Asociación Latinoamericana de Estudios de Asia y África
XIII Congreso Internacional de ALADAA Relaciones con China
Comienzos de las relaciones de posguerra entre Japón y China
Rodolfo Molina
Síntesis curricular
Licenciado en Historia por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), Argentina y
máster en Relaciones Internacionales por la Universidad de Tsukuba. Otros estudios de
postgrado cursados en El Colegio de México y en la Universidad de Tokio. Actualmente
profesor en el Centro de Estudios Avanzados de la UNC y Director de la Especialización
en Estudios de Asia oriental del mismo Centro. Ha presentado ponencias en los congresos
internacionales de la ALADAA de Paipa y de Buenos Aires, en congresos nacionales de la
ALADAA y en otros congresos de estudios de Asia oriental en Argentina y Brasil. Temas
de investigación abordados: relaciones de Japón con América Latina en los años sesenta y
setenta, aspectos del discurso europeo sobre Japón en los siglos XVI y XVII. Temas de
investigación más recientes: relaciones de Japón con Corea del Sur, relaciones de Japón,
interdependencia entre los países del noreste de Asia.
Resumen
El estado de las relaciones entre Japón y China se ha convertido en obligada materia de
discusión en la última década, mostrándolas como una cuestión fundamental resultante de
la competencia por la supremacía entre estos países. Sin embargo, así como se suelen
destacar los vínculos históricos y la forma que adquirieron las relaciones entre ambos
países en la primera mitad del siglo XX, no es menos cierto que, esquematizaciones
mediante, se suele pretender que la relación entre Japón y China es fenómeno ausente
desde el fin de la guerra o de la instauración de la República Popular China. De este modo
se pasa por alto que, antes de su normalización, las relaciones mutuas fueron muy
importantes para ambos países y hasta primordial en algunos rubros de comercio,
desafiando los límites que imponía la guerra fría. Se constata en la posguerra, como hasta
hoy, la importancia mutua de esta relación bilateral. En este trabajo se revisa sobre
consideración histórica este fundamental asunto.
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XIII Congreso Internacional de ALADAA Relaciones con China
Comienzos de las relaciones de posguerra entre Japón y China
Rodolfo Molina
Introducción
El establecimiento de relaciones diplomáticas entre Japón y China en 1972 y el Tratado
de Paz y Amistad en 1978 de hecho no indican el comienzo de las relaciones bilaterales en
la posguerra, aunque así parecen sugerir los libros de historia y de análisis de la guerra fría.
Los vínculos no habían estado cortados antes de 1972 ni fueron necesariamente débiles, por
lo cual la normalización de relaciones no implicó de ninguna manera un inicio de éstas sino
una continuación bajo otra forma y bajo nuevas condiciones. Aquellos dos fueron
acontecimientos de gran importancia que dieron nuevo impulso y facilitaron el desarrollo
de nuevas tendencias en las relaciones entre los dos países: se establecían relaciones
políticas oficiales que permitieron una mayor intensidad de las económicas.
Los textos sobre historia de Japón del Siglo XX, sobre el periodo Showa o temas
posteriores a 1945, abordan las relaciones hasta 1945 para saltar luego a 1972 y 1978,
dejando grandes lagunas de información sin cubrir. En forma concomitante, cuando se
aborda en mayor detalle el asunto del lugar de Japón en el mundo o el de la situación del
este de Asia a fines de los años cuarenta y en los cincuenta y sesenta, el énfasis puesto en el
escenario de guerra fría se hace tan dominante que la realidad se aborda sólo en relación
con el enfrentamiento de bloques o el juego estratégico de cada una de las potencias. Si
bien difícilmente se deja de lado el tema de la ruptura sino-soviética y la distensión, pero
esto no parece afectar la ausencia de consideración de las relaciones entre Japón y China en
ese período intermedio. Este apenas es puesto en juego cuando se aborda la cuestión del
acercamiento de Japón con China a comienzos de los años setenta, pero en este caso todo el
énfasis es cargado sobre los aspectos políticos de la cuestión y en la sorpresa japonesa ante
las visitas de Kissinger a Beijing en 1971 y el anuncio de la de Nixon a Shanghai en 1972.
Así, los asuntos políticos son destacados muy por encima de las formas económicas de las
relaciones que seguían entre Japón y China, lo cual es aún más extraño si se considera que
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el principal modo de la relación en ese entonces era el comercio; y en una época donde,
dentro del Tratado de Seguridad con EEUU, “la economía era lo primero”.
Por otra parte, al amparo del paraguas conceptual guerra fría –algo real- se han
contrabandeado expresiones como “el mundo libre” y “las democracias occidentales”,
conceptos que han actuado eficazmente disolviendo diferencias y creando la ilusión de una
homogeneidad de intereses entre los miembros de cada uno de los bloques de la guerra
fría, homogeneidad que en realidad fue intelectualmente forjada y no pocas veces
políticamente forzada. Bien entendido, es erróneo tomar la época de la guerra fría como
una pura cuestión de capitalismo contra comunismo, ya que gran parte de los conflictos y
golpes de Estado correspondientes –supuestamente- a la guerra fría tuvieron como causa,
en realidad, intentos de desarrollo del capitalismo nacional, de fortalecer formas de
economía estatal no aquiescente a “Occidente” y de búsqueda de autonomía económica
dentro del propio capitalismo. Tampoco parece fácil dentro de lo ciertamente comunista
separar lo nacional, como tardíamente lo comprendió el ex ministro de Defensa de EEUU
Robert McNamara. El carácter de las diferencias entre miembros del bloque “comunista”
era ya evidente en los años sesenta; aunque menos llamativas, la Francia del defi
américain y del retiro de la OTAN y el Japón de las fricciones comerciales y de la
resistencia al Tratado de Seguridad mutua, mostraban diferencias en “Occidente“,
concepto tan ideológico desde su origen que incluía al más oriental de los países: el del sol
naciente.
La guerra fría tuvo dos escenarios simultáneos, Europa y el este de Asia, uno en cada
extremo de la masa euroasiática. Para cada uno de ellos EEUU necesitó tener un gran
centro de contención política y de desarrollo industrial -que fuera contención política por
otros medios. Precisamente, a partir de 1947 cambió la política de EEUU de limitar o
destruir la capacidad industrial de Japón y Alemania, para facilitar su desarrollo
industrial condicionado por un estricto control político militar sobre ellos1.
1 Conceptos de discusiones y memoranda del gobierno de EEUU citados por Bruce Cumings, “Japan’s
Position in the World History”, en Gordon, Andrew (ed) Potswar Japan as History, University of California
Press, 1993. En español hay versión de algunas importantes directivas norteamericanas de la inmediata
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Poco de esa nueva situación, ni la de la de la inmediata posguerra, había sido decidido
por la parte japonesa misma. Tampoco fue decisión autónoma de Japón qué tipo de relación
mantener con China, país del que hasta entonces había provenido gran parte de materias
primas y combustibles, situación que no cambió tanto por el fin de la guerra de los Quince
años (1931-1945) como por la presión de EEUU.
De modo que las relaciones de Japón con China durante los años de la guerra fría
estuvieron en el cruce de: los problemas de las diferencias entre los dos bloques, las
estrategias tituladas de guerra fría diseñadas por EEUU en función de sus intereses
nacionales, y los intereses particulares de Japón y los intereses particulares de China los
que, a su vez, podían ser actualizados dentro de aquel marco en correlaciones de fuerza
específicas. En ese contexto, entonces, fue que se desarrollaron las políticas seguidas por
los dirigentes chinos y japoneses según las necesidades económicas y los objetivos de
cada parte.
