ACUERDOS COMUNITARIOSDE CONVIVENCIA ANTE LAVIOLENCIA ARMADAPistas para la Acción
AMNISTÍAINTERNACIONAL
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AGRADECIMIENTOS
Quisiéramos comenzar por agradecer a cada una de las mujeres de Catuche por habernos recibido y haber compartido sus vivencias. Su valentía y compromiso comunitarioha sido una lección existencial: Alicia Rodríguez, Angelina Anzola Liendo, María CarolinaMartínez, Joidy Medina, Jacqueline Tovar, Yenny Griceli Padrón, Margarita Guevara, Mercedes Pérez, Miriam Rodríguez, Nely Pichardo, Olga Padrón, Yanara Tovar, XiomaraGuevara. Muy especialmente queremos agradecer a Doris Barreto, por habernos ayudado acoordinar las reuniones, sobre todo por compartir sus reflexiones, su coraje resulta francamente inspirador. A William Burgos quien perteneció a la Comisión original de LaQuinta. Igualmente queremos agradecer a Oswaldo Tovar, Kevin Anzola, Freddy Díaz, ErikTinoco y Juan José Tovar por su generosidad con el tiempo que nos concedieron. Espera-mos inspirar a muchos más difundiendo esta experiencia.
Esta investigación y esta publicación no hubiesen sido posible sin la participación, colaboración y soporte de: David Smilde, Victoria Wigodzky, Sandra Dunsmore y HeloisaGriggs, María Matilde Zubillaga, Gabrielle Gueron, María Emilia López. Nuestras instituciones académicas han sido nuestra base de trabajo: Universidad Católica AndrésBello; Universidad Central de Venezuela, Universidad Simón Bolívar y Universidad Metropolitana. En el Consejo de Prevención y Seguridad Ciudadana: Reynaldo Hidalgo. Enla Unidad de Psicología del Parque Social Padre Manuel Aguirre, S.J,: Alejandro Bilbao, AnaCarbone, Bernardo Guinand, Juan Carlos Romero. En las faenas analíticas hemos podidocontar con lecturas críticas, discusiones, comentarios, de colegas y amigos: Carolina Izquiel,Pedro Rodríguez, Maribel Gonçalves. Los estudiantes del Programa de Especialización enPsicología Clínica Comunitaria colaboraron con las observaciones recogidas en los informesde sus prácticas. Padre José Virtuoso S.J. En el Centro Gumilla: Fernando Giuliani y LisbethMora. En Catuche, Pedro Serrano. En el Postgrado de Psicología de la Universidad Centralde Venezuela: Mireya Lozada, Euclides Sánchez, Esther Wiesenfeld, Leonor Mora, LigiaSánchez, Karen Cronick, Nadya Ramdjan, Maritza Montero. En la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad: Antonio Ganzalez-Plessman y el equipo de investigaciónUNES. Carlos Beristain. En la Universidad Simón Bolívar: Alicia Cardozo, Mariana LibertadSuárez, José Manuel Guilarte. Nuestros amigos y colegas de diversos lados: Yuraima Martín,María Teresa Urreiztieta, Marisela Hernández, Maria Elisa Hernández, Virginia Rodríguez,María Teresa Quispe, Jacqueline Richter, María Josefina Ferrer, Elsie Rosales, Roberto Briceño-León, Andrés Antillano, Chelina Sepúlveda, Lorena Freitez, Iván Pojomovsky, Andrea Chacón, Gilber Caro, Ricardo Bolívar, Luis Gerardo Gabaldón, Vivian Díaz, CesarMarín. Nuestros consortes: Carla De Santis, Jean Charles L’Ami, Grey Sabrina Colón. Nuestros estudiantes de estas Casas de Estudios proveyeron valiosos y agudos comentarios.
La investigación, las actividades y publicaciones derivadas se realizaron gracias al sostén de: Open Society Institute Foundation; Consejo de Desarrollo Científico Humanísticoy Tecnológico de la Universidad Católica Andrés Bello; Consejo de Prevención y SeguridadCiudadana; Amnistía Internacional.
COMISIONES DE PAZ EN CATUCHE:Doris Barreto, Alicia Rodríguez, Angelina Anzola Liendo, María Carolina Martínez, Joidy Medina, Jacqueline Tovar, Yenny Griceli Padrón, Margarita Guevara, Mercedes Pérez, MiriamRodríguez, Nely Pichardo, Olga Padrón, Yanara Tovar, Xiomara Guevara.
EQUIPO DE INVESTIGACIÓN:Verónica Zubillaga (Universidad Simón Bolívar); Manuel Llorens (Universidad Católica Andrés Bello); Gilda Núñez (Universidad Central de Venezuela y Universidad Metropolitana);John Souto; (Universidad Católica Andrés Bello); Ignacio Lucart, Valentina Larrazabal; DianaCastellanos; Vanessa Balza.
REDACCIÓN DEL TEXTO:Verónica Zubillaga, Manuel Llorens, John Souto, Gilda Núñez, Valentina Larrazabal. Con laparticipación de Fernando Giuliani.
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Acuerdos Comunitarios de Convivencia ante la Violencia Armada8
AMNISTÍA INTERNACIONAL
Amnistía Internacional es un movimiento mundial, formado por más 3 millones de miembrosde más de 150 países y territorios, que hacen campaña para acabar con los abusos gravescontra los derechos humanos. Amnistía Internacional ha sido destacada con importantes reconocimientos como el premio Nobel de la Paz y el Premio de Derechos Humanos de laONU.
Amnistía Internacional en Venezuela está compuesta por más de 70.000 miembros y simpatizantes. Las campañas por el "Control de Armas"; "Escuelas Seguras para las Niñas";"Alto a la Violencia Contra las Mujeres"; "Promoción de Buenas Prácticas Policiales" e integración de Personas con Discapacidad, son las prioridades del Plan Bienal de AmnistíaInternacional en Venezuela.
Amnistía Internacional es independiente de todo gobierno, idelogía política, interés económico y credo religioso.
@Amnistia Internacional VenezuelaTorre Phelps piso 17, oficina 17 A, Av. la Salle, Plaza Venezuela, Los CaobosCaracas 1050, Venezuela.Tel.: (+58) 212 793 1318 Ext. 123 Fax: (+58) 212 793 6941Twitter: @amnistiaFacebook: http://www.facebook.com/aivenezuelawww.amnistia.me
CENTRO DE DISEÑO DIGITAL : La creación de personajes y escenas fueron elaboradospor estudiantes del Centro de Diseño Digital a partir del material gráfico del diseño de producción de un documental animado vinculado a esta investigación, desarrollado en el taller de animación dirigido por Jean-Charles L’Ami, gracias al acuerdo de colaboración conel Centro de Diseño Digital y el apoyo de su Director, Carlos Márquez. La metáfora del tejido social, los movimientos entramados de hilos (actores sociales); elcoser las heridas; las redes (de solidaridad y de contención), es la metáfora teórica que además inspiró el diseño de escenarios, personajes, y escenas.
DISEÑO DE PERSONAJES Y ESCENAS: Franyerlin Danelli, Margarita Rojas, Royland Viloria, Federico Cavero.
DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN: Rafael Campos Barahona.
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CONTENIDO
I. INTRODUCCIÓN 8Metodología: el itinerario de investigación 9La convivencia y el conflicto 11El contexto: ciudades sede de violencia armada 11
II. LA RUTA HACIA LOS ACUERDOS DE CONVIVENCIA 16El evento que marcó el cambio: el origen de las Comisiones de Convivencia 17Los acuerdos de convivencia y el funcionamiento de las comisiones 21
III. CLAVES PARA INSPIRAR ACUERDOS DE CONVIVENCIA 24¿Qué son las comisiones de convivencia? 24¿En qué consiste un pacto de convivencia? 24Las Comisiones como práctica y logro colectivo que fortalece la convivencia 25Creatividad de urgencia y estrategias en acción. La experiencia de Catuche para el sostenimiento de los acuerdos 26Las estrategias entre mujeres en los encuentros cotidianos 27Las estrategias de las mujeres frente a los varones: 33Los recursos sociales, materiales y culturales 44Las acciones entramadas en las redes de soporte y contención 55Algunas reflexiones sobre Catuche y la experiencia de las Comisiones Fernando Giulíani 58
IV. PISTAS PARA LA CONVIVENCIA COMUNITARIA 601. La necesidad de politizar la violencia: La violencia como asunto de convivencia 602. La necesidad del mejoramiento urbano y una base social-material para el encuentro 603. La importancia de un discurso transformador de diálogo y humanización capaz de interrumpir el ciclo fatal de la violencia armada 604. El fortalecimiento de la comunidad 615. Un modelo de organización y control social informal emergente de las comunidades 626. La importancia de los recursos materiales para sostener la organización comunitaria 637. La importancia de un acompañamiento constante y confiable de figuras clave para sostener el diálogo y la mediación 638. El papel fundamental del apoyo sostenido de las redes sociales internas y externas para contener la violencia armada 639. La urgencia de reivindicar la centralidad del Estado para la garantía de convivencia 64Los desafíos y amenazas vislumbradas 66
COMENTARIOS FINALES 69
REFERENCIAS 71
Pistas para la Acción 9
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Las salidas a la violencia pasan por constituirla en un asunto de la vida pública donde la empatía, el diálogo, el reconocimiento y el conflicto alumbrador se evidencian mucho más fructíferos que el repliegue,la venganza y el uso de las armas.
Acuerdos Comunitarios de Convivencia ante la Violencia Armada10
I. INTRODUCCIÓNEsta propuesta se origina a partir de una investigación etnográfica
que se centra en la inspiradora experiencia de coraje encarnada
por un grupo de mujeres de un barrio caraqueño que se organizaron
en Comisiones de Convivencia, para construir e implementar una
serie de acuerdos con los jóvenes armados, que favoreció la
instauración de una tregua y cese al fuego.
El propósito de este documento es difundir la experiencia de
este acuerdo de convivencia con la voluntad de evidenciar que las
salidas a la violencia pasan por constituirla en un asunto de la vida
pública: el modo como convivimos y las condiciones para tener
una vida en común; se empeña asimismo en remarcar que la
empatía, el diálogo, el reconocimiento y el conflicto alumbrador se
evidencian mucho más fructíferos que el repliegue, la represión
ilegítima, la venganza y el uso de armas.
Las Comisiones de Convivencia en Catuche, fundadas en el
2007 articularon estrategias que permitieron a dos sectores de la
comunidad (La Quinta y Portillo), enfrentados durante décadas
acumulando un saldo de más de cien jóvenes asesinados junto a
una vivencia crónica de zozobra, acordar una tregua que ha
mantenido a los dos sectores sin una sola muerte violenta entre
vecinos a lo largo de cinco años.
Estas páginas buscan asentar y dar cuenta de este proceso de
transformación. La emergencia y consolidación de las Comisiones
de Convivencia han implicado el paso del miedo del repliegue al
miedo que moviliza; la mutación de la indiferencia a la implicación
personal y colectiva; el giro de la resignación individual a la
resistencia colectiva frente a una zozobra que sometía la vida
cotidiana. Los acuerdos de convivencia y el cese del fuego han
implicado sobretodo el establecimiento de una cultura emergente
de convivencia pacífica. Esta cultura se expresa en unas prácticas
y vocabulario propio que se ha popularizado después de décadas
de enfrentamientos, no como expectativa, sino como logro
colectivo: “Estamos tranquilos”, “estamos en paz”, “vamos a
hablar”, “vamos a escuchar qué tiene que decir”.
Igualmente, estas páginas quieren constituirse en pistas para la
acción, claves que permitan vislumbrar maneras posibles de establecer
convivencia a partir del reconocimiento de aquello que nos hace
humanos: la capacidad de apalabrar para forjar acuerdos y conflictos
que funden modelos para el estar juntos, asumiendo nuestra inter-
dependencia por compartir este espacio y esta condición de ciudadanía
en la que nos reconocemos los venezolanos.
Estas páginas buscan testimoniar la fundación eimplementación de las Comisiones de Convivenciaen Catuche, pero ademásquieren ofrecer pistas quepermitan vislumbrar manerasde establecer el encuentrohumano y comunitario, reconociendo el apalabrarcomo esa poderosa capacidadque permite forjar acuerdospara el estar juntos.
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Pistas para la Acción 11
Creemos en la posibilidad de con-vivir. Creemos en la necesidad de que la
sociedad como un todo trascienda las soluciones individuales y se organice para
reclamar y luchar por la paz y la justicia. Creemos que esa posibilidad necesita
aterrizar de propuestas y deseos idealizados a las muy concretas situaciones que
atravesamos como país, y también creemos que la esperanza que transmite el
testimonio de la comunidad de Catuche es un ingrediente esencial. Por eso
nuestras más sentidas palabras de agradecimiento a Doris, Jaqueline, Joidy,
Margarita, Miriam, María Carolina, Alicia, Angelina, Nancy, Olga, Mercedes,
Jenny, Xiomara y Yanara quienes han sido una fuente incalculable de esperanza
en tiempos difíciles.
El documento se divide en cuatro partes. La primera parte introductoria
presenta la metodología que siguió la investigación, base de este texto e introduce
el contexto de violencia armada. La segunda parte, centrada en los antecedentes
y en la experiencia de los acuerdos de convivencia, narra la experiencia de las
mujeres y la conformación de las comisiones. La tercera parte analiza más a
profundidad la creatividad de urgencia expresada en las estrategias de soporte y
solidaridad entre mujeres y las estrategias de contención frente a los varones para
sostener los acuerdos de convivencia y de cese al fuego en el tiempo. Asimismo
se intentará comprender los recursos y las redes que han posibilitado este logro.
Aquí, en un texto, Fernando Giuliani, amplio conocedor y acompañante de procesos
comunitarios en Catuche, pone de relieve la experiencia de las comisiones en el
marco de la historia de agencia colectiva de la comunidad. Finalmente, la cuarta
parte sistematiza elementos puntuales que presentamos como pistas inspiradoras
para la acción y forjamiento de convivencia en comunidades.
METODOLOGÍA: EL ITINERARIO DE INVESTIGACIÓN La investigación sobre la cual se basa este texto se inició en noviembre del
año 2009 y en julio del año de 2012 finalizó el proceso de validación con las
mujeres de las Comisiones, en ese momento revisamos por última vez nuestros
escritos y el modo como estamos forjando la representación de lo vivido por ellas.
Es decir, hemos vivido una larga ruta investigativa en compañía de las protagonistas.
En este lapso, realizamos 11 sesiones de discusión grupal: cinco sesiones en
un sector con las seis mujeres de la Comisión y seis sesiones con las siete mujeres
de la Comisión del otro sector y la coordinadora comunitaria de Fe y Alegría; 2
sesiones de este tipo con los jóvenes de un solo sector. Luego de esta primera
fase, una vez realizamos los análisis preliminares, nos dedicamos a realizar
entrevistas a profundidad con cada una de las 13 mujeres de las Comisiones.
También realizamos 9 entrevistas a profundidad con jóvenes de sólo un sector y 1
entrevista con un joven del otro sector. En ese tiempo tuvimos repetidas conversa-
ciones con Doris Barreto, la coordinadora comunitaria de Fe y Alegría, quien nos
acompañó en la reflexión y con quien fuimos forjando y validando las intuiciones
interpretativas que veníamos construyendo. Además, tuvimos distintas sesiones
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de “compartires” en los que celebramos comidas juntos.
Realizamos asimismo, cuatro entrevistas con líderes y/o personas
claves en el proceso comunitario en Catuche: José Virtuoso, S.J.,
antiguo párroco de Catuche y actual rector de la Universidad
Católica Andrés Bello (UCAB); Pedro Serrano, activista histórico en
Catuche y Maribel Goncalves del Postgrado de Psicología Clínica
Comunitaria de la UCAB.
Con la voluntad de abrir espacios de reflexión, inspirados en la
metodología de la investigación acción participativa, y con el apoyo de
María Emilia López y Gabrielle Gueron, de la organización Fortalecer la
Paz se llevaron a cabo 8 sesiones mensuales sobre Resolución pacífica
de Conflictos. Finalmente, a medida que fuimos elaborando nuestras
interpretaciones fuimos convocando y realizando sesiones de
validación con las mujeres, en las cuales les presentábamos nuestras
reflexiones y leíamos juntos los escritos que íbamos produciendo. En
nueve oportunidades les presentamos nuestras reflexiones y textos,
incorporando en el texto final sus preocupaciones y sugerencias.
Creemos que el espacio de las entrevistas sirvió en ocasiones
de una escucha que validó los logros de estas mujeres, en otros de
contención emocional para ofrecer apoyo, así como de facilitación
de conversaciones reflexivas. En varias ocasiones más que entrevistas
guiadas por nosotros acompañamos a las mujeres en las discusiones
que hicieron sobre algún acontecimiento espontáneo que las había
conmocionado. Asimismo sintiendo necesario complementar estos
espacios conversacionales con otras estrategias de fortalecimiento
de las comisiones, promovimos las sesiones en resolución de
conflictos. También, servimos de enlace para extender los vínculos
con organismos gubernamentales que ellas utilizaron para solicitar
apoyo material a las iniciativas comunitarias y las invitamos a parti-
cipar en varias presentaciones en eventos donde las mujeres com-
partieron la experiencia de las comisiones.
Todas estas vivencias, forjan una experiencia de construir
saber compartido que deseamos, en compañía de las mujeres se-
guir compartiendo. Su testimonio es una muestra poderosa de la
capacidad que tienen las comunidades organizadas acompañadas
de aliados para resolver problemas tan complejos como la violencia
urbana. Sus acciones hablan de personas comunes en circunstancias
excepcionales dándole respuestas a preguntas difíciles. Su
generosidad recorre todas estas páginas pues gentilmente nos
recibieron una y otra vez. Su generosidad nos ha permitido
transmitir esta experiencia para que podamos aprender de ella.
La sistematización de estaexperiencia tuvo una orientación etnográfica y se inspiró en la metodología deinvestigación acción participación. Se desarrolló denoviembre 2009 a julio2012. Concretamos 11 sesiones de discusión grupalcon las Comisiones de Convivenecia, realizamos entrevistas a profundidadcon las 13 mujeres involucradasy con algunos jóvenes deambos sectores. Registramosconversaciones con líderes ypersonas claves dentro delproceso comunitario de Catuche. Favorecimos laalianza con organismos gubernamentales y organizaciones sociales parafortalecer el trabajo comunitario y realizamospresentaciones de nuestrasreflexiones y textos para quefueran validados y revisadospor las mujeres y otros participantes de la experiencia.
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Pistas para la Acción 13
LA CONVIVENCIA Y EL CONFLICTOComo punto de partida, advirtamos solamente que cuando decimos
convivir en este espacio, la convivencia no se entiende como
ausencia de conflicto. Se entiende como modo de reconocimiento
en el que se dirimen las tensiones propias de la vida en común,
eso sí, puestas en el juego de los diálogos e interpelaciones, no de
las armas y las aniquilaciones que impedirían el conflicto y la
relación, por la negación del otro.
Preocuparse sobre esta manera de convivir en el espacio
citadino, por parte de esta multiplicidad de nosotros y otros, nos
remite a la noción de ciudadanía. La definición que propone E.
Jelin (1996) nos parece sugerente para hilar este texto: “desde
una perspectiva analítica, el concepto de ciudadanía refiere a una
práctica conflictiva vinculada al poder, que refleja las luchas
acerca de quiénes podrán decir qué en el proceso de definir
cuáles son los problemas comunes y como serán abordados (…).
En suma, tanto la ciudadanía como los derechos están siempre en
proceso de construcción y cambio (Jelin, 1996: 104).
Así, el conflicto es intrínseco a la convivencia, entendiendo el
conflicto como relación donde algo está en juego entre actores que
en distintas posiciones y con diferentes recursos se reconocen y se
aprehenden como interdependientes por compartir un espacio y
una condición de ciudadanía.
EL CONTEXTO: CIUDADES SEDE DE VIOLENCIA ARMADALa violencia que nos afecta a los venezolanos puede percibirse
en los datos asentados por las entidades oficiales. Se sabe que en
Venezuela la tasa de homicidios es de 50 por cien mil habitantes.
Esta magnitud nos ubica junto con El Salvador o Colombia, naciones
que han confrontado conflictos armados en el pasado reciente o
en la actualidad, entre los países con mayor violencia en el continente.
Adicionalmente, el conocimiento de que la gran mayoría de
estos asesinatos se cometen con armas de fuego1, revela que en
Venezuela vivimos una situación que se ha denominado en la
literatura como de violencia armada en contextos no bélicos
(Pinheiro, 2006). Es una violencia que puede caracterizarse
además como urbana y social, puesto que se conoce que la mayor
parte de los homicidios suceden en las urbes donde se concentran
mayor riqueza y movimiento económico y mayor desigualdad social
1 De acuerdo con la Encuesta de Nacional de Victimización y Percepción de Seguridad Ciudadana (INE, 2010),el 79% de los homicidios se cometen con armas de fuego.
La convivencia es un modode reconocimiento en el quese dirimen las tensiones propiasde la vida en común, puestasen el juego de los diálogos ylas interpelaciones. Entonces,el conflicto es intrínseco a laconvivencia, como relacióndonde algo está en juegoentre actores que se reconocen y se aprehendeninterdependientes por compartir un espacio y unacondición de ciudadanía.
En Venezuela la tasa de homicidios es de 50 por cienmil habitantes. Es posible afirmar que vivimos una situación de violencia armadaen un contexto no bélico. Esuna violencia de carácter ur-bano, pues se expresa en lasciudades donde se acumulanlas mayores riquezas y desigualdades sociales,viéndose especialmenteafectados e implicados losjóvenes varones de los sectorespopulares, población persistentemente excluida.
