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En 1955, Vicente Botella Altube, director de la entonces Caja de Ahorros Municipal de Vitoria, impulsó la fundación de la Institución Sancho el Sabio, dirigida en sus primeras décadas de vida por Jesús Olaizola. Desde el comienzo de su andadura, la Institución, estimulada por la influencia de un grupo de investigadores vascos, promovió la creación de una publicación seriada, en la que estos y otros investigadores pudieran publicar sus trabajos. Dicha iniciativa se materializó a partir de 1957 en la creación del Boletín de la Institución Sancho el Sabio, que contó con el apoyo económico de la citada Caja de Ahorros. Nacía así lo que hoy, tras un paréntesis de diez años y una profunda renovación en 1991, es la revista de investigación y cultura vasca Sancho el Sabio.

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Sancho el Sabio:historia de una revista al serviciode la cultura vasca

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1. Introducción

En 1955, Vicente Botella Altube, director de la entonces Caja deAhorros Municipal de Vitoria, impulsó la fundación de la InstituciónSancho el Sabio, dirigida en sus primeras décadas de vida por JesúsOlaizola. Desde el comienzo de su andadura, la Institución, estimuladapor la influencia de un grupo de investigadores vascos, promovió la crea-ción de una publicación seriada, en la que estos y otros investigadorespudieran publicar sus trabajos. Dicha iniciativa se materializó a partir de1957 en la creación del Boletín de la Institución Sancho el Sabio, quecontó con el apoyo económico de la citada Caja de Ahorros. Nacía así loque hoy, tras un paréntesis de diez años y una profunda renovación en1991, es la revista de investigación y cultura vasca Sancho el Sabio.

El Boletín no fue el primer esfuerzo editorial de la Caja. Le habíanprecedido algunas publicaciones promovidas por la Caja de Ahorros deVitoria, entre las que se encontraba la colección “Temas, pueblos y tierrasde Álava”, cuyo primer tomo había sido publicado en 1951 y que se com-pletó con un total del veintidós volúmenes en 1984. Además, en 1967comenzó a publicarse el Catálogo monumental de la Diócesis de Vitoria,obra en varios volúmenes dirigida por Micaela Portilla, en la que se reco-pila y estudia todo el patrimonio artístico de la diócesis alavesa.Posteriormente surgieron otro tipo de publicaciones, como la colección de

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temas alaveses “Luis de Ajuria”, nacida en 1971, que contó con veinti-cinco números y que fue suspendida en 1980. Ese mismo año apareció unCancionero de música popular alavesa. A todas estas obras hay que aña-dir la edición de los premios literarios “Ciudad de Vitoria-Gasteiz”, publi-cados por la Caja y por Sancho el Sabio. De esta forma, como parte de laobra cultural de la Caja de Ahorros de Vitoria, la entonces denominadaInstitución Sancho el Sabio llevó a cabo desde sus inicios una labor nosólo de recopilación y archivo de la cultura vasca, por medio de su biblio-teca, sino también de difusión de esa cultura, por medio de sus publica-ciones, centradas en los estudios alaveses.

2. El Boletín de la Institución Sancho el Sabio

En este marco de difusión cultural, tal y como ya hemos indicado,en 1957 vio la luz el número 1 del Boletín de la Institución Sancho elSabio. Sus principales objetivos fueron, por un lado, reforzar la laborinvestigadora en Álava y en todo el País Vasco, y, por otro lado, ser elmedio de expresión de la Institución y de la Caja. De hecho, el primernúmero coincidió con el centenario de la fundación de la Caja de Ahorrosde Vitoria, lo que se reflejó en distintos artículos, como el de M. Alluésobre la labor cultural de las cajas de ahorros, o los escritos por VicenteBotella y Ángel Loza sobre la historia de la Obra Cultural de la Caja deAhorros de Vitoria.

Entre 1957 y 1968 el Boletín estuvo dirigido por DomingoFernández Medrano, que posteriormente fue nombrado director delMuseo de Arqueología de Álava. Por ello, durante esos años el Boletíndestacó por su notoria orientación arqueológica, incluyendo artículosescritos por el propio Fernández Medrano y por José Miguel deBarandiarán, Juan Maluquer de Motes, Jesús Altuna, Armando Llanos,Jaime Fariña, Adolfo Eraso, Juan María Apellániz, José Antonio Agorretay Pedro Palol, entre otros. Completaban los numerosos textos sobrearqueología –incluso en algún caso no referidos al País Vasco, como suce-dió en el número 11 (1966), dedicado al mundo paleocristiano hispánico–,algunos textos sobre ciencias naturales.

