Manual de primeros
auxilios sobre la
autoestima
¿Qué es la autoestima?
La autoestima es el valor que nos damos a
nosotros mismos; la forma en que
nos percibimos y la manera en que nos
sentimos respecto de nuestras capacidades,
habilidades y defectos. Es importante
saber que las personas tenemos distintas facetas de personalidad y
que constantemente nos autoevaluamos respecto a cada una de ellas.
Todos tenemos un lado que tratamos de ocultar porque de alguna manera nos
causa insatisfacción. En esa faceta probablemente tengamos una autoestima
baja. Digamos que hasta cierto punto es “normal”. Muchos de nuestros
problemas pueden ser consecuencia de una baja autoestima, pero la
situación es grave cuando tenemos autoestima baja en todas las facetas de la
personalidad. En esos casos es muy recomendable acudir a un psicólogo, ya
que es muy difícil cambiar solo esa autopercepción.
Autoestima baja
Hay personas con autoestima baja, eso quiere decir que la percepción que
tienen de sí mismos es negativa. Otras tienen una autoestima alta, eso es que
su valoración personal es favorable. Las consecuencias de una autoestima
baja son destructivas en todos los casos. Las personas con esta condición
tienden a predecir el fracaso antes de intentar algo; por ello, generalmente se
paralizan y si comienzan las cosas las dejan a medias, convencidas de que no
lo harán bien. En definitiva, la baja autoestima impacta en la felicidad porque
es un freno para el logro de objetivos.
Es cierto que todos tenemos defectos o cosas en las que no somos tan
buenos, pero también es cierto que no hay una persona que sea buena en
todo.
Características que puede tener una persona con baja autoestima:
o Desprecia sus virtudes.
o Demasiado autocrítica.
o No toma en cuenta los halagos, pero sí las críticas.
o Opta por las decisiones de los otros, aunque crea que su opinión es
correcta.
o Actúa a la defensiva.
o Se siente despreciada con frecuencia.
o Siente que tiene menos valor que los demás.
o No está conforme con su cuerpo.
o Desearía ser otra(s) persona(s).
o Constantemente se manda mensajes internos negativos.
Es importante identificar en qué áreas nuestra autoestima es más baja y
cómo justificamos esa percepción de nosotros mismos.
Cuando una persona tiene autoestima baja en todas las facetas de su
personalidad, corre el riesgo de ser muy infeliz e incluso de caer en una
enfermedad mental. Si únicamente pasa en una faceta de nuestra vida, a no
ser que ésta sea muy baja, no es un gran problema, pero sí puede interferir en
nuestra felicidad. Más adelante encontrarás un test para ver en qué aspectos
de tu personalidad tu nivel de autoestima está a la baja, así podrás trabajar en
ella.
Autoestima (demasiada) alta
Hay gente que es poco realista con respecto a sus capacidades y las
sobrevalora. Estas personas, al creer con tal fe en una o varias de sus
habilidades, tienden a frustrarse menos, y al intentar mucho más, logran más
cosas que el resto. Un claro ejemplo son algunos artistas que con voz de gallo
han alcanzado las cuotas más grandes del éxito. Creen tantísimo en su talento
que son capaces de intentarlo muchísimas veces más que los otros. También
pueden sufrir grandes decepciones al chocar de frente con la realidad de sus
capacidades.
La baja autoestima física
En toda la historia de la humanidad nunca habíamos estado tan sanos y
guapos como ahora. Paradójicamente, jamás la gente se había sentido tan
insatisfecha con respecto a su físico como hoy. Esto se debe a que nos
comparamos con cuerpos y caras que no son reales. Los modelos corporales
de la publicidad y los medios de comunicación, además de pasar horas
incontables en el gimnasio, cuentan con hadas o hados madrinas que
manipulan sus fotografías en Photoshop o programas similares. El otro
problema es que los ideales de belleza se han vuelto completamente
imposibles. El peso de la mayoría de las modelos está muy por debajo del
ideal, tan es así que muchas de ellas no tienen ni la regla (si una mujer no tiene
20% de grasa corporal, deja de reglar, ya que su cuerpo le dice que no se
puede embarazar al no tener la suficiente grasa). Para colmo, el ideal de mujer
es ser flaca, pero con unos pechos copa D. Esto es casi imposible, a no ser
que te hagas una cirugía plástica. La mayoría de las mujeres que tienenbaja
autoestima se comparan con estas mujeres irreales, de ahí que ahora existan
tantos transtornos alimenticios como la anorexia o la bulimia.
Es obvio que todos tenemos características físicas que no nos gustan.
Obviamente, nadie tiene un cuerpo perfecto, pero hay gente que se obsesiona
con una parte de su cuerpo que no es tan bonita. Eso hace que no dejen de
pensar en ella y, al final, acaben obsesionándose con ese único defecto. Lo
peor es que al estar centrado en tapar esa imperfección, se vuelve más obvia.
Como ejemplo: la típica amiga que se tapa la boca al sonreír o al hablar porque
sus dientes están separados. Lo que consigue es que nos centremos sólo en la
boca para ver por qué se la tapa. Si aceptáramos esa pequeña imperfección
como una característica de nuestra personalidad, la gente la vería como un
elemento singular y bello. El mejor ejemplo: Cuando tu cuerpo no es perfecto
Madonna. Ella nunca trató de ocultar sus dientes frontales, haciendo de la
separación entre ellos un rasgo atractivo.
Ser mujer y la baja autoestima
Tendemos a comportarnos como la gente espera. Por eso, cuando se crean
estereotipos, se reproducen hasta que, eventualmente, se vuelven una norma.
Por ejemplo, en muchos países los noticieros mencionan la nacionalidad o el
origen étnico de los criminales sólo cuando son extranjeros o pertenecen a una
minoría social. El mensaje que se manda es: “Si eres de esa cultura o
nacionalidad, es de esperar que te comportes más agresivamente”. Por ello es
muy importante que no se asocien defectos a culturas, nacionalidades, etnias,
etcétera, porque entonces la gente comienza a comportarse como los demás
esperan. De ahí la importancia de que existan mexicanos como Lorena Ochoa
y Ana Guevara, y un afroasiático como Tiger Woods, que rompan prejuicios en
cuanto a género, cultura o nacionalidad.
Eso mismo nos pasa a las mujeres: a lo largo de la historia se nos ha dicho que
no servimos para pensar. Hasta hace poco, las mujeres no iban a la escuela ya
que eran consideradas seres inferiores. Todavía hay carreras, como las
ingenierías, en las que el porcentaje de mujeres es mucho menor. Hay gente
que cree que los hombres son más aptos para puestos directivos; lo peor es
que las propias mujeres lo piensan, por lo que cuando llegan a cierta jerarquía
en la empresa no aspiran a más, ni siquiera lo intentan. Desgraciadamente, el
límite nos lo imponemos nosotras mismas al pensar que el hombre es más
capaz.
