dominicas boletín 35 7
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"Muchas gracias "Muchas gracias "Muchas gracias por todo lo que por todo lo que por todo lo que
hacéis en y para la hacéis en y para la hacéis en y para la Iglesia"Iglesia"Iglesia"
“El Señor los “El Señor los “El Señor los bendiga bendiga bendiga
abundantemente” abundantemente” abundantemente”
(Papa Francisco a la Orden de Predicadores)
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OCTINGENTÉSIMO JUBILEO DE LA CONFIRMACIÓN DE LA ORDEN
Enviados a Predicar el Evangelio Nuestro Jubileo nos invita a volver a los orígenes de la Orden
para recordar el momento fundacional, en el que santo Domingo envió a nuestros primeros hermanos fuera de su casa, de su familia,
de su nación, para que descubrieran el gozo y la libertad de la itinerancia. ACP Togir, 40
Prot. 50/15/680 Jubilee_2016 Queridos hermanos y hermanas: Escribo esta carta para anunciar con inmensa alegría la apertura y la programación del Jubileo de los Ochocientos años de la confirmación de la Orden de Predicadores, que celebraremos a partir del 7 de noviembre próximo hasta el 21 de enero de 2017 (cf. ACGTrogir 58, 3). En feliz coincidencia se inscribe la celebración de los 800 años de la confirmación de
nuestra Orden con el Jubileo extraordinario de la Misericordia que acaba de proclamar el Papa Francisco. Predicadores de la misericordia La grata coincidencia de estos dos Jubileos tan entrañables a nuestra historia, vida y misión dominicanas se constituyen para nosotros en un llamado especial a renovar nuestro ministerio de la Palabra, al que nos conduce la celebración de nuestro octingentésimo aniversario, en torno a la misión específica de la Iglesia: «anunciar la misericordia de Dios, corazón palpitante del Evangelio, que por su medio debe alcanzar la mente y el corazón de toda persona» . El capítulo general de Trogir estableció como lema para el año del Jubileo de la Orden “Enviados a predicar el Evangelio” (ACG Trogir 2013, 50) y nos invita a reflexionar sobre las siguientes preguntas: ¿Por quién somos enviados? ¿A quién somos enviados? ¿Con quién? ¿Qué llevamos con nosotros al ser enviados? El mismo capítulo ha dado también respuesta a esta última pregunta: somos enviados a predicar la buena
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nueva de la resurrección de Cristo. Creemos que su Resurrección es la revelación definitiva del amor del Padre por Jesús y por el mundo. La resurrección de Cristo es la revelación más clara de “la misericordia de Dios por los pobres pecadores”. Predicar la resurrección consiste en predicar el nuevo camino de amistad con Dios. Esta es la gracia de la cual fue predicador ejemplar santo Domingo, “predicador de la gracia”. Podemos así unir la feliz coincidencia de nuestro año jubilar con el Jubileo de la Iglesia –los predicadores del Evangelio son predicadores de la gracia, y los predicadores de la gracia son predicadores de la misericordia de Dios. En la Bula de indicción del Jubileo extraordinario de la misericordia el Papa Francisco manifiesta su intención de enviar misioneros de la misericordia durante la cuaresma del año santo 2016. Los frailes y hermanas de la Orden nos sentimos particularmente interpelados por este llamado, puesto que desde el día mismo en que ingresamos a la Orden y antes de hacer nuestra profesión religiosa pedimos «la misericordia de Dios y de los hermanos». En su caminar de vida evangélica Domingo buscó continuamente testimoniar a Jesús, presencia de la misericordia de Dios entre nosotros, por eso su vida de predicador fue su camino de santidad: desde el generoso gesto de misericordia cuando decide vender sus libros para «no estudiar sobre pieles muertas mientras haya hombres que mueren de hambre», hasta la convicción de que la evangelización de la Palabra de Dios debe hacerse por medio del testimonio de la caridad de la verdad. La apertura solemne del Jubileo de la Orden tendrá lugar el 7 de noviembre en cada comunidad de la Orden. Desde la curia general de Santa Sabina daremos también solemne apertura al octingentésimo aniversario de la confirmación de la Orden con la celebración de la eucaristía en la fiesta de todos los Santos de la Orden. Invito a todas las Provincias, Viceprovincias, comunidades, entidades, congregaciones, fraternidades y demás instituciones dominicanas a celebrar este día en comunidad como signo de comunión fraterna en la confirmación de la Orden que debemos hacer nosotros ahora. Durante el año jubilar de la Orden tendremos varios eventos a nivel internacional, cuyo calendario anexo a la presente, con el propósito de promover la participación de toda la familia dominicana en estos importantes encuentros internacionales así como en los diversos eventos locales programados por cada provincia, entidad, congregación y
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comunidad. De manera particular solicito a los priores provinciales que prevean la participación de los frailes en cada uno de estas actividades jubilares. Cada coordinador de evento les informará lo referente a detalles de inscripción y participación en cada actividad jubilar. Como “enviados a predicar el evangelio”, durante el año jubilar seguiremos el camino de la Palabra mediante la Lectio Divina “con el fin de animar y apoyar la renovación de nuestra vida dominicana por medio de una escucha atenta de la Palabra, una vida de oración y contemplación en el silencio y en el estudio” (Cf. ACG Trogir, 42 ). Con cuatro secciones: lectio, studio, meditatio y oratio, será publicada diariamente en el sitio internet del Jubileo en los tres idiomas oficiales de la Orden. Para mayor información sobre actividades y fechas de celebración del Jubileo de la confirmación de la Orden, les invito a visitar nuestro sitio web de la Orden http://www.op.org/es/jubilee (http://www.op.org/en/jubilee ‐ http://www.op.org/fr/jubilee). Nuestro padre Santo Domingo quiso encomendar la Orden al patrocinio de María, Madre de misericordia; es por ello que hasta hace pocos años el aniversario de la confirmación de la Orden se celebraba el 22 de diciembre simultáneamente con la fiesta del Patrocino de María sobre toda la Orden. Que María, Madre de los Predicadores interceda por su Orden a fin que el Dios Padre de Misericordia conceda a los hijos e hijas de Domingo la gracia del Espíritu, para que puedan anunciar con su vida y palabras al mundo de hoy y de mañana la llegada de la misericordia. Fraternalmente en nuestro padre santo Domingo,
fr. Bruno Cadoré, O.P. Maestro de la Orden
Roma, 21 de septiembre de 2015
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Indulgencia Plenaria
Con motivo del Jubileo de la Orden de Predicadores en 2016, el Papa Francisco, previa solicitud del Maestro de la Orden, fray Bruno Cadoré, ha ordenado a la Penitencia-ría Apostólica la promulgación de un Decreto por el que se concede Indul-gencia Plenaria a quienes participen en la celebración de este Año Jubilar.
