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Distintivos de la Educación Pentecostal Dr. Miguel Álvarez Presidente del SEMISUD Tradicionalmente a los Pentecostales se les ha visto como no educados, teológicamente. Sin embargo, cuando uno considera la historia y la educación Pentecostal, se encuentra con distintivos doctrinales, teológicos, pastorales y misionológicos muy claros, los cuales han formado y mantenido al movimiento vivo y fuerte por más de un siglo. Algunos argumentan que los pentecostales no tienen una estructura clara de su teología y que han quitado prestada su teología de otras tradiciones cristianas para poder explicar sus enunciados teológicos. Hasta cierto punto, los críticos del pentecostalismo tienen razón al afirmar eso, pues los pentecostales tuvieron que elaborar su teología en medio de las diferentes teologías evangélicas que existían antes que ellos. Sin embargo, los teólogos pentecostales han sido capaces de darle forma y explicar académicamente su estructura doctrinal, teológica y hermenéutica. Han establecido un fundamento sólido en medio de una variedad de modelos. Además, éstos han permanecido unidos por más de un siglo, bajo una teología sólida y una experiencia común: ‘el bautismo con el Espíritu Santo y el impartimiento de poder para servir.’ En este documento intentaré identificar los elementos educacionales y teológicos que sirvieron para consolidar el movimiento Pentecostal, históricamente y que son la base para la educación que practican las instituciones de hoy. Mi argumento es que el movimiento Pentecostal ha cumplido con su primer siglo de servicio cristiano, con éxito, debido a una espiritualidad sólida, que es bíblica y teológicamente sana. Estos elementos son claramente observables en los currículos de los diferentes programas educacionales que ofrecen las instituciones educativas de corte pentecostal. En mi observación también ofrezco una contribución reflexiva sobre algunos indicadores que parecen ser los más aceptados para justificar el papel de la educación pentecostal en la comunidad de fe. También intentaré identificar algunos de los distintivos que parecen ser relevantes en la educación pentecostal y que al observarlos confirman lo que debe ser la meta de la educación pentecostal. Es muy conocido que la historia del pentecostalismo se originó en 1

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Distintivos de la Educación PentecostalDr. Miguel ÁlvarezPresidente del SEMISUD

Tradicionalmente a los Pentecostales se les ha visto como no educados, teológicamente. Sin embargo, cuando uno considera la historia y la educación Pentecostal, se encuentra con distintivos doctrinales, teológicos, pastorales y misionológicos muy claros, los cuales han formado y mantenido al movimiento vivo y fuerte por más de un siglo. Algunos argumentan que los pentecostales no tienen una estructura clara de su teología y que han quitado prestada su teología de otras tradiciones cristianas para poder explicar sus enunciados teológicos. Hasta cierto punto, los críticos del pentecostalismo tienen razón al afirmar eso, pues los pentecostales tuvieron que elaborar su teología en medio de las diferentes teologías evangélicas que existían antes que ellos. Sin embargo, los teólogos pentecostales han sido capaces de darle forma y explicar académicamente su estructura doctrinal, teológica y hermenéutica. Han establecido un fundamento sólido en medio de una variedad de modelos. Además, éstos han permanecido unidos por más de un siglo, bajo una teología sólida y una experiencia común: ‘el bautismo con el Espíritu Santo y el impartimiento de poder para servir.’

En este documento intentaré identificar los elementos educacionales y teológicos que sirvieron para consolidar el movimiento Pentecostal, históricamente y que son la base para la educación que practican las instituciones de hoy. Mi argumento es que el movimiento Pentecostal ha cumplido con su primer siglo de servicio cristiano, con éxito, debido a una espiritualidad sólida, que es bíblica y teológicamente sana. Estos elementos son claramente observables en los currículos de los diferentes programas educacionales que ofrecen las instituciones educativas de corte pentecostal.

En mi observación también ofrezco una contribución reflexiva sobre algunos indicadores que parecen ser los más aceptados para justificar el papel de la educación pentecostal en la comunidad de fe. También intentaré identificar algunos de los distintivos que parecen ser relevantes en la educación pentecostal y que al observarlos confirman lo que debe ser la meta de la educación pentecostal.

Es muy conocido que la historia del pentecostalismo se originó en un trasfondo y contexto heterogéneo, particularmente en las etapas más tempranas mientras el movimiento se consolidaba.1 En ese contexto había hombres, mujeres, afroamericanos, anglos, hispanos, jóvenes, niños y adultos. Para algunos, el pentecostalismo surgió como un movimiento de protesta contra las estructuras rígidas de las organizaciones cristianas de aquel tiempo.2 Para otros, fue un movimiento de los pobres o marginados quienes intentaban luchar para tener acceso a las estructuras rígidas de poder en las organizaciones eclesiásticas.3 Hay otros que lo introducen como un modelo espiritual revolucionario.4 El hecho es que se originó humildemente y el movimiento tuvo la capacidad de resistir la adversidad, sobreponiéndose al racismo, la persecución y la condenación teológica de las organizaciones religiosas fundamentaistas que predominaban en aquel tiempo.