Hasta los grandes chefs son hombres y la razón es que a ellos se les educa y
se les dice que son capaces de todo. Es importante no sabotearnos a nosotras
mismas. Hay cosas que a las mujeres nos puede costar más trabajo por
nuestra condición física, pero nunca es excusa para pensar que no somos
capaces o que para un hombre es más fácil lograrlo.
Cómo puede impactar la familia en una baja autoestima
La familia impacta enormemente en nuestra autoestima. Esto se debe a que
desde pequeños los padres generan expectativas
sobre los hijos; por eso los motivan a realizar aquello para lo que los
consideran aptos, o lo que les gustaría que fueran, y los desalientan a hacer
aquellas cosas para las que no los consideran adecuados o que les
desagradan; claro, su intención no es generar daño, a veces incluso lo hacen
por protección.
Cuando los padres piensan que su hijo no es bueno para algo, dicen: “Te dije
que no servías para eso”, y quizá se equivoquen, tal vez el hijo sólo lo ha
intentado un par de veces, muy pocas para comprobar si es bueno en algo. Sin
embargo, lo más seguro es que se quede con esa idea y no lo vuelva a probar.
En definitiva, generalmente nos comportamos como nuestros papás esperan y,
en muchos casos, no de acuerdo con nuestras capacidades. Cabe decir que
también puede pasar al contrario: que el hijo construya una alta autoestima a
partir de la opinión o los deseos de sus padres. Es posible que si los padres
sueñan con que su hijo sea músico, cualquier intento de tocar un instrumento o,
incluso, al dar las primeras palmaditas de bebé, los papás lo lean como un
gusto innato por la música, alentándolo a continuar.
Lo mismo pasa con la posición que cada hijo ocupa según el orden de
nacimiento: no es casualidad que los hermanos mayores tiendan a ser más
responsables. Esto se debe a que constantemente se les repite que ellos son
mayores y son los que tienen que cuidar del resto. En cambio, de los pequeños
se espera que sean menos responsables y por ello tienden a serlo. En
definitiva, se comprueba que nos comportamos como se espera que lo
hagamos. Una vez que se cree ser malo para algo, hay una voz interna que lo
recuerda constantemente. Es importante frenar esa dinámica. Por eso, cuando
pienses que no eres bueno para algo, reflexiona hasta qué punto lo has
intentado, si es suficiente, o si has llegado a creer lo que te han dicho
constantemente sobre ti y tus capacidades.
La baja autoestima y la inteligencia
Hasta hace poco tiempo una persona era inteligente cuando sabía solucionar
problemas matemáticos complejos, o si era buena para cierto tipo de cálculos.
Aquellos que no sobresalían en este sentido no eran considerados tan
inteligentes o se les calificaba de tontos. Las cosas han cambiado mucho y
ahora se considera que hay varios tipos de inteligencias. Una inteligencia
lógica, que tiene que ver con la capacidad de llegar a una solución lo antes
posible; una inteligencia emocional; una inteligencia creativa; intuitiva…
Actualmente hay un sinfín de formas para demostrar el talento. También existe
una inteligencia más artística, que es la que tienen los músicos.
En definitiva, si quieres hacer un balance real de tu personalidad debes
encontrar la “inteligencia” en la que más destacas y desarrollarla al máximo,
porque es tu don. En cambio, debes asegurarte de trabajar suficientemente en
las áreas que se te dan peor, para que al menos puedas resolver los problemas
a los que te enfrenta la vida diaria, pero no te agobies si no resultas ser la
primera potencia en ellas.
Cómo mejorar mi inteligencia
Obviamente, la inteligencia tiene un factor innato que la define; es decir, hay
personas que nacen con capacidades excepcionales y otras que… no tanto.
Pero la mayoría podemos alcanzar un mínimo más que suficiente para realizar
nuestras actividades y también hacerlas crecer.
Explicaré un poco, de manera metafórica, en qué consiste la inteligencia.
Imagina que es como una cesta de naranjas. Si guardaras 10 kilos de esta fruta
en tu cabeza, potencialmente, al exprimirte el cerebro se obtendrían 10 litros de
jugo. Sucede que mucha gente tiene un cerebro equivalente a 10 kilos de
naranjas y como no se exprimen bien o no se sacan partido, sólo obtienen tres
litros de jugo. Esto puede pasar porque son holgazanas, porque están poco
motivadas o porque piensan que no valen, o sea, por
que su autoestima es baja. En cambio, hay gente cuyo cerebro tiene el
equivalente a cinco kilos de naranjas y sacan cinco litros de jugo. Eso quiere
decir que aunque no tengamos un talento especial, con trabajo y con
autoestima alta podemos fortalecer a tal grado una capacidad, que supere a la
de alguien cuya capacidad innata es mayor.
Los tips para combatir la baja autoestima respecto de la inteligencia
o Recuerda que no hay una inteligencia: hay muchos tipos de inteligencia.
o Desarrolla aquella faceta de tu inteligencia en la que eres mejor.
o Esfuérzate por mejorar aquellas habilidades que no has desarrollado.
o Cree en ti; antes de intentar cualquier cosa repítete: “lo puedo hacer”.
o Busca la parte bonita de aquellas cosas que se te dificultan.
o
Impacto de la baja autoestima y tu relación con los hombres
Una de las cosas que más atrae a los hombres de una mujer es la coquetería.
El coqueteo de alguna manera es mostrar al hombre que tienes algo bonito.
Parte del juego de la seducción implica seguridad. Cuando nuestra
autoestima es baja, se nos hace casi imposible coquetear porque no nos
consideramos suficientemente atractivas.
Autoestima y relaciones de pareja
Quién no tiene una amiga que dice: “Yo tengo mala suerte con los hombres”, “A
mí todos los hombres me dejan” o “A mí todos los hombres me ponen los
cuernos”. Lo cierto es que hay poca gente que haya tenido exclusivamente
experiencias positivas con sus parejas. Unas veces dejamos y otras nos dejan,
así es la vida, el problema es cuando sólo recuerdas los fracasos y les das más
importancia de la que merecen.
Cuando nos dejan, tendemos a pensar que es porque hicimos algo mal o
porque no somos suficiente para esa persona. En el momento en que
empezamos a mandarnos mensajes internos de que no somos suficientemente
atractivas (en cualquier sentido) para nuestra pareja, golpeamos nuestra
autoestima. De las relaciones anteriores debemos aprender, pero nunca asumir
que lo que nos pasó con una pareja sucederá con otra y, sobre todo, que si nos
dejan es porque no somos suficiente. La relación de pareja es cuestión de dos
y, obvio, ambos podrían haber hecho las cosas mejor. Pero volvamos a la
amiga, quizá este tipo de mujer haya tenido mala suerte una vez, pero tras la
ruptura, en vez de empezar desde cero, conserva toda su experiencia y cree
que la siguiente relación también se irá a pique. Al iniciar, debemos ser
conscientes de que estamos con una persona distinta, y, por ello, hay que darle
las mismas oportunidades que al primer hombre con el que salimos.
