el camino del santazo. la narrativa del padecimiento misionero en urabá, colombia

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Glvez Abada, Ada EL CAMINO DEL SANTAZO. LA NARRATIVA del padecimiento misionero en Urab, Colombia Revista Colombiana de Antropologa, vol. 40, enero-diciembre, 2004, pp. 213-251 Instituto Colombiano de Antropologa e Historia Bogot, ColombiaDisponible en: http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=105015262008

Revista Colombiana de Antropologa ISSN (Versin impresa): 0486-6525 [email protected] Instituto Colombiano de Antropologa e Historia Colombia

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www.redalyc.org Proyecto acadmico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

EL

CAMINO DEL SANTAZO.

LA NARRATIVA del padecimiento misionero en Urab, Colombia

ADA GLVEZ ABADAANTROPLOGA, PROFESORA DE LA UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA, MEDELLN [email protected]

ResumenJOS JOAQUN Arteaga de la Virgen del Carmen, quien administr la prefectura apostlica de Urab (1919-1926), en los actuales departamentos de Antioquia y Choc (Colombia). Analiza la oscilacin del personaje entre el cumplimiento del deber y la exigencia de garantas de salud, menguada por accidentes y dolencias tropicales. Agobiados por el inhspito Urab, Arteaga y sus misioneros renuncian en 1921. Se estudian las reacciones suscitadas por el hecho en Colombia, Espaa y el Vaticano y el impacto de estas en la biografa del prefecto. El redescubrimiento de la dimensin existencial de la enfermedad, propio de los recientes estudios, permite elaborar la biografa de padecimiento del misionero, abordado generalmente por la disciplina como actor colectivo antes que como individuo.L ARTCULO ABORDA LOS LTIMOS AOS DEL CARMELITA DESCALZO

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PALABRAS CLAVE: misionero, padecimiento, enfermedad, narrativa, Urab.

AbstractCARMELITE missionary, Jose Joaquin Arteaga, Director of the Apostolic Prefecture of Uraba, a zone between Antioquia and Choco, in Northwestern Colombia, from 1919 to 1926. It examines his constant movement between duty and claims for improved health conditions, already deteriorated by accidents and tropical disease. Overwhelmed by the inhospitable nature of Uraba, Arteaga and his missionaries were forced abandon the mission in 1921. The article examines the various reactions to this abandonment in Colombia, Spain, and the Vatican, as well as their consequences on the prefects biography. The rediscovery of the existential dimension of illness allows for a detailed approach into the biography of missionary suffering, generally examined by scholars as collective actors rather than as individuals.HIS PAPER ADDRESSES THE LAST SEVEN YEARS OF THE LIFE OF BAREFOOT

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KEY WORDS: Missionary, suffering, narrative, illness, Uraba.

Re v i s t a

C o l o m b i a n a

d e

A n t r o p o l o g a

Volumen 40, enero-diciembre 2004, pp. 213-251

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I NTRODUCCIN *NTRE LOS SIGLOS DIECINUEVE Y VEINTE, LA ESTRATEGIA DE INCORPORAcin de las regiones perifricas y de los grupos indgenas a la nacin colombiana consideraba al catolicismo como principal ingrediente civilizador. Por ello, desde 1893 hasta 1949 se implantaron en el pas catorce jurisdicciones misionales, la mitad erigidas entre 1910 y 1920, siendo otorgada una cuarta parte de stas a comunidades religiosas espaolas (Crdoba, 2001: 164 y ss.). El territorio comprendido entre las bandas oriental y occidental del golfo de Urab y que remonta en direccin este las estribaciones selvticas de la cordillera andina fue autorizado por el gobierno colombiano a la * Este artculo reelabora un captulo de la orden espaola del Carmen Destesis Por obligacin de conciencia. Los micalzo en la modalidad de prefecsioneros del Carmen Descalzo en Urab, tura apostlica 1, para impartir Colombia. Siglo XX, requisito del doctorado en antropologa de la medicina en la asistencia religiosa a las etnias Universitat Rovira i Virgili de Tarragona (Esembera y kuna y a la poblacin paa), 2003. Agradezco a la hermana Noem Prez, cargeneral de la regin entre 1918 y melita misionera, a Rafael Meja, OCD, y a 1941. En desempeo de la accin Hernando Uribe, OCD, por su apoyo en la reaapostlica, los carmelitas descallizacin del trabajo de campo y de archivo en Colombia. A la antroploga Alba Doris Lpez zos movilizaron sus capitales de R. por sus comentarios al artculo. abnegacin y herosmo en la sel1. Esta es una estructura supraparroquial bajo va de Urab. Este artculo analiza el gobierno de un prefecto apostlico nombrado por el Vaticano pero sin la investidura cmo el sufrimiento justifica la episcopal, aunque en ciertos aspectos se le accin misionera por la salvacin reconoce facultades de ordinario u obispo en de las almas, historia que eleg el ejercicio de su jurisdiccin (lvarez, 2001). contar tomando la voz de Jos Joaqun de la Virgen del Carmen, primer prefecto apostlico. De entrada advierto que no me propuse la biografa del prefecto, sino, nicamente, la comprensin de los aos finales de su vida (1919 a 1926), coincidentes con la labor misional en Urab. Tradicionalmente, la antropologa se ha inclinado a comprender la constitucin y funcionamiento de los sistemas culturales ms que hacia el anlisis de las trayectorias individuales (Pujadas, 1992); el mtodo biogrfico dominante en este artculo lleva al punto de convergencia entre: 1. el testimonio subjetivo de un individuo a la luz de su trayectoria vital, de sus experiencias, de su visin particular, y 2. la plasmacin de una vida que es el reflejo de una poca, de unas normas sociales y de unos

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valores esencialmente compartidos con la comunidad de la que el sujeto forma parte (Ibid.: 44). Mientras los investigadores sociales escogen ante todo personajes marginales para abordarlos desde dicho mtodo, prefer trabajar el personaje de un misionero, sujeto incmodo en la literatura antropolgica, bajo la presuncin de que vidas como la del prefecto Arteaga comunican las contingencias que tambin acechan a quienes ocupan posiciones en el eje del poder, la misma que ha motivado la reticencia de los antroplogos a la hora de definir los protagonistas de los estudios. Me aproxim desde 1999 a la obra del carmelita Severino de Santa Teresa sucesor del prefecto Arteaga en la administracin de la prefectura apostlica, notando que los das de los frailes se escriban en clave de sufrimiento. Parece que fray Severino buscara anteponer al lector las penurias de los padres en las correras por ese encenagado rincn del trpico que era para ellos Urab. Pginas enteras describen una naturaleza avasalladora, que somete a los misioneros por la enfermedad, el accidente y la incertidumbre2. Decid pues sondear en la bibliografa carmelitana la experiencia del padecimiento, su lugar dentro de la visin religiosa del mundo y la manera como se articul en las modernas misiones de comienzos del siglo veinte. La investigacin se enriqueci con el acceso a los archivos de la orden carmelita en Espaa, Italia y, en menor medida, 2. Sobre el tributo de sangre pagado en los en Colombia, y dentro de estos, a siglos diecisis-diecisiete por las misiones los documentos personales o agustinas recoletas, franciscanas, capuchinas, jesuitas y dominicas durante el Patronato esconjunto de registros escritos alu- paol en la Nueva Granada, y genricamensivos a una trayectoria humana, te referidas al rea estudiada, vase Santos, 1978: 246-249. La apologa del desempeo que transmiten la visin subjeti- misionero en el medio tropical es un compova de los sujetos tanto de la reali- nente estructural de la literatura misionera en el mbito carmelitano dad que los circunda como de su hasta la actualidad; Rodrguez (1995). Sobre la vase, por ejemplo, propia existencia (Pujadas, 1992) saga del misionero javeriano Carlos Alberto y que sin haber sido solicitadas Caldern, muerto por malaria en Kenia en 1996, vase Fernndez (2001). por el investigador son producto 3. Para las condiciones de surgimiento del de la iniciativa personal, del de- gnero autobiogrfico a principios del siglo seo por fijar la experiencia coti- diecinueve, al cual se asocian los diarios epistolario, vase Weintraub diana, legitimar una existencia y personales y el de conciencia sobre la origi(1991). La toma presentar un legado para la pos- nalidad de cada vida es un producto cultural tardo de la civilizacin occidental. Vase teridad3.Gusdorf, 1991: 9-11.

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P ERSPECTIVA

CONCEPTUAL

humano en su explicacin del universo; la teodicea trata de responder a la paradoja de por qu las divinidades de calificacin positiva coexisten con mundos imperfectos, donde ocurren desgracias, enfermedades y la muerte4. En la historia de las ideas religiosas el padecimiento surgi como un signo de antipata de los dioses, las dolen4. En el catolicismo se encara el problema de cias de los sufrientes se traducan la teodicea transfiriendo de modo masoquiscomo una culpa secreta, y por ello ta la cuestin de la justicia divina a la de la eran marginados de los rituales. condicin pecadora del hombre. Segn Berger, se troca la teodicea en una cuestin Paulatinamente se cambi el esde antropodicea. La doctrina cristolgica detatus negativo del sufrimiento fine la relacin entre el Dios que castiga y el Dios que sufre. El Dios encarnado es uno prohasta consolidarse como una va fundamente vulnerado y mediante su sufripara alcanzar estados extraordimiento y agona en la cruz, la Encarnacin narios (Weber, 1978: 12). La consigana en potencialidad religiosa (Berger, 1971). As, un Cristo sufriente por voluntad propia deracin sobre el carcter de los despoja al sufrimiento de su carcter injusto e valores sagrados promovidos por incide en que las penalidades sean vistas como las diversas religiones es indisnecesarias (Camus, citado en Berger, 1971: 116). pensable para comprender la biografa individual. Acorde con Weber, tales valores fueron originalmente bienes de este mundo calificados positivamente: salud, larga vida y riqueza. El cristianismo y otros credos ascticos se exceptan de este tipo de promesas, privilegiando valores sagrados extraterrenos. La disposicin hacia dichos valores no desvirtu el esfuerzo humano por constatar el estado de gracia permanente, basado en el sentimiento de prueba de s mismo, que concreta los valores en religiones de ascesis (Ibid.: 21). Hasta el medioevo, la aceptacin del dolor fue una forma de acercamiento a Dios, una oportunidad de participar en el sufrimiento de Jess en la cruz. El catolicismo desarrolla una forma de culto al dolor como mtodo de aproximacin a Dios, para devenir en una bsqueda voluntaria, prueba de la excepcionalidad emparentada con la santidad. Ya no ser indicio de falta ante la divinidad, sino oportunidad de salvacin, para s mismo y para otros (Le Breton, 1999). El estilo de vida religioso realza el padecimiento, magnificado en la fisonoma del misionero, como persona que alejada de su patria y de su medio natural propaga la religin catlica por

