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 146 2 (2006) 146-167 HERMANN R ODRÍGUEZ OSORIO S.J.  rivista di ricerca teologica Discernimiento y obediencia en Pedro Fabro di HERMANN R ODRÍGUEZ OSORIO, S.J. En muchos ambientes cristianos se ha considerado el discernimiento espiritual como algo contrapuesto a la obediencia. Vamos a intentar ampliar esta sospecha. Por un lado, parecería como si la actitud de permanente atención y examen de los espíritus que nos mueven fuera en detrimento de la obediencia en la vida religiosa. Entre más discierne una persona, menos dispuesta parece a obedecer lo que los superio- res le mandan; cuando el religioso hace un discernimiento, tiene ya una voluntad de Dios que está dispuesto a negociar con su superior, que -por lo menos se espera-, tam- bién ha hecho su propio discernimiento, y ha descubierto otra voluntad de Dios. Si ambas voluntades de Dios coinciden, normalmente, no hay problema; pero si son con- trapuestas, como suele suceder , aparece el conflicto. Por otro lado también se ha visto el discernimiento como un ejercicio que está más orientado a la vida interior y a los procesos personales de los cristianos; la obediencia, en cambio, sería el instrumento preciso para hacer eficaz la acción de un grupo. Si todos los miembros de una comunidad apostólica están percibiendo las señales de Dios e inter- pretándolas, muy seguramente se creará un síndrome de ‘Babel’. Cada uno entiende un idioma distinto, y por tanto no habría forma de llegar a una construcción coherente. En otro sentido, pude verse la obediencia como una forma cómoda de evitarse la angustiosa tarea de buscar lo que Dios le pide al cristiano. Vivir en una constante incer- tidumbre y en una búsqueda permanente no parece ser algo atractivo para muchos hoy. La obediencia, pues, sería una forma nueva de liberación; se habla incluso del ‘miedo a la libertad’ y por tanto del apego a la esclavitud de una obediencia servil y torpe. Teniendo como telón de fondo estas sencillas caricaturas sobre las relaciones entre discernimiento y obediencia, vamos a intentar una lectura de esta relación dinámica en los escritos del Beato Pedro Fabro. Un estudio completo del discernimiento del Beato Pedro Fabro a partir de su «Me- morial» y de sus cartas resulta practicamente imposible porque la riqueza del «Memo- rial», en lo que toca a la discreción de espíritus, nos parece inagotable; casi todos los números en los que se ha dividido el texto, contienen elementos valiosos que nos re- flejan una personalidad atenta permanentemente a los movimientos de su corazón y dispuesta a discernir la acción de Dios en él, separándola de la acción de otros espíritus muy variados que percibía actuando también en su interioridad. Por esta razón, hemos querido acercarnos solamente a una serie de momentos en los que aparece Fabro tra- tando de discernir lo que el Señor le pide en la misión; estos ejemplos de discernimiento queremos confrontarlos con lo que él entendía y la manera como vivió la obediencia en la Compañía de Jesús, durante los siete años de su ejercicio apostólico.

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    HERMANN RODRGUEZ OSORIO S.J.

    ignazianarivista di ricerca teologica

    Discernimiento y obedienciaen Pedro Fabrodi HERMANN RODRGUEZ OSORIO, S.J.

    En muchos ambientes cristianos se ha considerado el discernimiento espiritual comoalgo contrapuesto a la obediencia. Vamos a intentar ampliar esta sospecha.

    Por un lado, parecera como si la actitud de permanente atencin y examen de losespritus que nos mueven fuera en detrimento de la obediencia en la vida religiosa.Entre ms discierne una persona, menos dispuesta parece a obedecer lo que los superio-res le mandan; cuando el religioso hace un discernimiento, tiene ya una voluntad deDios que est dispuesto a negociar con su superior, que -por lo menos se espera-, tam-bin ha hecho su propio discernimiento, y ha descubierto otra voluntad de Dios. Siambas voluntades de Dios coinciden, normalmente, no hay problema; pero si son con-trapuestas, como suele suceder, aparece el conflicto.

    Por otro lado tambin se ha visto el discernimiento como un ejercicio que est msorientado a la vida interior y a los procesos personales de los cristianos; la obediencia, encambio, sera el instrumento preciso para hacer eficaz la accin de un grupo. Si todos losmiembros de una comunidad apostlica estn percibiendo las seales de Dios e inter-pretndolas, muy seguramente se crear un sndrome de Babel. Cada uno entiende unidioma distinto, y por tanto no habra forma de llegar a una construccin coherente.

    En otro sentido, pude verse la obediencia como una forma cmoda de evitarse laangustiosa tarea de buscar lo que Dios le pide al cristiano. Vivir en una constante incer-tidumbre y en una bsqueda permanente no parece ser algo atractivo para muchos hoy.La obediencia, pues, sera una forma nueva de liberacin; se habla incluso del miedo ala libertad y por tanto del apego a la esclavitud de una obediencia servil y torpe.

    Teniendo como teln de fondo estas sencillas caricaturas sobre las relaciones entrediscernimiento y obediencia, vamos a intentar una lectura de esta relacin dinmica enlos escritos del Beato Pedro Fabro.

    Un estudio completo del discernimiento del Beato Pedro Fabro a partir de su Me-morial y de sus cartas resulta practicamente imposible porque la riqueza del Memo-rial, en lo que toca a la discrecin de espritus, nos parece inagotable; casi todos losnmeros en los que se ha dividido el texto, contienen elementos valiosos que nos re-flejan una personalidad atenta permanentemente a los movimientos de su corazn ydispuesta a discernir la accin de Dios en l, separndola de la accin de otros espritusmuy variados que perciba actuando tambin en su interioridad. Por esta razn, hemosquerido acercarnos solamente a una serie de momentos en los que aparece Fabro tra-tando de discernir lo que el Seor le pide en la misin; estos ejemplos de discernimientoqueremos confrontarlos con lo que l entenda y la manera como vivi la obediencia enla Compaa de Jess, durante los siete aos de su ejercicio apostlico.

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    Nos hemos ayudado de estudios muy valiosos, como la excelente obra de Brian OLe-ary1 . Igualmente hay que destacar la obra de Carlos Plaza2 , en la que se le presta unaatencin muy grande al lenguaje que utiliza Fabro en el Memorial al referirse a suconstante ejercicio de discrecin de espritus. Por otra parte, tambin hemos consulta-do la detallada introduccin de Michel de Certeau3 , quien tambin aborda la temticadel discernimiento en el Memorial.

    1. Discernimiento Espiritual en el Memorial

    1.1. Un mundo habitado por espritus contrarios1.1. Un mundo habitado por espritus contrarios1.1. Un mundo habitado por espritus contrarios1.1. Un mundo habitado por espritus contrarios1.1. Un mundo habitado por espritus contrarios

    La existencia de un mundo invisible, habitado por espritus buenos y malos, era algocomn para los hombres del siglo XVI. Era una conviccin y era parte del ambientecultural heredado de la Edad Media. Fabro, por supuesto no est exento de esta formade entender el mundo; algo de ello se refleja tambin en la espiritualidad ignaciana, peroen el Memorial estos espritus adquieren un papel preponderante.

    Sera imposible citar todas las referencias a los distintos espritus que hace Fabro enel Memorial; sirva de ejemplo este nmero, en el que se refiere fundamentalmente alos malos espritus:

    El domingo cuarto despus de Pentecosts, yendo a misa, me fue dado pedir gracia de quepueda mi alma y mi espritu defenderse de los malos espritus de los demonios y aun de losmalos espritus de los hombres. Y aqu advert que muchas veces hasta ahora me hansobrevenido turbaciones y grandsimas desolaciones con la consideracin de los malosespritus de los hombres; esto es, de la contemplacin del mal nimo de los hombres, que seme pona delante con varias sospechas, imaginando que los mismos hombres movidos delespritu malo ponan asechanzas a mi alma y a mi espritu y con nimo daado ponan lamira en mis pobrezas espirituales y humanas. Y en verdad senta gran debilidad para lucharcontra estos malos nimos que imaginaba; de tal suerte que me pareca ms leve que todoslos hombres empleasen sus fuerzas corporales en perseguir mi cuerpo, que si uno solo porsu espritu malo se empease en perseguir las flaquezas de mi alma (Mem. 328)4 .

    1 La publicacin que hemos consultado y que citamos es apenas una versin abreviada de la tesisdoctoral, presentada en la Facultad de Teologa de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, en1973, y dirigida por el padre Gervasius Dumeige, S.J. Cfr. BRIAN OLEARY, S.I., The discernment of spiritsin the Memoriale of Blessed Peter Favre: Way, Supplement 35 (1979), 6-7.

    2 CARLOS G. PLAZA, S.I., Contemplando en todo a Dios. Estudio asctico-psicolgico sobre el Memorialdel Beato Pedro Fabro, S.I., primer compaero de San Ignacio de Loyola, Madrid, Estudios Onienses III 2,1944, 352p.

    3 PIERRE FAVRE, Mmorial, Traduit et comment par Michel de Certeau, S.I., Paris, Descle de Brou-wer, 1960, 457p. En adelante la introduccin de De Certeau ser citada como: DE CERTEAU, seguida dela pgina correspondiente.

