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CUERPO ACADÉMICO: ENTORNOS INNOVADORES DE APRENDIZAJE
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Docencia y tecnologías: entre innovar y reinventar la enseñanza de la investigación Dr. Genaro Aguirre Aguilar1
Dr. Jorge Arturo Balderrama Trápaga2 Palabras claves Mediación pedagógica, enseñanza situada y TIC. Resumen Debido al desarrollo educativo actual, cuando se habla tanto de los retos de la educación, de la necesidad de rediseñar las currículos, los planeas y programas de estudio, de promover nuevos modelos educativos, de transformar las prácticas docentes, resulta oportuno hacer un alto en el camino como para reflexionar a nivel teórico o conceptual, aquello que en la universidad estamos haciendo para diseñar ambientes que pretendan innovar los procesos de enseñanza, aprendizaje y evaluación.
A partir de aquí, en esta ponencia quienes escriben, pretenden reflexionar sobre el diseño de estrategias de mediación para el desarrollo de competencias investigativas a nivel universitario, para lo cual se toma el papel que juegan las TIC como potenciadoras de un marco de referencia desde el cual se vienen construyendo narrativas vertebradoras del discurso innovador, al tiempo de ser portentos trastocadores del orden academicista que ha caracterizado la enseñanza de la investigación.
1 Facultad de Ciencias y Técnicas de la Comunicación, (UV). Correo electrónico: [email protected] (institucional), [email protected] (alternativo). 2 Facultad de Psicología-‐Veracruz (UV). Correo electrónico: [email protected] (institucional), [email protected] (alternativo).
Para citar este documento: IX Congreso Internacional de Innovación Educativa “Tendencias y desafíos”. Boca del Río, Ver., del 21 al 23 de octubre de 2015.
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Para ello, se toma como dimensión teórica a la mediación pedagógica, el aprendizaje situado, las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) y la configuración didáctica, como recursos en la implementación de entornos y ambientes educativos ricos en sus posibilidades pedagógicas, siempre que el docente que enseña a investigar reconozca que, además de sus conocimientos disciplinarios, debe incorporar saberes pedagógicos y habilidades didácticas para permitirse planear y diseñar mejores procesos educativos, al apoyarse en las tecnologías para reinventar sus prácticas de enseñanza.
Así, entre la innovación y la reinvención, a partir de la experiencia del Cuerpo Académico (CA) Entornos innovadores de aprendizaje, se hablará de las tecnologías como recursos y dispositivos para transformar la docencia en torno a la enseñanza de la investigación; para lo cual se problematizará sobre horizonte academicista3 que prevalece en torno a la investigación: su quehacer y su aprendizaje, a nivel universitario.
La puesta en escena En un ejercicio de exploración en línea, más de mil 300 resultados en Google hablan del lugar que ocupa en el interés y los objetos de estudio, asuntos relacionados con la educación y las Tecnologías de la información y la comunicación (TIC), en el contexto de la sociedad del conocimiento (UNESCO, 2010), la sociedad en red (Castells, 2006) o el sistema mundo (Wallersteins, 2011); esto en un momento histórico en el que predominan los discursos de rediseño curricular, innovación educativa y transformación de las prácticas docentes. Al respecto, organismos como la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencias y la Cultura (UNESCO), la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), además de algunas editoriales, han implementado colecciones en donde las comunidades académicas, los investigadores o comités científicos publican obras que contribuyen al debate, a la apropiación teórica, al desarrollo, implementación o la propuesta de metodologías pedagógicas en torno al papel que, como recursos en la mediación de la enseñanza y el aprendizaje, tienen las tecnologías digitales en cualquier de sus formatos. Junto a esto, no son pocas las plataformas educativas que se han dado a la tarea de configurar un espacio de colaboración, producción y distribución de recursos educativos abiertos para apoyar la tarea docente. Páginas personales, blogs, redes sociales, portales educativos, vienen siendo medios a través de los cuáles el profesorado junto a quienes se dedican a la producción de conocimientos, han encontrado los medios y las vías
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para construir una comunidad dialogante a partir del interés que les supone explorar, proponer, contribuir al proceso de incorporación, adopción y resignificación de las TIC en el ámbito educativo.