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OS SISTEMAS RELIGIOSOS EN GENERAL HAN INTEGRADO EL SUFRIMIENTO

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cualquiera de los medios de apostolado que la iglesia admite (Rodrguez, 1955). Se llega a la vocacin misionera con la certeza de que la misin es el mximo ideal de vida cristiana, tarea que vincula al misionero directamente con la pureza de los primeros cristianos (lvarez, 1998); tal vocacin implica la bsqueda de las peores condiciones, ya que siendo esta empresa del agrado de Dios, no le haba de faltar la proteccin de lo alto5:[...] son extraordinarios porque dejaron todo y llegaron a estos lugares con un ideal elevadsimo, excelso, el de ganar almas, cerrando los odos a los reclamos de la naturaleza que exige lo suyo, que instintivamente rechaza todo lo que es pesado, que aborrece el sufrimiento y el dolor, que preferira una vida ms cmoda, ms holgada, ms excenta (sic) de sacrificios y privaciones; por eso son extraordinarios, y son locos con la locura de la Cruz, porque saben que bajo esos cuerpos toscos e inexpresivas miradas se encuentran unas almas por las que Cristo derram hasta la ltima gota de su sangre en el Calvario y su caridad les urge, les fuerza a darles la mano para que no perezcan eternamente. Sublime locura que siendo insensatez a los ojos del mundo, les acarrear un puesto de gloria en el cielo! (Bernardino del Nio Jess, 1945: 21)

Una de las concepciones de la personalidad configurada en el medioevo cristiano corresponde a la Imitatio Christi. Como todo modelo, condensa valores y convicciones con un contenido concreto: exigen unas cualidades determinadas, instan a este o a aquel conjunto de valores, recomiendan encarecidamente modos de vida especficos y prescriben normas y conductas (Wientraub, 1991: 27)6. El grupo de misioneros formados en el modelo de imitacin de Cristo se ajust durante su permanencia en Urab al ideal normativo de hroes provincial de la o soldados del Evangelio. Dada 5. Circular delde S. Nicols deprovincia agustina recoleta Tolentino a los la imposibilidad de replicar no misioneros de Amrica, 1898, citada en Alonso slo ste sino cualquier otro mo- y Martnez, 1948. En lvarez, 1998: 200. delo en las vidas concretas, y por 6. El texto populariz las ideas de la corriente espiritual de la Devotio moderna, surgida en el hecho de que los modelos no los Pases Bajos y expandida en Europa entre prescriben la totalidad de la expe- los siglos quince-diecisis (F. Montes de Oca, Kempis, 1999). La riencia humana, el tono dominan- Introduccin, en De de la renuncia queimitacin de Cristo es la va lleva te en la narrativa del padre Arteaga a Cristo: Tota vita Christi crux et martyrium fuit y de otros frailes abordados tan- (Santidrin, 1995: 459). Hernando Uribe, OCD, aport sus comentarios esclarecedores sobre gencialmente oscila entre la ape- la injerencia del texto en la formacin de los lacin al modelo cristiano y las frailes carmelitas.

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variaciones idiosincrsicas del personaje. El anlisis de la narrativa del prefecto Arteaga descubre a alguien que trasciende sus padecimientos hasta corroborar su autenticidad como sufriente en las coordenadas de realidad definidas por la orden religiosa. Acorde con Berger, su 7. Las glosas de Berger al continuum tipolgico sufrimiento y su muerte aparecen de las teodiceas sitan en un extremo la idencomo correctos, atenundose su tidad del individuo fundida en la identidad de la colectividad, que puede revestir o no cacarcter anmico, aunque sin evircter masoquista en un sentido sartreano y tar el dolor y la afliccin7. no psicoanaltico. Esto hace a la persona identificarse con su grupo tanto en la feliciEste artculo sintoniza con los dad como en la desgracia. Los hechos de la estudios en antropologa y en sopropia biografa, incluida su muerte, constituciologa de la medicina, que recuyen episodios de la historia general de una colectividad. Cuanto ms fuerte sea esta idenperan la materia en las ltimas tificacin, ms dbil ser la amenaza de dcadas del siglo veinte. Pese a que anomia proveniente de las desventuras de la la experiencia del sufrimiento es biografa individual (Berger, 1971: 94). connatural a la vida humana, en las representaciones colectivas y en el lenguaje especializado se haba reducido el uso del vocabulario moral y religioso del asunto. La visin tcnico-racional compartida por la salud pblica, la fisiologa, la clnica, etctera, desvirtu los aspectos morales de esa experiencia, bajo los signos de la modernidad, el desencantamiento y la desmoralizacin del mundo (Kleinman et al., 1994); el dolor y otras formas de sufrimiento se trivializaron, desconociendo su vigencia en el crculo de la experiencia personal y familiar, y su carcter de experiencia existencial radical y de carga moral. El rescate de la dimensin existencial de la enfermedad permite actualmente debatir su naturaleza, la intervencin que ejerce en los procesos de identidad, la direccin de los sentimientos y la emergencia de dilemas existenciales, por resolver en la arena del self o del s mismo; este concepto alude a una organizacin de atributos, sentimientos, valores y caractersticas que por su carcter evaluativo aporta a la persona una definicin de lo que ella es y de los procesos por los que atraviesa ante las crisis de salud y el sufrimiento que conllevan (Charmaz, 1999: 366). El anlisis gira en torno a las narrativas personales, como recurso de los pacientes que ordena su experiencia, los significados que reviste para ellos y para los dems. La narrativa del padecimiento consiste pues en un relato del paciente, que otros retienen para dar coherencia a lo que ocurre cuando se convive con la enfermedad. Las lneas argumentales, las metforas y los dispositivos retricos que estructuran dichas narrativas se basan en

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modelos culturales y las hacen significativas para el sufriente y sus prximos (Kleinman, 1988). En la perspectiva fenomenolgica de Charmaz, el narrador formula reclamos de identidad como persona y reclamos de realidad ante la(s) audiencia(s) que lo rodea(n), para reforzar su estatus moral, y a la vez que socializa su afliccin reelabora la experiencia de su enfermedad. La autora, a quien sigo de cerca, distingue los siguientes aspectos implcitos en los relatos de padecimiento: 1) las condiciones en que el sufrimiento permea las fronteras del self; 2) la preservacin de un ncleo del s mismo resistente a las crisis; 3) los soportes del self que limitan o detienen la expansin del sufrimiento; y 4) el lugar del self en los relatos del padecimiento y la decisin moral de incorporarlos como parte de la identidad personal (Charmaz, 1999: 367). Se ver cmo lo anterior cohesiona los relatos de padecimiento de Arteaga, en fusin con la marcha de la prefectura apostlica en el Urab antioqueo. Ahora bien, no se trata slo de informar sobre las dolencias a determinada audiencia, adems de esto, quien socializa sus relatos obtiene beneficios secundarios, es decir, ventajas personales a partir de los sntomas. Ocurre as un proceso retrico por el cual la queja interviene en el balance de poder que redefine relaciones en el mbito familiar y laboral (Brodwin, 1994). Cabe preguntarse entonces el por qu de una narrativa del padecimiento, constitutiva de la experiencia y de la propaganda misionera. La variante fenomenolgica del construccionismo plantea que la realidad subjetiva se mantiene mientras se comparta y amplifique con otros. Y es precisamente mediante el lenguaje como el individuo sigue dndole la rplica al mundo que lo form, logrando que el mundo socialmente construido funcione como ordenacin de la experiencia (Berger, 1971: 37). La queja propia de la escritura misional implic un uso social, tan eficaz en ciertos colectivos sociales como inoperante en otros. Si convenimos con Berger en que la religin ha sido un agente legitimador de primer orden, por su capacidad de relacionar las precarias construcciones de la realidad de las sociedades empricas con la realidad ltima, sobrara el interrogante en torno a una misin urgida de legitimidad mediante la socializacin de sus penalidades. Conviene aqu tener presente que el arribo de los carmelitas descalzos a Antioquia despert tensiones, especialmente con el clero regional, que exigi a los extranjeros una gestin permanente, siendo la queja parte

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de los recursos desplegados. Adicionalmente, a diferencia del antiguo rgimen, las modernas misiones religiosas precisaban de la generosidad cristiana8.En la mayor parte de las Misiones sujetas a la Propaganda Fide se carece de carreteras, vas frreas y dems medios rpidos de locomocin. De nuestra Misin de Urab podemos afirmar que este inconveniente es uno de los mayores y ms dispendiosos, que no pocas veces debilita la accin del misionero. No tenemos carreteras ni ferrocarriles; el mar y los ros son nuestros caminos []. Las costas de mar de nuestra Prefectura pasan de doscientas millas [ ] Echarse al mar Caribe en una embarcacin de vela es una temeridad imperdonable []. No hace mucho que dos Padres de la Misin tardaron ocho das en recorrer treinta millas. Si se levanta alguna tempestad, amenaza un naufragio []. Conseguir un Misionero cuesta un triunfo; conseguir una lancha misionera tiene que costar un sacrificio. Cmo podr disponer una misin de 15.000 pesetas, que es lo mnimo que puede costar una lancha de las condiciones que en Urab se necesitan? Qu hacer? []. Una limosna, caro lector, y cuenta desde ahora con la gratitud y oraciones de los Misioneros de Urab (Misioneros de Urab. Los misioneros carmelitanos de la misin de Urab (Colombia). Revista Carmelitana. Ao 8 (86). Abril 1931: 100 (Negrilla en el original).

La retrica del padecimiento se comport as como una poderosa moneda de cambio, que pudo favorecer los donativos extranjeros, reforz la imagen de la prefectura ante la sociedad civil y el gobierno y busc neu8. La iniciativa del Cntimo para la propa- tralizar la oposicin de algunos gacin de la fe aparece ligada a las corpoprelados antioqueos. Empero, raciones piadosas del siglo diecinueve para apoyar con fondos la causa de las misiones detuvo su circulacin a las puerde ultramar. Antes de la primera guerra muntas de quienes justificaban las dial, hubo en Europa occidental doscientas penalidades misioneras. Me refiesetenta asociaciones que favorecan el apostolado en pases lejanos (Arens, 1922 y 1925, ro a las gentes brbaras, indios citado en Gadille y Zorn 1995: 156-58) y negros, ajenos al crculo donde 9. Vase, Pablo del Santsimo Sacramento, sufrir es el leit motiv de la exis1944: 188-189. tencia. Los infortunios de los frailes carecen de resonancia entre aquellos, siempre indiferentes segn las fuentes9.