Cómo detectar que tienes una baja autoestima en tu relación con los
hombres
o Crees que no eres lo suficientemente bonita para tu pareja.
o Piensas que tu pareja se merece a alguien mejor.
o Tienes celos de todas las mujeres.
o Haces cosas que no te gustan con tal de complacerlo.
Realiza el siguiente test. Te ayudará a verificar el estado de tu autoestima
general, y el de la de las distintas facetas de tu personalidad. Esto es sólo una
orientación, un psicólogo es quien mejor te puede ayudar a evaluar tu
autoestima.
¿Cómo está mi autoestima?
¿Quieres saber cómo anda tu autoestima, en qué facetas de tu personalidad
es baja y en cuál es alta?
Elige una sola opción, la que mejor refleje tu forma de pensar respecto de cada
pregunta.
1. Eres invitada a una fiesta fresa y tienes que ir por compromiso. Entras y
te sientas en una mesa donde te descubres rodeada de modelos. Todos
te miran con insistencia. ¿Qué piensas?
a) Seguro me miran porque soy la feíta de la mesa.
b) Me pusieron en la mesa de los guapos, ¡soy la envidia de la fiesta!
c) Menos mal que no soy tan alta como estas mujeres, no podría llevar
tacones.
2. Ves a alguien del sexo opuesto, es muy atractivo y te gusta. ¿Qué
piensas?
a) No vale la pena acercarme. No se fijará en mí, mis amigas son más
bonitas y yo tengo un grano en la nariz.
b) Me pregunto cuáles serán sus aficiones, para así tener algo
interesante que decirle.
c) En cuanto me acerque, seguro iniciamos una buena conversación; el
resto será más fácil.
3. Tu pareja te deja y te dice que ya no te ama...¿En qué piensas?
a) Lo hizo porque no soy suficiente para él. Nunca encontraré a alguien
que me ame.
b) Me entristece que terminara nuestra relación, pero hay que seguir
adelante.
c) A la larga, él se la pierde.
4. Has reprobado un examen. ¿Qué piensas?
a) No sirvo para nada.
b) Debí estudiar más.
c) Qué mala suerte, no me preguntaron lo que sabía.
5. Tienes una entrevista de trabajo y, tras el proceso de selección, te dicen:
“Lo sentimos mucho pero el puesto ya fue ocupado”. ¿Qué piensas?
a) Sabía que no obtendría el puesto, no soy lo suficientemente
inteligente.
b) Soy inteligente, quizá mi perfil no se adaptó a las características del
puesto. Debo intentarlo más en otras compañías.
c) No saben la oportunidad que perdieron al no contratarme.
6. Estás en una comida familiar, todos en la mesa hablan a la vez. Tu papá
quiere decir algo, te mira y te pide guardar silencio. ¿Qué dices?
a) Siempre me callan a mí, no al resto.
b) ¿Por qué me callas a mí papá? Todos estábamos hablando.
c) Yo estaba hablando antes que tú, ¿me dejarías terminar?
7. En una fiesta, un amigo de la familia te pregunta si quieres participar en
un concurso de baile. Te encanta la idea, pero tu madre, quien escuchó,
interviene: “Su hermana mayor tiene mejor ritmo”. ¿Qué haces?
a) Dices: “Sí, soy muy torpe, mejor invita a mi hermana”.
b) Aceptas y dices entre risas: “Tomaré clases para mejorar los pasos de
baile”.
c) Piensas: “Siempre supe que alguien vería mi talento oculto, seguro
que podemos ganar el concurso”.
8. Estás en una reunión con amigos, uno saca un juego de mesa en el que
se mide la inteligencia. ¿Qué piensas?
a) ¡Oh, no!, no acertaré ninguna respuesta, todos sabrán lo tonta que
soy.
b) Soy mala para los conocimientos de memoria, pero al menos
aprenderé un poco.
c) Seguro que sé la mayoría de las respuestas.
9. Estás en una boda familiar. El padre del novio pide que alguien baile con
él, te mira y te señala. Tu acompañante dice: “Ni se te ocurra, con lo mal
que bailas”. ¿Qué piensas?
a) Tiene razón, mejor no hacer el ridículo, soy pésima bailando.
b) Me levanto a bailar para que no piense que lo rechazo.
c) Quizá aprenda algo de baile; esto es una fiesta, al menos la pasaré
bien.
10.Amas a tu novio con locura, pero él llegó una hora tarde a la cita.
Cuando le preguntas la razón dice que no quiere dar explicaciones y que
si insistes se marcha. ¿Qué haces?
a) No le dices nada y cambias de conversación, lo último que quieres es
que se vaya.
b) Le preguntas: “¿Cómo te sentirías si yo te respondiera de la misma
forma?”
c) Le dices: “Me debes una explicación por llegar tarde, no te mereces
estar conmigo y te vas”.
11. Tu novio te confiesa que te fue
infiel. Dice que se arrepiente y que te
ama sólo a ti. ¿Qué haces?
a) Nada, esperabas que te fuera
infiel, hay mujeres mejores que tú
para él.
b) Dudas, te preguntas qué pasó
para que te fuera infiel. Como está
arrepentido, si lo puedes perdonar
podría volver a funcionar la relación.
Necesitas pensar antes de tomar una
decisión.
c) Terminas con él, a ti nadie te pone
los cuernos. No te merece.
12. Tienes cinco kilos de más, un
poco de pancita y has quedado con
tus amigas y amigos en ir a
Acapulco. Deberás ponerte traje de baño. ¿Qué haces?
a) Les dices que no quieres ir para evitar que te vean en traje de baño.
b) Te compras un pareo, te lo pones a la cintura para que resalte tus curvas, tu
pecho y disimule la pancita.
c) Te pones un bikini con tanga, nada evitará que tengas un bronceado intenso.
Cómo analizar la puntuación
Antes de seguir, recuerda que este test es una ayuda para que identifiques
algunas áreas a reforzar; aquí no se incluyen todas.
Respuestas
• Si respondes a, añade un punto (corresponde a una autoestima baja en esta
faceta).
• Si respondes b, añade 2 puntos (corresponde a una autoestima adecuada).
• Si respondes c, añade 3 puntos (corresponde a una autoestima demasiado
alta).
Ahora vas a evaluar cómo estás en cada una de estas facetas.
Si de las 3 preguntas por cada faceta puntúas de 3 a 5 puntos, tu autoestima
es baja. Si puntúas de 6 a 7, tu autoestima es adecuada. Y si te da una
puntuación de 8 a 9, tu autoestima en esta faceta puede ser demasiado alta y
te puedes confiar.
Cuando acabes de contar los puntos, pon una X en la categoría donde hayas
quedado, así podrás ver qué áreas de tu autoestima están más bajas. Si en la
mayoría de ellas es baja, o muy alta, plantéate ir al psicólogo.
