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Director: Sergio Simpson Matagalpa, Nicaragua, Junio 2010 Fabio Gadea Mantilla, Nueva Segovia. Luis Enrique y Carlos Mejía Godoy, Madriz. Claribel Alegría, esteliana - salvadoreña. Otto de la Rocha, Jinotega. Jesús Miguel Chuno Blandón, Jinotega. Elioconda Cardoza, Matagalpa. Felipe Sáenz, Matagalpa. Jorge Calderón, Nueva Segovia. Juan Carlos Vílchez, Estelí. Donald Altamirano, esteliano - catracho. Lautaro Ruiz, Jinotega. Jeanery Gonzáles, Jinotega. H. Rodríguez, Madriz. Carlos Vanegas, Madriz. Richard Wilson, Nueva Segovia. Mauricio A. Rayo, esteliano - matagalpino. Diego Adolfo Gutiérrez, Madriz. José Floripe Fajardo, Estelí. Edgard Rivas Choza, Matagalpa. Edgar Escobar Barba, Mesoamérica. Luis Iglesias, Jinotega. Sergio Simpson. Mauricio Paguaga, Nueva Segovia. Vengel Moreno, Estelí. Mario Hernández Zelaya, Jinotega. Edición Especial Edición Especial Cuentistas del Norte de Nicaragua Por: Edgar Escobar Barba

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Director: Sergio Simpson Matagalpa, Nicaragua, Junio 2010

Fabio Gadea Mantilla, Nueva Segovia.Luis Enrique y Carlos Mejía Godoy, Madriz.Claribel Alegría, esteliana - salvadoreña.

Otto de la Rocha, Jinotega.Jesús Miguel Chuno Blandón, Jinotega.

Elioconda Cardoza, Matagalpa.Felipe Sáenz, Matagalpa.

Jorge Calderón, Nueva Segovia.Juan Carlos Vílchez, Estelí.

Donald Altamirano, esteliano - catracho.Lautaro Ruiz, Jinotega.

Jeanery Gonzáles, Jinotega.H. Rodríguez, Madriz.

Carlos Vanegas, Madriz.Richard Wilson, Nueva Segovia.

Mauricio A. Rayo, esteliano - matagalpino.

Diego Adolfo Gutiérrez, Madriz.José Floripe Fajardo, Estelí.Edgard Rivas Choza, Matagalpa.Edgar Escobar Barba, Mesoamérica.Luis Iglesias, Jinotega.Sergio Simpson.Mauricio Paguaga, Nueva Segovia.Vengel Moreno, Estelí.Mario Hernández Zelaya, Jinotega.

Edición EspecialEdición Especial

Cuentistas del Norte de NicaraguaPor: Edgar Escobar Barba

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Cuentistas del Norte de Nicaragua

Nos vamos a permitir dos entregas en una sola que tienen que ver con el cuento del Norte, o mejor dicho, de autores de las regiones de Tierra Adentro. Este muestrario deja entrever el oficio de estas tierras, donde lee-

rán, cuento corto y minicuento.

Vamos a presentar algunas “rarezas”, porque casi no se mientan a los autores de estas sabrosas y frías ambientacio-nes de clima parecida a la que viven los defeños mexicanos, con sus calles muy a la Chontal - Ocotal pinolera casi igual a la de Olanchito en Honduras, con el caballo y el sombrero corto a la tejana y el friíto invitando a frotarse las manos y recurrir a un cafecito con güirilas.

Zonas donde la narrativa se da a piel de cuero de ganado, entre olores frescos de café y legumbres y se escribe sin ton ni son en cuanto a un no definido género literario y ya no digamos, desconocen las estructuras y características del género cuentístico por lo empírico, la ignorancia y la pereza, en su mayoría, pero con ganas de cuentear, chilear. Así encontramos en un mismo texto medio artículo con relato y chile fabulesco con disque intento de verso puèti-co; sin olvidar por allá, es posible aún encon-trarse a un cuenta cuento que no es lo mismo que un cuentista, donde en verdad abunda el buen humor entre chilearse mutuamente con una picardía para anotarse y entresacar no sólo las carcajadas sino también todo un universo de géneros brevísimos. Entre “inventos de gé-neros periodísticos y literarios” que nos re-montan a cierta autora rivense y otro masaya (no talachan y se pierden sus textos breves), salen frases literarias que ni ellos mismos se dan cuenta de sus aportes, todo por no ir a un auténtico taller literario y aprender la A y la B, de entrada.

Sin embargo, hay autores casi silenciosos de buen tono cuentístico. Más que el o los temas, es la variedad de tratamientos, de estructuras, de búsquedas, siendo el más experimental Sergio Simpson adoptado matagalpino-caribeño, de los pocos que cono-cen en verdad las etnias atlánticas de este país. Preocupado por el lenguaje, este nómada va y viene, y entre su len-te de cámara-ojo atrapa en la imagen y la letra lo que su sensibilidad le obliga a hacer. Mientras entre los humores e ironías viene Mauricio Paguaga originario de Nueva Segovia y viviendo hermanable con los de Madriz, de ahí su compadre hermanazo de Diego Adolfo Gutiérrez en su desenfado intencional donde el existencialismo pesa dema-siado y donde juega con las palabras y los conceptos: el segundo mencionado, y el primero le da por burlarse y así buscar un contra efecto o en sus cuentos un poco más extensos variar las historias entretejidas del suspenso muy a lo Bioy Caceres o a lo Tito Monterroso.