La Orden ha querido así, en co-munión de espíritu con el año de la misericordia,que quienes participen en las celebraciones jubilares que tengan lugar entre el 7 de noviembre de 2015 y el 21 de enero de 2017, y todos los fie-les que acudan en peregrinación a cualquier iglesia de la Familia Domini-cana en todo el mundo, puedan ganar indulgencia plenaria, o dicho de otro modo, pueda acercarse a la misericordia del Padre con la certeza que su perdón se extiende sobre toda la vida del creyente.
Para ello se pide que los fieles que quieran alcanzar esta gra-cia, cumplan las condiciones habituales en este caso, como es confesarse, comulgar y orar por las intenciones del Santo Padre. Además se suman unas características especiales de acuer-do a las circunstancias: que ante el Santísimo Sacramento durante un tiempo conveniente se dediquen a piadosa meditación, conclu-yendo con la Oración del Señor o Padre nuestro, el Símbolo de la Fe o Credo, la Oración del Jubileo y la invocación a la Santísima Virgen María del Rosario.
“Vivir la indulgencia significa acercarse a la misericordia del Pa-dre con la certeza que su perdón se extiende sobre toda la vida del cre-yente”, nos recuerda el papa en su Bula de convocatoria del año jubilar extraordinario de la Misericordia. Los dominicos y dominicas de Espa-ña, predicadores de la misericordia, abrimos las puertas de nuestras iglesias invitándoos a sentir de cerca el perdón ilimitado de Dios.
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El Santo Padre igualmente anima a todos los sacerdotes de la Orden a que se muestren dispuestos a la celebración de la peniten-cia en los lugares jubilares y a administrar frecuentemente la Santa Comunión a los enfermos.
Invitamos a toda la Familia Dominicana a hacer conocer y a recibir esta indulgencia plenaria que refuerza y anima el empeño común de renovación de toda la Orden en este Año Jubilar.
Texto del Decreto traducido al castellano:
PAENITENTIARIA APOSTOLICA
Prot. N. 16/15/I
BEATÍSIMO PADRE,
Bruno Cadoré, Maestro de la Orden de Frailes Predicadores, manifestando hacia Vuestra Santidad los propios sentimientos de devoción así como los de toda la Familia Dominicana, reverente-mente expone: El Sumo Pontífice Honorio III, mediante dos Bulas «Religiosan vitam», del día 22 de Diciembre de 1216, y «Gratiarum omnium largitori», del día 21 de Enero de 1217, confirmó y ratificó la Orden de Frailes Predicadores bajo la Regla de San Agustín. Para celebrar dignamente el día de este doble Ochocientos Aniversario, en todas las capillas de la Familia Dominicana, se tendrán solemnes ritos y religiosas inauguraciones, desde el día 7 de Noviembre de 2015, Fiesta de Todos los Santos de la Orden, hasta el día 21 de Enero de 2017, en que se cumplirá el Ochocientos Aniversario de la segunda Bula. Con el fin de que se manifieste más la divina largue-za para con los integrantes de la Familia Dominicana y otros fieles piadosos y, en consecuencia, se consigan más abundantes frutos espirituales, el susodicho Reverendísimo Orador humildemente pide el don de Indulgencias a modo de Jubileo.
El día 7 de Agosto de 2015
La PENITENCIARÍA APOSTÓLICA, POR ESPECIAL mandato del Santísmo Padre Francisco, concedió benignamente un Año Ju-bilar con la unida Indulgencia plenaria, bajo las acostumbradas con-diciones (confesión sacramental, comunión eucarística y oración a
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intención de Sumo Pontífice) a los fieles cristianos verdaderamente arrepentidos e impulsados por la caridad, una vez al día, que po-drán aplicar también a modo de sufragio por las almas de los fieles retenidos en el Purgatorio, cuantas veces, unido su corazón a los fines del Año Santo de la Misericordia: a.- tomen parte devotamente en las celebraciones jubilares indicadas en el escrito de súplica; b.- visiten las iglesias o capillas de la Familia Dominicana en forma de peregrinación y allí ante el Santísimo Sacramento durante un tiem-po conveniente se dediquen a piadosa meditación, concluyendo con la Oración del Señor o Padre nuestro, el Símbolo de la Fe o Credo, la Oración del Jubileo y la invocación a la Santísima Virgen María del Rosario.
Los integrantes de la Familia Dominicana que, por enferme-dad u otras graves causas se hallen impedidos para estar presentes en las celebraciones jubilares, en el lugar donde les retiene el impe-dimento, podrán conseguir Indulgencia plenaria, formando en su corazón un detestación de cualquier pecado, y formulando una in-tención de cumplir cuanto antes les sea posible con las tres acos-tumbradas condiciones, si se unen espiritualmente a los sagrados ritos, ofreciendo sus oraciones y sufrimientos o las incomodidades de la propia vida a Dios misericordioso por María.
Así pues, para que el acceso al perdón divino por las llaves de la Iglesia, resulte más fácil mediante la caridad pastoral, esta Peni-tenciaría ruega con empeño que los sacerdotes de la Orden de Santo Domingo se muestren dispuestos de corazón a la celebración de la Penitencia en los lugares jubilares y administren frecuente-mente la Santa Comunión a los enfermos. Será válido para el pre-sente Año Jubilar. No obstando ninguna cosa en contrario.
MAURO Card. PIACENZA
Penitenciario Mayor
KRISTOF NYKIEL
Regente
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El día 3 noviembre, el convento de santo
Domingo celebró el día de san Martín de Porres
e inició el habitual Triduo dedicado al Santo.
Para su predicación tuvimos a Fr. Xabier Gómez
O.P., y que actualmente es presidente de la Co-
misión del Jubileo Dominicano.