Lo que no debes olvidar de la autoestima
o Conócete a ti misma, identifica tus cualidades y defectos. Analízalos y
observa cómo puedes fortalecer a las primeras y mejorar los segundos,
pero no busques la perfección.
o Nunca predigas resultados negativos, ni creas que no eres lo
suficientemente buena para algo.
o Cada vez que intentes algo, repite: “Puedo hacerlo, aquellas cosas que sé
hacer me ayudarán a sobresalir del resto, y lo que aún no sé lo aprenderé.”
o Soy un ser único, no soy perfecta y sé que necesito aprender a identificar
aquellas áreas en las que puedo mejorar.
o No minimices los halagos ni magnifiques las críticas.
o Recuerda que eres irrepetible, así que quiérete mucho; si no lo haces,
nadie lo hará.
Bibliografía
Libro: Pregúntale a Silvia...Los secretos de Eva.
Silvia Olmedo
Editorial Aguilar
México, 2009
Págs. 44 – 60
Yo me acepto tal como soy
Escrito por: Shoshan
Para aprender a amar a los demás empecé
por amarme a mí misma, a aceptar que soy
como soy, y a confiar que mis decisiones son
las correctas.
Para ello me apoyo en mis aciertos, acepto el amor que se me da y acepto las
críticas, porque soy una mujer dispuesta a estar en este mundo y a aprender a
vivir en él, estoy aquí por alguna razón y trato de ser coherente con mis propias
ideas y convicciones.
Mi corazón late cada día, y al abrir mis ojos sé que estoy viva para poder
disfrutar de todas las cosas que el mundo me ofrece, y que en recompensa yo
también doy todo de mí para que otras personas tomen confianza en si mismas
y lleguen tan lejos como yo he llegado.
Aceptarnos como somos involucra todo: la mente y cuerpo sin importar nuestro
aspecto, y es que sólo se crece aceptándonos como personas. Cuando nos
complace vernos en un espejo y vernos tan felices desde nuestro interior,
porque allí nace lo que proyectamos al mundo.
Debo pensar que toda la creación está hecha para disfrutarla, así me dejaré
llevar por las maravillas, porque yo me merezco lo mejor, incluso acepto los
rechazos que antes tan mal me hacían. Ahora los veo y reflexiono acerca de
ellos, porque puede haber algo de verdad en lo que se nos critica, y si soy
capaz de no ofenderme, escuchar y reflexionar sobre los rechazos que sufro es
por la gran confianza que tengo en mí misma: soy única, valiosa y me amo
como tal.
Si esperamos a ser perfectas para amarnos a nosotras mismos, perderemos la
vida entera. Ya somos perfectas, aquí y ahora.
No quiero grandezas, no espero mucho y tampoco espero nada, no soy tan
buena ni tampoco tan mala, soy única. Con el tiempo se aprende que sólo
queriéndonos a nosotras mismas somos perfectas a los ojos de cualquier
persona.
¡Me gusto!
A lo largo de la vida se pasa por muchas etapas, y por cada una de ellas caí y
aprendí; sea cual sea el papel que debo desempeñar, siempre lo haré con la
mejor voluntad y amor que nace desde mi interior. Hay que estar felices de
quienes somos, no necesitamos compararnos con nadie, no estoy en esta vida
para vivir amargada por no tener lo que otros tienen, soy feliz como soy, no
tengo que enfermar de agobio por ser mejor, porque así tal como soy me gusto,
para mí soy perfecta, debemos tener una mente así, tener mente ganadora.
Todo lo que necesito es amarme hoy más que ayer y tratarme a mí misma
como a un ser profundamente amada. Al ser querida por mí misma, floreceré
con una belleza que apenas puedo comenzar a vislumbrar, soy y seré mi mejor
amiga.
Me acepto tal cual soy
El amor es el alimento que necesitamos los seres humanos para realizar
nuestra grandeza.
Al aprender a amarme más a mí misma, aprendo a amar más a todo el mundo.
Juntas aprendamos a ver el mundo con más amor. Será un mundo de
personas sanas de espíritu en el que ayudaremos a que el mundo sea mucho
mejor, porque nosotras ya lo seremos…
Y así es y será, si empiezas amarte y que tu boca diga cada mañana:
Me amo tal como soy,me gusta todo lo que hagoy si a alguien no le agrada
yo no voy a renunciar a lo que ya soy:UNA MUJER SEGURA.
Un cuento de autoestima
Un joven concurrió a un sabio en busca de
ayuda.
- Vengo, maestro, porque me siento tan poca
cosa que no tengo fuerzas para hacer nada.
Me dicen que no sirvo, que no hago nada
bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar maestro?.
¿Qué puedo hacer para que me valoren más?
El maestro, sin mirarlo, le dijo:
- ¡Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mis
propios problemas. Quizás después… Si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría
resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.
- E… encantado, maestro -titubeó el joven pero sintió que otra vez era
desvalorizado y sus necesidades postergadas-.
- Bien -asintió el maestro-. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño
de la mano izquierda y dándoselo al muchacho agregó: Toma el caballo que
está allí afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo para pagar
una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no
aceptes menos de una moneda de oro. Vete y regresa con esa moneda lo más
rápido que puedas.
El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los
mercaderes. Estos lo miraban con algún interés hasta que el joven decía lo que
pretendía por el anillo. Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos
reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para
tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para
entregarla a cambio de un anillo.
En afán de ayudar, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de
cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda
de oro, así que rechazó la oferta.
Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado -más
de cien personas- y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó.
¡Cuánto hubiese deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro! Podría
habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir
entonces su consejo y su ayuda.
- Maestro -dijo- lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás
pudiera conseguir 2 ó 3 monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar
a nadie respecto del verdadero valor del anillo.
- ¡Qué importante lo que dijiste, joven amigo! -contestó sonriente el maestro-.
Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al
joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo?. Dile que quisieras vender el anillo y
pregúntale cuánto da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas.
Vuelve aquí con mi anillo.
El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró
con su lupa, lo pesó y luego le dijo:
- Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más
que 58 monedas de oro por su anillo.
- ¿¿¿¿58 monedas???? -exclamó el joven-.
- Sí, -replicó el joyero-. Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca
de 70 monedas, pero no sé… Si la venta es urgente…
El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.
- Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo-. Tú eres como este anillo:
una joya única y valiosa. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un
experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu
verdadero valor?
Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano
izquierda.
Frases cortas para subir la autoestima
Todas las mujeres necesitamos
comprensión, queremos que nos escuchen o
que por lo menos nos hagan sentir que
valemos mucho, ya que hay días difíciles para
todos, nosotras nos podemos subir la
autoestima, si tan sólo todos los días nos
decimos una frase mientras nos miramos en
el espejo, creando un vinculo especial entre tu ser interior y tú.
Así te podrás subir la autoestima, sin que nadie te haga cambiar de opinión, te
puedas querer mucho más, te diré algunas frases que te ayudara a fortalecer
este vinculo entre tu ser interior y tú.
o Mírate a ti misma viviendo en un cuerpo nuevo. Esperanza =recuperación.
Felicidad = bioquímica afortunada.
o Nadie más puede pensar o sentir por ti, eres tú, únicamente tú.
o Nosotros somos los creadores de nuestro universo.
o Respétate sanamente a ti misma.
o Busca la sensación interna de júbilo y paz y entonces todas las cosas
aparecen afuera.
o Fija una meta tan grande que si la lograras, explotaría tu mente.
o Cuando tienes un pensamiento inspirado, debes confiar en él y actuar
sobre eso.