Dada esa doble historia, la de los hechos y la de las perspectivas de su tratamiento,
parece interesante reconsiderar cuál había sido la trayectoria anterior a 1972 y 1978 y cuál
era el estado de las relaciones bilaterales para entonces. Es verdad que el significado
histórico de los fenómenos y los acontecimientos se suele medir décadas o un siglo después
por lo que han dejado y por su influencia sobre el modelado de futuros acontecimientos y/o
sistemas. Pero también parece necesario considerar los fenómenos y los acontecimientos en
el marco del momento y lugar en que se desarrollan -caso claro es el de ciertos índices de
crecimiento económico que comparados con índices de procesos de crecimiento posteriores
pueden parecer exiguos, si bien en su momento podrían haber sido revolucionarios.
El tema abordado en este trabajo hace a una cuestión que no ha sido tratada en la medida
de su importancia histórica, ni en la medida de la importancia que las relaciones entre Japón
y China llegaron a tener para cada una de las partes por la época misma de los hechos, es
decir antes de la normalización de las relaciones.
posguerra para Japón en Takabatake Michitoshi, Lothar Knauth y Michiko Tanaka (comps.). Política y
pensamiento político en Japón, 1868-1925. Vol. 2. 1ª. ed., 1987, p. 409.
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Japón y China después de la Segunda Guerra Mundial
Al terminar la Guerra Japón no sólo había perdido la contienda sino también las fuentes
de aprovisionamiento de China y del este de Asia a las que su aparato industrial había
estado conectado durante la primera mitad del siglo veinte. Para la rehabilitación
económica de su ahora nuevo aliado, los funcionarios norteamericanos planeaban un
Japón que con una industrialización limitada proveyera de productos al sudeste de Asia. En
todo lo posible EEUU buscó ocupar el lugar comercial que para Japón antes había tenido
China.
El triunfo de la Revolución China, en tanto parecía cortar definitivamente la fuente de
abastecimientos del norte de China, de donde le llegaba a Japón el 90% del carbón de coke
y de la soja entre otros alimentos, apuró su rehabilitación económica. Al tiempo que se
incrementaban las exportaciones de norteamericanas de carbón, soja y sal a Japón, EEUU
presionó a Japón para que cortara todo lazo con China.
No obstante, el comercio entre China y Japón fue reiniciado en julio de 1949 poco antes
de la fundación de la República Popular de China. Ese año el volumen del comercio fue de
24 millones de dólares y se incrementó a casi 59 millones en 1950, debido a que EEUU no
podía por entonces abastecer a Japón de todo lo que éste necesitaba. Pero el reiniciado
comercio con China cayó abruptamente en 1951 y 1952 debido a la guerra de Corea y la
disminución fue marcada entre los años 1951 y 1953, si bien como lo muestran las
estadísticas que no llegó a cero como procuraba la política de EEUU2. Bajo control del
Supremo Comando del Poder Aliado (SCAP) en diciembre de 1950 el gobierno japonés
dispuso un embargo completo al comercio con China; por otra parte, dentro del CoCom
(Comité de Control del Comercio con los Países Comunistas, formado y hegemonizado
por EEUU e integrado por los países de la OTAN más Islandia y Japón) en 1952 se creó el
2 Estadística del Gaikoku Boeki Gaikyo (The Summary Report, Trade of Japan). Acá es importante notar que
las estadísticas que arrojan cero para algunos años durante la guerra de Corea y los años 1959-1960 tienen
como unidad U$S 1.000.000, mientras que las presentadas en U$S 1000 tienen cifras bajas pero no cero.
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ChinCom, un comité especial para China. Pero también es necesario contemplar otras
circunstancias para entender la realidad de las relaciones que tenían lugar por entonces en el
este de Asia. Desde el triunfo mismo de la revolución China Inglaterra mantuvo a Hong
Kong como una puerta abierta a China -en un principio por temor a que cerrar la colonia
pudiera provocar una invasión- a pesar de ser el principal apoyo de EEUU en el CoCom, y
aun cuando dentro del ChinCom se aplicaron mayores controles al comercio con China que
al comercio con la URSS y la Europa del Este.
Al prepararse la conferencia de San Francisco de 1951 para otorgar la independencia a
Japón y para que Japón hiciera los tratados correspondientes con cada uno de los países
interesados, John Foster Dulles, ministro de Relaciones Exteriores de EEUU, presentó las
cosas de modo que ninguna de las dos partes, ni la comunista ni la nacionalista, serían
invitadas a San Francisco en el lugar correspondiente a China. No obstante, posteriormente
hizo una clara indicación de que Japón debería firmar con Taiwan. Durante las discusiones
para la ratificación del tratado de San Francisco por parte de Japón el primer ministro,
Yoshida Shigeru, afirmó que se establecería en Taipei una oficina japonesa de ultramar
para la protección de los residentes japoneses y para las relaciones comerciales, agregando
que si la RPCh pedía la instalación de una oficina similar en Shanghai también se podría
aceptar la solicitud. Entonces, en su siguiente visita a Tokio, en diciembre de 1951, Dulles
hizo claro ante Yoshida que el tratado no sería ratificado por EEUU a menos que Japón
diera muestra claras de que la normalización de relaciones sería con Taiwan. Unos días
después Yoshida le envió una carta asegurando el cumplimiento de esta condición. En
febrero de 1952 comenzaron las negociaciones para el hacer el tratado correspondiente con
Taiwan y dos meses después, el 28 de abril, fue firmado con Taiwan el Tratado Sino
Japonés de Paz, al mismo tiempo que entraba en vigor el Tratado de Seguridad de Japón
con EEUU. Entre tanto, y sin que Japón se apartara del ChinCom, la intervención de
algunos personajes a quienes la parte china ha denominado “japoneses capaces de ver
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lejos”3 permitió comerciar por fuera del embargo impuesto por EEUU y de las presiones de
EEUU para que Japón fuera particularmente estricto4.
Desde 1950 existía la Asociación de Amistad Nipochina, fundada el 1° de octubre de ese
año, la cual apoyó la realización de acuerdos privados. A partir de los tratados de San
Francisco, el comercio fue retomado por intermedio de asociaciones civiles privadas pero
que en realidad tenían carácter oficioso. A sólo un mes de firmado el Tratado de Paz con
Taiwan, y con la aceptación del gobierno japonés, en junio de 1952 se realizó el primer
acuerdo privado con China, con el Comité Chino para la Promoción del Comercio
Internacional, tratado que estuvo vigente hasta octubre de 1953. Durante las deliberaciones
para la ratificación del Tratado, se hizo referencia a la posibilidad de la normalización de
relaciones con China en el futuro. Es decir, la realidad era que después de producida la
Revolución China fueron retomados los contactos oficiales y los comerciales, y aún apenas
terminada la guerra de Corea la normalización de relaciones no era algo impensable para
las partes china y japonesa.
