edición especial, 18 de noviembre de 2015

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BENI Raíces presentes 173˚Aniversario Trinidad, miércoles 18 de noviembre de 2015

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Edición Especial

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GERENTE GENERAL: Cynthia Vargas Melgar

EDICIÓN:Carlos A. Vargas Lara

ENCARGADO DE PUBLICIDAD: Fernando Tipuni Melgar

DIAGRAMACIÓN:Editorial Tiempos del Beni S.R.L.

FOTOGRAFíAS:Fernando De la Hera

Julio RiberaFranziska RiedelWigberto Rivero

Reuterswww.cep.ucsb.edu

http://etniasbolivia.blogspot.comLa Palabra del Beni

Impreso en: EDITORIAL TIEMPOS DEL BENI S.R.L.

C/ Nicolás Suárez No. 693Telf. 3 - 46 20808

www.lapalabradelbeni.com.bowww.facebook.com/lapalabrabeni

www.twitter.com/lapalabrabeni Trinidad - Beni - Bolivia

STAFF

Trinidad • miércoles 18 de noviermbre de 20152

LA PALABRA DEL BENI

El nombre de nuestro departamento viene de una palabra en idioma Tacana que significa “Viento”.

El Beni fue fundado hace 173 años y se asentó sobre una extensa base territorial, que sin embargo no estaba despoblada; sobre su suelo existía una veintena de pueblos indígenas que a lo largo de estos casi dos siglos vivieron situaciones de desaparición, de abandono, de lucha, y al final, incluso de pelea por el reconocimiento de sus derechos.

Los pueblos indígenas del Beni son la génesis de nuestras sociedades modernas, de nuestros pueblos actuales, de nuestra idiosincrasia, de nuestra forma particular de entender el mundo.

Hoy, la realidad de los pueblos indígenas es muy distinta a la de hace 50 años. Es innegable que se abrieron nuevos espacios de poder y reconocimiento para esas representaciones originarias del Beni, pero es cierto también que aún quedan muchas heridas abiertas, y deudas pendientes de nuestra sociedad para con ellos.

Hoy, muchos pueblos indígenas del Beni simplemente son un dato. Muchas lenguas, muchos idiomas, dialectos están por desaparecer o ya desaparecieron, y ahora que sumamos un año más de nuestra creación, no podemos dejar de recordar a algunos de esos pueblos, origen y razón de lo que somos como benianos en la actualidad.

Cada pueblo nos cuenta una historia, cada pueblo nos cuenta una parte de nuestra historia, cada pueblo nos habla de su lucha, de su presente, de sus expectativas, de sus deseos de continuar existiendo.

Hoy, con estas páginas, quisimos entablar un diálogo entre nosotros, lectores, herederos de esos primeros pueblos, y ellos, los de antes, los hombres que habitaron estas tierras y dominaron sus bosques, los hombres que sin pedir ni decir nada, dejaron las bases de esta modernidad que hoy vivimos.

Hoy, somos hijos del tiempo, de la tierra, de ellos; hoy somos los herederos llamados a no olvidar esas raíces, a escucharlos contar sus historias, a escucharlos hablar de su situación actual, para escucharnos a nosotros mismos.

El Beni está de fiesta, y otra vez, deseamos escuchar la voz de nuestra gente, resumida y condensada en la voz de esos pueblos que aún hoy pelean por sobrevivir, por ocupar los espacios de poder que les corresponde, pelean, en resumen, por no desaparecer.

En la presente entrega, mostramos a ustedes algunos de los pueblos indígenas que habitan nuestra región desde siempre. Los mostramos desde la perspectiva de algunos intelectuales que se tomaron el tiempo de escribir el contenido del presente documento, por lo que estamos muy agradecidos.

No están todos, y por ello albergamos la esperanza que en un siguiente momento podamos mostrar al resto de los pueblos indígenas, que son la esencia de nuestras raíces presentes.

Presentación

Trinidad • miércoles 18 de noviembre de 2015 3LA PALABRA DEL BENI

Trinidad • miércoles 18 de noviembre de 20154 LA PALABRA DEL BENI

Antecedentes históricos

La misión de la Santísima Trinidad fue fundada por el padre Cipriano Barace a orillas del río Mamoré

el 9 de junio de 1686 (p. Orellana 1687). Trinidad estaba poblada por parcialidades de la cultura de los Mojos, descendientes de la familia etnolingüística Arawak. Estas poblaciones ocupan un vasto territorio que va desde las estribaciones cordilleranas hasta la planicie central y occidental del actual departamento del Beni. Actualmente es el grupo indígena más poblado, se calcula unos 60.000 mojeños trinitarios extendidos por todo el Beni.

En la época prehispánica, sus antecesores Arawak construyeron grandes obras hidráulicas, consistentes en lomas artificiales, terraplenes, lagunas, canales y camellones donde cultivaban bastante producción agrícola de yuca, maíz, algodón y otros productos.

En la época colonial fueron concentrados en centros poblados como Loreto, Santísima Trinidad, San Ignacio y San Javier. A partir del surgimiento de la misión de la Santísima Trinidad, los mojeños sentarán las bases de su espacio territorial como también irán configurando su nueva identidad etnolingüística el mojeño “trinitario” con variaciones dialectales de sus vecinos javerianos, loretanos e ignacianos donde también se concentraron las parcialidades étnicas de habla moja.

En la época republicana, con el boom de la goma fueron avasallados y tuvieron que retornar a sus antiguos parajes a través del movimiento de búsqueda de la Loma Santa. De esta manera surgen las actuales comunidades indígenas ubicadas en el Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), el Territorio Indígena Multiétnico (TIM) y comunidades ribereñas del Mamoré, río Apere y otras, diseñadas con la estructura urbana de las misiones jesuíticas: una plaza (cancha de fútbol), el Cabildo, la Escuela y la capilla o Iglesia, donde producen y reproducen sus actividades culturales, sociales y económicas.

Sin embargo, los indígenas mojeños trinitarios, no olvidan que Trinidad es “su pueblo”, y vienen seguido, se alojan en el Cabildo o en casa de algún familiar. Los factores que obligan a venirse a Trinidad son múltiples, como la continuidad de estudio para sus hijos, los desastres naturales (inundaciones o sequías), avasallamiento de sus tierras y la falta de políticas públicas que incentiven a la producción agrícola y

pecuaria que sumerge a las familias en la pobreza. Muchas veces estos familiares o amigos les ayudan a encontrar trabajo que les permitirá paliar su precaria situación en el centro urbano.

Organización socialLos mojeños trinitarios tienen como

organización social la familia, con residencia patrilineal compuesta por el padre, la esposa y los hijos. Algunas comunidades como San Ramoncito en el TIPNIS se han conformado por la unidad familiar, donde los hijos se han establecido con sus esposas y forman la comunidad con un solo tronco familiar, caso de la familia Cayuba, únicos pobladores de esta comunidad.

Los lazos de parentesco y ficticios como el compadrazgo, unen fuertemente a los mojeños, donde el tío, tía y primos(as) mantienen lazos indisolubles. También el padrinazgo juega un rol muy importante en la crianza y educación de los hijos. Tanto el padrino, madrina, ahijado, ahijada tienen una estrecha relación y en caso de fallecimiento de uno de los padres, los padrinos adoptan o se encargan del cuidado de los ahijados(as).

Otros elementos de socialización muy importantes entre los mojeños son las fiestas religiosas, velorios y cumpleaños donde comparten rezos, música, baile, chicha, y los organizadores adquieren prestigio social.

Organización políticaEn la época prehispánica la organización

política de los mojeños estaba conformada por un Cacique que se encargaba de organizar fiestas, traslados estacionales y permanentes de las comunidades a lugares más altos, y comandaba las guerras interétnicas. Estas autoridades no contaban con un poder absoluto sobre el pueblo, y eran más como especie de guías o consejeros de la comunidad.

En la época colonial (1701), el P. Altamirano, instituye los Cabildos Indigenales a la cabeza de un Corregidor, Caciques, Jueces, Albacea y Comisarios. Esta organización política se constituía en el nexo normativo entre los indígenas y los misioneros. El Cabildo, muy semejante al que usaban en España, en Mojos tendrá su base sólida en la creencia y prácticas de la religión católica asumida por los pueblos indígenas. El Corregidor es el consejero, el que corrige a los comunarios(as), sus acompañantes son una especie de apóstoles al servicio de la comunidad.

El Cabildo Indigenal es una de las organizaciones políticas institucionalizadas

más antiguas de tierras bajas, y desde 1701 hasta hoy funciona en todas las comunidades mojeñas trinitarias. Es la sede donde la comunidad se reúne para tratar temas sobre educación, salud, trabajo comunal, cuestiones familiares y celebración de las fiestas religiosas. El Cabildo Indigenal regula el quehacer político, económico, social y cultural de los indígenas mojeños en las comunidades rurales y centros urbanos de Trinidad, San Francisco y San

Lorenzo donde más se concentran los mojeños trinitarios.

Sin embargo, la nueva estructura política del Estado, reconoce la figura del Corregidor que goza del aval legal, y en muchos municipios, este Corregidor ha reemplazado o supeditado a los Corregidores electos por la comunidad y los Cabildos Indigenales se han debilitado. Las nuevas generaciones ya no participan en las actividades realizadas por el Cabildo Indigenal.

Por: Daniel Bogado Egüez *

Los Mojeños

CREENCIAS y FESTIvIDADES Los mojeños trinitarios que viven en el área rural creen en los amos de los animales,

son muy supersticiosos de los “hechizos” causados por malherir a un animal o pescar más de lo permitido. Tambien creen en tres dimensiones: el área celestial, el área terrenal y el inframundo o mundo de lo desconocido. En el área celestial está la Santísima Trinidad: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, y como intercesores, la Virgen María y los Santos. En el área terrenal y en el inframundo existen espíritus malignos que causan daños, pero teniendo buena conducta, asistiendo a misa y ayudando a los demás, los santos los protegerán.

Por eso hay que celebrar y participar en las fiestas religiosas, para que Dios, la Virgen y los santos los protejan y bendigan a las familias. Cada fiesta patronal dura tres días: el velorio, el día de la festividad y la despedida. Una de las fiestas principales es la Chope Piesta, la Fiesta Grande, la Fiesta de la Santísima Trinidad. En las comunidades rurales se prepara con un mes de anticipación, se hace el velorio en el Cabildo, rezan, bailan, comen y toman bastante chicha. En Trinidad, la participación de los indígenas en la Chope Piesta es una manera de interpelar al mundo carayana sobre la legitimidad de vivir en “su pueblo”1. En este sentido, tanto los indígenas del Cabildo Indigenal como los que vienen del campo conciben a Trinidad como parte de su espacio geográfico y cultural desde el cual emerge y se desarrolla su identidad.

