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SOBREMONTE,
EL PADRE DE LA PATRIA
de Ignacio Apolo
Basada en la novela de Miguel Wiazki
Estrenada en el Teatro San Martn, de Buenos Aires. Sala Martn Coronado.
Temporada 2001. Direccin: Sergio Rosemblat
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Esta obra est basada en la novela: Sobremonte, una historia de codicia argentina de Miguel Wiazki (Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2001)
PERSONAJES:
SOBREMONTE
EL BHO
LINIERS
BERESFORD
MARIANO MORENO
JUAN MARN
PERICHONA
JUNE
y
CORO
(nmero sugerido de integrantes: 10 varones y 10 mujeres)
A cargo de las escenas colectivas y, en forma individual, de todos los dems personajes
de la obra: MILITARES BRITNICOS, ESPAOLES y CRIOLLOS, CURAS, PROSTITUTAS,
FUNCIONARIOS, MIEMBROS DEL CABILDO y LA REAL AUDIENCIA, GAUCHOS, TROPAS
INDIAS, etc.
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ACTO I
LA INVASIN
Escena I
Buenos Aires, Teatro de la Comedia, invierno de 1806.
Aristocracia virreinal reunida. Suena paso marcial.
Presentado por un edecn, entra el Marqus de Sobremonte, protocolar, culn y
lampio, peluca blanca a la francesa y condecoraciones. Con l, la Virreina, doa
Juana Mara de Larrazbal, engalanada y ausente.
Todos de pie
EDECN: El Brigadier de Infantera de los Reales Ejrcitos, Virrey Gobernador y Capitn
General de las Provincias del Ro de la Plata y sus Dependientes, Subinspector General de las
Tropas de todo su Distrito, Presidente de la Real Audiencia Pretorial de Buenos Aires,
Superintendente General Subdelegado de Real Hacienda, Rentas de Tabaco y Naipes, del
Ramo de Azogues y Minas y Real Renta de Correos en este Virreinato, Don Rafael de Sobre
Monte, Nuez, Castillo, Angullo, Bulln, Ramrez de Orellana, Marqus de Sobre Monte.
Sobremonte saluda y va al palco; permanece de pie junto a su esposa, su hija y Juan
Marn.
SOBREMONTE: Yo, don Rafael de Sobremonte, Virrey del Ro de la Plata por gracia de
Dios, ante vosotros, nobles sbditos de su Majestad, desde este palco que me recuerda la
elevada torre de mi Sevilla natal, en este da de especial significado, aniversario de mi
bautismo de fuego durante la santa expedicin a Algeciras, cuando cruc el estrecho para
enfrentar al Turco en su propia tierra, y que coincide adems con el cumpleaos del
Ayudante Mayor de Dragones, don Juan Manuel Marn, aqu presente y a mi lado, deseo
hacer el anuncio que ms me llena de gozo: su compromiso con mi hija, doa Mariquita de
Sobremonte y Larrazbal. Seores, declaro ahora a Don Juan Marn, por tanto, mi hijo, mi
muy querido hijo.
Aplausos.
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SOBREMONTE: (levanta un pauelo blanco) Que comience la funcin.
Todos sentados. Msica.
Un edecn irrumpe y se acerca a Sobremonte con una misiva. Silencio.
Sobremonte la lee rpidamente, la estruja y se retira. Marn lo sigue.
Consternacin de los presentes.
Escena II
Ro de la Plata, baha de la Ensenada del Barragn. A lo lejos retumban tambores de
negros.
Dos espacios: izquierda (al ras) y derecha (elevado)
Izquierda, en la costa.
Santiago de Liniers sostiene a un hombre atado y encapuchado. Observa la lejana de
las aguas.
Pone al cautivo de rodillas, lo acuchilla en la garganta y lo arroja al ro.
Derecha, cubierta de la nave mayor.
El brigadier William Carr Beresford mira la costa con su nico ojo a travs de un
catalejo.
Dos soldados ingleses le traen el cadver mojado y encapuchado de un civil, con el
pecho cubierto de sangre.
BERESFORD: (sin bajar su catalejo) De dnde viene este ro, que es un mar? Adnde
va este ro ancho como la muerte? Y adnde vamos nosotros, britnicos, por l? (baja el
catalejo y contempla el cadver) Un cadver ensangrentado en el agua Alguien lo arroj al
ro poco despus de matarlo. (Le quita la capucha y lo toma de los cabellos rubios) Un ingls!
Entonces as comienza todo? (Suelta el cuerpo y se seca las manos con un pauelo blanco)
Atencin! (Los soldados se cuadran) Artillera! Fuego! (Caonazos)
Izquierda.
Liniers con el pual atravesado entre los dientes.
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LINIERS: (se quita el pual y lo lame; seala con l la lejana) Disparen! Disparen a
ciegas, no podrn verme. Quieren que me acerque? Vean. Entro en el lodo de la costa,
pueden verme? Miren cmo me hundo hasta las rodillas, y cmo se ensucian de barro mis
cojones!
Derecha.
El teniente Dennis Pack saluda a Beresford.
PACK: Seor, el Regimiento 71 lleg a la cumbre de las barrancas; dos leguas al sur de
la ciudad. El enemigo no quiso esperarnos y se retir mientras nuestras tropas abran fuego.
(Pausa) Huyeron en total desorden. Y nos dejaron sus cuatro piezas de campaa.
BERESFORD: Excelente, Dennis.
PACK: Seor, una bala alcanz al cirujano Haliday; en la frente, seor.
Beresford baja la cabeza.
PACK: Lo siento.
BERESFORD: Retrese!
Izquierda.
LINIERS: Ingleses! (Se arrodilla) Yo, Santiago de Liniers y Bremond, soldado francs al
servicio de su majestad de Espaa, (eleva su faca bajo la luna) juro aqu ante Dios, y por
Francia y por Espaa, que desde este da y hasta que ustedes, herejes mal paridos, no huyan
todos, cuereados y vencidos, habr de pelear.
Clava el pual en el lodo. Tambores de negros y de guerra.
Escena III
Buenos Aires, prostbulo. Un estrado.
Xavier Martnez, el Bho, sentado junto a June, prostituta.
La madama Clara, de pie, lo presenta a la concurrencia.
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CLARA: Atencin (golpea con el taco). Damas y gentileshombres aqu presentes, con
ustedes, don Xavier Martnez, soi dit El Bho, filsofo, caballero asiduo concurrente,
nuestro mejor
BHO: Gracias, Mrs. Clara. (la hace a un lado) Seoras, seores Yo soy el Bho y les
traigo la verdad. Hela aqu. (besa a June. Aplausos) El poder, seores, tiene el color de la
sangre y el aroma de la ambicin, el ritmo de la traicin y la fatalidad de la muerte. No hay
otra cosa que esa cosa. Detrs de cada trono danzan las sombras de los crmenes perpetrados
por monarcas, cortesanos, virreyes y mercenarios, pagados con el dinero que defecan las
sentaderas del poder. Los palacios hunden sus pilares en los cementerios, que son el
fundamento de su existencia. De qu otro modo podra ser? Cuntos muertos sembr en la
tierra toda nuestro padre Felipe II para levantar los pilares de El Escorial? La verdad es trgica,
y por eso potica, y por eso artificiosa. El poder es la tragedia, tejida con mortajas.
Aplausos. June lo mira enamorada.
Amigos de este santo putero, hoy ser el da. Y vosotros lo sabis y por eso nuestra
casa desborda. La hora se acerca. Los ingleses estn en nuestro ro. El brigadier Beresford se
relame en la proa de su caonera, esperando el amanecer. Los ingleses Sabed todos ahora
que yo amo a June, mi puta inglesa. Y tambin amo a Clara, madama inglesa, madre de
todos. Pero en vsperas de la invasin, los invasores son hombres, no putas, y por eso no son
buenos, y adems, os profetizo: nuestro virrey prepara su huida. Estuvo hasta hace unas
horas en la Comedia celebrando sus pacateras de pedos brillantes. Pero huy de all al
instante, al enterarse de las malas nuevas. Dnde estarn maana el culn y sus besaculos?
(pausa) Bebed ahora y preparad vuestras armas! Porque en soledad habremos de batirnos.
Desde afuera suena un can y de inmediato una Generala.
Nos convocan a la Plaza. Ya amanece! Salud!
Todos corren.
Escena IV
Costa de Cdiz, 1827.
Playa. Sobremonte anciano, sentado en un silln. Viste uniforme blanco con banda
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gualda y roja, y peluca blanca.
Junto a l, Cabeza de Vaca, hombre de mediana edad con una mscara que le cubre el
rostro.
SOBREMONTE: Este mar que baa las costas de Cdiz parece infinito, seor marino, lo
ve? Pero ms all existen otras costas. Y en ellas supe yo ser el Virrey. Ya tengo 80 aos, pero
no crea que lo he olvidado todo.
CABEZA DE VACA: Lo s, seor, lo s.
SOBREMONTE: Recuerde usted, seor ma(lo mira extraado, algo ido) Marn Juan?
Marn!
CABEZA DE VACA: Marino, seor. Juan Garca Cabeza de Vaca, un marino
SOBREMONTE: Cabeza de Vaca Seor marino, recuerde usted que siempre debe
dirigirse a m como seor Virrey o su Excelencia, segn el protocolo.
CABEZA DE VACA: Desde luego, seor Virrey.
SOBREMONTE: Bien. Al otro lado de estas costas yo era el Virrey. Gobernaba all, s,
aquel vasto reino que tanto recorr, con miles y miles de sbditos dispuestos a dar su vida
por por la ma. Porque yo era el Virrey, no slo un militar al mando, no un simple
funcionario; yo era el Seor en nombre de su Majestad. Pero con mi propio nombre basta.
Sabe usted quin soy? Soy el que fui, el Marqus de Sobremonte, el Seor de aquellas
pampas.
CABEZA DE VACA: Y qu son las pampas, su Excelencia?
SOBREMONTE: Oh, las pampas son (cierra sus ojos) la nada, hijo mo.
CABEZA DE VACA: Gobernaba usted sobre la nada, su Excelencia?
SOBREMONTE: Gobernaba yo sobre? No, seor, Cabeza de, seor! (se excita,
resopla; se calma) Hijo mo, que as quiero llamarlo. Usted no puede formularme una
pregunta verdadera sobre el gobierno. Usted no comprendera mi respuesta.
CABEZA DE VACA: Desde luego que no, su Excelencia.
Escena V
Buenos Aires, 1806. Despacho del Virrey.
Sobremonte revisa el contenido de un mueble monetario: el oro est en su lugar.
Juan Marn entra con el Estado Mayor. Sobremonte protege el mueble con su cuerpo y lo
cierra con llave.
El Estado Mayor se cuadra. Reverencia.
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SOBREMONTE: Seores, aunque la ocasin es grave, tan grave como nunca lo ha sido en
todo mi mandato, dejemos de lado las solemnidades del acto y permitidme daros de
inmediato mis rdenes.
Pausa.
MARN: (reaccionando) Se lo rogamos, su Excelencia.
SOBREMONTE: Bien. Bien. Helas aqu (palpa un bolsillo, saca un papel, lee)
Considerando el emplazamiento del enemigo y su inminente avance (Marn carraspea,
Sobremonte lo advierte) Ordeno que se lancen seales de alarma con los faroles de la
fortaleza hacia las caoneras enemigas, y asimismo se acuartelen las tropas, en tanto el alfrez
Manuel Snchez, con un piquete de 12 hombres, se traslade al casero de Quilmes para
detener cualquier avance desde el sur.
El Estado Mayor permanece rgido, perplejo.
Es todo, seores.
Se cuadran y se retiran. Marn queda a solas con el Virrey.
SOBREMONTE: Lo hice bien?
MARN: Muy bien, querido Rafael, muy bien. Ahora esperemos que ese francs inmoral
traiga buenas noticias de la Ensenada. Y que el coronel Arce al menos discipline a su tropa
de paisanos.
