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Desafiando la globalización Historias de la experiencia boliviana

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Desafiando la globalizaciónHistorias de la experiencia boliviana

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Desafiando la globalizaciónHistorias de la experiencia boliviana

Jim ShultzMelissa Crane Draper

(editores)

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El Centro para la Democraciawww.democracyctr.org/libro

© El Centro para la Democracia / Plural editores, 2008

Primera edición: abril de 2008

dl: 4-1-655-08isbn: 978-99954-1-131-2

Producción:Plural editoresc/ Rosendo Gutiérrez Nº 595, esquina Av. EcuadorTeléfono 2411018 / Casilla 5097 / La Paz, Boliviaemail: [email protected] / www: plural.bo

Impreso en Bolivia

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Al pueblo boliviano: nuestra inspiración.

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Índice

Agradecimietos ........................................................................................... 9

Introducción ............................................................................................... 11

1. La guerra del agua en Cochabamba y sus secuelas Jim Shultz .............................................................................................. 17

2. El río que se volvió negro: Enron y Shell esparcieron destrucción por las tierras altas de Bolivia Christina Haglund .................................................................................. 53

3. Petróleo y gas: la riqueza ilusoria debajo de sus pies Gretchen Gordon y Aaron Luoma ............................................................. 87

4. Lecciones de sangre y fuego: el Fondo Monetario Internacional y el Febrero Negro boliviano Jim Shultz .............................................................................................. 131

5. Las redes económicas: políticas de deuda externa Nick Buxton ............................................................................................ 163

6. Coca: la hoja en el centro de la guerra contra las drogas Caroline S. Conzelman, Coletta A. Youngers, Jim Shultz, Caitlin Esch, Leny Olivera y Linda Farthing ............................................ 203

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8 desafiando la globalización

7. Trabajadoras, líderes y madres: las mujeres bolivianas en un mundo globalizado Melissa Crane Draper .............................................................................. 237

8. Y aquellos que se fueron: retratos del éxodo boliviano Lily Whitesell .......................................................................................... 279

Conclusiones: lo que Bolivia nos enseña .................................................... 317

Editores, autores y colaboradores .............................................................. 323

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Es difícil imaginar un libro que tenga más personas involucradas que éste. Nos gustaría agradecer a cada uno de ellas.

Muchas personas, en Bolivia, Estados Unidos y otros lugares del mundo revisaron el libro, nos apoyaron con las tareas de investigación, compartieron sus historias, y leyeron y comentaron los borradores de muchos capítulos para que el libro salga mejor. Entre muchas, a: Carlos Arce, Carlos Arrien, Adam Bauer, Marcelo Becerra, Pamela Calla, Aldo Cardoso, Jeff Carolin, Roberto Andrés Carvallo Arroyo, Mónica Castellón Barea, Ann Chaplin, Severina Barro, Nelson Chacón, Keiko Chisaka, Amparo Choqueribe, Carolyn Claridge, Eva Colque, Robert Conrad, Carlos Crespo, Lucy Draper, Matthew Draper, Thad Dunning, Raúl Escalera, Juan Luis Espada, Linda Farthing, Leonardo Fernández, William Finnegan, Douglas Flavio Rivero, María Eugenia Flores, Barbara Gagnat, Javier Gómez, Donna Gordon, Sara Grusky, Osvaldo Guachalla, Daniel Guzmán Landa, María Teresa Hosse, Smita Jassal, Annie Murphy, Tom Kruse, Kathryn Ledebur, Claudia López, Gustavo Luna, Gracia Luoma, Patricio Mamani, Severina Mamani, Virginia Mamani, Stephen Mandel, Mónica Mendizábal, Patricia Miranda, Jania Mueller, Juan Carlos Núñez, Carmen Peredo, Elizabeth Peredo, Valentín Pérez Mamani, Gary Rojas, Lawanda Sellan, Arminda Solíz, Pablo Solón, Yves Van Damme, Simona Velásquez, Nicholas Verbon, Medardo Villarroel, John Walsh, y David Zambrana.

También nos gustaría agradecer a nuestras familias, mentores y amigos en Bolivia y en nuestros propios países. Soportaron el proceso de la realización del libro a lado nuestro en cada paso. Queremos agradecer especialmente a: Juliette Beck, Eliana Abujder Chajtur, John Draper, Grace Goodell, Ben Kohl, Anabel Landa, David Lebow, y Lynn Nesselbush.

Agradecimientos

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Debemos mucho a los bolivianos quienes, por muchos años, nos han ofrecido una mirada más profunda sobre Bolivia y quienes nos han guiado en nuestro proceso de aprendizaje. Entre ellos, a: Óscar Olivera, Casimira Rodríguez, Luís Gómez, Leonardo de la Torre Ávila, la gente del río Desaguadero, la gente de Los Yungas, la Fundación Abril, la gente de El Alto y a la Asociación de los Familiares Caídos en Defensa del Gas, Fundación Jubileo, la gente de Guaqui, Saúl Escalera y el equipo de industrialización de ypfb, a la comunidad de Chuñu Chuñuni, los equipos de investigación del cesu y cedla, y a los inmigrantes bolivianos en Arlington, Barcelona y Buenos Aires, especialmente Julia García.

Agradecemos también a los tres financiadores que nos dieron apoyo financie-ro y moral para hacer realidad este libro: el Wallace Global Fund (Fondo Global de Familia Wallace), el Open Society Institute (Instituto para una Sociedad Abierta), y el Oregon Shadow Fund (Fondo Shadow de Oregon). Con este mismo espíritu, agradecemos a nuestros traductores y redactores, Juan Dibos, Anabel Landa, Marcela Olivera, Yi-Ching Hwang y especialmente a Bernardo Quiroga Trigo y a Plural editores para su paciencia y apoyo en este proyecto.

Finalmente, nos pusimos de acuerdo en dar permiso a Jim Shultz para que agradezca a sus dos perros, Simone y Little Bear. Sin su compañía en muchas caminatas hacia las montañas de Cochabamba, donde mucho de este libro ha sido editado, bien podría haberse extraviado en su regreso a casa.

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Globalización: nombre – Proceso por el cual la experiencia de la vida diaria, marcada por la difusión de mercaderías e ideas, se está estandarizando alrededor del mundo.

– La Enciclopedia Británica

Empezamos con una pregunta: ¿Qué significa globalización?Los historiadores puede que nos digan que la globalización comenzó hace 50

000 años, cuando unos cuantos de nuestros ancestros iniciaron su lento camino fuera de África, que terminó poblando los lejanos rincones del mundo. Durante siglos y paulatinamente, a través de guerras, comercio, migración y proselitismo religioso el mundo se ha integrado constantemente. En síntesis, la globalización no es novedad.

Hoy en día, el término globalización se ha convertido en una frase generaliza-da que significa muy diferentes cosas a la vez. En labios de algunos, el término se aplica a globalización económica; el movimiento de dinero, bienes, negocios y mano de obra migratoria hacia mercados extranjeros en búsqueda de mejores ingresos y beneficios. Hay otros que la consideran más en términos de globalización política; el surgimiento de reglas e instituciones globales cuyo peso tiene enorme influencia en las opciones que las naciones soberanas puedan tomar. Incluso para otros, el término evoca pensamientos de integración cultural; la música salsa de Cuba se mezcla con el rock británico y resulta en algo nuevo y creativo, o se emiten series de comedias para televisión de Estados Unidos que se sobreponen desplazando las programaciones locales.

El término se popularizó inclusive más en 1999, en la secuela de las protestas callejeras de Seattle, ee.uu., frente al lugar donde se sostenían unas reuniones de la Organización Mundial de Comercio. El movimiento que llenó esas calles fue eti-quetado rápidamente como antiglobalización y a los críticos de la protesta pronto se les llamó proglobalización. Ninguna de ambas etiquetas abarca en realidad los aspectos más complejos que subyacen a la globalización.

La globalización no es tanto un asunto de discusión como lo es una fuerza de la naturaleza. Es evidente que los pueblos del mundo tienen la intención de integrarse entre sí. Viajamos entre nuestros propios países. Comerciamos entre nosotros. Apren-demos los lenguajes de otros. Migramos. Nos casamos y entre nosotros procreamos

Introducción

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hijos. Aún si dibujas cualquier línea fronteriza en la superficie del mundo, no podrás mantener a sus habitantes separados.

El tema no es la globalización, son las reglas que la gobiernan, quiénes elaboran esas reglas y quiénes se benefician de ellas. Durante las dos últimas décadas el camino que conduce a la globalización de la economía es dirigida cada vez más por una red de regulaciones y acuerdos globales que van desde los acuerdos comerciales internacionales hasta las condiciones de los préstamos fijados por instituciones financieras interna-cionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (fmi). Estas políticas tienen un impacto fundamental en cada uno de nosotros, en nuestra calidad de trabajadores, inversionistas, consumidores y habitantes de un entorno amenazado. Este es particularmente el caso de los países de bajos ingresos, en el que las reglas que los gobiernan –creadas muy lejos– afectan profundamente la vida de las personas.

Desafiando la globalización estudia de cerca lo que significa la globalización mo-derna en un país que se ha convertido en sinónimo de conflicto por su presencia: Bolivia. Al ofrecer tal mirada, nuestro propósito es ayudar a que el lector se forme un criterio del debate que va más allá de la teoría y la retórica, al centrarnos en historias concretas y humanas en el terreno.

La nación más indígena del continente americano tiene un largo historial de ser objeto de atención en el extranjero. Por los años de 1550, en calidad de colonia española, Bolivia estaba sentada encima de uno de los depósitos de mineral más va-liosos que el mundo haya conocido, el Cerro Rico, ubicado en la ciudad de Potosí. Esa pequeña montaña marrón estaba tan llena de plata que el tesoro que los espa-ñoles extrajeron de sus minas mediante mano de obra esclava financió en la práctica su imperio durante dos siglos. A cambio de ello, Bolivia quedó como el país más empobrecido de América del Sur.

En épocas más recientes, Bolivia ha servido durante dos décadas de conejillo de indias para pruebas de experimentos radicales de reformas económicas conservadoras, la mayoría de ellas adoptadas bajo fuerte presión desde el exterior. Éstas políticas han venido a llamarse por una serie de nombres distintos – ajustes estructurales, modelo econó-mico neoliberal, el Consenso de Washington y otros. Las instituciones globales dominadas por Estados Unidos, encabezadas por el Banco Mundial y el fmi, emplearon condi-ciones de préstamos y ayuda asumiendo el rol de doctores de la economía boliviana, emitiendo una serie de recetas que se implementaban con el apoyo de una reducida elite nacional de gente rica. Éstas incluían la privatización de empresas del Estado y los recursos naturales del país, recortando la protección al trabajador, reduciendo el gasto público y aumentando los impuestos para poder pagar la deuda externa.

La nación rodeada de países y ubicada en el corazón de los Andes era el paciente más obediente de Washington. John Williamson, el economista británico que bautizó el término, “El Consenso de Washington”, ha denominado a Bolivia cómo “la bomba” que anunció la llegada de dicho programa a América Latina. Sin embargo, mientras que las medidas fueron materia de alabanzas de economistas extranjeros, generaron resis-tencia y rabia por parte de grandes sectores de la población boliviana. Miles de puestos

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de trabajo desaparecieron de un día al otro; los precios de servicios básicos cómo el de agua se dispararon; el poder económico se pasó a manos de extranjeros; y los impactos económicos a su vez también generaron otros impactos culturales y políticos. Muchos bolivianos creyeron ver la reencarnación moderna del saqueo del Cerro Rico.

Desde el año 2000, la experiencia boliviana de la globalización se destaca por la resistencia popular en contra de sus políticas. Ola tras ola de protestas populares, cientos de miles de personas de todas las clases sociales han salido a las calles a vo-ciferar su descontento. En 2005 llevaron dicho descontento a las urnas para elegir al primer presidente indígena en la historia de la nación, Evo Morales, un líder que le debe una buena parte de su popularidad a sus ataques en contra de las formulas económicas importadas desde Washington.

Mientras que la resistencia boliviana a la globalización ha logrado captar la atención de los titulares de los periódicos en los últimos años –desde la rebelión por la priva-tización del agua hasta la denigrante guerra en contra de la coca dirigida por Estados Unidos– dichos titulares no han captado las complejidades de las tentativas bolivianas de entrar en el baile de la integración mundial. Un país que ha peleado por recuperar sus recursos naturales de las corporaciones extranjeras, también ha adoptado la exportación de sus textiles y tejidos a los mercados extranjeros. Mientras que miles de personas salieron a las calles protestando en contra de la influencia económica foránea otros miles han emigrado al exterior en busca de mejores oportunidades económicas.

Los bolivianos no rechazan la globalización; la están desafiando a que sea algo diferente. Están exigiendo que su integración en la cultura y economía mundial les traiga algo más que la explotación, que ha sido la experiencia nacional durante cinco siglos. La mirada fija en los ojos que miran desde la cubierta de este libro captura la dignidad y el desafío con los cuales la nación define su propio curso dentro de un mundo en proceso de globalización.

En el presente libro, un equipo de escritores se ha propuesto la meta de llevar al lector a que vea de cerca lo que significa la globalización en las vidas de seres de carne y hueso; desde los rebeldes sobre el tema del agua o los tejedores hasta los emigrantes y productores de coca. Al unir dichas anécdotas con el análisis de las fuerzas globales y las instituciones involucradas, nuestro propósito ha sido ofrecer una visión del debate de la globalización, capturando particularmente las experiencias humanas que con mucha frecuencia han sido ignoradas y que a la vez son vitales para una genuina comprensión de la realidad.

Desafiando la globalización abre el Capítulo 1 con el acontecimiento que convirtió a Bolivia en sinónimo de resistencia ante las recetas foráneas de globalización, la Guerra del Agua de Cochabamba. Analiza el porqué de la guerra, los incidentes mientras se desarrollaban y, finalmente, su secuela e impactos en Bolivia y alrededor del mundo.

En los dos siguientes capítulos, el libro explora la historia de cómo Bolivia entregó su gas y su petróleo a corporaciones extranjeras y el esfuerzo realizado por recuperar de vuelta dichos recursos. El Capítulo 2 se zambulle en la austera belleza del Altiplano boliviano, en donde en el año 2000, comunidades indígenas repentina-

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mente fueron introducidas a la globalización, cuando un oleoducto de Enron-Shell estalló, escupiendo petróleo tóxico crudo a su río sagrado y a los frágiles cultivos. El Capítulo 3 analiza la historia y la política de la lucha Boliviana por controlar sus recursos de hidrocarburos, incluyendo los esfuerzos del presidente Morales por lograr reformas, y el potencial a futuro que las reservas de gas y petróleo prometen.

Los dos siguientes capítulos revelan cómo las instituciones globales han dirigido íntimamente la toma de decisiones clave de la economía boliviana en las dos décadas pasadas. El Capítulo 4 informa cómo las políticas económicas de fmi terminaron en protestas y violencia que implicaron 34 muertos en la principal ciudad de Bolivia. El Capítulo 5 examina la larga historia boliviana respecto a su deuda externa y cómo dicha deuda ha configurado una cultura nacional que depende de los intereses extranjeros.

El siguiente capítulo se enfoca en el tema de la coca, uno de los temas más inten-sos y simbólicos de la resistencia boliviana a las fuerzas globalizantes. El Capítulo 6 enfoca la ‘guerra contra las drogas’ a través de un caleidoscopio cultural e histórico, la política exterior de Estados Unidos y entrevistas personales con bolivianos que se han visto afectados por dicha confrontación.

El Capítulo 7 pone en el tapete de discusión el tema de cómo la globalización afecta la vida de la mujer boliviana, centrándose en las anécdotas de seis mujeres que cubren el espectro social e identidades étnicas de clase bolivianas y cómo ellas han negociado la globalización en cuanto a sus vidas y trabajo. A través de sus anécdotas nosotros podemos ver cómo la globalización crea una mezcla de nue-vas oportunidades para unos, nuevas privaciones para otros, y ha abierto nuevas oportunidades de liderazgo para mujeres de orígenes muy diferentes.

En el Capítulo 8, el libro concluye con un vistazo a aquellos que se han ido; un análisis exhaustivo de la emigración Boliviana. Una forma de globalización que está afectando las vidas de cada madre, padre e hijas bolivianas, y a los hijos varones que han sido absorbidos por la demanda de la mano de obra en países como Estados Unidos, España y Argentina.

Desafiando la globalización es el producto de un equipo de personas que han reali-zado grandes esfuerzos para lograr la versión verídica del caso boliviano. Los autores son casi todos extranjeros, aunque algunos han vivido muchos años en Bolivia. A esos autores se le unió un notable grupo de investigadores bolivianos, asesores y críticos que ayudaron a armar las ideas, anécdotas e historias que conforman este libro. Sus conocimientos y perspicaz observación fueron esenciales.

Para reunir la información revisamos una amplia diversidad de documentos, estu-dios, archivos noticiosos e informes. Nuestras entrevistas fueron desde el presidente de Bolivia y miembros de su Gabinete, hasta productores de coca, trabajadoras del hogar y miembros de las comunidades indígenas. También recurrimos a funcionarios y portavoces oficiales de las instituciones que con frecuencia se discuten y se critican en el libro –desde el fmi a las petroleras extranjeras– para así también retener sus puntos de vista.

Mientras que cada capítulo es autosuficiente en el relato de su propia historia, están claramente entrelazados. El relato de una fuga de petróleo ilumina aspectos

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políticos del gas y petróleo. Los temas laborales de la mujer tienen impacto en el trasfondo en la índole de la emigración al extranjero. Las presiones disciplinarias extranjeras en cuanto a la deuda externa se desparraman y se vierten por encima formando las confrontaciones violentas de Bolivia en cuanto a nuevos impuestos. La historia de Bolivia también es un factor clave en muchos de esos relatos. Al igual que los complejos diseños de los tejidos por los cuales Bolivia también es famosa, el libro teje varios hilos que forman todo un tapiz.

Las personas con conocimientos de Bolivia que analizan la lista de contenidos del libro, rápidamente notarán dos temas vitales a Bolivia y su reciente experiencia que no son tópicos específicos en cualquiera de los capítulos: los movimientos so-ciales y los grupos indígenas. La organización colectiva de bolivianos que buscan cambios sociales y el surgimiento de comunidades que rastrean sus raíces más allá de los Incas no han sido omitidos del presente libro. Ambos temas están prácticamente entrelazados dentro de cada capítulo. Son factores que definen la historia actual de Bolivia y la manera en que Bolivia está forjando su propio camino hacia delante.

Finalmente, un comentario sobre dos palabras. Pobreza, (o pobre) es una palabra que con frecuencia aparece en el libro. Aquí la empleamos como pobreza material, reconociendo que Bolivia cuenta con riqueza espiritual, moral y cultural, cosas que el país tiene en abundancia.

Al final de cuentas, Desafiando la globalización no es sólo la historia de un país y sus experiencias en un mundo en plena globalización. Las historias bolivianas reve-lan temas y acontecimientos que son importantes en todos los países, tanto pobres como prósperos. La experiencia boliviana es el recuento de gente que se enfrentó a grandes poderes que afectaban a sus vidas y a las que se afrontaron, frecuentemente con mucho coraje, exigiendo lo que consideraban lo correcto, oponiéndose a lo que consideraban equivocado.

Tal como Eduardo Galeano dijo con elocuencia en ocasión de la inauguración del primer presidente indígena de Bolivia, en enero de 2006:

Nuestros países nacieron condenados a una suerte de fatalidad del miedo que nos impide vernos cómo somos y cómo podemos ser. Lo que ha sucedido en Bolivia nos enseña que ese miedo de ser lo que podemos ser no es un enemigo invencible. El racismo no es una fatalidad del destino. No estamos condenados a repetir la historia... ahora estamos recuperando la posibilidad y energía en América Latina, de caminar con nuestras propias piernas, pensar con nuestras propias cabezas y sentir con nuestros propios corazones.

Las lecciones que Bolivia nos ofrece son tanto individuales como políticas. Son lecciones que nos hablan a todos.

Melissa Crane DraperJim Shultz

Cochabamba, diciembre de 2007

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Una mujer boliviana detiene con una honda la avanzada de las fuerzas policiales durante la Guerra del Agua en las calles del centro de Cochabamba. Foto: Thomas Kruse (2000).

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capítulo 1

La guerra del agua en Cochabambay sus secuelas

Jim Shultz

En los primeros meses del año 2000, miles de habitantes de Cochabamba, Bolivia, se echaron a las calles. Protestaban por la toma del sistema de provisión de agua de su ciudad por una subsidiaria perteneciente a una gigantesca corporación estadounidense, la Bechtel, y exigían la revocación de una reciente ley de aguas que amenazaba entregar el control del sistema rural de provisión de agua a la empresa Bechtel, En tres opor-tunidades distintas, los pobladores de Cochabamba y sus vecinos del campo cerraron el acceso a la ciudad con huelgas generales y bloqueos de carreteras. El entonces presidente de Bolivia, anteriormente un dictador, respondió con tropas militares y la suspensión de derechos constitucionales. Hubo más de 100 heridos. Murió un muchacho de 17 años, Víctor Hugo Daza.

El 10 de abril del año 2000, los ejecutivos de la Bechtel finalmente huyeron de la ciudad, el control del sistema de provisión de aguas regresó a manos públicas y la ley que la amparaba fue revocada. Nació la leyenda de la gran Guerra del Agua de Cocha-bamba; una poderosa historia moderna de la destrucción de un Goliat corporativo por un humilde David andino. En años siguientes, la historia de la Guerra del Agua ha sido tratada en tantos artículos internacionales, libros y películas; la propia cobertura de esos hechos se ha convertido en un fenómeno en sí mismo. Durante los conflictos, la única fuente para poder enviar los reportajes de los incidentes hacia el exterior era el Centro para la Democracia. La cobertura de El Centro, que compartió los honores de ser el artículo del año en Project Censored, se convirtió en la base de la mayor parte de los reportajes que le siguieron.

En el presente capítulo, Jim Shultz da una mirada a la Guerra del Agua después de siete años de retrospección, y nos brinda una visión mucho más profunda que cualquier cobertura anterior realizada por el Centro para la Democracia. ¿Qué fue lo que motivó la sublevación del pueblo de Cochabamba? ¿Cómo lograron organizase para luchar y

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vencer a un enemigo tan poderoso? Igualmente importante es lo que sucedió después de la Guerra del Agua.¿Cómo afectó el debate global de transferir el control del agua a manos de las corporaciones? ¿Qué papel jugó en los enormes cambios políticos que se sucedieron a continuación en Bolivia? Y quizás más importante aún, ¿qué significó la Guerra del Agua para la demanda que impulsó inicialmente a la gente de Cochabamba a salir a las calles? ¿Fue el deseo de obtener agua potable a un precio razonable?

I.Lassemillasdeunarebelión

Un balde de diez litros de agua pesa alrededor de 10 kilos, un poco más que cinco ladrillos gambote. En Bolivia, es justo la cantidad de agua necesaria que una familia emplea para cocinar una merienda y después lavar los utensilios empleados.

En las afueras de Cochabamba, donde el agua es escasa y contar con una grifería es solo un sueño, tanto niños, madres como abuelas arrastran el peso de dichos baldes desde los ríos o los grifos públicos, teniendo que caminar largas distancias. Para miles de ellos, recolectar agua de esa manera es una rutina básica de sus vidas, de la misma manera en que otras personas en otras partes del mundo reciben agua abriendo el grifo del lavaplatos de la cocina.

Pero la demanda de contar con agua limpia va más allá del simple deseo de dejar de cargar baldes pesados; también es un asunto de vida o muerte. En Bolivia muere uno de cada veinte niños antes de iniciar kindergarten, y una de las causas más comunes de mortandad obedece a la falta de agua limpia.1 Fue ese el motivo, la necesidad de contar con un algo esencial para la vida, lo que constituyó la verdadera génesis de la ahora famosa Guerra del Agua de Cochabamba.

Escacésdeagua:latormentaperfectaenCochabamba

El asunto del agua en Cochabamba existe mucho antes de que sus habitantes hayan escuchado alguna vez las palabras “Betchel” o “privatización”. La ciudad, que se expande por un extenso valle a 2 600 metros de altura sobre el nivel del mar, a los pies de los Andes, debe su nombre al agua: Kucha Pampa, que en lengua quechua significa “terreno pantanoso.”

La ciudad de Cochabamba tiene sus orígenes a mediados del siglo xvi, cuando era una verde fuente exuberante de fruta y otros productos agrícolas para los mineros de Potosí, donde se encuentra el Cerro Rico, lleno de plata, que financió al imperio español durante dos siglos. En sus primeros años, el pequeño pueblo de Cochabamba y la tierra de sus alrededores estaban rodeados de pequeños lagos y lagunas. A mediados de 1900, la riqueza líquida se estaba convirtiendo en leyenda como resultado de tres fuerzas antagónicas sobre las cuales los residentes de la ciudad no tenían control alguno.

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19la guerra del agua

Cochabamba estaba creciendo mucho y muy rápidamente. En 1950, la ciudad contaba con una población de 75 000 habitantes. Por 1976, la cifra se había elevado a más de 200 000. En el 2001, superó el medio millón.2 Las otrora grandes minas de plata y estaño de las alturas bolivianas habían caído en un colapso económico; las pequeñas aldeas rurales que habían constituido el corazón de la nación, también se volvían económicamente insostenibles, y familias enteras llenaban camiones y autobuses que se dirigían a los cálidos climas de Cochabamba.

Surgió en la ciudad un crecimiento descontrolado de nuevos barrios, principal-mente habitados por contingentes enteros de comunidades mineras que llegaban a la ciudad, poblando las laderas de los cerros que circundan el norte y sur de la ciudad. Tierras que durante mucho tiempo fueron el hogar de árboles de molle, ovejas, cerdos, vacas y productos agrícolas, de pronto se llenaban de modestas vi-viendas de adobe con débiles techos de calamina sujetos por grandes piedras. Y si bien los nuevos residentes relocalizados podían vivir sin electricidad, sin teléfono y sin cañerías de gas instaladas en sus hogares, no podían vivir sin agua.

Cochabamba se estaba quedando sin agua justo cuando la demanda comen-zaba a aumentar. La deforestación de las montañas colindantes y años de sequía suprimieron tanto el verdor de la otrora frondosa tierra durante la mayor parte del año, cubriéndola con una capa de polvo color marrón claro, como una taza de café con leche, que se convirtió en una de sus características más conocidas. El ventoso mes de agosto comenzó a contaminar el aire y a bloquear la luz del sol, impregnando los dientes de los cochabambinos. Para obtener agua, los ve-cindarios perforaron pozos profundos, agotando la frágil napa freática que corre por debajo de la ciudad. Aquellos que no podían costear la perforación de pozos, tuvieron que comprar agua a precios exorbitantes suministrada por camiones destartalados que hacían ronda por los nuevos barrios marginales. Los que no podían pagar el precio del agua que cobraban los camiones cisterna, tuvieron que recurrir a largas caminatas y cargar baldes pesados.

Cochabamba tuvo que encarar un reto adicional que completó su crisis de agua: la pobreza crónica. Bolivia es la nación más pobre de Sudamérica. La na-ción se endeudaba cada vez más. Para hacer llegar el agua que los habitantes de Cochabamba necesitaban, se requerían enormes inversiones en infraestructura; represas y tuberías para transportar más agua desde las húmedas montañas que se alzan por encima del valle, tanques de almacenamiento y cañerías subterrá-neas que lleven el agua a las casas, o por lo menos llegar cerca de ellas. Ni los residentes de Cochabamba, ni el gobierno de la ciudad y tampoco el gobierno central, contaban con los recursos necesarios para dotar de agua a la gente.

Elnacimientodeunaempresadeagua

A mediados de la década de 1960, las autoridades de la ciudad iniciaron la bús-queda de ayuda del exterior. En 1967, la ciudad se aseguró un préstamo por

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20 desafiando la globalización

$us 14 millones para desarrollar su provisión de agua, proveniente del Banco Interamericano de Desarrollo (bid), con sede en Washington. A cambio de dicha ayuda, el bid puso condiciones de cómo se debían encarar los trabajos, la clase de condicionamientos que Bolivia tendría que enfrentar cada vez con más frecuencia que acudiese a la ayuda externa.3

El primer requisito era que Cochabamba tenía que crear una nueva em-presa pública de agua, el Servicio Municipal de Agua Potable y Alcantarillado (semapa), para administrar el desarrollo de un amplio servicio de provisión del líquido. Encabezada por un directorio que dirigía el alcalde de la ciudad, la empresa inició el tendido de tuberías y la construcción de tanques.

Durante los siguientes años, semapa sería acosada con cargos de corrupción y malos manejos, y utilizada como fuente de dinero y favores por los políticos que ayudaban a administrarla. Un ex director de semapa describió los problemas de corrupción de esta manera:

Alguien que espera obtener un cargo político contribuye con dinero para que un amigo suyo sea elegido alcalde. Su candidato gana y él es retribuido con un puesto de trabajo en la compañía de agua, a cargo de la compra de bombas de agua de gran tamaño. Este tipo va y cotiza bombas entre los proveedores del rubro. Se le informa al funcionario de la empresa que “el precio es de $us 10 000”. “No, ese no es el precio”, contesta éste, “es de $us 11 000. Esa es la cifra que usted facturará a la empresa de agua. Los adicionales $us 1 000 corresponden a la comisión que ustedes me pagarán directamente.”4

Durante décadas, la empresa estaría plagada por una serie de malos manejos e ineficiencia, negociados y planillas abultadas por amigos y parientes.

Sin embargo, durante las décadas de los años 70, 80 y 90, semapa siguió expandiendo sus servicios de dotación de agua en la ciudad, pero nunca pudo mantenerse a la par con la creciente demanda creada por nuevas familias, nue-vos barrios y el implacable aumento de la necesidad de agua. La expansión de los servicios que semapa pudo realizar, se concentraron principalmente en los barrios pudientes, al centro y al norte de la ciudad. Los sectores urbanos más humildes del sur –habitados por ex mineros y gente proveniente del campo– fue-ron excluidos casi por completo. Una investigación realizada en 1997 concluyó que en las secciones más prósperas de la ciudad (que alberga la cuarta parte de sus habitantes), 90% de las viviendas contaba con conexiones de agua y redes de agua internas. En los barrios pobres del sur, menos de la mitad de las familias contaba con dichas instalaciones.5 Cochabamba no sólo estaba imposibilitada de solucionar la crisis de provisión de agua, sino que estaba generando y afianzando un esquema de los que “sí tienen” y de los que “no tienen” agua.

Ante al fracaso de la empresa pública de solucionar sus crecientes problemas de agua, los barrios pobres del sur de la ciudad optaron por hacer lo que los boli-vianos han hecho durante siglos en las comunidades indígenas y durante décadas

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21la guerra del agua

en las minas; se organizaron para solucionar ellos mismos sus problemas. Desde 1990 en adelante, se crearon más de un centenar de ‘comités de agua indepen-dientes’, a través de los cuales los vecinos se unían para perforar pozos, tender redes de tuberías de agua que lleguen a los cerros e identificar otros métodos prácticos para conseguir agua y administrarla colectivamente. Pero al igual que semapa, dichos comités no pudieron mantenerse a la par de la demanda y no estuvieron en condiciones de proporcionar a la gente una solución a largo plazo de la creciente crisis de agua.

Represas,túnelesypozos

Las ideas barajadas se convirtieron en un simple hecho: no existía una posibilidad real de que Cochabamba resuelva su problema de agua si se apoyaba simplemente en las vertientes de la cordillera andina que la rodea y en otras fuentes que sólo la naturaleza brinda. El rápido crecimiento de la población de la ciudad requería de nuevas fuentes de abastecimiento de agua y las autoridades citadinas decidie-ron satisfacerla mediante una combinación de grandes proyectos que incluían represas, túneles y pozos a gran escala.

Entre 1967 y 1999, con el apoyo financiero de prestatarios extranjeros, tales como el bid, la empresa perforó más de 60 pozos a gran escala, suficientes para proveer más de la mitad del agua que distribuía a los consumidores de Cocha-bamba. Muchos de estos pozos no fueron perforados en la ciudad misma, sino en las zonas rurales que rodean la extensa periferia del valle de Cochabamba; y con cada nueva perforación debajo de sus tierras, los campesinos se enojaban más y más. Las familias del campo sabían que al drenarse el agua del subsuelo, sus tierras y a sus actividades de sustento podrían quedar afectadas. Inicialmente, los campesinos intentaron detener las perforaciones mediante la persuasión. Cuando esto fracasó, optaron por resistir, desencadenando una serie de enfrentamientos, con frecuencia violentos. Al final, la ‘Guerra de los Pozos’ se resolvió mediante una combinación de pagos a los campesinos y acuerdos para compartir el agua con la ciudad. La tregua entre la ciudad y el campo, sin embargo, era frágil. La verdadera solidaridad entre ambos vendría después, catalizada por una fuente inesperada: una corporación con sede al otro lado del hemisferio.

A comienzos de la década de los 90, Cochabamba comenzó a discutir dos propuestas distintas para construir nuevas grandes represas que almacenarían agua de los ríos muy lejos de la ciudad y la transportarían mediante tuberías a los sedientos barrios de la ciudad. El debate implicaba un análisis tanto político como de ingeniería. El proyecto más simple y menos costoso era traer agua a la ciudad vía una nueva tubería desde el lago Corani, ubicado a unos 50 km al Este de Cochabamba. La propuesta rival, envuelta en un velo de rumores de dudosa índole que goteaban tras reuniones a puerta cerrada, proponía invertir $us 300 millones en la construcción de una gran represa en Misicuni, donde convergen

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dos ríos en una alta meseta lejos de la ciudad, y construir un túnel de unos 19 km a través de una montaña para traer el líquido básico a Cochabamba.6 Con el respaldo de una coalición conformada por autoridades del gobierno municipal de Cochabamba y de grandes empresas constructoras con intereses económicos en el proyecto, la ciudad optó por Misicuni. En 1998 se inició la construcción, que se estimó concluiría en más de una década.

EntraenescenaelBancoMundialylademandadeprivatización

El bid no era la única institución de peso en Washington que prestaba dólares para el desarrollo de provisión de agua a la empresa de Cochabamba, y que estaba cada vez más frustrada con la lentitud y poca eficiencia de semapa. Durante las décadas de los años 80 y 90, el Banco Mundial, el gigante de las instituciones crediticias, con sede en Washington, había facilitado fondos a países pobres, en muchas ocasiones, con el fin de construir grandes proyectos de infraestructura como represas y autopistas, proyectos que a menudo fueron muy discutidos. Junto a dichos préstamos venía una lista de condiciones siempre en aumento. Uno de los lugares al que el Banco Mundial había prestado fondos para la expansión de sus servicios de agua, era Cochabamba.

Entre tanto, en la sede estadounidense del Banco, economistas y analistas desarrollaban una nueva estrategia de cómo solucionar el acceso al agua en los países pobres. Dicho plan se llamaba privatización e implicaba animar a los gobiernos de países en desarrollo a entregar sus empresas públicas de agua y alcantarillado a corporaciones privadas, mediante contratos de concesión. Muchas de estas compañías eran grandes conglomerados a nivel mundial, sin ningún vínculo anterior o tradición histórica con los países donde operarían.

Los personeros del Banco sostenían que “las empresas públicas de los países en desarrollo, con frecuencia no han sido eficientes en la provisión de servicios de agua y alcantarillado fiables. La evidencia demuestra que el sector privado, bajo contrato con el sector público, generalmente ha tenido mejores resultados que los servicios prestados sólo por el sector público.”7

El principal directivo de agua en el Banco Mundial, John Briscoe, presentó sin rodeos la tesis de privatización del Banco en una entrevista con la pbs (Sis-tema de Radiodifusión Pública estadounidense): “Si usted está genuinamente preocupado por ellos, [las comunidades pobres]” de que consigan agua, ¿cuál considera usted que es el mejor camino para lograrlo? Es una pregunta práctica, no una pregunta moral. Y afirmar que el pueblo es dueño del agua y que por lo tanto debe ser administrada públicamente para el bien de todos; hemos tenido décadas de esto y no ha funcionado.”8

Los funcionarios del Banco Mundial, sin embargo, fueron mucho más lejos que solamente argumentar a favor del caso de la privatización del agua. País tras país, sus personeros exigieron la privatización de los sistemas de agua como

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requisito para otorgar los fondos requeridos.9 En Bolivia, expuso claramente sus demandas de privatización.

En febrero de 1996, el alcalde de Cochabamba anunció a la prensa que el Banco Mundial facilitaría un préstamo de urgencia por $us 14 millones a semapa, para expandir sus servicios de agua a condición de que fuese pri-vatizada.10 En junio de 1997, el presidente boliviano regresó de Washington después de sostener una reunión con funcionarios del Banco, declarando que el otorgamiento de una ayuda para aliviar la deuda externa, por $us 600 millones –la mayor parte de ella prestada por el Banco– dependía de la privatización del agua en Cochabamba.11 Posteriormente, funcionarios del Banco cuestionarían las declaraciones de que ellos hubiesen forzado a Bolivia en ésos términos, y que más bien se habían opuesto al acuerdo con la empresa Bechtel, por que incluía el proyecto de la represa Misicuni. Sin embargo, en 2002, un informe interno de los propios auditores del Banco confirmó que, de hecho, fue gracias a la presión del Banco, que se puso en marcha la privatización. Según el informe, la privatización de la compañía de agua había sido una “condición del Banco” para otorgar préstamos para agua a Bolivia.12

En 1999, con pocas opciones a su favor, el gobierno de Bolivia puso el sistema público de aguas a licitación de empresas privadas. Sólo una se presentó, una nueva y misteriosa empresa con el nombre de Aguas del Tunari, llamada así por la montaña del mismo nombre que domina la vista del valle sediento de Cochabamba.

BechtelllegaaBolivia

Bechtel Enterprises es uno de los conglomerados corporativos más grandes del mundo. Con ganancias para 2005 superiores a $us 18 000 millones de dólares, la empresa de ingeniería ha sido responsable de algunos de los proyectos más grandes de infraestructura de Estados Unidos en los últimos cien años, incluyendo la represa Hoover, el sistema vial bart del norte de California y el problemático proyecto vial subterráneo “Big Dig” de Boston.13

Bechtel también está bien conectada políticamente. Caspar Weinberger, quien posteriormente fuera Secretario de Defensa del presidente Reagan, había sido antes asesor general y director de dicha empresa. George Shultz, quien fuera Secretario de Estado de Reagan, es miembro de su directorio. En el 2004, las influencias políticas de la Bechtel se hicieron sentir más visiblemente al ser una de las dos empresas estadounidenses escogidas por el gobierno de Bush, que sin la competencia de licitación alguna, logró obtener contratos para la reconstrucción de Irak, un trato que valía casi 1 000 millones de dólares.14

El gigante de la construcción de San Francisco, ee.uu., sin embargo, llegó tarde al lucrativo negocio internacional de absorber empresas de servicios de agua. En 1996 creó una nueva compañía con sede en Londres, Inglaterra, la Internatio-nal Waters Limited (iwl), que rápidamente se movilizó para entrar en el negocio

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del agua a nivel mundial. Como jugadores agresivos de “Monopolio”, acaparando cualquier propiedad en venta que cruzó su camino, Bechtel e iwl salieron en búsqueda de contratos, ganando la administración de agua en lugares apartados de la tierra, como ser Estonia y Bulgaria, y también en Cochabamba.

Para ir tras el agua de Cochabamba, Bechtel e iwl crearon la empresa Aguas del Tunari y, en septiembre de 1999, firmaron un acuerdo de 214 páginas con funcionarios gubernamentales bolivianos. Fue un acuerdo negociado a puerta cerrada y cuyo tenor sólo algunos bolivianos lograron conocer. El contrato otorgaba a Bechtel y a sus coinversores el control de la compañía de agua de la ciudad por un periodo de 40 años y les garantizaba una utilidad promedio de 16 por ciento por cada uno de esos años, que serían financiados mediante el cobro de servicios a las familias de Cochabamba. Ninguno de los presentes en aquella mesa de negociaciones habrá tenido la menor duda de lo que ello significaría en las facturas mensuales de agua de Cochabamba.

Bechtelversusloshechos

La Corporación Bechtel ha hecho grandes esfuerzos para defenderse contra las acusaciones relacionadas a su papel en la Guerra del Agua. Sin embargo, en dos asuntos importantes, ha pasado por alto algunos hechos o directamente ha mentido sobre ellos.

¿Cuál fue el papel que jugó Bechtel en la empresa Aguas del Tunari?

En la secuela de la Guerra del Agua, Bechtel buscó distanciarse de los aconteci-mientos sosteniendo de que era una propietaria minoritaria, entre varias otras, de Aguas del Tunari, con tan sólo 27,5% de las acciones.15 Esta declaración de la corporación era correcta al momento de hacerla, pero a la vez era engañosa.

El control de Aguas del Tunari lo tenía en todo momento (con 55% de las acciones), una compañía llamada International Waters Limited (iwl). Según los archivos de la propia empresa, iwl fue fundada en 1996 por la Bechtel misma y permaneció en su poder y control hasta 1999.16 Lo que quiere decir que durante todo el tiempo en que se negociaba el contrato y hasta la firma del mismo con Bolivia –inclusive durante la etapa del alza de las tarifas de agua– Bechtel era dueña de 55% de la compañía cochabambina, y por lo tanto contaba con todo el poder de decisión. Sólo después de dos meses de haber firmado el acuerdo, Bechtel vendió 50% de iwl a otra compañía, la Edison de Italia, sentando de ese modo las bases para afirmar que Bechtel era dueña de apenas un porcentaje minoritario de la empresa en Cochabamba.17

2. ¿Cuán elevadas eran las tarifas de Bechtel?

Bechtel ha sostenido durante mucho tiempo que los promedios del alza en sus tarifas no eran mayores a 35%, y que el alza impuesta a las familias más pobres

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no superó 10%.18 Después de que la trasnacional fue obligada a salir del país, El Centro para la Democracia pidió a la gerencia de la nueva empresa pública que utilice los propios datos de Bechtel para computar cifras veraces. En los hechos, el verdadero incremento aplicado a las familias de menor ingreso no fue de 10%, sino de 43%, y el promedio para todos los usuarios no fue de 35%, sino de 51%.19

Además, la Corporación Bechtel también quiso culpar del alza de las tarifas, no a sus propias tarifas, sino a una súbita e inexplicable alza en el consumo de agua por parte de los usuarios de Cochabamba, apenas la compañía tomó control de la empresa.”20 De hecho, el incremento en el consumo que alegaba Bechtel nunca tuvo lugar, y una comparación empleando las facturas de agua anteriores y posteriores, muestran que los incrementos en las tarifas no se debieron a un alza en el consumo. Incluso los clientes que utilizaron menos agua después de la llegada de Bechtel, pudieron demostrar incrementos de sus facturas superiores a 50%.21

Desde un punto de vista global, para Bechtel, el proyecto de Cochabamba era de los más pequeños que hubiese perseguido. Pero para una empresa que llegó tarde al negocio del agua, el humilde valle en los Andes, por lo menos significaba el primer paso para poder ingresar a dicho mercado. Sin embargo, los cochabambinos se estaban preparando a jugar con reglas que Bechtel y sus asociados probablemente nunca imaginaron.

II.Rebeliónenlascalles

La Guerra del Agua en Cochabamba comenzó en el campo. Se inició en los canales de riego hechos de piedra y cemento que serpentean la campiña a las afueras de la ciudad, construidos a mano por los campesinos que necesitaban llevar agua a sus cultivos desde los ríos aledaños. Como parte de sus planes de privatización, el gobierno boliviano había aprobado una nueva ley de aguas que incluía poner esos pequeños canales de riego bajo su control, para poder entre-garlos después al control de Bechtel. Los habitantes del campo comenzaron a movilizarse para detener dicho plan.

En noviembre de 1999, la Federación de Regantes, furiosos por la nueva ley, organizó un bloqueo de un día de las carreteras de ingreso y salida de Co-chabamba. “Nuestro objetivo era medir nuestra capacidad de lucha”, recordó Omar Fernández, líder del sindicato de regantes. “Nos dimos cuenta de que [la gente] quería actuar más rápido incluso que nuestra dirigencia. “En [el pequeño pueblo de] Vinto, bloquearon la carretera durante 48 horas.”22

Poco después, los regantes visitaron a Oscar Olivera, un ex trabajador de una fábrica de calzado, que era presidente de la Federación de Trabajadores Fabriles de Cochabamba. En la oficina de Olivera se reunió un grupo de campesinos,

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obreros, medioambientalistas y otros, para evaluar el propósito del gobierno de tomar el control de los canales de irrigación rural, y discutir el alza de las tarifas de agua a los usuarios de la ciudad. Sentados alrededor de una mesa cubierta por un mantel azul descolorido con quemaduras de cigarrillo, decidieron lanzar una rebelión unificada –tanto rural cómo urbana– en contra del plan gubernamental. Establecieron una alianza, llamada La Coordinadora por la Defensa del Agua y de la Vida, y empezaron a organizarse.