Durante la Chope Piesta, los mojeños hacen una toma simbólica de la ciudad de Trinidad en la que afirman su ser trinitario, por ello es que se esmeran en preparar con lujo de detalles cada momento de su participación, todo debe estar perfecto para el gran día en que los indígenas ingresarán al centro de Trinidad ya no como trabajadoras del hogar, ni venteros ambulantes, sino con altivez, con prestancia y gallardía, como queriendo detener el tiempo en ese instante y sentirse nuevamente dueños del centro de Trinidad. Simbólicamente la Chope Piesta se convierte en el espacio cultural que permite a los indígenas fortalecer su identidad mojeña trinitaria, y para toda la población trinitaria es un espacio de búsqueda y afirmación sociocultural.

Trinitarios

Trinidad • miércoles 18 de noviembre de 20155

LA PALABRA DEL BENI

EconomíaLos mojeños trinitarios que viven en el

área rural, viven de la agricultura, caza, pesca, artesanía, cría de ganado vacuno y animales menores. En las zonas boscosas se dedican mayormente a la agricultura y recolección. En las zonas de pampas se dedican a la crianza de ganado vacuno y caballar, alternando con la agricultura de subsistencia. En los centros urbanos las mujeres se dedican a la fabricación y venta de artesanías y se desempeñan como trabajadoras del hogar y niñeras. Los hom-bres se dedican a la artesanía, mototaxi, al-bañilería y trabajos eventuales como car-gadores y venteros ambulantes. Los niños se dedican a lavar y cuidar motos.

Situación actualLos mojeños trinitarios que viven en

las comunidades rurales aún mantienen sus costumbres, idioma, creencias y fes-tividades. Sin embargo, viven en constante amenaza de sus espacios territoriales sean éstos por efectos naturales (sequías e inun-daciones) o por presión de agentes externos que quieren apropiarse de esos territorios.

Esta situación, más la educación de sus hijos, los obliga a migrar a los centros ur-banos en especial Trinidad. Una vez en la capital, viven en barrios marginales, caren-tes de servicios básicos y en condiciones muy precarias. A pesar que se sacrifican para que sus hijos estudien, sólo llegan al bachillerato, y muy pocos salen profe-sionales. La migración a Trinidad es un paso para proseguir a Santa Cruz donde consiguen empleo, una vez instalados se quedan allá y muy pocos retornan. Esta migración campo ciudad repercute en la pérdida del idioma materno, sobre todo

en las nuevas generaciones que “sienten vergüenza” hablar su idioma.

De igual manera no cuentan con se-guro médico de salud y están expuestos a enfermedades que pueden llegar a causar incluso la muerte por falta de medios para conseguir medicamentos.

El Cabildo Indigenal que es el centro cultural de los mojeños trinitarios, si bien cuenta con una infraestructura donde re-alizan reuniones y fiestas, no cuenta con apoyo económico permanente para su fun-cionamiento y cada vez más se debilita. Las autoridades solo se acuerdan del Ca-bildo en la Chope Piesta al donarles algu-nos trajes y algo de comida.

Sin embargo, un fenómeno cultural muy importante que se observa en la Chope Piesta, es la apropiación de los elementos culturales de los indígenas por parte de los

no indígenas a través de su participación en la Entrada Folklórica. La calle Cipriano Barace y la plaza principal José Ballivián se llenan de colorido, música y danzas al compás de las bombillas que ejecutan los estudiantes “carayanas”. Considero que Trinidad está rearticulando y fortalecien-do su identidad cultural, pues las nuevas generaciones no sólo bailan para la Chope Piesta, sino que se están buscando las raíces de su cultura; la Chope Piesta es un referente que nos invita a ser parte de una misma cultura, la cultura mojeña trinitaria.

Políticas públicas Las políticas públicas deben tender a fo-

mentar el capital humano en los indígenas mojeños, entendido este capital como la capacidad productiva del individuo e incre-mentada por factores como la educación. Sin embargo, la educación es condición in-

dispensable pero no suficiente para salir de la pobreza, puesto que la educación es un proceso, mientras que las necesidades bási-cas, la vivienda, el trabajo son prioridades que deben ser tomadas en cuenta ahora.

Asimismo, las autoridades departa-mentales del Instituto Nacional de Re-forma Agraria (INRA) deben garantizar el derecho propietario de las comunidades indígenas, el Gobierno Nacional y Depar-tamental deben incentivar y apoyar la pro-ducción con créditos blandos y mejorar las vías de acceso tanto fluvial como terrestre. Los Gobiernos Municipales de los centros urbanos deben establecer un fondo perma-nente para los Cabildos Indigenales e in-sertarlos en su POA para cubrir gastos de funcionamiento y gastos de operación de esta institución que es el referente y la base de la identidad mojeña trinitaria.

Urge también la creación de micro em-presas productivas en el Cabildo Indigenal, Plataforma, 18 de Agosto, Nueva Trinidad, las Brisas, Villa Corina, Villa Vecinal, Nue-va Magdalena, para apoyar a las familias indígenas mojeñas trinitarias asentadas en estos barrios, que les permita generar in-gresos económicos y vivir en mejores condiciones. De esta manera se saldará una deuda histórica con este pueblo indígena, se fortalecerán sus instituciones y se con-solidará la identidad del mojeño trinitario.

* Licenciado en Filosofía, magister en Ciencias Sociales Mención Antropología, trabaja con pueblos indígenas de tierras bajas por más de 20 años. Se desempeña como docente y jefe del Departamento de Investigación de Pregrado de la Universi-dad Autónoma del Beni.

Trinidad • miércoles 18 de noviembre de 20156 LA PALABRA DEL BENI

No deja de llamar la atención la presencia esporádica de indígenas yuracarés unas

veces en los puertos del río Mamoré cercanos a Trinidad, a San Lorenzo, San Francisco y San Ignacio de Moxos. Ellos llegan, están unos días, y luego retornan a sus lugares de origen. Tal vez nuestra mirada esté cargada de la estructura misional que nos hace extrañar en ellos la poca tendencia a vivir alejados de los ríos, de no buscar las supuestas “alturas” de los asentamientos carretereños, de no estar activamente participando en celebraciones religiosas de cuño misional como los otros pueblos del Beni, o de estar temporalmente en algún asentamiento a orillas de un río y luego cambiar de residencia, de llevar apellidos carayanas muy ilustres, de mujeres de estampas más bellas de lo cotidiano, hasta de vestirse de un “look” muy característico.

Después de la gran inundación, ellos siguen viviendo a orillas de los ríos, con su presencia siguen dando identidad a las comunidades.

A propósito de lo anterior, da un buen pretexto para echar una mirada hacia atrás, rearmando desde afuera la historia yuracaré con ejes misionales, recordando que los jesuitas no se detuvieron a fundar misiones con los yuracarés y que, de alguna manera, pasaron de largo o bajaron los ríos para detenerse con los moxos (de los que prestaron el nombre para aglutinar a otros pueblos). La ruta fluvial que ocuparon los jesuitas entre Santa Cruz y Moxos, fue por el río Mamoré, río Grande y muy ocasionalmente por el río Ichilo. Es bueno recordar que los principales ríos donde ellos habitan tienen una nominación mojeña y que los demás ríos dan un indicador de influencia yuracaré y que también las fuentes históricas también dan cuenta de que en las estribaciones de la Cordillera su presencia era más representativa, como si hubiera un desplazamiento hasta el Mamoré, bajo Isiboro y Sécure.

MisionesLo que se apunta a continuación,

prácticamente es a partir de 1767, año en que los jesuitas son expulsados y hay nuevos intereses para atender las misiones abandonadas.

La primera misión fue fundada por el franciscano P. Francisco de San José Menéndez, a orillas del río Coni, el 15 de agosto de 1775, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Asunción. Ya desde su fundación tuvo problemas para consolidarse como verdadera misión, incluso sacerdotes diocesanos fueron contratados y enviados por el P. Angel Mariano Moscoso desde Tarata para colaborar en los trabajos de la naciente misión, hasta fueron llevados indígenas de Moxos para formalizar el nuevo pueblo. Llena de dificultades, en 1788, el P. Francisco Buyán abandonó la misión y durante cuatro años quedó sin sacerdote. Hay algunos intentos sin éxito de refundar esta misión en las proximidades

de la anterior.La segunda misión de San Francisco

de Asís del Mamoré (al actual río Ichilo también le llamaban Mamoré), fundada con muy buenas esperanzas por los sacerdotes José Joaquín Velasco (diocesano) y Tomás Anaya (franciscano) en 1793, a sugerencia del Gobernador Francisco de Viedma. Las ventajas de consolidar esta misión da pie a sujetar

ideas con relación a las ventajas que podrían resultar de la comunicación entre Cochabamba y Moxos. Resalta, también, la disponibilidad de los yuracarés a permanecer en la misión. Es también, la participación de los padres del Colegio de Propaganda Fide de Tarata, recién fundado. La misión de San Francisco de Asís del Mamoré existió hasta finales de marzo del año 1803. Fue abandonada por los yuracarés y luego por los misioneros.

La misión de San Carlos, fundada por el presbítero diocesano P. Pedro Joseph de la Roca, entre 1789-90 (otros ponen 1792), establecida a unas tres leguas del pueblo de los Santos desposorios de Buena Vista, sobre las riberas del río Surutú (otros directamente dicen, río Yapacaní). Los habitantes de esta misión no sólo fueron identificados como yuracarés, sino como solostos (a lo mejor una parcialidad de la misma etnia) y los sirionós y yuquís (estos últimos de habla

guaraní de la misma etnia que en algún momento se separaron). No fue fácil la fundación de esta misión, se presentan tres escenarios diferentes con respecto a un mismo proyecto: las instrucciones del gobernador Intendente Francisco de Viedma al juez subdelegado de Santa Cruz Antonio Seoane, las instrucciones del Obispo Alejandro José de Ochoa y Morillo al gobernador eclesiástico de Santa Cruz Pedro Toledo Pimentel, y la solicitud del presbítero Pedro Joseph de la Roca al prebendado Andrés del Campo y Galicia. Interrogaciones de un lado y de otro, también al cacique yuracaré Estanislao Motores, viendo si las condiciones de consolidar la misión eran convenientes. Otra vez las fuentes históricas dan cuenta de la fuga de los yuracarés de la misión.

La misón de San Juan Bautista en el río Coni fue fundada por el franciscano P. Tomás de Sacramento y Anaya, junto al cacique yuracaré Poyato, que en 1795 este misionero junto al cacique habían abandonado la misión de San Francisco de Asís. Esta misión fue visitada por el naturalista Tadeo Haenke, quien informó al Gobernador Viedma acerca del estado de dicha misión como un lugar inadecuado para la reducción yuracarés por su situación local de mucha escasez de alimentos que provocaba la fuga de los indígenas, su corta distancia a la misión de la Asunta y porque los yuracarés ocupaban grandes extensiones de tierra. Pasó un año y el P. Anaya, en 1796, reconociendo su error, se retiró de la misión.

