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EL CAMINO A DIOS Y CÓMO ENCONTRARLO

D. L. Moody 1837-1899

Una Voz de la Era de la Iglesia Filadelfiana

Por Dwight Lyman Moody

Reformateado por Katie Stewart Título Original: THE WAY TO GOD and How to Find It. file:///C:/Users/User/Downloads/Dwight%20L.%20Moody/Dwight%20L_%20 Traducido por Sergio Tercero Talavera Diciembre 2002 – Enero 2003. Managua, Nicaragua.

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EL CAMINO HACIA DIOS Y cómo encontrarlo.

Por Dwight Lyman Moody (1837 - 1899)

AL LECTOR

En este pequeño volumen he intentado mostrar a los hombres EL CAMINO A DIOS. Comenzando con el “amor de Cristo” (Efesios 3:19) al hombre, el libro procede a mostrar cómo el hombre puede ser justificado por Dios, y llevar las almas a El quien es “el Camino, la Verdad, y la Vida” (Juan 14:6). El último capítulo está dirigido especialmente a los Reincidentes – una clase, ¡ay!, demasiado numerosa entre nosotros. ¡Cómo gratuitamente Dios, El Mismo, llama a aquellos que se han alejado de El! “¡Vuélvete, Israel, al Señor tu Dios, tú que caíste a causa de tu pecado! Vuélvanse al Señor llevando con ustedes esta oración. “Perdona toda nuestra maldad y recibe con benevolencia las alabanzas que te ofrecemos.1” (Oseas 14:1,2) ¡Y qué respuesta de paz la que El envió!- “Dice el Señor: Voy a curarlos de su rebeldía; voy a amarlos aunque no lo merezcan, pues ya se ha apartado de ellos mi ira.” (Oseas 14:4). Con la más fervorosa oración y esperanza que por la bendición de Dios en estas páginas el lector pueda ser fortalecido, establecido y mantenido en la fe de Jesucristo,

Yo soy de ustedes en Su servicio,

Firmado D. L. Moody

1 N.del T. Con excepción de algunos pocos pasajes que fueron tomados de La Biblia Dios Habla Hoy y de La Biblia

Ediciones Paulinas, en esta traducción se ha utilizado la Santa Biblia en su traducción llamada Antigua Versión de

Casiodoro de Reina (1569), Revisada por Cipriano de Valera (1602), Otras Revisiones (1862, 1909, 1960), que es la

que más se ajusta al texto original escrito por el Dr. Dwight Lyman Moody.

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CAPITULO I

“El amor que Supera todo Conocimiento” “en una palabra, que conozcan el amor de Cristo, que supera a todo

conocimiento.”- Ef. 3:19

Si tan solo yo pudiera hacer que los hombres entendieran el verdadera significado de las palabras del apóstol Juan – “DIOS ES AMOR”, (1 Juan 4:8), yo tomaría ese simple texto e iría a lo largo y ancho del mundo proclamando esta gloriosa verdad. Si usted puede convencer a un hombre que usted le ama, usted ha ganado su corazón. Si nosotros pudiéramos realmente hacer que la gente crea que Cristo les ama, cómo les encontraríamos apretujados en el reino del cielo. El problema es que los hombres piensan que Dios les odia; y es por eso que ellos todo el tiempo están alejándose de El.

Un Texto Grabado Hace algunos años, nosotros construimos una iglesia en Chicago; y estábamos muy ansiosos de enseñar a la gente el amor de Dios. Nosotros pensábamos que si no podíamos predicar en sus corazones, nosotros trataríamos y lo grabaríamos en él; así que colocamos encima del púlpito en candelas incandescentes estas palabras – DIOS ES AMOR. Un hombre que iba solo por las calles, una noche miró a la puerta y leyó el texto. El era un pobre miserable. A medida que él pasaba se dijo a si mismo, “¡Dios es Amor!´ ¡No! Dios no me ama; porque yo soy un pobre miserable pecador.” El trató de desprenderse del texto; pero parecía que éste estaba pegado frente a él en letras de fuego. El volvió en un breve momento; luego dio vueltas, volvió, y regresó a la reunión, socado como estaba no oyó el sermón; pero las palabras de ese breve texto se le habían alojado profundamente en su corazón, y esto fue suficiente. Tiene poco significado lo que digan los hombres cuando la Palabra de Dios logra penetrar en su corazón pecador. El estuvo ahí después que terminó la reunión, y yo encontré a este hombre ahí sollozando como un niño. A medida que hojeé las Escrituras y le mostré a él cómo le amaba Dios todo el tiempo, aunque él se hubiera alejado de su camino, y cómo Dios estaba esperando recibirle y perdonarlo, la luz del Evangelio se rompió en su mente, y él se alejó gozoso. No hay nada en este mundo que los hombres aprecien tanto como poder Amar. Muéstrenme una persona que no tenga a alguien a quien cuidar o amar, y yo les

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mostraré a uno de los seres más desdichados de la faz de la tierra. ¿Por qué la gente comete suicidios? Muy a menudo es porque este pensamiento les asalta a ellos - que nadie les ama; y que ellos deben morir en lugar de vivir. No conozco ninguna verdad en toda la Biblia que nos obligue a venir a casa con tal poder y ternura que el Amor de Dios; y no hay verdad en la Biblia como ésta que a Satanás le gustaría tanto eliminar. Por más de seis mil años él ha estado tratando de persuadir a los hombres que Dios no les ama. El tuvo éxito en hacer que nuestros primeros padres creyeran esto; y con mucha frecuencia también tiene éxito con sus hijos.

Las Dimensiones del Amor de Dios

En Efesios 3:18, se nos ha dicho: “Que sean capaces de comprender, con todos los creyentes, la anchura, la longitud, la altura y la profundidad,” del amor de Dios. Muchos de nosotros pensamos que conocemos algo del amor de Dios; pero la evidencia de los siglos nos lleva a admitir que nunca hemos encontrado mucho sobre esto. Cristóbal Colón descubrió América: pero ¿que fue lo que él conoció acerca de los grandes lagos, ríos, bosques y del valle de Mississippi? El murió, sin saber mucho acerca de lo que había descubierto. Cuando deseamos conocer el amor de Dios debemos ir al Calvario. ¿Podemos ver esa escena, y decir que Dios no nos amó? Esa cruz habla del amor de Dios. Nunca un amor más grande ha enseñado más que aquel que enseña la cruz. ¿Qué empujó a Dios a entregar a Cristo? ¿Qué empujó a Cristo a morir - si no fue el amor?

“No hay amor más grande que éste: dar la vida por sus amigos.” (Juan 15:13) Cristo dio Su vida por Sus enemigos; Cristo dio Su vida por Sus asesinos; Cristo dio Su vida por aquellos que Le odiaban; y el espíritu de la cruz, el espíritu del Calvario, es amor. Cuando ellos se estaban mofando de El y ridiculizándole, ¿qué fue lo que El dijo?

“Padre, perdónales, porque ellos no saben lo que hacen” (Lucas, 23:34). Eso es amor. El no pidió que cayera fuego del cielo para que los consumiera; no había nada más que amor en Su corazón.

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El amor de Dios es Invariable Si usted estudia la Biblia usted encontrará que el amor de Dios es invariable. Muchos de los que le amaron a usted alguna vez quizás se volvieron fríos en sus afectos, y se alejaron de usted: es posible que su amor haya cambiado a odio. Esto no pasa con Dios. Está registrado de Jesucristo, que justamente cuando El estaba cerca de partir de Sus discípulos y dejarlos lejos del Calvario, que:

“...amó a los suyos que quedaban en el mundo, y los amó hasta el extremo.” (Juan 13:1).

El sabía que uno de Sus discípulos Le traicionaría; aún así El amó a Judas. El sabía que otro discípulo Le negaría, y juraría que nunca Le había conocido; y así El amó a Pedro. Fue el amor que Cristo tenía por Pedro que le rompió su corazón, y lo trajo en penitencia a los pies de su Señor. Por tres años había estado Jesús con sus discípulos tratando de enseñarles Su amor, no solamente por Su vida y palabras, sino por Sus obras. Y, en la noche de Su traición, El tomó un recipiente con agua, se ciñó con una toalla, y tomando el lugar de un sirviente, les lavó los pies a ellos: Él quería convencerles de Su invariable amor. No hay porción de la Escritura que yo lea tanto como Juan 14.; y no hay ninguna otra que sea tan dulce para mí. Nunca me canso de leerla. Escuche lo que dice nuestro Señor, a medida que El abría Su corazón a Sus discípulos:

“En ese día ustedes comprenderán que yo estoy en Mi Padre, y que ustedes están en Mí, y Yo en ustedes. El que conoce Mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama. Y Mi Padre amará al que me ama a mí, y yo también le amaré

y me mostraré a él.”. (Juan 14: 20,21). Piense en el gran Dios que creó el cielo y la tierra amándonos a usted y a mí...

“Si alguien Me ama, guardará Mis palabras, y Mi Padre lo amará y Nosotros vendremos a él para hacer Nuestra morada en El.” (Juan, 14:23)

Ruego a Dios para que nuestras mentes insignificantes puedan alcanzar esta gran verdad, que el Padre y el Hijo nos aman tanto que Ellos desean venir a morar con nosotros. No a quedarse por una noche, sino venir a morar en nuestros corazones. Nosotros tenemos todavía otro pasaje más maravilloso en Juan 17:23:

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“Así seré yo en ellos y Tú en Mí, y alcanzarán la unión perfecta. Entonces el mundo reconocerá que Tú Me has enviado, y que a ellos les has dado el mismo

amor que a Mí Me diste.” (Juan 17:23). Yo creo que esta es una de las más preciadas expresiones que alguna vez salieron de los labios de Cristo Jesús. No había razón para que el Padre no Le amara. El fue obediente hasta la muerte; El nunca transgredió la ley del Padre, o se desvió del camino de la obediencia perfecta ni siquiera por el grueso de un cabello. Es muy diferente con nosotros; y todavía, sin atender toda nuestra rebelión y estupidez, El dijo que si creíamos en Cristo, el Padre nos amaría así como El amó al Hijo. ¡Amor maravilloso! Que Dios pueda posiblemente amarnos como El amó a Su propio Hijo parece demasiado bueno para ser verdad. Pero esta es la enseñanza de Jesucristo. Es difícil hacer creer a un pecador en este invariable amor de Dios. Cuando un hombre se ha alejado de Dios, él piensa que Dios le odia. Debemos hacer una distinción entre el pecado y el pecador. Dios ama al pecador; pero odia al pecado. El odia al pecado porque afecta la vida humana. Es justamente porque Dios ama al pecador que El odia al pecado.

El amor de Dios es Infalible El amor de dios no sólo es invariable, sino infalible. En Isaías 49:15,16, nosotros leemos: “Pero, ¿puede una mujer olvidarse del niño que cría, o dejar de querer al hijo de

sus entrañas? Pues bien, aunque se encontrara alguna que lo olvidase, ¡Yo nunca me olvidaría de ti! Mira cómo te tengo grabada en la palma de mis

manos. Estoy continuamente revisando tus murallas.” (Is. 49:15,16). Ahora, el más grande amor humano que conocemos es el amor de madre. Muchas cosas pueden separar a un hombre de su mujer. Un padre le puede dar la espalda a su hijo; hermanos y hermanas pueden convertirse en acérrimos enemigos; los esposos pueden dejar a sus esposas; las esposas a sus maridos. Pero el amor de madre resiste a todo. En las buenas y en las malas, frente a la condenación del mundo, una madre ama, y espera que su hijo vuelva de los caminos del infierno y se arrepienta. Ella recuerda las sonrisas de su hijo, la alegre risa de la niñez, la promesa de la juventud. La muerte no puede apagar el amor de la madre; es más fuerte que la muerte.

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Usted ha visto a una madre velando al hijo enfermo. ¡Con qué ganas ella tomaría la enfermedad en su propio cuerpo si esto pudiera aliviar a su hijo! Semanas tras semanas ella se mantendrá vigilante; ella no dejará que nadie más cuide a su hijo enfermo.

“Este Es Mi Hijo; Yo Todavía Lo Amo” Un amigo mío, hace algún tiempo atrás, estaba de visita en una linda casa donde él se encontró con un número de amigos. Después de que todos se habían ido, habiendo dejado algo, él regresó a recogerlo. Allí se encontró con la dama de la casa, una señora muy saludable, sentada frente a un muchacho que parecía estar atrapado. El era su hijo. Como el pródigo, él se había ido lejos, y todavía la madre decía, “Este es mi hijo; todavía le amo.” Tome a una madre con nueve o diez hijos: si uno se le descarrila, ella parece que le amara más que al resto. La historia cuenta de una joven señora de Escocia, que dejó su hogar, y vino a ser una proscrita en Glasgow. Su madre la buscó a lo largo y ancho, pero en vano. Por último, ella pegó su fotografía sobre las paredes de los cuartos de la Misión de Medianoche, donde las mujeres abandonadas se refugiaban. Muchas dieron una ojeada a la fotografía. Una de ellas fue atraída por la fotografía. Era la misma cara querida que la veía en su niñez. Ella no la había olvidado, no importaba cuan alejada estuviera su niña pecadora; o su fotografía nunca hubiera estado colgada en esas paredes. Los labios parecían abrirse, y susurrar, “ven a casa: te perdono, y todavía te amo”. La pobre niña se hundió sobrecogida por sus sentimientos. Ella era la hija pródiga. La visión de la cara de su madre había roto su corazón. Ella se arrepintió por sus pecados, y con el corazón lleno de remordimiento y culpa, regresó a su olvidado hogar; y la madre y la hija volvieron a estar más unidas.

El Amor de Dios Sobrepasa el Amor de Madre Pero déjeme decirle que ningún amor de madre va a ser comparable con el amor de Dios; él no mide la altura o la profundidad del amor de Dios. Ninguna madre en este mundo ha amado a su hijo como Dios nos ama a usted y a mí. Piense en el amor que Dios debe haber tenido cuando El dio a Su Hijo para que muriera por el mundo. Yo acostumbro a pensar mucho más en Cristo que en el Padre. De una forma u otra yo tengo la idea de que Dios fue un juez estricto; que Cristo vino entre mí y Dios, y apaciguó la furia de Dios. Pero después que yo me convertí en

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padre, y que por años tuve un solo hijo, cuando miraba a mi hijo, yo pensaba en el Padre dando a Su Hijo para morir; y me pareció como si requiriera más amor del Padre para dar Su Hijo, que para el Hijo el morir. ¡Oh, el amor que Dios debe haber tenido para el mundo cuando El dio a Su Hijo para morir por él! “Tanto amó Dios al mundo que le dio su Hijo Único, para que todo el que crea en

Él no se pierda, sino que tenga Vida Eterna.” (Juan 3:16). Nunca he podido predicar con este texto. Yo he pensado a menudo que podría; pero es tan elevado que yo nunca puedo llegar a su altura; Lo más que he hecho es mencionarlo y pasarlo. ¡Quien puede desentrañar la profundidad de estas palabras: “Dios amó tanto al mundo”? Nosotros nunca podemos escalar las alturas de Su amor o descubrir sus profundidades. Pablo predicó que él podría conocer la altura, la profundidad, el largo, y el ancho, del amor de Dios; pero él fue sobrepasado por su descubrimiento. Esto “supera todo conocimiento” (Efesios 3:19).

La Cruz de Cristo habla del amor de Dios Nada nos habla del amor de Dios, como la cruz de Cristo. Venga conmigo al Calvario, y vea al Hijo de Dios mientras El está colgado ahí. ¿Puede oír usted el grito desgarrador de Sus labios moribundos: “¡Padre, perdónalos; porque ellos no saben lo que hacen! “? (Lucas 23:34) ¿Y dice que Él no le ama a usted?

“No hay amor más grande que éste: dar la vida por sus amigos” (Juan 15:13).

Pero; Jesucristo dio Su vida por Sus enemigos. Otro pensamiento es éste: El nos amó mucho antes que hubiéramos pensado en El. La idea de que El no nos ama mientras primero no Le amemos nosotros, no se encuentra en La Escritura. En 1 Juan 4:10 está escrito: “No somos nosotros los que hemos amado a Dios sino que El nos amó primero y

envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados.” (1 Juan 4:10)

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El nos amó antes de que pensáramos amarlo a El. Usted amó a sus hijos antes de que ellos supieran algo de su amor. Y así, mucho antes de que alguna vez pensáramos en Dios, nosotros estábamos en sus pensamientos. ¿Quién trajo a casa al pródigo? Fue el pensamiento de que su padre le amaba. Suponga que le llegara la noticia de que él fue desconocido, y de que su padre ya no velaría más por él, ¿habría él regresado? ¡Nunca! Pero el pensamiento le asaltó de que su padre todavía le amaba: así él se levantó, y regresó a su casa. Querido lector, el amor del Padre nos obliga a regresar a El. Fue la calamidad de Adán y el pecado que revelaron el amor de Dios. Cuando Adán cayó, Dios vino a él y tuvo misericordia de él. Si alguien está perdido no es porque Dios no le ame: es porque él se ha resistido al amor de Dios.

¿Qué hará atractivo al Cielo? ¿Son las puertas nacaradas o las calles doradas? No. El cielo será atractivo, porque allí nosotros estaremos con El quien nos amó tanto como para dar a su bienamado y único Hijo para morir por nosotros. ¿Qué hace el hogar atractivo? ¿Son los bellos muebles y las majestuosos recámaras? No; algunos hogares con todas estas cosas son como sepulcros blanqueados. En Brooklyn, una madre estaba muriendo; y era necesario quitarle a la niña, porque la pequeña podría no entender la naturaleza de la enfermedad, y molestaría a su madre. Todas las noches la niña sollozaba por tener que dormir en una casa vecina, porque ella quería regresar donde su madre; pero su madre empeoraba, y ellos no podían llegar a la casa de la niña. Finalmente la madre murió; y después de su muerte ellos pensaron que lo mejor era no dejar a la niña ver a su madre muerta en el ataúd. Después del entierro la niña corrió a su cuarto gritando “¡Mamá! ¡Mamá! y así anduvo en toda la casa, y cuando la pequeña criatura no encontró a esa que amaba, ella gritó para que la llevaran donde sus vecinos. Así, lo que hace atractivo el cielo es el pensamiento de que veremos a Cristo quien nos amó y se dio a Si mismo por nosotros. Si usted me pregunta porqué Dios nos debe amar, yo no puedo contestarle. Yo supongo que es porque El es un verdadero Padre. Está en Su naturaleza amar; así como es la naturaleza del sol brillar. El le quiere a usted para compartir su amor. No deje que la incredulidad le mantenga alejado de El. No piense que, porque usted es un pecador, Dios no le ama, o no cuida de usted. ¡El lo hace! El quiere salvarlo y bendecirlo a usted.

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“En efecto, cuando todavía no podíamos hacer nada, vino Cristo en el tiempo

fijado y entregó su vida por nosotros que estábamos alejados de El.” (Romanos 5:6).

¿No es esto suficiente para convencerle que Dios le ama? El no habría muerto por usted si El no le amara. ¿Es su corazón tan duro que usted puede aferrarse a si mismo contra Su amor, y rechazarlo y despreciarlo? Usted puede hacerlo: pero será bajo su propio riesgo. Yo puedo imaginarme a unos que se están diciendo a si mismos: “Sí, nosotros creemos que Dios nos ama, si nosotros le amamos a El; nosotros creemos que Dios ama la pureza y la santidad.” Déjenme decirles, mis amigos, Dios no ama únicamente al puro y al santo: El ama al impío. “Pero Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores. Es así como

Dios nos demostró su amor.” (Rom. 5:8). Dios envió a El a morir por los pecados de todo el mundo. Si usted pertenece al mundo, entonces usted tiene parte y lote en este amor que ha sido exhibido en la cruz de Cristo.

El secuestro de Charlie Ross Hay un pasaje en Apocalipsis (1:5) en el que pienso bastante:

“Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre.” (Apoc. 1:5) Se podría pensar que Dios primero nos lavó, y luego nos amó. Pero no, El primero nos amó. Hace aproximadamente ocho años hubo una intensa excitación en EUA debido a Charlie Ross, un niño de cuatro años de edad, que fue robado. Dos hombres en una lancha le preguntaron a él y su hermano mayor que si querían un dulce. Luego ellos manejaron lejos con el pequeño, dejando al hermano mayor. Por muchos años se ha hecho la búsqueda en cada Estado y territorio. Hombres han estado en la Gran Bretaña, Francia, y Alemania, y han buscado por todas partes en vano. La madre todavía vive con la esperanza de que ella volverá a ver a su hijo Charlie. No recuerdo que todo el país haya estado tan agitado por algún otro evento salvo cuando asesinaron al Presidente Garfield. Bien, suponga que la madre de Charlie Ross estuviera en alguna reunión; y que cuando el predicador

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estuviera hablando, ella tuviera la felicidad de ver entre la audiencia a su largamente perdido hijo. Suponga que él estuviera pobre, sucio, andrajoso, sin zapatos y sin abrigo, ¿qué haría ella? ¿Esperaría ella que él se lavara y se vistiera decentemente antes de que ella pudiera reconerle? No, ella se levantaría de la plataforma de un brinco, se iría donde él y le tomaría en sus brazos. Después de esto ella le limpiaría y le vestiría. Así es con Dios. El nos ama, y El nos lava. Yo puedo imaginarme a alguien diciendo: “Si Dios me ama, ¿porqué El no me hace bueno?” Dios quiere a sus hijos e hijas en el cielo; El no quiere máquinas o esclavos. El podría romper nuestros testarudos corazones, pero El quiere llevarnos hacia El por las cuerdas del amor. El quiere que usted se siente con El en la cena de matrimonio del Cordero; para lavarle a usted, y volverlo más blanco que la nieve. El quiere que usted camine con El la vía pavimentada de cristal del más allá del mundo bienaventurado. El quiere adoptarlo en Su familia; y convertirlo en un hijo o una hija del cielo. ¿Pisoteará usted Su amor bajo sus pies? O, en este momento, ¿se entregará usted mismo a El?

Un Toque de Madre Cuando estuvo sucediendo nuestra terrible guerra civil, una madre recibió la noticia de que su hijo había sido herido en la batalla del Desierto. Ella tomó el primer tren, y comenzó a buscar a su muchacho; aunque se había girado una orden del Departamento de Guerra de que no se admitirían más mujeres dentro de las líneas. Pero el amor de madre no sabe nada de órdenes; y ella guiada por sus lágrimas y súplicas cruzó las líneas del Desierto. Al final, ella encontró el hospital donde estaba su hijo. Luego ella fue donde el doctor y le dijo: “¿Me deja ir a la sala para cuidar a mi hijo?” El doctor dijo “Acabo de dejar a su hijo durmiendo: él está en un estado muy crítico; y tengo miedo de que si usted lo despierta la excitación sea tan grande que lo haga recaer. Usted haría mejor esperando un poco, y permaneciendo afuera hasta que yo le diga que puede venir y darle noticias a él gradualmente.” La madre miró al doctor a la cara y dijo: “¡Doctor, suponga que mi hijo no despierta, y que yo no lo vuelva a ver vivo! Déjeme ir y sentarme a su lado; no le hablaré”. “Si no le hablará, usted puede ir” dijo el doctor. Ella se deslizó suavemente a la camita y miró a la cara de su hijo. ¡Cómo había añorado verlo! ¡Cómo sus ojos parecían estar banqueteándose a medida que contemplaba su semblante! Cuando ella estuvo lo suficientemente cerca, no pudo

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mantener sus manos fuera; y ella puso esa tierna y amante mano sobre su frente. En el momento en que la mano tocó la frente de su hijo, él, sin abrir sus ojos, gritó: “¡Madre, has venido!” El reconoció el toque de esa mano amante. Había amor y simpatía en ella.

La Ternura de Jesús ¡Ah!, pecador, si usted siente el toque amoroso de Jesús, usted le reconocerá; está tan lleno de ternura. El mundo le puede tratar a usted bruscamente; pero Cristo nunca lo hará. Usted nunca tendrá un mejor Amigo en el mundo. Lo que usted necesita es - venir hoy a El. Deje que Su brazo amoroso le abrace; deje que su amorosa mano esté con usted; y El le sostendrá con poder maravilloso. El le guardará, y llenará el corazón de los suyos con Su ternura y su amor. Yo me puedo imaginar algunos de ustedes diciendo: “¿Cómo puedo ir a El?” ¿Por qué?, de la misma forma en que usted iría a su madre. ¿Le ha dado usted a su madre una gran injuria y un gran disgusto? Si es así, usted va a ella y usted le dice, “Madre, yo quiero que me perdones.” Trate a Cristo de la misma manera. Vaya a El hoy y dígale que usted no le ha amado, que usted no le ha tratado correctamente; confiésele sus pecados, y vea cuan rápidamente El le bendecirá.

Un Perdón de Abraham Lincoln Yo recuerdo otro incidente – ese de un muchacho que había sido juzgado por la corte marcial y condenado a ser fusilado. Los corazones de su padre y de su madre fueron rotos cuando ellos escucharon la noticia. En esa casa había una niñita. Ella había leído la vida de Abraham Lincoln, y dijo: “Ahora, si Abraham Lincoln conociera cómo mi padre y mi madre amaban a su hijo, él no permitiría que mi hermano fuera ejecutado.” Ella quería que su padre fuera a Washington a pedir por su hijo. Pero el padre dijo: “No; no hay manera: la ley debe seguir su curso. Ellos han rehusado perdonar uno o dos que han sido sentenciados por esa corte marcial, y una orden se ha dado para que de aquí en adelante el Presidente no pueda interferir nuevamente; si un hombre ha sido sentenciado por la corte marcial él debe sufrir las consecuencias.” Ese padre y esa madre no tenían la fe para creer que su hijo pudiera ser perdonado. Pero la niñita era fuerte en esperanza.

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Ella tomó el tren en Vermont y salió para Washington. Cuando llegó a la Casa Blanca los soldados no le permitieron entrar; pero ella les contó su triste historia, y ellos le permitieron el paso. Cuando ella llegó al salón del Secretario, donde estaba el secretario privado del Presidente, él rehusó permitirle entrar a la oficina privada del Presidente. Pero la niñita le contó su historia, que conmovió el corazón del secretario privado, dejándole pasar. Cuando llegó a la oficina de Abraham Lincoln, había senadores, generales, gobernadores, y líderes políticos de los EUA, quienes estaban ahí tratando asuntos importantes de la guerra; pero al Presidente le agradó ver a esa niña de pie en la puerta. El quería saber que es lo que ella quería, y ella se fue directamente a él y le contó su historia en su propio lenguaje. El era un padre, y las grandes lágrimas rodaron por las mejillas de Abraham Lincoln. El escribió una nota y la envió al ejército para que ese muchacho fuera enviado a Washington una vez. Cuando él llegó, el Presidente le perdonó, le dio treinta días de licencia, y lo envió a su casa con la niñita a animar los corazones del padre y de la madre. ¿Usted quiere saber cómo llegar a Cristo? Vaya justamente como la niñita fue a Abraham Lincoln. Es posible que usted tenga una historia oscura que contarles. Dígasela toda; no deje nada. Si Abraham Lincoln tuvo compasión de esa pequeña, oyó su petición, y la respondió - ¿usted piensa que el Señor Jesús no escuchará su oración? ¿Usted piensa que Abraham Lincoln, o cualquier otro hombre que haya vivido en la tierra, tuvo tanta compasión como Cristo? ¡No! El será conmovido cuando nadie más lo sea. El tendrá misericordia cuando nadie más la tenga; El tendrá piedad cuando nadie más la tenga. Si usted va directamente a El, confesándole sus pecados y sus necesidades, El le salvará.

