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La nota de “Clarín”: teléfono para Busti Diez razones para revisar la contaminación mediática en Entre Ríos El pasado domingo, el principal matutino porteño publicó un informe en el que se reiteraron algunos de los principales planteos que había desarrollado poco antes este periodista en la polémica con Jorge Busti a raíz de una nota en el diario Crítica. Mientras aguardamos ansiosos la respuesta de Busti a "Clarín" (la contestación anterior no le insumió más que un par de horas) aquí se proponen diez razones para revisar la contaminación institucional entrerriana, que no sería posible sin la complicidad mediática. Por Américo Schvartzman Este domingo 8 de marzo, en su suplemento Zona, el matutino porteño más importante se sumó a la legión de descubridores de pólvora al publicar un "informe especial" firmado por Claudio Savoia, en el que da cuenta de que a la Argentina – pese a la pantomima de las papeleras– no le interesa en lo más mínimo la situación ambiental del río Uruguay. Por supuesto, eso incluye a las autoridades entrerrianas. La nota se tituló "Pese a Botnia, Argentina descuida la contaminación del río Uruguay". Por ejemplo, se publicó allí que nada se sabe de la verdadera situación de las aguas. También se dieron cuenta de que la CARU no incluye a Brasil, pese a que más de la mitad del recorrido del río Uruguay es compartido con ese país o dentro de su territorio. O de que las ciudades argentinas de la costa vuelcan al río sus efluentes cloacales, residuos industriales, agroquímicos, etcétera, y de que en ese organismo se aprobó un plan de protección ambiental que no se cumple.

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Diez Razones de La Contaminacion Mediatica en Entre Ríos,por Américo Schvartzman

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Page 1: Diez Razones de La Contaminacion Mediatica

La nota de “Clarín”: teléfono para Busti

Diez razones para revisar la contaminación mediática en Entre Ríos

El pasado domingo, el principal matutino porteño publicó un informe en el que se reiteraron algunos de los principales planteos que había desarrollado poco antes este periodista en la polémica con Jorge Busti a raíz de una nota en el diario Crítica. Mientras aguardamos ansiosos la respuesta de Busti a "Clarín" (la contestación anterior no le insumió más que un par de horas) aquí se proponen diez razones para revisar la contaminación institucional entrerriana, que no sería posible sin la complicidad mediática.

Por Américo Schvartzman

Este domingo 8 de marzo, en su suplemento Zona, el matutino porteño más importante se sumó a la legión de descubridores de pólvora al publicar un "informe especial" firmado por Claudio Savoia, en el que da cuenta de que a la Argentina –pese a la pantomima de las papeleras– no le interesa en lo más mínimo la situación ambiental del río Uruguay. Por supuesto, eso incluye a las autoridades entrerrianas. La nota se tituló "Pese a Botnia, Argentina descuida la contaminación del río Uruguay".

Por ejemplo, se publicó allí que nada se sabe de la verdadera situación de las aguas. También se dieron cuenta de que la CARU no incluye a Brasil, pese a que más de la mitad del recorrido del río Uruguay es compartido con ese país o dentro de su territorio. O de que las ciudades argentinas de la costa vuelcan al río sus efluentes cloacales, residuos industriales, agroquímicos, etcétera, y de que en ese organismo se aprobó un plan de protección ambiental que no se cumple.

Pese a los errores que incluye la nota (el diputado provincial Artusi se llama José Antonio, y no Ricardo) y a los olvidos o ausencias (nada se dice del Plan de Monitoreo Conjunto que se aprobó en 2004 y no se cumplió) valió la pena, pues sintetizó muchos de los hechos que durante un lustro hemos venido denunciando en El Miércoles de Concepción del Uruguay, tanto en el desaparecido semanario como en su activa página web. Hechos que revelan la hipocresía, el doble discurso y las motivaciones exclusivamente coyunturales (había que ganar las elecciones en 2005) que fundaron la penosa posición sostenida por la Argentina en el conflicto con el Uruguay por las plantas celulósicas. En la polémica que sostuvimos con el ex gobernador a raíz de su respuesta a mi nota en el diario Crítica, repasamos –casi dos meses atrás– varios de los elementos que ahora “reveló” Clarín. Vale la pena pasarlos en limpio, nuevamente, y agregar otros poco conocidos. Son hechos, no opiniones:

1- No existe un plan de protección de las aguas del río Uruguay.