Se puede decir entonces, que hay condiciones para encontrar razones teórico-‐metodológicas que posibiliten caminos para el uso de las tecnologías en el diseño de entornos de educativos que innoven las artes del enseñar y la experiencia del aprender; lo que está estrechamente relacionado con el perfil y aquellas competencias que deben definir un nuevo protagonista en el ejercicio de facilitar o mediar en los aprendizajes estudiantiles. Aquel docente cuya disciplina le permite el manejo o dominio de un área de conocimiento, hoy tiene que reconocer que los retos de la educación para el siglo XXI le demandan el desarrollo de otro tipo de competencias que favorezcan o contribuyan a innovar lo educativo desde su propia práctica docente. Es decir, la posibilidad de repensar su propia concepción de enseñanza, desaprendiendo sobre lo andado, para atreverse a ser un sujeto capaz de repensarse a sí mismo y poder ser articular una nueva configuración didáctica, en donde las tecnologías venidas a recursos educativos, favorezcan procesos transformativos del quehacer académico.
Plantear lo anterior, no implica dejar de dimensionar el horizonte problemático que suponen los dilemas o incertidumbres propias del mundo educativo y al que a diario se enfrentan los académicos, pero tampoco puede dejarse de mencionar que el educativo, es uno de los campos disciplinarios que más conocimiento produce en América Latina; siendo que en un país como el mexicano (de acuerdo al estado del arte que sobre la producción en Ciencias sociales, artes y humanidades realizaran Contreras Montellano, Puga Espinosa, Becerril-‐García & Aguado-‐López) entre el 2005 y el 2011, los científicos educativos o de áreas afines, alcanzaron una producción de 1,678 artículos publicados, para convertirse en el área de conocimiento que más producción editorial tuvieron en ese periodo; por lo menos en el registro de publicaciones indexadas de la Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe (Redalyc). Y en muchos de esos artículos, el lugar que ocupan las tecnologías, confirma que en México al igual que en el resto del mundo, han venido a convertirse en tópicos para reflexionar o indagar en objetos de estudio relacionados con ellas; lo que sin duda coincide con el ejercicio que hicieran quienes colaboraron en el estado del arte que coordinaran Rubén Edel Navarro y Yadira Navarro (2015) sobre “sistemas y ambientes educativos”, quienes al sistematizar la producción del conocimiento a través de la revisión de tesis de grado, artículos, memorias de congresos y libros en formato impreso y electrónico, pudieron diagnosticar sobre el lugar que ocupan en las reflexiones, los saberes en torno a las tecnologías y su impacto en los ambientes escolares.
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Es decir, hay un contexto educativo problematizado, suficientemente analizado como para preguntar si es posible reconocer se ha entrado en un proceso de innovación educativa y transformación de las prácticas docentes, más allá del paisaje discursivo que puede encontrarse en la literatura y frente a los problemas que reportan los exámenes de dominios que para la enseñanza básica reportan los organismo evaluadores nacionales o internacionales; lo que lleva a pensar que en la vida cotidiana, según el nivel educativo al que se pertenezca, las experiencias pedagógicas podrán ser diferentes, pues entre la gestión académica de las instituciones universitarias y aquella que se vive diariamente en otros niveles educativos, puede haber grandes desencuentros; cuanto más si se es de un colegio público, frente a quienes laboran en uno privado, donde parece se les está negado atreverse a pensar más allá de una cultura laboral institucional que se niega a dimensionar la importancia que tendría en la formación y actualización de su planta académica, participar en eventos científicos para ser agentes activos y no tanto reproductores de información; pues por más que se cumpla con los indicadores que la Secretaria de Educación Pública (SEP) les obliga en un proceso de innovación educativa, lo cierto es que permanecer ajenos o distantes a lo que se discute en escenarios académicos más allá de sus fronteras institucionales, podría ser una experiencia que enriquezca las perspectivas como las prácticas de los docentes.