Junto a la arqueología, destacaban los artículos sobre historia delarte y de la arquitectura medieval y moderna, así como las biografías de

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1, 2 y 3. Cambios en el diseño: delBoletín de la Institución Sancho elSabio a Sancho el Sabio. Revista deinvestigación y cultura vasca.

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diversos personajes conocidos por su vinculación histórica a Álava. En loreferente a arte y arquitectura, los autores más prolíficos fueron MicaelaPortilla, Gerardo López de Guereñu o Emilio Enciso, que centraron susartículos en el análisis de diversas construcciones, tanto religiosas comociviles, ubicadas en pueblos de Álava.

En cuanto a biografías de personajes relacionados con la historia dela provincia, Emilio Apraiz escribió en el primer número del Boletín sobreel propio Sancho el Sabio, rey navarro que daba nombre a la Institución yestrechamente vinculado a la historia vitoriana, en su papel de fundadorde la originaria villa de Vitoria en 1181. En el segundo número del Boletín(1958) destacaban dos textos sobre el marqués de Santillana, escritos porPablo Bilbao Arístegui y Juan José Pérez Ormazábal. El número de 1960estaba dedicado por completo a Adriano de Utrecht, cardenal que fue ele-gido Papa con el nombre de Adriano VI, cuando se encontraba en Vitoriaen 1522, hecho por el que ha quedado vinculado a la memoria y al calle-jero local de la capital alavesa. En este Boletín monográfico escribieronCarmelo Sáenz de Santamaría, Emilio Apraiz, Micaela Portilla y EnriqueSuárez Alba. Venancio del Val, por su parte, colaboró en el tercer númerodel Boletín (1958) con un texto biográfico sobre la relación con la capitalalavesa del político monárquico conservador Eduardo Dato e Iradier. Enlos siguientes números fueron apareciendo artículos sobre otras persona-lidades alavesas, como Ignacio Aldecoa, Valentín de Foronda, Martín deSalinas, Ramiro de Maeztu, etc.

Los contenidos del Boletín no estaban estructurados en apartadostemáticos, sino que los artículos se sucedían de forma secuencial. Encuanto a su formato externo, el diseño del Boletín era clásico y sencillo,tal y como sucedía con la mayor parte de las revistas culturales de laépoca, como el Boletín de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos delPaís, con cuya presentación externa tenía cierto parecido. La revista de laInstitución Sancho el Sabio estaba encuadernada en rústica, con cartulinabeige, sobre la que destacaba la imagen del rey de Navarra Sancho VI elSabio. Se trataba de la reproducción del cuadro original, pintado sobretabla, obra de Enrique Suárez Alba, que adornaba la entrada de la sede dela Institución, en la Plaza de la Provincia.

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4 y 5. Juan Maluquer de Motes y Micaela Portilla –en las imágenes, impartiendo sendas conferen-cias en Vitoria– fueron algunos de los colaboradores del Boletín de la Institución Sancho el Sabio.Años 1956 y 1960. Fototeca Caja Vital Kutxa

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Los esfuerzos para lograr una publicación estable se vieron recom-pensados, puesto que, en general, el Boletín logró acudir puntualmente asu encuentro anual con los lectores. Incluso en el año 1958, por motivosque desconocemos, la Institución publicó, en vez de uno, dos números delBoletín. Otro caso especial fue el número de 1968, que fue un monográ-fico, compuesto por un solo artículo dedicado a Labastida, escrito porFrancisco Armentia. Por el contrario, en 1970 el Boletín no se publicó, sinque sepamos los motivos de esa ausencia. No obstante, la revista habíalogrado un recorrido vital suficientemente importante como para que en1976 Julio César Santoyo elaborara un índice general de los artículospublicados en el Boletín de la Institución Sancho el Sabio. Este índice –enun momento en que las posibilidades de los índices y bases de datos enInternet eran aún inimaginables– era un instrumento especialmente útilpara los investigadores. Todavía hoy, aunque todos los índices están ya enInternet, este índice impreso facilita un acercamiento panorámico a lo queen aquellos primeros años de vida supuso el Boletín para la cultura alave-sa y vasca de la época.