Día 1º
Este año el triduo de S. Martín de Porres está enmarcado por dos im-
portantes acontecimientos en la vida de la Iglesia y de la Familia Dominica-
na. Estamos a punto de abrir el Jubileo de la Orden para agradecer 800 años
de vida y predicación. El Jubileo Dominicano va a coincidir en el tiempo
con el año jubilar de la Misericordia. San Martín de la Caridad es precisa-
mente un importante referente en el rico patrimonio de santidad de la Or-
den de Predicadores, que aglutina en su persona identidad dominicana y
encarnación de las obras de misericordia. Siendo la compasión uno de los
pilares de nuestro carisma, Martín aparece hoy más actual que nunca como
un testigo de la misericordia y la predicación para todos.
"Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre". Como dice el
Papa Francisco, el misterio de la fe cristiana se puede sintetizar en esa frase.
Jesús de Nazaret con su palabra, sus gestos y con toda su persona revela la
misericordia de Dios. Nos dice quién y cómo es Dios. Misericordia es la pa-
labra que revela el misterio de la Santísima Trinidad. Misericordia es el
acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro. Miseri-
cordia es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuan-
do mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida.
Misericordia es la vía que une a Dios y el ser humano, porque abre el cora-
zón a la esperanza de ser amados para siempre a pesar incluso de nuestras
debilidades y pecados.
SAN MARTIN: PACIENTE Y MISERICORDIOSO
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Si hubiera que escoger sólo dos textos de los evangelios para retratar
la misericordia que Jesús nos ha revelado tendríamos que acudir a dos pará-
bolas contadas por el Señor: la parábola del Padre misericordioso que
conocemos como la del hijo pródigo; y la parábola del buen samarita-
no. En nuestro modo de vivir la fe, estas dos parábolas son un faro que
orientan nuestro modo de situarnos ante el mundo, ante la sociedad o el
momento que nos toca vivir, ante nuestros hermanos y hermanas de co-
munidad, ante nuestras familias, vecinos, amigos o enemigos, en definiti-
va, ante nuestros prójimos y contemporáneos. Estas dos parábolas nos des-
criben a Dios como el padre de la ternura y la misericordia con su infi-
nita paciencia y capacidad para el perdón; para hacer revivir a toda criatura
contemplada en su unicidad, en su especificidad, como hijo e hija del alma.
Ante esta muestra de la misericordia divina qué cabe sino la gratitud, la
conmoción y aceptación de ese regalo, fuente de paz. San Martín de Po-
rres bebió de esa fuente con asiduidad. Su vida de oración, sus momen-
tos de intercesión y contemplación ante Jesús fueron configurando su sen-
sibilidad haciéndola semejante a la del Padre de la misericordia. Por eso
también Martín practicaba la paciencia cuando era humillado o incom-
prendido; trataba de esperar y buscar el fondo de bondad en toda clase
de personas. Ese movimiento de
salir a esperar el regreso del hijo
pródigo es algo que caracteriza a
Dios quien espera que cada persona
vuelva a la amistad con Cristo,
vuelva a la comunión de la Iglesia.
Ese movimiento de salir y confiar en
el fondo de bondad de los demás es lo que aprendemos este primer día del
triduo. En medio de nuestras relaciones fraternas, familiares, sociales,
etc.. podemos ser heridos por las actitudes de las personas. Recordamos las
ocasiones en que Martín era herido por la actitud de algunos de los frailes de
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su convento. Renovemos como san Martín la capacidad para mirar como
Dios mira. Todos tenemos defectos, tratemos de no herir a los demás con
ellos, tratemos de gestionar nuestra mentalidad, pensamientos, palabras y
obras para cuidar, perdonar. Pedimos a Dios que nos conceda esa capacidad
de San Martín para tener una mirada limpia, un corazón libre que con una
actitud compasiva tenga la paciencia de esperar mientras se libera el fondo
de bondad que todo ser humano tiene.
Día 2º
Hoy quisiera presentar a San
Martín en relación con la parábola
del buen samaritano. El beato Pablo
VI dejó escrito que "la antigua histo-
ria del samaritano" fue la pauta de la
espiritualidad del Concilio Vaticano
II. Una Iglesia samaritana, servidora
de las personas en todas sus condicio-
nes, debilidades y necesidades. Como
parte de la Iglesia, la Familia Domini-
cana quiere continuar en la estela de esta espiritualidad de la compasión, de
la empatía misericordiosa que San Martín de Porres, san Juan Macias, san-
ta Rosa de Lima, etc.. han sabido recorrer. Otro de nuestros hermanos,
Sto. Tomás de Aquino escribió: "Es propio de Dios usar misericordia y es-
pecialmente en esto se manifiesta su omnipotencia". "Paciente y misericor-
dioso" es el binomio que a menudo aparece en la Escritura para describir la
naturaleza de Dios. Decir que Dios es Todopoderoso significa sobre todo
confesar que Dios está lleno de amor, compasión y misericordia. Su po-
der es el poder del amor infinito y puro, capaz de fundir al calor de su fuego
toda resistencia y pecado. Jesús nos ha mostrado que la misericordia de Dios
no es una idea abstracta sino una realidad concreta con la que comparte y
nos hace participar de su amor, que es como el padre o la madre que se con-
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mueve en lo profundo de sus entrañas por el propio hijo. "Eterna es su mise-
ricordia" reza el Sal 136. Os invito a que repasemos nuestras biografías de-
teniéndonos en momentos claves, importantes, aquellos que nos marcaron
porque fueron momentos de mucha tristeza o de mucha alegría... en todos
ellos Dios estaba con nosotros, nos sostenía porque "eterna es su miseri-
cordia", eterno es su amor. Así puede ser ahora y en el futuro nuestras vi-
das están bajo la mirada misericordiosa de Dios Padre.