Estas frases te ayudaran a subir la autoestima, en compañía de una música de
relajación dedícate tiempo y piensa en ti, en lo grande que puedes ser si te
dedicas a ver más por ti, y vas a ver que todo va a cambiar alrededor tuyo.
Subirte la autoestima no solo te beneficia a ti, si no a los que te rodeando,
porque te verán más alegre, con ganas de vivir la vida y se lo contagiaras a tus
seres queridos.
El secreto de una mujer
segura
En los años que he dedicado al análisis del
comportamiento humano he descubierto que
no existen personas que sean completamente
inseguras en todos los ámbitos, ya que cada
individuo tiene habilidades que domina a la
perfección; sin embargo, siempre contamos con un “lado "flaco”, una
parte de la que “cojeamos”, es decir, algo que nos hace sentir poco
seguras de sí mismas en alguna faceta. Por eso inventamos excusas. Por
ejemplo, hay quienes son expertos para ahorrar y manejar el dinero, pero
a la hora de relacionarse con otras personas son incapaces para abrirse
al amor porque se sienten simplemente incompetentes, entonces su
refugio generalmente es el trabajo y es ahí donde vierten toda su
capacidad y se vuelven expertos.
Por otro lado, están los que dominan su apariencia física, comen
saludablemente, hacen ejercicio todos los días y poseen un cuerpo escultural,
pero tu lenguaje no verbal abarca el 93% del mensaje que emites terreno
laboral suelen sentirse inútiles, son incapaces de dirigir a un grupo de
personas, o de darle seguimiento a proyectos de envergadura, incluso no
pueden conservar un empleo ¡ni siquiera por más de un mes!
Mi objetivo en este capítulo es ayudarte a incrementar tu grado de seguridad y
reforzar aquellas áreas de tu vida donde sientas que no tienes control. Las
finanzas, la salud, la profesión y las relaciones personales son los campos en
que la mayoría de las personas tienen su “lado " aco”.
Independientemente de cuan exitosa, adinerada y hermosa puedas ser,
siempre habrá espacio para sentirte más segura de ti misma. Como siempre he
dicho: “La seguridad es como el dinero, mientras más tengas ¡mejor te ves!”
¿Qué dices con tu cuerpo?
Muchos creen que para sentirse seguros deben depender únicamente de su
capacidad intelectual y olvidan que la seguridad en sí misma es una
combinación tanto mental como corporal. Tu personalidad se revela
mediante tus gestos, expresiones faciales y postura, no sólo por medio de tus
palabras. Tu lenguaje corporal puede hablar más de ti que tus palabras o tu
silencio.
Si piensas que para causar una buena impresión es importante hablar con
soltura y articuladamente, estás equivocada. Hay investigaciones que muestran
que cuando conoces a alguien y entablas una conversación, bien sea una
entrevista de trabajo o una cita amorosa, afectas a la otra persona por tres
medios: 1) lenguaje corporal, 2) tono de voz y 3) palabras. Lo sorprendente de
estos estudios es que tus palabras impresionan a la otra persona únicamente
un 7%, mientras que tu tono de voz lo hace en un 38% y tu lenguaje corporal
influye el ¡55%! Tu lenguaje no verbal abarca el 93% del mensaje que emites.
Es decir, tu manera de vestir, tu peinado, los accesorios que utilizas, la forma
en que te maquillas y el perfume que usas son formas de comunicación
poderosas. La manera como manejas tu cuerpo también transmite un mensaje.
Por ejemplo, el contacto visual, aclarar tu garganta, rascarte la nariz, cruzar tus
piernas o brazos, taconear o la velocidad con la que caminas, influye en la
forma en que otros te perciben y la manera como te tratan.
A continuación, voy a describir un lenguaje corporal que te hará proyectarte con
una seguridad apabullante, y aunque seas una persona insegura, siguiendo
estos cinco pasos lucirás con audacia y firmeza.
Paso 1) Espalda derecha: Camina con el dorso derecho y los hombros hacia
atrás. Una espina dorsal recta envía el mensaje de que eres valiente y
poderoso, por eso, los militares siempre hacen su saludo muy derechitos. ¿Te
imaginas a un soldado saludando con la espalda encorvada y los hombros
caídos? Denotaría debilidad y cobardía. ¿Quién tendría miedo de enfrentarlo?
Piensa por un momento en los héroes como Superman y la Mujer Maravilla, tan
sólo su postura envía un mensaje de poderío. Te propongo intentar lo
siguiente: Baja la cabeza, encoge tus hombros y Tu lenguaje corporal puede
hablar más de ti que tus palabras o tu silencio arquea tu espalda, entonces
observa cómo te sientes, ¿llena de seguridad?, ¡claro que no!, puesto que ése
es el lenguaje corporal de una persona insegura o deprimida.
Ahora, sugiero que hagas algo diferente: Endereza la espalda, echa los
hombros hacia atrás y súbelos, sume el estómago, in" a el pecho, sube la
cabeza y mira hacia el frente: ¿Te sientes poderosa?, ¡indudablemente esta
nueva posición te hizo sentir más fuerte y segura de ti misma!
Paso 2) Acércate: Cuando conozcas a alguien, inclínate hacia la persona.
Esto demuestra que tu energía se expande hacia ella. Quizás pienses que es
un poco agresivo, pero es mejor ser afirmativa que defensiva o tímida. Según
las reglas de etiqueta, debes guardar un espacio de dos pies de distancia
(aproximadamente 60 centímetros) o el largo de tu brazo extendido, entre tú y
otro individuo.
No obstante, yo no sigo esa regla, pues pienso que en ese trayecto tan largo
cabe un enorme bloque de hielo que no me deja sentir el calor del ser humano
con el que estoy hablando. Tampoco estoy diciendo que te acerques tanto que
vayas a invadir el espacio de otros. Mi sugerencia es que no tengas miedo de
aproximarte y enviar un mensaje de disposición y amistad. Al cabo que si te
arrimas demasiado, te darás cuenta rápidamente porque la otra persona
comenzará a inclinarse hacia atrás, alertándote de tu intensa proximidad.
Paso 3) Establece un contacto visual: Cuando esquivas la vista emites la
señal de que estás ocultando algo. Mientras que alejar tu mirada, envías el
mensaje de que no tienes miedo, eres leal y se puede confiar en ti. Si tienes
algún temor para hacer contacto visual no importa, ¡inténtalo! Quizás te sientas
incómoda al principio. En este caso lo que debes hacer es mantener tu vista en
la parte superior de la cara del otro individuo. En otras palabras, mira las cejas,
después la frente, luego los ojos, posteriormente la nariz y vuelve nuevamente
a los ojos. Enfoca tu mirada en los alrededores de los ojos de la persona con
quien estás interactuando. Todo el mundo quiere sentirse importante y la forma
más genuina de darle a entender a alguien que es valioso para ti, es mirarlo
fijamente a los ojos. De ninguna manera se te ocurra mirar al suelo, a los lados,
¡y mucho menos hacia arriba! En mis años como conferencista, he tenido la
virtud de siempre poder conectarme profundamente con mi audiencia. Por eso
muchas personas que aspiran a ser oradores como yo, me han preguntado:
¿Cuál es tu secreto para ganarte al público y hacer una presentación exitosa?