Hablemos entonces de innovación en el contexto de la enseñanza de la investigación, en el caso particular del nivel universitario, donde parece prevalecen concepciones negadas para reconocer que, quienes llegan a las aulas, son estudiantes que pueden haber alcanzado saberes y habilidades, en un marco de referencia alimentado por la interpelación tecnológica vivida a diario; lo que supone una alfabetización en donde lo hipermedial (imagen, audio, texto e interactividad) los coloca en una condición de sujeto de conocimiento, diferente al que suele imaginarse desde la academia. Enseñar a investigar reinventando la práctica docente Por una parte Néstor García Canclini en su obra El mundo como lugar extraño (2014) y por la otra, Fernando Gil Villa en ¿Qué significa investigar? Exorcismos del trabajo de investigación (2013), abordan desde perspectivas y trayectorias diferentes, concepciones y prácticas relacionadas con la formación en investigación que se promueve entre los estudiantes universitarios. Asumiendo una postura crítica y provocativa, cuestionan –no sin razón-‐, las formas anquilosadas en que se sigue promoviendo el aprendizaje de la investigación entre los estudiantes. Por ejemplo y a propósito del lugar que ocupa la capacidad para discernir, seleccionar y evaluar información en el contexto de una
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fundamentación teórica, García Canclini habla de pensar la lectura, más allá de la capacidad para entender palabras o frases, pues en el terreno de las competencias adquiridas para la decodificación de textos, también se trata de “saber usar íconos de navegación, barras de desplazamientos, pestañas, menús, hipervínculos, funciones de búsqueda de texto, imágenes y músicas, mapas de sitios”. (2014, p. 27) Es decir, en reconocimiento a los nuevos contextos de interpelación y producción de narrativas, de configuración de espacios de entendimiento, quien desea tener acceso a información en diferentes formatos, debe pasar por la adquisición de una serie de destrezas para moverse y apropiarse de recursos que le permitan tener acceso a fuentes de información diversas. En esta perspectiva, valdría preguntarse cuántos docentes que hablan del abandono de la lectura de sus estudiantes, tienen una referencia conciliadora de los nuevos tiempos y las emergentes agencias de producción de contenidos, como la que plantea el antropólogo argentino avecindado en México Néstor García Canclini, en dónde el concepto de lectura propuesto es diferente. En esa tesitura, Gil Villa, en aras de demostrar la pertinencia para repensar las formas en que se acompaña un proceso de aprendizaje, habla de las maneras en que un trabajo de investigación “puede y debe ser disfrutado al proporcionar el placer de las aventuras” (2013, p. 18), algo que curiosamente no se practica desde la docencia al haber construido una representación del quehacer investigativo plagado de temores y de fobias a los que se enfrenta a diario quien se forma en este ámbito, gracias a ese viejo paradigma dominante, en donde el investigador se concibe como una suerte de “superhéroe capaz de sacrificarse por todo” (p. 18), y en donde quien aspira a ser un investigador, tiene que vivir un vía crucis como parte de un rito de iniciación, que las comunidades académicas consagradas, ya han institucionalizado. Es decir, en la práctica de la enseñanza de la investigación a nivel universitario, existen representaciones y concepciones que han dado pie a narrativas que poco abonan a generar las condiciones naturales de un acto de aprender. De allí que en un contexto de innovación educativa, se requiera una desintoxicación o exorcismo de todo aquello que gira alrededor de la investigación en términos de un academicismo que procura el sacrificio, como parte de una práctica que tiene raíces culturales que deben modificarse: la enseñanza y aprendizaje de la investigación pueden llegar a ser una aventura sin tener como grillete de inicio, el mito de Sísifo: para llegar a la cima –una y otra vez-‐ debemos de iniciar el camino con sacrificio, dolor o mansedumbre (Gil Villa, 2013).
