Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
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Foro Purple Rose
Agradecimientos
Moderadora
flochi
Staff de Traducción
Abril. Akanet andre27xl bautiston
Carol93 CyeLy DiviNNa Emii_Gregor Fletcherized
flochi Illimari Cipriano Josez57 karla pierce
KaThErIn kirara7 Little Rose LizC
Nadia Paaau Petty sary_meles
sooi.luuli kathesweet Paovalera SusanaUribe
TwistedGirl
Staff de Corrección
Selene
Kathesweet
V!an*
Pilarik
Emii-Gregori
ginabm
akanet
majo2340
Recopilación
Selene
Diseño
Vannia
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Lista de Capítulos
Sinopsis 5 Capítulo 19 184
Parte I 6 Capítulo 20 200
Capítulo 1 7 Capítulo 21 207
Capítulo 2 13 Capítulo 22 214
Capítulo 3 28 Capítulo 23 221
Capítulo 4 43 Capítulo 24 225
Capítulo 5 59 Parte II 234
Capítulo 6 71 Capítulo 25 235
Capítulo 7 85 Capítulo 26 243
Capítulo 8 93 Capítulo 27 254
Capítulo 9 101 Capítulo 28 264
Capítulo 10 110 Capítulo 29 271
Capítulo 11 116 Capítulo 30 278
Capítulo 12 132 Capítulo 31 285
Capítulo 13 138 Capítulo 32 298
Capítulo 14 150 Capítulo 33 307
Capítulo 15 154 Adelanto de Stolen Nights 310
Capítulo 16 161 Parte I 312
Capítulo 17 168 Capítulo 1 313
Capítulo 18 178 Sobre la autora 320
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Sinopsis
Traducido por flochi
Corregido por Selene
"A lo largo de todos mis pasados, encontré que nadie me amó más que
tú...nadie"
Aquellas fueron algunas de las últimas palabras de Rhode para mí. La
última vez que pronunciaría su amor. La última vez que vería su cara.
Fue la primera vez en 592 años que podría tomarme un respiro. Tenderme
en el sol. Saborear.
Rhode se había sacrificado a sí mismo por lo que yo, Lenah Beaudonte,
podía ser humana de nuevo. Por lo que yo podría parar la lujuria de
sangre.
Nunca esperé enamorarme de alguien más que no fuera Rhode.
Pero Justin era...atrevido. Excitante. Más hermoso de lo que podía soñar.
Nunca esperé tener dieciséis nuevamente...otra vez, nunca esperé que mi
pasado volviera y me persiguiera...
Primer libro de la saga Vampire Queen
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Parte I
sto es romero, para recordar.
Reza, amor. Recuerda.
–OFELIA, HAMLET, ACTO 4, ESCENA 5
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Capítulo 1
Traducido por flochi
Corregido por V!an*
Te libero….
Te libero, Lenah Beaudonte.
Cree…y se libre.
sas fueron las últimas palabras que podía recordar. Pero no tenían
forma, dichas por alguien cuya voz no reconocí. Pudo haber sido
hace años.
Cuando desperté, inmediatamente sentí una superficie fría sobre mi mejilla
izquierda. Un escalofrío helado traspasó mi columna. Incluso con los ojos
cerrados, supe que estaba desnuda, boca abajo sobre un piso de
madera.
Jadeé aunque mi garganta estaba tan seca que hice un sonido animal
sobrenatural. Tres respiraciones pesadas, después un thump-thump, thump-
thump – un latido de corazón. ¿Mi latido? Podría haber sido el aleteo de
diez mil alas. Traté de abrir mis ojos pero con cada parpadeo había un
destello de luz cegadora. Después otro. Y otro.
—¡Rhode! —grité. Él tenía que estar aquí. No habría mundo sin Rhode.
Me retorcí sobre el piso, cubriendo mi cuerpo con mis manos. Entiende que
no soy el tipo de persona que se encuentra a si misma desnuda y sola, en
especial en una situación donde la luz del sol ilumina mi cuerpo. Sin
embargo, allí estaba yo, bañada por una luz amarilla, segura de que
estaba a momentos de una muerte dolorosa y ardiente – tenía que ser.
Pronto estallaría en llamas desde el interior de mi alma y me convertiría en
polvo.
Sólo, que nada pasó. Ninguna llama o muerte inminente. Sólo estaba el
olor de la madera de roble. Tragué y los músculos de mi garganta se
contrajeron. Mi boca estaba húmeda con… ¡saliva! Mi pecho descansaba
sobre el suelo. Hice presión sobre mis palmas y estiré el cuello para mirar la
fuente de mi tormento. La luminosa luz del día manaba en el cuarto desde
un gran ventanal. El cielo era de un azul zafiro, sin nubes.
E
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—¡Rhode! —Mi voz parecía arremolinarse en el aire, vibrando fuera de mi
boca. Estaba tan sedienta—.¿Dónde estás? —grité.
Una puerta en algún lugar cercano a mi se abrió y cerró. Oí un paso
tambaleante, un disparejo andar de pies después las botas negras y
abrochadas de Rhode entraron en mi línea de visión. Rodé sobre mi
espalda y alcé la vista al techo. Jadeando. Dios mío, ¿estaba respirando?
Rhode se cernió sobre mí pero estaba borroso. Se inclinó hacia delante por
lo que sus facciones brumosas estaban a pulgadas de mi cara. Luego ahí
estaba él, como si saliera de una neblina, mirándolo como nunca lo había
visto antes. La piel sobre las mejillas de Rhode se extendía tan estirada que
parecía como si pudiera ser atravesada por sus huesos. Su mentón
usualmente regordete y orgulloso ahora era un punto delgado. Pero el azul
de sus ojos –eran el mismo. Incluso en la neblina de ese momento me
atravesaron, hasta mi alma.
—Que sorpresa encontrarte aquí —dijo Rhode. A pesar de los cardenales
negros que rodeaban sus ojos, un brillo, de alguna parte profunda dentro
de ellos, me miró—. Feliz cumpleaños dieciséis.
Rhode agarró un vaso de agua. Me senté, lo tomé y lo terminé en tres
grandes tragos. El agua fría se escurrió por mi garganta, bajó por mi
esófago y entró a mi estómago. Sangre, una sustancia a la que estaba
acostumbrada, corrió, pero su absorción en el cuerpo de un vampiro era
mas como una esponja absorbiendo líquido. Había sido hace tanto tiempo
desde que había bebido un trago de agua…
En la otra mano de Rhode había un trozo de tela negra. Cuando la tomé,
la tela cayó en cascada para revelar un vestido negro. Era de algodón
ligero. Presioné hacia arriba desde el suelo y me puse de pie. Mis rodillas se
doblaron, pero recobré el equilibrio tirando mis brazos buscando equilibrio.
Me quedé así por un momento, hasta que estuve firmemente plantada al
suelo. Cuando traté de caminar, una pequeña vibración me sacudió tan
fuerte que mis rodillas se tocaron.
—Póntelo y después ven al otro cuarto —dijo Rhode, y avanzó
pesadamente con paso desigual fuera del cuarto. Debería haber notado
que tuvo que sostenerse del marco de la puerta cuando caminó, pero mis
rodillas y muslos temblaron y tuve que tratar de encontrar equilibrio
nuevamente. Dejé que mis manos cayeran a los costados. Mi cabello
marrón se desplegó, como algas, hebras pegándose a mi cuerpo
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desnudo. Largas hebras alcanzaban mis pechos. Habría dado cualquier
cosa por un espejo. Tomé varias respiraciones y mis rodillas se tambalearon
otra vez. Miré alrededor buscando un corsé, pero no había nada. ¡Que
curioso! ¿Eso quería decir que caminaría alrededor sin nada que me
sostuviera? Deslicé el vestido sobre mi cabeza y se detuvo justo sobre mis
rodillas.
No aparentaba mas de dieciséis, sin embargo si alguien había calculado
ese día en particular—oficialmente cumpliría 592.
Todo era tan nítido y brillante—demasiado brillante. Haces de luz filtraban
diminutos arcoíris a través de mis pies. Miré alrededor del cuarto. A pesar
de despertar en el suelo, había un colchón en una cama de hierro
cubierta por un edredón negro. Del otro lado del cuarto, un ventanal se
asomaba en las hojas espesas y las ramas en movimiento. Debajo de la
ventana había un asiento cubierto con almohadas azules y afelpadas.
Pasé mis dedos contra la madera texturada de las paredes y no pude
creer que realmente pudiera sentirlas. La madera estaba escalonada y
sentí las partes que subían y bajaban bajo mis dedos suaves. Mi existencia
como un vampiro significaba que todas mis terminaciones nerviosas
estaban muertas. Solo al recordar como se sentían las cosas como
humana mi mente de vampiro entendería si lo que estaba tocando era
suave o duro. Los únicos sentidos que un vampiro retenía eran aquellos que
aumentaban su capacidad para matar: el sentido de oler estaba
relacionado con la carne y la sangre; la visión era súper visión, detallado
hasta las minucias, su único propósito era encontrar las presas al instante.
Mis dedos ondearon sobre la pared nuevamente—otra oleada de
estremecimientos subió por mis brazos.
—Habrá tiempo para eso —dijo Rhode desde el otro cuarto.
Mi corazón retumbó en mis orejas. Podía saborear el aire. Cuando caminé,
los músculos de mis muslos y pantorrillas parecían quemar, moverse, y
después relajarse. Con el fin de dejar de temblar, descansé el peso de mi
cuerpo sobre el marco de la puerta y crucé mis manos sobre mi pecho.
—¿Qué siglo es este? —pregunté, cerrando los ojos y tomando un respiro.
—Veintiuno —dijo Rhode. Su cabello oscuro, que llegaba a la mitad de su
espalda la última vez que lo vi, había sido cortado y ahora se levantaba en
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un estilo puntiagudo. Alrededor de su muñeca derecha había un vendaje
médico blanco.
—Siéntate —susurró.
Me senté en un asiento de un pálido azul que estaba frente a la silla. —
Luces terrible —susurré.
—Gracias —dijo con brillo muy escueto de sonrisa.
Las mejillas de Rhode estaban tan hundidas que sus una vez masculinos,
rasgos tallados ahora se aferraban a sus huesos. Su habitual piel dorada se
había puesto amarilla. Sus brazos temblaron cuando se bajó en la silla,
sosteniéndola hasta que estuvo casi sentado totalmente.
—Dímelo todo —ordené.
—Dame un momento —dijo.
—¿Dónde estamos?
—En tu nuevo hogar. —Rhode cerró los ojos. Apoyó su cabeza en la silla.
Agarró los apoya brazos y noté que los anillos que una vez adornaron sus
dedos ahora no estaban. La ensortijada serpiente negra con ojos de
esmeralda y el anillo de veneno para las emergencias (lo que significaba
que siempre estaba lleno con sangre) no estaban. Solo un anillo
permanecía en su dedo meñique. Mi anillo. El anillo que había usado
durante quinientos años. Solo entonces, noté que mis manos estaban
desnudas. Había una diminuta banda de plata con una piedra oscura y
negra—ónix. ―Nunca uses ónix a menos que desees conocer o quieras la
muerte‖ me había dicho una vez. Le creí. Además, hasta ese momento,
estaba segura que ningún vampiro disfrutaba creando muerte más que yo.
Traté de evitar su mirada. Nunca había visto a Rhode tan débil.
—Eres humana, Lenah —dijo.
Asentí una vez en reconocimiento, aunque miraba las líneas del piso de
madera dura. No pude responder. No todavía. Lo quise tanto. La última
interacción que tuve con Rhode, antes de despertar en esta habitación,
fue acerca de mi deseo de ser humana. Tuvimos una discusión, una que
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pensé que duraría siglos. Lo hizo, de alguna manera; la discusión había
pasado un siglo antes.
—Finalmente tienes lo que querías —susurró.
Tuve que apartar la vista una vez más. No podía soportar el frío azul de sus
ojos evaluarme. La apariencia de Rhode estaba alterada como si se
estuviera desvaneciendo. Cuando estaba en su máxima salud su
mandíbula cuadrada y ojos azules lo hacían uno de los hombres más
hermosos que había visto. Digo hombre, pero no estoy segura de la edad
de Rhode. Pudo haber sido un chico cuando fue convertido en vampiro,
pero a través de los años él claramente había visto y hecho tanto que lo
había hecho madurar. Los vampiros a medida que avanzan hacia la
madurez de su existencia se vuelven tan etéreos en apariencia que resulta
casi imposible adivinar su edad.
Asegurándome de mantener mis ojos lejos de los suyos, examiné la sala de
estar. Parecía como si acabara de mudarse, aunque la atmósfera del
cuarto se sentía como Rhode. A pesar de unas cuantas cajas apiladas
junto a la puerta, todo parecía estar en su lugar. Muchas de las
pertenencias de mi vida de vampira decoraban al apartamento.
Específicamente, los artículos de mi alcoba. En la pared, una antigua
espada estaba sujeta a una placa de metal por broches dorados. Era una
de las piezas favoritas de Rhode, su espada larga de sus días con la Orden
de la Jarretera, un círculo de caballeros bajo el Rey Eduardo III. Era una
espada especial, una forjada por la magia, fuera de la hermandad. Tenía
una empuñadura de cuero negra y una base gruesa que se afilaba hacia
abajo a una punta mortal y definida. El pomo, el contrapeso en forma de
rueda en la parte superior de la espada, tenía un grabado rodeando su
perímetro: Ita fert corde voluntas, lo que el corazón quiere.
Sobre la pared, a cada lado de la espada, apliques de hierro hechas para
parecer como rosas unidas por enredaderas y espinas sostenían velas
blancas sin encender. Las velas blancas deberían encenderse en una casa
para disipar los malos espíritus o energía. Cada vampiro las tenía para
protección contra otras magias oscuras. Si, había cosas peores en el
universo que los vampiros.
—Había olvidado tu belleza humana.
Volví a mirarlo. No estaba sonriendo, pero sus ojos brillaban de una manera
que supe lo que significaba. Verme ahora en mi forma humana era una
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satisfacción personal. Había hecho lo que se había propuesto hacer
cientos de años antes.
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Capítulo 2
Traducido por Paaau, flochi, Emii_Gregori SOS & andre27xl
Corregido por V!an*
LOS PICOS—HATHERSAGE, INGLATERRA
31 OCTUBRE, 1910—TARDE
i casa era un castillo de piedra. Había pasillos con piso de
mármol y cielos rasos pintados. Vivía en Hathersage, un pueblo
rural conocido por sus colinas y barrancos. Mi castillo estaba
desplazado del camino y se veía sobre los campos sin fin.
Esa noche era Nuit Rouge o, en Español, Noche Roja. Una vez al año,
vampiros vendrían de alrededor del mundo y ocupaban mi casa durante
un mes. Por los 31 días de Octubre, Nuit Rouge traía vampiros de todas las
razas a mi casa. 31 días de opulencia. 31 días de puro terror. Esta era la
última noche antes de que todos regresaran a sus respectivas
evocaciones.
Era justo después del atardecer. Sobre mí las escaleras brillaban en el
crepúsculo—la luz dorada se reflejaba en las copas de cristal. Pasé a los
huéspedes bebiendo sangre y bailando con un cuarteto de cuerdas.
Rhode me siguió fuera desde la parte de atrás del castillo hasta la terraza
de piedra. Hombres y mujeres, vestidos con sombreros de copas, corsé, y
las más finas sedas de China, se reían y atestaban el camino de Rhode. En
la parte de atrás de la casa, una serie de peldaños de piedra llevaban a
los jardines. Dos velas blancas permanecían paradas en cada final de los
peldaños, su cera formando pequeños archipiélagos en la piedra. El jardín
se extendía a lo ancho y luego bajaba, hacia el campo barrido. Yo usaba
un traje de seda de hojas perennes adornadas con tuberías de oro y
debajo un corsé a juego.
—¡Lenah! —Llamó Rhode, pero yo me lanzaba entre la multitud. Caminaba
tan rápido que por un momento creí que podría derramarme fuera de mi
corsé.
—¡Lenah! ¡Para! —Llamó Rhode de nuevo.
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Era justo después del atardecer. Corrí la longitud de los jardines bajo la
colina inclinada hacia el inicio de los campos.
Adelanté a Rhode bajando la colina, fuera de la vista de los vampiros en el
castillo. Me paré al pie de los campos que se extendían por muchos
kilómetros a la distancia.
Entonces, me veía diferente. Mi piel era pálida, no había sombras bajo mis
ojos o arrugas en mi piel. Sólo blanca, piel clara, como si mis poros hubieran
sido pulidos.
En la cima de la colina, Rhode me miraba. Estaba vestido en un traje de
noche, con un sombrero blanco y solapas de seda negra. Sostenía un
bastón en su mano derecha. Cuando entro por el costado de la empinada
colina, el pasto ralo que se extendía por cientos de kilómetros se inclinó
bajo sus pies. Me giré a mirar los campos.
—No me has dicho ni una palabra en toda la velada —dijo Rhode—. Has
estado en completo silencio. ¿Y ahora corres aquí? ¿Tendrías la atención
de decirme que demonios está pasando?
—¿No entiendes? Si pronunciaba una palabra no habría sido capaz de
ocultar mis intenciones. Vicken está extraño. Él podría leer mis labios desde
millas de distancia.
Vicken era mi última creación; eso es, el último hombre que había
convertido en vampiro. También era el vampiro más joven de mi aquelarre,
aunque no parecía que tuviera más que 19 años.
—¿Me atrevo a pensar que este podría ser un momento de lucidez? —
preguntó Rhode—. Eso quizás te ayude a darte cuenta de que Vicken y tu
banda de desagradecidos son más peligrosos de lo que esperabas.
No dije nada. En cambio, miré al viento trazar patrones sobre el pasto.
—¿Sabes por qué te dejé? Mi miedo —escupió Rhode—, era que tú de
verdad hubieras perdido tu mente. Que la perspectiva de un tiempo
infinito había comenzado a corroerte. Que fueras imprudente.
Me di la vuelta, nuestros ojos encontrándose inmediatamente.
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—No voy a dejar que me culpes por haber creado un aquelarre de los más
rápidos, de los vampiros más talentosos que existen. Me dijiste que me
protegiera, e hice lo que tenía que hacer.
—¿No puedes ver lo que has hecho? —dijo Rhode. Su mandíbula
apretada.
—¿Lo que yo he hecho? —me acerqué a él—. Siento el peso de esta
existencia en mis huesos. Como si un millón de parásitos estuvieran
comiendo mi cordura. Me dijiste una vez que yo era lo que te mantenía
cuerdo. Que la maldición del dolor emocional te liberaba cuando estabas
conmigo. ¿Qué crees que me sucedió los 170 años que estuviste lejos?
Los hombros de Rhode cayeron. Sus ojos eran los más azules que hubiera
visto, incluso en 500 años. La belleza de su delgada nariz y su cabello
oscuro siempre me impactaba. La esencia de vampiro aumentaba la
belleza de la persona pero para Rhode irradiaba desde adentro y
encendía su alma, hacía que mi corazón quemara.
—La magia que une a tu aquelarre es más peligrosa de lo que nunca creía
posible. ¿Cómo esperas que me sienta?
—Tú no sientes. ¿Recuerdas? Somos vampiros —repliqué.
Apresó mi brazo tan fuerte, que estaba segura de que podría romperme
un hueso. Habría tenido miedo de no haberlo amado más de lo que podía
expresar. Rhode y yo éramos almas gemelas. Unidos en un lazo de amor
por pasión, la lujuria por la sangre, la muerte y la comprensión inalterable
de la eternidad. ¿Éramos amantes? Algunas veces. Ciertamente algunos
siglos más que otros. ¿Éramos mejores amigos?
Siempre. Estábamos atados.
—Me dejaste por 170 años —dije con los dientes apretados. Rhode había
regresado de su ―descanso‖ de mí la semana anterior. Habíamos sido
inseparables desde su regreso—. ¿No sabes por qué te traje hasta aquí? —
pregunté—. No puedo decirle a nadie más la verdad.
Rhode dejó caer su brazo y me giré para enfrentarlo.
—No me queda nada. No más condolencias —susurré, aunque había un
borde de histeria en mi voz. Podía ver mi reflejo en los ojos de Rhode. Sus
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pupilas dilatas abrumaban el azul, pero miré fijamente la oscuridad. Mi voz
tembló—. Ahora que sé que tienes el ritual… Rhode, no puedo pensar en
nada más. Que mi humanidad, que quizás pueda tener una posibilidad.
—No tienes idea de lo peligroso que es el ritual.
—¡No me importa! Quiero sentir la arena bajo mis pies. Quiero despertar
con la luz del sol derramándose por mi ventana. Quiero oler el aire.
Cualquier cosa. Cualquier cosa que pueda sentir. Dios, Rhode. Necesito
sonreír, lo digo en serio.
—Todos queremos esas cosas. —replicó en un tono calmado.
—¿Lo haces tú? Porque no creo que lo hagas —dije.
—Por supuesto. Quiero despertar en las aguas azules y sentir la luz del sol en
mi cara.
—El dolor es demasiado —dije.
—Podrías tratar de nuevo. Concéntrate en mí, en amarme —dijo Rhode
amablemente.
—Tú, él que se va.
—Eso no es justo —dijo Rhode, alcanzado mis manos.
—Incluso amarte es una maldición. No puedo sentirte ni tocarte de verdad.
Veo a los humanos que tomamos e incluso ellos pueden sentir. Incluso en
los últimos minutos de sus vidas tienes aire en sus pulmones y sabor en su
boca.
Rhode sostuvo mi palma en la suya y el calor, la sensación de su pasión por
mí, se arrastró por mi mano hacia mi cuerpo. Cerré mis ojos, saboreando el
alivio momentáneo de las innumerables tragedias que descansaban
dentro de mí. Abrí mis ojos y di un paso lejos de él.
—Estoy perdiendo mi mente y no se cuanto más pueda soportarlo. —Me
tomé un momento, cuidando mi hablar—. Desde que descubriste el ritual
—continué—, es todo en lo que pienso. Mi salida. —Mis ojos estaban
salvajes, estaba segura de eso—. Necesito esto. Necesito esto. Dios me
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ayude, Rhode, porque si tú no lo haces, caminaré hacia la luz del sol hasta
que me queme al fuego.
Rhode casi pierde su sombrero con una ráfaga de viento. Arrancó su mano
de la mía. Aún tenía el cabello largo en ese entonces que pasaba de sus
hombros hacia su abrigo.
—¿Te atreves a amenazarme con tu suicidio? No seas mezquina, Lenah.
Nadie ha sobrevivido al ritual. Miles de vampiros han tratado. Todos, cada
uno de ellos, han muerto en el proceso. ¿Crees que me puedo soportar
perderte? ¿Qué puedo separarme de ti?
—Ya lo has hecho —susurré salvajemente.
Rhode me tiró más cerca, tan rápido que no estaba preparada para la
fuerza de su boca contra la mía. Un gruñido profundo suyo y mi labio
superior se abrió.
Rhode me mordió. Podía sentir un tirón rítmico mientras él, succionaba la
sangre de mi boca. Después de un momento, se alejó y limpió sus labios
ensangrentados en la manga de su chaqueta.
—Sí, te dejé. Pero tenía que encontrar la magia y la ciencia que
necesitaba. Si alguna vez intentamos este ritual, necesito estar seguro. No
esperaba que te enamoraras cuando me fui.
Hubo un silencio. Rhode sabía tan bien como yo que creía que él nunca
iba a volver.
—No amo a Vicken como te amo a ti —dije cada palabra para que fueran
claras y precisas. Después de un momento, añadí—. Quiero salir.
—¿No sabes lo que vendrá para ti si eliges la vida humana?
—¿El aire? ¿Una respiración real? ¿Felicidad?
—¿Muerte, enfermedad, naturaleza humana?
—No entiendo —dije, alejándome de nuevo—. Dijiste que la humanidad
era lo que todos los vampiros anhelan. La libertad de sentir más que dolor y
sufrimiento. ¿No te sientes así?
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—Me consume —dijo Rhode y se sacó su sombrero. Miró hacia los
campos—. Hay ciervos, ahí —señaló. Tenía razón. Cerca de 10 millas más
allá una manada de ciervos pastaba en silencio. Podríamos alimentarnos
de ellos, aunque amaba mi vestido y la sangre no combinaba con la seda
verde. Además, odiaba el sabor de la sangre animal y sólo me alimentaría
de ella si estuviera en una situación de muerte.
Con la creación del aquelarre, me había asegurado de que nunca
pasaría.
Rhode deslizó su mano por la parte baja de mi espalda y me acercó aún
más.
—Tu belleza será una fuerza poderosa en el mundo humano. Tu cara
humana quizás traicione tus mejores intenciones.
—No me importa —dije, sin entender realmente y sin que me importara de
todos modos.
Rhode extendió su mano y pasó su dedo índice por la pendiente de mi fina
nariz. Luego froto suavemente su pulgar contra mis labios. Su ceño fruncido
y mirada penetrante. No podía mirar lejos aunque hubiese tratado.
—Cuando te tomé de los huertos de tu padre en el siglo XV vi tu futuro
presentándose ante mí —confesó Rhode—. Los vampiros Swashbuckling
ligados a mi lado por toda la eternidad —hubo una pausa. Desde alguna
parte detrás de nosotros la música de la fiesta hizo eco en los campos—. Vi
mis propios sueños.
—Entonces dame lo que quiero.
La boca de Rhode era una delgada línea. Con sus cejas fruncidas miraba
a los ciervos. Adentrándose cada vez más en las cumbres de hierba. Por su
boca callada y expresión sombría, podía saber que estaba formulando un
plan.
—Cien años —susurró, todavía mirando a los ciervos. Mis ojos se
agrandaron.
—Empezando esta noche, hibernarás unos cien años. —Rhode se volvió a
mirarme y señaló la colina. Supe que estaba señalando hacia el
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cementerio. Estaba a la derecha de la terraza protegido por una puerta
de hierro forjado con agujas puntiagudas.
La hibernación sólo se producía cuando un vampiro descansaba en el
suelo. Los vampiros duermen y se privan a sí mismos de sangre —hay una
serie de hechizos que los vampiros mantienen en el estado meditativo, casi
hasta el punto de la muerte. En un día preestablecido, el compañero
vampiro la revive. Pero solo con magia es posible. Solo vampiros muy
valientes (y algunos dirían muy estúpidos) lo han hecho.
—La noche antes de que se suponga que despertaras —continuó Rhode—
, te desenterraré y llevaré a algún lugar seguro, algún lugar en donde no
puedas ser hallada. Algún lugar donde puedas ser humana y vivir tus días.
—¿Y el aquelarre? —pregunté.
—Los dejarás.
Mi corazón dolió, un dolor familiar que no podía evitar reconocer. El enlace
mágico entre el aquelarre y yo los obligaría a buscarme. De igual manera
como sabía que Rhode me amaría hasta el fin de la tierra, supe que el
aquelarre me buscaría. Asentí una vez pero no dije nada más. Miré los
ciervos mordiendo la hierba y lamiendo sus pieles.
—¿No tienes miedo de morir? —preguntó.
Sacudí mi cabeza. Rhode volvió su cara a la casa. Lo detuve antes de que
caminara hacia la colina agarrando suavemente sus dedos. Se volvió
hacia mí.
—¿Estarás ahí? —pregunté—. Si muero y fracasamos, ¿estarás ahí?
Los dedos de Rhode rozaron ligeramente la parte superior de mi mano. La
dio vuelta, tocó mi palma, y susurró: —Siempre.
***
—¿Cómo lo hiciste? —Estaba hechizada. De vuelta en el oscuro
apartamento, con mi espalda presionada sobre las almohadas. Mis dedos
se acercaron al fino terciopelo. Las yemas de mis dedos descremaron la
suavidad del sofá, que produjo una onda de carne de gallina sobre mis
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piernas. Antes, habría sabido que el sofá era suave pero esto solo habría
significado la tela. No habría significado comodidad o seguridad. Sólo
suave.
—Aquella noche. La última noche de Nuit Rouge. Fuiste a la cama… —
comenzó Rhode.
—Después de matar a una de las criadas —admití, recordando a la joven
rubia que había atrapado por sorpresa en el ático.
Rhode continuó con una ligera sonrisa. —Le dije a Vicken que habías
decidido tu hibernación. Que dormirías por cien años y que yo debía
despertarte en Nuit Rouge de ese año.
—¿Por qué decidimos cien años? Nunca te pregunté —dije.
—¿Simplemente? Tiempo. Vicken sería distraído lo suficiente para que yo
pudiera tomarte de tu complot de hibernación en el cementerio. Todo lo
que tuve que hacer fue esperar una noche cuando él no estuviera viendo
tu lápida. Cuando esa noche vino no hace mucho, te saqué.
—¿Así que han pasado cien años? —pregunté, ansiosa de ubicarme en el
espacio y el tiempo—. ¿Desde la última vez que estuve sobre el suelo?
—Sólo tímida. Es Septiembre. Te ahorraste un mes o algo así.
—¿E hiciste el ritual hace dos días?
—Dos días, —confirmó Rhode.
—¿Qué hay con el aquelarre? ¿Tienen idea de que me fui?
—No lo creo. Vicken todavía piensa que estás enterrada. Recuerda, le dije
que querías ser enterrada, para hacerlo oficial. Pensó que era una
magnífica idea. Quería la oportunidad de gobernar tu aquelarre.
—No hubiera protestado contra eso, —dije.
—Precisamente esa es la razón por la que me creyó tan fervientemente.
Era una mentira, Lenah. En el momento en que me miraste a los ojos en los
campos y me rogaste por una vida humana, supe que mi búsqueda, mi
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vida vampira, tu vida vampira, lo que te había hecho, había llegado a su
fin.
—No debía haberte rogado. Manipulado como lo hice.
Rhode rió, pero el aliento fue corto. —Esa fue tu manera de hacerlo.
Observé el vendaje alrededor de su cintura y los anillos oscuros rondando
los ojos de Rhode. Al momento, una oleada de culpa corrió a través de mí.
En mi estado humano, no me podía imaginar sobornando a Rhode o
amenazándolo con suicidio. Había sido tan fácil antes. Fácil porque el
dolor emocional que nublaba mi vida vampira me preveía de cualquier
pensamiento racional.
—Por favor, cuéntame acerca del ritual, —pedí de nuevo.
Rhode desenvolvió el vendaje blanco, vuelta por vuelta, hasta que su
cintura estuvo desnuda. Allí, dentro de su cintura, había marcas de dientes,
mis marcas de dientes, dos pequeñas marcas en el interior de la cintura de
Rhode. La que estaba a la izquierda estaba un poco más alta que la del
lado derecho, siempre odié que mi mordida fuera desigual. Podría haber
reconocido las marcas de mis dientes en cualquier lugar.
—Lo más importante es la intención. El éxito del sacrificio, y es un sacrificio,
depende solamente del vampiro que esté realizando el ritual. Como dije,
toma dos días.
Rhode se levantó. Caminaba de un lado para otro cada vez que estaba
diciendo algo difícil. En algún momento del siglo dieciséis me había
preguntado por qué. Había dicho que así no tendría que mirarme a los
ojos.
—En la intención es donde la mayoría de los vampiros fallan, —continuó
Rhode—. Tienes que querer que el otro vampiro viva. Tú, en cambio, debes
querer morir. Es el acto menos egoísta que alguna vez hayas cometido.
Como sabes, el desinterés es casi imposible en el estado natural de un
vampiro.
—¿Quién te dijo esto? —pregunté.
—Cuando te dejé por esos años, fui a Francia. Busqué a…
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Foro Purple Rose
—Suleen, —dije, aunque de repente estaba encontrando bastante difícil
respirar. Rhode había conocido a Suleen…en persona.
—Sí. Estaba saliendo de su hibernación de cincuenta años. Cuando te
describí y luego le dije sobre mi plan, me confortó con un cumplido. Dijo
que podía ser el único vampiro con alma suficiente para tener éxito.
Levanté mis cejas con sorpresa. Debió haber sido un momento bastante
especial en la vida de Rhode. Desearía haber estado allí para ver la
reacción de Rhode cuando Suleen le dijo algo tan importante.
Me imaginé a Suleen. Era un hombre del este de la India, o al menos lo
había sido hacía un tiempo, cuando, no tenía idea. Es el vampiro más viejo
vivo. Nada en el gran esquema de la vida haría o podría golpear su alma.
Suleen no estaba obstaculizado por la muerte y tampoco quería regresar a
su vida humana. Todo lo que quería era vivir lo suficiente como para ver el
fin del mundo.
—Hay otras reglas, —explicó Rhode—. El vampiro realizando el ritual debe
tener quinientos años. Suleen mencionó algo acerca de la química del
vampiro a esa edad. Es un ingrediente crucial. Pero más que todo, el
seguía diciendo: ―La intención Rhode. Es la intención‖. Las ganas y el
deseo de dar tu vida para que otra vida pueda existir. Los vampiros son
egoístas, Lenah. Inherentemente así. Tenía que encontrar esa fuerza por mí
mismo.
—¿Te sacrificaste a ti mismo? —susurré, era incapaz de mirar más arriba del
suelo. Rhode se mantuvo en silencio. Estaba esperando que lo mirara. Lo
odiaba por eso. Finalmente, nuestros ojos se encontraron.
—El ritual requería que te diera toda mi sangre. Después de dos días, te
despertaste, más o menos, y me mordiste. Tenía que permitirte que lo
terminaras, bueno, casi todo. Pero lo importante fue la intención, la
química de mi sangre y mi amor por ti.
—Nunca habría estado de acuerdo con esas condiciones.
Para mi sorpresa, la expresión facial estoica de Rhode se volvió una sonrisa.
Una sonrisa feliz y con dientes. —Precisamente la razón por lo que lo hice
cuando estabas hibernando y débil.
Me levanté. Ahora era mi turno para caminar de aquí para allá.
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—¿Así que, dónde está Vicken? —pregunté, tratando de pensar como un
vampiro. Tratando de juntar todas las piezas. Había estado dormida por
doscientos años.
—Sigue en tu casa en Hathersage con el resto del aquelarre. Creo que
está esperando tu regreso.
—¿Lo has visto desde mi hibernación?
—Es muy joven como para que yo me encuentre con él tanto como a él le
gustaría. Su energía me agota. Aún así, cuando me quedaba con ellos, era
respetuoso. Es un luchador. Un excelente espadachín. Puedo ver por qué
lo amabas.
Mis mejillas se sonrojaron, lo que me sorprendió. Luego me di cuenta, sentía
vergüenza. Le dí un vistazo a los dedos Rhode que sostenían el brazo de la
tumbona. Ellos estaban cortados, y arrugados, incluso aunque todo el
líquido en su interior había sido succionado.
—No te culpo por amar a otro, —dijo Rhode.
—¿Crees que Vicken me ama? ¿Cómo yo te amo?
Rhode sacudió su cabeza. —Vicken ama tu apariencia externa y tu deseo
por la sangre espesa y coagulada. Yo amo tu alma. Como una pareja a mi
larga búsqueda en esta tierra. Tú eres, eras, el vampiro más vicioso que
alguna vez hube conocido. Te amo por eso.
No podía responder. Pensé en Hathersage, en los campos, en Rhode con
su sombrero de copa y los ciervos pastando en la distancia.
—Vicken me buscará, —dije—. Como sabes, está enlazado a mí. Y cuando
me encuentre, el aquelarre me destruirá. Creé el aquelarre para hacer
justo eso. Para buscar, capturar y eliminar.
—Esa es la razón exacta por la que elegí este lugar.
—Sí. ¿Dónde estamos? —miré a través del apartamento.
—Esta es tu nueva escuela.
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—¿Intentas que vaya a la escuela? —Mi cabeza se giró en su dirección.
—Es crucial que entiendas. —Aún en su estado de debilidad Rhode se
levantó y se alzó hacia mí. Me observó con una fiereza tan apasionada
que debería haber estado asustada. —Vicken te sacará del cementerio.
Prometí que regresarías en la noche final de La Noche Roja. La fiesta
termina el treinta y uno de octubre.
—Así que el treinta y uno encontrará un ataúd vacío. Fin de la historia.
—No es tan simple. Octubre está meramente a un mes de distancia. Eras
un vampiro, Lenah. Uno de los más viejos de tu clase.
—Sé lo que era.
—¡Entonces no pretendas que necesitas un tutorial en seriedad de esta
situación! —contestó Rhode, y continuó caminando muy lentamente. Yo
estaba en silencio. Rhode recuperó algo de su compostura y de nuevo
habló en un decibel muy bajo—. Cuando Vicken cave en la tumba y
descubra un ataúd vacío te buscará por toda la tierra. Como tú misma lo
has dicho, la magia que une al aquelarre lo hizo posible. Tú lo hiciste
posible. Se agotará él mismo, y también el aquelarre, hasta que te
encuentren y traigan a casa.
—No me vi más adelante en la situación.
—Sí, bueno, con suerte, desde ahora, la magia que te protege te permite
un par de lujos: tu visión de vampiro y tu percepción extrasensorial.
—Así que sí los mantuve entonces, —dije, y me levanté. Miré la habitación
de nuevo. Sí, como dijo Rhode, podía ver todos los adornos en la
habitación desde los nudos en el suelo de madera hasta la perfección en
las pinturas de las paredes.
—Mientras más asimiles esta existencia humana, estas habilidades
desaparecerán.
¿Cómo iba a procesar no ser un vampiro y aún así conservar algunas
cualidades de vampiros? ¿Podía estar al sol? ¿Comía comida de nuevo?
Estos pensamientos se sacudieron en mi cabeza, y golpeé mi pie con
frustración. Rhode colocó su mano sobre mi mejilla, y me sorprendí por lo
fría que estaba. Detuve mi berrinche.
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—Debes desaparecer en tu vida humana, Lenah. Debes ir a la escuela y
volver a ser una chica de dieciséis años de nuevo.
En ese momento, no podía llorar aún cuando lo quería con todas mis
fuerzas, estaba sorprendida. Los vampiros no pueden llorar. No hay nada
natural en un vampiro. Nada de lágrimas, nada de agua, sólo sangre y
magia negra. En su lugar, las lágrimas, se esparcirían sobre las mejillas de
una persona normal, en el vampiro son más que todo un dolor ácido y
absoluto que quema los ductos lagrimales.
Sólo quería correr o dar vueltas, cualquier cosa para frenar la sensación
que hacía que mi estómago quemara. Apreté mis manos en puños y traté
de llenar la ansiedad con aliento, pero se quedó en mi garganta. Mi
mirada cayó en una foto que yacía en la parte superior de un bureau. Se
veía andrajosa y vieja, aunque la última vez que había visto esa foto,
estaba posando para ella: 1910, la última noche de La Noche Roja. En la
foto, Rhode y yo estábamos parados cadera contra cadera, brazos
entrelazados a la cintura del otro, en la terraza trasera de mi hogar. Rhode
estaba vestido en su traje negro y el sombrero de copa; yo, en un vestido,
mi largo cabello marrón atado y estilizado en una larga trenza que caía
sobre mi seno izquierdo. Éramos más que humanos. Éramos
aterradoramente hermosos.
—¿Cómo puedo hacer eso? —Me di la vuelta lejos de la foto para mirar a
Rhode—. ¿Esconderme?
—Oh, creo que lo encontrarás más fácil de lo que parece. Nunca antes
has tenido dieciséis, te arranqué eso antes de que pudieras hacerlo.
Dio un paso más adelante hacia mí y besó mi frente.
—¿Por qué hiciste esto por mí?
Se alejó, y el aire se desplazó mientras el espacio abierto entre nosotros se
expandía. —Por supuesto, debes saberlo, —dijo Rhode, e inclinó su cabeza
hacia un lado.
Sacudí mi cabeza para decir que no sabía o que nunca podría entender lo
que había hecho por mí.
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—Porque, —continuó—, a través de todas mis historias no he encontrado a
nadie que haya amado tanto como a ti. A nadie.
—Pero te estoy perdiendo, —dije, mi voz rompiéndose.
Rhode me asió por lo que mi mejilla quedo contra su pecho. Me quedé allí
un momento y dejé que los latidos de mi corazón hicieran eco entre
nuestros cuerpos.
—¿Y crees que Vicken sea incapaz de encontrarme? —pregunté.
—No creo que en sus más salvajes sueños pueda entender lo que yo he
hecho. Tomaría el esfuerzo del aquelarre completo sólo seguirnos así de
lejos y creo que he hecho mi mejor esfuerzo para ocultar nuestro paradero.
También, ¿cómo podría sospechar alguna vez que eres una humana?
Me alejé y miré de vuelta la foto retrato de Rhode y yo.
—¿Cuándo morirás? —pregunté, dándole la espalda a la foto, y me senté
de vuelta en el sofá. Recogí mis rodillas hasta mi pecho y envolví mis brazos
alrededor de mis tobillos.
—En la mañana.
***
Nos sentamos juntos y mire los ojos de Rhode el mayor tiempo posible. Me
contó acerca de los cambios en la sociedad. Autos, televisión, ciencias,
guerras que ninguno de nosotros, si quiera en nuestras mentes de vampiros,
podíamos entender. Dijo que las cosas prácticas eran lo más importante
para los humanos. Que ahora sería capaz de enfermarme. Me había
inscrito en la escuela internado más fina de toda Nueva Inglaterra. Un
doctor, me informó él, estaba sólo a unos edificios de distancia. Me rogó
que completara la escuela y creciera, cómo él me había evitado que lo
hiciera.
Hablamos y hablamos, sin saberlo, me quedé dormida. La última cosa que
recuerdo son sus ojos mirando los míos. Creo que pudo haber besado mis
labios, pero eso también se sintió como un sueño.
Cuando me desperté, las sombras estaban bajas y toda el área de la sala
estaba cubierta en sombras. Frente a mí, números en rojo iluminaban la
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oscuridad. Un reloj digital dijo que eran las ocho de la mañana. Estaba en
el sofá y Rhode no estaba en la tumbona roja frente a mí. Me levanté. Mis
músculos estaban agarrotados, así que tropecé y me apoyé en el brazo de
la silla.
—¿Rhode? —llamé.
Pero ya lo sabía.
—No… —susurré. Di vueltas en círculos. Había sólo cuatro habitaciones: un
dormitorio, un baño, una sala, y una cocina. Fuera del área de la sala de
estar había un porche. Las cortinas estaban cerradas, aunque el viento
que entraba las hacía ondularse. La puerta estaba abierta tras ellas. Las
moví hacia un lado y salí al patio de madera. Puse mis manos sobre mis
ojos como una visera. Mis ojos se ajustaron inmediatamente mientras
escaneaba el porche, con esperanzas por sólo un momento.
Rhode se había ido. De mi vida. De mi existencia.
Vi el anillo de ónix situado en pleno centro de la baldosa. Cuando me
acerqué, me di cuenta que estaba en medio de un montoncito de polvo
brillante. Parecía como si la arena estuviera mezclada con mica o
pequeños diamantes. Mi Rhode, mi compañero por cerca de seiscientos
años, debilitado por la transformación y auto-sacrificio, se había
evaporado con el sol. Hundí mi dedo pulgar e índice entre los restos de
Rhode. Estaban fríos y rasposos. Saqué el anillo y deslicé el ligero metal
sobre mi nueva piel sensible.
Estaba sola.
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Capítulo 3
Traducido por Akanet & Abril
Corregido por kathesweet
a tristeza es una emoción que no es totalmente ajena a los
vampiros, pero se siente más como un desvío o un cambio en la
dirección del viento. Es un revoloteo silencioso, un recordatorio
parasitario de las muchas capas de dolor que definen el mundo de los
vampiros.
Esto era algo completamente diferente.
La mañana de la muerte de Rhode, recogí el polvo brillante en una urna y
lo puse encima del escritorio. Rhode había traído mi caja de joyas de
Hathersage, así que era fácil encontrar una vieja ampolleta de sangre y
llenarla con un puñado de sus restos. La colgué de una cadena trenzada
alrededor de mi cuello.
Me aparté del escritorio y encontré una carta sobre la mesa del café.
Utilice un abrecartas de plata para cortar el sobre y empecé a leer. Era
casi mediodía cuando levante la vista de los trozos de papel. La carta
tenía instrucciones para mi nueva vida, expectativas sociales del siglo XXI, y
lo que tenía que hacer con mis días antes de que empezara la escuela. Al
comienzo de la carta advertía que debía comenzar con comida simple ya
que mi cuerpo no estaba acostumbrado a comer y luego digerir. Baje la
carta sobre mi regazo, luego la recogí de nuevo. El último párrafo de la
carta de Rhode me mantenía retrocediendo para leerlo una y otra vez:
¿Todo eso valió la pena? ¿Acaso no tuvimos momentos de armonía? Ya no
estás obligada a sufrir involuntariamente. Busca la paz en mi muerte.
Derrama lágrimas. Ahora sólo hay libertad. Si Vicken y tu aquelarre
regresan, sabrás qué hacer. Nunca lo olvides, Lenah.
Malvado es el que piensa en maldad.
Sé valiente,
Rhode
L
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Había un dolor en mis entrañas. En lo más profundo donde no podía
llenarlo. Traté de distraerme mirando hacia afuera al campus de la Escuela
Wickham Boarding. Desde la barandilla de mi patio podía ver un edificio
de piedra con las palabras centro de estudiantes en el frente. A la derecha
y justo detrás estaba un edificio con una alta torre de piedra. La
distracción no estaba funcionando. Miré de nuevo a los papeles que
Rhode me dejó.
Una cosa era segura: los ahorros de Rhode eran más de lo que cualquiera
necesita para sobrevivir en la sociedad actual. ¿El problema? No podía
tocarlos. Mi dinero permanecía bajo el control de Vicken y el aquelarre. No
podía acceder a cualquiera de los fondos, ya que serían capaces de
rastrear mi ubicación exacta. No estaba segura del funcionamiento de los
bancos y el ―enrutamiento‖ como Rhode lo explicó en su carta, pero yo
iba a negociar exclusivamente con efectivo a menos que tuviera una
emergencia. Él me había dejado el valor del cofre.
Las instrucciones de Rhode eran claras. Iba a trabajar y a evitar gastarme
sus ahorros. Es posible que los necesites un día, fueron las palabras exactas
que utilizó. Su carta también decía: La inmersión es clave para la
supervivencia. La idea de lo que Vicken pudiera o quisiera hacerme si me
viera, su antigua amante, su ex reina, en este estado vulnerable, envió
escalofríos por mi espina dorsal. Vicken, como todos los vampiros, tiene una
lujuria por la tragedia, un deseo por las lágrimas, la sangre y el asesinato. La
mayoría de los vampiros quieren tener mayor alcance, infligir el dolor que
constantemente los acosa y succionarlo dentro de los demás. A pesar de
mis dudas, podía imaginar el escenario. ¿Qué podría hacerme Vicken
como un ser humano?... Negué con la cabeza rápidamente para desviar
el pensamiento.
Estaba a punto de recoger un manual para un ordenador portátil cuando
un golpe en la puerta me sorprendió desde mis pensamientos. Colgando
en el brazo de la tumbona estaba un jersey sencillo, negro que una vez
perteneció a Rhode. Me lo puse sobre una camiseta sin mangas que
llevaba y me dirigí de nuevo al apartamento.
—Revélate —ordené a la puerta cerrada.
—Um... —una voz tímida, y masculina dijo en respuesta.
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—Oh, quiero decir, ¿quién es? —dije un poco más suavemente. Después
de todo, ya no comando un círculo de vampiros.
—Entrega de carros para Lenah Beaudonte.
Abrí de un tirón la puerta. —¡¿Un carro?!
El muchacho detrás de la puerta era alto, desgarbado y vestido con una
camisa que tenía una escritura con garabatos a través del frente: Gran
Servicio de Carros. El pasillo detrás de él estaba poco iluminado, y el
empapelado tenía algún tipo de tema náutico con veleros y anclas.
—Estoy aquí simplemente para entregar —dijo el muchacho larguirucho
con casi tanto entusiasmo como una persona que entrega la noticia de la
muerte prematura de un familiar.
Después de tomar un juego de gafas de sol muy oscuras de la mesa de
centro (sólo puedo suponer que Rhode las dejo para mí) y un sombrero
blando negro, seguí al muchacho fuera de mi apartamento en la
residencia de estudiantes, escaleras abajo y dentro del vestíbulo. Una vez
que estuve en el vestíbulo, dudé en la puerta. Afuera, los pájaros cantaban
y las voces de los estudiantes se transportaban por el aire desde todas las
direcciones. El ardiente sol bombardeaba el pasadizo de cemento que
conducía desde la parte frontal del Salón Seeker, hacia fuera sobre el
césped. ¿Tal vez la sensibilidad a la luz solar era muy parecida a la vista de
vampiros? ¿Todavía me afectaría?
La luz del sol destruye la magia que sella al vampiro, sin embargo el peligro
de la luz solar disminuye mientras el vampiro envejece. Mientras uno
avanza en su vida de vampiro, la magia para soportar la luz del sol se
fortalece. Aunque he oído que la muerte por la luz solar es casi
insoportable para experimentar. Se supone que es el peor dolor, como ser
desgarrado y quemado hasta las cenizas mientras eres consciente de
cada instante de ello. A pesar de mi edad, nunca salí directamente a la luz
sin protección.
Empuje un dedo del pie hacia afuera de la puerta y deje que mi pie y mi
pierna se encontraran con la luz del sol. La llevé de vuelta hacia el interior
e hice una pausa. Giré mi pierna para poder ver la parte trasera del
músculo de mi pantorrilla. También revisé mi espinilla. Ninguna marca de
color rojo. Ninguna quemadura.
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—¿Vas a salir? —dijo una voz a mi derecha. La guardia de seguridad, una
mujer bajita con anteojos de marco grueso, me miraba. La forma en que
habló fue muy extraña—. Vas a... —La forma en que expresaba sus
palabras era interesante—. Vas… —¿que podría significar esto? Esperé a
que dijera algo más, pero ella me miró. A través de mis gafas de sol,
desplacé mi mirada hacia el repartidor de carros. Él levantó una ceja
hacia mí desde la soleada entrada. Llevaba un par de sandalias delgadas,
un jersey negro de gran tamaño de Rhode y un par de pantalones cortos.
Estaba lista. Tomé una respiración profunda y camine al exterior.
El calor del verano fue lo primero que sentí. ¡Qué glorioso! La luz del sol se
sentía como el baño de un fuego crepitante, como sudor y felicidad
inundándome desde la cabeza hasta los pies. Exhalé alegremente.
El campus de Wickham era enorme. A pesar de que parecía rústico a
primera vista, los edificios eran de ladrillo con elegantes fachadas de metal
y vidrio. Había prados de hierba verde y caminos serpenteantes que unía
todo el campus. En la distancia, a través de las ramas frondosas, y
bamboleantes, una capilla de estilo colonial brillaba blanca bajo el sol de
la mañana.
Seeker era el dormitorio más cercano a las puertas de entrada del
internado. También tenía el césped más extenso. Directamente afuera de
la puerta principal, un grupo de chicas estaban acostadas sobre una
manta en el sol. Parecían estar usando sólo su ropa interior, pero después
de verlas un momento me di cuenta que sus conjuntos estaban destinados
para este tipo de actividad. Vi a las chicas frotarse una loción blanca en
sus pieles, ajustar sus mantas, y recostarse de nuevo.
—Así que aquí está —dijo el muchacho desgarbado. Señaló en el
estacionamiento, que lindaba con el césped. En la fila más cercana al
césped estaba un carro azul pálido. Mi carro. No podía por el momento
decir el nombre o la marca, pero la sola idea de tener uno era brillante.
—Has tenido padres buenos —dijo el chico.
Comencé a caminar hacia el carro cuando un grupo de estudiantes de mi
edad aproximadamente (relativamente hablando) se acercó corriendo y
señaló a lo lejos, más allá del Seeker. A la izquierda de mi dormitorio había
un camino delineado por árboles que conducía al campus de Wickham.
Luego descubrí que había muchos caminos como este que serpenteaban
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a lo largo de todo el campus. Una de las chicas le gritó a otro grupo de
estudiantes que se arrastraban detrás de ella.
—¡Son la una y cincuenta y cuatro! ¡Vamos! Van a empezar en seis
minutos.
—¿Cuál es el alboroto? —le pregunté al chico de entrega de carros.
—Los hermanos Enos. Una especie de grupo de temerarios. Corren sus
barcos afuera en el puerto, justo enfrente de la playa privada de Wickham,
cada fin de semana del Día del Trabajo. Han estado haciendo esto por
dos años. El más joven de los Enos tuvo que cumplir catorce antes de que
pudieran hacerlo juntos.
Firmé, tome las llaves del carro, y decidí que me preocuparía por conducir
más tarde. Quería ver la carrera de botes de los hermanos Enos.
Dejé a los estudiantes correr delante de mí; no estaba exactamente lista
para mezclarme con el grupo. Los caminos de Wickham estaban
delineados a ambos lados por altos robles. Incluso con el sombrero de ala
ancha y las gafas de sol, traté de caminar en la sombra. A cada lado del
camino había edificios que fueron diseñados de la misma manera que mi
dormitorio, Seeker. La mayoría fueron hechos de piedra gris, con grandes
ventanas de cristal y puertas. Algunos de los edificios estaban marcados
con señales rojas en su césped que declaraban sus nombres y funciones
específicas. Todo era muy majestuoso, en realidad. La mayoría de los
estudiantes en el camino se dirigían hacia el otro extremo del camino, más
allá del invernadero (esto despertó mi interés), y abajo de una secuencia
de escalones de piedra que terminaba en una playa.
Allí estaba: el mar durante la luz del día. Muchas noches me había
dedicado a observar a la luna dibujar una línea blanquecina por la
superficie del agua. Muchas veces había deseado que fuera el sol.
Finalmente tuve la edad suficiente para soportar la luz del día, aunque la
playa nunca fue un lugar en el que me aventuré. No es que los vampiros
estén en oposición directa a los elementos naturales del mundo. Pero el
mar, la luz del sol, y toda la felicidad que acompaña a la playa durante el
día era solo otro lugar en el que no podía estar. Otra fuente de tormento.
Olía como la sal, la suciedad y el aire fresco. La forma en que el sol
resplandecía en el agua me hacia desear poder tocar la luz, empuñarla
con mis manos. Se veía cómo yo me sentía: feliz. La playa de Wickham
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tenía rocas de varias formas de que estaban esparcidas por la arena color
crema. Las olas no eran más grandes de dos pies y rodaban
perezosamente hacia la orilla. Debe haber habido cincuenta personas
salpicando la costa. Como dijo Rhode, mi vista de vampiro era tan clara
como siempre, así que hice un barrido rápido de la playa para encontrar
que había exactamente setenta y tres personas esperando de pie.
No sólo eso, sino que la arena estaba hecha de miles de colores: corales,
amarillos, marrones, y cientos de tonos de gris. Sombrillas azul oscuro
habían sido apiladas y puestas contra la pared de piedra que separaba la
playa del campus. Pude ver la fibra de vidrio en los postes de las sombrillas
y cada hilo de la tela en la parte superior. Un muelle de madera sobresalía
a unos veinte metros de la playa.
Una isla estaba ubicada en el centro de la bahía, su paisaje muy escaso,
sólo algunos árboles de roble altos y una costa de arena.
Le di la espalda al agua y me acerqué a la pared de piedra. No era
demasiado alta, de unos seis pies. Metí un pie en uno de los agujeros entre
las piedras y escalé con facilidad. Me senté en la parte superior de la
pared con mis piernas cruzadas. Todavía tenía mis gafas de sol puestas y
me sentí un poco más protegida mientras una rama de un gran árbol de
roble daba sombra a mi lugar. Me recosté en mis manos y miré hacia el
océano.
Mientras miraba la isla y observaba las ramas de los árboles agitándose en
el viento, tuve una sensación repentina... esencialmente sabía que alguien
me observaba. Mis pensamientos inmediatamente fueron a Vicken,
aunque esto habría sido casi imposible. En este siglo, Vicken habría
cumplido 160. A esa edad, la mayoría de los vampiros no pueden estar en
una sala sombreada durante el día, pero Vicken era diferente. Él podía
estar en la luz del sol desde una edad muy temprana. Además, asumiría
que yo estaba hibernando. No habría ninguna razón para que me fuera a
buscar a Wickham. A pesar de que Vicken era mi propia creación, fue y
siempre ha sido el vampiro más avanzado que he conocido alguna vez.
Reconozco, que fue un alivio cuando miré hacia la derecha sólo para
encontrar un grupo de chicas a pocos metros del agua mirándome. Me
miraron de arriba a abajo, lo cual era curioso. Tuve amigas que eran
mujeres vampiros, pero nunca me examinaron como si pensaran que
había algo mal con mi aspecto. Una de las chicas era muy bonita. Era más
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baja que yo, tenía el pelo largo y rubio claro. Era la que estaba mirando
más atentamente.
—¿Puedo sentarme contigo?
Un chico asiático estaba parado en la arena. Sus pantalones vaqueros
estaban rasgados en una línea vertical mostrando completamente su
muslo derecho. Llevaba un par de sandalias de diferentes colores, una
roja, una amarilla, y una camisa azul de botones. Sus rasgos faciales
mostraban que era japonés. Empecé a hablar con él en su lengua nativa.
—¿Por qué te quieres sentar conmigo?
Él apretó los labios y sus cejas se levantaron. Pasó una mano por su pelo
negro en puntas. —No hablo japonés —dijo en inglés—. Pero mis padres sí.
—Es extraño —dije—. ¿Un chico japonés que sólo habla inglés? —Me quité
las gafas de sol para que nuestros ojos se pudieran encontrar.
—¿Cómo sabes japonés? —inclinó su mano derecha sobre el muro de
piedra y mantuvo el contacto visual conmigo.
—Sé un montón de idiomas —dije. Me quedé mirando a través del marrón
de su iris, forjando un vínculo. Los vampiros utilizan la mirada como una
manera de ver sus intenciones. Si la persona te mira de nuevo, puedes
confiar en ellos. A veces esto me ha fallado, y fui engañada a pesar de
todo. Una vez que descubría esta traición, no tenía ningún problema en
arrancar sus gargantas con mis dientes. Pero este muchacho, tenía un aura
blanca y una inocencia en su alma.
—¿Cuántos idiomas puedes hablar? —preguntó.
—Veinticinco —dije sinceramente.
Él se rió, luciendo como que no me creía. Cuando no reaccione sino que
miraba a sus ojos marrones muy sinceramente, su quijada cayó.
—Deberías trabajar para la CIA —tendió su mano—. Soy Tony —dijo, y le
estreché la mano. Eché un vistazo a la parte interior de su muñeca. Las
venas sobresalían muy bien, habría sido una presa fácil.
—Lenah Beaudonte —dije.
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—Beaudonte —dijo, alargando la e por lo que sonaba como ay—.
Sofisticado. Así que ¿puedo? —hizo un gesto a un lugar libre en la pared
junto a mí.
—¿Por qué? —pregunté. No lo pregunté de una manera mala o
acusadora. Estaba genuinamente interesada en el por qué este chico
aparentemente normal quería sentarse junto a una persona como yo.
—¿Porque todos aquí apestan? —propuso. Asintió en la dirección de las
chicas lindas que todavía miraban hacia aquí. Ahora ellas estaban
paradas todavía más cerca entre ellas, ocasionalmente mirándome. Sonreí
en respuesta. Me gustaba su honestidad. También me gustaba como
había usado la palabra ―apestan‖ en una situación no vampírica.
La comunicación en este siglo era increíble. Era tan casual y sin la
formalidad a la que estaba acostumbrada a oír a principios del siglo
veinte. Ahora, como tantas veces antes, tendría que adaptarme. Por
cientos de años había escuchado la separación de los labios y las
ondulaciones de la lengua. Había permanecido al margen y estudiando,
traduciendo, algunas veces en varios dialectos, en orden para encontrar la
mejor manera de adaptarme y encajar. Entendiendo la forma en que la
gente hablaba el uno al otro me aseguraba que podría interactuar y
mezclarme en la sociedad sin que nadie se diera cuenta, haciendo más
fácil el trabajo de matar.
Desperté de esos pensamientos cuando Tony saltó y dejó sus piernas
colgando de la pared de piedra. Tiró para atrás de sus talones, y éstos
balancearon. Nos quedamos allí por un momento, y me gustó el silencio;
de hecho, me daba la oportunidad de poder verlo bien. Era un poco más
alto que yo, y fuerte, como un luchador. Gracias a la cercanía, era capaz
de ver las tenues líneas de sus venas alrededor de su cuello. Pero no era
eso lo que me llamaba la atención. ¡Usaba por lo menos diez aritos en
cada oreja! Algunos de ellos eran tan grandes que habían estirado su
oreja, y podía ver a través de ellos.
—Así que, ¿por qué estas tú sentada aquí sola? —preguntó.
Saqué mis gafas de nuevo rápidamente y me las puse. Lo pensé un
momento; la manera en la que hablaría, eso es. Recordaba la manera en
que el chico de la entrega había hablado, y la entonación casual detrás
de las palabras de Tony; ambas eran tan fáciles de entender. Las palabras
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en este siglo eran perezosas, y la formulación detrás de ellas sostenía unas
expectaciones sociales muy pequeñas. Parecía que todos hablaban de
esta manera, con muy poca preocupación por la formalidad. Puedo
hacer esto, pensé. Tendría que interiorizar referencias culturales
contemporáneas, pero esto no tomará nada de tiempo. Exhalé mientras
una sonrisa cruzaba mi cara. —Porque la mayoría de las personas de aquí
apestan —dije.
Tony sonrío en respuesta. —¿Cuántos años tienes? —preguntó.
—Dieciséis, desde ayer —(¿Estaba mintiendo?)
—¡Genial! Feliz cumpleaños —La sonrisa de Tony se agrandó, y sus ojos
brillaron—. Yo también. ¿Así que eso te hace alguien mayor, no?
Recordé algunos papeles que había visto esa mañana. Recordaba una
carta oficial que decía que yo era mayor. Asentí en respuesta. Nos
quedamos un rato allí y escuchamos las cosas a nuestro alrededor. Algunas
personas charlaban sobre el comienzo de la escuela, y me concentré en la
manera en que la gente hablaba a esta edad.
De ninguna manera le hablaré este año.
Justin Enos es el chico más caliente de todo el campus, ¿estás loca?
¿Por qué demonios esa chica está usando gafas y un sombrero? ¿Mucho
de incógnito? ¡¿Hoooolaa?!
Luego la conversación cambió dramáticamente. Algunas personas
apuntaron hacia el puerto. Miré una vez más hacia la rubia alta
mirándome desde abajo. Ella apartó la mirada de mí y empezó a saltar.
Me enfoqué en el agua. Después de todo, por eso estaba allí: para mirar
una carrera de botes. No para tener la inquisición de una chica rubia quien
habría sido una pequeña cena en mis circunstancias usuales.
—¡Mira! —apuntó Tony—. ¡Allí vienen!
Podía ver dos botes viniendo de direcciones opuestas en el puerto. Eran
botes extraños hechos de metal blanco y formados, tanto que la proa era
una punta aguda. Uno de ellos estaba pintado con llamas rojas a ambos
lados; el otro tenía llamas azules. Durante mi existencia todos los botes
habían sido hechos de madera. Esto era algo nuevo. Aunque Rhode había
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explicado brevemente los coches y los motores, no estaba preparada
para el intenso rugido que salió de esas maquinas. Incluso en la playa el
ruido hizo eco, vibrando en mis oídos.
—¿Que están haciendo? —pregunté. Los botes todavía estaban rugiendo
desde lugares opuestos del puerto. Se movían tan rápido hacia el otro, y
enormes rociadas de agua salían propulsadas desde atrás de los botes
dentro de un arco en el aire.
—Corren alrededor de la isla dos veces. Quien llega al muelle primero,
gana. Hace dos años se estrellaron contra él —dijo Tony.
—¿Que obtienen si ganan? —pregunté.
—Respeto —respondió Tony.
Los botes se movían tan rápido que no podía decir quién estaba detrás de
timón. Seguramente esto debe ser alguna clase de broma pesada, pensé.
Los botes se estaban acercando cada vez más, las proas punteadas
apuntando justamente hacia la otra. Una chica en la playa gritó. Luego,
en momentos, quizás a pulgadas del otro, ambos botes cambiaron el
ángulo. Las rociadas de agua volaban en el aire. Podía ver la parte inferior
del bote de llamas azules. Ambos corrían alejándose de la playa, cada
uno eligiendo un lado y arrancando alrededor de la isla.
Todos en la plata chillaron, gritaron y aullaron tan fuerte que el sonido
aumentaba en mis oídos. Todos se quedaron allí, saltando y sacudiendo las
manos, excepto Tony y yo. Algunos estaban coreando el nombre Justin
una y otra vez; otros, el nombre Curtis.
Los botes dieron la vuelta otra vez y pasaron por el frente de la isla.
Contuve la respiración ya que cruzaban a centímetros de estrellarse el uno
con el otro. Las proas apenas se rozaron. Hubo un grito colectivo de la
playa cuando los botes desaparecieron detrás de la isla otra vez.
—¿Esto es divertido? —pregunté. Mi corazón latía por toda la adrenalina
golpeando mi pecho.
—Esta es la última vuelta que tienen que dar —dijo Tony—. La familia
entera está loca. Amantes de la adrenalina.
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—Son hermanos, ¿no? —pregunté, y un recuerdo de mi aquelarre se
introdujo en mi mente—. Deben ser cercanos —dije—. Confiar en el otro.
Tony respondió algo a lo que dije, pero apenas estaba escuchando. En mi
mente estaban, Heath, Gavin, Song, y Vicken sentados junto al fuego.
Estábamos en mi casa en Hathersage alrededor del año 1890. Rhode
todavía estaba desaparecido, enojado conmigo en algún lugar de
Europa, y yo sentada en el medio de mi hermandad. Me rodeaban en un
círculo y estábamos sentados en sillas negras de madera. Cada silla estaba
tallada para coincidir con sus personalidades. La de Gavin estaba
marcada con toda clase de espadas porque él era un brillante
espadachín. La de Vicken estaba cubierta de globos terráqueos y símbolos
antiguos. Él era el estratega. Mi favorita era la de Heath, la cual estaba
adornada con palabras del latín. La de Song era tan única como sus
adornos de letras chinas. Mi silla era de una madera suave y maravillosa
con solo un adorno: las palabras de nuestro aquelarre, el sentimiento lírico
que había retorcido en la malicia y el miedo: MALVADO SERA AQUEL QUE
PIENSA CON MALICIA.
Yo estaba usando un vestido color berenjena. Nos reíamos histéricamente
sobre algo que no podía recordar ahora. Sí recuerdo que detrás de
nosotros, desmayado y encadenado a la pared, había un campesino al
cual había intentado tener para la cena.
—Allí vienen —dijo Tony. Pestañeé, volviendo al presente—. Wow, están
muy empatados —dijo, y estiro su cuello para obtener una mejor vista.
Los motores estaban a toda velocidad. Estos impulsaban a los botes hacia
el muelle tan rápido que tuve la reacción instintiva de levantarme y
retroceder. Pero Tony no estaba retrocediendo, así que me quede quieta.
Los botes azul y rojo estaban cabeza a cabeza. Las proas afiladas estaban
apuntando justo hacia el muelle de madera.
—¡Van a chocar! —dije.
—Quizás —dijo Tony casualmente.
—¡Morirán! —dije, mitad horrorizada y mitad regocijada.
Ahora estaban tan cerca que incluso sin mi visión vampiriza, podía ver que
el que manejaba el bote de llamas azules era un chico alto y rubio y detrás
del timón del bote de las llamas rojas había un chico regordete y rubio. Me
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concentré, y el bote de las llamas rojas se acercó más. El chico regordete
usaba un colgante con un talismán plateado. Tenía aros de plata en sus
orejas. Y una cicatriz sobre su labio izquierdo. Luego, a último momento, el
bote con el chico alto detrás del timón se deslizó por el muelle primero. Le
dio vuelta el bote en la dirección del puerto tan rápido, que un gran arco
de agua se elevó y luego cayó, sólo mojando a la gente de la orilla.
Hubo un grito colectivo de alegría, y casi todos corrieron hacia el muelle. El
chico regordete y una significativa versión más pequeña de él aseguraron
al bote perdedor al muelle. En el puerto, estaba el vencedor, el chico alto.
Los motores de su bote se silenciaron, y luego hubo un zambullido. Él
estaba nadando hacia la playa.
Tony se inclinó más cerca de mí y señaló al más pequeño de los hermanos.
—Ese es Roy Enos. Es un novato —Apuntó hacia el chico regordete—. Ese
es Curtis Enos. Está en último año. El bromista de la clase —dijo Tony. Curtis
era mucho más redondo que los otros. Su cintura carnosa sobresalía de su
traje de baño.
Finalmente, el chico alto, de 1,92 m de altura, rubio y magnífico emergió
del océano. Caminó a través del agua profunda. Era más alto que Rhode.
No conocía a nadie, hasta este momento, que fuera más alto que él.
—Y él es Justin Enos —gruñó Tony—. Está en nuestra clase.
Justin tenía una cara larga con pómulos cincelados y ojos verdes. Tenía un
amplio pecho y un torso esculpido. Fueron sus hombros los que captaron
mi atención: cuadrados, hombros anchos que parecían poder hacer
cualquier cosa: construir un edificio, nadar el Canal Inglés, levantarme con
sus manos. Cada chico en esa playa tenia envidia de él. Cada chica en
esa playa salivaba a la vista de él.
—¿Así que lo odias? —dije, rompiendo mi mirada para unirme al
sentimiento de celos… solo un poquito.
Tony sonrío en respuesta. —Cada chico en Wickham lo odia.
Sin otra palabra, me bajé de la pared de piedra y empecé a caminar
hacia el camino que volvía al campus. La carrera había terminado y
quería volver a leer la carta de Rhode otra vez.
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—¿Te vas a ir como si nada? —Tony gritó detrás de mí. Me di vuelta.
Todavía estaba sentado en la pared de piedra.
—Me voy a casa.
—Generalmente, dices adiós cuando te vas.
Caminé de vuelta hacia Tony, y él saltó de la pared para acercarse.
—Admito que mis habilidades sociales necesitan trabajo —dije.
Tony ahogó una carcajada y luego dijo: —¿De dónde eres? —La voz de un
hombre desde la costa me interrumpió antes de que pudiera responder.
—¡Quería presionarlo hasta ochenta, pero no lo necesitaba! El máximo era
de sesenta millas por hora.
Tony y yo permanecimos allí juntos cerca de las escaleras. Ninguno de
nosotros pudimos quitar nuestros ojos de Justin. Él tomó una bolsa de lona
que un chico de su edad le tendía, caminó en nuestra dirección, y luego
paró con el grupo de chicas que me habían estado observando. Colgó la
bolsa de lona en su hombro (sus bíceps eran descomunales), y luego
deslizó una mano alrededor de la cintura de la sobresaliente chica rubia.
Ella sonrió, colgándose del brazo de Justin y balanceando sus caderas al
andar.
Justin caminó hacia las escaleras. Cuando nos vio a Tony y a mí, se detuvo.
Miró directamente hacia mí, no de la manera boquiabierta pero si como si
hubiera encontrado algo en el piso y quisiera investigarlo, ponerlo bajo un
microscopio y darle una minuciosa inspección. Miré a Tony y luego a Justin.
Justin todavía me miraba, pero ahora con una sonrisa. Sus labios estaban
llenos, casi como si estuviera haciendo un mohín. No estaba segura de qué
decir.
Gracias a Dios, Tony habló —¿Qué tal, Enos?
Quizás Justin estaba esperando que me uniera al grupo de chicas, pero yo
solo me quedé allí. La chica alta y rubia me miraba, con sus delgados
orificios nasales dilatándose y sus altos pómulos enrojecidos. ¿Era así como
lucían los celos en una adolescente mortal? ¡Qué maravilla! No pude evitar
sentirme triunfante de su rabia y dolor. Fue una reacción instintiva. Como
vampiro, amaba el dolor de otros por que disminuía el mío. Pero ahora,
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como humana, tan pronto como reconocí el dolor en ella, se esfumó. Ese
deseo instantáneo de alcanzarla, de infligirle daño, se fue. En cambio, me
concentré en los ojos verdes de Justin mirando el sombrero, las gafas y a
mí. Sabía que el aura vampírica era capaz de poner hechizos en humanos,
cautivándolos para que crean que están enamorados o que encontraron
la paz. ¿Me amaba Justin Enos a pesar de su buen juicio? ¿Era este uno de
los ―acompañamientos‖ que se quedaba conmigo durante la
transformación? Miré hacia Justin, ansiosamente a la espera de ver que
me diría. Finalmente, habló.
—La próxima vez que salgas de tu cuarto, considera ponerte unos
pantalones —dijo Justin. El guiño un ojo y empezó a subir las escaleras
hacia el campus.
Miré hacia abajo. El suéter gigante de Rhode hacia parecer que no
llevaba nada debajo. Las chicas se rieron mientras se iban, especialmente
la rubia. Volvió sus ojos marrones hacia mí. El fuego se extendió por mi
pecho. Conocía la rabia. ¿Esa emoción me había perseguido toda mi
vida, pero esto era, me atrevo a pensar que, vergonzoso? Nadie se había
atrevido a avergonzarme antes.
Caminé rápidamente por el camino con dirección al Seeker. Solo quería
estar en mi cuarto, cerrar la puerta, e irme a dormir.
Quería estar con Vicken, con Heath, y quería la familiaridad de un cuarto
oscuro.
—¡Hey, espera!
Seguí caminando.
—¡Lenah!
Paré. Era la primera vez en cientos de años que alguien que no fuera
vampiro decía mi nombre. Tony trotaba por el camino de la playa.
—¿Recuerdas todo eso de decir adiós? —dijo una vez que estuvo en frente
mío.
—Odio a esas chicas —crucé mis brazos sobre mi pecho. Mis mejillas
ardían.
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—Todos lo hacen. Vamos. Hagamos algo.
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Capítulo 4
Traducido por Nadia, TwistedGirl SOS & Susanauribe SOS
Corregido por Pilarik
acer algo? ¿Qué significa eso exactamente?
—Son como las tres ¿no es cierto? Union está abierto. ¿Ya
conseguiste tus libros? —preguntó Tony—. Me dirijo hacia
allá, si quieres venir.
¡Tantas preguntas! ¿Ya conseguí mis libros? —No —dije—. No tengo mis
libros.
Tony me llevó de vuelta a Seeker Hall así podía tomar lo que Rhode me
había dejado como mi monedero. También necesitaba algunos papeles
oficiales para saber qué libros comprar para las clases. Los estudiantes de
Wickham tenían dos días antes de que las clases comenzaran. Rhode me
había dejado algunas ropas modernas, las cuales eran mayoritariamente
espantosas —y reveladoras— pero me puse un par de jeans con la
promesa de ir de compras tan pronto como pudiera descifrar cómo
conducir.
Divisé el auto azul cuando volví de Seeker. Tony estaba sentado en uno de
los bancos de madera que estaban a cada lado de la entrada del
dormitorio. Tenía su mano detrás de la cabeza y las piernas estiradas.
—Ese es el mío —dije. Me acerqué al banco y señalé el auto.
—Whoa —dijo Tony. Podía ver que estaba admirando el brillo del capó—.
Que afortunada. Puedes dejar el campus. Restaurantes, el centro
comercial, Boston.
—¿Quizás podrías mostrarme como conducir? —propuse.
—¿No sabes? —Tony dejó de caminar. Yo sacudí la cabeza. Tony sonrió.