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En Venezuela se experimentaun escenario de conflictividadexpandida, expresada en dosdimensiones de la vida social.La dimensión económicaevidente en la orientación deactores hacia el control delos recursos o actividadesclandestinas como el tráficode drogas, armas y el crimenorganizado. La dimensión infrapolítica observada en elquiebre del vínculo social;patente en el deterioro delas instancias fundamentalesde regulación de la vida socialcomo la policía y la administración de justicia.
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(Zaluar, 1997), donde sectores de la población, como los varones
jóvenes de sectores populares, experimentan una persistente
exclusión a pesar de esfuerzos de inclusión en programas sociales
(Zubillaga, 2010).
También se puede decir que es una violencia de carácter
difuso pues no se trata de un conflicto central sino que se
expresa en una conflictividad expandida en la que resalta por
un lado, una dimensión económica e instrumental expresada
en la orientación de actores hacia el control de los recursos o
actividades económicas clandestinas, como el tráfico de drogas,
de armas y el crimen organizado. Por otro lado, se destaca una
dimensión que podría denominarse infrapolítica, manifiesta en
el quiebre del vínculo social (Wieviorka, 2004), en el deterioro
de instancias fundamentales de la vida social como la policía y
el sistema de administración de justicia, en la incapacidad de
reconocer la humanidad del otro; en el exceso de la respuesta
frente a la inoperancia de las instituciones que se traduce en la
eliminación del otro y que por su letalidad en Venezuela ha
adquirido los saldos de un conflicto armado.
Podríamos decir muy rápidamente que una intrincación de
procesos se han entretejido en nuestra historia contemporánea
para configurar esta violencia, que no es menester abordar en
este sucinto texto. Quizás, sólo vale la pena mencionar que aún
cuándo se pueden rastrear los orígenes de esta violencia en la
urbanización acelerada y ciudadanías dilaceradas de la Venezuela
de la mitad de Siglo XX; en el deterioro sostenido de las condiciones
de vida y la ruptura de la esperanza de una mejor vida de los
años ochenta; en el debilitamiento del Estado y la extensión de
redes de tráficos ilegales a escala mundial en los años noventa;
con el inicio del nuevo siglo nuevas problemáticas se hicieron
evidentes en este país configurando esta inédita violencia. Aquí
sólo apuntemos: el auge de la tensión política que ha tenido
como hitos eventos de franca confrontación y que ha contribuido
todavía más al deterioro de la policía, del sistema de justicia y a
una marcada desinstitucionalización general; la conflictividad
expandida que ha coadyuvado a su vez a la multiplicación de
armas entre la población así como a la conformación de un
clima de intensa animosidad; la incapacidad del Estado para
controlar las armas; los excesos desde sus instancias policiales, la
persistente exclusión de los varones jóvenes de sectores populares
y por último, la conformación de un discurso que define como
la “solución” más expedita a la violencia, la “eliminación de los
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delincuentes”, que no ha hecho sino expandir la incapacidad
de reconocernos como humanos y multiplicar las muertes.
Todos estos factores nos parece se vinculan de manera decisiva y
marcan la particular letalidad de la violencia actual en nuestro
país.
La vulnerabilidad frente a esta violencia no se distribuye al
azar; existe una distribución diferencial del riesgo de morir
violentamente: son los jóvenes varones de sectores populares
los que están muriendo de esta manera. De acuerdo a la
última Encuesta Nacional de Victimización (año 2009), el 81%
de las víctimas de homicidios son varones, y la gran mayoría
(83%) proviene de sectores en desventaja (INE, 2010). De
modo que en la Venezuela del Siglo XXI, ser hombre, joven,
habitante de sector popular, en una ciudad, implica la acumulación
de atributos que marca el vivir signado por una alta probabilidad
de morir violentamente.
Ahora bien, si los datos que hemos presentado nos ayudan
a caracterizar la violencia, nos dicen poco sobre las nuevas
prácticas de miedo extremo que se han instaurado en los
sectores populares. Igualmente, estos datos nos dicen poco
del dolor experimentado por las familias y los duelos que se
encadenan. Si jóvenes varones están muriendo de esta
manera, junto a ellos quedan las madres, abuelas, hermanas,
tías, tíos, hermanos, padres con el inefable dolor del duelo.
Los relatos que hemos recogido estos años refieren la
experiencia de vivir en contextos de conflictividad armada; el
vocabulario utilizado, es el de las víctimas de guerra: “los primeros
en caer”, nos dijo una mujer, quien al vivir en una de las casas
más externas, recibía cotidianamente disparos y en efecto,
niños de su familia fueron alcanzados:
En el año 2009, la EncuestaNacional de Victimización(INE, 2010) arrojó que el81% de los fallecidos porhomicidio resultaron ser varones y la gran mayoría deestos eran habitantes de lossectores populares en nuestrasciudades. Adicionalmente,esta cifra de muertes violentasno viene sola, está acompañadapor las madres, abuelas,hermanas, tíos, tías, amigos,hermanos y padres impactados por el inefabledolor del duelo.
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“Aquí hay personas que son inocentes que no tienen problemas
con esa gente. No vamos muy lejos, a mi sobrinita la matan y
era una niña. En mi casa nunca ha habido problema con esa
gente, y fíjate tú, los primeros en caer fue mi familia. A mi
hermana le dieron un tiro también estando ella adentro
¿entiendes? Pero era como nosotros estábamos aquí, la primera
casa que estaba adelante era la de nosotros, todos los tiros
venían para acá…”.
Una y otra vez los relatos que recogimos revelaban que
cada desplazamiento, cada mínima diligencia de la vida
cotidiana se ve tomada por el miedo a morir en medio de
enfrentamientos armados. Cada mínimo tránsito exige una
transacción informativa para poder saber si es posible desplazarse.
El andar de la vida cotidiana se ve truncado por los enfrentamientos,
hay que correr, refugiarse: “El que salía tenía que llamar, a ver
si se podía entrar, si se podía entrar rápido. Era una zozobra,
era un toque de queda para nosotras. Así fuese a cualquier
hora…”.
La vivencia en contextos de enfrentamientos armados
cotidianos y las muertes que se producen se padecen a través
de emociones sumamente destructivas y paralizantes como la
rabia y la resignación anestesiada. Una mujer expresó:
“Bueno, yo digo que uno de tanta cosa que uno ha visto,
de tantas muertes que han habido, ya uno dice: ¡bueno ya hay
que resignarse! por decir, cuando matan a alguien. Yo digo, de
recuerdo, uno los recuerda a ellos como ellos eran, no como
se murieron, sino como ellos eran en su vida, les gustaba
echar broma, siempre andaban contentos, una música , una
broma, así es como los recuerdo.”
La ausencia de justicia y los rencores históricos se entrelazan
con el dolor de los duelos. El dolor, al quedar sin reparación se
transforma en rencor y el rencor en búsqueda de venganza
(Caldeira, 2000). El dolor es tal que no se puede olvidar, y esa
muerte apela a otra muerte:
“Tan fuerte fue esto que yo me pongo a recordar a todos los
muchachos y a contarlos y son ¡ciento y pico! el primero fue el
hermano de ella y desde ahí pa´ tras mira…”
Esta presencia de los enfrentamientos armados en la vida
cotidiana que se expresa en las cadenas de muertes, nos
obliga a pensar en una inédita condición de duelo permanente.
Nos exige nombrar una nueva condición de anti-ciudadanía al
vivir en duelo constante por la serie de lutos que se encadenan,
La vivencia de enfrentamientosarmados cotidianos y encadenamiento de muertes,se padece a través de intensasemociones como la rabia yla resignación anestesiada.La ausencia de justicia y losrencores históricos se mezclancon el dolor de un duelo queal no tener reparación setransforma en rencor y búsqueda de venganza. Se instaura entonces unacondición de anti-ciudadanía,pues no hay instituciones aquien reclamar para que instaure la justicia, atiendao repare la pérdida, y muchomenos garantice la vida.
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Pistas para la Acción 17
que no permiten la recuperación por la nueva emergencia. Anti-ciudadanía
pues no hay instituciones a quién reclamar, no hay un Estado al cual acudir
para que instaure justicia, atienda o repare la pérdida y mucho menos
garantice la propia preservación.
Si Susana Rotker habló de ciudadanía del miedo para referir esta “nueva
condición ciudadana”, la de ser víctima-en-potencia, que ha ido desarrollando
una nueva forma de subjetividad. (…) caracterizada por “la sensación
generalizada de inseguridad que tiñe las capitales de América Latina” (…),
que alude al sentimiento urbano de indefensión generalizada y al riesgo de
parálisis (…) que abarca las “prácticas de inseguridad” que redefinen la
relación con el Poder, con los semejantes, con el espacio” (Rotker, 2000), la
condición del duelo incesante por las muertes cercanas padecidas en serie,
traspasa el umbral del miedo, de la incertidumbre y se asienta en el crujido
del dolor por la pérdida, en el luto que se entrelaza por las vidas cercanas
secuestradas; por la imposibilidad de contar con la garantía mínima para la
propia vida y la de aquellos cercanos por lo contundente de las pérdidas
sufridas.
La condición de duelo permanente emerge como definitiva anticiudadanía
pues, si entendemos con E. Jelin (1996) y S. Rotker (2000) quienes evocando a
H. Arendt nos invitan a pensar la ciudadanía en términos del derecho a tener
derechos; de la pertenencia a una comunidad de derechos y responsabilidades; y
nos explican que la ética del ciudadano descansa en la premisa de la no-violencia:
que nadie sufra o sea lastimado”, la serie de muertes se vive entonces como
el desamparo extremo: de protección; de posibilidad de establecer justicia,
es decir, la orfandad de ciudadanía, y más allá, su negación.
Pero no queremos detenernos más en esto, queremos más bien relatar
posibilidades de vida y de interrupción de duelos. En Caracas, específicamente
en Catuche, en medio de la experiencia de este duelo permanente, luego de
la muerte de un joven, el dolor y el miedo, en lugar de paralizar, provocó la
movilización, originó la constitución de grupos de mujeres que se resisten a
vivir en luto por sus hijos. Esta es la historia que queremos contar para
aprender de ella, para que inspire otras más.
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El origen de muchas iniciativasen Catuche tienen relación conlas Comunidades Cristianas,que estaban formadas por pequeños grupos de vecinosquienes acompañados por religiosos, desarrollaban encuentros reflexivos donde seiba cimentando la idea detransformar a la comunidad integrándola a la ciudad y dotándola de plenos servicios.
Acuerdos Comunitarios de Convivencia ante la Violencia Armada18
II. LA RUTA HACIA LOS ACUERDOS DE CONVIVENCIAEn Caracas existe una experiencia, a todas luces inspiradora, de
prácticas y acciones entramadas que apuestan por la convivencia
pacífica y desde allí sofocan la violencia: es el caso de las Comisiones
de Convivencia y las redes de aliados en el barrio Catuche.
En Catuche, los vecinos, y especialmente las mujeres, han dado
muestras de una creatividad de urgencia que, frente al desamparo, se
ha traducido en la coordinación de esfuerzos de acercamiento, diálogo
para el forjamiento de acuerdos de convivencia y de alto al fuego con
los propios jóvenes involucrados en estilos de vida violenta. Este
esfuerzo ha permitido el cese de muertes de jóvenes del sector, la
recuperación del espacio para el libre desplazamiento, y también el
encuentro.
Sin duda, Catuche es una comunidad muy particular. Para finales
de los ochenta, primero con el auspicio de los padres Capuchinos y
luego con la llegada de los Jesuitas, se desarrolló un espacio, inicialmente
de naturaleza religiosa denominado: “Comunidades Cristianas”. Las
mismas estaban formadas por pequeños grupos de vecinos quienes
acompañados por los religiosos, propiciaban un proceso de reflexión
donde se fue cimentando la idea de transformar la comunidad.
Allí nacieron muchas de las iniciativas que posteriormente se
concretaron en Catuche. Un ejemplo conocido y recordado es el
denominado “Proyecto de Diseño y Construcción Simultánea”
desarrollado durante la década de los noventa y el primer quinquenio
del siglo actual, que planteaba la urbanización integral de la comunidad,
proceso que sería gerenciado por los vecinos y una serie de aliados.
Desde entonces se empezó a imaginar una comunidad diferente,
integrada a la ciudad, con acceso pleno a los servicios, con vías de
transito, espacios recreativos y viviendas dignas para sus familias.
Al repensar el lugar de vida inevitablemente también se tuvo que
encarar el problema de la violencia.
Fue cuando, desde las “Comunidades Cristianas” se planteó la
idea de hacer “una marcha por la paz”. La misma se realizó en
1989. Habían familias y personas que no podían trasladarse por
los diferentes sectores debido al temor de ser atacados o heridos,
a causa de las rencillas y venganzas juradas (“culebras”) que se
habían acumulado durante años. La marcha, de marcado carácter
religioso, pero de indudable intención social recorrió todo Catuche;
le gente, las familias progresivamente se iban incorporando para
finalmente reunirse todos en la iglesia de La Pastora y celebrar con
una gran misa la osadía de pensar la convivencia y retar las lógicas
fragmentadoras de la violencia armada.
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Desde ese entonces, Catuche tuvo la particularidad de articular
alianzas con diferentes organizaciones, abriendo la posibilidad a que la
comunidad en general tuviera acceso a formación y apoyo institucional
en diversos ámbitos como la planificación urbana, la salud física y
mental, la familia, la educación, el liderazgo y otros a través de
instancias enraizadas en la comunidad como Fe y Alegría, la
Asociación Civil Catuche (ASOCICA) o el Centro Gumilla. Vale la pena
recordar que algunas de las personas e instituciones que han formado
parte de esta red son: el arquitecto Cesar Martín y su hija Yuraima
Martín, la Fundación para el Desarrollo de la Economía Popular
(FUDEP), la Escuela de Arquitectura de la Universidad Central de
Venezuela, Asociación Venezolana de Servicios de Salud de
Orientación Cristiana (AVESSOC), la Especialidad de Psicología
Clínica-Comunitaria de la Universidad Católica Andrés Bello y la
Unidad de Psicología Padre Luis Azagra, S.J. entre muchos más.
Luego de “la marcha por la paz” empezaron a realizarse acerca-
mientos con los jóvenes involucrados en las situaciones de violencia, y
estos encuentros tomaron la forma de mesas de diálogo, donde los
sectores enfrentados lograban acordar algunas normas de
convivencia, que desafortunadamente se mantenían por breve
tiempo. Se tenía la idea de que era necesario un proceso interno,
donde la comunidad estuviera comprometida en favor de un
acuerdo que incluyera la palabra y las propuestas de los jóvenes.
Para lograr el éxito de los acuerdos, además de los jóvenes,
faltaba involucrar a sus madres, y a figuras que hicieran de enlace
y que otorgaran confianza a los sectores históricamente enemistados
de que las pautas acordadas serían cumplidas. Entre los intentos
fallidos de pactos, surgió la propuesta de uno de los muchachos
de los sectores, según la cual el diálogo convendría realizarlo a
través de las madres de los jóvenes y las mujeres de la comunidad.
Esta propuesta llegaría a concretarse luego de la muerte de un joven,
trágico evento fundacional que movilizó y marcó el principio de la
conformación de las Comisiones de Convivencia.
EL EVENTO QUE MARCÓ EL CAMBIO: EL ORIGEN DE LASCOMISIONES DE CONVIVENCIA
En agosto del año 2007 se produjo una de las confrontaciones
armadas más fuertes que se recuerde en Catuche. Una noche de
agosto, en el marco de esta historia de enfrentamientos, muertes,
rencores, duelos y venganzas, un grupo de jóvenes armados de un
sector ingresó a los edificios residenciales del otro, abriendo fuego
y tomando por sorpresa a todos sus habitantes.
En agosto de 2007, se produjouna de las confrontaciones armadas más fuertes que serecuerda en Catuche. De éstase derivó la muerte de un jovende 18 años, cuya madre posteriormente se movilizaríapara convocar a los vecinos.Con el apoyo y mediación deFe y Alegría, y con la disposicióny apertura de los jóvenes implicados en los enfrentamien-tos, abonarían el terreno para fundar las Comisiones de Convivencia.
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De este ataque armado resultó la muerte de un joven de 18 años recién
cumplidos. Fue el segundo hijo que su madre perdió por la violencia armada.
Luego de su muerte, la madre decidió convocar a los vecinos para actuar
frente a las muertes sistemáticas de sus hijos varones y buscar el diálogo con
las madres de los jóvenes del sector con el cual se mantenía la confrontación.
La iniciativa de esta madre fue un hito definitivo que marcó el inicio de las
Comisiones, y la propia protagonista lo narra con mucha emoción:
“Fue horrible la muerte de mi hijo. Porque él murió y en ese momento yo
veía a los muchachos como lloraban, gritaban y cuando lo sacamos al hospital
los muchachos daban golpes en la pared. Yo me quedé así como viendo todo
eso, claro el dolor de mi hijo, y viéndolos ahí como lloraban, como gritaban, y
me fui. Y entonces en la funeraria llorando, yo dije: ‘¡No, esto no puede
seguir!, ¡Nosotras tenemos que luchar nosotras! ¡Yo lo voy a hacer! ¡Nosotras
no podemos dejar que haya otro muerto más!’ Y a él lo enterraron, no tenía ni
un mes de muerto, cuando yo vine para acá, y le dije a mi hermana, la mayor:
‘¡Nosotras no podemos seguir así, nosotras tenemos que luchar! ¡Vamos a
hablar con Doris, vamos a hablar en Fe y Alegría a ver qué nos dicen!’ Y fue
como un apoyo, porque cuando yo tuve la primera reunión, que yo subí me
decían: ‘¡Tú estás loca! ¿Cómo tú te vas a meter pa’ allá arriba, estás buscando
que te maten ahí? Yo voy a subir, porque no va a ser así.’ Yo estaba con Dios
pues. Y cuando me reuní con ellas que estaban toditas así, como con pena,
cuando les dijeron ésta es la mamá de Andrés, ellas dijeron: ‘¡Nosotras
también queremos luchar, porque nosotras también estamos cansadas!’ Y yo
dije: ¡Gracias Dios! Porque ellas también dijeron: ‘¡Queremos luchar! ¡Estamos
cansadas de esto!’ Y yo digo que fue un apoyo, ¡Sí vamos a luchar!”
Así, la convocatoria se hizo con la ayuda y orientación de trabajadoras
comunitarias de Fe y Alegría (Doris y Yaneth), quienes desde entonces y hasta
ahora ejercen una importante función de enlace entre los grupos de mujeres
de ambos sectores. El objetivo estaba claro: que cesaran las muertes violentas
de jóvenes de la comunidad; detener las cadenas de venganzas y establecer
acuerdos. La propuesta también incluía hablar con las mujeres del sector
vecino con el cual se sostenía una confrontación histórica.
Las vecinas de la madre en duelo comenzaron a reunirse. En su gran
mayoría eran mujeres, todas eran madres, y muchas eran familiares de los
jóvenes involucrados en las cadenas de venganzas. Las coordinadoras comunitarias
llevaron la propuesta de diálogo y recibieron la impresión de que ese encuentro
era posible, que había interés por alcanzar una tregua. Se acordó entonces
sostener una reunión conjunta, teniendo como mediadora las coordinadoras,
así como el apoyo de algunos representantes de organizaciones religiosas y
comunitarias que hacían vida en el sector.
Las mujeres se reunieron para planificar la sesión: quiénes hablarían —ha-
blarían dos mujeres, una de cada sector, serían aquellas que no les daba
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miedo hablar; que hablaban calmadamente— y cómo lo dirían.
Tenían la conciencia de que la preparación era fundamental
para lograr buenos resultados en esa primera reunión, aunque
no existiese garantía de ello y era grandísimo el riesgo. Cada
sector, elaboró una propuesta de acuerdos para evitar nuevos
enfrentamientos entre ambos, la idea era llevarlos a esa primera
reunión.
Este primer encuentro en La Quinta estuvo lleno de tensión
por la amplia historia de enfrentamientos y pérdidas sufridas en
las familias de ambos sectores. El dolor, la rabia y las ganas de
que cesaran las muertes y tiroteos eran sentimientos encontrados.
Doris y Yaneth de Fe y Alegría, en el rol de mediadoras comunitarias
temían que la reunión se escapara de control e intentaron anticipar
posibles escenarios y maneras de garantizar el diálogo: “Estábamos
muy asustados, era una responsabilidad demasiado grande”
cuenta Doris rememorando ese momento.
“Aquel día Yaneth hizo la introducción, seguidamente se dio
un momento de unión, quienes asistieron se agarraron de las
manos y le dieron gracias a Dios por permitir ese encuentro.
Luego hablaron las mujeres designadas. Comenzaron a darse
cuenta de que, en el fondo ellas tenían las mismas necesidades,
cargaban iguales duelos y sostenían miedos similares por las
vidas de sus hijos y sobrinos:
Entonces empezó por Portillo Jenifer a hablar: ‘Nosotros no
queremos en Portillo que vuelva a pasar’. Seguidamente, empezó
Ana, diciendo que ella tenía otro hijo varón y no quería volver a
pasar por lo mismo. Tampoco quería que otra madre pasara por
lo que ella estaba pasando. Se decían acá, se decían allá, pero
lo mismo que decía la gente de Portillo lo decía la gente de acá
¡Las mismas necesidades: ‘¡Estamos cansados de montarnos los
colchones sobre la cabeza! ¡Estamos cansados de salir
corriendo! ¡Estamos cansados de no poder estar afuera! ¡Estamos
cansados de tener que llamar, cuando queremos llegar a
nuestras casas! ¡Ya basta, no queremos más violencia!’ Al final
lloraron, se abrazaron, conversaron, o sea fue una noche como
para ver, tranquilamente se hubiese podido amanecer con esta
gente conversando”.