Y siempre doy tres respuestas:
1) Hacer contacto visual con tu audiencia.
2) Hacer contacto visual con tu audiencia.
3) Hacer contacto visual con tu audiencia.
Quien aplica estas reglas en un escenario y fuera de él, sin duda que será
bendecido con mucha popularidad.
Paso 4) Un saludo de mano firme: Esto no significa que cuando conozcas a
alguien Al sonreír, no sólo lucirás más confiada, sino que irremediablemente te
verás hechizante vayas a exprimirle la mano, pero asegúrate de presionarla
con firmeza. Hay personas introvertidas que cometen el error de extender su
mano con la misma firmeza de un fetuccini hervido y dejan que otro sea quien
tome la iniciativa del apretón. Todos tenemos un ritmo interior y una
oportunidad para compartirlo es con un saludo de mano.
Quizás eres una persona encantadora e inteligente pero un primer contacto
equivocado puede enviar el mensaje de que eres tímida, insegura y poco
amigable. Por ejemplo: dar la mano con solidez deja saber que eres segura y
amistosa. Y si lo haces mirando a los ojos, puedes causar una impresión
maravillosa.
Pero ten cuidado, a la tierra que fueres haz lo que vieres, es decir, considera
que no en todas las culturas las costumbres son las mismas; por ejemplo, en
Japón el contacto físico al saludarse no es bien visto: allá nunca se toma la
mano de una persona para saludarla, por lo tanto inclinarse hacia delante y
bajar la cabeza, poniendo las manos juntas, es la forma adecuada para
expresar un saludo afectuoso. Por otro lado, en algunas culturas del medio
oriente es muy común entre dos caballeros, que no tienen ningún parentesco,
saludarse de beso en la mejilla, algo que en la cultura hispana ¡crearía un gran
chisme!
Paso 5) Sonríe: Éste es el paso más importante para demostrar que eres una
mujer segura de sí misma. Aunque no siguieras los cuatro pasos anteriores,
pero aplicaras éste, harías una enorme diferencia en tu vida.
Hay estudios que confirman que los individuos sonrientes son más saludables,
viven más tiempo y atraen a más personas. Una sonrisa invita a que otros se
acerquen a ti. Los expertos confirman que los que son seguros de sí mismos
sonríen más que los inseguros. Al sonreír, no sólo lucirás más confiada, sino
que irremediablemente te verás hechizante. Si no me crees, te reto a que hoy
mismo te dediques a estudiar escrupulosamente a todas las damas que
muestren una sonrisa. Obsérvalas en la televisión, las revistas, en el trabajo o
en la calle. Te aseguro que después de observar detenidamente a esas
sonrientes féminas, no podrás encontrar a ni siquiera una mujer “fea”. Como
decía mi tía, los ojos son la ventana de tu alma y la sonrisa es la puerta de tu
corazón.
Quizás no estás acostumbrada a aplicar los pasos explicados anteriormente.
Al principio tendrás que pensar antes de ponerlos en acción, pero mientras más
los practiques, más te acostumbrarás.
Aunque tu lenguaje corporal ayudará a proyectarte con más seguridad, ¡la
verdadera, seguridad en sí misma viene de adentro! Durante una encuesta que
realicé a más de 500 mujeres les pregunté: ¿Te consideras una mujer segura
de sí misma? Y resultó que dos de cada tres damas me confesaron que se
sentían inseguras. Este estudio demostró que casi el 70% de las mujeres
experimentan algún tipo de inseguridad. Y de las que manifestaron sentirse
seguras, la mayoría dijo sentirlo cuando desempeñaban algo que sabían hacer
bien o realizaban actividades en las cuales tenían experiencia. Una de las
entrevistadas fue Janet, abogada de voz firme e ideas claras, que a la fecha
proyecta una seguridad arrolladora. Ella es fuerte testimonio de una “mujer sin
límite” en el campo profesional. Sin embargo, en su vida amorosa es cohibida,
insegura y teme expresar sus sentimientos. Al no sentirse confiada en el amor,
enfoca todas sus energías en su carrera, donde se siente muy segura de si
misma. Ciertamente, al igual que Janet, eres segura cuando efectúas una
actividad que estás acostumbrada a realizar porque sabes que puedes
desempeñarla con propiedad. Por ejemplo, si en tu trabajo tienes la seguridad
de ser tremenda vendedora y puedes hablar con tus clientes, explicar bien el
producto y convencerlos de que te lo compren, entonces ¡como vendedora te
sientes muy segura! O tal vez tienes la confianza de que eres una buena
madre, porque puedes dar todo el amor que tus hijos necesitan, sabes
educarlos bien y hacer que se sientan Casi el 70% de las mujeres experimenta
algún tipo de inseguridad protegidos, por lo tanto, ¡como madre te sientes muy
segura! De hecho, puedo apostar que existe algún área de tu vida en la cual la
seguridad no te falta; por ejemplo, puedes ser una experta decorando,
cocinando, bailando o incluso haciendo el amor.
Con esto quiero hacerte comprender que alguna virtud debes tener y ésa la
dominas a las mil maravillas, como en las siguientes declaraciones: “Sofía es
buenísima para bailar, Angie es buenísima para preparar cenas y Gloria dice
que es buenísima amante”. El problema de basar tu seguridad únicamente en
los campos que dominas, léase sólo en donde eres buenísima, es que estarás
limitada cuando tengas que enfrentar situaciones en las que no tienes
experiencia y no te resultan familiares, como buscar un nuevo trabajo, aprender
otro idioma o conocer un nuevo amor. En pocas palabras cuando dices: “Es
que para eso soy malísima”. Entonces: ¿Cómo confiar en ti cuando te
encuentras en territorio desconocido? ¿Cómo recobrar la seguridad que algún
día poseías?
Cuando naciste, viniste al mundo sin ninguna inseguridad, pero en tanto vas
creciendo pasas por experiencias que van desvaneciendo tu seguridad. Quizás
la perdiste a causa de un desengaño, un fracaso o una frustración. O tal vez
padeciste una enfermedad, sufriste un accidente o tal vez perdiste a alguien o
algo.
