deseo de navidad

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“DESEOS DE NAVIDAD” (H) Furuichi despertó sobresaltado, sospechando que, una vez más, Alaindelon intentaba escabullirse dentro de su cama, con el pretexto de darle consuelo durante una pesadilla. Incorporándose, notó la ausencia del demonio y la presencia de un extraño baúl; sobre éste, se encontraba una nota.

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Nadie supo de quién fue el deseo que viveron Oga e Hilda

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Page 1: Deseo de Navidad

“DESEOS DE NAVIDAD”

(H)

Furuichi despertó sobresaltado,

sospechando que, una vez más,

Alaindelon intentaba escabullirse

dentro de su cama, con el pretexto

de darle consuelo durante una

pesadilla.

Incorporándose, notó la ausencia del

demonio y la presencia de un

extraño baúl; sobre éste, se

encontraba una nota.

Page 2: Deseo de Navidad

Furuichi se acercó para tomar la

nota y poder leerla:

“Estratega Furuichi: No se

preocupe, mi Señor Rey Demonio, ha

enviado regalo navideño para bebé

Beel, entregar a Hilda. Señor Rey

Demonio ha solicitado mi presencia.

Espero no demorar demasiado”

El chico de plateados cabellos

estuvo contemplando el baúl por un

buen rato.

-Si claro, cuando tengo que cargar

con algo que se ve tan pesado, ese

maldito demonio desaparece.

Page 3: Deseo de Navidad

Arrastrando el baúl hasta la entrada

de su casa, se dio cuenta de que era

mucho más pesado de lo que había

imaginado. Y así, refunfuñando y

maldiciendo, se dirigió a la casa de

Oga, remolcando el dichoso baúl.

*****

Una semana antes…

Hilda, nacida demonio y sirviente, en

el Mundo de los Demonios. Ella se

consideraba afortunada de ser la

nodriza de bebé Beel. La madre de

Beelzebub la había elegido por

Page 4: Deseo de Navidad

sobre las demás, para encargarse de

su hijo, si ella no estaba con él.

Hilda fue sirviente de bebé Beel,

desde antes de que naciera el

futuro Rey Demonio. Hasta hace

poco, ella se consideraba sólo un

sirviente más; sin embargo, al paso

del tiempo, llegó a comprender que

más que un sirviente, era la madre

sustituta del pequeño demonio

En este momento se encontraba

sentada sobre sus piernas,

vislumbrando entre las penumbras el

perfil apacible de Oga, a quien muy a

su pesar, comenzaba a tener

Page 5: Deseo de Navidad

respeto y quizás una pizca de

admiración.

Su amo dormía sosegadamente al

lado del chico, que, por azares del

destino, ahora era su padre.

Hilda no lograba comprender el tipo

de conexión que se había creado

entre ambos, porque aunque el

humano Oga siempre dijera que

quería deshacerse de bebé Beel,

seguía luchando por él. Y si era

sincera consigo misma, su amo

parecía estar desarrollando una

especie de sentimiento por Oga.

Page 6: Deseo de Navidad

Al ser ella un demonio-sirviente, su

prioridad era satisfacer hasta el

más mínimo capricho de su amo;

resguardar su seguridad, aún a

costa de su propia existencia, y

asegurarse que bebé Beel creciera y

obtuviera el poder necesario para

destruir la tierra. Su lealtad y

devoción, no conocían límites

En ese momento, la demonio pensaba

en algo que la tenía molesta desde

hacía tiempo.

Por más que se esforzara, no

lograba entender las emociones

humanas, como la atracción que ella

Page 7: Deseo de Navidad

misma despertaba en Furuichi, o el

supuesto amor que la humana

llamada Aoi, ocultaba tan mal del

distraído Oga.

Se preguntaba qué tendría de

especial aquel humano, que incitaba

sentimientos tan fuertes y

confusos.