La Coordinadora fue la respuesta a algo más que una simple pelea por el agua. Sus líderes la veían como una respuesta a lo que consideraban un fracaso total de las instituciones locales que supuestamente deberían defender los inte-reses públicos. El entonces alcalde de Cochabamba, Manfred Reyes Villa, como presidente de semapa, había firmado el acuerdo que autorizaba el traspaso de dicha empresa a Bechtel. El Comité Cívico de Cochabamba, una institución que representa una amplia gama de organizaciones, y que había sido copada por la elite empresarial de la ciudad, también firmó el traspaso a la Bechtel. La Coordinadora, con raíces en sindicatos, comunidades campesinas y barrios de la ciudad, representaría al pueblo de un modo muy distinto.

A fines de 1999 y a inicios del 2000, los líderes de La Coordinadora ex-pandieron sus actividades hacia los barrios y comunidades campesinas del valle, equipados con carteles que detallaban los peligros que se veían venir. Las personas clave del nuevo movimiento eran Omar Fernández y Carmen Peredo por parte de los regantes, Olivera, el líder medioambientalista, Gabriel Herbas, el econo-mista Samuel Soria y un miembro del Congreso, Gonzalo Maldonado. Algunas de las concentraciones eran inmensas, otras pequeñas, pero no importaba. “Así fuesen diez personas, se hicieron presentes”, recordaba un organizador de La Coordinadora.

En una esquina de la colonial plaza central, en pleno corazón de Cocha-bamba, La Coordinadora instaló sus oficinas principales en la sede del edificio de los Trabajadores Fabriles, a escasos pasos de las oficinas del alcalde y del pre-fecto (gobernador regional). En una clara y fresca mañana de enero de 2000, La Coordinadora desplegó desde el balcón del sindicato en el tercer piso una gran pancarta de tela roja, de unos 15 metros de largo, que presentaba el nuevo grito de guerra pintado a mano en inmensas letras: “El agua es nuestra, carajo”. La pancarta y sus desafiantes palabras apuntarían fijamente hacia los funcionarios gubernamentales, cada día, durante los siguientes cuatro meses.

“Hemos peleado por conservar los sistemas de agua que nosotros mismos hemos construido con nuestras manos; tanques, pozos, cañerías”, explicaba Abraham Grandydier, un organizador clave de los barrios del sur de la ciudad. Algunos de los combatientes más activos contra el contrato con Bechtel ni siquiera tenían conexión alguna con las redes de agua de la ciudad. “Pero sabíamos que más adelante nos afectarían los aumentos de las tarifas.”23

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Comienzalarevuelta:eneroyfebrerode2000

Si existía cualquier duda sobre si los residentes de la ciudad se sublevarían al igual que lo hicieron los del campo, esa interrogante se borró rápidamente en enero de 2000, gracias a la subsidiaria de Bechtel en Cochabamba. Apenas algunas semanas después de tomar control del sistema de agua de la ciudad, la empresa Bechtel repartió las nuevas facturas de consumo mensual a los usuarios –junto al nuevo y elegante logo Aguas del Tunari– con alzas en las tarifas que promediaban más de 50%, y en algunos casos, mucho mayores. Durante los siguientes años, los funcionarios de la Bechtel continuarían mintiendo sobre el alcance de sus alzas de tarifas, alegando que la subida de los precios de las tarifas para los sectores más pobres, apenas llegaron a 10%.24 Un análisis empleando los propios datos de Bechtel demostró que el incremento a los más pobres promedió 43%.25

Los usuarios de agua en Cochabamba reaccionaron con furia ante el alza de las tarifas de la Bechtel, y a través de La Coordinadora encontraron una voz y un vehículo que podía canalizar su ira. El 11 de enero, La Coordinadora organizó un bloqueo total de la ciudad, exigiendo la reversión de las tarifas de agua y la abolición de la nueva ley de aguas. La columna vertebral de los acontecimientos de enero fueron los regantes que bloquearon con troncas y rocas las únicas dos carreteras de entrada y salida a Cochabamba. Los citadinos cerraron el acceso a calles con un desordenado amontonamiento de piedras, ladrillos y alambres. Cochabamba quedó paralizada.

En ningún caso los bloqueos eran una táctica novedosa en Bolivia. Se había usado mucho antes en las luchas de los sindicatos mineros. En una o dos opor-tunidades al año, el transporte local de Cochabamba y otros grupos sociales, bloqueaban el tránsito durante uno o dos días parando el transporte público de autobuses, cerrando puentes y carreteras, y obligando a cerrar la mayoría de los negocios y colegios. Sin embargo, estos bloqueos daban la impresión de estar en un corto feriado citadino. Las familias pasaban el día en casa o jugando fútbol, o paseaban en bicicleta por las calles vacías, mientras los negociadores de la demanda del día acordaban un acuerdo.

El bloqueo de enero por la privatización del agua fue algo completamente distinto. Durante tres días, Cochabamba estuvo bloqueada herméticamente. Se cerró el aeropuerto. Se suspendió la totalidad de los servicios de autobús de ida y vuelta al valle. Miles de manifestantes ocuparon la plaza principal de la ciudad. Cochabamba estaba experimentando algo nunca visto.

En el año 2000, el presidente boliviano era Hugo Banzer Suárez. Elegido tres años antes con apenas 22% de los votos. El General Banzer ya había gobernado al país mediante un golpe de Estado que instauró una dictadura militar de 1971 a 1978. El pueblo de Cochabamba, en particular los líderes de La Coordinadora, tenían una idea muy clara, a veces a título personal, de los serios abusos a los derechos humanos que Banzer era capaz de cometer. Según los líderes de La Coordinadora,

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la sala de los dirigentes fabriles desde donde ahora colgaba su enorme pancarta, fue utilizada provisionalmente como sala de torturas en la dictadura de Banzer.

Inicialmente, el gobierno declaró que no negociaría con La Coordinadora, aduciendo que no representaba a nadie y con la esperanza de que las protestas desaparecieran pronto por su propio peso. Sin embargo, al final de segundo día, los funcionarios gubernamentales estaban sentados en la mesa de negociaciones frente a los líderes de La Coordinadora, desesperados por lograr un acuerdo que permita reanudar actividades en Cochabamba. Al final del tercer día se anunció un acuerdo: el gobierno se comprometía a indagar seriamente tanto las tarifas como la nueva ley de aguas y regresar con una propuesta. La Coordinadora le otorgó tres semanas a Banzer. Mientras tanto, los residentes de la ciudad dejaron de pagar sus facturas por consumo de agua. La Bechtel anunció que cortaría los servicios de provisión de agua a las familias que se rehusaban a pagar sus facturas con el mencionado incremento.

A inicios de febrero, los líderes de La Coordinadora anunciaron sus planes de una ‘toma’ de la simbólica plaza central de Cochabamba. Lo que tenían planificado era realizar una modesta demostración durante las dos horas de al-muerzo en que la ciudad descansa, involucrando a unos cientos de personas. La concentración aplaudiría mientras escuchaba unos cuantos encendidos discursos recordando sus compromisos a los funcionarios del gobierno. Después, todo el mundo podría regresar a trabajar. “Le dijimos al ministro de Gobierno, ‘que no pasaría nada’”, comentó Olivera. “Sería una toma pacífica, con banderas blancas, flores y bandas de música, como una fiesta.”26

En lugar de que la protesta siga adelante como un evento de poca importancia, el prefecto de Cochabamba, Hugo Galindo, asignado al cargo por Banzer, anunció que la ‘toma’ de la plaza era ilegal y que no se la permitiría. En algún lugar de los pasillos del poder en la sede de gobierno e La Paz, Banzer y sus principales asesores decidieron que ya era hora de mostrarle a La Coordinadora una demostración de fuerza. Estratégicamente, no hubiese podido ser una peor idea.

El viernes 4 de febrero, los cochabambinos despertaron con la presencia de más de 1 000 policías fuertemente armados que ocupaban el centro de la ciudad, todos provenientes de otros lugares del país. Banzer y sus colaboradores compren-dieron que la policía de Cochabamba no tomaría una posición suficientemente dura como para poner orden entre sus propios vecinos y parientes.

Para el pueblo de Cochabamba, incluso para quienes no simpatizaban mucho con la revuelta anterior, la invasión de la policía era comparable a una declaración de guerra contra ellos por su propio gobierno. Los líderes gubernamentales no sólo rechazaban anular los fuertes incrementos de Bechtel, sino que ahora pro-tegían los incrementos de las tarifas con gas lacrimógeno y pistolas. El respaldo público por La Coordinadora aumentó considerablemente.

Durante dos días el elegante centro colonial de Cochabamba se convirtió en una zona de guerra. Cada cuadra alrededor de la plaza se volvió un campo

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de batalla. A un extremo, la policía equipada con todo su atuendo antimotines y con fusiles lanza gases, bloqueba las calles. Al otro, los manifestantes –gente joven, ancianos, pobres y de clase media– mantenían su posición utilizando pie-dras y hondas. Muchos de ellos llevaban un improvisado uniforme de pañuelos empapados en vinagre que les cubría nariz y boca, y bicarbonato de sodio debajo de los ojos para protegerse del gas lacrimógeno. De pronto, las puertas de las viviendas de clase media se abrían y aparecían ollas de comida y jarras de agua, un ofrecimiento de apoyo a quienes afrontaban al gobierno en las calles.

Fue en febrero que a la Guerra del Agua se unió un nuevo e importante alia-do, los productores de coca del Chapare, encabezados por su líder Evo Morales. Con los cocaleros, se sumaron años de experiencia en las tácticas de resistencia en contra de las tropas que enfrentaban cuando entraban a destruir sus cocales. “Fueron los cocaleros los que nos enseñaron a usar pañuelos remojados en vinagre para combatir los efectos del gas”, dijo un activista de La Coordinadora. El propio Morales se echó a la calle durante esos días, haciendo frente a la policía.

Casi toda la programación de las emisoras de radio locales fue repentinamen-te cambiada por programas que duraban todo el día, contactando telefónicamente a la gente que llamaba una tras otras para condenar al gobierno y a la empresa Bechtel. Hubo más de 175 heridos en dos días, la mayoría víctima de los pro-yectiles de gas o de las palizas propinadas por la policía. Cualquier legitimidad pública que el gobierno tenía en el tema del agua, se había esfumado. Enfrentado con una inesperada e intensa rebelión pública, el gobierno anunció, por encima de las objeciones de Bechtel, un retorno temporal a las tarifas anteriores, por seis meses. La Coordinadora había ganado su primera victoria. “Eso le dio mucha fuerza a la gente, mucha energía. Se sintieron victoriosos”, afirmó Olivera.

Uncambiodeestrategia

“Fue muy difícil conseguir una copia del contrato [con Bechtel]”, recordaba Omar Fernández, de La Coordinadora. “Era como un secreto de Estado.”27 A través del congresista Maldonado, un líder de La Coordinadora, pudieron finalmente obtener una copia del complejo y grueso contrato. Después de los enfrentamien-tos de febrero, comenzaron a estudiar el documento con más detenimiento, con la ayuda de un equipo de economistas, abogados y otros profesionales bolivianos que se habían unido a la causa.

El grupo de profesionales descubrió la garantía que tenía Bechtel de contar con 16% de las utilidades anuales y se enteraron de que la compañía había ga-nado la concesión prácticamente sin invertir nada por adelantado.28 Los líderes de La Coordinadora se convencieron de que era necesario cambiar de estrategia. En vez de limitarse a exigir la reversión de las tarifas de agua, comenzaron a hablar de la completa cancelación del contrato con la Bechtel y que el agua de Cochabamba retorne directamente al control público.

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La exigencia de cancelar un contrato con una multinacional de peso requería audacia: en ningún otro lugar se había logrado que una protesta popular revierta un contrato de privatización de esa magnitud. En marzo, los directivos de La Coordinadora dieron el inusual paso de organizar una consulta popular. Durante tres días los activistas instalaron pequeñas mesas en plazas y otros lugares públi-cos por todo el Valle de Cochabamba, para sondear a los residentes respecto a los incrementos de tarifas y la discutida ley de aguas. Participaron unas 60 000 personas, casi 10% de la población del valle y de ellos, 90% apoyó la cancelación del contrato con la Bechtel. “La consulta popular hizo que nuestro movimien-to se volviese mucho más participativo”, comentó Olivera, y la cancelación se convirtió en la demanda oficial de La Coordinadora.

Labatallafinal

A comienzos del mes de abril de 2000, La Coordinadora anunció lo que denominó “La última batalla”. Sus dirigentes amenazaron que iniciarían una huelga general indefinida en la ciudad y un bloqueo de las carreteras hasta que el gobierno atienda sus dos exigencias principales: anulación del contrato con Bechtel y rescisión de la ley que amenazaba tomar control de los sistemas rurales de irrigación y pozos. El martes 4 de abril comenzaron las protestas y, por tercera vez en los últimos tres meses, Cochabamba se paralizó.

El siguiente jueves, al segundo día del paro en Cochabamba, funcionarios del gobierno encabezados por el prefecto aceptaron sentarse a conversar con los líderes de La Coordinadora y otros grupos citadinos, en negociaciones moderadas por el arzobispo de Cochabamba, Tito Solari. Avanzada la noche, las conversaciones se iniciaron en las oficinas de la Prefectura en presencia del prefecto, el alcalde de la ciudad, el arzobispo y de otros funcionarios.

Justo después de las 10 p.m. –bajo las órdenes del gobierno nacional en La Paz– la policía irrumpió en la sala de negociaciones y arrestó a los dirigentes de La Coordinadora. Ninguno de los funcionarios del gobierno allí presentes tenía conocimiento de los planes de Banzer.“Fue una trampa tendida por el gobierno para reunirnos a todos, negociando, para poder arrestarnos”, comentó Olivera, uno de los detenidos aquella noche. El arzobispo Solari se encerró en su propia oficina durante esa noche, aclarando a los periodistas de que si La Coordinadora estaba bajo arresto, él también lo estaría. Cuando se supo de las detenciones, varios cientos de personas se reunieron fuera de las oficinas donde se encontraban retenidos los líderes. A medida que la situación en la calle se tornaba más seria, el prefecto de Cochabamba logró viabilizar la libertad de Olivera, Fernández y los demás miembros de La Coordinadora, poco después de las 3:00 am.

Apenas salió el sol al día siguiente, en la ciudad reinaba absoluta tensión. Los dirigentes de La Coordinadora, junto a una buena cantidad de personas, esperaban que en cualquier momento los militares tomen la ciudad. La muche-

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dumbre en la plaza llegó a unas 10 000 personas. Muchos eran vecinos, pero otros miles habían caminado largas distancias desde el campo y se instalaron en la plaza días atrás.

Llegaba comunidad tras comunidad, recibidas con vítores, portando estan-dartes con el nombre de sus pueblos. Una autoridad rural de un pueblo, que había marchado 40 km hasta llegar a Cochabamba, comentó: “Esta es una lucha por la justicia, y por la eliminación de una multinacional, que en vez de ofrecernos más agua, ha comenzado a cobrar precios que son escandalosamente altos.”

Nuevamente con la mediación del Arzobispo Solari, se anunció una reunión para las 4 de esa misma tarde entre el prefecto Galindo y los dirigentes de La Coor-dinadora, pero que tendría lugar ahora en un lugar supuestamente más seguro: su oficina, la sede de la Arquidiócesis de la Iglesia Católica. Al final de la tarde, mientras corría el rumor de que el prefecto no se había presentado a la reunión, la gente en la plaza pensaba que se venía lo peor. Una media docena de adolescentes treparon la torre de la catedral y amarraron cuerdas a las campanas para poder tocarlas, avisando el momento en que llegaran los soldados y comenzaran a invadir la ciudad.

Justo antes del inicio de la reunión, el prefecto Galindo estaba en sus oficinas de la plaza central y podía oír a la multitud furiosa que se encontraba afuera. Ya habían roto ventanas de la fachada del edificio. Se prendió fuego al gigantesco portón de la entrada principal. El prefecto temía por la seguridad de los empleados que se encontraban dentro del edificio. A la hora que debía reunirse con los diri-gentes de La coordinadora y el arzobispo, telefoneó a sus superiores en La Paz. Les explicó que no veía otra alternativa que la anulación del contrato con la Bechtel o enfrentarse a una guerra sin cuartel entre la población y el gobierno. Recomendó anular el contrato. Sus superiores en La Paz no quisieron comprometerse.

Galindo telefoneó entonces al arzobispo Solari que seguía sentado, esperando en su oficina con los dirigentes de La Coordinadora. El prefecto le informó a Solari que le había urgido a Banzer a anular el contrato. Cuando Solari trasmitió el mensaje a Olivera y a los demás líderes de La Coordinadora, el contenido del mensaje se transformó en algo muy distinto y mucho más dramático: que la compañía se estaba retirando.29 Momentos después, todavía ataviado con un pañuelo rojo empapado en vinagre, sujeto al cuello y con bicarbonato de sodio bajo los ojos, Olivera salió al balcón del tercer piso donde todavía colgaba la gigante pancarta roja que apuntaba hacia la plaza.

“Estamos a punto de lograr la primera victoria contra el modelo económico neoliberal,” vociferó con voz ronca hacia la muchedumbre, que estalló en vítores que rivalizaban a una tormenta. Agradeció a los vecinos de la ciudad, a los chófe-res, a los campesinos, a los universitarios y a todos aquellos que hicieron posibles la batalla y la victoria. Los cochabambinos celebraban en las calles. El arzobispo Solari ofició una multitudinaria misa de agradecimiento en la Catedral.

Apenas unas horas después, sin embargo, los eventos en Cochabamba to-maron un giro sombrío e inesperado. Cuando los periodistas preguntaron, el

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portavoz de Banzer se rehusó a confirmar la salida de la compañía. Al final de la jornada, los representantes locales de Bechtel enviaron a la prensa notificaciones por fax, declarando que no se retirarían. A medianoche, el prefecto Galindo salió en vivo en la televisión local. Renunció a su cargo en medio de lágrimas, añadiendo el nefasto mensaje de que no quería ser responsable de un “baño de sangre”. En Bolivia, bajo la presidencia de un ex dictador con un historial vio-lento, el mensaje era de temer.

Rápidamente, los líderes de La Coordinadora se ocultaron. “Alrededor de la media noche, pasé por las oficinas de Los Tiempos [el periódico local] y un reportero me comentó que ‘el gobierno va a declarar estado de sitio’”, recordaba Omar Fernández, dirigente de los regantes. “Así que me subí a mi moto y me escondí.” Grupos de la policía allanaron las viviendas de los dirigentes de La Coordinadora y de sus familias, arrestando a todos los que pudieron encontrar. Diecisiete personas fueron llevadas a un avión y trasladadas desde Cochabamba a una cárcel infestada de mosquitos en las selvas remotas del oriente boliviano.

El día siguiente, sábado, mientras los cochabambinos en estado de pánico inundaban los mercados para abastecerse de comida, el presidente Banzer declaró oficialmente estado de sitio. Se suspendieron los derechos constitucionales; se declaró toque de queda y se impuso la prohibición de sostener reuniones; los soldados suspendieron abruptamente el funcionamiento de las estaciones de radio. Cortaron la electricidad a un amplio sector de la ciudad, en las laderas donde se ubican las antenas de las emisoras que seguían emitiendo noticias.

La reacción del pueblo fue rápida y furiosa. Desde la clandestinidad, los diri-gentes de La Coordinadora que habían permanecido en libertad, convocaron a la inmediata reanudación de los bloqueos de carreteras. En mi barrio, una anciana con la espalda encorvada llevaba piedras y las colocaba en nuestra calle para bloquearla. Gente joven, a las que denominaban “guerreros del agua”, retornaron al centro de la ciudad para enfrentarse a las tropas de Banzer. Amas de casa iban de puerta en puerta reuniendo arroz y otros alimentos para cocinarles a los manifestantes que habían permanecido acampando en la plaza. El sábado por la tarde el conflicto explotó. Los manifestantes incendiaron un edificio vacío del gobierno, enviando una humareda negra hacia el azul cielo de Cochabamba. Los soldados cambiaron sus dotaciones de gas lacrimógeno por munición de combate.

Poco después del medio día, un joven desarmado de 17 años de edad, Víctor Hugo Daza, se encontraba entre un grupo de manifestantes ubicados en una calle lateral cerca de la plaza. Un canal de televisión captó a un capitán del ejército, Robinson Iriarte de La Fuente, cuando disparaba hacia la multitud. Una bala estalló en el rostro de Víctor Hugo, matándolo en el instante. Una muchedum-bre pasmada encabezada por su hermano mayor, llevó el cuerpo ensangrentado hasta la plaza, donde fue velado con emoción y furia. Posteriormente, una corte marcial del ejército boliviano juzgaría a Iriarte; sería absuelto, y ese mismo día ascendido a Mayor.

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33la guerra del agua

La ciudad había llegado a un empate sangriento. El presidente Banzer, que ahora se enfrentaba a una serie de otras protestas que se propagaban por toda la nación sobre causas ajenas a la Guerra del Agua, puso en claro que no estaba dispuesto a cancelar un contrato con una importante corporación multinacional. Su equipo de relacionistas públicos declaró a la prensa extranjera que el alza en las tarifas de agua habían sido mínimas y que más bien las protestas estaban siendo orquestadas por narcotraficantes que intentaban desestabilizar al gobierno.

Sin embargo, las calles de Cochabamba seguían llenándose y las protestas se volvían aún más decididas. Algunos empezaron a decir que llegarían “hasta las últimas consecuencias.” Anna Laura Durán, perteneciente a la Asamblea de De-rechos Humanos de Cochabamba, explicó lo que eso implicaba: “Una vez que ya has pagado cierto precio, ya no das marcha atrás; no das marcha atrás por nada”.

Luego, en la tarde del lunes 10 de abril, el gobierno hizo una declaración. Los funcionarios de la empresa Bechtel, que se habían sentado varios días viendo la violencia por televisión en un hotel de cinco estrellas e insistían que no se irían, finalmente habían huido al aeropuerto y abandonado el país. El gobierno boliviano declaró la anulación del contrato, diciendo en una carta dirigida a la gente de la Bechtel: “Tomando en cuenta que los directores de su empresa se han retirado de la ciudad de Cochabamba y no pudieron ser ubicados… dicho contrato queda rescindido”.

Cochabamba celebró con locura: automóviles se paseaban por las avenidas de Cochabamba tocando bocina. Los líderes de La Coordinadora salieron de la clandestinidad. Se regresó desde el trópico a los encarcelados y fueron reci-bidos como héroes. Doblegando a un gobierno encabezado por un ex dictador, sobreponiéndose al poder de una de las corporaciones más grandes del mundo y revirtiendo una política fundamental de una de las instituciones financieras más poderosas del globo, la humilde población de una ciudad virtualmente des-conocida fuera del país, había logrado una victoria que pronto se haría escuchar en Washington y en el mundo entero.

III.ElimpactodelaGuerradelAguaenlapolítica: mundialyboliviana

No pasó mucho antes de que la noticia de la victoria de Cochabamba sobre la multinacional Bechtel viajara lejos. Los informes realizados por “El Centro para la Democracia” mostraron el camino a seguir. Un documental de la pbs sobre la revuelta, informaría posteriormente:

A pesar de que una importante corporación estadounidense fue el eje de un conflicto en Bolivia, ni siquiera un periódico de ee.uu. tenía un reportero en el lugar de los hechos. Sin embargo, las noticias de la insurgencia llegaban a una audiencia mundial

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por medio de Internet. La fuente [de la información] fue un correo electrónico que llegó a miles de lectores, escrito por un estadounidense que desveló la conexión Bechtel [el director ejecutivo de El Centro para la Democracia], Jim Shultz.30

Sin embargo, esos mismos informes terminarían siendo magnificados muchas veces debido a una coincidencia de tiempos.

Durante la misma semana en que miles de personas llenaban las calles de Cochabamba para expulsar a la Bechtel, en ee.uu. miles se echaban a las calles de Washington dc, para protestar por la reunión anual de Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. Cuando Tom Kruse, un ciudadano estadouni-dense radicado en Cochabamba, se enteró de la demostración que se planificaba en Washington, en plena tensión de las manifestaciones en Cochabamba, se puso en contacto con los organizadores de la marcha para que enviaran faxes invitando a Olivera a asistir a la manifestación en Washington. El plan nunca fue que realmente viaje, pero sí que haga uso de la invitación, difundida a la prensa boliviana, a modo de amedrentar al gobierno para que no volviese a arrestarlo.

La noche que marcó el fin de la Guerra del Agua, Olivera anunció que se-ría una buena idea viajar hasta Washington para difundir la dramática victoria lograda por Cochabamba contra la Bechtel. Sin embargo, una traba en su ca-mino era su falta de visa de ingreso a Estados Unidos, y parecía poco probable que Olivera estuviese en la lista de personas que la embajada estadounidense permitiese ingresar. Mientras Olivera esperaba sentado a ser entrevistado por la embajada de Estados Unidos en La Paz, para obtener una visa, un periodista de una cadena de periódicos estadounidense me telefoneó solicitándome que colabore en conseguirle una entrevista con Olivera. “¿Por qué no consideran un intercambio?”, y sugerí que el periodista llame a la embajadora de inmediato y le preguntase si consideraba otorgarle una visa a Olivera. Dos días después, visa en mano, Olivera estaba en Estados Unidos.

Las protestas en Washington eran las primeras manifestaciones públicas importantes desde las que acontecieron seis meses antes en Seattle, ee.uu, cuando se reunió la Organización Mundial de Comercio, que en esa oportunidad había detonado un debate público sobre la globalización. Pero el debate todavía era abstracto. En medio de dicha abstracción y retórica apareció un drama de la vida real que tenía vínculos directos con las políticas del Banco Mundial y con una de las corporaciones más grandes de Estados Unidos.

Olivera apenas había bajado del avión hacía una hora, y ya estaba en el podio a lado de Ralph Nader frente a miles de activistas. Maude Barlow, presidenta de Council of Canadians (Consejo de Canadienses), y una de las activistas más reconocidas en el tema de los derechos por el agua, anunció a la multitud: “¡ha llegado nuestro héroe desde Bolivia!”. El hombre de poca estatura con una gorra negra de obrero fabril fue recibido de pie con una ovación que duró tres minutos. Más adelante, durante ese fin de semana, Olivera encabezó una enorme

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procesión que se abría paso por las calles de Washington. Parado a su lado, le pregunté qué le parecía su primera visita a Estados Unidos. “Se parece mucho a Cochabamba”, bromeó, “hay policías y gente joven por todos lados”.

La prensa e investigadores internacionales se dirigieron a Cochabamba por decenas. La revista New Yorker llegó a comienzos de 2001 y produjo tanto una sección completa para la revista en coordinación con la PBS como un documental que fue transmitido a nivel nacional en Estados Unidos, en 2002. Pisándole los talones, siguieron decenas de otros productores de cine y académicos prove-nientes de Estados Unidos, Reino Unido, Europa, América Latina y de varios lugares. Mucho después de que la revuelta del agua en Cochabamba se haya convertido en un recuerdo distante para la mayoría de sus propios protagonistas, se siguió escribiendo y elaborando películas sobre el tema, convirtiéndolo en una iniciativa global.

Impactoseneldebateglobalsobreelagua

No sólo fue en las calles de Washington que el legado de la Guerra del Agua estaba dejando huella más allá de las fronteras bolivianas. Se convirtió en un tema ejemplar a nivel mundial que inspiró a otras luchas que defendían que el agua debía mantenerse bajo control público, desde Atlanta a Estocolmo y de Uruguay hasta la India. “La Coordinadora para la Defensa del Agua y de la Vida, fue aquí, sin duda, el ejemplo claro para la lucha por la dignidad y la promesa de ‘que otro mundo es posible’”, comentó la activista en asuntos de agua, Adriana Marquisio.31 La destacada activista india, Vandana Shiva, escribió más tarde que la Guerra del Agua en Bolivia “proporciona una educación política para toda comunidad que lucha por recuperar sus espacios comunes y públicos en esta era de globalización corporativa.”32

Las repercusiones creadas por la Guerra de Agua también llegaron a los pasillos de la creación de las políticas globales. Los funcionarios de instituciones tales como el Banco Mundial se vieron en aprietos para defender sus políticas, después del conflicto de Cochabamba. James Wolfensohn, presidente del Banco Mundial en el año 2000, fue directamente cuestionado por la prensa de Washing-ton sobre la Guerra del Agua. Defendiendo las políticas del Banco, argumentó que los países empobrecidos necesitaban aplicar “un adecuado sistema de cobro”, con el fin de prevenir que los pobres derrochen el agua.33 El principal funcionario del Banco para asuntos de agua, John Briscoe, tuvo que defender las políticas del Banco respecto a la privatización de agua desde la páginas del diario canadiense, The Globe and Mail, en el documental sobre Cochabamba realizado por la pbs y hasta en el pleno de una cumbre sobre el agua realizada en Japón.

Al interior de algunas instituciones, Cochabamba también sembró reflexión interna sobre las políticas de la privatización. En 2002, la unidad latinoamericana encargada del tema del agua en el Banco Interamericano de Desarrollo, me solicitó

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que los visite en Washington, e iniciaron la reunión con la siguiente pregunta: “¿Qué considera usted que nosotros podamos hacer para que las empresas públicas de dotación de agua sean más eficientes? A pesar de que la Guerra del Agua en Cochabamba y otras campañas de protesta que le siguieron no lograron cambiar las políticas fundamentales que rigen las políticas globales de las instituciones con base en Washington, por lo menos han forzado un debate más amplio.

Impactosenlapolíticaboliviana

En Bolivia, la Guerra del Agua inició una serie de acontecimientos que provocaron cambios sociales y políticos de trascendencia histórica. Durante casi dos décadas, la economía boliviana había estado bajo el dominio del Consenso de Washington, políticas basadas en el mercado dictadas por el Banco Mundial y el fmi, y llevadas a cabo por el liderazgo nacional ferozmente obediente a estas políticas. La Guerra del Agua logró desbaratar los cimientos de todos aquellos criterios.

“Siempre hemos repetido esas consignas: ‘¡Que muera el Banco Mundial!’, ‘¡Que muera el Fondo Monetario Internacional!’, ‘¡Abajo el imperialismo yankee!’, comentó Olivera. “Pero creo que por primera vez, la gente comprendió directa-mente cómo las políticas de Banco Mundial, el libre comercio, el libre mercado, nos ponen en una situación de tanta desventaja frente a los países poderosos.”34

Álvaro García Linera, que en 2006 fue elegido vicepresidente del país, escri-bió en 2001, como analista político, que la Guerra del Agua marcó el comienzo del levantamiento de “las masas”. Dichas masas, declaraba, “tienen la capacidad organizativa y fuerza suficiente como para retar la relevancia de los sistemas de gobierno prevalecientes… y plantear modos alternativos para ejercer el poder político y la conducción de una vida legítimamente democrática.”35

Mientras los gobiernos bolivianos se enfrentaron por mucho tiempo con el hecho de tener que compartir el poder con los militares, después de abril del 2000 se sucedieron gobiernos débiles –todos electos con un respaldo de 25% o menos de la votación– que debían enfrentarse a la encrucijada de compartir el poder con una creciente ola de movimientos sociales bolivianos, cuya demanda principal era cambiar el rumbo económico del país.

La primera evidencia clara de que la Guerra del Agua había provocado un cambio significativo en la política boliviana, surgió en 2002 cuando Evo Morales, dirigente de los principales sindicatos de productores de coca, se presentó como candidato a la presidencia, encabezando al Movimiento al Socialismo (mas). Una de las principales argumentaciones de su plataforma electoral fue afrontar las políticas económicas elaboradas desde Washington. Votar por Morales sig-nificaba expresar en las urnas lo que el pueblo había expresado en las calles de Cochabamba. Aquello y una declaración pública en contra de Morales hecha por el entonces embajador estadounidense, ayudaron a propulsarlo en la votación, llegando a uno por ciento de distancia del candidato más votado.

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En 2003, el desafío a las políticas económicas impuestas desde el exterior se reanudó con dos explosivas manifestaciones públicas de protesta. La primera se realizó en febrero contra las medidas de austeridad económica exigidas por el fmi. La segunda, en octubre, cuando se filtró información de que el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada planeaba exportar gas boliviano a precios bajos a Estados Unidos vía Chile. Finalmente, esas protestas forzarían la renuncia de Sánchez de Lozada y la convocatoria a nuevas elecciones nacionales. Esto dio paso para que en las elecciones de diciembre de 2005 Morales obtuviera una victoria contundente y fuera elegido como el primer presidente indígena de Bolivia. (Ver Capítulo 3 para mayor información sobre el tema del gas y el Capítulo 4, para información adicional sobre las protestas en contra de las políticas del fmi).

No cabe duda de que los cambios que actualmente atraviesa Bolivia se deben en gran parte a la Guerra del Agua que tuvo lugar en las calles de Cochabamba, en los primeros meses del año 2000. Tal como Morales lo indicó en una entrevista con la revista estadounidense Time en mayo de 2006:

Necesitábamos terminar con el colonialismo interno y devolver la tierra y sus recursos naturales a quienes la han habitado durante cientos de años, en lugar de poner nuestra economía en manos del Banco Mundial, el FMI y las empresas transnacionales.36

IV.Bechtelgolpeadenuevo

En noviembre de 2002, un año y medio después de haber sido forzados a salir de Bolivia, la Bechtel y sus coinversionistas volvieron al ataque. En una hermética corte internacional de comercio en Washington, manejada por el Banco Mundial, la empresa de agua subsidiaria de Bechtel entabló una demanda legal por $US 50 millones, una suma equivalente al costo del funcionamiento de la empresa de agua en Cochabamba durante siete años.37

Uncasoapuertacerrada

La Bechtel y sus asociados entablaron la demanda a través del International Center for Settlement of Investment Disputes (icsid), (Centro Internacional de Arreglo de Controversias Relativas a Inversiones, ciadi), un ente del Banco Mundial creado en 1966 para facilitar el arbitraje entre países e inversionistas extranjeros. Desde la década de 1970, el ciadi ha tratado más de 330 casos y el número sigue aumentando anualmente.38 Los casos se deciden en tribunales compuestos por tres personas, una por cada litigante y la tercera escogida de mutuo acuerdo.

Para Bechtel, la corte comercial del Banco Mundial era un foro ideal, tanto por su discreción como por la gran distancia existente entre ella y los rebeldes bolivianos que tantos problemas le habían causado. Las audiencias de los tribu-

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nales del ciadi, se realizan estrictamente a puerta cerrada. Ni a los medios de comunicación ni a los ciudadanos que finalmente pagarán por los acuerdos, se les permite saber cuándo se reúnen los tribunales, el lugar en que se llevan a cabo las reuniones, quiénes testifican, ni qué es lo que se dice en ellas. El proceso asume que la única representación que los bolivianos necesitaban, era la del bufete de abogados contratado en Washington por el gobierno de Bolivia.

La otra ventaja que el ciadi ofrecía a Bechtel era su vehemente respaldo a que se acaten los acuerdos que permiten a las corporaciones demandar a los gobiernos para recuperar no solo las inversiones, sino también las utilidades perdidas. El representante de la Bechtel, Michael Curtin, informó a la pbs: “No estamos buscando que Bolivia nos devuelva una ganga. Estamos buscando recuperar nuestros costos. Pero también podemos reclamar la pérdida de utili-dades. Quizás lo hagamos. Es un dineral.”39 De hecho, era una ganga, y enorme, exactamente lo que la Bechtel y sus asociados estaban buscando conseguir. En un comunicación privada entre el departamento de relaciones públicas de Bechtel y El Centro para la Democracia, en enero del 2007, la compañía admitió que la inversión hecha en Bolivia no fue más de un millón de dólares. Bechtel estaba demandando 50 millones de dólares.

Pero no fue una tarea sencilla para Bechtel acceder a la corte de Banco Mun-dial. Para lograr que la empresa pueda ventilar su caso en el ciadi, su subsidiaria de agua tenía que tener sede en un país que tuviese un acuerdo comercial con Bolivia y que dicho acuerdo estipule al ciadi como árbitro. Estados Unidos no tiene ese tipo de acuerdo con Bolivia, y tampoco Bolivia lo tiene con las Islas Caimán, donde Bechtel había creado la subsidiaria de agua, en papel, por motivos de impuestos. En el otoño de 1999, los funcionarios de Bechtel, preocupados por la posible reacción del pueblo de Cochabamba ante el alza de tarifas aún no anunciado, cambiaron sigilosamente su sede, otro vez en el papel, desde las Islas Caimán a una pequeña oficina en Ámsterdam.40 Holanda sí contaba con un acuerdo comercial con Bolivia que permitía que las empresas puedan presentar sus reclamos ante la corte del Banco Mundial. En la víspera de los incrementos de tarifas, la Bechtel ya estaba legalmente preparada para lo peor.

LaCoordinadoraysusaliadosmontanunacampaña

Muy pocos habían escuchado hablar del ciadi antes de que Bechtel pusiera en consideración su conflicto con Cochabamba, y los que sí lo hicieron en su mayoría eran abogados corporativos. El ciadi nunca antes había tenido que enfrentar un caso que involucraba a grupos de ciudadanos. Montar una lucha efectiva contra la Bechtel sería difícil. La Coordinadora y sus aliados interna-cionales, incluyendo a El Centro para la Democracia, lanzaron una campaña basada en una estrategia muy clara: en un foro legal escogido por la Bechtel, la clave del éxito no radicaba en vencer al oponente legalmente, sino en de-

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bilitar su voluntad de enfrentar el litigio. La campaña apuntaba a Bechtel y a sus principales funcionarios.

El blanco en Bechtel empezó siendo su presidente y director ejecutivo, Riley Bechtel, bisnieto del fundador de la corporación; el ataque se inició antes de que la Guerra del Agua haya terminado. En abril de 2000, cuando el conflicto llegó a su máxima expresión en Cochabamba, El Centro por la Democracia pudo conseguir la dirección del correo electrónico particular del citado presidente de Bechtel, y lo envió a sus 2 000 lectores de todo el mundo, incitándolos a que escriban para que Bechtel se retire de Bolivia. Cientos de ellos lo hicieron, provocando así la primera respuesta pública de Bechtel referente a la debacle que estaba viviendo en Cochabamba. Los grupos que apoyaban la Guerra del Agua en Cochabamba también realizaron una protesta frente a la sede de la corporación en San Fran-cisco, ee.uu. El ataque público contra Bechtel se reactivó poco después de que la empresa iniciara su demanda por $us 50 millones en Washington, e incluyó trabajo con medios de comunicación, campañas a nivel internacional y acciones dirigidas directamente a Bechtel y a sus funcionarios.

La campaña unió a los cochabambinos como un enorme peso atado al cuello de la Bechtel, que parecía muy difícil de eludir. Google afirma que hubieron más de 127 000 páginas web que vinculaban a Bechtel con la Guerra de Agua en Cochabamba, incluyendo artículos sobre el tema de las principales organiza-ciones de noticias y de grupos de activistas en todos los continentes. Periodistas y ciudadanos que nunca antes habían escuchado de la Bechtel, supieron de su existencia debido a su nexo con la Guerra del Agua, y por la tentativa de la em-presa de exprimir $us 50 millones de muchas de las familias más empobrecidas de América del Sur.

En febrero de 2002, activistas holandeses escalaron el edificio en Ámsterdam donde se ubicaba la sede legal de la Bechtel y colgaron una gran pancarta que rebautizó el nombre de la calle por el de Víctor Hugo Daza, el joven de 17 años asesinado en Cochabamba. En julio de 2002, las autoridades de la ciudad de San Francisco, sede oficial y real de la Bechtel, aprobaron una resolución pidiendo a la empresa que desista de sus reclamos en Bolivia. Aquel mes de septiembre en San Francisco, una manifestación pública en contra del caso causó el blo-queo de la entrada de las oficinas de la corporación y culminó con el arresto de 15 personas. En febrero de 2004, otra protesta, en Washington dc, llevó la oposición al caso directamente a la vivienda de Michael Curtin, el jefe de la subsidiaria boliviana.

La campaña también elevó sus demandas directamente al ciadi. En septiem-bre de 2002, con el respaldo legal de Earth Justice, un bufete mediambientalista, los dirigentes de la Guerra del Agua formalmente solicitaron se les otorgue estatus legal para poder unirse al caso. La demanda fue respaldada por una Pe-tición Internacional de Ciudadanos, suscrita por más de 300 organizaciones de 43 países que pidieron a la corte del Banco Mundial que se abran las audiencias

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al escrutinio y participación públicos. El conflicto que Bechtel confiaba sería resuelto silenciosamente a su favor a puerta cerrada, se convirtió en un aconte-cimiento de amplio conocimiento público.

El 19 de enero de 2006, representantes de Bechtel y sus coinversionistas arribaron a Bolivia. Sentados a lado de funcionarios gubernamentales, firmaron un acuerdo formal por el cual desistían de su demanda por $us 50 millones, a cambio de un pago nominal de Bs.2 ($us 0.30 ctvs.). El principal negociador boliviano, Eduardo Valdivia, explicó por qué Bechtel había finalmente desistido de su demanda. “Su máximo ejecutivo, [Riley Bechtel] intervino personalmen-te”, dijo. “Les dijo a sus abogados que el litigio no valía la pena en función al daño que le podría hacer a la reputación de la empresa.”41 Fue la primera vez que una de las corporaciones más importantes del mundo abandonó un litigio de inversión internacional como resultado directo de la presión pública a nivel mundial. Fue una importante victoria para Cochabamba, una importante victoria para el activismo a nivel global y un importante precedente para casos similares de políticas privatizadoras futuras.

V.Unaleyendaconresultadoscontradictorios:elsignificado delasprotestasporelaguadeCochabamba

¿Pero qué sucedió en Cochabamba después de que David venciera a Goliat? ¿Qué significó la Guerra del Agua para la gente y su sed por agua potable a un precio razonable? En el terreno, la Guerra del Agua es una leyenda con resultados marcadamente contradictorios.

La victoria más clara fue la que primero desató la Guerra del Agua: la resis-tencia mostrada por los campesinos regantes y agricultores que vieron cómo su propio gobierno y potencialmente una corporación extranjera, tomaban control de sus sistemas rurales de agua. El 10 de abril de 2000, paralelamente a la decla-ración del gobierno de que los dirigentes de Bechtel habían abandonado el país, los legisladores bolivianos también anularon la controversial Ley de Aguas. Desde entonces, el sindicato nacional de regantes y sus aliados han logrado la adopción de nuevas leyes que refuerzan el compromiso de que el agua será considerada como un bien común, en vez de un bien que pueda venderse. Sin embargo, es en la ciudad y en el manejo de la compañía de aguas públicas recuperada de la Bechtel, que los resultados de la guerra han sido mucho menos que románticos.

Elpueblorecuperaelcontrol,peronorealmente

Inmediatamente después de la Guerra del Agua, los líderes de La Coordinadora se unieron con los gobernantes de la ciudad y con el sindicato de la empresa para asumir la administración de la empresa, nuevamente, denominada semapa.

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Se nombró un directorio interino y a un ingeniero de aguas, Jorge Alvarado, como gerente general, quien anteriormente había formado parte del plantel de profesionales que asesoró a La Coordinadora.

En los primeros meses, semapa contó con un entusiasta apoyo público. Redujo sus tarifas a los niveles anteriores a la gestión de Bechtel, y los clientes consumidores pronto se pusieron al día con el pago de sus facturas pendientes, engrosando así las arcas de la empresa que los personeros de la Bechtel habían vaciado durante el corto control ejercido sobre la compañía. Entre otras cosas, Bechtel dejó una cuenta pendiente de consumo eléctrico por $us 90 000. Los líderes de La Coordinadora gozaron de una considerable popularidad y recibieron gran cantidad de ofertas de asistencia técnica de varias instituciones del sector público de aguas de Estados Unidos y Canadá. En esos países, las compañías públicas, bajo presión de ser privatizadas, sabían que el éxito o fracaso de semapa tendría un impacto significativo en el debate global de la privatización del agua y por lo tanto deseaban que la empresa pública de Cochabamba tuviera éxito.

Sin embargo, fuera de escena, la planta administrativa que reemplazó a la de Bechtel padeció problemas desde el comienzo. Los líderes de La Coordinadora tenían profundas sospechas del papel que jugaba el alcalde de Cochabamba al interior de la empresa, dada su participación en la aprobación de la privatización. Los representantes del sindicato de trabajadores de semapa, mientras externaban su apoyo a la función pública, parecían estar más interesados en enrolar a su parientes y amigos en las planillas de la compañía. “En realidad, la empresa no fue realmente recuperada”, comentó Olivera.

Los dirigentes de La Coordinadora que habían tomado parte en la organi-zación del conflicto en las calles, quisieron inmiscuirse en el manejo práctico de la empresa; en asuntos administrativos, estructuración de tarifas, proyectos de ampliación, además de negociar con las instituciones crediticias extranjeras. Con la vista nublada y negándose a tomar interés en los detalles, los líderes del conflicto callejero decidieron que La Coordinadora requería entregar dichos detalles a un “equipo de apoyo técnico”. El equipo que se conformó en el año 2000, incluyó a un académico, un ex gerente de semapa y un par de organizadores comunitarios. Se replegaron a las comunidades campesinas y a los barrios de la ciudad que habían servido de columna vertebral de la Guerra del Agua, evaluando los retos que la empresa tenía que afrontar y las propuestas de reforma. Su meta era elaborar una agenda que pudiese convertir a semapa en un ente genuinamente representativo de los usuarios a los que supuestamente tenía que atender, libre de corrupción y malos manejos que anteriormente habían plagado a la empresa.

