Por Juan Manuel Molina

Editorial Joaquín Mortiz

cumpleaños:la encarnaeión de

la metáfora

a ti, que no existes, en un tiempo queno existe". .

Todas estas presencias, esencialmentetemporales -la estructura misma de lanovela es un "tempo" que caminandohacia atrás llega al futuro--, nos ponenen contacto con laberintos mentales ri­gurosamente geométricos, en los que haydiversas series de tiempos transparentesque se mezclan, que se funden en unespacio común pero necesariamentecaótico, necesariamente heterogéneo. Encada uno de esos tiempos móviles -círcu­los concéntricos que giran en direccio­nes opuestas- habitan diversas versio­nes de lo uno y lo otro: nos encontra­mos de pronto, nos perdemos, escogemosnuestra muerte o la presenciamoS.

"Hambre de encarnación padece eltiempo" dice Paz en el epígrafe. A par­tir de ese punto Fuentes construye unametáfora que en un extremo tiene un re­verso y en el otro un espejo: la encar­nac.ión de una trinidad que se niega, serepIte, se yuxtapone. El mito del espejorecorre la novela como una fibra medu­lar: yo, que he sido otro, me estoy sien­do tú, que fuiste nosotros, que seremosél. La imagen del doble es ya demasiado~Iemental: el espejo refleja un triángulomnu:nerable, y en el triángulo hay unespeJo, y el espejo es un reflejo.

Así, tiene uno que preguntarse si* Carlos Fuentes, Cumpleaños. Ed. Joa­

quín Mortiz. México, 1969.

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Cumpleaños * se parece a los jardinesde Octavio Paz: no es un lugar, sinoun tránsito: "una vertiginosa inmovili­dad" o una "metamorfosis de lo idénti­co".

Quizá, más que nada, un tiempo. Otodos los tiempos a la vez: el instanteperfecto. Un solo instante plagado demúltiples "visitaciones": Borges, Veláz­quez, el tono de algunas escenas de Po­lanski y, desde luego, Octavio Paz.

Junto a esas visitaciones, Cumpleaños-novela concebida como un viaje alre­dedor de esos círculos perfectos que de­ben recorrerse dos veces completas pararetornar al punto de partida- tiene unhombre que "recuerda, incesantemente,los momentos simultáneos de su concien­cia", y una ciudad en la que "cada edi­ficio es sí mismo y todas sus transforma­ciones, hasta el origen: el espacio va­cío".

El libro es también la narración delinstante fugaz en que George -padrede Georgie, que hoy cumple diez años­se enfrenta a un recuerdo que le informa~e un hombre que "vive encerrado parasIempre en ~na recámara desnuda, deventanas tapIadas, pensando al mundo.pensando a los hombres. .. Pensándote

un factor fundamental, cuya interrup­ción significaba el obstáculo para lasfunciones vitales de salida y entrada demercancías.

Dado el nuevo orden de cosas, no erararo que para 1881 James Blaine con­siderara el propuesto canal de Panamácomo "una extensión de la costa esta­dounidense". El concepto que se iba di­bujando no era tan extraño puesto quea pesar de la interrupción oficial de unapolítica expansiva, debido a la crisis do­méstica, los ciudadanos americanos sehabían encargado de continuarla. En elAsia oriental se había llevado a cabo unafiltración continua; habían logrado for­zar al Japón a abrirse y habían logradoentrar a la competencia por los privile­gios chinos. Para 1898 el nuevo expansio­nismo estaba tan maduro que sólo basta­ron pretextos para anexar las islas Hawaiy provocar la guerra hispanoamericanaque convertiría a los Estados Unidos enuna Democracia Imperial.

El viejo y el nuevo expansionismo ha­bían situado a los Estados Unidos en unaposición que conduciría a la heO'emoníaen el siglo xx, pero que por de'" prontol?~ intr~ucía en el embrollo de la po­I~t~ca OCCIdental en el Asia y en la po­htIca europea. Esta entrada se efectuóprimero a través de las altas finanzasy, más tarde, con la combinación de lasfinanzas con la "tesis ideológica de la'libertad'" -que era liberty, no free­dom, como con sutileza apunta el au­tor- que daría por resultado el mundodividido en dos que todavía vivimos.