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URAB , REGIN

DE MUERTE ?

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URAB ERA ASUMIDA por los antioqueos en inferioridad moral. Si los pobladores eran brbaros el correspondiente hbitat era una selva densa y peligrosa, bordeada por un mar embravecido10. El determinismo geogrfico que prefiguraba la violencia del trpico influenci el discurso mdico entre finales los siglos diecinueve y veinte. El riesgo que se corra al viajar a los trpicos dependa de la persona que viajase, de sus condiciones fsicas, que garantizaran o no que sobreviviera en esas zonas. En efecto, un mal de escasa importancia en la vida civil de los climas templados, poda transformarse 10. Urab encajaba en la antigua imagen en un vicio en las condiciones del mundo que opona las regiones extremas ms exigentes de los trpicos. y fras del orbe al calor del viejo mundo, Desplazarse a tales latitudes re- imagen reactivada por el discurso de la Ilustracin. El hmedo continente americano se sultaba prcticamente una aven- consideraba producto de los azotes del Dilutura que demandaba una salud vio: ros inmensos, montaas empantanadas, de una desecacin imperfecta (Buexcelente, sin deficiencias en el indicios Gerbi, 1960). fn, en sistema inmunolgico que dispone y expone a las enfermedades tropicales (Manson-Bahr, 1924, citado en Lpez y Blair, 2002: 45-46). La localizacin de las misiones entre ambos trpicos implicaba la permanencia en selvas y climas tropicales y ecuatoriales desde el sur de Mxico hasta la frontera norte de la Argentina, con lo cual la alta temperatura y la humedad constantes representaron un fuerte choque para los frailes, siendo la mayora naturales del pas vasco (lvarez, 1998: 219). Las misiones vascas en Hispanoamrica formularon paliativos para proteger al personal del inevitable tributo a las endemias tropicales. Se apoyaron en la carta apostlica Maximum Illud, emitida por Benedicto XV, que plante el principio de acomodacin, til para lograr el arraigo del personal misionero. Los ajustes versaban sobre la confeccin de hbitos en materiales livianos, la mitigacin de los estrictos horarios de comidas y de rezos, propios del ambiente conventual, y la autorizacin de reposo en conventos por fuera de la jurisdiccin misional (lvarez, 1998). Los misioneros dirigidos por el prefecto Arteaga buscaban garantas para su bienestar fsico, que ya en el terreno consideraron indispensables para el apostolado. El riesgo de contraer enfermedades tropicales y sobre todo paludismo, definido por

PRINCIPIOS DEL SIGLO VEINTE, LA FRONTERA DE

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un mdico conocedor de la regin como un formidable morbo que ejerce su labor de muerte entre los moradores del trpico (Muoz, 1920) fue un argumento central en la brega entre los misioneros carmelitas y el clero regional, a la defensa de sus respectivos intereses religiosos y jurisdiccionales. La mansin de fieras de 31.000 km que representaba Urab para los carmelitas, cambiaba en Frontino, un autntico oasis por las caractersticas de la cabecera municipal y por la benignidad del clima. Los carmelitas descalzos haban llegado al pas en 1911 como orden regular, fundando primero Villa de Leyva (Boyac) y luego las casas de Frontino y Sonsn (Antioquia). Aunque la propuesta original del convenio de misiones entre Colombia y la Santa Sede (1902) era vincularlos a la misin diocesana para los indgenas de Antioquia, en los aos siguientes surgi el proyecto de una jurisdiccin eclesistica autnoma, la prefectura apostlica de Urab (Restrepo, 1979). Mientras tanto, la extensa dicesis de Santa Fe de Antioquia que rega sesenta y dos parroquias hasta 1915, dio lugar en ese mismo ao a las dicesis de Jeric y luego a la de Santa Rosa de Osos (1917). Se frustr para los misioneros la obtencin de Frontino como capital de la prefectura y residencia del prefecto, ahora imprescindible para la curia de Santa Fe de Antioquia, limitada en 1917 a seis parroquias (Botero, 1980). Sin Frontino los carmelitas perdan ingresos parroquiales superiores a $1.000 anuales, una feligresa que ascenda a diez mil habitantes, vinculados a una actividad agrcola y minera la Frontino Gold Mines, adems de servicios de correo y telgrafo, difciles de hallar en otros pueblos de la jurisdiccin misional. El Vaticano autoriz el uso de la poblacin a los misioneros slo como residencia de salud y el prefecto debi instalarse en Puerto Csar, a orillas del golfo de Urab (vase el mapa). El contraste de la imagen de Urab como regin de muerte se expresa de vez en cuando en el material analizado. As, un turbeo se dirige a los carmelitas para reconocer que el clima no es sano, pese a lo cual recomienda a Turbo como sede de la prefectura por la abundancia providentsima de la regin (APSJN, caja 4, folder Urab-Frontino Correspondencia (1a) 1913-1920. Turbo, 30-I-1916). Un observador de la poca opinaba que la leyenda de insalubridad de Urab se repeta con inconciencia automtica por empleados pblicos deseosos de atribuirse ejecutorias heroicas. Anota que por ser Urab una floresta tropical

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MAPA 1 UBICACIN DE LA ZONA DE ESTUDIO

Puerto Csar Turbo

Frontino Santa Fe de Antioquia

Fuente: Glvez, Ada. Por obligacin de conciencia. Los misioneros del Camen Descalzo en Urab (Colombia). Tesis doctoral. Programa de doctorado en antropologa de la medicina. Universitat Rovira i Virgili. Tarragona (indito), p. 29.

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escasamente desmontada abunda el anofeles, pero, al compararla con las hoyas de los ros Magdalena y Cauca, resultaba an peor la infeccin en esas regiones. El viento del sur del invierno y las brisas noroeste del verano, son dos poderosos ventiladores sanitarios que barren la plaga y tonifican el aire y, no obstante la carencia de medios curativos y preventivos, los habitantes negros, indios, mulatos y an los blancos, gozan por lo general de condiciones normales de salud, apreciable longevidad, numerosa prole y alegra de vivir (Villegas, 1954: 90).

SEMBLANZA

DEL PERSONAJE

ARTEAGA SAN JULIN, QUIEN AL ORDENARSE TOM EL nombre de Jos Joaqun de la Virgen del Carmen en 1906, fue elegido por los superiores de la orden y por la Sagrada Congregacin de Propaganda Fide (SCPF) como primer prefecto apostlico. Nacido en Estela (Navarra) en 1878, fue hijo nico de un militar carlista y de una madre que al enviudar ingres, en 1920, con las debidas dispensas, al monasterio de carmelitas descalzas de Soria (Espaa). Arteaga decidi su ingreso a la orden para cumplir una promesa hecha a la virgen de El Carmen, que lo salv de morir durante un bao en la baha de Santander, mar Cantbrico (Mesa, 1999: 303). La orden carmelita descalza, como otras rdenes regulares, vena de ser restaurada en 1868, luego de que las medidas del gobierno liberal de Espaa ocurridas a la muerte de Fernando VII, con sus secuelas de exclaustracin y confiscacin de bienes religiosos, las haban desestructurado y obligado al exilio entre 1835 y 1851. La redefinicin de los vnculos entre iglesia y estado auspiciada por el reinado de Alfonso XII favoreci que Hispanoamrica se considerara 11. La orden naci entre un grupo de ermitaos el rea natural de expansin del monte Carmelo en Palestina, inspirados en para las rdenes misioneras. La el profeta Elas del siglo noveno a.C.; a principios del siglo trece, bajo la presin sarracena, trayectoria de la orden, cuya denemigraron hacia occidente; a fines de ese siglo sidad histrica es imposible aborse integraron a las rdenes mendicantes; Teresa de Jess es la gran reformadora del Carmelo, dar aqu, ha estado marcada por en el ambiente tridentino del siglo diecisis. La la tensin entre la vida contemreforma carmelita se dividi en el diecisiete en plativa y la vida de apostolado dos congregaciones independientes, la espaola de san Jos y la italiana de san Elas, aunque % exterior en tierras de misin11. El

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ERAFN JOAQUN

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tiempo histrico que cubri la vida de fray Arteaga correspondi, como nunca antes en el devenir carmelitano, a la expansin de las misiones vascas y espaolas en Hispanoamrica. Cuando fue designado prefecto, el 15 de abril de 1919, el padre Arteaga era prior del convento de Burgos, luego de haber sido profesor y director del colegio de Villafranca de Navarra. La posicin que ocupaba poco o nada tena que ver con su destinacin en las Amricas: A tiempo que el orador carmelita disfrutaba en Burgos de autoridad y prestigio, sorprendile el nombramiento para prefecto apostlico de Urab. Duro cambio! Dejar la ciudad de Burgos, cabeza de Castilla, por la selva inhospitalaria de Urab (Mesa, 1999: 303). Cumpliendo con el voto carmelita por el cual si la Obediencia lo mandare debera marchar a tierras de misin sea cual fuere su estatus, Arteaga acomod sus dotes de liderazgo a una intensa labor evangelizadora y de cooperacin con el gobierno antioqueo, hasta lograr en poco tiempo que la prefectura apostlica se convirtiese, en palabras de lvarez, en un rgano poltico cuasidepartamental (lvarez, 1998: 131). Un bosquejo del lugar de la salud corporal en la orden carmelita indica que la fortaleza fsica de los aspirantes era requisito de la eleccin: Los que vayan a desempear la delegacin apostlica por Cristo entre infieles de naciones extranjeras, deben brillar por tal santidad de vida y celo por las almas, que sin ellos decirlo, se vea la pureza y la divinidad y gozar de tales dotes de alma y cuerpo, que puedan en todo momento dar testimonio de su fe (Instructiones Missionum Ordinis Carmelitanum Discalceatorum, 1913: 3. Original en latn). Empero, en los colegios donde se formaban los novicios %seguan formando una nica orden carmedominaban la austeridad, la baja litano teresiana. La rama italiana consolid la vodisponibilidad de alimentos y la cacin misionera, mientras, en general, la escarencia de calefaccin que miti- paola suscribi la orientacin de retiro y clausura. La congregacin espaola se suprigara los rigurosos inviernos del mi en 1875 y durante la fusin se adoptaron norte de Espaa. La tuberculosis las Constituciones de la italiana. Para la hisvase era comn en los conventos y las toria de la orden,entre laMoriones 1978 y 1997. Sobre la tensin contemplacin y la epidemias de gripe, como la que accin dentro de un estilo propio del misioneasol al pas vasco en 1918, cobra- ro carmelitano teresiano, vase Fernndez de Mendiola (en prensa). ron vidas entre los colegiales12. El 12. APSJN, Memoria de religiosos que han faconvento de Villa de Leyva, por su llecido en este convento de Marquina desde el clima seco, result apto para la re- ao de 1872; tambin los Libros de Difuntos cuperacin de jvenes carmelitas conservados en los conventos de la provincia.

