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Dedicatoria

Paramimarido,siempre

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Cita

Dondequieraqueestemos,lasombraquetrotadetrásdenosotrastienesindudacuatropatas.

DRA.CLARISSAPINKOLAESTÉS,Mujeresquecorrenconloslobos,

Barcelona,EdicionesB,1998

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Primeraparte.Fuego

PRIMERAPARTE

FUEGO

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Elhiloinvisible

ELHILOINVISIBLE

Laprimeravezquesentíelfuegoteníaonceaños.Fuelamismatardeenquela abuelaSoledad saltó por el acantiladoquehabía detrás de nuestra casa.MihermanaAlmayapodíahablarconlosmuertosantesdequeanuestraabuelasela tragaran para siempre las aguas heladas del Cantábrico, pero yo tuve queesperarhastaaquellatarde.Almayyohabíamos salido a explorar el bosqueque crecía frente a nuestra

casa como solíamos hacer cuando los días se volvían luminosos y claros otravez, después del interminable invierno. Aunque conocíamos casi de memoriacadaroblecentenario,cadaraízqueseasomabaentrelashojassecasdelsueloolashuellasquelosjabalíesdejabanenlatierrahúmeda,cadatarde—despuésdela siesta que nuestra madre nos obligaba a dormir— Alma y yo nosescabullíamos de lamansión y caminábamos de lamanopara perdernos en elbosquehastaqueempezabaaoscurecer.—Estássangrando,Estrella—medijoAlmasinvolverseparamirarme.Lanocheenqueyonací,uncometaatravesabaelcielodejandoasupasouna

esteladefuego,hieloyestrellasrotas.Yeseesprecisamenteelnombrequemimadreeligióparamí:Estrella.—Tencuidado—añadió—.Si temanchaselvestido,mamá te regañaráotra

vez. Sabes de sobra que a ella y a Carmen no les gusta que juguemos en elbosque,creenquenoespropiodeseñoritas.—Teequivocas,esporloslobos:mamáyCarmentienenmiedodequesenos

coman vivas y después solo encuentren nuestra ropa hecha jirones y nuestros

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zapatitosentrelosmatorrales,todomanchadodesangre—respondí,intentandoasustarla.—Sí,igualquelepasóalahijasinpadredelamaestradelpueblo.Alapobre

ni siquierapudieronhacerleunentierrodecentecon lopocodeellaqueno secomieron los lobos.Una lástima—añadióAlma, en un tono que nome sonónadacompasivo.Igualque todoelmundoenBasondo,yohabíaescuchadomuchasvecesesa

mismahistoria,peroahora, alpensar en lahijadespedazadade lamaestra,unescalofríomebajóporlaespalda.—Todavíasangras—añadióAlmaconvozcantarina.Me miré la mano derecha y vi el corte en mi dedo índice: era una herida

irregularquebajabahastaelnacimientodelauña.—Noesnada,solomehearañadoconunarama—respondídemalagana.El sol de la tarde apenas era capaz de llegar hasta nosotras atravesando las

ramasmás altas del bosque, tejidas entre sí como una cúpula vegetal, así queenseguidanotélasangresaliendodemiheridayresbalandopormimano:sangrede color rojo brillante, y tan caliente, que sentí una quemadura invisibleformándosebajomipiel.Nuncaantesmehabíaasustadolavisióndelasangre,peroenesemomentomeparecióalgohorrible,casiinsoportable.Miestómagosecerróporelascoyagitélamanointentandolibrarmedeesehiloalrojovivoque recorríamipiel.Algunasgotascayeronsobre la tierradelbosque,pero lamayoríamancharonlafaldademivestidoazul.—Tedijequetuvierascuidado—insistióAlmamientrasrodeabaeltroncode

un pino enorme para seguir avanzando—.Y deja ya de portarte así, llevas demorros desde que hemos salido de la mansión. Me aburro. No eres nadadivertidacuandoteenfadas,Estrella.—No estoy enfadada —mascullé—. Lo que pasa es que algunas veces te

ponesinsoportable.—¿Insoportable? Pero si yo soy Alma la Santa —respondió ella con voz

demasiadocariñosa.La supuesta «santidad» demi hermana era un secreto a voces en Basondo.

AlgunosvecinoscreíanqueAlmaeraunaespeciedeelegidacapazdeponerlesencontactoconsusseresqueridosalotroladodelamuerte.—Mamá no se enterará de que hemos estado en el bosque si tú no se lo

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cuentas—respondí,mirandolastraicionerasgotitasdesangrequesalpicabanmifalda—.Le daré el vestido aCarmen para que lo lave. Seguro que ella símeguardaelsecreto,nocomotú.Alma se volvió para mirarme, sus ojos amarillos siempre parecían más

brillantescuandoestábamosennuestrobosque:—Yotambiénteguardaréelsecreto,tonta.Mi hermana solía pasar largas horas perdida en su propio universo con la

miradafijaenalgúnrincónvacíodelacasa.NosolíaimportarmeporqueAlmaerami hermana gemela y yo siempre sabía lo que estaba pensando, siempre,exceptocuandoellateníaesaexpresiónembrujada.Teníamosseisañoscuandome confesó que veía personas «que ya no existían» viviendo en nuestra casa.Fantasmas. Me contó que algunos hablaban o lloraban en silencio por lashabitacionesvacíasyloslargospasillosdeVillaSoledad.—¿Hasvistoalgúnespectroúltimamente?—lepreguntéyo,fingiendoqueno

estabamuyinteresadaensurespuesta.Alma esquivó una raíz retorcida que salía del suelo. La primera vez que

fuimosallímihermanasecayóalsueloalfombradodehojassecasdespuésdequeesamisma raíz se le enredaraen lospies.Sehizouncorte en la frentealcaer,perolecontóamamáqueyolahabíaempujadomientrasjugábamoseneljardínlateraldelamansión.Pasédossemanascastigadaporsuculpa.—Teaseguroquehablarconlosmuertosnoesalgotanbuenocomoparece—

respondió cuandoya casi habíamos llegado a nuestro claro secreto—.Carmendicequeesunmalaugurioestarsiempreencompañíadelosdifuntos,ymamá,bueno,mamánomedejahablardecosasdefantasmasconella,asíquesolotetengoatiparadesahogarme.Meapartéunmechóndepelonegrodelacara.Apesardelfríoqueflotabaen

el aire del bosque, el sudor por la caminata hacía quemi pelo se pegara a lafrente.—Detodasformasmedaigual,olvidaquetelohepreguntado—respondícon

desdén—.Además, ni siquierame creo que puedas verlos de verdad.No eresmás que una mentirosa a la que le gusta fingir que es especial para poderengañaratodoelmundo.TeníacelosdecadacosaqueAlmapodíahaceryyono.Ellaseencargababien

dequeeso fueraasí.Sinembargo, algunasnoches la escuchaba susurrar enel

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dormitorioque ambas compartíamos cuandopensabaqueyoyadormía:Almamanteníalargasymisteriosasconversacionesdemadrugadaconpersonasquenoestaban en nuestra habitación o se reía en voz baja; algunas veces tambiénlloraba contra la almohada, dependiendo del fantasma que nos visitara esanoche.—Noestéscelosa,Estrella.—Noestoycelosaenabsoluto,muchasgracias—mentí—.Podrásengañara

otrosfingiendoqueeresespecialoquepuedeshablarconlosmuertos,peroyosoytuhermanaysémuybiencómoeresenrealidad:eresidénticaamí.Alma acarició la hiedra que subía por el tronco del último roble. Unas

pequeñasfloressilvestresdecolorazulcrecíanenredadasa lahiedraigualqueuncollardeperlas.—Sí,somosgemelas,peronosomosidénticas.Tútienesunojodecadacolor:

unoverdeyelotroamarillo—merecordó—.Yyotengolosdosamarillos.—Detalles,nadamás.Somosidénticasentodoloqueimporta.Yacasihabíamos llegadoal claro.Podía saberloporque reconocía lashayas

retorcidasquehabíamosdejadoatrásoloshelechosdehojasgrandesylustrosas.Desde donde estábamos ya podía escuchar el agua corriendo deprisa en elriachuelo.Después de pasar entre cuatro pinos, tan altos como torres de vigíaqueselevantabanformandounalíneacasirecta,vielpradodefloressilvestresyhierbasaltas.Allísíllegabalaluzdelsol,delmismocolordoradobrillantequelosojosdeAlma,allíelaireolíaafloresfrescasyahierbaquenuncahabíasidocortada.Algunassemillasdedientedeleónflotabanentrelosrayosdesoldelatardeyseperdíanalotroladodelriachuelo,devueltaalbosqueoscuro.—Si tanto miedo te dan los muertos, ¿por qué no se lo cuentas al padre

Dávila? Quizás con un par de padrenuestros y unos cuantos rezos te curas ydejasdeverfantasmas—ledijedemalosmodos.—¿Confesarlo todo? Nadie me creería, o peor aún: me creerían y me

quemaríanen lahogueraporbruja—se lamentóAlma, sentándosecercade laorillaconlaspiernascruzadas—.No,nopuedocontárseloanadie.Almasecubriólacaraconlasmanoscomosiestuvierasollozando,aunqueyo

sabíaquefingía.—Estamosen1927,Alma,yanoquemananadieporbrujería—leaseguré—.

Además,Carmenmecontóunavezquesoloquemabanalasmujeresqueeran

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pobres, y tú y yo somos prácticamentemarquesas.Nadie en su sano juicio seatrevería a acusarnos de brujería ymuchomenos a quemarnos en la plaza delpueblo.Mereíalpensarlo,peroAlmamepreguntóangustiada:—¿Qué te hace tanta gracia? ¿Ya no te acuerdas de la historia de Juana de

ArcoquenoscontólaseñoritaLewis?Tuvepesadillashorriblesconlasllamasdevorándomedurantesemanasdespuésdeaquello.Yotambiénsoñabaconelfuego,peroadiferenciadeJuanadeArcoodemi

hermana, el fuego que me rondaba en mis sueños estaba dentro de mí ychisporroteababajomipiel.—Nadievaaquemarte,Alma—dijemientrasmesentabaasuladoenelsuelo

—.Sesuponequetúereslahermanabuena,demodoquesiunadenosotrashadeconsumirseentrelasllamas,seréyo.Alma sonrió y pareció extrañamente aliviada por mi comentario. Supe

entonces que ella, como los demás, también pensaba que yo era la hermanaprescindible.—Unavezleíenunlibroquecuandoungemelomuereelotrosientecomosi

lefaltaraunbrazo,unapiernaounojoduranteelrestodesuvida—empecéadecir—.¿Teimaginas?¿Ir todatuvidaporahícomosi tefaltaraunapartedelcuerpo?Yodesdeluegonoquierosentiralgoasísoloporquetúhayastenidolatontaideadecontarlealcuraquepuedesveralosmuertos.—Hasidoideatuya—merecordóAlma,cortandounaflorsilvestredecolor

azulquecrecíajuntoasuszapatosdecharol.Actoseguido,laposóensumano—.Asíqueahorasimematanseráculpatuya.Unescalofríobajódeprisapormicolumnaperonoteníanadaqueverconel

frío que salía de la tierra esponjosa y húmeda debajo de mí. No. Había algooscuro en las palabrasdeAlma:unapremonición, una siniestrapromesa entrehermanas.«Simematanseráculpatuya.»Miré fijamente la flor azul en la palma de sumano y por unmomentome

pareció que la florecilla comenzaba amoverse. Al principio pensé que era elvientodelnortequehabíaatravesadoelbosquebuscándonos.Elmismovientoheladoquesubíadesdeelmarporelacantiladoysecolabaentrelasventanasdenuestrahabitación lasnoches enque losmuertosnosvisitaban,peronoera elviento. Sentí un hormigueo debajo de la piel, un calor febril que nacía en el

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centrodemipechoyqueseextendíarápidamentepormisvenascomovenenocaliente,entonceslaflorecillaempezóadarvueltassobresutalloconlamismadelicadezaqueunabailarinadavueltasensucajademúsica.—¿Loestáshaciendotú,Alma?—lepreguntéconlabocaseca—.¿Erestú?Alma ya era especial, nome pareció justo que también tuviera el poder de

moverlaflor.—No.Creoqueerestú,Estrella—susurróellamirandolaflorquebailabaen

sumano.La flor giraba más deprisa ahora, flotando en el aire de la tarde unos

centímetrosporencimadelapalmadelamanodeAlma.—Notecreo,erestú,loestáshaciendoparaburlartedemí.¡Paraya!—grité,

ylaflorgirómásdeprisatodavía—.¡Queparestedigo!Cuantomásme enfadaba yo,más deprisa giraba la flor.Noté el hormigueo

abrasador corriendobajomipiel comounadescarga eléctricahasta llegar a lapalmademimano,igualqueunalupaqueconcentratodoelcalordelsolenunúnicopunto.—Erestú,estáshaciendomagia,Estrella.—Nosoyyo,eselfuego.

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Había esperado once largos años mientras Alma, con sus imposibles ojosamarillos,hablabaconlosmuertoso llevabamensajesdelmásalláa losvivosque llorabanemocionadosy laabrazabanal escuchar laspalabrasde sus seresqueridosyadesaparecidos.Hastaesatarde.Salimosdenuestrobosquey regresamos a casapor el caminomás largo, el

queserpenteabajuntoalacantiladoalotroladodelacarretera.—Notepreocupestanto,siesefuegoquesupuestamentesientesesdeverdad

seguroquepodráshacerlomásveces—meretóAlmaporencimadelrugidodelasolas.Me miré la mano disimuladamente esperando ver una quemadura o la piel

agrietadaporlasllamas,perotodoloquevifueelcortequemehabíahechoenel dedo de camino al claro, nadamás, ni rastro de heridas o ampollas.Y, sinembargo, todavía podía sentir el calor del fuego bajo mi piel, dentro de mí,parecido al calor residual que desprenden las brasas incluso después de habersidoapagadas:elrecuerdodelfuego.—Túno tienesni ideadecómofuncionael fuego,asíquedejayadehablar

comosilosupierastodo—ledije,aunquetampocoyoteníaniidea—.Porsisetehaolvidado,yosoylahermanamayor.—Solopordosminutosdediferencia—mascullóAlmaconunmohín.—Dosminutosessuficiente,teaguantas.YoesperabaqueAlmasiguieradiscutiendoperoentoncessuexpresióncambió

ysequedóquieta,paralizadamirandoelcargaderodemetalquesobresalíadelacantiladoyqueseutilizabaparabajarelmineraldehierrodenuestraminaalosbarcosquenopodíanacercarsealapareddepiedra.

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—LaabuelaSoledadestáahí—dijoderepente.Miréalrededorporsiacasonuestraabuelahabíasalidoadarunpaseoporel

acantilado y nos había visto salir del bosque donde no teníamos permiso parajugar.—¿Quédices?¿Dóndeestá?—Estáahímismo—respondióAlma—.Depieenelmuelle,justoenelborde,

comosifueraasaltaralmar.¿Esquetúnolaves?Elcargaderoestabaunospasosmásadelanteperonohabíanadiealfinaldel

salientedehierro.—La abuela Soledad no está ahí, idiota. A esta hora estará tomándose su

AmarettoSourenelinvernaderocomohacecadatardeantesdecenar.Pero los ojos de gata de Alma estaban fijos en el cargadero, viendo algo

invisibleparamí,mientrasluchabaporcontenerlaslágrimas.—Puedoverlatanclarocomoteestoyviendoati—dijoAlmaconvozfrágil

cuando empezó a comprender lo que eso significaba—. Su pelo plateado estámojadoyparecemás largo ahorade lo queparecía estamañana, le llegamásabajodelacintura.Ahoramemira,llevapuestossuscollaresdeperlasyunodesus elegantes vestidos largos de seda mexicana, el de color rojo sangre. ¿Deverdadnopuedesverla,Estrella?Caminéfuriosahastaelbordedelprecipicio,muydecidida,aunquenotécómo

metemblabanlaspiernasyelestómagomediounvuelcoalestartancercadelabismo. El olor a salitre era intenso allí y se te metía por la nariz con cadarespiración,igualquesiunaolatehubieradadounrevolcón.—Mientes,noeresmásqueunamentirosaquetienecelosdemíporquetúno

puedessentirelfuego.—Nomiento.LaabuelaSoledadestáahímismo,enelmuelle,justodelantede

ti. Ahora está diciendo algo. —Alma guardó silencio un segundo como siestuviera escuchando—.Dicequeya estaba cansadadevivir aquí, lejos de sutierraquerida,dondeelabuelolatrajoalafuerzasiendounaniñaylaobligóavivirtodosestosaños.Nolosoportabamás.Yosoloteníaonceañosperosabíabienloqueesosignificaba:nuestraabuela

estabamuerta.—Laabueladicequelosientemucho—continuóAlmayaincapazderetener

laslágrimas—.Sientedejarnossolas,peroqueríavolverasuhogar,asutierra.

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Sabíaquesisemoríadeviejaaquí,enBasondo,papámandaríaquelaenterraranennuestrocementeriocomoaunaZuloagayentoncesyanuncapodríavolverasucasa,suverdaderacasa.—Estaessucasa.¡Cállate!—gritéyo—.LaabuelaSoledadestáencasayestá

bien.Nopiensoseguirescuchándote.—Laabuelaquierequesepasquetehadejadoelcolgantedelaesmeralda,ese

que tanto te gusta y que siempre has querido tener. Sabe que te lo pruebas aescondidascuandoellanoestáyquetemirasenelespejodesutocadorparaversihacejuegocontuojodecolorverde.Telohadejadosobretualmohada,ahoraestuyo—dijoAlmaentresollozos,entoncessacudiólacabezaensilenciocomosiestuvieraescuchandoalgoterrible—.No...—¿Quépasa?¿Quémásdicelaabuela?—lepreguntéconelsaborsaladode

laslágrimasatascadoenlagarganta.Almaparpadeódosvecesydespuésbajólamirada.Notuvequepreguntarle

parasaberquelaabuelaSoledadyasehabíamarchado.—Una de nosotras se reunirá con ella antes de cumplir quince años —

respondióAlma,igualquequienpronunciaunamaldiciónenuncuentodehadas—.Unadenosotrasvaamorir.Meapartédelprecipicioycaminédevueltahastadondeestabamihermana.—¿Tehadichocuáldelasdos?—pregunté,conteniendoelalientotemiendo

cualquieradelasposiblesrespuestas.Almatardóuninstanteenresponder:—No.Nomelohadicho.Supequementía,losupenadamásversusojosahogadosporlaslágrimas.Eché a correr entre las hierbas altas en dirección a la casa, crucé el jardín

delanteroyatraveséelvestíbulodelamansiónsindetenerme,lospulmonesmeardíanmientras subía las escaleras hasta nuestra habitación en el último piso,pero tenía que verlo con mis propios ojos para estar segura. Cuando por finllegué juntoamicamaahíestaba, sobre laalmohada, justodondeAlmahabíadicho que estaría: el collar con la esmeralda que la abuela Soledadme habíadejadoantesdesaltaralmar.Y así es como descubrí quemi hermana Alma sí que podía hablar con los

muertos.

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—Estate quieta, Estrella. Así no hay manera de abrocharte los botones delvestido.Bastantedifícilesyacomoparaqueencimalopongasmásdifícilcontus juegos —me dijo Carmen mientras luchaba con la tira de botones en laespaldademivestidonegro—.Parecequeestéshechade lapieldeldemonio,niña.Yohiceunamueca aprovechandoqueCarmennopodíaverme la cara, pero

dejé demovermedentro del incómodovestido de seda salvaje y organza paraque terminara de arreglarme. Nos estaba preparando para ir al funeral de laabuelaSoledad.—Nomegustaestevestido,tengomuchosotrosymásbonitosqueeste.¿Por

quénopuedollevaralgunodeesos?—lepregunté.Carmen se colocó unmechón corto de su pelo castaño detrás de la oreja y

suspiró.Noeralaprimeravezqueselopreguntabaesatarde.—Porque este te lo han hecho especialmente para el funeral de la señora

marquesa, tu abuela —me explicó Carmen con paciencia—. Todo el mundoimportante iráalentierro.Los invitados tesaludarány tedaránelpésame,poresotuhermanaytútenéisqueestarlasdosmuyguapas.MiraAlmaquéformaly bonita está, nome digas que no está elegante con su vestido de seda y suszapatosdecharol.Casipareceunamuñequitadeporcelana.Miré a Alma, que estaba sentada en el borde de su cama con las piernas

colgando. Ella ya estaba preparada. Carmen la había vestido primero porquesabíaquesequedaríasentadadespuésenvezdesaliraljardínymancharsecomoplaneabahaceryo.—Sí, como una muñequita —acepté yo a regañadientes—. ¿Me harás una

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trenzadecoronaigualqueladeella?Alma llevaba su pelo negro y brillante recogido en una bonita trenza que

rodeabasucabeza...—Claroquetelaharé,perotienesqueestartemuyquietaparaeso—medijo

Carmenmientrasconseguíaabrocharporfinelúltimodelosbotonesforradosdeseda a mi espalda—. Algún día Alma y tú seréis las marquesas de Zuloaga.Tenéis que iros acostumbrando a ser el centro de todas las miradas. Debéisaprenderacomportaroscomoseñoritaselegantesynocomoanimalitossalvajesdelbosque,¿estamos?Yohiceunmohín,peroAlmalesonriócondulzura.—LaseñoritaLewisdicequelasdosseremosunaswonderfulladiesalgúndía,

¿tútambiénlocrees,Carmen?—quisosaberAlmacomosiderepenteestuvieramuy preocupada por el asunto—. ¿Crees que seremos tan buenas marquesascomofuelaabuelaSoledad?—Pues claro que sí, criatura, mejor incluso. Vuestra abuela era una buena

mujer,guapayconunaclasequenosepuedecomprarcondinero,perolapobrenuncafuemuyfelizaquí.—LosojoscastañosdeCarmensevolvierontristesalhablarde la abuelaperoyono entendíporqué—.Esperoque ahora la señoramarquesaestéenunlugardondeporfinsesientaencasa.Ningunadenosotrasdijonadaduranteunbuenrato,casicomositemiéramos

que la abuela Soledad estuviera aún en la habitación escuchando nuestraconversación.—Ahora está en suhogar, en el deverdad.Mepone tristepero tambiénme

alegro de que la abuela esté por fin en su casa —dijo Alma, fingiendo unafragilidadqueyosabíaquenotenía—.Ahoraporfinestáensutierra.—Noestéstristeportuabuela,cariño.Laseñoramarquesanohubieraquerido

que te pusieras triste, ni siquiera en este día.—Carmen se olvidó demí paraacercarse a consolar a Alma, que estaba sentada cabizbaja en el borde de sucama—.Yaveráscomodentrodeuntiempotesientesmejor.Vuestraabuelaosconocía bien y os queríamucho, sus nietas erais lo que la animó los últimosaños.—Aunasílavoyaecharmuchodemenos—añadióAlma.Carmensuspiróyseapartódeellapararegresarjuntoaltocadoraterminarde

peinarme.

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—Bueno, tú aguanta el tipo como sea, niña—le dijo—. Que si los demásintuyenqueeresdébilenseguidatecomenviva.Almanorespondió,peropudeverenelreflejodesucaraenelespejoqueno

lehabíagustadonadaqueCarmenvolvieraamilado.Estábamos las tres en el dormitorio, en nuestra pequeña torre sobre el

Cantábrico.Eseeraelúnicocuartoquehabíaallíarriba,separadode todas lasdemáshabitacionesdelacasaporunaescaleradecaracolqueascendíadesdeeltercerpiso.—Carmen,cuandoAlmayyoseamosmarquesas,¿podremoshacerloquenos

délaganacomohacepadre?—lepreguntéanuestraniñera.Ellamesonriócontristezaydespuésmediolamanoparaayudarmeabajar

delescabeldondeestabasubidaparavestirme.—Las mujeres casi nunca hacemos lo que nos da la gana, ni siquiera las

marquesas. Eso está solo reservado para los hombres —respondió conresignación—.Vamos,ahorasiéntateenel tocadoryestatequietaunratoparaquepuedapeinarteigualqueatuhermana.Tupadresubiráprontoparallevarosalfuneralynolegustaráquenoestéislistas.—Claro, como él no tiene que preocuparse de abrocharse todos estos

botones...—masculléyotocandolaespaldademivestido—.Menudofastidio...—Niqueloshubierascerradotú,niña—merecordóCarmen.Alma soltóuna risita en la camayyo la fulminé con lamirada a travésdel

espejodeltocador.—Estevestidonomegusta,esduroymeaprietacuandorespiro—insistí—.

Seguroquelaidiotadelamodistasehavueltoaconfundirconlasmedidas.OtútehasconfundidoymehaspuestoamíeldeAlma,queestámásgordaqueyo.Carmen cogió el cepillo del juego de tocador de plata y me lo pasó unas

cuantasvecespormilargamelenanegraparadesenredarla.—No me he confundido —respondió sin mirarme—. Y aunque lo hubiera

hechodaigualporqueAlmaytúsoisidénticashastaenlatalla,asíquenoseastanpicajosa,niña.—Nosomosiguales—protestéyo,perodespuésmiréamihermanapequeña

mientrasCarmen terminabadepeinarme.Eracomovermi reflejoenelespejodosveces—.Yotengounojodecadacolor.MefijéenqueCarmensacudía lacabezamientrasdividíamicabelloentres

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partesparaempezarahacermelatrenza.—Puedequesientasqueelvestidoteaprietaalrespirarporqueprontodejarás

deserunaniñaparaconvertirteenunajovencita—mesugirió.Yonoentendídel todoloqueCarmenqueríadecir,peroporsiacasobajéla

cabeza casi temiendo que mis pechos hubieran crecido de repente mientrasCarmenmeabrochabalosbotonesdelvestido.—Nosé loquequieresdecir—mascullé,sintiéndomeavergonzadasinsaber

muybiendequé.—Yosíquelosé.Quieredecirquedentrodeunañoodosnosdesarrollaremos

ydejaremosdeserniñas,¿verdadquesí,Carmen?¿Verdadqueesoeraloquequerías decir?—preguntóAlma con unamedia sonrisa de satisfacción en suslabiosrosados—.LaseñoritaLewismehahabladounpocodeelloyhastameha permitido ver un libro con unos dibujos asquerosos de cómo es el cuerpofemeninopordentro,peroLewis tambiénmehadichoqueuna señorita jamáshabladeeso.Esunsecreto.—Puesmenudosecreto,niña.YasenotaquelaseñoritaLewisesextranjeray

debuenafamilia,ya.Ahoramedirásquepariresunsecretotambién.Aunque apenas tenía treinta años,CarmenBarrio había cuidado de nosotras

desdequeyopodíarecordar,antesincluso.Unodemisprimerosrecuerdoseraellasentadaenelsuelodeesamismahabitaciónjugandoconnosotrasalaoca,mientrasfuera,elCantábricoserebelabaenformadetempestadyarrancabadecuajoelviejocargaderodehierroquecolgabadelacantiladocomosisetrataradeunahojaenmitaddeunatormenta.Despuéssupimosquehicieronfaltacuatromesesdetrabajoydospartidasdehombrestrabajandoporturnossindescansoparasustituireldesaparecidomuelleporunonuevo.—¿Estoy guapa? ¿Parezco más mayor?—le pregunté a Carmen intentando

mirarmeenelespejosinconfundirmeconAlma.—Estásmuy guapa, niña. Igualita que tu hermana—me respondió ella con

resignación—.Ynotengastantaprisaporhacertemayor,noestanbonitocomolopintan.Carmen tenía la piel bronceada y las mejillas sonrosadas como si siempre

estuviera acalorada. Era una mujer joven—incluso para una niña como yo aquien todos los mayores de veinte años le parecían viejos—, pero al mismotiempo parecía estar ya cansada de todo, derrotada por la vida. Sus ojos eran

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castaños, cálidos y afables aunque a menudo parecían estar muy lejos de lamansiónydeBasondo,comoquienseasomaporunaventanaintentandoverelpaisajequehaymásalládelhorizonte.AlgunasvecesCarmentambiénlloraba.Una tarde hacía casi siete años, Alma y yo la descubrimos llorando en suhabitacióndelsótanosentadaconlaespaldaapoyadaenlaparedyabrazadaalasrodillas.Fueunosmesesantesdequenacierasuhija,Catalina.—¿Por qué semató la abuela Soledad?—preguntóAlma desde la cama—.

¿Fuepornuestraculpa?¿Noestabacontentaconnosotras?Dos días antes, mamá nos había contado que la abuela Soledad estaba

paseandocercadelacantiladocuandosehabíacaídoalmarporaccidente.—Nada de eso. ¿Y quién te ha dicho que la marquesa se ha matado? —

preguntóCarmen,dejandomis trenzasymirándolasorprendida—.¿Hasidoelmarqués?Almanegóconlacabezayselevantódespaciodesucamaconcuidadodeno

arrugarseelvestidonegrodefuneral.—No,melodijolaabuela—respondiósinmáscuandollegóhastaeltocador

—. La misma tarde que la abuela Soledad murió nosotras la vimos en elcargadero,¿verdadquesí,Estrella?Yoteníasolounadelastrenzashechaperoasentídemalagana.—Sí.—EnrealidadsololaviyoporqueEstrellanopuedeveralosmuertos,claro

—se corrigió Alma, mientras se apoyaba en el respaldo de la silla donde yoestaba sentada—.La abuela dijo que estaba cansadade vivir aquí, lejos de sutierraqueridadedondeelabuelo laobligóavenir siendosolounaniña.¿Quésignificaeso,Carmen?¿Estabatristeyyanonosqueríamás?¿Poresosemató?LasdosmiramosaCarmenesperandounarespuesta,ellaeraelúnicoadulto

en lamansiónde losZuloaga—yseguramenteen todoelvalledeBasondo—que nos trataba como si fuéramos personas y no molestas muñequitas deporcelana.Carmencolocó lasmanosen lascaderasymiróal techoabovedadodenuestrahabitaciónpensandounarespuestaquepudiéramoscomprenderperosintenerquementirnos.—Significa que vuestra abuela tampoco podía hacer lo que le daba la real

gana,pormuyseñoramarquesadeZuloagaquefuera,ydespuésdeuntiemposecansó —respondió por fin—. No le contéis esto a nadie, ¿de acuerdo? El

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marquésseenfadaríamuchosisedescubreenelpuebloquevuestraabuelasaltóapropósitodesdeelcargaderodelacantilado.Seríaunagranvergüenzaparaélyparalafamilia.¿Loentendéis?—No lo contaremos —le prometí, cruzando mis dedos sobre la falda del

vestidoparaqueCarmennomeviera.Teníamos prohibido jugar en el cargadero o acercarnos al acantilado, pero

algunastardes,mientrasCarmenenseñabaa leerasuhijaCatalina,Almayyonosescabullíamosparaasomarnosalprecipicioquehabíamediokilómetromásabajo de la mansión y competíamos para ver cuál de las dos se atrevía aacercarsemásalbordedelacantiladoantesdedarse lavuelta.Cerrábamos losojosycontábamosenvozalta,gritandoporencimadelruidodelasolasfuriosasque rompían abajo contra la pared de roca. Era uno de mis juegos favoritosporqueyosiempreganaba,perounavezmeacerquétantoalbordequeestuveapunto de caerme cuando una asquerosa gaviota pasó graznandomuy cerca dedondeyoestaba.MeresbalésobreloshierbajosquecrecíanjustoenelbordeyperdíunodemisMerceditas—hechosamanoytraídosdesdeMadridsoloparanosotras—,cuandoabrílosojosasustadavielzapatocaeralvacíoyhundirseenelCantábrico.Tuvequevolveracasaconelpiemanchadodebarro,losdientescastañeteandoporelfríoyconelsustotodavíaenelcuerpo.—¿Qué quería decir la abuela con lo de que esta no era su casa?—insistí,

mientrasCarmenvolvíaaempezarmitrenzaporterceravez—.Estaerasucasa.Sellamacomoella:VillaSoledad.PoresoelabueloMartínlepusoesenombrealamansión,porlaabuelayporlomuchoqueéllaquería,¿verdadquesí?Lahistoria de amordel abueloMartín con la abuelaSoledad era épica, casi

una leyenda familiar que Alma y yo habíamos escuchado contar a todo elmundo,atodoelmundoexceptoalaabuelaSoledad:ellajamáshablabadeello,nisiquieradespuésdequeelabuelohubieramuerto,nuncamencionabasuboda,ninoshablabadecómoseconocieronodecómoerasuvidaenMéxicoantesdelabuelo.—¿Carmen?Pero cuando Carmen alargó la mano libre para coger unas horquillas del

tocadorsumanotemblóligeramente.—Vuestro abueloMartín conoció a doñaSoledad enundiminuto pueblode

Méxicomientrasestabaallíhaciendo lasAméricas.Yaeramarquésdesdeque

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nació,perosupadreperdiótodoeldinerodelafamiliaenunamalainversión,asíqueavuestroabuelonolequedómásremedioquemarcharseaAmérica—empezó a decir Carmen, evitando levantar los ojos demi pelo—. Se casaronenseguidaycuandodecidióqueeramomentodevolveracasa,setrajoadoñaSoledadconélaBasondo.Almayyohabíamosvistolasfotografíasdelabodadenuestrosabuelosque

estaban colgadas en el pasillo del segundo piso. La abuela Soledad era muyjoven y era muy guapa también, aunque curiosamente en ninguna de lasimágenes aparecía sonriendo. El vestido de novia era de encaje blanco ycontrastabaconsupieldecolorcanela.Nollevabavelosinounacoronaderosasrojassobresumelena,negracomolasalasdeuncuervo,quelecaíasueltacasihasta su cintura. La abuela llevaba siete carísimos collares de perlas naturalesenredados entre sí. Sabíamos que eran siete porque Alma y yo los habíamoscontadounayotravez.«Vuestraabuelaesunaprincesamexicanaquesecansódevivirenesatierra

seca y dejada de la mano de Dios. Por eso se vino aquí», solía decir padrecuandolepreguntábamosporlosorígenesdelaabuelaoporsupiel,queeramásoscuraquelanuestra.—¿A la abuela Soledad no le gustaba vivir en Basondo?—preguntó Alma

jugueteandoconelperfumerodeplataycristaldeljuegodetocador—.Cuandola vimos en el acantilado dijo que quería volver a su casa. ¿Su casa está enMéxico?¿TúhasestadoenMéxicoalgunavez,Carmen?¿Cómoes?¿EsmuydistintodeBasondo?¿Tambiénlluevetodoeltiempocomoaquí?—EnMéxiconollueve,tonta—lacorregíyo.—No, yo nunca he estado enMéxico ni en ningún otro sitio, pero vuestra

abuela echaba de menos su tierra y su hogar —respondió Carmen mientrasterminaba de peinarme—. Imaginad que a vosotras os obligan a vivir en otrositiolejosdeestacasaydelbosque,tambiénestaríaismuytristes.—Peronadielaobligó—insistióAlma—.Elabueloinclusolepusosunombre

a lamansiónparademostrarlea todoelmundocuánto laqueríay le regalóelcollarconlaesmeralda.¿Porquéibalaabuelaaquerermarcharse?—Porque algunas cosas en este mundo, muy pocas pero muy terribles, no

puedensolucionarsecondinero—respondióCarmen.—¿Yconesmeraldas?¿Tampoco?—quisesaber.

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—Tampoco.Carmendejó lashorquillasque lehabíansobradoenel tocadorymedioun

empujoncitocariñosoparaquebajaradelasilla.—Yaestáslista.Dejadqueosveaalasdosjuntas.Yome puse junto ami hermana para asegurarme de queCarmen nos había

peinadoalasdosigualymirénuestroreflejoenelespejo:idénticasexceptoporelcolordelosojos.—Estáismuyguapaslasdos.Lástimaqueprontovayáisadejardeserniñas,

algún día nomuy lejano estaré en esta misma habitación ayudando a una devosotrasavestirsedenovia—nosdijoCarmenconunasonrisatriste.No pude explicar por qué, pero las palabras de Carmen me hicieron sentir

intranquila.—¿Puedo llevar el collar de la esmeralda al funeral de la abuela? —le

preguntéderepente—.SeguroquealaabuelaSoledadlegustaríavermeconélensuentierro.Desdequeencontrélagargantillasobremialmohadapadrehabíaintentadosin

éxitoquitármelaparaguardarlaenlacajafuertedesudespachoconlasjoyasdemamáyalgunosBonosdelTesoro.Comosabíaloquetramabahabíaescondidoel collar dentro de una de las cajas para sombreros que guardábamos en elarmariodenuestrahabitación.—No,nopuedesponértelo,niña.Esajoyanoesapropiadaparaunfuneral—

me respondió Carmen—. Las joyas no son para las niñas, es un collar muyvaliosoypodríasperderlosinquerermientrascorreteasporahí.—Pero entonces nadie sabrá que la abuelame dejó el colgante amí y no a

Alma—protestéyo.Recorrí la habitación dando grandes zancadas hasta la pared de armarios

empotradosquehabíaalotrolado.—Estatequietaynolorevuelvastodoahora,queelmarquésestáapuntode

subir—meadvirtióCarmen—.Si tedespeinasnotearreglaréelpelootravez,estásavisada.Peroapesardesuamenazayoabrítodoslosarmarioshastaquevilatorrede

cajasredondasdedistintoscolores.—Puedohacerloquequieraconelcollar,ahoraesmíoysiquieroponérmelo

me lo pongo —repliqué mientras abría las sombrereras y dejaba las tapas

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esparcidasporelsuelo—.Túsoloeresnuestraniñera,nopuedesimpedírmelo.Carmensuspirófrustradaycaminóhastadondeyoestaba.—Tu abuela te dejó el collar para que lo usaras cuando seas un poco más

mayor,noahora.Peroyoabríotradelascajasytirélatapadebajodemicamasinmiramientos.—¿Yquépasasinuncamehago«másmayor»?—mascullérevolviendoentre

los sombreros y el papel de seda—. ¿Y simemuero antes de cumplir quinceaños?—Túnotevasamorirantesdecumplirquinceaños,niña.¿Dedóndesacas

esasideastanrarassisepuedesaber?—mepreguntóCarmenintentandoocultarelmiedoensuvoz.YomiréaAlmaderefilón.—¡Aquíestáelcollar!—exclamésatisfecha—.Vamos,pónmelo,quequiero

llevarloalfuneral.—No.Aunqueestéstristeyenfadadaporlodetuabuelanopuedesllevarel

collarasufuneral,quetienesmuchamaníadequerersalirtesiempreconlatuya,niña—meregañóCarmen—.Venga,déjalootravezenlasombrereraparaquetupadrenoloencuentreyyorecogerétodoestomientrasestáisenlacapilla,quemenudolíohasorganizadotúsolaenunmomento.—LaabuelaSoledadmecontóqueelabueloleregalóestecollarporqueella

tenía los ojos verdes como una esmeralda—recordé—.Yo solo tengo uno decolorverde,alomejorporesoellamelodejóamíynoaAlma.Carmenseagachóamiladoymequitóelcollardelamanocondulzura.—Noesculpavuestraquelaseñoramarquesasematara,niñas.Puedesobligar

aalguienavivirenun lugarperonopuedesobligarleaque losientacomosuhogar: la tierra es algo que uno lleva siempre en el corazón —nos explicóCarmen—. Ya lo entenderéis cuando seáis más mayores, pero no hay formahumanademandarenlossentimientosdeotrapersona,esaeslaúnicacosaenestemundosobreloquenadietienepoder.Nisiquieraelseñormarqués.Comosinuestropadresehubieramaterializadoenelairealnombrarlo,José

deZuloagaaparecióenlapuertadelahabitación.—¿Ya están listas?—le dijo a Carmen a modo de saludo—. Su madre ha

terminadodeprepararseylasesperaabajoparallevarlasalacapilla.No le habíamos escuchado subir por la escalera de caracol y no sabíamos

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cuánto tiempo había estado escuchando en la puerta, pero no parecía muycontento,aunquenuestropadrenuncaparecíamuycontento.Carmenarrugóloslabios al verle: ella tampoco sabía cuánto de nuestra conversación habíaescuchado.ElmarquésdeZuloagateníaelpelotannegrocomonosotrasynuestraabuela,

perosusojoseranoscurosypequeños,parecidosalosdealgunosanimalesdelbosque.AunqueAlmayyoéramosniñasyaintuíamosquepadreeraeltipodehombrequeinspirabamiedoenlosdemás:nosoloanosotras,alostrabajadoresde la mina Zuloaga, al servicio doméstico o a nuestra madre, no, padreintimidabaprácticamenteatodoelmundoporquesabíaquepodíahacerlo.—Sí,ya estánpreparadas—dijoCarmen, jugueteandoconel collarqueaún

teníaenlamano.—¿Qué haces tú con eso? —preguntó padre cuando vio el collar—. Trae,

dámelo,anda.Túnosabríasquéhacerconalgoasí.—Soledad no nació siendo marquesa de Zuloaga precisamente —replicó

Carmenalentregarleelcollar.PadremiróaCarmenysusojoschisporrotearondebajodesuscejasoscuras.

Incluso desde donde estaba sentí la violencia latiendo bajo su piel, la certezatensadequepadreestabapensandodarleunbofetónaCarmen.—Padre...—meatrevíadecir.—Venga, levantaos del suelo, niñas. Solo los salvajes y los asilvestrados se

sientanenelsuelo—nosdijoélguardándoseelcollarenelbolsillodesutraje—.Andando,vuestramadreosesperaenelvestíbulo.Aunqueesa tarde sehabíapuestoun trajenegroparaasistir al funeralde su

madre,elmarquéscasisiempreibavestidoconropadecazadorconfeccionadaespecialmente para él: capas enceradas, chalecos de tweed verde o beige,pantalonesconbotonesdecareyenelfrente,botasdepielquelellegabanhastacasilamitaddelapiernaparaprotegerledelaszarzas,yelegantesboinasplanasparacubrirsucabeza.Apadrelegustabavestircomosifueraunlordinglés—ocomo él pensaba que se vestían los lores ingleses—, por esomismomandabahacertodasuropaenunaconocidasastreríadeRegentStreet,enLondres,quevestía también a condes, empresarios, banqueros y duques de media Europa.Aunquesupeloonduladoymoreno,susojillosinquietosbajosuscejaspobladasy juntas y sus modales bruscos le daban al marqués un aspecto fiero y

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provinciano,muyalejadodelperfildistinguidodelosnoblesbritánicosalosquetantoadmiraba.—IdbajandoqueyotengoquehablarunmomentoconCarmen.Almayyosalimosdeldormitorioperonosvolvimosunavezmásparamirara

Carmen,queestabasentadaenlasilladeltocadoryllorabaensilencio.

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El funeralpor laabuelaSoledadsecelebróen lapequeñacapillade la fincaquellevabasunombre.Lacapillafamiliarestabaenelextremooestedeljardín,lejosdelacasa.Parallegarhastaallíhabíaquedejaratráslafuentedelaentradaprincipal, con sus peces japoneses de colores brillantes dentro, bajar por uncaminode losetasgrisesyatravesarungrupode sicomoroscon la cortezadeltronco de color verde amarillenta. En el mismo llano en el que crecían lossicomoros—dondeelairesiempreolíadulcecomoahigosmaduros—sealzabala capilla de Villa Soledad. Allí celebrábamos todas las fiestas de guardarademás de los bautizos, funerales, comuniones y bodas de la familiaZuloaga.Detrás de la capilla había un pequeño cementerio que colgaba sobre elCantábricodonde estaba enterrado el abueloMartíny tambiénunhermanodenuestropadrequehabíamuertosiendounniño.—Vuestro abuelomandó construir esta capilla cuandodiseñó lamansión—

nosexplicómamámientrasdejábamosatráslossicomorosysuolordulceenelairedelatarde—.ElabueloMartíneraunhombremuyreligioso,unverdaderocristiano;losañosquepasóviviendoenMéxicoyenCubasiempreteníaconélaunsacerdotequeleayudabaatomarbuenasdecisionesensusnegociosyensuvida.Poresoordenóconstruirunacapillaaquí,ensucasadeBasondo.Mamános llevaba a unade cadamanomientras nuestropadre caminabaun

pocomásadelantado,estabamuyguapaesatarde,consupelocastañocortadoalaalturadelanucaypeinadoconondasalagua.Sehabíapuestounvestidodeseda negra que le llegaba hastamás abajo de las rodillas y que lemarcaba laformadesucuerpoinclusodebajodelabrigodeangora.Elcuelloylasmangasdesuabrigoestabanforradasdesuavepelodearmiñodelmismocolor,yllevaba

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untocadonegroconunveloderedquelecubríalosojos.—¿Y la abuela? ¿Vamos a enterrarla aquí en el cementerio?—le preguntó

Alma, que caminaba con cuidadodeno salirse del caminode piedras para nomancharseloszapatosdecharol—.Igualnoquierequedarseaquí.—Niñas,yaosheexplicadoquenohanpodidorecuperarelcuerpodevuestra

abueladelmar.Nohaynadaqueenterrarenelcementerio,elCantábricoselahatragado—respondiónuestramadre,másaltodeloquepretendía—.Solovamosasimularquelaenterramosparaquetodospodamosllorarla,¿loentendéis?Mamánoshabíaexplicadoqueenrealidadíbamosacelebrarunfuneralporla

abuela pero sin que hubiera cuerpo o ataúd. Por eso mismo saltó desde elcargadero de metal: para que el mar se tragara su cuerpo y nunca pudieranenterrarlaenelcementeriodelosZuloaga.Desde donde estábamos ya se podía ver el tejado de la capilla al final del

camino. Me fijé en que había un grupo de personas esperando de pie en laentradadelapequeñaiglesia.—¿Todaestagenteconocíaalaabuela?—pregunté.Mamánossoltólamanoysecolocómejoreltocado.—No,claroqueno.Yasabesqueen losúltimosañosvuestraabuelaapenas

salíadecasanadamásqueparairacomprarlicordecerezasalpueblo.Lapobrenuncasuperó lamuertedevuestroabuelo, sequerían tantoyhacían tanbuenapareja...—respondiómimadreestirándoseelabrigodelanadeangoraantesquellegáramosa laentradade lacapilla—.Todaestagenteestáaquípor tupadre,muchostienennegociosconélenMadridoenInglaterra:compranelhierroquesacamos de la mina para construir barcos, trenes o armas y quieren darle elpésame.—Perosinoconocíandenadaalaabuela,¿porquéestánaquí?¿Quémásles

daaellos?—insistí.—¡Qué preguntas haces, Estrella! Eso es lo que se hace con la gente

importante aunque no les conozcas: vas a su entierro—me explicómamá, secalmóydespuésvolvióasonreír—.Cuandoalguienimportantemuere,oalguiende su familiamuere, la gente de bien va a darle el pésame al funeral. Es unacortesía. Por eso las dos tenéis que portarosmuybien durante lamisa y estarcalladitas,¿deacuerdo?Noquerréisqueestagentequehavenidodesdetanlejossoloparaveravuestropadreseformeunamalaimpresióndevosotras,¿verdad

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queno?Almayyonegamosconlacabezaalavez.—Bien—nosdijomamá—.Ahora dejadqueos vea a las dos juntas, estáis

muyguapas.Ya sabíayoque la sedanegraera lomejorparaestediseño.Sededucadasynohabléisconlosmayoresanoserqueellososhablenprimero,yacordaossiempredesonreír,niñas.Voyahacerlecompañíaavuestropadre,queelpobreestámuytristedesdelodelaabuela.Despuésmamásealejóendirecciónalacapillacaminandoconcuidadopara

quesuszapatosdetacón,forradosdetelanegra,nosequedaranatascadosentrelaspiedrasdelcamino.—Quéguapaestámamáyquéelegantevasiempre.Ojalánosparezcamosa

ellacuandoseamosmayores—dije, todavíamirandoanuestramadremientrasobservabacómoungrupodedesconocidoslasaludabanentresonrisasyhalagos.—Túyyonosparecemosa la abuelaSoledad,noamamá.Tenemos lapiel

claracomomamá,peroesoesloúnicoquehemossacadodeella, lodemásestododelaabuela—respondióAlmaestirándoseunaarrugainvisibledelafaldadesuvestido—.Sobretodotú.Dentro de la capilla olía a incienso y a cera derretida, pero debajo de eso,

podíasentirseelolorahumedady lamezcladeperfumescaros flotandoenelaire.El padreDávila estaba de pie esperando a que la gente se sentara en losbancos.Detrásdeél,elretablodemaderaqueelabueloMartínhabíaencargadohaceraunfamosoebanistavenecianolucíaadornadoconfloresblancasyvelasencendidasenhonoranuestraabuela.Lacapillaestabaarebosarperonadienossaludó al entrar, como si Alma y yo fuéramos invisibles. Nuestro padre —sentado en primera fila al lado de mamá— estaba arrodillado en uno de losreclinatoriosdecaobayterciopelorojotraídosdesdeunaiglesiamuyantiguaenelsurdeItalia.Teníalosojoscerradosylasmanosjuntasmientrasrezaba.—¿Hasvistoquéeleganteestátodoelmundo?—lepreguntéaAlmaenvoz

baja.—Sí.Mamáha dicho que algunos invitados han venido desdeLondres solo

para el funeral. Allí seguro que tienenmuchomás estilo que en Basondo—respondióAlma.Las mujeres lucían chaquetas de terciopelo o estolas de piel de chinchilla

encimade sus vestidos negros para protegerse de la humedaddelmar, que se

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colabaporentrelosmurosdelacapilla.Todasllevabanlacabezacubiertaparapoderentrarenlaiglesia:algunascontocadosyvelocomoeldenuestramadre,yotrascondelicadasmantillasrematadasenunpreciosoencajedecolornegrohechasamano.—Nunca había visto a gente tan elegante antes —le susurré al oído a mi

hermana—.Ni siquiera la vez que salimos a hurtadillas de nuestra habitaciónparacuriosearenlafiestadefindeañodemamá,¿teacuerdas?AnuestramadreleencantabadarfiestasenVillaSoledad:findeaño,carnaval,

elcumpleañosdelmarqués...cualquierexcusaerabuenapara llenar lacasadegente,músicaycócteles,peroAlmayyonoteníamospermisoparaasistiralasfiestasaúnydebíamosquedarnosennuestrahabitaciónconCarmenmientraslosinvitadosbailaban,jugabanahacerespiritismoenelsaloncitoconayudadeunamédiumfalsaotomabancaviarrusoenelporche.Haceunpardeaños,Carmense quedó dormidamientras nos leía un cuento y nosotras aprovechamos paraasomarnosalvestíbulo,peromamánosdescubrióynosllevódevueltaanuestrocuarto. Estuvimos castigadas dos semanas, pero solo por ver los trajes de losinvitadoshabíavalidolapena.—Cuandoyomemueraquieroquetodosvenganasídeelegantesamifuneral

—ledije aAlma,mirando fascinada a las invitadas sentadas en losbancosdedelanteenvueltasensedaypuntillasfinas—.¿Mehasoído,Alma?Yotambiénquieroquemientierroparezcaunafiestadefindeaño.Estábamossentadasenelúltimobanco,muycercadelapuertalateralporla

queseaccedíaalpequeñocementerio.Yoyahabíamiradolapuertaderefilónunpardevecespensandoencómosalirdeallí,cuandoelpadreDávilaempezóelservicio.—¿Quieresquenosmarchemos?—mepreguntóAlmasinapartarsusojosdel

párroco—.Sitienescuidadoynohacesruidopodemosllegaralapuertalateralsinquenadienosvea.—Yaunquenosveanmeda igual,nopiensoquedarmeaquídentro:huelea

cerayhacemuchofrío.Me levantéconcuidadodelbancoheladoycaminéendireccióna la salida.

Alma se levantó también, y me siguió con sus andares de bailarina. Podíaescuchar la seda de mi vestido crujir con cada paso, pero todos tenían suatenciónpuestaenelpadreDávila,asíquenadiesepercatódenuestrahuida.

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—Menos mal, empezaba a marearme con el olor a incienso —mentí yo,frotándomelassienescomosimedolieralacabezaparadarlemásdramatismo—.¿Quieresiralcementerio?Aúnnohevistolatumbadelaabuela.SesuponíaquealaabuelaSoledadlahabíanenterradoeldíaanterior,aunque

enrealidadsolohabíanenterradounataúdvacíobajounalápidaconsunombre.—Yotampocohevistosutumba.Mamádicequeunatumbanoesalgoquelos

niñosdebanverporqueseasustanyluegotienenpesadillas.—A mí no me asustan los muertos —repliqué, pero a medida que nos

acercábamosalcementerionotécómosemehacíaunnudoenlagarganta.ElpequeñocementeriodelafamiliaZuloagaestabamedioescondidodetrásde

la capilla, suspendido sobre el mar Cantábrico y rodeado por un murete depiedrasirregulares.—Aquífuerahacemásfríoqueenlaiglesia—comentóAlma.Despuéssele

escapólarisitanerviosadequienpretendehacerselavalienteyahuyentaralosdifuntos.Esquivéuncharcoquesehabíaformadocercadelmuretecuandoviunaúnica

florentrelahierba.Eradecolorazul.—Escomolaquehiceflotarelotrodía—dijeyoagachándomeparacogerla

—. Nunca había visto flores aquí dentro, creía que nada crecía en esta tierraporqueelsalitredelmarmatabalasraícesyenvenenabaelsuelo.Ademásdelahierbacortaydesigual,enelcementeriofamiliarsolocrecíaun

árbol: un sauce llorón deslucido e inclinado hacia un lado con las ramasarrastrándosepenosamentesobrelatierra.—Yotampocohabíavistofloresaquíantes. Iguales lamismaflorque teha

seguidodesdenuestroclaroparaquelahagasbailarotravez—mesugirióAlmamirándomeconsusojosamarillosmuybrillantes.—Nolocreo.Pero volví a mirar la flor en la palma de mi mano y sentí la sangre

arremolinándosebajomipiel,quemándomepordentro.—LaabuelaSoledadestáahídepie,juntoasulápida—dijoAlmaderepente.Yomeolvidédelaflorydelaquemazónparamiraralatumbamásreciente.

Sobrelalosadescansabaunaenormecoronaderosasrojas.—Noempiecesotravez,Alma.Noquierooírtuscuentosdefantasmasahora.—Noesuncuento.Laabuelaesjovenotravez,muyjoven,yestávestidade

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novia igual que en las fotografías que hay en el pasillo —continuó Alma,mirandofijamentealalápida—.Llevapuestossuscollaresdeperlas,lossiete,ysuvestidoblancodeencaje.Justo en esemomentouna ráfagadevientohelado estremeció las ramasdel

sauce, que se agitaron y rascaron la tierra del cementerio como si fueran lasgarrasdeunanimal.—Notecreo—murmuré,peromentía.—La abuela dice que quiere que sepamos la verdad sobre ella y sobre el

abueloMartín,aunqueesunaverdadfea,delasquesolosecuentancuandounoya estámuerto.—Alma arrugó los labios intentando contener las lágrimas—.No...—¿Quépasa?¿Quéestádiciendo?—preguntéporencimadelruidodelviento.—Cuandoeraunaniña,laabuelaSoledaderatanguapaquetodoelmundoen

los alrededores del pueblecito deMéxico donde vivía había oído hablar de subelleza.Tambiéndecíanqueeraunahechicera,unabrujaconocedoradelatierracapaz de predecir cuándo se desatarían las tormentas o las desgracias de unafamilia.Poreso túyyo tenemospoder también, lohemosheredadodeella—explicóAlma—.LosrumoressobresubellezaysupoderllegaronaoídosdeunespañolquehabíaidoaMéxicobuscandohacerfortuna:elabueloMartín.—Teloestásinventandotodo,laabuelaeraunaprincesamexicana,padrelo

dicesiempre—insistí.PerolosojosamarillosdeAlmaseguíanfijosenalgúnpuntojuntoalalápida.—El español sintió curiosidad y le pidió al padre de lamuchacha que se la

llevaraalahaciendaparaverla.ÉlnoeraelprimerhombrequeseinteresabaporSoledad,pero sí eraelprimerocondinero.Elabuelo seencaprichódeella—añadió—.SecasaronelmismodíaquelaabuelaSoledadcumplióquinceaños.—¿Quinceaños?—mirélaflorazulenmimanomientraspensabaenloque

Almaacababadedecir.LaabuelaSoledadteníapodertambién,poresohablabaelidiomasecretode

los pájaros, sabía cuándo crecerían las rosas del jardín o conseguía que losárbolesdieranmejoresmanzanas.Ellasentíaelfuegodentro,igualqueyo.Recordaba a la abuela saliendo al jardín conuna cesta en lamano enpleno

diciembre para recogermanzanas del manzano americano que el abuelo trajoconél.Aunquenofueratemporada,ellasiemprevolvíaacasaconlacestallena

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deunasmanzanasrojasybrillantes.Almasedespidióconungestodelamanodealguienaquiensoloellapodía

ver.—Ya no está—dijo con la voz líquida por las lágrimas—.La abuela se ha

marchadoparasiempre,estamossolas.Dejélaflorazulsobrelatumbavacíadelaabuelayalinstantesalióvolando

enelvientodelnorte.—¿Tehadicholaabuelacuáldelasdosvaamorirantes?—No—respondióAlma,peromecogiólamano—.Notedisgustesconmigo,

Estrella,quiénsabecuántotiemponosquedaparaestarjuntasantesdequeunadelasdoshagacompañíaalosmuertos.ApretélamanodeAlmaqueestabatanfríacomolamía.—Nosquedamuchotiempodepasarjuntasporquecuandoyomuera,antesde

cumplir quince años, tú todavía podrás verme igual que ves a los demásaparecidos.Serácomosinuncamehubieramuerto—susurré.Almaesbozóunamediasonrisaylevantósumanoentrelazadaconlamía.—Nuncajamástedejaréir.Túyyoestamosunidasparasiempreporunhilo

invisible,perotanfuertequepuedosentirlo,aquí,atadoconunnuditoalrededordemimuñeca—medijoenvozbaja—.Unextremoestáatadoamimuñecayelotroalatuya,asíquenuncanossepararemos,noimportacuáldelasdosmueraprimero.Unidasparasiempre.Inseparables.Yomirénuestrasmanosjuntasunmomentomásycasipudenotarelcordón

invisibledelqueAlmahablabaatadoalrededordemimuñeca.—¿Lojuras?—preguntéconvoztemblorosa—.Tenpresentequeestamosen

uncementeriohaciendopromesas.—Lojuro.Yquememuerasimiento.

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Lacuevadelasestrellas

LACUEVADELASESTRELLAS

Novolvimosalbosquehastaunasemanadespuésdelentierrodelaabuela.Lacasa que llevaba su nombre estaba de luto, así que nos prohibieron abrir lasventanasosaliraljardínytodosvestimosdenegrodurantesietelargosdíasenlos que mamá no encendió su gramófono. Padre no era supersticioso peroigualmenteordenócubrir los espejosmásgrandesde la casacon sábanasparaevitar que el alma de la abuela se quedara atrapada en ellos, aunque nosotrassabíamosqueyasehabíamarchado.—Vaapasaralgomalo,lopresiento—dijoAlmaconsusojosdemielfijosen

elbosque.—Ya ha pasado algo malo: hemos enterrado a la abuela Soledad hace una

semana,¿teparecepoco?PeroAlmasacudiólacabezatodavíamirandofijamentealahileradeárboles

queteníamosenfrente.—No, no es eso. Hoy es cuando todo empieza a pudrirse, puedo sentir las

raíces del bosque descomponiéndose bajo la tierra —susurró sin mirarme—.Pronto llegará el día en que las dos lamentemos haber entrado esta tarde ennuestrobosque.Todavíapodíasentirelcalordelaslucesdelacasaencendidasdetrásdemí,

pero el aire húmedo y oscuro que salía del bosque me acarició la mejilladándomelabienvenida,igualquelagarradeunacriaturainvisible.—El bosque es diferente cuando está oscuro, parece más salvaje ahora—

murmurémientrasdejábamosatráslosárbolesquemarcabanlafronterainvisible

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entreBasondoyelbosque.—Talveznodeberíamosestaraquí,nuncavenimostantarde.—Miedica —repetí yo mientras buscaba flores azules con la mirada—. Si

tanto miedo tienes puedes volver a casa, soy perfectamente capaz dearreglármelassinti,muchasgracias.—Notengomiedo.—Puesclaroquelotienes,loquepasaesquetegustaperderteenelbosque,

igualqueamí—ledijeconunamediasonrisadesatisfacción—.Enelfondotúerescomoyo,aunque tegustehacerte labuenaparaengañara todoelmundo,pero yo soy tu hermana gemela y a mí no me engañas: sé lo que hay en tucabeza.Lo sabía bien y algunas veces eso me asustaba terriblemente: conocer el

abismo que separaba a la chica queAlma fingía ser de la persona que era enrealidad. Pero otras veces—casi todo el tiempo—Alma era solomi hermanapequeña y yo fingía no saber lo que había en su cabeza. Así era como semanteníaelordenfamiliar:Almabuena,Estrellamala.—Yosolosoycomotúporfuera,Estrella.Túestáshechaderocayfuego,yo

no soy así —me dijo muy seria—. Cada una tenemos el nombre que nosmerecemos.—Esosontonterías,essoloqueteaterrapensarquelosdemáspuedantratarte

como a mí: no aguantarías ni una semana en mi piel —respondí—. Por esofingessermejorqueyo.Estabaapuntodedeciralgomáscuandoescuchéunruidoqueveníadelomás

profundo del bosque: una voz. Alma también lo escuchó porque me puso lamanoenelhombroynotésupielfríaatravésdelatelademivestido,casicomosifueraunfantasmaquienmesujetabaynomihermana.—¿Qué es eso? ¿Es ese lobo negro que te sigue a todas partes?—susurró

Almaconvozrasposa—.¿Lohasllamadotú,Estrella?—Loslobosnohablan.Esosolopasaenloscuentosdehadas,tonta—dijeen

vozbaja—.Calla.Intentédistinguir lamisteriosavozentre losdemássonidosdelbosque,pero

losruidosnocturnosnosrodeabanhaciendoimposibledistinguirnada.—Igualtulobosíquepuedehablar—susurróAlmadándomelamano—.Te

hevistohablarconellobomientrassueñas.

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—Noesunlobo,alguienestápidiendoayuda.Vamos.Eraunavozmuyhumanayveníadelotroladodelbosque,delcotodecazade

nuestro padre. Avancé entre los árboles sin soltar la mano de Alma para noperdernosenlaoscuridad.Laluzdelasestrellasnollegabaaatravesarlamarañaderamassobrenuestrascabezas,asíqueapenaspodíavernadamásalládeminariz.—¿Sabesadóndevamos?—preguntóAlmaconsusojosimposiblesmirandoa

todaspartes—.Estapartedelbosquenoesdondesolemosestar.—Creoquesí.Elcotodepadrenoestálejosypuedequehayaalguienherido

allí—respondíyoconlarespiraciónentrecortadaporlacaminata—.Noseríalaprimera vez que alguien del pueblo se cuela en el coto para cazar conejos yterminaperdidooalgopeor.Teníamos prohibido acercarnos hasta allí por nuestra propia seguridad: unos

cuantosañosantes,unpardechicosdelpuebloentraronenelcotoparacazarpensando que nadie se enteraría si se llevaban un par de conejos a casa, peropadrelesdisparóporaccidentecreyendoqueeranjabalíes.Nolosmató,peroaunodeellos tuvieronquecortarleelbrazopor lasheridasdemetrallayyanopudovolveratrabajarenlamina.—Nopodemosestaraquí,Estrella,notenemospermiso.Estesitioespeligroso

—merecordóAlmaconvoztemblorosa.—Yalosé,peropadrenoestáaquíahorayéleselúnicopeligrorealdeeste

lugar.—También hay animales—replicó—. Y tú dices que no es peligroso, pero

apuesto a que los furtivos que se colaron aquí unos años atrás pensaronexactamentelomismoquenosotras,ymiraloquelespasó.—Losfurtivosselobuscaronellossolitosporcolarseaquípararobarnos:esos

conejos, los jabalíesy todo lodemásquehayaquísondepadre—ledijemuyconvencida—.Ytambiénnuestros.—Losconejosnosondenadie,Estrella.Ymenosaúndepadre.Enesazonanohabíatantosárboles.Elterrenoeradesigual,llenodecuestasy

desnivelesprofundospordondeerafácilresbalarseconelbarrohúmedoycaerpor uno de los muchos terraplenes. Los robles y los pinos crecían másdistanciadosunosdeotrosysepodíaverelcielonocturnosembradodeestrellasbrillantes. Vi algo moviéndose un poco más adelante, cerca de un grupo de

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arbustosquecrecíansinningúncontrol,habíaunbultoenelsuelo,aunoscienpasosdedondeestábamos.—¡Hola! —grité, y mi propia voz me asustó. En ese momento sentí un

escalofríobajandopormiespalda.Almadiounrespingoamilado,igualquesimiescalofríohubieraterminado

en su columna. De repente recordé lo que mi hermana había dicho antes ycomprendíqueeseeraelmomentoqueambaslamentaríamosduranteelrestodenuestrasvidas.—¿Quiénandaahí?—volvíagritarapesardetodo.Elbultosemovió.—Ayuda,porfavor—dijounavozdébildesdelosarbustos,unavozdeniño.Almadejóescaparelalientoquehabíaestadoconteniendoymesoltólamano

paraacercarsemás.—¿Quéhacesaquí?Nuestropadreeseldueñodeestecoto,nadiemáspuede

entraracazar—ledijoalmuchachocuandollegóhastaél.Yomeacerquétambién,peroantesdellegarviundestellometálicoenelsuelo

mediotapadoporlashojassecas:eraunadelastrampasqueelmarquésusabaparacazarciervos.Uncepo.—Menosmalquemehabéisencontrado,llevohorasatrapadoaquíymeestoy

muriendodefrío.Meduelemuchísimo—dijoelchicoatropelladamente—.Oshe oído hablar hace un rato y ya no sabía sime estaba volviendo loco por elhambreyeldolorosieraeldemonioquehabíavenidoparallevarmeporfin.Calculéqueelchicotendríamásomenosnuestraedad,aunquenuncalohabía

visto en Basondo. Su pelo castaño estaba sucio por el barro, tenía restos delágrimasyalgoqueparecíasangresecaenlasmejillas.—Nosomoseldemonio—respondíyomuyconvencida.—Solo quería coger unasmanzanas. He pisado un cepo yme ha pillado el

tobillo—se lamentó el chico mirando su pie atrapado—. He pedido ayuda agritos durante horas y ya me había resignado a pasar la noche aquí tiradoesperando a que el marqués me encontrara por la mañana para rematarme, ohastaqueeseloboqueheoídoantesaparecieraparadarseunfestín.—Poco festín iba a darse el lobo contigo—le dije con brusquedad. Por su

aspectodesvalidoyflacomeparecióquenohabíacomidoendías.—Pobrecillo.—Almalesonrióconcompasión,perosuvozsonóigualquesi

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hubieraencontradounpajarillomediomuertoeneljardín.Me agaché junto al muchacho para ver mejor la herida en su tobillo, los

dientesdelcepohabíanhechotrizassupantalónysehundíanensucarne,quesehabíavueltodecolorrojooscuroalrededordelaheridadesigual.Tambiénhabíarestosdesangresecasobrelashojasalrededordelatrampa.—Menosmalquelosanimalesdelbosquenohanolidotusangre,sinoyase

tehubieran comidovivo—comentémientrasbuscabaunpalopara apartar lashojasyvermejorelcepo—.Padreponelastrampasparaloscorzosquepasanporaquí,enrealidadnoesmuybuencazador,aunqueaéllegustacreerquesí,poresonecesitaunpocodeayuda.—¿SoislashijasdelmarquésdeZuloaga?—preguntósorprendido—.¿Yqué

sesuponequeestáishaciendoaquísolasaestashorasdelanoche?—Lomismoquetú:meternosenlíos—respondíyo—.¿Hasintentadoabrirla

conlasmanos?Elchicosemovióconcuidadodemantenersupiernaatrapadainmóvilenel

sueloparanohacerlaheridamásprofunda.—Claroqueloheintentado,loquepasaesqueyosolonopuedoabrirlo,no

tengotantafuerza—respondióél—.Perosimeayudáisvosotrasigualentrelostrespodemosabrirestacosa.Yanoquieromanzanas,podéisquedároslas:soloquieroescapardeestatrampayvolveramicasa.—¿Eres de Basondo? Nunca te había visto antes —dijo Alma mientras

investigabaelmecanismodelcepotambién.—Nocreoquelashijasdelmarquéspasencercademicasaenelpueblo—

respondióelchicoentredientes—.Ayudadmeasalirdeestacosayosprometoquenuncamásmevolveréisaverenvuestravida.Almayelchicopusieronlasmanosenunadelasmandíbulasdelcepoyyoen

la otra. El hierro estaba frío pero sentí el calor que salía de la carne heridarozándomelosnudillos.—Aladetres...—dijecolocandolosdedosparanoarañarmeconlosdientes

demetal—.Una,dos...ytres.Labocadehierroseabrióconunquejidometálicoyelchicoretirólapierna

herida justo antes de que nos fallaran las fuerzas y los dientes volvieran acerrarsedegolpe.—Uff,porquépoco—dijoAlmamirandoelcepoahorainútilenelsuelo—.

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¿Cómoestátupierna?¿Creesquepodráscaminarhastatucasa?El chico estaba examinando su tobillo hinchado y la herida con forma de

mordiscodemonstruoqueteníaenlapierna.—Nolosé—dijoporfin—.¿Meayudáisalevantarme?Creoqueyosolono

puedo.ViaAlmasonreírlecondulzurayofrecerlelamano,asíquehicelomismoy

entre las dos le levantamos del suelo. El chico se mantuvo a la pata coja unmomento pero enseguida tuvo que pasar los brazos por encima de nuestroshombrosparapodersostenerseenpie.—Losiento,penséquepodríaarreglármelassolo—sedisculpóelmuchacho

avergonzado—.¿Osimportairabuscarayuda?Elpuebloestáunpocolejosynocreoquepuedacaminarhastacasapormicuenta.Sentíelpesodesubrazosobremishombros.Supielolíaasudoryalasalde

las lágrimas que había llorado mientras estaba atrapado en el cepo. Además,estabacaliente,tantoquepudenotarsucaloratravésdemivestido;noeracomolapieldemihermanaolamía:megustósucontacto.—Si vamos a buscar ayuda, nuestro padre descubrirá lo que has hecho y te

caerá una buena—dije yo colocandomejor su brazo sobremis hombros paraque no pesara tanto—. Alma y yo te acercaremos a Basondo, conocemos unatajoporelbosque,perodespuéstelasapañarástusolito.Sialguiennosveenelpuebloaestashorasnos lacargamosnosotras,ynopiensopagaryoporquetúhayasqueridorobarnosunasmanzanas.Elchicomemiróunmomento sin saberquédecir.Susojoserancastañosy

dulces,merecordóalaformademirarqueteníaPatsy,elsetteringlésdenuestramadre.Patsyteníalosmismosojosamables,siempreparecíaestarextrañamenteagradecidodeque leestuvieranacariciandoenvezdedándoleconunpalo.ElchicoperdidomemirabaexactamenteigualquePatsy.—Gracias,peronoquieroserunamolestia—dijoél—.Bastantehabéishecho

ya.Seguramenteestanochemehabéissalvadolavida.—Sí,seguramente—respondí.APatsylomatónuestropadredeundisparoenesemismocoto.Solíallevarlo

conél cuandosalíadecaza, aunqueamamáno legustaba la ideaporqueellasabíaqueelmarquésnoteníamuybuenapuntería.Segúnlecontópadrecuandoregresó,Patsysecruzópordelantedeunzorrojustocuandoélapretóelgatillo

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delaWinchesterdelabueloMartín.ElzorroseescapóperoaPatsy loenterróallímismo.—¿Cómo te llamas?—le preguntó Alma mirándolo con sus ojos amarillos

muybrillantes—.YosoyAlma,yellaesmihermanaEstrella.—Tomás.MellamoTomás.Almalesonrió.—Encantada,Tomás.—Vamos, acerquémosleal caminodelpuebloantesdequeCarmenomamá

nosechendemenos—dije.Los tres caminamos juntos fuera del coto, con Tomás entre nosotras dos

apoyadosobrenuestroshombros.Yoteníamiedodequealgunopisáramosotrodelosceposdepadreycaminabaconlamiradapuestaenelsuelocubiertodehojasesperandodistinguirelbrillometálicodeotratrampa.—Yafaltapocoparallegar,¿verdad,Estrella?—dijoAlmacuandolosárboles

se volvieron más altos y frondosos a nuestro alrededor—. Estrella es la quemejorseorientaenelbosque,aunquelasdos loconocemoscomolapalmadenuestramanoporquevenimosaquíamenudo.Reconocí el tronco de un pino al que había alcanzado un rayo el verano

anterior. Estaba carbonizado por el fuego y en esa zona del bosque el airetodavíaolíaaquemadoalpasarcerca.—Sí, ya hemos salido del coto.Aquí no tenemos que preocuparnos por las

trampas de padre —dije, aliviada por poder dejar de escudriñar el suelo delbosque.—Gracias,nohubierapodidollegarhastaaquísinvuestraayuda—respondió

Tomás.Ypudenotar sualientocálidomoviendoalgunosmechones sueltosdemicoronadetrenzas.—Noesnada, de todas formasnopodíamosdejarte ahí despuésdequenos

hubierasvisto—respondí,evitandosumirada—.Sitehubierandescubiertoconvidaporlamañanalehubierasdichoatodoelmundoquelashijasdelmarquéshabíanestadoahísinpermiso.Tomásserioconsuavidad,sucuerpotibiosemoviócontraelmíoynotéun

extrañocalorunpocomásabajodelestómagoquenohabíasentidonuncaantes.—No, no hubiera dicho nada —dijo él muy serio ahora—. Os hubiera

guardadoelsecreto,aunquenomehubieraisayudadoaescapardelcepo.

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No supe si creerle porque Carmen siempre me decía que los hombres sontodos «unosmentirosos que solo quieren que trabajes gratis para ellos con laexcusadelenamoramiento».PeroporaquelentoncesyonoentendíamuybienlaspalabrasdeCarmen,asíquedecidícreerle.Llegamoscercadelalíneadeárbolesqueseparabanelbosquedelacarretera.—¿Cuántos años tienes? —le preguntó Alma, que se había parado para

recuperarelalientoynosotrosconella.—Casitrece.Enunpardeañosdejarélaescuelaparabajaralaminaconmi

padre.Avuestramina.Medaunpocodemiedo,peronopuedoseguiryendoaclase más tiempo —respondió Tomás con resignación—. Ya sé lo másimportante: leer,escribir,algodenúmeros...Aunquesoylistoyestudiarsemeda bien, tampoco puedo aprender mucho más, así que seré minero como mipadreyseguramentemoriréjovenenunderrumbe.—No,yonocreoquetudestinoseamorirenunderrumbe—dijoAlmamuy

seria.Tomáslamiróconunadiminutasonrisa.—He oído hablar de ti, en Basondo todo el mundo dice que eres especial

porquepuedeshablarconlosmuertos.«Especial.»Aloírlepronunciaresapalabrasentíloscelosdevorándomeigual

queunaplanta invasoraquecrecedentrodel tallodeun rosalhastaasfixiarlo.QueríaqueTomásdejarademiraramihermanacomosiestuvieraenpresenciadealguienmaravillosoyúnico,mientrasyomevolvíainvisibleparaél.—¿Todavíatieneshambre?—lepreguntéconunamalaideadanzandoenmi

mente.—Sí, claro —me dijo—. Me duele la pierna y tengo mucho frío, pero el

hambreesmásfuertequecualquierotracosa.—¿Quieresveralgoincreíbledeverdad?—lepreguntédesafiante—.Algoque

nopodrásexplicaraunquelointentesoaunquevivascienaños.—Estrella...¿quévasahacer?—EscuchéunligerotemblorenlavozdeAlma

y supuse que eran celos por apartar la atención de Tomás de ella. Aunquetambiénpodíaseralgomuydistinto:miedo.Sonreísatisfechaenlaoscuridadymeapartéunospasosdedondeestábamos,

examiné los árboles de la zona hasta que por fin encontré lo que estababuscando.

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—¿Tútambiénpuedeshablarconlosdifuntos?—mepreguntóTomás,quemehabíaseguidoapoyándosesoloenAlma.—Cualquierapuedehablarconlosfantasmas,peroyoconozcountrucomejor.

Has entrado en el coto del marqués buscandomanzanas, ¿verdad?, manzanasrojasdeotoñodulcesyjugosas.¿Tegustan?—lepreguntémisteriosa.—No he comido en tres días, me gustan hasta las manzanas podridas —

respondióélavergonzado.Medetuve juntoaunpino,elmásaltoy salvajequecrecíaenesapartedel

bosque,yellosdossepararontambién.—¿Vesestepino?—lepregunté,colocandomimanoabiertacontraeltronco

—.Essolounpinonormal.Unomásde losmuchosquecrecensincontrolenestebosque.Sentí el tacto rugoso y áspero de la corteza en la palma de mi mano, los

pequeñosinsectoshaciéndomecosquillasalcaminarentremisdedoscomosiyofueraunenormelaberintoparaellos.—Sí,supongo—respondióTomásnomuyconvencido—.Esunpinonormal.

Veosusagujasenlasramasylaspiñasquecrecenunpocomásarriba.—Ya,puesnodejesdemirarlaspiñas—ledijeconunamediasonrisa.—Estrella,no...—empezóadecirAlma.Peroyoyapodíasentirlasaviadelárbolmoviéndosedebajodelacortezaque

estabatocando,enterradabajocapasycapasdemaderadentrodelgruesotronco.Notéelcalorsaliendodelárbol,comosucedeenlosdíasmáslargosdelveranocuandoelsolcalientalosárbolesdurantehorasyporlanochetodavíaconservanesecalor,soloqueahoraeramuchomásfuerteypoderoso.Eraelfuego.—Laspiñas...—murmuróTomáscomosiestuvierahablandosolo—.Algoles

estápasandoalaspiñasdeesarama,parecen...parecenmanzanas.Vi la expresión maravillada en el rostro de Tomás. Había visto esa misma

expresióndeasombroenotraspersonasantes,perosiempreporAlma.Esafuelaprimeravezquealguienmemiróasíamí.—Laspiñassehanconvertidoenmanzanas—terminóTomás.—Manzanasrojasdeotoño—lecorregíyo,aunqueapenaspodíahablarporel

esfuerzo.Lapalmade lamanomehormigueabay todomibrazohasta elhombrome

quemabacomosituvierafiebrealta.

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—¿Cómoesposiblealgoasí?—murmuróTomás—.¿Esestounsueño?Unodeesosextrañossueñosdondelascosasmásimposiblessevuelvenposibles.Sí,esoes,debodeestarsoñando.—Noestássoñando—dije.Alma se acercó al pino paramirar las ramas de las que ahora colgaban las

manzanas de un rojo intenso.Alargó su brazo con cautela y cogió una de lasfrutas,selaacercóalanarizylaolióunmomentoantesdedarleunmordisco.—SabecomolasmanzanasquetraíalaabuelaSoledad—dijoella.Tomás arrancó unamanzana con cuidado, lamiró fascinado unmomento y

despuéslamordióconansia.Observésulenguapasandoporsuslabios,eljugodulceque caíapor subarbilla ymanchaba su camisa sucia, el olor de la frutamaduraenelairemezclándoseconelsuyo.—Estrella,estássangrando—medijoAlmaderepente.Mellevélamanoala

narizysentílasangrecalienteyespesabajandohastamislabios.—Noesnada,seráporelfríodelbosque—dijeyoquitándoleimportancia.Pero Alma sacudió la cabeza y sus ojos de miel me miraron como si yo

acabaradehaceralgoterrible,innombrable;apesardetodasnuestrasfechoríasnorecuerdoquemihermanamehubieramiradoasínuncaantes.—Nopuedeshacereso,Estrella,noestábien.Nopuedeshacerquealgovaya

encontradesupropianaturalezasinpagarunprecio—medijomuyasustada—.Poreso tesangra lanariz: túhascogidoalgoquenoera tuyoy tienesquedaralgotuyoacambio.Tusangre,comounsacrificio.—Esosolosonbobadas—ledijemuysegura,perovolvíamirarlasangreen

eldorsodemimano,enlaoscuridaddelbosqueparecíacasinegra—.Detodasformasunasgotasdemisangreporunasmanzanasnomeparecegrancosa.Perotodavíapodíanotarlasaviacalientecirculandodebajodelacortezadel

árbol. Ya no me importaba Tomás o haberle impresionado conmi poder: medolíalacabezayaltragarsalivapudenotarelsabordemipropiasangre.Tomásme puso lamano sobre el hombro, estaba tan cerca que su aliento a

manzanarozómislabiosalhablar:—Nunca había visto un milagro tan claro como esta noche. Gracias por

hacermecreer.Ningunode los tresdijonadamientrasacompañamosaTomáshastael final

delbosque,dondelosárbolesaltosterminabanyempezabaelrestodelmundo,

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desdeahíseveíalacarreterayelcaminoquellevabaalpueblo.Intuílaformadela iglesia en la oscuridad destacando entre las demás casas bajas e irregularesqueformabanBasondo.—¿Volveré a veros alguna vez?—quiso saber Tomás—. ¿O sois un par de

lamias?[1]Deesasquemerodeanporelbosqueparaengatusaraloshombresyalosniñospobrescomoyoypoderasírobarleselalma?—Laslamiasnohacencrecermanzanas—repliqué.—Volveremosavernos—leaseguróAlma.Tomássedespidiódenosotrasconunasonrisayunbrilloensusojoscastaños

quenoteníacuandoleencontramosatrapadoenelcepo.Levimoscaminarhaciael pueblo arrastrando su pierna herida hasta perderse por completo entre lassombras.—¿EsTomás?¿Élesquienharáquenosarrepintamosdehaberentradoesta

nocheenelbosque?—lepreguntéaAlma,aunqueyasabíalarespuesta.Los ojos imposibles demi hermana todavía estaban fijos en elmismo lugar

dondehabíamosvistodesapareceraTomás.—Sí. Llegará el día en que ambas lamentemos haberle salvado la vida esta

noche.

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Eldíaenquecumplimostreceañosmamánosregalóunacasitademuñecas.EraunaréplicadeVillaSoledadapequeñaescala:consutejadoverdebrillantehecho de pequeñas placas de pizarra, la fachada de piedra gris rugosa con lasventanasdemuchasformasdistintasporelcaprichodelabueloMartín,ellargobalcónquerecorríael frentedelsegundopisoyqueconectaba losdormitoriosprincipales de la casa, nuestro torreón con sus ventanas redondas o la entradaprincipaldelamansión,conladoblepuertaverdeyloscerrojosdorados.—¿Os gusta la casita de muñecas, niñas? —quiso saber mamá mientras

encendíaotrodesuscigarrillosfranceses—.¿Verdadqueesunapreciosidad?—Espreciosa—murmuré.—Bueno,esoespero,porquehanhechofaltavariosmesesdetrabajoymucho

dineroparaquetodoslosdetallesdelacasitaseanperfectoseidénticosanuestracasa,aunqueviéndolaahora,havalidolapena.—Pero le falta el jardín alrededor, el invernaderode la abuela, la capilla, el

cementerioyelmuroquerodeaelterreno—enumeróAlma—.Ytampocoveoelestanqueconlospecesjaponesesdentro.Mamánorespondióperolediounacaladalargaasucigarrilloyelairedela

bibliotecasellenódehumo.—¿Yaquiénleimportanlosestúpidospecesjaponeses?—dije.Aunque algunas tardes robaba pan seco de la cocina y me escabullía para

desmigarlo sobre el estanque.Me gustaba ver a los torpes y gordos peces decolores brillantes nadando hasta la superficie para atrapar lasmiguitas de panconsusbocassindientes.—En las casitas de muñecas elegantes no hay jardín, cariño —le explicó

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mamá aAlma con dulzura—.El jardín es solo para las fiestas o para que lasseñorasdelacasaseentretengancuidandodelasrosas:nohayeleganciaenunjardín lleno de plantas y bichos.Lo importante de verdad es el interior de lascasas,ladecoraciónylosdetalles,ahíesdondeseapreciaelbuengustodelosdueños.Era lahorade lasiestadelúltimodíadeoctubrey todosenlacasadormían

después de la comida especial de cumpleaños queDolores, la cocinera, habíapreparadoparanosotras:cremafríadecalabaza, jamóndulceasado, fonduedequesosuizo—o«fundú»comolollamabaelmarquésmarcandomucholaúltima«u»— y una enorme Paulova con natas y fresas frescas, la tarta favorita deAlma,delaquehabíasobradocasilamitad.Yanoshabíandado lamayoríade los regalospor lamañana, incluidasunas

elegantesmaletasdepielyneceseresajuegoconnuestrasinicialesgrabadasenletras de oro. Mamá también nos había regalado un juego de toallas de hiloegipcioenuntamañoridículamentepequeño.Cuandolepreguntéparaquéeranellamerespondióqueyalodescubriríamos«eseañooelpróximo».Ademásdelasmisteriosastoallasyeljuegodemaletas,mamánosentregódospaquetesdevaloresdelTesoroquepadrevolvióaguardaratodaprisaenlacajafuertedesudespacho después. Esa misma tarde, mientras Villa Soledad dormía, mamáordenócolocar la casita sobreunamesade ajedrezparaquepudiéramosverlabien,ynosllevóalabibliotecaparadarnoslaúltimasorpresa.—¿Elmármolblancodelasescalerasesdelmismotipoqueelqueelabuelo

Martín mandó usar en las de verdad?—pregunté mirando las escaleras enminiatura a travésdel lucernario en el tejado—.¿También lohan traídodesdeItalia?—No,vuestropadreinsistióenqueeraunatonteríaenviaraalguientanlejos

soloparatraerunpequeñobloquedemármol—respondiómamáintentandoquenosenotarademasiadosudecepción—.Perosinolodecísnadielosabrá.—Esmuybonita,mamá,gracias—dijoAlma—.Nopuedoesperarparajugar

conella.—Noesunjuguete,esunaobradearteenminiatura—lacorrigiómamácon

dulzura—.Algohermosoydelicadoparaqueosentretengáislastardesdelluviaenlugardesalirporahí.LaencarguéaunatiendademiniaturasymaquetasquehayenBarcelona,esunade las tiendasmásprestigiosasdelmundo; reinasde

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mediaEuropayartistasfamosascompransuscasitasdemuñecasenesamismatienda.—¿Reinas y artistas? ¿De verdad? —pregunté sorprendida—. ¿Y también

GloriaSwanson?CuandoCarmensedespistaba,Almayyosolíamosbajarasuhabitaciónenel

sótano para curiosear entre sus revistas de sociedad. Nos encantaba ver lasfotografíasenblancoynegrodeestrellasdecine,artistas,cantantesdeóperaoaristócrataseuropeas.GloriaSwansonaparecíaenlamayoríadeesasrevistas.—CuandoseamayorvoyasercomoGloriaSwanson,piensohacersiemprelo

quemedélaganaaunqueaotrosnolesguste—lehabíadichomuyseriaaAlmaunatardemientraslasdosmirábamoslosvestidosdelasrevistasaescondidas.—Bueno, no sé si precisamente la señorita Swanson está interesada en las

casitasdemuñecas.¿Osacordáisdeesosseñoresquevinieronhaceunosmesesparahacerlefotosalamansión?Yoosdijequeerandeunarevistadedecoraciónqueestabainteresadaenpublicarunreportajesobrelamansión,peroenrealidadestaban tomando fotografías de la casa para poder reproducirla en el tallerdespuéscontodoslosdetalles.—¿Ylasmuñecas?¿SomosAlmayyo?Además de la casita mamá había encargado hacer pequeñas réplicas de

nosotras.ParaesolemandóaCarmenrecogerpelodeloscepillosyretalesdetela de nuestros vestidos para enviarlos al taller deminiaturas deBarcelona yhacerquevistieranalasmuñecasconropitasidénticasalasnuestras.—Sí, sois vosotras dos y si os portáis como señoritas pronto encargarémás

vestiditos y sombreros para que cambiéis de ropa a las muñecas. Puede queincluso mande hacer unos vestidos de fiesta para celebrar vuestro próximocumpleaños—nosdijomamá.—¿Podemos organizar una gran fiesta?—preguntémás entusiasmada de lo

que pretendía—. Aquí, en la mansión, así todos podrían ver el jardín, lasantigüedades,elpianodelasalademúsica...Almatambiénquiere,¿verdadquesí,Alma?Dilequetútambiénquieres.—Sí,seríadivertido,supongo—respondióella,fingiendoquenoestabamuy

interesada en el asunto—. Podríamos hacerla fuera, en el jardín antes de lapuestadesol.—¿Podemosmamá?—insistíyo—.Anda,porfavor,diquesí.

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—Loconsultaréconelmarqués—fuetodoloquerespondió.—Cuidaremos bien la casita, te lo prometo—dijoAlma, después le dio un

besoenlamejillaanuestramadre.Mamáselevantódelsuelodelabibliotecaycaminóhastalapuerta.—Felizcumpleaños,chicas—nosdijoantesdesalirdelahabitación.Encuantoescuchamossustaconesalejándoseescalerasarriba,Almacogiólas

muñequitas y peinó con delicadeza sus melenas largas y negras hechas connuestropropiopeloolvidadoenelcepillo.—¡Miraquédesastre!Sehanolvidadodelosojos—dijoAlmaabatida—.Les

hanpuestolosojosigualesalasdosmuñecasyahoranopodremosdistinguirlas.Nuncasabremoscuálesladecadauna.—No nos fotografiaron a nosotras—recordé—.Tomaron fotos de la vajilla

buena,delascortinasdelasalitademúsicaydelabañerademamáperonoanosotras,poresonosabenquetenemoslosojosdistintos.Losojospintadosamanosobrelascarasdecartónpiedramedevolvieronuna

miradadedesdén,asíque lasdejéenel suelootravez,aunquemeasegurédeponerlasmuñecasbocaabajoparaevitarsusojossinvida.—Detodasformasnocreoquedebamospreocuparnosdemasiadoporeso.—

Almavolvióacolocarlasmuñecasenlamesadelcomedorparaquemamánonotara que las habíamos cogido—. Dentro de dos cumpleaños solonecesitaremosunadelasmuñecas.DespuésAlma se levantó del suelo, se sacudió la falda de su vestido y sin

darmetiempoarespondersaliódelabiblioteca.Yocogíunadelasmuñecasylaescondí detrás de los doce volúmenes de laEnciclopedia de las plantas y lasfloresparaasegurarmedequeAlmanopudieraencontrarlajamás.

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—¿Estássegurodequeesporaquí?Miraquelomismotehasconfundidodecaminoyterminamoslostrespasandolanocheenelbosque—ledijeaTomás.ÉlcaminabadospasospordelantedemíperotancercadeAlma,quedevez

en cuando sus hombros se rozaban. Tomás se volvió para mirarme con unamediasonrisaenloslabios.—Esporaquíseguro—medijo—.Deberíasconfiarunpocomásenmíyen

misentidodelaorientaciónparavariar,enestosañosheaprendidoamovermeporelbosquecasicomosifueraunodelosanimalesquevivenenél.Yopuselosojosenblancoyesquivéungrupoderocasafiladasqueasomaban

entrelahierbaalta.—Sí,claro.Laprimeravezquetevimosestabasatrapadoenuncepoeneste

mismobosque—lerecordé.MegustabadiscutirconTomás,llevarlelacontrariainclusoenlascosasmás

pequeñas e insignificantes. Alma nunca hacía eso, llevarle la contraria, ellaprefería no discutir con nadie para evitar que su perfecta imagen de perfectachicaseresquebrajara.—Los animales que viven en el bosque también caen en las trampas de tu

padre —respondió Tomás, ahora sin mirarme—. Eso no significa que noconozcan bien el lugar donde viven, solo que no cuentan con que elmarquéshagatrampascubriendoelsuelodelbosquedeceposparafingirquesabecazar.Hacía caloryyoyaestabacansadadecaminardetrásdeTomásydeAlma,

además,desdehacíaunratomedabalasensacióndequeevitabandarselamanocadavezquesetocaban.UnpardevecesyahabíavistoaTomáscerrarlamanoenunpuñocuandoAlmalehabíarozado,casicomosinecesitararecordarseque

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nopodíatocarla.—Lo que padre hace con los animales es espantoso: matarlos y luego

exhibirlosasí,ensusaladetrofeos—comentóAlma.—Pues yo no creo que sea para tanto. Dudo que padre los hayamatado él

mismo —dije—. La Winchester tiene la mira torcida y es casi imposibleacertarleanadamáspequeñoqueunelefante.El abueloMartín se había traído consigounavieja escopeta de caza cuando

regresó de las Américas. Se trataba de una Winchester modelo 1894personalizada con doble cañón y culata de madera de raíz de nogal conincrustaciones de nácar. El marqués adoraba esa escopeta, tanto que la teníacolgadasobrelachimeneadesuhabitacióndecazaenunlugarprivilegiado.LaleyendafamiliaralrededordelaWinchestercontabaqueelabueloMartíncazóélsoloaunjaguarenlafronteradeNuevoMéxicousandoesamismaescopeta.El jaguar de la historiamerodeaba las tierras del abuelo enMéxico y había

matadoyaacincodesusesclavosyaunodeloscapatacesdejandodeélnadamásqueelsombrero,ellátigoylasbotasmordisqueadas.ElabueloMartínhabíaesperado toda la noche con la escopeta preparada, escondido detrás de unaventanahastaquevioacercarsealanimaldemadrugada.Alprincipioelabuelopensóqueeljaguarera,enrealidad,elmismísimodemonio,quehabíacruzadoelmar y las tierrasmuertas deArizona hasta su propiedad para llevárselo devuelta aBasondo, pero entonces vio los ojos brillantes del animal y apretó elgatillomatandoaljaguarenelacto.EscuchéalabueloMartíncontaresahistoriamuchasveces,ydespuésdeque

muriera se la escuché contar a padre, siempre la misma historia aunque condistintas palabras: algunas veces eran siete esclavos los que el jaguar habíadevorado, de vez en cuando no era de noche y otras veces ni siquiera era unjaguar sinounenormeosopardocon lasgarrasmanchadasde sangre.Undía,tiempodespuésdequeelabuelohubieramuertoya,recuerdoquelepreguntéalaabuelaSoledadporlahistoriadelaescopetayeljaguar:«Tupadreytuabuelonocazaríanunjaguarensuvida,otrascriaturashermosassí,peronounjaguar.Ymenossinhacerletrampasalpobreanimal.»—¿Ydesdecuándodefiendestútantoapadre?—quisosaberAlma.Llevábamoscasidoshorasdecaminataavanzandoentrearbustoscubiertosde

espinas y desniveles de tierra, nos habíamos alejado mucho de la zona del

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bosquequemejorconocíamos.—Noledefiendo,perosi todaslaschicasdeBasondotuvieranunacasitade

muñecascomolanuestra,laquehaysobrelamesitadeajedrezenlabibliotecaya no sería especial: es especial solo porque hay pocas, como sucede connosotrasdos.¿OnotehasdadocuentaaúndequeTomássolopasaelratoconnosotrasporserquienessomos?EnBasondohaymuchaschicas,yseguroquemásdeunaymásdedosestaríanencantadasdeestarconélmientrasleshabladepolíticaydepoetasquellevansiglosmuertos,peroenvezdeeso,Tomásnosesperaenelbosquecadatardeatiyamí—añadíyoconunamediasonrisadesatisfacción al comprobar que le estaba haciendo daño con mis palabras—.¿Sabes por qué? Porque tú y yo somos las únicas futurasmarquesas que hayaquí.AmenudohablábamosdeTomásdelantedeélcomosinoestuviera.—Dices esas cosas solo para herirme. Tú eres como una de esas zarzas

salvajesquecrecenenelbosqueyarañanatodoelquepasaporsuladohastahacerlessangrar,esaestunaturaleza—medijoAlma.Mihermanateníarazónsoloamedias.—Túsiempretanegoísta,Estrella.Peronotepreocupes,yoteperdonoportus

palabrasvenenosasyportumalicia,notengasmiedo—dijoAlmacondulzuraexagerada—. Estoy convencida de que tú misma empiezas a lamentar haberdicho esas cosas tan horribles sobre Tomás y sobre mí, ¿verdad que sí? ¿Tesientes culpable ya, Estrella? Apuesto a que hubieras preferido callarte y noestropearnoslatardeatodos.—No,sentirseculpableesunapérdidadetiempo—respondímuyseria.Tomás dejó escapar un resoplido y diomedia vuelta dispuesto a ponerse en

marchaotravez.—Venga, vámonos, todavía nos queda un rato para llegar a la cueva y no

quiero que se nos haga de noche en el bosque—dijo sinmirarme—.Mañanatengoquelevantarmetempranoparaayudaramipadreencasaydespuéstengoqueiralaescuela.Alma se puso en marcha caminando hombro con hombro con Tomás. Les

observéalejarseentrelosarbustoshaciaeloesteylesseguísoloporquequeríaver la estúpida cueva de la que Tomás nos llevaba hablando toda la semana.CuandodejamosatrásungrupodeárbolesvicómoestrechabalamanodeAlma

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alescucharmispasosdetrásdeellos.Lohizosoloporquesabíaqueyoestabamirando,paracastigarmeporloquehabíadichoantes.Mirésusmanosunidasydeseé con todasmis fuerzas serdeverdaduna zarza cubiertade espinas secasparapoderarañarleslamanoyhacerlessangrar.Avanzamosensilencioun rato.MeparecióqueTomásyAlmamurmuraban

algo pero no podía escuchar lo que decían: solo los susurros cómplices y unarisita mal disimulada de mi hermana. Los arbustos fueron volviéndose másdispersoshastaquepor fin llegamosaunclarodondeapenascrecía lahierba,solo rocas grises y afiladas que parecían salir de la tierra desgarrando lasuperficiedelbosque.—Creoqueesaquí,recuerdoesasrocas—dijoTomás—.Estoysegurodeque

eraenestamismazona.El sol de otoño no se había ocultado en el horizonte, pero las sombras que

dibujabaenelsuelosehabíanvueltoalargadasunratoantes,figurasoscurasyafiladasquemerecordabanunaúnicaverdad:lanocheestabacerca.Despuésdenuestro cumpleaños losdías sevolvíanmás cortosy la luzdel veranoparecíaesconderseenelcentrodelatierraparaesperarlallegadadelaprimavera.—¿Estás seguro de que es aquí? —le pregunté yo de mala gana. Todavía

estabamolesta con él y no iba a perdonarle tan pronto—.Yo no veo ningunacueva.—Esaquí,estoyseguro—respondióTomásconunasonrisatriunfante—.Me

ha costado un poco encontrar el sitio porque todos los que lo conocen solohablandeestacuevacuandohantomadosuficientelicordehierbasenlatabernayelalcoholahogasumiedo.NingúnhombreenBasondo,pormuyvalientequesea,seatreveahablardeestacuevaestandosobrio.Almamiróalrededorconsusojosamarillosintranquilos.Elpaisajedelbosque

que conocíamos había empezado a cambiar un rato antes: el relieve se habíavuelto abrupto y hosco mientras avanzábamos, el suelo se levantabaagrietándoseaquíyallá,yelverdesefuevolviendogriscuandolasrocasmásgrandes empezaron a asomar entre la tierra. Un poco más adelante vi unmontículo de piedra cubierto de musgo que me recordó a un gran animaldormitandoagazapadobajounaespesamantaverde.—Nome extraña que nadie quiera hablar de este lugar.Nos hemos alejado

muchodelacasaydelcotodelmarqués—dijoAlmaconunligerísimotemblor

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en su voz que solo yo podía reconocer—. No sabía que el bosque fuera tanenorme,casiparecequeabarqueelmundoentero.—¿Quécreesquehabrádetrásdeesosárboles?—pregunté.—Seguramente otros ocho o diez kilómetros de bosque—respondió Tomás

convencido—.Venga,busquemoslaentradadelacueva,prontooscureceráynoquieroquemipadresedécuentadequehesalido.Además,estánloslobosylasdemáscriaturasnocturnasquevivenenelbosque.Yomereíconganas.—«Criaturasnocturnas.»Nomedigasqueestáshablandootravezdelamias,

brujasyhadas.Pensabaquetúnocreíasenesascosas.Tomáscambiódemanoelfarolquellevabaporsiacasosehacíadenocheyse

rascólanucanervioso.—Ynocreoenesascosas,perolosmismosquemecontaroncómoencontrar

la entrada de la cueva me hablaron también de una misteriosa mujer que seaparecea losviajerosya loscuriososqueseatrevenaentrar.Dicenquees lamoradasecretadeunalamiayquesuentradaestáprohibidaaloshumanosbajopenadedesgracia.Sobre todoa loshombres—empezóadecirél—.Ellanoeshumanaysealimentadelosespíritusdelospobreshombresqueosanentrarensumadriguera.Yo miré el montículo de roca otra vez, sí que se parecía un poco a una

madriguera.—Bueno, puedes quedarte aquí fuera si tanto miedo tienes, Alma y yo no

somoshombres, así que podemos entrar sin problema.Vamos,Alma—ledijedesafiante.Tomás estaba al final del claro sobre elmontículo de piedras grises que era

casitanaltocomoél.Alospiesdelasrocashabíaunagrietaenelsuelomediocubiertaporunacortinademusgo.—Esto parece una entrada—sugirió él—.Hay que agacharse un poco para

poderpasar,perocreoqueentramosbien.Meacerquéparaasomarmea laentradaconcuidado:dentroestabaoscuroy

noseveíaloquehabíaalotrolado,perolaaberturaenlatierramerecordóaunasonrisasindientes.—Ahora parece que eres tú la que tiene miedo—dijo Tomás desde donde

estaba.

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Yolevantélacabezaparamirarleynotésumediasonrisadesatisfacciónalvermicarapreocupada.—Quetelohascreído—dije.Ymedejédevorarporlasiniestrasonrisaenlatierra.

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Lasúltimaslucesdelatardesecolabanporlagrietaenlatierrailuminandolacámaradondeestábamos,miréalrededormientrasmisojosseacostumbrabanalapenumbra.Algofríoyásperomerozóelbrazoenlaoscuridad,losacudíconfuerzahastaquelasbriznasdemusgoquesemehabíanquedadopegadasenlamangadelvestidoalpasarporelagujerocayeronalsuelo.—Puedeque sea aquí donde se esconde ese lobo tuyo,Estrella—empezó a

decir Alma—. Lo mismo esta es su guarida y ahora está agazapado en laoscuridad esperando el momento oportuno para saltar sobre nosotros ydevorarnosvivos.Alma hizo un sonido gutural imitando el aullido de una bestia a mi lado.

Agradecíqueestuviéramosaoscurasparaquemihermananopudieraverlapielerizadademisbrazos.—Noseasidiota,el lobonoviveaquí.Nonecesitaescondersebajotierra—

respondídeseandoquitarlespoderalaspalabrassiniestrasdeAlma.Pero mi hermana dejó escapar una risita en la oscuridad mientras yo

escudriñaba la negrura un pocomás adelante por si acaso distinguía los ojosbrillantesdelanimal.Un chasquido llenó el aire frío de la cueva y un momento después el

resplandordelfuegoiluminótodalacámara.Tomásencendiólamechadelfarolconcuidadodenoquemarseydespuésdejócaerlacerillaalsuelo.—Vaya,estesitioesmuygrande.Muchomásdeloquepensaba—comentóél,

levantandoelfarolparailuminarmejorlacámara—.Asabercuántoskilómetrostieneestacuevaentotal.ApuestoaquelostúnelessubterráneosrecorrentodoelvalledeBasondo.Parecequecontinúaporahí.

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Eltechodepiedraseinclinabaamedidaquebajabahaciaelcentrodelatierra.—¿Sabesadóndeconduce?—preguntémirandoelcamino.—Ni idea—aceptó Tomás—. Pero el padreDávila dice que este lugar está

maldito.—¿Maldito?—repetíintentandoquenosenotaraeltemblorenmivoz.—Sí.SegúnelpadreDávila,lospaganosylosceltasquehabitaronestemismo

valle hacemuchos años profanaron este lugar con sus cánticos, su culto a losdioses antiguos y sus dibujos blasfemos en las paredes. Se supone que losdibujostodavíaestánaquíabajoenalgúnsitio.—Tomásdiounospasoshaciaeltúnelyelcírculodeluzdesufarolsealejóconél—.Aunquelomásseguroesqueestacuevaseaunaantiguaminaromanaabandonada.Yo seguí el resplandor del keroseno ardiendo dentro del farol igual que una

polillabuscalaluz.—¿Dibujosblasfemos?—pregunté.NoteníamuyclaroaloqueTomásoDávilasereferían.MiréaAlmayleíen

surostroqueellatampocolosabía.Derepentemeacordédeloquesucedióunatardeelveranopasado,latardemáscalurosadetodoagosto,cuandoAlmayyobajamosalsótanoconunvasodezumodemanzanaparasentarnosenelpasilloa hojear una de las revistas que le habíamos robado a Carmen. Queríamosescapar del calor asfixiante que se había apoderado de nuestra habitación: eltorreón de Villa Soledad estaba construido para acaparar toda la luz del solposible en los meses más grises y largos del invierno, pero en verano hacíademasiado calor y el sótano era el único lugar de la mansión donde nuncallegaba la luzdelsol,asíqueAlmayyobajamos lasescalerassinhacer ruidomientrasarribatodoslosdemásdormíanlasiesta.Solíamosescabullirnospor la escalerade serviciohastaelpasillodel sótano

sinquenadie sedieracuenta,por esoaquella tardenos sorprendió tantover aCatalina,lahijadeCarmen,derodillasfrentealapuertadesuhabitaciónenelsótano,lamismahabitaciónquecompartíaconsumadre.Catalinamirabaporelojodelacerraduraconteniendolarespiración,asíquenosoyóacercarnosysevolvió asustada para mirar quién la había descubierto. Iba a preguntarle quéhacíaallí fuera,despeinadayconel camisón todavíapuesto, en lugardeestardurmiendo la siesta con su madre, pero Alma se llevó el dedo a los labiosindicándomequemecallara:unossusurrosqueyonuncahabíaescuchadoantes

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llenaron el aire del pasillo y la expresión en la cara de Catalina cambió.Meparecióescuchar lavozdepadreen lahabitaciónyapartéaCatalinasinhacerruido para queme dejara ver lo que pasaba al otro lado de la puerta: nuestropadreestabatumbadoenlacamaencimadeCarmen.Suspantalonesdepinzasestabandesabrochados, lahebilladesucinturón tintineabaysusmocasinesdepiel estaban tirados en el suelo al lado de su camisa de verano y el vestidoarrugadodeCarmen.Mefijéenlamaneraenquesusmanosleacariciabanlosmuslosanuestraniñeraysubíanhastasucinturadeteniéndoseunmomentoahí.Entonces vi los ojos entrecerrados de Carmen mientras le besaba el cuello anuestropadreylassábanashúmedaspateadasalfinaldelacama.Recuerdo queme aparté de la cerradura sin sabermuy bien qué era lo que

acababadever.Almaocupómilugarylesmiróduranteunratomásmientrasyome sentaba junto aCatalina en silencio, las dos con la espalda apoyada en laparedylaspiernasrecogidas.LossusurrosenlahabitacióndeCarmenduraronunosminutosmásyelzumodemanzanasecalentóenelvaso.CuandoAlmayyopor fin nos atrevimos a contarle a la señoritaLewis lo quehabíamosvistoaquella tarde, ella nos regañó diciendo que eso eran «asuntos de pecadores yblasfemos»yquenosotrasdosnodebíamoshablarjamásdeesoporqueéramosseñoritas bien educadas.Miré aAlmamientras las dos caminábamos hacia elinteriorde la cuevay supeque ella también estabapensandoen loquevimosaquellatardedeagosto.Eltúneleraestrechoy,amedidaqueavanzábamos,eltechoderocaeracada

vezmásbajo,perolostresseguimosbajandohaciaelcentrodelatierradurantecasiunminutoentero.Laluzdelatardecernollegabahastaallí,asíquelasdosnosacercamosunpocomásaTomásparaquelaoscuridadnonostragara.—¿Qué piensas que hay más abajo? —preguntó Alma con curiosidad—.

Suenacomosiestuviéramoscercadelagua.Por encima del eco de nuestras voces podía escucharse el rumor de agua

corriendo.Toquélapareddepiedradeltúnel.Estabafríayhúmeda,perosentíelaguaquecirculabaporlasentrañasdelatierraigualquehabíasentidolasaviacorriendobajolacortezadeaquelpinolanochequeconocimosaTomás.—No losé.Puedequeseaun río subterráneoynopodamosavanzarmucho

más.—Tomásseencogiódehombros—.Losantiguosceltasylosromanosquevivieronenelvallehacesiglosyaextraíanmineraldehierrodel suelo.Parece

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quesetratasolodeunaviejaminaabandonada.Lomismohastaestáconectadaconlavuestraenalgunagaleríaunpocomásadelante.—Dávilateestáenseñandobienytúaprendesdeprisa—dijoAlmacondulzura

—.¿Creesquetedejaráquedartemástiempoenlaparroquia?Tomásarrugóloslabios.—No lo sé.El acuerdo conDávila era por un par de años y ya casi se han

cumplido. A mí no me importa quedarme otro año limpiando la iglesia, lasacristíaylodemássiélquiereseguirenseñándomeydejándomeconloslibros,cualquier cosa antes que tener que bajar a la mina —admitió—. Pero no sécuánto tiempo me dejará mi padre seguir aprendiendo: mi tío ya no puedetrabajaryencasanecesitamosotrosueldo.—Pero no estarás pensando en meterte a cura, ¿verdad?—le pregunté sin

rodeos.—Puede.Dávilamehadichoquesiquieroingresarenelseminarioélmismo

medaráunarecomendación.Medetuveeneltúnel,aunqueTomásylaluzdelfaroltodavíaavanzaronunos

metrosmás.—¿Vasairalseminario?¿Cuándolohasdecidido?—preguntémásaltodelo

quepretendía.MiréaAlmayporsuexpresiónmedicuentadequeellayalosabía.—Yonosoyhijodeningúnmarqués,Estrella.Laúnicaoportunidadquetengo

de no acabar trabajando en lamina comomi padre omi abuelo es aceptar elofrecimientodeDávilaparaentrarenelseminario.—Pero¿porquénomelohasdicho?—insistí—.Y¿cómoseteocurrepensar

semejantecosa?Vayaidearidícula,siteordenansacerdoteyanopodremos...—¿Nopodremosqué?LapreguntadeTomássequedósuspendidaenelairehúmedodelacuevaun

momentomás.—Nada,quémásda.Túymihermanitaya lohabéisdecidido, asíquecura

serás.Enhorabuena.Mepuseenmarchaotravezdandograndeszancadas.—Entiéndelo, tengoquepensarenloqueesmejorparamí—sedefendió—.

Algúndíaseréunhombreytendréqueganarmelavidadealgunamanera,ynohaymuchasmásopcionesparaelhijodeunminero:tehacesminerootehaces

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cura.Mientrasesonocambienohaymásfuturoparamí.Yosoltéunbufidoalescucharsuspalabras.—¿EsotambiéntelohaenseñadoDávila?—No, claro que no. Dávila se santigua cada vez que escucha hablar de la

república.Esome lohaenseñadoEsteban, esedel sindicatoque siempreandahablando de los derechos de los trabajadores, de política y todo eso a quienquieraescucharle—continuóTomás—.Yamímegustahacerlo.—Pues tendrás que elegir una de las dos cosas, nopuedes ser sindicalista y

cura—dijeyocuandoestábamoscasialfinaldeltúnel.Llegamosaunaestanciapequeña,muchomáscerradayclaustrofóbicaquela

cámaraquehabíamosencontradonadamásentrar.—Creoquehayotrasalajustoalfinal.—Almaseñalóunaentradaenlaroca

—.Aquíabajoseoyeelruidodelaguamuchomásfuerte.¿Vosotrosnolooís?No podía saber cuánto habíamos descendido, hundiéndonos voluntariamente

enlasentrañasdelatierra,peroelsonidodelaguacorriendoretumbabaenlasparedesderoca.Lagrietaenlaparederaestrecha,tantoquetuvequeponermede perfil para poder pasar y aun así noté la piedra afilada cortándome en loscodos. Al otro lado había una gran cámara, la más grande de todas las quehabíamosdejadoatrás.Elsueloestaba inclinadoybajabahasta lazonacentralde la gruta donde un riachuelo dividía en dos mitades casi perfectas toda lacueva.—Ahíestáelrío—dijoAlmadesdedondeestábamos.—Este sitio es enorme,medirá unos doscientosmetros cuadrados—calculó

Tomás,quemirabaalrededormaravillado—.Yeltecho...podríaestaramásdediez metros sobre nosotros. Ha valido la pena la caminata por el bosque yescucharlasquejasdeEstrellaparaencontrarestelugar.—Sí,noestámal—admitídemalagana—.Podríaserunbuenesconditesino

teimportanlahumedad,elfríooquesetecaigaunadeesascosasdepiedraenlacabezaytepartaendos.Del altísimo techo de la cámara colgaban decenas de estalactitas de las que

goteabaaguaaunritmolentoperoconstante.—Nosecaen,Estrella.Lascreaelaguaquesefiltraatravésdelasparedesde

lacuevaduranteañosyaños—seapresuróacorregirmeAlma—.Llevanmuchotiempo ahí. Sería mucha casualidad que eligieran precisamente este momento

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paracaerse.Hice una mueca de disgusto asegurándome de que mi hermaname viera y

despuésempecéabajarlapendientedepiedraquellevabaalriachuelo.AlmadiounazancadaparacruzaralotroladodelríoyTomáslasiguió.Saltéelriachueloparairtrasellosperoalgollamómiatención.—Situviéramosunmapaseguroquepodríamosencontrar laformadellegar

hastavuestraminadesdealgunodeestostúneles,tienenqueestarconectados...—leescuchédeciraTomás.En laparedde lacuevahabíaunpaisajepintadoconalgún tipode tinta, tan

oscuraquecasiparecíanegra.Nohabíanusadopincelesnipalosparadibujarlo,tan solo los dedos. Lo supe porque en algunas zonas podía distinguir huellascomolasquedejabadespuésdetocarelhollíndelachimenea.—PuedesdecirleaDávilaqueestétranquilo,nocreoqueestosdibujosvayan

acorromperanadie—dije.Habíaalgoenelmuralquelohacíaimposibledeignorar,comosinopudiera

apartar mis ojos del trazo irregular y grueso de las líneas hasta habermemorizadocadadetalle.—Parece muy antiguo, como esos dibujos de bisontes y caballos que

encontraronenunpueblocercadeaquíhaceyatiempo.—Tomásseacercóunpocomása lapared—.Recuerdoquehaceunaño leíunartículoenunaviejarevista de ciencia americana que guardó para mí Vicente, el encargado deCorreos,quesabecuántomegustanesascosas.EnélhablabandeunacuevaenArizona,dondedoschiquillos jugandoencontrarondecasualidadunosdibujosantiguos de hombres misteriosos con los brazos y las piernas muy largaspintadosenlasparedes...estoselepareceunpoco.—¿Quécreesquees?—preguntóAlmaconteniendoelaliento.—Creoqueunbosqueyunamujerdepiejustoenelcentro,sola—empezóa

decirTomás—.Esosonárboles,¿verdad?—Sí, son árboles, pero lo que hay sobre ella son estrellas—afirmé yo sin

ningunaduda—.Esunamujerenunclarodeestemismobosquebajoelcielollenodeestrellas.LediungolpecitoaTomásparaqueacercaralamanodelfarolmásalapared

depiedraylassombrasdelacuevasemovieronconél.Enelcentrodelmuralsedistinguía perfectamente a una mujer: una figura femenina con los brazos

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abiertos,unvestidotanlargoquelecubríalospiesyelpelosueltohastacasilacintura.Alrededordeellalamismamanofirmehabíadibujadounclarorodeadode árboles. Yo estaba segura de que eran pinos porque las ramas eranpuntiagudas y los troncos altos como torres. Pero lomás llamativo delmuraleran las estrellas en el cielo: estaban sobre lamujer y sobre las copas de losárbolespintadasenuntonomásclaroqueelrestodeldibujo.Conelresplandordelfuegoardiendodentrodelfarolcasimeparecióquelasestrellasbrillaban.—Sí,ahorayotambiéncreoquesonestrellas—dijoAlma—.Ybrillan.—Esporelmineraldehierroqueimpregnalapiedra—lacorrigióTomás—.

Laluzsereflejaenlaparedyporesoparecequeestuvieranhechasdefuego.Lamujermerecuerdaunpocoati,Estrella.—Nodigasbobadas,esimposiblequeesaseayoporqueestaeslaprimeravez

queentroenestacueva.Aunquesínosparecíamosenalgo.Despacio,alarguéelbrazohaciaeldibujo

enlaparedcasicomosidentrodemíunafuerzadesconocidameobligaraatocarlaslíneaspintadasenlaroca.Entoncessentílasyemasdemisdedosarderigualquesituvierachispasdebajodelapiel,fuegovivo.PeroantesdequemisdedosacariciaranlamisteriosapinturaTomásmedetuvo.—Nolotoques,esmuyantiguoypodríadeteriorarse—medijosujetandomi

mano—.Yaescasiunmilagroqueesosdibujoscontinúenahí, soloDiossabecuántotiempollevanenestaparedsoportandoelfrío,lahumedadyelpasodeltiempo.—Puedequeseamoslasprimeraspersonasquevenestosdibujosendécadas,

siglos seguramente —susurró Alma, pero entonces vio que Tomás todavíasujetabamimanoytorcióelgesto—.Nopodemoshablarleanadiedeesto:niamamá,nialaseñoritaLewisnianadie,¿deacuerdo,Estrella?—¿Ypor quéme lo dices amí si se puede saber?Tú eres la que no puede

guardarunsecretodurantemásdediezminutossinquetequemeenlalengua.—Alma tiene razón, no podemos contárselo a nadie. —Tomás me soltó la

mano—. Si en el pueblo se enteran de lo que hay aquí abajo esto pronto sellenarádedoctoresycuriososinvestigandolacuevayrecorriendoelbosqueparaencontrarmásdibujos.No,estetienequesernuestrosecreto.Júralo,Estrella.—Eso,Estrella,júralo,oquealgoterriblesuceda—meretóAlma.Volvíamirarelmuralenlapared,lasestrellasdetintayhierrotitilabanigual

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quelasestrellasdeverdad.—Oquealgoterriblesuceda—repetí,sellandoelconjuro.

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Puentehaciaelpasado

PUENTEHACIAELPASADO

Celebramos nuestro decimoquinto cumpleaños un día antes. No fue porsupersticiónopormiedoalamaldicióndecuentodehadasquesecerníasobrenosotras,no, fuesolosimplecasualidad.Mamá tuvoqueadelantar la fiestaundía para queunode los invitadosdepadre, un importante empresario alemán,pudieraasistir.La noche antes de la celebración yo estaba tan nerviosa que apenas había

podidodormirdelaemoción:nuncanoshabíandadopermisoparaasistiraunafiesta. Normalmente, Alma y yo teníamos que conformarnos conmirar desdearribadelaescaleraoespiarporlaventanaalasinvitadas,peroeseaño,porfin,despuésdemuchoinsistir,mamáaceptóorganizarnosunafiesta.—Despierta,niña,otevasaperdertupropiafiestadecumpleaños,yseríauna

pena con todo lo que le ha costado a la marquesa prepararla y lo que se hagastado para que sea la mejor fiesta del año—me dijo Carmenmientras mecepillabaelpelo—.Mástevaldríahabertetomadolainfusióndehierbasquetepreparéanocheparalosnervios,perono,túerestercacomounamula.—Ya vale, te he dicho que no tengo sueño y además he dormido

maravillosamente bien a pesar de los ronquidos de Alma, muchas gracias—mentí,poniéndolemimejorsonrisaala imagendelespejoenel tocador—.Loquepasaesquemeestásdandotironesenelpeloyyaestoyharta.—Nodigasesascosasdetuhermana,niña—meregañóCarmenconsuhablar

rápido—. Que a una le ponen fama de algo y luego ya no hay forma dequitársela.Siseempiezaacorrerelrumordequelajovenmarquesaronca...

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—¡Pero es que es verdad! Alma ronca como si fuera un hipopótamo —respondímirandoamihermanaatravésdelespejodetocador.Almanorespondió,perovicómosusojoschisporroteabanfuriososysupeque

mástardemeharíapagarelcomentariodealgunamaneraretorcida.Todaslasventanasdenuestrahabitaciónestabanabiertas,elvientocálidode

latardellenabaeldormitorioconelolorsaladodelabrisaquevolabasobreelmarysubíadesdeelacantilado.Devezencuandoescuchábamosalabandadejazz quemamá había contratado para nuestra fiesta ensayando en el jardín deatrás:unanotaaquíyallá,unaescalarápidadepianoparacalentarlosdedosoelsoplidodeuna trompetaque llegabahastaeldormitorio.Cancionesondulantesque me hacían pensar en clubes clandestinos llenos de humo de cigarro yrestaurantesmedioiluminadosquesoloconocíaporlasnovelasdepolicíasqueleíaCarmen.Padreodiabael jazz,peromamá loshabíacontratado igualmentedespuésdesaberqueesamismabandahabíatocadoenlafiestadefindeañodelembajadorbritánicoenMadrid.—Sololomejorparavuestraprimerafiesta—noshabíadichomamá.—Noséporquévuestropadreosdeja llevar elpelo tan largo:parecéisdos

gitanas que se han escapado de la feria o algo peor. Además, hace falta unaeternidad para arreglaros a ambas.—Carmen sacudió la cabeza mientras mepasabaotravezelcepillopormimelenanegra—.Menosmalquetuhermanayaestálistaymiraquéguapaestá,unapreciosafuturamarquesa.Almaestaba sentadaenelbordede sucamaconcuidadodenoarrugarseel

vestido blanco de encaje que llevaba puesto, idéntico al mío en cada detallebordadoamanoenhilofinodesedayplata.—¿Yquémásdaeso?Todoesteasuntodelafiestaesunderrocheterribley

unaexcusaparaquepadrequedebienconsussocios,inclusohaadelantadoundía la fiesta por ellos—protestó Alma—. Además, la mina ya no va tan biencomoantesporqueahorapapánopuedevenderleselhierroalosbritánicosporculpa de la economía, es cuestión de tiempo que la mina Zuloaga cierre. ¿Oacasonohasoídohablarde«lagrandepresión»?Yopuselosojosenblancoparadejarclaromifaltadeinterésydespuésvolví

a juguetear con el perfumero de cristal tallado y plata.Apreté la perilla ymepuse un pocomás en el interior de las muñecas como le había visto hacer amamátantasveces.

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—¿Cómopuedesestar tanciega,Estrella? ¿No te importa lagentequepasanecesidades en el pueblo? Si los Zuloaga no nos quedáramos con todo elbeneficiodelhierro...—Me dan igual los negocios de padre o lo que pase en la mina: es mi

cumpleaños y yo lo que quiero es bajar a nuestra fiesta y bailar hastamedianoche.Bailarhastaquemeduelanlospies—respondí,mientraselolorajazmíndelacoloniameenvolvía.—Oh,Estrella, túsiemprepensandosoloen ti.—Almafrunció los labios—.

¡Cómomegustaríaserigualquetúalgunasveces!—Silointentasmuchopuedequealgúndíaloconsigas,quiénsabe,hermanita

—ledijecondesdén.Almamesacólalenguadesdedondeestaba.—Dejayadelamerteloslabiososeteiráelcolor,niña—laregañóCarmen—.

Ynoquerrásqueparezcaquehasestadodandobesosaloschicosporahícomounacualquiera,¿verdad?Lasdosnosquedamosensilenciounmomento.Almabajólamiradahaciasus

zapatosde tacónblancos,peroantespudeverunasombrapasandodeprisaporsusojos.—Y si diera besos, pero solo a un chico, siempre almismo chico, entonces

¿también sería una cualquiera, Carmen?—preguntó Alma en voz baja y sinatreversealevantarlacabeza—.¿Esotambiénestámal?Aloírla,Carmendejóelcepilloeneltocadorysevolvióparamirarla.—¿Quéhashecho,niña?¿Otravezhasestadoconesechicodelpueblo,elhijo

delminero?—lepreguntóconlamanolibreapoyadaenlacadera—.Aúneresjoven, pero debes tener cuidado porque todos los chicos son iguales y todosintentarán convencerte de algo, cada uno con una historia diferente: amor,socialismo,joyasouncuentodehadasconprincesas...peroteaseguroquetodosquierenalgodetiacambiodesuspalabrasbonitasydesuatención.—Teequivocas,túnoleconoces.Tomásnoesasí—ledefendióAlma.—Hazmecaso,niña.Yohepasadoporesoantes,igualquetodas—leexplicó

aAlma con dulzura—.No hagas caso de las palabras bonitas de los hombresporque no son nada más que eso: palabras. Se aprovechan de que tú quieresdemostrarlesloguapaolomayorqueeresparaquehagasloqueellosquieran.—Loquetepasóaticonelmarquésnotieneporquépasarmeamí—replicó

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Almademalagana—.Yosoylista,novoyaquedarmeembarazadadelprimeroquemesonría.—Notelovoyatenerencuentaporquetúnopuedesentenderloquesesiente

alserunachiquilladeveinteañosyqueelseñordelacasatebusque.Notienenadaqueverconser listao tonta, tepasaypunto,nopuedeshacernadaparaevitarlo —respondió Carmen con voz afectada. Después añadió—: Y con elmuchachoesedelpueblo,¿hashechoyaalgo?¿Algoquenotengaremedio?—Nohehechonadaaún,pero...—¿Peroqué?—lacortóCarmen—.¿Tehahechoalgoél?¿Losabetumadre?Almasebajódelacamadeunsaltitoycaminóhastanosotrasarrastrandoel

bajodesuvestidodeencaje.—No,mamánosabenadadeTomás.Silosupierayaselohubieracontadoa

padreparaevitarqueestuviéramosjuntos—respondió,colocándosedetrásdemisilla—.LoquepasaesqueheoídoquehanenviadointernaaSuizaalahijadelosIbarraporqueteníaunnovioqueasuspadresnolesgustaba,yyonoquieroquemeenvíeninternaaningúnsitioparasepararmedeTomás.Noquierodejarestacasajamás,asíqueguárdameelsecreto,porfavor.Carmenbajólacabezaysuspirómientrasordenabalashorquillasensumano.

Fuera,labandadejazzempezóatocarotracanciónylasnotassubieronflotandoperezosamentedesdeeljardíntraserohastalasventanasabiertas.—Yatehedichoqueesemuchachonoesparati,paraningunadelasdos.Yos

repitoquenomegustaquevayáisalbosquecada tarde: elbosqueespara lossalvajes,noparalasfuturasmarquesas—dijoCarmenmientrasmeseparabaelpeloenmechonesparalastrenzas.—Peropadretambiénvaalbosque:élvaasucotodecazatodaslassemanas

—repliquémientrasme ponía uno de los pendientes de perlas a juego con lapulseradelaabuelaSoledadquehabíaencontradoeneltocador—.¿Tambiénélesunsalvaje?Sabía que aCarmen le dolía hablar de nuestro padre, pero odiaba no poder

intervenirenlaconversación,asíquelomencionédetodosmodos.—Sí.Vuestropadreeselmássalvajedetodoslosanimalesquehanpisadoese

bosque, y si se entera de que veis a ese chico vamos a tener un disgusto—respondió con una frialdad poco habitual en ella—. Ya sabéis cómo es elmarqués:nolegustaquelellevenlacontraria.

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AlmasonriódespacioyabrazóaCarmenporlacinturadesdeatrásigualquesituviera seis años: era su modo de disculparse por cómo la había tratado unmomentoantes.—Peroelmarquésnosevaaenterar,¿aqueno?Porquetúnoquieresqueme

lleveninternaaunhorriblecolegioenSuizaparaquemecongelejuntoconotrasniñastristesalasquesuspadreshancastigadoenviándolasallí.—Almasesoltóde Carmen y se rio—. Además, en Suiza solo hay chocolate y vacas, meaburriríacomounaostraallí.Pero Carmen no sonreía, me fijé en que le temblaban las manos mientras

trenzabaloslargosmechonesdemipelo.—Haríasbienenapartartedeesechico,portodosnosotros.Yaséqueahorano

lovesasí,peroestarconélsolotetraerádesgracias—dijomuyseria—.Miraatuhermana:ellanovaporahídándolesbesosaloshijosdelosmineros,esonoespropiodevuestraclase.—Nisemeocurriría,quéhorror—meapresuréaresponder.HabíavistoaTomásbesandoamihermanahacíadosdías,ennuestroclaro.

MehabíaretrasadoconlosdeberesdefrancésdelaseñoritaLewis,asíquesalíveinteminutosmástardequeAlmadelabibliotecaparareunirmeenelbosqueconelloscomohacíamoscadatarde.Perocuandolleguéallímitedelosárbolesque rodeabanel claro, vi aAlmadepuntillas con losojos cerradosbesandoaTomásenloslabios.MefijéenquelosbrazosdeTomáslerodeabanlacinturaporencimadelvestido,atrayéndolaaúnmáshaciaél,comosinofuerasuficientesolo con un beso. Yo nunca había besado a un chico en los labios, nadiemehabíasujetadoconesaurgenciaporlacinturadeseandohundirsemásymásenmí.Alverlos, sentí los celos escarbandoun agujero enmipecho con sus largas

garras afiladas, justo debajo de mi corazón e instalándose allí, agazapados,esperando el momento justo para atacar. Éramos idénticas en todo y aun asíTomáslapreferíaaella,igualquetodoelmundo.—Noteenfades,Estrella.Hoyesnuestrocumpleañosynoquerrásecharloa

perder,¿verdadqueno?—meamenazóAlmaconunasonrisa—.Nodiscutamos.—Nuestrocumpleañosesmañana—lerecordé.Almaechólacabezahaciaatrásyserio.—Hoy,mañana...¿quédiferenciahay?

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Perohabíaunadiferenciaqueseparabalosdosdíasconunmurotanaltocomoelquerodeabalacasa: laspalabrasquelaabuelaSoledadlehabíasusurradoaAlmalatardeenquesaltódesdeelmuelle.Unadenosotrassereuniríaconellaantesdecumplirquinceaños,ytodavíafaltabaundía.—Bueno,yaestáislasdoslistas.Dejadqueosveabienantesdequesalgáisy

volváis hechas una pena después de pasar horas bailando el charlestón en eljardín—dijoCarmen—.Venga,poneosjuntasparaquepuedaverosbien.—Estamos en 1931, Carmen, el charlestón ya pasó de moda —respondió

Almaconsuavidad—.Ahoraloquesellevaeselswing.—Bueno, pues lo que seaque se baile ahora en las fiestas elegantes,meda

igual.Apuestoaquedentrodeunpardeañosestarévistiendodenoviaaalgunadevosotrasaquí, enestamismahabitación.Megustaríaque tuvieraisunpocomásdetiempo,perocuandoeresguapahayquedarseprisaencasarseporqueloshombresempiezanahacercolaprontoenlapuertadeunayseimpacientan—noscontóCarmenconuna sonrisa triste—.Hayqueverquéguapasestáis,oshabéisconvertidoenunpardeseñoritas.—Yonopiensocasarmejamás—dijoAlma.—Puesclaroquetevasacasar,niña,lasmarquesasguapasnosequedanpara

vestirsantos.Todoslosmuchachosquehayabajosondemuybuenasfamilias:hijosdeembajadores,banquerosyterratenientesquehanvenidoconsuspadresdesde media Europa solo para asistir a vuestra fiesta —continuó Carmenmientrasguardabalasbrochasdemaquillajeyelpintalabioseneltocador—.Ysinoesenestafiestaseráenlasiguiente.Noosquedamuchotiempodeestarsolteras,asíqueaprovechadypasadlobienmientraspodáisporqueenseguidaosecharánellazoydespuéstendréisunmaridoalqueobedecer.—¡Quéexageradaeres,Carmen!Niquecasarse fuerael findelmundo—le

respondí yo.Aunque, de repente, la idea de estar casada en un par de años ytenerque«obedecer»aunhombrehizoquemesintiera intranquila—.Tú,porejemplo,notehascasadoynotehasmuerto.Noselodijeconmalaintención,peroalversuexpresiónmearrepentídemis

palabras,algoquenomehabíapasadocasinuncaenmisquinceaños.—Me has arreglado muy bien el pelo, gracias—añadí intentando sentirme

mejorconmigomismaporhaberlaherido.Peronorespondió.

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—Ven,hayunacosaquequieroenseñarte—dijoAlma,y sindarme tiempoparaprotestarmecogiódelamanoytiródemíhaciaelpasillo.—Penséquenoteinteresabalafiesta.¿Paraquétantaprisaahora?—pregunté

mientrasbajábamosporlaescalera.Llegamosalapasareladelprimerpiso.Enesepasillo,muycercadelapuerta

cerradadesuhabitación,estabancolgadaslasfotografíasdebodadelosabuelos.—Mira—señalóAlma,deteniéndosefrenteaunadelasfotografías—.¿Nolo

ves?LaabuelaSoledadmedevolviólamiradaalotroladodelcristal.—Nos parecemos a ella,mucho—susurré, impresionada con el parecido—.

ConestevestidoyelpeloasíarregladoestamosigualquelaabuelaSoledadeldíadesuboda.—Cumplimosquinceaños,eslamismaedadqueteníaellacuandosecasó.En

esafotografíaeratanjovencomonosotrasahora—murmuróAlmaamilado—.¿Teloimaginas?Sí,loimaginaba.Ynotécomounligerísimotemblorempezabaasubirpormis

piernasalpensarenello.—Tú te parecesmás—añadió Alma—. Tus ojos son como los suyos, y la

abuelatambiénpodíacontrolarlanaturalezaasuantojocomohacestú.Volví amirarme en el cristal que protegía la fotografía: la chica vestida de

noviaenlaimagenpodríaperfectamenteseryo.—Bobadas—mascullé,peromivozsonópococonvincente.—Sé que tú también lo sientes, Estrella: el lazo invisible que nos ata a la

abuela, su destino es el nuestro. Las dos hemos recorrido un puente hacia elpasado sin siquiera saberlo. Sentía el lazo del que Alma hablaba atado a miespalda tirando de mí hacia atrás en el tiempo, siempre de vuelta al pasado,cerrandoelcírculo.—Abajohayunafiestaennuestrohonorynoquieroperdérmelaportuculpa

—murmuré,conteniendoelescalofríoqueaúnmerecorríalapiel.—No pasa nada. Baja tú primero y ve presentándote a los hijos de los

banqueros,yoahoratealcanzo—dijoAlmasinmirarme.Pasé a su lado y empecé a bajar. La música y los sonidos de la fiesta me

llamaban,peromevolvíunavezmásparamiraramihermana.Alverlaallí,depieenelpasilloconsuvestidoblancoylamiradaperdidaenlasfotografíasde

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nuestraabuelamuerta,meparecióqueporprimeravezenmividaestabaviendounespectro.

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En mi primera fiesta me presentaron a tantos chicos de buena familia conlargosapellidoscompuestos,queapenasunosminutosdespuésdeconocerlosyanoeracapazderecordarelnombredeningunodeesosmuchachostrajeadosycon demasiada brillantina en el pelo. Tampoco hice el menor esfuerzo poracordarme de sus nombres porque ninguno de ellosme pareció especialmenteinteresante: chicos conojillosnerviososquememiraban igual que si yo fuerasolounobstáculoentreellosyel títulode«marquésdeZuloagayLlano».Asíquedoshorasdespuésyoyaestabaaburrida—ydecepcionada—enmipropiafiestadecumpleaños.Encambio,Almatodavíanosehabíadignadobajar.Mamáyasemehabíaacercadounpardevecesparapreguntarmeporella.—Bueno,seguroqueenseguidabaja,yaverás.Lapobreesmuchomástímida

quetúyestaránerviosaportenerqueconoceratantagentenueva—laexcusómamásinperderlasonrisa.Sabía que estaba molesta con Alma por estar perdiéndose la fiesta, podía

saberlo por la manera en la que unas diminutas arrugas cruzaban su frentecuandofingíaunasonrisa.YotambiénestabaenfadadaconAlma.Mientrasmebebíamitéhelado—concuidadodequenotocaramislabiosparanoquitarellápizde labios talycomoCarmenmehabíaenseñadoahacer—nodejabadepensarencómomevengaríademihermanaporhaberseperdidolafiestaydejarquemeconfundieranconellaacada rato:odiabaqueotrosmemiraranysolovieranaAlma.Cuandoporfinapareció,elsoltodavíasereflejabaenelCantábrico.Mamáse

acercó a ella abriéndose paso entre los invitados sin perder la sonrisa, con suimpresionantevestidoblancomarfildeescoteenuvecon lentejuelascosidasa

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mano. Se apartó la boquilla de los labios para inclinarse hacia Alma y poderregañarlasinquenadiemáspudieraoírla.«Leestábienempleadoporhacerselainteresanteinclusoenundíacomohoy.

Así aprenderá, todo por querer llamar la atención», pensé yo, mirándolas sinningúndisimuloparaversimamálareprendíaunpocomás.—...canalentreelCaribeyelocéanoPacífico—terminóunavozamilado.Mevolvíparamiraramiacompañante:eraunchicodepelomorenounosaños

mayor que yo, no recordaba su nombre y había estado ignorándole desde quemamánoshabíapresentado,peroenesemomentotuveunaidea.—¿Quieresconoceramihermanagemela?Precisamenteacabadellegar—le

sugerí—. Seguro que a ella le encantará oír tus historias. Alma semuere pormarcharsedeaquíparaconocermundo,puedequesevayainternaaSuizamuypronto.Vamos,tegustará.Yantesdequeéltuvieratiempoderesponderledilamanoyleguieentrelos

invitados que nosmirabanmientras cruzábamos el jardín. Sabía que él no seresistiría a que le cogiera de la mano en público, hasta noté cómo sonreíasatisfechopensandoquetodoslospresentesveríanlobienquehabíacongeniadoconlajovenmarquesa.El aire calientedel atardecerolía a los licores finosdel bar, a hojaldres con

langosta y mantequilla especiada que paseaban los camareros haciendoequilibrios con sus bandejas, y a la mezcla de perfumes de importación. Loscamarerosllevabantrajesdecolorblanco—mamáhabíainsistidomuchoenello—,inclusoelchicoqueseencargabadeirrecogiendolascopasolvidadasdelosinvitados iba vestido así. Debajo de los arcos la banda de música tocabaversionesdelostemasmásfamososdeGeorgeGershwin.La mano de mi acompañante había empezado a sudar y estaba deseando

librarmedeélycargárseloaAlma.Desde la galería podía verse todo el jardín adornado con flores blancas y

farolillosdepapelcolgadosdesedalesinvisiblesentrelosárboles.Nuncahabíavistoel jardín tanbonito:con las lucesen lossauces lloronesy lossicomoros,los setos podados con formas delicadas y la hierba recién cortada. Además,mamá había ordenado colocar a lo largo de los caminos de losetas velasencendidasqueahoraparecíanluciérnagasrevoloteandoentreelcésped.—Alma,porfinapareces.Yapenséquenoibasabajarnunca—ledijeami

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hermanacuandolleguéasulado—.¿Teharegañadomuchomamá?Alma tenía una copa de limonada en la mano pero supe que no la había

probadoaúnporquesuslabiosnohabíanmachandoderojoelbordedelacopa.—Losiento.Mehedistraídomirandoporlaventana,lasballenashanvueltoy

queríaverlasotravez—respondió.Cada año, las ballenas cruzaban el océano con sus crías y, en los días

despejados,cuandoelmarestabaencalma,podíanintuirsesusenormessombrasdebajo de la superficie del Cantábrico.Algunas incluso se asomaban sobre elagua de vez en cuando para respirar o gritaban llamando a sus pequeños concánticosmisteriosos.AAlmayamínosencantabaverpasaralasballenas.—Soy Mario Acosta-Ocaña. El hijo mayor del embajador de Panamá en

Madrid—sepresentóélcontodalapompaposible—.Encantado.Almamiróalchicoquemedabalamanocomosiacabaraderepararenél.—Hola.YosoyAlmadeZuloaga.—Vaya, sí que sois idénticas—exclamó él—. Estrella me había dicho que

eraisgemelas,peroescasi comoverdoble.Todo igualmenos losojos: losdeEstrella sonunodecadacolor,algoquesolohabíavistoenanimalessalvajes,nuncaenpersonas.YohiceunamuecadefastidiosinimportarmequeMariomevieraymesolté

desumanosudorosa.—Sí, es porque mi hermana tiene algo de lobo —añadió Alma con una

diminutasonrisa.EnesemomentoviaTomásenelotroextremodeljardín.Estabasolo, justo

donde empezaba el muro de piedra que rodeaba toda la propiedad. No lehabíamoscontadolodelafiesta,poresomismomesorprendiótantoverleallí.—Voy a hablar conmamá, ahora vuelvo.Hazle compañía ami hermana un

rato¿quieres?—ledijeal chicoconmimejor sonrisa—.AAlma leencantaráescuchartushistoriassobrePanamá.Ynoescatimesendetalles,esloquemáslegusta.Selodijeparafastidiarla,comounapequeñavenganzaporhabersepasadodos

horas en nuestra habitación, pero también porque sabía que ella nunca dejaríasoloaMarioyasíyopodríahablarconTomásasolas.—Vaya,¡quéguapaestás!Parecesunanovia—medijoTomáscuandollegué

hastadondeélestaba.

