Microlocas
Pelos Eva Díaz Riobello ∙ Isabel González
Teresa Serván ∙ Isabel Wagemann
Ilustraciones de Virginia Pedrero
Editorial Páginas de Espuma
91 522 72 51 || [email protected]
SINOPSIS
Cinco mujeres —cuatro escritoras y una
ilustradora— que no se cortan ni un pelo.
Nos toman el pelo y nos colocan en
nuestro lugar, nos dan para el pelo. Todo
junto. ¿Pelos es un bello libro de
microrrelatos ilustrado? Sí, y mucho más.
¿Pelos es un proyecto colectivo, en la
mejor tradición literaria, enriquecido por
todas sus escritoras simultáneamente? Sí, y mucho más. ¿Pelos es un libro que
encarna la reflexión de la mirada femenina y su cuerpo, de la condición de ser mujer
en el siglo xxi frente a la tradición y el prejuicio? Sí, y mucho más. La última propuesta
de Eva Díaz Riobello, Isabel González, Teresa Serván e Isabel Wagemann, junto a las
ilustraciones de Virginia Pedrero, es un libro que, con apenas un hilo conductor —un
pelo conductor, habría que decir— logra mostrar, y en ocasiones subvertir, más de un
centenar de situaciones en torno a las relaciones, el cuerpo, la femineidad, el sexo, la
maternidad, la literatura, el amor, la familia o las apariencias. Conmovedor y emotivo,
serio y divertido, provocador y rebelde. Actual.
BIOGRAFÍAS
Microlocas es el nombre
adoptado por un
colectivo de cuatro
escritoras para crear un
proyecto literario común
en el que, sin renunciar
en ningún momento a la
creación individual,
fueran capaces de
cuestionar el concepto
de autoría, las fronteras
geográficas y de la
lengua, el diálogo entre
poéticas diferentes. Su
debut se produjo en 2011
con el libro La aldea de
F., al que siguieron la
micronovela Post Mortem (2014, en Piedad y deseo) y los microcuentos de Casa vacía
(2015, en Wollstonecraft. Hijas del horizonte).
Eva Díaz Riobello (Avilés, Asturias, 1980) es periodista y ha obtenido premios como el
Jóvenes Talentos o el Nuevos creadores. Colaboradora habitual de radio y prensa, e
incluída en varias antologías, en 2010 publicó el libro de cuentos Susurros en el tejado.
Isabel González (Zaragoza, 1972) es periodista y profesora de microrrelato. Además de
haber recibido premios como el convocado por el programa Página 2 de tve, en esta
misma editorial publicó el libro de cuentos Casi tan salvaje (2012) y, junto a la
ilustradora Efealcuadrado, el álbum infantil El caballo del malo (2015).
Teresa Serván (Madrid, 1974) ha publicado su microficción en algunas de las más
importantes importantes antologías como Por favor sea breve 1 y 2 (2001, 2010) o El
ojo narrativo (2009), y en 2007 obtuvo el premio Movistar para relatos hiperbreves.
Isabel Wagemann (Valdivia, Chile, 1972) es fotógrafa y, además de publicar su
microficción en diferentes revistas, ha sido incluida en antologías como Por favor sea
breve 2 (2010) o Parafilias ilustradas (2010). En 2013 obtuvo el premio chileno
«Santiago en 100 palabras».
ILUSTRACIÓN DEL LIBRO
Virginia Pedrero (Madrid, 1973),
Licenciada en Bellas Artes por la
Universidad de Sevilla, comienza
su carrera artística pintando al
temple y realizando diferentes
exposiciones. En 2009 deja la
enseñanza, que compaginaba
con el trabajo artístico, para
dedicarse en exclusiva a las artes
plásticas. En ese año se inicia en
el campo de la ilustración
publicando Crisis, y gana el
concurso de carteles para el día
de la Mujer del Ayuntamiento de
Burgos. Desde entonces, entre
otros trabajos editoriales, ha
publicado ocho libros,
encargándose del diseño y las
ilustraciones, para diferentes
editoriales y entidades: FUHEM,
Libros en Acción, OMAL y
Proyecto europeo FPN.