Estaba dispuesta a encontrar la

respuesta, estudiaría cada uno de

sus movimientos, decisiones,

comentarios. Ya que vivía con él,

podía observarlo sin perjuicio

alguno.

Page 8: Deseo de Navidad

En su primer día de estudio hacia el

humano Oga, Hilda encontró que

realmente podía tener una infinita

paciencia, pues sin importar las

constantes rabietas y por ende,

electrocutadas de Beel a Oga, el

humano seguía ejerciendo de padre

del pequeño demonio, y no sólo eso,

sino que hablaba con el pequeño,

dando consejos para que bebé Beel

fuera… más maduro, por así decirlo.

Los enemigos de Oga parecían

reproducirse de la nada, si no era

uno, llegaba otro. Y Oga todas y

cada una de las veces, había estado

Page 9: Deseo de Navidad

ahí, para luchar por ellos. O

simplemente por él mismo, pero

nunca se dejaba intimidar.

Torpe, problemático sin querer, un

ser humano que veía la vida de

forma simple y sencilla, sin ninguna

clase de complicaciones. Hilda sentía

una burbuja subir y bajar por su

pecho cuando Oga hacía gala de lo

despistado que era, al no reconocer

en la chica del parque y la guardería,

a la decidida y fuerte Aoi.

Alaindelon, comentó a Hilda que esa

burbuja que sentía en el pecho, era

Page 10: Deseo de Navidad

sólo lo que los humanos llamaban

risa.

Aunque Hilda nunca demostraba lo

que estaba pensando, su mente

giraba en torno al chico que ella en

un principio creyó indigno de ser el

padre de bebé Beel.

La rubia sentía cierta energía

negativa cunado Aoi se encontraba

cerca. Alaindelon explicó,

nuevamente, que era porque la chica

de cabellera oscura sentía unos

intensos celos de ella.

Aunque la hermana de Oga había

tratado de explicar varias cosas

Page 11: Deseo de Navidad

terrenales a Hilda, la demonio

realmente no sentía curiosidad,

salvo por todo lo referente a Oga.

En los días que Hilda llevaba

analizando el comportamiento del

chico, comenzaba a experimentar

algo un tanto desconocido para ella,

un extraño calorcillo en el estómago

cuando lo miraba dormir. Un

cosquilleo en el cuerpo cuando sus

miradas se encontraban. Lo que

incomodaba a la demonio de forma

extraordinaria.

Ella había nacido sólo para servir,

punto. Definitivamente estaba fuera

Page 12: Deseo de Navidad

de toda consideración que ella

empezara a notar ciertas reacciones

humanas en su comportamiento.

Como cuando Oga interrumpió

ciertas vacaciones del pobre

Furuichi sólo para estar con él y

burlarse de su expresión al ver que

no tenía más remedio que

aguantarse.

En esa ocasión Hilda no comprendió

al padre sustituto de su amo y

señor, pero ahora que ya lo conocía

un poco mejor, sabía que Oga era

como otro niño, al que le gustaba

cumplir sus caprichos sin

Page 13: Deseo de Navidad

justificación alguna. Pero también

sabía que era un chico que estaba

muy solo, ya que a parte de Furuichi

y ahora Aoi, no frecuentaba a nadie

más.

Y esa otra revelación que tuvo de sí

misma cuando bebé Beel se

empecinaba en jugar con Kota, el

pequeño hermano de Aoi, que por

alguna bizarra razón, se convertía

poco a poco en el compañero de

juegos preferido de bebé Beel.

Esa vez Hilda se dedicó a aguzar los

sentidos, sobre todo en lo referente

a las reacciones que demostraba la

Page 14: Deseo de Navidad

humana Aoi en torno a Oga. Hilda

percibió cada sonrojo en las tersas

mejillas de Aoi, el desconcierto en

su mirada cuando confundía las

palabras de Oga; y sobre todo, el

brillo en la mirada de la chica,

cuando ésta contemplaba

embelesada a Oga, sin que el joven

se diera cuenta.