La misión de San José de Vista Alegre del Chimoré fundada por el P. Bernardo Jiménez Bejarano en 1798, producto también de traslados de lo que fue la misión de la Asunción o Asunta. Una serie de desacuerdos tanto de los misioneros como de los mismos yuracarés provocaron el rápido

decaimiento de la misión. También se produjo otra traslación con intenciones de refundar la misión de San Francisco del Mamoré, con los mismos problemas, agudizándose la crisis con los frecuentes alzamientos independentistas hasta 1825. Otro intento fue la fundación de la misión de Ypachimucu en 1805, en las cercanías del río Chimoré, integrando yuracarés de las misiones Asunta y San José. En 1890 se crea la misión de San Antonio del Chapare (hoy Villa Tunari), que recogió indígenas yuracarés de Ypachimucu y de otras misiones.

La historia de las misiones de yuracarés es una secuencia interminable de afanes, fatigas, descontentos y permanentes tropiezos que nunca pudieron consolidar misiones duraderas y que puedan marcar un grado de influencia en la forma de vivir de los yuracarés. Los intentos misioneros son más de reorganizar sobre la base de lo disperso de anteriores iniciativas.

En esta historia salen también otros intereses a favor y en contra de la comunicación entre Cochabamba y Moxos. A favor estaría el traslado de tropas desde los Andes a Moxos para contener el avance de los portugueses, el comercio entre Cochabamba y Moxos, establecimiento de haciendas y, finalmente, la facilidad para el trabajo misional con los yuracarés y otras etnias vecinas. En contra estaría que la apertura del camino facilitaba el ingreso de los portugueses, promoción del comercio ilícito, el camino perjudicaría el comercio ya establecido entre Mojos y Santa Cruz; y en lo pastoral, se perjudicaría la atención espiritual desde Santa Cruz.

Lo cierto es que actualmente, da gusto ver a los yuracarés como hombres de río, trasladándose con sus grupos de familia para ocupar nuevos lugares sobre la base del río o de lagunas. Una itinerancia que no suelta soga abandonando sus canoas.

Los Yuracarés y su lance al modelo misional

Por: Julio Ribera Paniagua*

“Después de la gran inundación, ellos siguen

viviendo a orillas de los ríos, con su presencia siguen dando identidad a las comunidades.

“Unidos por la tradición, el trabajo y la fe”.Farmacias El Carmen, felicita y celebra el 173 Aniversario de la creación del Departamento del Beni, ratificando el profundo compromiso de continuar sirviendo a su pueblo.

Salutación

Santísima Trinidad, 18 de noviembre de 2015

Más cerca para darte una mano

Trinidad • miércoles 18 de noviembre de 20157

LA PALABRA DEL BENI

En el tiempo misional jesuítico no se llegó a fundar reducciones duraderas con los propios indígenas yuracarés, ni se puede encontrar rastros históricos que indiquen que estos misioneros hubieran ocupado esta región para consolidar alguna misión sobre la base poblacional yuracaré. Ni como misión como primera entrada al grupo indígena; ni como reducción o fase posterior creada como necesidad de concentrar (reducir) a los aborígenes que vivían dispersos.Fundaciones yuracarés:Fundaciones franciscanas entre los yuracarésNombre: Nuestra Señora de la Asunción (Asunta)Lugar: Orillas del río ConiAño: 1775Características: Duró pocoFundador: P. Francisco de San José Menéndez.Nombre: La AsuntaLugar: Orillas del río ParactiAño: Al poco tiempo de fundada la anteriorCaracterísticas: Es la misma, que trasladó a los que pudo.Fundador: P. BuyánNombre: San CarlosLugar: Cerca de la Misión de Buena Vista que pertenecía a Santa Cruz, cruzando el río IchiloAño: 1790Nombre: San Juan BautistaLugar: Orillas del río Coni, cerca de

la Misión AsunciónAño: 1795Características: Capitán Poyato, cacique yuracaré, opositor o resistenteFundador: P. AnayaNombre: La Asunción o AsuntaLugar: Cerca del río ChapareCaracterísticas: La visita del P. Jiménez Bejarano encontró en esta Misión a 240 almas.Fundador: P. AnayaNombre: San Francisco de Asís del MamoréLugar: Río Mamoré, a 53 leguas del río ConiAño: 1795Nombre: San José de Vista Alegre del ChimoréLugar: Río ChimoréAño: 1798Características: Se abrió el camino del río Coni al río Chimoré. Problemas de adaptación al sistema misional por parte de los yuracarés. Problemas entre la Comisaría de Tarata (Jiménez Bejarano) y la Gobernación de Cochabamba (Francisco de Viedma)Nombre: San Francisco del MamoréLugar: Junte de los ríos Yrruste en el Mamoré.Año: 1799Características: Reorganización, pero “falta de condiciones físicas” que no permitía el aprovisionamiento de víveres.

Fundador: P. Francisco la CuevaNombre: YpachimucuLugar: Muy cerca de la ex Misión del Chimoré. No hay acuerdo, se habla también del río Ylobutlo y de San Antonio del ChapareAño: 1805Características: Se funda con algunas familias de las perdidas misiones de Nuestra Señora de la Asunción y San José del ChimoréNombre: San Antonio del ChapareLugar: Orillas del río ChapareAño: 1890Características: se erigió como misión a causa de su separación de Ypachimucu, que estaba constituida por Ylobutlo y San AntonioNombre: La MisiónLugar: Trasladada de una banda del río Chapare, la anterior San Antonio, cerca del puerto de Santa Rosa, hacia Todos Santos.Año: 1892Características: Parece que siguieron en el río Chapare, es a esta misión cuando se refieren cuando hablan de La MisiónNombre: La JotaLugar: Trasladada al río Chapare en 1917, al parecer, su organización fue sin trascendencia.

* Es Director de la Pastoral Indígena.

Misiones temporales

Hacemos llegar nuestras más sinceras felicitaciones a todos los hermanos

benianos en el 173 aniversario de nuestro querido Departamento.

Trinidad, 18 de niviembre de 2015

¡Felicidades Beni!!!

Entrega adomicilio

PEDIDOS:46 4113370272152

8LA PALABRA DEL BENI Trinidad • miércoles 18 de noviembre de 2015

En el tiempo pre-colonial el grupo étnico Baure estaba asentado en una multitud de aldeas pequeñas que se

extendían en la región entre el río Blanco y el Iténez. En el año 1708 los jesuitas fundaron la misión de Concepción de Baures y a partir de este momento los Baure formaron parte de las reducciones jesuíticas de Mojos.

El trabajo de los padres cambió la vida de los Baure en todos los aspectos. A partir del siglo 19 llegaron migrantes de otras partes de Bolivia y del extranjero a Concepción trayendo consigo nuevos elementos culturales. A pesar de los procesos profundos de cambio en su vida económica, social y religiosa que han vivido los Baure en los siglos pasados, ellos mantienen su identidad cultural que se demuestra en las fiestas religiosas locales, los bailes tradicionales o en las comidas típicas.

UbicaciónHoy el pueblo indígena Baure está ubicado

en el departamento del Beni, provincia Iténez, municipio de Baures. La capital del municipio es Concepción de Baures con aproximadamente 2.500 habitantes, las comunidades son Altagracia, San Francisco, Tujuré, Jasiaquiri, El Cairo, La Asunta (todas comunidades campesinas), Veremos y El Cairo II (comunidades indígenas). Ubicada a 70km al suroeste de Concepción de Baures se extiende la TCO Baure que fue titulada en el año 2007 con una superficie de 135.417,0289 hectáreas. Dentro de la TCO existe la comunidad indígena El Cairo II que se encuentra a orillas del lago Porfía.

Población actualEn el Censo Nacional de Población

y Vivienda del año 2012 un total de 2.319 personas mayores de 15 años se autoidentificaron como indígenas originario campesinos Baure, de los cuales 1.219 son hombres y 1.100 mujeres. Los datos publicados por el INE no especifican la cantidad de personas que se identificaron como indígenas y los que se identificaron como campesinos. La Subcentral Indígena de Baures tiene alrededor de 600 socios, la mayoría de ellos viven en Concepción de Baures y una minoría en las comunidades.

Una situación recurrente que padece la población de Baures son las constantes migraciones temporales y permanentes hacía

las ciudades grandes de Bolivia, mayormente a Trinidad y a Santa Cruz, donde hay una gran población de personas originarias de Baures.

Actividad productivaLa actividad productiva más importante

de los Baure es la agricultura que se trabaja con el sistema de la roza y quema. En sus plantaciones que se encuentran en los alrededores del pueblo y de las comunidades, las familias cultivan yuca, plátano, guineo, maíz, arroz, caña, papaya, piña, maní, sandía y frejol. Los productos se utilizan tanto para el consumo en la casa como para la venta a nivel local. También se producen derivados como el chivé, el almidón, la harina de maíz, el empanisado o la miel de caña. La caza y la pesca son actividades tradicionales de los Baure y se la realiza para obtener carne del monte y pescado para el consumo propio y la venta. El producto más importante de la recolección es el cacao silvestre. En los meses de diciembre hasta marzo la mayoría de los Baure se dedican a la zafra de cacao. Una gran parte de las pepas se las vende a comerciantes de diferentes empresas nacionales, el saldo es utilizado para elaborar pastas de chocolate para el consumo en la casa o la venta local o regional. Aparte de estas actividades los Baure trabajan como jornaleros y mensualeros en las estancias ganaderas, como carpinteros, albañiles, profesores, enfermeras y en otras ocupaciones asalariadas.

El idioma BaureEl idioma baure que pertenece al ramo sur

de la familia lingüística Arawak se encuentra en serio peligro de extinción. Hasta la mitad del siglo 20, la mayoría de los habitantes de Baures hablaban el idioma Baure y lo usaban en la vida diaria. Recién a partir de los años 50 el español comenzó a reemplazar a la lengua Baure en la vida cotidiana. La causa fue la Reforma Educativa del año 1953 que implementó la educación en español de manera obligatoria. Los niños que conversaban en Baure en la escuela, eran castigados y, para evitar las represalias, los padres dejaban de enseñarles. Hoy quedan muy pocos hablantes del idioma Baure, la mayoría de ellos mayores de 75 años.

Entre 2008 y 2013 el Proyecto de la Documentación del Idioma Baure de Alemania se dedicó al estudio de la lengua y a la elaboración de materiales para la

enseñanza. En la actualidad el Instituto de Lengua y Cultura Baure está realizando investigaciones con el fin de recuperar el idioma.

Situación actual en saludPara la atención de enfermedades los

Baure se dirigen al hospital Hugo Banzer Suárez en Concepción de Baures que cuenta con varios consultorios de médicos generales, odontología, salas de internación y quirófano. Ahí también se realizan los controles pre y postnatales y los partos. En casos de enfermedades graves y si los recursos de los familiares lo permiten, los pacientes son trasladados hacia Trinidad. Hasta hoy los Baure conocen y utilizan una gran variedad de plantas medicinales, entre ellos el motacú, el asaí, el tajibo, el cuchi, el paquió, el alcornoque o la uña de gato. También se ocupan diferentes clases de aceites para curar, entre ellos el aceite de chicha, de pata, de cusi y de totaí.