En el principio del siglo 21 el movimiento pentecostal ha llegado a ser la comunidad más grande entre la familia protestante. De acuerdo a David Barret, en el año 2000, había unos 500 millones de pentecostales.5 Ese tremendo crecimiento en parte ha sido iniciado o generado por los seminarios e institutos bíblicos,6 los cuales, por lo general, han operado más allá de sus recursos humanos y financieros. Estos centros educacionales han sido capaces de producir obreros comprometidos con el ministerio y la fe pentecostal. Los pastores han sido adecuadamente entrenados doctrinal y teológicamente. Algunos de esos distintivos que han sido parte fundamental de la educación pentecostal son los siguientes:

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1. Distintivos educativos Al ser parte del movimiento del Espíritu Santo, los Pentecostales han identificado y establecido distintivos teológicos, doctrinales y prácticos que les sirven como fundamento y que también sirven como una fuente de fortaleza y unidad en el movimiento. Por lo general, éstos han sido incorporados firmemente como distintivos educacionales. La mayoría de pentecostales estarán de acuerdo que los siguientes elementos se pueden encontrar en el fundamento de una educación teológica pentecostal.7

Primero, la educación pentecostal es apasionada por Dios el Padre y busca la intimidad con el Señor Jesucristo mediante la comunión con el Espíritu Santo.

Segundo, la educación pentecostal tiene como objetivo que la vida de los estudiantes sea participante de la llenura del Espíritu Santo. Esa condición les permite establecer una relación profunda con el Espíritu Santo, tanto interna como externamente.

Tercero, la educación pentecostal se basa en una doctrina bíblicamente sana. Desarrolla una cosmovisión y un estilo de vida de santidad consistente con las enseñanzas de las Escrituras.

Cuarto, está orientada hacia el desarrollo de un servicio eficiente y la práctica de la excelencia académica. Esto se observa en hombres y mujeres que son íntegros en todas las áreas de responsabilidad y servicio donde se desempeñan.

Quinto, la educación pentecostal es dinámica, creativa y crítica. Es consciente de los temas contemporáneos que afectan al mundo y al ambiente; y ofrece una solución integral compatible con los principios del evangelio. Ofrece la verdad en amor.

Sexto, la educación pentecostal está comprometida con la misión de la iglesia. El pentecostalismo, por naturaleza, es intrínsicamente misionológico.8 Por naturaleza, la primera expresión del compromiso con Cristo, de parte de los pentecostales, es la necesidad de compartir su fe y experiencia espiritual con otros. Hay muchos casos de ministros quienes inmediatamente después de su conversión decidieron entrar al ministerio, aún sin la adecuada preparación. Obviamente ésto no es apropiado, pero refleja el nivel de compromiso con Dios entre los creyentes pentecostales, especialmente si han experimentado un encuentro sobrenatural con el Espíritu Santo. Esas experiencias espirituales explican el empuje misionero típico de un creyente pentecostal.

Los distintivos acá mencionados sugieren que la educación pentecostal puede ofrecer un equilibrio entre lo cognitivo, lo práctico y lo afectivo de una educación que equipa al creyente para el servicio cristiano. En una de sus publicaciones, Jonathan Lewis, intentó unir los resultados deseados de una educación teológica con su método y su contexto. Para lograrlo identificó a tres áreas que deben ser tomadas en cuenta en la educación cristiana. Una observación cuidadosa de estas áreas ayudará a entender los distintivos de una educación pentecostal que partiendo de la teoría concluye con la praxis haciendo una aplicación balanceada y relevante de los principios del evangelio. En su exposición Lewis explica:

(1) Lo cognitivo9 es producido a través de la implementación de métodos formales de enseñanza en el contexto escolar—Hay que asistir a la escuela.

(2) Las habilidades prácticas son producidas a través de la implementación de métodos no-formales en un contexto práctico o laboral—ministerio supervisado.

(3) Lo afectivo es producido a través de la implementación de métodos informales en el contexto de la comunidad—Una conducta que refleja la condición espiritual del líder.10

En la misma exposición, Lewis surgiere que los mejores modelos de entrenamiento teológico combinan

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las tres áreas, usan las tres metodologías intencionalmente, y proveen los tres contextos igualmente. También surgiere que si un entrenamiento ministerial va ser efectivo, éste debe enfocarse sobre el objetivo verdadero del entrenamiento educacional, el cual es desarrollar siervos santos y efectivos en el ministerio.11 Un análisis objetivo de la educación pentecostal claramente revelará una relación fuerte con estas tres áreas, como Lewis lo subrayó. El resultado de lo anterior se puede ser observar históricamente a través del crecimiento y desarrollo continuo del pentecostalismo a través del siglo 20, en niveles locales, regionales y globales.