El equipo técnico propuso que los gerentes de la empresa inicien su trabajo directamente con los comités vecinales para evaluar su potencial disponible de trabajo y de otras capacidades, además de los fondos locales para el desarrollo, con el fin de ayudar a canalizar agua a los barrios que no la tenían.42 “Organizamos talleres de trabajo con los empleados y con las comunidades en todo Cochabamba”,

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comentó Carmen Peredo, de la Asociación de Regantes, y miembro del equipo. “Pero el director [Alvarado] no quería aplicar los cambios que surgieron en dichas reuniones.”43 También culpó por falta de apoyo a los que dirigieron la Guerra del Agua. “Las propuestas estaban ahí, pero La Coordinadora no peleaba por ellas”.

La más importante de las reformas que La Coordinadora llegó a imponer, por lo menos en parte, fue que una porción del directorio de la empresa fuese elegida directamente por la comunidad. Pero cuando finalmente se realizaron las primeras elecciones para conformar el directorio en abril de 2002, menos de 4% de los votantes elegibles a esos cargos se presentaron a la votación. En una ciudad donde apenas dos años antes habían salido a las calles por millares y puesto sus vidas en peligro para recuperar su agua, casi no hubo interés público en conocer los pormenores del manejo de la empresa de agua.

Poco después, el equipo técnico de La Coordinadora se desbandó y sus líderes fijaron su mirada más allá de semapa. Algunos se concentraron directamente en trabajar con los barrios de la ciudad que se dedicaban a proyectos de desarrollo de agua. Unos se postularon al Congreso y lograron ser elegidos. Otros se dedi-caron a nuevos conflictos nacionales como la recuperación de los hidrocarburos y el gas de la nación. Con el transcurrir del tiempo, el manejo y el desempeño de la empresa de agua volvió a atraer las mismas quejas que la acosaron antes de la privatización; ineficiencia, corrupción y abultamiento de las planillas por el sindicato que representaba a los trabajadores de semapa.

Problemassinresolver

El trabajo de administrar una compañía de agua, como me comentó un experto, “no es una ciencia como para fabricar cohetes”. Las redes de agua, sean públicas o privadas, sólo necesitan fuentes de provisión, adquirir equipo de bombeo, instalar tuberías, conectar a usuarios y proponer un sistema financiero que pue-da auto sustentarse. El historial de semapa en lograr cumplir esas metas, es, nuevamente, contradictorio.

Cochabamba sigue teniendo los mismos retos intrínsicos que siempre ha tenido en cuanto al agua. La ciudad continúa creciendo con rapidez desde abril de 2000 y la madre naturaleza no ha puesto a disposición nuevas fuentes de provisión de agua para que pueda ayudar a expandir los servicios. El área bajo responsabilidad de semapa abarca algo más de 500 000 personas, la mitad de las cuales todavía no cuenta con servicios de provisión de agua y alcantarillado conectados a sus viviendas.44 La mayoría de esas familias vive en la periferia del sector sur de la ciudad, que sigue siendo el centro principal de inmigración del valle de Cochabamba. Los críticos de semapa (y de la Guerra del Agua), están prestos a subrayar la permanente falencia de sus servicios, pero como suele suce-der con las estadísticas, hay más que decir. La historia del agua en Cochabamba se reduce principalmente a la rapidez con la cual el sistema puede expandirse.

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En los siete años que han pasado desde la Guerra del Agua, semapa ha más que triplicado el alcance de su área de servicios.45 Esta expansión se basa en una política que, siendo una compañía pública, tiene la responsabilidad de proveer servicios a todos los residentes de Cochabamba, y no sólo a aquellos que tienen la suerte de vivir en áreas que ya cuentan con tal infraestructura. Esta política de inclusión, por ejemplo, difiere con la de la ciudad de La Paz y de El Alto, donde una compañía con capitales franceses, Suez, prácticamente ha abandonado a los empobrecidos y cada vez más poblados barrios periféricos. (Ver cuadro “Público versus privado”).

Pero la cantidad de nuevas conexiones de agua no cuentan toda la historia. La mayoría de los días, los nuevos tanques y cañerías instalados al sur de la ciudad no surten agua. “Su sueño era tener agua todos los días, 24 horas al día”, comenta la activista de La Coordinadora, Gissel Gonzáles, acerca de las familias que viven en el sector sur de la ciudad. “Seis años después de la Guerra del Agua siguen teniendo agua tres días por semana, durante dos horas por día.”46

Expertos en agua que conocen a semapa de cerca, comentan que la empresa ha fracasado en enfrentar sus dos principales problemas. En un valle que sigue padeciendo por falta de agua, semapa pierde aproximadamente 55% del agua con que cuenta debido a fugas en las cañerías y a conexiones clandestinas. Y a pesar de un nutrido flujo de apoyo financiero de donantes e instituciones crediticias internacionales, incluyendo al gobierno de Japón y al bid, la empresa todavía no logra poner en pie un plan financiero sostenible.

Un experto familiarizado con el sistema operativo interno de semapa, culpa de los problemas a la mala administración. “Es una organización completamente disfuncional. No generan suficientes ingresos como para cubrir sus costos y está permitiendo que el sistema se deteriore.”

Públicoversusprivado:semapaySuez

En el núcleo mismo de la Guerra del Agua existe una pregunta política importante: ¿la gente se beneficia más con una empresa pública que administre el agua o con una privada? Una comparación entre dos ciudades bolivianas ofrece un interesante caso. Desde el año 2000, Cochabamba ha funcionado con una empresa pública, semapa, mientras que las ciudades de La Paz y El Alto contaban hasta el 2007 con una em-presa manejada por una gran corporación privada de agua, Suez, de Francia.

En 2003, la empresa boliviana de la Suez, Aguas del Illimani, informó haber logrado “100% de cobertura” en sus servicios de agua en La Paz y El Alto.47 En comparación, semapa informó que el 2004 su cobertura apenas alcanzó a 46% de los habitantes de Cochabamba, cifra que se mantuvo sin cambios desde hacía cuatro años cuando retomó el control de la compañía que administraba Bechtel.48 Frente a esos datos, pareciera que no habría discusión entre los beneficios de lo público versus lo privado. Pero la verdadera historia subyace esas cifras.

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Para empezar, las dos empresas tienen definiciones radicalmente distintas en lo que significa ‘cobertura’ del servicio de agua. En Cochabamba, semapa define el término cobertura cuando la conexión llega hasta la propia vivienda. En La Paz y en El Alto, Suez considera que el servicio está cubierto si es que una tubería de agua corre a lo largo de la calle, con o sin una conexión hasta las viviendas. Considerando que el costo promedio que Suez cobra por la conexión del servicio a domicilio asciende a tres meses y medio de un sueldo básico, muchas de las familias no se lo pueden permitir.

En segunda instancia, las empresas de La Paz-El Alto, y la de Cochabamba difieren radicalmente en la noción de a quiénes están obligados a servir. Ambas zonas de cobertura pertenecen a áreas urbanas que ya cuentan con infraestructura desarrollada, mientras que en la periferia hay que desarrollar la infraestructura desde cero. Cuando Suez negoció su contrato con el gobierno boliviano en 1997 (otra privatización exigida por el Banco Mundial), prácticamente tomó un mapa de la región, dibujó una línea alrededor de las áreas en donde ya exis-tían tuberías de agua y las estableció como su “área de servicio.” Excluyó a las comunidades, particularmente en la creciente zona de El Alto, donde no existía infraestructura y que tendría un elevado costo proveerla. Era el equivalente en servicios de agua a una compañía de seguros de salud que excluye cuidadosamente a quienes podrían enfermarse. Al contrario, en Cochabamba, desde que se fue Bechtel, semapa ha ampliado repetidamente su área de servicios, triplicando sus obligaciones geográficas e incrementando 14% el número de familias que tiene que atender.49

Entre los años 1997 y 2004, la subsidiaria de Suez, que está ubicada en una región rodeada de glaciares y de otras fuentes abundantes de agua, afirma que ha incrementado las conexiones de agua a viviendas en 50% (78 000 conexiones).50 semapa, que opera en un región donde el agua tiene que traerse desde otros luga-res, incrementó la cantidad de viviendas con conexiones en 16% (9 000 conexiones) en aproximadamente la mitad de tiempo.51 En enero de 2005, los habitantes de El Alto, basándose en la política de la Suez-Aguas del Illimani que excluía a más de 200 000 residentes de su área de servicios, iniciaron una ‘Segunda Guerra del Agua’ en Bolivia, con el resultado de que el gobierno anulara el contrato con la empresa francesa y organizara una nueva entidad pública que la absorbiera.

Y la gente que paga los costos, continuó el experto, son las familias de más escasos recursos del valle. “[Con los recursos que semapa ha conseguido] uno podría ser capaz de proveer agua durante las 24 horas del día, y la gente pobre debería pagar menos.”52 Luis Sánchez, quien fuera un dirigente clave durante la Guerra del Agua y que posteriormente fue elegido al directorio de semapa como representante del sector sur de la ciudad, lo explicó con más franqueza: “[semapa] sigue siendo un espacio para robar dinero.”53

En gran parte debido a las falencias de semapa, muchos de los vecindarios periféricos del valle han incrementado sus esfuerzos para solucionar ellos mismos los problemas de escasez de agua, con una participación activa de La Coordi-

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nadora. Gonzáles explicó los pormenores de la experiencia de un vecindario de la ciudad, Villa Pagador:

La comunidad se organizó y perforó un pozo de aproximadamente 130 m de profundidad. Desde ese punto, se bombea el agua a través de 12 km hasta un tanque que abastece a 200 familias. Ellos mismos deciden cuánto van a pagar. Si se arruina una bomba, todos deciden cuánto tiene que pagar cada familia por su reparación. Sin embargo, siguen habiendo 1 600 personas que no tienen agua. Necesitan un tanque más grande y más cañerías. Necesitan alcantarillado.

Esta propuesta comunitaria para conseguir agua se está repitiendo en muchas otras comunidades del valle, frecuentemente con la cooperación de semapa, siendo la empresa, por ejemplo, que compra las cañerías mientras la comunidad aporta la mano de obra. Otras comunidades no acuden a semapa a propósito, arguyendo que si ellos mismos administran los servicios de agua, ahorran el costo de tener que pagar los elevados costos administrativos que semapa añadiría si ellos controlasen el agua. Algunas comunidades están negociando acuerdos híbridos con semapa, mediante los cuales la empresa pública hace llegar agua a una zona mientras los vecinos se encargan de administrar su distribución a los residentes.

Este sistema ad-hoc no deja de tener problemas. Todavía somete a las frágiles napas de agua subterránea a un uso excesivo y puede hacer perder algunas de las ventajas que un sistema más grande de redes podría ofrecer. Adicionalmente, sólo puede atender el problema de acceso al agua y no el asunto paralelo del desecho de aguas servidas. Pero en muchos sectores de Cochabamba, a siete años de la Guerra del Agua, el espíritu de la participación pública en los asuntos del agua está presente vivamente en estos proyectos. Son un ejemplo del tipo de colaboración entre las comunidades y la empresa de agua que muchos esperaban lograr cuando pelearon la Guerra del Agua.

Unarecetaparalareparación

¿Qué es lo que se necesita para que los habitantes de Cochabamba logren realizar, de una manera práctica, su sueño de obtener agua potable a precios justos para todas las familias que viven en este alto valle?

“Me da un poco de vergüenza hablar de semapa”, dijo Carmen Peredo, del sindicato de regantes. “Tenemos una responsabilidad histórica de arreglar la empresa.” Este reconocimiento ha sido lento en hacerse eco en las organiza-ciones que ayudaron a organizar la Guerra del Agua. Ellos saben que el reco-nocimiento público de las varias fallas que padece semapa, serán convertidas por sus adversarios en reclamos de que la Guerra del Agua en sí fue un error, y que Cochabamba se hubiese beneficiado más si se hubiese quedado la compañía Bechtel. Lo mejor que se puede hacer para defender el legado de la Guerra del Agua, es asegurarse de que semapa tenga éxito como empresa pública.

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Esa tarea debe iniciarse con un análisis claro que defina los problemas exis-tentes en semapa, acompañado de propuestas concretas para darles solución. La Coordinadora y otros ciudadanos en Cochabamba han trabajado sobre estos temas desde la Guerra del Agua, pero esa labor se ha centrado casi exclusivamen-te en asuntos procedimentales y casi nunca ha ido al grano de los pormenores operativos concretos de la empresa. Los activistas del tema de agua en Cocha-bamba enfocan sus esfuerzos en cómo estructurar un ‘control social’ de semapa: contar con un directorio elegido verdaderamente por las comunidades, lograr que sus miembros y los empleados de semapa participen en foros vecinales y comprometerse en la planificación conjunta con los vecindarios.

El control social de una empresa pública sin duda es importante, pero abordar los temas procedimentales sin tocar los operacionales –como los pro-blemas de fugas de agua y las finanzas de semapa– ha ocasionado que dichos asuntos operacionales se conviertan en un desastre. No sólo los activistas del agua del valle carecen de una visión clara en estos temas, pero cuando la em-presa ha intentado dar soluciones prácticas, en ciertas ocasiones los dirigentes más bien han creado mayores problemas. Por ejemplo, en 2006, cuando el bid instó a que semapa eleve sus tarifas (que no han cambiado en los últimos seis años), sólo para ajustarse a la inflación, los activistas atacaron la propuesta du-ramente. Pero si los costos se elevan y las tarifas no se ajustan a la par, ¿cómo es posible que la empresa asuma las demandas de crecimiento? Involucrarse en los detalles de la administración de una empresa de agua no es romántico, pero sí es esencial.

Luis Sánchez, un dirigente de La Coordinadora que posteriormente trabajó en el Ministerio de Aguas de Bolivia, sostiene que la única manera de solucionar el estancamiento administrativo que sigue afectando a semapa es combinar la presión que ejerce la comunidad con una regulación experta del gobierno na-cional. “Necesitamos la intervención de los de arriba y de los de abajo.”

La presión de “los de abajo” ya empezó en Cochabamba. Grupos vecinales han marchado a la sede de semapa exigiendo acción, de la misma manera que lo hicieron anteriormente a la de Bechtel. La presión de la comunidad logró cambios en la directiva del sindicato cuando se detectó que existían malos manejos en las planillas y corrupción. Los directores electos de la empresa fueron duramente criticados cuando se descubrió que ellos mismos se estaban pagando elevados viáticos por la asistencia a reuniones que jamás tuvieron lugar.

El gobierno nacional, a través del Ministerio de Aguas, ha mostrado cierta apertura a la regularización desde arriba, pero con poco efecto. La otra fuente de presión desde arriba, que de hecho ha tenido una buena influencia en la eficiencia de semapa, proviene de su principal prestatario, el bid. Pero los bolivianos no deberían esperar que Washington ejercite presión para que su empresa de agua funcione mejor, del mismo modo que anteriormente no aceptó que se ejerza presión cuando existía un plan para privatizarla. Todavía es largo y tortuoso el

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camino a seguir para que Cochabamba cuente con una empresa pública eficiente que provea agua todos los días.

VI.Conclusiones

El concepto de privatización llegó a Bolivia como una teoría en alas de la coer-ción extranjera. Los funcionarios del Banco Mundial que fomentaron el plan de traer corporaciones multinacionales sostenían que ofrecerían tres cosas que los países pobres necesitaban con desesperación: una administración rigurosa, técnicos experimentados, e inversiones para expandir los servicios. Así se veían las cosas en papel. En Cochabamba, sin embargo, la teoría no funcionó tal como sus autores y proponentes dijeron que lo haría.

Los ejecutivos extranjeros enviados por Bechtel demostraron ser tan inex-pertos que finalmente fueron expulsados por una rebelión popular pocos meses después de haber llegado. Más aún, cuando el gobierno empezó a disparar a la gente en las calles para defender los intereses de la multinacional, en lugar de ayudar a que el conflicto se desinfle, la gente de Bechtel echó leña al fuego con anuncios públicos de que había venido a quedarse.

La pericia técnica que Bechtel prometió y por la cual planeaba cobrar buen dinero, resultó disponible y gratis para Bolivia gracias a las ofertas de especia-listas en aguas de todo el mundo ansiosos por ayudar. El muy necesitado capital que Bechtel supuestamente traería, se limitó a una inversión inicial de apenas un millón de dólares para adquirir una concesión por 40 años, cuyo valor era muchísimo mayor. El costo del capital de Bechtel sería una ganancia garantizada de 16% al año, y el financiamiento de esa gran ganancia fue una de las razones por la cual tuvieron que imponer el alza de tarifas que desató la rebelión.

La privatización del agua no debería considerarse como un asunto de teo-logía económica, algo incontestable, tanto por sus proponentes como por sus críticos. En general, las privatizaciones no son inherentemente buenas o malas. El problema recae en los detalles. En Bolivia existe una objeción espiritual, entre muchas, a jamás poner el agua, la sangre de la tierra, en manos de las trasnaciona-les. Pero en el caso del agua, esa oposición espiritual a la privatización también resulta respaldada por la experiencia y el análisis. Como una política práctica, la privatización del agua adolece de cuatro grandes problemas.

El primero, es la forma natural en que se cotiza el agua por encima de lo que la gente de bajos ingresos puede permitirse. El Banco Mundial aboga a favor de “tarifas de mercado”, y en el caso de Cochabamba, se opuso frontalmente a los subsidios que hubieran permitido que el servicio sea pagado por las familias más pobres de la ciudad.54 Tanto en países con bajos recursos como en países ricos, las personas con bajos ingresos sencillamente no pueden pagar los precios de mercado por los servicios básicos. En Estados Unidos, los estados cobran tarifas menores

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denominadas “de supervivencia”, que subsidian todo, desde la electricidad hasta los servicios básicos telefónicos. En el caso de Cochabamba, la privatización y las demandas de ganancias exigidas por la Bechtel, significaron que las tarifas de agua se elevaran por encima de las posibilidades de muchas familias.

El segundo problema es la brecha que la privatización crea entre el usuario y los que toman las decisiones. ¿Cómo se supone que un profesor, una costurera o un campesino de Cochabamba pueda tener algún tipo de influencia sobre una de las corporaciones más grandes del mundo, con sede a un hemisferio de distancia? A pesar de todas las falencias de la empresa pública, por lo menos hoy en día en Cochabamba, cuando la gente quiera hacer algún reclamo sabe dónde tiene que ir a que le preste atención. La trasnacional Bechtel comprobó ser absolutamente inmune incluso al derramamiento de sangre.

En tercer lugar, quienes se oponen a la privatización tienen la justificación de que se preocupan por la protección de los derechos de los trabajadores. Mientras existe en Cochabamba un registro evidente de que el sindicato de la empresa tomó demasiado control, los derechos laborales aún tienen importancia y las compañías privadas tienen por naturaleza mucho menos interés en la defensa de estos derechos que las empresas públicas.

En cuarto lugar, es importante anotar que si bien los ejecutivos del Banco Mundial consideraban que el gobierno boliviano no era suficientemente capaz de manejar sus empresas públicas, de hecho lo consideraron perfectamente capaz de negociar la entrega de sus aguas a una enorme corporación extranjera y de regular su funcionamiento. Esto último también demostró ser una teoría equivocada.

La privatización total de los servicios de agua, significa entregar el poder absoluto sobre un recurso básico de la vida. Esa es la raíz de su fracaso. Pero esto no implica que una empresa pública no pueda contratar servicios específicos de otras firmas privadas. No es un tema moral definir quién instala tuberías en las calles. En algunos casos puede considerarse como una buena política públi-ca, inclusive en Bolivia, contratar trabajos específicos mientras se mantiene el control de todo el sistema en manos públicas. “Pienso que es necesario recon-siderar nuestras críticas sobre una posible participación de empresas privadas en el asunto del agua. Creo que hemos sido demasiado ideológicos”, comentó René Orellana, de Agua Sustentable, quien también prestó servicios de asesoría a La Coordinadora durante la Guerra del Agua y posteriormente fue nombrado viceministro de Aguas en el gobierno de Evo Morales.

Al final de cuentas, la famosa Guerra del Agua de Cochabamba consistió en tres batallas separadas. La primera se peleó y se ganó en las calles de Cochabam-ba el año 2000. Se convirtió en la inspiración de tanta gente por el hecho de que la mayoría de los participantes eran las personas más humildes del mundo que arriesgaron sus vidas y se enfrentaron a una de las corporaciones más grandes, y triunfaron. “La Guerra del Agua en Bolivia ha tenido un considerable impacto en el esfuerzo por lograr los derechos de acceso al agua que se vienen peleando a nivel

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mundial.”, sostuvo Maude Barlow, la principal defensora de derechos del agua en Canadá. “Las anécdotas personales de heroísmo y de lucha del pueblo boliviano son muy poderosas y han sido repetidas una y otra vez alrededor del mundo”.

La segunda contienda fue la de frenar a Bechtel de que extirpe $US 50 mi-llones de las personas que los expulsaron del país. La batalla se ganó al construir alianzas que se extendieron desde Sri Lanka hasta San Francisco, y al contar con una estrategia clara e implacable que hizo que Bechtel admita públicamente el peso de sus acciones.

La tercera batalla y de lejos la menos romántica de todas, es la que se está librando actualmente en Cochabamba. Es la lucha por hacer coincidir el sueño de la Guerra del Agua con la realidad de un sólido sistema público de agua que sirva a toda la comunidad. En ella, los jueces siguen deliberando. “La idea de que el pueblo podría recuperar simplemente su empresa de agua, fue una ilusión”, dijo Jenny Frías Alonzo, una residente de la empobrecida zona sur de Cocha-bamba y activista en la Guerra del Agua. “No creo que la Guerra del Agua haya terminado [en abril de 2000], apenas comenzó. Ahora la gente está consciente de que es un proceso que continúa.”55

Al final de cuentas, ¿cómo fue que el pueblo ganó la Guerra del Agua de Cochabamba? ¿Fue gracias a una buena organización? ¿Fue la estupidez de la empresa que subió demasiado las tarifas y muy rápidamente, o la arrogancia del gobierno al enviar a la policía para sofocar las protestas? Viendo hoy las cosas en retrospectiva, parece evidente que lo que finalmente causó que se gane la Guerra del Agua fue el corazón. En un momento de la historia en que tanta gente parecía paralizada ante la complejidad de las cosas, los habitantes de Cochabamba vieron en la Guerra del Agua un asunto tan simple como el bien y el mal, y tuvieron la enorme valentía de pelear por algo que pensaban era correcto.

Es un ejemplo que aún reverbera.

Notas

1 UNICEF, “A primera vista: Bolivia”: http://www.unicef.org/infobycountry/Bolivia.html.2 Instituto Nacional de Estadística-INE. 2001: Resultados Censo Nacional de Población y Vivienda,

Departamento de Cochabamba: http://www.ine.gov.bo.3 Osvaldo Pareja, Desarrollo regional y participación: análisis critico de la realidad regional; La

importancia de planificación: El caso SEMAPA, Cochabamba, Bolivia, Ediciones Runa, 2002: pp. 61-64.

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50 desafiando la globalización

4 Entrevista extraoficial con el autor.5 Material obtenido de un estudio realizado por la profesora de Economía, Carmen Ledo, de

la Universidad Mayor de San Simón, Cochabamba, “Inequidad y exclusión social en el acceso al servicio de agua potable en Cochabamba”, presentado en Cochabamba en febrero de 2000 y disponible en: http://www.aguabolivia.org/.

PublicarX/GESTION/TEMA5B.htm. 6 Para información sobre el tema de corrupción, por ejemplo, ver a Luis González Quintanilla,

“El túnel de la intransigencia,” La Razón, 27 de octubre, 2000, que figura en: http://www.aguabolivia.org/prensaX/Prensa/2000/Noviembre/28-3/MIb271000.htm.

7 Datos provenientes de la introducción de “La privatización de servicios sanitarios y de agua,” un conjunto de documentos referidos a la política del Banco Mundial: http://rru.worldbank.org/PapersLinks/Privatizing-Water-Sanitation-Services/

8 Citado en Alquiler del agua, un documental de la PBS emitido el 5 de julio 2002: http://www.pbs.org/now/transcript125_full.html

9 “Promocionando privatización,” proveniente de Robber Barons, The Center for Public Inte-grity, (Centro para la Integridad Pública), Washington DC, 3 de febrero, 2003: http://www.icij.org/water/report.aspx?aid=45

10 “Banco Mundial es claro: Sin privatización de SEMAPA no hay agua potable para Cocha-bamba,” Primera Plana, La Paz, 29 de febrero, 1996: p. 10.

11 “Organismos multilaterales presionan al Gobierno: Condonarán $US 600 millones de deuda si privatizan SEMAPA de Cochabamba...”, El Diario, La Paz, 1 de julio, 1997: p. 5.

12 Resumen de “Bolivian Water Management: A Tale of Three Cities” (Administración boliviana del agua: Un relato de tres ciudades), Banco Mundial, Washington DC, primavera 2002: p. 1.

13 Annual Report for 2006 (Anuario 2006), Bechtel, San Francisco, California: p. 2, http://www.bechtel.com/GlobalReport/2006Report.pdf, y el reportaje sobre su historial corporativo en http://www.bechtel.com/history.htm.

14 “Bechtel Group Inc” (Grupo Bechtel Inc.) proveniente de Windfalls of War (Las ganancias inesperadas de la guerra), The Center for Public Integrity, Washington DC, 31 de marzo, 2004: http://www.publicintegrity.org/wow/bio.aspx?act=pro&ddlC=6.

15 “La perspectiva de la Bechtel en la concesión de agua en Cochabamba, Bolivia,” Aguas del Tunari, Bechtel Corporation, San Francisco, California, 16 de marzo, 2005: http://www.bechtel.com/newsarticles/65.asp.

16 “La Bechtel y la Edison llegan a un acuerdo sobre la adquisición de la Edison del 50% de las acciones en International Water Limited”, Bechtel Corporation, San Francisco, California, 9 de noviembre,1999: http://www/bechtel.com/newsarticles/162.asp.

17 Ibid.18 “Cochabamba y el consorcio Aguas del Tunari,” Bechtel Corporation, San Francisco, Cali-

fornia, marzo 2005: http://www.bechtel.com/pdf/cochabambafacts0305.pdf.19 Un análisis a fondo realizado por el Centro para la Democracia acerca de los incrementos

tarifarios de agua de la Bechtel, en Cochabamba, incluyendo la provisión de ambos sistemas, tanto en cifras como en cuentas individuales, “Bechtel versus Bolivia, las tarifas de agua de la Bechtel en Cochabamba”: http://www.democracyctr.org/bechtel/waterbills/index.htm.

20 Ibid. Op cit.21 Análisis del Centro para la Democracia sobre las cuentas de agua de Bechtel. 22 Entrevista con el autor, Cochabamba, 11 de noviembre, 2001.23 Entrevista con el autor, Cochabamba, 18 de octubre, 2006.24 “Cochabamba and the Aguas del Tunari Consortium” (Cochabamba y las consorcio Aguas del

Tunari), Bechtel Corp. San Francisco, California, marzo de 2005: p.3: http://www.bechtel.com/pdf/cochabambafacts0305.pdf.

25 Ver “Bechtel Vs. Bolivia, The Water Rate Hikes By Bechtel Corp” (Bechtel versus Bolivia, el alza de tarifas de agua por la Bechtel Corp), en http://democracyctr.org/bechtel/waterbi-lls/waterbills-global.htm.

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51la guerra del agua

26 Salvo que se especifique, todas las citaciones de Olivera provienen de una entrevista sostenida con el autor el 29 de septiembre de 2006 en Cochabamba.

27 Salvo que sea especifique lo contrario, todas las citaciones de Fernández provienen de una entrevista sostenida con el autor el 11 de noviembre de 2001 en Cochabamba.

28 La correspondencia entre El Centro para la Democracia y la Bechtel en enero del 2006, más tarde revelaría que la compañía había invertido menos de 1 millón $US en Bolivia.

29 El presente informe de los hechos entre el gobierno, el arzobispo y la Coordinadora, proviene de una serie de entrevistas extraoficiales sostenidas con personas que tuvieron participación directa en los acontecimientos.

30 PBS, “Leasing the Rain” (Alquilando el agua), 5 de julio, 2002, transcripción: http://www.pbs.org/now/transcript/transcrip125_full.html.

31 De una entrevista por Internet con El Centro para la Democracia, 13 de noviembre, 2006.32 Oscar Olivera, Cochabamba, (South End Press, Cambridge, MA, 2004):p. xi.33 De una trascripción de los comentarios de Wolfensohn que le fue facilitada al Centro para

la Democracia por un periodista finlandés presente en la conferencia de prensa, celebrada el 12 de abril de 2000.

34 “Alquilando el agua.”35 Oscar Olivera, Cochabamba: pp. 81-82.36 Tim Padget, “A Voice on the Left” (Una voz a la izquierda), Time, 28 de mayo 2006. http://

www.time.com/time/magazine/article/0,9171,1198906,00.html.37 La cifra de $US 50 millones proviene de una entrevista realizada por el autor y Eduardo

Valdivia, el principal negociador del gobierno asignado al caso.38 “Casos de la ICSID,” sitio del Banco Mundial en Internet: http://www.worldbank.org/ic-

sid/cases/cases/htm.39 “Alquilando el agua.”40 La Bechtel admite que el alza de tarifas implicaría “dificultades de orden social” y ello se

incluye en la correspondencia de la compañía con el Centro para la Democracia; disponible en: http://democracyctr.org/bechtel/bechtel/_letters.htm.

41 Entrevista con el autor.42 Informe de Raquel Gutiérrez, miembro del equipo, sobre Olivera, en Cochabamba: p. 63.43 Entrevista con el autor, Cochabamba, 1 de octubre, 2006.44 “Informe de gestión-gerencia comercial,” SEMAPA, Cochabamba, 2004: p. 4.45 “Informe de gestión-gerencia comercial”: p. 43.46 Entrevista con el autor, Cochabamba, 19 de septiembre, 2006.47 Carlos Crespo F. y Omar Fernández, “Informe final: Estado, movimientos sociales y recur-

sos hídricos. Presión social y negociación luego de la Guerra del Agua de Cochabamba,” Programa conflictos y colaboración, Universidad de la Paz, Costa Rica. CESU-UMSS, IDRC, 2004: p. 275: http://idrinfo.idrc.ca/archive/corpdocs/121552/5-CESU_2.pdf.

48 “Informe de gestión-gerencia comercial,” SEMAPA, Cochabamba, 2004, p. 43.49 Ibid.50 “Aguas del Illimani le informa,” boletín especial de Aguas del Illimani, La Paz, 2004.51 “Informe gestión 2004, gerencia comercial comparativo por gestiones,” SEMAPA, Cocha-

bamba, p. 4.52 Entrevista extraoficial con el autor, junio, 2006.53 Entrevista con el autor, La Paz, 10 de septiembre, 2006.54 “Bolivia Public Expenditure Review: Executive Summary” (Resumen del gasto público de“Bolivia Public Expenditure Review: Executive Summary” (Resumen del gasto público degasto público de

Bolivia), Banco Mundial, Washington DC, 14 de junio, 1999: p. 1.55 Entrevista con el Centro para la Democracia, Cochabamba, 12 de octubre, 2006.

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Doña Ignacia pastorea sus ovejas y llamas en las laderas cercanas al río Desaguadero, donde ocurrió un derrame de Enron-Shell en enero de 2000 que desató una catástrofe medioambiental. Foto: Christina Haglund (2006).

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En enero de 2000, un oleoducto boliviano operado por una subsidiaria de las petrtoleras Enron y Shell se rompió en el río Desaguadero derramando 29 000 barriles de petróleo tóxico en aproximadamente cuatro mil kilómetros cuadrados de sembradíos y tierras de pastoreo, propiedad de los indígenas. Fue uno de los más graves desastres ambientales en la historia de la nación, y sin embargo prácticamente no recibió atención fuera de Bolivia. Lo que se dio a conocer se limitó a elogios para las dos compañías por la limpieza del hidrocarburo y por sus programas de ayuda a los comunarios y a la zona, posterior al desastre.

Seis años más tarde, Christina Haglund se propuso buscar más allá de lo que afirmaron las relaciones públicas de las compañías y encontrar qué fue lo que realmente pasó ese enero y después a lo largo de las riberas del antiguo río de las tierras altas de los Andes. Primero, revisó cerca de 1 000 páginas de documentos legales, informes medio-ambientales y notas de prensa. Entonces salió hacia el río, quedándose más de tres meses en las comunidades y en las casas de la gente que vivió el desastre. Juntó sus historias y testimonios de una catástrofe medioambiental, de un Gobierno que no cumplió con sus obligaciones y de unas corporaciones que lograron evadir sus responsabilidades por lo que hicieron.

I.Lomísticoylamaquinaria

Lastierrasaltas

Para la gente de las tierras altas, el lago Titicaca es un lugar místico de larga memoria. Aquí, la gente te dirá, es donde el sol y la luna nacieron. Aquí también nació el espíritu de los Incas y su vasto imperio. Encaramado en una altura de

capítulo 2

El río que se volvió negro: Enron y Shell esparcieron destrucción por las tierras altas de Bolivia

Christina Haglund

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54 desafiando la globalización

casi 4 830 metros sobre el nivel del mar, este enorme lago tiene sólo una vena, una única salida que arrastra sus aguas sobre vastas tierras de la altiplanicie: el río Desaguadero. El río que al despuntar el nuevo milenio, repentina y miste-riosamente se volvió negro.

El Desaguadero es la fuente más importante de agua para el Altiplano de Bolivia, las tierras altas, donde el río esculpe su ruta a través de la dura tierra y baja hacia la parte occidental del país. En su curso, por más de 322 kilómetros, sus aguas pasan por laderas saladas y praderas pantanosas, confluyen en lagunas, y finalmente se asientan para formar el lago Poopó, poco profundo y de aguas turbias.

Los hombres, mujeres y niños que viven en los alrededores del Desaguadero existen como ecos de anteriores siglos. Las familias que se dedican al cultivo y el pastoreo en estas tierras altas exprimen la magra vida donde poco o nada crece. Los árboles son un raro hallazgo. La sombra es un raro hallazgo. La fruta y los vegetales verdes llegan en camiones, si es que lo hacen. Arbustos con un tronco nunca más grueso que la cintura de un niño es la única leña para cocinar. Muchas de las casas son construidas con paredes de adobe hecho de barro y con techos de paja que fue cortada en luna llena.

Tres diferentes pueblos indígenas pasan su vida a lo largo del río Desagua-dero. Su etnicidad y su idioma son la misma palabra: los urus hablan uru, los aymaras hablan aymara, los quechuas hablan quechua.

Las mujeres en el Altiplano casi nunca llevan pantalones. En cambio, usan polleras, faldas plisadas sobre enaguas de lana, aislando así su cuerpo del frío cortante. Estas mujeres pasan al menos cinco horas al día pastando ovejas y llamas, animales cuya carne es convertida a charque (carne disecada) y cuya lana es utilizada para hacer todo tipo de ropa y textiles, o incluso para fabricar som-breros. Con los niños envueltos en sus espaldas en frazadas tejidas de brillantes colores, las mujeres pastoras recorren largos tramos de la tierra compartida de la comunidad para llenar los abdómenes de sus animales con plantas silvestres. Navegan dentro y fuera de las montañas de los Andes para satisfacer la sed de sus animales en las aguas del Desaguadero. Su riqueza no es medida por sus cuentas bancarias, sino por sus ovejas y llamas.

De hecho, muy poco ha cambiado a lo largo del río Desaguadero en los cinco siglos pasados. El frío continúa picando con afilados bordes. Las papas siguen siendo el alimento más consistente de una comida, hervidas en una sopa, cocidas en hornos de barro o congeladas para los siguientes meses. Los niños nacen en casa y el tiempo es decidido por el movimiento del sol y la luna.

Pero no todos los aspectos de la vida rural andina son una repetición de las generaciones pasadas. La gente sabe de tecnología y quiere tenerla.

Una vez al mes, un casete de plástico es mostrado en un vcr de la comuni-dad en el colegio del pueblo de Canuta. La gente de las comunidades aledañas que no tiene electricidad camina unos ocho kilómetros o viene en sus bicicletas

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55destrucción en el río desaguadero

para asistir al teatro improvisado donde se proyectan las películas. La gente quiere luz después de que el sol se mete. Los padres con más niños de los que se puede contar en una mano, sueña con enchufar aparatos en la pared. Las mujeres imaginan lo bueno que sería tener máquinas que laven su ropa en vez de ellas, ahorrándoles largas caminatas al río y horas de lavar la ropa a mano. Las familias pueden entender que fácil sería cocinar con solo oprimir un botón o encender un interruptor.

Don Pablo es un hombre robusto, que parado sólo llega a mis hombros y que per-manentemente tiene las mejillas rojas por el frío. En una de mis largas visitas al río, él demostró la esencia de un antiguo y profundo lazo entre la naturaleza y los seres humanos.

Tenía un cuchillo en su mano y murmuró dentro del oído de la oveja. “La Pacha-mama (madre tierra) está viva. Le estoy pidiendo a ella por la vida de este animal.” Con un controlado movimiento de ida y vuelta del cuchillo sobre el cuello del cordero, la sangre del animal se derramó, y Don Pablo continuó murmurando en aymara. Miramos cómo se iba la vida de la oveja que su hija y esposa habían hecho pastar por tanto tiempo. Esta oveja proveería carne a la familia de Don Pablo para por lo menos una semana.

Para la gente que vive en estas llanuras ventosas, la Pachamama está viva de la misma manera que el sol y la luna. La naturaleza y la gente no pueden estar separadas. La sobrevivencia depende de los esfuerzos de la familia para plantar y cosechar, de lo que la tierra les da. Los poderes del universo están personifica-dos, y son adorados, honrados y cobijados. El río Desaguadero es uno de estos poderes, y para la gente que llama al Altiplano su hogar, este río está vivo.

Lacorporaciónysuoleoducto

Por cuatro décadas, la estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (ypfb) administraba la vasta industria de hidrocarburos de la nación, con operaciones que cubrían exploración, industrialización y comercialización. Durante los años 90 aportó al empobrecido tesoro público de Bolivia, entre 300 y 400 millones de dólares anualmente.1

A mediados de los años 90, el Banco Mundial tomó nuevo interés en la industria petrolera de Bolivia. Decidieron que el país más pobre de Sud Amé-rica, en un estado de crisis económica, no podría aprovechar completamente su energía potencial y llevar sus recursos al mercado global. El Banco nombró una comisión de consultores para evaluar la magnitud del petróleo boliviano y considerar las posibilidades de inversión.2 Los funcionarios del Banco Mundial presionaron a Bolivia para que adopte un camino que juzgaron más moderno,

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más lucrativo: la capitalización. Los funcionarios del gobierno boliviano entraron entusiasmados a la nueva economía global y estuvieron de acuerdo en poner el gas y la industria petrolera, propiedad del Estado, bajo casi total control de las corporaciones extranjeras. La industria petrolera de Bolivia fue desmembrada en tres partes, una para transportar y dos para explorar y desarrollar. Entonces, las piezas fueron puestas en las manos de las corporaciones extranjeras (para mayor información sobre hidrocarburos, ver Capítulo 3).

Una de las corporaciones extranjeras que vino a comprar un pedazo de la industria petrolera era nueva, una firma relativamente desconocida de Texas, una compañía llamada Enron. Enron fue una de las compañías de electricidad líderes en el mundo, con operaciones energéticas desde India hasta Mozambique. Más de la mitad de sus operaciones, por 6 500 millones de dólares, estaba en el exterior, localizada en Sud América.3 Por seis años consecutivos, la revista Fortune (una reconocida revista empresarial esatounidense) nombró a Enron “la compañía americana más innovadora”. Enron encontró su verdadera fama, sin embargo, al final del año 2001, cuando fue descubierto que su milagro financiero estaba basado en un fraude de contabilidad creativo y bien planificado.

Fue en Miami, en 1994, cuando Enron se involucró en Bolivia. Los rep-resentantes gubernamentales tomaron un descanso de su participación en la reunión Cumbre de Las Américas para firmar el primero de muchos acuerdos secretos que, posteriormente, harían a la compañía copropietaria de los ductos petroleros y gasíferos.4 Aunque la Constitución de Bolivia claramente establece que los contratos requieren la aprobación del parlamento, el Congreso boliviano nunca vio el documento y mucho menos el pueblo boliviano.

Tres años después, en 1997, Enron se unió con Shell de Holanda para formar Transredes S.A., y el acuerdo fue cerrado. Las dos corporaciones extranjeras tenían 50% del control de la participación (con Bolivia propietaria de la otra mitad) en la serpiente de acero que transportaba el valioso petróleo de Bolivia a los mercados extranjeros. Para asegurar esta copropiedad, se firmó un acuerdo valorado en cientos de millones de dólares; Enron y Shell nunca tuvieron que pagar nada al gobierno boliviano, salvo con promesas de futuras inversiones.

El año 2004, un informe oficial boliviano concluyó que, de hecho, Enron y Shell habían invertido solamente cerca de un cuarto de lo que habían acordado.5 Roberto Fernández Terán, profesor de la Universidad Mayor de San Simón, en la ciudad de Cochabamba, y que dirige un proyecto de investigación sobre los hidrocarburos de Bolivia, dijo: “es como si se le hubieran dado la granja de tu familia a un nuevo propietario, simplemente por nada. Y que los nuevos propi-etarios empezaran a lucrar de lo que solía ser de tu familia.”6

Cubriendo miles de kilómetros, los conductos de gas y de hidrocarburo líquido se deslizan a través de la selva, se arrastran arriba a las montañas, se agachan por debajo de los caminos y se lanzan cruzando los ríos. Estas her-ramientas de la economía moderna serpentean a través de las tierras planas sin

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electricidad y pasan por pueblos remotos donde el español es la segunda lengua, si se lo habla. El antiguo río Desaguadero se cruza con uno de estos ductos, un segmento de 563 kilómetros que transporta el petróleo boliviano hacia la costa del Pacífico en Arica, Chile.7 La última semana de enero de 2000, un evento catastrófico ocurrió en la intersección del cilindro de acero y ese largo camino de agua que se origina en el lago Titicaca.

Eldescubrimiento

¿Por qué nuestro río está negro? Esta era la pregunta en las mentes y los labios de la gente que vive a lo largo del Desaguadero y que no sería contestada por otra semana.

Las trenzas negras de Doña Porfíria llegan hasta la cintura de su espalda. La conocí después de haber escuchado a la distancia su increíble tono de voz alto llamando a su hija. Su pueblo está ubicado al sur de Santiago de Callapa, localizado a 24 kilómetros corriente abajo, donde los oleoductos cruzan el río. Doña Porfíria fue una de las primeras personas que descubrió el espejo negro en movimiento que era en lo que se había convertido el Desaguadero.

El 29 de enero de 2000, ella estaba haciendo su penoso y rutinario viaje al río acompañada de su manada de 32 ovejas y 14 llamas. Pero este particular sábado por la tarde, cuando llegó al río, no podía reconocer las aguas que conocía desde que era niña. Su primera reacción, según explicó, era pensar que el negro era un presagio de buena suerte.

“Me reí a carcajadas. ¿Qué sería esto? Estaba emocionada y quería decirle a mi familia lo que había descubierto. El río corría como siempre lo hace en la estación de lluvia, pero ahora estaba más denso. El agua se veía tan diferente. Parecía que estaba en la sombra, como si estuviera llena de oscuridad. Tenia un olor extraño, un olor desconocido que me hizo pensar de nuevo en qué sería lo que nos traería en realidad este nuevo río.” 8

Durante ocho meses del año la lluvia es sólo un recuerdo en el Altiplano. Pero en los cuatro meses de primavera y verano, cuando el agua cae del cielo abierto, llueve fuertemente. En algunos estrechos, el río Desaguadero se triplica en tamaño. Los lagos y lagunas nutridas por las aguas del río pueden inundar el doble de sus niveles de la estación seca. Según el Servicio Metereológico Na-cional, la estación lluviosa en 2000 no estaba fuera de lo normal.9 Lo que no era usual era que la porción de 30 metros del oleoducto que se suponía que cruzaba sobre el río Desaguadero, estaba sumergida debajo de sus rápidas corrientes de agua.10

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¿Dónde está nuestro petróleo? Fue la pregunta que hicieron los operadores de la parte final del oleoducto en Chile, temprano en la mañana del lunes, a los funcionarios de Transredes en Bolivia, en una llamada telefónica 48 horas después de que el derrame empezara.11 Justo antes del amanecer del sábado anterior, los funcionarios de Transredes en Cochabamba habían abierto las gigantes válvulas que se suponía enviarían el petróleo en su viaje rutinario fuera del valle, esca-lando por las montañas de los Andes, hacia la costa del Pacífico. Precisamente antes del medio día de ese sábado en la mañana, el petróleo pasó, como estaba programado, a través de la estación de bombeo Sica-Sica de Transredes, ubicado a 80 kilómetros antes de que el oleoducto cruce el río Desaguadero.

