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Facultad de Educación
Escuela de Educación Media
Carrera de Pedagogía en Historia, Geografía y Ciencias Sociales
Informe de lectura
PRINCIPALES ACTORES PRESENTES EN LA CONSTRUCCIÓN DE UN ESPACIO
FREONTERIZO CON CARÁCTERÍSTICAS PROPIAS.
Estudiante: Yennifer Belén Barría Benavides
Profesora: María Teresa Contreras Segura
Curso: Encuentros y desencuentros relaciones
fronterizas
Temuco, 27 de Septiembre de 2013
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INDICE……………………………………………………………………………………….
INTRODUCCIÓN……………………………………………………………………Pág.3
RELACIONES ENTRE EL ELEMENTO MAPUCHE Y ESPAÑOL…………….Pág.5
CONSTRUCCIÓN DEL ESPACIO FRONTERIZO………………………………...Pág.8
Misiones………………………………………………………………………………Pág.11
Parlamentos…………………………………………………………………………..Pág.13
El comercio…………………………………………………………………………...Pág.17
CONCLUSIÓN……………………………………………………………………….Pág.18
BIBLIOGRAFÍA……………………………………………………………………..Pág.20
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INTRODUCCIÓN…………………………………………………………………………
La constitución del espacio fronterizo en la zona de la Araucanía, es un fenómeno que se ha
sido estudiado por diversos autores, desde diversas bases y posturas históricas y
antropológicas.
El espacio fronterizo ha estado definido por la presencia de grupos étnicos los cuales se
han visto propensos a diversos cambios tanto en sus identidades, como en sus estrategias
internas de organización. En base a esta postura y la transformación generada en lo más
profundo de las sociedades que enfrentan la conformación de un espacio fronterizo, es que
este informe tratará por medio de los diversos autores estudiados validar u objetar la
hipótesis siguiente: “la generación en la zona de la Araucanía de las relaciones fronterizas
construyó un espacio fronterizo con características propias”.
Para ello se expondrá de forma sintética los principales posturas de los diversos autores
(Sergio Villalobbos, Holedenis Casanova, Foerster & Vergara, Jose Manuel Zavala y
Sergio Boccara), centrados en las diversas visiones establecidas en sus escritos.
Los objetivos primordiales son el validar u objetar la hipótesis propuesta por medio del
desarrollo sintetizado de la postura de los autores antes señalados. Estas propuestas
respecto a la construcción del espacio fronterizo y las relaciones llevadas a cabo en este,
contribuirán como agente rectificador en la validación u objeción de la hipótesis
anteriormente planteada.
Para poder validar u objetar la hipótesis se tomaran en cuenta los siguientes elementos:
- La caracterización del mapuche y españoles desde los primeros años de la conquista
y los siglos posteriores.
- La construcción de un espacio fronterizo, tomando en cuenta la conceptualización
de este y como se fue desarrollando, a través, de los siglos; además de tomar en
cuenta las relaciones llevadas a cabo entre los elementos participantes (mapuche-
español).
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- Las misiones como elementos participantes en la conformación del espacio
fronterizo y parte fundamental de los procesos de acercamiento (parlamentos) con el
elemento indígena.
- Los Parlamentos como elemento de conformación de un espacio fronterizo
reglamentado.
- El comercio como agente participante del espacio fronterizo.
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RELACIONES ENTRE EL ELEMENTO MAPUCHE Y ESPAÑOL………………….
Desde la llegada del elemento español, las relaciones que se experimentaron con el mundo
indígena a lo largo y ancho del territorio nacional tuvieron un carácter sesgado marcado
más que nada por los estereotipos que mantenían los conquistadores de los “barbaros” que
habitaban el nuevo territorio castellano.