De hecho, el contenido de la revista se había hecho temáticamentemás heterogéneo a partir de que, en 1968, Manuel Ibarrondo, posterior-mente nombrado director de Publicaciones de la Diputación Foral deÁlava, sustituyera a Fernández Medrano al frente del Boletín. Con elnuevo director, no sólo la publicación adquirió un carácter pluridiscipli-nar, sino que se abrió la posibilidad de colaboración de investigadoresmás jóvenes, como por ejemplo Julio César Santoyo, Henrike Knörr, JoséÁngel Ascunce, César González Mínguez, Francisco Rodríguez de Coro,José Extramiana o Juan Vidal Abarca. Sin abandonar por completo losestudios arqueológicos, se comenzaba así a escribir sobre toponimia, lite-ratura, etnografía, arte, historia de los siglos XVIII y XIX e incluso algúnartículo aislado sobre la evolución histórica alavesa en el siglo XX.

Esta última etapa del Boletín presentó además la novedad de acogeren mayor número a investigadores vinculados al mundo universitario (yen concreto a la embrionaria universidad pública en el País Vasco), frentea lo sucedido en los primeros números. En éstos habían predominado másbien los eruditos o representantes de la cultura local (Venancio del Val,Vicente Botella, Ángel Loza, Enrique Suárez Alba, Gerardo López de

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Guereñu, Emilio de Apraiz, Fernando de Amárica, Joaquín Jiménez,Carlos Pérez Echevarría, Manuel Ibarrondo, Pablo Julián Olabarría) o losarqueólogos profesionales (Armando Llanos o Jesús Altuna, que sólo en1980 se incorporó a la Escuela de Magisterio de la Universidad del PaísVasco, aunque en 1960-1961 había sido ayudante de prácticas en Madrid).

No obstante, entre los autores de los primeros años, sí había variosprofesores de la Universidad de Deusto (como Juan María Apellániz),además de Micaela Portilla, profesora en la Escuela de Magisterio de laUniversidad Complutense; Juan Maluquer de Motes, catedrático deArqueología de la Universidad de Barcelona; Fernando Chueca Goitia,catedrático de Historia del Arte en la Escuela de Arquitectura en Madrid;Pedro de Palol, catedrático de Arqueología en las Universidades deValladolid y Barcelona, o Justo Gárate, profesor de la Universidad deMendoza (Argentina).

Por el contrario, en los últimos años del Boletín colaboraron entreotros Julio César Santoyo, en aquellos momentos en la Universidad delPaís Vasco y en la actualidad catedrático de la Universidad de León; loscatedráticos de la Universidad del País Vasco Federico Eguíluz, HenrikeKnörr y César González Mínguez (los dos primeros ya fallecidos); JoséÁngel Ascunce, profesor en el Campus de Donostia-San Sebastián de laUniversidad de Deusto; José Ignacio Homobono, profesor de Sociologíaen la Facultad de Ciencias Sociales y Comunicación de la Universidad delPaís Vasco, o José Extramiana, profesor de la Université de Pau et desPays de l’Adour y también fallecido.

El paso entre ambas épocas, dentro del primitivo Boletín de laInstitución Sancho el Sabio, es significativo, pues refleja el ambiente cul-tural en el que nació la Institución y los cambios producidos hasta la cre-ación de la Fundación, más de treinta años después. Así, visto desde laactualidad puede sorprender que en una revista de investigación fueranrelativamente pocos los autores que pertenecían a los cuerpos docentesuniversitarios, así como la repetición casi constante de los mismos auto-res en diversos números del Boletín. Sin duda, todo ello tiene que ver conlas dificultades de la cultura vasca en el ecuador de la dictadura franquis-ta (momento en que nació la Institución) y con la ausencia de una cultura

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universitaria en Álava e incluso, si nos referimos a la universidad pública,en el conjunto del País Vasco, hasta fechas relativamente recientes.

Así, en 1957, cuando inició su andadura el Boletín, Álava no conta-ba con ningún centro de enseñanza superior, puesto que la Escuela deMagisterio no estaba todavía incluida en la estructura universitaria.Durante un tiempo, funcionó una delegación de la Universidad de Deustoen Vitoria –que precisamente comenzó dando sus clases en la sede deSancho el Sabio–, pero esta iniciativa no prosperó. Sólo en septiembre de1970 se creó en Vitoria el Colegio Universitario de Álava, dependiente dela Universidad de Valladolid, que comenzó a impartir Filosofía y Letras,Ciencias y el selectivo de Medicina en octubre de 1971. Además, en 1975,tras una iniciativa de la Diputación Foral, se creaba en Vitoria un CentroAsociado de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).

