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8/17/2019 ADLER - Práctica y Teoría de La Psicología Del Individuo
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B I B L I O T E C A P S I C O L O G Í A S D EL S I G L O X X
/ . B. Watson
E L CONDUCT I S MO
2
William Stern
P S I C O L O G Í A G E N E R A L
Desde el punto de vis ta personalís t ico
Kurt Kojjka
P RI NCI P I OS DE P S I COL OGÍ A DE L A F ORMA
Aljred Adler
P RACT I CA Y T E ORÍ A DE L A P S I COL OGÍ A DE L I NDI VI DUO
5
W. Bechterev
L A P S I COL OGÍ A OBJ E T I VA
6
Woljgang Kóhler
DI NÁMI CA E N P S I COL OGÍ A
E. Heidbreder y otros
P S I COL OGÍ AS DE L S I GL O XX
V O L U M E N
4
A L F R E D A D L E R
Viena - Aberdeen
P R A C T I C A
v
T E O R Í A D E
1 1 P S I C O L O G Í A D E L I M I I V 1
Introducción, Supervisión,
Notas, Apéndice y Bibliografía
de
JAIME BERNSTEIN
Director del Instituto d e P s i c o lo g ía d e la Un iv e r s id a d d e l
Litoral. Profesor
d e l a Un iv e r s id a d d e Bu e n o s Ai r e s .
l a i ó d í
E D I T O R I A L P A I D O S
BUE NOS AIRE S
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TITU LO
DE L ORI GI NAL AL E MÁN
Praxis und Theorie der Individual-Psy cholo gie
TÍTU LO
DE LA VERSIÓN ITALIANA
Prassi e teoría della Psicología Individúale
Traducción de
NORBERTO RODRÍGUEZ BUSTAMANTE
Profesor de las Univers idades
de La Plata y El Litoral
K%
u » .
ft.ti. WH
Copyright de todas
las ediciones en castellano
EDITORIAL PAIDOS
by
1* edición, 1953
2* edición, 1958
Queda hecho el depósito
que previene la ley N
9
11.723
IMPRESO EN LA ARGENTINA
(PRRNTED IN ARGENTINE)
Í N D I C E
INTRODUCCIÓN: Jaime Rernstein, La Práctica y la Teoría en la Psico
logía del individuo 9
PREFACIO A LA PRIMERA EDICIÓN ALEMANA 17
CAP. I.
La Psicología del individuo.
Sus premisas y sus resultados . . 21
CAP. II . Hermafroditismo psíquico y protesta viril. Un problema fun
damen tal de las enfermedades nerviosas 35
CAP. I I I . Otras normas directivas para el ejercicio de la Psicología del
individuo 42
CAP.. IV . Tratamiento de las neurosis por la Psicología del individuo 50
CAP. V .
Contribución a la teoría de la alucinación
68
CAP. V I.
Psicología infantil
—
Ciencia de la neurosis
75
CAP. V IL Tratamiento psíquico de la neuralgia del trigémino 92
CAP.
V I H . El problema de la "Distancia". Un rasgo fundamental de
las psicosis y de las neuro sis 113
CAP. IX .
La posición masculina en neuróticos fem eninos
121
CAP. X. Contribución a la comprensión de la resistencia en el trata
miento
153
CAP. X I. Sifilofobia. Contr ibución al s ignificado de las fobias y de la
hipocon dr ía en la dinámica de las neurosis 162
CAP. XI I . Insomnio neurótico 170
CAP.
XI I I .
Algunos resultados de la Psicología del individuo sobre las
perturbaciones del sueño
179
CAP. XI V.
La homosexualidad
189
CAP. X V . La neurosis compulsiva 202
CAP. XVI .
Función de la representación compulsiva como medio de au
mentar el sentimiento de la personalidad 211
CAP. XVI I . Huelga de hambre neurótica 215
CAP. XVI I I . El sueño y su interpretación 217
CAP. XI X.
El papel del inconsciente en la neurosis
228
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8
Í N D I C E
CAP.
X X. El sustrato orgánico de las psiconcurosis. Contr ibución a la
etiolog ía de las neuro sis y de las psicosis 236
CAP.
XXI . Mentira de vida y responsabilidad en las neurosis y psicosis.
Una contr ibución al problema de la melancolía 246
CAP. XXI I . Melancolía y Paranoia 256
CAP. XXI I I .
La educación desde el punto de vista de la Psicología del
individuo
271
CAP. XXI V.
La Psicología del individuo y la prostitución
279
CAP.
X X V . Infancia abandonada 290
CAP. XXVI . Observaciones de la Psicología del individuo respecto a
"El Consejero Áulico Eysenhardf', de Alfred Berger
301
CAP. XXVI I . Dostoiewsky 316
APÉNDICE. El complejo de Sorel, por Jaime Bernstein 325
BIBLIOGRAFÍA 337
I NT RODUCCI ÓN
L A P R A C T I C A Y L A T E O R Í A E N L A P S I C O L O G Í A
D E L I N D I V I D U O
Hay críticos que imputan al adlerismo graves contradicciones.
Confesamos no haberlas advertido. En cambio, sería fácil reunir todo
un repertorio de gruesas contradicciones si, en forma simultánea,
tomásemos como válidas las descripciones y etiquetas que sus glosa
dores y críticos le aplican. Dejaremos el punto para otra oportuni
dad. Digamos sólo que si nos atuviésemos a las clasificaciones de sus
comentaristas, la Psicología del individuo sería, a un tiempo, "excesi
vamente individualista" — "ex cesi vam ente social"; "excesivamente f i -
siologista"
—
"excesivamente animista"; "excesivamente librearbitris-
la" — "e xc esi va me nte determinista"; "excesivamente filosófica"—
"excesivamente médica".
..
No puede menos que desconcertar tan
singular disparidad en la apreciación de los técnicos acerca de una
concepción que, conociéndola en su fuente, ofrece, por el contrario,
un plan de pensamiento particularmente neto y decidido. Si siempre
es aconsejable la fuente original, hay sobrados m otivos para validar
este consejo muy en especial en el caso del adlerismo, tan grotesca
mente distorsionado por divulgadores y contradictores que — no que
da otra explicación— conocen a Adler, como hemos dicho en otra
parte, sólo de haberlo saludado desde lejos.
Para colmo de contraste, Adler sabía ver la unidad detrás de
las formas más heterogéneas, y supo realizar una recia unidad con
su persona y con su teoría, haciendo de él y de su obra un todo
unitario. Precisamente, el concepto de unidad de la persona como ser
único e indesmembrable, desempeña en su teoría un papel básico y
unificador; de ahí, también
—
aco temos de paso
—
su interés por
Dostoiewsky, el genio de las contradicciones, y que en su original
estudio sobre él haya sabido hallarle (proyectarle) una suprema uni
dad: justamente en el ansia de hallar fórmulas unitarias que apresen
-
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A L F R E D A D L E R
el sentido de la vida. Nada extraño resulta así, pues, que haya esti
mado a Dostoiewsky como su maestro
1
.
Pocas escuelas psicológicas presentan, en efecto, la honda cohe
rencia que la meditación encuentra en toda la Psicología del indivi
duo.
Congruencia en la teoría y en la práctica, congruencia entre
ambos términos y, en fin, congruencia entre el hombre y su obra.
Tan notable consistencia le ha sido reconocida inclusive por Freud,
a quien, por lo demás, tanto le costaba reconocer en Adler, pública
mente, cualquier cosa positiva, a pesar, o a causa, de los innúmeros
méritos que le reconocía en su intimidad. Es que tal vez sean pocos
los hombres de ciencia que hayan logrado conciliar sus contradic
ciones de conducta y de pensamiento en un punto de vista de tan
sólida cohesión como la que exhibe Adler en su forma de vida total,
desde el nacimiento a la muerte
2
, en todos los aspectos personales y
científicos, privados y públicos de su existencia, co nservánd ose siem
pre él mismo, fielmente adleriano. En Adler, esa
unidad ,
"conti
nuidad
y "peculiaridad" se constituyen, de una parte, en rasgos
distintivos del "estilo" de su vida personal, .y de otra, se integran
como conceptos básicos en su pensamiento científico.
La licitud de identificar al hombre con su obra, y de compren
der al uno por la otra, es segura en este caso como pocas veces. La
Psicología del individuo es, en rigor, la biografía de Adler desper
sonalizada y narrada en lenguaje científico. Empezó a escribirse en
su mente ya en la infancia, y desde el momento en que fué real
mente escrita
—
hac ia 1907
— ,
en su "Estudio sobre la inferioridad de
los órganos", surgió ya entera y casi acabada, casi definitiva. Desde
aquella fecha, Adler escribió más de una docena de libros, pero la
Psicología del Individuo siempre dijo suslancialmente lo mismo, sólo
que el Adler más maduro fué sabiendo mejor lo que pensaba y
quería y pudo expresarse con lenguaje cada vez más claro, más sim
ple, más directo y expresivo, y alcanzar nuevas fórmulas para comu
nicar con mayor fuerza y nitidez sus viejas ideas. Así, por ejemplo,
aunque el mencionado concepto de "estilo de vida" o cupa desde un
comienzo el fondo de toda su obra, sólo en sus últimos libros logró
1
En es te reconocimiento de Dostoiewsky como su maestro, hay s in duda
intención agres iva contra Freud, como pretendido maestro y como biógrafo
de un Dostoiewsky neurótico.
2
Los pr imeros recuerdos lo muestran al niño Adler camin ando ; su bio
graf ía es la de un hombre en constante marcha, y en la calle encontró su
" m uer te p r op ia " .
L A P S I C O L O G Í A D E L I N D I V I D U O
11
acuñar la expresión adecuada, a la que luego habría d e recurrir como
una de sus formas de expresión preferidas.