La imagen formada de los aborígenes habitantes del territorio como “indios” se mantuvo
por cimentada por las características propias y bárbaras que mantenían bajo la mirada del
español. Lo expresado por Holdenis Casanova es representativo de la visión presentada en
la época:
“Indio…esa fue, pues la primera imagen que Europa tuvo de los hombres que vivían en
estas tierras. No fue una realidad objetiva, sino una construcción mental, una invención
interesada que permitió organizar la sociedad en forma dual, en la que unos debían servir
y enriquecer a los otros. A partir de esa imagen, funcional al orden colonial, se generó una
serie interminable de otras, producidas y transmitidas por los principales protagonistas y
testigos presenciales del proceso secular de ocupación. No faltaron, sin embargo, las
reinterpretaciones, la imagen de la imagen, aquellas que sin mediar la experiencia directa,
fueron creadas desde un escritorio por algún distante intelectual europeo”. (Casanova G.,
Holdenis, 1996:41-82).
Esta visión de los habitantes del territorio se generó desde que Cristóbal Colón peso el
territorio americano y comenzó a realizar escritos acerca de su visión de los aborígenes
antillanos.
Por su parte la imagen creada de los mapuche en el territorio nacional y principalmente en
el territorio al sur del río Biobío, se centraba principalmente en alabar características que
estos mantenían como el entusiasmo, la capacidad física, habilidad y experiencia militar, la
audacia y valentía que estos mantenían durante la batalla. Todas estas alabanzas vinieron
principalmente de la mano de Pedro de Valdivia. Esta visión se obtuvo de lo acaecido en
las batallas llevadas a cabo desde 1550 y que se extendieron por más de un siglo. Respecto
a esto Casanova señala:
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“Ya en la Araucanía, a la que Valdivia denominó tierra de guerra, describió las armas
ofensivas y defensivas de los mapuche y terminó expresando que eran ‘la gente más lucida
y bien dispuesta de indios que se ha visto en estas partes’.
No menos elogioso fue el militar burgalés Gerónimo de Bibar, quien llegó a expresar que
los habitantes de Arauco estaban ’en los grados y alturas de nuestra España’ por ‘los
ardides que tienen en su guerra y orden y manera de pelear’. Demás conocida es la
importancia que concedió Alonso de Ercilla los adversarios de la hueste hispánica [….]
destacó particularmente su arte y disciplina militar […] alabó con entusiasmo las
características físicas y morales de los mapuche: agiles, robustos, bien formados, sufridos,
valientes, altivos e incondicionales defensores de su tierra y su libertad.” (Casanova G.,
Holdenis, 1996:41-82).
Esta visión era avalada por un estado de guerra permanente durante algún tiempo, lo que se
contrapuso claramente a la realidad acaecida en los demás parajes de América donde
culturas mucho más desarrolladas y prosperas económica y políticamente, se derrumbaron
ante el yugo español. Claro la visión favorable y elogiable de los mapuche fue
contrarrestada cuando los mismos españoles comenzaron a encontrar diversas y nuevas
explicaciones acerca de la mantención de la guerra. En este aspecto Villalobos plantea
(referido a los enfrentamientos llevados a cabo hasta 1883):
“Según el concepto corriente […] en aquel largo periodo la guerra se habría mantenido
fieramente, sin que el araucano cejase en su rebeldía, hasta que agotado su esfuerzo, no
habría podido resistir el empuje final de las armas de la república”. (Villalobos, Sergio
1982: 11-64)
Desde esta perspectiva, el elemento mapuche paso de ser alabado por los conquistadores y
ya en esa época colonizadores, a ser en pocas palabras estereotipado como un “indio
belicoso”. Se reafirmó el concepto de “bárbaro”, concepto que se mantuvo en medio de las
relaciones hispano indígenas. Las visiones de los indígenas de bestiales, poco confiables
mentirosos y traicioneros, son hasta el día de hoy un estereotipo generado por el elemento
español:
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“Barbaros, irracionales, indómitos, quienes así visualizaron al mapuche, dejaron la
imagen de un sujeto irracional, o con muy poca razón, con el cual solo cabía entenderse a
través de la fuerza militar. Esos conceptos sirvieron para justificar acciones de extrema
violencia como la guerra total y la esclavitud, especialmente fomentadas por intereses
particulares y regionales.”
“Gente sin gobierno, sin rey, sin Dios ni religión. Estos rasgos se repitieron
constantemente en los documentos coloniales […] hombres sin orden, incultos, atrasados,
infieles, en suma, seres inferiores, carentes de normas civilizadas de vida. Así se resaltaba
el abismo cultural que separaba la barbarie indígena del civilizado y cristiano mundo
hispánico” (Casanova G., Holdenis, 1996:41-82).
