Download - Rock y poesía
01- Negra sombra
Cando penso que te fuches,
negra sombra que me asombras,
ó pé dos meus cabezales
tornas facéndome mofa.
Cando maxino que es ida,
no mesmo sol te me amostras,
i eres a estrela que brila,
i eres o vento que zoa.
Si cantan, es ti que cantas,
si choran, es ti que choras,
i es o marmurio do río
i es a noite i es a aurora.
En todo estás e ti es todo,
pra min i en min mesma moras,
nin me abandonarás nunca,
sombra que sempre me asombras.
Rosalía de Castro: Follas Novas (1880)
Versiones: Astarot: Negra sombra; O sentir dunha terra; 2000; Pista 1
02 - Mercenario sois del reino. Los
comuneros
Prólogo
Las campanas de San Pablo
han cesado de tocar.
De pie, los procuradores
se yerguen para mirar.
Al rey postrado de hinojos
a la izquierda del altar.
El de Burgos, por las cortes
le ha comenzado a exhortar:
“si nos hallamos reunidos
es por haceros jurar
los fueros y libertades
que tendréis que respetar.
Una vez que hayáis jurado,
las cortes os juraran
Soberano de Castilla,
sin deciros majestad,
que es tratamiento extranjero
que Castilla no ha de dar.
A la reina doña Juana
os queremos recordar.
Tendréis dos tronos parejos,
siendo el suyo el principal.
Si vuestra madre está enferma,
algún día sanará,
y nunca un príncipe debe
sus mayores desplazar.
Si el tiempo se le hace largo
y lo trata de abreviar,
la maldición le acompañe
para todo su reinar.
No se os oculte que el pueblo
se comienza a impacientar
al ver tanto extranjero
ha invadido la ciudad.
Siempre hablándose en su lengua
y siempre sin escuchar,
los flamencos se reparten
lo mejor de la heredad
y en el reino se conducen
como en quinta de su holgar.
Hoy les hemos expulsado
de la sala principal,
por estar entre nosotros
y por poderos hablar
como aquí se habla a los reyes,
sin temor a la verdad.
Mercenario sois del reino,
nunca lo habréis de olvidar.
Si al servicio estáis del pueblo,
el pueblo os lo pagará.”
Primera parte
A Aragón se fue don Carlos
y Aragón le hizo esperar,
que hasta pasados seis meses
nadie le quiso acatar,
y llegado a Cataluña
lo mismo tuvo que hallar.
Dos años han transcurrido
cuando vuelve a la ciudad
en que rey fue proclamado
sin decirle majestad.
Las calles están desiertas,
nadie se quiere mostrar,
que el rey faltó a su palabra
y a más no pudo faltar.
(…)
Luis López Álvarez: Los comuneros (1972)
Versiones: Lujuria: Mercenario sois del reino; Y la yesca arderá; 2006; Pista 2
03 - A xusticia pola man
Aqués que tén fama de honrados na vila,
Roubáronme tanta brancura que eu tiña;
Botáronme estrume nas galas dun día,
A roupa decote puñéronma en tiras.
Nin pedra deixaron, en donde eu vivira;
Sin lar, sin abrigo, morei nas curtiñas;
Ó raso cas lebres dormín nas campías;
Meus fillos..., ¡meus anxos!..., que tanto eu quería,
¡Morreron, morreron, ca fame que tiñan!
Quedei deshonrada, mucháronme a vida,
Fixéronme un leito de toxos e silvas;
I en tanto, os raposos de sangre maldita
Tranquilos nun leito de rosas dormían.
-Salvademe ¡ou, xueces!, berrei..., ¡tolería!
De min se mofaron, vendeume a xusticia.
- Bon Dios, axudaime, berrei, berrei inda...
Tan alto que estaba, bon Dios non me oíra.
Estonces cal loba doente ou ferida,
Dun salto con rabia pillei a fouciña,
Rondei paseniño...¡Ne-as herbas sentía!
I a lúa escondiase, y a fera dormía
Cos seus compañeiros en cama mullida.
Mireinos con calma, i as mans estendidas,
Dun golpe, ¡dun soio!, deixeinos sin vida.
I ó lado, contenta, senteime das vítimas,
Tranquila, esperando pola alba do día.
I estonces... ¡estonces!, cumpreuse a xustiza:
Eu, neles; i as leises, na man que os ferira.
Rosalía de Castro: Follas Novas (1880)
Versiones: Nao: A xustiza pola man; As palabras espidas; 2007; pista 8
04 - Galope
Las tierras, las tierras, las tierras de España,
las grandes, las solas, desiertas llanuras.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
al sol y a la luna.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
A corazón suenan, resuenan, resuenan
las tierras de España, en las herraduras.
Galopa, jinete del pueblo,
caballo cuatralbo,
caballo de espuma.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie;
que es nadie la muerte si va en tu montura.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
que la tierra es tuya.
¡A galopar,
a galopar,
hasta enterrarlos en el mar!