La Psicología- del individuo encuentra com o dinamismos esen
ciales del alma humana la necesidad de individualidad y la necesi
dad de comunidad. Y bien si
—
como pretende
Freud
— la Psicología
del individuo-Adler nacieron de una "indómita manía de prioridad",
de la excesiva ambición del autor de singularizarse (rasgo q ue su
hermano mayor le venía reprochando a Adler desde niño), y en su
t
primera época la explicación mediante el concepto de afán de supe
rioridad campea en su psicología más ostensiblemente que el de sen
timiento de comunidad; más tarde, de un lado, el hombre Adler fué
consagrando su tiempo a la amistad y al trabajo social y haciendo
objetivo de su vida, cada vez más hondamente, el bienestar del hom
bre; y de otra, la Psicología del individuo va acentuando su carácter
de un llamado a la humanidad a descubrir el "sentido de la vida"
en el "interés social".
-
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1 2 A L F R E D A D L E R
la forma verbal de sus escritos y por ello dio y da tantas dificultades
a sus traductores (también esto ha contribuido a promover otra espe
cie de apreciaciones erróneas
—
y también incongruentes
—
acerca de
su teoría: "demasiado simple"
—
"demasiado oscura").
El terrible drama humano de la falta de conocimiento de sí
mismo y de los demás, engendrando errores que se perpetúan a través
de la educación, es esencial en la problemática y es centro del pensar
y del hacer adlerianos. Todo ocurre en el adlerismo como si el
impulso y la motivación de todos sus esfuerzos los hubiera dado
esta vivencia de Eliot ("Cocktail Party"): "Dos personas que saben
que no se entienden
—
Criando niños a quienes ellos tampoco en*
tienden
—
Ni a ellos los entienden
7
.
De allí el afán de Adler por llegar a una concepción que logre
el conocimiento del hombre
—
preoc upac ión que se convirtió en tí
tulo de una de sus obras más acabadas y sistemáticas
—
para así
conducirle a la práctica de la vida verdadera. Teoría y práctica es
taban inextricablemente unidas en el pensamiento y en la acción
adlerianos. La teoría tiene una orientación fuertemente práctica (so
cial, pedagógica y ética). Su teoría está doblemente imbuida de
práctica: de una parte, Adler odiaba todo apriorismo y toda espe
culación; no quería afirmar nada que no hubiese com probado en la
práctica, y de otra su teoría es eminentemente finalista, práxica,
social. De ahí la significativa anteposición de la instancia práctica
en el título de este libro. Pero la práctica estaba intensamente imbui
da de teoría (antropológica, sociológica, psicológica)
.
Entendía que
carente de la inspiración de un objetivo central, la práctica es vacía,
mecánica y estéril. De ahí que no descuidase la teoría y llegase a
integrar un vasto sistema de pensamiento que contesta a los proble
mas fundamentales y permanentes de la vida y del individuo. Su
práctica era la práctica de un pensamiento; estaba presidida por una
definida concepción del hombre y del sentido de la vida. Por ello
se ocupó y buscó la difusión de la mayoría de los temas principales
que habitualmente integran e l campo de la Psicología tal como él
los elaboraba. Así brindó un verdadero sistema psicológico.
En mayor o menor grado explícito, el sistema psicológico de
Adler se halla en cada uno de sus libros; acaso podría de cirse en
cada uno de sus capítulos. Naturalmente, cada uno de sus aspec
tos recibe en cada libro diverso grado de iluminación. Así, unos son
LA PSICOLOGÍA DEL INDIVIDUO
13
más teóricos y otros más prácticos; unos más psicológicos y otros
más psiquiátricos; unos más pedagógicos y otros más psicoferapéu-
ticos. Pero, en-alguna medida, todos son todo ello a un tiempo.
A continuación proponemos una guía destinada a servirle al
lector de itinerario temático, para utilizar a manera d e mapa con
ceptual que le permita ir recorriendo y ubicando los más importan
tes contenidos que se van enfrentando aquí y allá, conforme se
avanza en la lectura de este libro
—
o de cualquier otro del mismo
autor.
LA TEORÍA DE LA PRACTICA
La prác t ica adle r iana e s tá r e spa ldada por una teor ía orgánica y
consis tente , que aba rca los temas s iguientes :
ANTROPOLOGÍA
1.
Pues to de l hombre en la na tura leza ,
2. Pues to de l hombre en la h is tor ia .
3 .
Pues to de l hombre en la soc iedad.
PSICOLOGÍA
a) Psicología General
1.
Ps icología de la in te l igenc ia : a tenc ión, pe rcepc ión, memor ia ,
fantasía, etc .
2 . Ps icología de los a fec tos : sent imientos , miedo, i r a , e tc .
b) Psicología Especial
1.
Ps icología de la so c iabi l idad.
2 . Psicología del sexo.
3 .
Psicología de la profesión.
4 . Ps icología de la va lorac ión.
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14
ALFRED ADLEK
PSICOLOGÍA DE LA PERSONALIDAD
a) Descripción de la personalidad:
1. Est ruc tura de la pe r sona l idad.
2 . Pe r sona y mundo.
3 .
Pe r sona y soc iedad.
4.
Pe r sona y t iempo (El pasado, e l presente y e l fu turo) .
b) Factores exógenos y endógenos de terminantes de la personalidad
y del destino individual:
1.
El f ac tor na tura l .
2. El factor cultural.
3.
El factor somático.
4. El factor familiar .
5.
El factor individual.
c) Proceso de integración de la personalidad:
1.
Pape l de la s pr imeras impres iones exógenas y endógenas .
2.
Pape l de la s "opiniones" sobre s í y e l mundo.
3 .
Pape l de los sent imientos autoes t ima t ivos .
4 . Pape l de la s tendenc ias a la autova lorac ión.
5. Papel de los sentimientos sociales.
6 . Pape l de la d inámica de compensac ión y sobrecompensac ión.
d) Tipos de personalidad:
1.
Según la actitud frente a sí mismo.
2. Según la actitud frente al tú.
3.
Según los objetivos.
4. Según la educac ión rec ib ida .
5.
Según el puesto en la constelación fraterna.
6. Tipología de la mujer .
7.
Tipología de l n iño.
PSICOPATOLOGIA
1.
Et io logía e in te rpre tac ión de la s neuros is .
2.
Et io logía e in te rpre tac ión de la s ps icos is .
3 .
Et io logía e in te rpre tac ión de la de l incuenc ia .
4. Ps icopa tología de l t r aba jo .
LA PSICOLOGÍA DEL INDIVIDUO
15
5.
Ps icopa tología de l amor .
6 . Ps icopa tología de la soc iabi l idad.
7.
Ps icopa tolog ía de los s ín tomas : a luc inac ión, i lus ión , insom
n i o , impotenc ia , ta r tamudez , e tc .
PSICOTERAPIA Y REEDUCACIÓN
1.
Fundamentos de la curac ión ps íquica .
2.
Ac t i tud de l p s icote rapeuta .
3.
Mane jo de la s i tuac ión ps icote rapéut ica .
4. P lan ps icote rapéut ico .
PEDAGOGÍA
1.
Concepción de lo que el hombre es.
2. Concepc ión de lo que e l hombre debe se r .
3.
Metodología de la educac ión domést ica .
4.
Metodología de la educac ión escola r .
5. Metodología de la r eeducac ió n.
6. Metodología de la educación especial.
LA PRACTICA DE LA TEORÍA
La prác t ica de la teor ía adle r iana se cumple en muy dive r sos
ámbi tos . Cabe seña la r los s iguientes :
a) Técnicas de exploración de la personalidad:
1.
Técnicas pa ra e l examen e in te rpre tac ión de la pe r sona l idad
n o r m a l .
2. Técnicas pa ra e l examen e in te rpre tac ión de la pe r sona l idad
anormal .
Técnica de in te rpre tac ión de la s "d is tanc ias" v i ta le s
Técnica de in te rpre tac ión de los sueños .
Técnica de in te rpre tac ión de los r ecue rdos .
Técnica de in te rpre tac ión de la s f antas ía s .
Técnica de in te rpre tac ión de los movimientos .
Técnica de in te rpre tac ión de l lengua je de los órganos .
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16 ALFRED ADLER
b) Técnica de Psicoterapia y de Reeducación:
1. En el t r a t a m i e n t o del adu l to .
2. En el t r a t a m i e n t o del n iño .
3. En el t r a t a m i e n t o del del incuen te .
4 . En la au to r r eeducación .
c) Profilaxis
y
Educación:
1 . Técn ica par a la educación del n i ñ o en la f ami l ia y en la
escuela.
2 . Técn ica par a la fo rmación de los p a d r e s y maes t ros .
Los ámbi tos de es tas p r áct icas , abar can , pues , las más d iver sas
es f er as :
1. La f ami l ia .
2 . La escuela.
3.
La clínica psicológica.
4 .
Los es tab lecimien tos de r esocia l izacion .
Todos estos temas están explícita o implícitamente tratados en
las obras de Adler. Y aun cuando no siempre pueda hallárselos
abiertamente formulados, quien medite
las
obras
de
Adler hallará
respuesta
a
cada
una de
esas cuestiones.
El
conocedor podría utili
zar ese temario como índice para una exposición ortodoxa del pen
samiento adleriano, en la seguridad de que para responder a ella
no necesitaría desviarse
en lo más
mínimo
de los
contenidos
del
pensamiento
de su
creador.
Si
bien lleva
el
acento sobre
los
proble
ma s de la psicopatología, la psiquiatría y la psicoterapia, ''Práctica y
teoría de la Psicología del individuo" es, precisamente, un mues
trario
de esa
amplitud temática.
J A I M E B E R N S T E I N .