Esa fue la última vez que Transredes pudo verificar el petróleo en su sistema. Desafortunadamente, la máquina que medía la presión del petróleo moviéndose a través del oleoducto en la estación de bombeo de Sica-Sica, no estaba funcionando apropiadamente en el momento del accidente, una de las principales razones por lo cual tomó dos días para que Transredes supiera del derrame.12

El espeso líquido negro que hacía su recorrido fuera de Bolivia a las costas del Pacifico era “residuo de petróleo,” una mezcla particular de petróleo crudo y gasolina que es especialmente tóxico para la salud humana y animal. La exposición a esta materia puede resultar en leucemia, tumores, enfermedades degenerativas, así como también en deficiencias del sistema inmunológico.13

Después de frenéticas llamadas de los funcionarios de la compañía en Chile, Transredes tardó 12 horas más para localizar el derrame y obstruir las válvulas en ambos lados del río.14 Para entonces, el daño era ya irreversible. El Desaguadero había sido convertido por el derrame en un sistema de entrega brutalmente eficiente, enviando el petróleo de la compañía dentro de valiosas praderas, dentro de laberintos de canales cavados a mano para la irrigación y de frágiles santuarios de aves. En el momento en que Transredes empezó a actuar, su mezcla tóxica había sido esparcida por 48 horas a lo largo de vías fluviales y tierras. Por lo menos 29 000 barriles de petróleo –suficientes para llenar más de un millón de baldes con leche– fueron arrojados dentro del río Desaguadero, posteriormente extendiéndose a lo largo de 249 kilómetros.15

“Las plantas verdes se convirtieron color ceniza. Las ovejas tenían zapatos negros y las aguas para bañarse no eran nada claras. La vida se fue,” Don Vidal, un re-sidente de El Choro, me dijo: “Y no teníamos idea de que lo peor estaba por venir, que incluso cuando lo negro se vaya nosotros seguiremos sufriendo por eso”.16

El río Desaguadero, que estaba crecido por la estación lluviosa, se llevó el petróleo súbitamente, extendiéndolo por lagunas pantanosas que sólo aparecen durante esa estación, pasó por los cerros de sal natural a través de los Andes hasta alcanzar las poco profundas aguas del lago Poopó, que cubre más de 1 550 kilóme-tros cuadrados durante la estación húmeda.17 Los campesinos, que habían hecho

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sus propios canales de irrigación –algunos de 900 metros de largo– no sabían que debían cerrar sus canales antes de que las aguas contaminadas empezaran a saturar sus cultivos. Al final, el petróleo de Transredes contaminaría casi cuatro mil kilómetros cuadrados de tierras fértiles para el pastoreo y el cultivo.18

Doña Lorenza se levanta antes que el sol lo haga y cocina papas. Tiene que em-paquetar su almuerzo para un día de pastoreo; las mismas papas del desayuno y un bocado de charque (carne deshidratada por el sol) que mitigarán su hambre al mediodía. Trapos viejos y ropa son envueltos y anudados alrededor de la comida para mantenerla caliente y llevarla atada a la espalda junto con su niña Evita, de dos años de edad. Pasa el día con sus compañeras, las ovejas y las llamas. La pequeña niña no lloró ni una sola vez durante el día, ni siquiera cuando su mamá la dejó conmigo y sus cincuenta y tantos animales por horas. Doña Lorenza fue a cosechar papas lejos de nuestra vista, dejándonos en las orillas del Desaguadero, las más fértiles tierras de pastoreo durante la mayor parte del año.

El año 2000, cuando las anegadas aguas y las tierras pantanosas se secaron, las tierras de pastoreo de esta comunidad estaban contaminadas. Las pocas islas de verde donde el río no pudo alcanzarlas no eran suficientes para sostener la vida; los animales tuvieron que ser alimentados en las tierras contaminadas. La gente del Desaguadero trató de adaptarse a la contaminación de su río como si fuera un desastre natural. El agua que utilizaban para cocinar y bañarse, para lavar su ropa a mano, para pescar o cazar pájaros ya no era segura. Aunque muchas familias recolectaban agua de lluvia, tal cantidad no se aproximaba a lo que se necesita usar para el ganado y para las necesidades básicas de una familia.

Advertenciasignoradas

Negligencia es un término legal que se refiere “a no ejercer el grado de cuidado que la ley estipula para la protección de otra gente.”19 En tres diferentes oca-siones, Transredes fue alertada por los funcionarios bolivianos y los propios técnicos de la compañía de que su oleoducto –en el preciso lugar donde cruza el río Desaguadero– podría causar un gran derrame. Transredes admitió que había sido advertida con anterioridad de que un desastre exactamente como ése podía ocurrir a lo largo de la ribera del Desaguadero.

La compañía que formaron Enron y Shell sabía que los oleoductos hereda-dos habían sobrepasado sus fechas de caducidad por más de una docena de años, según indica un documento suscrito con las autoridades bolivianas un año antes.2020 En agosto de 1999, meses antes del desastre, uno de los propios funcionarios de Transredes informó a la compañía que el oleoducto se había caído de un soporte de metal en forma de H y que estaba parcialmente debajo del agua.21 Cuatro meses después, Transredes recibió otra advertencia, un informe del superintendente de

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Hidrocarburos del gobierno boliviano, informando a la compañía que el ducto que cruzaba el río necesitaba mantenimiento.22 Esa inspección, que también encontró corrosión en el tubo de metal, estaba clasificada como de “máxima prioridad.”23 Al ver que Transredes no respondía, la Superintendencia volvió a advertir a la compañía de la peligrosa condición de sus oleoductos.24

Pero en vez de tomar alguna acción preventiva, Transredes continuó bom-beando el petróleo. Según un memorandum de marzo de 2007 preparado por los funcionarios de Transredes en respuesta a las preguntas de El Centro para la Democracia, la compañía tomó la decisión de retrasar las reparaciones por dos razones: primera, existía la preocupación que si se emprendía la reparación durante la estación de lluvias, podría provocarse un accidente; y segunda, no querían interrumpir el flujo de petróleo por el oleoducto.25 En esencia, los funcionarios de Transredes apostaron a que la sección maltratada del oleoducto resistiría unos meses más. Fue una apuesta conveniente que evitaba la interrup-ción de las ganancias de Transredes que corrían a través del ducto. Al final, fue una apuesta que resultó terriblemente mala, una apuesta que causó que la gente del Desaguadero pagara el verdadero precio.

II.Helicópterosypromesas

Una semana después del derrame, el silencio del Altiplano fue interrumpido por ruidos que venían de arriba. Doña Julia, una mujer casi sin dientes que habla aymara y sólo algunas palabras de español, salió de su casa de adobe donde estaba pelando papas. Levantó su cabeza hacia el cielo. Por primera vez en su vida veía, de cerca, una máquina que volaba. Los representantes de Enron y Shell bajaron del cielo, llegando a pueblos que no figuran en ningún mapa. Los campesinos estaban asombrados por la llegada de los helicópteros y ansiosos por recibir respuestas que por fin devolvieran la normalidad a sus vidas.

Seis años después, Doña Julia besó el plátano que le ofrecí. Con una amplia sonrisa me dijo que piensa que sus ovejas son realmente cerdos; nunca dejan de comer y parece que nunca están satisfechas.

“Ellos nos dijeron que el petróleo era fertilizante”, me comentó.

“¿Quién?”, le pregunté.

“La gente del derrame de petróleo.”

Los expertos contratados por Transredes le dijeron a la gente que vive por el río que el petróleo era fertilizante; siete años después, la compañía aún sostiene

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que algunas investigaciones científicas indican que el petróleo puede “acelerar la formación de nutrientes en el suelo.” 2626 Esas ‘investigaciones científicas’ tienen muy poco significado para aquellos que basan sus vidas en las tierras circundan-tes al río Desaguadero, donde siete años más tarde las plantas no crecen como antes lo hacían.

Durante la primera devastadora semana después del derrame, los funcio-narios de Transredes en Bolivia pasaban su tiempo haciendo llamadas de larga distancia a Estados Unidos y a Europa. La estrategia que emergió de aquellas llamadas fue un plan de cinco puntos. Primero, la compañía lanzaba una agresiva campaña de relaciones públicas que describía el derrame como insignificante y bajo control. Segundo, se proyectaba la apariencia de una limpieza exitosa y una adecuada ayuda de emergencia. Tercero, la compañía extranjera presionó a los individuos de las comunidades a incluirse en un proceso de compensación unilateral definida por Transredes. Cuarto, la compañía tomaba control de la información científica para minimizar la evidencia de daño medioambiental. Finalmente, la subsidiaria de Enron y Shell envolvió su paquete de compensación con la respetada imagen de la organización de ayuda internacional, care (Co-operative for Assistence and Relief Everywhere), para facilitar el pago de Transredes por el derrame de petróleo, a través de proyectos comunitarios.

Esta estrategia ganaría para ambas compañías elogios como un “modelo empresarial de ciudadanía.” A lo largo del río, la historia era muy diferente.

Unaagresivacampañaderelacionespúblicas

La campaña de relaciones públicas de la compañía con los medios de comunica-ción bolivianos empezó por contratar a la firma británica Environmental Resource Management (erm) para manejar el potencial desastre de las relaciones publicas de la compañía, o como erm lo describió: “ayudar a Transredes a superar las preocupaciones de la comunidad.”27 Inicialmente, la prensa boliviana informó con mucho entusiasmo la versión de la historia según la compañía: entre 1 000 a 5 000 barriles de petróleo, manejable, se habían derramado por un pequeño hoyo del tamaño de una moneda boliviana.28 Transredes prometía “limpiar la zona afectada de tal manera que quedara igual o mejor que antes del accidente.”29

El 8 de marzo del año 2000, apenas un mes después del incidente, una portavoz de Transredes apareció en las estaciones de televisión local diciendo: “felizmente, las comunidades no han sido afectadas.”30 El presidente de Tran-sredes, Steven Hopper, habló orgullosamente del éxito de su compañía a lo largo del río:

Lo hemos hecho bien el mes pasado obteniendo la participación de las comunidades afectadas, que son la fuerza laboral para la limpieza, y están bien atendidos por nuestras brigadas de médicos y veterinarios, así como también por nuestros operadores sociales, aunque todavía hay mucho que hacer. Permanecemos firmes

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en nuestra promesa inicial de continuar trabajando con las comunidades afectadas y darles una justa compensación por los impactos del derrame.31

Unas semanas después del derrame, uno de los aviones más grandes del mundo aterrizó en Bolivia. Las cámaras de televisión y periodistas se agruparon en el aeropuerto de Cochabamba para informar sobre la llegada del Antonov ruso, que llegó cargado de sofisticada tecnología para remediar derrames de pe-tróleo, vehículos todo terreno y equipos de extranjeros para dirigir la limpieza.32 El costo para traer este avión a Bolivia fue de 600 000 dólares, o lo que equivale a la mitad de lo que la compañía conferiría a las 127 comunidades en el proceso de compensación.33 Transredes también presumió de haber facilitado un número telefónico de información de llamadas gratuitas para las familias afectadas, pese a que la vasta mayoría de los campesinos tiene que caminar más de cinco horas sólo para llegar a un teléfono.

En los medios de comunicación nacionales se destacaban los esfuerzos de limpieza mediante videos y fotos de la gente afectada de la región, quienes eran contratados para hacer ese trabajo. Según algunos a quienes Transredes empleó, los equipos de protección, gafas desechables, guantes y cobertores de pie así como los uniformes de limpieza sólo fueron prestados para salir en las fotografías. En realidad, la ‘tecnología sofisticada’ utilizada en la limpieza consistía de palas, rastrillos y bolsas plásticas.34

Algunas fuentes noticiosas presentaron una versión diferente de la historia. Un periódico de La Paz denunció el derrame como “la peor tragedia ecológica en la historia de Bolivia.”35 El prefecto de la región, Carlos Börth, declaró la región como zona de desastre poco después del derrame.36 Al final, sin embargo, nada pudo hacer frente a la bien aceitada campaña de relaciones públicas lanzada por la compañía.

Limpiezayayudadelacorporación

En el alejado pueblo de Acopata, el Desaguadero fluye justo al otro lado del cerro, a menos de dos kilómetros. La gente de Acopata cuenta su riqueza en llamas y ovejas, no en dinero. El único dinero en el bolsillo, por lo general, es el de un miembro de la familia en la ciudad o el obtenido por la ocasional venta de un animal no destinado a su propio consumo. Don Juan de Dios es copropietario de una panadería en la sede de gobierno, La Paz. Como muchos que crecieron cerca al río, regresa a su tierra para ayudar a su familia durante los difíciles días de siembra y cosecha. Don Juan nos explicó que sus compañeros miembros de la comunidad que tuvieron la suficiente suerte como para conseguir los altamente codiciados puestos de limpieza, pensaron que se habían ganado la lotería.37

Transredes reclutó gente que vivía a lo largo del río –muchos nunca habían recibido un pago en dinero por su trabajo– para ser la fuerza laboral de la lim-

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pieza del petróleo que se suponía que se dirigía a Chile. Campesinos, granjeros y pastores de animales trabajaron largas horas por Bs. 35 por día, casi el doble del jornal diario en Bolivia. Más de 3 000 personas fueron empleadas, dirigidas por supervisores que no hablaban su idioma. Ninguno de ellos sabía en ese tiempo el amargo precio que pagarían por sus “premios de lotería” de su empleo temporal. La mayoría de los que trabajaron como equipo de limpieza terminó enferma por la exposición al petróleo, o sufriría de problemas de visión causados por la intensa reflexión de la luz en el petróleo derramado.38 A pesar de la abundan-cia de testimonios contrarios a los que fueron empleados, los funcionarios de Transredes continuaron afirmando que cualquier problema de salud sufrido por la gente sería transitorio o era solamente causado por las enfermedades comunes que se sufren en las tierras altas de la región.39

Cerca de 40 miembros de la comunidad de Ulloma trabajaron en la limpieza. Seis años más tarde, once de los miembros de este pueblo de 250 familias, que se asienta a 24 kilómetros al sud del oleoducto, volvieron a contar sus historias. Describieron cómo conocieron a personas de Texas, ee.uu., con un vaso de fideos que sólo necesitaba agua caliente para cocinarlos. También dijeron que durante la limpieza se sintieron “tratados como perros” por los especialistas importados por la compañía.40

Imposibilitados de comunicarse con la mayoría de los técnicos de la lim-pieza, por la barrera idiomática, la mano de obra empleada de Ulloma reclamó que no se les daba adecuado tiempo de descanso durante los extenuantes días de trabajo.

El plan de emergencia que nunca existió

El gobierno boliviano y varias instituciones públicas exigieron repetidamente a Transredes presentar el plan de emergencia legalmente requerido, y las acciones específicas que serían tomadas inmediatamente después de un accidente medio-ambiental.41 El viceministro de Energía e Hidrocarburos formalmente pidió ver el plan de Transredes, detallando las circunstancias del derrame y las acciones inmediatas que los funcionarios de Transredes habían planeado por adelantado. El documento nunca fue presentado a las autoridades.42

Para que Transredes, o cualquier otra compañía opere legalmente en Bolivia, debe obtener una licencia medioambiental. El proceso requiere que la compañía detalle los riesgos medioambientales implicados en sus operaciones. A pesar del hecho de que el río Desaguadero es la mayor fuente de agua en el Altiplano, Transredes nunca mencionó que sus oleoductos cruzaban esta corriente de agua.43 La limpieza no estaba basada en ningún plan de emergencia concebido cuidadosamente con anterioridad, sino en la improvisación, dos días después de que ocurriera el desastre.

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Una semana después del derrame, Transredes declaró oficialmente que las aguas del río eran inseguras para el consumo humano o animal y prometió suministrar agua para emergencias para la gente del Desaguadero.44 Más tarde, 48% de las comunidades afectadas informó que había consumido aguas conta-minadas.45 Simplemente, no tenían otra agua que beber.

El 19 de febrero de 2000, menos de un mes después del derrame, los oleo-ductos de Enron y Shell estaban reparados y funcionando otra vez. Transredes había completado las reparaciones en los soportes del oleoducto, solicitadas más de seis meses antes. Mientras la gente cerca del río esperaba la entrega de agua potable, la corporación extranjera estaba otra vez en su negocio de bombeo, asegurándose que en el futuro no haya interrupciones en sus ganancias.

A fines de marzo, Transredes declaró que la limpieza masiva estaba “termi-nada al 80%.”46 A pesar de que la compañía trataba de asegurar a la gente que la limpieza se había realizado dentro de estándares internacionales, una inspec-ción del Ministerio de Desarrollo Sostenible de Bolivia concluyó que aún había contaminación y que la limpieza todavía requería considerables esfuerzos.47 El 31 de julio de 2000, seis meses después del derrame, oficialmente se dio por conluida la limpieza de Transredes, cuando la compañía depositó más de 838 000 bolsas de material contaminado en una cavidad terrena cerca de la estación de transporte de Sica-Sica.48

El recreo para los 19 niños de la pequeña población de Sica-Sica se realiza en un pequeño parque adyacente a la escuela. Este espacio para los niños –equipado con resbalines, barras, y columpio– fue financiado por Transredes. Si los niños columpian con la vista en una dirección, pueden ver la estación de bombeo de la compañía, un área rodeada por un muro que está iluminada 24 horas al día. Si columpian con la vista en la dirección opuesta, ven un campo del tamaño de una cancha de fútbol rodeada de muros altos, resguardando una hendidura en la tierra llena de miles de bolsas de basura contaminada.

La fértil y exuberante estación sobre el Desaguadero después de la lluvia, el 2000, no era igual que antes. A pesar de los esfuerzos de limpieza, la tierra que Enron y Shell aseguraban que estaba limpia todavía estaba manchada de negro: se encontró petróleo como “en un sándwich” en la tierra, según los líderes de las comunidades locales.49 No había más la abundante y normal cantidad de pastos y totorales (brotes de paja gruesa que mastica el ganado) para proveer la nutrición necesaria para engordar las ovejas y las llamas.

Persisten los efectos sobre la salud

La primera vez que llegué al pueblo de Rancho Grande, las mujeres me dijeron que mi aguayo era una falsificación. Los aguayos son coloridos tejidos rectangulares

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hechos de alpaca, llama o lana de oveja que se llevan amarrados sobre los hombros, una versión andina de una mochila. Mi aguayo, aparentemente, estaba hecho parcialmente de lana sintética; en realidad sólo la parte azul. Para estos ojos agudos y sabios, este tipo de aguayos pueden ser diferenciados a la distancia. Desafortu-nadamente para estas mismas mujeres que tejen y llevan esa ropa, el daño que los tóxicos pueden causar en la vida de los humanos y animales durante muchos años, es difícil de ver.

Los síntomas más notables de la exposición a la toxicidad del petróleo inclu-yen irritaciones de la piel, dolores de cabeza, incomodidad en los ojos y la nariz y problemas de estómago.50 Los efectos más peligrosos a la salud de residuos de petróleo son invisibles. El btex (benceno, tolueno, etil benceno y xileno) es un grupo de compuestos orgánicos volátiles encontrados en los residuos de petróleo. Causante de cáncer y malformaciones, el btex puede ser transmitido del pasto y el agua a los animales, de los animales a la gente a través de la carne y de las madres a los fetos en el vientre. Estas toxinas pueden también ser absorbidas a través de la piel, por la ropa lavada en aguas contaminadas o aspirada al sistema respiratorio.51

La mayoría de las familias que vive en las riberas del Desaguadero tiene muy poco o ningún acceso a los servicios básicos de salud.52 Los médicos de Transredes colocaron postas de salud por todas partes de la región, para proveer ayuda médica a la gente afectada como consecuencia del derrame. Las miles de personas que vieron a los médicos de la compañía informaron que sufrían do-lores de estómago, náuseas, pérdida de apetito, dolores de cabeza y problemas visuales.53 Desafortunadamente, la ayuda médica de Transredes fue limitada. Los trabajadores de salud enviados por la compañía no tenían la especialidad de tratar los efectos del petróleo en la salud humana.54

Un comunicado de prensa de Transredes del siete de junio de 2000 consignó que más de 5 000 personas habían sido vistas por los médicos de la compañía: ninguna de ellas tenía síntomas relacionados al derrame.55 La única referencia al petróleo en el informe médico de la compañía es la negación de la existencia de cualquier relación entre la salud humana y el petróleo en el río. Los posibles riesgos de salud a futuro no fueron analizados por el equipo médico de Trans-redes.56

Para tratar las enfermedades y muerte de los animales de la región, Trans-redes trajo veterinarios de Santa Cruz, la ciudad tropical al Este de Bolivia, donde la compañía tiene sus oficinas principales. Los veterinarios llegaron de un lugar donde las llamas viven en el pequeño zoológico de la ciudad y tienen poca experiencia con los animales del Altiplano.

Don Teodosio, de la comunidad de Acopata, es un hombre de ojos cruzados que puede imitar perfectamente el gorjeo de los pájaros nativos. Aseguró que cuando los vete-

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rinarios vieron a sus ovejas enfermas, diagnosticaron que la causa era el consumo de plantas venenosas. Y añadió: “los veterinarios no nos ayudaron, ellos culparon a cualquier cosa pero no al petróleo por la enfermedad de nuestros animales. Ellos se llevaron nuestros animales muertos en camiones, y nunca más supimos de ellos”.57

En el mismo comunicado de prensa del 7 de junio, Transredes declaró que los veterinarios de la compañía habían revisado más de 250 000 animales, y que ninguno de ellos tenía síntomas relacionados al derrame.58 Sin embargo, los informes de los veterinarios de la propia compañía contaron una diferente historia, notaron que los animales efectivamente mostraban señales de haber consumido petróleo.59

El último fracaso de la asistencia de emergencia de Transredes fue su im-posibilidad de conseguir comida para los animales hambrientos que no podían alimentarse sin peligro en las tierras contaminadas. Hans Moeller, el ex presidente del Foro Boliviano sobre Medio Ambiente y Desarrollo (fobomade), una orga-nización de la capital regional de Oruro, estaba presente en una reunión cuando Transredes ofreció comida para los animales de cierta comunidad, y contó:

“Saqué mi calculadora y descubrí que la cantidad que estaban ofreciendo era suficiente para que cada animal comiera 4 gramos de paja, el equivalente a tres fósforos, cada día por un mes; una ridícula cantidad para las ovejas considerando que comen al día uno o dos por ciento de su peso.”60

Las familias dueñas de los rebaños tenían que escoger entre dos cosas malas: dejar que su ganado, su fuente de carne, muriera de hambre o pastara en tierras contaminadas. Las familias escogieron llenar los estómagos de sus animales.

La asistencia de emergencia de la compañía y la ayuda posterior resultó muy pequeña para las necesidades más básicas de las comunidades. Aunque Transredes presumió las brigadas médicas y veterinarias que había enviado a la región con-taminada, así como también del suministro de agua para la gente y los animales sedientos, la realidad es que la gente y los animales enfermos no recibieron una adecuada atención y nunca les llegó el tan mencionado suministro de agua que la compañía prometió. El proceso de compensación a las comunidades por sus perdidas demostró tener sus propios problemas.

ElpaquetedecompensacióndeTransredes

Era evidente que el proceso de compensación de Transredes iba a ser proble-mático. Como cualquier otra corporación, Transredes funciona en una cultura documentada. Necesitan números asignados a los bienes para generar las can-tidades de compensación necesarias. Necesitan estadísticas y estimaciones para calcular el valor del mercado. En las comunidades campesinas del Desaguadero,

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donde los libros y bolígrafos casi no existen y donde el saber leer y escribir es un lujo escaso, Transredes dejó dos montones de formularios.

Al principio, las comunidades estaban alegres de estar involucradas en un proceso del que podrían sacar algún beneficio. En el desarrollo de más de 100 incidentes de contaminación medioambiental en Bolivia, ésta hubiera podido ser la primera vez que la gente afectada sería compensada por el error de una compañía.

El primer documento que se esperaba que las familias suscribieran requería que se afilien oficialmente a una comunidad. Transredes decidió unilateralmente que sólo ofrecería compensación a las comunidades, no a las personas como familias o individuos. El segundo documento era un formulario de reclamo, en el que se pedía a las familias que documentaran sus bienes específicos, cuanti-ficando y poniendo valor a cada rebaño y cultivo de cada familia afectada. Este formulario de doble página no tenía sentido para mucha gente cuyos cultivos no son contados en kilogramos o dinero, sino que son destinados al consumo doméstico propio. Las tierras contaminadas que son de propiedad colectiva de las comunidades no podían ser incluidas en el paquete de compensación, ni el daño que se causó a las aguas del río Desaguadero. Las tres líneas designadas para “necesidades”, en la parte trasera del formulario, apenas tenían espacio para que se pueda escribir las necesidades de agua limpia, comida para animales o las demandas para compensaciones justas de la gente afectada.

Este proceso de compensación en realidad empezó antes de la limpieza del derrame, y, de hecho, era un prerrequisito necesario para ello. Transredes hizo saber a las comunidades del Desaguadero que la ayuda de emergencia llegaría y que la limpieza empezaría tan pronto como las familias se asociaran con una comunidad y llenaran los formularios de reclamos.61 Con estos formularios, y los acuerdos legales que siguieron, se inició el proceso de compensación de la compañía extranjera. Fue un proceso que involucraría a 127 pueblos.

La compañía prometió un “proceso de compensación abierto y honesto.”62 El primer paso después del llenado de los formularios fue el nombramiento de “evaluadores” para ayudar a las comunidades a cuantificar el daño causado por el derrame. A su vez, estos evaluadores de la comunidad trabajarían con los evaluadores que representaban a Transredes para negociar el monto de las compensaciones. Las comunidades rurales afectadas, sin embargo, no tenían los recursos para encontrar o pagar a un evaluador. Por el contrario, tuvieron que recurrir a los profesionales que pagaba Transredes, y en algunos casos, a los que la propia compañía había contratado.63 Según algunos residentes, algunos de estos evaluadores “independientes” trabajaron con justicia para las comunidades que representaban. En otros casos, las comunidades reclamaron que sus evaluadores estaban más aliados con los intereses de Transredes que con ellos. Juntos, los dos evaluadores acordaron un monto de compensación para cada comunidad, la cual incluiría “todo daño y perjuicio, directo o indirecto, presente o futuro.”64 Debido

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a los acuerdos legales firmados al principio del proceso, los montos establecidos no podrían ser cuestionados por los miembros de las comunidades.

Aunque los montos de compensación ofrecidos eran mínimos y no llegaban a compensar los verdaderos daños causados por la compañía, las comunidades cansadas y desesperadas firmaron los acuerdos legales como se los presentaron. Los miembros de la comunidad de Ulloma admitieron su cruel realidad en ese momento: “No teníamos otra opción más que firmar. No firmar significaba que no recibiríamos nada,” dijo uno de ellos.65 Nadie, ni siquiera el gobierno bolivia-no, estaba allí para decirles cuáles eran sus derechos. Las firmas de los líderes de las comunidades, al final del contrato de compensación de Transredes, también le dieron a la compañía algo que sus abogados deseaban mucho; la renuncia de los derechos de las comunidades a hacer reclamos posteriores contra Transredes por el daño causado por su petróleo.66

Don Vidal me despertó justo antes del amanecer. Yo había armado mi carpa al lado del camino a El Choro cuando empezó la lluvia la noche anterior. El hombre, de espalda amplia y brazos esculpidos por el trabajo en el campo, me gritó dentro de mi carpa como si las paredes fueran a prueba de ruidos. “Esto parece una nave espacial,” comentó sobre mi carpa. Don Vidal me contó que no comprendió las condiciones del contrato. “Queríamos negociar con Transredes y llegar a un justo acuerdo; no tener un contrato que nos impusieron y que no entendíamos.”67

La compensación recibida por las comunidades también falló en tomar en cuenta los efectos del derrame a largo plazo. No habría un reembolso por el ganado que naciera muerto, animales con deformaciones, la reducción de leche que los animales producían, problemas futuros de salud o la recuperación lenta y dolorosa de los pastos de pastoreo a lo largo del río.

Los acuerdos que Transredes presionó a las comunidades a aceptar llegaron justo en el momento en que la gente del Desaguadero necesitaba urgentemente ayuda. En ciertos casos, la compañía no prestó ayuda de emergencia hasta que los papeles estuvieran firmados. Enfrentados a la espantosa necesidad de comida para su hambriento ganado y agua limpia para sus niños, muchas comunidades consintieron en firmar los acuerdos sin hacer ninguna pregunta. La gente de la comunidad de Ulloma aseguró que con el contrato en mesa y el bolígrafo en mano, Transredes les dijo: “firmen primero, y tendrán un veterinario.”68 El fobomade, la institución medioambiental que apoyó a las comunidades afec-tadas, aseguró que la gente rural pobre fue chantajeada para firmar los acuerdos si querían recibir asistencia de emergencia.”69

El logro de Transredes en conseguir las firmas de las comunidades para sus acuerdos legales y completar los trámites no sólo se debió a la desesperación de la gente del desaguadero, sino también al trabajo de los Oficiales de Enlace de la Comunidad (Community Laison Officers, clo) contratados por la compa-

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ñía. Este pequeño equipo contratado de antropólogos bolivianos, sociólogos y trabajadores sociales, hablaba las lenguas nativas y entendían las complejidades culturales de la estructura social a lo largo del río. Veinticinco personas fueron empleadas como clo bajo la dirección de erm, la firma británica que manejaba la campaña de relaciones públicas de Transredes.70

Uno de los contratados por clo de Transredes era un antropólogo boliviano que se escondía bajo una gorra de baseball. Se rehusó a dejarme grabar nuestra conversa-ción o usar su nombre. En un café en la capital regional de Oruro, él susurraba la palabra Transredes cada vez que la mencionaba. Dijo que los trabajadores de clo tenían mala reputación, ya que eran acusados de trabajar para Transredes en vez de para Bolivia. También dijo que seis años después todavía estaba espantado por el trabajo que lamenta haber tomado.71

Los informes de clo documentaron que uno de las grandes dificultades para conseguir que la gente afectada firmara los documentos, era el resultado de la existencia de “líderes de la comunidad con una ideología contraria a la de la compañía.”72 Lo que Transredes calificó como diferencia ideológica, real-mente eran las demandas de las comunidades de obtener una justicia básica. Los trabajadores de clo se convirtieron en una herramienta esencial para que la compañía obtuviera las firmas en los contratos legales de Transredes y de esa manera amarrara oficialmente a las familias afectadas dentro del plan de com-pensación de la compañía.

Lacompañíatomacontroldelainformacióncientífica

Según las muestras de laboratorio de Transredes que fueron recogidas por los científicos contratados por la compañía y enviadas a Estados Unidos para analizarlas, el derrame sobre el Desaguadero no constituyó un desastre medio-ambiental. El laboratorio Arthur D. Little Labs, con base en Houston y Boston, aseguró que la mayoría del petróleo se había evaporado.73 El análisis del agua de la compañía mostró niveles muy bajos de hidrocarburos, concluyendo que no había riesgo en curso para la población o el ganado.74

Análisis independientes del agua y del suelo, sin embargo, revelaron diferen-tes resultados. El Comité Cívico de Oruro se rehusó a aceptar que la destrucción medioambiental era tan mínima, e hizo los arreglos para que la empresa Patch Services de Canadá recogiera muestras a las orillas del río para ser analizadas por un laboratorio independiente en Alberta, Canadá. Patch encontró cantidades sig-nificativas de petróleo en las muestras recolectadas.75 Según sus investigadores:

Si no se toman acciones positivas, el petróleo residual persistirá en el área afectada por un largo periodo de tiempo. Las propiedades químicas y físicas del petróleo limitan

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severamente la extensión de la recuperación de un ecosistema sin intervención. La vida de las plantas y animales será negativamente afectada durante el periodo que se permita que el petróleo no sea tratado.76

El hecho de que el río Desaguadero no tenga entrada ni salida al mar hace que su cuerpo de agua sea especialmente sensible a la contaminación. Desafor-tunadamente para la gente que vive en las tierras cerca del Desaguadero, los resultados científicos de Transredes se utilizaron como base para cuantificar el daño hecho y así determinar una compensación “justa.”

Lacompensaciónenvueltaenunpaquetedecare

Otorgar compensación a las comunidades no iba a ser tan fácil como escribir un cheque. Transredes se ocupó de este desafío como lo había hecho antes uno de sus parientes corporativos, Shell, en Nigeria.77 Contrató a la bien conocida organización de desarrollo internacional, care, para manejar el proceso de compensación en beneficio de la compañía. El contrato firmado entre las dos instituciones decía que care “iba a cambiar un simple proceso de compensación en una contribución al desarrollo sostenible de una región muy pobre.”78

El director de care en Bolivia, Víctor Rico, me dijo, aún antes de que le preguntara, que la cantidad de dólares para la compensación ya estaba determi-nada antes de que CARE entrara en el proceso.79 La organización internacional de cooperación imprimió una cara humanitaria al proceso de Transredes y se le pagó más de 800 000 dólares por sus servicios.

Según Transredes, el programa de compensación que care manejó cam-biaría la vida de la gente a las mismas o mejores condiciones que antes del der-rame.80 Las compensaciones en dinero efectivo nunca fueron consideradas una opción; otra decisión tomada unilateralmente por la compañía.81 En cambio, las comunidades podrían optar por contribuciones tales como tierra, animales o maquinaria, o elegir proyectos para la comunidad tales como la construcción de caminos, instalación de electricidad o desarrollo turístico.

Las comunidades de El Choro decidieron llevar adelante un proyecto de rehabilitación del suelo para mejorar las condiciones de la tierra para el cultivo. Muchas comunidades juntaron el dinero de sus compensaciones para comprar un tractor. Su proyecto también incluyó entrenamiento para operaciones de mantenimiento de la maquinaria. Seis años después el tractor yace oxidado y roto; la maquinaria metálica se arruinó debido a las severas condiciones climáticas del Altiplano.

Don Vidal, el hombre que pensó que mi carpa era una nave especial, se quitó el sombrero para enjugar su sudor. Sacudió su cabeza y dijo que las partes para arreglar el tractor son demasiado caras y se encuentran demasiado lejos.

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71destrucción en el río desaguadero

El frío mes de invierno que pasé en Acopata me reveló cómo otro de los proyectos de compensación de care resultó ser mejor en teoría que en la realidad. La organiza-ción de ayuda otorgó a los miembros de la comunidad suficientes ladrillos y cemento como para construir casas con puertas de metal, techos de estaño y una ventana; una habitación de 75 metros cuadrados. La gente de la región construyó sus propias casas. En el frígido invierno del Altiplano de 2006, encontré muchas de esas casas vacías. Las familias optaron por dormir en sus casas de adobe, las cuales, según ellos, les proveían mejor aislamiento del frío que el ladrillo y el concreto.

Don Benedicto es un pescador Uru a quien le faltan dos dientes frontales y vive en el lago Poopó. Nos explicó que el proyecto de compensación de care en su comunidad fue comprar un carro usado que hiciera más fácil el camino de los pescadores al lago Titicaca. El carro duró sólo un año. Se arruinó y el pueblo no tenía los recursos para repararlo. Esta valiosa máquina para la comunidad sirve ahora para que jueguen los niños.

Los funcionarios de Transredes afirman que “no hay duda que éste era el modelo de compensación que mejores resultados y beneficios trajo a la pobla-ción y al desarrollo local.”82 La evidencia física y los testimonios de comunidad en comunidad, sin embargo, cuentan una historia que no proclama el mismo nivel de éxito.

¿Cómo fue que ninguno de estos proyectos reparara el daño medioambiental causado por el derrame de petróleo?, ¿Cómo fueron manejados temas pertinen-tes tales como agua o comida para animales? Mientras en teoría el desarrollo de los proyectos y donaciones eran equivalentes al daño hecho por el derrame, la realidad en el terreno después de los procesos de compensación mostró que ello estaba muy lejos de ser así. Los animales comprados como reemplazo de los que habían muerto o se habían enfermado, tuvieron que pastar en las tierras contaminadas y continuaron bebiendo el agua infestada.

Desgarrados y descoloridos calendarios de care estaban clavados en las paredes de adobe o ladrillo de varias casas que visité en mis viajes a lo largo del Desaguadero. En la parte superior del calendario se lee: “es el tiempo para tomarnos de las manos y, juntos, salir de la pobreza.”

care distribuyó el equivalente de 1,2 millones de dólares a menos de 4 000 familias a través de varios proyectos.83 Esto es como 60 dólares por persona afectada, cifra similar al salario mínimo mensual en Bolivia.84 Los 818 372 dólares que care recibió como pago por su trabajo eran equivalentes a 68 centavos por cada dólar que distribuyó en los programas de compensación.85

Al final, el monto total de la compensación directa otorgada a las comuni-dades llegó a ser menos de 2,5% de los 48,2 millones de dólares que la compañía

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afirmó haber gastado después del derrame.86 Según el presupuesto presentado por la compañía a los funcionarios gubernamentales, el costo del trabajo de aviones y helicópteros sobrepasó la cantidad otorgada a las comunidades. A los evaluadores se les pagó un total de 500 000 dólares, en “seguridad” se gastaron 80 000, y se pagó más de 70 000 dólares en llamadas de larga distancia.87 Tran-sredes también pagó a sus compañías madre, Enron y Shell, el equivalente de dos tercios de la compensación otorgada a las comunidades, por sus “servicios profesionales.”88

III.Lascomunidadesenbuscadejusticia

“¡Que muera Transredes!, ¡Que muera la contaminación!” gritaban los manifes-tantes enardecidos.89 Los campesinos bolivianos y las familias que viven cerca del río Desaguadero expresaron su enojo de la mejor manera que sabían: realizaron manifestaciones. Después del derrame, una y otra vez, las comunidades afectadas por el desastre marcharon a la capital regional de Oruro y a la sede del gobierno nacional, La Paz, para demandar acciones. Algunas veces los manifestantes ll-evaban sus animales vivos caminando al lado de ellos o muertos, cargados en sus hombros. El mismo día en que Transredes llegó al Desaguadero en helicópteros, más de 1 500 personas habían abandonado sus pueblos y hogares para protestar. Su mensaje era simple:

Exigimos que la máxima autoridad de Transredes encuentre una inmediata solución al daño causado, que se nos compense por las miles de cabezas de ganado en riesgo y por las hectáreas de forraje contaminado por el petróleo.90

Entre los que marchaban estaban miembros de la nación Uru. Los urus son los habitantes originarios del lago Poopó y es considerado como uno de los grupos indígenas más antiguos y marginalizados en Bolivia. Como son familias de pescadores, frecuentemente pasan la noche en sus botes de totora hechos a mano en el lago, donde pescan pequeños pejerreyes con estrechas redes hechas por ellos mismos. Los urus también cazan flamencos rosados en el poco profundo lago, y buscan los huevos de patos salvajes escondidos en los brotes de paja. Los urus son dependientes de la vida en el lago. Don Rufino, un hombre que parece que siempre llevara lápiz labial verde en los labios, por la masticación de hojas de coca, es uno de los líderes de los urus. Él nos comentó:

No tenemos ningún título oficial que nos haga dueños del lago. En el papel, no somos reconocidos como los habitantes de esta tierra o de este lago; ésta fue nuestra lucha más grande cuando tratamos de reclamar a Transredes por los daños causados. La compañía sabía que no teníamos los papeles y la ley boliviana estaba del lado de Transredes.91

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El presidente de la Nación Originaria Uru, durante el tiempo del derrame, Juan Condori Mamani, explicó:

Ya no existen los peces y pájaros del lago. Hay algunos flamencos, pero no suficientes para cazarlos y deshidratarlos para poder venderlos. La gente dice que nuestra carne está contaminada. Los niños no están asistiendo a la escuela porque están enfermos… nadie nos está ayudando, no tenemos medicinas ni contamos con los médicos de Transredes. Ni siquiera nos han dado la comida que nos prometieron.92

Transredes sostuvo que el lago Poopó, el descanso final de las aguas del río Desaguadero, no estaba contaminado.93 “Nosotros no confiamos en Transredes,” gritaron los manifestantes.94 Después de que sus reclamos no fueron escuchados en Oruro, 60 de ellos marcharon hacia La Paz. Finalmente, Transredes y la Nación Uru firmaron un acuerdo, incluyendo a los urus del Poopó a la lista de comunidades que recibirían compensaciones.

DoscomunidadesseoponenalprocesodeTransredes

Las comunidades de Chuquiña y Japo eligieron otra forma de resistencia: una acción judicial en las cortes bolivianas. Dos meses después del derrame, las co-munidades encontraron un aliado en el Centro Legal para Asuntos de Interés Público (claip), un grupo de jóvenes activistas y abogados en La Paz. Para el beneficio de ambas comunidades, claip llevó adelante un juicio civil contra la compañía, en julio de 2001, demandando 14 millones de dólares. Japo y Chuquiña inicialmente se rehusaron a permitir que el equipo de limpieza de Transredes entrara a sus tierras, temerosos de que Transredes removiera la evidencia del derrame.

En Oruro, las oficinas temporales de Transredes tuvieron que ser cerradas por razones de seguridad debido a las amenazas de las comunidades: Turbas de pobladores de Chuquiña rompieron ventanas, interrumpieron las reuniones de clo, y arrojaron piedras a los vehículos de Transredes. En un momento dado y en respuesta a la decisión de la compañía de reducir a la mitad el número de trabajadores de limpieza, miembros de la comunidad secuestraron a funcionarios de Transredes y a cuatro camiones que conducían. Ellos juraron que continuarían su resistencia “hasta que la compañía limpiara todas las áreas afectadas para evitar la muerte de 12 000 animales.”95

Don Saúl Apaza siempre lleva gafas de aviador y una chaqueta de cuero. Es un campesino que trabaja en irrigación, que es líder de Japo y que luchó contra la com-pañía extranjera. “Ellos se estaban burlando de nosotros. Sabíamos que Transredes había causado un daño grande en nuestras tierras y nuestras vidas. Sabíamos que al firmar sus documentos estaríamos dándoles el control de la situación. Y sabíamos nuestros derechos.” 96

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Después de dos años de batallas legales y manifestaciones, Chuquiña y Japo lograron acuerdos con Transredes. A ambas comunidades se les otorgó una mayor compensación que a las otras, aunque todavía era una pequeña porción de su de-manda original por 14 millones de dólares. La gente de Chuquiña recibió 450 000 dólares mientras que Japo obtuvo 476 000 dólares.97 Ambas comunidades piensan que el daño hecho a su ganado y tierra sobrepasa el dinero que recibieron.

Elsilenciodelgobiernoboliviano

Cualquiera habría esperado que fuera el gobierno boliviano el primero en res-ponder a este desastre. Pero la respuesta inicial de Ejecutivo, bajo el mando del presidente Hugo Banzer Suárez, puede ser descrita en una sola palabra: silencio. Según la ley de medioambiente de 1992 de Bolivia, la contaminación de vías fluviales constituye un crimen medioambiental y debería ser automáticamente causa de investigación criminal y procesamiento.98 Aunque el derrame de hi-drocarburos está incluido en la ley como crímenes serios medioambientales, el gobierno boliviano no inició ningún procedimiento criminal contra la compañía. Neisa Roca, la ministra de Medioambiente en ese tiempo, expresó su incapacidad de actuar en una entrevista concedida a un periódico de La Paz:

¿Ud. sabe cuánta gente trabaja para mí? Uno, dos y tres, (ella contó con sus dedos) ¿Qué más quiere que haga? ¿Qué me corte las venas? ¿Ud. cree que esto es Suecia? ¿O no se ha dado cuenta cómo funciona este país? 99

En mayo de 2003, una delegación de estudiantes y docentes de la Fordham University Law School, una universidad de derecho en la ciudad de Nueva York, llegó a Bolivia para investigar y analizar el desastre del Desaguadero, desde una perspectiva de la ley internacional de derechos humanos, documentando violaciones tanto de la compañía como del gobierno boliviano. Los informes de los académicos de Fordham sugieren que la compañía extranjera e incluso la embajada estadounidense presionaron a las autoridades bolivianas a que tratasen con favoritismo a Transredes. 100 Según el estudio, el gobierno de Bolivia no hizo respetar la ley adecuadamente debido al miedo de ahuyentar la inversión extran-jera.101 La única institución suficientemente poderosa como para responsabilizar a Transredes, el gobierno de Banzer, se quedó silenciosamente al margen.

