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Javier Franco Altamar

Área metropolitana de Barranquilla (Colombia), 2017

El camino de la crónica

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© Universidad del Norte, 2017Javier Franco Altamar

Coordinación editorialZoila Sotomayor O.

Diseño editorialMunir Kharfan de los Reyes

Diseño de portadaJoaquín Camargo Valle

Corrección de textosHenry Stein

Impreso y hecho en ColombiaXpress Estudio Gráfico y Digital (Bogotá)Printed and made in Colombia

Vigilada Mineducaciónwww.uninorte.edu.coKm 5, vía a Puerto Colombia, A.A. 1569Área metropolitana de Barranquilla (Colombia)

Franco Altamar, Javier.

El camino de la crónica / Javier Franco Altamar. – Barranquilla, Editorial Universidad del Norte, 2017.

xii, 113 p. : gráfs. ; 24 cm.Incluye referencias bibliográficasISBN 978-958-741-779-1 (impreso)ISBN 978-958-741-780-7 (pdf)ISBN 978-958-741-781-4 (epub)

1. Periodismo. I.Tit.070.44 F825 ed. 23 (CO-BrUNB)

© Reservados todos los derechos. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio reprográfico, fónico o informático, así como su transmisión por cualquier medio mecánico o electrónico, fotocopias, microfilm, offset, mimeográfico u otros sin autorización previa y escrita de los titulares del copyright. La violación de dichos derechos constituye un delito contra la propiedad intelectual.

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A mis padres y parientes,a mis maestros,

a mis amigos y amigasa mis conocidos,

al resto de la humanidady a los que se hayan quedado por fuera

...por si acaso

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Contenido

Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ix

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1

1Concepto de crónica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

2Primero la narración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17

3La crónica en la historia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33

4El registro de la acción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46

5A pintar con las palabras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56

6La crónica como proceso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66

a. Selección del tema . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66

b. en buSca de loS datoS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71

c. Redacción del Relato . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80

d. edición y ReviSión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90

7Crónica, educación y algo más . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94

Referencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107

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Prólogo

En una clase de periodismo, el profesor preguntó a sus alumnos por la población de Armero. ¿Alguien sabía dónde quedaba?, ¿cuántos ha-bitantes tenía?, ¿cuál es el nombre del volcán que la borró del mapa?

Las respuestas fueron azarosas e imprecisas. Pero vino un interrogan-te que puso a los estudiantes en la perspectiva del tema: ¿Quién era Omaira Sánchez?

Hubo casi consenso. Aunque ellos no vivieron la experiencia, pues la tragedia había ocurrido 32 años atrás, cuando los padres de los estu-diantes probablemente ni tenían planes de un vínculo conyugal, sí co-nocieron el drama de la niña de 13 años que se aferró infructuosamente a la vida en una trampa de lodo y agua que le llegaban hasta el cuello. Y eso fue lo que les quedó.

En la memoria de aquellos educandos no yacía Armero, sino Omaira.

El docente recordó, entonces, al escritor Germán Santamaría cuando afirmaba que lo que hace perdurable los hechos es el rostro de las per-sonas, en cualquier tiempo que se consulte. Y el rostro humano, con sus pesares, ilusiones, alegrías y tensiones, es nada más y nada menos que el eje de la crónica.

Esa vitalidad la recoge muy bien en este libro, el periodista y profesor universitario Javier Franco Altamar.

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EL CAMINO DE LA CRÓNICA

Después de varios años de escribir y enseñar a escribir crónicas pe-riodísticas, Franco se arriesga a producir lo que no dudo en llamar el primer manual de redacción del género.

Porque antes de este texto, se produjeron innumerables reflexiones so-bre la narrativa, muchas de ellas con voces autorizadas por el oficio, pero nunca hubo una investigación tan profusa sobre el arte de contar historias.

Aquí está la crónica con todos sus vestidos y también con sus hara-pos. Está el trajín de la reportería y la reflexión de la lectura reposada. Está la experiencia del contador de historias y la del periodista que las conversa con los maestros. Está la inquietud del investigador que hus-mea en la memoria histórica, y la del docente que refresca perspectivas cuando lleva sus hallazgos a la clase.

En el entendido de que estamos en presencia del único género perio-dístico no anglosajón, el libro hace un intento razonable por construir una teoría sobre lo que nos inventamos en el patio latinoamericano. Los fundamentos están no solo en las recomendaciones y consideracio-nes de narradores emblemáticos como Villoro, Caparrós, Tomás Eloy, Salcedo, Guerriero, Samperes, Villanuevas, Hoyos, Rotker; sino en los aportes de la lingüística, la filosofía del lenguaje, la sicología y la se-miología, por mencionar los campos del saber que saltan a la vista.

No sorprende encontrar en este libro referentes emblemáticos como Bastenier y Grijelmo, frente a los cuales Franco rescata el gran mérito de la crónica de haberse sobrepuesto a los paradigmas de un periodis-mo apenas especializado (en España se le conocía como crónica depor-tiva o crónica taurina). Tampoco sorprende que haya puesto a hablar a los estudiosos europeos de una esencia narrativa que conocen hace poco; pero es grato toparse con nombres como Jerome Bruner, Keneth Burke, Umberto Eco, Cassany, Solé, Iser, Genette, en cuyas obras Fran-co halla, hábilmente, unas pistas robustas y profusas para resignificar los relatos.

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Prólogo

En ese mismo sentido, se adentra también en la historia. En busca, pri-mero, de las raíces etimológicas; y luego, de expresiones de las que habrían bebido los cronistas, verbigracia, la epopeya del rey lujurio-so Gilgamesh, que se salva de la condena a muerte al amistarse con el hombre salvaje que debía asesinarlo. También saltan al ruedo las crónicas de Indias, encomendadas por los reyes de España a ladinos narradores para sentir suyos los mundos de su contabilidad particular que nunca conocerían. Y aparece en su importancia, la tradición oral de los indígenas, que asumían con ternura, como si fueran semidioses enviados por sus ancestros, a los hombres grandes y blancos de barba y a caballo que desembarcaban en sus tierras fantásticas. El autor tam-bién examina la novela realista europea, el movimiento modernista de Latinoamérica y en el “boom” latinoamericano para establecer nexos con el Nuevo Periodismo de Capote y Talese, ya en la frontera de lo que se ha dado en llamar el periodismo literario.

Ahí, Franco nos pone ante el debate de siempre sobre las fronteras na-rrativas. Porque si bien acepta la sugerencia de Grijelmo en el sentido de que el principal criterio de distinción del género es la mayor o menor carga de subjetividad, nos hace ver que ninguna de sus formas puede apartarse del periodismo. Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez, está basada en hechos reales, pero en el relato gana ascendencia la literatura cuando el autor apela a su espléndida fanta-sía. Es eso: en el periodismo, la imaginación es un caballo desbocado al que hay que tesarle las riendas, si bien los narradores nos podemos valer de su carrera alocada para contar mejor las historias. Y una buena manera de tensar la montura es a través del proceso investigativo, que en todo momento nos atempera con la útil y necesaria información.

Es entonces cuando, sin dejar de mirar el concepto, el libro se convierte en un vademécum, en tanto intuye la pregunta de la muchachada so-bre cómo escribir las benditas crónicas.

Y de su cuerpo emerge un capítulo específico para el registro de la ac-ción en sus dos niveles básicos, el panorámico y el escénico; y otro para la descripción como mecanismo que da cuenta de la apariencia de la realidad a partir de los instrumentos de la observación.