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  • 7/24/2019 Dossier: El debate contina

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    ORGANO NO OFICIAL DE LA ASOCIACION DE INSTITUTOS Y CENTROS MILTON H.ERICKSON DE AMERICA LATINA

    Ao 3, N 11, Nueva Era, ENERO de 2006 (Dossier)

    Preparado para el Efecto 2000

    Editor Responsable: Antonius Mesmricus

    "Salvando fronteras, uniendo espritus y corazones"

    Creado en los Talleres de Godoy Cruz, Mendoza, Rep. Argentina; y editado en Santiago de Chile

    Publicado sin autorizacin de Sistemas Familiares

    Dossier: El debate contina

    Con la participacin de Salvador Minuchin, Gene Combs, JiII Freedman, Karl Tomm,

    Carlos Sluzki y Harlene Anderson.

    Tal como anunciamos en nuestro Editorial del nmero anterior, publicamos aqu los comentarios

    de Gene Combs y Jill Freedman, Karl Tomm, Carlos Sluzki y Harlene Anderson al artculo de Salvador

    Minuchin, "Dnde est la familia en la terapia familiar narrativa?", que apareci en dicho nmero. A

    continuacin de los mismos, incluimos la respuesta del Dr. Minuchin a todos ellos. Reiteramos nuestro

    deseo de que la publicacin de este debate d lugar a nuevos intercambios entre los terapeutas familiares,

    que produzcan desarrollos enriquecedores para todo el campo de la terapia familiar.

    Sistemas Familiares, Ao 15 N 1, 1999

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    CONTAR Y RECONTAR

    Gene Combs y JiII Freedman

    En primer lugar, quisiramos dar la bienvenida a la voz de Salvador Minuchin, la que se suma a

    todas las otras voces que estn contando la historia de cmo las ideas construccionistas sociales,

    narrativistas y posmodernas han gravitado en la prctica de la terapia familiar. Su modo de contar esa

    historia no es el nuestro, ni quisiramos que lo fuera, pues valoramos la multiplicidad de los relatos. En ese

    espritu, no nos interesa desmenuzar el artculo de Minuchin o demostrar que est "equivocado". Lo que nos

    interesa es contemplar desde nuestra propia perspectiva varias de las cuestiones e ideas que l plantea:

    recontar ciertos aspectos de su contar. Lo completaremos con algunos detalles que estimamos importantes,

    e ilustraremos cmo y por qu adoptamos algunas de las decisiones teraputicas que caracterizan nuestraforma de trabajo, diferencindola de las terapias familiares ms tradicionales. Del artculo de Minuchin

    resulta claro que formula algunos supuestos no compartidos por nosotros; sin duda, tambin lo inverso es

    cierto. Confiamos en que esclareciendo algunos de estos supuestos no compartidos 1 sacaremos a relucir

    nuevas vetas, tornando el relato ms denso, interesante y til.

    Una diferencia importante de nuestras respectivas cosmovisiones y de los supuestos que las

    sustentan se refleja en la forma muy diversa en que nosotros empleamos palabras como "familia",

    "individuo" y "self. Minuchin entiende que existe eso que llama "la familia", que es algo "natural" y que es

    "el contexto en el que los bebs y los nios aprenden sobre s mismos y sobre los dems, adquieren las

    creencias relativas a lo que es real y objetivo, y asimilan los relatos que afectarn su propia realidad".

    Cuando Minuchin afirma que "la" familia es "el" lugar en el cual los nios asimilan los relatos que afectarn

    su realidad, nos parece que simplifica en demasa una situacin compleja. Uno de los importantes aspectos

    en que nuestros supuestos difieren de los de Minuchin es que l presume que es til sobresimplificar las

    cosas de este modo; formular generalizaciones (metanarrativas), evaluar determinadas situaciones sobre la

    base de dichas generalizaciones y luego actuar de modo decidido sobre la base de tales evaluaciones. Desde

    nuestra perspectiva, los nios, y aun los bebs, aprenden acerca de s mismos y de los dems en muchos

    contextos (hospitales, guarderas, instituciones religiosas, interactuando con la televisin, etc.), y no slo en

    una familia nuclear idealizada. Creemos que pensar en generalizaciones como "la familia" atrae y aparta

    nuestra atencin de los detalles de la experiencia que constituyen el relato de cualquier familia particular.

    Como terapeutas que hemos trabajado con mencionaremos slo dos ejemplos, de entre los

    muchos posibles homosexuales que crearon "familias por libre eleccin" en esta era del SIDA y con

    familias menonitas conservadoras que tenan ideas sumamente rigurosas acerca de los roles de gnero, noconsideramos til sustentar la nocin de "la" familia. Por nuestras conversaciones con personas criadas en

    una reserva de indios Navajo y en un kibbutz israel, estamos al tanto de que los lmites trazados por

    Publicado en Journal of Marital and Family Therapy, vol. 24, n 4, 1998, pgs. 405-08. American Association forMarriage and Family Therapy. Reproducido con autorizacin. La traduccin es de Leandro Wolfson.

    Codirectores del Centro de Terapia Familiar de Evanston, lllinois.1Las limitaciones de espacio nos obligan a seleccionar slo algunos de estos supuestos. Nuestro propsito no es

    responder a todas las cuestiones planteadas porMinuchin y a todas sus afirmaciones, sino centramos en un conjunto desupuestos relacionados entre s.

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    distintas personas en cuanto a lo que es y no es la "familia" pueden variar enormemente. Como padres

    adoptivos a los que en reiteradas ocasiones se les pregunt por los padres "naturales" de nuestras hijas,

    somos bien conscientes de las potenciales consecuencias dainas de utilizar trminos como "natural".

    Entendemos que el lenguaje conforma nuestras percepciones de la realidad, y que frases como

    "familia natural" nos instan a considerar que las personas sin familia o con familias diferentes son

    "antinaturales". No estamos acusando a Minuchin de adoptar esta clase de prejuicios. Lo que sostenemos esque los supuestos que acompaan este tipo de lenguaje fcilmente pueden llevamos a encaminar a las

    familias, como a un rebao, hacia determinadas formas de ser (las "naturales" o "normales"). Nos interesa

    multiplicar las posibilidades de percepcin de las familias y sus miembros, no contribuir a amoldarlas a

    modelos "naturales", "normales" o "sanos" idealizados.

    Otra importante diferencia entre los supuestos de Minuchin y los nuestros se vincula con el sitio al

    cual se mira cuando se contemplan los problemas. Minuchin supone que lo ms importante es observar las

    interacciones de los miembros de la familia. Nosotros pensamos que es importante observar con ms

    amplitud. Quizs una vieta clnica sirva para ilustrar los posibles efectos de estos distintos supuestos.

    Hace poco trabajamos con una joven que luchaba contra su anorexia. El ao anterior haba estado

    en terapia familiar con otro terapeuta, y vino a vemos cuando debi separarse de su familia y terapeuta con

    el objeto de ingresar en la universidad, en Chicago. La madre se traslad a Chicago para ayudarla a

    instalarse Y particip en el comienzo de la terapia con nosotros. Al escuchar sus relatos en nuestro primer

    encuentro nos enteramos de que uno de los efectos que haba tenido la terapia familiar previa sobre la

    madre fue que le provoc gran culpa y desesperacin. La mujer supo que ella era la responsable de la

    anorexia de su hija. En ese primer encuentro la hija habl muy poco. Le omos decir que realmente le

    gustaba el terapeuta de la otra ciudad y crea que el tratamiento haba sido til, aunque no fue capaz de

    sealamos ningn aspecto particular en que lo hubiera sido.

    En nuestra labor posterior, la joven comenz a indicamos las influencias sociales que contribuyeron

    a que la anorexia hiciera presa de ella y la mantuviera entre sus garras. Le comunicamos que exista una

    "liga contra la anorexia"; ella les escribi cartas a varios miembros de la liga y as se sum a otros que

    estaban luchando igual que ella contra ese mal. La lucha librada por esta joven fue difcil; aqu la sobre-simplificamos y condensamos a los fines de nuestra argumentacin. El hecho de pensar en la familia como el

    contexto en el que los nios aprenden sobre s mismos y sobre los dems, y adquieren sus creencias

    relativas a lo que es real y objetivo, parece haber llevado en este caso a echarle la culpa a la familia, ms

    concretamente a la madre, en la terapia anterior. Esta inculpacin no parece haber ayudado a la joven a

    hacer nada con su anorexia. Cuando, en cambio, nosotros nos preguntamos qu otras influencias podran

    haber sido relevantes, la joven pudo ver libremente los espacios en que su familia le brind un respiro frente

    a algunas concepciones sociales peligrosas. Fue capaz de elegir con quin juntarse: los miembros de la

    familia, otras personas que estuvieran luchando contra la anorexia, amigos que la apoyaban, etc. Entre

    todas estas personas haba algunas significativas para ella; de stas, algunas eran miembros de la familia,

    otras no.

    Otra diferencia en nuestros supuestos se refiere al significado de "trabajar con la familia". Nuestras

    ideas al respecto parecen tan distintas de las de Minuchin que, luego de nuestra primera lectura de su

    trabajo, la confusin que experimentamos nos llev a releerlo y llevar la cuenta. Descubrimos que en cuatro

    de los seis ejemplos clnicos que Minuchin comenta, haba fsicamente presentes en la sesin dos o ms

    miembros de la familia. En el quinto, el de Insoo Kim Berg, la descripcin y conceptualizacin de la situacin

    por parte de Minuchin ("una mujer afro-norteamericana beneficiada por el sistema de asistencia social, que

    tena dos hijos al cuidado de padres sustitutos") nos pareci basada en la familia. En el ejemplo restante, las

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    preguntas que Karl Tomm le formul a una madre se vinculaban con su hija internalizada: nuevamente, a

    nuestro juicio era una entrevista basada en la familia, sobre todo si recordamos que quien originalmente

    solicit la terapia fue la hija.

    En tres lugares distintos de su escrito, Minuchin declara que en la terapia construccionista social la

    familia "desaparece". Dado que la presencia de los miembros de la familia su presencia efectiva en el

    consultorio en la mayora de los casos, o su inclusin o la referencia a ellos en la conversacin, en otroscasos no se ajusta a nuestra idea de la invisibilidad, llegamos a la conclusin de que el uso por parte de

    Minuchin de un lenguaje tan extremo refleja otra diferencia en los supuestos. Nuestra lectura nos lleva a

    pensar que, segn Minuchin, slo observando las interacciones entre los miembros de la familia en el

    consultorio un terapeuta puede "ver" a la familia. Cuando nosotros interactuamos con los miembros de a uno

    por vez, invitando a los dems presentes a ser espectadores, "la familia" se vuelve invisible para Minuchin.

