dialnet-dvlcescamenaepoeticaypoesialatinas-560754.pdf

1389
A DVLCES CAMENAE POÉTICA Y POESÍA LATINAS JESÚS LUQUE Mª DOLORES RINCÓN ISABEL VELÁZQUEZ (eds.)

Upload: marlu

Post on 07-Feb-2016

93 views

Category:

Documents


3 download

TRANSCRIPT

  • ADVLCES CAMENAEPOTICA Y POESA LATINAS

    JESS LUQUEM DOLORES RINCNISABEL VELZQUEZ (eds.)

    ISBN 978-84-338-5374-5

    Cu

    BIe

    rta

    : jo

    Se

    ma

    ra

    me

    dIN

    a

  • DULCES CAMENAE.

    POTICA Y POESA LATINAS

  • JESS LUQUEM DOLORES RINCNISABEL VELZQUEZ

    (Eds.)

    SOCIEDAD DE ESTUDIOS LATINOS

    JAN GRANADA2010

    DULCES CAMENAE.

    POTICA Y POESA LATINAS

  • Cualquier forma de reproduccin, distribucin, comunicacin pblica o transformacin de esta obraslo puede ser realizada con la autorizacin de sus titulares, salvo excepcin prevista por la ley.Dirjase a CEDRO (Centro Espaol de Derechos Reprogrficos www.cedro.org), si necesita fotocopiaro escanear algn fragmento de esta obra.

    LOS AUTORES. DULCES CAMENAE. POTICA Y POESA LATINAS.

    ISBN: 978-84-338-5374-5. Depsito legal: GR-856-2012Edita: Editorial Universidad de Granada, Campus Universitario de Cartuja. Granada.Diseo de portada: Josemara Medina AlveaFotocomposicin: Taller de Diseo Grfico y Publicaciones, S.L. Granada.Imprime: Imprenta Comercial. Motril. Granada.

    Printed in Spain Impreso en Espaa

  • PRLOGO

    Alios ego vidi ventos; alias prospexi animo procellas

    Cic., Pis., 9

    En estos tiempos, en los que imperan criterios poco compatibles con el esp-ritu y las tareas del quehacer filolgico, puede sorprender que ms de un cente-nar de investigadores decidiera reunirse durante cuatro intensas jornadas parareflexionar sobre Poesa y Potica latinas, temas aparentemente tan alejados deun horizonte en donde se enseorean criterios de transferencia a la sociedad,evaluable slo en patentes y aplicaciones materiales.

    Por eso el encuentro celebrado en Baeza (Jan) durante los das 27 al 30 demayo de 2009 contradice el curso de nuestro tiempo y confirma el vigor delespritu que alienta nuestros estudios al ofrecer, como en ocasiones preceden-tes, unos resultados a bonis ad meliora.

    Nos referimos al VI Congreso de la Sociedad de Estudios Latinos, organizadojunto con las Universidades de Jan y la Internacional de Andaluca, que en susede Antonio Machado nos brind un esplndido escenario para un encuentrocientfico y amistoso que recordaremos siempre con satisfaccin, encuentro queno hubiera sido posible sin la colaboracin de la Universidad de Granada, elMinisterio de Ciencia e Innovacin, la Junta de Andaluca y los Ayuntamientosde Baeza y beda. El VI Congreso de la SELat fue el primero celebrado enAndaluca y en l tambin se implicaron con su patrocinio las Universidades deAlmera, Cdiz, Crdoba, Huelva, Mlaga y Sevilla. Gracias a estas institucionesel encuentro transcurri con xito. Nuestro reconocimiento y agradecimiento atodas ellas.

    A lo largo de aquellas jornadas se desarrollaron en apretado horario ponen-cias, mesas redondas y comunicaciones que abordaron con eficacia y alto nivelcientfico la temtica del encuentro desde diferentes pocas y planteamientos.Entre las actividades complementarias destacaron la actuacin del Coro y Or-

  • PRLOGO8

    questa de la Universidad de Granada, el recorrido guiado por las ruinas de laciudad ibero-romana de Cstulo y el museo arqueolgico de Linares, las visitas abeda y Baeza y el recital machadiano.

    El presente libro nace como complemento de aquella reunin y hemos deagradecer a los Servicios de Publicaciones de las Universidades de Jan y Grana-da el que nos hayan ofrecido la oportunidad de editarlo.

    Tambin debemos agradecer la colaboracin del Proyecto de redes PADCAMS2007-HUM-0543 de la Comunidad de Madrid, tanto en la celebracin del Con-greso como en la edicin.

    Un comit cientfico ha evaluado rigurosamente y revisado con los criteriosexigibles en tal modalidad de publicacin las diferentes aportaciones para suinclusin en los captulos del libro Dulces Camenae. Potica y Poesa latinasque ha sido estructurado en ocho secciones bajo los epgrafes: La poesa latinahasta el final de la Antigedad. La poesa latina en la Edad Media. CarminaLatina Epigraphica. Poesa y Retrica. La potica en la escuela. Preceptivapotica. Aspectos literarios y de lengua. La poesa latina en el Renacimiento. Entorno a la traduccin de la poesa latina. La poesa latina revivida en las lenguasmodernas.

    El formato electrnico es un testimonio ms de los esfuerzos de la FilologaClsica por estar a la altura de los tiempos y de su noble vocacin, es decir, sucompromiso por transmitir a los hombres de hoy y a los que nos sucedernmaana el legado del Mundo Clsico, siempre vivo. Este libro electrnico, lanovedad de su soporte y el nivel cientfico de su contenido permiten actualizarlas palabras del Venusino: Omne tulit punctum, qui miscuit utile dulci.

    LOS EDITORES

  • I.LA POESA LATINA HASTA EL FINAL

    DE LA ANTIGEDAD

  • CDIGOS AMOROSOS EN LA LITERATURA ROMANA

    MANUEL LPEZ-MUOZUniversidad de Almera

    Resumen: El anlisis de la relacin con Lesbia es un tema recurrente de losestudios catulianos. Unas veces, este corpus potico se considera a modo denarracin autobiogrfica dotada de un claro orden cronolgico; otras veces, lairrelevancia de la biografa lleva a los estudiosos a afirmar que lasautorreferencialidades son harto menos interesantes que la calidad potica deltexto. Partiendo de que su experiencia existencial le da al poeta un motivo paraescribir un nmero de versos en los que sus avatares amorosos, sea con Lesbia ocon otras personas, se nos muestran, esta comunicacin desarrollar un acerca-miento a un par de aspectos que deberan tenerse en cuenta al considerar elcontexto potico: el amor como bien jurdico protegido y las dificultades deCatulo para adaptarse al comportamiento de las lites romanas.

    Palabras clave: Catulo, otium, Lesbia, cdigos amorosos, poesa latina.

    Summary: Analyzing the relationship with Lesbia is a recurrent topic of Catullanstudies. Sometimes, this poetic corpus is considered an autobiographic narrationwith a distinguishable chronological order; sometimes, the irrelevancy of biographyleads scholars to state that such self-referencial features are far less interestingthan the poetic quality of the text. On the basis that his existential experiencegives the poet a reason for writing a number of verses in which his love affairs,either with Lesbia or with other persons, are presented to us, this paper willdevelop an approach to a couple of aspects that should be taken into accountwhen the poetic context is considered: love as a protected juridic good, andCatullus difficulties to adapt himself to the behaviour of Roman lite.

    Keywords: Catullus, otium, Lesbia, love codes, Latin poetry.

  • MANUEL LPEZ-MUOZ12

    1. REALIDAD O IRREALIDAD DE AMOR DE CATULO?

    No es nada infrecuente, cuando nos acercamos a Catulo, encontrarnos con lacommunis opinio que hace de su relacin amorosa con Lesbia una realidad que justi-fica y provoca buena parte de las poesas por l escritas1. Una interpretacin tal con-vierte a Catulo en escritor especialmente moderno, incluso contemporneo, y ensmbolo de las cuitas amorosas2. Es el de Verona, en otras palabras, trasunto de laromntica imagen del hombre bueno cuya vida destroza una mujer fatal, licenciosa ylasciva. Lesbia es, por su lado, la Nmesis del poeta, la dama casquivana y coquetaque, incapaz de ver ms all de su propia frivolidad, se embarca en un carrusel deamantes que le da la notoriedad por la que ha pasado a la Historia. Pero de Lesbia slotenemos referencias parciales y sesgadas: si es la Clodia que se cas con QuintoMetelo Cler y que tena por hermano a Publio Clodio Pulcher, es la mujer depravadaque Cicern describe en el discurso Pro Milone. Ahora bien, como fuente de infor-macin, el Arpinate no es precisamente objetivo: tiene una vendetta con Clodio ycon Csar, conque atacar a Clodia es una estrategia rentable.

    En otras palabras, no nos resulta fcil saber quin era realmente esa Clodia /Lesbia que nos ha llegado desde la antigua Roma, ya que los dos escritores quenos hablan de ella tienen motivos para transmitirnos una imagen negativa. Estono presupone, con todo, que se ponga en duda el trabajo de los estudiosos3, sinoms bien que sea aceptable tomar por reales los testimonios que se le aplican ala Clodia que conocemos4. Podemos creer lo que nos dicen, o podemos sospe-char de lo que dicen. Al fin y al cabo, ella no nos ha dejado un testimonio propio,conque ser difcil que nos hagamos cabal idea.

    La pregunta es si de verdad alguna vez pudo Catulo haber tenido con Clodiaalgo ms que un contacto ocasional o algo menos que una relacin marcada porun claro sndrome de inadaptacin. Para estudiar esto, no ser necesario conoceral dedillo la cronologa de cada uno de los poemas del corpus Catullianum, yaque la informacin que extraeremos resulta ser autosuficiente y autodescriptivaal margen de fechas y momentos.

    1. R. BONIFAZ NUO, El amor y la clera. Cayo Valerio Catulo, Mxico, Universidad NacionalAutnoma de Mxico, 1977, p.10

    2. CH. MARTIN, Catullus, New Haven, Yale University Press, 1992, p.33. C. DEROUX, Lidentit de Lesbie, en Aufstieg und Niedergang der Rmischen Welt, I.3, pp.

    390-416.4. J. L. ARCAZ POZO, Un comentario a Catulo 8, 15-18, Cuadernos de Filologa Clsica 24

    (1990), pp. 157-162; SH. BAKER, Lesbias foot, Classical Philology 60 (1960), pp. 171-173; R. BONIFAZNUO, op.cit.; G. R. DREW, The eyes of Clodia Metelli, Latomus 55,2 (1996), pp. 381-383; A. LPEZFONSECA, Lesbia, un ideal potico en la Roma de Csar, en J. de la Villa, Mujeres de la Antigedad,Madrid, Alianza Editorial, 2004, 141-165; A. PREZ VEGA, El Libro del Passer de Catulo: notas delectura, Exemplaria 7 (2003), pp. 79-94; H. RANKIN, Catullus and the beauty of Lesbia, Latomus 35(1976), pp. 3-11; G. N. SANDY, Catullus 63 and the theme of marriage, American Journal of Philology92,2 (1971), pp. 185-195; E. ZAINA, La descripcin del cuerpo de Lesbia, Faventia 17,1 (1995), pp. 19-25; J. ZARKER, Lesbias charms, Classical Philology 55 (1960), pp. 171-173.

  • CDIGOS AMOROSOS EN LA LITERATURA ROMANA 13

    Acercamientos infructuosos

    Empecemos con Cat. 25, cuando expresa sus deseos de cambiarse por el pajarillode Lesbia. Si hacemos el esfuerzo de contemplar la escena desde fuera, veremosuna situacin en la que ella est concentrando su atencin en un elemento irrele-vante (el pjaro), acaso para expresar de manera ostensible que no desea hacerleni el ms mnimo caso al poeta. Podramos pensar que est ella slo jugando, obien que est hacindose la interesante para estimular el ardor de quien la preten-de. En este segundo caso, es posible tambin que l haya cado en la trampa delcoqueteo, lo que justificara ese deseo del cambio de papeles con una mascota.

