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Domingo de Resurrección ¡Es verdad el Señor ha resucitado! (Lc 24, 34) Hoy día te invitamos a celebrar la Resurrección del Señor, para ello comenzaremos recitando el salmo 24. LITURGIA DE ENTRADA EN EL SANTUARIO Salmo de David. De Yahveh es la tierra y cuanto hay en ella, el orbe y los que en él habitan; que él lo fundó sobre los mares, él lo asentó sobre los ríos. ¿Quién subirá al monte de Yahveh?, ¿quién podrá estar en su recinto santo? El de manos limpias y puro corazón, el que no suspira por los ídolos ni con engaño jura. El logrará la bendición de Yahveh, el perdón de Dios, su salvador. Ésta es la generación que le busca, La que acude a tu presencia, oh Dios de Jacob. ¡Puertas, levantad vuestros dinteles, alzaos, portones antiguos, y que entre el rey de la gloria! ¿Quién es ese rey de gloria? Yahveh, el fuerte, el valiente, Yahveh, valiente en la batalla. ¡Puertas, levantad vuestros dinteles, alzaos, portones antiguos, para que entre el rey de la gloria! ¿Quién es ese rey de gloria? Yahveh Sebaot, él es el rey de gloria. "

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Page 1: Domingo de Resurrección - manquehue.org · Antífona: Ábrenos los Ojos, Señor, a las maravillas de tu resurrección. Lectura del Evangelio: Jn 20, 19-23 Cuando llegó la noche

Domingo de Resurrección

¡Es verdad el Señor ha resucitado! (Lc 24, 34)

Hoy día te invitamos a celebrar la Resurrección del Señor, para ello comenzaremos recitando el salmo 24.

LITURGIA DE ENTRADA EN EL SANTUARIOSalmo de David.

De Yahveh es la tierra y cuanto hay en ella, el orbe y los que en él habitan;

que él lo fundó sobre los mares, él lo asentó sobre los ríos.

¿Quién subirá al monte de Yahveh?, ¿quién podrá estar en su recinto santo?

El de manos limpias y puro corazón, el que no suspira por los ídolos

ni con engaño jura.

El logrará la bendición de Yahveh, el perdón de Dios, su salvador.

Ésta es la generación que le busca, La que acude a tu presencia, oh Dios de Jacob.

¡Puertas, levantad vuestros dinteles, alzaos, portones antiguos,

y que entre el rey de la gloria! ¿Quién es ese rey de gloria? Yahveh, el fuerte, el valiente, Yahveh, valiente en la batalla.

¡Puertas, levantad vuestros dinteles, alzaos, portones antiguos,

para que entre el rey de la gloria! ¿Quién es ese rey de gloria?

Yahveh Sebaot, él es el rey de gloria. "

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Domingo de Resurrección

Celebrar la resurrección de Cristo, es reconocer que está caminando a tu lado siempre. Es más, es recocerlo parte esencial de tu vida, es reconocer su señorío y poder sobre la vida y la muerte, sobre tu vida y tu muerte, es entender que solo soy porque Él es. Juan lo explica diciendo: "En el principio existía la Palabra y la Pala-bra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron." (Jn 1, 1- 5)

Cuando nos abrimos a la presencia de Dios en nuestra vida, nos vamos dando cuenta que está con nosotros, del mismo modo que lo descubrieron los discípulos de Emaús. Vemos lo que antes no veía-mos. Abrimos los ojos y todo en nuestra vida cambia. Nos damos cuenta que todo tiene un sentido salvífico, que nuestra vida es una historia de salvación, perfecta a los ojos de Dios.

Te invitamos a abrir los sentidos espirituales, para descubrir a Jesús Salvador en tu vida, en cada acontecimiento, persona, circunstancia. Esta historia de salvación es una historia de amor. La lectura orante de la palabra de Dios (lectio divina), nos va abriendo el oído del corazón. Nos va develando, quitando el velo que nos impide reconocer al Señor y poder decir como María Magdalena a los discípulos “He visto al Señor.”