El Congreso de Bolivia, por otro lado, hizo oir su voz desde el principio. Los congresistas representantes de la región del derrame acusaron a la compañía de haber mentido al asegurar que el oleoducto tenía una perforación del tamaño de una pequeña moneda, cuando en realidad el oleoducto se había roto por comple-to.102 En agosto de 2000, ocho meses después del derrame, la Superintendencia de Hidrocarburos actuó finalmente. La agencia de gobierno multó a la compañía con 110 000 dólares por no haber mantenido en buenas condiciones el oleoducto

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de la compañía que cruza el río Desaguadero, una cantidad igual a menos del 10% del uno por ciento del ingreso neto de operaciones de la compañía en 2005.103 A pesar de esta insignificante cantidad, Transredes apeló la resolución a la Corte Suprema de Bolivia, pero su apelación fue rechazada.104 En comparación, cuando la compañía petrolera de Brasil, Petrobras, fue responsable de un derrame de más o menos del mismo tamaño, en el río Iguazú el año 2000, las autoridades brasileras multaron a la estatal petrolera con 28 millones de dólares.105

Lasorganizacionesnogubernamentalesdividenenvezdeorganizar

En la ausencia de una contundente respuesta del gobierno, las comunidades aisladas recurrieron a otros aliados. En las semanas y meses siguientes al derrame, cientos de representantes de las comunidades se unieron a instituciones civiles y sin fines de lucro, además de la Federación de Campesinos de Oruro, el Comité Cívico de Oruro, el Centro de Investigación y Servicio Popular (cisep), los campesinos regantes de Oruro, y fobomade para organizar un esfuerzo unido que exija asistencia y compensación. De principio a fin, el trabajo de las Organizaciones No Gubernamentales (ong) enfrentó serias divisiones, que algunos líderes culparon a las tácticas de Transredes, tales como la intimidación y las coimas.106

Felipe Coronado, presidente de la boliviana Liga de Defensa del Medio Ambiente (lidema) sostuvo que Transredes “se preocupó más por su espectá-culo mediático que por lo que hizo por el sufrimiento de las personas que viven a las orillas del Desaguadero.”107 fobomade, fue una de las instituciones más íntimamente involucrada en las consecuencias del derrame. Dicha organización consideró que la riada de comunicados de prensa de Transredes, posteriores al derrame era solo propaganda.108 El ex presidente del Foro, Hans Moeller, explicó la constante lucha para poder abrir procesos a más instituciones que sólo a las dos parcialidades privadas:

El conflicto era totalmente asimétrico. Por una parte estaba la compañía, que manejaba importantes recursos y tenía el apoyo del silencio gubernamental. Por otro lado estaban las comunidades, sin apoyo y sin recursos. Yo sabía que las comunidades necesitaban ayuda de afuera, y me di cuenta muy rápidamente que la compañía estaba llena de mentiras, mentiras y más mentiras. Las comunidades fueron presumiblemente presionadas por Transredes para disociarse de entidades como fobomade. Nuestra responsabilidad era servir como aliados, y no pudimos hacerlo apropiadamente.109

Según Moeller, mucho más de 5 000 barriles se habían derramado dentro del río. Estimaba que al menos 18 000 barriles habían salido a chorros del oleoducto, una cifra que más tarde sería documentada oficialmente en 29 000 barriles.110 Moeller, que ha trabajado más de 40 años en temas de justicia medioambiental, afirmó que había recibido llamadas amenazantes de Transredes y que gente intimidante se apostó fuera de su oficina y lo seguía cuando iba a almorzar.111

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Los colegas compañeros de Moeller en fobomade, todos ellos voluntarios, decidieron dejar de trabajar en el proyecto por miedo a la compañía así como por las dudas de que Transredes estuviera tan equivocada en sus estimados del derrame. Moeller dijo:

Mis colegas estaban nerviosos, tenían miedo; algunos abandonaron la reunión. Ellos argumentaban: “¿Cómo es posible que estas grandes compañías como Enron o Shell vayan a equivocarse en la cantidad de petróleo en 1 500 por ciento? No pueden estar tan equivocadas.” Estas personas pensaron que iban a perderlo todo y no querían pelear contra tal poder… Transredes tuvo mucho éxito en asustar o coimear a los responsables de defender a la gente de la región del río.112

Cuando el gobierno falló en representar a la gente afectada, las organiza-ciones no gubernamentales fueron lógicamente sus otros únicos aliados, aun cuando no podían representar adecuadamente los intereses de la gente afectada en las comunidades del Desaguadero.

IV.ElgranabismoentreloqueTransredesafirmabaylarealidad delasconsecuenciasdeldesastre

El 5 de octubre de 2005, el Banco Interamericano de Desarrollo (bid) puso el decorado en la torta de la victoria de las relaciones públicas de Enron y Shell en la revista bid América. En un artículo titulado “Cómo un derrame de petróleo ayudó a una compañía energética boliviana a convertirse en un ejemplo de ciu-dadanía corporativa,” el bid aplaudió la rápida repuesta al desastre:

Era el tipo de desastre que da a la industria petrolera un mal nombre…Así como el derrame de petróleo de 1989 [del Exxon] Valdez en Alaska, dejó una mancha permanente en la imagen de Exxon Corp., el incidente en el Desaguadero podía haber arruinado la reputación de Transredes en Bolivia… Pocas horas después de detectarse la ruptura, Transredes contrató un equipo de especialistas… Transredes también compró y entregó toneladas de forraje a las áreas afectadas donde las tierras de pastoreo habían sido contaminadas y contrató 11 calificados veterinarios a tiempo completo que ayudaron a las comunidades afectadas a tratar cualquier ganado que se pusiera enfermo. Seis meses después del derrame, Transredes anunció que no había más cantidades tóxicas de petróleo en el área. Los pequeños trazos de petróleo que quedaban eran repetidamente analizados para asegurar que no eran peligrosos para la gente o los animales. Gracias al tratamiento ofrecido por los veterinarios, ninguna oveja o res murió como resultado del derrame, y virtualmente casi toda la vegetación afectada ha sido recuperada. 113

Desde la distancia de una oficina en Washington dc, sería fácil creer en las muchas afirmaciones de Transredes, y concluir que las compañías de Enron y

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Shell habían hecho lo que era necesario para reparar lo que fue destruido. Pero cuando uno está cerca del río mismo, los exitosos informes del bid y Transredes se alejan más de la realidad que enfrentan aquellos que todavía viven, años más tarde, con las consecuencias del desastre.

Unaauditoríamedioambientalrevelanuevoshechos

Algunas de aquellas realidades serían reveladas dos años después del derrame, en las conclusiones de una auditoría medioambiental que finalmente rompió el silencio del poder Ejecutivo boliviano. En respuesta a la presión de instituciones tales como fobomade, las comunidades afectadas y los medios de comunica-ción bolivianos, el Ministerio de Desarrollo Sostenible ordenó una auditoría, la primera de este tipo en Bolivia. El gobierno no tenía los recursos para pagar 1,3 millones de dólares por la investigación. Transredes recibió la orden de pagar por ella y contrataron a la organización servicios ambientales (ensr), que tiene sus oficinas principales en Westford, Massachussets, ee.uu. La subsidiaria boliviana de ensr, localizada en Santa Cruz, también colaboró en el proceso. Según el sitio web de la firma, “evaluó los impactos medioambientales y socioeconómicos del derrame.”114

El informe publicado en junio de 2001, un año y medio después del derrame, tiene cientos de páginas y voluminosos anexos. La auditoría basó la mayoría de sus conclusiones en los controversiales resultados iniciales de laboratorio realizados por los científicos importados por Transredes, las mismas conclusiones medio-ambientales utilizadas para cuantificar los montos de compensación. Poniéndose del lado de la compañía, la auditoría concluyó que el agua, suelo y muestras de sedimento no contenían niveles de contaminación peligrosos.

Sin embargo, enterrado en lo profundo de los anexos de la auditoría, hay otro estudio que investigó más profundamente el daño a largo plazo que Transredes dejó atrás. El estudio fue dirigido por un boliviano, el Dr. Roger Carvajal, un bioquímico y profesor de posgrado de la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz. Carvajal remarcó una larga lista de conclusiones científicas inconsistentes y manipuladas en los hallazgos de Transredes. Por ejemplo, el informe de Transredes, que concluyó que el daño revelado en las muestras de sedimento estaba dentro de los límites internacionales, no lo estaba.115 Carvajal también detalló cómo la compañía hizo aparecer resultados peligrosos para que no lo parecieran por medio de la alteración de fórmulas de medición.116 El llegó a muy diferentes conclusiones que las de los expertos extranjeros contratados por Transredes con respecto a las consecuencias del desastre sobre la salud. Él escribió: “es razonable esperar significantes efectos en la salud de humanos, animales y plantas vivas como consecuencia del derrame.”117 Carvajal se refirió a los problemas potenciales a largo plazo como tumores, leucemia, deficiencias en el sistema inmunológico y otras enfermedades degenerativas.118

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La auditoría de ensr subrayó las advertencias contenidas en los documentos de inspección anteriores al derrame de Transredes, y cómo la compañía ignoró dichas advertencias. ensr declaró que los trabajos de respuesta de Transredes fueron insuficientes y sin coordinación. Al mismo tiempo, criticó el programa de emergencia de donación de agua que trajo como consecuencia que casi la mitad de la gente afectada consumiera aguas contaminadas. Denunció a la ayuda médica y veterinaria por ignorar los impactos del derrame sobre la salud. Censuró a Transre-des por no referirse al daño causado a la vida silvestre tales como peces, docenas de especies de pájaros silvestres nativos de la región, o de vicuñas, un animal parecido a la llama, que está en la lista de especies en peligro del Servicio Federal de Peces y Vida Silvestre de Estados Unidos. ensr también criticó la omisión de la compañía de enfrentar el tema de animales nacidos muertos o deformados, que había sido informado repetidamente en los medios de comunicación bolivianos.119

Finalmente, la auditoría de ensr consideró que el paquete de compensación de la compañía había sido demasiado complejo, definido unilateralmente y no pro-porcional al daño causado.120 Posteriormente, el Ministerio de Desarrollo Sostenible ordenó a la compañía pagar casi el doble de lo que las comunidades habían recibido originalmente; 3,7 millones de dólares más por el daño causado por el petróleo de Transredes, así como también 2,2 millones de dólares por la destrucción de las praderas nativas.121 Basado en los resultados de la auditoría, el gobierno boliviano multó a Transredes con 1,9 millones de dólares, una suma que desde entonces ha sido reducida a 1,3 millones de dólares, y que hasta el año 2007, todavía no había sido pagada. Según un periódico de Estados Unidos, una visita de la ex embajadora estadounidense en Bolivia, Donna Hrinak, al ministro de Desarrollo Sostenible, Luis Carvajal, efectivamente previno que esta multa fuera cumplida.122

Losfalsosalegatosdelacompañía

Tomás, de Acopata, tenía una historia que contar: “Fui rechazado por el proceso de compensación. Yo vivo a 20 minutos del río, mis ovejas –aunque son pocas– se alimentan del follaje del río y beben del río. No pude probar que fui afectado. Yo no tenía evidencias de que mis ovejas se enfermarían.” Tomás tiene una mirada amable, manos ásperas y un sombrero sucio y descolorido que él mismo se hizo. Estaba más motivado a hablar conmigo sobre los métodos para conseguir dinero de Transredes hoy, que hablarme de su historia del rechazo que recibió el 2000. “He viajado a Oruro, incluso a Santa Cruz, con la intención de conseguir el dinero que merecía de la compañía petrolera. Ellos ni siquiera me reembolsaron el costo del pasaje del bus. He perdido dinero por Transredes y mi tierra ha perdido vida.” 123

Aunque Transredes declare haber compensado a la gente afectada del Desaguadero, historias tales como las rogativas de Tomás, son completamente diferentes.

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79destrucción en el río desaguadero

Ningún tema destaca mejor la amplia brecha existente entre las declaracio-nes de la corporación y los aplausos del bid versus lo que realmente pasó a lo largo del río, como es el asunto de la enfermedad y muerte de los animales como resultado directo del derrame.

Repetidamente, Transredes aseveró que ni un sólo animal estaba enfermo o había muerto como resultado de cuatro mil kilómetros cuadrados afectados por el derrame petrolero. En un comunicado de prensa del 8 de marzo de 2000, Transredes afirmó que los 11 veterinarios que viajaron por la región no encontra-ron ninguna evidencia de animales enfermos como resultado de intoxicación de petróleo. Dicho comunicado detalló que “en todos los casos reportados hasta la fecha… los animales domésticos tenían enfermedades no relacionadas al derra-me.”124 En junio, cinco meses después del incidente, la compañía aseguró haber visto a más de 250 000 animales en la región e informó que los veterinarios de la compañía “atendieron a 10 000 animales por enfermedades no relacionadas al derrame de petróleo.”125 La auditoría medioambiental, publicada dos años más tarde, confirmó las denuncias de las comunidades de que la salud de sus animales estaba verdaderamente afectada por el derrame. La auditoría declaró que “aproximadamente 40% de los diagnósticos de los animales [muertos o enfermos] estaba relacionado al consumo de toxinas de petróleo.”126

Es imposible calcular el número de animales que murieron como resultado de este derrame. Doña Ignacia perdió dos llamas y cinco ovejas, Doña Porfi-rio perdió ocho ovejas, Don Samuel Apaza dice que cientos de animales de la comunidad de Japo cayeron enfermos o murieron a causa del derrame. Si las cifras reportadas por el muestreo de las familias entrevistadas son consistentes entre las 4 000 familias compensadas, el número de animales muertos podría fácilmente alcanzar los miles.

Don Saúl Apaza,uno de los líderes de una de las comunidades que resistieron a Transredes, me mostró una foto de una vaca con dos cabezas, nacida en una casa de la vecindad. Como consecuencia del derrame, nacieron muertas ovejas con lenguas que llegaban al suelo, con un solo ojo o con piernas de diferentes tamaños.

Los animales nacidos muertos y deformes han significado grandes pérdidas para la gente que cuenta sus bienes en ganado. Aún hoy, la gente del río se queja de que es común encontrar animales nacidos muertos y enfermos como resultado del derrame, algo por lo cual nunca recibieron compensación. A pesar de toda la evidencia, como los cuerpos de animales muertos llevados por las familias por kilómetros para comprobar sus pérdidas y las fotografías de las autopsias de animales que mostraban petróleo adentro de ovejas y llamas, los funcionarios de Transredes se rehusaron a reconocer siquiera a sólo un animal muerto como resultado del derrame. En cambio, Transredes confía en aseveraciones teóricas basadas en la cantidad de petróleo que un animal puede consumir de acuerdo con

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su peso, para que su salud se viera afectada.127 Siete años después, la compañía reafirma que “ni un sólo caso es atribuido al consumo de petróleo crudo.”128

V.Ellegadodeldesastre:leccionesaprendidas

Don Santiago Castillo Ramos nació justo al otro lado del río, en frente del pueblo de Ulloma. Dejó el campo para vivir en La Paz, hace dos docenas de años, pero sus padres todavía ocupan la misma casa donde él nació. Su madre y su padre solo hablan aymara y nada de español, pero constantemente se comunicaban conmigo a través de generosidad y sonrisas. Pese a que han vivido en las riberas del río Desaguadero por más de 50 años, y lo negro del derrame de petróleo “se convirtió en nuestro patio,” según Don Santiago, su familia no fue incluida en el proceso de compensación de la compañía. “No era suficiente prueba para Transredes que nuestra casa esté exactamente aquí, que vivimos exactamente aquí, que nuestros animales están exactamente aquí. No tenemos papeles que certifiquen eso. La compañía usó la ley a su convenencia y la descartó cuando no le convenía.”129

La vida en el campo usualmente evoca imágenes de las riquezas de la tierra. En el Altiplano boliviano, sin embargo, el observador no acostumbrado, verá una estéril monotonía; vida vegetal repetitiva, un sol brillante, frío que quema y una planicie continua que finalmente conduce a las montañas. La verdad es que pocos que no hayan nacido en esta alta planicie podrían escoger una vida tan difícil para sí mismos.

En estas planicies altas a lo largo del río encontré historias humanas no incluidas en los informes de Transredes, care o el bid. Encontré historias que han sido silenciadas, unas que ruegan por el pasto que existía antes del derrame, y que claman para que los animales no nazcan muertos. La gente aquí, ahora, recuerda con dulce y amarga nostalgia qué fácil era encontrar huevos de patos silvestres con yemas más amarillas que el sol. La gente aquí con mucho miedo se pregunta ahora qué misteriosa enfermedad podría llegarles.

El río Desaguadero está lleno de rostros: mujeres de apenas un metro y medio de altura, descalzas, que cargan a sus wawas (niños) en las espaldas; hombres con dedos como cuero que salen de sus sandalias hechas de llantas de carros reciclados y niños que caminan kilómetros para llegar a sus escuelas que ni siquiera tienen libros.

Enron y Shell nunca vieron estas caras.En una conferencia del bid el año 2003, un funcionario de Transredes,

Tony Henshaw, afirmó que “una compañía debe medir y manejar no sólo su impacto en el medioambiente, sino también en la salud y seguridad de riesgos para sus empleados y vecinos, y verdaderamente, los impactos en la sociedad entera.”130 Pero ¿qué lecciones pueden ser aprendidas de esta historia en el

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Altiplano? ¿Qué se puede aprender de esta historia de un desastre ambiental y sus consecuencias?

Primero, el derrame y sus consecuencias permitieron un choque de culturas. Transredes opera en un mundo corporativo de empresas internacionales, un ambiente en el cual los números y los papeles legales son esenciales para hacer funcionar sistemas de medición, manejo y control. Sus objetivos tratan sobre inversión y retorno de ganancias y, en un incidente de desastre como el de enero de 2000 en Bolivia, acerca de minimizar costos. La compañía sabe muy bien cómo usar las herramientas de relaciones públicas, de maniobras legales y de presiones políticas sutiles para defenderse cuando comete un error, especialmente uno enorme como el de las riberas del Desaguadero. En los confines de su sede principal en Santa Cruz, al estudiar el derrame en el papel, los funcionarios de Transredes todavía creen, o pretenden creer que ningún animal murió debido al desastre en miles de kilómetros cuadrados del que fueron responsables, que nadie se enfermó por más de una semana y que ahora el suelo a lo largo del Desaguadero es mejor que antes por haber estado inundado de petróleo.

La gente de las riberas del río, sin embargo, que fue forzada a aguantar los resultados del desastre de la compañía, vive en un mundo enormemente diferente. Lo que la gente posee no está registrado. Sus bienes no están cuantificados, como tampoco lo es la Pachamama. Ellos saben muy poco de abogados, procedimientos contables o de cómo defenderse del poder de dos gigantes corporaciones extran-jeras. Cuando el golpe vino en forma de un extraño río negro, las comunidades nunca tuvieron una oportunidad.

Es precisamente en estas situaciones en que los gobiernos deben servir como protectores de su gente. Sólo los gobiernos tienen los recursos y el po-der de contrarestar la poderosa influencia que tiene una moderna corporación multinacional. Sólo un gobierno comprometido puede intervenir para prevenir tal calamidad medioambiental y sólo un gobierno comprometido puede actuar para garantizar justicia de las consecuencias de un desastre.

En Estados Unidos u Holanda, países de origen de las dos corporaciones involucradas, uno esperaría que el gobierno actuase así. Pero el gobierno boli-viano, con pocos recursos y bajo una clara presión de los intereses extranjeros, no podía y no tenía la voluntad de actuar con fuerza en defensa de su gente. Frente a poderes fuertes y estratégicos como Enron y Shell, el Gobierno tuvo pocas posibilidades de forzarlos a la justicia.

Sin embargo, la gente de Bolivia es muy consciente de la lucha por poder y justicia concerniente a la creciente presencia de corporaciones e instituciones económicas extranjeras en su país. Se empoderan en estas situaciones de la ma-nera en que los bolivianos siempre han tomado para sí el poder: se organizan, hacen sus demandas y resisten juntos con gran coraje.

Si los observadores extranjeros quieren comprender por qué corporaciones extranjeras, tales como Enron y Shell, generan tan profunda desconfianza en

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Bolivia, pueden ver las riberas del antiguo y místico río de Bolivia. Seis años después de que el oleoducto se rompiera y dejara cuatro mil kilómetros cuadra-dos teñidos en las tierras altas, Evo Morales, un indígena aymara y ex pastor de llamas que creció aquí, asumió la presidencia de Bolivia. Uno de sus primeras medidas gubernamentales fue emitir un decreto presidencial que nacionaliza las reservas de gas y petróleo. También prometió tomar control estatal de los oleoductos entregados a Enron y Shell.

Doña Ignacia tiene una sonrisa permanente. Todos, con excepción de uno de sus nueve hijos, se han ido a la ciudad en busca de una vida mejor. Bromea que pronto ella será la única en estas tierras, y está segura de que morirá exactamente donde nació, en la casa que generosamente abrió a una extraña extranjera una fría noche de invierno. “La vida en estas partes ya no es como solía ser. Nosotros incluso animamos a que nuestras familias se vayan. Les decimos que ya no hay nada para ustedes aquí. Esta vida no es trabajo de oficina, y desafortunadamente no tenemos seguro de trabajo. A esta compañía se le ha permitido destruir nuestro lugar de trabajo y actuar como si lo hubiera arreglado. Sabemos que han hecho nuestras vidas más difíciles. Transredes ha destruido algo sin arreglarlo.

Notas

1 Carlos Villegas Quiroga, Privatización de la industria petrolera en Bolivia: Trayectoria y efectos tributarios, 2da Ed., La Paz: Plural editores, 2004: p. 174.

2 Centro de Estudios Superiores Universitarios de la Universidad Mayor de San Simón (CESU), “Gas, petróleo e imperialismo multinacional en Bolivia, Una visión crítica del poder y su relación con las contribuciones petroleras 1985-2003,” Cochabamba: CESU, septiembre, 2005: p. 9.

3 Instituto para Estudios Políticos, “Los Peones de la Enron: Cómo las instituciones públicas han financiado los juegos de la globalización de la Enron,” 22 de marzo, 2002:http://www.seen.org/PDFs/pawns.PDF, 19 de agosto, 2006.

4 CESU, p. 16.5 CESU, p. 24.6 Roberto Fernández Terán, entrevista con la autora, Cochabamba, 8 de septiembre, 2006.7 ENSR Internacional, Auditoría ambiental del derrame de hidrocarburos en el Río Desaguadero,

Volumen 2, Bolivia, abril, 2001: p. 11.8 Porfíria Marca de Castillo, entrevista con la autora, 21 de mayo, 2006.9 ENSR, Volumen 2: p. 13.

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83destrucción en el río desaguadero

10 “No Recourse: Transnational Corporations and the Protection of Economic, Social, and Cultural Rights in Bolivia” (No Recurso: Las corporaciones transnacionales y la protección económica, social, y los derechos culturales en Bolivia), Fordham International Law School, Fordham, mayo de 2004: p. 7.

11 ENSR, Volumen 2: pp. 10-11.12 Fordham, p. 20.13 Roger E. Carvajal., Ph.D, “Análisis de los riesgos toxicológicos en la salud humana,” Anexo

de la auditoría ambiental, Bolivia, marzo, 2001: p. 39.14 ENSR, Volumen 2, p. 11.15 Transredes S.A., “Derrame OSSA-2 al Río Desaguadero; Informe socioeconómico y acciones del

equipo CLO’s,” Transredes: Oruro, julio, 2000: p. vii.16 Vidal Aguilar, entrevista con la autora, El Choro, Bolivia, 5 de marzo, 2006.17 Fotografías ‘a vuelo de pájaro’ del lago Poopó tomadas por el Servicio de Mapas de Google.

Accedido el 20 de agosto de 2006: http://209.15.138.224/bolivia_mapas/s_theAltiplanoLake-PoopoBolivia.htm.

18 ENSR, Volumen 6: p. 20.19 Definición tomada de diccionario.com, accedido el 21 de agosto de 2006: http://dictionary.

reference.com/browse/negligence.20 Fordham, p. 20.21 Fordham, p. 7. 22 ENSR, Volumen 7: p. 4.23 Fordham, p. 8.24 ENSR, Volumen 7: p. 4.25 Memorándum de Transredes al Centro para la Democracia, 21 de marzo, 2007.26 Memorándum de Transredes al Centro para la Democracia.27 www.erm.com/ERM/Showcase.nst.28 “Tele país,” Canal 13. 7 de febrero, 2000.; “Noticiero central,” Canal 5. 21 de febrero, 2000.;

La Prensa. 10 de febrero, 2000.29 Presencia, 6 de febrero, 2000.30 “Noticiario Central,” Canal 5, 5 de febrero, 2000.31 Comunicado de Prensa de Transredes, La Prensa, 8 de marzo, 2000.32 “Noticias PAT,” Canal 42, 15 de febrero, 2000. 33 Ibid. 34 Miembros de la Comunidad de Ulloma, en una reunión con la autora, 11 de mayo, 2006;

Hans Moeller, entrevista con la autora, 14 de junio, 2006; Miembros de la Comunidad de Acopata, entrevista con la autora, 18 de mayo, 2006.

35 La Prensa, 6 de febrero, 2000.36 La Patria, 3 de febrero, 2000.37 Don Juan de Dios Castillo Villegas, entrevista con la autora, 16 de mayo, 2006.38 ENSR, Volumen 7: p. 39.39 Memorándum de Transredes al Centro para la Democracia.40 Detalles de los acuerdos a los que se llegaron en una reunión con la autora, 11 de mayo,

2006; ENSR, Volumen 2, p. 107.41 Presencia, 18 de febrero, 2000.42 ENSR, Volumen 7, p. 8.43 ENSR, Volumen 7, p. 3.44 La Prensa, 12 de diciembre, 2001. 45 ENSR, Volumen 7 : p. 10.46 La Razón, 26 de marzo, 2000. 47 La Razón, 31 de marzo, 2000. 48 Ultima Hora, 4 de agosto, 2000.

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49 ENSR, Volumen 2: p. 107.50 ENSR, Volumen 7: p. 39.51 Juan Carlos Montoya Ch., Efectos ambientales y socioeconómicos por el derrame de petróleo en el

Río Desaguadero, La Paz: Fundación PIEB, 2002: p. 16.52 ENSR, Volumen 2: p. 186.53 ENSR, Volumen 7: p. 11.54 ENSR, Volumen 7: p. 11. 55 La Razón, 7 de junio, 2000.56 ENSR, Volumen 2: p. 186; ENSR, Volumen 7: p. 12.57 Don Teodisio Liquepe, entrevista con la autora, 17 de mayo, 2006.58 La Razón, 7 de junio, 2000.59 ENSR. Volumen 7: p. 13. 60 Hans Moeller, entrevista con la autora, 13 de junio, 2006.61 Montoya, p. 165.62 El Mundo, 16 de marzo, 2000.63 ENSR, Volumen 2: p. 157.64 Transredes S.A., “Derrame OSSA-2 al Río Desaguadero: Tercer informe intermedio, Con-

clusión de las operaciones de limpieza y actualización de compensación,” Anexo G: Contrato transaccional, cláusula cuarta.

65 Miembros de la Comunidad de Ulloma, en una reunión con la autora, 11 de mayo, 2006.66 Transredes S.A., “Derrame OSSA-2 al Río Desaguadero: Tercer informe intermedio, Con-

clusión de las operaciones de limpieza y actualización de compensación,” Anexo G: Contrato transaccional, cláusula cuarta.

67 Vidal Aguilar, entrevista con la autora en Cruz Choro Viri-Viri, Bolivia, 5 de marzo, 2006.68 Miembros de la Comunidad de Ulloma, en una reunión con la autora, 11 de mayo, 2006.69 Foro Boliviano de Medio Ambiente y Desarrollo Oruro (FOBOMADE), “Análisis y evaluación

del proceso y los conflictos socio ambientales derivados de la contaminación por el derrame de petróleo en el Río Desaguadero: Un año después del desastre ambiental,” Oruro, enero, 2001.

70 Transredes S.A., “Derrame OSSA-2 al Río Desaguadero; Informe socioeconómico y acciones del equipo CLO’s,” Transredes: Oruro, julio, 2000: pp. 4-5.

71 Antiguo CLO anónimo empleado por Transredes, entrevista con la autora, 17 de noviembre, 2005.

72 Transredes S.A., “Derrame OSSA-2 al Río Desaguadero; Informe socioeconómico y acciones del equipo CLO’s,” Transredes: Oruro, julio, 2000: p. 40.

73 Presencia, 25 de marzo, 2000.74 Presencia, 25 de marzo, 2000.75 La Razón, 23 de julio, 2000.76 Patch Safety Services Ltd., “Conclusions of Analysis” (Conclusiones de análisis): junio, 2000. 77 http://www.odi.org.uk/speeches/corporations2002/report7.html.78 Fordham, p. 16.79 Víctor Rico, entrevista informal con la autora, La Paz, 8 de mayo, 2006.80 ENSR, Volumen 7: p. 15.81 Vidal Aguilar, entrevista con la autora, El Cruz Choro Viri-Viri, Bolivia, 5 de marzo, 2006; Miem-

bros de la comunidad de Ulloma, entrevista con la autora, 11 de mayo, 2006; Fordham, p. 16.82 Memorándum de Transredes al Centro para la Democracia. 83 Fordham, p. 16.84 Esta cifra está basada en el cálculo de las 3 939 familias compensadas, a un promedio de cinco

miembros por cada familia. 85 ENSR, Volumen 2: p. 184.86 Ibid.87 Ibid.

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85destrucción en el río desaguadero

88 Ibid.89 El Diario, 16 de junio, 2000.90 La Patria, 8 de febrero, 2000.91 Rufino Choque, entrevista con la autora, 13 de marzo, 2006. Poopó, Bolivia.92 Presencia, 2 de junio, 2000.93 Fordham, p. 11.94 Ultima Hora, 6 de abril, 2000.95 Presencia, 7 de abril, 2000.96 Saúl Apaza, entrevista con la autora, Oruro, 3 de marzo, 2006.97 Saúl Apaza, entrevista con la autora, Cochabamba, 23 de noviembre, 2006. 98 Fordham, p. 21.99 Pulso, 25 de febrero, 2000.100 Fordham, p. 3.101 Ibid.102 “Estudio Abierto,” Canal 4, 9 de febrero, 2000; La Razón, 9 de febrero, 2000.103 http://www.transredes.com/pdf/memoria/MA2005ENG/parte1ing.pdf.104 Fordham, p. 21.105 “Brazil Battles Oil Spill Threat,” (Brasil lucha contra la amenaza de derrame petrolero) BBC

News, 18 de julio, 2000: http://news.bbc.co.uk/1/hi/world/americas/838826.stm.106 Felipe Coronado, entrevista con la autora, Oruro, 17 de noviembre, 2005; Hans Moeller,

entrevista con la autora, La Paz, 13 de junio, 2006. 107 Felipe Coronado, entrevista con la autora, 17 de noviembre, 2005.108 FOBOMADE. “Análisis y evaluación del proceso y los conflictos socio ambientales derivados de

la contaminación por el derrame de petróleo en El Río Desaguadero”, Oruro, enero, 2001.109 Hans Moeller, entrevista con la autora, 13 de junio, 2006.110 Transredes S.A., p. vii.111 Hans Moeller, entrevista con la autora, 13 de junio, 2006.112 Ibid.113 “How an Oil Spill Helped a Bolivian Energy Company to become a model of Corporate

Citizenship,” (Cómo un derrame petrolero ayudó a una compañía energética boliviana a convertirse en un modelo de ciudadanía corporativa) IDB América, 5 de octubre, 2005.

114 Servicios medioambientales (ENSR) sitio web, accedido el 29 de junio de 2006: http://www.ensr.aecom.com/MarketsAndServices/46/65/index.jsp.

115 Carvajal, pp. 4-5.116 Carvajal, p. 5.117 Carvajal, p. 38. 118 Carvajal, p. 39.119 ENSR, Volumen 7, p. 12.120 ENSR, Volumen 7, pp. 15-16.121 La Prensa, 17 de octubre, 2001.122 Hawaii Reporter, “Enron Deals Under Scrutiny in Bolivia” (Enron lucha bajo el escrutinio

de Bolivia), 5 de abril, 2002.123 Tomás Villegas Castillo, entrevista con la autora, 20 de mayo, 2006.124 Comunicado de prensa de Transredes en La Prensa, 8 de marzo, 2000.125 Comunicado de prensa de Transredes en La Razón, 7 de junio, 2000.126 ENSR, Volumen 7: p. 13.127 Memorándum de Transredes al Centro para la Democracia.128 Ibid.129 Santiago Castillo Ramos, entrevista con la autora, 23 de mayo, 2006.130 Página Web del Banco Interamericano de Desarrollo, accedido el 11 mayo de 2006: http://

www.iadb.org/csramericas/2003/doc/henshaw2.pdf.

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Más de 100 000 personas marcharon en la ciudad de La Paz en octubre de 2003 protestando contra un plan gubernamental de exportar gas a EE.UU. y México a precios bajos. Foto: Noah Friedman-Rudovsky (2003).

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El tema del gas y del petróleo y quién controla estos recursos ha estado en el centro de las recientes conmociones políticas de Bolivia. Protestas masivas que demandaban al gobierno volver a tomar control de la industria de los hidrocarburos, privatizada en la década de los 90, han derrocado dos gobiernos desde el año 2003. Por más de 70 años la historia de Bolivia ha presenciado una constante lucha para decidir si esta riqueza natural debería ser desarrollada por corporaciones extranjeras o por Bolivia misma. En este capítulo, Gretchen Gordon y Aaron Luoma se sumergen en la historia de las batallas del gas y el petróleo de Bolivia y en las preguntas complejas que impulsan este debate en estos días.

I.Introducción

El primero de mayo de 2006, se colgaron carteles que decían “Nacionalizado: propiedad del pueblo boliviano” cubriendo los ingresos de las refinerías en todas partes del país. Desde el campo gasífero de San Alberto en la región de Tarija, al sur de Bolivia, el presidente Evo Morales se presentó frente a una multitud de cámaras de televisión, flanqueado por sus ministros y las fuerzas militares. En un evento cuidadosamente orquestado por relaciones públicas, Morales anunció sorpresivamente que en ese momento el Ejército estaba resguardando los campos de petróleo y gas en todo el país. “…es la solución a los problemas económicos, a los problemas sociales de nuestro país.” proclamó Morales. “Una vez recu-perado este recurso natural, generará fuentes de trabajo. Se acabó el saqueo de los recursos naturales por parte de las empresas petroleras internacionales, de las trasnacionales. 1

capítulo 3

Petróleo y gas: la riqueza ilusoria debajo de sus pies

Gretchen Gordon y Aaron Luoma

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88 desafiando la globalización

En diciembre de 2005, cuando Evo Morales consiguió una arrolladora victoria electoral sin precedentes, la nacionalización de las reservas de hidro-carburos se había convertido en una extendida demanda popular. En 2003, el resentimiento por las promesas no cumplidas producto de la radical privatización de los recursos hidrocarburíferos a mediados de los años 90 en Bolivia, estalló en protestas masivas contra la propuesta de venta de gas barato a Estados Uni-dos a través de Chile, con un resultado de más de 60 muertes y la expulsión del presidente de Bolivia.

Desde una perspectiva histórica, el decreto de ‘nacionalización’ de Morales, de mayo de 2006, fue sólo la más reciente salva boliviana en su larga batalla contra las compañías extranjeras sobre el control de sus recursos petroleros y gasíferos. El llamado para el cambio proviene de la memoria colectiva de la gente que cree que su país nunca ha sido beneficiado de la explotación de sus recursos naturales. Aunque las reformas de Morales son más conservadoras que una nacionalización tradicional, reflejan un esfuerzo para recuperar de alguna manera el control sobre la industria que después de su privatización generó excelentes beneficios para las compañías petroleras extranjeras, pero han mantenido a Bolivia como el país más pobre de Sud América.

Con la segunda reserva de gas más grande de Sud América –avaluada en más de 200 000 millones de dólares2- Bolivia mira esperanzada a este recurso como un camino para salir de la pobreza y como base de un desarrollo económico más amplio. Sin embargo, convertir el recurso natural en riqueza que mejore la vida diaria de la gente ha sido una meta no realizada para la mayoría de los países con grandes recursos naturales en todo el mundo. Las posibilidades de que Bolivia supere esta tendencia requerirá no sólo resistir a las presiones de poderosos intereses económicos y políticos, sino también romper un modelo que data de la época de la Colonia.

II.Delaplataalgas:lariquezailusoria

Durante casi cinco siglos, los valiosos y perecederos recursos naturales de Bolivia han sido extraídos uno a uno para crear riqueza en el exterior mientras que la ma-yoría de sus ciudadanos vive en la pobreza. Bolivia es emblemática entre los países que se vuelven dependientes por la exportación de un sólo producto, dejando a su economía vulnerable a la volatilidad del mercado internacional. En los siglos xvi y xvii, el destino económico del país estuvo simbolizado por el Cerro Rico, la montaña llena de plata ubicada en las afueras de la ciudad de Potosí, y que fue vaciada por los españoles para financiar prácticamente al imperio español por dos siglos. A fines del siglo xix, la goma y el guano –excrementos secos de ave codiciado por los ingleses como explosivo y fertilizante- junto con la plata fueron explotados por intereses extranjeros en confabulación con las ricas elites bolivianas.

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89petróleo y gas: riqueza ilusoria

A inicios del siglo xx, la invención de latas de estaño para preservar la comida junto a la construcción de armamento de preguerra en Europa y Estados Unidos causó que el mineral entrara en auge, al tiempo que fueron descubiertos grandes depósitos de este mineral en las tierras altas de Bolivia. Apoyada inicialmente por inversores extranjeros, tres familias bolivianas llegaron a controlar 80% de la industria del estaño.3 En una economía dominada por la exportación de dicho mineral, los ‘barones del estaño’ consolidaron su poder político y económico. Simón Patiño, conocido como el “Rockefeller boliviano,” se convirtió en uno de los hombres más ricos del mundo, controlando la mitad de la producción de estaño en el país. En una destacable hazaña para un país sin costas marítimas, ro-deado de montañas, Bolivia suministró cerca de la mitad del estaño necesario para sostener los esfuerzos bélicos de los aliados en la Segunda Guerra Mundial.4

No es una sorpresa que, como la plata, esta indecible riqueza estañífera fuera acumulada a expensas de los mal pagados mineros que trabajaban en condiciones miserables. En 1945, un informe determinó que la edad promedio de los mineros que sufrían una severa enfermedad de pulmones era de 32 años.5 Muchas de las protestas que realizaron los mineros para mejorar sus condiciones de trabajo fueron reprimidas violentamente por las fuerzas de seguridad privada y las tropas militares del gobierno. Esas protestas sentaron las bases de la posterior resistencia social.

Durante la mayor parte del siglo xx –hasta que el mercado del estaño co-lapsó en 1985– el estaño proveía los principales ingresos de las exportaciones de Bolivia; las oscilaciones de su volátil precio crearon repetidos auges y recesiones en la economía boliviana.6 Sergio Almaraz Paz, ensayista y político boliviano, reflexiona sobre el legado del estaño:

Bolivia se encuentra al término de un camino recorrido: medio siglo de explotación estañífera han dejado a su paso un país atrasado y empobrecido, una economía que es esencialmente la misma de hace cincuenta años. ¿Qué nos dice la experiencia del estaño? Bolivia fue el estaño. Los bolivianos vivieron con las migajas que dejó el estaño. En esta inexorable realidad, economía, política y cultura, se desarrollaron –se deformaron– a golpes de estaño. 7

Laesperanzaporelgas

Después de la caída de la industria estañífera, el gas se convirtió en el recurso natural más importante del país. Los gigantescos campos gasíferos en las tierras templadas de la región del Chaco, al Este de Bolivia, de pronto emergieron como el moderno Cerro Rico de nuestros días.

Hasta fines del siglo xx, el gas natural era considerado por muchas de las compañías petroleras, como un producto de desecho en el proceso de extracción del oro negro de la economía global. “La idea de que el gas pudiera ser una

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90 desafiando la globalización

fuente de dinero le habría parecido a la mayoría de los ejecutivos petroleros un absurdo,” escribe Paul Roberts en The End of Oil.8 Sin embargo, en los últimos seis años, con el aumento de la escasez de petróleo, los precios del gas natural se han duplicado, colocando a las compañías petroleras “en una carrera para conseguir una mejor posición [en el negocio] del gas,” según escribió Roberts.9 El consumo global de gas natural en este momento se iguala al carbón, y tan pronto como para el año 2025 el gas podría rebasar al petróleo como el recurso energético dominante en el mundo.10

Para los países cuyo objetivo es lograr contar con un recurso energético más amigable al medioambiente, el gas es una alternativa a sus primos más conta-minantes, el petróleo y el carbón. El gas es considerado como un “carburante puente” que ayudará a disminuir la demanda global por petróleo y dirigirá a la industria hacia una utilización de recursos energéticos limpios que no sean hidrocarburos. Mientras los analistas continúan debatiendo cuándo se llegará al límite de la oferta de petróleo, la carrera por el gas ya está en pleno vuelo.

El gas es valorado por su versatilidad. En los países más industrializados de Brasil, Argentina y Chile, la necesidad de energía para la industria está aumentan-do la demanda de gas natural. Además, es un carburante barato para la industria de alimentos, el transporte y la calefacción. Solamente en Bolivia, en menos de tres años, el número de automóviles que usan este carburante se ha triplicado, aproximándose a 60 000.11 El precio del gas en Bolivia para automotores es un tercio del de la gasolina, una bendición para los taxistas que se esfuerzan para poder pagar sus necesidades básicas. Según las expectativas de la industria en 2006, Bolivia iba a tener aproximadamente 20% de sus automóviles –100 000 en total– funcionando con gas natural para el año 2008, lo cual sería el mayor porcentaje de Sud América.12

Elabcdelgas

El gas natural, el petróleo y otros hidrocarburos provienen de los mismos procesos geológicos: descomposición orgánica de materia ubicada en las profundidades de la superficie terrestre. Las reservas de este combustible basados en fósiles de carbono normalmente contienen agua que se queda abajo porque es más pesada que el gas o el petróleo. El petróleo se encuentra sobre el agua mientras que el gas natural se encuentra más cerca de la superficie, presionado contra la tierra y presurizando la reserva como si fuera una botella de champán agitada.

Los depósitos que principalmente tienen petróleo son llamados “campos petroleros”, y los ricos en gas “campos gasíferos.” El gas que se encuentra en los campos petrolíferos es llamado gas asociado. Debido a que es caro separarlo y procesarlo, muchos productores de petróleo desperdician o queman el gas natural. Esta práctica libera una fuerte y dañina contaminación, que es ilegal en la mayor parte del mundo industrializado, pero todavía se utiliza en muchos países. La mayoría del gas boliviano es gas ‘no asociado’ –que significa que es encontrado

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con un poco o nada de petróleo– y por ello es menos caro extraerlo y procesarlo. Las reservas de gas de Venezuela, en cambio, aunque son más numerosas que las de Bolivia por más de tres a uno, son predominantemente de gas asociado, lo cual complica la capacidad de explotarlas lucrativamente.

En su forma pura, el gas natural es incoloro e inodoro. En realidad es una mezcla de una variedad de gases que incluyen etano, butano, propano y el mayor componente de gas natural, metano. Bolivia es afortunada porque su gas contiene más de 90% de metano, un gas valioso que puede ser convertido en electricidad o procesado para elaborar productos derivados tales como plástico, fertilizantes, diesel y gasolina sintética. 13

Aunque el gas natural tiene muchos usos, por su estado gaseoso, su transpor-tación es complicada y toma mucho tiempo. Para exportar el gas natural por mar, debe ser licuado en plantas procesadoras caras y después embarcado en grandes tanques que son más costosos de construir que los tradicionales petroleros. Sólo recientemente –junto con el alza de precios del gas natural–ha llegado a ser eco-nómicamente viable exportarlo a distancias más largas.

Por la dificultad de comercializarlo globalmente, el gas natural, a diferencia del petróleo, no tiene un precio de referencia establecido internacionalmente. Por lo tanto, los precios son determinados en base a la demanda regional y a negociaciones entre los países productores y las compañías que lo compran.

Los bolivianos están muy conscientes de que su vasta riqueza mineral va desapareciendo debajo de sus pies, y están determinados a asegurar que el gas no siga el mismo destino que la plata y el estaño. Carlos Rojas, un representante de la Federación de Juntas Vecinales (fejuve) en la ciudad de El Alto, lamenta que:

Después del saqueo de nuestro oro, plata, estaño, y de todos los minerales que hemos tenido… ahora solamente nos queda el gas… ¿Qué futuro nos espera a nosotros, a nuestros hijos? … No hay otro recurso en Bolivia que pueda ser nuestro futuro sostén económico.14

Laluchaporelcontrol

Desde la década de los años 30, los recursos hidrocarburíferos de Bolivia han estado sometidos a constantes tires y aflojes entre el Estado boliviano y las com-pañías internacionales petroleras y gasíferas. Algunos gobiernos bolivianos han otorgado generosos derechos de exploración y producción y una vasta influencia en las decisiones políticas a compañías privadas. Como en otros tiempos, el péndulo ha regresado hacia un mayor control gubernamental de estos recursos, tal como sucedió durante las nacionalizaciones de la industria hidrocarburífera en 1937 y 1969.