ENTREVISTA
1) Lo primero que llama la atención ‐es evidente‐ es la autoría colectiva de cuatro
escritoras. El primer interés se centra en cuál es la mecánica y la metodología de
escritura y de corrección para concretar finalmente estos afluentes creativos en un
solo manuscrito cerrado y acordado.
M: Lo primero es la idea. En los dos libros que hemos escrito, antes de empezar a
trabajar ya teníamos un punto de partida. El homenaje a Arreola, en el primer caso, y
el pelo como catalizador de historias en el segundo. A partir eso, empezamos a escribir
cada una en solitario. En este proceso, cuando tenemos suficiente material, lo
reunimos y empezamos a darle vueltas a la estructura del libro, vemos qué temas
aparecen realmente en nuestros textos y hacia dónde queremos ir.
Podría decirse que escribimos en dos niveles. Por un lado está la creación individual (la
escritura de los cuentos y la corrección son trabajo de cada una), y por otro lado está el
plano colectivo, que abarca la estructura, el orden de los cuentos, los nexos, decidir
qué abre y cierra cada sección, etcétera. Trabajar las cuatro hace surgir nuevas ideas y
activa aún más nuestro proceso creativo. Todas sugerimos, corregimos, descartamos e
intercambiamos propuestas, que es lo que termina dando el sentido al libro.
2) Habladnos un poco de la elección del género en el que trabajáis, el microrrelato.
¿Qué ventajas sobre otros tiene esta opción ante otras?
M: El microrrelato es un género que permite e invita al juego, pero sobre todo, nos ha
dado libertad para innovar en cuanto a experiencia de creación común. Hasta ahora,
no ha habido una apuesta como la que hemos planteado. De hecho, nuestro primer
libro, La Aldea de F, se está estudiando en la Cátedra de Literatura de la UNAM, en
México, y ha sido objeto de varios estudios al ser considerado la primera experiencia
en este sentido.
Contar lo general a partir de lo particular, eso es lo que nos permite este género. Es
perfecto para narrar a ocho manos. Con los microrrelatos podemos trenzar las cuatro
voces, los cuatro estilos, y crear una historia mucho mayor desde puntos de vista muy
distintos, sin que en ningún momento nuestra individualidad deje de ser reconocible.
Es un género relativamente joven que se adapta muy bien a la forma en la que
nosotras nos relacionamos durante la escritura. A través de las nuevas tecnologías,
intercambiamos cuentos por email, sugerencias por WhatsApp. Nos vemos poco, pero
nos comunicamos mucho, y el microrrelato nos viene al pelo para esta forma de crear.
Además, es un género que nos seduce.
3) El "pelo" conductor del libro abre una gran unidad al libro; unidad sólida y
coherente, diversa y variada. ¿Cómo se llegó a este "tema"?
M: La idea de escribir sobre pelos apareció varias veces mientras trabajábamos en
nuestro primer libro, La Aldea de F. Ya allí había historias donde el cabello estaba
presente de un modo u otro. Las Isabeles lo sugirieron como tema para un futuro
proyecto, convencidas de que daría mucho más de sí. Para cuando empezamos a
hablar de escribir un nuevo libro juntas, apenas hubo dudas.
Por otra parte, nos parece un tema profundamente sugerente, femenino y al mismo
tiempo, con una importancia creciente en el mundo de los hombres. El pelo, algo que
parece no tener importancia, un pequeño detalle, sirve como punto de partida para
hablar de las mujeres de hoy, para narrar historias íntimas, que son parte de una
macrohistoria. El pelo, como nuestra forma de narrar, va de lo particular a lo general,
del cabello a la melena, del nudo al desenlace.
4) La alegoría del "pelo" da pie a todo un repertorio de opciones creativas donde la
mayoría de sus posibles interpretaciones están visitadas. ¿Hay cierta voluntad de
cartografiar con exhaustividad la alegoría del cabello?