Hilda supo que algo había cambiado

en su interior cuando una extraña

punzada atravesó su pecho,

cortando la respiración de la rubia,

en una dolorosa forma. Hilda supo

exactamente qué sentimiento se

Page 15: Deseo de Navidad

estaba haciendo presente, sin tener

que consultar a Alaindelon.

Desde ese momento, Hilda dio por

terminado el escrutinio al que había

sometido a Oga durante la semana

previa al día de Navidad.

Ahora su mayor preocupación, había

decidido, era saber cuál era el

deseo más preciado de su joven amo

y señor, como presente para

navidad.

*****

Page 16: Deseo de Navidad

En el Mundo de los Demonios, se

encontraba el Gran Rey Demonio

haciendo una rabieta porque uno de

sus sirvientes, sin querer, le había

ganado en un videojuego.

Oga, bebé Beel, Furuichi e Hilda,

sintieron un leve temblor de tierra,

sin embargo siguieron en sus

asuntos al no sentir nada más.

*****

Día actual.

Page 17: Deseo de Navidad

Furuichi arribó a la casa de Oga

totalmente extenuado. Hilda no

perdió de vista el baúl que halaba el

chico a duras penas. Se sorprendió

un poco al reconocerlo como llegado

del Mundo de los Demonios. Tras la

explicación de Furuichi y leer la nota

dejada por el demonio

interdimensional; Hilda supo

exactamente de qué artefacto se

trataba esta vez.

Era ‘El Cofre de los Deseos

Incógnitos’, algo sumamente

poderoso, por lo que no debería caer

en manos equivocadas…

Page 18: Deseo de Navidad

Y entonces ahí estaba Hilda, en una

escena más que bochornosa para

ella. Seguramente el idiota de

Furuichi acababa de abrir el cofre y

el resultado era aquella situación.

Hilda sabía que cualquier humano

que levantara la tapa del cofre y

dejara ambas manos en ella, sería

trasladado a un universo alterno

donde viviría sus deseos más

profundos e insospechados, o quizás

no tanto. Lo que tranquilizaba a la

rubia era que sólo los demonios

podían recordar el haber

Page 19: Deseo de Navidad

participado en algo así. Los humanos

lo olvidaban en cuanto terminaba.

Así que, ahora Hilda tenía puesto un

uniforme de maid, mucho más corto

que el usual, más entallado… y con un

escote demasiado generoso.

Realizando la Ceremonia del Té,

como toda una profesional. Hilda

fulminaba a Furuichi con la mirada,

pero con una actitud servicial

atendía a su señor Furuichi.

Sabía que no había nada que ella

pudiera hacer, esa magia era

milenaria. El cofre lo había creado el

Primer Gran Señor Rey Demonio

Page 20: Deseo de Navidad

como regalo para su esposa e hijos;

y así fue pasando de generación en

generación.

-Eres hermosa- escuchó la voz de

Furuichi en un vano intento por

hacerla parecer seductora.

-No diga eso, mi señor- contestó una

ruborizada Hilda, con la vista baja;

mientras en su mente se deleitaba

con la imagen de Furuichi volando a

través de la ventana gracias a una

patada que ella le había propinado.

-Acércate pequeña Hilda, quiero

conocerte mejor- pronunció el chico.

Page 21: Deseo de Navidad

Hilda pudo observar un brillo en los

ojos de Furuichi que no

pronosticaban nada bueno, por lo

menos para ella.

Sintió cuando Furuichi se puso de

pie y comenzó a acercarse…

Entonces la escena cambió.

La rubia y ya muy molesta Hilda, se

vio a sí misma en el parque, donde

también se encontraba Oga… y un

poco más retirada, se podía ver la

menuda figura de Aoi.

Esto seguramente era obra de Oga,

que tomando el cofre de manos de

Page 22: Deseo de Navidad

Furuichi, había dejado ambas manos

en la tapa. Sin duda aquel chico era

peor que Furuichi.