2. La educación pentecostal es orientada hacia el ministerioAquellos que argumentan que los pentecostales son más orientados hacia la práctica y la experiencia que los evangélicos tradicionales, también surgieren que los evangélicos son más orientados hacia lo cognitivo que los pentecostales. Como consecuencia, el tema de una teología balanceada, emerge necesariamente. Las personas que polarizan el tema de teoría versus praxis en el movimiento cristiano fracasan en ver lo que realmente ocurre. En realidad, los pentecostales añadieron al cuerpo de Cristo una dimensión que por siglos había estado dormida. No es correcto afirmar que los pentecostales polarizaron al movimiento cristiano; al contrario, ellos buscaron corregir la falta de equilibrio que existía en la iglesia. Esta había sufrido un desbalance en las época moderna y contemporánea y aún hasta hoy. El movimiento pentecostal trajo, en vez de eso, una integración entre la teología y la praxis en su acercamiento a la metodología hermenéutica y teológica.

Grant McClung ha caracterizado la teología pentecostal como “una teología en marcha.”12 El reconoce que la comunidad pentecostal en muchos casos ha actuado ‘de inmediato’ y ha hecho la teología después. Ha sido más orientada a la experiencia que a lo cognitivo, más activista que reflexiva, más actualizada que analizada.13 Este reconocimiento revela el nivel de compromiso serio con la base cognitiva para el ministerio que hay entre los pentecostales, y a la misma vez, disminuye el argumento utilizado por los no pentecostales en su contención con la aparentemente falta de disciplina cognitiva. Lo que McClung está realmente sugiriendo es que los pentecostales fueron capaces de reactivar una área espiritual legítima en el movimiento cristiano que había sufrido de negligencia histórica.

Es verdad que al principio el movimiento pentecostal careció de un entrenamiento teológico formal. Una investigación histórica objetiva revela que eso se debió al trasfondo cultural de las personas que empezaron con el movimiento. El movimiento no empezó entre los teólogos o eruditos de ese tiempo. Al contrario, les tocó a esas comunidades humildes el privilegio de experimentar un viento nuevo de avivamiento espiritual para empezar el movimiento.

Consecuentemente, tomó muchas décadas para que estas comunidades desarrollaran sus escuelas teológicas, y aún así, fueron capaces de agitar, con su pasión y espiritualidad, a todo el movimiento cristiano del siglo XX. No es justo acusar los pentecostales de falta de disciplina cognitiva en el hacer teología. Es una falta de sensibilidad al método histórico esperar una educación teológica formal entre esas comunidades pentecostales de escasa educación formal. Sin embargo, en el curso natural de su desarrollo los pentecostales han ido formándose académicamente y un nuevo viento de disciplina teológica ha surgido, lo cual es absolutamente normal y legítimo. El pentecostalismo es en movimiento en desarrollo, que continúa formando y estableciendo fundamentos teológicos, especialmente en el área de la hermenéutica.

3. Indicadores de la Educación PentecostalUna filosofía coherente con la educación pentecostal provee un entendimiento bíblico del evangelio, la teología de la iglesia, la misión y el quehacer de la teología. Estos indicadores superseden a las barreras

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denominacionales y teológicas. De acuerdo a Duraisingh,14 la debilidad mayor de la educación teológica tradicional es que ha descuidado los aspectos vitales de la eclesiología y la misión. Consecuentemente hace un llamado a la reafirmación del liderazgo que según él, es parte del diseño y de la existencia de la iglesia. Para Duraisingh la educación y la misión no son dos más entre las muchas funciones de la iglesia; en realidad, son parte indispensable de la función de la iglesia en el cumplimiento de la misión de Dios. Si la iglesia es el instrumento y la expresión del reino, entonces la meta de la educación teológica es formar personas en las congregaciones que participen activa y excelentemente en la misión local y global de Dios.15