En 1977, las Escuelas de Ingeniería Técnica Industrial y deProfesorado de EGB de Vitoria pasaban a formar parte de la Universidadde Bilbao, a la que el Colegio Universitario de Álava se incorporaba tam-bién como centro adscrito. En 1978, se creaba la Facultad de Filología yGeografía e Historia (actual Facultad de Letras), completamente integra-da ya en la que, desde febrero de 1980, se denominó oficialmenteUniversidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea. Es significati-vo que algunos de los autores del Boletín en su etapa final (Julio CésarSantoyo, César González Mínguez, Federico Eguíluz, Henrike Knörr...)fueran entonces jóvenes profesores o investigadores de la Facultad deFilología y Geografía e Historia de Vitoria.

Teniendo en cuenta todo este contexto cultural y educativo, es nor-mal que en sus primeros años de vida sólo algunos de los autores de losartículos publicados en el Boletín de la Institución Sancho el Sabio estu-vieran vinculados al mundo universitario, aunque varios de ellos(Maluquer de Motes, Chueca Goitia, etc.) destacaban por su gran presti-gio científico en aquella época. Igualmente, no es extraño que entre losautores hubiera un número importante de sacerdotes y religiosos (JuanMaría Apellániz, Emilio Enciso, Jesús Altuna, Francisco Rodríguez deCoro, Saturnino Ruiz de Loizaga, Faustino Martínez, Fray IgnacioOmaechevarría, Gonzalo Vera-Fajardo, Manuel Sotomayor, S. J., LinoAkesolo, José Iturrate...), reflejando así la tradicional trascendencia del

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6 y 7. En el Boletín de la Institución Sancho el Sabio colaboraron tanto investigadores y profesoresuniversitarios (Micaela Portilla) como eruditos o representantes de la cultura local (Venancio del Val).

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clero en la investigación a nivel local, especialmente importante en el PaísVasco.

Básicamente por los mismos motivos, cabe destacar que, en susveinticinco años de historia (1957-1981), el Boletín no publicó ningúnartículo en euskera. En este caso, no se trataba de ninguna prohibicióngubernativa, puesto que otras revistas culturales vascas, como la donos-tiarra Egan, incluían investigaciones en lengua vasca y, en los últimos lus-tros del franquismo, tuvo lugar una eclosión de la cultura vasquista, quesuperó las reticencias de buena parte de las autoridades para llevar a cabouna intensa labor de siembra de cultura vasca y de promoción del euske-ra.

En el caso de Sancho el Sabio, el hecho de que no apareciera nin-gún artículo en euskera estuvo posiblemente relacionado más con lamenor tradición euskaldun de Álava, en relación con Vizcaya yGuipúzcoa, y con el hecho de que la inmensa mayoría de los autores nofueran vascoparlantes o de que, incluso siéndolo, no estuvieran acostum-brados a escribir artículos científicos en euskera. Por ejemplo, cuandouno de los más conocidos euskaltzales alaveses del siglo XX, AndoniUrrestarazu, publicó en el Boletín, en 1979, un artículo sobre toponimiavasca en Álava, lo hizo en castellano y no en euskera. De hecho, el primerdirector y alma máter de Sancho el Sabio, Jesús Olaizola, era euskaldun-zarra y, desde los inicios, el Boletín mostró interés por la lengua vasca.Por ejemplo, ya en el tercer número Carlos Pérez Echevarría dedicaba untexto a Raimundo Olabide y su traducción de la Biblia al vascuence.Enseguida aparecieron nuevos artículos sobre el euskera en Álava, comolos centrados en José Pablo de Ullívarri y Cardaveraz. También hay quedestacar el hecho de que ya en 1971 escribiera en el Boletín el exiliadoJusto Gárate, antiguo dirigente de Acción Nacionalista Vasca durante laSegunda República.

Por motivos similares, en toda esta primera etapa no se publicaronapenas investigaciones sobre la historia contemporánea más reciente delPaís Vasco, sobre sociología, política, etc. La ausencia casi absoluta deartículos sobre el siglo XX contrasta con la alta presencia de la contem-poraneidad en la revista Sancho el Sabio, a partir de 1991, hecho habitualen la mayoría de las revistas de investigación cultural, a nivel local y

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regional. Así, es significativo que uno de los pocos artículos de esta temá-tica aparecidos en el Boletín se publicara precisamente en su últimonúmero: en 1981, Manuel Antonio Zárate fue el autor de un númeromonográfico especial dedicado a la transformación del espacio urbano deVitoria en su historia reciente.