P R E F A C I O A LA P R I M E R A E D I C I Ó N A L E M A N A
La inves t igación de la Ps ico log ía del ind iv iduo busca ahond ar
en el conocimien to del hombre . Es te conocimien to só lo se puede
o b t e n e r c o m p r e n d i e n d o
la
pos ic ión
del
ind iv iduo f r en te
a sus
tar eas
den t ro de la sociedad . Só lo la l ínea de m o v i m i e n t o que r ep resen ta
y m u e s t r a la ac t iv idad socia l de un ind iv iduo , puede r evelarnos su
g r a d o de a d h e s i ó n a las ex igencias de la v i d a , de sus semejan tes , del
u n i v e r s o . A s i m i s m o p e r m i t e c o m p r e n d e r
su
c a r á c t e r ,
su
í m p e t u ,
su
vo lun tad f í s ica y esp i r i tua l . Es ta l ínea también puede r as t r ear se
hacia a t r ás has ta sus o r ígenes , has ta aquel la época en que el yo se
h izo conscien te de sí m i s m o ; y all í , en la p r i m e r a p o s t u r a del joven
s e r h u m a n o , m u é s t r a n s e los p r imeros obs tácu los opues tos por el
m u n d o e x t e r n o y la f o r m a e in tens idad de su vo lun tad y de sus
t en ta t ivas par a superar los . En aquel p r imer per íodo de su v i d a , in
c u r r i e n d o en i n n ú m e r o s e r r o r e s , y sin conciencia de ellos, el n i ñ o se
f i ja su e s q u e m a , sus m e t a s y m o d e l o s a segu i r y el p lan de v i d a al
cual en adelan te se a j u s t a r á de un m o d o a un t i empo conscien te e
inconscien te . Se cons t i tu i r án en modelos suyos todas las pos ib i l ida
de s de éx i to y aquel las per sonas que t r iunfan sobre los obs tácu los .
E l e n c u a d r a m i e n t o lo t o m a de la cu l tu r a que lo c i r cunda.
Sobre es ta l ínea sub ter r ánea —cuya fundamenta l impor tancia los
hombres desconocen , aunque conozcan su ex is tencia—, se levan ta
toda la es t ructu r a ps íqu ica . Las asp i r ac iones , la esfera de los pensa
m i e n t o s y de los in ter eses , el cu r so de las asociaciones , las esperan
za s y los temores , f luyen todos den t ro de su c a u c e d i n á m i c o . De
esta l ínea —y p a r a a s e g u r a r l a — n a c e n el m o d o de c o n s i d e r a r la v ida
y los m e c a n i s m o s de impuls ión y de f r eno . Toda exper iencia es ela
b o r a d a y modi f icada has ta hacer la ap rovechab le en f avor del núcleo
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18
ALFRED ADLER
genuino de la propia pe r sona l idad, e s to e s , de e sa l ínea de movi
miento .
Empero, nues t ra Ps icología de l indiv iduo ha demostrado que la
l ínea de movimiento de la s a spi rac iones humanas surge in ic ia lmente
de una mezc la de sent imientos de comunidad y de tendenc ias hac ia
e l logro de una posic ión de pe r sona l super ior idad. Ambos fac tores
esenc iale s se pueden en contra r en la v ida soc ia l : un o ( inna to) e s
e l que re fue rza la comun idad entre los hom bres ; e l o t ro (produc to
de la educac ión) e s aque l la agui joneante e incesante tentac ión a
usuf ruc tua r de la comunidad en benef ic io de l propio pres t ig io .
Fác i l ha s ido expl ica r a ps icólogos , a pedagogos y neurólogos e s ta
pol í t ica de pres t ig io de l indiv iduo. Que la c ienc ia de l pres t ig io in
tente sus t rae r se a la inf luenc ia de nues t ra Ps icología de l indiv iduo,
y que mediante c i r cunloquios y rodeos comba ta nues t ros descu
br imientos , pe ro se apropie de e l los , e s cosa que no puede sorpren
de rnos demasiado, n i a mí n i a mis d isc ípulos . Pe ro e l hecho de que
esa c ienc ia ins is ta en cont inua r desvir tuando nues t ros descubr imien
tos sobre e l a fán de poder , s in supera r los nunca , empaña su a r ro
ganc ia y su grandi locuenc ia .
Acaso sea más d i f íc i l hace r comprender e l apor te que pa ra la
ps icología moderna ha s ignif icado nues t ra formulac ión de l problema
de l sent imiento de comunidad. Porque aquí chocamos contra la con- ,
ciencia del individuo, a quien le es más fácil aceptar el hecho de
q u e ,
a l igua l que todos los o t ros hombres , también é l a spi ra más a l
brillo y a la superioridad que a acatar la verdad eterna de sus lazos
de pe r tenenc ia a la f amil ia humana , y de que sagazmente se lo
oculte a sí mismo y a los demás. Su misma naturaleza f ísica lo lleva
a esta unión: el lenguaje, la moral, la estética y la razón son valores
comunes a todos; más aún, los suponen. El amor , e l t r aba jo , la so l i
da r idad son exigenc ias r ea le s de la convivenc ia humana . Contra
estas realidades ineludibles se exacerba y despliega el afán de poder
pe rsona l , o b ien se busca sos laya r la s por la a s tuc ia . Pe ro en es ta
incesante lucha se revela, precisamente, la vigencia del sentimiento
de comunidad.
El conoc imiento de los hombres , de la mot ivac ión de su conduc
ta, la comprensión total de los fenómenos psíquicos en las personas
sanas y en la s neurót icas , só lo podrán i luminar hechos s ignif ica t ivos
pene trando en la forma y d inámica de e sas l íneas d i rec t r ices . Lo que
los guías de la humanidad habían v is to como la obra de Dios , de l
Dest ino , de la Idea , de l sus t ra to económico, la Ps icología de l
indi-
L A P S I C O L O G Í A D E L I N D I V I D U O
1 9
viduo lo entiende como clara expresión de la fuerza de una ley
formal : la lógica inmanente de la convivenc ia humana .
Este l ibro cont iene t r aba jos de prepa rac ión, de ampl iac ión y de
investigación de la teoría y de la práctica de la Psicología del indi
v iduo, y a t r avés de una se r ie de t r aba jos ante r iores y nuevos t iene
e l propósi to de abr i r e l camino que conduce a nues t ra c ienc ia . En
ese sent ido s igue a nues t ra obra ante r ior : "El Carác te r neurót ico"*.
A L F R E D A D L E R
* Edición castellana: Buenos Aires, Editorial Paidós, 1954. (E.)
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CAPITULO I
L A P S I C O L O G Í A D E L I N D I V I D U O
SUS PREMISAS Y SUS RESULTADOS
Si lanzamos una mirada de conjunto sobre los c r i te r ios y la s
teor ía s de la mayor pa r te de los ps icólogos , ha l la remos una extraña
l imi tac ión en e l campo a inves t iga r y en los medios de conoc imiento .
Es como s i , por un incompres ib le propósi to , debie ran exc lu i r se la
exper ienc ia y e l conoc imiento humano, y se le s negase todo va lor
a l punto de v is ta y a la in tu ic ión a r t í s t icos y c readores . En tanto los
ps icólogos exper imenta le s r egis t r an o provocan fenómenos pa ra com
prender la s d is t in ta s r eacc iones , y en ú l t imo aná l is is , no hacen s ino
una f ilosofía de la vida psíquica, los demás enclaustran toda forma
de expres ión y todo fenómeno dentro de s is temas t r adic iona les , a lgu
nas veces l ige ramente modif icados . Y, c la ro e s tá , e s na tura l que , con
ta l procedimiento , en los hechos pa r t icula res encuentren los nexos
y de te rminac iones con que
a priori
habían const ru ido su e squema de
la ps ique .
O bien in téntase const ru i r los e s tados de ánimo y e l pensamiento
mediante pequeños fenómenos a is lados con los cua les sea pos ib le
e l conf rontamiento con los hechos f is io lógicos , a f i rmando la igua ldad
entre unos y o t ros . El que de e s ta sue r te e l pensamiento subje t ivo
y la in tu ic ión pa rezcan e l iminados —aun cuando, en rea l idad, domi
nan de un modo incontras table—, representa pa ra e s tos c ient í f icos
una venta ja más de su concepc ión ps icológica .
De ot ra pa r te , e l mé todo de proceder de e s ta s d i recc iones c ient í
f icas r ecue rda , por su impor tanc ia como escue la prepa ra tor ia de l pen
samiento humano, a la ant igua y ahora superada h is tor ia na tura l ,
con sus r íg idos s is temas hoy sus t i tu idos en genera l por puntos de
vis ta que buscan comprender la v ida b io lógicamente , pe ro también
psicológica y f i losóf icamente , abrazando todas sus va r iantes en un
único nexo. Esto es lo que intenta hacer la corriente a la que he
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ALFRED ADLER
d e n o m i n a d o
Psicología comparada del individuo.
A pa r t i r de la pre
misa de la unic idad de la individua l idad, procura c rea r la imagen
de la pe r sona l idad uni ta r ia como una de la s va r iantes de la s expres io
nes vitales singulares y de sus formas expresivas. Las rasgos singu
lares son confrontados entre sí, conducidos a su línea común e in
corporados has ta in tegra r e l cuadro individua l to ta l * .
Esta manera de conside ra r la v ida ps íquica de los hombres no
tiene nada de insólito o de especialmente audaz. A despecho de otros
enfoques posibles, se destaca en particular en el estudio de la Psico
logía infantil. Pero los artistas, los pintores, los escultores, los músi
cos y, más que nadie, los poetas, cumplen en sus obras el cometido
de representa r todos los r a sgos minúsculos de sus f iguras , de sue r te
que el espectador pueda captar las líneas esenciales de la persona
lidad y le sea dable reconstruir a través de aquellos fragmentos lo
que ant ic ipadamente e l a r t i s ta había ya in t roduc ido en v is ta de sus
f ines.
En espec ia l pa ra la v ida de la soc iedad —entendida s in pre -
conceptos c ient í f icos— es de tanta impor tanc ia conocer la me ta de
un fenómeno que —prec iso e s dec i r lo—, pese a todas la s teor ía s c ien
t í f icas contra r ia s , nadie ha podido aún hace r se una opinión sobre
un hecho humano s in capta r antes una l ínea que una todos los
fenómenos ps íquicos de una pe r sona en re lac ión con su obje t ivo .
Si corro hacia mi casa, a quien me observa ofrezco el porte, la
expres ión, e l movimiento , e l ges to , que en genera l se e s tá habi tuado
a esperar de una persona que vuelve a su casa. Y ello, a pesar de
todos los r e f le jos y de toda causa l idad. Así como podr ían va r ia r la s
causas , podr ían se r d is t in tos mis r e f le jos ; pe ro lo que por v ía ps ico
lógica se puede intuir y, sobre todo, lo que nos interesa en la prác
tica, y para la psicología de un modo casi exclusivo, es la
línea que
uno sigue.