Esa reunión constituye el evento fundacional fundamental de
las Comisiones. Representa un momento como pocos, donde la
rabia generada en la prolongada experiencia de muertes y
venganzas, heridas y pérdidas es dejada de lado, emergiendo un
lugar común configurado por el dolor del duelo y la posibilidad
En cada sector, los vecinos comenzaron a reunirse paragenerar propuestas de acuerdos.Las coordinadoras comunitariasapoyaron ese trabajo y trasmi-tían a cada sector las tentati-vas de diálogo elaboradashasta que se hizo propicia laoportunidad de realizar unareunión conjunta. Ésta fue cui-dadosamente planificada porel equipo de Fe y Alegría, encuanto a quiénes hablarían ycómo se dirigiría la reunión. Elencuentro tuvo lugar. Al iniciohubo mucha tensión por laamplia historia de enfrenta-mientos y muertes sufridas enlas familias de ambos sectores,pero finalmente, el dolor de laspérdidas y la voluntad de haceralgo para cambiar esta historia,permitieron el reconocimientomutuo y la disposición a estable-cer acuerdos.
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de hacer algo para cambiar esta historia. Es un momento en el cual además de
lograr esa identificación, se suspendieron los presupuestos de que el otro es el
enemigo. Bárbara, una de las mujeres lo recordó de esta manera:
“Nosotros pensábamos que aquellas iban a venir a guerrear para acá. Eso
lo pensaron ellas y nosotras también. Pensábamos que si vienen a pegar
cuatro gritos nosotras no nos vamos a dejar, pero primero vamos a escucharlas.
Y en verdad fue una reunión que al final salimos abrazadas, llorando todas,
porque todas teníamos el mismo problema. El mismo problema que estábamos
viviendo nosotras aquí, lo estaban viviendo ellas allá, que si dormir con el
colchón encima, encerrado, que le daba miedo ir a la calle a comprar. Todo,
todo, lo mismo, la misma broma y entonces bueno esa reunión fue bonita a
pesar de todo.”
En esa reunión, la convocatoria de la Madre desgarrada por la muerte de
su hijo apenas sucedida, planteó a las mujeres un desafío existencial: si esta
mujer, devastada por la muerte de su hijo las convoca para establecer un
pacto, ¿Cómo no iban ellas a movilizarse? María lo explicó de manera muy
clara:
“Yo dije que si una de las mamás, de uno de los muchachos que mataron
allá abajo, a su hijo se lo mataron, y ella tuvo la fuerza y la fortaleza, de subir y
proponernos a nosotras que ella ya no quería más tiros, que ella no quería
más muerte, que hubiesen más inocentes. Y la fortaleza que tuvo esa señora,
¿no la vamos a tener nosotras? ¿Por qué nosotras no apoyarlas? Yo digo que
esa señora es un ejemplo a seguir, porque tú sabes lo que es un hijo tuyo
muerto, y tú subir a la parte donde vive la persona que te mató a tu hijo, o no
donde vive la persona que te mató a tu hijo, sino, de donde viene el problema
donde murió tu hijo, ¡es admirable, esa señora es admirable!”
Luego de las primeras reuniones entre el grupo de mujeres de ambos
sectores, cada uno de esos grupos, por separado, convocó a los jóvenes de su
sector a una asamblea. En la asamblea participaron todas las mujeres de la
Comisión y una vez reunidas con los jóvenes armados, se les informó sobre las
reuniones sostenidas con las mujeres del otro sector, se expusieron los problemas
asociados a la violencia y se propusieron soluciones entre todos.
En el sector La Quinta el procedimiento de diálogo con los jóvenes fue un
poco diferente, porque se hizo una reunión informal con ellos antes de realizar
la asamblea donde estarían todas las mujeres de la Comisión. Se hizo así por
recomendación de Doris, quien ya venía realizando un trabajo de acercamiento,
diálogo y orientación con los jóvenes como parte sus actividades comunitarias.
Doris sabía que los jóvenes de ese sector –según ella misma narra- eran “más
difíciles de tratar”, además de ser frecuentemente “los acusados” y de ser
señalados por los miembros del otro sector de ir a “echar tiros” allá.
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LOS ACUERDOS DE CONVIVENCIA Y EL FUNCIONAMIENTO DE LASCOMISIONES
Las mujeres definieron entonces un acuerdo de convivencia que fue
aprobado en asambleas por los dos sectores. Los jóvenes se comprometieron y su
apoyo fue decisivo, por ejemplo, a no provocar con señas a sus rivales. Tampoco
podían hacerlo a través de yesqueros, linternas o luces láser, pues por lo común
esto acababa en tiroteos. Los vecinos recuperarían la libre circulación por los
sectores, y los jóvenes debían evitar las provocaciones mutuas no traspasando las
fronteras a partir de la noche.
Acordaron las mujeres y los varones que las molestias debían canalizarse a
través de las comisiones, que servirían como una instancia de contención.
Explicitaron además que nadie debía mostrar y amenazar de nuevo con un arma
y quien incumpliera lo establecido en el pacto, sería llamado y confrontado en la
comisión, y en último término podría ser denunciado en bloque por ambas
comisiones.
Conjuntamente, las mujeres y las coordinadoras de Fe y Alegría diseñaron un
modo de funcionar: convinieron que las Comisiones se reunirían cada 8 días,
cada quien en su sector por separado, y luego las dos comisiones se reunirían
una vez al mes. Si había una emergencia, se reunirían inmediatamente. Por casi
cinco años, la mayor parte de ese tiempo la comisión de Portillo ha estado
conformada por siete mujeres y en La Quinta por seis.
María: “Las primeras reuniones eran una aquí y una allá, para que los
muchachos vieran que estábamos juntas, que nos estábamos uniendo, que
queríamos luchar por la paz, y vieran que no les teníamos miedo, que ellos
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Las Comisiones de Convivenciajunto a Fe y Alegría, se acercarona los jóvenes considerando susparticularidades en cuanto alpapel que desempeñaban dentro de los sectores y al conocimiento de su comportamiento en la comunidad. Así, el encuentrocon ellos y su incorporación alestablecimiento de los acuerdosfue diferente en cada sector,pero esta estrategia facilitó lograrel objetivo de incorporarlos enla implementación y respetode los acuerdos.
Para la fundación de las Comisiones se establecieronlos siguientes acuerdos:• No provocar con señas a losrivales, esto incluye no utilizaryesqueros, linternas o lucesláser.• Los vecinos recuperarían lalibre circulación por los sectores.• Los jóvenes deben evitar lasprovocaciones mutuas y traspasarla frontera de los sectores apartir de la noche.• Las molestias o reclamos debían canalizarse a través delas comisiones.• En adelante nadie debe mostrar y amenazar con unarma, de hacerlo sería llamadoante la comisión y de persistirsería denunciado frente a laPolicía por ambas comisiones.
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hacían lo que nosotras decíamos o se atenían a las consecuencias.
Teníamos que reunirnos cada ocho días, y de reunión en reunión
fueron saliendo otras cosas, y así sucesivamente se fueron
haciendo las cosas.”
En el funcionamiento de las comisiones, las mujeres
contemplaron la realización de reuniones extraordinarias en
cada sector cuando alguno de los miembros de la Comisión o
alguno de los jóvenes lo solicitara. Concibieron además reuniones
conjuntas extraordinarias de las dos Comisiones cuando la Comisión
de uno de los sectores lo considerase necesario. Las reuniones
extraordinarias se convocarían en razón de algún conflicto,
amenaza o riesgo de ruptura del pacto y que por su gravedad,
debían ser tratados con inmediatez. También puede suceder
que se traten en las reuniones asuntos relacionados con alguna
celebración comunitaria.
De acuerdo a los relatos de las mujeres, las reuniones se
desenvuelven a través de un ritual: En las reuniones ordinarias,
alguna de las presentes abre la reunión (generalmente quien
asume el papel de la coordinadora de la reunión), ella misma o
alguna otra mujer toma la palabra y expone el asunto o los asuntos
a discutir. Si se trata de alguna situación producida dentro del
sector con alguno de los jóvenes que hacen vida allí, se expone el
asunto, las mujeres dan su punto de vista y se plantean estrategias
a seguir para abordar el problema.
Los asuntos tratados en la Comisión por lo general son aquellos
que se consideren problemáticos y en los cuales estén involucrados
jóvenes de algunos de los sectores. Ahora bien, si el joven involucrado
en situaciones conflictivas no es ni de Portillo ni de La Quinta, pero
causó o podría causar problemas y es amigo de alguno de los
jóvenes del sector, se llama al joven del sector para que se haga
responsable de su amigo/visitante.
Los problemas tratados por las comisiones pueden ir desde el
desplazamiento por un sector de un joven que ha tenido y mantiene
problemas con personas de ese sector, alumbrar con yesqueros o
luces (lo cual es considerado una provocación por el otro sector y en
épocas pasadas ha dado lugar a enfrentamientos), hasta el disparar al
aire, portar un arma de manera notoria, o también, consumir droga en
lugares de socialización donde hay adultos y niños(as).
En las reuniones semanales, cada comisión lleva un cuaderno
donde se anotan los puntos tratados y los acuerdos alcanzados,
dándole un velo de formalidad al procedimiento y permitiendo
hacer seguimiento. Al final de cada reunión, se leen en voz alta las
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anotaciones y de ser el caso, se estampan las firmas de los jóvenes
con quienes se han realizado los acuerdos. Los cuadernos de notas
sobre las reuniones y las actas donde se firman los acuerdos son
celosamente resguardados por la responsable de llevarlas.
Los acuerdos se logran a través de la negociación directa
entre las mujeres y los jóvenes o a través de la mediación, donde
la coordinadora de Fe y Alegría funge como facilitadora en la reunión.
La instalación y funcionamiento de las Comisiones ha implicado
pues un proceso de transformación. Este proceso, en términos
personales, se ha experimentado como un aprendizaje; como un
sustantivo proceso de modificación de la visión de la capacidad de
acción de sí y del nosotros conformado por las mujeres, en relación
a los otros, encarnado en los jóvenes. Una de las mujeres apuntó:
“En principio sí me costó bastante, porque era como
muy… cómo decirte, no tenía la experiencia. Eso fue algo así
que nosotros de repente… y nos juntamos las dos Comisiones,
y bueno vamos a hacer esto, pero nosotros lo hacíamos con
temor, porque no vamos a decir que nosotras ¡Ah! ¡Somos las
mejores! Nosotros fuimos con temor. Gracias a Dios, ellos nos
dieron su apoyo, su aporte. Porque yo digo que ellos tuvieron
mucho que ver en esto, porque si ellos no hubieran colaborado
con nosotros, nosotros no estuviéramos ahorita, como estamos.”
Así, la emergencia y consolidación de las Comisiones ha
implicado un proceso de transformación y establecimiento
de nuevas estrategias colectivas para el sostenimiento del
pacto de cese al fuego que discutiremos más adelante.
En cuanto al funcionamiento:• En cada sector las comisionesdebían reunirse una vez a lasemana.• Mensualmente se realizaríaun encuentro de las dos comisiones.• Fuera de esta rutina, se realizarían reuniones extraordinarias o de emergencia,en respuesta ante algún conflicto o amenaza que pusiera en riesgo la treguaacordada.• También se podrían realizarreuniones extraordinarias paraorganizar alguna celebracióncomunitaria.• Cada comisión contará conuna coordinadora quien en lasreuniones suele introducir elasunto a discutir, luego se abrela discusión, se plantean losdiferentes puntos de vista y seestablecen las estrategias a seguirpara abordar el problema.• La coordinadora comunitariade Fe y Alegría suele estar presente en las reuniones paracumplir con el rol de mediadoray hacer seguimiento a losacuerdos.• Durante las reuniones semanales cada comisióncuenta con un cuaderno dondese anotan los puntos tratados ylos acuerdos señalados.• Cuando en la problemáticaestá implicado algún joven delsector, este suele ser citado ala reunión y confrontado en relación a la situación.• Sí la problemática tratadaimplica a una figura externa ala comunidad, pero que tienevínculos con algún joven delsector, éste es citado para quese haga cargo de su amigo ovisitante.
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La Comisión de convivencia esuna instancia preventiva y reguladora del conflicto entresectores de una misma comunidad. Conformada porvecinos(as), funciona comouna de red de solidaridad entresus miembros y de contenciónfrente a los jóvenes implicadosen la problemática de violencia.Su misión fundamental es resguardar la convivencia pacífica, lo que posibilita preservar la integridad física ygarantizar el derecho a circularpor el vecindario, activandopara ello los recursos disponibles—social, simbólico y cultural—social, simbólico y cultural,tanto de carácter colectivo como individual.
Acuerdos Comunitarios de Convivencia ante la Violencia Armada26
III. CLAVES PARA INSPIRAR ACUERDOS DE CONVIVENCIA¿Qué son las comisiones de convivencia?
Las Comisiones de Convivencia formadas por las mujeres y por vecinos
de Catuche pueden entenderse como instancias preventivas y regula-
doras del conflicto entre los dos sectores. Funcionan como redes de
solidaridad entre mujeres y redes de contención frente a varones arma-
dos que, activando todos los recursos disponibles —
sociales, simbólicos, culturales—y en función de un pacto de convivencia
establecido, movilizan estrategias de control individual y colectivo —frente
a los intentos de resquebrajar el acuerdo por parte de los varones—.
Su misión es resguardar la convivencia pacífica en la comunidad,
de modo de preservar la vida, la integridad física de sus hijos y
familiares, y garantizar la potestad de circular por el vecindario.
Las Comisiones fungen de canal de comunicación y encuentro
entre las partes involucradas en el pacto, de manera que ante
algún intento de ruptura de los acuerdos, se busca una solución a
través del diálogo, la deliberación y la adquisición de compromisos.
Las comisiones de convivencia actúan como redes de contención
frente a las amenazas de ruptura de los acuerdos de convivencia
comunitaria alcanzados con los jóvenes. Esta contención efectiva
exige el sostenimiento de una potente red formada por miembros
de la comunidad, donde la comunicación y la rápida respuesta
buscan interpelar de modo permanente a los jóvenes.
¿En qué consiste un pacto de convivencia?
El pacto de cese al fuego constituye la serie de acuerdos comunitarios
que garantizan el compromiso de todas las partes con la convivencia.
Se trata de un acuerdo explícito, con detalles, delimitaciones de
fronteras y acciones; consiste en comprometer a los muchachos a
no desafiarse; a cesar el juego de provocaciones que disparan los
enfrentamientos para así poder establecer el cese al fuego.
Lo discutido y los acuerdos a los cuales se llega en las comisiones
deben ser asentados en un acta de la Asamblea o reunión comuni-
taria convocada, donde las partes involucradas – jóvenes varones –
deben firmar su compromiso de adherirse a los acuerdos.
Las comisiones de convivencia implican la unión de acciones
coordinadas de los vecinos; comprende la acción en redes que les
permite actuar conjuntamente y presentarse en “bloque” frente a
los varones o involucrados. Se trata de ejercer el poder de la acción
conjunta para defender un pacto explícitamente definido, por
común acuerdo y estampado con firmas. A partir de esta claridad
normativa se forjan las estrategias que harán posible el sostenimiento
de las comisiones y el cese al fuego en la comunidad.
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Las comisiones de convivenciarealizan acciones coordinadasy en “bloque” frente a quienesestén involucrados en actos oconatos de violencia, en funciónde preservar los acuerdos comunitarios.
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LAS COMISIONES COMO PRÁCTICA Y LOGRO COLECTIVOQUE FORTALECE LA CONVIVENCIA
Las comisiones de convivencia pueden estar integradas por
vecinos de la comunidad que compartan la voluntad de formar
alianzas para instaurar una tregua; que consideren que la violencia
no puede combatirse con más violencia; que creen en la palabra y
el diálogo como herramientas fundamentales para convivir y que
estén dispuestos a comprometerse en pasar a la acción, esto es,
es reunirse, confrontar, pero también, escuchar, apoyarse.
Es relevante destacar a las Comisiones como expresión de las
prácticas y la agencia colectiva, al verse implicados grupos de vecinas
que se entrelazan en prácticas organizadas alrededor de apuestas
comunes y entendimientos compartidos (Schatzki, 2001).
Esta mirada, subraya entonces la agencia colectiva de las
comunidades, que en alianza con redes de aliados más amplias,
se despliega en la capacidad reflexiva y creativa que posibilita el
diseño de un modo de funcionamiento autóctono. Esta agencia
colectiva expresa también la posibilidad de cuestionar la violencia
como opción inevitable y la posibilidad de crear relaciones entre
mujeres de sectores históricamente enemigos junto a los jóvenes.
El pacto logrado como evidente expresión de práctica colectiva,
reclama no verle simplemente como una suma de prácticas individuales,
sino como un logro colectivo. Se trata pues de seres humanos orientados
unos a otros; interdependientes y vinculados por una profunda
susceptibilidad mutua, capaces de modificar sus respuestas individuales
habituales en la medida que interactúan con otros para sostener
prácticas compartidas y fines comunes (Barnes, 2001).
Esta voluntad colectiva que representa a las Comisiones de
Convivencia conforman un modelo de organización social entramado
en redes de soporte y contención que facilita la coordinación y
cooperación para el beneficio mutuo expresándose esta eficacia
colectiva en el cese de muertes y la recuperación de la potestad
de circular en el vecindario (Sampson et al, 1997).
Ahora bien, no debe olvidarse la urgencia marcada por la
situación de desamparo y de profusión de muertes frente a la cual
reaccionaron estas mujeres. De allí que la noción de estrategias
debe precisarse como estrategia de sobrevivencia2, entendidas
como cursos de acción colectivos y coordinados, desplegados en
2. Si el concepto tradicionalmente ha subrayado una dimensión económica, entendidas como el conjunto de prácticas des-plegadas por los sectores populares, destinadas a la obtención de ingresos para asegurar la reproducción biológica y material—ante la ausencia de mecanismos y fuentes de soporte institucionales de solidaridad (Cariola, 1992; Bethencourt, 1998); eneste contexto adquiere una dimensión política original, entendiendo la política como condición para la vida social y en su pre-ocupación más primigenia: la posibilidad de convivir entre humanos; del estar juntos siendo diversos (Arendt, 1993).
Las Comisiones de Convivenciason una expresión de la agenciacolectiva, al verse implicadosgrupos de vecinas que se entrelazan en prácticas organizadas alrededor deapuestas comunes y entendimientos compartidosentre los que destacan:• La voluntad de formar alianzaspara instaurar una tregua.• La violencia no puede combatirse con más violencia.• La palabra y el diálogo sonherramientas fundamentalespara convivir.• La necesidad de establecerun compromiso con la acciónde reunirse, confrontar, escuchary apoyarse mutuamente.
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Ahora bien, no debe olvidarseque Las Comisiones constituyenestrategias de sobrevivenciafrente al desamparo en el ámbitode la seguridad ciudadana.Pueden entenderse como cursosde acción colectivos y coordinados,desplegados en el tiempo, enrespuestas a condiciones muyadversas que atentan contra lavida misma. Aprovechando lasherramientas propias de la organización comunitaria; sedespliegan a través de la promoción de la solidaridadentre vecinos, el acompañamientoen la crianza de los hijos, eldiálogo como herramienta parainstaurar la convivencia y lacontención frente a los intentosde ruptura del pacto. Este modelo,acompañado de la presenciadel Estado, permitiría fortalecerlas relaciones de confianza, lasrelaciones entre vecinos adultosy jóvenes y en general, la eficaciacolectiva comunitaria.
Acuerdos Comunitarios de Convivencia ante la Violencia Armada28
el tiempo, en respuesta a condiciones muy adversas que atentan
contra la vida misma. Al mismo tiempo, si bien las Comisiones se
fundaron como respuesta creativa de urgencia, el modelo de
organización instalado constituye un modelo de organización
comunitaria propia que contando con los recursos y capacidades
de la comunidad permite la prevención social.
En este sentido, es un modelo de organización que posibilita la
solidaridad entre vecinos, el acompañamiento en la crianza de los
hijos, el diálogo como herramienta para instaurar convivencia y la
contención frente a los intentos de ruptura de pacto de los varones.
Es un modelo que permite fortalecer las relaciones de confianza;
las relaciones entre vecinos adultos y jóvenes y en general la eficacia
colectiva comunitaria en oposición a modelos que privilegian la
delación que incrementa la sospecha y la desconfianza o la
delegación a vecinos de labores policiales (Avila, 2009)3
CREATIVIDAD DE URGENCIA Y ESTRATEGIAS EN ACCIÓN.LA EXPERIENCIA DE CATUCHE PARA EL SOSTENIMIENTODE LOS ACUERDOS
Las mujeres a través de las Comisiones establecieron una serie
de estrategias colectivas, que no son más que las capacidades
puestas en acción para movilizarse en virtud del sostenimiento del
pacto y el alcance de un objetivo: garantizar la convivencia pacífica.
El cumplimiento de las estrategias planteadas, en la que la
negociación y el diálogo están presentes, hasta los momentos ha
permitido que las comisiones cumplan su objetivo. Cuando se
presenta un problema entre comunidades, la comisión como actor
intermediario tiende puentes de comunicación; proceden a reunirse
para presentar el caso y una vez teniendo claro el problema, ambas
comisiones pasan a citar al involucrado, le explican el proceso y las
medidas tomadas, y de no cumplir lo establecido, como bien se
acordó en la firma del documento del pacto, éste recibiría sanciones,
que en el peor de los casos, es la denuncia. Las mismas mujeres
explican que cada conflicto tiene su propia forma de ser abordado,
trabajado y resuelto.