El gozo que experimentamos descubrir a Cristo en nuestro interior es un vicio para el alma. Sentir que Dios está presente, que actúa en nosotros y en nuestras vidas, que su Espíritu nos va modelando y haciéndonos cada vez más a su imagen y que esta unidad con el Señor Resucitado es el que me da la vida eterna, la trascendencia y que separados de él somos polvo. “Porque en El vivimos, nos move-mos y existimos” (Hecho 17, 28)

San Benito en la Regla nos invita a levantarnos de una vez, que la Escritura nos desvela diciendo: Ya es hora de despertarnos del sueño, Y abiertos a la luz deífica, escuchemos atónitos lo que cada día nos advierte la voz que clama: Si hoy escucháis su voz no endu-rezcáis vuestros corazónes. (RB P 8- 10)

Te invitamos, como nos dice el salmista que acabamos de leer a que levantes todas las corazas, miedos, todo lo viejo que te separa del amor de Dios, para que entre Cristo, tu salvador y reine en tu vida con toda su gloria.

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Domingo de Resurrección

INVITACIÓN A LA ORACIÓN

Te invitamos a disponer tu corazón para escuchar al Señor. Haz un momento de silencio y repite en tu interior:

Ven Señor Jesús...

Haz la Invocación al Espíritu Santo:

Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles

y abrásalos en el fuego de tu amor.

Envía Señor tu Espírituy todas las cosas

serán creadas.Y renovarás la faz de la tierra.

A continuación te presentamos 5 lecturas que hablan de la resurrec-ción del Señor. Te invitamos a que las leas de a una y hagas la activi-dad indicada antes de pasar a la siguiente.

LECTURAS DE REURRECCIÓN

1ª Lectura: “ Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?

Antífona: Ábreme los ojos, Señor, a las maravillas de tu resurrección.

Lectura del Evangelio: Jn 20, 1-18

”El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. Echa a correr y llega a Simón Pedro y al otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: "Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto." Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio los lien-

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Domingo de Resurrección

zos en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguién-dole, entra en el sepulcro y ve los lienzos en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a los lienzos, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos. Los discípulos, entonces, volvieron a casa.Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies. Dícenle ellos: "Mujer, ¿por qué lloras?" Ella les respondió: "Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto." Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Le dice Jesús: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?" Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: "Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré." Jesús le dice: "María." Ella se vuelve y le dice en hebreo: "Rabbuní - que quiere decir: "Maestro" Dícele Jesús: "Deja de tocarme, que todavía no he subido al Padre. Pero vete a mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios." Fue María Magdalena y dijo a los discípulos: "He visto al Señor" y les repitió las palabras que Jesús había dicho.

ReflexiónMaria Magdalena había caminado con Jesús durante meses y meses, lo había escuchado y había visto cómo sus manos sanaban a los enfermos. Sin embargo, no lo reconoce. Es necesario que Jesús la llame por su nombre y le encomiende la misión de anunciar su resu-rrección.Hoy día, Jesús te llama por tu nombre, ¿a qué sientes que te llama hoy?

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Domingo de Resurrección

2°Lectura: “Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron”

Antífona: Ábreme los ojos, Señor, a las maravillas de tu resurrección

Lectura del Evangelio: Lc 24, 13-35

Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que dista sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Mientras conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó a ellos y caminó a su lado; pero sus ojos estaban como incapacitados para reconocerle. Él les dijo: "¿De qué discutís por el camino?" Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que han pasado allí éstos días?" Él les dijo: "¿Qué cosas?" Ellos le dijeron: "Lo de Jesús el Nazoreo, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron. Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles que decían que él vivía. Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo halla-ron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron." Él les dijo: "¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dije-ron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso para entrar así en su gloria?" Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras. Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le rogaron insistentemente: "Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado." Entró, pues, y se quedó con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando.Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapa-reció de su vista. Se dijeron uno a otro: "¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?" Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, que decían: "¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!" Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido al partir el pan.

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Domingo de Resurrección

Reflexión:Los de Emaús se iban tristes y desesperanzados, como tantos hombres y mujeres que ven con perplejidad cómo las cosas no salen según habían previsto. No acaban de confiar en el Señor. Sin embargo, Cristo “se viste de caminante” para iluminar sus pasos decepcionados, para recuperar su esperanza. Y mientras les explicaba las Escrituras, su corazón, sin termi-nar de entender, se llena de Luz, “arde” de fe, alegría y amor. Hasta que, puestos a la mesa, Jesús parte el pan y se les abre la mente y el corazón. Y descubren que era el señor. Nosotros comprendemos, como ellos, que Jesús nos va acompañando en nuestro camino.¿En qué momento he reconocido a Dios a mi lado?¿Siento que Dios me acompaña siempre en mi vida?

3Lectura: “La paz con vosotros”

Antífona: Ábrenos los Ojos, Señor, a las maravillas de tu resurrección.