De forma quizás paradójica, en el momento en que el inicio de unaFacultad de Letras en Vitoria podía servir de cantera principal para larevista –puesto que la mayor parte de los artículos estaban relacionadoscon esta temática–, la Institución Sancho el Sabio entró en una etapa decrisis, que se llevó por delante el Boletín y a punto estuvo de hacerlo conel propio centro. Así, el número 25, correspondiente a 1981 (el monográ-fico escrito por Zárate) fue el último del Boletín de la Institución Sanchoel Sabio.

Cuando se paralizó definitivamente su edición, el Boletín, a lo largode sus veinticinco años de vida, había publicado un total de 312 artículos.Buena parte de ellos (33 %) habían estado dedicados a temas de geogra-fía e historia. Le seguían los textos relacionados con las ciencias sociales(19,2 %), la lingüística (13,8 %), el arte (13,5 %), la religión (5,8 %), lasciencias naturales (4,8 %) y las ciencias aplicadas (2,6 %). Dentro de las“generalidades” (siguiendo la Clasificación Decimal Universal, utilizadahabitualmente en bibliotecas) podían incluirse veintitrés artículos, quesuponían un 7,3 % de todos ellos.

A partir de 1981, la actividad cultural de la Institución fue inte-rrumpida casi por completo. Una serie de problemas de política culturalpero, sobre todo, de índole económica, impedían que Sancho el Sabiopudiera continuar adquiriendo obras y publicando el propio Boletín. Sinembargo, gracias a diversas donaciones e intercambios y al trabajo deJesús Olaizola, continuó enriqueciéndose la biblioteca y la obra culturalde la Institución, aunque no al mismo ritmo de los años anteriores. A lavez, apareció una comisión llamada “Pro Institución Sancho el Sabio”,constituida por un grupo de intelectuales (Henrike Knörr, EugéneGoyheneche, Gorka Aulestia, Juan María Lekuona, Antonio Tovar, JonBilbao, Bill Douglass, José Antonio Arana Martija, etc.), que trataron debuscar una solución a la crisis que afectaba a la Institución.

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10, 11 y 12. Varios números de lacolección Besaide, coordinados porFrancisco Rodríguez de Coro, direc-tor de la revista Sancho el Sabio entre1991 y 1994.

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A partir de 1984 Sancho el Sabio comenzó a superar la profundacrisis en la que se encontraba. Se renovó la plantilla, tratándose entoncesde un personal más especializado, y la biblioteca comenzó a adquirir nue-vamente obras. En 1989 la Institución se reconvirtió en Fundación Sanchoel Sabio, dotándose de personalidad jurídica independiente, así como denuevos estatutos. La antigua sede, en la Plaza de la Provincia, se habíaquedado pequeña para acoger los fondos. Por este motivo, la Fundaciónse trasladó en 1991 al Palacio Zulueta, en el Paseo de la Senda, que fuecedido por el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz a la recién creada Caja deAhorros de Vitoria y Álava (Caja Vital Kutxa), resultado de la fusión en1990 de las antiguas cajas Municipal y Provincial.

3. Sancho el Sabio: Revista de Cultura e InvestigaciónVasca-Euskal Kultura eta Ikerketa Aldizkaria

Al inaugurar su sede en el Paseo de la Senda –que ahora acaba deser abandonada para estrenar el edificio de Betoño–, la Fundación Sanchoel Sabio se planteó la idea de sacar de nuevo a la luz una publicación conobjetivos semejantes a los del Boletín: estimular la labor investigadora enel ámbito de la cultura vasca y divulgar estos trabajos tanto a particularescomo a diferentes instituciones, a través del intercambio bibliotecario.

La nueva Sancho el Sabio: Revista de Cultura e InvestigaciónVasca-Euskal Kultura eta Ikerketa Aldizkaria nació en 1991. Su primernúmero fue presentado en la Biblioteca Nacional de Madrid por JuanPablo Fusi (Catedrático de Historia Contemporánea de la UniversidadComplutense, que antes había ocupado este mismo puesto en laUniversidad del País Vasco). En Vitoria hubo otra presentación, que corrióa cargo de Miguel Artola, también catedrático de HistoriaContemporánea, académico de número de la Real Academia de laHistoria y Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales, concedi-do aquel mismo año.