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—¿Quéhacesaquí?¿Ycómohasconseguidoquetedejenentrar?—pregunté.Tomás se había puesto la ropa que usaba para ir a la iglesia los domingos

cuando teníaqueencender lasvelaspara lamisa,preparar laspáginascon lossalmosqueelpadreDávilaibaacantaresedíayasegurarsedequelascajasdeloscepillosestuvieranbienalavista.—Sesuponíaqueeraunsecreto.Laverdadesquenoesperabavertea ti—

respondióTomásconunasonrisaculpable.«Ati.»Claro,eraaAlmaaquienTomáshabíavenidoaver.Mesentícomo

unaidiotaporhabermecreídoquesehabíacoladoenlafiestapormí.—HabíaquedadoaquíconAlma—añadió.Alma y yo habíamos decidido no contarle nada de la fiesta a Tomás. En

realidadhabíasidoideamía,peroAlmamehabíadejadocreerqueellaestabadeacuerdoconmigo:no teníasentidodecirlenadaaTomássobre la fiestaporquenuestrospadresnoleinvitaríanjamás.—¿TelodijoAlma?¿Ellatecontólodelafiesta?—Cuandovolvieraconmi

hermanaibaahacerlealgomásqueprepararleunaencerronaconelchicomásaburridodetodalafiesta.—Sí,me locontóhaceunosmesesperonoqueríaque teenfadarasconella

por decírmelo. Le he guardado el secreto, así que también soy culpable —respondió Tomás con suavidad—. No la tomes con ella, ya sabes que Almasiempreestápensandoenlosdemásantesqueensímisma.Queríaevitarmeeldisgustodequemeenteraraporalguiendelpueblo,ymenosmal,porquevuestrafiestadecumpleañoshasidolacomidilladeBasondodesdehacesemanas.—Claro,mihermana.AlmalaSanta.—Notélarabiacalientecirculandopor

mis venas, mezclándose con mi sangre—. Apuesto a que los dos os habéisdivertido mucho a mi costa mientras yo fingía que no habría ningunacelebración,losdoscuchicheandosecretitosamiespalda.Graciasporhabermedejadocomoaunaimbécil.Tomássequitólagorraquellevabaparaquenadiesefijarademasiadoenély

seacercóunpocomásamí,hastaqueelairedeljardínolióigualqueél:aunamezcladelibrosprestados,ceradeiglesiayalatierramojadadenuestrobosque.—Noteenfades,Estrella.Nocreoqueseasimbécilyteprometoquenonos

hemos reído de ti ni una sola vez en este tiempo. Sabes de sobra que nuncaharíamos semejante cosa—me aseguró él—. Pero Alma siempre ha querido

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enseñarmecómoeslacasapordentroyestaesmimejoroportunidaddeverlospeces japoneses,el invernaderodevuestraabuela, lossicomoros...Almahablatantodeestacasaqueescasicomosiyalaconocieradememoria.Apuestoaquepodríadeambularporlashabitacionesdelamansiónsinperderme.Alotroladodeljardínlamúsicasedetuvocuandolabandahizoundescanso

paratomaralgo.—Sí, la casa, claro... —mascullé, recordando el beso entre Tomás y mi

hermana—.DesobraséquetútambiénprefieresaAlmaantesqueamí,peromedaigual,queseáismuyfelicesjuntos.—Noséporquédicesesoperonoescierto—sedefendióél,ysuvozsonótan

gravecomoladecualquierhombreadultodelafiesta—.YonoprefieroaAlma,essoloqueellaesmásdulceyconsideradaconlosdemás.Mevolvíy laencontréalotro ladodel jardín.Memirabamuyseriaentre la

nube de invitados, demasiado educada para deshacerse de su aburridoacompañante.—No tienes ni idea de cómo esmi hermana en realidad—murmuré—.Yo

podríasermásdulceyconsideradatambién,sitúquisieras.Yhastapuedodejardeusarmispoderes:sélomuchoquetedisgustaelfuegooquepuedamanipularlanaturalezaamiantojo,peropuedodejardehacerlosiconesotevoyagustarcomoAlma.Tomásnegóconlacabeza.—Nomedisgustatudon,essoloquenoloentiendo.Ycuantomásestudiolas

sagradasescriturasohablodemilagrosconelpadreDávila,másdudastengodeque lo que tú puedes hacer esté bien —me dijo con suavidad—. Esextraordinario,Estrella.Tehasvueltopoderosa,hevisto cómo tupoder crecíacontigoenestosañosycómopodíashacercosasmásincreíblescadavez,pero...—Pero ¿qué?—le pregunté con impaciencia, nome gustaba lo que Tomás

estabainsinuando.—Que ya no estoy tan seguro de que sea tu voluntad la que hace crecer

manzanasenlospinos.—Esmivoluntadyladenadiemás.Tomásmediolamanoysusdedosseentrelazaronconlosmíos,sentíellatido

desusangrebajosupiel.—Peroesonopuedeser,tienequeserlavoluntaddeDios—susurróél,ypor

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la expresión de dolor en su rostro supe que había pasado muchas nochesdespierto pensando en ello—.Hay algomalo dentro de ti, Estrella.Y tarde otempranoesemalquetienesdentrosaldráytearrastrará,atiyatodoelqueestéatulado.Aún no tenía quince años, pero ya estaba acostumbrada a que todos dijeran

quehabíaalgoimpurooperversodentrodemí.Noporculpademipoder,esosololosabíanAlmayTomás,eracasisiemprepormigénero:«Laschicassonmásretorcidas.»«Losmuchachossonmásnoblesymenosatravesadosquelasniñas.»«Mejortehubieraidoconhijos,sonmásdócilesquelaschicas.»«Tencuidado con lo que haces, no le des un disgusto a tu padre.» Eran frases quellevabaescuchandotodamivida,alabueloMartín,apadre,alaseñoritaLewis,aDoloresyaunalargalistadeprofesores,amigosyfamiliares,osimplementeacualquieraquesecreyeraconelderechoylaautoridadparahacermesaberqueserunachicaeraalgomalo.—MedaiguallareligiónymedaigualladichosavoluntaddeDios—ledijea

Tomás, tan cercade sus labiosquevi cómodeslizaba la lengua sobre ellos—.¿No podemos cambiar ya de tema? Estoy cansada de hablar siempre de lomismo,¿tantoteimporta?Escomoculparmeporelcolordelosojosodelpelo,essimplementecomosoy,esminaturaleza,yonoloelegí.—Amímeimportaymucho,Estrella.Meimportaporquenoconsigoentender

cómo Dios le ha dado un poder tan enorme y peligroso a una muchachacaprichosacomotú—respondióTomás.Mesoltédesumanocomosiderepentesutactomequemaralapiel,sentíel

fuegocreciendoenmiinterior.—Apuestoaquesi tú tuvierasmipodernodudaríasde lavoluntaddeDios,

perocomosetratademí,entoncesesomeconvierteenunapecadoraounabruja—dije, casi escupiéndole las palabras—. ¿Y qué pasa con Alma? Ella puedehablarconlosdifuntos.¿Noesellaunapecadoratambién?LoslabiosdeTomássecurvaronenunamediasonrisasinnadadehumor.—Sí,seguroqueloes,peroambossabemosqueAlmaeslamejordenosotros

tres—respondió él con pesar—. Tú eres egoísta, voluble y seguro que vas avolverlocosamuchoshombresentuvida.—Peronoati—terminéyoporél.—Peronoamí.

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La canción de la banda terminó y casi al momento empezaron a tocar«Cumpleaños feliz» a ritmo de swing.Me volví y vi amamá, con su vestidoblanco de lentejuelas, delante de un ejército de camareros que caminaban trasella llevando una enorme tarta de merengue con todas las velas encendidas.Quince velas.Alma también estaba con ellos, caminaba del brazo deMario yllevabaunacopadelimonadaenlaotramano.—Estrella, cariño. ¿Dónde te habías metido? Te estábamos buscando para

cortarlatarta,yasabesquenopodemoshacerlosinoestáislasdosjuntas—dijomamá cuando llegó hasta donde estábamos. Me dedicó una sonrisa tensa yañadió—:Venga,pontealladodetuhermana,quierounafotografíadevosotrasdosconlosvestidosdeencajeparacolgarenmisaloncito.Tomás todavía estaba a mi lado y pude sentir las miradas curiosas de los

invitadosfijasennosotros.—¿Quiénerestú?—ElmarquésdeZuloagaaparecióentrelosinvitadosyse

acercó dando grandes zancadas hasta Tomás—.No recuerdo haberte invitado,¿estásaquícontufamiliaoereselhijodealgunadelascamareras?¡Responde,muchacho!Elmarqués ibamuyeleganteesa tarde, sehabíaquitadosuhabitual ropade

cazadelordbritánicoyllevabapuestounesmoquinnegroconchaleco,fajínderaso rojo y pajarita del mismo color, pero sus ojos oscuros chisporroteabandebajodesuscejaspobladas.Tomásnocontestó.—¿Estrella?¿Quéestáhaciendoélaquí?Padre se acercómásanosotros, con sus andaresdehombreacostumbradoa

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darórdenes,ysedetuvotancercaquepudesentirsuiraflotandoenelairedelatardequeunmomentoantessoloolíaajazmínyamerengue.—Esmiinvitado—respondíconvozfirme.Nosupequéhabíapasadohastaunsegundodespuésporquetodoloquenoté

fue un dolor compacto y aplastante en la mejilla. De repente tenía la cabezagiradaymirabahaciaelotrolado.Mipadremehabíapegadounbofetón.Escuché los susurros entre los invitados, alguno se aclaró la garganta y dio

mediavueltaparacaminarotravezhacialagaleríacomosinohubieranvistolaescena. Mi madre les hizo un gesto a los camareros para que se llevaran laenormetartademerengueconlasvelasencendidasdenuevoalaterraza.—Ahorayameacuerdodeti,túereselquemerodeaporelbosque.¿Cómote

atreves a presentarte en mi casa? ¡El sucio hijo de un minero! —le gritó aTomás.—Losiento,señor—balbuceóTomás.—Discúlpateahoramismoporhaberarruinadolafiestademimujeromañana

tupadreytodatufamiliaestaránenlacalle—añadióelmarqués.TomásmiróaAlma,casiesperandoqueellaleayudara,peromihermanano

dijonada.—Perdónemeporhabermecoladoensufiesta,señoramarquesa,esqueseveía

todo tan bonito desde fuera con las luces y los adornos que no lo he podidoevitar—sedisculpóTomás—.Notienequedespediramipadredelaminanianadiemás,señor.Leprometoquenuncavolveréaentrarenestacasa.—Ahora largo demi vista.Ymás te vale caminar deprisa o iré a buscar la

escopetayterevientoatirosaquímismo,¿estamos?—leadvirtióelmarqués.Tomásasintióyempezóacaminarcabizbajohacialapuertadelapropiedad.

Dejédeverlecuandodoblólaesquinadelacasa.—¿Ya estás contenta? —me preguntó padre arreglándose la pajarita—.

Siempretienesqueserelcentrodeatención,ojaláteparecierasunpocomásaAlma. Ella sí sabe comportarse como una señorita, tú no eres más que unasalvaje. Eres una de esas mujeres que no sabe cuál es su sitio pero ya te loenseñarálavida,ya.Mispadresylosinvitadosquesehabíanquedadoparaverelfinaldenuestro

dramafamiliardieronmediavueltayempezaronacaminarhacialagaleríaparacontinuarconlafiestacomosinada.PeroAlmatodavíasequedóunmomento

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másahí.Susojosdoradosmemiraronensilencioysupequeellalehabíadichoa nuestramadre dónde estaba yo y le había dado la idea de acercarse con losinvitadosyconlatartaparasoplarlasvelas.LohabíahechoparavengarsedemíporhaberestadohablandoasolasconTomás.Enesemomentoempezóa llovercontantafuerzaquelos invitadostuvieron

que correr para refugiarse en la galería mientras el suelo se convertía en unlodazal. Las velas que los camareros habían colocado con cuidado en loscaminosdepiedraseapagaronunaauna,ylosfarolillosblancosquecolgabandelasramasdelosárbolesseagitaronconelvientodelnortequebarrióeljardínconsualientogélido.—¡Loestáshaciendotú!—megritóAlmaporencimadelruidodelalluvia—.

¡Paraya!Unrayocortóelcielogrisoscuroycayómuycercademihermanahaciendo

queelsuelosecristalizaraporelcalor justodondeAlmahabíatenidosuspiesmojados solo un segundo antes. Después sonó un trueno que hizo temblar latierra,elmarycadapiedradeVillaSoledad.

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Algomalvado

ALGOMALVADO

La fiesta no había terminado aún pero yo ya estaba en la habitación. Loprimero que hice nada más llegar fue cerrar todas las contraventanas verdes:quería dejar fuera la fiesta, las voces y el sonido de las copas de champagnebrindando. Escuché la escalera de caracol crujir con los pasos familiares deCarmen.Unmomentodespuésllamóalapuerta.—Estrella—dijoconvozsuave—,¿puedopasar?Memiréunmomentoenelespejodeltocador:milargamelenanegratodavía

estaba recogida en la corona de trenzas que Carmenme había hecho, aunqueunos cuantos mechones se habían escapado por el viento y la lluvia, pero elmaquillajepermanecíaintactoapesardelbofetóndepadre.—¿Qué quieres, Carmen? Estoy cansada —pregunté, pero aun así abrí la

puerta.Carmenno estaba sola en el descansillo, su hijaCatalina estaba de pie a su

lado.—Hola, señorita, ¿cómoestá?—mepreguntó ella, que siemprehablaba con

másrespetocuandoCatalinaestabacercaparaquelaniñaaprendieracuálerasulugar en la casa a pesar de que compartíamos padre—.He oído lo que le hapasadoabajoconelmarqués.¿Necesitaayudaparaquitarseelvestidoosoltarseelrecogido?Puedoecharleunamanoconlashorquillassiquiere.Metoquélamejillaytodavíapudesentirlacarnecalienteporelgolpelatiendo

debajodemimano.—Nonecesitotuayudaparanada,puedesretirarteya—ledije,yyaestabaa

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punto de cerrarles la puerta en las narices cuando cambié de idea—. ¿SabesdóndeestáAlma?Nolahevistodesdehaceunratoytengoquedecirleunpardecosasbiendichasantesdequesemepaseelenfado.Carmensemovióincómodadentrodesuvestidodedomingo.—No, señorita. No he visto a su hermana por ningún sitio —respondió

despuésdepensarlobien.Catalinamemirabaconsusdulcesojoscastañosclarosmuyabiertos.—¿Estássegura?—leinsistíyo—.Teprometoquenoharéningunatontería.—¿Tantolegustaesemuchacho,señorita?¿Tantocomoparapelearseconla

señoritaAlmaporél?—CarmenbajólavozcomosinoquisieraqueCatalinalaescuchara—.¿Oesquenolegustaelmuchacho,peronopuedesoportarqueélnolaeligieraausted?—Eso no es asunto tuyo —respondí con voz áspera—. Ahora dejadme

tranquila,lasdos.PeroCarmennosemoviódedondeestaba.Envezdeeso,fruncióloslabiose

hizoungestoderesignación.—¡Ay!Mirequelesadvertíqueesemuchachonoeraparaningunadelasdos.

Ahorasehapuestoustedenevidenciadelantede todaesagenteeleganteyhaavergonzadoasuspadressaliendoendefensadeesechico—dijoCarmenconvehemencia—.Ytodoporunmuchachoquenotienedóndecaersemuerto.—¡Cállateya!—lacortésinmiramientos—.Quetieneslalenguamuysuelta

paraserlaniñeraynotienesniideadeloqueestásdiciendoodelascosasqueleheaguantadoamihermanaenestosaños.Carmensecalló,perosusojos,muyparecidosalosdeCatalina,memiraron

conreprocheintentandohacerquemesintieraculpable.Loconsiguió,claro,soloellateníaeseefectoenmí.—¿De verdad no sabes adónde ha ido Alma?—le pregunté yo, ahora más

suave.—No,señorita.Nolahevistoporningúnladodesdehaceunrato.—Bien,mejorparaella,peroyaseenterarácuandovuelva—murmuré.Todavía recordaba la chispade satisfacción en los ojos deAlmadespuésde

quepadremecruzara la cara enmi fiestade cumpleañosdelantede todos losinvitados.Siempremedolíaconfirmar laverdaderanaturalezademihermana.Solíafingirquenomedabacuenta—comocreoquehacíatambiénCarmen—,

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pero de vez en cuando notaba en ella comportamientos extraños o maldadessusurradas.Cadavezquedescubríaalgunadesustraiciones—comohabíahechocontándole a Tomás lo de la fiesta después de jurar que no lo haríamos— oenvenenando el oído de mamá para manejarla a su antojo, me preguntaba sinadiemásqueyopodíaveralaverdaderaAlma.—Todos vosotros os habéis pasadomedia vida tratando de convencerme de

quemihermanaeramejorqueyoen todoypermitiendoque sintieracelosdeella. —Recordé todas las veces que me habían confundido con Alma ycuantísimo loodiaba—.Yresultaqueesexactamente igualqueyo,puedequeinclusopeor,yesellalaquetienecelosdemí.Averquédecístodosahora.—Desobraséquenosiemprehejuzgadobienasuhermanaoausted,perono

sedisguste conAlmaporunmuchacho.Chicoshayapatadas en estemundo,pero hermanas...—Carmen bajó la cabeza ymiró unmomento a su hija conpesar—.Hermanasnohaytantas.EntoncesCatalina,quenosehabíaatrevidoadecirnadahastaesemomento,

metiródelvestidoparallamarmiatención.—Yo sé dónde ha ido la señorita Alma —empezó a decir un poco

avergonzada.—¿Dónde?¿Dóndehaido?—La he visto marcharse desde la ventana del saloncito de té, no es que

estuvieraespiandoninadadeeso—respondióCatalina—.LaseñoritaAlmahasalidodelafincaydespuéshacorridohaciaelbosque.—Has prometido no hacer tonterías, Estrella—me recordó Carmen cuando

violachispadevenganzaenmisojos.Peroyoyaestababajandolospeldañosdelaescaleradedosendosparaira

nuestroclaro.Nadiemeviosalirdelamansiónyatravesareljardíndelantero.Caminéporel

césped encharcado hacia la verja de hierro de la entrada, la abrí y crucé lacarretera esquivando los coches de los invitados aparcados en el margen delcaminoparallegarhastalalíneadeárboles,justodondeterminabalacarreterayempezabaelbosque.Avancéesquivando loshelechosdegrandeshojas rugosasquecrecíanen las

zonasmás oscuras acurrucados junto a troncos altos como castillos.Tuve queremangarme el vestido casi hasta las rodillas para poder pasar por encima de

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algunasraícesretorcidasqueseasomabanaquíyalláentreelsueloaúnhúmedoporelaguaceroqueyohabíaprovocado.Mecortélapalmadelamanoalapartarunaramaquemecerrabaelpaso.Eldolormeatravesólapieligualqueunhierroal rojo vivo mientras la sangre caliente goteaba sobre mi vestido blancoarruinado para siempre. Un poco más adelante, pasé junto al pino cuyanaturalezahabía alteradoy le lancéuna rápidamiradade ira: casi cuatro añosdespuésaquelestúpidoárbolseguíadandomanzanasrojasyperfectas.Al pensar en Tomás recordé sus palabras: «Hay algo malo dentro de ti,

Estrella.»VilaszarzasdondeAlmayyorecogíamosmorascuandoempezabaelverano

para hacermermelada, aunque siempre nos las terminábamos comiendo en elcaminodevueltaacasa.Alpasarpordelantedelzarzalmeescoció lacicatrizquemehabíahechoenelbrazoseisañosantesmientrasrecogíamorasdeunaramapeligrosamentealta,soloparatenermásqueAlma.Escuchéelmurmullodelriachuelounpocomásadelanteysupequemeestaba

acercando.Yentonceslosvi.AlmayTomásestabantumbadoscercade laorilladelrío,dondelashierbas

eranmásaltasy tupidas.Medetuvedetrásde la líneadeárboles,enelmismositiodesdedondeloshabíavistobesarseunosdíasantes.Tomásestaba tumbadoencimademihermanay sehabíaquitado la camisa,

queestabahechaunabolaarrugadadebajodelacabezadeAlma.VilamanodeTomássubiendopor lapiernadeAlmamientras le levantabaelvestidopocoapoco.Elladejóescaparunsuspiroydespuésunarisitasuavecuandosuslabiosse separaronun segundode losde él.Despuésmihermanavolvió abesarleypasólosbrazospordetrásdesucuelloparaatraerlemáshaciaella.Desdemiesconditeme fijé en la formaen laque se arqueaba la espaldade

Tomás.Notécómosusmúsculossetensabanmientrassesujetabaconunbrazoapoyadoenelsueloparanocaersobremihermana,ysuotramanodesaparecíadebajodelvestidodeAlma.Mepreguntésiesaeralaprimeravezquehacíanaquelloosimihermanase

habíaacostadoconTomásennuestroesconditesecretomuchasvecesantes.Nolo sabía; no podía afirmarlo aunque siempreme había jactado de conocer lospensamientosdemihermana.Contuvelarespiraciónigualquehiceaquellatarde

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de agosto que vi a Carmen y a padre a través del ojo de la cerradura, y meacerquéunpocomásparaverlesmejor.—...Alma.Tomásdijosunombrecomoyosabíaquenuncapronunciaríaelmío:igualque

si estuviera hecho de cera caliente y sus labios temblaran solo con la idea depronunciarlo.Cuántoodiéamihermanaenesemomentoycuántoquise serella.Alma,a

quien todoelmundo teníaporunachicamuchomáspiadosaqueyo, estabaapunto de hacer algo que yo nunca había experimentado. Amí ni siquieramehabíanbesadoenloslabiosaún.Almase rio,casicomosipudiera leermispensamientos,ydespuésescuché

quedecíaalgoenvozbajaaunquenoentendísuspalabrasporquenoeranparamí. Tomás se rio también y enterró la cara en su cuello, vi su precioso peloondulado cubriendo el cuello de mi hermana mientras la besaba y bajabadespaciohaciasupecho.Todosestosaños,Tomásnohabíadejadodehablardemispecadosyahoraahí

estaba él, tumbado entre las piernas abiertas de mi hermana gemela con unamanoperdidadebajode suvestido.También leodié a él, perodeunamaneradiferente,porquelasuyaeraunatraicióndiferente:Tomásmehabíahechocreerquenopodíaamarmeporquehabíaalgomalvadodentrodemí,porqueyonoeradigna.Peroahora,viendocómobesabaamihermanaenloslabiosmientrasellabuscabaelcierredesuspantalonesconurgencia,medicuentadelopocoqueleimportabanaélsuspropiospecadosolosdeella.Dimediavueltayempecéacaminarhacialamansión.Mientrasdejabaatrásel

clarodecidíqueselocontaríaalmarquésnadamásllegarparaquelosmismosinvitados queme habíanmirado con desprecio o lástima cuandomi padremehabíaabofeteadoantessupieranqueAlmanoeramejorqueyo.Avanzabaporelsueloesponjosodelbosquesinimportarmequelasramasme

arañaran losbrazos.Podíasentirel fuegoatrapadodebajodemipiel luchandopor salir, miles de chispas listas para desatar un gran incendio. Mi corazónbombeabasangredeprisaempujadoporlatraición,poresoalprincipionomedicuentadeloqueestabapasando:habíaperdidounzapatoymipiedescalzosehundíaenlatierrahúmeda.Me detuve y bajé la cabeza para ver como el musgo engullía mi pie, y

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entoncesvicomolashojassecas,quehastahacíaunmomentocubríanelsuelodelbosque,flotabanenelairedelatarde.Amipaso,losinsectosylospequeñosanimalescorreteabanasustadossinsaberquéestabapasando.Mepreguntésilashojas también estarían flotando a dos metros sobre el suelo de nuestro claro.ImaginéaAlmayaTomásasustados,abrazadossinropa,sabiendoqueyohabíadescubiertosupequeñosecreto.Alpensarenellosvolvíacaminarhacialacasamientras las hojas, las agujas de los pinos, las bayas de colores brillantes, laspiñasytodoloquehabíaenelsuelodelbosqueflotabaenelaireamipaso.El lobo negro aulló detrás de mí, tan cerca que casi pude notar su aliento

heladoenminucarevolviéndomeelpeloconsurespiracióndeultratumba.Echéacorrerparadejaratrásalafieradeojosbrillantesygarraspoderosasquehabíavisto en sueños.Una rama rotamearañó lamejilla, peroyo seguí avanzando,huyendomientraselbosqueenteroflotabaamialrededor.Escuchélamúsica,lasvocesylosdemássonidosdelafiestaqueveníandel

jardíndelamansión,yviquetodas las lucesseguíanencendidas.Decidida,diunpasofueradelbosque,peroencuantodejéatráslahileradepinostodoloquemivoluntadhabíahechoflotarcayóalsueloconunruidopesadoyronco.Mevolví a mirar y pude ver las partículas de polvo suspendido danzando en losúltimosrayosdeluzdelatarde.Caminédirectahacia lacasasinpararmeamirar lospecesdelestanqueque

comíanlosrestosdeloscanapésquealgúninvitadoleshabíatirado.Nadamásentrarenelvestíbuloescuchéelpianoenlahabitacióndemúsica:eranalgunoscompasesdeMoodindigoysupusequemamáestabatocandoparasusinvitados.—Estrella,pero¿quétehapasado?—mepreguntómimadrecuandomevio

aparecer—.¿Estásbien?Penséqueyatehabíasretiradoatuhabitación.Mimadreestaba tocandoelcarísimoSteinwayquenuestropadrecompróen

un almacén de pianos en Londres. Mamá solo sabía tocar media docena decanciones, pero lo hacía maravillosamente cada vez que teníamos invitados,mientrasseguíaelritmoconelpie.—Es por Alma... —empecé a decir fingiendo que estaba muy asustada—.

Creoqueeselobonegroquemerodeaporlacarreteraselahallevadoalomásprofundodelbosque.Mamánoselevantódeltaburete.Elmarquésestabaasuladoyteníaunvaso

delicordoradoenlamano.

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—Estrella,noteloestarásinventandoparavengartedetuhermanaporloqueha pasado antes, ¿verdad? —Mamá arqueó una de sus cejas perfectamentedelineadascomosolíahacercuandoestabamolestaconmigo—.Loslobosnosellevanalagentealbosque,ymenosaunachicadevuestraedad.Yoquería quemis padres y los demás invitadosme siguieran hasta el claro

para que descubrieran a Alma, tumbada entre las flores silvestres con Tomásentresuspiernas.—Desdeluegoqueno—respondímuyofendida—.Miracómomehepuesto

escapandodellobo,sihastaheperdidounodemiszapatosmientrashuíadeesabestia.Mimadreobservómivestidosucio,elencajedelasmangashechojironesyel

vuelodelafaldadestrozado.—Ya lo veo, no creas que no.El dinero que costará enviarlo aBarcelona y

arreglarlo saldrádirectamentede tuasignación, señorita—dijomamáantesdeponerseatocarMoodindigodondelahabíadejadoantes.Siempremellamaba«señorita» cuando estaba enfadada—. Y más vale que dejes tranquila a tuhermana,queteconozcoyséquenoestástramandonadabueno.Losinvitadossonrieronconindulgencia,algunomemiróysacudiólacabeza

conungestodedesaprobación,peroesofue todo.Ni rastrodelescándaloo lapreocupación por Alma que yo había imaginado. Nada. Y todo hubieraterminadoahí—miprimeragranfiesta,miaventuraporelbosqueyelencuentrosecretodeAlmayTomásenelclaro—simipadrenohubieradejadosuvasosobre el Steinway demamáderramando lamitad de suwhisky por el caminoparadecir:—Yoirécontigo.Hacetiempoquequierometerleunabalaentrelosojosaese

dichoso lobo, puedooírlemerodeandopor las noches junto a la verja cerrada.Vetesaliendo,queyovoyapormiescopeta.Mamádejódetocarelpianoyselevantódeunsaltoparaintentardetenerle.

Laseguíhastaelpasillodondevianuestropadreguardándosealgunoscartuchosenelbolsillodesuesmoquin.Lamitadselecayóalsueloentresusdedostorpesylentos,peronisiquierasediocuenta.—Nosalgasahora,porfavor—lepidiómamá,escuchéunanotademiedoen

suvozaunqueintentabamantenerlasaparienciasdelantedelosinvitadosquesehabíanasomadoalpasilloparaverlaescena—.Yaesmuytardeyelbosquees

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traicioneroporlanoche,yalosabes.Además,podríasperderteocaerteporunterraplényhacertedaño.—¡Quétonteríasdices,mujer!Nomeperderé,Estrellameacompañaráacazar

aesesuciolobodeunavezportodas.—ElmarquéscargólaescopetadelabueloMartín y después cerró un ojo para mirar por la mira igual que si estuvieraapuntandoamimadre—.Soloundisparoyeseloboseráhistoria.¡Bang!Mimadrediounrespingodentrodesuvestidodelentejuelastemiendoqueel

marquésfueraadispararladeverdad.—Una cacería improvisada no es lugar para una jovencita, ¿por qué no lo

preparas todo y sales mañana mejor? Cuando estés más despejado. —Mamáintentóconvencerleconunasonrisatensa—.Todavíaquedanalgunosinvitadosencasaynoquerrásquepiensenquesomossolounospueblerinosmaleducados,¿verdadqueno?¿Quétalsivasatudespachoconloshombresparaenseñarlestucoleccióndewhisky?Peroelmarquésyaestabacaminandoporelpasilloconlaescopetaalhombro

endirecciónalapuertaprincipal.—Nadadeeso,seacabólafiesta.¡Vamos,Estrella!—megritó—.Despuésde

cazarlo learrancaremos lapiely lacabezaparacolgarlaenmisalade trofeos.Quedará precioso allí. Así veré sus ojos de cristal todos los días y a ti terecordaráquedudastedetumarido—añadió,mirandoamimadre.Mamáodiabalacazaylascabezasdelosanimalesquedecorabaneldespacho

depadre.Cadavez que elmarqués volvía de una de sus cacerías apestando asangre,a tierramojadayasudor,mamá leobligabaaducharseenelbañodelservicio.—Novayas,por favor.Laniña se loha inventado todoparavengarsede su

hermanaporlodelatarta—lerogómamá,yanoleimportabaquelosinvitadosnotaran el pánico en su voz—. Es por ese muchacho, a las dos les gusta yEstrella está celosa de su hermana, no esmás que eso.No saques la escopetaestandoasí,hasbebidoylamiraestátorcida,yalosabes.Lamira del viejoWinchester del abuelo estaba torcida y era casi imposible

acertarlealblancoaunqueestuvieraquieto,asíquelosjabalíes,ciervos,zorrosycorzosquecolgabandelasparedesdesusalahabíanmuertoporlamalapunteríadelmarqués.Habíaqueapuntarunpocohacialaderechaparapodercazaralgoconlaeleganteescopetadedoblecañónyculataderaízdenogal.

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—Yabasta,Julia.Teestásponiendoenevidenciadelantedelosinvitados,conloquenoshacostadoesta fiestay túhaciendoel ridículo—le reprochópadrecon la lenguaestropajosa—.Vámonosya,niña,que sehace tardeynoquierocargarconeselobomuertoaoscurasporelbosque.Yoseguíalmarquéshastalapuerta,peromimadreechóacorrerymesujetó

porelbrazoparadetenermeantesdellegar:—Miraloquehasprovocado,Estrella.Anda,dileyaatupadrequetelohas

inventadotodo.—Nihablar,estavezesAlmalaquesehaportadomal—respondí,sintiendo

elfuegoquevolvíaacrecerenráfagasdentrodemí.Mezafédemamácon facilidady seguí apadrehasta fuerade la casa,pero

mamánossiguióhastalasescalerillasdelaentradaconlágrimasenlosojos.—Siocurreunadesgraciaseráportuculpa,Estrella.Nuncaanteshabíaescuchadoamamáhablarconesadesesperaciónenlavoz.Mientras salíamos por la puerta escuché a Carmen y el enjambre de voces

preocupadasquese formóalrededordemamá.Mevolvíparamirarlayviquedoshombresvestidosdeesmoquinlasujetabanparaquenosedesmayarasobreelsuelodebaldosasvenecianasdelaentrada.

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—¿Estásseguradequesabesadóndevamos?Amítodoestomepareceigual—dijo padre con la lengua lenta después de haber estado bebiendo—.Más tevaleque tumadreno tenga razóncon lodel zarrapastrosoesey todoesto seasoloporcelos,porquesino...—No estoy celosa de Alma, muchas gracias —me apresuré a responder

rodeandounamadrigueradeconejos—.Notienenadaqueverconesechico.NoestabacelosadeAlmanimemolestabaqueseacostaraconTomásamis

espaldas, esa no era la traición que me había llevado hasta allí: Alma habíafingidodurantetodasuvidaserlahermanabuenacuandoenrealidaderamuchopeor que yo. Quería desenmascararla delante de mis padres —y también deTomás—yquetodoelmundolavieracomolaveíayo.—Más te vale porque yo no oigo a ese lobo por ninguna parte —dijo el

marqués entre dientes—. Ya me has dado la tarde con tus bobadas y hasdisgustadoatumadreconesteasunto.Sidespuésdetodoloquehasmontadonohayningúnlobotendréqueaguantarsusreprochesdurantedías.—Descuida,yaestamoscerca—mentíyoconunamediasonrisa,pensandoen

lacaradelosinvitadoscuandovieranapareceraAlmaconelvestidoarrugadoysuciomientrasmipadre legritabay laavergonzabadelantedetodosigualquehabíahechoantesconmigo—.Verásquenotemiento.Esjustoahí,unpocomásdelante.Desdedondeestábamosyaseescuchabaelriachueloyelolordelicadodelas

flores silvestres flotabaenel airede lanoche.Llegamosa lahileradeárbolesqueseparabanelbosquedelclaro.—Asómateconcuidadopordetrásdeeseárbolsinhacerruido,noseaqueel

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loboteveaysaltesobrenosotros.LavozdeTomásllegóhastanosotros,meparecióqueestabaleyendopoesía

aunque no podía distinguir las palabras desde donde estaba, pero sus frasessonaban hermosas y musicales. Entonces recordé que mi hermana le habíapreguntadoalaseñoritaLewisacercadelospoetasbritánicosrománticosyque,desdehacíasemanas,hablabasinparardeuntalShelleyydesusversosdeamorymuerte.PadretambiénescuchóaTomásporquesurostroenrojecidoporelalcoholyla

caminata se transformó de repente. Caminó hasta los árboles con su paso deelefantesinimportarlepisarlasramitasylashojassecasquecrujierondebajodesuszapatos.Alescucharlosruidos,Tomásenmudeciódegolpe.Elmarquésseasomóalclaromostrandosufiguraamenazante.Desdedonde

yoestabapudeversusojosabrirsedeparenpardebajodesuscejaspobladas,ysupequeleshabíadescubierto.Miplanhabíafuncionado:imaginélosgritosdepadre, su cuerpo torpe pisoteando los helechos para sacar a Alma de allí sinmiramientos,sulabioinferiortemblandoderabiayelpantalóndesuesmoquinmanchadodebarroenganchándoseenlaszarzasalpasar.Peroenvezdeeso,elmarquéssecolocólaescopetadelabueloMartíncontra

elhombroyapuntóconlamiradefectuosa.El estruendo del disparo espantó a los cuervos que dormían en los árboles

cercanos,quehuyeronagitandosusalasnegrasconel sonido terroríficodeuncorodeultratumba.Yonocomprendí loquehabíapasadohastaqueescuchéaTomásgritandoporencimadelabandadadepájarosquesealejabanenlanoche.Elaireamialrededorolíaapólvorayeldisparoretumbabaaúnenmisoídos,

pero corrí hacia el claro pasando junto a padre sin preocuparme que pudieravolveradisparar.Tomásllorabaybalbuceabapalabrassinsentido.Almaestabatumbadaensu

regazoconunlibroenlasmanos,suvestidodeencajeblancoestabamanchadodesangreysusojosamarillosmirabanelcielocubiertodeestrellas.—Alma...—mivoztemblóaldecirsunombre.Abriólabocaintentandodeciralgo,perolefaltabaelalientoylaspalabrasno

llegaronasuslabios.Lasangresalíaaborbotonesdelaheridadesupecho.Yonuncahabíavistotantasangreantes,bajolaluzdelasestrellasmeparecióqueera de color azul oscuro, casi negra, deslizándose fuera del cuerpo de mi

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hermana.—¿Alma?—mearrodilléasuladoymiréanuestropadre—.¡Quéhashecho!

¡Peroquéhashecho!Elmarquéstodavíaestabadepieenellímitedelclaro,inmóvil.Elcañóndela

escopeta brilló con un destellometálico cuando volvió a colocárselo sobre elhombro,peronodijonada,solodiomediavueltaysealejócaminandohaciaelbosqueenvueltoenunanubedeolorapólvora.Coloqué lasmanos sobre la herida deAlma para intentar tapar el agujero y

evitarquelasangreabandonarasucuerpo.Sentísucarnepulsanteycalientealtocarlaheridaquelabalalehabíadejadoenlapiel.—Alma...porfavor—susurré.La sangre demi hermana empapó las filigranas del encaje como cientos de

diminutasvenasfinas.LapulseradeperlasdelaabuelaSoledadquellevabaenmimuñeca semanchó tambiénmientras intentaba taponarle la herida. En esemomentoellobonegroaullóyelbosqueenterosequedóensilencio.LoslabiosdeAlmasemovierondespacio,intentabadecirmealgoperoapenas

teníafuerzasparahablar,asíqueacerquéeloídoasuboca:—Estabaequivocada,Estrella.El lobo...—Surespiraciónsuperficial resbaló

pormimejillacubiertadesudorfrío—.Ellobonegronotepersigue.Túeresellobo.

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Acariciandoelfuego

ACARICIANDOELFUEGO

EnterramosaAlmadosdíasdespuésdenuestrocumpleaños,enelcementeriofamiliardelosZuloaga.Despuésdemeteramihermanagemelabajotierraparasiempre,secelebróun

funeralen lapequeñacapilla familiar.Mispadresestabansentadossolosenelprimerbancodemaderadelaiglesia,losdosensilencioyvestidosderigurosoluto.Yotuvequesentarmedetrásdeellosporque,apesardequeselosupliquéconlágrimasenlosojos,nomedejaronsentarmeenelprimerbancoasulado.Mamásenegabaamirarmealacaraoahablarconmigoy,hastadondeyosabía,tampocohablabaconelmarqués.Sinembargo,caminócogidadesubrazohastalacapillaparasentarseasulado.DesdemisitiopodíaveralpadreDávilaenelaltardelantedelviejo retablo

barroco.Vestíaunavistosacasulladoradaymarfilporencimadesusotanadedomingo para que quedara claro que aquel no era el funeral de un muertocualquierasinoeldelahijadelmarqués.AlgunosamigosdemispadrestambiénacudieronalfuneraldeAlma.Muchos

permanecieron en Basondo cuando se enteraron de lo que había pasado paraacompañaralosmarquesesenelentierro.ElpadreDávilaleyóuncapítulodelaBibliaquehablabasobreelpecadoyel

castigomientrasyomerevolvía incómodadentrodemivestido.Noteníaropanegra—mamásolíadecirqueelnegroerasoloparalasviejasylasviudas,nopara jóvenes marquesas—, así que llevaba puesto un vestido suyo, el máspequeñoqueCarmenhabíaencontradoensuarmario.Mellegabahastacasilos

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tobillosymehabíarecogidolasmangasconimperdiblesparaquenometaparanlasmanos.Nomedijounapalabramientras lohacía, solodobló la telade lasmangas sobre sí mismas unas cuantas veces hasta que mis manos pálidasquedaronaldescubierto.Cuandovolviódelbosquepadrelecontóatodoelmundo,incluidaamamá,

quelodeAlmahabíasido:«Undesdichadoaccidente.»NadieentodoBasondoseatrevióapreguntarlealmarquéssihabíamatadoasuhijaapropósito,aunquemamáhizoañicoslaadoradacoleccióndebotellasdewhiskydepadreencuantoélsaliódecasaparabuscaraDávila.Enelaltar,elcuraterminóporfindeenumerarlasbondadesdelavidaeterna

con tono solemney algunos asistentes se levantaronde losbancosparadar elpésameamispadres.Carmenestabasentadaenelotroextremodemibancoyselevantóconlosdemás.Laviavanzarporelestrechopasillodelaermitaconlacabeza cubierta por una mantilla negra que mi madre le había prestado, suspiernastemblabanconcadapasoquedabaconsusúnicoszapatosdetacón.Yomeremovíinquietaenelbancoymiréhacialapuertalateraldelacapilla,

lamisma por dondeAlma y yo nos habíamos escapado años atrás durante elfuneraldenuestraabuelaSoledad.Entonceslavi:estabadepiejuntoalapuertaabierta.Llevabapuesto elvestidode encajeblancode sedaehilodeplata, sulargamelenaestabarecogidaenunacoronade trenzascomolaqueCarmenlehizo el día de nuestra fiesta de cumpleaños. Quería decirle cuánto lo sentía,queríadecirlequejamáspenséquepadrefueraadispararlayconfesarlequesoloquería darle una lección por haberme mentido y por haber hecho que mehumillaran en nuestra fiesta de cumpleaños, pero sabía bien queAlma estabamuertaporquesusúltimaspalabrashabíansidoparamí.«Túeresellobo,Estrella.»Penséquetalvezmehabíavueltolocadespuésdevercómopadrematabaa

Almayquequizássetratabadeunaalucinaciónprovocadaporlaculpa.Estabaexactamenteigualqueeldíadesumuerte,peronovilasangreensuvestido,niteníaloslabiosagrietadosolosojoshundidoscomocuandosedesangróenmiregazo.Me levantéysinpensaren loquehacía,crucé lacapillay lleguéhastaella.

Alma salió por la puerta lateral con sus andares de bailarina al ritmo de esamúsica inaudible para los demás que ella siempre parecía escuchar mientras

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estabaviva.Fueradelaiglesiaelsolbrillabaenelcieloytodavíapudesentirelcalorde

losúltimosdíasdeveranosobremí.AlmasealejóporelcaminitoquebajabahastaelpequeñocementeriodelosZuloagasuspendidosobreelCantábrico.Laseguídeprisa,miszapatosnegrosprestadossehundieronenelbarroaúnfrescodelsendero.Escuchélasvoces,losllantosahogadosylaspalabrasdeconsueloque venían de la capilla, pero seguí avanzando hasta llegar a la portezuela dehierroqueseparabaelcementeriodelmundodelosvivos.«Alosmuertosnolesgustatocarelhierro,lesmolestasutacto»,solíadecirla

abuelaSoledadcuandomirabaesamismaportezuela.Nadamásentrarsentílabrisamarinaquesubíalamiendoelacantiladohastael

cementerio, serpenteando entre las lápidas de los otrosZuloaga enterrados allíparallegarhastadondeyomeencontraba.—Alma,¿estásaquí?Me sentí un poco tonta hablando sola en voz alta, pero seguro que así era

comosesentíaellacuandohablabaconalgúnespíritu.Enelcementeriohabíauna lápida nueva, de mármol blanco pulido con el nombre de mi hermanagrabadoenelegantesletrasdoradas:

ALMADEZULOAGAYLLANO(1916-1931),QUERIDAHIJAYHERMANA.

TURECUERDOVIVIRÁSIEMPRECONNOSOTROS

Almaestabaahí,enterradadebajodelamismatierramarrónquecubríatodonuestrobosque.Casipudesentirsucuerpobajomispiesy,aunquenolahabíavisto en su ataúd, la imaginé con todo detalle: su elegante vestido de colormarfil, supelonegroesparcido sobreel saténque recubríael ataúdy susojosdorados cerradospara siempre.Meacerquéunpocomás a la lápidayvolví aleerlaspalabrasescritasenella:«Turecuerdovivirásiempreconnosotros.»Entoncessupequealgúndíayomecasaríay tendríaunmarido juntoalque

meenterrarían enotro lugar,muy lejosde la tierramarróndenuestrobosque.Almaseríalaúnicadenosotrasdosenterradaenelcementeriofamiliar.Inclusoenesomehabíaganado.Lavidepiebajoelsaucellorón,consuvestidodeencajehastalospiesysu

coronadetrenzastannegrascomolanochemásnegra.Ysupequeyanuncame

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dejaríaenpaz.

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Almamedijounavezqueuncordóninvisibleatadoalrededordelamuñecanos unía; lo que nome contó es que después de sumuerte ese hilo invisibleseguiríaahí,atadoalrededordemimuñecaderecha.«Unidasparasiempre.Inseparables.»MehabíadichoAlma.Unextremodelcordóninvisiblecontinuabaatadoalrededordemimuñeca:lo

sabíaporquecasipodíasentircómomecortabalacirculaciónmientrasdormíayalgunas veces aparecía una marca fina en mi piel, parecida a la que quedadespuésdellevarunapulserademasiadoapretada.Miextremodelcordónseguíadondesiempre.Peroelotrolado,elladoqueenvidarodeabalamuñecadeAlmahaciéndonos inseparables, sehabía soltadoy ahora se arrastrabapor elmundoenredándosecon todoy reteniéndome,atándome,aunqueyo intentaraevitarlo.Algunas veces pensaba que el extremo del hilo invisible había atravesado ladelicada cortinaque separa a los vivosde losmuertos, yqueAlmadisfrutabatironeando de su extremo para fastidiarme igual que hacía cuando aún estabaviva.Los días que siguieron al funeral de Alma un silencio denso y oscuro se

adueñódeVillaSoledad.Mamáseguíaencerradaensuhabitacióndedondesolosalía para merodear de madrugada por los pasillos solitarios de la mansión.Nadiesubióavermeenesetiemponiacomprobarcómoestabayoahoraquemihermanagemelahabíamuerto,poresomesorprendiótantoescucharunosgolpessuavesenlapuertademihabitación.Melevantéde lacamapensandoquequizásseríaCarmen,queporfinhabía

decididovolveradirigirmelapalabra,perocuandoabrílapuertanohabíanadie.Nuncahabíasidodeltipodechicaqueseasustaconcuentosdefantasmas,así

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queme levantéde lacamaysalí aldescansillodescalza.Entoncesalgosemeclavóenlaplantadelpie.Cuandomeagachéparaverlomejorviqueeraunadelasmuñecas de la casita quemamá encargó para nosotras cuando cumplimostrece años. Recogí la muñequita del suelo y la peiné con los dedos, no teníaformadesabercuálde lasdoseraporqueenel tallerdeminiaturas leshabíanpintadoalasdoslosojosdelmismocolor:dorados.Habíaodiadoesasestúpidasmuñecasdesde elmismodía enquemamános las regalóy seguíaodiándolasahora.Nosabíacómohabíallegadolamuñequitahastalapuertadelahabitaciónen

eltorreón—aunqueteníamissospechas—,perodecidíquevolveríaaponerlaenla casita por si acaso mamá se daba cuenta de que había desaparecido. Elsegundopiso de la casa estaba en silencio ymepareció que cada unodemispasos hacía crujir los tablones de madera del suelo igual que si un elefanteestuvieracaminandosobrelatarima.Lacasitademuñecasseguíaestandoenlabiblioteca,sobrelamismamesade

ajedrezdondemamálacolocódosañosantesparaevitarquejugáramosconella.Avancéporelpasillodelprimerpisohastalapuertadelabiblioteca,peronovilaluzencendidadentrohastaquenofuedemasiadotarde.—¿Quéhaces fuerade lacamaaestashoras,Estrella?—mepreguntómamá

sinmirarme—.Yasabesqueapadreno legustaquemerodeéispor lacasademadrugada.Mamá estaba sentada en la butaca con una lamparita de keroseno sobre la

mesa,alladodelacasitademuñecas.EstabaabiertayalguienhabíasacadolacamaenminiaturadeAlmadelapequeñaréplicadenuestrahabitacióndejandosololamía.—Heencontradoestoenmipuerta—ledije—.Soloqueríavolveradejarlaen

susitio.Dejélamuñecacercadelacasitaparaquemamáhicieraloquequisieracon

ella.Entoncesmefijéenquelaotramuñecaestabadesnudatiradaenelsuelo,alguienlehabíaarrancadounosmechonesdepelonegrodelacabeza.Sabíaqueesamuñecaerayo.—¿La tenías tú? La he estado buscando por todas partes —dijo mamá

peinando con ternura a lamuñeca deAlma—. ¿Cómo se te ocurre llevártela?¿Notequedaniunpocodevergüenza?

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Volví a mirar la muñeca sin ropa en el suelo de la biblioteca y después amamá.—Yonoledisparé,nisiquierasupeloquepadrepensabahacerhastaqueno

escuchéeldisparo.—¡Perosabíasquealgoibaahacer!Mamámemiróconlosojosmuyabiertos,nuncahabíavistoesaexpresiónen

sumiradaantes.Notéquesentíaverdaderarepulsiónaltenermecerca.—Penséquelacastigaríaisuntiempooquenolecompraríasvestidosnuevos

duranteunosmeses—medefendí—.¡Nocreíquepadrefueraamatarla!—Fueunaccidente,Estrella.Lamiradelrifleestátorcidaytupadreesunmal

tirador. No empeoresmás las cosas con cuentos y rumoresmalintencionados,bastante está pasando ya la familia para que tú vengas con más líos —meadvirtió.—No fue ningún accidente, mamá. El marqués quería matarlos a los dos,

primeroaTomásydespuésaAlma—ledijeconvoztemblorosa—.Peroenelúltimomomentolefaltaronelcorajeylapuntería,comodecostumbre.Supequemamálosabíaalvercomoarrugabasuslabiospálidos.—¡Túlosabes!—exclamé—.Túsabesquenofueningúnaccidenteyaunasí

leencubresymeculpasamíportodo.¿Porquélohaces?PodíahabermatadoaTomásytambiénamí.—Sí, y aun así seguiríamos encubriendo al marqués—respondió ella—. No

tenemosmásremedioquefingirqueloquetupadrecuentaescierto,asíque,porunavez,nolohagastodomásdifícil.—Peroéllamatóapropósito,asupropiahija.Fueunasesinato.Tenemosque

contárselo a alguien, a la Policía —gritaba porque ya no me importaba queCarmen, o incluso padre, pudieran oírme—. ¿Cómo has podido hacerme algoasí? Callarte y permitir que sea yo la que cargue con la culpa cuando todossabéislaverdad.—Laverdadessolo loqueunhombredicequees.—Mamáseolvidóde la

muñecaqueteníaenlasmanosunmomentoperonomemiró—.Mipalabraolatuyanovalendenadacontralapalabradetupadre:élesunhombreyademásmarqués. Pregúntale aCarmen si nome crees, ella lo sabe bien, y tú tambiénaprenderásesaleccióntardeotemprano.Mamá había envejecido diez años en esas dos semanas. Sumelena castaña,

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siempre perfectamente peinada con ondas al agua y fijador para mantener laforma,ahoraestabadescuidadaysucia.Habíacírculososcurosalrededordesusojosyunaarrugasehabíainstaladoenelcentrodesufrente.Llevabapuestaunagruesa bata de tela de albornoz de color granate mal atada, tan gruesa queparecía que iba a absorberla hasta hacerla desaparecer dentro en cualquiermomento.Debajollevabauncamisónarrugadoderasoquenosehabíaquitadoen semanas. No recordaba haberla visto arreglada desde nuestra fiesta decumpleaños.—Entonces¿porquémeculpáis todosamí?—lepreguntédolida—.Podías

habermeapoyado.Si sabesque fuepadre,¿porqué tengoquepagaryopor loqueélhizo?—Porquecontigopuedoestarenfadada.LearranquélamuñecadeAlmadeentresusmanos.—Almayanonecesitaráestaestúpidamuñeca.¿Sabesqueellalaodiaba?—le

dijeamamáapesardequepodíanotarcomoseagolpabanlas lágrimasenmigarganta—. Odiaba esta estúpida casita con sus muebles en miniatura, suscortinas de brocados, la porcelana china diminuta y las alfombras a medida.Alma lo odiaba todo y se burlaba a menudo de ti por habernos regalado lamaldita casa. Decía que era un regalo propio de imbéciles superficiales yegoístas a los que les gusta derrochar el dinero. Así era en realidad vuestraqueridaAlma.Sujeté lamuñecacon fuerzaycon laotramanoempecéaarrancarleelpelo

negrodelacabeza;losmechonesestabanbiencosidos,asíquemeresultómásdifícildeloquepensaba.—¿Quéhaces?¡Déjala!—gritómamáintentandoarrancarmelamuñecadelas

manos—.Paraya,Estrella.Conseguíarrancarleunmechónmásantesdetirarlaconrabiacontraelsuelo

delabibliotecajuntoalamía.—Ahoravolvemosaseriguales—dijecondesdén.Mamásetiróalsueloyrecogiólamuñecadespeinadaacariciándolaentresus

manospálidasconlasuñassinpintar.—Eresmala,Estrella—murmurósinmirarme—.Siemprepensandoenhacer

daño.Ojaláhubierassidotú.—Sí,ojalá.

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Mamámemirócomosiporfinsehubieradadocuentadeldañoquemeestabacausando,perolapuertadelabibliotecaseabrióconungolpetanfuertequelamanilladebroncedejóunamarcaalimpactarenlapared.—¿Quépasaaquí?¿Sepuedesaberporquéhaytantoalborotoaestashoras?

—bramópadre—.¿Noshemosvueltotodoslocos?Elmarquéslehabíadadounapatadaalapuertadelabibliotecaparaentrar,su

cararedondaestabaenrojecidaporlairacomocuandovioaAlmaconTomásenelclarodelbosque.Mefijéenqueapretabalospuños.—Nopasanada,José.Laniñanopuededormiryhabajadoabuscarunlibro

paraentretenerse.Yasemarchaba—dijomamáintentandofingircalma—.Todoestábien,vuelvealacama.—Amínomedigasloquetengoquehacer,quetambiéneramihija.Yaversi

te vistes como lasmujeres de verdad otra vez, que eres la señoramarquesa yparecesunapueblerina,todoeldíaconesabatamedioabiertayesepelosucio—lereprochóamamá.Después,sevolvióhaciamí—.¿Ytúquémirasconesacara? Si no hubieras tenido la lengua tan larga tu hermana seguiría aquí. ¿Yaestáscontenta?Pensé en decirle que Alma seguía estando aquí. Ahora mismo podía verla

sentadaenlabiblioteca,ensusitio,enlamismasilladondesolíahacerlocadamartes y jueves cuando la señorita Lewis venía a darnos clase de francés yliteratura.—Túlamataste.QueríasdispararaTomásperoolvidastequelaescopetadel

abuelotienelamiratorcida.Piensocontarleatodoelmundoloquehashecho—le amenacé—.Me da igual que seas elmarqués o que seasmi padre, pormícomosiereselmismísimopapadeRoma,túhasmatadoamihermana.Aunque logré que mi voz sonara clara y firme me temblaban las piernas

debajo demi camisón. Imaginé que padre se enfadaría, puede que inclusomepegaraotravezcomohabíahechoenlafiestadecumpleaños,peroenvezdeesoelmarquésechólacabezahaciaatrásyserio.—¿Yquévasahacer?¿Vasacontárseloalagente?Nadietevaacreer—dijo

éltodavíaconunasonrisaensuslabiosfinos—.TodoelmundoenBasondosabeque odiabas a tu hermana. Eres tan idiota que tenías celos de Alma por unmuchachoasquerosodelpueblo,tantocomoparadesearqueyoacabaraconellaenvuestrapropiafiesta.

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—Tomás sabe laverdad.Él estabadelante cuandodisparaste aAlma, loviotodoy lo contará también, los dos contaremos lo que sucediódeverdad en elclaro.—Estrella...—mamáme sujetó del brazo con lamano libre—.Vuelve a tu

habitación,noeshoraparaqueestéslevantada.Mañanapensaremosquévamosahacercontigoyconesaformatuyadeser.Peroyomesoltédesumanoparavolveraencararmeconpadre,medetuvetan

cercadeélquenotéelolorawhiskymezcladoconcoloniaquedesprendíasucuerpo.—Piensocontarlotodo—añadí—.Puedequenovayasalacárcelporloquele

hashechoaAlma,perocuandoTomásselocuentealpadreDávila,tú...—Québocazashassidosiempre—mecortó—.Esezarrapastrosoyaseloha

contadotodoaDávila,lohizonadamássalircorriendodelbosqueconelraboentrelaspiernas.Fuederechitoalaiglesia,elmuycobarde...—José, la niña solo está disgustada.No sabe lo que dice, ¿no ves que está

tristeporlodesuhermana?—intentóapaciguarlemamá.—«Laniña», «la niña»—repitió elmarqués—.No serán tanniñas si andan

dejándosesobarporahíporelprimeroquepasa.Túlashasmalcriadocontantaprofesoradelujo,tantosvestidos,librosyjuguetesestúpidoscomoese.Padre se acercó a la casita demuñecas dando zancadas ymetió la mano a

travésde lasventanasdel primerpisoparadarunmanotazo a losmuebles enminiaturadelsalónyelcomedor,quecayeronalsuelodelabiblioteca.—GraciasaDios,elpadreDávilasabebienquiénmantieneestepuebloaflote

ymecontóloqueesepájarolehabíadichoantesdehacernada—continuó—.Porquesinmí,sinlaminaZuloagaysinmisnegocios,Basondosehundiríaenlamiseria: los hombres tendrían que buscar trabajo en otro sitio, las tiendas delpueblo cerrarían, el tren del norte dejaría de parar aquí... Y todo por esedesarrapado,menosmalqueyameheocupadodeél.—¿Quélehashecho?—lepreguntéconunnudoenlagarganta.No había visto a Tomás desde la noche en que Alma murió. Cuando se

desangró empapando la tierra de nuestro claro con su sangre, Tomás saliócorriendo haciaBasondo.No sabía nada de él desde hacía dos semanas, peroimaginé que estaría en casa llorando por Alma, o tal vez en la sacristíaestudiando paramantenerse ocupado y dejar la pena fuera de su pensamiento.

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Hastaesemomentonosemehabíapasadoporlacabezalaideadequepadrelehubierahechoalgomalo.—Hehabladoconsupadre,leheexplicadoloquelepasarásisuhijolevacon

elcuentoaalguien.—¿Lehasamenazadoconecharlede laminasiTomáscuenta laverdad?—

pregunté,aunqueyaimaginabalarespuesta.—Sí.Ycondenunciarasuhermanoelmancoylosdemássindicalistasantela

GuardiaCivil.SiTomáshabla,supadreperderáeltrabajoyarrestaránasutíoya losdemás.Sin trabajo semorirándehambrecomo las ratas traicionerasqueson.—¿YTomáshaaceptadoeso?—preguntéconunhilodevoz—.¿Teguardará

elsecreto?Casinomesalíanlaspalabrasmientraslasideasseagolpabanenmicabeza,

peroun calorhormigueante empezaba abullir debajodemipiel.Almaestabamuertayenterrada,peroenvezde intentarvengarseoexigir justiciaparaella,Tomás,elmismochicoquesusurrabasunombrecomoeldenadiemásyquelabesabaenelcuelloaquellanoche,preferíatraicionarlaconsusilencio.—Pues claroque cerrará la boca, no es estúpido.Legustamuchohablar de

políticaydederechos,perosabebienloquepasarásilocuenta.Élhaelegidoelsustento de su familia y el suyo propio antes que a vosotras dos—respondiópadre—.¿Quépensabas?¿Creíasqueesemuchachoosqueríadeverdadoqueos ibais a casar con él? Hay que ver qué fácil es engañar a lasmujeres parametersedebajodesufalda,aunqueseanmarquesas.Me lancé contra él sin pensar.Padre eramuchomásgrandequeyo, pero le

cogíporsorpresay logréqueretrocedieramientrasyolearañabaelcuellocontodasmisfuerzas.Elmarquéspisóunadelassillitasenminiaturadelacasitademuñecas que había tirado antes y el mueble diminuto crujió bajo su pesomientrasyonotabamisuñashundiéndoseenlacarnearrugadaygrasientadesucuello.Mamágritó,peropadremesujetópor loscuellosdelcamisónydespuésme

tiróalsuelo.Megolpeélapartedeatrásdelacabezaconalgosólidoalcaer,elcantodelapuertadelabibliotecaqueelmarquéshabíaabiertodeunapatada.—¡Estás loca! Tan loca como lo estaba tu abuela —me gritó mientras se

palpabalosarañazosensupapada—.Tumadrenoqueríaqueteenterarasaún,

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perotehemosmatriculadoenuncolegioparachicasenInglaterra,lasemanaquevieneestarásfueradeestacasa.—¿Inglaterra?¡No!—protesté—.Estaesmicasaynomevoyaningúnsitio,

túnopuedesecharme.Padre seagachó frenteamí, sentí su respiración furiosaenmicarayvi sus

dientesapretadoscuandodijo:—Yalocreoquetevasamarchardeaquí.Ysiseteocurrehablarmásdela

cuenta te prometo que la próxima vez que vea a ese piojoso lomandaré bajotierra con la estúpida de tu hermana, y a ti te sacaremos del colegio paraencerrarteenunmanicomioparalasquesoncomotú.¿Quedaclaro?Viamamádepiedetrásdeél,yanopodíacontenerlaslágrimasperotampoco

protestó ni intentó ayudarme, solo apretaba la muñeca de Alma en su manomientrasmirabalosmueblesenminiaturadestrozadosenelsuelo.IbanaenviarmeaInglaterraparamantenermecalladaydejarqueelescándalo

ylosrumoressobrelamuertedeAlmaseenfriaran.Sentílarabiacreciendoenmiestómago, subiendopormipechohastamigarganta: erauna rabia sordayabrasadora, tanto que casi noté cómome quemaba al pasar por los pulmones.Entoncesvielfuegoardiendodentrodelalámparadekerosenoquemamáhabíadejado sobre la mesita de ajedrez y una corriente recorrió mis brazos hastaconvertirseenchispassaliendodelasyemasdemisdedos.Elmarquésseapartódeunsaltocuandolovio,mamádejócaerlamuñecasin

darse cuenta y se cubrió la boca con lasmanos como quien intentamantenerdentroungritodeespanto.Laschispasseconvirtieronenllamascuandotoquéelsuelodelabiblioteca,elfuegosedeslizóporlostablonesderoblesiguiendouncamino invisible hasta llegar a los pies de padre.Mamá reaccionó primero ycogió lamantade lanaqueestabaen labutacapara tirarlasobreel fuego.Lasllamasseconsumierondeprisaasfixiadasbajolamanta,perohabíandejadounsenderonegroenelsueloqueempezabaenlapuertadelabiblioteca,dondeyoestaba,yllegabahastalospiesdepadre.Asustada, me miré las manos esperando verlas cubiertas de quemaduras

terriblesydecarnechamuscadaperoestabantanpálidascomosiempre:nohabíarastrodeheridasodeningunaotraseñalenmipielquepudieraindicarquehabíaacariciadoelfuego.—Monstruo—medijomipadredespuésdehacerseelsímbolodelacruz—.

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Ojalá alguien más piadoso que yo descubra cómo eres en realidad y acabecontigo.

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Segundaparte.Agua

SEGUNDAPARTE

AGUA

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Dientesdeleón

DIENTESDELEÓN

ElSt.Mary’sBoardingSchoolforGirlserauneleganteydiscretointernadoenSurrey,aunoscincuentakilómetrosdeLondres.Elprimerañoquepaséallínorecibíningunacartadecasa,nipornavidadesni

pormi decimosexto cumpleaños, nada. Tampoco las esperaba porque, cuandomamámeacompañóenelcochequemellevódesdeBasondohastaelpuertodeBilbaoparasubirmeenelferricondestinoaInglaterra,nisiquieramemiróentodoelviaje.Aqueldíamamásehabíapintadolasuñasyloslabiosdecolorrojootravez,tambiénsehabíaarregladoelpeloyllevabaunvestidoazuloscuroconmuchovueloensu faldayunsombreritode fieltroa juego.HabíapasadounasemanadesdequeleprendierafuegosinquereralsuelodelabibliotecadeVillaSoledad.—Teenviaremoselrestodetuscosascuandoyatehayasinstalado.Elcolegio

tiene su propio uniforme, así que no necesitarás casi nada de lo que dejas encasa,perodetodasformasleencargaréaCarmenqueteenvíeloimprescindible—mehabíadichomamácuandollegamosalmuelle—.Tuslibros,lascuartillas,eluniformeytodoloquepuedasnecesitaryateestáesperandoenelcolegio.Mamálediocincuentacéntimosaunmozodelacompañíadelferriparaque

meayudaraasacardelmaleterolapequeñamaletademanoquehabíapreparadolanocheanteriorperonosebajódel taxiparadespedirseoparaacompañarmehastalapasarela.Solomesonriódebajodeltuldesusombreroantesdehacerleungestoalconductorparaquedieralavueltafueradelmuelle.YonuncahabíasalidodeBasondo,nisiquieramehabíaalejadomásdediez

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kilómetros de la mansión, precisamente por eso, cuando vi pasar Londres através de la ventanilla del tren queme llevaba hasta Surrey, decidí que jamásvolveríaacasaparaquedarmeallí.Esaciudadmodernayruidosa,conedificiosmásaltosquealgunosdelosárbolesquecrecíanennuestrobosqueoloscochescirculando por avenidas con enormes carteles publicitarios que se iluminabancomounballetmal sincronizado, no se parecía a nadaqueyohubiera podidoimaginarnienmilesdeaños.MividaenelinternadoSt.Mary’sparachicaseramuydistintadelaquetenía

en Villa Soledad. No había ningún bosque cerca, apenas unos campos concolinas suaves y ondulantes de hierba verde corta y espesa, aunque sí habíabastantes árboles—tilos y robles sobre todo—que crecían separados entre sí.Tampoco se veía el mar, ni había cuevas misteriosas con pinturas antiguas ominasabandonadasparaperdersedentroyolvidarsedelmundo.Loquesíhabíaeralluvia,casitantacomoenBasondo,ytambiénfrío:laclasedefríohúmedoygrisquesetemetehastaloshuesos.Eraelmismoclimacambiantealqueestabatanacostumbrada.Algunas internassiempreparecían tener fríoy,paranocaerenfermas,seponíandosjerséisdelanadebajodelachaquetaazulconelescudodelcolegiobordadoenelbolsillo.Lamayoríadelasalumnaseranbritánicasconla piel lechosa, pelo rubio y ojos claros, pero también había chicas de otroslugares:unadocenadeamericanas,dosgemelas francesasquehablaban inglésconunacentoimposibledeentenderyunachicaitalianaconlosojosenormesqueestabayaenelúltimocurso.Lasde segundocontabanqueera lahijadeljefemafiosomáspoderosodetodoMilányquesupadrelahabíaenviadoalSt.Mary’sparaprotegerladesusenemigos.Mi compañera de habitación, LucyWelch, era norteamericana, de Chicago.

Lucyteníaelpelomásnaranjaquehabíavistojamás,losojosdeunbonitocolorcastaño, la nariz cubierta de pecas y un cuerpo que parecía el de una chicamuchomayor.Mecontóquesuspadreseranlosdueñosdeunapequeñafábricade maquinaria agrícola que producía tractores y cosechadoras automáticas,aunquemeconfesóque,enlosúltimosaños,laempresafamiliarnoibatanbiencomoantesporculpadelaGranDepresión.Lucyeralamayordesushermanas.Teníaunafotografíadelascuatrosobresumesilladenocheenlahabitaciónquecompartíamos,queyosolíamirarsinqueellasedieracuenta:elmismorostropecosoyelmismopelodecolorzanahoriamultiplicadoporcuatro.Lucy,consu

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apariencia tosca y algo campestre, no era muy apreciada entre las chicasdistinguidas del St.Mary’s—todas tenían almenos tres generacionesmás deantepasadosricosqueella—,asíquesiemprequenoestabaescondidaenelbañollorando, estaba conmigo.No coincidíamos en todas las clases: además de lasasignaturascomunesdelaescuela,Lucyhacíateatroydanzacomoactividadesextraescolares, mientras que yo me había apuntado a clases de economíaavanzada.Salvoesashoras,elrestodeltiemponoseseparabademí.—EsteveranomispadresmellevaránalaExposiciónUniversal,secelebraen

Chicago,¿losabías?Eltemaes«Unsiglodeprogreso»porquesecumplencienañosde la fundacióndemi ciudad—mecontóLucyemocionadamientras lasdos fingíamos estudiar alemán en la biblioteca—. Estoy deseando que lleguejulioparamarcharmedelcolegio.Teecharédemenos,claro,peroquierovolveraveramispadresy,sobretodo,amishermanas.—Seguroqueellastambiénteextrañanati—dijeintentandoseramable,pero

lociertoeraqueLucyysuenormefamiliadepelirrojosmedabanciertaenvidia.AlmamehabíaseguidohastaelSt.Mary’s.Ahoramismo,mientrasnosotras

hablábamos, mi hermana estaba sentada al otro extremo de la larga mesa debibliotecajugueteandoconlalamparitadeestudioquenodejabadeencenderyapagar.—Extrañounpocoeljaleoquehayencasa,siendocuatrohermanasfigúrateel

lío.Aquísiemprehaymuchosilencio,demasiado.—Lucymiróalalamparitadeestudio al otro lado de lamesa que se encendía y se apagaba sola—.Será uncablehúmedo,puedequesehayamojadoconlalluvia.—Sí,esoserá—murmuré.Alma se levantó para pasearse entre los pasillos de estanterías repletas de

libros,deteniéndosedevezencuandoparaleermejoreltítuloescritoenellomodealgúnejemplar.Nosiemprelaveía.Avecespasabasemanasenterassinsaberde ella, hasta que empezaba a fantasear con la idea de que tal vez se hubieramarchadoparasiempre,perojustoentonceslavolvíaaversentadaenelmuretede la fachada norte del edificio donde estaban los dormitorios, debajo de unárbol del jardín mirando a las demás alumnas mientras jugaban al softball, ocomo ahora, sentada a una de las largas mesas vacías de la biblioteca. Almanunca hablaba cuando me rondaba por los pasillos del colegio y tampoco semolestaba en responder a mis preguntas por mucho que yo lo intentara, y lo

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habíahechocontodasmisfuerzas:desdegritosasúplicasdesesperadas.Unavezinclusolehabíadejadonotitasescritasconeldedoenlosespejosempañadosdelbaño compartido de la segunda planta para que las leyera, pero no habíaconseguido que me dirigiera la palabra ni una sola vez en todo ese tiempo.Simplementesequedabamirándomeconsusojoscolormielmuyabiertos,igualque hacía cuando aún estaba viva y yo decía algo para fastidiarla. Si alguienademásdemípudieraverlaahoramismo,pensaríaqueAlmaerasolootradelaschicas que estudiaban en el St.Mary’s, aunque no llevara puesto el uniformeazul oscuro con el escudo del colegio bordado en el bolsillo.Más de un añodespués de sumuerte,Alma seguía vistiendo elmismo traje blanco de encajehastalospies,conelpelorecogidoenunacoronadetrenzassobrelacabeza.—¿...esteaño?—preguntóLucy.Yo aparté los ojos de Alma para mirar a mi compañera de habitación que

esperabamirespuesta.—Perdón,¿quédecías?Envezdeenfadarse,Lucymesonriócondulzura.—¿Que si vas a volver a tu casa este verano? Seguro que tu madre está

deseandoverteotravez.Llevascasidosañosenelcolegiosinvolveracasaniunasolavez—medijosinperdersubuenhumor—.LomíotieneexcusaporqueChicagoestáalotroladodelAtlántico,perotú...,túsolotienesquecogereltrenhastaPortsmouth y después el ferri hastaBilbao, dos días de viaje, tres comomáximo.—Nopiensovolver,jamás—respondímuyconvencida.Almahabíadesaparecidoentrelasestanteríasdemaderadenogalqueolíana

humedadyalibrosquenohabíansidoabiertosenmuchosaños.—¿Novasavolvernunca?¿Yquépasarácuandoterminesenelcolegio?—

Lucyinclinólacabezahaciaunladoylaspuntasdesupelocobrizoacariciaronla superficie de lamesa—. ¿Piensas quedarte en Inglaterra para siempre? ¿Dequévivirás?—Nolohedecididoaúnynomeapeteceseguirhablandodeeso—lacortéde

malosmodos—.Ytú¿quévasahacercuandoacabesenelSt.Mary’s?¿Yalohasdecidido?Lucydejóescaparunsuspiroqueresonóenlabibliotecamediovacíaantesde

responder:

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—Casarme,supongo,nohaymuchomásquepuedahacer¿no?Amiedadmimadreyaestabaembarazadademí,nodejaderepetírmeloentodassuscartas.He intentado sermás femenina y unpocomenos alocada, pero ni siquiera asíconsigoqueloschicossefijenenmí,ymuchomenossimepasolavidametidaenelSt.Mary’srodeadadeotraschicas...Nohabíaunsolochicoentodoelcolegio,ytampoconingúnhombre.Incluso

las trabajadoras, encargadas de mantenimiento, reparaciones y jardineras eransolo mujeres. Según la directora del internado, la señorita Richardson—unamujer elegante, alta y delgada con un moño canoso y gafas sujetas por unacadenita—nohabíahombresenSt.Mary’spara:«Evitarsituacionesincómodasconchicosyprotegernosanosotras.»Laschicasdelprimercursopasabanhorasespeculando en la sala común sobre qué era lo que la directora Richardsonqueríadecirexactamentecon«evitarsituacionesincómodasyprotegernos»peroyoya losabía: lohabíadescubiertodegolpe lanocheenqueAlmamurió.Ladirectora—igualqueelrestodelasprofesoras,internas,cocinerasytrabajadorasdelcolegio—sabíatácitamentequecuandounasituaciónsevolvía«incómoda»nosotrassiempreéramoslasperjudicadas.«Notecreasqueéllovaapagarsisedesmadranconlosbesos:todalaculpa

seráparalachica,deesopuedesestarsegura.Paraellaserálaculpayparaélladisculpa»,noshabíadichoCarmen.Yonoentendídel todo loquequisodecirconesaspalabrashastaqueenterramosaAlmaenmediodelescándalomientrasque Tomás seguía caminando libremente por Basondo como si nada hubierapasado.—Puedeque la visita a la exposición este verano enChicagome sirva para

encontraralgúncandidatoafuturomarido—añadióLucyconunarisitanerviosa—.Opuedequemispadresyahayanelegidounoyquieranpresentármelo,poresotantainsistenciaenquevayaavisitarles,quiénsabe.«Dentrodeunpardeañosestarévistiendodenoviaenestamismahabitación

a alguna de vosotras.» Aquellas palabras de Carmen resonaban ahora en micabezacomosilashubieraescuchadounmillóndeañosantes.—Yono pienso casarme nunca—dijemuy seria—.Mi antigua niñera tenía

razón:loshombressoncomolapeste,lodestruyentodoynolesimportaeldañoquecausan.—Mujer,notodosloshombressonasí—respondióLucy,aunquenoparecía

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muyconvencidadeello.Pensé en el abueloMartín, quehabía comprado a la abuela para obligarla a

casarse con él solo porque esa era su voluntad; en padre, que había hechodesgraciadasamimadreyaCarmen,yenTomás,queguardabasilenciosobreelasesinatodeAlma.—Todoslosqueyoheconocidoloson—terminé.Tomás nome había escrito ni una sola vez desde que llegué al colegio. La

amenazadepadredebióconvencerleporquetampocorespondióaningunadelascartasqueyoleenviédesdeSt.Mary’s,hastaquealfinaldejédeinsistir:sinoquería hablar conmigo después de lo que había pasado —ni siquiera parahacermesaberqueestababien—peorparaél.Pormiparte,yoyahabíadecididoque Tomás era solo un cobarde sin corazón que nunca nos había querido deverdadniaAlmaniamí.Y,sinembargo,lasensaciónalvolverlavistaatrásnomedejabatranquila,comoelrecuerdodeunapesadillaquetardaunpocomásdelo habitual en desvanecerse y continúa flotando dentro de nuestra cabezacubriendo cualquier otro pensamiento con una neblina espesa: Tomás, VillaSoledad,elbosque,nuestroclarosecreto,lacuevadelasestrellas...Alma.—¿Yquévasahacerentonces?—LavozdeLucymedevolvióalarealidad.Meencogídehombrosdentrodelachaquetadeluniforme.—Soybuenaeneconomíayconlosbalances,puedequemehagaempresaria,

contable,administradoraoalgoasí,nolohedecididoaún.Lucysoltóunarisotadaysupelodecolorzanahoriasemovióensucoleta.—¿Empresaria?Nocreo,esosuenamuyaburrido.No,atitepegamáshacerte

actriz,cantantedeópera...Además,¿túnoeresmarquesaoalgoparecido?Creíaqueesoerauntítulodeporvida.—MimadreesahoralaseñoramarquesadeZuloaga.—EnEstadosUnidosnotenemosmarqueses,condesninadadeeso,perosino

encuentrastrabajonimaridosiemprepuedesvenirteconmigoaChicagocuandoacabemosenelcolegio.—Susojoscastañosbrillaronencantadosconlaidea—.Seríaestupendo: túpodríasvivirencasaconnosotrosohacerde institutrizdemishijoscuando los tengayenseñarles todo loquehasaprendidoaquí.Yo tepagaría,claro,ylasdospodríamosseguirsiendoamigascomoahora.Melevantédelasillasinimportarmequelaspatasarañaranelsuelodemadera

centenariaconundesagradablechirrido.

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—Desde luegoquenovoya trabajarpara tinipara tu familiadepelirrojos,muchasgracias.Puedesestarseguradequenovoyaserlaniñeradetuprole,nisuinstitutrizninadaparecido—dijemientrasrecogíaatodaprisamislibrosdealemányelrestodemiscosasesparcidassobrelamesa—.Pagarmeunsueldotúa mí, pero ¿cómo se te ocurre semejante disparate? No necesito tu malditaayuda,muchasgracias.SalídelabibliotecasindespedirmedeLucyperotodavíaconelmiedodentro

delcuerpoporhabermecondenadoyosolitaaserunavulgarinstitutrizcomolaseñoritaLewis.Opeoraún,unasimpleniñeracomoCarmen,siemprealserviciodelosniñosydelamodelacasa.

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Enverano,elinternadoSt.Mary’sparachicassequedabaprácticamentevacío.Lasprofesoras,cocinerasylimpiadorasregresabanasuspueblosoalaciudadycasitodaslasalumnasvolvíanasuscasasparapasarelveranoconsusfamilias.Entre los muros de piedra gruesa del colegio solo nos quedamos la directoraRichardson,lagobernantadelaescuela,laseñoritaAmelia—quesegúndecíanlos rumores tenía una relación pecaminosa con la directora—, una de lasjardineras y otras tres alumnas a las que sus padres habían olvidadoconvenientementeenelcolegioyyo.YahabíapasadoelveranoanteriorenSt.Mary’speroestavezlosdíasclarosy

brillantes se me hicieron eternos, terriblemente aburridos. Intenté leer paraentretenerme. Las otras chicas no me caían bien y yo a ellas tampoco, y noestaba interesada en espiar a la directora y a la gobernanta para ver si losrumoresquecirculabansobresurelacióneranreales,asíqueadelantétodaslastareas pendientes de mis asignaturas y después me dediqué a pasear y a leercualquierlibroquecaíaenmismanos.Lainmensabibliotecadelcolegioestabasiempreabiertaadisposicióndelas

alumnas,peroyopreferíalasnovelasdeaventurasodemisterioquesucedíanenlugareslejanosyexóticosantesqueloslibrosacadémicos.LosprimerosdíasmesentésolaenlasilenciosabibliotecadelSt.Mary’sconminovelasobrelamesa,peroAlma solía pasearse entre las estanterías o subía la escalerilla demaderaque usábamos para llegar a los estantes más altos y se sentaba en el últimoescalóncongestoaburridomientrasyofingíaleer.Prontomecansédesentirsusojosdoradossiguiéndomeporlospasillosdelaescuela,observándomemientrasintentaba dormir o cuando pasaba el rato en la sala común leyendo revistas

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atrasadasdecine.—Empiezoaestarhartadeti,deverteentodaspartes,¿nisiquieraahoraque

estásmuertamevasadejarenpaz?Yonotematé,¿porquénovasarondaraTomás?¿Oalmarqués?¡Élfuequienapretóelgatillo,noyo!—legritéundíamientrasbuscabalasmediasazulesdemiuniformeenloscajonesdelacómoda.Alma no me respondió, se quedó mirándome con esa expresión de

superioridadtansuya.—Sabías que ibas a morir tú, lo sabías desde que la abuela Soledad se te

apareció en nuestro claro después de suicidarse, pero jamás me lo contasteporque querías que me sintiera culpable y desgraciada después de tu muerte.Puesentératedequemedaigual.Inclusodespuésdemuertasiguessiendounafalsayunamanipuladora.Empecé a cansarme de susurrar a solas como solía hacer el abueloMartín

cuandoperdiólacabezaysepasabaeldíaenbatarecorriendolospasillosmásoscurosdelamansión,recitandonombresynúmerosdecargamentosdebarcosquehabíanzarpadomuchosañosatrás.Losdíasquenollovía,pasabaelratoenelpradoquehabíadetrásdeledificioprincipaldelcolegio.Noeracomoestarotravezenmibosqueperomesentabadebajodeunarceconunlibroydejabaquelaspalabrasdeotrosllenaranmicabezaduranteunrato.Unpar devecesdurante aquel verano solitariome sentí tentadadevolver a

escribir a Tomás deseando saber de él—incluso llegué a escribirle una cartahorribleen laque leacusabadehabermatadoaAlmaporsegundavezconsusilencio—, pero sabía que mi orgullo no me permitiría echar más cartas alCorreo para él, no después de que me hubiera ignorado tan dolorosamenteduranteestosdosaños.Tambiénhicecrecerunpuñadodedientesde leóncercadelarce rojodonde

pasaba el rato. No me costó ningún esfuerzo: simplemente coloqué mi manoabierta sobre la tierra y unos segundos después un diente de león empezó acrecerentrelahierbacortayespesa.Nosangréporlanariznimesentímareadadespués de que la tercera flor asomara entre la tierra, así que supuse que losinsulsosdientesde leónno iban contra la naturaleza, no comoaquel pinoquetodavíadabamanzanasrojas.Esatardedescubríqueporfinestabaaprendiendoacontrolarmispoderes.Antesdeaquello,siemprequehabíahecholevitarunaflor,unbosqueenterooprovocarunincendio,apenasmehabíadadocuentade

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cómosucedía,peroesatarde,sentadaenlaladerasuavedeljardínoeste,medicuenta de que podía manejar la naturaleza a mi antojo sin tener que estarenfadada.Alma,laculpa,loslibrosylaalfombradedientesdeleónconlosquecubríla

laderaoestedeljardínfueronmiúnicacompañíaaquelveranolargoyaburrido,poresomismomealegrétantocuandoLucyylasdemáschicasdelSt.Mary’svolvieron al colegio en otoño. Pero algo había cambiado enmi compañera dehabitación. No supe qué era exactamente hasta un par de días después de suvuelta,cuandoabriósusbaúlesdeviajeparaordenarsu ropayel restodesuscosasantesdequeempezaranlasclases.—Y tú ¿qué tal has pasado el verano aquí sola?—preguntó sinmirarme—.

Seguroquemejorqueyo.Estaba sentada en mi cama con las tareas de contabilidad abiertas sobre la

colchaazulmarino.Hacíaunratoquemehabíaolvidadodelosbalancesyloslibros de cuentas para observar a Lucy, mientras iba de un lado a otro de lahabitación.—Nohaestadomal—mentíparaqueellanosupiera lomuchoquelahabía

echadodemenos—.Y¿cómoestá tu familia?¿Al final fuiste a laExposiciónUniversal?Nodejabasdehablardeesolassemanasantesdemarcharte.—Sí, estuvo bien, sinmás—respondió encogiéndose de hombros—. Esmi

familia,peroyanosoncomoyolosrecordaba.Ahorasondistintos,oalomejorhesidoyo,nolosé,peronadaescomoantes.—¿Ha pasado algo?—No teníamucha curiosidad por el drama familiar de

Lucy, más bien ninguna, pero estaba agradecida de escuchar una voz que nofueralamía,paravariar—.¿Estántodosbien?Lucycolgóotraperchaconcamisasplanchadasdelabarradesuarmario,pero

antesdeempezaraguardarloscalcetinesparaelinviernosedejócaersobresucamaconunsuspiroprofundo.—Sí,loquepasaesquelafábricademispadresnovamuybien—admitió—.

Hantenidoqueecharacasitodoslostrabajadoresparapodersaliradelanteynoestánsegurosdepodercontinuarconelnegocioelañoqueviene,nosabenquévaapasar.MefijéentoncesenquelaropadeLucynoeranueva.Normalmente,cuando

terminabael cursooempezabaahacer calor, las familiasnosenviabandinero

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paracomprarnuevosuniformesalaencargadadevestuariodelaescuela—todocon el escudo del colegio bordado— según las estaciones. Carmen me habíahecho tres giros postales demucho dinero en nombre demimadre: dos paracomprar nuevos uniformes cuando los que tenía empezaron a quedarmepequeños,yotropormicumpleaños.Peronotéque lasmediasde inviernodeLucyhabíansidoremendadassinmuchadelicadeza—podíaverelhilonuevoenel talón desde donde estaba— y vi que su falda azul marino tenía el mismodesgarróneneldobladilloquelaprimaverapasada,cuandosearañósinquererconlasillamientrasestudiábamosenlabiblioteca.—Lamento lo de tus padres y lo de la fábrica—le dije, pensando más en

cuántotiempopodríaseguirabiertalaminaZuloagaqueenlasdesgraciasdesufamilia—.MalditaeconomíaymalditaDepresiónquenoterminanunca.—Sí,noséquépasaráconelnegociofamiliarelañoqueviene,peronotodo

sonmalasnoticias:elveranoenChicagotambiénmehadejadounasorpresa.—UnapequeñasonrisacruzóloslabiosdeLucy—.Heconocidoaunchico.Élesunoscuantosañosmásmayorqueyo,bastantesenrealidad,perosufamiliatienemucho dinero, dinero antiguo, y él es dueño de un rancho en California demuchashectáreasconovejas,vacasyesascosas.Ycreoquelegusto.—Oh,vaya.Mealegroporti—dijemientrasfingíaquemeestirabaunaarruga

enlafaldanuevademiuniforme—.¿Ycómosellamaelafortunadovaquero?Medaba igualelnombredelchicoaunquenoquiseadmitirque tambiénme

fastidiabaunpocoqueLucy,consusmofletesregordetes,supelodezanahoriarizadoconunpatrónimposibleysusmodalesdecampesina,hubieraconocidoaunchicomientrasyohabíapasadoelveranoaburridaconlaúnicacompañíadelosdientesdeleón.—SellamaMason,MasonCampbell.Esguapísimo,tanguapocomounactor

decine.Tieneelpelorubio,losojosazulesylapielbronceada.¡EsigualitoqueGary Cooper!—dijo Lucy entusiasmada—. Hemos paseado juntos por lospabellones de la exposición, tomado un helado de limón en el parque los dossolos e incluso le he acompañado a la oficina de Correos para recoger unospedidosdematerialparasuranchoyalgunosdocumentos.Sonreí por cortesía. Habían tomado helado de limón los dos solos. Me

pregunté si eso era algún tipo de código secreto para insinuar que se habíanacostadoymeacordédeAlmayTomásennuestroclarodelbosque.Perono,

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sabíaqueparaLucy«tomarheladodelimón»erajustoeso.—PuesparecequetelohaspasadomuybienenChicago—ledije.—Muybien, y lomejorde todo esqueMason tiene suficientedinero como

paraquemishermanaspequeñasnotenganquedejardeestudiarsialfinalmispadresterminancerrandolafábrica,Diosnoloquiera.Lucymehabíacontadounañoantesqueensufamiliaerantodosevangelistas,

muy conservadores. A su padre no le parecía bien que sus hijas estudiarandemasiadoporqueopinabaqueerasuficienteconquelasmujeressupieranleeryescribir. Lucy era una especie de prueba: un conejillo de Indias pelirrojo. Laapuntaron alSt.Mary’s cuando la empresademaquinaria agrícola todavía ibabien para darle un aire más elegante a la familia: tener una hija estudiandointernaenotrocontinenteeracomocomprarunpurasangreotenerunacasadevacaciones en laRiviera francesa. SiLucy se esforzaba lo suficiente y sacababuenasnotasenelSt.Mary’s,sushermanaspequeñaspodríanseguirestudiando.Pero cuando las cosas empezaron a ir mal en la empresa, el padre de Lucydecidióquesushermanasnoseguiríanestudiandoelañopróximo:tendríanquebuscarseuntrabajoounmaridoqueseocuparadealimentarlasparanoserunacargaparasufamilia,loprimeroquepudieranencontrar.—Mealegroportiyportushermanas—lerespondí,yeraverdad.—Sí,yotambién—respondióLucyaliviada—.Noquisieraqueellastuvieran

quedejardeestudiarparacasarseya,sondemasiadojóvenesparaeso.Lamáspequeñatienesolodoceaños,peromipadrenoescuchaanadie,nisiquieraamimadre,soloimportaloqueéldecida.Mirélafotografíaensumesilladenochedesdedondelascuatrohermanasme

sonrieronconsusdientesdeconejoysusmelenasrizadas.—Losiento,sécómoeseso.—Es injusto.Me he esforzadomucho aquí en el colegio para tener buenas

notasydemostrarleamipadrequesoytanlistacomocualquierchico,merezcopoderseguirestudiandosiesoesloquequierohacer,igualquemishermanas—añadió—. Papá quiere queMason haga una inversión de capital en la fábricaparaayudaralafamiliay,depaso,demostrarquevaenserioconmigo,quesusintenciones sonbuenas, yame entiendes, pero no estoy segura de simegustamuchoesaidea.Nosedebenmezclarlafamiliaylosnegocios,¿no?MesentítentadadedecirleaLucyquesupadreyahabíamezcladolafamiliay

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losnegociosalestardeseandovenderlaaltalMasoncomoenunadeesasferiasdeganadodondesecompranysevendenanimalesalmejorpostordespuésdepasearlosenundiminutocorral,peromecontuveenelúltimomomentoparanoherirsussentimientos.—¿Ytúlegustas?AMason,quierodecir.¿Tehahechoalgunaproposiciónen

firme?—Sí,creoquelegustolosuficientecomoparaquequieracasarseconmigo—

afirmóconsusmejillasmássonrosadasde lohabitual—.Todavíanohaynadaoficial, claro, pero sé que planea hacerme «la gran pregunta» porqueme hancontado que ha encargado redecorar el rancho, comprar cortinas nuevas, sofáselegantes,untocadiscoseinclusounanuevacocina.¿Yparaquéibaunhombreamolestarseencomprartodoesosinoplaneacasarsepronto?—Vaya...puesfelicidades.Lonormalhubierasidolevantarmeparaabrazaramicompañeradehabitación

porsupróximocompromiso,peronomemovídedondeestaba.—Gracias,peroestoyunpoconerviosa.Yonosoycomotú,Estrella:nosoy

guapa, ni elegante, ni tengomodales demarquesa o esa aura demisterio quesiempreteacompaña.Yosoycomosueledecirmipadre:provinciana.—Talveztupadredeberíaaprenderaguardarsesusopinionesparasímismo

—murmuré.—Sí,supongo.Envezdeenfadarsepormicomentario,Lucysonrióaliviada.Medicuentade

queellatambiénestabahartadequesupadre—ysufamilia—ledijeransiempreloquedebíahacer.—Me preocupa un poco queMason se asuste o que se piense mejor lo de

nuestrocompromiso.Tampocohacetantoquenosconocemosypodríaanularlotodosinoestá seguro—añadióella retorciendo lasmanosenel regazo—.NoquieroqueMasonsedécuentadequeyonotengomaderaparaserlaesposadeunterrateniente:lomíonosonlasfiestas,losbailesninadadeeso,ysuranchoestáenCalifornia,muycercadedondesehacentodasesaspelículasquevemosenelReginald.¿Teloimaginas?PodríainclusovisitarLosÁngeles.El Reginald era un pequeño cine de Surrey. Lucy y yo solíamos ir allí los

domingos por la tarde—solo un domingo de cada mes— cuando la señoritaRichardson nos daba tiempo libre fuera del recinto de la escuela a todas las

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alumnas.Amínuncamehabíaninteresadodemasiadonielcinenilasestrellas,apesar de que había pasado horas conAlmamirando fascinadas las revistas deCarmen. Sin embargo, en el último año, había empezado a gustarme verpelículas en la enorme pantalla del Reginald. Me encantaba sentarme en susviejas butacas desgastadas donde podía notar losmuelles clavándoseme en laespalda cada vez quememovía, hacer cola frente al edificio para comprar laentradaoelolorapolvo,golosinasypalomitasreciénhechasqueflotabaenelairedelasala.Tantomegustabaqueahoraesperabaansiosaesemediodomingolibre que la señoritaRichardson nos daba cadames para poder caminar hastaSurreyconLucyyverunapelículajuntas.—El caso es que Mason va a venir este otoño para cerrar un negocio en

Londres.Nomehacontadoexactamentedequésetrataperohaymuchodineroenjuego.Poresovieneélenpersonaparaocuparsedetodoaunqueodiadejarelrancho—continuóLucyconlosojosbrillantes—.Mispadresyalehanpedidounpermisoespecialaladirectoraparaquemepermitaverloesosdías.—¿Yquéquieresdemí?Lucyseestiróymecogiólamanoconfuerza.—Ayúdame.Venconnosotrosalcine,apasearporLondresopordondesea

quevayamos.AsímedarámenosmiedoestarconélynomepreocuparátantoqueMasonpiensequesoyunapueblerina.Enmimente,MasonCampbellerapocomásqueunaldeanoconlosvaqueros

suciosdeestiércolyoloravaca,noteníaningúninterésenconocerle.—¿Atitegustaél?—lepreguntéconverdaderacuriosidad.—Nolosé,noestoyseguradequerercasarmeconélperolenecesito,ymis

hermanas también le necesitan para poder seguir estudiando. Yo no tengoprecisamenteunahileradehombres ricoshaciendocolaparacasarseconmigo,Masonesmiúnicaopción.—Lucy sonrió con resignación—.¿Quémedices?¿Meacompañarás?Anda,diquesí.Yohubieraaceptadocualquierofrecimientoparasalirunosdíasdelcolegio,ir

alcineovisitarLondres.—Claro, te haré de carabina —acepté por fin fingiendo que no estaba

deseandohacerlo.Lucygritóentusiasmadaymeabrazóconfuerzahastaquesusrizoscobrizos

mehicieroncosquillasenlanariz.

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—Gracias,gracias...—dijosinsoltarme—.Eresunaverdaderaamiga.Yonopodíasaberloentonces,peroasífuecomoconocíamifuturomarido.

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Sucedióunanoche

SUCEDIÓUNANOCHE

MasonCampbell no era el aldeano sucio con olor a estiércol que yo habíaimaginado.Resultó ser comoLucyme había descrito aquella tarde en nuestrahabitacióndelSt.Mary’s:rubio,altoytanguapocomounactordeHollywood.Mason tenía los ojosmás azules que yo había visto jamás, me recordaban alcolorque teníael aguadelCantábrico lasúltimas tardesdeveranocuando lasolasparabanyelmarestabaencalma.Nohablabael inglés refinadoyformalquenos enseñaban en el colegio, no, él hablabaun inglés conpocaspalabras:secoy sin ningún adornoo floritura.Me fijé también enque tenía un extrañoacentoquehacíaquelas«r»sonarancasicomo«sr»ensuslabios.MegustóMasonnadamásconocerle.LadirectoraRichardsonnohabíatenido

másremedioquecederantelasconstantesexigenciasdelospadresdeLucyparaquelepermitieraasuhija—yasucompañeradehabitación—salirdelcolegiounas cuantas horas aquella semana. Según me contó Lucy, sus padresamenazaronaRichardsonconrevelarsusencuentrosamorosos—notansecretos— con la gobernanta de la escuela si no nos permitían salir del recinto delcolegio.Penséque ladirectoraRichardson se enfadaría connosotrasoque talveznoscastigaríadespuésde leerel telegramaurgentede lospadresdeLucy,pero,envezdeeso,sequitósusgafas,siempresujetasconunacadenitadorada,ynosmiródesdesusojosgrises.—¿Esesoloqueustedesdesean,señoritas?¿Salirdelcolegioentresemanay

perderclasessoloparaverauncaballero?—nospreguntóensudespachoconlapuertabiencerrada.

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Intuí que la directora quería que le dijéramos que no era verdad, que enrealidadtodoeraunalocuradelospadresdeLucy,queestabanobsesionadosporcasarlaacualquierprecio.—Sí,esoesloquequeremos—respondióLucyresignada.Richardsonsuspiró.

EnloscasidosañosquellevabainternaenelSt.Mary’snuncahabíavistoaladirectorasuspirar.—Entonces,siustedesdosestándeacuerdo,nohaynadaqueyopuedahacer.

Puedenreunirseconesecaballerodostardesporsemanacomotanamablementehan solicitado suspadres, señoritaWelch—noscontestóRichardsondenuevocon su habitual tono profesional y distante—. Pero deben saber que todo eltiempoquehanpasadoustedesenelcolegioyolasheprotegido,igualquealasdemásalumnas.Unavezquesalganporesapuertayanopodréseguircuidandodeustedes.Nodijodequénoshabíaprotegidoexactamente,peroyointuíaqueteníaque

verconloschicosycon«lassituacionesincómodas».Lucyasintióensilencioyyolamiréderefilón.Laconocíalosuficientementebiencomoparasaberquesesentía miserable por haber ayudado a chantajear a la directora solo paraconseguirunpermisoespecialparaveraMason.—No quería hacerlo porque la señorita Richardson siempreme ha gustado,

peronohetenidomásremedioquepresionarlacomomehanpedidomispadresparaquenosdejarasalir—meconfesócuandoestábamosfueradesudespachoycaminábamoshaciaelpatiodelantero—.Mishermanasyyomismadependemosdequeelcompromisosigaadelante.Esfácilelegircuandonotienesopciones.

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HabíanpasadodosmesesdesdequeLucyhabíaregresadodeChicago.Masony ella se habían enviado varias cartas en ese tiempo pero todavía no le habíapedidomatrimonio formalmente y Lucy empezaba a impacientarse: dentro deunosmesesterminaríanuestroúltimocursoenelSt.Mary’syLucyaúnnosabíasiibaapoderestudiarunañoextradeespecializacióntalycomoellaquería.NisiquierasabíasisushermanaspequeñasenChicagoibanacontinuarasistiendoal instituto allí. Lucy estaba cumpliendo su parte y tenía las mejorescalificaciones de todo el curso, pero cuando le había preguntado a su madresobrelaposibilidaddeseguirestudiandoelañosiguientenolehabíadadounarespuestaclara.Yo tampoco sabía qué iba a hacer después de esas navidades, el curso se

terminaba y tendría la excusa perfecta para volver a casa después de casi dosañosfuera.Carmen—queeralaúnicaquemehabíaescritoenestetiempo—mehabía enviado una carta la semana anterior para decirme que esperaban miregreso a Villa Soledad para navidades y que la señora marquesa ya habíaapalabradoconunchóferque fueraa recogermealpuertodeBilbao,peroquetenía que concretarle el día de mi regreso. Yo no quería volver a Basondo ytampoco quería pensar enmi futuro—omás bien en la falta de él—, así quecuandoLucymepresentóaMasonaquellatardeencontrélaexcusaperfectaparaolvidarmedetodasmispreocupacionesporunrato.—Vaya,Lucynomedijoquefuerastanapuesto.Comounactordecine—le

dije aMason mientras los tres caminábamos calle abajo—. Seguro que se loteníacalladitosolopormiedo.Masonserio,surisaerabajaymonótona,peroeralaprimerarisamasculina

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queyohabíaescuchadoenmesesymehizosentirunextrañocalorenelcentrodelpecho.—Oh,nocreoqueseaporeso,dedondeyovengotodostenemosesteaspecto:

rubios,altosyconlosojosazules.Teaseguroquenotengonadadeespecial,alcontrario, si lo piensas bien es bastante aburrido—respondióMason con unasonrisaperosinmiraraLucy—.Sinembargo,yonuncahabíaconocidoanadiequetuvieraunojodecadacolorcomotú,noséaquésedebeperoesalgoúnico.Yolesonreícomosiningúnhombre—ochico—antesmehubieradichoesas

mismaspalabras.—Gracias,yotampocolosé.Esdenacimiento—respondísindejardesonreír.Surreynoestabamuylejosdelcolegio,apenasaunkilómetroymedio,perose

hacía más corto porque todo el camino era llano y casi sin tráfico. Entre lasprimerascasitasdedosalturasdeSurreyyel edificioprincipaldelSt.Mary’ssolo había una carretera secundaria de gravilla gris y polvo, que se levantabacadavezqueuncarroouncochepasabaporella,yunascuantascolinassuavesa ambos lados del camino.De vez en cuando podías ver un rebaño de ovejasasomar entre las colinas mientras pastaban tranquilamente o a alguna otrapersonaqueseacercabacaminandoporlacarreterahastaelpuebloparacogereltrencondestinoaLondres,peroesoeratodo.—Y, si no es indiscreción, ¿qué ha venido a hacer a Inglaterra, señor

Campbell?—lepreguntéfingiendoquenoestabainteresadaensurespuesta—.AdemásdeparaveranuestraLucy,porsupuesto.Lucynohabíadichounapalabradespuésdelaspresentaciones,caminabaami

lado con sus ojos fijos en el camino de gravilla como si quisiera hacerseinvisible.—Noesindiscretaparanada.Apuestoaquetrascasidosañosencerradacon

las mismas personas cada día conoce los secretos de todas ellas —me dijoMasonmuy segurode suspalabras—.Esnormalque sienta curiosidadporundesconocido,ensusituaciónyomehubieravueltolocohacemuchotiempo.—Cierto. Cien chicas y treinta adultas conviviendo juntas puede volverse

insoportable.Al final todasnos conocemosya comopara escribir un libro.—Puselosojosenblancoparadarlemásénfasisamispalabras—.Peronomeharespondidoaún...¿ParaquéhavenidoaLondres?EstoyseguradequeesmuydiferenteasuhogarenCalifornia,aquíelclimapuedesertraicionero.

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Masonse riootravezymiróal cielo, extendió sumanocon lapalmahaciaarribacomositrataradecomprobarsillovía.—Esomismohabíaoído,pero llevocasidosdíasaquíy todavíanohevisto

caerunasolagotadeagua.Estábamosafinalesdeoctubre,peroaúnnohacíamuchofrío,bastabaconla

chaqueta del uniforme sobre el jersey para protegerse del viento. El cielo definales de otoño estaba despejado, en el horizonte se divisaban algunas nubesbajasyalgodonosasperonopresagiabantormenta.—Espere un poco más señor Campbell, verá cómo termina lloviendo —

respondíconunamediasonrisa.—Estoy aquí para solucionar unos asuntos de familia, nada interesante me

temo—respondióMasoncon suvozprofunda—.Ya sabe cómoes la familia:siemprecreenquetienenrazónymástevalenodecepcionarles,delocontrariotelorecordarántodalavida.Unpequeñofastidio.—Y todos pueden opinar acerca de lo que es más conveniente para ti sin

importartusdeseos—terminé.Nosabíabienporquéhabíadichoaquello,noeradelasquesequejabandesu

familiaenpúblico.«Lostraposdecasaselavanencasa»,solíadecirmimadre,yesoeraexactamenteloquehabíanhechoconlamuertedeAlma.—Pues,aunqueseanunfastidio,mealegrodequesusobligacionesfamiliares

lehayantraídohastaSurrey,asíhepodidoconocerleporfindespuésdetodoloqueLucymehacontadosobreustedysobreeltiempoquepasaronjuntosenlaExposición Universal el pasado verano. —Miré a Lucy para ver si ahora sedecidíaa interveniren laconversación,peroellaparecíamás interesadaen lasovejasqueaparecíanaquíyallá entre las colinasqueenhablar conMason—.¿IráaLondresmañana?—Sí, esta nochehe reservadounahabitación enunaposada conunnombre

peculiar,aquímismo,enSurrey,peromañanacogeréeltrenhastaLondresparadedicarmeamisasuntosunpardedías.—Comprendo. Y ¿cómo se llama la posada?—le pregunté con una media

sonrisa—.Hadichoquetieneunnombrepeculiarperonomehadichocuál.Yosabíadesobraelnombredelhostalporquesolohabíaunaposadadecente

entodoSurrey,perotambiénsabíacuántolesgustaaloshombreshablar,sobretodocuandocreenquesuconversaciónesfascinanteapesardequenoloseaen

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absoluto.«Aloshombreslesgustahablarperonolesgustaescuchar»,noshabíadicho

Carmenuna tardemientrasnospeinaba.«Dejaquehablen losuficienteyellossolitosseconvencerándecualquiercosa.»—El Carnero Indignado —respondió Mason—. No sé de dónde viene

semejante nombre y no me he atrevido a preguntárselo al dueño cuando hehecholareserva.Masonserioyyoconél.Noeraestúpida,habíahabladoconalgunoshombres

cuandovivíaenVillaSoledad:más jóvenesqueMasonomásviejos,conmásdineroomenos, con losojosmenosazulesydiferentes acentos.Algunoseranhijos de diplomáticos, herederos de latifundios en Argentina, sobrinos demilitaresconcarrera,empresarios,perohabíaescuchadoesamismarisagraveycálidamuchasvecesantes.Poreso supequeyo legustabaaMasonCampbellantesinclusodequellegáramosaSurrey.

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Losprimerostejadosadosaguasasomarondetrásdeunacolinaunpocomásadelante, después el campanario de la iglesia y, un poco más allá, las callesempedradasdeSurrey.—Mehabíanrecomendadoalquilaruncocheparadesplazarme,perounavez

aquínohevistolanecesidad—comentóMason—.Estátodorealmentecercaenestepaís,casimedarisapensarlocercaqueestánunosdeotrosenInglaterra.Séqueesunaisla,perohemosvenidocaminandohastaelpuebloy,encambio,nosepuederecorrerapietodomirancho,nosinmorirdecalor.Nomeacostumbroaquehayatanpocoespacio.—Ya,tienequeserraroestartanlejosdecasa.¿Cómoes?California¿escomo

se ve en las películas? —le pregunté con verdadera curiosidad esta vez—.Siemprehequeridoirallí.Masonserioconganasantesderesponder:—Puesestoysegurodequeunajovencomoustedselopasaríaengrandeen

California:lasplayas,gentedetodoslospaíses,modernoscentroscomercialesyHollywood,porsupuesto.Además,brillaelsoldurantetrescientoscuarentadíasalaño.—Vaya, sí que es diferente. Suena bien ¿verdad, Lucy?—Le di un codazo

disimulado para hacerla reaccionar—. ¿A que suena de maravilla la vida enCalifornia? Sería genial que tú y yo pudiéramos pasar unas agradablesvacacionesenLosÁngelesalgúndía.Lucylevantólacabezaporprimeravezymemiró.Alverlaexpresióndesu

cara,nosupesiestabamásenfadadaconmigo,conMason—porhabersidounapresatanfácilparamí—,oconellamismapornohaberprevistoloquepodía

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pasarantesdepedirmequelaacompañaraasucita.—Sí,seríagenial—fuetodasurepuesta.DespuésLucyvolvió a enfrascarse en sumalhumormientras llegábamosal

centrodeSurrey.ElReginaldestabaenesamismaplaza,unoscuantosmetrosmásadelante,perodesdeallíyapodíacaptarelolorapalomitasdemaízreciénhechasflotandoenelaireotoñal.—Menosmalqueaquínohaymuchacola.EnelcinedeSanBernardinolas

colas pueden dar la vuelta a lamanzana los viernes por la tarde cuando hacedemasiadocalorcomoparaestarencasa—dijoMason.Faltaban solo diezminutos para el comienzo de la sesión, pero la cola para

entraralReginaldlaformabanapenasunadocenadepersonas.ComoLucyyyollevábamospuestoeluniformedelSt.Mary’s,algunosvecinosnosmiraronconcuriosidadseguramentepensandoquenoshabíamosescapadodelcolegio.—Aquísolohayestecineytodaslaspelículasqueponentienenyaunañoo

más.ParaverestrenoshayquecogereltrenhastaLondres—leexpliqué.—¿Yquépelículavamosaverhoy?—preguntóMasonmirandoporencima

delascabezasdelosdemásqueestabanenlacoladelantedenosotros.—Sucedióunanoche.Nosédequétrata,peroeslaqueproyectarándurante

todoestemes.Lacolaavanzóunospasosynosotrosconella,ahorayapodíaverelvestíbulo

delcineconlabarradondesevendíanlasgolosinasylaspalomitasalfondo.—Sucedió una noche. Clark Gable y Claudette Colbert se conocen justo

cuando el personaje de Colbert, una niña rica caprichosa y malcriada, va acometer el error de casarse con otro hombre por despecho hacia su padre—empezóadecirMasoncaminandomuycercadetrásdemí—.Peroenelúltimomomentoellacambiadeidea,huyedesupropiabodayconoceaClarkGable,un sinvergüenza pobre con quien terminará viviendo una aventura para evitarvolveracasaconsupadre.—¿Yporelcaminoseenamoran?—quisesaber—.¿Elsinvergüenzaylaniña

malcriadaseenamoranalfinal?Masonmesonrióyvolvíanotaresecalorenelcentrodelpecho.—Tendráqueverlapelículaparadescubrirlo—medijocasieneloído—.Voy

acomprarlasentradas,nosesalgandelafila.MequedémirandoaMasonmientrasélsesalíadelacolaycaminabahaciala

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taquilladondeunmuchachoconuniformerojoyunagorradelmismocolor—quelehacíaparecerunrevisordetrenoelbotonesdeunhotel—despachabalasentradasparalasesióndetrásdelcristalcomosifueraeltrabajomáscomplicadodelmundo.—¿Quécreesqueestáshaciendo?—empezóadecirLucycuandoestuvimos

otravezsolas—.Sabesloquemejuegoenesto,loquesejueganmishermanaspequeñasenesto,¿ytútededicasacoquetearconéldelantedemí?—¡No seas tan exagerada, Lucy, por Dios! —me defendí—. Te he dado

decenasdeoportunidadesestatardeparaqueentrarasenlaconversación,perotúhas preferido quedarte callada mirando al suelo como una chiquillamalhumorada.—Pensé que erasmi amiga, es decir, sé lo que las otras chicas del colegio

murmuransobreti,perocreíaqueeransoloeso:chismes—continuóella.Ahorahablabamásaltoylaparejaqueestabadelantedenosotrasenlacolanosmiróde refilón—. Justo por eso quería que vinieras hoy: para darme apoyo yayudarme a queMason se decidiera a pedirme enmatrimonio de una vez, nopara hacer que él se fijara en ti. ¡Si ni siquiera te gusta! Solo lo haces parafastidiarmeyporpuroegoísmo.Túpuedesteneracualquierchicoquequieras.NomegustabaMason,nocomoparadisgustaraLucy,desdeluego,perome

gustaba tener su atención o lamanera en la que él hablaba o cómomovía lasmanos al explicarse con su inglés poco refinado. Y también me gustaba queMasonnomehubieramiradoniunasolavezaquellatardecomoTomás,comosiyonofueralosuficientementebuenaparaestarconélsinojustolocontrario.Lasensación de ser la elegida, la que merecía toda la atención y la sonrisamasculinaeraembriagadora,nuncamehabíasentidoasíconTomás.PuedequeMasonCampbellnomeinteresaracomoparadisputarleelcariñodeLucy,perosímegustabacómomehacíasentir.—Deacuerdo,nohace faltaque tepongas tanmelodramática,Lucy.Yaveo

por qué quieres ser actriz —le respondí ignorando su comentario sobre losrumoresmaliciosos que circulaban sobremí en la escuela—. Tan solo era unpasatiempo inocente, nada más, solo me divertía un poco después de tantotiemposinveraunsolochico.Masonestodotuyo.—¿Melodramática?Sinoconsigoqueesevaqueromedioboboaceptecasarse

conmigo,mifamiliaestáacabada,¿entiendesloquesignificaeso?Tengotodoel

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pesodel futuro demi familia sobremis hombros, ellas dependendemí—medijocasialbordedelaslágrimas—.¿Oesqueacasotedaigual?Yonorespondíperomecrucédebrazosydejéescaparunsuspiroinfantil.—Mishermanastendránquecasarseconelprimeroqueselopida,aunquesea

un bruto o un desgraciado porque no podrán seguir estudiando. Mis padrestendránquevenderlaempresaymudarsealnorteconmistíosparapodervivir,y yo... —Lucy hizo una pausa como si estuviera reuniendo fuerzas antes decontinuar—. Después de haber pasado años trabajando como la que más,desterrada en este asqueroso colegio, tendré que esperar a que otro imbécildecidaquesoydignadecasarmeconélobuscaralgúntrabajomalpagadoparavivirenunsuciopisocompartido.Porqueesoestodo:nohaymásopcionesparanosotras, Estrella. Lo que pasa es que eres demasiado orgullosa para ver queprontotútambiénestarásenlamismasituación.Le dediqué una sonrisa de desdén a Lucy, aunque volví a sentir esemiedo

secretoaacabarconvertidaenlaseñoritaLewisypasarmelavidadandoclasesaunpardecríossuciosyruidosos.Yesoenelmejordeloscasos.—No, eso jamás me pasará a mí—le dije intentando convencerme de mis

palabras.Avanzamosunpocoenlacolaylaparejadedelanteseolvidódenosotraspara

cogersedelasmanos.—Comolofastidiesnuncateloperdonaré,¿mehasoído?—Lucymiróhacia

la taquilla para asegurarse de que Mason todavía estaba lejos y no podíaescucharnos—. No es el hombre que yo hubiera elegido, pero no tengoalternativa. Sabes perfectamente que me cuesta mucho hablar con los demás,sobretodoconloschicos,ytútehasaprovechadodeesoparahacerquesefijaraenti.—¡Yonohehechonada!—protesté,ahoraestabamolestadeverdad—.¿Por

quéesculpamía?Alfinyalcabo,esMasonquiensupuestamenteestáloquitopor ti, tanto como para pedirte matrimonio. Entonces ¿por qué me prestaatenciónmientrasqueatitetratacomosifuerasinvisible?Élesquiendeberíacomportarse.Mientras discutíamos, Lucy se había ido poniendomás roja cada vez, tanto

queahorasusmejillascasiteníanelmismocolorquesupelo.—Peroélesunhombre,yloshombrespuedenhacerydeshacerasuantojo,¿o

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esquenotehasdadocuentaaún?—respondió—.Ellospuedendecidirmientrasquenosotrassolopodemosaguantarnos.Puedequeseainjusto,peroasíescomofuncionaelmundo,Estrella.«Meenfadocontigoporquenopuedopermitirmeenfadarmeconelmarqués»,

mehabíadichomimadredespuésdelamuertedeAlma,yhastaesemomentoyonohabíacomprendidodeltodoloqueellahabíaqueridodecir.Odiélaideadetenerqueligarmividaymidestinoaldeunhombresolopara

poder sobrevivir y, sin embargo, la promesa de que ese día llegaría estabapresenteparamídesdequecumplídoceaños,muchoantesincluso.TodoloqueaprendíenVillaSoledadconlaseñoritaLewisolasleccionesdebaileyestilodemamá estaba encaminado a sacar de mí solo lo necesario para agradar a unhombre.Sololonecesario,nuncaunpocomás.HastaquenolleguéalSt.Mary’snadie me había enseñado nunca cosas que me ayudaran solo a mí comomisclasesdeeconomíaavanzada,historiaocontabilidad.—Se te da bien manipular a las personas, sobre todo a los hombres, para

conseguirquesevuelvanlocospor tiyhagantodoloquetúlespidas,asíquebúscate cualquier otro y no me estropees esto porque lo necesito —terminóLucy.ViaMasonvolvercaminandohacianosotrasconlastresentradasenlamano

ysusonrisainmaculadasoloparamí.—Descuida, puedes quedarte con él si eso es lo que quieres. No estoy

interesada—ledijeaLucyantesdequeélllegarahastadondeestábamos.Los tres entramos en el vestíbulo del Reginald, compramos palomitas y

refrescosen labarraenmitaddeun silencio incómodoqueMasonni siquieranotó.Lapelículanohabíaempezadotodavíacuandoentramosenlasala,peroyahabíanapagado las lucesy,en lapantalla,enunanunciodebrillantinaparaelpelo, se oía una melodía insoportable pero pegadiza. Le enseñamos nuestrasentradasalacomodador,quenosacompañóhastanuestrossitiosiluminandolosnúmerosconsulinterna.—Aquí es, disfrutende la película—dijo envozbaja para nomolestar a la

docenadepersonasqueyaestabansentadasensusasientos.ViaAlmadepiealladodenuestrasbutacas,ellaseguíateniendoquinceaños

a pesar de que yo ya me acercaba a los dieciocho. Alma me sonrió con esasonrisa cruel y secretaque solousaba cuandoestábamos lasdos solasyno le

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importabaquevieracómoera realmente.Mesonrióporque sabíaque lehabíamentidoaLucy.

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MasonmeescribiódesdeLondresuna semanadespuésdenuestra cita enelReginald. Pensé que tal vez quería hablar conmigo acerca de su próximocompromiso con Lucy o que necesitaba mi colaboración para sugerirle a micompañeradehabitaciónquevolvieraaquedarconélparadarotropaseohastaSurrey,asíquenolediningunaimportanciaasucarta,simplementeladejésinabrirsobrelamesitadeestudiodenuestrahabitaciónyvolvíaocuparmedemislibrosdeeconomía.FaltabanapenasunpardemesesparaqueterminaramiúltimocursoenelSt.

Mary’s y también para los exámenes finales. Después de nuestra estúpidadiscusiónlatardeenquefuimosalcineconMason,Lucyyanoqueríaayudarmecon los ejercicios de francés, así que ahora tenía que ponerme al día por micuenta.Mesorprendiósuactitudyquetambiénrechazaramiayudaeneconomía—alfinyalcabonoshabíamosestadoayudandolaunaalaotraconlastareasyuna discusión por un chicome parecía poca cosa comparada con eso—, perotambiénme alegré de tener que estar concentrada enmis estudios porque esosignificabaqueno teníamucho tiempo libreparapensarenqué ibaahacerelpróximoaño.Carmen me había escrito otra vez. Quería saber si estaba bien y si había

recibidosuanteriorcarta, tambiénmepreguntabapormivueltaaBasondoyaVillaSoledad.Mimadrequeríaconocer la fechaexactaenque terminaban lasclases en el St.Mary’s para confirmarmi billete de tren y del ferri a Bilbao.Suspiré solo de pensar en tener que volver a Villa Soledad, ver de nuevo almarquésolasmarcasenelsuelodetarimadelabiblioteca.«Puede que mamá haya mandado cambiarla mientras no estabas, así el

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marquésnohabrátenidoqueverlayrecordarlanocheenquecasileprendistefuego»,pensé.Peroentoncesrecordéquelostablonesdemaderadelsuelodelamansión eran insustituibles, literalmente insustituibles: pertenecían al antiguosuelodeunpalaceterusoquehabíasidodeunfamosoescritor.AlabueloMartínleencantabansusnovelasyhabíacompradolasruinasdesupropiedadenSanPetersburgoporunamiseria—despuésdequesusherederossedesentendierandelaherencia—soloparahacerarrancarlastablasdelsuelo.Lamarcadelfuegoseguiríaensusitio.Cerrédepuroaburrimientoloslibrosdeeconomíaqueteníasobrelamesay

meestiréenlaincómodasillademaderadelahabitacióndondehabíavividolosúltimos dos años. Añoraríamuchas cosas del St.Mary’s Boarding School forgirls,peronoesamalditasilla.VolvíaverlacartadeMasonolvidadaentremisapuntes y el cuadernito abierto con las tareas de francés. La abrí sin ningunaganayempecéaleer:

EstimadaseñoritadeZuloaga:

Londres es tan emocionante como usted me describió. Estoy ansioso porponerlaaldíademisaventurasenlagranciudad.Megustaríavolveraverla,asolassiesposible,parahablarconusteddeunasuntoquenodejaderondarmela cabeza desde la últimavez que nos vimos.Regreso en tren aSurrey estemiércoles. La esperaré en la estación hasta la puesta de sol. Si no apareceentenderéquenoestáinteresada.

MASONA.CAMPBELL

Parpadeésorprendidayvolvíaleerlacartadeprisa.Noeraloqueyoesperaba.PenséqueMasonquerríahablar sobreLucyo, talvez,quisieramiayudaparaorganizar otra cita a solas con ella, pero no seme había ocurrido pensar quequisieravermeasolas.«Regresoen tren aSurrey estemiércoles, la esperaré en la estaciónhasta la

puestade sol.»Hoyeramiércoles.Mirépor laventanaymedicuentadequefaltabaapenasunahoraparalapuestadesol,asíqueseguramenteMasonestaríaahoramismoenlaestacióndeSurreyesperándome.Melevantécasideunsalto,mepuselachaquetaazulmarinoporencimadeluniformeymerecogíelpeloen

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una larga cola de caballo. Ya estaba a punto de salir cuando, justo en esemomento, lapuertade lahabitaciónseabrióyLucyentróhechaunafuria.Losupe por la manera en que apretaba la mandíbula igual que si estuvieramasticandolairaantesdedejarlasalirdefinitivamente.No quería empeorar la situación con ella. Las cosas entre nosotras habían

cambiadoapeordesdelairrupcióndeMasonyClarkGableennuestrasvidas,ambos con sus sonrisas encantadoras y sus palabras bonitas, así que volví adoblar lacartadeMason—que todavía llevabaen lamano—y laguardéotravezenelsobre.—Esmuytarde,¿adóndevasaestashoras?—quisosaberLucy,conelmismo

tonodolidoqueusabaconmigodesdequefuimosalcine.—Voy a Surrey, a la oficina de Correos. Necesito enviarle un telegrama

urgenteamimadreysemehapasado la tardesindarmecuenta.Comoahoratengoqueestudiaryosola...—mentíconsoltura.SiLucypodíahablarmecomosiyofueraotravezlagemelamala,yopodíamentirleaellasinremordimientos—.Tienequereservarelpasajeparaelferriyaúnnosabequédíavuelvoacasa.Luegoteveo.Ymemarché sin esperar su respuesta o sin preguntarle qué era eso que la

habíadisgustadotanto.LecontéalaseñoritaAmelia,laguardesadelcolegio,lamismahistoriaquea

Lucy. Normalmente, no me hubiera dejado salir del recinto de la escuela tantardenienunmillóndeaños,perointuíqueladirectoralehabíahabladosobrelas amenazas de los padres de Lucy, porque me miró con un gesto dedesaprobaciónensusojoscastaños.—Hayunteléfonoenlaescuela,eneldespachodeladirectora,siesunasunto

familiar urgente, estoy segura de que la señorita Richardson le permitirátelefonearasucasa.—EsquetienequevertambiénconLucy,micompañeradehabitación,ycon

sufuturo.Noquieroqueellaseentereyseestropeelasorpresa—lementíconmimejorsonrisa—.Yasabequesuspadressehanvueltounpocoinsistentesconelasunto.CuandomencionéalospadresdeLucy,ellasacudiólacabezaysacóelpesado

manojodellavesdelbolsillodesuvestidonegro.MeacompañóhastalaentradadelcolegioymeabriólapuertadelarejaquerodeabatodoelSt.Mary’s.

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—Tenga cuidado con lo que hace ahí fuera, señoritaZuloaga—me advirtiópronunciandomiapellidoconsuformamusicaldehablar—.Algunascosasqueparecenbuenasalprincipioresultanserunamalísimaideaalfinal.Cerrólapuertadehierroamisespaldasyempezóacaminardenuevohaciael

edificioprincipaldelaescuelaatravesandoeljardíndelantero.Mequedésolaenla carretera de gravilla viendo cómo Amelia se alejaba de vuelta al edificioprincipal.Penséenseguirla,llamarlaagritosparaquemedejaraentrarotravezyvolveralahabitaciónparaterminarmistareasdefrancés,perosentíelpesodelacartadeMasonenelbolsillodemichaqueta.Miréhaciaelhorizontedondeelsol aún no se había escondido del todo porque sabía que podía llegar a laestacióndeSurreysicorría.Empecéacaminaralejándomedelaenormesiluetadel colegio. Alma estaba un poco más adelante de pie en el margen de lacarretera en dirección al pueblo. Estaba ahí porque sabía que yo pasaría pordelantedeellaparairalaestación.—Malditaseas,Alma.No tecreas tan interesanteporhaberacertado,estaba

claroqueibaairaverle—ledijeamihermanamuertacuandopaséasulado.Almasonriósatisfecha,peronomesiguiónisemoviódedondeestaba.Aunque ninguno de los centenares de noches que había dormido en el St.

Mary’shabíaescuchadolobosenlosalrededoresdelaescuela,enesemomentoescuchéunaullidocercaentrelascolinas,asíqueapretéelpaso.Cuando llegué a la estación de tren, casimedia hora después, todavía podía

escucharallobo.Masonestabaallítalycomoindicabaensucarta,esperándomeconunmaletíndeviajeenelsueloyunagransonrisabajolaúnicafarolaquehabíaenelpequeñoandén.—¡Havenido!Yaestabaapuntodemarcharme—medijoamododesaludo.Le sonreí para disimular el miedo que había pasado caminando sola por la

carreteraoscurahastallegaraallí.—Sí,sucartaparecíaunpocodesesperadaytambiénalgomisteriosa.—Ya,perdoneporelmisterio—medijoconunasonrisadedisculpa—.Pero

preferíahablarconustedenpersona.Mason llevabapuestoun trajemarrónpasadodemodayunabrigohasta las

rodillasqueparecíademasiadopequeñoparaalguiendesualtura.Imaginéqueesoeraloqueunhombrecomoél—acostumbradoatrabajaralairelibreytratarúnicamenteconvacas—entendíaporvestirse«elegante».

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—Puesaquíestoy,¿quésucede?—quisesaber—.EsperoquesusnegociosenLondreshayansidounéxitoyquehayatenidotiempoparavisitarelMuseodeHistoriaNaturalcomolerecomendé.Yonohabíaestadonuncaenesemuseo,dehecho,todoloquesabíasobreese

lugar lo había leído en un librito de propaganda para turistas que encontréabandonadoenlacubiertadelferri,perocomonoqueríaqueMasoncreyeraqueyoeraunapueblerinaenvezdeuna«señoritaelegantedemundo»,comosolíadecirmamá, le hablé de él para impresionarle.Casi ni le conocía—yunmesantes no le hubiera mirado siquiera— pero, por algún motivo que no podíacomprender, ahora necesitaba agradarle, hacer que Mason me prestara suatenciónysedieracuentadeloespecialqueerayo.Menudaidiota.—Sí, todo ha ido bien, pero he pasado dos días con hombres trajeados

hablandosolodenegocios,contabilidadyadquisicionesyyaestoyhartodeesosasuntosdenúmeros.—Hizoungestoconlamanocomosiquisieraespantarunamoscainvisible—.Nuncasemehandadobien.Yoprefieroestarencasa,enmirancho,pasandocalorconmisanimalesantesquetenerqueestarunahoramásconesosprocuradoresybanqueroschupasangre.Me reí sinmuchasganasporqueyoadoraba los asuntosde«números»como

Masonloshabíallamadocondesdén.Dehecho,siyohubierasidounchicolehubierapedidountrabajodeadministradordebienessindudarlo,peroimaginéqueno estaría interesadoen contratarmeoque seguramenteya tendríaunoenCaliforniaparaayudarleagestionarsurancho.—En su carta decía que quería hablar conmigo de algo importante, ¿qué

sucede?—pregunté—.¿EssobreLucy?¿Porfinvaadeclararse?Masonseacercóunpocoadondeyoestabaysaliódelazonailuminadabajo

lafarola.Aesashorasyanohabíanadiemásenlaplataformadelandén,peroloscartelesinformativosquecolgabansobreelenormerelojindicabanquetodavíafaltabaunúltimotrenporllegardesdeLondres.—No,notienenadaqueverconLucy—dijo,perodespuésdudóunmomento

yañadió—:Enrealidad,síquetienequeverconellayconsuspadres.Unodemis contactos enChicagomeha advertidodeque losWelch están arruinados.Han despedido a todo el mundo y tendrán que vender la empresa familiar elpróximo año para poder pagar sus deudas con el Estado, por eso sus padresestabantanansiososporqueyoinvirtieraconellosylepropusieramatrimonioa

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Lucy:pretendíansalvarsedelaruinaamicosta.—¿Están arruinados? Vaya, lamento escuchar eso, pobre Lucy—lo dije de

verdadporquehastaesemomentonomehabíadadocuentadelopenosaqueerala situacióndemi compañeradehabitación—.Pero esono cambianada entreustedes,¿verdad?Sucompromiso...—Nuestro compromiso nunca llegó a ser oficial—me cortóMason—. Los

WelchmemintieronparahacermecreerquelaempresafamiliaribabienyLucymemintió también, por omisión tal vez, pero nome contó la verdad sobre lasituacióneconómicadesuspadres.Dicenqueni siquieravanapoderpagar lacuotadelcolegioesteaño.De repente recordé a Lucy entrando en nuestra habitación envuelta en una

nubederabiajustocuandoyosalía,supusequesuspadresacababandedecirlequenopodríaseguirestudiandoy,porconsiguiente,tampocosushermanas.Mesentímal por ella pero también pormí: la situación deLucy era desesperada,perosilaminaZuloagaseguíateniendopérdidascomoveníasucediendoenlosúltimosaños,yonotardaríamuchoenestarensumismaposición.—PuedequeLucytuvieraunbuenmotivoparamentirle.Talvezsuspadresla

obligaron a hacerlo—sugerí—.No creoquedeba juzgarla con tanta durezaocambiardeideasobresumatrimonio,alfinyalcabosussentimientosporellanodeberíancambiarsoloporquesuspadresesténarruinadosMasonmesonriócomosiyohubierasugeridounalocura.—Yonosoytanbenévolocomousted,peroentiendoquequieradefenderasu

amiga—medijoconcondescendencia—.Encualquiercaso,yasospechabaquealgo ibamal, y no solo por las prisas de sus padres para que invirtiera en laempresa y cerrar nuestro compromiso. Lucy no parecía tener ningún interésrománticoenmí,yestáelhechodequefueellaquiennospresentó...¿Quiénsellevacompetenciaaunacita?—¿Competencia?—repetí—.Lucymepidióquelaacompañaraporqueellaes

tímidaylecuestaexpresarsusemocionesalgunasveces.«Competencia»,habíallegadoaodiarcadaletradeesapalabradespuésdelo

quepasóconAlmayconTomás.Nuncahabíaqueridocompetirconmihermana—oconLucyoconningunaotra—porelafectodeTomásoeldeMasonahora:tan solo quería un poco de esa atención masculina como la que Tomás leregalabaaAlma,sentirmeasídedeseadayotambién,peronoteníanadaquever

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conellos.Y,sinembargo,nomeabandonabaladesagradablesensacióndequeellos—primeroTomásyahoraMason—disfrutabanconesarivalidadfemenina.—Puesclaroqueesustedcompetencia,yperdónemesilesuenabruscoporque

noesmi intenciónquesesientadealgunaformaresponsableporsusituación,peroloes—dijoélmuyconvencido—.LoquenoséescómoLucynosupoverlo que iba a suceder, quiero decir: es usted guapa, graciosa, también un pocoirreverente,peroyonosoyde losque lesmolestaesoenunamujer,yademásmarquesa...—Mimadreeslamarquesa—murmuré.Estaba acaloradapor la carrera.Había corridoprácticamente todo el camino

hasta la estación por miedo de que el lobo negro me hubiera seguido hastaSurreyyestuvieraesperándome,ocultodetrásdeunadelascolinas,parasaltarsobremícomoenuncuentodehadasyhacermepagarportodaslascosasmalasquehabíahecho.El corazónme latíadeprisadebajode lablusablancaconelescudo de la escuela bordado en el bolsillo, y algunos mechones se habíanescapado de mi cola de caballo, pero, a pesar del calor de la carrera, unescalofríomerecorriólaespaldacuandoempecéadarmecuentadeloqueestabapasando.—Perotúserásmarquesaalgúndía,¿verdad?—Medicuentadequeeltono

de Mason era menos formal ahora, como si nos conociéramos desde hacíatiempo. Se acercó un pocomás amí y sentí el calor de su cuerpo pasando atravésdelascapasdemiuniforme—.Nohedejadodepensarentidesdelaotratarde, lo pasé realmente bien en el cine y en nuestro paseo hasta el colegio.PuedequeeldestinoquisieraqueLucytellevaraanuestracitaporalgunarazón.—Nofueeldestinoquienmeinvitóairalcinecontigoesatarde,teloaseguro

—lerespondíconmidesdénhabitual—.Ynodeberíahabervenidoestanoche.Confieso que después de leer tu carta sentía curiosidad por lo que queríasdecirme,peroseestáhaciendotardeymañanatengounexamenimportante,serámejorquemevaya.RetrocedíunpasodispuestaamarcharmedeallíynocontarlejamásaLucylo

quehabíapasado,peroMasonmesujetólamano.—Esperapor favor,no tevayasdisgustada.Noes sano irse adormir con la

cabeza llenadepreocupaciones—mesugirió conuna sonrisa—.Además, aúnnohasescuchadoloquequeríadecirte,penséquesentíascuriosidad.

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Lapiel de sumanoestaba calientey eraunpocoáspera—seguramenteporpasartiempotrabajandobajoelsolyalairelibre—,peromegustósucontactocuandoentrelazósusdedosconlosmíos.—Yalosé,peroesmejorquelodejemosasí,piensaenLucy.—Prefieropensarenti—merespondió—.Mira,hevividosoloenmirancho

desdequemifamiliamurió,mispadreseranlosadministradoresylosdueñosdelaexplotación.Amínuncamehabíaimportadodemasiadolasoledad,supongoquesiemprehepreferidolacompañíadelosanimalesaladelaspersonas,perodesdehaceunpardeañosheempezadoasentirme terriblementesoloybuscounaesposaparaquemehagacompañíaenCalifornia,formarunafamiliaytodasesascosas...Quémedices,¿quierescasarteconmigo?—¿Qué?¿Quieresquemecasecontigo?—Sentílalenguapegajosaalhablar

—.Perosicasinomeconocesniyoatitampoco.—Nonecesitoconocerte, tenemos toda lavidaparaconocernosmejor—me

dijoconunasonrisaexultante—.Sélosuficientesobreticomoparaestarsegurodequeseríasunabuenaesposaymejorcompañía.Notendríasquetrabajarenelranchoninadaparecido,claro,tengotrabajadoresqueseencargandeeso,peropodrías acompañarme en mis viajes a las ferias de ganado por todo el país,organizar loscóctelesparamisclientesencasa,venirconmigoa las fiestasdeotrosempresariosganaderos...EstoysegurodequeseríasunasensaciónentrelaaltasociedadenelsurdeCalifornia,noteparecesanadaquetengamosporallí.Mientras Mason hablaba entusiasmado, centenares de imágenes se

amontonaban en mi cabeza: yo vestida de novia, yo paseando a caballoelegantementevestidacomoenunadeesaspelículasamericanasquehabíavistoenelReginald,yoaburridaenferiasdeganadomientrasMasoncerrabauntrato,yoorganizandounabarbacoa formal enunbonitoymoderno ranchoparaqueMason impresionara a un nuevo cliente, yo eligiendo el uniforme de loscamareroscomohacíamamá...—No,nihablar.Nopuedoaceptar—dijetodavíaconlasimágenesdeesaotra

vidarevoloteandodetrásdemisojos.—¿EsporLucy?Porqueteprometoqueentreellayyonohaynada,ninguna

posibilidad de que nuestro compromiso siga adelante—me aseguróMason—.YaheescritoasuspadresenChicagoparadecirlesqueséqueestánarruinadosyquenohabráboda.

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—¿Yaselohasdicho?Claro,poresoLucyestabafuriosaantes—recordé—.Detodosmodos,nopuedoaceptar,noessoloporLucy.—¿Tienealgoqueverconmiedad?Séquesoyalgunosañosmayorque tú,

perotodavíameconsiderounhombrejoven.—Masonsonrióparaquitarlehierroal asunto—. No es como si fuera uno de esos viejos decrépitos que intentancasarseconjovencitasteniendoyaunpieenlatumba.Tengotreintayochoaños,noesparatanto.A lo lejos escuché el silbido del tren acercándose a la estación, sentí como

removíaelairealrededoragitandomifaldaylosmechonesdemipelosuelto.—Medoblaslaedad,aúnnohecumplidodieciocho.Lasonrisa radiantedeMasondesapareciódesus labios,peronomesoltó la

manotodavía.—Yaentiendo,hayalguienmás, ¿noesverdad?Lucynuncamecontónada

directamente,perounpardevecesmesugirióquetuspadrestehabíanenviadoalinternadoparaapartartedeunchicoquenoeraapropiadoparati.Yosílosoy—measeguróconvencido—.Nonecesitasunmuchachodetuedadquenosepanada del mundo, sino a alguien con más experiencia: un hombre. He pasadocontigo menos tiempo del que me gustaría, pero ya te conozco lo suficientecomoparasaberquetúnecesitasunhombreadulto,nounchiquilloqueapenaspuedamantenertecomoesdebidoycomomereces.—¿Ytúeresesehombre?—lepreguntéconironía.—Podría serlo, si tú quieres—dijo Mason por encima del sonido del tren

ahoramáscerca—.Siaceptascasarteconmigo.IntentéimaginarcómoseríaTomásahora,concasidiecinueveaños.Enestos

casi dos años que había pasado en el St.Mary’s había empezado a olvidar sucara,susgrandesojosdecachorrillooinclusosuvoz.—¿Yporquédeberíaconfiaren tioen tuproposición?Hacemenosdeuna

semana ibas a casarte conmi amiga.Tu afectoparece tanvoluble comoel decualquierchiquillodemiedad.Ahoraeltrenestabatancercaqueelpotentefocodelalocomotorailuminóla

plataformadelaestación.Sentílostablonesdelsuelotemblandobajomispiesamedidaqueeltrenseacercaba.—Nocambiarédeopiniónestavez,teloprometo—measeguróél.Miré aMason a los ojos, esos ojos azules y perfectos suyos que le hacían

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parecerunactordecinecomolosqueAlmayyosolíamosveraescondidasenlaspáginasdelasrevistasdeCarmenlastardesdeverano.Nomecostómuchoimaginarme aLucymirando a esos ojosmientrasMason les hacía lasmismaspromesasqueamí.—Ya,apuestoaqueesomismopensólapobreLucy.—Mesoltédespaciode

sumano—.Nipuedonideseoaceptartuproposición,pormuchosmotivos,perosobretodoporquenoquierocasarmecontigo.ElúltimotrenprocedentedeLondresyaestabaenlaestación.Sedetuvoenlas

víasmuycercadedondeestábamosconunchirridomecánico.Unhombreconuntrajemarróngruesoysombreroajuegosebajódeltrendeunsaltoynosmiróconcuriosidadcuandopasóanuestrolado.—¿Esun«no»definitivo?—mepreguntóMasoncongestoserio—.¿Puedes,

almenos,pensarlounosdías?Hazlopormí.TodavíamequedaréporaquíunassemanasmásparareunirmeconmásbanquerosychupatintasantesdevolveraCalifornia.Háblalocontufamiliasiquieres.Escríbelesparacontárselosiasítequedasmástranquila.El humo blanco de la locomotora nos envolvió unos segundos hasta que la

máquinavolvióaponerseenmarchaalejándoseenlaoscuridad.Laestaciónsequedóensilenciootravez.—Séqueseríaunbuenmaridoyestoysegurodequeatufamilialeparecerá

bienquenoscasemos—añadióél.—PorsuerteparamíyonosoycomolapobreLucy,notengounafamiliaque

mantener.Adiós,Mason.Medilavueltaymealejédelaestaciónsinmolestarmeenmiraratrásniuna

solavez,convencidadequeacababadeevitarmeunmatrimoniotandesgraciadocomoeldemimadre.

