LOS INFIERNOS”

Un pasaje de difícil interpretación es el de 1 P 3, 18-21 donde se habla de que

Jesús al descender a los «infiernos» predicó a los espíritus encarcelados. En todo caso,

se afirma que Cristo con su victoria pascual ha sometido a todas las potestades

«… Pues también Cristo, para llevarnos a Dios, murió una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, muerto en la carne, vivificado en el espíritu. En el espíritu fue también a predicar a los espíritus encarcelados, en otro tiempo incrédulos, cuando les esperaba la paciencia de Dios, en los días en que Noé construía el Arca, en la que unos pocos, es decir ocho personas, fueron salvados a través del agua; a ésta corresponde ahora el bautismo que os salva y que no consiste en quitar la suciedad del cuerpo, sino en pedir a Dios una buena conciencia por medio de la Resurrección de Jesucristo, que, habiendo ido al cielo, está a la diestra de Dios, y le están sometidos los Angeles, las Dominaciones y las Potestades…»

De difícil interpretación es 1 Pe 3 18-21 en el que se habla del anuncio de la

salvación a los espíritus encarcelados. Tres parecen ser las interpretaciones más

acertadas 1) Cristo fue a anunciar a los espíritus o a los muertos la posibilidad de la

conversión o salvación, o su condena definitiva o su victoria triunfal (1 Pe 3,18-22).2)

Cristo, por medio de Noé, anunció la posibilidad de salvación a los de su generación,

que ahora está encarcelada como espíritus incrédulos 3) Cristo, después de su muerte

antes de la ascensión fue a anunciar a los ángeles rebeldes su triunfo definitivo37.

Asimismo, se anuncia la cercanía de la parusía: esta cercano el fin de todo (1 P 4,

7); por eso, es necesario estar preparados viviendo el mandamiento del amor ( 1 P 4, 8-

11). Puede decirse que el descenso a los infiernos o sheol afirma parte de cuanto se

contiene en la afirmación de que Cristo «fue sepultado». En efecto, así como la

sepultura manifiesta la condición del cuerpo sin vida, el descenso a los infiernos

37 J. RICO PAVES, o.c., p.64.

10

manifiesta que el alma de Cristo a penetrado verdaderamente en ese misterio que se

designa con la expresión «Reino de los muertos». Jesús ha estado muerto

verdaderamente durante «tres días»: la muerte le ha afectado en toda su humanidad, ene.

Su cuerpo y en el alma, en la forma que afecta a todo hombre que muere.

«La Iglesia confiesa que el espíritu humano pervive después de la muerte; no quiere ello decir, sin embargo, que la muerte no «afecte» también gravemente al alma. Incluso hablando en lenguaje clásico es necesario decir que separa del cuerpo del cual ella es esencialmente su forma, el alma queda en estado contra-naturam» (Santo Tomás de Aquino, CG IV, 79)

Jesús durante tres días se encuentra, pues, «entre los muertos» ( Hch 3, 15; 13, 30;

17, 3).

«El descenso al Sheol o a los infiernos tiene un primer significado: Que Jesús comparte la muerte con los que han muerto, cumple «las leyes» de la muerte, de tal forma que se pueda decir con verdad que resucito de entre los muertos…pero si se mira más a fondo la tradición bíblica y teológica, el descenso a los infierno es también expresión de la grandiosa soberanía de Cristo sobre la muerte y sobre los muertos. De allí que generalmente la Teología haya considerado que, en este descenso, Jesús aporta la redención a los justos, que ya habían, muerto, es decir, que les aplica la redención con su bajada a los infiernos»38

El catecismo de la Iglesia Católica dice con seguridad de lo que implica la

afirmación de que Jesús «bajo a los infiernos».

«Hasta a los muertos ha sido anunciada la Buena Nueva..." (1 Pe 4, 6). El descenso a los infiernos es el pleno cumplimiento del anuncio evangélico de la salvación. Es la última fase de la misión mesiánica de Jesús, fase condensada en el tiempo pero inmensamente amplia en su significado real de extensión de la obra redentora a todos los hombres de todos los tiempos y de todos los lugares porque todos los que se salvan se hacen partícipes de la Redención. »39

Es claro que, sometido a las leyes de la muerte, Jesús sigue siendo el Señor de la

vida y de la muerte y, al mismo tiempo, que esta verdaderamente sometido a la muerte.