En ese contexto, es tarea de los docentes que imparten experiencias educativas de metodología de la investigación, aprender a reconocer la pertinencia de sumar a sus saberes disciplinarios, una serie de competencias cercanas a lo pedagógico y didáctico; en el
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entendido que para innovar, hay que desandar parte de lo andado, para tomar caminos, sendas, veredas, atajos otros, que permitan dar cabida en nuestros imaginarios y oficios docentes, a formas distintas de pensar la enseñanza de la investigación. Dicho lo anterior, quienes escriben hablan de la posibilidad de generar espacios de enseñanza-‐aprendizaje, en donde los sujetos que constituyen el acto educativo, reconozcan la oportunidad que brindan las TIC, no sólo como recursos o medios a través de las cuales potenciar procesos educativos, sino también por el lugar que vienen ocupando en la reconfiguración de las relaciones entre los sujetos y aquello que puede llamarse objeto por conocer: la investigación en tanto competencia universitaria. Así planteado, se trata de dimensionar el papel que juegan las nuevas alfabetizaciones, cuando de nombrar, de interactuar y representar se tratar, pues es un hecho que en este paisaje, les ha correspondido a las TIC trastocar los lugares desde los cuales se pensaba –tradicionalmente-‐, se construida el conocimiento. Es decir, ni el salón ni los libros impresos hoy resguardan el conocimiento posible. Apenas son formatos que se suman a otro tipo de fuentes de consulta o recursos que hoy también son depositarios de saberes disciplinarios. Y esto, es importante que lo reconozca quien pretende facilitar la adquisición de competencias investigativas en la universidad. Así, tal cual lo plantea Ricardo Sánchez Puentes (2010), el docente debe recordar que más allá de una experiencia verbalista o teórica, aprender a investigar tienen más que ver con el desarrollo de habilidades que se adquieren en la práctica y no en la literatura especializada; por lo tanto si se habla de una enseñanza o didáctica de la investigación “el peso de los procesos de transmisión-‐apropiación se centran en los quehaceres y operaciones de la actividad científica, así como el adiestramiento y entrenamiento para su ejecución.” (2010, p. 37); lo que pareciera, muchos profesores que imparten metodología, terminar por no tener presente; por lo que lo dejan de lado, en aras de la disertación expositiva, donde al estudiante se le permite –únicamente-‐, la reproducción de contenidos teóricos, por lo que le es ajeno, lo que tanto anuncian quienes hablan de innovar: que el estudiante sea un agente activo con capacidades para desarrollar su voluntad de conocer sí, pero también de hacer. He aquí entonces que hablar de reinventar las prácticas docentes, está relacionada con el establecimiento de una nueva agenda para la mediación de procesos educativos encaminados al desarrollo de saberes y destrezas para la investigación. Y aquí, los horizontes o perspectivas pedagógicas desde donde poder configurar una didáctica diferente, están abonando a la compresión del lugar que ocupa la innovación o transformación de la docencia. Se diría que –en este contexto de transformación:
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Se debe entender la didáctica de la investigación en sentido estricto del concepto, es decir, como un campo teórico-‐práctico. Teórico, en tanto organizado por una constelación conceptual regido por una teoría particular del aprendizaje y del conocimiento científico. Práctico, en cuanto es activamente organizado por la conducción (objetivos y funciones; estrategias y tácticas; metas y programas, recursos, medios e instrumentos) del proceso de enseñanza aprendizaje de la producción científica. (2010, p. 32)
Qué tanto aquellos que se formaron en el viejo paradigma docente, están dispuestos a reinventarse como para procurar espacios o entornos de aprendizaje diferentes, no lo sabemos, pero sí pensamos que cuando Sánchez Puentes habla de estrategia y tácticas, recursos, medios e instrumentos, está dando o hablando de la posibilidad de planear y diseñar ambientes de aprendizaje que, ante las circunstancia observadas y vividas en las aula, se incorporen recursos educativos en diversos formatos para procurar con ellos mediar en el aprendizaje de la investigación desde el punto de vista activo.