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Durante el camino de regreso al colegio ocupémimente analizando lo queacababa de pasar: Mason me había pedido matrimonio. Se había ofrecido allevarmeaCaliforniaparaquevivieraensurancho,leacompañaraensusviajesy organizara fiestas para él y para sus clientes. En otras palabras: me habíaofrecidosermimadre.Haceaños,antesdedarmecuentadeloquepodíahacerconmispoderesoconmisconocimientosdeeconomía,hubieradadocualquiercosaporsercomoellayportenerunavidacomolasuya.Cualquiercosa.Pero,despuésdehabervividofueradecasaestudiandoydescubriendoqueerabuenaen algo más aparte de en meterme en líos, ya no estaba tan segura de quequisiera esa vidaparamí.Tanto era así que las palabras deMasonmehabíansonadocasiridículascuandosalierondesuboca:«¿Quierescasarteconmigo?»No.Desdeluegoquenoquiero,muchasgracias.NoescuchéalloboentodoelcaminodevueltaalSt.Mary’s,peronomedi

cuentadeesohastadespués.Yahabíaanochecidodeltodoyahoralassiluetasdelascolinasalosladosdelacarreteranoeranmásqueunasombra.Cuandoporfinlleguéa laescuelaviaAlmaapoyadaenlapuertadehierroquecerrabalaverjadelSt.Mary’s.Comoerahabitual,nomedijonada,peroteníaesasonrisitade superioridad en sus labios cuando pasé a su lado, una sonrisita que solíasignificar: «Ahora sí que te la has ganado, le he contado amamá lo que hashechoyvasapagar.»—Nomedasmiedo,puedespasearteporahítodoloquequierasquenopienso

pedirteperdón.Vetearondaralmarquéssiteatreves,fueélquientemató—dijesinmirarla.Pero supe que algo ibamal cuando crucé la puerta y noté que las luces del

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vestíbulo y las del despacho de la señorita Richardson en el primer piso deledificio principal estaban encendidas. Apreté el paso para cruzar el patiosintiendolahierbamullidaycortadeljardíndelanterodebajodemiszapatosdeuniformeyabrílapuertaprincipaldelaescuelanomuyseguradeloquemeibaaencontrar.—Señorita Zuloaga, por fin aparece —me dijo la directora cuando entré,

parecíaaliviadadeverme—.Mealegracomprobarqueestáustedbienapesardetodo.LadirectoraRichardson llevabapuestaunabatade telade tartándecuadros

azulesyverdesporencimade sucamisón.Supelocanosoestaba recogidoenunacoletaparadormirysehabíaquitadolasombragrisdeojosquesolíausarduranteeldía.Alverla,supusequeyaestabalistaparairseadormircuandoalgola había hecho salir de su habitación sin que tuviera tiempo de volver aarreglarse. Amelia, la gobernanta del colegio, también estaba en el vestíbulo.EllanosehabíaquitadoelvestidonegroquellevabacuandoyolehabíapedidoquemeabrieralapuertadelSt.Mary’s.—¿Apesardetodo?YaleheexplicadoalaseñoritaAmeliaqueteníaqueira

Surreyurgentemente,necesitabaescribiramimadreparaconfirmarlelafechademivueltaaEspaña.Nopenséquefueraaanochecermientrasestabafuera,sientohaberlespreocupado—dijeconmimejorsonrisa—.Novolveráaocurrir.Las paredes del vestíbulo del edificio principal estaban recubiertas por

elegantes paneles demadera de cerezo.Todavía conservaba su color oscuro yligeramenterojizo,peroelpasodeltiempohabíadesgastadosubrillodándoleunaspectoviejoyanticuado.Laúnicadecoraciónerandosbancosidénticosconlosreposabrazosapolilladoscolocadosunoacadaladodelaestancia,justodebajodelasventanas.—Desdeluegoquenovolveráasuceder—dijoAmelia—.Leadvertídeque

algunascosasparecenbuenas,peronolosonenabsoluto.—¿Quésucede?—preguntéconunmalpresentimiento.—LaseñoritaWelchnoshaconfesadoentrelágrimasquesehaescapadousted

del colegiopara reunirseconunhombre,unhombreque, segúnparece, eraelprometido de su amiga, pero al que usted ha ido seduciendo en las últimassemanas hasta conseguir su afecto —empezó a decir Richardson con gestosevero—. Bien, no me importan los asuntos amorosos de las internas, pero

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cuandounadenuestrasalumnastraicionadealgunamaneraalasdemás,esmideberintervenir.—YonohetraicionadoaLucy,ni tampocoalaescuela—mecalléporquea

pesardequenohabíatraicionadolaconfianzadeLucy,sílehabíamentidoalaseñorita Amelia para que me permitiera salir del colegio—. Es todo unmalentendido: Lucy me pidió que la acompañara a su cita con su futuroprometidoporqueledabavergüenzairsola,ytalvezyohablémásdelacuentacon él o me mostré demasiado simpática, pero de ningún modo fue paratraicionaraLucy.SiMasonhamalinterpretadolasituaciónessolosuerror.LadirectoraRichardsonsuspirócuandoterminédeexplicarmeysecruzóde

brazos.—Losmalosentendidosseconviertenenalgomuchomásgravecuandohay

caballeros involucrados, ojalámehubiera hecho caso cuando se lo advertí.—Richardson hizo una pausa como si estuviera recordando ella misma algúnmalentendidodolorosoconuncaballeroenparticular—.LaseñoritaAmeliadiceque ha mentido usted para salir de la escuela y Lucy me lo ha confirmadodespués.NohaidoaCorreosniteníaustedunaemergenciafamiliar.—Puesclaroquesí,mimadreteníaque...—Yaessuficiente,señoritaZuloaga,dejedementir,porfavor.—Richardson

agitólamanoenelaireparaquemecallara—.Alertadasporsucompañeradehabitación hemos llamado a su madre en España desde el colegio para estarsegurasdeque todo ibabien.Sumadreno sabíanadadeninguna emergenciafamiliarodeningún telegramaurgente.Yaconoceel castigopormentiryporescaparsedelcolegio.—Laexpulsión—murmuréconlabocaseca—.Elcastigoporescaparsedela

escuelaeslaexpulsión.—Conefectoinmediato—terminóladirectoraalverqueyonoeracapazde

seguir—. Queda expulsada del internado St. Mary’s para chicas. Ya es muytarde, así que esta noche puede dormir aquí, Amelia le ha preparado unahabitación individual para que no moleste a su antigua compañera con supresencia, pero mañana a primera hora recogerá sus cosas y abandonará elcolegio.Almaestabaenelvestíbulomirándomedesdearriba,depieenlasescalerasde

maderaquesubíanhastaelsegundopiso.Sonreíacomosisetrataradeotrade

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nuestrastravesurasinfantilesyellahubieravueltoaganar.—Pero ¿y qué pasa con mis exámenes y mis calificaciones? He estado

estudiandomucho y el curso no ha terminado aún, ¿qué va a pasar conmigoahora?—pregunté,casialbordedelaslágrimas—.Dejequemequedehastaqueterminetodosmisexámenesymegradúe,despuéspodrá...—No, me temo que eso no es posible. Las normas son claras, señorita

Zuloaga, no podemos hacer una excepción con ninguna alumna —me dijoRichardsonconpesar—.Esustedunaestudiantedesobresalienteypodríahabertenido un gran futuro, pero en esta vida hay cosas más importantes que lascalificaciones,yesoesjustoloqueintentamosenseñarlesanuestrasinternas.Nopuedevivir con lasdemáschicasdespuésdehaberlas traicionadoacambiodelasatencionesdeuncaballero.Mereísinganas.—¿Yyaestá?¿Soyyoquienpagalosplatosrotos?Masoncambiadeopinión

y rompe su compromiso con Lucy solo porque descubre que su familia estáarruinada, y como yo he sido amable con él ¿la culpa es mía?—Levanté lacabezaparamiraraAlmaque todavía teníaesasonrisaen los labios—.Noesjusto,nodeberíaseryoquiencargueconlaculpa.«Paseloquepaseyhaganloquehaganloshombressiemprequedanlibresde

culpa,noloolvides.Esatiaquienperseguiránlasmalaslenguasylosrumores,asíquecuidaditoconloquehaces»,mehabíadichoCarmenmilveces.—No, desde luego que no es justo y ojalá no tuviéramos que hacerlo. —

Richardsonseacercóymeapretólamanoconafecto—.Peroapuestoaqueestalecciónnolaolvidaráensuvida.

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LasrosasdelaabuelaSoledad

LASROSASDELAABUELASOLEDAD

Elcochequemamáhabíacontratadopararecogermemeesperabaa lasalidadelferri,alospiesdelapasarelapordondebajábamoslospasajeros.Tuvequeesperarunratoaquemiequipajesalieratambiéndelasentrañasdelbarco.Erasolounamaleta,lamismaquellenéconmiscosaslanocheantesdemarcharme.MásdetreshorasencocheseparabanBilbaodeBasondo,asíquemelimitéa

observar el paisaje al otro lado de la ventanilla mientras dejábamos atrás elpuerto con sus grúas, el ajetreo de los pasajeros y lasmercancías que partíanrumbo a destinos exóticos en mi imaginación. La carretera seguía siendo tanestrechacomoyorecordaba,tantoquecuandoeltaxisecruzabaconalgúnotrovehículodefrenteteníamosqueapartarnosalarcéndebarroyesperaraqueelotrocochepasaradelargoparanochocar.Lascurvassefueronvolviendomáscerradasacadakilómetroylosárbolesquecrecíanaambosladosdelacarreteramásaltosyfrondosos.CuandoporfinllegamosfrentealaverjadehierroforjadodeVillaSoledadya

estabaoscureciendo.Mebajédelcocheymiré lamansión.Elchófer—alquemamáhabíacontratadoaúltimahoradespuésdetenerquecambiarlafechademibilletedevueltaenelferri—abrióelmaleteroysacómimaletadándoleungolpeenunadelasesquinasreforzadasconcuero.—Ya hemos llegado, señorita. Es aquí, ¿verdad?—me preguntó dejando la

maletacercademispies—.No tenía ladirecciónexacta,peroestaes laúnicacasaquehayaquí.—Sí,esaquí.Hogardulcehogar—murmurétodavíamirandohacialacasa.

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—Sumadredeustedyamehapagadoporadelantadoincluyendolapropina,¿quierequeleayudeameterelequipajeenlacasa?—seofrecióélapesardequenoerasutrabajo.—No,muchasgracias.—Comoquiera.Buenastardes,señorita.Despuéselconductorsesubióotravezaltaxi,cerrólapuertay,unmomento

después,escuchécómodabalavueltapararegresarporlamismacarreteraporlaquehabíamosvenido.Nomemoví,esperéaqueelruidodelmotorseperdieradel todo para volver a escuchar las olas rompiendo más abajo contra elprecipicio o los pájaros que cantaban en el bosque, a pesar de ser diciembre,dándome labienvenida,casicomosi supieranqueyohabía regresado. Intuí laenorme masa húmeda y salvaje detrás de mí, llamándome de mil manerasdiferentesysusurrandominombredeunaformaquesoloyopodíaescuchar.Mevolvípor encimademihombroparaver la líneade árboles al otro ladode lacarretera que servía de frontera entre el bosque y el resto del mundo. Almaestabadepiebajounodelosaltísimospinosconsuvestidoblancoimpecableysuseternosquinceaños.Parecíacontentadeestarotravezencasa.—Almenos una de las dos se alegra de estar de vuelta—murmurémirando

otravezhacialamansión.La fachadadeVillaSoledad estaba cubierta de hiedra trepadora.La enorme

planta ascendía por las ventanas de la cocina en el primer piso, y rodeaba losventanalesdel salóndebailey el comedor formal en el frentede la casaparaseguirsubiendoporlafachadahastalasegundaplantaydespuéshastaeltejadoverdeesmeralda.Casimeparecióquelagigantescayedrasehabíaapropiadodelamansión: como una serpiente gigante que se enreda alrededor de una presadesprevenida hasta romperle todos los huesos antes de poder comérsela. Lahiedra crecía sin ningún control cubriendo prácticamente cada centímetro depiedradelafachada.Mesorprendióquemamáhubierapermitidoqueunaplantasalvajeseadueñaradesucasa.Justoenesemomento,lapuertaprincipaldeVillaSoledadseabrióyCarmen

salióarecibirme.—Estrella, ¡ya has llegado!Me ha parecido escuchar un coche acercándose

por la carretera, pero Dolores decía que aún era demasiado pronto porque setarda más en llegar desde Bilbao. —Carmen recorrió el camino del jardín

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delanteroque ibadesde la entradade la casahasta lapuertadehierro—.Peromírate,hayquevercómohascrecido.Sinoesporelpelocasinitereconozco.Carmen abrió el portón con su juego de llaves yme abrazó.Olía como yo

recordaba:aunamezcladejabónparalaropaypolvosdetalco.Meabrazóunmomentomáslargodelonecesarioycomprendíquemehabíaechadodemenostantocomoyoaella.—Hola, Carmen—le dije con una pequeña sonrisa, la primera desde hacía

días.—Déjate de «holas» y date la vuelta para que te vea bien, niña—me dijo

haciéndomegirarparavermeconmitrajedefaldaychaqueta,lopocoquehabíaenmimaletaquenoteníaelescudodelSt.Mary’s—.¡Hayqueverquéguapayqué elegante estás! Todavíamás guapa de lo que pensé que serías, casi tantocomotuabuelaSoledad,yesoquede jovenelladebíadesercomounasirenapara hacer que tu abuelo, que era un hombre de pocos afectos, se volvierachocholoporella.—Apesardetuscartasnosabíasitodavíaseguiríasviviendoenlacasa—le

dije aliviada de comprobar que así era—. Temía que sin niñas que atender tehubierasmarchadoaotrositio.—¿Y adónde iba a ir?—respondió ella con una sonrisa triste—. No, llevo

viviendo en esta casamás tiempoque tú y no es fácil que otra familia quieracontratarme,ymenosconunahijayacrecidaytodo.Yamedirásdóndevoyametermeamiedad.Carmeneraunospocosañosmásjovenquemamápero,adiferenciadeella,

nunca había podido permitirse cuidarse la piel con cremas para las arrugas oteñirseelpelo.Ahoradosmechonesblancos—quenoteníacuandosedespidiódemíhacíadosaños—crecíanaambosladosdesucaraademásdeotrascanasque brillaban repartidas en su pelo castaño aquí y allí. Las comisuras de suslabiosestabaninclinadashaciaabajoyunaarrugalerecorríalafrente.Hastaesemomentonomehabíadadocuentadetodoeltiempoquehabíapasadofueradecasa.—Pero venga, no te quedes ahí de pie como un pasmarote en mitad de la

carretera, niña, que te va a llevar por delante un coche sin querer.—Carmenagarróelasadelamaleta.Yo laobedecí sin rechistary lasdos recorrimosel caminoqueatravesabael

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jardínhastalapuertadelanteradelamansión.Ahoraqueestabamáscercasentíeloloramargodelayedraquecubríalafachada,mefijéenlostallosmarronesyfuertescruzadosentresíquetejíanunaredparecidaaunateladearaña.Carmen sacóotravez las llavesdel bolsillode su faldapara abrir la pesada

puertadelaentrada.—Venga,vamosdentroqueyaescasilahoradelacenayseguroquequieres

lavarteunpocoantes.—¿Qué hace esa planta trepadora en la fachada? Siempre le he escuchado

deciramamácuántoodialasenredaderas.Carmenresoplóantesderesponder:—Al marqués se le ha metido en la cabeza que esta birria de planta le da

carácteralacasaynoquierenioírhablardepodarlaaunqueelbuenodeEmiliosehaofrecidoahacerlogratis.Tupadresedebedecreerqueesunagliciniaconsusbonitasfloresmoradas,peroaquínocrecenesetipodeflores,sondemasiadodelicadasparaesteclimatanhúmedo.Sabíaaqué tipodeplantas se referíaCarmen: lashabíavistoadornando las

fachadasdealgunascasasenSurreyoenlosaburridoscuadrosdepaisajesquelaseñoritaLewisnosenseñabaenclasedearte.—Menosmalqueenveranoestáunpocomáslucidacontodaslashojasylas

florecillasazulesquelecrecenenlasramas—añadió—.Paraloúnicoquesirveesadichosaplantaesparaatraeratodoslosbichosdentrodelacasa.—¿Floresazules?—pregunté,necesitabasabersieranelmismotipodeflores

azules que crecían en nuestro claro secreto del bosque—. ¿Como campanillassilvestres?Carmenasintióyyomequedémirandolaenredaderaunmomentomásantes

deentrarencasa.Dejamos la maleta sobre las baldosas blancas y negras en el suelo del

vestíbuloymesentéunmomentoadescansar.Almiraralrededornotéque laspuertasdelashabitacionesdelpisodeabajoestabantodascerradasyquefaltabalaalfombrapersaquesolíaadornarelsuelodelcomedorformal.—Atumadrese lecayóunpocodeesmaltedeuñasyhuboquetirarla,una

pena.Intentamoslimpiarlacontodoloquesenosocurrióperonohuboforma—dijo Carmen adivinando mis pensamientos—. La señora marquesa queríacomprarotraaunquefueramáspequeña,peroesteañoyelpasadolaminanoha

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idotanbiencomoparapodersustituirlaalfombra.Tambiénecharásenfaltaelespejo veneciano que había en el segundo piso o los candelabros de platamexicanaquetrajotuabuelacuandosecasó:segúnelmarquéssehabíanvueltonegros de tanto limpiarlos Dolores con el trapo, pero la señora marquesasospechaquetupadreloshamalvendidoparapagaralgunodesusvicios.Ellucernarioseguíaensusitio,losupeantesinclusodelevantarlavistapara

mirarloporquesentílosprimerosrayosdelunapasandoatravésdelcristal.—Antes,cuandolaminaibabien,nosenotabasitupadresacabaunpocode

dineroaquíyalláparasuscosas,peroahoracadapesetacuentayaloshombres,sobretodoaloshombrescomotupadre,nolesgustatenerquerenunciarasusvicios —terminó Carmen—. Pero tú no te preocupes por los negocios de lafamilia,veráscomoalfinalmejoran.—Seguro—murmuré, peromepregunté si precisamente así era comohabía

empezado la ruina de los padres de Lucy. Más allá de lo que Carmen habíamencionado no noté que hubiera ningún cambio importante en la casa y, sinembargo, todo me parecía diferente. Miré alrededor intentando averiguarexactamenteaquésedebía:nopodíadescribirloconpalabras,perosentíaalgoparecidoaloquesucedeenlossueñosalgunasvecescuandolamentedormidarecreaunahabitaciónqueconocesbienparaengatusarte,perodealgunamanerasabesquenoeslaverdadera.—Venga vamos, levántate y ayúdame con esto—dijo Carmen volviendo a

coger la maleta—. Y de paso me cuentas todo lo que has aprendido en eseinternadotanlujoso,lobuenoylomalo,quehablardelosmalesvabienparaelalma,asíqueyameestáscontandoquéeseso tan terriblequehashechoparaqueesosinglesesestiradosnoquisierantenertemás.Aunqueviendoquetehasconvertidoenunachicaguapayaimaginoquehabráalgúnmuchachometiendocizañadepormedio,¿aquesí?Elruidofamiliardeunostaconessobrelasbaldosasitalianasdelvestíbulohizo

quemedieralavuelta.—Hola,mamá.—Lapalabramesonóextrañaaldecirlaenvozaltadespuésde

tantotiempo.—Estrella, ya estás aquí. ¡Hayquever cómohas crecido!—exclamómamá

conunasonrisaensus labiosrojos—.Yaestáshechaunaseñorita.¿Quétalelviaje devuelta?Bien, espero.Younavez tuveque coger ese ferri despuésde

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acompañaratupadreenunviajedenegociosaInglaterrayvomitédurantetodoel viaje de vuelta hasta Bilbao. Es por el oleaje, ¿sabes? Tengo el estómagodelicadoymicuerponolotolerabien.Como solía hacer mamá cuando algo no le gustaba, o cuando intentaba

reprimir su enfado, hablaba sin parar de tonterías hasta que sus palabras sevolvían un discurso vacío y aburrido, pero era su formade nodecir nada quepudieralamentardespués.Yolehabíavistousaresatécnicamuchasvecesconelmarquéshastaquepadreterminabasaliendodelahabitación,convencidodequesehabíalibradootravez,ymamásequedabasolafingiendoquenolloraba.—Mamá, no ha sido culpa mía, de verdad—empecé a decir—. Yo no he

hechonadamalo,pero...—Sí,ya losé,Estrella:hasidounmalentendidoynoera tu intenciónhacer

queteexpulsaran.—¡Puesclaroquenoeramiintención!—repliqué—.Despuésdetodoloque

heestudiadoyloquemeheesforzado...¿porquéibaaecharlotodoaperder?—Tehevistohacercosasmuchomásestúpidas,Estrella.Mamámiróellargo

pasilloquellevabahastalashabitacionesenlapartetraseradelacasa.TodaslaspuertasestabancerradasperosupequemirabaalahabitacióndondeellatocabaMoodindigoalpianodelantedelosinvitadosennuestrafiestadenuestroquincecumpleaños.—Noesloquetúcrees,nohasidoporél—ledije,aunquesabíaquejamásla

convencería—.LoquepasaesquelospadresdeLucyestándesesperadosyhanpresionadoaladirectoraRichardsonparaquemeexpulseyasílibrarsedemí.—Pensé que tú eras más lista, Estrella, mucho más lista que yo —aceptó

mamáconunasonrisatriste—.Yquetusestudiosseríanlomásimportanteparatiporquesabíasloquehayenjuego.—¡Yasíes!Eraunadelasmejoresalumnasdelcolegio,todosobresalientes.

Puedespreguntárseloa laseñoritaRichardsonsinomecrees—medefendí—.Quiero seguir estudiando, terminarmis clases, aunque sea aquí y despuésmegustaríairalauniversidad.Enalgunasyaaceptanmujeres.—¿La universidad?No vamos a gastarnosmás dinero en ti del que ya nos

hemos gastado. Se acabaron las clases particulares para ti, las academias, lasleccionesdepianoolosprofesoresdeinglés.Loquenohayasaprendidoyanotelovamosapagarnosotros,suficientehemosmalgastadoyaentueducacióny

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mira el resultado: incluso en un internado solo de chicas te las has ingeniadoparameterte en líos con un chico—dijomamá en ese tono cortante que solousabaconmigo—.Sialmenosnotehubierasescapadodelcolegioparaverle,notehabríanexpulsado.Perono,túteníasquehacerloquetedieralaganacomohacessiempre.Miraqueengañaralaguardesadelcolegioylargarteenmitaddelanoche...Ytodoparaencontrarteconunchico.—Noesasícomopasó.Meescapédelcolegio,sí,peroélesunhombreadulto

yledioigualqueyotuvieraquementirparavermeconél.Al decirlo en voz alta me sentí mucho más estúpida que cuando vi a la

directora y a la señorita Amelia esperándome en el vestíbulo del St. Mary’s.Masonteníatreintayochoaños,ynisiquieraselehabíapasadoporlacabezaqueyopudierametermeenproblemasporacudirareunirmeconél.Oquizássíylehabíadadoigual.—Y además el prometido de tu compañera de habitación —añadió mamá

decepcionada—.Penséquehabíasaprendidoalgodespuésdeloquepasócontuhermanayese...,esezarrapastrosodelpueblo,peroyaveoquenoerestanlistacomotútecrees.Mamásacudió lacabezacomosinopudiera seguirhablandodeAlmaydio

media vuelta. La vi alejarse hacia la sala de música taconeando sobre lasbaldosasydespuésescuchécómocerrabalapuertadeungolpe.—No se lo tengas en cuenta.Lapobre noha estadomuybiendesdeque te

fuiste, pero últimamente estaba mejorando un poco. Incluso ha empezado acomer en vez de esconder la comida por la casa y también ha empezado ahablarse con tu padre cuando están los dos solos —me explicó Carmen—.Vamos,desharemostumaletaycolgaremoslaropaenelarmarioparaquenosearruguenmáslosvestidos,queyasehabránhechounapasaenelviaje,seguro,yloqueestédemasiadoarrugadoselobajaréaDoloresparaquelorefresqueyloplanche.—Nohacefaltaplancharnada,casitodoesropadeluniformedelaescuelay

nuncamáslopodrévolverausar.Estabaenfadadaconmigomisma,furiosaporhabersidotanpocoprecaviday

tambiénconMason—sobretodoconél—porquesuestúpidocambiodeopiniónme había separado demis estudios y demi futuro condenándome a lamismasuertequeaLucyyasushermanas.

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—Anda, no te disgustes, niña. Verás como a tumadre se le pasa el enfadocuandoseacostumbreatenerteencasaotravez—medijoCarmen—.LaseñoramarquesahaestadotansolaestetiempoquecasihabíaempezadoahablarleamiCatalina,figúrate.MamásolíafingirqueCatalinanoexistía,igualquehacíayoconelespíritude

Almacuandoempezóaseguirmeatodaspartes.Simplementenolamirabanilehablaba, ni siquiera cuandoCatalina intentaba llamar su atención. Para ella lahija bastardade sumarido era solouna alucinación, otro fantasmamásde losmuchosquevagabanporlospasillosdeVillaSoledad.DuranteañosAlmayyohicimosexactamentelomismoqueella:ignorábamosanuestramediohermanapequeñasoloporqueeraloquemamáhacía.LapequeñaCatalinanosseguíaporlafincaconlágrimasenlosojososeacercabaamirar lospeces japonesesdelestanquecuandoAlmayyoestábamossentadasenelbordeparaintentarquelehiciéramoscaso,pero la ignorábamoscomosinoexistiera, castigándolaaellapor lospecadosdenuestropadre.LaabuelaSoledadera laúnicade la familiaque le prestaba atención a la niña y, cuando Catalina lloraba desconsoladaporquetodosenlacasalaignorábamos,lecontabahistoriassobreMéxicoparacalmarla.DurantemuchotiemponisiquierameparecióqueignoraraCatalinaohacerla

sufrir estuviera mal: mamá lo hacía y el marqués también, ¿por qué íbamosnosotrasahacerotracosa?Hastaquecumplídoceañosyporfinlepreguntéamamáporquéestabasiempreenfadadaconella:«Noestoyenfadadaconella,essoloquenosoportoverlaporlacasa»,mecontestó.No me di cuenta de lo que sucedía en realidad hasta varios años después,

cuandomimadremedijoalgoparecidoenlabibliotecalanocheenquecasileprendífuego:«Meenfadocontigoporquenopuedopermitirmeenfadarmeconelmarqués.» Mi madre había sabido ya entonces que su supervivencia —y lanuestra,enciertomodo—pasabaporelegirsiemprealmarqués.Inclusocuandolas circunstancias eran demasiado terribles o humillantes para ella—una hijailegítima y otra muerta— no tenía más remedio que ponerse de su parte yperdonarle.—Te íbamos a preparar la habitación de invitados del segundo piso por si

acaso tedabamiedodormir solaen la torre—dijoCarmensacándomedemispensamientos—. Pero resulta que esa habitación está ocupada, así que venga,

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levántateyayúdameconlamaleta.—¿Ocupada?¿Quiénduermeenlahabitacióndeinvitados?¿Mamá?—quise

saber.—No, ella sigue durmiendo en el dormitorio de siempre, el de la cama con

doseltanbonita.TenemosuninvitadoenVillaSoledad,esunlordescocésodeporahíqueestáplaneandohacernegocioscontupadre.—LlegamosalprimerpisoyCarmensedetuvounmomentopararecuperarelaliento—.Elcaballerollegó hace una semana y como el único hostal de Basondo está cerrado, elmarquésinsistióenquesequedaraenlacasa.Ahoraestáporahícontupadre,hanidolosdosavernoséquéalregistro,enlacapital.Pasamospordelantedelahabitacióndeinvitadosenelsegundopiso,lapuerta

estabacerrada.—¿Unlord?¿Ycómoes?—lepreguntécuandoempezamosasubirotravez.—Puestediréquenoseparecea loshombresquehayporaquí:esapuesto,

tieneelpelorojofuegocomosolohevistoenalgunasmujeresyartistas,losojosbonitos...peroDoloresdicequeesdemasiadoamableylimpiocomoparatenerdinero.Mereísorprendida.—¿Demasiado limpio y demasiado amable como para tener dinero? —le

pregunté—.¿Quéquieresdecir?—Entodamividajamáshevistoaunseñoritoquefueracapazdeatarselos

zapatos o de limpiarse la nariz él solo sin ayuda de un séquito de criados.Ycuantomásrico,másinútil—empezóadecir—.PeroDoloresmehaaseguradoqueelmisteriosocaballeroordenasuhabitaciónysehacesupropiacamacadamañana.Yahabíamosllegadoalaescaleradecaracolqueuníaeltorreónconelrestode

lacasaydejélamaletaenelsuelo.—Detodasformas,nohaymuchoaquídentroquepuedautilizarademásdel

neceseryelpijama—añadí,yentoncesrecordéqueelpijamatambiénteníaelescudodelSt.Mary’sbordadoenelbolsillo—.EstúpidoMasonyestúpidayopornohaberprevistoloqueibaapasar,nomepuedocreerqueestéotravezenestacasa.Carmensesentóenelotroextremodelamaletadejandoescaparunsuspirode

alivio.

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—Puesclaroquesabías loque ibaapasar,niña,ocomopoco intuíasque teibasameterenun lío.Loquepasaesque túerescomoesasolassalvajesdelCantábrico que chocan y chocan sin descanso contra la misma roca afiladaintentando romperla —me dijo con ternura—. No puedes evitar el desastreporquetegustaromperyromperte.¡Ypobredelqueintenteinterponerseentreelmarylasrocas!Nosabeloqueleespera.—No sé qué voy a hacer ahora,Carmen.—Mi voz sonó entrecortada, pero

estaveznoeraporelesfuerzo.Carmenmepasóelbrazoporencimadelhombroymeatrajohaciasucuerpo

cálidoyfamiliarparaconsolarme:—Algosurgirá,niña,veráscomosí.Yahasaprendidolomásdifícil.

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Laspesadillasmeasaltaronmientrasdormíaenmiantiguahabitación,perofueel lobo quienme despertó.Abrí los ojos y por unmomento pensé que estabatodavíaeneldormitorioquecompartíaconLucyenelSt.Mary’s,peroenvezdesurespiraciónsuaveenlahabitaciónentinieblas,solooíallobonegroaullandoenelbosque.Estaba amaneciendo, lo sabía por la luz fría y gris que se colaba por las

ventanasdibujandolassombrasdetodocuantohabíaenlahabitación.—Alma,¿estásdespierta?—susurré,peronotuverespuesta.Miréalacamaidénticaalamíaquehabíaalotroladodelahabitación,perola

cama de mi hermana estaba vacía, ni siquiera su fantasma había queridorondarmeesanoche.Ellobonegroaullóotravez,máscercaahora.Melevantédelacamaperono

busqué laperillade la lamparitaen lamesilla:envezdeesomeacerquéa lasgrandesventanasredondasymiréhaciaelbosqueprotegidaporlapenumbraquetodavía llenaba la habitación. En el bosque no había amanecido aún. La luzlechosadediciembreapenasacariciabalascopasdelosarbolesmásaltosperomeparecióintuirunasombraparadajustoenlalíneadeárbolesqueseparabanelbosquedelacarretera.Lasombraeraenorme,casitangrandecomouncocheolamesadecomedorparaveintepersonasquemamáhabíacompradounosañosantes. Me pegué al cristal helado de la ventana hasta que sentí mi propiarespiraciónagitadavolviendoamí,peroantesdequepudieradistinguirallobo,lasombravolvióaesconderseenlomásprofundodelaespesura.Desde allí también podía ver el jardín lateral de la mansión, una de las

poquísimaszonasdondelacasanoproyectabaunasombragigantescahaciendo

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imposible que creciera allí nada más que musgo. Cuando regresó de lasAméricaselabueloMartínseempeñóenconstruirlamansióndeindianosmáslujosayenormedeMadridhaciaarriba,peronoseparóapensarqueunacasatangrandeproyectaríaunasombraaúnmásgrande.Enaquellazonaeradondeestaba el invernadero de la abuela Soledad. Ella eligió ese lugar—a pesar deestaralejadodeljardíntrasero—precisamenteporqueeraunodelospocossitiosenlacasadondellegabalaluzdelsol.Laabuelacultivabasusfamosasrosasenel invernadero —las más grandes y sedosas que yo había visto jamás—manteniéndolas protegidas de los elementos dentro de las paredes de cristal,sobretododelvientodelnortequerecorríaeljardínalgunasvecesarrastrandoasupasoelolordelmar.Atravésdeltechodecristaldelinvernaderointuílafiguradeunamujerque

ordenabalasmacetassobrelamesadetrabajodelaabuela.Alprincipiopenséqueseríamamá,otalvezCarmen,quehabíanentradoabuscaralgoparalacasa,perocuandolaviagacharsearecogerunaflordelsuelodetierramefijéenquesupeloeralargoyoscuroigualqueelmío.«EsAlma,habrádecididoembrujarlasrosasdelaabuelaSoledad»,pensésin

darlemásimportancia.PeroentoncesmefijéenquelamujernollevabapuestoelvestidoblancodeencajequeAlmasiempre llevaba,asíquemeapartéde laventanaymevestía todaprisacon loprimeroquepudeencontrar:unvestidocolorazulcieloyunachaquetilladelanagrisparanocongelarmeconelfríodelamañana.Mepuseloszapatosysalíporlapuertadelahabitación.La casa estaba en silencio. El único ruido que distinguí cuando llegué al

primerpisofueelsonidodealguienremoviendoenuntazónconunacucharilla.Imaginéque se trataríadeDolores,quedesayunaba sola en la cocinaantesdequeel restode lacasadespertara,comosolíahacercuandoyoaúnvivíaen lamansión.Dejé atrás la escalinata de mármol para avanzar por el pasillo lateral del

primerpiso.Laspuertasdelashabitacionesseguíancerradas,igualqueayer:elcomedorformal,labiblioteca,elsalónprincipal...Hastaquepasépordelantedelasalademúsica.NolamiréperocasipudeescucharlasnotasalegresdeMoodindigoflotandoenelairegélidodelamañanacomounfantasma.Abrílapuertadecristalysalíalagaleríaquerecorríatodalafachadatrasera

delacasa.Allí,bajolosarcosdepiedra,eradondelabandadeswingquemamá

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contrató para nuestro cumpleaños había tocado versiones deGershwin toda latarde.TambiéneradondeyohabíaarrastradoalrepelentehijodelembajadordePanamá—delqueyanisiquierarecordabaelnombre—parafastidiaraAlma.Ahoralagaleríaestabavacíaexceptoporunosterrariosdepiedramacizadondenocrecíanada.Salíaljardíntraseroyavancéporloscaminosdelosetashastaellateraldelacasa.Mefijéenqueeljardín—quesiemprehabíasidoelorgullodemamá con su césped cortado con esmero cada semana y sus árboles exóticostraídos de otro continente— ahora parecía descuidado: las hierbas crecían sincontrolinvadiendolaslosetasdelsenderoynadiehabíapodadolosárbolesantesdel invierno. Ahora parecían siniestros esqueletos de madera completamentevacíosagitándoseenelvientodelnorte.Cuando llegué al invernadero la misteriosa mujer todavía estaba dentro,

inclinadasobrelamesadetrabajo.Nopudeverlabienperodistinguísusiluetamoviéndosealotroladodelapareddecristal.Abrílapuertadecidida:—¿Alma?Elladejóloqueestabahaciendoysevolviósorprendidahaciamí.—¡Quésustomehasdado!—medijoconunasonrisanerviosa—.No,nosoy

Alma.Soy...—Catalina—susurré—.Perdona, te he visto desde arriba y he pensado que

eras...,daigual.Noqueríaasustarte.—Nopasanada,essoloquenadiesabequevengoaquícadamañanaymehe

asustadocomounatontaalescuchartuvoz.—Catalinaserioparaespantarlosrestos demiedo del cuerpo—. Sabía que habías vuelto ayer, pero no te habíavistotodavía.Mimadretienerazón:hascrecidomucho.—Tútambién—ledijeconunadiminutasonrisa.Eraembarazosohablarcon

alguienaquienmehabíapasadoignorandotodalavida—.Estásmuyguapa,yparecesmayor,¿cuántosañostienes?—Catorce,siemprehesidotresañosmenorquevosotras...quetú,quierodecir

—secorrigióella.Catalinanoparecíamolestaporqueyonorecordaraesepequeñoeincómodo

detalle. Al verla ahora, entendí por qué mamá había empezado a dirigirle lapalabra después de años de fingir que la otra hija de sumarido no existía: separecíaunpocoaAlma,ytambiénamí.Poresoyolahabíaconfundidoconelladesdelaventana.Catalinateníaelpelocasitanlargocomoelmío,soloqueel

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suyo era de color castaño claro en lugar de negromedianoche. Sus ojos eranbonitos:marronesydespiertos,conlaspestañasoscurasmuytupidas,parecidosalosdeCarmenperomenostristes.Separecíamuchoalmarquésenlasfotosdejovenquehabíavistodeélensuhabitacióndecaza.Sipadrehubieratenidounahermanaguapa,hubierasidoigualqueCatalina.—¿Vienesaquítodaslasmañanas?—lepregunté—.¿Paraqué?Mefijéentoncesenquesusmanosestabanmanchadasdetierrayenquetenía

una maceta de barro sobre la mesa de trabajo donde estaban esparcidas laspequeñasherramientasdejardineríaquesolíausarlaabuela.—Vengo a cuidar las rosas de la abuela Soledad antes de que nadie se

despierte.Ellamedejóalcuidadodesusfloresantesdesuicidarse,medijo:«Atinomepermitendejartenadaaunqueseasminietatambién,asíquetedejoalcargodemisrosasyelrestodelasplantasdelinvernaderoparaquedescubrascómotrabajalanaturalezayaprendastodoloqueyonopodréenseñarte.»Miré alrededor, no solo las rosas seguían creciendo tan enormesybrillantes

comocuando laabuelavivía,además,habíaorquídeasblancasenunmaceteroaltoyalargadoqueocupaba todoelextremodel invernaderoycampanillasdemuchos colores diferentes colgando del techo de cristal tan frondosas que suspétaloscasiacariciabanmihombro.Tambiénvicantidaddeesquejes,pequeñosbrotesyfloresextrañasycoloridasdelasquenisiquieraconocíaelnombre.—Lasplantassetedanbien—acepté.—Hagoloquepuedo.—¿La abuela Soledad habló contigo antes de saltar?—pregunté, todavía

mirandolasrosastanperfectasquecasiparecíanhechasdeterciopelorojo.—Sí, claro—respondió Catalina como si fuera evidente—. También habló

contigo,¿no?Paradespedirsedeti.Me fijé en sus manos manchadas de tierra oscura: la misma tierra oscura

esparcidasobrelamesadetrabajoquellenabalasmacetaseimpregnabaelaireconsuolor.Olíacomoelbosque.Catalinaparecíasentirsecómodacuidandolasfloresde laabuela,protegiendosu legadode rosasperfectas igualquesi fueraalgonaturalparaella,lamismaniñaalaqueyohabíaignoradoduranteañosapesardesaberqueesolahacíalloraraescondidas.—No.Laabuelanosedespidiódemí.Le había dicho «adiós» a Alma en nuestro claro del bosque y también a

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Catalina,peronoamí.—Vaya, pues lo siento.—Catalina hizo elmismo gesto de reproche con la

narizqueyohabíavistomilvecesensumadre—.Peroalgotedejaría,¿no?—Sí,uncollarqueellasabíaquemeencantaba.Lodejósobremialmohada

antesdesaltar.—Hacíaañosquenopensabaenelcollarconaquellaesmeraldatangrandecomoelpuñodeunbebé—.Peroelmarqués lodescubrióyme loquitóeldíadesuentierro,seguroquelohavendidoya.—Sí, seguro.Cualquier día, si tumadre le deja, vende la casa con nosotras

dentroparapagar todo loquedebe—respondióCatalinavolviendoaocuparsedel rosal que estaba trasplantando, pero cuando se dio cuenta de lo que habíadicho se olvidó de la planta ymemiró—. Perdona, no quería hablarmal delmarqués y menos delante de ti. Supongo que tengo que estarle agradecidaporquenospermitieraseguirviviendoenlacasaestosañosapesardequemamáyanotrabajaraparalafamilia.Despuésdeañosdeignorarlaydenegarseadarlesuapellidomesorprendió

escuchar aCatalina decir que debería estarle agradecida almarqués.Yo no loestabaenabsoluto,ytampocoteníaningunasganasdevolveraveramipadre.—Por el estado del jardín y por la enorme planta trepadora que se ha

apoderadodelafachadadiríaqueEmiliotampocotrabajaparalafamiliadesdehaceaños.—No, ahora el pobre Emilio viene solo una vez cada dos semanas en

primaverayenveranoparamantenerelcéspedpresentableyarrancarlasmalashierbas que no dejan de aparecer por toda la finca, estamos invadidos—dijoCatalinaconresignación—.Nichófer,nijardinero,nichicodelosrecados:delservicioquetúconocíasyasoloquedaDolores,ymimadre.—Sí,yahenotadoquelacasaytodolodemásestábastanteabandonado.—

Miré alrededor y noté que algunos paneles de cristal del invernadero estabanrajados—. Supongo que el marqués tiene cosas más importantes de las queocuparse.A padre siempre le había dado igual ese invernadero y todo lo demás en la

casa, todo excepto lo que había en su habitación de caza, por supuesto: lascabezas de los animales muertos en las paredes, su colección de whiskyimportadoensuselegantesbotellasdecristal,suscuchillosdecazaparadesollarjabalíes traídosdirectamentedesdeAlemaniayelblasónde lafamiliaZuloaga

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quecolgabasobrelachimeneadelahabitación,justoencimadelaescopetaconlamiradefectuosaconlaquematóaAlma.—¿Lehasvistoya?Almarqués—preguntóCatalinaconsuformarápidade

hablar.—Noypretendoseguirasítodoeltiempoquepueda.—Loentiendo,hevistolaquemaduraenelsuelodelabiblioteca—dijoella

connormalidad—.Alprincipiotumadreintentabataparlaconunamesita,perocomo la mesita siempre estaba en medio terminó por quitarla y ahora puedeverseelsueloquemado.—¿Sabesloquepasó?—preguntésorprendida—.Nocreíquemamáhablara

deaquelloconnadieymuchomenoscontigo;noteofendas,peropenséquetúseríaslaúltimapersonaenelmundoaquienmimadrelecontaríaalgoasí.Catalinasesacudiólasmanosparalimpiarselatierra,quevolvióacaersobre

lamesadondelasrosasrojasesperabanpacientementesuturno.—Tumadrenomecontónada—respondióellaconunasonrisitaculpable—.

Porlasnochesyosolíaescaparmedelacamademamáparairalabibliotecaajugarconvuestracasitademuñecas.Sabíaquetumadreseenfadaríamuchosilodescubríayteníamiedodequepudieradespediramimadresiseenterabadequeyomepasabalasmadrugadasjugandoconsuqueridacasitademuñecas,asíqueesanoche,cuandoescuché lospasosqueseacercabandesdeelpasillomeescondídetrásdeldivánfrancésquehayfrentealaventana.—Lovistetodo,visteloquehice.—Sí, todo.Esdecir,yoyasabíaqueAlmay túpodíaishacercosas..., cosas

especiales. Todami vida he oído los rumores que circulaban sobre vosotras ysobrelaabuelaSoledadporelvalle,peronuncalohabíavistoconmispropiosojoshastaqueesanochevicomocasileprendíasfuegoalmarqués—respondió—.Perotranquila,noselocontaréanadie.—Erastú—dijealiviada—.Erastúquienmovíalasmuñecasenlacasitaylas

cambiabadesitioconstantemente.UnadiminutasonrisacruzóloslabiosdeCatalina.—Culpable también, sí. Muchas veces no recordaba cómo las había

encontrado o estaba tan cansada queme dabamiedo quedarme dormida en elsuelo de la biblioteca y ser descubierta, así que dejaba las muñecas por ahíconvencidadequeculparíaisa los fantasmasquevivenen lacasaenvezdea

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mí.Elúnico fantasmaqueyopodíavereraeldeAlma,perocuandoellaestaba

vivahablabasinparardelosespíritusqueencantabanVillaSoledad.Yonopodíaverlos entonces—igual que no puedo verlos ahora—pero demadrugada solíaescucharelcrujidodelsuelodemaderaenelprimerpisohundiéndosebajounospasosinvisibles,susurrosqueviajabanpegadosalasparedeshastalosrinconesmásoscurosde lacasay lasfotosdebodade laabuelacayéndosealsuelosinque nadie las tocara. Alma estaba tan viva en esa casa como el resto de losespectrosqueseresistíanamarcharse.—Y qué pasa contigo, ¿tú también puedes hacer cosas especiales? —le

preguntéaCatalina.—Noqueyosepa.Esdecir,unavezmebebíunabotellaenteradelechedeun

tragosinrespirar,otravezmecaídelmanzanoesequehayalfondodeljardínynome rompí ni un solo hueso del cuerpo ymamádice que tardé lamitad detiempo que cualquier niño en aprender a hablar, pero no creo que ninguna deesascosasmeconviertaenalguienespecial,¿verdad?Solosoyunamás.Reconocí en sus ojos color avellana lamisma rabiamal enfocadaquehabía

vistoenlosmíostantasveces.—Durantemuchotiempoyotambiénpenséquenoeraespecial.Nocreoque

seas solo «una más» —le dije sin saber muy bien por qué sentía que debíaanimaramimediohermana.—Túhasnacidosiendomarquesa,siemprehassidoespecial,notienesniidea

de lo que es ser normal —respondió Catalina—. Vivías a la sombra de unahermanaperfectayapenaspodíassoportarlo,imagínateyo,quehecrecidoalasombradedoshijasreconocidasquellevabanvestidosdesedahechosenParísmientrasyodormíaenunacamaconmimadreenelsótanodelacasa.—¿Yquéquieresdemí? ¿Unadisculpa?—Mivoz sonómás fríade loque

pretendía—.Laculpaesdelmarqués,asíqueveapedirlecuentasaélsiquieres,yonotengoculpadelotuyo.Bastantetengoyaconmispropiospecadosyconunahermanaquemeculpadesudesgraciacomoparatenerquecargarconotra,losiento.—Noteculpoporlospecadosdetupadre:suspecadossuyossonydesobra

séqueelmarquésnotienenadaquepuedadarme,nisiquierasuculpa.Aunqueteconfiesoqueapesardetodosestosañosdedespreciossigoesperandoqueél

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mequieracomoaotradesushijas—dijoCatalinasinrastrodeamarguraensuvoz—.Esalgocurioso,¿verdad?,lamaneraenlaquenosentregamosaquiennonosamaninosamarájamássoloporladiminutaesperanzadequealgúndíasefijeennosotras.—Asíes—respondí,peronosupesialhacerlopensabaenmipadre,enTomás

oentodoslosquehabíanpreferidoaAlmamientrasyoerainvisibleasusojos.—Yrespectoatupropiaculpa,noparecequetepeseenabsoluto,Estrella,así

quetampocoleveoelsentidoahacertecargarconella,porqueesunpesoquenollevas.—Yjustoasípretendoseguir.Laculpanoesmásqueunapérdidadetiempo:

unatrampainventadaparacontenernos,unajauladebarrotestransparentesquenosobligaa sentirnosmalpordesear loquedeseamosoaquiéndeseamos—respondí—.Hepasadomuchotiempopensandoencómoesquivarlaculpaigualque hace mi padre e igual que hacen los hombres para poder hacer solo mivoluntad.MeacordédeMason,aquienno lehabía importadoabandonaraLucypara

proponerme matrimonio a mí —su mejor amiga— después de una sola cita.Simplemente,yo lehabíaparecidomejoresposa,asíqueseolvidóde lapobreLucy sin una explicación ni una disculpa, porque la única voluntad que leimportabaaMasoneralasuyapropia,nilamíaniladeLucy.—Ojalápudierasermáscomotú.Desearíapoderpensarenmíysoloenmísin

importarmeeldañoquepuedacausaraotros,igualqueaellosnolesimportamipropio daño—me confesó Catalina con una sonrisa triste—. Por favor, no lecuentesatumadrequevengoacuidarlasrosascadamañana.Ellasepiensaquecrecenasídebonitasporeseapestosoabonoquepreparaconlospososdelcaféylaspeladurasdelasnaranjas.Noquieroquelaseñoramarquesadescubraquehagoestoporquelaabuelamelopidió,sepondríatriste.—Descuida, no se lo contaré a nadie —le prometí—. Y, por lo que a mí

respecta,estasrosassontantuyascomomías.Catalinamesonrióydespuésvolvióaocuparsedesusrosasmientrastarareaba

unamelodía.Dimediavueltaparamarcharmepensandoenqueahora teníaunsecreto con Catalina —dos, si contaba que ella me había visto hacer fuegoaquellanocheenlabiblioteca—,peroantesdesalirdelinvernaderolamiréunavezmás:alverladeespaldasycanturreandoasíerafácilconfundirlaconAlma.

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Salíycerrélapuertadecristaldetrásdemíperotodavíaescuchésuvozflotandoenelvientodelnorte.

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Elmisteriosoinvitado

ELMISTERIOSOINVITADO

Esamisma tarde el cartero dejó un aviso paramí en el buzóndehierro quecolgabadelportóndeVillaSoledad.HabíanenviadoaBasondoelrestodemislibros, ropa y pertenencias desde el colegio.Todo lo que tuve que dejar en lahabitaciónquecompartíaconLucycuandomeexpulsaronporquenocabíaenmiúnicamaletaestabaahoraesperándomeenlaoficinadeCorreosdelpuebloparaquefueraarecogerlo.YonoteníanadaquehacerylashorasenVillaSoledadpasaban lentasyvacías,demodoqueamedia tardedecidíquemeacercaríaaBasondodandounpaseoporlacarreterahastalaoficinadeCorreos.NosabíasiTomás seguiría viviendo en el pueblo después de estos años de silencio, perobarajé la idea de pasar por delante de la casa donde solía vivir con su padrecuandoaúnerauncrío,parahacermelaencontradiza.Había pensado pedirle prestado un vestido a mamá porque todavía llevaba

puesto el vestido de color azul cielo y era demasiado fino para el clima dediciembreenelCantábrico.Nohabíavueltoaverladesdeeldíaanterior,peronosabía quién de las dos evitaba a quién. Llamé dos veces a la puerta de suhabitación en el segundo piso pero no obtuve respuesta, así que entré en sudormitorioyviquemamádormíalasiestaensucama.Nosehabíamolestadoenponerse uno de sus pijamas de raso o en abrir la cama, simplemente se habíatapado con unamanta de angora blanca por encima del vestido pero se habíadejadolospiesdescalzosfueradelamanta.Meacerquéasucamadepuntillasintentandonodespertarlaylatapébienparaquenosequedarafría,peroenesemomentomamásemovió.

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—Alma...menosmalqueestásbien,hetenidounsueñohorrible—murmurósinllegaraabrirdeltodolosojos—.Unapesadilla.La miré sin atreverme a moverme y todavía con la manta suave entre las

manos:pensabaqueyoeraAlmayquetodohabíasidounsueño,unapesadilla.—Soñé que estabas muerta y deambulabas por la casa llevando todavía tu

vestido de encaje blanco, el mismo de tu cumpleaños —murmuró contra laalmohadadehilo.Incluso después de muerta seguían confundiéndome con Alma. Me incliné

despaciosobreellayleacariciésupelocastañoycorto.—Nopasanada,mamá.Vuélveteadormir—susurré.Salídelahabitacióndemamásinvestidoyconunnudoenelestómago.Alma

estabaenelpasillodel segundopiso,apoyadacontra labarandademaderadecaobaymediocuerpoinclinadocolgandofueracomosiestuvieraintentandoverlashabitacionesdelpisodeabajootendiendoropalavadaenunhiloinvisible.Su pelo negro y largo caía suelto a los lados de la cara haciendo imposibledistinguirsurostro.—Dejatranquilaamamá,ellanopuedeverteperosabequemerodeasporla

casa—ledije, casi esperandoqueAlma sevolvierahaciamíenseñándomesurostrodecalaveraporfin,peronosemovió—.Asísololehacesmásdaño.Estásmuerta,Alma,dejaqueteentierredeunavez.Elavisodelcartero—yconéllaposibilidaddeveraTomás—mequemaban

enelbolsillodemivestidodeverano,asíqueintentéolvidarmedeAlmaybajélasescalerasquemequedabanhastaelprimerpisodelamansión.Cuandolleguéalvestíbulomedetuveunmomentosobreelsuelodeazulejosblancosynegrosparamirararriba:Almaseguíaapoyadaenlabalaustradadelsegundopiso,peroapenas un instante después vi cómo caminaba hasta la puerta cerrada de lahabitacióndemamáyentrabaparaseguirapareciéndoseensussueños.Ya eramedia tarde, pero el sol débil de diciembre todavía se filtraba por la

ventanadelacocinareflejándoseenlosazulejosblancosdelasparedes.CarmenestabasentadaalamesatomandocaféconlecheypastasconDoloresigualquehacíanlasdoscadadíaaesamismahoradesdehacíacasiveinteaños.—¿Estás bien, niña? Parece que hayas visto un fantasma —dijo Carmen

cuandomevioaparecer.—Esosonbobadas,yonocreoenfantasmas,essololaculpaquenospersigue

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atodosparaintentarmartirizarnos.Afortunadamenteyosoymásrápida.Lacocinaolíaacaféreciénhecho,apastasdemantequilladeldíaanteriorya

la leche que se había quemado en el cazo sobre elmoderno fogón de hierro.Mamánococinaba—norecordabahaberlavistohacerloentodamivida—,perohabía mandado renovar la cocina entera después de morir la abuela Soledad.«Nosepuedencocinarplatosmodernosenunaviejacocinadeleña,niqueestofueraunacasuchadepueblo»,habíadichomamámientrashojeabaelcatálogodecocinasquelehabíanenviadodesdeMadrid.«Deberíamoshacernosconunodeesosarmariosrefrigerados,deesosquemantienenlacomidafrescatambiénenverano.UnElectrolux.»—¿Quéquieres?Ynomedigasqueyatehascansadodemerodearporlacasa.

Deniña te pasabashoras vagandopor las habitaciones cerradas comoungatocallejero que entra y sale a su antojo hasta de los sitios prohibidos —dijoCarmenantesdecogerotrapastadelacaja.MamálepagabaalpanaderodeBasondocadamesparaquetodaslasmañanas

enviaraasuhijohastaVillaSoledadcontresbarrasdepanyunacajadepastasdemantequilla.Laspastasfrescasdeldíaeransoloparalafamilia,perocomoaldíasiguiente todavíasepodíancomer,envezde tirarlas,DoloresyCarmenseterminabanlasquesobraraneldíaanterior.—No, es queme aburro aquímetida sin hacer nada y quiero salir a dar un

paseo.—Niñainquietadondelashaya.Túsiemprehasestadohechadelapieldelas

lagartijas,duranteelveranosalena tomarelsolyseescondenrápidamenteencuantoescuchanpasos—medijo—.Yadebebéllorabasporlanocheparaquetehicierancaso,yencuanto tuviste fuerza suficiente teponíasdepie intentandoescapartedelacunatanelegantequetehabíacompradolaseñoramarquesa.Almanollorabadebebéporquehabíasido«laSanta»inclusodeniña,había

escuchadoesashistoriasunmillóndeveces.—¿Sabes dónde puedo encontrar algo que ponerme? —le pregunté más

cortantedeloquepretendíaenrealidad—.IgualCatalinatienealgoquepuedaprestarme, aquí solo tengo el uniforme del colegio y un par de vestidos deverano.—No,miCatalinaesmuyflaquitaparaquesuropatesirva,tieneelcuerposin

formasycasipareceunaniñatodavía,no.Yyosoydemasiadobaja,seteverían

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las pantorrillas con cualquiera de mis vestidos. Pero ¿adónde quieres ir si sepuede saber?—Carmen dejó la pasta junto a su taza de café ymemiró consuspicacia—.NomedirásquevasairaBasondo.Metílamanoenelbolsillodemivestidoysaquéelavisodelcartero.—Sí,miscosashanllegadoporfinypensabairabuscarlas,tampocoesque

estéhaciendonadaimportanteaquí—protesté.—Bueno, si te aburres puedes sentarte con nosotras a tomar café—sugirió

Dolores—.Noestamoshablandodenadaenconcreto,solochácharademujeres.Estuve tentada de aceptar su oferta, sentarme en una de las sillas libres

alrededor de la mesa de pino gastado—donde solo comía el servicio porquenosotros lo hacíamos siempre en el comedor de diario— y olvidarme de ir aBasondoparabuscaraTomás.Inclusolaspastasdeldíaanteriormeparecieronapeteciblesdesdedondeestaba.—¿Quérespondes?—Dolorescogiólacafeteradehierrofundidoconcuidado

denoquemarseyserellenólatazaotravez—.Puedescontarnostusaventurasen el colegio si quieres, somos un público agradecido, ¿verdad que sí, doñaCarmen?Doloreseralaúnicapersonaenelmundoaquienyohabíavistollamar«doña

Carmen»aCarmen.Paratodoslosdemásellaerasolo«Carmen»ocosaspeores,peroparaDoloressiemprehabíasidoasí,inclusodespuésdeayudarlaadaraluzaCatalinaensuhabitacióndel sótanoporque lamatronadeBasondonopudollegaratiempo.—¿Vistealgúnactor famosomientrasestuvisteenInglaterra?Dicenquehay

muchosporallí.Másqueaquíseguro.—Doloresserioconfuerza—.¿VisteaFredAstaireporcasualidad?LevihaceunosmesesenSombrerodecopayquémaravilladepelículaydebailes.Salimoslasdosenamoradasdelcine,¿verdadquesídoñaCarmen?Sonreí.—No,noviaFredAstaireaunquesíviaClarkGableunavez.Noeraunamentira exactamente: despuésdever aClarkGablehaciendode

periodistapobreyaventureroenSucedióunanoche,mimentehabíaentrelazadolasdoshistoriashastaconvertirlasenunasolaeinseparable.LapelículayloquepasóconMasonyLucyformabaunaúnicacosaparamí.ClaudetteColbert,elautobús en el que huía de su boda, elReginald con sus butacas de terciopelo

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gastado, el olor a palomitas y el inglés tosco de Mason formaba una masapegajosaqueuníalosrecuerdosdeesosdías.—ClarkGable...—repitióDoloresintentandorecordar—.Ah,sí,yaséquién

es:elorejotaseseconelpelonegrocomolanoche.¿Sabequiénledigo,doñaCarmen?Lehemosvistoenunadesusrevistasdecine.Y¿cómoesenpersona?Vamos, siéntate un rato y cuéntanos los detalles, niña, quedoñaCarmenyyonuncahemosvistounacelebridad.—Esmás bajito en persona—terminé yo—. ¿Qué pasa con la ropa? Se lo

pediríaamamáperonoquierodespertarladesusiesta.Nome atreví a decirles queAlma estaba ahoramismo en la habitación con

mamárondandosussueños.—Pues claro que no, deja dormir a la señoramarquesa que últimamente la

pobre tiene el sueño difícil—respondió Carmen—. ¿Y por qué no esperas amañanaparairabuscartuscosassisepuedesaber?Nosevanamoverdedondeestán,niña.AsípodríadecirleaEmilioqueteacompañedevueltaparaquenovayastúsolaporlacarretera.—Prefiero ir dando un paseo, asíme da un poco el fresco y de paso seme

aclaranlasideas,quelamitaddeltiemposolomesalehablareninglésyaquínomeentiendoconnadie—mentí—.Laropa,Carmen.—Sédóndepuedehaberalgoquetesirva—respondióellanomuyconvencida

deestarhaciendolocorrecto—.GuardamoslascosasdelaseñoraSoledadenelsótano después de que ella «volviera al mar». Su ropa, sus sombrerosestrafalariosytodolodemástodavíaestaránahíabajo.Loenvolvimostodobienylopusimosdentrodeunascajasparaqueestuvieraasalvodelpolvoydelasarañas. Tu abuela tenía un cuerpo muy parecido al tuyo, así que seguro queencuentrasalgoque tequepa.Sinoencuentras lascajasdileaCatalinaque teayude, ella sabe dónde están porque más de una vez la he descubiertocurioseando.Me volví hacia la puerta de la cocina sin molestarme siquiera en darle las

graciasaCarmenantesdemarcharme,peroellamedetuvo:—No estarás pensando en meterte en algún lío, ¿verdad, niña? Mira que

acabasdevolver.Lamirédesdeelmarcodelapuertade lacocinade lamansióndisimulando

unasonrisa.

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—PeroCarmen,¿cuándomehemetidoyoenalgúnlío?

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Basondoapenashabíacambiadoenlosúltimosdosaños.Noeranadadistintodelrecuerdoqueyohabíamantenidointacto:parecíaquehubierapermanecidoencerrado,comoenunodeesosglobosdenieveenminiatura.Unpolvogrisoscurosalíadelaminaycubríalostejados,lasaceraseincluso

a los habitantes del lugar, como una promesa siniestra de la que nadie podíaescapar. Yo misma sentí el polvo gris que salía de las entrañas de la tierrapegándoseamipeloy alvestidoprestadode la abuelaSoledad igualqueunasegundacapadepiel:losuficientementefinacomoparadejarterespirarperonotantocomoparaevitarque lospulmonesse te llenarandeeseresiduogrisáceoconcadarespiración.CuandocaminabahastaelcentrodeBasondobuscandolaoficinadeCorreos,

notéquealgunascabezassevolvíansorprendidasalvermepasar,igualquequienve un fantasma del que cree haberse deshecho ya. Podía imaginar cómo sesentían porque yo misma había creído haberme librado del espectro de mihermanagemelaunpardeveces,antesdevolveraverlamerodeandocomositalcosaporlospasillosdelSt.Mary’s.Nadiemesaludónimedijounapalabramientrasavanzabaentrelasestrechas

callesirregularesdeBasondo,construidassiguiendolaformaafiladadelpaisajefrentealCantábrico.AtrásquedabanlassuavescolinasdelasafuerasdeSurreyoloslargospradostapizadosdehierbatupidadondenoseveíanapenasárboles.Aquílatierraerairregularycortante,siempresiguiendolalíneacaprichosadelacosta.No había un terreno llano o explanada lo suficientemente grande comopara construir una casa de tamaño normal. Esa fue la razón por la que lostrabajadores que levantaronVilla Soledad para satisfacer los antojos de nuevo

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ricodelabueloMartíntuvieronquetraertoneladasdetierradesdeelcentrodelvalle para nivelar la parcela donde se alzaría la mansión. El suelo era tanirregular que, de lo contrario, no hubieran podido levantar ni una pared deladrillosenaquellugar.Un grupo de señoras de la edad de Carmen, vestidas de negro y con los

zapatoscubiertosdeaquelpolvogris,memiraronsorprendidascuandopaséasulado.Formabanuncorrilloenlaúnicaaceradelpueblo,laquehabíadelantedelaiglesia del padre Dávila. No escuché bien lo que decían al pasar yo, perodistinguí las palabras «marquesa» y «hermana». La iglesia de Basondo era eledificiomásgrandedelpueblo,mayorinclusoqueelalmacéndehierrodondeelmineral recién extraído de la mina se amontonaba esperando al barco parallevarloasudestino.Laiglesiaeradeestilorománico,conunapuertadedoblehoja con postigos y cerrojo de hierro y un campanario cuadrado en la torre.Sonreísatisfechaalcontemplarlo:habíaaprendidotodasesascosasenlasclasesdehistoriayarquitecturadelaseñoritaObelenelSt.Mary’s.—Vaya,puessíqueexistenlosfantasmasdespuésdetodo—oíquedecíauna

vozfamiliardetrásdemí.EraTomás.Losupeinclusoantesdedarmelavueltaparamirarle.—Precisamentetúdeberíassaberlomejorquenadie—respondí.La imagendeTomásqueyohabíamantenido todoeste tiempoocultaenun

rincón de mi mente que solía visitar solo cuando me sentía con ánimo decausarmedolornoseparecíaennadaaladelhombrequeteníadelante.Llevabaelpelomuchomáscortodeloquerecordaba,nirastrodeaquellosrizoscastañosentre losquehabíavistocómoAlmahundíasusdedos.Sucara tambiénhabíacambiado, sus rasgosmasculinos afiladospor la edad—yseguroque tambiénporelhambre—resaltabansuspómulosaltos.Sinembargo,losojoscastañosdemiradadulcequeyorecordabatodavíaseguíanahí,observándomeahoracomosino dieran crédito a lo que veían. Pero ya no se parecían a los ojos del pobrePatsy sinoa losdeunave rapaz:unhalcóno inclusounáguilacon lamiradaacechante.—Sí,hesido testigodeunascuantascosas increíblesenmivida.Estásmuy

cambiada.Nosésiesporlaropaoporelpelo,peromerecuerdasunpocoatuabuelaSoledad.—Tomás sonrióyyo sentí quevolvía a tener catorce años—.¿Tambiénvasempezarallevarcollaresestrafalariosdeperlas?

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—Tútambiénestáscambiado—fuetodoloquesemeocurriódecir.—Veoquetehasdadocuenta.Sí,dentrodeunmesmeordenaránsacerdote.Podíaversusotanaabrochadahastalabarbillayelespacioparaelalzacuello

aúnvacío,alaesperadesuordenación.—¿Sacerdote?—Sí. Supongo que no te sorprenderá. A mi padre y a mi tío no les gusta

mucholaidea,peronoseoponenaquemeordene.Ytodotelodeboati.—¿Amí?—repetíconlabocaseca—.No,teaseguroquenomedebesnada.—¡Pues claro que sí! Sabes, nunca imaginé que precisamente tú intentaras

quitarteelméritodealgoquetepertenece.—Tomásserioenvozbajaydespuésmemiróconsusnuevosojosderapaz—.Loquetúhicisteaquellanocheenelbosquemecambióparasiempre.TuvoqueserDiosquientepusoenmicaminopara convencerme, a ti y a ese pino que todavía sigue dandomanzanas rojasdespuésdetantosaños.Algunasvecesaúnvoyalbosqueparaverlo,¿sabes?—TeaseguroquenofueDios—dijesinapartarlosojosdesutrajenegro.—Me equivocaba: no has cambiado nada, Estrella, sigues siendo igual de

salvaje que cuando correteabas por el bosque ensuciándote de barro —meregañó con amabilidad—.Y sigues diciendo lo primero que se te pasa por lacabezasinimportareldañoquepuedascausarenlosdemás.—Lacabezaes justoloqueteestáfallandoati,¿cómoesquevasahacerte

sacerdote?Eresmuyjovenparadecidiralgoasí.—Losoy,¿verdad?Solotengodiecinueveaños.Seréelsacerdotemásjoven

quesehaordenadonuncaenladiócesisdeBilbao.—Tomásparecíaencantadoconlaidea—.Mecostó,peroelpadreDávilamehaayudadoaconseguirloporfinyleestoymuyagradecidoporello.Yoerauncríoexaltadoyrebeldepero,apesardeeso,élsupoverenmíalhombredefequetienesdelante.SinelapoyodeDávilanoestaríahoyaquí.—¿El mismo padre Dávila que acostumbraba a perseguir al marqués para

conseguirquelepresentaraasusamigosempresariosypoderinvertiréltambiénensusnegocios?¿Oelqueaspiraaconvertirseenelpróximoobispousandoestaiglesiacomolanzadera?¿Notemolestaesounpoco?—No,DávilatienederechoaquererascenderdentrodelaIglesiayseguroque

loconsigue,esmuyqueridoenladiócesisdeBilbao.Dejéescaparunbufido.

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—Puesporlamaneraenquesebebíaelwhiskydelmarquésmesorprendequecontinúe con vida—dije demalasmaneras—. Todavía le recuerdo comiendoconfitdepatoadosmanosenlamesadecomedormientrashablabadecómolostrabajadores de la mina no eran más que unos privilegiados que se quejabandemasiado.—No seas tan dura con él. Dávila ha cambiado mucho en estos años. Los

tiemposquevivimoslehanhechosermáshumilde—ledefendióTomás—.Searrepintiódeesascosasehizopenitenciaparaenmendarse.Ahoraesunhombrenuevo.HabíasidoeldíadelaPascua.ElmarquéshabíainvitadoacenaraDávilaya

uncomercialdeunaempresanavierabritánicaconelquepretendíacerrarunaventadehierromillonaria.Elmenúsecomponíadesopadequesoconsalsadevino tinto francés, confit de pato y pastel de chocolate belga con guindas almarrasquino. A mitad de la cena ya solo hablaban Dávila y el marqués. Elcomercialnosabíatantoespañolcomoparaseguirlaconversación,mientrasquemamáynosotrasdosmirábamosasqueadascomeraDávila.Elpárrocosujetabaun muslo de pato con la mano sin importarle que la grasa dulce del confitresbalara por su puño cerradomanchando lamanga de su traje negro. Dávilahablabadelamanerafanáticayconvencidadelosqueestánacostumbradosaserescuchados siempre. Para cuando la ayudante de Dolores —una muchachatímidaalaquenohabíavueltoaverporlacasa—trajoelcarritodelospostresconlatartadechocolatebelgaenunadelasbandejasdeplatademamá,elpadreDávilayasehabíaterminadosutercermuslodepatoysucuartacopadebrandimientrasnoparabadehablardelosprivilegiosdelosmineros,incluidoslosseisquehabíanmuertoaplastadosenelúltimoderrumbedelaminaZuloaga.El comercial de la naviera se marchó al día siguiente de Villa Soledad

poniendo una excusa para no volver jamás, y por supuesto sin cerrar ningúnacuerdoconelmarqués.—ElpadreDávilaqueyoconocíeraunhombreservilymiserablecapazde

cualquiercosaporhacerseunhuecoennuestracasa,enlosnegociosdelaminayenlamentedelmarqués—recordé—.Dávilanohacenadapornadiesinoesparasupropiobeneficio.Pensé que Tomás se enfadaría, que pondría las manos en las caderas yme

miraríaconesamezcladecondescendenciaycensuraquesolíamostrarincluso

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cuandoéramosunoschiquillos.Peroenvezdeesoserio.—Oh,Estrella.Nodigasesascosasdeunhombredefe—dijotodavíaconuna

sonrisa—.YaséquehaspasadoestosañosenInglaterrayqueallínohayapenascatólicos, puede que hasta hayan intentado convertirte en protestante oanglicana,peroahoraestásentutierra.Sacudí lacabezacomosiquisieradespertardeunmalsueño,mipelosuelto

mehizocosquillasenelbrazo.—Amímedan igual esas cosas, pero ¿yquépasa con lapolítica?Antes te

encantaba,loeratodoparati—lerecordéintentandohacerlecambiardeopinión—. Siempre estabas hablando de los derechos de los trabajadores, de lossindicatosytodasesascosas.UndíainclusonoscontastecómoeranlashuelgasdelostrabajadoresenChicagoycómohabíanconseguidounajornadadeochohorasorganizándose.—PeroEstrella, a ti siempre tehandado igual lashuelgasy todo lodemás.

Recuerdo cómo protestabas y te ponías a bostezar cada vez que yo sacaba eltema.Nointentesconvencermedequehascambiadodeopiniónporquenomelocreo—mereprochócondulzura.—¿Yporquénoibaacambiardeopinión?¡Tútevasahacercura!—repliqué

másaltode loquepensaba, tantoqueelgrupode señorasqueesperabanparaentraramisasevolvieronparamirarnos—.Yotambiéntengoderechoacambiardeideas,¿no?—Cuandoseasacerdotepodréseguirayudandoalostrabajadores,soloquelo

haré de otra manera —respondió Tomás pacientemente—. Este país estácambiando para bien, Estrella. La República nos traerá un país más justo ymodernoparatodos,incluidoslostrabajadoresdelamina,yyoseguiréestandoahícuandoellosmenecesiten,asítambiénserviréaDios.—Me sorprende que con tus ideas políticas te vayan a permitir ordenarte

sacerdote.—Puesclaroquesí,nodigasbobadas.—Tomáshizounapausaintentandono

enfadarse—.LaIglesiaestácambiandotambién,comoelrestodelpaís:yanoesesa caterva de viejos supersticiosos y asustados por cualquier avance. Y yoformopartedeesecambio,yosoylaprueba.Cuandoelpaísseestabiliceylosproblemasqueatraviesaahoraseresuelvan,lanuevaIglesiaserátanmodernaycivilizadacomoelresto,yaloverás.

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—Me da igual la Iglesia y me da igual la República —protesté—. ¿Y lapoesía?Recuerdo que antes siempre estabas con un libro en lamano leyendoversosdeaburridosescritoresmuertos.Habíaestudiadoaesosescritoresrománticos—yamuchosotros—enelSt.

Mary’s y ya no los encontraba aburridos en absoluto, al contrario: disfrutabaleyendo las rimas apasionadas y los versos siniestros que hablaban acerca delamorperdidoo imposible,perono ibaaadmitirlodelantedeTomás.Hacíaunparde añosque inclusohabía reconocido lapoesíaque él le estaba leyendoaAlmalatardeenquemurió:

Quelavidanosepareloquehadeunirlamuerte.

Yonoestabaprestandomuchaatenciónenclaseesedía.Laprofesoraestabahablando de un tal Percy Shelley y de su joven esposa, escritora también, yentonces escuché esas palabras y las reconocí a pesar de haber pasado tantotiempo.Despuésdeesomesentítristeduranteunasemanaenteraycadavezquerecordabaeseverso,elhiloinvisiblequemeuníaaAlmasevolvíaunpocomásvisible.—Lapoesía todavíamegusta,esonohacambiado—respondióTomás—.Y

ahora tengo acceso a más libros gracias a Dávila, que me ha conseguido uncontacto en la diócesis para que me los envíen desde cualquier iglesia ouniversidaddelpaís.¿Teloimaginas?Todosesoslibrosesperandoaqueloslea,¿quiénmehubieradichoqueterminaríasiendounintelectual?—Yuncura—añadí.Tomás sonrió con ternura pero yo no podía dejar de mirar el lugar que

ocuparíael alzacuellosenunosdías.SeguroqueAlma lo sabía, seguroque lohabíasabidodesdeelprincipio.Labusquéconlamiradaparaversiestabacercariéndosedemíperonolaviporningúnlado.—Marchémonos. Los dos juntos, vayámonos esta misma noche —dije de

repente—.Tengoaccesoaunpocodedineroquemedejómiabuelaalmorirypodemosusarloparaircasiacualquiersitio.Hevistootrapartedelmundoyesenorme,Tomás,noteimaginaslograndequeesenrealidad:abarcamuchomásalládeBasondo,lasminasyelbosque.Podemosmarcharnossiquieres,solostúyyo,muylejosdeestelugar,delmarqués,deDávilaydetodoslosfantasmas.Crucé las manos delante de él como si estuviera rezando, intentando

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convencerle para que huyéramos juntos. Tomásme sujetó lasmanos entre lassuyas,sentíelcontactocálidoyfamiliardesupieldenuevomientraslosvecinosnosmiraban.—Quécosasdices,Estrella.¿Cómoseteocurrepedirmealgoasí?—preguntó

sinsoltarmelasmanos—.Teníalaesperanzadequeestosañosfueratehubieranhechomadurar,hacerquepensarasenalgomásqueentimisma,peroyaveoqueesoesimposible.—¿Yqué hay de ti? Tú también piensas solo en ti con esa ridícula idea de

hacertecura,tantoquemehablabasdelostrabajadoresydecómolaIglesialesengañabaparasacarleslospocoscuartosqueganan,yahoratúvasaserunodeesossacacuartosconsotana—lereprochéenvozalta—.Asílosllamabasantes,¿oyatehasolvidado?Sacacuartosconsotanas.—Todosnosestánmirando,Estrella.—¡Puesquemiren!—gritésoltándomedesusmanos—.¿QuépensaríaAlma

sitevieraahora?Vicómosucaraseensombrecíaalmencionarla,perocontinuéigualmente.—Ella te creía cuandohablabasde los trabajadoresydepolítica, siempre te

escuchó. Por esomismo sé que ahora se avergonzaría de verte defendiendo aDávila.Noestaríashaciendonadadeestosiellaaúnestuvieraviva.—Peroestámuerta,asíquenoseteocurranombrarla.—Esmihermanaylanombrarécuandomeplazcaporquetengomásderecho

que nadie a pronunciar su nombre —respondí con frialdad. Respiréprofundamente porque empecé a sentir como las lágrimas traicioneras seamontonaban detrás de mis ojos al pensar en Alma y no estaba dispuesta aromperallorardelantedeélydetodoslosdemás.Eranlágrimasdepurarabia—.Teperdonédespuésdequenoteatrevierasacontarlaverdadsobreloquelepasó,sobrecómomurióenrealidad,peroapuestoaquetúteperdonastemuchoantes,¿verdad?Inclusotehabíaperdonadoportodaslascartassinrespuestaqueteenviédesdeelcolegio¿yparaqué?Tútampocoeresmejorde loquesolíasser,Tomás,siguespreocupándotesoloporti.Noté que le habíanheridomis palabras aunqueno tanto comopenséque lo

harían.Élyasabíatodoloqueacababadedecirley,aunasí,parecíadarleigual.—Talvezdeberíaspreocuparteunpocomásporti,Estrella.—¿Quéquieresdecir?—preguntédemalamanera.

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—LoquepasóentrenosotrosyloquelepasóaAlmanuncapodráborrarsenideshacerse. No hay ningún futuro para nosotros pero no por esto —me dijoseñalándoseellugardondeiríaelalzacuellos—,sinoporesto...Tomásmecolocólamanoabiertaenelpecho,justoencimademicorazón.—Esporloquehaydentrodeti.NoteníaqueverconAlma,tupadreotodolo

demás:esportuformadeser,porloqueeres.Suspalabrasencontraronacomodoenmicabeza,unnidoconfortablededonde

supe que tardaríanmucho tiempo en salir.Cogí sumano para apartarla demipechoperometoméunossegundosmás.—Puedequevayasaserunbuensacerdotedespuésdetodo,porquenoveoni

rastrodemisericordia en tuspalabraso en tusojos.Supongoque los reservaspara los que son comoAlma y como tú: para los que son buenos desde quenacen.—Soltésumanoporfin—.Tedeseomuchasuerte,nohaytantossantosporelmundocomotúcrees.MefijéenqueTomásabríaycerrabalamanovariasvecescomosiestuviera

conteniendolasganasdevolveracolocarlasobremipecho.—Perdónameunavezmás,porfavor—mepidió.Sonreícondesganaymeapartédeél.Empecéacaminarhaciaelfinaldela

calleperomevolvíhaciaTomásantesdeestardemasiadolejoscomoparaquenopudieraescucharme:—Nosotrasdostambiéncaímosenunatrampaaquellanoche,perotúfuisteel

únicoqueconseguistesalir.

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Después de dejar aTomás, recogí el paquete en la oficina deCorreos ymemarchéacasacaminandodeprisaporlacarretera.Elcieloamenazabatormenta.Sabíaquetodavíaquedabanveinteminutoshastaquelaprimeragotacayeradelcielo,sencillamentelointuía,comolosanimalesdelbosquecuandocomienzanacorretearcomosiestuvieranendemoniados.Lagravadelcaminocrujíaconcadapasodentrodeloszapatosprestadosdela

abuelaSoledad.UnpardevecinosdeBasondosesantiguaronalvermepasearporelpueblollevandoelpelolargosueltoyunodesusvestidosnegroshastalospies casi temiendo que la señora marquesa hubiera regresado del fondo delCantábrico.Escuchéelmarmuchosmetrosmásabajogolpeandocontralaparedvertical.Unaráfagadevientofríosubió lamiendo la rocagrisdelacantiladoyme acarició el cuello con sumano gélida.Apreté el paso cuando vi el tejadoverdebrillantedelacasaaparecerdespuésdeunacurva.Alotroladodelacarretera,elbosqueseagitabamecidoporelmismoviento

del norte que susurraba mi nombre. Las ramas de los árboles más altos sesacudíanmezclándose entre sí hasta que era imposible saber dónde empezabaunoyterminabaelsiguiente.Almacaminabaamilado,andabapeligrosamentecercadelprecipicioaunquesupusequeyadabaigual.—Túlosabías—ledijesinmirarla—.Lohassabidotodosestosañosyaun

así dejaste que le escribiera todas esas ridículas cartas desde el colegioconfesándolemiamorporélyasegurándolequeleperdonaba.Almanorespondióporquenuncalohacía.Simehubieracruzadoconalguien

enesemomentoseguramentehubierapensadoquelahijadelaseñoramarquesasehabíavueltolocayhablabaconsigomisma.

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—Puesquesepasquevaahacersecuraportuculpa.Sinotehubierasmuertoosilehubierasempujadoaélparaquemurieraentulugarnadadeestohabríapasado—continué—.Sabíasexactamentecuándoibasamorirynohicistenadaporevitarlo.Podíashabertesalvadodemilmanerasdiferentes.Tenporseguroquesiyohubieraestadoentupellejonomehubierapuestoatirodepadreydela escopeta del abuelo Martín. Pero claro, Alma la Santa se sacrificó paraasegurarseseguirsiendosantatodasuvida,otodasumuerte.EstabatancercadeVillaSoledadquepodíaverlaenormepalmeraquecrecía

eneljardíndelantero,elsímbolodequeaquellaeralamansióndeunindianoynoun ricocualquiera.Lapuertadehierroen laverjaestabaabiertaychocabacontraelmarcodehierro forjadoconcada ráfagadevientohaciendoun ruidoinsoportable.Lleguéjustoatiempodesujetarlaycerrarladespuésdeentrarenlafinca,asegurándomeestavezdeponerelpasadordehierroparaquedejaradegolpearse.—Ahoralárgateahacertusasuntosdefantasmasporahí,noquierovertemás

—ledijeaAlmamientrasintentabavolverapeinarmeelpelodesordenadoporelviento—.Nomeapetecequemerondesniquemeespíesdesdelaescalera.—¿Habla conmigo?—preguntó una voz masculina en el peor español que

habíaescuchadoentodamivida.Estaba tan ocupada apartándome el pelo de la cara, cerrando la puerta y

espantandoaAlmaquenomehabíafijadoenelhombrequeestabadepieenlaentradadelacasa.—¿Quiénesusted?—lepreguntésinmiramientos—.¿Quéestáhaciendoen

micasa?Mefijéenqueeldesconocido todavíasujetaba lapuertaverdede laentrada

comosiacabaradesalirdeVillaSoledad.—Veoquenoesustedmuyamableconlosextraños.—Nuncalehevistolautilidadaseramable,especialmenteconlosextraños:

esosolotellevaahacermáscosasquenodeseashacer,comocontinuarconestaconversación,porejemplo—respondícortante—.¿Quéquiere?—Olvidaba que he vistomuchas fotos suyas en la casa, pero usted no sabe

quién soy yo —me dijo con una media sonrisa que no era de disculpa enabsoluto—.MinombreesLiamSinclair.Supadre,elmarqués,mehainvitadoapasarunassemanasenlacasaparatratarconélunosasuntosdenegocios.

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Conseguícolocarmeelpelodetrásdelasorejasapesardelviento.—Claro,ustedeselinvitadomisterioso,ellord.Recordé loqueCarmenmehabíacontado lanocheanteriorsobreelhombre

quedormíaen lahabitaciónde invitadosdel segundopiso.Tenía razón:no separecíaa loshombresquehabíaenBasondoydesde luegonohubierapasadodesapercibidoenningúnlugarexcepto,talvez,enunodeesoscuadrosdondeseveía a familias escocesas ricas y antiguas posando frente a la chimenea de sucastilloenInverness.Supeloeradecolorcobrizo,brillanteperonocomoeldeLucy,queparecíaestarhechodelmismomaterialquelaszanahorias,no,elsuyomerecordóaloscarísimoshilosdecobrequehabíavistoenalgunosvestidosdenochedemamáparacoserlaslentejuelas,parecidoalcolorquedejaelsolenlascosasdespuésdecalentarlasdurantehoras.—¿Quéestáhaciendoaquífuera?Sevaalevantargalerna—dijemirandoal

cielosobrenosotros.—«Galerna» —repitió él con dificultad—. No conozco esa palabra, ¿qué

significa?—Esuncambio repentinoenel tiempo:esviolentoe impredecible,poreso,

losquevivimosenlacosta,hemosaprendidoamiraralcieloparasabercuándoseacerca.¿Love?—Señaléhacialasnubesqueempezabanaamontonarsesobreeltejadodelacasa—.Elcielosevuelvenegroylatemperaturabajaderepentehastaquincegradosencuestióndeminutos,después,unvientotanfuertequeescapaz de hacer volcar los barcos más enormes se levanta desde el mar paraazotarlatierrayatodoslosquevivimosenella.Liam levantó lavista al cielode colorgrisoscuroyyome fijémejor en su

cara,ensusojosverdescomoelbosque,ensusrasgosmarcados,enelarcodesuscejaspelirrojasyensumandíbulafuerte,entoncesnotéquesubarbacobrizacubríaunacicatrizen sumejilladerechaquebajabacasihasta subarbilla.Mepareció extrañoporque, aunque acababade conocerle,Liamnoparecía ser unhombredelosquesientenvergüenzadesuaspectofísico,másbienalcontrario:porsuposturarectaysuseguridadalhablarsupusequeélsabíadesobraquesuapariencia era una ventaja. Sentí curiosidad por saber por qué motivo queríaocultaresacicatriz.—Cuando teníadiezañosmecaídemicaballoduranteunacacería,con tan

malasuertequeaterricésobreunapiedraafiladaquehabíaenelcamino—dijo

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Liam mientras continuaba ocupado mirando el cielo gris. Después se volvióhaciamíyañadió—.¿Hesatisfechoyasucuriosidad?Meestudióconsusojosentrecerrados,verdesydespiertos,ymedicuentade

que,mientrashablábamos,él tambiénseestabahaciendounaideademí.Supequementía.—¿Quéhaceaquífuera?—lepreguntéevitandoresponderasupregunta.—Heoídolosgolpesdelapuertadesdelabibliotecayhesalidoparaverqué

pasaba.Creíaqueeraunfantasmaintentandollamarmiatenciónhastaquelahevistoaparecerausted.—MededicóunamediasonrisaquedejabamuyclaroqueestabaalcorrientedeloqueserumoreabasobreVillaSoledad—.Peromejorasí:nohubierasabidoquéhacersideverdadhubieraresultadoserunespectro.—¿Unhombredenegocioscomousted,todounlord,creeenlosfantasmas?

—preguntéconironía.Notéquelacomisuraderechadesuslabiosseinclinabahaciaabajo,haciasu

cicatriz.Esegestopodíaparecerunamediasonrisaperotambiénunasutilmuecade desdén. No supe bien por qué, pero intuí que aquella expresión nuncaabandonabadeltodosurostro.—Porsupuestoquecreoenfantasmas—respondiómuyserio—.Enmitierra

nosgustapensarqueesospasosqueescuchamosamedianochesonespíritusquehancruzadouninstantealmundodelosvivosparasaludar.Miré alrededor buscando a Alma en el jardín delantero de la casa pero no

estabaporningúnlado.Mejor.—Menuda idiotez—dije con aspereza—.Si el suelo cruje amedianoche es

porlahumedad,ysioyepasosenelvestíbulo,lomásseguroesquealguiendelacasaestédespiertodeambulandooqueunosladronessehayancoladoporesaventanaqueolvidócerrar.Nadamás.EralomismoqueledecíasiempreaAlma.Cadavezqueellaasegurabahaber

escuchadopasosmisteriososenelpisodeabajoounsusurrofiltrándoseatravésdelasparedesdelamansión,yolerespondíaponiendolosojosenblancooconun suspiro exageradamente alto para que quedara claro que no tenía ningúninterésenelasunto.—Existendistintostiposdefantasmas.Algunossoloquierencompañíaporque

hace tiempoqueolvidaron la sensacióndeestarvivos,poreso intentan llamarnuestraatenciónmoviendosillasoabriendoycerrandolapuerta.—Liamseñaló

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alapuertadehierroenlaverja—.Perootrosfantasmasquierenalgomásdelosvivos.—¿Comoqué?—preguntéconlagargantarasposa.—Venganza,porejemplo.Operdón.Perosospechoqueesoustedyalosabe,

puedequemejorquenadie.Eché otro vistazo alrededor buscando aAlma. Esperaba verla sentada en el

borde de la fuente asustando a los peces japoneses pero no parecía estar porningúnlado,nisiquieradebajodelapalmeraqueahorasesacudíaconviolenciaenelvientogris.Liamsesonrióalvermebuscaralgoquenoestabaallí:puedequeélnosupieraqueyobuscabaamihermanamuertaconlamiradapero,sinduda,intuíaquebuscabaalgoquenoestabaallí.—Según tengo entendido en esta casa hay fantasmas también —empezó a

decir como si no estuviera muy interesado en el asunto—. He oído que elespíritu de su difunta abuela merodea por los pasillos de la mansión amedianoche.Hayquienasegurainclusoquelahanescuchadotocarelpianodemadrugada.Estaba«tanteando».Esa era la palabraque solía usarDolores cuando ella y

Carmen jugabanalmusen lacocinadespuésdequeeldíahubiera terminado.Alma y yo bajábamos de nuestra torre de puntillas para espiarlas desde elvestíbuloporquenosgustabaver lodiferentesqueeranesasdosmujeresa lasque habíamos conocido toda nuestra vida, cuando no había nadie mirandoexceptonosotrasdos.Casisiemprenosdescubríanyterminábamosuniéndonosalapartida.Erauno

denuestrosmuchossecretos.Mamá—ymuchomenoselmarqués—nohubieraaprobadojamásqueCarmenyDoloresnosenseñaranajugaralmusenpijamaenlacocinacuandodebiéramosestardurmiendo.Tanteando:averiguarquéeraloquehacíasaltaralaspersonas,verdóndeestabasupuntodébilodescubrirsusmentiras,esoeraloqueelseñorSinclairestabahaciendo.—No tengo tiempopara queme cuente usted cosas queyoya sé—dije sin

perderlacalmanidescubrirmiscartas—.Lerecomiendoquesemetaenlacasaporqueelvientovaabarrerestejardínyprontoempezaráallover.PeroapesardemiadvertenciaLiamnosemovióymeobservóconesegesto

torcidosuyo.—Nocreíaquefueraverdad.

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—Nocreíaquefueraverdad,¿elqué?—pregunté.—Lo que se comenta por ahí sobre usted. No suelo prestar atención a los

chismorreosdepueblo,peroahoraquelahevistohablandosolayqueademássabeexactamentecuándoempezaráalloveryanoestoytanseguro.CarmenmehabíacontadoalgunodelosrumoresquecirculabanporBasondo

sobreloquelehabíapasadoaAlmaysobremirepentinamarchaaInglaterra.Había muchos y muy variados: embarazo, asesinato entre hermanas, inclusohabíaquieninsistíaenqueelSt.Mary’seraenrealidadunhospitalpsiquiátricoparajovencitasrebeldescomoyodondeelmarquésmehabíaencerradoparaquemetrataranconbañosdehielo,morfinayelectroshock.—¿Qué es lo que se dicedemí?—lepregunté ocultandoun temblor enmi

voz.—Queesustedunalamia.¿Sabeloquees?Esalgoparecidoaunhadaouna

bruja:unacriaturadelbosquequesesienteatraídaporelaguaylascuevas.Sonmuyhermosas, tanto,quesoncapacesdeprovocar locuraen loshombresysesientenunidasasubosque.—Sédesobraloqueesunalamia,muchasgracias.Denuevomeexplicausted

loqueyoyaconozco—respondíaliviada—.Ynohacefaltaserhermosaparaprovocarlocuraenloshombres,ellossolitossonmuycapacesdeeso.—Sí,esoescierto—admitióLiamconunasonrisa—.¿Ybien?¿Esusteduna

lamia?—¿Yusted?¿Esunverdaderolord?—Porlaexpresióndesucarasupequele

habíacogidodesprevenidoconmipregunta—.Esunpocojoven,¿no?—Eso dicen, pero yo me lo tomo como un cumplido.—Liam recuperó su

sonrisadesuficiencia—.Laverdadesquemispadresmurieronenunaccidentedecochecuandoyoteníadieciséisaños:mipadreconducíademasiadocercadelrío su Ford Runabout cuando perdió el control del vehículo cayendo al agua.Ambos murieron y yo soy hijo único, así que desde hace casi ocho añosadministrosoloellegadodelosSinclairyalgúndíaocuparéellugardemipadreenelParlamento.—Miente.—¿Insinúaquemispadresnohanmuerto?—Pocomeimportansuspadres,peroséquesololosmentirososempiezanuna

frasediciendo«laverdades»—respondíconfiada.

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Había intuido que había algo falso en su historia y en su actitud desde elprincipio:parecíamuysegurodesímismocomocasitodosloshijosdefamiliascondineroviejo—yoeraunbuenejemplodeello—,pero, sinembargo,habíasalidoalacalleapesardelfríoparamolestarseencerrarlapuertadeljardín.YtambiénestabaloqueDoloreshabíadichodequesehacíasupropiacamacadadía.Noteníaningunapruebatodavíaperopensabaescribirunacartaesamismanoche aMoira, una alumnadelSt.Mary’squevenía conmigoa clasede arte,para preguntarle por la familia Sinclair. Moira era escocesa y noble denacimiento, su padre era uno de los hombres más ricos de Europa gracias alpetróleo que había encontrado en el mar del Norte. Si la historia de LiamSinclaireracierta,Moirahabríaoídohablardesufamilia.—Si pretende estafar al marqués, le recomiendo que se dé prisa y haga su

numerito antes dequemipadre segaste todo el dineroque aúnnosqueda enwhisky,másnegociosruinososoenalgúnotrocharlatáncomousted.—¿Creequesoyuncharlatán?¿Unestafador?—mepreguntófingiendoestar

ofendido.MeacerquémásaLiamconunasonrisaconfiadaporquesabíaqueahoraera

élquienteníaqueprotegersuscartas.—Noséloqueesustedymedaigual,peroséquenoeslordporquenohay

ninguno con su nombre en el Parlamento británico —me arriesgué a decir,segura de queMoirame lo confirmaría—. ¿Qué le ha propuesto almarqués?¿Unnegocioinmobiliariolejosdeaquí?¿TalvezcomprartierrasenelnortedeEscociadondehanencontradopetróleo?LosojosverdesdeLiamledelataron,fuesoloporunmomento,peroyoestaba

tancercadeélcomoparadarmecuenta.—Seguroquesontierrasdemasiadolejanasoinaccesiblescomoparaquemi

padrepuedavisitarlasantesdelacompra—añadí—.Yapuestoaquetieneprisatambiénporquehaymáscompradoresinteresadosenesamismapropiedad.Quécasualidad.Mefijéencómobuscabaunarespuestacreíblemientrassepreguntabacómo

era posible que yo hubiera descubierto en minutos un timo con el queseguramente había estafadomiles de libras a hombresmuchosmás viejos queyo.—¿Tambiénleelamente?—preguntóconvozgrave.

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—Nonecesitoleerlelamente.Normalmentelehubierasalidobiensutruquito,pero por desgracia para usted está intentando estafar a la única familia enkilómetrosqueha tenidounahijaviviendoen Inglaterra, tendráque investigarunpocomejorasupróximapresaparanocometerelmismoerror.Empezóalloverderepenteperonofueunagotayotradespués,no:todaslas

gotascayerondelcielooscuroalmismotiempoconunestruendoensordecedor.Unvientoheladocruzóeljardíndelanteroagitandolahierbacrecidayhaciendotemblarelsuelo,elaguaenelestanqueformóolasmientraslosasustadospecesjaponesesnadabanhastaelfondocubiertodeverdínpararesguardarse.—¡Vaya,síqueesustedunalamiadespuésdetodo!—gritóLiamporencima

delsonidodelvientoylalluvia.Supelo cobrizo estaba empapadoy se pegaba a su frente igual que su ropa

mojada,queempezabaamarcarlaformadesushombrosysupecho.Peronosemoviódedondeestabaapesardelaguacerooelfrío.Notéquesonreíabajolatrombadeaguaigualquealguienaquiennoleasustanlastormentasporquehavistomuchasypeores.—Ahorayaséqueleelamenteyquepuedeatraerlalluvia,¿quémáspuede

hacer?—mepreguntóconsusojosverdesenllamas.—Puedocontarlelosuyoalmarqués.—Nomedamiedoelmarqués—measeguróconsusonrisatorcida.—Puesentoncesesustedmásidiotadeloquepareceasimplevista,milord—

gritéparahacermeescucharporencimadelatormenta—.Elmarquésmatóasupropiahijaasangrefría,¿losabía?Sí,ledisparódelantedesuotrahija.LaexpresióndeLiamcambióysusonrisadesapareciódegolpedesucara.—Nolosabía,esdecir...habíaoídoquefueunaccidentedecaza.Mereíconamargura,apenastresañosdespuésdeapretarelgatillolamentira

demipadrehabíacubiertoporcompletosucrimenparaconvertirseenlaverdad.—Nofueningúnmalditoaccidente,yoestabaallí—ledije,aunquenosabía

muybienporqué—.Elmarquésguardaelarmaconlaquematóasuhijasobresuchimenea,seguroquehastalahavistoya,demodoquemáslevalequemipadrenodescubraqueestáustedintentandotimarle.Nosemetaenmisasuntosyyonomemeteréenlossuyos,señorSinclair.Liamextendiósumano,yolaestrechéylosdoscerramosnuestrosecretobajo

lagalerna.

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Laenredadera

LAENREDADERA

Comoamenudosucededespuésdeunanochedetormenta,elsolbrillabaenelcieloaldíasiguiente.SialguienhubierallegadoaBasondoesamismamañanadediciembre,jamássehubieracreídoqueunagalernahabíagolpeadolacostalatardeanterior.El sol débil de invierno me despertó cuando entró por las ventanas de mi

habitación.Imaginéporlassombrasenlacarísimaalfombraindiademamáqueyadebíasermásdemediodía.Carmennuncamedejabadormirhastatantarde,asíquemesentéenlacamaconlaincómodasensacióndehaberolvidadoalgoimportante.Mepeinélamelena,quesehabíaenredadomientrasdormíapornohacerle caso aCarmen y hacerme una trenza para dormir como ellame decíasiempre.Unosgritossubierondesdeelvestíbulodelacasamientrasyotodavíaestaba

ocupadapeinándomeconlosdedos.Contuvelarespiraciónparaestarseguradelo que había escuchado. Una voz masculina gritaba abajo, no distinguía laspalabras pero supe que se trataba del marqués, porque no había olvidado suforma histérica de hablar cuando estaba enfadado o el silencio tenso que sucóleraprovocabaentodoslosdemás.Justodespuésescuché lospasosasustadosdealguienquecorríadetrásdeél

intentando detenerle, igual que aquella maldita tarde cuando mamá trató deimpedirquefueraalbosqueconlaescopetadelabuelo.Otravezseoyeronlosgritosdelmarqués,unapuertaquesecerrabadegolpey loquemepareció lavozdeCarmenhablandomuydeprisaunpocomáslejos,peroparaentoncesyo

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ya había salido de la cama y corría descalza escaleras abajo conmi camisónblancodelinoymipelosueltoenmarañado.Padreestabaenelvestíbulo,paseabadandograndeszancadas furiosascomo

hacen los leones dentro de sus jaulas justo antes de lanzarse sobre suscuidadores.Suropaestabaarrugadaysupusequesehabíaquedadodormidootravez conellapuesta sentadoen subutaca frente a la chimenea en su cuartodecaza.Los tirantesdecueroahoraestabancaídoshasta sus rodillasy llevaba lacamisadecolorbeigeporfueradesupantalón,susbotasaltasresonabanenelsuelodelvestíbulomientrascaminaba.—¡Niunasemanahapasado!—gritópadre—.Niunamalditasemanadesde

que ha vuelto y ya está enredada con ese mugroso otra vez. Debería haberlamatadoaellaenesebosque.Mamánosehabíapeinadoaúnytodavíallevabapuestasulargabatadecolor

azul tinta por encima de su camisón. Antes —cuando Alma todavía vivía—hubiera sido impensable ver a mamá sin arreglar más tarde de las diez de lamañana, pero de unos años a esta parte evitaba vestirse hasta bien entrado elmediodíaporqueasíteníaunaexcusamásparaquedarsesolaensuhabitación.—Nodigasesascosas,quesialguienteescuchahablandoasípensaráquelo

de Alma no fue un accidente. Y cálmate, por favor, ya sabes lo que pasó laúltima vez que te pusiste de esta manera. —La voz de mamá tembló alrecordarlo,peroseatrevióadarotropasohaciaél—.¿Oquieresquetengamosotrodisgustoenlafamiliaporculpadelaniña?Yoera«laniña»,porsupuesto,aunqueconlode«disgusto»nosupesimamá

sereferíaaloquelepasóaAlmaoalanochequeprendífuegoalsuelodelabiblioteca.—Alomejorsolosonchismorreosdepuebloyprontoseolvidandetodo,ya

sabesquelagentepuedesermuyenvidiosaylegustamalmeter—añadió—.Selohabráninventadotodoalsaberquelaniñahavueltodelcolegio,nadamás.—¿Chismorreos?—bramóelmarqués,ysuvozresonóportodalacasa—.El

mismísimo padre Dávila me ha dicho que les vio ayer hablando juntos en laexplanada frente a la iglesia.Ya ni siquiera semolesta en esconderse esa hijatuya.—¿Selohaspreguntadoaella?Puedequelaniñatengaunaexplicaciónpara

haberse visto con esemuchacho otra vez—dijomamá, no supe si era por el

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miedo pero su voz no sonaba muy convencida—. Por qué no hablamos conEstrella,¿quieres?Loharemosjuntosydebuenasmanerasparaquenosealtere.Mamásehabíaacercadoalmarquésyrozósubrazoconcuidado.Supeporla

expresiónde su caraquehabíapasadomucho tiempodesde la últimavezquehabíatocadoapadre.—¿Quéteparece,José?Selopreguntamosconsuavidad,averquénosdice

—insistiócondelicadeza.—¿Paraquenosealtere?—repitióélentredientes—.Siquieresmepreocupo

tambiéndequenoseenfadelaniña,nosevayaaalterar,loquemefaltabaporoír.Elmarquésdiounmanotazoparaapartaramamáycruzóelvestíbulohastala

puerta de entrada. Hasta ese momento no me había fijado en que llevaba laescopetadelabueloMartínenlaotramano.Alverdenuevoelarmamepareciómuydiferenteacomoyolarecordaba:habíasoñadomuchasvecesconaquellatarde,peroenmissueños,elWinchesterquesiemprematabaaAlmaeramuchomásgrandeypesado.—Señor marqués, ¿por qué no vamos a su despacho para hablar de ese

negocio inmobiliarioque tenemosentremanos?—DistinguíelacentodeLiamunpocomásabajointentandoapaciguarapadre—.Segúntengoentendido,esemuchachoque lepreocupaeselpastordelpueblo,elcura,quierodecir.Estoyseguro de que él no semoverá de donde está, pero yo tengo que partir haciaLondresdentrodeunosdías.Nomegustaríatenerqueofrecerleestetratoaotro,¿porquénomeacompañaasudespachoylofirmamosahora?—Tranquilo, ya seguiremos hablando de lo nuestro cuando termine aquí—

respondiópadreconvozcavernosa—.Siesastierrasenelnortedelasquetantohablas tienen petróleo en sus entrañas, puedes estar seguro de que las quiero,peroesteesunasuntofamiliarquenopuedeesperarmás.Mipacienciatieneunlímite.Bajécorriendoelúltimotramodeescalerashastaalcanzarelvestíbulo.Nada

más poner un pie sobre las baldosas italianas sentí la mirada asustada deCarmen.—Estrella,nena,¿porquénovuelvesatuhabitación?—Escuchéelpánicoen

la voz demimadre pero no supe si teníamiedo pormí omiedo demí—.Elmarquésestámuyalterado,ademásaúnestásencamisónytenemosvisitas.No

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querrás que te vean así, ¿verdad? ¿Qué va a pensar nuestro invitado? Venga,subeaponertepresentableytápateunpoco.Mamámededicóunasonrisanerviosaparaintentarconvencerme,peroyono

memoví.—No pasa nada, mamá, seguro que no soy la primera mujer que el señor

Sinclairveencamisón—dijesinmirarle—.Hola,padre.—Aquí está, la hija pródiga—empezó a decir él con ironía—. Por fin has

decididodejardeesconderteybajarasaludaratupadre.Yaerahora,ya.Elmarquéshabíaenvejecidodiezañosdesdelaúltimavezquelevi.Supelo

castaño oscuro empezaba a escasear haciendo visible el centro de su enormecabeza,lasbolsasalrededordesusojossehabíandescolgadounoscentímetrosmásdándoleelaspectodealguienquenoduermelosuficienteyqueestáapuntodevolverseloco.Susdedoscortossehabíanvueltomástorpes,yapenaspodíansujetarbienlaculatadelaWinchesterespecial.—Ahoranohaynadaquecazarenelbosque.¿Adóndevasconeso?—Señalé

casisinatrevermeamirarlaescopeta.—¿Queadóndevoy?Puesdímelotú,queparaesomehegastadounafortuna

entueducaciónenelextranjero.—Elmarquésseacercóhastadondeyoestabaconpasofurioso—.Perohubieradadoigual,¿verdadquesí?Apesardeldineroquenoshascostadovasaterminarsiendounavulgarfregonaounarameradelasquevivenenlacalle,¿eraesoloquequerías?¿Yaestáscontenta?Mefijéenquesulabioinferiortemblabaligeramenteysupequeélteníatanto

miedodemícomoyodeélydeesaviejaescopeta.—¿Adóndevasconeso?—repetíconfrialdad.—Voy a terminar lo que empecé aquella tarde: voy a matar a ese mocoso

desagradecido. Prefiero que me encierren en el cuartelillo a permitir que esedesarrapadoconsigaque teabrasdepiernas igualquehizocon tuhermana—respondióescupiendolaspalabras—.Mientrasyovivaélnuncaentraráenestafamilia.Aunquetengaqueliarmeatirosenplenaplazadelpueblo...Diossabequeloharé.ViaAlmaatravésdelasventanasdevidrieraquehabíaaambosladosdela

puerta.Estabadepiefuera,enlaentradadelacasaexaminandolostallosdelaenredaderaquecubríalafachada.—Nosédequéestáshablandoperoteequivocas,yonohehechonadamalo

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—lecontestémientrastratabadeignoraraAlma,queahorabailabasolaalotroladodelapuertadelaentrada—.Dejaesaescopetaantesdequehagasalgoquenopuedasencubrirotravez:nadieenelpueblosecreeráestavezquetambiénhasmatadoatuotrahijaporaccidente.—¿Quésabrástú?Notienesniidea,¿meoyes?Niideadeloquepuedohacer.

Yo soy elmarqués de Zuloaga y sinmí este pueblo demalamuerte se vieneabajo.Dedóndecreestúquesaleeldineroparaquetodosigafuncionando¿eh?Demibolsillo,poresoséquemeperdonaránloquesea.—Levantólaescopetaymeapuntó,miréalcañónya lamira torcidaquecondenóaAlma—.Yquesepasqueeseasquerosoque tanto tegustasecallócomoelcobardequeesencuanto ledijequepodíahacerqueDávila le admitiesepara ser sacerdote. ¡Lefaltó tiempoparadarme lasgraciasy todo!Asíqueél tampocodiránadasi tematoaquímismo.Aunque le había escrito cartas a Tomás mientras estuve en el St. Mary’s

asegurándolequeleperdonabapornotenerelvalordecontarloquerealmentepasóaquellatardeenelbosque,eldíaanteriorhabíasabidonadamásverlequeenrealidadnolehabíaperdonado.Aunasí,laspalabrasdelmarquésmehicieronmásdañodelquehubieraquerido.—Vosotrasdospeleándoosporélcomogatasencelo,¿yparaqué?—continuó

padre—.Esedesgraciadomehaguardadoelsecretotodosestosañosyalfinalsehametidoacura.—Elmarquésmeenseñólosdientesenalgoparecidoaunasonrisa—. Ojalá hubiera podido ver tu cara al verle con la sotana puesta, ¡sihasta sehaolvidadode lapuñeterapolíticaparameterseacura!Y túeres tantonta,porquenohayotrapalabra,tonta,quetepensabasqueestaríaesperándote.Viamamáacercarsecondiscreciónpordetrás.Sonreíaycaminabadespacio

paranoasustaralmarqués.—José,laniñanosabedeloqueleestáshablando,además,nohasalidodela

casadesdequevolviódelcolegio,¿verdadqueno,Estrella?—mepreguntóaltiempoqueasentíaconlacabezaparaqueyohicieralomismo—.Nohatenidotiempodehacernadaconesechico.Solosonloscotilleosdeeseviejocura,queha debido confundirla con otramuchacha o se lo ha inventado para llamar tuatención, nadamás. Anda, José, baja la escopeta antes de que tengamos otrodisgusto.Peroenvezdeesoelmarqués sedio lavueltayempujóamamá,quecayó

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sobreelsuelodebaldosasblancasynegrasconunruidoseco.Carmencorrióhastaellayseagachóasulado:—PorDios,señora,¿estáustedbien?Liammiróapadreconcautelay,alverqueestepermanecíainmóvil,seacercó

paraayudaramamáalevantarse.—¿Seencuentrabien,señoramarquesa?—escuchéquelepreguntabaconsu

acentoimposible.Yo tambiénquería iraayudaramamáperonoconseguímovermededonde

estaba, solopodía fijarmeenque labatadecolorazul tintademamásehabíaabiertoconlacaídayahoratodospodíamosversuspiernaspálidasydemasiadodelgadascubiertasdecortesfinos.RápidamenteCarmenlatapóparaayudarlaaesconderloscortesensupielylalevantódelsueloconayudadeLiam.—Sí, estoy bien,me he resbalado sola por el susto.Qué torpe soy,menuda

vergüenza—se disculpó mamá con una sonrisa temblorosa—. Gracias, señorSinclair,quéamableesusted.AlverqueLiamlaayudabaamantenerseenpie,Carmensoltóamamáyse

acercóalmarquésconpasodecidido.—Deja esamaldita escopeta y vuelve a ocuparte de tus asuntos sean cuales

sean,quehastiradoalsueloatumujerdelantedetupropiahija—lereprochóCarmen—.Vergüenzadeberíadarteportarteasí.NuncahabíavistoaCarmenhablarapadredeesamanera.Dentrodelacasa

ellasiempresedirigíaaélcomo«elseñormarqués»ynuncahastahoysehabíadirigidoaélenpúblicocomoloacababadehacer.Elmarquéstambiénlamirósorprendidoconsusojosmuyabiertosy,porunmomento,penséqueibaadejarla escopeta para volver arrastrándose a su habitación de trofeos tal y comoCarmenlehabíadicho.—Amí no vuelvas a decirme lo que tengo que hacer. ¡Jamás!—le gritó a

pesardequeestabatancercadeellaquecasipodíatocarsunariz—.Otecortoelgrifoyteechodeestacasaparaqueesacríatuyaytúosmuráisdehambreenlacalleoalgopeor.PeroCarmennoretrocedióniuncentímetro, soloestiróelcuelloparapoder

mirarledirectamentealosojos.—Notengomiedodetiporquesédesobracómoeres,teconozcomejorque

nadie.Ynoporhaberparidoatuhijasinoporquehevividoenestacasadurante

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veinteañosviendocómotratabasatupropiaesposa.—Carmenmiróderefilónamamá que todavía intentaba recuperarse del golpe contra el suelo—.Así queadelante,bajaalpuebloconesaescopetaenlamanoparamataralchicosiesoesloquequieres.ConunpocodesuerteiguallaGuardiaCiviltematadespuésyasínoslibramosporfindeti.Vialmarquéslevantarlamanolibreypenséqueibaapegarlepero,envezde

eso, le apretó las mejillas con fuerza hasta que sus labios formaron una «o»involuntaria,y,sinsoltarla,seacercóasuoídoylesusurró:—Tú nunca te librarás de mí, ni siquiera cuando yo muera, porque me

aseguraré de volver para seguir recordándote que eresmía. Eso te lo prometodesdeya.Después, padre la besó cerca de la mandíbula antes de que Carmen lo

empujaraparaapartarledeella.—¡Lárgateya!—legritóCarmencuandosehubodeshechodeél—.¡Vamos,

vete!Y asegúrate dematarle esta vez, que ni siquiera almuchacho ese fuistecapazdecazarconlamalditaescopetadelviejo.Todalavidallevasintentandosercomoélysoloconseguistequeseavergonzaradeloinútilqueeres.Pero el marqués ya estaba abriendo la puerta principal. Le seguí fuera casi

temiendoquechocaracontraAlma,quehabíadejadodebailaryahoramirabaapadremuyseria.—¿Quévasahacer?—legritédesdedondeestaba—.Nodirásenserioque

vasaintentarmataraTomás,¿verdad?Padrenomerespondió,nisiquierasedignóavolverseparamirarme,solose

ajustólostirantesporqueacababadedarsecuentadequelosllevabacaídosporlasrodillas.—Esmediodía,¡muchagenteteverádispararle!Nosabíaquémásdecirparadetenerle.Elmarquésyaestabacasienlamitad

delcaminoque llevabahasta laverjade laentrada,a laalturadelestanquedepecesjaponeses.—¡Queparestedigo!—legritécontodasmisfuerzas.Escuché algunos pájaros salir volando de entre las copas de los árboles,

seguramente asustadospormivoz, pero funcionó.Padredejóde caminary sevolvióparamirarmeporfin.—Cuandovuelvadehacerloquedebohacerenelpueblomeocuparédeti—

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medijoterminandodecolocarselostirantes—.Yanovoyagastarunduromásenti,temeteréenalgúnsuciohospitalmentalparalocascomotúoharéqueteencierrenenunodeesosinternadospúblicosllenosdechinchesdondeencierranalaschicasdelacalle.Loqueseamásbarato.Después, se dio la vuelta y continuó su camino. Escuché que Carmen me

llamaba para hacerme entrar en la casa y también el acentomarcado deLiampronunciandomi nombre, perome pareció que los dos estabanmuy lejos: yosolo podía ver al marqués, con la escopeta del abuelo Martín en la mano,alejándose hacia la puerta de hierromientras su amenaza todavía resonaba enmisoídos.Me apoyé en la fachada de la casa ymis dedos acariciaron los tallos de la

hiedra.Comencéasentircómolasaviaadormecidaporelinviernosecalentababajomimano.—¿Estrella...?Mamá me llamó con voz temblorosa pero no hice caso. Sabía que podía

detener almarqués antes de que saliera de la finca. Dejé que los tallos de laplantaseenredaranentremisdedosysubieranpormimuñeca,abrazándomeconsutactonudoso.Sinapartarlosojosdemipadresentícomolahiedrasemovíapara separarsede laparedgrisde la casadondehabía estadodormidaduranteaños, para arrastrarse sobre el porche primero y sobre el jardín después, igualqueunaserpienteconmuchascabezasquepersigueasupresaconsigiloentrelahierbaalta.—Diosbendito...—susurróCarmen—.¿Quéestáshaciendo,niña?Norespondí.Sentíacómomequemabanlasmanosencontactoconlaplanta,

perocerrélosdedosconmásfuerzasobrelostallosmarronesdelahiedra.Podíacontrolarla a mi voluntad. Los largos brazos desnudos de la enredaderaalcanzaronapadreantesdequetuvieratiempodellegaralapuerta,sujetándoleporlostobillos.Elmarquéscayódebrucesalsuelodel jardínhaciendocasielmismo ruido seco que había hecho mamá al caer sobre las baldosas delvestíbulo.—Estrella,déjale—mepidióCarmen,intentandomantenerlavozfirme—.Lo

másseguroesquesecaigaredondoantesdellegarsiquieraalpueblo,poresolehedejadoir.Pero no la escuchaba. Hice que los tentáculos robustos de la enredadera

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arrastraranalmarquéshastaelestanqueapartándolodelaverja.Padregritódepuro terrormientras su cara se restregaba contra el barro todavía fresco, peronadieenlacasaintentóayudarle.Despacio,soltélostallosmarronesquetodavíaquedabanpegadosalafachadadeVillaSoledadybajélasdosescalerasquemeseparabandeljardíndelantero.Metemblabanlaspiernasdebajodemicamisónpor el esfuerzo, pero avancé descalza entre las ramas, que ahora estabanextendidasporeljardíncomounaalfombradepalossecosyramitas.Medetuvejuntoalestanquedondemipadreluchabapordeshacersedelabrazodelahiedra.—Nunca jamás vuelvas a hablarles así amamá o aCarmen—le dije desde

arriba.—Vetealinfierno,bruja—gruñóélcontraelbarro—.Ojalátehubieramatado

atiesatardeenvezdeaAlma,todosestaríamosmuchomejorsifuerastúlaqueestuvierabajotierra.Pregúntalesaellasaverquétedicen...Mevolvíhacia la casa,Almaestabaen la entradamirándomey supepor el

brilloensusojosdoradosloquequeríademí,loquesiemprehabíaqueridodemí:venganza.«Algunosfantasmasbuscanperdón,perootrosquierenvenganza»,habíadicho

Liamlatardeanterior.MamáyCarmenestabandepieenlaentradasinatreverseaponerunpiefuera

delacasa.Lasdosmemirabansinsaberquéhacer,igualqueLiam,quesehabíaquedadoconlabocaabiertaylosojoscomoplatos.—Novoyamatarle,asíquedejayadepedírmelo—ledijeaAlma,queahora

estabadepieamiladomirandoanuestropadreenelsuelo.Habíatardadocasitresañosencomprenderloqueellaqueríademí.Noerami

culpaomiperdón:Almaqueríavengarseperonodemí,onosolodemí.—Cuandoteníamosonceañosrompítusombreroazulcielo,esetancarocon

plumas quemamá nos regaló a las dos para nuestra comunión y que tanto tegustaba—empecéadecirconlavozdébildebidoalesfuerzoyenpartetambiénlaemoción—.Lorompíapropósitocuandomedijistequetúeraslamásguapadelasdos,perodespuésmearrepentíyenterrélospedazoseneljardíndeatráspara que nunca lo descubrieras, porque sabía que si lo hacías, jamás me loperdonarías. No era más que un sombrero pero yo ya te tenía un miedo demuerte entonces, me daba pánico lo que podías hacerme si algún día teenterabas.

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El marqués se rio tirado en el suelo, primero en voz baja y después acarcajadas.Sereíademí.—Estástanlocacomotuabuela.Yasabíayoqueconmisantecedentestener

hijaseracomo tentar aldiablo,poresomismo ledi largasa tumadreduranteañosconeltemadelosniños:porquenoqueríaquemesalieraunachicatocadadelalacomotú.Mírate,ahíparadahablandosola.—Elmarquéstosióentrelasrisas—.Lalocurasetrasmitedelamadrealbebéatravésdelcordónumbilical,lo dicen los médicos, o en tu caso, de la abuela a la nieta. Otra brujadesagradecida,mimadre.Nopodíalimitarseatomareltéconlasdemásseñoras,jugaralbridgeeiralaiglesialosdomingos,no:mipadrelasalvódeunavidamiserable en un barracón sobre el barro pero lamuy traidora no le dio ni lasgracias,loúnicoquehizofuetratarlecondesdéntodasuvida.Me acordé de la abuela Soledad y de sus collares de perlas, sus coronas de

rosas rojas y de los vestidos negros que yo le había robado del sótano, ymeolvidédelatrepadora.Loslargostallossinhojassefueronaflojandohastacasidejarlibrealmarqués.—Másvalequesepascorrer,monstruo—murmuróél intentandosoltarselos

pies.Le vi darse la vuelta, todavía sentado en el suelo con la cara y la ropa

manchadasdebarrotratandodedeshacerellazodehiedra.—No voy a matarle, pero puedo hacerle daño por ti —le dije a Alma sin

perderdevistaalmarqués—.Ypormí.CarmenyLiam,queporfinsehabíanatrevidoasalirdelacasa,seacercaban

amí avanzando por entre los tallos caídos. Elmarqués dijo algomás que noentendí porque estaba ocupada tocando la planta conmi pie descalzo.Volví asentir la savia caliente llenando de vida las ramas caídas a mi alrededor ydespuésvielmiedoasomarsedenuevoenlacarademipadrecuandocomenzóanotarcómoelabrazodelahiedrasevolvíamásfuertealrededordesuspiernas.Cayó al suelo otra vez, de espaldas ahora, sin poder ver cómo los tallos

marronesyfuertesrodeabansuspiernasysubíanhastamásarribadesucintura.Elmarquésgritódedolormirandoalcielo,perolaenredaderalefueengullendoigualqueunaarañagiganteensutela.Carmenmediolamanoporlaespaldayme sacudió el brazo para llamar mi atención, pero yo no aparté los ojos delrostroasustadodepadrehastaquelasramaslecubrieronlacaraporcompletoy

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yanopudoverelcielo.Almaestabadepieamiladoysereíamientraslasdosmirábamosalmarqués

atrapado dentro de su crisálida, su risa era igual que cuando estaba viva:demasiado alta y afilada para alguien que finge ser buena persona. Y justoentoncesescuchamoselcrujidodeloshuesosdepadrehaciéndoseañicos.

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Lostalloslepartieronlatibiayelperonédelapiernaderecha.Padrepasóunasemanaenteraenlacamasinpodermoverse,ydespués,cuandoeldolorledabaalgodedescanso,loúnicoquepodíahacererapedirayudaamamáparasentarseenlabutacadesudormitorioamirarporlaventanaconlavistaperdida.Nomáscaballos,nimáscacerías,nimásviajes,nimásbailesparaelseñormarqués.Mamápagóunasmonedas extras aEmilio, el jardinero, para queviniera de

urgenciadesdeelpuebloapodarloquequedabadelatrepadora.Lamayoríadelostallossehabíanseparadodelafachadayahoraestabandesperdigadosporeljardíndelanteroformandounamarañadepalossecosqueahogabaelcéspedyatraíaalosinsectos.DesdelaventanadelabibliotecavicomoEmiliosesubíadespacio a una escalera con las tijeras de podar en unamano para deshacersepara siempre de la planta. No me sentí mal ni noté nada especial mientrasterminabaconella.Mealegrabadenotenerqueverlamás.Alma estaba conmigo en la biblioteca la tarde en que el jardinero cortó la

planta, fingía entretenerse con la casita demuñecas a pesar de que la odiabadesdeeldíaquenoslaregalaron.—Nohacefaltaquetedisculpesporloquehashecho,peroalmenospodrías

dejarme tranquila un rato. Estoy harta de que me rondes, ni siquiera muertaconsigolibrarmedeti—murmurésinmirarla.YoestabaocupadaviendocomoEmilioenvolvíalosrestosdelaenredaderaen

grandeslonasparadeshacersedeellasdespuésovenderlascomoleña.Almanorespondióperodejódeprestaratenciónalacasitademuñecasparamirarme.—Ya está, ya te has vengado de padre por lo que te hizo: «no volverá a

caminar sin bastón»—le repetí las palabras exactas del pomposo doctor que

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habíavenidodesdeBilbaoparaatenderapadre—.Yesoconsuerte,porqueelmarqués ya tiene una edad, si los huesos de su pierna no se sueldan bien,necesitaráunasilladeruedaselrestodesuvida.La expresión deAlma no cambió al escuchar las noticias, no le pareció tan

terriblequeentrelasdoshubiéramoscondenadoapadre—ytambiénamamáyaCarmensinquerer—atenerquepasarelrestodesuvidaimpedido.—Claro,túsiguesteniendoquinceaños:paratitodoestosoloesotratrastada

de las tuyas, una más —murmuré—. Yo soy quien tendrá que pagar lasconsecuencias,comosiempre.Exactamenteigualquecuandoestabasviva.Almasonrióyvolvióajugarconlacasitademuñecasabriendoycerrandolas

ventanasdenuestrahabitaciónenminiatura.Nuncaantes lehabíavistomoverobjetos,perosupusequedelmismomodoquemispoderesnohabíandejadodehacersemásfuertesconlaedad,puedequeaAlmaleestuvieraocurriendoalgoparecido,apesardeestarmuerta.Sialguienhubieraentradoenlabibliotecaenese momento y hubiera visto las pequeñas ventanas abriéndose solas,seguramentehabríapensadoquelacasitademuñecasestabaencantada.Sonreíconamarguraaldarmecuenta:estabaencantadadeverdad.Enesemomento,comosisoloconpensarenellosehubierahechorealidad,

mamáabriólapuertadelasala.Almanosemarchóperodejódejugarconlasventanasysesentóenelsuelo,alospiesdelamesitadeajedrezdondeestabalacasitademuñecas.—El marqués quiere hablar contigo, tiene que decirte una cosa —me dijo

mamá a modo de saludo—. Está despierto y lúcido, le hemos adecentado unpocoparaquepuedasverle,perosébreve,tienequetomarsesuspastillasparaeldolordentrodeunrato.Era la primera vez quemamáme dirigía la palabra desde queme vio en el

jardín.Elgolpecontraelsuelodelvestíbulolehabíadejadounamarcarojaenlamejillaybajoelojoizquierdo.Conelpasodelosdíaselgolpesefuevolviendovioláceohastaconvertirseenuncardenalqueocupabacasilamitaddesucara.—Medaigualloquequieradecirme,nopiensosubiraverle.Mamá respiró profundamente como si estuviera contando hasta tres

mentalmente y se cruzó de brazos.Apenas la había visto desde lo de padre yahorameparecióqueestabamáspálidaydelgada.—Subirásaverleyescucharásloquetienequedecirteporqueselodebes—

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medijoconfrialdad—.Yamítambién;yanovoyaseguirprotegiéndotemás,nodespuésdeesto.—Y¿cuándomehasprotegidotú?—lepregunté,peromearrepentítanpronto

comomispalabrassalierondemiboca—.¿Quéesloquequieredemí?Peromamáyahabíadadomediavueltayestabasaliendodelabiblioteca.—Subeparaquetelodigaélmismo—dijosinmirarme—.Notengasmiedo

desureacción,nopuedemoverse.Además,Carmenyyonoshemosaseguradodequenotenganingúnarmacerca.Mamá salió de la habitación sin molestarse siquiera en cerrar la puerta.

Escuchéelsonidodesustaconesgolpeandoelsuelodelvestíbulo,comosifuerasu forma de vengarse por el golpe de su cara. Cuandome volví paramirar aAlma,yanoestaba.Suspirédemalaganaysalíyotambiéndelabibliotecaparasubiraveralmarqués.Aunqueyahabíarecogidoelpaqueteconmiscosas,seguíausandolaropade

laabuelaSoledad.SuolorarosasrojasyajabónhabíadesaparecidodelateladespuésdequeDoloresseocuparadelavar,plancharyguardarcadaunodesusvestidos. Al verme ahora con ellos puestos, nadie se creería que llevabanolvidados en el sótano casi diez años. Los zapatos de tacón ancho tambiénhabían pertenecido a la abuela: eran negros, brillantes y todos los pares queencontré me servían igual que si estuvieran hechos especialmente para mí.Ahora,mientrassubíalasescalerasdemármolparallegaralsegundopisodelacasa, mis pisadas sonaban como la misma rabia contenida que las de mamá.Avancé por el pasillo sin importarme que el ruido de mis tacones prestadospudieramolestaralenfermoyentréenlahabitaciónsinllamar.—Mamámehadichoquequeríaverme—dije,dejandomuyclaroqueyono

queríaestarallí.El marqués estaba sentado en su butaca de cuero verde cerca de la gran

ventanaconbalcón.Alguien,seguramentemamá,lehabíacolocadocojinesenelrespaldoparaqueestuvieramáscómodo.Teníalapiernarotaestiradasobreunadelassillasdelacocinay,paraasegurarsedequenolamovía,eldoctorhabíamandadoasuayudantequeselaenyesaracasihastaelmuslo.—Cuandoeraispequeñas,vuestramadresolíaverosjugareneljardíntrasero

desde estemismo balcón—dijo sinmirarme—. Se sentaba ahí fuera con unarevistademodaotomabaelsol,yosvigilabamientrasvosotrascorreteabaispor

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eljardínjugandoaDiossabequé.Yaentonceseraisunpardebestiassalvajes.Mipadrenolodijo,claro,peroesastardesmientrasmamáestabaenelbalcón

vigilándonos, él bajaba a la habitación deCarmen en el sótano para acostarseconellaaprovechandoquesumujerestabaocupada.—¿Quéquiere?—lepreguntéconbrusquedad—.Sivaadecirmealgohorrible

deseprisaporqueleheprometidoaCatalinaquelaacompañaríaalamerceríadeMaiteparacomprarunosbotonesantesdequecaigaelsol.Catalinanohabíaestadopresentecuandolaplantatrepadoracasisecomevivo

almarqués,asíquesolopodíasaberloquelehabíacontadosumadreyloquehubieraescuchadoespiandoescondidaen lossitiossecretosde lamansiónquesoloellaconocía.Sinembargo,nomehabíapreguntadoporelincidenteconlaplantayseguíatratándomeigualqueantes.—Novoyadecirtenadaniamatarte,aunquebiensabeDiosquenomefaltan

motivos después de lo que me has hecho. —Padre dio unos golpecitosimpacientes en el reposabrazos de cuero de su butaca—. Muerto el perro seacabaríalarabia,peroalomejorhastaeresinmunealasbalas.—Almadesdeluegonoloera—dijesinrastrodeemociónenlavoz.Unapartedemísesentíaaliviadasabiendoqueelmarquésnopodíacaminaro

levantarse sin ayuda. Tenía claro que, de haber podido, me habría matado almencionaraAlma.—He llorado muchas veces por la muerte de tu hermana en ese estúpido

accidente —empezó a decir como si no la hubiera matado él. Supe por sumaneradehablarquehabíarepetidoesamismamentiramuchasvecesantes—.Merompíaelcorazónveratumadredestrozada,sentadacadadíaensilencioenlacabeceradeunamesavacíadurantehoras,comosiestuvieraesperandoqueaparecieran los invitados.Permanecíaasí,sinarreglaryconlamiradaperdida,hastaqueCarmenconseguíaquesefueraadescansarasuhabitación.Tumadrenosemerecíatodoeldolorquelehascausado.—Lehubierabastadoconnoapretarelgatillo.Estabaensumanoyenlade

nadie más haberle evitado a madre el dolor de perder a Alma—le dije confrialdad.El marqués se rio amargamente con una risa seca que después de unos

segundosseconvirtióentos,latospropiadeunhombreveinteañosmásviejo.—Sí,me tenía bien engañado tu hermana, como a todos—dijo con la voz

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ásperatodavía—.Elotrodíacuandotúhiciste«eso»conmienredaderasupequeellaestabacontigo,a tu lado,susurrándotealoído loque teníasquehacer.Deniñatambiénteenvenenabaconsuspalabrasytútedejabas.Seguroquelamuydesgraciada hasta se reía con esa risa de hiena que tenía cuando estaba vivamientrasteconvencíaparaquemeremataras.Parpadeésorprendida,nuncahabíaescuchadoamipadre—oanadie—hablar

asídeAlmaymuchomenosdespuésdesumuerte.—Sí,llorémuchoporAlmadespuésdelaccidente,peroelotrodíacomprendí

queellamequieremuerto:nosésiporvenganzaoporrencor.Nosoyculpablede loque lepasó,peroaunasí tuhermanaquierematarmeyestoyseguroquevolveráaintentarloconosintuayuda.—Porfindejódemiraraljardínvacíoysemovióconcuidadoenlabutacaparamirarme—.Tienesquemarchartedeestacasa.Noquieroquetúoel fantasmadeAlmameempujéispor lasescalerasome asfixiéis mientras duermo. No voy a permitir que dos crías resentidas ymalvadasacabenconmigo.—¿Qué?¿Quetengoquemarcharmedeestacasaporqueustedtienemiedode

queunfantasmalemate?—preguntéincrédula—.Nihablar,estatambiénesmicasa y no me marcharé solo porque usted se haya convertido en un viejoasustadizoquetienemiedohastadesusombra.—Yaestádecidido.Estaesmicasaytequierofueraporqueséquemientrastú

vivasaquíAlmanosemarchará jamás—medijomuyserio—.Te irásaunquetengaquearrastrartedelospelosyomismofueradeestacasa,¿quedaclaro?Mereícomosielmarquéshubieracontadoalgogracioso.—¿Arrastrarmeustedmismo?¿Ycómovaahacereso?Nopuedenimoverse

sinquemamáoCarmen leayuden.Ahoradependedeesasdosmujeres, a lasque ha tratadomal toda su vida, incluso para poder ir al baño.—Me acerquéconfiadaalabutacaymeagachépeligrosamentecercadesucaraparapodervermejorsuexpresión—.Noesmásqueunviejoquetienemiedodeunfantasma.Es su culpa lo que le hace creer queAlma todavía sigue aquí. Le libró de suasesinatoperosientequedeberíahaberpagadoporloquelehizoasuhija,poresocreequesufantasmaestáenestacasa,peronoesverdad.Alma estaba en la habitación con nosotros, sentada en el borde de la cama

dando saltitos como si estuviera probando el colchón antes de tumbarse paradormirlasiesta.

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—Te irás, y además lo harás sin armar ningún escándalo.Tarde o tempranopodrévolveramovermesinayudaaunqueseaconunbastónovayaenunasilladeruedas,yesedía,tejuroporDiosqueterminarécontodaslaspersonasqueviven en esta casa una por una antes de volarme los sesos.—Vi en sus ojososcuros que ya había empezado a dibujar el plan en sumente—. Carmen, tumadre,Catalina...melasllevaréatodaspordelanteencuantotengalamínimaoportunidad,y tenpor seguroqueserámásprontoque tarde,porqueeldoctordicequemishuesossonfuertesyestánsoldandobien.Meapartédeél,noporquetuvieramiedodeeseviejolisiadosinoporquesabía

quesuamenazaeramuyreal.—Nopuedeecharmedecasa,madrenose lopermitirá—ledijesinmuchas

esperanzas.Almasetumbóbocaarribaenlacamadepadreymiróal techo,losmuelles

crujieronligeramenteigualquesiunapersonasehubieratumbadoenlacama.Elmarqués también loescuchóporquemiróasustadoa lacamavacíaporencimademihombro.—Tumadrehaintentadoconvencermeparaquetedejequedarteunañomás,

perohasidoinútil,nomeconvencerácomocuandomepidióqueCarmenysuhijasiguieranviviendoenlacasadespuésdequetútefueras.Catalinamehabíadichoquefueelmarquésquienlespermitióquedarseenla

mansión,mepreguntéentoncessiellasabíalaverdad.—Medaigualadóndevayasoloquehagasparavivir,pormícomositienes

que hacer la calle para comer, te tiras por el acantilado como tu abuela, tevuelvesaInglaterraoloquetedélagana,perovetedemicasayllévateaesadesgraciadamuertacontigo.—Peronotengoadondeir—murmuré.—Noesmiproblema.Ahoramárchate,quequierodormirunrato.Elmarquésseacomodóensubutacaycerrólosojos.Unmomentodespuéssu

labio inferiorsedescolgóyescuchésurespiraciónprofunda:sehabíaquedadodormido. Pensé en coger uno de los cojines bordados en punto de cruz queadornabanlagrancamadematrimonioparaasfixiarle, inclusomeacerquéalacama, peroAlma se había quedado dormida tumbada encima de la colcha deangorablanca.Puedequesoloestuvierafingiendoquedormíacomosolíahacercuandoseenfadabaconmigoyqueríaignorarmecomocastigo.

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Salídelahabitacióntemblando.Nocerrélapuertadetrásdemíporsiacasocambiabadeopiniónyvolvíaaentrarahurtadillaspararemataralmarqués,queyahabíaempezadoaroncar.Sintrabajo,niapenasestudiosyconsololospocosahorros que la abuela había dejado a mi nombre no podría sobrevivir muchotiempopormicuenta.Nohabíallegadoalasescalerasdemármolcuandodecidíquemiúnicaopción

eraescribiraMasonCampbellparadecirlequehabíacambiadodeideasobresupropuestadematrimonio.