Entre 1991 y 1998 la revista se publicaba con una periodicidadanual. Pero al cabo de siete años la Fundación apreció un importanteincremento en la recepción de trabajos, lo que, unido a la intención dehacer más ligeros los tomos, animó a Sancho el Sabio a convertirla en bia-nual. Así, desde 1998 hasta la actualidad, se publican dos números al año,

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habitualmente uno de ellos en junio y otro en diciembre. Y es que, a dife-rencia de bastantes revistas científicas, que suelen acumular importantesretrasos o salen con una periodicidad ficticia, desde 1991 hasta hoySancho el Sabio ha acudido siempre puntualmente a la cita con sus lecto-res, publicándose con regularidad. En parte, esto ha sido posible por noeditar números monográficos, lo que facilita cumplir con su periodicidad,pues habitualmente no hay que esperar a recibir los artículos encargadospara cerrar el volumen. Sólo el último número publicado hasta la fecha,el 29, correspondiente al segundo semestre de 2008, ha sido un monográ-fico en homenaje a Henrike Knörr, con artículos variados, enviados porlos miembros del Consejo Asesor de la revista.

Como es habitual en las revistas científicas, de este Consejo Asesorforman o han formado parte intelectuales de prestigio y profesores dediversas Universidades e instituciones. Como es lógico, en la mayor partede los casos se trata de profesores de la Universidad del País Vasco(Henrike Knörr, José Luis de la Granja, Ricardo Miralles, Antonio Rivera,Blanca Urgell, Ernesto García Fernández, José Ramón Díaz de Durana,Juan Santos Yanguas, Luis Castells, José María Ortiz de Ortuño, etc.).Pero también integran o han integrado el Consejo Vicente Garmendia yAurelia Arkotxa (ambos de la Universidad de Burdeos), José ÁngelAscunce, Edorta Kortadi y Ana Toledo (Universidad de Deusto), JoséMiguel Delgado (Universidad de La Rioja), Ignacio Olábarri(Universidad de Navarra), Juan María Sánchez-Prieto (UniversidadPública de Navarra), Miguel Artola (Academia de la Historia), Juan PabloFusi (Universidad Complutense), Javier Tusell (Universidad Nacional deEducación a Distancia), Julio César Santoyo (Universidad de León),Pablo Fernández Albaladejo (Universidad Autónoma de Madrid), etc.También es importante la presencia en el Consejo de miembros de otrasinstituciones, como Euskaltzaindia, la Academia de la Lengua Vasca (JoséAntonio Arana Martija, Juan Garmendia Larrañaga, Jean Haritschelhar,Andrés Urrutia...), el Photomuseum de Zarautz (Leopoldo Zugaza) oEresbil (Jon Bagüés).

Junto al Consejo Asesor, existe un Consejo de Redacción, de carác-ter más técnico, dividido en una Secretaría (en este momento integradapor Gurutze Arana e Inmaculada Valencia) y un Comité, formado por el

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presidente de la Fundación Sancho el Sabio y de la Caja Vital (GregorioRojo), un secretario (José Ignacio Besga), el director de la FundaciónCaja Vital (Rafael Gómez-Escolar), el director general de la institución deahorros (Joseba Barrena) y la directora técnica y el subdirector de laFundación Sancho el Sabio (Carmen Gómez y Jesús Zubiaga).

El primer director de la revista fue el historiador FranciscoRodríguez de Coro, que estuvo al frente de Sancho el Sabio entre 1991 y1994. A partir de esa fecha y hasta la actualidad comparten la direcciónGorka Aulestia (Profesor de la Universidad de Deusto) y Santiago dePablo (Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad del PaísVasco).

La nueva revista debía también adaptarse a los nuevos tiempos enrelación con el diseño. De ahí que, frente al formato más clásico delBoletín, la revista Sancho el Sabio optara por un concepto más moderno,tanto en el exterior como en el interior. El nuevo diseño fue obra deAntonio Ciprés y Lourdes Vicente e incluía en la cubierta una imagenestilizada –en realidad, casi irreconocible– del cuadro del rey Sancho VIde Navarra, obra de Suárez Alba, que había ocupado el mismo lugar en elantiguo Boletín. En la contracubierta, destacaba un dibujo en alzado delPalacio Zulueta, sede de la Fundación, que en el número 29, último de2008, fue sustituido por una imagen del proyecto del nuevo edificio enBetoño, en ese momento a punto de finalizar sus obras. Incluso en el inte-rior se buscó huir del texto compacto y pesado, habitual en las revistascientíficas, dando un respiro a la caja del texto, por medio de ampliosmárgenes, portadillas, inclusión de fotografías (en color, en el caso de losestudios sobre pintura u otros en los que sea necesario), etc. Desde haceunos años, cada artículo va acompañado de un resumen o abstract y deunas palabras clave, en castellano, inglés y euskera, tal y como es pre-ceptivo en las revistas académicas, para posibilitar su inclusión en basesde datos científicas.