    El poema quinto de la coleccin ha sido tradicionalmente interpretado comodemostracin de la existencia de un asunto amoroso intenso entre los protago-nistas, que viven su amor a hurtadillas de los maledicentes severiores senes. Sinembargo, no nos aparece por ningn lugar que haya una contrapartida de Lesbia.A lo largo de la composicin, slo encontramos una exhortacin a la correspon-dencia amorosa, como si ella hubiera justificado una negativa en el miedo a lacensura ajena y Catulo se la hubiera tomado en serio. Si en Cat. 2 encontramosun simple darle largas al pretendiente haciendo ostentacin de indiferencia, aqupodemos ver una negativa en accin.

    La interpretacin que proponemos bien puede ayudarnos a entender Cat. 7 entanto que respuesta irnica a Cat. 5 formulada como una pregunta de cuntosbesos debera darle para dejarlo satisfecho y quedarse ella tranquila. Ambospoemas componen una secuencia de ofrecimiento / denegacin que perturba aCatulo. No en vano, es aqu cuando, tras la enumeracin infinita, l mismo semoteja de vesanus, que podemos interpretar como locura o como el desconcier-to de alguien que ha topado con una situacin que se le escapa de las manos.

    Parece que los poemas 5 y 7 guardan una relacin mucho ms estrecha sitenemos en cuenta que bien puede estar Catulo acosando a Lesbia, animndola ahacerle caso y a llenarlo de besos despus de que ella le haya dado unas irnicaslargas escudndose en una desaprobacin social que, conociendo a la dama, tieneque ser falsa o la tiene que dejar completamente indiferente. Desde ese punto devista, Cat. 7 es la respuesta a la irnica pregunta de cuntos besos habr que darlepara que se quede tranquilo y se le pase el arrebato de locura.

    El poema octavo es una gran fuente de informacin6. Suponiendo que no hahabido ningn tipo de relacin amorosa constante entre Catulo y Lesbia, ese

    5. Un anlisis estilstico de los poemas 2, 3, 5 y 7 en C. FRY, Esthtique de la complexit informa-tionnelle: du moineau de Lesbie aux baisers de Catulle (Catulle 2; 3; 5; 7), Latomus 63.4 (2004), 841-856,donde se intenta demostrar, partiendo de la base de la existencia de una relacin amorosa real, que Cat.2 y 7 son un grupo diferenciado de Cat. 3 y 5.

    6. Una interpretacin distinta, en J. L. ARCAZ POZO, Un comentario a Catulo 8, 15-18 Cuadernosde Filologa Clsica 24 (1990), pp. 157-162, p. 159: En un ltimo esfuerzo por convencerla de que nopodr encontrar un amante como l y retenerla as a su lado, Catulo le augura un futuro carente de eseamor verdadero que slo l le brinda (v. 14). Ahora amplifica esta idea no profetizndole sus futuras

  • MANUEL LPEZ-MUOZ14

    inicio en el que la debe dar por perdida es la constatacin de una imposibilidad.Apoya nuestra tesis el propio texto, en el que vemos cmo el verons ha hechotodo lo que se le ha pedido (8,4: cum ventitabas quae puella ducebat) y haconseguido algn objetivo ms o menos sexual, aun sin la anuencia de ella (8,7:quae tu volebas nec puella nolebat), merced a constantes ruegos y peticio-nes de amor que no necesariamente han recibido la reciprocidad esperable en lapersona a la que se ama (8,13: nec te requiret nec rogabit invitam).

    No sera descabellado pensar que Lesbia / Clodia se ha cansado del cerco deCatulo y le ha mandado recado para que la deje tranquila, o bien est jugando alcoqueteo, a parecer a ratos disponible o inaccesible. En uno u otro caso, el poetano acepta el mensaje y quiere cambiar las reglas del juego. Si observamos msdetalladamente la secuencia de los hechos, el propio Catulo ha conseguido pocacosa en comparacin con sus propias aspiraciones, verbigracia, estar cerca (8,16:quis nunc te adibit?), requebrarla (8,16: cui videberis bella?), pensarseamado (8,17: quis nunc amabis?), creerse su dueo (8,17: cuius esse diceris?)y recibir besos ardorosos (8,18: quem basiabis? cui labella mordebis?).

    Al amenazarla, l mismo nos est confesando qu ha obtenido, y bien magro pare-ce el resultado, ya que no ha pasado de los besos apasionados. No parece razonablepostular que el uso del verbo amabis designe nada ms all de lo puramente espiri-tual, toda vez que aparece en el centro de una secuencia conductual perfectamenteestablecida de cercana, cortejo y escarceos. Un uso diferente de ese amabis tendrapoco sentido en una exposicin tan ordenada y lgica como sta.

    Por dems, aparece en la secuencia un verso (Cat. 8,17) en el que se unen demanera asindtica dos trminos que no pueden ser casuales ni neutros: amor ypertenencia. Transita Catulo del quin te amar al de quin dirs que eresprcticamente sin solucin de continuidad, lo que nos habla de una mentalidad enla que se conquista el amor de la mujer y se la posee, cosa que desequilibra larelacin, que pasa as de la igualdad a la subordinacin.

    En la ordenacin de los elementos, la conquista produce derechos de propie-dad, y son stos los que le llevan a la actividad sexual. La actitud del verons nopuede ser ms clara: su expresin de desengao se convierte en una suerte demaldicin que condena a Lesbia a una suerte de destierro, el de la no pertenen-cia. Est vaticinndole Catulo un negro futuro o, acaso, no entiende que tal es lavida que ella ha decidido llevar, a saber, no pertenecer a nadie por ser, entre otrascosas, esposa ya de Metelo y, luego, viuda de ste?

    desgracias, sino proyectando en el futuro (v. 15) su propia experiencia amorosa, todo aquello que conl ha vivido y que no podr repetirse nunca ms; no es un elenco de infortunios lo que le augura aLesbia, sino la sntesis de un pasado vivido juntamente y ya irrecuperable. Palabra a palabra, verso averso, pregunta a pregunta, el poeta hace pasar por su mente los momentos cimeros de su relacin conLesbia: el encuentro (v. 16), el enamoramiento (v. 17) y la posesin amorosa (v. 18); porque con ello noplantea un futuro descorazonador, sino un pasado irrepetible; habla del futuro, pero tiene su mente enel pasado.

  • CDIGOS AMOROSOS EN LA LITERATURA ROMANA 15

    Refuerza nuestra interpretacin del verbo amar como trmino puramenteespiritual lo que leemos en el poema undcimo. Furio y Aurelio, personas tande confianza que se podra ir con ellas hasta el fin del mundo, son los quereciben el peligroso encargo de transmitirle a Clodia que Catulo ya no quierecuentas con ella. Deben decirle que es, en realidad, una ninfmana (11, 17-20:...cum suis vivat moechis, / quos simul complexa tenet trecentos, / nullumamans vere, sed identidem omnium / ilia rumpens...), y acusarla de haberlearruinado la vida al poeta (11, 21-24: nec meum respectet, ut ante, amorem, /qui illius culpa cecidit velut prati / ultima flos, praetereunte postquam /

    tactus aratro est).Ahora bien, qu hace Lesbia con otros que a l tanta desazn le ha causado?

    Tener relaciones sexuales. Qu no hay en esa conducta y s debera haber apare-cido en relacin con Catulo? El amor. Vista as, la acusacin de ninfomanaaparece a nuestros ojos revestida de los ropajes de la falta de exclusividad: si elamor engendra posesin, y sta lleva al tlamo, es el sexo sin amor lo que deja alpoeta fuera de juego, y la falta de amor la que ha acabado con l. En realidad, hayuna acusacin subyacente, que Lesbia se ha acostado con cualquiera menos conCatulo, cosa que a ella la sita en el papel de la adltera, y a l en el de maridoengaado7.

    2. EL AMOR COMO BIEN JURDICO PROTEGIDO

    Amor, exclusividad y posesin son una trada muy tpicamente catuliana, comopodemos ver en el llamado ciclo de Juvencio. No se trata aqu de discutir sihay o no una preferencia de lo homosexual a lo heterosexual, ni de ver elprendamiento por Juvencio como una manera de vencer el desengao con Lesbia,sino de sealar algo distinto. Catulo reacciona con violencia al no conseguir laposesin real de los afectos de otra persona. Para l, una relacin amorosaimplica derechos exclusivos sobre el otro, derechos que adquieren un estatutocasi jurdico que se infringe cuando, por ejemplo, Lesbia se va con Gelio (RodrguezBello 1982: 88).

    En el poema 30, podemos comprobar cmo se comporta cuando l es elabandonado: le reprocha a Alfeno haberlo seducido y dejado de lado o, en otraspalabras, haber faltado a la fides, ese vnculo que, cuando se aplica a relacionescomerciales o a pactos, deviene obligacin religiosa de cumplimiento. Faltar a lafides supone hacer saltar por los aires el mecanismo de la confianza humana(Gallardo Lpez 1990: 26). Hay un claro paralelismo con la lnea argumentativade las heronas ovidianas: l cree que el amor es exclusivo y duradero, conque uncambio de pareja se convierte en abandono y, peor an, traicin. La relacin

    7. T. P. WISEMAN, Catullus & his world. A reappraisal, Cambridge, Cambridge University Press,1985, p.146.

  • MANUEL LPEZ-MUOZ16

    amorosa es un matrimonio de facto, y un matrimonio supone siempre un vnculoreligioso (Sandy 1971: 193).

    El componente de pacto sagrado que, ante los dioses, obligara a Lesbia se vean con mayor claridad en Cat. 87: Nulla potest mulier tantum se dicere amatam/ vere quantum a me Lesbia mea amata est. / Nulla fides ullo fuit umquam in

    foedere tanta / quanta in amore tuo ex parte reperta mea est. Para Catulo, nohay amor ni sexo posibles sin exclusividad sexual. As, con el amor como gestode posesin del otro, el matrimonio es la va correcta o, si se han producidoescarceos previos, la nica salida correcta. Pero Lesbia est casada... Ms bien,Clodia est casada.

    l se siente engaado por ella, que se va con cualquiera; ahora bien, l sera elcornudo si ella alguna vez hubiera tenido relaciones con l, pero tampoco podracaber en sus esquemas casarse con una mujer ya emparejada. Su fantasa conLesbia en el papel de novia nos habla, creo yo, de una mujer con la que Catulo noha tenido el contacto definitivo, que la habra convertido ya en su esposa a todosestos efectos. As, cuando habla de los amantes de Lesbia y los tilda de adlterosno propone castigarlos (estara en su derecho siendo el marido), sino que loscontempla a distancia, sabiendo que es en ese grupo en el que le gustara estar,pero tambin sabiendo que es en ese grupo en el que sus orgenes y conviccionesle impiden estar. Emparejarse con la jefa del grupo no sera sino una manera dedominarlos l a todos y trepar por encima de sus posibilidades reales.

    El punto de inicio de odios tan grandes mucho tiene que ver con el de lasheronas ovidianas (Lpez-Muoz: 2009), que no reconocen la existencia de uncdigo de conducta, se rigen por otro distinto y, al cambiar la situacin, explotande despecho. Quiz le ocurre eso mismo a Catulo, que se est comportando conlos esquemas de un rusticus en un ambiente cuyo refinamiento impone una seriede convenciones con las que choca frontalmente.

    La conducta que se puede considerar normal no se lo parece a Catulo: Lesbiano le hace caso, y la acusa de ninfmana y cruel; Juvencio se entiende conAurelio, amenaza a ste; Alfeno se ha ido con otra persona, y le dice que hatraicionado la fides Sin embargo, s se ve que sabe distinguir con claridad losconceptos. Para l, el sexo es una muestra de dominio, como se puede tambinadvertir en la propuesta que le hace a Ipsitilla en el poema 32, que no tiene nadaque ver con cmo se diriga a Lesbia; a sta no le ha dicho nunca aquello de:pertundo tunicam palliumque.