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EscribíunacartaaMasonesamismatarde.UtilicéunahojadelpapeldecartadeAlma,eradepapeldesedarosaconunligeroolorajazmín,deltipoqueseutilizaparaescribircartasdeamor,aunquelamíanofuerarealmenteunacartadeamor.LeexpliquéaMasoncomo,despuésdepensarmejorensuproposiciónyde

dejar pasar unos días sin su presencia, había cambiado de opinión ydefinitivamente quería casarme con él. También le aseguré que mis padresapoyabanmidecisiónyestabanencantadosconlaidea,tanto,quequeríanquelabodasecelebrasecuantoantesenlamansiónfamiliar.Cuandohubeterminadoleescribíelnúmerodeteléfonodeldespachodepadrealpiedelapáginaparanotenerqueesperarmuchotiemposurespuesta.Almameestuvomirandotodoel tiempomientrasyoescribíalacartaconsu

papelespecial.Noparecíaestarmuycontenta,peromedabaigual:noeraellalaqueteníaquebuscarunaformadesaliradelante.«SinoqueríasqueusaratuestúpidopapeldecartasparaescribiraMasonno

habertemuerto», le había dicho sin levantar la cabeza del papel paramirarla.Supe que tarde o temprano tendría que pagar de algunamanera por habermeatrevidoausarsupapeldecartas.Caminé deprisa hasta Basondo para asegurarme de llegar a la oficina de

Correosantesdelahoradelcierre.Queríaquemicartasalieraaldíasiguientehacia Bilbao y después hacia Surrey. Tres días largos y tensos después, elteléfonodeldespachodelmarquéssonóamedianocherompiendoelsilenciodelamansióny,tanprontolooí,corríescalerasabajopararesponder.EraMason.Había leídomi carta y «por supuesto»que seguía interesado en

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casarseconmigo.Acordamosque labodasecelebraríaalcabodediezdíasenVillaSoledad,justodespuésdelAñoNuevo.MientrasintentabaevitarmiraralaescopetadelabueloMartín—queseguíacolgadasobrelachimenea—leprometíaMason que yomismame encargaría de los preparativos y de conseguir lospermisos necesarios de la Iglesia y el juez. Él todavía tenía que quedarse unasemanamás en Surrey para terminar de cerrar sus negocios antes de viajar aBasondoparareunirseconmigoyconocerasusfuturossuegros.Cuandoyacasihabíamos terminadodehablarde todo lo importante, lehice laúnicapreguntaquemedabamiedohacerle:«¿HastenidonoticiasdeLucy?»Escuchéelsilencioalotroladodelalíneatelefónicamuylejosdeldespacho

delmarquésdondeyoestabaencamisónyconlospieshelados.«Lucy y yo habíamos empezado a retomar nuestra relación después de

marchartetú,peroellaentenderáquetermineconnuestrotratoahoraquenuestrocompromisoesoficial.»AunquemesentímalporLucyyporsushermanasrecordéqueyonecesitabaa

Masonigualqueellas,ylaculpasediluyójuntoconelrestodemispalabrasenla línea telefónica. A lamañana siguiente les conté amamá y a Carmen quehabíaaceptadolaproposicióndematrimoniodeunhombrequeconocíestandoen el colegio. Mamá sonrió y empezó a hablar deprisa comentando lospreparativos que habría que organizar para la boda: ocuparse del banquete,escribir una lista de invitados, la decoración de lamansión, la ropa y todo lonecesarioparacelebrarcomocorrespondelabodadeunajovenmarquesa.Mamáparecíatanentusiasmadaconlospreparativosquecasimerecordóalamadredeantes:laquevivíaconnosotrasencasaantesdequeAlmamuriera.EncambioaCarmennolehizoningunagraciaescucharlodemiinminenteboda:seretiróasu habitación en el sótano como si hubiera recibido unamala noticia y no lavolvíaverhastaeldíasiguiente.Mamá se ocupaba de todo: desde escoger las flores para decorar la capilla

familiar, hasta decidir qué tipo de champán servirían en la recepción loscamareros—consusridículaschaquetasblancas—alosinvitadosvenidosdesdemediomundo.Comonohabíamuchoqueyopudierahacer,salíadarunpaseoparaevitarpensarenmicompromisoconMason.Al principio barajé la idea de entrar en el bosque y caminar hasta el claro

secreto. Me detuve justo donde la línea de altísimos pinos servía de frontera

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naturalentre lacarreterayelbosque.Escuché lospájarosy losdemássonidossusurrando mi nombre entre las ramas trenzadas entre sí, pero vi a Almapaseandounpocomásallá,alotroladodelosárboles,consuvestidoblancodeencajeysusandaresdebailarinafantasmal,asíquecambiédedirecciónydejéquemispasosmellevarancaminoabajoparavariar.Aunque no había un sendero propiamente dicho, con el paso de los años se

había idovaciandode lahierbasalvajequecrecíacercadelacantiladoyahorapodíaintuirseelcaminoqueseguíantodoslosqueseatrevíanapasearcercadelbordedelacantilado,justoantesdelvacío.DejélasiluetadeVillaSoledaddetrásdemímientrasbajabaconcuidadoporlapendienteverde,cercadedondeAlmay yo jugábamos a asomarnos al precipicio cuando éramos niñas para ver elcargadero de metal que sobresalía de la pared y los enormes barcos queesperaban debajo del muelle, desafiando al Cantábrico, para llevarse nuestrohierropormediomundo.Mesentéenlahierba,amenosdeunmetrodelvacío.Imaginé a la abuela Soledad sentada en ese mismo lugar mirando al mar ypreguntándose si debía saltar desde el muelle flotante o tal vez desde elacantilado.Laabuelanosolohabíaqueridohuirdelabuelo—queyallevabaunpardeañosmuertocuandoellasaltó—,tambiénqueríahuirdelavidaasulado,unavida robadaporél.Miréel cargaderopensandoen si algúndíayo tendríaquetomarlamismadecisiónquelaabuelaydejarqueelCantábricometragaraviva.—Aquíestá,porfinlaencuentro—dijounavozconacentoescocésdetrásde

mí—.Lahebuscadoportodaspartesperoestacasaescomounlaberinto,casime damiedo abrir una puerta y descubrir que esconden a otra hija, un tesorofamiliaroalgúnotrosecretoespantoso.—Sí,aquíestoy,disfrutabadelpaisajeydelasoledadhastaquehaaparecido

usted —respondí sin volverme para mirarle—. Catalina es la única hija queguardamosenVillaSoledadynoesprecisamenteunsecreto,yhastadondeyosétampocohayningúntesorofamiliarescondidoenlamansión.Aunquedespuésdedecirloenvozaltarecordéelcollarconlaesmeraldaylos

diamantesque laabuelaSoledaddejó sobremialmohadaantesde saltar.Si elmarquésno lohabíamalvendidoya,puedeque todavíaestuvieraescondidoenalgunacajauolvidadoenelfondodelarmariodemamá.—¿Leimportasimesientoylehagocompañía?—preguntóLiamsinesperar

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respuesta—. Bonita vista, aunque sería mejor para el negocio de la mina siconstruyeranunpuertoahíabajo.Noséporquénohan levantadounpequeñopuertodemercancíasdondecomienzalaparedderoca.Sonreísinapartarlosojosdelmarrevuelto.—Esbuenohaciéndoseeltonto,esoloreconozco,apuestoaqueensuvidaha

engañadoamuchoshombrestanricoscomomipadreconestatáctica.—Lemiréynotéquesusojosverdeserancapacesdesoportarlasmentirassintemblar—.Sabedesobraqueesimposibleconstruirnadaahíabajoporquelafuerzadelmararrancaríadecuajocualquierridículomuelleoembarcadero.—He oído que va a casarse —respondió Liam como si no me hubiera

escuchado—.Enhorabuena,supongo.—¿Supone?Siemprehayquedecirle«enhorabuena»a lanovia, lo contrario

traemalasuerte.—No pensé que fuera usted una mujer supersticiosa.—Liam se acomodó

mejor en el suelo de tierra y estiró sus piernas sobre el trecho de hierba quecrecíadelantedenosotros—.Aunquetampocopenséquefueraallegartanlejos.¿Deverdadvaacasarseconunhombrealquenoamayapenasconoce?—Desde luego que sí—afirmé convencida—.Delmismomodo en queme

casaríaconustedsindudarlosituvieradineroyfueraunlorddeverdad.Elamornotienenadaqueverconelmatrimonio,almenosnoparalasmujeres:setrataúnicamentedebuscarlaasociaciónmásprovechosaposible,comosucedeenunafusiónentredosempresasdondecadaunobuscaalgodelotro.¿Ocreequemifuturomaridoestáinteresadoenmiencantadoraformadeseryenmisentidodelhumor?No.Élestáinteresadoenmijuventudyeneltítulodemifamilia,peronoveoquelejuzgueigualqueamí.—¿Encantadora?—repitióLiamconsumediasonrisa.Peroyoleignoréyañadí:—Mireamimadreyamiabuela,nocreoqueellasquisieranasusmaridosni

un solo día de sus vidas, y desde luego ellos tampoco las querían a ellas. Y,además,¿quiénlediceaustedqueyonoamoaMason?—Disculpe, no pretendía insinuar que su apresurado matrimonio con ese

«ovejero»yanquierapuramenteunacuestióndeinterés.—Vaquero, es vaquero, yme importamuy poco lo que usted opine. Desde

fueraesmuyfácilycómodocriticarmisactos,peroyamegustaríaverleausted

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o a cualquier otro hombre teniendo que casarse para salvar su vida, supatrimonio o su honor.—Dejé escapar un bufido antes de añadir—: Siemprerepitiendoque lasmujeresnoscasamossoloporel interésoeldineroperosinquererverqueelmatrimonioescasi laúnicaposibilidaddecerrarunnegocioquetenemosnosotras.PenséenLucy,ensuspecas,ensupelocolorzanahoriasiempreenmarañadoy

enlafotografíaconsushermanaspequeñas—todasconlasmismaspecasyelmismopelozanahoria—quesiempre teníaensumesilladenuestrahabitaciónenelSt.Mary’s.Desdeluegoningunadeellaselegiríaconquiéncasarse.—PenséqueesoyahabíaquedadoenelpasadograciasalaRepúblicaytodo

lodemás—dijoLiamcon cautela—.Me cuesta imaginar a alguien casándoseporunastierrasoporunaherencia.—Claro, usted es un hombre y nunca ha tenido que pensar en casarse para

podervivirporquepuedehacerloqueledélagana:nonecesitaelpermisodesupadreodesuesposoparacerrarunnegocio,trabajar,vendersucasa,tenerunacuentadeahorroenelbancoogastarsupropiodinerocomoleplazca,asíquenohablesobreloquenoconoceporqueesolehacepareceridiota,idiotadeverdad,nocomocuandosololofinge.Unaráfagadevientosubiódesdeelmarporelacantiladodespeinándome.—Nuncalohabíavistodeesamanera—respondióLiamdespuésdepensarlo

un poco—. Pero casarse es más que hacer negocios, hay otros asuntoscomplementariosasociadosalmatrimonio,¿hapensadoustedeneso?Mereísinganas.—«Asuntos complementarios», ¿así lo llama?—pregunté, aunque me daba

igualsurepuesta—.Sí,puesclaroquehepensadoeneso.Nocreeráenserioqueyonohabíacaídoenesepequeñodetallehastaquenolohasugeridousted,¿no?Liamseolvidódelmarymeestudióconcuriosidad.Lacicatrizdesumejilla

seguíaahí,medioocultabajosubarbapelirroja,inclusocuandosurostroestabaseriocomoahora.—Lepidoperdónsilaheofendido,essoloquesuformadeentenderelmundo

medesconciertaymeintrigaalmismotiempo—sedisculpóél,ypuedequeesafueralaprimeraverdadquemehabíadicho—.Megustaríaconocerlamejor.—Nomehaofendido,yosoyasícontodoelmundo.Mihermanasolíadecir

quesoycomounazarzasalvajequearañahastahacersangraratodoscuantosse

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acercan.—Mecoloquéunmechóndepelonegrodesordenadoporelviento—.¿Ycómovasuestafa,sutimooloquesea?PenséqueaestasalturasyahabríavoladodeBasondoconalgunaexcusaypartedemiherencia.Liamsonrió.—Veoquesigueconvencidadequesoysolounfarsante.—Desde luego, lo queno comprendo es por qué aún está aquí. Solo espero

quenosehayaablandadoporlacondiciónactualdelmarqués,labondadesunamala cualidad para un estafador —le dije—. Y le aseguro que mi padre semerececadaráfagadedolorquepuedasentir:noesunpobrehombreindefensopostradoenunasilladeruedas.Dosdíasantes,Carmenymamáhabíanayudadoalmarquésasentarseenuna

moderna silla de ruedas que el doctor había enviado desde Bilbao diseñadaespecialmente para él.También le habían instalado en una de las habitacionesvacías del primer piso, así que ahora elmarqués podíamoverse por el primerpisosinayudaoinclusosaliralaterrazatraseraparatomarelsolporlastardes.Padre no había vuelto a dirigirme la palabra, ni siquiera para darme laenhorabuena cuando mamá le contó muy emocionada lo de la boda, aunquepermitióquemequedaraenVillaSoledadhastaeldíadespuésdelacelebración.—Laverdadesquemegustaríapodercerrarnuestro trato,peroúltimamente

supadreyanoparecetenerinterésenhablardenegocios—dijoél—.Ahorasoloquiere hablar conmigo del perdón y de Dios, dos temas que me resultantremendamenteaburridos,simepermitedecirlo.Mereíenvozbajaporqueamítambiénmedabanigual.—Y además de aburridos son dos asuntos poco rentables a no ser que sus

negocios tengan que ver con Dios o con el perdón, y no creo que sea ustedsacerdoteopastor—dije,pensandoenTomásyensualzacuellosaúnvacío—.Sucambiodeactitudconmifamilianotendránadaqueverconmigo,¿no?—sugerí—.NoseestaráquedandomástiempoenBasondopormí,¿verdad?—¿Ysifueraasí?—mepreguntó.—Sifueraasílediríaqueesustedidiotaporquesabequeprontoestarécasada

conotrohombre.—Losé,perohaymuchascosasquepodríamoshacerustedyyojuntosqueno

requierendeuncertificadomatrimonial.Le miré con los ojos entrecerrados, no porque me hubiera ofendido sino

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porquenosabíabienaquéseestabarefiriendoexactamente.—Yonotengodineroquepuedarobarme,señorSinclair,asíque¿aquétipo

decosasserefiere?—lepreguntécomosinoestuvieramuyinteresada—.Penséqueustederasolounlordinteresadoenvenderalgunastierrasdesufamilia.—Podríamos ser socios, mitad y mitad. Es usted lista, hermosa y

definitivamente tiene corazón de estafadora. Y está también ese asunto de lamagia...—Liamhizounapausaparavermireacción—.Estoysegurodequeescapazdeconvenceraloshombresparaquehaganloqueusteddesea,acualquierhombrequeseproponga.—Denuevohablaustedcomosiesofueraalgodifícildeconseguir—respondí

sin mirarle—. Prefiero seguir trabajando solo para mí, sin mitades ni socios,muchasgracias.Melevantéfrotándomelasmanosparaquitarmelosrestosdetierra.Liamse

levantótambiényselimpiólasbriznasdehierbaquesehabíanquedadopegadasasuspantalones,despuésseacercóunpocomásamí.—¿Sabeunacosa?Casimedalástimasufuturomarido.Casi.—Ah¿sí?Vaya,quéinteresante.Carmenmehabíadichounavez,mientrasmepeinabaantesdeiradormir,que

a los hombres les gusta creer que sus opiniones sobre cualquier asunto eransiempremuyvaliosasporinnecesariasqueestasresultaranserenrealidad.MiréaLiamintentandoaveriguarsieraélquienhablabaosoloellordquefingíaser:unodelosdosmegustaba.—¿Sequedarápara laboda?—pregunté sinmovermeapesardequeestaba

tancercadeLiamquemipelosueltolerozabalamano—.Mamáquieresabercuántosinvitadosseremos,paraelcatering.—Claro, para el catering—respondió él con unamedia sonrisa que dejaba

muyclaroquenomehabíacreído—.Sí,megustaríaquedarmeparasubodasies posible. Además, tal vez logre que en estos ocho días que quedan cambieusteddeidea.—¿Sobreelmatrimonioosobrelodesersusocia?—quisesaber.—Sobreambascosas,espero.VisusojosverdesenllamasysupequeestabatratandoconelverdaderoLiam,

noconesehombreunpocoatolondradoydemodalesexageradosqueélfingíaserpararobaratodoslosnoblesque,comomipadre,secruzabanensucamino.

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Meacerquéunpocomásaélhastaquepudenotarsurespiraciónmezcladaconelvientodelnorteenmicaraysusurré:—Nocuenteustedconello.

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Laboda

LABODA

Tal y como Carmen había pronosticado unos años atrás, ahora estabaayudándomeavestirmedenoviaenmihabitación.Ellaabrochabalospequeñosbotonesforradosenencajequehabíaenlaespaldademivestido,unoporuno,consusdedoságilesacostumbradosatocartelasfinasypuntillas,perosiempredeotras.—¿Faltamucho?—lepregunté intentandomirar loqueella estabahaciendo

porencimademihombro.—No,yacasiheterminado,peroestatequieta,niña,otardarémás.Suspiré e hice una mueca de fastidio cuando Carmen no podía verme, no

porque estuviera nerviosa como se supone que deben estar las novias, sinoporqueyallevabaahícasiunahoraymeaburríaterriblemente.Estabadepieenun escabel tapizado que mamá solía usar para probarse los vestidos y queCarmen lespudieracogerelbajoconalfileresantesde llevarloaarreglar a lamerceríadelpueblo.—La señoramarquesapodía haberte elegidounvestido conmenosbotones,

quétrabajitomeestándando—protestóCarmenconelceñofruncido—.Aunqueesunvestidopreciosoymuyelegante,atumadrelehabrácostadounojodelacaraconseguirquetelohaganamedida,yencimaconestasprisas...Lasmangasbordadasconhilodesedamemolestabanymecostabaunpoco

respirardesdequeCarmenhabíaconseguidocerrarporfinelúltimobotónenmicorpiñoderasoyencajedechantillí.—¿Yaestá?—volvíapreguntarmásimpacienteahora.

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Lasmanos familiares deCarmendesaparecierondemi espalda pero nodijonadaduranteunmomento,solomemiróensilencio.—Bueno,¿estáyaono?—Yaestáslista—respondióporfin,peronotéquehabíaunanotadetristeza

en su voz—. Solo te falta el velo, espera, que voy a buscarlo. Lo dejé biencolgado anoche después de plancharlo para que hoy no tuviera ni una solaarruga.Carmenentróenelcuartodebañodelahabitaciónysesubióconcuidadoal

borde de la bañera de hierro fundido para alcanzar la percha donde estabacolgadoel velo.LanocheanteriorCarmenhabíadejado laperchaconel velocolgada de la antigua barra de las cortinas de la bañera para evitar que searrugara.—Venga,niña,bajaconcuidadodeahíparaquetepongaelveloyacabemos

ya,quetodavíatengoqueiraconsolaraCatalina.—¿Quélepasapues?—pregunté.—Nada,quelapobrellevadoshorasllorandoalágrimavivaenlahabitación

ynoquieroquesepaseeldíadisgustada.Obedecí aliviada al bajarme por fin del escabel, pero tuve cuidado de

levantarme la falda de crepé de seda natural por delante para no pisarme elvestido,quecrujíacadavezquememovía.—¿Porquéllora?Sinsoltarelvelo,Carmencogióunpuñadodehorquillasdelprimercajóndel

tocadoryvinohastadondeyoestabaparacolocármelas.—Lascosasdelmarqués,quecomotodoslosricossepiensaquenuncavaa

necesitarayuda.Yonovoyavivireternamenteynosedacuentadequetardeotemprano necesitará a alguien que le cuide y le haga compañía en esta casaenorme,yparaentoncespuedequeyanolequedeniunapesetaenlacuentadelbanco con la que pagar a alguien que le atienda. —Carmen se guardó lashorquillas en el bolsillo de su delantal para tener las dos manos libres y mecolocóelvelobordadoconperlassobrelacabeza—.Tumadreestádelicadadesaluddesde... bueno, ya sabes desde cuándo, tú ya tienes un pie fuera de estacasa, así que solo le quedaCatalina.Ella es su hija pormuchoque le pese almarqués,ypodríacuidardeélcuandotupadrenoseamásqueunviejoachacosoconlacabezallenadepájaros,perosisiguetratándolaasínoconseguiráquemi

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Catalinasequedeasuladocuandonoquedenadiemás.Sentí el peso de las perlas bordadas en el velo sobremi cabeza, llevaba ya

tantashorquillasenelrecogidodelpeloquecadavezquemovíaelcuelloparamirar algo se me clavaba alguna en la cabeza. Aun así, Carmen volvió acolocarmemáshorquillasparasujetarelpesadoveloensusitio.—Deja que elmarqués semuera solo y sin que nadie le llore, es lo que se

mereceportodoelmalquenoshahecho—dijesinningunaemociónenlavoz.PeroCarmenseolvidódelashorquillasunmomentoymemiródesdesusojos

castaños.—Tupadreesunmalhombre,yatienesedadparaquetelodigasinrodeos,

niña.Nuncatendráquepagarporloquelehizoatuhermanaoportodoeldañoquelehahechoatumadre,ysospechoqueestabodaaceleradatuyaescosadeél también—empezóadecir—.PerosiCatalinanoaceptacuidardelmarquéscuando sea viejo, él la echará de esta casa en cuanto yomemuera y a ver adóndevalapobre.—Nuncalohabíapensado—admití,todavíadándolevueltasaesaidea.Nomegustaba la ideadequeCatalina tuvieraquecuidarporobligacióndel

marqués: un hombre que la había despreciado de todas las formas posibles apesardesersupadre.—Puesclaroquenunca lohabíaspensado,niña, túhas tenidosuerteenesta

vida:eres la jovenmarquesaynuncahasvividosindinero,nosabes loqueeseso.Mejorparatiporquelafaltadedinerotehaceprisioneradecualquieraquetengadosmonedasdesobrapara tirártelasa lacara:unmarido,unpadreounseñormarquésalqueservir,peromiCatalinanohatenidotantasuertecomotú—dijoCarmenmientrasmeponíaotrahorquillapeligrosamentecercadelaoreja—.Aunquedespuésdeloquehacostadolabodaydardecomerybeberatodosesosgolfosricosqueestánahíabajo,tampocoesquetúvayasaheredarmuchodetuspadres.—Yaestoyhartadeoírhablardedinero—mascullé.Una fortuna, eso era lo que había costadomi boda sin contar el vestido de

novia hecho amedida en Francia que llevaba puesto. Sofisticados canapés desalmónahumado,foie-grasdepatoquemamáhabíaordenadocomprarporkilos,fresas frescas prácticamente imposibles de conseguir en pleno enero para lastartaletastibiasdemantequillaytomillo,variaslatasdecaviarAlmas,faisanes

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rellenos de pétalos de rosa en salsa de Oporto, trufas de chocolate belga, unejércitodelangostasqueaúnestabanvivascuandobajéacuriosearanochealacocina,ybotellasybotellasdevinoychampánfrancésqueseenfriabanen labodega de la mansión. Todo eso además del regimiento de jardineros,limpiadores, cocineros, camareros y floristas quemamá había contratado paraqueledieranaVillaSoledadelaspectoquesolíatenercuandoéramosniñasyelhierroaúnsalíaportoneladasdelaminaZuloaga.—Laminavapeorquenunca,elañopasadotupadrecasituvoquecerrar,pero

al final lasalvó tirandodeunosahorrosque tenía tumadre.Siellanohubieravendido algunas de sus joyas, nunca habrían podido pagarte esta boda—dijoCarmencolocándomelaúltimahorquilla—.TupadreculpaalaRepúblicayalnuevogobiernodesuruina,perolociertoesquelaminayaibamalantes.Hayhombresquenoestánhechosparalosnegociospormuchoqueellossecreanquesí,yelmarquésesunodeellos.Me acordé de mis clases de economía avanzada en el St. Mary’s mientras

Carmenterminabadearreglarmeymecubríalacaraconelvelo.—YohabríaadministradolaminaZuloagayelnegociofamiliarmuchomejor

queelmarqués—dijecontraelvelo.—Puesclaroquesí,niña.Ysihubierasnacidochicoahoranoestaríasmetida

enestelíodeboda.—Carmensealejóunpocoparavermemejorymesonrió—.Pero qué guapa estás, pareces una actriz de Hollywood, ¡igualita que LupeVélez!Peroyobajélacabezaymirélalargafaldadecrepédeseda.—¿Túcreesquesoymala?Antes de responder,Carmen se acercóhasta dondeyo estabaymeobligó a

mirarla.—¿Quiéntehadichoeso?¿Hasidotupadre?PodíaverelrostrofamiliardeCarmendifuminadoporelvelo.—No,nadiemelohadicho,essoloalgoquepiensoúltimamente—admití.Noera algoen loque solierapensarydesde luegonomequitaba el sueño:

pocoonadameimportabaqueotrospensaranqueyoeramala,perodesdehacíaunos días no dejaba de pensar en Lucy y sus hermanas, a las que había«condenado»porcasarmeconMason.Aunqueyosabíaqueerasupropiopadre—ylasituacióneconómicaqueatravesabaelpaís—loquelashabíapuestoen

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esa situación, no podía dejar de recordar la fotografía de las cuatro hermanaspelirrojas.—Mira,tienesdosopcionesenestavida,niña:osonríesyhacestodoloque

losdemásseesperandeti,oprepárateparaquetecritiquenhastaeneldíadetuentierro.Ati,comoeresmarquesa,tediránqueeres«mala»,queesmásfino,envezdealgopeor—medijomuyseria—.Peronoesverdad,essolo lamaneraquetienenlosdemásdeintentardominartehaciendoquetengasmiedodeloquete llamen,yprepárateporque te lo llamarándurante toda tuvidahagas loquehagas.—Ya lo sé, es solo que había una chica en el internado conmigo que...—

empecéadecir.—Sí,yaheoídoquetevasacasarconelmozodetuamiga,perotambiénsé

quesidetidependieranotecasaríashoynimañana—mecortóella—.Asíquevenga,dejayadegimotearyvuelveaportartecomolaniñasalvajequeeresotecomerán viva. ¿O crees que tu padre, después de todo lo que ha hecho, estáahorapreguntándosesiesmalo?No.TupadreestaráyaacomodadoensusilladeruedasenelpasillodelacapillaocharlandoconesemeapilasdeDávila,quejamáslediríaalmarquésdeZuloagaqueesmaloporhabermatadoasuhijaoengañadoasumujertodalavida.«Mala»o«puta»soninsultosqueestánsoloreservadosparati...yparamí,claro.Paranosotras.—Carmenhizounapausaysupequeestabarecordandoeldesprecioconelquelamiraronaquellasmujeresqueesperabanparaentraramisa,ytodoslosdespreciosquesiguieronaese—.Nodejesqueteconvenzandequetúeresmalamientrasellosmiranhaciaotroladoparanoversuspropiospecados.Asentíensilencioysupequenuncamásvolveríaapensarenello.Sentícomo

laculpaylavergüenzasehacíanpequeñasdentrodemíhastadesaparecer.—¿Yaestoylista?—Yaestáslista,niña.Voyabajoaquitarmeeldelantalyaponermeloszapatos

buenosparalaboda,quenoquieroperdérmelaniaunquetengaquequedarmedepieenelfondodelacapilla—medijoCarmensoltándosedelnudodeldelantalmientras hablaba—.Todos los invitados deberían estar ya dentro de la ermitaesperandoaque llegue lanoviapero, para asegurartedequeno te cruzas connadie en la casa, tú quédate aquí después de queyo salga y cuenta hasta cienantesdebajar.

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Ahora todo estaba en silencio, pero durante esamañana había escuchado eljaleo de los camareros y cocineros en la cocina o colocando los platos de lavajillabuena,lascopasylasfuentesdeplatasobrelamesadelcomedorformalparaelbanquetenupcial.TambiénhabíaescuchadoensayaralosmúsicoseneljardíntraseromientrasCarmenmepeinabaymeponíamáslacaenelpeloparaayudaramantenerlashorquillasensusitio.Estavezmamánohabíacontratadoungrupodeswingparaamenizar la fiesta,sinoaunsobriocuartetodecuerdaqueafinabasusviolinesenlamismanotatristeunayotravez.—Hastacien,entendido—respondísinpensarmuchoenello.Antes de salir de la habitación Carmen me cogió la mano entre las suyas

apretándolaconcariñoymedijo:—Ánimo,niña,queyacasiestáhecho.Despuésmedejósolaenlahabitacióndelatorreycerrólapuertatrasdesí.

Yolaescuchébajarlasescaleras,deprisaparaquenolaoyerallorar,hastaquesuspasosdesaparecieronen ladistancia.Todosequedóensilencioexceptoelcrujido de mi vestido. Tan pronto escuché la puerta principal cerrándose trespisosmásabajoempecéacontar:—Uno,dos,tres...Bajé sola por todo el camino que iba desde la puerta de entrada de la casa

hastalapequeñacapillafamiliarquecolgabacercadelacantilado.Noviniaunosolo de los casi doscientos invitados demamámientras intentaba nomanchardemasiadolalargacolademivestido,quearrastrabasinremedioporeljardín.Amí no me importaba mucho que se manchara, pero sabía que mamá sedisgustaría si me ensuciaba el vestido antes de entrar en la iglesia y que sepasaríaelrestodelabodaculpándomeensilencio.Hastaquenoestuvecasi en lapuertanomedi cuentadequeTomásestaba

allí. Llevaba puesta su sotana y sus zapatos buenos. Pensé fugazmente quequizás había cambiado de opinión y estaba dispuesto a fugarse conmigomuylejosdeBasondo,peroentoncesvolvíaverelhuecovacíoensucamisadondeprontoestaríaelalzacuellos.—Holayenhorabuena—medijomuyserio.—No estás aquí porque hayas cambiado de opinión sobre lo demarcharnos

juntos,¿verdad?Tomás sonrió, pero la tensión entre nosotros no se evaporó en el aire de la

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tarde.—No,metemoqueno—respondió—.FueideadelpadreDávila:élcreeque

esbuenoqueyoestéaquíhoy.Aunque la puerta de roble estaba cerrada desde fuera, podía escuchar el

murmullosuavedelosinvitadosquemeesperabandentrodelacapilla.Imaginéa Mason de pie frente al altar, con su traje nuevo y las manos a la espaldaesperando a que sonara la marcha nupcial para verme aparecer. Decidí quetodavíapodíahacerleesperarunpocomás.—¿Dávilaquierequeestéshoyaquíparaqueaprendasaoficiarunaboda?—

lepregunté.Tomásnegóconlacabeza:—No, para que vea cómo te casas con otro. Para que los dos lo veamos y

acabemosporfinconestoantesdequesucedaunadesgracia.—¿Además de la de Alma, quieres decir?—No pude disimular el tono de

reprocheenmivozytampocomemolestéenintentarlo.—Sí,ademásdeladeAlma.Alnombrarlamiréderefilónporsiacasolaveíadetrásdemíesperandopara

entrarenlacapillacomouninvitadomás,perotodoloquevifueelvientodelnorte sacudiendo la hierba del jardín. Mi hermana muerta, que no me habíadejadotranquilaunmomentodesdequelaenterramos,ibaaperdersemiboda.—Ojalátodohubierasidodiferente...ojalánofuerasacasartehoy—murmuró

Tomás.Lemiréyviensusojoscolorchocolatequelopensabadeverdad.—Nunca lehevisto lautilidada lamentarse.Noesmásqueunapérdidade

tiempo,esonovaconmigo—ledije.Mientrashablabamecoloquémejorelveloquesehabíamovidoconelpaseo

hastaallí.—No,esoyalosé.—Tomásserioconamargura—.Túeresmásdeactuarque

delamentartedespués.—Yahoratengoquecasarme,asíquesimehaceselfavordeapartarte...Mirélaspuertascerradasdelacapilla,toméairedentrodemiapretadocorpiño

yalarguéelbrazoparaabrirlapuerta,peroTomasmedetuvo.—Espera...—dijocogiéndomedelamano.Dejéquesusdedosseentrelazaranconlosmíosporquesabíaquesoloduraría

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unmomentomás.—Hay otro motivo por el que el padre Dávila me ha hecho venir hoy. La

tradiciónesqueelpadredelanovialallevehastaelaltar,peroelmarquésestáimpedido y no tienes padrino, un abuelo u otro familiar varón para que teentreguea tufuturomarido.—MientrashablabaTomáshabíapasadomibrazoalrededor del suyo como si estuviéramos paseando juntos—. Yo mismo teentregaréalnovio.Tomás dio unos golpecitos en la puerta a modo de señal y un momento

despuéselcuartetodecuerdaempezóatocarlamarchanupcialenelinteriordelacapilla.—¿Preparadaparacasarte?—mepreguntóTomásenvozbaja.Lasnotasdemúsicasalíanporlasventanasabiertasparadejarsearrastrarhasta

elbosqueporelviento.Yomirénuestrosbrazosunidosyderepentemerecordóa la formaenque losdientesdemetal del cepodelmarqués sehundían en lacarnedeesechiquilloqueAlmayyoencontramosperdidoenelbosquehacíatantotiempo.Levantélacabezaparamirarleatravésdelfiltroborrosodelveloydije:—Preparada.

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Nomesentídiferentedespuésdecasarme.ElpadreDávilaterminósusermón,quehablabasobreelmatrimonioylaimportanciadelafamilia,ydespuésleyóun pasaje en su Biblia encuadernada en piel con los bordes de las páginasdorados.Yosolohabléparadecir«sí,quiero»despuésdequelohicieraMason.TomássequedócercadelpadreDávilaparairdándolelasvelas,lacopaconel

vinoparaconsagrary todo lodemásquepudieranecesitarduranteel servicio.No me miró ni una sola vez en todo el tiempo que duró la ceremonia, peromientras Dávila hablaba acerca de los peligros de abrazar demasiado lamodernidadensusermón,mefijéenqueTomásnopodíadisimularungestodedisgusto.Quemeestuvieracasandoconotrohombreledisgustaba,peronotantocomoqueDávilanocompartierasusideaspolíticas.«Demenudo pájaro nos fuimos a enamorar», pensé con una sonrisa amarga

mientras nos declaraban marido y mujer. Después de la ceremonia huboaplausos,gritosde«¡Vivanlosnovios!»enespañol—queasustaronaunpardeinvitados alemanes—ygente a la queyoni siquiera conocía quemebuscabapara abrazarme o darme la enhorabuena. Mason apenas sabía dos frases enespañolyunahoradespuésestabacharlandoconunbanquerosuizoacercadelvalordeloroydecómoseestabadevaluandoencomparaciónconelpetróleo.Nadie en la mansión notó mi ausencia cuando me escabullí por la puerta

lateraldelacasaparairhastaelpequeñocementeriofamiliaralfinaldelafinca.Cuando lleguéa lavallabajaqueseparaba la tierraconsagradadelcementeriodel resto de la propiedadmiré entre las tumbas por si acasoAlma estaba allíesperándome, pero no la vi por ningún lado, así que entré sinmolestarme encerrarladestartaladapuertadehierro.

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NohabíavueltoalatumbadeAlmadesdeeldíadesuentierro.Mesorprendióquemamá no hubieramandado colocar una corona de rosas blancas sobre sulápidaporsiacasoalgúninvitadodespistadosealejabadelacasayterminabaenel cementerio viendo la tumba. En lugar de eso, el musgo espeso que crecíacercadelmarsehabíahechofuertealrededordesutumbacubriendoloslateralesdelapiedramientrasqueunaenredadera—similaralaqueantestrepabaporlafachada de la casa— crecía enroscada alrededor de la lápida haciendo casiimposibleleersunombre.Almarquéssiempreselehabíadadobienocultarsuspecados.—Al verla he creído que era usted un fantasma—dijo una voz masculina

desdelaportezueladelcementerio.AlinstantereconocíelterribleacentodeLiamdetrásdemí.—Deberíasaberquelosfantasmasylosespíritusnoacostumbranarondanlos

cementerios,señorSinclair.Nolesgusta.—¿Ano?,¿yesoporqué?—Detectéunmatizdeverdaderacuriosidadensu

voz,casicomosiLiamcreyeraqueyoconocíalosmotivosdelosno-muertos.—Porquenuncahaynadieenloscementerios,nadievivo—respondí—.Ylos

fantasmas prefieren rondar a los vivos, por eso mismo se aparecen en lashabitacionesdondesolíandormir,nosvisitanmientrasleemoselperiódicoosepaseanporlacocinademadrugada.Sentícomoabríalaportezueladelcementerioyescuchésuspasosdetrásdemí

acercándosehastadondeyoestaba,cercadelsaucesinhojasquearrastrabalasramasporelsueloconsagrado.—Noesperabaencontraralanoviaaquísola—medijo—.¿Tanprontoyya

estácansadadesumarido?—Yaestabacansadadeélantes.Liamserio.—Veoqueesustedtodaunaromántica.Mevolvíparamirarleymedicuentadequesehabíaacercadoamímucho

másdeloqueyopensaba.—Soy práctica. ¿O acaso debería morirme de hambre en la calle solo para

contentarle a usted?Si quiere, puededarmeuna lista con los trabajoso tareasque considera respetables que yo realice, ¿qué le parece? Y podemospreguntarlestambiénaotrosinvitados,¿porquéno?Quetodoslospresentesden

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suopinión—dijecon ironía—.¿Cómosemepudoocurrir tomarunadecisiónqueúnicamentemeafectaamí,sinconsultarloantesconustedycontodoestemaldito pueblo? ¿En qué estaría yo pensando? Dígame, por favor, en suimportantísimaopinión¿deberíabuscaruntrabajodelimpiadoraenalgunacasaelegante como Villa Soledad para que el marqués de turno me pellizque eltraserocuandolevengaengana?¿Otalvezconsideraríamásadecuadoparamíhacermeinstitutrizdedoscríosinsufribles?Esosíesrespetable,¿verdad?Elegirserviraotrosenvezdeservirmeamí.Perodigaalgo,porfavor,estoyansiosaporsabersuopinión.Penséqueseenfadaríaoquemurmuraríaalgunaexcusaparavolveralafiesta

y seguir fingiendo que era Liam Sinclair, lord de Escocia, para seducir a ungrupodeempresariosybanquerosencantadosdecodearseconunnoble.PeroenvezdeesoLiamasintiódespacioconlacabezaydijo:—Veoquelahemolestadoylepidodisculpas.Tienerazónenloquehadicho:

loquehaganoesasuntomíoodenadiemás,yningunadesusotrasopcioneseramejor que casarse con el señor Campbell. Hace bien en cuidar solo de ustedmismaporquenadiemáslohará,sébiendeloquehablo.—Nonecesitolasdisculpasolacomprensióndenadie.Ymenoslassuyas,un

hombrequehahechodelamentirayelengañosumododevida.—Unestafadorsiemprereconoceaotro,¿verdad?—mepreguntósinperderla

sonrisa.Liam llevaba puesto un elegante esmoquin entallado de color negro con las

solapasdelachaquetaenpicoforradasdesaténtambiénnegro,pajaritaajuegoyloszapatosestiloOxfordmásbrillantesqueyohabíavistojamás.Elcortedelaamericanamarcabalalíneadesushombrosfuertesysucamisablanca—conlosbotonesocultos—se ajustaba a laperfeccióna supecho.Sehabíapeinado supelo cobrizo con ayuda de fijador como los caballeros distinguidos, pero susrizos seguían teniendoelmismoaspecto rebeldeque laprimeravezque levi.Sabíabienqueesanoeralaaparienciadeunlordcuyasúnicasobligacioneseranviajarporelmundoparavendertierrasycerrarnegociosconunvasodewhiskyenlamano,sinoladealguienquehabíarealizadoalgúntipodetrabajofísicoduranteaños,seguramentesiendomásjoven.—¿Yquétalvasupequeñaestafa?—lepreguntéconcuriosidad—.Algunos

hombrescuandobebensevuelvenmásgenerososconeldinero,peroelmarqués

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esigualdemiserablequecuandoestásobrio.Ledigoestoparaquesedéprisaylehagafirmarlospapelesfalsosantesdequelleguealtercervasodewhisky.Liamteníalasmanosenlosbolsillosdesupantalónnegro,podríaparecerque

eraungestoautomáticoparaprotegersedelfrío,peroaélnoparecíamolestarle,igualquea alguienqueyahapasadomucho frío en suvida.Sinembargo,yosentíacomoelvientoheladoquebarríaelcementeriosecolabaentrelosdibujosdel encaje de mi vestido, haciéndome temblar debajo de las capas de seda ycrepé.—Metemoqueasupadrenolequedamuchoqueselepuedarobar—dijosin

rastrodeironíaensuvoz.Hizounapausayañadió—:Lamentoseryoquienselodiga,perocasitodoelfondofamiliardelosZuloagahavolado,ylascuentasde laempresanoestánmuchomejor.Supadrehahechomuchasymuymalasinversiones en losúltimos añosy lohaperdidoprácticamente todo, prontonoquedarámás dinero en su familia que la pequeña herencia de sumadre y laspocas joyas que no haya vendido para pagar esta boda... El marqués estáarruinado.—¿Cómo sabe todo eso?—le pregunté entornando los ojos para estudiarle

mejor—.Élnolecontaríaalgoasíaundesconocidojamás,nisiquieraestandoborracho.Liamseacercóunpocomásadondeyoestabayechóunvistazoalrededordel

cementerio para asegurarse de que no hubiera nadie vivo—ni muerto— quepudieraescucharnuestraconversación.—Encontréloslibrosdecuentasqueelmarquésescondeenlacajafuerte,los

deverdad,noesosconnúmerosfalsosqueleenseñaasumadrecadaañoyasusabogadosparatenerlostranquilos.Parpadeésorprendida.—¿Losencontróporcasualidad?—Desdeluego—respondióélfingiendoestarofendidopormiinsinuación—.

Supadreestabaocupadoenelcomedorpresumiendodelantedeunaltocargodelejércitoacercadelobienquesehabíacasadosuhija:«LaniñasevaahacerlasAméricas,comoelviejo.Sielvaqueroesenoladevuelveenunpardemeses,piensopedirlehastalaúltimavacaquetengaensurancho:unanimalacambiode otro. Tengo un negocio seguro aquí y necesito liquidez para ponerlo enmarcha.»

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Sonreíconamargura.—Love: para elmarqués también se trata solodenegocios, incluso cuando

habladesupropiahija.Duranteunmomentoningunodelosdosdijonadayelsonidodelasolasque

rompían muchos metros más abajo contra la pared de roca llenó al aire. YoimaginéalaperfecciónlaescenaqueLiamhabíadescritoporquelahabíavividomuchas veces en el pasado: elmarqués con su vaso dewhisky en unamano,sentadoensusilladeruedas,hablandodemasiadoaltodesuhijamientrasmamále lanzaba miradas de reproche desde el otro lado de la habitación que élignorabasinmás.Porsupuestomamáno le llamaría laatencióndelantede losinvitados,envezdeesoinventaríaalgunaexcusaparaausentarsedesufiestaunratoypoderesconderseensubañoallorar.—Esunlugarextrañoparauncementerio:hermososí,perotambiénextraño.

Habíaoídoque teníanuncementerioen lapropiedadaunqueno lohabíavistoantes—comentóLiammirandoalrededordelpequeñoterrenovallado—.Sinoleimportaquepregunte...¿esesalatumbadesuhermana?—Sí, pero aAlma nunca le ha gustado demasiado—dije volviéndome para

mirarlalápidacubiertaporlaenredadera—.Ellaprefierepasearseporahíparaatormentarme.—Habla de la culpa y los remordimientos, ¿verdad?—preguntó con una

sonrisa nerviosa—.Noquiere decir que el fantasmade suhermanagemela sepaseerealmenteporlamansióndemadrugada.Me fijé en que cuando Liam se ponía nervioso su «acento» se volvía más

marcadoaún.—No,claroqueno—dijeparatranquilizarle.—He visto al joven aprendiz de sacerdote en la boda. Lo he notado muy

ocupadointentandonomirarlamientrasusteddecíasusvotosmatrimoniales—empezóadecirélconcautela—.Supongoqueeseeseljovendelquehablanenelpueblo,elantiguopretendientedesuhermana.—Sí,esél.—Debesermuytriste:puedeustedteneracualquierhombredelmundomenos

alúnicoqueama.—¿Y quién dice que le ame? —Le miré hasta hacerle sentir incómodo y

después volví a fijarme en la superficie revuelta del Cantábrico—. Además,

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Tomásmeamatambién,soloqueélamamásotrascosas.—Nocomprendo,¿quéotrascosaspodríaamarunhombremásqueausted?—LaRepública,aDios,elrecuerdodemiperfectahermana,lapoesía...—dije

—. Elija usted la que prefiera, yo no ocupo en su corazón un lugar tanimportantecomoningunadeesascosas.RecordétodaslasvecesenqueTomásmehabíahechosentirqueyonoeratan

buena como Alma. Durante mucho tiempo mientras estuve en el St. Mary’sfantaseéconlaideadecontarlelaverdadacercadeAlmalaSanta,yvercomoelrecuerdoperfectoybrillantedeellaserompíaenmilpedazos.Peronolohiceporquesabíaqueélnomecreeríanunca.—Asíquepuedetenersuamorperonosuaceptación,queesprecisamentelo

queustedansía.—LavozroncadeLiammesacódemispensamientos.—Nolosé,elmotivoporelquelosdemáshacenlascosasoquéesesoque

guíasussentimientosesunmisterioparamí,mepasa inclusocon losmíos—respondí,despuésmevolvíparamirarle—.Perosospechoqueaustedse ledabiencomprenderlasmotivacionesyelcarácterdelosdemás,mejorinclusoqueaellosmismos,poresoestanbuenestafador:laspersonasysusdeseosnosonunmisterioparausted.Liamestabatancercaquepudeversuspestañas,cobrizasyespesas,rodeando

susojosmientrasmeestudiabaconcuriosidad.—Nosepareceustedanadiequeyohayaconocidoantes,hombreomujer—

medijoamediavoz—.¿Cómosupoqueyomentía?—Lo supe nada más verle, usted mismo lo ha dicho antes: un timador

reconoceaotro.—Sonreísatisfechaalversuexpresión—.Además,despuésdeconocernos escribí una carta a una compañera de mi colegio en Surrey parapreguntarleacercadelosSinclair.Ellaesescocesa,supadreesunmiembrodelParlamento, uno de verdad quiero decir, y nunca había oído su nombre. Lerecomiendoquesebusqueunonuevooquecambiesuhistoriaparanoterminarenlahorca.—Seríaustedunaestafadoraincreíble—medijoconsueternamediasonrisa.Elvientodelnorteyalehabíadespeinadodándoleasupeloelaspectosalvaje

ypocoformalquesolíatener.—¿Quéva a hacer ahora?—le pregunté con verdadera curiosidad—.Ya no

puedeconseguirnadademifamilia,¿semarcharádeBasondo?

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Liamseencogiódehombrosantesderesponder:—No lo sé, gracias a su boda he conocido a unos cuantos caballeros

distinguidos que se mueren por decir que son amigos de un lord escocés, ytambiénestándeseandocomprarmelastierrasdemifamiliaenelnortequeyonopuedogestionarporfaltadetiempo.—Lahorca,señorSinclair—lerecordé—.Nopierdadevistaesadesagradable

posibilidad y márchese de Basondomientras pueda. Yo, por mi parte, piensoirmesinmiraratrás.NuestrobarcohaciaPortsmouthsalíadesdeelpuertodeBilbaoa lamañana

siguiente, después embarcaríamos en un transatlántico inglés rumbo aEstadosUnidos.EnapenasunasemanacruzaríamoselAtlántico.Unasemana:eseeraeltiempo que necesitaba para dejar atrás para siempre a Tomás, al marqués, aBasondo y, con un poco de suerte, también a Alma. Los billetes y nuestrospasajesestabanguardadosenunaelegantecarteradepielquehacíajuegoconelrestodemismaletasdeLouisVuitton,lasmismasquemamánosregalóaAlmayamícuandocumplimoscatorceañosyqueellanuncaestrenaría.Desdequelospasajesparaeltransatlánticohabíanllegadoporcorreounpardedíasantes,yonohabíadejadodeacariciarlosydeleerminombreescritoenelpapelgruesoconlaletrainconfundibledelasmáquinasdeescribiryelsellodelacompañía:EstrelladeZuloagayLlano.—Basondo tiene ese extraño efecto—empezó a decir Liam asomándose un

pocosobreelmuretedelcementerioparavermejorelmardebajodenosotros—.Nosésiesporestemarquenosepareceaningúnotroqueyohayavistoantes,oporesebosquesuyoquesiemprepareceestarcubiertodeniebla,inclusoenlosdíasdespejados.Elbosque—mibosque—ynuestroclarosecretoeraloúnicodeBasondoque

ibaaañorarenCalifornia.—La primera vez que llegué aquí con su padre me pareció que este lugar

estabamuy lejos del resto delmundo, oculto en un lugar donde esmuy fácilperder el equilibrio y caer almar si uno nomira bien donde pisa—continuóLiam—.EsdifícilllegaraBasondoperotambiénesdifícilmarcharse.—Dígameloamí:hepasadotodamividadeseandosalirdeestevalleparaver

elmundoyahoraqueporfinmevoyparasiempremepreguntosiextrañaréestelugar tanto como antes ansiabamarcharme.—El sauce sin hojas que colgaba

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cerca del muro se agitó en el viento y yo me volví por si había alguienespiándonosdesdelaverja—.MiabuelaSoledadsecasóconunhombremuchomayorqueellaydejósutierraparanovolverjamás.Ellavivióaquí,enestacasaque lleva sunombredurantecasi toda suvidaperonuncaolvidósuverdaderatierra. Pensaba cada día en su casa, su casa verdadera, hasta que una tarde secansódeañorarsutierraqueridaysaltóalmar.El saucevolvió a quedarse en calmaperoyo todavíamiré sus ramasvacías

arrastrándosesobrelatierradelcementeriounmomentomás.—¿Tienemiedodeterminarcomosuabuela?¿Añorandosutierraysuhogar?

—preguntó Liam intentando que yo lemirara—. ¿Saltando desde algún lugarparaquitarselavidayregresarporfinacasa?—Yonomesuicidaríanunca,espocopráctico.Meapartédelviejomuretedepiedra,queeraloúnicoqueseinterponíaentre

yo y elmar, caminé entre las tumbas hasta llegar a la deAlma y coloquémimanosobrelalápidacubiertadehiedra.—EsperoquetúnomesigashastaCaliforniaperoséquetardeotempranonos

volveremosaver—susurré—.Todavíanotoelhiloinvisibleatadoalrededordemimuñeca,peroelotroextremo,tulado,nodejadeenredarseporahíyasíesimposiblecaminar.EscuchélospasosdeLiamdetrásdemísobrelahierbadescuidadaquellenaba

el espacio entre las tumbas pero no me volví para mirarle, estaba ocupadahaciendoloquehabíaidoahacerallí.Misdedosseenredaroneneltallojovende la hiedra, dejé que los nudos de savia se apretaran alrededor de mi piellatiendo al mismo ritmo que mi corazón. Podía notar la piedra helada de lalápidadebajodemimanoconelnombredeAlmagrabadoenella.Laprimeraflor azul apareció en la enredadera un momento después, del tallo donde enprimaveradeberíasalirunahojaverdeenformadeestrella.Despuésotrayluegoun ramillete más de flores azules y silvestres, las mismas flores azules ysilvestresquesolíancubrirelsuelodenuestroclaro, igualque laflorquehiceflotarsobre lapalmademimanola tardequelaabuelaSoledadsaltódesdeelcargaderodehierro.—Las flores azules... —dijo Liam con un hilo de voz—. ¿Por qué? ¿Qué

significadotienen?Yonodejédetocarlalápidaylaenredaderaapesardequelaspequeñasflores

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silvestresyacubríanprácticamente toda la tumbay la losahaciendo imposibleleerelnombredeAlma.—Enverano,laentradaalbosquesecubríadeestasmismasfloressilvestres

igualqueunaalfombraespesa—empecéadecirconlavozbajaporelesfuerzo—.Siunonuncahavistoelmarcasipensaríaqueestácaminandoporlaorillaen un día tranquilo mientras avanza entre ellas. Basta con seguirlas entre losárbolesparallegaranuestrolugarsecretoenelmundo.Aparté la mano por fin, pero los nudos de savia de la hiedra siguieron

abriéndose para formar campanillas azules unos segundosmás.Me temblabanlaspiernasperopodíadebersea labrisamarinaynoamispoderes.Mevolvíhacia Liam, que no había dicho nada más pero todavía miraba las florecillasazules hasta que se dio cuenta de que ya había terminado y estaba lista paramarcharme.—¿Ylaenredadera?—preguntóporfin.—Nolosé,esadichosahiedravenenosaahoramesigueatodaspartes.—Nodebepreocuparseporqueyosepasusecreto:nose locontaréanadie

nunca—meprometióél.—Yalosé.—¿Cómo lo sabe? —Me preguntó con su sonrisa torcida en los labios—.

Puedequeyoseaunestafador,perolosuyoesmuchopeor:puedehacermagia.Apuestoaquelasautoridadespasaríanlomíoporaltosileshablodeustedydesusecreto.Lemiré.—Nocontará lomío anadieporqueyo legusto, o almenos creequeyo le

gusto—ledijemuyseria—.Descuide,yotampocolecontarélosuyoanadie.—¿Porqueyolegusto?—mepreguntóconcuriosidad.Miré la tumbadeAlma,ahoracon las floresazulesy laenredaderasobre la

losaimpidiendoqueellavolvieraasalirdesuataúd.—Adiós,señorSinclair.Empecéacaminarparasalirdelpequeñocementerioconelvientodelnortea

laespalda.—¿Creequevolveremosavernos?—megritóLiam.Yoyacasihabía llegadoa laverjadehierroque separabael cementeriodel

mundodelosvivos,peromevolvíparaverleunaúltimavezyledije:

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—Nocuenteustedconello.

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Terceraparte.Viento

TERCERAPARTE

VIENTO

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LasÁnimas

LASÁNIMAS

LaprimeravezquebajédelcochequenoshabíatraídodandotumbosporlacarreteradesdelaestacióndetrendelaciudaddeSanBernardinoyviminuevohogar,penséquenadapodíacrecereneselugarapartadodelmarydelbosque.Un cartel indicaba que acabábamos de entrar en las tierras deMason y leí elnombredelranchoescritoengrandesletrassobreelhierrooxidado:LasÁnimas.AlverlonopudeevitarpensarenAlmariéndosedemíbajosutumbacubiertadefloresazulesyhiedra.La tierra estaba agrietadapor el sol, daba igual enquédirecciónde los casi

30.000acresdeterrenounomirara.Elvientosoplabadurantetodoeldíaytodalanochesindescanso,arrastrandohastadentrodelacasaydelospulmoneselpolvonaranjadeldesiertoque locubría todo.Me recordóalpolvomineraldecolor gris, oscuro y espeso, que cubría los tejados de las casas de Basondocuandollovía,soloqueesteeramásfino,tantoquepodíacortartelapieldelasmejillassiseteocurríasaliralacallebajoelsoldemediodía,cuandosoplabaelvientodelsur.ElvalledeSanBernardinoocupabaprácticamente todoel surdeCalifornia.

Era llano y áspero, excepto por unas montañas grises que se alzaban en elhorizonte y que solo podían verse desde el rancho cuando el cielo estabacompletamentedespejado.LasÁnimasestabaaunostrescientoskilómetrosdelaciudad de Los Ángeles, pero lo suficientemente lejos de Basondo como paradejaratrásaAlma,almarqués,aTomásya todoloquemehabíaempujadoaconvertirmeenlaesposadeMasonCampbell.

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El rancho había sido parte de una propiedadmuchomayor cien años atrás,perolafamiliadeMasonhabíaidoperdiendopartedelastierraspocoapocoenfavordeotrosrancherosdelazonaydelestadodeCalifornia.SegúnMason,enlaépocaenquesuabueloeratodavíaeldueño,losterrenosseextendíanhastalafronteraconArizona.LasÁnimaseratanenormequehacíafaltatodoundíaacaballo para poder recorrer la finca. Pero cuando yo llegué aLasÁnimas porprimeravez,bastabaconconducirdosotreshorasparallegarhastalavallademaderaabrasadaporelsolquemarcabaloslímitesdelapropiedad.Las Ánimas debía su nombre a la antigua misión española que los monjes

jesuitas habían levantado en esemismo lugarmuchos años antes.Al poco dellegar,descubríquealostrabajadoresqueMasonteníacontratadosenelranchopara que le ayudaran con el ganado —casi todos descendientes de aquellosespañoles—lesdabaverdadero terrorpronunciarelnombredel ranchoenvozalta. Algunos lo murmuraban de mala gana o se santiguaban con disimulodespuésdepronunciarlo,comoquienintentaalejarunmaleficioconmásmagia.Aprendímuchascosasen losprimerosañosdemividaallí,comoqueelsol

eramuchomás brillante y naranja de lo que yo había visto nunca, y tambiénmuchomáspeligroso:enmiprimerasemanaenelranchomequemélapieldelacara,lasmanosylosbrazoshastatalpuntoqueMasonmandóavisaraldoctorenSanBernardinoparaquevinieraenplenanoche,porqueseasustóalverquesujovenesposateníafiebrealtayalucinacionesconsuhermanamuerta.Conunalocióndecalaminaytiempo,misquemadurasmejoraronyporfinpudevolverasalirdelacasadeparedesdeadoberojasparaexplorarminuevohogar.Mesorprendiódescubrirque todoenel ranchoeraexactamente loopuestoa

Villa Soledad. Lamansión que llevaba el nombre demi abuela tenía grandesventanalesorientadosal sur,galeríasacristaladas, tragalucesyventanascurvaspara captar tanta luz del sol como fuera posible porque era un bien escaso ypreciado a orillas delCantábrico. Pero la casa principal de la hacienda estabaconstruidapensandojustoentodolocontrario:impedirqueelsolentraraenlacasa. Por esa razón las ventanas eran pequeñas y profundas, protegidas congruesasyoscurascortinas, laspuertasestrechassiempreestabancerradasy,entodaslashabitaciones,lossueloserandecerámica.Todoelloparadejarfueralaluzdeldesierto.Aprendímuchosobrelasovejasysobreelganadoengeneral.LasÁnimasera

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unallanurainmensa,sincolinasniárboles,dondeloúnicoquecrecíadelsuelosecoeranunosmatojospajizosigualdesecos.AlasovejasdeMason—casimilcabezas— les encantaba rumiar aquella hierba áspera durante horas, peroaprendíquealasvacas—decolormarrónymuchomásgrandesquelasblancasynegrasqueyohabíavistohastaentonces—nohabíaquedejarles comeresetipo de planta porque dejaban de dar leche y los terneros no tardaban enenfermarymorir.Nadiesabíaexactamenteporquésucedíaesoaunquetodoelmundoteníaunateoríaalrespecto:desdeunaenfermedadqueagriabalalechehastaunaantiguamaldición tongvaquehabíacaído sobreesasplantascuandolosindiosaúneranlosdueñosdeesatierra.Tambiénaprendíaconducirparapoderinspeccionarloslímitesmásalejados

delapropiedadpormicuenta.Yohabíaqueridoaprenderdesdelatardeenqueenterramos a la abuela Soledad, cuando vi los lujosos coches aparcados en lacarreteraquepasabapordelantedelacasa.Despuésdeinsistirunpocoydeunpardeintentosfallidos—estuveapuntodeestrellarmecontralapareddelacasade los trabajadores la primera vez que me puse al volante—, mi marido meenseñóausarlasmarchasoasabercuándoelruidosomotorsehabíacalentadodemasiado y había que dejarlo descansar un rato para que no reventaradefinitivamente.La tardequepor finMasonmedejóconducir todoel caminohasta laverjademaderaquemadaporel solhicimoselamorenelasientodelconductor.Mesentésobresuregazoahorcajadasypasélosbrazospordetrásdesucuelloparaatraerlodentrodemícontodasmisfuerzas.Meclavéelvolanteen la espalda todo el rato peromedio igual porquepor fin había aprendido aconducir.Enesosañosdescubrítambiénloqueerasentirsedeseada:sentirunoslabios

calientessobre losmíosounasmanosmasculinasy familiaresbuscándomeenmitad de la noche cuando la casa ya dormía. Mason era apasionado y mebuscabacasicadanoche,perosudeseoseapagabadeprisa:comounacerillaqueproduce chispa y mucho calor al principio pero se extingue después de unossegundosdefuego intenso.Porprimeravezenmividaerayo ladeseadaynoAlma,eraminombreelquesusurrabanunoslabiosinflamadosporlosbesosynoelsuyo.TodavíarecordabacómomesentílatardequedescubríaAlmayaTomás haciendo el amor en nuestro claro secreto del bosque, no fue solo latraicióndeambosloquemedoliósinoloscelosdenohaberexperimentadoalgo

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quemi hermana pequeña ya conocía.Ahora era yo la que imaginaba aAlmaasomándose de madrugada sin hacer ruido para espiarnos desde la puerta denuestra habitación dematrimonio sintiéndose traicionada.Nohabía visto amihermanaenmeses,nodesdequellenédefloressilvestressutumba,yempecéadejarmeseducirporlaposibilidaddequesehubieramarchadoparasiempre.Enminuevohogaraprendíqueelaguaeralomásvaliosoqueunopodíatener:

másvaliosoinclusoqueelorooeldinero.Porsupuesto,yomereíenlacaradeValentina cuando ella me lo explicó y repliqué: «Si el agua es tan valiosa,entonces,dedondeyovengodebemosdesertodosricos.»ValentinaeralacapatazdelranchoylamanoderechadeMason.Aalgunode

lostrabajadoresdelafincanoleshacíaningunagraciaestarbajolasórdenesdeesamujermenudaconelpeloplateado,peronadaenLasÁnimasfuncionabasinella. Era una tongva, de las pocas que aún quedaban en la zona. Después demorirsumadrehabíasidocriadaporlosjesuitasensunuevamisión,situadaunpocomásalnorte,dondelehabíanenseñadoespañol—ademásdeinglés—ylascostumbresdelos«blancos»paraquepudieratrabajarcomocriadaoniñeradealguna familia del valle, pero Valentina—aunque ese no era su verdaderonombre— resultó ser más capaz que nadie que el padre de Mason hubieraconocido hasta entonces —hombre o mujer— y le pareció un desperdiciocontratarlaparafregarelsuelopudiendoencargarletareasdecapataz.—Necesitoquemeayudesconunacosa—medijoconsuformacortantede

hablar—.Venycogelasllavesdelcoche,túconduces.Vamosalalindesurdelranchoparaunasunto.Elsolyacasisehabíaescondidoenelhorizonteperosusrayostodavíapodían

quemarte. Cuando apareció Valentina esa tarde, estaba protegida debajo delporche delantero de la casa principal leyendo las últimas noticias sobre lacomplicadasituaciónpolíticaquesevivíaenEspaña.—¿Alsur?¿Yparaquéquieresirallíaestashoras?—preguntémalhumorada

dejandoelperiódicoenelregazo—.Allínohaynadamásquepolvo.Yairemosmañanacuandohayamásluz.—Laluznosevaairaningunapartehastadentrodeunrato,sébienloque

digo—respondióValentinamirandoalcielonaranja.Pero yo la ignoré y volví a levantar el periódico para seguir leyendo las

preocupantesnoticiasquellegabansobremipaís.Algunosdiariosinclusohabían

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enviadoasuscorresponsalesaEspañaparaqueinformarandeprimeramanodetodoloquesucedía.Yosolopodíacomprarelperiódicocadadosjueves,cuandoiba conMason—o con Valentina— hasta la ciudad de San Bernardino paracomprarlossuministrosparaelranchoylasprovisionesparalacasa,asíquemeenterabadelasnoticiassolocadaquincedías.—Mañana—murmurésinapartarlosojosdelaspáginas.—No,mañanayaserádemasiadotarde,créeme—insistióella.De mala gana dejé el periódico atrasado sobre la otra silla de mimbre que

habíaenelporcheylamiré:lacaradeValentinaestabacurtidaporelsol,conlamisma pátina que las quemaduras dejan en el cuero. Su piel oscura estabasurcada por arrugas tan profundas y marcadas que me recordaban al aspectoagrietadodelatierra.Sucuerpoerapequeño,encorvadoydeaspectofrágil,perosusojos negros—losmásnegrosqueyohabía visto jamás—eran los deunapersona joven y llena de furia. Era imposible saber su edad, peroMasonmecontó,alpocodellegar,queValentinayatrabajabaenelranchoalasórdenesdesupadreantesdequeélnaciera.—¿Sepuedesaberquéesesotanimportantequenopuedeesperaramañana?

—lepreguntédemalosmodos—.¿PorquénolepidesayudaaMasonoaLeo?Ellostambiénsabenconducir.Valentina se limpió el polvo del desierto de sus pantalones negros. Una

nubecilladepolvonaranja se levantóenelporchey se alejóvolandohacia elhorizonte.—Nose lopidoaellosporquenecesitoaalguienqueno se impresionecon

facilidadyquenoletiemblelamanoalversangre.¿Algunavezhasasistidoaunparto?—No,nunca—respondí.Valentinamehizoungestoconsumanoásperaporeltrabajoyelsol,paraque

melevantaradelasillaylasiguiera.—Pueshoyvasa asistiruno,vamos.Coge las llavesdel todoterrenoyunas

tijerasdelacocinaporsihicieranfaltaparacortarelcordón.MelevantéymesacudíelpolvodeunodelosvestidosdelaabuelaSoledad

que viajaron conmigo desdeBasondo hastaCalifornia. Eran abrigados para elcalordelvalleperotambiénresultaronserlaúnicaropacapazdeprotegermedelsol.

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—¿Quién está de parto? —pregunté sorprendida—. No hay más mujeresapartedenosotrasenkilómetrosalaredonda.Valentinaechólacabezahaciaatrásydejóescaparunarisotada.—Llevas ya casi tres años viviendo aquí, en el coño reseco de la tierra, y

todavíatieneslosremilgosdealguiendeciudad—medijoconsuvozcascada—.Nosoloparenlasmujeres,marquesa:unavacapreñadasehaescapadoestamañanadelredilyandadandovueltasporellímitesurdelafincabuscandounagujeroparahuirhaciaeldesierto,asíquecogelasllavesdelcocheylastijerasantesdequelamadreylaterneramueran.Noquierotenerquevolveraespantara los buitres si ellos las encuentran antes. Además de la carroña, los muydesgraciadossebebenlapocaaguaquenosquedaenlareservaolacontaminanconsusasquerosospicos.No le pregunté a Valentina cómo sabía ella que la vaca huida estaba en el

límitesurdelafinca.NomehizofaltapreguntarlenadaporqueenlosprimerosmesesquepaséenLasÁnimashabíaaprendidoqueellasabíatantodesutierraseca,susolnaranjaosusanimalescomoyodemibosqueymimar.Entréenlacasaprincipal—queeraelúnicolugardondeelaireseconservaba

frescoenkilómetrosalaredonda—paracogerlas llavesdelcenicerodebarrodondelasdejábamossiempreydespuésfuialacocinaaporunastijeras.—¿YalehasdichoaMasonadóndevamos?Noquieroquesepreocupesino

me ve por aquí dentro de un rato—le dijemientras las dos nos subíamos alcoche.—No te echarádemenos, ahoramismoestá reunido con ese chupatintas de

Trapanesse, el contable de la familia, revisando los libros y las facturas paraaveriguar a dónde se van los dólares que no ganamos.—Valentina se colocómejorsulargatrenzadeplataconlaquesesujetabaelpeloparaquenoledieracalorduranteeldía—.Total,daigualporqueningunodelosdostienenilamásremota idea de dónde está el agujero por el que se nos escapa el dinero de lahacienda.Arranquéyelmotorprotestócuandoaceleréparadejaratráslazonadelacasa

principal, los establos y la casa de los trabajadores. El todoterreno no teníaventanasnipuertas—ynocreoquelashubieratenidojamás—,asíqueelpolvodel suelo se levantaba a nuestro paso haciéndonos atravesar una permanentenubedecolornaranja.

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—¿Ytúsílosabes?—legritéparahacermeoírporencimadelruidodelmotor—.¿Túsabesadóndevaaparareldinero?En el único retrovisor del vehículo vi la casa de adobe rojo de dos pisos

haciéndosemáspequeñaamedidaquenosalejábamoshaciaelsur.—Proveedores, facturas, comida para los animales de cuatro y de dos patas

que viven en el rancho, impuestos, electricidad, sueldos, vacunas para podervender la carnede losanimalesyel restode losgastosnecesarios,pero sobretodoenelagua,ahíesdondemásgastamos.Senosvacasitodoelbeneficioenagua —respondió Valentina sin apartar los ojos del horizonte llano frente anosotras—.Llevamostresmesesdesequíaylosanimaleslanecesitanparavivir,ysisemuerendesednolospodremosvenderyterminaremosporperderlotodo.—¿Nonosquedaaguaenelpozo?—preguntéalarmada—.Y¿dedóndesale

elaguaquebebemos?—Elpozodenuestrahaciendaestá secodesdehacemeses,noquedaniuna

miserablegota.Masonleestácomprandoelaguaaunrancherovecinoquetieneunríoqueatraviesasustierras.Elmuycabrónseestáhaciendodeoromientrastodo lodemásseseca,soloesperoqueseahogueensuqueridoríopronto.—Valentina escupió con desprecio fuera del todoterreno—. Si no llueve prontoestaremostodosacabados:nosotrosyelganado,nohayvidasinagua.Atravesamoslazonadondecrecíanlosmatojosásperosquetantolesgustaba

rumiar a las ovejas y seguí conduciendo hacia el sur sin levantar el pie delacelerador.—Dedondeyovengohayaguadesobra,todoesazulyverdeallí—dijesin

apartarlosojosdelhorizonte.—¿Azulyverde?—Valentinamemirósorprendida—.Debedeserun lugar

horribleparavivir, tan lejosde la tierradorada.Yonoduraríaniunmesen tucasa.—¿Latierradorada?—Asíes:latierradoradaesunsueño,unapromesadefuturo.Unsitiodonde

curarsedelasheridas—respondióella—.Poresojamásdejaréestelugaryestatierra,nisiquieracuandohayamuerto.—Miabuelasolíadeciralgoparecidosobresucasa,sucasadeverdad—dije

de repente y sin sabermuybienpor qué—.Ella también echabademenos sutierradorada.

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—Yonosoy tuabuela,novoyadarteunabracitoyunachocolatinacuandoestéstriste.Nodijenadamásduranteunrato.Lassombrasdelosmatojosquecrecíanen

el suelo agrietado se fueron volviendomás alargadas con cada kilómetro quedejábamosatrás.—¿Yquépodemoshacerparaquellueva?—lepreguntésinpensar.Ellaseriosinunápicedehumor.—¿Yquéséyo?¿Creesqueporquesoytongvatengopoderesparahacerque

llueva?Puedohacerladanzadelalluviaparalablanca,sigustáis,marquesa—medijoconironía.Torcíelgestoperonorespondí.—Además, tú eres la que tiene ojos de hechicera y pelo de cuervo, así que

piensa en algo porque pronto será verano y hará tanto calor que se volveráimposible para los hombres y los animales vivir durante el día —añadió—.Entoncesempezaránlosincendios,lastormentassalvajesyel«vientosucio».ValentinaeralaúnicapersonaenCaliforniaconlaqueyohablabaenespañol.

Los demás trabajadores del rancho también hablaban castellano pero ellossiempresedirigíanamíeninglés,justoalcontrarioqueValentina,que,desdeelprimerdía,mehablabaenespañolconunextrañoacento,áridocomosutierra.—¿Quéesel«vientosucio»?—lepreguntéentornandolosojosparaquelos

últimosrayosdesolnomecegaran.—Polvoy arena del desierto arrastrado hasta aquí por el vientomás salvaje

quehayasvisto jamás.Elcielopasadeestardespejadoyperfectamenteazulaconvertirseenuninfiernodearenacapazdearrancar lascasasdesusitioodemataracualquieraqueseatanestúpidocomoparaestaralraso—respondió.—¿Parecidoaunatormentadearena?—Ojalá,estoesmuchopeor.Laarenaenelvientopuedecomertelacarnedel

cuerposinoestásbajotecho,hevistoloqueel«vientosucio»lehacealganadosinoestáprotegidocuandosopladesdeel sur:arranca lacarnede loshuesos,agujerealasparedesdemaderadelosestablosyescapazdeenvenenartodaelaguaenkilómetros.SujetéelvolanteconmásfuerzaalimaginarmeloqueValentinadescribía.—¿Ytúlohasvistoalgunavez?¿El«vientosucio»?—quisesaber—.¿Lohas

vistocontuspropiosojos?

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No respondió inmediatamente y la miré de refilón sorprendida porqueValentinaeradeltipodepersonasquenosemordíanlalengua.—Unavez,hacemuchotiempo.Cuandoeraunamocosaytodavíavivíacon

losjesuitasensuorfanato.Unatormentanosatrapódentrodelaiglesiaatodos—respondióporfin.Enesazonadelranchonohabíaseñalesoindicaciónalguna,nadaexceptoel

vacíoylatierraquemadaextendiéndosedurantekilómetrosykilómetroshaciaelsur.Melamíloslabiosresecosporelpolvoyelvientocalienteantesdepreguntar:—¿Yquépasó?—ElpadreAndrés,unodeesosmeapilasentrometidoqueestabaconvencido

dequehacíaelbiensoltandosusmonsergasaunpuñadodeniñoshambrientosypobres,quehabíansidoseparadosporlafuerzadesusmadres,nuncahabíaoídohablar del «viento sucio». La tarde que empezó a soplar—respondió ella— laarena arañaba las paredes de piedra de la misión como un lobo enorme congarraspoderosasrascaríaunapuertaparaintentarhacersalirasupresa.Tragué saliva al escucharlamencionar lapalabra«lobo»y, apesardel calor

asfixiantedelatarde,unescalofríomerecorrióelcuerpo.—Y¿quéhicisteis?—Todos estábamos encerrados en la capilla porque era el único edificio de

todalamisiónconlasparedeslosuficientementegruesascomoparaaguantarlatormentadepolvo—continuóella—.LosniñosleexplicamosalpadreAndrésloqueestabapasando,peroélnosdijoqueeso solo eran tonterías, queDios erabenévoloyjamáslanzaríaalgotandestructorcontraunamisióncatólicallenadeniños,asíquesalióalpatioparademostrarnosqueteníarazón.Cuandolanubedepolvopor finpasóde largo,elbuenodelpadreAndrésyano teníacara,el«vientosucio»sehabíallevadosupiel.Escudriñéelhorizonteenllamasbuscandolamásmínimaperturbaciónenel

polvoposadosobreelsueloqueindicaraqueel«vientosucio»estabacerca,perotodo lo que vi fue el calor acumulado del día saliendo de la tierra en ondasborrosasquesubíanhaciaelcielo.—¿Faltamuchoparallegarhastaesavacaperdida?—lepreguntéaValentina

todavíaconlas imágenesdepesadillarevoloteandoenmicabeza—.Noquieroquesenoshagadenocheestandolejosdelacasa:Leodicequehavistocoyotes

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merodeandoporlazonaotravezyanimalesamediodevorarenelcaminoquevahastaelranchodelosPhillips.—Cuando la sed y el hambre aprietan los animales se vuelvenmás feroces

todavía, sobre todo los animales de dos patas, que dejan de fingir que estáncivilizados y sacan todo lo salvaje que llevan dentro —dijo ella con su vozáspera—.Perodescuida,elSharpsestácargadoylisto.Yomismaloreviséayery lo volví a guardar en la parte de atrás, así que, a no ser que uno de esosmanazas que trabajan para mí en el rancho lo haya tocado, no tenemos quepreocuparnosporloscoyotesoloslobos.Sabesdisparar,¿verdad?Valentina siempre llevaba un rifle de cañón largo preparado debajo de los

inútilesasientostraseros.EraunviejofusilSharpsqueparecíallevarallídesdeantesdequeValentinanaciera:duro,funcionalysinningúnadornoofiligrana,ese rifle no se parecía en nada al eleganteWinchestermodificado quemató aAlma.—Nolosé,nuncahenecesitadohacerlo.—Ya imaginaba. Yo soy de las que piensa que una buena arma acaba con

cualquierdiscusión—respondióella—.Siempreestábientenerlaamanoporsiacaso, esta tierra es muy grande y nunca se sabe qué tipo de animales va aencontrarseunaporahí.Dijo«animales»peroporsutonomeparecióintuirqueValentinasereferíaa

otracosa.—Si necesitas disparar con el rifle alguna vez, sujétalo con fuerza contra el

pechoyconténlarespiraciónantesdeapretarelgatilloparaquelabalanosalgadisparadahaciaelcielo.Y,sobretodo,tencuidadoalapuntar,notevayasavolarunpieoalgunaotracosamásvaliosa.Valentinaserioconganasenelasientodelcopilotoperodejódehacerloalver

miexpresiónseria.—¿No tegustan las armas?—preguntó con cautela—. ¿Con loprácticaque

erestú?Noteteníaprecisamenteporunapacifistadeesas,aunquelociertoesqueda igual, porque a los quequerránquitarte tus cosas sí que les gustan lasarmasynotendránreparoenusarlascontrati.¿Oesporotracosa?LaescopetadedoscañonesdelabueloMartínconsuculatahechaamanode

maderaderaízdenogal talladaysumiratorcidanoseparecíamuchoalviejorifle de Valentina, pero aun así yo no había tenido el ánimo de pedirle a la

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capataz del rancho que me enseñara a disparar, a pesar de que ella se habíaofrecidoaenseñarmemuchasveces.Hacíamásdetresañosquenopensabaenesa maldita escopeta. Aunque no tenía forma de comprobarlo sabía que laescopetaquematóaAlmaseguíacolgadasobrelachimeneaenlasalitadelostrofeosdelmarqués,muylejosdelatierradorada,enotromundo.—Noesporeso,loquepasaesquenomeinteresaaprenderadispararypunto

—murmurédemalagana.AlpensarenAlma,mipieseresbalóunpocodelpedaldelaceleradorytuve

quesujetarelvolanteconmás fuerzaparadisimularqueperdíamosvelocidad,peronosirviódenadaporquenotélosojososcurosdeValentinafijosenmí.—Entiendo. Algunas veces cazas al lobo pero otras veces..., otras veces el

lobo te caza a ti—medijo en voz baja—.Ya casi hemos llegado, allí está lavaca.Frenaunpocoparaquenoseasustealvernosysalgacorriendo,quenoquierotenerqueperseguirlaportodoelvallehastaquesecaigamuerta.Lavacahuidaestabatumbadaalladodelacercademadera,comosialhaber

llegadohastael límitede lafincano lequedaranfuerzaspara intentarsaltar lavalla y se hubiera resignado a ser encontrada. Frené con suavidad—toda lasuavidad con la que el destartalado todoterreno era capaz de frenar— unosmetrosantesde llegar al animalyunanubedepolvonaranjanosenvolvióunmomento.ParacuandosehubodisipadoValentinayasehabíabajadodelcocheycaminabadecididahaciaelanimal.—Aquí estás,pequeña...—dijoconvoz suavepara calmar a lavaca—.Has

recorridomucho terreno tú sola para intentar evitar lo inevitable, pero ambassabemosloquevaapasarahora.MebajédelcochesinhacerruidoparaseguiraValentina,nomehabíafijado

hasta ese momento en que el abdomen del animal estaba imposiblementehinchadoydeformado.AlescucharaValentina, lavacaagachó lacabezaparalamerse el vientre como si sintieraundolor terribleoquisieraproteger loqueteníadentro.—Te duele, ¿verdad, pequeña? Sí, ya lo sé —continuó ella—. No te

preocupes,yaestamosaquíyprontopasarálopeor.YonuncahabíaescuchadoaValentinahablarconesaternuraantes,nisiquiera

sospechabaqueella tuviera ternuradentro.Ellaestabaacostumbradaa trabajarentrehombresdandolasórdenesoaserquienseocupabadetodoslosasuntos

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importantesdelranchosinsiquieraconsultaraMason,quedelegabaencantadotodaslastareasenella.LasprimerassemanasdespuésdellegaraLasÁnimas,penséqueValentinahabíasidolaniñeradeMasonyqueahoraéllamanteníaenelranchoporunaespeciedelealtad.NotardémuchoendarmecuentadequenohabíaniunsologramodeafectoocariñoenValentinahaciaMason.UnavezselopreguntéaprovechandoqueMasonhabíasalidodeviajeparaveraunclienteenTexasyqueestaríamoslasdossolasdurantetresdías.—Nuncamehangustadolosniños,nipropiosniajenos.SielpadredeMason,

esememoquenosabíaniatarseloszapatosélsolo,mehubierapuestoacuidarde suhijo cuandoentré a trabajar enel rancho,mehabría tenidoquemarcharlejosdemicasa.Aversiencimaderobarmemitierraibayoatenerquecuidardesusmocososyseramableconellos,laindiasiempreconunasonrisitaenlacaraparaatenderaesafamiliadebuitres—medijosinmolestarseendisimularsu desdén hacia los Campbell. Entonces comprendí que, para Valentina, losCampbelly todos losdemásblancosqueahoravivíanenelvallenoeranmásqueintrusosensustierrasyque,ademásderobarlesuhogar,lehabíanimpuestounidiomayunascostumbresqueleresultabancompletamenteajenas.—¿Quéesloquelepasa?—preguntéenvozbajaparanoespantaralanimal

—.Penséquehabíasdichoqueibaadaraluz,peroparecemuyenferma.Lavacasacudió lacabezaparaespantarunamosca,peroenseguidavolvióa

quedarsequietaconlabarrigahaciaunladoapoyadasobrelatierracalienteporelsol.—Yvaadaraluz,soloqueelterneroquellevaestámuertoyellatambiénlo

estaráprontosinohacemosnada—respondió—.Vamos,ayúdameasujetarlaenelsuelomientrasyointentosacárselo.Nomehabía fijadoantes,peropordebajodedondeestaba tumbada lavaca

había un charco de un líquido oscuro empapando la tierra agrietada y, alacercarmealacabezadelanimal,sentíelolorácidodellíquidoenelairedelatarde.—Y¿quéhago?—lepreguntéaValentina,queyasehabíaarrodilladoenel

sueloyexaminabaalanimal.—Háblaleconvozsuaveparaquenoseasuste.Noquieroquemepateelacara

mientraslesacoelternero.Obedecí sin rechistar por primera vez enmi vida y acaricié la cabeza de la

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vaca:eraenorme,olíaabarrosecoysupelomarróneratanásperocomotodolodemásenLasÁnimas.—¿Hashechoestoantes?—quisesaber.—Alguna vez. Las vacas paren ellas solas casi siempre, pero, de vez en

cuando,necesitanunpocodeayudapara sacar loque llevandentro, como lasmujeres.Lavacadejóescaparunquejidodedoloryunmomentodespuésescuchémás

líquidoderramándosesobrelatierra.Noloveíadesdedondeestaba,perovolvíasentirelolorácidoentrandoporminariz.Elanimalpateóelairecalientedelatardecomosiestuvieraintentandolevantarseyvolvióalamentarse.—Sujétala,yacasilotengo,loestoytocando—dijoValentinaconcentradaen

loqueestabahaciendo—.Nodejesqueselevantetodavía.Me apoyé mejor contra la cerca de madera, así podía hacer más fuerza y

sujetaralanimalparaevitarqueselevantaradelsuelo.Porunmomentonopasónada, pero entonces la vaca levantó el hocico hacia el cielo naranja y dejóescapar un lamento ronco, y después bajó la cabeza para volver a lamerse labarriga.—¿Porquéhaceeso?—preguntéconunligerotemblorenlavoz.—Yaestá.Elternerohanacidomuertoperoaellalahemossalvado.Me temblaban las piernas por el esfuerzo pero me aparté de la cerca para

acercarme hasta donde estaba Valentina, que tenía un gesto serio en su carasiemprebronceada.Vi la sangremanchando la tierra reseca debajo del animalentrandoporcadaunadesusgrietashastaempaparlahaciendoquecambiaradecoloryal terneromuertoenel regazodeValentina,que teníasangredesde lasmanoshastaloscodos.—¿Yquéhacemosahora?—lepreguntésinpoderapartarlosojosdelpequeño

ternero—.¿Loenterramos?—No,nadadeeso,loscoyoteslodesenterraríanyestosellenaríadealimañas.

Hayquellamaralveterinarioparasaberquéesloquehapasado,puedequeelganadoestéenfermoyseacontagioso,malacosa,porqueentoncesnopodremosvenderlo.Otalveznoseanadagrave,soloquelapobrehatenidomalasuerteypocaagua.Valentinadejóelterneromuertoenelsueloensangrentadocondelicadezayse

levantódespacioayudándoseconlacerca.

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—¿Pocaagua?—preguntéconlabocaseca.Antesderesponder,Valentinasacóunpañuelodelbolsillodesuspantalones

negrosyempezóalimpiarselasangredelasmanosylosbrazos.—Sí.Todosnecesitamosaguaparapodervivir,eslomásvaliosoquehayen

esta tierra—me repitió Valentina con una bondad en la voz que no le habíaescuchadoantes—.Elterneroestáhechodepolvo,aguaysangre:igualquetú,igualqueyoyqueelrestodelascriaturasquevivenenWa’aach.Wa’aacheraelnombreconelquelostongvallamabanatodoelvalledeSan

Bernardinoantesdequellegaranlosprimerosespañoles:«ElvalledelamanodeDios.»Valentinanohablabamuchoensulenguamaternaporquelosjesuitasquela criaron le hicieron desaprender todo lo que sumadre le había enseñado depequeña,perodevezencuandolasorprendíasusurrandopalabrasenunidiomaquenoconocía,comosihablaraconalguieninvisible.—Polvo,sangreyagua—repetíconarenaenloslabios.—Esoes.Asíquesipuedesatraerel aguahastaesta tierrahazloya,porque

prontosoloquedaránlasangreyelpolvo,yentonceslasbestiassalvajessaldrándesusagujerosparareclamarloquelespertenece.Las palabras deValentina resonaron enmi cabeza.De repente sentí queme

flaqueaban laspiernas,asíquemedejécaerenel suelocercadedondeestabaella. Sentí el calor que salía de la tierra ardiente quemándome la piel de laspiernasyeltraseroatravésdelatelagruesadelvestidodelaabuelaSoledad.—Yo sé un poco sobre las bestias salvajes que salen de sus agujeros...—

murmuré,pensandoenelgranlobonegroquemeseguíaatodaspartes.Arañélasuperficiedelatierrasecadejandoquemisuñassellenarandearena,

hundiendomisdedosdoloridosunoscentímetrosen la tierra,delmismomodoquehaceunanimalquebusca refugiarsedel solenterrándosevivo. Inclusounpalmo más abajo, la tierra a mi alrededor todavía estaba caliente. La vacatumbada detrás demí gimió de dolor, pero yo escarbé un pocomás profundohastaquelatierradejódequemarmelapielyentonceslaprimeragotadeaguaenmesescayódelcielo.Ydespuésotra,yotramáshastaqueempezóallover.—¡Estálloviendo!—gritóValentinamirandoalcielo—.Porfinlohashecho,

marquesa,¡hashechoagua!Valentinadejócaersupañuelomanchadodesangrealsuelo.Sinmovermede

donde estaba vi como ella cerraba los ojos para dejar que el agua fresca le

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empaparalacaraigualquehacíaconlatierrasedienta.Lasangredelterneroseescurrióarrastradaporelaguahastadesaparecerentre lasgrietasdel suelo,devueltaalatierra.—Sabíaquelollevabasdentro.—Valentinaabriólosojosymemiró—.Solo

tehacostadotresañosdecidirte.Estabacansadaporelesfuerzo,perosonreídetodosmodos.—Sí,lohehecho—susurréconmislabioscortadosporelsol—.Loconseguí.—¿Cómolohaces,hechicera?—No lo sé, laverdad.No tengoni ideadecómofunciona—admití.Noera

igualprovocarunatormentaenBasondo,colgandosobreelCantábricosiemprecubiertodenubesgrises,quehacerlloversobreelvalledeSanBernardinoenlasoleada California—. Creo que tiene algo que ver con mis emociones: ira,miedo...Ysobretodoconlanaturaleza:cercademibosquemesentíadistinta,máspoderosaqueaquíenelvalle.Lalluviamemojóelpelosueltohaciendoquealgunosmechonessepegarana

micaraymelavóelpolvodeldesiertoacumuladosobremipiel.—¿Nopuedescontrolarlo?—mepreguntósorprendida.—Nosiempre,aunqueconelpasodelosañosheidoaprendiendoamanejarlo

todavía me cuesta mantenerlo bajo control. Es parecido a ir por ahí con unapistolasiemprecargadayconelgatilloflojo.Nosreímoslasdosyyosaquémismanosmanchadasdelatierrayvicómoel

agua sevolvíadecolornaranjaal arrastrar los restosde la arena.Valentina searrodilló delante demí sobre un charco que había empezado a formarse en elsueloagrietado.—Losupenadamásverte,marquesa—medijoporencimadelsonidode la

lluviaquegolpeabalatierra—.Tútienesojosdefierasalvaje.Ojosdelobo.

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Llovió durante toda la noche.Gotas heladas y afiladas, como las que solíancaer enmi bosque.Las grietas en la tierra se bebieron cada gota hasta que lasuperficie,antesseca,seconvirtióenunbarrizaldecolornaranja.CuandoValentinayyollegamosalazonadondeestabalacasaprincipalyel

resto de las construcciones de la hacienda encontramos a los hombres y a lasbestiasbajo la cortinadeaguadejandoqueelpolvodeldesierto se fueraparasiempre.Nohablamosduranteelviajedevuelta,elcochehabíaperdidoeltechode tela hacíamuchos años, así que el interior del vehículo semojó igual quenosotras.LepreguntéaValentinaquédebíamoshacerconlavacahuida:—Dejarlatranquila,yavolveráacasacuandoellaquiera.Conoceelcaminoy

estanochelosdepredadoresnosaldrándesusagujeros.Estáasalvo—medijo.Asíqueenvolvimosalterneromuertoenunamantaviejaylocolocamoscon

delicadeza en la parte trasera del vehículo para que el veterinario pudieraexaminarloaldía siguiente.Yahabíaanochecidocuandopor fin llegamosa lacasa principal, las nubes alargadas de tormenta copaban el horizonteamontonadas unas sobre otras. Mason estaba de pie en el porche delanteromirandolalluviaynossaludóconlamanocuandonosvioaparecer.—¿No es increíble? ¡Está lloviendo! —exclamó eufórico. Después y sin

esperaraqueyomebajaradelcochemecogiópor lacinturayme levantóenvolandascomosiintentarahacermesentirmáscercadelcielo.Aningunodelosallípresentes—hombresoanimales—les importóel terneromuertoo lavacahuidaporqueporfinestaballoviendo.Cuandomelevantédelacamademadrugadanohabíadejadodelloveraún.

Masondormíacompletamentedesnudoamiladoapesardequeelairesehabía

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enfriadoconlatormenta.Semovióunpocoyprotestóensueños,peronollegóadespertarsecuandoyomepuseelcamisónparasalirdelahabitación.Descalza,bajé las escaleras hasta el primer piso de la casa de paredes rojas y suelo decerámica: nohabía nadahechodemaderaode tela porque cualquier contactoconesascosasproducíaunasensacióndecalorcasiinsoportableeneldesierto.Nuncamehabíamolestadoantes,peroesanochesentí fríoporprimeravezenañosalpisardescalzaelsuelo.Fuera,elsonidodelosgrillosylasdemáscriaturasnocturnasquevivíanenel

valle y dominaban la noche había sido sustituido por el ruido constante de lalluvia.Escuchéelaguagolpeandolasgruesasparedesdeadobedelacasa—losuficientemente gruesas como para mantener el calor del sol fuera de lashabitaciones enverano—unmomentomásydespués entré en el despachodeMason.Elsuyonoeracomoeldelmarqués,conanimalesdisecadosrellenosdeserrín

y trapos o sus cabezas colgando de la pared con ojos de cristal demasiadobrillantescomoparaparecerreales,ytampocohabíachimenea.Medicuentadequelaventanaestabaabierta,seguramenteMasonsehabíaolvidadodecerrarlalatardeanterioralasomarseparaverlalluvia.Atravesélahabitaciónylacerré,peroelaguayahabíaempapadoelsuelodebajodelaventana.Desdeahíseveíaelpatio traserodelracho:nohabía lucesencendidasyesa

nochenohabíalunaoningunaestrellaenelcielo,asíquesolovilatierranegraextendiéndosehaciaelhorizontehastadondemealcanzabalavista.Lomiréunmomentomásantesdedarmemediavueltaparairalacocinaabeberagua,peroentoncesnotéquelamesadeldespachoestaballenadepapelesdesordenadosylibrosdecontabilidadabiertos.RecordéqueValentinamehabíadichoantesqueMasonpasaríalatardereunidoconJoeTrapanesse,elcontablequeseencargabade llevar losasuntosde lahacienda—yde la familiaCampbell—desdeantesinclusodequeMasonnaciera.Encendí la lamparita de la mesa para ver mejor y el despacho entero se

iluminó. Pasé los ojos sobre los números escritos con tinta elegante y plumaestilográficacara,repaséyomismalasfacturasdeaguaquehabíaamontonadasenun lado, los impuestosque faltabanporpagarde losúltimoscincoaños, eldinero que habíamos ingresado con la venta del ganado, los gastos de lapropiedad...yasífuecomodescubríqueestábamosarruinados.

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Másvaliosoqueelagua

MÁSVALIOSOQUEELAGUA

Pasétodalanochepensandoencuálseríalamejormaneradehablardelasuntode la bancarrota con Mason. No quería que mi marido pensara que yo mededicabaarebuscarentrelospapelesdelahaciendaporquenoconfiabaenqueélpudierasacarnosdelpozodedeudasdondeestábamosmetidos,aunquenolohacía en absoluto. Planeé decírselo poco a poco, haciéndole ver que mepreocupaban las facturas sin pagar y los impuestos atrasados del estado, paradarlelaoportunidadaMasondequemelocontaraélmismo.Eseeramiplan,perocuandolevialdíasiguientesentadoalamesadelacocinabebiéndosesuzumodenaranjacomosinada,igualquehacíacadamañana,decidíqueMasonya había tenido suficientes oportunidades para contarme la verdad de haberqueridohacerlo.—¿Por qué nome habías dicho que apenas podemos pagar las facturas del

próximomes?—lepreguntésinmás.Mason se olvidó por un momento de su zumo de naranja y me miró

sorprendido. En estos tres años, el sol rabioso del valle había acentuado lasarrugasfinasquelesalíanalrededordelosojoscuandosonreíaocuandoestabapreocupado.—Perdona. No te lo dije porque no quería preocuparte con asuntos de

negocios.—Masonsesirviócaféensutazaydespuésmerellenólamía—.Yasé que en el internado aprendiste mucho sobre contabilidad y finanzas, perohacersecargodelascuentasdeunahaciendatangrandecomoestaesdistintoallevarlacontabilidaddeunaempresafamiliar.

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—Sindinerodaigualquétipodeempresasea,siesgrandeopequeña,nohacefaltasercontableparasabereso.Yelranchonodasuficientedineroparapagarlas facturasdeesteaño.—Lemiré fijamenteporquesiemprequenoestabadeacuerdoconmigoMasonapartabalamirada.Normalmenteyoledejabahacerloperonocuandonuestrofuturodependíadeello—.¿Quévamosahacer?Estábamos losdos solosen lagrancocinade la casaprincipal sentadosa la

mesadepinoqueelabuelodeMasonhabíaconstruidoconsuspropiasmanoscincuenta años antes.Había amanecido en la cocinamientras yo preparaba elcafé.Fuera,el solnaranjayaempezabaa secar los restosde la tormentade lanocheanteriorhastaborrarcualquierhuelladelagua.Despuésdeverloslibrosde contabilidad no había podido dormir, así que me dediqué a repasar lasfacturas del agua que les habíamos estado comprando a los Phillips, losimpuestosqueledebíamosalestadodeCaliforniadelosúltimoscincoañosyelpréstamo hipotecario sobre el rancho que Mason había conseguido cuandoestuvoenLondreshacíayamásdetresaños.—Nolohedecididoaúnperoalgosurgirá—medijo.—Sinopagamos lassiguientescuotasdelpréstamoperderemos lahacienda.

Tenemosquepensarenalgo:despediralostrabajadores,vendermáscabezasdeganado, comprar ovejas más baratas en las subastas, deshacernos de todo elmaterialquesepuedavender...todo.Hayqueconseguirefectivocomoseaonoshundiremos—añadí.Mason dejó escapar un suspiro igual que si lleváramos horas hablando del

mismoasuntoyyaestuvieracansadodeltema.—Nopuedodespediranadieaunquequiera:necesitamosatodosloshombres

que tenemos contratados, además es Valentina quien se ocupa de eso —merecordó él como si esa fuera una excusa válida—.Y anoche llovió, cayó unatormentademildemonios,conunpocodesuerte lasequía terminaráprontoyasíyanotendremosquecomprarlesmásaguaalosPhillipsyprontovolveremosatenerbeneficios.Estoessolounbachetemporal,poresonotelodije:porquenoqueríapreocuparte.Masonseencogiódehombrosydespuéscogióunadelastostadasquehabía

enelplatosobrelamesa,leuntóunagenerosacapademantequillayunpocodemermeladadefresa.Mefijéencómosederretíalamantequillasobreelpanaúncaliente.

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—¿Quieresque teunteunaa ti?Creoque tambiénhayalgodebeiconen ladespensasiloprefieres—añadiócuandoterminódemasticarelprimerbocado.—No tengohambre,muchasgracias,ynopiensoconfiarnuestro futuroa la

suerte o que se termine la sequía—respondí—.No sé cómo puedes estar tantranquilocuandonisiquieratenemosunplanpararecuperarelnegocio.Mason dejó las tostadas en su plato y alargó la mano sobre la mesa para

sujetarmelamía.—Notepreocupespornada,¿vale?—medijoconunasonrisaencantadora—.

Yaestácasiarregladotodoelasunto,novoyadejarquemiesposasemueradehambre,esotelogarantizo.Después,mesoltó lamanoyvolvióaocuparsedesu tostada.Quisecreerle,

intentécontodasmisfuerzasdejarmeconvencerporsuspalabrasysusonrisadequetodoiríabienydequeMasonsabíaloqueestabahaciendo—Masonysucontable—,perotambiénsabíaqueningunodelosdosteníalamásremotaideadecómollevarunnegocio.«Algunoshombresnosonbuenosenlosnegociosaunqueaelloslesencanta

creerquesíporquelosnegociossoncosadehombres,peronoesverdad»,mehabíadichoCarmenmientrasmevestíadenoviaenmiantiguahabitación.Masonnoerabuenoenlosnegociosperocreíaquesí:gastabademasiadoysin

ningúncontrol,olvidabapagarlasfacturasdelosproveedoresantesdelafechalímite, no se molestaba en conocer a los competidores y le daban igual losbeneficiosporcabezadeganado.Aéllegustabaelrancho,lavidaalairelibre,eldesiertoytrabajarconlosanimalescercadelatierra—aunqueeraValentinaquienseencargabadeque todosiguiera funcionandoen lahacienda—.Masonodiabatenerqueencargarsedelascuentas,lospréstamos,losimpuestos,sumarlosgastosocualquierotracosaqueestuviera relacionadacon la tierra,asíquesimplementefingíaquetodoesonoformabapartedelnegocio.—Deacuerdo,nopodemosdespediraningunodeloshombresquetrabajanen

elranchopero¿porquénodespidesaTrapanesse?Yopuedohacermecargodesutrabajogratisynosahorraríamossusueldo—sugerí—.Yseguroqueloharíamejorqueél.PeroMasonme sonrió concondescendencia comosi acabarade sugeriruna

completalocura.—Tu trabajo no es ese, cariño. Tú sigue ocupándote de acompañarme a las

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feriasdelestadoyalasreunionesdeganaderosenTexas.Noquieroquetepaseslos días encerrada en el despacho revisando facturas o buscando lamaneradeahorrar un par de centavos aquí y allá —me dijo—. Tampoco ahorraríamosmucho dinero despidiendo al pobre Trapanesse, que lleva con nosotros desdequepapálocontrató.No,estoesmuchomáscomplejo.—Medaigualelcontableoeltiempoquellevetrabajandoparatufamilia,por

mícomosilocontratóelmismísimopresidente—respondíconfrialdad—.Noscuestadinero,dineroquenotenemosyhayquelibrarsedeél,dealgunamaneratenemosqueempezaraahorrargastos.Masonpusolosojosenblancocomounchiquilloyselimpiólasmigasdepan

tostadodelpantalónvaquero.—Tútranquila,yahepensadoenalgo,algoquenoimplicatenerquedespedir

aunamigodelafamilia—empezóadecir.—¿Ydequésetrata?PenséqueMasonhabría trazadounplandenegocioa largoplazocomonos

enseñaron a hacer en las clases de economía avanzada en el St. Mary’s, quehabía conseguido una buena línea de crédito en el banco agrario de SanBernardinoo inclusoqueunodesus tíoshabíamuertodejándoleunaherenciaquenossalvaríadelaruina.Apartedemí, laúnicafamiliadeMasonerandostíos por parte de padre que vivían en el otro extremo deCalifornia, y aunquefueronamablesconmigocuandonosconocimostresañosantes,sospechabaqueniyo—ninadiequenollevaraelapellidoCampbelldesdesunacimiento—lesagradabarealmente,asíquenolamentaríamuchosumuertesinosdejabanalgodedinero.—Noqueríacontártelotodavíaporsialfinalnopodíamosasistir—empezóa

decirmisterioso—.NoshaninvitadoaunareunióndeganaderosypropietariosdetierraenLosÁngeles.Todoslosgrandesterratenientesycriadoresdeganadode la mitad sur del país estarán allí, pero lo mejor es que también habrábanqueros,agentesdebolsayempresariosdeotrossectoresbuscandoinvertirennuevosnegocios.—¿Buscarunsocioparaelrancho?¿Esaestuidea?—lepreguntésinocultar

mienfado—.Nomegustanadalaideadetenerquecompartirlosbeneficiosconalguienmás,muchasgracias.Masonmesonrió.

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—Yasabíayoqueamimujernoibaaconvencerlelaideadebuscarunsocio—me dijo indulgente—. Por eso le dije a Trapanesse que nada de socios:buscaremosunaccionistaenesareuniónoalguienquenospresteeldineroaunbuen interés para poder recuperarnos. Habrá muchos hombres de negocioselegantesenesafiesta,seguroquepodemoscerraruntratoconalguno.—¿Ycuándoesesareunión?—En dos semanas, así que vete pensando en qué ropa te pondrás para

causarlesunabuenaimpresión:nadiequiereprestartedinerosisospechanquelonecesitas,perosicreenqueeresricoestaránencantadosdedártelo.—Masonseterminósutostada,selevantódelasillaycaminóhastaelmostradordelacocinadonde solíamos dejar las llaves del coche y la correspondencia—. Todo searreglará,túnotepreocupes.Aunqueyoseguíamirandoelcaféenmitazaypesandocómorecortargastos.—Ten,semeolvidódarteesto.Llegaronayerlasdos,sonparati.MasonvolvióamiladoymeentrególasdoscartasconmatasellosdeEspaña

queteníaenlamano.Meapresuréaabrirlas,preocupada:ladifícilsituaciónenmipaís,que llevabamucho tiemposiguiendoa travésde losperiódicos,habíadesembocadoenjuniodelañoanteriorenlaGuerraCivil,yelretrasoconelquemellegabanlasnoticiasmeresultabamásinsoportablequenunca.—Espero que no sea nada malo sobre tu familia —comentó mientras se

sentabaotravezparaterminarsesucafé—.Conlaguerraytodoesoseguroqueahora mismo lo están pasando mal. Podríamos decirles que vinieran aquí, aEstadosUnidos,mientrasduralaguerra:haysitiodesobraenelranchoparaquetuspadresseinstalenconnosotros.Mason hablaba pero su voz era unmurmullo de fondo para mí. Las cartas

desdeEspañatardabanmesesenllegaraCaliforniaynuncarecibíadosalmismotiempo:normalmentemamámeescribíaunacartaescuetacadamesdondemementía diciéndome que todo iba bien y que la guerra no había llegado aún aBasondo.ElrestodelacartaselopasabahablandosobrelasrosasdelaabuelaSoledady sobre lomuchísimoquehabíancrecidodesde laúltimavezquemeescribió.—No es fácil salir de España,muchos lo están intentando pero casi ningún

paísenEuropaquiereaceptaralosquehuyendelaguerra,ylomismopasaconEstadosUnidos.México es casi la única opción—murmurémientras abría el

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sobre con la carta de mamá—. Tampoco quieren dar asilo a los que huyenasustadosdeAlemania.—¡Peroesosnisiquieraestánenguerra!Noescomotufamilia.Leídeprisaloquedecíalacarta:eralaprimeravezquemamánohablabade

las rosas de invernadero de la abuela Soledad. Sus palabras eran torpes ydesordenadas,comosihubieraescritolacartasinestartotalmenteseguradeloquequeríadecir.Suletra,normalmentepulcrayelegante,parecíaemborronadasobresupapeldecartasconelapellido«DeZuloaga»yelescudofamiliarenelmembretede letrasdoradas.Tuveque leer la carta dosvecespara entender loquemamáqueríadecirme.—¿Quésucede?¿Vatodobien?—preguntóMasonaldarsecuentadequeyo

nodecíanada.Doblélacartayvolvíaguardarlaenelsobre,mimanotemblabayMasontuvo

queayudarmeacerrarlo.—Mimadredicequelosalemaneshanbombardeadounpuebloquehaycerca

deBasondo,eraundíademercado...Haymuchosmuertos.—¿Los alemanes?—repitióMason—. Pensé que ellos y los italianos no se

atreveríanaapoyaralosgolpistas.Masondijoalgomás,peroyono leescuchéporquemirabaelotrosobresin

atrevermeatocarlo.EraunacartadeCatalina.Apenasmehabíaescritounpardevecesenestos tresaños: laprimeravezparacontarmequesehabíacasadoconunmuchachodelpueblo,ylasegunda,hacíasolounosmeses,paradecirmequeestabaembarazada:«Vasasermediotía,esperoqueseaunachicatambién.»LeíelprimerpárrafodelacartadeCatalinaperonopudeterminarla.Elpapel

semeresbalódelasmanosycayópeligrosamentecercadelatazadecafé.—¿Quésucede?Estáspálida.—Masoncogiólacartaquesemehabíacaído

para leerlaélmismo—.Miespañolnoesmuybueno,¿quépone?¿Sonmalasnoticas?—Mimadrehamuerto.Parpadeé intentando borrar las palabras escritas de Catalina, que todavía

flotabandetrásdemisojos.—¿Qué?—Mason se olvidó de la carta y me abrazó—. Lo siento mucho,

cariño.¿Hasidoporlaguerra?

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Mezafédelabrazodeosodemimaridoparaalargarelbrazosobrelamesadela cocina y volver a tocar la carta de mamá que había dejado olvidada, casitratandodesentirelcalordeltactodemimadreenelelegantepapelesperandoquealgodeellasehubieraquedadoatrapadoenesaspalabrastemblorosas.—No,bueno,enrealidad,sí—mecorregíconlavozsorprendentementefirme

apesardetodo—.MamácasidejódecomerporcompletocuandoAlmamurió,yaestuvoapuntodematarsedehambrehacealgunosañosperohabíamejoradoun poco. Catalina dice que había vuelto a enfermar por culpa de la guerra:apenascomíayestabasiempreenfermaydébil,ydespuésdelbombardeodelosalemanes sobre un pueblo cercano, se obsesionó con la idea de que tambiénbombardearíanBasondomatándolosatodos.Haceunmescayóenfermaconunaneumonía,sinmedicamentosporelbloqueoysinpodercomerpararecuperarsemurióencuestióndesemanas.DecidíahorrarleaMasonpartedeloqueCatalinacontabaensucarta:cómo

mamá vagaba sola por los pasillos de Villa Soledad llamando a Alma,enloquecida por la fiebre mientras su cuerpo y su corazón se consumíanalimentándose de sí mismos en una lucha caníbal para tratar de frenar laenfermedad. Mi madre no murió plácidamente en su cama mientras dormíasoñando con una época mucho mejor que esa, no. Catalina la encontró unamañana tiradaenelsuelodel invernaderode laabuelaSoledad,helada,conelolorde las rosasy lamuerteatrapadaensumediamelenacastañay la réplicadiminutadesuhijamuertaenlamano.

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—Es un poco más adelante, todavía queda un rato —dijo Valentina muysegura.Miréalrededorsinapartarlosojosdelhorizontesobreelcapódelviejocoche

queavanzabahaciaeloestedandotumbosconcadagrietadelsuelo.—¿Estássegura?—lepreguntéconvozáspera—.Esfácilperderseaquí,todo

esigual:llanoynaranjahastadondealcanzalavista.Habíamos salido de la casa principal después de la hora de comer para

esquivar las horasmás calurosas del día, aun así, podía sentir el sol del vallequemándome las mejillas y las manos mientras sujetaba el volante con másfuerzadelanecesaria.—Puesclaroquenomeheperdido,estassonmistierras,lasconozcotanbien

como la palma demimano—replicóValentina—.Te digo que el río está unpoco más al oeste, tú conduce y procura no desviarte demasiado, te avisarécuandoestemoscerca.—¿Cuándofuelaúltimavezquevisteaguaeneserío?—quisesaber.Valentinasereclinóenelasientodelcopilotodesgastadoporelsolyelpolvo.—Haceunosveinteaños.—¿Veinteaños?—repetíescépticalevantandounaceja.Giré el volante para esquivar unas rocas afiladas que salían del suelo. A

medidaqueunoseacercabaalasmontañasquerodeabanelvalleporeloeste,elsuelosevolvíamáspedregosoymacizo.Enesazonadelafincaelpolvonaranjatambién lo cubría todo, pero allí era más habitual ver algunas plantasdesperdigadasaquíyallá.—Notepreocupesporeltiempoquenosignificanada,túsoloconduceypara

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cuando veas el pozo—me dijo Valentina con su modo cortante de hablar—.¿Seguroquepodráshacerlo teniendo lode tumadre tan reciente?Miraque sidespuésdehabervenidohastaaquítefallanlasfuerzasolavoluntad...—Misfuerzasnosonasunto tuyoymivoluntades lamismaqueladelotro

día cuando trazamos el plan —la corté—. Si todavía queda agua en ese ríosubterráneo la traeré de vuelta, así dejaremos de comprarles su agua a losPhillips,osino,LasÁnimasnollegaráalAñoNuevo.Túpreocúpatedelotuyoyestate atentapor si acaso llegamosalpozo,no seaque te lo saltespor estarocupadahablandoconmigo.Valentinaestudióelpaisajeconsusojosafiladosacostumbradosa la luzdel

sol.—Ahíestá,siguiendoporesadirecciónunpardekilómetrosmás.—Valentina

señaló con un leve gesto de cabeza y yo giré el volante para seguir susindicaciones—.Y¿quépasarácontumadre?¿Lahabéisenterradoya?Arruguéloslabiosantesderesponder:—Sí. Para cuando la carta de mi hermana llegó por correo ya la habían

enterrado.De todas formas, aunqueme hubiera enterado a tiempo no hubierapodidoentrarenelpaísparairasufuneral,conlaguerraytodolodemás.—Masonmehadichoquemuriómientrasdormía,esunabuenamuerte—me

aseguróella—.Pasasalaotravidasinagoníaysinenterarte,soñando.Dejamosatrásotrokilómetrode tierra,polvoypedruscossinvalor,pero tan

grandes,quepodíanhacernosvolcarsinoteníacuidadoalesquivarlos.—Noesverdad,esoessololoquelecontéaMason—dijesinapartarlosojos

del horizonte—.Mimadremurió igual que había vivido: sola, entre horriblesdolores y perturbada por lamuerte demi hermana. Todavía tenía uno de susjuguetesenlamanocuandolaencontraron.LamuñecadeAlmahechademadera,trapo,serrínypelonaturalquemamá

ordenóhacerparanuestrodecimocuartocumpleaños.Aunque lasdosmuñecasde la casita eran idénticas entre sí, yo estaba segura de que, la que mamásujetaba en sumano en el invernadero cuandoCatalina la encontró, era la deAlma.—Eldolorvuelvelocasaalgunaspersonas,ysi,además,losespíritusdelos

queyanoestánlesrondanynolespermitendescansar,puedesestarseguradecómoterminará:escomoañadirlegasolinaalfuego.—Valentinahizounapausa

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antes de añadir—. Te acompaño en el sentimiento, espero que tu madreencuentresucaminohaciaeldescansoquenuncatuvoenvida.AunqueintentabaignorarlaspalabrasdeValentinasentícómosedeslizabana

travésdemioídoparainstalarseenmicabeza.—Gracias—mascullé.Mantuve los ojos fijos en la línea borrosa del horizonte para no perder el

rumboyunpocomásadelantedistinguílasiluetadeunapequeñaconstrucción.Unpozo.—Ahí está, estaba segura de que este era el sitio—dijo Valentina con una

sonrisatorcida—.Vamos,acércateunpocomás.Sitenemossuerte,estamismanocheyanotendremosquecomprarlesaguaaesosdesgraciadosdelosPhillips.A ver qué hacen después: esa familia es tan inútil que sin nuestro dinero searruinaránenpocosmeses.Elpozosehizomásgrandeamedidaquenosacercábamoshastaquepiséel

pedal del freno un poco más adelante. El coche se detuvo con un chirridometálicoenmitaddeunanubedepolvonaranja.Valentina sebajó sinesperarsiquieraaqueelpolvoseasentaradenuevo.—Noparecegrancosa—murmuré.El famoso pozo era una vieja construcción de piedras cubiertas de arena y

polvo.Elmuroexteriorestabaderruidoporunodelosladosynomediríamásdeunmetrodealto.—Ahora no parece gran cosa, pero hace veinte años en esta zona crecían

plantas crasas, salvia y amapolas blancas: lasmás bonitas y brillantes que hevistonunca.Lasflorescubríantodoelterrenoalrededordelpozoyseextendíansobreel río subterráneocomounaalfombrablancaprotegiéndolodelcalordelsol—dijoValentinamirando alrededor como si quisiera asegurarse de que nocrecíaunasolaamapolaentodalazona—.Hoyyanoquedanadaaquí,tansolopolvoyalgunasrocastansecascomomispies.Guardélasllavesymebajédelvehículo.Rodeéelpozoyviquelaspiedras

que faltaban del muro estaban caídas en el suelo formando un pequeñomontículo cubierto de arena que el viento había arrastrado hasta allí desde eldesierto.Measoméconcuidadoparamirardentrodelpozoperonovinada.—Noparecequehayaunasolagotadeaguaahíabajo.—Mivozresonóentre

lasparedesdepiedra.

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Valentina masculló algo con su voz cascada en un idioma que yo nocomprendíaylediounmanotazoalairecalientedelatarde,despuésseacercóalpozoyseasomóporencimadeloqueaúnquedabaenpiedelmuro.—Tan seco como el ojo de una vieja—gruñó—. Pero seguro que el agua

todavía está ahí, debajo de la tierra, esperando otra década antes de volver adejarsever.—Puesmás le vale asomarse otra vez porque no tengo unamaldita década

paraesperar, tengofacturasquepagar.—Mepuse lasmanosamododeviserasobrelosojosparamiraralrededorsinqueelsoldelvallemecegara—.¿Noestádemasiadolejosdelacasaprincipalydelosestablos?Aunqueconsigamosquevuelvaelagua,¿paraquénaricesqueremosunpozotanlejosdelosanimales?—ElpadredeMason,otro«genio»de losnegocios,sedeshizode la tubería

que unía el pozo y el río subterráneo con la casa principal y los establos—respondió Valentina con sarcasmo—. Dicen que la estupidez se salta unageneración,peroenelcasodelosCampbellesonoesverdad,sontodosigualdeidiotas:ciegosysordosalmundoquelesrodea.Intentédisimularunasonrisaalescucharlayapoyélasmanosenlapiedradel

muroalrededordelpozo.—¿Crees que funcionará? —pregunté mirando a la oscuridad dentro del

agujero.—¿Y qué tenemos que perder? —Valentina se puso a mi lado y las dos

miramosalfondodelpozocomosiestuviéramosbuscandolarespuestaahíabajo—.Túhazlo.SisalebiennolediremosnadaaMason,claro:aéllegustacreerque sabe lo que hace, como a todos los hombres, aunque no tenga ni idea dedóndetienenlamanoderecha.Además,nosécómolesentaríasaberquesehacasado con una hechicera, lo mismo se espanta y sale huyendo o te pide eldivorcio.Muchas veces en estos tres años pensé en hablarle aMason sobre el fuego,

enseñarle lo que podía hacer con solo desearlo: manipular la naturaleza a miantojoigualqueunmagosacapañuelosdecoloresoconejosdesuchisteraparaimpresionaralpúblico,soloque,adiferenciadelmago,mistrucoseranreales.Yonoteníaquemeterelconejoenlachisteraparasacarlodespués,mebastabacon desearlo. Pero cuando reunía el valor para hablarle de ello, recordaba lamirada en los ojos castaños de Tomás. El miedo familiar a que yo fuera

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demasiado poderosa, o demasiado especial como para seguir queriendopermanecerasulado.NoqueríaqueMasonmemirasedeesamanerajamás,conesamezcla demiedo, celos e inseguridadesmasculinas que ni comprendía niestaba interesada en comprender. Y puede que no hubiera un bosque verde ymisteriosoenSanBernardino,oqueelmarestuvieraacientosdekilómetrosdelrancho como para poder demostrarle lo que era capaz de hacer, perodefinitivamente había naturaleza para manipular en el valle: una naturalezasalvaje, seca y naranja. Podía sentir cómo latía su corazón feroz y áspero concada racha de viento llegada desde el desierto, cada vez que tocaba la tierraagrietadaocuandoacariciabaaunadelasovejas.—¿Quémedices,hechicera?¿Quedaaguaahíabajo?LaformaariscadehablardeValentinamesacódemispensamientos,lamiréy

notéqueparecíanerviosaporprimeravezdesdequelaconocía.—Elaguaaúnestáahí,perohaolvidadosucamino,alguienlahadesviadoen

contradesuvoluntad—dije—.Poresoelríosubterráneoyanopasaporaquíyelpozosehasecado.Valentinaseasomóotravezalagujeroenlatierra.—¿Quieresdecirquealguiennoshaestadorobandoelaguatodoestetiempo?—Sí. Los Phillips, seguramente —respondí mirando en dirección a su

haciendaaunquenopodíaversucasadesdeallí—.Supongoquedescubrieronelríosubterráneo,opuedequeelpadredeMasonselomencionaraalgunavez,yellosdecidierondesviarelcaudaldeaguahacia sus tierras sabiendoqueno lodescubriríajamás.—Esosbastardos—mascullóValentina—.Y¿puedestraerelaguadevuelta?En vez de responder respiré profundamente dejando que el aire calienteme

llenara los pulmones, coloqué las manos con las palmas abiertas sobre laspiedrasdelmuroquetodavíaquedabanenpieyprestéatenciónalruidodelaguaquecorríalejosdenuestrastierras.Muchosmetrospordebajodenuestrospieslatierra volvió a empaparse otra vez. El agua robada regresó a Las Ánimasarrastrandoconsigolosañosdepolvoysequíaquehabíantaponadoelcaucedelríosubterráneorecordandoelcaminoqueconducíahastaelpozo.—Puedo escuchar el agua correr —dijo Valentina, primero en voz baja y

despuésmásalto—.¡Puedoescucharelaguacorrer!El agua se abrió camino y llenó cada resquicio entre las rocas bajo la

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superficie,rellenandoloshuecosyagujerosquelaarenahabíaocupadoenestosaños.Sentícomoelaguafrescavolvíaacircularbajomispiesigualquequienescuchaunlatidolejanoperoconstante.—Yaestá,yaestá...—murmuréporencimadelruidodelagua.Me temblaban laspiernasporel esfuerzo,peronadaparecidoacuandohice

crecermanzanasenaquelpinoparaTomás,estoseparecíamásahacercrecerdientes de león en esa pradera deSurrey: la naturaleza del agua era pasar pordebajodenuestras tierrasyyosolo lahabía traídodevuelta,asíquenohabíapecadosquepagarestavez.Valentina estabaasomadaalpozoen silencio,yono recordabahaberlavisto

tancalladanunca,meacerquéaellaymeasométambiénalpozo.Yanoestabaoscuroyvacíocomoantes,ahoranotélasgotasdeaguafrescasalpicándomeenlacaraalmirardentro.—¿Nodicesnada?—lepreguntésindisimularunasonrisadesatisfacción—.

Hetraídodevueltaelagua,yaestá:seacabólasequíaytenerquecomprarleselaguaalosPhillips.—Elaguaestábien,estámuybien—reconocióValentinasinapartarlosojos

delrío—.Perosinvegetaciónquecubraestatierraparaprotegerladelsolprontosepondráagria,venenosa,ynopodremosbeberla.Ninosotrosni losanimalesdelrancho.Miréalterrenoalrededordelpozo:apartedelviejotodoterrenoquenoshabía

llevadohastaallí,loúnicoquehabíasobrelatierraerapolvo.—¿Dicesqueantessolíancreceramapolasblancasaquí?—lepreguntétodavía

mirandoelpaisaje.Valentinaseseparódelmurodepozoyasintió:—Sí,ysalviatambién.Llegabanhastaunpardekilómetrosmásaloestepara

darsombraalatierraymantenerfrescaelagua.Elagualashacíacreceryellasprotegíanelagua,secuidabanmutuamente,asífuncionalanaturaleza.—Me cuesta imaginar que alguna vez haya crecido algo en esta tierra —

murmurémirandoalrededor—.Perositúlodices...,amapolasblancas,pues.Meagachéyelvestidode laabuelaSoledadsemanchódepolvohastamás

arriba de las rodillas, pero cuando coloqué lasmanos abiertas contra el suelo,sentí el calor acumulado que salía de la tierra quemándome la piel. El primertalloasomóa la superficie,verdey tierno,despuésotroyunmacizode flores

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entero un pocomás adelante hasta que todo el terreno a nuestro alrededor secubriódebrotes.Lasfloresseabrierondespaciomientraselsuelocambiabadecolorhastavolverseblanco.—NosécómovamosaexplicarleestoaMasonolosdemáshombres...—dijo

Valentinaenvozbajamirandoentodasdirecciones.—LediremosaMasonquehasidoporlatormentadelaotranoche—sugerí

—.Lecontaremosqueelpozoyelríosehanllenadodenuevoconelaguadelalluvia y que después el sol ha hecho crecer las flores en la zona como hacíaantes.Amímecreerá.Miréalrededorparaasegurarmedeque las flores seguíancubriendo la tierra

abierta aquí y allá como una alfombra blanca. Entonces me fijé en que unaplantaenredaderahabía rodeadoelpozoconsus tallosmarronescubriendo laspiedrasporcompleto.LahiedrateníalasmismasdelicadasfloresazulesquelaquecubríalalápidadeAlmamuylejosdeallí.—¿Quépasa con eso?—Valentina señaló la planta intrusa con la cabeza—.

Noestípicadelazona.Esonuncahabíaestadoahíantes.Mirélamalditaplantamientrasestaterminabadeenvolverelpozoigualquesi

intentaraasfixiarloconsustallospoderosos.—Esalahetraídoyoconmigo—respondí—.Vamos,quierovolveralacasa

paracontárseloaMason,cuantoanteslosepaantesdejaremosdedarlesnuestrodineroaesosladronesdelosPhillips.Lasdosnossubimosalcocheyyohicegirarelenormevolanteconcuidadode

nopisarlasflores.Mientrasnosalejamosdevueltaalacasaprincipalviporelúnico espejo retrovisor como las amapolas seguían abriéndose y cubriendo elsueloagrietadodecolorblanco.

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ElhotelAmbassadordeLosÁngelestenía,enelsuelodelsusalónprincipal,el mismo mosaico de azulejos blancos y negros que el vestíbulo de VillaSoledad.Cuando lopisécasimepareció irrealyporunmomento fugazpenséque si levantaba lavistade lasbaldosas italianasvería aAlmabajandopor laescalinatadelamansióndeBasondo,consuvestidoblancodeencajehastalospies y su corona de trenzas. Pero solo duró un momento porque enseguidarecordé para qué habíamos ido hasta allí: dinero. El rancho necesitaba dinerourgentemente o tendríamos que empezar a vender algo más que cabezas deganado,algomuchomásvaliosoquelasvacasolasovejas:tierra.El río subterráneo y el pozo recuperado habían mejorado algo la precaria

situacióndelascuentasdelaempresafamiliardeMason—yomismarevisabacada noche los libros de contabilidad y las facturas porque no confiabademasiadonienélni enelcontable—,perodespuésdeañosyañosgastandodineroqueno teníamosenagua, suministroso impuestos,LasÁnimas todavíadebía más dinero del que ingresaba. Estábamos prácticamente arruinados ynecesitábamos liquidez para pagar los impuestos atrasados o el estado deCalifornia nos embargaría el rancho, así que esa reunión con inversores,ganaderosybanquerosdelaqueMasonmehabíahabladounassemanasantessehabíaconvertidoennuestraúnicaopciónparanoperderlahacienda.El viaje desde el valle hasta Los Ángeles lo hicimos en tren.Mientras nos

íbamosacercandoalaciudadyomirabaporlaventanillaynodejabadepensarenLucyWelchyensushermanas,tanpelirrojasypecosascomoella,loqueeraextrañoporquenohabíavueltoapensarenellaentodosestosaños.Peroaquellatarde, mientras el tren nos acercaba a Los Ángeles, me pregunté qué hubiera

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pensadoLucydesaberqueMasonyaestabaarruinadocuandorechazócasarseconella.—Recuerda, cariño: buscamos un socio capitalista —me recordó cuando

entrábamos de lamano en el salón principal del Ambassador—.Alguien quepueda prestarnos el dinero para recuperarnos pero que no pretenda tomardecisionessobrecómogestionolahacienda.Esaera su idea—suúnica ideaen realidad—parasolucionar losproblemas

económicosdelrancho:unsociocapitalista.Yohabíaintentadohacerleentenderpor qué buscar un socio capitalista era una malísima idea —además deprácticamenteimposible—durantecasitodoelviajehastaLosÁngelespero,porsupuesto, la sugerencia de Joe Trapanesse pesaba más que mi opinión paraMason.—Y si ves que alguno de estos hombres está interesado en firmar con

nosotros, búscamepara queyomeocupede negociar y cerrar el acuerdo estamismanoche.Tengolospapelesdelacuerdo,queJoehapreparado,arribaenlahabitación—añadiómirandoalrededorcomosibuscaraaalguienenconcreto—.Noquierovolveralvalleconlasmanosvacías.—Los hombres que están aquí no buscan ese tipo de negocios, Mason.

Quierenjugaraservaqueros,tienenlafantasíarománticadelsalvajeOestequehan visto en decenas de películas y eso es lo que persiguen. No te darán sudineroacambiodeunasvacasquenoven.Aunqueaúnnohabíamosentradoenelsalónprincipaldelhotelpropiamente

dicho,desdedondeestábamosyapodíavera losbanquerosconsuscorbatinestexanos al cuello, financieros llegados desde Boston con botas de piel deserpiente por fuera de los pantalones de sus trajes italianos y empresarios delcineconenormessombrerosdevaquero.—Pues les enseñaremos las vacas si hace falta para conseguir que inviertan

connosotros.—Esoes lodemenos,paraellos la tierray losanimalesnosonmásqueun

pasatiempo,Mason.Unjuegomuycaroquepuedenpermitirseoalgoconloquedesgravaralgunosdólares—añadí—.LesgustavestirsedevaquerosysentirquesonJohnWayne,matandoindiosyrescatandoalasdamiselasenapurosdesusdiligencias.Masonsonrióconindulgencia.

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—Noestásmuycontentaconlaideadebuscarunsocio,¿verdad?Yaséqueen estos años has llegado a considerarLasÁnimas como tu propia tierra y tefastidiatenerquecompartirlaconalguienmás.—Loquepasa esquenocreoqueaquíhayanadiequepuedaayudarnos—

respondíconaspereza—.Quierodecir...Míralos,menudospayasos.¿Deverdadquieresdarlelamitaddenuestrastierrasaalguienasí?—No es que quiera hacerlo, pero ya no tenemos muchas más opciones, y

sientodecírtelo,peronecesitamoseldinerodeesospayasos.Túnotepreocupespornada,todoirábien,saldremosdeaquíconunbuenacuerdobajoelbrazo,yaloverás—measeguróMasonconsuoptimismoridículo—.Estásmuyeleganteconesevestido,porcierto,algunasvecesdetantoverteporelranchoconesosvestidospasadosdemodasemeolvidaqueerestodaunamarquesaeuropea.Masonme dio un beso en la frente y sentí el olor de su colonia cuando se

acercólosuficiente,despuésseseparóotravez.—Me gustan mis vestidos pasados de moda, muchas gracias —repliqué

pasando las manos sobre la falda de mi vestido nuevo—. Aunque deboreconocerqueestenoestánadamal.TalycomoMasonmehabíadicho:«Nadiequiereayudartesicreenqueeres

pobre», así que para que ninguno de los ridículos hombres disfrazados devaqueros que había en el salón principal del Ambassador pudiera siquieraimaginarlaverdaderasituacióndelahacienda,yomehabíacompradoelvestidomáscaroylujosoqueencontréenlaspáginasdelúnicocatálogodemodaquetodavíallegabaalbuzóndeLasÁnimas.Estabaconfeccionadoconterciopelodealta calidad de color morado oscuro cortado al bies, la falda recta estilizadallegabahastaelsueloyteníalaespaldadescubiertasujetaúnicamenteporunosfinos tirantes conpedrería brillante.El terciopelo era tan grueso y pesadoqueMasontuvoqueguardarsuscosasparaelfindesemanaenotramaletaporquenocabíanenlamismaquemivestidodenocheymiszapatosajuego,almenosnosinarrugarlo.Perovalíalapenaelpesoextra—yeldinero—porverlacaídadelterciopelosobremicuerpoolamaneraenlaquelatelasemovíacuandoyocaminaba.—Tevanaadorar,yaloverás.Alosnorteamericanosnosencantalanobleza,

los reyes y todas esas cosas, aquí no tenemos nada de eso y nos gustarelacionarnosconlaaristocracia.—Masondejóescaparunarisotadaamablede

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lassuyas—.Sobretodoalosnuevosricos.Lesencantalaideadealmorzarconduqueso invitar a unamarquesa a sus fiestasde finde año en sumansióndeColorado,esoleshacecreerquesudineroestanbuenocomoeldelosricosdetoda lavida,asíquecuandointentesconvencerlesparafirmarno teolvidesdemencionarporcasualidadqueeresunamarquesaespañola.—Descuida,noloolvidaré—respondísecamente.EscuchandoaMason recordándome loquedebíadecir,mepreguntécuántas

veceslaabuelaSoledadhabríatenidoquementirdiciendoqueeraunaprincesamexicanaounacondesadeMontenegroenfiestasparecidasaesaparaquenadiedescubrieralaverdad:queeraunaesclava.—Yyo¿cómoestoy?¿Bien?¿Lapajaritasigueensusitio?Masonlevantólacabezaparaqueyolecolocarabienelnudo.—Yaestá, todounvaquero elegante—ledije conuna sonrisa vacía cuando

hube terminado de arreglarle el lazo—. Ahora ve y enamórales como hicisteconmigo.Despuésmebesóenlamejillaparanoestropearmeelmaquillajecomoyole

habíapedidounadecenadeveces,ymesonrió.—Lo mismo digo. Y recuerda, ven a buscarme en cuanto alguno de ellos

acepteparaquefirmemoslospapeles,noquierodarlelaoportunidaddeecharseatrás—merepitióantesdealejarseparaperderseentreelrestodeloshombresdelsalónprincipal.YoasentíaunqueMasonyanopodíaverme.VolvíapensarenLucyWelchy

sushermanas,perosolomepermitíunmomentoparasaborearlaamargaironíade la situación. Y como no tenía tiempo para estúpidos arrepentimientos osentimientosdeculpa, respiréhondoyentréenel salóndelhotelAmbassadorconpaso firme.Yono era la únicamujer en el salónprincipal, tambiénhabíaotras esposas con sonrisas perfectas, vestidos de alta costura adornados conperlas,joyasbrillantesyelpelorubiopeinadocomoJeanHarlow.Unpardeesasmujeres me sonrieron con amabilidad cuando pasé por su lado mientrasavanzaba hacia la barra situada al fondo del salón, pero la mayoría de ellasteníanunamiradavacíaquemerecordóalaquemamásolíaponeralgunasvecesenfiestasparecidasaaquella.Mepreguntésiahora,despuésdemásdetresañoscasada,yoteníaesamismamiradahuecaenlosojos.—UnacopadeVeuveClicquotmuyfrío,porfavor—ledijealcamareroque

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estabadetrásdelabarraconunaamericanablancaimpoluta.Elcamareromededicóunasonrisaprofesionalmientrassacaba labotellade

champánde lacubiteraconhieloque teníaenun ladode labarraycogíaunacopadelaestanteríatrasél.Eraunadeesasridículascopasbajasyrechonchasenlasquelosestadounidensessolíantomarelchampán,lamiréunmomentoydespuéslediuntragolargoalclicquottodavíapensandoenmimadre.—Yaledijequealgúndíavolveríamosavernos—dijounavozamiespalda.Mevolvíaúnconlacopaentreloslabiosylasburbujasalfinaldelagarganta,

peroyasabíaquiéneraeldueñodeesavoz.—Señor Sinclair, desde luego no esperaba verle aquí; o volver a verle en

absoluto —le dije con mi mejor sonrisa—. ¿Me está siguiendo? Pensé quedespuésdeestosañosyasehabríaolvidadodemí.—Mi querida marquesa, ¿cómo iba yo a olvidarme de usted? Eso sería

imposible—dijoexagerandosuacento,yestuveseguradequehabíaengatusadoamuchosestadounidensesparaqueledieransudineroconeseacentocantarínsuyo—.Sobretodo,despuésdelasconfidenciasquecompartimosensumansióndeBasondo.Liam mantenía su aspecto juvenil: su pelo de fuego ondulado —ahora

domesticadocon ayudadel fijador—, losojosbrillantes como losdeun zorroescondido entre los arbustos esperando para atacar y su barba cobriza, que leayudabaadisimular lacicatrizcercadesus labios.Apenashabíacambiadoenestos tresañosaunquemeparecióqueahora sueterna sonrisa torcidahacia laderechasehabíavueltounpocomásamarga.—Noséaquéserefiere,yojamásintercambiaríaconfidenciasconunhombre

como usted.—Le di otro trago al champán y añadí—: ¿Qué le ha traído a laconvención de granjeros? Cuando nos conocimos no me pareció usted unhombre interesado en los negocios de la tierra y el ganado, de hecho, si norecuerdomal,estaba intentandousteddeshacersedeunas tierrasenelnortedeEscociaquepertenecíanasufamilia.Igual que entonces, Liam no pareció en absoluto molesto conmis maneras

cortantes —que, sin embargo, fastidiaban a todos los hombres que habíaconocidoenmivida—,mesonrióconironíayrespondió:—Estoy allá donde esté el dinero, mi querida marquesa, y este hotel es el

mejorlugardeLosÁngelessiunobuscaacercarsealosricosyfamosos.Creo

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quemehecruzadoconelseñorClarkGableenelvestíbuloestatarde.Alescucharesenombresonreíamipesar.—Puessivuelveacruzarseconélhágameelfavordepedirleunautógrafo.—Miqueridamarquesa,nolateníaporunacaza-autógrafos—dijoLiamcon

unasonrisadivertida.—Noesparamí,esparaalguienqueconozco.Carmen.NohabíatenidonoticiasdeCarmendesdelaúltimacartadeCatalina,

peromegustaba creer que estaba bien a pesar de la guerra y de lamuerte demamá.—Descuide,sihacefaltaarrastraréalseñorGablehastasusmismísimospies

paraquelefirmesulibritodeautógrafos—measeguró.—Pueslecostaráunpocohacerlo,estelugaresenormeinclusoparaserLos

Ángeles.Liamlepidióunabebidaalcamarerodetrásdelabarra,aunquenoalcancéa

escucharquéera,viqueelbarman leponíaunwhiskyydespués leañadíaunbotellínderefrescodecolahastallenarunvasoporlamitad.SielmarquésdeZuloagalohubieravistosehubieramuertodeldisgusto.—Whiskyconcola,penséqueesoeracomounpecadomortalparaunescocés

—bromeé.—Desde luegoque loes,peromeheaficionadoaestemejunjedulzónenel

tiempo que llevo en los Estados Unidos. Además, a ellos les hace casi tantagracia como a usted ver a un escocésmezclando su preciosowhisky con esaporqueríadecola.—Liammeguiñóunojo—.Megustapensarqueesomismoesloquemepasaamíconellos.MiréunmomentoalosdemáshombresdelsalónydespuésotravezaLiam.—Claro, usted es el exquisito whisky escocés y ellos el refresco barato de

cola,seguro.—Puselosojosenblancoyañadí—:Séalgosobrelabebidamásfamosadesupaísporqueelmarquéseraaficionadoagastarnuestrodineroenella,y le aseguroquenomepareceusted tanexquisitocomosuwhiskynidelejos.Liamseriodivertido.—Me alegra comprobar que el matrimonio no ha doblegado su carácter,

marquesa,mepreocupabaquealcasarseperdieraustedpartedesuencanto.—Alomejorsilohubierahechoahoraseríamásfeliz—murmurésinpensar.

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Aunque no le estaba mirando, noté que Liam me estudiaba con curiosidadmientrasyofingíaquejugueteabaconmicopa.Yahabíasentidoantessusojosverdessobremicuerpo—enBasondo,latardedelagalernacuandoleconocíyel díademiboda—,pero estavezmeparecióquemirabadirectamente amislabios.—Siquisierabesarlaahora...¿lepareceríabien,marquesa?—Sitienequepreguntarloalomejornodeberíabesaranadie.Ymimarido

estáenestemismosalón.—Sí,sindudasearmaríaunbuenescándalo,peronuncameparecióusteduna

mujeralaqueleimportaranlosescándalosolosrumores.Lemiréporfin,estabamuchomáscercadeloquepensabaylamangadesu

chaquetamerozólamanoalvolvermehaciaél.—Yno losoy,peroestanocheestoyaquípormispropiosmotivosyresulta

quesonincompatiblesconunescándalo—respondíenvozbaja—.Asíqueno,nopuedebesarme.—Lástima,mehubieragustadovereseescándalo—susurró.—Claro, para usted es fácil decirlo, pero como ya le expliqué una vez, las

mujeresnosiemprepodemoshacerloquenosplazca.Liamtodavíamirómislabiosunmomentomás.—Y ¿qué le parece este lugar? El hotel Ambassador es como una pequeña

ciudad: tiene 21 hectáreas de jardines, pistas de tenis, un campo de golf,restaurantes, una sala de cine, piscina, salónde belleza, peluquería, tiendas deropa, zapaterías...—enumeróLiammientras el camarero añadíauna rodajadelimón recién cortado a su vaso—. Incluso tiene una oficina de Correos en elprimer piso para que los huéspedes no tengan que salir jamás del hotel y noromperasílailusióndevivirenunaburbujadelujoyglamur.—Puesclaro,afindecuentasestoesHollywood,señorSinclair:lailusiónes

elnegociomáslucrativodeLosÁngeles.Liamlediolasgraciasalcamarerocuandoestelediosuvaso.—Desdeluegoqueloes—dijodespuésdedarleuntragoasuwhiskyconcola

—.Yelclubnocturnodeestehotel,elCoconutGrove,contodasesaspalmerasfalsas, es el corazón de la fábrica de los sueños por aquí. Es donde la altasociedaddeLosÁngelesymedioHollywoodhacencolacadanocheparapoderentrar:estrellasdecine,cantantes,directores,políticos,gánsteres...Sibuscael

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autógrafodelseñorGableyoempezaríaporelCoconutGrove.—LaspalmerasfalsasaparecíanenunaantiguapelículadeRodolfoValentino:

TheSheik.Cuentanqueeldueñodelclubnocturnolascomprócuandoelestudiocerróa cambiode soloquinientosdólaresporquequeríaquea susclientes lesdieralaimpresióndeestarenunexóticodesierto.Liammemirógenuinamentesorprendido.—¿Cómopuedesabereso?Carmenme había hablado de esas palmeras, de The Sheik y sobre todo de

RodolfoValentinomuchasveces.Yoeraunacríacuandoélmurió,perorecuerdohojearlasrevistasdecinequeCarmencomprabacadamesenlaúnicatiendadeperiódicosdeBasondo,yveresasmismaspalmerasenlasfotografíasenblancoynegrodesuspáginas.—Lo sé y punto —dije yo evitando responder a su pregunta—. Por sus

palabrassediríaquenolegustanlosricos.Cuandonosconocimospensabaquesí,sinembargo,ahoradetectounlevetonodereprocheensuvozhacialavidanocturnadeLosÁngeles.Liamserioconsuavidadysacudiólacabeza.—No,meencantanlosricos.Siempreestánbuscandolaformadehacerseun

pocomásricos,unpocomáspoderososounpocomástemibles,poresoresultatansencilloengañarles—dijo.Despuésseacercómásamioídoparaquenadiepudiera escuchar lo que decía y añadió—: Mírelos, disfrazados de vaqueroshablandodecabezasdeganadoydecuotasdeaguacomosise trataradealgomuyimportante,peroustedyyohemosvenidodesdeelotroextremodelmundo,desde Basondo, donde el mar se levanta contra la tierra y el viento arrancaárbolescentenariosdelsuelo.Loshombresvestidosdevaqueros—ocomoellospensabanquevestían los

vaqueros—charlabanentresíenpequeñoscorrillosrepartidosportodoelsalón,algunossereíanenvozaltayotrosbebíanmientrashablabandecomprarlotesdetierraounagranjadeavestruces,queeralaúltimamodaenlaindustriadelacarne y la piel. Suspiré porque ya sabía que no encontraríamos ningún sociocapitalistaeneselugar.—¿Noechademenossucasa?—mepreguntóderepente.—Estaesmicasaahora,consuspalmerasfalsasysucampodegolf.Liamentrecerrólosojoscomosiintentaradecidirsimecreíaapesardequea

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mínomeimportabaenabsolutoquelohiciera.—Apuestoaquesiquisierapodríabarrernosa todos losdeestasalaconun

vientohuracanado,unagalernaotalvezusandounadeesaspalmerasfalsasquehayportodaspartes.Soloconqueustedlodeseara,todoslosmemosqueestánestanocheaquíjugandoalosvaquerosseiríanalinfierno—dijoconsumediasonrisatorcida—.Perosumaridolatienehaciendodeacompañante,demascotapara los inversores. Como a uno de esos preciosos perritos con pedigrí bienentrenadosquesabencuándosaltarocuándohacerselosmuertosparaentreteneralasvisitas.—Vaya,menosmal que usted es un hombre íntegro y nunca finge ser otra

personaparaconseguirsusobjetivos—respondícon ironía—.Recuerdoqueenunaocasiónyaledijecuantísimomeimportabasuopiniónoladelosdemás.—Esverdad,lodijo.—¿Yquépasaconusted?—pregunté—.¿Todavía finge serun lordescocés

queintentavenderpartedesustierras?¿Osehabuscadounahistoriamejorparasusestafas?Antesderesponder,Liamjugueteóconsuvasoigualquesiestuvierapensando

larespuesta.Dentrodelvasoloshieloschocaronentresí.—Ahora dejo que crean lo que ellos quieran: un lord escocés, un playboy

aburrido, el hijo rebelde de una familia dueña de todo el gas de Escocia... Elviejomundosehunde,miqueridamarquesa,yEuropasehundeconél.Hayqueadaptarseomorir,yyo,desdeluego,nopiensoconformarmeconmirarcómosedestruyesipuedosacaralgúnbeneficiodeello.Sonreísatisfechaylediunsorboalchampánenmicopa,queyaempezabaa

calentarse.—Ya suponía yo que unhombre con su talento para lamentira y el engaño

buscaríalamaneradesacarprovechoencualquiersituación,inclusodelacaídaendesgraciadetodouncontinente.—¿Ymeculpaustedporeso,miqueridamarquesa?—preguntófingiendoque

estabaescandalizadoconlaidea—.Hagolonecesarioparasobrevivir,igualqueusted.Inclusocuandopiensoqueestoyyendodemasiadolejosenmisnegociosmepreguntoamímismo:«¿QuéharíamiqueridamarquesadeBasondo?»—Québien,mealegrodeserunainspiraciónparasuscensurablesactividades

—respondíconsarcasmo.

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—Lo es, sin duda. Aunque me apena pensar en las cosas espantosamenteilegalesyespantosamentelucrativasquepodríamoshacerustedyyojuntos,consutalentoyelmíounidossoloparanuestrobeneficio.—No sé de quéhabla—respondí volviendo ami copay sinmolestarme en

mirarle.—Ya, claro. ¿Y qué tal es la vida de esposa de terrateniente? ¿Se aburre?

Apuestoaquehabiendonacidousteda lasorillasdelCantábrico lemolestaelsoldelvalledeSanBernardino,dicenqueescasiinsoportableduranteelverano—me dijo—.He oído que el agua ha vuelto a recorrer sus tierras después deañosdesequíaayudandoasumaridoasalirdelpozodedeudasyfacturasenelqueestabametido,unauténticomilagro.—Esohasidoprecisamente,sí:unmilagro,elcaprichodelamadrenaturaleza.

—Busqué aMasonpor encimadel hombrodeLiampero no le vi por ningúnlado—.Aunqueelpozoenelqueestamosmetidosestanprofundoqueempiezoasospecharquenitodaelaguadelmundopodrásacarnosdeél.Lasdeudasnodejandecrecercomolamalahierba.—Vaya,lamentoescuchareso.Apuestoaqueesonoesloqueteníaenmente

cuando aceptó casarse con el señor Campbell: verse obligada a contar cadacentavo,teniendoqueahorrarencosasqueantesdabaporhechasorezandoparaquesuesposonodecidainvertirenalgunaotraestupidezypierdaneldineroqueyanotienen.Sonreíconamargura.—Yaveoquedisfrutaustedconmidesgracia.—¿Con su desgracia? No, en absoluto, mi querida marquesa, incluso me

gustaría poder ayudarla —respondió tajante. Después, sacudió la cabeza yañadió—:Con lade suesposo, sinembargo,deboaceptarqueunpoco síquedisfruto.—Me alegro de que le divierta tanto, pero la desgracia de Mason será mi

desgraciasielestadodeCaliforniafinalmentenosembargalatierra.—Sería irónico, ¿no le parece?—empezó a decir Liam con suavidad—. El

abuelo deMason les robó esa misma tierra a los tongva y a los serrano quevivíanantesenelvalle,yahoraessunietoquienvaaperderlahacienda.—Paraserustedunvulgarestafadorsepermiteunosprincipiosmoralesmuy

elevados,señorSinclair.