Situación actual en educaciónTodos los niños y niñas Baure asisten

a la escuela. En Baures el núcleo Claudio Ojopi cuenta con 5 unidades educativas urbanas en el pueblo de Baures (de nivel inicial, primaria, y secundaria) y 5 unidades educativas rurales de nivel primaria en las comunidades Altagracia, Jasiaquiri, El Cairo, Tujuré y El Cairo II. En cumplimiento de la Ley 070 “Avelino Siñani - Elizardo Pérez” se enseña el idioma Baure y aspectos de la cultura e historia del pueblo en las escuelas.

Estructura organizativaLa Subcentral Indígena de Baures que fue

fundada en el año 1993 representa de manera legal, política y cultural a los indígenas Baure. Esta organización es afiliada a la Central de Pueblos Indígenas del Beni (CPIB) y a la Confederación de Pueblos Indígenas del Oriente Boliviano (CIDOB). La Subcentral del Pueblo Indígena Baure está dirigida por un directorio encabezado por un presidente y sus secretarías. También existe la Organización de Mujeres Indígenas de Baures que es afiliada a la Central de Mujeres Indígenas del Beni (CMIB) en el nivel departamental y a nivel nacional a la Confederación Nacional de Mujeres Indígenas de Bolivia (CNAMIB). Los directorios de ambas instituciones son elegidos por voto secreto y mayoría absoluta

en la Asamblea General que se realiza cada cuatro años. Tanto la Subcentral Indígena como las comunidades indígenas funcionan como Organizaciones Territoriales de Base (OTB) dentro del Municipio de Baures.

En Baures también existe el Cabildo Indigenal que es encabezado por el Caciques, los otros integrantes son los jueces. Hasta en el siglo 20 el Cacique dirigió el trabajo comunal y fue responsable del transporte y del comercio. El Cabildo funcionaba como la policía del pueblo, ordenando y castigando a los habitantes. En el presente el Cabildo es una institución relacionada a la iglesia y tiene sus responsabilidades durante las diferentes fiestas religiosas.

Pueblo Indígena Por: Franziska Riedel *

Baure

PERSPECTIvAS DEL PUEBLO INDíGENA BAURE

Con la modernización de la infraestructura en el pueblo de Baures y sus comunidades se van a mejorar las condiciones de vida; el mejoramiento de los caminos vecinales y carreteras van a facilitar el acceso a la TCO Baure y de esta manera permitirá a los productores acceder con mayor facilidad a los mercados locales y departamentales, que tendrá como resultado elevar el ingreso económico de sus familias y que también les dará la oportunidad de realizar inversiones en sus tierras y fuentes de trabajo.

En este último tiempo la tendencia que se ha estado dando es la revalorización de las culturas e idiomas indígenas. Han habido varias iniciativas para preservar y recuperar la cultura tradicional por parte de los educadores en las escuelas que han trabajo en proyectos denominados “Rescatando los saberes ancestrales”, mismo que ha despertado el interés de los niños y jóvenes por aprender más sobre su cultura e identidad. Asimismo el apoyo de las autoridades municipales ha sido importante al organizar ferias de la tradición en las que se muestran comidas regionales, artesanías y producción local. Estos aspectos mencionados considero son importantes para afianzar la identidad del pueblo indígena Baure.

* Tiene un doctorado en Antropología.

LA PALABRA DEL BENITrinidad • miércoles 18 de noviembre de 20159

Por: Wilder Molina Argandoña*

Tsimane

Tsimane es el denominativo oficial del pueblo que conocemos como Chimane, la forma de su escritura

fue avalada en una asamblea general, hace unas tres décadas. Tsimane es el nombre correcto por tanto, pero se acepta, entre sus miembros, como alternativa la palabra Chimane cuando alguien quiera referirse también a su pueblo. No es correcto el término de pueblo chiman o chiman a secas, les suena a subestimación, pero en diversos ámbitos seguimos escuchando ese nombre, algunos periodistas los nombran así cada que se refieren a su cultura. Hasta se podría decir que es una negación de su derecho a la autodenominación que reconoce la CPE. Los Chimane forman parte de uno de los 19 pueblos étnicos del departamento del Beni, el segundo más grande en población después del mojeño.

Viven en cuatro municipios Los Chimane son habitantes de la zona sur

este del departamento del Beni, se distribuyen en un territorio amplio cuyo eje de articulación es el río Maniqui, con comunidades y asentamientos familiares que se encuentran ubicados entre los municipios de San Borja, San Ignacio de Mojos, Rurrenabaque y Santa Ana de Yacuma. Para los Chimane que pertenecen al municipio borjano, la ciudad de San Borja es el centro urbano donde se los ve con mayor frecuencia, cada día, más aún ahora que uno de sus líderes originarios, Jorge Añez Claros, es el Alcalde, por segunda vez, sin duda un logro de sus luchas políticas y de la democracia generada por la nueva Constitución aprobada el 2009.

Con relación a la población municipal de San Borja son el 20 % aproximadamente, y según datos de su organización son más de 10.000 personas. En el TIPNIS, en la zona del río Sécure, se encuentran también familias de origen Chimane que residen en comunidades, hasta allí se extiende el territorio grande que ocupan: viven en Oromomo, Asunta, Areruta, Ushbe, Santo Domingo y la Curva. Los Chimane del TIPNIS mantienen algún comercio con la localidad de San Lorenzo de Mojos, llegan por río, no van a San Borja, les queda lejos caminando, menos llegan con frecuencia a Trinidad. A no ser que sea por gestiones de interés público o en situaciones especiales de movilización social. No quiere decir sin embargo, que no aspiren a llegar por vía rápida, pronto, su limitación es la falta de un camino, bajar por el río les cuesta muy caro.

Gobierno comunalCada comunidad tiene un Corregidor

como autoridad política, una figura nueva en la sociedad Chimane que proviene de hace tres o cuatro décadas. Antes, tenían otros mecanismos de control social y organización interna. El Corregidor se elige en una asamblea de comunarios que es su método de democracia directa, cumple varias tareas como gestionar servicios a favor de la comunidad, controlar a los funcionarios públicos dentro

la comunidad, recibir denuncias y resolver disputas entre personas, o corregir actos contrarios a las costumbres. Antes tampoco poseían algún tipo de organización grande, de todo el pueblo, es desde 1992 que conforman una nueva organización de alcance territorial, el Gran Consejo Chimane, que articula a las comunidades relacionadas con la ciudad de San Borja, aunque su estatuto señala que dicha entidad representa al pueblo Chimane en general. Eso nos muestra que son un pueblo con capacidad de innovación, sin perder sus rasgos culturales que los distinguie de otros pueblos. Eso de pensar o pretender que las culturas no cambien es una forma errada de defensa de las identidades.

En realidad, los ciudadanos Chimane se integran a la organización política del respectivo territorio donde se ubican. El territorio legal de un pueblo indígena se llama TIOC (Territorio Indígena Originario Campesino). Los Chimane viven en cuatro TIOC diferentes. Así, los Chimane que ocupan parte del TIPNIS se integran en su propia organización territorial, del mismo modo los que pertenecen al Territorio Indígena Multiétnico se asocian a la sub central del TIM, igualmente pasa con los que viven en el Parque Nacional Pilón Lajas, se afilian al Gran Consejo Tsimane Mosetene. La mayor cantidad de comunidades, y por ende de pobladores Chimane, se establecen en el Territorio Indígena Chimane (TICH), cuya organización territorial es el Gran Consejo Chimane con sede en la ciudad borjana.

Modo de vivirLos Chimane constituyen el segundo grupo

étnico con mayor población en la región amazónica, después de los mojeños. Se estima que son más de 15.000 personas, aunque los datos varían, dependiendo, si vienen del INE son menos, si provienen de alguna organización o algún estudio específico

generalmente son más. Vinculados a las áreas de serranías y pie de

monte, viven en asentamientos pequeños de tipo nuclear, casi siempre ubicados en las orillas de los ríos Maniqui, Matos y sus afluentes. En el TIPNIS se ubican en las cabeceras del río Sécure. Practican una economía de auto provisión diversificada que combina la caza, recolección, pesca y agricultura. Su mayor vocación por la cacería y recolección determina que las familias se encuentren en permanente movimiento en busca de recursos. Sus proteínas diarias provienen de la fauna del bosque, principalmente. Su producto cultural

y comercial más cotizado y emblemático es el paño de jatata, un tejido de palmera que sirve para techo de viviendas, ahora con alta demanda en las ciudades de Cochabamba y Santa Cruz. Venden además en San Borja tejidos en forma de bolsas y variedad de flechas de cacería que son tomados por los visitantes como artesanías, aunque entre ellos no son más que utensilios de su vida cotidiana. Ahora también, algunas comunidades se dedican a la ganadería en pequeña escala, otra prueba de que son una sociedad abierta a las relaciones interétnicas y al intercambio cultural, a la adopción de nuevas actividades

Los Chimane, una cultura del presente

IDIOMA E IDENTIDADCon la palabra Chátidjé, que en castellano se traduce como pariente o más bien como

hermano de pueblo, los Chimane designan a todos los miembros del grupo étnico o “parientes de raza”, y a los familiares consanguíneos. Los dos sentidos que incluye esta palabra, demuestran la importancia de la pertenencia colectiva delimitada por la identidad, y los lazos consanguíneos. Los estudios demuestran que el uso de su propio idioma es su mayor fortaleza, con relación a otros pueblos amazónicos, por eso no se pronostica un riesgo de su desaparición. Se calcula que en un porcentaje de más del 80 %, los Chimane conocen y utilizan su idioma en los diálogos cotidianos, en la familia, en la cacería, en las reuniones comunales y en las clases escolares.

Hasta en los karaokes de San Borja uno puede tener la oportunidad de escuchar la conversación de los Chimane en su idioma. En las escuelas, los comunarios sufren un riesgo hasta ahora, la enseñanza en su idioma original les cuesta por la escasa presencia de profesores bilingües. Aún así, las escuelas de los cursos básicos en algunas comunidades están a cargo de profesores Chimane que fueron formados hace unos 20 años, promovidos por la Iglesia Evangélica de Nuevas Tribus. En varias escuelas, los niños son bilingües, leen y escriben, cantan el Himno Nacional en Chimane y castellano.

Los Chimane son muy apegados a su idioma propio. Son un ejemplo de fortaleza cultural, pese a tantos riesgos que provienen de su entorno social, por las presiones a sus recursos naturales, los avasallamientos disimulados, las manipulaciones en momentos de negocios, las subestimaciones a su modo de vivir.

* Tiene escrito el libro: Voces del Chátidjé. Uso e incidencia de los derechos del pueblo Chimane, (PIEB, 2010),

10LA PALABRA DEL BENI Trinidad • miércoles 18 de noviembre de 2015

Antecedentes históricos

Las expediciones realizadas entre los años 1536 y 1617 dan cuenta que en las llanuras de mojos,

numerosos habitantes vivían en aldeas dispersas, en su mayoría de origen arawak, constituyendo varias parcialidades que se distinguían por sus dialectos; entre éstos se encontraban los mojeños, en el territorio ubicado en la zona sur y central del actual departamento del Beni.