El matagalpino Edgar Rivas Choza tiene su Odisea en los temas variados o reiterativos con otro tratamiento, como es el origen del ser humano desde su concepción, por ejemplo. Laberíntico, le agrada que el lector participe y se quiebre la cabeza, que no sea estático. En sus mínimos poéticos, el cuento surge sutilmente. Y Mario Hernández asentado en Managua y esporádicas escapadas a su terruño de origen, Jinotega, cuando olvida pintar sus lienzos, escribe y manifiesta a veces el realismo mágico en personajes que vivieron la guerra y entrecruza lo real con el más allá en el aquí y ahora o dentro de la crueldad de la batalla encuentra algo que se torna poético literario, o ya recurre a espacios donde esa otredad no es como el humano la cree y entra al real maravilloso. Contrario a Luis Iglesias quien retrata los pequeños aconteceres de su ciudad, las peculiaridades en diálogos y paisajes rescatando las brumas de dichos pueblos. Iglesias, frenado por él mismo su desarrollo letrìstico, al distraerse en otras aristas nada artísti-cas.

Por Estelí José Floripe de casi 70 años de edad, y el joven Vengel Moreno. El primero tiene varios libros sin editar

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y su narrativa contiene la malicia que debe tener el cuentista. Sin salir de su reducto, seguro no le invitan, este autor merece ser más invitado y más conocido para leerle y motivarlo a que siga escribiendo sus cuentos. El segundo, casi los 25 Años de edad, es estudioso, le agrada leer y también padece la vigilia de tardarse en dar a conocer lo que escribe. Fue el verdadero fundador de Eón Literario que aglutinaba a jóvenes de Ocotal, Totogalpa y Estelí, y ojalà los vuelva a unir. Su estilo ha variado para bien, sin desconocer su afición por buscar los prosemas. Y rescata-mos un minicuento de una muchacha muy talentosa de Totogalpa, donde sus estudios de turismo están por llevarla a Bélgica. Por supuesto les debemos a la estiliana salvadoreña, Claribel Alegría y al perdido de Nueva Segovia, Jorge Enrique Gamero.

En este mini muestrario norteño, finalmente me incluyo yo, ya que ando por estas tierras frías pero con sabrosas flores y jugosas frutas, con un cuento donde la estructura elíptica, los pondrá a pensar.

APUNTE

De los enumerados agradecemos nos hayan permitido sus textos, exceptuando al estiliano que rescatamos gracias a Mauricio. En cuanto a los demás: desafortunadamente no tenemos uno de los cuentos largos del estiliano Juan Car-los Vílchez o incluso alguno de sus poemas cuentos donde otro universo se encuentra paralelo o subyace en el in-conciente de cada personas ( se me ocurre por ejemplo una mujer matrona que adoran los jóvenes) pero rescatamos

uno y lo ponemos como narrativo; y por su-puesto va Mauricio Rayo con triple nacionali-dad regional ( estiliano, matagalpino-leonés) y sus tonos con olor a medicina o va a faltar la Tania Montenegro en sus efectos de interferencias hertzianas, antecedida en otro estilo por Marta Calero o Danilo Rivera en prosemas o lo real maravilloso en Isolda Ro-dríguez, sin olvidar los relatos irónicos del Beat nica Edwin Illescas. Estiliano es Donald Altamirano, y sus experimentos narrativos de buena cepa, metemos un incisivo entresacado de otro texto original. María Celina Tapia, estiliana y su cuento apología de cómo cuidar la virginidad. Otro joven, con historias maca-bras, bien tratadas, Marcelino Talavera.No olvidemos las picardías y narraciones

costumbristas de Lautaro Ruiz por Jinotega o en relatos de adolescentes femeninas de Elio-

conda Cardoza, o el rulfianogabo escritural de Iván Uriarte o el olvidado Beltrán Morales en sus juegos de pala-bras y ataques a todo sistema establecido, como anarquista que fue; o la perdida Jeanery González ganadora del último Eudoro Solís que promuevo, o incluso ganadora de los encuentros anuales Asojocre ( Asociación de Jóve-nes creativos y creadores, con el apoyo de un servidor, de Henrye Petrie y el Dr. Jorge Eduardo Arellano), con sus cuentos eróticos. Matagalpa tiene la fina frase en Erick Blandòn en los dramas de las parejas, mientras escondidita realiza minicuentos poéticos Vidaluz Meneses y otro tanto Ariel Montoya o el campeón de estos bonsai, Felipe Sáenz Y una mini narrativa interesante entre leyenda y relato del canadiense-matagalpino, Dr. José Armando Pa-guaga, y en estos rumbos tiene ya su adopción Septentrional la escritora haciendo sus mínimos Carola Brantome, o la que vive en Florida, Mecker Möller en la letra sensual. Los humores de Rolando Pico de Oro Delgado o el tími-do de voz larga, el periodista Humberto Rivera; la buena vena del que firma como seudónimo MarenBenmer, so-bretodo una semblanza de Tomasa la Loca, o la joven Magda Alonso de Castilla, y las narrativas de Carlos Lazo. Y en cuanto a Madriz, la tenemos olvidada y mucho influyen sus mismos autores de no darse a publicar o leer en otros redondeles. Podemos mencionar que dentro de sus canciones, cuentan los hermanos Mejìa Godoy, aunque en Luis Enrique tiene minicuentos y narrativa harta interesante, ponemos un fragmento de una de sus canciones que tiene tono cuentístico; e invitamos al chinandegano Carlos Vanegas. En Nueva Segovia, un mini cuentero de po-lendas es Pedro Corrales Castellano pero le gusta esconderse; por supuesto don Fabio Gadea Mantilla, injustamente no homenajeado como se merece, es un narrador de polendas bien afiladas, pos costumbrista de manejo de los mo-dismos, folklore en toda la extensión de la palabra, así como de don Jorge Calderón Gutiérrez y por ahí anda Ri-

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chard Wilson. Ponemos dos fragmentitos para que vean la vena letrìstica de ambos.