Dicho lo anterior, quienes escriben quieren compartir algunas de las experiencias que de la licenciatura al doctorado, han permitido el diseño de metodologías para la intervención en el aula, buscando que los estudiantes desmonten los prejuicios que tienen de la investigación, para generar las condiciones de aliento, actitud y deseos por vivir una aventura en donde los videoclip, las canciones, los tutoriales, los blog, los foros virtuales, los portales educativos, las historietas, los podcast, entre otros, sean recursos o materiales didácticos empleados para mediar en el llamado aprendizaje situado (Díaz Barriga Arceo, 2006); los mismos que esperamos sean entornos de innovación para el desarrollo de competencias investigativas básicas, pero también para desarrollar una nueva sensibilidad y concepción sobre el lugar que puede ocupar la investigación como una competencia universitaria en su proyecto profesional. TIC e innovación para la enseñanza de la investigación Innovar puede tener diferentes acepciones, no obstante para quienes escriben se considera oportuno relacionarla con “pensar críticamente, abordar los problemas desde diferentes perspectivas, crear contextos participativos, disponer de espacios diversos para las relaciones docente-‐estudiante y mejorar las condiciones de los ambientes de aprendizaje.” (Ministerio de Educación Nacional, 2013, p. 16). Es decir, trazar caminos estratégicos, incluso tácticos, para enfrentar los retos de la educación, haciendo de la enseñanza y el uso de las tecnologías, un dúo que posibilite la adquisición de saberes desde un marco de referencia diferente; cambio que puede promoverse desde el currículum hasta las formas
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en que se configuran las didácticas para planear, diseñar y mediar los procesos de enseñanza y aprendizaje. En el entendido que tal como lo plantea la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe de la UNESCO: “Las nuevas generaciones viven intensamente la omnipresencia de las tecnologías digitales, al punto que esto podría estar incluso modificando sus destrezas cognitivas…” (2013, p. 16), los profesores que impartimos asignaturas o experiencia educativas relacionadas con la metodología de la investigación, debemos desarrollar la imaginación junto al oficio docente, para diseñar estrategias de mediación pedagógicas que, apoyadas en las TIC, contribuyan a la generación de experiencias de aprendizaje diferentes, distintas… plurales; para lo cual, una competencia, en el contexto de lo dicho por Perrenaud (2014): deberá ser esa “capacidad de movilizar varios recursos cognitivos para hacer frente a un tipo de situaciones.”4 (p. 8) Lo que viene acompañado de reconocer que tales competencias, si bien están relacionadas con los conocimientos, habilidades y actitudes que posee un docente, no son en sí mismos aspectos que caracterizan a las competencias, pues estas deben estar relacionadas con la capacidad de movilización cognitiva en situación, un proceso mental que debe procurar objetivarse es esquemas de pensamiento que van de una determinación a la realización de acciones en situaciones de aprendizaje; por lo que las competencias se crean en el proceso educativo y están a “merced de la navegación cotidiana de un practicante.” (p. 8)
Así, organizar y animar situaciones de aula, está relacionada con el diseño de actividades, dinámicas, tareas, ejercicios, productos, como resultado de una gestión que aprovecha las situaciones de aprendizaje, en tanto espacio ecológico diverso, para lo cual, una mediación pedagógica eficaz, debe dimensionar el papel que tiene el aprendizaje situado. Al respecto, es oportuno señalar que en el contexto de lo que aquí se plantea, la mediación se entiende o refiere a: “la acción o actividad, intervención, recurso o material didáctico que se da en el hecho educativo para facilitar el proceso de enseñanza y de aprendizaje por lo que posee carácter relacional…” (Fainholc, 2004, p. 6), sin dejar de mencionar que en el contexto de la sociología de la comunicación, la mediación estaría ligada a redes de sentido, contextuales, intertextuales e hipertextuales. Es decir, que en el aula prevalece una configuración dialógica producto de las relaciones que de diverso tipo mantienen profesores y estudiantes, quienes a través de procesos de interacción definen y asumen sus roles. He aquí que corresponde a los docentes, diseñar estrategias de mediación pedagógica, apoyadas en recursos educativos que permitan dotar de sentido a
4 Las cursivas vienen en el original.
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una acción docente, cuyo objetivo es que el estudiante adquiera conocimientos y habilidades.