    Nuestro supuesto es distinto: creemos que nuestro modo de trabajar vuelve ms visibles las relaciones

    familiares, no menos. Tal vez sea til dar aqu algunos detalles acerca de lo que pensamos y cmo

    experimentamos lo que sucede cuando hablamos con una persona por vez.

    Comenzamos a entrevistar a una persona por vez mientras los dems miembros de la familia nos

    escuchaban cuando estudibamos con Luigi Boscolo y Gianfranco Cecchin. Ellos nos explicaban que al

    preguntarle a una persona A lo que piensa sobre la interaccin entre B y C, B y C obtienen nueva

    informacin sobre su relacin mutua y la de cada uno de ellos con A. No importa que nuestras preguntas

    sean o no "circulares"; comprobamos que el hecho de ser testigos del relato de un miembro de la familia

    cambia las percepciones de los que se encuentran en esa posicin de testigos. Segn nuestra modalidad de

    trabajo actual, les pedimos luego a B y C que expresen sus nuevas percepciones reflexionando sobre su

    experiencia al escuchar el relato de A. Estas reflexiones afectan, a su vez, la experiencia de todos cuantos

    estn presentes en el consultorio. Nuestro foco est puesto en las relaciones, y tenemos el convencimiento

    de que al entrevistar a los miembros de la familia por turno podemos facilitar con mayor eficacia los cambios

    en las relaciones que cuando trabajbamos en forma diferente.

    En nuestra experiencia anterior de terapia familiar, al estimular a los miembros de la familia a que

    hablaran e interactuaran directamente entre s, notamos que la gente escuchaba con frecuencia desde unaposicin defensiva, planeando su respuesta a las acusaciones de los dems en lugar de prestar plena

    atencin al que hablaba. En sus interacciones, volvan a poner en acto los problemas que los haban hecho

    acudir a la terapia. Llegamos a creer que esas puestas en acto tendan a reforzar e intensificar dichos

    problemas. Comprobamos que si se invitaba a las personas a adoptar una posicin de testigos recprocos

    ante los nuevos relatos que iban surgiendo, en lugar de defenderse se liberaban y escuchaban. El hecho de

    or las cosas de otro modo y expresar esas diferencias contribuye a la transformacin.

    Quiz Minuchin entendera por qu resolvemos hablar con una persona a la vez si compartiese

    nuestros supuestos sobre nociones como las de "persona", "identidad" y "self'. Una de las influencias que

    han tenido en nosotros las ideas construccionistas sociales es que no vemos o concebimos a los "individuos"

    como Minuchin parece pensar que deberamos hacerlo. Para nosotros, todos los " selves son relacionales y

    sus respectivas narrativas, sentido de identidad, etc., son generados y conformados continuamente en la

    interaccin social. Por esta razn, entendemos que entrevistar a una persona mientras otra es testigo

    constituye una experiencia relacional. Las percepciones de todos terapeuta, entrevistado y testigo son

    conformadas por la presencia de los dems. Una entrevista de esta ndole es una experiencia profundamente

    distinta de la entrevista de dos personas en la que el terapeuta se centra en el " self individual" del otro, tal

    como parece creer Minuchin que nosotros hacemos.

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    Otra diferencia conexa entre los supuestos de Minuchin y los nuestros es que l parece creer que es

    posible (y conveniente) que los terapeutas permanezcan fuera de "la familia", de modo tal que puedan

    "observar" las nteracciones de sus integrantes. Si lo comprendemos a Minuchin como l quisiera ser

    comprendido, la observacin de estas interacciones es el sine qua non de la terapia familiar. Nosotros

    creemos, en cambio, que las interacciones que presenciamos son influidas profundamente por nuestra

    presencia. En nuestra opinin, la generacin de significado es una actividad radicalmente interactiva.Nuestras percepciones, y los juicios que formulamos sobre esa base, son plasmados por nuestra relacin con

    todos los que estn en el consultorio, momento a momento. Minuchin est en lo cierto cuando dice que no

    observamos las interacciones de los miembros de la familia, pero se equivoca al suponer los motivos por los

    cuales no lo hacemos. Piensa que hemos "vuelto a hacer hincapi en la psicologa humana individual, con un

    nfasis que no slo es tradicional sino que no se ajusta a aquellas partes de la teora posmodema que

    destacan la importancia de la relacin social". Nosotros pensamos, por el contrario, que estamos tan

    atrapados en las redes de la relacin social, que no podemos salirnos lo suficiente de ellas como para

    observar las pautas de interaccin. Si evitamos la clase de observacin que es tan cara a Minuchin lo

    hacemos porque nuestro foco est puesto de modo radical en la relacin, y no porque prefiramos la

    psicologa individual.

    Tenemos curiosidad por saber cmo responder Minuchin a nuestras respuestas a su trabajo.

    Hemos disfrutado recontando su recuento del relato narrativo/construccionista social, y estamos seguros de

    que cuando l vuelva a recontarlo el resultado tendr mayor textura, inters y utilidad. Para cerrar, nos

    gustara dirigimos a otra de las inquietudes de Minuchin sobre los efectos del construccionismo social.

    Cuando manifiesta que "la terapia narrativa se ha apartado de los principios sistmicos a fin de poner de

    relieve el contexto y la cultura", hace una observacin que se amolda muy bien a nuestras percepciones. La

    diferencia entre l y nosotros es que, al menos dentro del contexto de este artculo, a Minuchin ese

    apartamiento lo molesta, mientras que a nosotros nos entusiasma. En lo tocante a este tema del contexto y

    la cultura, nos preguntamos qu pensar Minuchin de las siguientes palabras, escritas por uno de los

    fundadores de la terapia familiar, una persona con la que Minuchin ha mantenido una prolongada e ntima

    relacin:"Las familias de la pobreza han sido despojadas de gran parte del poder de escribir sus propias

    historias. Sus narrativas de la desesperanza, la impotencia y la dependencia han sido coescritas, si no

    dictadas, por las instituciones sociales. Cuando se pretende volver invisibles a los coautores institucionales y

    sociales de estos relatos, cuando se presentan las narrativas familiares como si slo fueran construidas por

    las propias familias, los miembros de la familia se deprimen ms an, los que podran ayudarlos se

    confunden y todo el mundo se torna menos eficaz"(1).

    Referencia bibliogrfica

    (1) Minuchin, S., "The seductions of constructivism", Family Therapy Networker, vol. 9, n 5, pgs.

    47-50,1991.

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    UNA CUESTIN DE PERSPECTIVA

    Karl Tomm

    Al formular la pregunta, "Dnde est la familia en la terapia familiar narrativa?", Sal Minuchin ha

    hecho referencia a algunas tendencias importantes que hoy existen dentro del campo de la terapia familiar.

    La primera de estas tendencias se vincula con el relativo desplazamiento de un foco puesto en las pautas de

    interaccin de la familia per se, a un foco puesto en los efectos que tienen las creencias y prcticas

    culturales en la interaccin entre los miembros de la familia. Como resultado de esto, actualmente los

    esfuerzos teraputicos se dirigen en mayor medida a ayudar a los miembros de la familia, tanto masculinos

    como femeninos, para que se liberen de los estereotipos culturales tradicionales cuando se establece que la

    falta de equidad entre los gneros es una fuente significativa de conflictos familiares. La segunda tendencia

    aludida por Minuchin es la inclinacin creciente de los terapeutas sistmicos familiares a trabajar con los

    relatos de vida de los individuos. Se considera que stos atribuyen un significado idiosincrsico a sus

    experiencias vitales, significados que se conectan entre s formando relatos personales. Si se ha puesto el

    foco de la intervencin teraputica en estos significados y relatos es porque se entiende que ellos organizan

    el comportamiento de los individuos en todas las situaciones de la vida, incluidas las familiares. Minuchin

    puntualiza que en ambas tendencias parece haber disminuido el nfasis explcito en el sistema familiar como

    unidad primaria de evaluacin y de intervencin.

    As pues, desde una perspectiva de primer orden, concuerdo con Minuchin en que en nuestros das

    parecera que el foco est menos puesto en la familia. Tambin coincido con l en que el construccionismo

    social y la terapia familiar narrativa han cumplido un papel instrumental en este proceso. Sin embargo, las

    afirmaciones de Minuchin en el sentido de que en el construccionismo social "se pierde la idea sistmica de

    que los miembros de la familia co-construyen el significado" o de que en la terapia narrativa la familia

    "desaparece de la prctica teraputica", son exageraciones provocativas y obnubilantes. Desde una

    perspectiva de segundo orden, estos procesos recientes han ampliado y enriquecido la terapia familiar

    sistmica. Sigue reconocindose que la familia es fundamental para mediar en los efectos que ejercen los

    sistemas culturales ms amplios sobre los sistemas individuales menores. En mi opinin, poco es lo que se

    ha perdido, si es que se perdi algo. Por el contrario, es mucho lo que se ha agregado en la terapia familiar

    sistmica a nuestra comprensin de las familias y nuestro trabajo con ellas.

    La perspectiva de primer orden a que me refiero es la posicin terica que consiste en ver a las

    familias como sistemas observados. Esta perspectiva tiene sus races en la teora tradicional de los sistemas

    y en la ciberntica de primer orden. El terapeuta como observador permanece fuera del sistema observado e

    interacta con ste tal como l o ella lo ve. Dentro de este marco de referencia es fcil comprender las

    puestas en acto teraputicas que Minuchin sabe orquestar con tanta habilidad. La perspectiva de segundo

    orden remite a la posicin terica de los sistemas observantes, que est fundada en el concepto de

    "autopoiesis" [bringforthism] de Maturana, el construccionismo social de Gergen y la ciberntica de segundo

    orden de Von Foerster. Desde esta perspectiva, los fenmenos del observar y de ser influidos por las

    Publicado en Journal of Marital and Family Therapy, vol. 24, nQ 4, 1998, pgs. 409-13. American Association forMarriage and Family Therapy. Reproducido con autorizacin. La traduccin es de Leandro Wolfson.

    Director del Programa de Terapia Familiar instrumentado por el Departamento de Psiquiatra de la Universidadde Calgary, Alberta, Canad, T2N 4N1.