El libro no sólo resulta interesantesino de fácil y amena lectura. Resultaestimulante hasta para llegar a conclu­siones muy diferentes a las del autor.Para nosotros la primera parte está másredondeada, más hecha, sin duda porser la que el autor ha trabajado más afondo. En la segunda echamos de me­nos algunos factores que son de prime­rísimo orden en el trasfondo de losacontecimientos, como la inmigraciónmasiva que tiene lugar entre 1865 y!900; el darwinismo social, filosofía queIba a sustentar el nuevo expansionismoesta vez definitivamente imperialista' ;el pensamiento de Alfred T. Mahan ~ueserviría de estímulo a los acontecimien­tos de las décadas de 1890 y 1900 (Ha­wai, la guerra hispanoamericana, la in­dependencia de Panamá y la construc­ción del Canal).

Nos gustaría también haber visto mo­dernizados conceptos como el del "Orien­te", anclados todavía en un mundo co­lonial hoy casi desaparecido y quesuenan extraños para un mundo inter­dependiente y que ha superado el euro­peocentrismo. Si revisamos geográfica­mente el concepto, resulta que el llamado"lejano oriente" resulta para nosotros un"cercano occidente".

No nos queda duda, sin embargo alafirmar que el libro de Bosch Garcí~ esuna lectura obligada para todos los es­tudiosos de la historia y la problemáticade las Américas.

JOrgeLop-ez f-Iaez / JOrge Agullar Mora / Armlaa ae la vara / Manu-m-Al1l

SuIlivan 31 bis

Lihros Académicos

elLA

cosas están siéndose, uniformándose len­tamente de diferencias. En su mundoclausurado -detrás de las cortinas haymuros cerrados; debajo del polvo deljardín, ladrillos- el protagonista palpala encarnación de la metáfora. ,Su en­frentamiento a lo real es un viaje porun intrinqdo sistema de signos que seordenan, en un principio, de acuerdo alas correspondencias -"los corredores,allí, son los patios; las basílicas imperia­les los templos comunes; las cocinas delmonarca, las fondas del pueblo ..."- yque finalmente nos apresan en un ritualnominativo del que protagonista y mun­do saldrán a luz, serán alumbrados.

El espacio de la duda absoluta

Esta identidad entre lenguaje y ser nosconduce, más allá de la novela-palabra,a un narrador rousseauniano, menos in­genuo y más angustiado: "... podríaconvocarlo todo, si así lo desease. Me vol­vería loco: mi vida sería idéntica a lanaturaleza". La identidad, punto total,es también la nada. La voluntad de noperecer se ejercita entonces en la bús­queda de los reversos, los intersticios, laspuntas de lo otro.

En este momento de la narración, trasmúltiples ambigüedades de identidad;tras oscilaciones de realidad-irrealidad,de espejo-imagen; tras identidades y co­rrespondencias y rupturas entre hombrey mundo, llegamos a un momento de sín­tesis, que no puede dejar de citarse: "trestesis escandalizaron al mundo; la pri­mera, fue la eternidad del universo; lasegunda, la de la doble verdad; la ter­cera, la de la unidad del intelecto co­mún. Si el mundo es eterno, no pudohaber creación; si la verdad es doble,puede ser infinita; si la especie humanaposee una inteligencia común, el almaindividual no es inmortal, pero el gé­nero de los hombres sí".

Este esfuerzo de clasificación racionales sólo un pálido reflejo "de un pensa­miento más profundo". Ese pensamiento

de ritual y subversión, de prinClplOs derealidad y de placer, de ensanchamien­to de ser y nulificación: "Y yo, el hom­bre que actúa para que el verano, lamujer y el bosque sean la misma cosaconmigo, desaparezco poco a poco paraunirme a ellos: dejo de ser yo para sermás yo, dejo de ser yo para ser ellos.Dejo de conocerme para ser uno .. , Nocreo ... haber poseído a Nuncia: fuiNuncia." La presentación de todos lostiempo en un instante es una conmuta­ción de significados: comunión-viola­ción-incesto-génesis-muerte.