    4 Las citas del Memorial sern tomadas de: PEDRO FABRO, S.I., Memorial, Buenos Aires, EdicionesDiego de Torres, 1983, 365p. (Traducido y anotado por J. Amadeo S.J. y M.A. Fiorito S.J.). Las referen-cias irn en el mismo texto, como Mem. y seguidas por el nmero correspondiente. Las citas de las cartas

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    Los espritus que percibe Fabro, pues, son diversos; el trabajo de Carlos Plaza, queya hemos citado ms arriba, clasifica los distintos espritus en dos niveles; por un ladoestaran los espritus en un sentido personal, que incluyen el Espritu de Dios, el delbuen ngel5 , el del mal ngel y el propio6 .

    Por otra parte, este espritu propio tiene a su vez una triple subdivisin: el esprituvital, el espritu animal y el espritu racional7 . Esta manera de entender el espritu pro-pio corresponde a la manera como los escolsticos entendan el alma humana en sutriple funcin: operaciones vitales, sensibles y racionales o intelectuales8 .

    En el nmero 103 del Memorial aparece una definicin clara de lo que Fabroentiende por alma y por espritu:

    Por alma entiendo la parte sensitiva juntamente con la porcin inferior de la razn quenaturalmente raciocina y discurre acerca de lo que por los sentidos se percibe; mas porespritu aquella porcin superior que se ocupa de las cosas divinas, recibiendo por medio elEspritu Santo, de los ngeles y asimismo de la fe, que es por la predicacin, sus raciocinios,y sus deseos y afectos, etc..

    No es raro, pues, que Fabro viva su experiencia espiritual como una constantelucha ente los diversos espritus que lo habitan y que habitan el mundo en el que vive;saber distinguirlos y dejarse llevar slo por el Espritu de Dios, es una cuestin decisiva;igualmente llegar a reconocer al Espritu Santo, que lucha contra todos los espritus delmal en medio de su mundo de relaciones, es la clave fundamental de su vida apostlica.

    El poder de estos espritus es muy fuerte; sin embargo, nunca llegan a dominarlototalmente y el hombre no pierde nunca su libertad interior para hacer las opciones;OLeary lo explica de la siguiente manera:

    The created spirits cannot act directly on the soul, as God can. One might say that theinfluence of created spirits works on a man from the outside inwards, and never reaches hiscore; whereas Gods action can start at the very core of a mans being and radiate outwards.In so doing, the divine action can subordinate and harmonize the vital and animal spirits,thus bringing unity to our complex being9 .

    Los espritus creados no pueden actuar directamente en el alma; es Dios quien vadando coherencia, desde lo ms hondo de cada hombre, a su accin y a su vida toda; elmundo interior, pues, y el mundo exterior estn influenciados por distintos espritus yes fundamental llegar a distinguir claramente hacia dnde nos mueven. Entendido este

    estarn tomadas de: Monumenta Fabri, (MHSI) Matriti, 1914. Las referencias irn en el mismo texto,como MF y seguidas por la pgina o pginas correspondientes.

    5 Fabro utiliza indistintamente las expresiones ngeles buenos o espritus buenos, para hablar delos seres que servan como ministros de la bondad de Dios y que lo acompaaban en todos sus recorri-dos y lo protegan del mal: Cfr. DE CERTEAU, 53.

    6 Cfr. PLAZA, o.c., 313.7 Ibd., 314.8 Cfr. OLEARY, o.c., 76-77.9 Ibd., 79.

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    elemento bsico, es ms fcil pasar al siguiente punto, en el que desarrollaremos estaconstante necesidad que vive Fabro de discernir los espritus que lo mueven.

    1.2. Necesidad de discernir los espritus que nos mueven1.2. Necesidad de discernir los espritus que nos mueven1.2. Necesidad de discernir los espritus que nos mueven1.2. Necesidad de discernir los espritus que nos mueven1.2. Necesidad de discernir los espritus que nos mueven

    La diversidad de espritus que Fabro percibe en su interior y trabajando en toda larealidad, le plantean un gran reto; no se trata slo de un intento por buscar la santidadpersonal defendindose de las tentaciones individuales;

    There was the much wider aspect of discovering how to insert himself into the cosmicconflicts between the opposing forces of good and evil. What was at stake was the salvationof mens souls, and Favre felt his resposabilities deeply. The good angels were already enlistedunder Christs banner; the devils served their own master. Discernment, therefore, had amarked apostolic dimension, as Favre tied to range himself on the side of the angels, Godsministers, who were protecting, supporting, strengthening and guiding men in their journeythrough life, in their battles with the evil powers10 .

    Se trata, pues de una necesidad apostlica; si no se est atento a los espritus que vanmoviendo al apstol, o a los espritus que mueven a las personas con quienes trabaja-mos, es muy fcil confundir la misin. Aadido a este elemento, Fabro va descubriendoque la mejor manera para reconocer los espritus que nos mueven, no son slo los pen-samientos que tenemos, sino, y sobre todo, los movimientos afectivos. Esto le quedmuy claro a Fabro despus de haber hablado un da con Pedro Canisio, cuando steestaba haciendo sus Ejercicios Espirituales:

    Otro da, visitando a Maestro Pedro, el de Gueldres, que se estaba ejercitando conforme almodo de nuestros Ejercicios, tuve algunos argumentos de grande evidencia, con los cualesms claramente que nunca entend cuantsimo importa para discernir los espritus, o atendera los pensamientos y hablas interiores o al mismo espritu que por los deseos y afectos, porla fortaleza del nimo o la debilidad, por la tranquilidad o inquietud, por la alegra o tristezay semejantes afecciones espirituales se suele manifestar. Porque por estas cosas en verdadque se puede juzgar ms fcilmente del alma y de sus huspedes que por los mismospensamientos (Mem. 300).

    No es algo que Fabro haya descubierto tarde; se trata sencillamente de una constata-cin nueva que le dio ms claridad sobre este aspecto tan fundamental en la espirituali-dad ignaciana; los espritus que nos mueve, se les conoce, ms que por los pensamientosque nos acompaan, por los sentimientos y los afectos.

    No basta, pues, conocer la definicin de los espritus en un sentido ms racional; eldiscernimiento se hace ms complejo cuando adems es fundamental aprender a reco-nocer los efectos o la manera de proceder de cada uno de estos espritus en los movi-mientos del alma.

    10 Ibd., 75.

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    Dios, pues, acta en su interioridad y all debe ser descubierta su voluntad; pero noslo se trata de una interioridad aislada, sino que es la interioridad de Fabro en relaciny reaccionando frente a otros factores externos a l mismo: las circunstancias de suapostolado, las rdenes que recibe, los signos de los tiempos; as lo entiende De Certe-au en su introduccin al Memorial:

    Une seule conception commande les formes diverse de ce discernement: la volont deDieu se rvle dans ses interventions; la grce procure ainsi la lumire et la force de rpondrefidlement aux injonctions divines. Loin dtre une simple promesse encore distincte dudon lui-mme, la rvlation ne fait quun avec ce don, comme lindique le terme qui dsignelune et lautre: un signe11 .

    Una vez reconocida la diversidad de los espritus que mueven a Fabro y la necesidadvital que siente de discernirlos, vamos a tratar de desentraar algunas reglas que apare-cen en su Memorial.

    1.3. Reglas de Discernimiento en el Memorial1.3. Reglas de Discernimiento en el Memorial1.3. Reglas de Discernimiento en el Memorial1.3. Reglas de Discernimiento en el Memorial1.3. Reglas de Discernimiento en el Memorial

    Dado el tipo de escrito, no pretendemos presentar una teora completa, o una seriede reglas como las que propone San Ignacio de Loyola al final de sus Ejercicios Espiri-tuales (EE. 313-336); sin embargo es posible encontrar de vez en cuando, algunas pistassobre lo que se podran llamar reglas de discernimiento que anota Fabro a propsitode sus propias reflexiones o de la ayuda que prestaba a otros.

    Un primer elemento que hay que tener en cuenta es que no siempre utiliza unlenguaje tcnico; en ese sentido no habla slo de consolaciones y desolaciones;utiliza una variedad inmensa de trminos que enriquecen mucho el lenguaje; OLearyhace un estudio detallado de este vocabulario, dividiendo las palabras que tienen unacento ms intelectual, de las que tienen un acento ms afectivo, que son las que msinteresan a Fabro12 .

    11 DE CERTEAU, o.c., 77.12 Cfr. OLEARY, o.c., 84-85. Sobre la consolacin:a) in intellectual faculty: cognitio, documentum, intelligentia, mens, aperitur, notitia, responsum,

    habere, videre, etc. (knowledge, a lesson, understanding, the mind is opened, communication, to receivea reply, to see, etc.)

    b) in the affective faculty: abundantia, alacris, coonfortatio, dilatatio, gaudium, gustus, laetitia, pax,quies, teneritudo, unctio, etc. (plenty, eager, strengthening, expansion, joy, taste, happiness, paece, quiet,tenderness, unction, etc.)

    Sobre la desolacin:a) in the intellectual faculty: confusiones, distractio, ignoratio, perplexitas, etc. (confusion, distrac-

    tion, ignorance, perplexity, etc.)b) in the affective faculty: afflictus, amaritudo, angustia, dolor, durities, fastidium, frigidus, fravamen,

    inordinationes, moeror, penuria, perturbatio, poenae, tomentum, torpor, tistitia, etc. (afflictions, bitter-ness, constiction, sorrow, hardness, distaste, cold, trouble, disorders, grief, want, disturbance, hardshi-ps, torment, sluggishness, sadness, etc.).