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    observaciones realizadas forman parte de los sistemas con los que trabaja el terapeuta. Los hbitos

    perceptuales y conceptuales de los miembros de la familia, que los llevan a ver las cosas de determinada

    manera, son un componente fundamental en la generacin y mantenimiento de pautas de interaccin

    especficas. El terapeuta como observador es parte tambin del sistema de observacin teraputica. Debe,

    pues, examinar sus pautas de observacin, y comprender que ver y mirar las cosas de distinto modo ejerce

    diferentes efectos en su comportamiento y en sus pautas de interaccin con los miembros de la familia.La primera oleada de terapias familiares, incluida la terapia familiar estructural de Minuchin, tendi

    a dar prioridad a la perspectiva de los sistemas observados. La segunda oleada de terapias familiares, que

    incluye la terapia sistmica de Boscolo y Cecchin en Miln, la terapia de los sistemas de lenguaje

    colaborativos desarrollada por Anderson y Goolishian, la terapia centrada en las soluciones tal como la

    practican De Shazer y Berg, y la terapia narrativista de White y Epston, tiende a dar prioridad a la

    perspectiva de los sistemas observantes. Los diversos terapeutas varan en cuanto al grado en que trabajan

    a partir de una perspectiva de. primero o de segundo orden. Por otra parte, un mismo terapeuta tambin

    vara, de un momento al otro, en cuanto al grado en que opera desde una u otra perspectiva, o desde una

    combinacin de ambas. Una perspectiva de primer orden nos lleva a los terapeutas a intervenir directamente

    en la interaccin familiar con el objeto de posibilitar el cambio teraputico. De ah que sea ms importante

    en ese caso la presencia de mltiples miembros de la familia. Si est inmerso en una forma de pensar de

    primer orden, el terapeuta ser mucho ms dado a lamentarse por la ausencia fsica de otros miembros de la

    familia. La perspectiva de segundo orden nos lleva a intervenir en la forma en que nosotros, como

    terapeutas, vemos las cosas y en que los miembros de la familia se ven a s mismos, se ven uno al otro y

    ven su relacin. Los cambios en las pautas de interaccin son secundarios a las pautas en la forma de ver y

    de conferir significado. Consecuentemente, la presencia fsica de muchos miembros de la familia se torna

    menos esencial. Al contrario de lo que supone Minuchin acerca del construccionismo social y la terapia

    narrativa, la perspectiva de segundo orden considera que los miembros de la familia tienen una enorme

    influencia en la generacin y mantenimiento de determinados significados. Por este motivo, los terapeutas

    que abrazan la perspectiva de segundo orden siguen prefiriendo trabajar con muchos miembros de la familia

    presentes. No obstante, esto no es tan determinante para ellos como para los terapeutas de primer orden.Dejar que Combs, Waldegrave y White respondan a los comentarios que hace Minuchin sobre sus

    respectivas formas de trabajar, y por mi parte procurar aclarar de qu manera la perspectiva de segundo

    orden posibilit mi trabajo familiar con la persona a que alude Minuchin en su artculo. Una colega me pidi

    una consulta luego de haberse reunido cinco veces con una familia, en diversas constelaciones, a lo largo de

    dos meses. La razn del pedido de consulta era que la antigua rivalidad entre las dos hijas adolescentes no

    haba disminuido sino que, por el contrario, se haba agravado. De hecho, se produjo una crisis en la cual la

    hermana mayor atac fsicamente a la menor causndole heridas cortantes en el rostro que exigieron varias

    suturas. Minuchin no menciona que si vi a la madre a solas es porque ambas hijas y el padrastro se haban

    negado a asistir, pese a los insistentes requerimientos de la terapeuta que los atenda para que lo hiciesen.

    La madre contempl la posibilidad de cancelar la consulta porque, segn sus palabras, "pens que venir sola

    sera una prdida de tiempo". Lo cierto es que vino, en parte por lealtad a la terapeuta que haba dispuesto

    la consulta, pero principalmente por su gran preocupacin acerca de lo que describi como la depresin de

    su hija mayor y su tendencia a tener estallidos de furia. Yo habra preferido reunirme con toda la familia,

    pero aun as tuve la posibilidad de trabajar con la madre en forma directa y con las hijas en forma indirecta.

    Mi labor clnica ha sido ms influida por la teora de la cognicin de Maturana que por el

    construccionismo social de Gergen, pero ambas teoras contribuyen a explicar que todo conocimiento

    humano se genera en la interaccin social incluido el conocimiento que tenemos sobre cmo se genera el

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    conocimiento. En otras palabras, el conocimiento sobre uno mismo, sobre los dems, sobre las relaciones

    y sobre la terapia es, primero y principalmente, social; slo en forma secundaria se lo internaliza como

    psicolgico. Nada en el construccionismo social o en la autopoiesis excluye o subestima la interaccin

    familiar como parte de esta interaccin social. Ms an, el nfasis de Maturana en el amor dentro del

    proceso de interaccin social para la generacin del lenguaje destaca el papel central de la familia en la

    creacin de conocimiento entre sus integrantes. Ambas teoras afirman que ninguna familia es una isla; lasfamilias estn insertas en una cultura ms amplia y son profundamente influidas por sta.

    Esta perspectiva me ha ayudado a ver que la nocin de "el self" se constituye por una comunidad

    internalizada que incluye a la familia. Esta concepcin me ha facilitado entrevistar a cualquier miembro de

    esa comunidad internalizada como parte del self y tambin como parte de la comunidad de esa persona. Los

    comentarios de Minuchin se basaron en una porcin de una videocinta que l vio en un congreso de Nueva

    York, en la que yo apareca entrevistando a la hija mayor como el "otro internalizado" dentro de la madre.

    Cuando entrevisto a la hija internalizada por la madre, estoy entrevistando tanto al "otro internalizado" de la

    madre como al "self repartido" de la hija. En ese proceso, no pierdo de vista que estoy en interaccin con la

    madre y la hija a la vez, y que puedo influir en las pautas de interaccin entre ambas.

    Cuando utilizo en la prctica el mtodo de la entrevista con el otro internalizado, le pido a la

    persona con la que estoy hablando (la madre, en este caso) que se ponga en la posicin de la otra persona

    (la hija) y hable desde su experiencia de la experiencia ms ntima de la otra. A fin de posibilitar esto, miro a

    la madre y le formulo preguntas como si fuese la hija, utilizando en reiteradas ocasiones el nombre de esta

    ltima. Formulo al otro internalizado (la hija) una serie de preguntas reflexivas acerca de s misma, de la

    madre, de la interaccin entre ambas, de sus relaciones con otros miembros de la familia, como la otra hija,

    y de su contexto sociocultural. Estas preguntas son invitaciones a la madre para que aprenda a escuchar su

    propia escucha, a or de qu manera oye a su hija, y a experimentar ms cabalmente la experiencia de la

    hija. Esta forma de hacer preguntas estimula a la persona a adoptar una perspectiva de segundo orden en

    su relacin con los dems. Ms tarde la madre me coment que gracias a esta entrevista haba llegado a

    saber algo que ya saba, pero ahora lo supo de otra manera: su hija senta que la madre amaba a su

    hermana pero no a ella. Al darse cuenta de esto, la madre pudo decidir en forma deliberada actuar mscongruentemente para convencer a su hija de que le tena un amor incondicional.

    El da posterior a la consulta, la madre resolvi espontneamente invitar a la hija a tomar un caf

    con masas. Cuando se encontraron le cont la entrevista y las cosas que haba dicho al responder desde la

    experiencia de la hija internalizada. De hecho, lo que estaba haciendo era invitar a la hija a encontrarse con

    su "self repartido" tal como era vivido por la madre. A la hija la sorprendi agradablemente advertir cunto

    la comprenda su madre, y su reafirmacin robusteci la decisin de la madre de introducir cambios en la

    relacin. Un ao despus de la entrevista le habl por telfono a la madre con el doble propsito de

    averiguar acerca del resultado de aqulla y de obtener su consentimiento para dar a publicidad la

    experiencia. Me dijo que "las cosas estaban yendo maravillosamente bien" no slo con su hija mayor sino

    con todos los miembros de la familia. Agreg que durante la entrevista "se me encendi una luz". Atribua el

    comienzo de este cambio a esa entrevista con el otro internalizado, lo cual es particularmente significativo

    teniendo en cuenta que no hubo otras sesiones teraputicas.

    En retrospectiva, parece razonable decir que en nuestra interaccin la madre y yo generamos un

    nuevo saber acerca de la relacin entre la madre y la hija, que posteriormente modific las pautas de

    interaccin de la familia. Qu elementos claves haba en esa interaccin? Yo escuch atentamente la

    construccin que hizo la madre de su propia experiencia y de la de su hija, y utilic mis conocimientos de las

    pautas comunes de interaccin familiar para responder teraputicamente a lo que escuchaba. Distingu

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    varias pautas creadoras de patologa dentro de la familia, como la "inculpacin de la madre". Estas pautas

    haban sido internalizadas por la madre. Formul algunas preguntas escogidas con el fin de deconstruir tales

    pautas y generar otras sanado ras, como la "valoracin de la madre". Algunas de mis preguntas se

    orientaron a pautas culturales ms amplias. Por ejemplo, plante mi inquietud relativa a la expectativa

    cultural de que los padres deben tratar a todos sus hijos "exactamente igual". Si los hijos internalizan este

    valor, tienden a volverse ms susceptibles y a advertir cuando se los trata en forma diferente. Esto fomentauna escalada de rivalidad entre los hermanos. La competitividad entre las hermanas le haba imposibilitado a

    la mayor permitirse reconocer cualquiera de sus fallas, por temor de perder el amor de la madre. De hecho,

    su negativa absoluta a reconocer sus equivocaciones haba sido una de las principales fuentes de conflicto en

    el hogar. Durante mi entrevista con la hija internalizada, gener [brought forth] la posibilidad de que el valor

    preferible sera tratar a cada hijo de una forma nica y singular, en lugar de tratarlos a todos igual. Este

    valor tornaba mucho ms sencillo para los hijos aceptar que sus padres los tratasen en forma diferente. A

    travs de mis preguntas reflexivas, la hija internalizada lleg a aceptar este valor alternativo, que luego la

    madre comparti con la hija real. En una conversacin de seguimiento, la madre me dijo que "las hermanas

    ya no se pelean tanto como acostumbraban hacerla" y "cuando discuten, lo hacen con ms respeto", con

    disposicin para aceptar sus discrepancias. Y agreg: "Ya no tienen los estallidos emocionales que solan

    tener".

