AMOR CON LIBERTAD Redacción del Momento Espirita
Cuando dos personas se unen por el matrimonio no forman un todo
único. Aunque cada acepte al otro, ninguno de ellos tienen el
derecho de exigir o imponer sus intereses y sus contenidos.
La unión conyugal es espontánea y ninguno de los elementos de la
pareja estará totalmente liberado como antes de la unión.
Cada uno deberá al otro parte de atención y respeto, lo que
motivará la nobleza de dar satisfacción de sus actos tanto como la
participación en las realizaciones individuales.
Todo eso sin que ninguno se sienta forzado, coaccionado o
impulsado a cualquier actitud.
Anne Morrow era tímida y delicada como una mariposa. Hija del
embajador de México, conoció a un joven aventurero en visita a la
frontera del Sur, al servicio del Departamento de Estado de los
Estados Unidos.
El joven viajaba para promover la aviación. Por donde quiera que
pasase, atraía la mirada y la atención de toda la gente. Nadie olvida
que él había ganado cuarenta mil dólares por haber sido el primer
hombre en atravesar el Atlántico por el aire.
El valiente piloto y la tímida princesa se apasionaron
perdidamente.
Cuando Anne pasó a llamarse Sra. Charles Lindbergh, no fue
ofuscada por la sombra del marido. El amor que los uniría en los
cuarenta y siete años siguientes fue un amor sólido, maduro, puesto
à prueba en medio de triunfos y tragedias.
Nunca la pareja consiguió gozar la tranquilidad del anonimato.
Lindbergh era noticia, donde quiera que fuese. Era un héroe
nacional, siempre en evidencia.
Ella, entretanto, em vez de quejarse, se destacó como una de las
autoras más conocidas de los Estados Unidos, una mujer
extremamente respetada por sus propios méritos.
La receta de su éxito de su carrera ella la describe de la siguiente
manera:
El amor profundo es la gran fuerza libertadora y el sentimiento
más común que libera...
Lo ideal es que el hombre y la mujer apasionados se den libertad
uno al otro para que ambos conozcan mundos nuevos y diferentes.
Yo no fui una excepción en la regla. El simple hecho de sentirme
amada fue increíble y modifico mi mundo, mis sentimientos en
relación a la vida y a mí misma.
Adquirí confianza, fuerza y prácticamente un nuevo carácter. El
hombre con quien yo iba a casarme creía en mí y en lo que yo era
capaz de hacer y, por consiguiente, descubrí que podía hacer más
de lo que imaginaba.
Estamos hablando del amor de un marido, un amor fuerte lo
bastante para transmitir confianza y, al mismo tiempo, generoso
para ceder.
Siempre próximo para abrazar y, al mismo tiempo, libre para
dejarse embelesar. Con suficiente magnetismo para prender y, al
mismo tiempo, magnánimo a ponto de dar alas... para permitir el
vuelo de la esposa.
Nunca tuve crisis de celos cuando alguien aplaudía el talento de
ella y admiraba su competencia.
El hombre seguro de si guardó la red de cazar mariposas para que
su mariposa pudiese mover sus alas y volar.
* * *
Ser hombre o mujer, en los engranajes de la reencarnación, son
posiciones escogidas o sugeridas en el mundo de los invisibles, a fin
de que el Espíritu pueda desempeñarse bien en el conjunto de sus
compromisos del progreso.
Uno no es más importante que el otro y ambos son convocados por
las leyes del infinito para el avance moral, el crecimiento
intelectual, en fin, el desenvolvimiento de todas las virtudes
potenciales de lo íntimo.
La unión debe propiciar el entrelazamiento de las manos,
apoyándose uno al otro en la empresa conyugal, para que
proliferen las bendiciones de harmonía y ternura que cada uno de
los consorciados merece vivir.
Traducido por: M. C. R