En 1953 tras el armisticio de Corea ambas cámaras de la Dieta japonesa aprobaron
resoluciones para promover el comercio con China. Ese año incluso se formó en Japón una
Liga de Parlamentarios Japoneses, con miembros de todos los partidos, para promover las
relaciones con China. Así, en octubre de 1953 se firmó el siguiente acuerdo privado con
efecto hasta diciembre de 1954. Los acuerdos tenían sin duda el carácter privado, pero en
su realización participaron miembros de la Dieta japonesa. En esas condiciones, en 1954,
un año después del armisticio de Corea, tuvo lugar un incremento del comercio bilateral
que duró hasta fines de 1957, y que permitió aumentar las importaciones japonesas de
productos como el carbón, la soja y la sal, aunque no ocurrió algo parecido con el hierro,
mineral que había sido de gran importancia en el comercio anterior a 1950. El aumento del
3 Tao, Wenzhao, Embargoes and Anti Embargoes: A Critical Conflict in Sino-American Relations in the
1950s, Chinese Academy of Social Sciences, marzo de 1997. 4 Ante el embargo de EEUU el gobierno chino decidió vender como fuera posible todos los productos chinos
no comprometidos para otros tratos, concentrar el comercio con los países socialistas, promover el comercio
con los países capitalistas en todo lo posible, realizar contrabando descentralizado, hacer comercio de trueque,
tratar de que las importaciones precedieran a las exportaciones y asegurarse materiales de construcción. Se
dividieron las mercancías en tres categorías de acuerdo con las cuales eran posibles los tipos de intercambios.
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comercio en esos años fue tal que en 1956 el 21,8% del comercio exterior chino se llevó a
cabo con Japón5. Queda claro entonces que la atribución de un supuesto carácter marginal
al comercio y a las relaciones de ambas partes en esos años debería ser relativizada.
Mientras tanto, en Asia se buscaba la autonomía procurando establecer bases para la
paz, particularmente los países que habían sufrido formas de colonización. Como parte de
esa política, en 1954 fueron proclamados los “cinco principios de la coexistencia pacífica”,
por parte de Zhou Enlai y Nehru; y en 1955 en la conferencia de Bandung se aprobaban los
“diez principios para paz”. En el transcurso de esta conferencia Zhou se entrevistó con los
miembros de la delegación japonesa. El gobierno de Japón no envió delegación plena para
no indicar su pertenencia al grupo pero tampoco quiso dejar de estar presente, por eso iban
los miembros con carácter de observadores. Coincidentemente, a mediados de la década
China llevó adelante una apertura de política exterior conocida como “diplomacia popular”,
pero desde antes ya existían organizaciones oficiosas como la Comisión China para la
Promoción del Comercio Internacional y se habían formado varias asociaciones chinas y
japonesas para la promoción del comercio y las relaciones con otros países; en particular,
también se formaron asociaciones japonesas que promovían las relaciones con la URSS y
con China.
En septiembre de 1954 se creó la Asociación japonesa para la promoción del comercio
internacional; también se estableció el Consejo Nacional para la Restauración de la
Relación Japón-China y se estableció el Consejo Nipochino de Pesquería con cuyo auspicio
en 1955 se hizo el primer acuerdo privado de pesca en abril de 1955. En ese marco en
mayo de 1955 se firmó el tercer acuerdo privado en Tokio, aunque se ejecutó sólo 56% de
lo acordado6. En el acuerdo de mayo de 1955 se convino que se harían dos muestras
anuales, en Tokio y Osaka en el otoño de 1955 y en Beijing y Shanghai en el otoño de
1956. La exposición de Tokio fue visitada por el Director de la Secretaría de Planificación
5 Cifra dada por Halliday y McCormack, El nuevo imperialismo japonés, p.147.
6 Leng, Shao Chuan, Japan and Comunist China, Doshisha University Press, Kioto, s/f. Según Renmin Ribao
del 16 de octubre de 1956 el tratado se cumplió en un 75,12%.
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Económica, Takasaki Tatsunosuke, y la de Beijing por altos dirigentes chinos incluyendo a
Mao Zedong.
En octubre de 1956 se hizo el nuevo acuerdo privado. En esa ocasión se dio un
comunicado conjunto por el que ambas partes expresaban la intención de establecer
misiones comerciales permanentes en la otra parte e intentar establecer acuerdos
intergubernamentales antes de la próxima renovación. El ministro de Comercio
Internacional e Industria, Ishibashi Tanzan, se pronunció diciendo que las huellas digitales
no eran esenciales y que se podría establecer las misiones comerciales antes de expirar el
tratado en vigor. En diciembre de 1956 Ishibashi, representante del sector más pro asiático
y mejor dispuesto hacia China dentro del Partido Liberal Demócrata (PLD), asumió como
primer ministro de Japón, habiendo sido antes Ministro de Comercio e Industria en el
gabinete de Hatoyama Ichiro. A EEUU le irritó la elección de Ishibashi de modo que,
apenas hubo quedado claro cuál era el resultado de las elecciones, el Subsecretario de
Estado para Asuntos del Lejano Oriente de la Secretaría de Estado de Estados Unidos, a la
sazón en Tokio, le hizo su monserga sobre el “comunismo internacional” a Ishibashi7. En
este gabinete Kishi Nobusuke tuvo la cartera de relaciones exteriores, para balancear las
facciones dentro del PLD, pero aún un conservador extremo como él durante la sesión
inaugural del nuevo gabinete acordó con la instalación de una misión china permanente 8
Superada para Japón la llamada recuperación de posguerra, comenzaba por entonces la
expansión económica para la que el país necesitaba mayor cantidad de materias primas
baratas y medios de pago. Con estos fines se hicieron excepciones al embargo a China:
Japón vendió a China maquinaria de transporte, agrícola y textil, y piezas de metal a
cambio de carbón, hierro y sal. La tonelada de carbón y de sal chinos costaba menos de la
mitad de lo importado desde EEUU y la tonelada de hierro un 40% menos. En julio de 1957
Japón puso el embargo en el comercio con China al mismo nivel que el observado en el
comercio con la URSS y países del este de Europa. Pero había también otros asuntos que
7 “Memorandum of Conversation, Ishibashi & Robertson”, Dec. 19, 1956, Foreign Relations of the United
States, 1955- 57, XXIII, pp. 235-40. Citado por Braddick, C.W. Against the Grain: Prime Minister Ishibashi
Tanzan and the ‘China Question’, Social Science Japan Nº 12, marzo 1998. 8 Braddick, op.cit.
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eran materia de acuerdo y negociación. China se negaba a que en Japón a sus
representantes se les tomara huellas digitales por no ser diplomáticos; y en el otoño de 1957
se llegó a un acuerdo para que cinco de ellos quedaran exentos del requisito, pero el
gobierno japonés no aceptó que se abriera una misión comercial permanente en Tokio.
No obstante las excepciones, por efectos del embargo se fueron reduciendo los
productos metálicos japoneses exportados China pero aumentaron los químicos. Entre 1955
y 1956 esa tendencia se hace clara con los fertilizantes químicos, que pasan a ocupar la
primacía en las exportaciones japonesas de 1956 y desde entonces por algunos años; el
aumento del rubro de los fertilizantes químicos tiene que ver con el aumento que, a pesar de
las grandes limitaciones, iba teniendo en China la agricultura mecanizada. Por otra parte, a
partir de esta época comienza a disminuir la importancia de la soja y del arroz en las
importaciones japonesas de China, en tanto crecían las de carbón y, algo menos, la de
resinas, aceites, y manganeso.
Hacia fines de 1957 termina la diplomacia popular. Para entonces se habían realizado
más de cuarenta acuerdos no oficiales y se había producido un salto en el comercio
total de 34 millones de dólares en 1953 a 150 millones en 1956.
Pero Ishibashi sólo estuvo dos meses en el gobierno. El nuevo primer ministro, Kishi,
reiteró en 1957 su postura pronorteamericana en los viajes a EEUU y Taiwan, con lo que
desató una contraofensiva política china exigiendo un status político casi diplomático a su
representación. No obstante, la postura china aflojó en febrero de 1958 para permitir un
contrato sobre hierro y acero, y en marzo se firmó en Beijing el cuarto convenio privado
por un año. Este acuerdo tenía provisiones para el establecimiento de oficinas permanentes
de representación y para facilitar el desempeño de esas tareas. Además, por una adenda se
garantizaba la seguridad, la libertad de viajar, el uso de cables cifrados, el derecho al uso de
la bandera nacional, y se garantizaba que no se tomarían las huellas digitales a los
miembros de la misión.