Aquellos antiguos habitantes enfrentaban las periódicas inundaciones de su hábitat mediante impresionantes obras hidráulicas de lomas, terraplenes, canales y camellones artificiales, que les permitía sobrevivir en un ambiente que se cubre de agua durante gran parte del año y, la otra parte, se padece de sequía.

Con las misiones jesuíticas, estos pueblos fueron reducidos, con el propósito de conformar pueblos más grandes, con nueva organización social, que permita llevar adelante proyectos de evangelización y producción industrial. Fue así que la diversidad de etnias, que se diferenciaban por su propio idioma, quedaron reducidos en pocos grupos. El pueblo de los mojos, que era el más numeroso de la zona, fue subdividido en cuatro subgrupos que se denominaron: trinitarios, ignacianos, loretanos y javerianos, en alusión a las misiones jesuíticas de Trinidad, San Ignacio de Mojos, Loreto y San Javier; consolidándose un solo idioma para cada uno de estos. La población total de los cuatro subgrupos, en el periodo de las reducciones, llegó a los 30 mil habitantes; población que se vio seriamente afectada por las guerras y las epidemias que ocurrieron en la zona.

Los mojeños en las misiones jesuíticas demostraron ser buenos productores agropecuarios y artistas. Desarrollaron cultivos agrícolas de plátano, yuca, maíz, caña de azúcar, algodón, cacao, café, tabaco y otros. Se les hizo familiar el manejo del ganado vacuno y caballar introducido por los jesuitas. En ese entonces desde las misiones de mojos, se exportaba a Santa Cruz y Perú, productos de la agricultura como: derivados de la caña de azúcar, arroz, algodón, cacao y tamarindo; también productos manufacturados como las artesanías y los tejidos de algodón. Algunas de las artes que practicaban los mojeños, en las misiones se convirtieron en oficios, al mismo tiempo que se introdujeron otros de origen europeo; de esa manera surgieron especialistas: músicos, escultores, pintores, herreros, carpinteros, tejedores, productores de azúcar de caña, constructores de embarcaciones y otros.

Hasta la actualidad los mojeños han tenido que atravesar muchos procesos sociales, políticos y organizativos, en busca de consolidar su identidad como pueblo. Muchos de estos procesos han tenido su connotación a nivel nacional, como la marcha indígena del año 1990, “Por el Territorio y la Dignidad”, que se generó en comunidades indígenas mojeñas.

UbicaciónLos mojeños ignacianos mayormente se

hallan en la provincia Mojos, incluyendo centros urbanos, comunidades rurales y asentamientos familiares dispersos, principalmente en los territorios indígenas, TIMI, TIM y TIPNIS.

PoblaciónEl censo 2012 del Instituto Nacional

de Estadísticas, en la provincia Mojos cuantificó 11.788 habitantes (5.591 mujeres, 6.197 hombres), pertenecientes al pueblo indígena mojeño; que significa el 56% de la población provincial. Existen otros 128

habitantes identificados como Yuracarés–mojeños; aunque esta denominación no deja claro si se trata de un mestizaje entre esos dos pueblos indígenas.

La mayor concentración de población mojeña ignaciana se encuentran en la ciudad de San Ignacio de Mojos y en los territorios indígenas; sobre todo, en las comunidades del Territorio Indígena Mojeño Ignaciano (TIMI) y en las comunidades de: Mercedes del Apere, Pueblo Nuevo, Puerto San Borja, Santa Ana de Museruna, San Miguel del Apere, San José del Cabitu y Santa Rosa del Apere, del Territorio Indígena Multiétnico (TIM).

Aunque no existen datos actualizados del número de población mojeña ignaciana en estos lugares, se estima que existen alrededor de 2500 en el TIMI y unos 600 en el TIM; el resto se hallaría en la ciudad de San Ignacio de Mojos, y un pequeño número disperso en la provincia Mojos. Resultado de la migración, muchos mojeños ignacianos se hallan en otros departamentos del país y el exterior, cuyo número no se ha contabilizado.

Actividad productivaLa actividad productiva que desarrollan es

la agricultura con la producción de variedad de cultivos destinados al autoconsumo; entre los productos agrícolas que comercializan en baja escala están: la caña de azúcar y sus derivados, camote, arroz plátano y yuca. Algunos mojeños ignacianos también son propietarios de pequeños hatos de ganado vacuno, aunque en su mayoría practican la actividad ganadera trabajando en estancias vecinas. Otras de las actividades que desarrollan es la piscicultura, que la realizan en estanques de tierra donde crían y engordan peces amazónicos, principalmente pacú y

tambaquí, con propósitos comerciales. Aún practican la cacería y pesca de subsistencia, también la recolección de productos del bosque; en esta última, sobresale la recolección del cacao silvestre con fines comerciales.

Idioma y culturaEl idioma del pueblo indígena mojeño

ignaciano, proveniente del arawak, se está manteniendo a pesar de la fuerte influencia del castellano y de otras lenguas. Los mojeños que hablan su propia lengua son bilingües, que es una práctica común en el mundo indígena de la provincia. La intensidad del uso de la lengua mojeña ha ido debilitando por el poco uso que hacen las nuevas generaciones, influenciadas por el sistema educativo que valora otros idiomas. En la mayoría de los hogares mojeños ya no practican su idioma; ahora están quedando solamente los ancianos y ancianas, como hablantes perfectos de la lengua mojeña ignaciana. Existen muchos esfuerzos realizados para revitalizar esta lengua; hace dos años se creó en San Ignacio de Mojos el Instituto de Lengua y Cultura que ahora viene encarando actividades de investigación, capacitación y promoción de la lengua mojeña ignaciana.

Respecto a lo cultural, los mojeños ignacianos siguen siendo los principales protagonistas del folclore y tradiciones del mundo indígena en Mojos. Mantienen valores y símbolos de la fe católica, que se manifiesta notoriamente en danzas y festividades comunales y urbanas. En la fiesta patronal de San Ignacio de Mojos, que es el 31 de julio, se reproducen las prácticas rituales y las danzas combinadas con símbolos y elementos cristianos e indígenas. Esta manifestación cultural fue

inscrita el 5 de diciembre de 2012 en el listado de Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO con la denominación de “Ichapekene Piesta Inacianuana”, como un rico legado compuesto de danzas, ritos y artesanías.

Estructura comunal / organizativaEl actual sistema de organización es el que

siempre ha predominado entre los pueblos indígenas de Mojos, resultado de una combinación entre el tipo de organización precolonial y el modelo introducido por las misiones jesuíticas que se expresa a través del Cabildo Indigenal cuya jurisdicción es de tipo comunal.

A finales de la década de 1980 en el pueblo mojeño se incorporó el nivel intercomunal de Subcentrales y Centrales Indígenas, con sede en San Ignacio de Mojos y Trinidad, respectivamente; estructura orgánica de tipo intercomunal, que se conserva hasta hoy para enfrentar la defensa de los derechos indígenas y de su territorio.

Por: Lorenzo Uche Tumo* Mojeño Ignaciano

PARTICIPACIÓN POLíTICALos mojeños ignacianos mantienen la

actividad política en los distintos niveles del Estado. En las constantes luchas por los derechos de los pueblos indígenas. Los mojeños ignacianos siempre están presentes. Se puede percibir, a través de los discursos de sus dirigentes, que persiste la misión de desterrar para siempre la creencia de que los indígenas no son capaces de dirigir su propio destino. Esta idea autonomista ha llevado a sus organizaciones a participar de manera activa en procesos electorales presentando candidatos para los distintos niveles del Estado.

Cabe recordar que San Ignacio de Mojos tuvo el primer alcalde indígena del Beni, el primer subgobernador indígena, y actualmente en la Alcaldía municipal están ocupando cargos jerárquicos un importante número de profesionales de descendencia indígena mojeña ignaciana, a la cabeza de un alcalde, profesional odontólogo, cuyos padres fueron antiguos vivientes de la comunidad Algodonal, del actual Territorio Indígena Mojeño Ignaciano (TIMI).

Aunque las organizaciones matrices del pueblo indígena mojeño ignaciano están pasando por una crisis de representatividad de sus dirigentes, existen mojeños ocupando cargos importantes en los distintos niveles de Gobierno, asumidos a través de distintos partidos políticos.

*Es Licenciado en Economía.

11LA PALABRA DEL BENITrinidad • miércoles 18 de noviembre de 2015

Juan Aguirre, oriundo de San Ignacio de Moxos, del departamento del Beni, me relató

su amarga desventura, haciéndome sentir mucha compasión y tristeza.

Me habló de esta manera, que pretenderé reflejar con la mayor exactitud:

“Uste joven lo conoció a mi hijo Victorio, conoció también donde vivía yo y mi familia, a orillas, cerca de la zanja de navegación abierta para en tiempo de agua viajar a Trinidad”

“Joven, el corazón es muy leal, nunca falla, pero mi mujer Victoria, con súplica me desanimaba en mis intentos y caprichos de seguir cazando allí por gusto, era buena la caza, el chaco era bueno nomás. Teníamos agua y nuestra tapera estaba protegida por árboles de tamarindo, guayabas, carambolas y quitachiyuses, que a nuestros tres hijos les gustaba. Era

un lugar antiguo, dejado como tapera por alguien que vivió en esos sitios; ella me decía y desanimaba muchas veces: Juan, nunca mates, es pecado, solo debes hacerlo para nuestro vivir, los animales son obra de Dios”.

Las hormigas, las mariposas y hasta el caimán, que se come las osamentas de los animales del monte, los perros y gallinas podridas y empujadas por la corriente que llegan al remanso en la “tupisión”, incluso ese bicho tiene derecho a vivir.

Nuestro hijo mayor Victorio, nació allí y se crió como un animalito del monte, era excelente zambullidor y un flechazo para nadar, “tiluchi”, para cazar víboras, ¡Cuantas pugas de Raya y chononos de Cascabel ha traído, además, como somos de acá, conocemos muy bien el trecho, y aunque los chicos deben ir a la escuela, muy lejos a la escuela indigenal, cuando sean

más grandecitos los mandaremos al poblao a estudiar, para que aprendan “oficio” y no como nosotros que solo sabemos firmar, con nuestro dedo, me decía Victoria.

El Victorio era elegante, vestía a la usanza de nuestroj parientes, camijeta almidonada con adornos multicolores en el cuello, nosotros los llamábamos “Vitiño”. El Reverendo Padre Estanislao de Marchena, lo nombró sacristán, cuando fuimos a visitar a nuestro pariente, le tenía afecto y confianza, decía a sus amigos que tenía un buen amigo en la zanja de Mausa, que lo llamaba “El Conchudo”, les contaba que todos los días le daba a su amigo pedazos de menudencias y lo que pillaba, el “casacarudo”, en agradecimiento emergía todo su cuerpo a flor de agua, le calculaba Juan que tenía unas tres brazadas de largo.