La Liberación de un Prisionero Hace unos pocos años un hombre dejó Inglaterra y vino a Norteamérica. El era un inglés: pero fue naturalizado y se convirtió en un ciudadano americano. Después de unos años él se sintió inquieto e insatisfecho, y se fue a Cuba; y después de haberse ido a Cuba, allí estalló una pequeña guerra civil; era en 1867; y este hombre fue arrestado por el gobierno Español como un espía. El fue juzgado por la corte marcial, encontrado culpable, y sentenciado a ser fusilado. Todo el juicio fue llevado en español, y el pobre hombre no sabía lo que estaba ocurriendo. Cuando le dijeron su veredicto de que había sido encontrado culpable y que había sido condenado a ser fusilado, él envió el caso al Cónsul Americano y al Cónsul Inglés, y puso el caso completo frente a ellos, proveyendo su inocencia y reclamando su protección. Ellos lo examinaron, y encontraron que este hombre

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que había sido condenado por los funcionarios Españoles a ser fusilado era un perfecto inocente. Ellos acudieron ante el General Español y le dijeron: “Este hombre que ustedes han condenado a muerte es un hombre inocente: él no es culpable.” Pero el General Español les dijo: “El ha sido juzgado por nuestras leyes; él ha sido encontrado culpable; él debe morir.” No había cable; y estos hombres no podían consultar a sus respectivos gobiernos. Llegó la mañana en que el hombre iba a ser ejecutado. El fue llevado afuera sentado en su ataúd en una carreta, y conducido al lugar donde iba a ser ejecutado. Fue cavada la tumba. Ellos sacaron el ataúd de la carreta, colocaron el joven dentro de él, tomaron la capa negra, y estaban justamente dejándola caer sobre su cara. Los soldados españoles esperaban la orden de fuego. Pero fue entonces cuando precisamente los cónsules Americano e Inglés llegaban a caballo. El Cónsul Inglés salió del carruaje y tomó la bandera Británica, y la enrolló alrededor del hombre, y el Cónsul Americano envolvió al hombre con la bandera de las estrellas, y volviéndose a los funcionarios Españoles les dijo: “Disparen sobre estas banderas, si se arriesgan.” Ellos no se atrevieron a disparar sobre las banderas. Había dos grandes gobiernos detrás de estas banderas. Este fue el secreto. “El me llevó a la casa del banquete, y Su bandera sobre mí fue amor...Su mano izquierda esté debajo de mi cabeza y Su mano derecha me abrace”. (Cantar de

los Cantares 2: 4,6). Gracias a Dios nosotros hoy podemos estar cubiertos por la bandera si queremos. Su bandera de amor está sobre nosotros. Bendito evangelio; bendito, precioso, novedoso. Créanlo hoy; recíbanlo en su corazón; y entren en una nueva vida. Dejen que hoy el amor de Dios sea derramado en todo su corazón por el Santo Espíritu: él llevará lejos la oscuridad; él llevará lejos la tristeza; el llevará lejos el pecado; y la paz y la felicidad serán suyos.

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CAPÍTULO 2

La Entrada al Reino “En verdad te digo, nadie puede ver el Reino de Dios si no nace de nuevo, de

arriba”. Juan 3:3

No hay parte de la Palabra de Dios, quizá, con la que estemos más familiarizados que este pasaje. Yo supongo que si yo preguntara en cualquier audiencia que si ellos creen que Jesucristo enseñó la doctrina del Nuevo Nacimiento, el noventa por ciento de ellos diría “Sí, yo creo que lo hizo”.

La Doctrina Más Importante del Nuevo Nacimiento Ahora, si las palabras de este texto son verdaderas, ellas encierran una de las más solemnes cuestiones que podemos tener frente a nosotros. Nosotros podemos llegar a ser engañados acerca de muchas cosas menos acerca de esta única cosa. Cristo fue bien claro. El dijo,

“...nadie puede ver el Reino de Dios si no nace de nuevo, de arriba” -mucho menos inherente. Esta doctrina del Nuevo Nacimiento es por lo tanto la base de todas nuestras esperanzas para que venga al mundo. Ella es realmente el A B C de la religión cristiana. Mi experiencia ha sido ésta: que si el hombre está equivocado sobre esta doctrina, él estará equivocado en casi todas las otras doctrinas fundamentales de la Biblia. Una verdadera comprensión de este tema le ayudará al hombre a resolver miles de dificultades que él pueda encontrar en la Palabra de Dios. Cosas que antes parecían muy oscuras y misteriosas vendrán a ser muy claras. La doctrina del Nuevo Nacimiento supera a toda falsa religión – todos los falsos puntos de vista de la Biblia y acerca de Dios. Un amigo mío me dijo una vez que en uno de sus conversaciones después del servicio vino un hombre hacia él con una larga lista de preguntas escritas para que se las respondiera. El dijo: “Si usted puede responder estas preguntas satisfactoriamente, yo habré conformado mi mente para ser un Cristiano.” “¿No cree usted, le dijo mi amigo, “que sería mejor que primero usted se acercara a Jesucristo? Luego usted puede averiguar sobre estas preguntas.” El hombre pensó que tal vez sería mejor que él lo hiciera así. Después de que él había recibido a Cristo, el miró de nuevo a su lista de

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preguntas; pero entonces le pareció como si todas ellas ya habían sido contestadas. Nicodemo vino con su mente confundida y Cristo le dijo, “Tú debes nacer de nuevo.” El fue tratado completamente diferentemente de cómo él esperaba; pero yo me aventuro a decir que fue la noche más bendita de toda su vida. Haber “nacido de nuevo” es la más grande bendición que nos puede llegar a nosotros en este mundo. Note cómo la escritura lo pone.

“A menos que un hombre nazca de nuevo” (Juan 3:3). “nacer de lo alto” (de la lectura marginal de Juan 3:3). “nacer del espíritu” (Juan 3:6).

De entre el número de otros pasajes donde encontramos la palabra “EXCEPTO”2, yo quisiera nombrar solo tres.

1. “Antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13:5). 2. “De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no

entraréis en el reino de los cielos.” (Mateo 18:3). 3. “Porque yo os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los

escribas y de los fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.” (Mateo 5:20).

Todos ellos realmente significan la misma cosa. Estoy tan agradecido de nuestro Señor de que le haya hablado del Nuevo Nacimiento a este funcionario de los Judíos, este doctor de la ley, en lugar de la mujer del pozo de Samaria, o a Mateo el publicano, o a Zaqueo. Si El hubiera reservado Su enseñanza de esta gran materia a estos tres, o a otros como ellos, la gente habría dicho: “Oh sí, estos publicanos y rameras necesitaban ser convertidos: pero yo soy un hombre recto; yo no necesito ser convertido.” Yo supongo que Nicodemo fue uno de los mejores especímenes de la gente de Jerusalén: no había nada registrado en su contra. 2 N.T. En el texto en inglés, los pasajes de la biblia, se leen con la palabra “Except”; pero en la versión en español desaparece la

palabra Excepto (a menos que):

1. “Except ye repent, ye shall all likewise perish” (Luke 13:3,5).

2. “Except ye be converted, and become as little children, ye shall not enter into the Kingdom of Heaven” (Matthew

18:3).

3. “Except your righteousness shall exceed the righteousness of the Scribes and Pharisees, ye shall in no case enter into

the Kingdom of Heaven” (Matthew 5:20).

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Yo pienso que es casi innecesario para mí probar que necesitamos nacer de nuevo antes de que entremos en los cielos. Me aventuro a decir que no hay hombre sincero que pueda decir que está listo para el reino de Dios, a menos que haya nacido de otro Espíritu. La Biblia enseña que ese hombre está perdido y es culpable, y nuestra experiencia lo confirma. Nosotros sabemos que el mejor y más santo de los hombres, cuando se aleja de Dios, cae en el pecado.

Qué no es la Regeneración Ahora, déjenme decirles qué no es la Regeneración. No es ir a la iglesia. Frecuentemente veo a la gente, y les pregunto si ellos son Cristianos. “Sí, por supuesto yo lo soy; al menos, pienso que lo soy: voy a la iglesia todos los domingos.” Ah, pero esto no es Regeneración. Otros dicen, “Yo estoy tratando de hacer lo que es correcto - ¿no soy un Cristiano? ¿No es esto un nuevo nacimiento?” No. ¿Qué tiene que hacer para nacer otra vez? Todavía hay otra clase – aquellos que han “dado vuelta a la hoja,” y piensan que ellos son regenerados. No; tomar una nueva decisión no es nacer de nuevo. Tampoco el ser bautizado le hace a usted ningún bien. Todavía oigo decir a la gente, “¿Por qué, yo he sido bautizado; y nací de nuevo cuando fui bautizado.” Ellos creen que porque fueron bautizados en la iglesia, ellos fueron bautizados en el Reino de Dios. Yo les digo a ustedes que esto es totalmente imposible. Usted puede ser bautizado en la iglesia visible, y aún así no estar bautizado en el Hijo de Dios. El bautismo está muy bien en su lugar. Dios prohibió que yo dijera algo contra él. Pero si usted lo pone en lugar del Renacimiento - en el lugar del Nuevo Nacimiento - es un error terrible. Usted no puede ser bautizado en el Reino de Dios. “Excepto que un hombre sea NACIDO DE NUEVO, él no puede ver el Reino de Dios.” Si alguien que esté leyendo esto cifra sus esperanzas en algo más –en cualquier otra base – yo ruego que Dios la pueda borrar. Otra clase dice, “Yo voy a la Cena del Señor; yo comparto consistentemente el Sacramento.” ¡Bendita obligación! Jesús dijo que siempre que usted haga esto, usted conmemora Su muerte. Todavía, esto no es “nacer de nuevo;” esto no es pasar de la muerte a la vida. Jesús dijo claramente – y tan claramente que no hay porqué equivocarse con ello- “A menos que el hombre nazca de...el Espíritu, él no puede entrar en el Reino de Dios.” ¿Qué tiene que ver un sacramento con esto? ¿Qué tiene que ver ir a la iglesia con nacer de nuevo?

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Otro hombre viene y dice: “Yo digo mis oraciones regularmente.” Todavía yo digo que esto no es nacer del Espíritu. Es una pregunta solemne, entonces, que vino antes que nosotros; y ¡Oh! Que cada lector debería preguntarse a si mismo con mucha seriedad y lleno de fe: “¿He nacido yo del Espíritu? ¿He pasado de la muerte a la vida?”

“No Necesitamos Ser Convertidos” Hay una clase de hombres que dicen que los servicios religiosos especiales son muy buenos para una cierta clase de gente. Ellos serían muy buenos si usted lograra llevar allí a los borrachos, o a los jugadores, u otras gentes viciosas – eso sería una gran cosa. Pero “nosotros no necesitamos ser convertidos.” ¿A quién le estampó Cristo estas palabras de sabiduría? A Nicodemo. ¿Quién fue Nicodemo? ¿Fue un bebedor, un jugador, o un ladrón? ¡No! Sin duda él fue uno de los mejores hombres de Jerusalén. El fue un honorable Consejero; él pertenecía al Sanedrín; él tenía una alta posición; él fue un hombre ortodoxo; él fue uno de los hombres más sensatos. ¿Y qué fue lo que Cristo le dijo? “A menos que un hombre nazca de nuevo, él no puede ver el Reino de Dios.” Pero yo puedo imaginar a alguien diciendo: “¿Qué voy a hacer? Yo no puedo crear la vida. Yo seguramente no puedo salvarme a mí mismo.” Usted seguramente no lo puede hacer; y nosotros no le reclamamos que usted pueda. Nosotros le decimos a usted que es completamente imposible hacer mejor al hombre sin Cristo, pero es lo que el hombre está tratando de hacer. DEBE HABER UNA NUEVA CREACIÓN. La Regeneración es una nueva creación; y si es una nueva creación debe ser el trabajo de Dios. En el primer capítulo del Génesis el hombre no aparece. Ahí no hay nadie más que Dios. El hombre no está ahí para participar. Cuando Dios creó la tierra, Él estaba solo. Cuando Cristo redimió al mundo, Él estaba solo.

“Lo que nace de la carne es carne; y lo que nace del Espíritu es espíritu.” (Juan 3:6).

Los etíopes no pueden cambiar su piel, y el leopardo no puede cambiar sus manchas. Ustedes podrían tratar de hacerse puros y santos sin la ayuda de Dios. Esto sería tan fácil para usted hacerlo como para el hombre negro lavarse a si mismo en blanco. Un hombre podría también tratar de saltar sobre la luna así como servir a Dios en la carne. Por consiguiente, ““Lo que nace de la carne es carne; y lo que nace del Espíritu es espíritu.”.

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Cómo Entrar en el Reino de Dios Ahora Dios nos dice en este capítulo cómo vamos a conseguir entrar a Su Reino. No vamos a labrar nuestro camino a Él – no es que la salvación no valga la pena. Todos admitimos esto. Si hubiera ríos y montañas en el camino, valdría la pena nadar en estos ríos y subir estas montañas. No hay dudas que la salvación vale la pena todos estos esfuerzos; pero no la obtenemos por nuestras obras. Es para el

“ ..que no obra, sino que cree en Aquel que justifica al impío...” (Romanos 4:5).

Hacemos obras porque somos salvos; no hacemos obras para salvarnos. Hacemos obras desde la cruz; pero no hacia ella. Está escrito,

“...ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor.” (Filipenses 2:12). ¿Por qué? usted debe tener su salvación antes de que pueda tener resultados. Suponga que yo le digo a mi pequeño hijo, “Yo quiero que gastes cuidadosamente estos cien dólares.” “Bien, “él me dirá, “déjame tener los cien dólares; y seré cuidadoso de cómo yo lo gasto”. Yo recuerdo cuando por primera vez dejé mi casa y fui a Boston; yo había gastado todo mi dinero, y fui a la Oficina de Correos tres veces al día. Yo sabía que había un solo correo al día de mi casa; pero yo pensaba en alguna posibilidad de que hubiera una carta para mí. Finalmente recibí una carta de mi hermanita; y ¡Oh!, cómo me sentí de feliz cuando la tomé. Ella había oído que habían muchos rateros en Boston, y una gran parte de la carta estaba dedicada a pedirme que fuera muy cuidadoso de que alguien pudiera bolsearme. Ahora, yo requería tener algo en mi bolsa antes de que pudiera agarrarlo. De igual forma, usted debe estar salvo antes de que pueda tener resultados. Cuando Cristo gritó en el Calvario; “¡Todo ha terminado!” (Juan 19:30), El quiso decir lo que El dijo. Todos los hombres lo que tienen que hacer ahora es aceptar la obra de Jesucristo. No hay esperanza para el hombre o mujer que hasta aquí están tratando de labrar su salvación por ellos mismos. Yo me puedo imaginar que hay gente que dirá, como posiblemente lo hizo Nicodemo: “Esta es una cosa misteriosa.” Yo veo el ceño en la frente de ese Fariseo cuando dice: “¿Cómo pueden ser estas cosas? Suena muy extraño a su oído. “Nacer de nuevo: ¡nacer

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del Espíritu! ¿Cómo pueden ser estas cosas?” Una gran parte de la gente dice: “Usted debe tener sus razones sobre esto; pero si no tiene razones, no nos pida que creamos en ello.” Yo puedo imaginar una gran parte de la gente diciendo esto. Cuando usted me pide razones, yo le digo francamente que yo no tengo. “El viento sopla donde quiere y tú oyes su silbido; pero no sabes de dónde viene

ni a dónde va. Así le sucede al que ha nacido del Espíritu.” (Juan 3:8). Yo no entiendo todo acerca del viento. Usted me pide que le dé razones. Yo no puedo. Puede ser que aquí él sople del norte, y que cienes de kilómetros lejos de aquí sea del sur. Yo puedo subir unos pocos cienes de pies, y encontrarlo soplando en una dirección enteramente opuesta de la que hay aquí abajo. Usted me pide que le explique estas corrientes de viento; pero suponga que, porque yo no puedo explicárselas, y no entenderlas, yo me planto y afirmo, “Oh, no hay tal cosa como el viento.” Yo puedo imaginar alguna jovencita diciendo: “Yo sé más acerca de ello que ese hombre; a menudo he oído el viento, y lo he sentido soplando contra mi cara;” y ella podría decir, “¿No me quitó mi sombrilla de mis manos el otro día? ¿Y no vi quitarle el sombrero a un hombre en la calle? ¿No lo he visto soplar los árboles en el bosque, y las matas de maíz en el campo?” Usted podría decirme que no hay algo como el viento, así como decirme que no hay algo como el hombre nacido del Espíritu. Yo he sentido el Espíritu de Dios obrando en mi corazón, tan real y tan verdadero como yo he sentido el viento soplando en mi cara. Yo no puedo dar razones de esto. Hay un montón de cosas de las que no puedo dar razones, sino que yo creo en ellas, así como nunca podría dar razones sobre la creación. Yo puedo ver el mundo, pero no puedo decir cómo Dios lo hizo de la nada. Pero casi todos los hombres admitirán que hubo un poder creador.

Imposible Explicarlo Todo Hay una gran cantidad de cosas que yo no puedo explicar y que no puedo argumentar, y sin embargo yo creo en ellas. Yo escuché a un viajero comerciante decir que él había escuchado que el ministerio y la religión de Jesucristo eran materia de revelación y no de investigación.

“Pero al que me había elegido desde el seno de mi madre y me llamó por su mucho amor, le gustó revelar en mí a su hijo....” dijo Pablo (Gálatas 1:

15-16).

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Había una fiesta de jóvenes, allá yendo arriba del país, y en su compartimiento ellos preparaban sus mentes para no creer nada que no pudieran razonar. Un anciano les oyó y en el momento dijo, “Les escuché decir a ustedes que no creerían nada que no pudieran razonar.” “Sí,” dijeron ellos, “así es.” “Bien,” les dijo, “viniendo hoy en el tren, yo observé algunos gansos, algunas ovejas, algunos cisnes, y algunas vacas, todos comiendo grama. ¿Pueden ustedes decirme por medio de cual proceso esta misma grama se convirtió en pelo, plumas, cerdas, y lana? ¿Creen ustedes que es un hecho?” “Oh sí,” dijeron ellos, “nosotros no podemos ayudar a creer en eso, así que fallamos en entenderlo.” “Bien,” dijo el viejo, “Yo no puedo ayudar a creer en Jesucristo.” Y yo no puedo ayudar a creer en la regeneración del hombre, cuando veo hombres que han sido recuperados, cuando yo veo hombres que han sido reformados. ¿No han sido regenerados algunos de los peores hombres – sacados del fango, y puesto sus pies firmes sobre la Roca, y una nueva canción puesta en sus bocas? Sus lenguas estaban maldiciendo y blasfemando; y ahora están ocupadas en alabar a Dios. Las cosas viejas se han ido lejos, y todas las cosas se han vuelto nuevas. Ellos no sólo se han reformado, sino REGENERADO – hombres nuevos en Cristo Jesús.

Resultados Prácticos en la Vida Real Allá abajo en un callejón oscuro de una de nuestras grandes ciudades está un pobre borracho. Yo pienso que si usted quiere llegar cerca del infierno, usted debería ir a la casa de un pobre borracho. Vaya a la casa de ese pobre miserable borracho. ¿Hay algo más parecido al infierno en la tierra? Vea la miseria y la angustia que reinan allí. ¡Pero escuche! Se oyen los pasos en la puerta, y los niños corren y se esconden. La paciente esposa espera a ver al hombre. El ha sido su tormento. Muchas veces ella ha sufrido las marcas de sus golpes por semanas. Muchas veces esa fuerte mano derecha se ha estrellado contra su indefensa cabeza. Y ahora ella está a la expectativa de oír sus juramentos y sufrir su brutal trato. El entra y le dice: “Yo he estado en la Reunión; y ahí yo escuché que si yo

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quiero yo puedo ser convertido. Yo creo que Dios es capaz de salvarme.” ¡Vaya a esa casa otra vez en una pocas semanas y vea el cambio! A medida que usted se aproxima usted escucha a alguien cantar. No es la canción de un borracho, sino los acordes de ese viejo y lindo himno, “Roca de las Edades.” Los niños ya no tienen miedo del hombre, sino que se afianzan alrededor de sus rodillas. Su esposa está cerca de él, su cara dibuja una feliz sonrisa. ¿No es esto una imagen de la Regeneración? Yo le puedo llevar a usted a muchos hogares como éste, hechos felices por el poder regenerador de la religión de Cristo. Lo que el hombre quiere es el poder para superar la tentación, el poder para llevar una vida recta. El único camino para alcanzar el reino de Dios es “nacer“dentro de él. La ley en este país requiere que el Presidente debe haber nacido en este país. Cuando los extranjeros vienen a nuestras costas, ellos no tienen el derecho de quejarse contra tal ley, que les prohíbe a ellos por siempre llegar a ser Presidentes. Ahora, ¿no tiene Dios el derecho de hacer una ley de que todos aquellos que vayan a ser herederos de la vida eterna deben haber “nacido” dentro de Su reino? Un hombre no regenerado debería estar en el infierno en lugar del cielo. Tome a un hombre cuyo corazón está lleno de corrupción y maldad y colóquelo en el cielo en medio de los puros, de los santos, y de los redimidos; y él no querrá estar ahí. Ciertamente, si hemos de estar felices en el cielo debemos comenzar a hacer el cielo aquí en la tierra. El cielo es un lugar preparado para una gente preparada. Si un jugador o un blasfemo fuera sacado de las calles de Nueva York y colocado en el pavimento de cristal del Cielo y bajo la sombra del árbol de la vida, él diría: “Yo no quiero estar aquí.” Si los hombres fueran llevados al cielo justamente cuales son por su naturaleza, sin haber regenerado su corazón, habría otra rebelión en el cielo. El cielo está lleno con una compañía de aquellos que han sido NACIDOS DE NUEVO. En los versículos 14 y 15 de este capítulo (Juan 3:15) leemos:

“Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado en alto; para que TODO AQUEL que en El

cree no se pierda, mas tenga vida eterna.”

“Todo Aquel” ¡Márquelo! Déjenme decirles a ustedes, que no son salvos, qué ha hecho Dios por ustedes. El ha hecho todo lo que El podía hacer a favor de su salvación. Ustedes

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no necesitan esperar que Dios haga algo más. En una cita El puso la pregunta, ¿qué más podía hacer El?

“ Qué otra cosa pude hacer a Mi viña que no se la hice?” (Isaías 5:4). El envió Sus profetas, y ellos los mataron; luego El envió a Su adorado Hijo, y ellos lo asesinaron. Ahora El ha enviado su Espíritu Santo a convencernos del pecado y demostrarnos cómo vamos a ser salvados. En este capítulo vamos a hablar de cómo los hombres van a ser salvados, nominalmente, por El que fue colgado en la cruz. Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así debe ser levantado el Hijo del Hombre: “que todo aquel que crea en El no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:15). Si usted está perdido, no es por cuenta del pecado de Adán.

El Caso Ilustrado Déjeme ilustrarle esto; y quizás usted estará más capacitado para entenderlo. Suponga que yo estoy muriendo de tisis, que yo heredé de mi padre y de mi madre. Yo no cogí la enfermedad por alguna falta mía, por alguna negligencia en mi salud; vamos a suponer que yo la heredé. Sucede que un amigo viene a verme, y dice, “Moody, tú tienes tisis.” Yo respondo, “yo lo sé muy bien; no quiero que nadie me diga tal cosa.” “Pero,” me dice él, “hay remedio.” “Pero, señor, yo no creo en eso. Yo he tratado con los mejores médicos en este país y en Europa; y ellos me han dicho que no hay esperanza.” “Pero tú me conoces, Moody; tú me has conocido por años.” “Sí´, señor.” “¿Piensas, entonces, que yo te diría una falsedad?” “No.”

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“Bien, hace diez años yo me estuve muriendo. Yo fui desahuciado por los médicos; pero yo tomé esta medicina y me curé. Yo estoy perfectamente bien. Mírame.” “Yo digo que es “un caso extraño.” “Sí, puede ser extraño; pero es un hecho. La medicina me curó: toma la medicina, y ella te curará. Aunque a mí me costó un dineral, no te costará nada a ti. ¡No hagas una hoguera de ella, te lo ruego.” “Bien,” yo le digo, “debería creerte; pero esto es contrario a mi razón.” Oyendo esto, mi amigo se va y regresa con otro amigo, y éste testifica la misma cosa. Yo todavía estoy incrédulo; así que él se va, y trae a otro amigo, y a otro, y a otro, y a otro, y todos ellos testifican la misma cosa. Ellos dicen que ellos estaban tan mal como yo; que ellos tomaron la misma medicina que se me ha ofrecido a mí; y que ella les curó. Mi amigo entonces me da la medicina. Yo la riego en el suelo; yo no creo en su poder salvador; yo muero. La razón es que yo rechacé el remedio. Así, si yo perezco, no fue porque Adán falló; sino porque yo rechacé el remedio que se me ofreció para salvarme. ¿Usted quiere escoger la oscuridad en vez de la luz? Entonces ¿cómo nos escaparemos, si desdeñamos así la gran salvación? No hay esperanzas para ustedes si desestiman el remedio. No es bueno mirar las heridas. Si hubiéramos estado en el campo Israelita y hubiéramos sido mordidos por una de las feroces serpientes, no sería bueno para nosotros ver las heridas. Viendo las heridas nunca se salvará nadie. Lo que usted debe hacer es ver el Remedio – vea a lo lejos a El que tiene el poder para salvarle a usted de sus pecados. ¡Dentro del campo de los Israelitas; vea la escena que se presenta a sus ojos! Muchos están muriendo porque abandonaron el remedio que se les ofrecía. En ese árido desierto es demasiado una corta y pequeñita gravedad; muchos niños han sido mordidos por las feroces serpientes. Los padres y las madres se están llevando lejos a sus hijos. Allá a lo lejos ellos están enterrando a una madre; una adorada madre está cerca de yacer en la tierra. Toda la familia, llorando, alrededor de la figura muy querida. Usted escucha los gritos de lamento; usted ve las lágrimas lacerantes. El padre está siendo llevado a su última morada. Hay gemidos por todo el campo. Las lágrimas están cayendo por miles que se han ido, miles más que están muriendo; y la plaga está arrasando de un extremo al otro del campo.

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La Vida en una Mirada

Yo vi en una tienda a una madre Israelita inclinada sobre la figura del hijo amado justamente en el florecimiento de la vida, entrando apenas en la madurez. Ella está secando el sudor de la muerte que se le está pegando sobre su frente. Apenas un momentito, y sus ojos se vuelven fijos y vidriosos, porque la vida le está abandonando. Las fibras del corazón de la madre están desgarradas y sangrantes. Al mismo tiempo ella escucha un ruido en el campo. Un gran bullicio que sube. ¿Qué significa esto? Ella va a la puerta de la tienda. “¿Qué es ese ruido en el campo?” le pregunta a los que van pasando, y uno de ellos le dice: “¿Por qué, mi buena señora no ha escuchado la buena noticia que ha llegado al campo?” “No,” dice la mujer, “¡Buenas noticias! ¿Qué es?” “¿Por qué, usted no ha escuchado acerca de ello? Dios ha provisto el remedio.” “¡Qué! Para los Israelitas mordidos? ¡Oh, dígame cuál es el remedio! “ “¿Por qué, Dios ha dado instrucciones a Moisés de hacer una serpiente, y ponerla en un palo en medio del campo; y El ha declarado que todo aquél que la vea vivirá. El alboroto que usted oye es el bullicio de la gente que ve la serpiente levantarse.”

“Y el SEÑOR dijo a Moisés: hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre un palo; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá. Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre el palo; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía.” (Números, 21: 8,9).

La madre volvió a la tienda, y dijo: “Hijo mío, yo tengo buenas noticias que darte. ¡Tú no necesitas morir! Hijo mío, hijo mío, yo he venido con buenas noticias; ¡tú puedes vivir!” El ya se está quedando estupefacto; él está tan débil que no puede caminar a la puerta de la tienda. Ella le pone sus brazos fuertes alrededor de él y lo levanta. “¡Mira allá a lo lejos; mira allá bajo los cerros!” Pero el muchacho no ve nada; él dice: “No veo nada; ¿qué es, madre?”