Cristo, por tanto, bajó a la profundidad de la muerte, Jesús dice lo siguiente refiriéndose

a su permanencia en el Sheol; (Mt 12, 40; Rom 10, 7; Ef 4, 9)

« Porque de la misma manera que Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así también el Hijo del hombre estará en el seno de la tierra tres días y tres noches en el corazón de la tierra. » (Mt 12, 40)

38 K. ADAM, El Cristo de nuestra fe, cit 437-48839 C.E.C., n. 634

11

La expresión «corazón de la tierra» no significa el sepulcro, sino el Sheol, que la

gente se imaginaba localizado en el interior de la tierra, por decirlo así en el corazón de

la misma esta misma referencia también sirven para los siguientes pasajes:

« O bien: ¿quién bajará al abismo?, es decir: para hacer subir a Cristo de entre los muertos. » (Rom 10, 7)

« ¿Qué quiere decir «subió» sino que también bajó a las regiones inferiores de la tierra? » (Ef 4, 9)

Consideremos también las siguientes formulas: «Para que los muertos oigan la

voz del Hijo de Dios y los que lo oigan vivan» (Jn 5, 25). Jesús, «Príncipe de la vida»

(Hch 3, 15). Aniquiló «mediante la muerte, al Señor de la muerte, es decir al diablo y

liberto a cuantos, por temor a la muerte estaban de por vida sometidos a la esclavitud»

(Hbr 2, 14-15). En adelante Cristo resucitó «tiene las llaves de la muerte y del Hades»

(Ap 1, 18) y al «nombre de Jesús toda rodilla se doble en el Cielo, en la tierra y en los

abismos» (Flp 2, 10).

12

CAPÍTULO TERCETO

“EL DESCENSO DE CRISTO A LOS INFIERNOS”

EN LA TRADICIÓN DE LA IGLESIA

1. El descenso de cristo en el pensamiento de los Padres

Algunos Padres dicen que el Señor descendió al sheol y predicó a los impíos

llamándoles a la conversión. Pero no es la postura mayoritaria de la Tradición. La más

representativa es la postura de san Juan Crisóstomo quien defendió firmemente que la

conversión no puede darse tras la muerte40. La aclaración de san Juan Crisóstomo es

fundamental pues expresa el vínculo entre la vida terrena y el destino escatológico41.

San Ignacio de Antioquía escribe que Cristo, en su visita al infierno, «resucitó de

entre los muertos a todos aquellos profetas que habían sido sus discípulos en espíritu y

que le habían esperado como maestro» (Magn. 9, 2).

San Justino y San Ireneo citan un pasaje apócrifo de Jeremías en el cual ven

claramente predicha la bajada de Cristo a los infiernos: «El Señor, el Santo (Dios) de

Israel, se acordó de sus muertos que duermen en la tierra del sepulcro, y descendió a

ellos para anunciarles la salud»42.

Otros exponentes sobresalientes del s. II son Melitón de Sardes y S. Justino.

2. En la liturgia

40 SAN JUAN CRISOSTOMO, In Mat. Hom. XXXVI, 3: PG 57,417.41 Dentro de los Padres de Occidente, san Gregorio Magno enseñó que Cristo bajó solo por los justos del AT y que enseñar una salvación de los impíos es una doctrina herética. Cfr. SAN GREGORIO MAGNO, Epistolarum Lib. VII, 15: PL 77, 869-870.42 SAN IRENEO , Adv. Haer. IV 33, I y 12 y V 31, I: «para sacarlos y salvarlos».

13

Durante el sábado santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor,

meditando su Pasión y muerte y aquél «descenso a los infiernos», -al lugar de los

muertos- que confesamos en el credo y que prolonga la humillación de la Cruz,

manifestando el realismo de la muerte de Jesús, cuya alma conoció en verdad la

separación del cuerpo y se unió a las restantes almas de los justos. Pero el descenso al

Reino de la muerte es también el primer movimiento de la victoria de Cristo sobre la

misma. En ese día la Iglesia conmemora la ausencia del Señor por eso no se celebra el

sacrificio de la misa ni se recibe la comunión, Sacramento de su presencia. - a no ser en

caso de viático-, aunque se reza la liturgia de las Horas.

Es el sábado Santo, cuando termina el altar permanece por todo ello desnudo hasta

que, después de la solemne vigilia o expectación nocturna de la Resurrección, se

inauguren los gozos de la Pascua, cuya exuberancia inundará los cincuenta días

pascuales.

