lH~ Isabel Barbeito Carneiro
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ESCRITORAS MADRILEÑAS DEI. SIGT.O XVII.
ESTUDIO BIDLIOGRAFICO-CRITICO
TOHO 1
Departamento de Bibliografía
F~cultad de Filolo~ra
UnivcrsWé1.d Comp1ut-.cns~ de Hadrid
1986
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Co1ecci6n Tesis Doctorales. N2 21/86
o Hª Isabel Barbeito CarneiroEdita e imprime la Editorial de la Universidad
Comp1utense de Hadrid. Servicio de ReprografíaNoviciado, 3 28015 MadridMadrid, 1986Xerox 9400 X 721
Dep6sito Legal: M-17741-1986
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la T~sis Doctoral de O? M,!!•• ¡~MQl.ai\~Q~;t.t<Q.C:P.Ol~j.~A ••••..••.••.•
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ESTUUIO. B.I.BLIOGRAFlCO ..•CRI.'I:ICO:' ••••...•••.•.•••••••••...•..••.•••.••.•
de la Que fue Director D••'¡O$é.. Siijlpn .O!M ....•.......•. " ..... '" .••.•..
.•.•••.••.•.•..•......•. , fue leída en le Facultad de • .Fi1oJ.or;¡!il .......•.
• . . .. . . . • '" " .........•........................... de la Universidad Com-
plutens8 de Madrid el die .~~.... de •..• ¡;;T\E\~O•••••••• de 19.!l6 ••. , ante
el Tribunal consti tu{do por los slguien tes Profesores:
Presidente .I1.r;•• p. .•. n:MG:l-~AQ .LÓpe~. E:>.tra<la ·
Vocal •.... ;Qr •• P.' .!:'!!' . .P.:UílJ:' . .I?alp1TIo. VÁ:1<r¡ue:i'l .•...•.....•..
Vocal •.•.• .I1J:"•. P .•. Jo:>.é . FrMej il8.. LeUreJ:"o .
Vocal •.... ;Qr •. P.•.. J.l.lp.E\J:"to. l'lélVil¡:-,r:O. Gpn:l;6.1~~.........•..
Secretario .I1I;•. P.\ . ¡;:l~1\q.(::il.t<ElI;li;i. JJQ¡;>~l1l..•..•.••..••....•.•
Habiendo recibído la calificaci6n de A.P.'l'O:'CUM.LAllDE!' ••.•••.........
...... ,
Madrid, a ;1.4. de •..• BnerA de 1986 ..
EL. SEGrtTARIO OCl TRIBUNAL.
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l~MI Isabel Barbeito Carneiro
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SeRIToRAS-
M AoRILENASo
EL SIGLo XVII(ESTUDIO BIBLIOGRAFICO-CRITICO) ---Tamo
1
Director: Dr. José SIMON DIAl
Madrid, 1985
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SUMARIO
INTRODUCCION
l. CONTEXTO HISTORICO
l.'. Madrid en el siglo XVII
1.2. La mujer
11. FINALIDAD DE NUESTRA RECOPILACION
n.'. Titulo
11.2. Mujeres que aportaron testimonios escritos
de interés en el Madrid del XVII
A) "Literatas"
B) "No literatas"
111. LINEAS GENERALES DE INVESTIGACION
IV. METODOLOGIA . • .
IV.1. Estructura
IV.2. Signos utilizados
IV.3. Criterios seguidos en la transcripción de .
textos ..••.•
V. ARCHIVOS Y BIBLIOTECAS CONSULTADOS
REPERTORIO
Letras A-Z
ADICIONES
APIONOICES
l. MUNDO VISIONARIO
l.'. Los demonios pere las monjes de S. Pl~cido
1.2. Otra expedencia de los demonios y descrip-
ción del Infierno . ....•.••••
l.
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.1.
1. 3. La "Floresta franciscana". aspesura vi-
sionaria • • • • • • • • • • • • • • •
1.4. Una axperimentada expone la distinci6n
entre arrobas y éxtasis
1.5. La lucha entre Dios y el hombra
11. RETRATOS Y AUTOGRAFOS DE ALGUNAS AUTORAS
11.1. BEATRIZ DE JES~S, Sor ••••
11.2. CERDA Y SANDOVAL, Catalina de la. VII
Condasa de Lemas • • • • • •
11.3. ESTEFANIA DE LA ENCARNACION, Sor
11.4. GUEVARA, María de. Condese de Escalenta
11.5. LUISA DE LA ASCENSION, Sor
11.6. MAGDALENA DE CRISTO, Sor (Mercedaria)
11.7. MANUEL, Bernarda
II.B. MARCELA DE S. F~LIX, Sor
11.9. MARGARITA DE LA CRUZ, Sor
11.10. MARIANA DE JES~S, Sor
11.11. MARIANA DE SAN JOS~, Sor
11. 12. MARIANA FRANCISCA DE LOS ANGELES, Sor.
11. 13. OROZCO y LUJAN, Maríe de •
11. 14. VALLE DE LA CERDA, Teresa
11. 15. Z~ÑIGA y SANDOVAL, Cetalina de le. VI
Condesa de Lemoa
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFIA GENERAL
ABREVIATURAS Y SIGLAS UTILIZADAS
lNOICE DE AUTORAS • • • • • • • •
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1.009
1.013
..
1 N T R O O U C C ION
l. CONTEXTO HISTORICO.
" Madrid en el siglo XVII fue de una vez para siem
pre la capital de España, y la hospitalidad espa
ñola qued6 vinculada a esta s~mpdtice villa como
uno de sus timbres mds gloriosos. Da tal modo ex
trema y singulariza esta condici6n general de Es
paña, que nuestros escritores tomaron en serio la
etimología vulgar de su nombre: "Madrid, madre"
de todos." (1)Miguel Herrero Gercía •
1.1. Madrid en el siglo XVII.
Tres reyes de la Casa de Austria abarcan la tota-
lidad del siglo que comprende nuestro estudio: Felipe
111, Felipe IV y Carlos 11. A excepción del breve espa
cio de tiempo (1600-1606) en que la Corte fue treslada-
da a Valladolid, su presencia determina muchas da las ac
tuaciones y aconteceres de la capital del Imperio espat
ñol, y por ende su propia configuración urbana.
El asentamiento de la Corte fue un logro que no s2
lo alcanz6 Madrid por su situaci6n geogrdfica, sino que
supo ganérselo con su acogedora cordialidad .y -c6mo no
reconocerlo- a costa da esfuerzos econ6micos poco reco~
pensados desde un punto de vista pragmático.
La proximidad física de esos personajes qua deci-
den los destinos del Imperio crea en el pueblo llano
-ajeno en gran parte a la política da fondo- una con-
ciencia de proximidad afectiva que sensibiliza su emo-
HERRERO GAACIA, Miguel. Ideas de los españolas del siglo XVII.
Madrid, Ed. Gredas, 1966, pág. 75.
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tividad anta las más variadas astímulos. Madrid vibra da
entusiasma a de dolar can sus sobaranosj y lo manifiesta
públicamante "a la barraca" con la llÍisll1llfuerza y grand,!
locuencia que expresan las artes plásticas y la literat~
ra.
Quizás cama meniobra política, la Corte hace de la
ciudad un escenario permanente de fiestas y celebraciones
que excitan el fervor popular hacia la realeza, olvidando
a menuda carencias de base. Aunque no siempre ríe y se con
duele el puebla al son de sus soberanos. Cuando en 1610,
cama consecuencia de la expulsi6n de las mariscos, aband2
nan la ciudad 123 familias, Madrid llora haciéndoss part!
cipe de la tragedia de esas infortunadas gentes. La reina,
en acci6n de gracias, decide funder el Monasterio de la En
carnaci6n.
Si alegre, bullanguera y espectacular es el Madrid
de Felipe 111, can el rey poeta Felipe IV se convierte en
"la corte de los espectilculos deslumbradores, las fiestas
caballerascas y la disipaci6n bulliciosa. Fue la ciudad
alegre y confiada. Segura del poder de sus reyes y de la
predilecci6n del cielo, que ella creía conquistar con pr2
cesiones y autos de fe, vivía par y para las diversiones
-devotas, populares a cortesanas- mientres se perdían el
Rosel16n y Portugal, ardía en guerra fratricida Cataluña,
pugnaban Sicilia y Nápoles par sacudir el yugo .español, y
hasta Andalucía y Arag6n forjaban planes separatistas.
Toros y cañas en la Plaza Mayor, cabalgatas carnav~
lescas, certámenes literarias, representaciones escénicss
en los carrales públicos del Príncipa y de la Cruz, en la
Cámara de Palacio, en los salones señoriales y hasta en
./.
'l.
las monilsticos locutorios¡ las autos sacramentales¡ las ram~
rIas orgiilsticas del Trapillo y Santiago el Verde, en la pr,!
maveraj las rúas diarias de carrozas en el Prado y la calle
Mayor¡ las merendonas en la Huerta de Juan Fernilndez; la bur
lona murmuraci6n en las mentideros¡ aventuras y amorIos, no
pocas veces can devota disfraz: tal era la vida de animaci6n
(2)y estruendo."
Tomamos esta cita de Deleito y Piñuela, corroborada
testimonialmente con la obra de Sim6n DIaz Relaciones de ac
tos públicos celebrados en Madrid (1541-1650), donde se rec2
gen 166 documentos relativos a otros tantas acontecimientos
de diverso signo.
Utilizamos los fragmentos Que siguen, a modo de ins-
tantáneas e,jempli ficadoras:
" Las Fleales Fiestas qve en la Villa de Madrid se hizieron
delante sus Magestades, el Rey don Felipe nuestro Señor
y Reyna doña Margarita de Austria, y los Infantes y Infan
ta, que Dios guarde. Año 1610. Hiziéronse estas fiestas
par las casamientos del Señor Cande de Ampudia, hijo del
Señor Duque de Cea, can la señora doña Feliz Colona, he~
mana del Señor Almirante de Castilla,-
La disposici6n de la Pla9a aquel dIa fue tal en la pared
de la Panadería, y al media della se form6 vn tablado b2
lado fuera, en cuyo fin, hazia mano yzquierda, estaua el
sitial y doncel da sus Magestades. Sali6 el Rey nuestro
Señor vestido de negro y martas preciosas, y an vn riQu!
ssimo cabestrillo traya el Tus6n. La Reyna nuestra Seño
ra sac6 saya entera de raza (sic) amarillo, y las das S~
ñoras Ynfantas del mismo calor. La demils del andamio se
cubri6 de tapicería y algunas almohadas para las señoras
(2) DELEITO Y PIÑUELA, José. S610 Madrid es Corte (La capital de das mun
dos baja Felipe IV). Madrid, Espasa Calpe, 1942, pp. 9-10 •
/1, 'l.
y tItulos. Sentóse le m~s cercana de sus Magestades, le des
posada; luego, la muger del Almirente, le Duquesa de Cee, le
de Peñaranda, la Condessa de Lemos, la Marquesa de Fuentes,
y luego las damas de palacio. Detrás de la silla real esta
ua el Duque de Lerma y el Marquás de Velada más abaxo de su
Magestad. Vuo otro tablado pequeño c~rca del suelo par~ los
juezes de la sortija, que fueron el Duque del Infentado; Don
luan Idiaquaz, Presidante de Ordenes; y el Conde de Puñonro!
tro.
alumbrar a las damas. Después vuo en Palacio gran Sarao.
Diéronsa allí los mayores premios de la fiesta, qua fue-
j ,,(3)ron buenas oyes ..•
La VI Condesa de Lemas, incluida en nuestro reparto
rio, relata con evidenta pericia y humor una corrida de "los
toros de S. Juan" celebrada el año 1613:
Se cerc6 vn peco da la pla9a de Pala9io, y sin tabla
dos trageron por allí a engerrar seis toros ••••
Vn criado del Conde de Saldaña .,. quiso dar lan9ada,
Entró primero la quadrilla del Duque de Feria, mantenedor de
A ests saz6n bolui6 a la pla9a el Conde de Oliuares con toda
la cose de mayor lustre y suntuosidad que uva en la fiesta.
Era muy grande •••• En lo más alto del testero iua eminente
la Fema con dos trompetas y sus alas llenas de ojos, como se
suele pintar¡ y dentro del carro sentadas las nueue Musas
Entraron luego doze pages del Duque con doze cauallos, las
sillas de borrenas carmesí y plata; los pages vestidos de lo
mesmo, con sendas lan9as de aortiJa; luego, dézis~ys padri
nos con ca19as y ropillas carmesíes largueedas de plata, en
cuerpo a la brida ••••
y casi por el orden que fue la entrada fue la salida de la pl~
9a •••• y al passar los carros por delante'los Reyes, en
vnos dan9aron las personas que yuan dentro; en otros, se abri~
ron globos y puertas. Dliuares peg6 fuego al infierno ñe su
carro, y no pudieron salir de la pla9a los caualleros y sus
máquinas y espetáculos hasta bien de noche. Entonces vinie
ron los coches por sus Magestades, y por las señoras y damas.
eunqueno la dioporqueere ';urdo.Y noes burla,nilodi
go por
remedar aliisneros,sino que era9urdo
Pues,
enfin,vntoro se vino para élyél seestuuocon
su lant;:a
tan derechay leuantada,quecon entrar eltoro
Sevilla, Gabriel Ramos, 1610. 2 hs. fol.
despat;:iose co16 por deuajo della sin tocalle pelo; y co-
gió tan a su saluo el cauallo por los pechos que en mi vi
da vi ceuallo tan leuantado. Cayó el hombre pera tras, tan
a plomo, que fue mucho no matarse de la cayda¡ porque cayó
de lomos y hecho vn ouillo le vimos deuajo del toro, que
por gran dicha se emba9ó con el cauallo y no metó este ce
uellero, el quel se leuantó y con todos sus borzeguís y
azicates fue corriendo tres el toro, de quien le auían l!
brado los que acudieron a socorrelle; y no mató al toro •••..c 4)
Los fragmentos que siguen corresponden a una "~scara y
Fiesta Real" celebrada durante los Carnavales de 1623:
" Desseava toda la Corte llegasse el día en que el Rey nuestro
Señor y el Señor Infante don Carlos la honrassen y regozija-
(3) REALES FIESTAS (LAS)
Tres ellos entró un carro triunfal, que fuela sortije
su quadrilla con hachas blancas encendidas, para acompañar y' (4) Carta de fecha 26-VI-1613 (Cfr. Zúñiga y Sandoval, Catalina de la.
VI Condesa de Lemas. 444, 27!)
./. ./ .
'.(s)
ssen con la Real fiesta que tuuo efeto el Domingo de Garnest2
lendas con vna grandiosa máscara; no tanto por al gran adere
90, bizarría y costosos vestidos de los Grandes, t!tuios y c~
ualleros, como por salir en ella su Magestad y Alteza
Llegado pues el Domingo de Carnastolendas, que era el dia en
que se aufa de hazer esta Real fiasta, fueron al Monasterio de
la Encarnación todos ~os duques, príncipes y caualleros •••
Fue le carrera de su Magestad y del Conde de Oliuares la mejor
de todas las que se hizieron, y se señaló la promptitud, igual
dad, emparejamiento y concierto del Conde con el Rey •••• y
vuel to el Rey al Conde, dixo: "Ea, vamos a las Desca19as i y
assí partieron allá, donde dieron otra carrera; y de allí fu~
ron a la Pla9a Mayor, donde dieron otra •••• De allí fueron
a la Platería, donde se dio otra carrera •••• De aquí parti6
la máscara para Palacio, donde se dio la Oltima carrera; y ac~
bada ella se entr6 su Magestad en Palacio; y las achas que
yuan en las azémilas se dieron a todos los de la máscare, los
quales hizieron con ellas mil passeos por la Corte; euiendo
de más a más por las ple9as y calles muchas luminarias, y par
ticularmente en Palacio, en el qual huuo despuás e poco rato
comedie.