Las estrategias puestas en acción por estas mujeres se despliegan
en el fragor de los acontecimientos, es decir en un contexto permanen-
temente cambiante. Se trata de estrategias que se redefinen y reevalúan
sin cesar frente a los múltiples y emergentes desafíos, de cara a las
siempre distintas situaciones concretas que se plantean.
3 Luce pertinente diferenciar la participación comunitaria en labores de prevención social con modelos que privilegianel “vigilantismo”, el desempeño de labores policiales o “redes de inteligencia vecinales”, modelos que se alinean conuna visión autoritaria de la seguridad, que alimentados por el miedo, deterioran la confianza entre vecinos (Avila, 2012).
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Las estrategias utilizadas porestas mujeres son de carácteremergente, se despliegan en elfragor de las emociones yacontecimientos de un contextoen permanente cambio. Apesar de ello y sin perder devista este dinamismo en lasComisiones y el carácter contingente de la situación, sevislumbran unas líneas de acción que guían la contenciónde la violencia y preservacióndel pacto.
Pistas para la Acción 29
Estas estrategias no pueden entenderse como cursos de
acción predefinidos, sino más bien como cursos de acción
emergentes, fraguados en el ardor de las emociones, en la intensa
comunicación y siempre abiertos a la indeterminación. Ahora bien,
de las narrativas de las mujeres pueden distinguirse cursos de
acción, si se quiere, típicos, frente a las más recurrentes tentativas
de ruptura de pacto. Son éstas las que exponemos aquí, no
perdiendo de vista su entrelazamiento en el dinamismo de las
situaciones que se presentan, dicho de otra manera, su contingencia
frente a los siempre cambiantes eventos del contexto y de la vida
comunitaria.
Las estrategias entre mujeres
• Darse apoyo para continuar
• Exigencia recíproca
• Apoyarse en el establecimiento de límites frente a los hijos
• La vigilancia permanente, la intensa comunicación y la
movilización veloz
Las estrategias de las mujeres frente a los varones:
El plano de la acción individual
• Acción personalizada: El vínculo afectivo con los jóvenes en
la vida cotidiana
El plano de la acción colectiva
• Las normas claras
• El uso de la palabra: la negociación y los acuerdos construidos
• La intolerancia y la respuesta rápida frente a las amenazas
de enfrentamientos armados
• Actuar en bloque: a todas no nos van a apachurrar
• Una manera de hablar: decir las cosas claras
• Las amenazas de denuncia
Las estrategias entre mujeres en los encuentros cotidianos
Entre las estrategias que narraron las mujeres para poder
sostener el pacto destacan por un lado, las que apuntan a darse
apoyo para poder mantener el proceso de pacificación en el
tiempo, y por otro, las que permiten en situación movilizarse.
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Acuerdos Comunitarios de Convivencia ante la Violencia Armada30
Darse apoyo para continuar
El mantenimiento del pacto y la energía necesaria para mostrarse movilizadas
y en acción permanente frente a los varones se acumula a la serie de esfuerzos
necesarios para mantener a sus familias. En este sentido, el activismo de estas
mujeres para garantizar la convivencia comunitaria constituye una carga más en
la ya extenuante cotidianidad, algunas de ellas jefas de hogar. El tipo de compromiso
implicado en las comisiones es sumamente demandante, se trata de intervenir en
amenazas de enfrentamientos armados. Frente a estos desafíos, una de las estrategias
que les permite continuar es el apoyo mutuo, las mujeres se acompañan y se
ofrecen soporte afectivo en momentos de dificultad o desánimo.
Este apoyo se activa sobre todo internamente entre las mujeres de las comisiones
de cada sector. La mayoría de ellas guarda vínculos familiares consanguíneos,
adquiridos o de compadrazgo o han crecido juntas y comparten recuerdos de
infancia y de juventud. Pero también, las mujeres han narrado esta tarea del
darse ánimo a las mujeres contrapartes del vecino sector. Como lo narra una
de ellas:
… “una vez duró mucho tiempo la comisión de Portillo sin reunirse, Virginia fue
la que planteó: ‘¡Mira qué está pasando con la comisión de Portillo!’ Vino la otra,
‘¡Es verdad! Nosotras no nos habíamos dado cuenta, no se están reuniendo’. Las
mujeres de aquí, bueno vamos a hacer una cosa, vamos a darle ánimos a las
mujeres de Portillo, hicimos una reunión, y fuimos para allá: ‘¿Qué está pasando,
nos vamos a reunir o no? Nosotras fuimos las que les dimos ánimo a ellas, ellas
nos pasaron una carta a nosotras pero nosotras fuimos hasta allá y les dimos
ánimo, vamos a seguir o no vamos a seguir…”
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Pistas para la Acción 31
El ser un grupo de mujeres, permite alternarse en la faena del
darse ánimo. El poder del “darse ánimo”, funciona, en efecto
como un recurso movilizador que actúa a partir de la acumulación
de energías y voluntades para arrastrar a las otras temporalmente
“desanimadas”:
Paula: “decía Virginia, yo voy a seguir porque yo no quiero que
aquí haya más problemas. Llegaba la otra, yo voy a seguir porque
esto no se puede acabar. Pero otro día Virginia no se sentía
motivada y venía Nancy y le decía ¡yo sí quiero seguir! Ella a lo
mejor calladita ahí y se ponía a pensar. Yo creo que esos espacios
hay que respetarlos, de repente yo hoy no me siento motivada, de
repente yo no me siento con ánimo, pero vamos a buscar entre las
demás que están con ánimos, María, Nancy, Laura, nos unimos
las tres ¡Oye vamos a darle ánimos!”.
El apoyo se ofrece además cuando alguno de los varones
familiares es aquel que está implicado en los “problemas”; las
mujeres constituyen un tejido de solidaridad que les permite
enfrentar a sus varones, como lo narra una de las mujeres, tía de
varios varones armados:
“Pero de verdad yo me siento muy contenta con el grupo, con
el que estoy, he sentido que me han apoyado cuando he necesitado
ese apoyo, ellas han esto ahí. A veces yo les digo: bueno chama,
vamos a denunciarlo, a veces me preguntan: ¿tú estás segura de
que tú puedas hacer eso? Y yo bueno: son 5 contra una, y ellas:
no, no es cuestión de que te sientas allá, somos las seis, y somos
las seis las que tomamos la decisión, y nosotras… y yo: bueno
qué me proponen ustedes, y siempre me han propuesto eso
¡Vamos a darle otra oportunidad, vamos a llamarlos! Siempre ha sido
hasta tres, tres veces, y gracias a Dios han llegado…”
Este apoyo contempla además la flexibilidad y la apertura para
comprender que en ocasiones, las mujeres necesitan un tiempo para
ellas y necesitan retirarse.
Exigencia recíproca
Al mismo tiempo que estas mujeres narran el apoyo que se
otorgan, relatan la exigencia recíproca para precisar a sus varones
en el cumplimiento del pacto:
María: “Y siempre son ellas las que me dicen: Mira María pasó
esto y esto con fulanito de tal, cómo vamos a hacer, aquí hay reglas,
y aquí no es porque sea mi sobrino, o sea mi hijo nos vamos a
salir de las reglas, no. Si hay que actuar, hay que actuar”. Bueno
qué me proponen ustedes, bueno vamos a hacer una reunión, y
El activismo de estas mujeresimplica la exigente tarea de intervenir ante las amenazasde enfrentamientos armados,que se suma a lo extenuantede una cotidianidad plena dedificultades. Por ello el apoyomutuo emerge como un recurso indispensable para elmantenimiento de su compromisocon las Comisiones. El mismorepresenta un tejido de solidaridad que acumula voluntades y energía para animara las mujeres que por momentoscuestionan su continuidad enel grupo, es un mensaje derespaldo que se alterna entreellas y se desarrolla mayormentedentro de cada Comisión. Contempla la flexibilidad paracomprender que en ocasiones,las mujeres necesitan untiempo personal y requieren retirarse.
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La presencia de lazos familiaresentre las mujeres y los jóvenesinvolucrados en las situacionesde violencia, suele generardudas en algunas de ellas almomento de hacer cumplir losacuerdos. Es entonces cuandola exigencia recíproca emergecomo estrategia para reafirmar-las en su tarea de prevención y contención, manteniendo vigente el objetivocolectivo de la convivencia.
Las mujeres madres ejercenuna autoridad colectiva y se presentan ante sus hijos y sobrinos como “miembros de laComisión”, despersonalizandoel conflicto, ampliando la participación de otras mujeresen las acciones de confrontacióny contención. Acumulan así, unmayor poder de influencia parael control y la negociación conlos jóvenes.
Acuerdos Comunitarios de Convivencia ante la Violencia Armada32
vamos a llamarlos, y vamos a darle otra oportunidad, vamos a
hacer una reunión, y a recordarle los pactos que hay, y la firma
que él puso, porque él firmó, y fue uno de los que nos apoyó, y
nos dio hasta ideas”.
Las relaciones pueden pasar por momentos de franca tensión.
Sobre todo cuando uno de los varones cercanos a alguna de ellas
es el implicado en las provocaciones. La denuncia, aunque es una
posibilidad distante, constituye siempre una opción que genera
miedo. Sin embargo, plantear el escenario de miedo y violencia
(re) activado por el eventual cese de las comisiones funciona como
reclamo eficaz en los momentos de desánimo y les exhorta a
continuar en la tarea:
“…incluso a las mujeres de abajo (dice con respecto a las
mujeres de la comisión del otro sector) les he dicho, no podemos
dejar que esto caiga porque si no imagínense ¡el tiro pa’ allá, que
si se metieron aquellos! No podemos dejar eso, y ellas me han
dicho ¡No es verdad Virginia, yo no me voy a salir!”.
Apoyarse en el establecimiento de límites frente a los hijos
Las comisiones constituyen efectivamente una instancia
preventiva al constituir un espacio donde mujeres-madres, la mayoría
sin pareja, pueden apoyarse en la crianza y en establecimiento de
límites frente a sus hijos varones adolescentes.
Frente a las dificultades de ejercer la autoridad como madres
solas, en la Comisión, en compañía de sus pares, las mujeres
madres ejercen una autoridad colectiva, apoyada y sustentada,
tanto en esta identidad colectiva, la Comisión, como en la
capacidad de denunciar.
Virginia: “Tú sabes qué es lo que pasa allá abajo, que por lo
menos yo soy la mamá de Ramón verdad, y Bárbara la tía,
nosotras decidimos unirnos para que él vea también de que la
cosa es en serio, pero allá abajo...”.
En este sentido, presentarse como “miembro de la Comisión”,
frente a sus hijos o sobrinos varones permite interpelarles,
aludiendo que se trata de los compromisos comunitarios que todos
están obligados a cumplir.
Esta estrategia, permite, si se quiere “despersonalizar” el
conflicto, posibilitando la participación de otras mujeres en la
confrontación, adquiriendo mayor peso la presión de la madre en
este juego de equilibrio de fuerzas que constituye el establecimiento
de límites a la acción de los varones jóvenes en el barrio.
Si estas estrategias permiten la sostenibilidad de la acción de
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Pistas para la Acción 33
las comisiones en el tiempo, otras, en el fragor de las relaciones
comunitarias y las provocaciones de los varones se despliegan en
el día a día, en la inmediatez.
Estas estrategias de acción rápida se despliegan en las reunio-
nes extraordinarias, en el caso de los intentos de ruptura de pacto
por parte de los varones.
La vigilancia permanente, la intensa comunicación y la moviliza-
ción veloz
El compromiso de las mujeres con el sostenimiento de la convivencia
comunitaria se traduce en la disposición permanente de observar, y
comunicarse entre ellas para activarse. Así que, en situación, se des-
pliegan una serie de estrategias encadenadas:
La vigilancia permanente, la intensa comunicación y la moviliza-
ción veloz.
La acción en red se traduce en esta intensa comunicación pri-
mero, las mujeres de cada comisión, y luego con las mujeres de la
comisión contraparte. La cercanía física en el vecindario posibilita
esta vigilancia eficaz. Las mujeres se van pasando los mensajes o
corren las voces necesarias para reunirse.
“Entonces cualquiera dice: ‘¡Mira está pasando cualquier
cosa!’ Ella se lo comunica a uno, y uno se lo comunica a todas, o
a cada una: ‘¡Mira si las ves dile que hoy hay una reunión de
emergencia!’ Entonces así nos reunimos, o sea yo veo a Celia y le
digo: ‘¡Mira Celia hay reunión hoy a las 7!’ Si, si, si Viviana la ve y
ya le había dicho a Celia, yo se lo vuelvo a decir. O sea le decimos
es para el viernes, nos vemos el lunes y el viernes es la reunión.
Bárbara: “No, si nosotras vivimos aquí cerca”.
Altagracia: “Yo por lo menos tengo mi puesto ahí, entonces
agarro y ¡mira voy!”
La reunión de emergencia producto de las voces que se corren
en la inmediatez de los eventos y en consecuencia de la moviliza-
ción veloz, constituye la estrategia más clara de interpelación y
control frente a los jóvenes implicados en las provocaciones. Como
se verá, esta estrategia, que comprende la acción femenina en
bloque frente a los jóvenes, constituye una de las herramientas su-
premas en el arduo juego dado en las relaciones de poder cotidia-
nas en este barrio.
Las estrategias de las mujeres frente a los varones:
De acuerdo a los relatos de las mujeres, es necesario distinguir las
estrategias como articuladas en dos planos: el individual y el colectivo.
La comunicación y movilizaciónexpedita fruto de la vigilanciapermanente, que se efectúa através de las “reuniones deemergencia” permiten atajaroportunamente conatos o amenazas de trasgredir la tregua, así como mostrar la firmeza colectiva de las mujeresen el sostenimiento del acuerdo.
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Acuerdos Comunitarios de Convivencia ante la Violencia Armada34
El plano de la acción individual
La acción personalizada: El vínculo afectivo con los jóvenes en la vida cotidiana
Esta estrategia comprende la relación personal que sostienen algunas de las
mujeres con los jóvenes. Se trata de las madres y tías, quienes además de estar
vinculadas familiarmente, mantienen cercanía afectiva y sostienen relaciones de
confianza con los varones. Los jóvenes son sensibles a sus comentarios y estas
mujeres a su vez se responsabilizan individualmente de sus varones parientes.
Aquí se trata de un control social por cercanía afectiva, por compromiso recíproco
de mujeres y varones vinculados familiarmente.
Las mujeres integrantes de la comisión, aquellas con vínculos familiares
confrontan entonces a sus varones cercanos:
“…uno tiene que darle la vuelta al muchacho y metérsele poco a poco. A
veces me ha tocado olvidarme de que son mis sobrinos y duele enfrentarlos, y
decirles: ‘¡Bueno si tú no te pones, como decir, en el carril, a tí se te va… hasta
yo voy a firmar! ¿Me entiendes? Que por tí, yo voy a perder a 4 o 5 más, entonces
no se puede. Porque tú no vas a venir, porque tú estás… me disculpas la pala-
bra… que tú estés jodiendo por allá, y estén los muchachos tranquilos aquí,
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Pistas para la Acción 35
entonces vengan a buscarte a ti y jodan a más de uno’.Y hay que
ponérsele, un poco dura a veces”.
Las mujeres que despliegan esta estrategia lo hacen desde la
ascendencia; estas mujeres destacan la confianza de la que son
acreedoras frente a los varones y el reconocimiento mutuo
expresado en el respeto.
Estas mujeres cumplen un rol fundamental en la Comisión
pues constituyen el enlace con los varones, legitimado por la
confianza y los vínculos familiares así como la vivencia de largos
años de cercanía.
En efecto, cuando conversamos con los varones, este enlace
particular es subrayado. Especialmente remarcaron la relevancia
de la confianza y la particularidad de las estrategias femeninas
puestas en acción: las mujeres-madres aconsejan, no atacan.
Oscar comentó:
Oscar: “Viviana, ¡excelente! Me apoya a mil por ciento en todo, en
todo, todo, para todo lo bueno. Mi tía nunca me ha criticado nada, mi
tía siempre aconsejando a uno, nunca ha atacado a uno ¡mira que tú,
que consumías, que tu que esto que! No nada, siempre bien”.
Son estas mismas mujeres las que son confrontadas particularmente
por sus compañeras de Comisión, como exploramos anteriormente. Se
trata de ejercer presión sobre estas mujeres constriñéndolas a
responsabilizarse para así, a su vez ellas, desde la posición de
ascendencia, ejercer presión sobre los varones para el respeto del
pacto. De nuevo, esta situación genera tensiones y malestares
entre las mujeres.
Las estrategias colectivas en situación frente a los varones
Estas estrategias aluden a la acción en redes de las mujeres
que les permite actuar coordinada y conjuntamente para presentarse
en “bloque” frente a los varones. Se trata de ostentar el poder
femenino de la acción conjunta y de allí la importancia del componente
dramático en situación. Se desenvuelve a través de un rito o
“juego de equilibrio de fuerzas”: las mujeres mayores en bloque
frente a los varones más jóvenes y armados. Se trata de “defender”
un pacto explícitamente definido, por común acuerdo y estampado
con las firmas. A partir de esta claridad normativa se forjan, en el
fragor de la cotidianidad, las estrategias de acción
colectivas.
Las normas claras
La eficacia del pacto, a pesar de todas las dificultades y fragilidades
Las mujeres que ostentan vínculos familiares con los jóvenes cumplen un rol fundamental en las Comisiones,pues constituyen un puente natural con ellos, legitimado porla confianza y la vivencia de largos años de cercanía. Los jóvenes son sensibles a los comentarios y consejos queemiten como mujeres madres,logrando un control social a través de la relación afectiva ypersonal.
En el escenario de las estrategiascolectivas el juego de poder seestablece entre la acciónconjunta, en bloque, de lasmujeres frente a los jóvenes varones armados.
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Para preservar los acuerdos establecidos ha sido fundamentalla claridad de las normas compartidas, junto a la firmeza,compromiso y determinaciónque han demostrado las mujerespara hacerlas respetar. Una estrategia simbólica que permitiófortalecer esa postura consistióen realizar el registro escrito delos acuerdos, el acta, en la quese estamparon las firmas y elnúmero de cédula de los participantes. Esta sirve comoprueba del consenso y permitecuestionar las desviacionesfrente al acuerdo colectivo.
Acuerdos Comunitarios de Convivencia ante la Violencia Armada36
se vincula con la claridad en las normas compartidas, con el com-
promiso y determinación de las mujeres en no “querer más tiros“,
en “no querer más muertes”. En esa convicción, en ese apego a la
vida, y en la tranquilidad alcanzada con tanto esfuerzo, se arraiga
la firmeza del pacto y el contundente rechazo a los enfrentamientos
armados.
El mensaje de las mujeres es claro hacia los varones: “Porque
la gente de abajo, en la primera reunión que estuvimos, y lloramos
todas aquí, dijeron: “ustedes echan plomo y los denunciamos, y
nosotros también decíamos: ustedes echan plomo y los denunciamos.
Por eso fue que se calmó…”.
A lo largo de las conversaciones que tuvimos con las mujeres,
así como en sus relatos sobre los sucesos y encuentros con los
varones, aparece insistentemente la explicitación de esta voluntad,
teñida de reivindicación alcanzada fruto de una lucha por la mejoría
de las condiciones de vida. Adviértase en el relato de María, una
de las tías de los jóvenes:
“Él me escuchó: ‘¡O te montas por el carril o firmas! O vamos a
firmar o vamos a denunciarte porque no es posible que tanto
esfuerzo que hemos hecho nosotras, para que tú vengas con una
lucecita o porque tú te metas para allá, y estés rompiendo las
reglas con las cuales tú estuviste de acuerdo y que nosotros
propusimos. Es tanto así, que algunas se nos escaparon, y ustedes
nos propusieron alguna de esas. Ustedes lo leyeron y ustedes lo
firmaron, entonces tienes que tener responsabilidad’. Entonces él
por respeto, no me contestaba ni nada, pero ellos veían la presión.”
Una de las estrategias simbólicas fundamentales ha sido poner
por escrito los acuerdos, agregar los números de cédula de los
implicados y firmar. Se trata pues del sello de la palabra escrita, la
explicitación del consenso y compromiso con el pacto. Se trata de
darle “peso” a los acuerdos, el peso de las leyes. Javier, uno de los
varones hablaba de las leyes instauradas por las mujeres para
solucionar los problemas:
Javier: “Empezaron las reuniones estas aquí. Las madres
empezaron, con la ayuda de Doris y broma ¿no? Pa’ planear esto y
fueron sacando cosas así como... como te digo... como las leyes
para parar... para que no siguieran los líos pues…”
Asimismo, los acuerdos escritos y el registro del número de
identificación de los varones también sustenta la eficacia potencial de
una denuncia: es de conocimiento común que en una denuncia formal
se provee el número de la cédula del implicado a las autoridades, y se
sabe que esta denuncia se almacena en la base de datos de los
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“solicitados” siempre disponible. Así, de ser detenidos y evidenciarse que están
“solicitados” se los pueden llevar y efectivamente ser encarcelados.
El uso de la palabra: la negociación y los acuerdos construidos
Uno de los aspectos más originales de esta experiencia es precisamente el
uso de la palabra, el reconocimiento mutuo y el diálogo como medio para
establecer la convivencia y cese al fuego —lo que no le exime de tensiones,
conflictos y en general, toda la complejidad de la convivencia, más aún en
contextos de desamparo y profusión de armas—. Esta experiencia revela que el
reconocimiento, la empatía y la férrea voluntad de convivir sin violencia se muestran
mucho más fructíferos que la venganza y la violencia.