Pero en el fondo de la angustia delnarrador, que va descubriendo los tiem­pos y los espacios de su realidad, hay,siquiera sea por momentos, una elemen­tal identidad con el mundo. "Esta casa-se pregunta- la que recorro duranteimprecisos instantes, ¿fue, es, o será?"En verdad, la casa -el mundo- estásiendo, se hace en el momento mismode nombrarla, de encuadrarla en dife­rencias y similitudes.

De esta manera, el narrador es unMelquiades que señala con el índice ydice esto es una esquina, esto es unacolumna, detrás de este muro está elvacío, esta mujer que me desconoce sellama Nuncia, ese niño que me observasoy yo. En su tarea de inventarlo todo,el narrador descubre de pronto que "eltiempo se me ha vuelto tan ancho comoalgunas premoniciones, tan estrechocomo ciertos recuerdos". Vive en un ins­tante total: el momento incandescenteen que se cumplen todos los tiempos deuna vida. Caído sin memoria en un uni­verso que necesita inventar, que necesitarepartir en similitudes y diferencias so­bre el espacio común del lenguaje, ad­vierte que las cosas, "que apenas bal­bucean, para mí, su primera necesidadde ser", exigen una desnudez total paravenir -devenir- a compartir el espa­cio de la realidad.

Cumpleaños, por eso, está escrito dellado de la creación: el espacio anterioral séptimo día, el tiempo en donde las

Cumpleaños -universo abierto y clau­surado intermitente y contumaz- esfinalm~nte el Aleph extraviado y verda­dero del que Borges tuvo vagas sospe:chas. Pero esta pregunta, como caSicualquier otra de las muchas que plan­tea la novela, debe encontrar su respues­ta más allá del mismo libro, La presen­cia de una ausencia complementaria estan rigurosa como en Las Meninas, o LaVenus del Espejo, de Velázquez; comoen la múltiple Rayuela; como en algunaprosa de Juan García Ponce -La pre­sencia lejana" Desconsideraciones-, quetambién sabe de estas cosas. La estructuraideológicamente geométrica de Cumple­años encuentra sus puntos de simetríay reunión fuera de sí misma. Obra abier­ta, permanece como un lugar de tránsi­to, poblado de fantasmas. La única pre­sencia infatigable es una subversivavoluntad de ambigüedad: ni lo uno nilo otro, lo uno y lo otro, lo múltiple.De aquí que por los intersticios del pri­mer tema central -la encarnación deltiempo- asomen muchas otras encarna­ciones: del uno otro, de la lucha entreunidad y pluralidad, de la edad de oro,de los siete días de la creación y más,de teologías silogísticas y tierras de gra­cia prometidas: utopías, caídas, reden­ciones, caídas.

En el principio hay un rito: la muer­te, lo U no, que iguala a todos los miem­bros de una estirpe disuelta. Hay des­pués una caída en olvido y, por tanto,en pluralidad: ya no se tocan los extre­mos y el deseo de unidad recurre a lainvención de la metáfora.

La metáfora de Cumpleaños (su emi­sión de imágenes, su nombramiento ydescubrimiento de realidades) reúne enun plano común los extremos de unidady pluralidad: el bien y el mal. Se trata,en última instancia, de la trinidad comometáfora de una realidad diversa y cam­biante. Por eso tal metáfora tiene su dia­léctica en la metamorfosis. Y la meta­morfosis, inesperadamente, encuentra surito en el happening. Unidad de parejasopuestas, identidades de signo contrario.Todo es a un tiempo uno y lo otro.

