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DOCUMENTO DE TRABAJO Tinkuy Virtual – Abril 2021

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DOCUMENTO DE TRABAJO

Tinkuy Virtual – Abril 2021

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Índice Día 1 ...................................................................................................................................... 3

Sostenibilidad: Concepto y Práctica .................................................................................. 3

¿Qué se busca con la sostenibilidad? ................................................................................ 4

¿Cuál es la relación del turismo con la sostenibilidad? ..................................................... 4

¿La sostenibilidad de qué? ................................................................................................ 5

Los impactos del turismo .................................................................................................. 5

Los actores de la sostenibilidad en el turismo .................................................................. 7

El Caso Peruano ................................................................................................................ 8

La marca del Cusco en la Marca Perú ............................................................................... 8

La marca de Machu Picchu en la Marca Cusco .................................................................. 9

Día 2 .................................................................................................................................... 10

El Corredor Cusco – Valle Sagrado y Chinchero - Machu Picchu ..................................... 10

Transformación negativa y degradación ......................................................................... 11

Balance de impactos ....................................................................................................... 13

El rol del turismo: los actores, sus recursos y sus agendas ............................................. 14

Turismo como problema y turismo como solución ......................................................... 15

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Día 1

Sostenibilidad: concepto y práctica La palabra ‘sostenibilidad’ tiene una historia corta y un futuro problemático y promisorio a la vez. Es una palabra que no existía hasta fines de la década de 1980, cuando un grupo de expertos entendió que el crecimiento económico ilimitado que agotaba los recursos del planeta planteaba un problema para las generaciones venideras, y que la especie humana debía apuntar a un balance entre ecología, sociedad y economía. Expresa la idea de que en toda intervención que hagamos sobre la naturaleza para satisfacer nuestras necesidades actuales debemos cuidar de no comprometer que las generaciones futuras puedan satisfacer las suyas. Aunque no hay forma de traducir ‘sostenibilidad’ al quechua, los estudios etnohistóricos y arqueológicos y las crónicas coloniales tempranas dan cuenta que los antiguos andinos eran conscientes de la necesidad de adaptarse a un medio montañoso muy desafiante, y crear las condiciones para asegurar que el agua, suelo y energía no le falten a sus descendientes. Cada pueblo del planeta ha buscado en algún momento en su historia esa misma adaptación inteligente al entorno sin comprometer el futuro. Y es justamente la transgresión de este principio a escala planetaria debido a la industrialización y la globalización, lo que ha despertado una conciencia mundial sobre los límites del crecimiento y la necesidad de abordar el problema desde lo local pero con perspectiva global. Es así como en el 2015 en las Naciones Unidas los países acordaron orientar sus políticas hacia el alcance de los Objetivos del Desarrollo Sostenible para el 2030, a lo cual se han sumado muchas instituciones públicas y privadas, mientras a diversa escala surgen una derie de iniciativas para tratar de que lo que se declara se practique y se plasme en la realidad para beneficio de todos. Todo ello mientras los expertos advierten que la capacidad de carga del planeta, con una población de más de 8 mil millones de habitantes, está siendo rebasada. Desde hace varios años que los humanos consumimos en los primeros siete meses de cada año toda la provisión de recursos naturales que el planeta puede reponer durante un ciclo anual. Es como si todos los años necesitáramos casí dos planetas para sostenernos, con lo cual estamos no solo agotando recursos naturales no renovables, sino afectando la disponibilidad o calidad de los que son renovables, recuperables y cultivables, y al potencial humano asociado. Existe un divorcio entre el discurso y la práctica. Cuando se trata de sostenibilidad, se habla mucho pero se hace poco, porque para las personas y organizaciones con poder y capacidad de tomar decisiones, apostar por ella implicaría renunciar a privilegios y cuotas de poder, y la coartada del desarrollo económico y la idea de crecimiento ilimitado favorece que sigan

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acumulando riqueza. Aún si no faltase real voluntad política, igual habría dificultades para avanzar en esa dirección. Quizás el ejemplo más dramático sea el del esfuerzo por reducir las emisiones de carbono y revertir el cambio climático, que está lejos de cumplir con las metas acordadas. Siendo así las cosas, la sostenibilidad es un concepto que está siendo vaciado de su contenido y fuerza transformadora, al punto que ahora, al hablarse de sostenibilidad, se añade la necesidad de que haya resiliencia y regeneración.