Acabada la comedia, entróse el Rey con el Conde de Oliuares
a consultar y despachar algunos negocios, como las más noches
acontece. Y es mucho que vn Rey ten poderoso, puesto en Fiesta
tan grandiosa, dexe sus recreaciones y gustos para acudir e lo
que conuiene a sus reyn~s ••• ,,(5)
Claro que como "nunca llueve a gusto de todos", siempre
se producía algun descontento, según demuestra el siguiente tex-
to que corresponde a Catalina del Viso, incluida asimismo en nue~
MASCARA y Fiesta Real, que se hizo en Madrid a 26 de Febrero de 1623.
Madrid, Vda. de Cosme Delgado, 1623. 2 hs. fol.
.;.
tro repertorio. Gamo puede observarse, ésta se refiere a las
diversiones carnavalescas organizadas dentro de Palacio:
Seguí sus güellas y el bullizio de las demás, que
nos conduxo a la galería, antiguo sitio de los mages
tuosos festejos. Aceché con curiosidad Y no bi sino s~
ledad del hiermo; Y assí, colérica con mi condutora, le
dije: "V. m. a herrado el camino, pues por llebarme a
la carcajada y carretilla que yo deseaba, me a tra!do a
ver algún desefío, porque en Dios y en mi conziencia
que si quisiera matar a mi padre únicamente, a ningún
sitio le sacara sino aquí; y malos años para el Prado
alto y los Molinos de biento ••••
Representaron la comedia de "Entre bobos anda el juego".
y a mi parezer herraron el título, porque no abra de d~
zir sino "entre bobos anda la disposici6n de la fiesta".
A esta frialdad en mantillas siguió la danza de los mer
caderes de paños, muy puestos en la mudanza, y como yo
soy fina como el coral, no me contentó la libiandad de
aquellos mozuelos ..• ,
No sé en quél dia de éstos, que los miré todos para 01
bidarlos, sali6 Orfeo rezién benido del ynfierno con
tres voquatro abes de su cortejo. Cant61es la sala ad~
lante, y ellas con gran nobedad pelecharon de repente,
quedando conbertidas en danzarines. Esto alborotó la
Corte, y dizen que fue manda que dejó en su testamento
Cosma Lot a los ospitales, por ayuda de 'costa de lo que
les an quitado. Con esto se acab6 lo prebenido de tan
tos d!as y ensayado de tantas semanas. ,Pare que se bea
lo que es el mundo! Mareada sal!, y 5610 me consuela
que ya es Qua resma , Y quiero más ayunar que ber tales
.;.
111
fiestas. ,,(6)
Veamos tambián a título de ejemplo, un fragmento de
otras "solemnísimas fiestas", ástas con motivo de la canoniza
ción de Sto. Tomás de Villanueva:
El día, pues, primero de nouiembre del año pasado de 1658,
en que la Santa Iglesia celebra, la festiuidad de todos los
Santos, su Santidad de nuestro Sumo Pontífice Alexandro
Sáptimo, con toda la pompa y celebridad que vsa nuestra
Madre la Iglesia en tan sagrados actos, canonizó y puso
en el Catálogo de los santos al glorioso Padre Santo To
más de Villanueua. Llegó esta dichosa nueua a Madrid a los
veinte y cinco de diziembre ••••
Celebr6se esta feliz nueua en el Conuento de San Felipe,
que es de religiosos de San Agustín, por aspacio de tres
díes '" •
El primer altar de aqueste fieste fue el que hizo en dos
magníficas y sumptuosas diuisiones el Conuento Real de la
Encarnaci6n ••••
El altar catorze hizieron los Padres Recoletos Agustinos,
ocupando toda ls lonja de San Felipe
Con harto sentimiento de mi core96n he passado en silen
cio las inscripciones latinas y los versos ingeniosíssi
mas castellanos ••••
Martes 16 de setiembre hizo la fiesta la Reyna nuestra Se
ñora ••• '.
Miárcoles 17 de setiembre hizo la fiesta el Príncipe nues
tro Señor
---((6;;))------------------ __Cfr. Viso, Catalina del. 396.
./.
1I
El Iueves 18 de setiembre, dia del glorioso Padre Santo To
más de Villenueua, hizo la fiesta su Alteza -que Dios gua~
de- le Serenissima Infanta Teresa María .••
El domingo 21 de setiembre hizo la fiesta el Conuanto Real
de la Encarnaci6n ••. .,(7)
La boda de Cerlos 11 con María Luisa de Orleáns susci
ta en Miguel Herrero García el siguiente comentario:
" Madrid vivía unos dias de expectaci6n entre curiosa y optimi~
ta, esperando recibir a la nueva reina de España, María de
Orleáns, con la que el monarca Carlos 11 había celebrado re~
les bodas en Surgos hacia finales del año 1679. El matrimo
nio regio era entonces una importante jugada politica, de la
cual podíAn derivarse duelos o bienandanzas para el Estado y
para la,naci6n. En este caso, más todavía que en otros anál~
gas, la suerte de España había empezado a ponerse en juego
entre el partido de Austria y el de Francia. Pero, ¿colum
braba siquiera el pueblo semejantes perspectivas? Iba a e~
trar en Madrid la flamante soberana. Iba a,haber toros y fe~
tejas. Oespuás vendrían los sucesos que hubieran de venir.
De momento, no se pensaba más que en divertirse. J8)
En una relación de 13 de enero de 1680, se cuenta as!
el recibimiento hecho por la Villa de Madrid a tan ilustre
personaje:
- " Sábado se executó la entrada pública de la Reyna nuestra
(7) RELACION de las solemnissimas fiestas, que en esta mvy noble Villa
de Madrid •.. celebró el Conuento Real de S. Felipe .•• a la cano
nización de .•. Santo Tomás de Villanueua •.• Madrid, Gregario Ro
dríguez, 1658. 8 hs. fol.
(8) HERRERO GARCIA, Miguel. Madrid en el teatro. Madrid, Instituto,de
Estudios Madrileños, 1963, pág. 417. (Esta obra, cuidadosamente d2
cumentada, refleja mucho del ambiente popular y otros aspectos de
la vida madrileña del XVII)
./.
1••
Señora en este muy noble y leal coronada Villa de Madrid '"
••• Admiraua, sobra todo, la discreta proporci6n y compost~
ra de las armas y símbolos de veinte y quatro reynos y est~
dos principales de le Monarquía, con eruditos motes y em
pressas, que las plumas latinas y españolas rindieron por
celebridad e las eugustas prendas de nuestra Reyna •• , •
••• Después de su Magested, a muy breue distancia de el p~
lio, seguía en mula la Excelentíssima Señora Duquesa de T!
rranoua, su Cemerere Mayor •••• Seguía a su Excelencia,
la señora doña Laura de Alagón, Guarda Mayor, también en
mula ••• Des~ués seguían, por su orden, en hermosos pa-
Uempo de agitaci6n y desejuste, ebunden también los ase
sinatos, profanaciones, desafueros, hurtos, como dejaron bien re-
( 11 )flejado los cronistas de la época.
Ese entorno esplendoroso y convulso, excelente caldo de
cultivo para el arte en todas sus manifestaciones, ve brillar ju~
to a figuras rutilantes como Lope de Vega, Quevedo, Calder6n, Ve
lázquez, toda una pléyade de artistas cuyo ingenio genera un am
biente de creetividad donde se confunden realismo y fantasía, a
tal extremo, que resulta difícil averiguar si el l.ombre copia
el arte de la realidad o se transforma la realidad a impulsos
. /.
M9drid, Biblioteca Nad ,"lIt 1 ,".. , .
La Fe religiosa que evidencian las mujeres incluidas
en nuestro repertorio, y que a veces puede parecer ingenua e i~
cluso pueril, alentaba en todos los corazones, cualquiera que Fue
se la condición del creyente. Así hablaba Felipe IV en visita
efectuada a las Carmelita~ de Loeches, en noviembre de 1638:
Oecid a vuestro General, que aunque sé mui bien el mu
cho cuidado con que toda buestra Religi6n me encomienda al
del arte.
Señor, que aore en particular debe hacer nuebo recuerdo a
todos los prelados de ella para que lo prosigan con las ve
ras posibles. Porque la Reina i io hicimos voto a nuestro
Señor de llemer a la primera hija que nos naciese Teresa,
por la deuoci6n grande que tenemos a la Santa i a toda su
religión, y la confian~a de que por su medio nos a de ha
cer el Señor particulares mercedes sobre las que nos tiene
hechas. Decidselo asl de mi parte a el pe. Gen3ral, pues
hemos cumplido nuestro voto y deseo, dándole el nombre de
Teresa 8 la Infanta nuestra hija". ( 12)
(12) "VARIAS NOTICIAS HISTORIALES
Mss. 8.693, Fol. 321 •
(11) Así, Antonio de León Pinelo, en sus Anales de Madrid¡ y José PRlt.l.cer en Avisos históricos. (Cfr. Bibliografía General)
en este orden la señora doña María Teresa de Toledo, la se
ñora doña Francisca Henríquez, la señora doña María Andrea
de Guzmán, la señora doña Iosefa de Figueroa, la señora do
ña Manuela de Velascoj y cada vna, en lo excelente de sus
prendas, vn pasmoj y en lo admirable da BU hermoaura, vn
.;.
prodigio.
••• Permita Dios corone la dichosa vni6n de ambos, en dil~
tada sucessión, para gloria de BUS reynos y mayor felici
dad de España.,,( 9)
la frenes y con riqueza de galas y joyas y natural modestia
y garbo, las señoras Damss de la Reyna nuestra Señora, assi~
tidas cada vna de dos señores Parientes a cauallo. Seguíanse
~l mismo boato, suntuosidJd y fervor popular ofrecen
las calebraciones de acontecimientos luctuosos tales como la
muarte de Margarita de Austria, Felipe 111, Isabel de Borb6n~10)
y tantos otros personajes protagonistas del siglo que nos oc~
pa.
(9)RELACION COMPENDIOSA del recibimos y entrada trivnfante de la Rey
na nvestra Señora D. Meríe Lvisa de Barbón en la ••• Villa de Ma
drid ¿t;iadrijj7,Bernardo da Villa Diego, [j9BQ7, fols. 1r, 23
24
(10) Véase la obra ya citada de Sim6n Díaz, Relaciones de actos públicos
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tico rigor informativo, cuantos milagros suceden a menudo en la
Villa.
Les fundacionas raligiosas llegan a número tan excesivo,
que las benedictinas de S. Pldcido han de recurrir al patrocinio
del Conde Duque de Olivares, para escamotear la prohibición de
nuevos establecimientos de este tipo. León Pinelo evidencia en
sus "Anales" la profusión de tales fundaciones.
Un fenómeno de gran repercusión en la Villa y Corte es
la inmigración del campesinado, debido a la miseria cada ve~
mayor ocasionada por los impuestos y a su situación desvalida
ante los abusos de la soldadesca. Por otra parte, y como con
'secuencia de la crisis general, la población madrileña se ve
aumentada por una invasión de pícaros y maleantes. De 14.000
habitantes en 1570 pasa ,; 108.000 en 1617, y a una cifra próxi
ma a 340.000 en 1660. Este número se reducird posteriormente a
170.000, como consecuencia de la bancarrota de 1680.
Otro aspecto importante, que permite paliar siquiera
temporalmente el caos ecnnómico, es el auge comercial experi
mentado por Madrid a impulsos de los Cinco Gremios Mayores¡ i~
cidiendo a su ve~ favorablemente las rentas de la aristocracia
latifundista afincada en torno a la Corte. No obstante, las a!
cas del Municipio madrileño caen con frecuencia en la inopia,
y son precisos toda clase de subterfugios para cubrir les apa
riencias administrativas, a~ariancias que al parecer procura
cubrir gran parte de la sociedad, según se desprende de la va
liente crítica que hace doña María de Guevara, Condesa de Es
calante, incluida en nuestro repertorio:
" La felicidad se pone en los juegos y gales, destruyendo sus
cases y haziendo indecencies. Las mugeres treen tantas ga-
./.
las que no les alcanza la hazienda. Las plebeyas lo buscan
con mal modo. Los nobles dejan de pagar a sus criados¡ con-
que cada día los tienen nuebos ••, • Pues Señor, mejor fue
ra dejar los juegos y las superfluidad es y pagar a buestros
criados, y con esto no conocerían otros amos y siruieran con
ley •...
Si el otro saca vna inuentiua de vn coche nueuo, y ha vn año
que otro señor tiene otro, le desa~e por hazerle como aquál,
pudiendo durarle quatro años.
Si la otra señora tiene vna joya rica, que pudiera durar a
sus biznietos, la desaze para comprar otra que vino de otro
reyno, lo más ds ello falso y que no dura quatro días. Si
se quitan las puntas de plata, porque no se gaste, vienen
de otr'oreyno puntas dA hilo y seda, con que nos lleban la
plata y viene a ser peor.
En los oficios no ay tasa, ni quenta en los despachos
En las plazas están los alguaciles conuenidos con los que
venden, y assí nos cuesta todo más, y todos son ladrones en
( 13)sus oficios •.• ."
Las dos últimas dácadas, delimitadas fatalmente por el
colapso financiero de 1680 y la muerte de Calder6n, son de dese~
canto a todos los niveles, como se trasluce en algunos de nues-
tras personajes femeninos y ejemplificamos a través de María de
Orozco y Luján:
" ... Bien sensib18 dolor es para mí ver y conozer la pel"di-
ción de la Monarquía, donde s610 dan crádito y premio a la
mentira. Se yerra en vn todo y no azertamos en juzgar. La
pasi6n ... haze que apetezcamos lo malo, y la ignorancia
que no lo distingamos de lo bueno .... Muchas vezes •.,
(13) Véase Guevara, María de. Condesa de Escalante. 130 (págs. 4-6)
.1.
I
1111I'r1tllln1 11111' )¡I qUlt f1Ut1 l\ljb{¡HnU~ UIj r.tluyl'fH'.
I
1!
IIJi·d"ilil ¡jiU .• 11I1~ flluUIt'lltlll1 lIu 111 qlllJ Ilttldtllllllh lid 1111t'''I', y
,,(14 )
En carta al propio Carlos 11, le dice:
Encomiendo a Dios a V.R.,Magestad,y a las cosas de la Manar
quía¡ y digo que me lastima, porqwe en nada se azierta, porque
no S8 obra ni se trata con aquella legalidad y fidelidad que d!
bemos a Dios y a nuestro Rey para el bien públicoj que cada día
ay nouedades y que con ellas se rebuelben piscinas que lebantan
mui malos vapores en los vasallos y que de aquí nacen grendes
discordias, confusiones y malas voluntades. Y digo que es cas
tigo de nuestros pecados los malos sucesos de las guerras, con
tanta pérdida de gente, gastos de Hacienda y tantos grauámenes
da tributos sobre el estado eclesiástico y los pobres, que en
los oídos de Dios suenan sus clamores •••• ,,(14)
La opinión que del monarca tenía esta mujer -comparti
da quizás por gran parte del pueblo- era la siguiente:
Nuestro Reyes vn santo, Dios nos le guardej pero corto y
de ninguna resolución. Créese mucho de la ligera, y como ay ta~
ta sobra de aduladores, se muebe con facilidad¡ y vn príncipe,
siendo vno, ha n~ obrar por muchos, porque muchos obran mal
porque él no obra bien¡ y si el Sañor no derrama esta sobera-
na semilla de los frutos que son propios de al Diuino Esp!ri
tu Santo en la capacidad de nuestro Rey, todo irá dado por el
..c 14)pie a la vltima ruina ••••
Se refiere así a un amotinamiento popular, pidiendo pan
desaforadamente ante la casa del Conde de Dropesa, que a la sazón
vivía en la Cuesta de Sto. Domingo:
• Beo, Padre mío, las que V. Pd. padege, y lo que le aFli
ji6 el sUgeso de la Puerta de Alcalá¡ que ia se a dicho por acá
./.