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    La consolacin, pues, es algo bueno, normal, deseable; tambin es cierto que no esalgo absolutamente necesario; dentro de la diversidad de formas que adquiere la conso-lacin, vale la pena sealar las lgrimas13 ; un ejemplo de ello podra ser el siguiente:

    En la entrada del reyno de Valencia sent alguna lachrymosa consolacin; aduersitatemautem corporalem hucusque nullam experti sumus. No s si lo hace en parte el coraon quese defiende de la Cruz (MF. 424).

    Por su parte, su desolacin, es una experiencia totalmente opuesta a la consolacin;ms que una definicin afirmativa, se puede saber qu es, por negacin de la primera.Es todo lo que lleva al hombre al pecado y lo aparta de Dios. El nmero 254 del Me-morial nos ofrece unas reflexiones que nos parece interesante traer aqu para ayudar adistinguir estos dos estados del alma:

    Quien conociere el espritu de abundancia y sus palabras, y el que tienta y turba y las suyas,ese podr de ambas partes sacar enseanzas. Porque debe tomarse y retenerse, y cuando sehubiere perdido, buscarse el espritu de abundancia; y se ha de conservar aquella alegra yconsuelo y aliento y tranquilidad, y todas las otras disposiciones que acompaan al afectobueno, y a ellas hay siempre que volver para que ms firmemente se arraiguen. Mas no ashay que tomar todas las palabras que se ofrecieren; pues podra mezclarse algunas falsas,porque hasta el mal espritu puede vestirse con la apariencia de ngel de luz (Mem. 254).

    Aparecen aqu los dos espritus enfrentados; por un lado el espritu que llama aqude abundancia y por otro el que tienta y turba; ambos nos pueden ensear cosas; sinembargo, el primero se debe buscar y se han de conservar sus efectos, pero no se debentomar de l todas las palabras; una cosa son los sentimientos que produce y otra cosaslos razonamientos que puede suscitar; estos ltimos no son fiables porque pueden seraprovechados por el mal espritu para vestirse de ngel de luz.

    Ms adelante, Fabro se refiere a lo que debemos aprovechar o lo que podemos apren-der del mal espritu:

    Con el contrario espritu y sus palabras de un modo contrario hay que proceder. El espritumismo malo cuanto a todos sus sentimientos hay que lanzarlo y huir de l; no as todas suspalabras, porque muchas podras tomar para guardarte de muchas cosas y por ellas hacerteen los negocios humanos ms prudente, pues muchas sern verdaderas y tiles si luego soninformadas del otro espritu (Mem. 254).

    Fabro propone que ante al espritu del mal se proceda de modo contrario, esto es,que se rechacen todos los sentimientos que produce, pero se aprovechen sus palabras;puede resultar til escucharlas para aprender su manera de obrar; incluso sus estrate-gias pueden resultar tiles a la hora de funcionar en el mundo, mientras se las informecon el espritu del bien.

    Avanzando, encontramos ms adelante una regla tambin muy interesante; el plan-teamiento que se hace Fabro el 28 de abril de 1543 es que algunos, an haciendo mu-chos ejercicios y oraciones, parece que no se ven movidos sino por un solo espritu; hay

    13 Cfr. Ibd., 89-91.

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    una relacin entre este punto y lo que San Ignacio dice en la anotacin sexta de losEjercicios Espirituales14 ; la forma que propone Fabro para resolver esta falta de mocio-nes o de agitacin de varios espritus es la siguiente:

    Pues bien, para provocar esta distincin es eficacsimo medio la proposicin de la eleccinde vida y estado, y luego en cada estado los varios grados de caminar a la perfeccin; y engeneral, cuanto le propusieras cosas ms altas, o para obrar, o esperar, o creer, o amar, paraaplicarse a ellas afectiva y efectivamente, tanto con mayor facilidad le dars materia en laque se provoque la diferencia del espritu bueno y del malo (Mem. 301).

    Proponer a la persona la eleccin de vida y estado o la forma de caminar hacia laperfeccin en el estado elegido, parece ser un mtodo eficaz para suscitar los movimien-tos de los distintos espritus en el interior de las personas, de manera que se puedaentonces reconocerlos para acoger los que sean del buen espritu y rechazar los que seandel malo.

    En la misma lnea, aade Fabro otra regla:

    Asimismo hay algunos, especialmente gente piadosa y por mucho tiempo ejercitada endevocin y dejada de pecados, en quienes se reconoce el mal espritu porque no tienen nipensamientos que excedan los lmites de la verdad y bondad, ni afectos manifiestamentedesordenados. A stos, sin embargo, por santos que sean, si los indujeres a examinarse enalgn grado de vida y conducta ms perfecta, dentro de su estado, si es inmutable, o en otroestado ms perfecto, fcilmente se echarn de ver el uno y el otro espritu, es a saber: el queda fortaleza y el que debilita, el que ilumina y el que ofusca, el que justifica y el que mancha,es decir el bueno y el contrario del bueno (Mem. 302).

    Este criterio, parecido al anterior, es muy til para tratar con personas piadosas, queeran la mayora de los que l trataba. Ms adelante, a propsito de un momento dedesolacin ante los males generales que constataba a su alrededor y en l mismo, descu-bri otro criterio fundamental que lo consol muchsimo:

    Y aqu se me dio a ver que no se debe menos huir de las consolaciones que se fundan enacontecimientos puramente accidentales, o tambin en prosperidades posibles de las cosasespirituales, que de las desolaciones contrarias. Digo cuanto al extremo, que suele muchasveces ser excesivo, y teniendo cuenta con la verdadera estabilidad del corazn que de ambosmodos se impide, es decir, por la tristeza vana y por la alegra vana, y algunas veces ms porla alegra; si bien ms ayude para obrar la alegra (aun aquella a que se aade algo de vanidadespiritual) que la tristeza mezclada con algo de turbacin que frustra (Mem. 304).

    Es necesario, pues, estar atentos a las tristezas vanas, lo mismo que a las alegrasvanas, que no estn exentas de una cierta vanidad espiritual; ambos estados pueden seraprovechados por el mal espritu para destruir una labor que se va desarrollando pa-cientemente. La tristeza y turbacin pueden nacer del mal espritu, pero suelen termi-

    14 El que da los exercicios, cuando siente que al que se exercita no le vienen algunas mocionesspirituales en su nima, ass como consolaciones o dessolaciones, ni es agitado de varios spiritus, muchole debe interrogar cerca los exercicios, si los hace, a sus tiempos destinados, y cmo (...) (EE. 6).

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    nar en el bueno; por su parte, las alegras vanas generalmente tienen su origen en elbuen espritu, pero ser aprovechadas por el malo:

    Porque as como el espritu bueno suele de las tristezas tomar argumentos para atraernosa lo que es slido y bueno, con que verdaderamente nos consuele, aniquilada la falsa o vanaalegra; as tambin suele el enemigo tomar ocasin de las alegras para arrastrar a un gozovano, al que se siga despus tristeza (Mem. 304).

    Debemos estar atentos, pues, a las alegras y a las tristezas y reconocer no slo lo queproducen en nosotros en un momento determinado, sino vigilar hacia dnde nos llevan;esta regla tiene una relacin muy estrecha con la que menciona San Ignacio en la quintaregla, ms propia para la segunda semana:

    Debemos mucho advertir el discurso de los pensamientos; y si el principio, medio y fin estodo bueno, inclinado a todo bien, seal es de buen ngel; mas si en el discurso de lospensamientos que trae acaba en alguna cosa mala o distractiva, o menos buena que la que elnima antes tena propuesta hacer, o la enflaquece o inquieta o conturba a la nima, quitndolasu paz, tranquilidad, y quietud que antes tena, clara seal es proceder de mal spritu, enemigode nuestro provecho y salud eterna (EE. 333).

    Como una regla ms, podemos destacar el hecho, que ya hemos mencionado, de quepara Fabro son muchsimo ms importantes los datos afectivos que las ideas o las razo-nes; para OLeary aqu est una de las claves propias de Fabro:

    The priority to be given in our experience to the affective element over the intellectualelement is one of the corner-stones of Favres theory of discernment. The spirits make theirpresence felt through affective movements over which the person has no control: this is thebasic experience, and it is essentially passive. Ideas and reflections, whether accompanyingof following, are less important, even when there is no guarantee that they have come fromthe same spirit at all. It is the basic experience alone which is self-authenticating; theintellectual component requires further discernment15 .

    Estando en Valladolid, el 20 de marzo de 1545, Fabro registra otra regla de sudiscernimiento:

    Sucede a veces que pensemos en bienes y favores que conforme a nuestra posibilidad nostocan o nos pueden sobrevenir; otras veces, al contrario, que pensemos en males que nospueden amenazar. En la primera disposicin, hemos de cuidar de no engreirnos demasiado;y en la segunda, de no abatirnos ms de lo que conviene. Sabe nuestro buen espritu aplicarcada uno de estos tiempos al remedio del otro, esto es; remedia la abundancia con la escasezy sta con aqulla. Pero el mal espritu de las dos cosas pretende sacar dao, es a saber, de laabundancia hinchazn y presuncin y de la escasez pusilanimidad y decaimiento del buennimo (Mem. 409).

    La clave de este criterio estara en no dejarse abatir demasiado fcil, ni tampocodejarse llevar por el espritu de la soberbia; frente a lo bueno o lo malo que nos puedesobrevenir, hay que confiar en que nuestro buen espritu sabr sacar provecho; pero

    15 OLEARY, o.c., 112.

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    tambin hay que tener cuidado porque es fcil que el espritu del mal pretenda hacerdao con la excesiva presuncin o el decaimiento exagerado.