    Adelantndose a Ovidio, el poeta reconoce, igual que en Ov. Am. 1,8, que lasartes femeninas dejan indefenso al varn (Cat. 35, 8-12): quamvis candidamilies puella / euntem revocet, manusque collo / ambas iniciens roget morari.

    / Quae nunc, si mihi vera nuntiantur, / illum deperit impotente amore. Laclave de interpretacin est en ese impotente amore que declara su inadaptacinal entorno social, un entorno en el que la mujer goza de una cierta independenciaque a l le parece, simplemente, escandalosa, como escandaloso es tambin queotras personas decidan no pasar su vida junto a l (Cat. 38,6: Irascor tibi. Sicmeos amores?, le dice a Cornificio).

  • CDIGOS AMOROSOS EN LA LITERATURA ROMANA 17

    Esto podemos ver en Cat. 37, cuando vierte su odio contra quienes obtienenlos favores de Lesbia (sobre todo, Egnatius, al que ataca furibundamente en Cat.39, y del que podemos suponer que es el favorito de ella) y le arrebatan laexclusividad por la que tan grandes batallas ha librado (37, 11-15): puella nammi, quae meo sinu fugit, / amata tantum quantum amabitur nulla, / pro qua

    mihi sunt magna bella pugnata, / consedit istic. Hanc boni beatique / omnes

    amatis La incontinencia sexual que l interpreta puede ser, no obstante, unapromiscuidad de buen tono que, al no entenderla, lo horripila. Desde este puntode vista, la reaccin hacia Lesbia y el odio a sus amantes tienen la misma inten-sidad y origen que la virulenta descripcin de su respuesta a los requierimientosde Ameana (Deroux 1969), de la que afirma que no guarda un mnimo de discre-cin o, peor, que no es selectiva (41,1: puella defututa) y s insistente (41,2:tot milia me decem poposcit), cosa que le hace pensar que no anda bien de lacabeza (41,7: non est sana puella).

    No deja de ser llamativo que Catulo diga que Ameana est loca (Cat. 41,7), yaque ese reproche de falta de cordura lo hemos ledo bastante antes, cuando lmismo (Cat. 5,11) tambin ha utilizado un trmino muy prximo al calificarse devesanus. En uno y otro caso, locura le parece tanta insistencia para tan asombro-sa falta de resultados, y por locura debe pasar, adems, que Ameana est, igualque l deca en Cat. 8,13, buscando sus objetivos a travs del ruego y la insisten-cia.

    Nuevamente, vemos algo que tambin va a aparecer en el caso de las heronasovidianas: mal asunto es que la mujer desconozca las artes del varn, ya que sudesengao deviene tragedia; pero peor cosa es que la mujer se comporte con lasmismas conductas que el varn, pues en ese caso est situndose fuera de loslmites sociales e invadiendo esferas que no son las predeterminadas. Fedraacosa a Hiplito, y todos estamos acostumbrados a considerarla prototipo dehembra amenazante; Ameana acosa a Catulo, y ste se siente atacado y respondediciendo, no ya slo que est demasiado visitada, defututa, sino que carece debelleza y elegancia. Acta con Catulo como ste con Lesbia, luego no est biende la cabeza y, encima, carece de atractivo. Para esta mentalidad, la mujer activacausa repulsin, y la falta de resultados en un cortejo reiterado y obsesivo slopuede ser insania. Una persona decente debera comportarse como esos Septimioy Acme a los que les dedica el poema 45, y cuya principal virtud radica en lamonogamia y la fidelidad (45, 21-24), valores de poco uso en su entorno social,como vamos viendo.

    3. INADAPTACIN A UN GRUPO SOCIAL

    El famoso poema 51, inspirado en Safo, nos interesa sobre todo por ver cmoafirma Catulo que el otium (Boyanc 1970; Dagen 1970; Dangel 1970; Fontaine1966; Ramrez de Verger 1991; Woodman 1966) es lo que le causa tantos pro-blemas. En la definicin de ese otium, est claro que no se puede referir a que l

  • MANUEL LPEZ-MUOZ18

    est inactivo, ya que introduce la idea de que eso ha llevado a la ruina a ciudadesenteras y a sus gobernantes (51, 15-16: otium et reges prius et beatas / perdiditurbes). La propia alusin a la cada de los Estados nos induce a pensar que elocio comporta algo ms que la falta de actividad y que debe de ser, ms bien, unestilo de vida que, por el motivo que sea, a l le arrebata su tranquilidad y leimpide razonar con claridad (51, 14-15: otium, Catulle, tibi molestum est: /otio exsultas nimiumque gestis).

    Podemos llegar a entender ese otium como un conjunto de actividades que losdesocupados de clase alta convierten en el eje de su actividad cotidiana. No hayuna formulacin explcita de en qu pueda consistir, aunque s podemos recons-truirlo a travs de la censura que advertimos en Catulo y, cmo no, en Cicern,que nos defiende la idea de un otium cum dignitate y nos presenta, en losretratos de Clodia (Cic. Cael. 13, 32 y 14, 33) y Clodio, la imagen de esa claseprivilegiada cuyas costumbres y falta de inters en los asuntos serios est po-niendo en peligro a la propia Repblica.

    Para Cicern, el estilo de vida basado en la promiscuidad, los banquetes yfrancachelas, el derroche, los cantos y los conciertos, recibe el nombre de luxuries,y es el que se debe reprobar desde el punto de vista de la moral tradicional,personificada, como era esperable, en la figura del viejo Catn. Catulo se oponea esas concepciones o, quiz mejor, a ese grupo generacional, y se adscribe alotro, al de los jvenes despreocupados que no hablan de luxuries, sino de otium,trmino en modo alguno despectivo. Su problema es que, en determinadas cues-tiones al menos, l sigue manejando los patrones de conducta tradicionales en unentorno que hace de su negacin casi una bandera.

    As pues, nos encontramos con que a un mismo comportamiento social se leasignan dos trminos diferentes, cada uno de los cuales va cargado de una seriede connotaciones que identifican con una cierta claridad la mentalidad de quienlo aplica: la luxuries que les aplican los severiores senes es el otium de Catuloy sus conocidos. La peculiaridad est en que, si esto es as, el verons ha inten-tado entrar en el crculo del otium y ha terminado chocando con l hasta el puntode acabar proclamando que ese otium le resulta cargante, molesto y una fuentede desestabilizacin anmica. Parece claro que existe una peripecia existencialde nuestro autor, que ha intentado ser un hombre a la moda y ha terminadoclaudicando ante la imposibilidad de adaptarse a los cdigos internos del grupo,uno de los cuales est claro que guarda relacin con la manera de comportarseen los contextos de cortejo y sexualidad. En el fondo, podemos ver aqu que esun outsider, y que como tal se comporta y se le trata en la buena sociedadromana (Wiseman 1985: 158).

    En la mentalidad transpadana de Catulo (Wiseman 1985: 105 y 111), elhimeneo (Cat. 61), el epitalamio (Cat. 62), el galiambo de Attis (Cat. 63) o elepilio de las bodas de Tetis y Peleo (Cat. 64) se entienden si vemos que son, obien descripcin de dos ceremonias tradicionales que sacralizan el matrimonio(Sandy 1971: 187 seala que el tema central de los carmina maiora es, preci-samente, se), o bien dos relatos de amores permanentes y que se rompen por

  • CDIGOS AMOROSOS EN LA LITERATURA ROMANA 19

    un destino trgico, no como resultado de un juego de sociedad, del otium quetanto odia.

    Los cuatro poemas que hemos citado no son un extrao injerto en el corpusCatullianum, sino que cierran un ciclo de desazn, le dan un descanso al poeta yle proporcionan un refugio mental en un Universo en el que las personas sonmenos sofisticadas o, si lo preferimos, ms serias en sus planteamientos afectivos.En la misma lnea de interpretacin, podemos decir que Cat. 66 es una sustitu-cin que le permite abandonar el tono sfico amoroso y refugiarse en un texto deCalmaco para buscar la serenidad potica y sentimental.

    Tras la parte de los carmina maiora, algo parece haber cambiado en el tono deCatulo: en el poema 70, desconfa de quien le jura amor eterno; en el 72, pareceaceptar (o reconocer, al menos) las reglas del juego (Cat. 72, 6-8). Cada cosa ensu sitio: ya sabe de qu va ella (te cognovi), y diferencia su propio ardor y lasconductas inmorales de ella. Aparece el verbo amare, cierto es, pero no enrelacin con diligere, que se aplica a otras personas, sino contrapuesto a unsintomtico bene velle: el amor es sexo y concupiscencia, pero no tiene nadaque ver con la benevolencia. Est Catulo empezando a construirse una imagen delfuncionamiento de su crculo social o, si lo preferimos, est adaptndose una vezreconocido el primero de los cdigos sociales, verbigracia, que no hay quebuscar relaciones estables cuando se est inmerso en una especie de baile deparejas.

    Para Catulo, cual leemos en el poema 92, el amor fsico causa desprecio si nohay tambin una benevolencia, cosa que nos permite entender ese distanciamien-to que hemos identificado y que se corresponde con el de Lesbia: ella profieremaledicencias y l se las devuelve. En realidad, la dama debe de andar ya un pocoharta de todo esto y no sabe ya cmo hacerle llegar su desagrado en trminosque l quiera aceptar (Cat. 92).

    Lo hasta ahora visto nos permite explicar, de un lado, los denuestos que lanzael poeta contra quienes comparten el lecho de Lesbia (o de Juvencio, ya que enello estamos), pero tambin la situacin de inestabilidad que se advierte en suspoemas cuando no sabe cmo reaccionar ante las conductas de Lesbia / Clodia.De otro lado, tambin nos permite explicar que, en realidad, la reaccin deCatulo indica el desconocimiento de la conducta de la buena sociedad o, si lopreferimos, una ignorancia, real o fingida, de esas normas. Podemos verlas yanalizarlas con un cierto detalle, pero acudiendo con las debidas cautelas y reser-vas a los textos de otro autor, Ovidio, que nos ofrece un rico acercamiento a laetiologa del cortejo en Roma y una interesante distincin de los procedimientosy reacciones de hombres y mujeres. Es un mecanismo de interpretacin que nospermitira, tambin, entender cmo Livio presenta una queja sobre la conductade las matronas (Mastrorosa 2006: 596) y, al proponernos el discurso de Catn,hace un llamamiento a recuperar la hombra frente a las libertades que se tomanlas mujeres en sus das (Mastrorosa 2006: 597)

    Bajo la figura de la vieja alcahueta Dipsas, nos ofrece Amores I,8 un recetariopara conseguir que la tensin del hombre no disminuya, ni tampoco su inters, al

  • MANUEL LPEZ-MUOZ20

    tiempo que la mujer logra no tener que entendrselas con l. Las recetas sonsimples: simular pudor (am. I,8,35-38), como se ve en Cat. 2; seleccionar variosamantes (am. I,8, 54-56), que es uno de los reproches principales de Catulo aLesbia; ser esquiva y coqueta (am. I,8, 72-81 y 96-99), o mentir (am. I,8, 102-105, y 120-121), dos acusaciones explcitas en casi todo el ciclo.

    Las idas y venidas que se advierten en la conducta de Lesbia no son tantopruebas de una relacin interrumpida abruptamente cuanto, ms bien, indicios deque esa relacin no ha tenido lugar, o no en los trminos por lo general conside-rados. Una dama no debe entregarse completamente, ni en exclusiva, so pena deconseguir que el varn la desdee. Esto nos permite explicar las conductas deaplazamiento, de inters y de desinters, de coqueteo, en suma, de Lesbia. Sucontraria, la entrega incondicional, puede producir en Catulo reacciones comolas que nos describe cuando se refiere a Ameana, puella defututa, o como la quevemos cuando invita a Ipsitilla a hacerle una visita a la hora de la siesta.