'1"" vl)u IlIUciIU!J m.ldus y que an muerto tres i pero no sé si
dijeron en esa Puerta o la de el Sol. ¡Dios nos anpare y
rremedieJ Por acá no ay Falta de pan, ¡bendito sea Diosl;
pero a dos rreales, que es vna temeridad para los pobres
(111)
A pesar de ese desencanto general, la fe religiosa se
guirá sosteniendo al pueblo, haciándole recurrir a los más ar
tificiosas signos de Fanatismo y superstici6n, en un último in
tento desesperada par recuperar los sueños de grandeza.
1.2. La mujer.
En su obra Los españoles en Italia, Felipe Picatoste,
al citar e numerosas mujeres de mérito pertenecientes al 6iglo
de bro, resalta cómo "Italia ha honrada constantemente la memo
ria de sus mujeres céleb~es, siendo muchos las escritoras que
hen publicada sus biograFías y juicios críticos¡ sus retratas
abundan en toda la península y decoran los museos, bibliotecas
y palacios; se conservan coma preciosidades hist6ricas y naciE
nales sus autógraFas ..., mientras que en España apenas tienen( 15)
un recuerda nuestras escritoras. 6610 Santa Teresa ••.••
Admitiendo que en eFecto -como evidencia nuestra comp!
laci6n- son muchas las mujeres de esa época que merecen espe
cial renombre, se imponen las siguientes cuestiones:
_ ¿En qué condiciones transcurría la existencia de una mujer
del siglo XVII?
_ ¿Qué posibilidades de realización personal se le brindaban?
(111) Cartas escritas desde Alcalá de Henares el 6-XII-1691, 20-XII-1694,
1-VIII-1697 Y l-VI-1699, respectivamente. Véase OrOZCD y Luján, M~
ría de. 339.
(15) PICATOSTE, Felipe. Estudios sobre la grandeza y decadencia de Espa
ña. Los españoles en Italia. T2 l. Madrid, Vda. de Hernando y C',
1887, p. 116.
../..
IlIn ,ull'''1M <;n,"II1I1" 1"'1'11I1,,\1>1"'1 ""'111: Ml\ll1lMUNIU 11 LUIlIUI 1lIJ.
Para el primero, la bBlleza SB considBraba factor primor
dial, ya que implicaba a su vez, bondad, nobleza, discrBción y
otra serie de virtudes. Según parBce, un arquetipo dB perfec
ción f!sica fBmBnina era Bl que detalla la siguiente dBscrip
ción:
"La muger para ser hermosa a de tener Bstas propriBdades:
A de ser larga en tres, esto es: en talle, manos y pelo.
A de SBr ancha en tres, esto es: en frente, de ombros y m~
ñeces.
A de ser blanca en tres, esto es: en garganta, manos y die~
teso
A de ser negra en tres, asta es: en ojos; cejas y párpados.
A de ser rubia en tres, esto es: en pelo, labios y mejillas.
A de ser pequeña en tres, esto es: en nariz, boca y pies." (16)
Aubrey F.G. Bell resuma la aituación de la mujer en Bstas
breves l!neas: "Le idea dB que deb!B permenecer en cesa y ocu
parse en hiler o coser sobrevivió aún en presencia dB teor!es
n~s atrevides, algunas de las cuales no logreron convertirsB
an realidades hasta el siglo XX".(17)
y este nombre de donzella le conuiene hasta los veinte años
dB Bdad, porque desde all! ya le cumple casarSB '" • A la
niñs, luego que sabe conocer qualquier cosa dB seso, la d~
uen sus padres instituir Bn las cosas que SB estienden e
Dios nuestro Señor .,.. Que no se acompañe con jud!os y mg
ros, ni tome dellos cosa de comer qUB le dieren
Enséñenla a que honrre a sus padres y les tenga mucho aca-
tamiento y reuerencia, y les bese la mano y no les contra-
diga en C059 ninguni'l.•.
Ni se a de permitir que duerma mucho ..., mas antes, tanto
quanto la ~dad lo pueda sufrir, las hagan ocupar en buenos
exerci~ios, como es labrar, coser y ha~er cosas de sus ma
nos o.' • La madre enseñe a la donzella a guisar de comer
. Conuiene que la donzella en su tierna edad sea Bnse-
ñada a regir los ,"o~osy familia ...
Verdad es muy auerigueda que el sexo masculino es m~s pri~
cipal y más noble que el sexo femenino. Y cosa cierta es que
en todas les espe~ies de animales los machos son de más no
ble condi~ión y de complexión más cálida y de mayor fortal~
no se puede negar sino que es de mayor perfección que ella;
porque más noble es la causa que el efecto". (18)
Los fregmentos de un meticuloso tratado sobre la forme
ción fBmenina escrito en el siglo XVII por Fr. Juan de la ee!
da, que copiamos a continuación, evidencian cuáles eran los
za que las hembras • y pues procedió del varón la muger,
criterios vigentes para educar a la mujer, 9rientándola hecia
los dos caminos ye indicados:
" ASB de aduertir que niña y donzelle no es lo mismo ... ,
María de Zayas -incluida obviamente en nuestro repertg
rio- achaca a la falta de estimación femenina gran parte de los
males de su tiempo, incrependo a los hombres en estos términos:
(16)
(17 )
porque niña es llamada comúnmBnte hasta diez años; y de~
En manuscrito de la Biblioteca Nacionel de Madrid Mss. 3.884,
fol. 422 v.
BELL, Aubrey F.G. El renacimiento español. Zaragoza, Ed. Ebro,1944, p. 94.
./.
( 1S)Cerda, Fr. Juan de la. "Libro llamado vide pol1tica de todos los
estados de mugeres .••", fols. /lv-5v, 15/lv.(Madrid I Siblioteca
Nacional, Mss. 19.212)
./ .
cc ••• "."";,2""""""",",,.""''''_ 0$'--"'-"1I.------.-91i1'4 " ••• - _J ,
di ,"1.
María de. Parte segunda del sarao y antra
(o Desengaños amorosos. Cfr. 408-410). Oe~
franceses os han hurtado el valor y vosotros a ellos
,.( 19)los treges
el tiempo en ofensa de Dios y de vuestra nobleza? ¡Que
esto hagan pechos españoles'•••¡que esto sufran ánimos
castellanos! Bien dize un éroe bien entendido,que los
Mería de Guevara --a la que ya nos hemJs referido-
se lamenta de esa misma falta de estimaci6n, haciendo hinca
pié en la conducta improcedente de los maridos:
" Los hombres todos son vna misma faula ••• : El marido más
firme llaman a Orfeo, porque fue por su muger al Infierno.
¡Qué de ellos que van allá por sus mugeres, no por fi~ezas
-como Or'feo-, sino por lo mal que proceden con ellas ¡ Cría
la otra madre a su hija con mucho regalo y delicadeza, de
tal maner3 que vn confite le haze mal, no quiere que la
den ninguna pesadumbre, y entrégala después a vn hcmbre
que le da tantas. Lo primero, le lleua todo Antón Martín
a casa, y luego se la llena de hijos de ganancia (que es
tas ganancias son las que dan a las mugeres proprias), y
juég3le el dote y las joyas; y si habla vna palabra, oye
dos mil desaires; y tiene le culpa la mala condici6n
de ella, que ellos nunca le tianen en nada. Sudídeles vn
trabajo y bueluen como el hijo pródigo a case.
¡QU8 gracias puede dar e Dios vn hombre que le sucede vn
trabajo y hllla en casa vna muger con quien poder comuni
carlo y tomar consejo! Porque, aunque el de la muger es
poco, el que no le toma es loco. IY qué desgraciado es el
que halla lo contrario! Señores casados, estimad a bues
tras mugeres, pues has las dio Dios por compañeras, y no
les arrojéis como a Daniel en el lago de los leones; que
lAYAS Y SOTOMAYOR,tenimiento honesto
engaño X.
( 19)
contando cuentos que os suceden con damas, que creo que son
más inuenciones de malicia que verdades, alabándoos de co
sas que es impossible sea verdad que lo pueden hazer ni aún
las públicas remeras, s610 por lleuar al cabo vuestra daña
da intenci6n, todos efetos de la ociosidad en que gastáis
.1.
" '" Mas pienso qua ya no las daseéis y pretend6is, sino por
gala, como las medias de pelo y las guedejas. ¿Da qu6 pen
sáis que proceda el poco ánimo qua oi todos tenéis, que s~
frís que estén los enemigos dentro de España y nuestro Rai
an campaña, y vosotros en el Prado y en el río llenos de g~
las y trages femeniles, y los pocos que le acompañan suspi
rando por las ollas de Egipto? De la poca estimaci6n que h~
zéis de las mugeres; que a fe que si las estimarais y amár~
des como en otros tiempos se hazía, por no verles en poder
de vuestros enemigos, vosotros mismos os ofreciérades, no
digo yo a la guerra y a pelear, sino e la muerte ••, Que
ellos mismos ofrecían sus haziendas y personas: el padre
por defender la hija¡ el hermano, por la hermana; el espo
so, por la esposa; y el galán, por la dama; y esto era por
no verlas presas y cautiuas; y, lo que peor es, deshonradas,
como me paraca que vendrá a sar si vosotros no os animáis a
defenderlasj mas como ya las te~éi9 por el alhaja más vil'y
de menos valor que ei en vuestra Casa, no se os da nada de
que vayan a ser esclauas de otros y en otros reinos '" ,
¿Es possible que nos veis ya casi en poder de los contra
rios, pues desde donde están a donde estemos no ai más de
fensa que vuestros heroicos cora90nes y valerosos bra90s,
y que no os corréis de estaros en la Corte hajando galas y
criando cabellos, hollando coches y passeando prados; y que
en lugar de defendernos nos quitéis la opini6n y el honor,
11
I
!\
iI
'.
(20)
(21 )
Dios ~onsiente y no pare siempre. Y pues presumis los hombres
que sabéis más y tomáis para bosotros los gouiernos y puestos,
tolerad y llebad con p~uqencia las condiciones de buestras m~
geres, pues quien más sabe más a de sufrir. Y si vna muger
tiene mala condici6n, llebalda can prudencia; y si la tiene
buena, estimadla y mostradla mu~ho ~ariño, que ~on esto vi
uiremos en paz." (20)
Sin embargo, aun cuando la mujer estaba socialmente obl!
gada a enceuzar su vida dentro del matrimonio o del estado reli-
gioso, no siempr'e se veía secundada por el destino, ajeno a todo
tipo de imperativos humanos. Tal es el caso de Catelina de Mend2
za (Cfr.), cuyo matrimonio rato la indujo a una existencia de aS
tividad plena, entregada al gobierno de los estados de su padre
y a su propio perfeccionamiento espiritual¡ y también puede ser
vir de eje~plo Maria de Orozco y Luján (Cfr.), quien -rechazads
por el convento donde había profesado- ~onsegr6 generosamente la
solteria a su numerosa familia, que tuvo en ella el más eficaz
auxilio en una extraordinarie conjunci6n de adalid y doméstica.
Como bien supo ver Juan Pérez de Guzmán y Gallo, algu
nas "mujeres literatss y sabias poblaban y animaban con las ga
llardías del ingenio los palacios, y sus honestas recreaciones
hacían salir las monastarios de la norma mon6tona 'de sus ejerc!
~ios litúrgicos, impulsaban en el estado llano estímulos poder2
505 de elevaci6n, y hasta ~~ la masa indocta del pueblo daterm!
naban nuevos rumbos, sacando a la mujer plebeya del obscuro ri~
c6n de sus hogares, al espectáculo de las Justas y Certámenes
" (21)
Véase Guevara, María de. Condesa de Escelante. 130, pp. 19-20 Y 26.
PEREZ DE GUZMAN y GALLO, Juan. Baja los Austrias (La mujer españo
la en la minerva literaria castellana). Madrid, Ese. Tip. S81esi~
ne, 1923, p, 105.
,.1·
También Deleito y Piñuela, ~orroborando la anterior,
afirma c6mo "aunque el nivel in~electual media de la mujer espa
ñole era muy bajo, inferior al de otros paises, existian honrosas
excepciones, señalándose mujeres·cultas, que ~ultivaban con prov~
cho las letras y las ~iencias, des~ollaban en la poesía y hasta
brillaban en ~ertámenes literarias". (22)
No obstante, a nadie se le oculta que hasta muy avan-
zado el presente siglo el mundo del intele~to estuvo prácticame~
te vedada a la mujer. Par supuesto, si nos limitamos al siglo
XVII es bien sabido que la restricci6n educativa aplicada al mal
llamado "sexo débil" suponía en muchos casos la conveniencia de
su analfabetismo. Buen número de padres y educadores considera-
ben que tal tipo de aprendizaje no 5610 era innecesario sino p~
ligroso para el alma femenina. Creemos por demás elocuente el
párrafo que sigue del ya citado Fr. Juan de la Cerda:
" En lo que toca a si es bien ocupar a l.a donzella 3n el exer
cicio de leer y escreuir, a hauido diuersos pareceres. Y ex~
minados los fundamentos de estas opiniones, pareye que, aun~
que es bien que aprenda a laer para que reye y lee buenos y
deuotos libros; mas el escreuir ni es necessario, ni lo qu~
rría ver en les mugeres; no porque ello de suyo sea ma¡o,
sino porque tienen la ocasi6n en las manos de escreuir vi-
lletes y responder a los Que hombres liuienos les embían.
Muchas ay que saben este exeryicio y vsan bien dél, mas vsan
otras dél tan mal, que no sería de par8yer que lo aprendiessen
todas. '"
.•. Auemos visto en nuestros tiempos, de saber leer las do~
zellas y otras damas escreuir, auerse seguido grandes inco~
venientes; que de tener la pluma en la mano se recre~en. Mas,
(22) DELEITO Y PIÑUElJl" José. La mujer. la casa y la moda (En la Es
paña del Rey Poeta). Madrid, Espasa Calpe, 1946, p. 39 .
./.
agudas
porque es exercicio indiferente, yo no le quiero condem
nar, sino remitirle a la prudente madre •••• " (23)
He aquí lo que piensa a este respecto la audaz contem
poránea de Fr. Juan, María de layas:
Las almas ni son hombres, ni mugares. ¿Quá raz6n ay
para que ellos sean sabios y presuman que nosotras no P2
damos serlo? Esto no tiene a mi parecer más respueste que
su impiedad o tiranía en encerramos y no darnos maestros.
y assí, la verdadera causa de no ser las mugeres doctas,
no es defecto del ceudal, sino falta de la aplicación;
porque si en nuestra crianQa, como nos ponen el cambray
en las almohadillás y los dibuxos en el bastidor, nos
dia,an libros y preceptores, fuéramos tan aptas para los
puestos y para las cátedras como los hombres,. y quiQá más
" (24)
Es obvio que, en muchos casos, si la mujer no quería
ser iletrada debía recurrir al autodidactismo. La misma María
de layas corrobora:
" ••• y más si todas tianen mi inclinaci6n, que en viendo
qualquiera LribrQ7 nueuo o antiguo, dexo la almohadilla
y no sossiego hasta que la passo ••• " (24)
Mas no siempre se le cerreron las puertas hermática
mente, como hemos dejedo entrever a través de las citas de
Pérez de Guzmán y Gallo, y Deleito y Piñuela. Las damas de
cierto rango, con facilidad para la versificación, encontr~
ban favorable acogida entre aquellos autores que al publicar
(23)CERDA, Fr. Juan de la. Op. cit., fol. 6.