¿Qué se busca con la sostenibilidad? La sostenibilidad implica un proceso mediante el cual a la hora de tomar decisiones, hacer planes o ejecutar acciones, se considere siempre un equilibrio dinámico entre naturaleza, economía y sociedad, partiendo del contexto ecológico, las limitaciones que impone y su potencial de aprovechamiento intergeneracional. Para hacer negocios se debe tener presente la integridad y estabilidad de los ecosistemas, la infraestructura patrimonial y el respeto a los derechos individuales y colectivos de las personas y pueblos que viven de ellos, así como la aceptación social y el objetivo de no privar de recursos a las generaciones futuras. Esos recursos pueden ser agua, aire, suelo y energía, pero también de capital material y simbólico de pueblos que a lo largo de siglos han sufrido procesos de colonización, explotación y depredación que han desmontado sus sistemas originales y socavado las bases mismas de sus culturas y sus mecanismos de tradición, continuidad, adaptación y cambio. Se trata, pues, de un concepto que nos remite a los entrelazamientos e interdependencias entre los ecosistemas y las comunidades humanas, y que abarca al conjunto del planeta en escalas sucesivamente comprehensivas que van desde lo local hasta lo global.

¿Cuál es la relación del turismo con la sostenibilidad? Una vez establecido el concepto de ‘sostenibilidad’ a inicios de la década de 1990 la industria turística y otros sectores económicos se apropiaron rápidamente de él. Pero lo hicieron sin cuestionar el paradigma de crecimiento económico. De ese modo, el ‘turismo sostenible’ derivó en variedades como el ‘eco-turismo’, el ‘turismo responsable’ o el ‘turismo alternativo’ que se presentaban como alternativas al turismo masificado cuyos impactos negativos ya empezaban a sentirse en destinos internacionales saturados. Tales impactos alteraban y degradaban gravemente infraestructuras y paisajes locales, así como la experiencia misma de los visitantes. A comienzos del nuevo milenio la definición más aceptada de ‘turismo sostenible’ lo entiende como un medio para el bien social, cultural y económico que elimina y evita que sus actividades ocasionen impactos negativos al ambiente o la sociedad. El objetivo es balancear el bienestar de las comunidades anfitrionas con la satisfacción de los turistas y las ganancias de los operadores y demás proveedores de la cadena de suministro,

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manteniendo los rasgos naturales y culturales que hacen atractivo el destino. Por lo tanto es un turismo que busca cambios acumulativos positivos en los destinos, orientados a un balance armónico entre el crecimiento económico, la igualdad social y la integridad ecológica. Este llamado ‘triple balance’ de la sostenibilidad se tradujo en guías y modelos de buenas prácticas, así como en certificaciones y ‘sellos de sostenibilidad’. Coincidiendo con la cumbre de Río+20 en 2012 y el hito de los mi millones de turistas anuales, los lobbies turísticos se apresuraban a señalar el turismo como un factor fundamental en la transición hacia una economía verde y como sector clave para salvar a la vez al planeta y al capital. Sin embargo, como no siempre se practica lo que se predica, la progresiva degradación ambiental, patrimonial y socioeconómica de muchos destinos ha continuado hasta límites críticos.

¿La sostenibilidad de qué? Habiendo llegado a este punto, es importante llamar la atención sobre el nombre de este evento. Como podrán ver, no se llama ‘Encuentro Sobre Turismo Sostenible’, sino ‘Encuentro Sobre Turismo y Sostenibilidad’. Y no es que se trate de un juego de palabras. Las preguntas que nos motivan no están vinculadas a cómo hacer que el negocio turístico sea sostenible en tanto negocio en sí mismo, es decir, que siga el giro de la operación turística tal y como ha venido ocurriendo hasta ahora. Por el contrario, aprovechando la pausa obligada impuesta por la pandemia, la pregunta que nos anima es: de qué manera el turismo puede contribuir en términos netos a la sostenibilidad? Y esto nos obliga a preguntarnos, primero, a qué sostenibilidad debe contribuir el turismo? Y la respuesta a esta pregunta es: A la sostenibilidad de los destinos turísticos, de sus ecosistemas y comunidades, de su patrimonio, paisajes, culturas vivas, y a su visión del buen vivir en el plano material y simbólico, lo cual implica también el bienestar general mediante la reducción de la pobreza. En tal sentido, la principal tarea para que el turismo contribuya a la sostenibilidad es la de concebir productos turísticos que consideren los niveles de carga y estrés aceptables, considerando los impactos ambientales y sociales y las necesidades institucionales y económicas para la adecuada gobernanza del territorio. Para ello es preciso discernir los impactos positivos y negativos del turismo, así como identificar a los responsables de que el balance resultante contribuya a la sostenibilidad, y todo ello en beneficio de una mejor experiencia por parte de los y las visitantes, de la cual depende el turismo al fin y al cabo. Estos explica por qué la contribución del turismo a la sostenibilidad es una condición previa para que el turismo sea sostenible como negocio en sí mismo.