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Y ella le dice; “Mantente viendo, y tú lo verás.” Al fin él vislumbra la reluciente serpiente, y ¡él ya está bien! Y así es con muchos jóvenes convertidos. Algunos hombres dicen: “Oh, nosotros no creemos en las conversiones repentinas.” ¿Cuánto tomó curar a ese muchacho? ¿Cuánto tomó curar a esos Israelitas mordidos por las serpientes? Sólo bastó una mirada; y ellos estuvieron bien. Ese muchacho hebreo es un joven converso. Yo puedo fantasear que lo veo llamando a todos aquellos que estaban con él para alabar a Dios. El mira a otro joven mordido a como él estaba; y corre hacia él para decirle: “tú no necesitas morir.” “Oh,” el joven replica, “Yo no puedo vivir, no es posible. No hay un médico en Israel que pueda curarme.” El no sabe que él no necesita morir. “¿Por qué, acaso no has escuchado las noticias? Dios ha provisto el remedio.” “¿Qué remedio?” Yo puedo ver al joven. El puede ser alguien a quien ustedes le llaman un intelectual. El le dice al joven converso – “¿Tú no piensas que yo voy a creer algo como eso? Si los médicos en Israel no pueden curarme, ¿cómo piensas que una vieja serpiente de bronce en una vara va a curarme?” “¡Por qué, señor, yo estuve tan mal como tú!” “¡Tú no dices así como yo!” “Sí, lo digo.” “Esta es la cosa más sorprendente que he oído,” dice el joven. “Yo quisiera que me explicaras la filosofía de esto.” “Yo sólo miré. Eso es todo.” “Mi madre me contó lo que estaba siendo escuchado en el campo; y yo le creí lo que ella me decía, y yo estoy perfectamente bien.”

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“Bien, yo no creo que hayas sido mordido tan fuerte como yo lo he sido.” El joven levantó su manga. “¡Mira ahí!” La marca muestra donde yo fui mordido; y te digo que yo estaba peor que tú.” “Bien, si entendí la filosofía de esto, yo miraré y me pondré bien.” “Suelta tu filosofía: ve y vive.” “Pero, señor, tú me pides que haga una cosa irracional. Si Dios lo hubiera dicho: Toma el bronce y frótalo en la herida, habría algo en el bronce que curaría la mordida. Joven, explícame la filosofía de esto.” Yo he tenido frente a mí a gente que han hablado de esa forma. Pero el joven lo llama de otra manera, y lo lleva adentro de la tienda, y le dice: “Sólo diles cómo el Señor te salvó,” y él les cuenta la misma historia, y él llama a otros, y ellos dicen la misma cosa. El joven dice que es una cosa muy extraña. “Si el Señor le hubiera dicho a Moisés que fuera y tomara algunas hierbas, o raíces, y las cociera, y tomara el producto como medicina, habría algo en ello. Pero es tan contrario a la naturaleza hacer algo como mirar a la serpiente, que yo no puedo hacerlo.” Mientras tanto su madre, que ha estado afuera en el campo, llega, y ella dice, “Mi hijo, Yo tengo la mejor noticia en el mundo para ti. Estuve en el campo, y vi cienes que habían estado al borde de la muerte, y ahora todos ellos están perfectamente bien.” El joven dice: “A mí me gustaría ponerme bien; es muy doloroso pensar en morir; yo quiero llegar a la tierra prometida, y es terrible morir aquí en el desierto; pero el hecho es que- no entiendo el remedio. No lo encuentro razonable. Yo no puedo creer que me pondré bien en un momento.” Y el joven muere a consecuencia de su propia incredulidad.

El Remedio de Dios para el Pecado Dios proveyó un remedio para este Israelita mordido de serpiente- “¡Mira y Vive!” Y hay vida eterna para todos los pobres pecadores. Mira, y tú puedes ser salvo, mi lector, esto a toda hora. Dios ha provisto el remedio, y es ofrecido a

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todos. El problema es que una gran cantidad de gente está mirando al palo. No vean al palo; ese es el templo. Ustedes no necesitan mirar al templo; el templo está bien, pero él no les puede salvar. Miren más allá del palo. Miren al Crucificado. Miren al Calvario. Métetelo en la cabeza, pecador, que Jesús murió por todos nosotros. Tú no necesitas mirar a los ministros; ellos son solamente instrumentos escogidos por Dios para sostener el Remedio, para sostener a Cristo. Así que, mi amigo, no ponga sus ojos en estos hombres; no ponga sus ojos en el templo: Súbalos a Jesús, quien quitó el pecado del mundo y ahí habrá vida para usted desde esta hora. Gracias Dios, que no requerimos educación para enseñarnos cómo mirar. Esa niña, ese niño, de sólo cuatro años de edad, que no puede leer, puede mirar. Cuando la madre está llegando a casa, la madre le dice a su hijito: “¡Mira! ¡Mira! ¡Mira! Y el pequeño aprende a mirar lejos antes de alcanzar un año de edad. Y este es el camino de la salvación. Es mirar a

“el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Y hay vida en este momento para todo aquel que está dispuesto a mirar.

Cómo Ser Salvado Algunos hombres dicen: “Yo deseo saber cómo ser salvado.” Solamente tome a Dios en Su palabra y créale a Su Hijo este mismo día – esta misma hora – en este mismo momento. El le salvará si usted está dispuesto a creerle a El. Yo me imagino escuchar a alguien diciendo: “Yo no siento la mordida tanto como yo lo desearía. Yo sé que soy un pecador, y todo eso; pero no siento suficientemente la mordida.” ¿Cuánto quiere Dios que usted lo sienta? Cuando estuve en Belfast yo conocí a un doctor que tenía a un amigo, un gran cirujano de allá; y él me dijo que la costumbre del cirujano era, antes de efectuar una operación, decirle al paciente, “Mire bien a la herida, y luego fije sus ojos en mí; y no los quite hasta que yo logre pasar”. Yo pensé en ese momento que era una buena ilustración. Pecador, dé una buena mirada a su herida, y luego fije sus ojos en Cristo, y no los quite de El. Es mejor mirar al Remedio que a la herida. Vea cuan pecador angustiado es usted y luego mire a “El Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” El murió por el no creyente y el pecador. Diga “¡Yo lo tomaré!” Y puede Dios ayudarle a elevar sus ojos al Hombre en el Calvario. Y así

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como los Israelitas miraron a la serpiente y fueron sanados, así usted puede mirar y vivir.

El Soldado Moribundo Después de la batalla del Desembarque de Pittsburg yo estuve en el hospital de Murfreesboro. A medianoche yo fui despertado y me dijeron que un hombre en uno de los pabellones quería verme. Yo fui donde él y él me llamó “capellán” – Yo no era el capellán – y me dijo que le ayudara a morir. Y yo le dije, “¡Yo lo tomaría a usted y lo cargaría en mis brazos directamente al reino de Dios si yo pudiera, pero no puedo hacerlo. ¡Yo no puedo ayudarle a morir!” Y él me dijo, “¿Quién puede?” Yo le dije, “El Señor Jesucristo puede – El vino para ese propósito.” El movió su cabeza, y dijo: “El no puede salvarme; yo he pecado toda mi vida.” Y yo le dije: “Pero El vino a salvar a los pecadores.” Yo pensé en su madre en el norte, y estuve seguro que ella estaba ansiosa de que él muriera en paz, así que yo resolví quedarme con él. Yo oré dos o tres veces, y repetí todas las promesas que pude, porque era evidente que en una pocas horas él se iría. Yo le dije que yo quería leerle una conversación que Cristo tuvo con un hombre que estaba ansioso acerca de su alma. Abrí el Tercer capítulo de Juan. Sus ojos estaban pegados en mí; y cuando llegué a los versículos 14 y 15 – el pasaje frente a nosotros – el captó las palabras.

“Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado en alto; para que TODO AQUEL que en El cree no se pierda, mas tenga vida eterna.”

El me detuvo y dijo, “¿Está eso ahí?” Yo le dije “Si.” El me pidió que se lo leyera de nuevo, y así lo hice.

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El acomodó sus codos en la cama, y juntando sus manos, dijo: “Esto es bueno; ¿quisiera leerlo otra vez?” Lo leí por tercera vez, y seguí con el resto del capítulo. Cuando hube finalizado, sus ojos estaban cerrados, sus manos estaban dobladas, y había una sonrisa en su cara. ¡Oh, cómo estaba de iluminado! ¡Qué cambio el que había sucedido! Vi sus labios estremeciéndose, e inclinado sobre él oí un leve susurro,

“Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado en alto; para que TODO AQUEL que en El cree no se pierda, mas tenga vida eterna.”

El abrió sus ojos y dijo: “Esto es suficiente; no lea más.” El tardó unas pocas horas, descansando su cabeza en estos dos versículos; y luego subió en uno de los carruajes de Cristo a tomar su silla en el Reino de Dios. Cristo le dijo a Nicodemo:

“ A menos que el hombre nazca de nuevo, él no pude ver el Reino de Dios.” Usted puede ver muchos países; pero hay un país – la tierra de Beulah, donde John Bunyan tuvo una visión – que usted nunca tendrá, a menos que usted nazca de nuevo – regenerado por Cristo. Usted puede mirar al horizonte y ver muchos árboles maravillosos; pero el árbol de la vida nunca lo tendrá a menos que sus ojos estén claros por la fe en el Salvador. Usted puede ver los bellos ríos de la tierra – usted puede viajar sobre sus olas; pero fíjelo en la mente que sus ojos nunca se posarán sobre el río que brota del Trono de Dios y fluye a través de lo alto del Reino, a menos que usted nazca de nuevo. Lo dijo Dios y no un hombre. Usted nunca verá el reino de Dios a menos que usted nazca de nuevo. Usted puede ver los reyes y señores de la tierra; pero el Rey de Reyes y Señor de Señores usted nunca lo verá a menos que usted nazca de nuevo. Cuando usted está en Londres usted puede ir a la Torre y ver la corona de Inglaterra, que vale miles de dólares, y es guardada allí por los soldados, pero cláveselo en la mente que sus ojos nunca se posarán sobre la corona de la vida a menos que usted nazca de nuevo. Qué Perderán Aquellos que No Nazcan de Nuevo

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Usted puede escuchar las canciones de Zión que son cantadas aquí; pero una canción – esa de Moisés y el Cordero – el oído incircuncidado nunca la oirá: su melodía solamente endulzara el oído de aquellos que han nacido de nuevo. Usted puede mirar las bellas mansiones de la tierra; pero tenga en cuenta que las mansiones que Cristo ha ido a preparar, usted nunca las verá a menos que nazca de nuevo. Fue Dios quien lo dijo. Usted puede ver diez mil cosas bellas en este mundo; pero la ciudad que Abraham vislumbró – y de la cual desde entonces se convirtió en peregrino y residente – usted nunca la verá a menos que usted nazca de nuevo (Hebreos 11:8,10-16). Usted puede ser invitado alguna vez a un banquete de matrimonio aquí; pero nunca participará en la cena de matrimonio del Cordero a menos que usted nazca de nuevo. Fue Dios quien lo dijo, querido amigo. Usted puede estar mirando la faz de su santa madre esta noche, y sentir que ella está orando por usted; pero vendrá el tiempo en que usted nunca más la verá a menos que nazca de nuevo. Una Promesa hecha a la Madre El lector puede ser un joven señor o una joven señora que recientemente haya estado al lado de la cama de la madre moribunda, y ella pudo haberle dicho: “Confìa y encuéntrame en el cielo.” Y usted hizo la promesa. ¡Ah! Usted nunca más la volverá a ver, a menos que usted nazca de nuevo. Yo le creo a Jesús de Nazaret más pronto que aquellos infieles que le dicen a usted que no necesita nacer de nuevo. Padres, si ustedes esperan ver a sus hijos que ya se han ido, ustedes deben nacer del Espíritu. Posiblemente usted es un padre o una madre que recientemente ha sufrido el llevar a una persona amada a la tumba; y ¡qué oscuro parece su hogar! Nunca más volverá a ver a su hijo, a menos que usted nazca de nuevo. Si usted desea reunirse con su amado usted debe nacer de nuevo. Quizá yo me estoy dirigiendo al padre o a la madre que tiene a un ser amado más allá a lo lejos. Si usted pudiera oír esa voz del amado, ella diría: “Ven por este camino.” ¿Tiene usted a un amigo santificado en el más allá? Joven señor o joven señora: ¿no tienen ustedes una madre en el mundo de la luz? Si usted pudiera escuchar su voz, ella no diría: ¿Ven por este camino, hijo mío,” - “Ven por este camino, hija mía”? Si usted quisiera verla otra vez usted debe nacer de nuevo. Todos nosotros tenemos un Hermano Mayor allá. Hace aproximadamente 1900 años El cruzó al más allá, y de los límites de los cielos El le está llamando a usted al cielo. Démosle la espalda al mundo. Pongamos oídos sordos al mundo. Vamos a

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mirar a Jesús en la Cruz y seamos salvos. Entonces un día veremos al Rey en Su belleza, y no nos iremos más.

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CAPITULO 3

Las Dos Clases “Dos hombres subieron al templo a orar” – Lucas 18:10.

AHORA quiero hablarles de dos clases de hombres:

Primero, aquellos que no sienten la necesidad de un Salvador, que no han sido convencidos del pecado por el Espíritu; y

Segundo, aquellos que están convencidos del pecado y gritan, ¿Qué debo hacer para salvarme? (Hechos 16:30).

Todos los inquisidores pueden ser catalogados en dos grupos: ellos tienen el espíritu de los Fariseos, o el espíritu de los publicanos. Si un hombre que tiene el espíritu del Fariseo viene después de la charla (del servicio), no conozco una mejor parte de la Escritura para enfrentarlo que Romanos 3:10,11:

“Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios.”

Pablo aquí está hablando del hombre común.

“Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, hay siquiera uno.”

Y en el versículo 17 y los que siguen, tenemos:

“Y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos. Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre, y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios.”

¿Quien Ha Pecado?

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Luego observe la última parte del versículo 22 y el 23:

“Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.”

No una parte de la familia humana – sino que toda – “ha pecado, y está destituida de la gloria de Dios.” Otro versículo que ha sido muy usado para convencer a los hombres de sus pecados es 1 Juan 1:8:

“Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.”

Yo recuerdo que en una ocasión estuvimos sesionando en una ciudad del este, de cuarenta mil habitantes; y una dama vino y nos pidió que oráramos por su marido, a quien ella se proponía traer a la reunión posterior. Yo había viajado mucho y había conocido muchos hombres fariseos; pero este hombre estaba tan clavado en su arrogancia que usted no podría hallar el punto de la aguja de convicción en ninguna parte. Yo le dije a su esposa, “estoy encantado de ver su fe; pero nosotros no podemos acercarnos a él; él es el hombre más arrogante que he visto.” Ella me dijo; “¡Usted debe! Mi corazón se romperá si esta reunión termina sin su conversión.” Ella persistió en traer al hombre; y yo estaba casi agotado de la vista de este hombre. Pidió Oraciones para Si Mismo. Pero casi al cierre de nuestras reuniones de treinta días, él subió hasta mí y puso sus manos temblorosas sobre mis hombros. El lugar en que teníamos las reuniones estaba bastante frío, y había un cuarto adyacente en el cual solamente el gas estaba prendido; y él me dijo, “¿No puede venir usted aquí por unos minutos?” Yo pensé que él se estaba moviendo por el frío, y yo no tenía particularmente el deseo de ir adonde estaba más frío. Pero él dijo: “Yo soy el peor hombre del Estado de Vermont. Yo quiero que usted ore por mí.” Yo pensé que él había cometido un asesinato, o algún otro crimen horrendo; y yo le pregunté: “¿Hay algún pecado que particularmente lo molesta a usted? Y él me dijo: “Mi vida entera ha sido un pecado. Yo he sido un presumido, un arrogante Fariseo. Yo quiero que usted ore por mí.” El estaba con una profunda convicción.

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El hombre no podía haber producido este resultado; sino que lo había hecho el Espíritu. Cerca de las dos de la mañana la luz irrumpió sobre su alma; y él fue arriba y abajo de la calle del comercio de la ciudad y contó qué había hecho Dios en él; y desde entonces él ha sido el Cristiano más activo. Hay otros cuatro pasajes que tratan con los inquisidores, que fueron usados por el mismo Cristo. En Lucas 13.3 leemos:

1. “...Si no os arrepentis, todos pereceréis igualmente.” En Mateo 18, cuando vinieron los discípulos a Jesús para saber quién iba a ser el más grande en el Reino del Cielo, se nos dice que El tomó a un niñito y lo puso en medio de elos y dijo:

2. “De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (18:3).

Hay otro “Excepto” importante en Mateo 5:20:

3. “Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.”

A un hombre debe hacérsele conocer antes de que vaya a querer ir dentro del reino de Dios. Yo preferiría ir dentro del reino con el hermano menor que estar afuera con el mayor. El cielo sería el infierno para alguien como él. Un hermano mayor que no se regocija con el regreso de su hermano menor no está preparado para el reino de Dios. Es una cosa solemne a contemplar; pero la cortina cae y lo deja afuera, y al hermano menor adentro. Para él el lenguaje del Salvador bajo otras circunstancias parece apropiado:

4. “De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios.” (Mateo 21:31).

Defendiendo al Hermano Mayor Una vez vino a verme una dama que quería un favor para su hermana. Ella me dijo: “Usted debe recordar que yo no simpatizo con usted en su doctrina.” Yo le

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pregunté: “¿Cuál es su problema?” Ella me dijo: “Yo pienso que su abuso del hermano mayor es horrible. Yo pienso que él tiene un carácter noble.” Yo le dije que estaba dispuesto a escuchar su defensa de él; pero que había una cosa solemne al tomar tal posición; y que el hermano mayor necesitaba ser convertido tanto como el más joven. Cuando la gente habla de ser moral es bueno llevarlo a dar un buen vistazo al viejo hombre discutiendo con su hijo que no quiere entrar. Pero vamos a pasar ahora a la otra clase con la que tenemos que tratar. Está compuesta de aquellos que están convencidos del pecado y de quienes vienen los gritos como los del carcelero de Filadelfia: “¿Qué debo hacer para ser salvo?” A aquellos que pronuncian este grito penitencial no hay necesidad de administrarles la ley. Es suficiente llevarlos directamente a la Escritura:

“...cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” (Hechos 16:31). Muchos llegarán a usted con mal gesto y dirán, “Yo no sé que es creer.” Y aunque es la ley del cielo que ellos deben creer, para ser salvados – todavía ellos preguntan por algo acerca de ello. Nosotros vamos a decirles qué, y adónde, y cómo creer. En Juan 3:35 y 36 leemos:

“El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en Su mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”.

Ahora Esto Se Mira Razonable El hombre pierde la vida por incredulidad – por no creer en la palabra de Dios; y volvemos a tomarla creyendo – tomando a Dios en Su palabra. En otras palabras, nosotros nos levantamos donde Adán cayó. El tropezó y cayó sobre la piedra de la incredulidad, y nosotros somos levantados y estamos de pie por la creencia. Cuando la gente dice que ellos no creen, enséñeles el capítulo y el versículo y manténgalos sobre esto: “¿Ha roto Dios Su promesa durante estos seis mil años?” El diablo y los hombres han estado tratando todo el tiempo y no han tenido éxito en demostrar que El haya roto una simple promesa; y habría júbilo en el infierno hoy si una palabra que El haya dicho se pudiera romper. Si un hombre dice que él no puede creer es bueno presionarlo a él en esta cosa.

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Yo puedo creer a Dios mejor hoy que lo que puedo a mi propio corazón.

“Engañoso es el corazón, y perverso: ¿quién lo conocerá?”.(Jeremías 17:9). Yo puedo creer a Dios mejor que lo puedo hacer por mi mismo. Si usted quiere conocer el camino de la vida, crea que Jesucristo es el Salvador personal; corte con todas las doctrinas y credos, y venga directamente al corazón del Hijo de Dios. Si usted ha sido alimentado por doctrinas secas, no hay mucho crecimiento con esa clase de comida. Las doctrinas son al alma lo que las calles que me llevan a la casa de un amigo que me ha invitado a cenar son al cuerpo. Ellas me conducen allí si yo tomo la correcta; pero si yo permanezco en las calles, mi hambre nunca será satisfecha. Alimentarse de las doctrinas es como tratar de vivir de unas cáscaras secas; y, con seguridad, que el alma que comparte no del Pan enviado desde el cielo, ha de permanecer flaca. Alguien pregunta: “¿Cómo hago para tener mi corazón caliente?” Creyendo. Usted no adquiere poder para amar y servir a Dios hasta que cree. El apóstol Juan dijo:

“Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios; porque este es el testimonio con que Dios Ha testificado acerca de Su Hijo, y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en Su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1 Juan 5:9-12).

El Valor del Testimonio de los Hombres Los negocios humanos se paralizarían si no tomamos en cuenta el testimonio de los hombres. ¿Cómo nos mantendríamos en el curso de la vida ordinaria y cómo negociaríamos, si despreciáramos el testimonio de los hombres? ¡Los asuntos sociales y comerciales llegarían a un punto muerto en cuarenta y ocho horas! Este es el propósito del argumento del apóstol en esto: “Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios.” Dios ha puesto de testigo a Jesucristo, y si el hombre puede creer a sus compañeros que constantemente le están diciendo mentiras y a quienes constantemente los estamos encontrando infieles, ¿por qué no le vamos a tomar Su palabra a Dios y vamos a creerle a Su testimonio?

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La fe es creer en el testimonio. No es un salto en la oscuridad, a como muchos nos dicen. Eso no sería fe en absoluto. Dios no le pide a nadie creer sin darle algo en que creer. Usted podría tanto pedirle a un hombre que vea sin ojos; que oiga sin oídos; y que camine sin pies como intentar que crea sin darle algo en que creer. Cuando yo salí para California yo me agencié de un libro guía. Este me dijo que después de salir del Estado de Illinois, yo cruzaría el Mississippí, y luego el Missouri; entraría a Nebraska; luego iría sobre las Montañas Rocosas al asentamiento Mormón en Salt Lake City, y proseguiría por el camino de la Sierra Nevada hasta San Francisco. Cuando hice el viaje, yo comprobé que la guía estaba correcta; y habría sido un miserable escéptico si, habiendo comprobado que estaba correcta tres cuartas partes del viaje, hubiera dicho que no creería por el resto del mismo. Supóngase a un hombre, dándome la dirección de la oficina de correos, me da diez puntos de referencia; y que, a medida que progreso, encuentro nueve de ellos que son tal a como me ha dicho; yo tengo una buena razón para creer que estoy llegando a dicha oficina. Y si, por creer, yo logro una nueva vida, y una esperanza, una paz, un gozo, y un descanso para mi alma, que nunca antes he tenido; si yo logro autocontrol, y encuentro que yo tengo poder para resistir al diablo y hacer el bien, yo tengo una muy buena prueba de que yo estoy en la vía correcta a la “ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Hebreos 11:10). Y si las cosas han sucedido, y ahora están sucediendo, a como está escrito en la Palabra de Dios, yo tengo razón para concluir que lo que todavía falta será llenado. Y todavía la gente habla de dudas. No hay fe verdadera ahí donde hay miedo. La fe es tomar la Palabra de Dios, incondicionalmente. No puede haber verdadera paz donde hay miedo. “...el perfecto amor echa afuera el temor...” (1 Juan 4:18). ¡Qué angustiada estaría la esposa si ella dudara de su marido! ¡Y qué miserable se sentiría la madre si después que se ha ido su hijo de la casa ella tuviera razón, por su negligencia, para cuestionar esa devoción del hijo! El amor verdadero nunca tiene dudas. Conocimiento, Consentimiento, Apropiación Nosotros debemos conocer a Dios.

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“Y esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3).

Luego nosotros no debemos dar nuestro consentimiento a aquellos que conocemos; sino que debemos permanecer sostenidos de la verdad. Si el hombre simplemente da su consentimiento al plan de salvación, el no lo salvará. El debe aceptar a Cristo como su Salvador. El debe recibirlo y apropiarse de El. Tome Juan 5:24. Hay suficiente verdad en ese solo versículo para que toda alma descanse en la salvación. El no admite una sombra de duda.

“De cierto, de cierto” – que significa verdaderamente, verdaderamente, “os digo: el que oye Mi palabra, y cree al que Me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.”

Ahora, si una persona realmente escucha la palabra de Jesús y cree con el corazón en Dios quien envió al Hijo a ser el Salvador del mundo, y se sostiene asido y se apropia de esta gran salvación, no hay miedo al juicio. El no mirará adelante con terror al Gran Trono Blanco; porque nosotros leemos en 1 Juan 4:17:

“En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo.”

Si creemos, no hay condenación para nosotros, no hay juicio. Eso está detrás de nosotros, y ya pasó; y nosotros tendremos fuerza en el día del juicio. Tenía el Perdón en Su Bolsa Yo recuerdo haber leído de un hombre que estaba en juicio por su vida. El tenía amigos con influencia; y ellos procuraban el perdón del rey para él con la condición de que él pasara por el juicio, y ser condenado. El fue a la corte con el perdón en su bolsa. El sentimiento contra él corrió alto, y el juez dijo que la corte estaba chocada de que él no estuviera muy preocupado. Pero, cuando la sentencia fue pronunciada, él sacó el perdón, lo presentó y salió como un hombre libre. El había sido perdonado, y así lo somos nosotros. Luego, deje que venga la muerte, no tenemos nada que temer. Todos los sepultureros en el mundo no pueden cavar una fosa tan grande y tan profunda para que quepa la vida eterna, todos los fabricantes de ataúdes en el mundo no pueden construir un ataúd

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suficientemente grande y firme para sostener la vida eterna. La muerte ha tenido su mano sobre Cristo una vez, pero nunca más. Jesús dijo:

“...Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?”

Y en el Apocalipsis leemos que el ascendido Salvador le dijo a Juan,

“Yo soy El que vive, y que estuvo muerto, y, he aquí, que vivo por los siglos de los siglos, amén” (Apocalipsis 1:18).

La muerte no puede tocarlo a El otra vez. Nosotros obtenemos la vida por la creencia. De hecho nosotros obtenemos más que lo que Adán perdió; porque el hijo redimido de Dios es poseedor de una herencia más rica y gloriosa que jamás pudo haber concebido Adán en el paraíso: sí, y esa herencia dura para siempre – ella no es corruptible. Yo preferiría más tener mi vida oculta con Cristo en Dios que haber vivido en el Paraíso; porque Adán podría haber pecado y caído después de haber estado allá por diez mil años. Pero el creyente está seguro, si estas cosas vienen a ser reales para él. Hagámoslas un hecho, y no una ficción. Dios lo ha dicho; y eso es suficiente. Creámosle a El aun donde no podamos trazarlo. Dejemos que nos anime la misma confianza que estaba en la pequeña Maggie, según es relatada en el siguiente pero conmovedor incidente que yo leí en el Tesoro de la Biblia: La Historia de Maggie “Yo he estado ausente de mi casa por varios días, y me estaba preguntando, como nuevamente atraída cerca del cacerío, si mi pequeña Maggie, que apenas se puede sentar sola, me recordaría. Para probar su memoria, me estacioné donde no podía ser visto por ella, y pronuncié su nombre en el tono familiar, ´¡Maggie! Ella tiró sus cosas, corrió alrededor del cuarto, y miró hacia abajo entre sus juguetes. Nuevamente repetí su nombre, ´Maggie´ entonces ella otra vez revisó su cuarto; pero al no ver la cara de su padre, ella se quedó muy triste, y lentamente reasumió lo que estaba haciendo. Una vez más la llamé, ´¡Maggie!´

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entonces, tirando sus cosas, y rompiendo en llanto, ella extendió sus brazos en la dirección de adonde procedía el sonido, sabiendo que, aunque ella no podía verlo, su padre debía estar ahí PORQUE ELLA CONOCIA SU VOZ.” Ahora, nosotros tenemos poder para ver y para oír, y tenemos poder para creer. Para los inquisidores, tomar esta materia que ellos no pueden creer, todo es una locura. Ellos pueden, si quieren. Pero el problema con la mayoría de la gente es que ellos han conectado SENTIMIENTO con CREENCIA. Ahora, el Sentimiento no tiene nada que ver con la Creencia. La Biblia no dice - El que siente, o el que siente y cree, tiene vida eterna. Nada de eso. Yo no puedo controlar mis sentimientos. Si yo pudiera, yo nunca me sentiría mal, o con dolor de cabeza o dolor de muelas. Yo estaría bien todo el tiempo. Pero yo le puedo creer a Dios; y si nosotros fijamos nuestros pies en esa roca, dejemos que vengan las dudas y los miedos y que las olas golpeen alrededor nuestro, el ancla nos sostendrá. La Clase Correcta de Fe Algunas gentes están todo el tiempo mirando a su fe. La fe es la mano que toma la bendición. Yo escuché esta ilustración de un mendigo. Suponga que usted iba a encontrar un hombre en la calle a quien usted ha conocido por años ser un inveterado mendigo; y que usted le ofrece algún dinero, y que él le dijera: “Le agradezco; no quiero su dinero; no soy un mendigo.” “¿Cómo es eso?” “Anoche un hombre puso en mis manos mil dólares.” “¡El lo hizo! ¿Cómo supo usted de que era buen dinero?” “Lo llevé al banco y lo deposité y he conseguido una libreta.” “¿Cómo consiguió este regalo?” “Yo pedí limosnas; y después que el caballero habló conmigo él sacó mil dólares en monedas y las puso sobre mi mano.” “¿Cómo supo usted que él las puso en la mano derecha?”