(24) lAYAS y SOTDMAYOR, María de. Novelas amoroses y exemplares.
(Cfr. 403-407). "Al que leyere".
.l.
sus obras gustaban de exornarlas con preliminares colmados de
composiciones laudatorias. También, aunque en menor medida, al
gunas aspirantes a más altos vuelos literarios, encontraban el
estímulo de escritores consagrados.
Por otra parte, siendo la vida el libro que más ense
ña al hombre, no podemos olvidar cómo las mujeres barrocas se
nutrieron inconscientemente de esa cultura que Flotaba en el
ambiente, a que antes nos reFerimos, ya Fuera mediante la asi~
tencia a teatros, academias y certámenes literarios, libros ac
cesibles o escamoteados, etc. Y en muchos casos, los mismos p~
dres, hermanos o esposos las harían partícipes de sus cre~cio-
nes intelectuales, buscando el benepl~cito o la lisonja.
Pero, curiosamente, fue en el ámbito religioso donde
la mujer se vio motivada por el hombre para transmitir un men- .
saje escrito portador de su intimidad, con todo lo que ello i~
plica de redes de creencias y actitudes ante la vida. Convie
ne tenar en cuenta a su vez, que es en la esFera religiosa,
dentro de los distintos grados de compromiso personal (reli
gioses de cleusura, beatas, at~.), donde se encuentran muje
res de la más varia condición social. Ese mundo aparentemente
cerrado y hasta pare muchos obscurantista, oFrece paradójica
mente a la mujer barroce perspectivas y consecuencias libera
doras, tales como la escapatoria de un matrimonio impuesto, la
elevación o acomodación a niveles sociales de imposible acceso
dentro de la laicidad, etc. Y en cualquier caso, siempre la s~
blimación de afanes o traumas inconscientes, a trdvés de ejer-
citaciones espirituales altamente prometedoras para la vida
sobrenetural, en contraposición a las limitaciones del mundo
caduco y contingente.
. /.
,
~""--~-
11. FINALIDAD DE NUESTRA RECDPlLACION.
Si exceptuamos a la única escritora da euténtico renom
bre en el siglo XVII, María de Zayas, y a la viajera francesa
Mme. d'Aulnoy, cualquier otra informa~ión contempor~nea sobre
la vida y características de la mujer barroca se ha venido r~
cibierdo de autores masculinos, les m~s de les veces proclives
a la misoginia (Quevedo, BartolomA Leonardo de Argensola, etc.),
o, por el contrario, tan imbuidos de ideales caballerescos que
la defienden a ultranza, mostrando un arquetipo ideal modelo de
virtudes (Calderón, Cristóbal Su~raz de Figueroa, ete.). Nadie
mejor, sin embergo, que la propia mujer para comunicar sus anh~
los, su sentir, su visión del mundo,· su experiencia vital, en
fin.
Nuestro objeto, por tanto, fue rescatar del abandono o el
olvido todos los mensajes femeninos que puedan contribuir a un
mejor conocimiento del reverso de la humanidad -eircunscribié~
donas al Madrid del XVII-, en tento permiten analizar cómo pen
saban las mujeres'cuando a la mujer le estaba vedado comunicar
su pensamiento.
El material que eportamos y las posibilidades de locali
zación evidencian cómo nuestra idea inicial es factible y hey
fuentes de primera mano pere estudiar directamente a la mujer
del siglo XVII, partiendo de su propio mensaje; lo que muy po
cos estudiosos han sebido ver, sin apenas aprovechamiento, va-
liAndose de algún personaje femenino especialmente notorio.
Si por un lado el car~eter inédito de gran par~e de las
obras supone el menejo laborioso de manuscritos, con las dif!
cultades inherentes de mal estado de conservación, letras il~
gibles, etc., así como localizaciones en conventos y otros cen
./.
tros de difícil acceso, a su vez resulta un acicate que puede y
debe servir de estímulo para múltiples realizaciones difusoras
de tan novedoso arsenal.
n.1. Titulo.
El título elegido es un tanto restrictivo, ya que en rea
lidad se trata de un estudio bibliográFico-documental, que in
tenta dar una visi6n orientadora sobre las autoras y su obra,
apoyándose fundamentalmente en textos ejemplificadorss. Así pues,
se pretende que el lector no sólo encuentre las Fuentes biblio
gráfico-documentales que le permitan acceder a la informaci6n y
obra de la autora o autoras de su interés, sino que en.una ráp!
da consulta pueda deducir qué se contiene en ese material util!
zable. Nuestro estudio, por tanto, está concebido como "Guía B!
bliográfico-oocumental".
La denominación de "escritoras" tiene un sentido muy amplio,
al comprender todas aquellas mujeres que aportaron un testimonio
escrito de interés de cualquier índole. Obviamente, esta amplitud
brinda un vasto campo de posibilidades para diversos tipos de e~
tudios, por tratarse de una recopilación cuya variedad permite
analizer las múltiples motivaciones que impulsaron a escribir a
diversas mujeres de diferente estado y condición. En cuanto al
gentilicio "madrileñas", lo empleamos también en un sentido am
plio, pues no sólo se incluye a las naturales de la provincia
de Madrid, sino aquellas foráneas que, vinculadas a esta pobl~
ci6n por diversas circunstancias, dejaron a su paso una huella
escrita. Quedan as! generosamente premiadas con un galard6n a
modo de carta de ciudadanía, que responde a la proverbial hosPl
talidad de la Villa y Corte, donde cualquier español puede sen-
tirse madrileño .
./.
11.2. Mujeres que aportaron testimonios escritos de interés en el Me
drid del XVII.
Son unas 205(25)les autoras que aportan su testimonio es
crito a este repertorio. De ellas, 128 laicas y 77 religiosas.
En su mayor parte, no pretenden "hecer literatura", aun cuando
muchas escriban con innata maestrfa. Es obvio, por tento, que
las obras reflajadas no siempre tienen un car~cter netamente
literario. Mas, parad6jicamente, quizás en las autores sin pr2
p6sitos literarios es donde se encuentren testimonios de mayor
interés, atendiendo a perspectivas hist6ricas, socio16gicas o
psico16gicas. 'Es en sus escritos donde esoma una mayor autent!
cided. Consecuentemente, prevaleciendo sobre le división muje
res la ices/mujeres religiosas, se nos ocurre establecer la di
ferenciación entre mujeres CON o SIN voluntad de "hecer liter!!.
ture" , llemándolas "literatas" a las primeras, en tanto cuanto
pretendieron cultivar la literatura, y "no literatas" e las que
aportaron testimonios escritos de interés, pero sin esa inten-
cionalidad:
AJ " LIT E R A T A S "
Entre éstas se encuentren mujeres que accedieron e c!!.
si todos los géneros o manifestaciones de carácter literario,
algunas de las cuales destacaremos a continuaci6n:
a.~
Marfa de Zayas y Sotomayor.- La figura de nuestro
repertorio que 10gr6 alcanzar un mayor prestigio
literario es sin duda María da Zayas. Sobresale co
mo novelista. A trevés de sus novelas -cada vez más 85
tudiadas-, describe y critica a la sociedad de su tiem
po, destacando fundamentalmente los alienantes condi
cionamientos femeninos; de ahí que se la considere la
primer feminista espeñola:
-"¿Quién dude -digo otra vez-, que aura muchos que atr!
buyen a locura esta virtuosa ossedfa de sacer a luz
mis borrones, siendo muger, que en opinión de algunos
necios es lo mismo que una cosa incapaz? Pero qual-
quiere, como sea no más de buen cortesano, ni lo ten
dré por nouedad, ni lo murmuraré por desatino; porque
si esta materia de que nos componemos los hombres y
las mugeres, ya sea vna traba9ón de fuego y barro o
ya vna massa de espíritus y terrones, no tiene más
noble9a en ellos que en nosotras; si es una misma la
sangre, los sentidos, las potencias, y los órganos
por donde se obran sus efectos son vnos mismos, la
misme alma que ellos -porque las almas ni son hom
bres ni mugeres-, ¿qué raz6n ay para que ellos sean
sabios y presuman que nosotras no podemos serlo?"
(Cfr. 404)
Dentro de' la novela cortesana, supo rivalizar
prestigiosamente con sus oponentes masculinos cultiva
dores del mismo género.
Inescrutable a efectos biográficos, hemos logr~
do incorporar dos hallazgos de cierto interés: 1) una
firma autógrafa de 1617, y 2) la confirmaci6n de cómo
(25)No es posible fijar la cifra exacta, debido a que en algunos co
lectivoB se desconoce qué número de autoras intervinieron en los
escritos anóni~os.
./.
su padre estuvo al servicio de los condes de Lemos.
Mariana de Cal"va,jal y Saavedra. - Aunque andaluza, pe!:
./.
__ .• , ~ .•_._ .•• '-_-"'0
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I
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b.~
"""'Elci6 Elrl 1" Vlll" y Curto tlunmlu Ull lUI"YU p'JI"lntlu
muy importante para su vida. En Madrid muri6 su eSP2
so y en la misma ciudad escribi6 lo m~s conoJido de
su producci6n litersria: Navidades de Madrid y noches
entretenidas, en ocho novelas. Este fruto de su esta~
cia madrileña es el que incluimos en nuestro reperto
rio.
Obviamente, el cultivo de este campo literario
debi6 ofrecer grandes dificultedes a la mujer; no ob~
tante, hemos localizado custro autoras para nuestra
recopilación: dos de allas, Angela de Acevedo (Cfr. 2,
3, a) y Maria de layas (Cfr. a29) escribieron obras
dramáticas totalmente asimilades al teatro nacional
barroco, como se'demuestra ampliamente ~~ su lugar.
La prfmera, cuyas obras est~n impresas, posiblemente
escribiera con destino a representaciones palaciegas;
la segunda, a travás de una sola obra demuestra un d2
minio que hace pensar en otres piezas escritas quizás
bajo seud6nimo. No obstante, imaginamos una acogida
poco favorable para la comedia que incluimos, cuando
ni siquiera lleg6 a imprimirse. Las otras dos eutoras
son religiosas: le hije de Lope de Vege, Mercela de
S. Fálix (Cfr. 214), y su discipula Francisca de Sta.
Teresa (Cfr. 116). Ambas escribieron coloquios espi
rituales destinados a recreaciones dentro de su pro
pio convento. Existe no obstanta una gran distancia e~
tre la maestria e inspiraci6n de la primera y las cr~
ciones de le segunde e imiteción de equélla.
./.
-....•
c.~
Dentro del campo de la pOBsia BS dondB la mujer del
siglo XVII encuentre mayores posibilidades de acceso. Pe
ro sin embargo, también es donde quizás encuentrB mayorBs
limitaciones, al mBnos en cuanto a libertad creadora y de
expresi6n se refiere. Estamos aludiendo al numBroso gru
po de pOBtisas que escriben para certámenes o prelimina
res de obras impresas. Como ya se sabe, ese tipo de poe
sia responde a clichás o esquemas preestablecidos, en los
que si ecaso cabe vislumbrar el ingenio o pericia del au-
tor.
Por supuesto, nuestro repertorio incluyS manifest~
ciones poéticas que ofrecen une mayor riqueza de carac-
teres formales y de contenido; pero éstas corresponden a
un número mucho menor de autor3s que escribieron composl
ciones poeméticas originadas por otras motivaciones más
pr6ximas a su sensibilidad.
En cuanto a las primeras, apenas contamos con una
o dos composiciones sueltas de cada poetisa -generalme~
te de tono panegirico-, encuedrables en la que suele d~
nominarse "poesla de circunstancias". Son, por otra pa!:
te, las que ofrecen más dudas respecto a su origen y
atr'ibución, pues el prurito de a19unos autores por in-
cluir alabanzas femeninas, a veces hasta les impulsaba
a fingirlas.
Hay, sin embargo, como ya hemos indicado, autoras
de evidente interés:
Marcela de S. Félix.- Digna heredera del ingenio de su
.l.
,padre, la trinitaria Marcela de S. F~lix dej6 una int~
resante y rica aportaci6n a la poesía femenina, por su
gran variedad y notoria inspireción. Según parece, qu~
m6 parte de su obra; no obstante, el tomo manuscrito
que se conserva es una buena prueba de su asimilaci6n
da~ arte po~tico en las distintas manifestaciones, que
convirti6 en instrumento al servicio de la comunidad
religiose donde transcurrieron 66 años de su existen
cia:
" Si quieren que cuente más,
presten piadosas orejas,
y oirán males inauditos
y lastimosas trajedias.
Pero porque no se aflixan
con tan penosas querellas,
que avn a mí mismo me enfada
referir tan tristes penas,
quiero cesar y decir
de mi clara dascendencia
y de mi illustre prosapia,
que honrrar vn mundo pudiera.
Diéronme muy noble sangre
mis padres, que gloria tengan;
porque descendi6 mi padre
y vino por línea recta
del más valiente rauino
que se halló en toda Judea.
Mi madre no fue tan noble,
mas su vide fue tan buene,
que suple bien por la sangre
.;.
y excede toda noble9a.
Volaba por esos ayres,
penatraba chimaneas,
grande bruxa de Logroño
famosa en toda la tierra
(Cfr. 214, 12)
Francisca de sta, Teresa.- Compañera conventual e hija
religiosa de Sor Marcela, sigue muy de cerca a su admi
rada madre y maestra. Buena prueba de ello es un tomo
manuscrito, de volumen muy similar sI de aquélla, que
se conserva inédito y permaneció ignorado hasta nues-
tra "re!3cate".
" En 1" Trinidad sagrada
se celebra un emineo¡
¡atenciónl, porque esta fiesta
a fee que tiene mistet'ib "." (CFr. 116)
María Nieto de Aregón.- Es la suya una vocaci6n lite-
raria proclamada a gritos, como atestiguan sus cartas
ar cronista Andrés da Ustarroz¡ aunque posiblemente t~
las ansias alentaran en múltiples pechos femeninos:
-"I::onoscola ventura qua he tenido en que mis uersos lle
gasen a mano de quien tan vien sabe animar a cortos ta
lentos, para que se adelanten y no desmaian en los pri
meros pasos de camino tan dificultoso," (Cfr. 327, 1)
También resulta sumamente reveladora su concien-
cia lingüística:
-"No es nuebo en v.m. fauorecer mi corto caudal animán-
dome a que prossiga en los estudios a que el nabJral
.;.-----=_ -·----_===~c=.._=_""-"'"""'=_..~__"=__==___"=.="=,~_",."'~.~_, .._
- --",._---------_._-
l'l'¡¡!;
". "ll.
me inclina, si bien aunque las ocupaciones precisas
me desuían, alentada con el aplauso de v.m., hurto
del tienpo algunos espacios en que camino lo que
puedo por lición de libroa selectos en nuestro y
extraño idioma. Y puedo aseegurarle que más trab~
jo en saber el castellano que deprender el latino."
(Cfr. 327, 3)
La validez de su obra ee encuentra revalideda
por el mecenazgo de Uztarroz.
