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INDIGENISMO (PANORAMA GENERAL)
¿QUÉ ES UN PUEBLO INDIO?
Los pueblos indios son conjuntos socioculturales constituidos por
individuos autoidentificados
como miembros de tales conjuntos, los
cuales son diferentes de otros sectores de la sociedad nacional
en la que se encuentran insertos.
INDÍGENA O INDIO
En cuanto a las categorías
“indígena” e “indio”, habría que decir que la primera se aplica a grupos humanos
con las características que
más abajo señalamos, pero que viven en cualquier parte del mundo.
Indio, en cambio, se reserva únicamente
para aquellos indígenas que
habitan en América.
Pueblos indígenas y pueblos indios,
como denominaciones
aceptadas, se han establecido
internacionalmente a partir de la
autoidentificación (conciencia de su identidad) como
criterio fundamental para determinar a
qué grupos se aplica.
RECURRAMOS ENTONCES A LO QUE DICEN LOS PROPIOS INDÍGENAS AL RESERVARSE EL DERECHO DE DEFINIR QUIÉN ES PERSONA INDÍGENA.
El Consejo Mundial de Pueblos Indígenas dice al respecto: “Bajo ninguna circunstancia debemos permitir que unas definiciones
artificiales... nos digan quienes somos”. Por tanto propone: Pueblos indígenas son los grupos de poblaciones como los
nuestros que, desde tiempo inmemorial, habitamos las tierras que vivimos, conscientes de poseer una personalidad propia, con tradiciones sociales y medios de expresión vinculados al
país heredado de nuestros antepasados, con un idioma propio y con características esenciales y únicas que nos dotan de la firme
convicción de pertenecer a un pueblo, con nuestra propia identidad, y que así nos deben considerar los demás (Proemio,
Declaración del Consejo Mundial de los Pueblos Indígenas. Citado por J. E. R. Ordóñez Cifuentes, 1995 B: 56).
Ya el Cuarto Tribunal Russell declaró en su momento: “Los pueblos indios de América deben ser reconocidos de acuerdo con su propia concepción de sí mismos, en vez de ser definidos con arreglo a la percepción de los sistemas
de valores de sociedades dominantes foráneas” (Proemio, Declaración del Consejo Mundial de los Pueblos Indígenas.
Citado por J. E. R. Ordóñez Cifuentes, 1995 B: 57).
Es conveniente señalar que se trata de definiciones con carácter jurídico, menester para su inclusión en convenios y
tratados internacionales. Sin embargo, no pueden perderse de vista los aspectos históricos y sociológicos que los
fundamentan. La categoría “indio” denota, como afirma Guillermo Bonfíl Batalla (1972), una relación colonial. Surge a
partir de la dominación española y persiste bajo el denominado “colonialismo interno”.
Actualmente hay en América Latina entre 40 y 50 millones de personas con adscripción étnica.
Pero no se trata de meros agregados de individuos sino de verdaderos entes colectivos o comunidades que poseen características propias en lo referente a ciertas relaciones económicas, organización social, hábitos culturales, así
como en torno a la lengua y otros rasgos.
Las relaciones políticas que establecen internamente y con otros segmentos de la sociedad nacional son también particulares. La identidad étnica que los
cohesiona, la reconocemos en tanto que los miembros de los respectivos grupos asumen los indicados patrones socioculturales propios, norman su vida social de acuerdo con ellos y establecen así la frontera respecto a los otros. Hasta hace poco, a los pueblos indios se les daba escasa atención.
Para la mayoría de los políticos constituían una población invisible o un paisaje habitual. Los estudios especializados son aún insuficientes, pues todavía se sabe poco sobre las características y desarrollo de las etnias
indígenas. O bien ocurre que los estudios se hacen con un estrecho enfoque comunitario, sin tomar en cuenta el marco global (nacional) en que se
desenvuelven como si existieran aislados de otros grupos socioculturales que componen el Estado-nación. A veces se alega el escaso número de
indígenas.