Eso sin meternos en los que escriben leyendas de estas regiones como Eddy Kull y Zeledón Guzmán, o el mismo jinotegano Otto de la Rocha y Ramón Pineda, el joven estiliano mapanyvino Talavera, como don Fabio Gadea o las “moderniza” el matagalpino con humores de Polo Villalta, ni mencionamos el cuento infantil con autoras como Eunice Lacayo o las muy jóvenes Urania del Carmen Martínez y Anny Mejìa. Por ahí anda Karla Obregón.

Concluyamos: pasado el cuento corto, y enseguidita, van aquí ya cuatro representantes de cada departamento en sus mínimos, lo que demuestra que estas regiones están listas para un evento de dos a tres días, tan solo, en narrati-va.

Por lo pronto disfrutemos estos cuentos, el bien escribir, sus variantes y tonos. El Norte, está presente en la cuentís-tica. Y sobretodo es leer, buena literatura.

Nota.- Y ojalà conociera a otros y otras, y por tanto hago un llamado a los cuentistas de todos los departamentos para irlos presentando, que me envíen sus textos breves, minicuentos o que no pasen de tres cuartillas cuento corto, con una mini semblanza, con o sin una foto en Archivo Adjunto, y con gusto los leeremos. Me contactan en [email protected], el cuento está más vivo que nunca, da para un primer encuentro en estas zonas para leerlos, escucharlos en escuelas, para mesas redondas y hasta para antologarlos. Aquí está un mínimo muestrario. Enhorabuena.

Nunca lo supo nadie

El hombre llegó a su casa, la niña estaba sola, sus doce añosvibraban como gorrión en flor. La tomó por el brazo, la acostó en el

petate,y sin contemplaciones le desfloró la vida.

Hoy hubo total silencio. Ni la madre, tampoco sus hermanossospechaban

siquiera el vergonzoso incesto. Sólo la abuela materna, la vieja del ojoclínico natural se dio cuenta de que la niña estaba embarazada.

A ella le contó entre sollozos que su padre la había violado durantetres meses de silencioso infierno.

La vieja no decía nada, cabizbaja escuchaba a la niña. Nadie mássupo nada.

Ocho días después, el hombre amaneció dormido para siempre,no se supo la causa de su muerte y sin mucho alboroto

fue enterrado.

Ocho días después la abuela sacó de una pequeña caja de maderanegra

brillante por el mucho uso, unas raíces que arrojó en el fuego mientrasse persignaba sin decir palabra. Nadie nunca supo nada.Hoy lo leí en una carta que encontré en el antiguo baúl que me

heredó mi madreescrita de su puño y letra, y de eso hace cuarenta largos años.

Mi abuelo era mi padre, mi madre era mi hermana.

Diego Adolfo Gutiérrez, Madriz.

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El hombre andaba por las calles de la población con tranquilidad absoluta; en su rostro se dibujaba la alegría sana y despreocupada del ciudadano que goza de los derechos y privilegios que la ley confiere a habitantes conscientes y honrados.- Siempre se le veía entrar y salir de establecimientos comerciales y casas de habitación de la ciudad, llevando debajo del brazo varios cartones de paquetes de cigarrillos extranjeros, y una bolsa prendida de su mano derecha, llena de telas, chaquetas, perfumes, ropa interior femenina y otras mercaderías.- Toda de la mejor calidad.- Trabajando a diario e incansablemente por toda la ciudad, se había ganado la confianza del pueblo, que compraba los variados objetos que él ofre-cía, con el propósito de ayudarle a obtener una comisión por lo vendido.-

¡Qué mundo éste!

Este hombre era un ejemplo para aquellos que vi-ven del crimen, del rapto, del robo, de la prostitu-ción y de toda la escoria que hay en esta vida.-¡Eso era ser hombre!... Pobre, quizá con mujer e hijos, lleno de dificultades, pero honrado.- Parte de aquella minoría que prefieren ganarse un córdoba con honor y no miles con vergüenza.-

*********** 0 ***********

Un Sábado, el Juez del Crimen de la localidad, me invitó a que le acompañara a realizar una visita de reglamento a las cárceles de la ciudad.- Acepté con curiosidad.- Platicando llegamos al penal.- Nos recibió el Oficial del Día, y con ademán cortés nos hizo pasar adentro.-

Llegamos a la sección de presos, éstos fueron saca-dos de sus celdas a formar fila en patio del local, para que se llevara a cabo la inspección semanal.-Todos iban saliendo, uno por uno, macilentos, enfermizos, engomados, asquerosos... En conjunto: Es-tampa de Miseria.-