¿H
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—¿Tus padres te compraron un auto elegante pero no te enseñaron cómo
conducirlo? Pensé que mis padres eran raros. Pronto, Lenah. Tan pronto
como sea posible.
—¡Excelente!
Mientras pasábamos Seeker, miré hacia atrás y vi mi balcón, la puerta aún
estaba abierta, y me pregunté por un breve momento si algunos de los
restos de Rhode estaban dando vueltas en las baldosas del patio.
—¿Tienes hambre? —preguntó Tony.
Pensé con melancolía en mis bolsas de té en casa y la avena a la que se
suponía me debía acostumbrar. También pensé en mi promesa a Rhode.
No quería ver ningún doctor tan pronto en esta experiencia humana.
—Un poco —dije, notando que mi estómago estaba haciendo esa
sacudida y ese hormigueo que significaba que necesitaba comer.
La Union de Wickham estaba construida como el resto de los edificios en el
campus: hecho de piedra, y con puertas dobles de vidrios con manijas
plateadas. La forma de la unión era diferente a la del resto de los edificios;
era un gran círculo. Disparándose del cuarto principal había cinco o seis
corredores, todos llevaban a cuartos rectangulares. Tony abrió la puerta de
la Union, y yo fui recibida por el más increíble de los aromas que había
experimentado desde la comida de mi madre durante el siglo XV.
La parte circular del edificio era la cafetería. Había cinco ventanas de
comida donde los estudiantes podían elegir lo que querían comer. Cada
una era diferente. En el medio del cuarto, bajo un tragaluz circular, había
mesas de cafetería de fórmica.
—¿Podemos comer lo que queramos? —pregunté. Había ventanas para
comida italiana, hamburguesas, pizza, opciones vegetarianas, ensañadas,
y una para sándwiches. Detrás de cada mostrador había un estudiante o
un empleado de la Unión con un delantal blanco esperando en su puesto.
Mis ojos estaban muy abiertos de asombro.
—Comamos, y luego podremos conseguir nuestros libros —dijo Tony. Justo
cuando la puerta se estaba por cerrar detrás de nosotros, él agregó—,
actúas como si nunca hubieras comido antes.
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***
Hamburguesas. Papas fritas. Arvejas. Limonada. Chocolate. Pizza con piña.
Filete poco hecho. ¿Cómo una persona podía decidir? Me decidí por una
insípida sopa de pollo.
—¿Crees que estemos en algunas clases juntos? —preguntó Tony. No pude
evitar observarlo masticar la carne en su boca hasta reducirla a pequeñas
piezas. La sangre de la carne a punto que él comía se desvanecía en una
mezcla de saliva sobre sus dientes—. Me estás mirando —dijo, tragando.
—Ese filete tiene sangre saliendo de el. Está en tu boca.
Tony asintió. —Cuanto más sangriento, mejor. Amo el filete poco hecho.
Como un vampiro, nunca había ansiado sangre animal, así que no estaba
atraída por la sangre en la boca de Tony. Aunque era extraño que no
pudiera olerla. Olfateé unas pocas veces, intentando encontrar el sabor
oxidado que solía amar tanto. Olfateé de nuevo, pero demasiados olores
diferentes flotaron a mi nariz: perfumes, caldo de pollo, y gaseosa. El
sentido del olfato del vampiro estaba limitado a sangre, carne y calor
corporal. Ocasionalmente podía sentir los olores de hierbas o flores, pero
eso se volvió inusual a medida que pasaba el tiempo. Si algo estaba
quemado, como una rosa o un cuerpo, su fragancia se mantendría por un
breve momento y luego se disiparía con el humo. Podía oler la sangre
animal a millas de distancia, aunque odiaba su sabor. La verdad era que
odiaba su impureza. Quitaba algo de mi status como la más pura, la más
poderosa vampiresa en la historia reciente.
Luego de nuestra cena temprana, Tony me convenció de tomar helado.
La comida era tan diferente, tan empaquetada, y parecía fácil de hacer.
Tuve que trabajar mucho en eso en el huerto de mi familia cuando era
mortal. Aun en el siglo XV obtener comida era más fácil que obtener
sangre. Durante mis años como vampiresa, tomó coerción atraer a alguien
a mi casa o callejón para poder chupar su sangre y dejarlos morir.
—Tendré helado de chocolate, nueces y malvaviscos, tres bochas, en un
tazón, con chispas arco iris —ordenó Tony.
Mirarlo comer su helado me hizo querer contarle que era una vampiresa. Él
hundía su cuchara en su masa cremosa con deleite y delicadamente
saboreaba cada bocado. Cerraba sus ojos y sonreía cada vez —aun si era
sólo por un breve segundo. Me llenó con un inmediato afecto por él. Yo,
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por otro lado, terminé mi única bocha de helado de frutilla en cuatro
odiosas cucharadas.
Mi pasado vampírico era un secreto alojado en mi corazón. Quería
contarle a Tony así alguien podría realmente entenderme, ver mi alma. Los
vampiros eran perseguidos por dolor, anhelo e ira. Cada tristeza
imaginable se carga sobre nuestros hombros. Ellos son víctimas de
tormento y no pueden escapar.
El amor, por raro que parezca, es el único respiro de esta anarquía de
miseria. Aun así, había una trampa: una vez que un vampiro se enamora,
están atados a ese amor. Siempre amarán a esa persona, sin importar lo
que suceda. Pueden enamorarse una y otra vez, pero cada vez una parte
de su alma es entregada. Yo me enamoré dos veces. Una vez con Rhode,
y la segunda vez con Vicken. Los dos amores fueron diferentes. Con
Vicken, era menos completo de lo que había sido con Rhode. De
cualquier manera, yo estaba atada. El amor vampiro es un dolor, un
hambre, y no importa cuánto cada uno de ellos me amara – nunca era
suficiente. Sin importar lo que se hiciera o dijera, es la naturaleza del
vampiro no ser completamente satisfecha. Este era el tipo de tormento
que experimentaba cada día.
Dejé mi tazón de helado cuando oí el ruido de bandejas golpeando la
mesa de fórmica junto a mí. Uno de los hermanos Enos y algunos de sus
amigos se sentaron. El más joven, Roy, se sentó con estudiantes que lucían
un poco más jóvenes de Tony. Él me miraba, y luego murmuró a sus
amigos.
—Eres una sensación —dijo Tony, lamiendo su cuchara.
—¿Una sensación? —pregunté. Nos levantamos de nuestra mesa, dejamos
nuestros tazones, y luego caminamos hacia la librería, donde Tony aclaró.
—Todos los hombres te están mirando.
—¿Eso es bueno?
—Supongo, si te gustan que los hombres quieran salir contigo o lo que sea.
No pude responder, porque nunca había estado antes en una cita. No en
el sentido humano, al menos.
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***
—¿Quieres ver la torre de arte antes de ir a casa? —preguntó Tony—. Paso
todo mi tiempo allí. Es el edificio Hopper. ¿Sabes, como el pintor? En la
planta baja está el gimnasio, hay algunas salas de estar, salones de
estudio, y cuartos de TV. Todo el mundo va allí. Las posibilidades dicen que
tú necesitarás hacer algo o alguien te dirá que vayas a Hopper.
Continuamente espiaba dentro de mi bolsa de compras de la librería hasta
que salimos de la Union. Tony y yo salimos y caminamos de nuevo por el
sendero y él señaló un edificio a la izquierda y detrás de la Union. Era el
gran edificio de piedra. Abrazando la entrada frontal había una torre de
piedra de estilo medieval. Se erigía directamente hacia la derecha del
edificio y se estiraba hacia el cielo. Daba la cara al norte, en la dirección
de la entrada principal, pero sabía que si yo estuviera en esa torre podría
ver todo el campus.
Cruzamos un largo prado. Mientras nos acercábamos miré a la izquierda a
otro dormitorio. La mayoría de los edificios que había visto hasta ahora no
tenían más de cuatro o cinco pisos de altura. Era hora de la cena, así que
la mayoría de los estudiantes estaban de picnic afuera.
Una vez que llegamos a la puerta de vidrio de Hopper, Tony la sostuvo
abierta para mí. En el vestíbulo, bien podía entrar derecho al edificio o ir
hacia la torre. Había una serpenteante escalera justo a la derecha de la
puerta principal. Comenzamos a subir los cuatro tramos hacia los pisos más
altos de la torre.
—Wickham es tan diferente de lo que yo estoy acostumbrada —dije,
sosteniéndome de la baranda con mi mano derecha y mi bolsa de la
librería en la izquierda—. Hay gente en todos lados.
Tony miró hacia atrás y sonrió. Estaba delante de mí guiando el camino
hacia arriba por la escalera circular. —Me gusta tu acento británico —dijo.
No respondí a eso, pero un hormigueo se arrastró a través de mi pecho y
supe que me gustaba ese cumplido.
En el piso más alto, llegamos al estudio de arte.
—Como dije, aquí es donde puedes encontrarme la mayor parte del
tiempo —dijo Tony y ubicó su propia bolsa en el suelo.
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Pequeñas, rectangulares ventanas al estilo de las de un castillo se
alineaban en las paredes circulares de piedra. Había caballetes por todos
lados, aunque no tenían nada en ellos porque el año escolar no había
comenzado aun. Máscaras de papel maché colgabas del cielorraso en
cables delgados. Algunas lucían como toros con cuernos, otros como
rostros humanos. Pinceles y pedazos de carboncillo descansaban en cestos
de metal y plástico, y diez escritorios de madera rodeaban el cuarto, cada
uno con su particular salpicadura de pintura. El cuarto tenía una vibración,
una de promesa y creatividad. Podía decir, no, podía sentir, que
maravillosos momentos habían sido experimentados en ese cuarto. Como
una vampiresa, esto debería haberme enfurecido.
Qué raro, pensé.
—Ya no soy espectadora de felicidad —dije mientras deslizaba una mano
por la parte superior de un caballete.
—¿Qué dijiste? —preguntó Tony.
—Oh, nada —giré en mis talones para enfrentar a Tony.
—¿Te gusta Wickham? —Tony hizo una pausa—. Estoy aquí con una beca
de arte.
—¿Eso qué significa? —examiné una pintura de un florero a la derecha de
una ventana.
—Significa que soy demasiado pobre para pagar por este lugar, así que
me dejan venir a la escuela gratis. Mientras produzca obras de arte de
calidad. ¿Qué hay de ti?
—No tengo una beca —dije, mirando a Tony cuidadosamente para ver si
eso lo molestaría.
Él se encogió de hombros. —Está bien. Sólo prométeme que no eres una
de esas chicas ricas que sólo sale con chicos que juegan lacrosse o fútbol y
manejan autos realmente buenos.
No tenía idea de la mitad de lo que eso significaba.
—Creo que lo prometo —dije.
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—Vivo en Quartz. Lo pasamos en nuestro camino hacia aquí. Es uno de los
dormitorios de varones —dijo Tony—. Tengo que vivir con todos los atletas.
—¿Justin Enos? —ofrecí con una sonrisa traviesa.
—Sí —dijo Tony, poniendo sus ojos en blanco. Pero en mi mente, Justin se
apareció bronceado y hermoso, saliendo del océano.
Me volví hacia Tony. —Bueno, no te preocupes. No seré una de esas chicas
que rodean a Justin. Si eso es lo que te preocupa.
—¿Su novia? ¿Tracy Sutton? Ella y dos de sus mejores amigas están en esto
como, un grupo. Ellas se hacen llamar el Terceto.
—¿Terceto?
—Sí, es tan estúpido como suena. Cada una sale con uno de los hermanos
Enos y pasan el tiempo en los dormitorios con este molesto grupo. Siempre
están juntas, y siempre hacen que la gente alrededor de ellas quiera
sacarse los ojos.
—¿Los ojos del terceto?
—No, los propios.
Me reí al principio, pero después de un momento, la absoluta familiaridad
de lo que Tony estaba diciendo hizo eco en mi mente. Mis dedos rozaron
las crujientes, secas cerdas de un pincel mientras mi ojos se salían de foco.
Eso sonaba familiar – demasiado familiar.
—Yo era así. En mi antigua escuela —miré a Tony, que estaba escuchando
educadamente—. No era parte del grupo. Yo era el grupo —sacudí mi
cabeza rápidamente, para aclarar los locos pensamientos—. De cualquier
manera —dije— no seré así.
—¿Puedo pintarte alguna vez? —preguntó Tony. Éste era un nuevo giro.
—¿Pintarme?
Me habían hecho retratos en los primeros años de 1700, pero nada desde
ese momento, sólo fotos.
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—Sí —dijo él, y se apoyó contra uno de los estantes de madera que
alineaban la circunferencia del cuarto. Sobre su cabeza había una de las
pequeñas, angostas ventanas. Fuera, podía ver las nubes
oscureciéndose—. Los retratos son lo mío. Voy a aplicar para la Escuela de
Diseño de Rhode Island el año que viene.
Tony era un apuesto chico japonés, aunque el único rostro que yo pudiera
ver fuera el de Song, un vampiro de mi aquelarre. En total había cinco en
el aquelarre, incluida yo, Song era el segundo hombre más joven que yo
había convertido en un vampiro. Tenía dieciocho cuando lo encontré, un
guerrero chino que yo había descubierto en el Siglo XVIII. Lo vi a través de
un cuarto lleno de gente y decidí seducirlo. Cuando elegía a alguien para
mi aquelarre basaba mi elección en sigilo, resistencia y capacidad para
matar. Song era al artista marcial más letal en China. Lo elegí así yo nunca
debería preocuparme por protegerme a mí misma jamás.
Mis ojos se volvieron a enfocar en los altos pómulos de Tony y su suave piel.
Detrás de él, podía ver la lluvia comenzando a caer a un ritmo parejo. Aun
desde ahí podía oler la tierra mojada, no por ninguno de los sentidos
vampiros sino porque hacía tanto desde que mi sentido del olfato había
incluido cualquier otra cosa excepto sangre y calor corporal.
—Además —dijo Tony, aún hablando acerca del retrato— tienes un look
diferente. Y me gusta lo diferente. No voy con los demás aquí.
—Dudo que yo lo haga —dije— Estoy reformada —terminé con una sonrisa.
Tony sonrió. —Genial —dijo, y cruzó sus brazos sobre su pecho.
—Debería irme. —Comencé a caminar hacia la puerta, luego me volví
para mirar a Tony un último minuto—. Y, sí, sobre la pintura. Será un
intercambio. Tú me enseñarás a manejar y yo seré tu modelo.
Tony sonrió, y en ese momento noté que sus dientes eran muy blancos. Esta
era una clara señal de buena salud e ingesta de comida. Su sangre
probablemente sabía dulce y terrosa.
—Trato hecho —dijo.
Bajé las escaleras enroscadas.
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—Maldición. Maldición. Maldición —dijo Tony, y corrió pasándome por las
escaleras.
—¿Dónde vas? —pregunté.
—¡Acabo de ver la lluvia! —dijo—. ¡Dejé la ventana abierta!
Tony saltó dos pasos a la vez, por lo que su bolsa de libros giró
peligrosamente en el aire. Sus sandalias golpearon contra la escalera todo
el camino hasta llegar a la planta baja. Entonces oí un golpe en la baldosa
y el sonido de una puerta abriéndose.
Cuando llegué al segundo piso, había una ventana, al igual que la torre de
arte. Era pequeña y rectangular, pero tenía una visión clara del prado y de
la Union de Estudiantes. Puse mi bolsa en el suelo en un paso y apoyé mi
palma en el muro de piedra fría.
Pegué mi cara a la ventana y observé las gotas de lluvia golpear el
cemento debajo del camino. Entonces se me ocurrió—No había estado
bajo la lluvia y dejándola caer sobre mi piel desde 1418. La última vez que
sentí las gotas de lluvia fue la noche que dejé los pendientes de mi madre
en nuestro huerto de manzanos. La noche que conocía Rhode y me
enamoré a primera vista.
La noche que morí.
***
Hamstead, Inglaterra — Manzanal
1418
La lluvia caía sobre el techo de la casa de mi padre. Vivíamos en una casa
pequeña de dos pisos, detrás de la mansión de un monasterio antiguo. Los
monjes estaban lejos de los huertos, separados de nuestra casa por dos
grandes prados de manzanos. Mi padre era huérfano, confiado al cuidado
de los monjes en su infancia. Ellos le enseñaron sobre el cultivo de
manzanas.
Era media noche y la lluvia caía sobre el techo en un ritmo fácil. Me senté
en una mecedora, mirando al huerto familiar. La casa estaba silenciosa a
pesar de los patrones de la lluvia y los ronquidos de mi padre, haciendo
eco en la planta baja. Las brasas del fuego nocturno persistían, y mis pies
estaban calientes. Era el comienzo del otoño, y era más cálido de lo que
se había anticipado. A pesar de que era principios de septiembre, mi
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~52~
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familia descansaba más fácil. Ya habíamos enviado el primer lote de
manzanas de valor a la familia real de los Medici en Italia.
Estaba vestida con un camisón blanco. En aquellos días, los camisones
eran sueltos y transparentes. Si alguien quería, podía ver todo de mis
quince años edad. Mi pelo era todavía largo y castaño, pero colgado en
una trenza floja por encima de mi pecho izquierdo y detenido en algún
lugar cerca de mi ombligo.
A través de la ventana húmeda, hileras e hileras de huertos se extendían
en la oscuridad, y en algún lugar de la derecha, a la distancia, había un
pequeño resplandor naranja de la luz de las venas de las ventanas
rectangulares del monasterio. Me mecía en la silla, con pereza mirando la
lluvia. Extendí mi mano para quitarme los pendientes que mi madre me
había prestado en la mañana. Cuando toqué mi oreja, me di cuenta de
que el derecho no estaba. Me levanté de la silla. El último lugar que los
había... ¿Dónde era el último lugar donde las había tenido? Mi padre
había elogiado el brillo de oro en el sol en la... ¡Última fila de la huerta!
Antes de pensarlo dos veces, ya estaba fuera de la puerta. Corrí a través
de las filas y caí de rodillas. Me arrastré hacia arriba y debajo de la última
fila. No importaba la hora de la noche o que mi camisa estuviera
mancillada y sucia de tierra. No me atrevería a mirar a la cara a mi madre
cuando le dijera que había perdido uno de sus pendientes favoritos. Ella
acariciaría mi rostro y me diría que era sólo un pendiente, y ocultaría su
decepción. Había dejado que la lluvia cubriera mi rostro y estaba
arrastrándome de un extremo de la fila a otro cuando un par de botas
negras con hebillas de plata, entraron en mi vista. Estos no eran los zapatos
de tacón a los que estamos acostumbrados en el mundo moderno. Esas
botas de tacón bajo, hechas de piel gruesa, y cubrían las piernas del
hombre todo el camino hasta las espinillas. Seguí la longitud de sus piernas,
su cuerpo, hasta que vi el más penetrante conjunto de ojos azules que
había visto a que alguna vez haría. Estaban formados por cejas oscuras
que destacaban la mandíbula masculina del hombre y la fina nariz.
—¿Teniendo una aventura? —preguntó con tanta naturalidad como si
estuviera preguntando sobre el clima.
Rhode Lewin se puso en cuclillas sobre sus talones. Tenía el pelo lanudo
entonces. Como siempre, tenía una boca de orgullo y la frente surcada
constantemente. Yo estaba casi en mis dieciséis años, nunca había dejado
el huerto de mis padres, y el hombre más bello del mundo se paró frente a
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mí. Bueno, parecía un hombre, aunque podía haber sido joven, quizá de
mi edad. Había algo en la forma en que me miró que me dijo que este
chico, a pesar de sus mejillas suaves y su expresión juvenil, era mucho
mayor que yo. Como si hubiera visto el mundo entero y conociera todos
sus secretos. Rhode llevaba un conjunto de color negro, que hacía que el
color de sus ojos se saliera de la noche impenetrable.
Caí al suelo. Estaba mojado, y yo estaba empapada. El lodo aplastaba
bajo mis talones mientras presionaba en el suelo para alejarme del hombre
frente a mí.
—Esto es propiedad privada —le dije.
Rhode dio un paso atrás, puso su mano en su cadera y miró en ambas
direcciones.
—¡No me digas! —dijo, fingiendo como sí no supiera donde estaba.
—¿Qué quieres? —le pregunté. Me incliné sobre mis manos y miré a Rhode.
Él se acercó de modo que hubo sólo un pie de espacio entre nosotros. Él
me tendió la mano. Me di cuenta de un anillo de ónix en su dedo medio.
Era distinta de cualquier otra gema que hubiera visto antes. Era negro y
sólido, plano, sin brillo o destello. Abrió los dedos y en el centro de su palma
estaba el pendiente de mi madre. Miré el aro y luego a los ojos de Rhode.
Él me sonrió de tal manera que al instante sentí algo dentro de mí que
nunca había sentido antes. Algo se estremeció cerca de mi corazón.
Me levanté rápidamente, mientras mantenía mis ojos en el hombre frente a
mí. La lluvia salpicó en el suelo mojado. Me acerqué al pendiente, mis
dedos temblorosos. Estaba a punto de tocar el oro cuando estuve segura
que él cerraría sus dedos alrededor de los míos. La lluvia cayó sobre su
mano, y su palma estaba llena de gotas. Miré a Rhode y le arrebaté el
pendiente con una sacudida de mi muñeca y puse mi mano de nuevo a
mi lado.
—Gracias —Apenas susurré y me volví hacia la casa de mi familia. A lo
lejos, podía distinguir la forma plana del techo, incluso en la noche oscura
y lluviosa—. Me tengo que ir. Y tú también deberías. —Le dije, alejándome
de él.
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Rhode me hizo volver hacia él con una mano sobre mi hombro izquierdo.
—He estado observándote —dijo—. Desde hace algún tiempo.
—Yo nunca te he visto —dije, y levanté la barbilla en desafío. No me di
cuenta de que le estaba mostrando el cuello.
—El problema, para ti... Es que estoy enamorado de ti —dijo Rhode,
aunque sonaba más como una confesión.
—No puedes estar enamorado de mí —dije—. Tú no me conoces.
—¿No puedo? Observo como atiendes cuidadosamente el huerto de tu
padre. Puedo ver la forma en que trenzas tu cabello en la ventana de tu
dormitorio. Que cuando caminas, resplandeces, como la llama de una
vela. Te he conocido desde hace tiempo que tuve que acercarme a ti. Te
conozco, Lenah. Sé como respiras.
—Yo no te amo —dije, sin saber por qué lo dije. Mi pecho se estremecía
con cada respiración que tomaba.
—Oh, vamos —dijo Rhode, y ladeó la cabeza hacia un lado—. ¿No?
Lo hacía. Me encantaba que pareciera tosco, aunque su piel era perfecta
y completamente refinada. Él podía haberme dicho que asesinó a un
dragón con las dos manos atadas a su espalda, y me lo hubiera creído
posible.
Tal vez era el encanto de estar en la presencia de un vampiro.
En ese momento no sabía que Rhode era un vampiro, pero aunque el
tiempo pasó, estoy segura de que me enamoré de él en ese mismo
instante.
Rhode me miró de arriba a abajo y me di cuenta que él podía ver a través
de mi camisón. El pasó un dedo desde mi garganta abajo hasta el medio
de mi pecho y terminó en mi ombligo. Me estremecí. De la nada, él
enganchó una mano contra mi cintura y me trajo contra él. Todo paso tan
lánguidamente, como si se tratara de una coreografía. La bofetada de
nuestros cuerpos mojados cuando Rhode me trajo más cerca, y la
sensación de su palma en mi frente mientras él retiraba un trozo de cabello
de mis ojos. Él gimió cuando nuestros ojos se encontraron. Y en ese instante,
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Rhode hundió sus dientes en mi cuello tan rápidamente que no noté el
sonido de mi piel quebrándose.
***
La lluvia caía en hermosos patrones fuera de la ventana de la torre de arte.
El campus estaba empapado, y otra vez que reoriente mis ojos vi a los
estudiantes correr por refugio o saltar sobre charcos. Había una docena de
estudiantes afuera. Pero los más cercanos a mí, dos chicas y un chico de
mi edad, sosteniendo sus manos encima de sus cabezas. El chico enlazo su
mano alrededor de la cintura de una de las chicas, y corrieron hacia el
refugio de los dormitorios Quartz. Retrocedí de la ventana hacia la
oscuridad de las escaleras de la torre de arte y miré hacia mi muñeca
interna.
En momentos de pasión Rhode hundía sus dientes en mi piel. —Solo una
probada —diría él. Era como si sus labios estuvieran tocando mi oreja. Su
voz me gemía en la oscuridad. Suspiré y fregué mi muñeca
inconscientemente. Mi pecho dolía, mis músculos dolían por la
transformación y quería golpear mi mano contra la pared de piedra hasta
que mis nudillos sangraran.
—Oh —dije en voz alta y mis rodillas cedieron. Colapsé en las escaleras de
la torre.
Esto era doloroso.
Era raro cuan extremo esta emoción me afectaba en mi estado humano.
El dolor humano no estaba silenciado por otros dolores en mi existencia
vampírica. Como vampira, el dolor estaba confundido por la presencia de
cada inimaginable tristeza. Tomé respiraciones profundas hasta que mi
adrenalina, corriendo por mis pulmones y estomago se disminuyó. ¿Por qué
yo lloraría? Me toqué las mejillas, pero estaban secas, continué escaleras
abajo, empujé fuera del vestíbulo principal de Hopper, volví al prado. Me
alejé del edificio, y pronto las gotas de lluvia estaban acariciando mi
cabeza. Después de unos momentos, mis brazos estaban empapados y el
jersey de Rhode también. Apenas podía ver delante de mí aunque yo
sabía que me dirigía hacía el sendero al otro lado del pasto. Limpié la lluvia
de mis ojos.
¿Teniendo una aventura?
Verás, el problema es que estoy enamorado de ti….
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Paré en el centro del verde. Me quité mis sandalias y puse la mochila en el
suelo. Saqué mis brazos y dejé que la lluvia cayera. Pensé en el rostro de mi
madre, la risa de mi padre, los ojos azules de Rhode y el confort del
aquelarre.
La voluntad y el deseo de dar su vida para que otra pueda vivir. Es la
intención, Lenah.
Pequeñas salpicaduras golpeaban mi rostro y podía sentir las gotas
bajando por mis mejillas. Un frío corrió por mi cuerpo. En mi estado
vampírico no habría sentido nada si no las gotas golpeando mi cuerpo
como un cuerpo volviéndose entumido. Hubiera sabido que estaba
empapada pero no habría sentido nada. Esta vez, alcé mis manos más
alto en el aire y cerré mis ojos, dejando que la lluvia goteara entre mis
dedos y bajando en mis brazos. El agua empapó mis vaqueros y
eventualmente yo estaba empapada. Curvé mis dedos en el lodo y tomé
una respiración honda.
—¿Haces esto a menudo? —escuché la voz de un hombre llamando
desde lejos. Me limpié los ojos con el dorso de mi mano. Desde un piso de
un dormitorio del frente, Justin Enos me sonrió desde una ventana abierta.
No me di cuenta de que estaba al lado del dormitorio de los chicos,
Quartz. Me tomó un segundo pensar una réplica.
—De pronto —respondí.
—Agradecido de ver que encontraste tus pantalones —Él dijo, cruzó sus
brazos en el alféizar—. ¿Qué estás haciendo?
—¿Qué parece? —Mi piel se erizó. Noté en otro par de ventanas algunos
chicos mirándome también.
—Como que te has vuelto loca.
—No es correr botes a una velocidad asesina, pero es estimulante de todos
modos —sonreí, y el crujido de un trueno se estrelló en el cielo oscuro. No
me estremecí ante el repentino boom. Justin sonrió.
—Está bien, lo entiendo —dijo él, y cerró la ventana. ¿De pronto él estaba
ofendido? Miré hacia atrás. A unos cien pies o así estaba El Union. Miré de
Nuevo a Quartz. Un arco de piedra enmarcaba un oscuro callejón
guiando al lobby. Después de un momento, Justin vino por el arco sin
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camisa y un par de shorts de malla con las palabras ‗Wickham‘ en letras
blancas. Él estaba descalzo y se unió a mí en el medio del pasto.
Con mis brazos a un lado, levanté mi barbilla hacia el cielo. Justin me sonrió
y luego hizo lo mismo. La lluvia golpeaba en el camino de cemento y
suavemente golpeaba contra la hierba entre nuestros pies.
—Definitivamente, no botes de carrera —dijo él después de un momento.
Abrí mis ojos. Su pecho estaba cubierto de lluvia y los dos estábamos
empapados. Sonreímos al cielo, luego el uno al otro y por un momento me
olvidé que era casi quinientos años mayor de lo que él era. —¿Cuál es tu
nombre? —preguntó, sus ojos verdes cubiertos por largas y mojadas
pestañas.
—Lenah Beaudonte.
Él sacó su mano mojada. —Justin Enos.
Estrechamos manos y las sostuvimos un poco más de lo esperado. Su piel
era rugosa en las palmas pero suave en la cima. Él lo soltó primero.
—Gracias, Lenah Beaudonte —dijo y puso su mano a su lado antes de que
pudiera darle una mirada a su muñeca interior. Mantuvimos los ojos en el
otro y no miramos lejos. Traté de descifrar la nueva emoción surgiendo en
mi cuerpo. Era… extraño. Ese hombre no era Rhode, pero él era-algo para
mí. Examiné la curva de su labio superior, la forma como descendía y se
encontraba con un labio inferior lleno y orgulloso. Su nariz era delgada y
sus ojos eran verdes pero muy lejos de los de Rhode. Estaban bien
enmarcados entre cejas rubias sucias. El verde era tan diferente del azul de
Rhode. Que se había ido para siempre.
—Luces muy triste —dijo, interrumpiendo mis pensamientos.
No lo que estaba esperando.
—¿De verdad?
Justin levantó su cabeza en el aire así la lluvia golpeaba su cara más
directamente.
—¿Lo estás? —preguntó, seguía mirando hacia arriba.
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Asentí cuando él me miró de nuevo. —Un poco.
—¿Extrañas a tus padres?
Negué con mi cabeza. —Hermano —dije. Era lo más cerca que llegaría a
la verdad. Novio estaba mal. Amante estaba incorrecto. Alma gemela era
un poco dramático.
—¿Que te animaría? —Estaba casi sonriéndome ahora, una sonrisa
torcida—. Aparte de estar en la lluvia.
Esto está ayudando, fue el pensamiento que vino a mi mente. Gracias Dios
mío que se estaba oscureciendo. Él no podía verme ruborizada.
—No estoy segura.
—Tendré que hacer algo al respecto —dijo. Podía sentir su energía. Era
travieso pero era inofensivo. Me gustaba la combinación.
Él empezó a caminar hacia su dormitorio. Me admiró con una satisfacción
relajada y dijo, —te veo en la reunión.
Cogí mi bolso de libros y me dirigí hacia el camino de Seeker. Una vez en el
camino, miré de vuelta a su dormitorio. Él estaba en el arco del edificio,
inclinando su hombro contra la piedra, y tenía un tobillo cruzado encima
del otro. La lluvia seguía cayendo y cuando nuestros ojos se encontraron
entre las gotas, hizo una sonrisa y se volteó en la oscuridad del pasillo del
edificio.
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Capítulo 5
Traducción SOS por Paaau, SOS LizC & SOS Emii_Gregori
Corregido por Selene
leeeeeep. Bleeeeeep. Golpeé la alarma de mi reloj con la palma
de mi mano. Sábado en la mañana, la mañana del examen de
nivel. Si no hubiera estado, bueno… sobre la tierra, estaba obligaba
a tomar las pruebas cuando llegué al Campus. La noche anterior,
leí instrucciones para varios electrónicos y tanteé con cronómetros y diales,
todo funcionó y estuve despierta a las 7 am, a tiempo para estar lista y
caminar a Hooper. Resultó que Tony tenía razón. De acuerdo a mi itinerario
los primeros días antes de que la escuela comenzara, cualquier cosa que
necesitara hacer estaba en ese edificio.
Con un bolso colgando sobre mi hombro, caminé dentro del edificio
Hooper y bajé por el pasillo del primer piso hacia las oficinas de
administración. Mientras caminaba, me fijé en los avisos y póster de la
escuela. Uno notable decía ―Club de Biología, ¡Amamos la Sangre!‖ Sonreí
pero quise decirle a Rhode. Me pregunté si él había visto lo que yo estaba
viendo.
Me acerqué a la oficina de la directora al final del pasillo, Sra. WILLIAMS
estaba grabado en letras doradas en el vidrio. Abrí la puerta, y la Sra.
Williams estaba de pie al lado de su escritorio.
—Venga conmigo, Srta. Beaudonte —dijo la Sra. Williams, y señaló hacia la
puerta abierta. La seguí.
***
Me hicieron tomar cinco pruebas. Sí, cinco. La misma directora se paró
sobre mi hombro derecho y me vio tomar la prueba de japonés. No creía
que yo pudiera hablar y escribir cada idioma que Wickham ofrecía.
En este mundo, el humano, el mundo actual, los relojes estaban por todas
partes. Los mortales vivían su vida por un reloj marcando. Los vampiros
pasaban días, incluso semanas, despiertos. No estábamos
verdaderamente vivos. Parecíamos vivos, aunque no hay circulación, no
B
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hay latido, no órganos reproductivos que proliferen. Nuestros pechos no
subían y bajaban porque no había oxigeno en la sangre que fluyera por
nuestras venas. En momentos cuando quería huir del dolor y el terror,
anhelaba respirar. Sentía al aire golpear el fondo de mi garganta, podía
pretender que estaba viva. Aunque nunca lo sentí. Sólo había un dolor
eterno, un recordatorio constante de que estaba entumecida, apagada,
no era ya parte del mundo de los vivos. Ser un vampiro es una magia
antigua. No existe nada… sólo nuestras mentes.
Había recorrido la tierra entera más de una vez, aprendido muchos
idiomas, algunos que ya no existían.
Heath, una de mi aquelarre, aprendió por si mismo latín en tres meses y
cuando lo hizo, era todo lo que podía hablar. Era alto, rubio, de huesos
fuertes, como un nadador. Era tan hermoso que ninguna mujer nunca veía
venir cuando susurraba palabras en latín en su oído y luego le arrancaba la
garganta.
El olor de un perfume demasiado dulce me trajo de vuelta. La Sra. Williams
volvió a su oficina. Me senté en una tumbona de cuero marrón mirando el
escritorio de la secretaria.
—¿Qué debemos hacer? —escuché que le preguntó la Sra. Williams a uno
de sus colegas, una mujer de edad que sostenía un portafolios—, esta
fuera de todas las clases avanzadas —susurró la Sra. Williams.
—¿Necesito un trabajo? —ofrecí. Muy bien podría añadirlo a mis dos
centavos. También tenía una promesa que cumplirle a Rhode.
—¿Cuáles son tus fortalezas, además de hablar idiomas? —preguntó la
Directora Williams.
—¿Qué tal la librería? —sugirió la colega nasal.
Estaban hablando de mí como si yo no estuviese ahí. La rabia se disparo a
través de mí, lo que me sorprendió al comienzo. Quería matarlas a las dos,
aunque algo dentro de mí me dijo que no era una buena idea. En mi vida
de vampiro, habría drenado su sangre y las habría asesinado solo para
liberar la rabia constante que me afligía. Por un instante, me imagine
presionando mis manos en los brazos de la silla, parándome, y tomando la
cabeza de la Sra. Williams entre mis palmas. No tomaría más que un
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movimiento de mi muñeca y rompería su cabeza hacia atrás, drenaba su
sangre y la mataba. En cambio, miré hacia arriba y sonreí débilmente.
—La librería suena excelente —confirmó la Sra. Williams, y sacó unos
papeles de un cajón de su escritorio.
¿Librería? Eso sonaba razonable. Mientras mis pensamientos giraban en
torno a mis días rodeada de libros, algo milagroso pasó. Mi rabia
desapareció. Se escapó mientras los pensamientos de libros, páginas, y
comodidad llenaban mi cabeza. Mientras las dos mujeres continuaban
hablando, me di cuenta que lo que estaba sintiendo eran emociones
simultaneas. ¿Sentir alegría, esperanza, y rabia al mismo tiempo? Eso era
suficiente para disolver mi rabia instantáneamente. Mire a la
administradora gangosa ofreciéndome un lápiz. Aunque pensándolo bien,
no las habría drenado hasta dejarlas secas, incluso si fuera un vampiro.
Odiaba el sabor de cualquiera mayor de 30 años, de todas formas.
***
HATHERSAGE, INGLATERRA
OCTUBRE 31, 1602
La sala de estar estaba vacía. Un sofá de cuero frente a un crepitante,
fuego vivo. En las paredes había cuadros, y algunos retratos de Cristo, por
diversión. Charlas, voces y frases incoherentes hacían eco desde el pasillo.
Corrí una uña del dedo índice a lo largo del sofá. Mi uña estaba tan
afilada que hizo que las pequeñas fibras dentro del suave paño
sobresalieran en ángulos irregulares. Las llamas rugían. La chimenea tenía
más de 5 pies de alto y 4 de ancho, con una repisa hecha de ónix negro.
Era el año 1602, los años decrecientes del reinado de la Reina Elizabeth.
Usaba vestidos hechos de la seda persa más fina y corsés que empujaban
mis pechos tan juntos que me sorprendió que un ser humano podía
sobrevivir a la presión.
Levanté mis caderas mientras me giraba y me acercaba por un largo
pasillo iluminado por candelabros en la pared con forma de manos las
palmas hacia arriba. En las manos había velas que se habían quemado a
nada. La cera caía en grandes globos al suelo. La cola de mi vestido de
difundía a través de la madera en un exquisito zigzag mientras me dirigía
hacia una puerta al final del pasillo. Cuando miré detrás de mí, la gran
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chimenea lanzó brasas de luz de color naranja al oscuro pasillo y me
esbozó en una línea mandarina oscura. Me paré frente a la puerta y
escuché. Podía oír música de orquestra y risas. No lo sabía aún, pero esa
noche, 31 de Octubre de 1602, era la última noche de la primera
celebración de Nuit Rouge.
Agarré el pomo, que tenía la forma de una daga hacia abajo. La abrí.
Saludos antiguos como ―feliz cacería‖ y ―noticias magníficas‖ llegaban a
mis oídos. En el piso, en el centro del cuarto, estaba una mujer corpulenta
sentada en sus talones. Usaba un vestido de lana blanca que la cubría
hasta el pecho, y un sombrero blanco en la cabeza. Su cabello rubio caía
por su cara mientras murmuraba algo en alemán. Se me ocurrió que
probablemente era la criada de alguien más, aunque no la reconocía.
Probablemente ella no tenia idea de que su amo era un vampiro, y ahora
aquí estaba, en mi casa.
El salón de baile estaba hermoso, debo mencionar. Esta criada gorda
estaba sentada en el piso de madera más fino de Inglaterra. Altas
antorchas se apoyaban en los cuatros pilares circulares de piedra que
sostenían la habitación. Sus llamas iluminaban la pista de baile, los músicos
tocaban en la esquina, y 200 vampiros se paraban en un círculo alrededor
de la mujer gorda.
Rhode se apoyó contra una columna mirándome, sonriendo. Sus brazos
estaban cruzados sobre su pecho. Su traje era simple. Llevaba pantalones
negros y zapatos negros sólidos con suela de cuero fina, lisa sin tacones. La
ropa del momento era muy rica en textura, y los vampiros adinerados
adoraban mostrarla. Rhode llevaba una chaqueta de lino negro atada
con una cinta negra gruesa. Los músculos de sus brazos estaban bien
definidos bajo las mangas de la chaqueta ajustada negra. Se debe de
acabar de alimentar, porque sus dientes parecían más blancos de lo que
los había visto en mucho tiempo.
Caminé lánguidamente alrededor de la parte interior del círculo de
vampiros. Mantuve mis ojos en Rhode hasta que llegué a la puerta del
salón, la cual estaba ahora abierta y mostrando el largo pasillo y la danza
de la luz de la chimenea.
La mujer en el centro de la habitación no dejaba de mirar en el pasillo.
Sentí, como siempre con mi percepción extrasensorial vampiro, lo que esta
mujer quería. Ella quería salir corriendo de allí.
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—¿Sabes por qué estás aquí? —le pregunté a la mujer, hablando con ella
en holandés. La rodeé muy lentamente, manteniendo las manos detrás de
mi espalda.
Ella se sentó sobre sus talones mirándome. Ella negó con la cabeza.
—¿Sabes lo que soy? —Le pregunté.
Una vez más, ella negó con la cabeza. —Quiero... irme —dijo ella, con voz
temblorosa—. Mi madre y mi padre.
Levanté mi dedo índice y lo puse sobre mis labios. Las imágenes de mi vida
humana derivaron delante de mi mente. La mansión de piedra de mis
padres. La tierra húmeda. Un pendiente en una oreja. Me centre en las
características de la criada. Sus penetrantes ojos azules, su forma redonda
y pestañas rubias cortas. Dejé de dar vueltas y me puse encima de ella,
mirando hacia abajo.
—Sabes —dije, y sonreí. Al momento antes de que un vampiro vaya a
matar, los colmillos bajan. Al principio parecen dientes regulares, pero
cuando la muerte está sucediendo, como un animal, los colmillos están
desplegados. Y los míos bajaron; los sentí abajo, como si se desplegara una
espada. Me agaché y miré fijamente a sus ojos. Susurré en su oreja
derecha—.Vas a saber horrible. Mira tu disposición.
Tiré hacia atrás y la miré a los ojos de nuevo. —No me atrevería a mancillar
mi interior, con lo que eres. —Permanecí atrás. Por un momento, el alivio
invadió su rostro.
Pasé a su lado, los tacones bajos de mis zapatos de cuero negro
resonaban sobre el piso de madera. La cola de mi vestido giraba detrás de
mí como una serpiente. Lancé una mirada muy larga atrás a Rhode y
sonreí. Estaba silencioso en el salón de baile. Los músicos habían dejado de
tocar. Estaba a mitad de camino por el pasillo cuando levanté mi mano
derecha en el aire, doblé la muñeca hacia abajo, y chasqueé los dedos.
Doscientos vampiros descendieron sobre ella a la vez. Yo sonreía todo el
camino de regreso a mi cuarto.
***
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La biblioteca de Wickham era una obra maestra gótica, con ventanas de
cristal panorámico. Entré a través de las dos puertas dobles, teniendo en
las sillas de felpa, filas y filas de libros, y a estudiantes investigando las pilas.
La decoración del techo era de tres dimensiones, tejas octogonales de
madera negra.
—Su trabajo, Srta. Beaudonte, es sentarse aquí, detrás de este escritorio.
Cuando las personas te hagan preguntas, les vas a responder con lo mejor
de su capacidad. Siempre puede dirigirlos a un bibliotecario si no puede
contestar algo que quieran saber. —La bibliotecaria, que me guiaba en el
recorrido, era una mujer alta con una nariz afilada y ojos con forma de
gato.
Estos seres humanos contemporáneos estaban tan terriblemente mal
informados. Yo era un vampiro antiguo que había estado dormida los
últimos cien años. ¿Esperaban que actuara como guía de referencia?
—Conseguirás tu pago todos los viernes. Voy a tener tu horario del
semestre para el final de tu turno a las siete p.m. la Directora Williams
también sugirió que le des tutorías a algunos estudiantes en sus habilidades
de lenguaje, ya que eres tan competente. Voy a hacer unos carteles para
que los pongas en el tablón de anuncios varios en la Unión.
Una vez que se alejó, me desplomé en una silla detrás del escritorio
semicircular de referencia media. La escuela privada Wickham sin duda
iba a mantenerme ocupada. Delante de mí había una computadora, lo
cual básicamente me cegó con su luz azul. Había todo tipo de artilugios
que nunca había visto antes: grapadoras, bolígrafos, clips para papel,
impresoras, y enchufes eléctricos. Teclados, escritorios virtuales, motores de
búsqueda, estas fueron sólo algunas de las cientos de palabras que tuve
que aprender con el fin de encajar, y rápidamente. Para asimilarse dentro
de Wickham o, como diría Rhode, ―para convertirme en un adolescente
de nuevo‖ requeriría de todo mi mejor esfuerzo. Esta sociedad era
especialmente complicada.
Miré el reloj alrededor de las 4:30 y me di cuenta que tenía dos horas más
en mi turno. Decidí explorar la biblioteca. Caminé pasillo tras pasillo, en las
profundidades de las pilas, teniendo en cuenta la belleza de la biblioteca
de Wickham. Cuando me volví hacia el último pasillo de libros, la risa de
una chica se hizo eco de algún lugar cercano. Era una especie de
carcajada vibrante que venía de lo profundo de ella, rebotando en sus
costillas. Una risa pura. Quería ver quién era. Me levanté de puntillas y miré
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por encima de las copas de los libros. En paralelo a la fila estaban los atrios
de estudio con paredes de cristal y ventanas panorámicas. Dentro de la
habitación había varios sofás azules profundamente acolchados, y mesas
de estudio.
La fila de libros era un buen escondite porque podía agacharme detrás de
los estantes, si fuera necesario. Miré por encima de la parte superior de los
libros de nuevo y seguí caminando, siguiendo la risa.
Me detuve en seco, justo cuando me di cuenta quien era la chica que
reía, Tracy Sutton, la novia de Justin. Ellos estaban en el último atrio de
estudio. Justin estaba descansando en una hamaca, y Tracy estaba
sentada en su regazo. En las sillas a ambos lados de él estaban sus
hermanos Curtis y Roy. Tracy se rió con el mismo sonido feliz otra vez. Me
llamó la atención la facilidad con que la gente se reía en esta época. La
facilidad con que podían expresar su felicidad. Se me había olvidado
cómo era. Justin era alto, muy alto, por lo que Tracy se veía pequeña en su
regazo. Si yo hubiera estado en lugar de Tracy, mis piernas estarían
colgando sobre las rodillas de Justin como las de una araña.
Tracy se levantó y gritó algo ininteligible. Los otros miembros del Trío, Kate y
Claudia, permanecieron de pie a cada lado de ella y bajaron los costados
de sus pantalones a juego para exponer sus huesos de la cadera. Me
levanté más alto en las puntas de los dedos de mis pies y me quedé
mirando. Llevaban ropa interior a juego hechas para parecer piel de
leopardo. Claudia colgó un brazo sobre los hombros de Kate, y Tracy volvió
a caer en el regazo de Justin. No pude evitarlo, mirarlos, quiero decir.
Estaba paralizada por su felicidad.
Estaba atraída especialmente en Justin. Tenía esa aura.... no hay otra
manera de explicar su fuerza vital. La imagen de su pecho empapado de
lluvia pasó por mi cabeza. Y cómo sus labios se veían cuando formaba las
palabras. Sobre todo cuando él me preguntó si estaba triste. Quería que él
me hablara más.
—No pienso ir para nada a la reunión de mañana —dijo Tracy, y luego
besó la mejilla de Justin. Ella estaba de frente en mi dirección. Di un grito
ahogado y me agaché a la vista. No quería que nadie me viera. No de
ese grupo, de todos modos. Miré a través del espacio entre la plataforma y
las tapas de los libros.
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Había tenido una reacción humana por Justin Enos. El aleteo de mi
corazón y la forma en que mi aliento saltaba alrededor de mi pecho.
¿Habría sido así por Rhode? ¿Podría Vicken, si fuera humano de nuevo,
posiblemente tener nervios cuando me miraba?
Justin se extendió alrededor de Tracy y sus manos descansaron sobre sus
muslos. A medida que lo examinaba, por alguna coincidencia horrible
caótica, Justin, quien estaba mirando a uno de sus hermanos, frunció el
entrecejo y dejó de hablar. Su sonrisa cayó, y volvió su cabeza, por lo que
pude ver no sólo su perfil, sino toda su boca. Entonces, la afilada punta de
su nariz, y luego sus ojos, mirando directamente a los míos.
—Srta. Beaudonte.
Di la vuelta. La bibliotecaria con sus ojos en forma de gato estaba delante
de mí. Sostuvo una caja negra llena de delgadas cubiertas de plástico. —
Por favor alfabetiza estos CDs en la sala auditiva.
—¿Sala auditiva? —dije, preguntándome qué demonios podría ser una
sala auditiva. ¿Se había desarrollado tanto el mundo moderno que la
gente se sentaba en una sala y simplemente… escuchaban?
La bibliotecaria me dio la caja y señaló abajo hacia el pasillo de los atrios a
un cuarto al final.
Cuando no me moví, ella suspiró. —Por este camino…
Le seguí. Ella arrastró sus pies mientras caminaba, como si sus caderas y su
espalda fueran demasiado pesadas para que recoger sus pies
correctamente. Como un vampiro, habría sido capaz de asesinarla en
menos de diez segundos. Ella me miró y me hizo señas para apresurarme.
Decidí dejar de pensar sobre su lento trote y mi capacidad de hábil para
atraer a mi presa.
Eché una ojeada dentro de la caja. Las delgadas cubiertas tenían
nombres, algunos de los cuales reconocí. Deslicé a uno de ellos hacia
afuera, en ella, leí el nombre de George Frideric Handel. ¿Qué era eso?
Handel era un músico, un compositor —¿qué demonios tenían que ver
estas cubiertas con él? Tiré la cubierta. La obra de arte representó a un
hombre que llevaba una peluca blanca, una peluca que había visto en un
sinnúmero de hombres durante los siglos XVII y XVIII. La peluca se rizaba a
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Foro Purple Rose
ambos lados de la cara del hombre y estaba contenida en una cola de
caballo. Él llevaba un pequeño bastón compositor encima de una repleta
orquesta.
Sólo cuando los talones de la bibliotecaria al detenerse hicieron un ruido
como cascos de caballo fue que me di cuenta que había llegado a la
sala auditiva. Justin y sus amigos estaban en el extremo de la sala. La
bibliotecaria abrió una puerta negra con una ventana dividida en el
centro. Señaló dentro de la sala; corriendo por las paredes estaba una tela
gruesa y gris que era muy densa, pero suave al tacto. Dejé que mis dedos
rozaran el material de felpa que se arrastraba en las paredes. Frente a mí
había una altísima y negra máquina que tomó toda la pared. La
bibliotecaria señaló una pared de estanterías. —Sólo colócalos en los
estantes y organízalos por el apellido.
La pared estaba llena de cubiertas como las de la caja.
—¿Le importaría mostrarme cómo funciona la máquina? —le pregunté,
refiriéndome a la monstruosa y negra torre a la derecha de las cubiertas.
Sobre un escritorio frente a ella había tres computadoras.
—¿Qué CD quieres escuchar? —Ella preguntó.
Tomé el CD que decía Ópera de Handel en un blanco remolino cursiva en
la parte delantera de la caja. Pero la última ópera que había visto fue en
la década de 1740, en París. Sacudí mi cabeza —recordaba aquella
noche demasiado bien. Y que no era una noche que quería recordar
mientras estaba de pie en una sala con un extraño.
Ella presionó un botón y una pequeña bandeja se deslizó hacia delante
por su cuenta. Sentí que mis ojos se abrían. Toda esa maquinaria
complicada en esta época era tan fácil —un simple toque, y la magia
pasaba.
Abrió la cubierta y sacó un disco de plata.
—Colocas el CD en la ranura, presionas el botón en el estéreo, y allí lo
tienes. Puede girar el volumen hasta diez; nadie puede oír. Esta habitación
está insonorizada. Los músicos escuchar sus CDs en un volumen irrazonable.
Ella giró la perilla hasta ajustar el diez y cerró la puerta detrás de ella,
dejándome en el silencio... por un momento.
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Metí mi mano en la caja del CDs, esperando alinearlos como corresponde
cuando la música salió de los altavoces. Me puse de pie y me alejé del
estéreo.
La melodía de Handel era ―Se pietà‖ y se desplazó por toda la habitación,
flotando sobre las paredes de espuma y el piso alfombrado. Finalmente, se
instaló en mí. El sentimiento de cuerdas prolongadas y vibraciones de
violonchelos, fluía a través de mi cuerpo como sangre. Violines —muchos
de ellos— cuántos, no podía descifrar. Casi podía sentir el arco
moviéndose a través de las cuerdas. Mis labios se separaron, y mi aliento se
escapó en una exhalación lenta. Los violonchelos vinieron después —las
bajas cuerdas de melancolía hicieron un rollo de piel de gallina sobre mis
brazos. Extendí la mano y toqué los pequeños agujeros del lugar donde la
música salía. Podía sentir a la máquina vibrando de sonido.
¿Cómo demonios era esto posible? ¿Había pasado tanto tiempo que los
humanos eran capaces de contener toda la música que quisieran?
¿Guardándola en un lugar para que pudieran escucharla una y otra vez?
Llevé mi mano a mi pecho cuando una mujer comenzó a cantar una
melodía. Su voz cayó a torrente por las notas, se elevó con los violines y
emparejó la armonía de los violonchelos. No podía ayudarla —despacio
me arrodillé en el suelo y cerré mis ojos. Era una especie de belleza que no
podría haber comprendido antes de ese momento— la música que por fin
podía sentir con mi cuerpo y mi alma.
En 1740, la ópera era popular, pero tuviste que viajar para asistir a las
representaciones. Ahora estaba en la sala auditiva de la Escuela Wickham
Boarding. Cerré mis ojos con más fuerza y dejé que el sonido pasara a
través de mí. Como un susurro sobre piel desnuda, los diminutos cabellos de
la nuca se erizaron. Sentí un par de manos descansar sobre mis hombros.
Mantuve mis ojos cerrados.
¿Todavía aprendes italiano? una voz me susurró al oído. Excepto que la voz
en mi cabeza y yo estaba recordando la última vez que había oído esa
canción —en 1740, en París, con Rhode.
—Tú no estás realmente aquí —susurré.
¿No te lo dije? A donde quiera que vayas, iré, la voz susurró.
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Pero yo sabía que estaba sola en esa sala auditiva, en un siglo no supe
nada sobre... el fantasma de Rhode como mi única compañía.
—¿Qué estás haciendo? —dijo una voz que claramente no era de Rhode.
Mis ojos se abrieron. Tuve razón. Justin Enos mantuvo la puerta abierta y el
trío pasó por detrás de él, mirando hacia mí a través del cristal. Tuve la
súbita comprensión de que yo estaba sobre mis rodillas, y me levanté del
suelo inmediatamente. —Escuchar —dije, aunque fuera más bien un grito.
Justin hizo un gesto a la música. —¿Puedo?
Asentí, sin saber qué estaba haciendo allí. Jugué sin rumbo con el CD. Él
bajó el volumen entonces la canción no fue más que un susurro.
—¿Por qué estás aquí? —le pregunté.
—Quería saber lo que estabas escuchando, porque la expresión de tu
rostro era como si estuvieras sufriendo o algo así. Pero era sólo música
clásica.
—No es sólo clásica.
Sus cejas se fruncieron, y aparté la mirada de nuevo hacia los CDs.
Pero yo tenía que mirar de vuelva.
La camisa de Justin estaba desbrochada con un solo botón muy distante
—lo suficiente para que pudiera ver la hendidura entre los músculos de su
pecho. Un barranco profundo de piel bronceada. Quería dirigir mi dedo
sobre él. Era sólo un simple y pequeño botón, pero parecía como si fuera
un botón olvidado, como si vestirse a toda prisa era algo que hacía con
frecuencia.
Siguió mis ojos, miró su camisa, y de inmediato alcanzó sus largos dedos
hasta el final para cerrar el botón. Agarré un CD de la caja,
decepcionada.
—Parece como nunca hubieras escuchado música antes —dijo.
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—No lo he hecho —dije—. No así. —Me centré en el último nombre en un
CD en la caja. Madonna, un compositor del que nunca había oído hablar.
Coloqué el CD con los otros cuyo apellido comenzaban con M.
—¿Nunca has escuchado música en un estéreo?
—No exactamente.
—¿Y has elegido ópera?
Alcé la vista. La expresión de Justin era una mezcla entre asombro y
absoluta confusión. Tal vez pensó que era extraña, pero en ese momento,
podía sentirlo —él estaba fascinado. Mis ojos viajaron por encima del
hombro a uno de los hermanos Justin asomándose en la sala auditiva, el
mayor, el que tiene pendientes en la oreja. Detrás de él, los miembros del
trío se rieron el uno al otro, ocultando su boca al girar sus cabezas cuando
vi sus ojos.
—Tengo que irme —dije, empujando el último CD descuidadamente al
final de la fila. Empujé por delante de modo que mi hombro rozó el brazo
de Justin. Estaba caliente, como si hubiera estado sentado en el sol.
Mientras me alejaba, más allá de ellos, no miré hacia atrás. A pesar de que
se reían a mi costa, pude sentir las vibraciones de la mujer soprano en
medio de mi pecho —en algún lugar muy cercano a mi corazón.
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Capítulo 6
Traducido por sary_meles & Fletcherized
Corregido por Ginabm
rimer día de clases. ¿Qué ponerme?
En Wickham no llevan uniformes, por lo que fue un desafío. El clima
era todavía tan caliente a pesar de ser principios de septiembre. Jeans y
una sencilla camiseta sin mangas negra —eso es una apuesta segura.
Nada de colores extraños fuera de moda. Sólo simples. Tony dijo que se
reuniría conmigo fuera de Seeker para que podamos caminar juntos a la
asamblea. La unión hace la fuerza pensé, después de mi desastre en la
sala auditiva con Justin.
Era la mañana de mi primer día de escuela, tenía unos minutos antes de
reunirme con Tony. Entré en mi cocina. Era un pequeño cuarto, con
modestos armarios de madera y un pequeño espacio en el mostrador.
Estaba surtido de sartenes, cubiertos y otras herramientas de cocina. Sin
embargo, los elementos más importantes estaban en el mostrador a la
derecha del fregadero.
Las especias y flores secas estaban apiladas ordenadamente en latas
negras, circulares en la pared. En el recipiente más pequeño se podía leer
diente de león. Por supuesto, pensé, diente de león seco o deshidratado.
La cabeza de la flor seca es del tamaño de una moneda de diez centavos
y está destinado a ser llevado para la suerte. Si tenía que integrarme a la
vida humana como Rhode había pedido, necesitaba de toda la suerte
que pudiera conseguir. Eso, y un reloj parecían residir en mi mente. Durante
los momentos de silencio cuando las distracciones de este nuevo año
disminuyeron, podía oír los segundos llevándome al pasado. Cada tic-tac
me trajo más y más a la noche final del Nuit Rouge. Negué con la cabeza
para deshacerme de esos pensamientos, puse una cabeza de león en mi
bolsillo, y tomé un manojo de romero, que ya estaba atado.
Pegué una tachuela en la puerta y colgué el romero en la misma. Hice
esto para que cada vez que volviera a mi apartamento, —el lugar que
seguramente que iba a llamar a casa—, nunca me olvide de dónde
vengo. Y cuánto más lejos todavía tenía que ir.
P
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Agarre mi mochila y cerré la puerta detrás de mí. Di unos pasos hacia
Seeker y me encontré con Tony en el césped, tendido de espaldas con las
manos detrás de la cabeza, tomando el sol de la mañana. Saque el
sombrero de ala ancha de mi cabeza. Tony llevaba los pantalones
vaqueros rasgados y un cinturón decorado con tachas de metal.
—¿No tienes miedo de quemarte? —le pregunté, y coloqué las gafas de
sol sobre mis ojos.
Tony brincó. Me señalo de tal manera que su mochila quedó colgando
sobre su codo derecho.
—Bueno, el guardia de seguridad me dijo que vives en el viejo lugar del
profesor Bennett.
—Si te refieres al apartamento de la planta superior, entonces sí, —dije.
—Al apartamento de la planta superior, —Tony dijo burlándose de mí,
exagerando mi acento británico. Parpadeó dos veces y dejó caer su
mandíbula—. El profesor Bennett murió en julio, —aclaró Tony. Sus ojos
estaban muy abiertos y entreabrió sus delgados labios. Él estaba
esperando que yo reaccionara. Cuando no lo hice, continuó.
—Todavía no sé cómo murió, salvo que tenía dos agujeros en la garganta.
Hecho que todos los psíquicos y excéntricos de la ciudad demandan que
fueron vampiros.
Rodé mis ojos... Rhode.
—¿Y? —le pregunté—. ¿Qué tiene eso que ver con que yo viva ahí?
—Es septiembre. El hombre murió hace dos meses. ¿Qué no te asusta en
absoluto?
Me encogí de hombros. —En realidad no. La muerte nunca me ha
molestado.
—¿Por qué no me sorprende, Lenah? —preguntó Tony, y lanzó su brazo
sobre mi hombro—. Supongo que tampoco te preocupan los vampiros.
—¿Crees que existen? —le pregunté.
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—Cualquier cosa es posible.
No, Tony, pensé. No cualquier cosa. Algunas cosas, las cosas peligrosas.
Otros vampiros podrían haber vivido en Lovers Bay, Massachusetts, aunque
yo nunca había oído hablar de ninguno en esta parte del mundo. Los
vampiros generalmente saben el uno del otro, geográficamente, es decir
—y de cualquier manera, ¿qué podría haber hecho si estuvieran allí?
—¿Y tú? —me preguntó— ¿Crees que existen?
—¿Por qué no? —le contesté.
Tony me abrazó más cerca de él por lo que mi hombro izquierdo se
apretaba contra su caja torácica y yo podía sentir su calor corporal. La
cercanía repentina me hizo agua la boca. En los vampiros se lleva a cabo
una especie de salivación en donde los colmillos bajan y luego el vampiro
siente el instinto de morder. Me aparté y pretendí buscar algo dentro de mi
mochila.
El bombeo de mi corazón hizo eco dentro de mí, y yo puse una mano
sobre mi pecho, como si de esa forma se pudiera calmar. Saqué un
documento oficial de la parte inferior de la bolsa y fingí mirarla. ¿Se me
había hecho agua la boca por el calor del cuerpo de Tony? ¿Quería su
sangre? Me concentré en algunas hojas afiladas de la hierba. Tragué para
asegurarse de que la saliva se había extinguido.
Miré a Tony. Había caminado por el sendero unos metros por delante de
mí. No pude dejar de notar la manera en que caminaba: un paso largo
con un salto pequeño. Sus pies eran un poco grandes para su cuerpo,
también. Llevaba un par de botas negras ese día, aunque una era
diferente de la otra. No estoy segura si alguien con vista normal se habría
dado cuenta, pero las costuras alrededor de la bota derecha eran
diferentes de la de la izquierda.
—¿Vienes? —me llamo Tony—. La Asamblea iniciará sin nosotros.
No, me decidí. Yo definitivamente no quería que su sangre.
Me puse de pie y corrí para alcanzarlo. Cuando llegué al lado de Tony, él
me sonrió y continuamos por el camino. La actitud despreocupada de
Tony hizo fácil para mí ocultar mis instintos de vampiro. No parecía
importarle cuando actuó de manera extraña. Me pasé la lengua por los
dientes delanteros antes de hablar. Tenía que asegurarme de que...
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—¿Eres originario de Lovers Bay? —le pregunté, tratando de distraerme de
lo que acaba de suceder.
—Sí. —Tony suspiró—. Mis padres viven justo en la frontera de Lovers Bay, en
realidad, bueno, en lo interesante de la ciudad.
—¿Interesante? —pregunté.
—Déjame ponerlo de esta manera: Te asustas de sólo mirar por la calle.
Me sonrió. Directamente...
—Entonces, ¿Cómo clasificarías la habitación del profesor? —preguntó
Tony— todo el mundo tiene que vivir en un dormitorio regular.
—Mi papá lo alquiló para mí por los dos años en que vendré a la escuela
aquí, —le expliqué.
—Wow —dijo Tony, enarcando las cejas. Se dirigió por el camino hacia el
edificio Hopper. A medida que caminábamos y dábamos vueltas y
revueltas por los pasillos, miré a la cara de Tony. Tenía la mandíbula suelta,
pero sonrió de una manera feliz, relajado. Tony era amable, dulce, y yo
podía sentir su energía. Los vampiros pueden sentir la energía humana y
recoger las intenciones emocionales de quienes los rodean. Tony nunca le
haría daño en su vida a alguien como yo, ni había sentido miedo
incesante. Quería protegerlo de cualquier manera que pudiera y antes de
que supiera lo que estaba pasando, mi mano estaba llegando a la suya.
La dejé caer a mi lado y fingí como si nada pasara. Por suerte, no se dio
cuenta.
Fuera de los dormitorios, en los pasillos, y en el césped, más estudiantes se
lanzaban uno sobre el otro, llorando de felicidad y se tomaban fotos con
sus teléfonos celulares.
Tony tendió el brazo hacia mí. Él utilizó su dedo índice para fingir que
estaba tomando una foto.
—¡Oh, Dios mío! —exclamó él, y puso una mano sobre su corazón—. Tengo
que tomarte una foto porque, no te he visto en cinco minutos. ¡Posa!
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Puse mi mano derecha en la cadera y sonreí genuinamente. Tony dejó
caer los brazos a su lado, y su rostro decayó. —¡Se puede posar mejor que
eso!
—¿Cómo debo posar? —pregunté, sin saber qué tipo de pose es
aceptable en este siglo.
—Olvídalo, Lenah —dijo él, riendo.
Tony me agarró la mano y me condujo por el camino. Me sonrió, y dejé
que me jalara con sus dedos alrededor de los míos. Pero sus dedos no
tenían edad. Negras manchas de pintura salpicaban sus manos y dedos.
Tenía los dedos suaves, sin desgaste, y me di cuenta de que Rhode fue la
última persona que me sostuvo de esa manera. Solté la mano de Tony.
—¡Yo estuve en Suiza por dos meses! —Una chica más joven gritó junto a
nosotros mientras se sujeta a su amiga en un fuerte abrazo—.¡Y tu cabello
es tan rubio!
Tony me miró por el rabillo del ojo y luego una risa ahogada.
Mi percepción extrasensorial era como una señal de radio, que se
mantiene recogiendo las emociones de la gente que me rodea. Había
tantas: emoción, nostalgia, pena, ansiedad —podría enumerar un sinfín de
emociones.
El camino serpenteaba, estábamos en frente del dormitorio Quartz. Yo no
podía dejar de mirar a la ventana de Justin. Estaba oscuro, pero la
ventana estaba abierta y se veía una taza de café en el alféizar de la
ventana.
A medida que seguí a Tony, me obsesioné con los estudiantes que
interactuaban entre sí. Si se suponía que debía ser uno de ellos, tenía que
actuar como uno de ellos. Llevaban joyas de plata o caros relojes de oro, y
accesorios de todo tipo. Muchas de las niñas peinaban su pelo hacia atrás
con los clips de carey. Tal vez podría encontrar algo para mí en las tiendas
de ropa. Casi se me olvida la promesa de Tony para que me enseñe a
conducir. Con la introducción de mi nuevo trabajo y mi fascinación con los
manuales de autoayuda, yo no le había recordado a Tony su promesa.
—Tengo un trabajo, —dije mientras esperábamos en la línea de los
estudiantes que se congregaban para entrar en Hopper.
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—Eso explica lo del sábado. Yo vine a Seeker para verte, —dijo Tony—.
Debes haber estado trabajando. ¿En donde?
—En la biblioteca.
—Mal negocio. Yo trabajo para el anuario. Es una especie de práctica
estudiantil —explicó Tony.
—¿Anuario? ¿Qué es eso? —pregunté. Entramos por debajo de la sombra
del toldo del edificio Hopper, y me recojo el cabello que cae hasta mis
hombros y lo sujeto con un clip de color negro.
—¿No sabes lo que es un anuario? —Tony me dio una mirada que decía,
¿Cómo podrías NO saber lo que es? Sin embargo, se desvaneció
rápidamente—. Es el libro que sale al final de cada año escolar. Tomamos
fotos durante todo el año, grabamos lo que sucede, y lo que pasamos
juntos. Para, recordar. Lo que pasó.
—¿Así que tomas las fotografías?
Tony asintió con la cabeza.
—Debo tomar algunas fotos de la primera asamblea. Todo el mundo lleva
siempre sus mejores galas. Es realmente molesto.
—¿Ese es tu mejor cinturón de tachas? —, pregunté, sonriendo.
Sacó una cámara del bolsillo tan rápido, que ni siquiera sabía lo que
estaba sucediendo. A continuación, una luz brilló en mis ojos. Grité tan
fuerte que la parte posterior de la garganta me quemaba. El grito fue
rápido y corto, pero suficiente para tener todos los estudiantes alrededor se
voltearan a mirarme.
Tony se rió y rió. —Wow —dijo—. Debería asustarte más a menudo.
—¿Estás loco? no puedes deslumbrar a alguien con una luz brillante.
Podrías hacerles daño.
Tony puso una mano sobre mi hombro —Lenah, es sólo una cámara. Tal
vez te agrade más mi cámara falsa, pero ésta no te lastimará, lo prometo.
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Bien, pensé. Debe aprender a controlar eso.
La fila de los estudiantes comenzó a moverse.
—Gracias por caminar conmigo hoy —le dije.
—No tienes que darme las gracias. Me gusta. Todos los chicos en la
escuela piensan que eres sexy, así que esto funciona para mí. Te seguiré a
clase, a tu dormitorio, a la calle principal, —dijo con una sonrisa a medida
que avanzábamos en la puerta de Hopper.
Hubo un tirón en mi corazón. Miré al suelo como la imagen de debajo de
mis pies pasó de la hierba al azulejo del vestíbulo del edificio Hopper.
Donde quiera que vayas, voy a ir... se hizo eco en mi cabeza.
Caminé junto a Tony en un mar de estudiantes, aunque yo no formaba
parte de ello —o no sentía como que lo fuera, de todos modos. Yo no
podría saltar sobre alguien, abrazarlo, o contarle algo que no los
espantaría fuera de mi vida para siempre. Y allí, en la lenta fila que se
movía hacia el auditorio, los recuerdos de la ópera regresaron a mí.
***
PARÍS, FRANCIA-OPERA, INTERVALO
1740
Apagué las llamas de las velas con la punta de mis dedos y esperé en la
oscuridad. Allí, en la sombra de los asientos de terciopelo y oro, una pareja
entró en el balcón. Yo los maté a los dos antes de que terminaran de dar
un grito. Yo nunca había asesinado a nadie en público antes. Eran una
pareja real bien refinada, y su sangre de un sabor dulce,
sorprendentemente fue satisfactoria. He utilizado sus cuerpo como
reposapiés para el primer y segundo acto de la ópera Giulio Cesare, mi
favorito.
Una línea de sangre escurría por la parte delantera de mi vestido de seda,
manchado mis zapatos color mandarina, pero yo esperaba algo más —El
alivio de la completa agonía que residía en mi mente; eso es lo que
sucedía después de asesinar a una víctima. Había un instantáneo pero
breve alivio del dolor emocional. Me senté en el asiento de felpa y apoyé
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los pies en el pecho del joven que había asesinado. Seguramente vendría
ahora, en cualquier momento....
Otra gota carmesí cayó, aferrándose a las perlas blancas que daban la
vuelta a mi vestido. El propio vestido era de un color rojo intenso, la seda
más fina de París. Esperé, desinteresada en la charla de la gente que
esperaba el acto final de la ópera. Sólo me di cuenta de que una larga
gota de sangre cayó de mi barbilla cuando salpicó en mi escote.
Parecía como si una mano invisible pulsara sobre cada pulgada de mí ser.
Mis hombros y mis brazos estaban tensos como piedra dura. Esperé... y
esperé el alivio. Suspiré, por costumbre, y miré hacia abajo en la palma de
la mano inmóvil de la joven bajo mis pies. Siempre será de esta forma,
pensé, y pateé su mano con despecho. Incluso si aún estuviera con vida, el
dolor maníaco corriendo por mis venas nunca se calmaría—siempre sería
así, una tempestad, nunca una brisa.
La cortina se levantó, y yo cerré los ojos, en espera de ser engullida por
oscuridad y el sonido. Estaría segura ahí, en la oscuridad de mi mente. El
único lugar al que sabía que podría ir para olvidar aunque fuera por un
momento en lo que me había convertido. La orquesta comenzó a tocar, y
dejé que los violines formaran colores de paz —blancos, azules, y toda una
sinfonía de color. Violines se arremolinaban en mi cabeza. Pude ver las
fibras de marfil de los lazos al cruzar las cuerdas, una y otra vez.
La soprano de la obra llenó la sala desde el escenario. Ella comenzó su
aria, ―Se pietà.‖ Dio una nota sorprendentemente alta, aunque no tuve
reacción física a su belleza. La reacción de la masa de gente me dijo que
no era una cantante de opera común —ella fue capaz de mover a la
gente a través de su cuerpo, a través de su alma. Para mí, el aria apagó la
luz. Disminuyendo la chispa para que pudiera sumergirme en el sonido.
Agarré la silla cuando me di cuenta de un cambio en el aire y un par de
manos me acariciaban suavemente los hombros. Entonces los labios de
Rhode estaban cerca de mi oreja. Se sentó a mi lado. —¿Aún no aprendes
italiano? —susurró.
Negué con la cabeza, mis labios separándose.
—Que mal —dijo. Su mentón casi descansaba en mi hombro.
—¿Qué está diciendo ella? —susurré.
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—Que ella es Cleopatra... y su gran plan se derrumba a su alrededor.
El amor que Rhode sentía por mí, corría de mis hombros, hasta mis pies, y
yo deseaba poder temblar. La emoción vampírica del amor funciona
precisamente de esta manera, como una reacción —una satisfacción—
de alivio. Asesinar a mis víctimas por su sangre ya no funcionaba. El amor
que Rhode y yo compartíamos era todo lo que había dejado.
—Ella piensa que su amor está muerto, —dijo.
Abrí los ojos para mirar Rhode —esa cara rugosa, cuyas facciones se
suavizaban sólo para mí. Se sentó a mi lado. El cantante, vestido con un
traje de Egipto, se llevó las manos a sus costados y se arrodilló ante la
cama del escenario.
—La cacería ha perdido su diversión —dije.
Alrededor de Rhode y yo, la voz del cantante hacía un crescendo con la
orquesta— era una belleza ensordecedora. Sentí la creciente emoción de
la multitud, la unión de su felicidad. Me dolía.
—La música me calma. Pero sé que voy a olvidarme de mí misma de
nuevo. La barbarie se impone, el dolor vuelve, y la nostalgia se presenta...
siempre lo hace. ¿Cómo lo soportas? —le pregunté—. Estoy al borde del
abismo.
—Tú —dijo con calma, con toda claridad. Tomó mi mano en la suya y llevó
mis dedos a su boca. Bajo las uñas quedaba un poco de sangre —lo lamió.
—Pienso en ti, y eso es suficiente.
—¿Cómo?
—Se nos permite muy poco, Lenah. No concentro mis energías en el dolor,
sino en lo que puedo hacer para evitarlo.
—¿Así que soy tu distracción?
—Tú, —dijo, su cara muy cerca de la mía—, eres mi única esperanza.
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Estudié las hermosas facciones de Rhode. Sus ojos estaban fijos en los míos
esperando una reacción. Me puso una mano en la mejilla.
—Me di cuenta. Ahora sé. Que ninguna cantidad de sangre o violencia
aliviará la pérdida que experimento todos los días. Quiero correr mis dedos
a lo largo de la piel y sentirla. Quiero dormir, despertar, reír con una
multitud. Esto —apunté a la pareja muerta— ya no es suficiente.
Rhode llevó mis dedos de vuelta a sus labios. Cerró sus ojos mientras el aria
aumentaba a nuestro alrededor
—Vamos —dijo, abriendo sus ojos y luego se paró.