En la Plegaria Cuarta del Misal Romano, en el memorial dice:

«Por eso, nosotros, Señor, al celebrar ahora el memorial de nuestra Redención, recordamos la muerte de Cristo, y su descenso al lugar de los muertos, proclamamos su resurrección y ascensión a tu derecha, y mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos su cuerpo y su sangre, sacrificio agradable a ti y salvación para todo el mundo».

«Dirige tu mirada sobre esta víctima que tu mismo has preparado a tu Iglesia, y concede a cuantos compartimos este pan y este cáliz, que congregados en un solo cuerpo por el Espíritu Santo, seamos, en Cristo, víctima viva para tu alabanza».

El sábado santo como día que Cristo ha bajado a los infiernos, constituye el

misterioso intermedio entre el viernes santo y la resurrección pascual.

En cuanto día de la muerte no puede ser todavía el día de la victoria de Dios sobre

la muerte; y, sin embargo, es el día en que la vida eterna se mostró tan viva que pudo

tomar la muerte sobre sí para superarla desde dentro.

Vemos ya en los primeros siglos de la tradición litúrgica cristiana que muy pronto

se va venerando en este día el descanso de Jesús en el sepulcro –como lo atestigua san

14

Atanasio43- y su descenso a los infiernos cuya fórmula aparece a mitad del s. IV en

Oriente, compuesta probablemente en Siria por Marco de Arethuya; sin embargo su

contenido esta ya presente en la Anáfora de Hipólito (a 220).

Por tanto, el sábado será un profundo misterio y lo será siempre. Pero, quizás en

vez de dejarle como un día sin mucha trascendencia, ha llegado el día se saber apreciar

con más interés y reflexionar sobre Él y descubrir lo inagotable, rico y profundo que es

este día.

3. En el Magisterio

La fórmula «descendió a los infiernos» con intencionalidad salvífica concreta esta

ausente aun en el símbolo Niceno-constantinopolitano44.

«Creemos en un solo Dios, Padre omnipotente, creador del cielo y de la tierra, de todas las cosas visibles o invisibles. Y en un solo Señor Jesucristo, el Hijo unigénito de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, nacido, no hecho, consustancial con el Padre, por quien fueron hechas todas las cosas; que por nosotros los hombres y por nuestra salvación descendió de los cielos y se encarnó por obra del Espíritu Santo y de María Virgen, y se hizo hombre, y fue crucificado por nosotros bajo Poncio Pilato y padeció y fue sepultado y resucitó al tercer día según las Escrituras, y subió a los cielos, y está sentado a la diestra del Padre, y otra vez ha de venir con gloria a juzgar a los vivos y a los muertos; y su reino no tendrá fin. Y en el Espíritu Santo, Señor y vivificante, que procede del Padre, que juntamente con el Padre y el Hijo es adorado y glorificado, que habló por los profetas. En una sola Santa Iglesia Católica y Apostólica. Confesamos un solo bautismo para la remisión de los pecados. Esperamos la resurrección de la carne y la vida del siglo futuro. Amén.»45

El descensus esta atestiguado en los símbolos de fe a partir del siglo IV, pero en

su contenido esencial ya era evidente a la fe cristiana desde el comienzo, del mismo

modo que todos los artículos de la confesión de fe como el misterio de la gracia, de

salvación, de redención.

«En el 359 se encontraba ya por primera vez en un credo arriano. Antes incluso

de su introducción en el Credo católico, había ya una tradición en la Iglesia respecto de

este descenso de Cristo a los infiernos. »46

La situación de Jesús muerto esta unida a aquella verdad de fe que proclamamos

en el Credo: « Descendió a los infiernos.» Esta frase se introdujo en el Símbolo de los 43 AA. VV. La Celebración en la Iglesia, ritmos y tiempos de la celebración, Tomo III, Salamanca 1990, pág. 118.44 A. AMATO. Jesús el Señor, Madrid 2006. Pág. 516.45 DH 150: Credo Niceno-constantinopolitano46 José Antonio Sayes, Señor el Cristo. Pág. 488

15

Apóstoles en el siglo IV y comienzos del V para traducir ciertos contenidos bíblicos que

se dicen de la muerte de Jesús.»47

El descenso a los infiernos garantiza que cristo ha conocido verdadera mente la

muerte. El fin de su vida no es una especie de paso fugaz. Cristo ha penetrado en el

abismo de muerte humana, pasando por un autentico estadio de muerte y teniendo que

resucitar «de entre los muertos».