    Disiento con Minuchin si ste piensa que al practicar esta clase de entrevistas vuelvo "a hacer

    hincapi en la psicologa humana individual, con un nfasis que no slo es tradicional sino que no se ajusta a

    aquellas partes de la teora posmoderna que destacan la importancia de la relacin social". Considero que

    trabajo en las zonas de superposicin entre las pautas de interaccin de cada miembro de la familia (que

    tienen una historia y tienden a perdurar), entre los distintos miembros (que tienden a ser transitorias si no

    estn sustentadas en pautas internalizadas) y entre los miembros de la familia y su contexto cultural (que

    pueden ser muy poderosas en el mantenimiento de las pautas individuales y familiares). Sin embargo,

    concuerdo con Minuchin en que en este trabajo formulo preguntas a partir de mi pericia. Tambin coincido

    en que mis preguntas "guan la entrevista en forma activa" hacia lo que entreveo que puede resultar

    "productivo". Disiento con la afirmacin de Minuchin en cuanto a que "las preguntas [eran] claramenteplanteadas por un experto que sabe qu rumbo hay que darles para que sean productivas". Yo no trabajo

    con ese grado de certidumbre. A mi manera de ver, aqu la cuestin no es si hago mis entrevistas con pericia

    o no, sino con la forma en que utilizo mi conocimiento de la interaccin social en la construccin de las

    realidades teraputicas. Acto como un experto que impone su saber o acto como un facilitador que invita

    a los consultantes a generar un nuevo saber, incluidas nuevas maneras de ver y de or? Me empeo

    deliberadamente en lograr esto ltimo. La cuestin relativa a cmo usamos nuestro conocimiento surge a

    partir de la perspectiva de segundo orden, que expone la dinmica del poder en la generacin y

    mantenimiento del saber y su influencia en la determinacin de las estructuras sociales, incluidas las grandes

    injusticias sociales. Ella abre un espacio para que clnicos como yo puedan hacer elecciones ms claras en

    cuanto a las formas preferibles de ver las cosas que orientan sus pautas de interaccin como terapeutas. No

    obstante, no deja de ser posible emplear la teora del construccionismo social para imponer y explotar, si

    alguien decide hacerla. Que el poder potencial de la perspectiva de segundo orden se utilice para mejorar la

    condicin humana y enriquecer la vida de la persona, o en beneficio de aquellos que ya cuentan con un

    acceso privilegiado a esta clase de saber, es una cuestin tica.

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    EN BUSCA DE LA FAMILIA PERDIDA:UNA NOTA AL PIE PARA EL ENSAYO DE

    MINUCHIN

    Carlos E. Sluzki

    La primera lectura del poderoso artculo de Minuchin me dej profundamente perturbado: me

    preguntaba a m mismo "Dnde est la familia en mi prctica profesional?" Incluso reaccion con una

    actitud defensiva ante el texto del penltimo prrafo, en el que Minuchin enumera los efectos negativos que

    los enfoques narrativas pueden tener sobre los terapeutas que los adoptan. Creo discuta yo con mi

    Minuchin internalizado que tomo nota de las pautas, me desplazo por las puestas en acto, me considero un

    oficiante curador y de vez en cuando un modelo, y vigilo en qu momentos no declaro mis prejuicios en elcurso de mi labor con grupos, familias e individuos. Acaso eso me convierte en un terapeuta no orientado a

    la narrativa e imbuido del construccionismo social, como en trminos generales creo que soy?

    En la prctica de la psicoterapia vigente antes de la dcada del cincuenta, la familia era considerada

    principalmente un epifenmeno que tena algunas importantes ventajas poda echrsele la culpa,

    retrospectivamente, por los pesares actuales del paciente y algunas desventajas las familias eran

    entrometidas cuando no defensivas, ya veces se negaban a pagar los honorarios-. La psicoterapia dio

    entonces un salto conceptual cualitativo, desencadenado desde fuera por la formulacin fundacional de la

    ciberntica y otras creaciones posteriores a la Segunda Guerra Mundial (la teora de la comunicacin, la

    teora de los juegos y la teora de la informacin), y la familia pas a ocupar el centro de la escena. Puede

    acreditrsele a un puado de nociones igualmente generativas, expuestas en diferentes momentos de la

    breve vida de nuestro campo clnico, los avances cualitativos que se sucedieron en nuestros modelos y

    prcticas; dentro de esas nociones, uno de los ejemplos primordiales es el enfoque estructural, formulado

    hace unos 25 aos atrs por Minuchin y su equipo. Con los aos, nuestra disciplina evolucion hacia

    prcticas orientadas progresivamente por una epistemologa sistmica imbuida de las nociones de la

    complejidad los procesos de los seres vivientes tienen lugar en contextos ecolgicos y exigen reconocer la

    influencia recproca de una multitud de procesos entrelazados, subsumidos y supraordenados, la

    inestabilidad un corolario necesario de lo anterior, elocuentemente formalizado por la teora del caos y la

    intersubjetividad vivimos en un mundo "blando" de experiencias compartidas, y tanto nuestro self como

    nuestras acciones son un producto social. Esta ltima idea el mundo, tal como lo conocemos, es

    construido (la jerga indica "co-construido") por consenso recibi un formidable impulso cualitativo con las

    formulaciones del construccionismo social, la (re)valorizacin del papel del lenguaje en el orden social, y por

    ende el foco puesto en el discurso, a partir de la nocin rectora de las narrativas.

    Como enunci Mumby (4), "una narrativa es un acto socialmente simblico, en el doble sentido de

    que a) cobra sentido slo en un contexto social, y b) desempea un papel en la construccin de ese contexto

    Publicado en Journal of Marital and Family Therapy, vol. 24, n 4, 1998, pgs. 415-17. American Association forMarriage and Family Therapy. Reproducido con autorizacin. La traduccin es de Leandro Wolfson.

    Director de los Servicios Psiquitricos, Santa Barbara Cottage Hospital, Santa Barbara CA 93102-0689, USA.(E-mail: [email protected].)

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    social como sede de un significado dentro del cual los actores sociales estn implicados". Pero lejos de crear

    un contexto social estructurado y estable, "el orden social es tenue y precario y est abierto a la negociacin

    en diversas formas" (4). Esta lucha permanente en cuanto a la forma en que se fija el significado constituye

    el campo de las polticas interpersonales. El locus de esa lucha es el espacio narrativo interpersonal: el

    consenso se alcanza, se ratifica, se desafa y se socava a travs de conversaciones y acciones.

    Estas ideas tuvieron tanta repercusin en nuestra prctica que incluso pueden haber provocado uncambio en el nombre de nuestra disciplina, pues los "terapeutas familiares" estn definiendo su enfoque y su

    actividad actuales como "prcticas sistmicas" de segundo orden (segn el lenguaje de la ciberntica) o

    basadas en la narrativa (segn el lenguaje posmoderno).

    Podra aducirse que, tal como se desarrolla la ontogenia, los seres humanos todava somos criados

    dentro de una familia y vivimos en su seno; por ende, la familia sigue siendo la fuente primordial de la

    construccin de una cosmovisin propia: la realidad es definida intensamente, y el orden social es

    intensamente influido, a travs de las interacciones, normas, rutinas, luchas, mitos de la familia. De ah que

    en nuestra prctica debamos privilegiar a la familia toda vez que resulte posible y apropiado. Desde luego

    que existen otros campos interpersonales en que se negocian los significaciones y el orden social: lo

    hacemos en nuestra interaccin con amigos y enemigos, con nuestros colegas, maestros y alumnos, en

    nuestros micro y macro-intercambios sociales y aun en nuestro mundo subjetivo (internalizado). As pues,

    las intervenciones sistmicas pueden tener lugar legtimamente en distintos terrenos sin necesidad de tener

    que tirar al beb-familia junto con el agua de la baera de un cambio en el foco de nuestra prctica. Sin

    embargo, para evitar una confusin de tipos lgicos, a estas intervenciones sistmicas no debera

    llamrselas "terapia familiar', y se es uno de los argumentos centrales de Minuchin. Podra entonces

    afirmarse que la narrativa (corno locus en el que surge el consenso y se crea, mantiene y cambia la realidad)

    brinda un nuevo foco y un nuevo lenguaje a una variedad de prcticas, y que ha expandido (y vuelto hbrido,

    en algn grado) el mapa de nuestro territorio, adems de haber modificado quiz el nombre de nuestros

    empeos clnicos. Ahora incluye las prcticas de atencin de la salud orientadas a la familia, la terapia

    individual, la mediacin, la consulta en organizaciones, el diseo institucional y, claro, tambin la terapia

    familiar, para mencionar slo unos pocos campos.Pero ha sucedido algo ms, que a mi juicio es primordial en lo que respecta a la argumentacin de

    Minuchin. Este nuevo nfasis en el discurso parece haberse dejado arrastrar por una andanada de

    tecnologas y de prcticas ad hoc que nos descentran del foco de estar-con. A travs de dichas tecnologas,

    las narrativas terminan siendo objetivadas (del mismo modo en que es objetivada la familia cuando se la

    considera un hecho observable que puede ser analizado y manejado por un experto ajeno a ella e inmune a

    su influjo). Parecera que estas tecnologas son administradas en ocasiones por sus defensores con ese

    inexorable fanatismo (o es amor?) que nos lleva a abrazar una nueva forma de ver las cosas olvidndonos

    de que es una forma de ver las cosas, en la que influyen a veces las fuerzas del mercado (quin tiene el

    derecho de autor sobre cul tcnica, y por consiguiente quin es dueo de la licencia para utilizarla), a veces

    la estupidez. Con su artculo, Minuchin tal vez introduzca en nuestra disciplina un importante debate que

    tambin est empezando a darse en otras conexas: el vinculado al contraste entre los enfoques

    posmodernos y la fenomenologa la cual, debe sealrselo, tambin explora "las relatividades estructurales

    entre el sujeto que conoce y el mundo" (3), aunque lo haga en su propio lenguaje.

    Este debate gira en torno del contraste (y de los pros y contras) entre el aparato tecnolgico creado

    para instaurar en la terapia la "primaca del texto", que impregna con frecuencia el construccionismo social,

    y el mundo experiencial-emocional, el "ser-con" transformador del contacto interpersonal. El debate cobra

    relevancia cuando se vuelve evidente la tecnologa del terapeuta, como tal vez suceda en algunos de los

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    ejemplos que menciona Minuchin, si no en todos: una obcecada y permanente aplicacin de una nica

    metodologa de indagacin, la fervorosa y militante adhesin a una descripcin preconfigurada especfica de

    la realidad sin importar la resonancia o falta de resonancia que tengan con ella los entrevistados, etc., etc.