Si conozco e l obje t ivo de una pe r sona sé , aunque sólo aproxima
t ivamente , qué sucederá . Y, por lo tanto , me ha l la ré en condic iones de
inferir los movimientos parciales que han de seguir , seré capaz de
ver los en su nexo, o de cor regir y adapta r cont inuamente mi conoc i
miento ps icológico aproximat ivo de los nexos . En cambio , s i só lo
conozco las causas, los reflejos y la velocidad de reacción, la capaci
dad de a tenc ión y o t ra s cosas s imi la res , no sabré nada de lo que
acontece en el ánimo de la persona en cuestión.
* Por o t ros caminos GUILERMO STERN ha llegado a conclusiones simi
lares a las mías. [Véase:
Psicología general desde el punto de vista persona-
lístico.
Buenos Aires, Paidós , 1951. Todos los fenómenos y procesos psíquicos
se interpretan allí desde el punto de vista de la totalidad personal. ( E . ) ] .
LA PSICOLOGÍA DEL INDIVIDUO 23
El propio suje to no sabr ía qué hace r de s í , s i no tendie ra hac ia
un obje t ivo . Mientras no conozcamos su l ínea de v ida de te rminada
por una meta, el conocimiento de todo su sistema de reflejos y de
toda su conste lac ión causa l , no se r ía suf ic iente pa ra pe rmit i rnos sa
be r a c ienc ia c ie r ta qué ha rá e sa pe r sona de inmedia to : cua lquie r
resul tante ps íquico nos puede pa rece r pos ib le . Es ta de f ic ienc ia r e
sul ta sobremanera evidente en los exper imentos de a soc iac ión. No
porque una pe r sona asoc ie "cue rda" con la pa labra "á rbol" habré de
descubr i r que ha suf r ido una grave decepc ión. En cambio , s i sé que
su objetivo es el suicidio, atenderé con seguridad a ese nexo, y con
ta l segur idad que apa r ta ré de su a lcance cuchi l los , veneno y a rmas
de fuego.
Se descubre a s í una regla que acompaña a l desa r ro l lo de todo
acontec imiento ps íquico :
no estamos en condiciones de pensar, de
sentir, de querer, de obrar sin tener un objetivo en nuestra mente.
Porque n inguna causa l idad bas ta a l organismo viviente pa ra domi
nar el caos del futuro y evitar el desorden del que en tal caso sería
mos v íc t imas . Toda acc ión se de tendr ía en e l e s tadio de confuso
ensayo; la v ida ps íquica no a lcanza r ía a organiza r su economía y ,
ca rentes de unidad, de f i sonomía , de nota pe r sona l , nos a semeja r ía
mos a seres vivientes del nivel de una ameba. En tanto lo inerte
obedece a una causa l idad reconoc ible , la v ida e s deber .
El admitir un objetivo en la vida psíquica está de acuerdo, sin
lugar a dudas , con la r ea l idad. Ni s iquie ra p lantéanse dudas consi
de rando fenómenos s ingula res , sepa rados de su nexo. Es fác i l de
mostra r lo . Basta obse rva r desde e l ángulo de e s ta s premisas la s tenta
t ivas de caminar en un n iño o en una pa r tur ienta . Na tura lmente , s i
a lguien quie re t r a ta r con los f enómenos s in premisa a lguna , e l s ig
ni f icado más profundo le quedará ocul to . Antes de que se dé e l
primer paso, el objetivo del movimiento está ya establecido y se tra
duce en cada movimiento pa rc ia l .
Cabe igua lmente demostra r que todos los f enómenos ps íquicos
rec iben su d i recc ión de un obje t ivo prees tablec ido. Pe ro todos e s tos
obje t ivos pre l imina res , obse rvables independientemente , caen —tras
un breve pe r íodo de l desa r ro l lo ps íquico de l n iño— ba jo e l dominio
de un objetivo f inal f icticio, de un "fin" pensado como fijo y defi
n i t ivo . En ot ra s pa labras : la v ida ps íquica de l hombre e s tá en fun
c ión de l ú l t imo ac to , ta l como la s c r ia turas de l drama .
Esta comprobac ión de la Ps icología de l indiv iduo que puede ve
r i f ica r se sobre cua lquie r pe r sona l idad, nos conduce a la te s is s iguien
te:
no puede captarse o comprenderse ningún fenómeno psíquico
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2 4 ALFRED ADLER
— en vista a la comprensión de una personalidad— sino como prepa- f
lación para un objetivo.
La meta f inal nace , conscien te o inconscien
temente , en cada ind iv iduo , pero nunca es comprend ida en su ver
dadero s ign i f icado .
La ven ta ja que, par a la comprens ión ps ico lóg ica , der iva de nues
t r o pun to de v i s ta , r esu l ta sobremanera ev iden te cuando caemos
en la cuenta de la multiplicidad de significados posibles de un pro
ceso psíquico extraído de su nexo. Tomemos e l e jemplo de una per
sona de "mala memor ia" . Admi tamos que sea conscien te de esa def i
c iencia y que e l examen acuse una escasa capacidad de a tención
para s í labas s in sen t ido . Basándonos en e l uso —que hoy ser ía mejo r
l lamar abuso— t r ad ic ional de la ps ico log ía , se deber ía f o rmular e l
ju ic io s igu ien te : es ta per sona su f r e de una def ic iencia , congén i ta o
morbosamente adqu i r ida , de la capacidad de a tención . D igamos de
paso que en es te t ipo de exámenes , e l d iagnós t ico expresa , con o t r as
palabras , lo que ya es taba en la p r emisa . Por e jemplo en es te caso :
s i una per sona r ecuerda ún icamente pocas palabras , s i t i ene mala
memor ia , " su f r e una def ic ien te capacidad de a tención" .
E l modo de p roceder de la Ps ico log ía del ind iv iduo es completa
mente d i s t in to . Una vez descar tadas las causas o rgán icas , se p lan
tea la p r eg un ta : ¿ a qué t i ende la deb i l idad de la me mo r ia? ¿Qué
qu ier e lograr ? Es te ob je t ivo se nos r evela ún icamente t r as un cono
cimien to ín t imo de todo e l ind iv iduo , pues la comprens ión de una
par te só lo r esu l ta de la comprens ión del todo . En tonces descubr i r e
m o s ,
por e jemplo ( lo que, además , ocur r e en verdad en much ís i
mos casos ) : que es ta per sona in ten ta demo s t r ar se a s í misma y a
los demás que —por c ier tos mot ivos que deben quedar inexpresados
o inconscien tes , pero suscep t ib les de p r esen tar se adecuadamente me
d ian te la f a l ta de memor ia— debe ev i tar se una acción o una decis ión
(cambio de p ro f es ión , es tud io , examen , mat r imonio , e tc . ) . As í , l a
f a l ta de memor ia quedar ía desenmascarada como tendenciosa , y se
r evelar ía su s ign i f icado como una lucha con t r a la der ro ta . En nues
t r o examen de la incapacidad de a tención , nos ocuparemos , p r eci sa
mente , de esa def ic iencia inheren te a l ocu l to p lan de v ida de esa
per sona. Es ta def ic iencia t i ene , pues , una función que só lo se podrá
comprender s i se la r ef ier e a toda la per sonal idad . ¿Pero cómo pue
den p rovocar se ta les def ic iencias o ta les en f ermedades? A lgunos las
e laboran de manera que p r esen ten un r e l ieve especia l ; c r eando un
"ar r eg l i to" , acen túan in tencionalmente las deb i l idades f i s io lóg icas ge
nera les par a hacer las valer como su f r imien tos per sonales . O t ros , en
cambio , ya ens imismándose en un es tado anormal , ya cr eándose p r e-
LA PSICOLOGÍA DEL INDIVIDUO
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ocupaciones med ian te p r esen t imien tos pes imis tas y ca tas t ró f icos , so
cavan su f e en las p rop ias capacidades has ta e l pun to de perder la
mi tad de sus p rop ias pos ib i l idades de a tención y de vo lun tad .
Pa ra dar - un e jemplo más podem os hacer la misma observación
en mér i to a los ef ectos . Una señora su f r e de accesos de angus t ia que
se r ep i ten per iód icamente . A f a l ta de una exp l icación más conv incen
te ,
so l ía suponer se meramente una degeneración her ed i tar ia , una en
f ermedad de los vasomotores , de l vago , e tc . O se buscaba en su pasado
un acon tecimien to ter ro r í f ico , un t r auma, que habr ía s ido la causa
de la en f ermedad . Empero , s i es tud iamos a es te ind iv iduo y segu imos
sus l íneas d i r ec t r ices , descubr i r emos , por e jemplo , un exces ivo af án
de domin io que también usa de la angus t ia como arma de ag res ión
en cuan to la obed iencia c iega o pas iva de los o t ros es tá a pun to de
cesar , n i b ien f a l ta e l deseado asen t imien to a jeno — cosa que puede
ocur r i r , po r e jemplo , cuando e l mar ido qu ier e sa l i r de casa s in au to
r ización .
Nues t r a c iencia ex ige un p roced imien to es t r ic tamente ind iv idua-
l izador y no gus ta , pues , de las genera l izaciones . S in embargo , par a
usum delphini fo rmular é a con t inuac ión la af i rmación s ig u ien te :
una vez comprendido el objetivo de un movimiento psíquico o de
un plan de vida, cabe esperar una completa c ongruencia entre cada
uno de los movimientos parciales, de una parte, y el objetivo y el plan
de vida, de otra.
Con l iger as l imi tac iones , es ta tes i s t i ene muy ampl ia val idez .