Según lo expresado por Casanova, los mapuche eran siempre mirados desde el perfil de la
cultura dominante por los españoles, es decir, como seres que debían ser a culturizados y
este elemento era lo que justificaba la acción colonizadora dentro del territorio.
“Avanzado el tiempo, los españoles encontraron nuevas explicaciones a la guerra
mapuche: oposición a la autoridad real, rechazo a la tarea evangelizadora, venganza por
los agravios y castigos, resistencia a la servidumbre, voluntad de traición o veleidad,
perversas sugestiones del demonio, etc.” (Casanova G., Holdenis, 1996:41-82).
La idea de que el mapuche se resistiera al proceso de aculturación, representaba un gran
problema para los españoles, pues reactivaba el clima belicoso en el territorio, el cual se
mantendría mientras los grupos rebeldes continuaran rechazando las nuevas doctrinas que
se les querían implementar. Sin embargo como señala Boccara (2009), el proyecto de
dominación nunca fue abandonado por España, quienes lo rearticularon permanentemente
por medio de tecnologías, tácticas y estrategias diversas.
Las formas de aculturación se dieron dentro de diversos ámbitos sociales, económicos y
políticos dentro del espacio mediante el cual se generaba la comunicación constante entre el
elemento mapuche y el elemento hispano- criollo, la frontera.
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CONSTRUCCIÓN DEL ESPACIO FRONTERIZO…………………………………….......
La construcción del espacio fronterizo, adquiere un sentido mediante la puesta en marcha
de relaciones entre los actores predominantes en el espacio antes dicho. Se genera como un
“pacto “colonial realizado aproximadamente en los siglos XVII y XVIII entre los actores
preponderantes en el espacio fronterizo como fueron la corona española y los nativos. Esto
se contrapone a lo expuesto por Sergio Villalobos dentro de sus teorías y enfoques de las
relaciones fronteriza. Si bien el autor ha validado la conformación de un mundo fronterizo
y sus investigaciones han servido como bases de muchas investigaciones históricas. Su
visión acerca de este tema se refleja en sus escritos:
“La frontera de esta parte del continente debe ser entendida, en consecuencia, como áreas
donde al impulso de la expansión europea se han presentado fuertes desniveles culturales y
económicos identificados con dominadores y dominados.” (Villalobos 1982: 11-64).
Por su parte Leonardo León señala que dicho pacto se reconoció “la independencia
política y territorial de la Araucanía”. Según lo expuesto por León y citado por Foerster y
Vergara (1996: pág.9-33):
“Los espacios fronterizos puestos en relación permiten comprender los desdoblamientos de
los grupos étnicos, la metamorfosis en sus identidades y las estrategias internas “.
Las posturas de estos dos autores se contraponen en cierta manera, debido principalmente a
que la visión de León parece ir más allá de un retraso cultural o de desniveles económicos
como plantea Villalobos; sino que la visión de León e centra en escenarios políticos,
sociales y económicos muchos más complejos que los de Sergio Villalobos. El autor señala
una metamorfosis de las identidades indígenas las cueles se pudieron ver enraizadas como
el mismo plantea en el “ pacto colonial” realizado en los siglos XVII y XVIII en donde por
un lado la Corona española reconocía la independencia territorial de la población nativa, sin
embargo estos quedaban obligados a recibir misioneros y capitanes de amigos dentro de
sus territorios. De este modo el elemento hispano continuaba manteniendo un dominio
dentro de la sociedad y el territorio indígena y esto conllevaba a la masificación de
costumbres que generaban grandes mutaciones en la identidad indígena.
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Sin embargo es errónea la idea de que la frontera separaba a la civilización de la barbarie
tribal. La frontera para León era “el mundo bárbaro y mestizo que se situaba entre esos dos
órdenes sociales”.