Me gusta pensar que Jesús en su momento más crítico la noche de
Getsemaní, antes de comenzar su pasión, y durante la misma, rezaría el
salmo 136 para sentir que a pesar de todo su dolor y soledad, el amor eter-
no del Padre estaba con Él, porque eterna es su misericordia. San Martín de
Porres fue agraciado en su vida terrena con
la capacidad de sanar a las personas; de ver
dentro de ellas y leer sus intenciones; tuvo
el don de consejo, pero sobre todo el don de
una caridad sin fronteras. Martín no bus-
caba fama ni llamar la atención. Muchos
acudía al fraile mulato buscando poderes;
pero el poder de Martín era su fe; una con-
fianza inquebrantable en el Dios de Jesús;
una fe que le llevaba a contemplar a Jesús
crucificado cada día. De esa escuela de la
cruz actualizada en la celebración de la eucaristía, Martín obtenía la fortale-
za y se configuraba para ser como Jesús, servidor de todos, entregado a
todos, no teniendo nada propio. Esa desposesión le llevó a vivir liberado y
libre para los demás. Ayer pedíamos a dios la capacidad para leer con el
corazón y leer en el corazón de las personas de modo que pudiéramos res-
ponder a sus necesidades reales. Hoy continuamos con esta petición que nos
capacite para perdonar. Que San Martín de la Caridad nos ayude a servir
amando y amar sirviendo, sin esperar gratitud, sin esperar nada a cambio.
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Día 3º
San Martín de la caridad. Hoy queremos sentimos familia como él, y
pedir para toda la familia dominicana el don de la misericordia. Tene-
mos en la Familia Dominicana muchos hombres y mujeres santos. Traigo a
la memoria a uno del s. XIX, modelo para la juventud cristiana, el laico do-
minico Beato Pier Giorgio Frassati. En la homilía de su beatificación S. Juan
Pablo II le definió como el "hombre de las Bienaventuranzas", porque las
había vivido todas. Cuando celebremos el año de la misericordia, pode-
mos proponer a San Martín como "el
hombre de las 14 obras de misericordia",
porque las practicó todas. Si fuésemos ca-
paces de organizar nuestra vida cristiana y
dominicana sobre estos dos pilares...
¡cuánto bien haríamos y nos haríamos! El
corazón del evangelio, la síntesis de la en-
señanza de Jesús se concentran en las bie-
naventuranzas y las obras de misericordia.
El Papa Francisco dijo a los jóvenes de
todo el mundo en un encuentro interna-
cional que con esto les bastaba para vivir como seguidores de Jesús, fieles
hijos e hijas de la Iglesia.
Nuestra vida religiosa y cristiana está invitada a renovarse con las
bienaventuranzas y las obras de misericordia. El Jubileo de los 800 años nos
envía, "ve y predica". Queridas hermanas contemplativas: ¿a qué, a quiénes y
cómo os envía hoy el Señor a través de Sto. Domingo? Puede que tengáis una
respuesta rápida a esta triple pregunta, pero no es tan sencillo. Cada una de-
be responder por sí misma, y cada comunidad también. Aquí y ahora, ¿a
qué, cómo, a quiénes sois enviadas? ¿Qué consejos os daría San Martín? no
para buscar una respuesta de manual, bonita y esperada, sino una respuesta
veraz, auténtica, encarnada. Sois predicadoras de la gracia y la misericordia.
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¿En qué se nota esto en vuestro monasterio?
Honrar la memoria de San Martín nos interpela ya a todos a com-
prometernos con el en la medida de nues-
tras posibilidades. Jesús en el Evangelio nos
dice: "Sed misericordiosos, como el Padre
vuestro es misericordioso". Santo Domingo
y San Martín con sus ejemplos nos lo repi-
ten. ¿Cómo vamos a abrir los corazones a
cuantos viven en las más contradictorias
periferias existenciales? ¿qué aportare-
mos para curar las heridas de tantos
"prójimos" de hoy? No podemos escapar a
las palabras del Señor encarnadas por nues-
tros santos. En base de ellas seremos juzga-
dos: si acogimos al extranjero y vestimos al
desnudo; si acompañamos al enfermo o prisionero; si ayudamos a superar la
duda, a vencer !a ignorancia; si fuimos cercanos a quienes se sentían solos
y afligidos; si perdonamos a quien nos ofendió.
Fr. Xabier Gómez O.P.
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El día 7 de Noviembre en el convento de las Madres Dominicas de San Sebastián presidiendo la celebración el Sr. Obispo de la diócesis, tuvo lugar la apertura del Año Jubilar coincidiendo con los 800 años de la fun-dación de la Orden de Predicadores. Concelebraron el P. Eduardo Agui-rre, el P. José Ángel Aguirre, el P. Esteban Munilla y el P. Carlos Manjón. Reproducimos la homilía pronunciada con tal motivo por el Sr. Obispo: Querida comunidad, queridos amigos, es una alegría muy grande ver a esta familia reunida en torno a esta comunidad de dominicas. Vuestra pre-
sencia supone tener concien-cia del don que tenemos, su-pone un espíritu agradecido, que nos damos cuenta que aquí existe un misterio de la comunión de los Santos, de los vasos comunicantes y que lo que ocurre con la vocación de estas mujeres tiene mucho que ver con lo que ocurre con nuestra vida. Algún día lo
sabremos. Cuando estemos en Dios y veamos las cosas con perspectiva, nos admiraremos de cómo Dios se ha servido de circunstancias, de instrumen-tos y de elegidos suyos para llegar a nosotros, para salir a nuestro encuen-tro. Hubo un hombre santo del que el Señor se sirvió de una forma muy especial: santo Domingo de Guzmán. Hay que ver la capacidad que tienen los santos para mover la historia. Leyendo los periódicos, uno podría pensar que esas noticias de la primera página son lo importante, pero la realidad es que de todo ello con el paso del tiempo no va a quedar nada. Al final lo que
APERTURA AÑO JUBILAR EN SAN SEBASTIÁN