    Una ltima regla que podramos deducir de la prctica del discernimiento en Fabroes la constancia que supone y el hecho de que no se trata slo de un ejercicio paramomentos especiales o decisiones trascendentales; Fabro analiza cada acontecimientode su vida interior y de lo que va viviendo en su prctica apostlica. Esta prctica per-manente es lo que va haciendo posible que se conozcan cada vez mejor los espritus quenos mueven y las estrategias que utilizan; si no se hace del discernimiento una prcticacotidiana y frecuente, nunca se podra llegar a afinar la sensibilidad que exige un discer-nimiento espiritual.

    A discernir se aprende discerniendo, podramos decir. Esto quedar ms claro enalgunos de los ejemplos que vamos a presentar en el siguiente apartado.

    1.4. Ejemplos de Discernimiento en el Memorial1.4. Ejemplos de Discernimiento en el Memorial1.4. Ejemplos de Discernimiento en el Memorial1.4. Ejemplos de Discernimiento en el Memorial1.4. Ejemplos de Discernimiento en el Memorial

    Hemos dicho ya que casi todas las pginas del Memorial estn en clave de discer-nimiento y que un estudio completo de esta prctica sera prcticamente imposible; sinembargo, nos parece conveniente presentar algunos ejemplos concretos, sobre todo conel fin de iluminar la investigacin que estamos haciendo sobre la relacin entre discerni-miento y obediencia en Fabro. Es por esto por lo que los ejemplos que hemos escogidostienen que ver casi todos con las obediencias que Fabro recibi a lo largo de los sieteaos de trabajo en varios pases europeos.

    El primer ejemplo al que nos vamos a referir, lo registra Fabro el 1 de septiembre de1542; la situacin que describe Fabro es su estado de nimo despus de haber hechouna pltica a varias personas; siente un gran deseo de predicar, cosa frecuente en l;senta la gran responsabilidad de ayudar a que Alemania saliera de la situacin de crisisreligiosa que estaba viviendo; en este momento anota lo siguiente:

    Sent tambin entonces que convena en adelante atender mejor a obedecer al espritu queme excita a fervor en las obras de la palabra del Seor, cuales son las plticas particulares ysermones pblicos, etc., no slo en la Iglesia delante de mucha gente, sino tambin en otrasreuniones de hombres o en las casas, o fuera de ellas, aunque sean pocos los que me puedanor, y asimismo en las mesas en presencia de los prncipes y magnates (Mem. 112).

    Siente pues una llamada particular a predicar ms, tanto en las iglesias, delante demucha gente, como en reuniones con pocas personas y en presencia de los prncipes ymagnates. Los sentimientos le van indicando el camino que debe seguir y cules son losministerios en los que debe insistir; es una mocin de obediencia al Espritu que leexita a fervor en las obras de la palabra del Seor. Es importante destacar aqu el hechode que siente una llamada a predicar no slo delante de mucha gente, sino an en am-bientes reducidos.

    Un tiempo despus, estando en Valladolid, el 3 de abril de 1545, aparecen unasmociones suscitadas precisamente por estar haciendo una labor en un ambiente relati-vamente sencillo; escuchemos al mismo Fabro que nos presenta sus mociones:

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    El Viernes Santo, oyendo las confesiones de algunos jvenes y nios pequeos, quepertenecan a la casa de un seor, mi penitente, me vinieron algunos pensamientos de orgullo,y un espritu me deca interiormente: acaso viniste aqu para ocuparte de estos nios? Nosera mejor estar en un lugar donde pudieses oir (sic) las confesiones de algunas personasserias? Pero, cuando tom la determinacin (se le agradace a Dios) de trabajar toda mi vidaen estos ministerios que este espritu consideraba como particularmente viles y pequeos,me vino una gran firmeza en espritu de humildad, y descubr mejor que nunca el valor deaquellas obras que se hacen con una intencin recta por los ms pequeos, por losdespreciados y los abyectos segn el mundo (Mem. 421).

    Lo que le preocupa aqu no es el tipo de trabajo, ni la cantidad de gente que recibesu accin; le inquieta la calidad de estas personas a quienes est confesando; ante estotiene pensamientos de orgullo y siente un espritu que lo cuestiona. Ante este esprituy estos pensamientos, aparece una gran firmeza en espritu de humildad, que le ayuda adescubrir el valor de las obras que se hacen por los pequeos y desgraciados de estemundo. En el nmero siguiente desarrolla de una manera admirable esta opcin deDios por los pequeos y lo dbiles:

    Por eso dese por mi parte y tuve por cosa muy preciosa poder solamente instruir a losrudos, a los nios, a los pobres y principalmente a los ms abandonados. Porque aunquenos parezca que alcanzamos mayor fruto cultivando las personas grandes del siglo, sinembargo suele Dios conceder mayor fruto a los trabajos que se hacen con los pequeos,puesto que El dice: lo que hicisteis a uno de estos hermanos mos ms pequeos, a mi me lohicisteis. Y es cierto que El aprecia ms lo que se hace por alguno que est completamenteabandonado, que si emplease el mismo trabajo en provecho del Emperador. As que, hermanocarsimo, como el pobre est confiado al cuidado de Dios, haz cuenta que est dejado a tucuidado para que le ayudes, no habiendo otro que lo haga (Mem. 423).

    El discernimiento que hace Fabro frente a estas mociones que siente ante su trabajosencillo y escondido, incluye, en este caso una referencia al Evangelio (Mateo 25, 40),que se convierte en el criterio fundamental para juzgar los pensamientos y los espritusque lo mueven.

    El otro ejemplo que queremos presentar se refiere a la decisin de cumplir la ordenque recibe del Arzobispo de Maguncia que lo haba mandado a ir al Concilio de Trento;esta anotacin la hace estando en Maguncia:

    Un Domingo del mes de Octubre, que fu (sic) el 22 del mismo mes de este ao 1542, y enel da precedente, que haba sido de Santa Ursula y sus compaeras, hall en la presencia delSeor este consejo, y me determin a cumplirlo; que fue, obedecer a la voluntad del Arzobispode Maguncia, que me haba significado querer que en nombre suyo fuese con otros telogossuyos al Concilio , que en Trento se haba de celebrar, empezando el 1 de Noviembre. Sobreeste negocio yo haba tenido varios espritus y varias tristezas antes de que me resolviese;pero de todas me liber el seor por virtud de la santa y ciega obediencia a la que no tocamirar ni a la propia insuficiencia, ni a la grandeza y peso de los negocios que se mandan.(...) (Mem. 145).

    Llama la atencin, primero que todo, que Fabro halla en la presencia de Dios elconsejo de obedecer la orden que haba recibido. Cuenta luego cmo haba tenido

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    varios espritus y varias tristezas antes de resolverse frente a este negocio; Fabro sienteque ms all de cualquier variedad de espritus que puedan moverlo ante esta misinque se le encomienda, est la santa y ciega obediencia, que le garantiza, de algunamanera la bondad de esta decisin.

    Aparentemente el discernimiento que vena haciendo Fabro parta de un plantea-miento equivocado; no se trataba de una decisin que deba discernir; los varios espri-tus y las tristezas que sinti en esos das provenan del mal espritu; lo que le indicaba elbuen espritu era sencillamente obedecer, sin fijarse en la propia insuficiencia, ni en lagrandeza y peso de los negocios que se mandan.

    El 14 de febrero de 1543, estando todava en Maguncia, se refiere Fabro a otromomento en el que le es dado distinguir los distintos espritus que lo mueven; una partede este mismo nmero ya fue analizada a propsito de las reglas; dice Fabro:

    Este da despus de la misa, habiendo considerado la diversidad de espritus que muchasveces me han agitado y me hicieron cambiar de opinin cuanto a la posibilidad de hacerfruto en Alemania, advert que no hay que hacer caso en manera alguna a las palabras deaquel espritu que todo lo hace imposible y siempre trae inconvenientes, sino ms bien a laspalabras y sentimientos de aquel que muestra posibilidad y da nimo; aunque tambin hemosde tener cuidado de no correr demasiado a la derecha. En una palabra, hay que tenerdiscrecin, para mantenernos en medio entre la derecha y la izquierda, de suerte que ni ennuestra buena esperanza se mezcle en exceso vano, ni en nuestro miedo una aflictiva cortedad.Pero si no nos es posible no inclinarlos ms a esta parte que a la otra, ms seguro es y menospeligroso caminar y esperar como en los tiempos de grande nimo, que no dejarnos encerraren el cerco de la tristeza, donde suele haber errores mil, y mil engaos, y mil laberintos deuna amargura que brota hacia afuera (Mem. 254).

    Aparecen aqu una diversidad de espritus que le hacen dudar sobre la posibilidadde hacer fruto en Alemania. La tarea era demasiado grande y pesada para llevar; sinembargo haba otros momentos en los que se senta optimista en su labor; senta espri-tus que le ofrecan posibilidades y le daban nimos; no se trata slo de dejarse llevar porunos y rechazar los otros; Fabro descubre que de lo que se trata es de no ir a los extre-mos, aunque de no ser posible este trmino medio, es mejor inclinarse ms hacia elespritu de grande nimo que impide que nos encerremos en el cerco de la tristeza, enel que es mucho ms fcil equivocarse.