Fue grande mi sorpresa, cuando veo entre tan variado desfile, aquel hombre ejemplo de trabajo y digni-dad.- Algunos tragos que se echó en día de semana --pensé-- lo encontró la patrulla y lo guardó.- Ahí estaba, siempre tranquillo, despreocupado y sonriendo con aquella expresión ingenua que le caracteriza-ba.-

Al terminar la inspección, los reos fueron introducidos nuevamente a sus celdas; pasó por mi lado aquel hombre; le saludé con amabilidad y le obsequié mi paquete de cigarrillos.-

Pasamos a la Oficina del Penal, donde el Juez del Crimen tenía que llenar formularios propios del caso.-El teniente, Oficial del Día, me preguntó que si tenía amistad con el preso que había saludado, qué si le conocía; al interrogarme, en su semblante noté una sonrisa recelosa, pero sabiendo a que atribuirle ese gesto, le respondí que no, era conocido, le expliqué que pasaba siempre por mi casa vendiendo buena

¡Qué mundo éste!José Floripe Fajardo, Estelí.

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mercadería.- Por pura curiosidad, le pregunté el motivo de su detención.- El Oficial, sin perder la sonrisa maliciosa que no dejaba de incomodarme, me ofreció enseñar la tarjeta personal del presidiario y se alejó a buscarla, momento en el cual me imaginé: --alguna pasada de bolo bastante chistosa-- por eso es la sonrisa del teniente.-

El Oficial regresó y me ofreció una tarjeta; la tomé y di lectura a su contenido:

Nombre: Telero Antonio Cardoza.-

Edad: 32 años.- Sexo: Masculino.

Peso: 160 Lbs. Estatura: 5,7 Pelo: negro.- Ojos: café.-

Domicilio: Comunidad de La Montañita, Municipio de Estelí

Condena: Veinte Años de prisión inconmutable.-

Motivo: Asesinato. Rapto. Violación. Robo. Cortar la mano a otro. Herir a siete personas.- Más abajo, en letras rojas... Nota: REO PELIGROSO.-

Según la fecha de la tarjeta, llevaba cumplidos dos años de condena.-

Asustado más que asombrado, quité la vista de la cartulina y adivinando la pregunta que tenía a flor de labio, el Oficial expresó:

--Es el preso de confianza de nuestro Comandante de Plaza, y lo manda a vender la mercadería que, de contrabando, trae su señora del extranjero, también le cuida a los hijos cuando ellos salen de casa y es el guardián nocturno de su hogar....--

Quedé en silencio... Cuando el Juez del Crimen me dijo:

--Nos largamos.—

Bullía en mis adentros:

¡Qué mundo éste!

El negro Manuel se detuvo y prendió sus manos en la malla que separa la calle del jardín. Tantas veces había venido inútilmente. Ávida su mirada recorrió presuroso los senderos. Ahora sí, ¡allí estaba ella! Linda. El pelo como un pedazo de la noche caía largo en las espaldas. ¡Aquellos ojos! Grandes, quietos, desconcertantes. Manuel no lograba desentrañar aquella expresión inquietadora y pacífica. Quedó miran-do cómo la joven acariciaba la cabeza de su inseparable gatito. El negro Manuel inició un silbidito sua-ve: ella levantó la cabeza, volviendo la cara hacia el lugar don él se encontraba. Llamándola, empezó a hacer señas con la mano, pero la muchacha siguió jugueteando con el gatito.

Los ojos de LucianaEdgard Rivas Choza, Matagalpa.

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Misteriosa aquella muchacha. Jamás la había visto en la calle. Nunca había escuchado su voz ni había estado cerca de ella. Sólo sabía que se llamaba Luciana y que vivía en el hogar de las monjas.Sonrió tímidamente. Cerró los ojos apoyando la frente sobre sus manos, que permanecían prendidas a la malla. Empezó a recordar las burlas que le hacían sus amigos.

- Oye negro Manuel, ¿es cierto que estás enamorado de una monja? Ja, ja, ja…- Cállense, ella no es monja, no es monja.- Entonces es santa: Santa Luciana, porque nunca sale a la calle y no le podés tocar ni una

uña.- Le ha mandado miles de papeles…- Sí, es cierto. Se los he mandado y me ha contestado. Me dice que me quiere, pero que no

puede ser.- Claro, no puede ser porque es santa. Ja, ja, ja…

Apretó fuertemente las manos hasta hacerse daño en la malla. Abrió despacio los ojos. El gatito se había escapado de las manos de su dueña y perseguía unas mariposas. La muchacha se puso en pie, y apoyada en la silla, llamaba al animali-to.

- minino, minino, vení, vení, minino.

El negro Manuel, impulsa-do, por aquellos ojos fasci-nantes, fijos en él, saltó la malla, cogió el gatito y gritó:

- Luciana, soy Manuel, aquí está tu gatito.

Sorprendida exclamó:

- ¡Manuel! ¿Por dónde entraste?- Creí que me mirabas. ¡Aquí está tu gatito!

La muchacha dio pasos inseguros, tropezó y cayó en la grama. Manuel corrió a levantarla, pero cuando llegó ya estaba en pié.

Que cerca, al fin, de Luciana: Oía su agitada y querida respiración. El negro Manuel sintió que su cora-zón rugía como caldera hirviente.

-Luciana, aquí está tu gatito, tómalo.

Ella quiso cogerlo. Las manos tocaron el vacío. El negro Manuel descubrió el pequeño bastón arrimado a la silla. Sorprendido quedó viendo los ojos de Luciana.