    No es el nico caso en el que se nos describen rasgos de conducta femeninaque andan en esta gama de comportamiento. Recordemos, por ejemplo, lo que sepuede espigar de la Cintia de Propercio (Gonzlez Fernndez 2003: 276-277):es irascible y cruel (I 5,8; 15,2; 17,15; II, 8,12; 18,19), veleidosa (I, 8; II, 9, 1-2;16,26; 17), autoritaria y apasionada en el amor (II, 15; III, 16,10; IV, 8, 63 ss.), ydesea acaparar una fortuna (II, 1612). Por dems, bebe en abundancia (II, 33,25;III, 8,3), convoca a sus pretendientes a la puerta para que luchen entre ellos (I, 3;II, 9; 19,-5), se engalana con joyas (I, 15,7), peina sus cabellos con perfumes deOriente, gusta de llevar ropas lujosas (I, 2,1 y 3; 15, 5), y tiene ojos negros (II,3,14), cabellos rubios, manos largas, andares dignos de la diosa Juno (II, 2,5)...La descripcin conductual y fsica nos presenta, bsicamente, un ideal femenino.Se compone un retrato poco real (rubia, plida y con ojos negros?) que da laimpresin de ser una acumulacin de clichs, igual que las conductas descritas.Incluso la mencin de las rias de sus enamorados pueden recordarnos los gran-des combates que dice Catulo haber luchado por Lesbia. Son demasiadas lascoincidencias.

    4. CONCLUSIONES

    En suma, y por no alargar ms el espacio de la que es, simplemente, comuni-cacin de unas reflexiones que han ido agregndose en el tiempo, diremos que esperfectamente posible considerar la existencia de una referencialidad autobiogrficaen los poemas amorosos de Catulo, aunque no en el sentido habitualmente plan-teado: no habra habido una relacin y una ruptura, sino un rito de apareamientoque no ha llegado a buen puerto. El motivo? Se trata de dos personas que, por notener, no tienen en comn ni siquiera el ms simple de los elementos: Lesbia /Clodia se comporta como se espera en una dama romana de alcurnia, pero tam-bin como lder de un grupo diferenciado dentro de la sociedad romana (Wiseman1985: 38-39) y como una mujer claramente independiente (Wiseman 1985: 51);

  • CDIGOS AMOROSOS EN LA LITERATURA ROMANA 21

    Catulo ignora o desconoce esos modos y espera de Lesbia / Clodia una respuestaque no va a obtener.

    La reaccin de Catulo ante el modo de vida de las clases pudientes est yaclara: su forma de concebir las relaciones humanas no es la de su entorno social,lo que hace de l un inadaptado. Lesbia le ha ofrecido algo ocasional y se haalejado cuando l le ha pedido mayor nivel de compromiso; Juvencio decide irsecon Aurelio, por ms que a ste lo amenace Catulo; Aurelio, la persona con laque el de Verona ira al fin del mundo, no vacila en quitarle a Juvencio; Ameanale resulta despreciable porque tiene mltiples amantes y quiere que l engrose lalista...

    La desazn de su poesa, eso que nos lo hace tan tremendamente moderno ytan aprovechable para demostrar a nuestros estudiantes que nada ha cambiadodesde que el mundo es mundo, parte de la contraposicin de dos cdigos amoro-sos diferentes. Quiz no sea tan descabellado pensar en que la lucha de contra-rios mueve el mundo.

  • LA LENGUA DE LA POESA AMATORIA DE CATULO

    NGELA SNCHEZ-LAFUENTE ANDRSY FRANCISCO LPEZ MARTNEZ

    Universidad de Murcia

    Resumen: En esta comunicacin, se ha estudiado la lengua amorosa en loscarmina de Catulo desde el punto de vista de la funcin conativa de la lengua, enrelacin con los modos verbales y los pronombres personales. Por otra parte, seha estudiado la influencia de este lenguaje amoroso en la literatura espaola,realizando una breve inmersin desde el Siglo de Oro hasta nuestros das.

    Palabras clave: Catulo, nmeros, flor, arado.

    Abstract: In this paper, the language of love in Catulluss carmina has beenstudied from the point of view of the conative function of language, as related toverb mood and personal pronouns. On the other hand, the influence of this languageof love on Spanish literature has been studied, carrying out a brief revision fromthe Golden Age to the present.

    Keywords: Catullus, numbers, flower, plough.

    Nos ha parecido que el poeta idneo para expresar mejor la funcin conativade la lengua es, sin duda, Catulo. La doctrina para un anlisis de los textos enrelacin con las funciones de la lengua ha sido estudiada por Bhler1. Las princi-pales son: la expresiva: expresin del yo hablante, la impresiva por medio de lacual el hablante intenta influir sobre el interlocutor y la declarativa por la que ellenguaje es un signo que se refiere a una situacin, a un mundo exterior.

    1. Sprachtheorie, Jena (Madrid, l967). Revista de Occidente.

  • NGELA SNCHEZ-LAFUENTE ANDRS Y FRANCISCO LPEZ MARTNEZ24

    Ms tarde ser R. Jakobson2 quien distinga seis funciones: emotiva, referencial,potica, ftica, metalingstica y conativa, correspondientes a los diferentes fac-tores que intengran la comunicacin verbal: hablante, contexto, mensaje, contac-to, cdigo y destinatario.

    La lengua cubre todas estas funciones con medios como, el modo verbal, laspartculas, las interrogaciones, las interjecciones, el tono, el orden de palabras.Algunos de estos recursos podran considerarse paralingsticos.

    Es evidente que el modo subjuntivo y el imperativo son los modos por exce-lencia de la impresividad. Con ellos se expresan las rdenes, los mandatos ytambin las splicas y los ruegos. Veremos, en el desarrollo de esta comunica-cin, como los sentimientos de amor, de aoranza y, tambin de despecho y dedesprecio se expresan con estos modos, adems de con los restantes recursosmencionados.

    En la poesa amatoria de Catulo predominan los pronombres personales ego/tu, en donde a veces tu no se refiere a la amada, sino al propio poeta paraexhortarse a realizar algo o a salir de una situacin incmoda El modo verbalpredominante es el subjuntivo, adecuado por completo al tono imprecativo enque se mueven los argumentos y situaciones de los distintos poemas que analiza-mos, todos ellos pertenecientes a dos destinatarios: Lesbia y Catulo.

    En primer lugar trataremos del poema III en donde la funcin conativa semanifiesta por medio de la exhortacin de Catulo a Venus y Amores para quelloren la muerte del pajarillo de Lesbia, pero tambin la exhortacin es a todoslos hombres de Venus, es decir a todos los que amen la belleza:

    Lugete, o Veneres Cupidinesque,

    et quantum est hominum venustiorum (vv. 1-2)

    Despus de narrar la pena de la amada por esta muerte y de describir cmo elpajarillo atraviesa el sendero tenebroso de donde nadie vuelve, impreca a lastinieblas del Orco que han arrebatado la alegra a su amada:

    At nobis male sit, malae tenebrae

    Orci,quae omnia bella demorastis;

    tam bellum mihi passerem abstulistis. (vv. 13-15)

    El contraste es obvio. En los dos primeros versos hay una invitacin a unirseal llanto de Lesbia y Catulo no slo a los dioses del amor, sino tambin a todoslos hombres amantes de lo bello. Sin embargo, en los versos 13 al 15 se perso-nifica a las tinieblas del Orco para maldecirlas. Ellas son las culpables de queLesbia llore al miselle passer quem plus illa oculis suis amabat.

    2. Lingstica y Potica (Madrid, 1981). Versin castellana de Ana Mara Gutirrez-Cabello. Edi-ciones Ctedra.

  • LA LENGUA DE LA POESA AMATORIA DE CATULO 25

    El archiconocido y archifamoso poema nmero V es el exhortativo por excelen-cia. En l hay un vivo juego de subjuntivos yusivos con los que se realiza la funcinimpresiva: vivamus, amemus, aestimemus, da. Los tres primeros tienen comosujeto a los dos enamorados: Lesbia y Catulo, mientras que da solo tiene por suje-to a Lesbia que es quien tiene que realizar la accin de besar:

    da mi basia mille,deinde centum.

    dein mille altera,dein secunda centum,

    deinde usque altera mille,deinde centum. (7-9)

    Mille y centum repetidos alternativamente tienen un cierto poder mgico. Lacuestin est en deshacer la cuenta cuando hayan sumado muchos miles con loque estarn protegidos de que se les envidie y se les pueda echar mal de ojo:

    conturbabimus illa,ne sciamus,

    aut ne quis malus invidere possit,

    cum tantum sciat esse basiorum. (vv. 11-13)

    Es decir, la cuestin consiste en no tener la cuenta exacta de los besos para nosaberla los propios protagonistas o para que nadie pueda envidiarlos porque sepacuntos besos fueron. Pero lo cierto es que estas dos circunstancias no estn almismo nivel.

    Da la impresin de que esta orden de Catulo a Lesbia y a l mismo est dictadapor el miedo, miedo, en el caso de que lo sepan los dems y puedan obrar contraellos. No olvidemos que en ese momento estaba en boga la creencia del mal deojo, el temido fascinum, por ello las personas afortunadas deban precaversede que no se supiera con exactitud la cuanta de sus bienes para que el fascinatorno pudiera ejercer ninguna influencia.

    Este mismo concepto vuelve a repetirse en VII (9-12):

    tam te basia multa basiare

    vesano satis et super Catullo est

    quae nec pernumerare curiosi

    possint nec mala fascinare lingua.

    Las dos palabras clave son pernumerare y fascinare. El preverbio intensi-vo da idea de contar sin medida, infinitamente, mientras que fascinare se acompaade mala lingua para ejercer todo su malfico poder.

    Este tema estaba ya en la poesa epigramtica griega pero Catulo quiere igua-lar el total de los besos con los granos de arena o con las estrellas:

    Quaeris quot mihi basiationes

    tuae,Lesbia,sint satis super

    Quam magnus numerus Lybyssae harenae

  • NGELA SNCHEZ-LAFUENTE ANDRS Y FRANCISCO LPEZ MARTNEZ26

    lasarpiciferis facet Cyrenis,

    oraclum Iouis inter aestuosi

    et Batti ueteris sacrum sepulcrum,

    aut quam sidera multa, cum tacet nox,

    furtiuos hominum uident amores (vv. 1-8)

    Ecos de este poema hay muy claramente en Quevedo en el madrigal que comienza:

    A Fabio preguntabala divina Florisa, enternecida,primero por su viday luego por la fe que le guardaba. Cuntos besos querade su divina boca; y l deca:Para podrtelo decir, deseoque multiplique el agua el mar Egeo;que se aumenten de Libia las arenas,y del cielo sagradolas estrellas serenaslos tomos sin fin del sol dorado

    En la composicin del poeta espaol quien habla no es el protagonista de laaccin sino una persona distinta, el narrador, pero es imposible que Quevedo, alconfeccionar este madrigal no tuviera en cuenta sus lecturas del poeta verons.Lo que queremos decir es que las semejanzas evidentes no seran fruto de lamera coincidencia.

    En uno de los poemas en donde est ms patente la funcin conativa es en el 8.En l Catulo se aconseja a s mismo para dejar de hacer tonteras y dar porperdido lo que ya se ha perdido: el amor de Lesbia:

    Miser Catulle, desinas ineptire

    et quod vides perisse perditum ducas.(vv.1-2)

    El poeta se manda por medio de subjuntivos yusivos, de orden, y para ello sevale del vocativo al dirigirse a l mismo. Evidentemente hay un desdoblamientodel yo del poeta. Despus de un fuerte contraste entre cmo brillaban anteslos soles y ahora ya no brillan porque la amada ha huido (en donde la naturalezase ala con el poeta para identificarse con su estado de nimo, tpico eterno de laliteratura) vuelve otra vez Catulo a exhortarse, ahora por medio de un imperativo:

    At tu,Catulle,destinatus obdura.(v.19)

    Pero tambin se dirige a Lesbia, si bien no con el t que esperaramos, sinosacndola de la interlocucin mediante la utilizacin del pronombre de 3 perso-na femenino:

  • LA LENGUA DE LA POESA AMATORIA DE CATULO 27

    Nunc iam illa non volt; tu quoque, impotens noli (v.9)

    Sin embargo, el vale, puella del verso 12 y el at tu dolebis del 14 estndirigidos a la amada, adems de la serie de interrogaciones con verbos tambinen segunda persona y pertenecientes al campo semntico del amor fsico:

    quem nunc amabis? cuius esse diceris?

    quem basiabis?cui labella mordebis? (vv.17 -18)

    Aqu el interesante juego de los pronombres desborda al propio poema, que seabre y cierra con una segunda persona detentada por el vocativo como recursopotico en el que est presente no slo la funcin conativa de la lengua, sinotambin la funcin emotiva. Segn palabras de Jakobson3, la lrica orientadahacia la primera persona, est ntimamente ligada a la funcin emotiva.