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“¿Por qué preocuparme de cual mano, si justamente conseguí el dinero.” Mucha gente siempre está pensando si la fe por la cual ellos dependen de Cristo es de la clase correcta - pero lo que es más esencial es ver que tenemos la verdadera clase de Cristo. La fe es el ojo del alma; ¿y quien pensaría alguna vez en sacarse un ojo para ver si él era de la clase correcta así como la visión era perfecta? No es mi gusto, sino lo que gusto, lo que satisface mi apetito. Así que, queridos amigos, es tomando a Dios en Su palabra que tenemos el medio de nuestra salvación. La verdad no puede ser hecha más simple. Hay un hombre viviendo en la Ciudad de Nueva York que tiene una casa en el Río Hudson. Su hija y su familia llegan a pasar el invierno con él; y en el curso de la estación brota la fiebre escarlata. Una niñita fue puesta en cuarentena, para mantenerla separada del resto. Todas las mañanas el viejo abuelo acostumbraba ir y ofrecerle a su nieta un “Adiós”, antes de irse para el trabajo. En una de esas ocasiones la cosita tomó de la mano al viejo hombre, y, llevándole a un esquina del cuarto, sin decir una palabra, ella señaló al piso donde ella había arreglado algunos pequeños cubos de forma a que se pudieran leer, “Abuelo, yo quiero una caja de pinturas.” El no dijo nada. A su regreso a casa el colgó su sobretodo y fue al cuarto a como era lo usual; cuando su nietecita, sin mirar para ver si se había cumplido su deseo, le llevó a la misma esquina, donde él leyó en la misma forma: “Abuelo, gracias por la caja de pinturas.” Por nada, el viejo hombre habría olvidado de gratificar a la niña. Esa fue fe. La fe es tomar a Dios en Su palabra; y aquellos que quieren algunas muestras siempre están cayendo en problemas. Nosotros queremos llegar a esto: DIOS LO DIJO – CREAMOSLE. Pero algunos dicen, la Fe es el regalo de Dios. Así es el aire; pero usted tiene que respirarlo. Así es el pan; pero usted tiene que comerlo. Así es el agua; pero usted tiene que beberla. Algunos están queriendo una milagrosa clase de sentimiento. Esa no es la fe.

“Así es que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios” (Romanos 10:17).

Es entonces cuando llega la fe. No está en mí sentarme y esperar la fe para que venga deslizándose sobre mí con una extraña sensación; pero está en mí tomar a

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Dios en Su palabra. Y usted no puede creer, a menos que usted tenga algo para creer. Así que tome la Palabra a como está escrita, y aprópiese de ella, y agárrese de ella. En Juan 6: 47-48 leemos:

“De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida.”

Ahí está el pan adecuado a la mano. Participemos de él. Yo podría tener miles de rodajas de pan en mi casa, así como también muchos hombres hambrientos esperando. Ellos podrían saber del hecho de que el pan está allí; pero a menos que ellos tomen una rodaja de pan y comiencen a comer, su hambre no estaría satisfecha. Así, Cristo es el Pan del cielo; y como el cuerpo se alimenta de comida natural, así el alma debe alimentarse en Cristo. Fe Ilustrada Si un hombre que se está ahogando ve una cuerda que se le ha tirado para rescatarlo, él debe agarrarse de ella; y para lograrlo él debe desprenderse de cualquier otra cosa. Si un hombre está enfermo, él debe tomar la medicina – sólo viéndola no se curará. El conocimiento de Cristo no ayudará al inquisidor, a menos que él crea en El, y se agarre de El como su única cuerda. Los mordidos Israelitas podrían haber creído que la serpiente había sido levantada; pero a menos que ellos la miraran, ellos no serían salvados.

“Y el Señor envió entre el pueblo serpientes ardientes, que mordían al pueblo; y murió mucho pueblo de Israel. Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: hemos pecado por haber hablado contra el Señor, y contra ti; ruega al Señor que quite de nosotros estas serpientes. Y Moisés oró por el pueblo. Y el Señor dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre un palo; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá. Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre un palo; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía” (Números 21:6:9).

Yo creo que cierta línea de vapores me llevará a través del océano, porque lo he tratado; pero esto no ayudará a otro hombre que pueda querer ir, a menos que actúe basado en mi conocimiento. Así, el conocimiento de Jesús no nos ayuda a

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menos que actuemos basados en él. Así como un hombre se sube a bordo de un vapor para cruzar el Atlántico, así debemos tomar a Cristo y hacer un compromiso de nuestras almas a El; y El ha prometido guardar a todo aquel que ponga su confianza en El. Para creer en el Señor Jesucristo es simplemente tomarlo a El en Su palabra.

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CAPITULO 4.

Palabras de Consejo "La caña cascada no quebrará" -Isaías 42:3; Mateo 12:20.

ES PELIGROSO para aquellos que están buscando la salvación apoyarse en la experiencia de otra gente. Muchos están esperando la repetición de la experiencia de su abuelo o su abuela. Yo tengo un amigo que fue convertido en un campo; y él piensa que el pueblo entero debe ir a ese prado y ser convertido. Otro fue convertido bajo un puente; y él piensa que si cualquier investigador fuera allá, allí encontraría al Señor. La mejor cosa para el ansioso es ir directamente a la Palabra de Dios. Si hay personas en el mundo para quienes la Palabra debe ser muy preciosa es para aquellos que están preguntando cómo ser salvos. Excusas Ofrecidas Por ejemplo, un hombre puede decir: “No tengo fuerzas.” Llévelo a Romanos 5:6. “Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.” Es debido a que no tenemos fuerza que necesitamos a Cristo. El vino a darle fuerzas al débil. Otro puede decir, “Yo no veo.” Cristo dijo: “Yo soy la luz del mundo” (Juan 8-12). El no vino sólo a dar luz, sino “A abrir los ojos de los ciegos” (Isaías 42-7) Otro puede decir, “No creo que todo hombre pueda ser salvado de una sola vez” Una persona sosteniendo ese punto de vista estuvo una vez en el cuarto de las investigaciones; y llamé su atención a Romanos 6:23: “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”

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¿Cuánto tiempo toma aceptar un obsequio? Hay un momento en que usted no lo tiene, y otro en que lo tiene – un momento en que es de otro, y el siguiente en que es suyo. No toma seis meses lograr la vida eterna. Sin embargo, en algunos casos puede ser como la semilla de mostaza, muy pequeña en el comienzo. Algunas personas son convertidas gradualmente, como la luz de la mañana, que es imposible expresar el momento en que comenzó a salir, mientras que otros, son como el destello de un meteoro y la verdad estalla sobre ellos repentinamente. Yo no iría por la calle para probar cuándo fui convertido; sino que lo importante para mí es saber que realmente lo he sido. Es posible que un muchacho haya sido tan cuidadosamente entrenado que sea imposible decir cuándo comenzó el nuevo nacimiento; pero debe haber habido un momento cuando el cambio tuvo lugar, y cuando él se convirtió en un participante de la naturaleza Divina. . Conversiones Instantáneas Algunas personas no creen en la CONVERSION INSTANTANEA. Pero yo reto a cualquiera a mostrar una conversión en el Nuevo Testamento que no fuera instantánea. “Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió.” (Mateo 9:9). Nada pudo ser más repentino que eso. Zaqueo, el publicano, intentó ver a Jesús; y como era pequeño de estatura subió a un árbol. Cuando Jesús llegó a la plaza El miró hacia arriba y lo vio, y dijo: “Zaqueo, date prisa, y desciende...” (Lucas 19:5). Su conversión debe haber tenido lugar entre la rama y el suelo. Se nos dijo que él recibió a Jesús lleno de gozo, y dijo: “He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado” (Lucas 19:8).

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En estos días muy pocos podrían decir esto como prueba de su conversión. La casa entera de Cornelius fue convertida de repente; el Espíritu Santo cayó sobre ellos porque Pedro les predicó de Cristo a él y su compañía, y ellos fueron bautizados (Hechos 10). En el día de Pentecostés tres mil gozosos recibieron la Palabra. No solamente fueron convertidos, sino que ellos fueron bautizados ese mismo día (Hechos 2). Y cuando Felipe le habló al eunuco, cuando ellos iban en su camino, el eunuco le dijo a Felipe: “...Ves, aquí es agua: ¿qué impide que yo sea bautizado?” (Hechos 8:36) Nada lo impedía. Y Felipe dijo: “Si crees de todo corazón, bien puedes. ... Y descendieron ambos al agua, Felipe y el Eunuco, funcionario de Candace, reina de los etíopes, ...y le bautizó... y siguió gozoso su camino” (Hechos 8:27,38,39). Usted encontrará a través de toda la Escritura que las conversiones fueron repentinas e instantáneas. Un hombre tiene la costumbre de robarle dinero a su empleador. Suponga que él ha tomado $1,000 en doce meses; ¿usted le diría que el próximo año tome $500, y menos el siguiente, y el siguiente, hasta que en cinco años la suma tomada fuera solamente $50? Eso sería el mismo principio de la conversión gradual. Si esa persona fuera llevada a la corte y perdonada, porque él no pudo cambiar su modo de vida de una sola vez, sería considerado como un procedimiento muy extraño. Cómo parar de Robar Pero la Biblia dice: “El que hurtaba no hurte más” (Efesios 4:28).

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Es “!media vuelta a nuestra cara!” Suponga que una persona tiene el hábito de maldecir 100 veces al día: ¿debemos aconsejarle de no maldecir más de noventa veces el día siguiente, y ochenta el próximo día, de forma que con el correr del tiempo él haya dejado el mal hábito? La Palabra de Dios manda a no blasfemar o maldecir. “Pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.” (Santiago 3:8-10). Suponga que otro hombre tiene la costumbre de emborracharse y golpear a su mujer dos veces al mes; si él solamente lo hizo una vez en el mes, y luego sólo una vez en seis meses, esto seria, bajo el mismo pensamiento, tan razonable como una gradual conversión. Suponga que Ananías hubiera sido enviado a Pablo, cuando él estaba camino a Damasco exhalando amenazas y matando a los discípulos, y llevándoles a prisión, a decirles que no matara a tantos a como él intentaba; y que dejara la enemistad morir fuera de su corazón, gradualmente, pero no toda de una sola vez. Suponga que él le hubiera dicho que no parara de una sola vez la exhalación, amenazas y matanzas, y comenzara a predicar a Cristo, porque los filósofos dirían que el cambio que era repentino no se sostendría; este sería el mismo razonamiento usado por aquellos que no creen en la conversión instantánea. Miedo de que ellos no resistirán. Luego otra clase dice que tienen miedo de que ellos no resistirán. Esta es una clase numerosa y muy optimista. A mí me gusta ver a un hombre que no se tiene confianza a si mismo. Es bueno tomar a alguien así para que vea a Dios, y recordarle que no es él quien sostiene a Dios, sino que es Dios quien lo sostiene a él. Algunos quieren sostenerse de Cristo; pero la cosa es obtener a Cristo para que él lo sostenga a usted en respuesta a su plegaria. Leamos el Salmo 121: “Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra. No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda. He aquí no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel.

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Jehová es tu guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará de día, ni la luna de noche. Jehová te guardará de todo mal; El guardará tu alma. Jehová guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre.” Alguien llama a este salmo el salmo del viajero. Es un salmo bello para aquellos de nosotros que somos peregrinos a través del mundo; y uno con el cual nosotros debemos estar bien enterados. Dios hará aquello que El ha hecho antes. El mantuvo a José en Egipto; Moisés ante el Faraón; Daniel en Babilonia; y capacitó a Elías para estar frente a Ajab en ese oscuro día. Y yo estoy agradecido de que estos hombres que he mencionado fueran hombres con pasiones como nosotros. Fue Dios quien los hizo tan grandes. Lo que el hombre quiere es mirar a Dios. La real y verdadera fe es la debilidad del hombre apoyada en la fortaleza de Dios. Cuando el hombre no tiene fuerzas, si él se apoya en Dios él viene a ser poderoso. El problema es que nosotros tenemos demasiada fortaleza y confianza en nosotros mismos. Otra vez en Hebreos 6:17-20: “Por lo cual, queriendo Dios mostrar más abundantemente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su consejo, interpuso juramento; para que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros. La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor; hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.” Miedo de no “resistir”. Ahora estos son unos versículos preciosos para aquellos que tienen miedo de caer, miedo de que ellos no resistirán. Es la obra de Dios sostenerlos. Es asunto del Pastor mantener a las ovejas. ¿Quién ha escuchado alguna vez de la oveja que va a traer de vuelta al pastor? La gente tiene la idea de que ellos deben mantenerse a si mismos y a Cristo también. Es una falsa idea. Es trabajo del pastor responder por ellas, y cuidar a aquellos que creen en El. Y El ha prometido hacerlo. Una vez escuché que cuando un capitán de la marina estaba muriendo dijo: “Gloria a Dios; el ancla que sostiene.” El creía en Cristo. Su anclaje fue montado sobre roca sólida. En una ocasión, un irlandés dijo que “él temblaba;

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pero la Roca nunca.” Nosotros queremos obtener una fundación segura. En 2 Timoteo 1:12 Pablo dice: “...porque yo sé a quien he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día.” Esta fue la seguridad de Pablo. Durante la última guerra de rebelión, uno de los capellanes, yendo a través de los hospitales, llegó a un hombre que estaba muriendo. Encontrando que él era un Cristiano, le preguntó a cuál seguridad él pertenecía, y le fue dicho que “a la seguridad de Pablo.” “¿Es él un Metodista? Preguntó, porque los Metodistas todos claman a Pablo. “No.” ¿Es un Presbiteriano?” porque los Presbiterianos tienen un especial clamor a Pablo. “No,” fue su respuesta. ¿Entonces, él pertenece a la Iglesia Episcopal?” porque todos los hermanos Episcopales sostienen que ellos tienen clamor al Jefe de los Apóstoles. “No,” él no es un Episcopal. “Entonces, ¿a cuál seguridad pertenece él?” “Yo ´estoy persuadido de que El es poderoso para guardar mi depósito para aquel día´.” Es una gran seguridad; y esto le dio descanso al soldado moribundo en la hora de la muerte. A aquellos que temen que no resistirán dejémosles dar la vuelta al versículo 24 de la Epístola de Judas:

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“Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría.” Luego miremos a Isaías 41:10: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” Luego el versículo 13: “Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo.” Es Dios quien Sostiene Ahora, si Dios me ha tomado de mi mano derecha con El, ¿El no puede tomarme y sostenerme? ¿No tiene Dios el poder para sostener? El gran Dios que hizo el cielo y la tierra puede sostener a un pobre pecador como usted y como yo si confiamos en El. Refrenar el sentimiento de confianza en Dios por el miedo a caer – sería como un hombre que rehúsa el perdón por miedo de volver a caer en la prisión nuevamente; o el hombre que se está ahogando y que rehúsa ser rescatado, por miedo a caer en el agua de nuevo. Muchos hombres miran hacia delante de la vida Cristiana, y tienen miedo de que ellos no tendrán la fuerza suficiente para resistir hasta el final. Ellos olvidan la promesa de que: “...y como tus días, serán tus fuerzas.” (Deuteronomio 33:25). Esto me recuerda el péndulo del reloj que crece descorazonado al pensar que tiene que viajar muchos miles de kilómetros; pero cuando él reflexiona que la distancia va a ser cubierta por “tick, tick, tick,”, toma coraje fresco para ir en su jornada diaria. Así es el especial privilegio del Cristiano, comprometerse consigo mismo a depender de su Padre celestial y confiar en El día tras día. Es una cosa confortable conocer que el Señor no comenzará el buen trabajo sin también finalizarlo.

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Dos Clases de Escépticos Hay dos clases de escépticos – una clase que honestamente tiene dificultades; y otra clase que se deleita en discusiones. Yo acostumbraba pensar que esta última clase sería como una espina en mi carne; pero ahora ya no me pinchan. Hombres de esta estampa acostumbraban colgarse alrededor de Cristo para enredarlo en Su ponencia. Ellos llegan a nuestras reuniones a entablar una discusión. A todos ellos les recomendaría el consejo de Pablo a Timoteo: “Pero desecha las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas” (2 Timoteo 2:23). ¡Cuestiones insensatas! Muchos jóvenes convertidos cometen un lamentable error. Ellos piensan que ellos están para defender la Biblia entera. Yo conocía muy poco de la Biblia cuando fui convertido por primera vez; y yo pensaba que yo tenía que defenderla del principio a fin de todos los que llegaban; pero un infiel de Boston hizo presa de mí, echó al piso todos mis argumentos de una sola vez, y me desanimó. Pero he vuelto sobre ella ahora. Hay muchas cosas en la Palabra de Dios que yo no profeso conocer. Cuando se me pregunta qué hago con ellos, Yo digo: “no hago nada.” “¿Cómo les explico a ellos?” “Yo no les explico.” “¿Qué hace usted con ellos?” “¿Por qué?, yo les creo a ellos.” Y cuando me dicen: “yo no creeré nada que yo no comprendo,” Yo simplemente respondo que yo sí. Hay muchas cosas que fueron oscuras y misteriosas cinco años atrás, que yo tengo claras desde que tuve una corriente de luz; y que yo espero estar encontrando algo fresco acerca de Dios a través de la eternidad. Yo no hago un punto de discusión los pasajes de la Escritura. Un viejo divino ha dicho que algunas personas, si quieren comer pescado, que comiencen recogiendo los huesos. Yo aparto tales asuntos hasta que yo tengo luz sobre ellos. Yo no estoy empecinado en explicar lo que yo no comprendo.

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“Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre...” (Deuteronomio 29:29); Y éstas las tomo, y las como y me alimento de ellas, para alcanzar la fortaleza espiritual. El Consejo de Dios Luego, hay un pequeño y sabio consejo en Tito 3:9: “Pero evita las cuestiones necias y genealógicas, y contenciosas, y discusiones acerca de la Ley; porque son vanas y sin provecho.” Pero ahora viene un escéptico honesto. Con él yo trato tan tiernamente como una madre con su hijo enfermo. Yo no tengo simpatía con esa gente que, porque un hombre es escéptico, lo sacan y no tienen nada con él. Hace algún tiempo, yo estuve en una sesión informativa, y entregué a una persona escéptica, una señora Cristiana, a quien había conocido un poco tiempo atrás. Viendo alrededor después, pronto noté al investigador marchando fuera del vestíbulo. Yo pregunté: “¿Por qué la deja ir?“ “¡Oh, ella es una escéptica!” Fue la respuesta. Yo corrí a la puerta y alcancé a detenerla, e introducirla a otro trabajador cristiano que estuvo cerca de una hora en conversación y oración con ella. El la visitó a ella y a su esposo; y en el curso de una semana, esa inteligente joven señora desechó su escepticismo y vino a ser una activa Cristiana. Toma tiempo, tacto, y oración, pero si una persona de esta clase es honesta, estamos obligados a tratar con ella como el Maestro lo haría con nosotros. Aquí hay algunos pasajes para los investigadores que dudan: “El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta” (Juan 7:17). Si un hombre no está dispuesto a hacer la voluntad de Dios, él no conocerá la doctrina. No hay clase de escépticos que sean ignorantes del hecho que Dios desea que ellos abandonen el pecado; y si un hombre está queriendo regresar del pecado y tomar la luz y darle gracias a El por lo que a El le hace darle, y no espera

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tener la luz de toda la Biblia de una sola vez, él tendrá más luz día a día, hará progresos paso a paso; y será conducido fuera de la oscuridad en la clara luz del cielo. En Daniel 12:10 se nos ha dicho: “Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán.” Ahora, Dios nunca revelará Sus secretos a Sus enemigos. ¡Nunca! Y si un hombre persiste en el pecado, él no conocerá las doctrinas de Dios. “La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, y a ellos les hará conocer su pacto” (Salmo 25:14). Y en Juan 15:15, leemos: “Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su Señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.” Cuando ustedes se convierten en amigos de Cristo, ustedes conocerán Sus secretos. El Señor dijo: “...¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer? (Génesis 18:17). Ahora, aquellos que más se parecen a Dios son más propensos a comprenderlo. Si un hombre no tiene la voluntad de regresar del pecado, él no conocerá la voluntad de Dios, ni Dios le revelará a él Sus secretos. Pero si un hombre quiere regresar del pecado, él se sorprenderá de ver ¡cómo le vendrá la luz! ¿Por qué la Biblia fue “Arida”? Yo recuerdo una noche en que la Biblia para mí fue el libro más árido y más oscuro del universo. El día siguiente fue completamente diferente. Yo pienso que yo tenía la clave de ello. Yo había sido nacido del Espíritu. Pero antes de conocer algo de la mente de Dios, yo tuve que abandonar mi pecado. Yo creo que Dios

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encuentra a toda alma en el lugar de su propio contorno, cuando ellas están deseando permitirle a El que les guíe y les dirija. El problema con muchos escépticos es su propio engreimiento. ¡Ellos saben más que el Omnipotente¡ Y ellos no vienen con un espíritu abierto a la enseñanza. Pero en el momento en que el hombre viene con un espíritu receptivo, él es bendecido; porque “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5).

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CAPITULO 5

Un Divino Salvador “Tú eres EL CRISTO, el Hijo del Dios viviente” (Mateo 16:16, Juan 6:69).

Nosotros NOS ENCONTRAMOS con una cierta clase de investigadores que no creen en la Divinidad de Cristo. Hay muchos pasajes que darán luz en esta materia. En 1 Corintios 15:47, leemos: “El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo.” En 1 Juan 5:20: “Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna.” De nuevo en Juan 17:3: “Y esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.” Y luego en Marcos 14:60-64: “Entonces el sumo sacerdote, levantándose en medio, preguntó a Jesús, diciendo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican estos contra ti? Mas El callaba, y nada respondía. El sumo sacerdote le volvió a preguntar, y le dijo: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito? Y Jesús le dijo: Yo soy; y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo. Entonces el sumo sacerdote, rasgando su vestidura, dijo: ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? Habéis oído la blasfemia; ¿qué os parece? Y todos ellos le condenaron, declarándole ser digno de muerte.”

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¿Qué Me Llevó a Creer en la Divinidad de Cristo? Lo que me llevó a creer en la Divinidad de Cristo fue esto: yo no sabía donde colocar a Cristo, o qué hacer con El, si El no era divino. Cuando yo era un muchacho, yo creía que El era un buen hombre como Moisés, José o Abraham. Incluso pensé que El fue el mejor hombre que haya vivido en la tierra. Pero encontré que Cristo tenía un clamor más alto. El proclamaba ser Dios-Hombre; ser divino; haber venido del cielo. El dijo: “...antes que Abraham fuese, yo soy” (Juan 8:58). Yo no lo podía comprender; y llegué a la conclusión – y reto a cualquier hombre inocente a negar la inferencia, o a poner el argumento – que Jesucristo es un impostor o embustero, o El es el Dios-Hombre, Dios manifestado en la carne. Y por estas razones. El primer mandamiento es: “No tendrás dioses ajenos delante de mí” (Exodo 20:3). Miren a los millones a través de la Cristiandad que veneran a Jesucristo como Dios. Si Cristo no es Dios, esto es idolatría. Todos nosotros somos culpables de romper el primer mandamiento, si Jesús fue un mero hombre – si El fue un cuerpo creado, y no lo que El proclama ser. Algunas personas, que no admiten Su divinidad, dicen que el fue el mejor hombre que jamás vivió; pero si El no fue Divino, por esa suficiente razón, El no debe ser reconocido como un buen hombre, porque El mantuvo el reclamo de honor y dignidad de las cuales esta gente declara que El no tiene derecho o título. Esto lo colocaría a El como un impostor. Otros dicen que El creía que El era divino, pero que El estaba engañado. ¡Como si Jesucristo fue llevado por la desilusión y la decepción, y pensó que El era más que lo que era! Yo no puedo concebir una idea más baja de Jesucristo que ésta. Esto no sólo haría de El un impostor; sino que El estaría desquiciado, y El no sabría que lo estaba, o de donde El venía. Ahora, si Jesucristo no fue lo que El proclamó ser, El Salvador del mundo; y si El no vino del cielo – El fue un gran impostor. Pero ¿cómo puede cualquiera leer la vida de Jesucristo y hacer de El un embustero? Un hombre generalmente tiene varios motivos para ser un impostor. ¿Qué fue el motivo de Cristo? El sabía que el camino que El estaba transitando le conduciría a El a la cruz; que Su nombre sería calificado como vil; y que muchos

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de Sus seguidores serían llamados a dejar sus vidas por Su consideración. En un tiempo cercano cada uno de los apóstoles fue un mártir; y ellos fueron considerados como desechos y basuras en medio de la gente. Si un hombre es un impostor, él tiene un motivo detrás de su hipocresía. ¿Pero cuál fue el objetivo de Cristo? El registro es que El “fue haciendo el bien” (Hechos 10:38). Este no es el trabajo de un impostor. No dejes que el enemigo de tu alma te engañe. En Juan 5:21.23 leemos: “Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida. Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, para que todos honren al Hijo como al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió.” Cómo Funciona Ahora, note: por la ley Judaica si un hombre era un blasfemo, era llevado a la muerte; y suponiendo que Jesús sea meramente humano, si esto no es blasfemia yo no conozco adónde usted la encontrará. “...El que no honra al Hijo no honra al Padre..”.(Juan 5:23). Evidentemente es una blasfemia si Cristo no es divino. Si Moisés, o Elías, o Eliseo, o cualquier otro hubiera dicho: “Tú debes honrarme así como honras a Dios”, y se hubiera puesto a si mismo en el nivel de Dios, esto sería una completa blasfemia. Los Judíos declararon la muerte de Cristo porque ellos dijeron que El no era lo que El proclamaba ser. Fue por ese testimonio que Él fue catalogado como un blasfemo. El sumo sacerdote dijo: “...Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres Tú el Cristo, el Hijo de Dios”(Mateo 26:63). Y cuando los Judíos rodearon a Jesús y dijeron: “¿Hasta cuándo nos turbarás el alma?. Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente”(Juan 10:24). Jesús dijo:

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“Yo y Mi Padre somos uno”(Juan 10:30). Luego los Judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle (Juan 10.31). Ellos decían que no querían oírle más, porque era una blasfemia. Porque El se declaró a Si Mismo ser el Hijo de Dios que fue condenado y puesto a muerte (Mateo 26:63-66). Ahora, si Jesucristo fue simplemente hombre, los Judíos hicieron lo correcto, de acuerdo a sus leyes, llevándole a la muerte. En Levítico 24:16, leemos: “Y el que blasfemare el nombre de Jehová, ha de ser muerto; toda la congregación lo apedreará; así el extranjero como el natural, si blasfemare el Nombre, que muera.” Esta ley les obligaba a ellos a llevar a la muerte a todo aquel que blasfemare. Haciendo esta aseveración de que El era divino fue que le costó Su muerte; y por la ley Mosaica El debía haber sufrido la pena de muerte. En Juan 16:15 Cristo dice: “Todo lo que tiene el Padre es Mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.” ¿Cómo podía El ser un simple buen hombre y usar tal lenguaje? Desde que yo fui convertido, nunca más ninguna duda ha entrado a mi mente sobre este punto. Una Buena Prueba Una vez le fue preguntado a un notorio pecador que cómo él podía probar la divinidad de Cristo. Su respuesta fue, “Porque El me ha salvado, y esa es una muy buena prueba, ¿no es así?” En una ocasión, un infiel me dijo: “He estado estudiando la vida de Juan El Bautista, Señor Moody. ¿Por qué usted no predica de él? El fue más importante que Jesús. Usted haría una gran labor.” Yo le dije a él: “Mi amigo, usted predica a Juan El Bautista; y yo lo seguiré y predicaré a Cristo: y veremos quien tiene los mayores resultados.”