En algunos relatos de la historia aparece como que unos pocos días después, de manera
algo inopinada, la ruptura de una bandera china en un escaparate en Japón provocó la
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suspensión de ese acuerdo y poco más tarde de todos los tratos. Sin embargo, aunque la
historia fáctica goza de poco prestigio, es necesario recurrir a ella para entender los sentidos
de los procesos. Ante los hechos mencionados, el gobierno de Taiwan lanzó un ofensiva
diplomática sobre Japón declarando que restringiría las relaciones económicas y dio a
entender que también las diplomáticas. El gobierno de Kishi respondió prontamente dando
todas las seguridades de que nunca reconocería a la China comunista. Ante un pedido de
apoyo y cooperación al cuarto acuerdo de comercio privado el 9 de abril de 1958, el
gobierno japonés respondió que daría toda la asistencia y cooperación dentro de las leyes
internas pero que no reconocería a la RPCh. El mismo día el Secretario General del
Gabinete aclaró el significado del carácter restrictivo del apoyo añadiendo que no se
reconocería el derecho al uso de la bandera de la RPCh en la oficina comercial. Más aún,
ese mismo día también, interpelado por la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara
de Diputados, el primer ministro Kishi ratificó la posición del gobierno de no reconocer a la
RPCh y agregó que si la bandera de la RPCh fuera dañada eso constituiría un delito de
destrucción de propiedad privada pero que no podría ser penado bajo el artículo 92 del
código penal que trata sobre el delito de destrucción de banderas y emblemas nacionales.
Fue con esos antecedentes que el 2 de mayo un joven anticomunista destruyó una bandera
de la RPCh que estaba en una exhibición de sellos postales chino en Nagasaki. El día nueve
el ministro de Relaciones Exteriores de China, Chen Yi, criticó al gobierno de Kishi, anuló
el tratado privado y al día siguiente anunció la restricción de los demás lazos económicos.
A pesar de que las cancelaciones de 1958 produjeron lo un cierto estado de las
relaciones por dos años, los acuerdos de 1959 y posteriores visitas en busca de
acuerdos pueden dar una visión más completa del estado de las relaciones, donde se
evidencia el interés por mejorarlas mediante otras formas de realización. Aunque el
comercio disminuyó en 1959 y 1960 a algo menos de un cuarto de lo que había sido en
1958, Ishibashi visitó China en 1959. Ese año también una delegación del Partido
Socialista Japonés y de la Central Sindical Sohyo hizo un acuerdo con la Asociación Pan
china de Sindicatos para que cuando una empresa pequeña de Japón tuviera problemas de
gestión, China le comprara productos en interés de la situación de los obreros japoneses
que allí trabajaban.
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En agosto de 1958 China le presentó al director de la Oficina Internacional del PSJ,
entonces de visita en China, los “tres principios políticos”. a) dejar las políticas hostiles
hacia China, b) Abstenerse de participar en conspiraciones para crear “dos Chinas”, c)
Abstenerse de obstaculizar la normalización de relaciones entre China y Japón. Un mes
después, en septiembre, en su visita a China, acompañado por Utsunomiya Tokuma,
Ishibashi habló con Zhou Enlai sobre la aceptación de los “tres principios políticos”. En
marzo del año siguiente esos principios fueron reiterados en una declaración conjunta
emitida por las autoridades chinas y el Secretario General del PSJ.
En septiembre de 1958, también, comenzaron las negociaciones para la reforma del
Tratado de Seguridad de Japón con EEUU, asunto que culminaría en 1960 con la
aprobación del nuevo tratado pero también con la renuncia de Kishi en medio de una
escalada de oposición masiva al Tratado.
En los años cincuenta el comercio sino japonés muestra una curva sinuosa que contrasta
marcadamente con el aumento general del comercio japonés. Dentro de un asunto y un
período relativamente poco tratados es posible observar que el movimiento de esas curvas
del comercio tiene relación con vaivenes de la política china, pero también se puede ver que
los límites generales de ese comercio estuvieron fijados a) por las políticas de controles
impulsadas por EEUU que, al menos en la primera mitad de los años cincuenta no buscó
para nada facilitar la penuria japonesa de materias primas, tratando de imponer sobre Japón
restricciones más rígidas que las que tenían otros países, b) por las presiones de Taiwan
sobre los gobiernos de Japón, teniendo estrechos vínculos con ciertas facciones del PLD
como la influyente facción de Kishi Nobusuke. Estas presiones sobre el comercio serían
más claras y directas en los años sesenta en la medida que se hacían patentes las
posibilidades de mayores intercambios entre Japón y China.
Aquí es necesario tomar en consideración otras dimensiones fundamentales para
entender los cambios operados en el comercio de esta década y el carácter que asumiría en
la siguiente, haciéndose necesario señalar que la división por décadas no es algo
formalmente impuesto desde afuera sino que, casualmente, coincide con el
desenvolvimiento real. Como se indicó más arriba, en los años cincuenta hubo cambios
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marcados en los volúmenes de las exportaciones chinas a Japón y en la composición de las
exportaciones japonesas a China, si bien siguieron predominando dentro de éstas las de las
pequeñas y medianas empresas. Por otra parte, fueron disminuyendo las importaciones de
soja y de arroz, así como las de hierro, al tiempo que hacia la mitad de la década
aumentaron las de carbón, para también ir disminuyendo después. No sólo tienen que ver
esos movimientos de alza y baja con la situación interna de China y con la política china,
como sanciona la ideología, lo cierto es que las variaciones en volúmenes y valores, y los
cambios en los tipos de productos tuvieron que ver más con los acelerados cambios en la
economía japonesa. Para 1955 se había afirmado en Japón la política de precio sostén para
la producción de arroz y partir de ella se alcanzó el autoabastecimiento. Además, tan
importante como había sido a partir de 1949 para la política interna y externa de Japón
resolver la cuestión del abastecimiento de carbón, lo fue el cambio operado a partir de
1958 en la economía y la relaciones exteriores económicas japonesas con el abandonando
del carbón por el petróleo. Por otra parte, con las transformaciones en la política industrial
japonesa a partir de 1958 fue necesaria una gran incorporación de tecnología y para eso el
comercio japonés tendió a fortalecerse con EEUU y con Europa reforzando definitivamente
esa tendencia; paralelamente, el nuevo desarrollo industrial y los mayores niveles de
consumo de la población requerían grandes volúmenes de materias primas y alimentos. En
consonancia, se buscó diversificar y asegurar fuentes de aprovisionamiento, lo cual también
contribuyó a reforzar el vínculo comercial con EEUU, además de buscar fuentes seguras
en América Latina, y nuevamente en Asia desde los años sesenta. Los dos últimos años de
la década pueden ser considerados como la transición hacia una nueva etapa del
comercio entre ambos países a partir de 1960.
El comercio fue en los años cincuenta y sesenta el medio principal de las relaciones
entre China y Japón: eran importantes los montos, los volúmenes y los productos
particulares objeto del comercio, pero también era importante el hecho mismo de que se
realizara el intercambio, puesto en el comercio aparecía cuál era el estado de las
necesidades de cada uno, de la política bilateral, de las expectativas expresadas a través de
las formas que asumía el comercio, y del status de los negociadores de cada parte.