—¿Ir adónde? —pregunté
—Donde sea —dijo. Sus ojos puestos en los míos y cavó profundamente en
lo que hubiera sido mi alma, si tuviera una—. Donde sea que vayas, iré —
dijo. Salimos del balcón, el único indicio de nuestra presencia... la
carnicería.
***
—Por aquí, Lenah —dijo Tony, y yo negué con la cabeza, centrándome de
nuevo en la puerta de entrada al auditorio.
Una vez que entramos, pude ver por qué Rhode me había enviado a
Wickham. Era fácilmente la escuela más elegante que he visto. El auditorio
rivalizaba con algunas de las casas más hermosas que había
experimentado en los últimos cinco siglos. Las paredes y los techos eran
modernos. Nada en mi casa en Hathersage estaba hecho de metal, sólo
piedra y madera. Wickham era diferente. Era el tipo de lugar donde las
luces estaban encerradas en vitrales y se iluminaban con el empuje suave
de un dedo. Los asientos se levantaban y a lo lejos se divisaba un podio en
el centro de la habitación. Las escaleras que conducen a las muchas filas
de asientos estaban forradas con una alfombra roja y el camino estaba
iluminado.
—Sólo la escuela superior tiene una asamblea aquí —Tony explicó mientras
subíamos las escaleras. Muchos de los estudiantes estaban congregados
en grupos pequeños.
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—Siéntate aquí —dijo Tony, y me mostró a unas cuantas filas de asientos a
la izquierda. Todos los chicos ya sentados allí estaban vestidos como Tony.
Algunos tenían colores interesantes de pelo, y un chico mayor tenía la
boca y la ceja perforada. Gavin, un vampiro de mi aquelarre, adoraba las
estacas y los cuchillos. Él habría disfrutado perforarse a sí mismo. Tal vez se
había hecho algo ahora.
No había visto a Justin. Tengo que admitirlo, esperaba verlo. A pesar de
que veo a su horrible novia, Tracy Sutton, y sus dos amigas sentadas en el
pasillo. Las auto-proclamadas Tres-Piezas estaban sentadas juntas, con las
cabezas cerca, susurrando. Tracy levantó la vista y me atrapó viéndolas.
Aparté la vista. Cuando me senté, me quité la mochila y la puse a mis pies.
No lo pude evitar. Me volví hacia ella y vi su boca moverse. Ella se inclinó
hacia la más pequeña de las chicas rubias y dijo —La chica nueva está
sentada con los artistas.
La niña rubia pequeña volvió la cabeza y miré hacia otro lado lo
suficientemente rápido.
—Ella es linda —dijo la pequeña.
Tracy se burló. —Como sea. Ella es más pálida que yo a mediados de
noviembre, ¿y qué hay de ese tatuaje en su hombro? ¿No querrás decir
que es rara?
En ese momento casi escuche el sonido de la aguja entrando en mi piel.
Con la palma de mi mano en la frente, me dije que era una estúpida por
haberlo olvidado. Me había olvidado completamente de mi tatuaje. Unas
palabras están tatuadas en la parte de atrás de mi hombro izquierdo. Sólo
los de mi aquelarre tenían estas palabras tatuadas es su piel:
MALO ES AQUEL QUE PIENSA MAL.
Presioné mis labios y miré la habitación. ¿Qué iba a hacer? ¿Cómo
explicaría esa frase a todos lo que la vieran? Especialmente las chicas de
las Tres-Piezas. Apoyé la espalda en el asiento para que nadie más fuera
capaz de ver el tatuaje. Solté mi pelo aunque sabía que cuando caminara
o me moviera todos podrían verlo. Las tiras de mi camiseta eran
extremadamente delgadas. Fue una elección de modas pobre, pero no
tenía tiempo para correr a través del campus y cambiarla.
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~82~
Foro Purple Rose
Odiaba poder leer labios. Odiaba mi vista vampírica. Ojala hubiera llevado
un suéter.
Tony debe haber notado que las estaba mirando a ellas, porque se inclinó
hacia mí. —Manojo de putas.
—¿Por qué se hacen llamar ―las Tres-Piezas‖?
—Porque ellas están siempre juntas. Tres de ellas. Tracy Sutton. Claudia
Hawthorne, y Kate Pierson. Ricas, populares y peligrosas. Kate es una
estudiante de lunes a viernes. Vive con su familia en Chatham.
—¿Cómo pueden esas tres niñas, ser peligrosas?
Casi mientras decía esas palabras, entendí lo que Rhode había querido
decir ese día en los campos tan bien como lo que quiso decir Tony. Estas
chicas eran hermosas sin esfuerzo. Mueven su cabello con facilidad y un
golpe sin preocupación de su mano. Ellas eran peligrosas porque en su
belleza tenían todo su poder.
La señora Williams habló y arruinó mi revisión de las Tres-Piezas.
—Estudiantes y profesores, por favor tomen asiento —dijo por el micrófono.
La charla disminuyo, hubo un alboroto de cuerpos, y después de un rato
todos se sentaron. Aún no veía a Justin por ningún lado.
—Bienvenidos de vuelta. Es mi privilegio ésta mañana, como lo es cada
año, darles la bienvenida a otro año académico en Wickham. ¿Cuál es mi
deseo? Para ustedes que logren el nivel más alto de educación posible.
Que crezcan no sólo académicamente sino también como adultos
jóvenes. Aquí en Wickham ustedes son el mejor ejemplo del futuro de este
país. Y como escuela superior, son el ejemplo para el resto del Internado
Wickham.
—Bla bla bla —susurró Tony en mi oreja derecha, y mi pecho se calentó.
Estaba contenta de tenerlo a mi lado.
—Antes de sumergirnos en los cambios que hay en el calendario, hay una
noticia importante, hemos aceptado sólo a cuatro estudiantes para que se
unan a la escuela superior este año. ¿Pueden todos bajar al podio, por
favor? Lenah Beaudonte, Elizabeth McKiernan, Monika Wilcox, y Lois
Raiken.
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Mi estómago se retorció. Esto no iba a ser bueno.
A mi izquierda, tres estudiantes se levantaron y comenzaron a bajar por el
largo pasillo hacia la Sra. Williams. Miré a Tony, mis ojos muy abiertos y mi
boca retorcida. Llevó su mano sobre su boca. Sus grandes hombros se
movieron de arriba abajo. Incluso aunque su boca estaba cubierta, pude
ver que las manzanas de sus mejillas estaban rojas de alegría. Si él sólo
supiera lo que mi tatuaje significaba… una vez que me parara, todos
podrían verlo. Todos preguntarían.
Me paré. No te caigas, rogué. No te atrevas a caer. Di un paso, los pies
calzados con sandalias, uno a la vez. Me quité el sombrero de ala ancha
por lo que el borde se aplastó con mi mano derecha. Lento, pero seguro,
iba camino a la Sra. Williams. Fui cuidadosa de no mirara a nadie, excepto
a las escaleras frente a mí. Y pude oír a alguien susurrar. El tatuaje era
pequeño. No más grande que la impresión promedio de libros de texto,
pero la letra cursiva garabateada era específica. La escritura a mano que
Rhode había grabado en mi piel con tinta, sangre, la llama de una vela y
una pequeña aguja.
La Sra. Williams caminó hacia la izquierda del podio para dejarnos espacio.
Los otros tres estudiantes se pusieron enfrente de la audiencia, yo hice lo
mismo. Entonces sentí una mano en mi hombro izquierdo.
—¿Por qué no vas primero Lenah? Sólo diles un poco sobre ti —ella susurró.
Me paré frente al micrófono. Suponía que tenía que hablar como había
visto hacerlo a la Sra. Williams, exagerando la voz, incluso si yo tenía una
voz suave.
El cuerpo estudiantil me miró. Cientos de ojos mortales me miraron y
esperaron a que yo dijera algo que me definiera dentro de su mundo.
—Soy Lenah Beaudonte, y esto es completamente mortificante.
La risa estalló. Pude sentir que se estaban riendo conmigo y no de mí. Mis
manos se apoderaron de un lado del podio. Busqué a Tony, quien me dio
unos pulgares—arriba. Fue entonces que noté a Justin Enos sentado en el
asiento directamente detrás de mí. Mi corazón golpeó en mi pecho y tuve
que mirar a otro lado. Él también había visto el tatuaje. Debe haberlo visto.
De cualquier manera, él lucía increíble. Incluso delicioso. Su piel estaba
bronceada, un color oro que solo se podría conseguir estando en línea
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directa con el sol. Me pregunté por un instante si lo tocara, cuan caliente
estaría.
—Soy de un pequeño pueblo en Inglaterra, lo pueden notar por el acento.
Tengo dieciséis, y… bueno, supongo que es todo por ahora.
Caminé de vuelta a mi asiento, esta vez exponiendo mi tatuaje a los
profesores quienes estaban sentados detrás de mí. Todo el tiempo que subí
las escaleras, conecté con los ojos de Justin. Sus labios dejaron en claro lo
que estaba pensando. Me sentí como un híbrido; mitad bestia, mitad
humano, porque era fácil para mí leerlo. Él me miró fijamente, con una
sonrisa de satisfacción. Una donde sus labios apenas se apoyaban en el
borde de una sonrisa. Él no tenía que hablarme bajo la lluvia. Él no tenía
que decirme nada en voz alta porque lo dijo todo con sus ojos.
Te deseo.
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Foro Purple Rose
Capítulo 7
Traducido por LizC
Corregido por V!an*
an pronto como la Asamblea había terminado, todo el mundo
comenzó a moverse hacia la salida. No quería parecer muy
dispuesta frente a Justin, así que cuando Tony y yo finalmente nos
pusimos de pie para hacer nuestro camino a clase, me di la vuelta
casualmente. Pero Justin se había ido. No me gustaba esta posición. ¿No
se suponía que él tenía que seguirme? No se suponía que debía estar
preguntándome acerca de él, esperando que él estuviera detrás de mí.
Qué frustrante.
Una vez estábamos en el pasillo, puse mi mochila cerca de mi cuerpo para
que mi tatuaje estuviera cubierto.
—Ese tatuaje es realmente genial —dijo Tony, confirmando mis temores.
Salimos del auditorio por el pasillo principal de Hooper.
—Oh, no es nada —contesté.
—¿Nada? Ese tatuaje no es nada. ¿Cuándo te lo hiciste? ¿Quién te lo
hizo? Eso es un poco de tinta en serio.
—Un artista en Londres —dije, aunque mi mente trajo consigo un recuerdo.
Estaba en Hathersage, boca abajo en el piso de la sala de estar. Debajo
de mí había una alfombra persa, roja escarlata, que Rhode compró de
regreso de la India en algún momento del siglo XVI. Un fuego rugía en la
chimenea de gran tamaño. Estaba en topless, pero sólo mi espalda estaba
expuesta. Rhode estaba de rodillas trabajando en la escritura en mi
espalda.
Alrededor de Tony y yo, los estudiantes vagaban por los pasillos, la mayoría
con las carpetas de Wickham en sus manos. Debía haber sido cien
estudiantes intermedios vagando por los edificios Hopper. El momento me
recordó a un castillo en Venecia durante el carnaval. Cientos de
venecianos disfrazados sosteniendo máscaras en sus rostros. Leones,
plumas, gemas brillantes, y copas fluyendo derramándose en el suelo. Al
T
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Foro Purple Rose
igual que este momento, era encantador estar rodeada de tantos
desconocidos. No había ninguna cara que reconociera, sólo los ojos que
capturaban mi mirada. Sin embargo, en 1605, en mi confusión, asesiné al
gran Duque Marino cuando se negó a dejar de seguirme a lo largo del
castillo. Le rasgué su cuello por completo y estaba muy ―lleno‖ antes de
que el amanecer se apoderara de los canales de Venecia. Me arrepentí
mucho de todo eso al día siguiente, ya que no tenía idea que había
asesinado a mi anfitrión. ¿Qué podía hacer una chica? Él continuaba
siguiéndome por ahí diciéndome lo hermosa que era. Además, estaba tan
aburrida.
—Así que, ella está sentada allí en sus rodillas. Como, llorando —dijo una
voz, arrastrándome fuera de mi memoria. Tracy estaba en el pasillo y volcó
su cabello por encima del hombro. Ella hablaba con los miembros del Trío,
así como Justin. Estaban de pie a su alrededor en la base de unas
escaleras. Había unas cuantas otras chicas de pie sobre ellos que no
conocía. Tracy golpeó a Justin casualmente en el hombro—. Justin va allí y
dice, como, ¿qué diablos te pasa?
—¿Qué te dijo? —Una de las chicas que no conocía le preguntó mientras
bebía de un refresco. Tracy miró a Justin, pero él simplemente se encogió
de hombros como respuesta.
—Ella mintió. Dijo que nunca había escuchado música en un equipo de
música antes.
Justin levantó la vista del grupo y cuando cerró sus ojos se centraron en mí,
sus ojos fueron atentos, sorprendidos, incluso. Mis mejillas se calentaron, y
sentí un movimiento en mi pecho, quería gritarle a Tracy y tirarla al suelo. En
su lugar, suspiré y me volví hacia Tony, quien sonrió como disculpándose.
—El piso de Inglés está allá arriba —dijo, y señaló a una escalera—. Puedo ir
contigo, si quieres.
La posición en la que estaba con Tracy no era para ser tomada a la ligera.
Tenía que ir sola. —No —dije, aunque mi tono fue amable. Miré de nuevo al
grupo, pero habían empezado a subir las escaleras—. Voy a estar bien —
dije, agradecida de no tener que pasar por ellos después de que
acababan de hablar acerca de mí de esa manera.
—Nos vemos esta noche. ¿En la cena?
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Asentí con la cabeza y comencé a subir.
—¡No te olvides! —dijo Tony, gritando detrás de mí. Me di la vuelta—. M-D-P
—dijo, pronunciando las letras—. Un Montón de Perras.
Me reí y subí las escaleras.
***
Inglés Avanzado. Aparentemente, cuando hice la prueba de nivelación la
mañana del sábado, había calificado como ―más alto que el mejor
alumno del año pasado‖.
En el segundo piso había puertas hechas de caoba con ventanas de
vidrios revestidos y suelos de baldosas brillantes. Caminé por el pasillo, más
allá de dos o tres puertas de cristal, y le eché una mirada a mi horario.
Presioné una puerta de madera con los números 205 pintados en negro y
entré a Inglés Avanzado. Este salón de clase tenía una forma semicircular,
una pizarra en el centro de la sala, y el profesor de pie en el medio era un
hombre llamado Profesor Lynn. Él era un hombre de baja estatura, con una
complexión ligera y una línea de cabello en retroceso. Su calva era del
tamaño de medio dólar.
La mayoría de los estudiantes estaban simplemente tomando sus asientos.
No vi a nadie conocido, salvo Tracy. Me senté lo más lejos de ella como
fue posible. Mientras caminaba, vi a una familiar curvatura de la columna
vertebral sentado al lado de Tracy. La persona tenía una amplia y bien
tonificada espalda, que estaba escondida debajo de una camisa de
botones negra. Era Justin y estaba sentado junto a Tracy. Me senté sin mirar
en su dirección.
El profesor Lynn se dirigió a la clase desde la escritura en la pizarra.
—Kate Chopin. El Despertar, 1899. ¿Puede alguien decirme si esta novela
es una novela de romance, o de suspenso? ¿De qué género es? —
preguntó el profesor Lynn, capturando mi mirada. Así que supongo que
sólo vamos a entrar de lleno en esto, pensé.
No le respondí. En su lugar, saqué el libro de mi bolso. Era uno nuevo, una
copia de tapa blanda que había comprado con Tony en la librería.
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—¿Alguien? —presionó el profesor Lynn. Una vez más, nadie respondió—.
¿Qué les parece nuestra nueva cómica? —Él se refiere a su lista de clase.
Sabía lo que iba a suceder, gracias a mi capacidad retenida de vampiros
para leer las intenciones emocionales de las personas. Sabía, como por
instinto, que el profesor Lynn quería retarme. Él se acercó a mi mesa y cruzó
los brazos sobre el pecho—. ¿Has leído las primeras cincuenta páginas?
Debe haber recibido una carta y un programa de estudios durante el
verano con las instrucciones.
Asentí con la cabeza. A pesar de que no había recibido ninguna carta
mientras estaba hibernando seis pies bajo tierra, pensé que lo mejor era no
mencionar ese detalle en particular.
—Por qué no nos dices lo que piensa, Srta. Lenah… —haciendo referencia
a su lista—, Srta. Lenah Beaudonte. ¿Cuáles son sus reacciones iniciales del
Despertar?
—¿Qué le gustaría saber? —pregunté sin quitar los ojos del Profesor Lynn.
Me estaba utilizando como ejemplo, marcando el escenario… una lucha
de poder. Después del incidente por las escaleras con Tracy, iba a ganar.
Nuestra miradas eran resentidas, sus ojos implacables. Si el Profesor Lynn
hubiera sido convertido en un vampiro, habría sido aterrador.
—Le pregunté qué pensaba de El Despertar. Las primeras cincuenta
páginas. Cualquier aspecto de ello —dijo el Profesor Lynn. La presunción
de su voz era repugnante. Sólo otro ejemplo de la naturaleza humana,
pensé.
Justin se burló. Yo nunca había estado en un salón de clases antes de este
momento y ya no me gustaba. Tracy frotó su rodilla contra Justin y ambos
sonrieron ante mi bloqueo al responder. Les eché una mirada y luego volví
al Profesor Lynn.
—Bueno —dije—, no soy una chica que le gusta ser controlada. El
personaje principal, Edna Pontellier, fue controlada durante toda su vida.
De eso es el libro. El personaje principal actúa en contra de las restricciones
sociales en su contra. Ella se siente atrapada. Ahora, si está realmente
pidiendo mi opinión y no anticipando mi fracaso en completar la tarea,
creo que es un libro terrible.
Silencio. Luego, carcajadas.
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—―¿Terrible?‖ —susurró Tracy en el oído de Justin, burlándose de mí.
—¿Puede decir todo eso a partir de las primeras cincuenta páginas? —
preguntó el Profesor Lynn, con las cejas enarcadas.
—He leído el libro antes, señor.
Ahora ya no se reían. Me acurruqué más hacia abajo en el asiento y crucé
la pierna izquierda por encima de mi rodilla derecha. Mis piernas parecían
largas y delgadas. El Profesor Lynn caminó hasta su escritorio y luego se
volvió hacia mí. —¿Ya has leído El Despertar?
Tengo un primer ejemplar, una primera edición de tapa dura, en mi casa
en Hathersage, tonto.
—Sí, señor. Tres veces.
***
Una hora más tarde, deje caer mi libro de Inglés en mi bolso. Después de
escanear la sala en busca de Justin, me dirigí hacia la puerta.
—¿Señorita Beaudonte?
Me volví. El Profesor Lynn tendió una nota escrita a mano en un pedazo de
papel. Me eché la mochila al hombro y caminé hacia su escritorio para
recogerla.
—Debido a que tiene tanta experiencia con El Despertar y el resto de la
clase no, voy a asignarle algunas tareas por escrito más que a todos los
demás. No es justo, Lenah. Su experiencia literaria lo pone en una ventaja.
Asentí con la cabeza, aunque estaba en silencio pateándome a mi misma.
Fácilmente podría haber pretendido nunca haber leído la novela si no
hubiera hecho un espectáculo de mí misma y si el Profesor Lynn no me
hubiera señalado. No parece muy justo. Sin embargo, ¿qué podía decir,
realmente? Antes de hace unos días, no era mucho más educada en los
asuntos de justicia.
No me atrevería a mancillar mi interior, con lo que eres.
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Mi voz se hizo eco en mi mente. Respiré hondo y cerré los ojos mientras una
ola de alivio atravesó por mí. No podía acceder a ese tipo de maldad en
mi estado humano. Todavía no, por lo menos. Fue con ese pensamiento
que llegué a la puerta del salón de clases.
—Piensas que es bonita —dijo Tracy en una manera acusatoria. Me detuve
de inmediato.
—No —respondió Justin, aunque sabía que estaba mintiendo. Sabía cómo
sonaba una mentira. Yo era brillante diciéndolas.
—Sí, lo haces. Sé que lo haces. Estabas mirándola fijamente en clase.
—El Profesor Lynn estaba siendo duro con ella.
—Ella es una puta —dijo Tracy—. Y oí que está saliendo con Tony Sasaki.
—Sí, genial, es una puta. ¿Podemos irnos? —preguntó Justin.
—Ha estado en el campus por, como, cinco minutos. Acecha por todos
lados con sus gafas de sol puestas y no habla con nadie excepto con Tony.
Es una puta rara —agregó Tracy.
El calor rodeó y se hinchó bajo mi corazón. Estos sentimientos humanos,
estas hormonas burbujeando bajo mi piel... cuán molesto. Pasé mi lengua
por los dientes esperando que mis colmillos estuvieran abajo. Esperé... sin
colmillos. Suspiré.
—¿Podemos dejar de hablar de ella? Tengo entrenamiento —dijo Justin.
Apreté mis dientes, me puse mis gafas de sol, y estallé fuera del salón, a
propósito pasando directamente entre ellos. Los ojos de Justin se
estremecieron, jadeó, a duras penas, pero lo escuché mientras empujaba
entre ellos.
Bajé las escaleras lo más rápido posible y salí por el largo pasillo. Justo antes
de que empujara hacia el prado, miré a la izquierda. Estaba justo enfrente
de la escalera de la torre de arte. Mi ira se levantaba en mí tan alto que
quise por un horrible momento que fuera un vampiro de nuevo. Que
tuviera la fuerza de mi grupo para asustar hasta la muerte a ambos, Tracy y
Justin.
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En cambio, fui en busca de Tony.
***
—No lo entiendo. ¿Qué diablos pasa con esta gente? —pregunté.
Veinte minutos más tarde estaba mirando el reloj y yendo de un lado a
otro. Tony y yo estábamos solos en el estudio de arte, lo que era muy
agradable porque podría decir lo que quisiera sin tener que censurarme. Ni
siquiera me preocupaba por mi tatuaje más. Miré el reloj de nuevo. Tenía
quince minutos antes de mi siguiente clase: historia. Ahora que tenía que
preocuparme por la maldita cosa, el reloj estaba en todas partes,
burlándose de mí. Nunca antes tuve que pensar siquiera en el tiempo.
Tenía todo lo que yo quería.
Tenía el para siempre.
—He escuchado música antes —dije, aún yendo de un lado a otro—.
Simplemente no como eso… en una sala de escucha.
O en un equipo de música..., me dije a mí misma, pero decidí no
mencionarlo en voz alta.
Tony estaba dibujándome, a pesar de mi recordatorio de que todavía no
me había enseñado a conducir.
—El sábado —dijo, y encendió la radio en un contador a su izquierda—. El
sábado y después podemos conducir por toda la Bahía de los Amantes.
—¿Quiénes se creen que son? ¡Puta! —Me burlé—. Nunca he tenido
relaciones sexuales.
(Bueno, nunca había tenido relaciones sexuales humanas.)
—Son Tracy Sutton y Justin Enos, como, juntos —dijo Tony por detrás de la
tapa del cuaderno de dibujos—. Tracy Sutton es una perra. Justin Enos es
un niño rico que pasa a ser bueno redactando trabajos. Ellos te van a
odiar. Eres inteligente y simplemente los superaste en su propio juego.
Miró hacia mí y comenzó a dibujar de nuevo con furia. Un tipo diferente de
música sonaba en la radio en la torre de arte, algo con un montón de
toques de tambor y repetición de sonidos rítmicos.
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—Estás ruborizada, sin embargo, quizás deberían molestarte con más
frecuencia. Ayuda con el retrato —dijo, y cogió un lápiz de color
melocotón.
Me froté mis mejillas mientras caminaba hacia las ventanas. Los estudiantes
caminaban hacia y desde los muchos edificios de Wickham. Me di cuenta
de que estaba cerca de las once por la posición de las sombras sobre la
hierba. Los vampiros no son por naturaleza capaces de decir el tiempo en
base a las sombras proyectadas por el sol. Se trata de un talento cultivado
de la necesidad. Muchos vampiros han sido quemados a cenizas por
errores de cálculo.
En el prado más allá de Quartz, los chicos corrían por el campo
golpeándose unos a otros en la cabeza con un palo que tenía una red
unida en el final. En la parte posterior de sus camisetas tenían un número y
sus apellidos. Dos de los hermanos Enos estaban haciendo esta actividad
ridícula. Uno de ellos era Justin y uno era Curtis, el hermano mayor de
Justin.
—¿Qué están haciendo? —pregunté, y señalé a los chicos. Tony se levantó
con un lápiz en la mano y lo balanceaba a tiempo con la música a través
de la ventana.
—Lacrosse. Es la religión en Wickham.
—¿En serio? —Mis ojos se abrieron como platos—. ¿Qué es el lacrosse?
Tony se echó a reír, y me di cuenta que fui un poco demasiado literal para
mi propio bien.
—Cuando vayas a la biblioteca, Lenah, por favor, búscalo. Si no sabes lo
que es el lacrosse, vas a estar en problemas aquí. No conmigo —aclaró
Tony—, sino con los imbéciles que se preocupan por esa mierda.
—Lacrosse. Lo tengo —dije, y me fui a la puerta para recoger mis cosas—.
Verás —le dije, volviendo hacia Tony—, Ya estoy en problemas. Hasta
ahora, sólo hoy, soy una puta, una sabelotodo, y fea.
Tony se sentó y entrecerró los ojos hacia mí. Luego, sombreó algo en la
hoja con la punta de su dedo anular. Estaba sentado otra vez, dibujando a
la deriva. —Definitivamente no eres fea —dijo, y buscó un carboncillo.
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Foro Purple Rose
Capítulo 8
Traducido por ilimari cipriano
Corregido por Emii_Gregori
erminé la última clase del día como a las 3:30 y mientras salía del
edificio Hopper me puse mis gafas de sol y mi enorme sombrero y
caminé por el camino lleno de grama que llevaba hasta el edificio
Quartz para trabajar en la biblioteca.
En lugar de obsesionarme con Justin Enos llamándome una puta, traté de
pensar en mi nuevo trabajo; en el prospecto de la vida que tenía por
delante y en cuántos días me tomaría la transición a mi nueva vida como
persona viva. ¿Extrañaba bailar vals en mi hogar en Hathersage?
¿Extrañaba los callejones de Londres y otros pueblos internacionales,
asesinando y lastimando gente inocente? No. No lo extrañaba. Pero sí
extrañaba los rostros de mi aquelarre. Los rostros de los hombres que había
conocido por siglos. Los hombres que había entrenado para ser asesinos.
Mis hermanos.
Ahora que era humana tenía que estar al pendiente de las horas y las
fechas. Era 7 de septiembre. Quedaban cincuenta y cuatro días para la
noche del Nuit Rouge1. Cincuenta y cuatro días antes de que Vicken
anticipara mi despertar. Cincuenta y cuatro días antes de que me
comenzaran a buscar.
***
Luego de sentarme tras el escritorio de referencias, saqué la asignatura del
Profesor Lynn. Parecía simple: ―Escribe un ensayo de cinco párrafos
discutiendo el despertar de Edna en el libro El Despertar de Kate Chopin.
Utiliza ejemplos específicos‖. Tenía tiempo después de todo. Mi turno era
de cuatro a seis de la tarde. Me sumergí en recopilar información para el
ensayo. Reuní un par de libros de la sección de referencias y ya había
comenzado la primera oración del ensayo cuando una voz dijo: —¿Puedo
hablar contigo?
Miré hacia arriba y allí estaba Justin Enos. 1 Nuit Rouge: Noche roja.
T
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—No —dije y me volví a concentrar en lo que estaba escribiendo. De
verdad no podía mirarlo. Sus ojos y sus labios eran increíblemente
hermosos. Él todavía llevaba puesto su uniforme de práctica y unos tenis
enfangadas. Quise tocar los gruesos y ondulados mechones dorados que
estaban pegados a su cabeza por el sudor. Sus mejillas todavía estaban
sonrojadas por el ejercicio y gotas de sudor bajaban por su rostro.
—Tengo como novecientas cosas que quiero decirte —intentó explicar
Justin. ¿Por qué sus labios tenían que hacer ese puchero tan naturalmente?
Recogí un par de libros y me dirigí hacia los laberínticos estantes de
Wickham.
—Quiero disculparme —dijo Justin siguiéndome. Coloqué un libro en una
de las estanterías y continué caminando. Me concentré en colocar los
cuatro libros en sus respectivos lugares y regresar luego a mi escritorio.
—Lo que dijo Tracy fue estúpido y yo no debí…
—Ahórrate el discurso ¿quieres? —dije y continué—. ¿Le haces eso a todo
el mundo? ¿Te paras bajo la lluvia y les preguntas a las chicas por qué
están tristes y luego te burlas de ellas? ¿Para qué te molestas en pedir
disculpas?
Justin se detuvo en medio del pasillo. —Es que Tracy está celosa. Tú no
merecías eso.
Tú no merecías eso…
La frase hizo eco en mis oídos enviando vibraciones por toda mi cabeza.
Coloqué al azar el último libro y luego me giré hacia Justin y crucé mis
brazos sobre mi pecho. —¿Sabes lo que no entiendo de la gente?
Justin sacudió su cabeza y levantó una ceja. Él estaba genuinamente
curioso.
—Que se deleitan con la tristeza de otros. Que de verdad se quieren
lastimar unos a otros. Yo no quiero volver a ser ese tipo de persona y ya no
me asocio con gente así. —Mi vergüenza se hizo obvia a través de un
suspiro.
—Yo no soy de ese tipo de personas —dijo Justin, pero la expresión de sus
ojos decía que estaba confundido.
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Foro Purple Rose
En ese momento, por el rabillo del ojo vi unas letras doradas. Giré mi
cabeza para leer la portada de un libro. El título decía: La Historia de la
Orden de Garter. Lo tomé y lo coloqué bajo mi brazo izquierdo. Justin
caminó unos cuantos pasos por el pasillo y se detuvo justo frente a mí. Su
pecho se alzaba bajo su apretada camiseta, respirando agitadamente.
—Sí que eres única —dijo Justin—. O sea, la manera en que hablas, es…
—¿Británica?
—No. Me gusta escuchar lo que tienes que decir. Eres inteligente. —No sé si
fue él el que dio otro paso hacia adelante o si fui yo, pero de repente
estábamos de pie muy cerca uno del otro. Los labios de Justin estaban a
solo centímetros de los míos. Su olor era dulce, como sudor. Sabía que su
corazón estaba latiendo agitadamente y su sangre corría por sus venas
más rápido que lo usual. Deseé poder dejar este calculador pensamiento
típico de un vampiro, pero como dice el refrán, los viejos hábitos nunca
mueren.
—Soy lo suficientemente inteligente como para mantenerme lejos de ti —
susurré, pero estaba mirando a los labios de Justin.
Justin se inclinó hacia delante y justo cuando pensaba que me iba a besar,
extendió su brazo para tomar el libro que tenía bajo mi brazo. Inhalé. El olor
a grama estaba impregnado en su piel y él estaba peligrosamente cerca
de mi boca. El instinto de morder. Esperé a que mis colmillos se alargaran.
Abrí mi boca mostrando levemente los dientes. Cuando Justin se alejó me
estremecí, exhalé y rápidamente sacudí la cabeza y cerré la boca.
—¿Para qué estás leyendo esto? —preguntó y luego ojeó el libro
rápidamente.
—Para la clase de historia —mentí.
—¿Puedo arreglar las cosas contigo? —Él preguntó. Justin me devolvió el
libro, recostó su brazo derecho sobre uno de los estantes y mantuvo su
mano izquierda detrás de su espalda.
—¿Arreglar qué cosa conmigo?
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—Lo que hizo Tracy y lo que hice yo. Por burlarnos de ti hoy —dijo y sus
mejillas se volvieron alarmantemente rosadas.
—¿Qué cosa harás para arreglarlo? —le pregunté.
—¡Allí estas! —dijo una voz chillona. Justin se giró. Tracy y las otras dos
chicas del Terceto estaban paradas al final del pasillo. La mano de Tracy
estaba sobre su cadera izquierda. Era obvio que habían coordinado el
vestuario. Todas tenían puestos pantalones de elástico que se adherían a
sus pequeños cuerpos y tops sin mangas en conjunto.
Me sentí como una gigante mal vestida.
—Curtis dijo que te vio entrar a la biblioteca —dijo Tracy y deslizó su brazo
por la cintura de Justin.
Me alejé de Justin y regresé a mi escritorio fingiendo que la conversación
nunca había ocurrido. No iba a interactuar con Tracy. No iba a ser por
nada del mundo la inferior. Las otras dos chicas, quienes se mantuvieron al
final del pasillo, me miraron de arriba abajo. Una de ellas, la bajita de la
asamblea de la mañana, Claudia, me sonrió mientras yo me acercaba
caminando.
—Lindo tatuaje —dijo. Ella miró a la otra chica, Kate, y ambas
intercambiaron una mirada cómplice—. ¿Podemos verlo de cerca?
Una vez que Claudia estuvo a mi lado, me incliné hacia ella y le dije en voz
baja: —Tienes algo entre los dientes.
No había nada en sus dientes, pero ella sacó un espejo miniatura para ver.
Miré otra vez hacia Justin, que ahora tenía ambas manos ocupadas con
las caderas de Tracy.
***
Más tarde en la noche cené con Tony. Comí un último bocado del plato al
estilo americano de la noche: pechuga de pollo con una especie de salsa
cremosa. No podía dejar de sonreír mientras comía. Había tantos sabores
en mi boca. El leñoso sabor del tomillo. El fuerte y mordaz orégano y, por
supuesto, la azúcar.
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Mientras terminábamos de cenar hice un recuento de lo que pasó en la
biblioteca con Claudia. Tony estaba riendo tan fuerte que podía ver sus
muelas. Tenía puesta una gorra de béisbol con la visera hacia atrás y la
misma camiseta blanca que tenía puesta en la mañana, excepto que
ahora estaba cubierta con manchas de pintura y carbón.
—¡Eso es grandioso! ¡Claudia Hawthorne es una sucia perra!
Mientras Tony seguía masticando un hueso, miré sobre su hombro y vi que
Justin estaba entrando a la Unión e iba cogido de la mano con Tracy.
Ambos se separaron cuando ya estuvieron adentro y el Terceto se dirigió a
la barra de ensaladas. Ellas chocaron las caderas y aunque estaban
vestidas con jeans y camisetas, desee haberme cambiado la ropa que
había llevado puesta todo el día. Los ojos de Tony siguieron a los míos, así
que se dio la vuelta para mirar.
—¡Justin, resérvanos sillas! —gritó Tracy y le lanzó un beso a Justin. Claudia y
Kate tomaron cada una un brazo de Tracy e hicieron fila detrás de los
demás estudiantes, esperando para que les llenaran el plato de ensalada.
—Ahora le ha dado con ir a bucear —escuché decir a Tracy.
—Todavía afuera está a 80° F —respondió Claudia y se echó el cabello
sobre el hombro.
—¿Sí pero en septiembre? —preguntó Tracy.
—Agosto apenas terminó hace dos semanas atrás, Tracy —dijo Kate y
agarró un plato de la barra de ensaladas.
Miré hacia donde estaba Justin y este estaba recorriendo con la vista a la
semicircular Unión. Estaba inspeccionando todas las mesas y cuando sus
ojos se encontraron con los míos, me sonrió. Sus ojos estaban contentos y
expectantes. Él fue directamente hasta nuestra mesa.
—¿Qué le hiciste al pobre chico? —preguntó Tony dirigiéndose a mí y
hablando con la boca llena de pollo. Mientras comía otro bocado, noté
que sus dedos estaban manchados de carbón.
—¿A qué te refieres, qué le hice?
—Él está caminando hacia acá.
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Para lo único que tuve tiempo fue para encogerme de hombros en
respuesta porque en solo un segundo ya Justin estaba junto a nosotros. —
¿Qué hay de nuevo, Sasaki? —le dijo a Tony con un casual movimiento de
cabeza.
Tony también lo saludó con un movimiento de cabeza y luego Justin puso
ambas manos sobre la mesa. —¿Puedo hablar contigo? —me preguntó.
—¿No habíamos hablado ya en la biblioteca?
—Sí, pero quiero preguntarte algo.
Justin miró rápidamente a Tony y luego volvió a enfocar sus ojos en mí. Tony
no pudo verlo porque él me estaba mirando a mí.
—Sea lo que sea que me tienes que preguntar, puedes hacerlo en frente
de Tony —dije.
Tony me sonrió pero con la boca cerrada porque todavía estaba
comiendo. Sus ojos eran cálidos y supe que había hecho algo bien.
—Como quieras. No pude preguntártelo en la biblioteca. De verdad me
siento mal por lo que dije. ¿Te gustaría ir con nosotros a bucear este
sábado?
La expresión de Justin era calmada pero había entusiasmo en sus ojos. La
frase ―le ha dado con ir a bucear‖ hizo eco en mi cabeza y pensé en la
manera en que Claudia se recogió el cabello sobre el hombro.
—¿Un día completo contigo y tus amigas? No, gracias —dije.
Tony se mofó y miró hacia abajo para ocultar la sonrisa. No tenía idea de
qué era bucear, pero como era usual en mí, decidí que era mejor no
mencionar eso. También noté que Tracy nos observaba desde la barra de
ensaladas. Justin no dejaba de mirarme.
—Mis hermanos van a ir, así que no estarás sola conmigo y Tracy —añadió.
Evalué su expresión y recordé las complejas emociones detrás de la mirada
humana. La manera en que los ojos de alguien pueden quemarte y tener
un significado exclusivamente para ti. Eso era lo que Justin estaba
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haciendo; él me estaba hablando sin decir nada. Pero él se estaba
conteniendo, podía sentirlo. Me estaba mirando con casualidad pero en
su interior sentía mucho más. Mi habilidad de leer las intenciones y
emociones de otras personas me lo decía y yo estaba agradecida por eso.
—Iré si Tony lo hace —dije levantando la barbilla. Tony, que estaba
masticando felizmente lo que quedaba de su ensalada, dejó de masticar
al instante. Hizo una mueca y agarró una servilleta.
—¡Genial! Nos reuniremos el sábado en el estacionamiento del edificio
Seeker a la una de la tarde.
Una vez Justin se fue hacia la barra de ensaladas para reunirse con Tracy,
Tony tragó y me miró.
—De acuerdo, Lenah, esta fue la primera vez desde el octavo grado que
Justin Enos me ha dirigido la palabra. Odio a esa gente. Cada fibra de mi
ser los odia. Evito a toda costa estar donde ellos están y lo hago con un
propósito.
—Solo piensa en todas las cosas que verás cuando estés buceando —
dije—. Todas las cosas que podrás dibujar.
—Espera. —Tony pestañeó cuando la idea le vino a la cabeza y puso su
tenedor sobre la mesa—. ¿Crees que en el bote Tracy llevará puesto un
bikini bien revelador?
Entonces bucear estaba relacionado con botes. Interesante…
—Sí —dije acercándome más—. Vas a tener de todo tipos de cuerpos para
que te modelen —dije sonriendo.
Tony miró hacia la barra de ensaladas. —Esto podría ser muy bueno —
dijo—. Podría estar mirando a sus tetas durante todo el día y fingir que es
por mi arte.
Yo reí a carcajadas, una risa sincera que salía de mi interior.
***
La noche era el momento más cómodo del día. Mi respiración era suave y
rítmica. Mis ojos pestañeaban con más lentitud. Era más fácil relajarse. Pero
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los minutos pasaban muy rápido y mi nuevo cuerpo humano necesitaba
más tiempo del que hubiera querido para dormir. Esa noche me senté en
el sofá con los pies cruzados debajo de mí. Velas blancas parpadeaban
sobre la dura portada del libro La Orden de Garter que yacía cerrado
sobre la mesa.
Me incliné hacia delante y levanté la pesada tapa del libro con mi dedo
índice. En el interior, el título de la página decía, Una Historia Completa.
Comencé a ojear al masivo libro página por página.
Coloqué el libro sobre mi regazo y recorrí mis dedos por el grueso cuero. El
título estaba en relieve y tenía letras doradas. Antes de estar consciente de
lo que hacía, estaba buscando el capítulo titulado ―1348: El Comienzo‖. Allí
junto a los nombres originales de la Orden había un grabado crudo del
retrato de un hombre y debajo de ese grabado estaba el nombre Rhode
Lewin, el caballero inglés que juró lealtad al Rey Edward III. Allí estaban sus
refinados atributos y su angular mandíbula, pero no hacía justicia al
vampiro que tuve el privilegio de conocer. Recorrí mis dedos sobre el
grabado, pero todo lo que mis dedos pudieron sentir fue la lisura de la
página.
Miré hacia el tocador. Allí estaban las dos fotografías. Una de ellas era un
daguerrotipo, una foto sobre una superficie de espejo, una pieza de vidrio
no más grande que una foto. El daguerrotipo era del aquelarre y yo, pero
no era eso lo que me interesaba. Miré a la fotografía de Rhode y yo. Me
concentré en el resplandor etéreo de Rhode, en la majestuosa mirada en
sus ojos y, por supuesto, en su sonrisa. Mi estómago se contrajo y respiré con
profundidad. Me levanté del sofá y con la cabeza agachada caminé
hasta mi cuarto. Me dolían las entrañas.
—¿Dónde estás ahora? —susurré a la vacía habitación.
Había dejado el libro abierto sobre la mesa y el grabado de Rhode
continuaba mirando al techo de la sala. Las velas parpadearon lanzando
sombras movedizas por todo el apartamento. Las mechas se apagaron en
algún momento de la noche, pero yo me había quedado dormida
mientras estas aún estaban encendidas, observando las llamas temblar por
un viento invisible. La danza de las oscuras sombras me recordaba a mi
hogar.
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Capítulo 9
Traducido por Josez57
Corregido por kathesweet
laudia! —gritó Roy Enos. Claudia tomó en su mano un par
de calzoncillos blancos ajustados y los sostuvo en alto sobre
su cabeza. Corrió hacia atrás y hacia delante en frente del
dormitorio con Roy siguiéndole el paso. Momentos después
él la agarró, ella cayó al suelo al suelo y frotó su nariz en la ropa interior. El
resto del clan Enos sentados en grupo reía tanto, que Kate tuvo que
ponerse las manos sobre el estómago.
Me senté detrás de un árbol, observando. Aunque las chicas
continuamente me llamaban fenómeno y perra, estaba fascinada. ¿Por
qué las mujeres en esta edad juzgan a otra con tanta amargura? Tal vez
siempre lo habían hecho y yo no sabía, ya que me vi obligada a verlo a
través de los siglos desde afuera.
Los días de septiembre parecían moverse perezosamente. Esperaba que
esto continuara porque cada día que pasaba era un día más cerca del
comienzo de la Noche Roja. Admito que me distraía con facilidad. Entre
mis clases y mi trabajo en la biblioteca, mis días en Wickham se fijaban en
una cosa: seguir a Justin Enos. Supongo que se podría decir que la gente
tiene auras, que la energía se irradia desde el interior y lanza un color
alrededor de sus cuerpos. Con Justin, su aura era una luz dorada brillante.
Competía con lanchas rápidas y conducía un auto veloz. Jugaba deportes
difíciles y, un par de veces en esos primeros días, llegó del campo de
lacrosse con sangre en su uniforme.
No fue tan difícil seguirlo. La mayor parte del tiempo estaba en su lugar
habitual en la biblioteca, en ese pequeño atrio. Sobre la cima de los libros
miraba sus dientes blancos y su corte de pelo en puntas. Ni siquiera me
importaba que estuviera siempre con el trío de chicas y sus hermanos Curtis
y Roy. En conjunto, se movían como una manada de animales. El ritual de
comportamiento, el tacto, la interacción social. No podría explicar lo
cómoda que esto me hacía. Esto es lo que haría como un vampiro: te
observaría, te acecharía hasta que saber cómo se ve tu pecho cuando
respiras. Y luego, te mataría.
-¡C
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En Wickham, Tony era mi única compañía. Su amistad me acompañaba,
así como todos los recuerdos de mi vida vampiro, acumulando más y más
en mi mente como una pila de libros, cada recuerdo en una
encuadernación de cuero, llegando a más y más hacia un techo sin fin.
* * *
Miércoles por la mañana, me encontraba en una clase de anatomía a las
9 a.m. El día anterior, en el desayuno, Tony y yo habíamos descubierto con
alegría que teníamos esta clase juntos. Teníamos anatomía dos veces por
semana durante dos horas.
—¿Calavera y tibias cruzadas? —le pregunté a Tony cuando salí de Seeker.
Estaba sentado en el banquillo frente al estacionamiento, con una
camiseta negra cubierta de calaveras y tibias cruzadas. También llevaba
un pantalón negro y sus dos botas negras diferentes.
—En honor a la sangre y las tripas —dijo, refiriéndose a su camiseta. Juntos,
nos alejamos de Seeker por el camino hacia los edificios de ciencias. Él
bebía sorbos de una taza de café. Seguimos la trayectoria del camino por
algunos metros. Yo, por supuesto, caminaba bajo la sombra de las ramas.
—¿Qué vas a hacer en invierno?
—¿Qué? —pregunté.
—Cuando las hojas de los árboles no estén y no haya ramas para
esconderse debajo.
Bien, hubo un pequeño silencio. Tony se desvió del camino.
—Buscaré un sombrero más grande —dije, tratando de sonreír y mantener
la conversación ligera.
Las clases de ciencias se llevaban a cabo en los edificios de la derecha
antes de las escaleras a la playa. Los edificios eran de ladrillo rojo y en
forma de semicírculo. En el centro había una fuente, una escultura de
bronce de Madame Curie, una científica que descubrió el elemento
Radio. El agua caía en forma de arco de entre sus manos. Pasamos a su
lado hacia el edificio del medio.
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Tony me miró de arriba abajo. —Estamos en el interior. Puedes sacártelos.
Empujé las gafas en mi bolsa. Tony y yo caminamos pasando afiches para
el sexo seguro, y el Club de Biología, y varios estudiantes nos pasaron,
jóvenes y mayores (de nuevo, en términos relativos), y los observaba tanto
como ellos me observaban. Tony señaló una puerta al final del pasillo. Las
clases de ciencias se encontraban en el primer piso.
—Si pudieras ser cualquier cosa, cuando seas mayor, ¿cuál sería? —
preguntó Tony.
Miré hacia abajo al suelo de linóleo, mientras caminaba. Estaba recién
encerado, y mis botas hacían un agudo chasquido, cuando Tony y yo
caminábamos por el pasillo.
—No sé —le dije—. Mi vida ha sido muy complicada.... —Es cierto. Yo
nunca había tenido mucho que hacer, además de leer, estudiar, y, bien...
asesinar.
—Vamos, tiene que haber algo que te guste —dijo Tony cuando por fin
llegamos a la puerta del laboratorio de ciencias.
¿Qué es lo que me gusta? Giré el anillo de ónix alrededor de mi dedo
cuando lo pensé. Casi me había olvidado que lo llevaba puesto. Aunque
me acordaba de él en momentos como éste, cuando quería pensar. Me
gustaba la biología. Me encantaba investigar el funcionamiento de la
construcción humana. Sobre todo para mi propio apetito. Miré mis dedos
dándole vueltas en círculos al anillo de ónix, y metí las manos en los
bolsillos.
La clase de biología era bastante simple. Había mesas de laboratorio,
cada una con dos asientos. Una línea de ventanas daba a la escultura de
Madame Curie y debajo estaban los armarios. Cada mesa tenía su propio
lavabo y mechero Bunsen, que era utilizado para experimentos científicos.
Seguí detrás de Tony al fondo de la sala, donde había una mesa libre.
Nunca tuve la oportunidad de responder a su pregunta porque el resto de
la clase se presentó por detrás de nosotros.
Me deslicé en el asiento de al lado de Tony. Bebió un sorbo de café y
luego sacó un libro de su bolso. Yo hice lo mismo. Una profesora joven
entró en la habitación, seguida por unos pocos rezagado, incluyendo a
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Justin Enos. Mi corazón latía por su inesperada aparición. Esta era la única
clase que teníamos juntos, además de inglés. Miré hacia abajo, lejos de él,
y a mi cuaderno en blanco. Me alisé el pelo y tiré los mechones más largos
sobre mi hombro. Tony estaba conversando con alguien delante de
nosotros, pero traté de mantener la concentración. Quería mirar a Justin,
hablar con él un poco más. Ya quería ir a bucear. Quería que fuera
sábado.
—Anatomía AP2 es la clase más dura en Wickham. Traté de reportarme
enfermo de la prueba de nivel el último semestre, pero cuando mi
hermana se enteró me golpeó en la cabeza con un arco de violín hasta
que salí a tomar el examen. —Escuché a Tony decirle a la persona en
frente de nosotros.
—¿Tu hermana? —pregunté—. No sabía que tenías hermanos o hermanas.
—Ella está realmente pendiente de mi educación. Es insoportable.
Extraño. Nadie se había hecho responsable de mí por tanto tiempo que no
parecía importar lo que yo hiciera o dejara de hacer. Después de todo, la
única razón por la que estaba aquí en Wickham era porque Rhode me
amaba y había muerto para probarlo.
La profesora puso un maletín en la mesa. Todo el mundo alcanzó sus
portátiles, pero ella sonrió.
—Pueden tomar un pedazo de papel y una pluma pero no tienen que
hacerlo. Todavía no.
Se agachó en el suelo y levantó un refrigerador hasta la parte superior de
su escritorio.
—Soy su maestra de Anatomía AP, la Sra. Tate. Soy nueva en el internado
Wickham. Espero que me den no sólo atención sino el respeto. —Nadie dijo
nada, lo que supongo era lo apropiado—. Hoy les voy a estar dando un
ejemplo de lo que van a hacer en mi clase este semestre.
Metió la mano en la nevera, sacó una cosa blanca en una bolsa de
plástico y la puso en la mesa principal para que todos pudieran verla. La
2 AP (Advanced Placement) es una sigla utilizada en las escuelas norteamericanas para
denotar clases avanzadas y de mayor reto estudiantil (N. de C.)
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bolsa estaba tan fría que el interior estaba lleno de niebla. No podíamos
ver lo que había dentro, ni siquiera yo. No podía ver a través de la niebla.
—Ahora —dijo Tate, y apagó las luces. Bajó la pantalla para comenzar su
conferencia. La cosa blanca en la bolsa de plástico aún estaba en el
escritorio. No quería mirar, ya tenía el presentimiento de que era algo
muerto. En ese momento, no podía haberlo descrito mejor. Justin, que
estaba en la primera fila, me miró y sonrió. Sentí un cosquilleo en la boca
del estómago. Sonreí también, pero poco.
La Sra. Tate preguntó si alguien tenía la lectura de verano. Nadie lo hizo. —
Bueno, si lo hubieran hecho, sabrían que vamos a trabajar a partir de este
semestre con la sangre.
A pesar de todo en mi cuerpo, puse los ojos en blanco.
Las luces se apagaron. Instintivamente miré a mí alrededor, el salón de
clases ahora envuelto en una luz gris. La Sra. Tate encendió un interruptor
en la parte posterior de una máquina pequeña en la parte delantera de la
habitación. Hubo un sonido bajo y de aleteo, como una especie de
zumbido. A continuación, una imagen de un corazón humano, un corazón
real, proyectada sobre una pantalla. Era como una lupa, sólo mucho más
grande, otra pieza de tecnología, otra maravilla del mundo moderno.
—Ahora —dijo la Sra. Tate—, si alguno de ustedes ha hecho la lectura
durante el verano, entonces sería capaz de identificar los elementos clave
del corazón. Son los... —La Sra. Tate estaba dirigiendo.
Nadie le respondió. Pero yo sabía.
Podía oír a Rhode en mi mente. Estábamos en Londres en una taberna a
altas horas de la noche. Sólo había sido un vampiro durante cuatro días y
tenía tantas preguntas. A pesar de que estaba viendo a la Sra. Tate
apuntar a las tres secciones sin marcar del corazón, sólo podía escuchar a
Rhode.
—Tendrás instintos ahora que antes no tenías.
—¿Como cuáles? —Le pregunté.
La lluvia golpeaba las ventanas de una taberna británica en el siglo XV. El
parpadeo de las velas hechas de porcelana hacía brillar los rasgos de
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Rhode, y me preguntaba si yo tenía el mismo aspecto en sus ojos. En torno
a nosotros, hombres y mujeres brindaban y comían estofado en cuencos
de cerámica. Miré el guiso abundante, pero lo rechacé, sin interés.
—Sabrás exactamente qué parte del cuello morder. Te convertirás en una
experta en criaturas que nunca supiste que existían. Te alimentarás y
hundirás tus dientes con tal precisión que la presa va a morir al instante.
Con los años, esta técnica fue perfeccionada, pero Rhode estaba en lo
cierto. Si sé algo es que la vena yugular en el cuello se conecta al
ventrículo derecho, que fue el encargado de bombear la sangre dentro y
fuera del corazón. Era la forma más directa. La manera más placentera.
Debido a que la mordida de un vampiro no era dolorosa, era la sensación
más completa de satisfacción que un hombre podría experimentar.
Las luces hicieron clic de nuevo en la clase de biología, pero el ánimo
había cambiado radicalmente. La Sra. Tate estaba decepcionada
monstruosamente de que nadie hubiera hecho su lectura de verano.
Después de tomar unos guantes de plástico, tomó la masa blanca de la
bolsa. Un par de chicas gritó, y una de ellas chilló. La Sra. Tate dejó caer el
cadáver de un gato en una placa de metal.
—Sí, lo sé, es impactante. Pero esta es la fisiología, así que es mejor hacerse
a la idea de tratar con especímenes muertos en esta clase.
Yo no lo podía evitar. Me subía en mi asiento para tener una mejor visión.
—Además, todos deben reconocer esto como el cadáver de un gato.
Una niña en la primera fila se puso a llorar, recogió sus cosas y salió
corriendo de la habitación. Cuando la puerta se cerró detrás de ella, la
Sra. Tate volvió a la habitación y habló en un tono mucho más suave.
—Esta es una clase de nivel AP. El logro de una A les asegurará que no sólo
estarán en las clases avanzadas en sus años de universidad, sino los pondrá
por delante al compilar sus aplicaciones. Cualquier otra persona que
tenga algún problema de corte abierto o de tratar con especímenes
muertos debe irse ahora.
La Sra. Tate trasladó al gato a la parte superior de un carrito con ruedas. El
carro era similar a los de la biblioteca, excepto que debajo de éste había
bisturís, cuchillos pequeños y una variedad de tubos.
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—¿Alguien quiere enfrentarse al gato? ¿Abrirlo para que podamos echar
un vistazo dentro y ver por primera vez quizás lo que significa observar
cómo funciona un cuerpo?
Nadie lo hizo.
Miré a la izquierda a Tony, que estaba mirando a la Sra. Tate con los ojos
muy abiertos. Miré hacia delante a la parte trasera rígida de Justin.
¿Abrirlo? Si ya estaba muerto, así que no había diversión en eso. Además,
no tenía miedo de algo muerto. Miré a mí alrededor. Un chico en la
primera fila garabateaba en una hoja de papel. Una niña junto a él
hojeaba las páginas de su libro de texto y mantenía la mirada en la mesa.
La muerte era el máximo temor de los mortales. Di un suspiro pesado. Podía
respirar y sentir el calor de mis dedos, aunque no era humana. Era una
asesina, un vampiro atrapado en el cuerpo de una chica de dieciséis años
de edad.
Levanté la mano. ¿Sería tan difícil tratar con un gato muerto?
La Sra. Tate sonrió ampliamente.
—No esperaba que realmente fueran lo suficientemente valientes. Srta.
Beaudonte, por favor venga aquí.
Todos y cada uno se dieron la vuelta para mirarme directamente. Justin
levantó las cejas. Caminé por el pasillo central y puse mi mano para tomar
el cuchillo.
—No, no, Lenah. Necesitas guantes.
—Sí, claro. Por supuesto —dije, y tomé un par de guantes de látex de la
mano extendida la Sra. Tate.
El gato estaba desollado, sin piel, y se había conservado en formol desde
hace tanto tiempo que ya ni siquiera parecía realmente un gato. La piel
estaba podada como si toda el agua hubiera sido arrastrada fuera de
éste. La boca estaba abierta y la lengua era de color amarillo y blanco
pastoso. En mi vida pasada hubiera dejado la cosa abierta con los dientes,
pero se trataba de una vida mortal ahora. Las bacterias y los gérmenes
importaban.
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Me puse los guantes de plástico, que olían a huevos podridos. Usé el
pequeño cuchillo y corte la carcasa de goma por lo que expuse el interior
conservado. A medida que el pequeño cuchillo atravesaba la piel, sentí
una holgura en los hombros y exhalé por un breve momento. Estaba
haciendo algo que sabía: cortar y abrir un cuerpo.
El cadáver ya estaba abierto, pero quería asegurarme de que podía
exponer el corazón. Así que usé mis dedos y tiré de la piel abriendo un
poco más. La presión de la piel elástica, totalmente contra mis dedos me
recordó las muchas noches que el aquelarre pasó cavando hoyos en la
tierra. Ayudé a recoger los cadáveres y ponerlos en el suelo. Este gato
había muerto hacía seis semanas. Unas pocas personas quedaron sin
aliento detrás de mí. Una lente suspendida sobre la bandeja proyectaba la
imagen del gato en una pantalla.
—Sí —explicó Ms. Tate—, las entrañas del gato son demasiado pequeñas
para proyectarlas. Así que, Tony Sasaki —dijo ella, marcando una lista de la
clase—, ¿dónde debe apuntar Lenah si quiere mostrarnos el ventrículo
derecho?
Tony inmediatamente comenzó a hojear su libro de texto.
—Um... —dijo, estancado.
—Veo que el Sr. Sasaki tampoco ha hecho la lectura.
Un par de estudiantes se rieron.
—¿Qué pasa con el ventrículo izquierdo, Tony? —pensé que la Sra. Tate
estaba algo relajada al principio, pero ahora estaba molestando a Tony,
mi amigo. Sus mejillas estaban rojas y los estudiantes estaban empezando
a mirar, incluso Justin.
—La forma en que redactó la pregunta es confusa, señora —le dije sin
darle tiempo para detenerme—. El ventrículo derecho es a la izquierda,
pero sólo para el animal. Para nosotros, es en el lado derecho, frente a mí
—seguí—. Esta es la parte ventral del gato —señalé en el cuerpo del
animal—. Debido a que el gato está de espaldas y el estómago está
expuesto.
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La Sra. Tate cruzó los brazos frente a su cuerpo y me dejó terminar de
explicar determinadas partes del corazón, que yo podía recordar.
—¿Como se llama el sistema? —preguntó la Sra. Tate. Sus ojos azules
estaban fijos en mí. Podría decir que quería que yo tuviera razón. Quería
que yo lo explicara correctamente, no como el profesor Lynn, el profesor
de inglés, que quería hacerme quedar como una tonta.
Pensé en los libros de mi biblioteca Hathersage y las noches mirando
diagramas a la luz de las velas.
—El sistema circulatorio —le dije con sinceridad, y le entregué el cuchillo
pequeño.
—Gracias, Srta. Beaudonte —dijo.
Sabía que abrir ese gato era como una prueba, para mí misma. Para ver si
el ser humano tendría una muerte y una descomposición más difícil de
soportar. No lo tenía. Mi corazón se agitó y parpadeé. Comía, bebía y
dormía. Hacía lo que un ser humano hacía, seguro. Pero hasta ahora, la
humanidad se estaba burlando de mí. En el momento en que forcé los
pliegues de la piel libre del gato, no sentí nada a excepción de una
mitigación de frustración. Cuando me senté al lado de Tony, la Sra. Tate
continuó con su discurso.
—Lo que la Srta. Beaudonte ha discutido hoy es el capítulo cinco de la
lectura. Es evidente que ella ha tenido alguna experiencia con la disección
de gatos. —La Sra. Tate hizo una pausa, y sentí a Tony más cerca de mí.
Olía a almizcle. Un almizcle humano… terrenal.
—Estamos muy cerca de obtener una A —susurró Tony. Mis ojos miraban al
frente de la sala, donde Justin Enos estaba mirando por encima del
hombro y me sonreía.
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Capítulo 10
Traducido por sooi.luuli
Corregido por Selene
e das cuenta de que somos compañeros, verdad? Que tú
tienes que ayudarme porque estás obligada, —dijo Tony.
Fue justo después de clases y Tony no hizo más que saltar el
camino de regreso hacia Seeker.
—Y tú suponías enseñarme a conducir, —le recordé.
—Hablando de eso, —dijo—, necesito que te sientes para mí. Para tu
retrato.
—Esto se suponía que era un canje.
—Vamos. Una hora. No tienes que trabajar hasta las cuatro, —alegó.
—Tengo que ir a buscar mi cartera. Vayamos a ver a la famosa residencia
del Profesor Bennett. Almuerzo, luego retrato.
—¡Agradable! —dijo Tony. Tomé mi sombrero y lentes, y comenzamos a
caminar—. Me pregunto si su fantasma está allí.
***
El sol de la mañana temprana estaba justo comenzando a pegar fuerte en
el campo de Wickham cuando Tony y yo entramos en el Hall Seeker. Él le
mostró su ID al guardia de seguridad, nos dirigimos por las escaleras, y
comenzamos a subir.
—Sabes que tienen ascensores. Ellos suben y bajan por la presión de un
botón. En cierto modo increíble, —dijo Tony entre respiraciones dificultosas
mientras subían hacia el quinto piso.
—Nunca he estado en un ascensor.
—¿Qué? Eres una chica rara, Lenah.
-¿T
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~111~
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¿Estaba actuando como debería? Tal vez pasé el límite con el gato
durante la clase de anatomía. Tony continuó siguiéndome por las
escaleras.
—Todavía no puedo creer que sólo destripaste a un gato sin problemas
sino que perdiste el control de vivir en el viejo lugar de Bennett. El hombre
era un agradable profesor, no me malinterpretes. Pero en serio, Len, eso es
escalofriante.
Me detuve en frente de mi puerta y deslicé la llave en la cerradura. —No
me molestes, —repliqué.
—Un chico murió allí dentro, —dijo mientras nos quedábamos de pie fuera
de la puerta. Antes de que la abriera, Tony se inclinó hacia delante y olió el
romero que yo había clavado a la puerta—. No te conozco, pero creo en
fantasmas, espíritus, todo eso. Todos dicen que Bennett fue asesinado.
—La administración de la escuela probablemente no me dejaría vivir aquí
si eso fuera verdad. Además, la gente muere en un montón de lugares, —
dije.
—¿Para qué son las flores?
—Son romero, —dije, abriendo la puerta y entrando. Coloqué mis lentes y
gorro en la mesa de vestíbulo negra lacada, que se ubicaba a la derecha
de la puerta principal—. Es una flor que pones en tu puerta para
protegerte. Te recuerda estar seguro.
—¿Seguro de qué? —preguntó Tony mientras cierro la puerta detrás de
nosotros—. ¡Whoa! ¡Esto es tan increíble! Mi compañero huele a mierda y tú
vives aquí. —Tony pasó una mano sobre el suave sofá y saltó de pintura en
pintura en la pared. La espada larga de Rhode era de interés particular.
Tony se acercó y se paró justo en frente de ella.
—¿Qué significa Ita fert corde voluntas? —preguntó Tony, pronunciando las
palabras en Latín inscritas en la espada de Rhode.
Pasó sus dedos por el centro de la hoja con su índice.
—Sé cuidadoso, —dije—. No toques el borde o te cortará. —Tony puso sus
manos nuevamente sobre sus costados—. Significa, ―el corazón lo desea‖.
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~112~
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—¿Así que esto es real? ¿De qué época es? ¿Quién te la dio?
No dije nada. En su lugar me alejé y busqué mi cartera en mi habitación.
—Esto se ve tan real, —escuché a Tony decir de nuevo. Sus ojos estaban a
pulgadas de la hoja. Entré a mi habitación y encontré mi cartera
descansando en mi mesita de noche. Cuando regresé a la sala, Tony
había dejado la espada y estaba de pie cerca del libro de la Orden del
Garper, bajando la mirada hacia el grabado de Rhode. Él estaba tan
cerca del escritorio. De las fotos. Mis ojos parpadearon una y otra vez
desde las fotos en el escritorio y la espalda de Tony. Mi boca de repente
estaba seca―reseca. Mi lengua atascada en mi paladar. Tony estaba en
silencio, su espalda permanecía hacia mí.
—¿L-listo? —dije con voz ronca.
—¿Hay alguna materia que no te guste? —preguntó Tony, y se volteó
hacia mí—. ¿Eres una loca de la historia, también?
Suspiré con una sonrisa. No había notado las fotografías.
—Vamos, —dije—. Me muero de hambre.
***
—Ok, Lenah. Pon el coche en marcha, —instó. Ese sábado, Tony y yo
aparcamos en el estacionamiento Seeker. Mis manos agarraron el volante
tan fuerte que mis nudillos se volvieron blancos y el sudor se formaba en mis
palmas.
Las llaves colgaban del contacto. Las giré, y el motor ronroneó a la vida.
Tony explicó el funcionamiento del gas y del freno, las señales de giro, los
espejos retrovisores, y la importancia de ir en reversa. Era muy interesante y
no muy diferente a los mandos que mi padre me había enseñado en el
siglo quince cuando lo miraba manejar a las vacas y caballos en los
huertos. La década del 1400 en Inglaterra estuvo afectada por el fin de la
plaga. Había menos trabajos de hombres por todas las muertes y mi padre
se rehusó a perderme de vista. Mi desaparición debe haberlo matado.
Nunca averigüé lo que le pasó a mi familia.
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~113~
Foro Purple Rose
Después de más o menos una hora, aparqué el auto con cuidado en una
zona del estacionamiento que estaba de frente a Seeker y apagué el
motor. Bajamos las ventanillas, y saqué mis pies para que descansaran en
el marco de la ventana.
—¿Toda la gente toma sol? —pregunté, feliz de estar bajo una sombra de
un árbol cercano. Miré a Tony a través de la sombra de mis lentes.
—No te gusta el sol, ¿o sí? —preguntó Tony. Había inclinado su asiento
hacia atrás.
—No me gustan las cosas que me hacen sentir incómoda, —contesté.
—Bueno, Justin Enos hace sentir incómodos a todos demasiado. Más o
menos es el por qué de que me mantengo alejado de él y de todos sus
fanáticos del sóquer, adictos del lacrosse, y chiflados del fútbol. Más o
menos es el por qué de que te odie por hacerme venir.
—He conocido peores, —dije con una carcajada. Hubo silencio entre
nosotros por un momento. Bajé la vista hacia mis ropas, esperando que lo
que usaba no fuera otro regalo que era nada menos que ―normal‖. Usaba
shorts negros sobre un traje de baño de una pieza que Tony insistió que
comprara. Me acompañó hasta la tienda y tomó diez minutos que se
callara sobre lo de comprar la bikini. Incluso aunque Tony estaba usando su
traje de baño, él era, bueno… Tony. Usaba aros de plata con calaveras y
dragones. Su traje de baño era negro con llamas elevándose por todas
partes.
—¿Qué es eso? —preguntó Tony, incorporándose y bajando la mirada
hacia mi pecho. Seguí su mirada. Antes de que tuviera tiempo de
preguntar si estaba mirando mis pechos, me di cuenta de que estaba
mirando al collar de perlas. Dentro de esas, los restos de Rhode. Eran de
ceniza y oro y brillaban a la luz a través de los parabrisas. Sostuve el
pequeño colgante, que era de cristal, con forma punteada de plata. Se
parecía a un puñal limpio. Tomé un respiro, dándole vueltas a las perlas
entre mi dedo gordo e índice.
—¿Si te digo, prometes que no se lo dirás a nadie?
—Sí… —dijo Tony, aunque su tono fue un poco más emocionado de lo que
me habría gustado.
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Foro Purple Rose
—Un amigo mío murió. Y esos son algunos de sus restos.
La sonrisa de la cara de Tony se desvaneció como si yo se la hubiera
sacado. Se levantó y se inclinó hacia mí, como si fuera a inspeccionar las
perlas. Se detuvo. —¿Puedo? —preguntó. Había inclinado su cuerpo más
cerca, sus ojos mirando directamente hacia mi pecho.
—Seguro, —dije, casi en un susurro, y sostuve el colgante en mi palma,
aunque lo dejé alrededor de mi cuello.
Tony lo puso tan cerca de mis ojos que pude ver las diminutas brasas de luz
bailar en las negras pupilas de sus ojos marrones. —¿Deberían ser así de
brillantes? —preguntó, echando un rápido vistazo hacia mí.
—Sí, —susurré, y me senté de vuelta en el asiento para que las perlas
cayeran sobre mi pecho. También deseaba que no estuviera usando el
anillo de ónix. Esperaba que él no fuera tan observador.
A través de la ventana pude escuchar las voces felices y el sonido del
pasar de los autos en Main Street. Cuando levanté la vista, pude ver las
líneas en las hojas y las fibras de la corteza de los árboles. Podía distraerme
con las lecciones de manejo y amigos; Rhode aún estaba muerto, y sus
hermosas cenizas eran todo lo que tenía para probarlo.
—Tuve un hermano que murió, —dijo Tony de improviso. Su mirada
simpática me sorprendió. Se sentó de vuelta en su asiento.
—¿Cuándo? —pregunté, de repente escuchando un ruido sordo de un
bajo del estéreo de un auto. Estaba a la distancia, pero podía oírlo sin
embargo—. Cuando tenía diez. Un día él estaba vivo, y al
siguiente―muerto. Accidente de auto.
Asentí. Sin estar absolutamente segura de cómo podía responder a eso.
—En cierto modo el por qué de que no puedo siempre ir con las felices
actitudes de todos todo el tiempo. La vida apesta a veces, y la mayoría de
la gente no lo entiende. Ellos piensan―bueno, toda la gente de este
colegio, de cualquier modo―piensan que todo está servido en bandeja
para ellos. En verdad fácil, ¿sabes? Como que, el día no es nunca algo por
lo que tienes que luchar.
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Foro Purple Rose
Coloqué mi mano sobre la de Tony y la dejé descansar allí por un
momento. ¿Qué podía decir? Yo era una generosa de la muerte. Feliz de
hacer eso. Había estado tan bien estando muerta.
—Solía pensar que podía hablarle a mi hermano después de que murió.
Cuando era chico me quedaba en la cama y le susurraba. Le contaba
todos mis problemas. A veces soñaba con él justo después, cuando caía
dormido. ¿Piensas que es posible que él me estuviera contestando?
La humedad de la piel de Tony y la inocencia detrás de sus ojos me hacían
querer mentir. Pero había visto la muerte. Realmente la había visto. Y
cuando alguien moría, ellos se iban―para siempre.
—Como tú dijiste el otro día. Todo es posible, —repliqué.
Boom-Boom-Boom. Un bajo ensordeció de un estéreo de auto de algún
lugar de Main Street. Me voltee y miré hacia atrás de nosotros justo cuando
el SUV de Justin cruzaba las entradas de Wickham y se detenía a mi lado.
Justin bajó la ventanilla. —¿Están listos? —preguntó.
Le eché un vistazo a Tony, cuyos ojos decían que habíamos alcanzado un
nuevo entendimiento el uno por el otro. ¿Lo estábamos?
Creo que lo estábamos.
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Capítulo 11
Traducido por Kirara7 & Petty
Corregido por Emii_Gregori
esearía poder decirte que me senté en la luz del sol en la proa del
bote con mis pies colgando sobre el borde. Desearía poder decir
que vi la espuma dispararse debajo de la lujosa lancha de Justin y
que las gotas frías hicieron cosquillas en las plantas mis pies. No. Desde el
momento en que nos deslizamos dentro del bote estaba escondida en la
cómoda cabina.
Este bote no era el mismo que el bote de carreras de Justin. Este era el
bote del padre de Justin, usado para paseos largos y, en nuestro caso,
para bucear. Un conjunto de escaleras llevaba desde la cubierta a un
pasillo. Recuerdo pequeñas cabañas y casas de campo de mi vida
humana, pero el interior de este bote era increíble. Este bote estaba
destinado a flotar. En el otro lado del pasillo había dos cabinas, una cocina
y un baño. Caminé hacia una puerta abierta conduciendo a un
dormitorio.
Me senté en la cama y doblé mi ropa para que se acomodara
perfectamente en mi mochila, junto con mi collar de los restos de Rhode.
Metí ese en el fondo a salvo de las miradas indiscretas. Deslicé un tubo
blanco de protector solar en mi mochila. Podrías leer en negrita: SPF 50. De
nuevo miré por el largo pasillo. Los rayos del sol emitían destellos de luz a los
pasos que conducían a la cubierta principal del bote. Suspire, abrí la tapa
y apreté el tubo un poco fuerte. La sustancia cremosa se derramó por mis
manos, así que la escurrí entre mis dedos y goteó en el piso alfombrado.
El líquido blanco contrastaba fuertemente contra la costura azul real de la
suave alfombra y traté de frotar la crema de la alfombra con mi dedo
gordo del pie. Para empeorar las cosas, el motor desaceleró y yo sabía
que nos acercábamos a la zona de buceo. Pronto la gente vendría al
primer piso y vería que había frotado con mi palma una loción que valía la
pena sobre mis pálidos muslos.
Me puse de pie y furiosamente me frote mis pantorrillas, mis oídos y mis
brazos. Estaba empezando a sudar. Si me faltó una parte, ¿sería como
D
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antes? ¿Me quemaría fácilmente? Tal vez la trasformación necesitaba unos
días más. La loción estaba regada por todas partes. No se podía frotar.
—¿Alguna vez vas a bajar? Realmente tienes que ir al agua si quieres
bucear —llamó Tony.
Tony bajó unos cuantos pasos así que estuvo de pie en la escalera del
bote. Froté la loción en mis pies. Él rió con su dulce sonrisa.
—Tienes esa cosa sobre toda tu cara —dijo el caminó hacia a delante y
frotó la punta de mi nariz y los pliegues a cada lado de mis fosas nasales
con su dedo. El olía a coco, tal como la loción que me estaba frotando, y
él lo suavizó tanto que se fundió en mi piel—. Esta era tu gran idea —dijo y
se sentó en la cama, cruzando un tobillo sobre el otro. Él no estaba usando
una camisa, así que no pude evitar ver su físico. No estaba esculpido como
Justin, pero era robusto y estaba en forma.
Me senté de nuevo en la cama pero mantuve mi espalda derecha. Mis
dedos se entrelazaron en el bloqueador 50 SPF.
—¿Estás bien? —Tony preguntó, sentándose y mirándome.
Asentí pero permanecí en silencio.
Tony puso sus gafas del sol en la cima de su cabeza y trató de encontrar
mis ojos, pero ellos estaban escondidos detrás de mis gafas de sol. —¿Has
estado alguna vez en un bote antes?
—Hace… mucho… tiempo —suspiré prácticamente.
—¿Estás enloqueciendo en este momento?
Asentí de nuevo, una vez, y tragué. Mi boca estaba muy, muy seca. ¿No
había traído agua conmigo? ¿Dónde estaba?
Tony me giró por los hombros, y yo lo encaré.
—Lenah, estamos como a tres millas lejos de la playa. Todo está bien, nada
malo va a pasar en el bote.
Levanté el protector solar. —¿Pondrías esto en mi espalda? —le pregunté.
No le mencioné a Tony que no era el bote o el océano debajo de
nosotros. Era el sol, era el estruendoso sol, y lo que podría hacerle a mi
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rejuvenecido cuerpo con solo unos pocos días. Escuché el motor
desacelerando una vez más y el estruendo enfocado era ahora un
ronroneo calmado.