Este tire y afloje por el control de las reservas de hidrocarburos en Bolivia empezó en 1896, cuando el Dr. Manuel Cuéllar, en una expedición por la remota

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región del Chaco, al Este de Bolivia, notó que la gente guaraní usaba un líquido negro grasoso para curar las heridas de sus animales. Posteriormente confirmó que esa sustancia era petróleo de alta calidad, y después de asegurarse la inver-sión, formó la primera empresa petrolera boliviana que fue más tarde vendida en 1921 a la gigante corporación estadounidense Standard Oil.15

La Standard Oil, fundada por John D. Rockefeller, era la compañía más grande del mundo y durante 15 años pudo explotar el petróleo sin fiscalización gubernamental y sin competencia en la escasamente poblada región Este de Boli-via, cercana a la frontera con Paraguay y Argentina. Por muchos años la Standard Oil exportó ilegalmente petróleo a la Argentina por un oleoducto clandestino, evadió impuestos y no abasteció adecuadamente el mercado de combustibles boliviano. También fue acusada de sabotear el abastecimiento de carburantes a las Fuerzas Armadas bolivianas durante la infructuosa Guerra del Chaco con Paraguay entre 1932 y 1935, en la cual más de 50 000 bolivianos murieron en un país de sólo dos millones de habitantes.16

El trauma de la Guerra del Chaco unió a la nación por primera vez y creó una ola de sentimientos nacionalistas y nuevas ideas políticas. Entre éstas, se encontraba la comprensión de la importancia del rol del Estado en el desarro-llo de los recursos hidrocarburíferos del país, de los cuales 85% se encuentra ahora en la región del Chaco. El pueblo boliviano cada vez más indignado con las acciones de la Standard Oil durante la Guerra del Chaco, tomó las calles en protesta.17 En respuesta a la demanda popular, el gobierno fundó la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (ypfb). La ley de 1936, que creó ypfb, establecía que “la importancia del petróleo en el mundo, su signifi-cación económica y su valor para el Estado, demandan cada día más que estos recursos sean puestos bajo el control directo de la Nación”18

Nacionalización,privatizaciónynacionalizaciónotravez

Un año después, en 1937, Bolivia se convirtió en el primer país latinoamericano que nacionalizó su industria petrolera, un evento histórico que pavimentó el ca-mino para que México hiciera lo mismo el siguiente año. Con la nacionalización, el Estado boliviano se incautó de todos los bienes y operaciones de la Standard Oil, a quien pagó una compensación de 1,7 millones de dólares, y entregó dichos bienes a la empresa petrolera boliviana. El escritor boliviano Carlos Montenegro escribió que “por primera vez en la historia universal, la más poderosa empresa del planeta [la Standard Oil] ha sido moralmente castigada por un Estado.”19 La nacionalización de la transnacional sería el inicio de una lucha que duró décadas entre el Estado y las compañías extranjeras por el control de los hidrocarburos bolivianos.

En el lapso de cinco años, la empresa estatal boliviana produjo más barriles de crudo que la Standard Oil en sus 15 años de explotación en Bolivia, y en 1954,

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ypfb alcanzó su principal objetivo de producir suficiente combustible como para abastecer la demanda doméstica.20

A sólo tres años después de la revolución de 1952, que trajo profundos cambios para el pueblo boliviano, incluyendo la nacionalización de la industria minera, el monopolio de ypfb sobre la industria petrolera de Bolivia irónicamente llegó a su fin. El péndulo volvió hacia el control extranjero privado de los hidrocarburos bolivianos, cuando el presidente Víctor Paz Estenssoro abrió las puertas a las inver-siones extranjeras, citando un déficit fiscal y un crecimiento económico lento.21

El gobierno de Estados Unidos dejó en claro que cualquier nueva inversión de las compañías estadounidenses estaba sujeta a que Bolivia reformase su sector petrolero. El resultado de ello fue el Código Davenport de Paz Estenssoro, en 1955, que permitía a las compañías petroleras estadounidenses explotar el pe-tróleo boliviano bajo términos extremadamente generosos, pagando al Estado sólo 20% de las ganancias.22 Por los años 60, diez compañías petroleras estado-unidenses habían empezado a operar en Bolivia, siendo la Gulf Oil Company la principal protagonista en la industria del petróleo en Bolivia.23 Las modificaciones de las políticas bolivianas fueron recompensadas con un incremento de 500% en la ayuda estadounidense.24

Nacionalizaciónenpocaspalabras

El término nacionalización puede tener varias acepciones diferentes. Técnicamen-te, nacionalización significa expropiación o la incautación gubernamental de los activos en manos privadas. Esto puede ser realizado con o sin algún tipo de pago como compensación por parte del gobierno al propietario de dichos activos. La decisión gubernamental de expropiar bienes o propiedad privada para que sirvan mejor al interés público, mientras haya compensación, es un derecho de las na-ciones soberanas reconocido por las Naciones Unidas. La nacionalización puede incluir bienes y/o servicios, como ocurrió con la nacionalización de los servicios de seguridad aeroportuaria por el gobierno estadounidense en 2001, pero las nacionalizaciones más conocidas han significado la recuperación de los recursos naturales que previamente habían sido privatizados. Aunque recientemente el término nacionalización ha llegado a ser políticamente popular en Bolivia, las reformas del gobierno de Morales sobre el sector de hidrocarburos del país no son una nacionalización en el sentido estricto, porque no han involucrado la incautación de los activos en propiedad privada.

Durante las décadas de los años 50 y 60, ypfb continuó sus actividades de exploración y producción de petróleo. El bajo porcentaje que recibía el gobierno por los ingresos petroleros limitó severamente la reinversión en nuevos desarro-llos y tecnología, como lo hizo también el desvío de ingresos por los sucesivos gobiernos bolivianos.25 La influencia e importancia de ypfb se vio continuamente disminuida a la sombra de la Gulf Oil.

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A principios de los años 60, la Gulf descubrió las primeras reservas importan-tes de gas natural en Bolivia.26 En 1964, el entonces dictador boliviano, General René Barrientos, incondicional aliado de Estados Unidos, otorgó a la Gulf Oil el derecho de explotar esas reservas, tomando ventaja del impreciso lenguaje del Código Davenport, sobre si el gas descubierto por compañías extranjeras perte-necía al Estado o a las compañías.27 El primer contrato de exportación de gas fue firmado con Argentina en 1968, con la Gulf como primera beneficiaria. 2828

Para 1968, la Gulf fue capaz de reinvertir sus lucrativas ganancias y aumentar sus reservas de petróleo cinco veces más que las de la empobrecida ypfb, exten-diendo su control a 80% del petróleo boliviano y a 90% de su gas. 29 Augusto Céspedes, un escritor boliviano y ex diplomático, instó a la resistencia contra la poderosa presencia de la Gulf en Bolivia, argumentando que la “soberanía es meramente teórica” cuando un Estado débil confronta a una compañía respaldada por poderosas fuerzas políticas y económicas internacionales. 30

En septiembre de 1969, después de la muerte del General Barrientos, una junta militar de gobierno de izquierdas, presidida por el General Alfredo Ovando Candia, anuló el Código Davenport. La administración de Ovando arguyó que el Código “no fue redactado por bolivianos, contenía disposiciones violatorias de la independencia del Estado y que el pueblo boliviano lo había repudiado, reiterada y categóricamente.”31 La Gulf respondió con una oferta de dividir los ingresos de los hidrocarburos 50-50, pero el gobierno no quería negociar.

El 17 de octubre de 1969, bajo la declaración gubernamental del “Día de la dignidad nacional,” el ministro de Hidrocarburos y Minas, Marcelo Quiroga Santa Cruz, firmó el decreto que nacionalizaba los activos de la Gulf Oil Com-pany. Quiroga escribió poco después que las anteriores administraciones le había dado a la Gulf el control de la política nacional del petróleo y que los más altos funcionarios públicos estaban “al servicio de los intereses de esa compañía.”32 El General Ovando se refirió a la Gulf como “una empresa que había adquirido dominio económico y político similar al de los ‘barones del estaño’.” 33

Ante estos hechos, las compañías petroleras respondieron estableciendo un boicot al petróleo de Bolivia, que le costó al gobierno 14,4 millones de dólares en ganancias por exportaciones. Entre tanto, el gobierno estadounidense pre-sionó con éxito al gobierno de Ovando a que pagara una compensación de 78 millones de dólares por las propiedades, maquinaria y vehículos que la Gulf había dejado atrás. 34

ypfb:elsosténdelafamiliaboliviana

En 1970, bajo la dictadura del General Hugo Banzer Suárez, ypfb expandió sus operaciones gracias al aumento de las ganancias debidas a la triplicación de los precios internacionales del petróleo. En 1972 se aprobó una nueva ley sobre hidrocarburos que ofrecía generosas oportunidades de inversión a las compañías

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extranjeras, pero que brindaba al gobierno 50% de las ganancias. Acuerdos con dos compañías petroleras estadounidenses en 1972 posibilitaron la inversión necesaria para empezar la exportación de gas a Argentina, cumpliendo así con el contrato originalmente suscrito en 1968.35

En 1985, con el colapso de la industria del estaño boliviano, ypfb se convirtió en la principal fuente de ingresos gubernamentales, ocupando un lugar entre las compañías más grandes de Latinoamérica, dando empleo a 9 150 personas.36

En la década de los 80 y a principios de la de 1990, ypfb participó directamente -así también por medio de contratos con compañías privadas– en la exploración y producción y mantuvo el monopolio en la transportación y comercialización del petróleo, gas y sus derivados.

Además del acuerdo de exportación a Argentina, ypfb empezó a exportar petróleo a Chile y Argentina, y petróleo y gas a Brasil.37 Aunque ypfb fue criticada por ineficiente y corrupta, fue una compañía altamente lucrativa, generando 3 570 millones de dólares entre 1985 y 1995, aproximadamente la mitad del total de los ingresos del gobierno en ese periodo.38

Sin embargo, a mediados de los años 80, los políticos conservadores y los intereses empresariales iniciaron una campaña para desacreditar la imagen de ypfb y aplicaron medidas políticas que detuvieron su crecimiento.39 Parte de estos esfuerzos fue una ley emitida en 1985 que estipulaba que 65% de las ga-nancias de ypfb se destinara al tesoro nacional anualmente, dejando muy poco para ser invertido en exploraciones y en el desarrollo de nuevos campos.40 Un precio de exportación artificialmente bajo que fue negociado con Argentina en 1986, limitó también sus ingresos y ypfb no pudo expandir su capacidad. “Se descapitalizó la empresa estatal” explicó el académico boliviano Carlos Villegas Quiroga, que después fue ministro de Energía del gobierno de Evo Morales en 2006. “No tenía recursos para invertir en exploración, explotación, producción u otro tipo de actividades.”41 Estas movidas sentaron las bases de su desmante-lamiento unos años más tarde.

III.Capitalización,privatizaciónconnuevonombre

La noche del 17 de octubre de 2003, la nación entera estaba pegada a los ca-nales de la televisión y radio cuando Gonzalo Sánchez de Lozada presentó su renuncia como presidente de Bolivia y abordó un avión hacia Miami, dejando un país en caos.

Durante meses, los disturbios políticos explotaron en las calles en muchas ciudades de Bolivia por la política económica de Sánchez de Lozada, convir-tiéndolos en la conocida Guerra del Gas de 2003. Después de que las acciones represivas del gobierno contra las protestas por la propuesta gubernamental de exportar gas (que dejaron más de 60 muertos y 400 heridos), se puso en

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movimiento un levantamiento popular que derrocó a dos gobiernos y cambió dramáticamente el curso político del país.

10 años antes, en 1993, Sánchez de Lozada era el propietario de minas más rico del país y había puesto sus expectativas en ganar las elecciones presidenciales de Bolivia. La economía estaba en mal estado y Sánchez de Lozada, educado en Estados Unidos, ofreció una solución. Como ministro de Economía y Planifi-cación, en 1985, impulsó una nueva ola de reformas económicas neoliberales. Haciendo equipo con un grupo de planificadores económicos del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional (fmi), Sánchez de Lozada se propuso llevar a esas reformas a un nivel sin precedentes.42 El Banco Mundial y el fmi lo llama-ron “el modelo boliviano”, Sánchez de Lozada lo llamó “la capitalización.”

El programa de capitalización de Sánchez de Lozada prometía crear medio millón de puestos de trabajo en cuatro años, doblar el tamaño de la economía en 10 años y financiar un nuevo plan de pensiones para los jubilados de Bolivia.43 El plan ayudó a impulsar a Sánchez de Lozada a su primer término como presi-dente (1993-1997). En esa época se entregaron a las corporaciones extranjeras las industrias estatales más estratégicas, entre ellas, la de hidrocarburos.

La revisión completa del sector petrolífero y gasífero boliviano se basó en la creencia básica de la economía neoliberal: el desarrollo requiere de inversión extranjera, y para atraerlas se tiene que ofrecer un acuerdo atractivo. En mu-chos países latinoamericanos los ‘acuerdos atractivos’ fueron la privatización de empresas del Estado a precios de ganga y el ablandamiento de las regulaciones gubernamentales para las compañías extranjeras. Pero los bolivianos habían tenido en el pasado amargas experiencias con la privatización y estaban decidi-dos a no perder el control de sus más importantes recursos y servicios públicos. Entonces, la capitalización de Sánchez de Lozada propuso algo diferente: la transformación de las compañías estatales en sociedades compartidas entre el sector público y el privado que generarían aumento de inversiones y de ingresos para el Estado.

Los activos de ypfb fueron divididos en tres nuevas compañías capitalizadas: Transredes, Chaco, y Andina. Sánchez de Lozada prometió a los bolivianos que el Estado mantendría el control del 51% de las nuevas compañías, mientras las corporaciones extranjeras tendrían sólo el 49% de participación.44 En vez de pagar al gobierno por sus acciones en los nuevos negocios, las compañías extranjeras se comprometieron a invertir el mismo valor monetario en la nueva compañía durante los próximos siete años.

Además de dividir ypfb, como parte de una nueva ley sobre petróleo y gas escrita en estrecha coordinación con el fmi y el Banco Mundial, Bolivia entregó sus derechos de explotación de las reservas hidrocarburíferas que más tarde serían avaluadas en más de 100 000 millones de dólares. Y para hacer la oferta aún más atractiva para los inversores, el gobierno redujo los impuestos y las regalías que las compañías debían pagar por su producción, de 50% a 18%. 45

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Promesasdecapitalizaciónversusresultados

A los bolivianos se les vendió la capitalización con osadas promesas: las empresas mixtas le permitirían al gobierno mantener el control de sus recursos petroleros y gasíferos, mientras las inversiones extranjeras duplicarían el potencial econó-mico de la industria; la nueva tecnología y una mayor eficiencia traerían nuevos ingresos, puestos de trabajo y crecimiento económico. El resultado real del ex-perimento de la capitalización, sin embargo, mostró una figura muy diferente.

El mito de retener el control

Con la capitalización, el gobierno boliviano y su pueblo perdieron el control de su empresa estatal más rentable, ypfb, así como también su capacidad de regu-lar la industria de hidrocarburos como un todo. En un esfuerzo por endulzar la oferta a los inversores extranjeros, en vez de mantener la mayoría de las acciones en las empresas capitalizadas, la prometida división de 51%-49% hecha por Gonzalo Sánchez de Lozada se volcó en su cabeza, y las empresas trasnacionales obtuvieron el control mayoritario.

El consorcio de Enron y Shell fue premiada con la compañía Transredes, la cual tomó control de los ductos y de la infraestructura de distribución. A British Petroleum y Repsol, de España, se les dio el control de las nuevas compañías de exploraciones y producción, Chaco y Andina, y se le entregó también equipos, infraestructura y estudios geológicos de ypfb sin costo alguno. Las transnacio-nales también obtuvieron el control de las reservas de petróleo y gas avaluadas en aproximadamente 12 000 millones de dólares.46 Incluso la minoría de las acciones que Bolivia tenía en las empresas capitalizadas no era suya. Las acciones bolivianas fueron entregadas a dos compañías extranjeras para que administraran los nuevos fondos de pensiones para los jubilados del país. Los administradores de aquellos fondos eran nombrados por las compañías extranjeras petroleras. Como lo explicó un analista:

Bajo este esquema, [los inversionistas extranjeros] no sólo son propietarios del 51% sino del 100%, ya que ellos controlan y administran la totalidad de las compañías capitalizadas, sin participación del socio minoritario: los bolivianos.47

El gobierno no sólo renunció a su capacidad y derecho de tomar decisiones sobre las firmas capitalizadas, sino que también renunció a su rol regulador de toda la industria. La autoridad reguladora del gobierno fue reemplazada por entidades ‘independientes’ de terceros que se basaban en los informes escritos por las mismas compañías extranjeras de cuánto petróleo y gas habían extraído y exportado, determinando los impuestos y pagos de regalías con los cálculos hechos por las propias compañías. Era el equivalente a dejar una nota pegada

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a la puerta que diga: “entren, tomen lo que quieran y dejen el dinero sobre el mostrador.” Aunque la disminución de la corrupción y el mejoramiento de las prácticas medioambientales fueron ofrecidos como motivo de la capitalización, el contrabando de gas y la evasión de impuestos continuaron e incluso aumen-taron, como lo hicieron los derrames y otros accidentes ambientales.48 (Para mayor información sobre el derrame de Shell-Enron, en enero del 2000, ver el Capítulo 2.)

El mito de lo que las nuevas inversiones traerían

Bolivia vivió un dramático incremento de las inversiones extranjeras durante la capitalización, pero esas inversiones no condujeron a una modernización de la industria o a la generación de industrias creadoras de nuevas fuentes de trabajo. Las compañías extranjeras que tomaron control de la industria hidrocarburífera de Bolivia encontraron más beneficioso exportar el gas natural como materia prima barata para ser procesada por sus afiliados en Argentina y Brasil. Por no estar obligados a hacerlo debido a lo que estipulaban los contratos, nunca in-virtieron en el mejoramiento de la infraestructura doméstica o en capacitación técnica. Las dos refinerías más importantes del país que operan hoy, por ejemplo, fueron construidas por ypfb antes de la capitalización y no han sido mejoradas considerablemente desde entonces.49

Los defensores de la capitalización alegan frecuentemente que el aumento de las inversiones extranjeras incrementó las reservas certificadas de petróleo y gas en 12 veces. Sin embargo, en realidad, la mayoría de las reservas ya habían sido descubiertas antes de la capitalización pero no habían sido certificadas por agencias internacionales.50

Las compañías petroleras que operaron en Bolivia durante la era de la capi-talización recibieron un promedio de ganancia sobre su inversión de diez a uno, beneficiándose de uno de los costos de producción más bajos del mundo.51 Sin embargo, esas ganancias nunca llegaron a cumplir las promesas de crecimiento y desarrollo. En vez de crear medio millón de nuevos puestos de trabajo, entre 50% y 70% del personal de ypfb fue despedido, uniéndose a los miles de trabajadores desempleados de otras industrias capitalizadas, de las industrias manufactureras y de las firmas de tecnología que habían abastecido a esas industrias.52 El por-centaje de desempleo formal que se ubicaba en 3% antes de la capitalización en 1994, subió a 11,7% en 2003, mientras la brecha entre ricos y pobres se amplió en la década de los años 90.53

El mito del aumento de los ingresos públicos

La promesa de Sánchez de Lozada de que la capitalización traería mayores ingresos al gobierno nunca se llevó a efecto. Las compañías capitalizadas que

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adquirieron las acciones de ypfb generaron menos de la mitad de los ingresos que generaba ypfb.54 Aunque Bolivia estaba produciendo 135% más de petróleo y gas después de los primeros siete años de capitalización, los ingresos del sector hidrocarburífero sólo crecieron 10%.55 A pesar de que los recursos naturales no renovables estaban agotándose, los ingresos hidrocarburíferos del gobierno se mantuvieron estáticos esencialmente.

También porque el proceso de capitalización eliminó la capacidad guberna-mental de establecer los precios de los productos hidrocarburíferos, tales como el combustible para cocinar o el diesel, los precios de los combustibles comunes aumentaron entre 70% y 100%.56 El gobierno respondió a esta situación apli-cando subsidios a los combustibles para mantener los precios accesibles a los con-sumidores, poniendo una fuerte presión sobre los recursos gubernamentales.

Laprivatizacióndelacorrupción

Por último, el proceso de la capitalización no sólo fue una mala política económica sino que también estuvo plagado de corrupción. Uno de sus más flagrantes casos involucró a Enron, más de cuatro años antes de que el nombre de la empresa llegara a ser sinónimo de corrupción corporativa. Sin poner ni un centavo en inversiones, la Enron cabildeó exitosamente a Sánchez de Lozada para obtener el control del proyecto energético boliviano más importante, el gasoducto Bo-livia-Brasil.57 Investigaciones posteriores revelaron que el gasoducto terminado incluía un ramal adicional que abastecía de gas directamente a la mina de Sánchez de Lozada, ubicada al Este de la frontera boliviana. 58

La estructuración del plan de capitalización de Bolivia y la nueva ley sobre los hidrocarburos involucró laboriosas consultas con inversores extranjeros y prestamistas internacionales. Sin embargo, los bolivianos y el Congreso fueron silenciados en la oscuridad. Los contratos petroleros, así como las operaciones y las finanzas de las compañías capitalizadas fueron considerados como infor-mación confidencial. A la mayoría de los bolivianos –incluso a la mayoría de la comunidad empresarial nacional– la capitalización les dejó un sabor amargo.

“Personalmente, me siento engañado,” dijo Enrique Menacho Roca, ex presidente de la Cámara de Hidrocarburos, que representa a las compañías domésticas y extranjeras que operan en Bolivia.

“Yo percibí la capitalización como una mejor forma de operar y producir, donde 50% iba a ser de la empresa capitalizada y 50% para los bolivianos, pero después vino el gran engaño… No hubo una participación boliviana de verdad. Para mí... fue una gran decepción.” 59

Una década después de que la capitalización fuera inventada como un slo-gan para una campaña política, el escenario estaba listo para una gran rebelión cívica en su contra.

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IV.Estallalaguerradelgas

El 11 de octubre de 2003, David Salinas Malléa, de 29 años de edad, recibió un impacto de bala de un soldado boliviano en la extendida y altiplánica ciudad de El Alto. En cualquier otro día, se hubiera podido ver a David trabajando como albañil o en su tiempo libre jugando fútbol con su hermano menor, Néstor, en la ciudad que se asienta en lo alto de un acantilado con una amplia vista de la sede de gobierno, La Paz. Pero el 11 de octubre de 2003, el barrio de Néstor y David se convirtió en un campo de batalla. Miles de alteños (residentes de El Alto) tomaron las calles en protesta porque el presidente Sánchez de Lozada planeaba exportar gas barato a Estados Unidos, a través del histórico rival de Bolivia, Chile. Los residentes de El Alto bloquearon los caminos cortando la provisión de alimentos y combustibles a la ciudad que se halla más abajo. El presidente llamó a las Fuerzas Armadas para que desbarataran las protestas.

Seis días después, las protestas en El Alto se habían propagado por todo el país demandando tanto la nacionalización e industrialización de los hidrocar-buros del país como la renuncia del presidente de la nación. Cuando Sánchez de Lozada finalmente abandonó del país, dejó atrás más de 60 muertos, entre ellos, a David Salinas.

ElplandeSánchezdeLozadaparaelgas

El acuerdo de exportación de gas que encendió la mecha de la Guerra del Gas de 2003 había estado en negociaciones desde 2001, cuando el entonces presidente Jorge “Tuto” Quiroga (2001-2002) empezó conversaciones con dos compañías respecto a la exportación de gas licuado boliviano a California: Pacific LNG, un consorcio conformado por Repsol, British Gas, British Petroleum y Total de Francia; y Prisma, la compañía que tomó control de los activos de Enron después de su colapso. Pero el plan no era un acuerdo simple. Debido a que Bolivia es un país sin acceso al océano, el gas tenía que ser transportado al Pacífico, y Chile era la ruta más cercana y por ende la más barata para llegar al mar.

Sin embargo, estaba garantizado que la exportación del gas a través de Chile iba a encontrar una oposición importante. Existe una fuerte animosidad histórica hacia dicho país entre los bolivianos, debido a que se apropió de la costa marítima boliviana en una guerra librada en 1879. Cuando las noticias del acuerdo potencial se hicieron públicas, se convirtió en la antorcha de lucha por el creciente descontento económico de los bolivianos. Después de siglos de perder los beneficios de sus recursos en manos de los extranjeros, los bolivianos vieron que la venta del gas a través de Chile iba a ser otro ‘Cerro Rico’.

Bajo la presión del embajador estadounidense para que se acepten precios bajos de venta, Sánchez de Lozada estuvo de acuerdo en cobrar sólo la mitad de lo que Brasil estaba pagando por el gas boliviano. 60 De acuerdo a una estimación,

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a pesar de que la ganancia corporativa estaba proyectada en casi 1 900 millones de dólares anualmente, Bolivia sólo recibiría 190 millones. 61 La compañía extranjera que transportaría el gas boliviano por Chile a México, ganaría 1 000 millones de dólares al año. 62 Muchos bolivianos vieron los recursos del gas del país como una ventaja para negociar la recuperación de una salida marítima con Chile, país escaso en energéticos. Estaban enfurecidos con la idea de que Chile iba a recibir el gas boliviano sin que a cambio Bolivia consiguiera acceder al mar. 63

LaGuerradelGas

A principios de septiembre de 2003, los disturbios civiles crecieron alimentados por una serie de asuntos económicos y sociales, y las calles fueron tomadas por mineros, trabajadores fabriles, transportistas, universitarios, cocaleros y otros. Las protestas se extendieron por El Alto, Oruro, Sucre, Potosí y otras ciudades de Bolivia. 64 En respuesta, Sánchez de Lozada ponía cada día más su confianza en la acostumbrada “mano dura” del entonces ministro de Defensa, Carlos Sánchez Berzaín.65

El 20 de septiembre, el gobierno desplegó un contingente militar para des-pejar los bloqueos de caminos que se realizaban en la región rural del altiplano en protesta por el apresamiento de un líder indígena local. Los bloqueos dejaron atrapados a un número grande de turistas extranjeros y bolivianos en las carre-teras. La represión militar dejó cinco muertos y 29 heridos. Entre los muertos se encontraba la niña Nancy Rojas, de ocho años de edad, que había fallecido por un impacto de bala en el pecho, disparado por el ejército y que entró por la ventana de su casa. 66

La represión del gobierno solo aumentó y consolidó las protestas, y la pro-puesta venta de gas emergió como un símbolo del descontento hacia Sánchez de Lozada y sus fallidas promesas económicas. Los movimientos sociales se basaron en cuatro demandas importantes sobre los hidrocarburos: que el gobierno tomara control de la industria; que se creara un programa de industrialización; que se revisaran las leyes sobre los hidrocarburos emitidas por Sánchez de Lozada, y que se realizara un referéndum sobre la exportación del gas. En El Alto se decla-ró una huelga general con paro de actividades. Cientos de mineros empezaron a marchar hacia la sede de gobierno. La mayoría de los caminos hacia La Paz estaban bloqueados. Las provisiones de alimentos y gas empezaron a escasear.

El sábado 11 de octubre, Sánchez de Lozada decidió levantar por la fuerza los bloqueos de las principales rutas que conducen a La Paz.67 El presidente emi-tió un decreto presidencial declarando emergencia nacional “para garantizar el abastecimiento normal de combustibles” hacia La Paz. Sánchez Berzaín ordenó la militarización de El Alto.

Al ver su ciudad sitiada, los alteños empezaron a movilizar a la gente barrio tras barrio a través de la asociación vecinal fejuve. Los residentes cavaron zanjas

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para evitar el paso de los vehículos militares. Muchos de ellos tomaron turnos para hacer vigilias por la noche.

Cuando el convoy de tanques militares, de cisternas de gas y de camiones llenos de soldados empujaba las barricadas de rocas y llantas ardiendo para avanzar hacia La Paz, los habitantes de El Alto usando palos y hondas ofrecieron resistencia. El ejército respondió al principio con gases lacrimógenos y balas de fogueo, pero después utilizó balas reales. “Empezaron a disparar a las casas y a cualquier ser humano,” recordaba Néstor Salinas. “Imagine a niños de sólo cinco años, niñas de ocho años, mujeres embarazadas, hombres, hermanos, padres, jóvenes,” continuó Néstor. “Todos ellos murieron.” 68

En uno de los barrios de El Alto, David, el hermano de Néstor, corría por las calles buscando a su hermano menor, Raúl, que había sido visto jugando cerca de las protestas. Cuando David se detuvo para ayudar a una persona herida en la calle, una bala disparada por un soldado entró por su abdomen y salió justo por encima de su pierna. Néstor estaba ayudando a transportar gente herida al hospital local cuando escuchó que su hermano David había sido alcanzado por un disparo. Cuando Néstor encontró a David, le dijeron que no había un anes-tesista y que el personal del hospital no tenía suficientes manos para atender a todos los heridos que ingresaban. Fuera del hospital, Néstor podía escuchar los disparos. Rogó al personal que hiciera algo por su hermano, pero después de dos cirugías sin éxito, David murió una semana después. 69

Poco tiempo después de las muertes del 11 de octubre, la demanda de la nacionalización del gas se convirtió en un llamado a la renuncia del presidente. El vicepresidente Carlos Mesa rompió relaciones con Sánchez de Lozada por el uso de la fuerza gubernamental, y declaró: “Me han preguntado si tengo valor de matar y mi respuesta es no, ni tendré mañana, por esa razón es que es imposible pensar en mi retorno al Gobierno.” 70

Para el domingo 12 de octubre, 26 personas más habían muerto.71 La dis-ciplina entre los soldados y las fuerzas policiales exhaustas empezó a romperse. La clase media boliviana, y cada vez más la elite, se unió a la demanda de la renuncia del presidente. Cientos de intelectuales, artistas y empleados públicos empezaron huelgas de hambre por todo el país.

El lunes 13 de octubre, el embajador estadounidense, David Greenlee, re-afirmó el apoyo de la administración Bush a Sánchez de Lozada. “Estamos muy preocupados por el ataque a la democracia y al orden constitucional en Bolivia”, declaró el embajador. “Palos y piedras no son una forma de protesta pacífica.”72 La Organización de Estados Americanos (oea) también ofreció su “franco y decidido” apoyo al presidente. Al final del día se informó que otras 28 personas fueron muertas. 73 El martes, con las ciudades paralizadas a lo largo del país por las protestas, la administración Bush reforzó su apoyo a Sánchez de Lozada, alabando sus “esfuerzos por construir un futuro más próspero y justo para los bolivianos,” y advirtió que ningún otro gobierno sería reconocido por Estados Unidos. 74

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103petróleo y gas: riqueza ilusoria

El jueves 16 de octubre, 300 000 personas marcharon en la plaza colonial de San Francisco, en La Paz. 75 Cientos más se unieron a las huelgas de hambre. Representantes de las embajadas de Argentina y Brasil urgieron a Sánchez de Lozada que renunciara. 76 Protestas solidarias eran realizadas fuera de las em-bajadas y consulados de Bolivia en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica. El país estaba en una encrucijada: el presidente hacia caso a la demanda por su renuncia o el país sería consumido por el violento conflicto.

El viernes 17 de octubre, Sánchez de Lozada envió un fax con su renuncia al Congreso de Bolivia y abordó entonces un avión hacia Miami. En los últimos dos meses de su presidencia el número de víctimas alcanzó a 67 personas. 77

Esta tarde, la televisión boliviana, con la pantalla dividida, mostraba por un lado el avión rodando en la pista de aterrizaje llevando a Sánchez de Lozada a su eventual refugio político en los suburbios de Washington dc, mientras que en el otro lado, se mostraba el palacio legislativo en La Paz, mientras Carlos Mesa hacía un solemne juramento que lo convertía en el 640 presidente de Bolivia. Dibujando un marcado contraste entre él y su antecesor, Mesa pidió a los miembros del Congreso reunido, que se hiciera un minuto de silencio en honor a aquellos que “ofrendaron su vida por la patria, por la democracia, por el futuro y por la vida.” 78

La Guerra del Gas de 2003 que derrocó al gobierno, trataba sobre algo más que sólo el gas del país. Era un rechazo al sistema político que se había transfor-mado en dar alegremente la bienvenida a una política económica escrita en otro lugar para el beneficio de otros. Mientras el antiguo sistema político y económico estaba siendo despojado de su última legitimidad, los movimientos sociales que habían dirigido las protestas presentaron su propia agenda. Fue conocida como la Agenda de Octubre e incluía la nacionalización e industrialización de los hidrocarburos, la convocatoria a una asamblea constituyente que reescribiera la Constitución Política del Estado, y un juicio de responsabilidades a Sánchez de Lozada por las muertes de septiembre y octubre de 2003.

Luchandocontralaimpunidad:otrolegadodelaGuerradelGas

Para quienes han perdido algún miembro de su familia en la Guerra del Gas de 2003, las luchas callejeras fueron sólo el principio. Como muchas otras naciones de Latinoamérica, Bolivia ha tenido una trágica historia de gobiernos que han escapado a sus responsabilidades por la violación de los derechos humanos. La Asociación de Familias de los Caídos en Defensa del Gas, junto a otros grupos de derechos humanos bolivianos, está asegurándose que no continúe la impunidad en el caso de las muertes de 2003.

De los 60 muertos en septiembre y octubre de 2003 en manos de las fuerzas gubernamentales, la gran mayoría recibió impactos de bala en la cabeza, el pecho o en la región abdominal, lo cual demuestra que el objetivo de los soldados y la

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policía no era minimizar las fatalidades. 79Muchos de los más de 400 heridos sufrían heridas severas, pérdida de miembros u otro tipo de incapacidad y a la larga no tendrán la capacidad de proveer medios de vida para ellos mismos o sus familias. “Ellos dicen ‘La Guerra del Gas.’ Yo digo, ¿Qué guerra?” contradijo Néstor Salinas. “Era una masacre.”80

El gobierno boliviano y las familias de las víctimas de octubre de 2003 están trabajando para conseguir la extradición de Gonzalo Sánchez de Lozada y sus ministros Carlos Sánchez Berzaín y Jorge Berindoague Alcócer, quienes actual-mente residen en Estados Unidos, para enfrentarse a un juicio por violaciones de los derechos humanos cometidos entre septiembre y octubre de 2003.

“Si buscamos el encarcelamiento de Gonzalo Sánchez de Lozada y sus cola-boradores, es para sentar un antecedente en el país, de que estos tipos de delitos deben ser castigados y no deben quedar en el impunidad,” concluyó Salinas.81

V.Elcaminodelmedio

El 19 de octubre de 2003, miles de personas se manifestaron en la plaza San Francisco de La Paz después de la salida de Sánchez de Lozada. El antiguo analista de noticias de televisión y respetado historiador, Carlos Mesa, llegó de forma imprevista y pidió hablar a la multitud. Frente a un mar de gente que dos días antes había derrocado al gobierno del país, el nuevo presidente les pidió su apoyo. Mesa se comprometió a llevar a cabo cuatro iniciativas: un referéndum nacional sobre la venta del gas; la modificación de la ley de hidrocarburos emi-tida por Sánchez de Lozada; una revisión del proceso de capitalización; y una convocatoria a una asamblea constituyente.

Cuando Mesa se desmarcó tajantemente de Sánchez de Lozada debido al uso excesivo de la fuerza armada, no estaba buscando una separación radical de la política existente. El nuevo presidente de Bolivia quería asegurar más ga-nancias para el Estado a través de una reforma legislativa, pero se oponía a una nacionalización de los hidrocarburos y fue cauteloso en meterse en los contratos existentes por temor a ahuyentar la inversión extranjera.

Pese a que Mesa disfrutó de índices de aprobación de 60% a 70% durante sus primeros meses como presidente, rápidamente se encontró constreñido por poderosas fuerzas opuestas.82 fejuve de El Alto, los sindicatos de trabajadores y un movimiento indigenista en crecimiento continuaron con las demostra-ciones y las huelgas de protesta demandando el cumplimiento de la Agenda de Octubre y la nacionalización del gas. Un poderoso movimiento dirigido por el sector empresarial y la elite política del centro de la industria hidrocarburífera, el departamento de Santa Cruz, empezó a demandar autonomía y mayor control sobre sus recursos locales.

Carlos Villegas describió este bloque político conservador compuesto por petroleras y las embajadas de sus países de origen, instituciones financieras

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internacionales como el Banco Mundial y el fmi, los comités cívicos de los departamentos ricos en gas de Santa Cruz y Tarija, y la Cámara de Comercio Boliviana:

Todos conformaron un bloque con una importante presencia que decía… “No aceptaremos cambios en los contratos de gas.”… Llegó Rodrigo de Rato [director-gerente] del Fondo Monetario Internacional y dijo que los organismos multilaterales no aceptarían cambios en las reglas del juego y si eso ocurría ellos iban a cortar toda la cooperación a Bolivia. 8383

En medio de estas fuerzas en pugna, Mesa eligió tomar el camino del medio. Rechazó a los partidos políticos tradicionales e intentó gobernar apoyado en su extensa base de apoyo público. Pero aquellos partidos todavía manejaban una mayoría en el Congreso, dejando a Mesa sin aliados para impulsar su agenda. Mesa realizó una alianza con el congresista Evo Morales, el líder de los cocaleros que jugó un papel en las protestas contra Sánchez de Lozada. Morales estaba ahora buscando distanciarse de los grupos de protesta más radicales para ganar un apoyo mayoritario a su Movimiento al Socialismo (mas) en las próximas elec-ciones municipales. Mesa, sin embargo, vería que esa alianza pronto le fallaría.

Elreferéndum

El primer acto del presidente sobre el tema del gas fue realizar un referéndum nacional. El propósito de Mesa era establecer un mandato político claro para su nueva política sobre los hidrocarburos. El voto nacional de julio de 2004 trataría sobre la abrogación de la ley de capitalización, una propuesta para reconstruir la empresa petrolera del Estado, la recuperación estatal de la propiedad de los hidrocarburos, y si Bolivia debía o no exportar su gas.

El Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (cedla), con base en La Paz, sostiene que las preguntas del referéndum estaban intencional-mente redactadas para asegurar una respuesta positiva, pero también eran tan ambiguas que “votar por el Sí no significaba necesariamente cambiar la política o continuar con ella.”84 Muchos grupos, incluyendo a sindicatos, la Federación de Juntas Vecinales de El Alto y la Coordinadora de Defensa y Recuperación del Gas, boicotearon la votación. 85

Cuatro meses antes de la votación del referéndum, el FMI anunció que un préstamo muy necesitado por 150 millones de dólares dependía de los resultados del referéndum, advirtiendo que una respuesta negativa a la exportación del gas “no sería entendida por los gobiernos” que apoyan a Bolivia. 86

El 18 de julio de 2004, el resultado final de la votación logró exactamente lo que Mesa había esperado. Todas las cinco preguntas fueron aprobadas por una clara mayoría a favor. El 92% votó para que el Estado recuperara la propiedad

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de los hidrocarburos, el 87% para que se derogara la ley sobre los hidrocarbu-ros de Sánchez de Lozada, y el 62% votó por el “sí” a la exportación del gas.87 Pero la victoria de Mesa tuvo una corta vida. Cuando llegó la hora de traducir el referéndum en una nueva ley, ni la mayoría conservadora en el Congreso ni el mas apoyaron la propuesta de Mesa, y se inició una larga lucha de un año acerca de la nueva legislación.

Unanuevaleydehidrocarburos

La propuesta de Mesa sobre una nueva ley de hidrocarburos dejó esencial-mente sin cambios todos los contratos existentes con las empresas extranjeras. El presidente propuso, en cambio, una fórmula compleja que aumentaría los impuestos de los hidrocarburos para ciertos campos dependiendo de su tamaño, pero dejando otros sin modificaciones. La contrapropuesta del mas buscaba la renegociación de los contratos y una regalía sin excepciones de 50% para la explotación del petróleo y el gas. Los partidos tradicionales en el Congreso echaron el grito al cielo diciendo que ambas propuestas habían ido demasiado lejos, mientras que fejuve y los otros movimientos sociales las criticaron por insuficientes.

Después de meses de impasse político, el 6 de marzo de 2005, Mesa sor-prendió a la nación ofreciendo su renuncia al Congreso. Irrumpieron protestas espontáneas urgiendo al presidente a que se quedara. Resultó ser una conspira-ción de sentido común de relaciones públicas: el Congreso rechazó la renuncia y prometió aprobar una legislación de hidrocarburos. Pero mientras Mesa trataba de fortalecer su apoyo público, en términos de opciones políticas él mismo se había amarrado las manos. Ese mismo mes, para asegurar la aprobación del paquete anual de préstamos del fmi, Mesa prometió a los funcionarios de dicha institución que no renegociaría los contratos de hidrocarburos. 88

El 7 de mayo, después de meses de tensas negociaciones, el Congreso final-mente aprobó una nueva ley de hidrocarburos, en su mayor parte dentro de la línea de los partidos tradicionales, a pesar de la importante oposición del mas y de otros partidos políticos minoritarios. 89 La nueva legislación requeriría la renegociación de los contratos existentes dentro de 180 días y añadiría un nuevo impuesto de 32%, que se sumarían a los 18% por regalías, suma que sería dividida entre las regiones departamentales de Bolivia, municipalidades, universidades, comunidades indígenas, ejército y policía, y el tesoro nacional.

Inmediatamente el Banco Mundial y el fmi advirtieron que la nueva ley podría causar una fuga de la inversión extranjera, advertencias que encontraron eco en los movimientos de autonomía de Santa Cruz. Las petroleras multina-cionales amenazaron con iniciar juicios legales. Mesa hizo malabarismos para encontrar una manera de reescribir la legislación. Decidió rehusarse a firmar o vetar la legislación, llevando la decisión al presidente del Senado, Hormando

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Vaca Diez, quien hizo aprobar la nueva ley de hidrocarburos, el 17 de mayo, sin el apoyo del presidente de la República.

Desde el principio, los movimientos sociales de Bolivia rechazaron tajante-mente la nueva ley, considerándola una distorsión de los resultados del referén-dum y una traición a la Agenda de Octubre. Criticaron la ley por quedarse corta tanto acerca de la nacionalización como de la reconstrucción de la empresa del Estado. Aunque la ley permitía a ypfb participar en cada paso de la cadena pro-ductiva, no se le dio la autoridad ni los recursos necesarios para hacerlo. Debido también a un anexo insertado en la nueva ley, el nuevo esquema de impuestos y regalías en realidad quedaría bastante más corto que la regalía del 50% que existía antes de la capitalización.90 Aunque el mas había facilitado el borrador original de la nueva ley de hidrocarburos, se opuso a la versión final debido a su estructura impositiva. 91

A fines de mayo de 2005, a pesar de que se aprobó la nueva ley sobre hidro-carburos, la ola de apoyo a la nacionalización había tomado un momento político poderoso. Mientras que otros líderes de la izquierda llamaban al control total de la industria y la expulsión de las compañías extranjeras, Morales, sin embargo, seguía hablando sobre las reformas impositivas. Morales y el mas se quedaron rápidamente atrás de los movimientos sociales más radicales que escenificaban masivas protestas exigiendo la nacionalización, y criticaron a Morales por hacer concesiones. Para fines de mayo, el mas realizó una jugada política para ponerse al día y adoptó el llamado a la nacionalización, y movilizó a sus bases aunque su posición política permaneció básicamente sin cambio.

Lassecuelas

El enfoque centrista de Mesa sobre el referéndum y el compromiso por la ley de hidrocarburos encendieron la chispa que renovó los disturbios políticos. La Paz se encontró otra vez paralizada por las protestas. Circularon rumores sobre una guerra civil o un golpe de Estado. Carlos Rojas, miembro del comité ejecutivo de la fejuve, explicó la frustración que sentían quienes estaban en las calles:

No es que hayamos dicho solamente ‘queremos la nacionalización’. No era sólo un discurso: hemos planteado un proyecto de ley pero no ha sido escuchado. Por ese motivo, en abril, cuando vimos que el Congreso todavía estaba insistiendo en aprobar una nueva ley de hidrocarburos que favorecía a las multinacionales, hemos empezado esta lucha. 92

El 6 de junio, en medio de una creciente crisis, Mesa ofreció su renuncia al Congreso por segunda vez, diciéndole a la nación, “hasta aquí, es cuán lejos puedo llegar.”93 Esta movida de Mesa puso en movimiento una lucha caótica por el poder. Los candidatos que constitucionalmente podían ser presidentes eran el presidente del Senado, Hormando Vaca Diez, y el presidente de la Cámara de Diputados,

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Mario Cossío Cortéz, ambos miembros de la coalición partidaria tradicional que gobernaba junto a Sánchez de Lozada. Enfrentados a la posibilidad de retornar a los políticos de siempre, los bolivianos de diferentes condiciones sociales se unieron en protestas para exigir que ninguno de los dos asumiera la presidencia. El número de protestas creció. El Congreso no se pudo reunir para determinar la transición presidencial porque una vez más La Paz estaba bloqueada por las protestas. El Alto estaba en un paro general indefinido. Los guaraníes del Este boliviano tomaron siete campos de gas.94 Los bloqueos de carreteras paralizaron ocho de los nueve departamentos del país. 95 Mesa suplicó públicamente a Vaca Diez que diera un paso atrás para prevenir mayores conflictos civiles. La clase media se sumó al llamado, mientras que los alcaldes de las ciudades grandes entraron en huelga de hambre junto a los rectores de las universidades y otros profesionales.

Los historiadores de cultura andina de la Universidad de Nueva York, Forrest Hylton y Sinclair Thompson, describieron así la escena en La Paz por aquellos días de crisis:

El 6 de junio, entre 400 000 y 500 000 manifestantes, mayormente de descendencia aymara, fluían de El Alto hacia el corazón de la capital [sede de gobierno]. Unos 20 camiones llenos de campesinos de la comunidad Aroma llegaron con garrotes, piedras y hondas. Estaban acompañados por cientos de miles de paceños [habitantes de La Paz]… Los mineros anunciaron su presencia detonando cartuchos de dinamita. Una multitud desbordó la plaza San Francisco, y se dirigió después hacia la plaza Murillo con la firme intención de tomar el parlamento y ocupar el palacio presidencial.96

El presidente de la Cámara de Diputados, Cossío Cortéz, anunció que no tenía intenciones de asumir la presidencia, pero Vaca Diez, el siguiente en la línea de sucesión después de Mesa, estaba determinado a lograr su derecho político. El 9 de junio, trasladó el Congreso a la capital de la República, Sucre (sede del Poder Judicial), en el último intento por convocar a una sesión, pero los mo-vimientos sociales convergieron también en la ciudad. Mineros manifestantes llegaron del departamento de Potosí, y junto a los trabajadores de aeropuertos (de aasana) cerraron las operaciones aeroportuarias y dejaron varados a los miem-bros del Congreso. Parecía que se avecinaba un conflicto violento –ya quedaba en claro que una Bolivia dirigida por Vaca Diez sería ingobernable- mientras más frecuentes eran los llamados de varios líderes nacionales en contra de la presidencia de Vaca Diez, sucesor legal del presidente. Finalmente, la coalición gobernante en el Congreso se rompió. En el momento en que Vaca Diez se hizo a un lado, la presidencia de la República se quedó en manos del presidente de la Corte Suprema de Justicia, Eduardo Rodríguez Veltzé, quien era el próximo en la línea de sucesión, después de los presidentes del Senado y de Diputados. Esta situación impulsó también un requerimiento constitucional para convocar a nuevas elecciones a realizarse en el lapso de seis meses.