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La ruptura sino soviética de 1960 apuró para China la necesidad de contar con mejores
relaciones por otros lados. Para Japón, el nuevo gabinete de Ikeda Hayato iba a poner
abierta y definitivamente todos los esfuerzos del país en el crecimiento económico.
En julio de 1960 un miembro del Comité Central del PCh, fue a Japón con el fin de
retomar el comercio tras dos años de baja estrepitosa. En el mes de agosto, cuando el
director de la Asociación Nipochina para la Promoción del Comercio visitó China, Zhou
Enlai le presentó los llamados “tres principios comerciales” sobre los que se debería basar
el comercio entre China y Japón. Ellos son: 1) realizar un acuerdo entre los dos gobiernos,
2) realización de contratos privados, 3) especial consideración a los casos particulares. De
modo que aunque China insistía en los tres principios políticos estos tres principios
comerciales ponían de manifiesto la intención de seguir con acuerdos de tipo privado hasta
que se hicieran acuerdos gubernamentales.
De este modo, a fines del año 1960 comenzó lo que se conoció como “comercio
amistoso” en relación con los “tres principios comerciales”. El comercio practicado sobre
esta base se trataba en las dos ferias de Cantón, en otoño y primavera, con comerciantes
japoneses avalados por organizaciones pro China, en su mayoría pequeños empresarios
ligados a organizaciones de izquierda. Bajo esta forma el comercio fue casi duplicándose de
un año a otro. En esa situación, en mayo de 1962 el primer ministro Ikeda dio a conocer la
intención de conceder a las exportaciones a China la posibilidad de pago diferido como se
practicaba con países occidentales. Con ese antecedente, en el mes de septiembre fue a
Beijing un político japonés muy importante ligado al mundo empresarial, Matsumura
Kenzo, hombre del aparato del partido gobernante aunque de poca figuración, que conocía
personalmente a Zhou. Matsumura se entrevistó con éste y el 19 de septiembre
coincidieron en que: 1) la parte china reafirmaba los tres principios políticos, los tres
principios comerciales, y el principio de la separación de la economía y la política, 2)
ambas partes expresaban su esperanza de promover un mayor desarrollo del comercio y
acordaban normalizar gradual y acumulativamente las relaciones entre Japón y China en lo
político y lo económico. Matsumura también conocía al ministro de relaciones exteriores,
Chen Yi, y se entrevistó entonces con Liao Chengzhi, miembro del Comité Central del PC
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chino9
. En octubre fue a China Takasaki Tatsunosuke, un empresario japonés con
experiencia en los negocios en este país: había sido presidente de la Compañía
Manchuriana de Industria Pesada, durante la ocupación japonesa en China; había
negociado, en 1953, la Japanese Indian Steel Corp. y poco después, en 1955, había
presidido el grupo de observadores japoneses a la conferencia de Bandung. Takasaki iba
con el fin de vehiculizar las bases sentadas por Zhou y Matsumura, siendo considerado en
China una persona representativa de los medios empresariales de Japón. El 9 de noviembre
firmó con Liao Chengzhi, presidente de la Organización de Solidaridad con los Pueblos
Afro Asiáticos, el acuerdo llamado Liao-Takasaki. El acuerdo dio lugar al denominado
comercio L-T que cubrió los cinco años de 1963 a 1967. El comercio L-T venía en lugar
del sistema de acuerdos privados suspendido en 1958. La mayor parte de las referencias en
la bibliografía a este comercio habla de “comercio L-T” o “comercio de Memorando”
como equivalentes y de manera indistinta. No obstante, propiamente hablando, comercio de
memorando es el realizado a partir de 1968, de acuerdo con el memorando de comercio que
anualmente se firmaba en reemplazo del acuerdo Liao-Takasaki vencido a fines de 1967.
Bajo el sistema L-T el comercio era negociado anualmente, permitía el pago diferido y
en general tenía un tono más político que el comercio privado anterior a 1958. Se esperaba
que se alcanzara un intercambio anual de hasta 100 millones de dólares, en parte
financiados por el EximBank de Japón. Comenzaron entonces a participar las grandes
corporaciones que trataron de proveer las plantas industriales y los barcos que China
necesitaba. Estas negociaciones dieron lugar también a visitas mutuas de funcionarios y de
corresponsales de periódicos.
En agosto de 1963 fue vendida a China una planta vinilo de la empresa Kurashiki, en
una operación financiada por el EximBank. La planta fue instalada en Beijing con ayuda de
la Asociación Nipochina de Amistad y de la Asociación Sino Japonesa de Amistad
9 En cuanto al conocimiento y lazo de vida con Japón, Liao Chengzhi nació y fue al colegio en Japón y más
adelante entre 1927 y 1928 a la Universidad de Waseda, de gran prestigio en el resto de Asia. Por su lado,
Zhou Enlai estudió en Japón entre 1915 y 1919; en Japón Zhou se unió a organizaciones de estudiantes chinos
nacionalista y entró en contacto con el pensamiento marxista a través de fuentes japonesas o de traducciones
japonesas de obras de Marx.
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(presidida por Liao Chengzhi). En abril Matsumura fue a Beijing y se agregaron nuevos
memorandos al acuerdo con Liao. Sin embargo ocurrieron dos sucesos cuya relación a
menudo se confunden en la bibliografía con el agregado de que lamentable en varios casos,
sobre todo en artículos cortos, se termina por suprimir uno de los dos sucesos de la cadena
de acontecimientos y con eso queda desvirtuada la situación y la posibilidad de evaluarla.
En septiembre de 1963 un intérprete chino de una misión comercial se refugió en la
embajada de la URSS antes de que su delegación partiera de vuelta. Entonces fue entregado
a las autoridades japonesas. Las declaraciones del intérprete acerca de lo que había pasado
variaron de una vez a la siguiente. No obstante, el gobierno de taiwanés empezó a presionar
al gobierno de Japón con el fin de armar un gran escándalo del asunto. Aunque se había
ordenado la deportación, atendiendo a la presión taiwanesa se demoraba la realización. El
1° de enero de 1964 fue ordenada la deportación que tuvo lugar el 9 de ese mes. El
gobierno de Taiwan escaló el asunto hasta retirar su embajador en Japón y suspender la
compra de productos japoneses el día 11. El 14 fue atacada la embajada japonesa en Taipei.
En febrero el gobierno japonés envió al anciano ex primer ministro Yoshida a apaciguar a
Chiang Kaishek. En una carta escrita a su vuelta a Japón y dirigida al presidente de Taiwan
en mayo, después conocida como “carta Yoshida”, se daba garantías de que no habría otros
créditos en el futuro como los otorgados en 1963. Sin embargo, ante el éxito de ese
negocio, en 1964 se negociaba la venta de otra planta textil de vinilo, en este caso de
Nichibo, y un barco carguero de Hitachi. En medio de la negociación fue elegido como
primer ministro Sato Eisaku, hermano de Kishi Nobusuke. En enero de 1965 el gobierno
negó los créditos del EximBank para esas ventas. Fue entonces, en los debates
parlamentarios relacionados con este caso que el primer ministro reveló que en la carta de
Yoshida se había prometido no otorgar más créditos del EximBank para exportaciones a
China. En varios relatos se atribuye, equivocadamente la carta Yoshida al caso de
Kurashiki, en otras se habla de Nichibo y de Hitachi pero como si hubieran ocurrido antes
de la carta Yoshida, y en la mayoría de las casos, curiosamente, queda fuera el asunto del
intérprete que fue lo originó el viaje de Yoshida. En todo caso la omisión o la confusión de
los casos impide considerar en su debida importancia la presión taiwanesa y cómo fue que
Japón cedió a ella.