Como lo mencioné, el traje de baño que llevaba puesto era negro, con un
gran escote en la parte de adelante, y un gran corte en la cadera. La vida
de un vampiro no está estropeada con problemas del cuerpo y grasa.
Somos lo que comemos, si quieres. Yo era purista y mi búsqueda por la
sangre perfecta era impecable. Mi cuerpo en el exterior era el reflejo de la
sangre más pura que podía encontrar.
El dedo de Tony era calloso. Yo sabía que esto era a causa de todos sus
dibujos y pinturas. Sus pasos también eran diferentes en el bote, sin el peso
específico de las botas eran diferentes, él era apenas un adolescente
torpe para mí. Frotó la loción en mi espalda con sus palmas ásperas, pero
yo no dije nada. Él era la primera persona en tocar mi piel. Continuó
poniendo la crema en mi espalda describiendo círculos. Mi tatuaje estaba
expuesto, y noté que hizo más movimientos circulares en mi hombro
izquierdo. Yo sabía que él estaba leyendo y releyéndolo, preguntándose
cuando le explicaría su significado.
El motor paró por completo al mismo tiempo que Tony dijo: —Entonces,
que significa ―malvado será aquel…‖
—Gracias —dije, interrumpiéndole y dando vueltas alrededor. Tomé el
bloqueador de sus manos y lo puse en la parte superior de mi mochila.
—¡Vamos! —escuché llamar a Roy Enos, y luego un momento después un
chapoteo en el agua.
Di un paso arriba y fuera de la cabina. Había dos motores dobles y algunos
asientos a los lados del bote.
Tracy estaba en la parte superior del bote y se lanzó al agua. Ella estaba
usando un vestido de baño de dos piezas rojo, el cual estaba atado justo
en su cadera por dos pequeñas cadenas. De repente odié mi traje de
baño y en cambio deseé haber traído un bikini. Los otros miembros de las
Tres–Piezas, Claudia y Kate estaban ya en el océano. Tony había subido
por la escalera y estaba haciendo nado de pecho con los demás.
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Después de que Justin hubiese soltado el ancla en el agua, él preparó el
equipo para buceo. Se volteó con una máscara roja que colgaba en su
mano derecha.
—Wow —dijo él, con sus cejas levantadas. Sus ojos viajaron hacia arriba y
abajo por mi cuerpo, e intenté lo más fuerte que pude de no posar.
Justin se volvió bastante rápido. Jugueteó con máscaras, tubos de soplar,
aletas que se parecían a los peces en los tanques que había visto a
principios del siglo. Justin los puso en la parte superior de un pequeño
refrigerador.
Sus pies eran fuertes, ellos sostenían bien su cuerpo y estaban bronceados
por el sol. Roy Enos, quien tenía una cabeza más pequeña y un rostro más
delgado que el de Justin, estaba pedaleando en el agua. Llamó a su
hermano devuelta al barco.
—Tírame esas aletas, Justin —dijo él y rodó sobre su espalda de modo que
estuviera flotando. Miré hacia abajo sobre el barco y me di cuenta que no
había mucho de un océano debajo de nosotros. Estábamos en un puerto,
y cuando los árboles se mecían con el viento podía ver algunos edificios
de ladrillo rojos familiares en Wickham. El puerto era como un hueco
apenas paralelo a la playa. Podía precisar los granos de arena y las hojas
en la hierba. Pero intenté olvidar mi visión de vampira, y me concentré de
nuevo en el agua. Casi todas las chicas estaban de puntitas. Tony estaba
parándose de manos al lado de Tracy.
Claudia la más pequeña de las Tres–Piezas, nadó alrededor del bote
usando una máscara para bucear. Ella miró con atención hasta la base de
cinco o seis pies justo debajo.
¡Ah, sí! pensé. Buceo en acción.
—¿Sabes que tienes que saltar en esa cosa mojada, cierto? —Justin
preguntó.
—Lo sé —dije casualmente y salí de la protección del toldo sobre el asiento
del conductor. El sol cayó sobre mi espalda y sobre mis hombros cuando
me incliné para ver el agua. Tracy arqueó su espalda hacia atrás haciendo
que su cabello cayera al agua. ¿No se suponía que yo debía ser la
hermosa aquí? Sentí a mi estómago apretarse, instintivamente puse la
palma de mi mano sobre mi ombligo. Aún estaba sorprendida de que mi
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cuerpo reaccionara de esta manera. Que los músculos se relacionaran
con mis emociones.
—Usualmente esto es divertido, no sabía que le tenías miedo a los botes —
dijo Justin y levantó su pie derecho con el fin de prepararse para dar un
paso hacia adelante y ponerse de pie en el borde de la embarcación.
—No le temo a los botes —dije y dejé caer mis manos.
—Seguro que no —dijo él, sonriendo de una forma diabólica y desafiante.
Antes de que incluso pudiera defenderme, Justin subió al borde del bote.
Vi sus rodillas doblarse y la parte inferior de sus pies presionó sobre el borde
la madera. Él se empujó hacia arriba del bote. Antes de tocar el agua hizo
una voltereta en el aire, y luego chapoteó en el agua y las gotas pasaron
por encima de mi cabeza.
¿Qué demonios podría ser el punto de hacer eso? Los otros en el agua se
reían y aplaudían. Parecía un poco inútil hacer eso por pura diversión.
—Mi turno —dijo Roy y nadó de vuelta al bote.
—No te rompas la cabeza —le dijo Justin a Roy—. Ten cuidado.
Para mi sorpresa uno por uno hizo la voltereta desde el barco.
¿Por qué yo no quería saltar? Otras personas parecían encontrar tanta
felicidad en eso. Me aparté de los acróbatas y fui hacia la proa. Me senté
con mis pies colgando del borde. Atrás mío había más gritos felices y
salpicaduras. Pero me concentré en las pequeñas olas golpeando contra
el bote por debajo. Incluso si estaba usando mí sombreo con ala ancha,
todavía podía sentir el sol brillando sobre mí, calentándome. Miré de nuevo
a Roy y luego al salto mortal de Justin, en perfectos movimientos circulares
fuera del barco. Él era algo. ¿Cierto? Ser capaz de hacer eso —y en la
brillante luz del día.
***
GIRVAN, ESCOCIA
1850
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Me acosté en un campo oculto detrás de una serie de casas. Siempre vestí
las más lujosas telas. El vestido de esa noche era negro y largo hasta el
tobillo, hecho con seda de China, con un corsé bordado de flores, rojas,
verdes y púrpuras. El satén iridiscente se recogía en cada lado y creaba
una capa de volantes. Llevé mi cabello largo recogido en una trenza.
Era después de las 9 p.m. y las casas en la calle frente a mí brotaban una
luz de ensueño desde sus ventanas. Girvan, Scotland, era una ciudad
costera. Una comunidad muy unida, con colinas majestuosas sin fin.
Nosotros, el aquelarre, estábamos en un prado detrás de un muro de
piedra que daba a la calle principal. Song se paseaba como siempre
vigilando. Heath acostado en su espalda, mirando las estrellas moverse a
través del cielo. Gavin arrojaba cuchillos pequeños a la corteza de un
árbol, él siempre tenía una colección de dagas en sus botas o bolsillos. Esa
noche, escogió un árbol aproximadamente a unas cien yardas, arrojó la
daga, y luego la recuperaba y lo volvía hacer todo de nuevo.
—Necesitamos a alguien con conocimientos —dije. Me levante del suelo
junto a Heath y comencé a caminar. Estaba meditando de nuevo—.
Cinco son un fuerte aquelarre. Después de todo son cinco las puntas en la
estrella del pentagrama. Norte. —Señalé a Heath—. Este. —Señalé a
Song—. Y Sur. —Señalé a Gavin—. Necesitamos un Oeste. Estamos
perdiendo nuestro Oeste.
Cuatro protectores conmigo, el esencial, el centro. Con cinco miembros el
pentagrama estaría completo. Una vez que el aquelarre estuviera
completo, los lazos entre nosotros serian inquebrantables. La magia
requeriría que el aquelarre permaneciera inquebrantablemente
comprometido uno con otro hasta la muerte. Ellos tres, Song, Heath, Gavin,
sabían que yo quería uno más para unirse a nuestro grupo. Sin embargo
creo que Gavin, el más cuidadoso de nosotros, temía al poder de la
magia. La magia vinculante es letal. Crea un vínculo invisible que ata tu
alma. Romper el vínculo es imposible. Significa muerte —esa era
exactamente mi intención cuando creé el aquelarre. Nadie me
traicionaría a menos que ellos quisieran que yo los matara. Si yo tomaba la
elección correcta y hacia vampiro al hombre correcto, nosotros seriamos
insuperables. Quería asegurarme que nunca tuviéramos que preocuparnos
por sobrevivir. ¿Sobrevivir? ¿Podía llamarlo así?
—Encima de nosotros esta Andrómeda —dijo Heath, sólo en latín. Él era mi
segundo vampiro, después de Gavin—. A su lado está Pegasus —continuó
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Heath, y señaló las muchas estrellas unidas entre sí para formar el caballo
mitológico.
—Llévame Pegasus —dije y comencé a girar en círculos con mis brazos a
los lados—. Llévame arriba hacia el cielo, al medio día, para que el sol
pueda brillar en mi espalda, déjame reinar sobre tus alas.
Me reí tanto que mi voz hizo eco a través de la pradera. Seguí girando y
girando hasta que al final me derrumbé en el suelo junto a Heath, él rodó
hacia la izquierda sobre su cadera y me miró.
—Ellos dicen que Andrómeda aparece como una mujer sosteniendo una
espada —dijo y pasó su mano desde mi hombro hasta mis muslos. Sonreí y
luego rodé sobre mi espalda. No podía ver a Andrómeda. Para mí, las
estrellas eran pequeños puntos brillantes que no podía manejar.
—También, que sólo puedes verla por las cinco estrellas más brillantes de la
galaxia.
Entremezclado en el silencio, había un ruido cada vez que una de las
dagas de Gavin daba en su objetivo. Song paseaba y paseaba, casi
gruñendo en voz baja. No teníamos necesidad de alimentarnos ya que
habíamos diezmado una casa de huéspedes la noche anterior. Solo
pasarían unos pocos días antes de que el poder de la sangre comenzara a
desaparecer y tuviéramos que alimentarnos de nuevo. Mientras Heath
nombraba de nuevo cada una de las estrellas, me levanté por puro
aburrimiento y comencé a pasear de nuevo. Allí fue cuando escuche a un
hombre cantar vívidamente una canción de Escocia.
En línea recta a través de los árboles había una taberna de un solo piso
hecha de piedra. Pequeña, con ventanas rectangulares arrojando luz de
vela hacia el prado. Había estado bastante tranquilo, pero mientras
caminaba en dirección a la taberna, el canto se hizo más alto. Pronto la
voz era clara. Era grave pero llevaba todo el tema de la taberna en la
canción.
—¡Aquí está para el soldado que sangró y el marinero quien valientemente
hizo Fa!
Sostuve el dobladillo de mi vestido para así poder caminar con facilidad
sobre las raíces y ramas que sobresalían de la tierra cubierta de musgo.
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~123~
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Sabía que mi aquelarre estaba vigilándome, pero mi percepción
extrasensorial me dijo que ellos estaban tranquilos.
—Su gloria está viva, aunque su espíritu se ha escapado. ¡En las alas o en
los años que se han marchado! —cantó el hombre de nuevo. La voz del
cantante era muy buena, a pesar de la forma torpe de sus palabras.
Levanto una pierna sobre la pared de piedra y salto al otro lado. Estaba a
unos metros de la taberna y me acerqué a la ventana tan silenciosamente
como fuera posible. La luz de las velas en el interior era de un naranja
brillante, habían mesas de madera con taburetes de bar. Los hombres y las
mujeres tenían vasos llenos de cerveza o whisky. Me asomé desde la
esquina derecha de la ventana y vi a un hombre alto, en un uniforme
militar británico, bailando encima de la mesa. Él no podía ser mayor de
dieciocho o diecinueve, aunque se hacían arrugas en el costado de sus
ojos cuando sonreía. Los músculos de sus brazos empujaban hacia fuera y
se agarraban de la tela de su uniforme. Quería correr mi mano por su
columna.
El uniforme tenía chaqueta roja y pantalón negro. Dio una patada hacia a
fuera y saltó. Tomó una gorra azul y la tiró hacia la multitud. Pateó su pierna
derecha, luego su izquierda y saltó hacia arriba y hacia abajo, de modo
que sus pies golpearon contra la mesa mientras bailaba un paso
tradicional escoses. Él trajo sus rodillas arriba y abajo y dio varias patadas a
sus piernas.
Los puños y el cuello del uniforme eran dorados. Los botones circulares
brillaban en las antorchas que rodeaban la taberna. Me volví. La música
provenía de un grupo de hombres golpeando tambores y tocando la gaita
en el fondo de la sala. El soldado siguió bailando encima de la mesa
mientras los invitados en la taberna aplaudían al compás de la música.
Tenía la cara roja, llena de vida —llena de sangre. Era alto, como Rhode
con las características delgadas e hizo un mohín con la boca. Sus manos
eran fuertes, y la derecha agarró el mango de una jarra de cerveza.
—Su gloria está viva, aunque su espíritu se ha escapado. ¡En las alas o en
los años que se han marchado!
Después de la resonante nota final, saltó de la parte superior de la mesa al
suelo, por lo que su cerveza se derramó fuera de la taza y en el piso de
madera. Tenía los ojos color marrón, incluso desde la oscuridad del pub,
brillaban en la taberna de invitados.
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Me alejé de la ventana y de todo el perímetro del edificio. Iba a entrar y
hablar con este hombre. Excepto que, justo antes de tirar de la puerta, se
abrió de golpe y golpeó el costado del edificio con un estremecimiento.
Corrí por la calle y me apoyé contra un árbol frente a la puerta de la
taberna. Los árboles estaban verdes y frondosos, pero delgados. Las copas
se inclinaban hacia el cielo en finas puntas. El hombre salió a la calle,
respiró hondo, y puso un cigarrillo entre los labios.
El hombre inhaló y cuando exhaló humo en el cielo, tenía el cigarrillo en la
comisura de su boca. Entrecerró un ojo y se limpió el sudor de su frente. Se
quitó el cigarrillo de su boca, entornó los ojos hacia mí, y dio un paso
adelante. —¿Hay alguien allí? —Él preguntó. Tenía una voz ronca, con un
profundo acento escocés.
Di un paso lejos del árbol. —Hola, soldado —dije.
Sus cejas se levantaron y se inclinó en un movimiento exagerado. Cuando
no le devolví su cortesía, sonrió, pero con ojos curiosos. Crucé la sucia calle
y paré delante de la puerta de la taberna.
—Yo doy la mano —dije en respuesta a su reverencia, y saqué la mano
derecha como había visto cientos de hombres en mi vida. Hombres en la
sociedad durante la década de 1850 no creían que fuera apropiado para
una mujer dar la mano como a un igual. Este es un hecho que sigue siendo
ridículo para mí.
Miró hacia abajo en mi palma de mi mano y luego a mis ojos. Yo estaba
sonriendo con los labios cerrados. Esto siempre ha sido eficaz cada vez que
no conseguía lo que quería.
-—¿Das la mano? —le pregunté. Él extendido su brazo y cuando lo hizo,
miré su muñeca derecha. Finas venas azules sobresalían de la piel y se
escapaban de su mano y de su brazo.
Nos tomamos de las manos, y él me miró de arriba abajo. En ese momento,
me habría gustado haber sentido el roce de sus manos fuertes. Podía sentir
su apretón firme, pero no había contacto de piel a piel. Nada definitivo, de
todos modos. Soltó primero y se alejó lentamente hacia la puerta de la
taberna.
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Mientras que ciertamente podía sentir el calor de su mirada, me hubiera
gustado saber lo que sus dedos se sentirían corriendo por mi piel. O lo que
su aliento olía a, o su cabello. Aunque sabía que todo eso era imposible, lo
deseaba, de todos modos. Todo lo que podía oler era tierra y almizcle, el
olor de su carne todavía presente en mi ropa.
—Tienes las manos frías —dijo.
—Hay algo especial en ti —contesté, camine más cerca a la luz de una
antorcha en la puerta iluminando mi cara. Se acercó de nuevo. Miró un
poco, volvió la cabeza para exhalar el humo, y luego examinó mi rostro,
sus ojos se detuvieron en mi boca.
—No, querida. Hay algo especial en ti. —Este joven me miraba con gran
interés. El tono jovial había desaparecido—. ¿Qué eres? —susurró.
Confieso que esto me tiró. Todavía nadie había mencionado mi aspecto,
mi piel suave y pupilas dilatadas, color negro. Nadie se atrevía a admitir
que era algo más que normal. La mayoría de los seres humanos fueron
traspasados por mi belleza.
—Nadie en consecuencia —dije casualmente, y rodeándolo, oscilando mis
caderas de manera habitual, mirándolo de arriba a abajo.
—Soy un Fusilero Escocés. Un hombre de mapas. He viajado por el mundo
para comprobar la ubicación de la tierra para el ejército británico. He visto
muchos rostros. Nariz, ojos, todos los de la especificidad compleja. Tus
características, chica, no son de estos lugares.
—Ni los que yo haya conocido —dije, deteniendo mi círculo de modo que
me puse delante de él—. ¿Cuál es tu nombre?
—Vicken, querida. —Dio un paso más cerca. El borde áspero de su voz era
tan fuerte, mucho más fuerte que la de Rhode, cuya suave cadencia fue
quemada en mi cerebro—. Vicken Clough, del Regimiento del siglo XXI. —
Vicken sostuvo mi mirada. Él no se inmutó, sino que simplemente
parpadeó, con calma.
O mi ESP era extraordinariamente o este hombre no tenía miedo de mí.
Tenía que salir. Esto era algo que no podía entender ni comprender. Mis
ojos se posaron en el prado más allá de la taberna.
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—Me tengo que ir —dije, y pase junto a él, lejos de los árboles y en
dirección de mi aquelarre.
Él me agarró del antebrazo. —Ruego que no juegues conmigo, señorita,
para que puedas obtener exactamente lo que quieres.
Este hombre era poderoso… abierto. Sabía exactamente lo que quería.
Liberé mi brazo y me dirigí hacia el prado. Pasé por encima de la pared de
piedra y hacia el aquelarre, a quienes podía ver todavía en sus mismos
lugares, relajándose en el centro del campo. Si llevo a este hombre al
prado sería inmediatamente asesinado. No es que estuviera en contra de
esto, pero estaba demasiado intrigada para matado por el momento.
—¡Espera! —le oí llamar. Sus pasos se detuvieron en el borde de la
pradera—. ¿Quién eres tú?
En el momento que Vicken alcanzó el campo, me había movido lo
suficientemente lejos a la oscuridad para que me viera. Me quedé a un
lado de la pradera protegida por la sombra de las ramas de los árboles.
Vicken se apoderó de la pared de piedra, levantó un pie y luego se
colocó de nuevo en el suelo. Estiró el cuello para ver en la oscuridad. Juró
por lo bajo y se alejó. Caminé hacia el aquelarre.
—¿Quién era? —Song preguntó. No pude evitar una sonrisa de
satisfacción.
—Un interesado —dije, y me asomé por encima del hombro. Vicken
caminaba de regreso hacia la taberna—. Nos vemos en la posada al
amanecer. —Levanté la vista hacia el cielo y hacia la posición de la luna—
. Tenemos cuatro horas.
Con eso, me alejé del aquelarre, y sin que él lo supiera, seguí a Vicken
hasta la casa.
Vicken no vivía lejos de la taberna. Volví a subir por la pared,
asegurándome de permanecer en las sombras. Cuando llegué a la
carretera, él estaba a sólo unos metros por delante. Se desvió un poco de
la cantidad de cerveza que había consumido. Vivía siete casas de
distancia de la taberna. Golpeó en la espalda en un árbol cuando esquivó
un pequeño camino sucio. Cuando lo seguí después, miré hacia adelante;
el camino a su casa terminaba con un acantilado agudo y después
kilómetros de océano.
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La casa de Vicken estaba al borde de un denso bosque que lindaba con
el mar. Había una casa principal de piedra blanca. Tenía dos pisos y
estaba cubierta por un techo negro. Detrás había una más pequeña, una
habitación de la casa hecha de piedra gris, que era considerablemente
menos grande que la casa principal. Cuando lo seguí en silencio, pasé por
un establo de caballos, donde podía oír relinchar a los caballos con
comodidad y el golpear del mar en las rocas en algún lugar sobre los
acantilados.
Vicken entró en la casa y cerró la puerta detrás de él. Me hizo girar el
picaporte y seguirlo después. Era cierto lo que dijo. Amaba los mapas, y
estaban por todas partes. Al menos una docena se encontraban en las
paredes y en un pequeño escritorio de madera en la esquina derecha de
la sala. En un armario estaban los uniformes militares. Incluso un globo de
color azul brillante estaba colocado en el escritorio.
La puerta trasera de la cabaña de una sola habitación estaba abierta, y
en el patio vi a Vicken colocar un artilugio de bronce. Tenía de base tres
patas, un equivalente moderno de un trípode.
Pasé por delante de una tina de baño. La cortina estaba abierta, y un par
de calcetines blancos se cernían sobre la cuenca. Entré por la puerta, y
Vicken miró hacia arriba. No sonrió ni frunció el ceño, se limitó a mirar por
un momento y luego volvió a ensamblar la máquina.
—¿No tienes miedo de las bestias? ¿De los monstruos? —le pregunté.
—Tú no eres bestia —dijo con total naturalidad, y continuó jugando con un
largo tubo posicionado hacia el cielo. Miró en el lente, comprobando la
dirección del tubo, y luego volvió a mirarme—. Tengo más miedo, señorita,
de las cosas que no puedo ver con mis ojos. —Vicken hizo un gesto con su
mano para que me uniera a él. Caminé hacia el telescopio y miré en el
lente. La luna era clara y nítida, aunque las grietas de la luna y los cráteres
eran otra tierra para mí.
—Hermosa —susurré apenas. Miré a los ojos de Vicken. Sonrió un poco. Me
alejé en dirección a la casa principal—. ¿Por qué no tienes miedo de mí?
—le pregunté.
Aunque Vicken afirmó que no estaba lleno de miedo, se mantuvo distante.
Mantuvo sus dedos en el telescopio, ocupándose de su energía nerviosa,
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con las piezas de la máquina que tenía que trabajar para ver el cielo
nocturno. Seguí el marco fuerte de sus anchos hombros. Mantuve mi
atención en su mirada peligrosa. Su masculinidad era embriagadora.
—Me intrigas —dijo, encontrando mis ojos de nuevo.
Tire la cabeza hacia atrás y reí profundamente por lo que mi voz resonó en
el silencio. —¿Intrigarte? ¿Es eso lo que es? ¿Curiosidad?
Vicken mantuvo su mirada en el telescopio.
—Dime, Vicken Clough, del Regimiento del siglo XXI. ¿Qué me dirías si te
dijera que podrías buscar esta tierra y grabarla? ¿Ser el navegador más
poderoso que el mundo ha conocido? Que mientras la tierra existía, tú
podrás existir.
La nariz delgada Vicken y su cuadrado mentón apuntaron al suelo. Sus
cejas eran surcadas y mantuvo ambas manos ligeramente detrás de su
espalda. —La eternidad, señorita, no es posible.
—¿Y si te dijera que lo es?
Él miró profundamente en mis ojos, y yo esperaba que rompiera nuestra
mirada, pero él se mantuvo firme. —Te creería.
Caminé unos pasos y me detuve frente a él con nuestros rostros a
pulgadas.
—¿Qué tengo que hacer? —me preguntó—. Para estar contigo. —Quería
besarme. Podía verlo en sus ojos, aquel anhelo que sus ojos marrones a
veces obtenían. Sus pestañas se rizaron fuera de sus párpados, así que
cuando parpadeaba, parecía un niño pequeño. Le sonreí, lo cual era mi
parte favorita. Seguramente sentiría terror después de esto. Dejo que sus
labios cepillen sobre los míos tan suavemente que apenas registré que nos
habíamos tocado. Bajé mis colmillos muy lentamente y le susurré—: Voy a
tener que matarte.
La respiración de Vicken se estremeció, y se apartó de mí. Hubo una
punzada de miedo corriendo a través de él, pero no el tipo de horror que
me esperaba. Ningún deseo corría. El único miedo que sentía era por sus
propias acciones, lo que podría o querría hacer —por mí. Esto fue
alucinante. Absurdo. Chequeé la luna. Tres horas hasta el amanecer.
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Foro Purple Rose
—Te voy a dar una noche para pensarlo —dije, dando un paso en la casa
y alejándome de Vicken en dirección a la calle principal—. Mañana a esta
hora vendré por tu respuesta.
—La forma en que hablas me dice que no importa lo que diga, esto no es
una opción.
Vicken había salido de detrás de la casa a verme. Bajo la suave luz de la
luna, podía ver el sudor en la frente.
Me di la vuelta. —¿Por qué incluso considerar esto? —le pregunté, seguro
que debe haber una razón para el complacer mis deseos.
La sonrisa de Vicken era torcida, por lo que sólo la mitad de su boca
estaba levantada. Apoyó una mano a un lado de la casita. —Tú —dijo.
Hubo un momento de silencio. Miré por encima de sus brazos fuertes y
cómo su cabello caía sobre su rostro de forma perezosa, al azar. —Te diré
adiós, entonces —dije, y me aleje de él, desapareciendo en la oscuridad.
***
La noche siguiente, me acerqué a la casa principal. A través de la
ventana, vi a Vicken cenar con su familia. Larga velas blancas decoraban
ambos extremos de la mesa. Había un canal abierto y varios cuencos de
verduras. El padre de Vicken se sentó en la cabecera de la mesa, y Vicken
estaba sentado directamente a su derecha. Su padre, un gran hombre
redondo con matorrales de cabello blanco, se rió con ganas y llevó la
mejilla Vicken en la palma de su mano derecha. Las angustias familiares
aumentaban en mi garganta. Odiaba las familias. Muy a menudo esta
tristeza me enfureció bastante para asesinar, por lo que mataría a
cualquiera que pudiera recordarme que mi familia era la vida que dejé
atrás.
¿Por qué no quiero matar a este hombre? ¿Por qué quería dejarlo en los
confines de su casa con su madre y su padre y su colección de mapas?
¿Me hubiera atrevido a encontrar otro que me encantara además de
Rhode? Sí, él sería libre, me decidí. Cuando me volví a la ventana para
reunirme con mi aquelarre en la posada, me atraparon los ojos de Vicken.
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Él saltó de la mesa y corrió tras de mí, pero me apresuré por el camino de
tierra, lejos del mar y hacia la carretera principal.
—¡Espera!
—He cambiado de opinión. Eres es libre —le dije, dirigiéndome a él en el
medio del camino. A ambos lados de mí había altos árboles—. ¿Sabes que
tenías razón? Eres el primer hombre al que le he permitido una elección.
Vuelve a entrar con tu familia.
Vicken se acercó a mí con tanta rapidez que me sorprendió por el
momento que él era un ser humano. Él puso sus manos sobre mis mejillas. —
No quiero eso —dijo tan apasionadamente que estaba apretando los
dientes—. Los he dejado ir. No quiero estar aquí, morir aquí, y nunca ver
algo más en el mundo.
—¿Qué es, entonces? ¿Qué quieres? —le pregunté.
Vicken me agarró por los hombros con tanta pasión, no me moví. Tomé
una respiración profunda. —Tú —dijo, casi jadeando—. Sólo tú.
Me miró fijamente a los ojos y vi algo de necesidad en su mirada. Él me
necesitaba. Miré los fuertes músculos de su cuello y en sus hombros y luego
de vuelta a sus ojos. Se inclinó hacia delante, ligeramente raspando sus
labios sobre los míos. Tomé una respiración profunda para poder oler su
carne —allí estaba ese olor otra vez, el almizcle y la sal. Pronto se iría a
través de mí.
—Ya está hecho —dije, abriendo los ojos. Me aferré a su muñeca y lo lleve
lejos de la casa—. Te unirás a las filas de vampiros tan antigua en la historia
que nadie sabe de nuestros orígenes. Pero serás poderoso. Más allá de tu
imaginación.
Caminé hacia el bosque más allá de la pequeña casa de campo.
—¿Estarás allí? —me preguntó.
Tomé su mano en la mía. —Siempre.
Tal vez Vicken se enamoró de mí debido a mi presencia de vampiro. No lo
sé. Nunca lo sabremos. Rhode me dijo una vez que el aura de un vampiro
es tan poderosa que la mayoría de los hombres fueron desilusionados, sin
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saberlo. Les puedo asegurar que cuando lo llevé en el bosque detrás de su
casa, estaba tomando mi mano. Y cuando lo mordí en el cuello, él estaba
mirando las estrellas.
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Capítulo 12
Traducción SOS por sary_meles
Corregido por Ginabm
enah!
Negué con la cabeza, y mis ojos se centraron en el
chapoteo del agua contra el fondo del bote de Justin. —Por
aquí. —Miré a la izquierda.
Justin Enos balanceaba arriba y abajo el agua mientras la pisaba. La luz
solar reflejada por la superficie lisa en sus ojos, hacia que entrecerrara los
ojos, pero él estaba sonriendo. —No me hagas ir hasta allí —dijo.
Mientras decía esto, Tony que estaba flotando en una balsa inflable, tomó
fotografías de mí. —¿Quién trajo a los paparazzi? —preguntó Claudia. Ella
estaba dando vueltas alrededor del barco.
Me levanté con cuidado y di un paso atrás hacia el cuerpo de la
embarcación. Traté de agitar las imágenes de Vicken de mi mente, pero el
reloj invisible, hizo eco en mi cabeza, me recordó que los días previos a la
Nuit Rouge estaban cerca. Pronto, Vicken trataría de despegarme del
suelo. Justin nadaba hacia la escalera, y cuando llegué allí estaba
subiendo para unirse a mí.
—Nunca había visto brillar el sol sobre el océano antes —admitió Justin una
vez que había subido de nuevo a bordo. Él estaba empapado de pies a
cabeza.
—Nunca había visto a alguien tan pálida como tú antes —dijo Roy en el
agua.
—Cállate, Roy —escupió Justin sobre la risa de los demás. Roy le grito una
mala palabra que nunca había escuchado antes y se alejó nadando.
Tracy estaba mirando y por consiguiente también las otras chicas tres
piezas, a pesar de que estaban tratando de ocultarlo salpicándose las
unas a las otras. No estaba tranquila en mi mente. Recordé… decir gracias.
Justin me había defendido.
-¡L
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—Vamos —dijo, y extendió una mano. Antes de que la tomara, miré su
palma. Sus dedos eran tan suaves. Algunos vampiros, aunque no todos,
creen en la quiromancia. La línea de vida de Justin, que es la línea en la
palma de la mano que va entre los dedos pulgar e índice, era muy larga
casi le llegaba hasta la muñeca. No indica cuánto tiempo vivirá. Es un
indicador de su compromiso con la vida, o en otras palabras, su fuerza de
vida. Habría sido un miembro perfecto de mi grupo. Justin tomó mi mano
antes de que pudiera pensar más y tiró de mí en el borde superior de la
embarcación.
—¿Tienes miedo de saltar? —me preguntó.
Asentí con la cabeza. Él agarró mi mano con más fuerza. Su palma estaba
caliente, piel caliente. Mi vida había sido tan fría antes de ahora. Mis pies
curvados sobre el borde del barco, y me apodere de la mano de Justin.
—No es como estar afuera en la lluvia ni nada —dijo, en referencia a
nuestra conversación en el prado—. Pero es muy divertido, te lo prometo.
—La promesa del joven que me llamó puta.
Justin suspiró, pero mantuvo su mirada en mí. —¿Vas a dejarme hacer esto
para ti o qué?
Me quedé boquiabierta. No tenía respuesta para eso. —Lo siento —le
dije—. Tienes razón.
—¿Quieres aletas? —me preguntó.
Negué con la cabeza.
—Está bien. Bueno, esta parte es muy superficial. Puedes estar parada en
puntas, así que no bucearas. Sólo te tiras —Justin encontró mis ojos y
esperó a que mirara hacia atrás desde el agua a él—.¿Estás lista?
Asentí con la cabeza.
—Tienes que empezar por alguna parte, ¿no?
Miré asegurando la vista de Justin. —Si —dije. El cuerpo de Justin
lanzándose hacia arriba, así que cerré los ojos, sentí que mis rodillas se
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doblaban, y salté en el aire. El sol estaba en mi espalda y tiré mis manos
hacia arriba y me deslicé hacia el océano por lo que me envolvía. El agua
se sentía como miles de toneladas de presión espinosa barrida por encima
de mi cuerpo. Todo lo que podía oír era el zumbido y el murmullo del agua.
Mis oídos y la nariz llena de agua, pero contuve la respiración. Una vez que
sentí la arena bajo mis pies, me tiró hacia la superficie, respirando con
dificultad. Una vez que salí a la superficie, abrí los ojos y me reí y reí.
Después de que me limpié los ojos, vi la sonrisa de Justin.
Justin empujaba a través del agua a la altura del pecho hacia mi
dirección. Tracy estaba nadando hacia él a su derecha, aunque estaba
de espaldas a ella. Estaba sonriendo alegremente y yo también lo estaba.
Abrió la boca y por un momento, un momento, parecía que había
levantado su mano hacia mí. Entonces Tracy rodeó con sus brazos
alrededor de su pecho y se apretó a su espalda. Llevaba las uñas de color
rosa brillante, garras no uñas y sus dedos estaban haciendo presión sobre
su pecho. Aunque Justin dejó de nadar hacia mí y en cambio extendió su
mano sobre Tracy, nunca saco su mirada de mí. Justo cuando él se volvió
hacia Tracy, Tony apareció en el agua y tomó una foto a dos pulgadas de
mi cara.
***
—Por lo tanto, Lenah, ¿de dónde sacaste ese collar? —preguntó Tracy
desde el asiento del pasajero de la SUV de Justin. Ella se volvió en su
asiento y me miró. Estábamos en el camino de regreso a Wickham. Caía la
tarde, debían de ser cerca de las cuatro, basándome en la ubicación del
sol. Puse la cadena atrás de mi cuello. —Fue un regalo —le dije.
—Es tan lindo. Polvo de duendecillo —dijo Claudia desde el asiento de
atrás.
Tony se burlaba.
—Ese frasco se ve muy golpeado. Debes llevarlo de nuevo y pedir uno
nuevo—, intervino Kate.
Yo no decía nada. Habíamos vuelto a la calle principal de Lovers Bay‘s. La
sección de la calle principal más cercana al campus de Wickham era muy
alegre y llena de tiendas. Ese sábado en particular hubo un mercado de
agricultores.
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—No he visto a nadie usar el polvo de duende en collares ya que, parece
de tercer grado. Algo retro como tu, Lenah —dijo Claudia.
Pasamos una parte en donde había vendedores de flores y plantas. Uno
de los letreros, decía hierbas silvestres.
—¿Podrías dejarme salir? —pregunté.
—No te tienes que ir —me dijo Kate, pero ella le lanzó una sonrisa a Tracy
por el espejo retrovisor.
—Sí. Por favor no te vayas —dijo Tony, pero Justin ya estaba
desacelerando. Se puso al lado derecho de la carretera. Yo podía ver las
puertas de entrada del edificio Wickham a pocos metros de donde
estábamos. Salí del coche, mirando de reojo a los ojos de Justin en el
espejo retrovisor.
—Hablamos más tarde, Tony —le dije, y cerré la puerta detrás de mí.
Estaba segura de que conseguiría un trago amargo por dejar a Tony con
esos buitres, pero yo tenía que hacer algo. Algo que debería haber hecho
cuando llegué a Wickham.
En el mercado de los agricultores pasaban carros de manzanas, calabazas
y varias mezclas de sidra de manzana. Por último, me detuve en el carro
lleno de hierbas y flores silvestres. Las flores de naranja, los pensamientos
púrpura, áster, crisantemos amarillos y brillantes estaban en cestas de
mimbre pequeñas. Una cinta de raso marrón unían los tallos en un arco
delicado.
—¿Tendrá lavanda? —le pregunté a una mujer sentada en una silla detrás
de su carro—.¿Un ramo pequeño?
La mujer me lo entregó con una sonrisa. —Cuatro dólares —dijo.
Pagué y caminé en dirección al campus. Con la lavanda en mi nariz,
caminé hasta el final de la calle principal hasta los grandes arcos del
campus Wickham. Entré por la puerta, sonreí para mis adentros, y tomé un
profundo suspiro. El campus se llena de actividad. Algunas personas
estaban acostadas sobre mantas, otros estudiaban en grupos, pasándose
cuadernos ida y vuelta. Tomé una respiración profunda y escuché las
voces haciéndose eco a mí alrededor.
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¡No puedo leer tu letra! Me acaba de llegar un correo electrónico.
¡Bio me va a matar!.
Quiero ese suéter que Claudia Hawthorne llevaba.
¡Aquí está el soldado que sangró!
Estuve a punto de tropezar con mis propios pies. Me di la vuelta para mirar
detrás de mí.
¡Y el marinero que valientemente hizo fa!
Giré hacia la otra dirección. ¿Quién cantaba esa canción? Una colección
de chicas en una manta estaban leyendo sus libros de texto. Una de ellos
tenía los auriculares en las orejas. Había docenas de personas en el
camino. Dos muchachos jóvenes pasaron junto a mí, estaban hablando de
la próxima temporada de baloncesto. Me volví a mirar a través de la
verde, pero nadie estaba cantando. Di un paso y luego otro. Justo cuando
mis pasos eran aún bastantes y yo estaba en el salto a distancia buscando,
lo escuché otra vez.
En las alas o los años se ha marchado.
Se me cayó la lavanda al suelo y sujete las manos sobre mis oídos. Podía
sentir mi corazón golpeando en mi pecho. Miré a mi alrededor a los
alumnos de nuevo, sólo para asegurarme. La mayoría de ellos estaban
caminando hacia su dormitorio y disfrutando del clima cálido. Saque mis
palmas de mis oídos y me incliné para recoger la lavanda.
¡Llámame más tarde!
¡Cenamos en veinte minutos!
Las conversaciones eran normales. El canto escocés se había ido.
Los fantasmas tienen una manera de engañarme, ya que pueden hacer
sus pensamientos tan pesados como las ramas después de una tormenta.
Era la voz de Vicken que se arremolinaba en los árboles lo que inquietaba
mis recuerdos. Incluso todo el camino hacia Lovers Bay, Massachusetts. Yo
lo sabía, me extrañaba.
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Una vez que llegué a mi puerta, puse la lavanda junto al romero. Lavanda,
si usted está de caza, le protegerá de las fuerzas del mal. Se bendecirá la
casa de la puerta que decora.
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Capítulo 13
Traducido por Bautiston & Little Rose
Corregido por V!an*
lguna vez en tu vida quisiste hacer algo horrible? Quiero decir,
¿estremecedoramente horrible? Debido a eso, la mañana
siguiente, tome todo mi poder para no llamar a mi aquelarre.
Cuando me desperté, había silencio. Silencio en la sala y el
mundo que nos rodeaba en el campus Wickham. Me concentré en cosas
innecesarias. El techo de mi habitación era suave y blanco. Los pájaros
cantaban, y las ramas de los árboles se balanceaban por una ligera brisa.
Más que nada, me di cuenta de que estaba sola. Ningún viaje al agua
podría curarme. Anhelaba la calma meditando de Song, la manera en
que Vicken me miraba desde el otro lado una habitación llena de gente y
podía saber exactamente qué estaba pensando. Echaba de menos la
forma en que las colinas se ondulaban lejos de mi casa y se extendían en
la distancia durante las puestas de sol, justo cuando era lo suficientemente
seguro para acercarse a las ventanas, la hierba parecía que estaba en
llamas.
Agarre a las suaves sabanas de mi cama con mis manos y rodé de lado.
Las palabras de Rhode clavadas en mi mente. Esa última noche hablamos
de muchas cosas. Una era una advertencia:
—No debes contactar con ellos, Lenah. Por mucho que los desees. Por
mucho que la magia que has creado anhele por ellos. Por llamarlos. Debes
negarte a ti misma.
Miré el teléfono en la mesilla de noche. ¿Tendrían incluso un teléfono? Si los
llamo y uno de ellos responde, ¿sabrán que era yo? Pero no llame. En su
lugar, me gire al otro lado, lejos del teléfono, y enfrente las ventanas de mi
dormitorio. Mis pensamientos se alejaron del aquelarre. Tal vez tomaría una
ducha. Como vampiro, no tenía necesidad de ducharme. No había nada
orgánico en mí, estaba sellada mágicamente, inhumana, un cuerpo
muerto, encantado por lo más negro de la magia. Ahora, en la forma
humana, el agua caliente rodando por mis brazos y mi espalda era lo más
cercano que llegué a encontrar un poco de paz.
¿A
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Salí de la cama, lejos de la puerta, asegurándose de no permitir que mis
ojos a cayeran sobre la espada de Rhode justo fuera de la puerta del
dormitorio. Lo hice mucho, por comodidad mayormente. Me froté mis ojos
somnolientos y di un paso en las baldosas del piso del baño.
—¡Ahhhhhhh! —grité, y lance mi espalda contra la pared detrás de mí.
El reflejo en el espejo. Mi piel. Era de un color miel. Un bronceado profundo.
La parte superior de de la nariz tenia un brillo dorado sobre el puente. Me
había bronceado.
Me acerqué a dos pulgadas del espejo. Empuje mi piel tirante con la punta
de mis dedos. Mis ojos se estrecharon, revisé mis mejillas, la barbilla, hasta
mi cuello, por enrojecimiento en la piel. Incluso con el FPS 50 había
conseguido color, aunque no me había quemado como esperaba. No me
había evaporado, tampoco.
Rebote fuera del baño y me metí en la sala de estar, aunque me detuve
en la puerta. La espada de Rhode permanecía inmóvil en la pared, la
placa manteniéndola congelada en su lugar. Entonces miré a la mesa y las
fotografías de mi aquelarre. Me estaban mirando con una melancolía
vacía. Pero todo estaba vacío, ¿no? Nadie ocupaba el sofá o el asiento
de la sala de estar. Nadie hizo el café o me preguntó que quería para
desayunar. Era sólo yo.
Me senté en el sofá. Era demasiado temprano para el desayuno, y Tony
dijo que no se levantaría y ni estaría listo para comer hasta casi el
mediodía. Los fines de semana eran diferentes en Wickham. Los fines de
semana los estudiantes se iban a casa, y en su mayoría usaban el tiempo
para estudiar. La primera semana de clases había sido sin incidentes,
excepto por la clase de anatomía. Miré hacia abajo en la mesa de café. El
libro que saqué de la biblioteca estaba abierto en la imagen de Rhode.
Mire los ojos de Rhode, esos hermosos ojos que me persiguen por siempre-
contemplando a la nada. No había nadie que pudiera entenderlo.
De repente estaba cansada de nuevo y no quería hacer nada más que
acurrucarme por un tiempo. Sí, el sueño sería bueno, pensé. Cuando me
dirigía a mi habitación tuve esperanzas de que tal vez soñaría con Rhode.
***
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Esa noche, fui a la habitación de Tony para encontrarme con que su
familia había venido a buscarlo para cenar. Así que anduve por el campus
sola. Aunque hacía calor para septiembre, aún en los setenta, podía oler
algo en el aire, se estaba enfriando.
A pesar de la penumbra, el dormitorio de Quartz estaba lleno de actividad.
Los chicos se pasaban balones de fútbol de ida y vuelta en el campo,
balones de fútbol, también. La música rock sonaba desde la torre de arte.
Los chicas y chicas caminaban por las veredas y conversaban cerca de las
ventanas en varios edificios.
Mientras caminaba, dos chicas pasaron cerca de mí. Reconocí a una de
ellas de inglés con el profesor Lynn.
—Hola, Lenah —dijo.
—Um. ¡Oh, hola! —le contesté, y me encontré sonriendo. Ella era una
Júnior, también. Eso fue todo. Un saludo, sólo para mí.
Creo que me dirigía a la playa para ver las estrellas cuando me di cuenta
del invernadero más allá del edificio de ciencia. Con el aroma de la
lavanda aún fresco de la compra de ayer me dirigí por otro parche de
hierba hacia el invernadero.
El edificio era de cristal y se estiró hacia atrás y lejos de las sendas. Apreté
mis manos en los paneles de vidrio y mire adentro, pero el interior estaba
oscuro. Me concentré en las diversas plantas que estaban en mi línea de
vista directa. Di un grito ahogado, y la adrenalina de trazo mi pecho.
—¡Nasturtium! Rosas, lilas, caléndula y tomillo, —susurré. Todas las hierbas
que extrañaba y deseaba tener de vuelta en mi vida. La entrada de
puertas dobles era de cristal al igual que el resto del edificio, y tire de las
negras manijas. Las puertas se estremecieron. No quería nada más que
entrar. Como un vampiro, uno pensaría que fui completamente eliminada
de los elementos naturales del mundo. Que no puedo manejar nada
natural por mí misma. No tengo necesidad de aire o agua, pero me
encantan todas las hierbas y las flores, las plantas. Todas las flores tienen un
poder natural. Todas las piedras tienen un poder natural. Todo, las flores, las
plantas, el suelo, incluso la magia negra que corría a través de mí como
vampiro, viene de la tierra.
—El invernadero está cerrado.
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Me di la vuelta. —¿Por qué no dejas de seguirme?
Justin Enos estaba recién duchado y solo. Venía del parche de hierba
entre los prados de Quartz y los edificios de ciencia. Llevaba un pantalón
caqui y camisa azul de botones. Parecía que brillaba.
—Estoy yendo a la playa del estacionamiento —dijo, y señaló el camino—
.¿Por qué quieres entrar en el invernadero? —Se acercó a mi lado y miró
hacia el edificio a oscuras—.Huele como podredumbre ahí.
—Me encanta —dije al borde de un susurro.
—¿En serio? —Me dio una mirada sorprendida. Miré hacia atrás al
invernadero y no contestó. No quería explicar mi amor por las flores y las
hierbas.
—¿Todavía enojada conmigo? —dijo.
—¿Un viaje de snorkel y se supone que debo desmayarme? —respondí.
Apoyó una mano en el invernadero y se inclinó hacia delante casi a
pulgadas de mi cara.
—Hueles increíble —dijo.
—Gracias —dije con el aliento sofocado en mi voz. Los ojos de Justin latían
en los míos, y luego se retiró a una distancia apropiada. Si no supiera lo que
hacía, habría pensado que me puso a prueba, como vampiro, a través de
una llave de mirada.
—Todavía tengo que hacer algo acerca tuyo, ¿no? —dijo, casi gruñendo.
Me hizo querer ronronear, si era posible.
—Justin —llamo una voz.
Ambos de nos dimos la vuelta. Tracy y las Tres Piezas-se dirigieron hacia el
invernadero, procedentes de la dirección de la Unión. Las tres llevaban
vestidos negros, de cóctel, cortos, aunque cada uno era un poco diferente
en estilo de los demás.
—Hola, Lenah —dijo Tracy, cuando llegó a la senda.
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—Te bronceaste muy rápido —me dijo Claudia.
Miré mis brazos. —Creo que no me di cuenta, —le respondí con un
encogimiento de hombros.
—¿Quedándote esta noche? —preguntó Tracy, enlazando su brazo al de
Justin. Miré a los ojos de Tracy como un vampiro lo haría. Una mirada que
penetra profundamente en las pupilas. Aunque no vi la profundidad de su
alma. Ella era plana, una chica del universo secular. De hecho, cada una
de las Tres Piezas era víctima de su propia auto-absorción. Justin en cambio
tenía luz en sus ojos. Una ventana de la clase, donde puedes ver que era
mucho, mucho más que un chico promedio. Tenía el sigilo y el valor—
como Rhode. Tenía alma. Rompí mi mirada de Tracy. Hubo un tirón en mi
pecho como si un hechizo se hubiera roto.
—Sí, me quedo —dije, y volví a centrarse en Claudia y Kate—.El domingo
no es una gran noche para mí.
—¿Sólo saliendo fuera al invernadero? —preguntó Kate. Estaba en un
vestido muy corto—.Es una lástima —me dijo Tracy, y luego miró a Justin—
.Vamos, quiero llegar al club y volver antes del toque de queda.
Y con eso, comenzaron a caminar por el sendero. No quería seguirlos, así
que fingí que buscaba algo en el invernadero.
—La noche —dijo Justin con la mirada hacia mí.
—La noche —le dije, y pronto se vieron envueltos en la oscuridad del
camino y yo estaba caminando a casa.
***
El lunes por la mañana, a las 09.00, me encontré con Tony en la biblioteca.
Resulta que él había estado allí durante horas. Estaba rodeado de cientos
de imágenes. Lo digo en serio, cientos de fotos - mías. Después de que
puse mi mochila detrás de la mesa mire por el pasillo de los libros hacia el
área de estudio posterior. Me quité las gafas de sol y comencé a bajar la
fila de libros hacia Tony.
Estaba encima de la mesa, pero Tony no levantó la vista. Las fotos eran del
viaje de snorkel. Debe haber habido doscientas fotos, cada una desde
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una perspectiva diferente. La cabeza de Tony estaba abajo y los dedos
apretados una pieza corta de carbón vegetal. Miré a un bloc de dibujo
blanco sobre la mesa y vi la silueta de un par de ojos que se parecía
mucho a los míos.
—¿Te das cuenta de que esto podría ser catalogado como una obsesión?
—Le dije con los brazos cruzados.
Tony salto hacia atrás en su silla y tengo que admitir que di un paso atrás
de sorpresa. Su actitud de siempre suertudo feliz no estaba a la vista. Su
piel suave tenía unas pocas líneas de carboncillo sobre ella y una mancha
negra en la frente, donde debe haber estado descansando la palma de
su mano durante el trabajo.
—Nunca he hecho un retrato como esto antes —dijo, y luego se inclinó, de
vuelta en el cuaderno de bocetos—.Tengo que obtener bien la
perspectiva —se quejó que, aunque parecía que Tony estaba hablando
más para sí mismo. Me miró, regreso al cuaderno de dibujo, y arrancó la
hoja del cuaderno. Lo arrugo en una bola y la dejó caer al suelo. Deslicé
una de las fotos de la mesa.
En ella, Justin Enos y yo estábamos en el borde de la embarcación. La
mano de Justin estaba en las mías y la manera en que nuestros perfiles se
veían, parecían bañados por el sol. Estaba mirando a los ojos de Justin y
sonreía. El agua directamente debajo de nosotros despedía un brillo
dorado en nuestras caras. Antes de que tuviera un momento más para
mirar la curva de mi boca y la blancura de los dientes, Tony arrebató la
foto de mi mano y la tiró descuidadamente en la pila.
—¡Hey! —protesté.
—Mal. Las perspectivas aquí están todas mal.
—Tony, ¿cómo puede ser eso? Mira cuántas hay. Estoy segura de que
puedes encontrar —sacudió la cabeza rápidamente y con un movimiento
de su brazo metió las fotos en un bolso de lona y se alejó por el pasillo largo
hacia la puerta principal. Su mochila se cayó de su brazo y quedó
colgando sobre su muñeca. Se la llevó por encima del hombro mientras
que sus pantalones bombachos se deslizaron sobre su trasero, y me mostró
sus calzones y la parte superior de una muy pequeña grieta. Se fue por la
pequeña puerta de la biblioteca.
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***
—¡Tony espera! —lo llamé, y salí de la biblioteca.
Intenté contener la risa mientras corría para alcanzarlo.
—No entiendes, Lenah, —me dijo, pero siguió caminando—.Tengo que
hacer bien esto. Quiero decir, no es sólo tu cuadro, es una gran parte de
mi beca. Cada proyecto que elija tiene que tener una curva de
aprendizaje. Ya sabes, donde ponga algo nuevo de mi trabajo.
—¿Así que pintar un retrato de mí tiene que superar tus límites artísticos? —
pregunté.
Nuestras miradas se encontraron, y la frustración de Tony rompió en una
sonrisa. Pasó su brazo por mis hombros.
—Cuando lo pones así y hablas tan elegantemente, sí. Ah, y eres fácil en
los ojos.
Comenzamos a caminar a la clase de anatomía, pero había muchos
peatones. Los estudiantes se reunían en un gran grupo, por lo que tuvimos
que caminar lentamente.
—El príncipe y la princesa están peleando, —dijo una chica frente a
nosotros. No la conocía, pero tenía un flujo de sangre pobre (Venas
claramente azules—ese color siempre era un indicador claro.)
Tracy y Justin estaban en el prado en frente de Quartz. Tracy estaba
apuntando a Justin y una de sus uñas con manicura francesa estaba a
centímetros de su nariz. Cruzó los brazos sobre el pecho y miró al suelo.
A medida que giraba a la izquierda hacia la estatua de Madame Curie,
me encontré con sólo un fragmento de la lucha.
—Siempre estás sugiriendo la biblioteca en estos días. ¡Déjame adivinar,
Justin, para ver a la única niña en el campus que no salta sobre ti!
—¡Tracy! ¡Eso no es todo!
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—Ella es muy rica. Supongo que tiene algo que ver con eso. Lo siento, no
todo el mundo puede comprar un apartamento privado, Justin. Sé que
tienes una individual, pero los compañeros de cuarto, son como parte del
paquete aquí.
—¿De qué estás hablando?
—Ya no quieres venir más a mi habitación. ¡Y no trates de negarlo! ¿Crees
que es bastante? ¡He visto tu forma de verla en tu clase de inglés!
—Vaya —susurró a Tony mientras entramos en el edificio de ciencias de la
anatomía. No pude evitar sentir una quemadura de satisfacción.
Durante la clase, mi pensamiento saltó hacia atrás y adelante entre la
pelea de Justin y Tracy y la voz de Vicken, que recogí a través del campus.
Después de obsesionarme con las acusaciones de Tracy sobre lo que Justin
siente por mí, me gustaba volver a los pensamientos acerca de Vicken.
¿Cómo y por qué lo escucho con tanta claridad? Yo sabía que no estaba
loca y escuchando voces. Un vampiro en el amor puede comunicarse
telepáticamente con su compañero, aunque la conexión con Vicken
debería haber sido cortada con mi transformación. La voluntad de Vicken
y su determinación de cuando estaba vivo eran fuerzas poderosas,
formaban parte de la razón por la que lo convertí en un vampiro. Estos
aspectos de su personalidad que han exagerado con los años tal vez
podrían haber llegado hasta mí a pesar de que estaba a miles de
kilómetros de distancia.
—Siéntate —dijo Tony después de las clases de anatomía. Interrumpió mis
pensamientos por el sonido agudo de la madera arrastrando a través de la
madera. Deslizó un taburete de un lado de la torre de arte a la otra.
Después de unos momentos, yo estaba sentada en el taburete, mientras
que Tony trabajaba a la distancia. Abandonó los carbones, decidió que no
podía comprender mis características bien con él. Él salió de detrás del atril
y se inclinó hacia adelante, cerca de mi cara. Él tomó un dedo meñique,
decorado por una banda de plata, y se movió un mechón de pelo de los
ojos. Comprobó la precisión de un color de pintura frotando sobre su
palma.
—Te ves muy bien. Esto va a ser perfecto —dijo con una sonrisa. Me
gustaba el olor de la pintura en la habitación y la hierba fresca fuera
flotando con la brisa por las ventanas abiertas. Tony olía un poco como un
niño, almizclado, pero cubierto de pintura. Le miré a los ojos, él se quedó
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en mi mirada. Una sonrisa se deslizó por la cara. Pronto, antes de darme
cuenta, estaba levantando la barbilla hacia él, y nuestros labios estaban a
pulgadas.
Entonces alguien golpeó al marco de la puerta.
—¿Lenah?
Tony saltó hacia atrás. Se dio la vuelta a la puerta. Justin entró en el estudio
de arte. Me sonrió, completamente incapaz de evitarlo.
—Fui a la biblioteca en busca de ustedes —dijo Justin, caminando por el
suelo hacia mí.
—¿Primero el efecto invernadero, ahora esto?
—El bibliotecario dijo que estás generalmente aquí con Tony.
—Sólo por el trabajo —le dije, y me levanté. Tony estaba ya guardando sus
pinturas. Sonreía tanto que me sentía mareada.
—¿Estás pintando a Lenah? —preguntó Justin, y estiró el cuello para mirar
en el caballete.
—Sí, —dijo Tony secamente, y reunió sus pinceles en sus manos.
—Genial. ¿Puedo verlo?
Tony levantó la lona. —No. Ni siquiera está listo —Él se trasladó al caballete
por lo que daba a la pared.
—Es un poco sensible —le dije, sin dejar de sonreír.
—¿Qué pasa, Enos? —dijo Tony—.Normalmente, no vienes aquí.
—Estoy aquí para ver lo valiente que eres —dijo Justin, pero él me estaba
hablando a mí.
—¿Valiente? —pregunté, volviéndome para hacer frente a Justin de forma
más directa.
—Sábado. Vamos a hacer Bungee jumping.
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Miré a Justin a Tony. Tony negó con la cabeza rápidamente. —No lo hagas,
Lenah. Es un suicidio.
—¿Cuál es el Bungee Jumping? —Le pregunté.
—¿En serio? —preguntó Justin, y ahora se apoyó en una mesa de estudio.
Cruzó un tobillo sobre el otro. Una pose que le había visto hacer antes. Esta
era una posición de confort, de manera que me levanté para que se
sintiera como si estuviera en una posición de poder. Suspiré, esta
capacidad de leer las posiciones era un rasgo de vampiro. Un hábito que
hasta ahora no podía apagar—.Saltas de un puente a un lago. Es muy
divertido.
Tony se interpuso entre nosotros y puso ambas manos en alto. Una mano
estaba aferrando sus pinceles. —Llevas una correa alrededor de tus
tobillos. Es un cable muy elástico y luego saltas desde un puente alto o un
edificio.
—Va a valer la pena —interrumpió Justin.
Tony puso sus pinceles en un cuenco de agua en el fregadero de la torre
de arte. Él lavó su paleta de colores y se volvió. —¿Para qué, Enos? Sólo
porque tienes un deseo de morir no significa que Lenah lo tenga,—dijo
Tony.
—Muy bien —le dije—.Iré —El rostro de Justin se iluminó inmediatamente—
.Pero sólo si Tony va.
—No. Nop. De ninguna manera —dijo Tony—.No —repitió con una especie
de risa maníaca. Se puso de pie en frente de algunos de los cubículos de
los estudiantes y empujó una cortina roja a un lado. La cortina seccionada
era el cubículo de arte de Tony. Todos los estudiantes de arte tenían uno.
Lanzó su paleta en un recipiente metálico—.No —dijo él, riendo de nuevo y
sacudiendo la cabeza. Lanzó su libro negro en el bolso de cuero bajo el
brazo y pasó volando junto a Justin y a mí.
—No, —dijo, dando un paso en la escalera—.No. Ja. Ja. Quiero decir, no.—
Continuó diciendo todo el camino hasta la escalera.
***
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Esa noche llegué a casa y colapsé en el sillón. Mis ojos pasearon por el
cuarto y me quedé mirando la foto de mi estante. Mi cuerpo ya no podía
simplemente andar sin parar por horas. Había sangre y músculos ahora, y
mi siempre presente corazón.
Estaba todo tan tranquilo. Mis ojos pesaban. Afuera, había silencio, pero de
vez en cuando oía las charlas de la gente que pasaba por las escaleras.
Escuchaba mi respiración porque realmente importaba que tuviera
oxígeno en los pulmones. Adentro y afuera. Adentro y afuera…el whoosh
rítmico del aire me reconfortaba. Mis párpados se cerraron por enésima
vez y, ahora sí, los dejé estar. Luego, ahí en mi mente, saliendo de la
oscuridad, estaba el salón de estar del primer piso de mi casa en
Hathersage, aunque se veía dramáticamente diferente.
Hace cien años había grandes alfombras orientales, en el fondo cortinas
rojas, los muebles estaban tapizados en terciopelo. En este sueño, la sala
sigue siendo la misma pero los accesorios se han añadido, como televisores
de pantalla plana y computadoras.
En la esquina, Vicken, vestido con un par de pantalones de vestir negro y
una camisa negra con botones, caminaba de un lado a otro. Se acercó a
la ventana y apretó un botón en la parte derecha de la pared. Las cortinas
se abrieron automáticamente. En el exterior, directamente debajo de la
ventana, estaba el cementerio lavado en un resplandor de color naranja.
En una lápida estaba mi nombre, Lenah Beaudonte.
—Algo anda mal —dijo Vicken, aunque hablaba en hebreo—.Los
materiales de Rhode se han ido. Su habitación está desvalijada.
—Ella va a subir —dijo Gavin, hablando en francés desde la puerta—.
Paciencia. —Vicken no se volvió a mirarlo. Su discurso era una mezcla de
lenguas, culturas y acentos.
—Hemos pasado por esto —dijo Heath, uniéndose a Gavin en la puerta y,
por supuesto, sólo hablando en Latín.
—Sí, pero cada día, mientras nos acercamos a Nuit Rouge, hay una duda
creciendo en mi mente —explicó Vicken.
—El miedo —dijo Song, deslizándose entre Gavin y Heath y sentándose en
una silla reclinable de cuero marrón que daba a la ventana. Hablaba en
Inglés.
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Vicken se burló.
—El miedo es lo que te mantiene junto a la ventana —dijo Song.
Los dedos de Vicken se clavaron en el marco de la ventana. Sus uñas
cortaron una línea de crestas en la madera. Se apartó de la ventana
rápidamente y se desplomó en un sillón vacío. En una mesita había un
plato lleno de lilas secas. Las recogió con las puntas de los dedos y dejó
que los pétalos de color púrpura cayeran como granos de arena de nuevo
en el bol.
—Yo la necesito. Si en cinco semanas no se levanta, yo excavaré con mis
propias manos —dijo, y fue entonces cuando abrí los ojos en la sala de
estar, sin aliento y con olor a lila en el pelo.
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Capítulo 14
Traducido por CyeLy DiviNNa
Corregido por Selene
ickerson Summit es un puente colgante a 150 pies sobre un río. Ese
sábado nosotros fuimos en la camioneta de Justin para hacer
Bungee en Cape Cod, que estaba a sólo media hora de Wickham.
La mayoría de la gente tenía que obtener el consentimiento de sus
padres para hacer bungee. Yo solo había falsificado la firma de Rhode.
Después de una hora de tutorías y un montón de papeles en los que
hemos firmado que, si morimos nuestros padres no demandaran, tomamos
nuestras vidas en nuestras propias manos. Nos alineamos al bungee en
Nickerson Summit.
—No puedo creer que me convencieras de esto. Una mala idea —dijo
Tony, que iba y venía al frente del puente. Se detuvo cada pocos pasos y
se encogió de hombros—. Puedo hacer esto —murmuró en voz baja.
—¿Vas a saltar conmigo? —Tracy le preguntó a Justin mientras se colgaba
sobre él.
—Todos vamos a saltar solos, nena —dijo Justin. Tracy se inclinó para darle
un beso. Me di cuenta de que su boca estaba abierta y que Justin
mantuvo la suya cerrada. Fue un extraño tipo de beso, no era igual.
—¡Quiero ser la primera! —chilló Tracy y abrazó a cada miembro del trío.
—Gracias a Dios —dijo Tony en voz baja, y se sentó en la acera del puente.
—¿Prométeme que saltaras directo después de mí? —Tracy le dijo a Justin.
Sus ojos tomaron una puñalada hacía mí y luego besó a Justin en la mejilla.
—Claro —dijo, y Tracy tomó su puesto en el puente.
Tracy se situó en el borde del puente, elevó los dos brazos, y luego se
inclinó hacia adelante. Ella gritó y luego se había ido. Todos corrimos a la
cornisa del puente. Las puntas del cabello de Tracy apenas tocaron el río.
Mantuvo sus brazos sobre su cabeza y su cuerpo fluía con los movimientos
N
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de la cuerda. Ella se levantó, casi manteniéndose a la altura del puente, y
luego hacia abajo. Por la forma en que su cuerpo estaba de blando, me di
cuenta que tenía plena confianza en la tecnología. ¿Cómo demonios iba
a hacer eso? Cuando el cable comenzó a disminuir, se elevó por el aire
más lánguida, de lado a lado, por lo que su pelo se balanceaba y volaba
con el viento.
Cuando los empleados de la empresa bungee llegaron en su bote para
desatarla de la cuerda de bungee, Claudia y Kate se agarraron las manos
y saltaron de siguientes. Gritaron durante todo el camino hacia abajo.
Seguidas por Curtis, a continuación, Roy, y pronto, las únicas personas que
quedaban eran Justin, Tony y yo.
—¡Vamos, Tony, puedes hacerlo! —Tracy gritó desde la orilla del río.
Me asomé por el borde, sorprendida de que Tracy dijo realmente algo
bueno para Tony. Cuando miré, vi que las chicas estaban tomando el sol.
Debajo de la ropa llevaban bikinis a juego de color rojo. Todo lo que tenía
era mi sostén y ropa interior.
Tony se acercó al puente. Él abría y cerraba las manos.
—Mis manos están sudando. Mi espalda está sudando. Soy desagradable.
—Se dio la vuelta y me arrojó su gorra de béisbol—. No puedo creer que
esté haciendo esto. Me dan ganas de vomitar.
El hombre del bungee, de pie junto a Tony, le entregó un cubo azul que
saco de la nada. Tony tomó una respiración profunda. —Yo soy un artista.
Yo puedo hacer esto.
—¿Estás listo ya? —gruñó el hombre del bungee. Estaba en cuclillas, con
una barba y una camiseta que decía: a los gordos les gusta la carne.
—Linda camiseta —dijo Tony al hombre del bungee y luego me miró a mí.
—Puedo oír a mi madre, Len. ―Tony, ¿por qué te quieres matar?‖ —Me reí
tan fuerte que me dolía el pecho.
Tony coloca los brazos a su lado, cerró los ojos, y gritó pero su voz se
quebró durante todo el camino hacia abajo. Oí un chapoteo y luego el
trío gritó y aplaudió.
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Justin y yo éramos los únicos que quedaban. El hombre del bungee se paro
y me ató a la silla. Detrás de mí, en el suelo, yo podía sentir que Justin me
estaba mirando.
—Hiciste esto a propósito —le dije a Justin cuando el hombre continuo
amarrándome.
—Tal vez —dijo.
—¿A qué es lo que estás jugando? Tu novia está ahí abajo en el río.
—Vamos a ir juntos.
—¡Vamos, Lenah! —Tony llamó desde abajo.
—Si saltas conmigo, Tracy lo sabrá.
Justin se puso de pie. —¿Sabrá qué?
—Quiero decir, ella pensará que lo hiciste a propósito.
—Yo lo hice a propósito —dijo.
—Ustedes dos —dijo el hombre del bungee—. Mantengan sus ojos abiertos
si están saltando juntos. No golpeen sus cabezas o algo así. No me gusta la
limpieza de sangre.
—Si saltas conmigo… —empecé a decir.
—No me importa.
Justin tomó mi mano en la suya, y se subió a la cornisa del puente. No miré
a Tracy y a las otras tres, ya que estaban completamente en silencio a
continuación. Justin había estado esperando para saltar conmigo y ahora
todo el mundo lo sabía. Lo vi levantar su pie derecho. —No, espera —dije,
sintiendo la magnitud de la distancia desde el puente hasta el río. Entonces
Justin me apretó la mano, y me centre en el río. La forma en que las
pequeñas olas barrieron juntos y se movieron. Vi los rizos que hacían los
motores de la embarcación auxiliar. Me vino a la mente en ese momento-
el sueño de la secta. Lo que no era real, aunque se había sentido real. De
repente me imaginé la cara enfurecida de Rhode. Él sacrificó su vida por
mí y ¿yo iba a tirarme de un puente?
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—Siento como si nunca hubieras salido de tu casa —dijo Justin, y él rompió
el hechizo de mis pensamientos. Con mi mano atrapada entre las suyas,
me miró—. Eso es lo que estás buscando en el río.
—No estoy segura de que hice hasta ahora —le dije.
—No te puedes ocultar bajo una cabina de un barco para el resto de tu
vida. ¿No? —miré hacia abajo a Tony, quien levantó el puño en el aire—.
Hay que dejarse ir... —dijo Justin.
Miré de nuevo a Justin y empuje a la imagen de la secta de mi mente. Yo
estaba lista. Con mi mano derecha en la izquierda... ambos rompimos en la
más pequeña de las sonrisas.
—¿Lista? —él preguntó.
Nosotros dimos un salto.
Mi cuerpo estaba libre... Mis manos se quebraron con Justin, cuando
saltamos. Sentí que mi torso subía y bajaba, y el aire se precipitó por mis
oídos y entre mis dedos. A través de todos los aplausos era el de Tony el
que podía oír más claro. Mis caderas eran tiradas por el hombre bungee
arriba y hacia abajo. El viento se precipitó sobre mis mejillas y sobre el
cuero cabelludo. Miré a mi derecha y vi que los ojos de Justin estaban
cerrados, los brazos sobre su cabeza. Lo imité en cerrar los ojos y un
escalofrío me recorrió. Sonreí, no pude evitarlo. Cuando el hombre bungee
fue más lento, miré a Justin, al revés. Él me sonreía.
—¿Ya no estás triste? —preguntó.
A medida que nos ayudaban a entrar en los botes y nos llevaban a la orilla
del río, Justin no rompía mi mirada. No, en ese momento, la tristeza no era
posible.
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Capítulo 15
Traducción SOS por Paaau
Corregido por kathesweet
ena, espera! —llamó Tony desde la cima de la escalera de la
torre de arte. Era el día después de nuestra excursión a
bungee y Tony había pasado la mañana dibujando mis ojos.
Cuando llegó a la puerta de entrada, había una raya de
pintura verde en su nariz—. Gracias por hoy —dijo—, finalmente lo tengo…
creo.
—Cuando quieras —dije. Antes de llegar al pie de las escaleras escuché a
Tony decirles a los otros estudiantes en la torre: ¡Señoritas! No dejen que mis
nalgas y mi paso sexy las distraigan. Estaré aquí todo el día.
—Tienes pintura en tu nariz, Tony —dijo alguien, y un montón de risas
estallaron en la torre de arte.
Caminé afuera y miré hacia arriba. Las nubes eran oscuras, capa tras capa
de soplos grises.
Mientras caminaba a través del prado, me sorprendí de ver a Curtis, Roy,
Claudia y Kate sentados en una banca. Mientras pasaba, lista para
sonreírles a las chicas, Kate se inclinó hacia Claudia y escondió su boca
con su mano. Sobre los dedos con manicura de Kate, los ojos de Claudia
miraron los míos.
Claudia ladeó su cabeza hacia un lado, escuchando a Kate, pero en vez
de sonreír y compartir un tortuoso secreto como hacían generalmente, los
ojos de Claudia se suavizaron. Mire de vuelta a Kate, sus cejas reducidas y
aunque no podía ver su boca, estaba segura de que se estaba burlando.
Claudia, en cambio… parecía haber un cambio. Claudia y yo
compartimos este momento hasta que Curtis se inclinó en sus codos y me
miró de arriba hacia abajo. Sonrío. Era tan algo como Justin pero más
grueso, con una boca para hacer pucheros y doble mentón.
Caminé lentamente. Kate lanzó su cabello rubio sobre sus hombros. Roy, el
novio de Claudia, me miró también. Era más pequeño que Justin y Curtis.
-¡L
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—¿Un buen salto ayer? —preguntó Curtis.
Kate se burló. Luego me golpeó, una bofetada tan fuerte que quemó mis
mejillas. Yo no tenía percepción extrasensorial. No podía tener acceso a
cómo se sentían. Sabía que fluía desdén de Kate, pero eso era obvio. Me
concentré en el grupo, pero no me llegaron sensaciones. Ninguna idea
clara de sus intenciones.
Se había ido.
Aparte rápidamente la vista y apuré el paso. Miré las hojas de pasto y las
alas de una mosca que pasaba. Muy bien, mi vista de vampiro aún estaba
ahí. Suspiré aliviada. Me dirigí hacia el prado de los edificios de ciencias.
Thump-thump. Thump-thump. Thumpthumpthump. Corazón estúpido. Los
latidos agitaban mis oídos, haciéndolos vibrar. La adrenalina subía y
bajaba por mi pecho de modo que mis dedos hormigueaban. Caminé
más rápido, pasando a los estudiantes que iban a sus clases. Escondí mis
ojos de cualquier que viniera por mi camino. Era muy difícil respirar. Llevé mi
mano a mi pecho y sentí la vibración de mil pulmones.
Mi cuerpo estaba rebelándose contra mí. Esta reacción física, ¿qué era?
¿Ansiedad? ¿Miedo? Apreté mis dientes. Iba a ir al invernadero para
controlarme un poco. Estuve a punto de caminar por el arco a Quartz con
la intención de pasar sin detenerme, cuando oí una voz familiar.
—Lo sabía. Sabía que esto pasaría —dijo Tracy.
—¿Lo sabías? Esto está pasando hace mucho tiempo, Tracy.
—¿Mucho tiempo? Unas pocas semanas, ¿verdad? Desde que la
conociste. Todo iba bien antes de que Lenah Beaudonte viniera a la
escuela.
Jadeé y apoyé mi espalda contra la piedra del edificio. Mi corazón aún
estaba latiendo como loco. ¡Mi PE3! ¿Por qué cuando en verdad la
necesitaba se iba por completo? ¿Y sin una advertencia?
—No es Lenah —trató de explicar Justin. Volví a enfocarme en la
conversación.
3 Percepción extrasensorial (N. de T.)
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Tracy se burló.
—Vamos. En el minuto en que esa chica abrió la boca sabía que la
querías. Lenah esto, Lenah aquello. Toda esa mierda de la damisela en
apuros. ¿Quién no ha estado nunca en un bote? ¿Quién odia la luz del sol?
Me escabullí hacia adelante, por lo que estaba justo a la izquierda del
arco. Las miradas de Claudia, Kate y Curtis tenían sentido ahora. Ellos
debían saber que esto iba a pasar.
—Sólo no lo entiendo. —La voz de Tracy se quebró, y podía decir que iba a
llorar. Miré hacia la esquina del edificio y vi Justin y a Tracy en las sombras
del pasaje. Las puertas de vidrio del dormitorio se cerraban y se abrían
cuando los estudiantes pasaban. La mayoría mantenían sus cabezas
gachas mientras se susurraban entre ellos. Justin la acercó, lo que hizo que
mi estómago quemara.
—¿Qué pasa conmigo? —lloró ella—. Te vi en el puente Nickerson. No
querías hacer bungee conmigo.
—Es tan diferente ahora. Me siento distinto.
La cabeza de Tracy se levantó, y su mirada aterrizó en mí. Me giré para
que así mi espalda se apoyara contra el edificio.
—¡Lenah! —chilló Tracy. Gemí.
—¿Qué? —dijo Justin.
—Lenah. Ella está en el principio del pasaje. ¿Qué demonios está mal con
ustedes dos? —dijo Tracy. El sonido de sus tacones en el cemento me
atravesó. Ella corría rápido, a través del prado, y estuvo en el camino antes
de que me diera cuenta de que Justin estaba parado a mi lado. Quería
seguir a Tracy y decirle lo mucho que lo sentía. Sentí un hormigueo en mi
estómago, una sensación de inquietud, y entonces los dedos de Justin
tocaron mi hombro. Me alejé de él hacia el prado.