Y, efectivamente, la importancia numérica de los pueblos indios en Latinoamérica es ciertamente variable. Sin embargo, en una docena de países son un factor vigoroso de la configuración nacional y la dinámica social contemporánea. No obstante, el criterio exclusivamente demográfico puede resultar francamente engañoso. Aún en los casos en que su número relativo es bajo, la incidencia nacional de los indígenas puede ser muy apreciable. Como causas pueden señalarse algunos elementos generales:
1. La ubicación: en regiones estratégicas (recursos naturales, importancia geopolítica).
2. Papel de las raíces autóctonas: fuente primaria de atributos culturales (“grandeza del pasado” e identidad nacional).
3. Papel activo y a veces protagónico de los pueblos indios en procesos políticos que amenazan sistemas de dominación.
4. Las tensiones que engendran su presencia discriminada y oprimida que choca con los postulados de igualdad social y de democracia política (Díaz Polanco, 1995: 14).
Los pueblos indios se encuentran insertos en estructuras nacionales y participan en procesos que involucran a otros sectores o categorías
sociales (clases, capas, partidos, entre otras ). Su resistencia a los distintos tipos de indigenismo les ha permitido subsistir.
Las identidades étnicas han resultado más fuertes de lo previsto. A pesar de los brutales esfuerzos planeados durante cinco siglos por parte de las políticas indigenistas los pueblos indios siguen siendo
una porción importante de la población de numerosos países. No sólo sigue en aumento en términos absolutos, sino que en
algunos espacios nacionales parece aumentar aun en términos relativos. Pero además del criterio cuantitativo deberían tomarse en cuenta criterios cualitativos para entender mejor su importancia. Loa pueblos indios no sólo han sobrevivido a los indigenismos, sino que
en la actualidad plantean desafíos económicos, socioculturales y políticos a los Estados nacionales.
PANORAMA HISTÓRICO DEL INDIGENISMO
“El conjunto de ideas y actividades concretas que realizan
los estados latinoamericanos en relación con las poblaciones indígenas llevan el nombre genérico de indigenismo”
(Stavenhagen, 1988: 105), según la apretada definición del
sociólogo mexicano Rodolfo Stavenhagen.
El sujeto sine qua non del indigenismo es el “indio”, término que nace de la equivocación geográfica que sufrió Cristóbal Colón cuando a la
vista de los primeros habitantes que encontró en Guanahaní los llamó indios plenamente convencido de que había llegado a la antesala de las
soñadas Indias Orientales, convicción que en parte legitima, o por lo menos explica tal denominación para todos los naturales de América y
que, como sello imborrable, persistió para sus descendientes; este error fue el principio de otros que en definitiva marcaron hasta nuestros días
el difícil camino de aquellos naturales.
El indio fue presentado al resto del mundo a través de un concepto léxico genérico, y como categoría social en condiciones definidas y
concretas predeterminadas por los europeos, lo que dice Bonfil Batalla enmascaró su especificidad histórica y lo convirtió “dentro del nuevo
orden colonial en un ser plural y uniforme” (Alcides, 1983: 18).
Lamentable inexactitud que obstaculizó por tres siglos y más, el desenvolvimiento
normal de los hombres autóctonos de América, ya que al englobarlos en un término único quedaron ocultas, por
encima, las diferencias esenciales: niveles culturales,
lengua, objetivos vitales, religiosidad, mitos, historia...
todo Io que constituía la manera de ser de cada uno de los grupos prehispánicos. La
palabra indio no explicaba al antiguo y ahora dominado
habitante de América, sólo lo nominaba a partir de la
unificada imperialidad hispana como categoría social sometida.
Hacia fines de la Colonia se usó también y con mayor frecuencia el
vocablo indígena, quizá para suavizar la memoria de la carga ideológica
opresora que llevaba la voz de indio. Indígena es más justa en su
significado etimológico: nativo de un país, del latín indígena, “el que es de
allí”, originario del país de que se trata, autóctono. “Esto quiere decir
que toda persona nacida en determinado lugar, es indígena de dicho lugar” (Alcides, 1983: 37).