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va a quedar es la santidad. Lo que verdaderamente mueve la historia del mundo son los santos como instrumentos de Dios para edificar la historia, para mover almas. Es una gran lección el que 800 años después de la funda-ción de la Orden de los Predicadores, estemos aquí recordando a aquel san-to, del que el Señor se sirvió para hacer una llamada. Y es curioso que él tuviera una gran intuición para hacer efectiva esa llamada: quiso fundar las religiosas contemplativas antes que los predicadores para lanzarlos después a la predicación, sosteniéndolos con su oración. Tenía claro el orden de prioridades. Estamos pues profundamente agradecidos, somos conscientes de que estamos integrados en un plan providencial de Dios para que acojamos la palabra de Dios y que también nosotros nos convirtamos en predicadores de esa Palabra. Dios no permaneció mundo, se reveló, habló y envió a su Hijo, que es el Verbo, la Palabra. En nuestros días, la frontera entre la creencia y la increencia no está entre quienes creen y no creen en Dios. En el momento presente la frontera está, o bien en creer en un Dios que está ahí arriba, de una manera abstrac-ta, difusa, lejana, despersonalizada, una “energía” se dice a veces, pero que no interviene, o bien en creer que Dios se ha revelado, ha hablado, que ha acontecido en la historia, que se ha hecho carne, que ha dado luz a su Igle-sia y que cuando un sacerdote está predi-cando, es Cristo el que se sirve de su Iglesia para dirigirse al mundo. Esa es la frontera. El carisma de Santo Domingo nos revela que Dios habla y que su Palabra si-gue presente en el mundo. La razón de ser de Santo Domingo es la de predicar la Pala-bra y la razón de ustedes es orar para que esa Palabra sea según el Espíritu Santo y para que las almas que la reciben se abran a acogerla. En la carta de convocatoria que habéis recibido de parte de la Con-gregación para la vida consagrada, se hacen cuatro preguntas que son muy significativas para entender el lema de este Año Jubilar, “Enviados a predi-car el Evangelio”: ¿Por quién somos enviados? Obviamente somos enviados por el Cristo glorioso, que tiene sus bra-zos abiertos intercediendo ante el Padre y clama diciéndole ¿a quien envia-ré para hablarles? Él sigue sacando de donde parece que no los hay, instru-
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mentos suyos para predicar la Palabra. Y es verdad que en este momento estamos débiles, pero sacamos fuerza de esta debilidad: nos derriban pero no nos rematan. ¿A quién somos enviados? Somos enviados a un mundo que está dividido en dos categorías: los que necesitan a Dios por sus heridas y su debilidad, y lo saben, y los que necesitan de Dios pero no lo saben. Predicar a estos segundos es más com-plicado, pero tienen de ello más necesidad porque lo suyo es una especie de anorexia espiritual. Predicamos a veces en lugares donde se acoge agradeci-damente la Palabra, mientras que en otros lugares se predica a sabiendas que lo que estás diciendo va a ser duramente criticado, pero, ¡ay de mí si no predicare! ¿Con quién somos enviados? Un envío como éste no lo puede hacer nadie a título personal. Es la Iglesia entera la que ejerce esta predicación. Si alguien piensa, ingenuo de él, que la predicación sale de él, o le tiene a él como único protagonista: ¿adónde va? No es consciente de la oración que va detrás de él, vive en la ceguera. ¿Qué llevamos nosotros al ser enviados? Pues llevamos entre manos un tesoro. Llevamos entre manos el de-pósito de la Revelación. Nosotros no somos quienes para predicar otra cosa. Estaríamos profanando nuestra predicación si no supiéramos distinguir lo que son nuestras opiniones personales, o si pretendiésemos añadir o quitar algo de la Palabra Revelada. Esa Revelación que está tan hermosamente recogida en el Catecismo de la Iglesia Católica. Jamás la Iglesia ha tenido una formulación tan elaborada del compendio de la Fe Católica. Santo Do-mingo de Guzmán explicó con fidelidad el mismo depósito de la Fe, pero que en el Catecismo lo tenemos hoy más desarrollado. Es un auténtico mi-lagro que en esta época de relativismo, de tanta desorientación, en la que el mundo deja de creer en la Verdad y cada uno se hace su verdad a su medi-da, la Iglesia Católica haya sido capaz de dar a luz en el año 1992 el Cate-cismo de la Iglesia Católica. Es una prueba de que la Iglesia está sostenida por el Espíritu Santo. En definitiva hermanos, es un Año Jubilar para dar gracias. El evan-gelio de hoy nos dice que se nos dará el ciento por uno a los que hemos renunciado a algo por Él, a los que nos hemos metido en esta obra de evan-gelización. La verdad es que no hay mayor ciento por uno que servir a este
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Señor. La mayor pobreza hoy en día es la falta de sentido de la vida, el no saber a qué Señor sirvo, no saber para quien estoy “vendimiando”. Y eso sí que es un ciento por uno, saber por Quién estoy dando la vida: por Cristo nuestro Señor. “Os daré el ciento por uno”. Eso si, no será fácil, tendréis persecuciones, será con cruces. Pero llevar las cruces por este Señor, vivi-das en la Fe son un lujo, y sin Él son un peso insufrible. Querida comunidad, les quiero felicitar en nombre de todos al inicio de este Año Jubilar y les quiero agradecer su fidelidad, su perseverancia. A todos nos llegan momentos en la vida en que tenemos tentaciones de deja-ción, de no terminar las cosas y ustedes son un estímulo de fidelidad, un recordatorio en momentos de tentación. Les prometemos una oración inten-sa en agradecimiento por su compromiso en favor de la obra de evangeliza-ción de la Iglesia.
José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián
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El relato histórico precisa que al atardecer del 15 de marzo de 1740 llegó noticia a Benidorm de que por fuera de la bahía navegaba un barco a la deriva, arrastrado por la corriente. Después de la puesta del sol salió un laúd del que era patrón Antonio Bayona, acompañado de los marineros Vicente Llorca de Marcos, Miguel Llorca de Francisco y otros. Cer-ca de la ensenada de Vila Joiosa encon-traron el londro o falúa, a poniente de la isla, y lo remolcaron durante toda la no-che. A la hora del alba llegaban a Beni-dorm, haciéndose inventario de lo que poseía dicha embarcación, y el notario Alvaro Llorca dice que tiene en la parte de afuera de la popa una imagen de Nuestra Señora con su Niño.