La educación pentecostal no está interesada sólo en ofrecer programas académicos. El objetivo es preparar mental, emocional, espiritual y misionológicamente al estudiante. Esto lo logra haciendo provisión para su crecimiento personal y espiritual, por medio del desarrollo de los dones carismáticos y 1 Uno puede encontrar un reportaje de los orígenes del movimiento pentecostal en el artículo de Everet A. Wilson, “They Crossed the Red Sea, Didn’t They? Critical History of Pentecostal Beginnings (Cruzaron el mar rojo, ¿no? Una historia crítica de los comienzos pentecostales), “en The Globalization of Pentecostalism: A Religion Made to Travel (La globalización del pentecostalismo: Una religión hecha para el viaje), eds. Murray W. Dempster, Byron D. Klauss and Douglas Petersen (Oxford: Regnum Books, 1999), pp. 85-115.2 Para un entendimiento más amplio del desarrollo temprano del pentecostalismo vea el libro de Vinson Synan, The Holiness-Pentecostal Movement in the United Status (El movimiento de santidad-pentecostal en los Estados Unidos) (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1971), pp. 35-46. También vea Russel P. Splitter, “Theological Style among Pentecostals and Charismatics, (El estilo teológico entre los pentecostales y los carismáticos)” en Doing Theology in Today’s World (Haciendo teología en el mundo de hoy), ed. John D. Woodbridge and Thomas Edward McComiskey (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1991), pp. 285-295.3 Vea Frank D. Macchia, Spirituality and Social Liberation: The Message of the Blumhardts in the Light of Wuerttemberg Pietism (Espiritualidad y liberación social: El mensaje de los Blumhardts a la luz del pietismo Wuerttemberg) (Metuchen, NJ: Scarecrow, 1993), pp.25-34. Vea también Donald Dayton, The Theological Roots of Pentecostalism (Las raíces teológicas del pentecostalismo) (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1987), pp. 37-52. También Donald Dayton, “The Rise of the Evangelical Healing Movement in Nineteenth Century America (El levantamiento del movimiento evangélico de santidad en el siglo 19 de América),” PNEUMA 4 (Spring 19820, pp. 12-19.4 Vea Harvey Cox, Fire from Heaven: The Rise of Pentecostal Spirituality and the Reshaping of Religion in the Twenty-First Century (Fuego del cielo: El levantamiento de la espiritualidad pentecostal y la reforma de la religión en el siglo 21) (Reading, MA: Addison-Wesley, 1995), pp. 80-95. Vea también, Henry P. Van Dusen, “The Third Force of Christendom (La tercera fuerza del cristiandad),” Life, 9 June 1958.5 Y ésto no incluye los pentecostales independientes y carismáticos en las iglesias corrientes. Colectivamente todos estos grupos numeraban 420 millones en 1992 o 24.5 por ciento de los cristianos en el mundo. Ciertamente para los 90’s el movimiento pentecostal era la segunda familia más grande de los cristianos en el mundo, sobrepasada solo por la iglesia Católica Romana. Para una perspectiva más extensa de esta tema vea David B. Barreto, “The Twentieth-Century Pentecostal/Charismatic Renewal in the Holy Spirit, with Its Goal of World Evangelization (La renovación pentecostal/carismático del siglo 21 en el Espíritu Santo con su meta de la evangelización mundial),” Internacional Bulletin of Missionary Research 12:3 (1998), pp. 119-129. También vea Vinson Synan, The Spirit Said, “Grow” (El Espíritu dijo, “crecer”) (Monrovia, CA: MARC, 1992), pp. 37-39.6 No fue hasta los mediados de 1970’s que los seminarios (graduate) estaban organizados, entre las familias pentecostales. El seminario teológico de la Iglesia de Dios (Cleveland, TN) fue establecido en 1975.7 Estos seis elementos se pueden encontrar en el catálogo 1998-2000 del Seminario Asiático de Ministerios Cristianos, 102 Valero Street, Makati City, Metro Manila 1200, Filipinas.8 L. Grant McClung, Jr., “Salvation Shock Troops,” en Pentecostals From the Inside Out (Los pentecostales desde adentro hacia afuera), ed. Harold B. Smith (Victor Books, 1990), pp. 81-90, y “Try to Get People Saved. Revisiting the Paradigm of an Urgent Pentecostal Missiology (Intenta salvar a la gente. Visitando de nuevo un paradigma de una misiología pentecostal urgente),” en The Globalization of Pentecostalism, pp. 30-51.9 Itálicas son míos.10 Jonatan Lewis, “Matching Outcomes with Methods and Contexts (Juntando resultados de métodos con contextos),” en Training for Cross-Cultural Ministries (Entrenamiento para ministerios de otras culturas), ed. Jonathan Lewis, ed. Occasional Bulletin of the International Missionary Training Fellowship 98.2 (Wheaton: WEF, October 1998), pp. 1-3.11 Lewis, “Matching Outcomes,” pp. 2-3.12 McClung, “Salvation Shock Troops,” p. 86. Vea también Jonathan Chao, “Foreign Missions and Theological

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ministeriales, y por la adquisición de otras habilidades prácticas que necesitará en su vida y servicio futuro. También apunta a preparar estudiantes para superar el estrés y las crisis durante servicio en los contextos ministeriales.