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de la provincia de San Joaqun de Navarra. Algunos de estos, como el propio fray Severino, quien a mediados de los aos veinte presentaba un amago de tisis, o Remigio del Nio Jess, afectado por tuberculosis, permanecieron inicialmente en Villa de Leyva, antes de llegar a Urab.

L LEGADA

A

F RONTINO

E

L AMBIENTE PRESAGIABA GRANDES DIFICULTADES PARA LA EJECUCIN

del proyecto misional, como lo perciba un fraile que lo antecedi en la comarca:Hace tiempos que hablamos por aqu de la Prefectura, nos parece un sueo algunas veces y otras realidad. Qu cruz ms pesada prepara Dios nuestro Seor al pobre Padre Prefecto, si ello se hace! y qu santazo se puede hacer si sabe aprovecharse de los trabajos que le vengan, que por lo que barrunto, no sern escasos! Pero si Dios lo quiere, todo saldr bien (APSJN, Jerarqua carmelitana, Superior provincial, correspondencia 1900-1921, carta de Elas del Santsimo Sacramento a Ezequiel del Sagrado Corazn de Jess, Frontino, 14-IV-1919).

La intuicin del fraile se cumplira a cabalidad: si bien la prefectura dirigida por el padre Arteaga despeg a partir de la dcada de 1920, logrando en un corto lapso abundantes realizaciones materiales y espirituales13, los trabajos que ello supuso, comprometieron severamente la vida del prefecto, hasta su muerte en 1926. Dos semanas despus de su llegada a Frontino, el padre Arteaga realiz la primera excursin apostlica, en la que contrajo fiebres su acompaante, fray Amando de la Virgen del Carmen. Una vez penetra en los distritos montaoso y martimo de la prefectura, confirma la importancia estratgica de Frontino para la accin misional. El optimismo y el vigor que lo acompaaban a su arribo a la poblacin, cuando 13. El mayor esfuerzo de los carmelitas en la confiaba en el buen curso de las implantacin de fundaciones de la prefectuiniciativas que tena en mente (APra se desarroll durante la dcada de 1920, SJN, Urab, correspondencia (1a) cuando se establecieron doce de las dieci1913-1920, cartas de Arteaga al Prosis fundaciones realizadas durante la vigencia de esta jurisdiccin misional (Crdoba, vincial, Frontino, 29-IX-1919 y 1-XI2001: 230). 1919), ceden ante la afliccin y la

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enfermedad. A los pocos aos de permanecer en Urab, la experiencia del prefecto se parangon con un huerto de Getseman: Verse l, con sus dotes esplndidas, con el lujo de su personalidad, su poderoso cmulo de energas espirituales, aislado, perdido en la soledad estril de esa comarca incomunicable y malsana! (Mesa, 1999: 303). La incursin en el territorio misional despert inquietud en Arteaga y en sus subordinados frente a la obediencia debida a los superiores. La actitud controversial informa sobre lo insoportable que debi resultarles Urab, mxime si recordamos que 14. Las Instrucciones de Formacin de los ilustran al el sufrimiento se normalizaba en Noviciosadmiracionrespecto: [] Causa, en verdad, el ver la gran serenidad la mentalidad religiosa, desde la de espiritu y de semblante con que sufren los identificacin con el Cristo su- dolores, dando continuamente gracias Jesucristo por haberse dignado hacerles partifriente14. El sentimiento de falta cipantes de sus padecimientos. De aqu que de confianza patente en la narra- jams se les oiga quejar de nada; ni buscan sus entiva misional se refera a los me- el ms mnimo consuelo el alivio para los que fermedades; antes, por contrario, dios humanos que rodeaban a los les son ofrecidos, los rehusan con disimulo; misioneros ya que la de Dios no ni aflojan en la observancia, ni en las mortificaciones en cuanto lo permite la ennos falta (APSJN, Urab, corres- fermedad y la anuencia de la santa Obedienpondencia (2a) 1921-1925, carta de cia. Tanto puede en ellos el dio verdadero Jos Joaqun Arteaga a Provincial, que tienen de s y el amor Cristo crucificado! (Ildelfonso de Santo Domingo, 1879: 221). Frontino, 14-XII-1921).

LA

FIEBRE , INSEPARABLE COMPAERA

de la guerra de los mil das (1899-1902), que pauperiz al pas y generaliz las enfermedades infecciosas respiratorias e intestinales, la malaria y la fiebre tifoidea, entre otras. La marginalidad de Urab se expresaba en la ausencia de recursos de salud: Cuando uno cae enfermo en la prefectura, si est en el golfo, debe irse a Cartagena; y si es en estas parroquias de Urama o Dabeiba, subirse cuanto antes a Frontino; porque en toda la Prefectura ni hay botica ni mdicos, escribe uno de los frailes desde el sanatorio de Frontino, reponindose de dolencias del estmago por los calores de Dabeiba (APSJN, Jerarqua carmelitana, Superior provincial, correspondencia 1921-1926, carta de Pascual de Santa Teresa a Ezequiel del Sagrado Corazn de Jess, Frontino, 25-III-1926).

E

L PANORAMA EPIDEMIOLGICO DE LA POCA EXHIBA LAS SECUELAS

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En caso de urgencia, los misioneros eran socorridos por curanderos de la regin, sin que haya referencias a tratamientos de los frailes con curanderos embera y kuna. Mientras permanecieron en la base misional del golfo, los frailes accedan a algunos mdicos que atendan a la poblacin:El Dr vino con objeto de ver a Jos Muoz uno de los sirvientes el cual encontr muy dbil. Compuso para l una toma compuesta de onza y media de sal glauber, gramo y medio de quinina y el jugo de un limn, todo disuelto en un vaso de agua, y tomarlo de una vez. Recomend mucho esto cuando se trataba de un paludismo agudo cmo (sic) el de Jos, y que, cuando se tratara de un paludismo crnico se tomaba en tres partes con el intervalo de una hora (Annimo, Diario de El Carmelo 1921-1923: 20-21. Subrayados mos).

Las fiebres Inicialmente despiertan temor, como sucede con uno de ellos que pasa sus primeros das en Murind:Acabo de recibir un aviso de que el Padre Alberto se halla grave en Murind e inmediatamente he despachado un padre con medicinas, pero no llegar all sino al tercer da. El despacho dice as: Padre Alberto grave, complicacin, fuerte fiebre, vmito. Rugole envan mdico, formular telegrficamente. De aquel pueblo al primero que tiene telegrafa hay dos das de camino. Creemos que ser algn acceso fuerte de fiebre y como es la primera vez que le da, se ha asustado mucho ( APSJN , Jerarqua carmelitana, Superior provincial, correspondencia 1926-1933, carta de Severino a P. Ezequiel, Turbo, 9-IV1934. Subrayado mo).

Los misioneros aprenden a soportarlas y a sacar partido de los lapsos en que desciende su intensidad, aprovechados para continuar las tareas durante las correras apostlicas. La falta de vigilancia epidemiolgica en la regin alent lo que para ellos resultaba ser la cronicidad de la sintomatologa malrica y dio paso a una habituacin que admir a otros carmelitas espaoles que recorrieron Urab. Como efecto necesario de la visita cae enfermo uno de ellos: Todava recuerdo cmo se rea de m el buen P. Severino, al verme impresionado con aquella fiebre para m desconocida, como se re el soldado veterano del pobre bisoo, sin experiencia de la vida militar (APSJN, Biogrficas 5: Borrador de las palabras pronunciadas por el P. Amalio de San Luis Gonzaga en el acto de celebracin familiar de

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quincuagsimo aniversario de profesin religiosa de Severino de Santa Teresa, s.f.: 11-12). La experiencia con los estados febriles sobresale en las narrativas de padecimiento de los frailes, por la marca que ejerce durante su permanencia en territorio misional. Si bien la epidemiologa de la malaria nos ensea actualmente que esta no es una enfermedad crnica, la intermitencia de las fiebres, de las cuales el prefecto registr ocho accesos en su diario personal durante 1921, lleva la percepcin del dao en partes del cuerpo tanto en apariencia como en funcionalidad. De acuerdo con la lnea de anlisis de Strauss et al. (1999), esta percepcin del dao corporal depende del rea afectada, de su evolucin y del impacto que tenga en la rutina de trabajo.

A QU

SI LAS DIFICULTADES NO SON VEINTE ,

ES PORQUE PASAN DE DOSCIENTAS

P

ARALELA A LA HABITUACIN DE LAS FIEBRES, LOS

TRABAJOS DEL PREfecto Arteaga surgen cuando se trata de materializar la infraestructura de la misin:

Necesitbamos embarcaciones. En este asunto como en otros muchos; cunto hay que trabajar para salir con algo! es un desamparo, una falta de ayuda de todo el mundo, una escasez de toda clase de artculos, que hay que usar Paciencia con mayscula y armarse de valor para considerarse uno solo contra mil obstculos y confiar, despus de la gracia de Dios, en sus solas fuerzas (APSJN, Urab, Caja 3, Legajo XV, Diario de un misionero (indito), Jos Joaqun Arteaga 1921-1922: 14. Subrayado en el original).

El cuerpo vivido, o sea el s mismo y el cuerpo que unificadamente actan en el mundo, se escinde una vez aparece la enfermedad, con lo cual el cuerpo se constrie, se opone al s mismo, hasta configurar el cuerpo objeto (Gadow, en Garro, 1994: 104). El padre Arteaga entra en una nueva relacin con su cuerpo, ya no un objeto asumido inconscientemente, sino un objeto del pensamiento consciente (Murphy, en Garro, 1994). Saca en claro de las primeras excursiones la imposibilidad de confiar en la ayuda de los infelices negros: Hoy promet ante Dios y ante mi conciencia prescindir de ellos para siempre

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aprendiendo con tesn el arte de dirigir las embarcaciones de vela y preparando una de motor que es la que, al presente, nos lleva con rapidez de una costa a otra (APSJN, Urab, Caja 3, Legajo XV, Diario de un misionero (indito), Jos Joaqun Arteaga 1921-1922: 50-51). Durante un tramo entre Pavarandocito y Dabeiba sus fuerzas se cotejan ante el entorno:Era un problema de fuerza y habilidad atravesar aquellas cambroneras con el fusil debajo el brazo, la cabeza baja, tendido casi en la mula sin que lograra evitar, a pesar de todas mis precauciones, los golpes de los palos y los araazos de las espinas. Vez hubo que un bejuco se me atraves por el cuello y me tendi cuan largo era sobre la silla logrando, antes de caer al suelo, romperlo con el fusil. En el paso del Mutat, ro muy caudaloso y violento, tropez dos veces la mula y estuve a peligro de ser arrastrado por la corriente (APSJN, Urab, Caja 3, Legajo XV, Diario de un misionero (indito), Jos Joaqun Arteaga 1921-1922: 83).