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AunquegraciasamiintervenciónyaladeValentina—laideafuesuyaalfindecuentas—yanoteníamosquecompraraguaalosvecinos,lasfacturasdelosúltimos años seguían sin pagarse y las deudas del rancho se acumulaban cadadía.Masonnoteníaunplandenegocioalargoplazonilamásremotaideadecómo obtener beneficios con el rancho. En cierto modo, me recordaba almarqués,culpandodesumalasuerteenlosnegociosatodoyatodosexceptoasupropiaineptitudparalosasuntosdedinero.—Apesardelasdeudasdesuesposo,debedargraciasporestarahoramismo

aquí, en esta bonita fiesta, en lugar de en España—dijo Liam sin rastro dehumor en la voz—. Europa se está volviendo muy peligrosa para algunaspersonasymetemoquesolovaaempeorar.—¿Serefierealosespañolesqueintentanhuirdelaguerra?—lepregunté.—También, desde luego, es casi imposible salir deEspaña ahoramismo—

respondió mirando alrededor por si acaso alguien podía escuchar nuestraconversación—.Peroahorahablabadelosjudíos,gitanos,enfermos,opositores,periodistasobásicamenteacualquieraqueintentesalirdeAlemania—¿Alemania?—preguntésorprendida—.Peroahínoestánenguerra.—Todavíano,aunqueescuestióndetiempoquelosnazisempiecenuna,con

lospaísesasualrededorprimeroyconel restodelmundodespués.YasehanatrevidoinclusoareclamarAustriayChecoslovaquiacomopropias.En los mismos periódicos donde leía las noticias sobre la Guerra Civil en

España,sepublicabanartículosycolumnasdeopiniónalertandosobreelpeligrodedejarentraren losEstadosUnidosa los judíosoacualquieraqueestuvieraintentando marcharse de Alemania. Además de esos artículos, en algunosperiódicostambiénsepublicabancaricaturasdelosjudíoshuyendoentreratasodudososestudioscientíficosapoyandolaideadequelosrefugiadoseuropeoseramásviolentosomássuciosquelosamablesciudadanosestadounidenses.Nuncame habían interesado lo más mínimo esas noticias, simplemente no era miproblema,peroaLeo,lamanoderechadeValentinaenelrancho,leobsesionabaquelosjudíosllegaranenbarcoshastaCaliforniaysehicieranconelcontroldelestadoparaecharledespuésdesutrabajo.—Ysinoestánenguerra,¿porquéhuyendeAlemania?—quisesaber.—Digamosque laspolíticasdelFührer asustanymuchoaalgunaspersonas

—respondióLiamcongravedad—.Hayaquienesnolespermitenocuparcargos

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públicos o boicotean sus negocios culpándoles de la crisis económica queatraviesaelpaíshastahacerlescerrarodifundenrumoresperversossobreellosparaponeralrestodelosciudadanosensucontra,ycuandoporfinconsiguenemigrar,debenpagarun impuestodemencialalpaísquenodejadecrecerañotras año hasta que ya no pueden seguir pagando y son embargados. Así elgobierno se asegura quitarles sus propiedades legalmente una vez que les hanechado.—¿Aquépersonas?¿Serefierealosjudíos?Liamasintióantesderesponder:—Judíos,gitanos,opositorespolíticosdelpartido,homosexuales,periodistas,

escritores, mujeres, sindicalistas, liberales, enfermos, protestantes... cualquieraqueseaconsideradoun«indeseable»porelgobiernoesperseguidoyarrestado.Dicenquelesencierranenunoscamposdetrabajoparatenerlescontrolados,serumoreaquehayunoenDachau,alsurdeAlemania,peronoconozcoanadiequelosepaconseguridad.Casitodosonrumores.—Esterrible,y¿elrestodelospaíseslopermiten?—Desde luego, igual que no hanmovido un dedo para ayudar a su país en

estosañosdeguerra—respondióél—.FranciaySuizaacogenalgunosdeesospobresdesgraciados,peroCanadá,InglaterraylosbenditosEstadosUnidoshancerrado sus fronteras a todos los que huyen de la persecución en Alemania.Alguien tiene que ofrecerle a esa gente papeles para poder salir del país y unviajeseguropormarhastalatierradelasoportunidades.—¿Así que a eso es a lo que se dedica ahora? —le pregunté, aunque ya

imaginaba la respuesta—.Traficar con las personas que huyen de su país pormiedo.—Soloconlosquepuedenpagarlo.—Liammesonrió—.Y«traficar»esuna

palabradesagradable,yoprefierodecirquemededicoal«transporteurgentedepersonas».Dejé escapar un bufido y volví a concentrarme en mi copa que se vaciaba

peligrosamenterápido.—Esustedunsinvergüenza.—Nofinjaestarescandalizadaconmioficio,miqueridamarquesa,porquesé

bien que no lo está. Y, personalmente, siempre he encontrado esa falsaindignacióndelosricosanteunainjusticiabastantehipócrita:yosoloaprovecho

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laoportunidaddehacerunbuennegocio—sedefendióél—.Laculpaesdelospaísesquelesnieganelvisadoyelpasoseguroaesaspersonas.Silohicieran,yonopodríaganar dinero con sudesgracia: oferta ydemanda.Apuesto a queestudióesoensueleganteinternado.—Sí,todavíarecuerdomisclasesdeeconomía,muchasgracias.Yclaro,usted

ayudaaesaspersonasasalirdeAlemaniayahuirdeEuropaporqueesunalmacaritativaygenerosaquesepreocupaporlosdemás.Liammesonrióysusojoschisporrotearon.—Lacaridadesgratis,perolaayudasiempreesacambiodealgoparalosque

soncomonosotros.—Yaselodijeunavez,yonosoyenabsolutocomousted.—Es exactamente como yo: hace lo que sea necesario para no hundirse,

inclusoaunqueesolecausedolor.Desdeluegonoesparanadacomoél—dijoseñalando aMason con unmovimiento de cabeza—. Pero de todosmodos secasóporquenoteníamásalternativa,igualquehagoyoconmisnegocios.—Sí,igual,igual...—mascullé.Mason estaba al otro lado del salón charlando con un grupo de hombres

vestidosdecowboysconunossombrerosespantosamentegrandes.—Mi marido ayudaría a esa pobre gente gratis —respondí convencida y

todavíamirandoensudirección—.Noesmuybuenoen losnegocios,poresocasi nos arruinamos, pero, gracias a mí, hoy tenemos algo parecido a unaposibilidaddenoperderelrancho.Liamlevantósuvasoparabrindar.—Pornosotrosentonces:porlosquesoncomoustedycomoyo,quehacemos

lo que se debe hacer para que los demás puedan seguir durmiendo con laconcienciatranquila.Choquémi copa con suvaso, ya apenasquedaba clicquot dentro, así que la

dejéenlabarracercadedondeestábamos.—Solo Dios sabe por qué los estadounidenses sirven el champán en esas

ridículas copas—dije limpiándome lasmanos conuna servilleta de papel quemedioelbarman.—Es sencillo: algunas personas no distinguen el dinero de la clase, desde

luego yo sí, y apuesto a que usted también, especialmente ante su inminenteruinaeconómica.

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—Sí,laclasenodadecomernipagalasfacturas,peroeldinerosí.Y¿seganamucho dinero ayudando a esas personas a escapar?—le pregunté como si noestuvieramuyinteresadaensurespuesta.Liamlediountragoasuwhiskyconcolaantesderesponder:—Bastante, aunque también hay unos cuantos gastos importantes a tener en

cuenta: barcos, suministros, víveres, un pequeño ejército de hombres armadosqueseencargandeltransporteportierra...Esonoesbarato.—Sino sabequéhacer con su reciente pequeña fortunay quiere limpiar su

concienciaysudinero,siemprepuedeinvertirenelrancho—lesugeríconunasonrisa encantadora—. Mi marido está buscando un socio capitalista, estoyseguradequecontinuarálloviendoenlahaciendayelpozonosesecará,prontohabrábeneficiosy...—No—mecortóélconsuavidad—.Losiento,perono.—¿Cómoqueno?—preguntésorprendida—.Hacecincominutosmehadicho

quedeberíamostrabajarjuntosyahoraleofrezcoesoprecisamente:sersocios.Liam se separó de mí como si tuviera que hacer un gran esfuerzo para

conseguirloymededicóunasonrisadedisculpa.—Aunquemeencantaríaayudarlaasalirdelagujeroysersusocio,noestoy

interesadoenasociarmeconsumarido.Masonpareceunbuentipo,perocomotodosloshombresquehannacidocondinero,noparecemuycapazdesalirdeunacrisisporsuspropiosmedios,asíquenoleconfiarémidineroaalguienquenome inspiraningunaconfianza—respondióLiamconsuacentoenmarañado—.Lolamento.—Qué molesto es usted, me ha estado haciendo perder el tiempo aquí a

propósito—ledijeentredientes—.Tiempoquepodíahaberocupadoenbuscaraalguienquesíestuvierainteresadoenasociarseconnosotros.—Menuda decepción, y yo pensando que disfrutaba usted demi compañía,

marquesa. Me siento estafado, sí, esa es la palabra, mi querida marquesa:estafado.Nisiquieraibaadignarmearesponder.Resopléydiunpasoparaapartarme

deélydelabarraperoLiamañadió:—No puedo ayudarlos, pero si usted y el vaquero necesitan efectivo con

urgencia, en esta tierra hay algomuchomás valioso que el agua. No cae delcielo,peropuedehacerleganarmuchodinerosiporcasualidadaparecerensus

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tierras.—Petróleo—terminélafraseporél.RecordéqueMasonmencionóalgoensudíasobrecontrataraunprospector

para que buscara petróleo bajo la tierra del rancho, pero, como solía hacerdespués de hablar de ello durante días, se había olvidado por completo delasunto.—Exacto,elpetróleoeselnuevooro,miqueridamarquesa.¿Havisto todas

esas torres extractoras a las afueras de la ciudad? Son como un ejército demonstruos gigantes y cuellilargos bebiendo directamente de las entrañas de latierra.—Liammemiróconsusojosentrecerrados—.Siporcasualidadencuentrapetróleo en sus tierrasyapuede ir vendiendo susovejasy todo lodemásparainstalar una docena de esas torres extractoras. Pronto habrá una guerra conAlemania, es solo cuestión de tiempo, y eso significa que pronto tendremosmuchosaviones,barcos,tanquesalosqueabastecerdecombustible.NuncahahabidopetróleobajoelsuelodeLasÁnimas,niunatristebolsa—

Valentina me lo hubiera dicho— pero podría haberlo. Me miré las manospreguntándomesiseríacapazdecambiarelaguaporpetróleo.—¿Nisiquieravaadarmelasgraciasporlasugerencia?—mepreguntóLiam

sacándomedemispensamientos.Le miré, pero mis pensamientos todavía revoloteaban alrededor del líquido

negroyviscoso.—Se fue de Basondo después de mi boda y sin conseguir una peseta del

marqués,¿porquélohizo?—quisesaber—.Yasehabíametidoalmarquésenelbolsillo.ApesardequeLiam—ocualquieraquefuerasuverdaderonombre—eraun

timador y un charlatán, no se había llevadonada deVillaSoledad: ni el pocodinero que quedaba en las cuentas de la familia, ni las joyas demamá, ni elTurnerfalsoquecolgabasobrelachimeneadelsalónformal.—¿Creeacasoquemefuidesucasaconlasmanosvacíasporalgúntipode

lealtadhaciaustedohaciasufamilia?¿OqueayudoaesapobregenteahuirdeAlemaniaporqueenelfondosoyunbuentipoquesoloquiereredimirse?—Semehapasadoporlacabeza,sí—admití.Liamseacercóhastadondeestabayseinclinóhaciamí,duranteunmomento

penséqueibaabesarme,peroentoncessentísuslabiosrozandomioídocuando

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murmuró:—¿Preferiríaquefueraunbuenhombre?¿Comosumarido?—Mimaridotampocoesunbuenhombre—susurré,acordándomedelapobre

LucyWelch y sus hermanas a las que Mason había cambiado por mí en unsegundo.Liamserioenvozbajayseseparódemí,eloloralimónyamaderahúmeda

quesalíadeéldejóderevolotearamialrededor.—Aunasíapuestoaqueesmejorqueyo,miqueridamarquesa.Yoayudoa

escapar únicamente a los que pueden pagar mis servicios y me marché deBasondoporquenoquedabanadaensucasaquérobar.—Liamhizounapausaymesonrió—.¿Volveremosavernos?—Nocuenteustedconello.

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Vientodefuego

VIENTODEFUEGO

LamismatardeenqueregresamosalranchohicebrotarpetróleobajolatierranaranjadeLasÁnimas.Dehabersidopormí,lohubierahechonadamásllegaracasadesdelaestacióndetrenenSanBernardino,peroestabatancansadadelviajeque,apesardequeeltiempojugabaennuestracontra,dormíhastacasilapuestadesol.Masonno regresóal ranchoconmigo, sequedóenSanBernardinoesa tarde

para reunirse con el contable de la familia. No habíamos encontrado ningúnsocioennuestroviajeaLosÁngeles,talycomoyolehabíaavisado.NingunodeloshombresdisfrazadosdevaqueroquebebíanenelsalónprincipaldelhotelAmbassadorhabíaestadointeresadoeninvertirsudineroenelrancho.Volvimosa casa con lasmanosvacías yMason apenasmedirigió la palabra en las treshorasqueduróelviajedevueltahastaelvalle:selimitóamirarelpaisajealotroladodelaventanillacongestodesconsoladoyasoltaralgúnsuspirodevezencuando. Podía ver en sus ojos azules que no tenía ni idea de qué hacer parasalvarsurancho.Cuando desperté, las cigarras llenaban el silencio del valle fuera de la casa

principal.MevestídeprisaconunodelosvestidoslargosdelaabuelaSoledad,merecogímilarguísimamelenanegraparaqueelpelonomedieracalorysalíabuscaraValentina.Porlastardes,losdíasantesdequellegaraelveranoysevolvieraimposible

pasearporelvallehastadespuésdelapuestadelsol,Valentinasolíarecorrerlaviejacercademaderaquerodeabalazonadelosestablosdelosanimalespara

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asegurarsedequetodoestababiencerradoydequelasvacasnoteníanformadeescapar.Esoeraalmenosloqueelladecía;yointuíaqueenrealidadlegustabapasearporlafincaalatardecerparavercómoelsuelonaranjacambiabadecoloralesconderseelsolyelairesevolvíafrescoyrespirableporfindespuésdetodoundíadefuego.—Habíaoídoqueyaestabaisdevuelta—medijosinvolverseparamirarme

cuandomeescuchóacercarme—.¿Quétalelviaje?Yameimaginoquenomuybien.Lassombrasempezabanaalargarsesobreelsuelopolvoriento,incluidalade

Valentina,queestabaapoyadaenlacercamirandoalhorizonte.—Nohemosencontradoanadiequequierasernuestrosocio.—Nomeextraña,eraunaporqueríadeplan,yademásdesesperado.Soloaun

memoseloocurriríadarlesudineroauncompletoinútilcomoMasonCampbell—respondió.Justodespuéssevolvióparamirarmeporfin—.¿Yahoraquévaapasar?¿Nosecharándeaquísinmás?Aunque ninguno de los hombres que trabajaban a las órdenes de Valentina

estabacerca,caminéhastaellaparaasegurarmedequeelvientodeldesiertonollevabanuestraconversaciónhastaoídosindiscretos.—Nosiyopuedoevitarlo.Tengounaideaparasalvarelrancho,peronoteva

agustar...—empecéadecir—.Petróleo.Valentinamemiróigualquesi lahubieraquemadoconunodeloshierrosal

rojovivoqueusabanparamarcarelganado.—¿Petróleo?¿Enmistierras?Nihablar.—Nonecesitotupermiso,tansolotuayuda.—Pues no la tendrás—respondió cortante—. Estás loca si crees que voy a

permitirquetraigasesacosanegraysuciaamitierra,hechicera.—Estatambiénesmitierraahora—lerecordé—.Ysinohacemosalgopronto

las dos perderemos Las Ánimas para siempre, así que dime qué es lo queprefieres, ¿que se la quede el maldito estado de California o que nos laquedemosnosotras?Los ojos brillantes de Valentina dudaron unmomento antes de responder y

supequeaunapartedeellalegustaríavercómoMasonperdíalatierraquesuabueloleshabíarobadoalostongva.—De acuerdo—dijo por fin—. Te ayudaré a traer esa porquería al rancho,

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perono loharépor losCampbell,nipor ti.Estaesmi tierra,ysiosechandeaquí, tal y como os merecéis, seguramente con el tiempo terminaránconstruyendocasasbaratasparalosmalditosblancosqueloinvadentodo.¿Quénecesitasdemí?Me lamí los labios resecos por el polvo a pesar de que apenas llevaba unas

horasdevueltaenelvalle.—Nohaypetróleoenestatierra,¿verdad?¿Nisiquieracercadelrancho?Valentinamiróalrededorpensandolarespuesta.—Ni una miserable gota de ese mejunje. Cuando Mason empezó a perder

dinero a manos llenas le sugerí que contratáramos a un prospector para queanalizaralatierradelranchoporsiacasohabíapetróleodebajo—respondióella—.MasonsemarchóaLondres,teconocióyseolvidódelprospector,peroyolehicevenirdetodasformasparaqueanalizaraelterreno.Noencontrónada.—Ya,esopensaba...Habráquearriesgarsede todosmodos,no tenemosmás

opcionessiqueremosmantenerelrancho.—Esunamalaidea,hechicera.Unaideaespantosa,nosepuedeirencontrade

lanaturalezasinpagarunprecio—medijoconsuvozronca—.Alanaturalezanolegustanlasintromisiones,sitraespetróleoaWa’aachdebesestarpreparadaparahacerunsacrificio.—Yo ya hice mi sacrificio hace tiempo —respondí pensando en Alma—.

Déjatedebobadas supersticiosasyayúdamesiquieres seguirviviendoenestatierra,vamos.¿Dóndevanaexcavarmañanaloshombresparaañadirlatubería?ComoelaguahabíavueltoaLasÁnimas,Masonhizoquevolvieranainstalar

latuberíaqueuníaelpozoenelladooestedelranchoconlacasaprincipalylosestablos, lamisma tuberíaque supadrehabíamandado retirar añosantes.Lostrabajadores llevaban toda la semanaexcavandoen algunospuntosdel terrenoparapasarlatuberíabajotierra.—En el lado norte, cerca del depósito para recoger el agua de la lluvia—

respondióValentina—.Eseeselmejorsitioparahacerqueelpetróleoaparezca.SiledecimosaMasonquelohemosencontradonosotrasharámuchaspreguntasy tú tendrás que dar explicaciones a mucha gente además de a tu marido: elprospector, contratistas, trabajadores, vecinos, ingenieros y los hombres delgobiernoquevendránaasegurarsedequeelpetróleotienelacalidadsuficiente.Perosi loencuentranloshombresmientrasexcavan,todoserámásfácil,nadie

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sospecharánadararoyellosnopodránresponderloquenosaben.Siempremesorprendíalalógicafríadeesamujerconelpeloplateadoylapiel

agrietadaporlasarrugas,igualquesuamorporesatierra,quenoeranadaparamísalvounafuentedeingresos.—Bien,vamosalextremonorte.—Empecéacaminarsinmirarlaporquesabía

que me seguiría—. Mason se ha quedado el coche para volver desde SanBernardino, así que tendremos que caminar, ¿está muy lejos el depósito delluvia?—No, como a media hora caminando en esa dirección. Vamos, hechicera,

mueveesaspiernaspálidastuyasonollegaremosantesdequeélregrese.Laobedecíapesardetodoylasdoscaminamosensilenciounrato,elsolya

noquemabalapielperopodíasentirelcaloracumuladoduranteeldíasaliendodelatierraabierta.—Siestastierrasaúnpertenecieranamigente,noharíafaltaelsuciopetróleo

parapodervivir—mascullóValentinademalagana.—Ya,ysihubieransidomíastampoco,peroMason...aélnoseledanbienlos

negociosyséquenoaceptaríamiayudanienunmillóndeaños.—Estaeslasegundavezquevasasalvarleeltraseroatumaridoyélniselo

imagina. El muy imbécil es tan orgulloso que de verdad se cree que el aguavolviósolaalahacienda,igualquesecreerálodelpetróleo.Inclusoescapazdepensarqueesméritosuyo.—Valentinasacudiólacabeza—.Pestedehombres.Sonreídisimuladamente.—¿Nuncahasestadocasada?¿Notieneshijos?—lepregunté.Valentinaera laúnicamujer enkilómetrosa la redonda,peroen losmásde

tresañosquellevabaviviendoconellanuncasemehabíaocurridopreguntarleporsufamilia,simplementehabíadadoporhechoquenotenía.—Noyno.CuandoloscurasmepusieronatrabajarparalosCampbell,hace

másdecuarentaaños,ledijealpadredeMasonquenoibaacuidardesuhijonide su casa —respondió sin dejar de caminar—. De haber querido escucharbobadas y sinsentidos a todas horas y limpiar traseros ajenos, me hubieraquedadoavivirconlosjesuitas.No.Lomíoeslatierra,esloquemegusta,nolaspersonasnimuchomenoslosniños.Valentinaeraunadelaspoquísimasmujeresqueyohabíaconocidoenmivida

que no tenía hijos, y desde luego era la única a la que había escuchado decir

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abiertamentequeno legustaban losniños,algo imposiblededecirenvozaltaparalasmujeresdemientorno,aunquefueraverdad.—Yacasiestamos,ahíestáeldepósito—añadió.El depósito para la lluvia era una enorme construcción circular de madera

elevada sobre cuatropilotesparamantener lapreciada aguaque caíadel cielolejosdelsueloyasalvodelosanimalesquepodíanacercarseabeber.—Vaya, ha conocido mejores épocas —dije mirando al depósito mientras

recuperabaelalientodespuésdelacaminata.—Puescomotodos.Vamos,hazlotuyo.—Valentinaseapoyóenunodelos

pilotes de madera y me miró con suspicacia—. Y procura no morirte en elintentootendrémuchoqueexplicarleaMasonyalaPolicíadelvalle.Simeveoliadaenlamuertedeunaseñorablanca,lomismoterminoenlahorca.Me reí a mi pesar, después, me remangué el vestido negro de la abuela

Soledad que llevaba puesto yme arrodillé en el suelo. Valentina dio un pasohaciaatrásperonomequitólosojosdeencima.—Tranquila,nadievaamorir—respondídemasiadosegura.La tierramearañó las rodillasdesnudas.La superficieestabacalienteporel

sol y seca a pesar del agua que circulaba unos cuantos metros más abajo.Coloquélasmanosextendidassobreelpolvonaranjaquelocubríatodoysentílacorrientedeaguadelríosubterráneohaciendovibrarlatierra.—Notellevestodaelagua,hechicera:pormuyricosquevayamosaserconel

petróleo, todavía vamos a necesitar beber agua—me recordóValentina desdedondeestaba.Peroyonolaescuchéporqueestabaatentaalsonidodelpetróleoformándose

en las entrañas de la tierra. Sentí el líquido viscoso y negro avanzandolentamente bajo la superficie de la tierra quemada por el sol, arrasando en sucaminoelagua,lasplantas,lasrocasytodolodemásqueexistíaenLasÁnimas.Cuando el crudo por fin llegó hasta donde estábamos el suelo tembló unossegundos sacudiendo el polvo posado sobre la tierra y haciendo que el viejodepósitodeaguaempezaraagotear.Retirélasmanosdelsuelo,noqueríasentirlacorrientelentaypegajosadelpetróleobajolasuperficie,peronomelevantétodavía.—¿Yaestáhecho?—Sí...yaestáhecho—murmuréconlavozentrecortadaporelesfuerzo.

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—La tierrano tendríaquehaber tembladoasí, esunamalacosa—mascullóValentina mirando en todas direcciones por si alguien más había sentido eltemblor—.Muymalacosa.Medolíalacabezacomosialgopesadoyoscuromehubieragolpeadoenla

nuca,teníalamiradaborrosa,asíqueapenaspodíadistinguirlasgrietassecasenelsueloolasiluetadeValentinadebajodeldepósito,peronotéquemesangrabalanariz.Melimpiélasangreconlamanotodavíamanchadadetierranaranja.—Yabasta,noquieroescucharunapalabramás—dijedemalagana—.Está

hechoypunto,nohayvueltaatrás.Apenas había terminado de hablar cuando un rayo cortó el horizonte

iluminandotodoelvalleymipropiasangremepareciónegraalmirarlabajosuluz fantasmagórica.Unos segundos después el sonido de un trueno sacudió elsuelo,levantélosojosdemisangremezcladacontierraparamiraraValentina.—¿Quéhashecho,hechicera?—mepreguntóporencimadelecodel trueno

quesealejabahaciaelhorizonte—.¿Quéesloquehashecho?Otro rayo iluminó el valle un instante y antes de que yo tuviera tiempo de

responder,unlobonegroaullónomuylejosdeLasÁnimas.

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Elpetróleoqueencontraronbajoelsuelodelranchoeraelmáspuroquehabíaenesazonadelpaís,oesofuealmenosloqueescribióensuinformeelhombredelgobiernoqueviajóhastaelvalledeSanBernardinoparaanalizarelcrudoydarnoselvistobuenoparacomenzarlaextracción.Masontuvoquecontenerlaslágrimasdealegríaalleerelinforme.Esatarde,

cuandodejamosalinspectorenlaestacióndetren—todavíaimpresionadoporlacalidaddenuestropetróleo—Masonmecogióporlacinturalevantándomedelsueloymebesóenloslabiosdelantedelosdemáspasajerosqueesperabanenelandénalpróximotren.—Te dije cuando nos casamos que no tendrías que preocuparte por nada,

¿verdadquetelodije?—merepetíaextasiado—.Sabíaquealfinalnosiríabieny fíjate, ¡petróleo! Nosotros cuidando ovejas y resulta que todo este tiempoteníamospetróleodebajodeesatierranaranjaymuerta.Nuestro plan—de Valentina y mío— para que los hombres encontraran el

petróleomientrasexcavabanfuncionócon laprecisiónde losengranajesdeunrelojsuizo:aldíasiguiente,despuésdelatormentaeléctricamásterriblequeserecordabaenelvalledeSanBernardino,elgrupodehombresalasórdenesdeValentina avanzó hasta la zona norte del rancho para cavar una nueva zanja,justoalospiesdelviejodepósitoqueseusabapararecogerelaguadelluvia.Noimportaba quién encontrara el petróleo al excavar la tierra seca con las palasporquelapropiedaddelsueloseextiendeatodoloquehaydebajodeél:agua,oro,plata,petróleoogas...,todopertenecealdueñodelatierra.—Todavía faltan algunas pruebas, ya le digo, pero la bolsa de petróleo que

está bajo su propiedad es lo suficientemente grande comopara que sus nietos

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puedanseguirexplotándola—habíadichoelinspectordelgobiernodespuésdehacer sus mediciones. Luego se sacudió el polvo de su traje oscuro defuncionarioyañadió—:Entodoslosañosquellevoenestetrabajonuncahabíavisto un petróleo de esa calidad, es perfecto. ¿Y dice que no lo habíanencontradoantes?¿Nisospechabansiquieraquehubierapetróleoensustierras?—No,señor,nuncaantes—lerespondióMason.Cualquier otro en su lugar seguramente se hubiera hecho preguntas —y

también a nosotras—, peroMason estaba poco acostumbrado a cuestionar subuenasuerteenlavidaporquesiemprelahabíatenidoypensabaqueeseerasuderecho.—Pues les ha caído del cielo un buen regalo, ya lo creo, uno muy bueno.

Enhorabuena.Deshágansedelosanimalescuantoantesparaganarespacioenelrancho,apartirdeahorasolotendránquepreocuparsepordóndeinstalaránlastorres extractoras.Estropean el paisaje, pero cuantasmás cosasde esas logrenmeterensuterreno,másdineroganarán.—¡Quéledenalpaisaje!—habíadichoMason,ydespuéssehabíaechadoa

reír.Apenastresmesesdespuésdequeloshombresqueinstalabanlatuberíapara

elaguaencontraranelpetróleo«porcasualidad»,yahabíamosvendido—aunprecioderisa—todoelganadodeLasÁnimase instalado las torresmetálicasqueseencargaríandeextraerelpreciadolíquidonegrodelasentrañasdelsuelo.Elpaisajeenelvallecambió:ahora,cuandosalíaalporchealatardecerveíael

solescondiéndosedetrásdeunatorreextractoraquesubíaybajabasindescanso.Los animales y sus sonidos—a los que yame había acostumbrado— fueronsustituidos por una veintena de hombres con gesto serio y lasmanos siempremanchadasdecrudoquetrabajabanenturnosdíaynoche.ElsuelonaranjapordondeantescaminabasintiendoelcaloracumuladodeldíasellenódetorresdehierrotanaltascomoalgunosdelosárbolesmásaltosdelbosqueenBasondo,pero a diferencia de aquellos, estos árboles eran sucios y ruidosos. El sonidomecánicodelastorrestrabajandonosedeteníaporlasnochesyengullóelrestode los sonidos del valle como una nube negra que provocó que incluso lascigarrashuyerandeLasÁnimasbuscandounnuevo lugar,silenciosoysalvajedondepoderinstalarse.Loquenodesapareciófueellobonegro,quemehabíaseguidodesdemibosquehastaelvalledeSanBernardino.Igualquesucediócon

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elfantasmadeAlma,nohabíaescuchadoallobonivistosuspisadasenelsuelopolvorientoduranteestostresaños,perodurantelosúltimosmesesquepaséenLas Ánimas le escuché aullar cada noche al otro lado de la vieja cerca demadera.—Algunasvecescazasal loboyotrasvecesel lobo tecazaa ti—mehabía

dichoValentina la tarde enqueesavaca se escapóparadar a luz a su terneromuerto.Me gustaba engañarme con la idea de que no era el mismo lobo que

merodeabaporlaverjadehierrodeVillaSoledadlasnochessinluna,peroaunasínomearriesgabaasalirdelacasaprincipaldespuésdelapuestadesol,ysino tenía más remedio que hacerlo, me quedaba en la zona iluminada por lospotentesfocosquetuvimosqueinstalarjuntoconlastorresextractorasparaqueel gobierno nos diera el visto bueno. Ahora las noches eran todas claras yamarillas,iluminadasporlasbombillasenlaslámparasdeseguridad.Eldesiertoalrededor y las montañas negras al fondo desaparecieron, borrados por la luzartificialyel sonido incesantede lasmáquinashidráulicasextrayendo la saviadelcentrodelatierra.El dinero también volvió a Las Ánimas. No ganamos mucho vendiendo a

preciodesaldotodoelganadodelrancho,esosincontarlapequeñafortunaquetuvimos que pagar por la instalación de las torres extractoras, los focos, elgenerador de emergencia o el personal extra para trabajar en la hacienda quehubo que contratar y a los que había que alimentar, pero tal y como Liamvaticinómeses antes, cuando nos encontramos en el salón principal del hotelAmbassador, en septiembre de esemismo añomediaEuropa estaba en guerracontraAlemania.Lademandadecombustibleparaavionesmilitares,camionesparalastropas,tanquesybarcosaumentó,yelpreciodelpetróleosedisparó.—Nopodíashaberloencontradoenunmomentomejor—dijoTrapanesse,el

contablede losCampbell,mientrasnodejabadesumar,paravariar—.Estabasen un buen lío, unomuygordo, por cierto, y aunque todavía necesitarás unoscuantosmesesparasalirdelagujero,aesteritmohabráspagadotodaslasdeudasdelranchoydelnuevoequipamientoenmenosdeunaño.Yentoncesempezarása ganar dinero de verdad, dinero como nunca imaginaste que podrías ganar,Mason.Debajodenosotroshayunafortunaesperandoquevayamosacogerla.—Yasabíayoquetardeotempranomesonreiríalasuerte—respondíaMason,

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olvidandoconvenientementetodalasuertequehabíatenidoensuvida.Aunque todavía le debíamos dinero al estado de California —y a media

docenadebancosendoscontinentesdistintos—Masonvolvíaagastardineroamanos llenas: renovósinconsultarmetodos losmueblesdel ranchocambiandolos que teníamos por unos de diseño italianomoderno—que no hacían juegoabsolutamente con nada más de lo que había en la casa principal. Comprótambiénunnuevovehículoparaelrancho:unmodelomodernoquesecalentabadespués de conducirlo durante media hora bajo el sol, y, desde hacía unassemanas,estabaobsesionadoconunascabañasparaesquiadoresqueunodesusamigosestabaconstruyendoenColorado,apesardequenuncaantesmehabíamencionado que le interesara esquiar. Tuve que esconderle los catálogospublicitarios llenosdefotografíasencolorcon losquesuamigoelconstructorvendía chalés de montaña a los vaqueros de media California. AunquevolvíamosaganardineroyoaúnrevisabaloslibrosdecontabilidaddelranchocuandoMasondormía.Entrabadepuntillaseneldespachodelprimerpisoparaasegurarme de que Trapanesse y él no estaban tan entusiasmados con laposibilidaddeganarunafortunacomoparaarruinarnosantes.Hice caso aValentinaydejé el aguaque corríapor el río subterráneoen su

sitio.Yanoquedabananimalesalosquedardebeber,peromegustabasentirelrumor del aguamoviéndose debajo de la tierra a pesar del ruido de las torresextractoras.Unpar deveces fuimoshasta el pozo en el ladooeste de la fincaparaversilasamapolasblancasylasalviasalvajeseguíancubriendoelsueloenesa zona del rancho, pero al acercarnos vi enseguida que algo iba mal: lasamapolasblancasqueanteshabíanalfombradoelsueloagrietadoalrededordelpozoahoraestabanmarchitasysecas.Apenasunpuñadodefloresconservabantodavíasuscoloresylamayoríadelasplantassehabíanconvertidoenunamasamarrón que se abrasaba en el suelo bajo el sol del desierto. Solo habíansobrevividolasfloresazulessilvestresdelaenredaderaquecubríaelviejopozo.—Noloentiendo—dijealverloquequedabadelasflores—.Medijisteque

enestelugarcrecíanlasamapolashaceaños.—Sí, pero también te dije que la naturaleza siempre encuentra la forma de

equilibrarseotravez,aunqueparaesotengaquepasarporencimadetiydetumagiadehechicerablanca.Estonoesbueno—mehabíarespondidoValentina.El tiempo en el valle también había empeorado en los últimos tres meses:

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tormentas eléctricas tan poderosas que hacían retumbar el horizonte, lluviastorrencialesquearrastrabanconellascualquierrestodevegetaciónquepudieraquedarenelsueloagrietado,calorsofocantedurantetodoeldíaytodalanoche,yvientosecodeldesiertoquearrastrabapolvoyalimañasconél.EsatardehabíasidolamáscalurosaqueyopodíarecordardesdequelleguéaCalifornia.Hacíatantocalor,queeljefedeequipodelostrabajadoreshabíamedidolatemperaturadelcrudoquesalíadelatierraparaasegurarsedequenoestuvieratancalienteque pudiera suponer un peligro de incendio. Las torres extractoras no sedetuvieron,perounadeellasperdióelritmoyempezóachirriarigualqueunamulavieja, subiendoybajandopeligrosamentemásdeprisaque lasdemás.Yohabía salido al porche aprovechando que el sol empezaba a esconderse en elhorizontedetrásdel campodemáquinas, ydesdeahívi cómo loshombres—incluidoMason—corríanhacialatorre.—¡Se ha descentrado! Es por el maldito calor—gritó el jefe del grupo de

trabajo,unhombrequesiemprellevabalosvaquerosunatallamáspequeñaquela suya y siempre manchados de crudo—. Traed las herramientas, no puedopararla sin estar segurode quepodemosvolver a ponerla enmarchaotra vez.¡Vamos,señoritas,corredquenotengotodoeldía!Un par de hombres corrieron hasta los antiguos establos del rancho donde

ahora guardábamos la maquinaria, las herramientas y los repuestos para elequipoextractor.Losdemás sequedaronhablandoentre ellos enun corrilloymirandopreocupadosla torredescentradaquesubíaybajabamásdeprisacadavez.—¿Quésucedeahora?¿Yasehanestropeadoesasmalditascosas?—preguntó

Valentinasaliendoalporcheconmigoparaverlaescena—.Puessíquenoshansalidocaras.Nomevolvíparamirarlaperosentíelolordelcaféconunasgotasdebrandi

quesetomabacadatardesiemprealamismahora,elúnicovicioqueyolehabíavistopermitirseenestosaños.—Esperoqueno:cadaminutoqueesosmonstruosdehierroestánparadosnos

cuestadinero,muchodineroquenotenemos—respondímirandoaloshombresquerevoloteabanalrededordelatorre—.Lasituaciónhamejorado,perotodavíanosfaltanmesesparaempezaratenerbeneficiosconelpetróleo.Valentinacarraspeóylediountragoasucafé.

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—Sivasadeciralgopuedesahorrártelo,muchasgracias—añadí—.Yaséqueestemalditocaloresporculpadelpetróleo.—Elcalor, la lluvia torrencialy losmalditos rayosquenodejandecaerdel

cieloencuantoseponeelsol—merecordóella—.Todoporculpadeesacosanegraysuciaqueahoraempapamitierra.—Si yo no hubiera hecho algo, ahora estas tierras pertenecerían al bendito

estadodeCalifornia,asíquepodríasdarme lasgraciasalmenos—repliqué—.DesdeluegonohasidograciasaMasonyasumaravillosagestiónquetodavíaestemosaquí.Pensé queValentina respondería con alguna de sus frases cortantes pero no

dijonada,asíquemevolvíparaverquépasaba.Susojosnegrosestudiabanelhorizontemásalládelejércitodetorresdemetal.—¿Quésucede?¿Hasvistootrorayo?—lepregunté,ysinsaberporquémi

voztemblóligeramente.PeroValentinanisiquieraparpadeó,susojosseguíanfijosenalgúnpuntomuy

lejosdelporche.—Elvientohacambiado.Yalohabíanotadoantesperoahoraesmásintenso,

yelolor...—respondióporfin—.Esvientodefuego.—¿Vientodefuego?—Asíes.Vienedesdeeldesierto,desdeelmismísimocorazóndeldesierto,y

arrastraconéltodoelcalordelatierra.Vieneapornosotras.Igualquesi laspalabrasdeValentina tuvieranalgúnextrañopodersobre los

elementos, una ráfaga de viento caliente voló hasta el porcheyme sacudió elvestidodelaabuelaSoledad.—Noesnada,solounpocodevientodelsurporelcalordeestosúltimosdías

—dijemientrasmecolocababienlafalda—.Cómosenotaquenosonelloslosquepaganlasfacturas,voyairapreguntaraloshombrescuántotiempopiensantenerlatorreparada,nopodemospermitirnosqueestétodalanochesintrabajar.Di un paso hacia las torres, pero aún no había bajado del porche cuando

Valentinamesujetóconfuerzaporelbrazo.—Novayas,niña.Novayas.Nuncamehabía llamado«niña», ni una solavez en estos años, ydeno ser

porque sabía que era imposible, hubiera jurado que era Carmen quien mehablaba a través de los labios cortados de Valentina. Me volví hacia ella

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sorprendida,casiesperandoveramiantiguaniñera,cuandounvientoinvisibleselevantódelanadabarriendoelpolvonaranjadelsueloparaarrastrarlohastamispies.—Yaestáaquí—murmuróValentinadenuevo.Ellatodavíamesujetabaporelbrazo,asíquemeapartéelpelodespeinadopor

elvientoparamirara loshombres:desdedondeestábamosnomeparecióqueningunodeellosnotaraelsúbitocambioenelviento,seguíanocupadosmirandoalatorrequesubíaybajabaconsuritmodesacompasado.Elprimerrayocayómuycercadedondeestábamos,enellímitedelporche.La

luzblanquecinaentróenlatierracortadaporelsolyseextendiópordebajodelsuelo iluminando cada grieta en la superficie hasta llegar a la primera torreextractora.SiValentinanomehubierasujetadosolounmomentoantes,elrayomehabríapartidoendos.Unhumodecolorgrisoscuroy tanespesocomo laculpa salió del suelo por el agujero donde la primera torre seguía bebiendocrudo.Elhumoenvolviódeprisalatorrehastaquecasifueimposibleverladesdedondeestábamos,elvientodefuegoarrastrólacolumnadehumohastaelporcheinundándolo y haciendo que el aire a nuestro alrededor se volviera ácido,irrespirable.—¡Creoqueesunincendiosubterráneo!—legritéaValentinaporencimadel

ruidodelvientoydelastorresdescentradasquechirriaban—.Elrayohadebidoincendiarelpetróleocalientequehayjustodebajodeesatorre.Busqué a Mason, pero el humo era mucho más espeso ahora y llenaba el

porchedelanterodelacasaprincipal,losojosmeardíanyprontosemellenaronde lágrimas haciendo imposible ver nada de lo que tenía delante. Escuché aValentina tosernomuy lejosdedondeyoestabaybusqué lapuertade lacasapararefugiarnosdentrotanteandoaciegaslapareddemaderaquehabíadetrásdemí.Nohabíadadodospasoscuandounresplandorplateadoiluminóelhumoque

llenabaelporcheycubríalastorresextractoras:otrorayocayódelcieloyentróen la tierra naranja deLasÁnimas cerca de donde estabanMason y los otroshombres. Escuché sus gritos de terror, sus pasos rápidos en el suelomientrascorrían para alejarse de la torre al darse cuenta de que la bolsa de petróleo,calentadaporelsoldurantetodoeldía,sehabíaincendiadoconelsegundorayoyahoraardíabajolasuperficiedelatierra.

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—¡Mason!—gritémientraselhumodensollenabamigargantaybajabahastamispulmones—.No.¡Aléjatedelatorre!Aunque no podía ver nada corrí hacia donde había visto a los hombres

trabajando y aMason por última vez atravesando la cortina de humo.Nomehabíaalejadounmetrodelporchedelanterocuandotodoelaireamialrededorsevolvióde colornaranja intensoy sentí el calordel fuego lamiendomi caraantesinclusodequelaexplosiónmelanzaraporlosaires.

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Masonmurióenlaexplosiónjuntoconotroscincohombres.Dosdíasdespuésdel accidente, tuve que identificar su cuerpo para poder enterrarlo en elcementeriodeSanBernardinoconsuspadres.Noquedabanadademimaridoenesa masa de carne ennegrecida y deforme que yo pudiera reconocer comoMason,peroéleraelmásaltodelosseishombresquemurieronenlaexplosióndel pozo de petróleo y así fue como el forense del condado me ayudó aidentificaramimaridoparapodercertificarsumuerte.Valentinayyo le enterramosenelmodernocementeriode la ciudaddeSan

Bernardino,aunoscienkilómetrosdeLasÁnimas.Masonhubierapreferidoqueleenterráramosenlatierranaranjadelranchoqueéltantoamaba,perodespuésdelaexplosióndelpozodepetróleonoquedabamuchatierradondeenterraranadie.El valle entero había escuchado lo del accidente en Las Ánimas y muchos

vecinosquehabíanconocidoaMason—oasupadreoasuabuelo—vinieronalfuneralparadarmeelpésame.Elfuegodelincendiomehabíaquemadolamitadde la cara—como una quemadura solar grave—, así que incluso con el velonegrodemisombrerode lutopodíanotareldolor intensoenmipielhinchadacadavezqueun rayode solme rozaba lasmejillas.Además,no era capazdecomernadasólidodesdehacíaunosdíasylaspiernasapenaspodíansostenermeen pie debajo de mi vestido de viuda. El médico que me examinó cuandollegamosalhospitalde laciudadmehabíadichoqueerapor laexplosiónyelshockdehaberperdidoamimarido.—Noatodoslosentierranconsuspadres,muchomenoscuandopasandelos

cuarenta —dijo Valentina mirando la lápida nueva con el nombre de Mason

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talladoenella—.Perosupongoqueeselfinaladecuadoparaesafamilia,nadiemás llegó a formar parte del clan, ¿entiendes? Los Campbell, menudos eranesos.Todos losdemássehabíanmarchadoyadelcementerio,peroValentinayyo

seguíamosdepieesperandoalcochequedebíallevarnosdevueltaalrancho.—Sí,loentiendo.Siempretuvemuyclaroellugarqueocupabayodentrode

esafamilia:ninguno.Mason no tenía hermanos, sus padres habíanmuerto hacía años y tampoco

teníaningúnprimo,perosíqueteníaunpardetíosqueaúnvivíanenelestado.CuandovolvimosaCaliforniadespuésdelabodaMasonmellevóaconocerasus parientes y, después de apenas una hora sentada en silencio en su salón,mientras ellos charlaban como si yo ni siquiera estuviera allí,me quedómuyclaro que los Campbell eran una familia donde solo se entraba a través de lasangre.—Sí, han tenido esposas y eso, claro, pero al final eran los hermanos de su

padreyMasonlosúnicosCampbellqueellosreconocíancomomiembrosdesufamilia, aunqueno lodecíanabiertamente.LosCampbellverdaderos—añadióValentina con un tono de reproche en su voz—. Pues ahora ahí están, bienjuntitostodosbajotierraparasiempre.Ahoraseguroquenadiemásseuniráasufamilia.—¿Yquépasarácuandoyomuera?MeenterraránjuntoalosCampbello...Peronosupecómoterminarlafrase.—Hasta que túmueras pueden pasarmuchas cosas, aún eres joven: podrías

casarte otra vez, tener hijos... No creo que tu destino sea pudrirte bajo estamismatierra—medijoValentinaconsubrusquedadhabitual.—Siemprehabíapensadoquemeenterraríanenelcementeriodemifamilia,

enBasondo,paraquepudieraestarcercademihermanaydemimadre.Nomegustaríaquemeenterraranaquí.MirélatumbadeMasonconlalápidarelucientesobreella:

MASONJOHNCAMPBELL

AMADOHIJOYESPOSO(1896-1940)

Lo había decidido mientras me ponía mi vestido negro para el funeral esa

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mañana,perofueentonces,alleersunombreenlalápida,cuandoestuveseguradequeregresaríamuyprontoaBasondo.—Puesnopermitasquelohagan—dijoValentina.Esa misma tarde me reuní con Trapanesse, para que me explicara en qué

situaciónmedejaba lamuertedeMason.Nosencontramosen loquequedabadeldespachodeMasonenelprimerpisode lacasaprincipal.Lasventanasdeese ladode la fachada sehabíanhechoañicos con la explosiónyunacapadecristales cubría el escritorioy lasmodernas sillasdediseño italiano.Tuvequeapartarlos con la escoba para poder coger los libros de contabilidad de laestanteríaysentarmeenlasilladeMasontraselescritorio.—Quedaalgodedineroparatiyparaelrancho,peroespocacosa.Casitodo

lodelsegurodeMasonseráparapagaralasfamiliasdeloscincohombresquemurieron en la explosión, el resto pertenece a los acreedores y al estado deCalifornia. Lo siento —me informó Trapanesse desde detrás de sus gafascuadradas—.Mepareceincreíblequeestémuerto.—Sí,amítambién—habíarespondidoyosinsabersiestabamintiendo.Esanochemequedédormidaeneldespachosinventanasrevisandoloslibros

decuentaspor si acaso JoeTrapanesseera tan inútil comoaparentabayhabíaolvidadoalgo,peropordesgraciaparamí,casinoquedabadineroenningunadelas cuentas. Eso sin contar con que ahora queMason estabamuerto yo debíapagarsusdeudassiqueríapoderreclamarlaherenciayeldinerodelseguro.Ellobonegromedespertó,suaullidoentróatravésdelvacíodondeantesestabalaventanaempujadoporlabrisanocturna.Despuésdelincendioelclimadelvallehabíavueltoalanormalidad:nohubomásrayosnimásvientodefuegocuandolaúltimagotadecrudoseconsumióbajolatierra.Levanté la cabeza de entre los libros abiertos convencida de que todo había

sidounapesadilla,perovolvíaescucharalloboysentíelolordelhumonegrodelpetróleoardiendoquesehabíaquedadopegadoalasparedesdelacasaparasiempre.Melevanté,corríhastaelbañodeinvitadosenesemismopisoyvomitétodoloquenohabíacomidoenlosúltimosdías.Cuandovolvíaldespachoconlos ojos llenos de lágrimas por el esfuerzo para seguir revisando los libros,Valentinaestabaallídepie,enlapuerta,consupijamadealgodónfinoysupeloplateadorecogidoenunalargatrenzaparadormir.Ellaeralaúnicatrabajadoradelranchoqueteníasuhabitaciónenlacasaprincipal,todoslosdemásdormían

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enlosbarraconesquehabíaenunedificiocercadelacasa,peroValentinateníasuhabitaciónconbañopropioenelprimerpisodelacasa.—¿Tienesfiebre?—mepreguntócuandomeviollegar—.Estáspálida.—Hevomitado,soloeseso.Elolordelhumomehadadonáuseas,nadamás.Pero Valentina se acercó, me colocó una mano en la frente húmeda por el

sudorfríodelsueñoylaotraenelestómago.—Estásembarazada.Enhorabuena.—¿Qué?No,nihablar—repliqué,quitándolesumanodemitripadeungolpe

—. Además, ¿qué sabrás tú de embarazos? Yo no soy una de las vacas delmalditoranchoparaquemetoqueteesymedigasqueestoypreñada.Nihablar,muchasgracias.La aparté de la puerta para pasar y me dejé caer en la silla deMason. La

garganta aúnme ardía después de vomitar, a pesar de que había bebido aguafrescadel lavabocon lamano,comohacen losanimalescuando tienenmuchased.—Te guste o no, lo estás. Y si lo tienes habrá otro Campbell en el mundo

despuésdetodo.Mellevélamanoalatripa,adondeValentinamehabíatocadoantes,ydebajo

delrasodemicamisónsentíunavidadiminutacreciendosinmipermisodentrodemícomounadeesasplantasenredaderasquemeseguíanatodaspartes.—¿Yqué se supone que debo hacer ahora?—Miré aValentina y apartémi

mano del vientre—.Mimarido hamuerto, estoy embarazada y el rancho estáarruinado.Noséquédebohacer.Ellobovolvióaaullarfuera,enelvalleque,sinlaslámparasdeseguridadde

lastorresextractoras,habíarecuperadosucolorazuloscuro.Valentinatambiénloescuchóporquesevolvióhacialanocheestudiandolaoscuridadfueraconsusojos ágiles. Al verla ahora buscando al lobo entre las sombras no me quedóningunadudadequién era la verdaderadueñade esa tierra, a pesar de loquepusieraeneltestamentodeMason.—Loslobossonanimalesferoces,peroselespuedeacostumbraraestarcon

laspersonasyanoatacar,¿losabías?Sobretodolashembras,quesonlasmássalvajesdelaespecie,perotambiénsonlasquecuidandelamanada—medijocomo si ella supiera algo que yo desconocía. Después me miró y añadió—:Incluso el lobo más feroz puede volverse amigable con tiempo y paciencia,

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aunquenuncapierdenporcompletosucaráctersalvaje.Puedesverlosilesmirasalosojos,inclusoenloslobosmásacostumbradosavivirentrelaspersonas:esaferocidadensumiradanolesabandonajamás.Eraunanochecalurosa,perounescalofríomerecorriólaespaldaalescuchar

laspalabrasdeValentina.—Penséquenohabíalobosenelvalle,solocoyotesyperrosdelaspraderas

—dijemirando a la oscuridad que lo llenaba todo al otro lado de la cerca demadera.—Yno loshabíahastaque tú llegaste.Tú trajisteal lobocontigo, igualque

trajisteaesahiedradelasfloresazulesqueseenredóenelviejopozoyquetesiguea todaspartes.—Valentinasesentóen lasillaquehabíaalotro ladodelescritorio—.Vuélveteatucasaytenatuhijoentutierra.Laguerraallíyahaterminado,aquínohaymuchoquepuedashacer.—Aunquequisierahacerlonopuedovolver aEspaña:mipadremeechóde

casa hace años, por eso tuve que casarme con Mason. No creo que hayacambiadodeopiniónenestetiempo,élnomedejarávolver.—¡Queseaguantetupadre!Seguroquenoesmásqueunviejoencorvadoy

seco que se caga encima, lo mismo ni te reconoce ya. Aquella es tu casatambién,tienestodoelderechodelmundoaregresar.—MecostómuchosalirdeBasondoynoquierovolver—admití—.Ynocreo

queencasameacojanconlosbrazosabiertosprecisamente.Bajélacabezaypenséentodoloquehabíadejadoatrás.—Sealoqueseaesoquehicierasentupaísyquetantomiedoteda,apuestoa

que esmenos grave de lo que tú recuerdas—dijoValentina casi leyendomispensamientos—. Vete a casa y comprobarás que no solo tú has cambiado enestosaños.Lopenséunmomento.—Pero¿quépasaconel rancho?LasÁnimasestáarruinadaynoquedauna

solagotadepetróleoenestatierra,nopuedomarcharmeydejarlotodosinmás—respondí—.Y tampoco es que ahoramismo nos sobre el dinero como paraquepuedapagarelviajedevueltaaEspañaohacermecargodeunacriatura.—Dividiremoseldineroquequedaenlascuentasendosmitadesiguales:una

mitadparatiylaotraseráparareconstruirelrancho—sugirióValentina—.Noserámuchodinero,perobastaráparapagarteunbilletedevueltaacasa,cosas

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paraelniñoyparaqueyocomprealgunosanimalesparalahacienda.—¿QuiereshacertecargotúdeLasÁnimas?—YoyamehagocargodeLasÁnimasdesdehacecuarentamalditosaños—

respondióella.Podríafuncionar,aunqueTrapanessenoteníaaúnlacifraexactaquequedaría

del seguro de vida de Mason después de pagar todas sus deudas, podía sersuficiente dinero como para comprar algunas vacas, contratar un puñado dehombresyvolveraponerenmarchaelnegocio.—Tú vuelve a tu tierra verde y azul que yo me encargaré del rancho, no

porquetedebaningúntipodelealtadatioaMason:esporquesoylaúnicaquepuede sacarnos del agujero —dijo Valentina, y supe que tenía razón—.Compraréunascuantascabezasdeganadoycontrataréaalgunoshombres, losmenos imbéciles que encuentre, para que me ayuden con los animales.DespediremosaTrapanesseporquenuncamehefiadodeeseenanodemiradahuidizayteenviaréuninformedelascuentasaEspañacadadosmesesparaqueveascómovanlosnegocios,cadaañonosrepartiremoslosbeneficiosentrelasdos.—Seríamossocias,alcincuentaporciento.—Eso es, aunque ten presente que lamitad de un puñado de polvo es solo

medio puñado de polvo.—Valentina se levantó de la silla y caminó hasta lapuerta,pero sedetuvoantesde salirdeldespachoparaañadir—:No todoestáperdido: sé que todavía hay agua debajo de esta tierra y pronto volverán lasflores,lasplantas,losanimalesylavida.Saldremosadelante.Lavidaquellenabaelvalleantesdelpetróleo,esavidanaranjayásperaque

tantohabíaodiadocuandolleguévolvíaalatirahoradebajodelatierraagrietadadeseandosalirdenuevo.—Seacomosea,yonovolverénunca—ledijemuyseria.Valentinamesonrió

y sus dientes parecieron más blancos a la luz de la luna que entraba por laventana.—Puesclaroquevolverás,elpolvodelvalleyasabetunombre—measeguró

—. No estarás fuera mucho tiempo, hechicera. Ahora, vayas donde vayas, eldesiertoirácontigo.

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Cuartaparte.Tierra

CUARTAPARTE

TIERRA

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Elotromarqués

ELOTROMARQUÉS

ValentinayyonosrepartimosentrelasdoseldineroquesobródelsegurodeMasondespuésdepagartodaslasdeudasconlosacreedores,losbancosyconelestadodeCalifornia.ElhombredelaoficinadecambiodedivisasenBilbaomemirósorprendido

al otro lado de la ventanilla cuando le pasé el fajo de dólares por debajo delcristaldeseguridad.—Al cambio, menos la comisión, son casi cien mil pesetas, señora.

Comprenderáqueno tengo tantodineroaquí,peropuedomandaraunode losmuchachos al banco para conseguir lo demás si no le importa esperar un ratoaquí—mehabíadichodemalasmaneras.—Hagaloquedeba.Notengoprisa.Doshorasdespuéselhombrede laventanillameentregóun fajodebilletes

manoseadosdentrodeunsobreyunreciboescritoamano.—¿Sabe dónde puedo alquilar un coche? —le pregunté antes de salir del

edificiodeaduanasdelpuerto.—¿Uncoche?Lasseñorasdecentesnoconducen.Mejorbúsqueseunchófer

quelalleveytengacuidadodepordóndeva,lascarreteruchasquevanhacialacostasonunnidodedelincuentesyalmasperdidas.Yonohabíaaprendidoaconducirparaqueahoraundesconocidoconelbigote

engominadodetrás de unaventanilla se atreviera a decirme lo quepodía o nopodíahacer,asíquebusquélaoficinadealquilerdecochesyleslogréconvencerparaquemedejaranconduciruncochehastaVillaSoledad.

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La carretera que llevaba hasta Basondo estaba mejor que seis años antes,cuandoMasonyyohicimoseltrayectocontrariohaciaBilbaoaldíasiguientedenuestra boda. «No pienso volver jamás», le había dicho a mi nuevo maridomientrasveíacómoVillaSoledadsevolvíamásymáspequeñaenelretrovisor.Y,sinembargo,ahíestabaotravez.El viaje en cochehastaBasondo se había acortado casi una hora, aunque la

carreteratodavíasubíaybajabaconelrelievecaprichosodelasmontañasyseasomaba peligrosamente al mar después de las curvas más cerradas. No mecrucé con otros vehículos y tampoco vi rastro de «delincuentes o almasperdidas».Estabaembarazadadecuatromesespero,apesardeeso—yde lascurvasimposibles—nonecesitépararelcocheenelarcénniunasolavez.LasnáuseasmehabíandadounrespirodesdequesalídeLasÁnimas,peroparecíanhabersidosustituidasporlasterriblespesadillasquemeasaltabancadavezquedormía. Algunas noches soñaba con un mar de petróleo, negro y viscoso,inundándolo todoybajandopormigargantahasta llenarmispulmones.Otras,soñabaconllamaradasdecolornaranjamuybrillantesquesalíanporlasgrietasdelsuelodeLasÁnimasyseenredabanalrededordelastorresextractoras,comoesahiedramalditaquemehabíaseguidohastaCalifornia.Sentí el olor demi bosque en el aire de primavera antes de verlo aparecer

detrásdeunacolina,tanverdeyfrondosocomoyolohabíarecordadoduranteestosaños.Bajé laventanillaparadejarqueelaromaapino,helechosy tierrahúmedallenaraelhabitáculo.Unpocomásadelante,eltejadodepizarraverdedeVillaSoledadasomóenelhorizontedespuésdeunacurva.Aparquéenelmargendelacarretera,juntoalapuertadehierroforjado,ybajé

del coche. El suelo de gravilla crujió debajo de mis zapatos de piel, cogí mibolso—dondellevabaelsobrecontodoeldineroymipasaporte—,perodejéelrestodemi equipaje en elmaletero.Diunospasoshacia la altísimapuertadehierro, perome volví hacia el bosque igual que si alguien hubiera gritadominombre.Alotroladodelacarretera,lahileradeárboles,quemarcabalafronteraentreelbosqueyelrestodelmundo,seagitóconlabrisadelatardeamododebienvenida.—¿Quiénerestú?—preguntóunavozmasculinadetrásdemí.MevolvísorprendidayviquehabíaunhombreeneljardíndelanterodeVilla

Soledadalotroladodelapuertaenrejada.

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—Y¿puedosaberquiénlopregunta?—respondí—.Esustedelqueestáenmicasa,¿quiénnaricesesusted?El hombre, de unos treinta años y vestido con un traje anticuado que me

resultabavagamentefamiliar,sacudiólacabezaymesonrió.—Mira, guapa, yo soy el dueño de la finca y te digo que en esta casa no

admitimosanadiemás,asíqueyateestáslargandopordondehasvenidoporquehuelesaproblemasdesdeaquí.—¿DóndeestáCarmen?CarmenBarrio.¿Todavíaviveaquí?—preguntécon

frialdad.Peroéldejóescaparunarisitaymetiólasmanosenlosbolsillosdelpantalón

quelequedabaporlomenosdostallasgrande.—Carmenyanoviveenningúnsitio,guapa.Murióantesdequeterminarala

guerra, lamismasemanaenquese fueparaelotrobarrio laseñoramarquesa,hastaesocompartieronlasdos.Meacerquéalaspuertasdehierroymirélafachadadelamansiónqueahora

estabadesconchadaymalcuidada.—¿Carmen murió? —Sentí la boca pastosa y las palabras pesadas en el

paladar—.¿YdóndeestáCatalina?Suhija.¿Ellaaúnviveaquí?Antesdequeéltuvieratiempoderesponderlapuertadelanteradelamansión

—quehabíaperdidoelcolorverdeesmeraldaqueyorecordaba—seabrióyunamujerquellevabaunniñoenbrazossalióaljardíndelantero.—¿Qué pasa, Pedro? ¿Es algo malo? —preguntó la mujer en el tono de

alguienacostumbradoaescucharmalasnoticias.—Túmedirás,esunaseñoritingapreñadaquepreguntaportumadre.Ignoréalhombreconel trajeprestadoymefijéen lamujerconelniñoque

estabadepiedetrásdeélcasicomosinoseatrevieraaacercarsemás.—¿Catalina?—Meagarréalosbarrotesoxidadosdelapuertaconfuerzapara

verla mejor, aunque también quería dejarle claro al tal Pedro que no iba amarcharmesinmás—.Catalina,¿erestú?SoyEstrella.AtravésdelenrejadovicómolosojosdeCatalinasellenabandelágrimas.Al

reconocerme, por fin, sus labios finos se curvaron en un gesto intentandocontenerelllanto.—Estrella,hasvuelto.Caminódeprisahastalapuertabuscandolallaveenelbolsillodesudelantal

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conlamanolibre.—¿Quiénesesta?—preguntóPedrocondesdéncuandoellapasóasulado.—Esladueñadelacasa,lamarquesadeZuloagaquehavueltoporfin.Corre,

vealcocheacogersuscosasysúbelasporfavoralahabitacióndelatorre.Pedro memiró y supe que no le hacía ninguna gracia que yo estuviera de

vuelta, pero nome importó porque Catalina abrió la puerta yme abrazó confuerzaunbuenrato.Sentísucuerpocálido,yeldelniñoquellevabaenbrazos,contra mi pecho. El olor a pan rancio y a habitaciones cerradas salía de sudelantalsucioydesupelocastañorecogidoenunmoñodescuidadodelqueseescapanalgunosmechones.—No deberías haber vuelto, Estrella —me susurró entre lágrimas—. Se

suponía que al menos tú vivías muy lejos de esta pesadilla, al otro lado delmundocontumaridoricoyturanchodeovejas,¿porquéestásaquí?¿Cómoseteocurrevolver?Pedro pasó junto a nosotras sin importarle que todavía estuviéramos

abrazadas,me rozó el hombro a propósito al pasar pormi lado para hacermesaberqueeseerasuterritorio:Catalina,lacasa,elcaminodelaentrada... todoerasuyo.—Hubounaccidenteenelrancho—empecéadecirignorandoaPedroysus

malosmodos—.Masonmurióyyonosabíaquéhacer,asíquehevueltoparateneralniñoencasa.MeseparéunpocodeCatalinaparapoderverlamejoryloprimeroquenotées

quemimediohermanaparecíahaberenvejecidodiezañosenestetiempo.Teníadoscírculososcurosdebajodesusojoscastaños,quehabíanperdidopartedelavivezaqueyorecordabahabervistoenellos,yensupeloasomabaunmechóncompletamenteblancoidénticoalqueteníasumadre.—Oh,Estrella,cuántolosiento.MeagradabatantoMason...Parecíaunbuen

hombreytambiénunbuenmarido—medijo,ysupequelodecíadeverdad,nocomotodoslosquehicieroncolaparadarmeelpésameenelcementeriodeSanBernardino la tarde que lo enterramos—. Él es Pedro, mi marido. Y esta esMarina,nuestrahija.Di«hola»,Marina,ellaestutíaEstrella.Laniña,queteníalamismanarizmenudaqueCatalinaysuslabiosfinos,me

miróunmomentoconinterés,peroenseguidavolvióaesconderlacabezaenelcuellodesumadre.

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—Esunpocotímidaconlosdesconocidos,peroyateirácogiendocariño.—Catalinamiróalapequeñaconunasonrisatristeyledejóunbesosobresupeloclaro—.Enhorabuenaporelembarazo.Bajélacabezahaciamiabdomenquesevolvíamásabultadocadadía.—Sí, enhorabuena...—mascullé—. No me escribiste para decirme lo de tu

madre.LosojosdeCatalinaseperdieronenelcéspeddescuidadodeljardíndelantero.—Sí, debí haberte escrito o llamado para contártelo, pero el teléfono del

despachonohavueltoafuncionardesdeque,haceunpardeaños,losnacionalescortaronlaslíneasdetodoelvalle—medijoconvoztensa—.Yaséqueesonoes una excusa pero tumadremurió y después lamía con solo cuatro días dediferencia, y yome quedé sola en la casa ocupándome de todo y de todos ysupongoqueal final simplementemeacostumbréaqueyanoestuvieranaquí.Además,contodoslosquehanmuertoylosqueaúnsiguencayendosientocasiquenotengoderechoaestartriste:raraeslafamiliaporaquíquenohaperdidoaalguienyestándemasiadoasustadoscomoparallorarles.Catalinamemiróporfinyviensusojostodaslasvecesquehabíalloradoa

escondidas por su madre, por la mía y seguro que también por ella misma.Apenasdosgotasmásenunmardemuerte.—Pero no hablemos de esas cosas por si acaso, nunca se sabe quién puede

estarescuchandoparairlesdespuésconelcuentoalosdelcuartelillo.—Catalinatragó saliva y miró preocupada alrededor del jardín ruinoso, casi como si deverdad temiera que alguien pudiera estar espiándonos entre los frutalesescuálidos—.Ahoraqueestásaquíotraveztodoirámejor,aunquesientodecirtequeestaríasmejorenCalifornia.Estohacambiadomuchodesdeque te fuiste,sabiendolodelaguerraytodolodemásyonohubieravueltonienmilaños.—Ya, yo también pensaba eso antes —admití a regañadientes—. Tanto

esfuerzoytantasganasquelepusealsalirdeaquíymiradóndeestoyotravez,enBasondo.Mirélafachadadelacasaynotéqueademásdelpenosoestadodeljardín,de

la pintura desconchada o la puerta verde descolorida, algunas ventanas delprimer piso estaban rotas y nadie se habíamolestado en arreglar los cristalesrajados.—QueridaEstrella,latierratellamaypunto—dijoconunadiminutasonrisa

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—.Detodasformas,aunqueestésdevueltanoesperesgrandeslujos,nisiquierapequeños:lamitaddelosdíaspuedesestardeenhorabuenasihaycomidaenlamesa.—Sí,veoquelohabéispasadomalestosañosdeguerra.—¿Pasado?—Catalinasacudiólacabeza—.No,todavíalopasamosmal,todo

el mundo. Puede que la guerra haya terminado, pero la miseria acaba deempezar. Las cosas que se oyen por ahí asustan, Estrella, y lo peor es que nisiquierahacefaltairsemuylejosparaescucharhistoriasterribles:aquímismoenelpueblomásdeuno tepuedecontarcosasque tepondrían lapieldegallina.Esosiesqueseatrevenahablar,porqueelmiedosehavueltomásintensoqueelhambre,¡yesoquehambrepasamosmucha!Peroelmiedoesmuchopeor:seha instaladopor la fuerzaen lascasasyahoracampaasusanchaspor todoelpaís.Notéelpesodelsobreconlascasicienmilpesetasquellevabaenmibolso.El

hombredelaoficinadecambiodedivisashabíadichoqueera«muchodinero»,perodespuésdepasarañosfueradelpaís—ydeunaguerra—noteníaniideadecuántodineroeraenrealidad.—Ya lo verás por timisma—me advirtió Catalina cambiando a la niña de

brazo para no dejarla sobre la hierba—. Ahora es mejor estarse callada paraevitarquelametanenlíosauna,aunqueseasmarquesadebestenercuidado.PedropasóanuestroladollevandomisdosmaletasdeLouisVuittondeljuego

quemamános regaló aAlmay amípor nuestro cumpleaños en loque ahoraparecíahaber sidootravida,y entró en la casa sindecirnada.Me fijé enquehabía asegurado la precaria puerta de hierro con una cadena oxidada y uncandadoparaevitarquenadieentraraosalieradelapropiedad.—Venga, vamos dentro yme lo cuentas todo con calmamientras pongo la

cena.—Catalinamediounempujoncitoafectuosoparaguiarmehacialapuertaabiertadelacasa—.Ycómonomehasdichoquevenías,mujer,tehubiéramospreparado la habitación o te habríamos ido a buscar a Bilbao para que notuvierasquevenirtúsolahastaaquí.—Nopasanada,hevenidoconduciendo.Catalinaseriocomosisupropiarisalesonaraextrañadespuésdeuntiempo

sinescucharla.—¿Has venido conduciendo? Así que al final te saliste con la tuya y

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conseguiste aprender a conducir, ¿eh?—medijo cuando lasdos estábamosyadentrode lacasa—.Mealegropor ti,elHispano-Suizadelmarquésestáen lacochera cogiendo polvo y echándose a perder sin que nadie lo conduzca, undesperdicio enorme de dinero: otro de los caprichos delmarqués que dejó deinteresarledespuésdeconseguirlo.Sereferíaasumadre,claro.—Perovamos,cuéntametodoloquehasvistoestosañosenAmérica:cómo

es,cómoviven...SeguroqueCaliforniaespreciosa,contantosolytantaestrelladecinetienequeserloalafuerza—añadióCatalina.Durante un momento me recordó a su madre, que solía mirar las páginas

brillantesde las revistasdecineemocionadapensandoenRodolfoValentinooenasomarsealcarteldeHollywood.—Claro,despuésdelviajeencochetengohambredelobo—dijesinpensaren

loqueacababadedecirhastaquelaspalabrassalierondemiboca.UnasonrisarápidacruzóloslabiosdeCatalinaaloírmemencionarallobo.—Puesdesdeya tedigoquenohaymuchodecenar,comotodos losdías,y

ahoraqueestásaquíhayquerepartirlomismoentreunabocamás,perobueno,tranquilaquealgoharemos.—¿Tanmalestátodo?—quisesaber.—Sí,nosolotúhascambiadoenestosaños.El vestíbulo de Villa Soledad estaba a oscuras. Al entrar subí y bajé el

interruptorquehabíajuntoalapuertaunpardeveces,perolalámparadecristalquecolgabasobrelaentradanoseencendió.—Notemolestes,hacemesesquedejódefuncionar,comocasi todoenesta

casa —me dijo Catalina mientras caminaba hacia la cocina—. Y aunquefuncionara tampoco tenemos bombillas suficientes en toda la casa, así que daigual,tampococreoquelashayaentodoBasondo.Elaromafamiliardelacasaqueyorecordabasehabíaesfumadoenestosaños

y había sido sustituido por una mezcla de olor a humedad, a habitacionescerradas,apolvoyaalgomásquenopudeidentificarmientrasavanzabaporelvestíbulo en tinieblas. Había esperado volver a ver a Alma en Villa Soledad;inclusomedetuveuninstanteparamiraralabarandillademaderadelsegundopiso que cruzaba sobre el vestíbulo, segura de que mi hermana estaríaesperándomeconsuvestidoblancodeencajehastalospies,supelorecogidoy

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susquinceaños.PeroAlmanoestabaporningúnlado.«Puede que por fin se haya acostumbrado a su tumba», pensé todavía

buscandoalespectrodemihermanagemelaunmomentomás.DespuésseguíaCatalinahastalacocina,queparecíaserlaúnicahabitacióniluminadadelacasaporquelaluzamarillentadelfuegosalíaporlapuertaparallegarhastaelfondodelvestíbulo.—Bueno,túsiéntatemientrasyoterminodehacerlacenaynotedejesningún

detalle por contarme, que últimamente entre cuidar de Marina y atender almarqués no tengo ningún entretenimiento—dijo Catalina dándome a la niñaparaquelasujetara—.Aguántalaunpocomientrasterminoconestoyentretenlaparaquenollore,¿quieres?NoquieroquePedrosemolesteporoírlallorarotravez.Además,asívascogiendoprácticaparacuandotetoqueati.Mesentéenunadelassillasquehabíaalrededordelamesadelacocinacon

Marinaenbrazos.Eralamismamesaderoblequeyoconocía,perolasuperficiedemaderaahoraestabadeslucida,sinbrilloycubiertadearañazosfinosquemerecordaronalasgarrasdeunanimalsalvaje.—Veoque lacasaestá igualdemalconservadapordentroquepor fuera—

comentémirando lacocina—.Nosabíaqueestuvieras tanmal,podríahaberteenviadoalgodedineroparalosarreglosoparacomprarcomida.—Tampocohaymuchacomidaquecomprar,sololaquetecorrespondeconla

cartilla,ynuncaquedadecasinada.Losmueblesdemaderamacizadecolorgrisclaroconsustiradoresdecristala

juegoquetantohabíancomplacidoamimadrecuandolosvioenunarevistadedecoraciónestabanahoradescoloridosyajados.Faltabanalgunasdelaspuertasenlosarmarios,quedejabanalavistalosvasosylosplatosapilados.Todoslostiradores de cristal tallado habían desaparecido, en su lugar alguien —seguramenteCatalina—habíapasadocuerdaporlosagujerosenlaspuertasqueaúnquedabanparapoderabrirlas.Losazulejosblancosque tantoéxitohabíantenidoenañosanteriores—hastalascocinasmáselegantesdehotelesdecincoestrellas los colocaban detrás de sus fogones— ahora estaban amarillentos yalgunos incluso parecían rajados, al igual que el pesado mármol blanco quehacíadeencimeradondeahoraestabatrabajandoCatalina.—ParecequeVillaSoledadhayaestadoañosabandonada—comentémirando

alrededor.

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—Yesoque todavíanohasvisto lacasacon luz, lomismoteechasa llorarporlamañanacuandoveasbiencómoestátodo,seguroquenoseparecemuchoatusrecuerdos.Perobueno,esloquehay—dijoCatalinaconresignación—.Almenostenemosunacasaenlaqueviviraunqueseestécayendoapedazosynotengamosdineroniparacambiarlasventanasrotas.—Y¿quépasacontumarido?¿Nopuedeencargarseéldelosarreglosdela

casa?—pregunté.Pero Catalina no respondió. La pequeña Marina se revolvió en mi regazo

comosinoestuvieracómodaytrataradehuirparavolverconsumadre.—Creoquenolegustomucho—dijesinmás.Catalinapusounaollaconaguasobreelfuegodelacocina,despuéssevolvió

ymemiróconafectoperonorespondióaloqueyoacababadedecirle.—¿Quévasahacerconeso?¿Lohaspensadoya?—mepreguntóseñalando

miembarazoconlacabeza.Mefijéenquevolvíaahablarenvozbajaparaquenadiefueradelacocinapudieraescucharnos—.¿Vasatenerlo?Sinoesasí,hasdesaberquevasalacárcelsitecogenintentandoabortarosielmédicodapartealaPolicía.Opuedequeteencierrenenunodeesosasquerososhospiciosparamadressolterasydespuésdeobligarteaparirledenelniñoaotrafamilia.Mirémitripaqueyanosepodíaesconderdebajodelaropa,aunquefueraun

pardetallasmásgrande.—No lo sé —admití—. ¿Tú también tenías tus dudas cuando estabas

embarazada?Catalinabufóyasintióantesdevolversehacialacocinaotravez.—Puesclaroquelastenía,comolastenemostodasaunquedigamosqueno,¿o

tecreesqueyoqueríaquedarmeembarazadaconveinteañosyparirenmitaddeuna guerra? Pues claro que no, pero los hombres quieren lo que quieren y almaridonoselepuededecirsiemprequeno—medijosinatreverseamirarme—. A ellos eso les da igual porque saben bien que somos nosotras las quecargamosconlacriaturamientrasestádentroytambiéncuandoestáfuera.Peromientrasdudabaquéhacer semeempezóanotar labarrigayyano tuvemásremedioquetenerla.Noestátanmal,despuésdeuntiempoteacostumbras.Casi como si supiera que hablábamos de ella, Marina se movió entre mis

brazosyyolasujetécomopudecolocandolasmanospordebajodesusbracitosparaqueseestuvieraquieta.

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—Dicesquecuidasdelmarqués,¿esqueelviejotodavíavive?—lepreguntéaCatalinaparadejardepensarenmiembarazo—.Penséqueélseríaelprimeroendormirenelcementerio.—Yotambién,peroyavesqueno,aunquenuncaserecuperódeaquelloquele

pasóconlaplantaenredadera.EldoctorOchoa,esemédicoelegantequeveníadesdeBilbaocadasemanaparaatenderle,semarchóaMéxicodespuésdelgolpeparanovolver.Sinsuscuidados,elmarquésnoterminódecurarselapierna.—SolíapensarenélcuandoestabaenCalifornia,fantaseabaconlaideadeque

algúndíameescribierasparacontarmequehabíamuerto,por fin—admití sinningunavergüenzaenlavoz.—Y lo que me hubiera gustado poder hacerlo: con sus malos modos el

marqués se llevó por delante a tumadre, a lamía y también aAlma, pero élsigueaquíyahorayotengoqueocuparmedecuidarlesiquieroquemepermitacontinuarviviendoenestacasa.—Catalinasacóunapatataydospimientosdelarmariodebajodelfregaderodehierrofundidoyloslavóparaquitarleslatierra—.Me daría igual irme de estamaldita casa, pero no quiero que la pequeñaMarina tenga que vivir en la calle o Dios sabe dónde, así que por ella meaguantoycuidodelviejo.Catalinasevolvióparamirarasuhijaporunmomentoantesdeabrirelcajón

parasacaruncuchilloylatabladecortar.—¿Y qué pasa con Pedro?—le pregunté—. ¿No tiene trabajo para que os

puedamantenersiosvaisdeestacasa?—¿Trabajo?No, casi nadie tiene trabajo estos días. Lamina Zuloaga cerró

antes de que terminara la guerra, el marqués hizo un mal acuerdo con lossublevados y perdió lo poco que nos quedaba—respondió Catalina mientrascortabalospimientosentrozosmuypequeños—.Yaunquenohubierasidoasílaminaestáseca.Yanoquedahierrosuficienteenlatierraniparafabricarunasartén,losacarontodo.MeacomodémejorenlasillaconcuidadodenopillarlelaspiernasaMarina

conlapatadelamesaalmoverme,ypregunté:—¿Laminaestácerrada?¿Peroentoncesdequéviveelpuebloahora?—Novive,asecas.Elmarquéscerrólaminayechóalacallealoshombres

quetodavíatrabajabanenella;algunossefueronalaguerraparanovolver,otrosvolvieron pero no pueden trabajar de nada y la mayoría huyeron del país

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mientras todavía se podía.—Catalina dio un golpemás fuerte con el cuchillosobre la tabla de cortar cuando llegó al final del pimiento—. Ahora soloquedamoscuatrogatosenelpueblo,cinco,ahoraquetúhasvuelto.Me miró con resignación, después se limpió las manos en el delantal que

llevabaatadodetrásdelacinturayseacercóhastalamesa.—Québien—murmuréconironía.—Escucha, las cosas aquí ya no son como antes,Estrella.Ahora tienes que

agacharlacabezaytenermuchocuidadoparanoterminarmal,ysobretodotencuidadocon...PeroantesdequeCatalinaterminaradehablarsumaridoentróenlacocina.—¿Cómo va la cena? No me digas que estáis de palique aquí en vez de

cocinando, ya es tarde yme gusta cenar temprano para no hacer la digestiónmientrasduermo.—PedromiróaCatalinaydespuésmemiróamí,peroyolesostuve lamirada sin inmutarme—.Elviejodicequequiereverte, asíqueve,estáensudespacho,yotesujetoalaniñamientrastanto.—Sielmarquésquierevermequevengaaquí—fuetodoloquedijeaPedro

antesdevolveramiraraCatalina—.¿Yquépasaconlaempresafamiliar?¿AúnexisteEmpresasZuloaga?SentílatensiónenelairedelacocinaylasondasdelodiodePedroalsaberse

ignorado,peromedioigual,noestabaotravezencasaparacontentarleaéloalmarqués.—Sí,EmpresasZuloagatodavíaexisteperohaceañosquesolotienedeudasy

másdeudas.Nohemos ingresadounapesetadebeneficioen todoeste tiempo.—LavozdeCatalinatemblóligeramentealmirarasumarido,queseguíadepieen la puerta de la cocina con los puños apretados a los lados—.No creo quenadiehayaactualizadoloslibrosdecuentasdesdehace...niloimagino.Pedrosaliódelacocinaasegurándosedecaminarconfuerzasobrelosazulejos

delvestíbuloparaquelasdossupiéramosquesehabíaenfadado.Hastaquesuspasosfuriososnoseperdieronenelecodelamansión,Catalinanoseatrevióavolveraacercarseanosotras,yaunasímiróhacialapuertadelacocinaunpardevecesantesdedecidirse.—Nohagaseso,Estrella,onosmeterásalasdosenproblemas—mesusurró.

DespuéscogióaMarinaenbrazosylameciócontrasupechoapesardequelapequeñanoestaballorando—.Lascosasyanosoncomoantesporaquí,yano

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puedesdecirloquetedélaganacuandoseteantoje.—Estaesmicasa,nadiemedaórdenesenmicasapormuchomaridotuyoque

sea.PeroCatalinasiguiómeciendoalaniñacomosiestuvieraintentandocalmarla

otuvieramiedodequesepusieraallorar.—Tupadreaúnvivey,aunqueestéviejoychocho,élsiguesiendoelmarqués

deZuloaga,eldueñodetodoestoyporaquíaúnlevencomoelamodelpueblo—susurró Catalina—. Así que intenta estar a buenas con él para que te dejequedarteenlacasa.—Elmarquésnoviviráparasiempre:tendráyaunmillóndeaños,ycuandoél

muera...—Cuando elmarquésmuera Pedro todavía seguirá aquí—me cortó en voz

baja—. Se ha hecho muy «amiguito» del marqués, los dos se pasan el díahaciendoDiossabequéenelsalónoenelcuartodelacaza.Aunqueelmarquésmueramañanaytúloheredestodo,Pedroseguirásiendoelhombredelacasa:necesitarássupermisoparacobrartuherencia,venderlapropiedadyhastaparacasarte.YesosinolograconvenceralviejoparaquecambieeltestamentoylopongatodoasunombreosiahoraledaalmarquésporreconocermecomohijalegítimayPedroseconvierteenmarquésdeZuloagacuandopadremuera.—¿Qué?Perosinisiquieraesdemifamilia,¿ymedicesquevoyatenerque

pedirlepermisoatumaridohastaparairallavabo?—LevantélavozsindarmecuentadeloquehacíayvielpánicoenlosojosdeCatalina—.¿Porquénoteseparas de él? Que se vaya con sus malos modos a otro sitio, a ver dóndeencuentraotrapobrequeleaguantecomotú.Nosquedaremoslasdosenlacasahasta que el marqués muera, que para eso es nuestra casa y tenemos todo elderechodelmundo a vivir en ella.Yo tengo algo de dinero para ir tirando demientras.Catalinaserioconamargura,lediounbesoaMarinaenlafrenteysupeque

estabahaciendounesfuerzoporcontenerlaslágrimasmientrashablaba:—Ojalá pudiéramos vivir solo nosotras con las niñas en esta casa y ojalá

pudieradejar aPedro, peroyanopuedes separartedelmarido, no importa lascosasterriblesqueélhaga,nopuedesdejarle,vacontralaley.Meapoyéenelincómodorespaldodelasillaysuspirédejandoqueelpesode

todoloqueCatalinaestabadiciendocayerasobremíymeaplastara.

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—El coche de alquiler aún está en la puerta, podemos marcharnos las tresmientrasellosduermen,paracuandosedencuentadequenoestásyaseráporlamañana—susurré—.TengodineroypodemoscogerelferrienBilbaoparairaInglaterra...Hastaqueno lodije envozaltano recordéque Inglaterra,ymediaEuropa,

estabanenguerraahoramismoyquelasbombasalemanascaíancadadíasobreLondres.—¿Estás loca? ¿Sabes lo que nos pasará si nos cogen?—Catalina me miró

espantada—.Paraempezar,nosencerraríanenalgunacárcelespantosay suciadondenosharíandetodo,sellevaríanaMarinaparadárselaaDiossabequiénoharíanalgopeorconella.Siestuviéramossolas,mesubiríacontigoalcocheencuantoesosdossequedarandormidos,peronopuedoarriesgarmeahaceralgoquepongaenpeligroamihijita.MefijéenlaformaenqueCatalinaseaferrabaalapequeñayderepentesupe

queellayahabíapensadoentodasesasposibilidadesmuchoantesdequeyoselosugiriese.—¿Yentonces?¿Quépodemoshacer?Escuché unos pasos furiosos atravesando el vestíbulo y acercándose a la

cocina.—Nada, no puedes hacer nada —respondió Catalina deprisa antes de que

Pedroaparecieraenelvanodelapuerta—.Voyairadarlelasopaalmarquésyaprepararleparaacostarse.TúterminaporfavordecortarlapatataparalacenayéchaleunojoaMarina,¿quieres?Catalinamesonriónerviosa,asíquemelevantédelasillaycogíalapequeña

enbrazos.Pesabamásdeloqueyocreíayolíavagamenteajabónyaeucalipto.MarinaalargólasmanoscomosiquisieravolverconsumadreperoCatalinayahabíasalidodelacocinaparairaatenderalmarqués.Enelvanodelapuerta,Pedrosonrióregodeándoseantesdesalir.

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VolvíadormirenmiantiguahabitaciónigualquesinuncajamásmehubieramarchadodeVilla Soledad.Losmuebles estaban cubiertos con sábanas viejasparaprotegerlosdelpolvoydelaguerra,perodespuésdequitarlastodas,ponermantaslimpiasenmicamaylimpiarunpocomedecidíalavarmeyprepararmeparadormir.Pedrohabíatiradomismaletasjuntoalapuertadelbañoanexoycuando las abrí mi ropa estaba arrugada y mis zapatos de salón forrados enterciopelo se cayeron al suelo. Eran los zapatos queme había comprado paraasistir a la recepción en el hotel Ambassador de Los Ángeles en otra vida.Recogíloszapatosdelsueloylosvolvíaguardarenlamaletaconcuidado.Meparecieron inútiles en esa casa ruinosa llena de lámparas sin bombillas ymanchasdemohoenlasparedes.Measegurédequelapuertadelahabitaciónestabacerradapordentroysaquéelsobrecondineroquehabíaenmibolso.«NoledigasaPedroquetienesdineroytampocoselodigasalmarquésote

obligaránadárselo.Escóndelobienyyapensaremosquéhacemosconél»,mehabíadichoCatalinaenvozbajaaprovechandoqueestábamosotravezsolasenlacocina.Elsobreamarillopesabaenmimanomientrasbuscabaunlugarseguroenla

habitaciónparaesconderlo.Abrímiarmariodecerezoconespejosenlapuerta,dentro, una pila de sombrereras olvidadas cogían polvo. Pensé en esconder elsobredentrodeunadeellas,peroentoncesrecordéquehacíamuchosañoshabíaescondidoelcollarconlaesmeraldadelaabuelaSoledadenunadeesasmismascajasyhabíatenidoquedárseloalmarqués.Nopensabadejarqueserepitieralahistoriadeningunamanera.Mientraspensabadeprisameparecióescucharelaullidodeunlobofuera,en

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el bosque. Corrí hasta las ventanas de la habitación, desde allí vi la sombraoscurayenormedelbosquealargándosehastadondealcanzabalavistay,justodonde crecía la primera línea de árboles al otro lado de la carretera, intuí lasilueta de un gran lobo negro que miraba hacia mi ventana con sus ojosbrillantes:unodecolorverdeyotroamarillo.Meapoyécontraelcristalparaverlomejor,peroentonceselsuelodemadera

deroblecrujióbajomispiesdescalzos.Unadelastablasbajolaventanaestabasuelta,meagachéy levanté el tablónconcuidado:debajohabíaunagujero losuficientemente amplio como para guardar un neceser de tamaño grande. Sindudarlovaciéelmíosobreellavabodelbaño,metíelsobrecontodoeldinerodentro—exceptopor el pardebilletesquehabía sacado antesy llevaba en lacartera—paraprotegereldinerodelahumedad,lometíenelagujerodelsueloydespuésvolvíacubrirloconlatablasuelta.ParaevitarquePedrolodescubrierasiacasodecidía registrarmihabitación,coloqué labutacadepieldondeAlmasolíaleerpoesíarománticasobrelatablasueltaydejéunlibroencimaparafingirquehabíaestadoleyendojuntoalaventana.Cuandovolvíamirarhaciaelbosqueellobonegroyanoestaba;sinembargo,

así fue como me di cuenta por primera vez de que en realidad el lobo meayudaba.

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Unsecretocompartido

UNSECRETOCOMPARTIDO

DosdíasdespuésdemiregresoaVillaSoledadviaAlmaenelinvernaderodela abuela.Estaba amaneciendopero la luz que entraba por las ventanas demihabitaciónmehabíadespertadounratoantes.Cuandomeacerquéalaventanameparecióver,atravésdeltechodecristaldelacasita,amihermanatrabajandoenelinvernadero.Sinembargo,almirarmejormedicuentadequenoeraAlmalaqueescarbabaenelsuelodetierra,sinoCatalina.Esaeralasegundavezquelaconfundíaconella.Mevestísinningunaprisa.Miropayaestabacolgadaenelarmario,perocasi

todosmisvestidosyzapatoseraninútilesodemasiadoelegantesparapasearmeporlacasaconellos,asíquemepuseunodelosvestidosconvuelodelaabuela,elmismoquellevabapuestolatardequedevolvíelaguaaLasÁnimas.Eraunamañanadeprimaveraclaray fría.Lamansiónestabasilenciosacasi

como si estuviera habitada solo por fantasmas, y tal vez fuera así, porque unescalofríomebajóporlaespaldacuandolleguéalvestíbulosolitariodelacasa,yescuchéelsonidodeunasilladeruedasarrastrándosesobreelsuelodemaderadetrásde lapuertacerradade la salitade los trofeosdelmarqués.No lehabíavistodesdemivueltaynopretendíacambiareso,demodoqueseguíavanzandoporelpasillolateraldelprimerpisoquellevabahastaeljardíntraserodeVillaSoledad.—Vaya,casihepensadoquevolvíasa tenercatorceañoscuando tehevisto

porlaventana—ledijeaCatalinacuandoentréenelinvernadero.No era exactamente la verdad, tan solo la verdad amedias, pero no quería

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hablardeAlmayarriesgarmeahacerlaaparecercomosinombrarlafuerapartedeunhechizoparaconjuraralosmuertos.—Estaría bien, ¿verdad? Que las dos volviéramos a ser adolescentes pero

sabiendoyatodoloquehemosaprendidoenestetiempo.Yquenuncahubierahabidoguerra,nihambre,nimiedo.—Sí,estaríabien—admitísinmolestarmeenocultarlamelancolíaenmivoz.—Y ¿cómo vas tú? No debe de ser fácil estar otra vez en esta casa y en

Basondodespuésdetodoloquesucedió,encimaembarazadayviuda.Suspiréenelairefríodelamañanaantesderesponder:—Sí,embarazadayviuda.Esextrañoporqueyomesientoigualysigosiendo

lamismaEstrelladesiempre,peroahoraestelugarmeparecediferente.El invernaderode laabuelaSoledadestaba sucioydeslucido.Yanoparecía

esepequeñopalaciode cristal donde la abuela se escondíadelmundodurantehorasparadedicarseasusrosas.Lospanelesestabanmanchadosdebarroseco,algunosestaban rotosyen lugarde sustituirlos loshabíanarregladoutilizandoalambre de espino y viejas botellas de leche para evitar que los pequeñosanimalitos entraran amordisquear las plantas.La largamesa de trabajo dondeañosatráslaabuelacolocabalasmacetasdebarroylostiestosdecerámicaparasus esquejes había desaparecido, las estanterías de hierro forjado que habíacontralapareddelfondotodavíaestabanensusitioaunquesusbaldasestabanocultasbajosacosdecemento,tierrahúmedayleñaamontonadaqueolíacomosiseestuvieradescomponiendo.—¿Todavíacuidaslasrosasdelaabuela?—lepregunté.Catalina estaba agachada en el suelo de tierra, no podía ver su cara porque

estabadeespaldas,peromefijéenquetrabajabasinguantes.—Sí,hacealgúntiempopenséendejarlasmoriraquídentro,peronosédequé

estánhechasesasdichosas floresque loaguantan todo—protestó sinmirarme—.Cuandocreesqueestánmediomuertasvuelvena florecermáshermosasyfuertesaún.Nohabíavistoa lapequeñaMarinahastaqueella semovió.Laniñaestaba

sentada en la vieja carretilla de hierro que Emilio, el antiguo jardinero de lamansión,solíausarparallevarselasramasmásgrandesdespuésdecortarlas.Seentreteníajugandoconlatapadeunbotedecristalysumadrelehabíacolocadounamantadecuadrosrojosdentrodelacarretillaparaquelapequeñaestuviera

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cómodaynopasarafrío,aunqueelairedentrodelinvernaderoeracálido.—Sí, las rosas son más duras de lo que todo el mundo cree —le dije

conscientedequeningunade lasdoshablábamosde flores—.Pero¿quées loqueestásdesenterrandoahí?Esonosonrosas.—No, son patatas y puerros, de lo poco que crece en este suelo con esta

humedad pero bueno, algo es algo, si no fuera por mi huerto secreto ya noshubiéramosmuertodehambreenestacasa.¿Dedóndecreesquesaliólacenadelaotranoche?Desdeluegodelaasquerosacartilladeracionamientono.Meacerquépordetrásparavermejorloqueestabahaciendoyvilashojasde

lostubérculosasomandodelatierraordenadasenlínearecta.—Y¿nadiesabequelotienes?Elhuerto,quierodecir.¿Nisiquieratumarido?

—preguntéconunamediasonrisa.—Especialmentemimarido—respondióellasinvolverse—.Loshombresno

tienenpacienciaparalascosassecretasquecrecenbajotierra,ymimaridonoesuna excepción: ellos lo quieren todo al momento, ya. No, de saber que estehuertoexistePedroyalohubierapisoteado.—Sí,tumaridotienelosmismosmalosmodosqueelmarqués,seguroquepor

esoseentiendentanbien.Marina tosió un par de veces en la carretilla y dejó caer al suelo la tapa de

aluminioconlaqueestabajugando.Yoestabamáscerca,asíquelarecogíyseladevolvídespuésdelimpiarlaunpoco.—¿Cómo sabes que será niña?—le pregunté de repente a Catalina todavía

mirando a la pequeña—. La otra noche en la cocina dijiste «nosotras con lasniñas».¿Cómosabesqueesperounahija?—Porque siempre son niñas. Las mujeres de esta familia rara vez parimos

varones,¿notehasdadocuenta?Lopenséunmomento.—Sí,escierto.Marina tosió otra vez,más fuerte ahora, tanto que susmejillas se volvieron

rojas por el esfuerzo y sus ojos castaños se llenaron de lágrimas. Catalina seolvidódesuhuertoaloírlayselimpiólasmanosdetierraensudelantalantesdecogerenbrazosalapequeña.—Yaestáya,chisss...nopasanada,cariño—ledijoconvozsuave.PeroMarinaseguíatosiendocomosinopudierarespirarbien,susmanitasse

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cerraronasustadasalrededordelvestidodefloresdesumadre.—¿Quélepasa?—Está enferma de los bronquios, desde que nació.—Catalina la meció en

brazos intentando calmarla, pero la niña abría y cerraba la boca como un peztratandoderespirarfueradelagua—.Teníamuchaprisaporconocermeynacióunpocoantesdetiempoporquenopodíaesperar,¿verdadquesí,maitia?[2]Yyotambiénteníamuchasganasdeversucarita.Catalinalaabrazómásfuerteylaniñavolvióatoser.—Y¿nohaynadaque le puedasdar cuando sepone así?Medicinas. ¿Algo

quelaayudearespirarmejor?—lepreguntémirandoalapequeña.—Sí.Hayunamedicinaparalosbronquiosquelealiviaylevamuybien,pero

notengodinerosuficienteparapagarla,normalmenteselepasaalpocotiempo—respondió—.Cuandosetranquilizavuelvearespirarbiendespuésdeunrato,perosinoselepasalepreparounacataplasmadeeucaliptosconlashojasquesecaendelosárboles.Megustaríapoderayudarla,claro,peronohaymuchomásquesepuedahacer.RecordéderepentequelaprimeravezquecogíaMarinaenbrazosmepareció

quelaniñaolíaligeramenteaeucaliptos.—Yotengodinero,dóndesecompralamedicinaquenecesita,¿enBasondo?—Sí,hayquepedirloenlaboticadelpuebloyellastelopreparanalmomento

peronoesbarato,Estrella.Sumedicinaparalosbronquioscuestacasilomismoquelacomidadetodoelmesparaloscuatro.—Daigual,túescríbemeloquehacefaltayyoiréabuscarlo—ledije—.El

cochedealquilertodavíaestámuertodeascoenlacarretera,asíquenotardarémucho.YaestabacaminandohacialapuertadecristaldelinvernaderocuandoCatalina

medetuvo:—Espera, esmuy amable por tu parte pero no puedes ir a comprarla. Si te

presentasen laboticacondinerosuficientepara lamedicinadeMarina,Pedroterminaráporenterarsedequetienesdineroyquerrásaberdóndeloescondes.Lamiréincrédula.—Medaigualtumarido,¡queseentere!—dijemásaltodeloquepretendía

—.Detodasformas,yaestoyhartadeélydesusbobadas,contodoloquehepasadoenmividanovoyapermitirqueunchulomalencaradomepisotee.

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NotécómoCatalinaseaferrabamásfuertealapequeñaalmencionaraPedro.—Noestanfácilcomotúcrees:Pedroesmuyqueridoenelpueblo,algunos

piensanqueseráelpróximomarquésysearrimanaélparaestarabuenasporsiacasopadresemuerederepente,¿entiendesloquequierodecir?Marina ya no tosía, pero su respiración todavía era superficial y rápida, las

lágrimas lemojaban lasmejillasyelvestidodesumadremientrassusdeditosretorcíanlateladefloresdescoloridacercadesucuello.—No,laverdadesquenoséporquétenemosmiedodeél,estaesnuestracasa

—dije.Entoncesmefijéenque,debajodelateladelvestidoquelapequeñaMarina

estrujaba, lapieldeCatalina tenía el inconfundible colormoradodeungolpe.Volví hasta ellas y le retiré la tela con cuidado para verlo mejor, pensé queCatalinaprotestaría,peronodijonada.—¿Estotelohahechoél?—pregunté—.¿HasidoPedro?—Nadaessuficienteparaél.Nilacasa,ninuestrahija,nilacomida,niyo—

murmuróCatalinasinmirarme—.Pedroestáavergonzadoportenerqueaceptarmicaridadparapodervivir:lacaridaddelahijailegítimadelmarqués,figúrate.Sabebienquedenohabermeconvencidoparaquemecasaraconélseguramenteahora estaría muerto o viviría de malas maneras en algún camino perdidohaciendoDiossabequé.Paraunhombrecomoélesoesunahumillación,saberqueyolesalvé.Miré el moratón en la base del cuello de Catalina, por el color y la carne

inflamadadebajoelgolpenotendríamásdeundía,loquesignificabaquePedroselohabíahechodespuésdemiregresoaVillaSoledad.Intentérecordarperonohabíaescuchadonada:nigritos,nigolpes,nada;aunquetambiénsabíabienquelamansióneralosuficientementegrandecomoparaesconderesesecreto.—Y¿lopagacontigo?Encimadequetecasasteconél,dequelealimentas,le

lavas los calzoncillos, le permites vivir en esta casa sin trabajar, ¿todavía seatrevealevantartelamano?—Sacudílacabezaycaminéfuriosahastalapuertadel invernadero—.Piensoecharlehoymismo,apatadassiesnecesario,medaigualloquedigaelviejooloquedigalaley:esedesgraciadonovaavivirenmicasaniundíamás.—No, espera, Estrella.—Escuché el pánico en la voz de Catalina—. Si le

echasalacalleyélselocuentaalaGuardiaCivilosiseenteranenelpueblo...

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—Puesqueseenteren,¿quémeharán?Soyyolaqueleechadecasa,notú—lacorté—.Yonosoysumujerniledeboningúnrespetoaesaratadedospatas.—Novaldrádenada,Estrella.AojosdelaleyestaeslacasadePedroyno

podemos echarle aunque queramos. Para ellos, él tiene todo el derecho delmundo a pegarme y seguir viviendo aquí como si nada.—Catalina hizo unapausa antes de seguir y comprendí lo mucho que le costaba hablar de ello.Intentéimaginarloquehabíapasadoenestosañosviviendosolaconelmarquésyconsumaridomientrascuidabadesuhija—.Yosolopuedocallarmeyesperarqueunadelasvecesnoterminematándomeporquesimematadeunmalgolpe,¿sabesquiénsequedaráconmihija?Él.MiréaMarinaenbrazosdesumadre,habíadejadodetoserysurespiración

eralentaperoconstante.Soltélapuertadecristaldelinvernadero,noibaairaningúnladosinelvistobuenodeCatalina.—Para esas personas Pedro podría seguir siendo un buen padre incluso

despuésde reventarme lacabezaagolpescontrael fregaderode lacocina, asíque figúrate lo queme dirán si les cuento que de vez en cuandome pega—añadióella—.Con suertenomemeteránamí enel calabozouna semanaporcontarlo.—Bien,noleecharédecasasitúdicesqueesosoloempeoraríalascosas—

acepté mientras pensaba en los distintos escenarios posibles—. Pero ¿quéhacemos con él? No voy a vivir los próximos veinte años asustada por otromarquésdepacotilla.Catalinaintentósonreírperofracasómiserablemente.—¿Dicesque todavía tieneselcochedealquiler?PídeleaPedroquevayaa

Bilbaoadevolverlo,dileque lepagarásconalgodeldineroque tehasobradodelbilletedevueltadeAmérica—sugirióCatalina—.Túcuéntalequeson lasúltimas pesetas que te quedan de lo que te dejó tu marido. Eso se lo creerá,aunquepuedequedentrodeunosmesestepidamásdinero,peroyapensaremosqué hacer llegado el día. Si va con el coche hasta Bilbao, al menos noslibraremosdeélunpardedíasentrequevayvuelve.Despuésdepegarme,suelepasarunassemanasdemalhumorofingiendoqueenrealidadnohasucedido,así que aceptarámarcharse unos días con cualquier excusa para no tener quesentirseculpable.Mientras Catalina hablaba me pareció que una de las ventanas de la parte

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traserade lamansiónseabría, levanté losojosparaasegurarmedequenoeraPedroespiándonosperocuandomirénovianadie,tansololaventanaabiertaylacortinaondeandoenlabrisamarina.—Bien—respondímirandolaventanaunmomentomás—.Queselargue.Yaestabaapuntodemarcharmedelinvernaderoqueolíaamaderapodrida,a

rosas y a tierra mojada cuando recordé algo que había querido preguntarle aCatalinadesdequevolví:—¿Dóndeestáenterradatumadre?Ayerfuialcementeriofamiliar,vilatumba

demimadrejuntoaladeAlma,peronoviladeCarmenporningúnsitio.«Noa todos losentierrancon lospadres,muchomenoscuandopasande los

cuarenta»,me había dichoValentinamientras las dosmirábamos la tumba deMasonenelmodernocementeriodeSanBernardino.YValentinateníarazón—comodecostumbre—,peroamamásíquelaenterraronjuntoasuhijapequeñaenelcementeriofamiliar,algoqueyanomepasaríaamí.Inclusomuerta,AlmalaSantaseguíasiendosufavorita.—No,mimadrenoestáenterradaenelcementeriodelafamilia,tupadrese

negó.—Catalina tragó saliva antes de añadir—: Sabía que ese era su últimodeseo y así se lo dijo al párroco cuando vino a darle la extremaunción, perodespués demorir elmarqués le dio los últimos cinco duros de esta familia alpadreDávilaparaqueélseencargaradeenterrarlaenelcementeriodelpueblo,sola.Noqueríaquesuamantepudieradescansarenelmismositiodondeloharáél.A través de la pared de cristal del invernadero vi cómo se abría la puerta

traserade lacasa, la imagenestabadistorsionadaporelcristalyelbarroseco,peroaunasídistinguílasiluetadeunamujerconunvestidoblancosaliendoalporchedeatrás.Almahabíavuelto.—Bien.CuandoPedro se haya ido, iré al pueblo a comprar algode comida

para nosotras y dejaré unas flores en la tumba de Carmen, aunque tenga quecaminar hasta Basondo. —le dije apartando la mirada del cristal sucio y deAlma.—Si el Hispano-Suiza del marqués aún funciona no te hará falta caminar,

todavía está en el garaje y tenemos gasolina de cuando el generador de luzfuncionaba.Despuésdecomer,cuandoPedrosehayamarchadoparaBilbao,teayudaré a arrancarlo si quieres—se ofrecióCatalina.Alma se paseaba por la

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galeríacubiertabailandoalsondeunamúsicaquesoloellapodíaescucharcomosolíahacercuandoaúnestabaviva.Alverladarunavueltasobresuspiesenelairedelamañanamepreguntésitalvezbailabaalritmodeesabandadeswingque tocó en ese mismo lugar en nuestra fiesta de cumpleaños casi diez añosantes.YentoncesescuchélosacordesdeMoodindigomezclándoseconelolorarosasenelairedelinvernaderodelaabuelaSoledad.

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Basondoeraunpueblofantasma.Mientrascaminabaporsuscallesvacías,consubidas y bajadas caprichosas siguiendo el relieve del valle,me fijé enque lamayoríadelascasasbajasyamontonadasunassobreotrasparecíanhabersidoabandonadashacíamucho tiempo.Loscristalesdecasi todas lascasasestabanrotos —como ocurría en algunas habitaciones de Villa Soledad— y losdiminutos jardines delanteros que había frente a ellas crecían sin controlconvertidosenunamarañadehierbassecasybasura.ElcentrodeBasondomanteníalaaparienciadeunpueblonormalconlaplaza,

supequeñoayuntamientoconelrelojenlafachada,elfrontónaunladoconlapared de color verde, la oficina deCorreos y el dispensario al otro lado, perobastabaconcruzarlaplazaparanotarelmiedodebajodecadapiedraenelsuelo.Doshombres conboinanegrahablaban entre susurros debajode los arcosdeledificiodel ayuntamiento,peroguardaron silencioalvermeapesardequeyoestabamuylejosparapoderescucharsuconversación.La tensiónyelsilencioeran invisibles en el aire, pero tandensos, que casi tuveque apartarlos con lamanocuandoentréenlabotica.Aunque le había dicho a Catalina que no compraría la medicina para no

complicar aún más las cosas con Pedro, me encaminé directamente hacia lafarmacia.—¿Quédesea?—mepreguntóconasperezaunamujerdetrásdelmostrador.El aire olía a pastillas de regaliz y a jabón.Ademásdemíhabíaotramujer

sentadaenunasillaenelrincónmásalejadodelapuertahaciendopunto.Nolahabíavistodesdefueraycomprendíqueporesosehabíasentadoahí.Dejósulabor sobre el regazo y me miró con curiosidad mientras yo sacaba el papel

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dondeCataliname había apuntado el nombre de lamedicina para la pequeñaMarina.Seloentreguéalamujertraselmostrador—másjovenquelaotraperocon losmismosojos—ynoté que ella leía la receta unpar deveces antes demirarmeconrecelo.—Estoescaro,cuestacincopesetasyllevaunratoprepararlocomoesdebido

—medijo.Saquéalgunasmonedasdemibolsoylasdejésobreelmostradordemadera

pulidoporañosdeuso.—Nomeimportaesperar.Lamujermiró lasmonedas sin saber si podía cogerlas hasta que por fin se

decidióylasguardóenunacajadepurosqueteníaenlaestanteríaasuespalda.—Bien,vuelvadentrodeunahoraylotendrélisto.Yoyaibaasalirdeldispensariocuandolamujerquehacíapuntomepreguntó:—Ereslamarquesa,¿verdad?TúereslahijamayordelmarquésdeZuloaga.—Sí,yosoylamarquesa.Lasdosmujeressemiraronentresíunmomento.—Nosabíaqueerausted,señoramarquesa.Sientohaberlatratadoconfrialdad

antes, pero es que no la había reconocido hasta que mi hermana se ha dadocuentadequiénera.No todos losdíasentraunamarquesaenmibotica,¿sabeusted?—sedisculpólamujertraselmostradorvisiblementeavergonzada—.Nosabíaquehabíavueltoalpueblo.—Daigual—mascullé—.¿Estarálamedicinalistadentrodeunahora?Lamujertraselmostradorasintió.—Claro que sí, señoramarquesa. Es para esa pequeña, ¿verdad?, la hija de

Catalina,laqueestámaldelosbronquios.Pobreniña,medaunapenitacuandole dan los ataques... Peronohaymuchoque se puedahacer por ella, bastantetienesumadreyaconelpiezadelpadre.LamirésinsaberexactamenteaquésereferíaporqueCatalinamehabíadicho

quenuncalehabíacontadoanadieenBasondocómoeraenrealidadPedro.—¿Quépasaconél?—pregunté.Laboticariaseabrigómejordentrodesurebecadelana,apesardequedentro

delatiendanohacíafrío,yporlaexpresióndesucarasupequenoestabaseguradesidebíaseguirhablando.—PuesaquíenelpuebloatodoslesparecemuysimpáticoPedro,elRubiole

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llaman. Le invitan a beber cuando le ven por la plaza, le ríen las gracias ymuchos leadmiranporhaberconseguidocasarsecon laotrahijadel...,bueno,conCatalina—se corrigió con una sonrisa tensa—.Saben que si lamina aúnsiguieraabierta,Pedroseríaunodelosjefecillosasíqueesmuyrespetadoenelpuebloymuyapuestotambién,sí,peroamísiempremehacaídogordo.Noseofenda,peroeslaverdad.—Descuide,nomeofendo.PedrohabíaaceptadomarcharseaBilbaoparadevolverelcochealquiladoa

cambiodetrespesetas.«Misúltimastrespesetas»,ledijetalycomomehabíapedidoCatalina.Habíasidounaconversaciónincómodamientrascomíamoslostresenlacocinadelamansiónlaspocassobrasdetortilladepatatassinhuevosnipatatas—unafalsa«tortilla»quesepreparabautilizandolaparteblancadelasnaranjasamododepatatascortadasyunamezcladeharina,aguaybicarbonatopara reemplazar los huevos— que habían quedado del día anterior. Pedro sehabía quedado mirándome en silencio, sujetando el tenedor con demasiadafuerzasobresuplato—elmásllenodelostres,porsupuesto,queparaesoélera«elhombredelacasa»lehabíadichoaCatalinamientrasellaservíalacomida—hasta que dejé de sostenerle lamirada. El resto del tiempo nadie habló en lamesa,Catalinayyonos limitamosacomerensilencioporque la tensiónentrelosdoseratalquepodíasentirseencadarespiración.YohabíamiradoaCatalinaderefilón,peroellanoseatrevióalevantarlosojosdesuplatohastaquePedroselevantóparamarcharsedespuésdetirarlasillaalsuelo.—El muy bobo se cree mejor que los demás de por aquí solo porque ha

conseguidovivirenlacasadelmarquésapesardeserundonnadie,quenoespoca cosa, claro, pero siempre anda hablando de marcharse a la capital abuscarselavida—dijolaotramujerdesdeelrincónsinocultarsuantipatíaporPedro—.DebeserqueBasondoespocacosaparaunseñoritovenidoamenoscomoél.TodavíateníalapieldegallinadespuésdelaescenadePedroenlacomiday

noqueríaniimaginarmequéharíaélsidescubríaqueCatalinayyolehabíamosmentidoparadeshacernosdeélduranteunpardedías,osi,porcasualidad,seenterabadequeteníadinerosuficienteparacomprarmedicinasparasuhija.—No le cuenten a nadie que he estado aquí —les pedí—. Sobre todo, a

ningunodeloshombresdelpueblo.

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Lasdosmujeresintercambiaronunamiradacómplice.—No, descuide.No le contaremos una palabra a nadie—me aseguró la que

hacía punto en el rincón—. Aunque debe tener cuidado con otra gente delpueblo: lascosasporaquíyanosoncomoantesycualquier rencillaviejaqueunotuvieraconsufamiliaoconustedahorapuedeconvertirseenotracosa.—¿Enotracosa?—Sí,enalgomuymalo—añadióconaprensión,casicomosinoseatrevieraa

nombraresemaldirectamente—.SihayalgunoporahíconganasdevengarsedeustedodelosZuloagapuedebuscarlelaruinasiledaporhablardemás,asíquetengacuidadoporquesermarquesayanolaprotegerá.Miré a la calle a través del pequeño escaparate adornado con botes de

porcelana y tarros de cristal que parecían llevar años ahí acumulando polvo:fuera,laplazadelpuebloseguíasilenciosaycubiertaporelmantodelmiedo.—Loharé,graciasalasdos—respondíantesdedarmediavueltaparasalir.—¿Vaavolveraabrirlamina?—mepreguntólamásjovenderepente—.Se

lo pregunto porque usted está otra vez aquí y eso sería muy bueno para elpueblo, para todo el valle.Mi hijo pequeño ya tiene diecisiete años y no haymucho más que pueda hacer, de modo que si va a reabrir la mina y buscahombres que contratar que no den problemas y trabajen bien, ya sabe adóndevenirprimero.—Descuide, será el primer sitio donde venga —les prometí, sorprendida

porquealaantiguaEstrellalehubieraimportadomuypocoelhijodeesamujerqueacababadeconocer.Salí de la farmacia todavía con la idea de reabrir la mina Zuloaga dando

vueltasenlamenteycuandoterminéenlaoficinadeCorreos,dondeleescribíun telegrama a Valentina para confirmarle la dirección de la mansión ypreguntarle por la contabilidad del rancho, seguía dándole vueltas a la idea.Sabíaquenoteníadinerosuficienteyque,segúnCatalina,elmarquéslohabíavendido todo—incluido equipos, herramienta y maquinaria— antes de cerrarpara intentar pagar sus deudas, y que tampocoquedabahierro suficiente en latierra, aunque yo sabía que eso tenía fácil arreglo.Memiré las palmas de lasmanos reprimiendo el deseo de bajar esa misma noche al foso de la minaZuloagaparahacerbrotarhierro.LaplazadondeestabanlaboticaylaoficinadeCorreoseraelcorazónfríode

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Basondo. Había tres niños jugando cerca del frontón pero noté que apenashacíanruidoysemovíandespaciocomosinoquisieranllamarlaatención—apesardequenohabíaadultoscerca—,lesmiréunmomentoymedicuentadequeexceptuandoaMarina,esoseranlosúnicosniñosquehabíavistodesdemivuelta.TodavíateníaqueiralcementerioparapresentarlemisrespetosaCarmenantesdevolveralafarmaciaparabuscarlamedicina,asíquemeolvidédelosniñosycrucé laplazaapaso ligeropara llegar a las escalerasde la iglesiadeBasondo, lasmismasen lasquemuchosañosanteshabíavistoaunasmujeresmirarcondesprecioaCarmenyalapequeñaCatalina.«Yo les recuerdo lo que puede pasarles si se equivocan una sola vez en su

vida,poresomeodian»,mehabíaexplicadoCarmencuandoquisesaberporquéaquellas mujeres la miraban mal. «Mientras me critican a mí no tienen quefijarseenlascosasdesuvidaquenolesgustanoquenopuedencambiar.»Habíaungrupodemujeresvestidasdenegroesperandoaque laspuertasse

abrieranparaentraralamisadelatarde.Ningunamereconoció,perotodasmemiraronigualqueaCarmenaquellatardealvermibarrigadeembarazada.Dentrode la iglesiahacía frío, el aireoscuroolía aveladerretida, amadera

vieja y a flores marchitas. Hacía años que no entraba en una iglesia; intentérecordardesdecuándoexactamenteycaíenlacuentadequelaúltimavezhabíasido el día de mi boda. ComoMason era protestante habíamos celebrado sufuneralalospiesdesutumbaunasoleadamañanaenCalifornia.Llevabapuestounvestidodemangalargadecolorverdeynegrohastamedia

piernaqueenunaépocamejorhabíapertenecidoalaabuelaSoledad—elrestodemiropaempezabaaquedarmedemasiadojustaporelembarazo,ylosviejosvestidosconvuelode la abuelaahoraeran losúnicosquemeabrochabana laespalda. Los elegantes zapatos de piel de cocodrilo, que había usado paraconducirelHispano-SuizadelmarquéshastaBasondo,resonaronenlasparedesdepiedradelaiglesia.El cementerio donde estaba enterrada Carmen estaba justo al otro lado,

cruzando la nave central y saliendo por la puerta lateral, así quemientras lasotrasmujeressesentabanenlosprimerosbancosconsusrosariosenlamano—ymemirabanconunamezcladecuriosidadyreproche—yoseguíandandosinmolestarmeendisimulareltaconeodemiszapatos.Entonces vi a Tomás. Estaba de pie cerca del confesonario vestido con la

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sotana negra y el alzacuello, con la cabeza agachada igual que si estuvierabuscandoalgoquehabíaperdidoenelsuelodelaiglesia.NoquedabanadaenéldelniñoqueAlmayyoconocimosennuestrobosqueaquellanoche.Todavíapudemirarleahurtadillasunmomentomásantesdequeélsediera

cuenta de que alguien le observaba: me fijé en su pelo castaño ondulado, lasombrarectadesunarizsobresus labios,susmanosmasculinasquesosteníanunabibliaconaspectodehabersidoleídamuchasvecesenbuscaderespuestas...Tomásmedescubriómirándoleysusojosdeavellanaseagrandaronalverme,abrió laboca sorprendidoperonodijonada, envezdeesomehizouna señaldiscretaconlabibliaensumanoyentróenelconfesonario.Contéhastacincomentalmente y antes de terminar le seguí asegurándome bien de cerrar laportezuelademaderadetrásdemí.—Estrella,nosabíaquehabíasvuelto.—Ya,tambiénhasidounasorpresaparamí.Noselohabíadichoanadie—

murmurésindejardemirarleatravésdelaesterillademimbredelconfesonario.—Ojalámehubieramarchadocontigocuandomelopedisteeldíadetuboda.

DehabersabidoloquepasaríaenEspañaunosmesesdespués,teaseguroquelohubieradejadotodoymehubieraidocontigosindudar.—Tomásserioenvozbajaalotroladodelacelosía—.Nuncapenséqueelcaminonosllevaríahastaestelugaroscuroysiniestrodondetodosvivimosahora.Aunqueelcaminotuvounaayudita,claro.—Pensaba en ti a menudo —le dije con vehemencia—. Cuando leía las

noticiassobreelgolpeydespuéssobrelaguerraalláenCalifornia,recuerdoquepensaba: «Seguro que Tomás está en el frente, defendiendo la República quetantoama.Tomás,elestúpidoidealistaquenoquisohuirconmigoeldíademiboda.»Coloquélamanoextendidaenlarejillaquenosseparabayélpusolasuyaal

otro lado,sentíelcalordesupielen lapalmademimanoycerré losojosunmomento.—Ojalá lo hubiera hecho, apuesto a que me hubiera ido mucho mejor

haciendo las Américas contigo que aquí —susurró—. Estrella, siempre tanpráctica,siempreencontrandoelmododesalvarte.Teperdíatiydespuésperdíamipaís.Nosaplastaron,nohubonadaquehacer.Yahoraaplastanlascenizasdeloquequedaconsusbotasbrillantes.

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—Losientomucho.—Sí,máslosientoyo.Una sonrisa triste cruzó sus labios, el Tomás idealista que conocí había

desaparecido.—¿Todavía sigue en pie la propuesta para fugarnos juntos?—bromeó él—.

Porqueahoratedaríaunarespuestamuydistintaaladeaqueldía.Eseestúpidomuchachoquesecreíaquelosabíatodo...Silecogieraahoraseibaaenterar.Pensé en decir «sí», coger el neceser con el dinero escondido debajo de la

ventana de mi dormitorio y marcharme con Tomás en el Hispano-Suiza delmarqués muy lejos de Basondo y de ese país cubierto de silencio que habíaencontrado a mi regreso. Pero me acordé de Catalina con sus ojos castañoscansados,susmoratonesdebajodelaropa,ydelapequeñaMarinaquenopodíarespirarbienporquehabíanacidodemasiadopronto.—Yanoestanfácil,otraspersonasdependendemíahora—respondí.—Vaya,menudasorpresa,Estrellapreocupándoseporalguienademásdepor

símisma,esunverdaderomilagro.VeoqueCaliforniatehacambiado,despuésdetodo.Apartélamanodelasuyaconungestorápido.—Yo no diría tanto, te aseguro que sigo siendo la misma Estrella que

conocisteaquellanocheenelbosque,peroel tiempodefugarnosjuntosquedóatrás.Debistehaberaceptadoaqueldía.—Sí,debíhaberlohecho.Hevistoqueestásembarazada,enhorabuena—me

dijo, aunque no parecía decirlo de verdad—. Seguro que a pesar de todo tumaridoestámuycontentoconunbebéencamino.—Mimaridomurió,poresohevueltoacasa.Noteníaadóndeir.Tomásrespiróprofundamentealotroladodelarejillaquenosseparaba.—Y¿porquéhasentradohoyenmiiglesia?—mepreguntóconaspereza—.

Nuncapenséquefuerasdelasquebuscan«elperdón».—Ynolosoy:elperdónessoloparalosquesearrepientendesuspecadosy

yonomearrepiento,volveríaacometerlosmismospecadosenunsuspiro.Noestoyaquíporeso,niporti.—¿Entonces?—Intuíladecepciónensuvoz,peromedioigual.—Carmenestáenterradaenelcementeriopúblicoquehaydetrásdelaiglesia,

he venido a visitarla. No sé cómo permitiste que Dávila y el marqués la

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enterraran aquí en vez de en el cementerio de la finca tal y como ella quería.¿Cómopudistehaceralgoasí?—Losiento,nopudeevitarlo—respondióTomásdespuésdeunmomento—.

EstabaocupándomedeotrosasuntoscuandoCarmenytumadremurieron.Mehubieragustadopoderhaceralgoporella,peroelpadreDávilasehizocargodetodo el asunto del entierro para contentar a tu padre. Ya sabes que nuestropárroco siempre ha sido un arribista traicionero, ahora aspira a ser el nuevoobispo de Bilbao nada menos y dicen por ahí que tiene posibilidades deconseguirlo.Mereíconamargura.—VeoqueporfinreconocesqueDávilanoesmásqueunarataadvenediza.

Pero tú ya eras sacerdote entonces, podías haber intervenido para evitarlo,pudistehaberhechoalgo...—respondí.—Yatehedichoqueenesemomentoyoestabaen...—Sí,yalosé:túestabasluchandoporlaRepública.Unsilencio tenso llenóelpequeñoconfesonario,elperfumede lamujerque

había estado confesando sus pecados antes que yo todavía flotaba en el aire.Fuera, escuché algunos murmullos de los feligreses que empezaban aimpacientarseesperandoalpárroco.—TencuidadoconDávila,esmuyamigodelosquemandanahorayyanole

tienemiedoalmarquésporque sabequenoesmásqueunviejodecrépito sinningúnpoder en el pueblo, así quenodudará enbuscarte la ruina si le das lamenor oportunidad—me advirtió Tomás muy serio—. Sin la mina y sin losnegociosde losZuloaga tupadreyano ledamiedoacasinadieporaquí,yaDávilalegustadelataralosvecinosqueélconsidera«problemáticos»parahacerméritos en el obispado.Yomehe salvado demomento porque élmenecesitaaquí para ocuparme de los asuntosmenores de la iglesia, si no yame habríamandadoalaGuardiaCivilalahabitaciónenlasacristíaparaquemedieran«unpaseíllo»hastaelagujeromáscercano.Le miré sin comprender, Tomás hizo un gesto con la mano para quitarle

importanciayañadió:—Da igual, lo importante es que mientras Dávila me deje quedarme en la

iglesiatodavíapuedoayudaraalgunosvecinos,asíqueaúnquedaesperanza.—¿Esperanza?—Yesapalabraresonóenlamaderapodridadelconfesonario

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—.PorloqueyohevistolaesperanzaabandonóBasondoalmismotiempoqueyo.—Sí,conlaguerraylaminacerradanoquedanniesperanzanipandesobra

poraquí—admitióél—.Poresoloquehagoestanimportante.El Tomás que conocí de niña se asomó a los ojos castaños del hombre que

teníadelante.—¿Y qué haces exactamente?—le pregunté con suspicacia, aunque por la

expresiónorgullosaensurostroyamehacíaunaidea.—¿Por qué quieres saberlo? Nome digas que estás pensando en ayudar tú

también.ElsoldeCaliforniahadebidodedartemuyfuerteenlacabezasihascambiadotantocomoparapensarenayudaralosdemás.—No,niporasomo.Tomásmesonrióconbenevolencia.—Yaloimaginaba.Hagoloquepuedo,lesllevopanoalgodelacomidaque

sobraenlaparroquiaalosquemáslonecesitan:huérfanos, tullidos,viudasdeguerra... todo sin que Dávila se entere, claro. A él le envían paquetes desdeBilbao con fruta, queso, manteca de la buena y vino, yo le robo todo lo quepuedo—dijosindisimularsuorgullo—.Algunasvecestambiénlecojodinerodesuhabitación,paralacausa.—¿Lacausa?—Esoes,yolesayudoaresistirhastaquevuelvalaRepública.Meacomodémejorenelpequeñobanquitodemaderadelacabina,mehabía

sentidoincómodadentrodelconfesonariodesdequehabíapuestounpiedentro.—Vaya, y yo todos estos años pensando que tú eras el más honrado de

nosotrostres—ledije.LaterceraeraAlma,claro,quenoestabadentrodelconfesonarioconnosotros

peronuncanosabandonaba.—No se puede ser honrado cuando has perdido una guerra, o ¿te crees que

ellosnosaplastaronsiendohonrados?Nihablar.—Tomásapretó lamandíbulaparacontenerlarabia—.Además,Dávilarecibeesascosascomopagoporhacerdechivato.Élloharíagratis,peroencimalepaganpordelatarasusvecinos,asíqueesjustoqueyoselorobeylorepartaentrequieneslonecesitanmás.—¿Chivato?¿Terefieresa...?—Lossecretosdeconfesión,sí—terminóTomás—.Sialgúnvecinolecuenta

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al«buenpárroco»algosobrepolítica,elestraperloosimplementeinsinúaquenoestácontentoconelnuevogobierno,DávilaseencargadequelosepanprimeroenelobispadodeBilbaoydespuésenMadrid,yalvecinonoselevuelveaverelpelo.RecordéelsilencioquecubríaBasondocomounmantopesadoysiniestro.—Tomáselidealista,inclusocontodoperdidotúsiguesluchandoporloque

creescorrecto—ledije,ynoeraunreproche,peroenmislabiossonócomosilofuera—.¿Quépasarásitecogen?Tomásserioconamarguraantesderesponder:—Simecogenytengosuerte,medaránunpardetirosantesdeenterrarmeen

elagujerodondehanenterradoalosdemás.Ysinotengosuertemeencerrarányme torturarán durante semanas para que delate a otros como yo, y después alagujero.Melevantédelbancotodavíaconsuspalabrasresonandoenmisoídosyme

acerquéalacelosía.—Entoncesmásvalequenotecojan—susurré.YescuchécomoTomássereíaenvozbajaantesdesalirdelconfesonario.

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Cuandoregreséalamansiónaquellatardeyvielcochedealquileraparcadodonde yo lo había dejado dos días antes, supe que algo ibamal. Seguía en elmargendelacarretera,asíquePedrotodavíaestabaencasa.Mebajédelcochedepadreparaabrirelcandadode lapuertadehierrodeVillaSoledadypoderdejareldescomunalHispano-Suizaotravezenlacochera.Eratardeperoelsolaún no había terminado de esconderse en el Cantábrico cuando abrí la puertadescoloridadelacasa.—¡Catalina!—lallaménadamásentrar.No tuve repuesta.El vestíbulo estaba en silencio.Contuve la respiración un

instanteparaescucharmejor,perolacasanomedevolviómásqueelecodemipropiavoz.MepreocupabaquePedromehubieraescuchadoguardarel cochedelmarquésenelgaraje,perosobretodomepreocupabanoescucharlospasosdeCatalinaporlacasaoalapequeñaMarinallorando.«Puedequeesténenel jardíndeatrás,poresono tehanoído llegar»,pensé

mientrasatravesabaconpasorápidolacasaparallegarhastaallí.Pero Catalina tampoco estaba allí. Me asomé al invernadero por si acaso

Catalina estaba trabajandoen suhuerto secretopero solo encontré la carretillaoxidadaalotroladodeloscristalessucios.Volvíaentrarenlacasaysubíhastalamitaddelaescaleracuandoescuchéunruidosordoqueveníadelasentrañasdelamansión.Respiraba deprisa por la carrera y sentía mi corazón latiendo con fuerza.

Comprendíentoncesqueaesasalturasdemiembarazoyanopodíacorrercomoantes.Meparecióescucharunllantolejano,ocultotrasmuchaspuertascerradas.Por un momento pensé que el llanto venía de dentro de mí, pero enseguida

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comprendí que se trataba de Marina llorando en alguna de las habitacionesvacíasdelacasa.—¡Catalina!—lallaméotravez.Nada. El llanto se volvió más desesperado, di media vuelta para escuchar

mejoryentoncesviaAlma:estabadepieenelcentrodelvestíbulo,justodebajode la lámpara de araña cubierta por una sábanapara protegerla del polvo.Memirabadesdeelfondodesusojosamarilloscomosiquisieradecirmealgo.—¿Quépasa?¿Dóndeestán?Almanorespondió,envezdeesoechóacorrercomounaexhalación.—Notevayas,espera.Bajélasescalerastodolodeprisaquemiembarazoymisfuerzasmepermitían

paranoperderladevisita.AlmacorrióhastalapuertaquehabíajuntoalacocinadeVillaSoledad,laquellevabaalazonadelservicio.EnesepasilloeradondeestabalaantiguahabitacióndeCarmen,elcuartitodelacoladayelcuartodelascalderas.Alcontrariodeloquehabíacreído,lapuertaestabaabierta—opuedequeAlma la hubiera abierto paramí—, así que bajé los cuatro escalones quellevabanhastaelpasillodeserviciobajolamansión.—¿Catalina?—Odiéelligerísimotemblorenmivozaldecirsunombre.Hacíaañosquenoentrabaallí,desdequebajéabuscarlascajasconlaropay

las cosas de la abuela Soledad que Carmen y Dolores habían guardado en elpolvorientotrasterodelsótanodespuésdesumuerte.Comoestabapensadoparaserunpasilloutilizadoúnicamenteporelserviciodelamansión,elsueloeradesencillos azulejos blancos, las paredes no habían sido repintadas desde hacíadécadasyaunodelosplafonesdeluzeneltecholefaltabalabombilla.Escuchéel llanto deMarina muy cerca de mí. Me pareció que salía del cuartito delaplanchayestuveseguracuandoAlmasedetuvojuntoalapuertacerradadeesahabitación.Abrí la puerta sin pensar y sin ver la expresión de pánico en la cara demi

hermana muerta, que extendió sus brazos espectrales hacia mí intentandodetenermeconunarapidezimposibleenalguienvivo.—Catalina...Estabatiradaenelsuelodelcuartitodelaplancha,encogidasobresímisma,

comosi intentarahacersemásymáspequeñahastadesaparecer.Suvestidodeflores azules, descolorido por el uso y el jabón de glicerina, estaba levantado

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hasta más arriba de sus rodillas. No podía ver su cara porque su largo pelocastañoestabaenelsueloyalborotadosobresucabeza,peronotéquetemblaba.Hastaquenomeagachéjuntoaellanomedicuentadequeenrealidadestaballorandomientrasluchabaporseguirrespirando.—¿Quétehapasado?¿Puedesmoverte?Leapartéelpelodelacarayvielgolpequeteníacercadelamandíbula.No

sangraba pero sentí la carne amoratada cerca de la comisura de sus labioslatiendoconfuriaalrozarla.—¿Ha sido Pedro? ¿Él te ha hecho esto?—le pregunté, aunque ya sabía la

repuesta—.Me da igual lo que pase después, pienso echarle de esta casa hoymismo, aunque túyyo terminemosenel calabozo.Esebastardo lamentaránohabersemarchadoaBilbao.Marina lloraba en un rincón, metida en uno de los cestos sin tapa que se

usabanparaguardar la ropa suciadelquenopodía salirmientras extendía losbracitosenelaire,reclamandodesesperadamentemiayuda.Saquéalapequeñadelcestodemimbreapesardequemibarrigaprotestócuandolacogíenbrazosylamiré.Marinaparecíaestarbien:teníalacaracongestionadaporelllantoyelmiedo, pero nome pareció que estuviera herida, así que la dejé en el suelo yvolví junto a Catalina, que no había dicho una palabra aún y se sujetaba elestómagoconlasdosmanos.—¿Puedesmoverte?—lepreguntéenvozbaja—.Vamos,apóyateenmípara

levantarte.Marinahabíadejadodelloraryahoraelúnicosonidoenlapequeñahabitación

eralarespiraciónentrecortadadeCatalina,peromeparecióescucharunsusurroque venía de mi espalda. Me di la vuelta alarmada temiendo que Pedro aúnestuviera allí, listo para dejarme sin respiración a mí también, pero solo vi aAlmadepieenlapuertadelahabitaciónmirandolaescenaconsusojostristesdeadolescentemuerta.—¿Dónde está Pedro?—dije, sin saber a cuál de mis dos hermanas se lo

preguntaba.Unos pasos de hombre llenaron el pasillo de servicio. Catalina también los

escuchó,porquevielpánicoflotandoensusojosllenosdelágrimas.Lospasosseacercaron,me levanté todo lodeprisaquepude sujetandomi tripamientrasbuscabaalgoenlahabitaciónconloquedefendernosdeél.Laviejaplanchade

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hierro fundido que Dolores solía usar para planchar estaba en una estanteríajuntoalcepilloparalaropa.Lacogí,sentíelpesodelhierroenmimanoymiréaCatalinaque seguíaenel suelo luchandopor recuperarel alientoparapoderlevantarse.—Ya está todo perdonado, toma, te he traído un paño con agua fría de la

cocinaparaquetealivieelgolpe—dijoPedroconvozsuavecuandoestuvolosuficientementecercadelahabitación—.Yrespiraconcuidado,quelosgolpesenelestómagopuedensermuytraicioneroscuandounonoestáacostumbrado.Sé que algunas veces tengomal genio, pero tú tambiénme provocas, en esosomosiguales.Perotranquilaqueyaestátodoolvidado.Pedro sonreía cuando entró en el cuartito de la plancha. No era la sonrisa

nerviosa de un hombre culpable que teme la reacción de sumujer después dediscutirconella,no:era lasonrisadeunhombrequesabeque ladiscusiónhaterminado ya y que él ha ganado, porque él siempre gana. Pero su sonrisaconciliadora se esfumó al verme de pie delante deCatalina con la plancha dehierroenlamano.—¿Quéhacestúaquí?¿Nodeberíasestarenelpueblo?—preguntónervioso

porlaposibilidaddetenerquedarexplicaciones—.Deberíasirte,Catalinaestarábienenseguida,siempreloestá.Yllévatealaniña,quenoparadelloraryvaadespertaralmarqués.—¿Quélehashecho?Pedrollevabauntrapodecocinaempapadoenlamano,pero,cuandomevio,

cerró el puño con fuerza y el agua del trapo se escurriómojando el suelo debaldosasblancas.—¡Quélehashecho!—legrité.—Esto no es asunto tuyo, es solo algo entremarido ymujer, así que no te

entrometas.Catalinaalargóelbrazoymesujetóeltobillo,sumanotemblabaalrededorde

mipierna, laescuché toserunpardevecesperonomeatrevíavolvermeparamirarlaporquenoqueríadarlelaespaldaaél.Pedroeramuchomásaltoymásfuerte que yo, eso sin contar con que yo estaba embarazada y acababa decomprobarqueapenaspodíacorrerohaceresfuerzos.—Vasamarchartedeestacasa,hoy—ledijecontodalaseguridadquepude

reunir a pesar del pánico—.Y si algún día se te ocurre volver a aparecer por

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aquí, juroporDiosquecojo laescopetacon laqueelmarquésmatóamiotrahermanayterevientoelcorazón.Lemiréparaestudiarsureacción,atentaasusmovimientosporsiacasome

atacabatambiénamí.Pedrorespirabadeprisa, igualqueunanimaldespuésdeperseguirasupresa.Supelorubioestabadespeinadoymefijéenqueteníaunasmarcasdearañazosenelcuello,seguramenteCatalinasehabíadefendidodeélcomohabíapodido.Supequenosehabíacreídomiamenazacuandodiounpasohacia nosotras. Ahora que estabamás cercame pareciómuchomás grande yfuertequesolounmomentoantes.—¡Quietoahí!Sujeté laplanchadehierroconmásfuerza,dispuestaausarlacontraélsise

atrevíaadarunpasomás.—Estaesmicasa,ahorasomosunafamilia tegusteono, todosnosotros, tú

incluida.Las familias sepeleanalgunasveces,peronoesnadagrave,pasaentodas las casas—medijo con lavoz escalofriantemente calmada—.Novoyarenunciar a mi familia ni a mi casa después de todo lo que me ha costadomantenernosunidos,inclusohemossobrevividoaunaguerra¡porDiosbendito!Asíquenopiensopermitirquemeseparesdemimujerydemihijasoloporquetúseasunazorraamargada.Marinaempezóallorarotravezalescucharlavozdesupadre.—Teirásestamismanocheparanovolverjamás,niaestacasaniaBasondo.

Tepagaré,tedarédinerosuficienteparaquetemarchesdelpaíssiesoesloquequieres, pero nos dejarás en paz —le dije, intentando controlar los latidosaceleradosdemicorazón.Pedroseriodemí.Sabíabienquepodíatenerlotodosiesoeraloquequería:a

Catalina,lacasa,midinero,aMarina...Ytambiénquepodíamatarnosalastresenelcuartitodelaplanchaysalircaminandodelahabitacióncomounhombrelibre.—Estás tan loca como dicen en el pueblo, no me extraña que tu marido

prefiriese morir antes que seguir casado contigo —me dijo todavía con unasonrisa en los labios—. Y ahora muévete, que mi mujer necesita ayuda pararecuperarelalientoyyosoyelúnicoquedeverdadsepreocupaporellaenestacasa.¿Otecreesquenoséquetúytuasquerosahermanagemelaosburlabaisdeellacuandoeraisdosmocosasricas?

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Pedrocubrióladistanciaqueleseparabadenosotrasyañadió:—No tienes ni idea de lo que significa tener una familia. Has sido una

hermanamayorhorribletodatuvidayserásunamadreigualdemala.Levanté la plancha de hierro en mi mano para golpearle, pero Pedro me

empujóconfacilidadtirándomealsuelo.Lasbaldosasblancasmegolpearonenla cara.Antes de que pudiera darme cuenta de lo que había pasado, un dolorsordoyoscuromeatravesólasiencuandomicabezaimpactócontraelsuelo.—Pero ¿qué os pasa a las mujeres de esta casa que tanto os gusta recibir

golpes?Estáistodaslocas.—Pedrosacudiólacabezacondesaprobacióncomosimehubieracaídosola—.Hastaestandopreñadateponeschula,luegovienenlosllorosylaslamentaciones,peroesquealfinalsoistodasiguales.Vilaplanchaenelsuelo,estabademasiadolejoscomoparapoderalcanzarla.