SOBREMONTE: S, s. Eso espero tambin yo. Eso pido, eso ruego a Dios. Y tantas otras
cosas Que la marquesa empaque con premura, que tu plan no sufra imprevistos y que no
se convierta en una pesadilla. Juan, querido, si todo sale bien, la marquesa y nuestros hijos, y
yo, sobre todo yo, te lo agradeceremos de por vida. Y tambin el Rey de Espaa, si salvamos
su tesoro junto con el nuestro. (Se sirve una copa, nervioso).
MARN: Debes salir al balcn.
SOBREMONTE: S, s. (Bebe su copa de un trago) Al balcn.
Escena VI
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Plaza Mayor. Se repite el toque de Generala de la escena II.
Gente del prostbulo mezclada con el pueblo. Sobremonte sale al balcn.
SOBREMONTE: Pueblo de Buenos Aires, mucha gloria es para Su Majestad y para m
en esta hora crtica, veros dispuestos a tomar las armas en defensa del Rey y sus posesiones.
Vuestro valor es hoy nuestro orgullo. Y vuestro valor ser del enemigo ingls su escarmiento.
Mi corazn rebosa de jbilo al veros en armas, y late en sones marciales para guiaros a la
batalla. Con mi bendicin vais a la lucha y all podris podremos batirnos con gloria y
honor. Que viva el pueblo de Buenos Aires, por Su Majestad el Rey de Espaa!
Sobremonte sale, la gente se dispersa.
En la dispersin, el Bho encuentra a Mariano Moreno, que porta un viejo mosquete.
BHO: Por todas las putas de Pars, don Mariano Moreno, cundo no, con su trasero
en la orga!
MORENO: Y qu decir de vos, seor? El Bho a la luz del sol, en plena maana? Ahora
veo por qu llamas orga a esta convocatoria
BHO: Joder, Mariano, qu es esa porquera que tienes en la mano?
MORENO: Lo nico que se encuentra en los galpones del fuerte. Tan viejo est que se me
pega el xido en los dedos.
BHO: Y qu ms da, si de todos modos moriremos? Vamos. Un caballo, mi reino por
un caballo!
MORENO: Ja, ja. No te apresures, Rey de Copas. No hay caballos a disposicin para ti.
Pero compartir contigo el honor de enfrentarlos a pie.
BHO: Me ofendes si crees que no puedo montar.
MORENO: Anota la ofensa en mi cuenta. Hay tiempo hasta que lleguen. (intentando
destrabar el mosquete) Menuda historia ecuestre. Recuerdas los treinta mil pesos fuertes que
recibi Juan Marn, el futuro yerno de Sobremonte, para comprar caballada? (golpea el
mosquete y se resigna) No preguntes ahora a qu los destin en realidad.
BHO: Ya veo, Mariano; el robo nos convirti a todos en infantes. (Sale)
MORENO: (Saliendo con el Bho) Un caballo, mi reino por un caballo! (Se desternilla de
risa)
Escena VII
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Despacho del Virrey. Sobremonte y Marn.
MARN: Bien, Rafael. Has terminado?
SOBREMONTE: Lo he redactado realmente breve, como al pie de mi corcel en el calor de
la batalla (lee): Informo al Prncipe de Paz que he tenido que abandonar Buenos Aires
debido a la resistencia a tomar el fusil por parte de sus habitantes.
MARN: Excelente! En el prximo entraremos en detalles.
Salen de prisa.
Bajando escaleras se topan con Lucas Muoz y Cubero y otros magistrados de la Real
Audiencia, acompaados por el coronel Jos Prez Brito.
MUOZ: Seor Virrey, la Real Audiencia desea obtener
SOBREMONTE: No hay tiempo para eso, Muoz. He delegado en Prez Brito el mando
militar de esta plaza y en usted, seor Regente y vuesas seoras, el mando poltico de la
ciudad mientras dure mi campaa.
MUOZ: Y adnde piensa irse tan de prisa, seor Marqus?
PREZ BRITO: Se fuga. El Virrey nos abandona y huye a la campaa.
SOBREMONTE: No diga estupideces, Brito. Me traslado con la caballera a las barracas, y
usted lo sabe bien. Pero ya les advert que si esto contina mal me retirar con la tropa hacia
las provincias interiores (reinicia su retirada).
MUOZ: (ponindole un brazo en el pecho) Qu est tramando ahora, con la ciudad en
peligro y nuestros hombres batindose en las afueras?
MARN: Quite su mano y respete la investidura!
SOBREMONTE: Ir al Puente Glvez, he dicho, y luego, si es necesario, salvar nuestro
honor y soberana desde las provincias interiores. No derramar mi sangre aqu slo por
vuestra excitacin y la de la turba!
MUOZ: No es su sangre la que importa ahora, seor Marqus, sino la de todos.
SOBREMONTE: (lo aferra con firmeza) Muoz: usted no es ms que un Matusaln
cabrn y caprichoso, y no entiende nada. (lo suelta) Si el enemigo atraviesa el Riachuelo todo
se habr perdido y no se quedar el Virrey a contar cerezas mientras toman el fuerte y sus
pertenencias. Retiraos!
Sobremonte empuja al viejo y corre con Marn escaleras abajo.
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Escena VIII
Barracas frente al Puente Glvez, ribera norte del Riachuelo.
El subinspector Pedro Arze, al mando de las tropas en retirada, en consejo con
Sobremonte y Marn.
ARZE: El enemigo nos pisa los talones y est muy bien pertrechado. Vuestros hombres no
sern suficientes; an as, que se formen con la tropa
SOBREMONTE: Pero es mi escolta!
ARZE: Por eso mismo
MARN: Permtame aclararle, Arze, que usted no puede disponer de la escolta personal
del Virrey, y menos para sumarla a hombres en retirada, y dejarlo sin proteccin
ARZE: (Pausa) Ya veo. (Pausa) Al menos llvense con ustedes a los heridos.
MARN: Hecho.
ARZE: Y algo ms. Desconozco las otras medidas defensivas que su Excelencia ha dispuesto,
as que me perdonarn que sugiera quemar el puente Glvez a nuestras espaldas.
SOBREMONTE: Por supuesto. Llamad a mi vocero. Marn, vmonos de aqu.
Salen Sobremonte y Marn.
Sobre el Riachuelo distante brotan las llamas. A su luz, el edecn pregona.
EDECN: Don Rafael de Sobre Monte, Nuez, Castillo, Angullo, Bulln, Ramrez de
Orellana, Marqus de Sobre Monte, Brigadier de Infantera, Virrey Gobernador y Capitn
General de las Provincias del Ro de la Plata, Subinspector General de las Tropas, Presidente
de la Real Audiencia Pretorial de Buenos Aires, Superintendente General Subdelegado de Real
Hacienda, Rentas de Tabaco y Naipes, del Ramo de Azogues y Minas y Real Renta de Correos
en este Virreinato, ordena:
Quemar el puente Glvez!
Arze, con un lugarteniente, observa con su catalejo y re.
ARZE: Qu bellos fuegos de bienvenida les hemos dado a los ingleses. Estn cruzando el
mierdoso riachuelo a pie!
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Escena IX
Prostbulo. Voluntarios derrotados, prostitutas y soldadesca retirada de la batalla,
borrachos, cantan liderados por el Bho.
CORO: Al primer disparo de
los valientes
se escap Sobremonte
con sus parientes
MORENO: (completamente beodo, con una botella de brandy vaca en la mano) No puedo
entender! Todos jodidos por 1500 inglesitos! Con 1500 faldas escocesas! Pero que vengan a
m y los pasar a cuchillo uno por uno. Los voy a cuerear, dadme una faca
BHO: Eh, t, plebeyo! Demasiado doctorcito para ese tipo de matanza, demasiado
estirado
MORENO: Cllate! (comienza a perseguir a los dems) Mira cmo los capo, cmo les
arranco los cojones con mi botella; los degello, yo solo y como a chanchos, como a 1500
lechones britnicos...
Se desmaya en su furia etlica y cae al piso, en medio de la batahola y las risas.
Se oyen tambores marciales. Todos se detienen.
BHO: Deteneos, la invasin se ha consumado! El ingls desfila en nuestra ciudad. A
los balcones! Y llevaos con honores a nuestro hroe.
Alzan y retiran a Moreno. Los dems se van a los balcones.
Los tambores atronan.
Escena X
Balcones aristocrticos. Suena paso marcial.
Ana Mara Perichon Vandeuil (la Perichona) y Guadalupe Escalada observan el
desfile invasor. Abanicos.
A lo lejos se iza la Union Jack, bandera britnica.
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LUPE: Coincidirs conmigo, Perichona, en que estos hombres son muy bellos, no como los
que vemos a diario, cabezas redondas y ahuecadas, y tan desprolijos
PERICHONA: Coincido, coincido Y ardo en deseos de conocer a alguno. Mira esas
faldas que visten. Me impresionan Pero qu ojos tienen
LUPE: Yo tambin quiero conocerlos, y hasta me enamorara de alguno sin pensarlo, Dios me
perdone y mi buen Miguel tambin, pero no puedo hacerlo (susurra) Creo que estos son
judos.
PERICHONA: No son judos, Lupe, son protestantes. Da igual. El asunto de la fe poco
importa en estas cosas, como en casi todas las cosas.
LUPE: Calla, Perichona, no blasfemes.
PERICHONA: (re) Es el hechizo de los ojos azules, Lupe. No puedo evitarlo. Amara a
cualquiera con esos ojos; me hacen saltar el corazn.
LUPE: Pero si ya tienes ms de lo que puedes abarcar, Perichona, un marido y, adems, un
Capitn de ojos azules en la palma de tu mano.
PERICHONA: Oh, Santiago Un francs siempre est en tu mano, Lupe. Liniers es slo
un juego. Placentero, por supuesto, pero Qu otra cosa podramos hacer aqu? Dos
franceses, extranjeros en esta tierra extraa vulgar, mohosa
Se detienen los tambores. Las damas se ponen de pie.
LUPE: Quin es se?
PERICHONA: Beresford, sin duda. El general ingls.
LUPE: Pero te ha mirado, te ha echado una mirada, Perichona. Cbrete con el abanico!
PERICHONA: (a cara descubierta) El general ingls
Las huestes britnicas reciben a Beresford, peluca blanca a la inglesa y
condecoraciones.
Dennis Pack lo espera. Redoble y saludos.
PACK: En nombre de su Majestad
BERESFORD: Djate de estupideces, Dennis. Dnde est el dinero?
Pack calla. Todos atnitos.
BERESFORD: Dnde est el dinero?!
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Beresford bufa, aparta a Dennis Pack y entra en el Fuerte, abandonando la ceremonia.
Murmullos consternados de los presentes. Apagn.
FIN DEL PRIMER ACTO
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ACTO II
LA HUIDA
Escena I
Buenos Aires, casona de un importador de sotanas. Invierno de 1806.
El obispo Benito de Lue y Riega, fray Francisco Toms Chambo y otros curas, en
derredor de un brasero.
Fray Toms masajea sus pies al calor de las brasas.
OBISPO: Hijos, debemos tomar, con la ayuda de Dios, decisiones urgentes. Nuestra
ciudad de Santa Mara de los Buenos Aires est invadida por protestantes, y sin considerar
otros males, su sola presencia es una ofensa a la Virgen Santsima. Pero estos infieles siempre
tuvieron el alma habitada por el demonio y, despus de los judos, constituyen la raza ms
codiciosa de la tierra. Desviados, alejados de Roma, y ahora aqu, izando sus banderas y
pregonando sus beneficios comerciales.
FRAY TOMS: Con todo respeto, seor Obispo, pero nos toma usted para el pedorreo.