También inv i r t i éndo la conserva su valo r :
los movimientos parciales,
al ser comprendidos, deben reflejar en su conjunto un plan de vida
unitario y su objetivo final. As í , pues , noso t ros aseveramos que, con
independencia de la d i spos ic ión , del ambien te y de la exper iencia ,
det r ás de las f uer zas ps íqu icas subyace una idea d i r ec t r iz , y que to
dos los movimien tos expres ivos , e l sen t imien to , e l pensamien to , l a
vo lun tad , l a acción , e l sueño y los f enómenos ps icopát icos es tán en
función de un p lan de v ida un i tar io . De es te tender hacia un ob je
t ivo que e l ind iv iduo es tab lece par a s í , r esu l ta l a un idad de la per
sonal idad . As í sobrev iene en e l ó rgano ps íqu ico una te leo log ía que
se en t iende como ar t i f ic io y cons t rucción quer ida . Una b r eve r ef e
r encia exp l icar á y a la vez a tenuará tan her e jes aser c iones : más que
la d i spos ic ión , e l acon tecer ob je t ivo y e l ambien te , impor ta su valo
r ación sub je t iva . Por lo demás , es ta valo r ación a menudo se hal la
en ex t r aña r e lac ión con las c i r cuns tancias r ea les . Es te hecho funda
menta l no es f ác i l de hal lar en la ps ico log ía de las masas , po rque
la " superes t ructu r a ideo lóg ica sobre la base económica" (Marx y
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26 ALFRED ADLER
Enge ls) y sus da tos empír icos , imponen un "equi l ibr io" de la s d i fe
renc ias pe r sona les . Empero , la va lorac ión de l individuo (que con
f recuenc ia produce una a tmósfe ra e s table impregnada de sent imien
to de infe r ior idad) , se c r is ta l iza —de acuerdo con la técnica incons
c iente de nues t ro apa ra to de pensamiento—, en un obje t ivo f ic t ic io
a manera de compensac ión pensada y de f in i t iva , y un p lan de v ida
destinado a llevar a cabo esa compensación *.
Ya he hablado re i te radamente de "comprender" a los hombres .
P e r o ,
a la manera de c ie r tos teór icos de la "Ps icología comprensiva"
o de la Psicología de la personalidad, haciendo silencio en el preciso
momento en que deber ía expl ica r qué ha de entenderse por e l lo . Es
grande e l pe l igro de una exposic ión breve —inc lus ive en es te a spec to
de nues t ra inves t igac ión— de los r e sul tados de la Ps icología de l in
div iduo. La expl icac ión obl iga a r educ ir e l movimiento v ivo a pa la
bras e imágenes; a presc indir de concre tas d i fe renc ias pa ra a lcanza r
fórmulas uni ta r ia s . En la desc r ipc ión se rá inevi table incur r i r en e se
e r ror que nos e s tá seve ramente prohibido en la prác t ica : ace rca rnos
a la v ida ps íquica individua l equipados con un esquema r íg ido —ta l
como lo hace la escuela de Freud.
Hecha es ta adver tenc ia , en lo que s igue quie ro exponer los más
impor tantes r e sul tados de nues t ra s inves t igac iones sobre la v ida ps í
quica . Ante todo debemos adver t i r que la d inámica de la v ida ps íqui
ca, de la cual hablaremos, se encuentra por igual tanto en las perso
nas sanas como en la s enfe rmas . Lo que d is t ingue a l neurót ico e s su
re forzada " tendenc ia hac ia la segur idad" . Pe ro no exis ten d i fe renc ias
fundamenta les en cuanto a l ac to de da r se un obje t ivo y un p lan de
vida adecuado a él.
Pe rmítaseme , pues , habla r de un obje t ivo humano genera l . De la
obse rvac ión prec isa se de r iva que la premisa fundamenta l pa ra una
mejor comprensión de cua lquie r movimiento ps íquico , e s que e l los
t ienden a un obje t ivo de super ior idad. Cada uno sabe , por cuenta
propia , a lgo de lo d icho por los grandes pensadores . Pe ro e s mucho
más lo que se halla envuelto en misteriosa penumbra y sólo sale a
luz en la locura o en el éxtasis. Sea que uno quiera ser artista o el
primero en su profesión, que uno quiera ser el amo absoluto en su
casa, dialogue con Dios o hable mal de los demás, que cons idere su
dolor mayor que el de ninguno, que se lance en persecución de idea-
* El objetivo ficticio, confuso y lábil, no mensu rable, crea do con fuer
zas insuficientes y, por cierto, no en estado de gracia, carece de existencia
real y, por tanto, no es enteramente asible "sub especie causal". Lo es, en
cambio, como un artificio teleológico de la psique en busca de orientación.
LA PSICOLOGÍA DEL INDIVIDUO
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le s ina lcanzables o de r r ibe ant iguos ídolos , ant iguos l ími te s y ant i
guas normas, cua lquie ra sea su camino, s iempre se ha l la conduc ido
por su afán .de superioridad, por su afán de sentirse semejante a
Dios .
En e l amor , cada uno por su pa r te quie re sent i r su propio
poder superior al de su pareja. En la elección profesional espontánea
ese obje t ivo se hace sent i r , in te r iormente , en present imiento y en
temores excesivos, e inclusive el suicida ansioso de venganza, pregus
ta su tr iunfo definitivo sobre todas las dif icultades. Para lograr la
poses ión de un obje to o de una pe r sona , se pueden tomar d i fe rentes
caminos : e l camino rec to , y da r se a la obra con orgul lo , con prepo
tenc ia , con obst inac ión, c rue ldad y cora je ; o b ien , s i la exper ienc ia
nos lo impone , se puede seguir e l camino de los c i r cunloquios y
rodeos , comba t i r por la propia causa mediante la obedienc ia , e l some
t imiento , la prudenc ia y la humildad. Todos e s tos r a sgos de ca rác te r
tampoco t ienen exis tenc ia independiente ; también e l los r e sponden
a l p lan de v ida individua l de l cua l const i tuyen sus a rmas más im
por tantes .
Mas es te obje t ivo de la super ior idad absoluta , que en c ie r tos indi
v iduos se manif ie s ta de un modo sobremanera ext raño, no es a lcan-
zable en e s te mundo. Conside rado en s í mismo pe r tenece a l dominio
de la s " f icc iones" o " fantas ía s" . Con razón Va ihinger
(Die Philo-
sophie des A is - Ob)
seña la que su impor tanc ia r e s ide en que , s i b ien
en s í mismas ca recen de sent ido , t ienen, no obstante , la máxima im
por tanc ia pa ra nues t ra conduc ta . Es te obje t ivo f ic t ic io de super ior i
dad —cuya contradicc ión con la r ea l idad es tan evidente— const i tuye
la premisa fundamenta l de nues t ra v ida : nos enseña a hace r d is t in
c iones , d ic ta nues t ra ac t i tud , nos da segur idad, const ruye y guía nues
tro hacer y obliga a nuestro espír itu a prever y a perfeccionarse. De
otra pa r te , en su a spec to nega t ivo : impr ime a nues t ra v ida una or ien
tac ión host i l y comba t iva , apa r ta de toda conside rac ión sent imenta l
y constantemente conduce a a le ja r se de la r ea l idad y a v io la r la cuan
do conviene a sus f ines. Quien persigue este objetivo de igualación,
como quien lo toma al pie de la letra, pronto se verá forzado a desviar
se de la v ida ve rdadera y a compromete r se en la búsqueda de una
existencia lateral, en el mejor de los casos, en el arte , y, por lo ge
neral, en la vida piadosa, la neurosis o el cr imen. (Véase en este vo
lumen "El problema de la d is tanc ia") .
No cabe ahora entrar en detalles. Signos manifiestos de este ob
je t ivo de super ior idad acaso pueda obse rvá r se los en toda pe r sona . Sue
le , en e fec to , t r aduc ir se en su conduc ta , pe ro , con mayor f r ecuenc ia ,
sólo se manifiesta claramente en los momentos de exigencias y de
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28 ALFRED ADLER
aspirac iones . A menudo advié r tense sus r a s t ros en oscuros r ecue rdos .
P e r o ,
c ie r tamente , n i la más se r ia inves t igac ión podr ía r ec lamar s ig
nos .objetivos de ellos. Pero t oda ac titud , f ísica o espir i tual, dej ará v er
ní t idamente su or igen en e l a fán de poder y denunc ia rá a lgún idea l
de perfección y de logro absolutos; y en todos los casos más o me
nos neurót icos se ha l la rá s iempre una in tens i f icada autocom parac ión
va lora t iva con e l ambiente e inc lus ive con f iguras humanas y he roi
cas del pasado.
Fácil es verif icar la exactitud de este aserto. Si cada uno tiene
un idea l de super ior idad —según se ve exageradamente en e l neuró
t i c o — ,
s imul táneamente tendrán que obse rva r se f enómenos or ienta
dos a supr imir y d isminuir a los demás. Rasgos de ca rác te r como in
to le ranc ia , prepotenc ia , envidia , ma l ignidad, sobreva lorac ión de s í
mismo, jac tanc ia , desconf ianza , ava r ic ia ; en suma , todas aque las ma
nifes tac iones que supone la lucha , habrán de acusa r se en una mag
ni tud ha r to mayor que la exig ida por la mera autoconse rvac ión. P ró
ximos a estos rasgos, y en ocasiones coexistiendo con ellos o sustitu
yéndolos , se ve rán apa rece r —según sea e l grado de autoconf ian-
za con que e l indiv iduo pe r s iga su me ta f ina l— rasgos de orgul lo , de
emulación, de valentía , de salvar, dar y guiar a los demás. La inves
t igac ión ps icológica demanda mucha obje t iv idad pa ra que e l ju i
c io mora l no turbe la pureza de la obse rvac ión. S in embargo, seña
lemos que nues t ra s impa t ía o ant ipa t ía hac ia los demás depende de
que sus r a sgos de ca rác te r pe r tenezcan a uno u o t ro t ipo . F ina lmente ,
prec isa seña la r que —en espec ia l en la s pe r sonas neurót icas—, los sen
t imientos hos t i le s se ha l lan a menudo tan ocul tos que , jus t i f icada
mente , su poseedor podrá sorprenderse o i r r i ta r se s i a lguien se los se
ña lase . Tomemos e l caso de dos n iños he rmanos , de los cua les e l ma
yor se crea una situación desagradable a causa de su afán terco y
obst inado de obtene r una posic ión de predominio en e l c í r culo fami
l ia r . El menor ope ra de un modo más as tu to : se hace mode lo de obe
diencia y así llega a constituirse en el predilecto de la familia , a
quien se le satisfacen todos sus deseos. Pero si el orgullo no cede y
sobrevienen la s inevi tables des i lus iones , su d isposic ión pa ra la obe
dienc ia desaparece ; se presentan fenómenos compuls ivos morbosos de
obstacul iza r toda orden pa te rna —ello aun cuando e l n iño pa rezca
a fanoso por obse rva r obedienc ia—. Trá tase , pues , de una obedienc ia
que de t iempo en t iempo es automát icamente abandonada por pen
samientos comuls ivos . Es te caso nos de ja ve r cómo e l menor debe
recor re r un camino más la rgo pa ra t r ans i ta r , f ina lmente , la misma l í
nea de l mayor .