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“Usted tendrá los mayores resultados,” me dijo él, “porque la gente es muy supersticiosa.” ¡Ah! Juan fue decapitado; y sus discípulos suplicaron por su cuerpo y lo sepultaron. Pero Cristo se levantó de la muerte; “Subiste a lo alto, cautivaste la cautividad, Tomaste dones para los hombres” (Salmo 68:18). Cristo es Resucitado Nuestro Cristo VIVE. Mucha gente no ha entendido que Cristo fue resucitado de la tumba. Ellos adoran a un Salvador muerto, como María, que dijo: “...Porque se han llevado a mi Señor; y no sé dónde le han puesto” (Juan 20:13). Este es el problema con aquellos que dudan de la divinidad de nuestro Señor. Luego miren en Mateo 18:20: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allá estoy yo en medio de ellos”. “ALLA ESTOY YO.” Bien, ahora, si El es un simple hombre, ¿cómo puede El estar allá? Todos estos son pasajes fuertes. Otra vez en Mateo 28:18: “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.” ¿Podía ser El un simple hombre y hablar de este modo? “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.” Luego nuevamente en Mateo 28:20: “Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”

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Si el fuera simplemente un hombre, ¿Cómo podría El estar con nosotros? Todavía El dice: “...yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” Luego nuevamente en Marcos 2:7-9: “¿Por qué éste habla así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios? Y conociendo luego Jesús en su espíritu que cavilaban de esta manera dentro de sí mismos, les dijo: ¿por qué caviláis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda? Algunos hombres le encontrarán a usted y le dirán:”¿Acaso Elías no fue resucitado de la muerte?” Note que en los casos raros en que hombres han sido elevados de la muerte, ellos lo fueron por el poder de Dios. Ellos clamaron a Dios para hacerlo. Pero cuando Cristo estuvo en la tierra El no clamó al Padre para llevarlo de la muerte a la vida. Cuándo Él fue a la casa de Jairo, El dijo: “...Niña, a ti te digo, levántate” (Marcos 5:41). El tenía la potestad (el poder) de dar vida. ¿Cuándo ellos iban cargando al joven de Naín, El tuvo compasión de la madre viuda y vino y tocó el féretro y dijo: “Joven, a ti te digo, levántate” (Lucas 7:14). El hablaba, y el muerto se levantaba. Y cuando levantó a Lázaro, El lo llamó con una voz fuerte: “¡Lázaro, ven fuera!”(Juan 11:43). Y Lázaro oyó, y salió. Alguien ha dicho que fue bueno que Lázaro haya sido mencionado por su nombre, porque si no todos los muertos al escuchar la voz de Cristo inmediatamente se hubieran levantado. En Juan 5:25 Jesús dijo:

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“De cierto, de cierto, os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oyeren vivirán.” ¡Qué blasfemia habría sido esta, sostener que El no ha sido divino! La prueba es agobiante, si usted quiere sólo examinar la Palabra de Dios. Adoración Aceptada por Cristo Y luego otra cosa – Ningún hombre bueno, excepto Jesucristo, alguna vez ha permitido que alguien lo adorara. Cuando esto fue hecho El nunca rechazó al adorador. En Juan 9:38 leemos que cuando el ciego fue encontrado por Cristo él dijo: “Creo, Señor, y le adoro” (Juan 9:38). El Señor no lo rechazó. Luego, de nuevo en Apocalipsis 22: 6-9, esto: “Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto. ¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las profecías de este libro. Yo Juan soy el que vio y oyó estas cosas. Y después que las hube visto y oído, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas. Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, de los hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios.” Aquí vemos, que aún el ángel no le permitió a Juan adorarle. ¡Aún un ángel del cielo! Y si Gabriel viene aquí desde la presencia de Dios sería un pecado adorarle o a cualquier serafín, o cualquier querubín, o a Miguel, o a cualquier arcángel. “¡ADORA A DIOS!” Y si Jesucristo no fuera Dios manifestado en la carne, nosotros somos culpables de idolatría al adorarlo a El. En Mateo 14:33 leemos: “Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios.” El no los rechazó.

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Y en Mateo 8:2, leemos: “Y he aquí vino un leproso y se postró ante El, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.” En Mateo 15:25: “Entonces ella vino y se postró ante El, diciendo: ¡Señor, socórreme!” Hay muchos más pasajes; pero yo les he dado estos, que en mi opinión, son suficientes para probar fuera de toda duda la Divinidad de nuestro Señor. En Hechos 14 se nos habla que el pueblo pagano de Lystra vino a Pablo con toros y guirnaldas en sacrificio a Pablo y Bernabé porque ellos habían curado a un hombre inválido; pero los evangelistas rasgaron sus vestiduras y le dijeron a la muchedumbre de Lystra que ellos no eran sino hombres, y no debían ser adorados, porque eso era un gran pecado. Y si Jesucristo es un simple hombre, todos nosotros somos culpables de un gran pecado al adorarlo a El. Pero si El lo es, a como creemos, el único bienaventurado y bien amado Hijo de Dios, sometámonos a Su proclamación en nosotros; descansemos en Su trabajo de toda expiación, y vamos adelante a servirle a El todos los días de nuestra vida.

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CAPITULO 6

Arrepentimiento y Restitución “...Dios,...manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan”-

Hechos 17:30.

EL ARREPENTIMIENTO es uno de las doctrinas fundamentales de la Biblia. Sin embargo, yo creo que es una de esas verdades que mucha gente entiende muy poco hoy en día. Hay más gente en la niebla y la oscuridad sobre el Arrepentimiento, la Regeneración, la Expiación, y otras verdades fundamentales similares, que quizá en otras doctrinas. Aún desde nuestros primeros años nosotros hemos oído de ellas. Si yo fuera a preguntar por una definición de Arrepentimiento, una gran cantidad daría una idea falsa y extraña de ella. ¿Cuándo Está Un Hombre Preparado Para Recibir el Evangelio? Un hombre no está preparado para creer o para recibir el Evangelio, a menos que él esté listo para arrepentirse de sus pecados y salir de ellos. Hasta que Juan El Bautista encontró a Cristo, él tenía un solo texto: “...Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 3:2). Pero si él ha continuado diciendo esto, y ha parado ahí sin guiar a la gente al Cristo el Cordero de Dios, él no habría logrado mucho. Cuando Cristo vino, El tomó el mismo grito del desierto: “...Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17). Y cuando nuestro Señor envió afuera a Sus discípulos, fue con el mismo mensaje: “...predicaban que los hombres se arrepintiesen” (Marcos 6:12) Después que El había sido glorificado, y cuando el Espíritu Santo bajó, encontramos a Pedro en el día de Pentecostés elevando el mismo grito: “¡Arrepentíos!” Este fue su prédica – Arrepentirse, y creer el Evangelio – que efectuó tan grandes cambios (Hechos 2:38-47). Y nosotros encontramos que, cuando Pablo fue a Atenas, él elevó el mismo grito:

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“...Dios.....ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hechos 17:30). Antes de que yo hable de lo que es el Arrepentimiento, déjenme brevemente decirles lo que no es. Arrepentimiento no es miedo. Mucha gente ha confundido las dos cosas. Ellos creen que tienen que estar alarmados y aterrados; y ellos están esperando, por alguna clase de temor, que algo caiga sobre ellos. Pero multitudes se han alarmado y realmente no se arrepienten. Quizá ellos habían sido hombres muy profanos; pero cuando vino el peligro ellos repentinamente se volvieron muy comedidos, y comenzaron a llorar a Dios por misericordia. Pero usted no puede decir que ellos se arrepintieron. Cuando la tormenta había pasado, ellos volvieron a comportarse de la misma manera como hacían anteriormente. Usted podría pensar que el rey de Egipto se arrepintió cuando Dios le envió las plagas terribles sobre él y su tierra. Pero eso no fue arrepentimiento en absoluto. En el momento que la mano de Dios fue removida, el corazón del Faraón se volvió más duro que nunca. El no se alejó de un simple pecado; él fue el mismo hombre. Luego, allí no hubo un arrepentimiento verdadero. A menudo, cuando llega la muerte a la familia, parece como si el evento santificara a la conversión de todos aquellos que están en la casa. No más han pasado seis meses y todo puede haber sido olvidado. Algunos que leen esto han pasado por esta experiencia. Cuando la mano de Dios estaba pesada sobre ellos, parecía como si ellos se iban a arrepentir; pero el juicio ha sido removido – y, ¡he aquí!, la impresión entera se ha ido. El Arrepentimiento No Es Sentimiento Otra vez, el arrepentimiento no es sentimiento. Yo encuentro gran cantidad de gente que está aguardando que les llegue una cierta clase de sentimiento. A ellos les gustaría volver a Dios; pero ellos piensan que no pueden hacerlo hasta que les llegue este sentimiento. Cuando yo estuve en Baltimore, acostumbraba predicar los sábados en la Penitenciaría a novecientos convictos. Ahí era difícil encontrar un hombre que no se sintiera suficientemente miserable – ellos tenían una plenitud de sentimientos. En la primera semana o en los primeros diez días de su encarcelamiento muchos de ellos lloraban la mitad del tiempo. Sin embargo, cuando fueron liberados, la mayoría de ellos volvieron directamente a sus viejos hábitos. La verdad fue que ellos se sentían muy mal porque los habían apresado;

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eso era todo. Así usted ha visto a un hombre en el período del juicio mostrar un gran sentimiento, pero muy frecuentemente es solamente porque él está metido en problemas; no porque él ha cometido pecado, o porque su conciencia le diga que él se ha entregado al diablo en lugar de a Dios. Pareciera como si el juicio fuera a resultar en un verdadero arrepentimiento; pero el sentimiento muy a menudo se va lejos. De nuevo, arrepentimiento no es ayunar y afligir al cuerpo. Un hombre puede ayunar por semanas, meses y años, y aun sin arrepentirse de su pecado. Tampoco es remordimiento. Judas tenía terrible remordimiento – suficiente para que se fuera ahorcarse él mismo; pero eso no fue arrepentimiento. Yo creo que si él ha ido a su Señor, cayendo a su rostro, y confesándole su pecado él habría sido perdonado. En su lugar, él fue a los sacerdotes, y puso fin a su vida. Un hombre puede hacer toda suerte de penitencias – pero en ello no hay un verdadero arrepentimiento. Fíjelo en su mente: Usted no puede conocer los clamores de Dios ofreciéndole el fruto de su cuerpo por el pecado de su alma ¡Lejos con esa ilusión! Arrepentimiento no es convicción de pecado. Esto puede sonar extraño para algunos. Yo he visto a hombres con una profunda convicción de pecado que ellos no pueden dormir en la noche; ellos no pueden disfrutar una simple comida. Ellos se mantienen en este estado por meses y aún no se convierten; ellos realmente no se arrepienten. No hay que confundir la convicción de pecado con el arrepentimiento. Tampoco Orar es Arrepentimiento Esto también puede sonar extraño. Mucha gente, cuando se ponen ansiosos acerca de la salvación de su alma, dicen: “voy a orar, y leer la Biblia;” y piensan que esto les traerá el efecto deseado. Pero esto no lo hará. Usted puede leer la Biblia y clamar mucho a Dios, y aún así nunca arrepentirse. Mucha gente clama a viva voz a Dios, y todavía no se arrepienten. Otra cosa: no es el rompimiento de un pecado de alguien. Una gran cantidad de gente comete esta equivocación. Un hombre que ha sido un borracho se compromete, y deja de beber. Romper un pecado no es arrepentimiento. Dejar un vicio es como romper una rama de un árbol, cuando todo el árbol tiene que ser derribado. Un profano deja de jurar; muy bueno: pero si él no rompe de todo pecado no es arrepentimiento – no es el trabajo de Dios en su alma. Cuando Dios

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trabaja, El derriba todo el árbol. El quiere tener a un hombre que le da la espalda a todo el pecado. Supongamos que yo estoy en un velero en alta mar, y me doy cuenta que el barco hace agua en tres o cuatro lugares. Yo puedo ir y tapar un hoyo; pero el barco va para abajo. O suponga que estoy herido en tres o cuatro partes, y consigo remedio para una de ellas: si las otras dos o tres heridas son descuidadas, mi vida se irá pronto. El verdadero Arrepentimiento no es meramente romper este o aquel pecado en particular. ¿Qué es, entonces, Arrepentimiento? Bien, entonces, ustedes se preguntarán: ¿qué es arrepentimiento? Les voy a dar una buena definición: es “¡media vuelta a la cara!” En el idioma irlandés la palabra “arrepentimiento” significa nada más que “¡”media vuelta a la cara!” Ello implica que un hombre que ha estado caminando en una dirección no sólo tiene que dar media vuelta, sino que actualmente está caminando exactamente en la dirección contraria. “...Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?” (Ezequiel 33:11). Un hombre tiene poco o mucho sentimiento; pero si él no regresa de su pecado, Dios no tendrá misericordia de él. Arrepentimiento también ha sido descrito como: “un cambio de mente.” Por ejemplo, está la parábola dicha por Cristo: “...Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. Respondiéndole él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue” (Mateo 21:28-30). Después que él había dicho “No quiero,” él recapacitó, y cambió su parecer. Tal vez él pudo haber dicho a si mismo: “no le hablé con mucho respeto a mi padre. El me pidió que fuera a trabajar, y yo le dije que no iría. Yo creo que me equivoqué.” Pero suponga que él sólo hubiera dicho esto, y que no hubiera ido, él no se habría arrepentido. El no estaba solamente convencido de que estaba equivocado; sino que volvió al campo, arando, o segando, o lo que fuera. Esta es la definición de arrepentimiento para Cristo. Si un hombre dice: “Por la gracia de Dios renunciaré al pecado y haré Su voluntad,” esto es arrepentimiento – una vuelta completa.

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¿Puede Un Hombre Arrepentirse de Una Vez? Ciertamente, él puede. No toma un largo tiempo dar la vuelta. A un hombre no le toma seis meses cambiar de mentalidad. Hace algún tiempo había un buque que se fue a pique en la costa de Newfoundland. A medida que se aproximaba a la costa, hubo un momento en que el capitán pudo dar órdenes de meter el retroceso a los motores y regresarse. Si los motores hubieran sido retrocedidos entonces, el barco hubiera sido salvado. Pero hubo un momento en que eso fue demasiado tarde. Así, yo creo, que hay un momento en la vida de todos los hombres en que él puede detenerse y decir: “Por la gracia de Dios no iré más adelante hacia la muerte y la ruina. Yo me arrepiento de mis pecados y me alejo de ellos.” Usted puede decir que usted no ha tenido ese sentimiento suficiente; pero si usted está convencido de que está en el mal camino, dé la vuelta, y diga: “Ya no iré en el camino de la rebeldía y el pecado a como lo he hecho.” Justamente entonces, cuando usted está dispuesto a volverse a Dios, la salvación puede ser suya. Yo encuentro que cada caso de conversión registrado en la Biblia fue instantáneo. El arrepentimiento y la fe vienen muy repentinamente. En el momento que el hombre estructura su mente, Dios le da el poder. Dios no le pide a ningún hombre que haga algo que él no tiene el poder para hacerlo. El “...manda a todos los hombres en todo lugar a que se arrepientan” (Hechos 17:30). Porque ellos tienen la capacidad de hacerlo. El hombre no tiene a nadie a quien culpar sino a si mismo, si no se arrepiente y no cree el Evangelio. Una Conversión Descrita Uno de los ministros líderes del Evangelio en Ohio me escribió una carta hace algún tiempo describiendo su conversión; ella ilustra enérgicamente este punto de la conversión instantánea. El dice: “Yo tenía diecinueve años de edad, y estaba aprendiendo leyes con un abogado Cristiano en Vermont. Una tarde cuando él estaba fuera de la casa, su buena esposa me dijo, una vez que yo estuve en la casa: ´yo quiero que tú vayas a la reunión de clase conmigo esta noche y te conviertas en un Cristiano, para que tú

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puedas conducir el culto familiar mientras mi esposo está fuera.´.´Bien, le dije, yo lo haré, sin haberlo pensarlo. Cuando yo regresé a la casa, ella me preguntó que si yo había sido honesto en lo que había dicho. Yo le contesté: ´Si, hasta ahora en lo que concierne a ir con usted a las reuniones, es solamente una cortesía.´ “Yo fui con ella a la sala de reuniones, a como lo había hecho anteriormente. Estaban presentes alrededor de doce personas en el pequeño salón de clases. El líder le había hablado a todos en el salón, excepto a mí y a otros dos. El estaba hablándole a la persona que estaba junto a mí, cuando me sobrevino un pensamiento – me va preguntar que si tengo algo que decir. Yo me dije a mi mismo – yo he decidido ser un Cristiano algún día; ¿por qué no comenzar ahora? En menos de un minuto después que estos pensamientos habían pasado por mi mente, él dijo, hablándome con familiaridad – porque él me conocía muy bien - ´Hermano Charles, tiene algo que decir? Yo le repliqué, con toda frialdad, ´Sí, señor. Acabo de decidir, en los últimos treinta segundos, que voy a comenzar una vida Cristiana, y me gustaría que usted orara por mí.´ Mi frialdad lo asombró; yo creo que él casi dudaba de mi sinceridad. El habló muy poco, pasó y habló a los otros dos. Después de algunos comentarios generales, él volvió a mí y dijo: ´Hermano Charles, ¿quiere cerrar la reunión con una oración?´ El sabía que yo nunca había orado en público. Hasta ese momento yo no sentía nada. Yo estaba puramente en una transacción de negocios. Mi primer pensamiento fue: yo no puedo orar, y le voy a pedir que me excuse. Mi segundo fue: yo he dicho que comenzaré una vida Cristiana, y esta es una parte de ella. Así que dije: ´Vamos a orar.´Y en algún lugar, entre el tiempo en que comencé a arrodillarme y que mi rodilla golpeó el piso, el Señor convirtió mi alma. “Las primeras palabras que expresé fueron: ¡Gloria a Dios! Qué fue lo que dije después de esto, yo no lo sé, y no importa, porque mi alma estaba demasiada llena para decir algo más que ´¡Gloria!´ Desde esa hora el diablo nunca se ha atrevido a desafiar mi conversión. A Cristo toda alabanza.” Mucha gente está esperando, ellos no pueden decir exactamente qué, pero es por alguna suerte de sentimiento milagroso que venga a robárselos a ellos – alguna clase misteriosa de fe. Hace algunos años le estuve hablando a un hombre, y él siempre tuvo una respuesta que darme. Durante cinco años estuve tratando de ganármelo para Cristo, y cada año él me decía: “Todavía ´no me ha golpeado´.” “Hombre, ¿qué quieres decir? ¿Qué es lo que no te ha golpeado?”

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“Bien,” me dijo,” Yo no me voy a convertir en Cristiano hasta que me golpee; y todavía no me ha golpeado. No lo veo en la forma que usted lo mira.” “¿Pero no sabes que tú eres un pecador?” “Si, yo lo sé; pero todavía no me ha golpeado” El siempre cayó en esto. ¡Pobre hombre! Él fue a la sepultura en un estado de indecisión. Dios le dio sesenta años para que se arrepintiera; y todo lo que él había dicho al final de estos años fue que “¡todavía no le había golpeado!” Esperando por Algún Extraño Sentimiento ¿Está algún lector esperando por algún extraño sentimiento –que usted no sabe qué es? En ninguna parte de la Biblia se le ha dicho al hombre que espere. Dios le está ordenando a usted ahora que se arrepienta. ¿Usted cree que Dios puede perdonar a un hombre cuando él no quiere ser perdonado? ¿Sería él feliz si Dios le perdonara en este estado de pensamiento? Porque si un hombre fuera al reino de Dios sin arrepentimiento, el cielo sería el infierno para él. El cielo es un sitio preparado para una gente preparada. Si su hijo ha cometido un error, y no quiere arrepentirse, usted no puede perdonarle. Usted estaría cometiendo una injusticia con él. Suponga que él va a su escritorio y le roba $ 10, y lo despilfarra. Cuando usted regresa a casa, su empleada le cuenta a usted lo que su hijo ha hecho. Usted le pregunta que si es verdad, y él lo niega. Pero por último usted tiene cierta prueba. Aún cuando él ve que no puede seguir negándolo por más tiempo, él no le confesará su pecado, sino que él dice que él lo hará nuevamente cuando tenga la primera oportunidad de hacerlo. ¿Le diría usted, “Bien, yo te perdono,” y todo lo dejaría ahí? ¡No! Aún hay personas que dicen que Dios les va a salvar a todos los hombres, se arrepientan o no: borrachos, ladrones, prostitutas, rufianes, no le hace diferencia. “Dios es misericordioso,” dicen ellos. Queridos amigos, no sean engañados por el dios de este mundo. Donde hay un verdadero arrepentimiento y un cambio del pecado hacia Dios, El le encontrará y le bendecirá; pero El nunca bendice a menos que haya sincero arrepentimiento.

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David Cometió Un Lamentable Error David cometió un lamentable error en este respecto con su hijo rebelde, Absalón. El no podía haber hecho una mayor injusticia que perdonarlo cuando su corazón no había cambiado. No podía haber una verdadera reconciliación entre ellos cuando no había arrepentimiento. Pero Dios no cometió estos errores. David cayó en problemas por cuenta de su error de juicio. Pronto su hijo botó al padre del trono. Hablando del arrepentimiento, El Dr. Brooks, de St. Louis, bien remarca esto: “El arrepentimiento, hablando estrictamente, significa ´un cambio de mentalidad o propósito´, consecuentemente, es el juicio que el pecador hace de si mismo, frente al amor de Dios desplegado en la muerte de Cristo, conectado con el abandono de toda confianza en si mismo y con la confianza en el único Salvador de los pecadores. Salvar el arrepentimiento y salvar la fe siempre van juntos; y usted no necesita preocuparse del arrepentimiento si usted se dispone a creer. “Algunas personas no están seguras de haberse ´arrepentido lo suficiente´ Si usted quiere decir con esto que usted debe arrepentirse para que Dios tenga misericordia de usted, entre más pronto se arrepienta, mejor. Dios siempre es misericordioso, y El lo ha demostrado totalmente en la Cruz del Calvario; y es un deshonor grave a Su corazón de amor si usted cree que sus lágrimas y angustias lo moverán a El, ´ignorando que su benignidad te lleva al arrepentimiento´ (Romanos 2:4). No es tu maldad, por lo tanto, sino su bondad la que lleva al arrepentimiento; de aquí que el verdadero camino para el arrepentimiento es creer en el Señor Jesucristo, ´el cual fue entregado por nuestros pecados, y resucitado para hacernos justos´ (Romanos 4:25)” Cómo Saber si El Arrepentimiento es Genuino Otra cosa. Si hay verdadero arrepentimiento, él dará frutos a partir de ahí. Si nosotros le hemos hecho un daño a alguien, no le vamos a pedir a Dios que nos perdone, hasta que estemos dispuestos a hacer la restitución. Si yo le he infringido una gran injusticia a alguien y la puedo remediar, no le voy a pedir a Dios que me perdone hasta que yo esté dispuesto a remediarlo. Suponga que yo hubiera tomado algo que no me pertenece. Yo no tengo derecho a esperar el perdón hasta que yo haga la restitución.

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Yo recuerdo haber estado predicando en una de nuestras grandes ciudades, cuando un hombre elegante vino junto a mí. El estaba en una gran desesperación, “El hecho es,” me dijo, “que yo soy un defraudador. He tomado dinero que pertenece a mis empleadores. ¿Cómo puedo convertirme en un Cristiano sin restaurarlo?” “¿Tomó usted el dinero?” El me dijo que él no lo había tomado todo. El había tomado cerca de $ 1,500, y todavía tenía cerca de $900. Me dijo: “¿Podría yo usar ese dinero y meterme a los negocios, y hacer lo suficiente para pagarles de vuelta a ellos?” Yo le dije que esa era una ilusión de Satanás; que él no podría esperar prosperar con un dinero robado; que él debía restituir todo lo que él tenía, e ir y pedir a sus empleadores que tuvieran misericordia de él y le perdonaran. “Pero ellos me enviarán a prisión,” me dijo: “¿no puede darme usted una ayuda?” “No, usted debe restaurar el dinero antes de que usted pueda esperar alcanzar la ayuda de Dios.” “Es muy duro,” me dijo. “Si, es duro; pero el gran error estuvo en hacer lo indebido al principio.” Su carga se hizo tan pesada que se volvió insoportable. El me entregó el dinero -$950 y algunos centavos- y me pidió que se los devolviera a sus empleadores. La noche siguiente los dos empleadores y yo nos reunimos en un cuarto lateral de la iglesia. Yo puse el dinero y les informé que era de uno de sus empleados. Les conté la historia, y les dije que él pedía su misericordia, no su justicia. Las lágrimas se derramaron sobre las mejillas de estos dos hombres, y dijeron: “¿perdonarlo? Si, estaremos muy complacidos en perdonarlo.” Bajé las escaleras y lo llevé a él arriba. Después que él hubo confesado su culpa y había sido perdonado, todos nos pusimos de rodillas y tuvimos una sesión de oración bendecida. Dios nos encontró allí y nos bendijo. Estar en Sana Paz con el Gobierno Hace algún tiempo, un amigo mío vino a Cristo deseoso de consagrarse él y su fortuna a Dios. Anteriormente, él había tenido transacciones con el gobierno, y

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había tomado ventajas de las mismas. Esto le vino a la mente cuando fue convertido, y su conciencia fue turbada. El dijo: “Yo quiero consagrar mi fortuna; pero pareciera que Dios no la acepta.” El tenía una terrible angustia; su conciencia le asaltaba y le remordía Finalmente, él giró un cheque por $1,500 y lo envió al Tesoro de los Estados Unidos. Luego me contó que recibió una gran bendición después de haberlo hecho. Esto fue traer hacia delante “frutos dignos de arrepentimiento” (Mateo 3:8). Yo creo que una gran cantidad de hombres están clamando a Dios por luz, y ellos no la están obteniendo porque no están siendo honestos. Cierta vez estaba yo predicando, cuando se me acercó un hombre de apenas treinta y dos años, pero que su cabello estaba bastante gris. El me dijo: “yo quiero que usted observe que mi cabello es gris, y que tengo apenas treinta y dos años. Por doce años he cargado una gran angustia.” “Bien,” le dije, “¿qué es?” El vio a su alrededor como si tuviera miedo de que alguien pudiera escucharlo. “Bien,” me dijo, “mi padre murió y a mi madre la dejó con el periódico del condado, y esto fue todo lo que le dejó. Eso era todo lo que ella tenía. Después de que él murió, el papel comenzó a deteriorarse; y vi a mi madre cómo rápidamente se fue sumergiendo en un estado de necesidad. El edificio y el papel estaban asegurados por mil dólares, y cuando yo tenía veinte años le pegué fuego al edificio, y obtuve los mil dólares, y se los di a mi madre. Por doce años este pecado me ha estado corroyendo. Yo he tratado de ahogarlo por indulgencia en el placer y el pecado; me he olvidado de Dios; he caído en la infidelidad; he tratado de argumentar que la Biblia no es verdadera; he hecho todas las cosas que he podido – pero todos estos años he estado atormentado.” Yo le dije: “Hay una salida para eso.” El me preguntó: “¿Cómo?” Le dije: “Restituya. Vamos a sentarnos y calcule el interés, y vaya a pagarle a la Compañía su dinero.” A usted le habría hecho bien haber visto la cara iluminada de ese hombre cuando él encontró que había misericordia para él. El dijo que estaría complacido en pagar de vuelta el dinero y el interés si sólo pudiera ser perdonado.