En tal sentido se llegaría a la consideración de que todos: mestizos, criollos,
demás castas y los originarios contemporáneos
de las naciones latinoamericanas, del resto
del mundo somos indígenas, y no es así, ya
que dicha palabra se aplica sólo a las etnias herederas
de las culturas prehispánicas.
Indio e indígena vienen, pues, a ser sinónimos, y toda
acción práctica que se establece o se ha establecido con los indígenas se califica
como indigenismo, expresión que por sí misma no define, de acuerdo con su origen,
evolución y fijación un concepto preciso,
comprensible para todos, de lo que es y no puede dejar de
ser.
El indigenismo toma cuerpo y figura al paso del tiempo, se va perfilan do como una preocupación por los indios al lado de las complejas y
varia das tareas socioeconómicas,
políticas, culturales, morales, de salud, entre otras , que conforman el quehacer de la gente e
instituciones de un estado, es pues lícito hablar de indigenismo desde los
primeros momentos de la administración española.
La política indigenista de la Corona está en las Leyes de
Indias, en documentos oficiales, cédulas,
ordenanzas, bandas, breves―, en los libros de
insignes humanistas
El indigenismo colonial fue una permanente actitud ideológica,
institucional, práctica a veces, y teórica las más, con modalidades diversas:
paternalismo cristiano con la dinastía austriaca, despotismo ilustrado Borbón,
igualitarismo ―sólo quedó escrito― en las Cortes de Cádiz (Caso,
1973: 72 y 55) y una postura entre confusión y olvido a lo largo del siglo
XIX; los nuevos países latinoamericanos en la búsqueda de su nueva identidad, la de ciudadanos libres y soberanos, hicieron de la política de gobierno su
principal actividad.
Los indígenas quedaron rezagados, la preocupación indigenista perdió pie
ante la avalancha de golpes de Estado, intervencionismo extranjero,
dictaduras, bandolerismo y otras calamidades.
En el siglo XX el indio fue ya motivo de serios, organizados y modernos programas de los gobiernos y la iniciativa privada; reaparece
entonces el indigenismo como todo un quehacer no sólo importante, sino obligado, que requiere
un esfuerzo multi e interdisciplinario, para resolver la situación del indio “en torno a sus
problemas como individuos o como colectividad tanto en lo que toca a su vida intelectual como
a la anímica, material, social, etcétera” (Ballesteros, 1961: 8).
El problema indígena varia de un país a otro en relación directa de la importancia, extensión territorial, variedad de etnias y número de individuos de las culturas de origen prehispánico y dentro de los mismos renglones, de la supervivencia de éstas.
Al respecto, Alan During señala en su estudio publicado bajo auspicios de la ONU, “Supporting Indigenous People”, que los tres sitios del mundo con mayor problemática existencial indígena son la India, Burma y México (Brown, 1993).
Agreguemos en seguida la región andina con Perú, Ecuador y Bolivia. Esto no ha sido
obstáculo para que toda Latinoamérica se involucre en el asunto, aunque en algunos
países las pequeñas etnias sobrevivientes no representan sino una mínima parte de la problemática nacional, pero en un acto
solidario con los vecinos próximos se confirma que por pequeño que sea, cualquier núcleo humano olvidado por la historia debe ser
incorporado a ésta y protegido.
Así fue que en 1910 se fundó en Brasil la primera institución contemporánea de corte indigenista: Serviçio
de Proteçao aos Indios. Hacia el fin del porfiriato en México, A. Belmar, magistrado de la Suprema Corte, pensó y redactó la primera organización científica
indigenista, la Sociedad Indiana Mexicana, que proponía: estudio de razas, costumbres y lenguas de los indios, estímulos a la educación, celebración de congresos
anuales, publicación de boletines, trabajos arqueológicos y algo más trascendente y muy difícil: crear en los
mexicanos un ambiente comprensivo para los indígenas. La política dictatorial del momento hizo fracasar el plan.