Identidades de signo contrario: lapresencia natural del sexo en la últimaparte del libro crea dos planos distintosde significados. En uno, el sexo funcionacomo continuidad de una trinidad quese .transforma en el acto de amarse yodiarse; en otro, el sexo se da comopunto de reunión y lucha, vuelta a losorígenes y regreso a la igualdad: "Seha.. aprov:chado de mi ausencia, dijo(dije) mientras le ponía (me ponía)la segunda bota." Y más adelante:" ... yo muevo los labios al mismo tiem­po que él, digo lo mismo que él dicecuando él lo dice; estamos los dos enla cama con Nuncia y hacemos las mis­mas cosas al mismo tiempo."

El amor corporal se nos va revelandoen su doble unidad de sacrificio y gozo,

En busca de la memoria perdida

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Por Mónica M ansour

la paráboladel caos

puede ser muchas cosas, pero, sin lugara dudas, está vinculado con el verdade­ro y desgarrado y punzante terna deCumpleaños: la libertad humana. _

Con todos estos elementos Fuentesconfabula los términos de una preguntaatormentada sobre el libre albedrío delhombre: esto es, sobre el hombre mis­mo. Si Octavio Paz se ha quejado re­cientemente -Conjunciones y disyun­ciones- de la falta de una historia delhombre, Fuentes intenta aquí, al menos,situar ese indefinible mediante el rigorimplacable del ser y la naturaleza de lalibertad.

" ... Ser engendrado, nacer, morir, sonactos ajenos a nuestra libertad." Contraesos actos Fuentes levanta nuevas inqui­siciones. Su voluntad de reverso, de vio­lación, lo toca todo. Cumpleaños parti­cipa de un diabólico intento de cons­truir, como una Torre de Babel, el es­pacio de la duda absoluta.

Fuentes quiere negarlo, invertirlo to­do. Primero, el narrador, al recobrar lamemoria, se transforma. Y a partir deesa metamorfosis se inicia una serie deoscilaciones de identidad, de transmu­taciones de términos. Los protagonistasson un péndulo frente a un espejo: laimagen de sus identidades oscila entrepuntos de fusión y dispersión, que fi­nalmente se resuelven en la pretendidahistoria de "Siger de Brabante, teólogomagistral, denunciado por Etienne Tem­piel' y por Tomás de Aquino", el cual"fue asesinado por un sirviente enlo­quecido en 1281". Y se agrega lenta­mente: "Algunos cronistas disputan laveracidad de esta fecha.'; La veracidadde Cumplem1os, la veracidad del tiem­po, la veracidad misma.

En todo caso, la veracidad está enun deseo de negación total, de romperel relato, de disolver el lenguaje, de vio­lentar cualquier orden. El estilo mismode la novela es frío, metálico, acerado.Las frases construyen planos, geometríasseveras. Las palabras, secas, tejen poro­sidades húmedas de ambigüedad. Encierto modo, la prosa de Fuentes se nie­ga a cumplirse, a significar fuera deCumpleaños, que es una novela, peroque es también un capítulo, y que as­pira a ser un párrafo, una frase, unapalabra de múltiples significados. Puedeafinnarse incluso que en ocasiones la pro­sa se vuelve pesada, molesta: el lengua­je quiere ser todo, menos literatura. Laintención de la prosa de Fuentes estáen otro lado: quiere agredir, busca laduda, se complace en el laberinto, encerrarse sobre sí misma, en guardarsedentro de la barriga todas las cosas quenombra.

Carlos Fuentes afirma, finalmente,que el escritor es el máximo violadorde realidades. De esa violación deberásurgir una nueva historia que nos liberede la bastarda enajenación establecida.

Por todo esto, y en última instancia,quizás Cumpleaños sólo sea una simpleCaja de Pandora, modelo latinoamerica­no. No más, no menos.

Gombrowicz ha querido realizar en Cos­mos* "una novela sobre la formaciónde la realidad".

Ante el caos, es decir, ante una seriede elementos racionalmente inconexos yabsurdos, surge la necesidad o inclusola urgencia de encontrar un carnina quedesigne un orden. Este carnina no pue­de ser, para él, sino subjetivo, puestoque su principio, lo que le da sentido,es una idea -elegida al azar, entre todolo que nos rodea- que se convierte enobsesión, desde el momento en que in­tentamos explicarla. Así, la repeticiónobsesiva de esa idea en relación con lasotras cosas forma un orden definitivo:un mundo con sentido.