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Hoy hay hombres que están en la oscuridad y la esclavitud porque ellos no están dispuestos a abandonar sus pecados y confesarlos; y yo no sé cómo puede un hombre esperar ser perdonado si él no está dispuesto a confesar sus pecados. Hoy Es el Unico Día de Misericordia Fíjelo en la mente que hoy es el único día de misericordia que usted tendrá alguna vez. Usted se puede arrepentir ahora, y tener la reputación más terriblemente manchada. Dios le espera para perdonarlo. El está buscando traerlo a usted hacia El. Pero yo pienso que la Biblia enseña claramente que no hay arrepentimiento después de esta vida. Hay algunos que le hablan a usted de la posibilidad de arrepentirse en la tumba; pero yo no encuentro esto en las Escrituras. Yo he mirado mi Biblia muy cuidadosamente, y no puedo encontrar que un hombre tendrá otra oportunidad de ser salvado. ¿Por qué él debe pedir más tiempo? Usted tiene tiempo suficiente para arrepentirse ahora. Usted puede abandonar sus pecados en este momento si usted quiere. Dios dijo: “Porque yo no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues, y viviréis” (Ezequiel 18:32) Cristo dijo que El “no ha venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.”(Marcos 2:17). ¿Es usted un pecador? Luego, el llamado al arrepentimiento está dirigido a usted. Tome su lugar en el polvo a los pies del Salvador, y reconozca su culpa. Diga, como el publicano: “¡Dios, sé propicio a mí, pecador!”(Lucas 18:13). Y vea cuan rápidamente El le perdonará y le bendecirá. El, además, le justificará y le reconocerá como justo, por virtud de la justicia de El que cargó con sus pecados en Su propio cuerpo en la Cruz. Tal vez hay algunos que piensan que ellos son justos; y que, por consiguiente, ellos no tienen necesidad de arrepentirse y creer en el Evangelio. Ellos son como el Fariseo en la parábola, quien agradecía a Dios porque él no era como los otros

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hombres – (Lucas 18:11); y quien decía: “ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano” (Lucas 18:12). ¿Cuál es el juicio sobre personas como ésta que se catalogan justas a si mismas? “Les digo que este cobrador de impuestos (el pobre, constrito, publicano arrepentido) volvió a su casa justificado” (Lucas 18:14). “No hay justo, ni aun uno... por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:10-23). No deje que alguien diga que no necesita el arrepentimiento. Deje que cada quien tome su verdadero lugar – ese del pecador: entonces Dios le levantará al lugar del perdón y de la justificación. “Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido” (Lucas 14:11). Dondequiera que Dios ve el verdadero arrepentimiento del corazón El encuentra esa alma.

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CAPITULO 7

Seguridad de la Salvación “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios”

– 1 Juan 5:13.

¿Tiene Seguridad todo El Pueblo de Dios? Alguien dirá: “¿Tiene seguridad todo el pueblo de Dios?” No; yo pienso que una gran cantidad de la gente querida de Dios no tiene Seguridad; pero es el privilegio de cada hijo de Dios tener, más allá de toda duda, el conocimiento de su propia salvación. Ningún hombre que está lleno de dudas está listo para el servicio de Dios. Si un hombre no está seguro de su propia salvación, ¿cómo puede ayudarle a cualquier otro en el reino de Dios? Si pareciera que yo estoy en peligro de ahogarme y no conozco si voy a alcanzar la costa, yo no puedo asistir a otro. Primero debo asirme a la roca sólida yo mismo; y luego yo puedo estirar mi brazo para ayudarle a mi hermano. Si yo estuviera ciego y le dijera a otro ciego cómo recuperar la vista, él podría replicarme: “Primero sánate tú; y luego me dices.” Hay dos clases de personas que no deben tener Seguridad. Primero, aquellos que están en la Iglesia, pero no se han convertido, no habiendo nacido nunca del Espíritu. Segundo, aquellos que no están dispuestos a hacer la voluntad de Dios; quienes no están listos para ocupar el lugar que Dios ha destinado para ellos, sino que quieren llenar otro lugar. Nadie que no esté seguro de su propia salvación, tendrá el tiempo o el corazón para trabajar para Dios. Ellos tienen tanto como ellos pueden esperar; y estando ellos mismos agobiados con dudas, no pueden ayudar a otros a llevar sus propias angustias. No hay descanso, diversión, o paz – ni libertad, ni poder – donde existen las dudas y la incertidumbre. Ahora, da la impresión como si hay tres trampas de Satanás contra las cuales debemos estar en guardia. En primer lugar, él mueve todo su reino para mantenernos alejados de Cristo; luego él mismo se dedica a llevarnos dentro del “Castillo de la Duda”: pero si nosotros tenemos, a pesar de él, un resonante testimonio del Hijo de Dios, él hará todo lo que pueda para desacreditar nuestro carácter y contradecir nuestro testimonio.

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La Duda es Muy Deshonrosa para Dios Parece que algunos piensan que es una presunción no tener dudas: pero la duda es muy deshonrosa para Dios. Si alguien fuera a decir que ellos han conocido a una persona desde hace treinta años y todavía dudaran de él, no sería muy creíble: y cuando nosotros hemos conocido a Dios por diez, veinte, o treinta años, ¿no se refleja en Su veracidad para dudar de El? ¿Podía Pablo y los primeros Cristianos y mártires haber hecho lo que hicieron si ellos hubieran estado llenos de dudas, y no haber sabido si ellos irían al cielo o a la perdición después que hubieran sido quemados en la hoguera? Ellos deben haber tenido SEGURIDAD. C.H. Spurgeon dice: “Yo nunca he escuchado que una cigüeña cuando encuentra un árbol de

abeto lo objete hasta estar cierta de construir su nido allí; y nunca he escuchado de un conejo que se cuestione si él tenía el permiso de meterse en la roca. Porque, estas creaturas morirían pronto si siempre estuvieran dudando y miedosas de que si tienen el derecho de usar las provisiones providenciales.

“La cigüeña se dice a si misma: ´Ah, aquí está un abeto:´ella consulta con su

compañero, ´¿Será apropiado este para el nido en el que vamos a tener a nuestro bebé?´´Si,´le dice él; y ellos reúnen los materiales, y arman el nido. Nunca hay ninguna deliberación, ´¿Podemos construrlo aquí?´sino que ellos traen los palos y hacen su nido.

El cabro salvaje en el acantilado no dice: ´¿Tengo el derecho de estar aquí?´

él debe estar en cualquier lugar: y ahí está un acantilado que le queda exactamente bien a él; y él salta sobre éste.

Aunque estas creaturas brutas conocen la provisión de su Dios, el pecador

no reconoce le provisión del Salvador. El objeta y cuestiona, ´¿puedo? Y ´¿tengo miedo de que no sea para mí;´y ´yo creo que no puede ser para mí;´y ´tengo miedo de que sea demasiado bueno para ser verdad.´

“Y nunca alguien ha dicho a la cigüeña:´Cualquiera que construya en este

abeto nunca se le derribará su nido.´ Ninguna palabra inspirada alguna vez

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le ha dicho al conejo: ´cualquiera que corra dentro de esta roca nunca será expulsado de aquí´ Si esto hubiera sucedido, hubiera hecho la seguridad dudosamente segura.

“Y todavía aquí está Cristo proveyendo para los pecadores, justamente la

clase de un Salvador que necesitan los pecadores; y se le agrega el fortalecimiento: ´y al que a Mí viene no le echo fuera´(Juan 6:37), ´...y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente (Apocalípsis 22:17).”

¿Qué Nos Dice Juan? Vamos ahora a la Palabra. Juan nos dice en su Evangelio qué hizo Cristo por nosotros en la tierra. En su Epístola, él nos dice qué está haciendo El por nosotros en el cielo como nuestro Abogado. En su Evangelio hay solamente dos capítulos en los cuales la palabra “creer” no aparece. Con estas dos excepciones, todo capítulo de Juan es: “¡Creer! ¡Creer! ¡¡¡CREER!!! El nos dice en 20:31:

“Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.”

Este es el propósito por el cual él escribió el Evangelio – para que podamos creer que “...Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengamos vida en su nombre” (Juan 20:31). Volvamos a 1 Juan 5:13. Ahí nos dice porqué él escribió esta Epístola. “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios.” Observe a quien le escribe: “...A vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que

tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.” Solamente hay cinco cortos capítulos en esta primera Epistola, y la palabra “conocer” aparece como cincuenta veces. Es “¡Conocer! ¡¡CONOCER!!

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¡¡¡CONOCER!!! ¡La clave es CONOCER! Y todo a través de la Epístola resuena el refrán - “esos que pudieran conocer que tenemos la vida eterna.” Yo navegué mil doscientas millas aguas abajo en el Mississippi en la primavera hace varios años; y todas las tardes, justamente cuando el sol se ocultaba, usted podía haber visto a los hombres, y algunas veces a mujeres, cabalgando hacia arriba a los bancos de arena del río en cualquier lado en mulas o caballos, y algunas veces yendo a pie, con el propósito de iluminar las luces del Gobierno; y bien debajo de ese maravilloso río habían mojones que guiaban a los pilotos en su navegación peligrosa. Ahora Dios nos ha dado luces o mojones para decirnos si somos Sus hijos o no. Lo que tenemos que hacer es examinar las señales que El nos ha dado. Cinco Cosas de Valor sobre Saber En el tercer capítulo de la Primera Epístola de Juan hay cinco cosas de valor sobre el saber:

1. En el quinto versículo leemos la primera cosa de valor del saber: “Y sabéis que El apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en El.” No lo que que yo he hecho, sino lo que El ha hecho. ¿Ha fallado El en Su misión? ¿No estaba El capacitado para hacer lo que El vino a hacer? ¿Hasta ahora ha fallado alguno de los enviados del cielo? ¿Y podía el propio Hijo de Dios fallar? EL APARECIO PARA QUITAR NUESTROS PECADOS. 2. Otra vez, en el versículo diecinueve, la segunda cosa de valor de saber: “Y en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él.” NOSOTROS SABEMOS que somos de LA VERDAD. Y si la verdad nos hace libres, nosotros seremos libres, entonces. “Asi que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan 8:36). 3. La tercera cosa de valor del saber está en el versículo catorce: “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos...”. Al hombre común no le agrada la gente devota de Dios, y se cuida de no estar en su compañía. “...El que no ama a su hermano, permanece en muerte.” El no tiene vida espiritual.

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4. La cuarta cosa de valor del saber la encontramos en el versículo veinticuatro:

“Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.” Nosotros podemos decir la clase de espíritu que tenemos si poseemos el Espíritu de Cristo – un Cristo- como espíritu- no el mismo en grado, pero el mismo en clase. Si yo soy sumiso, gentil, y perdonador; si yo tengo un espíritu lleno de paz y regocijo; si por largo tiempo sufro y soy gentil, como el Hijo de Dios- es una prueba- y en esta forma es que vamos a decir si tenemos la vida eterna o no. 5. La quinta cosa de valor en el saber, y la mejor de todas, es: "Amados, ahora.” Observe la palabra “Ahora.” No dice cuando vayamos a morir. “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando El se manifieste, seremos semejantes a El, porque Le veremos tal como El es.(v. 2).

¿Quiere Pecar el Cristiano? Pero algunos dirán: “Bien, yo creo en todo eso; pero, entonces, yo he pecado desde que me convertí en Cristiano.” ¿Hay un hombre o una mujer en la faz de la tierra que no haya pecado desde se convirtió en Cristiano? Ninguno. Nunca ha habido, y nunca habrá un alma en esta tierra que no haya pecado, o que no pecará alguna vez en su experiencia Cristiana. Pero Dios ha hecho provisión para los pecados de los creyentes. Nosotros no estamos para hacer provisión por ellos; pero Dios sí. Fíjelo en la mente. Vuelva a 1 Juan 2:1: “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis, y si alguno

hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.” El está aquí escribiéndole al justo. “Si alguno hubiere pecado, tenemos” – Juan se incluye en: “abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.” ¡Qué abogado! El atiende a nuestros intereses en el mejor lugar posible – el trono de Dios. El dijo: “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya;...”(Juan 16:7). El se fue para convertirse en nuestro Sumo Sacerdote, y también nuestro

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abogado. El ha tenido algunos casos duros de alegar; pero El nunca ha perdido uno solo: y si usted le confíó sus inmortales intereses a El, El le “presentará (a usted) sin mancha delante de su gloria con gran alegría” (Judas 24). Todos Los Pecados Cometidos por los Cristianos Son Perdonados Todos los pecados cometidos por los Cristianos son perdonados tan pronto son confesados; y ellos nunca van a ser mencionados. Esta es una cuestión que no se abrirá otra vez. Si sus pecados han sido eliminados, ese es el fin de ellos. No serán recordados; y Dios no los volverá a mencionar. Esto es muy claro. Suponga que yo tengo un hijo quien, mientras estoy fuera de la casa, actúa mal. Cuando yo regreso, él me echa sus brazos alrededor de mi cuello y dice: “Papá, hice lo que me dijiste que no hiciera. Lo siento. Perdóname” Yo digo: “Si, mi hijo,” y lo beso. El se limpia sus lágrimas y se va regocijándose. Pero el día siguiente él dice: “Papá, quiero que me perdones por lo malo que hice ayer.” Yo debo decirle: “Por qué, hijo mío, eso está enterrado; no quiero mencionarlo de nuevo.” “Pero yo quiero que me perdones: me ayudaría mucho oirte decir: “yo te perdono.” ¿Estaría esto honrándome? ¿No me acongojaría que mi hijo dudara de mí? Pero por complacerlo le digo otra vez: “Te perdono, hijo mio”. Y si, al otro día, él viniera nuevamente a revivir ese viejo pecado, y me pidiera perdón, ¿No me dolería en el corazón? Y de esta forma, mi querido lector, si Dios nos ha perdonado, nunca vamos a mencionar el pasado. Vamos a olvidar esos asuntos que están detrás, y alcanzar de aquí en adelante a aquellos que están antes, y presionar hacia la marca para el premio del llamado de lo alto de Dios en Cristo Jesús. Deje que los pecados del pasado se vayan; porque “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros

pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). Y déjenme decirles que este principio es reconocido en las cortes de justicia. En la corte de un país – no voy a decir adonde – sucedió un caso en el cual un hombre había tenido problemas con su esposa; pero él la perdonó, y luego de esto él la llevó a la corte. Y, cuando se supo que él la había perdonado, el juez dijo que el asunto estaba terminado. El juez reconoció la sensatez de este principio, que si un

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pecado había sido perdonado una vez, esto le ponía punto final. ¿Y usted piensa que el Juez de toda la tierra le perdonará a usted y a mí, y abrirá el caso otra vez? Nuestros pecados se han ido por el tiempo y la eternidad, si Dios perdona; y lo que tenemos que hacer es confesarlos y renunciar a ellos. ¿Cómo saber Si Usted Es Un Hijo de Dios? Otra vez en 2 Corintios 15:5: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros

mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?

Ahora examínense ustedes mismos. Prueben su religión. Pónganla en el examen. ¿Puede usted perdonar a un enemigo? Esa es una buena forma para saber si usted es un hijo de Dios. ¿Puede usted perdonar una injuria, o una afrenta, como lo hizo Cristo? ¿Puede ser usted censurado por actuar bien, y no murmurar? ¿Puede ser usted mal juzgado y mal interpretado, y todavía mantener el espíritu semejante al de Cristo? Otro buen examen es leer a Gálatas 5:22:23; y observar los frutos del Espíritu; y ver si usted los tiene. “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,

bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” Si yo tengo los frutos del Espíritu, yo debo tener el Espíritu. Yo no puedo tener los frutos sin el Espíritu tal como no podría haber una naranja sin el árbol. Y Cristo dice: “Por sus frutos los conoceréis...” (Mateo 7:16). “...porque por el fruto se conoce el árbol” (Mateo 12:33). Hagan el árbol bueno, y su fruto será bueno. El único camino para obtener los frutos es tener el Espíritu. Esa es la forma de examinarnos a nosotros mismos para saber si somos hijos de Dios. Luego hay otro pasaje muy directo. En Romanos 8:9, Pablo dice:

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“...Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de El.” Esto obliga a terminar la pregunta, aunque uno pueda haber ido a través de todas las formas externas que son consideradas necesarias por algunos para constituirse un miembro de la iglesia. La aceptación como un miembro de una iglesia no es prueba de que usted ha nacido de nuevo – que usted es una nueva creatura en Cristo Jesús. Creciendo en La Gracia Pero aunque usted pueda haber nacido de nuevo, requerirá tiempo para llegar a ser un Cristiano completo. La justificación es instantánea; pero la santificación es un trabajo de toda la vida. Debemos crecer en sabiduría. Pedro dice: “...Creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 3:18), Y en el primer capítulo de su Segunda Epístola: “..., añadid a vuestra fe, virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento,

dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.” (2 Pedro 5:8).

Así que tenemos que agregar gracia a la gracia. Un árbol puede ser perfecto en su primer año de crecimiento; pero no alcanza su madurez. Igual con el Cristiano: él puede ser un verdadero hijo de Dios, pero no un Cristiano maduro. El capítulo octavo de Romanos es muy importante, y nosotros deberíamos estar bien familiarizados con él. En el versículo catorce el apóstol dice: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios.” Asi como el soldado es guiado por su capitán, el alumno por su maestro, o el viajero por su guía; así el Espíritu Santo será el guia de todo verdadero hijo de Dios.

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La Enseñanza de Pablo Sobre la Seguridad Entonces déjeme llamar su atención a otro hecho. Toda la enseñanza de Pablo en casi todas sus Cartas enfatiza la doctina de la seguridad. El dice en 2 Corintios 5:1: “Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se

deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.”

El tenía un título para las mansiones de arriba, y él dice – yo lo sé. El no estaba viviendo en la incertidumbre. El dijo: “teniendo deseo de partir y estar con Cristo...” (Filipenses 1:23); Y si él hubiera estado inseguro él no habría dicho eso. Luego en Colosenses 3:4, él dice: “Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también

seréis manifestados con El en gloria.” Se me ha dicho que la lápida del Dr. Watts3 tiene grabado este mismo pasaje de la Escritura. Ahí no hay dudas. Luego veamos Colosenses 1:12: “Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la

herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al Reino de su amado Hijo.”

Tres “hechos”:

1. “HIZO aptos para participar;” 2. nos HA librado;”, y 3. nos HA trasladado.”

3 N. Del T.- Quizá se refiera al Dr. Rev. Isaac Watts (1674 – 1748), quien fue catalogado como “El padre de la

himnología inglesa”.

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Ahí no dice que El nos hará aptos para participar; que El nos va a liberar; que El nos va a trasladar.

Luego otra vez en el versículo catorce: “en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de los pecados.” O estamos perdonados o no lo estamos; no nos debemos dar descanso a nosotros mismos hasta que alcancemos el reino de Dios; no hasta que podamos cada uno de nosotros mirar hacia arriba y decir: “Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se

deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos” (2 Corintios 5:1).

Veamos en Romanos 8:32: “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos

nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” Si él nos dio a Su Hijo, ¿no nos dará El la seguridad de que El es nuestro? Yo he escuchado esta ilustración. Había un hombre que tenía $10,000, y había caído en bancarrota, pero vino un amigo y pagó la suma. Después de ello se encontró que él debía unos pocos dólares más; pero en ningún momento él dudó que, si su amigo había pagado un monto mayor, él también pagaría la más pequeña. Y nosotros tenemos la elevada garantía diciendo que si Dios nos dio a Su Hijo, El “nos dará con El todas las cosas”; y si nosotros queremos alcanzar la salvación fuera de toda controversia, El no nos dejará en la oscuridad. De nuevo en el versículo treinta y tres: “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es

el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo

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presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.”

La Seguridad Puede Ser Una Certeza Esto tiene el correcto énfasis en él. Hay seguridad para usted. “YO SE.” ¿Usted cree que el Dios que me ha justificado, me condenará? Ese es un solemne absurdo. Dios va a salvarnos, así que ni hombres, ni ángeles, ni diablos, pueden presentar ninguna carga contra nosotros o contra El. El tendrá la obra completa. Job vivió en un día más oscuro que nosotros; pero leemos en Job 19:25: “Yo sé que mi redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo,” La misma confianza se respira en las últimas palabras de Pablo a Timoteo: “Por lo cual asimismo padezco esto; pero no me avergüenzo, porque yo sé a

quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día” (2 Timoteo 1:12).

Esto no es materia de duda, sino de conocimiento. “Yo sé.” “Yo estoy persuadido.” La palabra “Esperanza,” no es usada en la Escritura para expresar duda. Ella es usada en relación a la segunda venida de Cristo, o a la resurrección del cuerpo. Nosotros no decimos que tenemos “esperanza” de que somos Cristianos. Yo no digo que tengo “la esperanza” de que yo soy un Americano, o que tengo “la esperanza” de que soy un hombre casado. Estas son cosas establecidas. Yo puedo decir que tengo la “esperanza” de volver a mi casa; o que “espero” atender un servicio. Yo no digo que “espero” venir a este país, porque ya estoy aquí. Y así, si hemos nacido de Dios nosotros lo sabemos; y El no nos dejará en la oscuridad si escudriñamos las Escrituras. Cristo enseñó esta doctrina a Sus setenta discípulos cuando ellos regresaron regocijados con sus éxitos, diciendo: “Señor, aún los demonios se nos sujetan en Tu nombre. (Lucas 10:17). Parece que el Señor los chequeó a ellos, y dijo que El les daría algo a ellos para regocijarse:

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“Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujeten, sino regocijáos de

que vuestros nombres están escritos en los cielos” (Lucas 10:20). Nuestra Salvación Está Segura Es el privilegio de todos nosotros conocer, más allá de toda duda, que nuestra salvación está segura. Entonces podemos trabajar por otros. Pero si nosotros estamos dudosos de nuestra propia salvación, no estamos listos para el servicio de Dios. Otro pasaje es Juan 5:24: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió,

tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.”

Algunas personas dicen que usted nunca puede decir, hasta que esté ante el gran trono blanco del Juzgamiento, si usted está salvo o no. Porqué, mi querido amigo, si su vida está cubierta con Cristo en Dios, usted no está siendo condenado por sus pecados. Nosotros podemos venir al juicio por al premio. Esto es enseñado claramente cuando el Señor hace cuentas con el sirviente a quien le había entregado cinco talentos, y quien luego trajo otros cinco talentos diciendo: “...Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco

talentos sobre ellos. Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25:20,21).

Seremos juzgados por nuestra administración. Esa es una cosa; pero la salvación – la vida eterna – es otra. ¿Nos demandará Dios que le paguemos dos veces la deuda que Cristo ha pagado por nosotros? Si Cristo padeció mis pecados en Su propio cuerpo en la cruz, ¿debo responder por ellos, de todos modos? Isaías nos dice que:

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“Mas El herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre El, y por su llaga fuimos nosotros curados.” (Isaías 53:5).

En Romanos 4:25 leemos: El “que fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.” Vamos a creer, y obtener los beneficios de Su trabajo acabado. Luego nuevamente en Juan 10:9: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.” Luego en los versículos veintisiete al veintinueve: “Mis ovejas oyen Mi voz; y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida

eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de Mi Padre.”

¡Gracias por esto! El Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo, han prometido guardarnos. Usted ve que no sólo es el Padre, ni sólo el Hijo, sino que las tres personas de la Trinidad Dios. En Búsqueda de la Vida Actualmente una gran cantidad de gente quiere alguna señal fuera de la palabra de Dios. Esa costumbre siempre trae dudas. Si yo hice una promesa de encontrar a un hombre el día de mañana a una cierta hora y en cierto lugar, y si él me preguntara por mi reloj como una muestra de mi sinceridad, esto sería una mancha a mi iniciativa. Nosotros no debemos cuestionar lo que Dios ha dicho: El ha hecho afirmaciones tras afirmaciones, y ha multiplicado los números sobre los números. Cristo dice: “Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo...” (Juan 10:9).

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“Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen” (Juan 10:14). “...Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que

tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12). “Yo soy...la verdad:” recíbanme, y ustedes tendrán la verdad; porque El es

la encarnación de la verdad (Juan 14:6). ¿Quiere conocer el camino? “Yo soy el Camino:” Síganlo a El, y El les

conducirá al reino (Juan 14:6). ¿Está usted hambriento de justicia? “Yo soy el Pan de la Vida:” si usted

come de El, usted nunca volverá a estar hambriento (Juan 6:35). Yo soy “el Agua de la Vida:” si usted toma de esta agua, habrá dentro de

usted “una fuente de agua que salte para vida eterna.” (Apocalípsis 21:6; Juan 4:14).

“Yo soy la Resurrección y la Vida; el que cree en Mí, aunque esté muerto,

vivirá. Y todo aquel que vive y cree en Mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? (Juan 11:25,26).

Déjeme decirle de donde provienen nuestras dudas. Una buena cantidad de gente querida de Dios nunca llega más allá de conocerse a si mismos como siervos. El nos llama a nosotros “amigos.” Si usted entra en una casa, pronto se dará cuenta de la diferencia entre el siervo y el hijo. El hijo camina con toda libertad por toda la casa: es su hogar. Pero el siervo toma un lugar subordinado. Lo que queremos es ir más allá de ser siervos. Nosotros debemos comprobar nuestra posición con Dios como hijos e hijas. El no rebajará a Sus hijos. Dios no solamente nos ha adoptado; sino que somos Suyos por nacimiento: hemos nacido en Su reino. Mi hijito fue tan mío cuando tenía un día de nacido como cuando él alcanzó sus catorce años. El fue “mi hijo”; aunque no aparentara lo que él sería cuando llegara a su madurez. El es mio; aunque tuviera que estar bajo la aprobación de tutores y gobernadores. Otro origen de las dudas es viéndonos a nosotros. Si usted quiere estar angustiado y miserable, llénese de dudas de la mañana a la noche, viéndose a si mismo.

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“Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti

persevera...” (Isaías 26:3). Muchos de los queridos hijos de Dios no están gozando de la felicidad porque ellos se mantienen viéndose a si mismos. Tres Formas de Mirar Alguien ha dicho: “Hay tres formas de mirar. Si quieres estar angustiado, mírate a ti mismo; si deseas estar distraído, mira a tu alrededor; pero si quieres tener paz, mira a lo alto.” “;...y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al

momento Jesús, extendiendo su mano, asió a él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” (Mateo 14:30-31).

El tenía la palabra eterna de Dios, que era una fundación segura, y mejor que cualquier mármol, granito o acero; pero en el momento que apartó los ojos de Cristo, él se hundió. Aquellos que miran alrededor no pueden ver cuan inestable y deshonroso es su camino. Nosotros queremos mirar directo al “autor y consumador de la fe” (Hebreos 12:2). Cuando yo era un niño, yo solamente podía irme derecho en la nieve, manteniendo mis ojos fijos sobre un árbol o algún objeto delante de mí. En el momento que yo apartaba mis ojos de la marca enfrente de mí, yo marchaba en zigzag. Solamente cuando miramos fijándonos en Cristo es que encontramos la paz perfecta. Después que El se elevó de la muerte, El mostró a Sus discípulos Sus manos y Sus pies: “Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un

espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.” Ese fue el sustento de su paz. Si usted quiere desechar sus dudas, vea la sangre; y si usted quiere incrementar sus dudas, véase a si mismo. Usted logrará tener dudas por años ocupándose en si mismo unos pocos días. Luego otra vez: mire a lo que El es, y a lo que El ha hecho; no a lo que usted es, y a lo que usted ha hecho. Este es el camino para alcanzar la paz y el descanso.