En estos procesos de innovación, corresponde también a los profesores de metodología de la investigación el diseño de estrategias de mediación que reconozcan la pertinencia del uso de las tecnologías en sus diferentes formatos, pues si bien es cierto en el imaginario académico al hablar de innovación y TIC solo se piensa en lo digital, lo cierto es que cualquier dispositivo o material didáctico, es una tecnología que puede potenciar aprendizajes; lo importante es la forma en que se planea, se diseña una estrategia de intervención mediada por tal tecnología así como el objetivo de aprendizaje que se pretende alcanzar.
Tal como antes se ha dicho, innovar pasa por la forma crítica con que se asumen las maneras en que se enseña, para que –reflexivamente-‐, se haga sincronía con la creatividad y poder llevar al acto educativo a otros territorios de aprendizaje, a través de diseños de intervención que puedan apoyarse en la Internet, del software para la producción de materiales didácticos, del diseño de espacios personales de aprendizaje, del uso de recursos abiertos, lo mismo que el empleo de materiales analógicos, como puede ser la historieta, la música, la fotografía; todos medios o soportes para el manejo de contenidos pero igual en la presentación de evidencias de aprendizaje relacionados con la investigación. De lo que se trata es de reconocer que la mediación pedagógica, debe tomar como marco de referencia, ese cambio al que ha llevado la tecnología, así como las formas en que -‐a través de ellas-‐, los estudiantes se relacionan o representan el mundo. Esto lleva a la necesidad de situar las estrategias que median entre el estudiante y el profesor, por lo tanto, anclar las situaciones de aula a la cultura local, para potenciar la comprensión efectiva de los saberes promovidos en los cursos de metodología, de seminarios de investigación, de taller de tesis, entre otros similares. En esta perspectiva, la enseñanza situada para relacionar la vida cotidiana con la cultura escolar y los contenidos propios de los programas de estudio, es un método que bien puede potenciar procesos cognitivos y destrezas investigativas.
De lo que se trata, es de incorporar estratégicamente los recursos educativos, los materiales didácticos en formatos digitales o analógicos, como recursos propios de decisiones planeadas por parte de un docente conocedor de la naturaleza, las propiedades, los formatos y las posibilidades que cada una de las tecnologías le ofrece para mediar en los aprendizajes de la investigación. Acostumbrados como se está al libro y a la disertación oral o la cátedra académica, bien vale la ocasión para repensar si en el contexto de lo que plantean los autores que vienen promoviendo el uso de las TIC para transformar las prácticas docentes (Hernández Ortega, Pennesi Fruscio, Sobrino López & Vázquez Gutiérrez,
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2012; Pedró, 2011; Carneiro, Toscano & Díaz, 2010), vale la pena pensar en seguirlos considerando soportes y formas privilegiadas para enseñar. Quienes escriben estarían de acuerdo en dar cabida a otras maneras de enfrentar el acto educativo, pues pensar en la innovación, debe llevar a un cambio de aquel paradigma; de repensar una doxa académica que hoy debe pasar por la reflexión y problematización académica de manera permanente. Es decir, en el fondo estamos hablando de una ruptura epistemológica que devenga en una concepción de la docencia capaz de conciliar intereses formativos con expectativas estudiantiles. Y allí las TIC son un abanico de posibilidades. De estrategias, tácticas y gestiones para el aprendizaje de la investigación De entrada habrá que decir que los estudiantes que ingresan a la Universidad Veracruzana como primera inscripción, suelen llegar en medio del descrédito propio de quienes vienen de un nivel educativo que no garantiza del todo el desarrollo de los saberes propios para cumplir con el perfil de ingreso a un programa educativo universitario en el que se han inscrito. Lo otro, es el vago concepto que pueden llegar a tener de aquello que llamamos investigación. Esto porque quizá de la ciudad o el colegio que vengan, sus profesores en medio de una realidad que puede ir del ánimo al desencanto, abordan los contenidos relacionados con las ciencias desde una experiencia docente que se construye en una experiencia mediada las fuentes y los contenidos oficiales definidos para las asignaturas que imparten, por lo que no necesariamente tienen la experiencia empírica para ponderar lo que se dice en la literatura especializada en investigación. Así que en el aula, las tensiones, las incertidumbre, las incapacidades, lidian con las maneras en que se ha planeado un curso, se han definido los contenidos, se han determinado las actividades, se han producido los recursos educativos o bien se han determinado las evidencias de aprendizaje. He aquí que de la epistemología del conocimiento, a la teoría para fundamentar objetos de estudios, al diseño de metodologías y la definición de técnicas de investigación para abordar los problemas planteados, son conocimientos que van definiendo una agenda de trabajo sensible a las circunstancias, a las características que se van descubriendo en cada grupo de estudiantes, como producto de lo real que acontece en el aula pero que tiene sus premisas en la planeación programática que ha hecho un docente.