Los impactos del turismo La UNESCO señala que en el turismo hay un uso y consumo intenso de recursos, haciendo que sus impactos sobre el medioambiente, la economía y las poblaciones anfitrionas sean

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considerables. Solo bien manejado el turismo puede contribuir notablemente al desarrollo sostenible. Mal manejado sus efectos son devastadores. Sabemos que todas las actividades humanas generan impactos y que la forma más básica de evaluarlos es distinguiéndolos entre los positivos y los negativos. Los impactos en el destino turístico pueden reflejarse en la esfera socioeconómica, en la del patrimonio natural, y en la del patrimonio e identidad cultural, todas ellas entrelazadas. En el plano de la economía, los impactos positivos se dan mediante la generación de ingresos y empleo de calidad para las comunidades anfitrionas, y oportunidades para que estas mismas emprendan negocios formales y generen ingresos propios. El impacto será aún más positivo si los hogares locales no abandonan sus actividades productivas tradicionales e identidad cultural, sino que, por el contrario, las mantienen y refuerzan, incorporándolas como parte de su valor y capital, y de la experiencia del visitante. En el caso del medioambiente los ingresos generados por visitas a áreas de alto valor ecológico no solo pueden ayudar a su protección. Pueden incentivar también los usos tradicionales del suelo y, consecuentemente, contribuir a la reproducción de la cultura y costumbres locales en las zonas de amortiguamiento, áreas circundantes a éstas y corredores lineales de ingreso y salida. En cuanto al patrimonio y la identidad cultural los impactos serán positivos si no comprometen la integridad de los destinos, ni su autenticidad, ni su vínculo tradicional con la población local. De nuevo, los ingresos generados por las visitas pueden ser un mecanismo económico virtuoso.

En cambio, cuando el negocio turístico está implantado desde afuera de forma vertical, entonces sus flujos y circuitos, en lugar de irrigar y robustecer las redes económicas locales de forma orgánica, succionan su riqueza y potencialidades. Se produce así un efecto de enclave donde el espacio es penetrado y atravesado linealmente, de forma excluyente, generando principalmente emprendimientos informales que producen sólo empleo precario o de poca calificación así como magros ingresos a las economías domésticas. Por lo general este tipo de intervención conduce a procesos de degradación del patrimonio natural o cultural, dentro de una lógica acumulativa de impactos negativos. Si a ello se agregan brechas en infraestructura y servicios básicos que el Estado no cierra, o procesos de degradación por incumplimiento de reglas básicas de gobernanza, el destino terminará tarde o temprano perdiendo su atractivo. Y con ello vendrá una creciente insatisfacción en la experiencia de visitación, ingresándose asi a un círculo vicioso de deterioro.

En pocas palabras, de lo que se trata es de que el turismo contribuya de forma efectiva a la:

• Protección y mejoramiento de la calidad de vida local con visión intercultural

• Protección y conservación de los activos claves con visión territorial:

• patrimonio natural y servicios ambientales de los ecosistemas

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• patrimonio monumental arqueológico, colonial, republicano