Victorio, tenía el don de hacerse obedecer por la forma en que le hablaba en el dialecto ignaciano, “Yave Nuyeé Meramerá” – Venid mi caimán y él esperaba otra palabra de cariño para salir: “Nujamuchara”- te quiero mucho – y la brutal bestia se mostraba con su enorme trompa, algunos arreadores que pasaban por allí, debían sacrificar una res para distraerlo y poder seguir viaje con su tropa, alguna lavandera o aguatero esporádico por esas regiones, al ser advertidos de esa presencia brutal, “chonteaban” del miedo. Alguno comentó, este pudo ser el que mordió la nalga a Eusebio o el que escapó a la mama Casimira en la zanja de la Garita.

Al rayar el día, la gallina que empollaba se levantó de su nido cacareando y en medio del patio sacudió sus alas y cantó como gallo. Ese cántico en el ambiente ignaciano, es revelador de un acometimiento funesto de mal agüero.

Ese canto para el Taita Juan, fue el grito de presunción que laceró su alma y, al maldecirla, la sentenció: “A la vuelta te hacemos locro, aunque tus huevos se enhueren”.

Victorio, violando los preceptos de su padre, no quiso ir a la misa del pueblo ese día, tañían las campanas y el pueblo alborozado acompañaba la procesión con sus palmas adornadas cuidadosamente, mientras en la casa del “Taita” Juan acontecía algo trágico. Testigo de ese drama fue la “mama” Adriana Mujivaro, quien asombrada y asustada relató lo siguiente: Cuando Victorio se deslizaba por encima de la palizada en la ansiedad de acercarse más a su amigo el “conchudo”, al tirar la ración de bofe, se resbaló y por el impulso, fue caer a la boca del caimán; aquel proverbio referente a cuervo se cumplía.

Llegado el tiempo seco, el Taita Espíritu Teco, (llamado “Capiyero”), se interesó en cazar el caimán, llevó sus perros “jochiseros”, y otros animalitos. Comenzaron a husmear entre malezas y palizadas; ¡un ladrido! Ahí estaba el caimán con la nariz muy apenas descubierta y las órbitas de los ojos mirando a perfil de agua, enterrado en el lodo. ¡Un hachazo!, arrastrado hasta afuera, fue amordazado y atirantado fue destripado, declarándolo convicto, al encontrar incrustado el trompo juguete en las vísceras del animal.

Los indígenas benianos, son así, calculadores y emocionales a su manera.

Alrededor de una hoguera y al influjo de la chicha de camote fermentada, quemaron y bailaron al maldito e infernal saurio, traidor animal.

Con este breve relato, rindo homenaje al amigo y consejero de mis primeros pasos por los caminos de Moxos Don Berardo Selum Rossell, quien me pidió que en algún momento de tranquilidad, transcriba y corrija, este relato cierto, ocurrido el domingo de Ramos de 1930, allá en San Ignacio de Moxos.

* Ingeniero Civil.

Víctor y su Caimán

Por: Berardo Selum RosellPor la copia: Hugo Padilla Monrroy*

173 años de libertad y trabajo

Cabaña La asunta

Felicita a la hermosatierra del beni !!!

por sus

trinidad, 18 de noviembre de 2015

12 LA PALABRA DEL BENI Trinidad • miércoles 18 de noviembre de 2015

Dra. Carla Malu Arakaki Arriaza

MÉDICO ESTÉTICO

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Felicidades mi querido Beni en tu

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Felicidades Beni en tus 173 años !

13LA PALABRA DEL BENITrinidad • miércoles 18 de noviembre de 2015

Síntesis histórica

Los misioneros franciscanos tuvieron a su cargo el proceso de evangelización y reducción de la

Nación Cavineña, tarea que iniciaron con la fundación de la Misión “Esmeralda” el año 1764 en la embocadura del río Madidi; sin embargo, los primeros informes sobre este pueblo datan del año 1696 (Eguiluz). En los siguientes años, la Misión fue trasladada en varias oportunidades por los religiosos debido al constante asedio que sufrían por parte de los Esse Ejjas.

La Misión cambió de nombre en el siglo XIX, pasando a llamarse “Jesús de Cavinas”. En 1910 la Misión es llevada a orillas del río Beni, siendo ubicada a tres kilométros del puerto fluvial conocido también como “Cavinas”. Ese mismo año, el sacerdote franciscano, Mariano Montero, gestionó ante el Gobierno la dotación de tierras, habiendo recibido 72.000 hectáreas.

El año 1941, la orden religiosa Maryknoll se hizo cargo de la Misión, hecho que alteró la, hasta entonces, tranquila forma de vida de sus pobladores. Este período se caracterizó por la inhumana explotación de los religiosos hacia este pueblo. Hay testimonios que dan cuenta de la venta o “alquiler” de indígenas a “barraqueros” que se dedicaban a la producción de goma elástica. Esta despreciable y lucrativa práctica dio origen a la división de las familias y fue el comienzo de la diáspora del pueblo Cavineño.

Para completar la funesta actitud de esta orden religiosa, resaltamos que las tierras obtenidas a nombre de los cavineños fueron vendidas por los sacerdotes a particulares y en 1973, antes de retirarse, devolvieron el saldo al Estado boliviano. Pese a que los cavineños demandaron su derecho sobre éstas, el Consejo Nacional de Reforma Agraria adjudicó 30.000 hectáreas de las mejores tierras a la Fuerza Naval Boliviana, institución armada del Estado que dio igual o peor trato a los pobladores de la Misión.

Años después, el Instituto Lingüístico de Verano (ILV) incorporó al pueblo indígena Cavineño a las actividades de

capacitación que impartían en la localidad de Tumichucua, llegando a formar promotores en salud, profesores bilingües, mecánicos técnicos agrícolas y pecuarios. Además, instituyó una gramática de la lengua y tradujo a este idioma textos de la Biblia. Durante esta época se inició la desestructuración de la cultura cavineña por parte de grupos religiosos evangélicos.

PoblaciónCerca de 4000 personas se

autoidentifican como cavineños y viven en, aproximadamente, 28 comunidades que se ubican, en su mayoría, en la ribera de los ríos Biata, Geneshuaya y Beni. Las principales comunidades cavineñas son: Santa Elena, Buen Destino, Tablero, California, San José, Las Mercedes, Baqueti, Puerto Cavinas, Misión Cavinas, Candelaria, San Miguel, Peña Guarayo, Bolívar, Santa Catalina, Galilea, Natividad, Paraíso, San Juan, San Miguel, Francia, El Chorro, Remanso, Santa Ana y Mapajo.

IdiomaEl idioma Cavineño se habla activamente

en casi todas las comunidades y, a pesar que es aprendido por los niños, ha sido catalogado como una lengua en peligro de extinción. Pertenece a la familia Tacana. Dentro de la familia Tacana, Girard (1971: 41-48) propone clasificar el Cavineño como perteneciente al tronco “kavinik".

Organización política y socialViven en comunidades formadas por

familias numerosas y en parentesco. La familia forma una entidad económica que comparte todos los trabajos y distribuye los resultados entre sus miembros. Su actual organización comunal responde al sistema sindical de presidentes, vicepresidentes y secretarios, y a diferencia de otros pueblos, han perdido la estructura organizacional de sus mayores.

Las comunidades son parte de la Organización Indígena Cavineña (OICA), que a su vez está afiliada a la Central Indígena de la Región Amazónica de Bolivia (CIRABO) con sede en Riberalta. Durante los últimos años, los cavineños han tenido un rol protagónico al interior de la CIRABO, entidad que, en varias oportunidades, ha estado dirigida por líderes de este pueblo. Asimismo, dirigentes cavineños han desempeñado cargos electos como concejales en el Gobierno Autónomo Municipal de Reyes, y como asambleístas indígenas por la provincia Vaca Díez.

EconomíaAl igual que los demás pueblos indígenas

de las tierras bajas, los cavineños basan su economía tradicional en la agricultura de

subsistencia, la caza, la pesca y la recolección de frutos silvestres. Los principales cultivos son el maíz, arroz, frejol, camote, gualusa, yuca, plátano, maní, joco, sandía, cebolla en hoja y tomate. Crían ganado bovino, chancho y gallina. En las comunidades próximas a los centros poblados predomina la extracción de productos con mayor valor comercial, como: palmito, madera, castaña, majo y asahí.

Situación actualLas comunidades carecen de agua

potable, energía eléctrica y caminos que las vinculen entre sí. La infraestructura educativa de salud y educación es inexistente o precaria en la mayoría de las poblaciones. Su territorio sufre periódicas incursiones de madereros, cazadores, pescadores ilegales y saqueadores de otros recursos naturales como la castaña, el palmito de asahí y el majo.

Por Lucio Méndez Gamarra*

Río BiataLucio Méndez Gamarra

Los Cavineños, hijos de la selva

Perspectivas a corto y mediano plazo

La falta de políticas públicas para promover el desarrollo de los pueblos indígenas no permite avizorar cambios sustanciales en la calidad de vida de la población Cavineña. Una rápida revisión de los Programas Operativos Anuales (POAs) de las gobernaciones de Beni y Pando y de los municipios en los que habitan éste y otros pueblos, ponen en evidencia la carencia de estrategias, planes, programas y proyectos sostenibles y transformadores de la actual realidad. Salud, educación, caminos, agua potable, energía eléctrica y apoyo a la producción agroforestal y pecuaria, son las reiteradas demandas de los representantes de estos pueblos en cuanto evento participan, sin lograr sensibilizar a las autoridades.

Ante este patético cuadro, es urgente que los diferentes niveles de gobierno del Estado boliviano, asuman la responsabilidad que tienen en el diseño y ejecución de una estrategia de desarrollo sostenible para superar la pobreza y marginalidad en la que viven las comunidades indígenas. ¡Lo demás es discurso!

*Municipalista

Hoy soñé con tus aguas oscurasque corren apacibles y sin apuro,

entonando antiguas melodíasen idiomas prohibidosde pueblos sometidos,

mientras buscan su último destino:morir como el río

de la “hoja redonda”para renacer en viento

y anaconda.

Y me bañé en el remansoque acaricia a “Buen Destino”,

altar sagrado de dioses milenariosque habitan las entrañas de tus montes,

lugar en que zambullen, ríen, aman y cantan“epunas” cavineñas,convocando a diario en un ritual sin fin,

a la vida y a la muerte.

Con los ojos del recuerdorecorrí el viejo sendero

que conduce a “Tablero”,y vi sin ver tus cedros color rosa,

oteando el verde horizontepor donde viene la muertecon sus fauces cubiertaspor colmillos de metal,espumeando de codicia,

Desquiciada y voraz.

Hoy recordé la tenue brisaque acarició la negra cabellera

de mi joven compañera,mientras navegaba insomne

tus noches de luna llenaescuchando los gritos agoreros

del siringuero alma en pena que guiado por luciérnagas,

busca el camino ciertoque lo devuelva a la paz de su tapera.