Independiente de las dos conceptualizaciones de frontera anterior desde el punto de vista
antropológico y en contraposición a la historiografía, José Manuel Zavala, señala que la
concepción de Frontera es muy amplia, pues existen definiciones basadas en escritos y
documentos españoles de la época que nos indican como se puede entender el concepto
frontera desde dos ámbitos:
“¿Cómo podemos entender entonces esta frontera? Para responder esta interrogante hay
que saber, en primer lugar, que querían decir los españoles cuando hablaban de la
“frontera del reino de Chile”. No es cosa sencilla, puesto que el término frontera tiene
diversos significados, entre los cuales al menos dos eran utilizados por los españoles de
Chile, se trata de dos acepciones ya clásicas:
-El termino frontera entendido como límite o línea de separación geográfica entre dos
territorios. En el caso chileno, uno bajo dominio español y otro bajo dominio indígena. En
este sentido, la frontera se establece desde el principio del siglo XVII sobre el Río Biobío.
-El termino frontera entendido como frente de conquista que abarca todo el perímetro
donde se ejerce la acción militar, misionera o civil. En el caso de Chile, se trata de las
tierras bajas situadas al sur del río Biobío (Araucanía), territorio en el cual se emplaza
uno de los núcleos demográficos indígenas más importantes del país. (Zavala, 2001:85-
106)
Esto según lo expresado por el autor genera una ambigüedad en la utilización del término
Frontera. En una primera instancia la primera conceptualización de frontera según los
españoles se centra en una descripción referente íntegramente al concepto de Limite ante
que como una frontera, pues hace la referencia de la separación plenamente cultural, entre
un mundo plenamente civilizado y otro completamente incivilizado, lo cual se contrapone a
las concepciones de Leonardo León que anteriormente se han analizado. La segunda
conceptualización señala directamente el espacio fronterizo presente en la zona de la
Araucanía en la cual se desarrolló un proceso de conquista con presencia española en los
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siglos XVI y XVIII, pero que fue replegado por los conquistadores de forma progresiva. En
base a este último punto, y en relación al escenario general presentado en América entorno
al concepto de frontera, la cual se contrapone a la realidad presentada en el territorio
nacional en el periodo de conquista, Zavala señala:
“Desde una perspectiva general, el problema pertinente es aquel de la percepción de la
frontera como un frente en continua progresión. Con esto hacemos referencia a la idea
subyacente, al menos en el marco de la colonización de América, que concibe la frontera
como un movimiento de avances constantes y escasamente como movimientos de
regresión”. (Zavala, 2001:85-106).
Entorno a lo anterior se puede señalar que la progresión presentada en algunos sectores de
América, no fue representativo para el área de la Araucanía, puesto en esta parte del
territorio chileno se presentó una percepción de progresión más bien imaginaria puesto que
como se decía anteriormente fue de progresivo repliegue y sus tentativas de avance hacia el
sur del Biobío (territorio de la Araucanía), no rindieron frutos y fracasaron. En base a esto y
se puede señalar que la frontera en si no era muy bien definida pues era fácil de traspasar
debido a sus casi inexistentes barreras naturales y la casi nula oposición militar que existía
por ambos lados.
De esta forma se podría decir de cierta manera que la frontera no existía en forma física,
sim embargo entorno a esta acotación Boccara, concuerda con ciertas propuestas de
Villalobos entorno la conceptualización de Frontero y como esta debe constituirse.
-“Es preciso definir las fronteras, entonces, como las áreas donde se realiza la ocupación
de un espacio vacío donde se produce el roce de dos pueblos de cultura muy diferente, ya
sea en forma bélica o pacífica.
La frontera […] debe ser entendida […] como las áreas donde al impulso de la expansión
europea se han presentado fuertes desniveles culturales y económicos identificados como
dominadores y dominantes.”
Saquemos de estas definiciones dos enseñanzas principales. Primero que nada, para que
haya frontera, tiene que existir una diferencia cultural. Luego esta diferencia conduce
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siempre a una jerarquía entre las sociedades o culturas en copresencia. A partir de ahí, los
roces de la vida cotidiana llevarán a que ambas sociedades se influencien recíprocamente
y se transformen social y culturalmente.” (Villalobos, Sergio 1982: 11-64; Boccara,
Guillaume 2009: 199-301)
Esta visión si bien se asocia en parte a la presentada por Sergio Villalobos, presenta
mutaciones importantes para generación del espacio fronterizo, pues se centra en los
“roces” como elemento de transformación social y generadores de interacción entre los
diversos elementos presentes en el territorio.