—Lenah… —los ojos de Justin quemaban con deseo, por consolarme.
—No quería herir a nadie —dije.
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—No lo hiciste. —Extendió su mano hacia mí. Quería que rodeara mi
espalda con sus manos y me acercara, pero todo se sentía pesado en mi
pecho. Señalé por donde Tracy había salido corriendo.
—Justo ahora, lo hice.
—No… ese fui yo.
Di un paso más hacia el césped. A través de las gotas de lluvia
esporádicas que caían en frente de mí, Justin y yo sosteníamos la mirada
del otro. ¿Cómo podía un par de ojos mostrarme tanto? La pasión de Justin
por mí y su conexión con mi corazón me permitían ver su alma. A través de
sus ojos verdes, profundo en sus pupilas, había una entrada, un lugar
dónde podía ver y sentir todas las intenciones de Justin. Jadeé y esperé,
que sin importar lo que le pasara a mi visión de vampiro mientras me volvía
más humana, yo nunca perdería esa conexión con él. Por favor, pensé. Por
favor nunca me dejes olvidar como me hace sentir.
Tuve que mirar hacia otro lado, así que me enfoqué en la boca de Justin;
sus labios se fijaban en una línea recta.
Habría dado cualquier cosa por detener la culpa corriendo por mis venas.
Detener el mundo y el tiempo moviéndose con él y besarlo ahí mismo en el
medio del campus. Pero eso era mi maldición, ¿verdad? Siempre conocer
ese sentimiento de culpabilidad y saber que fue mi culpa. Como si me
estuviera saliendo de mi misma, me giré y me fui hacia el invernadero.
* * *
Pit pat. Pit pat.
El invernadero estaba tranquilo excepto por la lluvia que comenzaba a
acribillar el techo de vidrio. Debe haber estado caliente antes de la lluvia,
ya que las ventanas estaban empañadas. Sobre mí, docenas de macetas
de helechos púrpuras estaban suspendidos de ganchos de metal. Las
hojas eran lavanda con un borde lila. Caminé bajo ellas por el pasillo
principal del invernadero. Al otro lado de donde yo estaba, estantes de
doce metros de alto se alineaban en las paredes. Los mecanismos de
nebulización llegaban cada pocos minutos, manteniendo a las plantas
regadas y tibias. Por primera vez en mucho tiempo, me sentí a salvo.
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Sabía que la magia de mi PE se desvaneció con el salto en bungee.
Cuando estábamos de pie en ese puente y su mano tomó la mía.
Abandoné mi temor al aquelarre en ese momento y decidí participar en el
mundo real. Otro sacrificio. Rhode tenía razón: siempre es la intención la
que vale.
Estos pensamientos se cernían fuera y dentro de mi mente mientras
caminaba. La cara de Vicken vino a mi mente y por el miedo que venía
con ella, alcancé unos capullos de rosas. Rosas en el té traerán amor. Metí
los pétalos en mi bolsillo. Después buscaría flores de manzano para la
suerte. Habían a mi alrededor, colgando y creciendo cada vez más,
cactus, orquídeas y helechos; plantas de hojas verdes en macetas
estándares de color verde. Algunas hojas eran grandes y se extendían
sobre el pasillo, mientras que otras eran pequeñas casi invisibles para el ojo:
el ojo de alguien que no fuera vampiro.
Olía como a tierra húmeda. Aún así, no era algo que envidiaba. Quizás por
una vez en una larga historia, entendí que venía de esa suciedad. Yo
también era natural.
—¿Te alegras de haber saltado?
Me giré. Justin estaba de pie en la entrada del invernadero. Las puertas
dobles se cerraron con facilidad detrás de él y estábamos solos. Me volteé
para mirar hacia delante. No me moví. Caminó hacia mí y sus zapatillas
sonaron levemente en el piso mojado del invernadero. Luego estuvo tan
cerca que su pecho se apoyó en mi espalda. El cuerpo de Justin era fuerte
y esculpido, tan diferente al de un vampiro, que permanecía de la misma
forma que en el momento de su muerte.
Justin dio pequeñas respiraciones que enviaron escalofríos por la parte
posterior de mi cuello. La piel de gallina invadió mi espalda y hombros. Miré
hacia delante para ver una flor de naranjo con pétalos hinchados. Algunos
tenían un color naranjo-rojo sangre, otros eran de un amarillo brillante. Los
pétalos tenían un borde algo irregular, por lo que un montón de ellos los
hacía ver como un asiento de felpa.
—Caléndula —dije, sintiendo el calor del cuerpo de Justin contra el mío—.
Más comúnmente conocida como ―maravilla‖ —susurré apenas, me
faltaba el aliento.
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~159~
Foro Purple Rose
Justin puso una mano alrededor de mi estómago y me acercó a él. Estaba
tan cerca, incliné mi cabeza en su pecho.
—Increíbles propiedades curativas. Buena para los mordiscos —continué.
Él no dijo nada. Sólo me sostuvo más cerca y puso sus dos manos alrededor
de mi cintura. Mi cuerpo se estremeció, mis manos y mis dedos vivos. Me
alejé, respiré, luego lo hice otra vez, y finalmente exhalé. Caminé
lentamente, por lo que Justin caminó detrás de mí.
Otra flor capturó mi vista en el estante a mi derecha. Me giré lentamente y
encontré los ojos de Justin. Miré abajo hacia las flores que estaban
directamente bajo sus dedos.
—Capuchina —dije, alcanzando una. Saqué un fino brote de flor amarilla
de un tallo largo y verde. No había más espacio entre nosotros. Esto era lo
más cerca que podíamos estar. Sostuve la pequeña flor en la palma de mi
mano—. Puedes comértela.
Justin miro hacia la flor y luego hacia mí. Abrió su boca, esperando. Puse la
flor en su lengua y él cerró sus labios.
Acerqué mi cara a la suya sin siquiera pensar en las consecuencias. Tragó
el pétalo y vi su manzana de Adán subir y bajar. Pronto sus manos
estuvieron en mis caderas y mi cara se inclinaba hacia la suya.
—¿Qué significa esta? —susurró. Nuestras bocas estaban separadas por
milímetros.
—Felicidad. Justo en donde estés.
Un beso humano. Una boca caliente con el sabor picante de la
capuchina. Él abría y cerraba mis labios, la presión de su boca contra la
mía… nunca antes me habían besado. No así. No como si estuviera viva.
Había pétalos, saliva, aliento y presión. Latidos y mis ojos cerrados.
La mano de Justin hacia presión en mis caderas, viajando lentamente por
mi espalda y enroscándose en mi cabello. No podría decir por cuánto
tiempo nos besamos. Sé que cuando finalmente me alejé, Justin gimió, sólo
un poco.
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Foro Purple Rose
Oí pisadas, una un poco más pesada que la otra. Un sonido que sólo yo
estaría interesada en entender. Un zapato que era microscópicamente
diferente al otro. Miré por encima del hombro derecho de Justin y me
encontré con los ojos de Tony. Él parpadeó una vez, retiró los ojos, y se
alejó hacia el campo de lacrosse en dirección a Hooper.
* * *
Una gota de lluvia bajó por mi brazo, por mi muñeca, por un nudillo, y
luego cayó por mi dedo hacia el suelo. Estuve de pie en la entrada de mi
apartamento por unos buenos 5 minutos antes de parar de repetir el beso
una y otra vez en mi cabeza. Estaba tan empapada que mi ropa se
pegaba a mi cuerpo. Me reí, llevando mi mano a mi boca, sorprendida por
cómo sonó, y la sangre sonrojó mis mejillas. Justin Enos me había besado…
Miré hacia arriba, sin querer, pero mis ojos se posaron en la espada de
Rhode. Caminé lentamente, paso a paso, hasta que estuve tan cerca de
la espada que podría lamerla. Vi mi sonrisa desvanecerse en el reflejo del
metal. Aún ahora, podía ver manchas de sangre arraigadas al metal.
Alcancé el collar de ampolleta, considerando un momento por si acaso
necesitaba el recuerdo de Rhode alrededor de mi cuello. Dejé caer mi
mano y avancé hacia mi cuarto. Por supuesto que lo necesitaba.
Justin Enos quizás me había besado, pero no estaba preparada para dejar
ir mi pasado. Aún me reconfortaban los recuerdos de mi vida tratando con
la destrucción y la muerte. Mientras caminaba lejos consideré lo que
significaría bajar esa espada y ponerla lejos, ponerla en un baúl para
permanecer en la oscuridad junto con el resto de mis antiguas intenciones.
No. No estaba lista. Aunque era tiempo de hacer algo. Incluso si era algo
pequeño.
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~161~
Foro Purple Rose
Capítulo 16
Traducido por karla pierce
Corregido por Selene
rash! un golpe.
Metal chocó contra metal. Giré en un círculo directo
manteniendo la vista en mi oponente.
—Siempre mantén tu enfoque —Rhode me había dicho. Arrojé mi peso
hacia mi brazo izquierdo, levantando mi espada al aire, asegurándome de
mantener un firme agarre en la agarradera. Empuñaba la espada larga de
Rhode. Con un golpe contundente mi espada golpeo y detuvo a Vicken.
Nuestras cuchillas se reunieron, los dos nos congelamos.
—Has estado practicando —dijo. Retrocedí y baje la espada. El año era
1875. Vicken y yo estábamos parados en la sala de armas de Hathersage.
En la pared había cientos de espadas, dagas y varios tipos de armas.
Había una mesa de boticario y una habitación en la parte posterior de las
invocaciones y conjuros, dividido por un velo negro.
Mi holgada bata me permitió maniobrar con facilidad. Era de color verde
azulado, brillante cuando el resto de mi mundo no podía serlo. Vicken
amaba practicar su manejo con la espada, era positivo que un día iba a
necesitar. Ese día llevaba una camisa blanca abotonada y unos
pantalones de cuero. —Muy fácil, —dijo— para avanzar con la espada. —
La sala de armas estaba en el primer piso y de frente a la unidad principal
de la casa. Fue cuando puse mi espada en su vaina que oí una risa. Vicken
ya estaba en la ventana.
—¿Quién es? —le pregunte mientras me le unía.
—Una pareja —dijo Vicken.
Caminaban de la mano. Era una criatura joven en un brillante vestido azul
de pavor real. Su acompañante iba vestido en un traje marrón claro.
¡C
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Levante las cejas y di un paso hacia atrás de la ventana cuando el joven
miró a su alrededor, dejó de caminar, y tomó a la mujer en un abrazo. La
besó tan fuerte que cuando se apartaron, ella se quedó sin aliento. Luego
lo hicieron de nuevo.
—Lujuria, —dije— la caída de cualquier mujer con una mente propia. —Me
giré y descansé mi espalda en la pared. Vicken se recargó contra el marco
de la ventana y me miró. Tenía unos ojos profundos y oscuros. A pesar de
ser vampiros, seguían siendo calientes.
—Eso no es lujuria, Leah.
—¿Besarla de esa forma? ¿Robándole el aire?
Vicken se paró enfrente mío y corrió sus manos a través de mis brazos.
Desee poder sentir su tacto, pero era solo viento contra una lapida para
mi. En los últimos tiempos, la compañía de Vicken era la única razón para
mantener una apariencia de cordura.
—¿No lo deseas algunas veces… —me preguntó con ojos ansiosos— el
poder sentirme?
Baje la mirada hacia la suavidad de las manos de Vicken y me recordó un
momento en un balcón de opera cuando yo tenia esos mismos deseos. Tal
vez el sabía tan bien como yo que ya no tenia la capacidad de desear.
Me alejé de él y miré hacia la ventana.
—Yo si —dijo— extraño tocar. Me refiero a tocar realmente hasta que mis
nervios estén de punta.
Fuera de la ventana, la pareja se había ido a caminar fuera de la
propiedad. El hombre se paró, tomó una flor silvestre, y se la regaló a la
mujer.
—Eso es amor de humanos —susurró.
Me burlé.
—¿Ha pasado tanto tiempo que ya no puedes verlo? —preguntó Vicken.
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Una sombra negra pasó por mis ojos. Estaba en lo cierto. Era amor, y Rhode
había estado ausente tanto tiempo que ya no podía verlo. Apreté los
dientes con tanta fuerza, una de mis muelas de atrás crujió.
—Vamos —dije y caminé hacia la salida.
—¿A dónde vas? —preguntó Vicken, y una sonrisa cruzó por su rostro. Sus
colmillos bajaron.
—A conocer a nuestros nuevos amigos —dije, y escupí la parte del diente
roto que saltó por el suelo—.Vamos a echarnos un bocado.
***
Sacudí y me reenfoque en la mesa de anatomía. Era lunes, y estaba de
vuelta en clase. Sentí las cavernas de mi diente roto en la parte trasera de
mi boca con la boca de la lengua y suspire. Había llegado temprano a
clase. No había dormido mucho desde que Justin Enos decidió cambiar
todo y besarme. Cuando recién llegue, el salón estaba vacío, pero
mientras soñaba despierta ya habían llegado casi todos. Un par de lentes
de sol se deslizaron por mi mesa y golpearon mi cuaderno. Mire hacia
arriba para ver una media sonrisa de Tony para mi y después tomó su
asiento.
—No te vi en el desayuno —dije.
—Los olvidaste. En la torre del arte ayer —dijo él, apuntando hacia los
lentes de sol.
—Oh, —dije—.Gracias. —Así que por eso me siguió al invernadero…
—¿Estas lista? —preguntó, sacando una pluma y un papel. Hice lo mismo
pero me pregunte porque estábamos sacando nuestros libros.
—¿Para que? —pregunte.
—Día de la rana. Tenemos que disecar una rana —dijo.
—¿Esta viva? —pregunte con interés. Hubo una sacudida de emoción en
mi pecho. ¿Tendría que matar a la rana? ¿Importaba?
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—Es como nuestra primera prueba o algo así. ¿Alguna vez escuchas en
clase?
No realmente, pensé.
—Es de mala suerte ver a sus ojos. Así que no lo hagas —explicó Tony.
—¿Qué hay de malo en eso?
—Mi papá dice que matar una rana es como matar un alma. Es malo. Pero
escucha. Lo más importante del asunto, Lenah. Mucho más importante. —
Tony se giró para encararme. Había estado esperando que sucediera. El
momento en que me confrontaría acerca de lo de Justin Enos. Los gestos
de Tony eran todo un negocio—.Necesito que poses para mí de nuevo
hoy. Mi profesor quiere algo más que el retrato.
—Tengo, hum, un compromiso —dije, pensando en la pequeña promesa
que me había hecho la noche anterior—.Después de clases.
—¿Qué tienes que hacer? —preguntó Tony—.¿Pasar el rato en el
invernadero?
—No. Luego te digo.
—Secretos, Lenah. Muchos secretos —suspiró Tony—. ¿Vamos a Hopper
para cenar?
—Claro —dije. Justo cuando saque mi libro de laboratorio y mi pluma, sentí
un beso en mi mejilla. Mire. Justin se alzaba sobre mí. Se veía bien, muy
bien. Había arrugas en los costados de sus ojos.
—Que hay de nuevo Sasaki — dijo Justin con un asentimiento.
Tony asintió de nuevo y abrió su cuaderno de anatomía.
No necesitaba percepción extra sensorial para decir que su estado era frío.
—Tengo practica después de clases, pero vendrás a cenar con nosotros,
¿Cierto? Tengo que preguntarte algo y no quiero olvidarlo —dijo Justin
mientras la Sra. Tate entraba en el cuarto.
—Si —dije sin pensarlo.
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—Pensé que habías dicho que podrías ayudar con el retrato —dijo Tony, y
pude ver una sobra creciente roja arrastrarse por su cuello.
—Es cierto, lo hice —admití antes que Justin pudiera decir algo—. ¿Crees
que podamos hacerlo mañana? —le pregunté a Tony.
—Como quieras —se quejó Tony.
—No lo olvides Lenah, cena. Tengo que preguntarte algo. Es acerca de la
semana de Halloween —dijo Justin, mientras se abría camino hacia su
lugar. ¿Por qué siempre tenia que verse tan bien?
—Probablemente solo quiere que lo veas jugando lacrosse —se burló Tony.
¿Qué tal la idea de ver a Justin corriendo arriba y abajo del campo,
sosteniendo una pelota de lacrosse, sudando y saltando mientras yo me
sentaba a observar? En mi fantasía, Justin estaba bañado en sudor,
resplandeciente bajo el sol. Parecía ser una buena idea.
—Te estas convirtiendo en uno de ellos —agregó Tony mientras la Sra. Tate
desempacaba un refrigerador.
—¿Quiénes? —pregunté.
—Una de esas chicas que siguen a Justin Enos a su alrededor. Un miembro
oficial de las pieza tres. ¿O es algo más flojo si te inscribes, como, Cuatro
algo?
—No soy una de esas chicas.
—Yo no era el que andaba saltando con Justin Enos. Eras tú. ¿Por qué me
haces seguir viniendo?
—Pensé…—empecé a decir, pero Tony nos interrumpió.
—Pronto te sentaras en las gradas viéndolo jugar. Coordinaras tus
atuendos, lavaran tu cerebro. Solo espera y veras.
Me quede boquiabierta por la sorpresa del regreso de dos viejos amigos
dolor y vergüenza; se reunieron en mi estómago.
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—Yo realmente no…—empecé a decir, pero alguien deslizó una bandeja
de metal por la mesa con una rana muerta boca arriba. Se veía
congelada.
—Concéntrate Lenah —dijo la Sra. Tate—. Tu prueba comienza ahora. —Se
volvió para entregar otra rana a la mesa junto a la nuestra. Mire hacia la
bandeja. No esperaba que esto se vería así No me lo esperaba en lo
absoluto. Su vientre pequeño era redondo, y sus piernas extendidas.
Tony tomó unos cuantos alfileres y traspasó los dedos de la rana hinchada
hasta un trozo de tela azul que estaba por debajo de su pequeño cuerpo.
Hacer esto exponía su vientre por lo que podíamos cortar y abrirlo. Di un
grito ahogado, y mi cuerpo se sacudió en una extraña especie de hipo.
Que extraño, pensé. Esta rana solía saltar, solía vivir. Tiene vida, aun aquí
estando en la mesa. Muerta y fuera de este mundo, pero de alguna forma
aun en el.
Quiero vivir, pensé. ¿Cuantas veces alguien lo había suplicado? ¿Cuántas
veces pude dejarlos ir? Mis manos colgaban débilmente por mis lados. Mi
pluma cayó por mis dedos, hacia la mesa, y rodó hacia el suelo.
—¿Lenah? —dijo Tony.
Me quede mirando nublosamente a la rana, con los ojos fijos. Por un
momento inexplicablemente, yo era la rana. Había muerto y estado inerte
por tanto tiempo y ahí estaba yo, encantada y devuelta a la vida.
—¿Acaso no tenemos momentos de gracia? —susurré.
—¿Qué? —dijo Tony.
Continúe viendo hacia el cuerpo sin vida de la rana. Mi corazón latía y mis
ojos parpadeaban. La rana se fue de mi vista, y la cara de Tony pasó a
primer plano de mi mente. Podía saborear comida a través de mi
garganta, ver a Tony excavar cucharadas de su helado, un gajo de
naranja en la lengua de Justin, la lluvia… la gloriosa lluvia.
—Quiero vivir —dije enfocándome de nuevo en la rana.
Saque los alfileres, uno a uno, de las pequeñas patas de la rana. Luego,
me empuje hacia atrás en mi silla y acune su frío cuerpo en mi palma
izquierda. Me acerque a las ventanas alineadas del salón de anatomía. Las
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desabroche y empuje hacia afuera. Como si de fragmento de vidrio se
tratara, sostuve su cuerpo inerte, cerca de mí, manteniendo mi brazo
cerca de mis costillas.
Me asome por la ventana y me agache. Debajo de un rosal, una flor que
simbolizaba amor, deje a la rana en los pétalos de rosas. La cubrí con un
poco de tierra, asegurándome que su cuerpo se mezclaba con esta y
pétalos de rosas. En latín, dije: —Ignosce mihi… perdóname.
Me encaré a la clase. Sin una palabra, tome mis libros, mi bolso y me fui.
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Capítulo 17
Traducido por Carol93 & flochi
Corregido por Emii_Gregori
e senté en la taza de la estatua Madame Curie y miré hacia el
campus Wickham, pero mis ojos rápidamente perdieron foco.
Aunque estaba dirigiendo la mirada hacia miles de briznas de
pasto, en mi mente veía los rígidos y tonificados bíceps de Vicken
cuando él empuñó su espada. Sacudí mi cabeza y miré atrás hacia las
briznas individuales de pasto ondeando en el viento. Tan pronto se fue mi
interés, otra imagen de mi pasado vino a la vanguardia de mis
pensamientos —los ojos de Rhode. Él parpadeó de manera que sus largas
pestañas casi rozaron la cima de sus mejillas. La imagen me quemó y
respiré con dificultad. Suspiré, sacudí mi cabeza, y me concentré de nuevo
en el campus. Podía ver las grietas en la madera de los árboles a través del
sendero. Mi respiración se sintió pesada cuando inhalé y después exhalé.
¿Iba a llorar? Seguí esperando a que ocurriera, pero no sucedió —no
todavía, de cualquier manera.
Traté de concentrarme en cualquier cosa que pudiera ser difícil de ver con
el ojo humano. Si seguía viendo con mi vista vampírica, ¿quizás no me
había adaptado completamente? Por primera vez, deseé que se hubiera
ido.
Continué mirando cómo el viento hacía susurrar las hojas. Estudiantes
caminaban, llevando libros y mochilas. Profesores y encargados me
pasaron, también. Los miré a todos, cualquier cosa y cualquiera que me
distraiga del evento que acababa de suceder en el aula de anatomía.
Entonces alguien se sentó a mi derecha.
—¿Puedes abrir un gato desgarrándolo con tus manos pero no pudiste
cortar una rana? —preguntó Justin gentilmente.
—No pude cortar la rana —admití. Giré mi cabeza para mirarlo. Mantuve
mis manos apretadas entre mis rodillas.
M
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Tomó mi mano entre la suya, y nos sentamos en silencio por un momento.
Justin frotó la cima de mi mano con su pulgar. Esto envió un consuelo a
través de mí. Justin tenía una manera de hacerme sentir como si todo, sin
importar qué fuera, iba a salir bien. Que todo podía ser reparado, incluso
los fantasmas de mi pasado y todos los caminos por los que traté de
escapar de mi dolor.
Justin, podía sentir. Agarré más apretadamente su mano —Justin, podía
sentir con todo mi cuerpo.
Nos sentamos así por unos pocos momentos y pronto todos en nuestra
clase de anatomía pasaron. Incluido Tony. Él paró al lado de la taza.
—Len… —empezó a decir Tony. Sus ojos se lanzaron hacia la mano de
Justin entrelazada con la mía. Miró hacia adelante y la vergüenza
apareció en sus rasgos. Miró nuevamente hacia nosotros y después se
dirigió hacia Hopper.
—Debo irme un minuto —dije con un suspiro y me levanté—. Tengo un
compromiso.
—¿Para qué?
—Obligaciones familiares —expliqué, golpeando mi pie y metiéndolo en el
barro. Miré nuevamente hacia Tony, pero él estaba casi ya a medio
camino a través del prado—. ¿Dijiste que querías preguntarme algo?
—De aquí a dos semanas es Halloween —dijo Justin—. Es un asunto muy
importante en mi familia porque hay un juego de fútbol en la secundaria
local y mi papá es el entrenador. Quiero decir, él es un abogado, pero es
un entrenador, también. Este juego es muy importante para él. De todas
formas. —Él suspiró—. Estoy yendo a casa por el juego y de verdad quiero
que vengas.
Padres. Los padres de Justin. En mi mente había un pendiente de oro en
una palma —en la lluvia. Traté de ignorar la imagen en mi cabeza.
—¿Tu casa? —le pregunté, y acomodé un hilo flojo de cabello detrás de mi
oreja—. ¿Para Halloween?
—Sep, el 31. Está sólo a una hora o un poco más de distancia.
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Hubo un silencio por un momento mientras las palabras de Justin fluyeron a
través de mi mente.
Sep, el 31.
Coloqué mi palma en mi cabeza y la pasé por mi cabello. De repente el
calor se arremolinó en mis mejillas y lo encontré muy difícil de respirar
suavemente.
—¿Entonces? —preguntó Justin—. ¿Quieres venir?
Es Octubre… pensé.
Mi respiración llegó a mi nariz en cortos manojos. Mi corazón golpeaba tan
fuerte, lo sentía en mi pecho.
—Oh —se quejó Justin y entonces tragó—. No tienes que venir. —Justin
debió haber reaccionado por mi silencio. Sus ojos habían perdido color. Él
estaba todavía sentado en la taza, aunque yo me había levantado y
lanzado mi mochila sobre mi hombro.
—No. Quiero ir —dije, sin embargo mi voz estaba entrecortada. Comencé
a retroceder hacia el camino—. Mira, tengo que irme. Pasaré por tu
habitación después de mi turno en la biblioteca —dije—. ¿Cerca de las 6?
—¡Lenah, espera!
Me desvié y corrí a través del camino hacia la avenida central.
***
La verdad era que no estaba escapando de la pregunta de Justin de ir a
la casa de sus padres. Estaba escapando de la cita, el reloj haciendo tic-
tac en mi cabeza que yo había silenciado. La invitación de Justin atrasó su
movimiento porque era Octubre y Nuit Rouge había comenzado.
No podía recordar la última vez que había estado tan distraída —¡Nuit
Rouge había comenzado y no me había dado cuenta! Caminé
lentamente hacia abajo por la avenida central, asimilando los lugares de
la ciudad que ahora había comenzado a amar. Empujé profundamente
mis manos en los bolsillos mientras pasaba por el puerto y me metía en la
parte más residencial de Lovers Bay. Fue sorpresivamente fácil bajar la
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guardia. Justin Enos, Tony, y todo lo que Wickham ofreció distraían mis
pensamientos cada momento de todos los días. Sabía que mientras
pasaran los días de Nuit Rouge, tenía que zambullirme más profundamente
en mi existencia humana y dejar atrás el mundo vampírico. Como había
dicho Rhode —mi vida dependía en ello.
Di un paso por el arco de hierro fundido del cementerio de Lovers Bay.
Mientras seguía las señales hacia la oficina principal, sabía en mi interior
que estaba haciendo lo correcto. Una vez estuve adentro, noté que
estaba muy… blanco. Pinturas florales sobre la pared daban a la
habitación un ligero brillo rosado. Una mujer se levantó de un escritorio
blanco antiguo. Era joven, a principios de los treinta, con una expresión
facial que ponía su boca puntiaguda hacia abajo. —¿Puedo ayudarte? —
preguntó en un tono tranquilizador.
—Sí, me gustaría erigir una lápida —dije—. En memoria —agregué, de
repente recordando que los restos de Rhode estaban colgando de mi
cuello.
—¿Tienes ya una lápida?
—No —respondí—. No exactamente.
La mujer abrió un folleto que deslizó hacia afuera de una pila del lado
derecho del escritorio. —Puedes llamar a este número. Ellos son
distribuidores locales de monumentos. Pueden ayudarte a diseñar una
lápida.
Saqué un sobre lleno de billetes de cien dólares. Como Rhode dijo, iba a
manejarme exclusivamente en efectivo. Y afrontémoslo, tenía más que
suficiente. Los ojos de la mujer se lanzaron sobre el dinero y después a mi
cara.
—¿Cuánto cuesta generalmente una parcela? —le pregunté.
La mujer me miró de arriba hacia abajo y después suspiró. —¿Cuántos
años tienes? —preguntó mirándome con una ceja levantada.
—Dieciséis —dije.
—Realmente no puedo hacerlo sin el consentimiento de tus padres —dijo
ella con un borde de poder en su voz. Odiaba a los humanos que eran así.
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—Esta lápida es para mis padres. Ambos están muertos. Así que si quieres
un par de miles de dólares para tu cementerio, entonces me dejarás
presentarlo. Si no, iré a otro lugar.
—Oh —fue todo lo que dijo con una inclinación de cabeza para que no
pudiera ver sus avergonzados ojos. Sacó una hoja de papel para la
compra de la lápida—. Mi error.
Me cobró dos mil dólares para que la tumba de Rhode descansara debajo
de las ramas de un robusto roble. Incluso entonces, aún mientras iba
entendiendo la certeza de su muerte, no podía comprender que Rhode
hubiera estado lo suficientemente débil para morir bajo el sol.
***
La semana siguiente, Justin y yo caminamos hacia el campo de lacrosse
en una tarde de viernes.
—Estoy contento de que vengas a casa conmigo para Halloween —dijo,
su mano entrelazada con la mía. Justin llevaba su equipo de Lacrosse
sobre su hombro—. No has cambiado de idea en una semana ¿cierto?
—Estoy emocionada de conocer a tu familia —dije. Justin atrajo mi mano a
sus labios y besó mis nudillos.
Caminando hacia nosotros, a través del prado, estaba Tracy y su grupo de
niñas. Justo después de pasarla, una de ellas, una alta chica de pelo negro
y lentes oscuros, se hizo la que tosía pero dijo ―puta‖ debajo de su
respiración. La ignoré. Tracy nos miró y entrecerró sus ojos hacia mí, tirando
su cabello atrás de su hombro.
La semana después que Justin me pidiera ir a su casa a conocer a su
familia, escribí un ensayo para la clase de anatomía. Tuve que escribir
sobre el proceso completo de disección de la rana. La Sra. Tate dijo que
entendía lo que había pasado en clase (ella jamás lo entendería, pero
estoy divagando) y que yo iba a escribir un ensayo en su lugar. Por toda
una semana, solo vi a Tony durante la clase de anatomía. No estaba en
casa cuando llamaba para el desayuno o el almuerzo. Su compañero de
cuarto siempre decía ―no está en casa‖. Tony no contestaba su teléfono,
tampoco. ¿Cómo era posible que me evitara con tanto éxito? La torre de
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arte parecía un lugar sagrado para Tony, y yo no iba a entrometerme ahí
cuando obviamente estaba evitándome.
Otra semana pasó, y el siguiente viernes fue el más cálido de los que
habían pasado; todo lo que necesité fueron un suéter ligero y unos jeans.
—Mi mamá está haciendo una gran comida en tu honor —dijo Justin.
Estábamos de vuelta en el camino y casi en el campo de lacrosse. Iban a
ser las tres de la tarde.
—¿Tú madre? —tragué con fuerza, sintiendo una apuñalada de ansiedad
en mi pecho. Por lo general, evitaba el pensar en los ojos de mi madre o
como ella olía a velas de cera y manzanas.
—Sí, sigue preguntando lo que te gusta de comer. Y comes bastante para
una persona tan delgada. Así que le dije que haga mi comida favorita.
Carne asada.
Me pregunté por un momento como sería la madre de Justin. Me besó en
la mejilla cuando llegamos al borde del campo de lacrosse.
—Vamos a ir como, a las cinco treinta más o menos, ¿te parece bien?
—Perfecto —dije, y me senté. Una vez que lo hice, Claudia y Kate se
dejaron caer a ambos lados junto a mí. No fue una sorpresa. Lo habían
estado haciendo toda la semana. Eso es, sentándome junto a mí cuando
Justin estaba cerca y después prácticamente ignorándome cuando Tracy
estaba con ellas. Debía ser agotador.
—¡Lenah! Mira lo que tenemos —dijo Claudia. Sus ojos estaban bien
abiertos con emoción. Alrededor de los cuellos de Kate y Claudia había
dos diminutos frascos de polvo de hadas, las del tipo que compras en las
tiendas para niños.
—Tratamos de encontrar algunos que parecieran dagas, como los tuyos,
pero no hayamos —agregó Kate.
—Sí, pensamos que deberíamos tratar de coordinar —dijo Claudia—. Tu
estilo es definitivamente... único.
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—¿Coordinar? —le pregunté, y enrollé mis mangas cuando los chicos del
equipo de lacrosse empezaron a subir y bajar el campo pasando la pelota
hacia delante y atrás de una red a la otra. Levanté mi barbilla al cielo.
Claudia alzó su mirada al cielo, también. Ella no lo sabía, pero estaba
comprobando la hora por la posición del sol.
—Disfrútalo mientras dure —dijo Claudia, suponiendo estúpidamente que
estaba pensando en el clima—. Espera hasta que el equipo se mude bajo
techo para el invierno. —Yo tenía las gafas de sol puestas mientras
descansábamos en el campo.
—Huele tan mal allí —dijo Kate—. Y, como que todas las chicas vienen a
ver a los jugadores. Perdedoras.
—¡Lenah! ¡Mira! —dijo Justin, atrayendo mi atención al campo y señalando
las brillantes rodilleras rosadas de Curtis. Compartí una risa con él antes de
que el entrenador le gritara a Justin que ―dejara de flirtear con su novia‖.
—Así que, Lenah. ¿Tú y Justin? —Claudia estaba yendo al grano. Se rió de
una manera que ella se dio cuenta que significaba que entendía algo que
ella no estaba diciendo en voz alta.
—¿Qué? —le pregunté, confundida.
—Acaban de venir de Seeker. Juntos. ¿Ustedes dos hicieron...?
—¿Hicimos qué? —pregunté, bajando mi barbilla para poder mirarla sobre
mis gafas.
—¿No vinieron de tu dormitorio? —preguntó Claudia.
Sacudí mi cabeza. —Él nunca ha estado en mi cuarto.
—¿Qué? —gritó Kate, sentándose—. ¿Nunca ha estado en tu cuarto?
Sacudí mi cabeza nuevamente.
Miré el campo. Justin corría hacia la meta, sosteniendo el balón en su red.
Cuando hizo gol, Kate y Claudia se sentaron. Gritamos de alegría. No
éramos perdedores. Yo era popular ahora. Las personas me miraban a mí y
a Justin caminar por donde fuimos. Pero, ¿podía mostrarle mi cuarto? ¿Las
cosas en mi vida que me hacían... bueno, yo?
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Sin embargo, Kate tenía razón. Con el tiempo, Justin empezaría a
preguntar sobre el cuarto. Claudia se inclinó hacia atrás sobre sus manos
para disfrutar del sol. Casualmente miró a la izquierda en dirección de
Hopper. —Ew —dijo ella inesperadamente.
Kate y yo la miramos. Estaba esforzándose por ver la torre de arte.
—¿Mira mucho? —dijo Claudia. Moví mi cuerpo para ver. Vi dos ojos
almendrados mirando al campo de lacrosse desde la torre de arte. Una
vez que me encontré con la mirada de Tony, se internó en la oscuridad del
cuarto detrás de él.
—Te ha estado mirando toda la semana. En la asamblea, en clases, ahora
aquí —dijo Kate.
—No lo noté —dije, poniéndome de pie—. Volveré —dije. Miré al campo
de lacrosse una vez más. Justin estaba a punto de ejecutar una jugada
con el equipo.
—No deberías siquiera molestarte, Lenah. Se está engañando —dijo Kate
tras de mí y se levantó las mangas del suéter negro que estaba usando.
—Volveré —dije de nuevo, y miré hacia la ventana de la torre de arte.
Ahora estaba vacía. No sabía que Tony me había estado mirando toda la
semana, aunque deseaba haberlo sabido. Quizás pude haberle dicho que
el Terceto era quien estaba pasando el tiempo conmigo y no al revés. Era
de Justin de quien me preocupaba, de todos modos, y ciertamente yo no
era un miembro de su grupo.
Atravesé el prado, me metí en Hopper, y subí las serpenteantes escaleras
de metal de la torre de arte.
—¿Hola? —dije mientras subía. No hubo respuesta—. Tony, sé que me
menosprecias ahora, pero no deberías mirar y tampoco rechazarme. —
Todavía sin respuesta, por lo que continué subiendo las escaleras—. Puedes
venir a mi cuarto, sabes… —jadeé cuando pasé la puerta.
Del otro lado del cuarto, en línea visual directa a la puerta, estaba la
pintura. Me detuve en donde estaba. No sabía que pensar o decir. Tony lo
había terminado. Mi retrato. La perspectiva desde atrás, desde la mitad de
la espalda y arriba. Mi cabeza estaba vuelta hacia la derecha, mostrando
mi perfil, y estaba riendo, con la boca abierta y contenta. El cielo en la
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pintura era azul, y mi tatuaje estaba grabado en mi hombro izquierdo. No
de una manera horrible, sino de una artística. Supe que la pintura fue
tomada de una foto; lo había visto en el casillero de Justin en Hopper solo
dos pisos debajo de donde estaba ahora. Fue del día que saltamos
bungee. A diferencia de la foto, donde yo estaba usando una camiseta,
en la pintura, mi espalda estaba desnuda, exponiendo mis hombros. Pude
ver la curva profunda de mi columna y la suave pendiente de mis
hombros. Tony no solamente había estado practicando su arte, había
estado estudiando mi cuerpo —mi alma.
—¿Te gusta? —preguntó Tony.
—Es hermoso —susurré. No podía quitar mis ojos de la pintura. ¿Cómo
alguien podía verme de esta manera? Como si yo fuera alguien que
admirar debido a su felicidad—. Esa no soy yo. No puedo ser yo —dije.
—Así es como te veo.
—¿Sonriente? ¿Feliz? —le pregunté, volviendo mi cabeza hacia la derecha
para ver a Tony. Estaba parado junto a mi lado.
—Tú me haces feliz.
Volví a ver la pintura, incapaz de apartar la mirada del resplandor de mi
perfil sonriente.
—Lenah…
Tony alargó el brazo y se apoderó de mi mano derecha. Sus ojos marrones
miraron en los míos y su delgada boca estaba alineada con la mía, sin reír,
sin sonreír, solo quedándose calmado. Por lo general su sonrisa aligeraría mi
estado de ánimo; algo gracioso siempre estaba obligado a salir.
Las manos de Tony ahuecaron las mías y vi que sus dedos no estaban
cubiertos de pintura. Su gorra de béisbol estaba hacia atrás y su camisa de
botones se encontraba inmaculada. Debió haber terminado la pintura
hace días.
—Quiero decírtelo antes de que sea demasiado tarde —dijo.
Miré nuestras manos, un repentino pensamiento… dándome cuenta…
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—No… —traté de decir.
—Yo…
—No, Tony. Por favor.
—Te amo. —Lo dijo tan rápidamente, como si se quitara una bandita de
golpe. Comprobó mi mirada para su aprobación. Después de eso un
silencio siguió, y podía decir por la manera en que me miraba que quería
decirme algo.
—Tony… —empecé a decir, pero él se lanzó de lleno.
—Te he amado, como, desde siempre así que no tiene sentido
convencerme de que no es verdad. Y sé que piensas que somos amigos, y
lo somos, a pesar de que has estado saliendo con ese idiota. Pero yo te
quiero más. Y creo que tú podrías, también. Quizás no ahora mismo, pero…
—Voy a conocer a los padres de Justin. Esta noche.
Tony dejó ir mis manos y retrocedió. Se quitó la gorra de béisbol y pasó una
mano entre su cabello en punta. —Oh, está bien. No es nada.
—Tony, espera… —extendí mi mano.
Él estaba casi en las escaleras. —Sí. Voy a ir.
—No te vayas. La pintura. Es hermosa.
Se dio la vuelta y bajó las escaleras a un ritmo rápido que me alertó de
que de ninguna manera se suponía que lo siguiera.
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Capítulo 18
Traducido por Emii_Gregori
Corregido por Ginabm
a familia de Justin vivía en…que quede claro... Rhode Island. Un
pequeño estado entre Massachusetts y Connecticut. No sabía qué
me esperaría este fin de semana, así que me traje más ropa de lo
necesario. Cuando Justin la sacó delante del Seeker, la vista de mi maleta
se encontró con una sonrisa brillante.
—¿Realmente necesitas todo esto? —Abrió la compuerta trasera del
coche—. ¿Estás bien? —Él preguntó, notando que no sonreía como
normalmente lo hacía. Se inclinó hacia delante y besó mi mejilla.
—Tuve una pelea con Tony.
—¿Sobre qué? ¿Más cosas de retratos? ¿Alguna vez va a terminarlo?
—Ni idea —dije. No era mi lugar decirle a Justin que Tony había terminado
mi retrato.
—Hablarán después del fin de semana —dijo Justin—. Lo único que
necesita es calmarse.
Curtis se giró desde el asiento trasero. —Hey, mujer. —Así es como ha
estado llamándome últimamente.
Entonces una mano más pequeña y más delgada que la de Justin
sobresalió desde la fila de asientos al final. Él la agitó por un instante, y me
di cuenta de que Roy estaba acostado sobre su espalda.
Entré en el asiento del copiloto, y nos fuimos.
Bajé la ventana mientras la Calle Principal Lovers Bay se convertía en la
entrada a la Ruta 6, luego la Ruta 6 se convirtió en la carretera. Avanzamos
más rápido que cualquier caballo que alguna vez hubiera poseído, y los
árboles parecían como una mancha de hojas perenne. Bajé la ventana
por completo y dejé que la presión del viento empujara mi mano de
L
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nuevo. Justin me miró, sonrió y apretó mi rodilla. Le devolví la sonrisa y
levanté mi barbilla a la luz del sol decreciente.
***
El crepúsculo se extendió sobre una calle larga y flanqueada por árboles
de roble con hojas ladeadas con naranja. Las casas tenían amplias zonas
de césped con calabazas colocadas sobre pórticos blancos pintados.
Algunas estaban talladas con sonrisas dentadas y velas encendidas dentro
de sus bocas.
—Supongo que Halloween no es realmente popular en Inglaterra,
¿verdad? —Curtis preguntó, tirando una chaqueta sobre su camiseta. Nos
dirigimos a un camino de entrada inclinado hacia una mansión colonial
gris—. Estás viendo todo con la boca abierta.
La casa de Justin tenía tres pisos, con una puerta frontal azul claro y
calabazas bordeando un camino de piedra.
—Tenemos toneladas de trato-o-truco —dijo mientras arrastraba tanto mi
maleta como su bolso hacia la puerta principal. Justin la abrió, dejándome
entrar primero, seguida por Curtis y Roy.
—¡Mamá! —gritó Justin. El vestíbulo era enorme, lleno de pinturas de
paisajes y muebles de caoba. Retratos y cuadros cubrían las paredes. La
voz de Justin hizo eco en los altos techos y sobre el piso de madera
brillante.
—¡Estamos aquí! —gritó Curtis, y se coló delante de mí. Se dirigió a la
derecha dentro de una sala de estar cómoda. Dejó todos sus bolsos en el
suelo y encendió la televisión. Roy hizo lo mismo y encontró un lugar en el
otro extremo de un largo sofá de cuero.
Yo, en cambio, nunca había visto una casa moderna antes. Estaba lleno
con cosas electrónicas, algunas de las cuales había visto en Wickham, y
muchas obras de arte modernas. La sala de estar estaba justamente al
lado del vestíbulo principal. Una gran escalera conducía hasta el rellano
del segundo piso.
Una mujer a sus mediados años cincuenta con un fabuloso cabello rubio y
arrugas de risa bajó corriendo por la escalera.
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—¡Oh! ¡Están aquí! —dijo. Sus sandalias resonaban en los escalones de
madera mientras corría hacia nosotros.
—Hola, mamá —dijo Justin, y colocó su bolso en el suelo por la puerta
principal. Su madre, la Sra. Enos, agarró a Justin en un abrazo. Su cabello
caía sobre su rostro como plumas. Ella besó su frente y sus mejillas.
—No te veo lo suficiente —dijo ella, apretando sus mejillas y basándolo de
nuevo. Luego dio un paso atrás y me miró.
—Wow —dijo, mirándome de arriba abajo—. Eres una chica hermosa —me
dijo y me agarró en sus brazos. La abracé y sentí sus palmas presionar mi
espalda—. No estabas mintiendo —le dijo a Justin cuando se apartó de mí
y entró en la sala de estar.
Curtis y Roy se levantaron del sofá y abrazaron a su madre.
—Lenah, quiero oír todo, quiero decir todo, sobre Inglaterra. Dime todo
acerca de ti —dijo cuándo se dio la vuelta de Curtis y Roy—. Ven y
obsérvame preparar la ensalada para la cena.
Justin y yo compartimos una mirada y mientras seguí a su madre a la
cocina, le presenté preguntas con una gracia y le dije sólo lo que
necesitaba saber.
***
Después de la cena, salí del baño recién duchada en jeans y una
camiseta. Sostuve mi bolsa de artículos de tocador en mi mano y estaba
haciendo mi camino por el pasillo oscuro hacia la habitación de invitados.
Di un paso, luego vacilé. Había alguien arrastrando los pies detrás de mí,
pero se detuvo al momento en que lo hice. Me di la vuelta. Justin estaba
en la oscuridad.
La piel de cada ser humano es diferente. Lo sé por las miles de veces que
he hundido mis dientes en el cuello de alguien. Fácil. Como un cuchillo
rebanando a través de la piel de una manzana. Pero en la oscuridad, la
piel de Justin brillaba. Él caminó hacia mí muy lentamente. Vi la forma en V
de sus músculos moldeados en su estómago inferior moverse bajo su piel.
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Él no llevaba camisa y un par de jeans apenas se aferraban a los lados de
sus caderas. Miré hacia arriba y en su lugar me quedé mirando la
definición de sus brazos esculpidos.
Él agarró mi mano y en un instante la puerta estaba cerrada y yo estaba
de espaldas a la cama. Estaba completamente vestida, pero lamenté
estarlo. Las manos de Justin estaban sobre mí. Primero sostuvieron mis
brazos sobre mi cabeza para poder besar a mi cuello. Entonces me dejó
agarrar su espalda y mantenerlo cerca de mí, envolviendo mis piernas
alrededor de su cintura. Él estaba gimiendo en mi oído, casi un gruñido
como si fuera a devorarme. Puse mis labios justo debajo de su mandíbula y
lo lamí para poder saborear la sal de su piel sobre mi lengua. Las palmas
de sus manos corrieron hasta mis muslos, sus dedos hurgaron para
desabrochar mis jeans cuando…
—Justin —llamó a su madre desde la base de las escaleras.
***
—Tienes que caminar por el vecindario —me dijo la Sra. Enos mientras ella
sacaba una bandeja de galletas del horno. Justin y yo compartimos una
sonrisa retorcida mientras entramos en la cocina. Tomé una galleta que
estaba ofreciéndome y decidí en ese momento que las galletas de
chocolate tenían el olor más increíble—. Hay literalmente cientos de niños
en este vecindario y cada casa está decorada para las vacaciones.
—Es cierto —dijo Justin. Sus mejillas todavía estaban rojas de nuestra cita en
la habitación de invitados.
La madre de Justin alborotó su cabello y acaparó una sonrisa hacia mí
mientras salía de la cocina. La familiaridad ocasional entre ellos sacudió un
recuerdo. Las mañanas en casa de mi padre olían a tierra fresca cultivada
y pastos de verano. Mientras apoyaba mi cabeza en mi almohada
soñando, mi padre susurraba ―Lenah‖, despertándome del sueño.
Caminábamos por los huertos, hablando de esto y aquello, pasando tanto
tiempo juntos como pudimos antes de que el día volviera a comenzar. La
madre de Justin —le buscaba un dicho todo. Yo había olvidado lo que
significaba ser una hija. Había sido reina por tanto tiempo.
Casi podía saborear las manzanas en el huerto de mi padre, sentir la
explosión de dulzor ácido en mi lengua, cuando los dedos de Justin
suavemente agarraron los míos. El toque suave interrumpió mis
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pensamientos y las imágenes de mi casa volaron, como hacían todos los
recuerdos, esfumándose. Salimos de la casa.
Dimos un paseo por el camino de entrada inclinado y luego nos dirigimos a
la calle. Eran casi las siete, así que los niños disfrazados corrían de casa en
casa y abajo por la larga calle.
—¿Alguna vez te disfrazaste? —le pregunté.
—Lo hice cuando era pequeño —dijo.
—¿Entonces por qué me traes aquí? ¿Con tu familia? —le pregunté,
sonriendo hacia una niña disfrazada como una bruja. La calle estaba
aproximadamente a una media milla de largo y estaba llena de niños
disfrazados. Miré muchas de las luces de los porches y los niños corriendo
de casa en casa.
—Porque creo que serás parte de mi vida por un largo tiempo —dijo Justin.
Deseé que estuviéramos de regreso al dormitorio de invitados. Caminamos
un poco más, de la mano, comiendo las galletas que su madre nos había
enviado.
—No sé mucho sobre tu familia —dijo Justin—. Nunca hablas de ellos.
Un niño con colmillos blancos en su boca corrió delante de nosotros hacia
una casa cercana. No podía dejar de mirarlo.
—Ellos murieron. Hace mucho tiempo.
—Pero dijiste que tenías un hermano. Aquel día en la lluvia.
—Lo hice. Pero él también murió —dije, sin dejar de mirar hacia adelante.
Podía sentir la mirada de Justin en mí—. Cualquier persona que podía
llamar a la familia ha muerto de una forma u otra.
Las mejillas de Justin se enrojecieron y sus manos cayeron de las mías.
—No te compadezcas de mí —dije en voz baja.
—No lo hago —dijo, mostrándome sus manos en señal de protesta. Justin
frunció el ceño, y sus ojos estaban vacilantes al encontrar los míos—. Sólo
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creo, no lo sé. No sé lo que creo. Todas las personas que amas están
muertas. Debes sentirte sola.
—Lo hago. Pero no es algo que me define. No lo permito. —Hubo una
pausa. Escuché a los niños alrededor de nosotros y el crujido de los dulces
en las fundas de almohada—. No estoy sola ahora —le dije, agarrando su
mano de nuevo en la mía.
Justin asintió, pero era un gesto insatisfecho.
—Mira —dije. Ahora era mi turno de dejar de caminar—. Esto no es algo
que puedas arreglar.
—Quiero hacerlo.
—Lo sé. Y si hubiera alguna manera en que fuera posible, sé que eres la
única persona que podría hacerlo.
Justin apretó mi mano con fuerza.
Caminamos y cuando nos quedamos sin galletas nos dirigimos de regreso.
La noche había terminado en un silencio tranquilo. Justin padre llegó a
casa, lo saludamos, y luego nos dimos las buenas noches, porque era tarde
y yo quería recostar mi cabeza. El hombro de Justin habría sido ideal, pero
su familia siempre estaba presente.
Después de que subí las escaleras, llena de galletas y dulces de Halloween,
cerré la puerta del dormitorio de invitados y me dejé caer sobre la cama.
Pensé sobre cómo fui aceptada tan fácilmente en la familia de Justin. Los
recuerdos de mi propia familia estaban tan desvanecidos y tan difícil de
acceder que no eran más que vagas impresiones ahora. La familia no era
algo que tenía que crear, fui admitida, calurosamente. Mientras me quité
la ropa, la boca de Justin y sus ojos verdes se filtraron dentro y fuera de mis
pensamientos. Cuando mi cabeza golpeó la almohada, recordé lo que él
había dicho en la calle —que si él pudiera, arreglaría mi dolor. Nadie
podría retirar todas las cosas horribles que había hecho. Nadie más que yo.
Pero Justin Enos era una parte de mí ahora, y eso alivió el dolor todavía
oculto en mi corazón. En algún lugar, casi cerca del sueño, imaginé a
Justin, en su habitación, de espaldas, pensando en mí, esperando que yo
estuviera arriba y despierta, pensando en él, también.
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Capítulo 19
Traducido por Akanet y Nadia
Corregido por V!an*
sa mañana siguiente, pude sentir el frío en el aire, incluso en el
montón de mantas en la cama de invitados. Me di la vuelta sobre
mi estómago y me levante en mis rodillas. Había una pequeña
ventana detrás de la cabecera de la cama, y levante las cortinas
con las yemas de mis dedos. El cielo era de un color azul claro, así que
sabía que era demasiado temprano para que la familia Enos estuviera
levantada y discutiendo por el desayuno. Decidí ir a dar un paseo por el
vecindario a solas. Me puse mis jeans, no se moleste en cepillar mi pelo, y
llevaba una de las sudaderas Wickham de Justin.
Baje por el camino de acceso y salí a la calle. Ahora el cielo estaba de un
azul grisáceo, y una ligera bruma se cernía sobre los árboles. La sudadera
de Justin olía a él. Dulce y leñoso, un olor reconfortante ahora.
Miré de nuevo hacia la casa de Justin una vez que había caminado unos
metros por la calle. No tenía la intención de caminar muy lejos—sólo lo
suficiente para explorar el vecindario, mientras que su familia aún estaba
durmiendo.
Mi estómago hizo esa cosa de sacudirse y pensé en huevos y café, algo
que estaba segura que la madre de Justin haría. Sonreí. Rhode Island. Por
supuesto que tenía que estar en Rhode Island. En estos días todo lo que
quería era dejar de pensar en Rhode y mi vida de vampiro. Y tenía que
hacerlo, en algunos aspectos. Mi percepción extrasensorial se había ido, mí
vista de vampiro había comenzado a disminuir, y quería más que nunca
seguir adelante y ser la humana que siempre debí ser y en la que tal vez
me estaba convirtiendo al fin. Sin mi percepción extrasensorial, fui capaz
de olvidar cuán apartada estuve una vez y participar en mi vida sin saber
las intenciones emocionales de todos. Justo cuando el destello de una
sonrisa se extendió en mi cara—algo se movió detrás de mí.
Allí estaba—la sensación inherente de que estaba siendo observada; no,
déjame dejar clara la diferencia: la sensación de que me estaban
siguiendo. Hay una comprensión profunda cuando un vampiro está
presente alrededor de otro vampiro. Un silencio de silencio, como volverse
E
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sorda, y la sensación repentina de ser cubierta con estalactitas de hielo. El
pelo en mis brazos se levantó, y me resultaba difícil tragar. Di la vuelta.
Allí, en medio de los suburbios, debajo de una farola, estaba parado
Suleen.
Jadeé. El aire susurro como el viento en mis pulmones. Lo sostuve, y luego
se hizo el silencio. Él estaba muy quieto, inmóvil. Suleen usaba una túnica
blanca, pantalones blancos y sandalias de cuero dorado. Un turbante
blanco cubría su pelo. Tenía una cara redonda, y aunque sus mejillas eran
llenas, no podría ni alguna vez lucir núbil. Casi lucía como un fantasma en
esa luz de la mañana. Era tan santo, tan intocable por la preocupación
cotidiana, que no tenía una arruga en su cara. Se trata de un hombre que
existía antes del nacimiento de Cristo.
Cómo supo Suleen que estaba en Rhode Island, nunca lo sabría, pero allí
estaba. Instantáneamente me sentí segura, protegida, como si una gran
luz blanca nos rodeara en esa tranquila calle. Suleen es conocido en el
mundo de los vampiros por trascender el mal, por vivir una vida sin la
necesidad de alimentarse de los humanos. —Sólo los débiles, —Rhode me
contó una vez de la vida de Suleen—. Él sólo bebe la sangre del
reprobable. —Suleen caminó hacia mí, ambos en silencio, y ahuecó mi
mejilla derecha con su mano. Él no tenía olor y su tacto era perfectamente
tibio. Sus ojos de color marrón oscuro miraban afectuosamente a los míos, y
sonrió.
—Estoy muy contento con tu transformación, —dijo. Su voz era lenta, como
melaza. De su bolsillo sacó una flor sencilla, de tomillo. Pocas, flores
moradas más pequeñas que la punta de un dedo, unidas a un tallo largo,
de color verde. El tomillo se utiliza en rituales destinados a la regeneración
del alma.
Suavemente la tome con mi dedo pulgar y mi dedo índice. —¿Por qué en
esta buena tierra se me permite este honor? —Le pregunté, sorprendida.
Incluso en los días de mi más alto rango como reina de un aquelarre,
Suleen nunca me visitó. Él dio un paso atrás, de modo que había un par de
metros entre nosotros.
—Vengo con una advertencia, —dijo en su tono abatido.
Puse mi mano sobre mi boca. Mi corazón latía con tal fuerza que Suleen
miro a mi pecho, porque él podía oírlo.
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—Nuit Rouge. Mi Dios. Me olvidé por completo, —dije—.Anoche fue la
última noche de Nuit Rouge. Hoy es primero de Noviembre. Nuit Rouge ha
terminado, —dije, y mire al suelo, a los árboles, las casas durmientes en las
que deseaba estar, y luego de nuevo a Suleen—. ¿Vicken ha descubierto
que no estoy hibernando? —Suleen asintió lentamente una vez en
respuesta.
Miré de nuevo hacia la casa de los padres de Justin en la distancia.
Todavía estaba oscuro.
—Como una unidad tu aquelarre es imparable. Separados como están
ahora, no tendrán éxito. —Suleen hizo una pausa—.La cacería por ti ha
comenzado.
Estaba de vuelta. Mi percepción extrasensorial de vampiro se apoderaba
de mi conciencia humana. Supuse que era debido a mi proximidad al
poder de Suleen. Una imagen, no de mi propia mente sino que de la
Suleen, vino al frente de mi visión: la chimenea de Rhode en mi casa en
Hathersage.
—Hay algo más..., —dije en voz baja, mirando la chimenea en mi mente.
Una vacilación en mi tono delataba mi miedo—.Algo más que viniste a
decirme.
—Ellos han encontrado una pista en las brasas. Rhode quemo todas sus
pruebas de tu transformación menos una. Una palabra quedo en una
pieza carbonizada y ennegrecida de papel.
—Wickham —dije. Vi la imagen en mi cabeza. Un pequeño pedazo de
papel dentado del folleto de la escuela. La conexión de la percepción
extrasensorial con Suleen era extremadamente fuerte. Podía sentir la
compasión de Suleen, lo que me sorprendió—ya que yo creí todos estos
años que no le importaban nada los asuntos triviales como estos. Sentí mi
conexión humana y vampiro al evento y en algún lugar a través de las
imágenes de Suleen casi podía sentir la rabia de Vicken.
Tenía que recuperar el aliento, pero no pude. Me agaché y puse mis
manos sobre mis muslos. Suleen ladeó su cabeza hacia un lado para
mirarme. Mi reacción debe haber sido interesante.
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—Entonces —dije entre respiraciones. Me puse de nuevo en posición
vertical, manteniendo una mano sobre mi pecho—.Vienen por mí.
—Vendrán a reclamar a su creadora. No saben que eres humana, Lenah.
—Esa será una sorpresa.
Los dulces ojos de Suleen sonrieron, aunque su rostro permaneció
indiferente. Sus ojos viajaron a la ampolleta de polvo en mi cuello. En un
parpadeo de un instante, me pareció ver tristeza en los ojos de Suleen. Dio
un paso hacia adelante y alcanzo la ampolleta. Sujeto gentilmente el
colgante en sus manos.
—Tienen que averiguar cual Wickham y donde, ¿cierto? —pregunté.
Suleen dejo de lado la ampolleta y ahueco su mano en mi mejilla de
nuevo. No dijo nada en respuesta. Sabía tan bien como él que era sólo
cuestión de tiempo antes de que me encontraran. Yo estaba tratando de
racionalizar.
—Tú eras el día más brillante de Rhode, —susurró. Había una punzada en
mi pecho cuando Suleen dijo el nombre de Rhode en voz alta en la calle
tranquila—.Cierra los ojos, —susurró junto a mi oído, y lo hice. Después de
un momento dijo, —ve hacia adelante, Lenah, en la oscuridad y en la luz.
Cuando abrí mis ojos, la calle estaba vacía y Suleen se había ido.
***
Después de un par de días, las decoraciones de Halloween se bajaron y
fueron sustituidas por las decoraciones más ridículas que jamás había visto.
Las tiendas en la Calle Principal de Lovers Bay estaban cubiertas con
pavos. Las calabazas aún estaban de moda, pero también había recortes
de cartón de grandes veleros, gente vestida extrañamente con botas altas
negras y sombreros de copa, y, por supuesto, más pavos.
—Día de Acción de Gracias, —explicó Justin. Estábamos caminando por el
campus en nuestro camino hacia la biblioteca para estudiar para el
examen de matemáticas. Justin pasó a una larga explicación del Día de
Acción de Gracias de su familia. Escuche, aunque mi mente estaba
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corriendo en círculos como lo había estado siempre desde que Suleen
desapareció en la calle de Justin.
A decir verdad, quería creer que la visita de Suleen era una especie de
aparición. Que me la había inventado. A pesar del intento de Justin de
estudiar para el examen, ya no podía distraerme más. Todo lo que podía
ver y pensar era en la advertencia de Suleen. Llevaba el tomillo conmigo a
todas partes, siempre en mi bolsillo.
—Mira. La raíz cuadrada de ochenta y uno es nueve, ¿verdad? —Justin
preguntó. Estábamos subiendo hacia la biblioteca para trabajar en una de
las salas privadas de estudio. Justin había llegado a disfrutar de esas salas
porque podía bajar las persianas y besarme durante media hora en lugar
de trabajar en las raíces cuadradas.
—Pero no entiendo por qué tenemos que ser capaces de responder a
estas preguntas y luego ser engañados con otras posibles respuestas,—
contesté.
—Es por eso que estas pruebas son malvadas. Tenemos que tomarlas...
Justin podría haber estado hablando de cualquier cosa y mientras seguía
hablando, yo estaba de vuelta en la calle de sus padres en Rhode Island.
Suleen estaba ahuecando mi cara y me estaba imaginando a Vicken
investigando todas las explicaciones posibles para Wickham que él
pudiera. Había dejado que mi nueva vida me distrajera durante
demasiado tiempo. Era tan tonta.
—Sólo concéntrate en el problema y luego buscas las respuestas. —Justin
aún estaba explicando la mejor manera de tomar la prueba mientras
caminábamos por el sendero y hacia la biblioteca. Vi su boca moverse, la
forma en que su mandíbula fuerte, y estructurada estaba curiosamente
cerca a su boca en forma de puchero. Su perfil estaba relajado, y su
cabello había crecido un poco, por lo que el muchacho de corte limpio
de deportes estaba sólo un poco desordenado.
Era el momento de decirle la verdad.
—Vamos a ir a mi cuarto —dije empujando la puerta cerrada de la
biblioteca. Justin tenía una mano en la manija de la puerta para abrirla—.
Para estudiar, —aclaré.
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Justin giro su cabeza para mirarme. —¿Tu habitación? —sus ojos eran una
mezcla de sorpresa y emoción total.
—No así, —dije y lo retire de la puerta de la biblioteca para que los
estudiantes detrás de nosotros pudieran caminar al interior.
—Pensé que no querías que nadie vea tu habitación. Privacidad, o lo que
sea que dijiste.
—Vamos, —dije y lleve a Justin de vuelta al camino hacia Seeker. No
estaba muy segura de qué decir o cómo lo iba a decir, pero era hora de
que supiera lo que había estado escondiendo.
***
Subimos las escaleras hacia mi apartamento.
—Espera ,—dijo Justin, y se detuvo en medio de la escalera—.¿Es por esto
que no me has mostrado tu lugar? —Mostró sus manos como un gesto de
incredulidad. Estaba más oscuro en el hueco de la escalera de lo que
había estado fuera. Las luces como hotel con sus tonos azules destacaban
las escaleras y su suéter verde claro con un brillo dorado—. Porque vives en
el viejo apartamento del Profesor Bennett? Yo ya sabía eso.
—Eso ha asustado a todos los demás, —dije y continúe hacia arriba. El
romero y la lavanda aún estaban clavados en sus lugares de costumbre.
Podía olerlos a los dos mientras abría la puerta y entraba. Justin entró al
apartamento detrás de mí.
—Esto es increíble, —dijo—.Sabes, a pesar de ser el lugar de un tipo muerto.
Decidí darle tiempo a Justin para disfrutar de las decoraciones de mi
pequeño apartamento, así que camine hacia la puerta del balcón. Aparté
la cortina y mire hacia fuera. Vi los árboles meciéndose con su caída de
hojas y algunas de las calabazas dispersas y destrozadas que quedaron de
las celebraciones de Halloween.
—Impresionante, —oí y asumí que Justin vio la espada de Rhode. Me volví y
me di cuenta de que tenía razón. Justin estaba de pie a algunos
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centímetros de distancia del destacado metal. Me acerqué de nuevo y
me pare a su lado derecho.
—¿Es esto real? —La voz de Justin se llenó de asombro y sus ojos bailaban
arriba y abajo de la espada. Luego miró a los apliques de hierro de la
pared. Fueron hechos para verse como rosas y alambre, unidos en un
pequeño círculo.
—Necesito hablar contigo, —dije y me apodere de los dedos calientes de
Justin.
—Nunca he conocido a una chica a la que le gustaran las armas, —dijo
Justin mientras seguía mirando la espada. Él no me estaba prestando
atención.
—Bien —dije—.Tenemos que hablar.
—¿Se trata de Tony? —dijo Justin, y finalmente se giro hacia mí.
—¿Tony?
—El hecho de que ustedes no están hablando. Me di cuenta. Todo el
mundo lo ha notado.
—No, —dije sacudiendo mi cabeza—.Eso no es lo que se trata.
—¿O por qué no me has mostrado tu habitación antes? No quería
presionarlo, ya que parecía muy importante para ti, tal como, mantenerlo
en secreto.
—¿Secreto? —pregunté.
—Sí. Tracy mantenía diciendo que eres millonaria o que tu familia es de la
realeza o algo así.
Negué con la cabeza de nuevo y mostré mis manos de modo que las
palmas miraran hacia Justin. —Quiero que mires alrededor de esta sala.
Quiero decir realmente mirar. Y dime que ves.
—Ya mire. Un poco gótico, pero eso tiene sentido. Siempre vistes de negro.
—Justin sonrió, pero el tono pícaro en su voz me hizo darme cuenta lo poco
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que realmente entendía acerca de mi verdadera naturaleza—. Vamos,
¿eres de la realeza? —preguntó, simplemente agravando su ignorancia.
—¿Por favor? Realmente mira.
Justin suspiró y se alejó de la espada. Giró lentamente y miró los adornos
de la sala. Mi habitación estaba detrás de él, y la puerta estaba
completamente abierta. Un edredón negro y una sencilla mesa de noche
de madera estaban a la vista. Luego se giró hacia la puerta y vio la mesa
de centro donde estaban mis gafas de sol y las llaves del carro. Camino a
través de la sala y se detuvo en el escritorio.
—Te gusta la fotografía antigua. —Se inclinó y recogió la foto de Rhode y
yo.
—Oye —dijo—.He visto a este tipo antes.
Silencio.
—¿...Qué? —susurré, sin creer lo que estaba escuchando.
—Unos días antes de empezar las clases. Él estaba caminando por el
campus. ¿Cómo lo conoces? ¿Es un antiguo novio?
—No. Bueno, más o menos —dije incapaz de ocultar mi decepción por
que Justin no hubiera visto a Rhode recientemente. De alguna manera,
todavía no había renunciado a un poco de esperanza.
—¿Más o menos?
—Él está muerto. Sólo sigue buscando, por favor —dije.
Él dejó la foto y comenzó a investigar las otras. Había un par mía sola,
posando aquí y allí alrededor de Inglaterra. Luego él tomó una del
aquelarre, la única que existía. Yo vestía un vestido de verde brillante
(aunque la foto era en blanco y negro). Gavin y Heath estaban de pie a mi
derecha, Vicken y Song a mi izquierda. Mientras Justin examinaba la foto,
me concentré en el rostro de Vicken. Su brazo colgaba alrededor de mi
cintura. Era justo el atardecer, así que el cielo detrás de nosotros era de un
ligero color gris y el castillo decoraba la parte de atrás del recuadro como
un monstruo hecho de piedra. No podía dejar de mirar los ojos de Vicken.
Los fuertes pómulos, los ojos que confiaron en mí la noche que lo tomé en
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Escocia. Ahora, en mi ausencia, él estaba preparando registrar la tierra
para encontrarme.
—¿Cómo sacaron esta foto? Ni siquiera es una foto, es rara.
—Se llama daguerrotipo. Hace tiempo, las fotografías se hacían en placas
de vidrio. Hacia el fin de siglo.
—Son todas tan reales...
Me lancé: —Eso es porque lo son.
Justin se volvió para mirarme. —¿Dónde conseguiste a alguien que las
tomara? Luces como una súper humana o algo así. ¿Esa es tu familia? —
preguntó, señalando el aquelarre.
—Esos hombres son lo más cercano que tengo a una familia. Esa es mi
casa en Hathersage.
Justin examinó la foto de nuevo. —¿Por qué no tomar la foto con una
cámara real?
—No existían en ese momento.
La expresión de Justin era incrédula. —¿Existir? —dijo—.Las fotografías
fueron inventadas, no sé, hace como cien años.
Esto iba a ser más difícil de lo que pensaba.
—Esas fotos son de hace cien años, —dije con gravedad.
—No es posible, —respondió Justin.
Fui al centro del cuarto, respirando tan firmemente como podía. Señalé.
—Mira a tu alrededor. Cortinas negras. ¿Decoración vintage? Fotos mías
de hace cien años. Arte gótico y retratos míos en mi dormitorio con fecha
de hace setecientos años. ¿Por qué no me preguntas lo que creo que está
en tu mente?
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—¿Qué hay para preguntar? No sé que está sucediendo. —Justin estaba
entrando en pánico. En el pasado hubiera estado cautivada de causarle
tanto miedo. Ahora, sólo quería ir al punto.
—Piensa. Cuando hicimos snorkel... ¿por qué yo nunca había visto la luz
reflejarse en el océano?
Justin tragó tan fuerte que pude ver los músculos junto a su oreja apretarse.
—No lo sé. ¿Estás enferma? ¿Tienes una rara enfermedad que no te
permite salir al sol?
—¿Es tan fácil inventar excusas para mí? —pregunté.
—Jesús, Lenah. ¿Qué estás diciendo? —Los ojos naturalmente verdes de
Justin se oscurecieron.
—Esos hombres, —dije acercándome a él—. Esos hombres parados a cada
lado mío y el hombre que tú viste antes que empezara la escuela. Esos
hombres son vampiros.
Justin miró las fotos y luego de vuelta a mí. —No... —dijo. Una reacción
general, una reacción común. De hecho, cada humano al que alguna vez
le había contado y luego asesinado había tenido exactamente la misma
reacción.
—Hasta hace ocho semanas yo era una vampiresa. Una de las más
antiguas de mi tipo. Esos hombres eran mi aquelarre.
Justin ubicó una mano sobre el sofá como si lo necesitara para soportar su
peso. —¿Crees que soy un fenómeno? ¿Que creería? —Justin comenzó a
decir.
—Así fue, pero creo que no sé nada porque ahora mismo se supone que
debo creer que eras una vampiresa. Una inmortal, chupasangre
vampiresa. Que mataste gente. ¿Mataste gente? —Su tono era sarcástico,
aun un poco malvado.
Tragué. —Miles. Yo era la más poderosa mujer de mi especie. Si me
hubieras conocido como vampiresa, yo no sería contigo como lo soy
ahora. Hubiera sido despiadada. Hubiera usado cualquier táctica y medios
que tenía para lastimarte. Estaba dolorosamente triste por la vida que
había perdido. Rhode —hice un gesto hacia la foto— creía que lo más
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cercana a la vida que una vampiresa se sentía antes de morir, más
malvada ella sería como vampiresa. Y yo era horrible. Esos hombres en mi
aquelarre fueron específicamente elegidos. Chicos, justo como tú. Yo los
elegí por su fuerza, velocidad y ambición.
—¿Tú los encontraste? ¿Para que se te unieran? —Su sarcasmo era
doloroso.
—No diría ―encontrarlos‖.
—¿Qué dirías?
—Los convertí... en vampiros.
—¡Eso es una locura! —Justin estaba gritando ahora—. ¿Por qué estás
mintiendo sobre esto?
Caminé con fuerza hacia la cocina y saqué las latas, abriendo las tapas y
mostrándole cabezas secas de diente de león y pétalos blancos de flores
de camomila sentados en el fondo de las pequeñas latas circulares.
—¿Cómo crees que sé tanto acerca de hierbas? ¿O por qué estoy
obsesionada con la cura medicinal. Que supiera que puedes poner esa flor
en tu boca y comerla.
—No lo sé, —dijo Justin, y dio un paso atrás.
—O por qué tengo una espada real en mi muro.
Suspiré y dejé mi mirada cayera de la de Justin. Él quería ajustarme a esta
perfecta, inocente idea. Lenah, de Inglaterra. Lenah, que no podía
conducir. Lenah, que se estaba enamorando de un chico que la llevaba a
lugares inusuales para que pudiera sentirse viva. Caminé hacia el escritorio
y tomé la urna. La abrí, y unas pocas piezas de polvo brillante volaron en el
aire.
—Ésta es una urna llena con polvo. Los restos de un vampiro muerto. ¿Por
qué tengo esto si estoy mintiendo?
—¿Por qué estás haciendo esto? —gritó Justin.
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~195~
Foro Purple Rose
—¡Estoy tratando de protegerte! —Grité de vuelta, extendiendo mis brazos.
La urna cayó al piso, golpeando el suelo con un sonido sordo,
desparramando las hermosas cenizas de Rhode en una pila en el piso. Al
mismo tiempo, mi dedo meñique golpeó el lado de la espada. Hubo un
quemante silbido.
Chillé y caí a mis rodillas. Dolor glorioso, asesino, shockeante dolor. Habían
pasado 592 años desde la última vez que había sentido dolor de mortal.
Giré mi palma. Había una sensación caliente, pulsante. Había abierto la
punta de mi dedo. El corte era pequeño, pero la sangre chorreaba. El flujo
no tenía peligro, pero ahí estaba, la prueba de que yo era humana por
dentro.
Justin se paró frente a mí y se arrodilló. Juntos nos arrodillamos en los restos
de Rhode. Miré el pequeño corte e hice lo que más deseaba – llevé la
mano hacia mis labios, lamí la sangre, y cerré mis ojos. Antes, había sido el
sabor de la satisfacción – uno de los pocos sabores de mi vida. Dejé caer
mi cabeza hacia atrás y suspiré, saboreando la maravillosa dualidad del
momento. Odiaba el sabor metálico, oxidado, pero amaba que lo
recordaba tan bien.
Abrí mis ojos, compartiendo el silencio con Justin. Miré la sangre, ahora
apenas saliendo, y luego al hermoso rostro de Justin.
—¿Qué pasa? —preguntó.
—Sabe diferente, —murmuré. El sabor de la sangre ahora, en esta vida, era
sólo una curiosidad momentánea y una oleada de familiaridad. El alivio se
disipó en pequeñas olas de memoria – apenas haciendo un impacto en la
persona que yo era ahora. La vampiresa se había ido. Se había disuelto
con el ritual.
—¿Diferente? —Justin preguntó.
—Sabía mejor antes.
Justin se estiró para tomar mi mano y yo tiré de ella, mi sangre manchando
la parte interna de su muñeca. Sólo una pequeña línea color óxido que
corría de un lado a otro de la muñeca. Entonces, en ese momento,
mientras mis ojos perdían foco en la piel de Justin, la voz de Rhode hizo eco
en mis oídos.
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~196~
Foro Purple Rose
¡No puedes ver lo que has hecho!
Luego Vicken vino después.
Tus rasgos, jovencita, no son de estas partes.
Luego vino mi propia voz apasionada, la cual reconocí del día en los picos.
Dios me ayude, Rhode, porque si tú no lo haces, caminaré hacia la luz del
sol hasta que me haga arder en llamas.
Luego Justin, aunque estaba sentado frente a mí, habló en mi cabeza.
Todos los que amas están muertos. Eso debe ser solitario.
¿Cuántas memorias más podían venir de una sola vez antes de que fueran
sólo palabras y rostros mezclados por años de dolor?