En efecto, son las mujeres las que han asumido la responsabilidad de la
convivencia comunitaria, apalabrando entre ellas y con los varones; las que
constriñen a los jóvenes a adherirse a la palabra dada por ellos. Así, la importancia
de las normas claras viene acentuada además por el valor que otorgan los propios
jóvenes a “su palabra”, como narraron las mujeres. Se trata de comprometer al
joven a anclarse en lo más humano, el peso de la palabra y el compromiso
apalabrado de limitar la violencia:
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El uso preferencial del diálogo yla negociación favoreció laplena incorporación de los jóve-nes en el establecimiento de losacuerdos, quienes se sintieronreconocidos, escuchados y valora-dos como personas e interlocu-tores, lo cual fortaleció lalegitimidad de la tregua.
En el día a día de la comunidadlas mujeres de las Comisionessuelen estar observantes de losjóvenes y realizan intervencionespuntuales ante posibles accioneso gestos que ponga en juego elcese al fuego.
“Independientemente yo digo, bueno yo digo no, así fue allá
abajo, eso fue como una fuerza para ellos, me entiendes, de que
ellos sí tenían… y la palabra de ellos era para ellos muy importante.
Que digan una palabra eso es muy importante para ellos, que de
repente ellos digan: ¡Nosotros no vamos a alumbrar! y para ellos
va a ser muy fuerte que ellos no alumbren y nosotros los señalemos,
porque ellos están dando su palabra, y en su mundo la palabra de
ellos es muy importante…”.
Así, uno de los aspectos fundamentales que hace original a
esta experiencia, es el reconocimiento de los jóvenes como interlo-
cutores, y de allí la voluntad de alcanzar acuerdos negociados. Las
narraciones sustentan con profusión la participación de los varones
en la definición de los acuerdos y de allí la importancia simbólica
de estampar su firma.
El acuerdo de los varones, es un componente que le otorga
legitimidad al pacto y es destacado por las mujeres en sus discusiones
con los varones como estrategia fundamental para exigir el respeto
al pacto.
Si el uso de la palabra y el diálogo son estrategias fundamentales,
otras que generan tensión, incomodidad, y en situación intensas
emociones como la rabia, la interpelación enérgica, las amenazas,
serán desplegadas por estas mujeres en el arduo esfuerzo de
sostener la convivencia.
La intolerancia y la respuesta rápida frente a las amenazas de
enfrentamientos armados
Una de las estrategias desplegadas por las mujeres para sostener
el pacto entre ellas constituye la vigilancia permanente, la intensa
comunicación y la movilización veloz, frente a los varones, ésta se
traduce en la respuesta rápida y la explícita intolerancia frente a
las provocaciones de ruptura del pacto.
“Y siempre hay alguien aquí, por decirte está Virginia, está
Bárbara, que ven las cuestiones. Ven y dicen: ‘¡Mira hiciste esto y
esto!’ Entonces si de repente ellos le salen con aquella grosería, ya
ellos están abusando, se están saliendo del carril. Se hace una
reunión, se cita a esa persona: ‘¿Por qué tú hiciste eso? Si no
quieres que te reclamen, no lo hagas porque tú sabes que aquí no
está permitido’…”
Así, las mujeres que viven en el barrio, en espacios privilegiados
para observar, narran que se la pasan pendientes y nos relataron
múltiples eventos en los cuales ellas mismas increpan a los jóvenes.
Este estar pendientes, así como la cercanía y la densidad de las
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relaciones en el barrio, es lo que, como apuntamos con anterioridad, permite
jugar con la reputación del joven y posibilita la movilización en bloque para las
reuniones de interpelación.
Actuar en bloque: a todas no nos van a apachurrar
El “actuar en bloque” es una estrategia expresiva fundamental en el pacto y
constituye, en efecto, la dramatización en las demostraciones de poder. El estar
juntas, unidas, abre, en situación la posibilidad de enfrentar la asimetría frente a
varones armados. Este poder acrecentado y dado por la acción conjunta es
subrayado de manera importante por las mujeres y es evidente en sus relatos la
conciencia del “juego de fuerza” con los varones.
Bárbara: “si estamos unidas tenemos que salir todas, porque claro a una sola
persona la van a apachurrar, pero a todas no nos van a apachurrar, yo siempre lo
he dicho”.
I: “Apachurrar es que los chamos digan que esta puso una denuncia y…”
Bárbara: “sí claro a una sola persona lo puede hacer, pero todas ¡uf! …”
La vigilancia permanente, la intensa comunicación y la movilización veloz de
las doce mujeres, desencadenan en esta poderosa “presión” que ejercen sobre
los varones, como destacaron con mucho énfasis en sus relatos. Y este poder
adquirido por las mujeres en conjunto es reconocido por los varones, como
expresó Alberto, uno de los varones que entrevistamos:
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La efectividad del actuar en bloque requiere un componentede teatralidad y de expresiónacentuada por parte de las mujeres. Un escenario fundamental constituye los espacios de encuentro donde los jóvenes son interpeladospor las mujeres mediante eldespliegue de un arsenal dramático, evidenciado en lamanera de hablar, contundentey amenazante, de entonaciónfuriosa y firme, orquestada en bloque por el colectivo de las mujeres, que revela la contundencia de sus intencionesfrente a los intentos de infringirel pacto.
“No, entonces… la mente de nosotros no es de buscar
problemas, ni de robar, ni de estar matando a nadie, porque…
bueno ¡yo no crecí con esa mente! Aquí sí estaban los malandros
de antes y bueno, ellos hacían lo que ellos hacían, y uno ni
pendiente, me entiendes, ¡pero nosotros tampoco nos podíamos
dejar joder por ellos pues! Entonces ya nosotros estábamos
armados, ya la mente de nosotros nos estaba cambiando que era
¡bueno somos nosotros o son ellos! Y llegó un momento que…
llegó así, que llegó de la noche a la mañana, así como que…
salieron unas mujeres aquí, se reunieron con la gente de aquí,
con Doris, empezaron a hacer reuniones para calmar los
problemas, ¿me entiendes? Llegaron a un acuerdo, que el que se
metiera pa’l barrio, a echar plomo y broma, lo iban a denunciar y
veían que iban a hacer con él, ¿me entiendes?….”.
En este rito de demostración de fuerzas, resulta fundamental el
componente dramático, teatral de “ostentar” “mostrarse unidas” y
las mujeres narran con vehemencia la importancia del ser vistas
en acción juntas, en reunión por parte de los varones:
Laura: “Eso era, las primeras reuniones eran una aquí y una
allá, para que los muchachos vieran que estábamos juntas, que
nos estábamos uniendo, y vieran que no le teníamos miedo, que
ellos hacían lo que nosotras decíamos… o se atenían a las
consecuencias porque ya…”.
Las reuniones constituyen así la escena fundamental de
interpelación. Y, como narran las mujeres, será necesario, en
situación hacer un despliegue de un arsenal dramático (la manera
de hablar; las amenazas) que revela la contundencia de sus
intenciones frente a los intentos de infringir el pacto. Y tenemos
que subrayar que esta puesta en escena de una furia que se vis-
lumbra devastadora por parte de mujeres orquestando su acción
en bloque, se refleja en la intensidad de las emociones experimen-
tadas en situación. El miedo siempre está presente: “el susto”, “los
nervios” como refieren ellas, se repiten profusamente y constituyen
el vocabulario de emociones que colman las narraciones de los
encuentros con los jóvenes.
Una manera de hablar: decir las cosas claras
Una de las estrategias dramáticas fundamentales constituye
la manera de hablar y las mujeres subrayaron repetidamente la
importancia de esta herramienta; se trata de dejar en evidencia la
contundencia de sus intenciones.
La relevancia de la manera de hablar, para las mujeres se les
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hace evidente cuando constatan que, en efecto, tiene los resultados esperados.
Se trata de experimentar los efectos del ejercicio del poder en caliente, en el sitio,
a través del constreñimiento de los jóvenes a plegarse a sus exigencias: los
jóvenes “se cohíben de volverlo a hacer“.
Celia: “No, ellos no nos faltan el respeto así, escúchame, pero a veces hay
que decirles las cosas claras, no es que ‘¡Ay mira papito, mi amor!’ No las cosas
claras para que ellos entiendan. Si no van a decir ‘¡Con ellas se puede jugar la
pelota, con ellas se puede jugar la pelota porque mira como nos dicen las cosas!’
A veces uno tiene que poner carácter.”
Jenifer: “Entonces si uno les habla, como dice Celia, directo, ellos van a
decir: ‘Esto no es un juego, esto es una alerta que nos están diciendo que no hay
que volverlo a hacer’, entonces se cohíben de volverlo a hacer.”
Esta estrategia, al estar preñada por el esfuerzo dramático aleccionador,
constituye una de las más visibles, y así lo destacan los varones. Carlos, uno de
los jóvenes de Portillo señaló:
“Ellas lo que hacían era que cada vez que se armaba un lío le hablaban claro
en su cara… al loco le decían que si seguía prendiendo el lío, bueno triste por él,
que ellas no se la iban a seguir calando pues… que no se podía bajar ni siquiera
pasar, e igual nosotros…”.
La manera de hablar “directo” “fuerte”, permite a las mujeres mostrarse en
bloque, con intenciones irrebatibles.
Las amenazas de denuncia
La amenaza de denuncia en el marco de las reuniones comunitarias constituye
una estrategia extrema utilizada por las mujeres cuando los varones han infringido
sistemáticamente los acuerdos comunitarios.
Este asunto de la denuncia es uno de los que genera las mayores inquietudes
para varias de las mujeres al ser ellas las madres o tías de los varones implicados.
Constituye además una fuente de tensión entre ellas: las mujeres se debaten
entre la denuncia como estrategia de control efectiva o fuente de ruptura en la
relación con sus varones.
Ellas dicen: “¡Bueno! ¡Denuncia, denuncia!”
I: “¿Una denuncia formal?”
Jenifer: “No hemos tenido, no con los de aquí, pero sí hemos tenido con los
de allá arriba, e incluso los muchachos han ido. Por ejemplo, Luis Manuel y se le
dijo: ‘¡Mira ya van dos veces, ya no van a haber más oportunidades, la vuelves a
hacer y ya sabes que tanto nosotras de la Comisión, como las de allá, te vamos a
denunciar!’ Ellos quedan como que ‘¡Oye estas no están jugando!’ O sea el
semblante que ellos hacen es como asustados y que cónchale ahora sí…”
Y si pareciera que la amenaza de denuncia constituye uno de los recursos
más poderosos para inhibir a los jóvenes de infringir los acuerdos, ésta les
produce confusión y se revela la imposibilidad de denunciar.
41Pistas para la Acción
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La amenaza de denunciar alos jóvenes que pudieran estarinfringiendo los acuerdos esuna de las estrategias que genera mayor inquietud y ambivalencia en las mujeresde las Comisiones, pues interpretan que a través deella logran cierto control efectivo, pero su concreciónpudiera generar una rupturaen la relación con los jóvenes.Si bien se considera como laúltima medida a utilizar, suinminente implementacióngenera confusión y dudas, porel vínculo afectivo que existecon los jóvenes y también porla desconfianza en las instituciones encargadas deejecutar los procedimientosasociados a la denuncia. Enconsecuencia, la imposibili-dad de llevar adelante esta acción tiende a debilitar lacredibilidad de las Comisiones.
Esta incapacidad de pasar al acto y denunciar, por las tensiones que implica,
por el miedo de que apresen a los propios hijos, por la desconfianza y lejanía con
las instituciones, se revela como una amenaza a la credibilidad de las Comisiones,
y tanto las mujeres como los varones lo expresaron.
Las tensiones experimentadas con respecto a la denuncia revela la fragilidad
del pacto y las enormes tensiones vividas por estas mujeres cargadas adicionalmente
con el peso de velar por la convivencia en sus vecindarios; divididas entre el
compromiso de establecer límites y la lealtad hacia sus varones familiares.
Hasta aquí nos hemos centrado en las prácticas desplegadas por las mujeres
para el sostenimiento del pacto de cese al fuego.
A pesar de que cada estrategia tiene su aporte especial al objetivo principal,
cada una a su vez refuerza a las otras, funcionando así como la conjunción de
diferentes acciones entramadas que producen un resultado final: las Comisiones
de convivencia como proceso de eficacia colectiva contra la violencia.
Queremos de nuevo hacer énfasis en que las prácticas aquí detalladas, si
bien, tal como las hemos develado de los relatos de las mujeres, revelan alguna
regularidad, ameritan la coordinación y puesta en relación de las mujeres y de
éstas con los varones, y se expresan en el logro colectivo del mantenimiento del
pacto, también es fundamental no olvidar que se trata de prácticas contingentes,
forjadas en el calor de los acontecimientos en cada ocasión.
42 Acuerdos Comunitarios de Convivencia ante la Violencia Armada
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43Pistas para la Acción
Los desafíos de participar en la Comisión son importantes, una delas estrategias que les permite continuar es el apoyo mutuo, lasmujeres se acompañan y se ofrecen soporte afectivo en momentosde dificultad o desánimo.
El ser un grupo de mujeres, permite alternarse en la faena deldarse ánimo. El poder del “darse ánimo”, funciona, en efecto comoun recurso movilizador que actúa a partir de la acumulación deenergías y voluntades para arrastrar a las otras temporalmente“desanimadas”.
Entre las mujeres, plantear el escenario de miedo y violencia (re)activado por el eventual cese de las comisiones funciona como reclamo eficaz en los momentos de desánimo y les exhorta a continuar en la tarea.
Frente a las dificultades de ejercer la autoridad como madres solas,en la Comisión, en compañía de sus pares, las mujeres madresejercen una autoridad colectiva, apoyada y sustentada, en estaidentidad colectiva.
Presentarse como “miembro de la Comisión”, frente a sus hijos osobrinos varones permite interpelarles, aludiendo que se trata delos compromisos comunitarios que todos están obligados a cumplir.Esta estrategia, favorece, si se quiere a “despersonalizar” el conflicto,posibilitando la participación de otras mujeres y adquiriendo mayorpeso la presión de la madre en este juego de equilibrio de fuerzasque constituye el establecimiento de límites a la acción de los varones jóvenes.
El compromiso de las mujeres con el sostenimiento de la convivenciacomunitaria se traduce en la disposición permanente a observar, ycomunicarse entre ellas para activarse. La cercanía física en el vecindario posibilita esta vigilancia eficaz. Las mujeres se van pasando los mensajes o corren las voces necesarias para reunirse.La reunión de emergencia producto de las voces que se corren enla inmediatez de los eventos y en consecuencia de la movilizaciónveloz, comprende la acción femenina en bloque frente a los jóvenes, constituye una de las herramientas supremas en el arduojuego dado en las relaciones de poder cotidianas en este barrio.
Darse apoyo para continuar
Exigencia recíproca
Apoyarse en el establecimiento de límites frente a los hijos
La vigilancia permanente, la intensacomunicación y la movilización veloz
LAS ESTRATEGIAS DE APOYO ENTRE MUJERES Y LAS ESTRATEGIAS DE CONTENCIÓN FRENTE A LOS VARONES
LAS ESTRATEGIAS ENTRE MUJERES
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44 Acuerdos Comunitarios de Convivencia ante la Violencia Armada
Esta estrategia comprende la relación personal que sostienen algu-nas de las mujeres (madres, tías, madrinas) con los jóvenes. Los jó-venes son sensibles a sus comentarios y estas mujeres a su vez seresponsabilizan individualmente de sus varones parientes. Aquí setrata de un control social por cercanía afectiva, por compromiso re-cíproco de mujeres y varones familiares. Estas mujeres cumplen unrol fundamental en la comisión pues constituyen el enlace con losvarones, legitimado por la confianza y los vínculos familiares, asícomo la vivencia de largos años de cercanía.
La eficacia del pacto, a pesar de todas las dificultades y fragilida-des, se vincula con la claridad en las normas compartidas, con elcompromiso y determinación de las mujeres en "no querer mástiros", en “no querer más muertes”. Una de las estrategias simbóli-cas fundamentales ha sido poner por escrito los acuerdos, agregarlos números de cédula de los implicados y firmar. Se trata del sellode la palabra escrita, la explicitación del consenso y compromisocon el pacto. Se trata de darle “peso” a los acuerdos.
Uno de los aspectos más originales de esta experiencia es precisa-mente el uso de la palabra, el reconocimiento mutuo y el diálogocomo medio para establecer la convivencia y cese al fuego —lo queno le exime de tensiones, conflictos y en general, toda la compleji-dad de la convivencia, más aún en contextos de desamparo y pro-fusión de armas. Así, la importancia de las normas claras vieneacentuada además por el valor que otorgan los propios jóvenes a"su palabra”, como narraron las mujeres.
Las mujeres que viven en el barrio, en espacios privilegiados paraobservar, narran que se la pasan pendientes y ellas mismas incre-pan a los jóvenes. Este estar pendientes, así como la cercanía y ladensidad de las relaciones en el barrio, es lo que, permite jugar conla reputación del joven y posibilita la movilización rápida y en blo-que para las reuniones de interpelación.
El estar juntas, unidas, abre, en situación, la posibilidad de enfren-tar la asimetría frente a varones armados. Este poder acrecentado ydado por la acción conjunta es subrayado de manera importantepor las mujeres y es evidente en sus relatos la conciencia del“juego de fuerza” con los varones. Las reuniones constituyen así laescena fundamental de interpelación y será necesario actuar demanera de revelar la contundencia de sus intenciones frente a losintentos de infringir el pacto.
Acción personalizada: El vínculo afec-tivo con los jóvenes en la vida coti-diana.
Las normas claras
El uso de la palabra: la negociación ylos acuerdos construidos.
La intolerancia y la respuesta rápidafrente a las amenazas de enfrenta-mientos armados.
Actuar en bloque: a todas no nos vana apachurrar
LAS ESTRATEGIAS DE LAS MUJERES FRENTE A LOS VARONES
El plano de la acción individual
El plano de la acción colectiva
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A pesar de que cada estrategia tiene su aporte especial al objetivo principal, cada
una a su vez refuerza a las otras, funcionando así como la conjunción de
diferentes acciones entramadas que producen un resultado final: las comisiones
de convivencia como proceso de eficacia colectiva contra la violencia.
Las prácticas aquí detalladas si bien revelan alguna regularidad, ameritan la
coordinación y puesta en relación de las mujeres y de éstas con los varones, y se
expresan en el logro colectivo del mantenimiento del pacto, también es
fundamental no olvidar, que se trata de prácticas contingentes, forjadas en el
calor de los acontecimientos en cada ocasión.
45Pistas para la Acción
La manera de hablar “directo” “fuerte”, permite a las mujeres mos-trarse en bloque, con intenciones contundentes. Esta estrategia, alestar preñada por el esfuerzo dramático aleccionador, constituyeuna de las más visibles, y así lo destacan las mujeres y los varones.
La amenaza de denuncia en el marco de las reuniones comunita-rias constituye una estrategia extrema utilizada por las mujerescuando los varones han infringido sistemáticamente los acuerdoscomunitarios.
Una manera de hablar: decir lascosas claras
Las amenazas de denuncia
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46 Acuerdos Comunitarios de Convivencia ante la Violencia Armada
El resguardo de los acuerdosde convivencia exigen el sostenimiento de una potentered de vecinos comunicándosey movilizándose y dispuestos ainterpelar de modo permanentea los jóvenes. La potencia deesta red y su sostenimiento enel tiempo, en medio de las adversidades y la dureza deltrabajo, depende a su vez deuna red de aliados que, consu soporte, permiten que eltejido siga “resistente”.
Ahora, si en la escena de confrontación se presentan funda-
mentalmente las mujeres y los varones, la construcción y sosteni-
miento del pacto ha sido el resultado de un largo proceso en el
tiempo de preparación. Comprende el encuentro de una diversidad
de actores que se han implicado activamente, cada uno aportando
desde sus posiciones y recursos, a mantener tensa y compacta
esta red de contención.
LOS RECURSOS SOCIALES, MATERIALES Y CULTURALESLas comisiones de convivencia maniobran como redes de
contención frente a las amenazas de violencia armada de los jóvenes
en el barrio. Esta contención efectiva exige el sostenimiento de una
potente red de vecinos comunicándose y movilizándose y dispuestos
a interpelar de modo permanente a los jóvenes.
La potencia de esta red y su sostenimiento en el tiempo, en
medio de las adversidades y la dureza del trabajo, depende a su
vez de una red de aliados que, con su soporte, permiten que el
tejido siga “resistente”. Así, alrededor de las Comisiones se reúnen
y se entrelazan distintas redes sociales que coinciden y se comprometen
a partir de la diversidad de sus intereses, perspectivas sobre las
relaciones sociales, y recursos, con el cese al fuego.
Los recursos sociales
Las redes sociales entendidas de manera general como patrones
de relaciones de intercambio y de comunicación sostenidas entre
grupos o colectivos de personas, se advierte con recurrencia en las
narrativas de las mujeres cuando dan cuenta de sus acciones en
el seno de la comisión. En palabras de una de las mujeres al
evocar la constitución de las Comisiones:
“…los miembros de la Comisión de convivencia íbamos a ser el
canal de comunicación, entre esta problemática, por ejemplo
surgía algún problema, en alguno de los sectores con alguno de
los muchachos del otro sector, se le iba a plantear a la Comisión
de convivencia, y esta se iba a reunir a plantear la problemática, y
se iba a solucionar. Si reincidía ya se iba a tomar medidas más
fuertes, por ejemplo la denuncia…”.