Esta interacción en un primer momento se generó por medio de la introducción de los
misioneros dentro del territorio indígena, los cuales generaron un clima propicio para
implementar una profunda interacción entre el elemento indígena (mapuche) y el elemento
español.
Misiones
La frontera de la Araucanía, habitada por mapuche, era para los españoles un territorio
propicio para ejercer un proceso de evangelización que lo llevaría al total sometimiento por
medio de la aceptación de Dios y utilización de las costumbres de la Iglesia Católica
(sacramentos, misas, oraciones, entre otros). Para los españoles el territorio habitado por los
indígenas era parte del Reino de Chile, debido a que se encontraba en medio de fuertes
militares importantes para los españoles (Valdivia y Chiloé).
Las órdenes religiosas, principalmente los jesuitas establecieron misiones en un principio
como señala Zavala cercanas a los fuertes y puestos militares para acceder a protección
cuando la situación lo ameritara. Sin embargo con el pasar de los años y la intención de las
autoridades hispano- criollas de terminar con un monopolio de evangelización por parte de
los jesuitas, se amplió el campo de acción de las órdenes religiosas hasta el interior de los
territorios mapuche. Según esto señala Zavala:
“En términos geográficos a principios del siglo XVIII, los jesuitas habían ganado terreno.
En efecto, a las misiones ‘antiguas’ que estaban bajo la protección de los puestos militares
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españoles se agregaban ahora las misiones ‘nuevas’ situadas en el corazón del territorio
mapuche de la Araucanía, en ‘los riñones de la tierra’, según la expresión de la época, más
allá de los puestos militares”. (Zavala, 2001:85-106).
“Las misiones del interior del territorio mapuche (de tierra adentro) tampoco fueron un
éxito, pues no lograron convertir a la población indígena y la experiencia concluyó en
1723” (Zavala, 2001:85-106).
Si bien las misiones fueron un elemento de conexión con el mundo indígena, sin embargo
no tuvieron grandes resultados entorno a la conversión de la población, su principal aporte
fue que lograron un gran conocimiento de la lengua mediante lo cual podían evangelizar en
la propia lengua de los indios, este fue solo el primer paso de la iniciativa jesuita entorno a
la evangelización. Posteriormente manifestaron interés en el conocimiento de creencias y
ritos indígenas. Sin embargo la como señala Casanova:
“La guerra era el recurso fundamentalmente para someter a los indígenas e incorporarlos
al orden colonial. Pero además, constituía un medio para lograr la paz y,
consecuentemente, las condiciones necesarias y adecuadas que permitirían el máximo
aprovechamiento de la fuerza de trabajo nativa, sustento esencial de la empresa
conquistadora.” (Casanova G., Holdenis, 1996:41-82).
Lo anterior denota que la realidad bélica siempre estuvo presente en el territorio
comprendido desde el río Biobío. Posteriormente aparecieron las llamadas “malocas”
mediante las cuales los hispanos- criollos, podían hacerse de esclavos y cometer diversos
abusos a los indígenas. Se atacaban principalmente reducciones indígenas para adquirir
esclavos. Esto lo describe de forma clara en sus escritos Sergio Villalobos:
“La codicia fue, una vez más, el motor de la guerra. Desde los altos jefes hasta el último
soldado, vivieron preocupados de efectuar malocas, verdaderas razzias para hacer presas
que no tenían una estricta justificación táctica. Bajo ese impulso se cometieron, además,
toda clase de abusos. Se atacaba a reducciones que estaban en paz, se tomaba por igual a
los conas o guerreros, como a mujeres y niños indefensos en algunos casos a los propios
indios amigos. A causa de esas modalidades crecía la indignación de los nativos y se
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redoblaba su belicosidad: la lucha se hacía más cruel y odiosa.” (Villalobos, Sergio 1982:
11-64).
Sin embargo a pesar de estos duros momentos de violencia, existieron grandes y largos
momentos de paz, mediante los cuales se generaron instancias de relaciones entre los
diversos actores. Una de esas instancias, fue el anteriormente señalado proceso de
evangelización llevado a cabo principalmente por la compañía de Jesús (Jesuitas) y en
menor medida por los Franciscanos.