    Estas prcticas, en vez de enriquecer la experiencia de consultores y consultantes, achatan la variada

    textura de la experiencia teraputica. En su defensa de la "curiosidad" como rasgo deseable de un terapeuta,

    Cecchin (1) nos alerta acerca de nuestro apego a un nico modelo. No slo es preferible ser consciente delas propias preferencias paradigmticas, apegos conceptuales y prejuicios tcnicos, sino que debe ponerse

    en acto esa conciencia de modo tal de no colonizar las realidades de nuestro pacientes imponindoles

    nuestra propia visin de las cosas. Quizs algunos de los terapeutas criticados por Minuchin se hallaban en

    un perodo de intenso amor con su modelo y no eran capaces de diferenciar la lente de lo observado.

    Sin embargo, en mi opinin no puede achacrsele al posmodernismo la culpa principal de la prdida

    del protagonismo de la familia en el proceso teraputico. Insisto en que muchas prcticas teidas de

    posmodernismo incluyen a la familia como elemento central que contribuye al proceso interminable de

    construccin, mantenimiento y cambio de la realidad. Hay otros factores, ms poderosos, que han

    colaborado en reformular el contenido de la terapia apartndolo de una concepcin interpersonal (ms

    socialmente comprometida y responsable) y aproximndolo a una concepcin centrada en el individuo

    (donde lo que se alaba es la responsabilidad individual y no la colectiva). De hecho, como seala con acierto

    Eisenberg (2), la concepcin de la salud mental predominante en las dcadas del cincuenta y el sesenta, la

    de la "mente sin cerebro", con su perodo optimista de crecimiento explosivo de los nuevos enfoques

    psicoteraputicos (incluida la terapia familiar), fue reemplazada en la dcada del noventa por la concepcin

    del "cerebro sin mente", caracterizada por la medicalizacin del dolor humano y el sufrimiento emocional, y

    en la cual el foco de inters son los genes y los neurotransmisores en tanto que el contexto y las terapias

    verbales han sido relegados a un segundo plano. Este cambio rotundo, que forma parte de lo que parece ser

    un giro poltico casi universal hacia la derecha, ha dado por resultado una drstica reduccin de los

    programas de ayuda social y el deterioro de los programas comunitarios de salud mental financiados por el

    Estado. No es de sorprender que estas polticas hayan sido calurosamente apoyadas por el sistema de

    administracin asistencial y la industria de los seguros de salud, as como por los grandes consorciosfarmacuticos y complejos mdico-industriales privados en perenne crecimiento. Este viraje ha sido apoyado

    incluso por el NAMI y otras organizaciones populares, cada vez ms enajenadas de (y por) las instituciones

    de nuestro campo al par que son cortejadas y cooptadas por los grupos de presin y de apoyo econmico de

    la industria farmacutica. En esta "Dcada del Cerebro" como la rotul el Instituto Nacional de Salud

    Mental, el contexto y la justicia social desaparecen. Para aprender al menos de nuestros propios errores,

    deberamos tener presente que mientras tena lugar este ominoso proceso, las entidades fundamentales del

    campo de la terapia familiar estaban o bien paralizadas por una fervorosa defensa macartista de lo que es

    "socialmente correcto", que las priv de todo activismo poltico externo, o bien demasiado envueltas en las

    reyertas intestinas del gremio como para darse cuenta de que el bosque de Birnam se estaba moviendo.2

    Un cuestionamiento es tan bueno como las olas que genera. En bien de nuestra disciplina, el difcil

    desafo de Minuchin merece larga vida.

    Referencias bibliogrficas

    2Alude a la escena final de Macbeth, de Shakespeare. [N. del T.]

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    (1) Cecchin, G., "Hypothesizing-circularity-neutrality revisited: an invitation to curiosity", Family

    Process, vol. 26, n 4, pgs. 405-13,1987.

    (2) Eisenberg, L, "The social construction of the human brain",American Journal of Psychiatry, vol.

    152, n 11, pgs. 1563-75, 1995.

    (3) Ihed, D., Postphenomenology: essays in the postmodern context, Evanston: Northwestern

    University Press, 1993.(4) Mumby, D.K., Narrative and social control: critical perspectivas, Newbery Park: Sage, 1993.

    RE-IMAGINAR LA TERAPIA FAMILIAR:REFLEXIONES SOBRE LA FAMILIA

    INVISIBLE DE MINUCHIN

    Harlene Anderson

    Vienen a mi mente las palabras de Seamus Heaney, el poeta irlands ganador del Premio Nobel,

    acerca de los legados: "Todo lo que nos ha sido dado puede ser re-imaginado"3. La terapia familiar tiene una

    larga tradicin en lo que respecta a reimaginar, o lo que el psiclogo Kenneth Gergen llama un "sesgo

    transformador" (4). Esta tradicin implic un desafo al statu quo de las teoras y prcticas teraputicas, y ha

    dado origen a teoras y prcticas ms relevantes y acordes a los retos vitales que enfrentamos en el mundo

    contemporneo, de cambios tan veloces. Todos los retos aportan energa, vitalidad y posibilidades futuras.

    La crtica de Minuchin no hace sino inscribirse en esta tradicin. Me complace sumarme al espritu que la

    caracteriza, el cual estimula la expansin y enriquecimiento de nuestras teoras y prcticas, as como contar

    con la oportunidad de ampliar el dilogo conmigo misma y con los dems. Ofrezco aqu algunas de las ideas

    que me surgieron mientras lea la "inquietante" preocupacin de Minuchin en cuanto a que los terapeutas

    narrativos4han "situado a la familia en un lugar inapropiado" y la han vuelto "invisible".

    Lo primero que pens, y sigo pensando, es que las palabras de Minuchin no reflejan mi experiencia

    humana. El y yo hablamos lenguajes diferentes, y no puedo utilizar su lenguaje para explicar cul es mi

    postura. Partimos de distintos lugares: lo que para Minuchin es una prdida, para m es un don. Me

    pregunt: cmo puedo yo dar a conocer mi propia versin al lector? No soy yo quien debe responder a la

    interpretacin de Minuchin segn la cual la terapia familiar tal como la practican Insoo Berg y Karl Tomm "no

    exige trabajar con la familia", ni a su interpretacin de las cuatro vietas clnicas que incluye (las de Michael

    White, Karl Tomm, Gene Combs y Charles Waldegrave). Estos terapeutas hablarn por s mismos.

    En segundo lugar, pens en la historia de la terapia familiar. La terapia familiar no fue un invento

    surgido de la nada sino que fue creada por clnicos, como el propio Minuchin, para quienes las teoras

    Publicado en Journal of Marital and Family Therapy, vol. 25, nQ 1, 1999, pgs. 520-28. American Association forMarriage and Family Therapy. Reproducido con autorizacin. La traduccin es de Leandro Wolfson.

    Miembro fundador e integrante del cuerpo docente del Instituto Galveston de Houston y del Instituto Taos.La autora desea agradecer por sus tiles reflexiones a sus colegas del Instituto Galveston de Houston, as como a

    Jeff Crane, estudiante de doctorado del programa de matrimonios y familias del Departamento de Estudios sobre elDesarrollo Humano y la Familia de la lowa State University.

    3Agradezco a Morris Taggart por compartir conmigo esta cita.

    4Aunque Minuchin y otros autores suelen agruparme junto con los terapeutasnarrativos, no es ste ellugar en el

    que yo misma me sito.

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    psicoteraputicas conocidas no satisfacan las demandas que ellos encontraban en su prctica cotidiana con

    esquizofrnicos y con familias de barriadas pobres, ni las que enfrentaban en las instituciones en las que

    desarrollaban su prctica. Si bien la terapia familiar no constituye una teora o prctica unitaria, su evolucin

    cuestion los supuestos en los que se basaban los enfoques individuales tradicionales. Fue un profundo

    cambio de paradigma en el campo de la psicoterapia, que tuvo notable influencia en nuestra manera de

    pensar y conocer a la gente que acuda a terapia. Este cambio represent el pasaje del conocimiento de lapsicologa y del uso de un lenguaje psicolgico centrado en los atributos individuales del comportamiento

    humano como fenmeno intrapsquico, a otro centrado en el contexto local del individuo o el sistema de sus

    relaciones interpersonales, o sea, la familia. La familia se convirti en el tema principal de indagacin, en la

    explicacin de los problemas y en el objetivo del tratamiento. Los terapeutas familiares adoptaron como

    metforas explicativas diversas teoras sistmicas y teoras sociales al estilo de la de Talcott Parsons.

    Confusin del ethos y del dogma de la terapia familiar

    Lo que muy pronto sucedi dentro y fuera de la prctica de la terapia familiar, y lo que sigue

    sucediendo, es que a menudo la terapia familiar fue identificada con la configuracin social que ella

    expresaba, la familia, en lugar de ser identificada con la ideologa que reflejaba, la teora de los sistemas. La

    confusin de la configuracin social con la ideologa contribuy a que algunos consideraran la terapia familiar

    como una tcnica, una modalidad de trabajo o una subespecialidad, en lugar de verla como una manera de

    pensar sobre los sistemas humanos que impregna toda prctica clnica. Las distinciones que la entienden

    como una tcnica, una modalidad de trabajo o una subespecialidad soslayan o tergiversan el cambio de

    paradigma. La terapia familiar no consiste simplemente en considerar a !a familia como el sistema social que

    es el objetivo del tratamiento o el conjunto de las personas unidas por vnculos consanguneos que se

    renen en el consultorio (6). La distincin radica en el cambio de paradigma.

    Algunos terapeutas familiares creen que la terapia familiar ya ha llegado a su madurez y que ahora

    debemos integrar nuestras teoras en una metateora abarcadora. No s si Minuchin se incluira en estegrupo. Para otros (dentro del campo de la terapia familiar y de la psicologa), las cambiantes experiencias de

    nuestra prctica, el riguroso desarrollo intelectual llamado posmodernismo que tuvo lugar en todas las

    ciencias sociales (p.ej., en los estudios culturales, la teora literaria, la filosofa de la ciencia, el feminismo, la

    educacin y el desarrollo de las organizaciones), as como las exigencias de nuestro mundo actual, se

    combinaron para servir de plataforma a las terapias que, segn Minuchin, sitan a la familia en un lugar

    inapropiado, la tornan invisible y han vuelto a hacer hincapi en la psicologa humana individual: las terapias

    posmodernas colaborativas, narrativas y centradas en las soluciones.