Sin embargo ella no sentía que fuera

Oga el que estuviera recreando

aquello.

-Lo ves, Oga, te dije que no era tan

fuerte como quiere hacernos creer.

Ni tan linda- muy bien,

definitivamente era Aoi la que había

quitado a Furuichi del cofre.

Fue entonces que la demonio captó

lo que sucedía realmente.

Page 23: Deseo de Navidad

Ella se encontraba en el piso, atada

de manos y piernas, amordazada, y

por lo que podía sentir, doblegada y

golpeada a más no poder. Pero Hilda

sabía que aquello no era todo lo que

la humana Aoi deseaba. Estaba

segura que los golpes no habían sido

hechos para producir daño, sino para

otro fin. Neutralizarla.

Aoi comenzó a caminar hacia Oga,

que esperaba como idiota sentado

en una banca; mirando a Aoi como si

fuese la criatura más extraordinaria

de todo el universo.

Page 24: Deseo de Navidad

La chica pretendía que su andar

fuera sexy, para gusto de Hilda,

quedaba sólo en eso, pretensión. Se

preguntaba qué estaría haciendo Aoi

en casa de Oga.

En el momento que Aoi acercaba sus

labios a los de Oga, la demonio sólo

pedía poder cerrar los ojos. Sin

embargo, era Aoi quien llevaba la de

ganar.

La rubia quería regresar a la escena

con Furuichi.

Y entonces se rompió. Hilda se

encontraba de nuevo en la casa con

Page 25: Deseo de Navidad

sus amigos que la miraban

extrañados.

-¿Te sientes bien Hilda? Estás como

ausente- Furuichi quería demostrar

a Hilda su preocupación por ella.

-Sí, no toquen eso- Hilda se acercó

al cofre, al mismo tiempo que Oga.

La habitación estaba decorada

simple, pisos de madera, ventanas

translúcidas, y una silla. Parecía que

había más muebles, objetos, tapices,

pero lo que realmente destacaba y

acaparaba la visión de Hilda, era la

silla. Entrecerrando los ojos, pudo

reconocerla, era la vieja silla que

Page 26: Deseo de Navidad

siempre estaba empolvada en el

rincón más alejado del comedor. Por

más que la sacudieran, siempre

volvía a llenarse de polvo, como si

esa cosa lo produjera.

Hilda estaba confundida, podía

moverse, hacer lo que quisiera. ¿Eso

era porque ella estaba recreando su

deseo, cierto?

Entonces, cuál era ese deseo; se

preguntaba la demonio.

Oga apareció caminando hacia ella, e

igual de confundido. Parecía buscar

algo, o a alguien. Fue entonces que

Page 27: Deseo de Navidad

Hilda reparó en la ausencia de bebé

Beel.

Quizás estaba equivocada y era

realmente Oga quien proyectaba la

escena. Oga siempre trataba de

pasar a alguien más a su amo.

-¿Qué significa esto, dónde está

bebé Beel?- Oga interrogó

directamente a Hilda.

-No lo sé- la chica se sorprendió al

expresar exactamente lo que estaba

pensando.

Así que era ella quien proyectaba

aquello, sólo que no le importaba que

Page 28: Deseo de Navidad

Oga se comportara igual que

siempre; de hecho así era como a

ella le… gustaba. No quería cambiar

nada en él. Por fin admitía que el

estar con Oga, había cambiado su

punto de vista sobre los humanos, y

sobre todo, de él mismo.

Siempre se preguntaba qué nueva

sorpresa traería consigo.

Oga se situó frente a ella.

Hilda dirigió la mirada a la silla, fue

un vistazo fugaz, pero no pudo

ocultarlo de Oga; quien volvió el

rostro hacia el mueble, y, con una

sonrisa ladeada acompañada de una

Page 29: Deseo de Navidad

ceja levantada, regresó a sostener

la mirada del demonio femenino.