    En pocos poemas catulianos como en ste hay un juego tan intenso de pro-nombres. Siguiendo a Benveniste4, estos son especies diferentes segn el mododel lenguaje de que sean signos. Unos pertenecen a la sintaxis de la lengua, otrosson caractersticos de las instancias del discurso. La persona como tal es yofrente a t, diferencia que se desprender del anlisis del yo.

    Segn este lingista, yo no puede ser definido ms que en trminos delocucin no en trminos de objetos como el caso de un signo nominal. Por lotanto, yo significa la persona que enuncia la primera instancia del discurso.

    Cul es, pues, la realidad a la que se refiere yo o t? Como ha sealadoBenveniste5, tan slo una realidad de discurso.

    La forma yo no tiene existencia lingstica ms que en el acto de palabraque lo profiere. Hay, pues, en este proceso una doble instancia conjugada, instan-cia del yo como referente, e instancia de discurso que contiene yo comoreferido, es decir, yo es el individuo que enuncia la presente instancia dediscurso que contiene la instancia lingstica yo. Por consiguiente, introdu-ciendo la situacin de alocucin se obtiene una definicin simtrica para t,como el individuo al que se dirige la alocucin en la presente instancia de dis-curso que contiene la instancia lingstica t.

    En cuanto a la tercera persona es de veras una no persona, representa dehecho el miembro no marcado de la correlacin de persona.

    Por ello se puede afirmar que la no persona es el solo modo de enunciacinposible para las instancias de discurso que no deben remitir a ellas mismas, sinoque predican el proceso de no importa quin o no importa qu, aparte de lainstancia misma pudiendo siempre este no importa quin o no importa qu estarprovisto de una referencia objetiva.

    3. Op. cit., pg. 39.4. Problemas de Lingstica General, vol. I (Madrid, 1991). Siglo XXI, pg. 1.5. Op. cit., pg. 3.

  • NGELA SNCHEZ-LAFUENTE ANDRS Y FRANCISCO LPEZ MARTNEZ28

    En el poema VIII podemos darnos cuenta del formidable juego de los pronom-bres. Hay un desdoblamiento del yo de Catulo pero tambin hay un desdobla-miento del t, puesto que adems de dirigirse a Lesbia en segunda persona,tambin lo hace en tercera cuando reflexiona sobre que ahora ella ya no quiere ypor lo tanto: no persigas a la que huye. La que huye y la que no debe serperseguida es Lesbia que ahora est representada por el pronombre de 3 perso-na:

    Nunc iam illa non volt; tu quoque,impotens, noli,

    nec quae fugit sectare, nec miser uiue (vv. 9-10)

    Como ha puesto de relieve Benveniste,6 la tercera persona es la no persona.Tambin en el poema XI Lesbia es la persona de quien se habla. Catulo ordena asus amigos Furio y Aurelio que anuncien a su antigua amada que viva y sea feliz.La funcin conativa se repite:

    pauca nuntiate: meae puellae

    non bona dicta.(vv.l5-16)

    Y a continuacin, el encargo a los amigos para que Lesbia lo cumpla est llenode amarga irona: no solamente le deben recomendar que viva sino tambin quesea feliz con sus amantes. Ahora el mandato se da con subjuntivos yusivos:

    Cum suis uiuat ualeatque moechis,

    quos simul complexa tenet trecentos,

    nullum amans uere, sed identidem omnium

    ilia rumpens (vv. 17-20)

    La invitacin a que no piense ms en su amor porque por su culpa ha muertocomo la flor en el borde de un prado despus de que el arado la toc:

    nec meum respectet, ut ante, amorem,

    qui illius culpa cecidit uelut prati

    ultimi flos, praetereunte postquam

    tactus aratro est (vv. 21-24)

    La imagen de la flor pisada por el arado es muy bella y sirve para introducir eltpico del amor pisoteado, despreciado. En otros poemas tambin se habla deldesprecio de Lesbia por Catulo. Y conectado con el tema de la flor, aunque deotra manera, en este caso no est tocada por arado alguno, aunque despus se

    6. Ibidem.

  • LA LENGUA DE LA POESA AMATORIA DE CATULO 29

    corta por la punta de la ua y ya no es deseada por jvenes ni doncellas, sirviendoa Catulo para hacer una comparacin con la flor de la virginidad de una doncella,en el poema LXII (39-47) se insta a los jvenes a llamar al Himeneo, con lo quetambin est presente la funcin conativa:

    Vt flos in saepiis secretus nascitur hortis,

    ignotus pecori, nullo conuolsus aratro,

    quem mulcent aurae, firmat sol, educat imber;

    multi illum pueri, multae optaure puellae;(vv.39-42)

    Es importante la imagen de que es ignorada por el rebao, acariciada por lasauras, fortalecida por el sol y alimentada por la lluvia y, sin embargo, para des-echarla, para no desearla slo hace falta que algo tan dbil como la ua puedaromperla. A partir de aqu la comparacin con lo que sucede a una virgen estservida:

    sic virgo, dum intacta manet, dum cara suis est;

    cum castum amisit polluto corpore florem,

    nec pueris iocunda manet, nec cara puellis.

    Hymen o Hymenaee, Hymen ades o Hymenaee!

    Tambin Virgilio utiliz la imagen del arado y la flor aunque en contexto muydistinto al del carmen catuliano. As en el libro IX, cuando se refiere a la tempra-na muerte de Euralo:

    Voluitur Euryalus leto, pulchrosque per artus

    it cruor, inque umero ceruix conlapsa recumbit:

    purpureus ueluti cum flos succisus aratro

    languescit moriens,lassoue papauera collo

    demiserit caput,pluuia cum forte grauantur (vv. 433-437)

    La comparacin se hace aqu ms violenta porque ya no se trata de poner almismo nivel la flor de la virginidad mancillada con la flor real pisoteada por elarado, sino que es la propia muerte quien trunca la flor de la juventud de Euralo.Las imgenes contenidas en las palabras dan cuenta de este hecho. As cruorpurpurea flos, papauera indican el color rojo de la sangre y de la florcortada por el arado. El arado es la muerte que tiene el poder de deshacerlo todo.

    Ovidio tambin se refiere a la muerte de Jacinto (su nombre ya es el de unaflor) ponindola en parangn con una flor moribunda. Es en el Libro X de lasMetamorfosis:

    Vt si quis violas riguoque papaver in horto

    liliaque infringat fuluis haerentia linguis.

    murcida demittant subito caput illa gravatum

  • NGELA SNCHEZ-LAFUENTE ANDRS Y FRANCISCO LPEZ MARTNEZ30

    nec se sustineant spectentque cacumine terram,

    sic uultus moriens iacet, et defecta uigore

    ipsa sibi est oneri ceruix umeroque recumbit. (vv. 190-195)

    Despus de su muerte, l mismo se convertir en flor por el favor de Apolo:

    ecce cruor, qui fusus humo signauerat herbas,

    desinit esse cruor, Tyrioque nitentior ostro

    flos oritur formamque capit quam lilia, si non

    purpureus color his, argenteus esset in illis. (vv. 110-113)

    La flor que nace de la sangre es la que haba sealado la hierba. Hay en estosversos un estupendo contraste de colores: el verde de la hierba, que no estexpreso, el rojo representado por cruor y Tyrio ostro y el blanco simboliza-do en argenteus.

    Veamos ahora qu sucede con este tpico en la literatura espaola7. En nuestraLiteratura clsica ecos de la flor pisada por el arado se pueden encontrar en unagloga de Garcilaso, la II:

    [...] o en el campocual queda el lirio blanco que el aradocrudamente cortado al pasar dejadel cual an no se aleja presurosoaquel color hermoso o se destierra. (vv. 257-261)Tal est el rostro tuyo en la arena,fresca rosa, azucena blanca y pura! (vv. 265-266)

    El contexto es de muerte. El rostro al que se alude es el de Don Garca,muerto en combate. Tambin la muerte est presente en la Fbula de Adonis yVenus de Lope de Vega. Es un dilogo entre el pastor Frondoso y la pastoraAlbania:

    Albania.- Es muerto el bello Adonis?Frondoso.-Cual cndida azucena

    del labrador pisada,inclina la cabeza;cual oriental jacintocuando la noche llega,las olorosas hojasmarchita, humilla y cierra. (acto III)

    7. Este tema ha sido tratado con exhaustividad por V. Cristbal en su estudio Una comparacinde clsico abolengo y larga fortuna, Cuadernos de Filologa Clsica. Estudios Latinos, n 2, 1992.

  • LA LENGUA DE LA POESA AMATORIA DE CATULO 31

    En estos versos se anticipa la metamorfosis que Venus realiza en Adonisconvirtiendo su cuerpo en flores:

    Mas pues que los amorespocas veces nos rinden mejor frutode sus hermosas flores,memoria de tu muerte y de mi lutoquedar de esta forma.Tu cuerpo en flores mi dolor transforma.

    Como se ve, las flores son a travs de toda la historia de la Literatura smbolode la muerte y tambin de la prdida de la virginidad. A este respecto caberecordar en nuestras letras a Cervantes, quien en una de sus Novelas Ejemplares,La Gitanilla, hace responder a la protagonista, Preciosa, al caballero que lapretende: Flor es la virginidad que, a ser posible, ni aun con la imaginacin nohaba de dejar de defenderse. Cortada la rosa del rosal, con qu brevedad yfacilidad se marchita! ste la toca, aqul la huele, el otro la deshoja y, finalmen-te, entre las manos rsticas se deshace. El tema es recurrente, siendo justamen-te la rosa el emblema de la virginidad. As lo recoge B. Gonzlez de Escandn8.

    Es casi imposible que, llegados a este punto, no venga a la memoria el famosopoema de Garcilaso cuyo comienzo es: en tanto que de rosa y azucena semuestra la color en vuestro gesto... Maridaje entre la rosa (se espera roja) yotra flor blanca se encuentra ya en Safo, en quien se ha trasladado la compara-cin de la muerte del guerrero con la flor tronchada que apareca en Homero envarios pasajes de la Ilada, al terreno del amor como en Catulo: Como aljacinto en los montes lo pisan los pastores, y por tierra la flor purprea...(fr.105b Voight, traduccin de Jorge Guilln).

    Sin duda Safo estuvo muy presente en la vida y en la obra del poeta verons,as el propio nombre de Lesbia dado a Claudia, su famosa estrofa sfica y su nomenos famosa imitacin de la oda de la poetisa en su carmen LI, sobre todo ensus tres primeras estrofas:

    Ille mi par esse deo videtur,

    ille, si fas est, superare diuos

    qui sedens aduersus identidem te

    spectat et audi

    Volviendo al tema de la flor cortada, pisada o tronchada y que Catulo harecogido, se transmite de manera recurrente en la poesa espaola. Adems de enLope y Cervantes, podemos detectarlo en una breve composicin de Bcquer, larima XIX:

    8. Los temas del Carpe diem y la brevedad de la rosa en la poesa espaola, Barcelona, 1938.

  • NGELA SNCHEZ-LAFUENTE ANDRS Y FRANCISCO LPEZ MARTNEZ32

    Cuando sobre el pecho inclinasla melanclica frente,una azucena tronchadame pareces.

    Se repite el motivo de la cabeza inclinada sobre el pecho, que en otros contex-tos significa la muerte del guerrero y que aqu indica el recato de la amada.