Me encogí de dolor sobre mí misma mientras un calambre cruzaba mi tripacomounrayogolpeando lasparedesdecarnedentrodemí.Pedromediounapatada con todas sus fuerzas en el costado que me dejó sin respiración unossegundos.—Loúnicoqueteníasquehacereracallartelabocaydejarmeorganizaramí

lacasayamimujer,perono,teníasquemeterteennuestrascosasporqueeresuna amargada. No tenías bastante con volver a esta casa después de lo quehiciste.—Pedrome pateó otra vez—. Éramos felices antes de que llegaras ypronto volveremos a serlo. Ella estámuchomás contenta cuando tú no andascerca, eres una mala influencia para mi mujer y es mi deber como maridoprotegerladeti.Fue entonces cuando supe que iba amatarme. Pedro no se conformaba con

darme otra patada queme removiera el alma y los huesos o con dejarme sinrespiracióndeunpuñetazoenelestómagocomolehabíahechoaCatalina,no,quería matarme porque sentía que tenía derecho a hacerlo: estaba ofendido,heridoensuorgulloporqueyomehabíaatrevidoadescubrirloqueéllehacíaasumujeryahorateníaquematarmeparapoderseguirfingiendoqueeraunbuenhombre.Intenté levantarme, luchar, ignorar el dolor eléctrico que me atravesaba el

vientreparaponermeenpieyhacerlefrente,peronopodíamoverme.—¿Qué te creías? ¿Pensabas que iba a marcharme durante dos días solo

porquetúmelodijeras?¿Porquetienesdinero?Túnomedasórdenes.—Pedro

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sedetuvounmomentopararecuperarelaliento,sepeinómejorunosmechonesrubiosquesehabíanmovidoalpatearmeyseacercóamicaraparaañadir—:¿Dequétesirvetudineroahora?Estássola,vasamorirenestahabitacióncomounperroynadieteecharádemenos.Elsuelofríodebaldosasmedevolviómipropiarespiraciónentrecortadaporel

dolor, apenas podíamovermepero lemiré y vi en sus ojos quePedro llevabadíasplaneandomatarme.Comprendíquehubieradadoigualhaberledescubiertoaquellatardeodentrodeunasemana:élyahabíadecididoqueibaadeshacersede mí. En un intento de huir del dolor y del pánico mi mente viajó hasta lamañanaenlaqueelmarquéstiróamamáalsuelodelvestíbulodelamansión,recordé su ira saliendo en ráfagas calientes de su cuerpo llenando el aire detensión,esairatandensaquecasisepodíatocar.Laclasedeiraexplosivaquesolotienenloshombres.Llamé al fuego. Sentí las llamas extendiéndose por debajo de mi piel,

quemándomepor dentro.Mi corazón acelerado bombeaba lava líquida enmisvenas,igualqueunaenormecalderafuncionandoatodapotenciaenunintentodesesperadoporsalvarnosatodas.Imaginélaschispassaliendodelasyemasdemisdedoscomoaquellanocheenlabiblioteca,peronopasónada.Elfuegoquetodami vida había sentido enmismanos era ahora apenas un calor febril, elrecuerdo de una quemadura antigua. Y, sin embargo, el centro de mi cuerpoestabaenllamas.Comprendídemasiadotardequeelfuegoseconcentrabaenlavidaquecrecíadentrodemí.Catalinaselevantótambaleándose.Mefijéenlaformaenquesupechosubía

ybajabadeprisaconcadarespiración,vicómorecogíalaplanchadehierrodelsuelo y se acercaba por detrás a Pedro. Le golpeó en la nuca con todas susfuerzasyPedro cayóal suelodebrucesmuycercadedondeyo estaba tirada.Dejó escapar un quejido de dolor y extendió el brazo sobre las baldosas parasujetarasumujerporelbajodelvestido.—Pero ¿qué has hecho?Yo te quiero, te quieromucho...—balbuceó él con

dificultad.Catalinasezafódeél,peroPedrovolvióasujetarsealbajodesuvestidocomo

uncríonecesitado.Porunmomento temíquepudieravolveraponerseenpie,peroentoncesCatalina levantó laplanchaenelairey legolpeóotravezen lacabeza.Elsonidosecodesucráneoalrompersellenóelcuartitodelaplancha,

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pudeescucharloporencimadelpitidoconstanteenmisoídos.—Yaestá,lehematado.Estámuerto.DespuésCatalina soltó la plancha de hierro que cayó al suelo con un golpe

metálico.YonopodíadejardemiraraPedro tiradonomuylejosdedondeyoestaba, porque temía que en cualquier momento fuera a ponerse en pie paraterminar lo que había empezado, pero no semovió. Solo cuando vi la sangreoscuraqueempezabaamancharlosazulejosdebajodesucabezacomprendíquerealmenteestabamuerto.—Iba a matarte, sé que iba a matarte—murmuró Catalina al borde de las

lágrimas pero sin dejarse arrastrar por el llanto—. Se lo he visto en los ojosmientrastepateaba.Ibaamatarteyseguroquetambiénamí.Me dio la mano para ayudarme a levantarme del suelo, las piernas me

temblabanporelmiedoyladescargadeadrenalina,peroconseguímantenermeenpieapesardeldolorenelabdomen.—Sí que iba amatarme—le dije, mirando el charco de sangremás ymás

grandequeseestabaformandodebajodelcuerpodePedro.—¿Qué vamos a hacer ahora? —Intuí el terror en la voz de Catalina al

comprenderqueunapesadillasolohabíasustituidoaotra.—PodemosiralaPolicía...—No,silecontamosalaGuardiaCivilloquehapasadoiremosalacárcel:tú

puedequeno,peroyoseguro,ysellevaránaMarinaauncentroparaniñososeladaránaotrafamiliaynovolveréaveramipequeña.Marinayanolloraba,estabaquietaenelrincóndondeyolahabíadejadoantes

mirandolaescenaconsusojoscastaños—igualesalosdesumadre—abiertosdeparenpar.—AunquelecontemosalaPolicíaquePedroibaamatartemeencerraránen

unacárcelasquerosaduranteañosconotrasmujerespobres.—No,nadadeeso.Yanonoscausarámásdolor,aninguna.—Toméairepara

intentar calmarme y pensar con claridad—. Nos desharemos del cuerpo, nopodránacusarnosdenadasinoencuentransucadáver.ApartélosojosdeélparamiraraCatalina,queteníaellabiohinchadoporel

golpe y los ojos vidriosos aunque no lloraba. Vi cómo sopesaba la idea unossegundosantesdevolversehaciaélydespuésotravezhaciamí.—Aunque nunca lleguen a encontrar su cuerpo, si alguien sospecha que le

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hemosmatadonosencerraránigual.—Puesentoncesharemosquenosospechen—ledije—.¿Porquécambióde

ideasobrelodeiraBilbao?¿Telodijo?Catalinaasintió.—Sí, sí.Medijo quedespués de pensarlo y hablarlo conotros hombres del

pueblonolegustólaideadeaceptartudineroytusórdenes.YoledijequeesedineronosvendríabienparacomprarcomidaymedicinasparaMarina,peroélme acusó de estar obligándole a aceptar tu caridad. Me dijo que eso seríahumillarle.—¿Asíqueselocontóamásgente?Bien,estoesloqueharemos:elcochede

alquiler todavía está fuera, así que meteremos su cuerpo en el coche y lotiraremos al mar. Pedro desaparecerá, no lo encontrarán jamás —le dijeconvencidadequemiplanpodríafuncionar—.LediremosatodoelmundoquePedrosalióhaciaBilbaodespuésdecenar,quenosdespedimosdeélcuandosesubióalcocheyqueesafuelaúltimavezquelevimos.—No,nofuncionará.Nadienoscreerá.LedilamanoyCatalinamelaapretócontodaslasfuerzasquelequedaban.—Funcionará—leprometí—.Funcionaráporquelagentesecreeráqueteha

abandonadoynosotrasdejaremosqueselocrean.Piénsalo,Pedroteníauncochey dinero, nada le impide haber conducido hasta Bilbao, hastaMadrid o hastaPortugalsi ledalagana.Lecontaremosatodoelmundoqueledimásdineropara que cambiara de opinión, así será más creíble todavía. Nos creerán,Catalina.Noscreeránporqueparaellossomosmenosquenadaynopiensanqueseamoscapacesdehaceralgosemejante.Jamásseimaginaránloquehapasadodeverdadenestahabitación.—Podríafuncionar—empezóadecir—.Sí,muchoshombressehanmarchado

delpuebloinclusodespuésdequeterminaralaguerraodejanasusfamiliassinmás,sinsiquieraunapalabra,pasacadadía.—Esoes:loshombresvanyvienen,inclusolosquejuranquesequedaráncon

nosotras para siempre puedenmarcharse un día sin más.—Catalina memirósorprendida—.Tumadremelodijo.Asintiódespacioyyolesoltélamano.—Bien,cuandoseadenochelellevaremoshastaelcocheenlacarretillaque

hayenelinvernadero—empezóadecir—.Aúnsonlasnueve,asíquetenemos

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queesperarun ratopor si acasoa alguien se leocurrepasarpordelantede lacasa.—Eso es—añadí—. Limpiaremos la sangre y todo lo demás entre las dos,

despuésenvolveremossucuerpoconsábanasviejasquehayaporaquíparaquenadievealoquellevamosenlacarretilla.—Nadie nos verá—dijo Catalinamuy segura—. A partir de las diez de la

nochenopasaunalmaporaquí.Me dolía todo el cuerpo pero especialmente el costado derecho,me puse la

manoenelvientrey respiréprofundamentedejandoque laúltimadescargadedolorpasara.—¿Estásbien?Nohabráhechodañoalbebé,¿verdad?—mepreguntó.—No,estoybien.—Túsiéntatemejorydescansa,yo limpiaré todoesto.Eramimarido,noel

tuyo.—No,es cosade lasdos, tú lehasmatadopara salvarme—respondí con la

vozentrecortada—.Solonecesitorespirarunmomento,unminutoyteayudaréconlasangre.PeroantesdequeCatalinapudieraresponder,lasdosescuchamosunquejido

sordo,nosvolvimosalarmadashaciaPedroconvencidasdequehabíaregresadodeentre losmuertospara acabar connosotrasperonoera él, lavozveníadelpisodearriba.—Es elmarqués, tranquila.—Catalinamiró al techo de la habitación de la

plancha como si pudiera ver lo que pasaba un piso sobre nuestras cabezas—.¿Creesquelohaoído?Arriba,lasilladeruedasdelmarquésvolvióahacercrujirelsuelodemadera

bajoelpesodesusruedas.—Daigualsilohaoído,almarquéslecontaremoslamismahistoriaquealos

demás:Pedrocenóconnosotras,despuéssalióhaciaBilbaoconmilpesetasenelbolsilloynosabemosnadamás.—Ynosabemosnadamás—repitióCatalina.—Esoes.Tal y comoacordamos, esamismanoche tiramos el coche con el cuerpode

Pedro al mar. Cenamos las tres en la cocina de la mansión después de queCatalinaledieradecenaralmarquésensuhabitacióncomohacíacadanoche.

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Fue al primero al quementimos. Cuando padre le preguntó a Catalina dóndeestabasumarido—solíajugarunapartidadedominóconPedroantesdedormir—, ella le explicó que había ido aBilbao para devolver el coche.Mientras lecortabalatortillaenpedazospequeñosparaqueélpudieracomersinahogarseyleponíasuraídopijamaderaso,elmarquésnosemolestóenpreguntarcómosehabíahechoelgolpequeteníaenellabio,igualquenuncalehabíapreguntadoalahijaquelecuidabaporlosotrosgolpesquehabíavistoenesoscuatroaños.Esa fue la primera vezquevolví a sentir queVillaSoledad erami casa,mi

antiguacasa,laqueconocíadememoriaynolosdominiosdemiedoysilencioquePedrohabía construido alrededor deCatalina.Mientras estábamos las tressentadasa lamesade lacocinavi laexpresióndealivioensusojoscuandolapequeñaMarinasebebióelaguamezcladacon lascincogotasdesumedicinapara los bronquios. Pasara lo que pasara después, elmonstruo se había ido ynosotrasseguíamosallí.DespuésdeacostaraMarinalimpiamoslasangreoscuraypegajosadelsuelo.

TuvimosqueusardossábanasviejasparaborrarlasangreyenvolverelcuerpodePedro.Limpiamoslosrestosdepeloypielquesehabíanquedadopegadosenel pico de hierro de la plancha que nos había salvado la vida a las tres, yvolvimosacolocarlaensusitiocomounrecordatorioparanoolvidarjamáselsecretoqueahoracompartíamos.—Tiraremos el coche cerca del cargadero. En esa zona el mar es más

profundo, por eso los barcos fondeaban ahí cuando esperaban el mineral dehierro.Si tiramoselcocheenesazonaempujándolodesdeelprecipicionuncasaldráaflote—leaseguréaCatalina—.Measegurarédequenomevenadieyconducirécampoa travéshastaelacantilado, tú llevaelcuerpoen lacarretillahastaallí.Eraunanochefríadeprimavera,sin lunaniestrellasenelcielo,asíqueera

poco probable que alguien me viera conducir el coche sin luces fuera de lacarreteraendirecciónalacantilado.Cuandolleguéjuntoalprecipicioyapaguéelmotor,Catalinayaestabaallí,conlacarretillasujetaensusmanosagarrotadasporelfríoyunbultosinformadebajodeunasábanamanchadadesangre.Pesabamuchomásde loquehabíacalculado,peroentre lasdossentamosa

Pedro en el asiento del conductor. Después me aseguré de quitar el freno demanoparapodermoverelcocheconmásfacilidad,yloempujamosjuntassobre

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lashierbasaltasquecrecíanenelacantilado.Lasruedasgirarondespaciounosmetros, latierraterminóunpocodespuésyelcochecayóalmarentrelasolasfuriosas.Apenashizoruidoalimpactarcontralasuperficierevueltadelmar,nadaque

elsonidodelanocheylamarejadanopudieranamortiguar.Alotroladodelacarretera, en lo más profundo del bosque, el lobo negro aulló atraído por lacertezadelamuerte.—Todamividahecreídoqueestabasola.Siemprepenséqueteníaquecuidar

demímismaporquenadiemás ibaahacerlo,poresohehechomuchasde lascosasquehehecho.Lasdecisionesmásestúpidasquehetomadoenmividahansidoporeso—ledijesinmirarla.Catalinamediolamanoyyolaestrechéensilencio.Lasdosvimoscomoel

Cantábricosetragabalaesteladeburbujasqueelcochehabíadejadotrasdesíllevándosenuestrosecretoalfondodelmar.

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Laura

LAURA

Voy a reabrir la mina —le dije a Catalina mientras desayunábamos—.Encontréloslibrosdecuentasdelmarqués,losdeverdad,nolosqueleenseñabaamamáyasusacreedoresmientrasélvaciabadedineroEmpresasZuloaga.Noquedamuchoenelfondodereservadelaempresa,casinadaenrealidad,yaseaseguróelmarquésdeeso,peroconunanuevainyeccióndedineroestoyseguradequepodríamosvolveralevantarlaempresa.Catalina estaba junto a la cocina encendida vigilando la cafetera, pero se

volvióparamirarmealescucharmiidea.—¿Creesqueesposible?Volveraabrirlaminaysalvarlaempresafamiliar,

quierodecir.Yaséquetúereslaquesabedecuentas,balancesytodolodemás,perodespuésdeestosañosenlaruinanocreoquequedemuchodelaempresaquesepuedarecuperar.Elveranoestabacerca,podíasentirloporquelaluzdelsolqueentrabaporla

ventanadelacocinaempezabaaluciruntonodoradoquesoloteníaduranteunpardemesesentodoelaño.Esaeratambiénlaprimeramañanadelañoquenonecesitamosencenderelhornoparacalentarelairegélidodelacocinamientrasdesayunábamos.—No es que quedemucho que salvar—admití—. Pero con algo de dinero

para invertir en laminaypodermodernizarla, estoy seguradequepodríamoscontratar a muchos hombres del pueblo que ahora están sin trabajo y asíconseguiríamos beneficios en unos pocosmeses, un añomáximo. Aunque noserábarato.

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—Y ¿desde cuándo te importan esas cosas a ti? —Catalina me mirósorprendida—. Los trabajadores o lo que le pase a la gente de este pueblo...Recuerdoqueantes todo tedaba igual:que losminerosmurieranbajo tierraoquesushijosnotuvieranparacomer.—Todavíame da igual, pero siempre he querido ser yo quien administre la

empresa familiar. Sé que puedo hacerlo mucho mejor que el marqués o quecualquierotrochupatintascontratadoporél—respondí—.Yporesomismoséquenecesitoalostrabajadoresparapoderreabrirlamina:nosepuedenobtenerbeneficiossiloshombresmuerenenmiminayhayunfuneralcadasemana:losnecesitotantocomoellosamí.Catalinadejólacafeteradehierrofundidosobreelsalvamantelesdemimbre

anudadoquehabíaenlamesaysesentóalladodeMarina,quemordisqueabaunpedazodepandeldíaanteriorablandadoenlecheconunchorritodemiel.—Bien, cuéntame, ¿qué has descubierto en los libros de la empresa?—me

preguntómuyseria—.¿Esmalo?—Noesbueno.Los libros de cuentas de Empresas Zuloaga estaban justo donde Liam los

encontróeldíademiboda—queahorameparecíaquehabíasidounaeternidaddetiempoantes—:enlacajafuertequehabíaeneldespachodelmarqués,detrásdesuretratodecaza,dondeseleveíavestidocomounlordinglésconlamismaescopetaquematóaAlmabajoelbrazoylapobrePatsysentadaasuspies.Apesarde losañosquehabíanpasadoyo todavía recordaba lacombinaciónqueLiammeconfesóaquellatardeenelcementeriofamiliar,asíqueaprovechandounadelaslargassiestasdelmarquésmecoléensudespachoparaabrirlacajadeseguridad,mal escondida detrás del horrible y vulgar retrato, para robarle loslibrosdecuentas.—Cuando padre intuyó que, por su culpa, Empresas Zuloaga no llegaría al

próximoaño,sededicóafalsearloslibrosdelaempresayasacartodoeldinerode las cuentas —empecé a decir—. Antes ya acostumbraba a hacerlo paraasegurarsedetenersiempredinerodisponibleconelquepagarsuscaprichossinnecesidaddedarleexplicacionesamamáoasusinversores,peroheencontradootracosa:resultaqueelmarquésfirmóunacuerdocomercialconlossublevadospara suministrarleshierrodurante laguerra,perono séquéhizoconeldineroquelepagaron.

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—¿Porquélodices?—El ingreso del pago no figura en las cuentas.No está por ningún lado—

respondí conun suspiro—.Yesunapenaporque esedineronosvendríamuybienahoramismo.—¿Dinero de los sublevados?Cómo se te ocurre. ¿Aceptarías dinero de los

nacionales?—mepreguntóCatalinaenvozbaja.—Aceptaría dinero de cualquiera. El dinero es dinero, da igual de donde

venga,sobretodocuandonoshacetantafaltacomoahora.—No.Dicesesoporquenoestuvisteaquídurantelaguerra,teaseguroqueno

pensarías así dehabervisto con tuspropiosojos aunode esosbuitres.—Losojos de Catalina temblaron de puro pánico—. No son hombres, Estrella, sondemonios.—No,solosonhombres—ledijemuyconvencida—.Estánhechosdecarney

huesoigualquenosotras,yseguroquelesgustaeldineroigualqueacualquiera,poresomismovoyahablarconellos.—¿Dicesdeverdadquevasapedirlesayudaodinero?—¿Se teocurreotra ideaparaquenonosmuramosdehambre?Porque soy

todooídos.Catalina se frotó las mejillas igual que si tuviera frío y unas marcas rojas

aparecieronensucara,despuésmiróaMarinamientraslaniñajugueteabaconeldesayunoensutaza.—Puedopreguntarlealmarquésquéhizoconeldinero—sugirió—.Siestáde

buenaslomismoconsigoquemelocuente.Cogí la cafetera de lamesa con cuidado de no quemarme con elmango de

hierroyllenélatazadeCatalinaconelcaféaguado,despuésllenélamía.—Elmarqués nonos dirá nada, nuncahamovidoundedopor nosotras, así

quedudoquevayaaempezarahacerloahora.Sololeimportaasegurarsedequeno tienesmás remedioqueseguircuidandodeél,poresonunca tedirádóndeestáesedinero.—Y ¿qué sugieres? ¿De dónde sacaremos el dinero para invertir y volver a

abrirlamina?—Catalinacolocólasmanosalrededordesutazaparacalentarseapesardequeelsolqueentrabaporlaventanayacaldeabaelairedelacocina—.Tú lohasdicho:hace faltamuchodineropara reponer todo loqueelmarquésvendió antes de echar el cierre al negocio: equipo, herramientas, licencias, el

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jornal para los hombres... ¿de dónde vamos a sacar el dinero para pagar todoeso?Merecostéenlaincómodasilla,estabaembarazadadecasisietemesesycada

díaeldolorenmiespaldamemolestabaunpocomás.—Yotengoalgodedinero,noessuficientecomoparareponerlosequiposo

pagar a los hombres, pero he pensado enbuscar un socio.Alguienquequierainvertirenhierroparavendérselodespuésalosalemanesoaquiensea,esomeda igual.—Corté una rebanada de pan de hacía tres días y añadí—:Hay unaguerra en Europa y hacen falta toneladas de hierro para abastecer a los dosbandos.Estamosperdiendounafortunacadahoraquelaminasiguecerrada.—Se supone que España es neutral en esta guerra, pero lo cierto es que el

nuevogobiernoapoyaaAlemania,asíquetendríasquevenderleselhierroalosalemanes —me dijo—. ¿No te importa venderles el hierro de tu mina a losnazis?—¿Losnazispagan?Puesentoncesnomeimporta.—Catalinamemirócomo

siyohubieradichoalgoterrible—.Amímedaniguallosidealesoloqueesosalemanes fanáticos digan, necesitamos el dinero. Tampoco me gustaba elasquerosopetróleoquemanchabamis tierras enCalifornia, perogracias aqueestaba ahí no perdí mi rancho. Además, tú misma lo has dicho: el nuevogobiernoapoyaaAlemania,asíquenopodemosvenderleanadiemás.Sonlosnazisoelhambre.Catalinanegóconlacabezaperonotécomosopesabamispalabras.—No está bien, Estrella. Y aunque lo hagamos solo por el dinero seguirá

estandomal.—Bien o mal tenemos que vivir de algo, de algo más que las cartillas de

racionamiento,elpan rancioy las lechugasde tuhuerto,porqueeldineroquetenemos ahora no durará para siempre—le dije—. ¿Y qué haremos después?Cuandoeldinerosenosacabe,¿quéharemos?¿Venderlacasaymarcharnosalacapital para buscar trabajo de costureras o de limpiadoras? ¿Con dos hijaspequeñas a nuestro cargo? Nadie va a contratarnos o a mover un dedo pornosotras, tenemosqueempezarapensardequévamosavivir.Prefieroquelascuatrotengamoselestómagollenoantesquelaconcienciatranquila.¿Túno?Marinaestabasentadaensusilla,subidasobredoscojinesparapoderllegara

la mesa. Ya se había terminado el chusco de pan y ahora se entretenía

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mordisqueandounafresadelhuertocuyojugorojobrillantemanchabasumanitay goteaba sobre la mesa de roble. Catalina se levantó para coger el paño decocinaylimpiarlelabarbillaaunqueMarinanosoltólafresa.—Tienes razón,nadieva a contratarnosporque si algohayde sobra en este

país ahora mismo son mujeres pobres y sin marido, pero si queremos podervender elhierro, aunque sea a losnazis, vamosanecesitar reabrir lamina, ¿ydóndesesuponequevamosaencontraraalguiendispuestoaprestarnosdineroparainvertirenlamina?—preguntómientrasterminabadelimpiaralaniña—.Somos dos mujeres, nadie va a fiarse de nosotras para llevar un negocio tanenorme,ymuchomenosunhombrerico.Yaunquelograrasconvenceraalgunoparaque invierta en lamina, todo está enMadrid: losnegocios, el dinero, loshombres...—EntoncesiréaMadrid.Catalinadejóelpañomanchadodefresasobrelamesaymemiró.—¿AMadrid?¿Yquépasaconella?—mepreguntóseñalandomibarrigade

embarazadaconungestodecabeza—.Apenaspuedesagacharteparaponerteloszapatos,¿cómonaricesvasairtúsolaaMadrid?HastalanocheenquePedromepateómientrasyoestabahechaunovilloenel

suelodelcuartitodelaplanchasolíapensarenelembarazocomounacuestiónpasajera:unamolestiaquehabíainvadidomicuerpoperoqueprontomedejaríatranquila.Cuando tiramos el coche con el cuerpodePedro alCantábricopasésemanaspreguntándomesilacriaturaquellevabadentroaúnvivía.Hastaquenonoté que mi barriga —y el resto de mi cuerpo— seguían creciendo con elembarazonomehicealaideadequedentrodeunosmesestendríaquedaraluzquisiera o no. Prefería pensar en el momento del parto como algo lejano yborrosodemifuturo.—Irédespuésdequenazcalaniña,cuandoestérecuperadaypuedaviajaren

trensinmiedoadesangrarme.—¿Ylaniña?—mepreguntóCatalina—.¿Piensasdejarlaaquíconmigo?—¿Teimporta?Detodasformasatisetedamejorestoqueamí—admití—.

Soymuybuenacuidandodemímisma,perosospechoquenoestoyhechaparacuidardeotros.MeacordédeValentina,quenuncahabíatenidoningúninterésencasarseoen

tener hijos porque su único amor erala tierra dorada de California. Yo era un

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pococomolaviejatongva.—Sí,yahenotadoquenotehacemuchailusiónsermadre—medijoCatalina

con indulgencia—. No es nada malo si no quieres serlo, muchas mujeres noquierenperosonmadresigualmente.—Loqueyoquieranoimportaahora,loúnicoqueimportaescómovamosa

darlesdecomeranuestrashijascuandosenosacabeeldinero.Catalinavolvióasentarse juntoaMarinaysesirvióunpocode lecheensu

café.—Yomequedaréconlaniñacuandonazca,asítúpodrásiraMadridabuscar

un socio en cuanto estés recuperada.—Memirómuy seria y añadió—.Tienesrazón: tenemos que pensar en algo porque si no las cuatro nosmoriremos dehambreentrelasruinasdeestamansión.Nadiemásvaaayudarnos.Asentí.—Bien.FingiremosqueEmpresasZuloaganoestá arruinada,me llevaré los

librosfalsificadosdelmarquésconmigoaMadridylecontaréatodoelmundoqueespadrequienbuscaunsociocapitalista.Nodudarántantosicreenqueesunhombrequienestádetrásdelnegocio.Repartiremoseldineroentre lasdos:quiero que compres comida, medicinas, ropa y todo lo que las tres vayáis anecesitarmientrasyoestoyfuera.Tambiénquieroquemandesarreglarlacasa,eljardínylodemás,nohacefaltaqueloarreglentodo,sololoqueseveparaquenoparezcaqueestamosenlaruina,ysobretodo,mandaarreglarelteléfonoparapoder hablar contigo desdeMadrid—le dije—. Pero sácalo del despacho delmarquésyhazqueloinstalenentuhabitacióndelsegundopisoparaqueélnolopuedausar,solofaltaríaqueelviejointentararobarnoselnegociootravez.—Notepreocupes,yomeencargarédecuidardelasdosniñasyharéarreglar

la casa para que parezca que volvemos a tener dinero: las ventanas, el jardíndelantero, un poco de pintura por aquí, unas cortinas para que se vean desdefuerayelteléfono,claro—repasóCatalina—.¿Ylaotramitaddeldinero?¿Quévamosahacerconél?Le di un trago al café amargo y demasiado aguado de mi taza que ya

empezaba a enfriarse,mientras repasaba los detallesmás pequeños de nuestroplanparaasegurarmedequenoolvidábamosnadaimportante.—Con la otra mitad del dinero vamos a comprar un socio —respondí—.

Masonsolíadecirquenadieenelmundoquiereayudartesierespobre,perosi

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creen que no necesitas su dinero, entonces todo el mundo quiere dártelo.Convenceremos a los hombres de negocios deMadrid de que laminamarchabienyquesoloqueremosampliarelnegocio.Yparaconvencerlesdeesohacefalta ropa elegante, zapatos, peluquería, lo justo para parecer rica. Tambiéntendré que alquilar unpiso en la ciudadpara vivirmientras tanto, dineroparacelebrarfiestas,gastosenrestaurantes,pagarsobornos... loquehagafaltaparaconseguirunsocioouncompradorparaelhierro.—Vas a convencerles de que eres una rica y despreocupada heredera

aficionadaalasfiestasquehaviajadoaMadridenviadaporsupadre—resumióCatalinaconunamediasonrisa.—Esoes,sí.—Loharásmuybien—medijo—.AúnrecuerdocómosolíaseresaEstrella:

todos querían estar con ella, rellenarle la copa, reírse de sus bromaso casarsecon ella. Caerán rendidos a tus pies, en una semana harán cola para ser tussocios.Merecostéenlasillaparaaliviareldolordeespaldaydejéescaparunsuspiro.—Másnosvalequeselocrean,porquesiempezamosagastarenropa,pisosy

fiestascaraseldineronodurarámucho—dijedemalagana.Estabaapuntodeañadiralgomáscuandoescuchéunasvocesmasculinasque

entraronsinpermisoporlaventanaabiertadelacocina.Memovícomopudeenlasillaparamiraryvifueraadospolicíasconsuuniformequeesperabanenlapuertadehierrodelafinca.—EslaGuardiaCivil—dijeenvozbaja—.Estánahífuera.Catalina se volvió pálida ymiró a la pequeñaMarina en su silla, que ya se

habíaterminadolafresa,ydespuéssevolvióhaciamí.—VienenabuscarmeporlodePedro,seguro.—Sulabioinferiortemblabade

miedo al hablar—.Van a llevarmepresa,mequitarán aMarinaparadársela aotrafamiliaoalgopeor.Fuera, vi cómo los dos hombres con uniforme empezaban a impacientarse:

dieronunosgolpecitosalosbarrotesdehierrodelapuertaparahacersaberenlacasa que estaban esperando. La cadena quemantenía cerrada la verja tintineóconunsonidometálico.—Nada de eso, repetiremos la historia que hemos estado contando en el

puebloeste tiempo—le recordé—.HacedosmesesPedrosemarchóaBilbao

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conmilpesetasenelbolsillo,uncochealquiladoaminombreyno lehemosvueltoaverdesdeentonces.Catalina asintió recordando la mentira que le habíamos contado a todo el

mundoenBasondo—incluidoalmarqués—cadavezquenospreguntabanporPedro.—Ahoracorre,veaveralmarquésmientrasyolesentretengoenlapuertaun

momentoparaasegurartedequeestádormido:noquieroqueledéporgritaryhable demás con los agentes—añadí, mirando de refilón a los dos hombresfuera—.Luegosiéntateaquíotravezconlaniñaenelregazoyfingequeestásmuy triste porque no sabes nada de tu marido. Catalina se levantó y saliócorriendo de la cocina en dirección al pasillo lateral del primer piso paraasegurarsedequeelmarquésaúndormía.Haciendounesfuerzo,yomelevantédelaincómodasillatanrápidocomopudeparasalirasaludaralosagentes.—Buenosdías—lesdijeconmimejorsonrisacuandosalíaljardíndelantero

—.Lamentohaberlestenidoesperandofuera,peroesqueconestatripacasinopuedomoverme.Mecoloquéunamanoenelvientreydejéescaparunresoplidocuandobajélas

cuatro escaleras que unían la entrada de la casa con el jardín para que losguardiasterminarandecreersemiactuación.—Buenos días, señoramarquesa—respondieron sin ninguna emoción en la

voz.Avancédespaciopor el caminode losetasblancas, a ambos lados laneblina

matutinaquesubíadesdeelmartodavíaestabaenredadaentrelashierbasaltasydescuidadasdeljardín.Alotroladodelportóndehierrovicómolosdosagentesmeesperabancongestoserio.—¿Enquépuedoayudarles?—No queremos molestar tan pronto, pero nos han ordenado hablar con la

mujerdelRubiosobreunasunto,¿estáenlacasa?Losguardiaseranunosañosmásmayoresqueyo,nodemasiadospero si lo

suficientecomoparahaberparticipadoen laguerra.Noreconocíaningunodelos dos hombres, así que supuse que no habían crecido en Basondo. Los dosteníanelpelocastañobiencortadoymedioocultodebajodeltricornio.MefijédisimuladamenteenlapistolaStarquellevabanenelcinturóndesuuniforme.—Sí,claro.Ahoramismoestáenlacocinadándoleeldesayunoasuhijita.—

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Sonreí con amabilidad—. ¿Handesayunadoya?Tenemos café reciénhecho siles apetece una taza, esperen que abra la dichosa cadena para que puedanentrar...Fingí que rebuscaba la llavedel candado en el bolsillo demivestidoverde,

quería darle a Catalina tiempo suficiente para ver al marqués y volver a lacocina.—Yapuedenperdonar,eramicuñadoquienseencargabadeabrirycerraresta

puertaydesdequesemarchólasdosestamosunpocoperdidassinél—lesdijecuandosaquélallavedemibolsillo—.¿Hanvenidoporeso?¿HanencontradoaPedro?Abríelcandadoyretirélacadena,despuésabríelportóndehierrotirandode

élconayudadeunodeellos.—Sí,señora.Poresoestamosaquí:algunoshombresdelpueblonoshandicho

quedudandequePedrosefueraélsoloporsupropiopie,sospechanquepuedehabermásenjundiadetrásdeladesaparicióndesucuñadoynoshanpedidoquenos aseguremos —respondió el que me había ayudado con la puertasacudiéndoseelóxidoyelpolvodelasmanos.Intenté mantener la sonrisa en los labios cuando les vi entrar en la finca

inclusoalvercómopisabanlashierbasconsusbotas.—Vaya.¿CreenquelehapasadoalgoaPedro?PobreCatalina,quédisgusto

sevaallevarcuandoselodigan,yencimaconunaniñapequeñaasucargoyenfermadelosbronquiosademás—dijeconlavozafectada—.Y¿yasabenquélehapasadoaPedro?Hacemásdedosmesesquenosabemosnadadeélylosrumores empiezan a correr como la pólvora porBasondo, ya saben, al ser unpueblopequeñolagenteseaburreprontoyempiezanainventarcosas.Lamayoría de esos rumores los habíamos comenzadoCatalinayyo.Al día

siguiente de hundir el coche en el Cantábrico me aseguré de contarle alencargado de la oficina de Correos que Pedro se habíamarchado a Bilbao lanocheanterior,inclusofingíqueleescribíauntelegrama—quesabíaquejamásrecibiría—paraasegurarmedequeelencargadodeCorreossecreíamihistoriaylahacíacircularporelpueblo.Catalinaporsuparteempezóapreguntaralosamigos y conocidos de Pedro —todos esos hombres que tanto le respetabanconvencidos de que Pedro sería el próximo marqués de Zuloaga— si habíanvisto a sumaridopor el puebloo si sabían algode él.Casi todo elmundo se

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había creído nuestra historia sin hacer muchas preguntas —Pedro no era elprimerhombreenabandonarasumujerysufamilia—,asíqueabasederepetirlamismahistoriacongestoafectadoyvoztristehabíamoshechodesapareceraPedrodeBasondo,deVillaSoledadydenuestrasvidashastaqueesosguardiasaparecieronenlapuerta.—¿Quéclasederumoressonesos?—mepreguntóunodeellosconsuspicacia

—.Losquecirculanacercadesumediocuñado,elRubio,¿quécuentandeél?Lasbotasdelosguardiasresonabanenelsilenciosojardíndelanteromientras

lostrescaminábamoshacialaentradadelacasa.—Yasabe,señor...—Sargento—mecorrigióconaspereza—.SargentoDurán.—Sargento,claro,ustedperdone.—Condisimulomiréhacialaventanadela

cocinabuscandoaCatalina,peronolavisentadaalamesa—.Yaseimaginanloquecuentanporelpueblo,puesquePedrosehalargadoaprovechandoqueteníadineroenelbolsilloyuncocheasudisposición.Vamos,queviolaoportunidaddedejarasufamiliaynolodudó.¿Esesoloquecreenquehapasado?—Estamos investigando todavía, señoramarquesa. Por eso queremos hablar

conlaseñoraBarrioparaconfirmaralgunosflecosquequedansueltos.—Porsupuesto,loquehagafalta.Subídespacio losescalonesparaganarunossegundosmás.Losguardiasme

miraronimpacientesperoesperaroneducadamenteaqueyollegarajuntoaellosylesabrieralapuerta.Lacasaestabaenpenumbrayelairesemanteníafrescocomparado con el día casi veraniego que ya empezaba a cubrir el jardíndelanteroyelbosque.—¿Quiénva,Estrella?Sonreí para mí cuando escuché la voz calmada de Catalina saliendo de la

cocinaunsegundoantesdequelostresentráramos.—Son dos guardias civiles, los pobres llevaban esperando fuera un rato

tostándosebajoelsolcuandoporfinhepodidosaliramirar—respondí,todavíaconlasonrisaenmislabios—.Yatehedichoquemehabíaparecidoescucharalgofuera.Catalinaestabasentadaenunadelassillasdetrásdelamesaderoble,teníaa

Marinaenelregazocomoyolehabíadichoyfingíaestardándoleeldesayunoalapequeña,quemirabaalosdoshombresenlapuertadelacocinaconsusojos

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pardosmuyabiertos.—Quétonta,yapuedenperdonarnosperoesquealgunasvecesconelbosque

tancercadecasaunasevuelveunpocoexageradaconlosruidos—sedisculpóCatalinaconunafacilidadparalamentiraquemesorprendió—.Algunasveceshemos visto animales salvajes merodeando cerca de la verja: lobos, jabalíes,gatosmontesesycosasasí.Nosdaunpocodemiedoquepuedancolarseenlafincabuscandocomida,alfinyalcaboestamoslasdossolascomoquiendice.—Noshacemoscargo,señora.¿Dóndeestáelmarqués?—preguntóunodelos

agentes dando un rápido vistazo a la cocina—. Tenía entendido que el señormarquésdeZuloagavivetodavíaenlacasa,nosgustaríahablarconél.—Desde luego, pero por desgracia mi padre es un hombre mayor y muy

enfermo—meapresuréa responder—.Elpobreestá impedidodesdeque tuvounaccidentecazandohacevariosaños:sedisparóenlapiernasinquerer.Ahoracuando no está en su silla de ruedas pasa casi todo el día descansando en sucama.—Pero¿podemosverle?Hemosoídoqueelseñormarquéseramuyamigode

sucuñado.SiPedrolecontóaalguienquepensabamarcharseseguroquefueaél—insistió.Catalinayyocruzamosunamiradarápida.—El caso es que mi padre no solo tiene la pierna mal, su cabeza ya no

funcionacomoantes:confundelosnombres,loslugares,nosabedóndeestáoseponeagritarsinningúnmotivo—respondíconcautela—.Nohablamosdeelloenelpuebloporqueélnoquerríaquealgoasísesupiera,compréndalo.Catalinayyonosencargamosdecuidarleyasearleparaquenolefaltedenadaalpobre,¿sabeusted?Perosucabezayanoeslaqueera,aunquequisieraelmarquésnopodríaresponderasuspreguntas.El guardia que había preguntado por el marqués asintió en silencio y me

parecióqueestabaligeramenteavergonzadoporhabersacadoeltema.Mejor.—¿Quierenuncafé?—preguntóCatalinaseñalandolacafeterasobrelamesa

quetodavíaechabahumo—.Tambiéntenemosunpocodepanparamojarenlalechesigustan.Siéntenseconnosotras,hacetantoquenotenemosinvitadosenlacasa...Uno de los guardias —el mismo que había preguntado por el marqués—

movióunadelassillasyyaestabaapuntodesentarsealamesacuandoelotro

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lefulminóconlamirada.—Losiento,señoras,noestamosaquíporeso—dijocongravedaddejandola

sillaensusitiootravez—.Esunavisitaoficial.—¿HanencontradoaPedro?—preguntóCatalinafingiendoestaresperanzada

conlaposibilidad—.¿Estábien?—Noseñora,nolehemosencontrado.Unodesusamigosenelpuebloteme

que su marido haya sido asesinado o secuestrado y nos ha pedido que nosaseguremosdequesehamarchadoporsupropiopiedeestacasa.Alparecer,notodosenBasondosehabíantragadolatristehistoriadeCatalina

sobreladesaparicióndesumarido.—¿Asesinado?—preguntóalarmada—.PerosiamiPedronoleinteresanlos

asuntospolíticosninadadeeso,nuncahahabladodeesascosasconmigo.—Bueno,señora,algunasveces losmaridos tienensecretosconsusmujeres.

¿NuncaleescuchómencionarnadasobrelaRepública,laguerraosobreunirsealosbandolerosesosquemerodeanporelvalle?ExistíaungrupodehombresquesededicabanaasaltaralaGuardiaCivilen

la carretera solitaria que llevaba hasta el valle de Basondo. Les robabanmercancías,comida,armas,dinero,munición...cualquiercosaquepudieraserlesútilparapoderseguirescondidosycombatiralosagentes.Nadiesabíaquiéneseran,dóndeseescondíanocuántoseranenrealidad,perocirculabantodotipoderumores por Basondo y prácticamente cualquier hombre de la zona erasospechosodeperteneceralgrupo.—¿APedro?No,nuncajamásleescuchénadaparecido—respondióCatalina

muy convencida—. A mi marido no le interesan esos asuntos. Pedro es unhombrefamiliar,unhombrenormal,vamos.Losdosguardiasguardaronsilenciounmomentoycompartieronunamirada

cómplicemasculinayuniversalquesignificabaalgoasícomo:«Vaasaberestaloquelegustabahaceronoasumarido.»—¿Creen que esos bandoleros le han hecho algo a Pedro?—pregunté con

inocencia.—Soloesunaposibilidad,señora.Sisucuñadollevabadineroencimacuando

desapareció lomismoesosdesgraciados le robarony tiraronsucuerpoporahí—respondiósinápicededelicadezaunodeellos—.Loquequeremossaberessisumaridoesunavíctimao si esunodeesoshombresque seescondenporel

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valle.Nolegustaríadescubrirquehaestadocasadaconunrebeldeestosaños,¿verdad?Imagínese lamanchaquelequedaríaa laniñadeporvidaalsabersequesupadrenoesmásqueunvulgarasesino.AlmencionaraMarinanotécómoelcuerpodeCatalinasetensabaalrededor

delapequeñaintentandoprotegerladelanadasutilamenazadelagente.—La niña no tiene ninguna culpa de los pecados del padre —respondió

Catalina,yledejóalapequeñaunbesosobreelpelorubioheredado,sinduda,desupadre.—Ahoraquelomenciona,esverdadquePedrollevabamuchodineroencima

cuando desapareció: mil pesetas. Yo misma se las di —dije para apartar laconversacióndeMarina—.Yesosincontarque sepodían sacarotrasdosmilpesetasporelcochefácilmente.ElsargentoDuránmeestudióconrecelo.—Enelpueblodicenqueustedledioeldineroasucuñado,¿esverdad?La

minallevaañoscerrada,¿dedóndesacótantodinero?—Demiesposo.Élfalleciórecientementeperomedejóunapequeñaherencia

queyacasihadesaparecido.—¿Suesposomurióenlacárcel?¿Enelfrente?Noté cómo los dos guardias se tensaban debajo de la tela verde de sus

uniformesesperandomirespuesta.—No,nadadeeso,miesposoeraestadounidense.VivíamosenCaliforniayél

murióenunincendio,poresohevueltoacasaparadaraluzynoestarsola.Latensiónenelairedelacocinasesuavizó.—Comprendo,misdisculpasseñoramarquesa—mascullóelsargento—.Así

quePedroaceptóllevarelcochedevueltaaBilbao,¿yesafuelaúltimavezquelevieron?—Así es. Ya sé lo que van diciendo por ahí sobre Pedro: que me ha

abandonado,amíyalaniña,yquenovolveréaverleelpelohastaquenoseleacabe el dinero—mintióCatalina con soltura—.Yo pienso que ojalá sea eso,porqueasíalmenosPedroestarábienaunquenovuelvanuncaacasa.El sargentoarrugó lascejas intentandodecidir si secreíaono lahistoriade

Catalina.—Bien, pues ya estamos entonces —dijo después de un momento—. Nos

vamosylasdejamosseguirconlosuyo.

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Los dos hombres dieron media vuelta para salir de la cocina pero yo lesdetuve:—Esperen,losacompañaréalasalida.—Nosemolesteseñoramarquesa,yaconocemoselcamino.—Noesmolestia—mentí con una sonrisa—.Tengoque salir para volver a

cerrarlapuertadetodasformas,soloesperoquenolesimporteiramipasodeembarazada.Ajuzgarporsuscarasnolesgustólaidea,peroaunasísalieronconmigodela

cocina y los tres cruzamos el vestíbulo en silencio. Contuve la respiracióncuando pasamos por delante del pasillo lateral temiendo que el ruido de susbotasenlosazulejosalertaraalmarquésyestesepusieraadargritoscomounhistéricoparahablarlesalosagentesdelanochequemurióPedro.Cuandosalimosaljardíndelanteronotéqueelmásjovendelosdoshombres

sonreíasinningúndisimulodebajodesusombrero,tantoquesusargentolehizoungestoparaquedejaradesonreír.—¿Sucede algo? —pregunté con inocencia—. ¿Creen que Pedro está

secuestrado por esos bandoleros que se esconden en el valle? Espero que no,porque aunque elmarqués aún viva no tenemos dinero para pagar su rescate,apenassipodemoscomerymantenerlacasaenpie.—Yonomepreocuparíamuchoporeso,señoramarquesa.Lomásseguroes

quesucuñadosehayalargadoyestéenPortugalohayacruzadoaÁfrica,allíunhombrepuedevivirduranteañosconesacantidaddedineroacuerpoderey,ysiencima ha vendido el coche lomismo no vuelven a verlemás—respondió elmás joven de los dos—.Ese no se hamarchado por la fuerza, desde ya se lodigo.Aunque quería dejar escapar una carcajada de alivio me contuve, ya casi

habíamosllegadoalportóndehierroquecerrabalafinca.—Esoesloqueyocreotambién—mentí—.IntentodecírseloaCatalinapoco

apoco,paraquelapobresevayahaciendoalaideadequeahoramismoPedroestaráviviendocomounmarajáenalgúnlugarremoto,peroesqueellaes tanjoven...quédesgraciaquesumaridolahayaabandonado,aellayalapequeña.Por fin llegamosa lapuertadehierro forjado, el sargento laabrióy losdos

hombressalieronporfindelapropiedad.—Sí, es una pena, pero no desespere: ella esmuyguapa y aún es joven, lo

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mismoencuentraotromaridopronto;igualqueusted—dijoelmásjovendelosdosconunasonrisa,despuéssetocóeltricornioamododesaludoyañadió—:Buenosdías,señoramarquesa.—Adiós,ygracias.Mequedéunmomentomásdetrásdelapuertaviendoentrelosbarrotesalos

doshombrescaminarporelmargendelacarreteradevueltaaBasondo.Elsolyabrillabaenelcielodespejadoynotécómomecalentabalacaraylosbrazosperotodavíaesperéunmomentomásallíparaasegurarmedequenosedabanlavueltayvolvíanconmáspreguntas.Losvidesaparecerdetrásdeundesnivelenla calzada y respiré aliviada el aire tibio de lamañana.Volví a la casa por elcamino de losetas blancas con una gran sonrisa en los labios para contarle aCatalinaquehabíamosengañadoalaGuardiaCivil.

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—Dice Catalina que esperas una niña, ¿qué pasa en esta familia que solosabéisparirmásmujeres?¡Yatenemosmujeresdesobra!—protestóelmarquésmientras yo terminaba de buscar en los cajones de su cómoda—. Lo que yoquerríaestenerunnieto:unvarón,claro,paraquelepusieraisminombreyparaqueasíélseaelpróximomarquésynotú,queasaberloquehacescuandoestéslibredetodaslascargas.Le miré a través del reflejo del espejo que había encima de la cómoda de

maderadecerezoysonreí.Loscajonessehabíanabombadoporlahumedadylafaltadecuidadosdelosúltimosaños,asíquetuvequeempujarloconlacaderaparapodercerrarlo.—¿Porquénosevuelveadormir,padre?—lesugeríimpaciente.—Yamegustaríaamí,peroestásaquímolestándomeyasínosepuedepegar

ojo.Nohaymaneradedescansarenestamalditacasa.Cuandosehizoevidentequesupiernanuncasecuraríayqueelmarquésno

podría subir y bajar las escaleras él solo, Catalina le instaló en el antiguosaloncito de café demamá. Lamarquesa aún vivía en esa época, pero aceptórenunciarasucuartitoparatomarelcaféconlasvisitasporquedetodasformasconlaguerrayanohabíanivisitas,nicafé,nipastas.DemodoqueCatalinaysumadresacarontodoslosmueblesdelantiguosaloncitoparalasseñorasybajaronla cama del marqués desmontada por la escalinata, la pesada cómoda paraguardarlospijamasdelseñormarqués,subutacaparacuandoqueríamirarporlaventana y una vieja radio para que no se aburriera demasiado y las dejaratranquilas.—Descuide,yotampocoquieroestaraquí—masculléabriendoelúltimocajón

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delacómodaconesfuerzo.—¿Te he dejado volver ami casa y asíme lo agradeces? ¿Y qué es lo que

intentas robarme ahora?—El marqués tosió con fuerza dos veces, su cuerpohuesudo semovióconviolencia entre las sábanasde la cama—.Nodirásquetodavíabuscasel collarque tedejó tuabuelaantesde tirarsealmar, si esesopierdeseltiempo:lovendíhaceyamuchosaños.Hacía años que no pensaba en el colgante o preguntaba por él, por esome

sorprendiótantoqueelmarqués—queapenaspodíarecordarnada—seacordaradelcollar.EsatardebuscabalosdocumentosdepropiedaddelaminaZuloagaylasescriturasdelamansión,antesyahabíamiradoeneldespachodelmarquésyenlasaladelostrofeossinningúnéxito,aunquealrebuscarentreloscajonesdesu escritorio de caoba estilo colonial sí encontré varios documentos y loscontratosconelnuevogobiernoademásdealgunaspesetasviejasolvidadasalfondodeuncajón.—¿Aquiénselovendió?—lepreguntéconfrialdad,intentandonorespirarel

aire viciado con olor a rancio y a enfermedad que llenaba la habitación—.ElcollardelaabuelaSoledad,¿aquiénselovendió?Derepentenopodíapensarenotracosa:recordéelbrillodelosdiamantes,el

pesodelajoyaenmimanodeniña...—Atitelovoyadecir,másquisierastú—respondiócondificultad.Después

intentó levantar lamanoparahacermeuncortedemangasperoelbrazono leaguantó el esfuerzo—. Eramío, tú no tenías derecho a tenerlo. Lo único quelamento es no haberlo vendido mientras mi madre vivía para que esadesagradecidatuvieraclarocuálerasulugardeverdad.Mevolvíparamirarle:aúnsentíaelmismodesprecioporesehombreviejoy

decrépitoqueestabasentadoensucamaentrealmohadasahuecadasqueelquesentíporéllatardequedisparóaAlma.—Veoque la edadnonos ha ablandado a ningunode los dos,mejor así—

musitéantesdeapartarlosojosdeélparanotenerqueverleunsegundomás—.Odiaríaperdonarlesoloporqueesunviejoimpedidoconunpieenlatumba.—Quésoberbiahassidosiempre:alomejortemuerestúantesytodavíame

ríodeti.—Escupióentresuslabiosarrugados—.Túmepusisteenestamalditasilla, ojalá te hubieramatado a ti en vez de a tu hermanaAlma. Ella era tansoberbiacomotúperoalmenoseramásespabilada,mirasinocómotelajugó:

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valíamásunsaposuyoquetodatújunta.Despacio, caminé hasta la cama y me incliné un poco hacia él para poder

susurrarlealoídoyasegurarmedequemeescuchaba:—Cuando usted muera, y tenga seguro que eso será muy pronto, le daré

quinientaspesetasalpadreDávilaparaqueleentierreaustedenelcementeriopúblico deBasondo—le dije conteniendo el aliento para no respirar el olor amuertequesalíadesupielpegadaaloshuesos—.NuncadormiráenlamismatierradondedescansamimadreydondeestáenterradaAlma.Yomeencargarédequeasísea.Dije«enterrada»porquesabíabienqueAlmanodescansaba.Meapartédeélparaversureacción,vielmiedopasarflotandodetrásdesus

ojosnubladosporquesabíaquemiamenazaeratanrealcomolohabíansidolassuyasdurantetodosestosaños.—No,noteatreverásahacerlealgoasíatupadre.Notienesderecho...bruja.Con sumano temblorosa y torpe elmarqués se santiguó al decir la palabra

«bruja»yyomereídeél.MereíporqueselomereceríayporqueyanoquedabanirastrodeesehombrepoderosoqueduranteañoshabíaaterrorizadoaCarmen,amimadre,amishermanasyamímismaenesesacodehuesosconsumidoconla piel grisácea y la cara descolgada hacia el cuello.Ya no quedaba nada quetemerenél,otromonstruoderrotado.—Soytupadre,tudebercomohijaobedienteesperdonarme.—YonoleperdonaréjamásyAlmatampoco.Nobusqueexpiaciónenmípara

suspecadosporquenolatendrá.Sus manos débiles y cubiertas de manchas por la edad temblaron sobre su

regazocuandointentócogerlasmantasparaprotegerse.—Catalina,ellasiemprefuemásdócilquetú,ellasíquemeperdonarácuando

lleguemihora.—No, ella tampoco le perdonará —le dije con una media sonrisa de

satisfacciónalverelpánicoensumirada—.¿Sienteeso,padre?¿Esasensaciónterrorífica de que es otro quien domina su vida? La crueldad de que sea otroquiendecidesobrecuándopuedecomerodóndepuededormir,esomismoesloquehemossentidonosotrasporsuculpadurantetodosestosaños.Estiró la mano —la misma con la que me dio un bofetón la tarde de mi

decimoquintocumpleañosdelantedetodoslosinvitadosamifiesta—eintentó

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cogerme lamía, pero la edad le había vuelto lento yme aparté antes de quepudieratocarmesiquiera.—He comprendido que algunas de las cosas que hice como padre y como

maridoestabanmal—dijointentandodisimularlairaquesentíayquenohabíaabandonado su cuerpo a pesar de estar consumiéndose—. Ahora ve y dile aCatalinaquevayaalpuebloabuscaralpadreDávila,quieroconfesarmeporsiacasolamuertemevisitaestanoche.Anda,veydile.—Nohacomprendidonada: loquepasaesque semuereyde repente tiene

miedodetenerquepagarportodoloquenoshahecho—ledije—.Catalinayanovaaobedecerlemásyyotampoco.NovaahablarconDávilaytampocovaaconfesarse,ademásahorasuamigoelpárrocoesunhombreimportante,muchomás importantequeusted,yno tiene tiempoparaandarviniendohasta lacasacadavezqueaustedseleantojecontarlesusbobadasdeviejo.—Sé lo que eres, sorgiña.[3]—El marqués dijo la palabra despacio y con

labios temblorosos, pero no porque estuviera prohibido hablar en euskera: ledabamiedoesapalabray loquesignificaba—.Lecontaréa todoelmundo loque eres en realidad. ¿Es que crees que no sé que tienes algo que ver con ladesaparición de Pedro? Tú y la otra. Ya verás quién se ríe al final, ya; veráscómomerioyocuandovenganallevartepresaymetanaesamocosarubiaenunhospicio.—Nadievaaveniravisitarleyaporquenadieletienemiedoenestepueblo,

padre.Noesmásqueeldueñodeunaminaquenodatrabajoaningúnhombre,el presidente de una compañía que no factura una sola peseta desde hace seisaños,yanoeselmaridodenadieydesdeluegonuncahasidopadre...—¡Pero todavíasoyelmarquésdeZuloaga!—meinterrumpió,casicomosi

volvieraatenercincuentaañosyllevaraunadesusridículasgorrasinglesasdecazasobresuenormecabeza—.Yosoyelmarqués.—Esverdad,todavíaeselmarquésdeZuloaga,peronecesitadenosotrashasta

paramear,asíqueseabuenoconCatalinaoelladejaráqueselohagaencima,porque tenga claro que si es por mí ya puede comerle la inmundicia que nopiensomoverundedoparaayudarle.—Meacerquéaélparamirarleunaúltimavez y añadí—: Va a llevarse sus pecados consigo, padre. Alma le esperaimpaciente.Despuéssalídelahabitaciónsinesperarsurespuestacerrandolapuertatrasde

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mí. Escuché su llanto asustado entre las sábanas mientras me alejaba por elpasillo,ypenséquetalvezAlmasíqueleestuvieraesperandodespuésdetodo.

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Lauranaciótressemanasdespués,laúltimanochedeverano.Paraentoncesyoyanopodíasubirlasescaleras—muchomenoslasestrechasescalerasdecaracolquellevabanhastamihabitacióneneltorreóndelacasa—,demodoquelaniñanacióenelantiguodormitoriodemimadre.Elúnicomédicodetodoelvalleestabaesanocheatendiendoaunviejoque

dudaba de si morirse o no, y la comadrona de Basondo —la misma mujerdelgada de pelo claro que nos trajo al mundo a Alma y a mí— se habíamarchado del pueblo después de que terminara la guerra, así que estábamossolas. Las semanas antes,Catalina y yo habíamos leído todos los libros sobrepartos, cirugía y recién nacidos que encontramos en la biblioteca de VillaSoledadhastaquelosojosempezaronadolermedeverlasimágenesespantosasde mujeres dando a luz en posturas imposibles o de lo que parecían reciénnacidosarrugadosycubiertosdebaba.—Elquehadibujadoestonohavistounpartoensuvida—comentóCatalina

congestodedesaprobaciónmientraspasaba laspáginasdelgruesoManualdemedicinamodernaquehabíamosencontradoenlabiblioteca—.Yapuestoaquelaúnicavaginaquehavistoentodasuvidafueladesumadrecuandoloparió,lapobrecilla.Menudosdibujos,danmiedo.Las dos nos habíamos reído entonces, sentadas en las butacas de piel en la

biblioteca—dondemamánonosdejabasentarnosaAlmayamícuandoéramosniñas—mientraslacasitademuñecasfantasmalnosobservabadesdelamesitadeajedrezdondellevabacasidiezañoscogiendopolvo.—Es horrible parirlos y es casi igual de horrible verlo—me dijo Catalina

despuésdequeLauranaciera—.Sugieroqueningunadelasdosvuelvaahacer

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algoparecidojamás.Mereíapesardelesfuerzo,deldolorsordoquerebotabaentrelasparedesde

micuerpoydelsudorfríoquecubríamifrente.—Sí,mepareceunabuenaidea—respondíconlavozentrecortada.Lauranacióenmitaddeunagalerna.EsatardeelcielosobreelCantábricose

volviódecolorgrisoscuro,lasuperficiepicadadelmarburbujeabacomosilasaguas heladas estuvieran ardiendo, el viento del norte golpeó Villa Soledadtratandodearrancarleelalmaalacasaylevantarladesusmismísimoscimientosdetierranegra.Al ver a Laura no sentí esa punzada de amor instantáneo y puro que

supuestamente se siente al ver a un hijo por primera vez, ni siquiera cuandoCatalina le limpiócondelicadeza los restosdemíque la reciénnacida llevabatodavíaencimaymelapusoenlosbrazos.Nisiquieraentonces.Lauraeraunacriaturapequeña,calienteyfrágilconlapielarrugadaylosojoscerrados.—Síquesepareceunpocoalosdibujosdeeselibroquevimoslaotranoche

—fueloprimeroquesemeocurriódecir.Catalina soltó una risotada de alivio porque ninguna de las dos habíamos

muertoenelparto,ymecolocómejoralaniñaenlosbrazos.—Sontodosunpocofeítoscuandonacen,peroluegomejoran,daleunosdías

y verás qué cambio.MiMarina era calva como un melón nada más nacer yestabarojadelesfuerzo,peromiraquébonitaestáahora.Fuera, el vientodelnorte, quehabía ahogadomisgritosdurante el parto, se

evaporódejandotrasdesíunamadrugadaclaraylimpiaconoloraverano.Una semana después de que Laura viniera a este mundo el marqués de

Zuloagaloabandonóparasiempre.Catalinadescubriósucuerpoporlamañanaalentrarensudormitorioparaasearleydarlededesayunarsucaféconsopas.Elmarquésmuriómientrasdormía,sinenterarseporque inclusoparamorirsehayque tener suerte en esta vida. El padreDávila estaba enBilbao y no volveríahastadentrodeunpardedías,asíqueTomásseocupódelentierrodelviejoydebuscarleunhuecoenelcementeriopúblicodeBasondotalycomoyolejuréqueharíalaúltimavezquetuvelamalasuertedeverle.—¿Estásseguradequequiereshacereso?Lagentehablará,querránsaberpor

qué no entierras a tu padre en el cementerio familiar —me había advertidoTomásmientrasyofirmabaelpermiso.

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—Puesquehablen,medaigual.Diganloquedigannovoyadarleelgustoalviejodedescansarenlamismatierraquemimadreymihermana—ledijesinlevantarmedelasilladelacocinadondeleestabadandoelpechoaLaura—.Yencárgatedequesu tumbaestébien lejosde ladeCarmen,aver siencimaelbastardovaaseguirmolestándolaahoraqueestámuerto.Catalinaestabadepieapoyadaenelmarcodelapuertadelacocina,nodijo

una palabra en todo el tiempo que Tomás estuvo en la casa—ni siquiera almencionar a su madre—, pero ella y yo ya lo habíamos hablado antes yestábamosdeacuerdo:elviejonodescansaríaenelcementeriofamiliar.—Noserábarato.—MehabíaadvertidoTomásdespuésdeun tragodecafé

aguado.—Nadaloes.¿Cuántodinerohacefaltaparapagarlotodo?Elentierro,lamisa

ytucolaboración.LosojosdeTomás,quenosehabíandesviadohaciaLauraohaciamipechoni

unasolavez,ahoradudaronuninstanteantesderesponder:—Trescientas pesetas el entierro, la misa y la tumba. Cien más por mi

colaboración.Sonreíconironía.—Cien pesetas. Vaya, sí que se venden baratos los ideales cuando hay

necesidad,inclusolosdeloscuras.—Pordesgraciaparatodos,asíes—merespondióél.—Catalina te dará el dinero en cuanto hagas que el enterrador se lleve el

cuerpo,noquieroqueempieceaapestar,bastantenoscuestayamanteneralasratasfueradeestacasasinañadirleelolordeunmuerto.MeparecióqueTomássemarchabadecepcionadodeVillaSoledad.Nosupe

si su decepción era conmigo, por deshacerme del cadáver demi padre de esamanera, o con élmismo, por tener que rebajarse a pedirme cien pesetas paramantenerlabocacerradayserdiscreto,peromedioigual.Esamismatarde,despuésdequeelenterradory losdosmuchachosflacosy

altos como chimeneas que trabajaban para él a cambio de unos céntimos sellevaran el cuerpo delmarqués para siempre fuera deVilla Soledad,me reunícon el notario y abogado de padre para firmar el traspaso de todas laspropiedades,laminacerrada,lacasaenruinas,lascuentasvacíasyeltítulodemarquesa.Aunque la leymandaba que el heredero del título fuera el pariente

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varónmáscercano,yonoteníaninguno,asíquesalvoqueundíaaparecieseunprimolejanodelcualnuncahabíaoídohablar,yoseríaapartirdeahoralaseñoramarquesadeZuloagayLlanoporplenoderecho.—Yaestáhecho.Ahoratúeresladueñadetodo,tambiéndelasdeudasdetu

padre.Lamentomuchosupérdida—mehabíadichoelnotariosinungramodesinceridadensuvozcuandoledespedíenelportóndehierro.Resultó que en un patético intento de ocultar la ruina familiar, el marqués

pidióunpréstamoaun importantebancoenBilbaoponiendocomoavalVillaSoledad. El dinero del préstamo se había esfumado, pero la hipoteca sobre lamansiónvencíaantesdeNavidad.—Bueno,y¿quéhacemosahora?—mepreguntóCatalinamientrascenábamos

—.¿Vamosaperderlacasa?¿Yaestá?—No,nihablar.Novoyapermitirqueeseviejonossigamanejandoincluso

después de muerto. Intentaré renegociar el préstamo con el banco mientrasconseguimoseldineroparapagarelcrédito.Estábamoslascuatroenlacocinadelamansión.Lauradormíaarropadaenel

mismo moisés pasado de moda en el que había dormido yo siendo un bebé.Catalinaencontrólosdosmoisésdemimbre—idénticos,enormesyostentosos,tal y como era todo entonces— en el trastero del sótano cuando estabaembarazada de Marina, así que lo había limpiado a fondo, le cosió nuevassábanasyfabricóparasuhijaunapequeñaalmohadaconloquesobródeunascortinas.Marinayahabía terminado su sopadepolloy zanahorias—conmászanahoriasquepollo—yahoramordisqueabauntrozodepanseco.—Y ¿cómo lo vamos a hacer? —quiso saber ella—. ¿Sigues dispuesta a

marcharteaMadrid?—Sí, no tengo más remedio que ir si queremos conservar la casa. Allí es

donde está el dinero, así que allí es donde iré —respondí con desgana—.Tenemosqueconseguirunsocioinversorparapoderreabrirlaminacomoseaodentro de cinco meses el banco se quedará con Villa Soledad y nosotrasestaremosenlacalle,yahoraqueporfinnoshemoslibradodelviejonopiensorenunciaraestacasa,nihablar.Mirélacocinadeslucidaporlaguerrayporlosañosdemiseriaqueseguíana

laguerracomounfantasma:losazulejosblancosestabanrajados,lapinturaenlapared de la puerta, desconchada, los armarios amarillentos y los tiradores de

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cristal biselados a mano, que tanto habían enorgullecido a mi madre, habíandesaparecidohacíamuchotiempo.—Hepasadotodamividaescuchandoqueyonoeradignadeestacasayque

teníasuertedequemepermitieranvivirenelsótano—dijoCatalinasinocultarsuresentimiento—.Estoycontigo:novamosarenunciaraVillaSoledad.Asentíymeinclinésobrelamesahaciaellacasicomosimepreocuparaque

alguienmásenlacocinapudieraescucharnuestrosplanes:—Entoncesharemosloqueacordamos,dividiremoseldineroendospartes:yo

memarcharéaMadridparabuscarunsocioentre loshombresdenegociosdeallí que participan en la guerra. Usaré el título de marquesa de Zuloaga yalquilaréunacasa,comprarévestidoselegantes,organizaréfiestasyconvenceréatodosdequeinvertirenlaminaesunbuennegocio.—Bien.Yyomequedaréaquíconlasniñasymandaréarreglaralgunascosas

de la casa para que parezca que todo vuelve a ser como antes: el jardín, lascortinas,estacocina—dijoCatalinacontandoconlosdedos.Lasdosnosquedamosensilenciounmomento,repasémentalmentetodoslos

detalles de nuestro plan para estar segura de que no nos pasábamos nada poralto.—¿Creesquefuncionará?—Funcionará—leaseguré—.EldineroquequedadelsegurodeMasonnoes

suficienteparaquepodamosreabrir lamina,perosíalcanzaparaconseguirnosun socio en Madrid, uno que nos preste lo que nos falta. Tan solo hay queconvenceraesoshombresdequeenrealidadnonecesitamossudineroparaquequierandárnoslo.—Fiestas,vestidosamedida,bolsosdepiel,peinadoselegantesenlossalones

de belleza donde solo van las condesas, las esposas de los falangistas y lasamantes de los nazis que pululan por Madrid. —Catalina torció la cabezaestudiándome—. Tenemos que cortarte el pelo antes de que temarches, haceañosqueningunaseñoraelegantellevaelpelotanlargocomoeltuyo.Mimelenanegracomo lamedianocheme llegabamásabajodelpecho,casi

hastalacintura.Solíallevarlorecogidoenunatrenzaparaquenomemolestara,oenunmoñodescuidadoquesujetabaconmediadocenadehorquillas.—¿Túcrees?—Puesclaroquesí,vamos,échateparaatrásenlasillaqueyoteloarreglo—

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añadió—.Cogímuchaprácticacortándoleelpeloamimadrecuandoempezólaguerray,casial final, tambiéna la tuya.Puedequenoquedes igualqueGretaGarboperoalmenosnopareceráquetehasescapadodelbosqueconesamarañadepelo.Catalinase levantódesusilla,salióde lacocinasindecirnaday laescuché

rebuscarenelbañodelprimerpiso,cuandovolviótraíaenlamanounastijeritasdebarberoyunpeine.—No recuerdo cuándo fue la última vez que me corté el pelo —admití

mientrasmequitabalashorquillasdemirecogidounaporunaylascolocabaenlamesa—.CreoqueaúnvivíaenCalifornia,enlatierradorada.Milargamelenacayósueltapordetrásdelincómodorespaldodemaderadela

silla y sentí a Catalina ordenando algunos mechones para asegurarse de quequedabantodosalamismaalturaantesdeempezaracortar.—Las actrices y cantantes ahora llevan todas el pelo corto, desde Carole

LombardhastaBetteDavis—medijo—.Nopasaríasporunaricaysofisticadaheredera con este pelo de lamia por mucho vestido de Chanel, bolsos decocodriloycollaresdeperlasquetepongas.Lamia.Sonreíparamísinpoderevitarlo.—¿Todavía se dicen esas cosas en Basondo?—le pregunté por encima del

sonidometálicodelastijeritasqueyahabíanempezadoacortar.—Oh, pues claro que se dicen, algunos en el pueblo aúnmantienen que la

marquesa de Zuloaga y su hermana gemela son dos poderosas lamias que seaparecenjuntoalosríosoenlascuevasalosincautoshombresparaarrastrarlosalpecadoylalujuria.Puselosojosenblanco:—Jamásheconocidounhombre incautooaunoquenoestuvieradeseando

dejarsearrastraralpecadoylalujuria.CatalinaserioenvozbajaparanodespertaraLaura,quedormíaenelmoisés

enlaesquinadelacocina.Marinamirabaconcuriosidadloquehacíasumadre,peronosemoviódesusilla.—Yaestoyrecuperadadelparto,puedoviajarsinproblema—dijemientraslos

largos mechones negros caían sobre mi regazo—. Lo prepararé todo y lapróximasemanasaldréparaMadrid.Catalinamepeinóunpocoparavercómoibaquedandoydecidiócortarunos

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centímetrosmás.—Loharásbien:hassidounachiquillaconsentidaycaprichosaduranteaños,

tansolodebesconvencerlesdequeaúneresesachica.—¡Aúnlosoy!—respondímuyofendidamientrasnotabaporprimeravezen

mi vidami cuello y hombros despejados. Peromiré la mata de pelo negro ybrillante que cubría el suelo de la cocina alrededor de la silla donde estabasentadacomounacortinadeterciopelo.Yderepente,yanoestabatanseguradeseguirsiendoesachica.

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ElpalacetedelosMisterios

ELPALACETEDELOSMISTERIOS

ElalquilerdelpalacetedelosMisterioscostabaunafortunaalmes;sobretodoteniendo en cuenta la miserable suma que quedaba después de dividir lo quequedaba del seguro de Mason entre Catalina y yo. Y aun así tendría que«malgastar» ese dinero persuadiendo a alguno de los muchos hombres denegociosquefrecuentabanMadridenesosdíasyconvencerledequeinvertirenunaminadehierrotodavíaeraunbuennegocio.Elpalacetede losMisterioseraunedificiode ladrillodecolor rojoy tejado

negroqueocupaba toda la esquinade la calleBailén, enunaplaza cercana alPalacioReal.Teníalaplantacuadrada,cerradasobresímismaenunasuertedelaberintosencilloperosinotraescapatoriaquelapuertaprincipal,conunpatiointeriorrodeadodealtísimasparedes.Cuandoelencargadodevigilarlacasa—unhombreconelpelocanoso,gafas

anticuadas,labarbaralayunligeroceceoalhablar—meenseñólapropiedadlaprimeravez,mecontóqueun fantasmarondabaporelprimerpiso:elespírituinquieto de una antigua amante del anterior propietario que supuestamente sehabía suicidado saltando al patio desde la ventana de una de las habitacionesinterioresaldescubrirqueestabaembarazada.—Pues espero que al fantasma de esamujer no lemolesten las fiestas o el

champán—ledijecondesdénalencargadomientras leentregabaunsobre tanllenodebilletesqueapenaspudecerrarlo.El encargado me cogió el sobre con la mano temblorosa de quien está

acostumbrado a aceptar sobornos aunque piensa que está mal hacerlo, y se

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guardóunoscuantosbilletesparaélenelbolsillodesuchaquetaazulmarinoacambiodehacercorrerlavozentreotrosencargados,mayordomosymozos,dequeunamarquesadelnortehabíallegadoaMadridparaqueellosselocontaranasusrespectivosjefes.Vi otras propiedades mucho más baratas la primera semana que pasé en

Madrid:pisosenelcentroconventanalesquedabandirectamentealaGranVíaocoquetosapartamentosenlacalleVelázquezmuydiscretos,dondealgunosdelosoficialesfalangistasyaltoscargosdelPartidoúnicooficialacomodabanasusjóvenesamantesparavisitarlassintenerquesalirdelcentro.PeroelpalacetedeBailén era tan descomunal, ostentoso e imposible de ignorar que convenceríaincluso al empresario más desconfiado de que yo era ciertamente una ricaherederaamantedelasfiestas:consuvestíbulosuntuosorodeadodecolumnasde mármol, su salón de baile con capacidad para cien personas, las paredespaneladasenmaderadecaobaoscurahastaeltecho,cortinasdeseda,unagranchimenea de estilo barroco en el salón principal, espejos conmarcos doradosdecorando el pasillo en losqueuna esperaría verse aparecer al fantasmade laamantesuicidareflejadaalpasar,unoratorioparalafamiliaalfinaldelpasillo,unaescaleradenogalqueconectabalostrespisosytrecehabitacionesporquetaly como me explicó el encargado: los anteriores propietarios no eransupersticiosos.Noviningúnfantasmalasprimerastresnochesquepasésolaallí.Síescuché

el sonido de lamadera vieja haciéndosemás vieja y de habitaciones cerradascogiendo polvo, pero nada más. Llamaba cada tarde a Catalina desde elescritorioestiloimperioquehabíaeneldespachodelprimerpisoparasaberquétalibasupartedelplan.Talycomohabíamosacordado,CatalinamandóarreglarlalíneadeteléfonoqueibahastaVillaSoledadparaqueasínotuviéramosqueesperaralcorreo,aunquecuandohablabaconellacadatardesuvozmellegabadesdemuylejosyentrecortadaporloskilómetrosdebosques,suelocalizoylasinterminables llanuras vacías que había visto desde el tren que me llevó aMadrid. En nuestras charlas, Catalina me contó que las tres estaban bien, enrealidad muy bien ahora que el marqués ya no la llamaba a gritos desde suhabitaciónoinsultabaalapequeñaMarinasilaveíaporcasualidadcurioseandodesdelapuerta.PorfinparecíaqueelmarquéssehabíamarchadoparasiempredeVillaSoledad llevándoseconélelmiedo, lavergüenzaycasi todoeldolor

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quehabíacausadoenvida.Catalinamecontó tambiénqueyahabíaempezadolas obras en la casa para lavarle la cara a la mansión. Ahora que estabanarregladaslasventanasdelprimerpiso,lasratas,lasalimañasylospájarosdelbosque ya no se colaban en la casa, la caldera volvía a funcionar y el jardíndelantero había recuperado el aspecto cuidado y exótico del que tanto seenorgullecíamamácuandoaúnvivía.ElcuartodíamedejéverporelcentrodeMadridasegurándomedenopasar

desapercibida.Miplanerairalasmejores—ymáscaras—tiendasderopadelaciudad taconeandosinningunavergüenza,comomamásolíahacercuandoaúnestaba de buen humor y entraba en una habitación para que todos la oyeranllegardesde lejos.Despuésde lascompras, iríaaalmorzaralhotelRitzdondehabíaoídoquepasaban el rato empresarios afines al nuevogobierno, famososvariosoespíasdeunoyotrobandofumandoensussalonesmientrastomabanungin-tonicespecial.AsíquemepusemimejorvestidodeNinaRicci—unvestidoverdeesmeraldadecócteldetardeconescotedrapeado—queconservabademisdíasenCaliforniacuandoelranchoporfinempezóadarbeneficios,antesdelamuerte de Mason, y guardé unos cuantos billetes en mi bolso de piel decocodrilocolorbeige.Antesdesalirdelpalacetepaséunbuenratodelantedeunodelosespejoscon

elmarco cubierto de pan de oro asegurándome de quemi vestido no parecíapasadodemodaconsucorteentalladohastamásabajodelasrodillas.Mepeinémi nuevamelena corta con ayuda de unos rulos y despuésme coloqué—concuidadodenodespeinarme—unpequeñosombrerodetulyterciopeloajuegoconelvestidoqueapenasmecubríalamitaddelafrente,mesubíalostaconesdemissandaliasdepieldecabritillaenblancoycrema,mepuse lasperlasdemamá,queCarmenhabíaconseguidosalvarcuandoalmarquésledioporvendersusjoyas,ymepintéloslabiosderojosangre.Memiréunavezmásalespejoantes de salir: incluso la fantasma que rondaba el palacete me daría su vistobueno.Esamismatardemecompréunnuevobolsodepieldeavestruzenlaelegante

tiendadeLoewequehabíaenelnúmeroochodelaGranVía—unbolsoque,poraquelentonces, resultó ser tancarocomo la reparacióndel tejadodeVillaSoledad—, tomé el aperitivo en el bar Chicote y me di una vuelta por unosgrandes almacenes del centro sonriendo despreocupada mientras me probaba

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broches de nácar, turbantes de seda o gafas de sol de carey que pagarían lasmedicinasdeMarinadurantecasiunaño.LaantiguaEstrellanoteníaniidea—nileimportaba—cuántocostabanlasmedicinasparaelasma,peroyosíquelosabía.Almediodía, entréenelvestíbulodelhotelRitz taconeandoyhaciendoque

mediadocenadecabezassevolvieranhaciamí,aunqueporsupuestoyonomedignéquitarmemisnuevasgafasdesolparamirarles.Almorcésolasentadaalasombradelosgrandestoldosazulesenlaterrazadelhotel:linguiniconsalsadenata,vieirasalaparrillayvinoblancomuyfrío.Cuando regresé al palacete esa tarde, ya tenía esperándome una docena de

invitacionesformalesparatomareltéoasistirafiestas.

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Tres semanas después había asistido a muchas fiestas en palacetes tanostentosos como el mío, comido en los mejores restaurantes de la ciudad yconocido a un sinfín de mujeres alemanas que encontraban mis vestidos deChanelymistocadosdeSaintLaurenttanfascinantescomomishistoriasacercade la vida enCalifornia,ClarkGable, el hotelAmbassador deLosÁngeles ocualquier otra aventura queme inventara para ellas.Descubrí pronto que esasmujeresqueríanvenirdecomprasconmigo,arreglarseelpeloenelmismosalóndebellezaosabercuáleraelnombredemibarradelabios.También conocí amuchasmujeres españolasmás ricas de lo que la familia

Zuloagahabíasidojamás:condesas,marquesas,amantesyesposasdeministrosyaltoscargosdelPartidoúnicoeinclusounacantantedecoplasquemesonreíancon frialdadymeestudiabancomoseestudiaa laúltimachicaque llegaauncolegio estricto y cerrado. Esas mujeres también elogiaban mi ropa de estilofrancés,mismodalesdeseñoritaysereíanenelsalónprincipaldelRitzcuandoyolescontabaanécdotasdemividaenSanBernardino.—¡Hay que ver qué atrevida eres, Estrella! Eres toda una joven demundo,

querida. Elegante y sofisticada, parece mentira que a estas alturas estés aúnsolterita—medecían.Me desenvolvía bien entre aquellas mujeres, demasiado bien. Tal y como

había predicho Catalina, ellas me adoraban, y las que aún no me adorabanacabarían deseándolo con todas sus fuerzas: parecerse amí, ser comoyo. Porsupuesto,yohabíaevitadocuidadosamentehablarlesdelamuertedeMason,delaspenuriasquepasamosenLasÁnimascuandoeldineroempezóaescasear,deLaura o de las ratas que se colaban en la mansión de indiano que llevaba el

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nombredemiabuelaporque,merepetía:«Nadiequiereayudartesierespobre.»Osieresviuda,omadresolteraounamujersola.Pordesgracia, tambiéndescubríprontoqueningunadeesasmujerescon las

quepasabaelratoteníacontrolsobrelosnegociosdesufamilia,asíquedespuésdemuchas fiestas,muchas copasde champánen elPasapogademadrugadayalmuerzosconcaviarcomprendíquedebíaencontrarlaformadeengatusarasuspoderososmaridosyamantesigualquehabíahechoconellas.ElbancoenBilbaonoquisorenegociarlahipotecasobreVillaSoledadporque

estabaninteresadosenconseguirlamansión,segúnmeexplicóunhombreconlavoz aflautada al otro lado del teléfono: «Al delegado del gobierno enVascongadaslegustalapropiedad.»Demodoqueesatardeestabayosentadasolaamimesafavoritadelaterraza

del Ritz dándole vueltas a cómo acercarme a los empresarios españoles quevendíanmaterialesysuministrosalosnaziscuandounavozfamiliarmesacódemispensamientos:—Miqueridamarquesa.Nomeestarásiguiendousted,¿verdad?Nodejode

encontrármelaportodoelmundo.Mevolvíhacialavozaunquesabíadesobraaquiénpertenecía.—Desdeluegoquenoleestoysiguiendo,señorSinclair,aunqueustedsíque

parece tener algún tipodeobsesiónmalsana conmigo—respondí sinquitarmelasgafasdesolparamirarle.Liammesonrió.—Asíes,desdelatardeenquelaconocí.ComosiempremesucedíaconLiamnoestabaseguradesilodecíadeverdad

osisoloeraunaformanadasutildeintentarmetersebajomissábanas.Memovíenmisillablancayazul,queseríamásapropiadaparaunhotelenunapequeñaplaya de la Riviera francesa, y después fingí que volvía a ocuparme de miBloodyMary.—Pensé que seguiría usted en la soleada California haciendo negocios con

especuladores, terratenientesybanqueros—dijesinmirarle—.Eseparecemássuambiente.—Me temo que California perdió todo el interés para mí cuando usted se

marchó.—Apesardequeyonolehabíainvitado,Liammoviólasillaquehabíafrente a la mía y se sentó al otro lado de la mesa—. La semana pasada me

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parecióverlaenelsalónprincipaldelhotelcharlandoconlabaronesadePetrinoyotrasdosmujeresmás.EltoldoazuldelaterrazabloqueabaelsoldemediodíaqueaplastabaMadrid,

pero aun así yo nomehabía quitadomis gafas de sol de carey para almorzarporque,comodecíamamá:«Cuantomásmisteriosaeinaccesibleparezcasmássemorirántodosporhablarcontigo.»—NoestabasegurodequerealmentefueraustedynoqueríamolestaraElena

Petrino.Dicenquieneslaconocenbienquetienemalcarácter,¿esciertoeso?—Notengoniidea.HastadondeyosélacondesaPetrinoesunamujermuy

divertida,unagrancocinerayamantedelasantigüedades—respondíevasiva.—Sí, eso ya lo sé. La buena condesa es también la esposa del jefe de

propagandanaziaquíenEspaña.HansLazar,dicenporahíqueHerrLazaresunpájaro tangrandequenielmismísimoFührer se fíadeélyporesomismo letieneaquíenEspaña.Liamfingióqueleíalacartadebebidasquehabíasobrelamesa,peronotéque

estabamásatentoamirespuestaquealalistadecócteles.—Sí,algohabíaoídoalrespecto,aunqueamínomeinteresalapolítica.—Me

recostéenlasillacomosiyaestuvierahartadelaconversaciónapesardequenoqueríaqueélsefueratodavía—.¿Yquétalvasuotronegocio,señorSinclair?El del «transporte urgente de personas» creo que lo llamó la última vez quehablamos.Supongoqueconlascircunstanciasactualesnodemasiadobien.Liam se puso serio, sus ojos verdes me estudiaron un momento intentando

decidir si podía confiar enmí o si se arriesgaba a ser detenido por la Policíapolíticaaldecirunapalabramás.—No,novademasiadobien.—Nodebepreocuparsepormí,señorSinclair,leaseguroquenolecontaréa

nadiecómoseganabalavidaantesanoserquenomedejeustedotraopción.Pero en vez de relajarse, Liammiró alrededor para asegurarse de que otros

clientes en la terraza no podían escuchar nuestra conversación. Casi todas lasmesitas estaban ocupadas, pero los clientes más cercanos a nosotros eran unmatrimoniodebritánicosquenohablabanunapalabradeespañol.—Tenga cuidado con lo que dice aquí, este lugar es un nido de espías de

ambos bandos: aliados y alemanes se pasean por el salón principal o por elrestaurantedelhotelatentosacualquierrumorquellevarasusembajadas.

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—¿Aesosededicaahora?—quisesaber—.¿Esunespía?—Silofueranopodríadecírselodetodosmodos.—Liammesonrió—.Pero

no,actualmentemededicoalcomerciodeantigüedadesyobjetosvaliosos.—Yaveo...—asentí—.CambiólaspersonasporlasmesitasestiloLuisXVI,

cuberteríasdeplataycuadrosholandesesdelRenacimiento.—VivoporloscuadrosholandesesdelRenacimiento.Intenténosonreírperofracasé,asíquelediotrotragoamizumodetomate

convodka.Elalcoholmequemólagargantaalbajar.—Nose ríademí,marquesa,esunbuenmomentopara lasantigüedades,el

mejor: hay una guerra. Muchas personas huyen de sus hogares dejando atrásreliquias familiaresmuy valiosas o tienen que vender sus cuadros o sus joyasparapodercomer.Haymuchaofertaperotambiénmuchademanda.—Así que ahora es un ladrón normal y corriente, un ave de rapiña que se

aprovechadelaspersonasquelohanperdidotodo.—Notannormalnitancorriente—respondióélsinrastrodevergüenzaenla

voz—.Hago exactamente lomismoque hacen sus amigos los nazis amedidaqueconquistanpaíses,olomismoqueelbandosublevadohizoaquíenEspaña:quedarmecontodo.—Losnazisnosonmisamigos.—Tampocolosmíos,peroyomequedoconcualquiercosaquelosperdedores

o conquistados dejen atrás: cuadros, joyas, libros antiguos, muebles valiosos,vinos...—añadióél—.Laúnicadiferenciaesqueyo lespagoalgoacambioasusverdaderosdueños.—Vaya,esusted todounejemplodedecenciayamoralprójimo—dijecon

ironía—.LaúltimavezquenosvimosayudabaalosjudíosyalosrefugiadosahuirdeAlemaniayahoralesroba.Liamseencogiódehombros.—Hayqueadaptarsealosnuevostiempossiunonoquiereacabarenunode

esoscamposhorriblespicandopiedraoconstruyendopresaspormediopaís.Yparasuinformación,nolesroboúnicamentealosjudíos,refugiados,comunistasodisidentes,tambiénroboalosespañolesquehanperdidolaguerra.—Liamlehizo un gesto con la mano al camarero para que se acercara y le pidió unbourbon solo, cuando el camarero estuvo lo suficientemente lejos como paraescucharnos añadió—:No sea hipócritami queridamarquesa, es usted la que

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acudealasfiestasdelosaltoscargosnazisaquíenMadridytomacaféconlasamantesdelosfalangistascadatarde.Encomparaciónconellos,yosoyapenasunaficionado.—Amíme da igual un bando que el otro, no tengo preferencia ninguna—

respondíconfrialdad—.Necesitohacernegociosconquienseaylosnazissonlos únicos con los que el nuevo gobierno permite negociar. No es lo que yohubieraelegidoperoesloquehay.—Entonces como yo. No soy ningún demonio o un saqueador de tumbas,

marquesa,soysolounemprendedor:unempresarioquehaencontradosuhuecoenelmercado.Jugueteéconlapajitademibebidaunmomentoylemiréporencimademis

gafasdesol:—¿Vendeantigüedades?—Asíes.Losnuevosricos,empresariosyaltoscargosdelPartidoúnicoestán

enamoradosde las antigüedades, las reliquias religiosas y las joyas familiares.Comprancualquiercosaque tengamásdeveinteañosyquepuedancolgarenlas paredes de sus palacetes y casas de campo. Les obsesionan el arte y lasantigüedades.—Y¿porquélohacen?—lepreguntécongenuinacuriosidad—.Ahoraellos

sonlosdueñosdetodoydetodos,puedencomprarcualquiercosaquedeseen,¿porquéobsesionarseconalgoantiguoqueademáspertenecióaotraspersonas?—Porqueesolesdaunairedelegitimidad,¿comprende?Leshacesentirque

sonrespetables,yque,además,siemprelohansido.Dignos.Untítulodeconde,unsellodeoroeneldedoanularounblasónfamiliarrobadocubrenlospecadoscon una pátina de verdad y de nueva justicia—me explicóLiam sin ningunaemociónenlavoz—.Tambiénlesconsigotítulosnobiliarios«cedidos»porlosperdedores,cuadrosconfiscadosparaqueadornensusfincasdecazaenToledo,bayonetas que pertenecieron a Napoleón o archivos familiares para poderfalsificarloseincluirseenlahistoriadeunmodo«legítimo».—Pero no lo entiendo, ¿qué importan todos esos documentos o reliquias

familiares?—pregunté—.Despuésdetodonopuedenengañaranadie, todoelmundoconocelaverdad.—Laverdadcambiaconlosaños,miqueridamarquesa,hoysonsublevados

peromañanaseránhéroes—respondió—.Nosolohanganado,tambiénsehan

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aseguradodecomprarbuenosasientosparaelfuturo.Elcamareroseacercóhastanosotrostrayendounabandejaenlamanoconel

vasodebourbondeLiam.Dejóelvasodecristalbiseladoenlamesafrenteaél,hizounaligerainclinacióndecabezaysealejósindecirnada.—Nunca pensé que eso fuera tan importante—admití, todavía pensando en

ello.—Esoesporqueustedesunaverdaderamarquesa,otodoloverdaderaqueuna

marquesapuedeser.—Liammesonrióyañadió—:Apuestoaque las señorasaquílaadoranyserifansucompañíaparatomarcaféopasearporlaGranVíaconsuaspectodeestrelladeHollywood,susvestidosglamurososysusmodalesdesdeñososdeverdaderamarquesa.Esonoseconsiguecontítuloscompradosojoyasconfiscadas:hayquetenerlodenacimiento,comousted.—Vaya,quéamable—respondíconsarcasmoantesdedarleotro tragoami

bebidaqueyaempezabaacalentarse.—Oh, no es amabilidad en absoluto, pero basta con un vistazo para darse

cuenta de que no es usted la simple esposa de un falangista vestida deBalenciaga.—Liamjugueteóconsuvasounmomentoantesdecogerloperonobebiótodavía—.Aunquetampocoesexactamenteunamarquesa,no«solo»unamarquesa.Mequitélasgafasdesolylasdejésobrelamesa,misuñaspintadasderojo

chocaronconlasuperficiemetálica.—Tengacuidadoconloqueinsinúasobremí,señorSinclair,nocreoquesus

amigos del Partido único aprobaran cómo se ganaba usted la vida antes—leadvertíenvozbaja—.Españapuedefingirqueesneutralenestaguerra,peroelnuevogobiernoapoyaalosnazisynolesgustarásaberqueustedantestrabajabasacandoarefugiadosdeAlemania.Alcontrariodeloquepenséqueharía,Liammesonrióyseacomodómejor

susrizospelirrojosantesdedarleuntragoasuvaso.—Yo jamás ladelataría,miqueridamarquesa,nienmilaños—dijocuando

terminódebeber—.Nihablaríaconnadiedesuengañoalasseñorasdebiendeesta ciudad o de su buenamano para la jardinería. Sus secretos están a salvoconmigopero sientocuriosidad, ¿quéestáhaciendoenMadrid?Esteambientenoesmuydesuestilo.Suspirédemalaganayvolví a apoyarmeen el respaldodemi silla.Miré a

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Liam tratandodedecidir si le creíaonoestudiando sumedia sonrisa, esaquenuncaabandonabasuslabiossiempreunpocoinclinadoshacialaderecha.—Negocios.Buscounsocioparainvertirenlaminademifamilia—dijepor

fin—.¿Leinteresa?Liamhizochocarloshielosdentrodesuvasoyyoadivinésurespuestaantes

dequeélladijeraenvozalta:—Talvez,¿decuántodineroestamoshablando?—Dosmillones.Cuando encontré los libros de contabilidad del viejo en la caja fuerte de su

despacho—los verdaderos, claro— repasé las facturas, los gastos y hasta laúltimapesetadesaparecidaparacalcularcuántodineroharíafaltaparavolveraabrirlaminaZuloaga.—Dos millones... eso es mucho dinero—empezó a decir Liam—. Aunque

puedequetengaunacantidadsimilar,noenpesetasperosíenoroyotrascosasvaliosas.—¿Oro?—Sí. Los nazis y los falangistas pagan bien, casi siempre en oro que

consiguendelaszonasocupadasoquelesrobanalaspersonasquearrestan,asíqueconfíoenquenoseaustedmuyescrupulosaconelorigendeldinero.—Nolosoy—ledijemuysegura—.Peroantesdefirmarnadaodeirmásallá

debemos hablar de los términos de nuestra sociedad, no quieromalentendidosmástarde:primeroymásimportantelaminaZuloagaesmía,siyomueroonoestoyencondicionesdedirigirlaempresafamiliar,mihermanaCatalinaseharácargodetodo.Ademásdeeso...Liamserioenvozbaja.Habíaolvidadosurisayalescucharlaotravezvolvía

sentiresaráfagadecalordebajodemiombligo,enlazonaindeterminadaentremispiernas.—¿Quélehacetantagracia?—lepreguntémanteniendomivozfirmeapesar

detodo—.¿Seburlausteddemí?—Nadadeeso,essoloquehabíaolvidadoquebajoesaaparienciamisteriosa

suyahayungeniodelosnegociosmáscapazquecualquiercaballeroalfrentedeunagranempresaqueyohayaconocidojamás.—Yalquehayaestafadojamás—añadíconsuavidad.Liamapartósuvasoyextendió lamanosobre lamesaparacogermelamía,

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mesorprendió,peroledejéhacerporquequeríasaberquéeraloquepretendía.Ytambiénporquemegustabaelcontactodesupiel.—Sélascosasquelepreocupanporquelaconozcobien,mejordeloqueusted

seresisteacreer,yleprometoquenointentaréinmiscuirmeensusnegociosoensu empresa —me aseguró sin dejar de mirarme—. Podrá dirigir usted solaEmpresasZuloagasiesoesloquedesea,yoharédehombredepajaparausted:reunirme con los clientes, inversores, acudir a los almuerzos con ellos...Convencerlesdequesoyyoquienseocupadeloimportanteenlaempresaparaqueellosnosdensudinero.Mirénuestrasmanosunidassobrelamesa.—¿Haríaeso?¿Fingirqueestáalcargoparaqueyopuedadirigirlaempresa?

—quisesabersinmirarle.—YaselodijecuandonosencontramosenLosÁngeles,antesincluso:estaría

encantado de trabajar con usted porque sé que podríamos ganar una fortunajuntos—respondió con su acento musical—. Los dos somos muy parecidos:hacemos lo que sea necesario para sobrevivir porque, a diferencia de otraspersonas,ustedyyovemoselmundocomoesenvezdecomonosgustaríaquefuera.Sudedoíndiceempezóadibujarformasinvisiblesenlapielfinadeldorsode

mimano,unescalofríobajópormiespalda.—¿Y qué hay del hierro de mi mina? ¿Cree que podemos encontrar un

compradorparavenderagranescala?—Esposible,aunquenosería sencillo:apesarde laguerra, losnazis tienen

suficiente mineral. Incluso con mis contactos aquí, nos costaría encontrar uncompradorparasuhierrodispuestoapagarnosunpreciodecente.—¿Entonces? Si el hierro no es una opción, ¿qué es lo que sugiere? —

preguntéconlavozentrecortada.MehabíaidoacercandoaLiammientrashablábamos,ahoraambosestábamos

inclinados sobre la mesita blanca susurrando como si fuéramos espíasintercambiandosecretos.Oamantes.—Siemprehayalgoquelosdemásansíandenosotros,miqueridamarquesa.

Algoquelesrobaelsueñoylavidamientrasplaneancómoconseguirlo—dijocon voz grave muy cerca de mis labios—. Da igual que sea amor, dinero,influencia, nuestro perdón o un extrañomineral: cualquier estafador sabe que

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paraconseguiralgodeotrapersonahayqueaveriguarquéesloqueestaansíaporencimadetodo.—¿Unextrañomineral?¿Ycuáleseseextrañomineralsisepuedesaber?Liammededicóunasonrisadezorro,lamismasonrisaastutaqueyalehabía

vistolatardedemiboda.IntuíalmuchachosupervivienteypocoafortunadoqueLiamhabíasidomuchosañosantesdebajodeesasonrisaafiladacuandoporfinrespondió:—Wolframio.

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PasamostodalatardejuntosenlahabitaciónveinticuatrodelsegundopisodelhotelRitz,lamismahabitacióndondeLiammecontóquevivíadesdehacíayaunpardemeses.Despuésdehablardenegociosunahoramás,tomarmimosasdeMöetydiscutiracaloradamentesobrepolítica,terminamosentrelassábanasdelinobordadasamanodesusuite.Yo acababa de cumplir veintiséis años, y aunque había coqueteado con

muchoschicos—yhombres—enmivida,hastaesatardeúnicamentemehabíaacostadoconMasonCampbell.Enlacama,Masoneracomoentodoslosdemásaspectosdesuvida:impacienteycaprichoso.Masonsentíaurgencia,verdaderanecesidad de poseer algo hasta ponerse incluso de mal humor cuando no loconseguía,peroamenudo,despuésdelaprimeraexplosióndecalor,supasiónpormí—oporcualquierotracosaquecoparasuobsesiónenesemomento—seapagabatandeprisacomohabíaaparecido.Liam Sinclair no era una cerilla que se encendía deprisa yme quemara las

yemas de los dedos para apagarse igual de rápido. Si Mason era un fósforoexplosivoouncartuchodedinamitaquesujetabaenlamanohastaquemarme,Liameraunahogueraenlaplayaqueardíadurantetodalanoche:bastabaconañadir un pocomás de combustible al fuego en forma de caricias al final delmusloopalabrasdichasamediavozcercadesupelocobrizoparamantenerlahogueraardiendo.Nohabíaanochecidoaúnperoyoestabaenlacamatumbadasobremiscodos,

mirabadistraídaelsoldefinalesdeagostoqueentrabaporlaventanadelasuiteentrelascortinasconbrocados.—Quémaldito calor hace siempre en esta ciudad, ni siquiera cuando cae la

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noche desaparece la sensación de bochorno —murmuré sin volverme paramirarle—.Nunca había pasado tanto calor como estos últimosmeses aquí enMadrid,esagotador.Liam estaba sentado con la espalda apoyada en el cabecero de la cama

repasandolascuentasquehabíamoshechoantesmientrastodavíallevábamoslaropapuesta.Serioalescucharmeyapartósusojosdelosnúmerosparamirarme.—Para ser alguien que ha vivido en el desierto durantemás de cinco años

soportasmuymalelcalor—medijoconsumediasonrisa.Elventiladoreneltechosobrelacamahacíagirarelairecalientedelasuite

queolíaasudor,asexoyaldelicadojabóndelavandaqueusabanparalavarlassábanasdelhotel.—Yalosé,peroesteesuncalordiferentealdeldesierto;sinfuego,niarena:

este calor pesa, te cae encimadesde lamañanay te aplasta los huesos.No sécómoalguienpuedeviviraquí.Liamdejólospapelesllenosdenúmerossobrelassábanasarrugadasyalargó

elbrazoparaacariciarmelapierna.Sentíelcontactoásperodesusdedosdetrásdemirodillasubiendodespaciopordentrodemimuslo.—¿Por qué has cambiado de opinión sobre lo de trabajar juntos después de

tantotiempo?—mepreguntóconvozgraveperosindejardesubirpormimuslo—.¿Hasidopormiirresistibleencantoescocés?¿Ohayalgomás?—Elencantonodadecomeryencasameesperanunahermana,unasobrina

enferma y una hija que confían enmí para que consiga dinero para reabrir elnegocio familiar o las cuatro nos moriremos de hambre dentro de un año—respondísinmirarle.LosdedoscalientesdeLiamdejarondesubirpormipierna.—¿Tienesunahija?No le estaba mirando, pero escuché un ligerísimo temblor en su voz al

pronunciarlapalabra«hija».—Sí,sellamaLaura.Tienemásdetresmesesperonolaveodesdequetenía

tressemanas.Algunas veces pensaba en Laura. Intentaba recordar su carita, sus manos

diminutas cerradas en puños sobre el colchón del moisés heredado mientrasdormíaolamaneraespecialenlaqueolía.Habíaolvidadocasitodoslosdetallessobreella.

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—Pensé que tumarido habíamuerto—dijo con cautela pero sacándome demispensamientos.—Sí. Mason murió en un incendio en el rancho junto con otros cuatro

hombreshacecasiunaño.—Losiento—dijoél,peromesonómásaliviadoqueotracosa.—Ya,yotambiénlosiento.AdemásdeaMasonloperdimoscasi todoenel

fuego,incluidaslastorresextractorasdepetróleoyelrestodelequipo,noquedónadaquepudiéramossalvar—recordé—.Elpetróleobajolatierraardióduranteuna noche entera hasta terminar de consumirse y después no teníamos dinerosuficienteparapagarlosdañosyreponerlamaquinaria.—¿Teníamos?—Sí,lacapatazdelahaciendayyo.Cadadosmeses,Valentinameenviabauninformedetalladodelascuentasde

Las Ánimas con los gastos, los ingresos y hasta el último centavominuciosamenteexplicadoapiedepáginacomomehabíaprometido.Elranchono tenía beneficios todavía, pero por fin habíamos terminado de pagar losimpuestosatrasadosylasindemnizacionesalasfamiliasdelostrabajadoresquemurieronenelincendio.—Losientomucho.—Liamdibujósímbolosinvisiblesconsudedoíndiceen

lapieldetrásdemismuslos—.¿PoresovolvisteaEspaña?—Sí.Estabasola,embarazadayextrañabaBasondo,elbosqueyelmar...¿no

escruel?Despuésdeañosintentandohuirdeesepuebloterminovolviendopormipropiavoluntad.Túteníasrazón—admitíconunasonrisatriste—.HayalgoenBasondoquese teclavadebajode lapielyse teenredaen loshuesosparaquenotemarchesjamás.Liamseacercóunpocomásamí,sentíelcolchónhundiéndosebajosupeso

cuandoalargóelbrazoparaseguirsubiendopormicuerpo:primeromimusloymicinturahastaellugarexactodondecomenzabamicolumnavertebral.—Penséqueeras tú,durantemesescreíqueesaatracciónquemeempujaba

haciaBasondocomounabrújulaquesiempremarcaelnorteeraporti—empezóadecirenvozbaja—.Yeraporti,perohabíaalgomásquemellamaba:esacasaconeltejadoverdesuspendidasobreelmarsiemprefuriosoqueparecesalidadeunsueño.—Sí, yo volví a mi casa para dar a luz, pero el país y el pueblo que he

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encontradoami regresonoescomo loqueyo recordaba—admití—.Nadaescomo yo recordaba, incluso las personas que creía conocer bien me parecendiferentesahora.PenséenTomás,enlamanerafríaydistanteenqueélmehablócuandolepaguéparaqueenterraraalmarquésenelcementeriopúblico.Cogiómidineroy se loguardódeprisa en el bolsillode su sotana, pero se atrevió amirarmeconlamismaseveridadenlosojosqueaquellasmujeresqueesperabanparaentrarenmisahabíanmiradoaCarmenhacía tantosaños.Tomásdeberíaimplorarmi perdón por lo que le hizo aAlma—y amí y al resto de nuestrafamilia—,peroenvezdeesosepermitíamirarmeconreproche,culpándomeamídesumiseriaydesuguerraperdida.—¿Por eso haces esto? ¿Por ellas? —me preguntó Liam—. Venderles

wolframioa losnazisnoescualquiercosa,sabesparaqué lousarán,¿verdad?Conélblindansusvehículosohacencañonesmásresistentesparasusarmas,asísusbalaslleganmáslejos.Lesestaríasayudandoaganarlaguerra,Estrella.—Esunaguerra,unode losbandosvaaganar—murmuré,ymevolvípara

mirarleporencimademihombro—.Lamentosieso tedecepcionaperonoseme ocurre nadamás que pueda hacer paramantenernos a flote y nos estamosquedando sin dinero, pronto tendremos que vender la casa.No voy a permitirquemifamiliapasehambresoloporqueestémalvistonotenerconciencia.Liamme acarició la espalda, susmanosmasculinas con restos de cicatrices

dejabanaldescubiertosumentiraparacualquieraquesupieramirarmásalládesusmodalesaprendidosysupelodefuego.—Nomedecepcionasenabsoluto—measeguró—.Yaunquetecuestecreerlo

tútambiénhascambiadoenestosaños:antestepreocupabasportiysoloporti,peroahorateimportanellas.Mereíenvozbajaydespuésapoyélacabezasobremismanosperosindejar

demirarle.—Supongo,aunquelassemanasquehepasadoaquíyosolafingiendoqueera

la rica heredera de un emporio minero gastando dinero a manos llenas yasistiendoafiestasdecadentesvestidadeLanvinhansidolasmejoressemanasquerecuerdoenaños—admití—.¿Yquéhaydeti?¿Porquévivesenunhotel?Ademásdeporlacomidaylassábanasdelino,claro.Me reí en voz baja pero noté que Liam ni siquiera sonreía, así que me

incorporéunpocoparaverlemejor:

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—¿Quésucede?—Nada.Essoloquevivoenestehotelporsiacasotengoquesalircorriendo

delpaísparasalvarmivida,noquieroacabarenunodeesostribunalesdeguerraoconstruyendopresasconlosdemásesclavos—respondióconlosojosfijosenlassábanasrevueltas—.Sielnuevogobiernodescubrequeayudéadecenasdepersonasahuirdelosnazismematarán.—Sí, te matarán. Y también a cualquiera que tenga relación contigo —

respondípensandoenmí.—Poresovivoenestehotel:aquíhayespíasbritánicosyamericanosportodas

partes, en este mismo piso hay un par de ellos fingiendo que son turistascanadiensesdelunademiel,asíquesioigoalgoraroodejodeverlesporaquí,sabréquetengoquesalircorriendodelpaís.—Yo estaba a salvo en California, así que para mí la guerra solo era algo

borrosoquellenabalaspáginasenlosperiódicosdeldomingo.Claroquemirabalasfotografíasenblancoynegrodeloscorresponsalesoveíabarricadasenlascallesolosagujerosquelasbombasdejabanalcaer,peroparamí,laguerranoera más que una nube negra y roja de tormenta que descargaba su furiademasiadolejosdedondeyoestabacomoparasentirmiedo—admití.ElmiedoquehabíaintuidohacíasolounmomentoenlosojosdeLiamerael

mismomiedosordoyviscosoquevienlosojosdelasdosmujeresenlaboticadeBasondo o en los ojos de todos los demás. El terror a algo sin una formaconcretaqueyanoseescondíaenlascallesoenlosbares:unacriaturasiniestraqueahoravivíaentodaslascasasydentrodetodoslosquehabitabanenellas.—¿Creesqueesposible?Cambiarelhierrodetuminaporwolframio—dijo

Liam deseando hablar de otra cosa—. Quiero decir, ya sé que hiciste algoparecidoconelpetróleoenelranchodetumaridoenCalifornia,perodicesqueesonoterminódemasiadobien.Recordé esa planta enredadera donde crecía esa maldita flor azul que me

seguíaatodaspartesdesdelatardeenqueenterramosalaabuelaSoledad.Igualqueellobonegro.CaíenlacuentaderepentedequenohabíaescuchadoalloboaullardesdequeestabaenMadridysemeocurrióquetalvezsehabíamarchadoporfin,oquealigualqueyoellobonoestabaacostumbradoaesecalorpesado.—Sí, creo que es posible a pesar de lo que pasó la última vez—respondí

mirándomelasmanosdondeelfuegonaranjadelastorresextractorasenllamas

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mehabíaquemado—.Cuandoatraje elpetróleohacia el suelodeLasÁnimasestabalejosdecasaylejosdelbosque,apuestoaqueesotuvoalgoqueverconloquepasódespuésy,siaesolesumasqueelwolframioyaexistemezcladoconelhierrodelasminas,creoqueestavezpodríasalirbien.Medilavueltaenlacamaparaleersuexpresiónylabrisadelventiladorenel

techomearrancóunescalofríoquebajóportodamipielhastamiombligo.—Comprendo.Tienesmáspodercuandoestáscercadetutierra,entubosque

—empezóadecirLiamconunasonrisaencantadoramientrasseacercabaamí—.Asíqueporfinadmitesqueeresunalamiaconpoderessobrelanaturalezaysobreloselementos.Me reí y mi estómago tembló cuando sentí sus dedos haciendo círculos

alrededordemiombligo.—Apenastengocontrolsobremipropiaexistenciacomoparatenerlosobreel

cieloolosárboles.Liam inclinó la cabeza sobremí y sus rizos de color rojo oscuro quedaron

esparcidossobremivientre,sentísusbesosbajandodespaciohacialapielmássensibledebajodelombligohastaquederepentesedetuvoylevantólacabezaparamirarme, solo lonecesarioporqueaúnpodíanotar su respiracióncalientebailandosobremipiel.—Sabes, de donde yo vengo también nos gustan las leyendas sobre chicas

guapasytenemosalgoparecidoalaslamias,lasllamamosselkies,[4]sesuponequesoncriaturasdeunabellezainigualablequevivenenelmar,algosimilaraunasirena.Hundímisdedosensupelodefuego.—Cuéntamemás—lepedí.—¿Sobrelasselkies?Laverdadesquenorecuerdomuchodelahistoria,era

mimadrequiensolíahablarmedeellas...—No,sobre ti—lecortédejandoquemisdedosseenredaranenunmechón

cobrizo—.¿Dedóndeeres?¿Yporquéeresasí?Liammededicóunagransonrisa.—¿Así?¿Cómo?—Unmentiroso,unestafador.—Ah, eso... no es una historia muy especial: pobreza, hambre, un padre

desconocido y una madre que no llegó a verme cumplir los diez años —

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respondióevasivo—.Hasescuchadoesamismahistoriatristecienvecesya,novale lapenamalgastar tiempoenella, sobre todocuando semeocurren cosasmejoresenlasqueempleareltiempo.Volvióabesarmejustodondeanteshabíainterrumpidosucadenadebesos.—AsíqueLiamSinclairesunhombreinventado,unafantasíacreadaporese

chicohuérfanoypobrepara escapardeunavidamiserable—murmuré con lavozentrecortada.—Exactamenteasí:eseniñoasustadoyhambrientodesaparecióyyoocupésu

lugar, por eso mismo haré lo que sea necesario para no volver a ser esemuchachonunca,aunqueparaellotengaquevenderlesmialmaalosnazis—medijomuyserio.—Tualmaomiwolframio—susurrémirandoalventiladorquegirabasobre

nosotros—.Y¿cómo loharemos?¿Cómoconvenceremosa losnazisparaquenoscompren?—Laprimeraparteesfácil,¿tegustanlasfiestas?Sonreídespacioydejéquesusbesossiguieranbajandopormicuerpo.

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Elloboentrenosotros

ELLOBOENTRENOSOTROS

Liam insistió en acompañarme de vuelta al palacete. Me cogió la mano encuanto doblamos la esquina y dejamos atrás la suntuosa entrada delRitz paraevitarquelosojosindiscretosnosvieran.Sumanoestabacalienteperodejéquecogiera la mía igualmente. Aunque ya había anochecido mientras cenábamostumbados en la cama de la suite rodeados de papeles con números escritos ynuestraropatiradaporelsuelo,elcalorcaíasobremishombroscomounadelaslosasdepiedramacizadeVillaSoledad.Estabapegajosadespuésdeuna tardede sexo y calor, así que me había duchado en el hotel—con cuidado de nomojarme el pelo para que mi aventura no resultara tan evidente— antes devolveraponermemivestidoymiszapatosdetacón,perolasensacióndelaguafresca en mi piel arrastrando los últimos recuerdos de pasión y mimosas seesfumóencuantoelaireasfixiantedelanochemeaplastó.—¿Quieres pasar?—le pregunté cuando llegamos a la puerta principal del

palacete—.Notengonadadecomeryteadviertoqueelfantasmadeunamujermerodeaporlacasaalgunasnoches.Liam levantó la vista para mirar la fachada de ladrillo del edificio y yo

aprovechéesossegundosparaestudiarlemejor:elarcodesuscejas,lanarizmásrectaqueyohabíavistonunca,labarbaquebajabaporsugargantacubriendosupielllenadepecasclarasosumisteriosacicatrizenlamejilla.—Asíqueunfantasma,¿eh?Cualquieracreeríaqueerestúquienatraealos

espíritus—bromeó él, todavía con los ojos fijos en el edificio—.Megustaríaentrarperonoquieroquedarmeadormir,esdecir,por supuestoquequiero—

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sonrió—.Peroyasabesquenodeberíahacerlo,porsiacaso.Recordé lo queme había contado unas horas antes en la suite acerca de su

miedo a ser descubierto y detenido. Era un temor que yo no había sentidotodavía,peroquehabíavistoreflejadoenlosojosdeCatalinayencasitodoslosdemásconlosquehabíahabladodesdequeregreséaEspaña.—Bien,puesseguiremoshablandodenegociosmañanaantesde la fiesta, tú

asegúratedeenviartodasesasinvitacionesenminombre.¿Creesquevendránapesardehaberlesavisadocontanpocotiempo?—preguntémientrasbuscabalasllavesenmibolso—.Si todosesosempresariosyaltoscargosdelpartidoqueconocesnosepresentanaquímañana,todoestonoservirádenada.Por finnotéel tactometálicode las llavesenmicarísimoLoewedepielde

avestruz.—Vendrán,descuida,todosestándeseandoconocerteporfin.«Lavasca»,he

oído que te llaman en algunos círculos—me aseguró Liam observándome sinningúndisimulo—.YcuandoesténentubonitopalacetebebiéndosetuchampánfrancésleshablaremosdelwolframioydeEmpresasZuloaga.—¿Funcionará? —pregunté ya con las llaves dentro de la cerradura de la

pesadapuertaprincipal.—Ya lo creo que funcionará, seguro que hasta tienes más de una oferta

mañanamismo.—Liamdiounvistazoalacalleyalrededorparaasegurarsedequenadienosobservabaconespecialinterésydespuésmediounbesolargoyprofundo—.Tengoqueocuparmedeunasuntoporlamañana,peroestaréaquíantesdecomerparaayudarteconlospreparativos.—No necesito ayuda, pasé años viendo cómo mi madre organizaba fiestas

parecidasalademañana—respondí,todavíaconsusaborenmislabios—.Perovendetodasformas,odioesperarsola,parecequeeltiemposeempeñaenirmásdespaciocuandounaesperasola.Liammesonrió,laluzdelafarolasobrenosotrosarrancóundestellonaranjaa

supelo.—Aquíestaré,buenasnoches,miqueridamarquesa.LemiréunaúltimavezantesdeentraryúnicamentesonreícuandoLiamyano

podíaverme.Esa nocheme asaltaron unas pesadillas terribles e intensasmientras dormía

solaenlagrancamadelahabitaciónprincipaldelpalacetedelosMisterios.En

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missueños,AlmaestabasentadaenlaescalinatademármoldeVillaSoledad,surostrodequinceañosestabaocultoentrelasmanosperollorabaamargamente.—Notepongasasí,Alma.TeprometoquenotehecambiadoporCatalina,es

soloquenecesitopoderconfiarenalguien,aunqueseasoloenunapersona.Túestásmuertaperosiguessiendomihermanafavorita.Túsiguessiendocomoyo.Intentaba convencerla con mis palabras, pero Alma no dejaba de llorar de

modoquetratédecorrerhastalasescalerasdondeellaestabasentadaperomispiernasnomeobedecieron.Miréhaciaabajoyviquellevabapuestoelmismovestidoblancoylargodeencajedehilodesedaquelatardedemicumpleañosonce años antes, entonces escuché unas pisadas detrás de mí entrando por lapuerta principal de Villa Soledad. No eran pisadas humanas: eran pezuñas,poderosasgarrasquerascabanelsuelodelvestíbulo.—Chisss...eselloboyteestábuscando,Estrella,tebuscadesdehacemucho

tiempo.—Alma levantó la cabeza paramirarmepero deseé que no lo hubierahecho,porquelamitaddesurostro,idénticoalmío,estabasalpicadodesangreoscura y restos de hierbas que se pegaban a su pelo ymanchaban su vestidoblancodeencaje.»Sidisimulasy te estásquieta igualpasade largo sinverte—susurróAlma

desdesuslabiospálidosdechicamuerta.Estabaparalizada,nopodíavolvermepara mirar, pero escuché las garras del animal acercándose por mi espalda,caminandoporelvestíbulodelacasaconelnombredemiabuelacomosifuerauna prolongación de su bosque, como si los pinos y los robles hubieranextendidosus raícescentenariaspordebajodeVillaSoledadaceptando lacasacomounapartemásdelbosque.Sentílarespiracióndelloboenmipiernaysolounmomento después pasó junto amí rozándome el vestido. Sabía que estabasoñando,peronuncaanteshabíapodidoverallobonegrodesdetancerca:eraunanimal magnífico, tan alto que su lomo me llegaba hasta más arriba de micintura,conpatasanchasyfuertes,sucabezaeramuchomásgrandequeladeunapersona,conlasorejasdepunta,alerta.Aunque estaba inmóvil mi falda ondeó en el aire cuando el pelaje denso y

negrocomolanochedelanimalrozóelencajeblancodemivestido.Ellobosedetuvoigualquesihubieraolfateadomimiedoenelairedelvestíbuloyvolviósuenormecabezahaciamíparamirarme.Teníaunojodecadacolor:unoverdeyelotroamarillo.

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—Elloboeslamuerteytesigueatodaspartes.Túeresellobo.ApesardelpánicomiréaAlmasolouninstanteparaasegurarmedequeera

ellaquienhablabaynoel lobo,perocuandovolvíamiraralrededor,viqueelvestíbulo de lamansión estaba ardiendo. Las llamas trepaban por las paredesrecubiertasdepapeldesedahastaeltechoabovedado,dondeformaronunlagode color naranja brillante de fuego que ondeaba a su antojo sacudido por unvientoinvisible.Elcalorenelaireeratanintensoquenotécómomequemabalacara, los brazos y derretía el encaje de mi vestido. Me desperté en la camacubierta de sudor y jadeando como si el fuego de mi pesadilla estuviera yabajandopormigarganta.Miré alrededor de la habitación casi esperando ver las paredes de caoba

quemadas o al lobo negro entrando por la puerta sinmolestarse en ocultar elsonidodesusgarrasenelsuelo,preparadoparaseguirmeduranteotrosquinceañosalládondefuera.Peronohabíarestosdeincendio,nilobo;nada,nisiquieraAlmaconsuvestidodeencajeblancoylasangresalpicándolelacara.Hacíamuchocalor,asíquemelevantédelacamarevueltaporlaspesadillasy

abrílaventana.Lossonidosdelaciudadentraroneneldormitoriollevándoselosúltimosretazosdemipesadillaqueyaempezabaadesvanecerseenmirecuerdo:sonidosdevocesylaluzamarillentadelasfarolasabajoenlacalle.Mequedéunmomentomásenlaventanarespirandoelaireasfixianteysuciodelaciudad.Sabía que era imposible, pero por encima de todos los sonidos de Madrid,escuchéelaullidodeunenormelobonegro.

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—Vaya, tenías razón cuando dijiste ayer que podías encargarte tú sola deorganizarlafiesta—medijoLiammirandoalrededor—.Estoyimpresionado,loadmito.¿Túsolahasorganizadotodoesto?¿Yenundía?—Sí,unadelasmuchasventajasdeserlahijadelosmarquesesdeZuloagaes

que durante años vi cómo mi madre organizaba fiestas, bailes y cóctelesparecidosaesteparaagasajaralosinvitadosdepadre.Supongoquealgoaprendíde ella. Aunque la decoración para la fiesta no estaba terminada todavía, lostrabajadoresyahabíanterminadodecolocarlasguirnaldasdebombillasquesecruzaban sobre el patio, los cojines de seda de colores brillantes, las mesasdondedespuéssecolocaríanlasbandejasconlacomida,labarraparalasbebidasylafuentecuyosgrifoshacíandibujosconelaguajustoenelcentrodelpatio.—Haquedadomuybien,casida la sensacióndequeestamosenelpatiode

algúnpalacioenTángeroenMarrakech—dijoLiamcomplacido—.NopuedoimaginarcómodebíanseresasfiestasenVillaSoledadantesdelaguerraytodolodemás.—Ahorameparecequetodoesosucedióhaceunmillóndeaños,casicomosi

hubierasidoenotravida,peroentoncesmeenfadabamuchoconmimadrepornodejarnos asistir a sus fiestas—recordé,yuna sonrisa tristey traicionera seasomóamislabiosalpensarenmamáconsuvestidodenochedelentejuelas,sumelenarectaycastañamientrasfumabacigarrillosimportadosensuboquilla—.Detodasformas,consoloundíadeantelaciónnohaymuchomásquesepuedacomprar,yesoquenohereparadoengastosparaimpresionarles.«Sololomejordelomejor»,comosolíadecirmamá.—Heasistidoavariasfiestas,amuchasenrealidad,desdequeestoyinstalado

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enMadrid,peronuncahabíavistoalgoparecidoaesto.Pareceeldecoradodeunapelícula.—LosojosdeLiamvolaronsobreelpatiocuadradofijándoseenlos detalles—. Y ¿dónde has encontrado las palmeras? No me dirás que hasviajadoestanochehastaLosÁngelespararobarlasdelCoconutGrove.Mereíydespuéscrucélosbrazos.—No, nada de eso. Estas son de papel maché: se parecen a las del club

nocturnoperosonmuchomásbaratas.Soloesperoqueningunodelosinvitadosse pare debajo de una de ellas a fumar o todo esto arderá.—Sonreí, peromisonrisa duró hasta que las imágenes de mi pesadilla de la noche anteriorregresaronamicabeza.—¿Vatodobien?—Liammerozóelbrazocon losdedosaprovechandoque

loscamarerosestabanocupadoscolocandolasmesasyterminandodedesplegarlasalfombras.—Sí, es solo que todo tiene que salir a la perfección esta noche—mentí,

aunquenodeltodo—.NomequedamuchomásdineroparaquedarmeavivirenMadrid,almenos,nogastandoaesteritmo.—Funcionará—me aseguró él—.Todos los de nuestra lista han respondido

conun«sí»cuandoleshehechollegarlasinvitaciones.Semuerenporvenirestanocheyconoceralamarquesa,alaVasca.—Sí que ha quedado bien—murmuré mirando alrededor—. Quería que el

temadelafiestafueraeldesierto,elexotismoyellujodeOriente.Pretendíaquese sintieran como si estuvieran dentro de unas de esas películas antiguas conpalmeras,alfombrasvoladoras,turbantesconjoyasyalfombraspersas.HabíavistomuchasdeesaspelículasmientrasestuveinternaenelSt.Mary’s.

ElviejocinedeSurreyfueellugarmásmágicodelmundoparamíduranteesosaños.Mesentabaenunade lasbutacasde terciopelorojodesgastado,conunabolsadepalomitasenelregazoyconmiamigaLucysentadaalladocomiendoregalizmientraslalinternamágicaalotroladodelasalalanzabaunacolumnadeluz fantasmagórica proyectando en la pantalla parcheada las aventuras deladrones de Bagdad, piratas o princesas de lugares exóticos. Incluso ahora, sicerrabalosojosypensabaenelloconlasuficientefuerza,podíasentirelolorapalomitas reciénhechasyalpolvoacumuladoen lasbutacasdelpequeñocineflotandoenelaireasfixiantedeMadridquellenabaelpatiointeriordelpalacete.—Ya sé que no te gustan mucho los regalos ni los gestos románticos —

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empezóadecirLiamsacándomedemisrecuerdos—.Perotengoalgoparati.Lemirésorprendida:—Puesclaroquemegustan los regalos,sobre todosisoncaros.¿Dequése

trata?Liam se inclinó ligeramente para hablarme al oído a pesar de que era

imposiblequeelcamareromáspróximoanosotrospudieraescucharnos,porqueestabaalotroladodelpatiocomprobandolacubiertaderasodelasjaimas.—Es algo queme llevé deVilla Soledad hace años—susurró, y sus labios

acariciaron la piel de mi cuello—. Debí dártelo antes pero supongo que megustaba la idea de tenerlo y que nadie lo supiera. Seguro que tú lo entiendesbien:elhábitodeengañaraotrosesdelosmásdifícilesdeabandonar.NomediotiempoaresponderporqueenesemomentoLiammetiólamanoen

elbolsillodesuamericanaysacóalgoenvueltoenunpañueloconsusinicialesbordadas.—Estosiemprehasidotuyo—añadió.Inclusosinabrirlosupeloqueprotegíaelpañuelo:eraelcolgantedelaabuela

Soledad.Aunquehabíanpasadomuchosañosdesdequepadreme loarrebató,reconocíinmediatamenteelpesodelajoyaenmimano.—¿Lo has tenido tú todo este tiempo? —pregunté, y mi voz tembló

ligeramente.—Sí.Tupadremelovendióencantadoporunaquintapartedeloquevalíael

díadetuboda—respondióél—.Paraaquelentonceselmarquésyaestabacasienlaruinaynecesitabaefectivo.Yoplaneabavendérselodespuésalaesposadeun empresario alemán, pero al final cambié de idea. Espero no estarvolviéndome un sentimental por tu culpa, mi querida marquesa, sería unatragedia.—Desdeluegoquelosería...—murmuré.Habíabuscadoesecollarduranteaños;registrandocadacajónllenodepolvoy

cadaarmaritocerradocon llavede lamansión, inclusohabíamiradodentrodelascajasdepurosdepadreporsiacasolohabíaescondidoahí.Yahoravolvíaaestarenmimano,igualquelatardeenqueAlmameconfesóentrelágrimasquenuestraabuelahabíamuertoyquemehabíadejadosucolgante.ElcollardelaabuelaSoledad representabaparamí ladolorosacertezadequemihermanasíquepodíaveralosmuertos,lapruebaenvenenadadequeAlmasiemprehabía

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dicholaverdad.Peroahoraesecollareraunacosamuydistinta:laconfirmacióndequepodíaconfiarenLiamSinclairyensueternamediasonrisa.—También tengo listo el dinero para volver a reabrir lamina—me dijo de

repente—. Dos millones de pesetas en oro esperando para ser invertidos enEmpresasZuloaga.—Esmuchodinero.LarisadeLiamresbalópormicuelloyenvióunacorrientedecalorportodo

micuerpo.—Escasitodomidinero,incluidalacantidadqueteníareservadaporsiacaso

tengoquesalirhuyendodelpaís—medijo—.Perodentrodeunañohabremosganadotresvecesmásqueesoconelwolframio.Mientras Liam susurraba enmi oído, al otro lado del patio dosmuchachos

conectabanlafuenteconlabaseredondadecoradaconfiligranasalrededordelmuretedelestanquecomosifueraunaantiguafuenteárabe.Elcircuitohizounruido mientras se vaciaba de aire, parecido a alguien soplando con fuerza atravésdeunapajita,yunossegundosdespuésloscañosenelfondodelestanqueimpulsaronelaguahaciaarriba.Liamseolvidódemíunmomentoparamirarlosdibujosdelaguaenlafuente.—¿Puedes quedarte un ratomás?Noquiero esperar sola toda la tarde hasta

quelleguenlosinvitados.Élsonrióysevolvióparamirarme:—Creíaquenuncamelopedirías,marquesa.La tardepasó calurosay lenta.Dospisosmás abajo, en el patio interior del

palacetelostrabajadoresseafanabanporterminarconladecoración,laslucesylacomidaparatenerlotodopreparadoantesdequelosinvitadoscomenzaranallegar.Liamyyohabíamoscomidoeneldormitorioprincipaldelsegundopiso,habíamoshechoelamorotravezydespuésvolvimosa repasar losdetallesdenuestroplandenegocios.Sentadosen la camamientrasnos terminábamos losrestos de sándwiches fríos y limonadaque los encargadosde la cocinahabíanimprovisado para nosotros, Liamme contó lo que sabía sobre algunos de loshombresalosqueteníamosqueconvenceresanoche:quiéneseran,susbebidasfavoritas,eldineroquesegastabanenantigüedadesoelnombredesusamantes.DespuésLiamsevistióyvolvióasusuiteenelRitzparaarreglarseyponersesuesmoquin.

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Mientrasabajolospreparativosparalafiestaseguíansinmí,yomediunbañoenlaenormebañeradehierrofundidoparaintentarcombatirelcalordelatarde,pero resultó inútil porque tan pronto como estuve fuera del agua fresca conesenciaderosas,elairecalientedelaciudadselasingenióparameterseotravezdebajodemipiel.HabíaplaneadoponermemivestidodeMadeleineVionnet,elmismovestido

que había llevado en la feria agrícola en el hotel Ambassador. Esa noche noencontramosningúnsocioytuvimosquevolveraSanBernardinoconlasmanosvacías.Peromivestidodeterciopelomoradocortadoalbiesconpedreríaconlaespalda descubierta fue la sensación de la velada. Lo había llevado aMadridconmigoyahoraestabacolgadodeunaperchaenlapuertaabiertadelarmario.La peluquera que solía arreglarme el pelo cada semana en el salón de bellezallegóalpalacetedoshorasantesdelafiesta,alahoraqueyolehabíaindicado,con una bolsa de cuadros al hombro donde llevaba todo lo necesario paratrabajarencasa.Medijoquenosolíatrabajaradomicilio,peroyoinsistíyañadíotrobilletemásalmontónparaterminardeconvencerlaporquenecesitabaque,ademásdearreglarmeelpeloymaquillarme,hablarademi fiesta a lasdemásclientasdelexclusivosalóndebellezadondetrabajaba.—Está ustedmuy guapa, señoramarquesa. Ha quedado igualita queVivian

Leighperomáselegante todavía—medijomientras terminabade recoger suscosas—.Muchagente importantehablade su fiestadeestanoche, ¿sabe?Loshayquesehanquedadoconlasganasdeserinvitados.—Lo recordaré para la próxima entonces.Gracias por haber aceptado venir,

hablarémuybiendeustedatodasmisamigas,nolefaltarátrabajo—leprometí.Ydespuésledialachica,quetendríamiedad,unapropinaporlasmolestias.Cuandomequedéasolasotravezeneldormitoriomequité labatade raso

blancoyempecéavestirme,despacioyasegurándomedequecadaplieguedeterciopeloycadacristalaustriacodepedreríaestabaenellugarperfecto.Cuandohubeterminadomemiréalespejodecuerpoenteroquehabíajuntoalapuertaantesdesalirdelahabitación.«SíqueestásigualitaqueVivianLeigh»,penséantesdebajar.El patio interior del palacete de los Misterios se había convertido en el

decorado de una vieja película de Hollywood mientras yo me vestía: lasalfombraspersasalquiladaspara laocasiónestabancolocadasestratégicamente

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unassobreotrasparaocultarelsuelodepiedradelpatio,laspalmerasdepapelmachéparecíanmuchomásauténticasbajolaluzdoradadelasbombillasquesecruzabana tresmetrosdealtura imitandoa lasconstelacionesyestrellasenelcielonocturno,y la fuentecolocada justoenel centrodelpatioayudabaadarunafalsasensacióndefrescoralairecálidodelanoche.El pequeño ejército de camareros y ayudantes daba los últimos retoques al

decoradoparaquetodoestuvieraperfectoantesdequelosinvitadosempezaranallegar.Metoméunmomentoparaconsiderarhastadóndehabíallegado,miréalasfalsasestrellasenelcieloytoméaire.—Ha quedado fabuloso, pero tú estás tan encantadora que prácticamente te

suplicarán que les permitas darte su dinero.Te firmarán los cheques sin hacerpreguntas—medijounavozconacentodelnortedeEscocia.—Mejor, porque necesitamos todo el dinero que quieran darnos—murmuré

sinmirarle—.¿Cómoesquetehandejadopasartanpronto?EstavezsímevolvíparamiraraLiam,aunqueinclusoantesdeverlesupeque

teníasueternamediasonrisaenloslabios.—Leshedichoquesoyelamantedelamarquesa,unodelosmuchos,yque

ella esperaba encontrarse conmigo en privado antes de que llegaran losinvitados.—Mástevalequeseamentiraoteecharédeaquíapatadasconmiscarísimos

zapatos.Yalohemoshablado,nadiepuedeenterarsedelonuestro—ledijemuyseria.Liampusolosojosenblancoyserioenvozbaja,denuevounaoladecalor

bajócomounarespuestaasurisaparaperderseentremispiernas.—Ya, muy gracioso—mascullé intentando ignorar el calor de mis mejillas

paraqueLiamnosedieracuenta.—Lehedadounpardebilletesalchicoquevigilalapuertaparaquemedeje

pasarantes,esoestodo.Bien,¿quéopinas?¿Parezcounhombrehonrado?—mepreguntódandounavueltasobresímismoconceremoniaparaquepudieraverlebien—.¿Túquerríasfirmarunacuerdocomercialconmigo?Liamsehabíapuestounesmoquinnegroconlachaquetaentalladaalacintura

pararesaltarsushombrosanchos,yunacamisablancaconbotonesdenácarquecentelleaban debajo de la luz de las estrellas falsas. Su pelo cobrizo estabapeinado hacia un lado con fijador como hacían los caballeros elegantes, hasta

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haberconseguidodomesticarporcompletoesasondasquesiemprelerecordabansuorigensalvaje.Sehabíaarregladosubarbapelirrojaparatenerunaspectomásdelicado recortándola hasta dejarla apenas unos centímetros de largo, losuficienteparaquecubrieralacicatrizensumejilla.—Definitivamente no pareces un hombre honrado, tranquilo —le dije

ocultando una sonrisa—. Pero sospecho que los invitados de esta noche teconocenyyasabenqueeresunverdaderosinvergüenzayunestafador.—Yaunasísoyelmáscivilizadodetusinvitados—respondióLiamsinrastro

dehumorensuvoz.Eraverdad.Pensé en ellounmomento, en loshombresymujeres a losque

había invitado al palacete para agasajar con una fiesta tan cara que podríapagarlelauniversidadaLauraoaMarina.Merecordéporquéhacíaaquelloenrealidad:mehabíadivertidotrasnochandoenfiestaselegantes,bebiendocóctelesde champán en el Pasapoga hasta el amanecer o taconeando por la GranVíamientrasmirabamipropioreflejoenlosescaparatesdelastiendasdelujoylasboutiques a pesar de que en el cajón demimesita de noche enVilla Soledadhabía una cartilla de racionamiento con mi nombre esperándome. «Ochentagramosdepanporpersonaydía.»Sí,mehabíadivertidodeverdadgastandoloque quedaba del seguro de vida deMason y comportándome como la mujerdespreocupada que había estado destinada a ser, pero ahora, mientras loscamarerosvestidosconsuschaquetillasblancasabrían laspuertasdelpalaceteparadejarpasaramisinvitadosrecordécuantísimoansiabaregresar—ypoderconservar— Villa Soledad, el bosque misterioso y fragante que cada díaavanzabamáshacialacasaymimar.Yparaesonecesitabalamina,necesitabasudinero, sus contactos, elwolframioynecesitaba todo loqueellosquisierandarme.—Ninguno de los dos somos honrados—le dije, aunque no supe si llegó a

escucharmeporquejustoenesemomentolosprimerosinvitadosentraronenelpatiointerior.Doshorasdespués,mifiestaeraoficialmenteunéxito.Loscanapésrepartidos

entre las mesas desaparecían rápidamente: dátiles flambeados, paté al oporto,baklavademieldeazahar,quesofrancésconfrutosrojos,hojaldresrellenosdepétalosde rosas... lomásexóticoyespecialquesepodíaconseguirenMadridcon tan poco tiempo de antelación. El cóctel de melón y champán había

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resultado ser todo un acierto porque mirara donde mirara veía camarerosrellenandocopasconesabebidaimposiblementedulceparamigusto.La pequeña banda de músicos que había contratado tocaba versiones de

cancionesfamosasdeGlennMillerobolerosdeDanielSantosenunrincóndelpatio.LosmúsicosibanvestidosigualquesiacabarandebajarsedelescenariodelCoconutGroveparatocarenmifiestaconsustrajesimpolutos,susgrandessonrisasysusinstrumentosbrillantes.Sinembargo,esamismatarde,mientrassepreparaban,vielmiedoen losojosdelhombreque tocaba la trompetacuandoles pregunté si conocían alguna canción típica alemana para sorprender amisinvitados.—Esperoqueestéssatisfechacontufiesta,parecequetodovasobreruedas—

medijoLiam—.Tusinvitadosbeben,comen,seríenytodoshablandenegociosydelamisteriosamarquesa,laVasca.—¿Ah,sí?¿Yquéesloquedicendemí?—pregunténomuyinteresada.—De todo: desde que mataste a tu último amante porque pretendía

abandonartehastaqueereslanietadelamismísimacondesaBathory.Yolediuntragoalacopadechampánqueteníaenlamanoyqueyahabía

empezadoacalentarse.—Estaré satisfecha cuando alguno se decida a firmar con nosotros,muchas

gracias.Mientrastantosoloveoaunmontóndeparásitosbebiéndosemidinero.—Paciencia,estoshombresnosonesospalurdosconsombrerodecowboyque

querían jugar a ser vaqueros y bebían whisky con cola en el salón delAmbassador,ocomoesosvendedoresdeganadoyterratenientestejanosconlosquequeríashacertratosenCalifornia—meadvirtióLiamahoraenvozbaja—.Aunquelesveasaquíriendoybebiendomimosasconsuselegantestrajesysusuniformeslustrososdebestenermuchocuidadoconellos,Estrella.La canción terminó, hubo unos pocos aplausos educados y la banda en el

rincónempezóatocarunaversiónlibredeEldíaquemequieras.—Solo son militares, funcionarios y empresarios, sabré arreglármelas —

respondíporencimadelamelodía.—Noloentiendes,nosoloesunafiesta:estoshombressehanlevantadosobre

miles y miles de muertos para estar esta noche aquí comiendo aperitivos desalmóny bebiendo champán francés.—Liammemiró para asegurarse de quecomprendíalagravedaddeloqueestábamoshaciendo—.Nopuedesniimaginar

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lascosashorriblesqueteharánsiintentasarrebatarleseso.Elpodersobreotrosy el terror que hacen sentir a los demás son adictivos para ellos, y si hacescualquiercosaqueleshagasospecharmínimamentequepretendesquitarlesesoteaplastarán.Atiyatodoslosqueconoces.Recordé la mirada asustada en los ojos del hombre de la trompeta al

mencionaralosalemanes.—Puesentoncesnoloharé,melimitaréaseguirconnuestroplantalycomo

hemosacordado—ledijeconunasonrisaencantadoraparaquenadiequenosestuviera observando pudiera saber lo que decíamos en realidad—. Si tienesmiedodequedescubranloquehacíasantesnopasanada,puedesmarcharteatuhotelsiquieres,yoestarébienaquí.Seguiremossiendosociosdetodasformas.Elpatiointeriordelpalaceteestabadecoradocomounagranjaimadelujoyel

calorasfixiantedelanochecontribuíaaquetodosseconvencierandequecadaelemento de la decoración formaba parte de una fantasía, un sueño, algoinofensivoquedesapareceríaconelamanecer.—Incluso ahora que estoy aquí no sé si esto es una buena idea o lamayor

estupidezquehehechoen todomivida—murmuróLiam—.Nomegustan losnazis.—Vamos,seguroqueestanoesnidelejoslamayorestupidezquehashecho

entuvida—respondí,intentandoanimarle.Un grupo de hombres con el uniforme de gala de la Falange charlaban

animadamente cercade la fuentemientrasuncamarero rellenaba sus copasdecóctel de melón y champán. Desde donde estaba noté cómo la mano delcamarero temblaba de miedo al inclinar la botella cerca de esos hombresimpecablementevestidosyadornadosconsusmedallas.—Yo no estoy tan seguro de eso —dijo Liam, dando un rápido vistazo

alrededor.—Amínomeimportalascosasterriblesqueestoshombreshayanhecho,son

negocios, nada más. Yo solo necesito su dinero y sus contactos para poderreabrir laminayconservarmicasa.Nohaynadiemásconquienpuedahacernegocios—dije intentandonomirar al camarero asustado—.Yya es unpocotarde para echarse atrás, ¿no crees? Tenemos a los nazis llamando a nuestrapuertadeseandotrabajarconnosotros.Señalécondisimuloaunoscaballerosalemanesqueestaban sentadosen las

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otomanasdoradasentrecojinesdesedademuchoscoloresyformas.Loscuatrohombres, tan altos como torres y con risa fuerte que sonaba por encima de lamúsica, charlaban entre ellos mientras bebían un sucedáneo de té dulce conhierbabuena.—Todavíapodemosecharnosatrás,cancelarlo todoymarcharnosdeMadrid

estamismanochesi túquieres—mesusurróLiamdándose lavueltaparaquenadie pudiera leerle los labios—. Tengo dinero suficiente, podemos irnos deEspañalosdosjuntos.—Nopuedomarcharmesinmás,¿quépasaconCatalinayconlasniñas?No

piensoabandonarlasasusuerte,nihablar.LaantiguaEstrellahubieraaceptadosuofertasinpestañear.—Pues iremosaBasondoabuscarlasynosmarcharemosdelpaís, loscinco

—respondió él—. Dentro de una semana podríamos estar todos en Escocia ydespuésbuscaremosunbarcoquenosllevehastaEstadosUnidos,asalvodelaguerraydeellos.Con un gesto de cabeza Liam señaló hacia el patio lleno de mujeres con

vestidosdelujoyhombresdeuniforme.—Yaséqueesdifícilparatiestaraquíconellos,peronotepreocupes,todo

irábien.Puedomanejarlosduranteunrato—leaseguré—.Detodasformas,noimportamucho quiénes sean o lo que hayan hecho para llegar a donde están,¿verdad?Sitodovabien,despuésdeestanochenovolveremosaverles.—Sí,sitodovabien.Peroademásdelwolframioylaminahayotrosasuntos

quedebemosconsiderar—susurróLiamcasienmioídohaciéndomecerrarlosojos un momento más de lo necesario—. Puede que estos encantadorescaballerosesténinteresadosenalgomásquelosnegocios.—¿Aquéterefieres?¿Quieresdecir...?—No, no hablo de nada romántico ni sexual—se apresuró a responder—.