El 26 de marzo del mismo año se decide vender el barco, pero el go-bernador de Alcoy mandó que fuera quemado por miedo a algún contagio. Y así se hizo, durante los días 4 y 5 de abril, apareciendo entre los restos la imagen de la Virgen totalmente ilesa. Desde abril de 1740 hasta los primeros años del siglo XIX se la ve-neró en la capilla del Hospital. De aquí pasó a la iglesia parroquial, donde concluidas las obras de la capilla del Sagrario en 1820 fue colocada en ella. La imagen original de la Virgen del Sufragio fue salvada de los sucesos de 1936. Fue declarada Patrona Canónica de Benidorm y coronada canónica-mente en 1925. En 1950 fue recoronada. En l974 fue declarada Alcaldesa Honoraria de Benidorm. En el año 2015 se celebró el 275 aniversario de la llegada de la Vir-gen a nuestro pueblo. Con este motivo el Papa Francisco concedió un Año Jubilar a la parroquia. Pudiendo ganar la Indulgencia Plenaria por medio de la Confesión, la Comunión y la oración por el Papa y por la Iglesia.
Parroquia de San Jaime de Benidorm
COMO UNA IMAGEN DE LA VIRGEN VINO A BENIDORM
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Un coro de la Familia Dominicana y las vidrieras de la Parroquia San Pedro Mártir de los PP Dominicos en Madrid, fueron el marco extraordi-nario de la celebración en el inicio del Jubileo de los 800 años de la Orden de Predicadores y que se vivió en un ambiente de fraternidad y gozo. Presidió la Eucaris-tía fr. Javier Carballo, Pro-vincial de la Familia Domi-nicana, quien en la homilía resaltó la misión de los do-minicos y dominicas, que como predicadores no es otra que la de poner voz a las palabras de amistad del Evangelio, con una espiri-tualidad de desprendimiento, sin sentirnos propietarios sino servidores: La “viuda pobre” del Evangelio de hoy, tal vez ya entrada en años, pero con una generosidad nueva, es una buena imagen de la Familia Domi-nicana en el Jubileo de los 800 años de nuestra fundación. Ella puso “dos reales”. Nosotros, aunque estamos “orgullosos” de Santo Domingo de Guz-mán y de la aportación de tantos dominicos y dominicas en la historia, tal
vez sólo podamos ofrecer unos “800 reales”, uno por año, equivalente a unas 800 de las antiguas pesetas. Algo más que los “dos reales” de la viuda, pero poca cosa. No obstante, nos llena de esperanza que lo decisi-vo es la bendición del Señor a quien pone “todo lo que tiene para vivir”,
todo lo que puede aunque sea poco, al servicio de la predicación. En el Evangelio proclamado Jesús se dirige a sus discípulos, a los que prepara para ser predicadores. Quiere que aprendan a reconocer lo va-lioso e imiten aquella generosidad. Jesús está en el templo, sentado enfrente del arca de las ofrendas. “Estar sentado” es gesto propio del Maestro que va a dar una lección importante. Está “enfrente” del arca de las ofrendas, como
“800 AÑOS”, “800 REALES”: LA GENEROSIDAD NUEVA DE LA PREDICACIÓN
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queriendo marcar distancias frente a un sistema de recaudación más que sospechoso: el Evangelio es otra cosa, y la alternativa hasta se escenifica. Desde allí obser-va las apariencias y el interior, la superficialidad de la sober-bia y lo profundo de la actitud de la viuda, que ofreciendo al Señor “todo lo que tenía para vivir” pasa de ser viuda, a mu-jer comprometida; de mujer necesitada, a mujer bendecida.
Ella ejemplifica a los explotados por los poderosos y es imagen de la dona-ción total que Jesús hará de su vida poco más adelante narrada en la Pasión. Imagen en la que reconocerse nuestra Familia de predicadores. La predicación del Evangelio conlleva una generosidad nueva. No es más generoso el que más da sino el que menos se reserva para sí mismo; el que compromete la vida entera, aunque sea pequeña, al servicio de la causa de Dios en el mundo. La viuda pobre se expropia de todo, se entrega a sí misma. Esta capacidad de expropiación, como dice el Maestro de nuestra Orden, es “la exigencia espiritual esencial del predicador”: vivir sin sentirse propietario ni dueño del mensaje, sino servidor de la amistad de Dios con la humanidad. La misión del predicador es poner voz a las palabras de amis-tad del Evangelio. No nos predicamos a nosotros mismos, somos servidores de Su Palabra, que debemos escuchar, esforzarnos por profundizar, siempre en proceso de aprendizaje y contemplación. Santo Domingo funda una familia en la que aprendamos a vivir esta capacidad de “expropiación” y desprendimiento. Envía a sus frailes a predi-car de dos en dos, para mostrar que nadie tiene la exclusiva ni el monopolio de la Palabra; y los envía simultáneamente a predicar y a estudiar, siempre en aprendizaje y en diálogo. Funda primero un monasterio de monjas contemplativas, porque la predicación debe nacer de la escucha, el silencio y la oración. Hablar de Dios es darle espacio en nosotros a quien nos lo da a conocer. Valora la vida comu-
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nitaria que asume el primado del bien común y el compromiso de fraterni-dad y cuidado de los demás. Dejar espacio a la Palabra de Dios y a los her-manos nos educa para la “expropiación”, para poner nuestros talentos y recursos al servicio de la evangelización. Somos más creativos cuando no nos aferramos a nuestra individualidad, sino que estamos dispuestos a en-tregarnos. Esta generosidad es nueva porque entre dar lo que a uno le sobra y dar lo que uno necesita hay una diferencia abismal. Dar lo que uno necesita sólo es posible desde la confianza y la fuerza que recibimos de la amistad de Dios y desde la primacía de las necesidades profundas de los demás: necesidades de sentido y verdad, de justicia y dignidad, de Palabras de vida eterna… En Santo Domingo la pasión por predicar se hace compasión. No dudó en vender sus libros –entonces muy valiosos- para socorrer a los que morían de hambre en Palencia. La generosidad que brota de la compasión nos lleva a dar con lo más valioso de la vida. Por la com-pasión nos hacemos mejores personas y alcanzamos mayo-res cotas de humanidad. La ciencia y la técnica alargarán los años, mejorarán las condi-ciones de vida, pero la compa-sión mejora la calidad del ser humano. Y desde la compa-sión brota en los predicadores la necesidad del anuncio de la Buena Noticia de Jesucristo. Domingo de Guzmán abraza la pobreza evangélica para dedicarse con mayor libertad a la predicación itinerante y manifestar la cercanía a los más necesitados. Cuando no nos sentimos “propietarios” de nada, vivimos más dispuestos a compartir y más disponibles al bien común. Nos basta con tener el uso y la responsabilidad de las cosas. Tampoco la verdad -veritas es nuestro lema familiar- es ninguna propiedad o posesión, sino una búsqueda y un servicio de misericordia. Donde hay verdad allí está el Espíritu, “venga de donde venga la verdad”, dirá Tomás de Aquino. La verdad, que perdió crédito en el mundo cuando se alió con el poder, sólo puede brillar en la pobreza de la predicación; de una predicación que se hace diálogo, encuentro y conversación. De nuevo, en la “viuda pobre”, Jesús muestra su predilección por los pequeños y nos enseña a valorar lo pequeño. Todas las obras grandes co-mienzan en la generosidad desde lo pequeño. San Pablo dice que nadie es