La afirmación que el Credo hace es puramente cristológico, y una consecuencia

necesaria de la encarnación del Logos.

3.1 En los símbolos de fe

En los símbolos de fe, en el que confesamos que Jesucristo después de la pasión,

crucifixión, muerto y enterrado «descendió a los infiernos», significa simplemente que

nuestro salvador no solo murió, sino que estuvo muerto, es decir, que apuró hasta el

extremo las consecuencias que comporta el morir como disolución de lo humano-

corporal-histórico, morir es de algún modo experiencia humana, pero nadie ha vuelto

para explicar que es permanecer en el reino de la muerte.

El descensus aparece cada vez más frecuentemente en documentado en

símbolos, formulas de fe precisiones doctrinales, pronunciamientos conciliares; también

en el Credo Apostólico.

3.2 En el IV Concilio de Letrán (1215)

En la Tradición se impuso la afirmación del “descenso de Cristo a los infiernos”.

Fue definida expresamente por los Concilios IV de Letrán y II de Lyon (1274) en la

confesión de fe de Miguel Paleólogo.

Como punto de partida es necesario aclarar, además de la expresión «infiernos»

no significa el infierno, el estado de condenación, sino la morada de los muertos, tal

como señale en la primera parte del capitulo.

En este primer concilio, el IV de Letrán, en su decreto Firmiter afirma lo siguiente:

47 M. ARIAS REYERO, Jesús el Cristo. Pág. 203

16

«Y, finalmente, Jesucristo unigénito Hijo de Dios, encarnado por obra común de toda la Trinidad, concebido de María siempre Virgen, por cooperación del Espíritu Santo, hecho verdadero hombre, compuesto de alma racional y carne humana, una sola persona en dos naturalezas, mostró más claramente el camino de la vida. El, que según la divinidad es inmortal e impasible, El mismo se hizo, según la humanidad, pasible y mortal; El también sufrió y murió en el madero de la cruz por la salud del género humano, descendió a los infiernos, resucitó de entre los muertos y subió al cielo; pero descendió en el alma y resucitó en la carne, y subió juntamente en una y otra; ha de venir al fin del mundo, ha de juzgar a los vivos y a los muertos, y ha de dar a cada uno según sus obras, tanto a los réprobos como a los elegidos: todos los cuales resucitarán con sus propios cuerpos que ahora llevan, para recibir según sus obras, ora fueren buenas, ora fueren malas; aquéllos, con el diablo, castigo eterno; y éstos, con Cristo, gloria sempiterna»48.

Esta propuesta del concilio es recogido por todos los catecismos de la Iglesia

católica.

3.3 Concilio II de Lyon

En la confesión de fe de Miguel Paleólogo se afirma:

«Creemos que el mismo Hijo de Dios, Verbo de Dios, eternamente nacido del Padre, consustancial, coomnipotente e igual en todo al Padre en la divinidad, nació temporalmente del Espíritu Santo y de María siempre Virgen con alma racional; que tiene dos nacimientos, un nacimiento eterno del Padre y otro temporal de la madre: Dios verdadero y hombre verdadero, propio y perfecto en una y otra naturaleza, no adoptivo ni fantástico, sino uno y único Hijo de Dios en dos y de dos naturalezas, es decir, divina y humana, en la singularidad de una sola persona, impasible e inmortal por la divinidad, pero que en la humanidad padeció por nosotros y por nuestra salvación con verdadero sufrimiento de su carne, murió y fue sepultado, y descendió a los infiernos, y al tercer día resucitó de entre los muertos con verdadera resurrección de su carne, que al día cuadragésimo de su resurrección subió al cielo con la carne en que resucitó y con el alma, y está sentado a la derecha de Dios Padre, que de allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos, y que ha de dar a cada uno según sus obras, fueren buenas o malas»49.

La novedad permanente de la fe cristiana se nos revela justamente en lo extraño y

secreto de este misterio, aunque de modo lento, penoso, paciente y celoso. Contribuir a

esto es también la intención de las reflexiones que siguen en las cuales queremos

mostrar como desemboca en este punto a cerca de la doctrina del descenso en el ámbito

de la teología. En este sentido es especialmente importante los siguientes aspectos:

antropológicos, cristológicos-soteriológicos, trinitario-teológicos, práctico-teológicos.