(los curas se quedan tiesos; el obispo sonre) Ya sabemos que estos ingleses son infieles y
endiablados. Pero tambin es cierto, su Excelencia, que estos infieles han vencido, que
ocupan hoy el Fuerte, y que nuestro muy catlico Virrey Sobremonte ha huido; y aqu
estamos nosotros, los sacerdotes de la Fe de Roma, sin armas y a su merced.
OBISPO: Alguna sugerencia directa y prctica, Fray Toms?
FRAY TOMS: Por favor! La cosa es evidente. O acaso olvidamos que la religin nos
prohibe a nosotros, humildes pastores, maquinar contra las potencias seculares? Ante todo
debemos dejar en claro esta cuestin ante el Comandante Beresford, que por lo dems es
todo un caballero
Los curas callan piadosos. Fray Toms se levanta, fastidiado, busca un documento, y
regresa a sentarse y refregarse sus pies.
FRAY TOMS: Curas, curas tenamos que ser Si me permiten, he estado tomando nota
de mis plegarias. Veamos si la Gracia ha querido iluminarme. (lee) Excelentsimo Seor:
Venimos en nombre de los cuerpos que representamos y en cumplimiento de las
capitulaciones celebradas a dar a Vuestra Excelencia la debida obediencia y las gracias
afectuosas por la humanidad con que nos han tratado; y aunque la prdida del gobierno en
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que se ha formado un pueblo suele ser una de sus mayores desgracias, tambin ha sido
muchas veces el principio de su gloria. Qu les parece hasta aqu?
Gestos de aprobacin. Fray Toms contina, de pie.
Confiamos en que la suavidad del gobierno ingls nos consolar del que hemos
perdido, pues an cuando nosotros y Vuestra Excelencia profesamos distinta religin,
convenimos en que hay un Dios que premia a los buenos y castiga a los prfidos.
OBISPO: Justsimas palabras, Fray Toms. Y ahora, qu les parece un t?
Fray Toms se separa del grupo, que sigue charlando y bebiendo t.
FRAY TOMS: La fidelidad a este principio divino, ornamento principal de la Nacin
Inglesa, nos inspira confianza en que Vuestra Excelencia observar cuanto nos ha concedido
generosamente.
Ingresa un mensajero; Fray Toms le entrega el documento y lo termina de memoria, al
frente.
FRAY TOMS: Y podis confiar en que no faltaremos en nada a lo prometido, y que
nuestra conducta y persuasin servirn de ejemplo y de estmulo a todos los dems. (siempre
al frente) Y as concluimos, seores, estn ustedes de acuerdo?
Se oyen voces de aprobacin de los curas, que continan su tertulia.
Escena II
Imprenta clandestina en la iglesia de los Bethlemitas.
El Bho y Fray Nicols, que apila panfletos antibritnicos.
BHO: (revisando una lista) Oiga! Primero: las hetairas, putas con aires de alcurnia
para seducir oficiales. Luego: las ninfas, muy cachondas, para alzar a la soldadesca.
FRAY NICOLS: Pero ser posible que esos curas hayan escrito esa vergenza?! Su
Excelencia de aqu, su Excelencia de all, joder!
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BHO: Oiga esto, padre. Las zorras o putas malas, mis preferidas, sabe? Son las que
atrapan con mentiras a los ingenuos y les hacen creer que la jodienda es el amor.
FRAY NICOLS: (asiente con la cabeza) El obispo y sus lameculos no son ms que unos
maricones; al obispo no le queda ni un pelo en el trasero.
BHO: Su lenguaje me inspira, padre. Escuche, adems: las pelandruscas, morochas de
rancho, muy desbordantes, realmente. Y para el final (pausa dramtica) las perendengas!
FRAY NICOLS: Pero si ya en el mil quinientos los habamos jodido! Lea aqu, que le
dimos por el culo al corsario Candich, bucaneros un coo!
BHO: (gozando indeciblemente las palabras del cura) Oh, s. Hablando del tema, le
deca: las perendengas. Para oficialitos de bajo rango. Las he visto actuar: cercanas
profesionalmente a las zorras pero especialistas en escndalos, me entiende?
FRAY NICOLS: (llamando a otros curas) Hermanos! Aqu estn; llvense todo y que
circule pronto. Hala, hala! Largo de aqu; a correr que se acaba el mudo, hostia!
Los curas se llevan los panfletos.
BHO: Y bien, fray Nicols. Ahora que tengo su atencin
FRAY NICOLS: Jodidos curas, hideputas y
BHO: Padre.
FRAY NICOLS: Hijo.
BHO: Este es el plan: (muestra su papel) mi lista de putas para seducir ingleses. Con
estas putas venceremos a los falderos. Porque la cuestin de fondo, fjese usted, es poner al
invasor civilizado cara a cara con la barbarie. Con la seduccin de la barbarie. As que
arreados por mis mujeres tendrn slo dos caminos: o bien huir, como nos ensea con
maestra nuestro amigo Sobremonte, o quedarse exiliados aqu, exiliados, s, exiliados de la
razn y atrapados por el barro, todos mezclados y perdidos y jodidos para siempre como
todos nosotros.
FRAY NICOLS: Siempre he dicho que no eres ms que un pendenciero de burdel; basta
ya con tus putas. No entiendo nada de lo que dices. A qu coo has venido a mi iglesia, que
nunca pisas? Si un cura necesita putas, las busca por su cuenta. Y los ingleses tambin. Qu
quieres de m?
BHO: Padre Usted no puede ocultarme su afecto. Venga un abrazo!
FRAY NICOLS: Hala, marica, vade retro! Est bien. Me gusta tu plan. Pero para qu me
necesitas a m?
BHO: Slo le pido una cosa, es decir, ellas lo piden Su bendicin, padre.
FRAY NICOLS: Coo!
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BHO: Padre, padre. Se pondrn en peligro y necesitan la proteccin de Dios. Hasta yo
mismo, agnstico, las comprendo. El mundo se torna tan poco razonable que sospecho que a
Dios se le ocurri existir. En fin. No es fcil para ellas. Se acostarn con los invasores en pie
de guerra. No slo por dinero, sino para derrotarlos.
FRAY NICOLS: (Pausa) Sern bendecidas, hijo.
BHO: Qu maravillosa perversin
FRAY NICOLS: Calla. Las anima una causa superior supongo. Que vengan en
procesin silente por la madrugada, a las dos, y silente he dicho! Por la puerta de atrs.
Har un breve oficio para ellas, y que alabado sea Jesucristo.
BHO: Amn, padre!
Escena III
Capilla. Vestidas con mantos negros y tules en las caras, entran las prostitutas en
procesin.
Fray Nicols las recibe con el Evangelio y el agua bendita. Junto a l, el Bho.
BHO: Dadme cincuenta putas y vencer a Roma.
FRAY NICOLS: Dice el Apstol San Pablo a los cristianos de Corinto: Aunque
caminamos en la carne, no militamos segn la carne, porque las armas de nuestra milicia no
son carnales, sino poderosas por Dios para derribar fortalezas; destruyen sofismas y toda
altanera que se levante contra el Seor, y doblegan todo pensamiento a la obediencia de
Cristo. Es Palabra de Dios.
PUTAS: (con lgrimas, al unsono) Te alabamos, Seor.
FRAY NICOLS: (Se da vuelta hacia el altar y susurra) Seor, ten piedad de nosotros. (Las
salpica con el agua bendita) Yo las bendigo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espritu
Santo.
PUTAS: Amn.
FRAY NICOLS: Podis ir en paz y en secreto! Que Mara Magdalena os acompae.
Y cuidaos mucho, hijas mas.
Las putas se retiran en lgrimas.
BHO: (extasiado) Haber vivido para ver esto!
FRAY NICOLS: Vete al diablo! (se persigna de inmediato)
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Escena IV
Quinta en las cercanas de Lujn. Noche.
Sobremonte y Marn
SOBREMONTE: Maldita lentitud. A qu hora podremos retomar la marcha? No me siento
seguro aqu, tan cerca de Buenos Aires.
MARN: No hasta la salida del sol. Pero no deberas alterarte as, Rafael querido. Estaba
previsto. El problema es este exceso: movilizar los caudales completos.
SOBREMONTE: Qu quieres decir con caudales completos? Qu esperabas, abandonar
la nica razn de esta incomodidad?
MARN: Slo digo que el transporte es muy lento. Pero an podemos agilizarlo.
SOBREMONTE: No veo cmo las carretas puedan agilizarse en este barro del infierno y
esta lluvia del infierno!
MARN: Con calma, Rafael, con calma.
SOBREMONTE: No me exasperes.
MARN: Tu oro se transporta a buen paso: nunca he visto nueve mil onzas tan veloces.
Deberas tranquilizarte.
SOBREMONTE: Haber llegado ya a Crdoba es lo nico que me tranquilizara.
MARN: Calma. Lo que retrasa la marcha no es tu oro, sino la plata las siete carretas: el
tesoro del Rey.
SOBREMONTE: Ah s? Dime cmo transportarlo sin carretas y
MARN: Calma. Con calma.
SOBREMONTE: Usas la palabra calma otra vez y te desheredo.
MARN: No har falta, querido Rafael. (sonre) Al Csar lo que es del Csar y al
Marqus lo que es del Marqus.
SOBREMONTE: (Pausa. De pronto re) Eres un maldito cnico
MARN: Al Ingls lo que es del Rey, y al Marqus su propio oro.
SOBREMONTE: De prisa, hagmoslo.
MARN: No hay tanta prisa. Estamos a media jornada de Lujn. Ni siquiera es un desvo
en nuestra marcha a Crdoba: dejaremos all los caudales del Rey, bajo la proteccin de Dios,
que tiene predileccin por su Majestad.
SOBREMONTE: Y por su Virrey! Si los piratas encuentran un milln de pesos fuertes en
Lujn no creo que insistan en perseguirnos a nosotros. Y qu partida, por ms britnica que
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sea, se arriesgara a atacar a nuestra escolta? No dejemos hombres en Lujn para custodiar el
cebo
MARN: (sonre irnico) Igual, no podemos hacerlo. No lo has advertido. Slo nos
queda la escolta cordobesa; los dems han desertado. Pero es mejor as; avanzaremos ms
rpido
Entran el cabo Guanes y oficiales.
GUANES: Cabo Bernardo Guanes, su Excelencia, pa lo que guste mandar. Me haban
dicho que estaba descansando, pero veo con orgullo que no es cierto. Traigo una partida pa
plantarle a esos bandidos; se dice que una tropa inglesa sali para ac. Pero yo traigo dos
caones, tres carretas de municin y siete artilleros, a sus rdenes, patrn!
SOBREMONTE: Pues ya puede usted llevarse todo porque aqu no hace falta.
GUANES: (atnito) Perdone, su Excelencia, pero aqu estamos palo
MARN: Ya escuch al Marqus, paisano. El Virrey parte de inmediato, y lo que precisa
no son ms carretas sino ms prisa
SOBREMONTE: Est dispensado, cabo.
GUANES: (de pronto) Pues, Seor, si usted dispensa brazos y municiones con el enemigo
al frente ser porque estamos perdidos (lo increpa) o porque recula y nos vende a todos.
Recula? Recula y nos vende?!
Sobremonte retrocede y cae al piso, vociferando.
SOBREMONTE: Trenle, maldito, mtenlo.
GUANES: Que lo hagan! Prefiero morir de un tiro que escondido en el monte.
Un oficial saca su sable y lo apoya sobre el sombrero de Guanes. Sobremonte es
auxiliado a levantarse.
OFICIAL: Cllese, paisano, que esto ya no tiene remedio.
SOBREMONTE: Amrrenlo, amrrenlo.
Lo apresan con violencia.
MARN: Se lo ha ganado. Que lo estaqueen. (Se lo llevan)
SOBREMONTE: Que lo fusilen!
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MARN: Morir de todos modos, bajo la lluvia y la helada. Preparmonos a partir.
Salen todos menos Sobremonte.
Escena V
Sobremonte solo, en medio de la escena.