-¿En serio?- preguntó en tono

burlón.

Si, ese era el Oga que Hilda conocía,

no necesitaba ni quería otro.

El chico avanzó lentamente, dejando

ver cada uno de sus felinos

movimientos, y se sentó en la silla.

Se veía relajado, pero en espera de

algo.

Hilda suspiró, la decisión estaba

tomada.

Page 30: Deseo de Navidad

Se acercó a Oga, un paso tras otro,

sin movimientos estúpidos, sin

querer fingir lo que no era.

Paró cuando sus piernas se tocaron.

Oga seguía con la sonrisa ladeada en

los labios, como si realmente no le

interesase lo que estaba pasando.

Sin embargo, sus dilatadas pupilas lo

ponían en evidencia.

Hilda se sentó en el regazo de Oga,

recargando sus manos en el

poderoso pecho del chico, que ahora

subía y bajaba a un ritmo mucho más

rápido.

Page 31: Deseo de Navidad

La chica acercó su rostro al de Oga,

rozando apenas sus labios; sintió

como un latigazo de electricidad

recorriendo su cuerpo, logrando que

todos sus sentidos se pusieran

alerta, pero no por advertir peligro,

no por ponerse a la defensiva. Esta

vez era algo que Hilda jamás había

experimentado.

Las manos de Oga tomaron sus

caderas, mientras exhalaba un

suspiro en sus labios.

-No sé si es un sueño o una maldita

pesadilla- susurró Oga en la

garganta de Hilda, mientras la

Page 32: Deseo de Navidad

recorría con los labios una y otra

vez, sin hacer nada más.

Hilda quería retrasar lo que sería su

primer beso… pero se preguntaba si

sería igual para Oga.

-Nunca imaginé que esto pasara con

un demonio- al parecer, sí.

Eso fue suficiente para Hilda, desde

ese momento sólo se dejó llevar.

Sentía las fuertes manos de Oga en

su espalda, acercando más y más su

cuerpo al de él. De alguna forma los

broches de su traje cedían uno a uno

ante los torpes y apresurados dedos

Page 33: Deseo de Navidad

de Oga. Después de todo, sólo era

un chico, no un amante

experimentado.

Hilda sintió temblar las manos de

Oga cuando al fin, pudieron recorrer

su espalda, titubearon al

encontrarse con el mayor obstáculo

de todo chico en su primera vez.

Hilda sonrió ante los intentos

fallidos de Oga, y de pronto, su

sostén simplemente, se esfumó. Oga

soltó un suspiro de alivio.

Las caderas de Hilda comenzaban a

mecerse al ritmo que marcaban las

manos de Oga. El frente del traje

Page 34: Deseo de Navidad

de Hilda resbalaba poco a poco,

dejando al descubierto una deliciosa

vista para Oga, que no tardó nada en

dirigirse al nacimiento de los pechos

de Hilda. Respirando su aroma,

dejando a la calidez de aquel sitio

propagarse por su cara y luego por

todo su cuerpo. Llegando por fin a

donde él esperaba.

-¿Qué pasa, soy mucho para ti?-

quiso provocarlo Hilda.

-Tú tienes la culpa, me oprimes y te

mueves para donde no es- contestó

enfadado y avergonzado Oga.

Page 35: Deseo de Navidad

Hilda movió las caderas en forma

circular, obteniendo un respingo de

Oga como respuesta.

-¿Así es cómo me muevo mal?-

repuso la rubia, repitiendo el

movimiento.

Esta vez Oga, la tomó más firme de

las caderas, y él levantó un poco su

pelvis, para que Hilda pudiera sentir

lo que estaba provocando. Y la chica

lo sintió.

Hilda tomó el rostro de Oga entre

sus manos. Ahora era ella quien

llevaba la iniciativa. El primer roce

Page 36: Deseo de Navidad

la había tomado por sorpresa, pero

ahora sabía qué esperar.