• cultura viva e identidad étnica

• Maximización del impacto económico positivo a nivel local

• Elevación de la experiencia del visitante

Los actores de la sostenibilidad en el turismo No hay sostenibilidad posible sin la acción coordinada de un grupo de actores que, en base a acuerdos dentro de un marco de interlocución inclusivo, simétricamente informado de forma veraz, oportuna y culturalmente sensible, se pongan de acuerdo tanto con respecto a los riesgos, impactos y retos aceptables, cuanto a las oportunidades y ventajas comparativas aprovechables. Es decir, un complejo esquema de equilibrios dinámicos que produzca un cuadro de solidaridades y reciprocidades entre todos aquellos actores que tienen roles que cumplir para que se alcance el horizonte deseado. En otras palabras, la sostenibilidad requiere de un soporte institucional. Los actores típicos en el caso del turismo serán, a un extremo, la población anfitriona y, al otro los visitantes. Entre uno y otro extremo las autoridades de turismo, las autoridades locales, los tour-operadores, las agencias de viaje, los hoteles y restaurantes, las empresas aéreas y demás proveedores de transporte. Dependiendo de los valores clave que componen el destino, la interdependencia de la sostenibilidad impondrá que, aparte de esos actores típicos, intervengan otro tipo de entidades estatales con competencias específicas en temas de patrimonio cultural, medio ambiente, derechos de pueblos indígenas o minorías, infraestructura, planificación, gobernanza. Debido a esa misma especificidad de los valores clave que componen el destino, habrá también actores especializados de la esfera empresarial y de la sociedad civil. Dado que la sostenibilidad es un asunto de interés y acción colectivos, es un objetivo global alcanzable desde la sumatoria y escalamiento sinérgico de acciones locales, también habrá presencia y actividad de organismos internacionales y multilaterales especializados. Los visitantes conforman la demanda objetivo del negocio turístico. Se trata de un universo muy grande de gente de la más variada procedencia, con distintas culturas, educación, capacidad de gasto y motivaciones de viaje, dentro del cual hay caudal suficiente para encausar una variada oferta de destinos y experiencias posibles. El turista es a quien se le ofrece una experiencia hecha a la medida en su tiempo de ocio y libertad. Es un consumidor cuyo perfil requiere ser entendido adecuadamente para afinar la puntería sobre los subtipos que mejor pueden servir al concepto que se haya hecho a la medida del modelo de sostenibilidad previsto para cada destino. Tiene mucho potencial para ser garante de la sostenibilidad. La comunidad es la sociedad receptora, con sus propias dinámicas y variantes de conexión con el turismo y absorción de sus impactos, así como también su entorno cultural y ambiental. En contacto con el sistema turístico la comunidad negocia las oportunidades y las limitaciones del modelo desde una cierta posición de poder relativo, que en muchos

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casos es bajo o débil. Esta posición condiciona sustancialmente el grado de beneficio o perjuicio que el turismo puede introducir y las dinámicas principales que van a guiar sus interacciones con los demás actores del sistema. A pesar de esa posición estructural tan débil, la comunidad anfitriona es el otro extremo con gran potencial para medir y garantizar la sostenibilidad a través de economías regenerativas que contribuyan a la resiliencia. Entre los turistas y las comunidades anfitrionas están el empresariado y el Estado, que son los actores institucionales más relevantes, pues concentran las capacidades políticas y económicas que definen cómo se practica el turismo en la actualidad y el balance entre sus impactos positivos y negativos.

El caso peruano El turismo en el Perú ha tenido un desarrollo importante y su rol en la economía del país lo ubica como el tercer sector más relevante para las cuentas nacionales, tanto por su capacidad de generación de divisas, como por su demanda de empleo y ritmo de crecimiento. Siendo el Perú un país en cuyas costas, sierras y selvas hay una diversidad y combinación de atractivos culturales, naturales y de recreación, como destino turístico debiera poder sobresalir y desmarcarse de sus más cercanos competidores regionales. Sin embargo, la mayor parte de las regiones y lugares con potencial turístico en el Perú no han conseguido diseñar productos adecuados, no reúnen las condiciones básicas para recibir visitantes y están afectados por condiciones de pobreza, marginación e insatisfacción de necesidades básicas que afligen a las comunidades locales y tienen un efecto que en muchos casos daña la experiencia de visita.

La marca del Cusco en la “Marca Perú” Dentro de este contexto nacional, el Cusco es largamente el destino predilecto de los visitantes extranjeros y también de los turistas nacionales. Esta gravitancia se explica por un largo proceso que inició hace poco más de medio siglo, cuando se generó y comenzó a implementar el Plan COPESCO, orientado a poner en marcha el Plan Turístico Cultural Perú́-UNESCO para el acondicionamiento turístico y puesta en valor del patrimonio cultural y natural, teniéndose como centros de atracción a Machu Picchu, la ciudad del Cusco y los sitios arqueológicos más emblemáticos del Valle Sagrado y Chinchero. Otro hito en el proceso turístico de la región fue la implementación de las capacidades de carga de la red de caminos inca del Santuario Histórico de Machu Picchu y la ciudadela, y sus reglamentos. Esto trajo como resultado una voluntad de pago mayor por parte del visitante y generó un tiempo de espera para la visitación, cambiando el perfil del turista a uno con mayor poder adquisitivo. Estos hechos, sumados a su ingreso a la lista de las siete nuevas maravillas del mundo, establecieron a Machu Picchu como un destino global, trayendo importantes transformaciones al Cusco y al corredor que lo comunica con el Santuario a través de Chinchero y el Valle Sagrado de los Incas.