En esta perspectiva entendemos las redes sociales como
portadoras de recursos sociales en sí mismos: apoyo mutuo;
soporte ante las dificultades, acompañamiento en la crianza de los
hijos; compromiso en el sostenimiento del pacto; capacidad de
ejercer presión y la movilización que conlleva.
Los recursos sociales portados por las redes sociales vienen
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47Pistas para la Acción
Las redes sociales pueden entenderse como patrones derelaciones caracterizados porel intercambio y la comunica-ción sostenida entre grupos ocolectivos de personas. En elcaso de las Comisiones deConvivencia las redes propor-cionan una serie de recursosdados en la alianza con otrasfiguras e instituciones queconsisten en: apoyo ante lasdificultades, acompañamientoen la crianza de los hijos,compromiso en el sostenimientodel pacto y capacidad de movilización.
dados por aquellos aliados que han abierto el horizonte para
concebir que, en medio de la violencia armada, el reconocimiento
recíproco y el diálogo constituyen la vía para construir convivencia.
Se trata pues de aquellas figuras que han introducido nuevos
significados y las oportunidades y apoyos materiales para forjar la
convivencia.
La presencia de estos aliados, las ayudas reales que han sido
capaces de proveer y su compromiso afectivo con las mujeres y
con la convivencia constituyen los fundamentos que posibilitarán
el proceso de transformación, su sostenibilidad en el tiempo y la
superación de dificultades.
Entre estos aliados se encuentran figuras fundamentales que
otorgan acompañamiento afectivo, producen espacios de reflexividad
y están allí de modo permanente para animar. Catuche contó con
la figura de un sacerdote, una coordinadora comunitaria de Fe y
Alegría y la presencia de psicólogos que acompañan a esta
coordinadora.
Un activismo histórico y el promotor del diálogo
El Sacerdote Jesuita José Virtuoso es una persona querida y
respetada en el barrio, a la cual se le reconoce un largo trabajo de
activismo constante. El Padre Virtuoso desde un principio reconoció
que la integración de los jóvenes involucrados en el conflicto
armado era fundamental para solucionarlo, y así lo recuerda él
mismo, cuando a finales de la década de los ochenta tuvo que
entrar al barrio y dialogar con los jóvenes para iniciar el trabajo
pastoral.
Este personaje es un actor fundamental en la movilización y es
quién impulsa muy tempranamente una marcha por la paz la cual
culmina en la celebración de misa que contó con la asistencia de
un número importante de personas de la comunidad. En esa
marcha, se convocó a todos los habitantes a comprometerse con
el cese de la violencia y el desafío constituía atravesar sectores por
donde ya no se podía transitar por la acción de bandas armadas
enfrentadas.
Este mismo sacerdote es el promotor de la idea de comenzar a
“dialogar” con los jóvenes de uno y otro sector para establecer un
acuerdo y comienza a actuar en correspondencia. Así, como
antecedente a las Comisiones de Convivencia, y posterior a la
marcha por la paz, se recuerda la organización de una mesa de
diálogo con los jóvenes de los sectores, en la cual el Padre Jesuita
sirvió como mediador. En ese entonces se firmaron acuerdos con
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48 Acuerdos Comunitarios de Convivencia ante la Violencia Armada
La coordinadora comunitariade Fe y Alegría en Catuche seha convertido en una guía permanente para las mujeres delas Comisiones. Es consideradauna facilitadora imparcial,pues no se identifica con ningunode los grupos en conflicto, loque le permite conservar su legitimidad como figura mediadora. Ella proporcionaun control que resguarda lasrelaciones entre las mujeres,siempre cargadas de muchatensión por los vínculos familiares con los jóvenes enconflicto. Esta contribuye en elsostenimiento de los acuerdosbuscando y llamando a las mu-jeres para asegurar su presen-cia en las reuniones de laComisión, recordando la necesidad y los beneficios decumplir con el pacto, dandoseguimiento a la actividad delas mujeres, pero también animándolas en los momentosde fatiga.
los jóvenes pero no se sostuvieron en el tiempo.
También, fue por designio del Padre Virtuoso la presencia de
Doris, la coordinadora comunitaria, con la misión expresa de
construir convivencia. Esta presencia ha sido, y continúa siendo
fundamental en el establecimiento y sostenibilidad del proceso de
cese al fuego.
Actualmente este sacerdote continúa siendo un actor fundamental
en el sostenimiento del pacto, por un lado a través de la palabra en las
misas que todavía oficia en la comunidad, así como a través de la
conversación permanente con la coordinadora comunitaria. Su
presencia y compañía otorgan pleno sentido y reiteran el compromiso
afectivo permanente a la actividad de la promotora comunitaria.
La coordinadora comunitaria: la señora que formó las comisiones
La coordinadora comunitaria constituye un aliado fundamental
en el proceso y trabajo cotidiano comunitario, además mantiene
una presencia y es guía permanente del maniobrar de las comisiones.
Esta persona, que figura como coordinadora comunitaria
vinculada a Fe y Alegría, organización que ha ganado espacios de
confianza entre los habitantes del barrio, constituyó una presencia
fundamental para promover y facilitar el encuentro inicial entre las
mujeres, y entre las mujeres y los jóvenes, y aún hoy es una
importante acompañante para el sostenimiento de los acuerdos
en el tiempo. Es considerada como una facilitadora imparcial. La
importancia de mantenerse imparcial y no ser identificada como
parte de ninguno de los grupos en conflicto la ha hecho conservar
su legitimidad, característica fundamental de la figura de mediadora.
La coordinadora se ha constituido en una aliada fundamental
para promover las reuniones —lo que implica, buscar a las
mujeres, llamarlas, asegurar su presencia en las reuniones de la
Comisión— hacer cumplir los acuerdos, dar seguimiento, animar
y motivar frente a períodos de fatiga.
Doris ha desempeñado un rol central en la gestión de los
conflictos entre las mujeres dentro de cada Comisión y entre las
Comisiones, así como en los conflictos con los jóvenes, promoviendo
permanentemente el encuentro. En ese sentido, la coordinadora
comunitaria constituye también una figura de control al resguardar
las relaciones entre las mujeres, a veces llenas de tensión por los
vínculos familiares con los jóvenes en conflicto. Constituye también
una figura de control al mantener vivo el compromiso afectivo con
las mujeres y a partir de este ejercer ascendencia.
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49Pistas para la Acción
El establecimiento de alianzascon instituciones externas a lacomunidad ha sido clave parafortalecer el activismo socialen Catuche.
Las Organizaciones que hacen vida en la comunidad
El barrio “Catuche” tiene una larga historia de activismo social
y comunitario, y en ella, la participación de diversos actores ha
sido una constante. Esto ha generado una dinámica de participación
comunitaria impulsada y fortalecida por organizaciones guberna-
mentales, universidades que han ayudado a satisfacer necesidades
básicas a través de diversos servicios sociales (educación, asistencia
psicológica, salud, urbanismo, etc.), brindando a las personas
herramientas a través de las cuales se puedan promover y concretar
acciones colaborativas para la transformación social y solución de
los problemas comunitarios.
Organizaciones como Fe y Alegría, el Centro Gumilla y universidades
como la Universidad Católica Andrés Bello y la Universidad Central
de Venezuela han trabajado de la mano con la comunidad, y
abriendo paso a iniciativas comunitarias, como las Comisiones de
Convivencia, tal como se discutió en la segunda parte de este
documento.
Los varones en las redes clandestinas de un sector
La participación de los jóvenes en los acuerdos es uno de los
relatos que insistentemente aflora cuando las mujeres evocan las
reuniones fundacionales del pacto y de las Comisiones.
Al conversar con los jóvenes, es notable la reivindicación por el
protagonismo en el sostenimiento del pacto que se adjudican los
varones:
Enrique: “Es que sí se puede, o sea sí es entendible, la
Comisión tiene su función, pero la mayoría de las veces somos
nosotros”.
Javier: “En realidad, si nosotros no quisiéramos todo esto, lo
que hemos construido, lo poco que hemos construido, si nosotros
en verdad no hubiésemos querido nada, no se da nada”.
La relación de las mujeres y los varones en Portillo, se teje en
esa ansiedad cotidiana. Los varones reivindican una autoría y el
protagonismo en el sostenimiento del pacto y la relación se juega
en la tensión de las reuniones de confrontación, pero también en
la voluntad de tejer encuentros y reuniones donde cada uno
participa en eventos que cementan las relaciones comunitarias,
como limpiezas colectivas o proyectos de visitas externas.
El pacto constituye un acuerdo de reconocimiento mutuo.
Tanto en Portillo como en La Quinta, con todas las diferencias que
existen en las relaciones entre jóvenes y mujeres, las mujeres en
ambos sectores admiten la disposición de los jóvenes a reconocerlas
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50 Acuerdos Comunitarios de Convivencia ante la Violencia Armada
y su cuidado en adherirse a los acuerdos.
Si bien para jóvenes hombres implicados en negocios clandestinos como la
venta y distribución de drogas, el pacto puede garantizar la tranquilidad necesaria
para prosperar y continuar el negocio sin mayores obstáculos, también estos
jóvenes son miembros del barrio. El ser hijos y sobrinos de estas mujeres, les
torna, en efecto, susceptibles a sus demandas, súplicas, y sobre todo a su
sobresalto y zozobra cotidiana de vivir bajo enfrentamientos armados.
Adicionalmente, al ser cercanos a estas mujeres, por esta condición también
han tenido el enlace con los actores externos que contribuyeron a forjar el
horizonte de una convivencia posible.
Así, puede desprenderse que el estado de sobresalto de las madres, la
preocupación por forjar una tranquilidad en el barrio que permita el desenvolvimiento
del negocio, constituyen, sin duda, buenas razones todas para implicarse en el
pacto y sostenerlo en el tiempo. Se trata pues de actores fundamentales insertos
en redes muy diferentes comprometidos en el sostenimiento del pacto.
Así, la presencia e interacción de estos aliados, los compromisos afectivos
que producen, la confianza en el apego al respeto comunitario y los recursos que
invierten en la convivencia, evidencian la acción en redes; y puede constatarse
como las acciones y movimientos de cada uno se afectan recíprocamente.
Los recursos materiales: la base espacial y material para el encuentro
Los recursos materiales constituyen las condiciones del entorno y los medios
materiales concretos que hacen plausible el pacto de convivencia y su sostenimiento
en el tiempo.
Una de las condiciones fundamentales que torna posible el pacto, las reuniones
de las mujeres y las sesiones de las Comunidades Cristianas constituye la base
social material dada por el espacio físico comunitario.
Este espacio, que anteriormente era un basurero, fue recuperado y convertido
en el Centro Comunitario de La Quinta a partir de la iniciativa del trabajo colectivo.
Esta recuperación forma parte de la larga historia de activismo para la mejoría
comunitaria de Catuche.
El Centro se erige como testimonio de la capacidad de transformación de la
acción conjunta así como de la importancia de los aliados en esta tarea: de un
vertedero de basura al Centro Comunitario Fe y Alegría (La Quinta). El lugar
acondicionado y equipado (teléfonos, computadores, etc), cuenta además con un
jardín verde rigurosamente cuidado y se ha constituido en efecto en la base social
material de las reuniones de las mujeres y de éstas y los varones.
El relato de la conformación de las comisiones y el alcance de la tregua se
construye en íntima relación con la narrativa de activismo por la recuperación de este y
otros espacios circundantes. La consecución del alumbrado forma parte del repertorio
de narrativas de agencia que se cimienta en la historia de las comisiones.
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51Pistas para la Acción
El pacto constituye unacuerdo de reconocimientomutuo, que si bien no estálibre de tesión, implica la indiscutible valoración de losjóvenes como interlocutorespara sostener la convivenciaen el marco de los límites queestablece la tregua.
La articulación de alianzas yel histórico activismo social enCatuche ha derivado en laconstrucción de centros comunitarios como el de LaQuinta, estructura que testimonia el empeño transformador de sus habitantes, proporcionandoun espacio seguro y equipadopara que las Comisiones deConvivencia desarrollen susactividades. A partir de estabase material, junto al esta-blecimiento de la tregua, sepermiten promover otra seriede cambios ambientales comoel mejoramiento del alumbradopúblico, que a su vez, prevendrála ocurrencia de nuevos eventosviolentos.
La activación de las mujeres, con el soporte de los aliados, en
el despliegue de estrategias de contención frente a la violencia ar-
mada de los jóvenes y esta proyección en el espacio con la recu-
peración del entorno, se acerca a lo que S. Pinheiro denomina la
creación de entornos seguros (Pinheiro, 2006). Nótese algunos
puntos en común con las interpelaciones del autor:
La estructura física de una comunidad, su densidad de pobla-
ción y su distribución, así como la disponibilidad de servicios e
instalaciones que apoyan el bienestar familiar, tienen un efecto
importante en las relaciones sociales y en el hecho de que los
adultos y los niños y niñas se conviertan en víctimas de la violen-
cia (…). El diseño de los espacios públicos puede determinar si
son escenarios potenciales para la violencia. El diseño ambiental,
como el alumbrado público, puede ayudar a prevenir el crimen y a
reducir la sensación de inseguridad. Cada vez hay más evidencias
de que la mejora en el alumbrado público logra reducir el crimen,
al aumentar el sentido de pertenencia a la comunidad y el control
social informal, más que incrementar la vigilancia y las medidas
de disuasión (Pinheiro, 2006, p.303)4.
La mejoría del entorno fruto del aporte de los aliados, y la acti-
vación de las mujeres se constituye en un resultado de la acción
en redes, y se vuelve a su vez en condición para la posibilidad de
sostener el pacto. La construcción de un espacio seguro, accesi-
ble, equipado, constituye un recurso fundamental para permitir el
encuentro y el desenvolvimiento de las prácticas de apoyo mutuo
entre mujeres y de contención frente a los varones.
La remuneración de la coordinadora comunitaria
Otro de los recursos materiales fundamentales para el sosteni-
miento del pacto constituye el salario de la coordinadora comunita-
ria. Este pago establece la posibilidad concreta de contar con la
fundamental presencia y dedicación de Doris como soporte de las
mujeres en el sostenimiento del pacto. Ya hemos visto que esta
presencia cardinal se constituye en guía, garantía del proceso y
resguardo de las relaciones entre las mujeres.
4 En el Estudio Mundial, en el capítulo sobre violencia contra niños y niñas en la comunidad y específicamente en lasección sobre las respuestas de prevención situacional comunitaria, una de las recomendaciones concretas constituyela creación de entornos seguros: “Los gobiernos deben asegurar que en las iniciativas de rehabilitación urbana se haganesfuerzos por hacer los espacios públicos más seguros por medio, por ejemplo, de elementos de diseño como unamejor iluminación. Además, el diseño urbano debe incluir lugares públicos y rutas seguras para los niños y niñas den-tro y entre las comunidades” (Pinheiro, 2006, p.336).
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Este aporte, subraya una vez más que para el desarrollo de esta potencia de
la acción comunitaria coordinada para el logro de objetivos comunes, se requiere
de la inversión de recursos que permitan la presencia y comunicación continuadas
en el tiempo y en el espacio (Sampson, Raudenbush, & Earls, 1997). Desde el
punto de vista de las mujeres, en especial una figura como la de Doris, orientada
a promover convivencia y clave en el sostenimiento del pacto, se trata del acceso
a recursos que permitan invertir su tiempo, que de otra manera deben dedicarlo
al logro de un sustento siempre al borde de lo indispensable (Lister, 2005).
La importancia de la remuneración al trabajo comunitario es subrayada por Ricardo
Bolívar, líder comunitario caraqueño de larga trayectoria: “Hay que pensar que la
gente que está haciendo el trabajo tiene que hacerse profesional, tiene que vivir
de ello (…) tratar de alguna manera de encontrar los medios desde el trabajo
que se está haciendo, con la comunidad, que ese mismo trabajo pudiera darles
medios de vida para continuar en eso” (Bolívar, citado en Farías, 2008). Se trata
pues de valorar, al tiempo que se reconoce, la necesidad de sufragar un sustento
de vida para garantizar la permanencia y el tiempo dedicado por las mujeres a la
micropolítica de sus vecindarios5. Mujeres que bajo la ética del cuidado, se
comprometen con la preservación de la vida de hijos y familiares y los beneficios
de esta implicación se expanden al vecindario en su conjunto (Lister, 2005).
52 Acuerdos Comunitarios de Convivencia ante la Violencia Armada
Figuras como la coordinadoracomunitaria son indispensablespara el sostenimiento de las Comisiones de Convivencia.Esta tarea requiere una ampliadedicación de su tiempo diarioy semanal, además de exigir unimportante compromiso perso-nal. Una labor de este tipo sóloes posible mantenerla si se es-tablece una adecuada remune-ración socio-económica, quepermita esta dedicación, portanto quien apoye iniciativascomo éstas debe considerar la inversión de recursos financie-ros para este fin.
5 Ruth Lister (Lister, 2005) bajo la necesidad de comprender de manera mas acu-ciosa la vida social y política de las mujeres de sectores populares y bajo la pers-pectiva de establecer una teoría feminista de la ciudadanía, habla de micropolíticapara denominar la acción política de pequeña escala en el nivel local de las comu-nidades; la política informal desarrollada a nivel local se forja fuera de los estructu-ras formales de los partidos políticos, aunque puede estar implicada con estasestructuras.
Impresion ACUERDOS COMUNITARIOS:Maquetación 1 07/05/13 03:35 p.m. Página 52
Dispositivos de comunicación para la movilización: los teléfonos
celulares
Finalmente, otro recurso fundamental para la movilización
colectiva y la inmediata capacidad de respuesta de las mujeres
constituyen los teléfonos celulares. En efecto, las nuevas tecnologías
contribuyen a la eficacia y a la ampliación de la capacidad de
control (contención) de las mujeres al permitir la comunicación y
veloz movilización. Se trata ahora de cómo los distintos dispositivos
tecnológicos de comunicación penetran cada vez más aspectos de
la vida cotidiana, de cada vez más amplios grupos de la población,
potenciando las capacidades de coordinación y respuestas de
acción conjunta. La comunicación e inmediatez en la toma de
decisiones que favorecen dispositivos como los teléfonos celulares
permiten entonces realizar las reuniones de urgencia, tomar
decisiones colectivas y comunicarlas haciendo posible lograr los
objetivos planteados.
Los recursos culturales
Los recursos culturales constituyen aquellos significados
compartidos que permiten las definiciones comunes y el despliegue
de acciones en consecuencia. En este sentido, son significados,
que constituyen, si se quiere, “herramientas” para la acción colectiva
por su capacidad de producir apuestas comunes y movilizar
(Swidler, 1995).
La figura y el actuar de la madre, como se ha hecho evidente a
lo largo de este texto, constituye uno de los recursos culturales por
excelencia que incorporado en los ritos de interacción, permite el
juego de equilibrio de fuerzas en el cual se impone estratégicamente
la ascendencia moral de la figura de la madre frente a jóvenes
varones con armas.
La relevancia de la madre y su protagonismo cultural en Venezuela
ha sido destacado en numerosos estudios (Hurtado, 1998;
Moreno, 1997). Y en efecto, el ser mujer y madres les otorga
autoridad cultural para interpelarlos, para llamarles la atención y
para desempeñar en situación el personaje de la madre con todo
su componente dramático. Jenifer, cuando daba cuenta de sus
acciones en la confrontación de los jóvenes explicó:
“Como si fueran hijos de uno pues. ... llamarles la atención:
‘Mira ven acá, tú sabes que hay unas reglas, unas normas.
Nosotros decidimos unos acuerdos, los compartimos’ ”.
En el maniobrar cotidiano se trata de mujeres que se hacen
responsables de sus varones. Ellas asumen la responsabilidad;
53Pistas para la Acción
El que las mujeres involucradasen las Comisiones de Convivencia estén equipadascon teléfonos celulares potencia su capacidad de movilización y respuesta rápida para proteger los acuerdos y contener la violencia.
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54 Acuerdos Comunitarios de Convivencia ante la Violencia Armada
Las mujeres madres tienen unprotagonismo cultural en las comunidades populares de Venezuela. Esto les facilita y legitima para aproximarse a losjóvenes con una autoridad afectiva que les permite hacerseresponsables de contenerlos yparticipar en el equilibrio delpoder.
dan la cara por ellos y se comprometen a llamarles la atención.
Finalmente, la voluntad de alcanzar, consolidar y preservar la
mejoría de las condiciones de vida se vincula a la condición de
madre, de querer un futuro para los hijos, también para los nietos,
sobrinos:
“¡Hay niños! La mayoría son sobrinos, hijos, tengo mis hijos,
vienen mis nietos, entonces nosotros lo que queremos es esto, la
paz, y lo hemos logrado, gracias a Dios, lo hemos logrado, y
queremos seguir en esto, no queremos echar para atrás”.
El diálogo reflexivo como herramienta para producir acuerdos
Los relatos de las mujeres y también los de los jóvenes
entrevistados, dan cuenta de un deseo de acabar con los enfrenta-
mientos y del valor que dan las partes involucradas al diálogo
como factor clave para lograrlo.
Primeramente, la importancia del diálogo reflexivo (Llorens,
2005) es que este posibilita la toma de distancia frente a la
realidad de enfrentamientos armados cotidianos, de trasmisión
rutinaria de rencores y deseos de venganza incorporados y
aceptados de manera automática, para cuestionarlos y plantear
que la vida puede llevarse de otras maneras. Es una herramienta
fundamental para favorecer la agencia colectiva al permitir sacudir
la actitud natural para abrir horizontes distintos y posibles de
convivencia.