En 1918, cuando la Revolución Mexicana ya había posibilitado la presencia del indio en los escenarios de la lucha nacional, y la Segunda Guerra Mundial dejaba en todo el globo la urgencia de unidad y paz, se celebró en Buenos Aires, Argentina, la Primera Convención Internacional de Maestros. A ésta siguió una serie de reuniones americanistas en varias partes del continente que de algún modo prepararon el campo para enfrentarse de lleno a la urgente pero inconmensurable tarea de atender de manera oficial, científica y humanitaria, los problemas indígenas, que empezaban a vincularse con sentimientos y causas nacionales. La idea de un gran congreso indigenista cuajó en el de Pátzcuaro, Michoacán, en México, celebrado del 18 al 24 de abril de 1940. Los principios fundamentales a los que entonces se llegó enfatizaban que “el problema de los grupos indígenas de América es de interés público, de carácter continental y relacionado con los propósitos de solidaridad entre los pueblos y gobiernos del Nuevo Mundo”, además, se debía lograr la “igualdad de derechos y oportunidades para todos los grupos de población americana” (Brown, 1993: 222), y no perder de vista los valores de las culturas autóctonas. Se acordó concretar los cuidados indigenistas en la fundación del Instituto Indigenista Interamericano, de institutos nacionales, y en congresos periódicos. Se unieron a estos intereses Estados Unidos, Canadá, Francia, España, la UNESCO; y se crearon institutos nacionales en México, Perú, Bolivia, Nicaragua, Colombia, Costa Rica, Paraguay, Chile, Ecuador, etcétera.
El de México es relevante por el alcance universal de sus aportaciones (cursos, libros, conferencias, anuarios) y de sus avances (desarrollo de las ciencias antropológicas, comunicación permanente con los grupos indios), lo que ha dado en cambios drásticos en las relaciones con ellos, y originado la necesidad de otras revisiones del problema que aún no se resuelve del todo tal vez por la fuerza que recobró el indigenismo a partir de la pretendida celebración del V Centenario del descubrimiento de América.
INDÍGENAS EDUCACIÓN El papel de las diferentes
poblaciones, culturas y lenguas que deben compartir un mismo
territorio o deben participar en un solo proyecto de nación siempre
fue conflictivo; las diferencias siempre se consideran
valorativamente, otorgando a los indígenas una categoría inferior a la de otros mexicanos; y al hablar
de diferencias hablamos de desigualdad económica, política y
social. El sometimiento, la explotación, la exclusión de las esferas de
decisión –educativas, políticas- hacen de la diferencia,
históricamente, una debilidad. Toda política indigenista –o
educativa- se ha encaminado desde un principio a hacer
menores las distancias entre las culturas para así zanjar la brecha,
pero tal acercamiento implica siempre la renuncia del indio a su
cultura para adoptar la dominante.
El concepto de “la educación indígena” nace a partir del encuentro entre indios y españoles y cuando aparece el deseo de transformar a los habitantes originarios del país en algo diferente o cuando se les define desde categorías ajenas a sus culturas.La educación indígena siempre se ha referido a aquello que se considera que los indígenas deben saber, y no a la instrucción o enseñanza que los indios mismos imparten o impartieron. Desde siempre, hablar de educación indígena supone una apreciación externa de sus culturas.
Las distancias del principio fueron
abismales: se dudaba incluso de la
humanidad de los antiguos habitantes de las tierras recién
descubiertas.
Poco a poco se intenta igualar las distintas culturas
subsumiéndolas en la cultura general y
las culturas indígenas se
asumen, en el mejor de los casos, como patrimonio
genérico y antecedente
histórico de todos los habitantes de la
nación.
El indio deja de serlo en cuanto se integra a la sociedad nacional y renuncia a su cultura para convertirse en miembro de una nación genérica, donde ya no reclama su especificidad.
El primer intento educativo de los
conquistadores está marcado por el celo evangelizador de los frailes mendicantes.
Su misión religiosa es la conversión; desde
entonces se establece una relación de dominación y
cualquier reconocimiento de
virtudes o cualidades es usado en provecho
de la Iglesia o la Corona.