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La marca de Machu Picchu en la “marca Cusco” De este modo, lo que el Cusco es al turismo en el Perú es lo que Machu Picchu representa para el turismo en el Cusco. Podemos decir entonces que así como el Cusco tiene su propia marca dentro de la Marca Perú, el magnetismo de Machu Picchu hace lo propio sobre el Cusco a través de un flujo constante de personas que arriban al Cusco con el objetivo de llegar a la Llacta, generando un gran movimiento económico en torno a un activo patrimonial que ha sido convertido en un monoproducto, lo cual ha configurado un eje lineal que recorre el corredor Cusco-Chinchero-Valle Sagrado-Machu Picchu, sobre este corredor que nos vamos a concentrar en el segundo día de este Tinkuy Virtual.

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Día 2

El Corredor Cusco – Valle Sagrado y Chinchero – Machu Picchu Desde el punto de vista general de la gobernanza, el corredor está marcado por una variedad de condiciones y regímenes institucionales. Tomemos en consideración, en primer lugar, que se trata de un amplio polígono sub-regional que por lo menos comprende secciones de tres provincias cusqueñas que involucran a más de quince distritos. Visto desde la perspectiva ambiental, estamos hablando del curso superior-medio de río Vilcanota-Urubamba, que es alimentado principalmente por los deshielos de las cordilleras de Vilcanota-Quelcaya y Urubamba, ubicadas al lado oriental y sometidas a uno de los mayores procesos de desglaciación como parte del cambio climático. Hacia el oeste no hay cordilleras nevadas en la cuenca, pero si un sistema de humedales, lagunas y quebradas que regulan el agua de la época de lluvias, la cual en los últimos años ha reducido el volumen de precipitación. Si tomamos en consideración el mapa político-administrativo, el corredor en realidad abarca las jurisdicciones de ocho provincias cusqueñas, pues a las de Cusco, Calca y Urubamba, habría que sumarle las de Canas, Canchis, Acomayo y Quispicanchi, aguas arriba, en las nacientes del Vilcanota, y la de La Convención, aguas debajo de Machu Picchu, hasta el pongo de Mainique. En todo ese trayecto y las microcuencas que lo alimentan, se alberga una impresionante biodiversidad. Como prueba de ello se tiene que en la sección final del corredor se ubica el Santuario Nacional de Machu Picchu, que desde 1982 es parte del Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas, y que en la sección alta del corredor está el Área de Conservación Regional de Ausangate, recientemente creada. El cuadro lo completan un total de dieciocho Áreas de Conservación Privada (ACPs). Desde el punto de vista histórico-cultural, este corredor es el ámbito donde la civilización andina encontró su máxima expresión antes de la conquista española. Por eso contiene la más alta concentración de sitios arqueológicos monumentales Inca como Machu Picchu, Ollantaytambo, Moray, Chinchero, Pisac, Sacsayhuaman, Tipón, Cusco, etc., todos ellos unidos por la red de caminos del Qhapaq Ñan y enmarcados por paisajes culturales dentro de los cuales abundan sitios naturales de culto al agua, las montañas, al cielo y los astros y al reino del subsuelo. La historia de ocupación española agrega a esta riqueza precolombina una serie de muestras valiosas del arte y la arquitectura colonial. De los sitios monumentales nombrados, Machu Picchu, Cusco y la red del Qhapaq Ñan son Patrimonio Cultural de la Humanidad, y del resto casi todos están en el espacio de Chinchero y el Valle Sagrado de los Incas, el cual fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación en el 2006. Desde la perspectiva de la cultura viva, toda la zona mantiene una importante ruralidad y tanto la campiña como las ciudades y pueblos siguen siendo centros donde la población mantiene sus tradiciones e identidad y usa el quechua como lengua madre. En muchas de las zonas de valle la tierra está fraccionada y en manos privadas, pero en la mayor parte de zonas de ladera y altura la tierra se mantiene en propiedad de comunidades campesinas,

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las cuales son la expresión de una larga historia social agraria con raíces en tiempos prehispánicos y una fuerte identidad étnica, a pesar de muchos cambios estructurales a lo largo de tres siglos de dominación colonial y dos siglos de organización política republicana.