Parlamentos
La paz era un elemento importante para lograr establecer comunicación con la población
indígena y lograr adentrarse en el espacio fronterizo que ocupaban, esto se logró por medio
de misiones (proceso explicado con anterioridad) y por medio de los parlamentos llevados a
cabo por los hispanos criollos y mapuche:
Según Zavala (2001:85-106). Parlamento se puede definir como:
“[…] Un encuentro solemne entre autoridades españolas y representantes indígenas
realizado con el fin de establecer o ratificar un tratado de paz y reafirmar la obediencia de
los indígenas a la Corona española”
Estas instancias tuvieron la influencia directa de los jesuitas, quienes pusieron a disposición
de las autoridades todas las relaciones e influencias políticas que podían mantener. Pero
esta instancia de dialogo o como señala Zavala “un encuentro solemne”, es el mismo quien
señala que esta es solo una faceta formal del término, pues tenía ante todo un aspecto
jurídico y muchas veces sobrepasaba este aspecto generando un espacio fronterizo de
relaciones hispano indígenas con características propias:
“[…] correspondía a la tradición europea de los ‘tratados de paz’ y constituía una fuente
de legitimidad jurídica. En efecto para los españoles, el parlamento comprendía
jurídicamente a las dos partes a respetar los ‘acuerdos’ establecidos en forma de
‘capitulaciones’ o ‘artículos’ y en general definidos con anterioridad por las autoridades
españolas.
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En el contexto de la frontera del reino de Chile, sin embargo, el parlamento es una
institución que sobrepasa en gran medida esta definición.
[…] el aspecto jurídico, es decir el ‘tratado’ o la ratificación del ‘tratado’, es solo un
componente del Parlamento, quizás uno de los menos importantes, puesto que a través de
los años, esta institución se convierte en un acontecimiento social, político y económico del
primer orden tanto para españoles como para mapuches y constituye un lugar privilegiado
de contacto y comunicación transcultural.” (Zavala, 2001:85-106).
Estas características transformaban al parlamente realizado en el espacio de la frontera, en
un acuerdo con características únicas, lo cual iba claramente de la mano con las
características que representaban desde un comienzo los guerreros representantes de los
mapuche.
Sin embargo, existen autores como Sergio Villalobos que desestiman estos planteamientos
entorno al carácter económico, político y social que adquirieron los Parlamentos en el
espacio de la frontera, para Villalobos los mapuches no eran partidarios de los parlamentos,
sino que en pocas palabras disfrutaban de los placeres mundanos que estos conllevaban:
“[…] la realización de los parlamentos, cada cierto número de años, con la presencia del
gobernador y otras autoridades, fue manifestación del apaciguamiento, aunque a ellos
asistían los caciques y sus mocetones no tanto por verdaderas intenciones de paz como
para disfrutar de las descomunales borracheras y comilonas pagadas por el real situado.”
(Villalobos, Sergio 1982: 11-64).
Esta visión del mapuche como seres humanos aprovechados y poco confiables presentada
anteriormente se mantiene en la visión propuesta por Villalobos, quien aminora el carácter
pacífico y jurídico que mantiene el Parlamento para los dos elementos que se hacen
participes. En base a esta propuesta de los estudios fronterizos, Föerster y Vergara (1996)
señala:
“Resulta difícil aceptar la interpretación de Villalobos acerca de las intenciones (reales) a
los indígenas, dado que no proporciona pruebas al respecto. Posiblemente sea su
acentuación del ámbito fronterizo lo que le obstaculiza en la lógica social mapuche”.