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¿Qué Logró la Proclamación de Abraham Lincoln? Abraham Lincoln firmó una proclamación declarando la emancipación de tres millones de esclavos. Un cierto día sus cadenas cayeron, y ellos fueron libres. Esta proclamación fue fijada en los árboles y cercas por donde quiera que marchara la Armada Norteña. Una buena cantidad de esclavos no podían leer; pero otros leyeron la proclama, y la mayoría de ellos creyeron; y un cierto día un grito de júbilo subió: “¡Somos libres!” Algunos no creyeron, y se quedaron con sus viejos amos; pero eso no alteraba el hecho de que ellos eran libres. Cristo, el Capitán de nuestra salvación, ha proclamado la libertad de todos aquellos que tienen fe en El. Tomémosle Su palabra. Sus sentimientos de los esclavos no les hacían libres a ellos. El poder debe venir desde afuera. El vernos a nosotros mismos no nos hará libres, sino que viendo a Cristo con el ojo de la fe. El Obispo Ryle ha dicho directamente: “La fe es la raíz, y la Seguridad es la flor. Indudablemente, usted nunca

tendrá la flor sin la raíz, pero no es menos cierto que usted puede tener la raíz y no tener la flor.

“Fe es esa pobre y temblorosa mujer que vino detrás de Cristo con prisa, y

tocó la falda de Su vestido (Marcos 5:27). Seguridad es Esteban sin poderse ayudar, calmadamente en medio de sus asesinos, y decir: “He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios” (Hechos 7:56).

“Fe es el ladrón penitente, gritando: ´Señor, acuérdate de mí...´ (Lucas

23:42). Seguridad es Job sentado en el polvo, cubierto de llagas, y diciendo: ´Yo sé que mi Redentor vive...´ ´...aunque El me matare, en El esperaré;...´ (Job 19:25; 13:15).”

“Fe es la voz ansiosa y temblorosa de un padre que dice: ´Señor, creo,

ayuda mi incredulidad (Marcos 9:24). Seguridad es el desafío confiado de: ´¿Quién es el que acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará?´ (Romanos 8:33,34).

´Fe es Saulo predicando en la casa de Judas en Damasco, afligido, ciego, y

solo: ´Y el Señor le dijo, Ananías, levántate, y ve a la calle que se llama

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Derecha, y busca en casa de Judas a uno llamado Saulo, de Tarso; porque, he aquí, él ora´ (Hechos 9,11). Seguridad es Pablo, el viejo prisionero, mirando con calma en lo grave, y diciendo: ´Yo sé a quién he creído.´ ´...me está guardada la corona de justicia...´ (2 Timoteo 1:12; 4:8).

(Assurance, por el Obispo Ryle. 7ª. Edición. Pp. 15,16). Otro escritor dice: “Yo he visto árboles y arbustos creciendo de las rocas, y sobresaliendo por encima de pavorosos precipicios, estruendosas cataratas, y profundas corrientes; pero ellos mantienen sus posiciones, y extienden sus follajes y ramas tanto como si hubieran estado en medio de una densa foresta.” Fue su sostenimiento de la roca que las hizo seguras; y las influencias de la naturaleza que sostuvo sus vidas. Así los creyentes algunas veces son expuestos a los más terribles peligros en su viaje al cielo; pero, en la medida en que ellos están “arraigados y cimentados...” (Efesios 3:17) en la Roca de las edades, ellos están perfectamente seguros. Su sostenimiento de El es su garantía; y las bendiciones de Su gracia les dan a ellos vida y les sostienen en la vida. Y así como el árbol debe morir, o la roca caer, antes de que una disolución pueda ser efectuada entre ellos; así el creyente debe perder su vida espiritual, o la roca debe desmoronarse, antes de que su unión pueda ser disuelta.

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CAPÍTULO 8

Cristo es Todo y en Todos “Donde no hay griego ni judío, circuncision ni incircuncisión, bárbaro ni escita,

siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos” – Colosenses 3:11.

CRISTO es para nosotros todo lo que hemos hecho que El sea. Yo quiero enfatizar la palabra “TODO.” Algunos hombres han hecho que El sea, “como raíz de tierra seca... sin atractivo para que le desemos” (Isaías 53:2). El no es nada para ellos; ellos no lo quieren. Algunos Cristianos tienen un Salvador pequeñito, porque ellos no dejan que El haga cosas grandes y poderosas para ellos. Otros tienen un Salvador poderoso, porque ellos hacen que El sea grande y poderoso. Un Salvador del Pecado Si quisiéramos conocer qué quiere Cristo ser para nosotros, antes que todo, primero debemos conocerlo a El como nuestro Salvador del pecado. Cuando el ángel vino del cielo a proclamar que El había nacido en el mundo, usted recuerda que el dio Su nombre: “...y llamarás su nombre Jesús, (Salvador) porque El salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21). ¿HEMOS SIDO LIBERADOS DEL PECADO? El no vino a salvarnos en nuestros pecados, sino de nuestros pecados. Veamos, hay tres formas de conocer un hombre. Algunos hombres usted les conoce por rumores; otros usted meramente les conoce por habérseles presentado una vez – usted les conoce bastante a la ligera; otros usted conoce por haber estado frecuentándoles por años – usted les conoce íntimamente. Del mismo modo, yo creo que hay tres clases de gente hoy en la Iglesia de Cristo y fuera de ella: aquellos que conocen a Cristo solamente por medio de la lectura o por rumores – aquellos que tienen un Cristo histórico; aquellos que tienen una ligera relación personal con El; y aquellos quienes tienen ansias, como Pablo, para “conocerle a El y el poder de Su resurrección” (Filipenses 3:10). Entre más conozcamos a Cristo más le amaremos, y mejor le serviremos a El. Véamosle a El como colgado en la Cruz, y veamos como El quita los pecados. El manifestó que El podría: quitar nuestros pecados; y si realmente le conocemos a El, antes de todo debemos verle a El como nuestro Salvador del pecado. Ustedes recuerdan cómo decían los ángeles a los pastores en los prados de Belén:

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“No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor” (Lucas 2:10-11).

Luego si usted se va directamente a Isaías, setecientos años antes del nacimiento de Cristo, usted encontrará estas palabras: “Yo, yo soy Jehová, y fuera de mí no hay quien salve (43:11). Nuevamente, en la Primera Epístola de Juan (4:14) leemos: “Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo.” Todas las religiones paganas, que leemos, enseñan a los hombres a construir su camino hacia Dios; pero la religión de Jesucristo es Dios viniendo a los hombres para salvarlos, para sacarlos del foso del pecado. En Lucas 19:10 leemos que Cristo, El mismo, dijo a la gente para qué había venido El: Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” Entonces nosotros comenzamos desde la Cruz, no desde la cuna. Cristo ha abierto un camino nuevo y vivo hacia el Padre. El ha quitado todos los escombros del camino, de forma que todo hombre que acepte a Cristo como su Salvador pueda ser salvado. Cristo Es Más Que un Salvador Pero Cristo no es solamente un Salvador. Yo podría salvar a un hombre de ser ahogado y rescatarlo de una gravedad intempestiva; pero probablemente yo no sería capaz de hacer algo más por él. Cristo es algo más que un Salvador. Cuando los hijos de Israel fueron colocados detrás de la sangre, esa sangre fue su salvación; pero ellos habrían seguido escuchando el ruido de los latigazos del cuidador de los esclavos si ellos no hubieran sido liberados del yugo del cautiverio de los Egipcios: entonces fue que Dios les liberó de las manos del rey de Egipto. Poco simpatizo con la idea de que Dios vino a salvarnos, y luego nos dejó en prisión, esclavos de nuestros obsesivos pecados. No; El vino a liberarnos, y a darnos la victoria sobre nuestros genios diabólicos, nuestras pasiones, y nuestras lujurias. ¿Es usted un Cristiano declarado, pero uno que es esclavo de algunos

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pecados obsesivos? Si usted quiere lograr la victoria sobre ese genio o esa lujuria, vaya a conocer a Cristo más íntimamente. El trae liberación para el pasado, el presente y el futuro. “El cual nos liberó...y nos libera...y nos liberará” (2 Corintios 1:10). Cuando Las Cosas Se Miran Oscuras Cuan a menudo, como los hijos de Israel cuando ellos llegaron al Mar Rojo, hemos caído en el descorazonamiento porque todo parece oscuro ante nosotros, detrás de nosotros, y alrededor de nosotros, y no sabíamos cuál camino tomar. Como dijo Pedro: “Señor, ¿a quién iremos?” (Juan 6:68). Pero Dios apareció para liberarnos. El nos trajo a través del Mar Rojo directamente al desierto, y abrió el camino a la Tierra Prometida. Pero Cristo no es sólo nuestro Libertador; El es nuestro Redentor. Esto es algo más que ser un Salvador. El nos compró de vuelta.

“Porque así dice Jehová: De balde fuísteis vendidos, por tanto, sin dinero seréis rescatados” (Isaías 52:3).

Nosotros fuimos “rescatados de nuestra vana manera de vivir... no con

cosas corruptibles, como oro o plata” (1 Pedro 1:18). Si nos hubiera podido redimir el oro, ¿no habría El creado diez mil mundos llenos

de oro? Cuando Dios había redimido a los hijos de Israel del cautiverio de Egipto, y los había traído a través del Mar Rojo, elllos fueron directamente al desierto; y entonces Dios se convirtió para ellos en su Camino. Yo estoy tan agradecido al Señor de que no nos dejó en la oscuridad como el camino correcto. No hay un hombre viviente que haya estado a tientas en la oscuridad y que pueda conocer el camino. “Yo soy el Camino,” dice Cristo. Si nosotros seguimos a Cristo estaremos en el camino correcto, y tendremos la doctrina correcta. ¿Quién podía conducir a los hijos de Israel a través del desierto como el mismo Dios Todopoderoso? El conocía las trampas y peligros del camino, y guió a la gente a través de todas sus jornadas en el desierto directamente a la tierra prometida. Es verdad que si no hubiera sido por sus malditas incredulidades, ellos habrían cruzado por la tierra de Kadesh-barnea, y tomado posesión de ella. Pero ellos deseaban algo al lado de la palabra de Dios; así que ellos regresaron, y tuvieron que padecer por cuarenta

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años en el desierto. Yo creo que todavía hay miles de hijos de Dios sufriendo en el desierto. El Señor les ha liberado de la mano de los Egipcios, y los llevaría de una vez a través del desierto directo a la Tierra Prometida, si sólo ellos se dispusieran a seguir a Cristo. Cristo ha estado aquí, y ha convertido los lugares difíciles en suaves, y la oscuridad en luz, y los lugares torcidos en rectos. Si solamente nos dispusiéramos a ser conducidos por El, y seguirlo a El, todo sería paz, y felicidad, y descanso. Resplandeciendo el Camino En la frontera, cuando un hombre va de cacería él toma un hacha, y corta pedazos de la corteza de los árboles a medida que él va a lo largo de la foresta: esto es llamado “resplandeciendo el camino.” El hace esto de manera de conocer el camino de regreso, ya que no hay senderos a través de estos bosques inmensos. Cristo ha venido a esta tierra; El ha “resplandecido el camino” y ahora que él se ha ido a lo alto, si queremos seguirlo a El, debemos mantenernos en el sendero correcto. Le voy a decir cómo usted puede saber si está siguiendo a Cristo o no. Si alguien le ha calumniado a usted, o lo ha juzgado mal, ¿los trata usted a ellos como hubiera hecho su Maestro? Si usted no experimenta estas cosas con un espíritu de amor y perdón, todas las iglesias y ministerios en el mundo no podrán enderezarlo a usted. “...Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, es que no es de El” (Romanos

8:9). “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas

pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. (2 Corintios 5:17). Cristo no es sólo nuestro camino: El es la Luz sobre el camino. El dice: “...Yo soy la Luz del mundo” (Juan 8:12: 9:5; 12:46). El continúa diciendo: “El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la Luz de la Vida.” Es imposible para cualquier hombre o mujer que está siguiendo a Cristo caminar en las tinieblas. Si su alma está en las tinieblas, padeciendo alrededor de la niebla y la bruma de la tierra, déjeme decirle que esto es porque se ha alejado de la luz verdadera. No hay nada más que la luz que dispersará las tinieblas. Así que hagamos que aquellos que están caminando en tinieblas admitan a Cristo en sus corazones: El es la Luz. Yo traigo a la mente una imagen que en un tiempo acostumbré para pensar en un buen negocio; pero ahora que he venido a ver más de cerca, yo no la pondría en mi casa excepto que volteara la cara hacia la pared. Ella representa a Cristo como

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estando de pie frente a la puerta, golpeando, y teniendo una gran linterna en Su mano. Por qué, usted podría hacer lo mismo con una linterna puesta hacia el sol así como poner una en la mano de Cristo. El es el Sol de la Justicia; y es nuestro privilegio caminar en la luz de un sol despejado. Tratando de Agarrar la propia Sombra Mucha gente está cazando persiguiendo la luz, y la paz, y la felicidad. En ninguna parte se nos ha dicho que vayamos detrás de estas cosas. Si nosotros admitimos a Cristo en nuestros corazones todas estas cosas vendrán por si mismas. Yo recuerdo, cuando muchacho yo acostumbraba tratar en vano de agarrar mi sombra. Un día yo estaba caminando en dirección del sol; como acostumbraba mirar alrededor, yo ví que mi sombra me seguía. Entre más rápido iba, más rápido mi sombra me seguía; yo no podía separarme de ella. De la misma manera, cuando nuestras caras están directas al Sol de la Justicia, la paz y la felicidad vienen con seguridad. Un hombre me dijo hace varios años: “Moody, ¿cómo te sientes?” Ha pasado bastante tiempo desde que yo reflexionaba acerca de mis sentimientos, en que yo tenía que detenerme y considerarlo un momento para darme cuenta cómo me sentía. Algunos Cristianos están todo el tiempo pensando sobre sus sentimientos; y porque ellos no se sienten completamente justos, ellos piensan que toda su felicidad se les ha ido. Si nosotros mantenemos nuestros rostros hacia Cristo, y estamos ocupados con El, seremos elevados de las tinieblas y de los problemas que pudieran estar enturbiando nuestro paso. Me recuerdo estando en una reunión después que había estallado la guerra de la rebelión. La guerra llevaba cerca de seis meses. La armada del Norte había sido vencida en el Bull Run: de hecho, nosotros no teníamos nada más que la derrota, y parecía como si toda la República se hubiera hecho pedazos. Así que nosotros estábamos derrumbados y desanimados. En esta asamblea cada orador parecía por un momento como si hubiera colgado su arpa en un sauce llorón; y ésta fue uno de las asambleas más lastimosas a las que alguna vez asistí. Finalmente, un viejo con una bella cabellera blanca se puso de pie para hablar, y su cara literalmente brilló: “Jóvenes,” dijo él, “ustedes no hablan como hijos del Rey. Aunque haya oscuridad aquí mismo, recuerden que hay luz en alguna otra parte.” Luego él prosiguió para decir que si hubiera oscuridad en todo el mundo, habría luz alrededor del Trono.

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Ascender Sobre las Nubes El nos dijo que él había venido del Este, donde un amigo le había descrito cómo había subido a una montaña para pasar la noche y ver la salida del sol. A medida que el grupo fue subiendo a la cima de la montaña, y antes de que ellos la hubieran alcanzado, les cayó una tormenta. Este amigo le dijo al guía: “Me rindo; lléveme de vuelta.” El guía sonrió, y le contestó: “Yo pienso que pronto pasaremos sobre la tormenta.” Ellos continuaron caminando; y no pasó mucho tiempo antes de que ellos llegaran arriba donde estaba calmo como una tarde de verano. Abajo en el valle estaba desatada una terrible tormenta; ellos podían oir los truenos, y ver los rayos y relámpagos de la luz; pero estaba sereno en la cúspide de la montaña. “Y entonces, mis queridos jóvenes,” continuó el anciano, “aunque todo sea tinieblas a su alrededor, vayan un poco más alto, y la tiniebla volará lejos.” A menudo, cuando he estado propenso hacia el decaimiento, he pensado en lo que él dijo. Ahora si usted está allá abajo en el valle entre la espesa niebla y la oscuridad, vaya un poco más alto, acérquese a Cristo, y sepa más de El. Usted recuerda que la Biblia dice que cuando Cristo expiró en la cruz, la luz del mundo se apagó. Dios envió a Su Hijo a ser la luz del mundo; pero los hombres no aman la luz porque ella les reprueba sus pecados. Cuando ellos han tratado de apagar esta luz, ¿qué les dijo Cristo a Sus discípulos? “...y me seréis testigos” (Hechos 1:8). El se ha ido a lo lejos para interceder por nosotros; pero El quiere que nosotros brillemos por El aquí abajo. “Ustedes son la luz del mundo” (Mateo 5:14). Así que nuestro trabajo es brillar: no sonar nuestra trompeta para que la gente nos vea a nosotros. Lo que queremos hacer es mostrar a Cristo. Si nosotros tenemos alguna luz, absolutamente es una luz prestada. Alguien le dijo a un joven Cristiano; “¡Conviértete! ¡Es un claro de luna!” El dijo: “Le agradezco por la ilustración; la luna presta su luz del sol; y nosotros prestamos la nuestra del Sol de la Justicia.” Si nosotros somos de Cristo, estamos aquí para brillar por El: por y porque El nos llamará a casa para nuestra recompensa.

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El Ciego y la Linterna Recuerdo haber oído hablar de un ciego que se sentaba a la vera del camino con una linterna cerca de él. Cuando se le preguntaba para qué tenía una linterna, ya que él no veía la luz, él decía que era para que la gente no se tropezara con él. Yo creo que más gente se tropieza sobre las inconsistencias de Cristianos profesados que por cualquier otra causa. ¿Qué está haciendo más daño a la causa de Cristo que todo el escepticismo en el mundo, no es este frío, formalismo muerto, esta conformidad con el mundo, este profesamiento de lo que no poseemos? Los ojos del mundo están sobre nosotros. Yo creo que fue George Fox quien dijo que todo Quáquero debía iluminar el país diez millas alrededor de él. Si todos nosotros estuviéramos brillando para el Maestro, aquellos cercanos a nosotros pronto serían alcanzados, y habría un grito de alabanza hacia el cielo. La gente dice: “Yo quiero saber cuál es la verdad.” Escuchen: “YO SOY...LA VERDAD” (Juan 14:6), dice Cristo. Si usted quiere conocer cuál es la verdad, entre en relación con Cristo. La gente también se lamenta de que ellos no tienen vida. Muchos están tratando de darse vida espiritual ellos mismos. Pueden galvanizarse ustedes mismos y poner electricidad dentro de ustedes, para hablar; pero el efecto no durará mucho tiempo. Sólo Cristo es el autor de la vida. Si usted quiere tener una real vida espiritual, conozca a Cristo. Muchos tratan de fomentar la vida espiritual yendo a reuniones. Esto podría ser suficientemente bueno; pero no será de ningún valor, a menos que ellos entren en contacto con el Cristo vivo. Entonces sus vidas espirituales no serán algo espasmódico, sino que será perpetuo; fluyendo y fluyendo, y trayendo frutos hacia Dios. Entonces Cristo Es Nuestro Sostén Una gran cantidad de jóvenes discípulos tienen miedo de no poder sostenerse. “He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel” (Salmo 121:4). Es la labor de Cristo guardarnos a nosotros; y si El nos sostiene no habrá peligro de que caigamos. Yo supongo que si la Reina Victoria tuviera que cuidar de la Corona de Inglaterra, algún ladrón intentaría llegar a ella; pero está resguardada en la Torre de Londres, y custodiada día y noche por soldados. La armada entera de Inglaterra, si fuera necesario, sería llamada para protegerla. Y nosotros no tenemos fortaleza en nosotros mismos. No somos contrincantes para Satanás; él

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ha tenido seis mil años de experiencia. Pero entonces recordemos que Aquel, que ni se adormece ni duerme, es nuestro guardador. En Isaías 41:10, leemos: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios

que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.”

También en Judas, versículo 24, se nos ha dicho que El es “poderoso para

guardarnos sin caída.” “Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1Juan 2:1). Pero Cristo es algo más. El es nuestro PASTOR. Es trabajo del pastor cuidar de sus ovejas, alimentarlas y protegerlas.

1. “Yo soy el Buen Pastor” (Juan 10:11). 2. “Mis ovejas escuchan Mi voz” (Juan 10:27). 3. “...Y pongo mi vida por las ovejas” (Juan 10:15).

En ese maravilloso capítulo décimo de Juan, Cristo usa el pronombre personal no menos de veinte veces, declarando que El es y que El hará. En el versículo 28, El dice: “Y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de Mi mano.” Pero note que dice “nadie”. Ninguno – ni diablo u hombre tendrá capacidad para hacerlo. En otro lugar de la Escritura declara: “Vuestra vida está escondida con Cristo en Dios” (Colosenses 3:3). ¡Cuánta protección y cuánta seguridad! Cristo dice: “Mis ovejas oyen mi voz...y me siguen” (Juan 10:27). Un caballero en el Este oyó de un pastor que podía llamar hacia él a todas sus ovejas por su nombre. El vino y preguntó si esto era verdad. El pastor lo llevó al prado donde ellas estaban, y llamó a una de ellas por su nombre. Una oveja miró hacia arriba y contestó el llamado, mientras que las otras continuaron comiendo y no prestaron atención. En igual forma, él llamó cerca de una docena de las ovejas alrededor de

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él. El extranjero dijo: “¿Cómo distingue usted una de la otra? Ellas parecen todas iguales.” “Bien”, le dijo él, “usted ve que esa oveja renquea un poco; esa otra tiene un pequeño estrabismo; a otra se le ha caído un poco de lana; otra tiene una mancha negra; y a otra le falta un pedazo de oreja.” El hombre distinguía las ovejas por sus defectos, porque él no tenía una sola perfecta en todo el rebaño. Yo supongo que nuestro Pastor nos reconoce de la misma manera. Sus Ovejas Conocían Su Voz Una vez, un pastor del Este estaba diciéndole a un caballero que sus ovejas conocían su voz y que ningún extraño podía engañarlas. El caballero pensó que le gustaría poner a prueba la afirmación. Así que se puso la vestimenta y turbante del pastor, y llevó su staff, y fue al rebaño. El disimuló su voz, y trató de hablar lo mejor que pudo como el pastor; pero él no logró que una sola oveja le siguiera. El le preguntó al pastor si sus ovejas nunca seguían a un extraño. El tuvo que admitir que si una oveja se enfermaba, seguía a cualquiera. Así pasa con una buena cantidad de Cristianos profesados: cuando se enferman y se les debilita la fe, ellos seguirán a cualquier profesor que vaya por ahí; pero cuando el alma está sana, un hombre no será acarreado por los errores y herejías. El conocerá si la “voz” habla la verdad o no. El pronto puede decir, si él está realmente en comunión con Dios. Cuando Dios envía un verdadero mensajero, sus palabras encontrarán una rápida respuesta en el corazón Cristiano. Cristo es un tierno Pastor. Alguna vez usted puede pensar que El no ha sido un Pastor muy tierno para usted: usted está pasando debajo de la vara. Está escrito: “Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo” (Hebreos 12:6). Que usted esté pasando debajo de la vara no es prueba de que Cristo no le ama. Un amigo mío perdió a todos sus hijos. Ningún hombre pudo haber amado más a su familia; pero la fiebre escarlata los eliminó uno a uno; y asi todos los cuatro o cinco, uno después del otro, murieron. Los pobres afligidos padres fueron a la Gran Bretaña, y estuvieron errantes de un lugar a otro, allá y en el continente. A la larga, ellos encontraron su camino a Siria. Un día ellos vieron a un pastor del Este llegar a un arroyo, y llamar su rebaño para que cruzara. Las ovejas bajaron al borde de la corriente y miraron el agua; pero pareció como que se acobardaron, y

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él no pudo lograr que ellas respondieran a su llamado. Entonces él tomó a un pequeño cordero y se lo puso bajo uno de sus brazos; tomó otro y lo puso bajo el otro brazo, y pasó el arroyo. La oveja vieja no siguió mirando el agua: ellos se tiraron al agua después del pastor; y en unos pocos minutos el rebaño entero estaba en el otro lado. Los apesadumbrados padre y madre, cuando veían la escena, sintieron que les estaba enseñando una lección. Ya no siguieron murmurando porque el Gran Pastor había tomado sus corderos uno por uno llevándoles al mundo del más allá; y ellos comenzaron a mirar hacia arriba y hacia delante al tiempo cuando ellos seguirían a sus amados que ellos habían perdido. Si usted tiene seres amados que ya se han ido antes, recuerde que su Pastor le está llamando a usted a que “ponga la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Colosenses 3:2). Vamos a estar llenos de fe en El, y seguirlo a El, mientras permanecemos en este mundo. Y si usted no lo ha tomado a El como su Pastor, hágalo en este preciso día. Una Descripción Maravillosa de Cristo Cristo no solamente es todas estas cosas que yo he mencionado. El también es nuestro Mediador, nuestro Santificador, nuestro Justificador, de hecho, tomaría volúmenes expresar lo que El desea ser para cada alma individual. Mientras ojeaba algunos escritos, una vez leí esta maravillosa descripción de Cristo. No sé de donde vino originalmente; pero fue tan fresca para mi alma que yo quisiera dársela a usted: “Cristo es nuestro Camino; nosotros caminamos en El.

El es nuestra Verdad; nosotros le abrazamos.

El es nuestra Vida; nosotros vivimos en El.

El es nuestro Señor; nosotros lo escogimos a El para que nos rija.

El es nuestro Maestro; le servimos a El.

El es nuestro Profesor; instruyéndonos en el camino de la salvación.

El es nuestro Profeta, señalándonos el futuro.

Es es nuestro Sacerdote, teniendo la unción para nosotros.

El es nuestro Abogado, siempre vivo para interceder por nosotros.

Es es nuestro Salvador, salvando al más remoto.

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El es nuestra Raíz, nosotros crecemos de El.

El es nuestro Pan; nosotros comemos de El.

El es nuestra Parra verdadera; nosotros permanecemos en El.

El es el Agua de la Vida; nosotros saciamos nuestra sed en El.

El es el más cierto entre diez mil – nosotros le admiramos a El sobre todos

los demás.

El es `el resplandor de la gloria del Padre, y la viva imagen de Su persona;´

nosotros nos esforzamos en reflejar Su parecido.

El es el sostén de todas las cosas; nosotros descansamos en El.

El es nuestra Sabiduría; nosotros somos guiados por El.

El es nuestra virtud; nosotros vaciamos todas nuestras imperfecciones en

El.

El es nuestra Santificación; nosotros botamos todo nuestro poder, por la

vida santa proveniente de El.

El es nuestra Redención, redimiéndonos de toda iniquidad.

El es nuestro Sanador, curando todas nuestras enfermedades.

El es nuestro Amigo, aliviándonos en todas nuestras necesidades.

El es nuestro Hermano, animándonos en nuestras dificultades.”

Aquí está otro bello extracto: es de Gotthold:

“De mi parte, mi alma es como un niño hambriento y sediento; Yo necesito

Su amor y consuelo para mi refrescamiento.

Yo soy una errante y perdida oveja; y yo le necesito a El como un buen y

leal pastor.

Mi alma es como aterrorizada paloma perseguida por un halcón; y yo

necesito Sus heridas como refugio.

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Yo soy una débil parra; y yo necesito Su cruz para sostenerla, y enrollarme

en ella.

Yo soy un pecador; y yo necesito Su Justicia.

Yo estoy desnudo y descubierto y yo necesito Su santidad e inocencia para

cubrirme.

Yo soy ignorante; y yo necesito Su enseñanza; simple y tonta; y necesito la

guía de Su Santo Espíritu.

En ninguna situación, y en ningún tiempo, puedo hacer algo sin El.

¿Voy a orar? El debe ayudar, e interceder por mí.

¿Soy acusado por Satanás ante el Divino tribunal? El debe ser mi Abogado.

¿Estoy en una aflicción? El debe ser mi Ayudador.

¿Soy perseguido por el mundo? El debe defenderme.

Cuando estoy abatido, El debe ser mi Soporte: cuando estoy muriendo, mi

Vida; cuando estoy siendo enterrado en la sepultura, mi Resurrección.

Bien, entonces, antes de compartir con todo el mundo, y todo lo que él

contiene, seré Contigo, mi Salvador. Y, ¡Dios recibirá agradecimientos! Yo

sé que Tú tampoco tienes el arte ni el deseo de hacerlo sin mí.

Tú rico; y yo soy pobre.

Tú tienes abundancia; y yo tengo necesidad.

Tú tienes justicia; y yo pecados.

Tú tienes vino y aceite; y yo heridas.