Transformación negativa y degradación El corredor en su conjunto está sufriendo un proceso de degradación integral. Ni la ciudad del Cusco, ni Machu Picchu ni Chinchero ni el Valle Sagrado de los Incas muestran un balance favorable en las dimensiones socioeconómica, ambiental, patrimonial, cultural e institucional, a pesar de ostentar categoría de patrimonio cultural. La región del Cusco recibe canon gasífero y minero y tiene una economía de servicios y una base productivo-comercial bastante dinámica y diversificada, pero no consigue avanzar en el cierre de brechas a nivel de educación, salud humana y calidad ambiental. Tampoco se mejoran las condiciones para la agricultura doméstica, lo cual en conjunto hace que los objetivos del desarrollo aparezcan cada vez más lejanos. Dentro de esa tendencia previa a la pandemia, la crisis sanitaria preocupa ya no sólo por su letalidad directa, sino porque muchos hogares cusqueños pueden regresar a situaciones de pobreza extrema. Mientras la población rural con economías más frágiles constituye el núcleo de los grupos más vulnerables a esa amenaza, la gravedad de la inactividad y la intensidad de la contracción económica podrían hacer que una importante cantidad de hogares urbanos también regrese a esa categoría. Desde una perspectiva ambiental, el río Vilcanota-Urubamba es un río moribundo que sufre contaminación tanto por uso de agroquímicos como por vertimiento de aguas residuales y arrojo de basura a lo largo de todo su curso superior y medio. La práctica de la roza y quema amenaza estacionalmente con incendios forestales la integridad de los ecosistemas, incluidos los protegidos por el Santuario y las ACRs y ACPs. El cambio climático también ha aumentado el riesgo de aluviones y desembalses de lagunas, como quedó claro con el aluvión del Aobama del 97 que trajo como consecuencia la destrucción de la hidroeléctrica de Machu Picchu y de la línea férrea hasta Quillabamba. A nivel patrimonial el legado arqueológico ha sido mercantilizado a tal extremo que los vestigios precolombinos e incluso los coloniales se han convertido en objetos de consumo y lucro, haciendo que la población local, sobre todo entre las generaciones más jóvenes, pierda el vínculo afectivo e identitario y la conexión con la tierra y las tradiciones. Se pierde así, ademásel valor de la experiencia de su viaje. Machu Picchu, que hasta hace no muchas décadas atrás era un destino casi mágico, se ha ido convirtiendo de a pocos en un monoproducto masivo con visos de parque temático. Como balance general, el corredor es considerado por los expertos como un anti-modelo de sostenibilidad, debido a que la riqueza económica generada por el flujo del negocio

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siempre creciente de visitantes no se ha traducido en una oportunidad para financiar ni la conservación, ni la equidad intercultural, ni la inclusividad económica. Machu Picchu La ciudadela de Machu Picchu, que antes de la pandemia ya recibía a un volumen de visitantes que superaba la capacidad de carga del diseño vigente para la visita, es el polo magnético que organiza el corredor y carga la mayor parte del peso del turismo en el Perú. Es en torno a su explotación económica que puede explicarse buena parte de lo que estamos discutiendo en este evento. Quienes a partir de 1999 tomaron posiciones en el servicio ferroviario, en la hotelería, en los servicios de guía y pernocte prestados a los visitantes que optan por el Camino Inca, sumados a los operadores del servicio de buses que llevan a la ciudadela, se convirtieron en actores con mucho poder e influencia sobre las autoridades competentes para la gestión del patrimonio cultural. Así es válido decir que el enclavamiento de Machu Picchu y la dificultad para llegar hasta allí explica no solamente gran parte de su atractivo, sino también la economía política en torno a su gestión a lo largo de los últimos veincitinco años. De aquellos años a la fecha, Machu Picchu no ha hecho más que aumentar su gravitancia, tanto para quienes quieren intensificar su aprovechamiento para mayor rentabilidad, como para quienes están preocupados por la conservación de la ciudadela, del Camino Inca y otros sitios arqueológicos en su trayecto y el entorno ecosistémico del Santuario Nacional. Así, mientras por un lado ha habido presiones y cabildeo para abrir nuevas rutas de llegada a la zona y para aumentar el aforo diario, por el otro hay voces que desde la UNESCO, ICOMOS y sectores especializados de la sociedad civil alertan sobre la saturación y el deterioro del patrimonio, e invocan a las autoridades a proceder con precaución y rigor técnico. En especial, aunque no exclusivamente, con respecto a las propuestas de alternativas al actual sistema de ascenso en buses de la estación ferroviaria hasta la ciudadela. Cusco Al otro extremo del corredor está el Cusco, donde el balance tampoco es positivo, a pesar de importantes inversiones. Conforme fueron dándose los cambios en el perfil y volúmenes de turistas, la ciudad vio desarrollarse una oferta de hospedajes y alternativas gastronómicas más sofisticada, así como el reacondicionamiento de algunas zonas con alto atractivo. Dicho impulso, en principio positivo, tiene sin embargo un lado negativo, porque el carácter de muchos barrios del centro histórico de la ciudad está perdiéndose conforme los residentes tradicionales van siendo desplazados por nuevos propietarios venidos de fuera que abren negocios que reportan ganancias fuera de la región y solo dejan sueldos bajos para la mano de obra local. Y todo ello, marcado por graves casos de negligencia o corrupción por acción y omisión. Entre estos podemos citar el caso Sheraton, el centro