SOBREMONTE: Marn, mi querido Marn. Dejamos Lujn y ya el barro nos cubre la mitad
de las ruedas. Mi galera avanza, pero es como si no avanzara. Como si el barro la detuviera
para siempre.
Lo s, Marn. Ahora son baqueanos y arrieros los que me persiguen; no los invasores.
Han pegado el hocico a los vidrios, me han escupido. Sus nios pordioseros me arrojaron
piedras y ratas muertas.
Djame solo, Marn. Djame comprenderlo.
Avanza al frente.
Pueblo miserable. Suciedad de gentes. Perros de lomo negro y patas descalzas. Qu
hace el Marqus de Sobremonte entre la espuma rabiosa de los brbaros? Qu hace el Virrey
huyendo del criollo, ya no del ingls?
Mi carroza se hunde entre ellos Debo huir. No hay otra cosa que esta huida.
Es el destino, y los brutos que se quedan jams podrn comprenderlo.
Sale.
Escena VI
Lujn, en una loma.
Coro de monaguillos, gauchos y negros, comerciantes y mujeres; beben sangra, comen
empanadas y entonan coplas.
CORO: Ves aquel bulto lejano
que se pierde tras del monte.
Es la carroza del miedo
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con el Virrey Sobremonte.
La invasin de los ingleses
le dio un susto tan cabal
que busc guarida lejos
para l y el capital.
Entran Beresford y escolta inglesa.
BERESFORD: Dnde est el tesoro, caballeros?
CORO: No hay dinero.
BERESFORD: Dnde est la plata que buscamos?
CORO: No est a mano.
BERESFORD: Dnde est el Virrey, o ya se ha ido?
CORO: No ha venido.
BERESFORD: Sabis por ventura qu os haremos?
CORO: No sabemos.
BERESFORD: (re) Oh, muy bien, seores. Nos quedaremos aqu, en Lujn. Y por cada
cuarto de hora que pase decapitaremos a un miembro de vuestra astuta resistencia.
CORO: Resistencia?
BERESFORD: (mira su reloj) Dennis, por quin empezamos?
PACK: Veamos, veamos. Dnde est el tesoro robado?
CORO: El Virrey se lo ha llevado
PACK: (apoya su sable en un miembro del coro, que se adelanta) Y adnde puede
habrselo llevado?
MIEMBRO DEL CORO: Su Excelencia aqu presente, y dems autoridades britnicas.
Supongo, si sabis mirar, que en el stano de la Sala Capitular del Cabildo podris encontrar
sin dificultad
BERESFORD: De prisa. Dnde?
MIEMBRO DEL CORO: Permtame, su Excelencia, el honor de guiarlo.
Salen.
Escena VII
Dos espacios: izquierda y centro; y derecha (ms elevado).
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Izquierda y centro: Lujn, Sala Capitular del Cabildo.
Ingleses cargando bales del tesoro del rey.
Derecha: Crdoba, despacho del Virrey.
Sobremonte, sobre una alfombra roja, dicta su descargo.
SOBREMONTE: (solo) Estamos en paz, seor Secretario. No hay prisa aqu, en Crdoba.
Nunca la hubo. De modo que escriba con delicadeza, con una caligrafa que convenza a
Godoy, en Espaa, de mis verdades. Tom la direccin de la Villa del Lujn, distante catorce
leguas de la capital, donde esperaba reunir las Compaas de Milicias, y donde pensaba
hacerme fuerte para sostener el territorio con el can y el obs.
Izquierda y centro.
BERESFORD: (a Dennis Pack, mientras soldados acarrean bales) Cunto queda?
PACK: Cuatro bales, pero hay muebles y otros objetos de valor acumulados.
BERESFORD: No hay tiempo ni transporte para eso.
Dennis Pack se retira.
Derecha.
SOBREMONTE: Pero por la debilidad de los caballos y de la gente, y la continua lluvia y
lodazales del camino, no pudieron seguirme. Llegu a cuatro leguas de la Villa con slo los
cordobeses y hall 119 milicianos en los que vi disposicin de seguirme; pero antes del
amanecer recogieron su caballada con insurgencia, y golpendose la boca con algazara
porque haban odo que los ingleses me seguan, se fugaron a carrera suelta, y me qued
solo, sin ms recurso que llegar a Lujn, donde encontr las carretas con el caudal del Rey
que haba puesto a salvo.
Izquierda y centro
Regresa Dennis Pack.
PACK: Queda slo un bal, seor. Pero no puedo creer lo que est sucediendo: un
grupo de locales ha ingresado al stano y se est llevando el resto.
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24
BERESFORD: Se roban a s mismos? Curiosa conducta.
PACK: De chacales.
Comienza una procesin de vecinos de Lujn con objetos robados, a la vista de los
ingleses.
Derecha.
SOBREMONTE: Vindome solo y sitiado por el mal tiempo, y sabiendo que el enemigo
podra hacerme prisionero, con los graves males que eso supondra al Reino, aceler mi
marcha, y no encontrando en las campaas sino terror y desobediencia, me dirig a esta
ciudad de Crdoba, la ms inmediata de las de primer orden, donde por mi antiguo gobierno
hall fidelidad y auxilios, en espera de volver sobre Buenos Aires con cuanta gente pudiese
contar. Es todo, Secretario. Puede retirarse. (Pausa placentera) Ah, Crdoba ma
Izquierda y centro.
Los criollos han pasado. Beresford y Pack, a solas.
BERESFORD: Dennis, regresa al puerto de Buenos Aires. Dispn el embarque del
tesoro en el Narcissus, de inmediato rumbo a Inglaterra, y
Un vecino rezagado arrastra una pila de objetos valiosos.
Beresford lo observa curioso. Se le interpone.
VECINO: (se detiene con temor) Su Excelencia
Beresford se cuadra, marcial, ante l. Le hace la venia. Le da la mano.
BERESFORD: Honor de haber saqueado juntos a la Corona espaola.
PACK: (se cuadra tambin) Sir!
Beresford se retira seguido por Dennis Pack.
VECINO: (estupefacto) Joder con los piratas.
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FIN DEL SEGUNDO ACTO
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ACTO III
LA RECONQUISTA
Escena I
Buenos Aires, invierno de 1806. Prostbulo vaco.
June se pasea en ropa interior; el Bho juega a perseguirla.
BHO: Ninfa adorada, no huyas! O al menos psame el parte del da mientras te
escapas.
JUNE: Eso es lo que quieres? Entonces no podrs tocarme hasta que yo termine.
Escucha: Margot enamor a un ingls que haca guardia; (muestra sus piernas) lo sedujo
mirndolo a los ojos. Y el pobre abandon la guardia, y all noms se entreveraron, detrs del
Fuerte. (saca un papel de sus calzones) Aqu tienes el total de piezas de artillera con las que
cuentan. (se lo da)
BHO: (intentando meterle la mano en los calzones) Ahora contemos las municiones!
JUNE: No! Ahora consultamos a la negra Alina. (mete una mano entre sus tetas) Se
llev a otro y le rob el dinero y el orden de guardias mientras el pobre faldero le confesaba
que jams haba visto tetas ms grandes.
BHO: (intenta besrselas) Pero las tuyas son ms hermosas.
JUNE: Me hablas a m? Yo misma he estado toda la noche aqu con Thomas, un
oficial. Oh, no entiendo cmo, pero me ha hecho sin parar el amor durante horas y me
prometi devolverme a Inglaterra con oro en las enaguas.
BHO: Me matas! Pero antes djame probar suerte. Cuntas horas ha estado contigo
se? Ms tarde morir de celos.
JUNE: El tiempo vol, y mi amor vol a la guardia. Pero habr llegado tarde tambin,
para su desgracia, pues creo que los azotan. Fue un tiempo largo, casi tan largo como T
sabes. Tan enorme
BHO: Oh, bien. Lo he decidido. A partir de ahora yo tambin usar faldas. Esta es una
prisin injusta (amenaza bajarse los calzones), y t debes ayudarme a liberar
JUNE: (lo detiene) Tambin me habl de Beresford.
BHO: Entonces se detuvo a descansar, como cualquier mortal?
JUNE: Querido, cre que esta informacin te interesaba.
BHO: Dmela.
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27
JUNE: Beresford no duerme, delira despierto y jura que jams se ha topado con un
pueblo ms traidor que ste. Tiene un mal presagio.
BHO: (corta el juego y besa los papeles) Lo hicimos! Beresford nos teme, y pronto sus
soldados tambin. (Se dirige a un arcn y revuelve ropa)
JUNE: (decepcionada por el fin del juego) Los soldados no lo saben an. Pero los
oficiales ya tienen lo que buscaban: los caudales del Rey; lo sabas? Mis ninfas lo
averiguaron. Sobremonte quiso esconder el tesoro, pero ya est a bordo del Narcissus, rumbo
a un banco en Inglaterra. Y les repartirn su parte cuando regresen! (suspirando) Por qu no
hablarn en serio los hombres, as ese Thomas me lleva consigo?
BHO: (se viste ropas extraas: un camisn blanco, calzas negras, y sigue buscando)
Robar y huir es tarea de nobles, o de genios. Pero hasta Sobremonte lo ha logrado, pues
estoy seguro que guard lo suyo. Oh, ya empiezo a admirar a ese culn
JUNE: Los ingleses no huirn, cario; los conozco bien. Adoran la guerra. Querrn
apalear a los nativos rebeldes
BHO: (encuentra una olla de cobre) Qu saben ellos de los nativos? Slo que son
traidores, y que huelen a barbarie. An no los han visto cebados en un matadero (se calza
la olla en la cabeza)
JUNE: No puedo dejar de amarte, querido, cuando te vistes de gala.
BHO: No es ropa de gala, es ropa de combate. Gracias a vuestros servicios,
(reverencia) los tendremos en un puo. Liniers ha llegado?
JUNE: Lo esperan esta noche, pero mis chicas sospechan que es
BHO: Un engao, s. (juega con un florete quebrado) Nuestro viejo OGorman, espa
britnico que ahora es doble espa, lo convenci a Beresford de que Liniers va a negociar. As
que el francs dej sus tropas listas en la Ensenada y viene a la recepcin de su suegro, don
Martn de Sarratea: un homenaje a los invasores.
JUNE: No me refera a la trampa; ya la conocamos. Se cuentan otras cosas.
BHO: Qu cosas?
JUNE: Que Liniers viene a ligarse a la mujer de tu OGorman, esa francesita Perichona.
BHO: Ah, el amor y la guerra, mi Dulcinea, el amor y la guerra. Ahora, vestido para la
batalla har lo que debo hacer, porque sino no har nada.
La atrapa y se la lleva.
Escena II
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28
Casa de Martn de Sarratea, antesala de la recepcin.
Liniers y su suegro.
SARRATEA: Debes entrar ahora, Santiago. Quiero que me lo observes y le cales los huesos a
Beresford, y que le mientas y te lo ganes, y que me devuelva mi peculio, coo!
LINIERS: Est usted tan enojado que no piensa bien, don Martn.
SARRATEA: Pues claro que estoy enojado; piensa t por m!
LINIERS: No recuperar nada. Slo espere no seguir perdiendo.
SARRATEA: Qu dices por Dios y Mara Santsima?!
LINIERS: Venceremos a los ingleses, don Martn. Vencerlos por cuenta propia no es
imposible. Pero quitarles nosotros lo que han robado s lo es.
SARRATEA: Y t qu sabes? Crees que yo no s cmo son las cosas?
LINIERS: Don Martn
SARRATEA: S que engaas la memoria de mi hija muerta, y que le has puesto el ojo a la
esposa de ese irlands gurrumino, a esa cortesana del infierno, a donde t te irs, Santiago
LINIERS: (lo enfrenta) Un momento...