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Cierto o incierto, pero simulan dormir o dormirse, alternándose ambos, haciendo creer que el otro estaba a punto de dormir o sorpresivamente se despertaba. Así sucede en un mismo cuarto, con la ventana abierta o cerrada porque se turnaban, ambos, sin ponerse de acuerdo, en abrirla o cerrarla por aquello del aire, el sereno, el sol, la luna, los mosquitos, o simplemen-te, abrir y cerrarla. Otro tanto acontece con la cama: revuelta o vuelta a ordenarla ¿equilibrio? Ahí estaban los dos en ese cuar-to ni tan grande ni tan pequeño ni muy sucio o limpio. Los en-cendía un quinqué de mineros igual que el reloj de la pared sostenido por una cadena; se veía por tener siempre encendi-da la vela, el candil o el foco de la pared, la bombilla del techo: nunca a oscuras. Sí a media luz o cubrirse con la sábana o el reboso, pero nunca completa-mente a oscuras. Y ya uno u la otra levantarse en ratonil ruido o en silencio como vela alargan-do su imagen de sombra. Som-bra de luz. Opalina. Pupilas. Ce-rrar bien los ojos, quizás también los oídos y el olfato. El tacto a murciélago. Piel, madera, co-bre. El gusto, reseco, aunque se bebiera agua terregosa o de lluvia. Ese polvo fino y que por más que se limpie, se encuentra, se oculta y sale tosco o finito, como pulga o moscardón. Más en este cuarto, mediano por no decir grande o pequeño. Donde una mecedora se mece, la ma-yor; la otra, más pequeña, es estática. Luz mortecina. Luz palidecerte. Sombra de luces. Parpa-deos. No se ponen de acuerdo: ya no discuten. Sigilosa va y abre la ventana, regresa y se en-vuelve en sábanas, medio chupa las encías; dormita. El soñoliento se levanta, reajusta la col-cha, antes de entrecerrar la ventana, sorber saliva y sentarse a mecerse con la mecedora que permite, se muevan. Cierto o no dormir o dormitar no era lo mismo en aquel cuarto de 5 x 5, por 4 metros de alto y 3 de ancho, donde lo habitaban 2 ancianos ¿o eran jóvenes avejenta-dos? No se ve bien, sólo figuras. La radio ya no suena y creen escucharla con música instru-mental o canciones de bandas de marines. El televisor simula paisajes. Una olla con olor a frijo-les encebollados pero sin nada en contenido. La maceta con un cactus y una que otra flor rese-ca o en flor, porque así nos ahorraríamos si alguien viene y los vele o vela.- ja, velarnos a no-sotros y no a las plantas, o es lo mismo de lo mismo. En ese cuarto uno abre y otra cierra la ventana y no se preocupan por ver ni el día ni la hora, mucho menos saben si entra un rayo solar o un rayo de luna. ¿A quién le importa esa minucia?

Las vigilias

Edgar Escobar Barba, mesoamericano.

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-Pase adelante, ¿qué le sirvo Doctor? - preguntó el despachador.-Una Kola Shaller helada - contestó.El doctor, al terminar su refresco, detectó algo negro en el poco líquido que aún quedaba.-Parece una mosca - le dijo al despachador.-Enséñeme - reaccionó aquel.En efecto, comprobó que era una mosca y se preguntó mentalmente: "¿Estaba la mosca allí cuando la serví o por descuido del cliente ésta se metió?".-Tome, páguese - dijo el doctor.-No, de ninguna manera - dijo el otro, pensando en que debía dar al cliente el beneficio de la duda.-Tome, páguese - insistió.-Bien - dijo el despachador- , le propongo que saquemos el poco líquido que queda y si la mosca está muerta usted no me paga, pero si está viva le acepto el pago.-Interesante. Está bien - aceptó el doctor.Agarró entonces el despachador la botella y con suavidad vertió el líquido sobre la mesa. Poco a poco, de aquel charquito de Kola Shaller, la mosca, toscamente, sacudió sus alas y voló.

Despierto en la mañana. El canto de las aves, el frío, el dolor en el cuerpo me demandan li-viandad. Siento la dolencia en cada vértebra. Me contorsiono como reptil y estiro como pe-rro. El movimiento rotativo de mi cintura extiende los músculos del pecho, las costillas, la columna. Las piernas se enervan.

Camino por la montaña bajo la sombra centenaria de árboles. Corro por la serranía. Nado entre rocas cubiertas con musgo, y me escondo entre manglares. Vuelo encima de bosques y ríos. Me ubico en la cúspide de un pino, y veo el horizonte ovacionando al sol carmesí levan-tándose tras el mar.

Me agrada el delfín: danza y sonríe revoloteando. Gracias a Becquer la golondrina trae re-cuerdos de amor, y el ruiseñor de miseria por encargo de Wilde.

Inhalo el perfume de las plantas, y mis pulmones se dilatan; de mis poros vierten dulces aro-mas cuya densidad les permite resbalar sobre mi carne, como miel de panal fecundo.

Escucho la sinfonía del viento, su partitura me envuelve con lenidad, me dirige al firmamen-to límpido donde el vacío es un manto transparente: protege de las emanaciones ideológicas de genes arcaicos.

Observo a mis pies: la nebulosa turbulenta del colchón amojona los linderos del esplendor y la negrura, del pasado y el futuro.