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comercial en la calle Loreto, el destino del Velasco Astete, o algunas obras viales como la vía expresa, que afecta las pocas áreas verdes del casco urbano. El Valle Sagrado y Chinchero Como consecuencia del mismo reperfilamiento del turista, su número creciente y la cada vez mayor gravitancia de Machu Picchu como un destino masivo, se produce una intensificación del interés inmobiliario en el Valle Sagrado, que hasta inicios de este milenio ofrecía los atractivos de Pisac y Ollantaytambo y alternativas de turismo de aventura y cultural. Esta intensificación está encabezada por grupos hoteleros, seguidos por emprendimientos gastronómicos y personas particulares principalmente foráneas que construyen sus casas de campo. Tal proceso, acompañado por dinámicas de crecimiento urbano en los pueblos ribereños a las carreteras, ha traído cambios del uso de la tierra, expansión urbana desregulada y cambios dramáticos en el componente arquitectónico y escénico de la campiña y el paisaje cultural. Y, tan grave como eso, es un proceso que conlleva la desintegración territorial a través de la especulación con tierras comunales que se privatizan de hecho. De este último tipo de casos los más graves son ciertamente el que ocurre a los lados de las carreteras y el derivado de la compra de tierras comunales por parte del Estado para el proyecto de aeropuerto de Chinchero, con la especulación inmobiliaria desatada en el entorno. El proyecto de aeropuerto, como es públicamente conocido, ha suscitado la preocupación de actores institucionales como la UNESCO, ICOMOS, y grupos de ciudadanos que lo cuestionan desde una perspectiva integral que tiene componentes técnico-aeronáuticos, socioeconómicos y patrimoniales tanto en el plano ambiental como cultural.

Balance de impactos Los organizadores del evento identificamos los siguientes problemas que se confabulan para generar una peligrosa tendencia de acumulación de impactos negativos asociados al turismo:

• Ambiental

o Degradación de la cuenca Vilcanota-Urubamba

o Pérdida de biodiversidad

o Contaminación en todos los niveles

o Falta de política pública de reciclaje

o Pérdida de suelo agrícola

o Proyección de infraestructura sin salvaguardas socioambientales

o Cambio climático, desglaciación y riesgos de desastres

• Socioeconómico

o Concentración de ganancias en manos privadas y foráneas

o Especulación inmobiliaria y cambio de uso de la tierra

o Abandono de la agricultura familiar

o Precarización del empleo y abusos laborales

o Informalidad

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• Cultural

o Incumplimiento de normas internacionales sobre derechos colectivos e

identidad de los pueblos indígenas

o Afectación por acción u omisión del patrimonio cultural material e

inmaterial, en contravención del los parámetros derivados status de áreas

declaradas Patrimonio Cultural de la Humanidad o de la Nación.