Lectura del Evangelio: Jn 20, 19-23

Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros. Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor.Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo."A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»"

Reflexión:El desconcierto frente a la aparición de Jesús es grande ¿No ha sido Jesús sepultado en la tumba con los signos de la tortura y la crucifi-xión? Sin embargo, ahí está Él, delante de sus amigos con las manos y los pies heridos en la plenitud de su vida. Y esta Vida Nueva es la que expulsa la amargura, la tristeza y la duda, y los hace mirar más allá de

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Domingo de Resurrección

la muerte y su silencio.Jesús llega para darle a cada uno de sus discípulos lo que ellos más necesi-taban: “La Paz contigo”.Hoy Jesús quiere darte a ti también la paz…¿Qué es lo que tú necesitas para tener paz?Pídeselo al Señor.

4ª Lectura: “Dichosos los que no han visto y han creído”

Antífona: Ábrenos los Ojos, Señor, a las maravillas de tu resurrección.

Lectura del Evangelio: Jn 20, 24-29

ReflexiónA Jesús no le molesto la incredulidad de Tomás. Lo amaba o suficiente como para acceder a su petición, lo amaba lo suficiente como para permi-tirle que lo tocara y viera por si mismo, para que este discípulo escéptico encontrara nuevamente la fe. Y aquel amor, aquel deseo de tenderle la mano de este modo personal, derritió el corazón de Tomás y le movió a exclamar en un arrebato gozo: “¡Señor mío y Dios mío¡”Jesús tiene la misma delicadeza con nosotros. Respeta nuestras fragilida-des y faltas. Responde nuestras dudas con Amor y así las disipa. Nunca se cansa de venir a nosotros, de curarnos y mostrarnos Su santidad e infinita misericordia.

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor." Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré." Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: "La paz con vosotros." Luego dice a Tomás: "Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente." Tomás le contestó: "Señor mío y Dios mío." Dícele Jesús: "Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído."

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Domingo de Resurrección

Jesucristo hoy también quiere disipar tus dudas.Tómate unos minutos para pensar en tus propias dudas y fragilidades. Anótalas:

5°Lectura: “Echen las redes y encontrarán”

Antífona: Ábrenos los Ojos, Señor, a las maravillas de tu resurrección.

Lectura del Evangelio: Jn 21, 1-12

Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos junto al mar de Tiberias; y se manifestó de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado el Dídimo, Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus discípu-los. Simón Pedro les dijo: Voy a pescar. Ellos le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada. Cuando ya iba amaneciendo, se presentó Jesús en la playa; más los discípulos no sabían que era Jesús. Y les dijo: Hijitos, ¿tenéis algo de comer? Le respondieron: No. Él les dijo: Echad la red a la derecha de la barca, y hallaréis. Entonces la echaron, y ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces. Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro !Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella), y se echó al mar. Y los otros discípulos vinieron con la barca, arrastrando la red de peces, pues no distaban de tierra sino como doscientos codos. Al descender a tierra, vieron brasas puestas, y un pez encima de ellas, y pan. Jesús les dijo: Traed de los peces que acabáis de pescar. Subió Simón Pedro, y sacó la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y aun siendo tantos, la red no se rompió. Les dijo Jesús: Venid, comed. Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ¿Tú, quién eres? sabiendo que era el Señor.

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Domingo de Resurrección

ReflexiónLos apóstoles han vuelto a su trabajo: la pesca. Durante toda la noche se han esforzado, sin conseguir nada. Desde la orilla Jesús les invita a empezar de nuevo. Y la escucha obediente les da una abundante pesca.En este momento de hambre y necesidad, los apóstoles se esfuerzan para salir adelante. Pero no vale únicamente el esfuerzo humano, hay que contar con el Señor, fiándonos de su Palabra, y “echar las redes”. En las circunstan-cias difíciles, cuando parece que humanamente se ha puesto todo de nues-tra parte, es el momento de confiar en Dios. Pero hay que saber descubrir a Jesús en la orilla, con esa mirada que afina el amor. Y Él nos premiará con frutos abundantes.¿En que momentos o aspectos de tu vida te has sentido o te sientes sobre-pasado, desolado?

Algunas veces nos resulta fácil descubrir la ayuda y la guía que Dios nos da. Otras, nos resulta casi imposible. Te invitamos a pensar de qué manera Dios te sostiene en esos momentos y te da dones en abundancia para enfrentar las dificultades.

Escribe una acción de gracia o petición:

Termina diciendo la antífona: Ábrenos los Ojos, Señor, a las maravillas de tu resurrección

Padre Nuestro que estás en os Cielos…

AMÉN