    El "qu" y los "medios" del conocimiento profesional

    Minuchin dice que "su utilidad [la del posmodernismo y del construccionismo social] para

    comprender cmo funciona la familia debe analizarse con ojo crtico". Yo digo que cualquier teora destinada

    a comprender cmo funciona la familia debe analizarse con ojo crtico. En el posmodernismo y el

    construccionismo social el examen crtico es bsico. En lneas generales, el posmodernismo y el

    construccionismo social 5 6son formas de indagacin dedicadas a examinar dos conceptos fundamentales:

    5Emplear en estas reflexiones la expresin "construccionismo social" para ser congruente con la premisa de

    Minuchin de que la terapia narrativa es un producto de aqul. No s si los terapeutas narrativistas coincidiran con esta

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    los de conocimiento y lenguaje. O sea, lo que sabemos o creemos que quiz sepamos, la forma en que se

    genera el conocimiento, en que se lo privilegia o se lo suprime, as como el papel que cumple el lenguaje en

    todo esto. Ello abarca la crtica de la visin unilateral del conocimiento como un conjunto de narrativas y

    metforas universales y generales para la descripcin humana, la idea de que una descripcin es ms

    verdadera que otra, y el riesgo de que un nico significado reduzca algo dndole un carcter concluyente e

    irrevocable. Incluye la crtica del lenguaje como representante de la realidad, la nocin de que el significadoest en la palabra, de que la palabra es un descriptor aislado. Lo que es ms importante, abarca los

    supuestos dualistas y las estructuras jerrquicas de nuestra sociedad, entre ellas las dicotomas que separan

    a los expertos de quienes no lo son y las pirmides jerrquicas del conocimiento que ellas crean.

    Un elemento central del construccionismo social es su perspectiva acerca de la naturaleza

    relacional, dialgica y generativa del conocimiento y el lenguaje. El conocimiento se construye

    lingsticamente; su desarrollo y transformacin es un proceso comunitario; y el conocimiento es

    interdependiente con la persona que conoce. El lenguaje (hablado o no) cobra significado a travs de su uso

    y es el vehculo primordial merced al cual construimos el mundo y le conferimos sentido. En otros trminos,

    "el lenguaje es la transformacin de la experiencia y al mismo tiempo transforma lo que podemos

    experimentar" (5, pg. 532).

    Esta concepcin del conocimiento y del lenguaje impregna la nocin de una conversacin dialgica o

    transformadora. Una conversacin dialgica es un proceso bilateral de toma y daca, un vaivn activo y

    participativo en el que cada persona habla conla otra (y consigo misma) en vez de hablarle a la otra. Es la

    clase de conversacin en que la gente incluidos los consultantes y terapeutas siente que puede hacer su

    aporte y ser oda. El psiclogo social John Shotter (8) se refiere a ella como una conversacin en la cual los

    individuos se sienten pertenecer.

    El construccionismo social se ha aplicado a la comprensin de los procesos de conocimiento

    vinculados con los seres humanos y sus conductas, y a generar descripciones ms viables de ellos y de sus

    conductas. Nos insta a analizar de qu manera construimos y utilizamos nuestros conocimientos

    profesionales, incluidos los relativos a qu indagamos y a los medios que se emplean en la indagacin: qu

    se examina y describe, con qu medios, quin determina el objeto de indagacin y quin la realiza (1).Sugiere que ninguna descripcin (p. ej., la de las pautas observadas), supuesto explicativo (p. ej. la

    bsqueda de un chivo expiatorio) o teora reverenciada (p. ej., la terapia familiar estructural o la terapia

    narrativa) debe darse por sentado, sino que hay que someterlos a un cuestionamiento continuo. Nadie

    podra haberlo dicho mejor que Bateson, en el prlogo a The double bind: the foundation of the

    communication approach to the family (9) [El doble vnculo: fundamentos del enfoque comunicativo de la

    familia], cuando tan certeramente advirti a los terapeutas que deban ser ms conscientes de su

    participacin activa en los fenmenos que estudiaban y de la influencia que tena la teora en sus

    observaciones: "Estamos inevitablemente ligados, de una manera irreflexiva como los protagonistas de

    una tragedia griega, a las formas y figuras de los procesos que otras personas, en especial nuestros

    colegas, creyeron ver. Nuestros sucesores estarn ligados a las figuras de nuestro propio pensamiento"

    (pg. xii).

    premisa. A mi entender, si bien las terapias narrativas, tal como fueron desarrolladas por David Epston y Michael White yampliadas por otros, pueden apoyarse en los supuestos del construccionismo social, se sustentan con igual fuerza en lasideas del historiador posestructuralista francs Michel Foucault acerca de la poltica del poder, o sea, de la relacin delconocimiento con el poder cultural.

    6Existen muchas versiones del posmodernismo y del construccionismo social. La ma es una mezcla que pone de

    manifiesto mis premisas predilectas. Me considero una terapeuta posrnoderna que se apoya en diversas filosofasposmodernas, incluido el construccionismo social y la hermenutica contempornea, para describir y explicarun enfoque alque a menudo se lo denomina enfoque de los sistemas de lenguaje colaborativos.

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    Esta concepcin del conocimiento y el lenguaje influye asimismo en la definicin diferente del self

    como "persona en relacin", como un self mltiple que est involucrado en mltiples relaciones, como las de

    parentesco, las amistosas, las profesionales, las que mantiene con su congregacin religiosa, etc. La

    persona, el individuo, no puede separarse de las relaciones.

    El desafo que plantearon el posmodernismo y el construccionismo social a todas las formas de

    psicoterapia no es una moda. Se remonta a los "debates epistemolgicos" que se iniciaron en el campo de laterapia familiar a fines de la dcada del setenta. De una u otra manera, la influencia pos moderna, ya sea

    del construccionismo social, del posmodernismo propiamente dicho o del posestructuralismo, ha sido el

    punto de viraje de las terapias l lamadas colaborativas, narrativas y centradas en las soluciones. Cada una de

    ellas es una terapia que ampla y trasciende el "don" original de la terapia familiar. Y aunque Minuchin las

    mete en la misma bolsa, son diferentes. No obstante, la elucidacin de estas diferencias va ms all de los

    alcances de la presente reflexin.

    Mis prejuicios con respecto a la terapia: los sistemas, objetivos y procesos y las

    relaciones

    Cmo veo yo la integracin de un sistema teraputico?

    El posmodernismo cuestiona la distincin de la familia como sistema social en la expresin terapia

    familiary la conveniencia de distinguir la terapia familiar dentro de la psicoterapia. Afirma que el concepto

    de la relacin que tiene la terapia familiar se ha vuelto harto estrecho. Esta redefinicin del mbito y el foco

    confunde y alarma a algunos terapeutas familiares, y ha llevado a insistir en que las terapias imbuidas del

    construccionismo social abandonaron a la familia, no ven en ella el sistema social primordial dentro del cual

    vivimos y no son terapias familiares sino terapias individuales. A mi modo de ver, esta concepcin constituye

    una trampa del pensamiento dualista.

    Desde mi perspectiva, un sistema teraputico, al igual que otros sistemas humanos, es un sistemade lenguaje generador de significados (2, 3, 5). No se diferencia por la cantidad de personas que hay en el

    consultorio o por su rol social y estructura, ya se trate de un individuo, una pareja o una familia: En vez de

    ser definido unilateral mente por estos indicadores, un sistema teraputico es un sistema fluido. Cada

    conversacin teraputica, cada conversacin acerca de la terapia y cada participante de cada conversacin

    determinan quines sern parte de las conversaciones presentes y futuras.

    Yo no establezco una dicotoma entre lo individual y lo social ni privilegio lo primero en desmedro de

    lo segundo; tampoco considero que el individuo y la familia sean constructos que inevitablemente rivalizan

    entre s. Para m, el foco no est puesto ni en el interior del individuo ni en la familia; ambas distinciones son

    limitativas. El foco, en cambio, est puesto en la(s) persona(s)-en-relacin. Mi concepcin de los sistemas

    humanos como sistemas de lenguaje no armoniza con la conclusin de Minuchin segn la cual yo prefiero

    "dejar a la familia en un segundo plano", la vuelvo "invisible" o contribuyo a "establecer una prctica de la

    terapia familiar que no incluye a la familia". Todos construimos nuestras visibilidades y nuestras

    invisibilidades. No es el posmodernismo ni el construccionismo social, sino Minuchin, el que ha vuelto

    invisible a la familia.

    Cul es el objetivo y el proceso de la terapia?

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    El objetivo de la terapia sigue siendo el mismo que el de la mayora de las terapias: ayudar a las

    personas que contratan nuestros servicios para que las ayudemos7. Sin embargo, desde mi punto de vista el

    medio de alcanzar este objetivo consiste en participar en una conversacin dialgica: un contexto y proceso

    destinado a la infinita elaboracin del significado; una indagacin colaborativa o compartida que invita a la

    exploracin conjunta de lo consabido y conocido, y al desarrollo conjunto de lo nuevo y desconocido. La

    conversacin dialgica o indagacin compartida implica hablar, pensar y escuchar. Esta escucha es de untipo particular: es activa, reflexiva y participativa. Por ejemplo, cuando un miembro de la familia habla

    mientras otro lo escucha de este modo, su escucha se torna ms deliberada y menos defensiva. La escucha

    se vuelve dialgica. Esta participacin en una conversacin a travs de una escucha dialgica es importante

    para que el proceso crtico de la conversacin monolgica (ya se trate de callados pensamientos para con

    uno mismo o de palabras expresadas en alta voz a los dems) pase a ser una conversacin dialgica.

    El propsito no es influir en la direccin o contenido de la conversacin. Tampoco es influir en otra

    persona para que acepte alguna particular idea, observacin o interpretacin del terapeuta. La terapia pasa

    a ser un contexto y proceso emergentes para la revisin y elaboracin infinitas del significado. Esta

    concepcin del proceso teraputico es muy diferente de la que prefiere Minuchin.