Escucha, para la mayoría de ellos esto solo son negocios: una formamás deganar dinero con la guerra, pero también hay verdaderos fanáticos entre loshombres que llevan ese uniforme, Estrella. Algunos están obsesionados conideaspeligrosassobreelfindelmundo,larazasuperiorotodaclasedetrastosantiguosmágicosqueelFührerandabuscandopormediomundo.¿SabesloqueeslaAhnenerbe?Neguéconlacabeza.

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—No,nuncalohabíaescuchado.—Mejor para ti. La Ahnenerbe es una sociedad secreta nazi, un grupo de

comandantes y jefes obsesionados con la arqueología, la magia negra, elocultismoycosasasí.Dicenporahíquehanfinanciadoexcavacionesportodoelmundo en lugares tan distantes como Brasil o el Tíbet, también han estadobuscandoalgoaquíenEspaña—dijoLiamconsuacentoenredado.—¿AquíenEspaña?Y¿quéesloquebuscan?Liam fingió que se llevaba su bourbon con hielo a los labios. Como buen

estafador él sabía bien lo importante que era no llamar la atención para nodespertarlassospechasdelapresa.—Nadie lo sabe exactamente, pero sobre todo, les interesan las reliquias

antiguas, artefactos religiosos, ruinas celtas..., cualquier cosa que crean quealbergaalgúntipodepodermístico—medijoconunagransonrisafingidacomosi estuviéramos charlando animadamente—.Y nome refiero solo a los nazis:entre los falangistas también hay quien cree en demonios, en poderessobrenaturalesoritualessecretos.Di un rápido vistazo alrededor para que pareciera que estaba buscando a

alguien y después volví a mirar a Liam, que tenía la misma expresión quealguienqueolvidalasllavesdentrodecasaynoencuentralaformadeentrar.—¿Demoniosypoderessobrenaturales?—repetí.—Sí.ElFührerestáobsesionadoconlavidaeternayelpoder,tieneamedio

ejércitoalemánbuscandoruinaseneldesierto.—Bien,esconderélasreliquiasfamiliaresporsiacaso,peroteadviertoqueel

marqués lo vendió casi todo durante la guerra. —Sonreí para quitarleimportancia, pero Liam arrugó las cejas en un gesto involuntario depreocupaciónquepodríallevarnosalcalabozoaambos—.¿Quépasa?—Robar antigüedades no es lo único que hacen —empezó a decir—. La

Ahnenerbe depende directamente de las SS, la policía nazi, y tienen el vistobuenoparahacerexperimentosconpersonasensuscamposdetrabajo.A pesar del calor de la noche sentí un escalofrío ymi sonrisa de anfitriona

perfectatemblóenmislabios.—¿Qué tipo de experimentos? —pregunté mirando a mis invitados con

cautela.—Bueno, ellos los llaman así, pero hasta donde yo sé no tienenmucho de

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científicos. Les interesa sobre todo conocer los límites del cuerpo humano: eldolor,laresistenciaalfrío,latoleranciaaenfermedadesinfecciosas...cosasasí.Porahídicenqueinyectancombustibleparatanquesaalgunosdesusprisionerosyqueunavez abrieron en canal a dosgemelospara comprobar si tardaban elmismotiempoenmorir.—Liamhizounapausacomosinecesitaraunmomentopara seguir hablando después de lo que acababa de contarme—. Pero lesinteresansobretodolaspersonasconhabilidadesespeciales.CuandoAhnenerbeencuentraaunadeesaspersonaslaencierrancomoaunanimalparasometerlaatodotipodepruebasyexperimentos,¿comprendesahoraloquequierodecir?Lo comprendía.Lo comprendía tan bien que tragué saliva varias veces para

bajarelnudoquesehabíaformadoenmigargantamientrasLiamhablaba.—Sí—respondícuandomerecuperéunpoco,perotuvequedarunsorboami

copaparaqueelchampánmeayudaraaarrastrarlosrestosdemiedoenmivoz—.Entiendoloquetepreocupa,peronopasanada,todoirábien.Liam miró alrededor para asegurarse de que nadie escuchaba nuestra

conversaciónantesdeañadir:—Se rumorea que Hitler está perdiendo ventaja y buscan una forma

desesperada de ganar: confían en poder crear soldados más poderosos, másrápidos y fuertes e inmunes al dolor.Y seguro que les vendríamuy bien quetambiénfuerancapacesdemanipularlanaturaleza.—Tendrécuidado—leaseguré,peromemiréunademismanoscomoside

repentetemieranopodercontrolarlaschispasquehabíansalidodelasyemasdemis dedos la noche que casi incendié Villa Soledad—. Pero no voy aabandonarlotodosoloporqueaunosdementesconuniformelesgusteabrirencanalasusprisioneros,ademásdicesqueesoúnicamentesucedeenAlemania,¿verdad?No era una pregunta, buscaba arrancarle a Liam un atisbo de consuelo, la

confirmacióndequeloshorroresquehabíadescritosucedíanmuylejosdeesebonitopatioiluminadoydecoradoconpalmerasfalsas.Liammepusolamanoalfinaldelaespaldajustodondeelterciopelomoradodemivestidoempezaba,ymehizogirardisimuladamente.—¿Ves a ese hombre que come canapés de queso y frambuesas? —me

preguntó—.EsebajitoqueestáalfondoconuniformedelaFalangeyllevaunbigoterecto.

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Asentí.—EsehombreesJoséLuisArrese.Esnadamenosqueelministro-secretario

general del Partido único, también es muy amigo de Himmler, el jefe de laAhnenerbeyelencargadodereuniresosobjetosmágicosparaHitler.—Miréalhombrecilloquecomíahojaldresdequesoyfrutosrojosenunrincóncomosinohubiera probado algo tan delicioso en toda su vida. Su aspectomenudo y susgestosrápidosmientrascomíamerecordaronalosdeunhámsterounaardilla—.Quiere crear algo parecido a laAhnenerbe aquí, en España: una sociedadsecreta ocultista que dependa únicamente de la Falange. Y quiere que esehombreseaeldirector,elcapitánRodrigoVilla.Elcapitánteníaunvasoconwhiskyenlamanoperonobebíadeél,tampoco

parecía haber comido nada o estar pasándoselo demasiado bien en mi fiesta:daba la sensación de ser un hombre recto, poco interesado en las reunionessocialesoenloscócteles.—¿EseeseltalVilla?Yamehabíafijadoantesenél—murmuré—.Desentona

ynopareceestarmuycontento.—Sí,dicenquenoesmuyamigodelasfiestasodeiralclubdecampoajugar

algolf.LeconocíbrevementehaceunmesenelCasinoyyaentoncesmedioescalofríos.Esuntipopeculiar,hermético;escasiimposiblellegaraél.—¿Quémássabes?—preguntésindejardemiraralcapitán.—Nomucho,laverdad.HeoídoqueVillaempezócomoingenierodeminas

antes de la guerra, pero que ha ido ascendiendo dentro de la Falange hastaconvertirseenlamanoderechadeArrese.—Liamhizochocarloshielosensuvasoperonobebió—.SecomentaporahíqueelbuenodelcapitánVillaletienecomiendo de su mano, por eso Arrese va a nombrarle jefe de la SociedadEspañoladeOcultismo.El capitán Villa llevaba puesto su uniforme de gala, iba impecablemente

aseadoconlaguerreraconcinturónybotonesdoradosajuegodelosbordadosen sus hombreras. Desde donde estabame fijé en que había dos insignias demetal en su chaqueta pero no pude ver bien las condecoraciones.A pesar delcalor,Villaeraelúnicohombredeuniformeenelpatioquenosehabíaquitadolachaqueta,aunquellevabasugorradeplatodebajodelbrazo.—No parecemuy peligroso—comenté—.Y lo imaginabamás viejo, es un

hombremuyapuesto.

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Villa rondaría los treinta años, con el pelo moreno bien cortado ycuidadosamentepeinadoconfijadorhaciaatrás.Supielteníaunaspectodoradoquenoparecíaunbronceadodevacaciones,sinomásbiensucolornatural,ysuspómuloseranaltosymarcados.Noteníabarbaobigote,peromeparecióqueerauno de esos hombres que tienen la sombra de una barba incluso dos horasdespuésdehaberseafeitado.Susojoseranoscurosyparecíanhundidosdebajodesuscejaspobladasyrectas.—Sí,muyapuesto,perodebajodeeseuniformetanelegantedicenquetiene

lascicatricesdedospuñaladasenelhígadoyuntirojustoenelcentrodelpechoquelediounbrigadista.Hanintentadomatarlemediadocenadevecesperoserumoreaquetienemuchasuerteymásvidasqueungato.—LiammeacariciólaespaldaconelpulgarperonotéquesusojosestudiabancondisimuloaVillaporencimademicabeza—.LosespíasaliadoslesiguenatodaspartesporquecreenqueseráelpróximodirectordelaFalange,peronoseleconocennovias,noviosoningúnotrovicioademásdeloscochesdelujoqueguardaenelgarajedesucasa.ElcapitánVillanotóqueleobservábamosdesdeelotroladodelpatioporque

mesonrióconeducaciónyempezóacaminarhaciadondeestábamos.SentíqueLiamapretabalamandíbulaconcadapaso.—Todo irá bien, déjame hablar a mí —susurré sin perder mi sonrisa de

perfectaanfitriona.—Buenas noches, señora marquesa. Por fin nos conocemos, llevo semanas

escuchando hablar de usted en cada reunión pero todavía no habíamos sidopresentadoscomoesdebido—medijoconvozserena—.SoyelcapitánRodrigoVillayRamos,paraservirla.Le estreché la mano como si estuviéramos acordando cerrar un trato de

negociosapesardequesabíaquenoeraesoloqueseesperabadeunaseñorita,yajuzgarporsumediasonrisadesorpresafuncionó.—Encantada. Me alegro de que haya podido venir a mi fiesta habiéndole

invitadocontanpocaantelación.Esperoquenoseestéaburriendodemasiado—dijeconsoltura.—Nada de eso, es solo que prefiero ambientes más tranquilos para estar a

solas con mis pensamientos, pero la suya es una fiesta muy especial, y sudecoración es muy atrevida... —Sus ojos oscuros volaron sobre las palmeras

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falsas un momento interminable antes de volver a fijarse en mí—. Pero megusta, me recuerda a la época que estuve destinado enMarruecos y de todasformasteníaquevenirasufiesta.El capitán Villa era de esos hombres que hablan despacio, dejando tiempo

entrelaspalabrasporquesabenquenadieseatreveráainterrumpirlespormuchoquetardenenterminarunafrase,ellosdominanlaconversaciónsiempre.—¿Tenía que venir de todas formas? ¿Y eso por qué?—preguntó Liam

disimulandoelnerviosismoensuvoz.Antes de responder Villa le miró con curiosidad. Noté como sus ojos

estudiabansupelocobrizo,supiellechosaysusojosverdes:unamiradaaLiamerasuficienteparasaberquenoeraespañol.—Usted es el escocés, ¿verdad?—le preguntó, aunque era evidente—. Ese

marchantedeartedelquetodoshablan.Dicenporahíqueescapazdeconseguircualquierobjetoqueleencarguenpormuyextraño,únicoovaliosoquesea.—Sí,LiamSinclair—leofreciólamanoamododesaludo,peroVillatardóun

momentoenaceptar.—Órdenes, esoes loquemeha traídoaquí—respondiópor fin—.El señor

Arresequierequesepaquetieneelvistobuenodelpartidoparaextraeryvenderelwolframiode sumina.Se lovenderáaunconsorcioalemán-españolque seencargarádenegociardespuésconelejércitoalemán.Doscientaspesetaselkilo,preciocerrado.Doscientaspesetaselkiloeraunafortuna,muchomásdinerodelqueLiamy

yo habíamos pensado que conseguiríamos por el wolframio. Mi mente deempresaria ya estaba calculando las ganancias y los posibles problemas quetendríaparavolver aponer laminaen funcionamiento.Sonreípero intenténoparecer demasiado satisfecha con el acuerdo a pesar de que me hubieraconformadoconlamitad.—¿Tenemosuntratoentonces?—lepregunté.ElcapitánVillameofreciósumanoyyoselaestreché,estavezparacerrarel

acuerdo.—Tenemos un trato—dijo—. Su wolframio será de gran ayuda a nuestros

aliadosalemanes,sindudalesayudaráaganarlaguerra,asíquesupaísledalasgracias.—Perfecto,regresaréaBasondoloantesposibleparaempezaracoordinarlos

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trabajos en la mina y tener listo el primer envío de wolframio dentro de tressemanas.¿Esaceptableeseplazo?—quisesaber.—Sí,tressemanasesunbuenplazo.Alguiendelconsorcioespañol-alemánse

pondráencontactoconustedparaquelefacilitetodoslosdetallesdeentregadelmaterial, cobro, horarios y todos los pormenores del trato.—Villa me sonrióeducadamente pero de repente ya no me pareció un hombre apuesto conuniforme sino algo mucho más peligroso que un hombre—. Extraña palabra«wolframio»,¿conocesusignificado,señoramarquesa?—No, no lo conozco —respondí al tiempo que sujetaba mi copa con

demasiadafuerza.Una chispa brilló tras los ojos oscuros de Villa. No supe si era porque el

capitán había olido mi miedo en el aire cálido de la noche igual que hacenalgunos depredadores, o porque era de ese tipo de hombres que disfrutabaexplicandocosasaotros,sobretodocuandoesos«otros»eranmujeres.—Esalemán.Losprimerosminerosqueloencontraroncreíanqueeldemonio

habitabaenlascuevassubterráneasyenlasminas—empezóadecir—.Estabanconvencidosdequeeldemonioseaparecíaenformadelobo,asíqueesefueelnombrequelepusieronalextrañomineral:Wolf,enalemánsignifica«lobo».

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LaminaZuloaga

LAMINAZULOAGA

RegresamosaBasondoaldíasiguiente.Habíaguardadotodaminuevaropayzapatos a toda prisa y revisado las habitaciones silenciosas del palacete porúltima vez para asegurarme de que no olvidaba nada. También queríadespedirmedelfantasmadeesaamantedespechadaconlaquenohabíallegadoacruzarmeenlosmásdedosmesesquedormíensucama.Novinirastrodelespíritu, asíqueencuantomeasegurédequehabía recogido todasmiscosas,cerré lasmaletas—las dosmaletas idénticas deLouisVuitton quemamá nosregalóaAlmayamíhacíatantosañosyquesoloyohabíallegadoausar—ypedíuntaxiparaquemellevaraalaestacióndeAtocha,dondehabíaquedadoenreunirmeconLiam.LiamveníaaBasondoconmigo.Esamadrugada,despuésdelafiesta,mientras

loscamarerosrecogíanlosadornos,lasbandejasvacíasdecanapés, loscojinesde rasoyvolvían a enrollar las falsas alfombraspersas,LiammeconfesóquequeríaregresarconmigoaVillaSoledad.«Noes solopor ti, también tengoquevigilarmi inversión»,mehabíadicho

mientrasacariciaba lapiel interiordemibrazo,peroyosabíaqueeramentira.«Tehedadocasitodomidinero,¿cómosabrésilaminadabeneficios?»—YquépasacontusuiteenelRitzparapodervigilaralosaliados,¿yanote

preocupaquetedetengan?Liamsehabíareídoconamargura.—Claroquemepreocupa,meaterra...perosupongoquesepararmede time

damásmiedoaún.

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DespuésdequeLiamsemarcharadelpalacetepararecogersuscosas,llaméaCatalina para decirle que íbamos a poder conservar Villa Soledad porque yateníamos contrato con el gobierno, aunque no era por hierro sino por elwolframio.AlotroladodelalíneaCatalinarompióalloraraliviadadespuésdedosmesesenlosquesololehabíadadomalasnoticias.«Salgo hoy en el primer tren hacia Bilbao, así que estaré en Basondo esta

mismanoche.»CuandoporfinlleguéalaestaciónnoviaLiamporningúnlado.Comprédos

billetes y le esperé sentada en uno de los bancos del andén. Me entretuveobservandoalospasajeroscabizbajosquecaminabanporlaplataforma.Cuandofaltabanveinteminutosparanuestro tren,miréelgran relojdeagujascolgadosobre el andén: eran las nueve de lamañana y Liam no había aparecido aún.Tenía claro queme iría de todasmaneras, sola o con Liam, pero aun así mealegrécuandoleviaparecerenelandénconunamaletadepielenunamanoysupelocobrizodespeinadoporladuchaylasprisas.—Perdona, unos caballeros norteamericanos me han hecho un montón de

preguntassobretufiestadeanochemientrasdesayunabaenlacafeteríadelhotel.—Se disculpó con su sonrisa torcida después de darme un beso rápido en lafrente—.Noestaríaspensandoenmarchartesinmí,¿verdad?—No,claroqueno—mentíantesdequelosdossubiéramosaltren.SietehorasdespuésllegamosaBilbaoycontratamosuncocheconconductor

paraquenosllevarahastaBasondo.Liamsugirióquealquiláramosunoperoyomeneguéenredondo.—Bueno,puesyahemosllegado,señor—ledijoelconductoraLiamcuando

detuvo el taxi frente aVillaSoledad—.Basondo, el pueblomás escondido detodoelCantábrico.Yestaeslamansiónquehaydoskilómetrosantesdellegaralpueblodondemehanmandadoparar.Dejenquelesayudeconlasmaletas.Mirépor laventanillamientrasLiamsebajabadelcocheparasacarnuestras

cosas del maletero. Las luces de la primera planta de la casa estaban todasencendidas,igualquelailuminacióndeljardín,queresaltabalaenormepalmeraquecrecíafrentealapuertaprincipalcomorecordatoriodequeaquellaeraunamansióndeindianos.—¿Vatodobien?Parecequehayasvistounfantasma—medijoLiamenvoz

baja.

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Alma estaba sentada en elmurete del estanquemirando los peces japonesesconsulargamelenanegrasuelta.—Sí,todovabien.Le di una propina al conductor —a pesar de que él se había limitado a

ignorarmetodoelviajeyúnicamentelehabíadirigidolapalabraaLiam—yelvehículosealejóruidosamentepor lacarreteradevueltahaciaBilbao.Cuandolosfocosdelcochedesaparecieron,lanochevolvióainvadirlotodoexceptoporlaslucesdelamansión.Detrásdemí,elbosquebullíaconsussonidosnocturnosy el aire fragante de finales del verano atravesó mi traje azul eléctrico deBalenciaga.—Porfinhabéisinstaladountimbre,recuerdoquelassemanasenquevivíen

estacasaodiabatenerqueesperarhastaquealguienmevieraporlaventanadelacocinaparasaliraabrirmelapuerta—dijoLiamconunasonrisa.Peroyotodavíapodíasentirlamasaoscuradelbosquemurmurandopalabras

secretasdetrásdemí,dándomelabienvenida.—Sí,hadebidodeserideadeCatalina.Meapresuréaapretarelbotoncitodemarfildentrodeunmarcodoradoque

había junto a la verja y solo unos segundos después Catalina apareció en lapuertaverdedelacasayrecorrióelcaminodeljardínhastadondeestábamos.—Yaestásaquí,québien.—Mediounabrazocuandoabriólacancela.Olíaa

leche infantil, apintura frescay a lociónparabebés—. ¡Yquéelegante estás!Pareces una actriz de las que salen en las revistas o una artista famosa asívestida.Catalinaseñalómitrajedefaldalápizychaqueta.—¿Tegusta?Tambiéntehetraídoalgunacosaparati,yaséqueesenoerael

plan, pero al finalme sentía unpoco culpable por comprar solo cosas bonitasparamí—admití.—Me recuerdas un poco a la abuela Soledad, que incluso para estar por la

fincasearreglabaconesosvestidossuyoshastalospies,suscollaresdeperlasyse pintaba los labios de rojo pasión. Cuando estaba triste la abuela solíaarreglarme el pelo con un moño como el suyo y yo me paseaba por la casafingiendoquellevabapuestounodesusvestidoslargos,¿teacuerdas?Asentíensilencio.HabíapasadomediavidaconvenciéndomedequeCatalina

—esa niña con el pelo castaño claro y ojos marrones que correteaba por el

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pasillodelsótanoyseescondíaparaespiarnos—noeramihermanadeverdadysoloahoramedicuentadequeparalaabuelaCatalinasiemprehabíasidootradesusnietas.—Menosmal que ya has vuelto, casime vuelvo loca yo sola hablando con

bebéstodoestetiempo.Noessanoserlaúnicaadulta,noseñor.Catalinaserioyyosonreíconella,entoncessevolvióhaciaLiamcomosino

lehubieravistoantes.—Teconozco,túeresesefalsolord,¿verdad?—lepreguntósinningúnreparo

—.Pasasteunas semanasencasahaceyacuántos... ¿seis?,¿sieteaños?Penséqueaestasalturasyaestaríascasadoconalgunaancianaricaesperandoheredarsufortunaoestafandoaalgúnbarónhaciéndolecreerqueerassuhijoperdidoy,sinembargo,estásotravezaquí,atrapadoenVillaSoledad.—Sí,peroahorayanosoyunfalsolord:llevounnegociohonradoderoboy

contrabando de antigüedades —respondió Liam con su sonrisa caída—. Ytambiénsoyeldinero.—Pues bienvenido seas entonces —dijo Catalina—. Venga, vamos dentro,

quieroqueveas todo loquehemandadoarreglar en lacasa. ¿Yahasvisto laslucesdel jardín?Hanquedado tanbien comoantesde laguerra, igual inclusomejor.LostresentramosenlafincayCatalinacerróconllavelapuertadelaverja.

NotéquelacadenaconelcandadooxidadodePedrohabíadesaparecidoporfin.—Eljardínhaquedadomuybien,yanopareceesajungladehierbajosdejada

delamanodeDiosyseguroquelasratasyanocorreteanasusanchasporaquícomocuandomemarchéaMadrid—comentémirandoalcéspedcuidadoybieniluminado por las luces nocturnas reparadas—. Y veo que los árboles estánpodadospor fin, comoamamá legustabaque estuvieran. ¿Ha sidoEmilio, eljardinero?—No, el pobre Emilio murió el invierno pasado al caerse del tejado de la

iglesiamientrasreparabaunasgoterasparaelpadreDávila.Hansidosuhijoysusobrino—meexplicó—.Tambiénhanarregladolacancela,unapartedelmuretequesehabíaderrumbadoporlalluvia,lasraícesquenosentrandesdeelbosquey la puerta principal, que por fin vuelve a cerrar como es debido. Menudadiferencia, ¿eh?Yanoparece que lamansión se esté cayendo a pedazos.Hayqueverloquepuedehacersecondinero,peroelmayorcambioestádentrodela

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casa.Cuando pasamos por delante del estanqueAlma ya no estaba. Pensé que se

habríamarchadopararondarlatumbadepadreenelcementeriodelpuebloo,talvez, para aparecerse en el pequeño camposanto familiar que colgaba sobre elCantábrico.—Veo que los peces han vuelto—dije cuandome asomé al estanque—.Y

tambiénhaslimpiadoeseasquerosomusgoverdequecrecíaenelfondo,ahoratieneotravezelaspectoqueteníacuandolaabuelaestabaviva.Meentretuveunmomentomirandolospecesjaponesesdecoloresnaranjasy

plateadosquenadabanenelagua limpiasinquemipresencia les importara lomásmínimo.—No, estos son otros peces. Los que había antes... —Catalina sacudió la

cabeza—.Esmejorquenosepasloquelespasó.Nonecesitépreguntarparasaberqueseloshabíancomido.Supusequehabía

sidodurantelaguerra,otalvezfuejustocuandolaguerraterminóyempezóelhambrequetodavíallenabalosestómagosdelpaís.—Lapuertaprincipalvuelveaserverde,mejor.Nomegustabaverlapintura

desconchada.—Sí,yomismalapintéhaceunasemana—respondióCatalina,encantadapor

dejaratráselasuntodelospeces—.Tuvieronquefabricarnoseltonoexactoparaqueencajaraconeldelastejasyconlasventanascomoantes.Tardécasiundíaenteroenpintarladichosapuerta,perohaquedadomuybien,¿verdadquesí?La enorme puerta principal de Villa Soledad era otra vez del mismo color

brillantequeelbosque.ElabueloMartínhabíaodiadoesecolortodasuvida,aligualqueelmarqués.Paralosdoshombresesecolor—elegidoporlaabueladeentre un catálogo con más de veinte verdes distintos— siempre había sidodemasiado «excéntrico». Pero yo amaba el verde radiante de esa puerta, tantoquelosañosquepaséviviendolejosdelamansión—enelSt.Mary’soenLasÁnimas—recordabaeltonodeverdeexactodeesapuertacuandomeimaginabaabriéndolaotravezalregresarporfinacasa.—Sí,hashechoungrantrabajo,estátodotalycomoyolorecordaba—ledije

aCatalinamientrasme quitabamis guantes de piel negros que llegaban justohastadondeempezabanlasmangasdemichaqueta—.Mejorincluso.—Casi parece que no ha pasado el tiempo por aquí—dijo ella—. Algunas

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vecesmeparecequeVillaSoledadescomounadeesasbolasdenievefalsasconunpequeñopaisajecongeladoensuinterior,siempreigual.Yo también había tenido esamisma sensaciónmuchas veces, pero no se lo

dije.Los tres entramos en la casa aunque Catalina se quedó atrás un momento

mientrascerrabaconllaveyechabaelcerrojoalapuerta.—Últimamente aMarina le ha dado por caminar en sueños por la casa de

madrugada y me abre la puerta si no me doy cuenta—me explicó un pocoavergonzada—.Así que hemandado poner esto lo suficientemente alto comoparaqueellanollegueaabrirlo,nisiquierasubidaaunasilla.Caí en la cuenta de que llevaba un rato en la casa y todavía no había

preguntadoporLauracomose suponequeunabuenayentregadamadredebehacer.AbrílabocaparahacerlojustocuandoCatalinamesujetódelbrazoparadetenerme.—Hastraídounhombreacasa—murmuró,señalandoaLiamconungestode

cabeza—.Creíaquedespuésde lamuertedelmarquésobedecery servir a loshombresyasehabíaacabado,paranosotrasdosalmenos.Miré a Liam que estaba distraído observando la gran lámpara de cristal

austriacoquecolgabajustosobreelcentrodelvestíbulo.—Ysehaacabado—leprometí—.Confíaenmí.—Confía tú en que no pienso lavarle la ropa ni hacerle la cama. Mis

obligaciones han terminado, yo ya no soy la criada de ningún hombre. —CatalinaresoplóymiródesoslayoaLiam—.Bastantetrabajotengoyaconlasdoscriaturascomoparaañadirleotramás,yencimaunocrecidito.Sonreí,algunasvecesmerecordabamuchoasumadre.—Notendrásqueocupartedeél,sinoescapazdehacersesupropiacamase

iráadormiralsofádelestudiooalacochera.—Puedesestarseguradeeso.Mis tacones negros de Lanvin resonaron en las baldosas del suelo del

vestíbulo,tantoquemevolvíunmomentoconvencidadequemamáacababadeentrartaconeandoenlacasacomosolíahacer.Peromamánoestabaporningúnlado,nisiquierasufantasma.—¿Cómoestánlasniñas?—lepreguntémientraslasdoscaminábamoshacia

lacocinaalotroladodelvestíbulo.

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—Están las dos bien, ahora comen caliente todos los días, así que se hanpuesto más fuertes y tienen mejor color en las mejillas. Además, desde quemandé arreglar las ventanas de la casa ya no hay corrientes traicioneras nianimales que se cuelen desde el jardín para hacer sus cosas por todas partescomopasabaantes.—Catalinaarrugósunarizenungestodeasco—.AhoraqueMarina tiene su medicina para los bronquios, está mucho mejor, y Laura hacrecido una barbaridad en estos meses que has estado fuera. Es una niñabuenísima,casinillora,ycuandolohacelapobresuenacomoungatito.—¿Dóndeestánahora?—Dormidasarriba—respondió—.Mellevélacunaalaantiguahabitaciónde

tumadreyahoradormimoslastresjuntas,eslahabitaciónmásgrandedetodalacasa.Antesdormíamos separadas, perohaydemasiado silenciopor lasnochesaquí,asíqueprefieroquelasniñasesténconmigo.—Elvestíbuloytodoelpisodeabajoestáncomonuevos—comentémirando

alrededor—.Yvuelveahaberluz,bien.Los apliques de cristal—a juegode la araña sobre el vestíbulo—volvían a

tener bombillas que iluminaban toda la zona del vestíbulo, el principio de laescalinatademármolblancoyelpasillolateralquellevabaalacocina.—Sí,esofueloprimeroquemandéarreglar.Medabamiedoiraoscurasporla

casaconlalámparadekeroseno:nuncasabíasiibaacruzarmeconunespírituounladrón,ytampocomegustabamuchoquelasniñascrecieranenlaoscuridadchocandocontodocomounpardetopilloscegatos.Mereídesucomentariojustocuandoentramosenlacocina.Elfuegoestaba

apagado—seguramenteporqueCatalinay lasniñashabían terminadodecenarhacíaunbuen rato—,pero el aire tibiode la cocina todavíaolía a café reciénhecho.Alguienhabíapintadoelfrentedeslucidodelosarmariosysustituidolasbaldosas rajadas de la pared por unas nuevas. Lamesa de roble ahora estabarecién pulida, brillaba, y la mayoría de las marcas y arañazos habíandesaparecido.—La cocina ha quedado muy bien, igual que el resto de la casa —dije

acariciandoelrespaldodelaquesolíasermisilla—.Lohashechomuybien.—Lo sé—respondióCatalina sentándose detrás de la única taza de café—.

Todo está como antes excepto por los pomos de cristal tallado que tanto legustabanatumadre.

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Nome había fijado en los dichosos pomos de los armarios y los cajones, apesardequeesoeraloprimeroquesolíamirarcuandoeraunaniñayentrabaenesamismacocina.—Los tiradores originales desaparecieron antes incluso de que empezara la

guerra,a saber loquehizoelmarquésconellos,pero los sustituíporestosdeporcelana—meexplicóCatalina—.Sonbonitostambiénaunquenotanvistososcomolosdecristal.Abríunodelosarmariossobreelfogóndehierroysaquédos tazas limpias,

unaparaLiamyotraparamí.No teníahambreaunquenohabíacomidonadadesdeesatardeenelvagónrestaurante,peroelaromaacaféreciénhechohizoquemiestómagoprotestara.—Asíquewolframio;desdeluegoesmuchomásvaliosoqueelhierro,esono

teloniego—empezóadecirCatalinamientrasempujabaconcuidadolacafeterahaciamí—.Y los alemanes han agujereadomedio país buscándolo, comarcasenterasvivendeeso.—Asíes.Adoscientaspesetasporkilolehabríavendidoelwolframiohastaal

mismísimodemonio—respondí.Catalinasesentóalamesaynosmiró:—Bien,contadmevuestroplan.

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Aldía siguiente de regresar aVilla Soledadmadrugué para ir hasta laminaZuloagayhacerwolframio.Fui yo sola antes deque saliera el sol.Noqueríapúbliconiayudantes,asíquedejéaLiamdurmiendoenmicama,mevestíensilencio y bajé las escaleras hasta el vestíbulo. Antes de salir me aseguré depasarporlacocinaparacogerunparderebanadasdepanyunasgalletasporsiacasonecesitabarecuperarfuerzasdespués.MepuseunodelosabrigosdepañodelaabuelasobreelvestidoycondujeelT49delmarquéshastalamina.No había estado en la mina Zuloaga desde hacía años, cuando esa enorme

grietaenelsuelocalizotodavíadabadecomeratodoelvalle.Ahoranohabíahombrestrabajandoonadieenlosalrededoresquepudieraescucharelatronadormotor del Hispano-Suiza con sus seis cilindros acercándose por el caminopolvoriento.Aparquéjuntoalavallaoxidada,mecoléporunagujeroenlaverjaque nadie se habíamolestado en arreglar en estos años y bajé por la escalerahastaelfosodelaminaenlasentrañasdelatierra.Nofuedifícilhacerwolframio—desdeluegofuemuchomássencilloqueel

petróleoquehicefluirbajoelsuelodeLasÁnimas—,estabaotravezencasaypude sentir el bosque palpitando al otro lado de las gruesas paredes de rocamientrasunhormigueofamiliarviajabahasta laspalmasdemismanos.Enlosúltimos días, había leído mucho sobre el misterioso material con nombre delobo:unadelascosasquedescubrísobreelwolframioeraquesolíaencontrarsemezcladoconelhierro,asíqueprimeroatrajeelhierroalasrocasyalatierrabajomispies—algosencilloporqueelsubsuelodelvalleestabaatravesadoporunaenormevetademineraldehierro—ydespuéselwolframio.Memareéunpoco,peronisiquieratuvequecomermealgunadelasgalletitasquellevabaen

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elbolsillodemiabrigopara recuperar fuerzas.Solocontéhastadiezmientrasmirabaelnuevomineralbrillantequesalpicabalasparedesyelsuelodelaminacomouncielocubiertodeestrellas.Ya tenía elwolframio enmimina, ahora solo necesitaba lamaquinaria y la

manodeobraparapoderponerotravezenfuncionamientoelnegociofamiliar.Liam iba a encargarse de conseguirnos todas las herramientas, maquinaria yvehículosquepudiéramosnecesitarparatransportarelvaliosomineraldesdelaminahastaelcargaderoancladoalprecipicio.Segúnmecontóteníaunamigo—dijo«amigo»peromesonómáscomosifueraunantiguocompañerodedelitos—queeraeldueñodeunaempresademaquinariapesadaparaarmasymineríaquepodíahacernosunbuenprecioenelmaterial.—Si tu amigo no cumple, ese dinero saldrá directamente de tu parte de los

beneficios—leadvertíantesdequedarnosdormidos.Leescuchésonreírenlaoscuridad.—Cumplirá, le salvé la vida hace algunos años, así que me lo debe —

respondióLiam,peroyoyaestabadormida.CondujeelHispano-SuizahastaBasondoporlacarreteraasfaltadamientrasel

solselevantabaenelcielo.Elotoñonohabíallegadoaúnperoyapodíasentirsuolor en el aire fresco de la mañana, igual que siempre había sido capaz depercibir las primeras notas fragantes de la primavera antes de que las floressilvestresdelbosqueempezaranaabrirse.Basondoyahabíaamanecido,peromesorprendiónoveramuchagenteenlas

calles estrechas y empinadas que subían y bajaban siguiendo el relievecaprichosodelvalle.Lospocosvecinosconlosquemecrucémiraronderefilónel ruidoso T49 de color hueso—tan enorme y ostentoso que era demasiadograndeparapodercircularpor lamayoríade lascallesdelpueblo—hastaqueporfinaparquécercadelaplazadelayuntamiento.LaboticadelashermanasAguirre,elestancoylapequeñaoficinadeCorreos

yaestabanabiertosperoyocrucélaplazataconeando—concuidadodequelosfinostaconesdemiszapatosdepielnoseenredaranenelempedradodelsuelo—endirecciónalaiglesia.Sentílasmiradasdealgunosvecinosclavadasenmiespalda —miradas de todo tipo pero ninguna buena— cuando me vieronatravesar el corazón de Basondo con mi traje de Givenchy de color amarillomostazaymibolsodeLoewe,peromedioigual.Nomedetuvehastaquellegué

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alaspuertasdelaiglesia.Noesquesintieralanecesidadurgentedeconfesarme,«graciasaDios»,pensé

con unamedia sonrisa irónica: necesitaba trabajadores para reabrir la mina ysabía bien a quién debía preguntar. Cuando llegué intenté abrir el portón demaderaapolilladoperoestabacerrado,masculléunamaldiciónsin importarmedónde estaba y rodeé la iglesia para entrar en el cementerio público pensandoque, aunquenopodía hablar de negocios conTomás, almenos podría pasar a«saludar»aCarmenydepasodejarfloresfrescasensutumba.El cementerio de Basondo era pequeño: tenía el tamaño perfecto para una

época en la que casi todos los vecinosdel pueblo semoríandeviejos o en lamina,peroconlaguerra,elhambreytodolodemás,estabaarebosardetumbasrecientesymuertosinquietos.Tomástambiénestabaallí,depie,apoyadoenelmuretequeelcementerioy la iglesiacompartían.Fumaba,ysusojoscastañosestaban clavados en el suelo consagrado haciendo compañía a sus propiosfantasmas,poresotardótodavíamásendarsecuentadequeyanoestabasolo.—Bonitotraje,elamarilloesmuydiscreto—medijoconironíadesdedonde

estaba—.Yseguroquetambiénesmuycaro.—Lo es, mucho —respondí dejando muy claro que no sentía ninguna

vergüenzaporeso—.¿Teescondespara fumar?¿Acaso tienes treceañosynoquieresqueDávilatecastigue?Tomássonrióconelcigarrilloensuslabios.—No me escondo, es solo que me gusta estar aquí a solas con mis

pensamientosunratotodaslasmañanasantesdequeempieceeldía.—Contuspensamientos...yconlosmuertos—dijerespirandoelhumodesu

cigarrillocasero.—Sí,admitoquetambiénmegustaestarrodeadodelosdifuntos:losmuertos

tienenlavirtudderecordarnosquiénessomosdeverdad,podemosmentirnosanosotrosmismostodoloquequeramos,perolosquehemosenterradoconocenlaverdadsobrenosotros.—Haypecadosquesobrevivenalamuerte.TomásseñalólatumbadeCarmenconlacabeza.—Ella, por ejemplo, sabe que tú eres la heredera de los Zuloaga: una niña

caprichosaquenosabehacerselastrenzasellasolayalaquelegustacorretearporelbosquecomounasalvaje.

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ContuveelalientomirandolalápidahumildeconelnombredeCarmenescritoenlapiedra.Lasfloressilvestresquecrecíanenlahiedraquecubríalalosasehabíanmultiplicadoconelveranohastaformarunamantaespesadecolorazulbrillante.—Ahorayaséhacermelastrenzasyosola—respondíconfrialdad,apartélos

ojosdelatumbaenterradaenlasfloresparamirarle—.Necesitoquehagasalgopormí.—Puesclaro,túsiemprenecesitasquelosdemáshaganalgoporti,aunquesea

soloqueteadoren,yoincluido.—TomásladeólacabezaparamirarmeyporunmomentovolvióatenerlamismaexpresiónconfiadaquelapobrePatsy.Sonrióysuaireinocenteseesfumóporcompleto—.¿Quéesloquequieresahora?Ypor favor, no me digas que necesitas confesarte porque estaría mal reírse acarcajadasenelcementerio.—Voy a reabrir la mina, la próxima semana habrá trescientos hombres

trabajandoahíabajo—respondíignorandosucomentario—.Ysi todovabien,podría contratar a otros cien dentro de un par de meses. Necesito que hagascircularlavozporelpueblo:cualquierhombrequequieratrabajarenmiminayestéencondicionesdehacerlopuedeapuntarseenlaoficinadeCorreos,allíyaestán avisados de todo.Dentro de un par de días abriremos una oficina en lapropiaexplotaciónparaqueseapuntenmás.—Asíquelosrumoreseranciertos,vasavolveraabrir laminaZuloaga.—

Tomás frunció el ceñopensativo—.Peroyanoquedahierro ahí abajo, ni unasolavetaqueexplotar,y¿aquiénvasavenderelhierro?—Anadie—ledije,yeratécnicamentecierto—.Voyavenderwolframioalos

alemanes.Tomásparpadeóigualquesinocomprendieramispalabras.—¿Vasavenderwolframioa losnazis?—Memiróconelmismodesprecio

queviensusojoslamañanaqueaceptómiscienpesetasacambiodeenterraralmarquésenesemismocementerio—.Eresunadeellos,poresoestásvestidataneleganteyporesoCatalinahamandadoarreglarlamansión:estáiscolaborandoconlosnazis.Estáslocasipiensasquevoyaayudarteparaquetúlesayudesaganarlaguerraaesosfascistas.—Solosonnegocios,Tomás,nosignificanada...—¡Los nazis bombardearon lamitad de los pueblos de este valle durante la

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guerra!—gritó,ysuvozhizotemblarlaspiedrasdelcementerio—.Amínomedigasquenosignificanadaporquetúnotienesniideadeloqueestáshablando.¿Acasohasestadoenalgúnbombardeo?¿Hassentidoelpánicoenlascalles,laspersonas que corren para intentar salvarse mientras el sonido de las sirenasantiaéreassetemeteporlosoídosylosmotoresdelosJunkersllenanelpueblojustoantesdequeempiecenacaerlasbombas?Neguéconlacabeza.—No,puesclaroqueno,porquemientrasesopasabatúestabasasalvoaun

millóndekilómetrosdeaquí.Notienesniideadeloquesucedióodeloquetusamigosnazisnoshicieron,y¿ahoramedicesquevasa trabajarconellos?Noeresmásqueunachiquillamalcriadaquehaencontradoloslibrosdecuentasdepapáyquierefingirqueesempresaria—añadiócondesprecio.—Nohaynadiemás conquienpuedahacernegocios, el nuevogobiernono

permitevenderalosaliados.—¿El nuevo gobierno? ¡Qué bonita forma de llamarlo! Te refieres a los

fascistas,¿verdad?—Tomásserioconironía—.Novoyaayudarteasuavizarloquepasódeverdadsoloporquetengasdinero:piensocontarleatodoelmundoen este pueblo que vas a venderles el wolframio a los nazis, y ya veremosentoncescómoencuentrastrabajadoresparatuminacuandotodoslosepan.Tomáslediounaúltimacaladaasucigarrillomalliadoylotiróalsuelosin

importarlequeestuviéramosenelcementerio.—Les dará igual, Tomás. Les dará igual a quién se lo venda porque los

hombresnecesitantrabajarynopuedenelegir,igualqueyo—ledijesinperderlacalmaapesardesutono—.Hemandadorepararlossistemasdeseguridaddelaminaparaquenohayamásaccidentes:ahoratodoesnuevo,eltrabajoquelesofrezcoa loshombreses justoy lapagaesbuena,muchomejorde loqueeracuandomipadremandaba.Puedodardecomeratodoestepueblosimeayudasareabrirlamina,seacabaronelhambreylapobreza.—Dirásmásbienquepuedesdarleslasmigajas,tusmigajas.Quédatelas,aquí

nadiequerráayudarteaquelosnazisganenlaguerra—medijoentredientes—.Y mucha suerte explicándoles a tus amigos falangistas que no has podidoconseguir suvaliosowolframioporqueno tienes trabajadores, heoídoque losfascistassonmuycomprensivos.Tomáspasóamiladoasegurándosedechocarsuhombrocontraelmío,levi

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alejarsecaminandofuriosoendirecciónalapuertalateralqueuníalaiglesiaconelcementerio.—Elwolframiosaldrádelatierradeunmodouotro,noseasingenuo.Estáen

nuestrosueloysiellosloquieren,¡lotendrán!—legrité.Tomássedetuvoenseco,visushombrossubiendoybajandoal ritmodesu

respiraciónaceleradadebajodelatelanegradesusotana.—¿Quéquieresdecir?—gruñósinmirarme.—Si tú nome ayudas a reunir a los hombres del pueblo, ellos traerán a los

esclavosyalospresospolíticosparaquetrabajengratisenmimina—añadísinningunaemociónenmivoz—.Hevistoaesoshombresmuydelgadosyconlamirada perdida que van pormedio país picando piedra y construyendo presasparaelnuevogobierno.Una llamadamíay los traeránaquíconsuscadenasytodo,¿acasoprefiereseso?Cuando Tomás se volvió paramirarme sentí la ira que salía de él llegando

hastadondeyoestabacon lamisma fuerzaque laondaexpansivaquematóaMason.—Noteatreverás,¿presospolíticos?Nisiquieratúteatreveríasahaceralgo

semejante—dijoconvozsecaporelodio—.Aunqueasíteahorraríaseljornaldeloshombres,¿verdad?RespiréelairehúmedodelcementeriodejandoqueeldespreciodeTomásme

llenaralospulmonesymeacerquéconcautelahastaél:—Yatehedicholoquequiero,ahoradependedetiqueloshombresdeeste

pueblovuelvanateneruntrabajooqueBasondosellenedebarraconesparalospresos.Túdecides,peromiwolframiollegaráalcargaderodelacantiladodentrodedossemanas.UnasonrisamisteriosacruzóloslabiosdeTomás.—Eso será si los bandoleros que merodean por el valle no tiran antes tu

valiosowolframioalmar—medijo—.Aesoshombresnolesgustaráquehagasnegocioscon lossublevadosycon losnazis.Sipretendesreabrir laminaellospuedenponertelascosasmuydifícilesporaquí.Tomás tenía razón, los bandoleros que se escondían en el valle les estaban

poniendolascosascomplicadasa laspatrullasde laGuardiaCivilqueestabandesplegadasenlazonaysiseempeñabantambiénpodíancomplicarmelavidaamíyamisnegociosconcortesdecarreteras,saqueos,robos,sabotajes...

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—Medaigualloquelesgusteonoaesoshombres,yotengoquecuidardemifamilia—dijemuyseria—.Yellossolosabránloquehagositúselocuentas,porqueapuestoaquetúsabesquiénessonesosbandoleros.Puedequeinclusotúseasunodeellos,¿odedóndesinohassacadoeltabacoparaesecigarrilloquefumabasantes?AunqueTomásnorespondiólaexpresióndesucarahablabaagritosporél.—Noteescondesaquíparafumarporquetegustelacompañíadelosmuertos,

teescondesaquíparaquenadiedescubraque tienes tabacodecontrabando—añadí.SumandíbulaestabatantensacomolatardequesecolóenVillaSoledadpara

nuestraúltimafiestadecumpleañosy tuvoquepedirleperdónamamádelantedetodoslosinvitados.—Asíquenoloniegas:eresunodeellos,poresolerobascomidaydineroa

Dávila—ledijesintiéndomeunpocotontapornohabermedadocuentaantes—.Pues mucha suerte explicándoles a tus amigos que podías haber conseguidotrabajoycomidaparalasfamiliasdeestepuebloperoquepreferistefastidiarmeporquetehasvueltounresentidoyunarrogante.Tomássoltóunarisacargadadecinismo.—Almenosnomehevueltonazi—dijo.—Quéfácilhasidosiempreparatihacerlocorrecto,¿verdad?Yadesdeniño

tededicabasadecirlesalosdemásloqueestababienyloqueestabamal:todossomospecadores,ningunoestamosatualtura.—Meacerquémásaél,tantoquesentíelaromaatabacoyajabónquesalíadesupelocastañoonduladoyañadí—: Tomás el mártir, Tomás el sacerdote, Tomás el defensor de la República,Tomás el romántico... Qué fácil es ser idealista cuando no tienes bocas quedependendeti.Lasfamiliasdelpueblosemuerendehambre,peroloimportantepara«elidealista»esquehaganlocorrectoyrechacenmidineronazi.—No seas cínica, Estrella, a ti te importan una mierda este pueblo y esas

familiasquepasanhambre, igualquea tupadre.LosquevivimosenBasondosolo somosmulosdecargapara losZuloaga, almasycuerposqueusary tirarcuandomásosconvenga.—Tomásse lamió los labiosunmomentomásde loestrictamente necesario y yo estuve segura de que lo hacía solo pormí—. Sepuedesobreviviryhacerlocorrectoalmismotiempo,esoeslomásimportanteenestaépocaoscurapobladapor traidoresycobardes.Se lohan llevado todo,

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Estrella;hanprendidofuegoatodaslascosasbrillantesqueconstruimosyahorapretenden cubrir su rastro de cenizas y cadáveres con tu dinero y con tucolaboración.Sacudílacabeza,estabatancercadeélquealhablarmislabioscasirozaron

lossuyos:—YonosoyAlmayyanotengoquinceaños.Amínomeimpresionaráscon

poesía y palabras bonitas porque el idealismo y los sueños de juventud no secomen,Tomás.Dinero,esoesloquehacefaltaenmicasayentodaslasdemáscasasdeestepueblo,yteaseguroqueamímedaiguallacaradequiensalgaenlosbilletes.LosdedosdeTomás rozaroneldorsodemimano, estaban fríosdespuésde

llevarlaúltimahorafuera,peroseentretuvieronuninstantemásenmimuñeca.—Pensé que habías cambiado después de lo que le pasó a tu marido, pero

ahoraveoquesiguessiendoigualdeprácticaquecuandonosconocimos—medijosindejardeacariciarmedelantedelosmuertos—.Supongoqueporesotúyyosiempreterminamosdiscutiendo.—No, no es por eso. —Me aparté apenas unos centímetros de él, solo lo

necesarioparaquesusdedosacariciaranelairefrescodelamañanaenvezdemimano—.¿Meayudarás?Tomássonrióporfinyasintió:—Tienesrazón,elidealismonovaledenadasiteestásmuriendodehambre.

Teayudaréconloshombres.

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CuatromesesdespuésEmpresasZuloagavolvíaadarbeneficiosyhabíamosdevuelto hasta la última peseta del préstamo sobre la mansión que pidió elmarqués.Nienmismejoressueñoshabíaimaginadoquelaminapudieracubrirlos gastos que todavía quedabanpendientes y, además, empezar a ser rentableantes de la Navidad. Ahora el dinero entraba a espuertas en la compañía, enBasondoyenVillaSoledad.Con las cuentas familiares saneadas gracias al dinero de los nazis, Catalina

mandó reparar en la mansión todo lo que no habíamos tenido dinero paraarreglar antes. Compramos bombillas para todas las lámparas de la casa —incluso para las que estaban en las habitaciones donde nunca entraba nadie—paradesterrarlassombrasquehabíantomadolacasaenestosañosotravezalosrinconesmásapartadosdelamansión.Mandamospintarlasventanasenelcolorverdeoriginal—elmismodeltejadoydelapuertaprincipal—queelvientodelCantábricohabía lamido con cadagalerna: hicieron falta cuatro hombres y unandamiotrabajandodurantecasiunasemanaenteraparapoderrepintartodaslasventanas y contraventanas de la casa. Cambiamos las cortinas apolilladas queservían únicamente para acumular polvo y permitir que los fantasmas seescondieran tras ellas por unas nuevas de seda japonesa, hicimos arreglar lasgoterasdelala surde lacasadondenonosatrevíamosaentrarningunade lasdospormiedoaqueeltechodeformadoporlahumedadsenoscayeraencima.Dos cristaleros famosos por reparar las vidrieras de las iglesias después delbombardeovinierondesdeBilbaoparaarreglarellucernariosobreelvestíbulo.Habían pasado diez años desde la última vez que vi la luz entrando por laenorme cristalera rectangular iluminando el vestíbulo con los tonosnaranjas y

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doradosdelavidrieraqueimitabanloscoloresdelotoño.«Enrealidadnoesporelotoño,esoessololoqueledijeatuabueloparaque

meconcedieraelcapricho.Loquepasaesqueechabademenoselcolordoradodemitierra,mitierradeverdad.Aquítodoesverdeyazul,poresohicequetuabuelome instalara esa vidriera: para poder volver a ver el sol dorado demitierra»,mehabíadichounavezlaabuelaSoledadhacíamuchosaños.Cuandoterminamosdepagarlasdeudasdelmarqués,adelantamoslosplazos

delpréstamoporlamaquinariaylasnuevasherramientasparalosobreros—queelamigodeLiamenInglaterranoshabíaconseguidoabueninterés—ytuvimoscubiertoslossueldosdelostrabajadoresparalospróximosochomeses.Catalinacontrató a una asistenta para la casa, Amaia —una muchacha huérfana delpuebloconbuenasreferencias—,yalhijodeEmilio,nuestroantiguojardinero.La casa siempre había tenido vida propia: era un ser enorme que respiraba ycerrabalaspuertasasuvoluntadohacíacrecerrosasrojasdondenadielashabíaplantado.«Estacasanoestaráendemoniada,perovivaestáunrato,lacondenada»,solía

decirCarmencuandolascosascambiabanmágicamentedelugarocadavezquelacalderadelsótanogemíadedolorenmitaddelanoche.Mientrashubodineroparahacerlo,laabuela,ymamádespués,habíancontenidoelcarácterrebeldeycaprichosode lamansión,perocuando tuvimosquedestinarcadapesetade lafamilia a «lujos» como comer o comprarmedicinas,VillaSoledad se desbocócomo sucede con los animales salvajes quenunca llegan a estar domesticadosporcompleto:goteras,ruidosmisteriososdemadrugada,puertasqueseresistíana ser abiertas, paredes agrietadas, crujidos, ventanas abiertas o grifos que secerraban solos después de un rato.Y sobre todo, el jardín apoderándose de lafachadahastacubrirlaporcompleto,entrandoenlacasaporlasventanasrotasylasgrietas en laparedcomosi lanaturalezavolvierapara reclamar loqueerasuyo en realidad. Las reparaciones y la atención de Catalina mantenían lamansiónbajocontrol,aunquetodavía,algunasveces,lasventanasseabríansolasolasbolasdelbillardelmarquésamanecíanesparcidasporelsuelodelasalita.Sobre lamesade lacocinavolvíanaamontonarse loscatálogos impresosen

papel brillante y los folletos de lasmejoresmarcas de ropa, perfumes caros ydecoración como cuando mamá aún vivía y Villa Soledad era el centro deluniverso.

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Hacía unas semanas también habían llegado a la mansión las cartas deadmisióny los libritos informativosde los colegiosmásexclusivosen losquehabíamos solicitado plaza para matricular a las niñas dentro de unos años:Estados Unidos, Suiza, Canadá... la guerra había limitado las respuestas dealgunoscolegios—sobre todode losqueestabanenEuropa—,peroeldineroquelosnazispagabanpornuestrowolframiocubríadesobralamatrículaylosestudiossuperioresdelasdosniñasenelinternadomáscarodetodos.—Nuncasoñéquemipequeñapudieraponerunpieenunodeestoscolegios,

ni siquiera para fregar las escaleras—meconfesóCatalina una nochemientraslas dos hojeábamos los folletos y bebíamosAmaretto Sour en la cocina—.Yresultaquealomejorpuedeinclusoiralauniversidad,ytodograciasaldinerode los nazis. Sé que debería sentirme asqueada sabiendo de dónde viene esedinero,perominiñavaapoderestudiaryviajara lugaresqueyonopodíaniimaginar. Podrá ser lo que ella quiera yme alegro. ¿Estámal que piense eso,Estrella?—Notengoniideadeloqueestábienomal,nuncahesidomuybuenaeneso

—ledijedespuésdedarleotrotragoamibebida.Basondotambiénempezabaadescubrirloqueeldineromanchadodesangrey

wolframiopodíacomprar.Elalcaldedelpueblo—unhombrealquenadiehabíavotado y que hizo «desaparecer» al anterior alcalde— ordenó mejorar lacarreteraqueuníaBasondoconelrestodelmundo.Ahoraloscamionescargadosconelwolframiopodíanllegarantesalcargaderodelacantiladoparaentregarelvalioso mineral al barco que esperaba abajo tratando de no chocar contra lapared de roca.También instalaron farolas en las calles donde antes solo habíaoscuridad, cubrieron el socavón que había en la plaza para evitar que alguienpudiera caerse dentro y contrataron a un médico de familia para que pasaraconsulta gratis en una diminuta clínica cerca de la botica de las hermanasAguirre. La antigua pensión —la única en todo el pueblo— volvió a abrirdespuésdeaños sin recibirun solohuésped, las tiendasdeultramarinosahoravendían jamón de verdad, nueces y gaseosa de limón fría a dos céntimos labotella.En esa época también se inauguró el primer cine de Basondo, El Imperial,

aunquenohabíanadaquehicierajusticiaasemejantenombreenlapequeñasalaqueyaparecíaviejaelmismodíadesu inauguración.AllívolvíaverSucedió

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unanoche casiochoañosdespués.NiMasonniLucyestabanami ladoenelcinelatardeenquevolvíaveraClarkGableenlapantalladeElImperial.Nolloré porque yo no soy de las que lloran, ni siquiera por las vidas o lasoportunidadesperdidas,aunquesíquemepaséelrestodelanochetarareandolamelodíadelapelícula.—Lavidaesbuenaahora,¿verdadquesímiqueridamarquesa?—mehabía

susurradounanocheLiam.Laluzdeldormitorioeneltorreónestabaapagada,asíquenopodíaverlebien

perodistinguísuperfilconocidosobrelaalmohada,laformadesushombros,supechosubiendoybajandoconcadarespiraciónosupelodefuegodesordenado.Lemiréunmomentomásporquesabíabienqueunavezpronunciadoelhechizoenvozaltalamaldiciónsedesataríasobretodosnosotroscomosiempresucedeenloscuentosdehadas:—Sí,lavidaesbuenaahora.LamañanasiguienteLiamyyofuimosaBasondoenelT49paraocuparnosde

algunos asuntos. Era el primer día de diciembre y el invierno cubría el valleentero con su luz lechosa.En las zonas de la carretera donde el pálido sol deinviernonoalcanzabaacalentar, loscristalesdehielocubríanelnuevoasfaltoformandounaalfombradeescarcha.—Siesteinviernonievatendremosquedespejarlacarreteraoloscamionesde

lamina no podrán circular por aquí y el pueblo entero se quedará aislado—comentóLiamdesdeelasientodelcopiloto—.Contrataremosunquitanievesolosqueseannecesariosparaasegurarnosdequelacarreteranosecierra.—No creo que haga falta, por aquí no suele nevar mucho, ni siquiera en

invierno—dijesinlevantarelpiedelaceleradorapesardelhieloenlacarretera—.Esporelmar,lanievecaedelcieloperonollegaacuajarenlatierra.EstábamoscasiamitaddedistanciadeBasondo.Enesazona,elbosquequese

levantabacomounmurodeárbolesalotroladodelacarreteraeramuchomásespesoycerradoqueunpocomásadelante.Almaestabaallí,depiedebajodeunode lospinosmásaltosquecrecíasincontrolenelmargende lacarretera.Lasraícesdelárbolerantanantiguasygruesasqueseextendíanpordebajodelas capas de asfalto y grava levantando el pavimento en algunas zonas de lacarretera. Alma llevaba puesto su eterno vestido blanco de encaje y su pelonegro recogido enuna coronade trenzas sobre su cabeza.Caí en la cuentade

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repente de que hacía meses que no la veía: fue la noche que Liam y yoregresamosdeMadridyellaestabasentadaenelbordillodelestanque.Lamiréde refilón y solo unmomento al pasar por delante, como se debemirar a losfantasmas,peroelairequelevantabalamoledehierroqueeraelT49nomoviólafaldadesuvestidoalpasar.MeparecióqueAlmaseñalabaalgoenla tierrabajosuspiesdeespectroyunescalofríomerecorriólaespaldabajandopormisbrazosyhastamismanosapoyadasenelvolante.—¿Estásbien?Tehaspuestopálidaderepente—dijoLiam—.Máspálidade

lonormal,quierodecir.Sujeté el volante forrado en piel con más fuerza, tanto que me clavé mis

propiasuñasen laspalmasdemismanos,contémentalmentehastacincoparaesperaraquelasensacióndeestremecimientosalieradedebajodemipiel.—Sí,soloestabaperdidaenmispensamientos—mentísinapartarlosojosde

lacarreteradelantedenosotros.«Lavidaesbuenaahora,¿verdadquesímiqueridamarquesa?»—¿Crees que tu amigo Tomás querrá ayudarnos con lo de la fiesta de

Navidad?Yaséquedicesquenohaynadaentrevosotrosdos,peronoparecequeélpiensedelamismaforma,siempreestáenfadado—dijoLiamfingiendoquemirabaelpaisajeporlaventanilla—.Ymehefijadoenquealgunasvecestemiradeunmodoextraño.—Essoloporquelerecuerdoaella,aAlma.Mimadretambiénmemirabaasí

algunasvecesdespuésdequeellamuriera.Enrealidad,nomevenamí,yosololes recuerdo cómo sería Alma ahora —respondí—. ¿No estarás celoso deTomás?—No,nadadeeso...—Liamseacomodómejorensuasiento,intuísusmanos

inquietas jugueteando con los botones del salpicadero para encender lacalefaccióndel coche—.Esquemepreocupa loqueél sabede ti.Tomásestáenfadado, muy enfadado: contigo, con tu familia, con el país entero, con laIglesia,conDios...ynoquieroqueeseenfadolehagahablarmásdelacuenta.Apartélosojosdelacarreteraunsegundoparamirarle.—¿HasaveriguadotodoesodeTomásenestetiempo?—preguntésorprendida

—.Perosiapenashabréisestadojuntosunpardehorasentotal.Liamserioenvozbaja.—Puedeque ahora seaunhombredecente, ¿peroyahasolvidadocómome

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ganaba la vida cuando nos conocimos? Se me da bien calar a las personas,averiguar lo que desean y fingir que yo puedo dárselo, por eso era tan buenestafador.—Y¿desdecuándotehasvueltotúunhombredecente?—preguntéconuna

media sonrisa, pero la sonrisa duró poco en mis labios—. No, Tomás no medelataría,élnoharíaeso.Sujetéelvolanteconfirmezayfijélosojosenlaúltimacurvadelacarretera

antes de llegar a Basondo recordando todas las demás cosas que pensé queTomásjamásharíay,sinembargo,habíahecho.—Puede que no lo haga a propósito, tal vez llegado el caso no tenga otra

opciónmásquedelatarte—sugirióél—.Opuedequeseacasisinquerer.—¿Casi?—pregunté,peronoeraunapreguntadeverdadporque sabíamuy

bienaloquesereferíaLiam—.Ademásdeti,solohayotrastrespersonasconvida en todo elmundo que saben lo que puedo hacer: Tomás, Catalina y unamujertongvaqueviveaunmillóndekilómetrosdeaquí.Noconfíomuchoenlaspersonasperomegustaríapoderconfiarenellos.Supequenolehabíaconvencidoporcómocontuvounsuspiro,yseguramente

tampocomehabíaconvencidoamímisma.—Solo digo que no deberías subestimar lo que un hombre herido que cree

habersidoprivadodealgoquemereceescapazdehacer.—FueronTomásymipadrequienesmeprivaron amídeunahermana, sus

caprichosysuestúpidarivalidadmasculinamataronaAlmatantoomásqueesamalditabala.—Lostejadosdelasprimerascasasdelpuebloaparecieronalfinaldelacarretera—.Perotúereselquesabeleeralaspersonas,yonuncahesidodemasiadobuenaeneso,asíquedime,¿quécreesquedeberíahacerconTomás?Liammemiróysusonrisacaída temblóunmomentoensus labiosantesde

responder:—Somosfelices,¿verdad?Quierodecir,todolofelicesquelaspersonascomo

nosotros pueden ser: las niñas están bien, nosotros también, Catalina por fintieneelreconocimientoquesemerece,elnegociovademaravilla,elpuebloseharecuperado...Nuestrapequeñayextrañafamiliaestábien.Asentí.Nuestrapequeñayextrañafamilia.TresdíasanteshabíaencontradoaLiamy

a las niñas sentadas en el suelo de la biblioteca sobre los cojines de raso

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bordadosdelsofádemamádondenuncanospermitiósentarnosaAlmayamí.Lesleíaenvozaltadelamaneraenlaqueseleealosniños,mientrasLaurayMarinalemirabanconcuriosidaddesdesusrespectivoscojines.«¿Quéestáishaciendoaquí?»«Oh,esnuestroclubdelecturasecreto—mehabíarespondidoLiammuyserio

—.Porlastardes,cuandotúestáseneldespachoterminandolosasuntosdeldíaenlamina,nosotrostresvenimosaquíparanuestrasreuniones.»«Comprendo. ¿Y aceptáis más socios en vuestro pequeño club?», le había

preguntadoyointentandoreprimirunasonrisayfracasandomiserablemente.«Esodepende,somosmuyestrictosennuestrapolíticadesocios,¿verdadque

sí,niñas?»«Nocreoqueentiendanunasolapalabradeloquelees.»«Mejor, porque hace un rato me he dado cuenta de que este libro no es

apropiadoparaniñaspequeñas.—Liamlevantólosojosdelaspáginasdellibroensuregazoymesonrió—.Cuentosgóticos,deElizabethGaskell.Nuncaanteslo había leído y resulta que está lleno de fantasmas vengativos, demonios,espectrosycasasencantadas,peroparecequeaellaslesgustanesascosas.»Intenténosonreíralveralasdospequeñassentadasenloscojinesintentando

mantenerseerguidasmientrasmirabanaLiamesperandoqueélcontinuaraconlalectura.«Nocreoqueseanlosfantasmasoloscuentos,lesgustaoírtuvoz.»«Bien,ahoraporfavorestamosenmitaddeuncuentosobreundesaparecido,

así que coge un cojín para ti o déjanos seguir con nuestro club de lecturasecreto», me había dicho Liam, fingiendo estar muy serio antes de continuarleyendoenvozalta.—¿Tepreocupaalgo?—lepreguntéporencimadelruidodelmotordelT49.—No—respondió, pero vi en sus ojos delmismo color que el bosque que

mentía—. Es solo que últimamente me pregunto si no estaremos teniendodemasiadamalditasuerte.Aparqué el coche cerca de la plaza del ayuntamiento y caminamos por las

callesheladas.TodoslosvecinosconlosquenoscruzamosnossaludaronhastaquellegamosalossoportalesenlaplazadondeestabalaboticadelashermanasAguirreylaoficinadeCorreosconeltiempojustoparaescondernosdelalluviafinaqueempezabaacaer.Tomástambiénestabaallí,dondehabíamosquedado.

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Hacía tanto frío esamañanaque sehabíapuestoun abrigonegrodepañoporencimadesusotana,delaqueúnicamenteseveíalosbajosmanchadosdebarro.Me fijé en que su abrigo estaba raído en el cuello y dejaba entrar el vientogélido.—Por fin, llevo diezminutos esperándote aquí, casi me congelo—me dijo

Tomás a modo de saludo, después miró a Liam y la tensión entre los doshombressevolvióespesaenelaire—.Hola.—Gracias por venir, estando laNavidad tan cerca no sabía si tenías un rato

libre—ledijesinmás—.Vamosaorganizarunafiestaparalostrabajadoresdelaminayparasusfamilias,habrácomida,músicayregalosparalosniños.—Vaya, qué amables sois los patrones—respondió Tomás con ironía—. Y

¿dóndehabéispensadoorganizaresafiesta?Hacedemasiadofríoparaqueseaalairelibre,ytalveztesorprenda,peroalostrabajadoresnolesgustapasarfrío,aunquehayacomidagratis.Tenía la misma sonrisita en los labios que cuando éramos pequeños y él

aleccionaba a Alma durante horas sobre literatura o poesía romántica. Tomásdisfrutabademostrandoqueélerasiempreelmáslistodenosotrostres.—Enellocalvacíoquetienelaiglesiaaquícerca,alladodelcine.Eseseríaun

buen sitio para la fiesta —respondí sin inmutarme—. Es lo suficientementegrandecomoparaacomodaratodoelmundo.—Así que otra vez necesitas algo demí, ¿y cuándono?—Tomás sacudió la

cabeza y después me miró, más amable ahora—. Y yo, por supuesto, estoydeseando ayudarte porque vivo solo para complacerte, así que dime, ¿quieresque convenza aDávila de que os deje usar el local de la iglesia para vuestrafiestecita?—No.QuieroquemedigascuántocostaríaalquilarloeldíadeNavidad.Todo

eldía.Tomásmetiólasmanosenlosbolsillosdesuabrigoconairepensativo.—Esunbonitodetallecontustrabajadoresysusfamilias,notelovoyanegar,

aunqueseríamásbonitoaúnsubirleseljornal—respondiódesafiante—.Dineronoparecequeosfalte,desdeluego.Nosmiródearribaabajoestudiandonuestra ropay loszapatosbrillantesde

Liam.—¿HablarásconDávilaparaquenosalquileellocal?—insistí.

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El alientodeTomás revoloteó formandonubecillas por el frío delante de sucaraunmomento.—Sí,claroqueselodiré.—Gracias. —Ya iba a darme la vuelta para marcharme pero en el último

momentocambiédeopinión, lemiréydiunpasomáshaciaTomásparaestarseguradequenadieapartedeLiampodíaescucharnuestraconversación—.Túnolecontaríasanadielomío,¿verdad?Nisiquieraaunqueteobligaran.Viensusojosquelapreguntalehabíacogidoporsorpresa.—¿Cómomepreguntas algo semejante?—respondió entre dientes.Después

miró aLiamde soslayo para ver cuánto sabía él en realidad acerca de lo queestábamos hablando—. Descuida, tu secreto está a salvo. Sabes bien que yonunca lehablaríaanadiede loquepuedeshaceryde loque tevihacerenelbosque la noche que nos conocimos. Ni siquiera aunque los bastardos de tusamigosfalangistasmetorturasen.El pino que daba manzanas rojas de otoño todavía estaba en su sitio casi

quince años después de que Alma y yo sacáramos a ese niño asustado ycongeladodelcepodelmarqués.MiréaTomásalosojosparasabersimentía,sieserencorhaciamíquevivíadesdesiempredentrodesupecho—yquenoteníanadaqueverconqueyo fuera ladueñadelamina—era suficientecomoparaque me traicionara llegado el momento. Pero sus ojos ya no eran los de esemuchacho que disfrutaba sabiéndose el juguete prohibido de las hijas delmarqués,asíquenoteníamásopciónquecreerensuspalabras.—Gracias—dije,aunquenosonétanconvencidacomomehubieragustado—.

AcercadelafiestadeNavidad...Pero dejé de hablar cuando el suelo de la plaza empezó a temblar bajomis

pies. Elmurmullo de los vecinos que estaban a esa hora en la calle o en lastiendas bajo los soportales creció hasta convertirse en un coro de vocesasustadas.Alprincipiopenséqueeralalluvia:unatormentadescargandosobreBasondotodasuira,asíquemiréalrededorintentandoaveriguardedóndeveníael ruido,peronoera la lluvia:por encimade lasvocesy el temblordel sueloescuchéelestruendodeunosmotoresacercándose,motoresenormesypesados.—¿Quéeseso?—preguntóLiammirandoalrededorpreocupado.Enesemomentounconvoyformadoporcuatrograndescamionesmilitaresy

dos coches entró en la plaza. Todos los vehículos eran negros y llevaban el

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emblemadelyugoy las flechasde laFalangeenel lateral.Alverlos, algunosvecinos—lamayoría—apretaron el pasopara alejarse de la plaza, escapandocabizbajos por las callejuelas inclinadas de vuelta a sus casas para encerrarsedentro,otrossemetieronenlaprimeratiendaabiertaqueencontraronparamirara través del escaparate a los militares que ya empezaban a bajarse de losvehículos.LaplazasecubriódesilenciomientrasloshombresuniformadosibanbajandodeloscamionesyocupandoelcorazóndeBasondo.Reconocíinmediatamentealhombrequesebajódelasientodelacompañante

deunlujosoRolls-Royceyqueyacaminabahacianosotros.—MarquesadeZuloaga,buenosdías.Quécasualidadencontrarlaaquí,ibaair

apresentarmea sucasadespués, cuandohubiera terminadoenelpueblo,perome ha ahorrado el viaje —dijo el capitán Villa cuando llegó hasta dondeestábamos—.Buenosdías,caballeros.Liamlesaludóconunligeromovimientodecabezasinperderlacalma,pero

yo sentí sumiedo flotando en el aire hasta convertirse en algo casi palpable:temíaqueVillaestuvieraenBasondoporél.—CapitánVilla,menuda sorpresa verle aquí—le dije conmimejor sonrisa

mientras intentabadisimularelnudoquesehabía formadoenmiestómago—.¿PuedosaberquéesloqueletraeaBasondo?Confíoenquenotenganadaqueverconelwolframioolamina.AntesderesponderVillaestudióalosdoshombresconcautela.Yaconocíaa

Liam: era evidente que no le agradaba lo más mínimo y puede que inclusosospecharaqueeraun informantebritánico,peroaunasíhabíahechonegocioscon él. Después miró a Tomás decidiendo cuánto podía decir delante delsacerdote: se fijó en el bajo de su sotanamanchada de barro al igual que suszapatosreparadoscienvecesyenelcuelloraídodesuabrigo.—Elnegociovabien,muybienenrealidad—dijoporfin—.Suwolframiono

tiene ninguna pega y nuestros aliados alemanes están satisfechos con nuestroacuerdo.Noestamosaquíporeso,señoramarquesa.El corazónme latía tan deprisa dentro demi vestido de lanamezclada que

estabaseguradequeVillapodíaescucharlodebajodelruidodelalluvia.IntentécontodasmisfuerzasnomiraraLiam,perosentísusdedosheladosrozandolosmíoscomosiestuvierapensandoenhaceralguna locurayquisieracogermelamanounaúltimavez.

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—Bueno es saberlo —respondí nada aliviada—. ¿Entonces? Si es por unasuntodelnegocionoeranecesarioquesemolestaraenvenirhastaaquíconsushombres,podíamoshaberlohabladoporteléfono.Perohabíamásdetreintahombresdeuniformeesperandodepieenlaplaza,

VillanoestabaenBasondopornegocios.—Yalehedichoseñoramarquesaqueestonotienenadaqueverconsumina.

—El tono de su vozme dejó claro que no le había gustadomi insistencia—.Estamos aquí por esos bandoleros que se esconden en este valle, para acabarhastaconelúltimodeesoscobardes.Suwolframioesconsideradounmaterialestratégico por nuestro gobierno y debemos defenderlo de esos bastardos paraasegurarnosdequetodosloscargamentoslleguenasudestino,¿oacasoprefierearriesgarseaqueesosdesgraciadoslatomenconsunegociooconusted?—No,desdeluegoqueno—meapresuréaresponder.CrucéunamiradarápidaconTomásparaasegurarmedequenohacíaninguna

estupidez,perosupequeyaeratarde.—TeníaentendidoquelosbandolerossoloatacabanalaGuardiaCivilyalos

representantesdel nuevogobierno aquí en el valle.Queyo sepanunca sehanacercado a los trabajadores, al wolframio o a la mina —dijo Tomás sinmolestarse en esconder su desprecio por el capitán Villa—. Desplegar undestacamento de cuarenta hombres en un pueblo tan pequeño como Basondopuededarlugaramástensiónconlosguerrilleros.Villasequitósusombreroyselocolocódebajodelbrazoconlatranquilidad

dequiensabequenadievaaatreverseameterleprisapararesponder.—¿Esustedelpárrocodelpueblo?—lepreguntóaTomás.—CuandoelpadreDávilanoestápresente,sí,soyyo.ElcapitánVillaseacercómásaél,sedetuvotancercadeTomásqueestetuvo

que dar un pequeño paso atrás para evitar que Villa le pisara los zapatos desegundamano.—PuessiquiereseguirsiéndoloparapoderserviraDiosyasusvecinos,más

levale sabercuándodebecallarse laboca,padre.—Villa todavíasequedóunmomentomásmirandoaTomásporsiacasoaélseleocurríaresponder,despuéssevolvióhaciamíyañadió—:Mishombresseinstalaránaquí,enBasondo.Demomento voy a repartirlos entre el cuartelillo y el hostal del pueblo, peroninguno de esos sitios es lugar para un capitán. Imagino que no tendrá

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inconvenienteenqueyomeinstaleensucasa,¿verdad,señoramarquesa?Noté losojosde los treshombresclavadosenmí,esperandomirespuesta,y

traguésalivaantesderesponder:—Desde luegoqueno,ningún inconveniente,capitán.Tenemoshabitaciones

libresdesobra.—Bien, todo arreglado entonces—respondióVilla complacido—. Pero siga

consusasuntosporfavor,señoramarquesa.Yaconozcoelcaminohastasucasaymepasarécuandohayaacabadoaquí.DespuésVillamesaludóllevándoselamanoalasienysealejócaminandosin

ningunaprisaparareunirseconsushombresdesplegadosenlaplaza.—Felicidades—susurróTomáscuandoVillayaestabademasiadolejoscomo

paraescucharle—.Hastraídoaldiabloanuestropueblo.

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ElHispano-Suiza

ELHISPANO-SUIZA

Volvimos a Villa Soledad tan pronto como me aseguré de que Tomás nointentaríahaceralgoestúpido.—Túnohagasnada,dejaqueyomanejeaVilla.Lomismodespuésdeunpar

de días él y sus hombres se van del pueblo y no tenemos que volver apreocuparnosporesto—lehabíadichointentandotranquilizarle.Peroinclusoantesdequeélrespondierayaviladeterminaciónsuicidadelos

perdedoresflotandoensusojoscastaños.—Eseno seva a ir aningún lado,Estrella,no sin cazar loquehavenidoa

buscar aquí —respondió Tomás mirando a Villa mientras este dividía a sushombresenlaplazaendosgruposdistintos—.Voyvestidodecuraycasimedaun culatazo, no seas tan ingenua de creer que puedes manejar a ese pájaroporqueacabarásmal.HevistoantesahombrescomoVilla,sádicosdelpoder.ConseguíarrancarleaTomáslapromesadequenosearriesgaríaahacernada

contraVillaysushombresesatarde—aunquesabíaqueeraunapromesafrágilquedependía solodequeTomásnovolvieraacruzarseconél—ycondujeelT49devueltaacasasinlevantarelpiedelacelerador.QueríallegaralamansiónantesdequeVilla terminaraenelpuebloy sepresentaraen lapuertadeVillaSoledad.Apesardequeconducíaa todavelocidadmiréunmomentoal límitedelbosquedebajodelpinodondehabíavistoaAlmadepieaquellamañanaperoyanoestaba.—Tenemosqueirnosdelpaís—dijoLiamconvozgrave.No había pronunciado una sola palabra desde queVilla se había bajado del

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eleganteRolls-Royceconelyugoylasflechasenlapuerta.—Noestánaquípor ti—intentéconvencerle—.No tienenni ideade loque

hacíasantes,estásasalvo.—Ninguno estamos a salvo ahora que Villa y sus hombres han tomado el

pueblo. Puede que no estén aquí pormí pero es solo cuestión de tiempo queempiecen a hacer preguntas a gente que no pueda negarse a responderles.Preguntassobre tiosobremí.—Liammemiró,nuncaantes lehabíavisto tanasustado—.Debemosirnosmientrastodavíapodamos,loscinco.YacasiestábamosllegandoaVillaSoledad,desdeesepuntodelacarreterael

tejadoverdeesmeraldadelamansiónseasomabasobreelpaisaje.—¿Marcharnos?¿Quieresquehuyamosdelpaís?—lepregunté sujetandoel

volanteconfuerza—.¿Yadóndesesuponequeiríamos?Mediomundoestáenguerra.—Acualquier lugar, cualquier lugar esmejorque este ahoraque ellos están

aquí.Nopodemosmarcharnosdelanochealamañanasinmás,esoyalosé—admitió—.Peropuedoempezaramovereldinerodelascuentasdelaempresa,pocoapoco,paraquenonotennadaextrañoenMadridhastaqueyaestemosfuera de su alcance. No podríamos llevarnos todo el dinero pero sí puedotransferirbastanteaotrascuentasfueradeEspañaantesdequesedencuentadelo que estamos haciendo. Todavía tengo contactos de cuando me dedicaba aayudarahuiralosalemanes:puedoconseguirpasaportesypasajesdebarcoparaloscinco,enunpardesemanasestaremoslistosparamarcharnos.Sacudílacabeza.—No,nihablar.Yaunqueesoquedicesfueraposible,quenoloes,nopuedo

marcharmesinmásydejarelpueblo,laminaolacasa...—Sinosdetienenpocoimportaránesascosas.Ereslista,Estrella,piensaenlo

queteharánsidescubrenloquepuedeshacer.Liamnuncamehabíahabladoasí.Niunasolavezdesdequenosconocimos

hacíacasiochoañosmehabíalevantadolavoz,nunca.Acualquierotrohombrele hubiera tirado fuera del coche enmarcha de una patada, pero Liam no eracualquierhombre.—Estaesmicasa,lacasademifamilia—dijeconvozcalmada—.Novoya

permitirqueVillaoningúnotromeechendemicasanidemitierra.—Villavaaquedarseenlamansión—merecordó—.¿Noloves?Yatehan

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echadosoloquetodavíanotehasdadocuenta,poresolollaman«ocupación».Pronto se dará cuenta de que puede prescindir de ti para llevar el negocio delwolframioy entonces ya no tendrás nada con lo que negociar, lo he vistomilveces. Tenemos que dejarlo todo y marcharnos de Basondo mientras aúnpodamos.Cuandollegamosalaverjadehierrodelacasayotodavíateníalaspalabrasde

Liamrepitiéndoseenmimente.Detrásdelosbarrotesdelacancela,depieenlapuertaprincipaldelacasa,nosesperabaCatalinaconelgestopreocupado.TeníaaLauraenbrazosyMarinacogidadelamano.Mefijéenquetantoellacomolasdosniñasestabanvestidasylistasparasalir.NoguardéelT49enlacochera,simplementelodejéaparcadoenelmargendelacarreterajuntoalacasayentréenlafincaseguidadeLiam.—Déjame pensarlo un poco antes, ¿de acuerdo? Es todo lo que te pido, un

pocomás de tiempo para pensarlo bien—le dije en un tono conciliador pocohabitual enmí—.De todasmaneras,nopodemosmarcharnoshoy sin levantarsospechas,túmismolohasdicho.IgualhayotramaneradelibrarnosdeVillaydesupequeñoejército.Liamseaseguródecerrarlapuertadehierroymesiguióalolargodelcamino

de grandes losetas blancas que atravesaba el jardín delantero hasta la puertaverdedelacasa.—Quieresdecir,unamaneraquenoimpliqueentregaratuamigoTomásya

susbandolerosalosfalangistas.Medetuvedondeestabaylemiré.—¿Cómolohassabido?—Loheadivinado—respondióLiam—.Yalosospechaba,peroestamañana

cuandoTomáshamencionadolodelatorturamehaquedadoclaro.Ahorayaséporquélosbandolerosnuncahanatacadonuestrosenvíosdewolframio:esporti.—EntoncestambiénsabesporquénopodemosentregárselosaVilla.—Miréa

losojosinquietosdeLiamyañadí—:PormuchoquequieralibrarmedeVillaydesushombresnopodemosdelataraTomásporquesiélhabla...—Si detienen a Tomás y él habla cuando le torturen, y te prometo que eso

sucederá,entoncesvendránaporti.Ydespuésaporella.—LiamseñalóconlacabezaaLauraenbrazosdeCatalina—.Querránsabersiloquetúpuedeshacer

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se transmite de madre a hija, si la pequeña Laura es tan especial y poderosacomotú.NoestabaseguradesiLaurapodíahacerlasmismascosasqueyo,desipodía

adivinarelfuturocomoAlmaomanipularlanaturalezaasuantojocomosolíahacer la abuela Soledad, pero sí sabía que todas las mujeres de la familiaZuloaga—incluidaCatalina,queparecíatenerunextraordinariodominiosobrelasplantas—teníanalgúntipodepodersobrenatural.—AunqueasífueraLauratienediezmeses,essolounbebé.—Esoaelloslesdaigual.—Liamlamiróunmomentoconternuraantesde

volveramirarmeamí—.ComprendoquenoquierasdelataratuamigooloqueseaqueTomássignifiqueparati,séquevosotrosdososconocéisdesdeniñosyos une la tragedia y la pérdida, y nada une más que una culpa compartida.Entiendo que yo no puedo competir con eso, pero ¿cuánto tiempo crees quetardarán en detener a alguno de los bandoleros? ¿O a la familia de alguno deellos?MiréaLauraqueseentreteníajugueteandoconunmechónsueltodelacoleta

deCatalina.—Nomucho—respondímirandoamihija.—No mucho, no. Y cuando eso suceda, el pobre desgraciado al que

interroguen en el cuartelillo escupirá tu nombre, sus dientes y hasta suspulmonessiellosseempeñan.—¿Yquéhago?—NoselopreguntabaaLiamsinoamímisma—.Noséqué

debohacerahora.Todas mis opciones eran malas, terribles. No podía permitir que el capitán

Villa se quedara en la casa mucho tiempo porque, como había dicho Liam,despuésdeinstalarseenlamansiónerasolocuestióndetiempoqueencontraralaformadehacerseconelnegocioyconlaminapasandoporencimademí.Opeoraún:queVilladescubrieraloqueyopodíahacerymeenviaraaunodeesosespantosos camposdeprisionerosdondenosharían todo tipode experimentoshorriblesamíyaLaura,ytalveztambiénaCatalinayaMarina.—Tenemos que huir, lo siento, pero es la única posibilidad que tenemos de

seguirconvida:marcharnosyabandonarlacasaytodolodemás.—LavozdeLiamme sacó demis pensamientos—. Esto es lo que pasa cuando crees quepuedeshacertratosconeldiablo.

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Esa fue laprimeravezque intuí el verdadero—ysiniestro—alcancedemiacuerdoporelwolframio.—Hapasadounconvoydelejércitoporlacarretera.Eranseisvehículosmeha

parecido contar, con camiones y todo. Iban hacia el pueblo —dijo Catalinacuandollegamosalaentrada—.Hevestidoalasniñasyhehechounabolsaconlojustoporsitenemosquesalircorriendo.Entramosenlacasaycerrélapuertaasegurándomedeponerelpasadorpara

quenadamaloentraraenVillaSoledad,loqueeraridículoporquedentrodeunratotendríaquedejarentraralcapitánVillaenlamansión.—¿Quéestánhaciendoaquí,Estrella?¿Hanvenidoporlamina?¿Telavana

quitar?—LavozdeCatalinatembló.—No es nada de eso —la tranquilicé como pude—. Están aquí por los

bandoleros, quieren detenerles para asegurar el suministro dewolframio a losnazis.—Esunamalacosa,hevistocómosonyarmaránjaleoenelpueblo.LauraseremovióinquietaentrelosbrazosdeCatalinaqueladejóenelsuelo.

Lapequeñaintentódarunospasosporsucuentaperoestuvoapuntodecaerse.Liam la sujetó de la mano y la ayudó a caminar mientras nosotras doshablábamosalpiedelaescalinatademármol.—Lo sé, es una mala cosa —admití—. Y hay algo más: uno de ellos, el

capitánVilla,vaainstalarseaquí,ennuestracasa.

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Pasamos toda esa tarde en silencio preparándonos para la llegada de Villa.Catalinaacostóa lasniñasensuhabitaciónpara lasiesta,peroningunade lasdossequedódormida.Pasaronlatardeinquietas:Lauragimoteabaensucunitay Marina daba vueltas en su cama enredándose con las mantas igual que sisupieranqueabajo,losadultos,tambiénconteníamoselaliento.Cuandosehizoevidente queningunade las dos niñas pretendía dormir,Catalina las bajó a labiblioteca donde Liam y yo calculábamos cuánto dinero de las cuentas deEmpresas Zuloaga podíamos mover antes de que nuestros socios se dierancuentadeloqueestábamoshaciendo.—Unmillón, unoymedio si tenemos suerte—dijoLiammordisqueando el

lapicero—.Ademásde loquepodamos llevarnosencimacuandosalgamosdelpaís:joyas,bonos,dineroenefectivo...Loslibrosdecontabilidadestabanabiertossobrelalargamesadecaobadela

biblioteca.EnesamismamesaeradondeAlmayyocuchicheábamosdurantelasclasesparticularesdearteoalemándelaseñoritaLewis.—Es muy poco, poco para lo que tenemos de verdad en las cuentas —

mascullé—. Somos cinco, ¿adónde iríamos con ese dinero? Por si lo hasolvidadoEuropaenteraestáenguerracontraAlemaniaynosotroscolaboramoscon los nazis, así que ningún país querrá acogernos, y aunque quisieran, caenbombas del cielo cada día. No voy a cambiar Basondo por Londres ahoramismo.—IremosaEstadosUnidos,podemosvolveralranchodeSanBernardino.La

guerranollegaráhastaCalifornia.LasÁnimasseguíasiendoenmimentelamismatierradoradayagrietadaque

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habíaconocido,elrecuerdodelvientosurquesoplabadesdeeldesiertoporlasnoches o el cielo de madrugada cubierto de estrellas seguía intacto, a salvodentrodeunaboladenievedistintade laboladenieveen laqueguardabaelrecuerdodeBasondomientrasestabafuera.—¿Yquépasaconellas?—preguntéseñalandoa lasniñascon lacabeza—.

Sonmuypequeñasparahacerunviajeasí,Marinaesmayor,peronisiquierahacumplidosdosañostodavía.Liammiróconternuraalasdosniñasquejugabansentadasenelsuelodela

biblioteca,muycercade los tablonesqueyoquemé intentandoabrasarvivoalmarquésantesdepartirhaciaelSt.Mary’s.—Son pequeñas sí, pero también son fuertes y están bien alimentadas.

Cogeremos un barco en el puerto de Bilbao que nos lleve hasta Irlanda,relativamente a salvode las bombasde losnazis, y de Irlanda saldremosparaEstadosUnidos.Esunviaje largo,peropodemosconseguirlo, lagente lohacecadadíaconsushijoshuyendodelaguerra.Dejé escapar un suspiro y miré alrededor, la biblioteca era una de las

habitacionesdeVillaSoledadquemenoshabíacambiadoenestosaños.Cuando,porfin, tuvimosdineroparareparar losgrandesventanalesquedabanal jardíndelantero,lahierbaylamalezaquecrecíansincontrolprotegidasdelvientoylalluviaporlafachadadelacasadejarondeentrarenlahabitaciónllevándosesualfombra verde y salvaje otra vez de vuelta al jardín. Las paredes estabancubiertas por las mismas estanterías de nogal hechas a medida que el abueloMartín mandó hacer por encargo, tan altas que llegaban hasta el techo y eranecesario una escalerilla corrediza para poder alcanzar los libros en lasestanterías de más arriba. Esa misma biblioteca también fue una de lashabitaciones preferidas de mamá, por eso mismo compró la otomana deterciopelo que Catalina y yo tuvimos que colocar contra la ventana rota paraevitarquealgomásgrandequeunaratasecolaraporelagujeroenelcristal,lamesita de ajedrez hecha de marfil y ébano donde todavía descansaba nuestracasitademuñecas,ylalargamesasobrelaqueahoraestudiábamosloslibrosdecuentas.—Essoloquenoquierodejarestavidaytodoloquehemosconseguidoaquí

parahuircomoratasenelprimerbarcohaciaEstadosUnidos—dije—.Mehacostadomuchovolveraabrirlaminaytengoderechoanoabandonarmicasao

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minegociosinluchar,muchasgracias.—Claroquetienesderechoanotenerquehuirdetuhogaryanodejarlacasa

detufamilia—medijoLiamconcalma—.Entiendoperfectamentequequierasquedarte aquí, pero Villa y sus hombres no son un enemigo al que puedasderrotar,estanoesunaluchajusta.Teaplastarán,atiyatodosnosotroscontigo.—Villasoloesunhombre,nadamás.Ycomoa todos loshombres lesgusta

creersemásimportantes, listosypoderososde loquesonenrealidad,siacaboconél...—SiacabasconVillaotroocuparásulugar,ydespuésotroyluegootromás

—meinterrumpió—.PuedequeVillasoloseaunhombre,perolasideasquelemantienenenpievivendentrodeotrosmuchosynopuedesmatarlosatodos.—Peropuedointentarlo.Liamtorcióelgestoynotéqueestabaapuntodeprotestarcuandoelsonido

deltimbreenlaverjacortóelairedelabiblioteca.—Esél,esVilla—dijoLiammirandoporlaventanadetrásdelascortinas—.

Rápido,escondeloslibrosdecuentasytodolodemásparaquenoseimagineloqueestamostramando.Catalina cerró todo lo que había sobre la mesa mientras yo guardaba los

extractos bancarios y las libretas de ahorro en el armario donde mamá solíaguardar losmapas de todos los países donde nunca había estado. Escuché lospasosrápidosdeAmaiaatravesandoelvestíbuloparaatenderlapuerta,perosalídelabibliotecaylainterceptéantesdequetuvieratiempodellegaralapuertaprincipal.—Deja, yo abriré—le dije a lamuchacha—. Tú prepara té y sírvelo en la

biblioteca,porfavor.Amaiamemirósincomprender.—¿Peronoquierequeatiendalapuertatambién,señoramarquesa?—No, túpreparael téy sírveloen labibliotecaconunabandejay solo tres

servicios.Yllevalaspastasdemantequillatambién,lascaras.Amaia asintió y volvió hacia la cocina, seguramente preguntándose dónde

guardábamoselté.El timbre en la verja volvió a sonar, más impertinente ahora, mientras yo

atravesabaelvestíbuloendirecciónalapuertaprincipal.Memiréunmomentoen el espejo que colgaba de la pared para asegurarme de que aparentaba

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serenidadapesardequeelcapitánVillaestabaenmipuerta.—Capitán, disculpe la espera, pero quería abrirle yo misma para darle la

bienvenida—le dije a Villa con mi mejor sonrisa—. Además la doncella esnueva y la pobre no sabe aún cómo funciona el interfono, dichosos inventosmodernos...Villanomedevolviólasonrisa,perohizoungestoconlacabezaamodode

saludocuandoleabrílapuertadehierroforjado.—Elprogresoestábien,perosiempreconmedida—dijo.—Porsupuesto.—Cerrélapuertatrasélsindarmedemasiadaprisaparaque

Liam y Catalina tuvieran tiempo suficiente de esconder los libros y todo lodemás—.¿Yquétalsushombres?¿YahanencontradoacomodoenBasondo?AntesderesponderVilladiounvistazoaljardíndelanterodeteniéndoseenla

palmerajuntoalcaminoyenlacasadespués.—Lahabíavistoalpasardesdelacarretera,peroahoraquelatengodelantela

mansióncasipareceestarviva.—Susojosafiladosescudriñaron la fachadadepiedra y las ventanas verdes un momento más—. Es impresionante, ¿hapertenecidosiempreasufamilia?—Sí, mi abuelo la construyó para mi abuela cuando volvió de hacer las

Américas—respondí,olvidandoconvenientementemencionarquelaconstruyócomounacárceldelujoparamiabuela.—Confíoenquemehagaunavisitaguiadaporlafincacuandotengatiempo,

esteesunlugarmisterioso.Asentí.—Sí,loes.Las botas deVilla no eran como las de los demás soldados que había visto

bajándosedeloscamionesconelyugoylasflechaselcostado.Lassuyaseranmarrones, de cuero curtido que alguien había lustrado hasta conseguir quebrillaran,yhacíanunsonido imposiblede ignorarmientrasavanzabasobre lasbaldosasblancasynegrasdel vestíbulo.Solo cuandoescuché el sonidode lasbotasmilitaresdeVillaresonandoentrelasparedesdemipropiacasacomprendídeverdad lo queLiamhabía dicho aquella tarde: «Ya te han echado soloquetodavíanotehasdadocuenta,poresolollaman“ocupación”.»—Está muy callada, señora marquesa. No sé por qué la noche que nos

conocimos en su fiesta imaginé que era usted del tipo de mujeres que

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acostumbranahablarsinparar.Intentésonreírleporencimadelsonidodesusbotas.—Estábamosapuntodetomarelté,¿quiereacompañarnos?—pregunté—.Le

diréaladoncellaquetraigaunserviciomásparaustedsigusta.EntréenlabibliotecaunsegundoantesqueVillaparaasegurarmedequelos

librosdecontabilidadyloscatálogosdeviajesestabanescondidos.Liamestabasentadoa lamesafingiendoqueleíaelperiódicomientrasCatalinajugabaconlasniñasenelsuelo.—Buenastardes.—VillasaludóaLiamconungestodecabezaydespuésse

dirigióaCatalina—.Señora.—Ellaesmihermanapequeña,CatalinadeZuloaga.Catalinaselevantódelsuelo,seestirólasarrugasenlafaldadesuvestidoy,

solodespués,leextendiólamanoaVilla.—Tantogusto,capitán.Nuncahabía escuchado aCatalinahablar de esamanera, con esamezcla de

desdényfrialdadenlavoz.PuedequeCatalinaletuvieraunmiedodemuerteaVilla,peroledespreciabaconlamismaintensidad.—Encantado, señora. Y supongo que ellas son las pequeñas marquesas —

añadió el capitán mirando a las niñas, que ni siquiera se habían vuelto paramirarle—.Lospequeñossonelfuturo,sobretodoloshijosdeorigennoble.Hayqueasegurarsedequecrezcansanosyfuertesparaquenosotrosnuncamuramosdel todo. Cuando nos hayamos ido nuestros hijos continuarán lo que hemosempezadoaquí.—Interesante teoría, no lo había pensado nunca de esamanera—mentí sin

pudor—.Ydígame,¿tieneustedhijos,capitán?¿Esposa?Villasesentóalamesaapesardequeyonoselohabíasugeridoaún,enla

sillalibrequehabíajuntoaLiam.—No,notengohijos.Metemoquelapaternidad,elmatrimonioylosdemás

asuntosdeesa índolesonun tesoroquenomehasidoconcedido—respondióVilla todavía mirando a las niñas—. Qué sentido tendría crear una familia asabiendasdequenopodríadedicarleeltiemponecesario.—Bueno,esunhombrejoven,todavíapuedecambiardeideasiesoesloque

desea—dijoCatalina,cogiendoaLauraenbrazosysentándosea lamesaconellaenelregazo—.Perotienerazónenqueesunapenaqueunosniñoscrezcan

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sinpadre.Catalinamirólaalfombratejidaamanoquehabíadebajodelalargamesade

labiblioteca.Representabaalaperfecciónelpapeldebuenaesposaafligidaporhabersidoabandonadaporsumarido.Ambassabíamosqueerasolocuestióndetiempo que Villa escuchara los rumores sobre la misteriosa desaparición dePedro y era mejor que lo primero que escuchara fuera nuestra versión de laverdad.—Desdeluegoqueloes.¿Mepermite?—SinesperarlarespuestaVillaalargó

los brazos para coger a Laura—. No todos los días se conoce a una futuramarquesacomoDiosmanda.Catalinayyocruzamosunamiradacuandoleentregóalaniña.—¿Essuhija?Tieneelpeloclaro,comousted—lepreguntó.—No,esmihija.Laura—respondíconfrialdad.—Laura,unnombreprecioso—dijoVillasinmirarme—.Laura,¿sabeloque

significa?Neguéconlacabezasinapartar losojosdemihija,queahoraestudiabacon

atencióninfantillasmedallasbrillantesqueVillaexhibíaensuuniforme.—No—respondícasisinvoz.—Laura viene de laurel, la planta con la que se hacían las coronas para los

antiguos campeones en Grecia. —Villa hablaba despacio, sabía que los tresconteníamos el aliento al verle con la pequeña en el regazo y quería disfrutarcadasegundodeesepoder—.«Victoria»,esoesloquesignifica.LospasosdeAmaiaacercándosealabibliotecajuntoconeltintineodelicado

delosplatosdeporcelanayloscubiertoscortaronlatensiónqueseacumulabaenelairecomonubesdetormenta.—Elté,señoramarquesa—anunciólajovencontimidez.—Gracias,puedesdejarlabandejaenlamesa.Nosotrosloserviremos.Amaia dejó la bandeja con cuidado de no derramar la jarrita de la leche y

asegurándosedenosituarsedemasiadocercadenuestroinvitadodeuniforme.—Eso es todo—añadí para que supiera que podía volver a refugiarse en la

cocina.Amaia masculló un «buenas tardes» y salió de la biblioteca prácticamente

corriendo. Liam se levantó de su silla y empezó a repartir las tazas y lascucharillasdeplata.

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—Té. —Villa miró la tetera de porcelana china humeante todavía en labandeja—.Eltéesunacostumbremuypocoespañola,esalgodelosbritánicos,¿verdad? ¿Es por usted? Tal vez sienta añoranza de su país y sus costumbresestandotanlejos,yademásenguerra.Liammantuvosumediasonrisaperolatacitapintadaamanotintineóentresus

dedosantesdedejarlafrenteamíenlamesa.—Yosoy soloun invitadoenesta casa,no estoyendisposiciónde imponer

misgustosalasseñoras—respondióconesetonoencantadoryfalsoqueusabacuandointentabaembaucaraalguien.—Tiene usted razón, capitán, el té es una costumbre del enemigo y

terriblementeeuropea,peroleconfiesoquemeaficionéaestabebidayatodosuritual durante los años que pasé estudiando en Inglaterra —dije—. ¿Prefieretomaralgunaotracosa?Bourbon,whiskyescocés...—No me gusta el escocés particularmente, lo encuentro demasiado dulzón

para mí —respondió Villa con naturalidad—. De todas maneras, tampocoacostumbroabeberalcohol,ymuchomenosestandodeservicio,nublalamenteyesoesalgopropiosolodeseresmediocres.—Cierto, el capitán está enBasondo para detener a esos bandoleros que se

escondenenelvalle—dije,mirandoaCatalina—.Noquierenarriesgarseaqueaesosdesgraciadoslesdéporatacarnuestroscargamentosdewolframio.—SonórdenesdelmismísimoArrese,mantenerlaminaZuloagaabiertayen

funcionamiento es una prioridad para él y para nuestros socios alemanes —añadió él—. ¿No conocerán por casualidad la identidad de alguno de esoscobardes?Puesclaroqueconocíalaidentidad,sabíaqueTomáserapartedelgrupoque

seocultabaenelvalleysilopensababienseguroqueprontoañadíaotropuñadodenombresaesalistamortal.—No, claro que no —respondí con la boca seca—. En esta casa no nos

mezclamoscongentedeesa.Laura se movió entre los brazos del capitán intentando zafarse y Liam

aprovechólaoportunidadparacogerla.—Muyamable.Veoque se ledanbien losniños, señorSinclair, incluso los

niñosdeotros.—VillalesonrióconeducaciónunmomentoantesdeolvidarseporcompletodeélydeLauraparavolveramirarme—.Yaimaginoqueestaes

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unacasadecente, tantoomásqueustedysuhermana.Essoloqueme intrigaqueesostipejosnohayandescubiertoaúnlomuchoquelefavoreceríaasucausadeshacersedesuwolframio.DégraciasaDiosdequeasísea,asaberloqueesoshombreslesharíansilleganadarsecuentaalgúndía.TomásyyohabíamoshechounpactoenlaiglesiadeBasondodespuésdela

misadelasocho:nadadeatacarloscargamentosdemiwolframiomientrasibandesde laminahasta el cargaderodemetal. Por supuesto, aTomásno le habíagustadomuchola idea—yahabíavistoelvalorqueesemineral teníapara losnazis y sus aliados—, pero le convencí de que atacando mis envíos soloconseguiríaatraerlaatencióndelgobiernohaciaBasondo.—Entoncesesperemosquenuncasedencuenta—respondísinemociónenla

voz—.¿Quierequeleenseñesuhabitación?Mientrasestéconnosotrosencasacreoquedeberíaquedarseenlaquesolíaserlaantiguahabitacióndelmarqués,esmuycómoda,legustará.En el suelo de la biblioteca Marina le dio un manotazo a la alfombra que

cubría laquemaduraalargadaen los tablones.Lapequeñase riocuandovio lamarcaqueelfuegohabíadejadocasidiezañosantesydespuésdijoalgoenlajerga incomprensible en la que hablan los bebés. Catalina cogió a la niña enbrazosyvolvióa tapar laquemaduraempujandodisimuladamente laalfombraconelpie.—Eslahoradesumerienda,poresoprotesta—mintióCatalinaconvoztensa

—. ¿Puedes traer a Laura? Les gustamerendar a las dos juntas y asíme danmenostrabajo.YpodrásenseñarlealcapitánVillasuhabitación.Liam, que no había soltado a Laura por si acaso, asintió en silencio y los

cuatrosalierondelabibliotecapararefugiarseenlacocinaconlapobreAmaia.—Tieneuna familiamuyagradable—comentóVilla cuandoyaestábamosa

solas.Nolodijodeningunamaneraespecialperoalgoensusojoscastañosmehizo

pensarqueacababadeamenazarme.—Gracias.Vengaconmigo,leenseñarésuhabitación,sileparecebien—dije

deseandosacarledelabibliotecayalejarledelprimerpiso—.Esmuyeleganteyseveelmardesdelaventana.Almarquésleencantabanlasvistas,cuandoaúnvivíasepasabahorasmirandoporlasventanas.Era mentira, claro. Padre nunca fue un hombre aficionado a contemplar el

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paisajeo lanaturaleza, a él legustabamás cazarypisotear el bosque con susbotasdelord.SalídelabibliotecaycaminéhacialaescalinatademármolseguidadeVilla.—¿Legustajugarconfuego,señoramarquesa?—dijoélcuandollegamosal

primerdescansillo,hizounapausaymesonrióantesdeañadir—:Selopreguntoporlaquemaduraquehayenelsuelodelabiblioteca.Respiré.—Nofuiyo,almarquésselecayóunodesuspuroscuandosequedódormido

fumandoenlabutaca—mentíconlanaturalidaddequienlohaceamenudo—.Mimadresedisgustómuchoperoyaesimposibleencontrartablonescomolosdelsueloparasustituirlo,asíquelocubrióconlaalfombra.Lemiréparacomprobarsilehabíaconvencido,Villanorespondióperointuí

un destello en sus ojos. Esa fue la primera vez queme pregunté si el capitánVillaconocíamisecreto.—Esporaquí—mascullé,dándomelavueltaparaevitarsumirada.Lahabitacióndepadreestabadospuertasmása laderechaquelademamá,

aunquenorecuerdoqueelloscompartieranhabitaciónnunca,nisiquieracuandoAlmayyoéramospequeñas.Desdequepodíarecordar,mamáhabíadormidoenlahabitacióndoradaconvistasaljardíntrasero—queahoraocupabanCatalinaylasniñas—mientrasqueelmarquésdormíaen lahabitación roja al fondodelpasillo. Abrí la puerta del dormitorio y me hice a un lado para dejar pasarprimeroalcapitán.—¿Tiene equipaje? Le diré a la doncella que le cuelgue los trajes o el

uniformeenelarmariosiquiere.Villadiounospasosdentrodeldormitorioestudiando losmueblesexcesivos

de madera de cerezo. La misma cama —donde el marqués había muertoplácidamentemientrasdormía—ocupaba toda lapareddelfrente,alotro lado,lasventanasrectangularesdejabanentrarlaluzdelapuestadesol.—Escurioso,comohombrequesehapasadomediavidabajotierramecuesta

acostumbrarme al mar—dijo Villa, acercándose más a la ventana para mirarfuera—.Lamismaluzdelsolsemehaceinsoportablealgunasveces.—¿Bajotierra?—Sí,entréenelejércitocomoingenierodeminas—respondióélsinmirarme

—.Pasélosprimerosdosañosenunagrutasinverlaluzdelsol,enterradovivo

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aochometrosbajotierrahastaqueporfinemergíconvertidoenelhombrequesoyhoy.Transformado.Mefijéensumaneradeentornarlosojoscuandorecordabaalgo.—Comouninsectoenunacrisálidaqueseconvierteenalgomejoralsalir—

añadió.—Y¿enquéseconvirtióusted,capitán?—preguntéconcautela.Villa esbozóuna sonrisapara símismoydespuésmemiró, olvidándosedel

marylapuestadesolalotroladodelasventanas.—¿Haycapillaenlacasa?—Nodentrodelamansión,perohayunapequeñacapillafamiliarenlafinca,

unpocomásabajo—respondíconfundida—.¿Porquélopregunta?—Megustapasarmisratoslibresensilencioynohaynadamássilenciosoque

unlugarsagrado.—Tambiéntenemosuncementerio—ledijesinpensar.Penséqueseofendería,peroenvezdeesoserio,surisaerasecaybaja;me

recordóalchasquidoquehacenlasramitasenelsuelodelbosquealpisarlas.—Mehapillado, soyunhombre religiosoyunbuen cristiano, desde luego,

perome gusta descansar en lugares bendecidos.He descubierto que es casi elúnicolugardondepuedodormirsinpeligrodequelaspesadillasseapoderendemidescanso.—Silepreocupasuseguridad,legarantizoqueestacasaesprácticamenteuna

fortaleza,nadiepuedeentrarsinserinvitado—dije.—Noesese tipodemiedo.Únicamentepuedodormirdonde losespectrosy

los demonios no pueden alcanzarme en sueños, por eso necesito un lugarbendecidoparadescansar.—Villameestudióunmomentoparavermireacciónydespuésañadió—:Nopuedesorprenderletantoqueunhombrecomoyotemaa sus propios demonios. Todos tenemos un pasado que nos persigue cuandosoñamos.Apuestoaqueustedmismatieneunoscuantosfantasmasdesupasadoquelarondan.Sonreíconamargura.—Desdeluego.—Yotambiénlostengoynoquieroquemisfantasmasmeencuentren.—¿Temequealgunodesusenemigosquieravengarse?—pregunté.—Todosmisenemigosestánmuertos.Measegurébiendenodejarconvidaa

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nadiequepudieradesearmeelmalsinimportarmesuedadosucondición.—¿Entonces?¿Quéesloqueteme?—quisesaber.—El ladode losmuertosestá llenodegentea laqueyoheenviadoallí,me

esperanparavengarse,esoyaloséynoesloquemerobaelsueño.—Villahizouna pausa—. No quiero que sus fantasmas me ronden mientras duermo, noquieroarriesgarmeasentirlamanogélidadeunmuertoenlamejilla.Villa teníamiedode que las personas quehabíamatadopudieran alcanzarle

mientrasélaúnestabavivo.Lemiréynomecostónadaimaginaraesehombredeaspectosereno,peroalgosombrío,perturbadoporlaspesadillasylaculpa.—¿Quierequeleacompañealacapilla?—Noseránecesario,laencontrarépormicuentaymellevarémiscosasallí,

aunque me gustaría que no comentara el asunto con nadie más, prefiero quetodoscreanqueocupoestahabitaciónmientrasmequedeensucasa.—Desdeluego—leaseguré.—Otracosa.¿EseHispano-SuizaT49quehayaparcadoenlapuertadelacasa

pertenecealseñorSinclair?Forcéunasonrisa.—No. El coche es mío, pertenecía al marqués, pero con la edad mi pobre

padre dejó de estar en condiciones de conducirlo. Lo utilizo para ir hasta elpueblooa lasoficinasde lamina, séqueesundesperdiciousaruncocheasísolo para eso, pero me he acostumbrado a conducirlo. ¿Le gustaría probarloalgunavez,capitán?RecordéloqueLiammehabíacontadosobreelcapitánVillaysuamorporlos

cochesdelujoenlafiestaqueorganicéparaencontrarsociosenMadrid.—Desdeluegoquesí,meencantaría.Esunautomóvilprecioso,puedequeya

seaelúnicoquequedaen todoelpaís.ElT49esunvehículo fabulosohechoparacorrer,cualquierotrousoqueseledéesdespreciarlamáquina,malgastarla:igualqueteneruncaballopurasangreparapasearporelcampo.MiréderefilónlagrancamavacíaqueCatalinaysumadrehabíanbajadopor

la escalinata desde ese mismo dormitorio hasta la pequeña habitación en elprimer piso que el marqués ocupó hasta su muerte. Si el fantasma del viejotodavía rondaba la mansión por las noches, seguro que odiaba vermeconduciendo su amado Hispano-Suiza, la joya de la corona del marqués. Elcaprichomáscaroyestúpido,de todos loscaprichoscarosyestúpidos,queel

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dineromanchadodesangredelabueloMartínlecompró.—Mehefijadoenelbosquequehayalotroladodelacasa.Abarcatambién

todo el margen de la carretera hasta el pueblo y se pierde en la distancia—empezóadecirVilla.—Sí,nadiesabehastadóndealcanzaenrealidad.—¿Creequeloshombresquebuscamosseocultanenelbosque?—preguntó

derepente.—Notengoformadesaberlo.—Perosíquelosabía,oalmenosintuíaquelos

bandolerospodíanesconderseenelbosque—.Peroesunbosquegrande,ahoraquelomencionaseríaunbuenesconditesiemprequeseconozcabienelterrenoy se tenga la suerte de no caer en alguna de las trampas que los cazadoresfurtivosdejantrasdesíparaatraparalosjabalíes.—¿Ustedconocebienelbosque?—Notanbiencomoparanocaerenningunatrampa—respondí,pensandoen

cuandorescatamosaTomásdelcepocatorceañosatrás—.Perosiquierepuedobuscarleunguía.A lamayoríade loshombresdelpueblono lesgustamuchoadentrarse en el bosque porque dicen que está encantado, pero por un par debilletesseguroqueencontraráaalgunodispuestoairconusted.—Noseránecesariopagarunguía,he traídoconmigoacuarentahombresy

hay cincuenta más esperando una llamada de teléfono que podrían estar enBasondoenunaspocashoras.—Villaarrugóelceñounmomento,pensativo—.¿Esverdadesoquedicendelbosque?¿Lodequeestáencantado?Sonreí.—EstoesBasondo,capitán.Aquítodoestáencantado.

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LosprimerosdíasqueelcapitánVillapasóen lacasanodejóde llover.Erauna lluvia gris y afilada que arrastraba gotas de mar, manchando ventanas yparedes para dejar tras de sí un resto blanquecino del salitre. El silencio seinstalóenVillaSoledad:eraelmismosilencioamorfoquellenabacadarincóndelacasacuandoelmarquésaúnvivíaenella.Catalinaylasniñasapenassalíandelcuartitodejuegosqueteníanenlaplantabaja,cercadelapuertalateralporlaquesesalíaaljardínyalinvernaderodelaabuelaSoledad.«Estahabitación está bien caldeaday la luzdel sol le pegade lleno todo el

día», había dichoCatalina amodode excusapara esconderse deVilla. «A lasniñaslesgustaestaraquíyamítambién.»Liamnopodíaconciliarelsueño.Desdequecompartíamosdormitorio,cama,

negociosysecretosnocturnoshabíaobservadoelsueñoligerodemiamante.Sedespertabaamenudoenmitaddelanochesinsaberdóndeestaba;otrasvecessusueñoeratanlivianoquenisiquieraestabasegurodehabersequedadodormido,pero desde que Villa se instaló en la casa Liam había dejado de dormir porcompleto.—Nisiquieraestáenlamansión:duermeenlacapillafamiliarquehayjunto

al cementerio. Es un hombre desquiciado y cree que los demonios van a ir abuscarle mientras duerme —le dije a Liam intentando convencerle para quevolviera a la cama conmigo—.A saber las cosas terribles que habrá hecho elcapitánensuvidaparaqueahoratengamiedodedormirseycreaencuentosdedemonios.—Deberíamos cerrar la capilla por fuera aprovechando que él está dentro.

Dejarleatrapadoahí.

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Mereíenmediodelaoscuridad.Liam,porfin,dejódepaseararribayabajoporlahabitacióndeltorreónparavolveralacamaconmigo,pero,inclusoconlaluzapagada,podíasentirsusojosverdesclavadoseneltecho,comolesocurreatodoslosinsomnes.—Hay un lobo en este bosque.Hace dos noches vi cómo salía de entre los

árboleseintentabaentrarenlafincaempujandolapuerta—mesusurróLiamaloído—.A lomejorel loboestáaquíparadevoraraVilla, comosucedeconelvillanoenloscuentosdehadas.Había escuchado al lobo aullando las últimas dos nochesy sabía que estaba

cerca,podíasentirlomerodeandoporellímitedelbosquealanochecer.—Sí—lehabíadichoyo—.Peroesosolosucedealfinaldelcuentoyparaeso

todavíafaltaunpoco.Lamañanasiguientefuelaprimerasoleadatrasunasemanaenteradelluvia,

asíque,talycomolehabíaprometido,lediaVillalasllavesdelcocheparaquelocondujeraélmismohastaBasondoenvezdetenerqueesperaraquesucocheoficialconelescudodelasflechasaparcarafrentealapuertadelamansiónparallevarleadesayunar.—¿No quiere que la lleve al pueblo, señora marquesa?—me había dicho

mientrasabríalapuertadelacocheraparasacarelHispano-Suiza—.Mirequenomecuestanadaacercarlaparaquehagasusrecados.—No es necesario, hoy no llueve, así que iré caminando dentro de un rato.

Muchasgracias,capitán.No tengo forma de saber lo que sucedió después o lamanera siniestra que

tienenlosacontecimientosdesucederse,peroesamañana,despuésdequeVillasalieraconduciendoelT49atodavelocidadporlapuertagrandedelafinca,meescabullíporelcaminosinuosoquebajabahastaelcementeriofamiliarantesdequeLiamoCatalinapudieranecharmeenfaltaenlacocinayentréenlacapilla.ElequipajedeVillaestabaenelsuelodepiedra,lasbolsasdecueroytelaazul

militaramontonadascontraunade lasparedesde laermita.Dentrohacía tantofríocomorecordaba,unadelasventanasestabaabiertayelvientodeinviernosecolabaporellamanteniendoelambientegélidoenlacapilla.Villahabíaestadodurmiendoenunviejocamastroqueélmismohabíallevadohastalacapillaporel estrecho camino. Vi la cama plegable impecablemente hecha y colocadapegadaalaltar,debajodelacruz.Fueentoncescuandoescuchéelfrenazoylas

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enormesruedasdelHispano-SuizaderrapandosobreelasfaltonegroybrillantedelacarreteraquellevabaaBasondo.SalícorriendodelacapillaalescucharlosgritosdeCatalina.Corrícaminoarribahastaquedejéatráselsauce,laermitaylaformaborrosadelpequeñocementerioenvueltoennieblaparallegarjuntoalapalmeraeneljardíndelanterodelamansión.Catalinasaliócorriendodelacasamientrasgritaba:—¡Lohamatado!¡Lohamatadoyhaseguidoconduciendocomosinada!La miré sin entender lo que estaba diciendo pero me fijé en que Catalina

estabapálida,incluidossuslabios,yparecíaquelosojosibanasalírseledelasórbitas.—¿Quéhapasado?—Lohevistopor laventanadel segundopisomientrasbuscaba ropa limpia

para las niñas. —Catalina se cubrió la boca con la mano horrorizada—. Elfalangista, ha atropellado a alguien en la carretera y ha seguido conduciendocomosinada.—¿Qué?—Miréhacialacarreteraaunquesabíadesobraquedesdeeljardín

delantero el muro hacía imposible ver nada de lo que había fuera—. ¿Estásseguradequeeraunapersona?Podíaserunanimalasustado,elbosqueestámuycerca...—Eraunapersonaquecaminabaporelarcén—measeguró—.Hevistobien

cómoseconvertíaenunanubedesangrecuandoVillahachocadocontraél.Hayque ir a avisar en el pueblo de lo que ha pasadopara que laGuardiaCivil loarresteencuantopongaunadesusasquerosasbotasenelsuelo.Catalinasecolocómejorelchalde lanaque llevabasobre loshombrospara

protegersedelfríoydiounpasodecididahacialapuertadelafinca.—No le van a detener. —Mi voz tembló sin que pudiera hacer nada para

evitarlo—. No importa lo que Villa haga o a quién mate, si dices algo en elpueblosolotemeterástúenproblemas.Catalinasevolvióparamirarme.—¿Quieresdecirquetemeteréatienproblemas?Atiyatumina.Apesardetodaslascosasquehabíahechonuncahabíaescuchadounreproche

enlavozdeCatalinahastaesedía.Caminéhastaellayledilamanoconfuerzaenelmismogestodeafectoque

había tenidoconella lanochequevimoselcochehundirseparasiempreenel

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Cantábricoconnuestrosecretosentadotraselvolante.—Temeterásenproblemastúymemeterásenproblemasamícuandointente

ayudarte.Déjaloestar—lepedí—.Nolecuentesanadieunapalabradeloquehasvistoporlaventana,averquépasa.Igualsearreglasolo.Era mentira, claro, pero necesitaba convencer a Catalina para que ella no

hicieraloquesucorazónledictaba.—Mientes fatal, Estrella, no sé cómo te las has arreglado estos años para

convenceratantoshombresdequelosamas.—Catalinameapretólamanounmomentoydespuésmesoltó—.Estaréenelcuartitodejuegosconlasniñas,porsinecesitashablaroquieresllorar,aunqueyaséquetúnuncalloras.—Notepreocupespornada,yoloarreglaréigualquelodemás—leprometí.

Peroviensucaraquenomecreyó,niyomismamelocreía.Catalina diomedia vuelta y entró cabizbaja en lamansión. La puerta verde

todavíaestabaabierta,asíqueescuchélavozalarmadadeLiamysuspasosenelvestíbulo:éltambiénhabíaescuchadolosgritosyelfrenazodelHispano-Suizaenlacarretera.Salíde la fincayempecéabajarpor la carretera endirecciónalpueblo,no

llevabanicincominutoscaminandocuandoescuchéaunamujerllorandoyuncorodevoceshorrorizadasunpocomásabajo.Ungrupodepersonasformabanun corro cerrado alrededorde algoquenopodíaver desdedonde estaba.Unamujerllorabaderodillasenelasfaltocontantafuerzaqueotrasdosmujereslasosteníanparaquenosecayera.—¿Quéhapasado?—preguntécuandoestabalosuficientementecercacomo

paraquevieranquiénerayo.Al escuchar mi pregunta algunos se dieron la vuelta para mirarme, pero la

mayoríamantuvo losojosclavadosenel suelo, justoenelcentrodelcorrodepersonasmásnumerosocadavez.—Elcapitánesequesealojaensucasa,quelohamatadoconelcocheyha

seguido conduciendo —me dijo un hombre de unos cuarenta años al que lefaltabaunbrazoyloescondíacomopodíadebajodesuabrigo—.Hapasadoporaquí como un rayo conduciendo el coche delmarqués y se lo ha llevado pordelante.Pobrecriatura.Notéquelosojosdelhombresevolvíanvidriososmientrashablaba,sellevóla

manoalabocaenlamismaexpresiónhorrorizadaquehabíavistoenCatalina.

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—¿Qué criatura? —Mi voz se mantuvo firme a pesar de todo—. ¿Hanatropelladoaalguien?—Sí,marquesa,alhijodeMaite,lacosturera.—Elhombrerespiróelairefrío

por la nariz igual que si le faltara el alientopara terminar—.El pequeñoy suhermana iban por la carretera buscando al perro de la familia que se habíaescapadodurantelanoche,yasabeustedcómosonlosniñosconlosanimales.Asentí.Hasta esemomento nome había fijado en lasmanchas oscuras que

habíaenelasfaltounpocomásadelante,manchasviscosasy restosde loqueparecía ropa pisoteada aquí y allá. También vi un zapato que había salidodespedido por el impacto a casi cincuentametros de donde estaba el corro degente.—Laniñatodavíanohadichonipalabra,lapobre,lohavistotodoyhavuelto

caminandosolahastaelpueblotodamanchadadesangreparatraerasumadre—añadióelhombre—.Comolanenaestabahechaunapenaynodecíanada,alverla así, sumadrehapensadoque alguno lahabía agarradoy lehabíahechoalgoalaniña,¿comprende?Poresohemosvenidotodosconella,porsiacasoencontrábamosaldesalmadoparadarledepalos...peroalllegarhemosvistoloquequedabadelhermano.Sumandíbulatemblóysupequeibaaecharseallorar.—¿YcómosabenquehasidoelcapitánVilla?¿Lehanvisto?—preguntéen

vozbajaparaque lamadredelniñonomeoyerapreguntar semejantecosa—.Penséquelaniñanohabíadichonada.El hombre me miró igual que si yo acabara de preguntar algo realmente

estúpido.Parpadeó,perosusojosnosesecaron.—Han visto su coche en el pueblo: tiene toda la calandra y el parabrisas

destrozado y manchado de sangre. Decían que aún llevaba restos del niñopegadosahícuandohaaparcadoenlaplazaparairadesayunarcomohacecadamañana.Nomehabíadadocuentaantes,perolasdemásvocessehabíanidoapagando

paraescucharnuestraconversación,cuandomiréalrededornotélosojosdemisvecinosfijosenmí,esperandoparavermireacción.—Losientomucho,muchísimo—murmuré.Y de verdad lo sentía, lo sentía incluso sin haber visto la mancha roja de

huesosypielqueelenormeHispano-Suizahabíadejadotrasdesí.Perotambién

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tenía que proteger a Catalina, la hermana queme quedaba—y que no habíaparecidomuyconvencidaantes—,alrestodemiextrañafamiliayamímismadeVillaysushombres.—Lehadadoigual,sabequenolevanahacernadaydespuésdellevarsepor

delantealniñosehaplantadoconsucocheenelpuebloparatomarsesucaféysubollodemantequillaporquesabequepodríamatarnosa todos,yaunasí leserviríansumalditocaféysubollodemantequilla—dijounadelasmujeresqueatendíalaboticadeBasondo—.Bestia.Lamujerescupiólapalabraysemequedómirando.Nolahabíareconocido

antesporqueestabadeespaldas,peroalverlaahoramedicuentadequeeralamás mayor de las dos hermanas que solían venderme la medicina para losbronquiosdeMarinaenlaboticadelpueblo.—Asaberacuántoshabrámatadoeseyaparateneresafrialdaddeatropellara

unniñopequeñoy seguir conduciendocomosinada—añadió—.Podíahaberreventado también a la hermana pero ella estaba buscando al perrito entre losárbolesjustocuandohapasadoelcoche.Habíaunaniña,deunoscincoaños,mirandolaescenadepieenelarcéndela

carretera.Unamujerconlosojosllorososestabainclinadaasuladointentandohablarconella,pero lapequeñasolomirabaelcorrodepersonasalrededordelos restosdesuhermano.Lamitaddesucaraysu ropaestabansalpicadasdesangre.Desdedondeestabavi lasgotas rojashaciéndosemás finascadavezamedidaquesubíanporsuvestidohastasupelodespeinado.—Lohavisto todo, la pobre estaba justo al ladode suhermanocuandoese

animal le ha pasado por encima como si nada. Podía haberla matado a ellatambién—dijoladueñadelafarmaciaadivinandoladireccióndemimirada—.Eranmellizos,niñoyniña,¿sabeusted?Solíanirdelamanoatodaspartes.Miréalapequeñaunmomentomás, traguésalivaparaaliviarelnudodemi

gargantaymevolvíhacialamujerotravez.—¿Esaes lamadre?—lepreguntémirandodisimuladamentea lamujerque

sollozabaenelasfalto.—Sí,pobremujer.Tieneotrohijounpocomásmayorademásdelaniñaque

le ha quedado, pero perder a un hijo así y tan pequeño además...—respondiósacudiendolacabeza—.Esunamalacosa,nosesuperanunca.Elpadredelniñotrabajaparaustedenlamina,esunodeloscapataces.

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—Maite, la costurera. Yo conocía a su madre, ella también era costurera ysolíaarreglarlelosvestidosamimadre.Meacuerdodesuhija.—Sí,desdequesumadremurióesellalaquellevalamercería.RecordabahaberidoconCarmensiendounaniñaasudiminutamercería—la

únicaquehabía en todoBasondo—con lasparedes cubiertasdecajetines conmuestrasdelazos,botonesdetodoslostamaños,hilosdecoloresymuestrasdetela.Ensutiendasiemprehabía,almenos,otrasdosseñorasdelpueblohaciendocola que charlaban con lamadre deMaite con la tranquilidad que da ser unamujer y saber que no hay hombres cerca, y que ni siquiera es posible que unhombreentreporcasualidadporlapuerta.MaiteeraunosañosmayorqueAlmayqueyo,perorecuerdobiencómomirabalosvestidoselegantesdelamarquesaqueCarmenllevabaparaquesumadreleestrecharaunpardetallasolevolvieraacoserlasperlasquesehabíansoltadoenalgúnbaileenlamansión.—¿Cómosellamabaelpequeño?—quisesaberderepente.—Ángel.Alma estaba de pie en el límite del bosque, cerca de la niña manchada de

sangremirándomeconsusojosamarillosysuvestidoblanco.NomehabíadadocuentaantesdequeestábamosexactamenteenelmismolugardondehabíavistoaAlmaunosdíasantes.—Lasdesgraciasnuncavienensolas—dijolamujerdelaboticacasicomosi

pudieraleermispensamientos—.ElfalangistaesehamatadoalhijodeIgorre,elcapatazdesuminacomosinofueranada.Vaahabersangre,cuandohesalido,enelpuebloloshombresyahablabandehacerunahuelga.Huelga. Una de las palabras más prohibidas en el país delas palabras

prohibidas. Tanto era así que lamujer miró alrededor preocupada después dehaberlapronunciadoenvozaltaporsiacasoalguienmáslahabíaescuchado.—Puedequenolleguenaeso—sugerísinningunaesperanza.Alma seguíadepiedebajodelpino, al ladode lahermanadelniñomuerto.

Viéndolas juntas cualquiera podía pensar que eran hermanas, pero yo era laúnicaquepodíaveraAlma.Lafaldadesuvestidoblancoondeóconunaráfagade viento invisible y solo un segundo después el aire cambió de direcciónarrastrandohastadondeestábamoselolorinconfundibledelasangre.

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Elpaloylazanahoria

ELPALOYLAZANAHORIA

ElwolframiodejódesalirdelaminaZuloagadosdíasdespués,lamismatardeenquelafamiliaIgorreenterróalpequeñoÁngel—oloqueelT49habíadejadodeél—acompañadaporlostrabajadoresdelaminaylosvecinosdeBasondo.Los hombres deVilla también asistieron al funeral en el diminuto cementeriocivil detrás de la iglesia.Nadie les había invitado, pero nadie en el pueblo seatrevióaimpedirleselpaso.SequedarondepieenlapartetraseradelaiglesiadurantetodalaceremoniamientrasTomásleíapasajesdellibrodelApocalipsisdesdeelpúlpitoconpasiónasabiendasdequealgunasdesusfrasesnohubieranpasadoporelfiltrodedecorodelpadreDávila.PeroaTomásesoledabaigual,élmiródesafiante a losmilitares en lospárrafosmáspeligrososde su sermónparaasegurarsedequesuspalabrasllegabanhastaelfondodelaiglesia.LoshombresdeVillanodijeronunapalabraduranteelservicio,selimitarona

escuchar en silencio sin perder su pose militar, pero ni un solo vecino deBasondoselibródesentirsusojosclavadosenlapartetraseradesuscabezas.—Seguroquehanhechounalistacontodoslosquehemosvenidoaarropara

la familia y nos llevan al cuartelillo esta noche para darnos una lección —murmurabanalgunosvecinosmirandoderefilónaloshombresconeluniformedelaFalangealfondodelaiglesia.—Peroqué lista ni quéocho cuartos van a hacer estos, si los falangistas no

sabenniescribir—respondíaotro.CatalinayyotambiénasistimosalfuneralporelpequeñoÁngel.Ningunade

lasdosacostumbrabaa ira la iglesia,demodoqueno teníamosvelonegroni

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mantillaparacubrirnoslacabeza.Catalinarebuscóenmiarmarioyenlosbaúlesdonde guardábamos la ropa buena de mamá hasta que encontró dos vestidosnegrosydostocadosconveloapropiadosparaunfuneral.Aunque la familiaZuloaga teníamos reservado el primerbancode la iglesia

para todos los servicios religiosos, lo dejamos libre para que lo ocupara lafamilia del pequeño y nos sentamos en un lado de la iglesia, junto al pasillodonde estaba el confesonario en el queme reencontré con Tomás después deaños intentando perdonarle. Al vernos, algunos vecinos se acercaron asaludarnos después del funeral mientras que otros cuchichearon en corrilloscuandonosvieronentrarenlaiglesiavestidasdeluto,perotodossinexcepciónnosmiraronesperandouna respuesta.Esa tarde, lanoticiadeunahuelgaen laminaZuloagayacorríapor lascalles inclinadasdeBasondoy los trabajadoresquehabíanidoalfuneraldelpequeñoÁngelqueríansaberquéibayoahaceralrespecto.—Nosésihasidounabuenaideavenir—susurróCatalina—.Cadavezque

veoaMaitesemeparteelalma,pobremujer,perderunhijoasí.NopuedoevitarpensarenmiMarina,podíahaberletocadoacualquiera.—Nopodíamosnovenir,bastantenosculpanyaporloquelehapasadoaese

niño como para quedarnos en casa—respondí sin apartar los ojos de Tomásmientrasélleíaenelaltar.—Igual nos lo merecemos —dijo Catalina de repente—. Tal vez nos

merecemosquetodosnosculpenporloquelehapasadoalpequeñoÁngel.MeolvidédeTomásparamiraralafamiliadelniño.MaiteysumaridoJulio,

unodeloscapatacesdelamina—quetambiénhabíatrabajadoparalaempresacuando el marqués todavía estaba al cargo—, estaban sentados en el primerbancodelaiglesiaacompañadosporsufamiliayporsusotrosdoshijos.—Nitúniyoconducíamosesemalditocoche.Laúnicaculpaaquíesdequien

conducíaelHispano-Suiza—respondímuysegura—.PerosabenquenopuedenculparalcapitánVillaporloquehapasado,nosinacabardetenidosoalgopeor,ynoquieroqueaesafamiliaselesocurrahaceralgunatonteríaempujadosporeldolor.Poresomismoestamosaquí.ElhijomayordelosIgorre,unmuchachoquecalculétendríaunoscatorceo

quinceaños,intentabacontantasfuerzasnoromperallorarmientrasescuchabaaTomásquesuslabiostemblabanysusmejillasestabanenrojecidasporlairay

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elllantoreprimido.Laniñasentadaensilencioasuladoeralamismapequeñaala que ya había visto en el lugar del atropello.Alguien poco acostumbrado lehabía hecho una trenza en el pelo, lo supe porque casi todos los mechonescastañosseescapabandesurecogido.Llevabaunvestidonegroprestadoquelequedaba tres tallas grande y tenía una mirada extraña en los ojos, como sitodavía estuviera de pie en el arcén de esa carretera mirando lo que habíaquedadodesuhermanomellizo.—Quierosuavizarlascosasconlosvecinosyconlostrabajadoresdelamina

—dijeenvozbaja—.Seríamuymaloquedecidieranponerseenhuelga.—Maloparati,¿quieresdecir?Ahíestabaotravez:elmismotonodedecepciónquenuncahabíaescuchado

enloslabiosdeCatalinacuandoellaeraunaniñaignoradaporsufamilia,peroqueyahabíadetectadocuandolaconvencíparanosalirapedirayudalamañanadelatropello.—Malopara todos—respondícon frialdad—.¿Oquécreesquepasará si el

wolframio deja de salir de la tierra? Villa y sus hombres aplastarán a loshuelguistas, a sus familias y a cualquiera que intente ayudarles, incluidasnosotras.Asíquenomeimportaque losvecinosnosodienonosculpende losucedidocon taldequemantengan laminaabierta.Dejaquenosodien si esovaleparaquetodossigamosvivos.Después del funeral nos quedamos en las escalinatas de la iglesia charlando

conlosvecinoshastaqueelúltimodetodossemarchóasucasapararefugiarsede los hombres de uniforme que hacían guardia en la calle. Después deexplicarle aCatalina que habíamos asistido al funeral para intentar calmar losánimosenelpueblo,ellasemostróencantadoraconcualquieraqueseacercaraanosotrasparahablar:sonrióconamargura,consolóaquienseacercabasinpodercontener las lágrimasyescuchópacientemente lasversionesdequieneshabíanllegadoallugardelatropelloantesqueyo.—Yacasihabíaolvidadolobienquesetedafingirlástimaparamanipulara

los demás.Desde luego a ti no te odian—le dije cuando ya estábamos en lamansión.—Sí, soybuena fingiendoque solo soyunamujerpiadosa. Igualque seme

dababienfingirquemimaridoeraunbuenhombre.SupongoqueeslasangreZuloagaquehayenmíloquehaceserunamentirosatanconvincente.

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Catalina ni siquiera me miró, tan solo se alejó caminando hacia el pasillolateralaladerechadelvestíbulodondeestabaelcuartitodejuegosdelasniñasquesehabíanquedadoalcuidadodeLiamparaquenosotraspudiéramos ir alfuneral.Escuchésuspasosperdersehastaqueelsilenciollenóporcompletoelvestíbulo. Entonces suspiré y caminé hasta la cocina en el otro extremo de lamansión.LaiglesiadeBasondoseguíasiendotangélidacomoyolarecordabayapesardelabrigoylalanamezcladademivestidodefuneral,aúnnomehabíadeshechodelasensacióndefríoquesehabíainstaladojustodebajodemipiel.—¿Amaia?Nolaviporningúnlado,asíqueencendíelfuegoyllenédeagualatetera.—¿Le importaprepararuna taza tambiénparamí?—preguntóunavozami

espalda.Estuve a punto de dejar caer la tetera al fregadero y me volví para mirar

todavíaconelcorazónlatiendodeprisacontramiscostillas.—Capitán,menudo sustomehadado—respondí con lavozentrecortada—.

Nolehabíaoídoentrar.Villa me sonrió dejando al descubierto sus dientes. Al verle me recordó a

algúnpequeñocarnívoronocturnoque seescondehastaencontrar elmomentooportunoparasaltarsobresupresaydespuésdisfrutadelacarnearrancadaensumadriguera.—Misdisculpas,señoramarquesa,noeramiintenciónasustarla—dijo,pero

notéqueenrealidadledabaigual.Miré disimuladamente sus botas de uniforme que siempre anunciaban su

presenciaantesinclusodeverleymepercatédequelashabíacambiadoporunasbotasnegras.—Penséquenolegustabaeltéalconsiderarlounacostumbredelenemigo—

dijecerrandolateteradehierro—.¿Hacambiadodeopinión,capitán?—No, en absoluto. Es solo que no se puede juzgar por completo algo sin

haberloprobadoantes,¿nocree?—Desdeluego.Villasesentóalamesadejandoclaroqueestabaacostumbradoaqueotrosle

sirvieran.Saquédos tazas limpiasdelarmario,unascucharillasde té, la jarritapara la leche y todo lo demás y lo fui colocando en la mesa mientras él selimitabaaobservarme.

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—¿Cuántotiempopasóustedviviendofuera,señoramarquesa?—DosañosenuninternadoenInglaterrayotrosseisviviendoconmidifunto

esposoenEstadosUnidos.Tuve mucho cuidado de no decirle en qué parte de Estados Unidos había

vividoconMasonporsiacasohuíamosaCalifornia.—Másde ocho años en total, vaya, eso es casimedia vida para alguien tan

jovencomousted.LeresultaráextrañoestarotravezenEspaña.Dejéelazucareroenlamesasinningunaceremonia.—No,aquíesdondenací,nomesientoextrañaenabsoluto.—Mejor.—Villasesirviódosterronesdeazúcarensutazavacía—.Veopor

suropaquehaestadoenlaiglesia.¿Hasidounbuenfuneral?¿Bonito?Lemiréunmomentoycomprendíquenosesentíaenabsolutoculpableporlo

quehabíahecho.Habíamatadoaeseniñoconelcocheyahoraestabasentadoen mi cocina como si nada preguntándome por el funeral mientras yo lepreparabaelté.—Sí,haestadobien—respondísinningunaemociónenlavoz.—Parece que habrá una huelga en su mina después de todo, ¿ha podido

convencerasustrabajadoresparaquecambiendeidea?—No.Estatardeloshombreshandejadodesacarmineraldelatierra.Elsilbidodelateterasobreelfuegocortólatensiónqueflotabaenelairedela

cocina.—Una lástima.Los trabajadores senieganaaceptar su lugar en la cadenay

siempreandantratandodeimponersuvoluntadporlafuerza—dijoporencimadel sonidode la tetera—.Porestemotivo lashuelgasestánprohibidas, en fin,estamismanocheempezaremosadeteneraloscabecillasyasusfamilias.Nosepreocupe, dentro de dos días tendrá usted a los hombres suplicándole que lespermitavolveraltrabajo,alosquequeden.Lateterapesabayestabatancalientequeelmangomequemólapalmadela

manoinclusoatravésdeltrapo.—Deje que me ocupe a mi manera de los trabajadores. Deme un día para

intentararreglarlotodoantesdedeteneranadie—lepedí—.Loquelespasaalos hombres es que están dolidos por lo del chico, por eso amenazan conunahuelga,perocreoquepodréconvencerlesparaqueselopiensenmejoryasínotendremosquecerrarlaminaniunsolodía.