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En base a esto hace referencia a que dos aspectos pueden ser preponderantes en la visión de
la propuesta que mantiene Sergio Villalobos y la corriente de los estudios fronterizos. En
primer lugar:
“[…] se refiere a la transformación del sistema parental mapuche desde un sistema
hawaiano ( siglos XVI y XVII) a uno Dakota ( siglos XVIII y XIX) que no puede ser
explicada si no se tiene en cuenta la peculiar forma que tiene en la sociedad mapuche el
sistema de la filiación y de la residencia […] la relación de estos dos principios
estructurales configuraron las redes sociales, económicas y religiosas de las agrupaciones
mapuches[…]”.(Föerster y Vergara, 1996:9-33)
En segundo lugar:
“[…] Relativo al trabajo misionero de los jesuitas en la Araucanía. Este se orientaba a
construir una iglesia en el seno de la sociedad mapuche, lo cual se realiza de una forma
que no puede ser explicada por las relaciones fronterizas, pero si como los mapuches
conciben el rito […]”(Föerster y Vergara, 1996:9-3)
Entorno a lo relacionado con los Parlamentos como mecanismo concreto de creación de un
espacio fronterizo de características propias, Boccara, va más allá de la explicación del
parlamento como institución y los fines políticos que mantenía en el papel, mantenía más
que nada fines comerciales y sociales que importaban en la frontera y como estos afectaban
a ambos bandos.
El autor señala que los españoles mantenían como fin último el deseo de poder adoctrinar
de cierta forma a las comunidades mapuche participantes de estas ceremonias
(parlamentos), tratando en el fondo de agruparlos y arrinconarlos en pueblos establecidos.
Pero sin embargo utilizaban el mecanismo de los tratados para establecer una relación
pacifica para ambos actores y de convivencia adecuada entorno al comercio.
“La paz que buscaban las autoridades españolas no era cualquier paz. Los dispositivos
puestos en práctica para cuadricular poco a poco a la Araucanía no dejaban de tener
significación y no revelan, como lo piensan los autores de los Estudios Fronterizos, una
voluntad de tener tranquilidad por el lado de los indígenas rebeldes. Cada una de las
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asambleas ofrece a las fuerzas públicas una oportunidad de tejer una tela jurídica
(¿Quién, por ejemplo, debe castigar el robo de ganado en la frontera?), definir normas,
(¿Cómo debe realizarse el comercio?) o incitar actos ( ¿Quién puede y debe pedir
misioneros o enviar a sus hijos a la escuela de indios? ) que impliquen avanzadas en
tierras indígenas.” (Boccara, Guillaume 2009: 199-301).
Sin embargo, no solamente las instancias de paz fueron las que marcaron de una u otra
manera la construcción de un espacio fronterizo de diversas y propias características. La
guerra fue un elemento predominante en lo relacionado a la construcción de la frontera,
debido a que fueron estas instancias las que finalmente generaron el encuentro. Para
Zavala desde una mirada antropológica el Parlamente sirvió como una instancia de
establecer relaciones por parte de los españoles con el elemento indígena debido a que sus
fuerzas militares a pesar de ser más desarrolladas no podían hacer frente a las arremetidas
mapuches de la época. Esto queda señalado en el siguiente extracto:
“[…]el parlamento es una institución hibrida y transcultural. En todo caso no es el fruto
de la imposición española sino el resultado de un compromiso cultural establecido entre
dos actores étnicamente distintos. Se trata sin duda de un instrumento de contacto utilizado
por los españoles; pero también, de un instrumento utilizado por los mapuches para
entablar relaciones con los españoles según sus propios criterios. Se puede ir aún más
lejos y decir que en cierto sentido, los españoles cayeron en la trampa de las formas de
negociación indígenas puesto que, incapaces de imponerse por la fuerza, no les quedó otra
solución que aceptar ‘protegidos’ por el término ‘Parlamento’, un tipo de encuentro ritual
que los mapuches practicaban mucho antes de la llegada de los españoles y que estos
calificaron despectivamente de ‘borracheras’.” (Zavala, 2001:85-106).
Esto es validado por medio de los antecedentes entregados por el autor de manera posterior,
poniendo en claro que reuniones parecidas a parlamentos se realizaban con anterioridad a la
llegada de los españoles, con motivo como señala Zavala (2001) “ […] de establecer
alianzas guerreras, intercambiar productos y convenir matrimonios”. Es también en base a
estas reuniones que en los posteriores parlamentos realizados entre españoles y mapuche,
estos últimos establecían sus propias normas simbólicas como el uso del canelo ( árbol que
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simbolizaba la paz) y carneros ( símbolo de la tierra) , además de rituales que los asistentes
debían respetar.