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tan pobre que no pueda ser generoso. Quienes anunciamos el Evangelio necesitamos esa familiaridad con lo pequeño, sin dejarnos seducir por las apariencias o el poder, sin pretender éxitos ni resultados inmediatos, valo-rando los pequeños pasos y esfuerzos, los encuentros con cada persona, la cercanía a los débiles y las conversaciones de amistad, ejercitando el ritmo paciente de Dios. El vitral de esta iglesia de San Pedro Mártir es un canto a la generosi-dad que ilumina y embellece la palabra de los predicadores, y que tiene su expresión extre-ma en la entrega de la propia vida de los mártires. El conjunto de las vidrieras re-presenta distintos mártires del An-tiguo y del Nue-vo Testamento y también de la Familia Domini-cana. En el cen-tro del vitral está la Piedad, que es el martirio por excelencia. Debajo de ella, San Pedro de Verona, el primer mártir dominico, que con el dedo mojado en su propia sangre, en la que será su última predicación, escribe las primeras palabras del credo: “Credo in unum Deum”. La generosidad de la entrega de su vida da fuerza y valor a su palabra. La pasión por predicar lleva a tan incomprensible generosidad y su generosidad se hace predicación. Jesucristo no nos salvó con bellas palabras sino por la generosidad de su pasión, por la generosidad del amor auténtico. Vivir y anunciar la gene-rosidad nueva del Dios-con-nosotros es la pasión de nuestra Familia de Pre-dicadores. Aunque sólo hayamos aportado “800 reales” en 800 años… ¡quienes nos han precedido en esta generosidad y pasión por predicar son un signo luminoso de esperanza para nuestro futuro! Que al celebrar en la Eucaristía la generosidad nueva de Jesucristo que nos entrega su vida, recibamos el impulso y la gracia para ser nueva-mente “enviados a predicar el Evangelio”.
Fr. Javier Carballo, O.P.
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Dios quiso un día en este mundo tener un hijo predicador; santo y fecundo por sus buenas obras y su oración; y fue Domingo, el elegido a tal misión; nació en España, cruzó fronteras y floreció. PREDICADOR, QUE POR LOS CAMINOS IBAS HABLANDO DE TU SEÑOR. PREDICADOR, DEL EVANGELIO, LA SABIDURÍA Y DEL AMOR. PREDICADOR, NOS ENSEÑASTE EL CAMINO DE LA ORACIÓN: HABLAR CON DIOS DE LOS DEMÁS Y A LOS DEMÁS HABLAR DE DIOS. Pasando el tiempo creció el carisma de la predicación, de aquellos frailes con sus hermanas en contemplación. Luego seglares colaboraron y así nació la gran Familia Dominicana, que en la Iglesia es comunión.
***** Noticias de la Orden dominicana
El Maestro de la Orden de Predicadores Bruno Cadoré ha nombrado a Jesús Díaz Sariego, nuevo Provincial de la Provincia de Hispania, resul-tante de la unión de las antiguas Provincias de Aragón, Bética y España. Díaz Sariego nació el 4 de septiembre de 1962 en Riosa (Asturias, España). Profesó en la Orden de Predicadores el 11 de septiembre de 1983, fue ordena-do presbítero el 30 de septiembre de 1989 y doctorado en Teología en la Universidad de Friburgo (Suiza). En 2009, fue nombrado socio del Prior Provincial de la Provincia de España, cargo que ocupaba en la actualidad. Díaz Sariego comenzará a ejercer como Vicario de la nueva Provin-
PREDICADOR (CANTO)
JESÚS DÍAZ SARIEGO, NUEVO PROVINCIAL
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cia el 1 de enero de 2016 y tomará posesión del cargo en el Capítulo Pro-vincial el 3 de enero en Caleruega (Burgos), con la presencia del Maestro de la Orden. Lo habitual en la Orden de Predicadores, desde hace 800 años, es que los frailes reunidos en Capítulo elijan democráticamente a su Prior Provincial, pero en este caso, al tratarse del nacimiento de una nueva Pro-vincia, es el Maestro de la Orden quien lo nombra, previa consulta, eso sí, a todos los frailes. Díaz Sariego tiene por delante el reto de consolidar la unificación de Provincias, en la que se viene trabajando desde hace años; llevar adelante los cambios y la restructuración de presencias que el Capítulo Provincial acuerde, así como impulsar nuevos proyectos de misión para el futuro. La Provincia de Hispania estará formada por 500 frailes, con 40 comunidades en España, y presencia misionera en la Selva Amazónica de Perú, Cuba, República Dominicana, Venezuela, América del Sur y Guinea Ecuatorial. Cuenta con una gran variedad de actividades apostólicas: Facultades de Teología, Fundación Educativa, colegios, parroquias, Santuarios, iglesias de predicación, instituciones de asistencia social y solidaridad, editoriales, pastoral en internet, etc. Desde la Comunidad de las Madres Dominicas del convento de san-to Domingo de San Sebastián, nuestra mas cariñosa felicitación al recién nombrado Provincial de la nueva Provincia de Hispania. Cuente con nues-tra oración así como pedimos por todas las necesidades de la recién crea-da Provincia.
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El día 3 de Noviembre, el Santo Padre Francis-co nombró arzobispo coadjutor de Bahía Blanca a Fray Carlos Azpiroz Costa, O.P., quien del 14 de julio de 2001 al 5 de septiembre de 2010 fue Maes-
tro General de la Orden de Predicadores. Es Doctor en Derecho Canónico por el Angeli-
cum. Bahía Blanca es una Diócesis del Sur de la Provincia de Buenos Aires. Nació en la ciudad de Buenos
Aires el 30 de octubre de 1956 en una familia de origen vasco, octavo de 14 hijos, 13 varones y una mujer.