En un escenario o contexto como este, las fuentes de consulta (libros, artículos científicos), los tutoriales, las conferencias de investigadores, los blogs personales, los canales de video, las plataformas académicas; pero también la información que a través de historietas, de trípticos, de folletos, de boletines de prensa, de carteles académicos, entre
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otros, pasan a ser medios desde los cuales se procura mediar en el aprendizaje, tratando de encontrar en ellos y las actividades definidas para su uso y apropiación, recursos que faciliten la mediación en el desarrollo de saberes y habilidades relacionados con la investigación. Por ello cuando se trata de hablar de cómo se construye un objeto de estudio o problema de investigación, cómo se justifica, cómo se definen sus preguntas y objetivos, antes de pensar en la revisión de la literatura, un docente puede trazar un itinerario educativo que permita al estudiante descubrir, comprender, saber a partir de un ejercicio de exploración de la vida cotidiana que movilice entendimientos. Salir a recorrer la ciudad, tomar fotografías de sucesos, organizar un álbum fotográfico, para después -‐ante ese constructo visual-‐, descubrir aquellos ángulos que revelen una dimensión disciplinaria en sus registros: contextos, sujetos, prácticas, actividades, pueden llevar al análisis crítico que los acerque a una configuración problemática desde lo empírico para después transitar a lo teórico. Una imagen, una frase, un comentario por parte del profesor frente a lo que muestran en el aula los estudiantes, puede ser un elemento detonador para colocar como recurso educativo un boletín de prensa en el que se aborden aspectos relacionados con lo que dice la teoría acerca de la forma en que se construye un objeto de estudio. De allí, promover la búsqueda de un cartel científico en el que se muestre información relacionada con los aspectos básicos de un proyecto de investigación, para que se expongan en el aula y los estudiantes dialoguen sobre esos tópicos con su profesor y compañeros. Hecho esto, porqué no invitar a los estudiantes a elaborar una lista de temáticas que les gustaría investigar. Después, a partir de la intervención del docente, definir la pertinencia, la viabilidad de los temas en términos disciplinarios; lo que permitiría trasladar la reflexión a un foro o un blog en donde cada estudiante hable sobre el tema que quiere investigar y de su justificación académica. Pero también puede ser posible que a partir de aquí, los estudiantes busquen artículos científicos o ensayos académicos relacionados con el tema de interés, para acercarse al abordaje teórico que realizan los autores.