Volvió a acariciar los labios del chico

con los suyos, una y otra vez,

recorriéndolos en su totalidad con

cada roce. Pasó la punta de su lengua

por aquellos labios, dejándolos

brillantes y totalmente excitantes.

Oga movía las caderas en forma

apresurada, y un tanto brusca, así

que Hilda decidió establecer el

ritmo que a ella le agradaba. Ni muy

lento, ni muy rápido, ni muy fuerte,

ni muy suave. Oga entendió después

de varios intentos de regresar a

Page 37: Deseo de Navidad

tomar el control. Dejándose llevar

por la cadencia del vaivén de Hilda.

Hilda sentía la angustia creciendo en

el chico, quizás por nervios, quizás

por no saber exactamente de qué

forma actuar. Tomó las manos de

Oga en las suyas y las llevó a sus

generosos pechos. Permitiendo que

exploraran a su gusto.

-¡Auch, no pellizques!- Hilda dio un

pequeño tirón al cabello de Oga.

Aprovechando el jalón a su cabello,

Oga acercó su boca un poco más a la

de Hilda, y entonces, se besaron.

Page 38: Deseo de Navidad

Por primera vez para uno, por

primera vez para el otro.

No fue un beso tierno, que pedía

permiso, simplemente era el beso

perfecto para los dos.

La boca de Hilda quemaba la de Oga,

pero al chico parecía no importarle.

Se recorrían, ansiosamente al

principio, con mayor calma después.

Hilda ya no sabía si existía o no, en

ese momento sentía que flotaba en

algún plano, conocido o desconocido,

daba igual.

Page 39: Deseo de Navidad

Sus lenguas se buscaban, se

encontraban, reconocían,

acariciaban. La primera vez que se

enredaron Hilda sintió que Oga

llegaba a su garganta, pero después

todo fue bien. Ambos aprendían uno

del otro. O quizás los dos al mismo

tiempo.

Hilda sabía que tenía que hacer algo,

siendo la primera vez de Oga…y

siendo este un humano…

Con pesar dejó su boca, y comenzó

descender por el pecho del chico,

chupando, lamiendo, mordisqueando

cada parte de aquel cuerpo.

Page 40: Deseo de Navidad

Las ropas de ambos hacía tiempo

que se habían esfumado, por

innecesarias, tal vez. Así que nada

estorbaba el recorrido de la boca de

Hilda. Se detuvo un momento en el

ombligo de Oga, a juguetear con su

lengua en él. Provocando cosquillas al

joven.

Continuó su camino en descenso,

hasta llegar a aquel trozo

palpitante. Sin pensarlo, lo tomó en

sus manos y lo introdujo en su boca.

La explosión la tomó por sorpresa,

pero más el grito de Oga.

Page 41: Deseo de Navidad

El chico manoteaba, respiraba

agitadamente, tomaba la cabeza de

Hilda, para luego volver a soltarla.

Trataba de contener los gruñidos,

pero era imposible. Sus convulsiones

y sacudidas iban menguando poco a

poco, gotas de sudor resbalaban por

su frente, pecho y cuello. Un hilillo

de saliva dejaba su rastro en el

mentón del chico.

Hilda se excitó aún más al verlo tan

vulnerable ante ella, indefenso, tan…

bellamente humano.

La respiración de Oga se restableció

al fin.

Page 42: Deseo de Navidad

-E-eso fue, no sé qué fue, pero se

sintió mucho mejor que derrotar a

todos los idiotas juntos.

Hilda sonrió ante las palabras de

Oga. Se posicionó de nuevo sobre las

piernas de Oga, pero esta vez fue el

chico el que comenzó a besarla

primero.

No podían parar, era como si no

existiera un principio, ni un fin.

Manos, boca, piel, lengua, saliva,

todo era válido. Hilda sabía que

ahora Oga conocía el camino y lo

dejaba guiar.