En esta poca, el prefecto se esfuerza al mximo como trabajador competente; se desgasta fsicamente y corre riesgos para salvaguardar su estatus, mientras levanta la base de Puerto Csar en 1921, desde donde se explorara el territorio de los indgenas kuna:Una tierra sin caminos de herradura, o tenindolo por tales pantanos y precipicios, sin vehculos para echarse sobre las aguas que, lejos de ser mansas, infunden terror y hacen vctimas frecuentemente de los atrevidos que se tiran a ellas; sin brazos para el trabajo; con un clima fuerte y deletreo; sin gentes que le tiendan la mano [] Esto y mucho ms que no alcanzo a decir, es el campo en el cual este seor Prefecto lucha tranquilo, lleno de fe y hasta alegre, trabajando sin cederle un palmo a la debilidad ni a la desconfianza. Yo no s profetizar, ni mucho menos; pero s me atrevo a asegurar que triunfar. Si Dios no le da el triunfo a la fe y al sacrificio, a quin ha de darlo? Furtivamente me he enjugado varias veces lgrimas que me traicionan al ver los sacrificios que se impone y a que se entrega este ilustre Prelado. Para adaptar la casa que ha de formar la primera planta misionera, trabajan l y el reverendo Padre que le acompaa [] Llenos de fe y alegra ellos son los peones! (Carta al Director de El Catlico, 17 abril de 1921, en Montoya, 1963: 347).

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A partir de un viaje desastroso fija la autopercepcin del dao corporal:M.R.P.

Severino y dems resignados oyentes:

Quiz noten en la letra algo ms de temblor que de ordinario. Esto es debido a que ya las fiebres me van visitando de vez en cuando y dejan un tembleque en la mano que no hay manera de sujetar la pluma []. Pasamos hambre y sed, calores insoportables: bebimos aguas insanas de la que por esas costas llaman agua gorda que es una mezcla de dulce y salada, turbia y sin filtrar []. Tantos trabajos y fatigas sostenidas por ms de un mes dieron al traste con mi salud y me atacaron unas fiebres violentas [] estoy mejor, pero tengo mis recadas y flaco como un esqueleto (APSJN, Urab, Caja 2, Legajo XIII. Carta de Jos Joaqun Arteaga a Severino de Santa Teresa, Puerto Csar, 26-VI-1921).

Pocas semanas despus de recibir esta carta, el proprefecto Severino de Santa Teresa escribe a Roma y cita el fragmento de la carta del prefecto. Arguye que tal misiva no necesita comentarios y que ha sido escrita sin sospecha de que llegue a manos de V.R. y dems superiores responsables (AG, Misiones Urab, Colombia en los fondos del Archivo general O.C.D., Correspondencia de los prefectos apostlicos, diciembre 1919-1976, carta de Severino de Santa Teresa a P. Guillermo, Sndico de las misiones, Frontino, 28-VII-1921). Es esto un trabajo mancomunado de esperanza, que intentaba convencer a los superiores de la importancia de la salud? Pienso que s. Llama tambin la atencin la repetida queja en la correspondencia sobre la invalidez de la mano15, prolongacin de su intelecto, que el padre Arteaga ejercit en medio de los azares de la vida misional: [] lo raro y admirable es que un hombre cansado despus de sus correras inauditas, a la luz de una vela o en el intermedio de una misin y otra, o en medio casi del delirio de la malaria, est escribiendo historia y poesa 15. Saludo con mucho agrado a su excelen(Vallejo, 1976: 29). La elaboracin de su estado mediante smiles como el de esqueleto, estar medio muerto o estar hecho una calamidad caracteriza en la correspondencia la cambiante percepcin de s mismo;

cia. Tengo fiebre en estos das y aunque tengo invlida una mano, yo mismo puedo dar respuesta a vuestra comunicacin del 14 de octubre de 1921 (AG, Misiones Urab, Colombia en los fondos del Archivo general O.C.D., Correspondencia de los prefectos apostlicos, diciembre 1919-1976, carta de Jos Joaqun Arteaga al Cardenal Prefecto de Propaganda Fide, Frontino, 1-VII-1922; original en latn).

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Arteaga percibi a fray Rafael de la Cruz como un esqueleto, luego de que ste permaneciera por ms de dos aos en el golfo (APSJN, Jerarqua carmelitana, Superior provincial, correspondencia 1921-1926, carta de Jos Joaqun Arteaga a P. Ezequiel, Medelln, 21-IV-1926). Severino de Santa Teresa persiste en su propsito de sensibilizar al generalato de la orden y a la jerarqua romana; poco despus informa sobre la actividad del prefecto, quien recorre pueblos de las malsanas costas donde nunca un sacerdote ha entrado antes:Nos consta que est muy quebrantado en su salud pues lleva seis meses en aquellos climas terribles. Lo hemos invitado varias veces para que venga a Frontino a restablecerse, pero siempre se excusa. Yo creo que no se atreve a venir aqu porque no es de su jurisdiccin y no hay otro punto donde pueda reponerse. Urge pues, mi querido P. Gmo, la resolucin de Frontino (AG, Misiones Urab, Colombia en los fondos del Archivo general O.C.D., Correspondencia de los prefectos apostlicos, diciembre 1919-1976, Severino de Santa Teresa a Guillermo de San Alberto, Frontino, 18-VIII-1921. Subrayado mo)16.

En la lnea de persuadir a sus corresponsales, fray Severino incluye en la misma carta una posdata, recogiendo un comentario del vicario provincial desde Medelln:Aqu est la Madre Laura y nos ha contado los grandes sufrimientos de nuestros misioneros en Turbo. El padre prefecto estuvo con ms de 41 grados de fiebre; pero ya, gracias a Dios, est mejor. Todo esto, mi buen padre, sera bueno que lo 16. A fines de 1925, Propaganda Fide autoriz supieran en la S. Congregacin, para la estancia del prefecto en el convento de que vean que no pedimos ninguna Frontino, cuando no estuviese en visita aposcosa injusta. Vale (Ibid. Subrayado tlica u otro oficio dentro del territorio de mien el original). sin. Advierte que no es de buen recibo laresidencia del ordinario por fuera del territorio de su jurisdiccin y, por tanto, espera el menor uso posible de la facultad concedida (AG, Misiones Urab, Colombia en los Fondos del Archivo General O.C.D., Permisos y licencias [Congregaciones romanas y superiores generales], Permisos de Propaganda Fide, carta a P. Giulielmo de S. Alberto Preposito Gen. dei Carmelitani Scalzi de Francesco Marchetti Selvaggiani Arcivescovo di Seleucia, secretario, protocolo No. 880/25, Roma, XII-1-1925. Original en italiano).

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L AS

MISIONERAS CABRAS

1914 EN DAbeiba (Urab) por la antioquea Laura Montoya, religiosa beatificada en 2004 por el Vaticano, comparti labores con los carmelitas descalzos entre 1919 y 1924. La madre Laura y el prefecto Arteaga mantuvieron una relacin conflictiva, por divergencias de concepcin en el apostolado misionero. El prefecto censur las extralimitaciones en el ministerio y las tendencias poco conformes al rol de la mujer en la propagacin del Evangelio que a su juicio alentaba Laura Montoya (carta de Arteaga a Monseor Crespo, 23-II-1923, citada en Mesa, 1999: 34548). Pero cuando monseor Arteaga vive episodios de enfermedad, desaparece la tirantez, la misionera se desempea como cuidadora y l toma el rol de asistido, segn consta en tarjeta enviada a la madre Laura en enero de 1924: Saldr el 18 para empezar los ejercicios el 19 y terminarlos el 28, si le parece. Probablemente tendr que hacer de enfermera porque tengo las piernas llenas de llagas. No me habl de un depurativo excelente para la sangre? (citado en Mesa, 1999: 329). Las extralimitaciones de la congregacin antioquea devolvan los temores de los carmelitas, en una definida tensin de gnero:A CONGREGACIN MISIONERA DIOCESANA FUNDADA EN

L

Los padres se han asustado siempre de que no tengamos miedo de ir a los malos climas, pero no cre que eso fuera ir delante de ellos, porque ellos no estaban comprometidos a seguirnos. Los seores obispos Crespo y Toro me han mandado a hacer las fundaciones en los malos climas y luego han rogado a los padres que entren a Murr, pero no los han obligado (Montoya, en Mesa, 1999: 309)17.

Los malos climas eran justamente los lugares a donde se replegaban los indgenas embera de las vertientes del distrito montaoso sur de la prefectura ante el proceso de colonizacin de 17. Consta la comunicacin del prefecto a la frontera que transformaba el la jerarqua eclesistica colombiana sobre la paisaje selvtico en pastizales y en provechosa labor de las hermanas catequisen estas tierras de clima peligrofincas de caf y algodn. En tanto, tas que slo ellas se han atrevidotandesafiar so, a los kuna del distrito martimo nor- (Carta de Jos Joaqun Arteaga al Arzobispo te de la prefecturamigraban ha- Primado, Puerto Csar, 29-III-1922, citada en Mesa, 1999: 327). cia Panam, dada la presin

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demogrfica ejercida sobre sus tierras por el campesinado venido de la llanura Caribe. La dinmica de los asentamientos indgenas tuvo distinta lectura por la misin fornea y por la congregacin antioquea: los frailes procuraron una estrategia conservadora para las fundaciones, con el bienestar de los operarios evanglicos en mente, al tiempo que Laura Montoya busc adecuarse a la movilidad indgena con las ambulancias misioneras, o fundaciones temporales enclavadas en la selva, hasta donde llegaban las misioneras cabras18. Ante la pobre oferta institucional, las misioneras antioqueas cuidan de los frailes entre 1921 y 1923 en las fundaciones de Turbo, Puerto Csar y Ungua del distrito martimo y, en ese sentido, se amoldan a las expectativas de gnero19. Las catequistas son una de las audiencias que constatan las dificultades de los carmelitas en el golfo de Urab y proveen un soporte de esperanza a las tribulaciones de los religiosos; hallndose en la capital del pas, el prefecto recibe de una de ellas la siguiente carta:Mucha falta nos hace, muy sola se v la casa apesar (sic) de estar llena de hermanas. Dios quiera trernoslo 18. Van de montaa en montaa, trepando pronto, y muy sano y ya que digo esto o bajando, con alegre avidez, por hallar las no puedo menos que recordarle lo del habitaciones de los pobres indgenas, que se mdico pues ahora que est donde encuentran diseminadas de un modo desconhay recursos fuera muy bueno que los solador. Es hasta potico verlas emprender moviera pues la vida de Su Seora estas correras: con hbito de tela gruesa para que resista, muchas veces sin conseguir su es muy precisa (APSJN, Urab, Caja 2, objeto, a las breas y zarzales; con botas fuerLegajo X. Carta de Hna. Mara del tes y altas para evitar el roce de las espinas y Santsimo a prefecto apostlico de ponerse al abrigo de la picadura de animales Urab, Puerto Csar, 8-I-1923). ponzoosos, amn de los barrizales, pues otraclase de calzado quedara entre ellos; llevan gorros blancos, en verano, y de hule en invierno; cada una lleva un bastn, el primero resistente que encuentra para apoyarse [] Cuando han llegado al punto en donde la va se hace intransitable, a caminar con pata!, como dicen los indios. Entonces es cuando desempean con destreza y agilidad incalculables su oficio de cabras (Montoya, 1963: 161).