SARRATEA: Adonde t te irs si no me ayudas. (Le ruega y lo toma de los hombros)
Aydame, Santiago; Santiago, eres el nico con cerebro entre tanto cabrn. El pueblo cree en
ti, cree en ti: aprovecha y convcalo a morir por el Rey. (Pausa) Lo hars?
LINIERS: Lo har.
SARRATEA: (feliz) S, s. Hice las paces con lzaga, mi enemigo, t sabes. Espaa ya no
defiende sus tributos, as que lo haremos nosotros, y nos quedaremos con lo nuestro. T
tienes al pueblo y lzaga el dinero: lo haremos (refriega las manos) y que se jodan el Rey
y los suyos en Espaa, hasta que puedan volver!
LINIERS: As se habla, pardiez.
SARRATEA: Hala, Santiago, (dndole empujoncitos) entra al saln, que los hijoputa te
esperan. Y yo tambin, tambin te espero, (le da vueltas a su silla) aqu, aqu.
LINIERS: Tranquilo, don Martn. chese una siesta mientras tanto.
SARRATEA: Ve y me los engaas, y te comportas como el mejor traidor, cornucopia. (re)
Sale Liniers.
Sarratea se sienta y se duerme. Queda all, al margen, durante la escena siguiente.
Escena III
Crdoba, al aire libre.
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29
Sobremonte, Marn y aristocracia de pompa devaluada.
Un edecn lee un bando.
EDECN: Don Rafael de Sobre Monte, Nuez, Castillo, Angullo, Bulln, Ramrez de
Orellana, Marqus de Sobre Monte, Brigadier de Infantera, Virrey Gobernador y Capitn
General de las Provincias del Ro de la Plata, Subinspector General de las Tropas, Presidente
de la Real Audiencia, Superintendente General de Hacienda, Rentas de Tabaco y Naipes, del
Ramo de Azogues y Minas y Real Renta de Correos de este Virreinato, manifiesta
SOBREMONTE: Que estando ocupada Buenos Aires por los ingleses, y siendo esta
ciudad de Crdoba la ms inmediata de las de primer orden, la declaro Capital del Virreinato.
Aplausos
Sobremonte hace ademn de que se retire la corte y queda a solas con Marn.
SOBREMONTE: Ay, Crdoba ma. Demos un paseo, mi buen Marn.
MARN: Vamos.
SOBREMONTE: Qu tarde suave, Juan; qu bellos campos.
MARN: Necesitabas de este cielo para olvidar tanta improcedencia contra tu persona.
SOBREMONTE: S, amigo mo; hay algo de Andaluca en estos montes. Crdoba es un
relicario de suaves riscos que rodea nuestros cuellos.
MARN: Yo tambin percibo el encantamiento.
SOBREMONTE: No slo eso. Crdoba es la capital verdadera, Juan, el corazn de mi
virreinato; la mesura contra la soberbia. La cuna de lo nico bueno que puede hallarse en
estas tierras. En cambio Buenos Aires es la barbarie, aunque se crea civilizada slo porque
est a orillas de un ro repleto de barcas de contrabando. Y ahora, sus vecinos ms reputados
querrn dejar de compartirlo
MARN: Quera decrtelo. No debemos irnos de Crdoba todava, Rafael, aunque les
digas otra cosa a estos ingenuos. Es tu refugio, y aqu me quedar para acompaarte.
SOBREMONTE: T sabes, mi buen Juan, que eres mi fuerza y aliento.
MARN: Calla. Sigamos hasta la caada. Crdoba es tu refugio, pero ese rincn es el
nuestro.
SOBREMONTE: S, Juan amigo. Ardo por la soledad acobijada.
MARN: Guardada para ti, Rafael.
SOBREMONTE: Nadie nos ver, verdad, hermoso Juan?
MARN: Nadie, mi decoroso Virrey.
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Escena IV
Casa de Martn de Sarratea, antesala de la recepcin.
El viejo sigue dormido. Cuando regresa Liniers, se despierta.
SARRATEA: Santiago, qu me dices ahora? Algrame, s?
LINIERS: Me simpatiza Beresford. (Saca su cuchillo de la cintura y habla palpando el filo)
Nos trasladamos a una habitacin contigua y conversamos a solas, hasta ahora.
SARRATEA: (Lo observa curioso) Sin testigos, eh? Lo amenazaste, lo asustaste? (De pronto,
como si advirtiera algo, mira su reloj) Pero que te lleve el infierno: han pasado dos horas!
Qu se han dicho?
LINIERS: Beresford es un militar valiente y un fiel servidor de su corona, a su manera. (se
acerca a una viga de madera) Har lo posible para no asesinarlo. (Clava su pual en la viga
con firmeza)
SARRATEA: Coo.
LINIERS: Deje esto aqu. Vendr por l cuando Buenos Aires sea nuestra.
SARRATEA: (asustado) T sabrs lo que haces, Santiago
Escena V
Costa de Cdiz, 1827.
Playa. Sobremonte viejo, sentado en silln, uniforme, banda y peluca.
Junto a l, Cabeza de Vaca con mscara.
CABEZA DE VACA: Quines eran sus amigos en aquellas tierras, Su Excelencia?
SOBREMONTE: Yo era el Virrey, seor marino. Por la alcurnia de mi sangre. Y no tena
amigos, debera usted saberlo. A nadie llam amigo, a nadie le permit hacerlo. Gobernaba
yo sobre esas tierras, y no eran tiempos de paz. De modo que quien gobierna tiene aliados,
no amigos.
CABEZA DE VACA: Comprendo. Y quines eran sus aliados entonces, Seor Virrey?
SOBREMONTE: Todos, sin saberlo. Todos. Hasta lo que no me obedecan. Pero slo el
noble reconoce al noble como aliado. Y yo he tenido uno Juan, Juan Marn, se era su
nombre. Mi silencioso bastn en tiempos duros.
CABEZA DE VACA: Silencioso Qu otras virtudes tena? Qu ha sido de l?
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SOBREMONTE: Un hombre digno y apuesto, recatado y leal. l me amaba. Eso ha sido
de l. l me amaba. Y yo lo dejaba hacer Yo lo dejaba.
CABEZA DE VACA: Pero qu
SOBREMONTE: Suficiente, seor Marn Seor marino! Suficiente.
CABEZA DE VACA: Perdone, Su Excelencia. (pausa) De modo que ha sido amado, lo
comprendo. Pero ha amado usted alguna vez?
SOBREMONTE: Yo no amaba, Cabeza de Vaca. Yo no amaba. Gobernaba.
Tambores de negros.
Bandera inglesa izada, arriba, mientras Sobremonte y Cabeza de Vaca se apagan.
Escena VI
Alto del Fuerte, caonazos lejanos, espordicos.
Beresford mira la ciudad gris.
BERESFORD: Siento llover aceite. El aceite viene hirviendo en las ollas de Santa Mara
de los Buenos Aires desde el origen del tiempo, y desde ms atrs, desde aquel indio que
cocin al primer espaol, y aquella misma hambre salpica ahora los tambores de los negros
que no dejan de sonar jams.
Golpean mi pobre ojo trajinado de sangre, pero yo lo veo todo con l. Con mi ojo
comprendo lo que ansan. Y lo que ansan no tiene nombre. He visto ms hambre que sta,
en la India, en Egipto, pero aqu es diferente. La frontera del mundo cambia las leyes
naturales. Esto no es indigencia, es voracidad; es hambre de superioridad imposible, ambicin
de pueblo frentico que no quiere ser lo que es y quiere ser lo que no es. Se comern vivo a
todo el que se acerque, y luego se comern a s mismos.
Pero antes me veo a m. Las mujeres caldean en su aceite mi piel blanca y la
encienden en sus hogueras, con la misma avidez de los antiguos canbales que ahora,
travestidos, parecen enamorados de estas pampas, consagrados a elevarse desde su chatura
hacia alguna altura inexistente.
Aparece Dennis Pack a sus espaldas.
PACK: Nosotros somos ms codiciosos que estos brbaros, comandante.
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BERESFORD: Oh, por supuesto. Pero nuestra codicia es la de ser cada vez ms lo que
somos y ellos no son nada, y convierten todo lo que tocan en su propia nada. (Mira con un
catalejo) Mira sus horizontes. All vienen. (Le pasa el catalejo) Es la hora de las hordas.
Los tambores suben hasta el estruendo.
Escena VII
Calles oscuras. Grillos. En lo alto, al centro, la Perichona deja caer un pauelo blanco
desde su balcn.
Abajo, Liniers lo atraviesa con su sable.
Caonazo y tambores de guerra.
Dos espacios elevados: izquierda y derecha.
Izquierda, alto del Fuerte de Buenos Aires:
Ecos lejanos de metralla y tambores. Beresford y Dennis Pack, bajo la Union Jack.
PACK: Los dragones al mando de Liniers se despliegan desde Miserere al Retiro. Y se
suman las tropas indias
BERESFORD: Doscientos salvajes en cueros, ya lo s: vinieron a pelear a cambio de
aguardiente Ellos sabrn lo que hacen.
Derecha, Crdoba:
Sobremonte en un silln, leyendo canturroso y tranquilo, pasa revista.
Le responden las voces de sus hijos (en off), una por una.
SOBREMONTE: Rafael de Sobremonte y Larrazbal, bautizado en Buenos Aires, 22 de
octubre de l783.
RAFAEL: (militarizado) Presente, padre.
SOBREMONTE: Marcos Jos de Sobremonte, bautizado en Crdoba, 28 de agosto de
1785.
MARCOS: Presente, padre.
SOBREMONTE: Ramn Mara Agustn de Sobremonte, bautizado en Crdoba, 9 de
octubre de 1786.
RAMN: (gritando) Presente, padre.
SOBREMONTE: Jos Mara de Sobremonte, bautizado en Crdoba, 4 de enero de 1790.
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JOS MARA: (voz anodina) Presente, padre.
Izquierda.
PACK: Regimiento de Hsares, as lo llaman. Est en las chacras de Pedriel.
BERESFORD: Al mando de quin?
PACK: (lee) Don Martn de Pueyrredn.
BERESFORD: Y qu otros regimientos de lnea?
PACK: Patricios y Blandengues, seor. Es todo. Estn al mando de Cornelio
Saavedra.
Derecha.
SOBREMONTE: (Secando su frente con pauelo blanco) Manuel de Sobremonte,
bautizado en Crdoba, 11 de agosto de 1792.
MANUEL: Presente, padre.
SOBREMONTE: Mara de las Mercedes de Sobremonte, bautizada en Crdoba, 31 de
diciembre de 1793.
MARA: Presente, padre.
SOBREMONTE: Josefa Juana Nepomucena Mara del Carmen de Sobremonte, bautizada
en Crdoba, 24 de abril de l795.
JOSEFA: (desafiante) Presente, padre.
SOBREMONTE: Juana de Sobremonte, bautizada en Crdoba, 19 de agosto de 1796.
JUANA: Presente, padre.
Izquierda.
PACK: (con catalejo) Bueno. Parece que el vecindario entero est cavando. No s
quin los manda; el viejo lzaga, supongo, que por cierto en cualquier momento se enterrar
a s mismo.
BERESFORD: No me extraara, Dennis. Est escrito en el destino de estas colonias.
PACK: Y creo que es todo. No falt nadie a la cita. Hasta las putas que ayer mercaban
con los nuestros hoy cavan zanjones. Pero increble! En medio de ellas y los negros hay un
demente con una olla en la cabeza. O teme que le arrojemos ladrillos, o ya le han pegado
con uno: anda a los gritos, cubierto de lodo.
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BERESFORD: Y feliz, sospecho. Feliz, como no lo estaremos nosotros. Creer tener en
su locura una hora de gloria. Que la disfrute.
Derecha.
SOBREMONTE: Jos Mara Ramn de Sobremonte, bautizado en Buenos Aires, 19 de
enero de 1798.
J.MARA RAMN: Presente, padre.
SOBREMONTE: Jos Mara Agustn de Sobremonte, bautizado en Buenos Aires, 20 de
abril de 1799.