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Los levantamientos de mayo y junio de 2005 fueron una clara continuación de la Guerra del Gas de 2003: una reafirmación de la incumplida demanda por la nacionalización y un rechazo a las reformas centristas impulsadas por Mesa y el Congreso. El mensaje era claro: los movimientos sociales demandaban cambios profundos en el orden económico y político. La transición presidencial de junio permitió al país dar un paso atrás del precipicio en el que se encontraba, pero no pudo situarlo en terreno sólido.

Laelecciónpresidencialde2005

La elección presidencial de diciembre de 2005 se centró en el tema del gas. Cada candidato trató de distanciarse de las políticas sin credibilidad o legitimidad del pasado y propuso cierto grado de recuperación del papel del Estado en la eco-nomía. El término “nacionalización” se hizo popular, pero con interpretaciones que diferían grandemente de un candidato a otro.

En el lado conservador del espectro, el ex presidente Jorge “Tuto” Quiroga candidateó bajo la bandera del partido Poder Democrático Social (podemos). Prometió “nacionalización de los beneficios del gas” aumentando las exporta-ciones, pero tratando de no asustar a los inversionistas extranjeros infringiendo la ‘seguridad jurídica’ que se les debía garantizar.97 En el centro, Samuel Doria Medina, un prominente hombre de negocios y propietario de la licencia de Burger King, candidateó con el partido Unidad Nacional (un). Doria Medina propuso recuperar el control de las empresas capitalizadas al recomprar acciones, puntualizando que lo que la gente entiende por nacionalización es “contar con más recursos para los bolivianos”, pero “no la expropiación.”98

En la izquierda, Evo Morales, quien había quedado con menos de 2% de la votación detrás de Gonzalo Sánchez de Lozada en la elección de 2002, candidateó como la cabeza del partido mas. Morales prometió “nacionaliza-ción e industrialización sin confiscación”, al reconstruir ypfb y cambiar las relaciones contractuales de Bolivia con las empresas extranjeras.99 Mientras utilizaba una permanente retórica de terminar con el modelo neoliberal y el saqueo de los recursos naturales de Bolivia, Morales se distanció intencional-mente de los candidatos y líderes de la izquierda más radical que proponían una “nacionalización sin indemnización,” y la expulsión de las compañías petroleras y gasíferas.

Las elecciones del 19 de diciembre de 2005, con un récord de concurrencia a las urnas de 84%, Morales sorprendió incluso a sus partidarios al conseguir el margen más alto de votación en la historia democrática contemporánea de Boli-via. Con un poco menos de 54% de los votos, Morales se convirtió en el primer presidente indígena del país. Su apoyo fue más allá de las bases de campesinos y movimientos sociales e incluyó una gran parte de la clase media, incluso 33% de la históricamente conservadora Santa Cruz. Por primera vez en 20 años, el

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presidente de Bolivia tenía un indiscutible mandato popular y podía gobernar sin necesidad de formar una coalición formal con otros partidos políticos.

La elección fue un inequívoco voto contra los partidos tradicionales y de apoyo a una nueva manera de conducir la política. En un discurso de inauguración muy emotivo, el presidente Morales habló de una nueva “revolución democrática” que cambiaría totalmente la historia neoliberal del país.

La capitalización solo ha descapitalizado al país. La capitalización, como yo la entiendo, es que hay que importar capital en vez de exportar capital. Pero… como resultado de estas políticas la única cosa que exportamos es gente… Hay que reconocer que esas políticas equivocadas, erradas, interesadas de dilapidar los recursos naturales y privatizar los servicios básicos necesitan una nueva conciencia del pueblo boliviano. Estamos en la obligación de cambiar estas políticas.100

VI.Nacionalizaciónpornegociación

El primero de mayo de 2006, un olor denso a gas flotaba en el aire mientras una multitud eufórica de bolivianos celebraba en frente de la refinería de hidrocarbu-ros brasileña, Petrobras, ubicada a pocos minutos de Cochabamba. Un trabajador del Estado, vestido de overoles color caki y casco, apoyó una escalera de madera en la parte delantera de la refinería, justo debajo de la señal que decía Petrobras. Ascendió por la escalera y cuando sustituyó el letrero de Petrobras por el de ypfb la multitud gritó ¡Que viva Bolivia! ¡Que viva la nacionalización!

Uno de los primeros actos de Morales como presidente fue anunciar la “nacionalización” de los hidrocarburos y las reservas de gas por medio de un decreto presidencial. El espectáculo mediático alrededor del decreto del primero de mayo (Decreto Supremo 28701, “Héroes del Chaco”), completado con ban-deras bolivianas y soldados armados, proveyó abundante forraje para un montón de informes de la prensa extranjera sobre que Morales estaba apoderándose del capital privado y estaba militarizando los campos gasíferos del país. Pero tan pronto como las cámaras se alejaron, los militares también lo hicieron y las compañías de petróleo y gas continuaron con sus operaciones regulares.

La política de “nacionalización” del gobierno en realidad era mucho más moderada que un plan de nacionalización clásica. El gobierno de Morales se ha mantenido fiel a su compromiso explícito de realizar una “nacionalización sin confiscación o expropiación.” El resultado es una mezcla de políticas para reinsertar a la empresa Estatal en la industria, y para la renegociación con las compañías extranjeras de contratos en condiciones más favorables para Bolivia. La política del gobierno se centra en cuatro objetivos principales: primero, reafirmar la propiedad del Estado sobre los recursos hidrocarburíferos, como se estipula en la Constitución, a través de un ypfb reconstituido; segundo, aumentar los ingresos gubernamentales por hidrocarburos mediante la renegociación de los

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contratos de exploración y explotación; tercero, encontrar nuevos mercados de exportación y negociar precios más altos con Brasil y Argentina; y por último, aplicar una política de industrialización que permita a Bolivia utilizar su gas para desarrollar productos con valor agregado, tales como electricidad o plásticos.

Las reacciones al decreto del primero de mayo fueron contradictorias. Des-de Santa Cruz y el fmi provinieron los gritos de protestas prediciendo fuga de capital y aislamiento político. El presidente estadounidense, George W. Bush, advirtió de una “erosión de la democracia”101 Sin embargo, la mayoría de las reacciones fueron más moderadas. Los vecinos regionales, incluyendo a Brasil y Argentina, que importan gas de Bolivia, dieron su tácito apoyo al derecho boliviano de recuperar el control de sus recursos naturales mientras esperaban ver cuáles serían las políticas generales. Las petroleras extranjeras anunciaron el congelamiento de sus inversiones en Bolivia, pero continuaron operando. Los movimientos sociales consideraron que el decreto era un buen primer paso, pero expresaron su preocupación de que la política del gobierno no fuera lo suficientemente lejos. El pueblo en general recibió el decreto favorablemente y el índice de aprobación para Morales subió a 81%.102 En los meses siguientes al anuncio del decreto, sin embargo, las críticas aumentaron mientras el gobierno pasaba por contratiempos logísticos y políticos para aplicar sus políticas.

En octubre de 2006 el gobierno firmó nuevos contratos con 10 compañías petroleras, cambiando sus obligaciones impositivas, y solidificando su per-manencia en Bolivia por al menos 20 a 30 años más. Morales declaró que las negociaciones fueron un éxito. “Misión cumplida,” dijo el presidente en una declaración para la prensa cuando firmaron los contratos, “estamos consolidando la nacionalización de los hidrocarburos… sin expulsar a nadie y sin confiscar… [la propiedad privada] Entre 10 a 15 años, Bolivia ya no será ese país pobrecito, este país mendigo.”103

Algunos analistas advierten, sin embargo, que el gobierno de Morales no está consiguiendo tan buenos acuerdos para Bolivia como podría parecer. El profesor de economía de la Universidad Mayor de San Simón de Cochabamba, Roberto Fernández Terán, describió la política de Morales de esta manera:

Evo está jugando a un proyecto político donde no quiere enemistarse con las empresas extranjeras. Morales dice “Vamos a nacionalizar de manera responsable, no vamos a expropiar, no vamos a afectar a las empresas.” Esta es una extraña forma de nacionalización, una nacionalización que no afecta a las empresas, que no expropia, donde las empresas están felices… es medio sospechosa.104

Otros criticaron al gobierno por que en su criterio continuaba enfocándose en la exportación de materias primas. Un importante líder del movimiento social de la rica región petrolera del Chaco describió a estas nuevas decisiones “con-trarias a la nacionalización que el pueblo demandó.” Los movimientos sociales

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en el Chaco se han enfrentado periódicamente con las fuerzas gubernamentales por las demandas de una “verdadera nacionalización.”105 Sin embargo, muchos bolivianos, incluyendo muchos empresarios, hacen un análisis más pragmático. Ellos piensan que el gobierno está logrando un balance dentro del campo de juego establecido; recuperando más control e ingresos para el Estado mientras no asusta al capital extranjero.

Según Juan Patricio Quispe, presidente de la Asociación de Familiares Fallecidos en la Defensa del Gas, durante la Guerra del Gas de 2003, la pro-puesta del gobierno de Morales es la manera más “sensata” de llevar adelante la nacionalización:

Lo que queremos como bolivianos es poder contar con… mayor cantidad de recursos para poder desarrollar el país. Están haciendo eso y eso es muy importante para nosotros. Creo que están cumpliendo los objetivos que se trazaron en la Agenda de Octubre como la entendemos, pero esperamos que esto continúe de la misma manera como hasta ahora, y que se continúe profundizando mucho más todavía.106

Desafíosimportantes

En febrero de 2007, Evo Morales describió la “nacionalización” como una tarea a medio completar.107 Al dirigir su política hacia la realidad, el gobierno enfrenta mayores desafíos. Entre ellos están la reconstrucción de la empresa estatal, captar más ingresos por la explotación de los hidrocarburos, negociar mejores acuerdos para la exportación, y asegurar inversión para la industrialización del gas para producir productos con valor agregado.

Reconstruyendo la empresa estatal de hidrocarburos

En papel, el decreto del primero de mayo “recupera la propiedad, la posesión y el control total y absoluto” de los recursos hidrocarburíferos de Bolivia.108 Sin embargo, la pregunta más importante permanece: ¿tendrá ypfb los recursos y la infraestructura necesarios para ejercitar efectivamente la propiedad de los hidrocarburos de la nación?

El meollo del plan del gobierno para reconstituir la empresa estatal de hidrocarburos es recuperar el control de las tres empresas capitalizadas que tomaron control de las tareas de exploración y transportación de ypfb, y de dos empresas privadas que compraron otras instalaciones petroleras y gasíferas bolivianas privatizadas en 1999. El decreto de nacionalización requiere que esas cinco empresas vendan al gobierno suficientes acciones como para contar con mayoría de acciones en cada empresa. En las tres compañías capitalizadas, el gobierno ya controlaba entre 31% y 45% de las acciones.109 Para junio de 2007, el gobierno había logrado acuerdos para comprar y recuperar las refinerías

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privatizadas de ypfb, pero todavía no ha recuperado el control mayoritario en las cuatro compañías restantes.

Los pasos dados por Bolivia para recuperar la mayoría accionaria en las cinco empresas, previamente propiedad del Estado, se han quedado cortos frente a las nacionalizaciones de 1937 y 1969. En ambas ocasiones, el gobierno tomó posesión completa –con compensación– de las compañías extranjeras. De hecho, el programa de Morales irónicamente está más cerca del programa que Sánchez de Lozada propuso originalmente como modelo para la privatización de 1992: empresas mixtas de riesgo compartido en las que el Estado se mantiene como mayor accionista. Algunos analistas cuestionan por qué el gobierno no cancela los contratos de concesión petrolera donde se han demostrado casos de contrabando de gas, evasión de impuestos o incumplimiento de las obligaciones contractuales. Medidas así permitirían al gobierno tomar completo control de las compañías capitalizadas sin tener que comprar acciones.

Si el gobierno recuperara la propiedad mayoritaria de las acciones, tendría los medios para participar otra vez en la cadena de producción completa. Pero esto no significaría que el gobierno tuviera verdadero control sobre las empresas. Así como puntualiza Robert Conrad, profesor asociado de estudios políticos públicos y economía en la Universidad de Duke, “si tú eres propietario del 51% de la compañía puede ser que tomes decisiones tácitas, pero de hecho puede que dependas de los inversionistas extranjeros para que se aprueben las decisiones” si la empresa estatal carece de capacidad técnica para tomar dichas decisiones por sí misma.

O uno tiene la capacidad de monitorear las inversiones y tomar las decisiones por uno mismo… o puede que la propiedad no tenga tanto sentido práctico en términos de asumir decisiones de inversión, o del flujo de dinero disponible que recibe el gobierno.110

Incluso si el gobierno fuera capaz de tomar control de las cinco empresas, estaría involucrado sólo en exploración y desarrollo de una pequeña fracción del total de las reservas del país. Repsol, Total y Petrobras manejarían las operaciones del 83% del gas boliviano y del 86% de las reservas de petróleo.111 Sin recuperar el monopolio de la industria, es cuestionable si ypfb puede competir con los recursos económicos y la influencia política de las petroleras multinacionales ya establecidas hace un buen tiempo en el país.

Captando mayores ingresos

Con los nuevos contratos de exploración y explotación firmados en octubre de 2006, el gobierno también instituyó un nuevo esquema de impuestos y rega-lías que establece que el gobierno recibe entre 50% y 80% de los ingresos por

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hidrocarburos. Según cálculos oficiales, los nuevos contratos generarán 1 300 millones de dólares de ingresos por hidrocarburos, anualmente, empezando en 2007, casi triplicando los de 2004.112 El gobierno estima que los ingresos conti-nuarán aumentando y que para el año 2010 duplicarán los de 2007.113

Bajo los nuevos contratos, las compañías extranjeras extraen los hidrocar-buros bolivianos, pero después se los entregan a ypfb, quien maneja todas las ventas nacionales e internacionales, y paga los impuestos y regalías al gobierno, dividiendo la ganancia restante con las compañías. Ese es el plan en papel. Pero como parte de los nuevos contratos el gobierno acordó compensar a las compañías privadas por los “costos recuperables,” que incluyen al personal, y gastos legales y de publicidad e incluso los gastos incurridos por las sedes de las compañías trasnacionales. Mientras el gobierno teóricamente revisa los costos, éstos permanecen bajo las autoridades ejecutivas de las compañías, lo que au-menta la posibilidad de que tomen un gran bocado de los ingresos potenciales del gobierno.114 De manera que, en efecto, los niveles actuales por nuevos ingresos son materia de proyecciones.

Asegurando mejores acuerdos de exportación

La ubicación de Bolivia en el corazón de Sud América le provee muchos mer-cados potenciales de exportación. Actualmente Argentina y Brasil importan 5,4 millones de dólares de gas boliviano diariamente, mientras las expectativas son que la demanda del gas en Brasil se duplique para el año 2015.115 En octubre de 2006, Argentina y Bolivia firmaron un acuerdo para construir un segundo gasoducto que cuadruplicará la exportación de gas a dicho país para el 2010. Además, Paraguay y Uruguay también han expresado su interés en importar gas boliviano. Puede ser que Chile sea el mejor mercado potencial dado su relativo aislamiento y falta de fuentes domésticas de energía. Sin embargo, la animosidad de larga data entre estos dos países continúa siendo un obstáculo para un posible acuerdo.

Otro de los primeros desafíos del gobierno era aumentar los precios de ex-portación para sus mercados existentes. En junio de 2006, negoció exitosamente un incremento del 48% al precio del gas exportado a Argentina, que ingresará anualmente 110 millones de dólares adicionales a las arcas gubernamentales.116 Después de intensas y prolongadas negociaciones con Petrobras que terminaron en febrero de 2007, el gobierno no pudo lograr aumentar significativamente el precio de exportación del gas a Brasil bajo el contrato existente, el cual termina en 2019.

En este tema, nuevamente, algunos movimientos sociales y analistas polí-ticos critican a Morales que centre su atención en la exportación del gas como materia prima, un modelo de desarrollo que ha fallado en el país por siglos. Al priorizar la exportación del gas como materia prima, argumentan, puede hacerse a costa del relegamiento del servicio al mercado interno del país, del desarrollo

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115petróleo y gas: riqueza ilusoria

de la industria doméstica y de mayores ingresos disponibles por la producción de productos con valor agregado. Este asunto llegó a ser muy sensible para el pueblo boliviano a mediados de 2007, cuando los combustibles para el consumo escaseaban y hubo la necesidad de importar gas de Venezuela.

Industrializando el gas boliviano

El gobierno de Morales ha anunciado ambiciosos planes de industrialización del gas boliviano a través de la construcción de plantas de separación y procesamiento de gas, afirmando que los días de la exportación de materia prima en Bolivia han terminado. Estas inversiones permitirían que la producción de productos con valor agregado incluyendo la electricidad, el diesel sintético, plásticos y fertilizantes generen mayores ingresos.

Muchos de los entusiastas inversionistas que esperan conseguir un nicho en el mercado del gas boliviano no son los predecibles jugadores de Occidente. Gazprom, el gigante energético ruso, ha expresado su interés en invertir más de 2 000 millones de dólares en Bolivia, así como también los requerimientos han procedido de potencias asiáticas como India y China.117 En diciembre de 2006, Evo Morales y el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, inauguraron el primer proyecto boliviano de Petroandina, una empresa conjunta formada por Petróleos de Venezuela s.a. (pdvsa) e ypfb. Petroandina está abriendo nuevas gasolineras y estaciones de servicios en Bolivia y tiene planes para la construcción de dos plan-tas de separación de gas, las cuales proveerán combustibles para uso doméstico y también para la exportación a Paraguay, Argentina y Chile. La compañía también tiene planes para invertir en exploración y explotación hidrocarburífera.118

Poder asegurar nuevas inversiones, sin embargo, es sólo parte de la solución para lograr la industrialización deseada. La posibilidad de que Bolivia rompa con su tradición histórica de ser exportador de materias primas depende de la fuerza y los recursos que ypfb tenga para guiar esa industrialización. Las compañías multinacionales maximizan sus ganancias en países como Bolivia, extrayendo materia prima a los más bajos precios posibles y no al construir plantas proce-sadoras o mejorar los servicios para el consumo interno nacional. Este tipo de arreglos puede ser altamente lucrativo para compañías como Repsol, pero no ha sido bueno para Bolivia. ypfb necesitará ser lo suficientemente fuerte económica y políticamente para cambiar esa ecuación. Sin embargo, existe preocupación de que el gobierno de nueva cuenta no esté priorizando suficientemente las inversiones para un programa de industrialización dirigido por ypfb.

ElcaminopedregosodeMorales

El gobierno de Morales ha encontrado redes de obstáculos políticos e institu-cionales en su propósito de aplicar una reforma en la industria de hidrocarburos.

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116 desafiando la globalización

Poco después del anuncio del decreto de mayo de 2006, ypfb comunicó que no estaba en condiciones de asumir la responsabilidad de la distribución de com-bustible como lo mandaba el decreto. En el mes de agosto el gobierno declaró que el proceso de nacionalización estaba temporalmente suspendido debido a la “falta de recursos económicos.”119 Ese mismo mes, el presidente de ypfb, Jorge Alvarado, renunció acusado de haber firmado un contrato de diesel que violaba el decreto de nacionalización. Todo esto creó más inquietud y exacerbó las preocupaciones de los críticos, de que a ypfb le falta capacidad, competencia y solvencia para llevar adelante su nuevo papel.

También en agosto de 2006 la policía boliviana y los fiscales buscaron a los funcionarios de la más grande inversionista extranjera de hidrocarburos en Lati-noamérica, la española Repsol. El contacto se realizó después de que se emitiera una orden de detención en febrero para los dos ejecutivos principales de Repsol en Bolivia, como parte de investigaciones de contrabando y de actos ilícitos.120 La compañía expresó indignación, advirtiendo que las investigaciones estaban poniendo en peligro la continuidad de sus inversiones en Bolivia. En esta instan-cia, así como en otras, el gobierno generalmente desarrolla una difícil estrategia de ser simultáneamente el ‘bueno’ y el ‘malo’ con las compañías energéticas extranjeras: negociando para mantener una continua inversión mientras ejerce una retórica impetuosa que expone la conducta incorrecta de las corporaciones, aunque siempre sin llegar al punto de cancelar cualquier contrato.

El gobierno de Morales también ha enfrentado una rígida oposición en el Congreso boliviano, generalmente de los miembros de los partidos conservadores de las tierras bajas ricas en hidrocarburos, en los departamentos de Santa Cruz y Tarija, quienes tratan de obtener un mayor control local sobre la renta hidrocar-burífera. En el departamento de Tarija, los funcionarios de la Prefectura están buscando realizar sus propios acuerdos con las compañías extranjeras, esperando que el proceso de reciente descentralización y el movimiento de autonomía pro-movido por los departamentos del occidente boliviano establezcan claramente tales derechos. 121 Los críticos a estas posiciones, sin embargo, destacan que Santa Cruz y Tarija ya recibieron una porción mayor y desproporcionada de los ingresos petroleros y gasíferos debido a su calidad de departamentos productores.

Además de la imposibilidad gubernamental de recuperar el control de las compañías capitalizadas, el desabastecimiento de combustible para el mercado nacional trajo más cuestionamientos sobre la capacidad del gobierno. El presi-dente de ypfb, Manuel Morales Olivera, reveló la falta de experiencia del go-bierno. Reflexionando sobre las negociaciones con las firmas extranjeras, Morales Olivera dijo: “En una lado de la mesa de negociación se sentaban profesionales con 30 años de experiencia [en el campo energético] y a nuestro lado, gente de tan sólo 30 años de edad.”122

En sólo un año, la administración de Evo Morales experimentó una excesiva rotación de personal clave en su equipo que trata el tema de los hidrocarburos,

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117petróleo y gas: riqueza ilusoria

incluyendo uno de sus ministros, dos superintendentes de la agencia reguladora de la industria hidrocarburífera y tres presidentes de ypfb. Esta constante ines-tabilidad ha generado continuas preocupaciones sobre la capacidad operacional de la empresa estatal y de la habilidad del gobierno para completar el proceso de nacionalización.

VII.Transformandoelgasendesarrollo

A lo largo de su historia, Bolivia no ha podido traducir su abundante riqueza de recursos naturales en mejores condiciones de vida para su pueblo. “El resultado final,” explicó Carlos Villegas, “es lo que se ve: un país con mucha miseria… desigualdad, concentración de riqueza y mucha exclusión.”123 Bolivia no está sola. Países de todo el mundo han luchado, y con frecuencia han fallado en la difícil tarea de apalancar los recursos naturales para aumentar su desarrollo socioeconómico. Casi siempre, los países ricos en recursos naturales viven en un desolador subdesarrollo, víctimas de un desconcertante fenómeno que los economistas llaman “la maldición de los recursos.”

Lamaldicióndelosrecursos

“Considerándolo todo, ojalá hubiéramos descubierto agua.”124

Sheik Ahmed Yamani, ministro de Petróleo de Arabia Saudí (1962-1986)

“Si no hubiéramos descubierto petróleo, hoy habríamos estado mejor,” lamentó un ex ministro de Finanzas de Nigeria.125 Desde que empezó la producción de petróleo hace más de 40 años, más de 340 000 millones de dólares de petróleo pasaron a través del tesoro gubernamental de Nigeria mientras el estándar de vida ha bajado precipitosamente. Hoy en día, 70% de los nigerianos vive con menos de un dólar al día.126 Muchos de los residentes del rico delta nigeriano viven en la inmundicia, algunos a pocos metros de los pozos petroleros que contaminan el aire y el agua para beber del lugar. Personal militar patrulla el área para prote-ger los intereses de las compañías petroleras extranjeras, constriñendo a muchas comunidades a casi un estado de sitio. 127

Las lecciones aprendidas de mediados de siglo pasado sobre el desarrollo de los recursos naturales son serias: países dotados con abundancia de petróleo y gas no han experimentado una mejora en sus estándares de vida y un alza de sus ingresos, pero paradójicamente han sufrido altos niveles de pobreza y desigual-dad, debilidad en gobernar, corrupción, daño al medio ambiente y disturbios políticos. 128 La curiosa paradoja de la maldición de los recursos es mayormente de naturaleza política.

Debido a que los recursos naturales son potencialmente un negocio muy lucrativo, tienen la capacidad de manipular y corromper los procesos políticos.

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118 desafiando la globalización

Frecuentemente los gobiernos sucumben a las presiones y aceptan relaciones contractuales no transparentes, renunciando al control sobre el desarrollo de los recursos estatales y generalmente sobre una distribución justa de los ingresos. En este clima lo más probable es que los líderes estén dispuestos a hacer la vista gorda a los impactos negativos al medioambiente y a la sociedad provocados por la extracción y producción de los recursos. Los ingresos son también mal administrados cuando los gobiernos súbitamente se ven inundados de dinero del petróleo y el gas y, convirtiéndose en la miel deseada, se encuentran con facciones políticas u otras partes interesadas que compiten para convencer a los funcionarios gubernamentales que canalicen los fondos en su dirección.129

Otra razón para la maldición de los recursos es que la excesiva dependencia de un solo recurso o industria causa inestabilidad económica y obstaculiza un desarrollo más amplio. Incluso si un país logra aumentar cuantiosamente sus ingresos, esa afluencia puede tender a que los gobiernos se vuelvan displicentes y se nieguen a encarar la difícil tarea de la planificación a largo plazo. La fuerte dependencia de un país de sus recursos naturales también puede dejarlo vulne-rable a las volátiles oscilaciones de los precios internacionales. Además de ello, el desarrollo de un recurso natural provee muy limitados empleos a la población de los países receptores.130

“Los recursos naturales no renovables son el pan de hoy y el hambre de mañana,” declaró el intelectual boliviano y arquitecto de la nacionalización en 1969 de la Gulf Oil Company en Bolivia, Marcelo Quiroga Santa Cruz.131 Los recursos naturales están empezando a escasear, los precios están aumentando, y si un país no es capaz de captar e invertir sabiamente su riqueza de recursos para beneficiar a las futuras generaciones, puede que sea más ventajoso dejarlos simplemente en la tierra.

Si es que Bolivia logra o no convertir sus riquezas hidrocarburíferas, debe antes atender una serie de cuestiones políticas. ¿Puede elaborar y aplicar estrategias efecti-vas para invertir los ingresos de los hidrocarburos en crear oportunidades y empleo? ¿Puede construir instituciones fuertes que desarraiguen la corrupción y regulen la industria de los hidrocarburos? ¿Puede mitigar los impactos sociales y medioam-bientales del desarrollo energético? Y ¿puede pensar a largo plazo y diversificar su economía sabiendo que un día esos recursos subterráneos se habrán ido?

Invertiendonuevosingresosyconstruyendoinstitucionesfuertes

El crecimiento de la industria de hidrocarburos de Bolivia no generará empleos o mejoras en el bienestar público por sí mismo. La tarea más crítica para Bolivia es determinar la manera más efectiva de gastar los nuevos ingresos. Algunos abogan por que la renta sea distribuida directamente a los ciudadanos, tal como sucede en Alaska, ee.uu., pero en un país donde existe una falta crónica de recursos públicos básicos como agua potable o escuelas, la inversión pública es una urgente y obvia

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119petróleo y gas: riqueza ilusoria

prioridad. Bolivia tiene muchas opciones. Podría usar los ingresos para mejorar los débiles servicios sociales públicos, lo cual se ha empezado a hacer a través de la expansión del sistema de salud pública. El gobierno podría también dar prioridad a trabajos públicos tales como la construcción de carreteras o proyectos sanitarios, que tienen la capacidad de crear empleo inmediato. Otras opciones para invertir son canalizar los ingresos a programas de microcrédito a pequeñas empresas o a la asistencia agrícola que podría impulsar el desarrollo local. El desafío está en balancear las necesidades económicas y sociales inmediatas con inversiones que provean resultados de desarrollo más profundos a largo plazo.

Hasta ahora, el uso más conocido de los nuevos ingresos de los hidrocarburos ha sido un modesto bono anual distribuido a un millón de estudiantes de las escuelas primarias públicas. La intención declarada del programa es mantener a la niñez de bajos recursos en las escuelas, que generalmente no puedan permitirse comprar libros, uniformes y otras cosas necesarias para su estudio. Los proponentes del programa elogian la distribución directa de fondos a las niñas y a los niños como el medio más eficiente que la distribución a través de la burocracia, que muchas veces es propensa a la corrupción. Otros, sin embargo, se preocupan de que esos fondos puedan fácilmente ser mal utilizados por los padres, y consideran que el programa es una táctica política para fortalecer la base popular de Morales.

Desde la aprobación de la ley hidrocarburos de 2005, muchos de los ingresos fueron canalizados a los gobiernos municipales y regionales en vez de al gobierno central. Con frecuencia, las autoridades locales no han sabido dar un buen uso a aquellos recursos. Mientras los ingresos de hidrocarburos se acumulan en las arcas de los gobiernos municipales y regionales, la administración de Morales está trabajando sobre una legislación para cambiar la distribución de los ingresos hidrocarburíferos.

Si Bolivia logra utilizar los ingresos de los hidrocarburos para impulsar su desarrollo, debe tener como prioridad asegurar la transparencia y construir una eficaz capacidad reguladora. El profesor Robert Conrad, de la Universidad de Duke, está preocupado porque en las nacionalizaciones de varias empresas estatales de hidrocarburos en otros países les ha faltado transparencia. Advierte que “pueden aumentar los incentivos para la corrupción.”132 Romper este ciclo de corrupción significa construir un organismo regulador fuerte e independiente capaz de monitorear efectivamente las transacciones financieras.

Como parte de ese esfuerzo, el gobierno ha aumentado la transparencia en los contratos de los hidrocarburos, que durante los años de la capitalización se mantuvieron en secreto. El premio Nobel, economista y ex jefe del Banco Mundial, Joseph Stiglitz, dijo:

Sin transparencia, es fácil que los ciudadanos sientan que han sido engañados… y con frecuencia lo son. Cuando las compañías extranjeras consiguen un acuerdo que es muy bueno para ser verdad, frecuentemente hay algo escondido que sucede debajo la manga. 133

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120 desafiando la globalización

En Bolivia todavía se sigue hablado poco de los mecanismos que aseguran que la sociedad civil tenga un importante papel en la supervisión de ypfb, y cómo son gastados los ingresos de los hidrocarburos.

Mitigandolosimpactossocialesymedioambientales

Otro desafío crucial para Bolivia es mitigar la degradación del medio ambiente que acompaña a la extracción de gas y petróleo, a su transportación e indus-trialización. Bolivia es reconocida entre los diez países del mundo con mayor biodiversidad, y el desarrollo de los hidrocarburos está localizado en algunas de las áreas naturales más sensibles del país.134

Los proyectos de industrialización tales como la refinación, la produc-ción de plásticos o de fertilizantes traen con ellos procesos químicos que si no se manejan correctamente tienen impactos sumamente negativos en el medioambiente y en la salud de las comunidades cercanas. Para manejar estos impactos, Bolivia debe mejorar enormemente sus leyes medioambientales y las regulaciones sobre las operaciones hidrocarburíferas, incluyendo evaluaciones de impacto medioambiental, estricta supervisión de los proyectos en curso y una fiscalización eficaz.

Otro desafío para Bolivia será asegurar una justa y adecuada relación con las comunidades indígenas que viven en las áreas de explotación de hidrocarbu-ros. Históricamente, en Bolivia y el mundo, estas comunidades en su mayoría extremadamente pobres nunca se han beneficiado de los recursos extraídos de sus tierras y han tenido que soportar el considerable impacto negativo sobre sus propias comunidades y el medioambiente producido por la extracción y la explotación de hidrocarburos. Los mecanismos que permiten consultar a las comunidades nativas antes de iniciar la explotación de los hidrocarburos y compensarlas por daños causados, han sido gravemente incongruentes. En 2005 existía un borrador del mas sobre la ley de hidrocarburos que establecía el derecho de las comunidades indígenas a vetar decisiones sobre el desarrollo de los hidrocarburos en sus territorios, pero fue eliminado de la versión final del proyecto de ley. Ese mecanismo de veto tampoco fue incluido en el decreto de nacionalización de Morales, de 2006.

Guadalupe Montenegro, del Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (cejis), con sede en Santa Cruz, explicó que en el pasado muchas co-munidades aisladas negociaron por sí mismas con las adineradas compañías, sin apoyo del gobierno boliviano:

Cuando [la gente] pide la nacionalización o control del Estado, quiere también que el Estado asuma su rol de defensor de la sociedad. El Estado tiene que tener la información y las instituciones capacitadas, y los expertos en esto… Ellos deberían estar al medio de la relación entre las empresas y las comunidades.”135

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121petróleo y gas: riqueza ilusoria

Las comunidades afectadas deben estar más involucradas en cómo se de-terminan las políticas a todo nivel; desde decisiones sobre explotación hasta de cómo utilizar las ganancias.

Diversificandolaeconomía

Como la renta de los hidrocarburos significó aproximadamente 50% de todos los ingresos de las exportaciones de Bolivia en 2005 y 2006, el gobierno tiene un largo camino que andar para dejar de ser dependiente en este único sector, una dependencia que deja la economía vulnerable a las oscilaciones del mercado internacional y al consiguiente agotamiento de sus recursos no renovables.136 La renta de estos recursos de Bolivia podría ser utilizada para activar el desarrollo de recursos de energía renovable tales como la eólica, ayudada por sus fuertes vientos, la solar, por su alta exposición al sol, y aprovechar su potencial geotér-mico, o también desarrollar otros sectores tales como la agricultura, la industria manufacturera y los servicios.

Carlos Villegas, cuando era ministro de Planificación y Desarrollo en el gobierno de Morales, dijo que los fondos públicos deberían ser invertidos en programas rurales y urbanos dirigidos a ayudar a las “micro, pequeñas y media-nas empresas,” parte de un plan económico con el cual se intenta crear 100 000 puestos de trabajo al año por los próximos cinco años.137 Desde el punto de vista de Villegas, la razón por la que Bolivia continúa siendo uno de los países más empobrecidos de Sudamérica, se debe a la exclusión del pequeño sector privado y al favoritismo por las empresas extranjeras:

[El pequeño sector empresarial] ha sido excluido durante los últimos 22 años de desregulaciones y políticas económicas liberales… [Pero] lo que estamos haciendo ahora es invitar a las empresas bolivianas a participar en los servicios y procesos relacionados a la industrialización del gas natural…138

Los recursos del gas boliviano se habrán agotado algún día. Para prepararse para ese día, Bolivia necesita reinvertir en los siguientes años las ganancias de sus recursos naturales en otras industrias y proyectos que se traduzcan en una mejor calidad de vida para las generaciones futuras.

VIII.Conclusiones

En mayo de 2006, cuando el presidente Evo Morales anunció su decreto de nacionalización, prometió utilizar las abundantes reservas de gas boliviano para acabar con la pobreza crónica del país. Por todo el mundo, sin embargo, la historia ha mostrado repetidas veces que el poseer ricos y abundantes recursos naturales no trae por sí solo el desarrollo. Para revertir la suerte de Bolivia se

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requerirá un conjunto de estrategias económicas y profundos cambios políticos e institucionales. Pero si el gas no llegara a ser el combustible que encienda una transformación económica en Bolivia, podría ser una chispa crucial que provea recursos financieros suficientes para realizar otros cambios políticos y económicos posibles. Para que Bolivia modifique fundamentalmente su industria hidrocarburífera, el gobierno necesita tres cosas que actualmente le hacen falta: una visión a largo plazo, el capital para financiarla, y la capacidad para llevarla a cabo.

Primero y en primer lugar, el gobierno necesita tener una visión coherente a largo plazo –que vaya más allá de la administración de Morales– de cómo será administrado el sector hidrocarburífero; cómo se industrializará el gas en bruto y se utilizará para desarrollar otras industrias, cómo Bolivia usará esos recursos para satisfacer la demanda nacional, y cómo serán invertidos los ingresos finitos para proveer futuros recursos. Esta visión, a su vez, necesitará ser desarrollada y apoyada a largo plazo por un amplio consenso entre el pueblo boliviano.

Segundo, para reconstruir la industria hidrocarburífera del Estado y desarro-llar la capacidad interna para lograr la industrialización nacional, Bolivia necesita capital de inversión. Parte de este capital podría provenir de nuevas inversiones o acuerdos de desarrollo con inversores o instituciones crediticias. Si es así, las inversiones necesitan llegar bajo términos que garanticen al Estado el control, la planificación y la regulación del sector, para evitar la repetición de los errores del pasado. El capital de inversión podría también provenir de los crecientes ingresos con los que Bolivia cuenta por la venta de gas. Pero eso requerirá decisiones políticas difíciles y de un cuidadoso equilibrio entre los objetivos de desarrollo a largo plazo y las necesidades de gastos públicos a corto plazo.

Quizás el mayor desafío de Bolivia será desarrollar los recursos humanos necesarios y la capacidad técnica suficiente para hacer funcionar la industria estatal, negociar con actores extranjeros y regular las inversiones privadas. La falta de capacidad de Bolivia se ha convertido en el cuello de botella para lo-grar verdaderos cambios y ha causado problemas significativos en la aplicación de la política en curso. A largo plazo, Bolivia debe prestar atención a cómo su propio sistema de educación puede empezar a entrenar a ingenieros petroleros y medioambientales, químicos, abogados, analistas de industrias y auditores de impuestos que el país necesitará tener. A corto plazo, Bolivia deberá encontrar y, en muchos casos, pagar a expertos extranjeros.

Para los bolivianos, el legado de la riqueza de sus recursos naturales que desaparece debajo de sus pies es indeleble. Hace unos cinco siglos, los conquis-tadores vestidos con armaduras y montados a caballo, vaciaron Bolivia de uno de los más grandes depósitos de minerales que la historia haya conocido. En las décadas de los años 80 y 90 del siglo pasado, los conquistadores modernos de traje y corbata predicaron una teoría de que las empresas privadas, por sí mismas, son las más calificadas para desarrollar los recursos naturales del país.

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123petróleo y gas: riqueza ilusoria

Pero la más reciente experiencia de Bolivia podría haber sido muy dife-rente. ¿Cómo estaría Bolivia económicamente situada ahora si hubiera seguido el ejemplo de su país vecino, Chile, que irónicamente es mencionado como el ejemplo exitoso latinoamericano del neoliberalismo, y hubiera excluido a los hidrocarburos de las reformas de la capitalización, como Chile lo hizo con su sector estatal minero? ¿Qué habría pasado si Bolivia hubiera privatizado la em-presa petrolera estatal, pero hubiera mantenido el rol fiscalizador del gobierno y los preexistentes niveles de impuestos y regalías? Bolivia tenía un abanico de opciones para reformar su economía, y en la mayoría de los casos, bajo clara presión extranjera, escogió la más extrema y eligió mal.

Políticamente hablando, la propuesta del presidente Morales está claramente ubicada a medio camino; escoge reformar en vez de escribir de nuevo el exis-tente conjunto de reglas. Una parte de esa política propone otorgar al Estado un directo y preponderante papel en cómo los hidrocarburos son desarrollados, pero la magnitud de ese papel es una interrogante abierta. El riesgo está en que al limitar el papel de ypfb se atrofie el potencial de la empresa desde el princi-pio, dejándola imposibilitada de crecer, a la sombra de muchas otras poderosas compañías privadas extranjeras, y una vez más fracase en tomar ventaja de todo el potencial que Bolivia tiene.

Las compañías extranjeras y las instituciones financieras internacionales que las apoyan resistieron ferozmente los nuevos cambios en las leyes de hidrocar-buros de Bolivia. Es esencial destacar, sin embargo, que la propuesta económica defendida por las compañías extranjeras, las instituciones crediticias internacio-nales y una cadena de gobiernos conservadores, sólo dejaron a Bolivia atascada en déficit e imposibilitada de levantarse de su pobreza crónica. Fue sólo la presión de los movimientos sociales del país y de la izquierda –antes y después de que Morales asumiera el poder– que condujo a políticas que han hecho aumentar los ingresos gubernamentales y han contribuido a tener el primer superávit fiscal después de 30 años. Los nuevos contratos firmados en octubre de 2006, que triplicaron los impuestos de las compañías, demostraron que había un alto grado de falsa alarma en las advertencias conservadoras sobre el cambio.

Después de dos décadas de fallidas teorías, el péndulo de la lucha global por la supremacía del Estado o el mercado está moviéndose hacia el Estado y alejándose del mercado privado, especialmente en lo referente a los hidrocar-buros, ya que 80% de las reservas mundiales están actualmente bajo control del sector público.139 El gobierno de Morales ha expresado que revertir 20 años de políticas económicas neoliberales en Bolivia no va a pasar de la noche a la mañana, y esa evaluación es correcta. Una empresa estatal de hidrocarburos reducida a sólo “sellar contratos” con las compañías extranjeras, tomará años en ser reconstruida.

Evo Morales ha hecho grandes promesas de que el gas traerá cambios para los nueve millones de habitantes de Bolivia, y el pueblo ha demostrado que lo hará

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124 desafiando la globalización

responsable si no cumple esas promesas. La esperanza de Bolivia es que el verdadero combustible para el cambio no es el gas ni el gobierno, sino el pueblo mismo.

En palabras de Néstor Salinas, que perdió a su hermano en la Guerra del Gas de 2003, “los gobiernos vienen y van, pero la memoria de la gente perma-nece.”140

Notas

1 Mensaje a la Nación del presidente de la República, Evo Morales Ayma, desde Carapari, La Paz, 1 de mayo, 2006.

2 Andrés Solíz Rada, ministro de Hidrocarburos de Bolivia, en su carta de renuncia, 15 de septiembre, 2006, traducción del texto encontrado en: http://mrzine.monthlyreview.org/so-lizrada190906.html.

3 James Dunkerley, Rebellion in the Veins: Political Struggle in Bolivia 1952-82 (Rebelión en las venas: la lucha política en Bolivia, 1952-82. Plural editores, 2003) Thetford, Gran Bretaña: Thetford Press, 1984: p. 6.

4 Ibid, p. 7.5 Ibid, p. 14.6 Centro de Documentación e Información Bolivia (CEDIB), “La gestión de los recursos naturales

no renovables de Bolivia, No. 2,” Cochabamba: Live Graphics SRL, 2005: p. 97; John Crabtree, The Great Tin Crash (La gran depresión del estaño) Londres: Latin America Bureau, 1987.

7 Mirko Orgaz García, La Guerra del Gas: Nación versus Estado transnacional, La Paz, CEDLA, 2005: p. 139.

8 Paul Roberts, The End of Oil: On the Edge of a Perilous New World (El fin del petróleo: al borde de un peligroso mundo nuevo), Nueva York: Houghton Mifflin Company, 2004: p. 168.

9 Ibid, p. 167.10 Energy Information Administration (Información de la Administración de Energía), “De-

cember 2006 Monthly Energy Review: Table 9.11 Natural Gas Prices,” (“Diciembre 2006: Reseña de Energía Mensual: Tabla 9.11 Precios del gas natural”): http://tonto.eia.doe.gov/merquery/mer_data.asp?table=T09.1; Roberts, El fin del petróleo, p. 177.

11 “Más de 57 000 vehículos dejaron la gasolina por el gas natural,” Opinión, 1 de septiembre, 2006.

12 Ibid.13 Saúl J. Escalera, presentación en PowerPoint: Industrialización del gas natural boliviano, Uni-

versidad Mayor de San Simón, Escuela Universitaria de Postgrado, julio, 2002.14 Carlos Rojas, entrevista con los autores, La Paz, 28 de marzo, 2006.15 Carlos Royuela Camboni, Cien años de hidrocarburos en Bolivia: 1896-1996, Cochabamba: Los

amigos del libro, 1996: pp. 35-36; Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA), Los hidrocarburos en la historia de Bolivia, La Paz: CEDLA, 2005: p. 8.

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125petróleo y gas: riqueza ilusoria

16 Enrique Mariaca Bilbao, “Petróleo en Bolivia,” Temas Sociales 22 Foro YPFB vs. Capitaliza-ción, La Paz: Universidad Mayor de San Andrés, Facultad de Ciencias Sociales, 2001: p.19; Dunkerley, Rebellion, p. 27.