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Sato Eisaku era conocido como un político más cercano a Taiwan que a la RPCh, que en
abril de 1964, en una entrevista con el presidente del Comité chino para la promoción del
comercio internacional, declaró su interés por una política constructiva con China. Es por
ello que causó gran sorpresa cuando a fines de noviembre de 1964, apenas elegido, negó la
entrada a Japón al alcalde de Beijing e inmediatamente después decidió no aprobar los
créditos mencionados. Esto, y la concesión de créditos por 150 millones de dólares a
Taiwan fijaron la línea a seguir por Sato. Se evidenciaba también el peso del sector pro
Taiwan dentro de la política japonesa.
El incidente mostraba que el principio japonés de separación del comercio de la política
perdía validez en un caso crítico predominando la consideración política pero, no obstante
la polvareda política levantada por este incidente, el comercio entre Japón y China se
incrementó de modo no previsto en esos años en razón de las condiciones de cada una de
las partes y de otras circunstancias coadyuvantes.
Al terminar las deudas que tenía con la URSS y al iniciar su tercer plan quinquenal
China pudo redimensionar sus tratos con otros países y aumentar las compras. Así, mientras
en 1964 era el socio comercial número veintiuno de Japón, en 1965 pasó al quinto lugar y
en 1966 al cuarto lugar después de EEUU, Australia y Canadá. Por otro lado, en enero de
1964 tuvo lugar el reconocimiento de China por De Gaulle y en 1965 las importaciones
chinas de Europa occidental aumentaron un 77% respecto del año anterior mientras en el
sentido inverso las exportaciones chinas crecieron un 28%. A partir del reconocimiento por
Francia fue mayor la presión de los empresarios japoneses sobre su gobierno para poder
operar con menos trabas con China e incluso se llegó a pedir el reconocimiento
diplomático. En 1964 se había cruzado oficinas de enlace para el comercio L-T, y en 1965
la JETRO (Organización Japonesa para la Promoción del Comercio Exterior) entró a
participar en el comercio China-Japón. En 1965 por primera vez desde 1950 Japón fue
acreedor en el balance comercial con China.
En cualquier caso, el monto del comercio bilateral había pasado del pico más bajo de
1959 de 22 millones de dólares a 23 millones en 1960, a 47 millones en 1961 y a 84
millones en 1962 bajo el comercio amistoso; no obstante, con el comercio L-T creció de
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137 millones en 1963 y a 310 millones en 1964. Queda claro que las oportunidades de
expansión estaban, así como la evidencia del peso de los factores políticos en el
crecimiento del comercio.
Según un informe de 1967 de la Japan International Trade Promotion Association, China
había llegado a ser el segundo o tercer tratante en el comercio de Japón en 1966, y el cuarto
o quinto proveedor, en tanto había sido el décimo en 1965. Las cifras y los puestos varían
algo de un autor a otro. Lo que queda claro es el gran incremento del comercio de 1964 a
1966.
El intercambio aumentó notoriamente en los años sesenta debido en gran parte a la
venta de productos metálicos y acero primario a China, que se convirtió en el segundo
mercado del acero japonés después de EEUU, y en el primero para los productos químicos
y fertilizantes, lo que aparecía como providencial dado la tendencia a la sobreproducción de
fertilizantes en Japón, precisamente cuando en China se ponía énfasis en la producción
interna e importación de fertilizantes y otros productos para la política de “la agricultura
primero” con el fin de mejorar la situación alimenticia.
En 1966 comenzó la Revolución Cultural en China. Japón puso obstáculos al tránsito de
personas. El 26 de octubre se disolvió la Asociación para el comercio China-Japón después
de diecisiete años de funcionamiento. Debido a la ruptura entre la dirigencia china y el PCJ
y como muchas de las empresas que comerciaban con China ligadas al PCJ, la competencia
entre las firmas por el comercio con China se hacía cada vez más dura. A comienzos de
1967 creció la inquietud entre los empresarios japoneses por las demoras en las operaciones
de carga y descarga en el puerto de Shanghai, donde en lugar de los dos o tres días
habituales los buques quedaban detenidos por dos o tres semanas. Buscaron implementar
medidas para que los productos chinos fueran embarcados aun si las autoridades chinas no
podían garantizarlo. La parte china reconoció entonces a la Asociación Japonesa para la
Promoción del Comercio Internacional, que se ocupaba del comercio con los países
socialistas en general, si bien subsistió la Liaison Comercial Japón-China encargada del
comercio L-T y también subsistió la Asociación Nipochina de Importadores y
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Exportadores, apoyada por el gobierno japonés pero a la que los chinos no le habían
prestado atención hasta entonces.
Para entonces ya no interesaba tanto en Japón ni el hierro ni el carbón chino. Para China
tenía gran interés el poliéster para mezclarlo con algodón, y con esa tela se fabricaba ropa
que podía venderse en Hong Kong a un 15 o 20% más barato que la ropa hecha en Japón.
Poco antes ya habían aparecido quejas en Japón acerca de la competencia china en el
sudeste asiático. Como se puede observar las cuestiones de la competencia no son nuevas y
es necesario recordarlas cuando la prensa intenta presentar ciertos hechos como de
consecuencias imprevisibles.
No obstante, otra vez, la revolución cultural tuvo consecuencias políticas directas. En
julio de 1967 fueron arrestados varios residentes japoneses entre otros extranjeros. Tres
periodistas fueron expulsados y no se renovaron cuarenta visas, a causa de la radicalización
y de la agresión a extranjeros, pero también como respuestas al viaje de Sato Eisaku, primer
ministro japonés desde 1964, a Taiwan, Vietnam del Sur y Corea del Sur. Entretanto en
Japón hubo problemas con firmas de chinos residentes que participaban en el comercio con
China, aproximadamente unas cuarenta, a las que se acusaba de ser favorecidas por el
gobierno de Beijing. Ese año China no llamó a renovar el protocolo Liao-Takasaki como
correspondía una vez vencidos los cinco años del convenio hecho en 1962.
No obstante los inconvenientes y medidas de una y otra parte relacionadas con la
Revolución Cultural, en la feria de primavera de Cantón de 1967 se presentaron cincuenta
firmas más que en la anterior feria y por primera vez se presentaron las grandes firmas
japonesas en una feria. Los problemas ocasionados por la Revolución Cultural eran reales y
ocasionaban demoras desacostumbradas, pero no produjeron descalabro del comercio, antes
bien las expectativas no sufrieron mella.