Page 43: Deseo de Navidad

Sabía que necesitaría una mínima

ayuda para estar listo de nuevo. No

quería apresurar las cosas, así que

se tomó su tiempo.

Hilda fue bajando una de sus manos

lentamente, acariciando, explorando,

hasta llegar al lugar que ansiaba.

Tomó el miembro viril del chico, que

aun permanecías en reposo, y lo

frotó suave, pero firme, varias

veces. Cuando sintió que el mini Oga

palpitaba, tratando de volver a la

vida, lo soltó por un momento. Y con

mano diestra (después de todo ella

era un demonio, poco era lo que no

Page 44: Deseo de Navidad

sabía, aunque nunca lo hubiese

experimentado), dirigió uno de sus

dedos hacia el orificio posterior del

chico, sin llegar por completo a él.

Lo que realmente tranquilizó a Oga,

que se había puesto sumamente

tenso.

Hilda pasaba y repasaba esa zona de

unión, entre la base del miembro de

Oga y el inicio de aquel lugar que al

chico tanto alteraba. Era un masaje

sumamente erótico, ya que las

sensaciones que producía en Oga,

eran transmitidas por este a Hilda,

Page 45: Deseo de Navidad

vía caricias y besos, quejidos y

jadeos.

Hilda regresó a hacerse cargo del

pequeño Oga, sonriendo al sentir que

su esfuerzo estaba plenamente

recompensado, y al parecer, con

creces.

La lengua de Oga se entretenía en

los pezones de Hilda, la chica

suspiraba y gemía a más no poder.

Sus cuerpos comenzaron a temblar

sus bocas se buscaban sin tregua.

Hilda sintió la forma en que una

mano de Oga dirigió su miembro a la

intimidad de ella.

Page 46: Deseo de Navidad

-Espera, ¿debo usar protección? Con

bebé Beel tengo por el momento-

Los ojos de Oga estaban encendidos

por el deseo, sin embargo Hilda

podía leer real preocupación en

ellos.

Oga mismo se dio la respuesta.

-Oh bien, esto es un sueño, no creo

que sea necesario- y diciendo esto,

entró en el cuerpo de Hilda.

-¡Arrgggh! Se supone que es a ti a

quien debe doler, no a mí- se quejó

el chico

Page 47: Deseo de Navidad

Hilda no tenía idea de si dolería o

no, después de todo, ella no era

humana. Deseo experimentar todo, y

entonces un agudo dolor recorrió su

bajo vientre. Tan intenso que mordió

a Oga en el hombro.

-Lo lamento- expresó Oga, entre

serio, entre en broma, pero con

mucho jactancia.

Hilda comenzó a moverse poco a

poco en cuanto el dolor se convirtió

en ardor y luego en nada. Las

caricias eran lentas y rápidas,

suaves y fuertes, expertas y torpes.

Hilda apoyó los pies en el piso y

Page 48: Deseo de Navidad

comenzó a impulsarse, arriba y

abajo, sólo un poco las primeras

veces, más largo el movimiento

conforme iba sintiendo su cuerpo

inundado de sensaciones

desconocidas hasta ahora para ella.

Sintió que algo se aproximaba, el

cosquilleo eléctrico de su cuerpo,

estaba avisando.

Las manos de Oga recorrían su

espalda, jugaban con sus pezones,

acariciaban su rostro.

Entonces llegó, oleadas de placer

azotaban el cuerpo inexperto de

Hilda, era como si esas olas, la

Page 49: Deseo de Navidad

revolcaran una y otra vez, llegando

más fuerte en cada embestida.

No sabía si estaba respirado,

cayendo o volando, era nada y todo,

placer y dolor. Felicidad.

El cuerpo de Hilda se arqueaba y

encogía, quejidos suaves salían de

sus labios. Oga contemplaba el

hermoso rostro de la demonio y

entonces él también tuvo, una vez

más, su liberación.