19. El fraile Juan Evangelista escribe sobre las

lauritas: Con las hermanas viv en Turbo y en Puerto Csar. Estuve muy grave, segn me dijeron. El primer sacerdote que me absolviera estaba a ms de ochenta leguas, sin vas de comunicacin y sin mdico. Las hermanas me levantaron, a ellas, despus de Dios, debo la vida [], (citado en Mesa, 1999: 340).

Las crisis de salud, evidentemente, tambin fueron sufridas por ellas y por el personal de servicio en la base de Puerto Csar. La atencin a los enfermos, el transporte de los mismos fuera de la regin cuando se agravaban, la bsqueda de medicinas y de facultativos, presume una considerable inversin de trabajo en salud. Con todo, se logr acondicionar dicha base, aprovechando

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su ubicacin estratgica y la saludable brisa marina: Lo cierto es que en sta todos gozamos de buena salud. Las fiebres tan graves que he pasado, las he contrado siempre en las excursiones y al volver a casa desaparecen. Ahora con la lancha no habr peligro ninguno, porque podremos ir al extremo de la prefectura en un da (APSJN, Urab, Caja 3, correspondencia (2a) 1921-1925, carta de Jos Joaqun Arteaga a provincial Atanasio, Frontino, 25-X-1921). El retiro de la congregacin femenina se produjo en 1924 a causa de las contradicciones entre el prefecto y la superiora; fueron reemplazadas por las terciarias carmelitas venidas de Catalua en 1925.

H ROES

EN LA SELVA ?

del s mismo en la cotidianidad. Todos, no slo cuando estamos enfermos, buscamos guiar las impresiones que suscitamos en los dems; la informacin se produce por medio de performances o actuaciones ante determinadas audiencias (Goffman, en Brodwin, 1994: 92). A sabiendas de que el dolor crnico es un desorden privado, el sufriente recurre al manejo de la impresin en pblico. El enfoque dramatrgico permite entender en el caso estudiado, cmo Arteaga desarrolla una conciencia sobre la presentacin del s mismo, en instancias de la accin social: el crculo de sus inmediatos colaboradores, la ciudadana, la jerarqua carmelitana, el clero regional y, por supuesto, la posteridad sin que esto signifique, siguiendo a Brodwin (Op. cit.), que haya hecho del dolor una actuacin ni que lo produjese a voluntad. La representacin de Arteaga como hroe surge a fines de 1921, cuando el grupo de misioneros encabezado por l resuelve dimitir, a consecuencia de la decisin de la Santa Sede que autorizaba a Frontino como sanatorio, descartando la capitalidad. Los frailes elevan su renuncia ante el definitorio provincial, no sin antes advertir que Todo lo que sea demorarse en este asunto es exponer la vida de los Misioneros (APSJN, Urab, correspondencia (2a) 1921-1925, carta de Jos Joaqun Arteaga a Provincial, Frontino, 14-XII-1921). Dentro de la asctica carmelitana uno de los caminos de la vida espiritual, la enfermedad es un medio de purificacin

L

A NOCIN DE PERFORMANCE ALUDE A LA REPRESENTACIN DRAMTICA

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frecuente usado por Dios, ante la cual no hay otra regla que dar sino la virtud de la paciencia y el amor al sufrimiento (Crisgono de Jess Sacramentado, 1949: 104). Pese a que el misionero suscriba esta interpretacin, las repetidas crisis de salud llevan a dudar de la validez del herosmo continuado:[] de manera que aqu la obediencia recae sobre actos heroicos y la fragilidad humana no est siempre para obedecer heroicamente ni es posible que una orden religiosa sea capaz de sostener una Misin donde todos, absolutamente todos, hayan de ser hroes. El herosmo personal es muy hermoso y yo creo que hasta el presente se ha prodigado en el Urab a costa de la salud: pero si ha de ser estril, si no se afianza en una organizacin que asegure la vida de los Misioneros quin podr sostener semejante Misin? Ocho meses pas en las costas mortferas del golfo y estuve a punto de muerte dos veces con 41 de fiebre, y quin me quitar el paludismo que lo llevo ya en los huesos? (APSJN, Urab, correspondencia (2a) 19211925, carta de Jos Joaqun Arteaga a Provincial, Frontino, 14-XII-1921. Subrayado mo).

La crtica a los lmites de la obediencia religiosa reaparece cuando Arteaga indica que le resulta muy duro imponer a sus operarios las tareas en la regin; en este caso, el prefecto explica cmo aminora el impacto de la morbilidad entre sus subalternos:[] por tanto yo solo atiendo estos lugares de muerte aunque s que voy a sufrir la muerte o gravsimas enfermedades. Sera totalmente descabellado pensar que se puede mandar por mucho tiempo alguna cosa en esas condiciones. Adems no tenemos ni esperanzas de que se pueda enviar un nuevo operario a estas misiones a que se consuman en este ambiente de fiebre, calor y peligros (AG, Misiones Urab, Correspondencia de los prefectos apostlicos, diciembre 1919-1976, carta de Jos Joaqun Arteaga al Cardenal Prefecto de Propaganda Fide, Frontino, 1-VII-1922. Original en latn).

El definitorio provincial, instancia favorable inicialmente a la cesin de Frontino a la misin de Urab (Unzueta, 2001: 106107) confiesa su gran contrariedad por la negativa de la Congregacin de Propaganda Fide a este respecto, pero, as mismo, disiente de la renuncia:

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Entiende el Ven. Def. Provl. que una resolucin semejante de los PP. Misioneros en las actuales circunstancias, cuando el Santo Padre en gravsimo y laudatorio documento nos exhorta a ser dignos hijos de la gran Celadora de la gloria de Dios [] y cuando tanto se habla en todas partes de la accin Misional del Clero en especial del regular, sera del mal efecto y dara ocasin a los altos poderes Eclesisticos y Civiles para juzgar a la orden poco favorablemente respecto de su espritu misional y de sacrificio (APSJN, Jerarqua carmelitana, Superior provincial, correspondencia (2a) 1921-1925, carta de Definitorio Provincial al Prefecto Apostlico de la Misin de Urab y PP. Misioneros, Pamplona, 15-V-1922. Subrayado mo)20.

La orden carmelita, entonces, cierra filas alrededor del compromiso adquirido en 1905 por la provincia de San Joaqun de Navarra, cuando acept fundar misiones en Chile, Per y Colombia (lvarez, 1998). La implantacin de la orden en el pas dio pie a un florecimiento vocacional autctono, que facilit el envo de personal hacia conventos carmelitas en Centroamrica. Ceder ante la renuncia de los misioneros de Urab habra significado desmantelar un campo promisorio. Aunque el provincial Atanasio del Corazn de Jess reconoca el cansancio del prefecto por trabajar en aquel clima ingrato, consider algo radical la renuncia: Dada nuestra poca abnegacin, prefe20. En el tercer punto de esta carta, el definirira en verdad no tener esa Mi- torio se compromete con recursos necesasin, pero habindola adquirido, rios para su congrua sustentacin de modo su mayor florecimienentiendo que tenemos un com- que (la misin llegue acarmelitana, Superior to APSJN , Jerarqua promiso de honor de sostenerla provincial, correspondencia (2a) 1921-1925, poniendo todos los medios a carta de Definitorio Provincial al Prefecto Apostlico de la Misin de Urab y PP Misioneros, . nuestro alcance (Carta a P. Eze- Pamplona, 15-V-1922). quiel, Marquina, 11-II-1922, en Unzueta, 2001: 114-115). En el mbito nacional tambin se rechaz la dimisin, preocupante para el viceprovincial: Me han dicho que el P. Prefecto envi su dimisin a la Sagrada Congregacin: si andamos as nos vamos a acreditar de serios (APSJN, Jerarqua carmelitana, Superior Provincial, correspondencia 1921-26, carta de fray Miguel del Nio Jess Arangoa a Provincial, Villa de Leyva, 10-V-1922). Pero ninguna de las instancias que intervenan en el asunto se pronunci sobre la escasez de personal, de cuya solucin dependa en parte el buen funcionamiento de la prefectura. En efecto, monseor Arteaga plante que era indispensable un personal

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numeroso ya que slo as se cumplira con la remuda trimestral en puestos peligrosos. Esto implicaba disponer de veinte misioneros, en vez de los diez integrantes para ese momento (APSJN, Urab, correspondencia (2a) 1921-1925, carta de Jos Joaqun Arteaga a provincial, Frontino, 14-XII-1921). La remuda o trasiego de los operarios era parte del trabajo cotidiano en salud, que hubiese permitido recuperar fuerzas despus de los cortos pero intensos periodos del ministerio en Urab (APSJN, Jerarqua carmelitana, Superior provincial, correspondencia 1921-1926, carta de Pascual de Santa Teresa a Ezequiel de S.C. de Jess, Frontino, 25-III-1926). El aumento de personal dependa del incremento del presupuesto de la prefectura, cuestin planteada con un dejo de irona:Es una escasez necesaria, porque si con la asignacin susodicha apenas podemos vivir 10 misioneros con qu justicia vamos a exigir a la Provincia que aumente el nmero? [] si no envan gente, los actuales o perecemos o nos inutilizamos muy pronto; y si envan tendrn que pasarlo mal por falta de recursos (APSJN, Urab, correspondencia (2a) 1921-1925, carta de Jos Joaqun Arteaga a provincial, Frontino, 14-XII-1921).