3.1. Orientada a la MentoríaLa tarea primordial de los mentores pentecostales es equipar, capacitar, movilizar y entrenar. Su función es equipar al cuerpo de pastores para que sus miembros sean los agentes primarios en la extensión y práctica del ministerio. Por lo general, los mentores cumplen con la mayoría de estos elementos. Tradicionalmente, los líderes pentecostales, han servido con su ejemplo, como la fuente principal que provee para la formación del liderazgo.

3.2. Orientada a la ComunidadEn el contexto de la educación pentecostal, la comunidad nace de una solidaridad con el plan y el propósito de Dios para el mundo. El es quien evita que haya en la comunidad de creyentes aquellos que se convierten en líderes competitivos y absortos en ellos mismos. En vez de eso, los prepara para que puedan compartir, aprender y animarse unos otros en comunión y armonía. Jamás deben tener miedo a ser vulnerables en sus relaciones con otros colegas. Al contrario, deben ser capaces de compartir en relaciones de cuidado personal y ser mentores unos a otros. Además, los creyentes ya no son controlados por sus ocupaciones y por el mucho trabajo. En vez de eso, hacen tiempo significativo para celebrar, disfrutar y adorar al Dios, motivándose unos a otros.

Con respeto a este tema, Lois McKinney observa que cuando los cristianos experimentan la vida comunitaria, las normas institucionales y sociales ya no les controlan. Han reconocido los valores negativos de éstos y han empezado a servir positivamente a la comunidad. También ha entendido que existe un viaje largo y difícil en la esperanza; pero no pierden la fe en que el pueblo puede ser cambiado y las estructuras de poder también pueden ser transformados por la eficacia del evangelio.16

3.3. Énfasis sobre el Sacerdocio de Todos los CreyentesEn la educación pentecostal la meta es el desarrollo de los creyentes para un servicio cristiano efectivo. Los objetos y el contexto para el entrenamiento teológico son la iglesia y el ministerio de ésta en la comunidad. Para un pentecostal, servir en el mundo es más que sólo una expresión de uno mismo a través de una vocación particular. El evangelio debe formar el hablar, el actuar y el vivir del cristiano. La congregación debe permitir que su vida, pensamiento y labor sean guiados por el principio de que el ministerio no es solamente fundamentado sobre el hecho que Cristo trabaja con ésta. No, es fundamentado sobre el hecho de que el creyente obra con Cristo a través del uso de sus dones espirituales, dados a él o ella por el Espíritu Santo.

Education (Misiones extranjeros y educación teológica),” Evangelical Missions Quarterly 9:1 (Fall 1972), pp. 1-16. También vea L. M. Cannell y W. L. Liefeld, “The Contemporary Context of Theological Education: A consideration of the Multiple Demands of Theological Educators (El contexto contemporáneo de la educación teológica: Una consideración de las exigencies multiples de educación teológica),” Crux 27:4 (December 1991), pp. 19-27.13 McClung, “Salvation Shock Troops,” p. 86.14 C. Duraisingh “Ministerial Formation for Mission: Implications for Theological Education (Formación ministerial para la misión: Implicaciones para la educación teológica),” International Review of Mission 81:1 (January 1992), pp. 33-45.15 Duraisingh “Ministerial Formation for Mission,” pp. 33-45.16 Para mas información sobre la transformación de las estructuras impersonales hacia la vida comunitaria vea Lois McKinney, “From Loneliness Toward Solitude and Community (Desde soledad hacia soledad y comunidad)” en With an Eye on the Future (Con un ojo hacia el futuro), eds. Duane Elmer and Lois McKinney (Monrovia, CA: MARC, 1996), pp. 87-92. También vea Hugo Slim and Paul Thompson, Listening for a Change: Oral Testimony and Community Development (Escuchando para un cambio: El testimonio oral y el desarrollo de comunidad) (Philadelphia: New Society, 1995), p. 78.

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En la educación pentecostal, un entendimiento más profundo del ministerio no es suficiente. Debe existir una capacitación intencional para el ministerio aunque ello signifique adoptar nuevas estrategias, nuevas ideas o nuevos compromisos. El servicio cristiano es dinámico e intenta implementar el significado práctico de la doctrina novo testamentaria del sacerdocio de todos los creyentes. Este principio debe prevalecer por encima de otras ideas que puedan surgir con respecto al ministerio. Debe ser el respirar espiritual de todos los creyentes. Bajo esta categoría, cada cristiano tiene un ministerio, que, bajo la dirección del Espíritu Santo, él o ella debe cumplir. La Biblia claramente enseña que cada cristiano es un sacerdote de Dios con todos los privilegios y responsabilidades de los sacerdotes de Dios (1 Pd 2:9, 10). El o ella cree que el Espíritu Santo le ha repartido habilidades especiales para el servicio (1 Cor 12:11). El creyente, entonces, debe descubrir, desarrollar y usar estos dones como un sacerdote de Dios en el servicio de la iglesia de Cristo. El apóstol explícitamente expresa que cada creyente es una creación única en Cristo Jesús con un ministerio específico, para cumplir con aquello que le ha sido encomendado en la obra de Dios (Ef. 2:10).