Conocer sólo es necesario para
erradicar las antiguas creencias; la
evangelización obedece a razones
teológicas, a un llamado divino.
Desde entonces se instaura una idea que
perdura hasta nuestros días: los indios educados necesariamente actuarán como
agentes de la cultura recién adquirida.
La población escolarizada durante este
lapso fue mínima –hijos de la antigua
nobleza india- y la tolerancia de
las lenguas nativas
inevitable. La conversión fue
previa a la castellanización
.
Para entender la educación indígena en el siglo XVIII es importante tomar en cuenta la estructura y funciones de los “pueblos de indios” de la Nueva España. En la cédula real de 1691, el rey ordenó pagar a los maestros de escuela “de los bienes de comunidad de pueblos de los indios” y así reconoció que los pueblos representaban una forma de gobierno local y una fuente de divisas que se podría usar para las escuelas.
"Es necesario enseñarlos primeroa ser hombres y después cristianos"
José de Acosta
Apenas vuelto a España CRISTÓBAL COLÓN, después de haber encontrado las
tierras de “las Indias “, el
papa ALEJANDRO VI se dirigió al
rey FERNANDO y a la reina ISABEL en un documento conocido como la “donación
papal”.
En mayo de 1493, el pontífice señaló la manera en la cual España y Portugal
se iban a repartir los terrenos descubiertos. Reconoció que los
monarcas españoles habían financiado el viaje de Colón con el “santo y loable propósito [de] sujetar las dichas islas y
tierras firmes y los habitadores y naturales de ellas, reducirlos a la fe
católica.”
Luego, el Papa ordenó: “Os requerimos [que] queráis y debáis con
ánimo pronto y celo de verdadera fe, inducir los
pueblos que vivan en tales islas y tierras a que
reciban la religión cristiana.”
La concesión que obligó a España a evangelizar a los naturales del Nuevo Mundo fue conocida como los “justos
títulos.” La enseñanza a los nativos de la religión y de buenas costumbres era la
condición que justificaba la concesión a la monarquía española de los territorios
occidentales. Así, la educación indígena estaba ligada al derecho de España de
dominar las nuevas tierras, porque debido a esta tarea evangelizadora ostentaban
los “justos títulos” a las posesiones americanas. La educación indígena
durante los siglos XVI y XVII
De esta manera, de buena o de mala gana, la corona asignó
dinero y hombres a la educación de los indígenas durante los trescientos años de la época colonial. Su principal ayuda
durante el siglo XVI fue la iglesia católica, cuyos frailes, los franciscanos, dominicos y
agustinos, dirigían las parroquias de los indios, llamadas
“doctrinas”, y se encargaban de la evangelización y de la enseñanza.
Sostenidos principalmente por el gobierno español, las órdenes religiosas inventaron métodos novedosos para transmitir los
conocimientos religiosos--- pinturas, catecismos con dibujos en vez de palabras, danza, teatro y música (métodos audiovisuales),
además de enseñar las artes y oficios y fundar colegios de
internados para indígenas durante el siglo XVI: los franciscanos en
Tlateloco, los jesuitas en Pátzcuaro, Tepozotlán y el colegio de San Gregorio en la ciudad de
México
En 1585 el III Concilio Mexicano legisló sobre dos puntos relacionados con la
educación indígena. Prohibió la ordenación de los indios como
sacerdotes y mandó que los párrocos usaran la lengua indígena de cada
región para la evangelización.
La primera disposición sirvió para desanimar los esfuerzos para promover estudios
avanzados para los indígenas porque ya no podían llegar a ser sacerdotes de la iglesia católica. A pesar de la prohibición para las
órdenes sacras, algunos indígenas asistieron a la Universidad de México para
estudiar filosofía, gramática latina, derecho y medicina, ya que esa institución, fundada
en 1551, estaba reservada para alumnos españoles y para indígenas nobles.