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Villamemiróensilenciomientrasyoleservíaeltémuycalienteensutaza.Fingíquenomesentíaincómodaymantuvelamanodelateterafirmeparaqueélnolavieratemblar.—¿Quiere usted negociar con los huelguistas? Pensé que sería la mayor

interesada en que solucionásemos este asunto cuanto antes, después de todo,cadaminutoquesuminapermanececerradaporelcaprichodeesoschantajistasustedpierdedinero.—NodijounapalabrasobreÁngelosobreelatropello—.Sillamo por teléfono, enmedio día tendré otra treintena de hombres en el valledispuestos a detener a los amotinados y un escuadrón de presos listos paratrabajarensumina.Trabajaríangratis,asíquetodoseríangananciasparausted,piénselo.Meservítéenmitazaydespuésvolvíadejarlateterahumeanteenelcentro

delamesa.—¿Trabajaríangratis?¿Acambiodenada?—preguntéconinterés.Villaremoviósutégolpeandolaporcelanadelatazaconlacucharillaenun

ruido desquiciante. Cuando por fin hubo terminado dio dos golpecitos en elbordedelatazaconlacucharillaymemiró.—Gratis.—Es interesante,desde luego—admití—.Yacortoplazopareceunabuena

idea, pero creo que eso no ayudaría a calmar los ánimos en el pueblo. Sisustituyo a los trabajadores a sueldo por sus presos políticos pronto tendré unmotín en la mina y después empezarán los sabotajes a mis camiones, mimaquinaria y puede que incluso al cargadero. Serían semanas de trabajoperdidas, retrasos en las entregas de mineral y mucho dinero en daños queprefieroevitar.—Deje que yo me ocupe de los huelguistas y los amotinados, un par de

muertos en las calles y volverán al trabajo sin rechistar. El palo es el únicolenguajequeesosbárbarosentienden.Me fijé en que Villa bebía de su taza a pesar de que el té todavía estaba

demasiadocaliente,dabapequeñossorbosdegustandolainfusiónsinleche.Nohizoningúngestoquedejara entreverque sehabíaquemado lagargantao loslabiosalbeber.Mirélateteraqueaúnhumeabasobrelamesaparaasegurarmeydespuésotravezalcapitán,sentadoenlasillafrentealamíamientrasbebíadesutazaardiendocomosinada.

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—Deme un día para ocuparme del asunto de la huelga a mi manera, lesofreceré la zanahoria en vez del palo, pero necesito su palabra de que sidesconvocan la huelga no habrá represalias. Ninguno de mis hombres querrávolverasupuestosisabequeleesperaunviajealcuartelillo.—Meparecejusto—respondióéldespuésdepensarlounmomento—.Y¿si

noaceptan?¿Quépasarásinoquierenlazanahoria?—Entonceselpalo.Villaarrugóloslabios,penséqueseríaporeltédemasiadocaliente,perome

percatédequesoloeraungestoquehacíacuandoalgoledisgustaba.—Bien, tiene medio día para convencer a sus hombres de que vuelvan al

trabajo.Simañanaamediodía laminasiguecerradaempezaréadetenera sustrabajadoresyatodoelquesemepongapordelante,¿quedaclaro?Lesonreícomosinohubieracaptadolaamenazaensuspalabras.—Penséqueyanoqueríaustedmásmuertosasuespalda,queintentabaevitar

que sus espíritus le persigan en sus sueños—dije con cautela—. ¿Acaso hacambiadodeopiniónigualqueconelté?—Eltésiguesingustarme,perosiemprepuedoañadirunpardedocenasmás

de fantasmas amis sueños si es por una buena causa.—Villame dedicó unasonrisa.—Comprendo.—Últimamente he estado pensando mucho en usted, en esta casa llena de

habitaciones misteriosas y en Basondo—empezó a decir él—. Soy buenocalando a las personas, pero me cuesta comprender sus motivos, señoramarquesa, es usted como esta casona de indiano: a simple vista es hermosa yexcesiva,peroenrealidadestállenademisteriosyderinconesoscuros.Sonreíparaocultarminerviosismo.—Nunca lo había pensado. —Levanté la taza pero no bebí—. Así que ha

estadopensandoenmíyenlacasa,¿puedoconoceresospensamientos?Losojos inteligentesdeVillachisporrotearon.Volvióa recordarmeaunode

esospequeñosmamíferosconlosdientesafiladosquecazansolodespuésdelapuestadesolysiempreapresasmáspequeñaseindefensas.—No es lo que usted imagina —respondió—. A pesar de que sea usted

marquesa,joven,hermosayviudanoesmiintencióncortejarla,no,nadadeeso.—¿Entonces?

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—Dicen por ahí que usted está embrujada por el espíritu de su hermanamuerta,poseída,yquealgunasnochesacostumbraadeambularporelbosqueencamisónbuscandosindescansoellugardondeellamurió.Tambiéndicenqueesunaespeciedebrujadelbosque:unalamia,conpodersobrelanaturalezaigualquetodaslasmujeresdesufamilia.La tazadeporcelanachinapintadaamano temblóentremismanos, soloun

segundo, pero fue suficiente como para que Villa se diera cuenta. Sonriósatisfecho.—Peroustedesunhombredeciencia,uningenierodeminasnadamenos,no

mediráquecreeenesassupercheríasdepueblosobrebrujas,hadasogigantes—respondíintentandoquemivozsonaracalmada.—Soy un hombre de ciencia, sí, y precisamente por eso siento una gran

curiosidadporloqueexistemásalládelcuerpoquehabitamos:latierra,elcielo,elinfiernoytodoloquehayenmedio.—Villadejósutazavacíasobrelamesaymemiró—.Ungrupodehombresconlasmismasinquietudessobrenaturalesqueyo hemos realizado ya algunas investigaciones muy interesantes en sujetosúnicos.—¿Sujetosúnicos?Recordé la conversación quemantuve con Liam la noche de la fiesta en el

palacetede losMisteriosde lacalleBailén.Yonomehabíadadocuentahastaese momento de que bajo esa apariencia recta y severa del capitán vivía unhombreconpensamientososcurosyrecurrentessobrelamuerteolavidaeterna.El miedo a los demonios o a los espectros que le acechan en sus sueños noestabamotivadoporlaculpacomoyohabíacreído,sinoporsupropiaparanoia.—Asíes,sesorprenderíadeloquehemosdescubiertoconayudadenuestros

aliados alemanes. Hemos avanzadomucho en estos últimos años—respondiócomosinada—.Nomerefieroalasinvestigacionesmédicasquehacenconlosperdedores y con sus mujeres algunos de los doctores y psiquiatras másbrillantes de nuestra época. No. Yo le hablo de sujetos con poderesextraordinariosquedesafíanporcompletolarazón.Sentíelfuegocorriendopordebajodemipielhastalasyemasdemisdedos.

Cogíladelicadatazadeporcelanaconfuerzaparamantenerlasmanosocupadasyevitarquelaschispassalierandemisdedoscomosucediólatardeenquecasiquemélabibliotecaconelmarquésdentro.

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—Es increíble. Ignorabaqueexistieranpersonasasí enelmundo—dijeconvozcalmadaapesardetodo.—Puesesverdad.¿Sabequehanintentadomatarmeencuatroocasiones?Me

han disparado, apuñalado en el riñón, envenenado e incluso colocaron unabombacaseraenmidespachodeguerraqueestallóllevándosepordelanteadosdemishombresperonoamí.—Villaseacomodómejorenlasillaymemirócomosiquisieracomprobarel impactoquesuspalabrasteníanenmí—.Y,sinembargo, aquí estoy, tomando té con usted en su agradable cocina y con lascicatricesenmicuerpocomoúnicapruebademihistoria.Sentí curiosidad, la misma curiosidad mortal que la polilla siente por una

llamaquetitilaalatardecer.Mirésinquererel triángulodepielbronceadaquedejabaaldescubiertoelcuellodesucamisadeuniforme.—¿Quiereverlas?—mepreguntó—.Lascicatrices,puedoenseñárselas si lo

desea. La del apuñalamiento es especialmente llamativa, los doctores quemecosieronnofuerondemasiadocuidadososyocupacasitodamiespalda.Podía imaginar lasmarcasque lahojadelcuchillohabíadejadoal rasgar su

piel,líneasirregularesyblanquecinasquesubíanporsuespaldahastallegarcasiasushombros.—No,suscicatricessuyasson.Yperdonequelehayamiradoasí,hasidouna

grosería. No debería haberlo hecho.—Me terminémi té pero nome atreví asoltarlatazatodavía—.Imaginoquedespuésdecuatrointentosparaacabarconustedlehaperdidoelmiedoalamuerte.Viunextrañoresplandorensusojosalmencionarlamuerte.Esosmismosojos

que no me habían parecido amenazantes la primera vez que hablé con él—inclusomehabíanparecidolosojosdeunhombreapuesto—ahoramehicierontemblar.—Asíes.Lamuertemehaacariciadoconsumanoheladaencuatroocasiones

ylascuatromehadejadolibre—respondiótodavíaconesamiradaencendida—.Yhapasadodelargoporquesoyespecial.Igualqueusted,señoramarquesa.—Si me apuñalaran o si alguien hiciera estallar una bomba cerca de mí le

aseguroquemoriría,yonotengonadadeespecial.Dejé la taza sobre el plato ymemiré lasmanos disimuladamente: nada, ni

fuegonichispassaliendodelasyemasdemisdedos.Sinembargo,lasensacióndequemazónbajomipieleratanfuertecomocuandoarrastréelaguarobadadel

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ríosubterráneoderegresoaLasÁnimas.—Eso dice usted, pero lo cierto es que había más gente a la que comprar

wolframio:personasmáscercanasyantiguosconocidosdelgobiernoenlosquenoshubierasidomásfácilconfiar,peroapesardeesodecidíhacernegociosconusted,noporquesuminafueraespecialoporquefueraevidentelodesesperadaqueestabaporcerrarunacuerdocomercialesamismanoche,no,laelegíaustedporalgoqueviensusojosdedistintocolor.Villalosabía.Dealgunamaneraesehombreconelpelopeinadohaciaatrás,

uniformeazulimpecableylasmanerasdequienestáacostumbradosoloadaryrecibir órdenes sabía lo que yo podía hacer. Tragué saliva, aún tenía el saborterrosodeltéenlalengua.—Nohay nada sobrenatural en tener los ojos de diferente color.Es solo un

capricho de nacimiento, como quien tiene un antojo en la pierna—repetí lomismoquehabíadichocientosdeveces.—Miente.Coloquélasmanossobrelamesaalosladosdelatazalistaparaloquefueraa

pasarahora.Lemirédesafianteporprimeravezsin fingirqueyoerasolounajovenmalcriadayélunrespetablehombredeguerra.—Nosédequéestáhablandoperoseequivocaconmigo,capitán.—He cazado todo tipo de criaturas, criaturas fabulosas de dos y de cuatro

patas,peroaunasínuncahecazadounacriaturacomousted,señoramarquesa.—Villaselevantódespaciodesusillayseestirólasarrugasenelpantalóndesuuniforme—.Tienehastamañanaamediodíapara convencer a sushombresdequevuelvanal trabajo,sinoaplastaréhastaelúltimoresquiciodevidadeestepueblo.Villasaliódelacocinasinningunaprisaysinmiedo,conelmismodesdénde

quiensesabeintocableconqueaparcóelHispano-Suizamanchadodesangreenlaplazadelpueblo.Atravesóelvestíbuloyunossegundosdespuésescuché lapuertadelaentradadelacasacerrándoseconungolpesecocuandoélsalióparaescondersedelosfantasmasenlacapillafamiliardelosZuloaga.RespiréelairedelacocinaviciadoporlatensiónqueVillahabíadejadotras

de sí y fue entonces cuando me di cuenta de que había dejado mis huellasmarcadasenlaporcelanachinadelataza.Viquelosdelicadosdibujoshechosamanoporunartesanoconunpinceltanfinocomounapestañasehabíanvuelto

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borrososyestabandesdibujadosporel calorquehabía salidode lasyemasdemisdedos.—Te ha faltado poco, dos minutos más con él y hubieras acabado

descubriéndote—medijounavozdesdelapuertadelacocina.Era Catalina que me miraba con una mezcla de enfado y alivio al mismo

tiempo.—¿Cuántotiempollevasahí?—lepregunté.—El suficiente como para haber escuchado su amenaza de «cazarte». ¿Qué

vasahacer?Suspiré.—Setedabienesconderte,penséqueyanoespiabasalagentedetrásdelas

paredescomohacíasdeniña.—Noeraunreproche,mealegrabadequeCatalinahubieraescuchadonuestraconversación.—Siempre seme ha dado bien esconderme—respondió lacónica—.Y está

claroqueteequivocabasenlodeespiaralosdemás:loquesomosdeniñosnospersigueelrestodenuestrasvidas,noimportalomuchoquecorramos,alfinalsiemprenosencuentra.Melevanté,laspiernasmetemblaban.—¿VasairalbosqueparareunirteconTomás?—Sí,creoquesédóndeseescondenélylosdemásbandoleros—dijemientras

meponíaelabrigoylosguantesdepielparaprotegermedelfríodelanoche—.NoledigasaLiamdondevoy,sinohevueltoamedianochecogéisalasniñasyosmarcháistanlejosdeBasondocomopodáis.Nomeesperéis.

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Nohabíapuestounpie en aquella zonadelbosquedesde la tarde enque elmarqués disparó a Alma en nuestro claro secreto. En estos diez años habíacrecido sin ningún orden ni control, alargando la alfombra verde demusgo yhojas muertas tan lejos como una se atreviera a ir. Era una noche gélida dediciembre, el hielo cubría algunas ramas y arbustos dándoles un aspectofantasmagóricobajolaluzdelaluna.Hacíaañosquenorecorríaesoscaminosimposibles esquivando árboles caídos, madrigueras de topo o trampasabandonadas medio enterradas entre hojas secas y, sin embargo, mis pies nohabíanolvidadoelcaminoporquemellevaronhastaellímitedelcotodecazadelosZuloagaydespuésmáslejos,guiándomeigualqueunabrújulaapesardelaoscuridadyde los sonidosnocturnoshastaunclarodespejado—imposibledeencontrarsinoseconocíayaelcamino—conelsueloagrietadoygrandesrocasasomandoentrelatierra.Comomehabíasucedidoalolargodetodamivida,Almahabíallegadoantes

queyo.Estabaunpocomásadelante,sentadaconlaspiernascolgandoenunadelasrocasafiladasdesperdigadasporelclaroqueenlaoscuridadseasemejabanallomodeungrananimaldurmiente.—Notengotiempoparatiahora—mascullédandootropasomás.Lacuevadelasestrellasestabaunpocomásadelanteenesemismoclaro.En

cuantosupequeTomáseraunodelosbandolerosqueseescondíanenelvalleestuveseguradequeeraallídondeserefugiaban.—¿Quiénva?—dijounavozdehombre.—QuierohablarconTomás,elcura,séqueestáaquídentro.No podía ver al hombre que había hablado pero intuí que su voz venía de

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detrásdeunmontículoderocasfrenteamí.—Aquínohayningúncura,solohombreshonrados—respondiólavoz.—DileaTomásquesalgaoyomismabajaréa lagrutaabuscarle,no tengo

tiempoparaperderloaquífueracharlandocontigo.Hubosusurros,contédosvocesdistintasaunqueseguramentehabíamásdeun

vigilanteparaasegurarsedequenadiedeuniformeseacercabaalaentradadelacueva.—Estábien,túesperaaquí...marquesa—dijoconretintín.Vilasiluetadeunhombrecolocándoseelarmaenlaespaldasalirdedetrásde

unadelasrocasmásgrandesyentrarenlacueva.Nomuylejosdelclaro,unalechuzaululó silenciando el resto de los sonidosdel bosque.Alma también laescuchó porque dejó de balancear las piernas que colgaban sobre la roca paramirar en la dirección del graznido. Recordé que de niña tampoco le gustabandemasiado las avesnocturnas con susgrandesojosquenosmiraban fijamentecuandonosadentrábamosenelbosquesinpermiso.—Vaya,nopenséqueaparecerías.Séqueeresmuycapazdehacercualquier

cosaentupropiointerés,perodeverdadcreíque,despuésdeloocurrido,estaveznointentaríasinmiscuirte.—Tomásseacercóamímientraselhombrequehabía ido a buscarle volvía a su puesto detrás de la roca—.Veo que te habíajuzgadomal.—Comosiempre.Visusonrisaconlamedialuzdelaluna.—¿Ycómohassabidoqueestábamosaquí?—preguntócomosinoestuviera

muyinteresadoenelasunto—.Estoysegurodequeningunodemishombrestelohadicho,ninadiedelpueblo:ahoramismonoeresmuyqueridaenBasondo.—La cueva está bien escondida dentro del bosque y es lo suficientemente

grandecomoparaesconderaunatreintenadehombres—respondíignorandosucomentario—.Tambiénhayunríosubterráneoconaguafrescaparabeber.Esunbuenescondite.—Y te has olvidado de que la gente del pueblo le tienemiedo a este lugar

porque creen que está encantado. Según dicen, losmisteriosos dibujos en susparedes son obra del demonio y de sus adoradores, así que evitan acercarse acuriosearporlazonaporsilasmoscas—añadió—.¿Teacuerdasdeldibujodeesamujerdepelo largoquehayen lacámaramásgrande?Lodescubrimos la

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tardequelostresnoscolamosporprimeravezenlacueva.Almaseguíasentadaenelmismolugar,peroahoranosmirabaconlamisma

expresiónde iramaldisimuladaensusojosamarillosquecuandoestabaviva.Casipodíaescucharsuvocecillainfantilrepitiendo:«Hassidomala,Estrella.Nopuedesjugarconmiscosassiyonotedoypermiso.»YoeralahermanamayorperoAlmasiemprefuelaqueestuvoalmando.—Lorecuerdo—murmurésinsabermuybienaquiénselodecía.—Me alegro, pensé que después de tantos años sin venir por aquí no

encontrarías el camino—me reprochó—. Y ¿qué estás haciendo aquí a estashoras?Nomedirásquehasvenidohastaaquídemadrugadaparanegociarconlostrabajadores.—Tenéisqueterminarlahuelga,estamismanoche—ledijemuyseria.Tomás se rio con suavidad.Mientras avanzaba entre los árboles y la niebla

enredadaenelmusgodelsuelodelbosque,yahabíaimaginadoqueaTomásnolegustaríademasiadomivisita,peronohabíacreídoquefueraareírsedemíalacara.—Hablo en serio, Tomás: Villa pretende aplastar a los huelguistas si no

vuelvenaltrabajomañanamismo.—Para eso podías haberte ahorrado el viaje al pasado: no vamos a dejar la

huelga. Si no te gusta tener lamina cerrada y perder dinero, te aguantas. Esebastardofascistamatóalhijodetucapatazynisiquieraparóelcoche.Túytuamiguitodeuniformeosmerecéisestahuelgaymuchomás.—Tomássacudiólacabeza con desprecio y añadió—: Y ahora márchate, porque seguro que hasvenidotúsolayestoshombresteodian.Escuché el crujido de una ramita rompiéndose que venía de fuera del claro,

dondelaluzdelalunanoiluminabalosuficientecomoparadistinguirnadamásquelaformaoscuradelosárboles.—¿Quiéntehadichoquehevenidosola?Liamestáesperándomeenellímite

delbosqueconunadelasescopetasdelmarqués.Esmuybuenocazando,tienepaciencia y una gran puntería, incluso ha estado en el castillo de Balmoralinvitadoporlamismísimareinaparalacazadelzorro.Eramentira pero funcionó, porqueTomásdiounpasohacia atrásy supose

amenazanteseesfumó.—Claro, tehas traídoa tuamanteparaasegurartedequelograssalirdeeste

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bosquedeunapieza.Dimeunacosa:¿elescocéstambiénparticipadelnegociode la mina, o solo te hace de mascota?—Tomás imitó el sonido que hacenalgunos perros al ladrar, algunos hombres a los que ni siquiera podía ver serieron a carcajadas en la oscuridad—. Pobre desgraciado, apuesto a que cayórendidoatuspiesnadamásconocerte.—Sí, como todos—respondí con frialdad—. Si no termináis con la huelga

antesdemañanaamediodíaelcapitánVillaempezaráadeteneralasfamiliasdelostrabajadores.Tomássequedóensilenciounmomento.—Entonceslestraeremosaquí,connosotros,paraqueesténasalvo.—Nohaysitioenesacuevaparatodos,Tomás.Sérazonableporunavezentu

vidaynodejesquetusidealestedominen.—Meacerquémásaél—.Lomejorquepuedeshacerporesoshombresyporsusfamiliasesconvencerlesparaqueponganfinalahuelga.—Lomejorparati,quieresdecir.Respirédejandoqueelairehúmedoyterrosodelbosquellenaramispulmones

ydespejaramicabeza.Estabatancercadeélquepodíasentirelcalorquesalíadesupielolamangadesusotanarozandomimano.—Villa me ha dado hasta mañana a mediodía para convencer a los

trabajadores de que vuelvan a lamina, sin represalias—dije—.Si no aceptanvolveraltrabajotieneotrostreintahombreslistosparadesplegarenBasondoyentodoelvalle.Osaplastarán,ydespuéstraeráaungrupodepresospolíticosparaquetrabajenenlamina.Esclavos.—No,nihablar.Mientes—repitiónegandoconlacabeza—.Esunfarol.Telo

estás inventandotodoporquequieresquevolvamosasacar tusuciowolframiodelatierra.—¿Volvamos?—repetíymereíconironía—.Túnotrabajasenlamina,que

yosepa túnuncahas trabajadoen lamina,niunsolodía.¿Cómo teatrevesacomparartutrabajoconeldeestoshombres?Eressacerdote,Tomás:vivesenlacasacural,comestodoslosdías,tuspulmonesnosellenandepolvobajotierraytehaspasadocasitodatuvidaalserviciodelpadreDávilaparaocuparsupuestocuandoélmueraconfiandoensertúelquecomaelconfitdepatoconlasmanosgrasientas sentado a la mesa del marqués. Y todo solo porque mi padre teprohibió entrar en nuestra casa de niño, así que amí nome des lecciones de

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moral,muchasgracias.Tomásmiróalsuelounmomentoydespuésvolvióafijarseenmí:—Todoesoyadaigual,estoshombresconfíanenmíparaquelesayude...—Puesentoncesayúdales—lecorté—.Ayúdalesaterminarconestoantesde

quealguienacabemuerto.—Ya ha muerto alguien: ese pequeño al que tu amiguito destrozó con tu

coche,elhijodetucapataz.Ytútodavíateatrevesaveniraquídondeestánsuscompañerosparaexigirlesquevuelvana trabajardespuésdeloquehapasado.Nosonbestiasquepuedasutilizaratuantojo,Estrella,sonpersonas.Unos pasos cerca de las rocasme recordaron que no estábamos solos en el

claro, pensé que sería otro de los bandoleros, pero miré e intuí una siluetafemenina saliendo de la cueva. Dos hombres caminaban con ella, ayudándolaparaquenosehicieradañoconlasrocasafiladasqueasomabanentrelatierra.Cuandolostrespasaronamiladopudeverlosmejor:noconocíaaloshombres,perolamujerqueibaconelloseraMaite,lamadredelpequeñoÁngel.Ellamemiróensilencioalpasarjuntoamíysupequemehabíareconocidoporlaformaenquesusojosseagrandaronalverme.—EsMaite.Havenidoaverasumaridoyasuhijomayor, tambiénnosha

traídocomidayalgunasmedicinasparalosqueestánenfermos.Julioysuhijoestán escondidos aquí desde que esto empezó, por si acaso—me dijo Tomásmientrasyotodavíamirabaa lamujeralejarsehaciaelbosque—.Tienemiedodequelemandesdetenerparaquedejedehacerruidoporlodesuhijo.—Yonovoyahacerquedetengananadie—murmuré—.Peronosédequé

otra forma ayudar a estos hombres y a sus familias: convénceles para quevuelvanaltrabajooBasondosecubrirádesangre.Salvasusvidasysalvalatuyadepaso.LosarbustosquemarcabanelprincipiodelbosqueseagitaroncuandoMaitey

losotrosdoshombresdesaparecierondetrásdesusramas.—Notepreocupestantopormivida—dijo—.Villaestáinstaladoentucasay

túhacesnegocioscon losnazis.Nosoyyoniestoshombresquiendebehaceralgoalrespecto.Erestú,estodoculpatuya.Mereíconamargurayelfríoconvirtiómialientoenvahoentrenosotrosdos.—¿Quéesloqueesperasdemí,Tomás?¿Creesquemearrepentiréporhaber

sido una pecadora toda mi vida y suplicaré tu perdón o el de Dios? Eso te

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gustaría¿verdad?—lepreguntéconironía—.Puesnuncapasaráporqueyosoyasí:novoyavolvermemásamableconel tiempoomenosegoístade repentesoloporque tú creasquenecesitounacuradehumildad.Pero si dejasmorir aestoshombresparaintentardarmeunalección,laculpaserásolotuya.—Villaestuproblema,túlotrajisteanuestropueblo,asíqueahoradeshazte

deél:mátalo,tíraloalmar,entiérraloohazquevuelvapordondehavenido,medaigual,perohazquenosdejetranquilos.Algosemovióenelbosquedetrásdemí,porunmomentopenséqueserían

losdoshombresquehabían acompañadoaMaite regresandoa la cueva.Miréporencimademihombroconcautelaperonovinada,tansoloelbosquenegroyllenodesonidosnocturnos.—No tengo control sobre Villa o sobre sus hombres, no seas ridículo. ¿De

verdad crees que se puede razonar con alguien como él? ¿O con sus amigosnazis?—Lemirésinparpadear—.Ledaigualhabermatadoaesepequeño,nisiquieracreoqueseaelprimerniñoquemata.Poresoperdiste laguerrayporesovas aperder tambiénahora: eres tan ilusoquecreesque sepuede razonarconalguienaquienledaigualmatarniños.Nopuedesconvencerle,peropuedesconvenceraestoshombres.Su mandíbula se tensó y vi en la expresión de su cara que Tomás estaba

pensandoenloqueacababadedecir.—¿Te crees que Villa lloró cuando se enteró de lo que había hecho? ¿Que

tiene pesadillas en las que se le aparece el fantasma de ese pequeño pidiendojusticia?No,aélledaigual—añadí—.Tengosuertedequenonoshayamatadoamí,aCatalinaoalasniñastodavía.—Túsolatelohasbuscado.—Acaba con la huelga esta noche o las cosas se pondránmucho peor, para

todos—ledije.Di por terminada nuestra reunión.No tenía forma de saber si había logrado

convenceraTomásparaqueloshombresvolvieranaltrabajo,asíqueretrocedípara volver al bosque y regresar a lamansión antes de que Liam empezara apreguntarsedóndeestaba.—Si le dices a tu amigoVilla dóndenos escondemosnosdetendrány él se

marcharádeBasondo junto con sus hombres—dijoTomás cuandoyoya casihabíallegadoalosarbustos—.Puedesdeshacertedeélasí.

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Mevolvíparamirarle,aunqueyacasihabíallegadoallímitedelbosque.—Novoyadelataros.—¿Porquéno?¿Acasotesientesculpableporhaberempujadoatushombres

aesto?—preguntóTomásconunasonrisatriunfal.—No—respondímuyseria,yeraverdad—.Perosiosdelatoparadeshacerme

deVilla es solo cuestión de tiempo que alguno de vosotros le contéis que heestadoaquíestanoche,yteaseguroquenovoyaarriesgarmeairalacárceloalgopeorsoloporquetúesperasquemearrepientademispecados.Tomás no dijo nada durante unos segundos pero vi cómo se suavizaban sus

ojosalmirarme.—Hablaré con los hombres para intentar convencerles de que vuelvan al

trabajo.Notienesentidoquemueranporesto—dijoporfin.—Gracias.Dilesquesivuelvenestoydispuestaadarlesunapesetamásalmes

atodosyaabriruncolegionuevoenBasondoconelnombredelpequeñoparaquetodoslosniñospuedanestudiarhastalamayoríadeedad.—Es un buen acuerdo, se lo diré —me prometió Tomás—. Ahora solo

dependedeellosydeDios.—Ya, pues procura que Dios y los hombres tomen la decisión correcta o

mañanatendremosunbañodesangre.Sentí la presencia del lobo siguiéndome durante todo el camino de vuelta a

casa.Avancédeprisaesquivandolosarbustosylosárbolescaídosparaescapardeél.Podíaescucharsurespiraciónrápidadetrásdemí,tancercaqueunpardeveces pensé que era mi propio aliento el que me espantaba y no el del lobonegro. Las ramitas y hojas secas crujían en el suelo congelado debajo de susgarras,tangrandescomolasruedasdelT49.Unabestiaconconcienciayseddesangrequecaminabadetrásdemídesdequeyopodíarecordar.«Túeresellobo,Estrella»,habíadichoAlmamientrassedesangrabanomuy

lejos de donde estaba ahora. Y tal vez tuviera razón. Puede que mi hermanamoribundaintuyeradealgunaformaesanaturalezasalvajequevivíadentrodemí,mipropiaseddesangresiguiéndomealládondeiba.«Erescomounadeesaszarzasdondecrecenlasmoras,hacesdañoalagente

quepasacercadeti,leshacessangre.»Medetuveparatomarairecuandolleguéallímitedelbosque.Desdelaúltima

líneadeárbolespodíaverVillaSoledadcon todassus lucesapagadascomola

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criatura durmiente que era para mí, que siempre había sido para mí. El lobonegro sedetuvoamiespalda,penséenvolvermeconcuidadoparaverloperoentoncesrecordéqueyalehabíavistoensueños:eratanaltocomounniñodeonce años, conel pelonegroy largoenmarañadoyunojode cada color: unovedeyelotroamarillo igualqueyo.Megirédespaciosobremihombroyahíestaba,mirándomeconsusojosbrillantesesperandoparaentrarconmigoen lamansiónoseguirmedenuevohastaelcorazóndelbosque.—Vuelvealbosque—ledijeallobo.Ymeobedeció.Salídeentrelosárbolesycrucélacarreterahastalamansión.Elvestíbulode

Villa Soledad estaba en silencio y lo atravesé deprisa, por eso no vi a Liamsentadoenlasescalerasdemármolhastaquenoestuveprácticamenteencima.—¿Quéhacesahísentado?—lepreguntéenvozbaja.NosabíasiCatalinay

lasniñasdormíanydesdeelvestíbulosolopodíaverlapuertadesuhabitacióncerrada—.Menudosustomehasdado.¿Vatodobien?¿Estánbienlasniñas?—¿Dóndeestabas?Suspiré, nomequedaban fuerzasparadiscutir conotrohombremás aquella

noche.—En el bosque. Estaba intentando convencer a Tomás y a los trabajadores

paraqueabandonenlahuelgayregresenalaminaantesdequeVillalesaplaste.—Y ¿lo has conseguido? —me preguntó con voz áspera—. ¿Les has

convencidoparaquevuelvanatrabajar?—Creoque sí—respondídespuésdepensarlounmomento—.Sí.Tomás se

ocuparádeconvenceralosquefaltan.NotécómoLiamfruncíaelceñoalmencionaraTomás.—¿Qué le has dado a cambio? Tu amigo Tomás no es de los que cambian

gratisdeopinión—medijo—.¿Quéesloquelehasdadoacambio?—Nadaquenoquisieradarle.Mevoyalacama,tengofríoyestoydemasiado

cansadacomoparaconvencerteatitambién.Empecéasubirlasescalerasperonohabíaavanzadonidospeldañoscuando

Liammedetuvosujetándomelamano.—Nomeimportaloquetengasconél.Séquealgunoscreenquesoymenos

hombrepordejartehacersiempreatiypermitirquetomestúlasdecisionesdelnegocioytambiéndenuestrasvidas...—¿Permitir?—repetíincrédula.PeroLiamnomesoltólamano.

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—Perohayquesermuyvalienteparaquedarseatulado,Estrella.Noesporlosnazis,elwolframiooporlamagia:esporti,porcómoeres—añadióconvozrasposa—. No creo que haya muchos hombres por ahí que hubieran podidomantenerseatulado.Hundímimanolibreensupelocobrizodeslizandomisdedosentresusondas,

dejandoqueseenredaraconmigo.—No, no creo que haya ningún otro—susurré—.Y eso no te hace débil o

menoshombre,Liam,tehacemuchomásvalientequelosdemás.—Soyelpadredeunaniñaquenoeshijamíayelmaridodelaesposadeun

hombremuerto—murmuróenlaoscuridad—.Ymientrastanto,Tomás...—Tomásnoesnadaparamí.Élsoloeselpasado:merecuerdaaAlmayamí

corriendodelamanoporelbosquecuandoéramosniñas,alastardesdeveranointerminablesquepasábamoslostresbuscandogrilloscercadelacantilado,alasfiestasquemimadreorganizabaenlacasaantesdelaguerrayantesdetodolodemás.Élmerecuerdalavidaquepenséquetendría:esoesTomásparamí—admitíenvozaltaporprimeravez—.Perotú...túereselpresente,ytambiénelfuturosiestásdispuestoaseguiramilado.Le acaricié el pelo igual que si Liam fuera un niño, con una ternura poco

habitualenmí.—Yoyaelegíunbandoenestaguerrahacemuchotiempo,Estrella:el tuyo,

siempreeltuyo.Sonreíenlapenumbradelvestíbulo.—Bien.Puesentoncesvamosalacama,mañanaseráundíamuylargo.Liam se levantó despacio y sin soltarme lamano caminamos los dos juntos

escalerasarriba.

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Laúltimafiesta

LAÚLTIMAFIESTA

LahuelgaterminóunasemanaantesdeNochebuena.LoshombresregresaronasuspuestosdetrabajoyEmpresasZuloagavolvióatenerbeneficiosantesdeacabareldía.Lospotentescamionescargadosconelwolframioreciénextraídode la tierra volvieron a recorrer la carretera que salía de Basondo hasta elcargaderodehierroenelprecipiciolevantandotrasdesíunanubedepolvoparaqueotrogrupodehombresseocuparadehacerllegarelvaliosocargamentoalbarco alemán que esperaba abajo, haciendo equilibrios sobre las olas delCantábricointentandonochocarcontralaparedderoca.Cuandovialoshombresbajandodenuevoalaminaconsutarterametálicaen

una mano y sus herramientas cargadas sobre el hombro, respiré aliviada:habíamos esquivado la bala. Todos. Por eso mismo supe que algo ibaterriblementemalcuandoelcapitánVillame«sugirió»queorganizaraunafiestade Navidad en la mansión para algunos altos cargos del nuevo gobierno,inversoresextranjerosynuestrosclientesenAlemania.—Sería una buena forma de demostrar su compromiso con nuestra causa,

señora marquesa, no solo con nuestro dinero. Para que nuestros clientesalemanessequedentranquilos—medijoVillacomosiseleacabasedeocurrirlaidea—.Estaríabiencelebrarquetodoesteasuntodelahuelgahaacabadoporfinyquehasidoenpartegraciasausted.Villa no era del tipo de hombres que dabanórdenes convoz cortante o que

gritaban hasta que las venas en su cuello temblaban y parecían a punto deestallar.No.Villa«sugería», laamenazaveladasiempreestabapresenteensus

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palabras, aunque nunca perdía la calma ni gritaba, lo que le hacía ser másaterrador aún. Cuando el capitánVilla hablaba todo elmundo le escuchaba ytodo elmundo obedecía. Llevaba casi dosmeses instalado en lamansión y apesar de que dormía en la capilla familiar fuera de la casa, entraba y salía deVilla Soledad a su antojo. Desde que el marqués murió nadie había vuelto allenardeesepavorysilenciocortanteelairedelamansión...hastaquellegóelcapitánVilla.Supresencia,susdeseososuspalabraseranimposiblesdeignorar,unainfecciónquesehabíaextendidoprimeroalasparedesdelacasaydespuésalastablasdelsuelohastacontagiarlotodo.LiamteníarazónlamañanaenquevaticinóqueVilla ibaaocuparnos igualquesusamigosnazishabían invadidoFrancia.—CreoqueunafiestadeNavidadesunagranidea—respondíconunasonrisa

complaciente—.Mimadrelasorganizabaamenudoylosinvitadosveníandesdetodaspartesparaprobarsuscóctelesoparaescucharlatocarelpiano.Demeunalistadeinvitadosparapoderorganizarlotodo.Despuésdelahuelga,lacelebraciónparalostrabajadoresdelaminaqueLiam

yyohabíamosplaneadocelebrarenellocalvacíodelaiglesiaquedósuspendidaindefinidamente.Nomehizogracia—odiabaqueVillaseinmiscuyeraencómollevabayolosasuntosdeminegocio—peronotuvemásremedioqueaceptarsu«sugerencia». Aunque sí que les subí una peseta al mes el jornal a todos lostrabajadores de la mina Zuloaga tal y como le prometí a Tomás que haría,también lesdiunapagamásporNavidadehicevenir aunarquitecto famosodesdeBilbao para que empezara cuanto antes con los planos para construir lanuevaescueladelpueblo:EscuelaÁngelIgorre-Martínez.Habíapasadocasiunasemanaenteradesdemivisitanocturnaalacuevadelas

estrellas para convencer a Tomás y a los demás, pero en lugar de poderdedicarmeotravezalosnegociosmepasélamayorpartedeesetiempoocupadaencargándomedelospreparativosparalafiestaenVillaSoledad.CuandoporfinllegóelsábadoantesdeNochebuena,lostrabajadoreslograronmeterelenormeabetoDouglasenelvestíbulodelacasasintenerquecortarlelasramas.—NuncahabíavistounárboldeNavidadtangrande—dijoCatalinamientras

lasdosmirábamoscómolostrabajadoresseocupabandeadornarelárbol.—Esloúnicoquefaltaporterminar—noencontrabanlaescaleraparapoder

colocarlosadornos—,perolosdemáspreparativosparalafiestayaestánlistos:

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lacomidarepartidaenlasbandejasylabebidaenfriándoseenlacocina,tambiénhanretiradolosmueblesdelcomedorformalparadejarsitioalosinvitados,hancolocadolosadornosdeNavidadenelpisodeabajoylosmúsicosyahanestadoensayando.—Losé,sonbuenos.Losheoídotocarantesmientrasterminabadearreglarme

—respondió.Lamiréconunadiminutasonrisa.—Estásmuyguapa—dije,yeraverdad—.Esevestidotefavorecemuchomás

atiquealamaniquíquelollevabapuestoenelcatálogocuandoloencargamos.Catalina llevaba puesto un vestido azul marino de escote cruzado y corte

sirena, el color rosadode lapielde sushombrosyde susmejillas contrastabacon el azul intenso de la tela. Se había recogido su pelo castaño claro en unmoñoeleganteenlanucacondospasadoresenformadelibélulasdeplataqueyolehabíaregaladoporsucumpleañoselañoanterior.Esehabíasidoelprimercumpleañosenelqueyolehabíaregaladoalgo.—Gracias, es un vestido realmente bonito—respondió ella estirándose con

cuidadounaarrugainvisibledelafaldadegasa—.Sihaceunañomehubierasdichoqueibaaestarenunafiestaelegantellevandounvestidocomoeste,conperfumefrancésenmismuñecasyviendoelárboldeNavidadmásgrandedelmundomehubierareídodetialacara,peroaquíestamosahora.—Sí,aquíestamos.Algunasvecesmeolvidodelojovenqueeresenrealidad

—dijederepenteysinsabermuybienporqué.—Delojóvenesquesomoslasdos—mecorrigió—.Yotengoveintidósaños

ytúveinticinco.Creoqueesportodoloquehemospasadoenestosaños,hayhermanasquenopasantantocomonosotrasentodasuvida.Hermanas.Unahermanaperdidayunahermanaganada.—Cierto.—Ytambiénesporquesiempreestoyconlasniñassinarreglaryvestidapara

estar por la casa y eso me hace parecer más mayor. —Catalina se rio consuavidad—. A las niñas les va a encantar este árbol, se quedarán hechizadascuandolovean.SonunpocopequeñastodavíaparaentenderlobienydisfrutardelaNavidad,peroseguroquelesfascinaelárbolcontodossusadornosylaslucecitas.Marinasevolverálocaintentandoalcanzarlosadornos,yaloverás.La empresaque contraté para la decoraciónde lamansión también se había

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ocupadodelosadornosnavideñosparaelárbolyparaelvestíbulo:sumisióneratratar de convertirVilla Soledad en una acogedora y tradicional casa señorial,algo que la mansión excéntrica que mi abuela imaginó nunca había sido enrealidad.Alrededor del abetoDouglas habíamedia docena de cajas de cartónabiertas de las cuales los trabajadores, silenciosos y eficientes, sacaban bolasrojasydoradasdecristalpararepartirlascongustoporlasramas.—Noquieroquelasniñasesténporaquíestanoche,sihacefaltalepagaréun

extraaAmaiaparaquesequedeconellasensuhabitaciónyseaseguredequeduermen —dije sin apartar los ojos del ejército de bolas brillantes y deguirnaldasdoradas—.Estafiestanoesunbuensitioparalasniñas,yaveránelárbolmañanacuandolesdemoslosregalos.—Esoeslomismoquetumadresolíadecir:noquieroquelasniñascorreteen

por la fiesta. Recuerdo que Alma y tú odiabais que os mandaran a la camamientras aquí abajo los marqueses y sus invitados estaban de celebración,bebiendo y haciendo ruido hasta casi el amanecer.Yo era demasiado pequeñaentonces,claro,peroigualmentetampocomedejabanasistiraesasfiestasparano tener que explicarles a las visitas quién era yo en realidad.—Catalinamemiró—.Lo odiaba.Odiaba tener que espiar las fiestas y la vida demi propiafamilia detrás de la puerta cerrada del sótano donde estaba la habitación demamá.Noleshagasesoanuestrashijas.Dosdelostrabajadoresarrastraronlaescaleraparaacercarlaalabetoypoder

decorarlasramasmásaltas.Mefijéenquesacabanunagranestrelladoradadelacajaparacolocarenlacopadelárbol.—Noesesoloqueestoyhaciendo.Ytúyanotienesqueespiarlafiestadetrás

delapuerta,ytampocoestásobligadaaquedartearribacuidandodelasniñassinoesesoloquedeseas—respondísinmirarla—.Peronoquieroquelasniñasveanalosinvitadosdeestanoche.—Sonmuypequeñaspara recordarnadade loqueveanaquí,Estrella—me

dijoconsuavidad—.Cuandotodoestotermineylasniñascrezcannuncasabráncómopagábamoslasfacturas.Los trabajadores terminarondecolocar la estrella en lomásaltodel árboly

empezaronarecogerlascajasdelosadornosylasagujasdeabetocaídasenelsueloenunasuertedebailesincronizado.—Losé,peroigualmentenoquieroqueandenporaquí.Estaránmejorarriba,

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ensuhabitación.Medimediavueltaparairalacocina,enrealidadnoteníanadaquehacerallí

peroqueríaescapardelamiradadeCatalinatanlejoscomofueraposible.—Estrella —me llamó ella sin moverse de donde estaba. Me volví para

mirarlaamitaddecaminodelacocina—.Tútambiénestásmuyguapaconesevestido.Asentí y después entré en la cocina con cuidado de no mancharme el

Balenciaga de satén blanco lunar que llevaba puesto. «Blanco lunar», así lohabíanllamadoenelcatálogocuandoencarguéelvestidounosmesesantessinsaberquemelopondríaenunafiestadeNavidadconnazis,empresariosyaltoscargosfalangistas.La cocina de la mansión estaba tomada por un escuadrón de camareros,

limpiadores,cocinerosyrepartidoresqueentrabanysalíanporlapuertatraserade la casa llevando carritos con ingredientes exóticos, cajas de ostras frescas,mallas conkilos de limas y limones dentro para adornar las bebidas e inclusootrohornoparapodergratinaratiempoloscanapésdemanzanayfoie.Elruidode losplatos, loscubiertosdeplataordenándoseen lasbandejas, loscacharrosqueunosfregabanatodavelocidadparapoderutilizarlosotravezolasvocesdeloscocinerosdando instruccionesa susaprendices sobreelpuntoexactode lamantequilla,quedaronsilenciadoscuandoloscochesdelujoseacercaronporlacarreteraalapuertaprincipaldelacasaconsuspotentesmotores.CogíunacopadeClicquotdeunadelasbandejasdebebidasqueyahabíapreparadassobrelamesaysalídelacocinaconmimejorsonrisaenloslabios.«Allá vamos», pensé mientras atravesaba el vestíbulo para recibir a los

invitados.Los primeros en llegar resultaron ser un matrimonio que había conocido

cuandoestuveenMadrid: ella era ladueñadeunade las tiendasde ropamásexclusivasdelacapital,sumaridoahoraestabaretiradoperohabíallegadoaserministro del nuevo gobierno un año antes. A ambos les encantaba cazar ypasaban la mitad del tiempo en su lujosa finca de Toledo, donde exhibían elcuadrodeElGrecoqueLiamhabíaconseguidoparaellosabuenpreciodespuésdequesuspropietariosoriginaleshubieransidofusilados.Lessaludéconunagransonrisaycharlamosduranteunpardeminutossobre

tonterías:elogiaronmiBalenciaga,minuevocortedepelo,loscollaresdeperlas

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salvajesdecincovueltasdelaabuelaSoledadquellevabapuestos—tanpesadosy preciosos que sentía que llevaba un lingote de oro colgando del cuello—.Alabaron la mansión con su exagerada decoración navideña y aún tuvierontiempoparaquejarsedelanieblaquesalíadelbosqueodecómotranscurríalaguerraenEuropaantesdequelosdemásinvitadosempezaranallegar,todosensus coches de lujo y las mujeres con sus vestidos de lentejuelas, encaje yterciopelohechosamano.Elvestíbulo,elcomedorformalytodoelprimerpisodelamansiónprontose

llenaron de gente elegante que charlaba animadamente con sus copas en lamano.Algunoshablabanenespañol,otrosenalemánoitaliano,perotodosmefelicitaron por el enorme árbol de Navidad que dominaba la entrada y por elchampánfrancés.MefijéenqueCatalinaestabadepieconsuvestidoysuAmarettoSourenla

manocercadelabeto.Viéndolaahora,nadiehubieracreídoquehacíasolodosañoshabíatenidoqueforrarselospiesconperiódicosviejosparaevitarqueselecongelaran porque sus únicos zapatos estaban demasiado agujereados y no laprotegíandelfríocuandosalíaporlamañanaatrabajarensuhuertosecreto.Unhombreconuntrajemuyelegantecharlabaencantadoconella.Seguramente,siese hombre que le sonreía ahora la hubiera conocido entonces no se hubieramolestadoenmirarladosveces,peroahoraCatalinaeraunadelossuyos:teníadinero,bonitosvestidosy,además,era lahermanapequeñadelamarquesa,yaera«digna».Alverqueyolamiraba,Catalinamesonriódesdeelotroladodelvestíbuloydespuéssiguióhablandoconeldesconocido.BusquéaLiamconlamirada,peronolevien laentradade lacasanienel

saloncitodetédemamá,dondeyaempezabanareunirseloscaballerosconsuspuros para hablar sin que sus desafortunadas esposas pudieran escuchar susconversaciones.Meabrí paso entre lagenteparabuscarlo en el comedorperotodos querían hablar conmigo sobre mi vestido o sobre mi wolframio y meparaban a cada paso. Algunos invitados incluso me preguntaron por lasantigüedadesdelacasaconlamismacodiciaconlaqueuncoleccionistarepasael catálogo de una subasta antes de que empiece. Notaba cómo estudiabanansiososloscuadrosenlasparedesolalámparadecristalaustriacoquecolgabasobreelvestíbulo.—Aquíestás,porfinteencuentro—ledijeaLiamcuandologrédeshacerme

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delúltimoinvitadoyentréenelcomedorformal—.Parecesaburrido.Liam teníaunbourbon conhielo enunamanoy llevabapuestounelegante

esmoquinnegroconfeccionadoamedida.Supelocobrizoestabapeinadohaciaunladoparadisimularsunaturalezasalvajeysehabíarecortadolabarbaenunintentodetenerelmismoaspectoformalyserioquelosdemásempresariosenesahabitación.—No,nadadeeso,esunafiestagenial.—Liammesonrióypasósumanopor

detrásdemiespalda,sentíelcalordesupielpasandoatravésdelsaténblancolunar.—Estás muy elegante, casi me engañas: pareces un honrado hombre de

negociosasívestido—ledijeacercándomemásaél.—¿Casi?—susurróconvozronca.—Casi.Yoteconozcobienytodavíaveotupeloonduladoytusojosdezorro

debajodelfijador,delesmoquindealtacosturaydelafter-shave.MegustamáselotroLiam.Susdedosacariciaronlapieldemiespaldajustodondeterminabaelsaténde

mivestido.—Sospechoquealgunosde tus invitadosquierencomprarelTurnerquehay

enelsalón—medijoenvozbajaysinperderlasonrisaparadisimular—.Aúncreenquemededicoal arte robadoyunpardecaballerosmehanpreguntadoporelcuadromuyinteresados.—Esfalso.ElTurnerauténticolovendióelmarquéshacemuchosaños,antes

inclusodequeAlmamuriera,asíquesialgunodeestostehaceunabuenaofertaporelcuadro...—Lediunsorboamicopayañadí—:Ynosonmisinvitados,sonlosinvitadosdeVilla.—¿Lehasvistoya?LaposturadeLiamcambióalmencionaralcapitánVilla.—Antes, mientras se llevaban los muebles del comedor, Villa se me ha

acercado para preguntarme dónde iban a estar los invitados.Me ha dicho queteníaunregaloespecialparamíyquequeríadármelodurantelafiesta.—¿Unregalo?—Liamparpadeósorprendido—.Y¿notehadichodequése

trataba?—No, así que lo mismo tenemos suerte y se larga por fin, él y todos sus

hombres—dijecondesgana.

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Suspiré porque sabía bien que era poco probable que el capitánVilla y lossuyossemarcharandeBasondosinhaberdetenidoalosbandoleros.—Nocuentesconello—medijoLiamconsuavidad.Ibaadeciralgo,peroentonceselvestíbulosellenódemurmullos,alprincipio

nome di cuenta de lo que estaba sucediendo, pero las voces de los invitadosfuera empezaron a apagarse hasta que se formó el silencio incómodo quesiempreprecedeaalgoterrible.LosmurmullosdesorpresaydespuéselsilenciotensoseextendieronhastaelcomedordondeestábamosyunmomentodespuésvialcapitánVillaabriéndosepasoentre los invitadosconsuuniformeazuldegala,lasmedallasbrillandoenlasolapa,sugorradeplatoimpecableysusonrisadehielo.—¿Quépasaahífuera?—Liamestiróelcuelloparaintentarverloquesucedía

enelvestíbulo.—No lo sé.Túespera aquí, yovoyaverqué sucedey a saludar aVilla—

mascullédemalagana—.Yamelahejugadobastanteporlodelahuelgaconél,noquieroquepiensequenoestoy«comprometidaconlacausa».Liammesonriómientrasyocaminabahacialapuertadelcomedorformal.—¡Túsoloestáscomprometidaconlacausadeldinero,miqueridamarquesa!

—leescuchédecirdesdedondeestaba.Contuveunasonrisayesquivéaunodeloscamarerosquellevabaotracajade

champánsobreuncarritoconruedasalcomedor.Alcruzarmeconelcamarerome resultó ligeramente familiar, pero me olvidé de él en cuanto llegué alvestíbulo y descubrí lo que había hecho enmudecer a los invitados: ochohombres esposados y encadenados entre sí con la ropa sucia y la cabezaagachadaqueVillahabíadejadoenelcentrodelvestíbulo.Losinvitadoshabíanformadouncorroalrededordelosprisionerosydelostreshombresdeuniformequelesvigilaban.—¿Quéesesto,capitán?—lepreguntéaVillaconbrusquedadcuandollegué

hastaél—.¿Porquéhatraídoprisionerosamifiesta?—Mírelos,¿nolosreconoce,señoramarquesa?—Villasequitólagorradesu

uniformeyselacolocódebajodelbrazo—.Mírelosbien.Loshombresestabandemacradosymuchosteníanheridasogolpesenlacara,

perolosreconocíalmirarlesotravez.—Sonmistrabajadores,¿cómoseatreveadetenerlos?

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—Sonsushuelguistas—mecorrigió—.Yaséqueestosnosontodoslosquehicieroncerrarsumina,peroconellosbastaráparaaleccionaralosdemás.Esteesmiregaloespecialparausted,señoramarquesa.FelizNavidad.Miré a los ocho hombres encadenados dentro del corro de invitados. Por la

expresiónderesignaciónensuscaraslosprisionerosyasabíanloquelesibaapasar.Me fijé en sus ropasmanchadas de sangre seca y en que todos estabandescalzosapesardelfrío.—Debo protestar, capitán. Estos hombres trabajan paramí y quiero que les

dejelibresinmediatamente,permitaquevuelvanasuscasasparacenarconsusfamilias.—Estos hombres la chantajearon usando su propia mina como rehén sin

importarleselperjuicioqueesoibaaserparaustedoparaelpueblo.Yahora,graciasaesechantaje,cobranmásqueelprofesoroelmédicodeBasondo,¿lepareceesojusto,señoramarquesa?Un murmullo indignado creció entre los invitados al escuchar las últimas

palabrasdeVilla.—EsNochebuena,capitán.Alomejorpodemoshablardelasuntodespuésde

lasfiestas.Villasacudiólacabezadespacio.—No,nopuedodejarleslibresaunquequiera.Peroyosabíabienquenoqueríahacerlo.—Medijoustedquesiabandonabanlahuelganohabríarepresalias,mediosu

palabra,capitán—dije,másaltodeloquepretendía.—Me refería a usted, señoramarquesa.Nohabría represalias contra usted a

pesardehabercolaboradoconloshuelguistas.Lagargantasemecerróalescucharle.—Nosédequéhabla,yonohehechosemejantecosa—respondíconlaboca

secaperosindejarqueelpánicosefiltraraenmivoz.—Puesclaroquelosabe:ustedmepidiótiempoparaconvencerlesyrazonar

con ellos en lugar de permitir queme ocupara amimodo del asunto. Eso escolaborar.—Villame sonrió y después añadió—:Pero no se preocupe, quedalibre de castigo por esta vez. Y los invitados de ahí dentro tienen derecho aconocer a los chantajistas que pretendían cortarles su sustento y el de susfamilias,essudeberlegítimopoderencararseconellos.¿Noopinaigual,señora

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marquesa?Todos los ojos del vestíbulo se clavaron enmí, pero por primera vez enmi

vida,nosupequéresponder.—Esopensaba—terminóVillaconunasonrisacortés,despuéssevolviópara

mirar a los soldados que custodiaban a los detenidos—. Vamos, caballeros,démosleslaoportunidadaestoschantajistasdepedirperdónporsusactos.Los soldados empujaron de malas maneras a los hombres que avanzaron

penosamentepor el vestíbulo, entre lamiradade indignaciónde los invitados,para entrar en el comedor formal conel ruidode las cadenasque les seguía atodaspartes.—Estoesridículo—masculléporfin—.CapitánVilla...Di un paso hacia el comedor para terminar con el asunto pero alguien me

detuvosujetándomeporelbrazo.—Señoramarquesa,estáustedimpresionanteestanoche,simepermitedecirlo

—medijounavozmasculina.Nomemolesté enmirarle a la cara porquepensé que sería solo otro de los

invitados, pero cuando vi la manga larga negra del brazo que me sujetabareconocílavozdeTomás.Lemirémientraselsilenciodelosinvitadosllenabaahorael comedor formal alver a loshombres encadenadospaseandoentre lasbandejasdeplatayloscanapésdelangosta.—Gracias—dijeentredientes.Tomás no estaba solo, el padre Dávila estaba con él a pesar de que no

recordaba haber leído su nombre en la lista de invitados que Villa me habíafacilitado.—Sí,esunafiestafabulosa.Merecuerdaalasquesolíaorganizarsupadreel

marquéscuandoaúnvivía.¡Menudodispendiodecomida,alcoholydineroeran!—exclamó Dávila recordando encantado aquellos tiempos—. Ni un maharajágastaba el dinero con la alegría con la que lo hacía el buenmarqués, que engloriaesté.Dávila hizo el símbolo de la cruz al decir la última frase y Tomás le imitó

mientrasyolemirabaensilencio.Losaños, labuenavidayelarribismonolehabían sentado bien a Dávila, que ahora tenía el aspecto de una calabazahinchadaconextrañosbultosdebajodesupielmantecosa.Supelo—omásbienlo poco que le quedaba— se había vuelto canoso y duro, pero él intentaba

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disimularloconunpeinadoquecubríalamitaddesufrente.—Cuántotiempo,padre—dijecontodalafrialdadqueguardabaparaélpor

haberaceptadoenterraraCarmenfueradelafinca—.Noleveíadesdeeldíademiboda.—Esverdad,suboda.Confíoenquehayasidoustedbuenaenestetiempo.—Oh,muybuena—respondícondesdén.Dávilamiró alrededor con losmismos ojillos traicioneros con los que solía

espiar losnegociosdelmarquésdespuésdequepadrese tomaraunwhiskydemás.—Extrañabaestacasa,ya locreo.Duranteunaépoca lleguéasercasicomo

unomásdelafamilia,perohacíamuchotiempoqueningúnZuloagameinvitabaavenir, ¿eh?—mereprochóapesardequeno lehabía invitado tampocoestavez—.¡Ymirequémayorsehahecho!Ahoraestodaunaseñoraelegantecomosolíasersumadre,noveoenustednirastrodeesaniñasalvajeydesobedientequesolíaser.MientrasDávilahablaba,suconsiderablepapadacolgabamoviéndosealritmo

de sus palabras. Recordé la noche en que ahuyentó al comercial de aquellanaviera británicamientras sujetabaunmuslo de pato en cadamanoy la grasatransparenteresbalabaporsubarbilla.—Ymire,Tomástambién,graciasaDiossehaconvertidoenunhombredefe

yahorasolomarchaporelbuencamino.Sehaolvidadodelapolíticaydetodolodemásqueledistraíadesusdeberes.—Dávilameguiñóunojoaldecir«todolodemás».Almaeraese«todolodemás»—.Esmejornometerseenpolíticaydejaresoparalosquesaben,demasiadocomplicadotodo.Sonreíconironía,estabaclaroqueDávilanoteníaniideadelasactividadesde

Tomás.—¿Haprobadoelcaviar,padre?Esruso,exquisito;elmejorcaviarquehayen

elmundo.Pruébeloconunpocodemantequilla—ledijedeseandodeshacermedeél.Losojilloscodiciososdelsacerdoteseiluminaron.—Le hacéis pecar a uno —respondió con una sonrisa pícara antes de

marcharsecaminandohacialabandejaconloscanapés.—Sisigueasíprontoheredarássupuesto,merecuerdaauntubérculomedio

podridoapuntodereventarporelcalor—masculléviendoaDávilaabrirsepaso

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entrelosinvitadosparallegaralacomida—.Unavez,enelrancho,vielcuerpodeunbecerroquesehabíaperdido.Cuando loencontramosel soldelvalle lehabía golpeado durante una semana entera: estaba hinchado y deforme, separecíaunpocoaDávila.—TienequeusarzapatoshechosamedidaqueleenvíandesdeBilbaoporque

tienelospiestanhinchadosyamoratadosporlagotaquelosnormalesyanolecaben.Desde donde estaba observé cómo el párroco se abría paso a empujones

discretosysonrisasparacolocarsejustofrentealamesadelosaperitivos.—Quélástima—respondícondesdénviendoaDávilaservirseunacucharada

decaviarrusosobreunatostadaconabundantemantequilla—.Loshombresquehay en el comedor saben quién soy, seguro que algunome vio la otra nochecuandofuialbosqueparahablarcontigo.Medelataránsiesquelosinfelicesnolohanhechoya.Nadienosescuchabaahora,lamayoríadelosinvitadosseamontonabanenlas

puertas del comedor formal para ver lo que sea que Villa estuviera haciendodentro.—No te preocupes por eso, ya nos hemos encargado de todo—dijo Tomás

muyserioahora—.Ningunodeesospobreshombrestehadelatadoytampocoloharán.—Esonolosabes—siseéapesardequenadiepodíaescucharnosdesdedonde

estábamos—.Les torturarányal finaldiránminombre,yo también loharíasipensaraqueconesopodíasalvarme.DiunpasohaciaelcomedordecididaaterminarconelespectáculoqueDávila

ysushombreshabíanorganizadodentro,peroTomásmesujetóconfuerzaporelbrazo.—Noentresahí.Lemiré y entonces lo vi en su rostro: era esa determinación suicida que ya

habíavistoenélantes.Solouninstantedespuésunresplandornaranjallenóelcomedorformalyescuchéelestruendodeunabombacontenidoporlasparedesdenogalquerecubríanlahabitación.—¡Quéhashecho!—legritéaTomásporencimadelpitidoquellenabamis

oídos—.Pero¡quéhashecho!Elvestíbuloprontoseinundóconelhumoyeloloraproductosquímicosque

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salíadelcomedor.TosíparapoderrespirarymiréalrededorbuscandoaCatalina,pero no la vi por ningún lado. Algunos invitados—los pocos que se habíanquedado en el recibidor de la mansión en vez de pasar al comedor— seacercaronparaverloquehabíasucedidopasandoamiladosinvermesiquiera.La explosión no se había extendido por el resto de la casa pero Tomás y yoestábamosmuycercadelaspuertasdelcomedor,asíquelaondaexpansivamehabíadesgarradopartedemivestidoyhabíaperdidounodemiszapatos.—Yaestáhecho,nohayquepensarmásenello—respondióéllacónico.—¿Cómohaspodido?Esoseranmishombres,¡confiabanenmí!—legritéa

Tomás sin importarme que alguien pudiera escucharme, aunque no podíanporquetodoslosdemásestabandemasiadoocupadosconsupropiohorrorparaprestaratenciónamisgritos—.Loshasmatadosoloparaacabarconél...—Hehecholoquehabíaquehacer,yaunasíesmenosdeloqueesemonstruo

semerecía.Tambaleándome, me apoyé en una de las paredes del vestíbulo e intenté

avanzarentrelosinvitadosqueseamontonabanenlaspuertasdelcomedor.—¿Cómo has podido? —Le miré sin saber exactamente cuándo se había

convertidoTomás en el cazador para dejar de ser la presa—. ¿Todo esto soloparaacabarconVilla?—No solo para acabar con Villa, es lo que ellos querían, Estrella: ya no

querían seguir sufriendo más. —Tomás se acercó a mí y me sostuvo por lacintura para asegurarse de que le prestaba atención—. Lo sientomucho, peroesta era la única oportunidad que teníamos para liberarles y paramatar a esecabróndeunavezportodas.ValíalapenasoloparallevarnosaVillayaunoscuantosdesusamigosnazisalinfierno.—Túlosabías—leescupílaspalabras—.Sabíasloqueibaapasaryaunasí

haspermitidoqueyoestuvieraaquí,yCatalinaylasniñasy...Entoncesmedicuentadequemefaltabaunapersonaenesalista.—Liam—murmuréintentandozafarmedeTomásparaentrarenelcomedor.—Espera,noentresahítodavía,dejaquesedisipeunpocoelhumo—medijo

Tomásmuycercademioídoysinsoltarme.—Déjameir,tengoqueencontrarle...—Piénsalo, Estrella, ahora ya no queda nadie que sepa que estuviste en la

cueva la otra noche —continuó él como si no me hubiera escuchado—. No

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tienes que preocuparte más por que alguno de tus trabajadores te delate parasalvarse.Seacabó,nosesabránunca.Estásasalvo.Los invitados que todavía podían caminar empezaron a salir del comedor

formal tosiendo, llorando o entre gritos de auxilio. Pasaron muy cerca denosotros empujándose entre ellos para poder salir de la casa cuanto antes pormiedoaquehubieraotrabomba.Miréalosrostrosdesencajados,consusropaselegantes manchadas de humo y cubiertas de sangre. Salían en tromba delcomedorperonoviaLiamporningúnlado.—¡Estrella!Alguiengritóminombreporencimadelasdemásvoces.Miréalrededoryvia

Catalinaquebajabadeprisalasescalerasdemármol,despeinadayconelbajodesuvestidorecogidoenlamanoparapodercorrermás.AprovechéqueTomáslamirabatambiénparaescabullirmeyentrarenelcomedor.Tuvequeapartaraunhombrequesangrabaporuncorteenlacabezaymesujetóporloshombrosalvermeymegritóalgoenalemánparapoderpasar.Dentro del comedor el humo eramás denso aunquenovi fuegopor ningún

lado. Las mesas, las sillas, los adornos y todo lo demás que había en lahabitaciónhabíasalidodespedidopor laexplosiónyahora formabaunasuertede círculo siniestro contra las paredes del comedor que estabanmanchadas desangre,merenguefrancésyrestosdemetralla todavíahumeante.AvancécomopudeentrelosrestosenelsueloparallegarallugardondehabíavistoaLiamporúltimavez.Nohabíaluzenlahabitaciónyelhumolollenabatodo,asíquetardéunratoenencontrarle:estabacercadelasventanasquedabanaljardín,tiradoenelsueloconlosojoscerradosylacamisablancadesuesmoquinempapadaensangre.—Liam...Meagachéasu ladopara intentardespertarley lezarandeéunpardeveces.

No abrió los ojos al oír mi voz pero escuché su respiración superficial porencimadelasdemásvocesquepedíanayuda.Leabrílacamisaparabuscarlelasheridasy tratar de contener la hemorragiahasta que llegara el doctor, peronopodía ver bien porque el pecho deLiam estaba cubierto de sangre y no habíaningunaluzenelcomedorexceptoladelalunaqueentrabaporelhuecodelasventanas ahora sin cristales. Intuí una herida que sangraba en su costadoderecho. Su sangre calienteme empapó lasmanos cuando la apreté para que

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dejaradesangrar,sentícomopasabaentremisdedos,viscosayoscura.Liamsequejóperonoabriólosojos.—¡Les han cogido, capitán!A dos de esos bastardos se les ha terminado la

suerte—gritó unhombre al fondodel comedor—.Estaban intentando escaparporelcaminoquehaydetrásdelacasaparaperderseenelbosque,peronuestroshombresleshanvistoyleshanparadoantesdequepudieranllegaralosárboles.Esperansusórdenes.Nome aparté deLiamperomiré en la dirección de la voz: el capitánVilla

estabadepieenelotroextremodelcomedordandoinstruccionesadosdesushombres. No estaba muerto y apenas parecía estar herido. Al entrar en elcomedorhabíavistoamediadocenadesoldadosdestrozadosenelsuelo,peromilagrosamenteélhabíasobrevividoalaexplosión.ElcapitánVillanotóqueleestabamirandodesdeelotroladodelahabitación

yseacercóamícaminandoentreloscadáveresylosrestosdelafiesta.—Señoramarquesa,¿estáustedbien?Asentí,incapazdehablarporelhumoylaslágrimasatascadasenmigarganta.—¿YelseñorSinclair?—preguntómirandoaLiamenelsuelo—.¿Élha...—Estávivo—dijedesopetón—.¿Quéesloquehapasado?Ya lo sabía, claro, pero no quería queVilla sospechara que yo había tenido

algoqueverconlaexplosión.Elcapitánmiróasualrededorcomosiestuvieraestudiandoelcampoantesdeunabatalla.—Según parece, esos bárbaros que se ocultan en el bosque han preferido

sacrificarellosmismosaochode sus trabajadoresantesdequeestospudierandarnos información útil —respondió contrariado—. Ahora ya no sabremosquiénessonsuscabecillasocómoseorganizan.—¿Estántodosmuertos?—Sí,todosmuertos.Estoyconvencidodequeellosteníaninstruccionespara

suicidarsesiloscapturábamos.—¿Noleshandichonada?—preguntéconunligerotemblorenlavoz.Villamesonriódespacio.—Nadaquenosupiéramosya.Villaestabadepieami ladoyahorapodíaverlemejor,suuniformedegala

estabamanchadoconloqueparecíasangreyotrascosasquenoquiseadivinar,habíaperdidolagorraenlaexplosiónyteníauncorteprofundoenlamejillaque

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no dejaba de sangrar sobre su guerrera arruinada, pero, aparte de eso, parecíaestarperfectamente.—Meinformandeque losdetenidossonelpadreyelhermanodeeseniño,

capitán. Igorre, el capatazde lamina,y suhijomayor—escuchéque ledecíaunodesushombressinimportarlesqueyopudieraoírles—.Nosécómoperoselashanarregladoparameteresabombaenlacasasinquenadielesviera.MehabíacruzadoantesconelhijodeMaiteyJulián:erael jovencamarero

queempujabauncarritodentrodelcomedorconunacajadechampánencima.Mehabíaresultadofamiliarperonohabíacaídoenlacuentahastaesemomento.—Había mucha gente entrando y saliendo de la casa, sargento: camareros,

ayudantes,repartidores...esnormalquenoleshayamosvisto—ledijoVilla—.Vayaconlosdemáseinfórmemedecuántoshombreshemosperdidoestanoche.¿Dóndedicequehandetenidoaesosdos?—Enlacarreteracercadelacasa.Intentabanesconderseenelbosque,capitán.—Bien,vayaeinforme.Ahoravoyyo.El sargento le saludóy se alejó caminandodeprisa sin atender a los heridos

quealargaronlosbrazosalverlepasarasulado.—Ustedestábien—ledije,ynosupesieraunapreguntaounreproche.—Ya se lo dije, señora marquesa: yo soy especial. Inmortal. Un hombre

excepcional—respondióconvozáspera.Yviéndoleahídepieentreloscadáveres,envueltoenhumoconsuuniforme

manchadoylasangrecayendoporsumejillaerafácilcreerensuspalabras.—¿Nolepreocupaquesusamigosnazis ledescubran?—preguntésinpensar

en lo que estaba haciendo—. ¿No tienemiedo de que averigüen que es ustedespecial?—Esta es la quinta vez que atentan contra mi vida y míreme. —Villa se

sacudiólaguerreradesuuniforme—.Apenastengouncorteenlamejillayesoqueestabaatresmetrosdeesabomba.Amínomedanmiedolosnazisninadaenestemundo.Lemiré unmomento intentando decidir sime estaba dejando arrastrar a su

locuraosirealmenteVillateníarazón.—Hatenidoustedmuchasuerte,capitán—murmurémaldiciendoesamisma

suerte—.Peroquemuchasuerte.Villa me sonrió desde arriba y dio un paso hacia la puerta del comedor

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dispuestoamarcharseya.—Estonoessuerte,señoramarquesa:eseldestinoquemeaguardaparahacer

cosasincreíbles,poresovivo.Ahora,simedisculpa,deboirainterrogaralosdetenidos.Levi salirdel comedorpasandopordelantedeCatalinaydeTomás,que le

mirósinpodercontenersuespantoalverleconvida.Escuchélaspisadasdesusbotasdecueroresonandoenelvestíbulodelacasamientrasloatravesabaparallegar hasta la puerta. Esa fue la primera vez que me creí de verdad que elcapitánVillaerainmortal.

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Liamnosedespertóhastaeldíasiguiente.EldoctorAcosta,queapenasdabaabasto para atender a los heridos en la explosión, le extrajo algunos restos demetralla del costado y del hombro derecho: tornillos, tuercas y otros objetospequeñosquehabíanservidodemuniciónparalabombacasera.—Nohayinfecciónynosehadesangrado,esoesbueno,sipasadeestanoche

vivirá—había dicho Acosta mientras se limpiaba de las manos la sangre deLiamconunatoalla—.Cuandosedespiertenopermitaquehagaesfuerzosoqueselevantedelacamadurantelasprimerassemanas,debedescansar.Paguéaldoctorporsuvisitayledimásdineroparaquetambiénvisitaraensu

casadeBasondoadoscamarerosquehabíansalidoheridosenlaexplosión,perocuyasfamiliasnopodíanpermitirsepagaralmédico.LoshombresdeVillaterminarondelimpiarlosrestosdelcomedorformalal

díasiguiente:barrieronelsuelocubiertodesangre,pedazosdeporcelanachinade la vajilla de mamá, astillas que habían saltado de las paredes forradas denogal,pedazosdecarnetanennegrecidaquehacíaimposiblesabersipertenecíaaalgunodelosfallecidosoalasadodefaisán,unpuñadodelentejuelasporaquíy cuatro zapatos de fiesta sin pareja. No se esforzaron mucho en su tarea,simplementelobarrierontodoutilizandotresescobonesdemaderaylometieronenunadocenadebolsaspara,segúnmeexplicóelsargentoRaúlGolzalvézconeltonodesuperioridadqueusabasiemprequeVillanoestabacerca:«Estudiarlaspruebasconmáscalmaenelcuartelillo.»Eramentira,claro,yasabíanquiéneshabíanmetidolabombaenlamansióny

porquélohabíanhecho:Julián,elcapatazdemiminaysuhijomayor.Detrásdelabombacaseraque reventóel comedor formalnohabíaun sofisticadomóvil

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político.Juliánysuhijoadolescentenopretendíanderrotaralnuevogobierno,frenar la venta de wolframio a los nazis o causarle un daño irreparable a lasrelaciones comerciales entre España y Alemania, nada de eso: era venganza,simpleypuravenganza.Villamatóasuhijopequeño,loaplastóconelcochedelmarquéscomosiel

niñofueraunconejodespistadoquesalecorriendodelbosque.TansoloungirodelgranvolantedelT49hubierabastadoparaevitarlamuertedelniño,lahuelgaen la mina, la explosión en la fiesta de Navidad y las muertes que todavíaquedabanporvenir,perohabíapasadocasiunmesdesdelamañanadelatropelloynohabíanirastrodeculpaoremordimientoenelcapitán.LoshombresdeVillatambiénbarrieronlospedazosdecristalesquesalieron

volando con la explosión: ventanas, lámparas, botellas, el gran espejo quedecorabaunadelasparedesdelcomedorformal...aunquedioigualporquedosdíasdespuésdel atentado el suelo aún crujíabajomispies cuandoentré en lahabitación.Elolorahumoyacarnecarbonizadaseguíaatrapadoenelcomedorcasicomo

silospanelesdenogalqueaúnresistíanensusitiohubieranabsorbidoeloloramuerte. La larga hilera de ventanales en la pared que daban al jardín traserohabía desaparecido, los cristales cubrían grandes zonas de la hierba y algunasesquirlasdecristalhabíanllegadocasihastaelmuretedepiedraquerodeabalafincaempujadosporlaondaexpansiva.Catalinayyocubrimoselvacíoquehabíandejadolasventanasarrancadasde

laparedconunagranlonanegraparaevitarqueelfríodediciembre,lalluviayotrascosasentraranenlacasa.Yahabíamoshechoalgoparecidounañoantes,cuandono teníamosdineropara arreglar lasventanas rotasde laplantabajaycubrimos la falta de cristales con cortinas viejas atadas con cuerdas paramantener fuera a las ratas y a las hierbas altas del jardín descuidado queintentaban por todos losmedios entrar en la casa para reclamarVilla Soledadcomopartedelbosque.Emilio,elhijodelantiguojardinerodelacasaquehabíaheredadoelnombredesupadre,eltrabajoypocomás,ysuprimonosayudaronacolocar la lona sobre lasventanas rotas.Ningunode losdosmuchachosnosdijounasolapalabraninosmiróalacaramientrasasegurábamoslalonasobrela fachadaestede lacasaconclavosygrapas:nos teníanmiedo,opuedequesolofueraasco,perodecualquiermaneraEmilioysuprimosentíanpornosotras

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doslomismoqueCatalinayyohabíamossentidodurantetodanuestravidaporelmarqués.Yahabíaanochecidoy fuerahacíaviento,peronoel tipodevientocortante

que subía desde elmar por el acantilado y agitaba las hierbas altas del jardínarrastrando su perfume hasta las habitaciones interiores de la casa, no, estevientoveníadirectamentedelcorazóndelbosqueysacudíalalonatratandodearrancarla de la pared igual que una mano invisible y furiosa. Podía saberloporquedevezencuandounaráfagaconseguíaentrarenelcomedorporalgunode loshuecosquenohabíamos logradocubriry senotabaelolorhúmedodelbosquellenandolahabitaciónybajandopormigarganta.—Aquíestás,porfinteencuentro.Tehebuscadoportodalacasa—medijo

Catalina desde la puerta del comedor—. Liam se ha despertado otra vez ypreguntaporti.Estámejorydicequetienehambre,hastasehasentadoélsoloenlacama.—Bien, ahora le prepararé algo de cena y subo a verle—mascullé sin

volvermeparamirarla.EscuchélospasossuavesdeCatalinaavanzandosobreloscristalesrotoshasta

llegardondeyoestaba.—No hace falta. Hay sobras de la fiesta suficientes como para que nos

alimentemosloscincodurantedossemanas.¿Quéhacesaquísolayaoscuras?—Pensabaencómosehaestropeadotodo—respondísinapartarlosojosdela

lonanegraqueabofeteabalapared—.Noséquévamosahacerahora.—Bueno,estaríabienquepudierasfabricarcristaligualquepuedeshacercon

otrascosas,¿puedes?Sonreíapesardeltono.—No.—Lástima,esetruconosvendríamuybienahora.—Mañana vendrán los cristaleros para arreglar este desastre—dije con voz

áspera—.Estanochemequedaréaquíhaciendoguardiaconunadelasescopetasdel marqués por si acaso algo o alguien intenta entrar por ahí. —Señalé lasventanasrotascon lacabeza—.Muchagentenosodiaynosculpapor todo loquehapasado.Noati,peroamísí.—Y¿desdecuándoteimportaloquelosdemáspiensendeti?—Catalinase

rio con suavidad—. Tú solo has hecho lo que creías que debías hacer para

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manteneratufamiliayatupueblo,igualqueJuliáncreíaquehacíalocorrectofabricandoesabomba.Yaséquehamatadoatodasesaspersonasyquetambiénpodíahabernosmatadoanosotrasoalasniñas...perocreoqueentiendoporquélo ha hecho. Si el capitán Villa no hubiera venido a Basondo, nada de estohubierapasado.—Yo le traje aquí, no a propósito, pero él vino aquí por mí —dije sin

atrevermeamirarla.—Vinoporelwolframio.—No,vinoapormí.—Suspiréymevolvíporfin—.Villapiensaqueesuna

especiedehombreinvencible,creequeesinmortalporquehasobrevividoaunoscuantosatentadoscontrasuvidayahorasospechademí.Sabealgoocreequesabealgosobreloqueyopuedohacer,poresovinoaBasondo.Catalinaarrugóloslabiospreocupadahastaqueformaronunasolalínea.—¿Qué crees que sabe en realidad? ¿Crees que sabe que tú hiciste el

wolframioytodolodemás?—Escuchéuntemblorensuvoz.—Nocreo,siVillasupieraquepuedocrearwolframio,aguaopetróleoyame

habríametidoenunacajaparaenviarmeaalgunodeesoslaboratoriossecretosdondesusamigoshacenexperimentosconlosprisioneros.No,nocreoquesepanadaseguro,solomeestátanteando.Estamosasalvodemomento.Estamos.Porque sabíabienqueCatalina teníaelmismodoncon lasplantas

quelaabuelaSoledad:podíahacercrecerlasrosasmáspreciosasyrojasdeunpuñadodetierramuertaosacarsuficienteszanahoriasdeesamismatierracomoparaalimentarasufamiliadurantesemanas.TalvezCatalinanopudieracrearwolframioomoverunaplantaenredaderagiganteasuantojoparaatacarcomohabíahechoyo,perodefinitivamenteeraunadelasbrujasZuloaga.—¿CreesqueTomástedelataría?—mepreguntósinmás.—Antes estaba segura de que él nunca haría algo así, ahora ya no sé qué

pensar. Tomás sabía lo de la bomba y ni siquiera me advirtió —admití—.LlegadoelcasoesposiblequeTomáslecontaralomíoaVilla,sí.Catalinaresopló.—Loshombresysusbuenascausas,daigualenloquecrean:todossonmuy

idealistashastaquesonellos losquedebensacrificarse,entoncesescuandoseacuerdan de una —dijo—. Les da mucha pena, claro, pero entre tú y ellossiemprevanaelegirsalvarseellos.

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Sonreíconpesarylamiré.—Merecuerdasatumadrecuandohablasasí.Laechodemenos.—Yotambién.La última vez que fui a Basondo visité la tumba deCarmen en el pequeño

cementerio.Lamataderosasquehicecrecerlaprimeravezquelavisitéseguíaa lospiesde su tumba: rosas rojas tangrandes como lospuñosdeunhombreadultoquenosemarchitabanapesardelfríooelhielo.—Ella es el ejemplo perfecto ¿no? Mi madre pasó toda la vida siendo la

queridadelmarqués,teniendosolosusmigajasquisieraellaono,inclusoparióasuhijaenestacasa,perocuandollegóelmomentodeenterrarlacomoaunomásdelafamiliaelmarquéshizoquelametieranenotrositiosoloparanotenerquereconocerlaverdad.Yquétevoyacontardemimarido...—CatalinasesacudiódentrodesuvestidoalrecordaraPedro—.NocreoqueTomáslecuenteanadiequeestuvisteenelbosquelaotranocheyquesabíasdóndeestabanescondidoslosbandolerosdesdeelprincipio,nomientrassupellejooeldealguienaquienélconsideremásimportantequetúnoestéenpeligro.—Yotampocolocreo,perootroshombresmevieronallíesanoche,Juliány

suhijotambiénseescondíanenlacueva.—Julián y su hijo mayor están muertos. Los mataron ayer después de

interrogarles—dijoCatalinaconlavozapagada—.Nosoltabanprenda,asíqueles dieron un «paseíllo» hasta la carretera para refrescarles la memoria y lasganas de hablar. Los llevaron hasta el mismo lugar donde Villa atropelló alpequeñoyahílesdieroneltirodegraciaantesdeenterrarlosenelmargendelacarretera.—¿Cómo te has enterado? —le pregunté. Catalina tardó un momento en

responder:—He ido al pueblo estamañana, a comprar lasmedicinasparaLiamypara

Marina. Nadie quería contarme nada de lo que había pasado, ni siquiera memirabanalacaracuandointentabahablarconellos,peroalfinalAne, ladelabotica,melohacontadotodo.Mirélalonaquegolpeabalafachadadelacasayrespirésintiéndomealiviada

yculpableapartesiguales.—Deja que coja unas mantas y haré guardia contigo esta noche —añadió

Catalina—. No quiero que los tejones o alguna otra cosa se cuele por las

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ventanas, bastantes alimañas de las que ocuparnos tenemos por aquí ya sinnecesidaddequenosentrenmásdesdeelbosque.—No hace falta que te quedes, puedes irte a la cama—dije—.Además, las

niñas...—Lasniñasduermencomodosbenditasarriba.Losúltimosdíasestabanmás

inquietas,comosisupieranloquehabíapasado,perohoyhancaídorendidas,nomeecharándemenos.Mequedarécontigo,nosbeberemosjuntaselwhiskymáscarodelacoleccióndepadrequetodavíanosquedeenlacasaycenaremoslosrestos de langosta con mantequilla dela fiesta —respondió—. Despuéspensaremoscómodemoniosvamosasalirdeesta.Sonreí en la oscuridad del comedor porque Catalina casi nunca decía

palabrotas.—Bien—acepté—.Túveycogelasmantasyelwhisky,yovoyaveraLiam

yacalentaralgoparaquecenemos.—Y enciende la chimenea, ¿quieres? Lamentarte a oscuras no solucionará

nada,además,despuésdeloquehapasado,noquieroestarenestahabitaciónsinohayluz.—¿Yquépasasilaluzdelfuegoatraeaalgodelbosque?—pregunté—.Fuera

estáhelando.—Puessialgoentraaquíatraídopor la luzdel fuegoledisparamosysantas

pascuas—medijoCatalina que ya se alejaba hacia la puerta. Se detuvo justoantesdellegarymemiró—.HandetenidoaMaite,ladelamercería.Creenqueellasabíaloquesumaridoysuhijoplaneabanhacerdurantelafiestayquelosencubrió.RecordéaMaitesaliendodelacuevadelasestrellasayudadapordoshombres

unascuantasnochesantes.Mehabíamiradoalpasarantesdevolveralbosque.Maitesabíabienquiénerayo,mereconociócomoaunadelasresponsablesdelamuertedesuhijoyahoraestabadetenida.—¿Va todo bien? —preguntó Catalina igual que si pudiera escuchar mi

corazónlatiendodeprisaporelpánico.—Sí,todovabien—mentí—.Tútraeesewhisky.

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Ellobonegro

ELLOBONEGRO

Llamaron a la puerta al día siguiente: dos hombres con el uniforme de laFalangepreguntandopor lamarquesadeZuloaga.Amaia lesdejó entrar en lacasaperonolespermitiópasardelvestíbulo.Cuandosubióabuscarmeyvilaexpresiónensucarasupequealgoibaterriblementemal.—Preguntanporusted,señoramarquesa—meinformóconeltonodequiense

sabeportadorademalasnoticias—.Lesdiríaquenoestáenlacasaperodicenque tienen órdenes de llevarla al pueblo. El capitán Villa quiere verla en elcuartelillo.Liamdormíaenlacamadelcuartodeinvitadosdelprimerpiso,esamañana

porfinsehabíavistoconánimoparalevantarseydarunpaseoporlacasa.—Dilesqueahorabajo,porfavor.—MiréaLiamunmomentomásantesde

volverme hacia la puerta—. Y si no he vuelto para la hora de cenar dile aCatalinaquerecuerdeloqueledijelaúltimavezquefuialbosque,ellasabráaloquemerefiero.Amaia asintió despacio, sus rasgos juveniles parecieron los de una mujer

mucho más mayor un instante antes de desaparecer para bajar corriendo lasescalerasdemármol.NoibaadespertaraLiamparadecirle«adiós»ytampocobajaríaalcuartitodelosjuegosparadespedirmedeCatalinaodelasniñas.Mearregléelpelomirándomeenelespejodeltocadorymeajustémejormivestidodecolorgranate.Bajé la escalinata sin ninguna prisa; abajo, esperando impacientes en el

vestíbulovialosdoshombresdeuniformequehabíanvenidoabuscarme.

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—Señores, ¿en qué puedo ayudarles?—les preguntémientrasAmaia fingíaquenoprestabaatenciónalaescena.—ElcapitánVillanoshaordenadollevarlaalpueblo,señoramarquesa.Está

enelcuartelyquierehablarconusteddeunosasuntos,asíquevámonos.Eloficialtendríamásomenosmiedadyajuzgarporeldesprecioconelque

hablóestabaclaroquenometeníamiedoyqueyonolecaíabien.—¿Sabe de qué se trata? —pregunté, aunque estaba segura de que tenía

relaciónconMaite.Probablemente ella había terminado hablando: les habría contado que yo

estabaenelbosqueesanocheyqueconocíala identidadde,almenos,unodelosbandolerosquellevabanmesesatacandoalaGuardiaCivil.ImaginéaMaiteen una sucia celda del cuartelillo con la cara hinchada por los golpes ydeformada,lasangresecaensuropaarrancadayelpelodespeinadodespuésdeque la hubieran interrogado durante toda la noche.No la culpaba: yo tambiénhubieradelatadoalaresponsabledelamuertedemihijosipensaraqueconellopodíaacortarlaagoníahastamipróximamuerte.—Yosolohagoloquedicen,señora,asíquelomejoresquenosacompañey

se lopregunteustedmismaalcapitánVilla—respondió,visiblementemolestoportenerqueresponderamispreguntas—.Elcocheestáfuera.Les seguí atravesandoelvestíbulo sindetenermey sindecirnadamás,pero

antesdecerrartrasdemílapuertadelacasamevolvíparamiraralinteriordeVillaSoledadunaúltimavez.Almaestabadepieenlaentrada,justodebajodela gran araña de cristal austriaco que colgaba en el centro del vestíbulo, y sedespidiódemíconlamano.Nomeesposaronduranteeltrayectohastaelpueblo,peroaunasí,cuandobajé

de la partede atrásdel cochequeusaronpara llevarmehastaBasondo, dondehabíaidodandotumbostodoelviaje,todoslosvecinosquehabíaenlaplazasemequedaronmirando.—Mira, han detenido a la marquesa. Lo mismo le dan el paseíllo a ella

también,selomereceporhacerseamiguitadelosnazis—susurrabanalgunos—.No,estacomomuchopasaunatemporadaenlacárcelylisto.Losquesoncomoellasiempresalenbienparadosalfinal.Nobajélacabezaavergonzadaniesquivélasmiradascuriosasdelosvecinos

queme vieron seguir a los dos soldados hasta el edificio del cuartel. Nome

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habíaavergonzadonuncaporloquehacía,ysiesoseranmisúltimosmomentos,desdeluegonoibaaempezarahacerloahora,asíquedejéqueloshabitantesdeBasondo disfrutaran de mi humillación pública pero sin darles el gusto demostrarvergüenzaomiedo.El pequeño cuartel de la Guardia Civil que había calle arriba se había

convertidoenelcentrodemandodelcapitánVilladesdequeélysushombresllegaronaBasondo.DentrodelcuartelnohabíaespaciosuficienteparaalojaralossoldadosdeVilla,nisiquieraalamitaddeellos,peroaunasíélhabíadadoorden de que se quedaran en el pequeño edificio de dos plantas hasta nuevoaviso.YonohabíapasadoporesacalledesdequeregreséaBasondo,laevitabadandounpequeño rodeosi teníaquepasarcercaal igualquehacían todos losvecinos.Peronoera soloelmiedoa terminarencerradodentrodeeseedificioalgúnmalditodíaloquehacíaquelagenteevitarapasarpordelantedelcuartel:algunasvecesseescuchabandisparosqueproveníandelpatio trasero,disparosquecortabanelsilenciodelvalleyrecorríancadacalleycadacasadeBasondoporquetodoelmundosabíaqueenelpatiotraserodelcuarteleradondeestabalapareddeladrilloscontralaquefusilabanalosdetenidos.—Señoramarquesa,graciasporvenirtanpronto—mesaludóVillacomosiyo

hubiera tenido opción de negarme a ir hasta allí—. ¿Qué tal las cosas por lamansión?¿Extrañanmipresencia?Villaestabasentadotrasunescritorioenunapequeñaoficinasinventanas.Su

gorra—que recuperódespuésde la explosiónyquehabíamandado limpiar—estaba sobre lamesamientras él terminabade firmarunosdocumentoscon suplumaestilográfica,unaWatermandeplatamacizacondospequeñosdiamantesincrustados,tancaracomolareparacióndetodaslasventanasdeVillaSoledad.—Sí—respondíconfrialdad.Eramentira,porsupuesto.DespuésdelabombaenlafiestadeNavidad,Villa

sehabíainstaladoenelcuarteljuntoconsushombresporseguridad.Catalinayyoestábamosencantadasdenotenerledeambulandoporlamansiónasuantojo.Villamesonriócomoquienconocetusecretomásprofundo.—Señoramarquesa,veoqueestáustedmolestaporalgo.Confíoenquenosea

pormiculpa.ElcapitánVillaeradeesoshombresquefingíaserespartanoensusgustosy

ensumododevida:

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—Unhombrerectodelosqueyanoquedan,nomeimportadormirenelsuelosihacefalta—mehabíadichoenunaocasión.Pero con el paso de losmeses yome había dado cuenta de que en realidad

Villaadorabarodearsedelosmismoslujosycaprichosquetodonuevorico:lacoleccióndecochesdeportivosimportadosqueguardabaenelgarajedesucasadeMadridcomountesoro,elrelojBulovadeoroquellevabaensumuñecaqueasomabadevezencuandobajolamangadesuuniforme,laplumadeplataconlaquefirmabaloqueahorameparecíanórdenesdedetención...AlcapitánVillale gustaba creer que era un hombre intachable, digno de esos poderessobrenaturalesqueélcreíatener,peroenrealidadnoeramásqueotronuevoricocodicioso.—¿Porquémehahechovenir?—preguntémuyseria—.Nomegustaqueme

hagan salir de mi propia casa sin darme siquiera una explicación. Hacemosnegociosjuntos,creoquemerezcoesoalmenos.Villa firmó la última orden de detención que tenía sobre la mesa, cerró la

plumaconcalmayladejósobrelamontañadepapelesqueteníadelante.—Desdeluegoquemereceustedunaconsideraciónespecial—dijomirandola

plumaunmomentomásantesdelevantarsusojosparamirarme—.Yconfíoenquemishombreshayansidotanamablescomolaocasiónmerecía.Nohabía nadiemás en el despacho aparte de nosotros dos, tampoco es que

hubiera mucho espacio en la diminuta oficina con el escritorio enfrente y lacolumnadearchivadoresalotrolado,aunasí,meparecióquetodoelairedelahabitaciónseconsumíacuandoVillaselevantóarrastrandoruidosamentesusillasobre el suelo. Di un respingo al escuchar el chillido de las patas demaderasobrelasbaldosas.—Sí,muyamables—murmuré.—Elcasoesqueayerporlatardedetuvimosalaesposadesucapataz,Maite

—empezó a decir Villa rodeando el escritorio para llegar hasta mí—.Sospechamosqueellaconocíalosplanesdesumaridoydesuhijoparaatentarensufiestayquecolaboróconellos.Tragué saliva, Villa estaba ahora tan cerca que podía sentir el olor a ropa

limpiaquesalíadeél.—No lo sabía—mentí—.He pasado estos últimos días ocupándome de las

obrasenlamansiónydelestadodelseñorSinclair.

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—Esunhombrefuerte,estoysegurodequeterminaráporreponersedeltodo.Cuandoleveahágameelfavordedarlerecuerdosdemiparte.Respiréaliviada,nomehabíanmandadoirparadetenerme.—Desdeluego.—¿Qué sucede, señora marquesa? Parece preocupada.—Villa entrecerró los

ojosuninstanteparaestudiarme—.Nomediráustedquepensabaqueíbamosaarrestarla,¿porquéharíayotalcosa?Ustednohahechonadamalo,esunadelosnuestros.—Y¿porquéestoyaquíentonces?—quisesaber.Antes de responder Villa cogió su gorra del escritorio y se la colocó con

cuidadodenodespeinarsesupelocastañopeinadohaciaatrás,despuésabriólapuertadelpequeñodespachoymehizoungestoconlamanoparaindicarmequesalierayoprimero.—Maite, la mujer de su capataz, no nos ha dicho nada—empezó a decir

mientrascaminábamosporunpasilloangosto—.Ellaaseguraquedesconocíaloque tramaba su marido y que no sospechó nada cuando él y su hijo mayorsalierondecasaenNochebuena.Llegamosaunasescalerillasquebajabanhastaunapuertacerrada,Villanolo

dijoperoestuveseguradequeesaera lapuertaque llevabahastaelcalabozo,porqueenesapartedeledificioolíaaorines,avómitoyasangrecoagulada.—Talvezellanoestuvieraaltantodeloqueplaneaban—sugerísinmuchas

esperanzasdeconvencerle—.PuedequeelmaridoyelhijonolecontarannadaaMaiteparaprotegerla.—¿Protegerla?¿Ydequéquerríanprotegerla?—Villasedetuvoamitaddel

pasillo ymemirómuy serio—.Nosotros somos los buenos, señoramarquesa,los elegidos: somos la ley y el orden. ¿Por qué iba alguien a tenermiedo denosotrossinoesporqueestánplaneandohaceralgoterrible?Pensédeprisaintentandonoseryolaqueterminaradetrásdelapuertacerrada

queteníafrenteamí.—Quería decir, que tal vez no le contaron nada a Maite para que ella no

pudieracontárseloausted.Losmaridospocasveceslescuentansusplanesasusmujeres—añadí.Villaasintiódespacioymeparecióquemehabíacreídoporquemetiólamano

enelbolsillodelpantalóndesuuniformeparasacarunmanojodellaves.

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—Sí,yalohabíapensado,peroelcasoesquenopodemosestarsegurosdesila mujer sabe algo más: no me gustaría descubrir demasiado tarde que hanrobadomásdinamitadesuminaparafabricarotrabombaoqueaotrosdesustrabajadoreslesdieraporhacerlomismo—dijomientrasmetíaunallaveenlacerradura—.Solonospodíafaltarteneramásexaltadosyperdedorescaminandopornuestrascallesarmadoscondinamitacomosinada.NosemeescapóqueVillahabíadicho«nuestrascalles»comosicreyeraque

Basondoeradesupropiedad.—¿La dinamita que usaron en la bomba la consiguieron en la mina? —

pregunté.—Así es, de la que usan para las voladuras. La robaron aprovechando un

descuidodelchicoquevigilaelalmacén—respondióél—.NovamosafusilaraMaite hasta que no podamos estar seguros de que nadie más en este puebloescondedinamitaynosguardarencor,¿comprende?IbanafusilaraMaite.Recordéaesaadolescentepocosimpáticaylarguirucha

que atendía la mercería cuando su madre estaba ocupada cosiendo en latrastienda.NosviaAlmayamídeniñas,cadaunadeunamanodeCarmen,esperando lacola interminabledeseñorasen ladiminuta tiendahastaque,porfin,eranuestroturnodecomprarencajesybotonesalpeso.Porunmomento,elolor a lamadera oscura delmostrador sobado de la pequeñamercería y a lasmuestras de telas apiladas en la trastienda se volviómás fuerte que el olor amuertequellenabaesesiniestropasillo.—Entiendo—mascullé.—No podemos pasar página y mirar hacia el futuro mientras aún haya

individuosporahíquequierenhacernosvolarenpedazos—dijoVilla—.Maiteha pedido hablar con usted.No quiere ver al cura para confesarse, a ningunaamigaoanadiedelamina,soloausted.Poresolahemandadovenirtanrápido.—¿Quierevermeamí?—Parpadeésorprendida—.¿Porqué?—Nolosé—admitióVilla—.Hableconella,averigüecuántosabeenrealidad

sobreelatentadoosiconoceaotrosquehayanrobadoexplosivosdelamina.Lomásseguroesqueellaquierapedirleperdónporloquesumaridoorganizóensufiesta,asíquedígalequeleperdonaycuéntemedespuésloquelehayadicho.Apesardetodo,Maitenoleshabíacontadonadasobremíosobremivisitaal

bosqueparahablarconTomás.PenséenesomientrasVillacerrabadegolpela

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puertadelcalabozodetrásdemí.—¿Maite?—lallamécuandoelecodelapuertacerrándosesedesvaneció—.

SoyEstrella.En la celda había solo el esqueleto de un camastro de hierro sinmuelles ni

colchónyuncuboenunaesquina.Laúnicaluzenlapequeñaestanciaprocedíadeunventanuco rectangularquehabía justodebajodel techo,demodoque loúnicoque se veía desde la celda era el cielo.Unas rejas de hierro cerraban elpaso aunque la ventana estaba imposiblemente fuera del alcance de cualquierprisioneroquemidieramenosdetresmetros.Laluzlechosadelatardeentrabapor la ventana,me pareció bastante retorcido ponerle una ventana para ver elcieloaalguienquesabequejamásvolveráapisarelmundodelosvivos.Maite estaba sentadaenelotroextremode la celda, con la espaldaapoyada

contralaparedylacaraescondidaentrelasmanos.—Bien,nosabíasiesosladejaríanveniralfinal—dijosinlevantarlacabeza

—.Acérqueseunpocomásparahablarporsiacasonosestánescuchandodetrásdelapuerta,noquieroqueoiganloquetengoquedecirle.ObedecíycaminéhastaMaite,ellaporfinlevantólacabezaparamirarme.—¿Quétehanhecho?—pregunté.Maiteteníaunojomorado,lapieljustodebajodelgolpeestabaempezandoa

adquiriruncolorvioletaoscuroyamarilloenlosbordes.Habíauncorteabiertoen su ceja, en elmismoojo, ya no sangraba, pero los restos de sangre seca yoscuratodavíaestabanpegadosalalíneadesupeloyasuoreja.Ensucuello,justodondeempezabala teladesublusa,meparecióver lashuellasquedejanunosdedosdespuésdeapretarlapielelsuficientetiempocomoparaestrangularaunapersona.—Nohacefaltaquefinjaamabilidadconmigo,nolahehechovenirparaque

las dos lloremos juntas por las desgracias ni para que tenga la oportunidadderedimirse—medijoconvozreseca—.Pocomeimportanesosasuntosamí,nome queda mucho tiempo en este mundo y no lo voy a malgastar intentandohacerlasentirculpablecuandosébienqueledaigualloquemepase.—¿Quéquieresdemí?Maitetomóaire,parecíacansada,peronoeralamujerasustadaconvertidaen

unovilloporlosgolpesyelmiedoacurrucadaenunrincónquepenséquemeencontraría.Estabaserena,lúcida.

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—Novoy a delatarla, pierda cuidado—empezó a decir—.No es porque semerezca mi perdón, es porque me van a matar igual y, aunque me dueleadmitirlo,necesitoalgodeusted.—¿Quées?Maitememiróconsuojohinchadoantesderesponder,meparecióintuiruna

lágrimaentrelacarnetumefactaquerodeabaelojo.—Mi hija, la hermana melliza de Ángel —dijo por fin—. Ahora está

escondida en casa de una vecina por si acaso a estos les da por detenerlatambién, pero ella no puede quedársela: sonmuchos ya y no puede alimentarmásbocas,ynadiemásenestebenditopuebloacogeráamipequeñacuandoyomueraporquetodasufamiliaestámarcadaparasiempre.Sisolohubierasidolodelabombaigualalgúnvalienteseatrevíaahacersecargodeella,perodespuésdequemehayandetenidoamíyanohaynadaquehacer.—¿Quieresquemehagacargodetuhija?—Sí—admitióMaiteporencimadesuorgulloydelosgolpes—.Acójalaen

sucasa,tienedinerosuficienteparamantenerlamientrascrece:enséñelaaserviropóngalaacortarpatatasenlacocinacuandoseamásmayor,medaigual.Hagaloqueseaperonopermitaquemihijasemueradehambreydefríoenlacalle,nodejequeselacomanvivaesosperrosdeuniforme.Maiteescupióalsuelodelaceldacuandoacabódedecirlaúltimafrase.—Prométamequecuidarádeminiñayyonolesdiréqueustedsabíadóndese

escondían losbandolerosni que se entiende conunode ellos—añadió—.Mellevarésusecretoconmigo.—Y¿quépasaconlosdemás?Aunquetúnodigasnadademí,otroshombres

mevieronenelbosqueesanoche.—Nohablarán, ya casi han terminado con todos ellos—respondióMaite sin

emoción—.Solofaltasuamigoelcura,peronadiesabedóndeestá.Dicenporahíquehasalidocorriendodelpuebloparasalvarelpellejo.NohabíavistoaTomásdesdelaexplosiónenNochebuena.CuandovioaVilla

salircaminandodelcomedorformalsinapenasunrasguñoTomásmascullóqueibaabuscaralmédicoysemarchóperdiéndoseentre losdemás invitadosquesalíandeVillaSoledad.—¿Lohará?—Maitemeagarrólamanocontodaslasfuerzasquelequedaban

ymemiró—.¿Seharácargodemihija?

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Bajélamiradahaciasumanoalrededordelamía,notéquelefaltabanunpardeuñasyque lasyemasdesusdedosestabanensangrentadascomosihubieraestado arañando algo. Le apreté la mano con suavidad en el mismo gesto depromesasilenciosaquelehiceaCatalinalanochequetiramoselcocheconsumaridomuerto alCantábrico. IgualqueconCatalina, ahora lasdos estábamosunidasporunsecretoquenosllevaríamosalatumba.—Pierdecuidadoportuhijayvetetranquila:cuidarédelaniñacomosifuera

mía—prometí convoz frágil—.Laniña iráa losmejorescolegios, tendrá losvestidosmásbonitosqueeldineropuedacomprarydoshermanaspequeñasquelaquerránylaimitaránentodoloquehaga.Maiteserioentrelágrimas.—Sí,asísontodosloshermanospequeños—dijo—.Gracias.Acambioyome

llevosusecretoconmigoalcielo.Mesoltólamanoporfinyyolasoltéaella,peromedejórestosdesusangre

enlapalma.Lamiréintentandopensaralgoquedecirlequepudieraconsolarla,abrílabocaperoellasemeadelantó:—Nohacefaltaquediganada,asíestábien.Asentíensilencioydiunpardepasoshacialapuertacerradadelacelda.Di

dos golpes en la puerta para que Villa me abriera, quería salir de esa cárcelcuanto antes pero de repente caí en la cuenta de que había olvidado algoimportanteymevolvíhaciaMaite:—Tuhija,¿cómosellama?Escuchélacerraduraabriéndosealotroladodelapuerta,elsonidodelallave

y la voz deVilla dando órdenes a sus hombres, peroMaite sonrió despacio yrespondió:—Victoria.

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MedespedídeVillaenelpasillodelcalabozoqueolíaavómitoyasangre.Aunque después no recordaría mis propias palabras, le conté al capitán queMaitesoloqueríahacermesaberquemeguardaríarencorenelotromundoporhaberempujadoasufamiliaaladesgracia.Salídelcuartelcaminandosinsentirmis propios pies. Bajé casi flotando la cuesta empedrada que llevaba hasta laplaza del pueblo, pero no había llegado al corazón de Basondo aún cuandoescuché los disparos que salían del patio trasero del cuartel: una ráfaga dedisparos rápidos, más de veinte, impactó contra la ya agujereada pared deladrillodelpatioarrancándoleunsilbidoinsoportablealatarde.Medetuvejustodondeestaba,asustadaporelruidoamiespalda.Elecodelosdisparossealejórepitiéndoseportodoelvalle,toméaireydiunpasodecididaaalejarmedeallíparanovolver jamáscuandoescuchéunúltimoysolitariodisparocortandoelaire:eltirodegraciaenlacabezadeMaite.Empezóalloverinclusoantesdequellegaraalaplazadelayuntamiento,una

lluviacortanteygrisáceaquefueempapandomipeloymi trajede lanillacasisinquemedieracuenta.Txirimiri:eseeraelnombredeesalluvia,otrapalabraprohibidaquesonabacomountrabalenguasmisterioso.Nosabíacuándohabíaempezadoallorar,peronodejédehacerlodurantetodo

elcaminodevuelta.SalídeBasondoycaminéporelmargendelacarreteraquellevabahastaVillaSoledad temblandopor la lluvia,el fríoyel llanto.Unodemiscamionespasódelargoporlacarretera,ruidosoysucio,llenodewolframioesperandoparaserdescargadoenelmuelledelacantilado.Cuandoelestruendodelcamiónpasódelargoyseperdióenelhorizonteescuchéotravezlalluviacayendoenelbosque.Caminabatancercadelahileradeárbolesquelasramas

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me arañaron el brazo enredándose enmi abrigo como una criatura con largosbrazosintentandosujetarme.Lleguéal lugardondeVillahabíamatadoalpequeñoÁngelconelHispano-

Suizadelmarqués,elmismolugardondedossemanasdespuésmatóasupadreyasuhermanomayor.Vilatierraremovidaenelarcénjuntoalbosque:eralatumbarecientedondeloshombresdeVillahabíanenterradoaJuliányasuhijomayor. La esquivé para no caminar sobre ellos por respeto pero también portemoraquelosdospudieranmirarmeconsusojosdemuertocomohacíaAlma.Cuandodejé la fosadetrásdemímeagachéy toquéel suelodebarrocon lasmanosparahacercrecerhiedrayfloresazulessobresutumba.Despuésme limpié el barro fresco en el abrigo sin importarmeque quedara

arruinadoparasiempreyseguícaminandohastaqueviaparecereltejadoverdedeVillaSoledaddespuésdeunacurva.Unrayogolpeólatierracercadelacantiladojustocuandoyocrucélapuertade

hierrode lafinca,atraveséel jardíndelanteroentre lágrimasyentréenlacasasincerrarlapuertaverdedetrásdemí.LalluviaentróconmigoenVillaSoledadymedejécaerderodillassobrelasbaldosasblancasynegrasdelvestíbulo.LiamestabaenlacocinahablandoconCatalina,podíaescucharsusvocespor

encimadelatormenta—queahoradescargabasobrelamansiónyporencimademillantoincontrolable—,losdossalieronalarmadosaloírlalluviaqueentrabaenlacasa.Liamllevabaelbrazoderechosujetoenuncabestrilloqueyolehabíahechoconunpañuelodesedaitaliano,todavíanopodíamoverloconnormalidadperocorriócomopudoysearrodillóenelsuelofrenteamí.—Estrella, ¿qué ha pasado? —hablaba tan deprisa que ni siquiera se dio

cuentadequesuacentoverdadero,noeldelhombreeducadoencolegiosdelujoingleses que fingía ser, se colaba entre sus palabras haciendo casi imposibleentenderle—. Estás bien, ¿te han hecho algo? Amaia nos ha dicho que hanvenidodossoldadospreguntandoportiparallevartealpueblo.Leabracéconfuerzasindejardellorar,respirandosuolorfamiliarmezclado

conelolordelatormenta.—Tú tenías razón, tenemosquemarcharnosdeBasondo—susurrécontrasu

cuello.MeapartéunpocodeLiam,sololojustoparapoderverlemejor.Hacíacuatro

horas no había tenido el valor de despertarle para despedirme de él y quería

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asegurarme de que seguía siendo tal y como yo le recordaba por si acaso loshombresdeVillavolvíanabuscarme.Estudiésusojosdezorrodelmismocolorqueelbosque,supelosalvajeysusonrisatorcidadebajodesubarbacobriza.—¿Quéhapasado?—mepreguntómáscalmadoahora—.Y¿paraquéquería

verteVilla?Leacariciélamejillasintiendolatexturadesubarbaenlapalmademimano,

justoenelmismolugardondemehabíamanchadolasangreresecadeMaite.—Teníamiedodenovolveravertenunca—respondí.Liamsujetómimano

con la suya apretándola contra su mejilla un momento más—. Tenemos quemarcharnos deBasondo.Dijiste que tenías un contacto capaz de conseguirnospasaportes y papeles para llegar aEstadosUnidos, ¿cuánto tiempo tardaría entenerlotodolistosileavisasya?Catalinacerrólapuertaprincipalyseacercóhastadondeestábamos.—Porfinentrasenrazón—medijodespuésdeunsuspirodealivio—.Pensé

que íbamosa tenerquemorir todosparaque tú tedieras cuentadequeyanopodemosseguirviviendoaquí.Basondoyanoesnuestrohogar,Estrella.Asentídespacioperonomepusedepie,nosabíasimispiernasaguantarían.—¿Cuántotiempo?—pregunté.—Miamigotardaráunasemanaentenerlospasaportesytodolodemás,pero

porserparamípuedequelotengatodopreparadoendosotresdías—respondióLiam—. ¿Estás segura de que quieres hacer esto? Si nos vamos no podremosvolver.—Llámale—respondímuyseria—.Ynecesitaremosunpasaporteextrapara

unaniñaquesevieneconnosotros.—¿Quéniña?—preguntóCatalinasorprendida.—LahijadeMaite,Victoria.Noslallevamosconnosotros.Catalinabajólacabezayclavólosojosenlasbaldosasdelsuelo,nonecesitó

preguntarmeporquénosllevábamosalapequeñaVictoria.—Seremos tres adultos y tres niñas entonces —se aseguró Liam—. Me

ocuparédemovertodoeldineroquepuedadesdelascuentasdelaempresahastaunacuentafueradelpaísparaquenopuedanrastrearla,peroesmuyposiblequeenMadridsedencuentadeloqueestamoshaciendocuandoeldineroempieceadesaparecerdeEmpresasZuloaga.—Pues hazlo rápido y coge solo lo que podamos llevarnos para que no

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sospechen nada —sugirió Catalina—. Yo me ocuparé de las niñas: ropa,medicinas y todo lo que puedan necesitar para un viaje tan largo. Tú haz lasmaletasconnuestrascosasymiraaversipuedesmetertambiénlasjoyasdetumadre, los bonosdel tesoroy todo el dinero enmetálicoque tengamospor lacasa.Enlacajafuertedeldespachohaycasicienmilpesetas.Asentí,peromiréalrededor: contandosolo loquehabíaenelvestíbulo—la

gran araña de cristal austriaco que colgaba sobre nosotros y el espejo con elmarcodepandeoro—dejaríamosabandonadaunafortuna.—Dejaremoslamansiónamuebladayconmilesdepesetasencosasvaliosas

perosolosoncosas,Estrella—medijoLiamcomosipudieraleermelamente—.DebemosirnosdeVillaSoledadantesdelviernes.Alma estaba de pie en el descansillo del primer piso asomada sobre la

balaustrada de la escalera con su larga melena negra cayéndole a los ladosmientras escuchaba nuestra conversación, igual que espiábamos a nuestrospadrescuandolasdoséramosniñas.—Noesporlascosasvaliosas,loscuadrosolaropabonita—admitíymiréa

Almaunavezmás—.Esporqueséquenuncavolveréaestacasa.

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La primera tormenta del año llevaba dos días enteros azotando la costa.Estábamos en el acantilado, en el cargadero de hierro esperando al barco quedebíallevarnosesanochehastaEscocia.Debajodenosotros,laespumadelmarserevolvíaempujadaporelvientodelnortequebarríaelprecipicioyatodoslosqueestábamossobreélconsualientogélido.—Elmar estámuy picado, a lomejor tu amigo no puede acercarsemás al

muelle—dijoCatalinasinocultarsupreocupación.—Vendrá,melodebe—respondióLiamsindejardemiraralmarporsiacaso

veíaaparecerelbarcodesuantiguosocio—.Vendrá,sabeloquenosjugamos.Lehedichoqueestaeranuestraoportunidadparaescapar,sialguienpasaporlacarreteraynosveaquífueraesperandoenmitaddelanocheconlasmaletas,seacabó.—Nopasaránadie,lasnochesdetormentanuncapasanadieporestacarretera.Catalinamemiróentre la lluviaysupequeella tambiénestabapensandoen

otranochedetormenta:cuandoambastiramosaPedroalfondodelCantábrico.Nadieenelmundoconocíanuestrosecreto,nisiquieraLiam.—Cuando lleguemos a Escocia descansaremos un día en casa de un amigo.

Tiene un pequeño hotel enDurness, un pueblo en el noroeste de Escocia. Enverano hay algunos turistas pero en pleno invierno nadie se atreve a ir tan alnorteporquehacedemasiadofrío,asíquenadienosverá.MefijéenlamaneraenquelosojosdeLiamoteabanelhorizontebuscando

laslucesdelbarcocondesesperación.Liamysuantiguosociohabíanacordadouncódigodelucesespecíficoparasaberqueeraélencuantoelbarcoseacercaralo suficientealprecipiciocomoparapoder fondear,despuésbajaríamosporel

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muelleenlamismacestademetalquelostrabajadoresusabanparahacerllevarelwolframioalosbarcosalemanesenelmar.—¿Tienes ganas de volver?AEscocia.A tu tierra—le pregunté de repente

aunquenuncahabíamoshabladodeeso.Mesonrióapesardelfríoydelalluviayrespondió:—Esomedaigual,loúnicoquemeimportaesqueestemosasalvo.Miréalasniñas:lastresestabanbienprotegidasdelvientodeeneroporcapas

ycapasderopa.LauraestabaenbrazosdeCatalina,quelaprotegíadelalluviaconsucuerpo,yoteníaaMarinacogidadelamanoyVictoriaestabaamiladomirando el mar con la misma expresión silenciosa que tenía desde que latrajimosacasadosdíasantes.LavecinaconlaqueMaitehabíadejadoalaniñaselaentregóaCatalinaconteniendolaslágrimaspornopoderhacersecargodeella.Aunqueteníacincoaños,Victorianohablaba,nohabíadichounapalabradesde que estaba con nosotros, pero un par de veces me había parecido queintentabasonreíralveraLiamhaciendomalabarismosconsubrazomaloparaservirleseldesayunoalastrespequeñasenlacocina.—¿Quéhoraesya?Parecequellevemostodalanocheesperandoaquífuera,

medacosaquelaniñaseresfríeantesdelviaje,bastantedelicadadesaludestáya.—CatalinamiróaMarinaydespuésotravezalmarnegrobajonuestrospies.—Vendrá,noospreocupéis.Metí lamano libre en el bolsillo demi abrigo ymedi cuenta de que había

olvidadocoger lasmuñecasde lacasita.Antesde salirdeVillaSoledadhabíaregistradocadahabitaciónparadespedirmedelacasayparaestarseguradequeno olvidaba nada importante. Vi la réplica de la mansión sobre la mesa deajedrezdemamáenlabibliotecaperonomeacordédelasmuñecashastaestemomento.—Olvidé algo, tengo que volver a la casa. Solo serán cinco minutos, diez

como mucho.—Me volví hacia Liam y le di un beso en los labios, estabanheladosysabíanunpocoalsalitrepegadoenelviento—.Noosvayáissinmí.—Esojamás.Le di la mano de Marina para que él la cuidara y salí corriendo entre las

hierbasaltasdevueltaalacasa.CuandoentréenVillaSoledadlamansiónestabaensilencio,esperando,casi

pude sentir el pulso de la casa latiendo bajo los tablones del suelo y en las

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paredes:yasabíaquelahabíamosabandonado.Atravesédeprisaelvestíbuloycaminéaoscurashacia labiblioteca.Lasdos

muñecasseguíanenlaréplicadelamansión,acostadascadaunaenunadelascamascondoselenlahabitaciónredondadelatorre.Laúltimavezquelasvi,las dos muñecas idénticas estaban mirando por los falsos ventanales de suhabitación como hacíamos nosotras cuando esperábamos para ver pasar lasballenasquenadabanconsuscríasescapandodelasaguasdemasiadofríasdelmardelNorte.Alguienlashabíamovidootravez.Sabíaquenoeraningunadelasniñas—erandemasiadopequeñascomoparaque les interesara lacasitademuñecas— yme costaba imaginarme a Catalina o a Liam jugando con ellas,abriendo los cajoncitos de las cómodas o colocando las diminutas tacitas deporcelana sobre lamesa de la cocina.Yo sabía bien quién cambiaba ahora desitiolasmuñecasporlasnoches.EraAlma.Sonreícontristezayguardélasdosmuñecasenmibolsodeviaje,sabíaquenopodíallevarmelacasitaconmigo—esa casita con la que nuncame permitieron jugar y que tan inútilme pareciócuando mamá nos la regaló años atrás— pero las dos muñecas sí vendríanconmigo a LasÁnimas por si acasoAlma quería seguir jugando con ellas enCalifornia.Yaibaasalirdelabibliotecacuandoescuchéunruidoqueveníadelvestíbulo:

eraelsonidoinconfundibledeunasbotasmilitaresdecuerosobrelasbaldosasbicoloresdelaentrada.Miréhacialaventanapensandoenescabullirmeporellay correr campo a través bajo la lluvia hasta el cargadero en el acantilado,esperandoqueVillacreyeraquetodosdormíamosenlashabitacionesdearribaysefuerapordondehabíavenido.«A lomejor solo está en la casa porque ha venido a buscar sus cosas a la

capilla familiar, tal vezolvidó algo laúltimavezque estuvoallí.Si te quedasmuycalladapuedequesemarchesinmás»,pensénomuyconvencida.NohabíavistoalcapitándesdelatardequehizofusilaraMaiteperosabíabienqueVillanoeradeltipodehombresquedesaparecensinmás.Laspisadasdesusbotassonaronmáscercaahorayvolvíamirarlaventana.

Nopodríaconseguirlo:aunque lograraabrir laventanasinhacer ruido—ysinqueelsonidodelalluviafueramedelatase—ypudieracorrerporelprecipiciohasta el cargadero, si Villa me descubría le llevaría directamente hasta Liam,Catalina y las niñas, así que tomé aire y salí caminando de la biblioteca con

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tranquilidadyhaciendotantoruidoconmistaconescomopudeparaquenomedispararaallímismoalconfundirmeconunintrusooalgopeor.—¡Qué susto me ha dado, capitán!—mentí, llevándome la mano al pecho

comosimicorazón latieradeprisaparahacerlomáscreíbleaún—.¿Quéhaceaquíaoscurasytantarde?Nosabíaquevendríaestanoche.Villa estaba cerca de la escalinata de mármol con la mano apoyada en la

balaustradadecaoba,notéqueacariciabalamaderacomosiyafuerasuya.—Señoramarquesa,lamentohaberlasobresaltadoasí.—Sonrióalvermepero

intuí susojosprofundoschisporroteandodebajode lagorrade suuniforme—.Espero que no le importe que haya entrado en la casa sin avisar, la puertaprincipalestabaabiertayhesupuestoqueestaríancenando.Eramentira.NoteníaformadesabercuántotiempollevabaVilladentrodela

casa en realidad, pero cuandoyo había entrado corriendobajo la lluvia, habíatenidoquepararmeabuscarmisllavesparapoderabrirlapuertadelaentradaydespuésnolahabíaoídoabrirseotravez.—No,claroqueno—respondíconvozcalmada—.EssoloqueCatalinayel

señor Sinclair no están en casa, pero hay comida suficiente en la cocina si leapetececualquiercosa,aunquetendráqueprepararloustedmismoporqueeslanochelibredeAmaia.—¿Dóndeestán?ElseñorSinclairysuhermana.Parecequehayansalidodela

casaatodaprisa,perolamayoríadesuspertenenciastodavíaestánarribaensushabitaciones,yveoqueaúnquedancosasdevaloraquí.—Villaseñalólaarañadecristalquecolgabaaseismetrossobrenuestrascabezas—.Soloesalámparaya costaráunapequeña fortuna, nohedejadodemirarla desde la primeravezquepuseunpieenestacasa.Esrealmentepreciosa,única.¿Esunaantigüedadfamiliar?Miré disimuladamente el reloj en mi muñeca, ya habían pasado los diez

minutosquelehabíapedidoaLiam.Sabíaquenuncasemarcharíansinmíyesoerajustoloquemepreocupabaahora:queLiamoCatalinavinieranabuscarmealacasa.—Sí,creoqueerademiabuela—dije—.ElseñorSinclairyCatalinanoestán

porquehansalidohaciaBilbaoestatarde.VamosallevaraMarinaauncolegiointernaenSuiza,porsuspulmones,elairelimpioeslomejorparasusalud.Yohe tenido que quedarme aquí un rato más para terminar unos asuntos de la

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empresa,peromereuniréconellosenBilbaoestanocheyyallegotarde,asíquesinoleimportacerrarlapuertadespuésdesalir...Caminé decidida hacia la puerta pero noté que Villa no me seguía, estaba

todavíaalpiedelaescalinatademármol.—¿ABilbao? Pues tenga usted cuidado: al último de esta familia que salió

parairaBilbaonoselehavueltoaverelpelo.Teníalapuertaprincipaldelacasaamenosdecuatrometros,solounparde

pasosmásypodía abrirla,pero también sabíaqueno teníadóndeescondermedespués, así quemevolví paramirarle: necesitaba convencer aVilla para quesalieradelacasaconmigo.—Noséquéinsinúa,capitán.Micuñadonosrobóyselargó,elmuymiserable

sellevóuncoche,midineroyelcorazóndemihermanaconél.—Sí,unaverdaderalástimalodesuhermana:tanjovenyserabandonadapor

suesposo.Pero,dígame,ellasoloessumediohermana,¿noesverdad?Lahijabastardadelmarqués.—Villa sequitó sugorray sepasó lamanopor supeloimpecablemente peinado hacia atrás con fijador—. Y su amante no es undistinguidolordinglésounrespetablemarchantedearte:essolounestafador,opeor, es un espía de los aliados al que deja dormir en su cama y con quiencomparteinformaciónvitalsobrenuestrosnegociosconlosalemanes.La luz blanca de un rayo entró por las ventanas de la casa iluminando el

vestíbulouninstante.Fuera,porencimadelsonidodelalluviaydelvientoquesacudíalalonaancladaalafachada,ellobonegroaulló.—Estarde,capitán,ycreoquedeberíamarcharseyaparaqueyopuedairme

también. Si sigue lloviendo así, la carretera quedará anegada pronto y le seráimposiblevolveraBasondo.Abrí la puerta y el ruido de la tormenta inundó el vestíbulo.Una ráfaga de

vientosaliódeentrelosárbolesalotroladodelacarreterayentróserpenteandoenlacasaarrastrandounpuñadodehojassecashastamisbotasdeviaje.—No voy a regresar aBasondo esta noche. Estoy pensando en quedarme a

dormiraquí,enestacasa,creoqueesverdadqueestáembrujadaporquesiempreacabovolviendo a ella.La casa es comoun imánpoderoso, hay algo especialentreestasparedesquehacequenosemevayadelacabeza.—Villajugueteóunmomento con su gorra y después se acercó hasta donde yo estaba, despacio,sabía que yo no iría a ningún lado—.No creo que su hermana bastarda y su

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amante extranjero hayan ido aBilbao: pretendenhuir del país, por eso se hanllevadoa lasniñasenmitaddeuna tormentayporesonoquedacasinadadevalorensushabitaciones:hancogidotodoloquepuedenllevarseenunamaletaporquenotienenintenciónderegresaraBasondojamás.El sonido de un trueno sacudió las ventanas de vidrieras y la casa entera

temblóanuestroalrededor.—Nosédequéhabla—ledijemuyseria—.Peroyaestardeyleaseguroque

yonovoyaprepararlelacena,capitán,demodoquecojaloquehayavenidoabuscarysalgademicasadeunamalditavez.El lobonegroaullóentre losárboles, justoen lafronteradelbosque.Nome

atrevíadarmelavueltaparaverleperosabíaqueestabacerca.Siempredetrásdemí.—No importa adónde vayan o dónde se escondan, porque nunca estarán a

salvo de mí.—Villa se inclinó hasta mi oído y susurró—: Medio mundo esnuestro ya y pronto conquistaremos el otro medio. Aunque consiga huir estanoche,yopersonalmentelesbuscaréparatraerlesdevueltaaquí,hastaesepatiotraseroconlapareddeladrillosquetantomiedoleda.Unescalofríomebajódeprisaporlacolumnaaunquenolocausóelfríoola

ropamojada:fuelapromesasiniestraenlaspalabrasdelcapitán.—Así es, lo sé todo. Se lo vi en los ojos la tarde que la mandé llamar al

cuartel:visumiedoaterminarenesaceldamalolienteigualquelamujerdesucapataz—añadióél—.Yaséquehablóconlosbandolerosyconloshuelguistasamisespaldas,asíescómoterminóconlahuelga:hablandoconsuamigoparallegar aun acuerdo, ese cura republicanoque ahora estádesaparecido, elmuycobarde.Podíahaberhechoquelaarrestaranmuchasveces,señoramarquesa.Austedyasufamiliadebastardosytraidores.—Y¿porquénolohizo?—pregunté,conunavoztanfrágilquelaodié.Villa me sonrió y otra vez me sorprendió lo que ese hombre de sonrisa

encantadoraeracapazdehacer.—Alprincipiofueporquequeríavercómodeespecialeraenrealidad,sébien

queesustedunacriaturafueradelocomún:eltipodeanimalextraordinarioquesolo se puede cazar en lomás profundo del bosque, donde se siente a salvo.Despuésmedicuentadequequeríasuminaysuwolframio.—Ymicasa—terminéyo.

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—Ysucasa,sí.Aloírle,elmiedoseconvirtióenotracosa:algocalienteyespesoquecorría

bajomipiel.Fuego.Mereí,envozbajaprimeroperoacarcajadasdespuéshastaqueVilladiounpasoatrássorprendido.—¿Dequéseríe?Peroyoaúnmereíunpocomásantesderesponder:—Ah, capitán, he conocido a muchos hombres en mi vida: marqueses,

soldados, embajadores, sacerdotes, vaqueros, terratenientes e incluso conocí aClarkGableunavez,ytodosellossinexcepciónsecreíanmejoresqueyo,perosiempre he procurado sermás lista que todos ellos, en parte por eso sigo convida.—Villamemirósincomprender—.Yausted,capitán,austedlehevistovenir a kilómetros. El wolframio ya no está. Se ha esfumado, yo me heencargadodeeso.Vi el temblor en su mandíbula, pura ira ciega creciendo dentro de él un

instanteantesdeagarrarmeconfuerzaporlapecherademiabrigoretorciendolatelayarañándomelapiel.—No,esimposible.¿Cómoqueyanoestá?—Susdientesrechinaronalhablar

—.¿Quéhahechoconél?¿Selohavendidoalosbritánicos?¡Hable!Teníalasmanoslibres,asíqueleempujécontodasmisfuerzasparaobligarle

asoltarme.—Nometoque.—Laspalmasdemismanosardíanigualquelanocheenque

casi quemé almarqués en la biblioteca—. Suwolframio ya no está, yo lo hehechodesaparecerigualquehicequevinierahastamimina.Noquedanada.Villanegóconlacabezacomosilecostaracomprendermispalabras,asíque

continué:—Yanoquedanada,capitán.Nohaynadadevaloreneseagujeroparaustedo

parasusamigosalemanes.»El día anterior, después de que los hombres que trabajaban en la mina se

fueranacasa,esperéaquesehicieradenocheybajéa laminaconayudadeCatalinaparadevolverelmineralgrisbrillantealfondodelatierra.»—¿Yquépasaráahoraconelpueblo?Sinelwolframio lamina tendráque

cerrar —había dicho Catalina mientras me sujetaba para que yo pudierarecuperarelalientodespuésdedeshacermedetodoelwolframiodelasparedesydelsuelo.

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»—Basondo aguantará sin lamina y sin nosotros, puede que hasta les vayamejor sin los Zuloaga. Además, solo me he llevado el maldito wolframio, elhierrosigueensusitio,peronovoyapermitirqueVillaysusamigosalemanesseloqueden.Amínomerobanadie.—Miente. Eso que dice es imposible—dijoVilla, pero noté cómo sus ojos

temblaban ante la posibilidad de que le estuviera diciendo la verdad—.Nadiepuedehacersemejantecosa.—Desde luego usted no puede, no esmás que un demente que se cree sus

propias fantasías —respondí con desdén. Ya no tenía que seguir fingiendo,ningunodelosdos—.Peroyosoymejorqueusted.—¿Sabe loquehacíanantescon lasbrujas?—empezóadecirVillaconvoz

grave—. Las cazaban y las quemaban en la hoguera, no muy lejos de dondeestamosahora.Primero las torturabandurantedíashastaqueconfesaban todossus pecados: les rompían todos los huesos del cuerpo, les introducían hierroscandentes por cada agujero y les cortaban la lengua para que no pudieranmaldecirdespuésdemuertas.—Llevotodamividaescuchandoesashistoriasynuncamehanasustado.PeroVillaselamióloslabiosdespacioantesdeañadir:—Las brujas no eran fáciles de atrapar porque se hacían pasar pormujeres

normalesmezclándose entre las demás, pero al final las cazaban en el bosqueusandoredesytrampasparaanimales.—Amínopodrácazarme.Sabía que si me retrasaba más pronto aparecerían Liam o Catalina para

llevarme de vuelta al cargadero, seguramente el barco del socio de Liam yahabríallegadoyestabaesperándomehaciendoequilibriossobrelasolasnegras.—Esoya loveremos,puedequeyano tengaelwolframioperoahora tengo

algomuchomásvaliosoparavenderlesamissociosalemanes:usted.Siescapazde hacer lo que dice, ya no harán falta más minas ni más trabajadoresdesagradecidospara conseguir elmineral, solo lanecesitamosausted.—Villasonrióconlaseguridaddequiensiempresesaleconlasuya—.Ycuandoustedyanopuedamásentoncesempezaremosconsuhermana,suhijaysusobrina.Apuestoaquetambiénhayalgodebrujasenellas,sonZuloagadespuésdetodo.Lascazaremosalastressinimportardóndeseescondan.Di otro paso hacia la puerta abierta y entonces vi dos ojos brillantes que

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aparecíanentrelosárbolesalotroladodelacarretera:unoverdeyotroamarillo.—Tengacuidado,capitán.Yaconoceeldicho:algunasvecescazasallobo...Nohabíaterminadodehablarcuandoellobonegroentróenlamansión.Pasó

muycercademí,rozándomeelabrigoconellomoalpasar,yohundímimanoen su pelaje negro y salvaje: era áspero al tacto peromullido, y olía como elbosquecuandoAlmayyoéramosniñasynostumbábamoscogidasdelamanosobrelahierbafrescaparamirarelcielo.—...yotrasvecesellobotecazaati.Clac-clac-clac.Susgarraspoderosasrascaronlasbaldosasdelsuelomientras

avanzaba haciaVilla, que retrocedió despacio y sin perder de vista al animal.Pocoapocoel lobo fuecubriendosuspasosyempujandoalcapitánhacia lospiesdelaescalinatademármol.—¡Atrás!—gritóVilla,perosuvoztemblóporprimeravez.Ellobolevantóelmorroyenseñóunahileradedientespálidoscomolaluna.

Escuché su respiración por encima del sonido de la lluvia que entraba en elvestíbulo. Con suavidad, sin hacer movimientos bruscos, Villa bajó su manohastalaAstra400quellevabaenelcinturóndesuuniformeysacóelarmadelafunda. Las cachas de bronce de la pistola brillaron un instante y vi que teníaestampado el escudo de la Falange en ellas. Villa levantó el brazo despacioapuntandoconsuarmaalaenormecabezadelanimal.—Soloesunloboquesehaescapadodelbosque,noesmásqueunlobo—

susurró,peronotécómolaAstratemblabaensumano—.Alfinaldeloscuentosdehadaselcazadorbuenosiempremataalloboquetieneaterrorizadoatodoelpueblo.Despacio, conteniendo la respiración, Villa amartilló la pistola hasta que

escuchóelclicmetálicoqueindicabaquelabalaestabaenlarecámaralistaparaserdisparada.—Yjustoasíescomoterminaestecuento—dije.Villa se olvidódel lobopor un instante ymemiró sorprendido, fue solo un

momento,peroloaprovechéparadejarsalirelfuegoquemequemabadebajodelapiel.Igualquelanochequeataquéalmarquésenlabiblioteca,elfuegosaliódelasyemasdemisdedosyseextendiórápidamenteporlasparedescubiertasdepapelpintadodelvestíbulo.—No,esimposible...—mascullóélmirandoalrededor.

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Las llamas brillantes lamieron la cubierta de las paredes y continuaron sucaminohaciadentrodelamansióndevorándolotodoasupaso,subiendohastaeltechoabovedadopara formar allí unmardeolasnaranjas.De repente recordéaquelsueñoquetuveenMadridunassemanasantesdeconoceraVilla.—Adiós,capitán.Medilavueltalistaparasalirdelacasa,Villalevantóelbrazoapuntándome

consuarmaperoantesdequetuvieratiempodeapretarelgatillo,ellobonegrosaltó sobre él haciéndole caer de espaldas al suelo. El sonido de las llamasdevorando la madera amortiguó los gritos de Villa cuando el lobo empezó adevorarle.Salí de la casa sintiendo el calor del fuego a mi espalda, y corrí entre las

hierbasaltasquecrecíancercadelbordedelacantiladohastaqueporfinlleguéal cargaderodemetal.Ahora llovía conmás fuerza,peroLiam,Catalinay lasniñasmeesperabanjuntoalmuelle.Abajo,enelmarembravecido,unpequeñobarconoshacíaseñalesconlasluces.Bajamostodosjuntosenlacestilladehierroqueseusabaparahacerllegarel

cargamentodemineralalosbarcos.Lacubiertaresbaladizadelbalandroestabaempapadaporlalluviaylasolasquelogolpeabandesdetodaslasdirecciones,intentandohacerlovolcar.—Vamos, abajo hay un pequeño camarote para protegernos de la tormenta.

MañanaaestashorasestaremosasalvoenDurness.¡Seacabó!—megritóLiamporencimadelruidodelmar.Leestrechélamanouninstanteydespuésledejéir.—Seacabó.Vetú,yovoyenseguida—leprometí—.Quierover lacasauna

vezmás.Liamnoprotestóniintentóconvencerme,solosiguióaCatalinayalasniñas

porlaescalerillaquellevabahastalasentrañassecasdelbarco.Mevolvíhaciaelacantilado,sobreél,comounfarosiniestroatrayendoalos

barcosparahacerquechocarancontralaparedderoca,VillaSoledadardíabajola tormenta.A lo lejos, el lobonegroaulló antesdevolver a esconderseen lomásprofundodelbosque.

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Agradecimientos

AGRADECIMIENTOS

Mentiríasidijeraquehubountiempoenelquepenséqueestemomentonollegaríajamás,peroaquíestamosahora.Nada de esto hubiera sido posible sinmi querida agente JustynaRzewuska.

Gracias por tus consejos, tu apoyo, tu saber hacer y todo tu trabajo. Hacesposibleloimposible.¡Seguimos!CarmenRomero,fabulosaeditora(yescritora)dondelashaya.Graciasportu

pasión contagiosa por los libros, tu profesionalidad, por poner también elcorazónenmihistoriayportupacienciainfinitaconmigo.Esteviajenohubierasidotandivertidosinti.BertaNoy, graciaspor tu confianzayporquitarme losnervios con las risas

quecompartimoslastresenaquellacomida.CovadongaD’lom,porhacerquemispalabrasbrillaran.GraciasatodoelmaravillosoequipodeEdicionesBporcreerenestahistoria

desde el principio, por trabajar sin descanso en la novela y hacerme sentirsiemprecomoencasa.Noquieroolvidarmetampocodeesoseditoresextranjerosqueseatrevierona

apostarporestachicadesconocida,yqueprontopublicaranmiprimeranovelaensusrespectivospaíses.GraciastambiénatodaslasEstrellas,Catalinas,Valentinas,AlmasyCármenes

anónimasquehetenidolasuertedeconocerenestosaños.Vosotrasmehabéisayudadoaentendermejorlasinfinitasaristasquetodasllevamosdentro.Nopuedoolvidarmedemisdosgatas,quehanaguantadosilenciosas(máso

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menos) las horas que su «humana» dedica a escribir en lugar de prestarlesatención.Gracias tambiénaLanadelRey,su«Feetdon’t failmenow»mehaacompañadohastalameta.Ygraciasamimarido,porcreerenmícuandoyonopodía.Y a ti, lector, que has llegado hasta aquí, si quieres contarme lo que te ha

parecido,escrí[email protected].

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Sobreestelibro

Unsecretoocultoenlomásprofundodelbosque.Unamansiónazotadaporlasolas.

Doshermanasenfrentadas.Unlinajedemujeresconundonextraordinario.

Afinalesdelosañosveintedelsiglopasado,Estrellaysuhermanagemela,Alma,llevanunavidaprivilegiadacomohijas de los marqueses de Zuloaga, propietarios de unacasasolariegayunaminadehierroenunpequeñopueblosuspendidosobreelCantábrico.Crecenrodeadasdefiestasylujos,perotambiénmarcadasporunpoderosomisterio.

Porque Estrella y Alma no son como las otras niñas:herederas de un extraño don que pasa de generación engeneración entre las mujeres de su familia, viven a lasombra de una maldición según la cual una de las dosmoriráantesdecumplir losquinceaños.Asíarrancaestahistoria llenademagiaypasión,quenosllevapormediomundo tras los pasos de su protagonista, una mujerinolvidablequenodudaráenhacer todo lonecesario,sinmiedo al peligro ni a las convenciones sociales, pordefender su tierra y el legado que lleva escrito en lasangre.

Unanoveladeamores,celosyvenganzas,queenvuelveal lectorconlafuerzadelasgrandessagasfamiliaresdelaliteratura.

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SobreAlaitzLeceaga

AlaitzLeceaga(Bilbao,1982)esunaapasionadalectoradenovelasvictorianas,de terror y sagas familiares.Después de publicar numerosos relatos cortos endistintos portales de internet que suman más de 60.000 lecturas y cientos decomentariospositivos,selanzóaescribirsuprimeranovela.Elbosquesabe tunombre(EdicionesB)sehaconvertidoenunfenómenoeditorialinclusoantesdesupublicaciónyvaaserpublicadapróximamenteennumerosospaíses.

@AlaitzLeceaga

@AlaitzLeceaga

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Créditos

Ediciónenformatodigital:mayode2018

©2018,AlaitzLeceagaAutorarepresentadaporlaagenciaHanskaLiterary&FilmAgencyS.L.©2018,PenguinRandomHouseGrupoEditorial,S.A.U.TravesseradeGràcia,47-49.08021Barcelona

Diseño de portada: Penguin Random House Grupo Editorial / S. Gómez, G.PellicerFotografíadeportada:©TrevillionImages

PenguinRandomHouseGrupoEditorial apoya laproteccióndelcopyright. Elcopyright estimula la creatividad, defiende la diversidad en el ámbito de lasideas y el conocimiento, promueve la libre expresión y favorece una culturaviva.Graciasporcomprarunaediciónautorizadadeestelibroyporrespetarlasleyesdelcopyrightalnoreproducirnidistribuirningunapartedeestaobraporningún medio sin permiso. Al hacerlo está respaldando a los autores ypermitiendo que PRHGE continúe publicando libros para todos los lectores.Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos,http://www.cedro.org)sinecesitareproduciralgúnfragmentodeestaobra.

ISBN:978-84-666-6367-0

Composicióndigital:Infillibres,S.L.

www.megustaleer.com

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Notas

[1]Lamia:criaturafemeninadelamitologíayelfolclorevascoquehabitacercadelagua,ríos,bosquesocuevas.Seresdivinos,superioresaloshumanosydeextraordinariabellezaqueamenudoposeenpoderessobrenaturales.

[2]Maitia:«cariño,cielo».[3]Sorgiña:eneuskera,«bruja».[4]Selkies:dentrodelfolcloreescocéspertenecenalgrupodeloscambiantes,seresquemudansupiel

para adoptar otra forma. Estas criaturas tenían el extraño don de poder deshacerse de su piel de foca ytransformarseenmujeresdeunabellezainigualable.

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Índice

Índice

Elbosquesabetunombre

Primeraparte.FuegoElhiloinvisibleLacuevadelasestrellasPuentehaciaelpasadoAlgomalvadoAcariciandoelfuego

Segundaparte.AguaDientesdeleónSucedióunanocheLasrosasdelaabuelaSoledadElmisteriosoinvitadoLaenredaderaLaboda

Terceraparte.VientoLasÁnimasMásvaliosoqueelaguaVientodefuego

Cuartaparte.TierraElotromarquésUnsecretocompartidoLaura

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ElpalacetedelosMisteriosElloboentrenosotrosLaminaZuloagaElHispano-SuizaElpaloylazanahoriaLaúltimafiestaEllobonegro

Agradecimientos

SobreestelibroSobreAlaitzLeceagaCréditosNotas