J.M.AGUSTN: (nio) Presente, padre.
SOBREMONTE: Ramn Jos Agustn de Sobremonte, bautizado en Montevideo, 4 de
agosto de 1801.
RAMN JOS: (nio) Presente, padre.
SOBREMONTE: Jos Agustn Mara de Sobremonte, bautizado en Buenos Aires, 19 de
abril de l803.
J.AGUSTN MARA: (vocecita) Presente, padre.
Izquierda.
Llega el teniente Fernyhough, con una herida vendada.
PACK: La retirada al Fuerte est completa. El teniente Fernyhough se reporta.
FERNYHOUGH: (se cuadra) Seor. El movimiento completo
BERESFORD: Tarde, Fernyhough! Tarde.
FERNYHOUGH: Seor
BERESFORD: Qu hay del enemigo en lnea, de la solicitud de parlamento?
FERNYHOUGH: Seor Izamos la bandera de parlamento, en Miserere, en la plaza
(pausa incmoda)
PACK: Contine.
FERNYHOUGH: No s cmo explicarlo: era como si no la vieran. Avanzaban chillando,
cerca de cuatro mil de esos pelagatos. Irrumpieron en la plaza con cuchillos.
BERESFORD: (irnico) Salvajes, verdad?
FERNYHOUGH: Ms bien torpes, seor. Disparaban en todas direcciones, pero no nos
acertaban. Creo que lo nico que queran era el degello...
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BERESFORD: La cercana de la sangre: en las manos, en las narices, en las bocas. Y
bien. Veamos si alguno de esos dones, de esos caudillos con un regimiento ms o menos
ordenado, puede descifrar al menos una regla militar como es debido.
PACK: Izaremos la bandera blanca en el Fuerte. Cuando lleguen hasta aqu sus jefes,
quizs controlen a estos estos
FERNYHOUGH: Animales, seor. Animales.
Bajan la Union Jack. Izan la bandera blanca.
Escena VIII
Crdoba.
Derecha de la escena, Sobremonte.
SOBREMONTE: Seores Oficiales de Campaa de los Reales Ejrcitos aqu en Crdoba,
os habla el Virrey Gobernador y Capitn General de las Provincias del Ro de la Plata, en su
carcter de Brigadier de Infantera y General de las Tropas, Marqus de Sobremonte.
Como sabis, estando ocupada Buenos Aires y habiendo declarado a Crdoba capital
del Virreinato, os reno aqu en sustento de su Majestad y en orden de batalla para la ya
prxima gesta de la Reconquista.
Mas vindome con la precisin de conservar el gobierno sin dejar a esta ciudad
indefensa, y considerando los males que de un ataque enemigo podran seguir, estimo por
sobre todas las cosas la fidelidad que me han brindado, y queden dispuestos a avanzar sobre
Buenos Aires tan pronto como las noticias que lleguen desde el puerto sean propicias.
Viva el pueblo de Crdoba en el corazn de su majestad el Rey y en el mo, vuestro
Virrey.
Descansen.
Escena IX
Buenos Aires, tabiques de los muros exteriores del fuerte.
Arriba, bandera de parlamento.
Se oye un enorme gritero desde el interior de los muros, y toques de retirada
prontamente silenciados.
Abajo, indios y gauchos arrastran caones, rodean el fuerte y esperan.
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De pronto, saltan al exterior de los muros gauchos vistiendo capotes ingleses robados.
Los recibe un gritero.
Los que esperaban afuera saltan al interior de los muros, mientras siguen saliendo
gauchos e indios con capotes.
Los que salen danzan un malambo beodo: patean el suelo con botas de potro, gritan, y
sacuden sus dagas y sus botellas de aguardiente.
FIN DEL TERCER ACTO
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ACTO IV
LA DESTITUCIN
Escena I
Villa del Lujn, primavera de 1806.
Sobremonte y Marn.
SOBREMONTE: (agotado, en un silln) Leguas y leguas de maldito llano hasta volver a
Lujn. Pero no es eso, Juan, no es eso. Es el criollaje desprecindonos y nadie que imponga
orden. Dame buenas noticias: dime que preparan mi recepcin en Buenos Aires.
MARN: No lo creo, Rafael. Los espas aconsejan no avanzar. Hubo una reunin de
Cabildo tras la victoria. Todo un desorden, gauchos a caballo en las escaleras y pampas
borrachos en los tejados. Pero en algo estaban de acuerdo: todos gritaban Sobremonte
traidor en la plaza.
SOBREMONTE: Entiendo. (se levanta) Al menos espero que haber venido a Lujn no
haya sido en vano. Si puedes ir a la Sala Capitular, averigua qu ha sido de los caudales del
Rey. Mientras tanto, recibir a estos porteos
Marn se retira. Sobremonte se sienta.
Entra la Comisin del Cabildo.
Silencio tenso.
SOBREMONTE: Seores
Reaccionan: se inclinan saludando, Seor Marqus, Su excelencia, Seor Virrey.
Sobremonte se levanta.
SOBREMONTE: Bienvenidos, caballeros. Sabrn disculpar la demora, pero he tenido un
viaje fatigoso (bosteza con falso disimulo)
VOCERO 1: Permtame, Seor Virrey, hablar en nombre del Cabildo de Buenos Aires, pues
el tiempo apremia y nos esperan con la respuesta.
SOBREMONTE: Concedido. Demos comienzo a la audiencia entonces.
VOCERO 1: (carraspea) El Cabildo de la Ciudad, habiendo reconquistado con las armas la
plaza de Buenos Aires, y reconociendo los mritos del militar al mando (pausa) Me refiero
a Don Santiago de Liniers.
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SOBREMONTE: Lo s, lo s.
VOCERO 1: El Cabildo solicita, entonces, que tenga a bien considerar una situacin una
situacin que de hecho est vigente a partir de vuestra ausencia
SOBREMONTE: No hay tal ausencia, seor, ninguna ausencia. Estoy aqu presente, por si
no lo ha notado
VOCERO 2: (interrumpiendo) Basta de tonteras, seores! No hemos hecho todo el camino
hasta aqu, y menos an hemos tomado las armas para enredarnos en ausentes y
presentes.
SOBREMONTE: Respete las formas, se lo ruego.
VOCERO 2: Y usted respete la realidad, Sobremonte, o la realidad se le caer encima.
Espera regresar a Buenos Aires, verdad? No espere una clida bienvenida, entonces. Al
menos ratifique de una vez la cesin de su mando militar a Liniers.
SOBREMONTE: Y qu significa eso?
VOCERO 2: Lo que es. Usted formaliza lo que ya es un hecho y esta comisin se retira. Los
secretarios pasarn a llevarse el acta; otra formalidad. Y hganos saber por ellos la fecha de
su retorno, para poder disimularla. Entendi? (Sobremonte no responde) Muy bien. Es todo.
Se da vuelta para retirarse. Los dems hacen lo mismo.
SOBREMONTE: He cedido el mando militar; pero sigo siendo el Virrey. Concluya esta
audiencia con el debido respeto.
VOCERO 2: Oh, disculpe. Usted sigue a cargo de los respetos. Nuestros respetos son
suyos (Con reverencia irnica) Su Excelencia.
Se retira. Los dems tambin, con reverencias.
Entra Marn.
SOBREMONTE: (recomponindose) No importa, Juan, no importa. No pueden hacerme
nada.
MARN: Liniers los envi, verdad?
SOBREMONTE: S, pero ya lo sabamos. Ahora dame una buena noticia.
MARN: Lo siento. No queda nada de valor aqu en Lujn.
SOBREMONTE: Entonces tampoco tenemos nada que hacer en Buenos Aires. Crucemos a
la Banda Oriental, a Montevideo.
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Escena II
Buenos Aires, prostbulo repleto: vecinos, gauchos, negros, militares.
El Bho en el estrado, con una botella.
BHO: Amigos. Hermanos del putero! (ovacin) El da final de los festejos ha llegado,
aunque un mes de borrachera se torna un instante en vuestra grata presencia. Vali la pena
habernos batido, al menos para disfrutar la juerga. (Bebe. Ovacin)
Hermanos todos! Hemos preparado con las damas de la casa una funcin en
homenaje a los hroes. Primero y principal, en honor del flamante General de Armas, al
mando de las tropas del Virreinato, Don Santiago de Liniers! (ovacin)
Un grupo trae a Liniers en andas, rocindolo con sus copas y hacindolo beber.
El Bho contina.
Y en segundo lugar, para los oficiales criollos, nombrados por primera vez en nuestra
propia tierra, tras su glorioso bautismo de fuego! (Ovacin)
Traen a algunos oficiales, con el mismo trato. Algaraba y empujones.
Bajan a Liniers y le acercan en andas a una mujer enmascarada. La depositan frente a
l.
LINIERS: A ti te conozco (saca de su chaqueta un pauelo blanco, rasgado)
MUJER: (toma el pauelo y hace un gesto de silencio) Taissez vous, mon cher
BHO: Nadie la conoce. Nadie la ha visto. Nadie la ver. (levanta su botella) Al gran
comandante del pueblo, salud!
Rodean y ocultan a la pareja, que desaparece.
Y ahora, antes de que comience la funcin debo homenajear a mi Virrey. (abucheo)
Silencio! Sobremonte el Grande est a estas horas llegando a Montevideo. Su pellejo y su
investidura real estn a salvo, y nada de lo que festejamos hoy habra sucedido si l se
hubiera comportado de otra manera. Lo habis pensado? (Silencio estupefacto) Propongo un
piadoso silencio en su honor. (Baja la cabeza. Espa a los concurrentes con un ojo) Hablo en
serio.
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Silbidos y abucheos. El Bho deshace el gesto.
Damas y caballeros, La batalla de la Reconquista, por la Diva June y su compaa de
Patricias!
Entran prostitutas en calzones, con fusiles y sombreros criollos e ingleses.
Danzan y parodian escenas de la batalla, quitndose cada tanto los calzones y
mostrando traseros.
Algaraba y participacin de los hombres.
Al final, aparece el Bho con un disfraz que simula barriga y culo, banda roja y
blanca y una peluca en la mano.
Se ubica en el centro.
Pueblo de Buenos Aires, pueblo mo! Yo soy Sobremonte, soy vuestro Virrey!
Se calza la peluca y abre sus brazos en cruz.
Con un gritero infernal, le arrojan porqueras y lo insultan.
Terminan y se retiran, riendo. El Bho permanece solo, an con los brazos abiertos,
sonriente, mirando al cielo.
Yo soy vuestro padre Sobremonte, pero ustedes jams llegarn a comprenderlo.
Mira al frente con una seriedad mortal. Sus ojos brillosos.
Cierra los brazos sobre su pecho y saluda.
Escena III
Montevideo, despacho del Virrey.
Sobremonte recibe al Gobernador Huidobro.
HUIDOBRO: (reverencia) Su Excelencia
SOBREMONTE: Gobernador. Espero que tenga una explicacin para todo esto.
HUIDOBRO: Seor, sabr disculpar la escasez de recursos. Pero las guirnaldas fueron
ordenadas
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SOBREMONTE: No me refiero a las flores sino a los insultos y la insubordinacin del
vulgo!
HUIDOBRO: Son slo pequeos grupos
SOBREMONTE: No me venga con eso! Montevideo es su ciudad, Huidobro, y usted no
ha podido o no ha querido mantenerlos a raya.
HUIDOBRO: Montevideo no es mi ciudad solamente, seor; tambin es suya, y del Rey, y en
parte de ellos ahora. De modo que agradezca que los nimos estn ms aplacados que un
mes atrs, cuando recibimos el oficio de su traslado.
SOBREMONTE: (Pausa) Bueno, olvidemos esta torpe recepcin. Con mi residencia aqu
las cosas volvern a la normalidad al menos en Montevideo.