    Coincido con Minuchin en que si se prescinde de mltiples voces se refuerza una voz singular que

    no refleja plenamente (ni puede hacerlo) la realidad de la experiencia humana. La experiencia es de los

    individuos, no de los grupos sociales. Y lo que es ms importante, al prescindir de las mltiples voces que el

    terapeuta encuentra en la terapia (ya se trate de la de una persona llamada "individuo" o de las de mltiples

    personas llamadas "una familia") se corre el riesgo de reforzar la voz nica del terapeuta experto y de

    designarlo como la voz de las normas sociales. A esto precisamente me refera cuando escrib:

    "Segn la perspectiva moderna, la terapia constituye una actividad impregnada de las

    verdades de la cultura dominante y dirigida por el terapeuta, que establece posibilidades

    determinadas por el terapeuta. Tales verdades dictan y actualizan, a priori, diagnsticos, objetivos

    y estrategias de tratamiento globales. A su vez, esa forma de pensar y de actuar puede convalidar y

    reificar los preconceptos de un terapeuta al par que desechan o descartan la singularidad, riqueza ycomplejidad del individuo o del grupo de individuos. A medida que se conforma ese preconcepto,

    esa voz nica, se corre el riesgo de que las consecuentes ideas y acciones dirigidas por el terapeuta

    dominen y silencien la voz del consultante. Creo, adems, que las metforas y narrativas

    consabidas se tornan autolimitantes y por ende reducen la capacidad del terapeuta para ser

    creativo e imaginativo, obstruyendo as las posibilidades de una novedad desconocida, posibilidades

    que pueden emerger slo cuando estn presentes las mltiples voces del consultante, el terapeuta

    y otras personas" (1, pg. 32).

    Discrepo con la premisa de Minuchin de que en mi trabajo adopto una postura poltica basada en el

    construccionismo social. Dejando de lado al construccionismo social, toda accin es poltica, sea que la

    realice un terapeuta en un consultorio o los dirigentes de una asociacin profesional en el saln de reuniones

    de esta ltima. La neutralidad poltica no existe. Toda accin posee relevancia social y tica.

    El terapeuta es un perito? Yen caso afirmativo, en qu consiste su pericia?

    7Sobrepasara los lmites de este artculo referirse a los consultantes que acuden a la terapia en forma voluntaria

    o involuntaria, as como a los mltiples cursos de accin de la terapia.

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    Dentro de esta concepcin, es cierto que el terapeuta es un perito o experto, pero su pericia es

    diferente de la preferida por Minuchin. La pericia no radica en observar las pautas, evaluar cmo debera

    vivir su vida otra gente o inculcar (de manera franca o encubierta) a los consultantes lo que uno percibe

    como sabidura. El terapeuta no se caracteriza por ser un agente o instrumento de cambio que dirige a los

    actores sobre un escenario, modifica las historias de la gente o rescata a las vctimas de los discursos

    sociales, polticos o culturales. En lugar de ello, la pericia del terapeuta consiste en crear un espacio para eldilogo y participar en un proceso dialgico. En este proceso y relacin, el consultante y el terapeuta pasan a

    ser asociados en la conversacin, que crean juntos la pericia y la sabidura. Consecuentemente, la relacin

    consultante-terapeuta se vuelve menos dualista y jerrquica, ms recproca y colaborativa, y la

    responsabilidad se comparte. En este tipo de asociacin, los resultados se ajustan de modo ms singular a

    cada situacin y no puede predecrselos de antemano.

    Tal vez debera agregar un comentario sobre el "no-saber. Este trmino fue utilizado por Harry

    Goolishian y por m a fin de distinguir la postura filosfica de un terapeuta (1,3,5). Se refiere a la forma en

    que se posicionan los terapeutas, cmo se sitan en relacin con otra persona y cmo responden al otro e

    interactan con l. Remite a la manera en que los terapeutas utilizan el conocimiento (lo que ellos piensan

    que quiz sepan) y participan en la creacin de nuevos conocimientos. Lo que pensamos que sabemos es

    puesto siempre en duda, ofrecido siempre como un elemento que alimente el pensamiento y el dilogo.

    Desde esta postura, por ejemplo, los terapeutas no tienen necesidad de presumir que su observacin,

    descripcin o interpretacin es ms verdadera o mejor que la de otro. Un terapeuta basado en el no-saber

    no tiene necesidad de estar en lo cierto.

    El terapeuta responde, ya sea con sus preguntas o con sus comentarios, de modo tal de no

    interponerse en el camino de las dems personas y de lo que stas podran ser o llegar a ser

    imponindoles su sesgo "ya determinado tericamente" (8) en forma tal que limite o cierre la conversacin

    dialgica. En lugar de ello, el terapeuta brinda un espacio para que se exponga la experiencia singular de

    cada uno y la pericia que cada cual tiene sobre su propia vida. Este no-saber, que con frecuencia ha sido mal

    comprendido, no quiere decir que los terapeutas no sepan nada, no tengan opiniones, sean una pizarra en

    blanco, sean pasivos, sustraigan informacin al consultante, no expresen sus sentimientos, no den a conocersus pensamientos ni compartan sus pasiones con los dems. Por el contrario, los terapeutas basados en el

    no-saber valoran la expresin pblica franca y sincera de sus pensamientos.

    Algunas ideas acerca de las acusaciones finales de Minuchin sobre lo que se "deja de

    lado"

    1. Es cierto, algunos terapeutas han abandonado la nocin de que un terapeuta es un perito que

    observa e interviene desde fuera, reemplazndola por el nfasis en la importancia de la pericia del

    participante: la pericia que los consultantes tienen con respecto a su propia vida y la pericia que se

    desarrolla en la conversacin concreta entre consultante y terapeuta. Al referirme en otro sitio (2) a los

    sistemas teraputicos como sistemas de lenguaje generadores de significado, dije que un enfoque

    colaborativo no presume que todos los problemas por los cuales la gente inicia terapia son problemas

    familiares:

    "Las personas inician una terapia por muchas razones [...] llegaron a un punto en que ya

    sea como individuos o como miembros de una familia o de algn otro sistema relacional, se hallan

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    en un quiebre conversacional y les falta el sentido de su operatividad personal [...] han perdido la

    capacidad de mantener un dilogo y de creer que pueden tomar medidas eficaces para hacer frente

    al problema, o sea, su sentido de idoneidad personal y de dominio de s mismas" (2, pg. 73).

    Este punto de vista no impide ni desestima el dilogo entre los miembros de la familia o de

    cualquier otro sistema relacional. Por otro lado, tampoco presume que stas sean las nicas personascapaces de dialogar sobre el problema ni las ms importantes, o que ste sea el nico tipo de dilogos que

    tiene lugar.

    2. No estoy segura de entender el comentario de Minuchin. Mi enfoque (2) no procura provocar o

    manipular puestas en acto; ms bien su nfasis recae en el dilogo transformador (pg. 94), que es un

    dilogo respetuoso, movido por la curiosidad e igualitario (pg. 107).

    3. Mi enfoque no pone el acento en el conocimiento que posee el terapeuta, sobre todo si se

    pretende que ste es ms correcto, preciso, objetivo o sabio que el del consultante. En lugar de ello, pongo

    el acento en la capacidad del terapeuta para "participar junto al consultante en un proceso dialgico" (2,

    pg. 95). Valoro el conocimiento y la pericia que consultante y terapeuta crean entre ambos, y segn mi

    experiencia la consecuencia natural de la conversacin dialgica (tanto para el consultante como para el

    terapeuta) es la transformacin.

    4. Como sugiere el nombre "sistemas de lenguaje colaborativos", este enfoque intenta

    efectivamente que haya colaboracin. A la vez, nuestras conversaciones, nuestras colaboraciones, hacen que

    dejemos atrs a la familia y en cambio hagamos hincapi en cualquier sistema relacional que busca ayuda

    para resolver algn problema. En las entrevistas realizadas luego de la terapia con los consultantes de

    aquellos terapeutas que han elegido este enfoque, informan que la relacin con el terapeuta fue importante

    para ellos. Se sintieron conectados con el terapeuta, escuchados atentamente y respetados por l o ella, y

    en lugar de sentir que el terapeuta haca algo por ellos tuvieron la sensacin de que estaban llevando a cabouna accin conjunta.

    5. Por supuesto, ningn terapeuta carece de preconceptos. Como dije en otro sitio,

    "... es imposible que un terapeuta funcione sin sacar a relucir algn sesgo personal. [...]

    Los valores y tendencias que sostenemos nuestras filosofas de vida influyen en la forma en que

    nos situamos con respecto a otras personas o en la postura que asumimos con ellas (ya sea en las

    relaciones profesionales o en las personales)" (2, pg. 94).

    Todas las personas que se encuentran en el consultorio, incluidos el o los consultantes y el o los

    terapeutas, traen a l sus preconceptos (opiniones, sesgos, prejuicios, valores, experiencias). No creo que

    ningn terapeuta posmoderno afirme que estas comprensiones u otras subsiguientes permanecen o debieran

    permanecer invisibles. Por el contrario, mis colegas y yo valoramos el hecho de compartir nuestros puntos

    de vista; siempre estamos abiertos al cuestionamiento y al cambio, y atentos por anticipado a lo que haya

    de venir.

    Minuchin llega a la conclusin que al dejar de lado estas cosas los terapeutas narrativistas "parecen

    haber situado a la familia [...] en un lugar inapropiado y [...] han vuelto a hacer hincapi en la psicologa

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    humana individual, con un nfasis que no slo es tradicional sino que no se ajusta a aquellas partes de la

    teora pos moderna que destacan la importancia de la relacin social [y] que no refleja plenamente la

    realidad de la experiencia humana". Reitero: mi enfoque posmoderno de los sistemas de lenguaje

    colaborativos no hace hincapi en el individuo, en el sentido tradicional, sino en el individuo-en-relacin: el

    individuo que participa en mltiples sistemas relacionales (2, pg. 82).

    La invitacin cursada por el pos modernismo y el construccionismo social a la terapia

    familiar

    Una perspectiva posmoderna y derivada del construccionismo social invita a la autorreflexin sobre

    nuestras creencias tradicionales, incluidas las referidas al lugar de la familia en la terapia familiar. Invita a

    or mltiples voces, la diversidad y las diferencias; invita a entablar relaciones colaborativas; invita a

    devolver a nuestra profesin su vitalidad y entusiasmo; invita a establecer conexin con contextos y

    problemas sociales y culturales ms amplios y a responder a ellos.

    Las invitaciones que cursa y las distinciones que ofrece esta perspectiva no pretenden subvertir el

    papel de la familia en la terapia familiar o eliminarla de sta, ni sugieren que las ideas anteriores sobre las

    familias y la terapia familiar deben descartarse. Por el contrario, brinda la posibilidad de una nueva forma de

    reconceptualizar nuestras prcticas y de reconsiderar cmo somos y cmo queremos ser en la relacin con

    los dems. No menos importante es que esta perspectiva da cabida a las teoras tradicionales sobre la

    terapia, incluidas las de la terapia familiar, al par que brinda la oportunidad de ampliar sus potencialidades.