Luego del rechazo de la renuncia, monseor Arteaga cambia su estilo de trabajo. Desiste de su peticin, pero hace la salvedad de que Frontino es absolutamente necesario para la misin de Urab, sea quienquiera que la dirija. Propone un sistema de partidas volantes que a los pocos das permita volver al punto de partida para reponerse. Esta estrategia, producto de dos aos de terrible experiencia de tanteo se acercaba al mtodo itinerante de evangelizacin de las catequistas antioqueas que critic en su momento, y asuma la dificultad de una accin parroquial estable, puesto que ni los pueblos estn preparados para ello ni el clima permite semejante ministerio (APSJN, Urab, Caja 3, Legajo XV, Diario de un misionero [indito], Jos Joaqun Arteaga 1921-1922: 98). El prefecto contina envuelto en las actividades de su cargo, con viajes de un distrito a otro y tambin a Medelln y a Bogot. Dirase que monseor Arteaga vive la rutina con y a pesar de sus padecimientos; se ha adaptado o resignado a las dificultades, al tiempo que recibe el soporte de las redes sociales de la misin. En 1924 su prestigio estaba consolidado en las instancias eclesisticas

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y gubernamentales en los niveles local y nacional, y tambin entre los indgenas kuna. Desde 1922 estos superaron la reticencia inicial frente al prefecto y lo consideraban ahora su protector en el marco de gestiones con el gobierno nacional relacionadas con sus derechos territoriales, amenazados por los colonos. En esa poca reporta lo siguiente: Maana salgo de nuevo para Dabeiba y el golfo, despus de una larga correra de tres meses, en que a pesar del considerable trabajo que he tenido, me he repuesto notablemente de salud, siendo una de las escasas veces en que el prefecto deja constancia de sentirse a sus anchas (APSJN, Urab, correspondencia (2a) 1921-1925, carta de Jos Joaqun Arteaga al provincial, Frontino, 9-III-1924). El curso de su padecimiento sirve de molde para que otros misioneros elaboren el propio: Amadsimo padre: En el ltimo correo todava no poda escribir [] mes y medio con fiebre cada dos das me originaron la dilatacin en el estmago por el esfuerzo para vomitar y qued sin poder discurrir, comer ni digerir (sin cabeza, estmago ni hgado). Lo mismo que el Prefecto dos meses antes. El fraile toma conciencia de su debilidad frente al arrojo y la fortaleza del prefecto, narra las peripecias de ste para cruzar el mar Caribe entre Puerto Csar y Ungua, evento en que las fiebres son casi infalibles e inevitables por el trasiego de las aguas: la vigsima parte de eso produce en m fiebres de un mes, concluye (APSJN, Urab, Legajo XV, Diarios de la Misin, anexa a Diario de El Carmelo. Congregacin misioneras Madre Laura. Carta de Juan Evangelista del Santsimo Sacramento a Severino de Santa Teresa, Turbo, 16-X-1922). En la heroizacin del prefecto participa la prensa antioquea, que destaca su veterana en la regin de Urab luchando a brazo partido contra la naturaleza hostil (La Defensa, 2 de marzo de 1926: 1, 9). Durante su ltimo ao de vida, el prefecto se sum al proyecto de construccin de la carretera al mar, como miembro de la junta propulsora de la va. Atendiendo a un llamado de urgencia a Medelln, viaj para hablar sobre el proyecto de la carretera, lo cual supuso renunciar al descanso de un par de semanas luego de una gira en visita pastoral bastante penosa por las montaas (APSJN, Jerarqua carmelitana, Superior provincial, Correspondencia 1921-1926, carta de Jos Joaqun Arteaga a Ezequiel del Sagrado Corazn de Jess, Medelln, 21-IV-1926). Desde su triple condicin de religioso, extranjero y profundo conocedor de la regin, fustig a los antioqueos para que dieran

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curso a la conexin terrestre de Medelln con el mar Caribe, favorable a la accin misional en Urab. El discurso pronunciado en Medelln semanas antes de su muerte refera cmo los padecimientos estructuraban su biografa personal:Hermosas palabras del Seor Prefecto Apostlico en la manifestacin del jueves. [] Me considero orgulloso de trabajar en un pedazo de tierra antioquea y si bien mis ideales son ultraterrenos siento la responsabilidad de amar todo lo grande, lo noble y lo bello, como emanado de la Cruz del Redentor, fomentarlo y mejorarlo y an relacionarlo con los intereses materiales, porque tambin la tierra es el pedestal de la gloria de Dios. Tengo la piel tostada por el sol tropical, la vista disminuida por los reflejos luminosos del golfo de Urab; por aquellos caminos he dejado con mi sudor jirones de mi vida, he sealado varias veces la arena de las playas con huellas ensangrentadas; la fiebre paldica ha sido mi inseparable compaera durante dos aos, he naufragado tres veces, como San Pablo y ni un solo momento con la gracia de Dios, ha decado el entusiasmo de mi corazn, porque he trabajado por Cristo y por Antioquia! Despus de seis aos de sudores y fatigas por el Urab me considero con derecho a presentarme (El Correo Liberal, lunes 8 de marzo de 1926, No. 3284: 2).

Luego de esta intervencin, la salud del prefecto decae hasta el punto de verse obligado a permanecer en la ciudad por una enfermedad del hgado. La disrupcin biogrfica que conlleva la enfermedad se plasma en una de las ltimas cartas enviadas al provincial, en que le comunica el xito obtenido en la Asamblea departamental: Y cuando estaba en el apogeo de mi gloria, me da el ataque al hgado y me tiene un mes en cama! Ahora empiezo a levantarme, y ya ve por el mal pulso, que aparece en la letra, que todava no estoy bien (APSJN, Jerarqua carmelitana, Superior provincial, correspondencia 1921-1926, carta de Jos Joaqun Arteaga a P. Ezequiel, Medelln, 21-IV-1926). Trasladado al sanatorio de Frontino, monseor Arteaga ventila toda suerte de asuntos administrativos con el pro-prefecto Severino, consignando en la correspondencia los sntomas que lo aquejan:

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Muy amado P.: En mi poder las suyas, no pude desde Medelln contestarlas por un temblor continuo que tuve hasta ltima hora y me impeda tomar la pluma y por el inmenso trabajo de juntas y compromisos que nos absorba el tiempo y la atencin. Parece que no han estado nunca enfermos para juzgar tan duramente a los ausentes que en 40 das no pueden hacer nada. Todava en el viaje que es el ms penoso que he hecho en mi vida a las dos horas de montado ya iba temblando y con dolores en todo el cuerpo (APSJN, Urab, Caja 4, correspondencia (2a) 1921-1925, carta de Jos Joaqun Arteaga a Severino de Santa Teresa, Frontino, 13-V-1926).

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MUERTE SANTA Y EJEMPLAR

18 DE MAYO DE 1926. DESDE la documentacin y las entrevistas a dos sobrevivientes, pueden bosquejarse las jornadas finales en las cuales el prefecto guarda la compostura pese al dolor:A MUERTE DEL PREFECTO SE PRODUJO EL

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A los cuatro das de haber llegado a sta sinti clicos hepticos; llamamos a los doctores, pero desde un principio desconfiaron de su salvacin porque no slo el hgado sino las vsceras todas las tena muy congestionadas y en una inercia completa que imposibilitaban toda accin mdica (APSJN, Jerarqua carmelitana, Superior provincial, correspondencia 1921-1926, carta de Leonardo de San Jos a P Ezequiel, . Frontino, VI-09-1926).

El padre Arteaga realiza gran cantidad de trabajo en su condicin de moribundo: enva por el pro-prefecto Severino a Dabeiba para enterarlo de los ltimos asuntos de la misin, le hace entrega del crucifijo que portaba con el encargo expreso de remitirlo a su madre, recibe los auxilios espirituales y bendice al personal religioso que lo rodeaba en su lecho de muerte (AHCPM, Carmelitas Misioneras, Signatura 096/01/a, Historia Provincial, Diario de la Delegacin, 1925-1976). Al momento de expirar dice con los brazos extendidos: Miro al Cielo y veo acercrseme. Ofrezco mi vida, mi alma, mi cuerpo por mi amada Orden Carmelita y por la querida Misin de Urab. Vosotros Padres Carmelitas, os toca luchar en este mundo lleno de peligros (La Defensa, 20 de mayo de 1926. No. 1196). Y aadi: Virgen Santsima, Madre ma del Carmen! Cun agradecido

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estoy a tantos beneficios como me habis hecho (AHCPM, Carmelitas Misioneras, Signatura 096 A/01/a, Historia Provincial, Diario de la Delegacin 1925-1976). La nica testigo de la agona recuerda as el momento:El padre estaba muy enfermo del hgado, el da de la Ascensin (jueves) nos estuvo confesando y celebrando misa, ya se enferm grave, ya tena el hgado deshecho. Yo le ped al padre permiso para pedirle al Seor que me d lo que usted sufre no hija, no, dijo l. Que no me entierren antes de que me descomponga. Al momento que expir, le sali por la boca todo el hgado deshecho, el padre Amancio y la hermana Ester lo acostaban boca abajo en la cama despus de muerto, y unas palanganadas que salan en la capilla ardiente estaban constantemente limpindole la nariz que le supuraba (Mara ngeles Imzcoz, carmelita misionera. Entrevista. Pamplona, 4-XI-2000).

La ciudadana, preocupada por lo que ocurra en la clausura, se mantena alerta al desenlace: Cuando se muri, todo el pueblo se puso en banderas negras (ngela Gez de Gaviria. Entrevista. Frontino, 9-XII- 2000).

A LO EXTRAORDINARIO DEL PADRE J OS J OAQUIN NADIE EST OBLIGADO

fecto se representa como un contrato entre el buen Jess y un mrtir del deber, sellado a comienzos de la obra apostlica de la prefectura (APSJN, Biogrficas 5. Carta de Amalia de Santa Margarita C.D.M. a Pedro Mara Duabeitia O.C.D., Medelln, 19-III-1952). Se descarta la improvisacin en la eleccin de pastores y evangelizadores, aunque se admite que su formacin y perfeccionamiento transcurren por los caminos humanos:Los hroes y los santos tampoco son de generacin espontnea, sino que, pesando sobre ellos un designio superior, necesitan su calvario como entrenamiento lleno de tropiezos y de cruces. De esto no poda ser excepcin el Padre Jos Joaqun Arteaga, si era que haba de ser pastor, evangelizador, hroe y santo (Vallejo, 1976: 20).