Hilda apenas sintió cuando Oga llegó

al éxtasis total, pero reunió fuerza

suficiente para besarlo. Oga mordió

su labio, pero no le importó. Sentía

Page 50: Deseo de Navidad

que su cuerpo era moldeable, ligero,

sin soporte alguno. Sintió cuando la

cabeza de Oga cayó sobre su

hombro, jadeando.

Permanecieron así, un instante, un

momento, o una eternidad, Hilda

nunca lo supo. Sólo estaba segura

que nunca olvidaría eso que estaba

viviendo con Oga. Quizás el vivir

entre humanos la había vuelto frágil

ante ese estúpido sentimiento que

los humanos llamaban amor.

Oga acariciaba su espalda, apenas

tocando su piel con la punta de los

dedos.

Page 51: Deseo de Navidad

Hilda levantó el rostro, para

encontrarse con la mirada de Oga,

medio divertida, medio confundida.

-Esto es sólo un sueño, verdad. No

ha pasado realmente, ¿o sí?-

preguntó Oga con voz ronca –Porque

si es verdad, si esto es real,

entonces tengo que decirte que…

yo… yo…

Y ahí estaban en la sala de la casa

de Oga, con Furuichi electrocutado

y un bebé Beel, de ojos llorosos.

Hilda no veía a Aoi por ningún lado.

Tal vez prefirió retirarse.

Page 52: Deseo de Navidad

Hilda sintió la mirada de Oga, que la

analizaba desde el otro extremo del

cofre.

-No toquen el cofre, es un regalo

muy importante para bebé Beel. Es

un legado de la familia real del

Mundo de los Demonios.

Bebé Beel, se acercó al cofre, y

sostenido por Hilda observó dentro

de este. Al ser él un demonio, no

tenía que tocarlo, como sucedió con

Hilda. El sólo hecho de estar junto a

él, era suficiente. Además de que en

los demonios de sangre real, el

resultado era diferente. En su caso,

Page 53: Deseo de Navidad

no eran transportados a ningún lado,

ni había proyecciones de ningún tipo.

Simplemente se acercaban al cofre

y lo que deseaban, salía de éste.

Así que en un instante, la casa de

Oga estuvo llena.

Furuichi, Aoi, Kota, Alaindelon,

Lamia, los padres y la hermana de

Oga, fueron emergiendo poco a poco

del cofre. Todos con simpáticos

gorros navideños. Por último, el gato

amigo y aprendiz de bebé Beel.

La casa se llenó de risas y una que

otra descarga, Hilda, sin pensar en

Page 54: Deseo de Navidad

lo que hacía, se dirigió

distraídamente a la silla que siempre

estaba abandonada en el fondo del

comedor, esa que parecía fábrica de

polvo.

-Lo siento, desde ahora reclamo

este asiento como de mi propiedad-

era Oga el que hablaba, dirigiendo

una sexy pero divertida mirada a la

chica demonio.

*****

Hilda contemplaba esa noche a Oga

mientras dormía, no estaba segura

Page 55: Deseo de Navidad

de que el chico supiera lo que había

pasado, pero no preguntaría. ¿Acaso

fue el deseo de él, o el de ambos?;

en todo caso, Oga era humano, no

debería recordar nada. O quizás la

conexión con bebé Beel, era tan

fuerte, que el cofre lo tomó como un

demonio.

De pronto la escena cambió. Hilda

pudo contemplar a Alaindelon

tratando de escabullirse en la cama

de Furuichi, ante la aceptación del

chico.

Hilda suspiró, sabía que el demonio

interdimensional había abierto el

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cofre, y estaba considerando dejar

que se divirtiera un rato.

-Por qué estoy en tu deseo- dijo

Hilda simplemente.

-Quizás quiero que me detengas-

contestó el demonio

interdimensional.

-Deja de jugar y ve a dormir.

Hilda regresó a contemplar el rostro

apacible de Oga, mientras el chico

dormía.

FIN