1967 terminó además con la alteración que causó la devaluación de la libra esterlina
ocurrida en noviembre. Por esa razón la libra dejó de ser, por primera vez desde 1950, la
moneda de los intercambios, y por un año se usó el franco, una moneda que gozaba de la
confianza de ambas partes. Pero después de la crisis económica y política de ese año en
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Francia los banqueros franceses anunciaron que no proveerían más francos a los bancos
japoneses, quienes a su vez los daban en crédito a los importadores. El año 1968 registró
también otras dificultades en el comercio bilateral. En febrero de ese año se negoció una
renovación del comercio por un año, bajo el sistema de memorando, y por un valor menor a
la mitad del comercio del año anterior. En pocos meses más el comercio llegó a un nivel
muy bajo en coincidencia de varios factores: a) aunque básicamente se seguía con la
misma política que tanto China como Japón habían sostenido desde hacía más de una
década, en cada país se había agudizado la tendencia radical de izquierda y de derecha
respectivamente; b) como consecuencia del conflicto sino soviético se disolvió la
Asociación Nipochina de Importadores y Exportadores cuyo papel ya era menor desde el
inicio del comercio amistoso, si bien en ella la mayoría de los 68 miembros era pro China,
10 de los integrantes de la dirección eran afiliados al PCJ, estando además, el secretariado
muy ligado al PCJ; c) dadas las condiciones del comercio China-Japón se hacía necesario
recurrir a una tercera moneda, y se hizo entonces evidente que en el futuro el medio de
pago sería el dólar; d) la cuestión del arroz, ya que al amontonarse el grano en Japón debido
al aumento de la producción y a la disminución del consumo perjudicaba uno de los que
habían sido rubros básicos de las exportaciones chinas a Japón, por eso para evitar mayores
dificultades los comerciantes japoneses presionaron a su gobierno a que levantara la
prohibición que pesaba sobre la carne y el tabaco de China; desde 1963 todos los años se
habían incluido en los acuerdos del comercio L-T 10.000 toneladas de carne china pero
nunca se importaron pues las condiciones japonesas eran muy severas y se argumentaba la
epidemia de aftosa que se había producido en China a comienzos de los años sesenta. En
octubre de 1968 China aceptó ciertas condiciones para la crianza de animales cuya carne se
vendería en Japón a un 20-30% menos que la de producción local. Para los empresarios
japoneses era importante el comercio de la carne, producto que podrían obtener en grandes
cantidades para satisfacer el consumo interno que había aumentado 100% desde 1966, y
también les permitiría sostener las exportaciones japonesas a China dado la necesidad de
mantener un comercio balanceado de acuerdo con las exigencias chinas. A pesar de la
política poco amistosa de Sato en relación con China (entre otras razones para no tener
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problemas con Taiwan) se hizo necesario aprobar el embarque de carnes chinas que fue
conseguido, tras diversas presiones, el 28 de enero de 1969.
La situación internacional corría en el mismo sentido. Al conocerse en enero la
propuesta de establecimiento de relaciones diplomáticas entre Italia y China, el Ministerio
de Relaciones Exteriores de Japón anunció que cambiaría su política si la situación
internacional cambiaba, pero esto no fue así10
. Aunque era evidente la intención oficial
japonesa de restar importancia a la iniciativa italiana, era claro que la política japonesa para
con China empezaba a modificase lentamente en la medida que las presiones internas en tal
sentido se fortalecían y que se veía que, aunque sin fecha fija, la participación de jure de
China en la comunidad internacional era un hecho próximo. El principal efecto del
reconocimiento italiano fue sobre los comerciantes quienes temieron que EEUU y China
pudieran arreglarse sorpresivamente (como en realidad ocurrió) dejando a Japón sin
oportunidades económicas.
El 27 de enero Sato declaró en la Dieta que “Daría la bienvenida a cualquier desarrollo
por el cual China fuera ampliamente recibida por la comunidad internacional como
miembro”. Se dejó de hablar de una política separada de los negocios, y al mes siguiente
Sato hizo saber que buscaba realizar encuentros a nivel de embajadores en cualquier
momento y lugar con el fin de solucionar el asunto de los presos japoneses detenidos en
China durante la Revolución Cultural. Hasta ese momento los gobiernos japoneses se
habían negado a cualquier tipo de acuerdo que involucrara a funcionarios actuando en
calidad de tales. China después liberó a los presos japoneses, pero no estaba dispuesta a
tratar con Sato, mucho menos después del comunicado Sato-Nixon, de noviembre de 1969,
según el cual la “seguridad de la zona de Taiwan era, asimismo, un factor importante para
seguridad de Japón”, lo cual se hacía intolerable para China ya que implicaba que EEUU y
Japón pudieran decidir sobre un territorio que China consideraba suyo, y menos aceptable
que pudieran decir y decidir sobre su seguridad como relacionada con Japón.
A partir del comunicado Sato-Nixon China comenzó a referirse más al peligro de
militarización de Japón, especialmente entre fines de 1969 y los primeros meses de 1970.
10
Far Eastern Economic Review, 6 de febrero de 1969.
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Entretanto, ese año 1969 habían comenzado acercamientos entre China y EEUU buscados
por cada una de las partes.
En 1968 se anunció lo que es conocido como los tres principios de Zhou Enlai11
: a)
China no comerciará con compañías que fueran pro Taiwan o pro Corea del Sur, b)
invirtieran en Taiwan o Corea del Sur, o c) que cooperaran con EEUU en guerras en Asia
(Vietnam), a lo que después, en 1970, se agregó el cuarto principio: quedarían fuera las que
participaran en joint-ventures con EEUU. A partir de la recuperación del comercio bilateral
de 1969 se hizo evidente que las pequeñas firmas no podría llevar a cabo el mayor peso del
intercambio y que las grandes empresas japonesas estaban cada vez más interesadas en él.
No obstante, la política otra vez volvía a mezclarse en lo que podría ser la tendencia al
incremento del comercio. Algunas grandes empresas rechazaron los principios de Zhou
Enlai, pero las siderúrgicas y las grandes firmas de comercialización dieron autonomía a
sus subsidiarias para comerciar con China. Además, algunas grandes empresas dejaron el
Comité de cooperación con Taiwan y el Comité de cooperación con Corea del Sur. Hubo
casos en que también China canceló contratos por problemas del cumplimiento de los
principios. 1968 había sido un año record para las exportaciones japonesas a China: 325
millones de dólares, un 32 % más que en el año anterior, de los cuales 41% correspondían a
acero. China era un mercado esencial para la producción japonesa de acero.
Los alimentos habían sido uno de los rubros principales de las importaciones japonesas
de China, pero bajaron de 41% en 1966 a 28% en 1971. Las materias primas eran en 1970
casi la mitad de las importaciones japonesas de China. Soja y seda fueron dos productos
que se incrementaron entre 1969 y 1971 llegando al doble de 1960. El carbón volvió a
declinar desde 1967. En cambio aumentaron las importaciones de productos químicos, brea,
lacas, cera, alcoholes, polifenol, vainillas, alcanfor, carbonato de calcio y otros. También
crecieron las de productos textiles principalmente telas y ropa de seda, así como muebles y
11
No confundir con los tres principios políticos ni con los tres principios comerciales, que también fueron
presentado a los japoneses por Zhou Enlai en 1958 y 1960 respectivamente.
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pinturas. Mientras que los niveles de consumo de los japoneses se diversificaban, China
comenzaba a exportar una mayor proporción de productos de la industria.
En abril de 1970 se hizo otro memorando de comercio por un monto anual menor al
anterior. Ese año sólo llenó el 8,7% del comercio total entre los dos países. Pero, esto no es
un indicador del estado general de las relaciones, ya que si bien representaban 70 millones,
el comercio total entre China y Japón sobrepasó los 820 millones de dólares contando el
comercio amistoso y otras formas.
A lo largo de la década el incremento del comercio había sido impresionante: de un total
de 137 millones en 1963 se pasó a 310 millones en 1965, y a 621 millones en 1966, se
estancó por la Revolución Cultural en 557 millones en 1967 y bajó más a 549 millones en
1968, pero se recobró ampliamente en 1969 cuando el total alcanzó 625 millones y siguió
aumentando a 822 millones de dólares en 1970.
En 1970 Italia y Canadá reconocieron a China estableciendo relaciones diplomáticas. La
tendencia internacional era clara. En las Naciones Unidas por primera vez la Asamblea
aprobó el ingreso de China y la expulsión de Taiwan por una apretada mayoría.