La noche, la noche que tomé a Vicken, yo estaba paralizada por su
felicidad. Como tan paralizada estaba por la felicidad de Justin. Me volví a
concentrar en su muñeca y la sangre manchando su piel. Allí, bajo la
mancha, estaba su vena, una vena azul brillante.
—Tú hubieras sido perfecto, —dije. Deslicé mi pulgar sobre la sangre.
Todavía estaba pegajosa—.Yo te hubiera perseguido, te hubiera mirado
respirar con tal especificidad que hubiera podido contar los segundos
entre cada inhalación. Aun ahora, hago esas cosas.
Miré a los ojos de Justin. Su mirada estaba fija, su cuerpo inmóvil. Sus
grandes manos estaban quietas en mi asidero.
—Aun ahora, sé que cruzas tus tobillos uno sobre el otro cuando estás
relajado. Eso te da una sensación de poder. Que la vena en el lado
derecho de tu muñeca en la mano derecha viborea hacia afuera y luego
corre profundo dentro de tu brazo. Cada respiración te toma dos segundos
y medio. Precisamente. Se todas esas cosas y mil más. Te hubiera matado
con placer. Te hubiera matado y llevado conmigo.
Miré el suelo, pero sabía que Justin se había puesto de pie. Él dijo cosas
como, —Me tengo que ir, te hablo después —y otros varios, innecesarios
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~197~
Foro Purple Rose
comentarios. Todo lo que sabía por seguro era que la puerta se cerró con
un golpe detrás suyo.
***
Justin se fue en algún momento temprano en la tarde pero eran las cuatro
y media cuando yo finalmente levanté la mirada del suelo. Froté la parte
baja de mi espalda, incliné mi cuello, estiré mis brazos. Empujé la cortina a
un lado y salí al porche. El cielo estaba comenzando a dirigirse hacia el
atardecer, y una vez más pensé en la advertencia de Suleen.
La caza por ti ha comenzado...
Así que yo enfrentaría al aquelarre y moriría sola. Estaba preparada para
eso. Era sólo una cuestión de cuando. Mi apoyé contra el alfeizar y miré a
tantos estudiantes de Wickham disfrutar la tarde. Esperaba poder ver a
Tony pasar y poder llamarlo, pero sabía que él evitaría mi porche. De
hecho, sólo lo vi en mi clase de anatomía. Y después, él sólo habló acerca
de los experimentos de la clase. Cuando fuera que yo intentaba decir algo
diferente, él se levantaba e iba al baño o hacia algún comentario
sarcástico sobre que yo era un lemming y cabecilla de las Tres Piezas.
Sacudí la cabeza y me concentré en los árboles. De cualquier manera, lo
extrañaba.
—¿Te vas? —dije... sólo esas palabras eran una memoria resurgiendo en mi
mente. Yo no era exactamente la que las estaba pronunciando en voz
alta.
***
HATHERSAGE, INGLATERRA – LOS DÍAS DEL REY JORGE II
1740
—Eres temeraria, —Rhode dijo entre dientes. Estaba alejándose de la casa
y hacia las infinitas y amplias colinas. Era cuando perdía interés en todo
excepto la —perfecta— existencia que yo comenzaba a perder control de
mi mente. Me volvía obsesiva, con una sola cosa en mente. Me centraba
en la perfección cuando el dolor era demasiado. Era la única manera en
que podía distraerme. ¿Qué significaba perfecto? Sangre sólo de
humanos, no animales. Sólo fuerza.
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~198~
Foro Purple Rose
—Sé lo que estoy haciendo, —dije juntando mis pies y levantando mi
mentón.
—¿En serio? Anoche —Rhode se movió más cerca mío hasta que estuvo a
una pulgada de mi rostro. Murmuró para así poder mostrarme los
colmillos—. Asesinaste un niño. Un niño, Lenah.
—Siempre dices que la sangre de un infante es la más dulce. La más pura.
Rhode estaba horrorizado. Su mandíbula se abrió. Se alejó de mí, —Lo dije
como un hecho, no como una invitación. No eres la misma chica. No eres
la chica en la viña de tu padre con el vestido blanco.
—Yo salvé a esa niña de una vida de tristeza. Nunca tendrá que crecer.
Extrañar a su familia. Su madre.
—¿La salvaste? ¿Al matarla? ¡La mataste luego de dejarla jugar en esta
casa!
Rhode respiró, y por la manera en que sus ojos tenían una apariencia
neblinosa, podía decir que estaba formulando sus pensamientos. —Te dije
que te concentraras en mí. Que si te concentrabas en el amor que sientes
por mí, podrías liberarte. Pero no puedes hacer eso. Ahora lo veo, —dijo
Rhode. Intenté hablar, pero él continuó antes que pudiera decir algo—
.Dicen que los vampiros comienzan a perder la cabeza alrededor de los
trescientos años más o menos. Que la mayoría elige la luz del sol para morir
antes que una lenta locura. La idea de para siempre es demasiado. Y para
ti la vida que perdiste te ha vuelto loca. Vivir en esta tierra por toda la
eternidad ha llevado tu mente a un lugar donde yo ya no puedo
alcanzarte.
—No estoy loca, Rhode. Soy una vampiresa. Puedes intentar actuar como
tal.
—Me haces arrepentirme de lo que hice en la viña, —dijo Rhode, y se alejó
de mí, comenzando su largo descenso hacia el campo.
—¿Te arrepientes de mí? —Lo llamé, mirando espalda.
—Encuéntrate a ti misma, Lenah. Cuando lo hagas, yo volveré.
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~199~
Foro Purple Rose
Si hubiera podido llorar, lo hubiera hecho. En ese instante mis lagrimales
estaban llenos de un quemante dolor, como ácido elevándose y
reuniéndose en mis ojos. De hecho me doblé del shock del dolor en mis
ojos cuando Rhode desapareció en los campos. Podría haberlo mirado
irse. Podría haber seguido su forma hasta que estuviera fuera de mi vista de
vampiro, pero el dolor era demasiado. En cambio, me volví hacia la casa y
caminé hacia el oscurecido vestíbulo. En el medio de la sombra en los
tapices y copas de plata, decidí que nunca sería dejada sola de nuevo.
Ahí fue cuando decidí crear el aquelarre. Así que me fui a Londres y
encontré a Gavin.
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~200~
Foro Purple Rose
Capítulo 20
Traducción SOS por Little Rose & CyeLy DiviNNa
Corregido por kathesweet
ap. Tap. Tap.
Tres golpes en la puerta. Levanté la vista. Acababa de barrer las
cenizas de Rhode de regreso a la urna. Qué extraño que toda su
increíble vida pudiera desaparecer en unas pocas barridas. Caminé hacia
el estante y acomodé las fotografías.
Y entonces quienquiera que fuera volvió a golpear.
No me permití pensar que era Justin. No lo sería. Sería alguien
buscándome, por algo de la tarea, o por una tutoría. Por un horrendo
instante pensé que sería Vicken u otro miembro del aquelarre, a pesar de
la luz del día. Ya no tenía idea de qué tan fuertes eran. Quizás pudieran
resistir al sol.
Volví a dejar la urna en el estante y abrí la puerta. Justin estaba en el portal
con una mano en el bolsillo y la otra contra el marco de la puerta. —
¿Cómo sé que no estás loca?
—No lo sabes.
Justin entró en el apartamento y fue directamente al estante con las
fotografías. —Explícame por qué he estado vagando por el campus las
últimas tres horas intentando convencerme de creerte. Explícame esto.
¿Por qué te creo?
—No puedo.
—¿Y esos hombres también son vampiros? —señaló al aquelarre. Asentí—.
¿Ahora no eres un vampiro? —cruzó los brazos y se inclinó contra el
estante. Sus ojos se veían relajados. No había ceños fruncidos ni labios
apretados. En su lugar, su mirada buscaba la mía, buscaba respuestas.
—Definitivamente no —dije tan resueltamente como pude.
T
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~201~
Foro Purple Rose
—Digamos que me atrevo a creerte. Que en algún extraño universo
paralelo es verdad —Justin inspiró hondo—. ¿Cómo te ocurrió esto? ¿No es
que…eh los vampiros viven para siempre? —Sus palabras sonaban huecas.
Podía decir que tenía miedo de recibir mal la información.
—Generalmente —dije con un deje de risa. Alejé la tensión entre nosotros,
y todo pareció aligerarse. Una sensación de alivio me atravesó, y mis
hombros se relajaron—. Un ritual muy antiguo —dije con un suspiro.
—¿Ritual?
—Un sacrificio. Un ritual más viejo que Rhode y yo juntos —dije, y me senté
en el sofá. Mantuve mis manos en mis rodillas, pero después de un
momento, Justin se sentó a mi lado.
—¿Rhode, el hombre de esa foto? —asintió hacia el estante.
—Era mi mejor amigo —dije, con la voz quebrada. Me aclaré la
garganta—. Murió para que yo pudiera ser humana otra vez.
—No entiendo —dijo Justin.
Nos miramos un momento, el miedo de lo incierto que se aproximaba nos
abrumaba. —Vamos un paso a la vez.
Justin asintió, y puso su mano sobre la mía. —Es una locura —susurró. Pasó
sus dedos por mi mano, largando chispas a mis brazos.
—Lo sé —respondí, mientras saboreaba la gloria de realmente sentir mi
cuerpo. ¿Era alegría o comodidad, o quizás ambos? Sonreí ante nuestros
dedos entrelazados. Ni siquiera pregunté si estaba enojado o quería
alguna explicación. Sólo me alegraba que estuviera aquí, y no me dejara
sola para racionalizar la vergüenza y la confusión de mi vida anterior.
—Podríamos salir esta noche —sugirió—. Alejarnos de todo esto.
—Sí —dije, animándome de inmediato. Me senté derecha y sonreí
ampliamente.
—Entonces ven, vamos.
—¿Adónde? —pregunté, poniéndome de pie.
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~202~
Foro Purple Rose
—Mis hermanos van a cenar. Luego van a salir. Creo que tenemos que
salir.
Fui a mi cuarto y estratégicamente no cerré la puerta. No me desnudé,
pero me dejé ver sólo con my sostén y mi ropa interior. —¿Dónde sueles ir?
—pregunté.
—Ya verás —respondió. Su boca se abrió un poco al verme, y me oculté
detrás de la seguridad de la pared de la habitación—. Sólo asegúrate de
que si decides llevar lo que tienes puesto ahora, lo que me parece
perfecto por cierto, deberías ponerte unos zapatos cómodos.
* * *
Para mi sorpresa y alegría terminamos en Boston. Una vez que salimos del
auto de Justin, caminamos por una larga calle flanqueada por edificios de
piedra grises. Claudia y Kate caminaron ambas a mi lado. Era tan extraño
cómo habían comenzado a vestirse como yo. Y mentiría si no dijera que
me sentía algo halagada. Esa noche yo llevaba un vestido negro corto y
tacones negros. Las chicas, una vez que vieron mi atuendo, corrieron a sus
cuartos a ponerse vestidos.
Claudia pasó su brazo por el mío. —Espero que el club esté lleno esta
noche —dijo mientras caminábamos. Llegamos a una larga fila de gente y
nos detuvimos justo al final.
—¿Qué club? —Me alejé de las chicas para preguntarle a Justin.
—Venimos aquí casi todos los viernes. Últimamente no mucho, pero casi
siempre lo hacemos para alejarnos de Lovers Bay.
—¿Qué tipos de miembros tiene?
Justin rió y me besó la frente. —No ese tipo de club —dijo. Pasó su brazo
sobre mis hombros—. Un club para bailar. Supongo que en tu época les
decían bailes.
—Oh —dije, y de repente tuvo sentido. Justin pasó su brazo por mi cintura y
yo me apoyé en su abrazo. Éramos una unidad, otra vez inseparables, y él
sabía la verdad. Me abrumaba la felicidad. Era demasiado, y amaba
bailar, incluso en el siglo quince, cuando fui humana por primera vez.
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~203~
Foro Purple Rose
Hicimos la fila afuera del club, llamado Lust, y esperamos para entrar. A mí
alrededor las mujeres y los hombres llevaban ropa ajustada. Algunas de las
chicas tenían faldas cortas y tops sin tirantes. Era el principio de noviembre,
y sabía que estaban temblando a pesar de la noche medianamente
cálida.
Esta línea de pensamiento pasó por mi mente cuando sentí ese cosquilleo
en mi estómago y el silencio. Sí, me estaban observando. Considerando la
advertencia de Suleen, esto no era inesperado. Me apoyé en el cálido
brazo de Justin en mi cintura, pero mis ojos rodearon la calle. Parecía
normal. Los hombres y mujeres iban de club en club. Un puesto callejero
vendía perros calientes y pretzels. Los taxis y los autos iban y venían, y la
música de todas partes llenaba el aire de ritmos.
Todo parecía normal.
Seamos realistas. Vampiros, seres de la edad de Vicken (doscientos añoso
algo así) que pueden ver desde cualquier horizonte. Yo podría haber
estado a leguas de distancia de donde estaba parado. Me volví para
mirar por la calle. A pesar de que mi vista de vampiro se había debilitado
en su mayoría, calculé que era capaz de ver a dos millas en la distancia.
Cinco o seis calles de distancia, las parejas caminaban juntas. Se olía a
tabaco, alcohol, y perros calientes. Recorrí el paisaje, a la espera para que
mis ojos cayeran sobre Vicken, esos ojos marrones que me hipnotizaron y
desafiaron mi alma de nuevo en 1800. ¿Tal vez era Suleen echándome un
ojo? Ese pensamiento trajo una calma momentánea en mi pecho.
—¿Alguna vez nos vas a decir lo que significa tu tatuaje? —preguntó
Claudia. Me había quitado la chaqueta y me olvide que en mi hombro
izquierdo tenía el tatuaje de mi grupo—. Mi mamá no me deja tener uno —
añadió.
—Oh, uhm —comencé, pero me salvé de responder, porque finalmente
llegamos a la puerta y Justin deslizó algo duro, como una tarjeta de
crédito, en mi mano.
—Sólo pon la mano sobre esto —susurró en mi oído—. Hay que tener
veintiún para entrar aquí.
Oh... la ironía.
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~204~
Foro Purple Rose
Miré hacia abajo. Mi fotografía estaba en una licencia de Massachusetts
con un falso cumpleaños por lo que dije que tenía veintiún años. —Curtis lo
hizo —añadió Justin, y yo se la entregué a un guardia corpulento. El gorila
era enorme, como un físico culturista. Gavin, la última vez que lo vi, era
más grande. Sonreí de una manera genuina, y el portero me saludó con la
mano indicando que entrara a Lust.
Una vez que entramos en el club podía sentir el máximo de la música por
debajo de las costillas. Latía dentro de mí. Cientos de personas —no,
deben de haber sido más cerca de un millar— llenaban el club. Lust tenía
dos plantas. El nivel de la calle era en realidad el segundo piso del club, a
pesar de que no tenía ninguna pista de baile y en su lugar había un balcón
envolvente. Enormes pinturas decoraban las paredes, todas las parejas
representaban momentos de pasión. Agarré la barra de la barandilla del
segundo piso. Justin se acercó a mi izquierda.
—Tu mandíbula cayó otra vez —dijo Justin, y luego miró hacia abajo. Su
piel se puso de relieve verde, dorado, rojo y negro de las luces de
intercambio en el techo.
—Nunca he visto nada como esto antes —le dije, y entonces también miré
hacia abajo.
El baile que todos hacían parecía como si estuvieran haciendo el amor
unos con otros. Los cuerpos estaban presionados uno contra el otro tan
fuerte, que no podía decir qué pertenecía a quién. Las manos
entrelazadas, las piernas entrelazadas, todo al ritmo de la música a todo
volumen de los enormes altavoces que rodean el club. La gente, en mi
tiempo, nunca bailó de esa manera. A continuación, la canción cambió. El
ritmo era diferente del que había estado tocando antes. Los tambores
eran tan rápido, sabía que tenía que ser un producto de la tecnología.
¿Música hecha por máquinas?
Latido. Latido. Latido. La multitud comenzó a saltar. Todos los cuerpos en el
suelo, saltaron hacia arriba y abajo, arriba y abajo juntos. Luego hubo una
loca carrera hacia la pista de baile.
Claudia, que no me di cuenta estaba a mi derecha, gritaba de alegría: —
¡Oh, mi Dioooooos! ¡Me encanta esta canción!
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~205~
Foro Purple Rose
Inmediatamente, se puso en una escalera que estaba en medio de la
baranda del segundo piso y se fue abajo a la pista de baile del nivel
inferior.
—¡Vamos, Lenah! —Claudia me llamó. Ella me sonrió y sentí un tirón en el
pecho. Estaba tan ansiosa por compartir esto conmigo, pero no tenía ni
idea de cómo mover el cuerpo como la gente hacía en la pista de baile.
Curtis, Roy, y Kate siguieron a Claudia. En realidad muchas de las personas
en el segundo piso se movieron hacia las escaleras mecánicas (ahí había
una en cada extremo de la terraza) y descendieron hasta la pista de baile.
Entonces Justin coloca su mano en la mía. —Vamos
Me aparté de Justin. —De ninguna manera. No sé cómo bailar así.
—Aquí nadie lo hace —dijo, y tiró de mí hacia la escalera mecánica.
Cuando bajamos traté de explicarme. —El último baile al que fui fue antes
de que la música pudiera ser tocada en un equipo de música. Si buscabas
oír esto, tenías que ir a un concierto. ¡Justin!
Antes de darme cuenta, estábamos en medio de la pista de baile. El ritmo
de la canción fue rápido, luego lento y rápido de nuevo. En el momento
en que llegamos a la pista de baile era lento otra vez. Justin y yo
estábamos rodeados de gente, juntos, balanceándose todo el mundo,
esperando el momento en que la canción terminara y el ruido real ganara
a cualquiera en un ritmo que pudieran bailar. En ese momento era sólo
una serie de suaves toques de tambor.
—Sólo cierra los ojos —dijo—. La canción se ralentiza un poco en esta parte
y después realmente se recupera. Cuando lo haga, este lugar se va a
volver loco.
Envolví mis brazos fuertemente alrededor de la espalda de Justin. Creo que
podría haber estado doblando las rodillas un poco, pero en comparación
con Justin estaba básicamente en pie. Él era increíble, el bombeaba y
empujaba su cuerpo para que coincidiera con el ritmo. El ritmo fue
aumentando, el ritmo de los tambores se acelero, y los cuerpos en la pista
de baile se movieron en sintonía.
Una chica de al lado de nosotros mantuvo sus ojos cerrados mientras
bailaba y levantó los brazos en el aire. A medida que el ritmo se calmaba,
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~206~
Foro Purple Rose
al igual hizo con su balanceo y movió de manera tan dramática, las
caderas y los brazos que me tiro en los brazos de Justin. Así que muchas
personas se acercaban a la pista con ese objetivo y la base estaba
bombeando muy fuerte, me aparte de Justin antes de que supiera lo que
estaba pasando.
—¡Lenah! —dijo él, pero me había quedado atrapada entre dos parejas
presionando entre sí. Me puse de puntillas y pude ver a Curtis saltando
arriba y abajo, pero no a Justin. La música me tomó, me refiero a tan fuerte
que latía en mi pecho de nuevo.
Yo estaba aplastada en medio de la pista de baile, volviéndome de esta
manera y aquella. La gente bailaba, pero me quedé sola. Entonces oí que
alguien susurraba mi nombre.
—Vamos… —dijo la voz, aunque no estaba del todo segura de que
estaban hablando de mí.
Tal vez todo estaba en mi cabeza. No lo sé. Pero tomé una respiración
profunda. Olí licor, perfumes dulces, el olor corporal. La última vez que
había estado en una habitación con gente cercana a esta cifra, que les
estaba sobre una pobre mujer indefensa. Alguien a quien matar.
—Solo vamos —dijo la voz de nuevo.
Así lo hice. Yo estaba en el centro de la pista. Cerré los ojos, dejando que
el ritmo de la canción me llevara otra vez, y cuando la canción realmente
se calmo y la pista de baile estaba volviéndose loca, yo estaba allí con
ellos. Mis manos se elevaron por encima de mi cabeza. Yo me
balanceaba. Di un salto. Me apreté contra la gente que no conocía y
sentía que se estrellaban de nuevo contra mí a cambio. A pesar de que la
canción era de bombeo, mis movimientos se sentían lentos. Me codeaba
con los extraños, y alguien incluso vinculaba las manos conmigo. El sudor
resbalaba por la nariz y la espalda y se perdía en un mar de extraños. Yo ni
siquiera sabía cómo me veía en este momento. Ni siquiera me importaba.
No el salto en bungee. No hay experiencia solitaria. Sólo algo como esto
podría hacer que me diera cuenta.
Yo, Lenah Beaudonte. Ya no era un vampiro de la peor especie. No era
más la líder de un aquelarre de vagabundos nocturnos.
Yo estaba en libertad.
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~207~
Foro Purple Rose
Capítulo 21
Traducción SOS por kathesweet
Corregido por Selene
n jarrón chino se rompió contra una pared en una sala de estar en
sombra. Vicken reunió el aliento y cayó en un sillón.
A través de los dientes apretados, gruñó, —¿Dónde está ella?
—Quizás Rhode tuvo problemas con el despertar —intentó razonar Gavin.
—No tiene sentido —escupió Vicken—. Ella nunca estuvo aquí. O si lo
estuvo, no fue por demasiado tiempo.
Se levantó y se paseó de adelante hacia atrás. Estaban en la biblioteca.
Cada libro en las monstruosas estanterías era un libro sobre ocultismo, un
libro sobre historia, o un tema que el aquelarre sentía que era importante
aprender. Pasé años perfeccionándolo. Un fuego rugía en la esquina de la
habitación. El aquelarre estaba sentado en un semi-círculo, sin embargo
dos sillas estaban vacías: la de Vicken y la mía.
Vicken estaba caminando. Su paso era suave, y mantenía sus manos
detrás de su espalda. Lucía positivamente decadente en su ropa de
diseñador y su corte de cabello moderno. En sus manos había un pedazo
de papel carbonizado, y en éste, una palabra: Wickham. Sus manos
estaban cubiertas de tierra y un poco de ésta se había quedado bajo sus
uñas. Había estado cavando en el suelo con sus manos desnudas.
—Quizás está muerta —dijo Gavin otra vez.
—Idiota. ¿No crees que lo sentiríamos? —preguntó Vicken.
Heath asintió, y Song gruñó en acuerdo.
—¿Hemos compilado la investigación? —preguntó Vicken—. Quiero que
vayan a través de esto de nuevo. Quiero saber cada posible definición de
quién o qué es Wickham.
U
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~208~
Foro Purple Rose
—Creo que Rhode está muerto. Siento eso —dijo Gavin.
Ese fue el turno de Vicken de asentir.
—¿Y nadie ha escuchado o visto a Suleen? —preguntó Vicken.
—Ha ignorado todos nuestros intentos de comunicación. ¿Crees,
honestamente, que aparecería ante nosotros? —preguntó Heath—. Él no
se inmiscuye en estos asuntos.
—Es el único que podría contestar mis preguntas.
—No es el único —dijo Song—. Hay otros que podrían ayudar.
—No llamaría a nadie más a menos que no me quedara más opción —
explicó Vicken—. Además, Suleen está íntimamente conectado. Conoce a
Rhode.
Hubo un silencio colectivo.
—Es hora —dijo Vicken, y se sentó en la silla—. Vamos a encontrarla.
Jadeé y abrí mis ojos. La brisa fría de la ventana acarició mi mejilla
derecha. Había apoyado mi cabeza contra el marco de la ventana y
había caído dormida antes de entrar en la autopista. Entonces sentí un
apretón en mi rodilla izquierda. Miré a Justin, y las imágenes de mi sueño
parecieron evaporarse.
—Te has quedado dormida por una hora —dijo. Cuando miré afuera de la
ventana, vi que estábamos de nuevo en Lovers Bay. Giramos sobre uno de
los caminos hacia Wickham, y Justin puso su auto en el lugar frente al
Seeker. Había dejado a todo el mundo en sus dormitorios y yo me había
dormido en ese momento—. ¿Bailaste bien? —preguntó, y abrió el techo
solar de la camioneta. Miré hacia arriba al cielo de otoño.
—Fue uno de los mejores momentos que jamás he tenido —dije, y me
incliné hacia atrás en el asiento—. Desearía que Tony hubiera estado allí —
admití, y llevé mi mano a mi cabello. Nerviosamente intenté darle sentido a
unas partes sudorosas y desordenadas pegadas en mis hombros y mi
frente. Sonreí después de alejar mi cabello—. Pero gracias —dije—.
¿Podemos ir otra vez la otra semana?
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~209~
Foro Purple Rose
Justin echó su cabeza hacia atrás y rió fuerte. Apretó mi hombro con su
mano derecha, y estuvimos en silencio por un minuto. Escuché los sonidos
de Wickham en la noche. En algún lugar en la distancia pequeñas olas
rodaban sobre la playa de Wickham.
—Hay algo que he querido preguntarte desde hace rato —dijo, y movió su
mano, que todavía estaba en mi hombro, y presionó en mi espala así que
me incliné hacia adelante un poco—. ¿Qué significa tu tatuaje? —
preguntó.
La pregunta salía de la nada, sí, pero si podía decírselo a alguien, ese era
Justin. Supuse que nunca me lo había preguntado antes por respeto. O
quizás no quería saber la verdad. Tomé un respiro.
—Hace mucho tiempo, Rhode, el vampiro que reconociste en la foto, era
miembro de una hermandad de caballeros. Alguna vez en el siglo XIV, los
hombres, los hombres saludables, estaban muriendo. De la Peste Negra.
Pústulas enormes cubrían el cuerpo. Los niños soportaron un dolor más allá
de lo creíble. Después de ver la devastación de la Muerte Negra, Rhode
decidió convertirse en vampiro. La historia completa no la sé, pero cuando
regresó le dijo a su señor, el Rey Edward III, lo que había hecho. No es fácil
esconder una transformación vampírica.
—¿Por qué? —preguntó Justin, sus manos todavía sobre mi espalda, solo
que ahora su pulgar estaba frotando mi piel.
—Lucimos diferentes en la forma de vampiro. Nuestras características
adquieren un aspecto etéreo. La parte sorprende del cuento de Rhode es
que el Rey Edward lo aceptó. Imagínate descubrir que tu caballero
favorito, tu número uno, decidió unirse las filas del demonio. Cuando
Rhode regresó y le dijo a su señor lo que él había hecho, Rhode dijo,
―Malvado es quien piensa en maldad‖, y así nació la frase. Para Rhode, la
muerte era lo último.
Me detuve. Mi voz estaba quebrándose. Tragué saliva, mis ojos quemaban.
Parpadeé un par de veces, y la quemazón se alejó. Miré a Justin, cuya
sonrisa se había desvanecido, sin embargo sus rasgos agotados miraron
calmadamente hacia mí.
—La muerte no es algo que él pudiera enfrentar. Así que se protegió de
ésta —finalicé.
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~210~
Foro Purple Rose
—¿Se convirtió en un vampiro así nunca moriría?
Miré afuera de la ventana.
El camino largo y devanado a la derecha del Seeker estaba oscuro y los
árboles se balanceaban. Algo de paz se imponía afuera de la ventana.
—Pero murió por ti —dijo Justin.
—Sí, lo hizo. De cualquier manera, la frase ―Malvado es quien piensa en
maldad‖, empezó a ser la tarjeta de presentación de la Orden de la
Jarratera, que todavía existe en Inglaterra ahora. También se convirtió en el
lema de mi grupo. A pesar de que lo utilicé mal hasta no tener fin.
Llevé mis piernas hasta mi pecho y descansé mi barbilla sobre mis rodillas.
Miré hacia el salpicadero hasta que los pequeños diales y las luces se
volvieron borrosos.
—Rhode creía eso: para ser malvado, tenías que ejercerlo. Sentirlo. Desde
tu alma.
—¿Lo creías? —preguntó Justin.
—Sí.
En mi mente estaba mirando a Rhode en el sofá de mi sala. Sus mejillas
hundidas y su mandíbula fuerte y masculina eran tan huesudas, tan
quebradizas. Y el azul de sus ojos ya había quemado su color en mi sangre
años antes. Pero esa noche estaban atenuados. Todavía podía reconocer
ese color en cualquier lugar, en flores, en el cielo, y en todas las minucias
del mundo. Traté de tragar pero de repente encontré que no podía. Tenía
que salir, la camioneta de Justin era demasiado pequeña. Yo era
demasiado pequeña. Iba a salir huyendo de mi piel.
—Debería irme —dije, abriendo la puerta. Caminé hacia el aparcamiento
del Seeker.
Justin bajó la ventana y gritó detrás de mí. —¡Hey, Lenah! Espera
Escuché al motor silenciarse, la puerta del conductor abrirse y cerrarse, y el
ruido sordo de los zapatos de Justin golpear el suelo detrás de mí. Me giré
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Foro Purple Rose
para encararlo y apreté mis puños. Las luces del vestíbulo del Seeker
iluminaban los bancos y la entrada del dormitorio detrás de mí.
Debió haber sido una vista aterrorizadora porque Justin se detuvo a uno o
dos metros de mí. Mi mandíbula estaba muy apretada, mis ojos miraron
hacia la tierra, estaba respirando como un toro, a través de mi nariz.
—¿Qué es esto? —preguntó—. ¿Qué dije?
—No hiciste nada. Soy yo. Quiero huir de mi propia piel. Tomar mi mente y
ponerla en otro cuerpo. Quiero olvidar todo lo que he hecho hasta hace
dos meses. —Estaba diciendo todo esto a través de mis dientes apretados.
Saliva salía de mi boca, pero no me importaba.
Los ojos de Justin reflejaban puro pánico. Su boca cayó un poco, y miró el
suelo y dijo, —Es como en el bungee.
—…¿Qué? Esto fue desconcertante, por decir lo menos.
—Estás parada aquí en un puente y sabes que estás cerca de hacer algo
supremamente estúpido. Pero lo haces, de todas maneras. Tienes que
hacerlo. Sentir algo. Porque hacer algo que es loco es mucho mejor que
simplemente estar de pie viviendo la vida con todos tus errores y
responsabilidades estúpidas. Saltas porque tienes que hacerlo, porque
tiene que sentir esa adrenalina. Sabes que perderás la cabeza si no lo
haces.
—¿Estás diciendo que decidir ser una humana otra vez después de
seiscientos años como un vampiro despiadado es como hacer bungee?
Nos quedamos en silencio un momento.
—¿No ves la conexión?
No pude evitar reír. ¿Cómo hacía esto? ¿Cómo podía hacérmelo ver de
esta manera? En el más grande momento de confusión él me hacía darme
cuenta que esta vida, la que tenía ahora, estaba llena de risas y felicidad.
Tiré mis manos alrededor del cuello de Justin y lo besé tan profundamente
que cuando gimió pude sentir la vibración de sonido y esto envió un
escalofrío a través del pequeño espacio entre su cuello y hombro. Luego
me alejé así que sólo había unos cuatro o cinco centímetros entre nosotros.
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Foro Purple Rose
—Ven a arriba conmigo —susurré antes de que incluso supiera qué estaba
diciendo realmente.
Los ojos de Justin se ampliaron. Sonrió tanto que sus hoyuelos se hicieron
más profundos de lo que había visto antes. —¿Estás segura?
Asentí. Estaba segura.
Después de pasar junto al guardia, Justin me encontró en la parte superior
de las escaleras y yo me paré frente a la puerta. Deslicé un dedo dentro
de la canasta de romero en la puerta y tomé una sola hoja. Se la entregué
a Justin. —Presiónala. Mantenla en tu billetera. Cuando la mires…
recordarás esta noche.
Pronto estuvimos parados cara a cara en medio de la sala de estar. A mí
alrededor estaban los talismanes de mi vida: la espada, las fotos, la
ampolleta con los restos de Rhode alrededor de mi cuello.
—Estoy feliz de que sepas la verdad —susurré—. No sabes, no puedes saber
lo que esta noche significó para mí en esa pista de baile.
Justin caminó hacia adelante y acunó su mano en mi mejilla derecha.
Escalofríos bajaron por mis brazos. Un toque glorioso. El toque de Justin, uno
del que no estaba segura que pudiera vivir sin él ahora.
—Te amo, Lenah —dijo. Estaba sorprendida de ver que sus ojos estaban
húmedos.
—Nunca se lo he dicho a un humano antes —dije, miré hacia el piso. No
me atrevía a mirar hacia el buró, donde los ojos de Rhode encontrarían los
míos. Este era un amor diferente, uno que podía sentir con mi corazón
latente.
—Está bien. No tienes que decirlo —dijo Justin y se inclinó hacia adelante
para besarme otra vez. Puse una mano sobre su pecho para detenerlo y
dar un paso atrás. Tenía que quitar los restos de Rhode de mi cuello. Un
asunto de respeto. Quizás un asunto de vampiros. Dejé el collar en la mesa
de café.
Cuando Justin me besó y luego me levantó así mis piernas se envolvían
alrededor de su cintura, supe que él se estaba dirigiendo a mi habitación.
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Una vez entramos en la habitación, Justin echó su pierna hacia atrás y
cerró la puerta.
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Capítulo 22
Traducido por ilimari cipriano
Corregido por Selene
enah? —susurró Justin. El estaba acariciando mi cabeza
con su mano. Mi cabeza estaba sobre su pecho y yo
escuchaba su corazón palpitando hasta recuperar la
velocidad normal. Afuera, el cielo estaba lleno de estrellas.
—¿Si? —respondí. Yo estaba dormitando, estaba casi dormida bajo mi tibia
y acolchada manta.
—¿Irías a la prom4 de invierno conmigo?
—Por supuesto, —susurré, segura de que iba a quedarme dormida en
cualquier momento—. ¿Justin?
—¿Mm-hmm? —dijo él, también a punto de quedarse dormido.
—¿Qué es una prom?
El rió tan fuerte que mi mejilla rebotó una y otra vez sobre su pecho.
***
La luz de la mañana se coló por las cortinas de la ventana de la
habitación. Algo se veía diferente. Las cosas en mi habitación se veían
borrosas. Me estrujé los ojos y me deslicé fuera de la cama lo más callada
que pude. Justin todavía estaba dormido bocabajo y la manta solo cubría
la mitad inferior de su cuerpo. Saqué una bata del armario, me la puse y
seguí estrujándome los ojos hasta que llegué a la ventana de mi
habitación. Fue entonces cuando me di cuenta de lo mucho que mi
mundo había cambiado en una noche.
Los árboles se veían sólidos. No podía distinguir las fibras de la corteza. La
rama se mecía con el viento, pero el movimiento y vibración individual de
4 Prom es un baile que siempre hacen en las escuelas. Tiene distintos motivos: estaciones
de año, días festivos, graduaciones, comienzo de año escolar, etc.
-¿L
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cada hoja ahora era indistinguible para mis ojos. Podía ver la playa en la
distancia, pero los detalles de la arena estaban mudos y borrosos. Ya no
podía ver las cáscaras en la pintura de la capilla al otro lado del campus.
Estrujé mis ojos otra vez, pero la vista siguió igual. Rhode tenía razón: había
perdido mi visión de vampira y finalmente me había convertido en la
humana que él quiso que yo fuera.
Creo que pasaron horas mientras yo seguía sentada junto a la ventana
mirando al campus. En algún momento cubrí mis hombros con una manta
y seguí mirando y mirando. Luego escuché el crispar de sábanas detrás de
mí.
—¿Lenah? —dijo Justin, con voz adormilada.
Yo me giré para verlo en la cama. Su cabello estaba desordenado y se
pecho estaba desnudo. El sostenía la sabana sobre la mitad inferior de su
cuerpo y se sentó conmigo junto a la ventana. Yo me giré otra vez y
continué observando por la ventana. Él miró hacia afuera y luego a mí.
—¿Qué pasa?
Yo giré la cabeza para mirarlo a los ojos. —Se ha ido, —dije y volví a
observar lo mucho que había cambiado la vista desde mi ventana.
—¿Qué? ¿Qué cosa?
—Mi visión de vampira.
Justin suspiró. —Vaya. —Hubo un momento de silencio—. ¿Es por mi culpa?
Yo casi río en voz alta, pero no lo hice. En lugar de ello sonreí y dije, —no.
Me volví a concentrar en el resplandeciente océano y en los borrosos
remolinos de las olas.
—Quizá es por esto que los humanos pasan tanto tiempo pensando, —dije,
aún observando al horizonte—. Ellos no pueden ver cómo es el mundo de
verdad. Si pudieran, vieran más allá de sus sueños y preocupaciones.
Miré a Justin, que aún seguía cayado. Sus ojos, esos salvajes ojos verdes
que siempre lucían temerarios, ahora estaban tranquilos y calmados.
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—Te amo, Lenah.
Yo inhalé. Ahora era mi decisión el poder amar. Era mi decisión si era en
serio o no. No había maldición que me atara por toda la eternidad.
—Yo también te amo.
Con eso, Justin se inclinó y quitó la manta que envolvía mi cuerpo.
***
En las tres semanas que pasaron después de Halloween, el otoño se
convirtió en invierno demasiado rápido. Cuando todo el mundo se quedó
adentro para obtener calor, lo mismo hicimos Justin y yo. Nos habíamos
convertido virtualmente inseparables. Cada vez pensaba menos sobre mi
clan. Quizá Suleen se equivocó. Quizá ellos pasaron por alto las cenizas en
la chimenea. Quizá a Suleen le dieron la información equivocada.
Es increíble como te puedes mentir a ti mismo cuando te niegas a ver la
verdad.
***
Yo estaba viendo una práctica de lacrosse al final de la temporada.
Faltaban solo días antes de las vacaciones de acción de gracias y pronto
las prácticas serían realizadas adentro. La música hacía eco desde los
dormitorios. Los estudiantes caminaban por el prado y entraban y salían
del invernadero. Yo ya no llevaba flores en mis bolsillos. La única cosa que
seguía llevando conmigo era el frasquito con los restos de Rhode colgado
de mi cuello. Ese día me senté al borde del campo de lacrosse y coloqué
un cuaderno sobre mis rodillas mientras terminaba el borrador de un
ensayo de inglés. Justin corría a lo largo del campo, lanzando con la malla
la bola hacia los otros jugadores.
Claudia, que había salido de la Unión y traía un café para mí y un té para
ella, se sentó a mi derecha. —Tony Sasaki está reclinado contra el edificio
Hopper y está mirando hacia acá.
Tomé el café y me giré para ver.
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Junto a la puerta de Hopper había un enorme roble. Solo que ahora, al
igual que el resto de los árboles del campus, estaba comenzando a perder
sus hojas y solo unas cuantas ramas seguían soltando hojas rojas y naranjas.
Allí estaba Tony con una gorra tejida de color negro que cubría su cabello.
El me miró a los ojos y con las manos me hizo señas para que fuera a
dónde él.
Me levanté del suelo.
—Volveré en seguida, —le dije a Claudia, cuyos ojos decían que ella sabía
que sea lo que fuera que Tony quería hablarme, seguramente no sería
nada bueno. Hacía semanas que se comportaba de una manera fría.
—Hola, —dije, pero primero miré a mi café y luego a los ojos de Tony.
—¿Puedo hablarte sobre algo? —Él preguntó, pero su boca estaba tensa y
me miraba directo a los ojos.
—No has querido hablar conmigo durante casi un mes, —dije. Una ráfaga
de aire frío hizo que mi pelo se revolcara sobre mi boca y mejillas y agarré
mi café con más firmeza—. Tres semanas, para ser exactos.
—Ven adentro, —dijo Tony y se giró para caminar y entrar a Hopper. Yo
miré hacia el campo de lacrosse. Justin estaba observándome y en
respuesta me encogí de hombros y luego seguí a Tony adentro.
Los pies de Tony tenían un ritmo particular mientras subía por las escaleras
de caracol que llevaban hacia la torre de arte. Yo conocía el pesado
arrastrar de sus pies y cómo sus botas sonaban en la madera. Yo lo seguí y
mis pies hacían mucho menos ruido, incluso cuando yo también calzaba
botas.
Cuando entramos a la torre de arte, Tony caminó hasta el otro lado y
luego giró hacia la izquierda. El retrato ahora estaba enmarcado y
colgando en la pared. Tony se paró al lado derecho de un caballete.
Detrás de él estaban los enormes y abiertos cubículos en donde los
estudiantes guardaban sus lápices y materiales. El cubículo de Tony estaba
oculto detrás del caballete.
—¿De qué quieres hablar? —Le pregunté, apenas entrando a la
habitación y con los brazos cruzados sobre el pecho.
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—Tenía que saberlo. Eso no lo hace correcto, pero debí haberlo sabido. O
sea, todo este tiempo. Había algo diferente en ti, —dijo Tony como si
estuviera racionalizando consigo mismo.
—¿Qué?
—Cuando comenzaste a pasarte todo el tiempo con el Trío y Justin. Esa no
eras tú. Al menos no pensaba que te gustaran el tipo de personas que se
burlan de todos los demás. De mí.
—Pude conocerlos, Tony. Tú saliste con ellos. Ellos no son malos, en especial
Justin.
—Tú me hiciste salir con ellos. Yo no quería.
Mis mejillas se sonrojaron y no quise mirar a Tony. Sus dedos, cubiertos con
la usual pintura y carbón, empujaron el caballete y la madera del suelo
hizo un chirrido como si se estuviera raspando. Detrás del caballete una
cortina de terciopelo rojo cubría el cubículo de Tony.
—¿Qué es esto? —pregunté.
Tony empujó la cortina a la derecha. Adentro del cubículo había una torre
de ocho o nueve libros y sobre ellos había un grueso libro de carpeta dura
que se veía muy familiar. La portada de metal, el dorado de los bordes de
las páginas. Era el libro de la Orden de Garter y encima del libro estaba la
foto de Rhode y yo.
—Dime tú, Lenah. Sé que está mal. Lo sé. Y no estoy loco ni nada, pero
cuando huí aquel día después que te dije que te amaba, —dijo Tony,
tomando el libro y la foto del cubículo y colocándolos sobre un escritorio.
—Hace un par de semanas atrás, yo estaba organizando mis fotos,
archivándolas, lo que sea. En cada una de ellas, te veías demasiado
pálida. O sea, físicamente te ocultas de la luz del sol. Esa fue mi primera
pista. Entonces, fui a tu cuarto y toqué a la puerta, pero no la habías
cerrado con llave, así que giré la perilla pensando que no me habías
escuchado. Entré para esperarte. Me senté en el sofá y esperé para
disculparme por sobresaltarme cuando te dije… —él se detuvo—. Cuando
te dije que te amaba y ahí fue… ahí fue cuando vi esto.
Adentro del libro había una cinta roja de un marca páginas y cuando Tony
abrió el libro, sentí a mi corazón latir agitadamente. Tony usó su dedo
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Foro Purple Rose
índice para abrir el libro en la página con el grabado de Rhode. Yo respiré
entrecortadamente como cuando respiras demasiado rápido y no puedes
recuperar el aliento porque el asombro es demasiado.
—Este libro estaba abierto sobre la mesa. Ya lo había visto antes, pero no
había hecho la conexión. Entonces miré a la página que habías dejado
abierta y luego por pura coincidencia miré a tu buró y allí estaba el mismo
chico en una foto mirándome.
—¿Robaste eso de mi habitación? ¿Cuándo?
—Hace unos días. Estaba desesperado. Quería hablarte, ser amigos otra
vez, pero una vez vi esto, las cosas se salieron de control. No podía dejar
de pensar en ello. —Tony señaló al grabado—. Explícame esto, Lenah.
¿Cómo un chico que estaba vivo en el 1348 puede ser el mismo chico en
esta fotografía contigo? Y las espadas en la pared. El frasquito con polvo
en tu cuello. Vives en el antiguo apartamento del Profesor Bennett. Odias
la luz solar.
—¿Cómo pudiste? —susurré. Mis orejas ardían. Mis dedos temblaban—. Ni
siquiera me hablabas. Tú dejaste de ser mi amigo.
Tony descubrió síntoma tras síntoma… todos mis secretos. Luego, él se quitó
su gorro y se paso las manos por el pelo. Yo estaba en el umbral de la
puerta. Mi respiración era pesada y mis ojos estaban abiertos como platos.
Podía sentir el sudor acumulándose bajo mi gorro.
—¿Eres? Dios… —Él inhaló—. ¿Eres un vampiro?
No dije nada; nos quedamos mirando en silencio. En algún lugar allá
afuera los estudiantes estaban escuchando música y hablando uno con
otros. Lamí mis labios. Todo se sentía seco.
—Vamos, Lenah. Te sentaste en la sombra durante todo el otoño; todavía
lo haces. Sabes sobre torrentes sanguíneos, biología, diseccionar gatos.
—Para.
—Te gustan las cuchillas. El día que te conocí dijiste que conocías
veinticinco idiomas y te he escuchado hablar al menos diez de ellos.
—Dije que pares.
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—¡Lo eres! ¡Admítelo!
Había tanta furia en mí esperando tanto tiempo por salir, que cuando
crucé la habitación a toda prisa y empujé a Tony contra los cubículos que
estaban detrás de él, estaba segura que él no estaba preparado para eso.
Lo atrapé por la garganta con mí antebrazo. Probablemente él pudo
haberme empujado, pero en lugar de ello sus ojos marrones miraron
directo a los míos y su boca estaba abierta por el asombro.
—¿Quieres saber la verdad? ¿Quieres saber que pienso? Que eres un
patético y celoso chico enamorado. Ya estas lleno de supersticiones. Esto
solo encaja en ellas. ¿Me amas? ¿Crees que me conoces?
Lo dejé ir y me aparté sin dejar de mirarlo a los ojos. Agarré la foto de la
mesa y Tony se frotó el cuello en donde yo lo había atrapado contra la
pared.
—Tú eras mi amigo, —dije. Seguí mirándolo por un rato y luego me di la
vuelta y corrí tan rápido como pude, alejándome de la torre de arte.
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Capítulo 23
Traducido por sary_meles
Corregido por Emii_Gregori
a playa Wickham estaba desierta, pero me senté en el muro de
piedra, de todos modos. Las olas eran pequeñas, pero el ritmo de su
impacto contra la playa era confortable. Había crestas de las olas
en la bahía. Sabía que en realidad sucedió. Si, Tony había
descubierto mi secreto, sólo sería cuestión de tiempo antes que todos lo
hicieran. Decidí en el tiempo que me tomó correr a la playa que yo iría a
un banco y guardaría mis fotos de vampiros y tesoros en una caja de
seguridad. Ya era hora de redecorar mi apartamento.
Me desabroché el vial de Rhode que seguía alrededor de mi cuello y lo
mantuve en el sol. Brillaba y destellaba con tanta intensidad como lo
habían hecho el día que murió. Jugué un momento con la idea de poner
el collar en el bolsillo, pero no estaba dispuesta a perder un trozo de
Rhode. Todavía no. Así que lo puse alrededor de mi cuello. Redecorar mi
casa tendría que ser suficiente por ahora.
Entonces, alguien estaba a mi lado.
Me distraje por completo en mis pensamientos, por lo que no me di cuenta
que alguien había estado caminando hacia el muro de piedra de la
playa. Unos meses antes, yo habría sido capaz de sentirlo, pero todo había
cambiado tanto.
Era Tony.
—Yo... soy una deshonra para el mundo —dijo.
Yo no dije nada.
—¿Un vampiro? —Tony se burló—. ¿Qué demonios estaba pensando?
—No lo sé —dije, aunque no pude evitar la vergüenza y el ardor que residía
en el pecho. Odiaba mentirle una y otra vez.
—Me desesperé, supongo. Y tienes razón. Soy muy supersticioso.
L
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~222~
Foro Purple Rose
Asentí.
—Pero ¿qué hay con ese tipo en la foto? Él se ve como el hombre en el
grabado.
Saqué la foto de mi bolsillo trasero.
—Es un dibujo, Tony. Una coincidencia, tal vez.
—Coincidencia —dijo.
—Termínala, ¿de acuerdo? Sólo soy una chica normal.
Tony asintió.
—¿Te compro un café? —ofreció.
—Sí —dije, Tony se puso de pie. Me ofreció la mano y me levantó del frío
muro de piedra.
Quería decirle a Tony, créanme. Pero con la advertencia de Suleen y el
aquelarre en mi camino, tuve que guardar silencio. Por mí.
***
Tony y yo nos sentamos en una mesa en medio de la Unión.
—¿Te he dicho que lo siento? —dijo, y puso su bandeja frente a mí. En ella
había un montículo humeante de pavo con salsa de carne y una
ensalada.
—Cerca de cuatro mil veces.
Él dio un mordisco colmado a su pavo, por lo que parecía un niño tratando
de poner demasiadas cosas en la boca.
—Te extrañé —dijo después de tragar. Tenía las mejillas enrojecidas cuando
lo dijo.
Sonreí y miré a mi plato. Cuando cambié mi mirada, alcancé a ver las
botas de Tony debajo de la mesa.
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~223~
Foro Purple Rose
—Oye, quiero preguntarte algo —dije.
—¿Qué? —dijo, y un trozo de lechuga salió de su boca y cayó en su plato.
—¿Son botas nuevas? ¿Por cuánto tiempo las has tenido? Siempre he
querido un par de botas tipo combate.
Tony tragó. —Es divertido, en realidad. Perdí una bota el verano pasado…
estaba tan enojado. Pero tengo mucha suerte. Volví a la tienda de
zapatos y vendían las mismas botas con un 50% de descuento. Así que las
compré de nuevo y puse la otra bota en mi pecera en casa. A Guppies le
encantó.
De repente, Tony se puso rígido. Dejó caer el tenedor y se quedó detrás de
mí. Me di vuelta y seguí los ojos de Tony. Tracy pasó con un grupo de
chicas de la clase superior quienes usualmente me daban miradas feas por
mi nueva asociación con Justin Enos.
—¿Tony? —dije.
Él seguía mirando. Entonces sucedió algo que no podía creer. Tracy volvió
la cabeza y le sonrió a Tony. No es una gran sonrisa, pero una sonrisa
socarrona. Una que dice, pues, Ven y Consíguelo.
Me incliné hacia delante. —¡Tony! —susurré.
Sus ojos bajaron hasta el plato.
—¿Estás saliendo con Tracy Sutton?
—No —dijo con la boca llena de comida.
—¡Mentiroso! —dije con una sonrisa y comencé a escarbar en mi propia
comida. Había un aire de malicia en los ojos de Tony y algo se sentía bien
con el mundo.
—Bueno, puede que se me acercara el otro día y dijera ―hola‖. ¡Y un par
de días después de eso!
—¿Realmente confías en ella?
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~224~
Foro Purple Rose
—Ella no es tan mala —dijo Tony con un encogimiento de hombros y tomó
otro bocado de su comida.
—¿Pasas tiempo con ella? ¿Y tienen conversaciones reales?
Tony se quedó mirando a su plato.
—¡Estás enamorado! —dije, y sonreí.
Tony dejó su tenedor. —De ninguna manera.
Me reí y le dio un mordisco a mi propia comida.
—Lenah, cállate. No lo estoy.
—Claro... —dije, riendo todavía.
Hubo un momento de silencio, luego, Tony dijo: —Todavía tengo fotos de
ella en bikini.
Estuve a punto de escupir la comida en mi plato. Sí, finalmente algo estaba
correcto de nuevo en el mundo.
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
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Foro Purple Rose
Capítulo 24
Traducido por Paovalera & CyeLy DiviNNa
Corregido por Akanet
na bola de nieve vino hacia mi cara y me golpeó directamente en
la frente. Claudia y Tracy se escondieron de nuevo en los
montículos de nieve que cubrían el campus de Wickham. Tenían
sus manos cubriéndose la barriga por la risa. Tony estaba formando
otra bola de nieve mientras yo me limpiaba el rostro con mis guantes. Era el
15 de diciembre, y la noche del baile de invierno de Wickham. En un par
de semanas tendríamos vacaciones de invierno y yo me quedaría en el
campus para las festividades. No era seguro estar muy lejos del campus.
Ahora que Nuit Rouge había terminado y después de ese hermoso sueño
regresando del club, tenía que quedarme tan cerca de Wickham como
fuera posible.
A mi derecha, Justin lanzaba una bola de nieve a Tony, luego se acercó a
mí. Susurró, —¿Pero no has escuchado nada?
Negué con la cabeza.
—Ese chico, ¿Sul?
—Suleen —dije.
—Sí. Él dijo que vendría. ¿No tenemos que prepararnos de alguna forma?
Me burle, y los dos esquivamos una bola de nieve.
—¿Cómo crees que nos podríamos preparar para defendernos contra
cuatro de los más talentosos vampiros de la creación?
La expresión de Justin cayó. No era como si no me pudiera identificar con
él. Yo estaría mayormente indefensa contra ellos. No habría nada que
pudiera hacer.
—Si el aquelarre viene, vendrán por mí.
U
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~226~
Foro Purple Rose
—Si vienen por ti, podrían también venir por mí. ¿Tratarán de matarte?
—Mi instinto me dice que no. Ellos no saben exactamente que soy
humana.
Había explicado el ritual de la mejor manera posible unos días atrás. A
pesar de qué no era algo que Justin podría entender fácilmente.
—Dijiste que el ritual de Rhode era un secreto. ¿Alguna idea de cómo lo
hizo?
—Algo —dije—. Primero, tienes que tener quinientos años, y segundo, tienes
que dejar que el otro vampiro agote tu suministro de sangre. La magia del
ritual depende del vampiro. El motivo. Si tus intenciones no son puras, el
ritual fallará y los dos morirán.
La expresión de Justin era difícil de entender. —¿Entonces qué hacemos?
—Tratemos de no pensar en eso a menos que tengamos que hacerlo —
dije. La verdad era que si el aquelarre venía, lo cual comenzaba a creer
que no harían, seriamos ellos y yo. Dejaría a Justin atrás, si tenía que—
protegerlo. Y a Tony.
Una bola de nieve golpeo la cara de Justin, cubriendo sus ojos y su nariz
con nieve derretida.
—¡Sí! ¡Soy un Dios de la nieve! —gritó Tony, y comenzó a correr por el
prado. Se tropezó con Tracy y la lanzó al suelo.
—¡Tony! —chilló Tracy desde el piso. Tony la ayudó a levantarse, y luego
ella lo besó en la mejilla.
—¡Vamos Lenah! —Claudia me llamó—. Tenemos que arreglarnos el
cabello.
—Sí, ya he tenido suficiente de ser golpeada para toda la tarde —agregó
Tracy.
Una vez que Tracy y Tony se juntaron, las cosas entre el terceto y yo, se
solidificaron. No era como si fuera la amiga más cercana de Tracy, pero
éramos cordiales. Nunca me decidí por si ella estaba realmente interesada
en Tony o si sólo extrañaba la compañía del grupo. Creo que ella sabe
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~227~
Foro Purple Rose
cómo me sentí porque no volvió a ser ruda conmigo de nuevo. Como sea,
si Tony era feliz, yo era feliz. Tracy besó a Tony como despedida y Claudia,
Kate, Tracy y yo dejamos a los chicos frente a los dormitorios lanzándose
bolas de nieve el uno al otro.
Claudia enlazó su brazo al mío mientras caminábamos. —Déjame adivinar,
Lenah —dijo. Me sonrió de una manera sabia—sus ojos posados en mí—. Tu
vestido es negro, ¿verdad? —La acerqué gentilmente hacia mí mientras
llegábamos a los dormitorios.
Una vez que llegamos a la habitación de Tracy, me vestí. Mi vestido era
negro y caía hasta el borde de mis pies. Tony me había ayudado a elegirlo.
Sostuve un par de aretes brillantes frente a mí. En el reflejo del espejo, vi mi
mano sosteniendo los aretes en mis mejillas. Mis ojos se posaron en el anillo
de ónix de Rhode.
—Esos son perfectos, Lenah —dijo Claudia, distrayéndome de mis
pensamientos. Parecía una estrella de cine en su hermoso traje rosa.
Cuando Claudia se fue para ayudar a Kate y a Tracy con su maquillaje,
tuve un minuto a solas. Me miré en el espejo de cuerpo entero en la puerta
de la habitación de Tracy. Estaba en mi vestido y usando los zapatos
negros de tacón más altos que había visto. Dejé mi cabello caer detrás de
mis hombros, acentuando mi largo y delgado cuerpo. El vestido se adhería
a mis curvas. Me miré fijamente a los ojos. Alcancé detrás de mi cuello y
desabroché el collar. Lo levanté en el aire y me concentré en los pequeños
destellos dorados que salían de las cenizas.
A dónde quiera que vayas, yo iré… hizo eco en mi cabeza.
—Lo siento —le dije a las cenizas, y delicadamente coloqué el collar en mi
bolso. Luego miré de nuevo a mi reflejo. Toqué el lugar en mi cuello donde
estuvo ese collar por todos esos meses. Como un tambor lejano, podía
escuchar mi corazón latir bajo mis dedos.
Unos minutos después bajé las escaleras del dormitorio de las chicas, y
esperamos en el césped a que llegaran los chicos. Curtis y Roy, cada uno
en trajes, giraron en la esquina, cada uno sosteniendo una caja con una
flor dentro. Tony era el siguiente y cuando vio a Tracy, sonrió, ese tipo de
sonrisa que me daba una sensación cálida en el pecho. Él me miró aunque
estaba abrazando a Tracy. El amor que Tony sentía por mi era evidente por
la expresión en su rostro pero era el tipo de amor que nos llevaría a pasar el
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~228~
Foro Purple Rose
resto de nuestros días. El tipo de amor compartido entre dos mejores
amigos. Luego Justin, en su alto y lánguido cuerpo, giro en la esquina y dio
un paso hacia nosotras.
Caminamos lentamente el uno hacia el otro. Él llevaba un esmoquin, su
rostro de alguna manera seguía bronceado. Me sonrió y me sentí llena de
amor, con admiración por su interés por la vida, por el deseo de amarme y
mostrarme como abrirme de nuevo a otras personas.
—Estás… —dijo, solo a centímetros de mí—. Tan hermosa que no puedo. No
puedo explicar…
Miré hacia abajo. Justin sostenía una orquídea en una caja que estaba
atada a una pulsera. Todas las demás chicas tenían pulseras similares.
—Es un ramillete —dijo Justin mientras abría el envoltorio—. Um, tu dijiste. —
Él estaba nervioso; eso era muy tierno. El estaba mirando de un lado a otro.
De verdad avergonzado—. Dijiste que las flores simbolizaban cosas
diferentes. Así que escogí esta porque significa…
—Amor. —Terminé por él.
***
El baile de invierto era en el salón de banquetes de Wickham.
—Creerías que deberían relajarse. Llevarnos a un hotel o algo, —Se quejó
Tony. Caminamos como un grupo por el camino cubierto de nieve hasta el
salón de banquetes de Wickham. Era un edificio moderno con ventanas
panorámicas que daban hacia el océano.
Frente a la entrada principal, los autos entraban y salían del campus.
Abrimos las puertas y caminamos por un gran pasillo. La música ya estaba
sonando gracias a un DJ en la habitación. Cuando entramos al salón, miré
hacia arriba. El salón estaba lleno de copos de nieves brillantes hechos con
diferentes materiales. Destellos plateados y bolas de disco lanzaban miles
de reflejos alrededor del salón. Bordeando el salón por la derecha había
un panel de ventanas que permitían ver kilómetros y kilómetros de océano.
Bueno, ya no podía ver kilómetros pero ahí estaba y la luna estaba
brillando sobre el agua helada.
—¿Te gusta? —preguntó Justin, tomando mi mano.
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Foro Purple Rose
—Es perfecto —dije. La cena terminó pronto y estábamos bailando tanto
que mis piernas dolían. Todos bailamos juntos en un gran círculo. Éramos
impenetrables. Tony comenzó a patear, haciendo una clase de baile
ridículo que lo hacía ver como si estuviese teniendo un ataque. Alrededor
de nosotros estaba la Sra. Tate y nuestros otros profesores, incluyendo al
insufrible profesor Lynn. Nos miraron desde el perímetro de la habitación.
Todos se veían hermosos, y la música nos mantuvo a casi todos fuera de los
asientos.
Era tarde en la noche y yo estaba sudando como loca. Algunos de mis
cabellos saliéndose de mí coleta, así que deje el loco círculo de baile para
refrescarme.
—¡Voy a arreglar mi pelo! —le grité a Justin con una sonrisa. Justin estaba
brillando por el sudor. Él asintió con la cabeza y me volví para salir.
—¡No, espera, Lenah! Sin interrupciones para ir al baño. No has visto lo
mejor mis movimientos de baile todavía —dijo Tony, sacando su trasero
delante de Tracy. Ella llevaba un vestido verde azulado brillante. Le dio una
palmada a Tony a tiempo con la música, y en seguida me estaba riendo
histéricamente.
Me reí tanto de Tony y Tracy que una vez que llegué a la puerta de sala de
banquetes tuve que parar un momento para recobrar el aliento. Miré
hacia atrás en el salón de baile y le lance un beso a Justin. Sonrió y siguió
bailando con el grupo. Tuvo que retroceder para dar más espacio a Tony.
Di un paso en ese pasillo y el alma vampiro dentro de mí volvió a despertar.
No la había sentido en mucho tiempo, no desde esa fresca mañana de
octubre, en Rhode Island, cuando Suleen vino a mí. Inmediatamente, mi
pelo se sintió eléctrico. Incluso mi vista se sintió más nítida. Cada respiración
que tomaba se sentía caliente.
Había un vampiro en el edificio.
Me detuve junto a la puerta del salón de banquetes. Me quedé en el
pasillo y lentamente, muy lentamente, mire a la derecha.
Allí, apoyado contra la pared al final del pasillo, estaba Vicken. Tenía el
cabello muy corto, como una versión moderna de un hombre joven—su
rostro blanco, pálido, hizo que contuviera mi respiración.
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Foro Purple Rose
Mi cuerpo se estremeció. El calor abrasador en mis ojos que me había
atormentado durante cientos de años, finalmente y sin consuelo apareció
y con un movimiento se extendió por mis mejillas. Llevé mis manos a mi
cara, con incredulidad de que se trataba finalmente de mi momento para
llorar. Quite mi mano de mi cara y mire las lágrimas, que brillaban bajo las
luces brillantes, fluorescentes. Pequeñas y hermosas gotas, rodaron por mis
dedos hacia mi mano. Me temblaban las manos, mis ojos se abrieron, yo
no había visto mis propias lágrimas en 600 años. Vicken caminó hacia mí
tan lentamente que todo mi cuerpo estaba temblando para el momento
en que llegó.
—Así que los rumores son ciertos —dijo. Casi me había olvidado del sonido
de su voz. Su fuerte acento escocés y el tono grave que usaba para
filtrarse a través de mí, pero ahora enfriaba mi alma. Los rumores a los que
se refería eran que yo era humana y las lágrimas me habían delatado.
Él apoyó un codo en la pared por encima de mí y se inclinó hacia
adelante para que sus labios gruesos y su amplia boca estuvieran a
milímetros de la mía.
—¿Una escuela secundaria? Haces el ridículo contigo misma, Alteza —dijo
entre dientes.
—Si estás aquí para matarme, entonces simplemente hazlo —dije a través
del castañeteo de mis dientes. Mi mirada no se separo de su negra mirada.
Se inclinó al lado de mi oreja derecha y susurró: —Veinte minutos, Lenah.
En el frente. O el chico muere.
Me dejé caer allí en el suelo. En mis rodillas, me torcí para ver a Vicken
caminar por el pasillo y desaparecer en las puertas dobles sin mirar atrás.
La música retumbo desde el salón de baile. La gente estaba teniendo un
tiempo increíble y yo estaba llorando de espaldas a la puerta del
banquete. Estaba claro lo que había hecho después de la advertencia de
Suleen. Había imprudentemente puesto a mí misma, Justin, Tony, y todos
nosotros en riesgo. Debí haberles dicho todo—protegerlos. ¿No había
aprendido nada? ¿Me pondría siempre primero?
Tome un par de respiraciones profundas. Tuve que recomponerme. Sólo
tenía veinte minutos. La música de baile estaba muy fuerte y yo tenía que
pensar. Necesitaba tomar decisiones. La idea de la muerte de Justin era la
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peor imagen que podía conjurar. Había perdido a Rhode ¿y ahora tal vez
Justin? No podía pensar en ello.
Me puse de pie y me limpie los ojos. Diría mis despedidas y dejaría que el
destino me tuviera. Había hecho muchas cosas incomprensibles, ya era
hora que pagara por el derramamiento de sangre que había causado. La
derrota era ahora mía.
De alguna manera me las arreglé para moverme torpemente de regreso
por el pasillo. Ahora no podía dejar de llorar. Ya era demasiado tarde. Me
aferré a la puerta del salón para darme apoyo. El DJ tocó una canción
lenta y mientras que Curtis y Roy se emparejaban con Kate y Claudia, miré
a Tony y Tracy ya envueltos alrededor el uno del otro. Ella tenía la nariz
acariciando su nuca. Desde la parte de atrás pude ver la forma en que sus
largas pestañas señalaban al suelo. Tal vez me había equivocado sobre
ella, tal vez todos necesitábamos a alguien para cuidar de nosotros. Justin
se levantó de la silla en nuestra mesa. Cuando él estableció contacto
visual conmigo, su sonrisa se desvaneció de inmediato. Corrió a través de
la pista de baile hacia mí. —¿Qué pasa? —preguntó.
—Baila conmigo —le dije. No quería hacer una escena y sabía que sólo
tenía unos cuantos minutos.
—Bien… —dijo, y caminamos hacia la pista de baile. Las parejas nos
rodeaban, y me sentí momentáneamente aliviada al sentir las fuertes
manos de Justin alrededor de mi cintura.
Empezamos a bailar, y las lágrimas comenzaron de nuevo.
—Escúchame. Tengo que decirte algo muy importante —le dije. Cada
minuto contaba.
—Lenah, ¿qué está mal? —Trato de limpiarme las lágrimas, pero corrían
rápidamente ahora y no habría detenido esas lágrimas para que cayeran
en el mundo—. ¿El aquelarre? —susurró.
—Tienes que escucharme con mucho cuidado. ¿De acuerdo?
Justin asintió con la cabeza. —Si se trata del aquelarre.
—Shh. Tengo que sacar esto —le dije—. Todo lo que ha sucedido.
Conocerte. Lo que has hecho por mí.
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Foro Purple Rose
La cara de Justin era una tragedia. Él mantuvo la boca en una delgada
línea. No tenía idea de por qué estaba llorando. No lo podía explicar. No lo
haría. No pondría su ira y determinación en un aquelarre de vampiros que
le asesinaría en un momento.
—Tú me enseñaste cómo vivir. ¿Sabes lo que eso significa para un
vampiro? ¿Verdad?
—No entiendo.
—Me trajiste de vuelta a la vida. —Yo ahora estaba llorando terriblemente
y casi no tenia tiempo. Me solté de su cuerpo y puse mis manos en sus
mejillas. Mire directamente a sus ojos por un momento, luego lo bese tan
fuerte y profundo que esperaba que me diera la fuerza para alejarme—.
Tengo que conseguir un poco de aire. ¿De acuerdo? Volveré enseguida.
Realmente rápido.
—Lenah.
—Ya vuelvo. —Casi me ahogó.
Me di la vuelta y no mire hacia atrás. No podía. Salí del salón de baile y
hacia el largo pasillo. Mientras me alejaba, levante mi cabeza en alto,
apreté mis manos y me empuje hacia fuera en la helada noche.
Directamente en frente de mí en el camino estaba mi coche, el coche azul
de lujo que había estado estacionado frente a mi habitación durante
semanas. Vicken estaba conduciendo mi coche. La ventana bajo, y
Vicken dijo: —Entra. —El sonido de esa voz era frío como el hielo.
Hice lo que me dijo y Vicken se alejó del salón del banquete, pasando
como un rayo por el campus como si hubiera estado allí por años, y nos
sacó de la escuela. Miré con nostalgia por la ventana al Seeker antes de
que girara a la izquierda y entrara en la Calle Principal de Lovers Bay.
Me negué a mirarlo. En cambio, puse una mano en el frío cristal mientras
miraba mis lugares favoritos pasar con rapidez. La tienda de dulces, la
acera vacía donde se ubicaba el mercado de agricultores, los
restaurantes y las tiendas de ropa.
—Hay mucho que discutir —dijo.
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Foro Purple Rose
—¿A dónde me llevas? —le pregunté. Mi voz era un poco más fuerte. No
iba a dejar que él me viera llorar de nuevo. De alguna manera, en ese
momento, sabía que Justin estaba fuera del salón de banquetes diciendo
mi nombre.
—¿Por qué, querida? Nos vamos a casa.
En cuestión de dos horas estábamos en un avión privado alquilado y me
fui.
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Foro Purple Rose
Parte II
i recompensa es tan ilimitada como el mar; mi amor tan
profundo; que cuanto más te doy, es más lo que tengo, porque
ambos son infinitos.
—JULIETA, ROMEO Y JULIETA, ACTO 3, ESCENA 2
M
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Capítulo 25
Traducido Por Kirara7
Corregido por V!an*
os días después de regresar a Hathersage, me recosté contra el
marco de la ventana y mire hacia el campo a través de una
ventana del piso superior. Los copos de nieve apenas cubrían la
parte superior de la hierba. Detrás de mí las sabanas color escarlata y un
edredón que hace juego cubren la cama. En la mesa de noche hay una
licorera de cristal, aunque estaba vacía, sabía lo que contendría muy
pronto.
Era un día nublado, pero una luz triste se perdía en la habitación, las
cortinas eran modernas, blancas y yo las había corrido hacia el final. Había
considerado escapar hacia la ventana, sin embargo como Vampiro.
Nunca había instalado una forma de cerrar o abrir las ventanas. Estaban
cerradas con tornillos, el sistema central mantenía la casa en unos frescos
65 grados.
Como dije eran dos días después del baile de invierno. Mientras yo miraba
el paisaje, pienso en Tony bailando con Tracy y la luz en sus caras bajo las
brillantes luces del salón de baile. Pensé en nuestra pelea en la nieve, la
forma en que el sabor del café mientras corría por mi garganta. He sido
bien alimentada en mis dos días en Hathersage, pero no me era permitido
salir de la mansión. Me dieron comida pedida de restaurantes de la calle
principal del centro. Ni siquiera sabía que teníamos calle principal.
Supongo que eso fue desarrollado durante los cien años que estuve
durmiendo. Después de regresar del aeropuerto, Vicken me llevo a la
cocina de la casa y me dio instrucciones de llamar al colegio y decirles
que no regresaría hasta primavera. Era solo entonces cuando sería capaz
de recoger mis pertenencias. Nadie en Wickham parecía importarle
cuando Vicken ofreció una gran suma de dinero que la administración no
pudo rechazar. Me preguntaba si se había corrido la voz. Me preguntaba si
Justin habría golpeado mi puerta, esperando, con la esperanza que de
alguna forma yo respondiera.
Continúe viendo la ventana, los prados de hierba todavía se extendían
hasta donde alcanzaba la vista, mis preciosos campos se habían salvados
del desarrollo de hoy en día.
D
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Foro Purple Rose
—El mal es quien piensa mal —dijo Vicken desde la puerta detrás mío,
aunque yo no me volví—. ¿Aun crees en eso? —pregunto él, se paseo por
la habitación, yo estaba usando una camiseta y unos vaqueros aunque
por la calidad de la ropa yo sabía que se trataba de ropa de excelente
calidad. Vicken nunca escatimo en gastos en cuanto a moda.
Me aparte de la ventana y apoye la espalda contra el vidrio frío. Era difícil
negar el poder de Vicken. Mantenía su fuerza en control—movimientos
lentos y Mirada calculadora. Había olvidado el Angulo pronunciado de su
mandíbula y el punto fuerte de su barbilla. Me encantaba correr mi mano
a lo largo de su espalda y preguntarle el nombre de las constelaciones—
solo para poder olvidarme de mi misma por un rato. No incluso allí, parada
frente a la ventana, no olvide porque elegí a Vicken.
—Te dije que si vas a matarme, solo hazlo —dije.
Estaba sorprendida de ver al resto del aquelarre estaban en la puerta.
Gavin en la derecha, Heath en la izquierda y Song en el pasillo. —Rhode
siempre ponía sus papeles aquí —dijo Vicken. Me quede viéndolos a todos
hacia abajo a pesar de que cada molécula de mi cuerpo latía con miedo.
—Sin embargo no había nada, nada en esta habitación, salvo una
chatarra que encontramos en las cenizas de la chimenea —Vicken
continúo toco el edredón con su dedo índice y su pulgar—. Él en realidad
no tenía intenciones de regresar —el modo en que Vicken lo dijo, era casi
una pregunta, aunque yo nunca la respondería.
Vicken se volvió al aquelarre.
—Déjennos —dijo en voz baja. Ellos obedecieron su comando y cerraron la
puerta. Él se recostó en el lado opuesto de la ventana—.El no dejo una
pista, no información de cómo levantarte de tu internación. Debí haberlo
sabido. —Vicken corrió su mano por su cabello. Cuando no respondí o
incluso moví mi mirada de la suya, salto y me agarro la parte de atrás de la
cabeza y me beso. Pensé que perdería mi aliento. Sus labios presionaban
los míos, su lengua fría y sin sabor enrollada con la mía. Pensé en Justin y
pensé en la noche después del club y de la forma más sencilla me levanto
para que mis piernas se enrollaran en su cintura.
Vicken me empujo lejos de él así que mi espalda golpeo el vidrio frío de la
ventana.
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—¿Te atreves a pensar en ese patético humano? —escupió.
Mi corazón latía en mi pecho, como si quisiera recordarme lo mucho que
quería estar allí. Lo mucho que lo necesitaba para estar con vida. Olvide
que el amor de Vicken por mi era una maldición—un enlace que lo haría
incapaz de matarme. Él podía hacerme un vampiro fácilmente y eso me
mataría, pero él no podía herirme por su propio beneficio. Esta era la
magia, y lo había traicionado.
—Oh… —el se río, aunque sonaba mas como un cacareo—. Humano
patético, mis disculpas. —Él me dio una mirada mas mientras paseaba por
la habitación.
Me senté en la cama y mire mis pies, los tacones en los zapatos de Vicken
hacían clic en el piso de madera. Luego él estaba de pie frente a mí.
—Oh Dios mío, mírate, estoy perdido no se qué hacer, el vampiro más
poderoso en el mundo no puede ni siquiera mirar a sus subordinados a los
ojos. Patético.
Conocía esta táctica, golpearlos emocionalmente y luego ellos se
doblaran. Ellos querrán ser liberados de su dolor. Esta era solo la primera
fase, pero no me importaba. Estaba adormecida, Rhode no había querido
dejar evidencia. Él había hecho tanto para protegerme, él incluso borro
toda evidencia del ritual.
—Di algo —Vicken comando alzando su voz.
—No tengo nada que decir —dije, finalmente mirando hacia arriba
—¡Por qué no tienes miedo! —él grito, sacudiendo el candelabro—. ¡Da
batalla!
—La muerte es inevitable en cualquier caso —dije, aunque mi voz traiciono
mi intención. Vacilo un poco. Vicken camino lentamente y se sentó a mi
derecha. Nos sostuvimos la mirada y la oscuridad detrás de los ojos de
Vicken me recordaron que el hombre frente a mi no tenia alma. Todo lo
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que esperaba era que el amor que Vicken sentía por mi iba incluso de una
pequeña forma hacer esto menos doloroso de lo que necesitaba ser.