Cada uno de estos aspectos es separable pero en última instancia no lo son realmente

48

? DH 801.49 DH 852.

17

porque el aspecto cristológico-soteriológico no es pensable sin el antropológico; del

aspecto cristológico como ejemplo se derivan los aspectos prácticos-sacramental-

teológicos (o también éticos), y todos juntos solamente son posibles dentro del aspecto

globalizador teológico trinitario.

Finalmente por tanto, podemos decir que la verdad expresada en el Magisterio de

la Iglesia Católica contiene una confirmación de la realidad de la muerte de Cristo y al

mismo tiempo proclama el inicio de su glorificación. No solo de Él, sino de todos los

que por medio de su sacrificio redentor participan de su gloria en la felicidad del reino

de Dios.

3.4 Catecismo de la Iglesia Católica

El descenso de Cristo al lugar de los muertos supone el anuncio a los que han

muerto rectamente de entrar en la gloria y a la visión de Dios, Cristo anuncia su propia

entrada en la gloria con él; aunque en el sélo se distingue ya en el judaísmo antiguo dos

niveles: El de los condenados definitivamente y el de los salvados, Cristo inaugura con

su resurrección el nuevo cielo y les anuncia precisamente esto, es lo que enseña el

nuevo catecismo.

"Jesús bajó a las regiones inferiores de la tierra. Este que bajó es el mismo que

subió" (Ef 4, 9–10). El Símbolo de los Apóstoles confiesa en un mismo artículo de fe el

descenso de Cristo a los infiernos y su Resurrección de los muertos al tercer día, porque

es en su Pascua donde, desde el fondo de la muerte, él hace brotar la vida: Christus,

filius tuus, qui, regressus ab inferis, humano generi serenus illuxit, et vivit et regnat in

saecula saeculorum. Amen. (Es Cristo, tu Hijo resucitado, que, al salir del sepulcro,

brilla sereno para el linaje humano, y vive y reina glorioso por los siglos de los siglos.

Amén).(MR, Vigilia pascual 18: Exultet).

Las frecuentes afirmaciones del Nuevo Testamento según las cuales Jesús

"resucitó de entre los muertos" (Hch 3, 15; Rm 8, 11; 1 Co 15, 20) presuponen que,

antes de la resurrección, permaneció en la morada de los muertos (cf. Hb 13, 20). Es el

primer sentido que dio la predicación apostólica al descenso de Jesús a los infiernos;

Jesús conoció la muerte como todos los hombres y se reunió con ellos en la morada de

18

los muertos. Pero ha descendido como Salvador proclamando la buena nueva a los

espíritus que estaban allí detenidos, pues en EL encuentran el fundamento de la propia

salvación (cf. 1 P 3,18–19).

Entre los habitantes de Abraham, San Pedro distingue especialmente al los

contemporáneos de Noé, no para excluir a los demás, sino para hacer resaltar mejor la

eficacia de la muerte redentora de Jesús que alcanza incluso a otros de otros tiempos. Lo

que nos quiere enseñar el catecismo es que todos los justos, desde los tiempos de Noé,

alcanzan los efectos salvíficos de la pasión de Cristo con el anuncio del cielo nuevo.

«La Escritura llama infiernos, sheol, o hades (cf. Flp 2, 10; Hch 2, 24; Ap 1, 18; Ef 4, 9) a la morada de los muertos donde bajó Cristo después de muerto, porque los que se encontraban allí estaban privados de la visión de Dios (cf. Sal 6, 6; 88, 11–13). Tal era, en efecto, a la espera del Redentor, el estado de todos los muertos, malos o justos (cf. Sal 89, 49;1 S 28, 19; Ez 32, 17–32), lo que no quiere decir que su suerte sea idéntica como lo enseña Jesús en la parábola del pobre Lázaro recibido en el "seno de Abraham" (cf. Lc 16, 22–26). "Son precisamente estas almas santas, que esperaban a su Libertador en el seno de Abraham, a las que Jesucristo liberó cuando descendió a los infiernos" (Catech. R. 1, 6, 3). Jesús no bajó a los infiernos para liberar allí a los condenados (cf. Cc. de Roma del año 745; DS 587) ni para destruir el infierno de la condenación (cf. DS 1011; 1077) sino para liberar a los justos que le habían precedido (cf. Cc de Toledo IV en el año 625; DS 485; cf. también Mt 27, 52–53). "Hasta a los muertos ha sido anunciada la Buena Nueva..." (1 P 4, 6). El descenso a los infiernos es el pleno cumplimiento del anuncio evangélico de la salvación. Es la última fase de la misión mesiánica de Jesús, fase condensada en el tiempo pero inmensamente amplia en su significado real de extensión de la obra redentora a todos los hombres de todos los tiempos y de todos los lugares porque todos los que se salvan se hacen partícipes de la Redención.»50