    Pero el poeta espaol en donde mejor se percibe la huella de Catulo, en lo quea este tema se refiere es, a nuestro entender, Garca Lorca: as, cuando la gitanaThamar ha sido violada por su hermano, el poeta recurre al smil flor-virginidad:

    Alrededor de Thamargritan vrgenes gitanasy otras recogen las gotasde su flor martirizada.

    Tambin est muy presente el tema de la muerte en su Romancero entroncadocon la flor como sangre:

    Trescientas rosas morenaslleva tu pechera blanca.Tu sangre rezuma y huelealrededor de tu faja.

    De nuevo el contraste entre el rojo ennegrecido de la sangre y el blanco quese destaca, se supone, en la camisa. Original es tambin el dato de que seantrescientas las rosas simbolizando las heridas, como nmero que indica exceso yrepresenta la magnitud del suceso.

    En la relacin con el nmero ingente de cosas es preciso volver al poemanmero V y esta vez para ver qu huellas han quedado de l en un poeta espaoldel siglo XX: Pedro Salinas. No hemos sido los primeros en detectar esta in-fluencia pero s quisiramos destacarla con todo el rigor que se merece. Comoha sealado R. Corts Tovar9, cuando nos enfrentamos al estudio de la tradicinclsica en un poeta del XX surgen no pocas dificultades. Entre los dos escritoresmedian siglos de tradicin, por lo que es muy difcil saber si las semejanzas sonde imitacin directa o mediante la imitacin de otros. Tambin, naturalmente,pueden existir semejanzas casuales sin que haya imitacin del poeta antiguo porel moderno. Es ste el caso del poema de Salinas y el de Catulo? En ambos estpresente la progresin numrica y el desbaratar las cuentas, aunque en Salinas esanterior a este poema de La voz a ti debida, el afn por el motivo del nmero,

    9. Catulo en Pedro Salinas, Cuadernos de Filologa Clsica. Estudios Latinos, n 10. Servicio dePublicaciones U.C.M. Madrid, 1996.

  • LA LENGUA DE LA POESA AMATORIA DE CATULO 33

    casi siempre con connotacin negativa. Pero veamos el poema: S, todo conexceso / la luz, la vida, el mar! / Plural, todo plural, / luces, vidas y mares. / Asubir, a ascender / de docenas a cientos, / de cientos a millar, / en una jubilosa /repeticin sin fin / de tu amor, unidad. / Tablas, plumas y mquinas, / todo amultiplicar, / caricia por caricia / abrazo por volcn. / Hay que cansar los nme-ros. / Que cuenten sin parar, / que se embriaguen contando, / y que no sepan ya /cul de ellos ser el ltimo: / qu vivir sin final!

    Cualquiera que conozca el carmen V de Catulo no puede pasar por alto que elargumento es el mismo; ms profundo en sus concepciones el poeta espaol yms festivo, quizs, el latino. Los soles y la breve luz de Catulo: soles occidereet redire possunt...cum semel occidit brevis lux tienen su equivalencia en lu-ces, vidas y mares de Salinas. La invitacin a vivir est patente en uno y otropoeta: Vivamus, mea Lesbia, atque amemus. Qu vivir sin final!

    Es cierto, como ha puesto de manifiesto R. Corts Tovar10, que en Salinas no semenciona a la amada y no hay amenazas que acechen a los amantes, viejos que censu-ren, ni envidiosos que echen mal de ojo. Pero en lo que ya no estamos de acuerdo esen que no se aluda a la muerte como arrebatadora de todo. En el grito qu vivir sinfinal! nos parece detectar la prisa por vivir, por gozar. Si nos fijamos en los dosversos anteriores y que no sepan ya / cul de ellos ser el ltimo. Este ltimo esel ltimo de la vida, el ltimo para el amor...? A continuacin, una estrofa en dondenos parece percibir un salto cualitativo: Que un gran tropel de ceros / asalte nuestrasdichas / esbeltas al pasar, / y las lleve a su cima. / Que se rompan las cifras, / sin podercalcular / ni el tiempo ni los besos. Es el conturbabimus illa de Catulo, aunque enste el motivo de embrollar la cuenta de los besos est ms concretamente expresa-do. En Salinas es el anticipo del paroxismo de la pasin. Los versos siguientes danmuestra de ello: Y al otro lado ya de / cmputos, de sinos, / entregarnos a ciegas / exceso, qu penltimo! / a un gran fondo azaroso / que irresistiblemente / est /contndonos a gritos / flgidos de futuro. Aqu podemos observar cmo recuerda alfulsere quondam candidi tibi soles del poema VIII de Catulo.

    Y el abrupto final con una exhortacin a buscar en los amantes mismos comocon una voz en off: Eso no es nada, an, / Buscaos bien, hay ms. La invita-cin es a alcanzar un amor ilimitado.

    Algunos crticos de Pedro Salinas, como F.J. Dez de Revenga11, han sealado quesu concepcin del amor es existencial y que gracias a l se puede triunfar sobre lanada y crear una existencia ms autntica. Es sta la concepcin del amor que Catulopresenta en sus poemas...? Nos atreveramos a decir que tambin el poeta latino par-ticipaba de esta manera de ver el mundo, en donde la realidad del amor por Lesbiasupera la existencia, va ms all de la muerte: l y su amada deben dormir una nocheeterna, pero se deduce que juntos: nobis cum semel occidit breuis lux / nox est

    10. Op. cit., pg. 96.11. Introduccin a la edicin de Poemas Escogidos, Madrid, Espasa Calpe, Col. Austral, 1991, pp.

    35-36.

  • NGELA SNCHEZ-LAFUENTE ANDRS Y FRANCISCO LPEZ MARTNEZ34

    perpetua una durmienda. Creemos que el nobis del verso 5 del carmen 5 no serefiere a la humanidad en general, sino a Lesbia y al propio Catulo, o, mejor dicho,dentro del pronombre cabe la humanidad entera pero, especialmente, ellos, protago-nistas de un amor que transciende esta existencia. La salida mejor a la amenaza demorir es amarse. Por eso: Da mi basia mille, deinde centum (v, 7). Que en el poetaespaol tiene su equivalente en: S, todo con exceso / la luz, la vida, el mar.

    No cabe duda que Salinas ha incorporado a su espacio potico los motivos dela poesa catuliana pero dndoles su peculiar enfoque, quizs ms profundo queel del poeta verons. El mismo Salinas nos lo ha explicado: en su ensayo sobreJorge Manrique afirma que la afinidad profunda entre la esencia de un poetaantiguo y otro ms moderno es la nica que permite a este ltimo re-crear latradicin. De esta manera el poeta moderno puede escapar a la tradicin poticapasivamente restaurada o imitacin repetidora. En este mismo comentariopone de manifiesto que no basta imitar superficialmente los modelos del pasa-do y dejar su huella en coincidencias verbales o estilsticas, sino que ms impor-tante que estas es la similitud en el modo de aproximarse poticamente a untema, aunque difieran las palabras y las frmulas por fuera.

    Enlazando con esta imitacin de Catulo por Salinas y, segn hemos visto en estetrabajo, de otras imitaciones de otros escritores espaoles podemos basarnos en ellospara tratar de indagar qu clase de imitacin se da en nuestros poetas, Para ello empe-zaremos por tratar de indagar en el concepto de Literatura Comparada12. En primerlugar, un concepto muy somero. Podra definirse como la modalidad de la HistoriaLiteraria que busca establecer relaciones entre textos literarios pertenecientes ambitos distintos. Sus clases seran diacrnica, diatpica y la que compara textosliterarios que contrastan simultneamente en el nivel cronolgico y lingstico. staes la modalidad que se aplica con ms frecuencia a los estudios de literatura clsica.Una vez establecido este criterio, ser ms fcil hablar de Tradicin Clsica comouna parcela particular del mbito ms general de Literatura Comparada, en su moda-lidad simultneamente diacrnica y diatpica.

    Los textos que hemos comparado de autores espaoles en relacin con Catuloentran en la modalidad diacrnica: pertenecen a distinta poca y en la diatpicaporque estn escritos en lenguas diferentes: latn y lengua derivada castellanoUna cuestin sera determinar si el imitador ha conocido directamente al imita-do o a travs de traducciones, a veces difcil de poder saber. Otra cuestin quepodra plantearse es si la imitacin ha sido consciente o si la apariencia desemejanzas se debe a la polignesis.

    Creemos, sin embargo, que en todos los casos que hemos expuesto hay verda-dera imitacin. No hemos pretendido ser originales, sino poner una vez ms demanifiesto cmo temas universales en este caso el amor permanecen y sehacen eternos reescribiendo los poetas actuales lo que un da sali de la mente yel clamo de un poeta de la Antigedad.

    12. M. SCHMELING, Teora y Praxis de la Literatura Comparada, Barcelona-Caracas, Alfa, 1984.

  • GAUDIA RERUM/ LACRIMAE RERUM.A PROPSITO DE ENEIDA I 441-4931

    DULCE ESTEFANAUniversidad de Santiago de Compostela

    Resumen: La kphrasis con episodios de la guerra de Troya que decoraba eltemplo dedicado a Juno por Dido en Cartago y que Eneas contempla a su llegadaa esta ciudad (Eneida I 456-493) es interpretada por el hroe virgiliano comouna prueba de compasin por parte de la reina cartaginesa y los suyos hacia lostroyanos; as lo aceptan, o lo amplian a una compasin por los sufrimientos de lahumanidad en general, la mayora de los estudiosos y comentaristas del poema.Este trabajo intenta mostrar que el verdadero sentido de la kphrasis que laomnisciencia de Virgilio ha querido darle es muy otro.

    Palabras clave: Virgilio, Eneida, Libro I, cfrasis.

    Summary: The Virgilian hero interprets the kphrasis with scenes of the Troywar that decorated the temple dedicated to Juno by Dido un Carthage and thatEneas contemplates at his arrival to this city (Eneid I 456-493) as a token ofsympathy with the Troyans by the Carthaginean queen and her people. Most ofthe scolars and specialists in the poem have this reading or they even go beyondinterpreting it as an illustration of sympathy for all the sufferings of humankind.This paper is intended to show that the real meaning of the kphrasis that Virgilsomniscience had in mind was a completely different one

    1. El presente trabajo se ha realizado dentro del proyecto Fuentes greco-latinas para una nuevainterpretacin de la Eneida (2005-0654) del Plan Nacional I+D+I.

  • DULCE ESTEFANA36

    Key words: Virgil, Eneid, Book I, kphrasis.

    Como es bien sabido, en las dos historias que constituyen el objeto de los seisprimeros libros de la Eneida, la de los troyanos y la de los tirios, la intervencinde Juno es crucial.

    La historia de Eneas y los suyos comienza, tal como nos la presenta el mantuano,con la destruccin de Troya por los griegos y no precisamente como consecuen-cia de la aventura de Paris y Helena, sino, en palabras de Venus a Eneas, porvoluntad de los dioses:

    (1) non tibi Tyndaridis facies inuisa Lacaenaeculpatusue Paris, diuum inclementia, diuum

    has euertit opes sternitque a culmine Troiam.

    aspice (namque omnem, quae nunc obducta tuenti

    mortalis hebebat uisus tibi et umida circum

    caligat, nubem eripiam ..

    ..):

    hic, ubi disiectas moles auulsaque saxis

    saxa uides, mixtoque undantem puluere fumum,

    Neptunus muros magnoque emota tridenti

    fundamenta quatit totamque a sedibus urbem

    eruit. hic Iuno Scaeas saeuissima portas

    prima tenet sociumque furens a nauibus agmen

    ferro accincta uocat.

    iam summas arces Tritonia, respice, Pallas

    insedit nimbo effulgens et Gorgone saeua.

    ipse pater Danais animos uirisque secundas

    sufficit, ipse deos in Dardana suscitat arma, Aen. II 601-6182.

    En la cada de la ciudad Juno se haba distinguido, como puede verse en losversos arriba destacados, por su ensaamiento3. Su intervencin no era oca-sional, su lucha contra los troyanos, como ella misma dice a Eolo, duraba yaaos:

    2. Como mostrar en otros trabajos, soy una de los que creen que el episodio de Helena esvirgiliano; pienso con HOLZBERG (2008), p. 194, que, frente a quienes niegan la autora virgiliana, losargumentos de quienes consideran que el pasaje es obra del mantuano son mejores.