LA PSICOLOGÍA DEL INDIVIDUO
29
Muy pronto todo e l volumen de l a fán infant i l de dominio adquie
re una concrec ión individua l , de forma y de contenido. A es te a fán
individua l , su pensamiento consc iente no lo puede as imi la r s ino en
la medida pe rmis ib le por e l
sentimiento de comunidad
—ete rno, r ea l ,
fundado sobre bases f isiológicas, y del que surgen el afecto, el amor
a l prój imo, la amis tad , e l amor . El a fán de poder se desa r ro l la , pues ,
en forma encubie r ta , procurando imponerse sec re ta y a s tu tamente , a
través de los cauces que le impone el sentido social.
Llegado a e s te punto debo conf i rmar una v ie ja norma de todo
psicólogo; e s pos ib le r a s t r ea r cua lquie r r a sgo sa l iente de una pe r sona
hasta su or igen infant i l . Mode lados por e l ambiente , en e l n iño se
forman y ent renan todos los fu turos r a sgos ca rac te r ís t icos de la pe r
sona , y más ta rde ya no se podrán produc ir sus tanc ia le s modif ica
c iones de e sos r a sgos s ino en v i r tud de un a l to grado de autocono-
c imiento de procesos neurót icos , o de una as is tenc ia ps icológica in
div idua l .
Trae ré a colac ión o t ro e jemplo —que en forma pa rec ida se r epi
te innúmeras veces— para mostra r con mayor prec is ión de qué mane
ra los neurót icos se f i jan un obje t ivo . Un hombre extraordina r iamen
te dotado, que con su gent i leza y sus buenas maneras se había con
quis tado e l f avor de una joven de mucho va le r , pensó casa r se con
ella . Al mismo tiempo asediaba a la joven con un pesado ideal de
educac ión que le imponía gravís imos sac r i f ic ios . Durante un c ie r to
t iempo la joven sopor tó e l in tento de sa t is face r sus desmesuradas exi
genc ias , has ta que , pa ra evi ta r pruebas u l te r iores , rompió la s r e lac io
nes . El hombre en cues t ión suf r ió entonces un colapso ne rvioso . El
examen ps icológico- individua l de l caso mostró que e l obje t ivo de su
pe r ior idad a que tendía e s te pac iente , y que se manifes taba en esas
desconside radas exigenc ias pa ra con su pa re ja , exc lu ía , desde mucho
t iempo antes , la pos ib i l idad de l ma tr imonio y , s in comprender lo , lo
condujo a provocar e sa ruptura , por no c ree r se a la a l tura de la lu
cha abie r ta que —en su fantas ía— representa r ía e l ma tr imonio . Tam
bién esta
falta de confianza en sí mismo
da taba de su más tempra
na infanc ia , durante la cua l , en s i tuac ión de h i jo único había v i
v ido con su madre , precozmente v iuda , más b ien a le jado de l mun
d o .
De aque l pe r íodo, coloreado por cont inuas luchas domést icas , r e
tenía una inde leble impres ión que nunca se había confesado abie r
tamente : la de no se r suf ic ientemente va roni l y la de no es ta r a la
a l tura que exige enf renta r a una muje r . Es ta ac t i tud ps íquica cons
t i tuye una sue r te de sent imiento cont inuo de infe r ior idad, y e s f ác i l
comprender su s ignif icac ión de te rminante sobre e l des t ino de e se
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ALFRED ADLER
hombre y cómo habr ía de forza r lo a protege r su pres t ig io pe r sona l
sos layando e l cumpl imiento de la s exigenc ias de la r ea l idad.
En efecto, el paciente se procura aquella situación de lucha y de
host i l idad f rente a la muje r —a la que sus sec re tos prepa ra t ivos pa ra
el celibato tendían y que le fuera dictada por su miedo a tener una
esposa— y planteó con su promet ida una s i tuac ión aná loga a la que
había mantenido con su madre , a quien también había que r ido aba
t i r . Es ta r e lac ión provocada por un a fán de v ic tor ia , no ha s ido com
prendida por la e scue la de F reud, que la in te rpre tó como f i jac ión en
e l amor inces tuoso por la madre . En rea l idad, e s , por e l contra r io , e l
sent imiento de infe r ior idad infant i l exace rbado por una infor tunada
re lac ión con la madre , e l que impe le a que e l pac iente , usando la s
más fue r te s tendenc ias a la segur idad, in tente nuevamente luchar
contra la mujer . Sea cual fuere el signif icado que se quiera dar al
amor, en este caso no se trata de un sentimiento social calif icado,
s ino sólo de una apa r ienc ia , de su ca r ica tura : un s imple medio pa ra
un f in . El f in e s procura r se un t r iunfo sobre un suje to f emenino
adecuado. De ahí los cont inuos exámenes y la s cont inuas exigenc ias ;
de ahí , f ina lmente , la inevi table ruptura . Es ta ruptura no " le ha ocu
r r ido" a l pac iente ; se la ha a r reglado a r t í s t icamente —"ar regl i to" pa ra
e l cua l se ha va l ido de los v ie jos r ecursos br indados por su exper ien
c ia con la madre . Por e s te expediente —supres ión de l ma tr imonio—
la de r ro ta ma tr imonia l queda exc lu ida . En es ta forma de posic ión es
dable ve r cómo, t r a s e l " fac tor concre to" , t r a s lo inmedia to , se encu
bre e l " fac tor pe r sona l" . La expl icac ión de e s te f enómeno impl ica la
exis tenc ia de l "orgul lo t r emendo" . .Exis ten dos formas de orgul lo , de
las cua les la segunda v iene a sobreponerse a la pr imera , cuando una
der rota ha l levado a l descorazonamiento . La pr imera forma , desde
adentro de la pe r sona la empuja hac ia ade lante ; la segunda , enf rentada
a la pe r sona , la empuja hac ia a t r á s : "S i a t r aviesas e l Ha lys , des t ru i
rá s un gran re ino" . Comúnmente los neurót icos se encuentran en es
ta segunda posición y son en ellos muy escasos los rasgos de la prime
ra forma : e s to de un modo condic ionado o como mera apa r ienc ia .
En esos casos sue len dec i r : " s í , an tes , en aque l t iempo, e ra orgul lo
s o " . No obstante , cont inúan s iéndolo , en tanto que con e l "a r regl i to" de
su dolor, de su depresión, de su indiferencia se han obstaculizado el
camino que l leva hac ia ade lante . Su re spues ta a la pregunta : "¿dón
de es tabas cuando se h izo e l r epa r to de l mundo?" , e s s iempre la mis
ma : "es taba enfe rma" . Así , en luga r de ocuparse de sus r e lac iones
con e l mundo exte r ior , l legan a ocuparse só lo de s í mismo. Jung y
Freud han juzgado más ta rde , e r róneamente , que es te f ac tor neuró-
L A P S I C O L O G Í A D E L I N D I V I D U O 3 1
t ico de máxima impor tanc ia se encuentra en t ipos congéni tos , y lo
han in te rpre tado e l uno como " in t rovers ión" y e l o t ro como "na rc i
s ismo " . - „
S i con nues t ra in te rpre tac ión e l compor tamiento de l pac iente
queda despojado de todo mis te r io , s i en su ges to prepotente r econo
cemos con c la r idad la agres ión que quie re enmasca ra r se como amor , su
colapso ne rvioso , en cambio , menos comprensib le , demanda un breve
comenta r io . De es ta manera ent ramos ya rea lmente en e l campo de
la psicología de las neurosis. Una vez más, como en su infancia, el
pac iente ha nauf ragado contra una muje r . En todos los casos s imi la
r es ,
el neurótico tiende a reforzar sus seguridades y a alejarse lo más
posib le de l pe l igro . Nuest ro pac iente neces i ta e l colapso pa ra provee r
se de un penoso recue rdo, p lantea r e l problema de la culpa y pro
nunc ia r se en pe r ju ic io de la muje r a f in de ope ra r , en ade lante , " ¡con
mayo r caute la aún " . Es te hom bre t iene hoy t r e in ta años . Suponga
mos que —enlutado por su idea l pe rdido— ar ras t re su dolor d iez o
ve inte años más : a e s ta a l tura ya puede conta r con que se ha l la a buen
recaudo, acaso de f in i t ivamente , contra toda re lac ión amorosa y , por
t a n t o ,
desde su punto de v is ta , contra toda nueva de r ro ta .
También es te colapso ne rvioso lo e labora e l pac iente emplean
do los v ie jos r ecursos de su exper ienc ia , s i b ien más aguzados : a s í
como cuando de n iño se negaba a comer , a dormir , a t r aba ja r , ha
c iendo e l pape l de l mor ibundo. Con la culpa de la muje r amada ba
ja su p la to de la ba lanza , en tanto aventa jándola por sus buenas ma
ne ras y su ca rác te r e l de é l sube , logrando as í sus propósi tos : é l e s
una pe r sona super ior , é l e s me jor , su pa re ja e s "pé r f ida como todas
las muje res" . El la s no pueden compara r se con é l , un hombre . De es
te modo ha cumpl ido con e l propósi to sus tentado desde muchacho:
ha probado se r super ior a l sexo femenino, s in poner a prueba sus
fue rzas . Tórnasenos comprensib le que su reacc ión ne rviosa no se rá
nunca demasiado ac re : é l debe es ta r sobre la t ie r ra como un repro
che v iv iente contra la s muje res .