Jesús sabe que su muerte es salvadora para todos los hombres, por tanto la

muerte de Jesús no viene de sorpresa, no es un accidente. No es una lamentable

equivocación. Su muerte se va perfilando en el Nuevo Testamento.

El reino de los muertos queda roto, dominado por Jesús. Con la muerte y sepultura de

Jesús toda realidad, todo poder, así sea el más desconocido y subconsciente, ha sido

vencido. Y esta victoria esta presente en la Iglesia tal como nos enseña el catecismo.

«Cristo, por tanto, bajó a la profundidad de la muerte (cf. Mt 12, 40; Rm 10, 7; Ef 4, 9) para "que los muertos oigan la voz del Hijo de Dios y los que la oigan vivan" (Jn 5, 25). Jesús, "el Príncipe de la vida" (Hch 3, 15) aniquiló "mediante la muerte al señor de la muerte, es decir, al Diablo y libertó a cuantos, por temor a la muerte, estaban de por vida sometidos a esclavitud "(Hb 2, 14–15). En adelante, Cristo resucitado "tiene las llaves de la muerte y del Hades" (Ap 1, 18) y "al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en los abismos" (Flp 2, 10). Un gran silencio reina hoy en la tierra, un gran silencio y una gran soledad. Un gran silencio porque el Rey duerme. La tierra ha temblado y se ha calmado porque Dios se ha

50 CEC 633-634.

19

dormido en la carne y ha ido a despertar a los que dormían desde hacía siglos... Va a buscar a Adán, nuestro primer Padre, la oveja perdida. Quiere ir a visitar a todos los que se encuentran en las tinieblas y a la sombra de la muerte. Va para liberar de sus dolores a Adán encadenado y a Eva, cautiva con él, El que es al mismo tiempo su Dios y su Hijo...'Yo soy tu Dios y por tu causa he sido hecho tu Hijo. Levántate, tú que dormías porque no te he creado para que permanezcas aquí encadenado en el infierno. Levántate de entre los muertos, yo soy la vida de los muertos (Antigua homilía para el Sábado Santo).»51

Jesús muerto se hace solidario con los hombres que han vivido antes que él. Su

liberación se extiende también a ellos. La historia de la salvación no repercute sólo en el

presente o en el futuro, sino también en el pasado. No hay barreras espaciales ni

temporales para la salvación inaugurada por la muerte de Cristo.

51 CEC 635.

20

CONCLUSIONES

Para los Cristianos el Sheol o hades es el lugar de los muertos o morada de los

muertos donde bajo Cristo después de muerto porque los que se encontraban allí estaban

privados de la misión de Dios ( Sal 6, 6; 88, 11–13), pues mediante la muerte Jesús se

sumerge en esta situación de soledad, tinieblas, abandono, pero no permanece allí

vencido ( Hch 2, 31; Hch 2, 24), sino que Jesús expresa su solidaridad liberadora con

quienes estaban bajo el yugo de la muerte. Por tanto la muerte de Cristo es un

acontecimiento histórico, el cual está en el plan providencial de Cristo

La aclaración de los Padres de la Iglesia, especialmente San Juan Crisóstomo es

fundamental, pues expresa el vínculo entre la vida terrena y el destino escatológico.

En la liturgia el sábado santo como el día que Cristo ha bajado a los infiernos,

constituye un profundo misterio y lo será siempre.

La fórmula «descendió a los infiernos» llegó al credo en el siglo IV, pero en su

contenido esencial ya era evidente a la fe cristiana desde el comienzo.

De este modo podemos concluir con certeza que:

1. El descenso de Cristo es salvífico, por tanto es un acto redentor como toda su vida.

2. La Iglesia confiesa el valor redentor del descenso de Cristo a los infiernos.

3. El descenso a los infiernos enseña que Cristo murió verdaderamente (verdadero

hombre).

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