A diferencia del Boletín, la revista Sancho el Sabio se divide en cua-tro secciones diferentes, precedidas de una breve introducción o presenta-ción, a cargo del presidente de la Fundación Sancho el Sabio. En primerlugar, el apartado de Estudios Vascos, que contiene todos los trabajos refe-rentes a Vasconia, a excepción de Álava. Ésta tiene una sección propia lla-

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13, 14 y 15. Algunos de los últimosnúmeros publicados en la colecciónBesaide.

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mada Estudios Alaveses, por medio de la cual la revista quiere mantenersu vocación de servicio al territorio más próximo, sin perder de vista elámbito vasco. La tercera sección es la de Documentación y Bibliografía,que comprende catálogos bibliográficos, reproducción de documentos yotros artículos en los que la aportación de fuentes documentales de archi-vos tiene un peso muy importante. Por último, cierran la revista el apar-tado de Libros, que recoge reseñas de algunas obras sobre el País Vascopublicadas recientemente, y los breves currículos de los autores que cola-boran en ese número. Eventualmente, se publica desde hace algún tiempouna sección especial de Noticias/Berriak, que recoge algunas novedadesrelacionadas con el funcionamiento de la Fundación Sancho el Sabio o, enalgunos casos, breves necrológicas (In Memoriam) de los miembros delConsejo Asesor fallecidos.

Frente a la orientación más alavesa del primitivo Boletín, la mayo-ría de los artículos publicados en la revista Sancho el Sabio entre 1991 y2008 corresponden a la sección de Estudios Vascos, lo que indica suempeño en superar el ámbito meramente local, sin descuidar los EstudiosAlaveses. En su conjunto, tal y como suele ser habitual en este tipo derevistas de estudios regionales, los artículos de Humanidades y CienciasSociales son predominantes, destacando los relativos a Historia, Lengua,Literatura, Arte, etc. En esta distribución influye sin duda además, elhecho de que en Vitoria exista una Facultad de Letras, con titulaciones deHistoria, Arte, Geografía, varias Filologías, etc., así como la impronta delos directores, especialistas en literatura y en historia del País Vasco. Sinembargo, también tienen cabida en Sancho el Sabio estudios de Ciencias,Medicina, Filosofía, Comunicación, etc., siempre referidos al ámbitovasco, entendido en un sentido cultural y no político.

Dado que los artículos se publican en el idioma en el que se reciben,la inmensa mayoría son en castellano. Sin embargo, se procura publicar almenos uno en euskera en cada número, lo que en la mayoría de los casossupone tener que solicitarlo previamente a un autor, ya que apenas se reci-ben artículos en lengua vasca. Por otro lado, la revista está abierta a otrosidiomas de uso común en la comunidad científica internacional: en con-creto, se han publicado ya artículos en inglés y en francés.

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La revista fue planteada desde el principio con la intención de quecolaboraran en sus páginas especialistas de todos los campos científicosrelacionados con la cultura vasca. Así, la mayoría son profesores o inves-tigadores universitarios, pertenecientes en muchos casos a la Universidaddel País Vasco y a otras universidades de Vasconia (Deusto, Navarra yPública de Navarra). Pero también sigue habiendo espacio, sobre todo enel apartado de Documentación y Bibliografía, para investigadores locales,así como para estudiosos provenientes de universidades españolas y detodo el mundo (Barcelona, León, Autónoma de Madrid, Brest, Nevada,etc.).

Pero, sobre todo, se presta especial atención a impulsar artículos dejóvenes investigadores, para ayudarles en sus primeras publicaciones,buscando así un equilibrio entre la experiencia contrastada y la apertura ala juventud. En este sentido, se publican anualmente en la revista los tra-bajos ganadores del Certamen de Investigación Universitaria FundaciónSancho el Sabio, destinado desde 1998 a premiar trabajos de investigaciónde estudiantes universitarios de primer y segundo ciclo.

En los últimos años, la Fundación y la revista se han abierto a lasnuevas tecnologías, optando por aprovechar la apertura hacia un alcanceglobal que permite Internet. Así, ya en 2005, en un artículo publicado enla revista Vasconia, Carmen Gómez explicaba que “toda la colección [deSancho el Sabio] esta vaciada, es decir se ha informatizado en la base dedatos bibliográfica los diferentes artículos e incluso para una mayor acce-sibilidad los índices están digitalizados y se pueden consultar a través delordenador en intranet en nuestra sede. Los artículos están indizados tam-bién en la base de datos disponible en Internet en la web de la Fundación(al igual que los de la primera época), en la base de datos ISOC y en laUniversidad de la Rioja en el servicio Dialnet”.