El segundo mandato del Concilio por el cual los clérigos debieran aprender la lengua de los neófitos y al mismo tiempo procurar enseñarles el castellano no concordaba con la opinión del Consejo de Indias en España. Ahí las autoridades peninsulares criticaban que la conservación de los idiomas americanos propiciaba la idolatría y la superstición; además, la habilidad de hablar una lengua indígena por los sacerdotes “mestizos y criollos” perjudicaba, según el Consejo, el nombramiento a las doctrinas del Nuevo Mundo de clérigos ibéricos mejor calificados.En 1693 el rey encargó el fomento de las escuelas a las autoridades civiles locales (los alcaldes mayores) porque ellos eran los supervisores de las cajas de comunidad de los pueblos de indios, de donde se pagaba a los profesores. Estas cédulas se dirigían principalmente a los obispos de México, Puebla, Oaxaca, Michoacán y Guadalajara quienes respondieron que habían empezado a llevar a cabo la fundación de escuelas.
Otro estímulo para la educación indígena que se realizó en este periodo fue la cédula real de 1697, repetida en 1725, que revocó la prohibición para la ordenación sacerdotal de los indios. Se declaró que los indígenas podrían recibir las órdenes sagradas y deberían ser tratados “según y como los demás vasallos en mis dilatados dominios de la Europa, con quienes han de ser iguales en todo.”
Los tres colegios internos para indígenas en Parras, Coahuila, en 1622; en San Luis de la Paz en 1640, añadido la escuela establecida en 1594; y el Colegio de San Javier, Puebla, en 1751, probablemente sirvieron con los cuatro del siglo XVI, para la preparación de los alumnos nativos para ocupar puestos “eclesiásticos, políticos y civiles,” además de los seminarios diocesanos, fundados al final del XVII, que tenían becas para los seminaristas indios
ESCUELAS EN LOS PUEBLOS DE INDIOS DE NUEVA ESPAÑA, CA. 1803
Los reglamentos de bienes de comunidad y las cuentas financieras anuales de cada pueblo en la intendencia de México presentan datos sobre
los 467 escuelas. En primer lugar, la Iglesia financió solamente 14 de estas 467 escuelas,
esto es 3%. Los padres indígenas sostenían 114 (24%); las cajas de comunidad contribuían parte
del salario en 205 localidades (44%) y en 134 (29%) pueblos de indios el salario completo del maestro fue otorgado por las cajas comunales.
Escuelas de indios y forma de financiamiento, intendencia de México,1808
Nueve de las 43 subdelegaciones de la intendencia de México se destacaban por tener escuelas con excelentes salarios (96 pesos o
más al año pagados por las cajas de comunidad): Tetela del Río, Otumba, Lerma, Tacuba, Coyoacín, las parcialidades de Santiago
Tlatelolco y de San Juan Tenochitlan en la ciudad de México, Querétaro, Apan y Chalco.
En las demás intendencias varios pueblos de indios también pagaban buenos sueldos a sus maestros y en algunos lugares sostenían
escuelas para niñas indígenas. Los lugares donde se otorgaban los salarios más altos eran:
Tenancingo, intendencia de México, 500 pesos al añoYanhuitlán, intendencia de Oaxaca, 300 pesos al año
Pátzcuaro, intendencia de Michoacán, 300 pesos al añoMalpaís, intendencia de Durango, 250 pesos al año
San Andrés Tuxtla, intendencia de Veracruz, 250 pesos al añoTlaltenango, intendencia de Zacatecas, 200 pesos al añoTacámbaro, intendencia de Michoacán, 200 pesos al año
Malinalco, Yautepec, Asuchitlan y Poliutla, intendencia de México, 200 pesos al año.
Luego les concedió los territorios a cien leguas hacia el occidente de las Azores y el Cabo Verde, al mismo tiempo que les mandó “en virtud de santa obediencia... procuráis enviar a dichas tierras firmes e
islas, hombres buenos, temerosos de Dios, doctos, sabios y expertos, para que
instruyan a los susodichos naturales y moradores en la fe católica y les enseñen
buenas costumbres.