—¿Tú no tienes miedo a morir? —Él pregunto. Puede ver que miraba la
base de mi cuello y luego volvió a verme.
Negué con mi cabeza y una sola lagrima se escapo por mi mejilla
derecha, Vicken la observo bajar a la base de mi barbilla, hambre en sus
ojos. Que los vampiros no darían por dejar escapar una lagrima; lo que
darían para liberar el dolor, incluso por un momento.
—¿Por qué no? Él preguntó.
Mire a Vicken, quiero decir, realmente lo mire. En algún lado debajo de ese
monstruo estaba el chico que amaba los mapas y la navegación, quien
peleo en una guerra y cantaba canciones de bar en una taberna.
—Porque finalmente he vivido.
Vicken rompió contacto visual conmigo, se inclino hacia adelante, y
presiono sus labios contra mi cuello. El comenzó besándome, pequeños
besos a lo largo de la nuca, luego mi garganta, hasta que el estaba
mirándome fijamente a los ojos. En un parpadeo, rasgo mi garganta,
succionaba mi sangre con tal fuerza que no podía respirar.
Los latidos de mi corazón sonaban en mis oídos. El ritmo—era todo lo que
podía escuchar hasta que comenzó a disminuir. No había dolor, solo calor,
un aliento pegajoso donde Vicken succiono la sangre y la vida de mí.
Pronto seria un vampiro, y solo desearía odio y dolor. Mis dedos
comenzaron a temblar y a adormecerse, y los músculos de mi cuello se
contraían en un dolor tan agudo— que apenas podía mantener mi
cabeza arriba. Vicken sostuvo mi cabeza en la palma de sus manos. A
continuación mis respiraciones empezaron a burbujear, la sangre se filtro a
mis pulmones.
En su lugar me concentre en pensamientos. Eso es mientras aun tengo
mente, la mente era lo último que se iba.
La cara de Justin en el baile de invierno. El movimiento de sus caderas al
ritmo con las mías mientras bailábamos lentamente en el salón de baile. El
olor constante de hierba fresca en su piel, la forma de sus labios. Mi vista
fue lo siguiente en fallar, y las imágenes que vi estaban solo en mi cabeza.
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Vi a Vicken la noche en que lo tome en Scotland, observe a su padre tocar
su mejilla con su mano, debí haberlo dejado ir para que estuviese con su
familia. Incluso si él estaba asesinándome, le desee paz y libertad. Por
último, mi audición se fue y los sonidos de succión estaban en silencio. En el
silencio vi a Rhode. Desee más que nada que su alma donde quiera que
fuera, estuviera protegida, que fuera libre de preocupación y dolor.
Espero que todas las almas pudieran ir al cielo, incluso los vampiros que
fueron víctimas de su propia maldad. Tal vez algún día, yo podría ir
también y en ese momento de muerte, pensé que tal vez jamás seria
absuelta por mis atrocidades, que tal vez moriría y la transformación iría
mal. El infierno no sería tan malo ¿cierto? Hice muchos viva. Si muero, no
sería capaz de herir a nadie más, no mataría ni contaminaría.
Luego todo era negro.
Cuando desperté, parpadee dos veces. Donde sea que estaba, estaba
acostada de espaldas. Hubiera pensado que estaba en la habitación con
Vicken, pero encima de mí estaba el cielo, el cielo era demasiado azul,
como si fuera coloreado con la pintura azul del mar—el color del muy
profundo océano. No había sol, aunque era claramente de día. Mis manos
descansaban a mi lado. Mire hacia abajo, había hierba a mí alrededor.
Pero era demasiado afilada y verde. Mire hacia mis piernas y estaba
usando un vestido verde, el siempre verde de el ultimo Rouge Nuit.
Me senté rápidamente—mi visión vampira había regresado. Era el campo
de vuelta en mi casa en Inglaterra, pero era diferente. De ensueño, estaba
en el fondo de la colina en Hathersage, y por delante a una milla más o
menos, una familiar manada de ciervos corría a través del campo abierto,
si el venado estaba aquí, el vestido verde…podría ser posible que…
Mi corazón en ese momento debe haber estado destrozado. Me di media
vuelta en el mismo lugar.
Allí en la cima de la colina estaba Rhode. Sonreí, mostrando todos mis
dientes y los lados de mi boca dolían. Las lágrimas corrieron por mis ojos
pero, como esperaba, ellas no cayeron. No había dolor, tal vez este era el
cielo.
Ahí se paro Rhode usaba un abrigo largo y su cabello estaba corto y
puntiagudo como lo había sido la última vez que lo vi en el colegio
Wickham. Se veía saludable y vivo.
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Foro Purple Rose
Sostuve los lados de mi vestido y subí la colina. A pesar de que mi casa
Hathersage debía estar detrás de él, solo había un prado que se extendía
hasta donde se podía ver. Se parecía mucho al frente del dormitorio
Cuarzo.
Me hipnotizo, no podía quitar mis ojos de los suyos. La alegría corría a
través de mí, asombrada de verlo delante de mí, era un universo que no
podía entender. ¿Había una forma para mí de quedarme aquí para
siempre? yo—yo no lo cuestionaría.
—¿Teniendo una aventura? —Rhode preguntó cuando estábamos cara a
cara, a solo pulgadas el uno del otro.
—¿En realidad estas aquí? —mi voz era un aliento. Él puso su mano caliente
en mi mejilla derecha, de repente, vergüenza se junto en mi pecho.
—Debes estar decepcionado de mi —dije no rompiendo contacto visual.
—¿Decepcionado? —Rhode aclaró con una sonrisa en sus ojos—. Todo lo
contrario.
—Te falle, Vicken me hizo de nuevo un vampiro, estoy casi segura de eso.
—Nuestro tiempo es limitado, así que debo ser breve —él respondió.
Rhode comenzó a caminar, me mantuve a la par de él por la orilla de la
colina donde el campo y el prado Wickham se conectan.
—Dime —dijo él—. ¿Qué pensaste cuando Vicken estaba rehaciéndote?
—No lo sé, no quiero hablar de eso, tú estas aquí. —Sostuve la mano de
Rhode mientras caminábamos, nunca quería dejarla ir.
—Debes hacerlo Lenah, piensa.
Cerré mis ojos y trate de recordar mis pensamientos, el rostro de Justin brillo
en mi mente, su sonrisa en el baile de invierno, Tony bailando y moviendo
sus piernas. Luego pensé en la familia de Vicken y su casa en Escocia y por
supuesto en Rhode, en la huerta de mi madre y padre. No había pensado
en decirle a Rhode sobre Justin, era extraño decirle que amaba a alguien
más además de él.
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—Pensé en ti, que donde sea que estuvieras desee que estuvieras a salvo.
Los ojos de Rhode me dijeron que continuara.
Luego pensé en Vicken, desee haberlo dejado esa noche, él debió haber
vivido su vida. Me detuve de nuevo, una leve sonrisa de Rhode me dijo
que él ya sabía sobre Justin.
—En realidad pensé primero en Justin, que lamentaba el dolor por el cual
lo hacía pasar, en realidad todos mis amigos por herirlos. ¿Por qué me
preguntas esto?
Rhode suspiro aliviado. —Porque lo lograste. Y eso ha hecho la diferencia
en el mundo.
—No entiendo —dije—. ¿Dónde estamos? ¿Todos los vampiros vienen
aquí?
—No. Envié por ti. Aunque la llamada no sería respondida si no eras capaz
de pasar esta prueba. Y lo hiciste, incluso mejor de lo que creí posible —
dijo él y luego hizo una pausa, él me estaba mirando con tanta intensidad,
que hizo que todo el mundo se volviera borroso. Ningún otro lugar existía
en ese momento si no los azules ojos de Rhode—. Vine a ti con una
advertencia —dijo él—. Los próximos meses van a estar llenos de increíbles
retos. Se te darán ciertos —él dudo— dones, que serán poderosos y
peligrosos, no tengas miedo de usarlos, lo que sea que hagas, ellos
salvaran tu vida.
—Seré un vampiro cuando despierte, mala de nuevo —mi respiración se
atasco en mi garganta—.¿Matare a aquellos que amo? ¿Justin? ¿Tony? —
me aferre a mi pecho ante la idea.
—Tú debes recordar lo que te dije. No importa que—es la intención lo que
cuenta.
—Pero seré malvada. No importara.
—Creo que descubrirás que eso no es posible esta vez— Rhode corrió una
mano por mi mejilla, viéndose perdido en un nuevo pensamiento —te
extraño— él susurro. Él se reconcentro en mis ojos. Luego él miro hacia el
cielo, viendo algo que yo no podía —por qué creíste que te pregunte lo
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que pensaste durante el ritual de Vicken— él me estaba mirando de
nuevo.
Negué con la cabeza. Por el rabillo de mi ojo pude ver que la manada de
venados estaba cerca, tal vez a solo seis metros de distancia.
—Vicken estaba tomando tu vida y aun así tú pensaste en su tragedia, tú
lloraste por él. Luego pensaste en mí, no para culparme si no de que de
alguna forma estuviera en paz. Y Justin, este chico. Tú querías salvarlo de la
pena y el dolor. No había pensamiento de ti misma.
—He hecho eso lo suficiente.
—Es la intención —dijo él acercándose—.Nunca olvides eso —el beso mi
frente, cuando lo hizo, cerré mis ojos por un breve segundo. Cuando los
abrí, Rhode regresaba hacia la dirección del prado de Cuarzo.
—¿Me quedare humana?
Rhode se detuvo.
—No, amor, incluso yo no puedo controlar una magia tan antigua —él
señalo hacia los prados—. Mira venado —dijo él cuando me volví uno de
ellos estaba tan cerca que podía acariciar la parte superior de su cabeza.
Cuando mira hacia atrás Rhode estaba mucho más lejos, aunque aun
podía ver su cara.
—¿Te vas? —mis ojos se abrieron y di un paso hacia adelante.
—Por el contrario, tú lo haces.
Él se aparto un poco más, corrí hacia él, pero de alguna forma él estaba
mas lejos de lo que podía alcanzar, así que pare luego de unos pasos.
—Hay tanto que quiero decir, te extraño. Rhode sonrió en respuesta, él
estaba casi fuera del alcance de mi vista.
—¿Te veré? —mi voz se quebró.
—No te sorprendas por tu grandeza Lenah Beaudonte —dijo Rhode—
.Sorpréndete por lo que nadie espera.
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~243~
Foro Purple Rose
Capítulo 26
Traducido por Emii_Gregori SOS & Bautiston
Corregido por V!an*
n parpadeo. Luego otro.
Con mis ojos cerrados, pasé mi lengua por mis dientes —eran
suaves como el hielo. Abrí mis ojos. Las baldosas del techo brillaban de
negro. Giré mi cabeza hacia mi derecha para ver una mesita de noche.
Sobre ella una garrafa de cristal estaba llena de oscura sangre roja. La
tomé, ignorando la copa a su lado, y la bebí directamente de la apertura.
Muy rápido. La sangre estaba espesa, más espesa que la savia de árbol y
llena de hierro. Olía como a óxido y tenía un gusto como a cielo, dejé que
me llenara. Pero después de dos o tres tragos, noté que estaba llena.
Rebosante, en realidad, de modo que no pude tomar ni un sorbo más.
Qué curioso. Antes, como un vampiro, necesitaba tazas y tazas, al menos
con valor de un cuerpo, para sentirme llena, por lo general cada pocos
días. Ahora, ¿todo lo que necesitaba eran tres sorbos?
Puse la garrafa de nuevo en la mesita de noche. Mi ESP regresó. Estaba
tranquila y yo sabía que el aquelarre estaba esperando mi despertar. Dejé
que mis brazos se movieran lentamente y toqué objetos con delicadeza
para no hacer ruido. Unos momentos a solas era exactamente lo que
necesitaba reencontrarme con mi entorno.
¿Qué quiso decir Rhode con dones? Mientras dejaba que las preguntas
sobre mi breve encuentro con Rhode se arremolinaran en mi mente, me
dejé caer sobre la cama de modo que no hiciera chirriar el colchón.
Reconocí mi viejo armario, estaba segura que Vicken lo había llenado con
ropa para mí. En la pared al otro lado de la cama estaba un televisor
pantalla plana y sobre la mesita de noche, un control remoto. Pude ver las
fibras en el suelo así como las burbujas de aire microscópicas en la pintura
sobre el techo. Había una laptop, un escritorio hecho de la caoba más
fina, y el brillo en el suelo de madera casi me quemaba —oh... caray. Mi
apreciación de la habitación se detuvo inmediatamente. Noté que...
estaba complementando pensamientos humanos. Había conservado mi
alma. ¡Ha! Reí tontamente con la boca abierta, luego lancé mis manos
sobre mi boca. Necesitaba más tiempo a solas para considerar esto. Era
de noche, lo más probable es que fueran las ocho o nueve p.m. Podía
U
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
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Foro Purple Rose
decirlo por el resplandor de las estrellas en el exterior. Me incorporé y corrí
las cortinas. Noté que en el suelo a la derecha de mi cama estaba mi bolso
de noche. Ni siquiera necesitaba mirarlo. Dentro había un poco de dinero,
el boleto para el baile, el vial de Rhode, y el tomillo seco que Suleen me
había dado. Lo puse bajo mi almohada. Mis piernas estaban firmes y mis
abdominales contraídos. Yo era dura como una roca y parecida a un
vampiro. Sin embargo, mi mente era 100 por ciento humana.
Me acosté en la cama y estiré mis piernas. Ya nada tenía una textura.
Ninguna tela podía correr a lo largo de mi brazo y afectar mis nervios,
enviando escalofríos. Estaba entumecida de nuevo, pero, en mi memoria,
yo sabía que esta cama era blanda. Esperé y escuché, pero mi corazón
estaba en silencio. Me centré en las baldosas del techo.
No te sorprendas por tu grandeza, Lenah Beaudonte. Sorpréndete de que
nadie más lo esperaba.
¿Qué significaba esto? Yo era un vampiro que al parecer sólo necesitaba
un mínimo de sangre para sobrevivir y que era capaz de mantener mis
pensamientos humanos. ¿Estos eran mis dones? Parecía una extraña
combinación. Alcancé a encender la lámpara sobre la mesilla de noche,
cuando una ráfaga de luz brilló en la cortina tirándose a través de la
ventana. Me levanté, con la espalda rígida. Miré hacia la izquierda en un
tocador con un espejo en la parte superior del mismo y luego miré hacia la
derecha en la mesita de noche. Los muebles estaban cubiertos de
oscuridad. Sólo había una lámpara, junto a mí en la mesita de noche, y
estaba apagada. ¿De dónde venía esa luz?
Llegué bajo la sombra de la lámpara para encenderla de nuevo. Mi mano
estaba contra la ventana y mis dedos se curvaron bajo la sombra de la
lámpara. ¡Otra explosión de luz iluminó la cortina!
Fue entonces cuando sentí que el calor que emana de mis palmas.
Me senté en el borde de la cama y miré hacia mis manos. Mi vista de
vampiro volvió con todas sus fuerzas y pude ver todos los pequeños poros
en mi piel. Excepto, cuando los acerqué a mis ojos, eran diferentes. Mis
poros brillaban. Un extraño resplandor, como si los poros estuvieran llenos
de… luz.
Me levanté. La ansiedad fluyó a través de mi piel. Con la sangre dándome
energía, miré fijamente mis manos y tiré mis brazos con todas mis fuerzas.
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~245~
Foro Purple Rose
Estiré mis dedos de modo que mis palmas estuvieran apretadas. La luz
atravesó mis manos y mis dedos y salió hacia la pared y las cortinas. Lo
hice de nuevo. Luz era tan brillante como el sol de la mañana.
Luego hubo un golpe en la puerta.
***
Me di la vuelta, empujando mis manos bajo mis brazos.
—¿Lenah? —Escuché la voz de Gavin y la manija de la puerta del
dormitorio giró. Él siempre fue el más suave de los cuatro. Tomé una
respiración profunda, recordándome a mí misma mantener la guardia. Ellos
no podían saber que había conservado mi alma. Si lo hacían, sería
asesinada al instante. Eso era parte de la orquestación de la magia del
aquelarre. Si uno del aquelarre mantenía incluso una semblanza de su
humanidad, significaba que eran débiles. La debilidad tenía que ser
sacrificada y luego sustituida. Construí el aquelarre de modo que fuéramos
poderosos sin nada que nos detuviera. Tenía que ser mala, como ellos.
Después de todo, estaban esperando a su reina.
—Pasa —dije, volviéndome hacia la puerta. Mi cabello cayó delante de
mis hombros, y seguí manteniendo mis manos sobre mi pecho, con mis
manos protegidas por mis brazos. Gavin tenía al menos seis pies, con
características de niño. Lo había convertido en un vampiro en 1740 en
Inglaterra.
Gavin dejó la puerta abierta detrás de él. Se inclinó, sólo un poco, de
modo que pudiera ver la parte superior de su corto cabello castaño. —
¿Cómo te sientes? —preguntó.
Caminé hacia él, sin romper el contacto visual. Me detuve y besé su mejilla.
—Perfecta —dije con una sonrisa tortuosa y saliendo por la puerta.
Manteniendo mi mente enfocada, caminé por el pasillo. Admito que,
mientras estaba en Wickham, olvidé la gloria de mi mansión. Tenía cuatro
pisos, cada uno con un tema diferente. Este piso era para mi propio uso
personal. Tenía algunas habitaciones decoradas sólo con terciopelo,
algunas con ónix negro. Tenía una habitación privada, un estudio, una sala
de estar y un baño, aunque nunca lo usé. Mi habitación favorita era la sala
de armas unos cuantos pisos abajo.
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~246~
Foro Purple Rose
Mientras caminaba, pude oír los pasos de Gavin detrás de mí. En la parte
inferior de una gran escalera, de pie con los brazos cruzados sobre su
pecho, estaba Vicken y a cada lado de él, como si montaran guardia,
estaba Heath y Song. Vinculé mis manos detrás de los hombros de Vicken y
lo atraje hacia mí. Nos abrazamos mientras los demás sólo miraban. Él se
apartó de mí lo suficiente como para mirarme a los ojos. El amor que él
sentía por mí se apoderó de mis brazos y se difundió a través de mi nuevo
cuerpo como un calor reconfortante. Pero yo lo sabía —por mi parte,
estaba roto. Cuando Rhode me había hecho humana, la unión entre
nosotros se rompió. Esperé mientras me encerraba en su mirada que no
fuera capaz de decirlo.
—Bienvenida de nuevo —dijo, dando un paso atrás y agarrando mis
antebrazos. Su tacto era serio y yo podía sentir que, ciertamente, todos
eran felices. Abracé a cada vampiro, asegurándome de mirarlos a los ojos
para darles por hecho que yo era la malvada vampira Lenah una vez más.
Mantuve mi cabeza centrada y mis ojos sosegados. Mientras
caminábamos a la sala de estar, robé un vistazo a la nieve decreciente
afuera de la ventana y sentí un tirón en mi corazón. No podía permitir esto.
El aquelarre y yo estábamos vinculados de nuevo por la magia y ellos
podrían ser capaces de sentir lo que estaba pensando.
Vicken tiró de mi mano y me abrazó de nuevo.
—¿Realmente eres tú? —preguntó mientras los demás provocaban un
fuego y organizaban nuestras sillas en la sala de estar. La mirada de Vicken
era de necesidad. Él realmente me había transformado de nuevo en un
vampiro por sí mismo. Algo que yo hubiera hecho.
—Tonto —dije. Tomé su mano y lo conduje a la sala de estar. Él se rió y
tomó mi mano a cambio.
***
No había nada. Nada de ardor en mis mejillas. Nada de deseo por la
comida. Sólo había un deseo implacable de volver. Si Rhode podía ejercer
el ritual, ¿por qué yo no podía? Necesitaba algo para mantenerme
ocupada, encontrar una manera de volver a casa. A Wickham.
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~247~
Foro Purple Rose
Pasé mis días investigando el ritual de Rhode. Me ayudó a pasar el tiempo
y me dio una excusa para estar sola. Hice todo tipo de información para
engañar al aquelarre. Mentí sobre lo mucho que sabía sobre el ritual.
Afirmé haberme despertado en Wickham y que Rhode había
desaparecido —lo hice para quitármelos de encima. Vicken tenía un
interés particular en el ritual y pasó muchos días a mi lado mientras yo
trabajaba en la biblioteca.
Los días pasaron, luego semanas... la nieve cayó y el aquelarre organizó
fiestas en mi honor. No me aventuré a salir de la casa. A decir verdad, no
estoy muy segura de que me lo permitieran. El aquelarre instrumentó mi
horario. Un día bajaría las escaleras hacia los cadáveres esparcidos por la
sala, y al siguiente encontraría al aquelarre leyendo, rodeados por libros.
¿Antes yo era realmente feliz con todo esto?
Desde luego podría haberlos revocado en cualquier momento. Yo los creé,
creé la magia que les une, aunque no he probado mis límites, ni ellos lo
hicieron. De haberlo hecho, mi verdadera naturaleza habría sido revelada
y la jerarquía se habría roto. Esa era la regla. Si un vampiro en nuestro
aquelarre mantenía su humanidad, su capacidad de pensar
racionalmente, ella tendría que ser asesinado. Sin importar si fuera o no su
reina. Si retenía mi humanidad de cualquier manera, yo debilitaría el
vínculo.
No estaba segura exactamente lo que me había sucedido afuera en ese
campo con Rhode. Al principio, yo bebía un vaso de sangre cada pocos
días. No les pregunté a los muchachos de dónde la sacaron. Les permití
proporcionarla para mí. Egoísta, sí, pero yo sabía lo que necesitaba y no
tenía ningún interés en matar a nadie. Con el tiempo, el deseo de sangre
disminuyó. Sólo la necesitaba una vez por semana, una vez al mes. Cerca
del primero de abril, tenía una copa de sangre y me encontré llena. Sólo
un vaso por todo el mes. El aquelarre continúo trayéndome sangre, pero
me deshice de ella en el fregadero.
Como dije, todo había aumentado —mis ojos, mi capacidad de
comprender los pensamientos, de modo que leer fuera rápido y sencillo.
Yo era un súper vampiro.
Estábamos a finales de abril cuando comencé a preocuparme de que
Vicken sospechaba que no era yo misma. Estaba en la biblioteca, que era
en el primer piso de mi mansión. Me senté en una larga mesa, y un fuego
rugió detrás de mí. Habría permanecido en silencio si no fuera por la lluvia
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azotando las ventanas. Velas antiguas en altos soportes de hierro se
extendían hacia arriba y hacia abajo sobre la mesa.
El libro que estaba leyendo estaba escrito en hebreo. Lo leí de derecha a
izquierda y seguí el texto:
... El vampiro sólo puede romper las ataduras de la existencia de vampiro a
los 500 años...
Ya lo sabía. Rhode descubrió que un vampiro tenía que ser de quinientos
años, o de lo contrario el ritual no funcionaría. Cerré el libro de un golpe. El
polvo de la cubierta antigua voló en el aire, enviando partículas de polvo
en la llama de las velas. En tres meses, no había aprendido nada que ya
no supiera.
—¿Leyendo de nuevo?
Miré hacia arriba. Vicken caminó desde la puerta a lo largo de la mesa y
se sentó frente a mí.
—Tuviste algo de suerte —preguntó. Tenía una sonrisa torcida.
—Si te dijera que sí, que he descubierto que el ritual, ¿qué harías?
Vicken cruzó las manos sobre la mesa y luego se inclinó hacia adelante. —
Me gustaría ir dondequiera que estés. Es por eso que estoy aquí, en la
biblioteca.
—Bueno, —dije mirando hacia atrás con el libro delante de mí—. Aunque
he encontrado algo, no podría servir. El ritual exige que el vampiro que lo
realiza tenga 500 años de edad.
—Eres muy poderosa. Tal vez la edad no sea un problema para ti.
—¿Qué estás diciendo?
—¿No crees que vaya a funcionar, de todos modos?
Me incliné hacia delante.
—¿Estás sugiriendo que lo intente a pesar de la posibilidad de morir una
muerte dolorosa, si no funciona?
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Vicken no dijo nada. En cierto modo, mi respuesta había anulado su
posición y no se atrevió a desafiarme.
Volví de nuevo a abrir el libro en una página al azar. Miré la tinta, pero no
me centre en las palabras en la página. —No he encontrado nada, —le
dije.
—Tal vez no estas buscando en los lugares correctos, —dijo, mirando las
llamas de las velas y luego a mí—.Sabes, instalamos luces cuando se
descubrió la electricidad.
—Y la televisión y las computadoras, —dije inclinándome en la silla hacia
atrás.
—Dime lo que has encontrado. Sé que has encontrado algo. Que has
estado buscando durante meses. —Seguí con la mirada puesta en
Vicken—.Una corazonada —confesó sin siquiera preguntar. Mi posición
como su creador le hacia imposible ocultar esa información de mí. Otra
cosa que vino con esa confesión, una emoción que no esperaba sentir,
nostalgia.
—¿Por qué estás tan preocupado? Serían años antes de poder usar el
ritual.
—¿Cómo era tu vida en Wickham?
Admito que me sorprendió por la honestidad de la pregunta. Mi reacción
inmediata fue de imágenes: el campus verde, Justin empujando a través
del agua después de ganar la regata, y la pintura de Tony.
—¿Estás enfadado porque no te lleve conmigo? —Le pregunté.
Su mirada era fascinante y supe de inmediato lo que Vicken sentía. Sus
emociones se apoderaron de mí en oleadas. No estaba enojado, estaba
devastado por no decirle de mi plan para hacerme humana.
—¿Quieres ser un ser humano? —Le pregunté—. Nunca dijiste eso antes.
—Te fuiste —dijo, recostándose en la silla—.No había pensado en mi
humanidad hasta que me di cuenta de que no estarías aquí conmigo
todos los días. Sólo entonces desee volver.
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—No podemos volver atrás, Vicken. Incluso con el ritual. En realidad no.
Todas las épocas en que estuvimos en el mundo no significa que
participamos.
Se produjo un silencio entre nosotros. A pesar de que había algo en el aire,
se sentía pesado, tal vez por los muchos recuerdos y las intenciones de
experiencia en dicha biblioteca. O tal vez solo eran los años invisibles que
habían pasado entre Vicken y yo, lejos uno del otro.
—No eres como antes, —dijo—. Eres diferente.
Me incliné hacia delante de nuevo a pesar de la ansiedad arrastrándose
debajo de mi corazón muerto.
—Te advertí que había cambiado durante mi existencia humana. Te
engañaste pensando que sería la misma.
—No te alimentas, ni deseas infligir dolor. ¿Cómo eres capaz de hacer
frente a tus pensamientos? —preguntó Vicken.
Me levanté de la mesa y cambie el libro. Reuní a otro par y los puse sobre
la mesa mientras Vicken me miraba.
—Lo que decida hacer de mi camino, Vicken, no te concierne.
Vicken se echó hacia atrás, su oscuras facciones centradas en la mesa.
—Por supuesto, —murmuró levantándose. Antes de llegar a la puerta, dijo,
—Esta noche, un regalo especial para ti, Lenah.
Lo vi salir y luego abrí otro libro.
***
Por la noche me guardé para mí. No hice caso de los golpes en mi puerta
o las llamadas por la escalera. Fue cuando el aquelarre se ocupó de que
podía pensar sobre el campus Wickham. Los árboles. La cara de Justin.
Cómo dolía mi corazón. Cómo quería atravesar las ventanas y salir
corriendo hacia los campos hasta que no pudiera correr más. Traté de
soñar con Rhode otra vez, pero las visitas, o lo que fuera, eran cosa de una
sola vez. Preciosos, incluso. Sabía que, ahora, se habían ido para siempre.
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Cuando me quedé sola en mi habitación, practique. Estiré mis dedos
abriéndolos, y la luz emanaba de mi lado en un haz intenso. Una vez
accidentalmente golpeó mis manos y la explosión fue tan grande, que me
caí al suelo y rompí el espejo de la vanidad. Por suerte, el aquelarre no
estaba en casa cuando que se produjo.
Esa noche, Vicken me había prometido un —tratamiento especial—. Vi el
coche de lujo que el aquelarre manejaba serpenteando por el camino. Lo
tomé como mi oportunidad de ir a buscar en la habitación de Rhode
como no había podido hasta ese momento. Hubiera sido un lugar donde
no podía mantener mi mente enfocada. Ahora, con el aquelarre de
momento haciendo un recado, subí las escaleras a la planta superior.
El cuarto era el único en el suelo al final de un largo pasillo. Me acerqué,
paso a paso, y, finalmente, me pare frente a él. Toqué con mi mano en la
puerta y abrió. La cama de marco de hierro de Rhode tenía sólo un
colchón desnudo. Las paredes estaban desnudas, y la única cosa en el
suelo era una alfombra oriental. Entre de puntillas, como si al hacer ruido
perturbaría la paz en la habitación estéril.
Me senté en el colchón.
Pero no había nada que él dejara atrás.
¿Podría haber sido tan tonto de no considerar la posibilidad? ¿Que tal vez
Vicken me iban a encontrar?
Cruzando la habitación desde la cama había un armario. Solo Perchas
adornaban el carril de la ropa. Espera... sí, había algo en el armario en la
pared. Un grabado en la madera en la parte posterior del armario. Un
grabado de un sol y la luna. Me levanté y me acerqué. Me metí en el
armario abierto y quede a centímetros del grabado. Sabía que el
aquelarre había visto estos dibujos. Las imágenes de Gavin y Heath
pasando sus manos a lo largo de las paredes vinieron directamente a mi
mente. Me quedé y miré, a pesar de que ya se habría descubierto si algo
había de especial en los grabados. Tal vez la creencia de Rhode sobre la
intención era pertinente en este caso, también. Si su intención era
encontrar el ritual y usarlo, nunca lo encontrarían. Más magia.
Instintivamente, levanté mi mano derecha y golpee la pared. En primer
lugar, el sol. Parecía sólido. Justo cuando mi piel golpeo la madera, me di
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cuenta de que Vicken, también había estado en este lugar examinando
los grabados.
Quédate..., dijo una voz en mi mente. Una voz que sonaba igual que
Rhode. Toque a la forma de sol de nuevo. Esta vez, cuando mi puño
golpeó, como forma de juego de un niño, el sol se movió fuera de su lugar
en la madera. Use mi mano para agarrar la forma circular y trate de
moverlo fuera de la pared. Un movimiento en falso y podría volver a caer
en la madera o tal vez se atascarse.
Cuando por fin logre que mi uñas excavaran en la forma de madera, se
deslizó hacia fuera. El pequeño sol con su perímetro de punta estaba en la
palma de mi mano. Detrás de él, en la oscuridad del interior de la pared,
había un trozo de pergamino, enrollado con una cinta roja.
La sensación arrastrándose de la presencia del aquelarre entró en mi
mente. Ellos estaban en su camino de regreso. Los veía en mi cabeza. Me
concentré en el pergamino. Lo desenrolle y encontré dos páginas. La
primera era una receta.
INGREDIENTES:
Ámbar de resina
Velas blancas
La sangre de un vampiro de no menos de 500 años...
Leí la receta. Iba a necesitar una variedad de hierbas, tomillo, y un cuchillo
de plata para completar el ritual. En la parte inferior decía, de puño y letra
en negrita, la escritura de Rhode, la intención.
En la segunda página había un poema, no, en una mirada más cercana,
me di cuenta de que era un canto. El canto que Rhode debe haber dicho
al completar el ritual.
Te libero __________ (nombre del vampiro)
El vampiro ahora debe cortar la muñeca con una cuchilla de plata.
Te libero __________.
Me pongo como tu guardián. Te entrego mi ser a ti.
El Vampiro debe permitir que el otro tome la sangre de la vida.
Te entrego mi vida. Toma esta sangre.
Cree... y se libre.
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Debajo del canto, que era fácil, en realidad, estaban las instrucciones
especiales sobre las velas y las hierbas que necesitaba para grabar antes
del ritual. En la parte inferior de la página había una frase más y yo sabía
que Rhode no me había fallado.
Lenah, estas a salvo.
No sabía si las palabras de Rhode eran para que las encontrara o si no
eran más que los pensamientos que tenía en el momento y las escribió en
el papel. Esperaba que ellas fueran para mí.
—¡Lenah!
Era Heath que me llamaba desde el descansillo del primer piso. Metí los
papeles de Rhode en los bolsillos de mis pantalones.
—¡Lenah!
Respondí y baje.
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Foro Purple Rose
Capítulo 27
Traducido por Little Rose & CyeLy DiviNNa
Corregido por kathesweet
en —dijo Heath. Una vez que llegué al primer piso caminamos
por un largo pasillo hasta el salón de baile. Era el mismo en el
que había asesinado a la mujer holandesa. La puerta estaba
cerrada, y la rodeaba un aura gris. No había luces encendidas.
Heath tomó el pomo de la puerta, que aún estaba inclinada y parecía una
daga apuntando al piso.
Una vez estuvo abierta la puerta, encontramos el salón a oscuras, sólo
iluminado por velas en las columnas. Velas rojas, titilando contra el brillo del
piso de parquet.
Ahí, hecha un ovillo en el centro del salón, estaba una pequeña, una niña
con el cabello del color tostado. Sentados en un semicírculo, todos
sonriéndome, estaba el aquelarre. La pequeña estaba en posición fetal en
el piso. Tomó toda mi fuerza de voluntad no correr hacia ella a socorrerla.
Vicken, Gavin y Song estaban de pie en posición de media luna. Tragué
cuando Heath cerró la puerta detrás de mí. Miré los ojos oscuros de Vicken;
había hecho esto a propósito. La rabia de vampiro creció en mí. Los
pensamientos irracionales nublaron mi mente un instante. Así que caminé,
sacudiendo las caderas. Paseé hacia la chica. Esto alegró al aquelarre.
Mientras me acercaba a ella, noté que no tendría más de cinco o seis
años. Se había manchado el vestido rosado de fiesta. La señalé. —¿Este es
mi regalo de bienvenida?
El aquelarre, incluido Vicken, alzó la cabeza en asentimiento.
—Cuatro meses tarde —espeté.
Esto causó un revuelo. Song tragó saliva. Me aseguré de mantener las
manos en mis bolsillos.
-V
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—No estábamos seguros, Lenah —se atrevió a decir Song—. Has estado
tan cortada.
—Déjennos —demandé. Nadie se movió.
—¡Déjennos! —chillé para que no tuvieran otra opción que aceptar. Era su
creadora, su reina. Se volvieron obedientemente. Vicken fue el último en
salir. Me di la vuelta, con los dientes apretados; desearía poder escupirle
fuego.
—Mía —dije, y saqué mis colmillos—. Y que no me entere que están
espiando detrás de la puerta —ordené.
Esperé hasta que oí sus pisadas alejarse. Sólo Gavin parecía complacido
con mi repentina furia. Una vez se fueron al tercer piso, corrí a su lado.
—Mírame —susurré. La pequeñita temblaba tanto, que la sostuve contra mi
pecho hasta que se calmó.
—Quiero a mi mami y a mi papi —lloró en mi pecho. Podía sentir sus
lágrimas mojar mi camiseta. Esta niña lloraba mucho. Alcé su cara y
cuando sus ojos azules examinaron mi rostro, rompió a llorar con más
fuerza—. Eres rara —lloró—. Te ves como ellos.
—¿Cómo te llamas? —pregunté.
—Jennie.
—Bueno, Jennie, ahora te voy a llevar a casa.
Sus ojos se iluminaron y dejó de llorar por un momento, sólo para hipar
silenciosamente.
—¿Dónde vives? —pregunté.
—En Offerton.
Genial. Offerton era un pueblo cerca de mi casa. Estos idiotas ni siquiera
salen del condado.
En el instante que sacara a la niña de aquí y huyéramos en mi auto serían
obvias mis intenciones. Podría jurar con toda certeza que no era una
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vampiresa normal. Un acto revelaría que ya no era su reina y que
abrazaba mi humanidad. Significaría mi muerte instantánea, y no
importaba. Tenía que hacerlo. Me puse de pie, y Jennie me siguió,
acomodándose el vestido con las manos. Sus zapatitos de fiesta resonaron
en el piso.
—Jennie, vas a tener que ayudarme. Cuando lo diga, gritarás con toda tu
fuerza. Tan ruidosamente como puedas. Como si acabaras de caerte de
una escalera, ¿sí?
Asintió.
—Voy a romper la ventana, y saltaremos.
Volvió a asentir.
Tomé una silla de metal del piso. Una de las muchas usadas en el Ritual.
—¿Lista, Jennie? Cuando tire esto por la ventana, tú grita.
Esperaba que creyeran que la estaba torturando, volviendo a mis viejos
hábitos. Pero sólo podía esperarlo. Tomé la silla y la arrojé por la ventana
de dos paneles. Jennie gritó tanto como pudo, y pude sentir el interés del
aquelarre. Estaban en movimiento, volviendo del tercer piso al salón.
Arranqué los trozos de vidrio que quedaban cubriéndome la mano con
una cortina. Ella pasó sus piernitas por mi cintura y yo salté. Corrimos, juntas,
en la oscuridad de la noche.
***
—¿Por qué esos hombres me alejaron de mi mami y mi papi?
Estábamos en el bosque, caminando paralelamente al camino principal.
Jennie iba de mi mano.
—Esos hombres son peligrosos, y si algún día los vuelves a ver, corre.
—¿Qué pensaron que harías? —preguntó. No respondí.
Nuestras pisadas nos trajeron al final del camino principal. Habían pasado
horas de mi huida de la mansión. Cuando doblamos en una curva, nos
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encontramos con una calle con una docena de autos de la policía afuera
de una cabañita. Dos personas de mediana edad en vestidos de cóctel
estaban afuera de la casa. La mujer, con cabello rubio como Jennie, se
balanceaba hacia atrás y adelante, con las rodillas en el pecho, y los
tacos a su lado.
—Jennie, escúchame. Ahora ve. ¿Me prometes algo?
Asintió.
—No le digas a nadie de mí, ¿sí?
—¿Adónde irás? —preguntó—. ¿Volverás a esa casa?
—No creo volver jamás —dije.
Me abrazó, me besó delicadamente en la mejilla, y corrió calle abajo. Su
vestido volaba junto a ella mientras se acercaba.
Después de un momento, la mujer del césped gritó.
—¡Jennie!
Los policías comenzaron a dar vueltas alrededor de Jennie y su madre, y
me volví hacia el bosque. Caminé hacia la parte más cerrada, a los
arbustos y los árboles en el bosque oscuro. La policía podría revisar la calle
y debo alejarme de aquí. Me meto aún más en el bosque. Eventualmente
encontraré la salida, no me importaba. Quizás encontraré a Suleen, pensé
cuando oí movimiento a mi derecha, cerca del camino.
Me volví. Allí, bajo la sombra de unos árboles jóvenes, estaba Vicken. Los
árboles cubrían sus rasgos afilados. Su cabello oscuro y sus largas patillas
estaban negros como la noche. Podía ver el dolor por la forma en que
apretaba la mandíbula.
—¿Qué eres? —espetó con los dientes apretados.
—Cambié.
—¿Qué ocurrió?
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—Modifiqué mi mente. Mi capacidad de pensar y sentir emociones —dije,
sin motivos para mentir—. No siento dolor.
—¿Cuándo?
—Cuando me rehiciste.
—Traicionaste tu vida de vampiresa —dijo tranquilamente, sin emociones.
—Conozco las reglas.
Se acercó un paso así que estábamos a unos cuantos centímetros el uno
del otro.
—Lenah, mi amor por ti me impide herirte. Pero no puedo mentirles ni
salvarte de lo que te harán. Sabes lo que ocurrirá. Están dispuestos a
matarte.
Retazos de los pensamientos de Vicken me atravesaron; la costa escocesa,
el adorno de vincapervincas que utilicé la noche que lo convertí, mi perfil
resaltado por la luna mientras mirábamos las estrellas en mil ocasiones
diferentes.
Luego mis propios pensamientos aparecieron: la cara de Justin
sonriéndome en la graduación.
Otra noche, la noche después del club y la forma en que sus brazos se
acomodaban mientras me llevaba a mi cuarto. Un nuevo recuerdo
apareció después, una imagen peligrosa, el pergamino en mi bolsillo vino a
mi mente, el ritual descrito en la letra de Rhode.
Sacudo la cabeza y me concentro en los ojos de Vicken.
—Tú —dijo Vicken. Sus ojos se agrandaron y su mandíbula de repente se
tensó—. Lo tienes —susurró. Las ramas sobre nuestras cabezas cubrían la
belleza de la noche, pero podía ver la traición en los ojos de Vicken. Su
dolor era el que ningún humano podría entender nunca.
Intenté hablar, pero no podía encontrar palabras para responderle. Separé
mis labios, pero nada salió. En su lugar, la cara de Justin volvió a mi cabeza
y supe que Vicken vería y notaría lo que estaba sintiendo.
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Destellos rojos y azules de las patrullas iluminaron un lado de la cara de
Vicken.
—No importa si tienes el ritual. Sé adónde irás —dijo.
—Me habría ido sin importar qué —respondí.
Podía decir por el marrón de sus ojos que Vicken estaba atado a los
hombres en mi castillo. Un lugar al que me negaba a volver en la vida.
Sabía adónde iría ahora, donde habría ido de todas formas, desde el
momento que escapé de la mansión.
—Entonces te sugiero que te prepares —dijo Vicken. Yo no estaba segura
de si los siguientes pensamientos que vinieron eran de Vicken o los míos,
pero el ancho pecho de Justin y la forma en que brillaba la luz del sol llegó
a la vanguardia de mi mente. Palabras familiares se hicieron eco en mi
cabeza: Veinte minutos, o se muere el chico.
Si Vicken estaba planeando matar a Justin, no había manera de que
pusiera su vida en la línea. Esta era mi lucha, no de Justin.
—Ya está hecho —dijo Vicken, utilizando una frase que había ejercido una
vez-la noche que lo convertí en un vampiro. Lo que quería decir es que era
el principio del fin, el fin de todas las decisiones que había hecho lo que
me llevó hasta ese momento en el bosque. Dejar ir a una niña que no tenía
intención de matar era una prueba de que todo lo que me había ocurrido
durante la segunda transformación era real y permanente. Se alejó de mí y
era parte de la oscuridad antes de que pudiera responder.
Tal vez siempre debió ser así, pensé. Una lucha a muerte.
No me quedé. Me di vuelta y corrí hacia la oscuridad de las maderas.
* * *
Caía la tarde en Lovers Bay, Massachusetts. Habían pasado catorce horas
desde que me encontré en el bosque lejos de Vicken. Seguí el camino y
cuando llegué al aeropuerto, tomé un vuelo temprano por la mañana y
regresamos a Wickham por la tarde. Ahora que el aquelarre sabía que
estaba viva, tenía acceso al dinero de nuevo. No me importaba que
fueran capaces de seguir el vuelo. Ellos sabían a dónde iba, de todos
modos.
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~260~
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Me quedé fuera de las puertas de la Escuela-Hogar Wickham. Pude ver los
motivos, las praderas, y los familiares ladrillos rojos de los edificios. Todo ello
se lavó en un atardecer de primavera de color rosa, que encendió la
hierba y todo dentro de mí en llamas. Cada brizna de hierba brillaba
amarilla, luego verde. Con un golpe de viento, como oro ondulante. Si yo
fuera a llegar al cielo, pensé, se vería como esto.
Había llegado el momento, así que caminé a través del arco Wickham. Las
fachadas de metal y los puntos de púas en la parte superior de las puertas
eran la mano hacia el cielo. Tenía que ser calculadora en mis movimientos.
Cada árbol Wickham era un amigable escondite. Los vampiros son
naturalmente capaces de encontrar lugares para mezclarse con el
paisaje, y en el campus de Wickham había un montón de lugares para
ofrecer.
Un par de horas pasaron y las estrellas comenzaron a brillar en el cielo azul-
gris. Los estudiantes me pasaron, pero nunca encontré sus ojos. Yo estaba
buscando solo a Justin. Por las diez p.m. empecé a preocuparme. Yo sabía
que el aquelarre me seguía. Yo no podía escuchar sus pensamientos, pero
yo sabía les había dicho Vicken que había conservado mi naturaleza
humana. Esta era una ruptura en las reglas de la secta, las reglas que
había creado. Yo era un vampiro en quien no se podía confiar, por lo
tanto, tenía que morir. Yo sabía que Vicken no pudo matarme a causa del
amor-unión entre nosotros, pero podrían los otros miembros de la secta, y,
con facilidad.
Pasé la Unión de Estudiantes. Que estaba cerrado y oscuro. Crucé el
camino iluminado y el prado entre Quartz y la Unión. Un grupo de niños,
ancianos, corrieron juntos en un grupo apretado tratando de hacer sus
doce horas al toque de queda. Yo esperé en la sombra al lado de la
Unión.
Yo nunca voy a encontrar a Justin en algo como esto, pensé.
Crucé el prado y fui sólo a unos pocos metros de la vía iluminada por
delante de Quartz. Me detuve en el prado para que mi nueva apariencia
se ocultara aún en la oscuridad. Curtis Enos salió del arco y encendió un
cigarrillo. Sacó un teléfono celular y marcó. Mientras caminaba en la
dirección de Seeker y el estacionamiento de estudiantes, me perdía en
silencio detrás.
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—Hey, hombre —dijo Curtis a la persona en el teléfono—. ¿Ustedes todavía
están en Lovers Bay Tav? Vas a perder el toque de queda de nuevo.
Se refería a la taberna de Lovers Bay, un bar en el otro extremo de la calle
principal. Conocí a muchos de los hombres de clase superior cuando fui allí
a beber con documentos de identidad falsos. El humo del cigarrillo se
arremolinaba frente a la mano izquierda de Curtis. No sabía que fumaba.
Me pregunté cuándo había empezado.
—¿Ese idiota de mi hermano sigue ahí? —preguntó a la persona en el
teléfono. En el estacionamiento, Curtis giró a la derecha. Hacía una
colección de estudiantes que salían de sus autos y caminaban hacia la vía
Seeker. Si conocía a alguno de ellos no sabía cómo iba a explicar mi
nuevo aspecto. Lo último que oí que Curtis dijo fue—: Él está allí casi todas
las noches ahora. —Yo caminaba en las sombras de los árboles.
* * *
De vuelta en la ciudad, la noche era mi amiga. Se hizo más fácil que
caminar en la periferia. Yo me quedé en las afueras de la multitud, la
mayoría del tiempo deslizándome a lo largo de la pared de piedra. Traté
de no parecer evidente. A cualquiera que me viera, me gustaría verme
más etérea que cualquier otra cosa. Tenía la piel blanca ahora, y los ojos
azules que parecían canicas. Pasé por delante de las tiendas sencillas que
me encantaban: la tienda de ropa, la tienda de dulces, la biblioteca
pública, y finalmente en el final de la calle, me encontré con la taberna.
He comprobado que la calle, y a no ser por los quienes estaban fumando
algunos cigarrillos, estaba desierta, básicamente. Cuando volvieron a
entrar en la taberna, se hizo eco de una canción de rock en la silenciosa
calle. Una vez cerrada la puerta, me moví de la sombra de los árboles y
crucé la calle.
Apenas agarré la manija de la puerta cuando Justin explotó hacía fuera
en la acera. Me alejé cuando Justin apareció en la otra puerta. Corrí por la
calle y lo vi desde la protección de la oscura pared de piedra.
Me quedé escondida debajo de los árboles. Había una farola a mi
derecha, lo suficientemente lejos por lo que yo estaba en la oscuridad. Yo
seguía mirando. Él era incluso más grande que la última vez que lo vi. Su
pecho estaba más definido, pero no estaba afeitado y el pelo no estaba
corto y con forma. Largas cadenas caían torcidas y el estilo era una
especie de Shaggy, por lo que caía en sus ojos. En ninguna parte
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encontraba, al chico feliz que había dejado ese invierno. Extendió su mano
sobre su estómago, se inclinó, y lo arrojó en un rincón apenas por debajo
de la puerta.
Justin se sentó delante de la taberna con las piernas estiradas hacia fuera
delante de él. Escupió una vez en el suelo junto a él, y echó atrás la
cabeza para descansar en la pared de ladrillo del edificio detrás de él.
Cerró los ojos. Salí de la sombra de nuevo y crucé rápidamente la calle.
Olisqueó un poco, por lo que su elegante nariz se arrugó.
Me puse en cuclillas directamente en frente de él. Justin abrió los ojos, pero
las verdes pupilas se deslizaron hacia la parte posterior de la cabeza. Trató
de levantar la cabeza y cuando lo logró, sus ojos estaban borrosos. Cerró
los ojos en mí y estrechó su enfoque. Sus cejas fruncidas. Su barbilla
sobresalía realmente mientras trataba de tener una mejor visión. Sus ojos se
agrandaron, y luego empezó a reír histéricamente. —Esto es gracioso. —Él
me señaló, se echó a reír, y me señaló una vez más.
Estábamos a pulgadas de distancia, podría haber lamido sus labios si yo
quisiera.
—¿Qué es gracioso? —incliné mi cabeza hacia la derecha. La conexión
entre nosotros se sentía como un rayo de luz dorada que nos une como
una cadena caliente.
—Tú estás aquí. Pero sé que no lo estás. —Él se rió y apoyó la cabeza
contra la pared. Él se reía tanto que las mejillas estaban de un color rojo
brillante.
—Está bien. Vamos —le dije, sujetándolo por debajo de sus brazos. En mi
estado de vampiro, sobre todo este estado, era considerablemente más
fuerte. No sobrehumana, pero fuerte. Yo lo levanté. Se tambaleó, pero me
ayudó a mantener el equilibrio.
—Roy. Amigo. Gracias, hombre. —Justin apenas podía caminar, pero yo lo
estabilice—. Amigo. Voy a vomitar de nuevo.
Se tambaleó hacia la calle y vomitó. Se apoyó una mano en un coche y
cuando terminó, se sentó en el suelo. Me apoyé en el capó del coche y
crucé los brazos sobre mi pecho. Era bastante tarde y no me podría
importar menos ahora con nadie aquí pensar en mi nueva apariencia
vampiro. Justin estaba aquí conmigo y eso era lo que importaba.
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Justin me miró y entornó los ojos.
—Roy. Amigo, no puedo enfocar mis ojos. Pero ahora mismo, te pareces a
Lenah.
Lo levanté del suelo otra vez, y caminó con bastante descuido hacia el
campus Wickham.
* * *
El dormitorio individual de Justin tenía el mismo aspecto. Palos de lacrosse
estaban esparcidos por la habitación, el más bonito todavía escondido de
forma protectora en la parte posterior de su armario. Decenas de zapatillas
de deporte se dispersaban sin igual en la parte frontal del armario.
Uniformes del equipo y los cascos estaban manchados de hierba y
llenando todo el espacio disponible que fuera posible. En algún lugar en el
primer piso la música tocaba y se hizo eco a través de una ventana
abierta. Me pregunté dónde estarían los demás a esta hora. Miré hacia
arriba: No era algo nuevo. Justin había pegado pequeñas estrellas que
brillan en la oscuridad en el techo. Miré hacia abajo en la cama y lo
observé por un momento. No dormía aún, pero se quedó inmóvil. Se llevó
la mano a la cabeza y gimió. Me acosté a su lado suavemente, tranquila,
así que él no lo sintió. Pero él se puso de lado y abrió los ojos. Me sorprendí
al ver que tenían lágrimas. Yo sabía que él estaría horrorizado de que yo lo
viera así, por lo que no dije nada. Examinó mi rostro, y las lágrimas se
elevaban sobre sus mejillas. —Yo sé que no estás aquí —dijo—. Pero te
extraño.
Extendí la mano para mantener sus mejillas en mis manos, pero
rápidamente le lleve de vuelta a mi lado.
—Lenah… —graznó en un susurro de ebriedad. Y luego, en el segundo
siguiente, se durmió.
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Capítulo 28
Traducido por Emii_Gregori
Corregido por Akanet
l modo en que el sol se filtraba por las persianas en Quartz era
completamente diferente de Seeker. Quartz estaba detrás de un
prado, sin que ningún edificio alto lo bloqueara, de modo que la luz
era fuerte y brillante. Me senté sobre el asiento de la ventana, con
las rodillas cerca de mi pecho. Apoyé mi cabeza hacia atrás mientras la luz
corría por la habitación. Se sentía bien. Como prados infinitos llenos de
hierba. Como días veraniegos en un huerto de manzanas. Como la voz de
Rhode en mi oído. La luz me hizo sentir como si estuviera en casa. Ya no
tenía necesidad de temerle. Rhode dijo que tendría dones que nunca
antes había tenido y ejercer la luz con mis manos era uno de ellos. Un arma
poco probable, pero un talento bien acogido.
Seguí mirando los terrenos, pero no había signos del aquelarre. Sólo tenía
un día para explicarle todo a Justin y mantenerlo fuera de peligro. No
había duda en mi mente de que el aquelarre ya estaba en Lovers Bay.
Sólo no sabía dónde. Ellos también estaban protegiendo sus mentes. Justo
cuando pensé que tendría que despertar Justin yo misma, él se movió.
—Ugh —gimió, y agarró su cabeza. Balanceó sus piernas lentamente a un
lado de la cama y apoyó los codos en sus rodillas. Miró hacia el suelo.
—¿Cuánto bebiste anoche? —dije, sin apartar mis ojos de él.
—¡Jesús! —Justin saltó y se lanzó contra la pared. Una horrorosa
comprensión pasó por su rostro.
Su boca cayó, rió durante unos segundos, y luego su cara se puso
completamente en blanco. No lo había notado antes, pero en la mesita
de noche estaba un pequeño vial lleno de un líquido claro. Sacó el tapón
y envió el líquido volando hacia mí de modo que salpicara con fuerza en
el suelo. El vial se rompió, y el vidrio estalló en el suelo.
—¿Estás loco? —le pregunté, mirando el vidrio roto y luego hacia Justin. De
E
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su cuello, arrancó una cadena con forma de cruz y la sostuvo delante de
él—. Atrás.
—¿Has perdido la cabeza?
Era como un ataque de todos los vampiros trillados. Se inclinó hacia su
izquierda y rompió la sombra, entonces toda la habitación se iluminó y yo
estaba inundada de luz solar. Se sentía como un baño caliente después de
una mañana fría. Lanzó un diente de ajo hacia mí, el cual zumbó a mi lado
y se estrelló contra la pared de enfrente.
—¡Justin, detente!
Justin estaba presionado contra la pared, con sus palmas desplegadas y
apretadas contra la madera. Estaba jadeando. Hurgó en el cajón de la
mesita la noche y sacó otro vial de líquido claro. Con una mano
temblorosa sacó el corcho de la parte superior de la botella con la
cadena en forma de cruz colgando de sus dedos. Nuevamente, arrojó el
contenido de la botella de modo que entrara en contacto con mi rostro.
La limpié lentamente con el dorso de mi mano. Di un paso atrás.
Justin estaba equilibrándose sobre las puntas de los dedos de sus pies. —No
te acerques —ordenó.
—¿Era agua bendita? Nada de eso funcionará. Los vampiros son más
viejos que Cristo.
—Dijiste que si alguna vez volvías a ser vampiro serías malvada…
reprensible.
Justin fue de puntillas hacia un lado como un cangrejo hacia la puerta de
su dormitorio. —Es cierto. Lo dije. Pero, soy diferente.
—¿Qué quieres decir?
—Algo pasó durante la transformación. Retuve mi humanidad, mi alma.
Justin dejó de moverse, pero mantuvo sus manos en alto, con un crucifijo
extendido en su mano.
—¿Cómo?
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—No tengo ni idea.
Los ojos de Justin se estrecharon, y examinó mi cara.
—Lo juro —le dije—. La única cosa que puedes hacer es confiar en mí.
Nos quedamos en silencio. Las voces de los madrugadores resonaron en el
pasillo. Justin dejó caer sus manos a los lados. —Luces diferente —murmuró.
Sus ojos se lanzaron del suelo hacia mí y luego de regreso al suelo.
—Los poros se sellan durante la transformación. También los conductos
lacrimógenos. Eso nos da un aspecto brillante y ceroso.
El modo en que la luz penetraba en la habitación era como un baño
lustrador matutino sobre el suelo de madera. Todas las pertenencias de
Justin se sintieron suspendidas en el tiempo, congeladas.
—Hemos restringido el tiempo, y debo decirte por qué estoy aquí —dije, e
hice un gesto hacia la cama.
Justin, todavía con su espalda contra la pared, corrió hasta llegar a su
cama y se sentó. Apoyó la espalda contra la pared. Me senté un par de
metros lejos de él, casi al final de la cama. No dije nada por el momento.
—Pensé que podrías regresar —dijo—. Pensé que tal vez había soñado
todo eso. Pero otras personas te recordaban, y yo sabía que todo
Wickham no podría haber perdido la cabeza. Pero pensé que tal vez
había perdido mi cabeza, de todos modos.
—No lo hiciste.
—Me gustaría haberlo hecho.
Eso me ofendió.
—Esa noche en el baile de graduación de invierno… —comencé a decir.
—Comencé a recomponer mi vida —interrumpió Justin.
—Nunca tuve la intención de arruinar tu vida —susurré.
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—Tú ausencia arruinó mi vida. —Una vergüenza ardiente rezumó a través
de mi pecho—. ¿A dónde fuiste? —preguntó Justin.
—De vuelta a Inglaterra.
Hubo un latido de silencio, pero continué.
—Hay una razón por la que estoy aquí. El hecho de que haya conservado
mi alma es un pequeño problema en el mundo de los vampiros.
Le dije a Justin sobre Vicken, el aquelarre, todas esas cosas. Le conté sobre
la joven allá por Inglaterra y que una vez que Vicken descubrió mi
verdadera naturaleza, me fui de inmediato.
—El vínculo entre el aquelarre mágicamente me ata a Vicken. Él no puede
hacerme daño.
—¿Porque se amaron hace cien años?
—Sí.
—¿Pero puedes hacerle daño?
Asentí. —Una vez que me hice humana, los vínculos del amor se rompieron.
Mira —dije, atreviéndome a descansar mi mano en la cama cerca del pie
de Justin. Justin no se alejó, de modo que dejé mi mano allí y continué—.
Una vez que un vampiro se enamora, están atados. Por toda la eternidad.
—¿Estás atada, a, um, los seres humanos? —preguntó Justin. Las manzanas
de sus mejillas se enrojecieron.
—No. Sólo los vampiros están malditos por esa pieza de magia en
particular.
—Entonces no estamos atados.
—No es de ese modo, no —expliqué.
Justin presionó la yema de sus dedos en sus sienes y las frotó en círculos
pequeños.
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—Qué día para una resaca —dijo, y se levantó de la cama. Miró por la
ventana hacia el campus soñoliento.
—Estoy aquí para protegerte —expliqué.
—¿entonces vendrán? ¿Por mí? —preguntó Justin. Su tono era objetivo, sin
miedos, casi un poco fluido.
—No. Vienen por mí.
—No lo entiendo. ¿Por qué vienen hacia acá?
—La noche del baile de graduación de invierno, estoy bastante segura de
que salvé tu vida. Vicken dijo que si no iba con él, morirías. Hace unos
cuantos días, la noche en que mi verdadera naturaleza fue descubierta, él
vio mis pensamientos. Al menos creo que lo hizo. El primer lugar donde
pensé venir fue aquí. Vicken sabe que haría cualquier cosa para
protegerte. Si no venía aquí, ellos lo harían, de todos modos, sólo para
comprobar, y matarte en el proceso. Es una Trampa-225 .
Una expresión de pánico se apoderó del rostro de Justin. Tragó con fuerza.
—De acuerdo —dijo, agarrando un palo de lacrosse de la parte posterior
del armario mientras se paseaba. Inconscientemente, lo sostenía como si
hubiera una pelota en la red—. Entonces, necesitamos un plan. ¿Cómo
podemos matar a un vampiro? —dijo, luciendo más como el Justin que yo
conocía.
—Puedes matar a un vampiro con la luz solar. Las otras formas clásicas son
decapitación, o una estaca en el corazón.
—Nunca entendí eso. Lo de la luz solar.
—Los vampiros no pueden estar en la luz solar porque no son integrales.
Como te dije, nuestros poros se cierran para proteger el interior mágico.
Cuando la luz blanca golpea nuestra piel, pequeños fuegos se encienden.
La luz solar quema nuestros poros sellados, exponiendo la magia negra
5 Trampa-22: En ingles Catch-22, es algo así: Sin importar el camino que decidas, habrá
resultados o consecuencias indeseadas.
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hacia el brillante día, apagándola, como si nunca hubiera existido. Somos
fríos como el hielo, conservados en la oscuridad. La luz solar destruye esos
enlaces.
—Suena tan clínico.
—Todos nacimos de la tierra. Sólo tiene sentido que algo tan natural mate
a los vampiros.
—¿Qué pasa con los dientes de ajo y dormir en ataúdes?
—A los autores les gusta divertirse con los vampiros —expliqué—. Sólo los
elementos naturales pueden matarnos. Y podemos matarnos el uno al otro.
Nuevamente, nos quedamos en silencio.
—¿Entonces así eres tú como vampira? —Justin se sentó en la cama junto
a mí, con el palo de lacrosse aún en su mano—. No parece tan malo.
Los ojos de Justin hicieron aquel destello que hacían cuando él hablaba en
voz baja. Extendió su mano derecha y la puso en mi rodilla izquierda. Con
la otra mano tocó mi mejilla y giró mi cara hacia él. Nos miramos el uno al
otro, y yo podía sentir a través de mi ESP, igualmente con mi corazón, que
él quería besarme. Se inclinó hacia delante, y yo lo hice también. Justo
cuando sus labios se separaron, retrocedí. —No podemos —le dije, mirando
hacia el suelo.
—¿Porque eres un vampiro de nuevo?
—Esa es la parte larga y corta —dije, y me levanté. Giré—. Hay algo más.
—Yo estaba frente a él—. Algo que necesitas saber.
Junté mis palmas de modo que el lado izquierdo de mi mano derecha
estuviera tocando el lado derecho de mi mano izquierda. Si hubiera
igualado las líneas de vida de izquierda a derecha, habrían estado
perfectamente conectadas. Tensé las palmas de mis manos para que mis
dedos se sacudieran, como si estuvieran vibrando. Luego, con un zumbido
bajo, mis poros se abrieron y la luz llegó de un lado a otro. El hilo de luz
blanca se convirtió en un fuerte rayo y brilló en lo alto de mis palmas y
hacia el techo.
Vi la piel de gallina revolcarse en los brazos de Justin. Se puso de pie y miró
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hacia mis manos abiertas. Sin apartar la mirada de la luz emitida por mis
palmas, dijo: —¿No todos los vampiros mueren en la luz solar?
Coloqué mis manos a un lado, rompiendo la conexión y devolviéndole al
cuarto la luz de la primera hora de la mañana.
—Este es un don particularmente único.
Justin tragó sin decir nada.
—Durante el día, estás a salvo —expliqué, tratando de calmarlo—. Vicken
es el único lo suficientemente fuerte como para soportar la luz solar. No
correría el riesgo de exponerse en un lugar que no conoce lo suficiente. Si
por alguna razón estamos separados, alrededor de seis asegúrate de estar
en el interior de una habitación cerrada.
Nuevamente, vi la piel de gallina revolcarse en los brazos de Justin. Sus ojos
se lanzaron rápidamente hacia la ventana y hacia el día rompiendo en los
árboles verdes que decoraban su vista. —Ahora es temprano —dijo—.
Todo ha cambiado.
Y así lo fue.
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Capítulo 29
Traducido por karla pierce
Corregido por Emii_Gregori
omó una hora convencer a Justin de que necesitaba seguir su día
como si yo no estuviera allí.
—Te veo en tu práctica de lacrosse. En las maderas que separan el
campo de la playa. En la orilla. Nos vemos.
Cuando finalmente me fui esa mañana, traté de pasar desapercibida.
Vestía una de las gorras de béisbol negras de Justin, y una camiseta negra.
A cada rato tocaba la parte externa de mis pantalones, en mi bolsillo, sólo
para asegurarme que aún tenía el ritual escondido con seguridad. Eran las
seis de la mañana, por lo que sabía mejor que nadie que el campus
estaba básicamente desierto.
Flores de cerezo goteaban de los árboles alineados en las vías. Margaritas
y tulipanes crecían en todos los cuidados céspedes, y el pasto estaba más
verde que nunca. Pasé por la esquina del invernadero Wickham; estaba
casi lleno de plantas.
Mientras Justin se duchaba y se preparaba para empezar su día, yo
necesitaba ver algo. La torre del arte en Hopper. No es que no quisiera
pensar en Tony mientras estaba en Hathersage. Al contrario. Si pensaba en
él, mi concentración se derrumbaría, revelando mis verdaderas intenciones
para el aquelarre. Ya era bastante no pensar en Justin cada vez que
parpadeaba.
Subí las escaleras del conocido estudio de arte, pasando la mano por la
barandilla de la escalera de madera retorcida. Miré con un dolor sordo por
la pequeña ventana cuadrada. Me acerqué en silencio. Sabía que había
una barandilla bajo mis manos, pero no podía sentir la textura de la
madera o el aire fresco en la torre. Solo sabía que había aire que entraba y
salía del hueco de la escalera hacia mi cuerpo.
Finalmente llegué al tope de la escalera, me detuve en la puerta del
estudio de arte. Allí, a través del cuarto, y en el mismo lugar desde el
invierno, estaba mi retrato. Caminé hacia él y me detuve en el otro lado
T
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del cuarto. A diferencia de mi antiguo sentido del olfato, que se limitaba a
la sangre, la carne y las yerbas de vez en cuando, esta vez, cada olor se
intensificó. Por ejemplo, pude oler cada ingrediente en las pinturas. Podía
decir sólo con tomar aire que color era cada uno. La pintura de pino verde
tenía más amoniaco que la roja. Las brochas olían a limpio, como a jabón.
Aquí había exactamente 5,564 grietas en la madera detrás de la pintura.
En estos días la precisión de mi vista y la fuerza de mi olfato era demasiado
duro. Era solo otro dolor que tenía que soportar.
Miré por encima del retrato. Era impresionante con que precisión Tony
representaba los músculos de mi espalda o la curva exacta de mi boca. Y
el tatuaje en mi espalda, también. Tony había capturado la caligrafía de
Rhode. Mis pestañas, también, y la tinta dorada en mi piel.
Thump thump, thump thump. Alguien subía por las escaleras a la torre de
arte. Debido a un paso pesado, sabía que el peso en el lado derecho era
más pesado que el izquierdo y recordé las botas desiguales de Tony. Se
detuvo en la entrada.
Tony jadeó. Me quedé de espaldas a él para que cuando me girara
pudiera confirmar que era yo. Me giré de espaldas hacia el retrato. Él, por
otro lado, estaba mirando mi espalda. Podía sentir la intensidad de su
mirada. Aunque el humano normal no podía ver el aura vampírica, podían
sentirla.
El aire estaba quieto. El único sonido era una pequeña brisa a través de las
ventanas abiertas. Un zumbido, luego silencio.
—Rhode Lewin —dije.
Tony no se movió.
—Él es un vampiro del siglo XIV. —Me quedé mirando los trazos de mi
retrato—. Miembro original de la Orden de Garret. Un anillo de caballeros
bajo las órdenes de Edward III.
Tony caminó hacia mí. Después de un momento, estaba a mi lado y los dos
veíamos el retrato. Ninguno de los dos miró al otro.
—Con la frase acuñada, ―malo es aquel que piensa en maldad‖. —Él era
el hombre en el grabado y la fotografía. Murió en septiembre.
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Miré hacia mi derecha y me encontré con los ojos de Tony. Se ampliaron
mientras buscaban mi cara. Mi apariencia de vampiro debía tenerlo
asustado —la piel sellada, y el aura radiante. Como un fantasma
resplandeciente. El azul de mis ojos era como un mar cristalino, duro y liso.
Tony tragó saliva y mantuvo sus ojos en mí. En esta situación, en un cuarto
oscuro, mis pupilas estaban casi completamente cerradas como las de un
gato en el sol brillante.
Examiné el rostro de Tony por primera vez en cuatro meses desde que lo vi
bailando lento con Tracy en el baile de invierno. Se veía igual
exceptuando que tenía el cabello más corto y grandes medidores en su
oído. Hacían que sus lóbulos se vieran más grandes que una peseta6.
Miré de nuevo hacia el retrato, esta vez dándome cuenta de la inclinación
de mi hombro. Tony lo había trazado exacto. Con el pequeño hoyuelo
derecho en mi hombro. Podía sentir la energía proveniente de Tony, su
calor, las gotas repentinas de sudor o los cambios en su cuerpo. No estaba
del todo asustado; estaba ansioso.
—Rhode me dijo una vez que cuando los vampiros vinieron por primera vez
a la existencia, en realidad éramos solo cadáveres rellenos de sangre.
Encantados por las maldiciones de magia negra en nosotros. —Pausé
mirando a Tony de nuevo—. Pero evolucionamos, como todo lo demás. —
Compartimos una pequeña sonrisa de confort. Hubo un compás de
silencio mientras miraba los rasgos de mi antiguo yo. Al tiempo en que me
giraba para irme, añadí—: ¿Quiénes son ellos para juzgar a los
condenados?
Una vez que estuve de espaldas a él, Tony me llamó: —¿Así que eso es
todo? ¿Sólo vas a abandonarme?
Me giré de nuevo hacia Tony, quien se mantuvo de frente al retrato.
—Vine para decirte la verdad, como lo debería haber hecho hace meses.
—¿Eras un vampiro entonces?
—No. Cuando me fui esa noche en diciembre, estaba renovada.
6 Peseta: se refiere a la moneda americana de 25 centavos.
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Tony tragó. Caminé hacia él, pero me percaté que cuando estuve a
centímetros de él finalmente estaba asustado. Dio un paso hacia atrás,
pero puse ambas manos en los hombros de Tony y miré directamente a su
rostro. —Mírame —susurré, permitiendo que mis colmillos bajaran hasta mi
boca. No eran largos; eran pequeños pero mortales.
Tony miró hacia el piso.
—Mírame —repetí.
Los ojos de Tony se movían de mis botas, al piso, luego a mis ojos por una
fracción de segundo, y de nuevo al piso.
—Tú mereces la verdad. Acerca de mí, acerca de Rhode, acerca de todo
esto. —Los ojos de Tony, los ojos cafés que me mostraban bondad en
momentos que realmente lo necesitaba, parecían estar al borde de las
lágrimas.
—Luces tan diferente —fue todo lo que pudo decir. Hizo una mueca, como
para evitar llorar. Apretó los dientes y sus fosas nasales se dilataron.
—Lo sé —suspiré.
—¿Por qué no me dijiste antes? —preguntó Tony.
—No sabía lo que podía pasar. Parecías tan resuelto a descubrir la verdad.
Parecía muy peligroso.
—¿Te quedaras?
—No… tengo que irme tan pronto como sea seguro.
—¿A dónde? Iré a visitarte.
Una oleada de pánico surgió a través de mí.
—No. No, Tony. Me encantaría. Pero tienes que prometerme que no me
buscarás. Tu amistad conmigo puede costarte la vida. No me arriesgaré.
—Quiero ayudarte. Quiero protegerte —dijo, y una lágrima escapó
bajando por su mejilla. Sabía que me esperaba esto. Presioné los hombros
de Tony, no muy fuerte, solo lo suficiente para que dejara de hablar.
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—¿No entiendes? ¿No puedo ser más clara? Estoy aquí para proteger a
Justin —dije con urgencia—. Y a mí.
—¿Por qué?
—Pertenezco a un aquelarre de vampiros. Ellos me vieron con Justin en el
baile de invierno. Les he traicionado, y ahora buscan la forma de
encontrarme.
—¿Aquí? —La voz de Tony se quebró—. ¿En Wickham?
—Sí. Ahora mismo.
De pronto, la imagen de Tony en el piso, cubierto de marcas de mordidas y
sin sangre, hizo desaparecer mis palabras. Me tomé un momento para
ordenar mis ideas cuidadosamente. —No hay forma de protegerme contra
ellos, Tony. Serás asesinado, y tu muerte… Dios, no quiero pensar en eso.
Mis palabras parecían estar atascadas en mi boca. Las lágrimas, las
maldiciones, todo subía desde el fondo de mi alma. En lugar de lágrimas,
las llamas del infierno subieron por mi cuerpo. Era un alivio que mis lágrimas
jamás se verterían por mi cara. Solté los hombros de Tony y me incliné sobre
él. Sostuve mi estómago de dolor. Era la maldición del vampiro. El castigo
por querer algo con algo más que desesperación.
Una vez que pasó, me erguí. Tony limpió las lágrimas de sus mejillas con las
puntas de sus dedos. Sentí una oleada a través de mí, para proteger a
Tony. Amaba muchas cosas de él: que sus dedos estuvieran siempre
manchados con pintura o carbón; su sentido casual del humor y que fuera
leal hasta el fin, incluso aunque le hubiera mentido tantas veces. Apretó sus
labios, destacando sus pómulos altos y prominentes.
—Esto no era un secreto que haya estado tratando de esconderte —dije—.
Esto es un grupo de hombres peligrosos quienes estarán aquí al anochecer
con un propósito. Asesinarme. No te quiero en medio.
—¿Qué vas a hacer? ¿Cómo los detendrás?
—Tengo un par de ases bajo la manga —dije, y miré hacia la ventana
cuando las líneas de luz se movían por la madera oscura en el piso.
Levanté mi vista de la ventana—. Debo irme —dije.
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—Pero es temprano —dijo mirando también a la ventana.
—En el instante que sale el sol, también se empieza a poner. Desde el
momento en que nacemos empezamos a morir. Todo en la vida es un
ciclo, Tony. Cuando te das cuenta de eso, de que los vampiros están fuera
del ámbito natural, lo entenderás. Lo siento, pero realmente debo irme.
—No lo entiendo. Por favor quédate…
—Te prometo que regresaré y te contaré todo; mi nacimiento, mi muerte y
como nunca llegué a estar en Wickham. Mientras me prometas que no te
meterás en medio de lo que sea que pase esta noche.
—¿Cuándo regresaras?
—Cuando seas lo suficientemente grande para creer que tal vez esto solo
está en tu mente.
—Nunca lo olvidaré —dijo—. Nunca te olvidaré. —Le sostuve la mirada a
Tony, y justo cuando me giraba para voltearme, preguntó—: ¿Duele? ¿El
ser revivido?
—Esto duele más.
Las comisuras de la boca de Tony cayeron, y lágrimas corrieron por su
rostro. Quería tomar su mano, correr hacia afuera, y repentinamente estar
de vuelta en mi vida.
—Seguirás siendo mi mejor amiga, Lenah. No importa lo que pase.
—Voy a confesarte algo —dije—. No creo incluso haberme dicho estas
palabras. Pero puedo decírtelo. Porque eres tú. —Sonreí de nuevo, sólo por
un rápido momento. El silencio me daba fuerza, impulsando mis palabras
en el aire—. Desearía nunca haber salido al huerto aquella noche. —Tomé
un largo suspiro sólo para darme fuerza para lo que iba a decir—. Ojalá
hubiera muerto en el siglo XV como pretendía. Pero, en su lugar, estoy aquí
recogiendo los pedazos.
Aunque Tony no pudiera entender lo que significaba, no me importaba.
Era irrelevante que él no supiera la historia de mi transformación a vampiro.
Tony me entendía, y era lo que había dicho. Miré hacia los ojos de Tony lo
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más que pude antes de tener que darle una pequeña charla. Me aparté
de él y bajé los escalones de madera, de vuelta al mundo.