El comercio
El comercio fronterizo (frontera del Biobío) fue uno de los frentes de intercambios más
dinámicos, sin embargo como señala Zavala existieron muchos más que componían un
sistema global de intercambio. Mediante los parlamentos estas instancias de
comercialización fueron reglamentadas como señalaba el extracto anteriormente señalado
del Boccara.
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CONCLUSIÓN……………………………………………………………………………....
Dentro de la investigación realizada para lograr avalar u objetar la hipótesis propuesta en la
introducción que dice: “la generación en la zona de la Araucanía de las relaciones
fronterizas construyó un espacio fronterizo con características propias”. Llevó a realizar
una investigación mucho más amplia, incluyendo dentro del desarrollo de las ideas, la
imagen que se formó el español, desde que dio el primer paso dentro del territorio y pudo
establecer una cierta relación con el elemento mapuche. Esto acarreó analizar la imagen
positiva que tenían en un primer momento los habitantes aborígenes del ya llamado Reino
de Chile y como esta se fue degradando y estereotipando hasta llegar a demonizar la
imagen de este pueblo autóctono; cosa que sin duda conllevó de una u otra manera, directa
o indirectamente a la conformación del espacio fronterizo.
Este espacio fronterizo, que generaron una metamorfosis en las identidades tanto de los
hispanos como de los indígenas. Sin embargo esta frontera seguía siendo significado de una
separación de un mundo civilizado y desarrollado, de uno que vivía en la barbarie. Este
proceso que significó la ratificación del espacio fronterizo se logró poner en marcha
ayudado de cierta forma por el proceso de evangelización llevado a cabo por los misioneros
jesuitas quienes, se adentraron en el territorio mapuche y aprendieron su lengua,
costumbres y ritos, lo que formo parte importante de la implementación de los Parlamentos.
Los parlamentos por su parte se levantaron en referencia con la investigación realizada
como el elemento generador de un espacio fronterizo con características propias, debido a
que a diferencias de lo ocurrido con civilizaciones o tribus de aborígenes a lo largo y ancho
de América, los mapuche, se negaron a ser dominados y aculturizados (sin embargo si
aceptaron recibir en sus dominios territoriales a misioneros jesuitas y franciscanos.), se
negaron a vivir reunidos en pueblos y mantuvieron una lucha fuerte y constante por
segmentos de tiempo. Los mapuche con sus características propias ya sean las que se
informaron a España, con el recién llegado Pedro de Valdivia o lo informado
posteriormente por el mismo barbarizando la imagen del guerrero mapuche e integrándole
características degradantes.
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Por otro lado se puede señalar que el parlamento no fue algo impuesto por los españoles al
pueblo mapuche, sino que estos ya realizaban reuniones como estas para concertar guerras,
matrimonio y otras alianzas. Por ende posee elementos rituales característicos de la
sociedad mapuche, a los cuales se le fueron integrando características hispano- criollas.
El espacio de frontera también fue el actor más importante en el proceso de
comercialización, llevado a cabo por los dos elementos participantes, es por ello que fue
reglamentado con condiciones convenientes para ambos bandos ( sin embargo los
españoles mantenían una predominancia ya que los mapuches en base a esta paz establecida
por medio del Parlamento, se veía obligado a recibir de buena manera a los misioneros que
de forma directa intentaban asegurar su conversión para el completo abandono del demonio
y la reagrupación). Es así como la comercialización fue una fuente fructífera de relaciones
entre estos elementos.
Finalmente se puede decir que la hipótesis acerca de las relaciones fronterizas en la
Araucanía y como estas construyó un espacio fronterizo de características propias, es
avalada por los diversos autores poniendo en claro que a causa de las diversas formas de
relaciones generadas (misiones, parlamentos, guerra, comercio, entre otras), contribuyeron
a la formación de un espacio fronterizo de características propias que se mantuvo por
siglos.
Además cabe destacar como posible temática de investigación que se desprenden de las
lecturas analizadas, se centran en la temática de la real influencia e importancia política,
económica y social de los jesuitas en relación con los parlamentos.
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