La transformación paulatina de mi organismo es un regodeo, extirpa los maleficios de mis células, y retorno satisfecho a dormir. (30 de marzo 1995)

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Idea, Junio 2010

El DespachadorLuis Iglesias, Jinotega

Volatilidad

Sergio Simpson

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Idea, Junio 2010

Las dos mujeres, una blanca y delgada la otra morena y un poco rolliza, se encontraron frente a la esta-ción de gasolina donde siempre ponían posta. Se saludaron con una escueta mueca de la cabeza y los labios, y se colocó cada una en su sitio. Un buen rato, estuvieron sin verse ni hablarse, cada una sumida en sus sueños de mejor vida.

Era una noche de lluvia perniciosa, no se veían las dos mujeres, no se distinguían las siluetas; el rótulo de la gasolinera con la luz descompuesta, los carros corrían de norte a sur, y viceversa, un enjambre de palomillas inundaba la luz tenue de un anuncio fluorescente de cerveza, lejos en el cielo se miraba una sola estrella...

- Que palmado - dijo de pronto la mujer blanca y delgada -, esta lluvia nos aguó la fiesta, aunque el cuer-po me pide descanso, los chigüines en la casa me piden comer. Si tenemos suerte, podríamos enganchar a un par de clientes, un camio-nero talvez.

Sentía el sufrimiento de sus hijos, cuando de repente le da-ban ganas de dejar el sitio e irse a dormir

- ¡Sufren mucho! – dijo en vos alta la mujer morena, como que adivinase lo que la otra estaba sintiendo.

- ¡Mucho! dijo la otra asumien-do que los años de trabajar jun-tas las había convertido en un solo pensamiento y un solo su-frimiento. Hasta cuando estare-mos así?, dijo la blanca, que era la que tenía cada vez, ataques de remordimiento, mi cuerpo ya no da para más, tenía apenas veintidós años, pero estaba ahí apostando su carne desde los nueve, tenía cicatrices visibles de algunos abusos y en la mirada una desolación atroz, señales de mordidas, quemaduras de cigarrillos, le faltaban dos dientes en la carrera superior de la boca que le conferían una imagen de vieja, no olvidaba como los había perdido, fue en una riña con un cliente obeso que no quería pagar la cuota acordada, no se había olvidado como lloraban sus hijos cuando la vieron llegar toda ensangrentada e inflamado el labio superior.

- No lloren mis angelitos - fue lo único que pronunció o quizá lo pensó o lo quiso decir.Sale de su remembranza amarga por un instante y le pregunta a la otra mujer. _ ¿También estás cansada verdad? Tu mente también te transmite el sufrimiento?

- No tanto mi mente -le responde- sino el alma, se que esto es malo, pero debo llevarle dinero a mi hom-bre, sino me pega, y luego se emborracha y llega con otras mujeres y quiere que me acueste con ellos, yo

Dos mujeres

Mauricio Paguaga, Nueva Segovia.

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Idea, Junio 2010

llego cansada, muchas veces no puedo ni sentarme. - ¿Qué hacemos?- ¿Y que pues, acaso sabemos hacer otra cosa?- Quizá podamos ser domésticas dijo la mujer blanca y delgada.- Yo lo fui antes de hacer esto, dice la morena y que me gané? una gran enfermedad, si esos niñi-tos de papi son mas sucios que estos que vienen a nosotras .

La mujer blanca se acordó que ella tenía una amiga que estaba muy bien con un negocio en Costa Rica, miró a su compañera de muchos años y le dijo, sólo tenemos que conseguir la visa allá mi amiga nos consigue trabajo en un club nudista, ese trabajo es mas descansado.

La mujer morena y rechoncha se la quedó mirando, los ojos le brillaban de ira, escandalizada le gritó:¡No me propongas semejante vulgaridad, como crees vos que yo me voy a quitar la ropa delante de un montón de hombres y peor aún con las luces encendidas.!

Pero la mujer blanca no se sintió ofendida. con un pañuelo que sacó de su cartera se secó la brisa de la cara.

Luego miró que su amiga se alejó, refunfuñando.

La mujer blanca y delgada en la pertinaz lluvia, en busca de una explicación se quedó pensando que su amiga era una gran mujer, aun le quedaba intacto el pudor.

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El jugadorDiego Adolfo Gutiérrez, Madriz.

Empedernidamente aquel pobre diablo apostó su fortuna y tiró los dados tantas veces que se volvieron redondos: entonces jugó canicas encerrado en una jaula.

OnanismoMauricio Paguaga, Ocotal.

Adán recogió una manzana del suelo, la limpió en su única costilla con mucha delicadeza, y se apresura a escon-derse en un rincón del Edén y la muerde vorazmente hasta comérsela, sin compartirla con Eva, que en otro rincón del jardín hacía lo mismo.

AguaEdgard Rivas Choza, Matagalpa.

A mi hija Marianela

Quiero darle de bebera los demoniosuna gota de tu sonrisapara que se envenenen.

El mejor…Edgar Escobar Barba.

El mejor cuento es el que conquista a una mujer.El malo, la desencanta.

La RetrateraVengel Moreno, Estelí.