Antonia de Mendoza,- Asímismo es digno de destacarse
el repertorio poético que incluimos de esta popular
y pintoresca arist6crata, original hasta en su muer
te (felleció a causa de un atrac6n de aves). Dama de
las reinas Isabel de Borb6n y Mariana de Austria, cul
tiv6 la poeaía como instrumento social válido para tg
da circunstancia, ofreciendo curiosas muestras de di-
vertimiento palaciego. Así, por ejemplo, el ingenioso
escarceo literario y galante de los "motes", muy en
boga entre los cortesanos barrocos de ambos sexos.
Siguen en importancia a las poetisas citadas,
entre las laicas, Jacinta María de Morales, Antonia
de Alarc6n, etc.; y entre las religiosas cabría citar
a Luisa de la Ascensi6n, Mariana de S. José, Mariana
de Jesús, etc.
Ana Caro Mallén de Soto, panegirista de la Villa y Cor
.!:.!!.- A modo de "visitante de honor", la sevillana Ana
Caro ha merecido un luger en nuestro repertorio por la
huella que dej6 a su paso por Madrid:
./.
---:..•.•..
" IJuise ver a Madrid, Corte españolB,
Grandioso mapa donde se acrisola
El valor y nobleza .•.. " (Cfr. 46)
La poesía al servicio del teatro y de la novela.-
_ María de layas y Sotomayor.- También destacada poe
tisa, la citamos en este apartado, por cuanto su ex
presión poética más inspirada se encuentra en la
obra teatral que conocemos Y en las composiciones
intercaladas profusamente dentro de sus novelas:
" Amar el día, aborrecer el día
llamar la noche y despreyierla luego,
temer el fuego y acercarse alfuego ,
tener a un tiempo pena y alegría.
Estar juntosbalarycobardía,
el despreyio
cruelyel blandoruego,
temor
ualiente yentendimyentoyiego,
atada
larrazón,libre osadía.
Buscar lugar donde alibiar los males
y no querer del mal hazer mudanza,
desear, sin sauer qué se desea.
Tener el gusto y el disgusto yguales
y todo el uien librado en esperanza;
si aquesto no es amor, no sé qué sea."
(Cfr. 402)
Angela de Acevedo.- Igualmente, procede destacar la
ágil versificaci6n que demuestra esta autora en sus
piezas teatrales:
./.
\
l.,.,
j',.:'"
t." ..•1':"
jin
" No os turbéis, que si aquí estoy,
no estoy como vina aquí;
y assí no tendréis en mí
lo que fuy, mas lo que soy.
y por mayor desempeño
de vuestro sueño, mirad,
que si el sueño fue verdad,
ya aquella verdad es sueño.
y por verdad, solamante
observará mi cuidado
aborrecer lo passado
y eprovecher lo presente." (Cfr. 2)
_ Mariana de Carvajal y Saavedra.- A su vez, Mariana de Car
vajal utiliza también la novela para hacer alarde de su d2
minio de la versificación en las más variadas formas, in
sertando incluso parodias burlescas de mitos clásicos:
" Rasistióse la m0gej
Apolo la embistió, no la ret09a.
Y, viéndose en sus manos,
clamorea a los dioses soberanos.
La ninfa, laurel hecha,
de Apolo las finezas escauecha,
donde en tiernos abra90s
gozeua le frescura de sus bra90s. ". (Cfr. 52)
Asímismo cabe citar a Marcela de S. Félix, cuyos colo
quios espirituales petentizan su agudo ingenio y singular de~
treza, conteniendo versos del más inspirado lirismoj y a su
discípula Francisca da Sta. Teresa.
d. HISTORIA
Indudablemente, el acceso a este campo, raservado en
./ .
aquellos siglos a sesudos varones, también supone una
audaz incursión.
Ana de Castro y Egas es autora de la obra histórico-
biográfica Eternidad del rey D. Phelippe 111 el Pia
doso. Discurso de su vida i santas costumbres (Cfr.
56). ¿Historiadora subjetiva? No cabe esperar otra
cosa da quien se presenta a sí misma como "fiel vassa
lla" del rey objeto de su estudio. Sin embargo, ha de
tenerse en cuenta que sus conclusiones del acaecer his
tórico son como el eco de los ideales que animaban a
tantos y tantos vasallos aún convencidos de la infall
bilidad real, muchos de los cuales ensalzaron entu-
sl.ásticsmente a esta autora.
Doña María de Guevara, Condesa de Escalante.- Otra i~
teresante aportación la constituye un amplio y docu
mentado estudio que dedicó a S'J linaje la condesa de
Escalante: Memorial de la Casa de Escalante y servi
cios de ella. El propósi to del mismo era demostrar
ante el rey "los continuos seruicios de sus progenl
tores, hechos por espacio de más de 900 años". Se
trata de un trabajo realizado con auténtico rigor
científico, en cuanto a fuentes documentales, que
permite entrever c6mo la autora debía cuidar los d2
cumentos patrimoniales con auténtico celo archivís-
tico.
e." Fl~RIOOI6MD"
Esta dama de la nobleza, tan rebelde y audaz
como estudiosa, a la que acabamos de referirnos, cul
./.
..... ..'.. '.'~
LivlI ,¡ bll.illl"" '"<Jt'lIItHJ un 8XlJr89il~n u[Jcri to pare msni-
fester públicemente sus conocimientos e ideas:
-"Dirá. vuestra Magestad: ••¿Gluitin mete e una muger en
esto? A que respondo que erta lástims es que lo ll~
guemos e entender las mugeres tan vien como los ho~
bres y e sentirlo mejor," (Cfr. 126)
Sagez y dinámica, tantee el "periodismo" inci
piente de su tipoce mediante la redacci6n de "gace
tilles", como puede comprobarse por un ejemplar que
se conserve destinedo e D. Juan de Austria. (Cfr. 128)
Ana de Leyva.- El llemémosle "reportaje a lo barroco"
impreso, que describimos en 153, fue encomendado por
Felipe IV a esta autora, Es, en realided, un penegír!
co en prose -con versos interceledos- destine do e en-
selzer le figure del Duque de M6dena, y está escrito
con fines presuntemente políticos:
-", " Entre breues treguas que me concede le honesta
ocupación, el virtuoso empleo que personas de mi
porte exercen en el estrado y almohedilla, en la
rueca y aguja •• ,' tomti la pluma, apenas pude entQ
nar la Musa, porque ya el poco cuidado de las le-
tres con otros nueuos desminuye lo poco que auía
alcangedo en largos desvelos ,•• ,
Bien o mal templado, señor, centti dibujendo, si no
en harmonioso son e lo menos en alegre acento, al
gún encomio breue de V.A,S.en lenguaje castella
no mío, con rústica melodía,"
Ceteline del Viso, "bobe" de Palacio, otra croniste
oC8sional,- Resulte de gren interés le breve, pero
originel y peculiar muestre de esta "graciose" de le
Corte de Felipe IV, que ni corta ni perezose "empuña"
le pluma pere criticer las fiestes de Carnestolendas
celebradas en Pelacio, como ye hemos visto en el con
texto hist6rico:
-"Por eber sido ten escrupulosse la entrade en estes
fiestes, que se a negado este a v.m. con ser el
proctobobo de los sirbientes del otro querto, le
remito essas notizias para que corte la c61ere que
le abrá ocasionado rigor tan ynussado. "."
(Cfr. 396)
La Me, Aldonza de Ayala.- Se debe a su pluma un fo
lleto que elabor6 siendo Priora del Convento de Sto.
Domingo el Real, de Medrid, con el fin de informer a
la reine sobre la solemne colocación de una imagen.
ye que -tel como se indica en la dedicatoria- la 50
berena no hebía podido asistir.
Es un ejemplo más de las distintas motivacio-
nes que movieron las plumes femeninas en el siglo
XVII,
f. "ENSAYO"
Doñe Marie de Guevara, Condese de Escalante.- Le
tantas veces oiteda Condesa de Escalente escribe
bajo el seudónimo de "un evtor moderno", Desengaños
de le Corte y Mugeres Valerosas, estudio crítico 50
bre le socieded de su tiempo, que puede considerar-
se precursor del ensayo, tal como hoy lo entendemos,
Muy a duras penas debi6 soportar la limiteción
'. ./.'-..;.~::rr-
--IO/l.j-.....-~
./'
----------_._---- ..~..._._._---------- -
f"Ullltll 11 r 1'1 111"1 .,11 1~11l1t ¡i'I, 11'1' r111 NI11¡.., 1.r11 JfI 'IUrt "\/IU1 t11'(1I1
los hombres a roya; y no que, como ellos hizieron
las leyes, todas fueron en su feuor, qutriendo que
elles se contenten con las armes de la rueca y de
la almohadilla". Quizás, pensando en sus propias
posibilidades, estaba convencida de que "si vsesen
la6 mugeres de les letras •••, les sobrepuJeran a
los hombres". (Cfr. 130)
dI) YII 1,"11 \/11) PUl' tll~\l;r'lItIlUlltfl, ¡JUt'U que lo gloria
fuese y sea para su Magestad destos escritos que en
tre manos tengo •.•" (Cfr. 105)
h. TRATADO DE CODIFICACION PENAL
Magdalena de S. Jer6nimo.- Aun cuando Magdalena de
S. Jerónimo no abrigara prop6sitos literarios, ta~
bién nos referimos a ella en esta parte, porque h~
g. TRATADOS EXEGETICOS
Estefanía de la Encarnaci6n.- Artiste por tempera
mento, esta singular madrileñe, a quien se venía s~
poniendo autora de una sola obra, ha legado en rea
lidad una producci6n rica e interesantísima -aunque
incompleta- que la acredita como mujer de excepCio
nal talento y escritora innataj si bien elia estaba
convencida de que su numen literario era de origen
divino. Así dice refiri~ndose al Tabernáculo místi-
El:
y mand6me con grande fuerga tomase la pluma en
la mano y que e~pe9Bse a escriuir segdn Dios me
dictase, y que no escriuiese sino quando me sinti~ .
sse dictada y inflameda del diuino Amor •••
y así, no he sido más que arcaduz por donde ha pa
sado esta agua •••" (Cfr. 104)
y a las Siete hojas:
-"Entendí, pues, mediante esta luz, ••• que el día
de la Encarna9i6n de aquel mismo año tomaría la
pluma para exercitarla •••, tomándoma Dios (sian-
.;.
bo de tener consciencia del carácter difusorio de
su obra, en razón al sistema que trataba de impo-
ner:
-"Por lo qual, el fin y blanco desta 'obra es hazer
una casa en cada ciudad y lugar donde huuisre c2
modidad, con nombre de "Galera", donde la justi-
cia recoja y castigue, según delitos, las mugeres
y vagentes, ladronas, alcahuetas y otras semajan-
teso
Para que se entienda la forma y tra9a como esto
se ha de hazer, la importancia y necessidad que
dello euía, con todo lo demás que e esto perten~
ce, quise escriuir este breue tratadillo
(Cfr. 199)
Esta esforzada precursora de Concepci6n Are-
nel fue inicialmente comisionada por Felipe 11 p~
ra comba tir la delincuencia femenina (fundamenta 1
mente la prostitución). A tal objeto, le encomen-
dó la dirección de una "Galera" en la Villa y COI
te.
Ignoramos el lugar de su nacimiento. La de
dicatoria del interesante tratado impreso en 1608
.;.
, I
- I
estl1 fil'lTlud" en M"drid. P"reCB, ¡JUBS, BvirJente al 01'1
gen madrileño de esta obra, que puede suponerse fruto
de su propia experiencia.
i. TRAOUCCION
de comprobar's8 cómo estas rtlujeres aportan las r.1¡js do las veces es
critos que revelan una innata maestría en el manejo de la pluma.
En cualquier caso, siempre resultan de sumo interás para la his
toria social y en gran medida para la psicología, pues son sus
testimonios los que generalmente ofrecen una mayor autenticidad
Francisca de los Ríos.- Esta treductora de' 12 eños humana.
era hija de un procurador de la Corte de Felipe 111.
Asombra c6mo a tan tierna edad consigue publicar una
biografía traducida "da Latín en Romance", qlJededic6
a la entonces princesa Isabel de Borb6n. De esta sen
cilla manara expresa la pequeña Francisca cuáles fue-
ron las razones que la movieron a acometer tamaña em-
presa:
Oantro de estas mujeres. que hemos dado en llamar "no l!
terotas", cebe establacer los siguientes grupos:
a. ESCRITOS AUTOBIOGRAFICOS
Suelen ser escritos ml1so menos extensos, de carácter
espiritual, realizados a instancias de los confesores.
suerte que todos le gozassen y se aprouechassen •••"
-"Conside:-á quan injusto era que este precioso tesoro
estuuiera en lengua latina escondido, para no poder
ser participado de las almas dauotas. Y quisa en mis
pocos años traduzirle en castellano, para dársela da
Su maestría tambián produjo sorpresa a 10scens2
res, "porque la propiedad que guarda en las palabras,
el sentido legítimo en las cláusulas de mayor miste
rio y de mayor dificultad, la inteligencia en lo más
oscuro d~l espíritu, no pudiera hallarse en edad tan
Mariana Francisca de los Angeles, fundadora carmelita
Madrileña.- Un hallazgo fortuito puso en nuestras m~
nos el único memorial manuscrito autógrafo que se co~
serva de esta interesantísima personalidad barroca. I~
creíblementa salvado de la barbarie destructora de la
guerra (los demás manuscritos fueron quemadOS), se da
la efortunada circunstancia de tratarse quizás del úni
co escrito autobiográfico inádito en su totalidad, ya
que Fr. Alonso de la Madre de Dios, al sscribir la bio
grafía de esta fascinante Y tenaz madrileña, volc6 en
la misma todo el material escrito que con afén pesqu!" (Cfr. 359)tierna
8) " N O LIT E R A T A S "
Un aspecto que pretende destacarse es c6mo el estímulo que im
pulsa a escribir a la mujer del siglo XVII, con frecuencia no raspo~
da a una vocaci6n literaria al menos consciente. Y, sin embargo, pu~
sidor pudo reunir tras su muerte.
Constituye esta obra, de gran riqueza expositi
va (Cfr. 291), un testimonio sumamente revelador, no
ya sólo dssde el punto de vista ascático-místico, si
no contemplado desde una perspectiva psicológico-s~
cial:
.1.
-==:::-~---.......,;;-
.l·
- !
1
¡,
l'
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"
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-I'rudu BU ITIU l'It.:tu ,'c§.;ll, t\i nu u.'~ "l ~Ul' UHIIIJI1, y yu
otra cosa ere como ynposible, Dejar de tomar este do
beía no me lo sufrirían mis padres, y esto me cong2
jaba terriblemente. Casi llag¿-~~ a determinar el
yrme a un desierto; pero temí que mi padre abía de
morirse de pena, biéndORA espuesto a que se presu
miese me abía ydo con algún honbre."
,Estefanía de la Encarnaci6n.- Las dotes artisticas de
esta polifacética madrileña -a quien ya nos hemos re
forido- cautivaron de tal manerl'l al duque de Lerma que
no paró hasta conseguir que profesara en el Convento
de Franciscenas de sta. Clara de Lerma, debido a su p~
tronazgo,
La amena autobiografía que escribi6 por mandato
del confesor, descubre, e través de una clara y sinc~
ra exposici6n, la rica personalidad de su extraordine
ria autora, que también -como hemos visto- escribi6
tratados exegéticos,y poesias hoy perdides:
-"Estaua vn primo mio, dibujando .,. y no podía salir
con hacer nade de prouecho, porque estó de le pint~
ra he menester inclina~i6n y él no la tenia, En fin,
lleguéme a uer lo que ha~ía, y riyéndome dije: "Me
jor lo haré yo"; y tomando el lápiz hice vn dibujo
de nuestra Señora tal, que todos los que entendían
dello se ha~ian cru~es y no acauaban da espantarse,
teniendo a milagro cosa semejante "," (Cfr, 105)
María Magdalena de la Cruz, fundadora franciscana en
~,- Este personaje de "altos vuelos" orientales y
místicos ofrece una obra tan ~cusadamente literaria
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'111\',\
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I1l'!'