    Sin embargo este descubrimiento no resuelve esta variabilidad de los espritus que lomueven; de nuevo, cuatro meses ms tarde dir:

    Aqu, asimismo, not y ponder el tormento que tan de continuo siento desde que conoca Alemania, por las apostasas de esta nacin. Plega a Dios impedir que no suceda en realidadlo que tantas veces en mi espritu se me ha representado, no en verdad con buen espritu,sino ms bien por espritu de desconfianza, que de tantos modos hasta ahora me ha vejado,tirando principalmente a que desesperase enteramente de hacer fruto y echase a huir primeroen mi nimo, y despus desease salir de esta regin del Rin que me ha sido encomendada.

    Ojal que la tibieza de los hombres malos, verdaderos o imaginados, la frialdad, malicia, ydeficiencias dejen de invadir mi alma y espritu, que por otra parte son en s mismos bastan-

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    te pobres, tibios, fros y deficientes. Ojal cese ya esta mutabilidad ma, que tantas veces hahecho que ahora me parezca todo excesivamente prspero o que va a prosperar, y luego alcontrario todo perdido o que se va a perder. (Mem. 329).

    Aparece en su horizonte la tentacin de huir; tentacin, porque reconoce que no esdel buen espritu, sino por espritu de desconfianza; siente que la tibieza de los hom-bres malos invaden su alma y su espritu, ya bastante dbiles. Pide que cese esa mutabi-lidad de su propio nimo. Este momento es muy importante, porque coincide, ms omenos, como veremos ms adelante, con la orden de ir a Portugal y las dificultades quetiene para cumplir esta orden. No es extrao que le costara tanto dejar Alemania, cuan-do vea que dejarla era ceder ante la tentacin del desnimo que lo atormentaba tanto.

    A modo de resumen, volvamos a los comienzos del Memorial, donde Fabro haceun reconocimiento del don recibido de Dios para saber distinguir los diferentes espri-tus que lo movan:

    (...) Podra decir que nunca me vino angustia ni ansiedad, escrpulo, duda, temor ni otromal espritu, que yo pudiese sentir notablemente, sin que juntamente, o a lo menos despusde algunos das, yo no hallase el verdadero remedio en Dios nuestro Seor, dando El graciapara pedir y buscar y clamar por ella. En esto se encierra innumerables gracias deconocimientos y sentimientos de varios espritus, que yo conoca mejor de da en da. PuesDios nuestro Seor me daba tales aguijones que ya no me dejaron ser tibio. En otras palabras-como dije- nunca permiti el Seor que me engaara en el juzgar y discernir los malosespritus y en el sentir las cosas propias o las divinas o las del prjimo, sino que siempre y enel momento oportuno me libraba con las inspiraciones de los santos ngeles y del EsprituSanto (Mem. 12).

    Aunque habra muchos otros casos que podramos presentar aqu para ilustrar lacapacidad de discernimiento de Fabro, vamos a dejar estos ejemplos para pasar a revisarla manera como entenda y viva la obediencia y su relacin con este discernimiento.

    2. Teora y Prctica de la Obediencia

    2.1. Cmo entendi Fabro la Obediencia?2.1. Cmo entendi Fabro la Obediencia?2.1. Cmo entendi Fabro la Obediencia?2.1. Cmo entendi Fabro la Obediencia?2.1. Cmo entendi Fabro la Obediencia?

    Para responder a esta pregunta, contamos con algunos rasgos tericos que Fabrodej registrados en su Memorial, o en algunas de sus cartas y, sobre todo, contamoscon unos avisos que escribi muy probablemente para los jesuitas de Coimbra en 1544.

    En primer trmino, en el Memorial nos encontramos con varias referencias a laobediencia, a los pocos das de haber comenzado a escribir su diario, el 2 de julio de1543, da de la Visitacin de Nuestra Seora. Pide Fabro en su oracin, a propsito dela actitud de Mara ante su prima Isabel, que todos los que estn en obediencia

    se ejercitasen hasta alcanzar perfecta humildad y paciencia y caridad para soportar y honrarsus mayores buenos y malos, teniendo el ojo y el afecto solamente a lo bueno y no mirandolo que es malo; y cuanto ms el inferior se hiciese perfecto en el suyo, que es ser siervo

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    diligente, obediente y fiel por temor y amor de Dios nuestro Seor. As mereceran los quede tal manera se iran haciendo servidores gratos a Dios, tener finalmente buenos Seores;y no despus que tambin ellos son salidos de su estado de servidores; pues ni el mal superiormerece que el Seor le d mejores sbditos, ni el sbdito rebelde merece buenos superiores(Mem. 39).

    El que est bajo obediencia le corresponde tener humildad, paciencia y caridad parasoportar a sus superiores, sean estos buenos o malos; puesto que, para l, en la medida enque el sbdito se mantenga en esta actitud, se ir haciendo merecedor de un buen supe-rior; habra como una correspondencia mutua entre el superior y el sbdito, que puedeser animada desde cualquiera de los extremos de la balanza; sin embargo, insiste Fabroms adelante, en el valor que tiene el buen sbdito para merecer un buen superior:

    De aqu se ha de esperar que cuando los sbditos, o a lo menos los mejores, hubierenalcanzado tal humildad, paciencia y caridad que les baste para homrar (sic), servir, acatar,tolerar cualquier superior suyo, por malo que sea, sin perder la buena voluntad, sino antescreciendo siempre en ella con determinacin de perseverar as hasta la muerte, entonces sepodr tener ms esperanza que Nuestro Seor se haya de mover a dar otros mejores y nopor el contrario; es a saber, por ver los malos ir adelante de mal en peor acerca de talobediencia (Mem. 41).

    La buena obediencia, pues, es anterior al buen superior; de manera que no se tratade una obediencia condicionada o dependiente del tipo de superior que se tenga, sinoque es una obediencia que tiene un fundamento ms all; lo menciona de pasada en elnmero 39, ya citado: por temor y amor de Dios nuestro Seor.

    En el nmero 40, Fabro encomienda su obediencia a la Trinidad: Pide al Padre quelo haga un hijo obediente; pide al Hijo que lo haga su siervo; y pide al Espritu Santo quesea su maestro y que le ensee a ser su discpulo. Unos das ms tarde, al recordar elaniversario de su profesin en la Compaa, encomienda Fabro el cuidado de sus tresvotos a la Trinidad: A Dios Padre encomienda su castidad; al Hijo, que se hizo obedien-te hasta la muerte (Cfr. Filipenses 2,8) encomendaba el cuidado de su obediencia; y alEspritu Santo, encomendaba su voto de pobreza (Cfr. Mem. 45).

    Un ao y medio ms tarde, a propsito de la octava de la Epifana, Fabro, ya enCoimbra, se refiere a la obediencia de Jess a su Madre que dur hasta los treinta aos(Cfr. Mem. 381), y la compara con el amor con el que tiene sujeto la esposa a su esposo:que le hace no poder estar ausente de su presencia mucho tiempo (Ibd.).

    Y ms adelante se refiere al hecho de que Jess, al salir de la sujecin de sus padres,no busca una obediencia ms honrosa, sino que se hace obediente a un siervo suyo:

    Jess, saliendo de la sujecin de sus padres para ser bautizado por Juan, ensea que esmenester que los que dejan un gnero de oficio, no lo hagan movidos del deseo de buscar lalibertad de la carne, como suelen los que mudan una obediencia ms estrecha por otra mslaxa, sino ms bien de subir a cosas ms duras. Pues Cristo dej la servidumbre de suspadres para pasar en cierto modo a la escuela de Juan, siervo suyo. No busca seores mshonrados que sus padres, ni verse libre de toda servidumbre el que desea ser siervo detodos (Mem. 382).

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    Este comentario lleva una enseanza para aquellos que buscan cambiar de supe-rior, o sencillamente cambiar de estado de vida, buscando una libertad mayor.

    Pasando a las cartas que Fabro enva a su amigo y superior, Ignacio de Loyola, nosencontramos con este prrafo escrito en Espira, el 27 de abril de 1542:

    Esta semana prsime passada escriu quasi lo mismo que en esta presente carta allaris,aunque yo entonces no expliqu tanto el gran deseo que es necessario que yo tenga devuestras cartas, y la causa [es] por entender qu es lo que yo deuo hazer; que bien sabis ladifferencia que ay entre seer mouido per sy mesmo, y ser mouido por va de la sanctaobedientia, la qual, en vna palabrita, es consumado consejo, uerdadera prudencia, enteradiscrecin, fortaleza y charidad pera quien con perfecta humildad, paciencia, alegra, larecibe (MF. 162-163).

    Este texto nos revela esa necesidad que tena Fabro de recibir la misin lo ms inme-diatamente posible; necesita de las cartas, no slo por el afecto que le traen, sino tam-bin como confirmaciones sobre lo que tiene que hacer; y la razn que da nos ampla loque era para l la verdadera obediencia: consumado consejo, verdadera prudencia, en-tera discrecin, fortaleza, caridad. La obediencia, pues, no la entiende como un impe-dimento, sino como una parte fundamental de su misin.

    Antes de pasar a analizar algunos ejemplos concretos de la manera como vivi Fabrola obediencia, vamos a detenernos un momento en los avisos sobre le obediencia queescribe Fabro muy seguramente en 1544; la frase con la que comienza el texto nos poneinmediatamente en contexto:

    La obedientia ha de ser ciega, es saber que el uerdadero obediente no a de sperar lacaridad ni la razn ni el sentimiento del fruto que ay en la obra que le es mandada (MF.284-285).