    3. Cf. a este respecto LIEBERG (1966), p. 153. No es casual que Virgilio dedique a la diosa un versoms que a cada uno del resto de los dioses que intervienen en la destruccin, incluido el propio Jpiter,y que slo ella aparezca como saeuissima y furens y en prmera fila (prima).

  • GAUDIA RERUM/ LACRIMAE RERUM. A PROPSITO DE ENEIDA I 441-493 37

    (2) ego ..

    .. una cum gente tot annos

    bella gero Aen. I 46-48.

    Mientras los troyanos combaten con los griegos y, derrotados, emprenden lahuda en direccin a Italia dirigidos por Eneas, en Tiro tienen lugar aconteci-mientos que obligan a Dido a huir acompaada por los tirios que le son fieles.Sabemos por Venus (Aen. I 348-365) que Pigmalin ha asesinado a Siqueo yocultado su crimen, pese a lo cual Dido informada por el fantasma del esposomuerto emprende la huida, y que cuando Eneas y los suyos, vctimas de la tem-pestad provocada por Juno, son desviados a frica, Dido y los suyos estn cons-truyendo Cartago, una ciudad que provoca la admiracin de Eneas (Aen. I 421-429).

    No por sabido hemos de dejar de decir aqu que, aunque Juno tena otrosmotivos de dolor causantes tambin de su clera haca los troyanos ( manetalta mente repostum/ iudicium Paridis spretaeque iniuria formae/ et genusinuisum et rapti Ganymedis honores, Aen. I 26-28), no son stos los principa-les. Cartago, que es una ciudad rica y muy dura en la guerra, es la que Junoprefiere a todas las dems y a la que protege de un modo especial para que lleguea ser la capital de los pueblos, pero haba llegado a odos de la diosa la noticia deque el hado destinaba la ciudad a ser destruida en un futuro por descendientes delos troyanos (Aen. I 13-22)4. Por eso precisamente trataba de obstaculizar laempresa de Eneas con el fin de impedir su asentamiento en el Lacio (Aen. I 28-30).

    El comportamiento de la diosa para con los tirios haba sido muy diferente:les haba mostrado el lugar donde desenterraran la cabeza de un caballo quesera prenda de su podero en la guerra y de sus recursos para el futuro:

    (3) Lucus in urbe fuit media, laetissimus umbrae,quo primum iactati undis et turbine Poeni

    effodere loco signum, quod regia Iuno

    monstrarat, caput acris equi; sic nam fore bello

    egregiam et facilem uictu per saecula gentem Aen. I 441-4455

    y en la ciudad se haba producido una hierofana de la diosa:

    (4) quam Iuno fertur terris magis omnibus unamposthabita coluisse Samo; hic illius arma,

    hic currus fuit. Aen. I 15-17.

    4. Cf. a propsito de esto ltimo SIMPSON (1975), pp. 26-27.5. Cf. BAYET (1941), p. 186.

  • DULCE ESTEFANA38

    En agradecimiento a esta predileccin y proteccin de Juno, Dido construyeun gran templo en honor de la diosa6, templo rico en ofrendas al que otorgabaespecial valor la divinidad, el numen, de la Saturnia:

    (5) hic templum Iunoni ingens sidonia Dido

    condebat, donis opulentum et numine diuae Aen. I 446-47 ;

    Cartago cuenta, pues, con un centro sagrado7. El templo estaba decorado conpinturas que recordaban escenas de la guerra de Troya, que Eneas puede contem-plar:

    (6) sub ingenti lustrat dum singula templo

    reginam opperiens, dum quae fortuna sit urbi

    artificumque manus inter se operumque laborem

    miratur, uidet Iliacas ex ordine pugnas

    bellaque iam fama totum uulgata per orbem,

    Atridas Priamumque et saeuum ambobus Achillem Aen. I 453-458.

    Nos encontramos ante una kphrasis semejante a las introducidas por Homeroy muy del gusto de los poetas alejandrinos. Como ocurra con la kphrasishomrica del escudo de Aquiles8, nuestra kphrasis no supone una interrupcindescriptiva del relato, ya que la naturaleza de las pinturas suscita en Eneas unareaccin animosa, que conocemos en estilo directo en palabras dirigidas a Aca-tes, frente a su situacin desgraciada:

    (7) constitit et lacrimans quis iam locus inquit, Achate,quae regio in terris nostri non plena laboris?

    en Priamus. sunt hic etiam sua praemia laudi,

    sunt lacrimae rerum et mentem mortalia tangunt.

    solue metus; feret haec aliquam tibi fama salutem Aen. I 459-463 9;

    las palabras de Eneas responden a lo que Segal llama participatory voice, la dela emocin y del estar envuelto en la sensacin de los sufrimientos humanos10;por otra parte, la kphrasis refleja lo ocurrido en la accin principal y anticipael relato retrospectivo que de las desgracias de Troya y de la suya propia Eneashar a Dido en el libro siguiente11.

    6. Cf. HORSFALL (1995), p. 103.7. Cf. MILLS (1983), p. 39 y LIEBERG (1966), pp. 152-53.8. Cf. PERUTELLI (1978), pp. 87-88, A. RO TORRES-MURCIANO (2006), p. 145 y WILLIAMS (1990), p. 42.9. Cf., a propsito de la interpretacin de Eneas, PERKELL (1999), pp. 45 s.

    10. Cf. SEGAL (1981), p. 68.11. Cf. LOWRIER (1999), pp. 115-116, SEGAL (1981), pp. 79-80 y FEDER (1954), p. 199. A propsito del

    relato cf. D. ESTEFANA (1995), pp. 89-110.

  • GAUDIA RERUM/ LACRIMAE RERUM. A PROPSITO DE ENEIDA I 441-493 39

    La interpretacin que Eneas hace de las pinturas revela su anhelo personal antela situacin trgica en que se encuentra12; no hay que olvidar que, adems deobservador, es un participante13 y que, como se ha sealado, Acates est presenteen Eneida en momentos de ansiedad14; recordemos, adems, que Eneas en suconversacin con Venus, manifestando su dolor acababa de lamentar su suerte:

    (8) ipse ignotus, egens, Lybiae deserta peragro,Europa atque Asia pulsus: nec plura querentem

    passa Venus medio sic interfata dolore est Aen. I 384-8615,

    sin que las palabras de consuelo que le dirige su madre logren confortarlo16; perosu interpretacin no tiene por qu responder necesariamente al sentido real delas pinturas, no tiene que coincidir con la voz del narrador omnisciente.

    El hecho de que a continuacin Dido muestre conocer los azares de Troya yacoja a los enadas favorablemente ofrecindoles recursos e incluso el estable-cimiento en su ciudad:

    (9) soluite corde metum,Teucri, secludite curas.

    quis genus Aeneadum, quis Troiae nesciat urbem,

    uirtutesque uirosque aut tanti incendia belli?

    Non obtunsa adeo gestamus pectora Poeni,

    nec tam auersus equos Tyria Sol iungit ab urbe.

    seu uos Hesperiam magnam Saturniaque arua

    siue Erycis finis regemque optatis Acesten,

    auxilio tutos dimittam opibusque iuuabo.

    uultis et his mecum pariter considere regnis?

    urbem quam statuo, uestra est; subducite nauis;

    Tros Tyriusque mihi nullo discrimine agetur Aen. I 562-574

    y de que desee que Eneas pudiera estar presente:

    (10) atque utinam rex ipse Noto compulsus eodem adforet Aeneas! equidem per litora certos

    dimittam et Lybiae lustrare extrema iubebo,

    si quibus eiectus siluis aut urbibus errat. Aen. I 575-578,

    12. Cf. DE WITT (1925), p. 479.13. Cf. SEGAL (1981), p. 75.14. Cf. EUBANKS (1982), p. 60.15. Cf. a este respecto RUTLEDGE (1987), p.16.16. Cf. HEINZE (1996), p. 312 y SEGAL (1981), p. 76. Servio (ad Aen. 1 450) da una explicacin de por

    qu las palabras de Venus no liberan a Eneas del miedo (timorem; v. infra texto 12): Venus nihil deAfrorum moribus, unde nunc formidat Aeneas.

  • DULCE ESTEFANA40

    as como la insistencia en el conocimiento de la historia de Troya y del propiohroe por parte de la reina y la compasin de sta, como desgraciada que ha sido,por los tambin desgraciados, y la acogida en su palacio:

    (11) casus mih cognitus urbisTroianae nomenque tuum regesque Pelasgi.

    .

    quare agite o tectis, iuuenes, succedite nostris.

    me quoque per multos similis fortuna labores

    iactatam hac demum uoluit consistere terra;

    non ignara mali miseris succurrere disco Aen. I 623-630,

    circunstancias coincidentes con la interpretacin dada por Eneas a la decoracindel templo, han hecho que no todos los estudiosos se hayan planteado el verdade-ro sentido de las pinturas en cuestin; la mayora interpreta o bien que suntlacrimae rerum et mentem mortalia tangunt, nicas palabras pronunciadas porEneas, reflejan la actitud de los tirios en relacin con los troyanos, o que con unsentido ms amplio se refieren a los asuntos de los hombres en general17 (conrespecto a la sugerencia de Barchiesi de que la representacin sea una adverten-cia a los cartagineses de que ellos podran ser vulnerables a un ataque, es ciertoque el recuerdo y la representacin de la desgracia troyana podra sugerirles esaposibilidad, pero no es su sentido fundamental18).

    El resto de las reacciones de Eneas las conocemos slo por la narrativa:

    (12) hoc primum in luco noua res oblata timoremleniit, hic primum Aeneas sperare salutem

    ausus et adflictis melius confidere rebus Aen. I 450-52.

    (13) sic ait atque animum pictura pascit inanimulta gemens, largoque umectat flumine uultum Aen. I 464-65.

    (14) nec procul hunc Rhesi niuueis tentoria uelisagnoscit lacrimans, primo quae prodita somno

    Tydides multa uastabat caede cruentus,

    ardentisque auertit equos in castra prius quam

    pabula gustassent Troiae Xanthumque bibissent Aen. I 469-73.

    (15) tum uero ingentem gemitum dat pectore ab imo,ut spolia, ut currus, utque ipsum corpus amici

    tendentemque manus Priamum conspexit inermis Aen. I 485-87.

    17. Es el caso, por ejemplo de CAMPS (1983), p 27 y de KNIGHT (1949), p. 282.. Cf.. FEDER (1954), pp.199-200 y PERKELL (1999), p. 46.

    18. Cf. BARCHIESI (1994), pp. 121-122.

  • GAUDIA RERUM/ LACRIMAE RERUM. A PROPSITO DE ENEIDA I 441-493 41

    (16) Haec dum Dardanio Aeneae miranda uidentur,dum stupet obtutuque haeret defixus in uno Aen. I 494-95.

    La interpretacin de Eneas que nos revela el estilo directo, no cuestionadapor un gran nmero de latinistas, otros la cuestionan. Mills, por ejemplo, pien-sa en una ingenuidad poltica por parte de Eneas, dado que, adems de que laspinturas se encuentran en el templo de la diosa que haba jugado el papel msimportante en la destruccin de Troya, para los romanos era sabido que lapiedad no constitua una base firme para unas buenas relaciones internaciona-les; llama la atencin Mills sobre el adjetivo inanis, vaca, con el que Virgiliocalifica las pinturas (pictura inani, v. supra texto 13), dado que no sepuede esperar de ellas la salvacin19. Rosati20, a su vez, admira el hecho de queServio Danielino en su comentario de inani refleje ya el conocimiento delpunto de vista narrativo por parte de los gramticos antiguos, cuando aade uelut quidam uolunt ad stupentis animum rettulit, qui uel inanibus commouebatury, aunque piensa que tal vez el gramtico vaya ms all que el texto de Virgilio,no cree que pueda negarse todo fundamento a su hiptesis, lo que supondra, ajuicio de Rosati, una entrega consciente de Eneas a la ficcin de las imge-nes21. Y Feder22 afirma que no hay razn para suponer que las pinturas mues-tran simpata por los troyanos, que no hay ninguna marca especial de simpataen que la guerra est all pintada y que las pinturas podran bien ser untributo a la gran victoria griega. A su vez Holzberg dice que las lgrimasofuscan la mirada de los lectores que lloran con Eneas, impidindoles unainterpretacin totalmente verosmil de las imgenes; y contina diciendo quelas imgenes podran significar que los cartagineses se complacan con la crueldadde los griegos para con los troyanos23.