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por' su incuestionable lirismo y desbordante fantasíi:1,
que nos hizo titubear a la hora del encuadramiento: sin
embargo, ateniéndonos a las declaraciones de la propia
escritora, procede incluirla entre las mujeres sin pro
pósito literario.
Tres voluminosos tomos manuscritos comprenden su
intrincada Floresta franciscana, en la que vuelca cuan
to le ravela Dios (unas veces Cristo, como "Esposo" o
"Padre"; otras veces Dios Padre, como "Agüelo") sobre
el misterio de la Inmaculada Concepción y la Orden fran
ciscana, a la vez que va intercalando sus propias expe
riencias místic3s:
-"Y al toma r la plumB, si se ha de escriuir como me lo
dBn, ha de estar el alma en el diuino gBleón, que es
la oración, nauegando por el mar de la quietud, sacie
go (sic) y fee, Bl Byre blando d8 lB seguridad, porque
51 13quí huuiera remordimiento de escrúpulo de lB con
ciencia, no diera su fruto esta sCiencia, ni lB pluma
corriera secretos de Dios en vna tan ml~er6ble," (Cfr.242)
La beatB madrileña María de Cristo.- Otra personalidad
de sumo interás la constituye esta pintoresca beata, quP
posiblemente escandalizara a religiosas profesas meno'; 1",
presionables; pero sin embargo cautiv6 a su confeslH' y "
numerosos adeptos. Realmente, no debe causar extr,'lií"/II'.\
-como ella misma cuenta-, gracias 6 su intercesió", ,,1
pueblo madrileño tenía solucionados los problelluJ'O,1" .",
qu!a (su oración atraía las llul/ias) y otros mucill"; ""
gran envergadura:
-"Ha caton~e de maio me fui a San Jil a besitélr' " :;,,,,
Pedro de Alcántara i a pedirle alcan~ase d',~IJ\"" ""
./'
1¡
nos castigase conforme nuestros delitos i en parti~
lar los míos ••.•, porque cor(jJi6 boz que 11 qulnc;e,
día de San Esldro, abíe de enblar el Señor un gran
cestigo a Medrid oo." (Cfr. 231)
Un grueso volumen conservado en le Bibliotece Neci2
nel de Medrid contiene eunadas diverses releciones espir1
tuales, prologadas por el confesor de tan peculler cria
tura',que tambi~n decíe escribir por mandato ,divino.
El contenido se mantiene in~dito en su totalidad.
La terciaria carmelita María de la Ascensi6n.- Hasta Ro-
mI' habían ido a parar sus escritos, que estuvo a punto de
publicar el propio confesor que se los exigi6. A trav~s
de los mism9s, puede observerse c6mo esta madrileña nac!
da en la calle de la Luna, en~rgica, sencilla y veraz, vi
vi6 obsesivamente desde niña el t6pico de la fugacidad de
la vida:
-"Siendo niña, creo no teníe vso de raz6n, quando aborr!!
cía todas las cosas temporeles y abrazaba las eternas;
y ere con tan grande ansie que muchas uezes estsua co~
siderando en que todo lo que ueía tenía fin y que s6lo
Dios era etemo •••" (Cfr. 229)
Lucía de Jesús, otra beata madrileña.- En la Biblioteca
de El Escorial 'se encuentra la obra manuscrita de este
infortunada criatura. Es une eutobiografíe espil"itual,
hecha por mandato del confesor, que le autore relata li
nealmente, y cuyes tribulaciones y prodigios nos sumer-
gen en un mundo insólito:
-"••. Supe milegrosemente ler y escribir, sin que nadie
.l.
I
,i
I
It
¡:
¡.
'-.~-~.--~-.-
me enseñasse '" . Fui pasando asta edad de nuebe años,
'y entonzes me lleuaron a meter en Santa Issuel con las
niñas güérfanas, adonde anpezó nuestro Señor ha azerme
particulares mercedes en la orazión ..•• En este modo
dA vida estuue dos años, con los quales tenía onze de
edad, y dieron los míos orden de sacarmp ue allí para
ponerme a seruir, cossa qua yo lloré mucho, porque m,l
lleuaron a Toledo y me dejaron en una casss acomodada,
adonde estube doze años ••• ocupada en cossas de tan
gran trauajo que sin encarecimiento puedo dezir que
fue como quip.nestubo en galeras .,•• y así I no qU!!
ri6río, ni orno, ni molino, ni rastro de cosa que yo
no andubiesss, a qualquier ore que me lo m8ndassen,
eche vna azémila de cossas de mucho pssso, echa un es
trapajo de todos, sin despeger mis labios en la menor
cossa del mundo." (Cfr. 158)
Mariana de S. José, fundadora del Convento de la Encar
nación de Madrid.- Aun no siendo de Madrid, su importA~
te vinculación 8 la Corte durante 27 años le m9raci6 cal'
ta de ciudadanía madrileña.
Resul t3 extraño que la profundida.d de pensamiento
y equilibrada m~durez espiritual que emanan de su plume
no hayan merecido hasta época muy reciente una mayor di
Fusión de sus escritos, parte de los cuales pueden para~
gonarse, sin desdoro, con los de la Santa Doctora de Av!
la.
En torno a esta Figura aparecen otras agustinas r!!
coletas, a las que nos reFerimos como biográfas, ya que
escribieron en su mayor parte con el único objeto de es
.l.
clarecer la personalidad de su fundadora:
-"Entre las misericordias que nuestro Señor me a hecho,
y una de las mayores, es que fuese nieta y hija de p~
dres cristianos; y sus padres de mi madre tanto, que
después de ella na9ida •••, por deb~9ión de entran
bos hi90 mi abuelo un monesterio adonde puso a su m~
jar y hija pare que allí sa criase con otras dos he~
meras de su madre •••• Su padre sa hi90 clérigo."
(Cfr. 263)
La Me MI de la Cruz, fundadora del Convento de Carmeli
tas Descalzas de Loeches.- Sin ofrecer interés alguno
de índole literaria o espiritual, results muy curiosa
ls relación manuscrits qua escribió esta sencilla y e~
pontánea religiosa sobre algunas de sus caractarísticas,
psicosomáticas. Probablemente f.ueradestinada a un médi
cOi y, por supuesto, como testimonio de carácter socio
lógico y hasta científico es verdaderamente singular:
-"Aunque soy mu sang[tljina, Flame y malancolía me pre-
dominan mucho. Que, aunque de condici6n soy coléry
ca, los umores que más de ordinario es necesario eb~
quar son los dos dichos. Le cabe9a y hígado padecen
siempre mucho fuego, y todo lo demás del cuerpo mu
cha frialdad, avn antes que tomsse estado." (Cfr.115)
Catalina de Jesús y S. Francisco, terciaria franciscana
fundadora de un colagio de doncel les pobres en Alcalá
de Henaras.- Sus escritos se encuentran insertos eh una
especie de biograf!e "a dos plumes".
Al morir Catelina, su hijo, el frenciscano Fr.
Juen 8ernique, escribe una epasionada biografíe en la
./ .
que J.ncrusta,a1 menos en un 50'/0,los escritos autobiogr!
ficos que de ella hab!a logredo reunir.
La fuerte personalidad de este mujer, arrebatada y
contradictoria, nos sitúa ante otro arquetipo barroco, cu
yo mundo espiritual infunde tanta perplejided como admira
ciÓn.
Es prOllArbial en este viuda su enimadversión hacia
el matrimonio:
-"Traían el cuerpo de San Diego de /A'ldrid',quando muri6
el Príncipe Pr6spero. Venia públicamente. Acert6 a pa-
ssar par mi calle, y el igueler con elle el Santo ben
dito',me dio vna fuerge interior muy grande y le dixe:
"Santo mío, llevedme e Alcalá". Era esto en TorrAj6n de
Ardoz, donde yo vivíe. ... Cumpli6 el Santo bendito ..•
mi petición tan presto, que dentro de vn mes cay6 melo
mi marido y murió de equella enfermedad, y me vine a
Alcalá luego. Murió como buen christiano, y como quien
avíe padecido tanto conmigo y exercitado tanto la vir
tud da la paciencia • Siete años estuba casada, qu~
dando viuda da veinta y dos con el embare~o de tres hi-
jos que crier, y lo que más me atormentaba ara ver ma
evía el Señor cortado las alas pare seguir el mundo y
le venided. ...
¡O, c6mo quisiera yo supieran les religiosas que no e~
t8n contentas con su estado y muy agredecidRs a su Me
gestad por lB~ mercedes 'que les hizo en avérsele dado,
que conocieran los intolerebles trebajos dal ~etrimo
nio, con vna sugeci6n a vn hombre con mil mudan~es al
dia en su obrer ...I¡Qué intolarable cosa es sufrir la cerga da los hijos
./.
y de criarlosl ¿Qué exercicio tan penoso puede a~er en
la vida espiritual que llegue a'esto?" (Cfr. 57)
A las nuave autoras citadas sigue un largo etc~tere,
con figuras como la celebér~ima madrileña Mariana de Jesús',
Magdalena de Cristo, fundadora del convento marcadario de
San Fernando; Eugenia Pitarque, una vasca que consagr6 su
viudez a Dios en la "Babilonia del mundo" (así llamaba a
Madrid); etc.
b. BIOGRAFIAS
Otro campo altamente su~estivo es el de las biogra
fías, que revelan c6mo se veían estas mujeres entre sí.
Gasi todos los escritos biográficos fueron redact~
dos por religiosas, a instancias de sus superiores.
Carmelita en6nima del Convento de Ste. Ana de Madrid.- E~
tre las biografías más atrayentes se encuentra la de una
carmelita an6nima que escribi6 sobre su fallecida compa
ñere conventual Beatriz de Jesús, sobrina de Santa Teresa.
Escrita con pluma deliciosemente ágil y espontánea,
resulta una amena y vivaz biografíe, salpicada de chispea~
tes anécdotas:
-"Auía un caballero en Alba ••. con quien tenia ";;'uchaamiO?
tad Juan de Oballe y su hijo •••• In"it6 al demonio a
la muger deste caballero a tener tan rabiosos ~elos de
doña Beatriz que, no pudiendo disimularlos, dio a enten
der su pena ••.• Súpolo '" St~. Teresa y díjola: "Be!:!,.
triza, aún no au~is nacido y ya tenéis trauajos, ¡buen
camino lleuáis para el ~ielo 1" (Cfr. 45)
.;.
•••
María de San José.- Del mismo convento que la anterior, su
nombre coincide con el de otras carmelitas contemporáneas
de plume fácil; y puesto que el arGhivo del Convento de Sta.
Ana fue devastado por las llamas durante la Guerra Civil,
no ha sido posible averiguar datos esclarecedores de SU
auténtica personalidad. Onicamente podemos asagurar -por
que así consta al frente de sus escritos- la pertenencia
al citado convento.
Ofrece esta biógrafa tres singulares historias de
otras tantas compañeras de religión, dignas de figurar e~
tre los más peregrinos relatos de aventuras, con el ali
ciente dl~que corresponden a la vida real, Nos sitúa, pues,
ante un fiel trasunto de esa portentosFl etapa barroca en
la que se hace difícil deslindar vida y literatura, tal es
su fusión:
-"Entre muchos señores Y titulas que pretendieron casarse
con Doña Beatriz, fue vno el capitán Don Diego de Olaso,
que ere muy noble, natural de la prouinciflde Vizcaya.
COIlel gran fabo!"que el virrey le ha"ía a su padre, tra
tó de ello. y su padre lo efectuó contra la voluntad de
su hija, pensando que por este camino cobraría mucha
quantidad (sic) que sus entepassados auian prestado de
dineros al emperador Carlos Quinto. y así de"ía muchas
ve"9s: "Esto lo ordenó Dios, que mi padre m'3vendiese
y no consiguiese nada, porque era para por este camino
humillarme Y sacarme de mi patria". (Cfr. 237)
María de Santiago.- En el siglo María Hurtado de Menrlnlll,
dejó la Villa y Corte para profesar en las Dominicas ti"
Loeches, a instancias del Conde Duque de Olivares, su 1"111\
.;.
t"1
,ll1l.1uf'.
Esta monje no escribió sobre hermanas de religi6n,
sino que aparta unas curiosas memoriales, inéditas e ig-
~noradas , sobre religIosas mercedarios a las que hebía
tratada. Plasma en ellas algunas noticias de su propia
vida, can lo que revisten asímismo interés biográfica:
-"Notoria fue la causa de benir yo a tF!merla dicha de
ser hija de nuestra Sta. pe, que fue el casamiento de
mi hermana Juan Hurtada de Mendoza can hija de Rui
Díaz Anjel Coronel, cuias aon las cassas que están
enfrente del Combento de Sta. Bárbara." (Cfr. 239)
Grupas de religiosas anónimas bi6grafas y cronistas.- Fi
guran en nuestra repertorio otras varias religiosas que
-cama decíamos anteriormente- redactaron escritos biogr!
ficos sobre compañeras conventuales.
Hemos localizado, par otra parte, grupas de auto
ras procedentes de varias conventos (Mercedarias de Ala~
c6n, Carmelitas de Sta. Teresa, Agustinas recoletas de
la Encarnaci6n, Trinitarias -vulgo- de Lope de Vega, Ca~
melitas de Loeches), que demuestran c6mo era ejercicio
habitual en ellas el elaborar memoriales de carácter crg
nístico y biográfico en torna a sucesos acaecidas al co~
venta y a las religiosas de sus respectivas comunidades.
En realidac, es una práctice que -can ligeras variantes
sigue manteniéndose en la'mayoría de las casas.
c. ESCRITOS REIVINDICATIVOS
Las distintas moti'Jaciones que impulsaran 8 redac-
.;.
tar estos escritas suponen testimonias muy valiosos de ca
rácter' social, hist6rico y, por supuesto, psicológico.
Las benedictinas de S. Plácido.- Un proceSQ inquisitorial
de gran resonancia en Madrid fue el promovida por las be
nedictinas de S. Plácido, a quienes conden6 la Inquisici6n
por posesi6n demonfaca y diversos desmanes. Años más tarde,
se aclar6 su inocencia merced e una revisión de la causa.
Los escritos reivindicativos de algunas religiosas i~
culpadas, que se encuentran entre la in¡;entemasa documen
tal generada por el proceso, son testimonios de gran inte
rés en su vari~dad 8xpositiva. La ingenua espontaneidad
con que están redactados permite entrever cómo el fanatis
mo perturbador de un religioso demente (favorecido por cie~
tas impl1caciones políticas) desencadenó sobre estas ir1ca~
tas benedictinas una torturante pez'secucién inquisitoria1.