M: No nos parece que las interpretaciones en torno al pelo estén agotadas, ni mucho
menos. Al contrario, a medida que acabámos el libro, teníamos la sensación de que
nos habíamos dejado un montón de cosas pendientes. De hecho, si pensásemos que
todo está visitado, no habríamos pasado por aquí, habríamos elegido otro camino.
Es en este camino donde hemos buscado y encontrado ficciones en torno al pelo, pero
sería demasiado pretencioso decir que hemos cartografiado la alegoría completa del
cabello. Es un tema infinito. Si de verdad buscas pelo, no solo lo encuentras sobre la
cabeza y bajo las faldas, el pelo está en los animales, las personas, en los muertos, en
los vivos. En el desagüe. hasta en la sopa.
Lo único verdaderamente voluntario ha sido experimentar con este tema, jugar con él
y darle mil significados. Hemos sido respetuosas, pero también gamberras.
5) Nos interesa mucho la lectura profunda que poseen vuestros textos. Se puede
decir, sin caer en el tópico porque el libro está muy alejado de lugares comunes, que
vuestra propuesta es femenina. ¿Qué punto hay de exposición de cierta actitud
poética, de militancia, de rebeldía, de reflexión que ofrece la posibilidad de tirar del
pelo en una sociedad actual?
M: En nuestras historias hay una fuerte carga biográfica. Nos hemos inspirado en cosas
que nos ocurren a diario, que vemos a nuestro alrededor, de las que se habla poco, o
nada, o empieza a hablarse más ahora. Nos gusta que esos tirones de los que hablas
sean sutiles, que el lector termine la historia y en su cabeza comience a crecer una
idea, o un pelo rebelde.
En realidad, no tiramos del pelo a nadie, no estamos dando una lección. Nosotras
narramos historias que no pretenden dar respuestas, son más bien una pregunta, que
es lo que debe ser la literatura. Es obvio que el libro indaga en la sensibilidad de las
mujeres actuales porque somos mujeres y somos actuales, madres, empresarias,
jóvenes o no tan jóvenes ya, multimujeres que nos asomamos a la creación desde
nuestra vivencia, desde nuestra sensibilidad pero huyendo de los los estereotipos de lo
femenino/masculino. Si somos rebeldes es porque somos rebeldes, si se nos lee
maternales es porque somos madres, si somos poéticas es porque la poesía nos
acompaña. No hay impostura en ese sentido, no forzamos una actitud como denuncia,
pero es inevitable que ciertas cosas se denuncien.
6) El libro está ilustrado por Virginia Pedrero. ¿Créeis que este libro puede leerse en
tres niveles? Uno, la aportación de cada una; dos, la propuesta ensamblada; tres, el
lenguaje visual y escrito que parecen unirse en uno solo.
M: Antes hablábamos de dos niveles de creación en el libro, la escritura individual y el
trabajo colectivo, dos recorridos por la creación. Virginia añade una nueva lectura que
completa los textos y que tiene una fuerza particular. Gracias al verde y a sus dibujos,
el libro se convierte, además, en un objeto, un objeto precioso, con una lectura visual
que suma a lo escrito. Es inevitable que los tres niveles de creación interfieran el uno
en el otro, se contaminen y eso lleva a que los cuentos y las ilustraciones se respondan,
se hagan guiños, se confundan.
Las ilustraciones de Virginia dan un contrapunto único a nuestros textos y añaden
nuevos significados. El libro se puede leer a estos tres niveles, e incluso a un cuarto
nivel en función del orden de lectura que se elija. Si se empieza por el final, con el pelo
mitológico, y se termina con el primer cuento, Me la pela, podemos hablar de un
recorrido por la historia del cabello que termina con la disyuntiva que hoy en día se
plantea cualquier hombre o mujer modernos.
Estos distintos niveles de lectura, nos permiten incluso plantear un juego: los textos de
cada una de nosotras van firmados a pie de página, proponemos al lector recorrer el
libro y leerlo sin mirar la autora de cada cuento ¿serán capaces de reconocernos?
7) Hay honestidad y sinceridad, hay humor y dolor, hay sensualidad y sexualidad, hay
maternidad y amor, hay mujeres y hombres. Hay... Bien: ¿lo resumís vosotras?
M: Hay vida.