Si el paciente fuese consciente de sus planes secretos, todo su esti
lo de v ida e s ta r ía imbuido de animosidad y de ma las in tenc iones y ,
por tanto , no podr ía a lcanza r e l f in propuesto —la super ior idad sobre
las mujeres. Si se percibiese como nosotros a él, se vería a sí mismo
a l te rando todos los pesos de los p la t i l los , ca rgándolos todos según un
resul tado dec id ido de antemano. Lo que le sucede no depender ía ya
más, ante sus o jos , de l des t ino , y menos aún podr ía su ba lance a r ro
jar un activo a su favor. Pero su meta, su plan, su engaño frente a la
vida exigen que ese t r aba jo se r ea l ice en sec re to : a s í logra que su
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plan de v ida pe rmanezca inconsc iente y que e l enfe rmo pueda c ree r
en un des t ino c iego y no en una marcha re sponsable desde la rgo
t iempo prepa rada y ca lculada .
Dife r i r é pa ra más ade lante la desc r ipc ión exhaust iva de e s ta "dis
tanc ia" que e l pac iente pone entre s í y la dec is ión —en nues t ro caso ,
e l ma tr imonio . También re se rva ré pa ra cuando examine e l "a r regl i
t o " neurót ico , la conside rac ión de los expedientes de que hecha mano
para obtene r la . Bas te ahora seña la r que esa d is tanc ia se expresa c la
ramente en " la ac t i tud vac i lante" de l pac iente , en sus pr inc ip ios , en
su visión de la realidad y en sus engaños frente a la vida. El modo
más e f icaz pa ra desplega r la e s s iempre la neuros is o la ps icos is . Muy
adecuadas pa ra c rea r "d is tanc ias" son, además, la s pe rve r s iones sexua
le s y la impotenc ia en cua lquie ra de sus formas . La conc lus ión y e l
punto de conciliación con la vida en estos casos se expresan en una
o muchas f ra ses que comienzan con un "s i" . "S i la s cosas hubie ran
o c u r r i d o d e o t r a m a n e r a . . . " .
La impor tanc ia de los problemas educac iona les a los cua les nues
t r a e scue la le s a s igna máxima s ignif icac ión (ve r : Curar y Educar)
r e sul ta c la ramente de la s conexiones que hemos es tablec ido.
Como en un t r a tamiento , nues t ra inves t igac ión debe aquí seguir
e l camino inve rso y conside ra r pr imero e l obje t ivo de lucha de l hom
bre ,*
en pa r t icula r la de l neurót ico , y só lo entonces in tenta r compren
de r la s fuentes de e se impor tante mecanismo ps íquico . Hemos men
c ionado ya un fac tor fundamenta l de la d inámica ps íquica : e l de la
capac idad —por e l momento inevi table— de l apa ra to ps íquico , pa ra
posib i l i ta r la adaptac ión y expansión en la r ea l idad mediante e l r e
curso a r t í s t ico de f i ja r se un obje t ivo . He dicho ya cómo la a spi ra
c ión a a semeja r se a Dios hace de la pos ic ión de l indiv iduo en su am
biente una posic ión de lucha , y cómo es ta lucha re sponde a l in tento
de acercar al individuo a su objetivo, sea con los recursos de una
agres ión rec t i l ínea o s iguiendo e l h i lo conduc tor de la prudenc ia . S i
se rastrea hasta la infancia la génesis de esta agresividad, en todos los
casos se encontra rá un hecho fundamenta l y de te rminante : e l n iño
a fec tado durante todo e l proceso de su desa r ro l lo por un sent imiento
de infe r ior idad f rente a sus progeni tores y a l mundo. De la imper fec
c ión de sus órganos , de su insegur idad y de su e s tado de dependen
cia, de su necesidad de apoyarse en los más fuertes y de su subordi
na r se a los o t ros —vis ta la s más de la s veces en forma dolorosa— le
* "La lucha por la vida", "la lucha de uno contra todos " no son sino
otros aspectos de la misma relación.
LA PSICOLOGÍA DEL INDIVIDUO
33
nace aque l sent imiento de insuf ic ienc ia que t r aduce en todas la s
ac t iv idades v i ta le s . A es te sent imiento de infe r ior idad se debe esa
constante inquie tud de l n iño, su ans ia de ac t iv idad, su deseo de repre
sentar algo, su necesidad de medir las propias fuerzas, así como su
entrenamiento pa ra e l fu turo con todos los prepa ra t ivos f í s icos y
ps íquicos inhe rentes . La educabi l idad de l n iño depende de e s te sent i
miento de infe r ior idad, que l leva a l n iño a ve r e l fu turo como la t ie r ra
promet ida que debe t r ae r le la compensac ión de sus dé f ic i t ac tua les .
Y pa ra é l só lo e s compensa tor io aque l lo que supr ima pa ra s iempre
su míse ra pos ic ión ac tua l y lo igua le con todos los demás. Así ,
cuando e l n iño l lega a l problema de proponerse una me ta , se f i ja
un obje t ivo de super ior idad f ic t ic ia que t r ansforme su pobreza en r i
queza , su somet imiento en dominio , su pena en a legr ía y p lace r , su
ignoranc ia en sabe r , su torpeza en des t reza . Es te obje t ivo se rá e r i
g ido a tanta mayor a l tura y más a fe r rado a é l quedará e l n iño cuanto
más c la ra y prolongadamente haya sent ido su insegur idad; cuanto
más haya suf r ido a causa de a lguna debi l idad f ís ica o menta l ; cuan
to más haya padec ido en la v ida a causa de una posic ión humil lante .
Quien desee adiv ina r e s te obje t ivo en la infanc ia , debe obse rva r a l
n iño en sus juegos , en sus ac t iv idades l ibremente e legidas o en la s
fantas ía s de su fu tura profes ión. Las constantes mutac iones que pre
sentan es tos f enómenos es mera apa r ienc ia exte rna : en cada nuevo
obje t ivo s iempre c ree poder a segura r su t r iunfo . Queda aún una va
r iante de e s te "hace r p lanes" : los n iños poco agres ivos o enfe rmizos
a menudo aprenden a explota r su debi l idad y a obl iga r a s í a los de
más a someté r se le s , y proseguirán hac iéndolo en ade lante , has ta tanto
consigan ve r , de un modo incontras table , su engañoso p lan de v ida .
Un aspec to pa r t icula r se of rece a l obse rvador a tento cuando es ta
dinámica compensa tor ia hace apa rece r infe r ior e l propio pape l sexua l
y compe le hac ia me tas sobreviriles. En nues t ra cul tura , de or ienta
c ión mascul ina , tanto la s n iñas como los n iños a menudo se c ree rán
obl igados a e spec ia le s e sfue rzos y a r t i f ic ios . Es indudable que entre
es tos e sfue rzos los hay muy favorables . Mantene r e s tos ú l t imos, pe ro
descubr i r y e s te r i l iza r la s inf in i ta s l íneas d i rec t r ices que conducen
por caminos e r róneos y provocan enfe rmedades , const i tuye nues t ro
verdadero comet ido, que va mucho más a l lá de los l ími te s de l a r te
es t r ic tamente médico . De es ta empresa , nues t ra v ida soc ia l y la edu
cac ión de la s nuevas generac iones deben espe ra r la s más prec iosas
posibilidades, pues la meta de esta visión de la vida es lograr el re
fuerzo del sentido de la realidad y de la responsabilidad y la sustitu
c ión de la animosidad la tente por una benevolenc ia r ec íproca . Ta l
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ALFRED ADLER
meta sólo podrá a lcanza rse por un desa r ro l lo consc iente de l sent imien
to de comunidad y una renunc ia consc iente a l a fán de poder .
Quien quie ra sabe r a lgo sobre la s f antas ía s de poder de l n iño, debe
acudir a l
Adolescente
de Dostoiewski . En uno de mis pac ientes lo he
ha l lado de un modo muy acentuado y c rudo. En sus deseos y en sus
sueños volvía el mismo deseo de que los otros se murieran, a f in de
que él tuviese más espacio para vivir ; que a los otros todo le fuese
mal , a f in de que é l pudiese tene r mayores pos ib i l idades . Es ta ac t i
tud recue rda los e r rores y la c rue ldad de muchas pe r sonas que hacen
depender todos sus ma les de l hecho de que es te mundo es té dema
s iado poblado —sent imientos que , por c ie r to , han hecho gra ta aquí y
allá la idea de la guerra mundial. En estas f icciones, el sentimiento
de segur idad proviene de o t ra s e sfe ras . En e l caso menc ionado, de
los fundamentos del comercio capitalista , en el cual, en efecto, uno
es tá tanto me jor cuanto peor le vaya a l o t ro . "Quie ro hace rme sepul
ture ro —me di jo un n iño de cua t ro años—: quie ro se r e l que sepul te
a los demás" .