Rafael Alberti: Capital de la Gloria (1936-1938)
Versiones: Attaque 77: A galopar; Otras canciones; 1998; Pista 15
05 - Cantiga do neno da tenda
Bos Aires ten unha gaita
sobro do Río da Prata,
que a toca o vento do norde
coa súa gris boca mollada.
¡Triste Ramón de Sismundi!
Aló, na rúa Esmeralda,
basoira que te basoira
polvo d́estantes e caixas.
Ao longo das rúas infindas
os galegos paseiaban
soñando un val imposibel
na verde riba da pampa.
¡Triste Ramón de Sismundi!
Sinteu a muiñeira d'agoa
mentras sete bois de lúa
pacían na súa lembranza.
Foise pra veira do río,
veira do Río da Prata.
Sauces e cabalos múos
creban o vidro das ágoas.
Non atopou o xemido
malencónico da gaita,
non víu o imenso gaiteiro
coa boca frolida d'alas;
triste Ramón de Sismundi,
veira do Río da Prata,
víu na tarde amortecida
bermello muro de lama.
Federico García Lorca: Seis cantares gallegos (1935)
Versiones: Astarot: Cantiga do neno da tenda; Longa noite de pedra; 2005; Pista 3
06 - Batalla de Villalar.
Los comuneros
Ya apunta en el horizonte,
ya aparece Villalar.
Los soldados comuneros
salieron del lodazal.
Van corriendo por las eras
hasta las casas llegar
e instalando allí las piezas
comienzan a disparar.
Los cañones imperiales
no tardan en contestar.
Juan de Padilla entretanto
hasta el puente llegó ya
y viendo que sus infantes
se empiezan a desbandar,
que unos corren hacia el pueblo,
y a otros traga el lodazal,
y pocos son los que plantan
las picas para aguantar;
raudo galopa queriendo
a todos poder gritar.
Por lo vano de su intento
a sus más fieles dirá:
“vosotros seguidme ahora.
Las mujeres no dirán
que me traje aquí sus hombres
para hacérselos matar
y que yo, Juan de Padilla,
me puse a salvo sin más.”
Ya llegan los imperiales,
encima les tienen ya.
Ya apresan los Maldonado,
ya comienzan a avanzar.
Padilla, picando espuelas,
lanza al aire “ Libertad “,
cargando contra los nobles
sin dejarse amedrantar.
Poco a poco caen sus hombres
Heridos o muertos ya.
A Juan Bravo, espada en puño
le acaban de apresar.
Padilla sigue gritando
“Padilla va, libertad”.
Anochece ya en los campos,
sólo se oye el gritar
de comuneros heridos
que acaban de rematar.
Apunta ya el nuevo día,
tras sacarles de sus celdas,
los imperiales dos mulas
de negro luto enjaezan.
Juan de Padilla y Juan Bravo
han de cabalgar en ellas.
Los caballeros van dignos,
Bien erguidas las cabezas.
Un pregonero abre paso,
gritando a la concurrencia:
“justicia en nombre del rey
y el consejo de regencia.
Por su traición y su infamia
los caballeros perezcan”.
Juan Bravo no se retiene:
“cumplid pronto la sentencia,
pero llamarnos traidores
nadie puede en esta tierra,
mientes tú, vil pregonero,
y aquel a quien obedezcas”.
Cornejo, el alcalde, acude
y a Juan Bravo le amonesta,
mas Bravo no ha de callarse
mientras que la vida sienta:
“Nuestra culpa fue de ocuparnos
de los pueblos de esta tierra,
que solo van al cadalso
los que en la lucha perdieran”.
“la voluntad no me asiste
para daros mi cabeza,
si os la queréis procurar,
la tomareis por la fuerza,
más degolladme primero
porque la muerte no vea
del más noble caballero
que en toda Castilla queda”.
Ya se vienen a Juan Bravo
ya le arrodillan en tierra,
ya el hacha se ha levantado,
ya le corta la cabeza.
Queda un instante Padilla
Mirándole con fijeza,
Mira luego hacia las nubes
y de hinojos cae por tierra,
su cuello tiende hacia el tajo,
el hacha ya le cercena.
En dos picotas agudas
levantan las dos cabezas,
para servir de escarmiento
han de dejarlas expuestas,
al caer del mismo día,
se le añadirá una tercera.
Luis López Álvarez: Batalla de Villalar.
Los comuneros (1972)
Versiones: Lujuria: Traidores y
criminales contra nosotros
batallan; Y la yesca
arderá; 2006; Pista 10
07 - Longa noite de pedra
O teito é de pedra.
De pedra son os muros
i as tebras.
De pedra o chan
i as reixas.
As portas,
as cadeas,
o aire,
as fenestras,
as olladas,
son de pedra.
Os corazós dos homes
que ao lonxe espreitan,
feitos están
tamén
de pedra.
I eu, morrendo
nesta longa noite
de pedra.
Celso Emilio Ferreiro: Longa noite de pedra (1962)
Versiones: Astarot: Longa noite de pedra; Longa noite de pedra; 2005; Pista 5
08 - Palabras para Julia
Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.