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Capítulo 30
Traducido por Carol93
Corregido por Akanet
omero, —le dije a la mujer que estaba detrás del carro con
hierbas y flores. Estaba en la Calle Principal aproximadamente a
la una de la tarde.
Después de agrupar el romero en un ajustado racimo, ella lo ató con un
moño rojo. Lo agarré y caminé debajo de las sombras de las ramas en la
Calle Principal de Lovers Bay. Los humanos caminaban cerca de mí y
ninguno sabía, o al menos no se comportaban como si se dieran cuenta
de que yo era diferente. Llevaba puesta la gorra de béisbol y mantuve mis
ojos en el piso.
Una vez que pasé el mercado de granjeros, revisé la posición del sol de
nuevo, asegurándome que tenía tiempo suficiente antes de que el
aquelarre apareciera. Comencé saliendo de la sección comercial de la
Calle Principal. Me encaminé hacia el cementerio de Lovers Bay y sostuve
el pequeño racimo de romero en mi mano izquierda. Lo sujeté más fuerte,
crucé la calle, y caminé hacia adentro del cementerio.
Estaba muy tranquilo, a pesar de que los autos pasaban detrás de mí en la
calle. Algunas lápidas estaban talladas muy elaboradamente y
erosionadas mientras otras eran lustrosas y modernas. Maniobré a través de
los caminos de hierba. Mis pensamientos rondaban en la cara de Justin, la
promesa de Tony, y mi esperanza de que ahora, con el ritual en mi bolsillo,
pudiera volver. Quizás...
A pesar de que tenía la lápida creada bastante tiempo antes de mi
apresurada partida el invierno pasado, no había visto la lápida de Rhode
por mí misma. Ahí, pensé. Caminé lentamente hacia abajo hasta el final de
la hilera. En frente de mí, en la dirección de las amplias tierras, había una
losa horizontal de granito. Yacía directamente en el suelo y no estaba
levantada como las demás lápidas cercanas. A su derecha había un
denso bosque lleno de delgados robles. Algunas de las ramas sobresalían
tanto que colgaban sobre la piedra—como si la estuvieran protegiendo de
la lluvia o quizás de la luz directa del sol.
-R
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~279~
Foro Purple Rose
Rhode Lewin
Fecha de muerte: 1 de Septiembre, de 2010
“Malvado será el que piense malvadamente”
Las aves cantaban y el viento era ligero, lanzando hebras de mi pelo
alrededor de mi cara. Mis ojos se enfocaron en el nombre de Rhode. Un
silencio siniestro cayo sobre mis oídos, y supe que un vampiro estaba
cerca. Ese inquietante silencio. Ese conocimiento inherente de que algo
ancestral y muerto estaba cerca. Mi mirada lentamente rodeó el
cementerio. Me aseguré de mantener mis manos en mis bolsillos por miedo
a mi nuevo ―poder‖. Exploré el perímetro de los bosques de nuevo.
A través de gruesos arbustos y una colección de denso césped, Vicken
apareció desde los árboles. A pesar de que lo había visto con ropa
moderna en Hathersage, me sorprendió su apariencia contemporánea en
Lovers Bay; él encajaba, con sus oscuros lentes de sol y su camisa de
mangas largas. Sin importar la circunstancia, sus fuertes hombros y su
poderosa figura lo hacían precioso. Miré nuevamente la lápida como si la
presencia de Vicken no hiciera ninguna diferencia para mí. Se acercó a mí
en silencio y permaneció a mi derecha. Juntos, por un momento, miramos
hacia abajo a la lápida de Rhode.
Los únicos sonidos eran las aves cantando y el crujido de las hojas por el
viento. Luego él dijo, —Entonces. Viniste a proteger al chico —estudié el
grabado en la lápida, sin decir nada. Vicken giró su cabeza para
mirarme—. Eso es monstruosamente estúpido.
De nuevo, no dije nada.
—Sabes tanto como yo que a pesar de todas mis intenciones, no puedo
matarte. Entonces el aquelarre ha venido a hacer justamente eso.
Me giré para encontrar su mirada. —Entonces te encuentras en un callejón
sin salida—, dije con serenidad.
Vicken apretó los dientes.
—¿Me pides que traicione a mi aquelarre? —preguntó.
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~280~
Foro Purple Rose
—¿!Mi aquelarre¡? ¿!Mi aquelarre¡? No, ingrato, —grité—. Es mi aquelarre,
nacido de las más oscuras ideas. Las más bajas creencias. Y miedo.
—Ellos te matarán. ¿No lo ves? ¿No ves lo que me estás haciendo? ¿Lo qué
me hiciste días atrás, con ese chico? Quizás el vudú de Rhode te dejó libre
de nuestro enlace, ¡pero no a mí!
—No me importa.
Ahora era el turno de Vicken para gritar. —Ellos te matarán, y seré obligado
a verlo —la voz de Vicken resonó en el silencioso, soleado cementerio—.
Sigues siendo malvada entonces, si deseas esa tortura para mí.
No dije nada. Él tenía razón—acerca de todo.
—Una vez —él continuó— me dijiste que estarías conmigo. Siempre, dijiste.
Qué rápido te olvidaste, cuando Rhode regresó. Me senté. Esperé a que
despertaras.
Asentí, pero fue rápido. Vi mi propio reflejo en lo plateado de sus lentes. —
¿Por qué estás aquí? —pregunté—. Eres muy valiente por arriesgarte a la
luz del sol.
—Ya no le tengo miedo a eso —dijo Vicken.
—¿Y al aquelarre?
—Sabes que no pueden estar bajo el sol.
El momentáneo alivio que se derramó sobre mí fue por darme cuenta de
que si Vicken estaba aquí, entonces él no estaba con Justin.
—Si van a matarme, —pregunté—, ¿para qué viniste?
—Tienes dos opciones. Mueres por tu propia cuenta, o te matan—, dijo
Vicken tranquilamente.
Miré nuevamente la tumba de Rhode, manteniendo mis nuevas y
poderosas manos en mis bolsillos. —Al menos tengo una elección —dije, a
pesar de que cada sílaba chorreaba sarcasmo.
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~281~
Foro Purple Rose
Ahora Vicken giró su cuerpo hacia mí. —Estoy tratando de hacer un trato
contigo, Lenah.
—Los vampiros no hacen tratos—, espeté.
—Usa el ritual. Hazme humano y muere por tus propios medios. O el
aquelarre te matará a ti y al chico. Tu muerte es inevitable. No puedes
volver al mundo de los vampiros.
Podía sentir el calor del fuego en mi interior, la blanca luz que ahora estaba
dentro de mi alma y el amor que sentía por Rhode, Justin y, algún tiempo
atrás, por Vicken. Tomé un profundo respiro. No los dejaría lastimar a Justin.
Vicken subió sus lentes, y miré sus ojos cobrizos. La verdad detrás de ellos
era familiar para mí, y por un momento entendí a Vicken completamente.
Nosotros podríamos haber estado en los campos en Hathersage. Yo podría
haber sido Rhode.
—Esta humanidad que deseas no puede ser devuelta por mí. ¿Recuerdas
qué te dije? El ritual exige que el vampiro que lo lleva a cabo tenga
quinientos años o más.
—Pero eres poderosa. Quizás funcione.
—No lo creo, —respondí.
—Hazlo, de todas formas.
—Para alguien que afirma amarme, entregas mi vida con bastante
facilidad.
—Ellos te matarán, de cualquier manera.
—¡Rhode murió por esto! —grité. Estábamos en silencio de nuevo—. El ritual
requiere un sacrificio completo, —expliqué—. ¿Sabes lo que significa?
—Fuimos amantes una vez—. Vicken me miró. En algún sitio bajo la sombra
de oscuridad, mi aquelarre se disponía a luchar contra mí.
—¿Por qué quieres esto? —pregunté.
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~282~
Foro Purple Rose
Vicken lo consideró por un momento. —Me convertí en este monstruo por
ti. Pero ya no estás. Estoy obligado a amar un fantasma tuyo en cualquier
forma.
—¿Entonces yo muero y tú estás libre de mí completamente?
—Lo merezco, Lenah. ¿No crees?
—Si… pero el ritual es claro. Es más que mi edad y sangre. La persona que
lo lleva a cabo tiene que querer morir. No puedo darte eso solamente a ti.
Mi corazón está roto en demasiados pedazos.
Vicken realmente lucía alicaído. Sus ojos oscuros, la mirada familiar que me
dio, él me quería y me odiaba todo al mismo momento. Acomodó sus
lentes de sol nuevamente.
—Despídete entonces—, dijo, y giró sobre sus talones. Desapareció entre
los árboles.
Pensé en llamarlo, llamarlo entre las ramas y flores que sabía que olían tan
bien. Si esto fuera diferente, si esto fuera como lo hubiera querido, me
hubiera sentado con mi amigo y contado a Vicken cómo la tierra de
Lovers Bay se levanto para encontrar mis pies de una manera que en
ningún lugar lo había hecho. Pero no podía. Para mi sorpresa, él me llamó
de nuevo: —Sigue adelante—, dijo desde algún lugar en el bosque—, en la
oscuridad y en la luz.
El campo de lacrosse estaba bañado por una luz solar color melocotón,
una clase de luz de tardío atardecer que hacía brillar el campo completo.
Pero miré desde la sombra de los árboles. Las hojas me protegían y aunque
no le temía al sol, nunca me había arriesgado a estar directamente debajo
de él. Miré los claros del cielo entre los ángulos geométricos de las hojas.
Podía decir por la posición del sol que eran cerca de las cuatro de la
tarde. Me incliné de nuevo contra la corteza de un gran roble. Después de
haber hablado con Vicken estaba claro qué clase de batalla iba a ser
esta. Song iba a intentar pelear conmigo psicológicamente, Gavin
intentaría atravesarme con un cuchillo, Heath usaría sus palabras para
intentar distraerme. Pero era Vicken quien iba a verlo –inmovilizado por
nuestro vínculo. La luz era la respuesta– la única respuesta.
Retorné mi atención hacia el campo.
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~283~
Foro Purple Rose
Justin sudaba bajo su casco y pude ver diminutas gotas de transpiración
por encima de su labio superior. Él sostenía sus brazos arriba en el aire así
que sus bíceps se doblaron y empujaron desde adentro de las cortas
mangas de su jersey de lacrosse. Una línea de chicas, incluyendo el
Terceto original, se sentaban en los bancos para ver la práctica. Una
ardiente sensación de celos tiró de mí, pero sacudí mi cabeza
rápidamente. Eso, más que cualquier otra cosa, era irrelevante ahora.
Más allá del campo y a través del sendero pude ver la casa verde. Me
pregunté si en algún mundo mágico podría entrar, esconderme, y dormir
entre la capuchina y las rosas. Entonces Justin pasó por mi línea visual. No
estaba con su uniforme de universidad. Llevaba un jersey y hombreras.
Justin abrazaba la pelota, esquivando a los otros jugadores y finalmente la
tiró en el arco contrario. Cuando él saltó hacia arriba y abajo por la
victoria, el entrenador silbó indicando el final del entrenamiento.
Justin se quitó las hombreras y cuando lo hizo, miró hacia los árboles. Corrió
fuera del campo con su equipo de lacrosse sobre su hombro. Se paró en el
borde de los árboles que delimitaban el perímetro del campo. A mi
derecha había más árboles y pasando eso, la playa.
Entró en el bosque, y mientras la luz del cielo brillaba en la tierra, recordé la
primera vez que lo vi. La carrera de botes, la playa, la manera en que él
brillaba. Él seguía brillando, sólo que yo ya no era parte de eso. Una vez
que dio unos pasos entre los gruesos arbustos, me vio recostada sobre un
roble.
—Es hora —dije.
—¿Cuál es el plan? —preguntó—. ¿Qué hiciste en todo el día?
—¿Está disponible tu bote? Quiero ir al puerto cerca de Wickham.
—¿Por qué?
—Me gustaría seguir viendo la universidad. Creo que podemos
permanecer un paso adelante así. Pero lo explicaré todo luego. Tenemos
que irnos. Realmente esto es tiempo sensible.
Dí unos pocos pasos a través del bosque en dirección al campo de
lacrosse.
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~284~
Foro Purple Rose
—Yo–em. —Justin se quedó cerca del roble y reacomodó el equipo en su
espalda. Sus ojos estaban vacilantes—. Tengo hambre —confesó.
—Ah, claro. Lo olvidé… —dije, sintiéndome estúpida.
—Volveré en seguida, —me interrumpió, y movió su cabeza hacia la
derecha. Miré y estaba indicando la dirección de la Unión—. Voy a agarrar
un sándwich para llevar.
—La puesta del sol es a las ocho, lo que significa que tenemos que estar en
tu bote para las…
—Lo sé, será rápido, Lenah —dijo con una sonrisa.
¿Cómo podía siquiera sonreírme? Yo era un monstruo.
—Bien —dije, y di un paso hacia el borde del bosque—. Vamos.
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~285~
Foro Purple Rose
Capítulo 31
Traducido por KaThErIn y Emii_Gregori
Corregido por majo2340
sté camino —dirigió Justin.
Comprobé la posición del sol de nuevo; era de un naranja
profundo y casi cerca al horizonte, casi las seis y treinta. El sol
debería ponerse en una hora, y quería estar bien fuera en el puerto antes
que el sol se ocultara. Una vez que las luces se fueran, el aquelarre estaría
de caza. Salí del auto. Justin cerró la puerta y colocó las llaves en sus
bolsillos. El suelo crujió bajo las suelas de mis botas. Caminamos en
dirección de los muelles.
—¿Él quiere ser humano? —Justin preguntó, refiriéndose a Vicken.
—Eso es lo que la mayoría de vampiros quiere —expliqué—. Volver atrás.
Tocar, oler-sentir. Tener pensamientos racionales. Más a menudo
demasiado tiempo pasa y todo el mundo al que ellos aman muere. El
deseo de transformarse en humanos de nuevo disminuye. Es entonces
cuando la locura se hace cargo.
—¿Qué pasa cuando un vampiro pierde la cabeza?
—Explicar que aquellos vampiros serían muy aterradores para ti. Preferiría
que no hablemos sobre eso.
Justin no preguntó nada más. Nos apresuramos por el muelle y sobre el
barco de él, donde había empaquetado algunas bebidas para sí mismo
en una pequeña nevera. Mientras daba la vuelta a la llave y encendía el
motor, bajé hacia el interior del bajo vientre confortable del barco.
Estábamos de acuerdo que el puerto frente a la escuela, era la forma más
eficiente para que mirara la escuela y estar lo suficientemente lejos del
aquelarre. Ellos nunca sospecharían del puerto. Tenía la esperanza de que
los vería desde lejos y permanecer un paso por delante.
-E
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~286~
Foro Purple Rose
Bajé a la cabina del vestíbulo hacia la habitación en la parte trasera. Me
senté en el borde de la cama. Todo estaba igual que la última vez que lo
había visto. La única cosa que era diferente era mi reflejo en el espejo
sobre el pequeño lavabo. Podía sentir el balance del agua bajo el barco y
miré hacia abajo cerca de mis pies. Una pequeña mancha había
descolorado la alfombra azul, así que parecía de un más profundo zafiro.
Era una mancha de loción de bronceado. El aceite había manchado las
fibras costosas de la alfombra.
Los motores redujeron su velocidad así que los crepitantes y eléctricos
rugidos se convirtieron en apenas un ronroneo.
—Estamos aquí —gritó Justin. Lo escuché abrir la escotilla y dejar caer el
ancla. Me dirigí hacia la cubierta.
Estábamos de nuevo en el puerto, donde nos conducimos al viaje de
snorkeling7.
Con mi vista de vampiro miré hacia las entresijos de la playa Wickham, los
destellos luminosos de la brillante arena en medio de un de beige y las
descartadas botellas desbordándose sobre el tarro de basura cerca al
camino. Exploré el campus.
Solo seguía esperando y esperando por el momento que el aquelarre
emergería desde dondequiera que se estuvieran escondiendo. Una hora
más o menos pasó, y nada. Sabía que Vicken estaba midiendo sus pasos.
Sabía que estaba esperando el momento correcto cuando el aquelarre
empezaría su cacería para Justin y yo. Si cerraba mis ojos e intentaba
concentrarme en Vicken, el enlace entre nosotros me permitiría ver
exactamente donde estaba. A través de la magia de unión, el sería
forzado a mostrármelo —el mismo. Pero la conexión podía también ser en
reversa, por lo tanto no me arriesgué.
Justin se sentó en la proa, y busqué en el campus tan lejos como podía un
tiempo más. Vi las puertas de la entrada vacías y los coches de seguridad
patrullando el campus. La mayoría de los claros y caminos estaban vacíos,
aunque unos pocos estudiantes caminaban ahí hacia sus dormitorios o la
librería. Decidí que un momento para sentarme con Justin estaba bien,
7 Snorkeling: también conocido como ―tubeo‖, es muy sencillo de practicar ya que
consiste en nadar en la superficie del agua, con una tubo para respirar y unas aletas con
las que emular casi a los peces.
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~287~
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siempre y cuando me sentara frente al campus. Lo hice detrás de él y me
senté. El agua todavía estaba en calmada, apenas moviendo el barco.
Podía oler los entresijos de la carne de Justin.
—¿Entonces estamos aquí afuera...? —dijo él.
—Es casi imposible para ellos rastrearnos en el agua —expliqué—,
necesitamos sorprenderlos. Ellos no nos esperarán venir desde la playa.
También, necesito prepararte para lo que deba pasar cuando vayamos a
desembarcar.
Justin levantó la mirada. La luna lanzando un vacilante resplandor sobre el
agua. —¿Qué vas a hacer? —preguntó él.
Dudé, luego hablé: —Vamos a seguirlos y luego atraerlos a un espacio
cerrado. Estaba pensando en el gimnasio. Si los llevamos a una
persecución, es más probable llevarlos donde queremos que ellos vayan.
—¿Pero cuando hagamos eso, que pasara? ¿A ti?
Bajé la mirada hacia el agua por un momento.
—No sé qué me pasará.
Consideré por un momento lo que eso significaba para Justin. Podía sentir
su mirada sobre mí.
—Tú sabes —dije—. Pensaba que habría una oportunidad para volver aquí.
Pero ahora veo que eso no es posible.
—¿Regresar? ¿Cómo?
—El ritual —dije. Los ojos de Justin se abrieron por un instante mientras la
memoria del ritual regresaba a él—. ¿Él sabe que lo tienes?
Incliné la cabeza.
—Eso no importa. Tengo que matar a todos ellos —dije—. Incluso a Vicken.
—Pero tú dijiste que estaban enlazados.
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—Esa unión ha sido rota de mi lado. Porque Vicken es un vampiro él está
atado a esa unión por siempre.
—Qué suerte de él, —dijo Vicken. Sonreí, apenas, y desapareció con los
momentos de silencio que siguieron—. ¿Así que pelearemos con todos ellos
al mismo tiempo? —preguntó Justin.
—¿Nosotros?
Justin me afrontó directamente.
—Demonios, ¡sí!, no creas que solo voy a estar alrededor mientras tu luchas
contra de aquellos psicópatas.
Sonreí.
—Como tú ves en tu dormitorio, no estoy exactamente sin un arma. —Corrí
mi índice derecho a lo largo de la barrera de protección de metal del
barco, enviando un brillo de luz bajo mi dedo.
—¿Las luces? —preguntó Justin.
—Una explosión brillante debe hacerlo.
Justin se alargó hacia mí, y pude sentir la temperatura de su cuerpo
radiando en el lado derecho de mi cuerpo. Sus dedos se movieron, y
dudaron solo por un milisegundo antes de que tomara mi mano derecha
de la barra y la sostuviera en la suya.
—Caliente —susurró con un indicio de sorpresa.
Llevó mis manos a sus ojos y las examinó. Su mirada era tranquila y
aliviadora. Entonces él hizo lo que menos esperaba que el hiciera: Llevó mi
dedo medio e índice a sus labios y besó mis yemas.
La agonía cursó a través de mi cuerpo. Mis músculos tensos, y mis nervios
contraídos. Justin soltó mi mano y sostuvo mis dos mejillas en sus manos.
Cerré mis ojos. Apenas podía sopórtalo examinando todos mis cambios de
vampiro.
—Todavía eres tú —susurró como si leyera mis pensamientos.
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Foro Purple Rose
Finalmente abrí mis ojos y me di cuenta de que una línea de lágrimas se
derramaba desde sus ojos y sobre sus mejillas. Quizás él se preguntara si las
lágrimas de alguna manera lo harían menos hombre, pero él era el más
humano que había conocido nunca. Su labio inferior temblaba, y sus fosas
nasales un poco.
—Quería que regresaras —dijo, aunque su voz temblaba—. Lo necesitaba.
Luego sus manos pasaron por mi cabello.
Aunque no podía sentirlo, estaba recayendo en el toque familiar que
amaba tanto. Lo hacía, incluso en esta forma, amaba a Justin más de lo
que podía expresar. Agarró la parte posterior de mi cabeza y hundió su
boca en la mía. Su lengua abrió mis labios y nos movimos en un ritmo
perfecto —es decir, hasta que el grito de un hombre hizo eco desde el
campus Wickham.
* * *
Una vez que Justin estaba atrás del volante, pasamos como un rayo hacia
la playa Wickham.
Usa tu mente... mis pensamientos corrieron de prisa. ¿Dónde está la
víctima? Mi propio plan estaba funcionando en contra mío. Sabía que eso
era el cebo. Ellos estaban atrayéndome a la víctima solo así yo sería la
próxima. Una vez que el barco se deslizó al lado del muelle, alcé una bota
sobre el borde y eché a correr.
—¡Justin! ¡Debes permanecer conmigo! ¡No puedo perderte de vista! —
grité.
—¡Lenah!
No había tiempo para responder. La batalla había empezado. Justin arrojó
más cuerda sobre el listón para asegurar el barco. Miré detrás de mí y fui
consolada por el momento al ver a Justin arrastrándose en mi estela. El
cubriría los rastros conmigo. Como un vampiro, no tenía necesidad de
preocuparme de mi corazón latiendo o tomando respiración. Pero estaba
corriendo rápido hasta el camino, pasé los edificios de ciencias, pasé el
invernadero, hacia el claro. Justin corría a mi lado, a mi ritmo. Corrí lo más
rápido que podía. Las pesadas huellas pisotearon la hierba. Tiré mi palma
hacia afuera, iluminando el césped. Con mi vista de vampiro pude ver la
forma de la huella de Song.
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~290~
Foro Purple Rose
Corrí hacia el edificio Hopper. Porque mi entraña me lo decía. Cuando
alcancé la puerta de Hooper, la tiré una vez y entramos. Dejamos que se
cerrara detrás de nosotros con un ruido sordo de amortiguamiento.
El vestíbulo era negro. Sombría luz venía de la iluminación de pista sobre
nosotros.
Justin jadeó, tratando de tomar respiración. —¿Cómo…? —dijo entre
respiraciones—. ¿Cómo sabes lo que pasó aquí?
—Solo lo sé —susurré secamente. Eché un vistazo a lo largo del pasillo sobre
la planta principal de Hooper. Sabía sin lugar a dudas que el aquelarre fue
por ese pasillo. Entonces una sensación vino arrastrándose sobre mí. Terror.
Oh, no... No. No. No. No arriba. Pero el aquelarre me permitió ver. Ellos
permitieron, quizás insistieron, que supiera que habían asesinado a alguien
en la torre de arte. Alguien a quien amaba.
Miré arriba hacia la mayor parte superior de descanso. Sabía que tenía
que ir allí arriba porque con cada dolor de mi ser sabía que Tony estaba en
la cima de aquellas escaleras.
Veinte minutos, o el chico muere.
¿Podía haber sido tan estúpida? ¿En realidad estaban pensando en Tony?
¿No en Justin?
Paso a paso subimos. Me extendí hacia atrás; Justin tomó mi mano. Luego
el metálico olor vino a través de mi electrizante alma de vampiro. Mis
colmillos empezaron a bajar. Moví mi cabeza para eliminar el abrumador
olor de sangre fresca.
Oh, tú estúpido, chico estúpido, pensé. Por favor que sea otra persona.
—¡No! —grité.
Tony tropezó al otro lado de la habitación. Cayó sobre sus propios pies y se
golpeó en la pared de cubículos. Estaba cubierto de sangre. De la cabeza
a los pies. Su botón azul bajo la camisa era de rojo pegajoso. Estaba
desabrochada, mostrando su torso.
Su torso que estaba cubierto de agujeros.
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~291~
Foro Purple Rose
—¡Lenah! —gritó sus ojos ensanchados con alivio a la vista de mí. Tosió
sangre, y luego colapsó sobre un caballete, enviándolo hacia el suelo.
Cayó de rodillas.
Me deslicé a través del piso. Tony estaba echado sobre su espalda como
lo había visto hacerlo tantas veces mientras estaba echado en el sol. El
chico tonto sostenía un crucifijo en su mano. ¿Por qué no había pensado
en advertirle de eso?
Me volví en contra de Justin y señalé.
—Quédate atrás. No vengas a esta habitación.
—¡Lenah! Tony es mi amigo...
—He estado alrededor actualmente bastante tiempo para saber que la
criminología moderna te implicará si tus huellas son encontradas. Mantente
alejado.
Miré hacia abajo. Tony apenas estaba respirando. Su pecho subía mientras
el intentaba exhalar. Estaba cubierto con marcas de mordidas. Por todas
partes. Bajo sus costillas, sus muñecas y en sus hermosos dedos. Se
atragantó con tanta fuerza que más glóbulos de sangre coagulados
salieron de su boca y se adhirieron a su cuello y pecho. No lo habían
convertido en vampiro.
El pensamiento por un momento pasó por mi mente. Ser convertido en un
vampiro significa rituales-de-transformación lo habrían llevado con ellos.
Estaba claro que éste era simplemente un asesinato —en mi honor. El
aquelarre había atacado a Tony y lo habían destruido. Ellos sólo se
detuvieron porque estaba llegando. Levanté su cabeza y la deslicé por
debajo de mi cuerpo de modo que su cabeza descansara en mi regazo.
—Len…
—No. —Coloqué mis dedos sobre su boca.
—Yo… —Una parte de su sangre goteaba de su cuello y sobre mis
pantalones—. Pensé que podría ayudarte a luchar, pero ellos me
encontraron primero.
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—Fuiste muy valiente —dije.
Enterré mis manos en su espalda y levanté su cuerpo agonizante cerca de
mí. Oí sollozos desde la puerta y yo sabía que Justin estaba observando.
Tony hipó, y más sangre se deslizó fuera de su boca y bajo su barbilla.
Chorritos de sangre brotaban de las marcas de mordida en su cuello. Eso
era todo.
—Tengo mucho frío, Lenah —susurró, y rebusqué su cabeza más cerca de
mí. Ahora estaba temblando de mala manera.
Coloqué mis dedos sobre sus ojos, y el calor en mi interior se proyectó y
calentó su cabeza. Era todo lo que podía hacer para consolarlo en los
últimos momentos de su vida. Y luego, en un último y trémulo aliento, sus
ojos se agrandaron, mirándome. Abrió la boca para decir algo y luego...
luego se fue.
Había pasado tantos meses investigando el ritual. Para retraerme.
Realmente lo que debería haber hecho era pensar en un modo de
proteger a mis seres queridos cuando el aquelarre, mi grupo, los atacó.
¿Por qué me molesté en retraerme? Otro acto egoísta. Otra persona que
yo amaba —muerta.
Me incliné sobre Tony y besé su cabeza.
—Gratias ago vos, amicus —dije, y froté su frente con mi pulgar. Dije en
latín: Gracias, amigo.
Apoyé mi cabeza por un breve momento en el pecho de Tony. No habría
latidos del corazón, lo sabía. Sin embargo, apoyé mi mejilla contra la
plenitud de sus músculos, que pronto se endurecerían, tensándose, y no él
se sentiría más como Tony.
—¿Está muerto? —susurró Justin conmocionado. Él estaba de pie en la
puerta.
Allí, en el silencio, en la torre de arte llena de corrientes de aire, con el
zumbido de las máquinas en el vientre del edificio, con los ruidos de
Wickham y la existencia estudiantil, un vampiro llamado Vicken Clough rió
maniáticamente. Resonó por el pasillo de Hopper y finalizó por las
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~293~
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escaleras de modo que pudiera oírla más fuerte y definitivamente clara. La
muerte de Tony sería una ola de alivio en la agonía del dolor de Vicken.
El vampiro dentro de mí cobró vida. Me alcé, erguida, con la espalda
apretada. Puse el cuerpo de Tony en el suelo y levanté mi cabeza. Y
cuando la rabia dentro de mí se derramó, mis colmillos bajaron tan rápido
que los ojos de Justin se redondearon y sus manos se presionaron contra la
pared.
—Vamos —dije, con mi visión más clara que nunca. Noté las pequeñas
manchas de tiza en el suelo cerca de la pizarra. Pelos sueltos en el suelo.
Los poros de Justin y la forma de su piel a través de sus huesos. Yo era
mortal.
—Lenah, no podemos dejarlo aquí.
—Tenemos que hacerlo —respondí. Ya estaba en la puerta y bajando la
escalera de caracol. Al bajar, me dirigí hacia el enorme pasillo, lejos de la
torre de arte. El aquelarre estaba cerca; podía sentirlo.
—¿Qué pasará? ¿Lenah? —preguntó Justin.
Dejé de caminar en medio de las escaleras.
—Shhh —le dije a Justin gentilmente y luego tomé un respiro para poder
proyectar mi voz—. Asesinaron a un adolescente —dije en la oscuridad del
pasillo—. Él estaba solo y desprevenido. Vaya, vaya, cómo hemos perdido
nuestra ventaja —me burlé a propósito. Podía sentirlo, podía ver sus
movimientos. Ellos se dirigían hacia mí. Todavía no podía sentir con
precisión si estaban en el edificio Hopper. Los pensamientos eran
abstractos. Sabía que me querían encontrarme, rastrearme. Y lo harían.
—Vamos —le dije a Justin, agarrando su mano, necesitando su calor ahora
más que nunca.
—¿Pero qué pasa con lo de un ―espacio cerrado‖? —preguntó Justin,
recordándome de mi plan. Pero no necesitaba un recordatorio. El gimnasio
estaba al final del pasillo y a mi favor; el gimnasio era el lugar perfecto.
Miré detrás de nosotros hacia el largo pasillo. Estaba vacío, pero ellos
estaban cerca… o estaba cerca de ellos. Abrí las puertas del gimnasio,
miré el interior, y empujé a Justin en primer lugar.
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~294~
Foro Purple Rose
—Ve al punto medio —señalé al centro del piso del gimnasio. El gimnasio
estaba oscuro excepto por una línea de pista alumbrante a lo largo de la
parte superior del techo. Le daba al gimnasio un tenue resplandor. El
gimnasio era una habitación cuadrada, con gradas a ambos lados de una
cancha de baloncesto. Una línea de las ventanas daba a la playa
Wickham. A la izquierda y a la derecha de las paredes, detrás de las
gradas, estaban las paredes de espejos. Siempre que no hubiera juego, el
equipo de baile utilizaba los espejos para sus prácticas. Era exactamente lo
que necesitaba.
—Coloca tu espalda contra la mía —ordené.
Nos pusimos de pie espalda con espalda, con mis manos en su cintura y las
suyas en la mía. Nuestros ojos buscaron, esperando a que ocurriera la
persecución.
—Prométeme: Sin importar lo que yo haga… escucharás lo que diga —dije,
todavía explorando el gimnasio.
—Te lo prometo —dijo Justin, aunque no pude dejar de notar el temblor en
su voz—. Lenah —dijo Justin, y nos giramos para afrontarnos—. Tengo que
decir esto. Te amo más que a nada en este mundo. Si no lo hago esta
noche. Si uno de nosotros muere…
Justin me agarró en un abrazo. Nuestras bocas se encontraron y sus labios
se apretaron contra los míos. La lengua de Justin se metió en mi boca y
nuestro beso fue rítmico y perfecto. Sabía a lágrimas, sudor y sangre, y todo
ello fue un alivio momentáneo del dolor. Vería el rostro de Tony en mis ojos
por el resto de mis días en la tierra. Pero en ese momento, sólo estábamos
Justin y yo, y cómo me había salvado. Cómo me había enseñado a vivir.
Entonces hubo un ruido apaciguador, seguido por silencio, y yo sabía...
—¿Justin? —susurré. Nuestros labios apenas se rozaban.
—¿Sí? —contestó, con sus ojos todavía cerrados. Estaba silencioso.
—Ellos están aquí.
Justin se giró y nos colocamos espalda con espalda de nuevo.
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~295~
Foro Purple Rose
Vicken, Gavin, Heath, y Song estaban de pie en la forma de una luna
creciente. Habían llegado desde las ventanas. Cómo o por qué, nunca lo
sabría. Estaban vestidos de negro, con un poco de cuero y algunas
camisas de botones bajos. Sin embargo allí estaban, mi poderoso
aquelarre. Gavin, con su cabello negro y ojos verdes: Song, con su cuerpo
robusto y macizos músculos; Heath, rubia y hermosa, de pie con los brazos
cruzados. Susurró algo en latín hacia mí. Vicken estaba de pie en su
totalidad a la izquierda, por las vigas del gimnasio.
—Idiota —dijo Gavin, y lanzó un cuchillo sobre mi cabeza. La hoja
acababa de ser afilada y vi su extremo puntiagudo venir volando por
delante de mis ojos. Lo hizo tan rápido que pegó en la puerta detrás de
Justin y se tambaleó en la madera.
—Sabías que esto iba a pasar —dijo Vicken, apoyado una mano en las
vigas—. Atados a tu destino, tuvimos que venir por ti. Lo sabías. La magia
de este aquelarre es sagrada.
Song dio un paso adelante, pero esto fue todo. El momento había llegado.
Como les había enseñado, dieron lentos pasos hacia adelante y poco
antes de que nos diéramos cuenta, estaríamos apoyados contra una
esquina. Necesitaba los espejos en el lado derecho e izquierdo de la
pared. No podía dejarles respaldarme en una esquina. Necesitaba estar en
el centro de la habitación.
—Malus sit ille qui maligne putet —dijo Heath. Lo que dijo fue ―el tatuaje en
mi espalda‖.
Gavin se rió, y Song se agachó en una posición de araña. Este era, el
momento antes del ataque. Justin estaba aterrorizado; sentí su miedo.
—Abandónalo, Alteza —susurró Gavin.
—¿Abandonar todo esto? —dije sarcásticamente, a pesar de que estaba
estoica en mi decisión. Tenía que concentrarme, traer el poder desde el
interior. Traer la luz.
Estábamos rodeados, y los momentos se escapaban.
—Engancha tu brazo alrededor de mi cintura —susurré, aunque sabía que
el aquelarre oiría cada palabra.
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~296~
Foro Purple Rose
—Oh, ¿está planeando algo? —bromeó Gavin.
—Quid consilium capis, domina8? —silbó Heath.
Vicken dio un paso adelante, y yo me distancié, con Justin detrás de mí.
Sostuve mis palmas delante de mí y emití la luz solar, resplandeciendo
cada poro. Los rayos se reflejaron en los rostros del aquelarre; cada uno se
retractó, protegiéndose los ojos y sosteniendo sus brazos cerca de sus
cuerpos.
Los ojos de Vicken se redondearon. —¿Qué tipo de magia oscura es esta?
—espetó. Sacudió una de sus manos, aparentemente quemado.
—Luz solar —dije. Mis ojos se movían hacia adelante y hacia atrás desde
Vicken hasta Gavin, Heath y Song, y viceversa.
—¿Cómo? —silbó Vicken.
Song se impulsó hacia delante, saltando en el aire hacia Justin y hacia mí.
Sus manos eran como las garras, y sus colmillos estaban expuestos. Levanté
mis manos y presioné la salida de luz. El rayo fue tan fuerte que Song fue
lanzado contra la línea de las ventanas. Pero de repente, el rayo se
desvaneció.
Heath y Gavin dieron otro paso hacia delante; presioné el calor a través de
mis manos. El sol se emitió de mis manos una vez más, haciéndoles
retroceder, pero de nuevo, se desvaneció, como la mecha de una vela en
su último —parpadeo, luego se extinguió.
—Sólo puedes mantener eso por un tiempo, Lenah —dijo Vicken.
Song ladeó la cabeza hacia un lado. Iba a saltar de nuevo. Gavin metió su
mano derecha muy levemente en su bolsillo. Un cuchillo no me iba a
matar, pero su precisión asesinaría a Justin en un instante. Necesitaba que
la luz solar llegara en una ráfaga. Cerré mis ojos y me concentré, tal y
como había hecho todas esas noches en Hathersage.
Tomé alientos profundos, construyendo un calor candente dentro de mí.
Imágenes vinieron a mi mente en un torbellino: el primer día en Wickham,
8 Quid consilium capis, domina?: Del latín al español sería: ―¿Idear un plan para qué,
señorita?‖.
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~297~
Foro Purple Rose
el ciervo abrasivo fuera de los campos. La sonrisa de Tony cuando recogió
su helado. Entonces las palabras Vicken vinieron hacia mí y sentí el calor
comenzando a hacer que mis palmas temblaran.
Usa el ritual. Hazme humano. Luego, las imágenes volvieron, y mis manos
comenzaron a emitir luz. Podía sentir la quemadura a los lados de mis
muslos.
Miré los ojos de Vicken. La sorpresa y el enojo en su rostro era una mezcla
de emociones que yo conocía demasiado bien.
Me lo merezco, Lenah. ¿No?
Cerré mis ojos hacia Vicken para concentrarme en el momento, lo que
tenía que hacer para ganar la fuerza. El rostro de Rhode iluminó la
oscuridad en mi mente.
Rhode sobre la colina en el prado de ensueño, con su sombrero de copa.
Su muerte.
Sentí las manos de Justin en mis caderas y mi amor por él se apoderó de mi
cuerpo. Casi estaba allí... el poder vibró a través de mí.
—Lenah —dijo Justin, advirtiéndome. El aquelarre estaba tan cerca. Abrí
mis ojos, concentrándose en la mano de Gavin.
Tiró su mano hacia atrás, con el cuchillo ya listo…
Alcé la vista y cerré mi mirada con Vicken nuevamente y dije: —Sugiero
que lo esquives.
Levanté mis brazos a los costados y los llevé por encima de mi cabeza con
un aplauso ensordecedor, de modo que cuando mis palmas se golpearon,
una carga explosiva de luz blanca explotó por toda la habitación. El
efecto de una onda hizo que el suelo del gimnasio se rajara en miles de
lugares; las ventanas explotaron, y una nube de polvo creció por todas
partes.
Y luego, por un momento, reinó el silencio.
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~298~
Foro Purple Rose
Capítulo 32
Traducido por flochi
Corregido por majo2340
Lenah!? —la voz de Justin se quebró.
—Aquí estoy —dije.
El cuarto estaba lleno de humo. Estaba apoyada sobre mi estómago en el
suelo. Cuando levanté la cabeza, pude ver que el humo en realidad era
polvo. Miles de partículas de polvo que llenaron el cuarto, por lo que
apenas podía ver frente de mí. Las ventanas del fondo del cuarto habían
explotado, y el polvo se estaba moviendo alrededor en círculos desde al
aire apresurándose.
Un hombre en la esquina gruñó. Miré a la izquierda.
Vi un par de botas negras, por encima de tobillo, saliendo detrás de las
gradas. Vicken Clough había sobrevivido.
Agité una mano delante de mi rostro, apartando las partículas de polvo
para poder ver. Una alarma empezó a reverberar y una vez que incliné mi
cabeza a un costado para escuchar, me di cuenta que provenía de
Hopper.
Luego noté que estaba en el centro de la habitación.
—Ayuda a Vicken —le dije a Justin.
—¿Vicken? ¿Qué? Pensé que lo ibas a matar…
—Por favor, solo hazlo —rogué. Justin corrió hacia las gradas.
La alarma siguió sonando. Pronto los estudiantes se despertarían y las
autoridades vendrían. Di largos pasos hacia el centro de la habitación y
bajé la vista. Había tres pilas de polvo distintas en los lugares donde Heath,
Gavin, y Song habían estado parados. Salvo que, no estaban brillando
-¿¡
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~299~
Foro Purple Rose
como el polvo de Rhode. Eran solo polvo, como cenizas de la chimenea. Y
entonces escuché una voz…
***
HATHERSAGE, INGLATERRA
OCTUBRE 31, 1899
—¡Lenah! —me llamó Song desde la entrada principal. El sol acababa de
bajar en el horizonte. Desde el largo pasillo pude ver a mi aquelarre
congregarse en la escalera del frente. Song estaba vestida
completamente de negro, y Vicken parecía elegante en sus pantalones
negros de vestir, un chaleco de color gris, y un sombrero alto negro. Era la
moda a finales del siglo diecinueve. Y nosotros teníamos el dinero para
probarlo.
Un fotógrafo se encontraba parado en frente de la puerta delantera.
Había preparado una cámara, la que tenía una forma como de caja con
tres patas largas. El hombre con la cámara esperaba a que nos pusiéramos
en posición para la fotografía. Sostenía la cámara con la palma de ambas
manos, y miraba a través de un tubo en la parte superior, un visor. Salí del
pasillo del frente hacia la puerta de entrada. Junto a mí, Song, Heath,
Gavin, y, por supuesto, Vicken, esperaban.
Vicken sostenía un cáliz. El rojo contenido dentro borboteó en la copa
cuando me la tendió.
—Un rojo fino Inglés —me dijo con una sonrisa.
Mis ojos se lanzaron hacia la cámara. —¿Listos ahora? —me preguntó—.
¿Mientras todavía tenemos luz?
Levanté mi cáliz en el aire…
***
—¡Lenah! —La voz de Justin irrumpió en mis recuerdos y mis ojos se
enfocaron en los montoncitos de polvo—. ¡Tenemos que irnos! —Me volví
para ver que Justin estaba sosteniendo a Vicken. La explosión había
atontado a Vicken, y sus rodillas le fallaban. Nunca había visto que eso le
pasara a un vampiro antes. La alarma se puso a chillar.
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~300~
Foro Purple Rose
En algún lugar no muy lejano había sirenas de la policía.
Empezamos por las ventanas rotas.
***
Tomé un trago del cáliz, remolinándose en mi boca. Gavin, Heath, Vicken,
y Song parados en círculo a mi alrededor.
—Esta fotografía conmemorará nuestro lazo. Representará a todas las
almas lamentables y solitarias que descansarán a nuestros pies. —Me moví
para quedar parada entre Vicken y Song. Heath y Gavin tomaron posición
a mi otro lado. Nos colocamos uno sobre otro como serpientes en el calor,
colgando de las ramas.
Envolví mi brazo alrededor de la espalda de Song cuando el fotógrafo
preparó la cámara. Sostuve el cáliz en mi mano izquierda, lo levanté en el
aire, y luego tomé otro trago antes de bajarlo para poder tomar la foto.
Con una fina película bajando por mis dientes delanteros, me reubiqué
entre Vicken y Song.
—¿Malvado en quien piensa en el mal? —dije levantando mi barbilla en el
aire—. Déjalos recordar esto.
***
—¡Ve! ¡Ve! —gritó Justin cuando estuvimos fuera del gimnasio. Cuando salí,
miré una vez más a las pilas cenicientas de polvo en la mitad del suelo. El
aquelarre, mis hermanos, se habían ido. Sostuve a Vicken por debajo de su
hombro, con Justin sujetándolo desde el otro lado. Corrimos al bosque que
separaba la playa del campus. Vicken trató de levantar sus pies, pero
cada vez que daba un paso se tambaleaba. Siguió mirando el suelo como
si no tuviera fuerzas para levantar la cabeza.
—¡No en el bote! —dijo Justin.
—¿Por qué no? Tenemos que salir de aquí —dije, mientras trataba de alzar
a Vicken.
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~301~
Foro Purple Rose
—No, tenemos que permanecer en el campus. Si nos vamos en el bote, los
policías escucharán los motores. Tan solo déjalo. Las personas aparcan en
el muelle todo el tiempo.
Pude ver la playa, pero Justin tenía razón.
—Seeker —dije, y nos dirigimos hacia el sendero. A través de los árboles, de
regreso al campus, había personas pululando fuera de sus cuartos. Supe
que tendríamos que ser cuidadosos al volver a hurtadillas a Seeker.
—Lenah —susurró Vicken—. Algo está mal. Mi pecho.
—Detente —le dije a Justin.
—No podemos. Mira —dijo Justin, y señaló con el dedo. Los autos policiales
se detenían en el frente del gimnasio. Las luces titilaban sobre los cuartos
cercanos, y la seguridad del campus ya estaba saliendo de sus autos—.
Tenemos que volver a Seeker tan pronto como podamos.
De repente sentí un tirón, algo que hizo sentirse a mi estómago como si
estuviera dando vueltas dentro de sí mismo, y tuve que dejar a Vicken.
Pero teníamos que continuar y supe que era lo que estaba mal. Agarré mi
estómago por un instante.
Era la pérdida. La pérdida de mi aquelarre. La magia haciéndose pedazos.
—¿Estás bien? —preguntó Justin mientras agarraba a Vicken.
—Si —dije retomando mi posición para llevar el peso de Vicken.
Luego miré al bosque, cerca de donde se encontraba la capilla. Suleen se
encontraba en la oscuridad en su tradicional vestimenta india. Levantó
una palma hacia mí y después la llevó a su pecho.
—Lenah, ¿todavía estás aquí? —susurró Justin.
Bajé la vista hacia Vicken. Cuando volví a mirar a Suleen, se había ido. No
tenía tiempo para preguntarme cómo y por qué estaba aquí. Quería
hacerle tantas preguntas, pero no había señales del vampiro de blanco.
Justin empezó a caminar y cruzamos un sendero. Nos dirigimos detrás de
los edificios de ciencia hacia Seeker.
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~302~
Foro Purple Rose
—¿Lenah? —dijo Vicken.
—Si —dije—. Todavía estoy aquí.
***
Una vez que estuvimos lo bastante lejos del camino, volví la vista a Hopper.
Las rítmicas luces rojas y azules de las ambulancias y los autos de la policía
llenaban la oscuridad.
En este momento, alguien tenía que haber encontrado a Tony. Me
pregunté quien llamaría a su familia.
Mi corazón estaba herido.
Después de llegar a la entrada de entregas de Seeker, ayudé a Justin a
llevar a Vicken a mi habitación. Mientras lo subíamos escalón a escalón,
supe que tenía que salvarlo. Él era como yo. Una víctima, obligado a amar
a alguien que ya no estaba más disponible. Vivió en un infierno eterno y no
iba a permitir que siguiera pasando más. Justin agarró me miró
rápidamente cuando extendió su mano por mi mano izquierda. La apretó.
Nos quedamos en frente de la puerta de mi cuarto.
—Dime en lo que estás pensando —susurró.
Vicken gruñó. Nuestros ojos lo aguijonearon. Pudimos escuchar estudiantes
bajando corriendo las escaleras debajo nuestro, ansiosos por averiguar de
qué se trataba toda la conmoción.
—Lenah —dijo Justin, y apretó mi mano para llamar mi atención—. Tengo
que saber en lo que estás pensando.
Alcé la vista a los ojos preocupados de Justin y dije: —¿Cómo te sentirías si
acabaras de asesinar a tu familia?
***
Acostamos a Vicken sobre mi cama.
—Lenah… —dijo, pero puso su brazo sobre sus ojos. Cerré la puerta detrás
de mí, y Justin y yo nos sentamos sobre el sofá. Puse mi cabeza sobre mis
manos. Pronto, la fuerte palma de Justin estaba subiendo y bajando por mi
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~303~
Foro Purple Rose
espalda. Alcé la vista hacia él, y le sonreí con gentileza. Me incliné y
descansé mi cabeza sobre su pecho. Era al menos las dos o tres de la
mañana.
Mientras Justin bebía un vaso de agua, miré fijamente la cortina echada a
un lado sobre la puerta deslizable del porche. Con mi cabeza todavía
contra su hombro, pensé en la mañana en que Rhode murió y cómo la
cortina se ondulaba dentro y fuera. Había parecido como si estuviera
respirando.
—¿Qué deberíamos hacer? ¿Sobre Vicken? —preguntó Justin.
Sacudí la cabeza. —Soy todo lo que tiene. Quiere el ritual tan
malditamente —dije.
—Pero has dicho que necesitabas tener 500 años o más para que
funcionara. Y eso mató a Rhode.
—Es realmente la intención del ritual lo que es el aspecto más poderoso.
—¿Qué quieres decir? ¿Acerca del intento?
—Quiero decir —dije, girando el anillo de ónix en mi dedo anular—, que
me gustaría que Vicken viva como humano. Y a cambio me gustaría tener
que morir.
Miré el anillo, dándome cuenta de que me había olvidado de haberlo
usado durante todo el año. Había sido mi talismán, el único objeto,
además de las cenizas de Rhode, que había llevado conmigo de un lugar
al otro.
—¿Lo quieres? —preguntó Justin—. ¿Quieres morir?
—Quiero que el círculo llegue a su fin. Y de alguna manera, lo hará —dije.
En ese momento, supe lo que tenía que hacer. Al igual que lo supe esa
noche en el baile de invierno cuando dejé a Justin en el salón de baile.
Aún si moría, como Rhode dijo que era una posibilidad, aunque no
funcionara, Vicken no podía permanecer como un vampiro y tampoco yo
podía. Y quizás siempre lo había sabido y era la razón de que volviera a
Wickham y había trabajado tanto por encontrar el ritual.
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
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Foro Purple Rose
—Necesito que hagas algo por mí —dije, enderezándome y mirando a
Justin. Él estaba destrozado. Su cabello rubio estaba pegajoso con el sudor
y su rostro estaba untado de polvo, el polvo de los vampiros muertos.
—Seguro —dijo él, apartando mi cabello con su palma.
—¿Irás a ver si se han llevado el cuerpo de Tony? Yo no puedo hacerlo,
pero necesito saber.
—Seguro —dijo, y me besó en la frente—. Volveré en un rato.
Una vez que se fue y la puerta se cerró detrás de él, abrí la puerta al patio,
permitiendo que el aire se escabullera bajo la cortina y en el interior del
apartamento. Entré en la cocina y me paré en frente de las latas negras
que descansaban sobre el mostrador. Dentro había hierbas y especias.
Desenrollé el pergamino ritual todavía escondido dentro de mi bolsillo.
Levanté tomillo, para la regeneración del alma. Cuando volvía al cuarto,
me levanté en la punta de mis pies y tomé una vela blanca de los apliques
de hierro de la pared.
Abrí la puerta de mi cuarto.
Vicken descansaba sobre la cama, su brazo sobre sus ojos. Cerré la puerta
detrás de mí y presioné mi espalda contra la puerta.
Después de un momento dijo: —Siento como si estuviera dividido. En miles
de pedazos. Separado y despedazado.
—Pasará —dije.
—¿Es eso todo lo que fui para ti? —Se sentó lentamente. Sus ojos estaban
enmarcados con anillos oscuros, y su piel había empalidecido. Necesitaba
sangre pronto. Apoyó su espalda contra las almohadas—. ¿Sólo una
víctima? De tu edad oscura.
Me detuve junto a la cama y ubiqué las hierbas y la vela sobre la mesa de
noche. Traté de permanecer enfocada y me rehusé a mirar mi cuarto, la
cáscara de mi vida que dejé en diciembre.
—No pienso en ti como solo una víctima —dije.
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Foro Purple Rose
Vicken rió, pero después se tambaleó un poco, borracho por su sed.
—¿Ahora qué hacemos? —preguntó—. ¿Volveremos a Hathersage?
¿Volver a nuestra existencia? Me siento horrible.
Levanté una mano y mi palma una pulgada o dos por encima de la
mecha de la vela blanca. Usando la luz de mi interior, y encendí la vela.
Vicken miró la vela y después a mí. Abrí el cajón de mi mesita de noche y
encontré mi abrecartas de plata. No un cuchillo, pero tendría que servir.
—Te libero, Vicken Clough.
Los ojos de Vicken se abrieron bien grandes. —No —dijo, poniéndose
rígido—. Estaba obnubilado. Loco. Lenah…
Levanté la hoja en el aire y me corté la muñeca tan fuerte que abrí una
herida enorme. Aunque, la sangre empezó a supurar, no hubo dolor.
Vicken miró mi muñeca y luego se lamió los labios aún mientras sacudía la
cabeza.
—No quiero esto.
—Te libero.
—No… —dijo, aunque extendí mi muñeca hacia él.
Esto era lo que yo quería. Devolver los cientos de años de dolor y
sufrimiento. Hacer algo bien por una vez. De hacer lo correcto. Para que
Vicken viviera, y Justin, también. Si Vicken permanecía como un vampiro,
pasaría la eternidad luchando contra él. Se merecía más. Merecía volver al
siglo diecinueve, cuando le prometí algo que nunca podría dar.
Justin Enos era la razón de que viniera a la vida. Me dio esa libertad. Bailé
con miles de personas, hice el amor, y tuve amigos. Fui una humana
completa y tenía que agradecerles por eso a Justin y a Tony. Y en todo
caso, le debía a Vicken esa misma oportunidad y le debía a Justin la
libertad de dejarme ir.
—Me presento como tu guardián —le dije a Vicken.
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Foro Purple Rose
Usé la luz de mi mano derecha para encender las hierbas sobre la mesita
de noche. Cerré los ojos e hice lo que tenía que hacer. Y en ese momento,
con el rostro de Justin en mi mente, supe que estaba haciendo lo correcto.
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
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Foro Purple Rose
Capítulo 33
Traducido por Akanet
Corregido por Selene
e tambalee hacia afuera de mi habitación, cerrando la puerta
detrás de mí. Me caí por lo que mi espalda se apoyaba en la
pared. Incline mi cabeza hacia atrás, con los ojos cerrados.
Estaba extenuada más allá de lo que pudiera imaginar. La mayor
parte de la sangre se había ido de mi cuerpo. Estaba tan agotada que la
habitación estaba descentrada y no podía enfocar.
A mi derecha estaba la sala y, más allá de eso, la puerta hacia el patio. El
amanecer había llegado y la luz del sol se estaba asomando por debajo
de la cortina de la entrada. Vicken yacía en el sueño más profundo que
alguna vez experimentaría. Cuando se despertara, sería Vicken de nuevo.
No el vampiro enojado y desalmado que yo había creado.
La puerta principal se abrió.
Justin entró en el dormitorio. Su hermosa boca de puchero señalaba hacia
abajo; la energía en sus ojos se había desvanecido. No dijo nada al
principio. Sólo el ruido que el silencio hace que nunca se puede explicar
realmente.
—Se llevaron su cuerpo, —dijo Justin—. La policía.
Finalmente me miró y sus ojos se posaron en mi mano derecha agarrando
mi sangrante muñeca izquierda. Jadeó y llegó a mí, pero levante mi mano
izquierda y él se detuvo.
—Dime que no acabas de hacer lo que yo creo que hiciste. Dime, Lenah,
que me lo habrías dicho primero.
—No puedo.
—Lenah... —Lágrimas se derramaron de los magníficos ojos verdes de
Justin. Su joven rostro se retorcía por el dolor, y la culpa se apoderó de mí.
Él conocería la angustia y el dolor, y yo era responsable de ello.
M
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~308~
Foro Purple Rose
Él caminó hacia mí, pero mantuve mi mano alrededor de mi muñeca,
tratando de no dejar salir la sangre. Mi cuerpo no estaba regenerando
sangre, se me estaba escapando, y pronto estaría vacía completamente.
Justin llegó hasta mí, pero seguí con mis manos cerca de mi cuerpo.
Quédate despierta, pensé, y me concentré en mantener la conciencia.
Me besó con fuerza. Me aparté y, sin decir una palabra, me quite mi anillo
de ónix y lo puse en la palma de la mano de Justin. Él bajó la mirada hacia
el, desconcertado por un minuto, y luego de vuelta hacia mí.
—¿No lo ves? —dije, sin quitar mi mirada de la suya. Sus ojos verdes
estaban muy aguados por las lágrimas—. Me enamoré de ti, —continué.
Mis rodillas se doblaron, pero Justin estaba allí para agarrarme. Justin tragó
saliva, y una lágrima cayó de sus ojos. Él la limpió. Yo estaba viendo doble.
Mi tiempo se estaba agotando.
—Lenah... —Justin ahora estaba llorando.
Avance lentamente a la derecha, hacia la puerta del patio.
—No hagas esto, —dijo, como si pudiera cambiarlo.
—Allí. —Señale la puerta del dormitorio. Mientras me estaba muriendo, el
vampiro en Vicken se estaba evaporando y escapando de su cuerpo—. El
propósito eras tú. Tu protección y libertad. Eso es todo lo que quiero ahora,
es para que puedas estar seguro. Te despertarás mañana sin miedo. Esto
se detiene conmigo.
La sangre fluía a través del agarre en torno a mi muñeca. —Por favor, vete,
—susurré—. No quieres ver esto.
—No voy a ninguna parte, —dijo Justin con los dientes apretados—. Voy a
esperar aquí.
Si hubiera podido llorar, lo habría hecho. Pero no había lágrimas en mí. No
era más que un cadáver. —Sólo prométeme que estarás aquí cuando él se
despierte. Se necesitan dos días. Cuéntale toda mi historia. Él sabrá qué
hacer.
—Te lo prometo, —dijo Justin, justo cuando la parte posterior de mis talones
golpeo el marco de la puerta del patio.
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~309~
Foro Purple Rose
Sonreí, me temblaban las manos. —Me trajiste a la vida.
Antes de que él pudiera responder, me gire hacia la puerta.
Me pareció oír algo antes de salir hacia la madrugada.
Creo que fueron las rodillas de Justin golpeando el suelo. Jale la cortina a
un lado, y una ráfaga de luz de la mañana me golpeó en plena cara. Alcé
las manos desde mis lados.
Te diría que sentí el fuego, y el infierno y el dolor. Sería el único pago
justificable por la forma en que mate tan cruelmente a lo largo de mi vida.
Pero no lo hice.
Todo lo que sentí fue el oro deslumbrante, y los diamantes de la luz.
FIN
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~310~
Foro Purple Rose
Adelanto de Stolen Nights
Prólogo
Traducido por Emii_Gregori
Corregido por Selene
ay una bahía frente a mí. Una pequeña entrada, y la primavera, al
parecer, finalmente ha llegado. Ahora, las ramas se balancean,
felices de liberarse de aquellas cargas pesadas de hielo y nieve.
¿Les conté que lamí la nieve con mi lengua? Sí, tal vez lo hice. No
puedo recordar qué días escribo en este diario y qué días paso hablando
contigo en mi cabeza. Hoy, escribo.
Lenah, me gustaría que pudieras haber visto mi rostro. Me incliné, envuelto
en una manta, saqué mi lengua y lamí la nieve. ¡Soy un hombre adulto!
Fue… maravilloso. El viento estaba mordiendo. Unos escalofríos recorrieron
mi espalda y pude probar la sal en el aire. Ahora, tengo cientos de
palabras para las cosas que había olvidado durante tanto tiempo.
Las personas de aquí hacen tantas preguntas. ¿De dónde soy? ¿Por qué
un hombre hermoso de tan temprana edad está solo, sin esposa ni novia?
Les diría que te estoy esperando, pero eso sólo sería la mitad de la verdad.
Realmente espero por ti —aunque sé que nunca llegarás.
La verdad es que, lloro por ti. Porque hay un dolor en mi alma; lo
reconozco —tengo una ahora. Haría que me brotaran alas y subiría a la
torre más alta de modo que pudieras verme, entonces podría decirte que
estoy intacto y sano. Pero ambos sabemos que los ángeles hacen
apariciones muy raras. Y no soy ángel.
Gritaría por ti de modo que me oyeras. Quemaría este lugar hasta la base
si eso significa que pudieras ver el humo. El único artículo que quemo es la
savia y eso es para limpiarme de la preocupación de que… sin embargo,
aún sigues existiendo. Ninguna sal en mi ventana curará tu espíritu.
H
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~311~
Foro Purple Rose
Incluso las ondas cayendo en cascada en esta bahía conducen a un
océano fluyente a las costas de Inglaterra. Puedo conectar cualquier cosa
hacia ti si lo intento. Esta piedra en mi mano, suavizada por años en el mar.
Si la arrojo hacia atrás, ¿podría alcanzarte?
Inglaterra.
“No quiero volver a verlo masacrarse por nuestros días. Déjale permanecer
en mi mente como lo era antes que todo esto ocurriera.
Antes de que tú y yo estuviéramos en un huerto de manzanas. Antes de
que tú estuvieras con un vestido blanco.”
Estas palabras resuenan en mi cabeza día tras día, pero no encuentro la
paz. Mis sueños me atormentan —mi peor temor— tu muerte, lo veo en
miles de encarnaciones. Debo creer que irás más allá de esta oscuridad.
Que encontrarás una manera de prevalecer y perdonarme.
Para dejarte.
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~312~
Foro Purple Rose
Parte I
ay más cosas en el cielo y la tierra,
Horacio. Que las que sospecha en tu filosofía”.
—Hamlet, acto I, escena V
“H
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
~313~
Foro Purple Rose
Capítulo 1
Traducido por Emii_Gregori
Corregido por Selene
éjame ver Rhode.
Sé que no lo merezco, pero déjame ver su rostro...
Sólo una vez antes de que todo termine.
Yo estaba de pie en el porche y levanté mis brazos a mis lados. Estaba
lista… para quemarme. El sol de la mañana se apoderó de mi cuerpo en
un rayo agudo. Esperé a que el dolor abrasador me enviara al infierno.
Pero no había dolor. Sólo el calor que rodaba desde mi cabeza hasta mis
pies.
Quería respirar pero había una gran presión sobre mi pecho. Mientras el sol
irradiaba en mi piel sentí un gran peso elevarse de mi cuerpo. Una capa
arrancarse a trizas. Una liberación. Otra capa, otra liberación. Yo estaba
sola en ese porche pero algo pesado estaba desprendiéndose y
levantándose en el aire. Me hacía cada vez más ligera.
Mantuve mis ojos cerrados pero la descamación continuó. La luz parecía
arremolinarse a través de mí, a través de mis músculos y hacia mis huesos.
Hubo una sacudida de energía y las plantas de mis pies dejaron el suelo.
Bañada por la luz, levité sobre las baldosas. Abrí mi boca para gritar, pero
no salió nada —al menos nada que pudiera oír. Entonces, el mundo giró
unas mil veces, diez mil veces. Abrí mis ojos, pero Wickham era un borrón
girando tan rápido que cuando mis rodillas se doblaron golpeé con fuerza
el suelo. Sólo entonces me di cuenta que había sobrevivido a lo que sea
que debía matarme.
Había sobrevivido al ritual.
Mis rodillas punzaron por la caída, pero yo estaba distraída por los latidos
en mi garganta. Tomé aire, de inmediato llevé mis manos a la base de mi
cuello e inhalé de nuevo. Mis dedos se apretaron alrededor de mi
garganta, un latido vibraba dentro de mí. Era el golpeteo rítmico de un
viejo amigo que me recordaba que todavía estaba allí... mi corazón. Traté
D
Vampire Queen Infinite Days Rebecca Maizel
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Foro Purple Rose
de estabilizar mi equilibrio pulsando las yemas de mis dedos sobre las
baldosas. Levántate, Lenah, pensé.
Sacudí mis manos y luego mis brazos, también. Oh, pensé. Mi cuerpo y mi
mente están conectados. Puedo sentir. Puedo pensar.
Inspeccioné mi entorno, recordando dónde estaba.
Piensa, Lenah. Estás en el porche de Wickham. Mientas estas palabras
venían a mi mente, también lo hicieron las imágenes de los últimos
momentos antes de que yo hubiera salido en ese porche. Me senté en la
cama con Vicken y realicé el ritual. Yo había destruido mi aquelarre, un
aquelarre de vampiros. El ritual requería un derramamiento de sangre y,
pocos minutos antes, yo había cortado mi muñeca, dándole toda mi
sangre a Vicken para que pudiera ser un ser humano, una vez más.
Pero yo había sobrevivido... y no se suponía que el ritual funcionara de esa
manera.
Permanecí de rodillas y traje mis muñecas ante mis ojos. ¡La piel no estaba
rota! No estaba cortada por el abrecartas plateado. ¿Cómo era posible?
Algo brilló bajo mis ojos y contemplé el suelo del porche.
A mi alrededor había un montón de polvo luminoso. Miles y miles de
destellos diminutos. Había visto esto antes.
Miré de nuevo a mis manos y la piel estaba rejuvenecida —sin cortes ni
magulladuras. Me incliné hacia delante, todavía de rodillas, y coloqué mis
palmas en el polvo. Cuando arrastré mis manos de vuelta hacia mi cuerpo,
mis palmas hicieron un chirrido en contra de los restos arenosos y el suelo
del porche embaldosado. Estos diamantes microscópicos eran geniales y
arenosos —justo como antes. Justo como cuando me hice humana por
primera y Rhode se sacrificó en ese mismo porche. Todo lo que él había
dejado atrás eran las mismas cenizas arenosas y brillantes.
Rótulas. Muslos desnudos. Brazos y pecho desnudos. Yo estaba desnuda
justo como aquella primera vez cuando Rhode había realizado el ritual
para mí. Sin importar lo que pasó en ese porche había incinerado mi ropa
—había quemado hasta el vampiro dentro de mí y yo era humana de
nuevo. Puse mi mano sobre la madera y algo duro excavó mi palma.
Cuando miré hacia abajo vi mi collar con un vial como un colgante; la
gruesa cadena enroscada en un círculo.
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Mi collar que sostenía el polvo de Rhode yacía en mis gloriosos restos
brillantes de vampiros. Míos. Lucían de la misma manera como el polvo
dentro de ese pequeño colgante de vial. Pequeños destellos brillaban en
mis manos. Miré a las partículas del collar de Rhode y de nuevo a los míos.
Un pensamiento repulsivo, casi como un empujón, vino a mí, revelándose
suavemente y conectando los puntos, uno por uno. La realización vino en
una frase: no sólo lucen igual… son los mismos.
Si he sobrevivido... ¿cómo era posible? No, pensé. Rhode está muerto. Al
igual que Tony. Mi tripa se torció y contemplé las líneas serpenteando a
través de mis palmas. Mi línea de vida era la misma a pesar de que me
había transformado. Transformado de nuevo a un humano. Mientras
miraba las líneas, las imágenes pasaron por mi mente tan rápido que no
estaba segura de cuál enfocarme en primer lugar.
Vicken me suplicaba para que no realizara el ritual. Su piel era tan blanca.
Suleen, en Wickham, con su tradicional traje blanco, de pie junto a la
Capilla, con su brazo extendido hacia mí.
Justin en la fiesta de graduación de invierno.
Diciéndome adiós.
La pura magnitud del momento se apoderó de mí en esa luz de la
mañana. El ritual había funcionado, pero de una manera que nunca había
esperado. No —Rhode está muerto, insistí. Tomé un aliento agitado, luego
otro, llenando mis pulmones, y exhalé de nuevo. Fue entonces cuando oí el
grito de un hombre detrás de mí. Un leve grito, una especie de grito que
sólo puede venir de alguien en un profundo dolor.
Justin.
Abrí mi boca y tartamudeé, tragué con fuerza y apreté mi lengua entre mis
dientes. Traté de hablar, pero escupir vino como un rayo. Levanté mi pie
derecho, pero me derrumbé de nuevo en la baldosa con un ruido sordo.
Tenía que entrar.
El gemido de Justin hizo un nudo en mi estómago. Extendí una mano hacia
delante y giré mi cuerpo para afrontar la puerta del porche. La cortina se
balanceó y revoloteó en la brisa de la mañana. La alcancé y tiré mi
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cuerpo hacia delante —esto era más difícil de lo que pensaba. Mis piernas
eran un peso muerto pero seguí arrastrándome por el porche a pesar de
que mis piernas estaban detrás de mí, inmóviles.
Gruñí por el esfuerzo y refunfuñé, también. Hubo un hipo de sorpresa y
luego silencio. Extendí mi mano, de modo que mis dedos agarraran el frío
metal de la parte inferior del marco de la puerta. Agaché mi cabeza bajo
la cortina.
Justin estaba de rodillas, con su rostro entre sus manos. Él me miró, las líneas
de sus lágrimas se surcaron por sus mejillas de bronce. Su boca creó la
forma de una O, y extendió la mano hacia mí.
—N-n-no me toques a-a-aún —pronuncié mal, sin dejar de gatear.
Justin se levantó mientras me sacaba a mí misma del patio en medio de la
sala de estar. Yo había enlazado el pesado collar a través de mis dedos y
crujía contra el piso mientras me arrastraba. El vial raspó contra el suelo y
mi piel dolió por la presión de la plata pesada excavando en mis dedos.
Mis sienes palpitaban y coincidían con los latidos de mi corazón. Mis rodillas
seguían deslizándose por el suelo y mis brazos cedieron el paso porque las
muñecas no eran lo suficientemente fuertes aún. La adrenalina corrió por
mi estómago mientras me contraía sobre mis codos enviando zumbidos de
dolor a través de mis brazos.
Yo era positivamente salvaje. Sacudí mi cabeza. No, pensé, pero no pude
evitarlo. Más imágenes se dispararon a través de mi mente. Sabía, como
todos aquellos afectados por fuerzas sobrenaturales, que esas imágenes
fueron colocadas en mi mente intencionalmente.
Rhode pie en el porche de mi casa con sus manos levantadas a sus
costados. Sus ojos están cerrados, y se ve tan pacífico que podría estar
durmiendo. Una luz blanca viene del cielo en un fuerte haz —
envolviéndolo. Diminutos glóbulos de diamantes refaccionados escurren a
Rhode en una tempestad de arena brillante. La ceniza arenosa se
acumula a su alrededor, su ropa es despojada pieza por pieza mientras es
bañado en la luz. Su alma de vampiro se reúne en torno a él en una pila de
amontonamiento. Se derrumba en el porche y mira fijamente sus manos,
asombrado de que hubiera sobrevivido.
Jadeé y las imágenes se desgarraron de mi cabeza, dejándola en blanco.
Ellos fueron claras al principio y luego mientras seguía arrastrándome en el
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apartamento, la cara de Justin los apartó. Mis muñecas se tambalearon y
mi cabeza dolió, pero tiré mi cuerpo hacia adelante. Los latidos de mi
corazón revoloteaban en mis oídos.
Sigue adelante, Lenah. Sigue adelante... pero mis brazos cedieron y mi
mejilla golpeó la dura madera. Inhalé y exhalé, un respiro después de otro.
Dejé que el pinchazo de la madera perdiera intensidad. Cerré mis ojos,
concentrándome en una imagen que quedó en mi mente en medio de la
oscuridad.
Rhode está de pie en las relucientes cenizas. Él está magnífico, desnudo.
Sigo las esculturas carnosas de su pecho, hasta la firmeza de su abdomen,
hacia abajo y hasta el hueso de la espinilla. Él podría estar hecho de
mármol. Dios mío, pienso. Adoro el ángulo de su cuerpo esculpido. Miro
hacia atrás cuando trae la palma de su mano sobre su pecho y cubre su
corazón. Estoy completamente en trance como si las imágenes fueran
reales.
—¿Lenah? —preguntó Justin de nuevo. En un aliento la imagen
desapareció y mis ojos se abrieron de un tiro. Mi mejilla aún estaba
plantada contra el suelo de madera. Empujé con mis manos, pero mis
muñecas temblaban tanto que mi cabello cayó detrás de mis hombros
haciendo una cortina a ambos lados de mi cara. En un colapso torpe, mi
fuerza se agotó, y golpeé el piso de nuevo.
Durante unos momentos sólo estaba el sonido de mi respiración. Sentí una
suavidad en mi espalda, y noté que Justin puso una manta sobre mí. Se
dejó caer de rodillas y me abrigó en la manta. Sus dedos eran cautelosos,
no habían tocado mi piel. Apenas podía oír su respiración. Alcé la vista,
quitando la cortina de cabello de mis ojos.
—Tócame —dije, finalmente haciendo que mi boca trabajara de la
manera que quería.
La cara de Justin se derrumbó, su delgada pero orgullosa nariz estaba roja.
Tenía los ojos hinchados y sus labios todavía temblaban. —Lo siento —dijo,
envolviendo la manta a mí alrededor con más fuerza. Él estaba de rodillas.
Reuní toda la fuerza que tenía para alcanzarlo y envolver mis brazos
alrededor de su fría cintura. Presionando mi rostro en el suave algodón de
su camisa, pude escuchar su corazón cayendo pesadamente como loco.
—Lo siento —dijo una y otra vez.
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—¿Por qué? —le pregunté, sintiendo el temblor de sus brazos y el
movimiento de su cuerpo por debajo de mis débiles manos.
—Por llorar. No lo sé.
Así, nos sentamos en el suelo por un momento mientras contuve mi aliento
y el estremecimiento del cuerpo de Justin lentamente vaciló y luego se
calmó. Sus hombros temblaron, se calmaron y volvieron a temblar. Extendió
una mano y tomó mi mejilla con su palma. Estaba tan caliente. Ahora era
mi turno de temblar, sólo que no estaba segura de si estaba temblando
debido al hermoso rostro de Justin.
—Estás fría —dijo, abrazándome más cerca. Él suspiró y secó una lágrima
desviada en la parte inferior de su mandíbula.
Hociqué en la comodidad de la tela. Él besó en la parte superior de mi
cabeza y me atrajo aún más. Estábamos en silencio mientras yo aspiraba y
suspiraba, ingiriendo el olor familiar de Justin. Como la hierba fresca y tierra.
—¿Cómo? —preguntó Justin—. Quiero decir, ¿cómo ocurrió esto? Dijiste
que ibas a morir.
—No lo sé —dije, sentándome y apoyándome en la pared detrás de mí.
Sequé el sudor de mi frente. Había silencio entre nosotros, brillo dorado de
Justin se vio corrompido por su tristeza. Quería manejar la luz como lo había
hecho sólo unas horas antes y tratar de iluminar de nuevo nuestras vidas.
Algo en él parecía más gris, así que corrí con mi pulgar hacia abajo otra
línea húmeda en la cara de Justin. Cerró sus ojos ante mi tacto.
Dejé caer mis manos a un lado y suspiré. Miré alrededor la sala de estar de
mi apartamento y, por supuesto, mis ojos se posaron en la espada de
Rhode. Mis ojos se deslizaron desde la fuerte punta, hasta llegar a la hoja,
luego hasta la empuñadura. Justo encima de la empuñadura estaba la
parte más fuerte de la espada, los surcos de sangre. Eran pequeños pozos,
que atraparían la sangre del enemigo.
“No importa si eres más pequeña o más débil” había dicho Rhode. “Con
esto puedes derrotar…”
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—¿Lenah? —Justin interrumpió las palabras Rhode en mi cabeza—. ¿Cómo
están tus piernas? —Moví los dedos del pie y encontré que algunos de los
sentimientos venían hacia mí. En el porche habían sido un peso muerto.
—Mejor. Creo que sólo tardará un poco.
Según Rhode, el ritual mata a quien lo realiza. Algo dentro de mí, una bola
ardiente en el hoyo de mi estómago me dijo que tenía que vivir. En este
momento, no tenía guía. Tenía que seguir mi intuición.
Y mi intuición me decía que Rhode estaba vivo.
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Sobre la Autora:
Rebecca Maizel se graduó en la Universidad de Boston. Es profesora en
una escuela de Rhode Island y está preparando una Máster en Bellas Artes
en el Vermont College.
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