El asunto de cómo EEUU hizo su contacto con China sin consultar con Japón es bien
conocido12
. En 1971 Kissinger fue a China y en la Asamblea de las Naciones Unidas de ese
año se decidió la incorporación de China y la salida de Taiwan. Entre marzo y abril el
equipo nacional de ping pong de Japón había estado en Japón y había invitado al de EEUU.
En junio y julio una delegación del Komeito fue a China. En agosto Wan Kuo-Chuan,
vicepresidente de la Asociación Sino Japonesa de Amistad, fue a Japón a los funerales de
Matsumura Kenzo, lo que dio lugar a diversas entrevistas políticas. En septiembre y
octubre una delegación de la Liga Parlamentaria para las relaciones de Japón-China visitó
China. En la decisión de la incorporación de China a la ONU en el mes de octubre Japón
había jugado la carta perdedora.
12
No se abordará esto en más detalle acá. Para un abordaje minucioso de las idas y vueltas de la marcha de
las negociaciones para el Tratado de paz y amistad puede consultarse Ogata, Sadako Normalization with
China: A Comparative Study of U.S. and Japanese Processes, University of California Press, 1988.
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La Asociación Sino japonesa de Amistad aclaró cuáles serían los cuatro principios para
la normalización de relaciones: 1) habría una sola China, 2) Taiwan es parte inalienable del
territorio chino, 3) el llamado tratado Japón-Chiang fue firmado después del nacimiento de
la RPCh y por lo tanto es inválido y debe ser abrogado, 4) es imperativo restaurar todos los
legítimos derechos de la RPCh en las Naciones Unidas y todos sus órganos. Así las cosas,
las visitas japonesas a China no cesaban. En octubre, una delegación de empresarios de
Kansai (la región oeste de Japón más tradicionalmente ligada al comercio con China); en
noviembre, una de empresarios de Tokio; en noviembre también, los alcaldes de Tokio y
de Yokohama. Por primera vez desde 1968, la renovación del memorando de comercio
para el año siguiente, 1972, se hacía antes de que terminara el año anterior, en 1971.
No obstante toda esta actividad extra oficial, el gobierno de Sato apoyó la moción de las
dos Chinas en las Naciones Unidas en octubre, siguiendo a los EEUU. Por eso cuando Sato
quiso dar muestras de apertura China no respondió, esperando el cambio de primer
ministro.
Desde el punto de vista del comercio es marcada la diferencia entre antes y después de
1972 (Ciertamente, fueron las modificaciones en las políticas de ambos países lo que
posibilitó que entre 1972 y 1974 el monto del comercio se duplicara de un año para el otro).
Pero el gran cambio en la política japonesa había comenzado antes de septiembre de 1972,
desde las declaraciones de Sato y las presiones que los comerciantes y las grandes empresas
hacían para la normalización de relaciones. El 5 de septiembre de 1971, antes del viaje de
Nixon a China, Sato anunció que mejorarían las relaciones con China. Es que ese año,
además, las restricciones a las exportaciones japonesas a EEUU hicieron que las presiones
internas aumentaran. El gobierno japonés reconoció la existencia de una sola China y a
Taiwan como parte de ella. A comienzos de 1972 Sato autorizó créditos del EximBank
pero esta vez los chinos no respondieron, esperaban tratar con Tanaka, el próximo primer
ministro de Japón, quien fue elegido en julio. En septiembre fue hecho el comunicado
conjunto sobre el establecimiento de relaciones diplomáticas después de la visita oficial de
Tanaka a Beijing. Sin embargo el gobierno japonés se negó a declarar explícitamente que
la RPCh era el único gobierno legal y que Taiwan pertenecía a ella. En cambio, dijo que
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Taiwan pertenece a China y que el tratado cesaba unilateralmente, sin que esto se
mencionara en los documentos de las negociaciones con la RPCh; tampoco se mencionó el
tratado de seguridad con EEUU ni los lazos económicos con Taiwan. La embajada japonesa
en Taipei pasó a ser la sede de la Asociación para las Relaciones con el Este de Asia, con
el mismo personal que tenía antes. Japón cortó relaciones diplomáticas con Taiwan dejando
claro que no apoyaría la independencia, en tanto varias declaraciones de funcionarios
chinos reconocieron el tratado de seguridad niponorteamericano.
En realidad, el cuarto principio sobre el comercio China-Japón, enunciado por Zhou en
1970, era un intento por lograr un mejor manejo de este comercio y de presionar tanto a
Japón como a EEUU, sin que eso fuera un cuestionamiento del Tratado de Seguridad entre
estos dos países que no era considerado como un punto en discusión para establecer
relaciones oficiales, como sí lo era el tratado diplomático de Japón con Taiwan.
A fines de 1972 se firmó un memorando interino de comercio que regiría hasta fines de
1973, cuando desapareció esta modalidad de intercambio. 1972 fue un año memorable para
Japón y China, dice el White Paper on Internacional Trade de 1972. Se estableció la
Asociación Económica Japón-China para elaborar planes de relaciones económicas a largo
plazo. Poco antes, en septiembre el Banco de Japón y el Banco de China abrieron por
primera vez cuentas mutuas en yuan y en yen respectivamente. Ese año por primera vez
también el comercio total sobrepasó los mil millones de dólares y aunque las perspectivas
eran inmejorables, el gran salto se produjo en 1973. De todos modos en 1972 las
exportaciones japonesas a China aumentaron en 5%, mientras las compras subieron 52% en
comparación con el año anterior, ayudando a disminuir el ya marcado saldo favorable a
Japón.
Parece importante notar que la existencia de un comercio anterior y su progreso en los
años inmediato anteriores a 1972 permitieron que entre todas las cuestiones de la
normalización de relaciones oficiales, los acuerdos comerciales fueran los primeros en
lograrse. Después del memorando interino de 1972, el primer acuerdo oficial se firmó en
enero de 1974, válido por tres años y prorrogable si tres meses antes del vencimiento
ninguna de las dos partes daba aviso de la intención de terminarlo. Mediante ese tratado se
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arreglaron cuestiones que antes habían provocado inconvenientes: la cláusula de la nación
más favorecida, la forma y los medios de pago, la promoción de intercambio técnico y
exposiciones.
Quedaban asuntos pendientes. Cuestiones como el registro de las marcas, la protección
de la propiedad industrial, las visitas de empresarios y los procedimientos de arbitraje
fueron dejadas para después. La postergación de los aspectos técnicos ponía en evidencia el
interés de las dos partes por lograr acuerdos para un pronto desarrollo de los respectivos
intereses. La cuestión del registro de las marcas y la protección industrial eran puntos
delicados que llevarían tiempo, ya que desde varios años atrás en China se copiaban
productos extranjeros sin tener en cuenta las prácticas comerciales habituales. La cuestión
del arbitraje, por el contrario, no ofrecía tanta dificultad porque ya había experiencia en la
materia desde el primer acuerdo privado.
Conclusiones
A lo largo del trabajo se esbozan las posibles conclusiones acerca del significado del
comercio como forma misma de las relaciones, al carecer de relaciones diplomáticas.
Igualmente, cuál el sentido, valor y necesidad de ese comercio según el momento para
Japón y para China en atención a sus intereses más allá de la guerra fría. Es decir que las
explicaciones válidas para el mundo en general no funcionan de la misma forma para los
casos particulares. De este modo se podría afirmar que hasta el llamado “surgimiento de
China” y la consecuente ola de inversiones y comercio de Japón con China, las relaciones
siguieron las líneas que con algunas modificaciones, sin duda, se habían ido
desenvolviendo en el período anterior al proceso de normalización y aún dentro de éste
como evolución de esa misma línea.