F. CARLOS AZPIROZ O.P., ARZOBISPO DE BAHÍA BLANCA
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En carta dirigida a las comunidades de religiosas dominicas, el recién nombrado arzobispo Fray Carlos Azpiroz , O.P., les pide su oración: Muy queridas hermanas, les agradezco a todas sus comunidades los mensajes, el cariño, la amistad fraterna ¡las oraciones! Me resulta imposi-ble responder a cada monasterio, a cada monja que ha enviado su enhora-buena, su apoyo y aliento. Les adjunto la oración del Arzobispo de Bahía Blanca enviada a to-das las comunidades de la arquidiócesis para que recen por este fraile cu-yo "Norte" es ahora "el Sur" de la Provincia de Buenos Aires...a las puer-tas de la Patagonia. Vaya una confidencia... Siempre he contemplado en el cielo con es-pecial admiración, emoción, asombro y -por qué no- "devoción" la Cruz del Sur. Viviendo tantos años en el Hemisferio norte extrañaba no verla por las noches. De hecho apenas llegaba a algún país del Sur, la contem-plaba con ojos siempre nuevos... mirando al sur, anhelando siempre volver a verla... Es algo así como desear mirar -en medio de la oscuridad- al Cie-lo y aún en la noche encontrar el camino para llegar a lo alto: ese camino es la Cruz del Señor. ¡Una parábola astronómica de la misión que el Señor nos ha encomendado... caminando en esta tierra, no quitar la mirada del corazón de las cosas de arriba! Vuelvo con insistencia a pedirles su oración.
Señor Jesucristo que conduces a la IglesiaSeñor Jesucristo que conduces a la Iglesia a través de tus Pastores,a través de tus Pastores,
te rogamos por nuestro Arzobispo Coadjutor Electo,te rogamos por nuestro Arzobispo Coadjutor Electo, Monseñor Carlos Alfonso.Monseñor Carlos Alfonso.
Te pedimos que le concedasTe pedimos que le concedas el Amor de tu Sagrado Corazónel Amor de tu Sagrado Corazón
para que nos anime a ser misericordiosos,para que nos anime a ser misericordiosos, portadores de esperanzaportadores de esperanza
y alegres misioneros del Reino.y alegres misioneros del Reino. Fortalécelo en la confianza en los momentos difícilesFortalécelo en la confianza en los momentos difíciles
y concédele paciencia y sabiduríay concédele paciencia y sabiduría para anunciar la Buena Nueva de Jesúspara anunciar la Buena Nueva de Jesús
a todo el Pueblo de estaa todo el Pueblo de esta Arquidiócesis de Bahía Blanca.Arquidiócesis de Bahía Blanca. Te lo pedimos por la intercesiónTe lo pedimos por la intercesión de Nuestra Señora de la Merced,de Nuestra Señora de la Merced,
a Ti que vives y reinasa Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
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Después de 44 años de Capellán en nuestro Monasterio de Santo Domingo de Lekeitio, falle‐ció el P. Rafael García, O.P. Los primeros años de su vida en la Orden Dominicana, transcurrieron en Villava, dedicado a los Hermanos Cooperadores. Algunos de aquellos Frailes Cooperadores, todavía dan testimonio de la paternal entrega, con que formó: espiritual y profesionalmente. Desde 1971, ha estado aquí, siguiendo el ejemplo del Beato Manés, hermano de Santo Domingo, primer capellán de las Monjas Dominicas, en Madrid. Con su espíritu contemplativo, su amor al estudio, la Liturgia, la música, ha impulsado siempre nuestra formación y la vivencia de la Liturgia de cada día. ¡Demos gracias a Dios!.
El Señor le ha concedido la gracia de preparar el encuentro con El, sosegadamente, como quien espera trasladarse a “un nuevo destino” y quiere dejarlo todo un poco ordenado….. “Este es el día que hizo el Señor…., no he de morir, viviré”. Este salmo elevaba su espíritu al cielo. Tres días antes de la Aper‐tura del Año Jubilar Dominicano, se apagó su vida. Esperamos que se encontrará ya bajo el Manto de
la Virgen María, junto con Santo Domingo y cuantos hermanos y hermanas de la Familia Dominicana, le han precedido.
Dominicas ‐ Lekeitio
NO HE DE MORIR, VIVIRÉ……(Salmo 117)
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Recién nacido Jesús, rebujo de carne tierna, María lo enfajó presto… como el Evangelio reza… ¡Qué ternura, qué miradas! para el Niño que ya empieza a vivir la realidad, de una profunda pobreza. El Niño se va durmiendo y María, ya dormido sobre el pesebre LE DEJA… aunque mullera la paja no es como Ella quisiera. Su dormir comenzó en heno y al fin dormirá en madera… bien pronto empezó Jesús a comprobar la dureza que por salvar a los hombres ha de vivir en la tierra. Siendo Dios, humano nace igual que un hombre cualquiera después para darse y darse… para hacerse… ¡TODO ENTREGA! Se nos dará en alimento y a sus ministros les deja poderes inenarrables para seguir en la tierra hasta el final de los tiempos; ¡qué humildad y qué grandeza! El que no cabe en los Cielos en blanco Pan se nos queda.
Carmen Cerezo
Si supiéramos los hombres desentrañar tal proeza seríamos más humildes viviendo más la pobreza. Seríamos, de verdad, como de nosotros sueña: comprensivos, silenciosos… ante la mínima ofensa: sencillos y generosos huyendo de las grandezas, que para entregarse a Dios no ha de ser de otra manera: humildes en todo tiempo e imitando la grandeza de NO SER, siéndolo TODO. Qué buen ejemplo nos dio Quién así vivió en la tierra.
LE RECLINÓ EN UN PESEBRE
¡Qué bueno, qué dulce, habitar los hermanos juntos! ¡Qué bueno es vivir apiñados como un racimo todos! ¡Qué dulce es sentirse acompañados de los hermanos!
¡Qué maravilloso, Señor Jesús, es vivir juntos en comunidad!
Edita: MM.Dominicas Consejo de Redacción. Dominicos seglares y Cofradía del Rosario
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