A BSto cabe añadir las falsas falumnias de sus contempor~
neos, cuyos ecos mantuvieron la más injuste difamación en
los siglas siguientes:
-"••. Vna '/mil bezes diga que conozco qL:eel camino y di~
támenes deste Padre, en quanto cari9ias y marabillas,
funda9iones y demás locuras que pasaron, eraLñJ camino
de perdi9ión, y mui lejos de él de la berdadera humil
dad¡ y por lo que bi cuando me nombró por testigo en
sus descargos, colijo que engañada del demonio y con
yproquesía (sic) y finJtda santidad fue avtor de tan
tos males y desonrra de J.arelJjión de nuestro glori.Q
so Padre San Benito ..." (Cfr. 376)
Son siete las religiosas de S. Plácido incluidas en
nuestro repertorio: Andrea Benedita de Celis, Bernardina
.l.
d. ESCRITOS DE DEVOCION O EJERCITACION PIADOSA
Son varJ.ss las autoras encuadrables en este apart~
do, dentro dal cual cabe señalar FJ.gurascoma Mariana de
San José, Mariana de Jesús, Guadalupe de Láncaster y Cá~
denas, etc. Por su especial peculiaridad destacamos a Mar
garita de Austria, en el claustro Margarita de la Cruz.
(CFr. S4)ne Rey en el mundo
Madrileña por derecho de adopción, este interesante
personaje ofrece múltJ.ples facetas de eminente represent~
tividad. De un lado, por su parentesco con la familia
real, son abundantes los testimonios vivenciales en tal'
no a ella; de otra, su protagonismo religioso dentro de
uno de los conventos de más raigambre en la Villa y Cor
te, el de las Descalzas Reales, se evidencia con una luz
avasalladora que no logra velar la humildad franciscana
Catalina Enriguez de Rivera, una esposa fidelisims.- La
nieta de Hernán Cortés y fiel esposa del paco fiel Gran
Duque de Osuna, no vacila en defender a su marido can
la pluma, dirigiéndose a Felipe IV en reiteradas súpli
cas, cuando los ánimos reales influidos par el Cande Ou
que se muestran adversas al en otros tiempos privilegi~
do arist6crata:
-"VI Magestad tiene a sus pies vna muger, cuios antep~
sados an acrecentada con su sangre mucho de su Corona,
y alguna dellas dádole más hazienda y más vassllos que
heredaron de sus padres los de VI Magestad. Merezca
por ellas y por si esta desagrauio, que, como tan fiel
v8ss1la de VI Magestad sJ.enta le quieran hecer perder
el minJ.stro más ymportante para grandes COSSBS que tie
.;.
_••••• ICon quanta raz6n puede clamar esta viuda, esta
dolorosa y afligida madrel Hijas de Madrid, mugeres
de toda el mundo, atended y ved si ay dolor que se
iguale a este desdoro de vna Marquesa de Aguilar, el
intentar mancillarle la honra de sus Casas." (Cfr.207)
La X Marguesa de Aguilar.- Gran deFensora de sus intere
ses, elev6 a lo largo de su vide diversas escritos de r~
clamaci6n. Lamentablemente, s610 hemos logrado localizar
uno de estos memorieles reivindicetivos, en que censura
públicamente la 'afrenta recibida del duque de Osuna al
impedir éste que su hija se casara con el hijo de la Ma~
quesa:
11t::J1llttlilt1 tln I "1 11 IHJMt1, ¡;nt."l.llln MrHIUI'l., Mt.u'(f1 l\n":3tt=l'Jl.."
La portuguesa 8ernard~ Manuel.- De suma interés social,y lingüístico resulta esta portuguesa avecindada en Ma-
drid, cuya acusaci6n de prácticas judaizantes par parte
de su marido le hizo "esgrimir" le pluma ante el Tribu
nel de la Inquisición. Su alegato reivindicativo (aut6
graFo) puede hacer las delicias de cualquier Filólogo:
-"Oiguo, SAor., que io hei descorrida par mim mente, hi
que nao ala persone alguma que me pudese eser tea gran
mal, parque nao hei tido pendiensia com nadia Hi
asim nao he podido dar alcanse a estes testigos, se nao
he a um que he meu marido, com a qual euerá doze anos
que estou casada ••••• (CFr. 210)
Gr'egoril3Moría do Oyos, Luisa María de Ribera y Teresa
Valle de la Cerda (a ella corresponde el Fragmenta que
entecede) •
.;.
:-;..,
Las cartas de estas ilustres damas -en su mayor pa!
mezcla de oráculo y talismán:
forte de Lemas, fundado por ella y su esposo.
otros números. Y asl, de aqul adelante siruan las que
(Cfr. 444)
257
258Rey
Reyna 259
Papa
se siguen:
el interés supersticioso con visos de paganismo que cier
tas religiosas despertaban en los grandes personajes, qui~
nes pareclan sentirse amparados por su acci6n protectora
letanla de nuestro glorioso Padre San Benito. Se dijo
-"Mi señora la Condesa a estado oi acá {aJ la misma y la
Papa no me contentan, por ser muy señaladas entre los
Las cartas de Teresa Valle de la Cerda al Conde DUque de
Dlivares.- Se trata de un epistolario desconocido (y nat~
ralmente inédito), compuesto por 89 cartas, a través del
cual se trasluce la gran admiración que sentfa esta aut~
ra -ye citada el referirnos a los escritos reivindicatl
vos- por el destinatario. Por otra parte, se evidencia
te autógrafas e inéditas- constituyen una interesantísima
aportaci6n documental e hist6rica, a la vez que permiten
aproximarse a la rica personalidad de ambas.
-"No e oydo mejor cosa que la audien~ia con su Santidad,
y su Magestad está pagadfssimo della. La Reyna me a h~
cho su Secretario, por no estar aquí Gar~ima~o
La cifra de que vsáuamos hasta aqu1 del Rey, Reyna y
sagrar a Dios su viudez en el convento franciscano de Mo~
Las condesas de Lemos.- Aunque en el repertorio se refl~
jan individualizadas, nos referimos a ellas conjuntamen
te por el parentesco y afinidad que uni6 a estes dos ari~
t6cratas de fuerte protagonismo en las cortes de Felipe
111 y Felipe IV.
cio a personas de muy buen gusto y habilidad. En la c~
sa de la Madre de Dios podrá regaler a la .Madre y al
Hijo, si procurare conficionar vna conserua muy reg~
lada de la presencia de Dios ••• " (Cfr. 224)
La comunicación directa y autenticidad que compre~
de este modo de expresión, así como su amplitud exposi
tiva, suponen una rica fuente de aportaciones para los
más diversos temas de investigación.
Tanto la VI como la VII condesa (sobrina, ahijada
y nuera de la anterior), abandonaron casi a la vez la
Villa y Corte. La primera se fue directamente "de Madrid
al Cielo"; la sagunda, en compás de espara, decidi6, con-
vor de sus hermanas de religión, y da cartas familiares
en que plasma 'su exquisita sensibilidad femenina. Unos
y otras permiten observar cómo hasta el protocolo pala
ciego puede verterse a lo divino y los anhelos de mater
nidad adquirir una dimensión totelizadora y suprenetural:
-"El hazer las conseruas siempre se encomienda en Pala-
de tan preclaro espíritu. Es frecuente encontrar por do
quiera cites alusivas a este personaje;pBro el testimo
nio más importante procede de su propia pluma, a través
de escritos espirituales tendentes a favorecer el fer-
e. G~NERD EPISTOLAR
.1. .1 .
....•.;,.;;::- ..••.'- ...•
SU Ex' se puso su ábito. Yo, de su parte de nuestro g12
rioso Padre, prometo a entramos el yjo. Y no le digo
más a mi amado señor de que será el tesoro que a nue~
tro gloripso Padre le tiene nuestro Señor guardado."
(Cfr. 382)
Obviamente, supone un valioso aporte documental qua
viene a sumarse a las ya abundant!simas fuentes an torno
al celebárrimo valido.
Beatriz de Jesús, sobrina de Sta. Teresa.- Muri6 en Ma
drid, tras 24 años de permanencia en el Convento de Sta.
Ana, donde se encusntra su cuarpo incorrupto.
Con un gracejo y don da gentes heredados posible-
mente de su tía, las cartas que de ella se conservan con~
tituyen en su conjunto una valiosa fuente informativa, no
s610 para la vida interna conventua~, .sino tambián a efes
tos del mundo exterior relacionado con esta carmelita,
qua ni siquiera se amilan6 anta la causticidad de Queve
do '(Cfr. 40):
-"••• Como piensan que soy la que debla ser por sobrina
de ntra. Me Sta. Taresa, lluaben en mí cartas, i as i~
pusible, si no as aciendo muy gran falta, dejar de re~
ponder •••• Al fin, mi Me, es increíble, si no ss be.
Este trabajo me e quedado en estar en Madrid, que fue
ra de ál no tubiera más que algunas cartas i no estos
papeles de intercesiones i otros cunplimientos ordin~
rios." (Cfr. 38)
María de Orozco y Luján, ¿ilusa entre ilusos7.- Al con
tacto con el ingente material escrito aparecido en torno
./.
i
II
I
IiiI!l·III
1
!íí
-¡¡;••L= ...
a esta ins61ita mujer, se nos ocurre formular el interr2
gante del epígrafe.; pues si ella fue ilusa no menos lo
fueron los sesudos confesores qua dirigieron su espíri
tu, cuyas menifestacionas suscitan autántico estupor.
Creemos poder afirmar sin temor a equivocarnos que la
tinta gastada para contar las excelencias de esta bea
ta carmelita dedicada a la vida hogareña esequiparabla
a la que se emple6 en las más preclaras mujeres de nue~
tra historia, si exceptuamos a Isabel la Cat61ica y Ta-
rasa de Jasús. Nos referimos, desde luego, a informa
ci6n manuscrita; ya que todo lo que escribieron sus con
fesores en torno a ella permanece inédito, así como su
abundantísimo epistolario. La pr'oducci6n de María de
Orozco y Luján consiste, en efecto, en un epistolario
de 2.212 cartas dirigidas principalmente a sus distin
tos padres espirituales, aunque tambián algunas tienen
por destinatarios a altos personajes que buscaban su in
tercesi6n celestiel, entre ellos al propio Carlos 11.
Constituyen un auténtico arsenal informativo respecto a
costumbres, ideas, sucesos y, por añadidura, vivencias
místices y profanes de la autora, avecindada en Alcalé
de Henares, a quien ya nos hemos referido en el conte~
to histórico:
-"... Mui bien le debe a mi cariño el haberme tenido
lástima de los días que estube en Madrid, pues no
acabo de dar gracias a mi Soberano Esposo de mi al
ma de verme fyera de aquel laberinto tan contra mi
jenio, donde de cada cosa se hazía vn misterio; y
yo tan turbada que no estaba en mí. Permita este
Altíssimo Señor restaure yo aora el tiempo que allí
./.
"'1
~IJ
Como complemento a la visi6n de conjunto que hemos
intentado ofrecer, y para evitar citas informativas Farr~
gosas, damos a continuación esquemáticamente el número de
autoras laicas y religiosas que corresponden e cada tipo
de manifestaci6n escrita, habida cuenta que la cifra to
tal arroja un número superior al de autoras, por cuanto
muchas de ellas abarcan ~iver5as Facetas.
Iltll'tl1 IIItntll"nlJ UHlllUltl.l
La manipulada Luisa de Carrión.- Es quiz~s la monja in
cluida en nuestro repertorio que alcanzó m~s popularidad
y la que individualmente hizo gastar m~s tinta al Santo
OFicio. Objeto de polámicas y controversias, llegó a cOll
vertirse en cita casi obligada como arquatipo de monjas
ilusas. Actualmente, el padre Garcla Barriuso la ha he
cho objeto de un amplio y concienzudo estudio.
Luisa de Cerri6n habla conmocionado los distintos
estamentos sociales con su piadosa singularidad. InFor-
tunadamente, la manipulación de un sacerdote, en forma
de propaganda milagrera exacerbada, la convirtió en res
de la Inquisición, descubriéndose su inocencia cuando
ya habla dejado da existir.
Aunque sa conservan diversos escritos suyos en pr2
sa y gran número de poeslas, destaca por su abundantlsi
ma producción epistolar (~s de 3.400 cartas), de menor
interés que las de la autora precedente, pero de indu
dable validez testimonial a distintos eFectos:
Novela
Tea tro
Poesía
Historia
Crónicas Y biografías
Escri tos autobiognlficos
Tratados exegéticos
Otros tratados ...
Escritos reivindicativos
Escritos de devoción o ejeI
citaci6n piadosa.
Laicas
2
2
11'1
2
6
4 \
Religiosas
2
10
51
18
2
3
6
10
il';
j
1
!\
¡l
:\'1
1:
l,J
,
_lO Como se juntan tantas cartas, sienpre escriuimos Traducción . • .
5egún hemos expuesto, la parte fundamental de nue?tro est~
dio es la que constituye el repertorio de escritoras, con arre-
de priesa, y ansl se nos holuidan algunas cosas, y la
primera y ~s principal es que me ynuió ntro. pe el
Cardenal Vorromeo el jubileo de laa Sarnas. honze mil
vírgenes, y avnque bina 20 vn dlas antes da su Fies
ta no le pudimos ganar hogaño, que reciul yo arto de!
consuelo, porque diz que auía de estar refrendado por
ntro. pe el Comisario Jeneral de la Sta. Cruzada
(CFr. 177, carta 2-XI-1618)
.l.
Género epistolar
Dedicatorias en prosa.
Documentos . . . . . .
111. LINEAS GENERALES DE INVE5TIGACION.
4
14
2
7
'. .l.
7
\'glo a las características expresadas y siguiendo las normas que
indicaremos al referirnos a la metodología aplicada.
Como base informativa para iniciar la recopilación, nos
servimos de la obra de Manuel Serrana y Sanz Apuntes para una
Biblioteca de Escritoras Españolas (desde el año 1401 al 1833)
y de la imprescindible Bibliografía de la Literatura Hispánica,
de José Simón Oíaz. Por supuesto, hemos examinado además otras
repertorios, cama se desprende de la bibliografía que citamos.
A su vez, cabe añadir una serie de pesquisas, tales coma con
sultas de todo tipo en Oibliotecas y archivos diversos~6)(ca!!!
bios de impresiones con personas especializadas, revisiones de
catálogos y ficheros, indagaciones telefónicas y por correspoD
denda, etc.)
Tras este punto de partida, acometimos el acceso direc
to al material disponible, lo que originó la 'correspondiente
elaboración de fichas y acumulación de textos, unas veces me
diante transcripción de los mismos, otras -cuando era factible
obteniendo fotocopias. A cada autora se le abrió una carpeta
para albergar el material correspondiente.
Por las localizaciones que se indican para cada obra, P2
drá observarse cómo muchas de las veces fue preciso realizar
desplazamientos a distintos puntos geográfiCos~26)también en
gran. número de ocasiones pera acceder a determinados fondos
hubimos de obtener permisos especiales. No obstante, podemos
afirmar que si bien más de la quinta parte del material acum~
lado corresponde a centros de acceso restringido, en general
hemos contado con grandes facilidades para nuestres tareas de
investigación; incluyendo los archivos conventuales, cuyas e~
(26)Al final de esta introducción, relacionamos todos los archivos y bl
bliotecas consultados.
./. --
n ,.
pecieles cond1ciones hacen que nuestro agradecimiento a su actitud
de servicio sea mayor.
Los resultados obtenidos excedieron con mucho a nuestra idea
in1cial, pudiendo a firmar que, además del redescubrimiento que s!:!.
pone el concienzudo análisis a que se somete cada una de las auto
ras conocidas (citadas hasta ahora casi siempre de manera muy ta~
gencial), más de 40 de ellas suponen aportaciones totalmente nue-
vas, por cuanto ni siquiera se les menciona en catálogos o reper
torios. Así, la copiosa producción poética de Francisca de Sta.