    Ciega aqu no significa sencillamente que se debe cumplir sin mirar lo que se hace osin preguntar o sin protestar; ciega, como bien lo explica Fabro en seguida, es no espe-rar una compensacin ni afectiva, ni racional, en lo que toca al fruto que se hace en laobra que se manda; no esperar una satisfaccin personal por lo que se hace.

    Esta ceguera puede desaparecer en un momento determinado, es decir, la personapuede llegar a contemplar tanto afectiva, como racionalmente el fruto que hace con suaccin; sin embargo, Fabro recomienda que aunque esto pase, no se deje de mantener elespritu por el que se obedeci primero, de manera que si descubre los beneficios de suobrar, prescinda de ellos y se mantenga en la obediencia ciega; esto permite que si lamisin es revocada, no estar la persona apegada a su misin; dice ms adelante:

    (...) de suerte que ser menester para quien est en obedientia, nunca asentarse para resposaren ninguna parte, ni en obras particulares subjectas la obedientia, aunque para ello sehallase muy santo y claro spritu; digo resposar de tal manera, que se quitase la promptitudde quanto inporta la obedientia (MF. 285).

    La obediencia ciega debe llevar, pues, a una actitud como la que describe aqu Fa-bro; una actitud de desarraigo total, que capacite al sbdito a mantenerse siempre di-sponible para asumir una nueva misin, si esto fuera necesario; no quiere decir esto que

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    no se halle alegra y gozo en una obra; lo importante es que aunque, de hecho, se hallemuy santo y claro espritu, no se llegue, por ello, a perder la disponibilidad necesariapara una nueva misin.

    Continuando con su exposicin Fabro distingue entre el voto de obediencia y elhacer fruto en la labor apostlica; en el caso de que el sbdito quiera hacer algo que contoda certeza traer mucho fruto y la obediencia le mande una cosa contraria en la queno se ve tambin claramente ningn fruto, Fabro afirma:

    Item puesto que acaesiese que la uoluntad del obediente, informada de charidad, quisiesehazer alguna cosa, conforme [] algn gran zelo de mucho fruto que se uiese claramente, yla obedientia mandase otra cosa, en la qual no se uiese fruto ninguno, all ser bueno pensarde cmo no se ha hecho uoto de hazer el tal fruto de charidad, sino de obedientia, y consi-derar que el hombre no hae uoto de saluar nimas conforme su pareser, sin aun conformeal deseo que nuestro Seor le diese, sino de hazer lo que le fuere mandado por sus maiores(MF. 285).

    Aparece, pues, una concepcin de la obediencia que no permite ninguna discusin odebate sobre las rdenes que se reciben; no se trata ni siquiera del hecho, evidente, de ladiversidad de percepciones: lo que para mi es de ms fruto, no es, en realidad, lo que esde ms fruto; el superior tiene una visin ms amplia y puede juzgar mejor sobre lasnecesidades del conjunto; este no es el caso; aqu es claro que hay mayor fruto en unaobra que en otra; sin embargo, para Fabro una cosa es el hacer fruto, y otra cosa esobedecer; el voto se refiere a lo segundo, aunque es evidente que se puede esperar queel voto ayude en este hacer fruto, aunque sea en la forma misteriosa como la misma cruzde Cristo, asumida por obediencia, es causa de salvacin para todo el mundo (Cfr.Hebreos 5,9).

    Avanzando en su exposicin Fabro cita ms adelante las palabras de Jess en elEvangelio: Si alguno quiere venir en pos de m, niguese a s mismo, tome su cruz ysgame (Mateo 16,24). All est la razn ltima de la obediencia; se trata de una nega-cin total de s mismo para responder a la llamada de Jess; la obediencia, pues, estreferida al seguimiento del Seor, y no tanto a un eficacia determinada; el premio sloviene del Seor Jess y no de las obras que se realizan:

    estando aparejados para sufrir todo lo que de la mano de nuestro Seor uiniere, siguiendoas mismo con la crus de los tales trabajos Jesu Christo, de cuia mano speramos el premiodellos (MF. 286).

    Terminamos as el estudio sobre la manera como Fabro entendi la obediencia; va-mos a estudiar ms detenidamente algunos casos en los que lo vemos vivindola encarne propia.

    2.2. Algunos ejemplos de cmo vivi Fabro la Obediencia2.2. Algunos ejemplos de cmo vivi Fabro la Obediencia2.2. Algunos ejemplos de cmo vivi Fabro la Obediencia2.2. Algunos ejemplos de cmo vivi Fabro la Obediencia2.2. Algunos ejemplos de cmo vivi Fabro la Obediencia

    El primer caso que vamos a tratar de analizar se refiere a la orden que recibe Fabroen enero de 1542, estando en Espaa con el doctor Ortz, de volver a Alemania (Cfr.Mem. 32), caso al que nos referimos ms arriba. Fabro obedece inmediatamente, aun-

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    que la reaccin del doctor Ortz es contraria a esta obediencia (Cfr. MF. 442). Despusde llegar a Alemania, el 27 de abril de 1542, escribe Fabro a Ignacio dicindole:

    Vnde etiam yo, siendo quien soy in rebus agibilibus y quien fuy siempre, creo verdaderamenteque se me escriuieran, los que me mandaron venir Alemania, que pera tal da so fuera deobediencia me debiese hallar en Espira, donde estara monsior de Mdena, yo lo pudieray supiera (que el querer no ha faltado) hazer ad literam; mas dizindome que yo hiziese loque yo poda pera uenir, me dexaron tan baxo en mis fueras y en la fee, que otra cosa no hesabido poder, ni podido saber, sino lo que yo he hecho, scilicet, llegar tan tarde, y despusque ya estaua partido monsior de Mdena de Spira, que fu el sbado despus del da depascua de resurreccin, que fueron nueuas pera my, ms de passin que no de resurreccin.Todaua la carta escrita de la mano de Mtro. Bobadilla algo me remedi, dizindome lo queueris en la copia della. Verdad es que me dexa mucha libertad (MF. 163).

    El querer no le ha faltado; sin embargo, parece que la orden no era terminante; ledicen que haga lo que pueda para llegar a Espira y esto lo dej bajo de fuerzas y de fe;hizo lo que pudo y supo y no lleg a tiempo; parece como si Fabro tuviera que justificarante Ignacio su tardanza; para l mismo fue un momento muy malo, pues al enterarseque el obispo de Mdena ya haba partido de Espira, dice que fueron para l nuevas depasin.

    Contrasta con esto el alivio que sinti con la carta de Bobadilla, en la que siente quese le deja mayor libertad. No conocemos esta carta, pero lo que s podemos concluir deesta cita, es que Fabro, igual que era muy escrupuloso en su vida interior y en el cuidadoque tena con los distintos espritus que lo movan de un lado para otro, tambin eramuy escrupuloso en lo que toca a la obediencia. Necesita rdenes claras y concretas. Yavimos ms arriba una carta en la que pide que le den instrucciones claras sobre lo quedebe hacer en Espira (Cfr. MF. 162-163); de lo contrario va a aparecer como si hubieradesobedecido y esto no lo puede soportar Fabro de s mismo.

    El segundo ejemplo que queremos revisar ahora es el que se refiere a la orden dedejar Alemania e ir a Portugal; como decamos ms arriba, es una orden que recibealrededor del mes de julio de 1543:

    Por este tiempo recib precepto de obediencia en virtud del cual me fue preciso ir deColonia a Portugal. Preparme (sic) a la partida en el mes de Septiembre. Llegu a Amberesy como no pudiese navegar volv a Lovaina y ca enfermo de tercianas que me detuvieroncerca de dos meses (Cfr. Mem. 363).

    Prepar su viaje en el mes de septiembre; lo cual quiere decir que recibi la orden unpoco antes; despus viaj hasta Amberes y no encontr forma de navegar hasta Portu-gal, de modo que se volvi a Lovaina, donde cay enfermo durante cerca de dos meses.Despus viene un tiempo vaco en su diario espiritual y lo que sabemos, lo podemosdeducir de los pocos rasgos que registr en el ao y medio siguiente, o en las cartas quese conservan.

    En diciembre escribe a Ignacio desde Lovaina explicando la razn de su tardanza;dice que escribi desde Amberes una carta el 13 de octubre en la que contaba cmo alos siete das de haber recibido la obediencia, haba dejado Colonia (MF 227); adems

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    aade un elemento, ya mencionado: el Nuncio en Renania, monseor Poggio, ha inter-cedido ante el Papa para que Fabro no deje Alemania (MF. 228).

    El 8 de enero de 1544, escribe Fabro a Simn Rodrigues explicando su tardanza;llama la atencin que enva su carta con un grupo de jvenes que van a comenzar susestudios en la Compaa en Portugal; al parecer ellos s podan viajar...

    Los hermanos que la presente lleuan podan uiua uoce excusar muchas palabras mas, assen dar la cuenta por all, que yo deuo, sobre mi tanta tardana, como en lo dems. Hastaaqu nuestro Seor immediate ha prohibido nuestra nauegacin, parte por ua de miindisposicin y de mossn Juan, parte por ua del tiempo contrario, pareciendo ser quenuestro Seor ms uiento haze para uenir de Hespaa para Alemaa, que no de Alemaapara Hespaa; que es seal que nuestro Seor quiere antes fauorescer Germania porintrumentos formados en Hespaa, que no al contrario. Yo todaua estoi muy desseoso decomplir presto la uoluntad del serensimo rey de Portugal, nuestro, en Jesv, seor. Digodesseoso de mi parte y conforme la primera obediencia, aunque su diuina magestad sabequnto me llega al nima la grandssima necessidad de por ac; y desto nae en my un iertosentimiento que me paree no ser possible que yo crea que tengo de partirme destas partes,hasta que all actualmente me uea. Y desto no ms (MF. 330-331).