En su explicación del ministerio corporativo entre los pentecostales, Peter Hocken ha sugerido que la clave central para el éxito del movimiento pentecostal es que todos los participantes tienen una dignidad igual. El Espíritu Santo fue derramado ‘sobre toda carne,’ no sólo sobre la carne del clero ordenado, ni sólo sobre la carne del educado, con título, tampoco sólo sobre la carne del que tiene cierta condición aristocrática.17 No, en la educación pentecostal, según Hocken, los menos educados, los menos acomodados, los que no tienen ningún estatus social, pueden ser entrenados igualmente para el servicio cristiano. Todos pueden ser receptores de los dones espirituales; todos pueden ser instrumentos del Señor en palabra y acción.18 Esta es una verdad abundantemente demostrada desde la historia temprana del movimiento pentecostal.

4. El desarrollo y ejercicio natural de carismataLos pentecostales se multiplican utilizando el estándar de la hermenéutica neumática, en la que todos los elementos del ministerio y la experiencia novo testamentaria pueden ser esperados o buscados hoy, porque ninguno de los dones cesaron permanentemente cuando se terminó la época apostólica. Entre esos beneficios que hoy están disponibles para el creyente, están: (a) el bautismo en el Espíritu Santo después de la conversión, como fue provisto en Hechos 2:1-4; 8:14-17; 10:44-46; 11:15-17; y 19:1-6. Otro elemento es la (b) glossolalia (no entendido como xenolalia) dado primordialmente para el uso devocional privado; (c) la interpretación de lenguas, cuando el don es manifestado como parte de la ‘liturgia’ carismática (1 Cor 14:26-28); (d) la profecía, entendida como el hablar espontáneamente en el nombre de Jesús, en su propio idioma, lo cual expresa el corazón de Dios hacia la comunidad reunida. El Espíritu Santo otorga los dones para edificar, exhortar y confortar (1 Cor 14:3). Otros elementos carismáticos disponibles son (e) los dones de sanidad, que también se manifiestan a través de la oración y la imposición de manos; (f) la liberación de influencias demoníacas en la autoridad del nombre de Jesús; y (g) las palabras de conocimiento, entendidas como la exposición sobrenatural de información que sirve para nutrir a individuos y al cuerpo de creyentes.19

En el contexto de la educación pentecostal los dones espirituales también son observados desde una perspectiva misionológica. El propósito misionológico de la experiencia pentecostal es observado claramente en el contexto del nuevo testamento (Hch 1:8). Por lo tanto el tema de la formación espiritual

17 Peter Hocken, “Cecil H. Polhill-Pentecostal Laymen (Cecil H. Polhill –laico pentecostal),” PNEUMA 10:2 (Fall 1988), pp. 129-137.18 Hocken, “Cecil H. Polhill,” p. 138.19 Para mas información sobre esta tema vea J.J. Packer “Pentecostalism ‘Reinvented’ The Charismatic Renewal ( El pentecostalismo inventado de nuevo –la renovación carismática),” en Pentecostals From the Inside Out, pp. 146-148.

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en la educación pentecostal debe ser visto e interpretado en una función o expresión misional. La espiritualidad pentecostal no es sencillamente un tema sólo para ser interiorizado. Al contrario, también existe la dimensión externa de la espiritualidad expresada en el servicio cristiano. No hay lugar para una dicotomía entre el corazón y la mente o entre la mente y el servicio. Los cristianos deben desarrollar, lo que Bosch llama, ‘una espiritualidad del camino.’20

5. Indicadores de Exito en la Comunidad PentecostalEl siguiente grupo de indicadores posiblemente va ayudar entender y medir la eficacia de la comunidad pentecostal. Estos son vistos como los resultados naturales de una realidad pentecostal primaria, donde los creyentes al ser bautizados con el Espíritu Santo son guiados a experimentar una vida dedicada y comprometida con Cristo. Estos indicadores pueden ser identificados como (a) obvios resultados numéricos en la práctica del ministerio (resultados cuantitativos), (b) evidencia clara de crecimiento eclesiástico y ministerial, (c) ejercicio práctico de los dones espirituales, (d) predicación dinámica y poderosa, (e) prosperidad en todas las áreas de la vida, (f) un estilo de vida cristiana apasionado que sigue los principios de la palabra de Dios, y (g) una orientación misional fuerte.