¡Biata!Mundo mágico que desanda

el “yatanana”de don Melicio Semo,excombatiente que la Patria

borró de su memoria,indígena que dejó las pampas del

Yacumay se asentó a orillas de “El Brillante”

para convivir con caimanes y jaguares;lugar sin límite, paraíso desconocido,

Beni arriba, ¡Selva adentro!

TCO Ubicación Ha. Población Pueblo(s)1. Tacana-Cavineño Extremo norte del

Beni, municipios de Riberalta,

Reyes y

271.049 850 Tacana y Cavineño

2. Territorio Indígena Multiétnico II (TIM II)

Municipios Gonzalo Moreno, Puerto Rico y San

Pedro (Pando), Riberalta y Santa

Rosa (Beni)

408.592 3.594 Tacana, Cavineño

y Esse Ejja

3. Cavineño Norte del Beni, municipios de

Reyes, Santa Rosa y Riberalta

471.862 2.984 Cavineño

Tierra y territorioTienen acceso a la tierra y territorio en tres Tierras Comunitarias de Origen (TCOs):

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Por: Carlos Guillermo Zambrana Lara *

“El mapajo antes era una mujer. Cada noche venía y gritaba como gente. Cuando no había adultos en las casas, le gustaba llevarse a los niños en su espalda e irse con ellos a su árbol…”

Los MoseténA la sombra del mapajo

Hace cuatro siglos, el territorio donde nace el río Beni estaba ocupado por grupos de familias

nómadas que vivían de la caza, pesca y recolección de frutos, desplazándose continuamente en un espacio pluriétnico muy amplio. Con el establecimiento de las primeras misiones, se intentó persuadir a los indígenas habitantes de la región –mosetén, tacanas y tsimane- a vivir en pueblos de reducción a cargo de religiosos, primero jesuitas y franciscanos después.

San Francisco de Borja (1693) y Santos Reyes (1710) fueron las primeras misiones en la zona. Más tarde se fundaron San Miguel Arcángel (1805), Santa Ana de Mosetén o Huachi (1815) y San José de Covendo (1855). Poco después, el territorio de los mosetén así como de otras naciones indígenas, fue recortándose por la incursión de poblaciones blancas y mestizas que buscaban extraer los recursos del bosque, como quina y goma, obligando a los indígenas a replegarse. Hoy, la mayoría de los mosetén del departamento del Beni están circunscritos a la Reserva de la Biósfera y Tierra Comunitaria de Origen “Pilón Lajas”.

En 1975 se establece el Parque Nacional Pilón Lajas, con límites no bien definidos, poco después, en 1977, la UNESCO reconoció la región como Reserva de la Biósfera. El 9 de Abril de 1992, el Estado boliviano creó la Tierra Comunitaria de Origen para beneficiar a comunidades tsimanes, tacanas y mosetén. Finalmente, en 1997 se expidió título ejecutorial otorgando la propiedad colectiva sobre el área al Consejo Regional Tsimane-Mosetén, como representante de los indígenas del lugar. De esta manera Pilón Lajas tiene un doble

estatus, como Área Protegida y Tierra Comunitaria de Origen.

De acuerdo al último censo, en la TCO existen 23 comunidades, –9 comunidades mosetén, 11 poblaciones tsimane y tres tacanas- alrededor de 2 mil habitantes sobre una superficie aproximada de 400.000 hectáreas. La mayoría de la población mosetén se asienta en comunidades sobre el río Beni y el río Quiquibey, mientras otras viven cerca de la carretera La Paz-Rurrenabaque.

Emplazada entre los departamentos de La Paz y Beni, Pilón Lajas ocupa una zona de transición ecológica, es un puente entre dos espacios geográfica, cultural y económicamente distintos: el macizo andino y los llanos de Mojos. De hecho, se cree que el origen de la palabra mosetén proviene de una expresión en lengua mojeña que significa “hasta aquí llega Mojos”. Por generaciones ha sido una zona de intercambio y comercio, por ahí fluyeron la quina, la goma, la madera y otras mercancías, además de miles de trabajadores empleados en los sucesivos ciclos extractivos. Hoy, la ruta conocida como Corredor Norte -que bordea la Reserva- articula la región amazónica con la ciudad de La Paz.

EconomíaLas principales actividades económicas

de las familias mosetén son la agricultura en pequeña escala, pesca y caza, recolección, elaboración y venta de artesanías y venta de mano de obra. La actividad agrícola sigue el modelo de roza, tumba y quema, como forma de preparar los terrenos para la siembra. Los cultivos predominantes en los chacos son la yuca, arroz y plátano, junto con cebolla, maní, tomate, caña, ají

y pimentón. Además se cultiva cítricos como naranja y toronja y variedad de frutas como guineo, papaya o achachairú. El excedente de la producción agrícola se vende en la población de Rurrenabaque o a comerciantes que llegan hasta las mismas comunidades. Con las ganancias, o mediante trueque, adquieren víveres que no se consiguen en las comunidades, como aceite, sal, pilas, anzuelos, cigarros, coca, jabón, entre muchos otros.

Otra actividad económica practicada por los mosetén está asociada con la necesidad de transporte. Cada familia necesita una canoa, cuya construcción varía según sus dimensiones. Aroldo Caimani recuerda que cuando vivía en Santa Ana de Mosetén, junto a su padre y hermanos aprendió a fabricar canoas para venderlas en Guanay. Hoy construye embarcaciones de todo tipo, canoas, balsas y hasta callapos. Para fabricar una canoa de siete a diez metros de largo necesita cuatro o cinco días, mientras una de doce a quince metros demora hasta dos semanas en ser construida.

Sus manos callosas reconocen al tacto las maderas más resistentes para navegar. El palo solimán dura solo dos años, mientras el trompillo aguanta 4 años, el cedro, en cambio, seis, y la mara perdura de ocho a diez años. El palo María dura doce años porque es más tramado que la mara, se usa para el transporte pesado y los viajes largos. Hay también materiales deleznables como palo balsa, leche leche o toco que no duran sino un año.

Muchos hombres en Pilón Lajas han trabajado también como tripulantes en embarcaciones, como recuerda Gervasio Chita.

“Con mi finado suegro teníamos que viajar con carga de los comerciantes de Guanay, llevaban chanchos, chocolates, maní en pasta, charque de pescado, de sábalo, charque de anta, y todo lo que había llevaban. Los comerciantes nos contrataban para manejar las balsas y como nosotros siempre necesitábamos

plata y ellos pagaban por el viaje, claro que nosotros íbamos. En balsa era el viaje y en una semana o más llegábamos a Guanay. Cuando todito estaba vendido, entonces nos daban nuestro pago para que hagamos compras. Nos pagaban con dinero para que nosotros mismos compráramos lo que queríamos, así era ese viaje”.

Los mosetén a menudo también se emplean como mano de obra de otros productores agrícolas. Algunos trabajan cosechando una hectárea de arroz, labor que demora cerca de un mes, por lo cual les pagan entre 200 o 300 bolivianos. Otros son contratados para ir a pescar en viajes que duran hasta tres semanas, debiendo llenar cuatro contenedores con pescado, por un pago de poco más de 200 bolivianos.

Lengua La lengua mosetén se habla dentro de la

TCO Pilón Lajas y en comunidades cercanas a Yucumo. En algunas comunidades, como Asunción del Quiquibey, donde conviven las etnias mosetén y tsimane, se produjo una interrelación e intercambio de términos y entonación entre ambas lenguas, de tal manera que se formó un dialecto mosetén-tsimane, con una identidad particular nacida de ese contacto cultural y lingüístico.

Desde hace varios años, los mosetén se han preocupado por mantener vivo su idioma nativo. Para ello ha sido importante el estímulo de personas e instituciones foráneas, como investigadores, ONGs, voluntarios y especialmente turistas que visitan Asunción. Hay conciencia de que cuanto más utilicen su lengua nativa, mayor será el interés de los turistas; saben que mantener vigente su idioma les reporta ventajas, no solo la generación de ingresos económicos sino sobre todo la consolidación de su identidad y cultura. Hay sin embargo aspectos desfavorables, como que en las escuelas de Pilón Lajas aún no se enseña el idioma mosetén y tampoco hay registros de saberes y conocimientos propios.

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Existen unidades educativas en las comunidades San Luis Chico, Carmen Florida, Real Beni, Asunción del Quiquibey y San Antonio de Sani, dependientes del municipio de Rurrenabaque. Más del 80% de las personas de la TCO Pilón Lajas es alfabeta, la mayor parte de ellas ha accedido a un nivel de instrucción básico. Algunos pedagogos han sugerido aplicar un currículum diversificado, que además de enseñar contenidos válidos para todos los grupos culturales –como matemáticas, música o biología- incluyan conocimientos relacionados con el entorno social, cultural, lingüístico y organizacional de los mosetén.

Salud En cuanto a la salud, cuando se

presenta alguna enfermedad, las familias recurren inicialmente a sus conocimientos de medicina tradicional que en lengua mosetén se conoce como Piñidye’ in, conjunto de saberes sobre las propiedades curativas de plantas y productos animales. Se utilizan las semillas, flores, tallos y

raíces de muchas plantas, como evanta, floripondio, chuchuhuaso, llausa, entre muchas otras.

También se emplean la grasa, hiel, pelos, uñas y dientes de diversos animales como anta, peta, raya, taitetú, tigre o marimono. Algunos remedios tradicionales son: tomar aceite de raya contra la tos; la lengua del oso bandera o Yushi’, quemada y convertida en cenizas, se toma como remedio para las picaduras de hormiga buna o tucandera; frotar huevos de abeja sobre el cuerpo para no perderse en el monte o aplicar polvo de garras de águila sobre los brazos para ser buen cazador. Cuando padecen otras enfermedades recurren a la medicina formal que ofrecen postas sanitarias y esporádicas brigadas médicas que visitan las comunidades, aunque en muchos casos se combinan ambos tipos de tratamiento.

OrganizaciónLa TCO Pilón Lajas está regida

internamente por el Consejo Regional Tsimane-Mosetén, fundado en 1992, después de la Primera Marcha Indígena

por el Territorio y la Dignidad. El Consejo Regional se ha convertido en la institución fundamental para crear condiciones favorables de participación económica, social y política en el escenario regional. Las autoridades del CRTM son elegidas democráticamente por los corregidores de las diferentes comunidades de la TCO, de esta manera es una organización representativa que vela por los intereses sociales, económicos, culturales y territoriales de los tres pueblos indígenas del Pilón Lajas.

PELIGROSDurante muchos siglos, los mosetén vivían en continua trashumancia, siguiendo

tropas de jochis y buscando lagunas repletas de sábalos. Pero desde hace cincuenta años se han visto obligados a permanecer en un lugar de forma permanente.

A partir de la apertura de la carretera La Paz-Rurrenabaque a fines de los años 70, empresas madereras ingresaron a la zona gracias a concesiones forestales, generando una nueva presión sobre la tierra y enganchando a muchos indígenas en el trabajo de la extracción de maderas finas. Los mosetén fueron enrolados como rumbeadores, guiando a los motosierristas, o como lomeadores, cargando troncas de mara desde el bosque hasta los cursos fluviales navegables.