    Esta carta explica las razones de su tardanza; adems explica cmo para l todos losinconvenientes que ha tenido para viajar a Portugal son seales de que Dios quiere msfavorecer a Alemania con instrumentos formados en Espaa y no al contrario. Siguedeseoso de cumplir presto la primera orden que recibi, aunque es consciente de lomucho que le cuesta, dada la grandissima necessidad que ve en Alemania; tanto as queconfiesa que no le deja creer que tenga que partir de all.

    Todava el 10 de mazo de 1544, desde Colonia, escribe a Ignacio y le confa susinquietudes:

    Nuestro Seor lo ordene todo para ms seruicio suyo, que yo, aunque ninguna cosa msdeseo en esta vida, que poner alguna raz para nuestra Compaa en Alemaa, todava estoysuspenso, no sabiendo, si maana resciuir cartas vuestras, que me mandarn yr Espaa, no, y avindome de yr, estoy perplexo sobre el dexar algunos ac, no. El zelo, que tengosobre esta natin, y el amor que nuestro Seor me da para ella, no permitte que todos ayade lleuar. Por otra parte viendo el peligro, que ay, de que no aprouechar tanto ellos ac enletras ni spritu como en Portugal, as batalla en m la humana consideratin, segn la qualninguno avra de estar por estas partes, sino por obedientia, y la diuina consideratin fundadaen esperanza, segn la qual querra que la mitad de la Compaa estubiese por ac, dandovozes, rezando y llorando, y muriendo cada da por esta gente de ac, etc. (MF. 256-257).

    No sabe todava si en cualquier momento va a recibir cartas en las que le digan quepermanezca en Alemania; y por otro lado expresa el inmenso deseo de que la Compaaeche races en esas tierras; es evidente aqu el amor que tena por este pas que tanto leha hecho sufrir, pero del que espera tanto. Siente en su interior una batalla de ver quetiene que partir, y por otro lado el deseo que tiene de que incluso la mitad de la Com-paa estuviese en Alemania, dando vozes, rezando y llorando, y muriendo cada dapor esta gente de ac.

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    Dejar Alemania, como veamos al analizar su discernimiento, sera para l huir deuna responsabilidad que Dios le ha querido dar; por otra parte no sabe si dejar algunosde los que se han ido uniendo a la Compaa o llevarlos con l; todava no parece quetuvieran suficiente raz y le da miedo dejarlos en un momento tan trascendental; Polan-co resume una carta de Fabro del 10 de mayo, todava desde Colonia:

    Dize, que no sabe, si llebar consigo Lamberto, mosn Alvaro, Pedro Canisio, porque,aunque en otras vniuersidades podran mejor aprobecharse, nyo (dize) no puedo no obedezer vnos sentimientos, con los quales y por los quales me pareze siempre, y vezes siento ennuestro Seor, de que con su presentia destos mejor se conseruar alguna cosa aqu; y quenuestro Seor dispondr mejor alguna manera, por donde la Compaa tome raiz enAlemania (MF. 259).

    No puede no obedecer los sentimientos que tiene en el Seor, aunque ve que laorden de partir se mantiene. Una situacin delicada y difcil para un espritu escrupulo-so y tan seriamente arraigado en la obediencia que hemos presentado en el apartadoanterior. El dilema al que se enfrenta es precisamente entre obedecer y correr el riesgode perder un gran fruto, que es evidente para l.

    El mismo da, 10 de mayo,escribe otra carta a Ignacio, en la que dice claramente queacabndose la dieta en la que est participando, me pienso partir mi camino derecho aPortugal (MF. 261). Por lo que dice en el Memorial, sali de Colonia el doce de juliode 1544, despus de recibir una nueva orden en la que se le mandaba de nuevo ir aPortugal, de acuerdo a la voluntad del Rey; lleg a Lisboa el 24 de agosto de ese ao(Mem. 368).

    No conocemos las reacciones de Ignacio frente a esta tardanza de Fabro; sin embar-go, por lo que el mismo Fabro dice el 14 de abril de 1545, en una carta que enva aRoma, parece ser que Ignacio hubiera dejado de escribirle, por lo menos directamente,durante largo tiempo:

    Muy Rdo. en Jesux. Padre. La gracia y paz de nuestro redemptor sea sienpre en nuestrofabor y ayuda. Mucho desseo tenemos de auer cartas de V.R., porque m me parezce ya cosaestraa no hauer visto de V.R. palabra ninguna para m, desde Julio passado, seyendo assque cada da hara menester algunos auisos y documentos, allende de saber en todo la voluntady parezcer de V.R., y mxime estando en estas partes de Espaa, de donde han salido todoslos vientos de quantas contraditiones ha passado la Compaa hasta agora (MF. 323).

    Aparece aqu, por un lado la necesidad que tena Fabro de una direccin ms inme-diata y de estar al tanto de lo que Ignacio quera de su trabajo en Portugal y Espaa,como tambin una queja sentida por no haber visto, en algo ms de nueve meses, pala-bra ninguna para mi de Vuestra Reverencia.

    Otro elemento que debi resentir Fabro en la comunicacin con Ignacio es unacarta que escribe Jacobo Guid (MF. 333-334), por encargo del mismo Ignacio. Al pare-cer Fabro deba hacer una serie de diligencias ante el Prncipe Felipe, para urgir lareforma de los monasterios de monjas de Barcelona; Ignacio tena mucho inters en queel Prncipe escribiera a Roma, como cosa suya, pidiendo que se agilizara esta reforma.As las cosas, Jacobo Guid le dice a Fabro el 21 de noviembre de 1545:

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    Pero seyendo la cosa tan fcile com por vuestras le esriuistes, y que todo fcilmente sehaura; y desde entonces ac non hauiendo recibido auiso sobre dicho negotio, con ser lacosa tanto importante y necessaria, hablando el ms lcitamente possbille, non puede dexarS.R. de expantarse de tanta negligentia (aunque diffcilmente se lo persuade, y non le parescasu costumbre de caer en obliuin de semejantes negotios en quien su divina magestad muchopuede seer servido)16 .

    La expresin es muy fuerte y debi sonar an ms dura cuando le llega por interme-dio de un secretario, que escribe en nombre del Padre Ignacio: no puede dexar S.R. deexpantarse de tanta negligentia; ms adelante habla de que una tal demora debe consi-derarse como una falta grave; presento el final de la carta que es pattica:

    Y por tanto, por ser la cosa non menos a que fruttuosa muchas almas, y de quien tantopuede ser ms perfectamente seruido y amado synceramente nuestro Seor, y aquellas almasnecessitadas aconsoladas, qunto ms el mundo y el enemigo confundido major gloria yalabana suya, por cujo seruicio y amor qualquiera mnima negligentia y perditin de tiempo,que en el mesmo non se gasta, segn la grande deuda y bligo y scopo particular de nuestraprofesin se debera tener por grande falta y inconueniente; por esta os rogamos de su partemuy intensamente y encarecidamente que, en recibiendo sta, compensando el dispendiodel tiempo con muy compendiosa celeridad, nos dys auiso de todo; y que, poniendo todadiligentia en el Seor nuestro, procuris de hauer la[s] dichas cartas del prncipe, haziendoque particularmente escriua estas personas sennalladas en la hijuela; y que con la msbreuidad [que] sea possible, tengamos respuesta con lo dems.Y porque poco tiempo haur os escribimos y dellas non tenemos respuesta, en esta no nosallargaremos hasta que tengamos respuesta desta.De Roma a los 21 de Nouembre 1545Par commissin de Mtro. Ignatio.Sieruo en el Seor nuestro,

    Jacobo GuidPost scriptum. Y auiso S.R.,si presto non le prouede por esto camino, Mtro. Ignatio hadeterminado, segn su intenso deseo, de proueer por otra parte para el prncipe17 .

    Como se ve, es una situacin muy tensa, que debi angustiar muchsimo a Fabro.Poco tiempo despus, el 6 de marzo de 1546, Fabro consigue la ansiada carta del Prn-cipe18 ; la carta va dirigida a Juan de Vega, su Embajador en Roma; Fabro escribe aIgnacio presentndole una copia de esta carta, y pidindole que no de muestras deconocerla:

    16 Monumenta Ignatiana (MHSI), Ser. 1, t.I, Matriti, 1903, 333.17 Ibd, 333-334.18 Epistolae Mixtae (MHSI), t.I (1537-1548), Matriti, 1898, 260-261:

    +El prncipe.

    Deuoto y amado nuestro. A Juan de Vega, del Consejo de Su Magestad y su Embaxador, scriui-mos particularmente lo que desseamos la reformacion de los monesterios de monjas del princi-pado de catalua, y las causas porque se ha dexado de effectuar hasta agora, y lo que paree quese deue supplicar de nueuo Su Sanctidad de nuestra parte. Y porque yo querra mucho queall se mirasse algun buen medio para ello, porque se pusiesse en effecto, por el gran bien quedello se seguiria, y por el seruicio que Dios nuestro Seor se haria, os encargo mucho, que

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    Este envoltorio que aqu va de parte del Prncipe para el Sr. Juan de Vega, Embajador desu Majestad, es de las cartas que V.R. tanto tiempo ha me ha mandado procurase para lareformacin de los monasterios. A todos se escribe en creencia del Sr. Embajador, el cualdar las cartas cada uno, y tambin la que va para V.R. La coppia de la carta del Sr. Juan deVega aqu va, para que V.R. vea todo lo que se le escribe; pero el Secretario me ha rogadoque escribiese V.R. que no sepa el Sr. Juan de Vega que su carta va copiada manos de V.R.ni de otros19 .