El diálogo como herramienta cultural les permitió desarrollar
una narración creativa como parte de un proceso continuo que los
conecta como personas, por eso ha sido considerado un elemento
central en cada modelo de transformación organizativa y para la
eficacia de cada acción de grupo (Schein cit. Piccardo, 1995). A
través del diálogo se identifican preocupaciones, se comparten
expectativas, y a partir de allí comienza, no sólo el sentido de
colaboración, sino la empatía, entendida como la capacidad de
sentir y comprender las pasiones y razones del otro, sin estar
necesariamente de acuerdo con él.
La empatía, esta disposición y capacidad de tratar de ver el
mundo desde la perspectiva del otro, es un factor clave en la
construcción de paz (Pepinsky, 2006). Su importancia radica en
que en momentos de empatía, la causación de daños, el miedo, la
falta de respeto o el desprecio a otros, se ve reducida.
A través del encuentro y la empatía generada a través del
diálogo, muchas mujeres pudieron deshacerse de los deseos de
venganza.
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55Pistas para la Acción
El encuentro y el diálogo a través de las reuniones permitieron
que las partes se vieran a sí mismas y se pusieran en contacto con
el dolor del otro, con los problemas del otro, con las muertes de
otros, y a la vez con las propias. Las reflexiones de Nancy sobre el
dolor compartido por las muertes son muy oportunas:
“Cada una de nosotras tenemos algo en común, indiferente-
mente por los problemas que hayan sido, cada una de nosotras
tenemos algo en común (…) porque es un dolor de cada quien,
porque por lo menos a ella le matan a su sobrina, a mí me
mataron un hermano, o sea, retirado de aquí pero igual tenemos
un dolor, ¿tú me entiendes? Haya sido aquí o haya sido allá, el
solamente estar aquí juntas, ya por lo menos, yo las veo a ellas, es
un dolor que ellas pasaron al igual que yo lo pasé en aquel
momento. ¿Diferente? No podemos decir que es diferente el dolor,
porque es igualito, desaparece una persona, entonces yo digo,
que es una de las cosas que nos une. Estar aquí tiene un poquito
de dolor.”
Son el encuentro y el diálogo los elementos que impulsan la
transformación de una violencia destructiva hacia la reconstrucción
de los lazos sociales rotos. Ellos facilitan la vía para el reconocimiento
del otro, evento fundamental en los procesos de pacificación.
El encuentro y el diálogo reflexivo son estrategias fundamentales para la contención de la violencia y lareconstrucción de los lazos sociales. El diálogo reflexivopermite tomar distancia de laabrumadora cotidianidad yeventualmente cuestionar sunatural funcionamiento. El diálogo reflexivo permite exponer preocupaciones, expectativas e incluso, reconocer el dolor del otro, elsufrimiento compartido queabrirá las puertas de la empatía, haciendo posible elplanteamiento de escenariosdistintos a través de la accióntransformadora de la iniciativacolectiva.
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56 Acuerdos Comunitarios de Convivencia ante la Violencia Armada
La vida en el barrio se sostienea través de principios que regulan la vida social. El respeto, alejado de principios impersonales como las leyes eíntimamente vinculado a lapersona física, constituye elrecurso cultural que permiteestablecer límites y parámetrospara juzgar las conductas, enun contexto de indeterminacióny de vulnerabilidad. Las Comisiones de Convivenciaencuentran en este recursocultural una herramienta fun-damental para la vigilancia delos acuerdos.
El respeto comunitario como principio regulador de la vida social
en el barrio
La vida en el barrio se sostiene a través de principios que
regulan la vida social. El respeto comunitario, alejado de principios
impersonales como las leyes e íntimamente vinculado a la persona
física, constituye el recurso cultural que permite establecer límites
y parámetros para juzgar las conductas, en un contexto de indeter-
minación y de vulnerabilidad.
El respeto permite denunciar, distinguir y señalar a aquellos
que a través de su comportamiento violan las normas consideradas
como necesarias para preservar el vínculo social (Vidal, 1999). Por
ello, aquellos jóvenes que infringen sistemáticamente el respeto
comunitario son denominados azotes y pueden ser sometidos a
escarmientos como la denuncia, y en casos extremos a la ejecución
o linchamiento.
El respeto como principio que rige las relaciones en el barrio,
constituye el reconocimiento de la persona y el tratamiento que
merece en retorno; este tiene que ver con la consideración hacia
el otro y con el consecuente ajuste de las propias acciones
porque se advierte su existencia, su humanidad; es decir, sus
necesidades y su dignidad.
En el mundo del barrio la vida depende de las relaciones
interpersonales y de allí la importancia del respeto como forjador
de límites que permiten el desenvolvimiento de la convivencia. Las
comisiones, en este sentido, se constituyen en guardianas de
límites. El respeto como el principio que regula la vida comunitaria,
es el fundamento sobre el cual se forja el pacto y es a partir de
éste que las mujeres activan las interpretaciones de los eventos, se
movilizan en consecuencia e interpelan a los jóvenes por sus
desviaciones con respecto a este principio regulador.
Por otro lado, en términos de las relaciones interpersonales y
familiares, el respeto es el reconocimiento absoluto que todo buen
hijo debe tener siempre hacia su madre. Este principio integrado
en esta dinámica comunitaria es puesto en acción por las mujeres
en el desempeño de su personaje de madres. Así, un principio
fundamental en la vida del barrio como es el respeto, un personaje
central como lo es la madre, son creativamente activados en el
pacto produciendo esta inédita manera de contener los
enfrentamientos armados.
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57Pistas para la Acción
LAS ACCIONES ENTRAMADAS EN LAS REDES DE SOPORTE Y CONTENCIÓN
La complejidad de esta experiencia así como su potencia vienen dadas preci-
samente por la reunión de tan distintos actores con muy diversos recursos y su
disposición a entramarse; es decir, comprometerse en cursos de acción conjunta
en pos de un objetivo compartido aportando cada quien desde su posición y
disponiéndose cada uno a orientar y reorientar sin cesar sus acciones en virtud
del reconocimiento recíproco de los múltiples otros enlazados en el sostenimiento
pacto.
Esta diversidad de actores reunidos, entramados desde posiciones tan
distintas, implicados cada uno en la relación con el otro y en una apuesta común,
abre la posibilidad de pensar diferente, visualizar horizontes futuros distintos y
sostener en el tiempo los acuerdos logrados.
La creatividad cultural de esta experiencia fruto de la urgencia, esta potencia
de la acción coordinada para el logro de objetivos comunes que se refleja en la
evitación de los enfrentamientos armados puede entenderse como un proceso
particular de eficacia colectiva (Sampson, Raudenbush, & Earls, 1997).
El logro de la eficacia colectiva que previene y evita la violencia interpersonal
es susceptible de ser lograda en barrios en los que existe un tejido organizativo y
social arraigado, el cual es producto de la formación de vínculos sociales —lo que
toma tiempo—y de la inversión de recursos en la mejoría del contexto que favorece
la implicación de los vecinos en el espacio público (Sampson, Raudenbush, &
Earls, 1997)6.
En efecto en Catuche podemos constatar un proceso de eficacia colectiva,
ampliando nuestro campo de visión para incluir una densa red de colaboradores
internos y externos, unos más visibles, otros menos visibles, entramados y
comprometidos en los acuerdos de convivencia y el cese al fuego.
La metáfora de la red de contención en la constelación de redes visibles y
menos visibles resulta muy oportuna para nuestra interpretación, a condición de
pensar estas redes como proceso social en el fragor y en medio del dinamismo
aquí involucrado. En este sentido, como hemos sostenido, es necesario pensar
los distintos hilos (agentes) de esta red en distintos movimientos y en virtud de
sus recursos disponibles.
6 Ahora bien, explicita el autor: “reconocer que la eficacia social cuenta, no implica que lasdesigualdades sociales pueden ser ignoradas. En ese sentido, la alta movilidad residencialque impide el desarrollo de vínculos sociales y la acumulación de desventajas alimenta la dis-rupción institucional y socaba la capacidad de control social sobre la vida colectiva”. (Samp-son, Raudenbush, & Earls, 1997).
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Así, al afinar la mirada analítica para distinguir la diversidad de
mociones que sostienen este tejido social en acción y en tensión,
podemos distinguir los siguientes movimientos, que constituyen
lógicas o sentidos de relación social tejidos entre los distintos
agentes sociales internos y externos que permiten resistir las tentativas
de ruptura de pacto y sostener la labor de las Comisiones.
Interesa destacar, no tanto los agentes en sí mismos como los
movimientos, las lógicas de relaciones sociales que permiten y
sostienen el pacto de cese al fuego.
Movimientos de enlace
En el momento de discutir las estrategias de las mujeres co-
mentamos la particular faena de enlace de las mujeres familiares
con los varones. Así, un movimiento fundamental que mantiene la
eficacia de esta red es la capacidad de las mujeres de establecer
comunicación con los varones. Implica el esfuerzo de desplazamiento
para adoptar la perspectiva de los varones y entrar en diálogo con
sus necesidades. Son los movimientos de puente con los varones
susceptibles de ser forjados a partir de las relaciones de confianza
dadas entre las mujeres familiares y los varones, y la capacidad de
las mujeres de establecer empatía.
Movimientos de soporte
Otro tipo de movimientos esenciales para sostener este tejido
es el movimiento de soporte emocional ejercido tanto por las
mujeres, Doris y agentes externos como los psicólogos para poder
continuar la ardua faena de sostener en pie las Comisiones de
Convivencia. Se trata pues del acompañamiento que ejercen las
mujeres entre sí y el apoyo mutuo durante los momentos de
verdadera fatiga emocional por cargar con la responsabilidad de la
convivencia acumulada a las obligaciones de la reproducción de la
vida cotidiana. Comprende además, la labor de acompañamiento
ejercido por los distintos agentes externos, como los psicólogos,
quienes abriendo los espacios de escucha, palabra, activando y
repensando las herramientas del acompañamiento terapéutico,
permiten la “descarga” y “recarga” emocional para continuar la
faena de las Comisiones, tal y como lo expresaron las mujeres.
Movimientos tensores
Finalmente, otra lógica social cardinal para mantener este
tejido compacto en el tiempo constituye el movimiento tensor. Los
movimientos tensores son aquellos que, como su nombre lo indica
58 Acuerdos Comunitarios de Convivencia ante la Violencia Armada
En Catuche parece habersedado un proceso de eficaciacolectiva, pues lograron unacontención de la violencia interpersonal en el contexto deun tejido organizativo y socialarraigado, producto de un trabajo prolongado en el tiempo,donde se ha invertido en lamejora del bienestar comunitario a través de un intenso activismo de los vecinosen alianza con otras figuras e instituciones, entre los que seestablecen movimientos o lógicas de relación que permitenresistir las tentativas de romperel pacto y sostenes la labor delas Comisiones.
El soporte emocional es unmovimiento fundamental paradarle continuidad al trabajo delas Comisiones en los momentosde fatiga por las exigencias deesta labor que se suma a lasmúltiples responsabilidades dela vida cotidiana. Puede serejercido por el apoyo mutuoque se brindan las mujeres, ocon el respaldo de la coordina-dora comunitaria y aliados externos.
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59Pistas para la Acción
tensan la red; es decir, son aquellos agentes que a partir de la
ascendencia que gozan dada sus posiciones y recursos, mantienen
vigentes los compromisos de los agentes involucrados. En este
sentido, los movimientos tensores vienen dados por aquellos agentes
con los mayores recursos disponibles y que a partir de la expectativa
de lealtad a los compromisos adquiridos, esperan el apego y soste-
nimiento del pacto. Se trata pues del movimiento entramado de
aquellos agentes externos e internos, visibles y clandestinos que
contando con distintos tipos de recursos mantienen compacto el
tejido social expresado en el pacto.
Aquí encontraríamos el movimiento tensor de una figura como
la del Padre Virtuoso, agente externo que a partir de la ascendencia
vinculada a su histórica implicación en las mejorías comunitarias y
una fundamental implicación afectiva a través de la conexión con
una figura como la de Doris, inspira la lealtad necesaria para darle
continuidad al sostenimiento del pacto.
En la clandestinidad, un movimiento tensor fundamental viene
dado por las figuras de jóvenes armados con ascendencia entre
sus compañeros, agentes internos, quienes a partir del compromiso
y la responsabilidad de responder por la tranquilidad de sus madres
y la voluntad de propiciar un contexto de relativa tranquilidad para el
florecimiento de sus negocios, ejercen ascendencia frente a los
suyos, sin duda vinculada a su capacidad de ejercer una violencia
retaliadora, manteniendo a tono a los miembros de su red.
Finalmente, una figura preeminente como la de Doris adquiere
un protagonismo fundamental al ejercer simultáneamente distintos
movimientos —enlace, soporte, tensor— tanto con los agentes
internos: las mujeres, los jóvenes, la figura de jóvenes armados
con ascendencia reconocida; como con los agentes externos: el
Padre Virtuoso; el Centro Gumillla, Fe y Alegría.
Se tiene en consecuencia esta particular constelación de redes
sociales que coinciden en el sostenimiento del pacto en la vida
cotidiana, donde distintos movimientos, de enlace, de soporte,
tensores, intervienen en esta acción entramada permitiendo
coincidir en esta voluntad colectiva manifiesta en el cese de los
enfrentamientos armados.
Los movimientos tensoresvienen dados por aquellosagentes con los mayores re-cursos disponibles y unamarcada ascendencia queutilizan para mantener vigentes los compromisos delos agentes involucrados.
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ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE CATUCHE Y LA EXPERIENCIA DELAS COMISIONES
Fernado Giuliani
Centro Gumilla
La experiencia de las Comisiones de los sectores La Quinta y Portillo de la
comunidad de Catuche ha tenido un alto y positivo impacto en el contexto de
violencia que históricamente han enfrentado sus vecinas y vecinos. Los factores
clave asociados con su éxito han quedado claros en el proceso de investigación y
sistematización y ello nos sugiere que estamos ante una experiencia que, además
de impactar en estos dos sectores, ofrece pistas para otras comunidades así
como para instituciones públicas que tengan como objetivo trabajar este tipo de
problemática.
No obstante es bueno apuntar algunas reflexiones en torno a la historia de
Catuche con el fin de considerar particularidades que, de una y otra manera,
forma parte del proceso comunitario dentro del cual se ha implicado y construido
la experiencia de las Comisiones.
En primer lugar podemos señalar que en Catuche el tema de la violencia es
de vieja data como también lo son la preocupación y los intentos por parte de la
comunidad para abordarlo. En efecto, el asunto de la violencia junto con el
problema de la quebrada, fue tal vez el primer factor que movilizó a sus pobladores
quienes ya para la década del noventa comenzaron a implementar diversas estra-
tegias con el fin de solucionarlo. Progresivamente, esta preocupación por el
problema de la violencia fue incorporando en sus estrategias la promoción de la
convivencia como factor fundamental para superarlo y lograr así la mejora de la
calidad de vida de la comunidad. En ese sentido, la promoción de la convivencia
fue permeando todas las iniciativas y los programas sociales que se implementaron
con el correr del tiempo en lo que fue el Proyecto Catuche, desde donde se
abordó la convivencia en todos sus niveles: familiar, vecinal, organizacional, etc.
Más allá de los logros concretos que tuvo cada una de las iniciativas implemen-
tadas, esto nos muestra que existe en Catuche un verdadero proceso comunitario
en torno al tema que fue consolidando una cierta convicción de la comunidad en
cuanto a que el problema de la violencia no tiene porque ser pasivamente aceptado
y que es posible abordarlo e intentar resolverlo o, al menos, mitigarlo.
En segundo lugar y, siempre dentro de esta mirada retrospectiva a la comunidad
de Catuche, podemos identificar en este largo proceso comunitario, una metodología
propia que surgió con las Comunidades Cristianas hace ya muchos años y que se
traspasó a la organización comunitaria que llevó adelante el Proyecto Catuche y
se consolidó como un modo particular de hacer las cosas. Esta metodología
responde a los principios y valores cristianos relacionados con la confraternidad,
el amor al prójimo y la vocación de servicio y también la corresponsabilidad por
construir una comunidad mejor. La forma en que estas Comunidades Cristianas
60 Acuerdos Comunitarios de Convivencia ante la Violencia Armada
Impresion ACUERDOS COMUNITARIOS:Maquetación 1 07/05/13 03:35 p.m. Página 60
llevaban adelante su misión consistía, dicho de forma general, en un diálogo y
encuentro permanente que se daba en la eucaristía pero también en las visitas
casa por casa donde se compartían las preocupaciones y los problemas y se
animaba a la gente a hacerse cargo de su propia realidad y de la realidad
comunitaria.
Esta modalidad da cuenta de la importancia que tiene en Catuche el quehacer
compartido, organizado, solidario y corresponsable lo cual aunque no puede
decirse que es común a la totalidad de sus pobladores, es innegable que forma
parte de una tradición conocida por todas y todos.
En tercer lugar y en estrecha relación con el punto anterior, debemos
señalar la generación de un enorme potencial de liderazgo que se gestó a lo
largo de los años en la comunidad de Catuche y el cual surgió, en buena
parte, de las Comunidades Cristianas pasando también a formar parte de las
organizaciones comunitarias que asumieron el Proyecto Catuche. Este
potencial de liderazgo se expresa, por un lado, en términos cuantitativos en la
medida que son numerosos/as los/as líderes que hicieron y hacen vida en todos
los sectores de la comunidad. Por otro lado este potencial también se expresa en
términos cualitativos, ya que se trata de un estilo de liderazgo que promueve el
diálogo y la participación corresponsable. Asimismo es también un liderazgo
que goza de un enorme prestigio ganado en múltiples instancias donde
las/os líderes no solamente mostraron un desempeño altamente exitoso sino
que también dieron cuenta de su inquebrantable honestidad y su compromiso
con la comunidad. Todo ello les hizo acreedores de una sólida confianza y
legitimidad y es por ello que tienen un gran poder de convocatoria e influencia.
Así, estos puntos que hemos señalado, junto con otros que seguramente se
nos escapan, forman parte de la historia comunitaria de Catuche (la cual no es
mejor ni peor que las de cada una de las comunidades) y tienen que ver con la
experiencia de las Comisiones. En ese sentido, es conveniente pensar en todo ello
si se trata de ubicar a la experiencia de las Comisiones en su contexto, el cual va
más allá de los sectores La Quinta y Portillo y también más allá del momento
actual. Tomar en cuenta estas premisas puede contribuir a implementar
experiencias que tomen en cuenta como referencia a las Comisiones de Catuche,
atendiendo la relatividad de cada contexto particular.
61Pistas para la Acción
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IV. PISTAS PARA LA CONVIVENCIA COMUNITARIA
1. La necesidad de politizar la violencia: La violencia como asunto de
convivencia
La violencia armada ha conllevado a instalar prácticas definidas por el miedo,
el repliegue, la desconfianza y el abandono del espacio público. La experiencia de
Catuche remarca la necesidad de constituir la violencia en un asunto público: el
desafío de encontrarnos para forjar acuerdos básicos de convivencia y la voluntad
de incluir las distintas perspectivas en los acuerdos.
En este sentido, las rejas instaladas, las visitas policiales para perseguir a los
jóvenes “mala conducta” orientadas a conseguir “seguridad”, no lograron cesar
los enfrentamientos armados, pero sí la férrea disposición de un alto al fuego para
establecer un acuerdo básico y el compromiso de adherirse, unos y de vigilar su
cumplimiento, otras.
2. La necesidad del mejoramiento urbano y una base social-material para el
encuentro
La narrativa de mejoramiento urbano constituye en la historia de la comunidad
un testimonio de agencia colectiva, es decir, de la capacidad transformadora de
la acción conjunta y los resultados tangibles en el espacio. Construir un espacio
de encuentro, constituyó el resultado de esta capacidad colectiva y se constituye
al mismo tiempo en condición para el logro de los acuerdos de convivencia y el
cese al fuego.
Constituir la convivencia en un asunto público, exige contar con espacios para
el encuentro, contar con escenarios donde la gente se pueda reunir para deliberar
los asuntos que les atañen. Se trata pues, de la base material-espacial necesaria
para sostener los procesos de diálogo y deliberación.
3. La importancia de un discurso transformador de diálogo y humanización
capaz de interrumpir el ciclo fatal de la violencia armada
La violencia armada conlleva en sí misma una lógica fatal de escalada: una
ofensa armada exige obligación de respuesta armada; una muerte exige la revancha
con otra muerte, en este ciclo, las partes se des-humanizan percibiéndose como
entidades depredadoras puras (una culebra desde la perspectiva de los jóvenes;
el hampa incorregible, desde la perspectiva de funcionarios policiales o el ciuda-
dano común armado). Esta experiencia demuestra que el diálogo constituye una
herramienta eficaz contra el ciclo fatal de la violencia armada al interrumpir el
espiral ineludible de exigencias de venganzas para producir acercamiento e
interpelar la humanidad del otro.
El diálogo como herramienta para cuestionar la reproducción de la cadena de
muertes, así como para definir y acordar colectivamente una nueva manera de
convivir ha constituido un elemento central en la experiencia de construcción de
62 Acuerdos Comunitarios de Convivencia ante la Violencia Armada
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acuerdos de convivencia en Catuche. En este sentido, el diálogo ha constituido
una herramienta fundamental para definir conjuntamente (mujeres, pero también
jóvenes) las premisas de un pacto de cese al fuego y otro modo de convivencia.
La recurrencia al diálogo, implica recuperar lo que nos hace humanos, es
decir, la capacidad de poner en palabras, apalabrar para establecer conflictos y
también para llegar acuerdos. Constituye también el diálogo, la palabra de con-
frontación —en oposición al acto de agresión— el mecanismo para exigir la
adherencia a estos acuerdos.
El proceso de diálogo, implicó abrir la posibilidad y forjar la capacidad de
darse cuenta de que “todas compartían el dolor por los hijos muertos” y la necesidad
de cesar las muertes de los hijos que quedan, a partir de la explicitación de
compromisos y la acción colectiva colaborativa.