Una nota especial sobre este indicador es una predicación pentecostal genuina o un testimonio que es poderoso, ungido y apasionado. Es expresado como una comunicación impulsada divinamente la cual es fundamentada sobre las verdades de las Escrituras. La predicación pentecostal viene desde el corazón del predicador directamente hacia el corazón del oyente. Provee nutrición espiritual integral para el pueblo de Dios y la convicción del no creyente.

Otra nota es el evangelismo militante. La educación pentecostal provee para sus estudiantes un paradigma claro para alcanzar la meta última, la cual es el esfuerzo de los creyentes de salvar a los perdidos empleando todas las actividades ministeriales necesarias.21 Ya sea en la consejería, predicación, organización, promoción, visitación a los enfermos o cualquier otro ministerio, la educación pentecostal se enfoca en la formación de creyentes capaces de alcanzar a los perdidos con el evangelio.

6. El carácter de la educación pentecostalWayne Kraiss ha propuesto cuatro elementos que son carácterísticos de la educación pentecostal. 22

Primero, que las instituciones educacionales pentecostales deben son lugares de compasión y amor. El también argumenta que un centro verdaderamente pentecostal es un lugar donde Cristo es reflejado en el estilo de la administración, enseñanza, consejería y la solución de conflictos. El fruto del Espíritu, como el amor, gozo, paz, paciencia, bondad, amabilidad y la fidelidad, deben son parte del carácter de estas instituciones.23

Segundo, la educación pentecostal refleja el carácter de Cristo. Kraiss también sugiere que la meta de la educación pentecostal es modelar ante los estudiantes algo que talvez nunca han visto en el mundo. Es demostrarles con el ejemplo cómo es que una comunidad cristiana resuelve los conflictos y demuestra al mismo tiempo gracia y misericordia—Es mostrarles como perdonar.24

20 David J. Bosch, A Spirituality of the Road (Una espiritualidad del camino) (Scottsdale, Penn: Herald Press, 1979), p. 100. Vea también David J. Bosch, Transforming Mission: Paradigm Shifts in Theology of Mission (Misión transformador: Cambios de paradigmas en la teología de la misión) (Maryknoll, New York: Orbis, 1991), p. 496.21 Para más información sobre el tema del evangelismo militante como un instrumento de transformación social vea Joseph R. Suico, “Pentecostalism: Towards a Movement of Social Transformation in the Philippines (El pentecostalismo: Hacia un movimiento de transformación social en las filipinas),” Journal of Asian Ministries 1:1 (March 1999), pp. 7-19. 22 Wayne Kraiss, “The Case for Pentecostal Schools (El caso de las escuelas pentecostales),” en Educational Handbook of the Church of God (Cleveland, TN: General Board of Education, 1998), pp. 59-72. Su monografía fue presentado a la actividad de REACH 21 de la Iglesia de Dios, una conferencia ministerial de la Iglesia de Dios que tomo lugar en la Universidad de Lee el 9 de Enero del 1998. Wayne Kraiss es presidente de Southern California Collage.23 Kraiss, “The Case for Pentecostal Schools,” pp. 65-67.

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Tercero, la educación pentecostal está comprometida con la edificación de personas. Los educadores pentecostales son personas quienes ven al mundo con ojos de discernimiento y desafían lo mejor de las personas. Son personas quienes ven más allá de las idiosincrasias del presente y ven con ojos de fe lo que puede ser y no sólo lo que se ve en el presente.25

Cuarto, los educadores pentecostales son agentes de paz. Si el papel del Espíritu Santo es dar testimonio de Cristo y ayudar al pueblo de Dios a llegar a ser más como El, y porque Cristo es el Príncipe de Paz, entonces lógicamente una institución pentecostal debe ser un lugar donde sirvan agentes de paz. No hay nada más inconsistente con lo que deben ser los creyentes que el desorden, la oposición y la discordia. Nada es más fuera de carácter que una institución pentecostal donde hay facciones y peleas. La paz es algo que los pentecostales hacen. No es algo que deben esperar a que se les de en la mano.26

7. El papel de la reflexión en la educación pentecostalLa reflexión es otro elemento que debe ser tratado seriamente. La educación en un contexto pentecostal debe dirigir, y servir sencillamente para la transmisión y discernimiento de información. Tiene que ver con la praxis.27 La educación pentecostal tiene la función de formar a personas quienes pueden servir imitando el modelo del ministerio de Jesús.28 Esta apela a la visión de la vida; la clarificación y fortaleza de las convicciones y creencias que proveen identidad, orden personal y trasciende las actividades profesionales y el servicio cristiano. A la luz de esta necesidad de reflexionar en el proceso educacional, Hough y Cobb proponen un paradigma nuevo en el liderazgo para dirigir a la iglesia. Los líderes deben funcionar como ‘teólogos prácticos.’29 Estos individuos participan en ‘la reflexión crítica de la práctica de la iglesia.’30 Sin un liderazgo reflexivo la iglesia perderá su identidad.