Teresa; las cartas y otros documentos de las condesas de Lemas;
el epistolario de Teresa Valle de la Cerda y varios de sus memo
riales reivindicativos; otras benedictinas de S. Plácido que in
cluimos; parte de la obra de Estefanía de la Encarnación; el in
teresantísimo memorial inédito de Mariana Francisca de los Ange
les; cronistas y b1ógrafas de distintos conventos; los motes pa
laciegos de varias autoras, entre ellas, Luisa Manrique de Lara;
etc., etc.
(27)Las 483 fichas numere das que recoge nuestro repertorio
corresponden a otras tantas obras de escritoras del siglo XVII
vinculadas a Madrid. De ellas, 196 están manuscritas, y no ob~
tante tener constancia de que en los últimos tiempos algunas
van siendo objeto de publicación (tal es el caso de las que cg
rresponden a Marcela de S. Félix, Luisa de Carrión y Mariana
de S. José), podemos afirmar que 138 aproximadamente se manti~
nen inéditas. En cuanto a muchas de las impresas, han pasado
desapercibidas.
También hemos de reconocer nuestra parte de fracaso. Asl
consideramos la pérdida actual de todos los escritos de algu-
nas autoras, como ocurre en el caso de Lorenza Méndez de Zurl
(27)A éstas cabe añadir más de 500 correspondientes a "estudiur," )'
"fuentes documentales" .
ta, y la no localización de 33 obras, parte de ellas según pare
ce destruidas, pero que no obstante hemos considerado convenien-
te cHarlas.
Junto a eses escritoras cuya aportación ha desaparecido,
otras, a pesar de su origen madrileño, sólo han merecido una c1
te tangencial. Tal es el caso de Ana de Austria, Inás Francis
ca de la Visitaci6n y María de la Santísima Trinidad, que, por"
haber sido alejadas de Madrid en los albores de su infancia, co~
sideramos merecen "carta de ciudadanía" en otros puntos de Espa-
ña.
IV, METDDDLDGIA.
IV.1. Estructura.
A efectos de una mayor facilidad de consulta, obvia
mente, utilizamos la presentaci6n alfabética de personajes.
Rare cade uno de ellos hemos mantenido el siguiente crite
rio de ordenación en su tratamiento:
a) Informeción biográfica lo más amplie posible. En varios
casos nos hemos valido de las autobiografíae, como man~
re más directa de aproximaci6n a le autora. Cuando se
trata de obras publicadas en Medrid; pero carecemos de
datos biográficos de las escritoras, nos hemos limita
do a poner una interrogación junto al nombre de las mi~
mas. Ello significa que se dude de su vinculación por
esa carencia de informaci6n fehaciente, lo que las ha
ce susceptibles de futuras supresiones.
b) Sigue la parte descriptiva de la obra u obras de le auto
re pertinente, anteponiendo siempre los manuscritos a
./.
los impresos.
En este apartado, además de la descripción procedente,
se incluyen textos destinados a orientar al lector s2
bre el contenido.
Al final de cada obra, anotamos la signatura y lugar
de localización.
c) Se facilitan fuentes documentales, si las hay. A es
te respecto, nos cumple hacer constar que, no obsta~
te las limitaciones de tiempo en función de tan am
plio repertorio, hemos intentado localizar el mayor
número de documentos testimoniales primarios, como
puede observarse por las fuentes que citamos proce
dentes del Archivo Histórico Nacional, Archivo del
Palacio Raal, del de Liria, de gran número de conve~
tos, etc. La mayoría de esos documentos constituyen
nuevas aportaciones.
d) Por último, el apartado de estudios relativos al per
sonaje en cuestión. Naturalmente, a veces tambi~n
hay que prescindir del mismo
Incluímos además un capítulo de ADICIONES, inevi
table en trabajos de este tipo, cuya continua investig~
ci6n genera sucesivos hallazgos,
Como ya hemos indicadó anteriormente y puede co~
probarse, únicamente damos numeraci6n a las obras de
las autoras objeto de nuestro repertorio, dejando sin
numerar las correspondientes 9 "esttJdios"y "fuentes
documentales", con objeto de dar una visi6n más exac-
te de la producci6n de Bqu~llas.
Conviene hacer notar c6mo respecto a la descriE
./.
--=¡¡¡¡'";:•••••=.,=~--_.------ ---~--~--~
\'0
ción rnotlLetlornunun criteriu uniforme, mes no inverieble, al con
siderar que la heterogeneidad del material recopilado requiere
distinto tratamiento.
Hemos estimado de inter~s un capítulo de APENDICES, donde
quedan ejemplificados fragmentariamente algunos de los temas que,
a nuestro parecer, merecen especial estudio, tal es al mundo vi-
sionario en sus distintas menifesteciones', 1 1Y os reve edores eut~
grafos de algunos personajes, parte de los cueles hemos ~acompan~
do del retrato de la eutora.
Tras las CONCLUSIONES, sigue una BIBLIOGRAFIA GENERAL, en
la cual reflejamos:
- Manuscritos que contienen estudios sobre les escritores objeto
de nuestro repertorio.
- Obras impresas que responden e la misma finalidad; así como 11bros de consulta.
Un apartado correspondiente a obras impresas en las que se in
cluyen textos de dichas autoras.
Incorporamos también un capítulo de ABREVIATURAS y SIGLAS.
Por último, cierra nuestro estudio el INOICE DE AUTORAS
comprendidas en el repertorio, con indicación de páginas, núme
ros de fichas y tomo en que se ancuentran. No sa nos escape la
utilidad de un índice temático, así como el intarés y necesidad
de otro onomástica, imprescindible en caso de publicación, que
dejamos pendiente haste ese momento ante lo que consideramos
una doble elaboración innecesaria.
IV.2. Signos utilizados.
Los manuscritos se citan siempre entre comillas. Si corre,2
ponden a las escritoras objeto d t die es u o, con mayúscula¡ con mi
núscula cuando se trata de obras t 1en orno a as mismas. En esta
último caso, además, subrayadas.
.;.
Para los impresos se prescinde de comillas¡ pero en cua~
to a mayúsculas, minlísculas y subrayado se sigue el mismo cri-
(28)terio.
Los corchetes que encierran títulos de obras significan
que éstos no constituyen portada. Tal es el caso de composi
ciones poéticas, para las que se toma como título el epígrafe
que figura al frente de las mismas. En obras de mayor entidad,
carentes de portada, se exponen las razones del título puesto
entre corchetes.
También utilizamos corchetes para reflejar la incorpor!!
ción de letras necesarias al texto. Por el contrario, panemos
entre paréntesis aquellas latras que estimamos sobrantes.
En la transcripción de textos, como es bien sabido, los
puntos suspensivos significan partes omitidas.
IV.3. Criterios seguidos en la transcripción de textos.
Por razones de interés lingüístico, hemos procurado tran~
cribir los textos con la mayor fidelidad. De ahí que hayamos
respetado incluso la letra "u" con valor de "b", "v", y la le
tra "v" con valor de "u", "b". No obstante, hemos modernizado
el uso de las mayúsculas, separación de palabras, puntuación
y acentuación.
Algunas autoras escriben "R" en medio de palabra para
indicar la "rr" , En tales casos, nos hemos limitado a cambiar
la grafía, sin hacer observación alguna.
(28) Por supuesto, aun tratándose de impresos, se citan entre comillas
los artículos de revistas y capítulos de obras.
.;.
Ill:ly 1''' ll:lUl'tHI 4urJpudrien inducir ti la creencia de una
errónea transcripción, siendo por ot~.0 parte inteligibles.
Ponemos entonces la i di ió ,,( )n cac n sic". En palabres donde,
sin embargo, parece hab itiderse om o involuntariamente alg~
na letra (una o e c ~) hve es maS, emos considerado oportuno añ~
dir la carencia entre corchetes, como ya indicamos anteriormente.
V. ARClllVoS y BIBLIofECAS CONSULTADOS
~nicamente facilitamos las direcciones completas que puedan
ofrecer duda respecto a su emplazamiento. Para cada centro se da
la denominación que emplean los interesados.
ALBA DE TDRMES (SALAMANCA)
En general, hemos desarrolledo les abreviaturas; no
obstante, algunas de muy f6cil comprensión las representa
mos tal Como aparecen en los textos originales.'
- Archivo del Convento de Car'melitas Descalzas.
ALCALA DE HENARES (MADRID)
E.G.(2~
'-
( . )
- Archivo del Convento de Carmelitas Descalzas, vulgo "La ImFlgen".
BURGoS
- Archivo de Franciscanas D9scalzas de Sta. Clara.
- Véase tb. LERMA
CACERES
- Véase GUADALUPE
CORUÑA, LA
- Véase SANTIAGO DE COMPOSTELA
CUBAS (MADRID)
- Archivo del Monasterio de Ntra. Sra. de la Cruz, vulgo "SantaJuana"
(Destruidos los fondos antiguos durante la Guerra Civil)
Aunque ya he dejado constancia del agradecimiento que merecen en
genaral todos los centros consultados, mediante las siglas E.G.
quiero expresar mi "especial gratitud" hacia quienes me han de
mostrado un interés y amabilidad qua rebasa toda ponderación. Ta~
bién, individualmente, merecen mi agradecimiento parsonas como el
P. Garcia Barriuso, p. Ellas Gómez, P. Pablo Panedas, Dr. Arquero
Saria, Gregario de Andrés, P. Antonio Leal, M@ Carmen Simón Palmer,
./.
'1
I
J
-¡¡¡;:¡¡¡;::;:--~'--,----_._---_._--
.1. . l.
E.G.
E.G.
LG.
cl José Ortega Y Gasset, 82 .
cl Luis de Góngora, 5.
Archivo Histórico Nacional.
Archivo Franciscano Ibero-Griental
cl Duque de Sesto, 9.
_ Archivo de Mercedarias de S. Fernando.
cl Lope de Vega, 1B.
_ Archivo de Mercedarias, vulgo "GÓngoras".
cl Belisana, 2.
cl Toledo, 52.
_ Archivo de las Descalzas Reales.
_ Archivo de la Curia Provincial de Castille de los PP. Mer
cedarios.
_ Archivo del Convento de Trinitarias Descalzas.
_ Archivo del Convento de Concepcionistas Franciscanes de
"La Latina".
el Ponzano, 79
_ Archivo del Convento de Concepcionistas Franciscanas.
(PerdidOS los fondos antiguos durante la Guerra)
_ Archivo Y Biblioteca del Convento de Carmelitas Descalzas
de Sta. Teresa.
MADRID (Cont.)
E.G.
_ Archivo del Monasterio de la Inmaculada. MM. Dominicas
MADRID
_ ArCDivo del Convento de Carmelitas Descalzas
(Carece de fondos antiguos)
LOECHES (MAORID)
_ Archivo del Convento de Carmelitas Descalzas de St~. Ana
(Fondos destruidos durante la Guerra Civil)
_ Archivo de la Casa General de la Orden de Ntre. Sra. de 'la Mer
ced, vulgo "Mercedarias de Alarc6n".
cl Puebla, 1.
_ Archivo del Convento de Benedictinas, vulgo "San Plácido"
cl Sen Roque, 9
_ Archivo de Franciscanas Descalzas de Sta. Clara
(Archivera: Sor Getsemani)
LERMA (BURGOS)
- V~~e MONFORTE DE LEMOS
LUGO
ESCORIAL, EL (MAORID)
GUAOALUPE (CACEAES)
- Archivo del Monasterio
- Biblioteca del Monasterio
Maria Jiménez Sales, Conchita Garcia Alvares, Electa Arenal, y cuantos
me han ayudado con su inestimable disponibilidad.
MADRID (Cont.) MADRID (Cont.)
- Archiva del Palacio da Liria.
(Archiveros: D. Juan Manual Harnández Andr~si Sr. Calderón)
E.G.
- Archiva del Palacio Real.
- Biblioteca "Casa de Escritores de la Compañía de Jesús".
cl Pablo Aranda, 3 (Villa S. José)
- Biblioteca Central Militar.
Mártires de Alcalá, 9.
- Ar~hivo de le Parroquia de S. Martín. - Biblioteca del C.S.I.C., Patroneto "Marcelino Menéndez Pelayo".
CI Duque de Medinaceli, 4.
- Archiva de la Parroquia de San Sebastián.
(Archivero: p. Matías Fernández García)E.G.
- Biblioteca de la Fundación Universitaria.
cl Alcelá, 93.
- Archivo del Real Monasterio de la Encarnaci6n.- Biblioteca Municipal.
E.G.
- Biblioteca Nacional.
ALCALA DE HENARES
CUBAS
ESCORIAL, ELLOECHES
MATAS, LAS
.1.
E.G.
- Biblioteca de la Fundación "Lázaro Galdiano".
- Biblioteca de la Real Academia de la Historia.
- Biblioteca de la Reel Academia de la Lengua Española.
MATAS, LAS (MADRID)
- V~ase tb.
- Archivo General de Descalzos de la Merced
(P. Francisco Cano Manrique)
Urbanización del Golf;
LG.
E.G.
E.G.
. I
E.G.
- Archivo de Religiosas de la Concepción Jer6nima.
El Goloso
- Biblioteca del Archiva Iberoamericano.
(P. Manual de Castro)
- Biblioteca del Ateneo.
- Biblioteca Avgvstinvs.
(Bibliotecario: P. Teodoro Calvo)
cl General Dávlla, 5.
- Biblioteca de Carmelitas Descalzas.
(P. Efrén de la Madre de Dios)
Plaza de España, ..~.
1'\
MONFORTE DE LEMOS (LUGU)
- Archivo de Frenciscanas Descalzes de Sta. Clara.
OCAÑA (TOLEDO)
E.G.
:iJ MI\NLI\:i
- Archivo Hist6rico
TOLEDO
- Archivo del Convento de Carmelitas Descalzas.
(Fondos destruidos durante le Guerra Civil)
PALENCIA
- Archivo del Convento de Agustines Recoletes.
PINTO (MADRID)
- Archivo de la Pa~roquia de Sto Domingo de Silos.
PONTEVEDRA
- Véase POYO
POYD (PONTEVEDRA)
- Biblioteca del Monasterio.
(Bibliotecario: P. Sanlés)
SALAMANCA
- Archivo de Agustinas Recoletas de Le Purísima.
- Archivo del Carmelo de S. José.
Arenal del Angel (Cabrerizos)
- Véase tb. ALBA DE TORMES
SANTIAGO DE COMPOSTELA
- Biblioteca de la Universidad
E.G.
E.G.
./.
_ Biblioteca del Monasterio de S. Juan de los Reyes.
- Véase tb. OCAÑA
VALLADOLID
- Biblioteca de Agustinos Filipinos.
- Biblioteca del Palacio de Sta. Cruz.
- Biblioteca de la Universidad.
- Véese tb. SIMANCAS.
EXTRANJERO
LONDRES (INGLATERRA)
- British Museum.
(Dbtenido material e informaci6n a través de la Me. Carmen
de la Vega):: ::E.G.
NUEVA YORK (EE.UU. )
- Hispenic Society.
(Archivera: Martha M. de Narvéez)
Agradecemos en otro lugar su envío
de material microfilmedo.
'-
./ .
nOMA (Ir ALIA )
- Archivo General de la Orden Carmelitana.
(pe Pablo Garrido. Institutum Carmelitanum)
E.G.
AOUEN (FRANCIA)
- Municipale.
(Obtenido material e informaci6n a travás de la profesoraElisa Arteaga) ::
.:: E.G.
Quiero cerrar esta introducci6n manifestando el más espe
cial y profundo agradecimiento a mi admirado maestro O. Josá 61
món O!az, por hacer posible esta obra gracias a su dirección.
---
REPERTORIO
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