    La diligencia fue suficientemente cumplida y, aunque con alguna tardanza, hay queadmirar la capacidad de Fabro para asimilar un golpe tan duro como debi ser la cartaque mencionbamos antes; el mismo 6 de mazo, escribi Fabro otra carta en la que pidea Ignacio que lo tenga presente en sus oraciones y as los dems lo tendrn tambinpresente; por otro lado insiste en su deseo de que Alemania sea bien atendida:

    Yo no puedo dexar de encomendar V.R. Alemaa, en especial Colonia, de dondenunca querra que se partiessen algunos de la Compaa, sino antes que se diesse orden decmo se pudiessen ynbiar otros para hazer fruto y para padezcer algo por Dios nuestroSeor (MF. 397).

    Adems aade que el ao que le mandaron estar en la Corte del Prncipe Felipe se vaacabando; espera, por tanto, que le haga saber su voluntad sobre su futuro; aunqueparece que echa de menos un sitio dnde estar un poco ms tranquilo y con ms sosie-go, se mantiene muy disponible para la misin que le quieran encomendar:

    El ao que nos escribi V.R. era bien nos detuuissemos en esta corte, poco poco se vaacabando. V.R. vea si algo manda, para ordenar de otra manera nuestra vida, para buscaralgn assiento en alguna parte. No digo esto por huyr del desasosiego de la corte que tenemos,principalmente en aposentos que se nos dan por mandado del prncipe; antes holgara demi parte nunca parar en lugar, sino seer peregrino toda mi vida por vnas partes y otras delmundo. Ass plugiese nuestro Seor que la Compaa ya fuesse sembrada por todas lasprincipales y menos principales partes del mundo, yo huuiesse de seer visitador general, sin esto, que nuestro Seor y V.R. me ordenasse en que huuiese de yr in omnem civitatem etlocum, quo Societas parte della aliquando est peruentura, como quien va apparejar assientos dessearlos por va de estar en cada parte sin asiento y sin reposo (MF. 397-398).

    Fabro lleva muchos aos de un lado para otro, sin tener un sitio ms estable dndetrabajar; adems es claro que sigue aorando sus labores en Alemania, donde esperaque la Compaa siga produciendo mucho fruto.

    particularmente tomeys este negoio pechos para sollicitallo con toda diligenia y cuydado,informando al Embaxador de lo que en ello os paresciere, y hablando las personas que l osdixere, haziendo lo que soleis en las cosas de tanto seruiio de nuestro Seor como sta, y lo quede uuestro buen zelo y religin se deue sperar; que en ello me hareis mucho plazer. De Madrid, XXII de Hebrero de M.D.XLVI.

    Yo El principe.Por mandato de Su Alteza, Gonalo Perez

    19 Epistolae Mixtae (MHSI), t. I (1537-1548), Matriti, 1898, 260-261 (Nota 1).

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    El 7 de abril escribe una carta a Simn Rodrigues, en la que le cuenta su ltimodestino; el Papa, ha pedido que vaya al Concilio de Trento; all expresa cmo sus mu-chas peregrinaciones se deben a su deseo de vivir enteramente en obediencia:

    Ya sabr[i]s esta otra mi uocacin y reuocacin d[e] Espaa, que es pera el concilio. NuestroSeor se sirua y se contente de todo y sea alabado por la misericordia que su diuina magestadnos ha echo, ponindonos en obediencia, aprouada por la santa sede, de sus tenentes. Deotra manera yo no podra ni ser ni pareceer constante en mis cosas, uindose tantasperegrinaciones y tantos destierros mos. Tanpoco me podra yo consolar de my parte dondeno uuisse la tal obediencia, mxime considerando lo que me acaesse en todas las partes demis breues asientos, que es auerme siempre de partir en el tiempo que ms rezn tiengo dequerer hazer assiento (MF 419-420).

    La obediencia lo ha ido llevando de un lado para otro sin poder ser constante en unalabor comenzada; cada vez que ha recibido la orden de cambiar de sitio, ha sido precisa-mente en el momento en el que senta con ms fuerza el deseo de permanecer en undeterminado lugar.

    Sabemos que tres meses ms tarde, despus de haber tenido que permanecer variosdas enfermo de tercianas en Barcelona (Cfr. MF. 432-433), llega a Roma, para morir el1 de agosto de 1546. Terminamos as este recorrido por algunos momentos ms destaca-dos de la vivencia conflictiva que tuvo Fabro de la obediencia. Vamos a terminar, reco-giendo nuestra reflexin y tratando de establecer una relacin entre su experiencia deobediencia y el discernimiento que constantemente iba guiando su accin.

    3. ConclusinDespus de haber hecho este recorrido de la mano de Pedro Fabro, nos interesa

    presentar, a modo de conclusin, algunas reflexiones sobre la relacin que podemosestablecer entre discernimiento y obediencia en la vida de este hombre.

    Una primera conclusin que salta a la vista al estudiar esta variedad de textos, es queesta relacin entre el discernimiento y la obediencia fue vivida de una manera conflicti-va; ciertamente parece que Fabro tiene muy claros los conceptos de uno y otro ejerci-cio de su vida espiritual; pero esto no significa que al vivir concretamente esta relacin,no haya tenido que sufrir grandes angustias y molestias.

    Por la personalidad de Fabro, muy escrupulosa, insegura y delicada, podramos pensarque se trataba de un hombre que hubiera preferido una relacin ms estrecha con sussuperiores. Tener las rdenes muy claras y concretas, hubiera sido para l mucho msllevadero. Sin embargo, la misin que recibi lo lanz a un mundo en el que l mismotena que estar permanentemente inventando su trabajo diario; deba conformarse conrecibir una orientacin bastante general y los destinos ms especficos en los que se letraslada de un pas a otro.

    Cuando tiene que afrontar slo sus trabajos, es fcil que llegue a situaciones desespe-radas por querer hacer ms de lo que puede; as lo anota desde Ratisbona, el 20 de abrilde 1542:

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    Acerca de m y de lo spiritual de ac, no puedo dezir otro, sino que por m queda que no sehaga ms de lo que se vee; y tamen con esto est que yo algunas vezes excedo mi debidopoder, peccando sienpre en este mi viejo defecto, que es abraar demaisiado, no sabiendoapretar niguna cosa conforme lo que sara razn y debido (MF 88-89).

    Esta dificultad que l mismo reconoce, tiene a la base una constante actitud de di-scernimiento que no siempre llegaba a una resolucin tranquila; las llamadas que per-manentemente reciba de Dios a travs de tantas mediaciones (personas, lugares, cir-cunstancias, etc.), le iban llevando de un lado para otro.

    Por otra parte, la obediencia tambin contribuy a reforzar este sentimiento de pocaconstancia en sus trabajos; cada vez que se iba sintiendo un poco ms ubicado en unsitio, reciba una orden que lo mandaba a cambiar y a comenzar una obra nueva.

    Discernimiento y obediencia, pues, aparecen en la vida de Fabro, como refuerzos deuna personalidad ya de por s inestable. Sin embargo, Fabro nos revela en sus escritos ycon su vida, una coherencia muy grande. Cree en la obediencia, no como un elementoexterno a su discernimiento, sino como un instrumento ms eficaz para acertar en esaconstante bsqueda de la voluntad de Dios, que tanto lo apasionaba; la llama enteradiscrecin (MF. 162-163).

    Fabro no vive la obediencia como un escape y una seguridad frente a la dura tarea dediscernir los espritus; hace del discernimiento una prctica habitual y cotidiana; perotampoco deja que este discernimiento, a travs del cual iba escudriando la voluntad deDios, opaque el sentido de su obediencia. Discernimiento y obediencia se conjugan enuna dinmica permanente, sin que ninguna de las dos se imponga sobre la otra; para l,vivir coherentemente estas dos dinmicas, significa asumir el riesgo de terminar partidopor medio, como de hecho creemos que sucedi.

    No se esconde del discernimiento en la obediencia, ni se esconde de la obediencia enel discernimiento; no deja nunca de escuchar la voz de Dios que le habla en sus mocio-nes interiores y en toda la realidad, ni deja de escuchar y obedecer a la voluntad de Diosque se le revela en la voz de sus superiores.

    Nos parece que esta capacidad de vivir las dos dinmicas coherentemente, aceptan-do incluso que las dos, en determinados momentos aparezcan como realidades contra-dictorias, encuentra su raz y su fuente en una experiencia espiritual muy honda: la vidade Jess y la manera como l mismo vivi esta ntima contradiccin en su interior. ElJess que, por obediencia, va a la cruz, e invita a todos los hombres a caminar en suseguimiento, asumiendo su destino, para la salvacin del mundo, es el que da sentido ala obediencia y al discernimiento en el Beato Pedro Fabro.

    Los aos finales de la vida de Fabro, estuvieron, pues, marcados por esta permanen-te lucha (agona), entre su discernimiento y la obediencia. No fue una lucha estril; fueuna agona capaz de movilizar su existencia en la dinmica de Dios. Una agona reden-tora para l mismo y para el mundo que acogi su entrega. Una agona que estuvodispuesta a unirse definitivamente a la pasin de Dios en Jess, hasta hacerse una solaen su muerte y en su resurreccin.

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