En la actualidad, las mejoras técnicas producidas en poco más detres años –desde la fecha en que se escribían esas palabras– han permiti-do incorporar nuevos avances, lo que indica la velocidad de vértigo conque se producen los cambios en el campo de las nuevas tecnologías. Así,desde hace unos años, todos los artículos de la revista, desde 1991 hastael último número, se pueden consultar a texto completo, en formato pdf,en Internet, mediante la propia web de la Fundación o mediante Dialnet.

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18 y 19. Inauguración en el año 1993 de la exposición Los Inquisidores. Fototeca F.S.S.

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Se trata de un gran avance –compatible con el mantenimiento de la edi-ción de la revista en papel–, que permite la consulta de la revista por partede investigadores de todo el mundo y del que, en el momento de escribirestas líneas, no disponen ninguna de las más importantes revistas cientí-ficas especializadas en el País Vasco (algunas de ellas, como Vasconia,incluyen el texto completo de los últimos números, pero no de los publi-cados anteriormente).

Aun con el temor a caer en un excesivo triunfalismo, es de justiciaindicar que la calidad de la revista se ha situado en un alto nivel en losúltimos años, convirtiéndose en una publicación consolidada en el pano-rama de los estudios vascos. Por indicar sólo una referencia externa, larevista Sancho el Sabio está calificada con 27 puntos en la base de datosDICE-CINDOC (Difusión y Calidad Editorial de las Revistas Españolasde Humanidades y Ciencias Sociales y Jurídicas), dependiente delConsejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Esto la convier-te en la novena revista más valorada, de un total de 103, en la sección deestudios locales, que incluyen revistas especializadas en estudios regiona-les o de comunidades autónomas (http://dice.cindoc.csic.es).

4. Otras publicaciones

La labor editorial y de promoción de la cultura vasca de laFundación Sancho el Sabio no se termina en la publicación anual de larevista. Durante varios años, la línea editorial de la Fundación se comple-tó con la colección Besaide. Se trataba de volúmenes monográficos, conun diseño muy cuidado y gran cantidad y calidad de ilustraciones, centra-dos en diferentes movimientos o realidades sociales, políticas y culturalesde Vasconia. Estos volúmenes iban acompañados de una exposición, queen ocasiones fue itinerante por las diversas capitales vascas. Por ello, enla elección de los temas, se buscaba aunar el interés científico con la capa-cidad de las exposiciones para atraer al público.

Como en la revista, también influyó en esta selección temática lapersonalidad de cada director. Así, bajo la dirección de FranciscoRodríguez de Coro se publicaron los volúmenes de Besaide relativos aLos carlistas (1991), Los masones (1992), Los judíos (1992), Los inquisi-dores (1993) y Los ejércitos (1994); Gorka Aulestia dirigió Los escritores

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20. Imagen de la exposición Loscineastas, que en 1999 recogió la his-toria del cine en el País Vasco.Fototeca Caja Vital Kutxa

21. El volumen La casa de los librossirvió para conmemorar los cuarentaaños de la Fundación Sancho elSabio en 2004. 21

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(1996) y Santiago de Pablo Los nacionalistas (1995), Los cineastas(1998), Los vascos y Europa (2001, en colaboración con Víctor Amado)y Los liberales (2002, con Coro Rubio Pobes). Esta línea editorial –inte-rrumpida en los últimos años– se completaba con la edición de losCuadernos Sancho el Sabio, pequeños folletos de 48 páginas, publicadoshabitualmente en dos versiones (castellano y euskera), de carácter divul-gativo y pensados para el público juvenil.

Para acompañar exposiciones de los fondos de la propia Fundaciónse han publicado también los volúmenes La casa de los libros. 40 años dela Fundación Sancho el Sabio (2004) y Afiches. Paredes con historia(2006). Asimismo, hay que destacar el Catálogo de publicaciones seria-das (2003), que refleja el trabajo realizado por esta sección de laFundación. Por último, se han editado varias monografías, escritas o coor-dinadas por José Manuel Cerrato (Estudio postal de la primera guerracarlista en Euskal Herria), Julio César Santoyo (La imprenta en Álava:historia, obras, documentos) y Juan Santos Yangüas (La Rioja, el vino yel camino de Santiago). Todo ello refleja el esfuerzo de la FundaciónSancho el Sabio por seguir colaborando, en la medida de sus posibilida-des, con el estudio y la difusión de la cultura vasca.

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