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ESDE LA VISIN PROVIDENCIAL DE LA HISTORIA, LA MUERTE DEL PRE-

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El desenlace biogrfico del padre Arteaga refrenda el sacrificio de los operarios evanglicos en aras de la expansin misionera, y la prensa regional asume su muerte como un tributo a la madre tierra:Este vasto territorio, de clima deletreo, inculto en su mayor parte, monstruoso y poblado de plagas, sin vas de comunicacin y habitado por negros mestizos e indios en estado semi-salvaje, fue el que le toc en suerte apacentar, catequizar y endilgar por la va de la civilizacin y el progreso, de las costumbres morigeradas y del trabajo enaltecedor, al benemrito carmelitano (El Correo de Colombia, Medelln. Muertos notables, 21 de mayo de 1926: 1. No. 3344).

Urab, sepulcro de muchos religiosos, absorbi buena parte de las inculpaciones asociadas al fallecimiento de monseor Arteaga. La culpa, la crtica y la justificacin son procesos sociales esenciales que se aplican a la ocurrencia del infortunio y de la enfermedad, fundados en la idea de que el cuerpo y aquello que le sucede es un medio para ejercer el control social. Lejos de ser patrimonio de comunidades marginales, la inculpacin se presenta con fuerza en sociedades altamente organizadas y ni siquiera el propio enfermo escapa a su carga (Douglas, 1998). Alguna interpretacin, por ejemplo, sugiri la propensin a sobrepasar el lmite por parte del prefecto, o parafraseando a Charmaz, interpret la muerte como resultado de la intencin de Arteaga por proteger su estatus moral:El P. Jos Joaqun Arteaga no saba negarse a nada. Cuando iba a Medelln a descansar y cambiar un poco de clima y ambiente, buscando alivio al paludismo del golfo de Urab, lo cosan materialmente con compromisos oratorios. El arzobispo de Medelln, monseor Caicedo no vea esta prodigalidad con buenos ojos, y precisamente, por lo mucho que lo estimaba. Tanto, que alguna vez dijo que haba pensado reservarse l los permisos del P. Prefecto, avocndolos (sic) directamente a su persona, a fin de que no abusaran de l. Haba venido, a curarse y reponerse y no a dar conferencias o echar sermones en cualquier iglesia o saloncito. Frunca el ceo cuando lea su nombre en las columnas de los peridicos. Presenta lo que iba a pasar y se interesaba mucho por su salud (Pascual de Santa Teresa, 29 de enero, 1960, en Restrepo, 1990: 31).

La Congregacin de Propaganda Fide inici el proceso de conformacin de la terna para la eleccin del nuevo prefecto

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apostlico a los pocos das del insuceso, mediante oficio encabezado por condolencias por la imprevista prdida del prefecto (AG, Misiones Urab, Colombia en los Fondos del Archivo General O.C.D., Permisos y Licencias, Congregaciones romanas y Superiores generales. Permisos de Propaganda FIDE, de Francesco Marchetti Arcivescovo di Seleucia, secretario al Prepsito General Guillermo de San Alberto. Protocollo No. 1840/26 21-V-1926. Original en italiano). Monseor Toro, enemigo jurisdiccional del padre Arteaga, escribi: Urab tendr otro Prefecto; pero no otro P. Arteaga (APSJN, Jerarqua carmelitana, Superior provincial, correspondencia 1921-1926, carta de Juan Evangelista del Santsimo Sacramento a Superior provincial, Urama, 31-V-1926).

R EFLEXIN

FINAL

ARTEAGA EN URAB PERMITE COMPRENDER de qu modo el padecimiento acta como pieza de las negociaciones y forcejeos en una situacin social dada. La suya es una trayectoria de padecimiento expuesta ante varias audiencias y estructurada por el alegato en pro de la salud, la presin por Frontino y la ampliacin del elenco de misioneros. Monseor Arteaga se sobrepone desde los inicios de su gestin a la enfermedad, y antes que un presumible descenso en el ritmo de trabajo exigido por la direccin de la prefectura apostlica, exhibe su capacidad para controlar, con escasa ayuda mdica, los episodios febriles, la debilidad y las afecciones hepticas que segn el consenso mdico de la poca y del propio Arteaga resultaban de la cronificacin del paludismo en las selvas y costas hiperendmicas de Urab. El prefecto desarroll estrategias para mantener la apariencia de normalidad, resguardar el s mismo, ajustar su desempeo a las presiones ambientales y proteger el bienestar de subalternos. El ritmo que imprimi a los diversos frentes de la jurisdiccin misional resalta en la documentacin, donde el apretado examen de los asuntos de la prefectura est ensamblado por una retrica del sufrimiento que asume a la regin como un entorno de muerte. Se ratifica el rol del padecimiento en la gestin de la realidad social, y su proyeccin hacia adentro y hacia fuera como lenguaje constitutivo del proyecto apostlico de Urab yA VIDA DEL PREFECTO

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de la figura del prefecto en particular. La capacidad de sacrificio, con exposicin permanente al insalubre entorno, irrig los discursos de la sociedad civil regional y nacional, medi los vnculos entre la opinin pblica y la misin carmelitana y atemper las contradicciones con los religiosos locales. La propaganda misionera recoge extensamente la retrica del padecimiento misional, que moviliza el apoyo financiero para las misiones de ultramar. La queja, proyectada hacia las audiencias religiosa y civil de la escena misional de la poca, solidifica un proyecto que necesariamente se encarn en la identidad personal de los misioneros. Y digo necesariamente, porque era cuestin de merecer con el padecimiento la salvacin de las almas. Desde los albores del cristianismo, mrtires y santos han ofrecido testimonio de dolorosas experiencias corporales, que reactualizan el drama de la pasin de Cristo. Los sufrimientos funcionan a modo de salvoconducto para la reproduccin del universalismo de la iglesia, donde quiera que sta se implante. El insalubre territorio de la misin, fue un lugar ms para cumplir la promesa de sufrir a cambio de ganar almas. La confianza y el abandono del sujeto en la Providencia divina se construye en los trminos fijados por la visin de la historia, que toma como propsito bsico y modelo de la historia el designio divino sobre la salvacin del hombre (Weintraub, 1991: 19). Los sucesos cotidianos, incluida la enfermedad, son parte del trazado de la voluntad divina en las existencias individuales, y esta creencia confiere sentido a los padecimientos, vividos como pruebas del Seor. Mediante la escritura, se conjura la distancia que separaba el enclave misionero de las ciudades colombianas y de Europa, hasta recrear en el destinatario una vvida impresin de los padecimientos. Los relatos presentes en los diarios, en el epistolario o en discursos publicados posteriormente, sustituyen a los sntomas por la dramatizacin de las vicisitudes y por una retrica que apelaba al reconocimiento social, hasta obtener de la audiencia la ratificacin de una actuacin heroica. Para que cobre valor social, el testimonio requiere siempre de una audiencia: en la primera mitad del siglo veinte, el consenso sobre los arrojados misioneros que se debatan en territorios de frontera en Antioquia y que entregaron su vida por la querida misin de Urab, haba calado en crculos de la sociedad colombiana y, por supuesto, de la espaola. La misma impresin dominaba en las instancias provincial y gene-

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ral de la orden carmelita y del pontificado, donde se hallaba normalizada. Al desmarcarse de los preceptos de obediencia y con su crtica a la mansedumbre misionera, Arteaga presiona por mejores condiciones de permanencia en la regin, con el respaldo de los frailes a su cargo. Hacindolo quiso intervenir el curso de la enfermedad con el control de Frontino, dadas las garantas de reposicin de la salud que deparaba esa poblacin. Durante los tres primeros aos de funcionamiento de la prefectura apostlica, el reclamo se present a los superiores de la orden y de Propaganda Fide, con una intensidad que finalmente result intil, pese a que an en 1937 los frailes carmelitas insistan en Frontino. Las mnimas posibilidades de haber obtenido dicha plaza se esclarecen al examinar la reduccin del territorio diocesano de Santa Fe de Antioquia en 1917, trasfondo de los intereses puestos en juego por la contienda jurisdiccional entre la misin fornea y el clero local. As mismo, expresa el deseo de los misioneros por controlar un oasis en el inculto territorio. El conflicto con los religiosos locales involucr una tensin de gnero frente a Laura Montoya, fundadora de la congregacin de misioneras antioqueas. nicamente en la arena del padecimiento se destraba el enfrentamiento entre ella y el prefecto, cuando cumplen los roles de cuidadora y asistido, respectivamente. El mensaje implcito en el apostolado de las antioqueas asuma frontalmente los riesgos, algo inaceptable para los carmelitas. La coyuntura de la renuncia en 1921 moviliz diferentes interpretaciones sobre el herosmo y el honor, que diluyeron la demanda bsica de los misioneros por mejores condiciones de salud y de trabajo. La dimisin de los misioneros supuso, temporalmente, el descenso del estatus moral del prefecto, por la poca abnegacin que leyeron en su actitud los superiores carmelitas. A la vuelta del correo, las alforjas estaban llenas de sentimientos de conmiseracin y de llamados a la obediencia, pero poco ms que eso. El orden institucional no cede a las presiones misioneras y resuelve la continuidad de la prefectura apostlica de Urab por el sacrificio del personal designado. El prefecto acepta la negativa y permanece como primera autoridad de la prefectura, hasta morir. En contraste con los casos trabajados por la investigacin en enfermos crnicos, que ven la enfermedad como una agresin ontolgica, en el caso abordado por este artculo la visin providencial de la historia recorta la biografa personal, y

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al hacerlo imprime un profundo sentido religioso a los padecimientos. Al poco tiempo de hallarse en Urab, el prefecto asuma su destino como inexorable: yo s que voy a sufrir la muerte y gravsimas enfermedades. Al escribir esas lneas haba emprendido ya el camino del santazo, y en el trayecto emergen los signos del desenlace: la zozobra de las misioneras, las splicas de fray Severino ante la jerarqua carmelitana o los presentimientos del arzobispo de Medelln, que hacen eco a la pasin del prefecto en las trochas y costas de Urab. Cuando en 1926 delinea retrospectivamente en pblico la evolucin de su carrera, monseor Arteaga produce una perspectiva favorable de s mismo, basada en su entereza moral para superar los escollos de la enfermedad y de los accidentes. El trabajo en Urab se realza con los sudores y fatigas del apostolado, que confieren legitimidad a su actuacin y constituye el balance moral de su gestin, sellada por la muerte dos meses despus. Paradjicamente, el esquivo Frontino alberga sus restos en la actualidad, en un mausoleo del cementerio municipal. El mismo que divis Pablo del Santsimo Sacramento desde la cima de la cordillera antes iniciar su descenso hacia la poblacin por all en 1930 y en cuya guarda se movilizaron los pobladores, cuando corri el rumor, hace algunos aos, de que seran trasladados a Medelln. Su memoria rotura el pueblecito de Villa Arteaga, en la va que conduce hacia el mar.

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