HUIDOBRO: As lo esperamos todos. (Pausa) Su Excelencia
SOBREMONTE: Puede retirarse.
HUIDOBRO: Respecto de las tropas que ha trado con usted
SOBREMONTE: Qu.
HUIDOBRO: Esperbamos instrucciones ms precisas de Buenos Aires. Sabe usted si
ordenaron que la tropa permanezca?
SOBREMONTE: (interrumpe) Esta tropa me acompaa desde Crdoba. Buenos Aires no
tiene nada que ordenarle a mi guardia personal.
HUIDOBRO: El mando militar es de Liniers, seor, y considero que an estamos en guerra,
pues no me engao de las intenciones britnicas.
SOBREMONTE: Es suficiente, Huidobro. Le comunico que Liniers est asumiendo
potestades que no le incumben, y no consulta conmigo sus acciones. Si espera rdenes del
francs, usted tambin es responsable de esta indisciplina.
HUIDOBRO: El comandante Liniers tiene libertad de accin
SOBREMONTE: Nadie puede actuar por cuenta propia existiendo un Virrey! Liniers
puede darse aires entre los porteos, pero yo estoy aqu. Resido aqu en calidad de Virrey y
no como invitado. Y la autoridad del Virrey es la autoridad delegada del Rey y es
invulnerable.
HUIDOBRO: Usted la ha vulnerado huyendo de la batalla, Sobremonte.
SOBREMONTE: Pero qu se ha credo? Subordnese o le dar una leccin de mando
frente a un pelotn de fusilamiento.
HUIDOBRO: Les ordenar a sus cordobeses un atentado? Es sa su poltica de guerra?
SOBREMONTE: Retrese de mi presencia! Ya ver qu hago con su destino.
HUIDOBRO: No s en qu manos est mi destino, pero seguro que no en las suyas
SOBREMONTE: Guardias!
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Entran los guardias. Huidobro los detiene con un gesto.
HUIDOBRO: No hace falta. El Gobernador se retira, subordinado
SOBREMONTE: El Virrey no olvida las ofensas.
HUIDOBRO: El pueblo tampoco.
Escena IV
Costa de Cdiz, 1827.
Sobremonte viejo, Cabeza de Vaca con mscara.
CABEZA DE VACA: Ha hecho usted la guerra, Su Excelencia?
SOBREMONTE: La guerra? Su curiosidad es ingenua, seor marino; pregunta del amor,
pregunta de la guerra.
CABEZA DE VACA: Ha hecho usted?
SOBREMONTE: S, seor marino, he hecho la guerra!
CABEZA DE VACA: Y por qu ha peleado?
SOBREMONTE: Por qu sale el sol; por qu sale la luna?! El guila vuela, el len mata,
el militar combate. Soy un militar. Por qu pregunta?
CABEZA DE VACA: Pregunto porque
SOBREMONTE: S por qu pregunta. No parezco militar, verdad?
CABEZA DE VACA: S parece
SOBREMONTE: Usted tiene el problema de los comunes: entiende la fuerza, pero no sus
objetivos. Yo us mi fuerza por la salud de un cuerpo entero, pero sus miembros se
rebelaron contra la cabeza.
CABEZA DE VACA: Ha sufrido usted la rebelin?
SOBREMONTE: Yo no sufr nada: ellos lo sufren todo. (re) Se los advert, pero no
entendieron. (pausa) Yo era lo nico que les quedaba. Ahora los miembros libres estn
mutilados. Cortando una cabeza quisieron liberase. (estalla carcajada) Pero les vuelve a
crecer y no se dan cuenta! Ahora cortan cabezas slo para liberarse de su memoria.
Escena V
Buenos Aires, verano de 1807.
Habitacin del Fuerte. La Perichona y Tersfora, sirvienta india, ayudndola a vestirse
de gaucho.
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PERICHONA: Est presto mi caballo negro, Tersfora?
TERSFORA:S, seora madama.
PERICHONA: Madame, Tersfora, madame y no madama, que no es lo mismo.
TERSFORA: S, seora madn.
PERICHONA: Alcnzame esas bombachas El sombrero y el pauelo blanco, (re)
qu irona! No es fcil parecer un hombre
TERSFORA:No, seora madn.
PERICHONA: El comandante Liniers se ha dormido ya?
TERSFORA:S, seora madama. Ahicito duerme.
PERICHONA: Tersfora, ma cherie: es madame, no madama.
TERSFORA:S, seora madn.
PERICHONA: Cuando el comandante despierte le dices que he partido con mi esposo y
l no har preguntas
TERSFORA:S, seora madama.
PERICHONA: Bueno, como quieras. (Pausa) Dime, Tersfora, qu piensas t de los
ingleses?
TERSFORA:Se parecen al comandante Liniers, y a usted, y a su marido, seora madama.
PERICHONA: Pero no somos iguales, nia; hablamos otra lengua.
TERSFORA:S, seora madama. Todos hablamos lengua. Pero ustedes se parecen. Yo no me
parezco. Ustedes son como ellos. Yo no soy.
PERICHONA: Tersfora (extiende su mano. Tersfora se asusta y se va para atrs.
Pausa) Dame ese rebenque. (Se lo quita de la mano. Da media vuelta, se calza el sombrero y
se va).
Escena VI
Lujn, al aire libre.
Beresford custodiado por guardias. Llega la Perichona vestida de gaucho.
Se miran un instante. Los guardias, sorprendidos, no atinan a detenerla.
BERESFORD: Madame
PERICHONA: Monsieur.
BERESFORD: Estoy maravillado.
PERICHONA: Gracias, monsieur, pero usted me engaa: no luzco mis mejores galas.
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BERESFORD: Su nobleza eleva cualquier atuendo, madame. Sabr disculparme por no
recibirla como se merece, pero este poblado no me guarda simpata
PERICHONA: Oh, no lo tratan mal los criollos, monsieur; y esto no parece un calabozo,
con todo el horizonte por paredes.
BERESFORD: Un horizonte milagroso, madame. La vi llegar de lejos, pero cmo
imaginar?
PERICHONA: Bueno. (pasendose un poco, alejndose de los guardias) Slo he pasado
a ver cmo lo tratan. Pero estos meses de prisin no le han hecho mella
BERESFORD: (la sigue) Este verano trrido es demasiado para cualquiera; caminemos a
la sombra (ya a cierta distancia) Madame, usted se pone en peligro.
PERICHONA: (se detiene) Debe fugarse. Una flota britnica completa se acerca a
Montevideo. Debe reunirse con ellos (Los guardias se les acercan) Vous devez fuir, mon
cher commandat. Le plan est regl.
Los guardias llegan; la Perichona pega su cuerpo al ingls y lo besa en la mejilla.
Los guardias se detienen, incmodos.
Beresford la toma de la mano y la gua gentilmente hasta la puerta de su celda. Con un
gesto detiene el movimiento de los guardias. Entran.
Escena VII
Buenos Aires.
Un edecn lee un bando.
EDECN: Don Santiago de Liniers y Bremond, Comandante General de Armas de Buenos
Aires, en vista de la amenaza de las tropas britnicas en el Ro de la Plata, anuncia:
Convocamos a todos los vecinos de esta ciudad que sean buenos vasallos del Rey
Carlos Cuarto para que, a la seal de tres tiros de fusil en cada barrio, se dirijan al Retiro, a
reunirse en la Artillera, y esperamos de esta leal ciudad, a menos de diez meses de haber
derrotado la invasin, la completa asistencia de todos con las armas que tuvieran, pues de lo
contrario no tardaremos en ser ingleses.
Escena VIII
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Lujn. Celda.
Beresford y la Perichona, envuelta en la casaca del ingls.
BERESFORD: No quedamos muchos. El teniente Pack y yo, y algn otro oficial. Casi
novecientos de los nuestros fueron llevados a las provincias. San Juan, Mendoza no
recuerdo los nombres.
PERICHONA: Precisamente, querido William, quedas t aqu. Y no puedo evitarlo:
tengo debilidad por tu persona.
BERESFORD: (la abraza) Entonces querrs retenerme
PERICHONA: No me tientes! (lo besa) Te ayudar a partir. Tus compatriotas estn otra
vez en el Plata, a punto de ocupar Montevideo. Han trado un verdadero ejrcito esta vez
BERESFORD: Gracias por tu consideracin hacia el mo!
PERICHONA: William, cheri, 12.000 hombres es diez veces ms de lo que t tenas.
BERESFORD: Doce mil! Veo que el oro del Narcissus tent a su Majestad Britnica.
Aunque esta vez dudo que lo logren
PERICHONA: Tomar Buenos Aires?
BERESFORD: Embarcar caudales hacia Inglaterra.
PERICHONA: (re) Oh, mi comandante victorioso
BERESFORD: (orgulloso) Victoria secreta, al servicio de la Corona. No obtendr
honores por eso.
PERICHONA: Ni podrs pedirlos quedndote, ganen o pierdan. Escchame. Te ayudar
a salir de Lujn con un salvoconducto. Un tal Rodrguez Pea vendr con un pasaporte oficial
y te embarcarn a Montevideo: tu partida es decisin de Liniers.
BERESFORD: (se separa de ella) Liniers te ha enviado?
PERICHONA: No, cario. Santiago, no s por qu, ha jurado perdonarte la vida. Pero si
slo sospechara que soy yo su instrumento secreto, te matara.
BERESFORD: (se le abalanza) Oh, djame disfrutar de mi ltimo deseo
PERICHONA: (lo detiene) Espera. Me gustas, cheri, y lamentar perderte. Pero esto es
serio. Vine para tenerte, pero tambin para asegurarme de que no regreses.
BERESFORD: Qu dices?
PERICHONA: Pronto Liniers sabr que he venido, y tendr un motivo personal
(Beresford la mira estupefacto) Entiendo esta tierra mucho ms que t, William. Vuelve a
Inglaterra. No quiero que te encuentren degollado, flotando en la Ensenada
BERESFORD: Qu sabes de esas cosas?
PERICHONA: No tienes nada ms que ganar aqu.
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BERESFORD: No hablo de eso. La noche que desembarcamos en Buenos Aires, un
cadver en el ro choc mi nave. Lo subimos
PERICHONA: Era un colono ingls; un tal John Ward, dependiente en una tienda. Lo
apual mi dulce Santiago Suele ser as de bruto cuando quiere demostrar valor.
BERESFORD: (perplejo) Qu le pasa a esta gente? Arrojan cadveres al ro para?
PERICHONA: (Pausa) Vuelve a Inglaterra, querido. Hazlo por m, que debo quedarme.
Se acerca, lo abraza y lo besa.
Escena IX
Buenos Aires. Calle nocturna.
Soldados disparan salvas.
SOLDADOS: (salva) Los ingleses han zarpado de Montevideo! (salva) Vecinos, al Retiro!
(salva) Llevad las armas a la Artillera.
A una orden, se retiran corriendo. Se oyen disparos lejanos y ecos de la convocatoria.
Escena X
Casa del Bho. Afuera se oyen las salvas.
El Bho, con una peluca blanca, inmvil como una estatua.
Moreno lo observa largo tiempo. De pronto baja su copa, golpeando la mesa.
MORENO: Ya basta! Qutate esa peluca idiota, recoge tu fusil y vmonos!
BHO: No hasta que den las doce. Y deja en paz mi brandy.
Moreno se harta. Va hacia l y le quita la peluca. La pisotea.
Luego se empina la botella de brandy a fondo.
MORENO: Ahora qu?
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El Bho baja su mirada hasta la peluca, que relumbra. Moreno la va patear de nuevo,
pero el Bho lo detiene.
BHO: Alto! No te muevas, Mariano. Lo veo otra vez, veo el futuro!
MORENO: Qu futuro?
BHO: El tuyo. Dejars de ser abogado. El viejo lzaga te echar a patadas por redactar
mal sus documentos. Te casars con una mujer sin apellido. Pero detente Tu nombre ser
clebre, matars a un amigo, y un falso aliado te enterrar en el mar.
