_________________ www.otsiera.com _________________
Lambert
Hace mucho, mucho tiempo, una cigüeña atolondrada se confundió en el reparto y Lambert, un precioso cachorro de león, acabó en el regazo de una mamá oveja.
A lo mejor el motivo fue otro, pero el caso es que Lambert creció bajo el atento cuidado de mamá oveja, que se sentía muy feliz con su corderito.
Aunque no todos le trataban con el mismo cariño. Sus compañeros de juegos no perdían ocasión para reírse de él. “¡Lambert, el orejudo!”, “¡Lambert, un cordero que no sabe balar!” “¡Qué fea es su lana!” –decían-. Pobre Lambert, ¡qué triste se sentía!
Pero el tiempo lo cambia todo…
Y aquellas ovejitas se convirtieron en robustas ovejas y corderos. Y Lambert… Bueno, Lambert era, evidentemente, ¡un inmenso y magnífico león! Pero como por aquellas tierras nunca nadie había visto un león, seguían pensando que Lambert era un desastre de cordero y no le dejaban en paz con sus estúpidas bromas.
_________________ www.otsiera.com _________________
Una noche, mientras el rebaño dormía plácidamente se acercó un lobo sigiloso.
Sólo Lambert notó su llegada. Aterrorizado, apretó fuerte los ojos para no verlo. Pero ¡ay! ¡El lobo agarró a su madre!
- ¡Laambert! ¡Laaaaaaaambert! ¡Auxilio! –gritaba desesperada-. Sus gritos despertaron a todo el rebaño que huyó despavorido.
Lambert quedó ahí clavado, escuchando impotente los gritos de su madre.
-¡Laaaambert!!!! Hasta que de pronto… Esos gritos…
¡Fue como si un chispazo le estallara dentro incendiándole el corazón, despertando al león que llevaba tan escondido!
_________________ www.otsiera.com _________________
De pronto un feroz y poderoso rugido resonó por todo el valle, dejando al lobo paralizado.
El león se lanzó corriendo contra el lobo que salió volando de un zarpazo!
Lambert había salvado a su madre. Qué feliz se sentía y cómo celebraron todos la hazaña. ¡Ahora le veían con otros ojos! Y desde aquel día, aquél fue el rebaño mejor protegido de todos, pues nunca les faltó la ayuda de Lambert, el león amigo.
_________________ www.otsiera.com _________________
SUGERENCIAS Nos gusta este cuento porque nos habla de reaccionar. Y de descubrir el potencial interior. Lambert no sabe quién es hasta que no pone en juego sus capacidades. Y las pondrá en juego cuando la realidad le interpela y se deja interpelar por ella. Es entonces cuando sale a la superficie aquello de lo que es capaz y que ni siquiera él conocía: su cualidad de león.
− Y nosotros, humanos, ¿cuál será el "potencial humano"? ¿Un rugido poderoso, quizás? ¿Dientes y garras de león? Si no es eso, ¿qué significará "reaccionar"? ¿Cómo se sabe si una persona reacciona? ¿Qué hace?
− Podemos buscar ejemplos de personas a nuestro alrededor que "reaccionan", que no se han tapado los ojos ante lo que sucedía, que no han pasado de largo. Invitamos a los niños y niñas a enumerar aquellas actitudes que consideren que son propias del "potencial humano", las pondremos de relieve.
− ¿Cómo sabemos si estamos desplegando realmente nuestra cualidad humana, nuestra "humanidad"? Si no hacemos nada, si no abrimos los ojos y los oídos a lo que pasa a nuestro alrededor, si no nos implicamos, no lo sabremos nunca. Es lo que nos enseña Lambert.
El cuento también nos habla de las diferentes maneras de ser. Las ovejas son ovejas, aportan lana y leche, viven vida de ovejas. Y los leones, son leones. Sería absurdo medir el valor de cada uno bajo criterios A, B o Z: la diversidad es riqueza. La lectura del cuento puede ser una buena puerta de entrada para generar alguna dinámica que permita poner de relieve el valor de cada uno, el valor de cada niño y niña del grupo. Algunas posibilidades:
− Al azar, a cada alumno le toca el nombre de otro. Tras unos momentos para pensar, escriben en un papel los aspectos positivos y que les gustan de él/ella. A continuación, los papeles se entregan como un regalo y cada alumno le lee al otro, mirándolo, el “tesoro” que ve en él.
− Cada alumno lleva un papel blanco en la espalda y todos van escribiendo aspectos positivos suyos. Después, sentados en círculo, cada uno lee su propio papel.
− El árbol de la amistad. Repartimos papeles en forma de hojas (o las hacen ellos). A cada alumno le tocan dos nombres: dos hojas en las que escribirán cosas positivas de aquellas personas y se las regalarán. Con todas las hojas haremos un árbol. [Adaptación de la actividad de M. Carme Boqué. Guía de la mediación escolar. Rosa Sensat, p. 118]
− Los alumnos se mueven tranquilamente mientras suena la música. Cuando para, miran a la persona que tienen delante y mirándola, destacan algún aspecto positivo de ella.
− En función de la dinámica creada, puede ser un momento valioso para que el maestro/a explicite algún rasgo positivo que destacaría de cada alumno.
En la misma línea, quizás para otro momento, recordemos aquel bello cuento de Bernardo Atxaga, Shola y los leones (Ediciones SM).
_________________ www.otsiera.com _________________