El autor crea de esta manera su rea­lidad, reconociendo un orden en el caos.Parte de dos elementos "absurdos", inex­plicables, que le han llamado la aten­ción y que necesitan de algo que losuna y que explique el mundo: ungorrión ahorcado y colgado de un ár­bol y una extraña relación entre dosbocas totalmente diferentes. En cuantoesos dos elementos reciben atención es­pecial, todo gira en torno a ellos y seconvierten en una obsesión. Igualmentese vuelve obsesivo el inquirir por unarelación entre ambos elementos. Estabúsqueda es, desde entonces, el ordenque conformará la realidad. Se iniciaasí una serie de asociaciones que unenotros acontecimientos y objetos con elcarnina que se ha asumido.

Sin embargo, el sentido de esta rea­lidad, o sea la explicación de los ele­mentos primarios y de lo que se ha re­lacionado a ellos no llega a atisbarse.Existe el peligro de que la falta de iden­tificación o de unidad transforme todoen un absurdo y no logre aislar un prin­cipio de explicación dentro del caos.Frente al conflicto angustioso que im­plica esa determinación de la realidad,el autor-protagonista decide incorporarsea ella, con la esperanza de así entenderlamejor. Para participar, lleva a cabo unhecho parecido y relacionado a su pri­mera obsesión, que sin querer la sobre­pasa. Ha intentado hacerse cosa hacer­se una parte más de esa caden~ de or­den, ahora ya inevitable.

Aquí surge una nueva posibilidad deinterpretación: son dos muchachos, dosmentes humanas, que han convertido enobsesión los mismos elementos en bús­queda de la realidad. Sin embargo, sólouno de ellos ha realizado un hecho que

.. Witold Gombrowicz, Cosmos. Trad. deSergio Pito!. Barcelona, Seix Barral, 1969(Biblioteca Breve, Novela, 296 pp.).

complementa el cuadro de las asociacio­nes; para el otro, este hecho, visto desdefuera se une al misterio de uno de "loselementos, y desde este momento ambasinquisiciones sobre la realidad llevancaminos por completo diferentes.

Se presenta también un problema delógica en lo que se refiere a la posibi­lidad de entendimiento de un mundocreado por una serie de elementos. Ra­cionalmente, éstos no tienen en absolutorelación entre sí; pero, a medida quela mente asocia otros elementos con losprimeros, se va estableciendo una nuevalógica, una lógica propia de esa reali­dad particular.

Llega por fin el momento en que sepueden unir los dos elementos prime­ros: el mundo cobra su sentido y se con­suma la angustia de la búsqueda en lacomprensión de la totalidad, en la uni­dad de todo lo existente. Las cosas seordenan conforme a una lógica que esen sí, la realidad. '

El conflicto que hemos descrito se des­arrolla dentro de un ambiente aparente­mente normal. Una familia polaca hahecho de su casa en las afueras de laciudad una casa de huéspedes, a la quellegan dos muchachos que están tratan­do de escapar de sus problemas en lavida cotidiana de Varsovia, familiaresy de trabajo. Los miembros de esta fa­milia -personajes bien delineados ca­da uno con sus particularidades- ~ivende acuerdo con un orden establecido.Sus costumbres y manías también con­figuran ese orden, que sólo se empiezaa quebrar cuando los nuevos huéspedesentran, tratando de encontrar una ex­plicación racional a este mundo. Puestoque la realidad no es lógica, el intentode encontrarle un sentido la vuelve ab­surda. Y es precisamente ante el absur­do que los huéspedes se ven ante lanecesidad de un orden, propio de su en­tendimiento individual.

Gombrowicz, en esta parábola del pro­blema del hombre ante el mundo, hacreado así, con elementos sencillos, uncaos y la angustiosa búsqueda de unsentido que lo ordene, para hacerlo acce­sible y aceptable a la mente humana:la creación de una realidad.

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Jorge Lopert"aez / Jorge Agullar Mora / ArmlOa ae la vara / IVlanuerAnau