Hay tres palabras que te ayudarán a establecer un nuevo camino hacia tu
propia confianza: deseo, disposición y compromiso. Hay quienes piensan que
una mujer segura de sí misma es la que tiene la habilidad de hacer algo muy
bien y en un área que desconoce no tiene miedo para actuar. Pero la
verdadera seguridad no tiene nada que ver con lo que puedes o no hacer bien,
ni con los logros que puedas alcanzar. Tampoco se relaciona con las
situaciones externas de tu vida. Seguridad es una forma de pensar, una actitud
y un sentimiento que genera un sistema de creencias, donde no importa el reto
que enfrentes, tú confías en que puedes manejarlo y para ello estás dispuesta
a preguntar, a investigar, a pedir apoyo, a leer un libro, a tomar una clase, a
dedicar el tiempo, a consagrarte y a hacer todo lo necesario para conseguir lo
que deseas. En este momento que lees mis palabras, seguramente tienes el
deseo de tomar una decisión o hacer un cambio en tu vida que llevas
posponiendo. El sólo hecho de tener el deseo significa que ya estás en la ruta
que te conduce a tu meta. Y la disposición a intentar, te da el impulso para
comenzar. La razón por la que no has estado dispuesta a actuar es porque te
refugiaste en tus excusas, como ya lo analizamos en el capítulo anterior. Por lo
tanto, lo que incrementará tu nivel de seguridad es hacer un compromiso y
tomar medidas que te encaminen a tu meta. El problema es que estás
esperando a sentirte segura para ponerte en marcha. ¿Pero sabes qué?,
trabaja de la forma opuesta, primero da el paso y por ende la seguridad que
tanto anhelas empieza a llegar. Esperar, esperar y esperar ¡no te va dar más
seguridad!, de hecho, mientras más Seguridad es una forma de pensar, una
actitud y un sentimiento donde no importa el reto que enfrentes, tú confías en
que puedes manejarlo esperes para lanzarte, más insegura te vas a sentir, y
menos deseos tendrás de hacerlo. Lo único que elevará tu con! anza es
¡actuar! Insisto en esto porque conozco a muchas mujeres que saben lo que
desean, pero están esperando a tener la certeza de poder lograrlo para
entonces empezar. Esto lo ilustra Marta, una joven que me llamó a mi
programa de radio:
—Tengo el deseo de abrir mi propio restaurante —dijo emocionada.
— ¿Qué esperas para comenzar? —le pregunté.
—Imagínate, tengo que conseguir el dinero, el local, las recetas y patentar el
nombre del negocio... ¡son muchas cosas! —Expresó confundida—, María, lo
que pasa es que me siento insegura y no sé por dónde empezar —confesó
compungida.
—Pero Marta, ¡Quieres quitarte los zapatos antes de llegar al río! Si esperas a
tener el lugar, el dinero, los clientes, el letrero y los tomates picados para abrir
tu restaurante, ¡tus nietos serán los meseros! —dije jocosamente—. A ti lo que
te falta es comprometerte, eso te hará superar el miedo! Al igual que Marta, tal
vez tienes claro tu deseo, que puede ser emprender tu propio negocio, bajar de
peso, dejar un mal hábito, volver a la escuela, cambiar de empleo o quizás
dejar una relación que no te conviene. Pero cuando te enfocas en el logro final,
te das cuenta de todo lo que implica y es cuando la inseguridad se prende
como una luz roja que te detiene. Entonces te cuestionas: ¿Podré atravesar
ese largo trecho? ¿Tendré la fuerza y persistencia para continuar? ¿Podré
superar los obstáculos que puedan aparecer? ¿Tendré el impulso para llegar al
final? Estas preguntas te hacen dudar y te olvidas de que no debes basar tu
seguridad en si puedes llegar al final del recorrido, sino que tienes que basarla
en que ¡puedes comenzar ese camino!
El sendero inicia con el primer paso, el cual no tiene que ser enorme y
abrumante; un pequeño avance te motivará a tener el impulso para dar el
siguiente paso. Te aseguro que cada acción que tomes hacia tu meta
incrementará tu fe y tu seguridad. Marta se dio cuenta que embarcarse en su
cometido era tan sencillo como escoger el nombre de su negocio; esto sería el
impulso para diseñar el menú y por consiguiente, le daría la seguridad para
continuar la travesía. La clave para subirte a bordo y emprender el viaje hacia
tu sueño es hacer un compromiso. Porque cuando empiezan a llegar los
obstáculos que te pueden sacar de tu sendero, el compromiso te mantiene, no
deja que te rindas y te hace llegar a la meta. Así que todo lo que necesitas es
decir: ¡me comprometo, lo voy a hacer!
Una vez que te comprometes es obligatorio hacer algo más: ¡aprender a
ponerte en primer lugar! Si no lo haces será muy difícil lograr tus metas Esto es
un reto para todas las mujeres porque crecemos pensando que para ser una
buena mujer debemos sacrificarnos por los demás. Y si pones para dar lo
mejor de mí en mi carrera, y con mi familia, es esencial ponerme en primer
lugar sin sentirme culpable tus necesidades en primer lugar te consideran una
egoísta y eres una mala madre, mala esposa o mala hija.
He logrado muchas metas personales y profesionales, porque he puesto mis
prioridades en orden. La persona más importante en mi lista soy yo.
Anteriormente me hubiera sentido culpable de confesarte que mis necesidades
vienen primero que las de otros. Pero me he dado cuenta que para dar lo mejor
de mí en mi carrera, y con mi familia, es esencial ponerme en primer lugar sin
sentirme culpable. ¡Y tú debes hacer lo mismo! Aprovecho para preguntarte:
¿Pones las prioridades de los demás antes que las tuyas? ¿Estás viviendo
para complacer a otros? ¿Inviertes una gran parte de tu tiempo cumpliendo con
necesidades ajenas? Quizá por eso pusiste a un lado tus anhelos y te has
dedicado a cumplir con responsabilidades que supuestamente son “más
importantes” que tus sueños. Como las necesidades de tu pareja, hijos, mamá,
suegra, amiga, mascota y trabajo, para mencionar algunas.
Este concepto de ser “cuidadoras” viene desde tiempos ancestrales, cuando la
mujer estaba encargada de atender la morada y las crías, mientras que al
hombre le tocaba ser expedicionario y salir a cazar para traer la comida.
Aunque han pasado miles de años, no es mucho lo que ha cambiado con
relación a estas costumbres. A mí me criaron con la mentalidad de que a las
damas les tocaba el trabajo del hogar, cuidar de los niños y atender al esposo.
Mientras que el hombre estaba encargado de trabajar fuera de la casa,
mantener la familia y tener éxito profesional. Recuerdo que mi madrina me
decía: “Si quieres disfrutar de las cosas buenas de la vida, ¡mejor es que
busques un tipo con mucho dinero!” Inconscientemente me enviaba el mensaje
de que yo debía vivir a cuenta de un hombre que me proveyera, porque yo no
tenía las capacidades para obtener por mí misma lo que deseara.