Silencio obnubilado de ambos. De pronto, Moreno estalla en carcajadas.
El Bho distiende y normaliza su postura.
BHO: (tristemente) Lo vi, Mariano, pero no me creers. En la peluca del Virrey veo el
futuro, noche tras noche.
MORENO: Ya cllate. Eras un filsofo y ahora eres un idiota.
BHO: No dejo de pensar en Sobremonte.
MORENO: Basta de Sobremontes y estupideces, por Dios, Xavier! Enlistemos nuestras
armas y vayamos a beber al bajo, que all estn las noticias de Montevideo.
BHO: No necesito noticias. Mi profeta ha hablado, no es genial? No es genial la
actitud de mi profeta? Ese hombre me ha mostrado el futuro.
MORENO: (se pone serio) Ven aqu, ven aqu. (sienta al Bho) Quieres que te golpee,
verdad? Quieres una buena tunda, no es cierto? S, eso es lo que quieres.
BHO: No, no. Quiero hacerte un anuncio. Pero no s cmo hacerlo. Dame mi peluca.
MORENO: Quieres tu peluca? Toma tu peluca. (se la estampa en la cabeza)
BHO: Gracias, Mariano. Lo que quiero decirte es que no enlistar mis armas y no
combatir de nuevo.
MORENO: Oh, bien; estpido, infeliz, ceremonioso, loco y pesimista. Ahora te has
acobardado. De acuerdo. No lo hagas. Ya est arreglado; vmonos de aqu.
BHO: No me entiendes.
MORENO: S. Son 12.000 ingleses. Muchos. Y tenemos regimientos criollos preparados.
Tambin son muchos. Y el pueblo est con Liniers. Son demasiados. Y ya nadie necesita un
Bho rodeado de putas y negros. Fin de la historia. Vmonos.
BHO: Lo hago porque el Virrey me lo ha enseado.
MORENO: Y bien; te lo ganaste.
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Lo pone de pie, le quita la peluca y se la encaja en la boca.
Le pega un golpe limpio en el vientre. El Bho se dobla y escupe la peluca.
Moreno la toma y le pega con ella en la cabeza. La suelta y lo deja.
MORENO: Lo siento, Xavier. Te lo buscaste. T por m y yo por ti, como en los viejos
tiempos.
BHO: (Se incorpora, recuperando el aliento) Sobremonte ha huido porque ya lo sabe,
porque ya ha percibido que la dominacin de Espaa se termina.
MORENO: Ahora hablas en serio, lo ves? Te sent bien golpe.
BHO: No son tus golpes, Mariano. Son los hilos de esta historia. Los que lo hacen salir
a ese culn de esta cueva del Plata con el hilo de Ariadna atado el culo.
MORENO: No hables ms de l! Quieres seguir? No me importa en qu anda ese cobarde.
Me importa en qu andaremos nosotros, con Espaa o sin Espaa. Ya lo sabes. Si Espaa no
est aqu, que se corten los hilos. Me tiene sin cuidado. Nos guiaremos por nuestra cuenta
mientras los ingleses se queden fuera de este puerto. Ellos en el mar, nosotros aqu
BHO: En el mar los piratas, en el puerto los mercaderes, en la aduana los impuestos,
en el camino las mulas, en
MORENO: No quiero hablar ms de poltica con un idiota.
BHO: No es poltica; es naturaleza, es ciencia, es filosofa. Y no es idiotez, es profeca.
Es un Virrey huyendo de nosotros y robndonos lo ltimo que puede.
MORENO: (lo toma furioso de la chaqueta) Basta de hablar de l! Basta, basta! (lo sienta
bruscamente)
BHO: Es la hora de los brbaros. Hasta t los usars en tu provecho, si no te
contaminas de ellos.
MORENO: (contenindose) No delires ms! Me sacas de quicio!
BHO: Y qu me dices a m? Scate de quicio de una vez, a ver qu sucede. Si para ti
tambin es una comedia! Toma mi peluca y pnsela a Liniers, pnsela a lzaga
MORENO: (furioso, toma la peluca y la apoya en la mesa, frente al Bho) Ests loco? Qu
hablas de pelucas? Hubo una revolucin en Francia y t quieres pelucas? Espaa no resiste el
predominio de su vecino, y t quieres pelucas? Los ingleses dominan los mares, pero
nosotros tenemos el puerto. Mtete la peluca en el trasero, y arreglemos los asuntos a nuestro
modo.
BHO: Ponte la peluca t, Mariano, si los nobles se resignan a aceptar a un plebeyo
(Moreno le cruza la cara con un revs de mano y peluca. Pausa) Aceptas?
MORENO: Basta.
BHO: Quieres que te reciban en un saln?
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MORENO: Basta
BHO: Quieres ser un ciudadano de levita?
MORENO: (pierde el control, lo agarra del pelo y le sostiene la cabeza contra la mesa)
Quiero librarme de ti, entiendes?
BHO: Quieres allanarle el camino a los nuevos seores?
MORENO: (lo aprieta ms) Cllate.
BHO: Quieres ser el secretario de un pequeo gobierno?
MORENO: Quieres que te mate? Quieres callarte?
BHO: Traduces idioteces francesas para que te acepten en
MORENO: Para que me acepten un coo. (le golpea la cabeza contra la mesa) Me hartaste.
Eres un imbcil. Estabas seguro en tu escondite y se jodi todo? De pronto sucede algo que
te sacude demasiado? De pronto las cosas estn en nuestras manos y no tienes ya de qu
quejarte? Me voy. No aparezcas a la luz del sol si llegamos a vencer. El nuevo sol te prender
fuego y me importar una mierda.
BHO: (tendido sobre la mesa) El fuego es para ti, y no lo sabes. Elige bien tus blancos,
que pronto cambiarn. Terminars matando a los que hoy defiendes.
MORENO: Murete, imbcil (se retira).
BHO: (gritando y riendo) Lo vi en mi peluca. Matars a un amigo! Matars a un
amigo, y un falso aliado te enterrar en el mar!
Escena XI
Camarote de nave inglesa.
Huidobro prisionero, custodiado por dos guardias a sus espaldas.
HUIDOBRO: Montevideo ha cado. Sobremonte huy de nuevo y ahora, desde su refugio,
destacar nuestra valenta en su informe al Rey. Porque fuimos valientes. Ochenta botes
britnicos pisaron tierra en el Buceo y los enfrentamos, mientras el cobarde se mantena a
distancia con su guardia intacta. Pero yo estuve al frente y vi llegar a Whitelocke en persona.
No me hizo infeliz; Whitelocke estaba harto. Lo advert en su rostro. No haba previsto
dieciocho das de resistencia. La poderosa Albin deba tomar de un zarpazo ese nido de
ratas antes de saltar al otro, a Buenos Aires. Pero tuvo que esperar. Y fue tiempo suficiente
para poner al Virrey a salvo.
Combat y fui un imbcil. Debera haberme negado. Lo hubiesen apresado a l en mi
lugar. Este era su lugar. Pero no pude, y mi suerte se anud a la del malparido, yo que me
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burlaba! Ahora, el Gobernador Ruiz de Huidobro es el prisionero, el embarcado a Londres
como prenda de negociacin. Cul es entonces el poder de la cobarda? Es tan poderosa
como la flota britnica, dispersa alrededor del mundo? S lo es. Secreta y poderosa. Ese culn
est trazando el camino secreto de las colonias, pero yo nada dir y nadie lo comprender
hasta que sea demasiado tarde. Soy espaol, y hablar mi propia lengua en Londres, y slo
hablar del preciado valor de nuestros pueblos.
Escena XII
Poblado de Piedras, Banda Oriental.
Sobremonte y Marn.
SOBREMONTE: El maldito lo tena merecido. Pero le envidio el barco que lo aleja de
aqu y lo lleva a Europa.
MARN: Consulate, pues va a Londres y no a Cdiz, de donde quizs nosotros estemos
ms cerca.
SOBREMONTE: Cdiz Ten todo dispuesto. Los ingleses no son tontos. Este es poblado
rooso y perdido, pero podran encontrarlo. Debes llevarte contigo mis bienes y ponerlos a
salvo.
MARN: Y qu rdenes o qu mensajes enviaremos a Montevideo?
SOBREMONTE: No estoy de nimo para dictar oficios. Hazlo por m. Redacta una carta
secreta para el general ingls. Ya sabes en qu estilo. Pero ingniatelas para que no quepan
dudas sobre la idea central.
MARN: Y cul sera, en estilo directo, la idea central? Es la que?
SOBREMONTE: Hala, Juan, estoy agotado. T sabes: Nobles britnicos, etc. No me jodis
a m. Etc. Si buscis tesoros, estn en Buenos Aires. Dadle por el culo a Liniers, aprovechad
que es un francs. Idos en paz. Yo, Rafael de Sobremonte, Virrey, decido no combatir.
Escena XIII
Embarcadero secreto al norte de Buenos Aires. Noche oscura.
Beresford y la Perichona en la ribera, marineros en la barca.
BERESFORD: Te ped que no vinieras.
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PERICHONA: No soy yo quien corre peligro, William.
BERESFORD: No es eso. No quera mostrarme ante ti huyendo como un cobarde.
PERICHONA: Cobarde? Entonces no te unes a tu flota?
BERESFORD: No, regreso a Inglaterra. No combatir.
PERICHONA: Pero no te avergences: t ya lo has hecho, y con slo 1500 hombres; lo
de ahora
BERESFORD: No creas que ahora ser fcil. No le garantizo la victoria a Whitelocke; es
demasiado inteligente, demasiado poltico. Y un militar no debe serlo.
PERICHONA: Crees que no cumplir sus rdenes?
BERESFORD: S, lo har. Ya lo hizo en Montevideo, pero ha tenido su precio. Y aqu
llegar al fondo. Se enfrentar a un jefe sostenido por el pueblo. No es lo mismo que yo tuve.
Y no importa que Liniers no pueda ni siquiera planear una estrategia contra Whitelocke.
Whitelocke calcula siempre a futuro; y en el futuro, cmo sostendr lo que pueda ganar?
PERICHONA: Pero son ingleses
BERESFORD: Por eso mismo. Esta poltica es vana; lo nico que necesitamos es
permanecer en el mar y liberarles sus puertos a los nativos. Ganemos o no, esta batalla ser
prueba de eso.
PERICHONA: Santiago los enfrentar.
BERESFORD: Y si no, lo harn los dems, en su nombre. No creo que Whitelocke
quiera guardar recuerdos como los mos: aceite, cuchillos, putas combatiendo Si se retira
no habr derrota. Toda la victoria es nuestra. La vergenza es ma, pero la gloria oculta es
britnica.
PERICHONA: Lo s. (le da el pauelo blanco) Llvate esto como recuerdo de lo que
has conquistado.
Se besan. Beresford sube a la barca.
Escena XIV
Cdiz, 1827.
Sobremonte y Cabeza de Vaca.
CABEZA DE VACA: Ha estado muy silencioso, Su Excelencia.
SOBREMONTE: No hay nada ms que decir.
CABEZA DE VACA: No me quite sus palabras. Usted es mi maestro y yo vivo de ellas.
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SOBREMONTE: Nadie vive de palabras. (abre un pequeo monedero) Tome. Cmase
esto. (le da una moneda de oro. Pausa. Re) Cree que no es comestible?
CABEZA DE VACA: Su Excelencia se burla
SOBREMONTE: Usted nunca entiende, seor marino. Marn rescat mi oro. Se alej de
m, pero no fue una prdida. Me dej, pero regres a m en otra forma. (toma la moneda y la
observa) No necesit ms su presencia. Se cas con mi hija y recibi su dote; un trueque.
Algn da el oro se dispersar con mi herencia, pero an conservo lo que me pertenece.
Tome. (le da la moneda) Ahora usted tambin es mi heredero.
Escena XV
Posta d