Las escuelas para niñas indígenas, llamadas “amigas” o “migas”, eran menos que las de varones. Sin embargo, al final del siglo XVIII, había escuelas para muchachas en las intendencias de México, Veracruz, Puebla y Durango, y posiblemente en otras regiones.
La educación indígena no consistía solamente en la enseñanza de la doctrina cristiana, sino que también incluía el castellano, la lectura, la escritura, el canto y a veces tocar algún instrumento musical y la aritmética.
SE PUEDE DESTACAR DIEZ PUNTOS EN RELACIÓN CON LA EDUCACIÓN INDÍGENA:
1.La educación en los pueblos de indios en el siglo XVIII era diferente a la del siglo XVI. Los maestros eran hombres laicos y no frailes; el financiamiento no era de la Iglesia, sino de los padres de familia y de las cajas de comunidad; y además de la doctrina cristiana, se enseñaba a leer y escribir y el castellano.
2. Desde las cédulas de finales del siglo XVII ( de 1686, 1688, 1691 y 1697) se encargaba el financiamiento de las escuelas a las cajas de comunidad y se permitía la ordenación de los indígenas al sacerdocio.
3.Basado en estas cédulas, la corona primero impulsó la fundación de escuelas en los pueblos por medio de los obispos, pero a partir de 1773 se encargó la tarea al gobierno civil, esto es, a los contadores de Propios, Arbitrios y Bienes de Comunidad, bajo la supervisión de los virreyes.
4. El nombre de la institución educativa cambió: se llamaba escuela de doctrina cristiana, luego escuela de lengua castellana, y después de 1786, según el artículo 34 de la Ordenanza de Intendentes, se decían simplemente, “escuela” que significaba “escuela de primeras letras”, el mismo término para las ciudades y villas de españoles y para los pueblos de indios.
5. Para fines del siglo XVIII en casi todo el virreinato, la Iglesia no tenía ingerencia en las escuelas en los pueblos de indios.
6. A menudo la enseñanza se impartía en castellano y también en la lengua indígena, y los maestros eran
españoles, mestizos, mulatos e indígenas. Los indígenas preferían a los preceptores bilingües.
7. La resistencia de las familias indias a las escuelas era básicamente económica: se oponían pagar de su
bolsillo, especialmente cuando había fondos suficientes en las cajas de comunidad, y se resentía la ausencia de
sus hijos como ayudantes en la agricultura.8. La fiscalización del gobierno de las finanzas
municipales de los pueblos introdujo varios cambios: el gasto mayor en los pueblos era para el maestro de escuela, y las fiestas religiosas bajaban al segundo
lugar. Se redujeron los gastos autorizados para así tener dinero sobrante que se utilizaba en forma de donativos
y préstamos para las guerras de la monarquía.
PROHIBICIONES
La prohibición tajante de usar lenguas nativas en asuntos oficiales data del siglo
XVII; la permanencia de tantas lenguas hasta nuestros días es señal del fracaso de dicha política; el reconocimiento legal de nuestro
país como una entidad multicultural y multilingüe, apenas en 2003, representa un cambio radical en la política que promovía la desaparición de los idiomas autóctonos –así
sea meramente formal.
FUENTES:
Alcides Reissner, Raúl. El indio en los diccionarios, exégesis léxica de un estereotipo, Instituto Nacional Indigenista, col. INI, núm. 67, México, 1983.
Ballesteros Gaibrois, Manuel y Julia Ullóa Suárez. Indigenismo americano,Cultura Hispánica, Madrid, 1961. Brown, Lester R. State of the World 1993, Organización de las Naciones Unidas, W.W. Norton and Company, New York, 1993. Caso, Alfonso. Indigenismo, Editorial Cultura, México, 1958. Caso, Alfonso.
http://www.cialc.unam.mx/pensamientoycultura/biblioteca%20virtual/diccionario/indigenismo.htm
http://biblioweb.tic.unam.mx/diccionario/htm/articulos/sec_22.htm