    Para una correcta interpretacin de las pinturas, que, como Austin seala,estn distribuidas por pares (troyanos victoriosos/griegos victoriosos, dos jve-nes muertos, dos escenas de splica y dolor y, tras un verso en el que Eneas se vea s mismo, dos escenas de mito posthomrico)24 es preciso, prescindiendo delestilo directo, analizar la narrativa que las describe con detalle. Como ocurrenormalmente con una kphrasis25, es mediante esa narrativa como Virgilio nosconvierte en espectadores.

    No voy a dedicar especial atencin a la suerte alternativa de tirios y troyanosque reflejan las pinturas:

    19. Cf. MILLS (1983), pp. 39-40.20. (1979), pp. 560 ss.21. No s si en esto ltimo Rosati no ir algo ms all de lo que realmente va el gramtico.22. (1954), pp. 200-201.23. Cf. HOLZBERG (2008), pp. 189-190.24. Cf. R. G. AUSTIN (1971), p. 158.25. Cf. LONDSDALE (1990), pp. 10 ss.

  • DULCE ESTEFANA42

    (17) namque uidebat uti bellantes Pergama circumhac fugerent Grai, premeret Troiana iuuentus;

    hac Phryges, instaret curru cristatus Achilles Aen. I 466-468

    y que coincide con el resumen que de las Ciprias hace Proclo (Luego, aldesembarcar en Troya, los rechazan los troyanos Luego Aquiles los pone enfuga )26; tampoco a la representacin de las troyanas:

    (18) interea ad templum non aequae27 Palladis ibantcrinibus Iliades passis peplumque ferebant

    suppliciter, tristes et tunsae pectora palmis;

    diua solo fixos oculos auersa28 tenebat Aen. I 479-482,

    cuyas figuras son animadas mediante el llanto y el golpeo de los pechos29 y cuyoavance se indica con los durativos ibant y ferebant30; slo me interesa destacarla actitud hostil de la diosa, que subrayo (el relato de este episodio est inspira-do, como es sabido, en la Iliada VI 286-31131)32; tampoco incidir especialmen-te en la presencia de Eneas entre los combatientes (se quoque principibuspermixtum agnouit Achiuis, Aen. I 48833) ni en las de Memnn y Pentesilea quesiguen inmediatamente; los tres motivos se han visto con razn como una transi-cin ante la aparicin de Dido, como una disminucin de la tensin y una ruptura

    26. Se plantea el problema de si en poca de Proclo, sea ste el filsofo neoplatnico del siglo V d.C. o el gramtico de poca de los Antoninos, existan los poemas del Ciclo, o si el resumidor dispusosolamente, una vez perdidos los originales, de una vulgata. Proclo dice que los poemas se conservabany que interesaban por la coherencia de la sucesin de acontecimientos (Cf. A. BERNAB PAJARES (1979),pp. 98 ss.). En cualquier caso, como veremos a propsito de Pentesilea, Virgilio conoci o los poemas,o resmenes de ellos (Cf. BARCHIESI (1994), p 117); HOLZBERG (2008), p. 191 dice que presumiblemente elpoema Iliupersis de Arctino era el modelo del libro II virgiliano.

    27. Tanto Servio como Servio Danielino (ad Aen. 1. 479) explican la ltotes como iniquae, infes-tae.

    28. Servio y Servio Danielino (ad Aen. 1. 479) dicen que AVERSA irata significat y que adanimum refertur.

    29. Cf. LONSDALE (1990), p. 10.30. Cf. AUSTIN (1971), p. 162.31. As habl, y ella regres al palacio y dio a sus sirvientes los encargos, y estas congregaron

    a las ancianas por la ciudad. Por su parte, ella descendi al perfumado tlamo, donde estaban susmantos, abigarradas labores de las mujeres sidonias, que el propio deiforme Alejandro haba llevadode Sidn cuando surc el ancho ponto en el viaje en el que condujo a Helena de nobles padres.Hcuba tomo uno de ellos lo llev como ddiva para Atenea Ech a andar, y muchas ancianasmarcharon en pos de ellas Todas extendieron los brazos a Atenea entre gemidos, y Teano, la debellas mejillas, cogiendo el manto, lo deposit sobre las rodillas de Atenea, de hermosos cabellos, yelev esta plegaria, rogando a la nacida del excelso Zeus As habl en su splica, pero PalasAtenea no accedi.

    32. Cf. a este respecto COVA (1963), pp. 14-15 y SCAFFAI (2006), pp. 292-93.33. Cf. a propsito de este verso, OHARA (2007), pp. 87 s.

  • GAUDIA RERUM/ LACRIMAE RERUM. A PROPSITO DE ENEIDA I 441-493 43

    del climax que culminaba con la tragedia de Hctor y Pramo (v. supra texto15)34.

    La historia de Memnn, como la de Pentesilea a la que precede, ambasposthomricas, las encontramos en el resumen que hace Proclo de la Etipida35:Memnn hijo de la Aurora, provisto de panoplia forjada por Hefesto, llega juntoa los troyanos dispuesto a ayudarlos. Tetis le predice a su hijo lo que se refiere aMemnn. Probablemente la profeca anunciaba la muerte de Memnn por Aquilesy, como consecuencia, la del propio Aquiles36. Al producirse un choque, Antlocomuere a manos de Memnn. Luego Aquiles mata a Memnn. La Aurora le conce-de la inmortalidad, tras habrselo suplicado a Zeus37.

    De Pentesilea el resumen de Proclo nos dice lo siguiente: La amazonaPentesilea, hija de Ares, tracia de origen, llega junto a los troyanos dispuesta acombatir como aliada de ellos. Cuando destacaba en la batalla, la mata Aquiles ylos troyanos la sepultan. Aquiles mata a Tersites, al ser objeto de las injurias deste y por haberle echado en cara un supuesto amor por Pentesilea38. La amazo-na aparece en el fragmento 1 de la Etipida que enlaza con los acontecimientosfinales de la Ilada, la muerte y los funerales de Hctor, y lo hace sustituyendoen el ltimo verso del poema homrico el epteto domador de caballos por laexpresin y lleg la amazona39. Se esperara, por tanto, en buena lgica, que enla decoracin del templo el episodio de Pentesilea apareciese inmediatamentedespus del de Hctor y seguido del de Memnn, como ocurre en la Etipida,pero el deseo de Virgilio de relacionar la figura de la amazona con la de Dido, apunto de aparecer, ha hecho que los versos

    (19) ducit Amazonidum lunatis agmina peltisPenthesilea furens mediisque in milibus ardet,

    aurea subnectens exsertae cingula mammae

    bellatrix, audetque uiris concurrere uirgo Aen. I 490-493

    sucedan a los que se ocupan de Memnn. La reina virgen amazona contempladapor Eneas cuando Dido se acerca ha hecho pensar a algunos que Dido es virgi-nal, o, en todo caso, totalmente casta en su viudedad40. Pach seala que Eneasvuelve su mirada de una mujer que lucha con los hombres a otra que ha condu-cido a hombres y que ahora los dirige41. La introduccin de Memnn, sin duda

    34. Cf. LOWRIE (1999), p. 115 y LONDSDALE (1990), p. 17.35. Cf. SCAFFAI (2006), p. 197.36. (cf. BERNAB (1979), pp. 140-42 y 144-45.37. Cf. ibid., pp. 141-42.38. Cf. ibid.39. As honraban stos el sepulcro de Hctor. Ms lleg la amazona, hija del magnnimo Ares,

    matador de hombres (Cf. ibid., pp. 142 y 152).40. Cf. POLK (1996), p. 40.41. Cf. PACH (1987), p. 45.

  • DULCE ESTEFANA44

    para constituir pareja con Pentesilea, relacionada, como hemos visto, con laaparicin de Dido, es oportuna por representar ambos a jefes extranjeros, pro-cedentes de pases exticos, que haban acudido en ayuda de Troya y sucumbi-do en la guerra.

    Me interesan especialmente, por ser ms relevantes para la significacin delconjunto, las representaciones de Reso, Troilo y Hctor.

    La muerte de Reso, que Virgilio recoge en unos pocos versos, es narrada conamplitud, como es sabido, en X de Ilada; Virgilio modifica el relato homricoya que en ste participan de la aventura Diomedes, el hijo de Tideo, y Ulises quees quien se apodera de los caballos42. Hay que destacar el hecho sealado porVirgilio de que los caballos no llegasen a gustar los pastos de Troya y a beber lasaguas del Janto.

    La representacin de Troilo:

    (21) parte alia fugiens amissis Troilus armis,infelix puer atque impar congressus Achilli,

    fertur equis curruque haeret resupinus inani,

    lora tenens tamen; huic ceruixque comaeque trahuntur

    per terram, et uersa puluis inscribitur hasta Aen. I 474-478

    plantea problemas de interpretacin, ya que es poco lo que nos trasmiten lasfuentes literarias sobre el personaje. Homero lo menciona slo una vez (IliadaXXIV 257) cuando Pramo lamenta la muerte de algunos de sus hijos: Ay dem, desgraciado por completo! Engendr los mejores hijos en la ancha Troya, yde ellos a fe que ninguno me queda: ni Mstor, parejo a un dios, ni Troilo, gozodel carro de guerra43. Adems por los resmenes de Proclo de los poemas delCiclo sabemos que en Cipria se relataba la muerte de Troilo a manos de Aquiles44.La historia de Troilo tambin constituy el tema de una obra perdida de Sfocles45;a propsito de sta el autor del escolio de Ilada XXIV 257 nos dice que en laobra del trgico se cuenta que Troilo sufri una emboscada y fue matado porAquiles cuando ejercitaba sus caballos en el Timbreo46. Fuentes posteriores

    42. Cf., a propsito de la omisin de Ulises, SCAFFAI (2006), p. 191 ss. No es sta la primera vez queTideo aparece en el libro I de Eneida; lo hace tambin en los versos 96 ss., cuando en plena tempestadEneas lamenta no haber sucumbido en Troya a manos del griego (Oh t, hijo de Tideo, el ms valientede la estirpe de los Dnaos! Que no haya podido yo sucumbir en los campos de Ilio y perder bajo tudiestra esta vida!). Estos versos virgilianos responden a los de Iliada V 302-318 en los que Diome-des haba lanzado a Eneas una piedra de tan gran tamao que le haba hecho perder el sentido por loque haba tenido que ser retirado del campo de batalla por su madre, Afrodita (Cf. a este respectoHOLTBERG (2008), p. 173).

    43. Las traducciones de la Iliada son de CRESPO GEMES (1991); cf. D. ESTEFANA, (2007), pp. 7-8.44. Cf. BERNAB (1979), pp. 103-104 y 123 y WILLIAMS (1990), p. 39.45. Cf. CARPENTER, (2001), p. 17.46. Cf. WILLIAMS (1990), p. 39.

  • GAUDIA RERUM/ LACRIMAE RERUM. A PROPSITO DE ENEIDA I 441-493 45

    (Apolodoro epit. III 32 y schol. Il. XXIX 257) hablan de la muerte de Troilo porAquiles en el santuario de Apolo Timbreo tras haberle tendido una emboscada47.En schol. Licofrn 307 se nos habla del amor de Aquiles por Troilo, en estaversin hijo de Apolo y no de Pramo, al que persigue hasta el citado templo y,rechazado por l, le da muerte48.

    La escena de la emboscada se encuentra rep