CAPITULO II
H E R M A F R O D I T I S M O P S Í Q U I C O Y P R O T E S T A V I R I L
UN PROBLEMA FUNDAMENTAL DE LAS
ENFERMEDADES NERVIOSAS
Se dio un inmenso paso ade lante cuando en e l dominio de la s
teor ía s de la s enfe rmedades ne rviosas comenzó a abr i r se camino e l
punto de v is ta unic is ta de que la s pe r turbac iones ne rviosas son pro
vocadas por a l te rac iones ps íquicas y que deber ían se r curadas ope ran
do sobre la ps ique . Una dec is ión de f in i t iva fué in t roduc ida con e l
concurso de eminentes c ient í f icos como Charcot , Jane t , Dubois , De je -
r ine , Breuer , F reud, e tc . A e l los se sumaron los r e sul tados logra
dos en Franc ia con los exper imentos h ipnót icos y e l t r a tamiento h ip
nót ico , que demostra ron la mutabi l idad de los s ín tomas ne rviosos y la
posib i l idad de inf lu i r sobre e l los por v ía ps íquica . S in embargo, pese a
es te progreso , los r e sul tados te rapéut icos se mantuvie ron inc ie r tos , a l
punto que , inc lus ive los más impor tantes autores —sin de ja r se inf lu i r
por sus conside rac iones teór ico-é t icas , buscaban la cura de la neu
ras tenia , de l h is te r ismo, la neuros is compuls iva y la neuros is de an
gust ia , con los medicamentos t r adic iona les y mediante la e lec t r ic idad
y la h idrote rapia . Durante muchos años e l único f ru to de más am
pl ios conoc imientos fué la acumulac ión de té rminos técnicos des t i
nados a revelar el signif icado y la esencia de estos complicados meca
nismos neurót icos . Según unos , la c lave de l problema res id ía en una
"debi l idad i r r i tante" , en la "d isminuc ión de tens ión" ; según ot ros , en
l a " s u g e s t i b i l i d a d " . " E x c i t a b i l i d a d " , " t a r a h e r e d i t a r i a " , " d e g e n e r a
c ión" , " reacc ión morbosa" , " labidad de l equi l ibr io ps íquico" y o t ros
conceptos s imi la res , habr ían debido const i tu i r e l sec re to de la s enfe r
medades ne rviosas . Pa ra benef ic io de los pac ientes , de todo eso no
resultó, en lo esencial, más que una terapia algo estéril de base su-
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gest iva y , a lo sumo, inf ruc tuosas tenta t ivas de "pe r suadir " a l enfe r
mo de la inexis tenc ia de la enfe rmedad o de " l ibe ra r sent imientos r e
pr imidos" , a s í como la tenta t iva , no menos inf ruc tuosa , de mantene r
a le jados de un modo duradero e fec tos ps íquicos noc ivos . Sea como
fuere , e s te procedimiento te rapéut ico se desa r ro l ló has ta conver t i r se
en un " t r a i tement mora l" , muchas veces e f icaz , s i quien guiaba a l pa
c iente e ra un médico dotado de in tu ic ión y de exper ienc ia . Pe ro en
los profanos nac ió y c rec ió e l pre ju ic io —nutr ido por prematuras de
ducc iones ext ra ídas de la obse rvac ión de casos de neurót icos— de que
e l neurót ico suf r ía de " imaginac iones" y exageraba volunta r iamente ,
y que , potenc iando la propia ene rgía , de su voluntad dependía que
superase sus f enómenos morbosos .
Joseph Breuer tuvo la idea de in te r rogar a los pac ientes sobre e l
s ignif icado y e l desa r ro l lo de su s ín toma morboso —por e jemplo , de
una pa rá l is is h is té r ica . É l , y a su lado S . F reud, procedie ron en un
comienzo s in n ingún pre ju ic io , y a s í pudie ron conf i rmar la exis ten
c ia de e se ext raño fenómeno de la s lagunas de la memor ia , que im
piden tanto a l pac iente como a l médico descubr i r la causa y seguir
e l cur so de la enfe rmedad. Las consiguientes tenta t ivas or ientadas a
deduc ir e l ma te r ia l o lv idado por la ps ique , de los r a sgos morbosos de
carácter , de las fantasías y de la vida onírica, tuvieron éxito y con
duje ron a fundar e l mé todo y la teor ía ps icoana l í t ica . Grac ias a e s te
método, F reud logró ra s t r ae r la s enfe rmedades ne rviosas has ta sus
pr imeras r a íces en la infanc ia y descubr i r un número de mecanismos
psíquicos constantes , como la transferencia y el desplazamiento. D u
rante e l t r a tamiento fue ron l levados a la luz , con regula r idad, impul
sos y deseos de los pac ientes que has ta entonces habían pe rmanec ido
inconsc ientes . De un modo pa rec ido, usando e l mé todo ps icoana l í t ico ,
d ive r sos autores que con f recuenc ia t r aba ja ron de manera indepen
diente , e sc la rec ie ron la s más va r iadas formas de neuros is . Por su pa r
te , F reud buscaba la s causas de la s enfe rmedades ne rviosas en la s
t r ansformac iones de l ins t in to sexua l y en una pa r t icula r const i tuc ión
de l ins t in to sexua l —teor ía que fué muy comba t ida y que no se ha l la
indisolublemente l igada a l mé todo ps icoana l í t ico .
Como máxima fundamenta l pa ra e l e je rc ic io de l mé todo ps icoló
gico individua l quis ie ra de ja r sentado lo s iguiente :
reducir todos los
síntomas que se manifiestan en una persona a una "mínima base co
mún".
La posib i l idad de e s ta r educc ión —ob tenida con e l concurso
del paciente— deriva del hecho de que, en todos los casos, el estado
psíquico que esos síntomas revelan, coincide con una efectiva situa-
LA PSICOLOGÍA DEL INDIVIDUO 37
c ión ps íquica de la más temprana infanc ia de l enfe rmo. El lo impl ica
que e l fundamento ps íquico , e l e squema de la enfe rmedad ne rviosa ,
está dado en su peculiaridad de la infancia, sólo que sobre este fun
damento , con e l cor re r de los años , se ha levantado como superes t ruc
tura , la neuros is individua l , que se mantendrá inexpugnable a todo
tra tamiento has ta tanto no se la modif ique en sus bases mismas. So
bre e s ta superes t ruc tura han inf lu ido también todas la s tendenc ias
de l desa r ro l lo , los r a sgos de ca rác te r y la s exper ienc ias pe r sona les , en
t r e la s cua les merecen des taca r se los e s tados de ánimo res idua les , de r i
vados de un f racaso a is lado o repe t ido sobre una l ínea pr inc ipa l de
las a spi rac iones humanas —causa inmedia ta de l e s ta l l ido de una en
fe rmedad ne rviosa . A pa r t i r de e s te momento , todos los pensamien
tos y todas la s a spi rac iones de l enfe rmo buscan compensa r e se f r aca
so , y pe r s iguen ávidamente o t ros t r iunfos ( en su mayor pa r te vanos)
y , en pa r t icula r , const ru i r se nuevas segur idades contra todo ot ro pos i
ble fracaso o golpe del destino. Esa protección se la ofrece la neuro
s is que , de ta l manera , v iene a const i tu i r se pa ra é l en un sos tén . El
miedo neurót ico , los dolores , la s pa rá l is is y la s dudas neurót icas le
impiden a f ronta r la v ida ac t ivamente ; la compuls ión neurót ica le pres
ta mediante procesos de pensamiento e ideas compuls ivos la apa r ienc ia
de una capac idad pe rdida y , a l mismo t iempo, le suminis t r a una
excusa pa ra se r pas ivo sobre la base jus t i f icada de su enfe rmedad.
Yo mismo, apl icando e l mé todo de la Ps icología de l indiv iduo, me
he visto forzado a resolver mi situación infantil. Al hacerlo, me he
encontrado con aque l los de mis de te rminantes que tenían su or igen
en desfavorables inf luenc ias orgánicas y de la v ida famil ia r . Pe ro
además, sa l ie ron a r e luc i r la s causas que contr ibuyeron, en pa r te , a
de te rminar la noc ividad de l ambiente : la const i tuc ión orgánica fami
liar . En todos los casos me vi llevado a comprobar que la posesión de
órganos —de un s is tema orgánico y de g lándulas de sec rec ión in te r
na— inferiores por herencia, crean al niño, en el comienzo de su des
a r ro l lo , una posic ión en la cua l e l sent imiento —de ot ra pa r te nor
mal— de dependenc ia y de debi l idad, se in tens i f ica enormemente y
se t r ansform a en un sent imiento profundamen te exper im entado de
infe r ior idad. De un desa r ro l lo lento y de fec tuoso de los órganos in
feriores resultan, en efecto, desde el principio, debilidad, mala salud,
torpeza , la s más de la s veces acompañadas de s ignos degenera t ivos ex
te rnos y de gran número de de fec tos infant i le s , como pa rpadeo, e s t r a
b ismo, zurde r ía , sordomutismo, ba lbuceo, de fec tos de pronunc iac ión,
vómitos , enures is , anomal ía s de evacuac ión, por la s cua les e l n iño
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38 ALFRED ADLER
comúnmente suf re graves humil lac iones , hac iéndose v íc t ima de la
mofa y de cas t igos , e inmerecedor de se r presentado en soc iedad. El
cuadro c l ín ico de e s tos n iños a menudo presenta notables in tens i f i
cac iones de ra sgos que de o t ra manera se r ían normales : f a l ta de in
dependenc ia , neces idad de apoyo y de te rnura , que degenera en
proc l iv idad a l temor , miedo de quedar so lo , t imidez , su jec ión, des
conf ianza a todo lo ext raño y desconoc ido, supersens ib i l idad a l dolor ,
gazmoñería y miedo constante a los castigos y a las consecuencias de
cua lquie r ac to —rasgos de ca rác te r que , en e spec ia l en los va rones ,
adquie ren una c ie r ta tona l idad de femine idad.
Pero en estos niños con disposición a la nerviosidad, no tarda en
reconocerse como ca rac te r ís t ica de pr imer p lano un sent imiento de
humil lac ión. En conexión con es te sent imiento obsé rvase una h ipe r -
sens ib i l idad, que pe r turba cont inuamente e l normal equi l ibr io de la
ps ique . Ta les n iños quie ren tene r lo todo, sent i r lo todo, ve r lo todo,
sabe r lo todo. Quie ren sobrepasa r a todos y hace r todo solos . Su fan
ta s ía juega con la s más d ispa ra tadas ideas mega lomaníacas : sa lvan a
o t ros ,
se s ienten hé roes , son de e s t i rpe pr inc ipesca ; son pe r seguidos ,
opr imidos , "cenic ientos" . Así se c rea la base de un orgul lo soberbio e
insaciable, cuya quiebra puede predecirse a ciencia cierta , y se des
pie r tan y re fue rzan sus ma las tendenc ias . Avar ic ia y envidia c recen
en forma desmedida a causa de su incapacidad de atender a la sa
tisfacción de sus deseos. Ávido y afanoso en todo, persigue el tr iun
fo, se hace dif ícil de educar, arascible, violento contra los más peque
ños , embustero contra los adultos, espía a todos con desconfianza te
naz . Es c la ro cuánto un buen edu