o Degradación de contextos y conjuntos urbanos y rurales

• Gobernanza

o Superposición de competencias y descoordinación entre sectores y niveles

del Estado, agravado por colisión de agendas sectoriales

o Falta de instrumentos de planificación, gestión, evaluación y monitoreo

o Falta de participación de comunidades en planeamiento y gestión del

turismo cultural del que son sujeto y objeto

o Asimetría y captura del sector público en el entorno multiactor relevante

El rol del turismo: los actores, sus recursos y sus agendas El turismo es un sector institucionalmente complejo, debido a varias razones. Primero, porque como negocio de servicios tiene cadenas de valor y suministro fragmentadas. Segundo, porque como actividad económica tiene a una variedad de entidades gubernamentales con autoridad y competencias sobre distintos aspectos de dichas cadenas, incluidos temas muy específicos propios de cada destino turístico cuando hay componentes ambientales o patrimoniales sensibles. Y, tercero, porque como operación en destinos específicos, establece relaciones con comunidades anfitrionas que tienen variadas formas de recibirla, aprovechar las oportunidades que conlleva, absorber sus impactos y/o acotar el alcance y profundidad de los mismos. El Estado El brazo ejecutivo del Estado está organizado territorialmente en cuatro niveles de gobierno político-administrativo, y sectorialmente en una serie ministerios. De éstos, en el nivel de gobierno central los relevantes para los aspectos que nos ocupan son principalmente el subsector Turismo (MINCETUR) y los sectores de Cultura, Ambiente, Agricultura y Vivienda y Saneamiento. Dichos sectores tienen a nivel regional sus respectivas gerencias, mientras a nivel de los gobiernos locales (provincial y distrital) se reparten en gerencias, áreas y/ o regidurías. En conjunto se trata de un diseño burocrático bastante complejo para el despacho las funciones de planificación, regulación, autorización, protección, coordinación, promoción, evaluación, reporte, supervisión, fiscalización y sanción. Y más complejo aún si se le ve desde las exigencias de articulación intersectorial y multinivel debidamente que le plantea una visión de sostenibilidad, resiliencia y promoción de economías regenerativas.

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El empresariado Del lado empresarial, en el Cusco están registrados numerosos alojamientos, empresas de transportes de turistas, restaurantes, guías y tour operadores de distinta escala y grado de profesionalismo y formalidad. Esta variedad confirma el alto grado de complejidad y fraccionamiento que caracteriza al negocio turístico, y que hace muy difícil una lectura fina e integral del frente empresarial en su conjunto. La representatividad recae sobre la Cámara Regional de Turismo del Cusco (CARTUC), y sus distintos gremios asociados. Dentro de ese gran grupo hay uno específico de actores corporativos gravitantes, en más de un caso transnacionales, cuyo modelo de negocio es el que ha ido dándole al turismo peruano y cusqueño su creciente carácter lineal enfocado en la sobre-explotación de Machu Picchu como monoproducto. La mayoría de esas empresas tienen políticas de responsabilidad social o producen reportes de sostenibilidad, los cuales, más allá de sus posibles méritos, en muchos casos no sinceran sus contextos operativos de forma inclusiva ni sus impactos de forma cabal, reproduciendo así la divergencia entre discurso y práctica. Comunidades anfitrionas y aociedad civil organizada En el extremo de las comunidades anfitrionas, existe una variada gama de emprendimientos, varios de los cuales tienen una racionalidad empresarial pero mantienen una filosofía sin fines de lucro que canaliza los ingresos hacia el avance de los objetivos sociales que están en su origen. Además están diversas asociaciones de la sociedad civil organizada, algunas de las cuales son muy activas en las redes sociales, la vigilancia informada, la observación crítica de la dinámica del sector y la formulación de enfoques alternativos.

Turismo como problema y turismo como solución Acabamos de hacer mención a una serie de temas difíciles. Este Tinkuy Virtual es un espacio para que juntos nos preguntemos cuánto de esto es atribuible al turismo y veamos cómo reorganizar el sistema institucional para asegurar que el turismo represente una contribución neta a la sostenibilidad, tal como hemos convenido en entenderla en este evento. ¿Cuánta responsabilidad por acción y/u omisión le cabe a esta importante actividad económica de forma directa o indirecta? ¿Es el aumento exponencial del turismo cultural masificado uno de los responsables de este panorama donde la tendencia al deterioro y la resignación a su inercia parecían inmodificables hasta la llegada de la pandemia? ¿Está el turismo entre las actividades directa y/o indirectamente responsables de una dinámica que daña el ambiente, el patrimonio cultural y la calidad de vida de las poblaciones locales, afectando con ello justamente a los pilares que sostienen el interés del visitante? Y si la respuesta es afirmativa y le cabe responsabilidad, ¿está en condiciones de corregir? ¿Es la suspensión por tiempo incierto debido a la pandemia y sus secuelas una oportunidad para hacerlo? ¿Qué tareas tenemos al frente? ¿A qué otras entidades y actividades debe interpelársele e invocársele desde la colectividad de actores del turismo para consolidar

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una visión integral de desarrollo que dibuje un horizonte claro hacia el cual encaminar esfuerzos programáticos conjuntos? ¿Se podría desarrollar e implementar una zonificación regional de productos turísticos con reglamentos, estándares de operación y capacidades de carga para afinar la logística, y mejorar resiliencia y sostenibilidad? A la canalización operativa de las respuestas a estas preguntas es que se abocará el Grupo de Trabajo que mañana sesionará en Taller para producir un documento que será puesto al alcance del público. Todos quienes estén interesados quedan invitados a conectarse para observar la dinámica del Grupo de Trabajo.