Tú tienes afectos y refrescos; y yo estoy hambriento y sediento.

Úsame, entonces, mi Salvador para cualquier propósito, y en cualquier

forma que Tu majestad requiera.

Aquí está mi pobre corazón, un vaso vacío; llénalo con Tu gracia.

Aquí está mi alma pecadora y angustiada; apresúrate y refréscala con Tu

amor.

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Toma mi corazón para Tu morada; mi boca para diseminar la gloria de Tu nombre; mi amor y todos mis poderes, para el progreso de Tu gente creyente; y que nunca sufra el abatimiento de la constancia y confianza de mi fe – que de esta forma todo el tiempo yo pueda estar capacitado del corazón para decir, ´Jesús me necesita, y yo a El, así que somos uno para el otro.´”

(Nota: Escritor Cristiano, nacido el 2 de enero de 1629, fue un predicador de la corte que había dejado su amistad con Gotthold, cuyo primer nombre él no lo dio, pero de cuyos labios él escuchó y tomó lo que él llamo los emblemas de Gotthold. Ellos fueron muy conocidos en el Día de Martin Luther. Traducido en U.S.A. en 1859.)

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CAPITULO 9

Reincidencia4 “Yo sanaré su rebelión; los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de

ellos” (Oseas 14:4).

HAY DOS CLASES de rebeldes. Algunos nunca han sido convertidos: ellos han pasado bajo la forma de unirse a una comunidad Cristiana y clamar que son rebeldes; pero ellos, si puedo usar la expresión, nunca “han incidido hacia delante.” Ellos pueden hablar de reincidencia; pero ellos realmente nunca han nacido de nuevo. Ellos necesitan ser tratados diferentemente a los rebeldes reales, - aquellos que han nacido de la semilla incorruptible, pero que se han hecho a un lado. Nosotros queremos traer a estos últimos al mismo camino por el cual ellos dejaron su primer amor. Dé la vuelta al Salmo 85:5-7. Allí usted lee: “¿Estarás Tú enojado contra nosotros para siempre? ¿Extenderás Tu ira de

generación en generación? ¿No volverás Tú a darnos vida, para que Tu pueblo se regocije en Ti? Muéstranos, Oh Jehová, Tu misericordia, y danos Tu salvación.”

Ahora vea de nuevo: “Escucharé lo que hablará Jehová Dios; porque hablará paz a su pueblo y a

sus santos, para que no se vuelvan a la locura. (Versículo 8). Rebeldes y el Mundo de Dios No hay nada que les pueda hacer tanto bien a los rebeldes como llevarlos al Mundo de Dios; y para ellos el Viejo Testamento está tan lleno de ayuda como lo está el Nuevo. El libro de Jeremías tiene varios pasajes maravillosos para los errantes. Lo que queremos hacer es traer a los rebeldes a que oigan lo que Dios el Señor dice: Veamos por un momento a Jeremías 6:10:

4 N. Del T. Backsliding se traduce como Reincidencia, pero ajustándonos al texto bíblico se toma como Rebeldía.

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“¿A quién hablaré y amonestaré, para que oigan? He aquí que sus oídos son

incircuncisos, y no pueden escuchar; he aquí que la palabra de Jehová es cosa vergonzosa, no la aman.”

Esta es la condición de los rebeldes. Ellos no tienen ningún deleite en la palabra de Dios. Pero nosotros queremos traerlos de regreso, y dejar a Dios que les abra sus orejas. Leamos del versículo catorce al diecisiete: “Y curan la herida de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay

paz. ¿Se han avergonzado de haber hecho abominación? Ciertamente no se han avergonzado, ni aun saben tener vergüenza; por tanto, caerán entre los que caigan; cuando los castigue caerán, dice Jehová. Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: no andaremos. Puse también sobre vosotros atalayas, que dijesen: Escuchad al sonido de la trompeta. Y dijeron ellos: No escucharemos.”

Esa fue la condición de los judíos cuando ellos fueron apartados. Ellos se habían alejado de sus viejos pasos. Y esa es la condición de los rebeldes. Ellos se han alejado del buen libro viejo. Adán y Eva cayeron por no haber escuchado la palabra de Dios. Ellos no creyeron en la palabra de Dios; pero ellos creyeron a la Tentación. Esta es la forma en que caen los rebeldes – desdeñando la palabra de Dios. “Yo Contenderé 5Con Ustedes” En Jeremías 2:5 encontramos a Dios peleando con ellos como un padre pelea con su hijo. “Así dijo Jehová: ¿Qué maldad hallaron en mí vuestros padres, que se

alejaron de mí, y se fueron tras la vanidad y se hicieron vanos?... Por tanto, contenderé aún con vosotros, dijo Jehová, y con los hijos de vuestros hijos pleitearé... Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua.”

5 N. Del T. En el texto en inglés, se titula: I will plead with you, que se traduciría: Yo intercederé (oraré) con

ustedes; sin embargo, en tres versiones de la Biblia en español, todas ellas se refieren a “pleito”, “contienda”,

“proceso” contra los hijos y nietos.

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Ahora, hay una cosa a la cual queremos llamar la atención de los rebeldes; y esta es,- que ¡el Señor nunca los abandonó a ellos, sino que fueron ellos quienes le abandonaron a El! ¡El Señor nunca les dejó; sino que ellos le dejaron a El! ¡Y esto sin ninguna causa! El dijo: “¿Qué maldad hallaron en mí vuestros padres, que se alejaron de mí?” ¿No es Dios el mismo hoy que cuando usted llegó a El por primera vez? ¿Ha cambiado Dios? Los hombres son propensos a pensar que Dios ha cambiado; pero la falta siempre es de ellos. Rebeldes, yo quisiera preguntarles a ustedes: “¿Qué maldad existe en Dios, para que ustedes le hayan dejado a El e ido lejos?” Ustedes tienen, dice El, cisternas, cisternas rotas que no retienen agua. El mundo no puede satisfacer a la nueva creatura. Ningún pozo terrenal puede satisfacer al alma que ha venido a participar de la naturaleza celestial. Honor, salud, y los placeres del mundo, no satisfarán a aquellos que han paladeado el agua de la vida, que se han extraviado, buscando refrescarse en las fuentes del mundo. Los pozos terrenales se secarán. Ellos no pueden saciar la sed espiritual. Otra vez, en el versículo treinta y dos:

“¿Se olvida la virgen de su atavío, o la desposada de sus galas? Pero mi pueblo se ha olvidado de Mí por innumerables días.” Esta es la carga que Dios lleva contra los rebeldes. Ellos “se han olvidado de Mí por innumerables días.”

A menudo he asombrado a jóvenes señoras cuando les he dicho: “Mis amigas, ustedes piensan más en sus aretes que en el Señor” Su respuesta ha sido: “No, yo no.” Pero cuando les he preguntado: “¿No se turbarían si perdieran uno de ellos; y no se pondrían a buscarlo?” la respuesta ha sido: “Bien, sí, yo creo que lo haría.” Pero aunque ellas le han dado la espalda a Dios, no les incomoda; y tampoco se ponen a buscarlo a El para ver si logran encontrarlo. ¡Cuántos una vez en sociedad y en comunión diariamente con el Señor piensan ahora más en sus vestidos y adornos que en sus preciosas almas! Al amor no le gusta ser olvidado. A las madres se les quebrantaría el corazón si sus hijos les abandonaran y nunca les escribieran una palabra o les enviaran una muestra de afecto: y Dios pelea con los rebeldes como un padre con sus amados que se han extraviado; y El trata de volverlos al redil. El pregunta: “¿Qué he hecho para que ellos me abandonen?”

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Las palabras más tiernas y amorosas que se pueden encontrar en la Biblia vienen de Jehová a aquellos que Le han dejado. Escuche cómo El argumentó con tales: “Tu maldad te castigará, y tus rebeldes te condenarán; sabe, pues, y ve

cuán malo y amargo es el haber dejado tú a Jehová tu Dios, y faltar mi temor en ti, dice el Señor, Jehová de los ejércitos.” (Jeremías 2:19).

No exagero cuando digo que he visto cienes de rebeldes regresar; y les he preguntado que si ellos no han encontrado algo malo y amargo dejar al Señor. Usted no encontrará un verdadero rebelde, que haya conocido al Señor, y que admita que es malo y amargo alejarse de El. No sé de otro versículo más usado para traer de regreso a los rebeldes que este preciso. Puede ser que este lo traiga a usted de regreso si usted ha estado errante en el país lejano. Algo Amargo Es Alejarse Vea a Lot. ¿No encontró él algo malo y amargo? El estuvo veinte años en Sodoma, y nunca convirtió a nadie. El prosperó a la vista del mundo. Los hombres le habrían dicho a usted que él fue uno de los hombres más ricos e influyentes en toda Sodoma. Pero a la par, él destruyó su familia. Y es algo lastimoso ver a un viejo rebelde yendo por las calles de Sodoma a medianoche, después que él había advertido a sus hijos, y que ellos se habían hecho de oídos sordos. Nunca he conocido a un hombre y su mujer reincidir, sin que hayan acarreado la mayor de las desgracias a sus hijos. Ellos se mofarán de la religión y ridiculizarán a sus padres: “Tu maldad te castigará, y tus rebeldes te condenarán” ¿No lo encontró así David? Obsérvelo, llorando: “... ¡Hijo mío, Absalón, hijo mío, hijo mío Absalón! ¡Quién me diera que

muriera yo en lugar de ti, Absalón, hijo mío, hijo mío!” (2 Samuel 18:33). Yo pienso que fue la desgracia, en lugar de la muerte, de su hijo la que le causó esta angustia. Errante en las Áridas Montañas del Pecado Yo recuerdo haber participado en una conversación hace algunos años con un anciano. El había estado por años errante en las áridas montañas del pecado. Esa

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noche él quería regresar. Nosotros oramos, y oramos, y oramos, hasta que la luz brotó dentro de él; y él se alejó regocijante. La noche siguiente él se sentó enfrente de mí cuando yo estaba predicando; y creo que nunca he visto a alguien tan triste y apesadumbrado en toda mi vida. El me siguió a la sala de reuniones. “¿Cuál es el problema?” Le pregunté. ¿”Sus ojos están fuera del Señor?” “¿Han vuelto sus dudas?” “No; no es eso,” me dijo, “No fui a mi negocio, sino que dediqué todo este día a visitar a mis hijos, Todos están casados en esta ciudad. Fui de casa en casa; pero no hubo uno que no se mofara de mí. Es el día más negro de mi vida. Yo he despertado para darme cuenta de lo que he hecho. He llevado a mis hijos dentro del mundo; y ahora no puedo sacarlos de él.” El Señor había restaurado en él la felicidad de Su salvación; aunque ahí estaba la amarga consecuencia de su transgresión. Usted puede transitar a través de su propia experiencia; y usted puede encontrar tales situaciones repetidas una y otra vez. Muchos que han llegado a su ciudad muchos años atrás a servir a Dios, en su prosperidad se han olvidado de El. ¿Y dónde están sus hijos e hijas? Enséñenme el padre y la madre que han desertado del Señor y regresado a los elementos banales del mundo; y me equivocaría si sus hijos no están en la gran vía hacia la desgracia. Como nosotros deseamos estar en la fe, debemos cuidar estos rebeldes. Es una señal de amor advertir del peligro. Podemos parecer por un momento como sus enemigos; pero los amigos más verdaderos son aquellos que elevan la voz de advertencia. Israel no tuvo amigo más verdadero que Moisés. En Jeremías, Dios dona a Su pueblo un profeta piadoso para que los traiga de regreso a El; pero ellos reniegan de Dios. Ellos olvidaron a Dios que los sacó de Egipto, y que los llevó a través del desierto a la tierra prometida. En su prosperidad, ellos Le olvidaron y Le abandonaron. El Señor les dijo qué habría de pasar (Deuteronomio 28). Y vean qué pasó: El rey que hizo hoguera de la palabra de Dios, fue capturado por Nabucodonosor, y sus hijos llevados frente a él fueron degollados; a él le sacaron sus ojos; y fue vendado y encadenado y recluido en un calabozo en Babilonia (2 Reyes 25:7). Esta es la forma en que él cosecha lo que sembró. Seguramente es malo y amargo para el rebelde, pero el Señor le ganará trayéndole con el mensaje de Su Palabra. En Jeremías 8:5, leemos: “Por qué es este pueblo de Jerusalén rebelde con rebeldía perpetua?

Abrazaron el engaño, y no han querido volverse.”

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Esto es lo que el Señor trae contra ellos. “Ellos rehúsan Regresar” “Escuché y oí; no hablan rectamente, no hay hombre que se arrepienta de

su mal, diciendo: ¿Qué he hecho? Cada cual se volvió a su propia carrera, como caballo que arremete con ímpetu a la batalla. Aún la cigüeña en el cielo y la golondrina guardan el tiempo de su venida; pero mi pueblo no conoce el juicio de Jehová” (Jeremías 8:6-7).

Ahora vea: “Escuché y oí; pero ellos no hablan rectamente.” ¡No hay altar familiar! ¡No hay lectura de la Biblia! ¡No hay devoción cercana! ¡Dios se inclina para oír; pero Su pueblo se ha alejado! Si hay un rebelde penitente, uno que está ansioso del perdón y la restauración, usted no encontrará palabras más tiernas que las que se encuentran en Jeremías 3:12: “Ve y clama estas palabras hacia el norte, y di: Vuélvete, oh rebelde Israel,

dice Jehová; no haré caer mi ira sobre ti; porque misericordioso soy yo, dice Jehová, no guardaré para siempre el enojo.”

Ahora note: “Reconoce, pues, tu maldad, porque contra Jehová tu Dios has prevaricado, y

fornicaste con los extraños debajo todo árbol frondoso, y no oíste mi voz, dice Jehová. Convertíos, hijos rebeldes, dice Jehová, porque yo soy vuestro esposo...” (Jeremías 3:13-14).

Piense en Dios viniendo y diciendo: “¡yo soy vuestro esposo!” “y os tomaré, uno de cada ciudad y dos de cada familia, y os llevaré a Sion.” “Reconoce, pues, tu maldad.” ¡Cuántas veces he sostenido este pasaje a un rebelde! “Reconoce” la maldad, y Dios te perdonará. Yo recuerdo a un hombre diciendo: “¿Quién dijo eso?” “¿Está eso allí?” Y yo lo llevé al pasaje: “Reconoce, pues, tu maldad,” y el hombre cayó de rodillas, y lloró: “Dios mío, yo he sido un pecador”; y el Señor le restauró allí y para siempre. Si usted anda perdido, El quiere que usted regrese. El dice en otro lugar:

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“¿Qué haré a ti, Efraín? ¿Qué haré a ti, Judá? La piedad vuestra es como nube

de la mañana, y como el rocío de la madrugada, que se desvanece” (Oseas 6:4).

¡Su compasión y Su amor son maravillosos! En Jeremías 3:22: “Convertíos, hijos rebeldes, y sanaré vuestras rebeliones. He aquí nosotros

venimos a ti, porque tú eres Jehová nuestro Dios.” Justamente, El puso palabras en la boca de un rebelde. Sólo ven; y, si tú vienes, El te recibirá sin pedir nada a cambio y te amará libremente. En Oseas 14:1, 2 ,4: “Vuelve, oh Israel, a Jehová tu Dios; porque por tu pecado has caído. Llevad

con vosotros palabras de súplica, y regresa a Jehová (El puso palabras en su boca): y dícele: Quita toda iniquidad, y acepta el bien, y te ofreceremos la ofrenda de nuestros labios....Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos.”

Sólo observe esto. ¡Regresa! ¡Regresa! ¡Regresa! Remarca a través de todos estos

pasajes. Ahora, si usted se ha extraviado, recuerde que usted le dejó a El, y no El a usted. Usted tiene que salir del foso de los rebeldes de la misma forma en que entró a él. Y si usted toma la misma vía como cuando usted dejó al Maestro, usted le encontrará a El ahora, justamente donde usted se encuentra. Cómo Tratan los Rebeldes a Cristo Si nosotros fuéramos a tratar con Cristo como un amigo terrenal, nosotros nunca le dejaríamos; y nunca habría un rebelde. Si yo estuviera en un pueblo por una semana, no pensaría en irme sin haber estrechado las manos de los amigos que hubiera hecho, y decirles, “Adiós”, a ellos. Sería justamente culpado si yo tomara el tren y los dejara sin decirle una palabra a nadie. El grito sería: “¿Qué pasa?” ¿Pero alguna vez ha oído usted de un rebelde diciéndole al Señor Cristo Jesús:

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“Adiós”; yendo adentro de su interior y diciendo: “Señor Jesús, yo te conozco desde hace diez, veinte o treinta años; pero estoy cansado de Tu servicio; Tu yugo no es fácil, ni Tu carga ligera; así que me voy al mundo, a la carne de Egipto. ¡Adiós, Señor Jesús! Nos vemos”? ¿Ha oído algo así? No; nunca lo ha oído, ni nunca lo oirá. Yo le digo, si usted se encierra en su interior y se cierra al mundo y mantiene comunión con el Maestro, usted no puede dejarlo a El. El lenguaje de su corazón será: “... ¿A quién iremos?” ¿Sino que a Ti? “Tú tienes palabras de vida eterna”

(Juan 6:68). Usted no podría regresar al mundo si usted tratara con El de esta manera. Pero usted Le ha dejado y se ha ido lejos. Usted se ha olvidado de El innumerables días. ¡Vuelva hoy, así como está! Dese cuenta que usted no descansará a menos que Dios haya restaurado en usted el gozo de Su salvación. Un caballero en Cornwall una vez encontró a un Cristiano en la calle, de quien sabía que era un rebelde. El se le acercó y le dijo: “Dígame, ¿no hay algún distanciamiento entre usted y el Señor Jesús?” El hombre agachó su cabeza, y dijo: “Sí.” “Bien,” le dijo el caballero, “¿qué le ha hecho El a usted?” Su respuesta fue un mar de llanto. En Apocalipsis 2:4-5, leemos: “Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto,

de dónde has caído, y arrepiéntete, y has las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.”

Yo quiero protegerlo a usted contra un error que algunas personas cometen en relación a hacer “las primeras obras”. Muchos piensan que ellos van a tener la misma experiencia otra vez. Esto ha mantenido por meses a miles sin paz; porque ellos han estado esperando una renovación de su primera experiencia. Usted nunca tendrá la misma experiencia como cuando llegó por primera vez al Señor. Dios nunca se repite a Si mismo. No hay dos personas entre todos los millones de la tierra que sean iguales o piensen igual. Usted puede decir que no puede distinguir entre dos personas; pero cuando usted se compenetra bien de ellos, usted puede pronto distinguir las diferencias. Así que ninguna persona tendrá la misma experiencia una segunda vez. Si Dios le restaurará Su gozo a su alma, déjelo a El que lo haga a Su propio modo. Si usted confiesa sus pecados y le dice a

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El que usted se ha extraviado del camino de Sus mandamientos, El restaurará en usted el gozo de Su salvación. La Caída de Pedro Yo quiero llamar su atención a la manera en que Pedro cayó; y yo creo que casi todas las caídas son muy parecidas a esta. Yo quiero elevar una nota de advertencia a aquellos que no han caído. “Así que, el que piensa que está firme, mire que no caiga” (1 Corintios 10:12). Hace veinticinco años – y durante los primeros cinco años después de mi conversión – yo acostumbraba pensar que si yo había sido capaz de mantenerme por veinte años no tenía porqué tener miedo de caer. Pero entre más cerca esté usted de la Cruz más fiera es la batalla. Satanás busca lo alto. El vino entre los doce; y sacó al Tesorero – Judas Iscariote, y al Jefe de los Apóstoles – Pedro. La gran mayoría de los hombres que han caído lo han hecho por el lado más fuerte de su carácter. Se me ha dicho que el único lado por el cual el Castillo de Edimburgo fue exitosamente asaltado fue donde las rocas fueron más empinadas, y donde la guarnición pensaba que estaba más segura. Si algún hombre piensa que él es suficientemente fuerte para resistir al diablo en cualquier punto, él necesita especialmente cuidar ese punto porque entonces viene la tentación. Abraham se constituyó, a como fue, en la cabeza de la familia de la fe; y los hijos de la fe quizá podrían trazar su descendencia hasta Abraham: y ver que ahí abajo en Egipto él negó a su esposa (Génesis 12). Moisés fue notorio por su mansedumbre; y aún así el fue mantenido fuera de la tierra prometida por un acto apresurado y por lo que dijo, cuando el Señor le pidió que le hablara a la roca para que la congregación y sus bestias pudieran tener agua para beber. “¡Oíd ahora, rebeldes¡ ¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña?”

(Números 20:10). La Cobardía de Elías Elías fue reconocido por su audacia: y aún así un día se internó en el desierto como un cobarde y se escondió bajo un árbol de enebro, reclamándose a si

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mismo que él podría morir, debido a que había recibido un mensaje de una mujer (1 Reyes 19). Seamos cuidadosos. No importa lo que sea un hombre - él puede estar en el púlpito - pero si él se vuelve un engreído, con toda seguridad que él va a caer. Nosotros que somos seguidores de Cristo necesitamos orar constantemente para ser humildes, y mantenernos humildes. Dios hizo brillar de tal manera la cara de Moisés que otros hombres podían verla, pero Moisés él mismo no sabía que su cara brillaba, y entre más gozoso es el corazón de un hombre, más evidente será para el mundo exterior su vida y conversación diarias. Algunas personas hablan de cuan humildes son ellos; pero si ellos tuvieran verdadera humildad entonces para ellos no habría necesidad de publicarla. No es necesario. Un farol de casa no tiene un tambor redoblando o una trompeta soplando para proclamar la proximidad de dicho farol: él es su propio testigo. De igual manera, si tenemos la luz verdadera en nosotros, ella se mostrará a si misma. No son aquellos que hacen el mayor ruido quienes tienen la mayor piedad. Hay un riachuelo6, o un pequeño “arroyo” como le llaman los Escoceses, no muy lejos de donde yo vivo; y después de una fuerte lluvia usted puede escuchar el trepidar de sus aguas en su largo recorrido: pero deje entonces que vengan unos días de clima placentero, y el arroyo se vuelve casi silencioso. Pero hay un río cerca de mi casa, cuyo flujo nunca lo he escuchado en mi vida, a medida que él derrama en su profundo y majestuoso curso todo el año completo. Nosotros tendremos tanto del amor de Dios dentro de nosotros que su presencia será evidente sin nuestra proclamación bulliciosa de este hecho. La Auto-Confianza de Pedro El primer paso en la caída de Pedro fue su auto-confianza. El Señor se lo previno. El Señor dijo: “...Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a

trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte;...” (Lucas 22:31-32). Pero Pedro dijo:

1. “Señor, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte.” (Lucas 22:33).

6 Usa la palabra brook, y luego “burn”.

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2. “...Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré” (Mateo 26:33).

3. “¡Santiago y Juan, y los otros, pueden dejarte; pero Tú puedes contar

conmigo!” “Entonces Pedro le dijo: Aunque todos se escandalicen, yo no” (Marcos 14:29).

Pero el Señor le advirtió: “Y El le dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues

tres veces que me conoces.” (Lucas 22:34). Aunque el Señor lo reprendió, Pedro dijo que él estaba listo para seguirlo a El hasta la muerte. Esa jactancia es demasiado frecuente, el precursor de la caída. Caminemos humilde y suavemente. Nosotros tenemos un gran Tentador; y, en una hora descuidada, podemos tropezar y caer y llevar escándalo a Cristo. El siguiente paso en la caída de Pedro fue que él se durmió. Si Satanás puede mecer la Iglesia para dormir, él hace su trabajo a través del propio pueblo de Dios. Pedro en lugar de vigilar una corta hora en Getsemaní, él se durmió, y el Señor le preguntó: “¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?” (Mateo 26:40). La siguiente cosa fue que él peleó con la energía de la carne. El Señor lo volvió a reprender y dijo: “..., todos los que tomen espada, a espada perecerán” (Mateo 26:52). Jesús tuvo que deshacer lo que Pedro había hecho. La siguiente cosa – el “Le siguió de lejos.” Paso a paso él se aleja. Es algo malo cuando un hijo de Dios le sigue de lejos. Cuando usted le ve asociándose con amigos mundanos, y ejerciendo su influencia en el lado equivocado, él Le está siguiendo de lejos; y no estará lejano el día en que la desgracia caiga sobre el viejo nombre de la familia, y Jesucristo sea herido en casa de sus amigos. El hombre, con su ejemplo, a otros le causará el tropiezo y la caída.

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Otro Paso Equivocado La siguiente cosa – Pedro es familiar y amistoso con los enemigos de Cristo. Una damisela le dice a este Pedro sumiso: “Tú también estabas con Jesús El Galileo.” Pero él lo negó ante todos ellos, diciendo: “No sé lo que dices.” Y cuando él salió a la puerta otra criada le vio y les dijo a los demás que estaban ahí: “También éste estaba con Jesús El Nazareno.” Y nuevamente él lo negó con un juramento: “No conozco al hombre.” Había pasado una hora, y él todavía no se había dado cuenta de su posición, cuando otro con toda confianza afirmó que él era un Galileo y que su forma de hablar le delataba. Y él se puso enojado y comenzó a maldecir y a jurar, y nuevamente negó a su Maestro: y cantó el gallo (Mateo 26:69-74). El comenzó allá arriba en el pináculo de la auto-suficiencia, y vino abajo paso a paso hasta que se rompió en maldiciones y juramentos de que él nunca conoció a su Señor. El Maestro podía haberse dado la vuelta y haberle dicho: “¿Es verdad, Pedro, que tú Me has olvidado tan pronto? ¿No recuerdas

cuando tu suegra cayó enferma de una fiebre y que yo reprendí la enfermedad y ésta salió? ¿No traes a tu mente tu asombro de la pesca en que tú exclamaste: “Apártate de mí, porque yo soy un hombre pecador, Oh Señor” (Lucas 5:8)? ¿Recuerdas cuando en respuesta a tu grito: ´Señor, sálvame, o voy a perecer.´ Yo estiré Mi mano y Te salvé de que te ahogaras? ¿Has olvidado cuando, en el Monte de la Transfiguración, con Santiago y Juan, tú Me dijiste: ´Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí;..., hagamos aquí tres enramadas7? (Mateo 17:c4)’ ¿Has olvidado cuando estabas Conmigo a la mesa, y en Getsemaní? ¿Es cierto que Me has olvidado tan pronto?”

El Señor le habría censurado con preguntas como éstas, pero El no hizo nada parecido. El le dio una mirada a Pedro: y había tanto amor ahí que le rompió el corazón del discípulo, y él salió a llorar amargamente. Y después que Cristo se elevó de la muerte, vea cómo tiernamente El trató con el discípulo que estaba equivocado.

7 Tabernáculo, dice el texto en inglés.

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“Y Pedro” El ángel en el sepulcro dice: “Decid a Sus discípulos, y a Pedro” (Marcos 16:7). El Señor no olvidó a Pedro, a pesar de que Pedro Le había negado tres veces; así que El causó este cariñoso especial mensaje para que se le llevara al discípulo arrepentido. ¡Qué tierno y amante Salvador se tiene! Amigo, si usted es uno de los errantes, deje que la mirada amante del Maestro le traiga de regreso; y déjelo a El que le restaure a usted en el gozo de Su salvación. Antes de terminar, déjeme decir que yo creo que Dios restaurará algunos rebeldes que leen estas páginas, quienes pueden en el futuro venir a ser miembros útiles de la sociedad y adornos brillantes de la Iglesia. Nosotros nunca habríamos tenido el Salmo treinta y dos si David no hubiera sido restaurado.

“Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado”,

O ese bello Salmo cincuenta y cinco que fue escrito por el rebelde restaurado. Ni tampoco habríamos tenido ese maravilloso sermón el día de Pentecostés cuando tres mil fueron convertidos – predicado por otro rebelde restaurado. Pueda Dios poder restaurar a otros rebeldes y hacerlos un millón de veces más utilizados para Su gloria que lo que hayan sido antes. Terminado de traducir el sábado 25 de enero de 2003. Revisado en octubre de 2016 por Sergio Tercero Talavera, Managua, Nicaragua.