Ahora que si se imparten clases en un grupo numeroso, lo mejor es el trabajo colaborativo. Y aquí hacer conciliar intereses temáticos no es tarea menor. Pero la agenda puede ser similar. Cortometrajes o mediometrajes, pueden ser productos audiovisuales que permitan acercarse a una realidad desde la ficción para comenzar a arrastrar el lápiz. Qué tema, qué contexto, qué conflicto, qué personajes llevarían a qué tipo de propuesta para realizar un proyecto de investigación. Después de esta experiencia empírica, se esperaría el estudiante o los grupos de trabajo estén en mejores condiciones para avanzar en sus proyectos, sin embargo no siempre ocurre esto, de tal suerte que la única certeza es que se
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les ha demostrado la forma de acercarse a una realidad a través de un formato audiovisual que les permite plantear empíricamente problemas de investigación. Si hiciera falta, las canciones que aborden temáticas relacionadas con el campo disciplinario en sus múltiples ángulos, puede ser un medio que ilumine, que ejemplifique lo que es analizar, criticar, problematizar para que los estudiantes tengan otra forma de acercamiento al trazado de un problema. Ya luego, vendrá el camino formal, ese en el que los estudiantes tienen que comenzar a articular un documento que de pie a un proyecto de investigación con todas las de la ley. Se puede iniciar con un breve ensayo en torno al tema deseado para reconocer los saberes en torno al mismo, desde allí identificar las palabras clave que permitan articular un mapa conceptual que devenga en el desarrollo a nivel conceptual de una serie de términos disciplinarios que el estudiante tomará como base para comenzar a problematizar, a definir preguntas y objetivos de investigación, para también hacer el primer trazo de su aproximación teórica. Quienes leen ¿pueden considerar la pertinencia de una propuesta como ésta?, ¿pueden aceptar que si se habla de innovar en las formas de enseñar la metodología de la investigación, hay que echar mano de la creatividad e imaginación académica para trazar una agenda diferente?, las TIC en sus diversos formatos, tal como aquí se ha descrito, ¿pueden facilitar el diseño de estrategias de intervención para el aula, enriqueciendo la experiencia del aprender universitario?, nuevas configuraciones didácticas ¿pueden contribuir al diseño de ambientes o entornos de aprendizaje que incorporen modelos de gestión pedagógica capaces de ser sensibles a las nuevas alfabetizaciones de los estudiantes? Estas entre otras tantas, son preguntas que a diario conducen decisiones que han permitido diversificar las formas en que se enseña y un estudiante puede aprender la metodología de la investigación. Si estamos en el camino correcto, puede o no ser, de allí que estas reflexiones y experiencias, hayan abonado a la realización de un proyecto sobre la enseñanza de la investigación en las universidades de Veracruz. Pero esa… es otra historia. Corolario Llegar a planteamientos como los aquí compartidos, no ha sido fácil, la travesía no ha sido necesariamente tersa, pero sí es producto de un reflexión permanente alimentada del diálogo académico en diversos foros. En el corazón está la posibilidad de reconocer que como parte de la formación de capital humano, de la educación integral que pueden vivir los estudiantes, la investigación es parte de un perfil profesional que los estudiantes deben reconocer. La posibilidad de incorporar las TIC a los procesos de enseñanza-‐aprendizaje-‐
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evaluación, no sólo es en respuesta a la demanda internacional impuesta al país y sus universidades, sino también en reconocimiento al papel que juegan en todos los órdenes de la vida.
Así, si se habla de innovar en lo educativo, de transformar las prácticas académicas, tal como se ha dicho aquí, esto se relaciona con una ruptura que debemos vivir como docentes, pues se trata de desmontar prácticas que caracterizaron la docencia hace apenas unos años, para facilitar el aprovisionamiento de recursos y otras posibilidades para apoyar nuestro trabajo de mediación educativa. Es decir, la transformación de las prácticas docentes, pasan por la implementación de metodologías en donde tengan cabida las TIC como recursos para activar a nivel cognitivo y práctico, el desarrollo de saberes y habilidades en torno a la investigación.
Las nuevas formas de aprender, vienen de procesos de acompañamiento donde los oficios docentes sincronizan con la creatividad, la imaginación pero igual con tácticas y atrevimientos para repensar los caminos que llevan al estudiante a hacerse de información sobre la investigación. Con lo escrito aquí, se espera haber contribuido a la reflexión y a la toma de decisiones para vivir la innovación más allá de las palabras; por lo que está en el docente, atreverse a repensarse a sí mismo. Y eso suele ser complejo. Pero quizá las circunstancias por las que se pasa hoy día no de mucho margen de maniobra, por lo tanto, quien enseñanza debe comenzar a hacer de las tecnologías en sus múltiples formatos, aliadas en la configuración de nuevos ambientes y entornos de innovación para promover el aprendizaje de la investigación. Fuentes de consulta
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• Wallerstein, I. (2006). Análisis del sistema mundo. Una aproximación. Madrid: Siglo XXI editores.