2 – El organismo oficial que la Argentina y el Uruguay comparten para cuidar el río, no incluye a Brasil, pese a que en su territorio están casi dos tercios del recorrido (en parte compartido con la Argentina). Por esa razón, el último plan de protección que se

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intentó, el Procon –que ni siquiera está en vigencia– tampoco hubiera sido demasiado efectivo.

3 – Las ciudades entrerrianas (y las correntinas, y las uruguayas, y las brasileras...) son un factor contaminante de primer orden porque vuelcan sus desechos cloacales crudos al río. Lo mismo sucede con las industrias y con los agroquímicos.

4 – No se conoce la verdadera situación de las aguas del río Uruguay pero los pocos estudios que hay son alarmantes precisamente por los factores indicados en el punto anterior.

5 – La mismísima Secretaría de Ambiente de la provincia reconoce que carece de informes, pese a los 12 años de gobierno del ambientalista Busti.

6 – “La contaminación cloacal es muy fuerte en las playas de Colón y Concepción del Uruguay, donde se suman las descargas de esas ciudades con las de Concordia y la uruguaya Salto”. Sí, palabras del informe de la UTN C. del Uruguay.

7 – De 3.800 industrias que hay en Entre Ríos, sólo 150 tienen trámite ambiental. De las llamadas “prioritarias” el 91 por ciento no lo tiene.

8 – En 2004 en la CARU ambos países acordaron un “Plan de Monitoreo de la Calidad Ambiental del Río Uruguay en Áreas de Plantas Celulósicas”, cuya existencia siguen negando el gobierno entrerriano y la Cancillería argentina. Para su desgracia, aún está en la web –como correspondería con todo documento público–, puede encontrarse en http://www.caru.org.uy/planmonitoreo091104.html y comienza diciendo: “Teniendo en cuenta la implantación futura de plantas de celulosa y en el marco del actual Procon, se desarrolló el esquema que se describe a continuación cuya acción se centra en zonas de posible influencia de los emprendimientos”.

9 – El punto anterior no sólo demuestra que el Uruguay no violó el Tratado del Río Uruguay, sino que además hay que lamentar que se haya frenado ese Programa: al menos sabríamos cómo está el río en el tramo compartido por la Argentina y el Uruguay.

10 – Pese a los discursos, no se ha avanzado nada, pero nada, en modificar las causas de la contaminación del río Uruguay, excepto algunas obras cloacales entre los anuncios de miles demillones para la “Reparación Histórica” en Entre Ríos.

Hasta aquí los hechos. Los medios entrerrianos, masivamente, jamás se preocuparon por estos ocho puntos enumerados. Ahora las opiniones: el aparato mediático entrerriano “compró” el discurso busti-kirchnerista, siendo en la práctica el vehículo y sostén central de la estrategia del oficialismo, sin investigar, sin revisar, sin someter a análisis lo que sucedía. Se desentendió de las responsabilidades inherentes a su labor.

Podríamos dar centenares de ejemplos, pero baste un par: el caso del derrrame de Fana Química, una fábrica que entre otras cosas hace celulosa química (alfacelulosa), que fue clausurada un ratito y luego reabierta sin que se hable más del asunto. Manfico, que asesinó el ecosistema del Arroyo Calá –comprobado por la Facultad de Ciencias de la Salud de la UNER– y sigue trabajando como si nada. O la mancha de la “industria

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cosmética” que se vio en el río a la altura de Gualeguaychú (Pregunta ¿dónde hay industria cosmética? Respuesta: Parque Industrial de Gualeguaychú ¡Correcto!). O las 30.000 aves muertas por el uso de pesticidas prohibidos en Europa. No es que no sea importante preocuparse por la posibilidad de que una nueva fábrica (de lo que sea) contamine el río. Al contrario. Lo que ocurre es que resulta insólitamente incoherente haberse desentendido de modo tan contundente de todos los factores que realmente –y no en un futuro eventual– producen la desastrosa contaminación que padece el río que se dice querer proteger.

La dependencia de los medios de la arbitraria contratación de pauta publicitaria debe ser la última de las razones en el orden del ser, como diría algún profesor de filosofía, pero sin duda no parece serlo en el orden del conocer. Por supuesto, hay honrosas excepciones. No todos los políticos son corruptos. Pero ya es hora de que los medios, tan eficaces a veces en señalar hacia fuera, empiecen a mirar el espejo si quieren encontrar una las causas de la contaminación institucional entrerriana.