Hija mía, es mejor vivir
con la alegría de los hombres,
que llorar ante el muro ciego.
Te sentirás acorralada,
te sentirás perdida o sola,
tal vez querrás no haber nacido.
Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto,
que es un asunto desgraciado.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno,
son como polvo, no son nada.
Pero yo cuando te hablo a ti,
cuando te escribo estas palabras,
pienso también en otros hombres.
Tu destino está en los demás,
tu futuro es tu propia vida,
tu dignidad es la de todos.
Otros esperan que resistas,
que les ayude tu alegría,
tu canción entre sus canciones.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.
La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.
Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.
Perdóname, no sé decirte
nada más, pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.
Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
José Agustín Goytisolo: Palabras para
Julia (1979)
Versiones: Los Suaves: Palabras para
Julia; Víspera de todos
los santos; 2000; Pista 3
09 - Sedia-m’eu na ermida de San Simón
Sedia-m'eu na ermida de San Simión
e cercaron-mi as ondas, que grandes son.
Eu atendend'o meu amigo. E verrá?
Eu atendend'o meu amigo. E verrá?
Estando na ermida ant'o altar,
cercaron-mi as ondas grandes do mar.
Eu atendend'o meu amigo. E verrá?
Eu atendend'o meu amigo. E verrá?
E cercaron-mi as ondas, que grandes son:
non hei i barqueiro, nen remador.
Eu atendend'o meu amigo. E verrá?
Eu atendend'o meu amigo. E verrá?
E cercaron-mi as ondas do alto mar:
non hei i barqueiro, nen sei remar.
Eu atendend'o meu amigo. E verrá?
Eu atendend'o meu amigo. E verrá?
Non hei i barqueiro, nen remador:
morrerei eu fremosa no mar maior.
Eu atendend'o meu amigo. E verrá?
Eu atendend'o meu amigo. E verrá?
Non hei i barqueiro, nen sei remar:
morrerei fremosa no alto mar.
Eu atendend'o meu amigo. E verrá?
Eu atendend'o meu amigo. E verrá?
Meendinho: Cantiga de Amigo (s. XIII-XIV) Cancionero Biblioteca Nacional [852]
Versiones: Los Watios: Sedia-m’eu na ermida de San Simón; Vigo ye-yé; 2009;
10 - Canción del pirata
Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman,
por su bravura, el Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.
La luna en el mar rïela,
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y ve el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Stambul:
«Navega, velero mío,
sin temor,
que ni enemigo navío
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.
Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés,
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
Allá muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo tengo aquí por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.
Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi valor.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
A la voz de «¡barco viene!»
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.
En las presas
yo divido
lo cogido
por igual;
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río;
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna entena,
quizá en su propio navío.
Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.
Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.»
José de Espronceda: Poesías (1840)
Versiones: Tierra Santa: La canción del pirata; Las mil y
una noches; 2003; Pista 9
11 - Canto de esperanza. Los comuneros
Epílogo
Son muchos los comuneros
que llevan a degollar,
en las cárceles del reino
ya no cabe ni uno más,
y se cuentan por millares
los que se han de desterrar.
En Simancas vive Acuña
privado de libertad,
poco tiempo así viviera
quien nació para luchar.
Un día que se propone
el castillo abandonar,
le sale al paso el alcaide,
impidiéndole escapar.
<<Quitaros de mi presencia
que la vida en ello os va.>>
Como el alcaide se obstine,
Acuña lo ha de matar.
Ya la guardia le da alcance
volviéndole a encarcelar.
En Sevilla está don Carlos
a punto de desposar
a su prima, la agraciada
Isabel de Portugal,
y en víspera de su boda,
aún se acuerda de penar
al obispo de la Iglesia
que entrara en Comunidad.
Ronquillo a Simancas lleva
la decisión imperial.
A garrote es la sentencia
y el vil garrote le dan.
En alto de las almenas
sus despojos colgarán
para pasto de los grajos
y freno del vendabal.
Desde entonces ya Castilla
no se ha vuelto a levantar
en manos de rey bastardo
Mil quinientos veintiuno
y en abril para mas señas,
en Villalar ajustician
quienes justicia pidieran.
¡Malditos sean aquellos
que firmaron la sentencia!
¡Malditos todos aquellos
los que ajusticiar quisieran
al que luchó por el pueblo
y perdió tan justa guerra!
o de regente falaz,
siempre añorando una Junta,
o esperando un capitán.
Quién sabe si las cigüeñas
han de volver por San Blas,
si las heladas de Marzo
los brotes se han de llevar,
si las llamas comuneras
otra vez crepitarán.
Cuánto más vieja la yesca
más fácil se prenderá
cuanto más vieja la yesca
y más duro el pedernal.
Si los pinares ardieron
aún nos queda el encinar
Luis López Álvarez: Los Comuneros (1972)
Versiones: Lujuria: Canto de esperanza; Y la yesca arderá; 2006; Pista 12