Pero la migración desde el occidente del país ha sido más agresiva, debido a la marcada mentalidad capitalista de los ahora llamados interculturales, que fueron arrinconando a los indígenas nativos de la zona.

A los mosetén lentamente se les acaban las sendas, las lagunas, los montes, las fuentes tradicionales de sustento. Frente a la presión de colonizadores, empresas madereras y el Estado, los indígenas se vieron obligados a residir de forma permanente en espacios cada vez más reducidos, abandonando así la movilidad que los caracterizaba y perdiendo un rasgo de su identidad. La sedentarización fue un proceso muy largo, desde la reducción en las misiones religiosas, a la que siguió un acoso de parte del Estado que a través de concesiones a privados y colonos fue quitándoles espacio vital.

El poder del Estado y de otros agentes privados, históricamente han sido -y continúan siendo- los factores que ponen en riesgo la supervivencia de las culturas ancestrales asentadas en las nacientes del río Beni. Pero aún con todos los escollos en el camino, es seguro que los mosetén darán una larga pelea por su derecho a mantener su identidad, costumbres y su especial relación con los bosques y los ríos.

* Licenciado en Historia por la UMSA.

Desde 1994 existe también la Organización del Pueblo Indígena Mosetén, que coordina actividades entre los mosetén del Beni y sus primos de la TCO Mosetén del departamento de La Paz. En 2010, el CRTM recibió el “Premio Ecuatorial” otorgado por Naciones Unidas, por convertir la conservación y el desarrollo humano en un emprendimiento exitoso que mejora la calidad de vida de los mosetén, en referencia a la experiencia del albergue eco-turístico “Mapajo”, creado el año 1998 en Asunción del Quiquibey.

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Los Chácobo: indígenas que luchan por su identidad

Su población se calcula en unas 1250 personas distribuidas en las comunidades de Alto

Ivon, Motacusal, Núcleo, California, Cachuelita, Puerto Yata, La Lima, Puerto Barrero y asentamientos itinerantes en los ríos Yata y Benicito. Todo el área está colmado de toponimias e hidronimias en lengua de los Chácobo, como el río Yata (río de la tarde), Genesguaya (río de las flores del mapajo) y otros. El Estado le ha reconocido y titulado un territorio de 486.240 hectáreas.EconomíaLa caza y la pesca son prácticas tradicionales, que aseguran el aprovisionamiento de carne a los Chácobo. Hasta hace poco todos cazaban con arcos y flechas, ahora muchos han conseguido escopetas y salones automáticos. En muchas oportunidades la caza se la realiza en grupos de más de seis hombres, puesto que esta solidaria forma de organizarse, garantiza la mejor y abundante caza; el producto de este trabajo en común, es distribuido entre todos. Las aves y animales exóticos, cuya carne no es consumida, sirven para adornos y objetos rituales.

La pesca es muy común en el pueblo y no es sólo actividad de los hombres adultos, sino también de los niños. Pescan rutinariamente y con mayor facilidad utilizando arcos y flechas, además de las trampas, el verbasco y el anzuelo. Los Chácobo fabrican todos sus utensilios de uso doméstico; hacen tinajas y tiestos de diferentes tamaños; hilan hamacas –elemento indispensable en la vida cotidiana del hombre- y bolsones; con la corteza de los árboles bibosi y bibosillo confeccionan telas

destinadas a sus vestimentas (moro). Embarazo y parto

Los Chácobo desconocen la relación que tiene la menstruación con el embarazo; se dan cuenta que la mujer espera un niño tocándose el estómago o cuando empiezan los primeros movimientos del pequeño. A partir de este momento existen alimentos prohibidos tanto para la mujer como para el esposo.

El alumbramiento tiene lugar en la casa o en algún claro del bosque y generalmente son las mujeres ancianas que ayudan en el parto, pero el marido u otro familiar también pueden hacerlo. Es costumbre en las comunidades amazónicas, que todas las personas, incluidos los niños, puedan presenciar el parto; después del nacimiento toda la población se reúne para festejar la venida de un nuevo miembro. Pasado el nacimiento, la madre y el padre, se auto prohíben comer animales y aves machos, que se mantiene hasta bastante tiempo después que el niño camine y pueda

hablar. Esta práctica cultural es cumplida rigurosamente por todos los miembros de la cultura, pues conciben que su infracción implica castigo sobrenatural.

Ritos de iniciación Se puede observar ritos de iniciación

al entrar en la pubertad. Alrededor de los doce años, ocurre la perforación del septo nasal; el niño se sienta al suelo, mientras su padre en presencia de toda la comunidad, perfora con una espina de chonta su nariz. Pese al dolor, el joven no debe llorar, pues si lo hiciera, quedará marcado con el signo de cobardía; más bien corre hacia el bosque en busca de un palito que inserta en el agujero nasal.

Una vez que la herida del septo cicatriza, el padre prepara un ramillete de plumas de tucán de color azul y roja, y se la da para que la lleve de adorno nasal. A partir de este momento ritual, adquiere su mayoría de edad y puede buscar pareja para el matrimonio, así como ejercer los derechos de adultos.

El rito destinado a las mujeres no se diferencia en mucho al del varón. Al iniciarse el primer periodo menstrual, la niña es aislada de las demás personas, incluso de sus familiares, permaneciendo en un rincón de la casa, echada en una hamaca hasta la paralización del flujo; se le quita los adornos comunes y el cabello se le rapa. De la misma manera que al hombre, se le perfora el septo nasal.

Ella está prohibida de comer alimentos con sangre, como carnes de animales y de ciertas aves. El alimento que puede consumir la niña es preparado especialmente por la madre y en una olla aparte. Estos cuidados duran dos o tres días. Ya al crecerle el cabello, la chica puede utilizar nuevamente sus adornos y también recibe plumas para la nariz, que caracterizan la madurez sexual. MatrimonioEl matrimonio se lo realiza sin ceremonia o festividad alguna; este consiste en un arreglo del joven con la chica, para que éste en la madrugada descuide a los familiares y se acueste con ella en la hamaca hasta hacerse pillar deliberadamente con los padres al amanecer.

Inmediatamente la pareja es descubierta, el pretendiente debe internarse en la selva a cazar o pescar para que la joven se lo cocine y junto a sus familiares, puedan comer. Una vez realizado este hecho, el joven se va vivir a la casa de los padres, donde es ayudado por el suegro hasta que aprende eficientemente a trabajar.

Una práctica curiosa, es cuando un hombre quiere a una mujer independiente, viuda o solterona para su esposa, lo único que hace es ofrecerle carne fresca para que se la cocine, si ella acepta preparársela, automáticamente lo acepta también como esposo.

Por: Wigberto Rivero Pinto *

Los Chácobo son un pueblo indígena que ocupa un vasto territorio ubicado en la provincia Vaca Díez del departamento del Beni, entre los ríos Yata, Ivon, Genesguaya y Benicito. Su hábitat está caracterizado por la espesa vegetación de la selva amazónica, con ligeras y eventuales pampas o llanos abundantes en biodiversidad.

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En la tradición chácoba lo poliginia está permitida y es hasta hoy todavía practicada. Este hecho ocasiona disputas entre las co-esposas, especialmente por el trato diferente que el marido suele dar a los hijos de cada una.

Normalmente el hombre tiene más afecto a la primera esposa que es la encargada de la distribución de los alimentos y administrar la casa. El hombre y sus esposas viven en una misma casa; las mujeres con sus respectivos hijos se ubican en rincones opuestos, el marido tiene su cama o hamaca al centro.

Muerte y sepelio La muerte sucede generalmente en

la cama, que para los adultos es la hamaca; los niños mueren en brazos de su madre. Al fallecer una persona, todos los familiares comienzan a llorar y a gritar fuertemente, esto sirve como aviso a los demás miembros de la comunidad, que muy pronto rodean al difunto y convierten el dolor en un llanto general. Pasadas las 24 horas del deceso, ocurre el entierro en un pozo poco profundo, el lugar escogido es la casa en el sitio debajo de donde solía dormir. El cadáver lo lían con corteza de árboles introduciéndolo en posición fetal, y acompañándoles sus pertenencias principales, como armas, hamaca y adornos.

Si una persona muere lejos de sus aldeas, es enterrada en las afueras del lugar donde visitaba. Es costumbre en ellos, participar de una aldea a otra el deceso de uno de sus miembros y retribuir con el pésame oficial.

Después del entierro, los familiares enojados destruyen todas las pertenencias del finado, llegan incluso a cortar las plantas que pertenecían al desaparecido y a matar a los animalitos regalones. Una enraizada costumbre en los Chácobo, es quemar la casa después del funeral. En el verano de 1984, una fuerte epidemia de sarampión atacó a la población, cobrando una decena de víctimas principalmente jóvenes. En esa oportunidad se verificó que todas las familias que perdían a sus familiares quemaban la casa para marcharse a recorrer por la selva.

Los Chácobo en la actualidad El permanente contacto con la

sociedad regional, ha hecho que los Chácobo actuales hayan asumido muchos

aspectos de la cultura occidental, en desmedro de sus propias manifestaciones tradicionales. En lo material y económico se han generado nuevas necesidades en su vida, que le han obligado ha alterar sus pautas de comportamiento y su sistema de valores. Su estructura social ha tenido que acomodarse a los recientes requerimientos de la sociedad nacional, como una forma de garantizar la sobrevivencia cultural.

En la actualidad, la organización social está representada por una autoridad denominada “Capitán”, quien ejerce un control de orden interno y principalmente está encargado de establecer las relaciones mercantiles, en coordinación con los representantes de

cada comunidad. El capitán controla el movimiento económico y los recursos naturales, mediante la forma de organización “cooperativa”, donde el rol administrativo está fiscalizado por la autoridad moral encarnada en el Consejo de Ancianos del Pueblo Chácobo, quienes asumen el carácter de un “comité de vigilancia de la organización”, además del rol natural del ejercicio de autoridad moral intracomunal.

La Capitanía Chácoba está afiliada a la Central Indígena de la Región Amazónica de Bolivia (CIRABO) con sede en Riberalta (Beni), para defender sus derechos y ejecutar sus demandas y gracias a sus movilizaciones, los Chácobo han consolidado su territorio, y han desarrollado importantes avances en materia de educación intercultural bilingüe y medicina tradicional.

La práctica tradicional de caza, pesca y recolección de productos del bosque ha sido complementada por la pequeña agricultura, la producción de la castaña (nuez amazónica) y de productos biológicos alternativos.

Este pueblo, que ha marcado la historia de la Amazonía, ha comprendido que la forma de garantizar su porvenir, es recuperando su pasado y proyectándolo al futuro. Su desarrollo tiene que darse con identidad cultural y el marco de la sostenibilidad del bosque que es su “casa grande”.

*Antropólogo beniano, catedrático en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) de La Paz.

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