Esta antigua creencia hace difícil a muchas mujeres reconocer que pueden ser
independientes. Es cierto que vivimos en un mundo dondeNunca debes creer
que necesitas de alguien para sobrevivir dependemos unos de otros para
coexistir, pero nunca debes creer que necesitas de alguien para sobrevivir. ¡Tú
eres autosuficiente! Lo que sí ha cambiado en estos tiempos es que ahora
hacemos trabajo doble, seguimos cumpliendo con la familia y los quehaceres
del hogar, y a la vez trabajamos fuera de la casa. ¡Y las mamás solteras o sin
apoyo de los padres tienen la carga triple! Con todas las responsabilidades,
estrés, ajetreo y compromisos del diario vivir, se dificulta cada vez más
encontrar tiempo para explorar lo que realmente nos da satisfacción. Para
llegar a sentirte plena y satisfecha es imprescindible que en tu lista de
prioridades seas la número uno. ¿Sabes quién es la persona más importante
en tu vida?, ¿a quién crees que debes consentir? No es tu pareja, ni tus hijos,
ni tu mamá... ¡eres tú! Comienza a dedicar tiempo y energía en las cosas que
te hacen feliz. Toma decisiones basándote en lo que tú quieres y no en lo que
otros desean de ti. ¡Cómprate " ores! ¡Date un masaje! ¡Lee un buen libro!
¡Escucha tu música predilecta! ¡Ve a tu restaurante favorito! ¡Arréglate y cuida
de ti!
Al principio te vas a sentir culpable. Si te sientes incómoda... ¡Hazlo de todas
maneras! Antes de pensar en otros tienes que pensar en ti. Tu familia, amigos,
vecinos, jefe y todos los que te rodean te harán sentir mal cuando no les
dedicas el tiempo que desean. Esto es normal porque están acostumbrados a
que siempre estés disponible. Este hábito es difícil de romper, pero tienes que
dejarlo. Una mujer que olvida sus aspiraciones y sueños, para darle prioridad a
los deseos de otros, no se ama a sí misma. Te garantizo que cuando empieces
a invertir tiempo en ti, te darás cuenta de que tu productividad y creatividad
aumentarán notablemente. Además, te vas a sorprender porque tendrás más
amor y energía disponibles para dar a otros.
Seguridad EmocionalDesde que nacemos comenzamos a transitar un
camino demasiado sinuoso, y muchas veces
frustrante, hacia la seguridad emocional. Cuando
niños, los pilares que la construyen son nuestros
padres, luego incluimos al resto de la familia: tíos,
abuelos, primos; más tarde los maestros, amigos;
y vamos creciendo junto con un mundo emocional
habitado por muchos nombres e historias.
Ya siendo mujeres, seguimos la misma trayectoria, buscando esa seguridad en
el “otro”; y muchas veces por conseguir lo que buscamos; cedemos en
situaciones comprometedoras de nuestra dignidad.
Pero, ¿qué entendemos por Seguridad Emocional? La seguridad o confianza
en uno mismo; la conciencia de nuestra autoeficacia y auto-dignidad.
Creemos que para lograr la “seguridad emocional” debemos comportarnos de
forma sumisa, reservada, introvertida; y le enseñamos a nuestro compañero a
tener el control absoluto de la relación.
“Mi seguridad emocional” depende de tu amor; por eso no digo nada cuando te
enojas; por eso me callo cuando gritas, por eso no pregunto con quién hablas,
por eso me miedo confrontarte.
Estas actitudes, que en apariencia son “inocentes”, nos van restando poder
personal. De una u otra forma, empezamos a “depender” del otro, en sus actos
y dichos; dejamos de ser auténticas por “miedo” a lo que podría suceder.
Creer que “nuestra seguridad emocional” depende del otro, es comprar
sufrimiento. Por un lado le adjudicamos una tarea impresionante a nuestra
pareja, la de suministrarle algo que “no le pertenece”; y por el otro; ponemos en
sus manos todo nuestro poder creador.
“La seguridad emocional” personal está en nuestra manos; dejarla librada al
“hacer del otro” es un grave error que no nos permitirá dejarnos ser.
A veces las familias y la sociedad, nos enseñan pequeñas trampas; a nosotras,
las mujeres. Una de ellas es la de sostener que “si no estás en pareja, no estás
completa”, o “que para estar más segura es mejor estar de novia o casada”.
Esa modalidad de vernos “a medidas” o “débiles o frágiles” nos hace accionar
sin demasiada justicia hacia quienes somos.
La seguridad de ser uno mismo es inherente a nuestro crecimiento personal, y
sólo nos compete a nosotras. Esa seguridad no implica “el control” de las
emociones, sino el conocimiento de ellas. De que seamos capaces de saber
que nos sucede, por qué y para qué; que dejemos de vivir la vida como la
“película de otro”.
Trabajar en nuestro interior, en la pregunta ¿Quién soy? Nos apoyará en el
trabajo de edificar esa seguridad emocional.
Todo va ligado de la autoestima y la aceptación; nada más ni nada menos, que
la justa valoración de quienes somos.
Los seres humanos somos piedras preciosas que habitan el mundo; pero cada
piedra sabe cuál es “su valor”, no hay tasador mejor capacitado que tu mirada
para hacerlo.
8 pensamientos para que te ames más
La estima puede ser cambiada, aquí te damos
8 formas concretas para elevarla. Recuerda
que cada día es una oportunidad para
reinventarla y ser una versión mejorada del
ayer.
Sé más gentil y tolerante contigo misma para que dicho esfuerzo se
refleje en nuevos hábitos que te ayuden a ser un mejor ser humano.
1.- Superación constante. Nadie mejor que tú conoce tus puntos flacos,
analizados y plantéate pequeñas metas para avanzar, verás que conforme
notes cambios, te sentirás mejor contigo misma.
2.- Aceptación. Elimina el afán de ser perfecta y las altas exigencias que solo te
hunden más. La aceptación nos hace libres.
3.- Confía en tu instinto. Cree firmemente en tu capacidad y actúa de acuerdo a
lo que piensas y sientes, no te preocupes por conseguir la aprobación de los
demás, es imposible darle gustos a todos. Haz lo que creas conveniente y
asume tus propias decisiones.
4.- No te compares. Nadie es mejor que tú, por lo regular anhelamos aquello
que nos hace falta, pero ¿sabes qué?, cada una de nosotras tenemos virtudes
y defectos que nos hacen únicas, así que jamás te sientas inferior y agradece
todas tus fortalezas.
5.- Otórgale un lugar a tus logros. Reconoce tus capacidades y los momentos
en los que te hayas sentido exitosa, seguro posees talentos especiales que te
han brindado satisfacciones en algún momento, recuérdalos constantemente
como parte de tu motivación.
6.-Concéntrate en lo bueno. Todos tenemos algo de lo cual sentirnos
orgullosas; aprecia tus dones y dedica tiempo a hacer lo que te gusta. Haz una
lista de recursos que te ayuden a cambiar tu energía cuando las cosas se
pongan densas.
7.- No generalices. No hagas de una experiencia negativa algo general, acepta
que has tenido errores y éstos no tienen por qué marcarte de por vida, por
ejemplo, el que hayas terminado mal con tu pareja, no determina el resto de tus
relaciones, cada situación es distinta y siempre podrás hacerlo mejor.
8.-Sustituye tus pensamientos. Nunca pierdas las ganas de pensar
positivamente, revierte todo lo que está mal o no tiene solución