Con respecto a los varones, el diálogo permitió entrar en relación con ellos y
reconocerles como interlocutores para fraguar acuerdos. Contar con la “palabra”
dada por los varones, les permite a su vez interpelarles, exigirles en uno de los
principios fundamentales para ellos en lo que concierne a su identidad masculina.
4. El fortalecimiento de la comunidad
La transformación de los espacios de la comunidad ha implicado no sólo el
mejoramiento material que sirve de base para los encuentros sino también la
consolidación del sentido de comunidad, la construcción de relaciones enlazadas
para atender problemáticas locales y la consolidación de la esperanza de que las
transformaciones son posibles.
De manera que una vez que aparece el clamor de rechazo a la violencia
continua, la valentía de una madre se puede articular a través de una serie de
relaciones y prácticas que han ido cobrando forma en la comunidad a través de
años de trabajo local para organizarse y enfrentar sus problemáticas.
63Pistas para la Acción
Impresion ACUERDOS COMUNITARIOS:Maquetación 1 07/05/13 03:35 p.m. Página 63
5. Un modelo de organización y control social informal emergente de las
comunidades
Fruto de esta experiencia se tiene un modelo de organización comunitaria
autóctono, adaptado a las condiciones de vida de la gente que se traduce en la
eficacia colectiva y en una nueva manera de convivir.
• Grupos de mujeres altamente comprometidas, vinculadas a los varones
jóvenes, constituidas en Comisiones de Convivencia destinadas a discutir, negociar,
establecer límites para la convivencia y el cese al fuego entre sectores con históricas
enemistades. La condición femenina y la maternidad se convierten en herramientas
para la acción, pues las mujeres en su condición de madres, se sienten investidas
con los atributos culturales para intervenir, poner orden, “regañar”.
• Las pautas de convivencia fruto del acuerdo se hallan asentadas en un
documento escrito, realizado en la asamblea donde todos los miembros estamparon
su firma, incluyendo los jóvenes. Este constituye el pacto fundacional a partir del
cual se juzgan las acciones cotidianas.
• Las Comisiones de Convivencia proveen un modelo de organización y
funcionamiento cotidiano: reuniones semanales internas cada comisión —los
miércoles (una comisión) los martes (otra comisión) en la noche (7:30 pm) luego
del trabajo; reuniones mensuales las dos comisiones. En las reuniones semanales,
una coordinadora interna lleva la agenda —se lleva una agenda escrita para
hacer seguimiento de los acuerdos— y los acuerdos se discuten, todas opinan.
La coordinadora comunitaria hace el seguimiento de las reuniones y agendas de
las dos Comisiones.
• Las reuniones de emergencia, convocadas a través de los teléfonos celulares,
constituye la respuesta colectiva, en bloque e inmediata frente a los intentos de
ruptura de pacto. Es la respuesta que permite “contener” las amenazas de
enfrentamientos armados que eventualmente se suscitan en la vida cotidiana de
las comunidades.
• La figura de la Coordinadora comunitaria constituye un elemento central de
enlace y mediación, y garantiza el sostenimiento en el tiempo de los acuerdos.
• El trabajo de contención de las mujeres de las comisiones se evidencia en
dos niveles: Individual, las mujeres que tienen cercanía particular con los jóvenes
(las tías, madrinas, madres), les persuaden, dialogan, ponen límites. El trabajo
grupal, se desempeña sobre todo en los casos de amenaza de ruptura del pacto,
donde es menester desplegar en situación la presión en bloque, “el juego de
equilibrio de fuerzas” lo que, a partir de la ampliación de la capacidad de actuar
de las mujeres por la reunión de fuerzas, permite interpelar y confrontar a los varones.
• Las mujeres de las Comisiones y la Coordinadora comunitaria cuentan con
el acompañamiento de aliados personales y organizacionales que permiten
reflexionar, evaluar, analizar y discutir las emociones y acciones experimentadas
y llevadas a cabo a lo largo del proceso. Estos aliados constituyen acompañantes
64 Acuerdos Comunitarios de Convivencia ante la Violencia Armada
Impresion ACUERDOS COMUNITARIOS:Maquetación 1 07/05/13 03:35 p.m. Página 64
y sostienen una fuerte implicación afectiva con las mujeres. Esta implicación
afectiva constituye también un compromiso para la continuidad de la participación
en las Comisiones.
6. La importancia de los recursos materiales para sostener la organización co-
munitaria
Ha sido subrayado a lo largo de este texto, la importancia de recursos que
permitan cubrir la necesidades y hacer sostenible en el tiempo la acción de las
comisiones. En este sentido, la remuneración de figuras claves como la Coordinadora
resulta fundamental para poder permitir la presencia, dedicación y continuidad
de esta figura que garantiza la sostenibilidad de las Comisiones. Adicionalmente, las
Comisiones presentan gastos de funcionamiento básicos como teléfonos, materia-
les para sostener y llevar las agendas y rutinas, todo lo que debe considerarse en
el momento de diseñar y planificar las rutinas de
funcionamiento de modelos de organización comunitarias.
7. La importancia de un acompañamiento constante y confiable de figuras
clave para sostener el diálogo y la mediación
Una persona con trayectoria en el trabajo comunitario, que ha trabajado con
constancia y ha logrado construir relaciones de confianza, resultó clave para la
generación del encuentro, el diálogo y los acuerdos entre dos sectores en conflicto,
y hasta hoy, es un pilar para la estabilidad de los mismos. Esa persona facilita un
proceso seguro, apoya el cumplimiento de las agendas, y facilita la gestión de los
conflictos entre las mujeres de las Comisiones, y entre ellas y los jóvenes.
Esta construcción de la confianza ha implicado una inversión importante de
tiempo, así como la constatación diaria de que no habían intereses ulteriores más
allá del bienestar de la comunidad. Este tiempo, la atención genuina a las necesi-
dades de la comunidad y la comprobación de que el trabajo era por y para la
comunidad permitieron la construcción del lazo de confianza que es una herramienta
fundamental para negociar en un clima crispado por la violencia.
Algunos de los resultados no dependen del uso de una u otra estrategia sino
que estas puedan ser accionadas por personas con confianza y credibilidad.
8. El papel fundamental del apoyo sostenido de las redes sociales internas y
externas para contener la violencia armada
El desamparo estatal y el aislamiento social y vecinal son procesos que se
hallan como común denominador en el auge de la violencia y concretamente en
los enfrentamientos armados en comunidades barriales. Las respuestas indivi-
dualizadas (armarse para defenderse) y de repliegue (subir muros, colocar rejas y
alambres eléctricos, atrincherarse en barrios y urbanizaciones) ocasionadas por el
miedo, sólo han cedido el terreno a la expansión de la desconfianza paralizadora
y a la incontinencia de las lógicas de la violencia. Catuche es el testimonio de la
65Pistas para la Acción
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eficacia de la acción entramada en varias capas y niveles para contener la
violencia armada.
La (auto) organización comunitaria no se vislumbra como una posibilidad
plausible en comunidades fragilizadas por el miedo y la exposición prolongada a
la violencia armada. En este sentido, esta experiencia demuestra la necesidad de
invertir tiempo y dedicación para fomentar y diseminar el aprendizaje sobre una
manera de funcionar y convivir. La construcción de vínculos sociales y confianza
es una faena que lleva tiempo.
Así, en la posibilidad de la conformación de las Comisiones tenemos el trabajo
previo de las comunidades cristianas, el mejoramiento urbano apoyado por la
universidad, alcaldía local, organizaciones religiosas y la movilización de los
vecinos; la presencia de redes educativas para atender a niños y jóvenes; la
posterior estancia de psicólogos buscando apoyar y acompañar procesos de
duelos colectivos que comenzaron a hacerse evidentes, así como la constancia
del centro de investigación que promueve una constante trabajo de reflexividad
entre las mujeres. Aunado a la presencia de estos agentes, que van tejiendo una
red de soporte y apoyo a la organización comunitaria, los lazos afectivos desarro-
llados por las mismas mujeres entre ellas y con los jóvenes así como la ascendencia
afectiva que mantiene la coordinadora comunitaria sobre las mujeres y los jóvenes
son todos los elementos que cementan y contribuyen a que este tejido social se
mantenga en tensión en el tiempo. Son los mismos elementos que permiten
continuar en medio de los conflictos y adversidades de la vida cotidiana. Así
pues, la fortaleza del pacto tiene que ver con toda la red de compromisos en la
que participaron diversos actores: las mujeres, los vecinos, los jóvenes, organiza-
ciones que hacen vida en la comunidad y organizaciones vinculadas externas a la
comunidad.
En este sentido, los aliados sociales y las mejorías en términos de las ayudas
reales para el mejoramiento de la situación de la vida cotidiana constituyen, si se
quiere, condiciones antecedentes que promovieron prácticas emergentes de
organización comunitaria que se constituyen a su vez en condiciones para el
pacto, del cual se derivan prácticas emergentes de negociación y diálogo que
han cimentado esta tradición de convivencia y la voluntad de defenderla frente a
las recurrentes amenazas de ruptura.
9. La urgencia de reivindicar la centralidad del Estado para la garantía de
convivencia
La eficacia de las prácticas colectivas de estas mujeres no debe, bajo ninguna
circunstancia eludir la centralidad de la responsabilidad del Estado en la garantía
de convivencia. No debe olvidarse que se trata de estrategias de sobrevivencia
que responden a las muy adversas condiciones, a la profusión de enfrentamientos
armados y al desamparo frente a la cual se hallan estas mujeres. Las bondades
de la iniciativa de las comunidades organizadas a involucrarse deben evaluarse
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con cuidado no vaya a ser que sirva para desembarazar al Estado de la responsa-
bilidad de atender las necesidades más básicas de las comunidades en riesgo y
uno de sus atributos fundamentales: la garantía de la convivencia pacífica y el
respeto universal a la vida a través del monopolio de la violencia y la protección
de los derechos de la gente.
De allí la necesidad de políticas públicas destinadas a establecer la convivencia
pacífica, teniendo como énfasis las personas, la búsqueda de su bienestar, y el
resguardo de los Derechos Humanos, aún reconociendo la diversidad de intereses,
tensiones y conflictos. En esta línea, se hace manifiesto la urgencia de políticas
destinadas a promover la profesionalización de la labor y mejoramiento de las
condiciones de vida de los agentes policiales; el control de armas y municiones
así como la restricción de uso y circulación, el mejoramiento del sistema de justicia,
entre otros.
67Pistas para la Acción
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LOS DESAFÍOS Y AMENAZAS VISLUMBRADAS La tregua es frágil y se asentó sobre deudas que no han sido
resueltas por la justicia. Adicionalmente, las necesidades de estas
comunidades aún no están resueltas y los jóvenes se mantienen
en una angustiante situación de marginación. Mientras esto sea
así el malestar y la violencia serán una posibilidad. Tres grandes
amenazas se vislumbran en este proceso comunitario.
Duelos, dolores y tensiones aún presentes
El dolor y la rabia acumuladas por las múltiples pérdidas,
aumentado por la sensación de deshumanización a la que les
somete el poco reconocimiento de su sufrimiento, producen la
sensación de ira y la necesidad de venganza. Ese dolor de la
deshumanización parecería justificar y exigir la retaliación violenta.
La reconciliación que se ha logrado se caracteriza por la
promoción de momentos de encuentro, diálogo, generación de
acuerdos y un compromiso general de no agresión. Si por un lado
en la experiencia de “Catuche” se privilegia la convivencia y el
deseo de un futuro donde la vida no sea constantemente amenazada
por la violencia armada, por el otro, el precio del resultado es la
tolerancia, el olvido y la impunidad frente a las muertes pasadas.
Los sentimientos que dejaron las muertes pesan como para
impedir un reencuentro. Hay un pacto de pacificación, como dice
una de las mujeres, pero “no es que vamos a vivir juntos”. Continúa
habiendo una distinción entre el nosotros y ellos que se sigue
trasmitiendo a los más jóvenes y las pugnas se continúan
trasmitiendo a través de las generaciones.
La instauración de un sentido de justicia, tradicionalmente a
través del castigo justo, del reconocimiento del daño causado,
manifestado a través del arrepentimiento y las disculpas, el perdón
recíproco y arreglos que reconocen el daño causado, serán claves
para prevenir que nuevos daños se produzcan y pueden contribuir
a una reconciliación que prevengan las orientaciones de venganza
(Staub, 2003). A largo plazo, constituye la apuesta por el cese de
la impunidad, la confianza en el funcionamiento de la justicia y la
garantía de los derechos más básicos: derecho la vida, a la justicia.
Sobrecarga de las mujeres
El tipo de compromiso implicado en las Comisiones es sumamente
demandante, y se acumula a los esfuerzos por garantizar el sustento
familiar en medio de las dificultades. No podemos perder de vista
que el que las mujeres hayan logrado gestar una tregua es encomen-
68 Acuerdos Comunitarios de Convivencia ante la Violencia Armada
En la comunidad el dolor y larabia acumulada por las múltiples pérdidas, aumenta lasensación de deshumanizacióna que les somete el poco reconocimiento de su sufrimiento. La reconciliaciónque se ha logrado se caracterizapor la promoción de momentosde encuentro y diálogo, quehan activado un pacto de pacificación, una especie detregua no definitiva, que sólopodrá superarse con la instauración de un verdaderosentido de justicia y el cese dela impunidad, que fortalezcanla posibilidad de la reconciliacióny limiten la orientación a lavenganza.
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69Pistas para la Acción
dable, abre esperanzas para forjar instancias preventivas adaptadas
a las comunidades y para seguir conquistando espacios para la
reconciliación. Sin embargo, registrar y divulgar los esfuerzos de
estas madres podría hacer perder de vista la responsabilidad de
otros actores involucrados.
Primeramente, hay que subrayar el hecho de que la violencia
entre los sectores en Catuche, como lo es en el resto del país es
sobre todo una violencia ejecutada por hombres contra otros
hombres. Salta a la vista entonces la pregunta de: ¿dónde queda el
rol de las figuras masculinas, tanto protagonistas de la violencia
como acompañantes o cuidadores de estos jóvenes en todo esto?
Existen algunas expresiones de hombres comprometidos con la
comunidad en varios de los relatos de organización para la
construcción de la vivienda y por supuesto a través de la figura del
sacerdote. No queremos menospreciar tampoco la importancia de
las acciones de los mismos jóvenes en este proceso. Sin embargo,
parecería que las mujeres cargan con un peso desproporcionado y
habría que seguir pensando cómo se pueden involucrar los
hombres en estos procesos.
En segundo lugar, reiteramos, es una tarea fundamental del
Estado la de monopolizar la violencia y proveer seguridad a sus
ciudadanos. Las Comisiones presentan una pujante potencialidad
para constituirse en instancias preventivas al componer un espacio
donde mujeres-madres, la mayoría sin pareja, se apoyan en la
crianza y en establecimiento de límites con respecto a sus hijos
varones adolescentes, pero no puede esperarse que sustituyan
atribuciones del Estado.
La Precariedad del pacto mientras persista la condición de exclusión
de los jóvenes y las desventajas sociales en el barrio
Los jóvenes con quienes conversamos se hallaban acorralados
en la dificultad recurrente de encontrar empleos dignos que les
permitieran sostener un estilo de vida aceptable y cónsono con sus
aspiraciones de reconocimiento. Al mismo tiempo, el apego a los
acuerdos de convivencia y al pacto les producía intensas tensiones
en lo que concierne a su identidad masculina y la obligación de
defenderse y establecerse como varones de respeto, identidades
necesarias y preeminentes en el barrio
Las posibilidades de instaurar el modelo de prevención comu-
nitaria forjado en las Comisiones de Convivencia involucra adicionar
aliados fundamentales que permitan procesos de vinculación y
formación de jóvenes (en oficios, destrezas, sensibilidades artísticas)
La tarea desempeñada por lasmujeres en las Comisiones sobrellevando múltiples adversidades, es admirable,pero también esperanzadorapor la eficacia y creatividad ensu funcionamiento. Sin embargo, esto no debe distraer lamirada sobre la escasa participa-ción de los hombres en la regulación de la violencia, lasobrecarga de las mujeres y laurgencia de la presencia delEstado en uno de sus atributosbásicos como es garantizar laconvivencia, el resguardo delos derechos humanos de losciudadanos.
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70 Acuerdos Comunitarios de Convivencia ante la Violencia Armada
Resulta necesario articularalianzas que permitan procesosde vinculación y formaciónpara los jóvenes (en oficios,destrezas, sensibilidades artísticas) y capacitación parael trabajo productivo. Se tratade promover las capacidadessocioproductivas acorde susnecesidades a fin de construiruna plataforma material paraforjar identidades masculinasreconocidas. Cualquier esfuerzode construcción de diálogos ypacto de cese al fuego, siquiere ser sostenible debe concebir como componentefundamental una línea de trabajo con jóvenes. Sin embargo, por otro lado, enun contexto más amplio dondese ensalce una virilidad armaday una visión militar sobre lagestión de los conflictos seerige como un obstáculo fundamental a superar.
y capacitación para el trabajo productivo sostenible en el tiempo.
Implica fomentar procesos reflexivos sobre las identidades masculinas
tradicionalmente valorizadas por el ejercicio del poder y la dominación.
Sin embargo, un contexto más amplio donde se ensalce una virilidad
armada y una visión militar sobre la gestión de los conflictos se
erige como un obstáculo y una contradicción fundamental a superar.
Cualquier esfuerzo de construcción de diálogos y pacto de
cese al fuego, si quiere ser sostenible debe concebir como compo-
nente fundamental una línea de trabajo con jóvenes en el cual se
forjen capacidades socioproductivas acorde a las necesidades de
los varones de levantar una plataforma material para construir
identidades masculinas reconocidas. La capacitación para el
trabajo y la sostenibilidad económica de los proyectos laborales
juveniles sigue siendo uno de los mayores desafíos para establecer
puentes con los jóvenes en general y más aún los de sectores
populares. Evidentemente no se trata de trabajos que sólo otorgan
imágenes del sí mismo como humillado y en subordinación, lo que
los jóvenes rechazan con vehemencia. Se habla de proyectos
laborales que permitan invertir la propia creatividad; se trata de
actividades con sentido para la propia persona, que impliquen
además oportunidades de reconocimiento.
Forjar actividades con sentido para los jóvenes entendidas
como aquellas que permitan alcanzar una noción de realización
personal y reconocimiento social constituye una apuesta central, y
de allí la importancia de la participación de jóvenes en la concepción
y formulación de alternativas para ellos.
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71Pistas para la Acción
COMENTARIOS FINALESLas acciones de las mujeres y los jóvenes de Catuche, junto a
las asociaciones que los han acompañado retumban como un
recordatorio pertinente y necesario: la fuerza de la acción colectiva
para construir puentes como una solución mucho más contundente
que la lógica de la retaliación, la represión, la imposición del poder
a la fuerza, la estigmatización o la multiplicación de pequeños
guetos atrincherados por toda la ciudad. Catuche tiene el potencial
de servir de chispa de inspiración, estímulo para retomar lo que se
sabe ya de lo importante que es construir acción colectiva y
promover y cuidar el tejido social.
Catuche nos brinda un testimonio concreto y factible, cultivado
a partir no sólo de las dificultades sino también desde las fortalezas
culturales de nuestro país. Atestiguan el poder del vínculo afectivo
que humaniza, que se organiza y cobra fuerza adquiriendo así un
poder institucional dentro de la comunidad. A las lógicas de
“plomo al hampa” o del “destino final de todo delincuente es la
prisión o bajo tierra” que tan poco resultado han dado, la comunidad
ha respondido con diálogo, negociación y reconocimiento del otro.
Deseamos que estas páginas contribuyan al desarrollo de iniciativas
similares.
La experiencia de las mujeresy jóvenes de Catuche recuerdaque la fuerza de la acción colectiva para construir puentes ante la problemáticade violencia es una soluciónmucho más contundente quela lógica de la retaliación y larepresión.
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"¡Nosotras no podemos dejar que haya otro muerto más!’ ‘¡Nosotras no podemos seguirasí, nosotras tenemos que luchar! ...Cuando yo tuve la primera reunión, que yo subí medecían: ‘¡Tú estás loca! ¿Cómo tú te vas a meter pa’ allá arriba, estás buscando que tematen ahí? Yo voy a subir, porque no va a ser así.’ Yo estaba con Dios pues. Y cuandome reuní con ellas que estaban toditas así, como con pena, cuando les dijeron ésta esla mamá de Andrés [el joven asesinado], ellas dijeron: ‘¡Nosotras también queremos luchar, porque nosotras también estamos cansadas!’ Y yo dije: ¡Gracias! Porque ellastambién dijeron: ‘¡Queremos luchar! ¡Estamos cansadas de esto!’ Y yo digo que fue unapoyo, ¡Sí vamos a luchar!”
Integrante de las Comisiones de Paz de Catuche.
“Nosotros pensábamos que aquellas iban a venir a guerrear para acá. Eso lo pensaronellas y nosotras también. Pensábamos que si vienen a pegar cuatro gritos nosotras nonos vamos a dejar, pero primero vamos a escucharlas.Y en verdad fue una reunión que al final salimos abrazadas, llorando todas, porquetodas teníamos el mismo problema. El mismo problema que estábamos viviendo nosotras aquí, lo estaban viviendo ellas allá, que si dormir con el colchón encima, encerrado, que le daba miedo ir a la calle a comprar. Todo, todo, lo mismo, y entoncesesa reunión fue bonita a pesar de todo.”
Integrante de las Comisiones de Paz de Catuche.
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