Mi madre esta parada en la Orla de la puerta, atrás, la casona vieja donde vivo desde hace catorce años, mi padre está abrazando a mi madre, yo estacionado frente a los dos, estoy con las manos en los bolsillos del pantalón, justo igual que ahora, mi madre es de piel clara, mide un metro sesenta, mi padre quince centímetros más, yo cinco cen-tímetros más que mi padre, ella (mi madre) tiene la mirada vaga, nunca me mira, él (mi Padre) siempre ve a mi Madre, ella ya no sigue envejeciendo, dejó de envejecer a los 46 años, y a él le hubiera gustado envejecer junto a ella, pero se hizo 7 años más viejo después. Ahora los dos parecen lejanos, como ausentes, a mi se me han pasado los años inadvertidos, de vez en cuando me veo pasar en las noches por la sala, mirándome, seguro, quiere hablar, pero se siente tonto, mañana nos cambia a otra pared.

DeliriumsSergio Simpson.

Mi delirio no supera la fantasía, se desenvuelve anómalo, capaz de asegurar: las musas te envidian y los hombres te asedian. En cada amante podrás encontrar la supremacía, llevando contigo el éxtasis que alguna vez me entregaste y jamás te devolveré, aunque despedace mi existencia entre las fundas manchadas con nuestros sudores. Mi delirio no supera la fantasía…

Minicuentos de Tierra Adentro

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Idea, Junio 2010

ReencarnaciónMario Hernández Zelaya, Jinotega.

El vehículo embistió violentamente al pobre animal; con el retrovisor Juan observó al perro arrastrándose. Giró bruscamente con la intención de rematarlo y no vio el furgón. Malherido por el impacto escuchó el encontronazo. Levantó la cabeza, a la orilla de la pista estaba la camioneta convertida en chatarra, de costado más adelante, el pesado camión. A como pudo se acercó a la cabina y ahí estaba él, muerto…Quiso gritar..., ladró quebradamente.

La muerte de pena moralJorge Calderón, Ocotal.

En la otra esquina había un piano que era de las señoritas Escobar, ahí vivía doña Munda Escobar, quien murió acostada en una cama cuando el novio la abandonó. Fue una decisión trágica. Ella se acostó en la cama y no volvió a levantarse. Ahí languideció como la Niña de Guatemala de José Martí, falleció tras una larga agonía de tristeza. Ah, Doña Munda tocaba el arpa divinamente, yo alcancé a oír sus interpretaciones, antes de fallecer.

Veneno de amorFabio Gadea Mantilla, Ocotal.

Mi padre que cuando joven solía cantar trozos de zarzuelas en las veladas de mi pueblo natal, solía canturrear de repente este bello trozo de Los Gavilanes del compositor español Jacinto Guerrero: “El amor es un veneno de un poder fatal”. El tenor profundamente enamorado le cantaba a su dama sin poder liberarse de aquel veneno de amor: moría.

Hilachas de SolLuis Enrique Mejía Godoy, Madriz.

Hilachas de sol sobre el camino malinche cargado de mañana. La tierra labrada mal repartida la luna que alumbra sólo en la hacienda. Parió la patrona del campesino un buitre tan negro como su padre mientras el tiempo pudre sobre mi viejo mazurcas de arrugas amargas y pálidas. Llevo el dolor de la noche en el cántaro del tiempo acribilla-do de silencio y de miseria.

Siempre ÍcaroJuan Carlos Vílchez, Estelí.

Sólo Ícaro me llaman. Desde el centro inevitablemente la cúpula del cielo me succiona y una mancha estelar in-crustada en las líneas de mi mano me persigue.

Así sobre un filo del espacio camino equilibrando la sed de movimientos que me acosa. ¡Pero esta vez iré más le-jos! La primera caída siempre fue inmortal los golpes que terminan por hundir a la eternidad harán un traje nuevo a mi destino. Y héme aquí horadando la raíz de mis alas escrutando adolorido el ojo de la bóveda traduciendo la escritura de mis brazos para ensayar una y otra vez una y otra vez mi próximo vuelo.

(Del libro: “Bestias de Papel” 1996. Aparece el original con estructura poética, pero lo pongo narrativo para mos-trar la cuentística de este autor.)

BorgianoDonald Altamirano, estiliano-catracho.

Cuando aquel muchacho exhumador de Evaristos, Estanislaos y Macedonios, argentinista, argentinizado y argenti-nizante convicto, comenzaba a simpatizarnos, él decide renunciar sumariamente a sus anteriores posiciones de principio.

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Idea, Junio 2010

Imitador Lautaro Ruiz, jinotegano

- Pero... ¿a quién no le gusta imitar don Lautaro?

- A los políticos. Creo que a ellos hay que dejarlos que se mueran en su propio veneno. A mi me encanta imitar a la gente del campo, del pueblo, incluso a los homosexuales, ay tú, venì…

Pérdida de tiempoJeanery Gonzáles, Jinotegana.

Muy buenos cuentos...los dos…distintos autores, con mucha concentración del mensaje y sorprenden...: indirecta-mente lo dicen, son dos citas: la primera el de fantasmas, ja, eso de pasar por la paredes y entrar a otra recámara, uhmm, emocionante…de improviso,..verla dormida…soñolienta…; por eso me arranca una sonrisa…especial. Y la segunda historia es irónica, ...en mi criterio, el del celoso, arrancándole las piernas, tonto, arrancarle hasta los dien-tes a su querida. Yo no soy celosa…pérdida de tiempo….el parque, traspasar paredes, la alfom-bra….la epidermis se ha despertado…. Luego seguimos…chateando….Saludos…JEANN!