    El posmodernismo y el construccionismo social no abandonan la terapia familiar ni sus tradiciones, sino que

    fortalecen y amplan el cambio ideolgico que la terapia familiar inici trascendindolo. Dejan atrs el

    dualismo individuo-sistema social. No ha de sorprender, entonces, que mi respuesta a la pregunta de

    Minuchin, "este cambio terico implica acaso que la prctica de la terapia familiar se encamina en una

    nueva direccin?", sea afirmativa.

    A quienes temen que el construccionismo social posmoderno pueda poner en peligro nuestrastradiciones, Gergen les recuerda que "el propio construccionismo social no es antittico con la tradicin; ms

    an, la tradicin es esencial para la construccin de cualquier significado" (4, pg. 735). Como forma de

    indagacin, el posmodernismo nos alienta a los terapeutas familiares a seguir adelante con nuestra tradicin

    de re-imaginar, a "continuar defendiendo lo nuevo, lo ampliado y lo revolucionario por oposicin a lo

    aceptado, lo tradicional y lo seguro" (pg. 734). Y esto es lo que los terapeutas familiares han hecho

    siempre.

    Cada uno de nosotros se ve atrado por las teoras y prcticas que se amoldan a lo que es y ala

    manera en que prefiere ser en el mundo. El posmodernismo y el construccionismo social no sostienen que

    una preferencia sea ms correcta que la otra: invitan al terapeuta a mantener una postura crtica, a ser

    reflexivo y dialogar consigo mismo y con los dems, y a exponer sus prejuicios profesionales al anlisis, el

    cuestionamiento y el desafo. Esta invitacin forma parte del sesgo transformador (4) que nos trajo al campo

    de la terapia familiar y nos llevar ms all de l.

    Referencias bibliogrficas

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    21

    (1) Anderson, H., "Rethinking family therapy: a delicate balance", Journal of Marital and Family

    Therapy, vol. 20, pgs. 145-50, 1994.

    (2) __________, Conversation, language and possibilities: a postmodern approach to therapy,

    Nueva York: Basic Books, 1997.

    (3) __________ y Goolishian, HA, "Human systems as linguistic systems: evolving ideas about the

    implications for theory and practice", Family Process, vol. 27, pgs. 371-93,1988.(4) Gergen, K., "The place of the psyche in a constructed world", Theory and Psychology, vol. 7, n

    6, pgs. 723-46, 1998.

    (5) Goolishian, HA y Anderson, H., "Language systems and therapy: an evolving idea",

    Psychotherapy, vol. 24, n 35, pgs. 529-38, 1987.

    (6) Goolishian, HA y Kivell, H., "Planning therapeutic interventions so as to include non-blood

    related family members in the therapeutic goals", en AS. Gurman, ed., Questions and answers in the

    practice of family therapy, Nueva York: Brunnerl Mazel,1981.

    (7) Heaney, S., "The settle bed", en su libro Seeing things, Nueva York: Farrar Straus Giroux, 1991.

    (8) Shotter, J., Conversational realities: constructing lfe through language, Londres: Sage

    Publications, 1993.

    (9) Sluzki, C.E. y Ransom, D.C., eds., The double bind: the foundation of the communication

    approach to the family, Nueva York: Grune & Stratton.

    RECONTAR,REIMAGINAR Y REBUSCAR:LA CONVERSACIN CONTINA

    Salvador Minuchin

    Si, como dice Sluzki, un cuestionamiento es tan bueno como las ondas que genera, debera

    manifestarme satisfecho por la cantidad de respuestas y de nuevos cuestionamientos que mi trabajo

    engendr.

    Para empezar, Harlene Anderson puntualiz correctamente que yo "met en la misma bolsa"

    diferentes perspectivas sobre la posmodernidad y la prctica clnica, y la lectura de estas cuatro respuestas

    muestra cun distintos son estos colegas entre s. Me disculpo ante ellos, y procurar ser ms especfico en

    mis respuestas a sus comentarios.

    El problema con que me encontr al formular mis respuestas fue de qu manera transitar por la

    tenue lnea divisoria entre el dilogo y la polmica, y cmo ser fiel a las diferencias respetando al mismo

    tiempo lo que tienen diversos pensamientos en comn. Resolv responder a cada artculo por separado, pues

    cada uno era el vehculo de una respuesta singular e idiosincrsica y suscit en m diferentes ideas y

    sentimientos.

    Publicado en Journal of Marital and FamilyTherapy, vol. 25, nQ 1, .1999, pgs. 529-33. American Association forMarriage and Family Therapy. Reproducido con autorizacin. La traduccin es de Leandro Wolfson.

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    "Contar y recontar"

    Comenzando por el trabajo de Combs y F reedman titulado "Contar y recontar", confieso que es el

    que me provoc las reacciones ms viscerales. Creo que los autores malinterpretaron mi artculo, y si de

    acuerdo con la tradicin deconstructiva el lector da sentido a un trabajo alleerlo, debo admitir que no me

    reconozco a m mismo en su versin. Para empezar, dicen: "Minuchin entiende que existe eso que llama 'lafamilia', que es algo 'natural' y que es 'el contexto en el que los bebs y los nios aprenden sobre s mismos

    y sobre los dems, adquieren las creencias relativas a lo que es real y objetivo, y asimilan los relatos que

    afectarn su propia realidad' "; y ms adelante agregan: "Desde nuestra perspectiva, los nios, y aun los

    bebs, aprenden acerca de s mismos y de los dems en muchos contextos [...] y no slo en una familia

    nuclear idealizada. Creemos que pensar en generalizaciones como 'la familia' atrae y aparta nuestra atencin

    de los detalles de la experiencia que constituyen el relato de cualquier familia particular."

    La cita es correcta, pero deducir de ella que yo me refiero a una familia nuclear idealizada es

    extrao. Siento la necesidad de recordarles a Combs y Freedman que a comienzos de la dcada del '60

    trabaj en los guetos de Nueva York con familias afronorteamericanas y latinoamericanas marginales,

    poblacin que difcilmente podra describirse en esos trminos. He trabajado con parejas divorciadas y con

    parejas formadas por personas del mismo sexo, con familias psicosomticas, con familias violentas, y en

    comunidades; he explorado los diversos significados que tiene la nocin de la pareja en distintos perodos

    sociohistricos; y trabaj en distintos pases con familias de variada composicin tnica y clase social.

    Adems, durante ms de dos dcadas mis colaboradores y yo hemos trabajado con familias insertas en

    sistemas ms amplios. En nuestro libro Working with Families of the Poor (2), recientemente publicado,

    describimos las interacciones entre las instituciones y las familias pobres en el contexto de los hogares

    sustitutos, la drogadiccin, los asilos y geritricos, etc., destacando la importancia del contexto institucional

    en la rotulacin y despotenciacin de las familias.

    Creo que Combs y Freedman estn al tanto de esta historia y estoy seguro de que la reconocern

    cuando la lean. Pienso, por lo tanto, que lo que los movi a descargarme su andanada no fue la bsqueda de

    la verdad sino otra cosa. Presumo que la palabra "natural" desencaden una reaccin ideolgicaposmoderna.

    "Entendemos -dicen- que el lenguaje conforma nuestras percepciones de la realidad, y que frases

    como 'familia natural' nos instan a considerar que las personas sin familia o con familias diferentes son

    'antinaturales' ". Como coincido con ellos en que el lenguaje conforma nuestras percepciones de la realidad,

    parece til ver de qu manera su marco ideolgico deform mi lenguaje. Yo dije: "la familia es el contexto

    en el que los bebs y los nios aprenden..." y ms adelante: " [la familia] ese laboratorio natural de la

    creacin de narraciones". Esto fue transformado primero a "la familia natural" y luego a "la familia nuclear

    idealizada". Esto no surgi de mi texto sino de la polmica que los autores mantienen con la disciplina.

    Combs y Freedman estn procurando defender un argumento terico. Impugnan los universales en

    favor de los particulares. Les preocupa que las normas impongan un significado; que esas normas repriman

    a las familias mediante la imposicin de determinadas narrativas magistrales; y consideran que mi labor con

    las "familias" porta dichas narrativas. Esta construccin me parece desconcertante, pero eso se debe a que

    yo creo, realmente, que el hecho de que los nios desarrollen su sentido del self en transacciones sociales

    con otros significativos, y que para los bebs y los nios pequeos la familia es un contexto social bsico, es

    una verdad universal.

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    Mi hincapi en la importancia de la familia en la construccin y las limitaciones de la identidad

    temprana es probablemente la razn de que yo vea los "selves relacionales" de una manera menos fluida

    que Combs y Freedman.

    Entiendo que su idea de que "todos los 'selves' son relacionales y sus respectivas narrativas,

    sentido de identidad, etc., son generados y conformados continuamente en la interaccin social" establece

    una perspectiva teraputica segn la cual los individuos seran ms proclives al cambio de lo que, segnpienso, indica nuestra experiencia clnica. Me pregunto si no ser esta perspectiva optimista lo que les hace

    privilegiar el ser escucha y testigo, el contar y recontar, y el desarrollo de nuevos relatos en el presente, sin

    tomar en cuenta el efecto de la influencia familiar en la voz del que relata. Concuerdo con la importancia de

    ser escucha y testigo de los relatos de los miembros de la familia, pero no me parece que esto sea suficiente

    ni ms significativo que otras formas de intervencin teraputica. Me preocupa que el hecho de que Combs y

    Freedman privilegien esta estrategia responda ms a una posicin filosfica sobre el uso del poder y el

    rechazo del autoritarismo, que a las exigencias clnicas.

    Tengo un ltimo comentario que hacer a su artculo, y se vincula con su intento de reconciliarme

    con Minuchin poniendo en mi conocimiento un prrafo de mi artculo "The seductions of constructivism" (4).

    En el espritu de Jorge Luis Borges, debo confesar que mantengo una relacin conflictiva con Minuchin,

    puesto que con frecuencia l da a publicidad mis ideas antes de que yo haya podido explorar todas sus

    ramificaciones. Otra de sus costumbres que me ha creado dificultades es su insistencia en conservar

    impresas ideas y conceptos aun despus de que yo las haya dejado atrs y pasado a otras ideas. Eso ha

    llevado a veces a mis lectores y colegas a afirmar que traiciono a Minuchin cuando digo o pienso algo distinto

    de lo que deca o pensaba mi self anterior. Sin embargo, con respecto al prrafo que citan Combs y

    Freedman en particular, Minuchin y yo estamos totalmente de acuerdo desde que colaboramos en la

    redaccin de Families of the Slum(5).

    "Una cuestin de perspectiva"

    Me alegro de tener la oportunida