Por otra parte, la educación pentecostal debe ser entendida en el contexto de su desarrollo histórico. Después de un siglo de crecimiento ininterrumpido, la comunidad pentecostal del siglo 21 ha llegado ha asociarse más extensivamente con las responsabilidades ministeriales. Este es un imperativo al que se debe dar más atención a fin de atender objetivamente a las necesidades y las esperanzas de la comunidad. La comunidad pentecostal debe ser servida a través de muchos modelos que involucran contacto e interacción continua entre el currículo educacional y la comunidad de fe.31 Aún en el nivel de seminario, la facultad y el personal deben crear relaciones laborales sanas con pastores y líderes laicos en las congregaciones locales, con las agencias de servicio social y con otras organizaciones cristianas, para que los estudiantes tengan acceso a la vida de la comunidad más allá de las actividades del aula de clases.

24 Kraiss, “The Case for Pentecostal Schools,” p. 70.25 Kraiss, “The Case for Pentecostal Schools,” p. 70.26 Kraiss, “The Case for Pentecostal Schools,” p. 70-71.27 Sobre este tema de praxis como un modelo de educación y transformación social vea Jackie D. Johns, “Yielding to the Spirit: The Dynamics of Pentecostal Model of Praxis (Sometiendo al Espíritu: La dinámica de un modelo pentecostal de la praxis),” en The Globalization of Pentecostalism, pp. 70-84.28 C.F. Ted W. Ward, “Servants, Leaders, and Tyrants (Siervos líderes y tiranos),” in Missions and Theological Education, ed. Harvie M. Conn and Samuel F. Rowen (Farmington, Michigan: Associates of Urbanus, 1984), pp. 19-40.29 Vea el diálogo entre Schubert M. Orden, “Christian Theology and Theological Education (La teología cristiana y la educación teológica),” en The Education of the Practical Theologian: Responses to Joseph Hough and John Cobb’s “Christian Identity and Theological Education (La educación del teólogo práctico: Respuestas hacia Jose Hough y Juan Cobb’s “La identidad cristiana y la educación teológica)” (Atlanta: Scholar Press, 1989), pp. 21-36, y Hough and Cobb, Christian Identity, pp. 113-129.30 Ogden, “Christian Theology and Theological Education.”31 C.F. Robert and W. Ferris, Renewal in Theological Education: Strategies for Change (Renovación en la educación teología: Estrategias para el cambio) (Wheaton, IL: Billy Graham Center, 1990), p. 141.

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Este modelo del proceso educacional revela otro distintivo pentecostal. Enfatiza un ambiente de aprendizaje donde existe una interacción continua con la comunidad de fe. Así que una asociación amplia de mentores crea relaciones responsables y expande el perímetro de las relaciones fraternales en la comunidad cristiana.

Por último, los educadores pentecostales participan y se relacionan con muchas organizaciones que se dedican a la educación. Esta apertura pone a la disposición de los educadores el caudal de recursos extraordinarios propios para el desarrollo adicional de la formación espiritual. Se manifiestan las habilidades naturales de liderazgo y administración, se profundiza la percepción y el estudio, además se estimula la pasión pastoral y el desarrollo de habilidades técnicas.32 Este proceso ha capacitado a la iglesia pentecostal para entrar en el tercer milenio con buena preparación para asumir las múltiples responsabilidades de una sociedad pos-moderna. Los pentecostales ahora son capaces de alcanzar a los pobres, la clase alta, el mundo universitario, los intelectuales, y los humanistas seculares.33 Un buen número de esos convertidos también se están comprometiendo con el servicio a cristiano otras culturas.

32 Vea Don S. Browning, “Globalization and the task of Theological Education in North America (La globalización y la tarea de la educación teológica en América del Norte),” Theological Education 23:1 (1986), pp. 43-59.33 Vea Emerito P. Ncpil, “Phillippines: A Gospel for the New Filipino (Las Filipinas: Un evangelio para el nuevo filipino),” en Asian Voices in Christian Theology, ed. Gerald H. Anderson (Maryknoll, NY: Orbis, 1976), pp. 117-145 (117). También vea Lois McKinney, “New Directions in Missionary Education (Nuevas direcciones en la educación misionaria),” en Internationalizing Missionary Training: A Global Perspective, ed. William D. Taylor (Exeter, UK: Paternoster Press, 1991), pp. 241-250.

*Este artículo fue presentado por el Dr. Miguel Alvarez durante el primer simposio anual de la Sociedad Pentecostal Asiática, en mayo de 1999, en Daejon, Korea. Posteriormente fue publicado en el Asian Journal of Pentecostal Studies 3:2 (July 2000) 281-293

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