Entre sustosH. Rodríguez, Madriz.

Y el espectro de la gritona competía con la veci-na que no se peinaba nunca. Asustaban en Toto-galpa. La vecina celosa de mí y de mi hermana. Asustaban. Y el caballo fantasmal se quería lle-var a mi prima y seguro por eso el primo se la llevó en su bicicleta.

VerdesElioconda Cardoza, Matagalpa.

Se llama Alejandro (me encanta ese nombre) es antigüeño y se autonombra Panza Verde porque los antigüeños comen muchas verduras y vegetales. ¡Qué bueno saberlo!

¡Desde ahora yo seré vegetariana!

Escribiendo solaClaribel Alegría, estiliana salvadoreña.

Mi experiencia de estar casada con un escritor fue extraordinaria. Bud, fue, después de Juan Ramón, mi crítico más exigente. Cuando decidimos escribir juntos "Cenizas de Izalco", nos tirábamos los platos a la cabeza. Casi se nos hunde la novela, pero nos sentamos una noche a conversar, decidimos ser humildes y salvarla. Fue una experiencia enriquecedora. La poesía la escribí siempre sola. No creo que se pueda escribir con nadie más. Las novelas cortas también las escribí sola, pero él me ayudaba mucho, criticándome.

Ganando el maízOtto de la Rocha, Jinotega.

La esa labor de Jacinto en rescatar los valores de la música nacional que debería hacerlo el gobierno y no los parti-culares, sin embargo don Jacinto es como un Quijote haciendo esta labor, y además los discos con música nacional no son «carne de vaca», sino inversiones a largo plazo. Aparece la «Pelo de mai» que habla sobre la historia de una gringuita que vino a pasar vacaciones a Nicaragua y se enamoró de un campesino, Aniceto Prieto. Otto no hay .

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Idea, Junio 2010

¿Qué siento queme falta por hacer? Hubiera querido trabajar en televisión pero hacerlo es muy duro y costoso. Hice una película nada más y para desgracia se veló. Me hubiera gustado ser actor de cine y yo he trabajado en teatro, teatro en la radio, Jijay. Jacinto, vendeme eso de la del pelo de mai, no ¿la gringuita? Puee… no te oiga la Lupita o la Juana Cacho, capaz me llevan a los yunais y ellas no me dejan huir.

ObjetoCarlos Vanegas, Madriz.

A él lo pusieron en la silla de espaldas a la calle, frente a la inmensa desolación que producían el patio y los árboles hundidos en el lóbrego silencio del invierno y fue como si lo hubieran puesto a observarse en el espejo de su propia tristeza.

Buscar el olvidoJesús Miguel Chuno Blandón, Jinotega.

-yo haré que olvides a la Chabela- dijo Gladys, una de las gemelas.- yo haré que olvides a la Chabela- dijo Amelia, otra de las gemelas.¿Quién haría olvidar a la madre? ¿Buscaba ese olvido, en otros brazos, en otros pechos, en otras leches? Un regazo nuevo para acurrucarse. ¿Y al Pecoso quién lo acurrucaría?En distintos momentos de la noche, y en distintas habitaciones de la casa, disfrutó de ellas… por separado.

SuspicaciasRichard Wilson, Nueva Segovia.

La Nueva Guinea de aquellos tiempos… nadie practicaba algún vicio. A no ser que alguien haya llamado vicio al hecho de unas veinte parejas vivían amancebadas… pero para evitar suspicacias, don Miguel, pidió traer los edic-tos de ley de matrimonio civil, no fuera hacer… (Libro - Pioneros de Nueva Segovia)

El mancoMauricio A. Rayo, estiliano - matagalpino.

Un día de tantos, amaneció sin su mano izquierda. Dicen que se le fue metiendo hacia dentro de su brazo; sólo que-dó el muñón en su muñeca. Pero lo más importante es que dicen que cambió su actitud ante la gente. Antes era soberbio, cruel y vengativo; incluso, hasta se le acusaba de un asesinato. Ahora era justo, amable, ayudaba a los desposeídos. Dicen que lo que pasó fue que su mano izquierda... tocó su alma.

Diluvio radioactivoFelipe Sáenz, Matagalpa.

La gigantesca paloma regresó a la nave con pico sangrante dispuesta a comerse sus polluelos.

La Tula CuechoCarlos Mejìa Godoy, Madriz.

Tan larga es la lengua de la “Tula Cuecho' que cuando la saca y la desempaca le llega hasta el pecho, y según me cuenta Silverio, el quemón, en la cartera lleva de perenne hasta tarjeta de portación.

Desde las playas de Poneloya, hasta los rieles de la estación, no hay una lengua más viperina que se le cuadre en comparación, todos le tiemblan a la tal Tula, por Cristo, no es exageración, hasta el caballo de Arrechavala dicen que un día se le corrió.

Comunicación para el desarrollo

Idea, es una de las publicaciones del Centro de Comunicación y Estudios Sociales (CESOS), cuya misión es el estudio y la comunicación para contribuir al desarrollo humano. Realizamos investigaciones, videos, escribimos revistas y libros impresos y electrónicos, diseñamos publicidad y campañas de comunicación social. Andamos en todo lo que signifique criticar, motivar y proponer una vida mejor material y emocional-mente. Con oficina en Managua y Matagalpa, para movernos por todo Nicaragua.

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