17 “Standard Oil: La primera nacionalización en 1937,” Opinión, 23 mayo, 2006.18 Mariaca, Temas, p. 19.19 Mirko Orgaz, La nacionalización del gas: Economía, política y geopolítica de la 3ra. nacionalización

de los hidrocarburos en Bolivia, La Paz: CEDLA, 2005: p. 100.20 CEDLA, Los hidrocarburos, p. 8.21 Orgaz, La nacionalización, p. 108.22 Ibid, p. 107.23 Herbert S. Klein, Bolivia: The Evolution of a Multi-Ethnic Society (Bolivia: La evolución de una

sociedad multiétnica), 2nd Edition, Nueva York: Oxford University Press, 1992: p. 240.24 Estadísticas de ayuda extraídas de 1954-1964. Mariaca, Temas, p. 22. 25 CEDLA, Los hidrocarburos, p. 16; Dunkerley, Rebellion, p. 112.26 CEDLA, Los hidrocarburos, p. 15.27 Orgaz, La nacionalización, p. 111.28 CEDLA, Los hidrocarburos, p. 15.29 Royuela, Cien años, p. 123.30 Augusto Céspedes, Antientreguismo: Una política del pueblo, Foro Nacional: Gas y petróleo, libe-

ración o dependencia, Cochabamba: UMSS Editorial Universitaria, 29 de noviembre, 1967: p. 132.

31 Royuela, Cien años, p. 141.32 Marcelo Quiroga Santa Cruz, Oleocracia o patria: Obras completas, Volumen 5, La Paz: Plural

editores, 1977: p. 62. 33 Dunkerley, Rebellion, p. 165. 34 “1969: Marcelo Quiroga y El Decreto de Nacionalización de la Gulf Oil,” Opinión, 14 de

mayo, 2006.35 CEDLA, Los hidrocarburos, pp. 17-18.36 Benjamin Kohl y Linda Farthing, Impasse in Bolivia: Neoliberal Hegemony and Popular Resistance

(El bumerán boliviano: hegemonía neoliberal y resistencia social: Plural editores, La Paz, marzo, 2007), Nueva York: Zed Books, 2006: p. 112.

37 Royuela, Cien años, p. 151.38 J. Osvaldo Calle Quiñónez, El que manda aquí soy yo: Guía rápida para entender la capitali-

zación, La Paz: Fundación Chuquiagu, 2000: p. 141; Pablo Ramos Sánchez, “Los recursos hidrocarburíferos en la economía boliviana,” Temas Sociales 22 Foro YPFB vs Capitalización, La Paz: Universidad Mayor de San Andrés, Facultad de Ciencias Sociales, 2001: p. 87.

39 Mariaca Bilbao, “Petróleo en Bolivia,” p. 27.40 Álvaro García Linera, “Los impactos de la capitalización: Evaluación a medio término,”

Luces y sombras: 10 años de la capitalización, Delegación Presidencial para la revisión y mejora de la capitalización, La Paz: diciembre, 2004: p. 227.

41 Carlos Villegas Quiroga, entrevista con Gretchen Gordon, La Paz, junio, 2005.42 Roberto Fernández Terán, FMI, Banco Mundial y Estado neocolonial: Poder supranacional en

Bolivia, La Paz: Universidad Mayor de San Simón, julio, 2004: p. 86.43 J. Osvaldo Calle Quiñónez, El que manda aquí soy yo: Guía rápida para entender la capitalización,

La Paz: Fundación Chuquiagu, 2000: p. 29.44 Osvaldo Calle Quiñónez, “‘Bolivia la Nueva: El despertar de un acto de ilusión,” Temas Sociales

22 Foro YPFB versus capitalización, La Paz: Universidad Mayor de San Andrés, Facultad de Ciencias Sociales, 2001: p. 48.

45 Orgaz, La nacionalización, p. 136.46 Ibid. 47 Mirko Orgaz, entrevista con los autores, 27 de marzo, 2006.

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126 desafiando la globalización

48 Claire McGuigan, “The Benefits of Foreign Investment: Is Foreign Investment in Bolivia’sClaire McGuigan, “The Benefits of Foreign Investment: Is Foreign Investment in Bolivia’s Oil and Gas Delivering?” (“Los beneficios de la inversión extranjera: ¿Se rinde la inversión(“Los beneficios de la inversión extranjera: ¿Se rinde la inversión extranjera de petróleo y gas de Bolivia?”) Christian Aid/CEDLA, noviembre 2006: pp. 37, 41.

49 Carlos Arce, entrevista con los autores, La Paz, 27 de marzo, 2006.50 García Linera, “Los impactos de la capitalización,” p. 227. 51 Orgaz, La nacionalización, p. 137.52 Orgaz, La Guerra del Gas, p. 223.53 García Linera, “Los impactos de la capitalización,” p. 235; CIA World Factbook, 2005; Fondo

Monetario Internacional, “Bolivia: Ex Post Assessment of Longer-Term Program Engagement—Staff Report and Public Information Notice on the Executive Board Discussion,” 2005, p. 6.

54 García Linera, “Los impactos de la capitalización,” p. 232.55 Ministerio de Hidrocarburos, “Estadísticas— Upstream— Producción,” 28 de julio, 2005;

“Comportamiento de los impuestos sobre hidrocarburos,” datos no publicados de CEDLA, La Paz, 19 de marzo, 2007. (Promedio calculado por los autores).

56 Óscar Zegada Claure, “Los impactos de la capitalización: Evaluación a medio término,” Luces y Sombras: 10 años de la capitalización, Delegación Presidencial para la revisión y mejora de la capitalización, La Paz: diciembre, 2004: p. 222; García Linera, “Los impactos de la capitalización,” p. 230.

57 “La Fiscalía de La Paz cierra el caso de la quebrada empresa Enron,La Razón, 21 de diciem-bre, 2006; J. Osvaldo Calle Quiñónez, El que manda aquí soy yo: Guía rápida para entender la capitalización, La Paz: Fundación Chuquiagu, 2000: p. 135.

58 “Denuncian un gasoducto de uso privado,” Opinión, 15 de noviembre, 2002.59 Enrique Menacho Roca, entrevista con los autores, La Paz, 25 de abril, 2006. 60 Orgaz, La Guerra del Gas, 193-194.61 Luis A. Gómez, El Alto de pie: Una insurrección aymara en Bolivia, La Paz: Textos Rebeldes,

2004: p. 41.62 Orgaz, La Guerra del Gas, p. 194.63 Gas: Debate Nacional, La Paz: El pulso del país, 2004: p. 96.64 “Marchas pacificas por gas paralizan varias ciudades,” Los Tiempos, 20 de septiembre, 2003.65 Gómez, El Alto de pie, p. 22.66 Memoria Testimonial de la ‘Guerra del Gas,’ Cepas-Caritas, 2004: p. 30.67 Decreto Supremo 27209, 11 de octubre, 2003.68 Néstor Salinas Malléa, entrevista con Gretchen Gordon, Mar del Plata, Argentina, noviembre,

2005.69 Néstor Salinas Malléa, entrevista por correo electrónico con los autores, mayo, 2007.70 “Mesa ratifica su alejamiento de Goni y asegura que nada justifica la muerte,” Opinión, 17

de octubre, 2003.71 Gómez, El Alto de pie, p. 99.72 Ibid, p. 104.73 “Una cronología de la caída del ex presidente,” Correo del Sur, 18 de octubre, 2003.74 “EE.UU. apoya a Goni y dice que no reconocerá otro gobierno,” La Razón, 14 de octubre,

2003.75 Forrest Hylton y Sinclair Thomson, “The Chequered Rainbow” (“El arco iris a cuadros”)

New Left Review #35, septiembre-octubre 2005: p. 56. 76 Ibid, p. 57. 77 Sesenta de las 67 muertes fueron causadas por acciones relacionadas a acciones militares,

según la certificación ofrecida, según el archivo legal del Comité Impulsor del Juicio de Responsabilidades.

78 Discurso de posesión del presidente constitucional Carlos Mesa Gisbert. La Paz, 17 de octubre de 2003: http://www.bolivia-usa.org/discurso_presidente_mesa.htm.

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127petróleo y gas: riqueza ilusoria

79 Archivo legal de Comité Impulsor del Juicio de Responsabilidades, La Paz.80 Néstor Salinas Malléa, entrevista por correo electrónico con los autores, mayo, 2007.81 Ibid.82 “Mesa mantiene alto nivel de apoyo mientras Evo Morales cae a sólo 8%, La Capital, 21 de

marzo, 2005.83 Carlos Villegas Quiroga, entrevista con Gretchen Gordon, La Paz, junio 2005.84 “Documentos de Coyuntura” Volumen 9, La Paz: CEDLA, diciembre, 2004: p. 21.85 Hylton and Thomson, “The Chequered Rainbow,” p. 58. 86 “FMI: Bolivia solo es viable si exporta gas,” Econoticias Bolivia, 11 de marzo, 2004.87 Ver: www.bolivia/especiales/2004/referendum/resultados, citando a la Corte Nacional Elec-

toral. 88 Comisión Andina de Juristas y Red Andina Democrática, Alerta Informativa Democrática,

“Últimos acontecimientos en Bolivia,” abril-mayo, 2005: http://www.cajpe.org.pe/Nuevodd-hh/alerta_informativa_democr%C3%A1tica-Bolivia.pdf

89 Ibid.90 Carlos Arce y Pablo Póveda, “La nueva Ley de Hidrocarburos,” La Paz: CEDLA, mayo, 2005:

p. 5.91 “Senador adelanta que Mesa promulgará la ley mañana,Los Tiempos, 7 de mayo, 2005.92 Carlos Rojas, entrevista con los autores, La Paz, 28 de marzo, 2006.93 “Congreso e Iglesia definen futuro del país,” Los Tiempos, 7 de junio, 2005.94 Hylton and Thomson, “The Chequered Rainbow,” 60.95 Ibid.96 Ibid.97 “Propuesta para una nueva Bolivia con progreso y paz: Programa de Gobierno 2006-2010,”

Podemos, 2005. Panfleto de las elecciones, p. 19. 98 “Nacionalización con compra progresiva, La Razón, 24 de octubre, 2005.99 Movimiento al Socialismo (MAS), “Ayuda memoria: Diez medidas para cambiar Bolivia,”

Documento del MAS para las elecciones de 2005. 100 Discurso de Evo Morales Aima al Congreso boliviano, La Paz, 22 de enero, 2006. 101 “Bush advierte la ‘Erosión de la democracia’ en Venezuela, Bolivia,” Bloomberg, 22 de mayo,

2006.102 “El presidente asumió el cargo con el 74% de aprobación,” La Razón, 22 de enero, 2007.103 “Bolivia: petroleras firman acuerdo,” BBC Mundo.com, 29 de octubre, 2006; “Presidente Evo

Morales: ‘De aquí a 10 años, Bolivia ya no será ese país mendigo,’” United Press Internacional, 31 de octubre, 2006.

104 Roberto Fernández Terán, entrevista con los autores, Cochabamba, 21 de marzo, 2006.105 “El Gobierno inició la industrialización del gas,El Deber, 11 de diciembre, 2006.106 Juan Patricio Quispe, entrevista telefónica con los autores, 23 de octubre, 2006.107 “Evo: La nacionalización es un proceso que está a medio camino,” Bolpress, 14 de febrero,

2007: http://www.bolpress.com/art.php?Cod=2006103115&PHPSESSID=da1d0df57b108 Decreto Supremo 28701 “Héroes del Chaco,” 2006.109 Centro de Documentación e Información Bolivia (CEDIB), Análisis del Decreto Supremo

28701 ‘Héroes del Chaco,’ Emitido por el Gobierno de Evo Morales, 1ro de Mayo de 2006, CEDIB: Cochabamba, Bolivia, 2006, p. 25.

110 Robert Conrad, entrevista telefónica con los autores, 3 de mayo, 2006.111 CEDLA, Legitimando el orden neoliberal: 100 días de gobierno de Evo Morales, La Paz: CEDLA,

mayo 2006, p. 6.112 “Ahora, las petroleras operan para YPFB”,La Razón, 30 de octubre, 2006;“La nacionaliza-

ción bajo la lupa,” Boletín económico, Análisis de coyuntura No. 4, La Paz: Fundación Milenio, agosto, 2006; datos citados por el Ministerio de Hidrocarburos e YPFB.

113 “Ahora…,” La Razón, 30 de octubre, 2006.

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128 desafiando la globalización

114 CEDLA, “Contratos petroleros que consolidan la vieja política neoliberal,” Hora 25, No. 45, diciembre-enero, 2007.

115 “Bolivia exportó de enero a octubre más que durante todo 2005, Los Tiempos, 16 de noviem-bre, 2006; cálculo del autor;“Trago amargo de Bolivia hace a Brasil buscar su propio gas,” Terra, 28 de septiembre, 2006: http://actualidad.terra.es/nacional/articulo/trago_bolivia_bra-sil_1112463.htm

116 “Bolivia recibirá $US 110 millones adicionales por la venta de gas,” 17 de julio, 2006: http://www.hoybolivia.com/news.php?seccion=78&d3=36396.

117 Walsh, Conal “Gazprom’s Huge Venezuela Gas Deal Alarms U.S.,” The Observer, 6 de agosto, 2006.

118 Petroandina instalará 15 nuevas estaciones de servicio en el país,Los Tiempos,8 de diciembre, 2006.

119 “La nacionalización tropieza con su principal actor, YPFB,” La Razón, 12 de agosto, 2006. 120 “Repsol de España amenaza a Bolivia con acciones legales, Reuters, 27 de agosto, 2006.121 “Tarija busca asociarse a las petroleras,” Los Tiempos, 3 de febrero, 2006.122 “Errores técnicos afectan nacionalización hidrocarburos en Bolivia,” Reuters, 13 de marzo,

2007.123 Carlos Villegas, entrevista con Gretchen Gordon, La Paz, junio, 2005.124 Michael L. Ross, “The Political Economy of the Resource Curse” (La economía política de

la maldición de los recursos), World Politics, enero, 1999: http://www.polisci.ucla.edu/facul-ty/ross/paper.pdf.

125 Jonathan Power, “The gift that corrupts: Nigeria struggles against the curse of oil,” (El regalo que corrompe: Nigeria lucha contra la maldición del petróleo) International Herald Tribune, 8 de enero, 2004.

126 Jim Shultz, Follow the Money: A Guide to Monitoring Budgets and Oil and Gas Revenues (Sigue al dinero: Una guía para monitorear los presupuestos y los ingresos de petróleo y gas), Nueva York: Open Society Institute, 2005: p. 32.

127 Emira Woods, “Oil Trip,” (Viaje de petróleo) Foreign Policy in Focus, 26 de septiembre, 2006: http://www.fpif.org/pdf/gac/0609oiltrip.pdf.

128 Terry Lynn Karl, “Understanding the Resource Curse,” (Comprendiendo la maldición de los recursos), Covering Oil: A Reporters Guide to Energy and Development, Lifting the Resource Curse, Vol. 2, Nueva York: Open Society Institute: p. 22.

129 Ibid, p. 25. 130 David Waskow and Carol Welch, “The Environmental, Social, and Human Rights Impacts

of Oil Development,” (Los impactos ambientales, sociales, y de derechos humanos en el desarrollo del petróleo), Covering Oil: A Reporters Guide to Energy and Development, Lifting the Resource Curse, Vol. 2, Nueva York: Open Society Institute, p. 102.

131 Roberto Gonzáles Paláez, Evaluación del sector hidrocarburos, Informe Económico No. 4, Estructura actual resultante de la capitalización/privatización de YPFB, Santa Cruz, Bolivia: p. 5.

132 Robert Conrad, entrevista telefónica con los autores, 3 de mayo, 2006.133 Joseph Stiglitz, “Who Owns Bolivia?” (¿Quién es el dueño de Bolivia?) Daily Times, 23 de

junio, 2006. 134 “Territorios indígenas y empresas petroleras,” Ceidis: Cochabamba, 2005: p. 71.135 Guadalupe Montenegro, entrevista con los autores, Santa Cruz, 24 de abril, 2006.136 “La nacionalización bajo la lupa,” Boletín Económico, Análisis de Coyuntura No. 4, La Paz:

Fundación Milenio, agosto, 2006; elaboración propia en base a: Banco Central de Bolivia, Boletines del sector externo (1993-2005), p. 85; “Bolivia exportó de enero a octubre más que durante todo 2005,Los Tiempos,16 de noviembre, 2006.

137 Néstor Ikeda, “Bolivia busca 5 800 millones en inversión privada,” Associated Press, 19 de julio, 2006; Daniel Schweimler, “Bolivia unveils anti-poverty plan,” BBC News, 17 de junio, 2006: http://news.bbc.co.uk/2/hi/americas/5090850.stm.

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129petróleo y gas: riqueza ilusoria

138 Jane Monahan, “Bolivia’s nationalisation plans in trouble,” (El plan de nacionalización de Bolivia en líos) BBC News, 17 de agosto, 2006: http://news.bbc.co.uk/1/hi/business/4801233.stm. (Traducción de los autores).

139 Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Naciones Unidas, ‘Inversión ex-tranjera en América Latina y El Caribe,’ Capítulo IV, Hydrocarbons: Investments and corporate strategies in Latin America and the Caribbean, 2001.

140 Néstor Salinas Malléa, entrevista por correo electrónico con los autores, mayo, 2007.

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Vista del Congreso boliviano a través de una ventana de la Cancillería en La Paz, destrozada por una bala, símbolo de la violencia generada por las imposiciones económicas del FMI, en febrero de 2003. Foto: Kathryn Cook (2005).

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La Paz, sede de gobierno de Bolivia, estalló durante dos días en febrero de 2003 en violento conflicto y protestas relacionadas a un incremento de impuestos aplicado a la clase trabajadora de bajos recursos Fue consecuencia directa de las exigencias del Fondo Monetario Internacional (fmi) a que el gobierno tome medidas para reducir su déficit presupuestario.

Con la finalidad de comprender qué fue lo que sucedió en el trasfondo que originó un conflicto que dejó a 34 muertos y más de 100 heridos, Jim Shultz revisó los archivos de los acuerdos entre Bolivia y el fmi, con la finalidad de hacer un seguimiento de la trayectoria de las exigencias que el Fondo impuso a los líderes del país. Se entrevistó con el entonces vicepresidente de Bolivia, con asesores económicos clave del gobierno, con funcionarios del fmi y también con los líderes de las protestas callejeras y con la madre de la víctima más conocida del conflicto.

La historia del Febrero Negro boliviano ofrece un panorama completo y realista de lo que sucede realmente cuando países empobrecidos bregan para poder atender las demandas de poderosas instituciones económicas multinacionales. Ofrece lecciones que van mucho más allá de las fronteras bolivianas.

I.Introducción

Desde una ventana panorámica de las oficinas del Fondo Monetario Internacio-nal en La Paz, uno puede ver el tejado donde Ana Colque, enfermera y madre soletera, fue alcanzada por un disparo y muerta en febrero de 2003. Francoti-radores especiales del ejército dispararon la bala que atravesó su pecho cuando subió a un techo para ayudar a Ronald Callanqui, un albañil de 25 años de edad,

capítulo 4

Lecciones de sangre y fuego: el Fondo Monetario Internacional y el Febrero Negro boliviano

Jim Shultz

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132 desafiando la globalización

quien también recibió un disparo de los soldados una hora antes, en el mismo lugar. Ambos fueron asesinados durante un violento asalto militar destinado a contener las protestas populares en contra de un programa económico de ajuste impuesto en Bolivia por el fmi.

Fue un conflicto que convirtió el centro de La Paz, el día anterior, en una zona de batalla entre el ejército y la policía boliviana, frente al Congreso Na-cional y al Palacio de Gobierno. Antes de que terminara, en dos días de lo que sería conocido en Bolivia como Febrero Negro, dejaría 34 personas muertas y cerca a 200 heridas.

La historia de Febrero Negro no es sólo la historia de dos trágicos días en La Paz, sino también del sistema económico global que puso en marcha esta violencia. Todos los actores de este drama estaban presentes: El fmi, el Banco Mundial y sus políticas económicas hacia los países pobres; un gobierno atrapado entre estas políticas y las demandas de la gente; las corporaciones multinacionales presionando por sus intereses; los trabajadores y los movimientos sociales to-mando las calles; y las personas atrapadas mortalmente en este cruce de fuego.

II.ElFondoMonetarioInternacionalylaspolíticas económicasdeajuste

En 1944, casi al finalizar la Segunda Guerra Mundial, los poderes de Europa Occidental y de Norte América crearon un grupo de instituciones globales a través de las cuales esperaban poder traer paz y prosperidad económica al con-junto de las naciones del mundo. Los triunfadores de la guerra, para proteger la paz, establecieron una nueva Organización de las Naciones Unidas (onu). Delegados de 44 naciones se reunieron en junio de ese año, en el pequeño pueblo de Bretton Woods en Nueva Hampshire, ee.uu. para diseñar el curso hacia el bienestar de la economía global.

Durante la formación de las Naciones Unidas todavía estaba fresco en la memoria de sus fundadores el trágico legado de la Primera Guerra Mundial y el Tratado de Versalles. En Bretton Woods, el fantasma oculto entre las sombras era la memoria de la Gran Depresión y los delegados esperaban lograr un orden económico mundial que pudiera evitar el tipo de colapso económico sufrido en la década anterior.1

Como resultado de estas negociaciones nacieron dos instituciones. Una fue el Banco Mundial, a la que se le dio la responsabilidad de financiar proyectos de infraestructura mayores, comenzando con la reconstrucción de la Europa de post guerra. La otra institución nacida ese verano en Nueva Hampshire fue el Fondo Monetario Internacional. El papel asignado al fmi fue promover la estabilidad de la demanda internacional de bienes y servicios. El Fondo haría esto estabilizando los intercambios internacionales de monedas, a través de préstamos de corto

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133el fmi y el febrero negro boliviano

plazo a los gobiernos, que de otra manera tendrían problemas para realizar pagos internacionales relacionados con el comercio o la deuda con otros países.2

Hoy en día, el fmi y el Banco Mundial reciben una serie de críticas de parte de muchos sectores sociales e intelectuales. Es importante recordar que, a los ojos de sus fundadores, la constitución del Fondo y del Banco fue tan importante como la creación de las Naciones Unidas, ese mismo año. “El fmi fue fundado con la creencia de que había una necesidad de acción colectiva a nivel global para alcanzar la estabilidad económica, así como las Naciones Unidas fue constituida bajo la idea de que había una necesidad de una acción colectiva a nivel global para alcanzar la estabilidad política,” escribe el premio Nobel en economía, Joseph Stiglitz.3

John Maynard Keynes, el economista inglés que dirigió la delegación bri-tánica en Bretton Woods y a quien se le ha dado el crédito como el arquitecto de las instituciones que nacieron allí, dijo al final de la conferencia:

Hemos demostrado que a través de la unión de 44 países en verdad se puede trabajar juntos en una tarea constructiva, en amistad y sin desacuerdo. Sólo unos pocos creen que esto es posible. Si continuamos con un desafío más grande así como hemos comenzado con esta limitada tarea, hay esperanza para el mundo. La hermandad de los hombres será mucho más que una simple frase.4

El fmi presume de una serie de importantes logros a lo largo de su historia, entre los más recientes: el fortalecimiento de Corea del Sur con 21 000 millones de dólares en créditos durante la crisis financiera asiática de 1997 y 1998; la ayuda a Kenia con 52 millones de dólares en créditos para combatir los efectos de la sequía de 2000; y la cooperación para la instalación de sistemas de tesorería en los países de la ex Unión Soviética, después de su colapso político en los años 90.5

Seis décadas después de su nacimiento, el fmi cuenta con 2 800 empleados y una misión internacional que va mas allá de la que le dieron Keynes y los otros fundadores que se reunieron en Bretton Woods. Desde sus oficinas en Washington, el fmi, describe su papel de la siguiente manera:

Sus fines son evitar las crisis en el sistema, alentando a los países a adoptar medidas de política económica bien fundadas; como su nombre lo indica, la institución es también un fondo al que los países miembros que necesiten financiamiento temporal pueden acudir para superar los problemas de sus balanzas de pagos.6

El Fondo afirma que a través de “la labor que realiza para fortalecer el sis-tema financiero internacional y acelerar la lucha contra la pobreza, además de promover medidas sensatas de política económica en todos los países miembros, el fmi contribuye a que la globalización funcione en beneficio de todos.”7

¿De qué manera el fmi ha evolucionado de una misión tan específica como es el manejo de los intercambios financieros y la balanza de pagos, a convertirse en un agente clave de las políticas económicas mundiales?

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134 desafiando la globalización

Primero, el trabajo inicial del Fondo se volvió obsoleto. Cuando el fmi nació, el intercambio financiero mundial estaba basado en el patrón oro como estándar. Cuando éste fue abandonado en 1971, el Fondo perdió su función principal y pronto comenzó a buscar una nueva.8 Encontró su nuevo propósito en los años 80 durante el movimiento económico conservador dirigido por el presidente estadounidense Ronald Reagan y la primera ministra británica Mar-garet Thatcher.

En sus respectivos países, Reagan y Thatcher enfrentaban batallas para rediseñar las reglas económicas con el objetivo de ofrecer mayor libertad a las corporaciones y limitar mucho más el papel de los gobiernos. El fmi se convirtió en el principal vehículo para exportar estas políticas al resto del mundo, siendo sus principales instrumentos las condiciones impuestas a los préstamos. “El fmi y el Banco Mundial se convirtieron en las instituciones a través de las cuales estas políticas fueron impuestas en los reticentes países pobres que con frecuencia necesitaban desesperadamente sus créditos y ayuda,” escribe Stiglitz.9

El conjunto de estas reformas económicas fondomonetaristas es conocido por una serie de nombres: ajuste estructural, modelo económico neoliberal y el Consenso de Washington. Como condición para la obtención de ayuda, el fmi, el Banco Mundial y otras instituciones de cooperación internacional, se requería que los países privaticen sus recursos naturales. Fueron obligados a vender todas las empresas estatales, desde las aerolíneas hasta las compañías telefónicas. Las leyes de protección laboral debían dar marcha atrás. El gasto público tenía que ser reducido y los impuestos incrementados para disminuir los déficits públicos presupuestarios.

Hoy en día, el fmi no es más un simple asesor económico sentado en la sombra. Es un poder político que, en muchos países, ejerce más influencia sobre las políticas económicas que los propios gobernantes electos.

Unainstituciónsincapacidadparaentenderlarealidaddelosmáspobres

Para sus críticos, especialmente quienes observan al Fondo y sus actividades desde la perspectiva de los países de escasos recursos, el fmi fue diseñado desde sus inicios para proteger los intereses económicos de las naciones más ricas, a menudo a expensas de las pobres. Oficialmente, la más alta autoridad en el Fondo es la Junta de Gobernadores, compuesta por 184 países miembros. Sin embargo, en realidad, el Fondo es manejado por un reducido Comité Ejecutivo dirigido por sus miembros permanentes: Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Inglaterra, China, Rusia, Arabia Saudí, más un grupo de otros países ricos que tienen una importante participación accionaria, como Canadá, Italia, Suiza, Bélgica y Holanda.10

Más aún, el sistema de distribución de poder que gobierna al fmi no se basa en “una nación, un voto”, como sucede en la Asamblea General de la Naciones

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135el fmi y el febrero negro boliviano

Unidas, sino en “un millón de dólares, un voto”, esquema basado en el tamaño de la economía de cada país. Por ejemplo, el poder de votación de Estados Uni-dos es doscientas veces mayor que el de Bolivia.11 Las reglas del fmi también ofrecen a Estados Unidos un control único sobre las decisiones más importantes del Fondo. Los términos de acuerdo del fmi requieren una mayoría de 85% para tomar las decisiones más importantes. No es una coincidencia que Estados Unidos tenga un poder de votación de 17,6%, lo que da como resultado que este país tenga poder de veto sobre las decisiones del Fondo, la única nación en el mundo que detenta tal capacidad de control.12

Por lo tanto, no sorprende que las políticas favorables al mercado impuestas por el Fondo y el Banco también beneficien directamente los intereses econó-micos de los países ricos que controlan a esas instituciones. La privatización de los recursos públicos ha abierto nuevos mercados para corporaciones transnacio-nales como las estadounidenses Bechtel y Enron, la inglesa British Petroleum, la holandesa Shell y la francesa Suez. La presión por mantener un gasto público reducido con la finalidad de contar con fondos suficientes para el pago de los créditos, también beneficia a las naciones ricas y a la banca, que han obtenido beneficios de miles de millones de dólares por los préstamos realizados a los países pobres.

Los funcionarios del gobierno de Estados Unidos admiten abiertamente que las políticas del Fondo y del Banco benefician directamente a las corporaciones estadounidenses. El escritor William Finnegan menciona:

En su testimonio al Congreso [de Estados Unidos] en 1995, Lawrence Summers, en ese entonces Secretario del Departamento de Tesoro, reveló que las corporaciones estadounidenses recibieron 1.35 dólares en contratos por cada dólar que el gobierno estadounidense contribuye al Banco Mundial y otros bancos multilaterales de desarrollo.13

Para Estados Unidos y otras naciones acaudaladas, apoyar al Fondo y el Banco Mundial no es una simple obra de caridad o una extensión de la ideología económica conservadora. Es una lucrativa y calculada oportunidad para asegurar el retorno de sus inversiones. El economista boliviano, Roberto Fernández, dice: “Por su propia constitución y la distribución interna del poder, desde su naci-miento en Bretton Woods en 1944, el Fondo siempre favoreció a los intereses económicos y políticos de Estados Unidos y de los países de la actual Unión Europea.”14

Los críticos también argumentan que el Fondo es incapaz de entender el impacto que sus políticas tienen en los países pobres o deliberadamente obvia sus condiciones. Estas críticas incluyen la forma en que el personal del Fondo está compuesto. Las dos terceras partes del personal del fmi son economistas y más del 90% de sus empleados tiene como base su sede en Washington. Nor-

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136 desafiando la globalización

malmente la representación del Fondo en los otros países está limitada a una sola persona.15

En Latinoamérica, Asia y África, el Fondo y sus políticas se enfrentan a con-tinuos ataques, tanto en círculos intelectuales como en las calles. Los modelos que prometían prosperidad económica, cuando se presentaban en Power Point en las oficinas de Washington, han resultado un fracaso después de su aplicación en el terreno.

Entre las políticas del fmi, una de las que más daño ha causado y levantado más protestas ha sido su insistencia de que los países pobres reduzcan el gasto pú-blico e incrementen los impuestos en nombre de la reducción del déficit fiscal.

Elfmiylaexigenciaporreducireldéficitfiscal

Las intervenciones del fmi relacionadas con la reducción de la deuda y del déficit, tienen sus raíces en la crisis latinoamericana de la deuda de los años 80. Como resultado del constante endeudamiento y de los pagos por intereses, que se elevaron hasta las nubes en ese entonces, muchos países se encontraron so-brecargados por la deuda e incapaces de cumplir con los bancos internacionales llegando a una situación muy cercana a la bancarrota.16

El Fondo describe así su papel en esta crisis de la deuda: “el fmi prestó ayuda a los países deudores para que elaboraran programas de estabilización a mediano plazo, facilitó un volumen considerable de financiamiento con cargo a sus propios recursos y estableció paquetes de financiamiento de gobiernos acreedores, bancos comerciales y organismos internacionales.”17 En la jerga del Fondo, esto significa que otorgó ayuda de emergencia para que los países pudie-ran continuar pagando a los bancos y a otras instituciones crediticias. Roberto Fernández agrega, “Igualmente importante [es que el Fondo] tomó ventaja de las circunstancias para aplicar políticas de largo alcance en países pobres, con el objeto de volverlos más dependientes de las economías centrales y de su poder político.”18

Un déficit público, en palabras simples, es el monto que gasta el gobierno en un año y que es mayor que sus ingresos por impuestos, donaciones extranjeras y otros ingresos. Para equilibrar el déficit presupuestario los países solicitan prés-tamos para después pagarlos con intereses. Las naciones pobres piden prestado el dinero de muchas fuentes, incluyendo las instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial, el fmi, los bancos privados y de otros gobiernos.

Los gastos deficitarios son práctica común de muchos gobiernos y no sólo de los países pobres. En cuarenta y tres años –con excepción de cinco de ellos– Es-tados Unidos ha manejado déficit presupuestarios que van de los más pequeños a los más grandes.19 El 2006, el déficit presupuestario de Estados Unidos alcanzó 260 000 millones de dólares, lo que significó cerca a 10% de todos los gastos del gobierno federal.20

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137el fmi y el febrero negro boliviano

La reducción del déficit público es la piedra angular de las políticas del fmi y una condición básica que los gobiernos deben alcanzar para obtener créditos del Fondo y otro tipo de ayuda. El Fondo arguye que la reducción del déficit es esencial para ayudar a los países pobres a alcanzar estabilidad económica. Y asegura: “Una de las aproximaciones clave de las investigaciones realizadas acerca de los países en desarrollo, es que una política fiscal prudente –bajo déficit presupuestario y bajo nivel de deuda pública– es el ingrediente central para el crecimiento económico, el cual es esencial para la reducción de la pobreza y para mejorar los resultados de las programas sociales.”21

Los funcionarios del Fondo aseguran que su principal preocupación no está centrada en apoyar a las instituciones crediticias, sino en ayudar a los países pobres a obtener recursos externos necesarios para su desarrollo. Arguye que los países fuertemente endeudados son como una familia que repetidamente se presta dinero del banco o de una tienda hasta que un día le dicen que su deuda es muy grande y que ya no puede recibir más crédito. La disciplina fiscal, razona el Fondo, es la capacidad de tomar duras decisiones ahora, para evitar situaciones aun más duras en el camino y, finalmente, asegurar un crecimiento económico sostenible en el largo plazo.22

Por definición, la reducción del déficit presupuestario significa que los go-biernos deben reducir el gasto público, elevar los impuestos o ambos. Mientras el fmi enfatiza en la importancia de estas acciones para garantizar un crecimiento económico sostenible a largo plazo, muchos investigadores y gobiernos de países pobres aseguran que la presión económica ejercida por el Fondo, pone a las ya de por sí frágiles economías al borde del abismo. Arthur MacEwan, profesor de Economía de la Universidad de Massachussets dice:

La manía del fmi por reducir el gasto público en tiempos de crisis ha sido racionalizada bajo la idea de que presupuestos equilibrados son la base para el crecimiento y la estabilidad económica a largo plazo. Públicamente el fmi lamenta el hecho de que estas políticas causan impactos negativos severos en sectores de bajos ingresos (porque ambos generan altos niveles de desempleo y destripan los programas sociales). Pese a ello, los funcionarios del Fondo todavía sostienen absurdamente que estas políticas son necesarias para asegurar una estabilidad duradera. Durante las recesiones, los déficit fiscales moderados del gobierno (como en años recientes en Argentina) son una política contra cíclica esperada; y los crecimientos equilibrados solamente ayudan a acelerar las caídas. Al mismo tiempo, sabemos que los recortes presupuestarios del gasto social (educación, salud, proyectos de infraestructura) impiden el progreso económico a largo plazo.23

Joseph Stiglitz va mas allá diciendo que las reglas dogmáticas del fmi sobre la reducción del déficit van directamente en contra de la misión original de promover la expansión económica.

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Hoy el fmi otorga fondos sólo si los países se comprometen a llevar adelante políticas de reducción del déficit fiscal, elevación de impuestos y de las tasas de interés que conducen a una contracción económica. Keynes estaría retorciéndose en su tumba si pudiera ver lo que le ha pasado a su criatura.24

¿Qué significan las políticas de reducción de déficit en términos prácticos para la gente? Por ejemplo, Oxfam informa que en la república africana de Ca-merún, el fmi ha exigido que el gobierno alcance un superávit fiscal para el año 2005. Los recortes en el gasto público requeridos para alcanzar esta meta doblan el presupuesto en un país donde la mortalidad infantil continúa siendo un pro-fundo problema.25 Incumplir los términos de un acuerdo con el fmi puede tener un costo alto para un Estado pobre. Cuando Honduras tuvo un desacuerdo con el fmi sobre el incremento en los salarios de los maestros, le costó al gobierno 194 millones de dólares por el retraso en el alivio de la deuda y por la interrup-ción en los recursos obtenidos por donaciones. La asistencia que se perdió fue más de tres veces que el monto necesario para cubrir las necesidades del país en cuanto a proveer educación universal a todos los niños de la nación.26

En Bolivia, en 2003, las demandas del fmi para la reducción del déficit significaron no solo impuestos más altos para la gente más pobre sino que tam-bién desencadenaron una serie de enfrentamientos que dejaron a 34 familias sepultando a sus muertos.

III.Elfmi enBolivia:laluchadeunanaciónporcumplir lasimposicioneseconómicasexternas

Durante dos décadas el fmi y el Banco Mundial han sido los principales arqui-tectos de las políticas económicas bolivianas. Muchos dirán que el Fondo ha tenido más influencia que el propio gobierno. De 1986 a 2001, Bolivia recibió 350 millones de dólares del fmi con la condición de adoptar políticas económicas específicas.27

El profundo involucramiento del fmi en la política económica boliviana puede rastrearse hasta la época en que el país lidiaba con una hiperinflación a me-diados de los años 80. A fines de los 70 y principios de los 80, el país experimentó un clima de inestabilidad política agudo. Entre 1978 y 1982, Bolivia tuvo nueve presidentes diferentes -algunos fueron elegidos en las urnas y otros fueron unos brutales dictadores.28 Esta inestabilidad política combinada con el colapso de los precios del estaño –la base de la economía boliviana en ese tiempo– representó un severo golpe para la economía nacional.29 De 1970 a 1980, la deuda externa boliviana creció más de seis veces hasta alcanzar los 3 000 millones de dólares. La economía nacional colapsaba.30 En la lista negra para recibir ayuda del fmi y el Banco Mundial, el gobierno tuvo que suspender el pago de su deuda externa y

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comenzó a emitir más dinero para mantener sus compromisos de gasto público.31 También permitió que la moneda flotara en valor contra el dólar, encendiendo la chispa de la inflación que, en 1985, alcanzó niveles anuales de 25 000 %.32

En 1985, el nuevo gobierno electo encabezado por Víctor Paz Estensoro aplicó una serie de extremas medidas para poner la inflación bajo control. Éstas incluían la devaluación de la moneda boliviana, la eliminación de los subsidios a la producción, la desregulación de las tasas de interés, y acciones represivas contra los sindicatos de trabajadores para prevenir demandas de incrementos salariales.33 Dos años más tarde, la inflación estaba por debajo de 20% y el cre-cimiento de Bolivia había subido a una tasa anual de 2,4%.

Un año después de que Bolivia se auto impusiera esa terapia de shock, el fmi ofreció una limitada ayuda al país y apoyó la creación de un fondo social de emergencia para ayudar a generar empleo para algunos quienes habían sido más afectados por la terapia.34 A través de esa puerta, el fmi y el Banco Mundial entrarían a Bolivia por las próximas dos décadas, trayendo con ellos un arsenal completo de reformas de ‘ajuste estructural’ como una condición para su asistencia económica. Las políticas del fmi y el Banco se traducirían en el modelo económico de los sucesivos gobiernos bolivianos, administración tras administración.

LospronósticosdelfmiyelBancoMundialversuslarealidadboliviana

En agosto de 1998, el fmi, el Banco Mundial y el gobierno boliviano hicieron público conjuntamente el “Documento Marco de Políticas,” el cual desarro-llaba un exhaustivo plan para revisar la economía nacional.35 Los marcos sobre políticas y las cartas de intención como éstas son mecanismos por medio de los cuales los funcionarios del fmi aseguran compromisos de los gobiernos sobre las reformas que irán implementando a cambio de la ayuda. Son también los únicos documentos abiertos al público; el resto de las negociaciones se realizan a puerta cerrada entre el fmi, el Banco y los gobiernos.

El Marco de Políticas de 1998 presentó las especificaciones de las reformas –amplia privatización, modificaciones laborales, reducción del déficit– y pro-nósticos optimistas de lo que se esperaba para Bolivia:

En este contexto, un objetivo clave… es alcanzar una reducción significativa de la pobreza hasta el 2002 a través de un crecimiento económico más rápido y programas sociales más vigorosos. Específicamente, el programa busca elevar el crecimiento económico de 4,5 en 1998 a 5,5 - 6% en el 2001, reducir la inflación gradualmente a 5% en 2001, lograr un aumento moderado en las reservas y mantener en un curso controlable el déficit externo en cuenta corriente.36

Bolivia llevó a la práctica virtualmente todo el programa. Pero en lugar de que la economía prosperara con dichas políticas, más bien empeoró. Cuatro años más tarde el gobierno boliviano presentó un sombrío informe al fmi:

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El gobierno que asumió el mando en agosto de 2002, heredó una situación de estancamiento económico prolongado. El crecimiento económico fue de solo 1,5 por ciento como promedio anual en el periodo 1999-2002. La caída del ingreso per cápita y del empleo y la reducción de la economía informal... han contribuido a elevar las tensiones sociales que estallaron recientemente. Más aún, la débil economía ha minado los ingresos gubernamentales, aumentado el déficit fiscal y colocado una pesada carga financiera sobre el sector público. El estancamiento económico prolongado también ha debilitado los sectores financieros y empresariales.37

La diferencia entre lo que el fmi y el Banco Mundial habían pronosticado y lo que realmente sucedió, no podía ser más grande.

Los resultados son lamentables dos décadas después de los experimentos económicos del fmi y del Banco. En 2005, los niveles de pobreza alcanzaron a 64% de la población y siguieron subiendo.38 La tasa de desempleo abarcaba a 14% de todos los trabajadores, la más alta en 15 años y se cuadruplicaría en la última década.39 Cerca de dos tercios del presupuesto nacional estaban financia-dos mediante deuda y donaciones.40 El crecimiento económico, cuando lo había, benefició mayormente a industrias específicas como la exportación de petróleo y gas, mayoritariamente en posesión de compañías extranjeras.41

Lo que ha sido cierto para la economía boliviana como un todo también ha sido cierto para las reformas específicas requeridas por el fmi y el Banco Mundial, entre ellas la privatización de la industria del gas y petróleo y de los sistemas públicos de agua.

Una fracción de las reformas propiciadas por el Banco y el fmi, la privatiza-ción del agua, resultó otro fracaso. A mediados de los años 90, el Banco Mundial llevó adelante la privatización de los sistemas públicos de agua de dos de las ciudades más grandes de Bolivia, Cochabamba y El Alto-La Paz, como una de las condiciones para seguir recibiendo ayuda para el desarrollo de este sector.42 El Banco argumentó que la entrega del agua a las corporaciones extranjeras era esencial para abrir las puertas a la inversión necesaria y para poder contar con una administración experimentada.43

En Cochabamba, dicha exigencia por la privatización condujo a la suscrip-ción de un contrato por 40 años con un consorcio controlado por la corporación Bechtel, de California. Una vez que las corporaciones se hicieron cargo del sistema de agua, los precios se incrementaron en más de 40% para la gente de más bajos ingresos y en muchos otros casos incluso más.44 En última instancia, las protestas callejeras en todo el país condujeron a la salida de la compañía en abril de 2000, pero solamente después del establecimiento de un estado de sitio dictado por el gobierno, dirigido a proteger el contrato, y que causó la muerte de un joven y más de cien personas heridas.45 Un levantamiento similar en 2005 condujo a la anulación de otro acuerdo privatizador en El Alto-La Paz con la corporación francesa Suez. (Para más detalles sobre la Guerra del Agua, ver el Capítulo 1).

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La privatización del sector petrolero y gasífero también era parte del plan maestro del fmi y del Banco Mundial para Bolivia, que exigía la “privatización total de las instituciones públicas remanentes.”46 La teoría detrás de esas pro-puestas era de que si Bolivia reducía drásticamente la participación del Estado en los sectores del petróleo y el gas, recortando sus utilidades del 50% al 18% en los campos hidrocarburíferos –y en consecuencia elevaba la cuota de partici-pación de las compañías petroleras extranjeras en similar cantidad– la inversión y la producción se incrementarían dramáticamente, y Bolivia ganaría en realidad mucho más dinero del que conseguiría por la retención de regalías más elevadas.47 Desafortunadamente, esa predicción, al igual que muchas del fmi y del Banco, no dio el resultado prometido. Mientras Bolivia incrementaba su producción de hidrocarburos en 135% –generando de ese modo formidables utilidades a las compañías privadas que asumieron la industria– los ingresos gubernamentales por dicho sector económico, sólo se incrementaron en un endeble 10%.48 (Para obtener más información sobre el tema del gas boliviano, ver el Capítulo 3).

Al cumplir las demandas de privatización del fmi, Bolivia terminó reduciendo sus ingresos y comenzó a generar un mayor déficit público. Más tarde, el fmi volvería a Bolivia y ejercería su influencia para reducir ese déficit, no a costa de las corporaciones extranjeras sino de la clase trabajadora boliviana.

Elfmiexigelareduccióndeldéficitfiscalboliviano

Bolivia, como muchos otros países pobres, e incluso varios ricos, se apoya en préstamos para financiar su presupuesto nacional anual. Sin embargo, en los años precedentes al Febrero Negro, el déficit fiscal boliviano había subido hasta el techo. En 1997, el presupuesto de préstamos equivalía a 3,3% del pib, el 2002 había alcanzado a 8,7%.49

Ese nivel de crédito significa que cada año la mayor parte del presupuesto debe ser empleada en el pago de la deuda en vez de proporcionar servicios como salud y educación. En 2002 Bolivia debía pagar más de 496 millones por el ser-vicio de su deuda externa, 16% del presupuesto total de la nación.50

Durante años el fmi ha estado presionado a Bolivia para que tome drásticas decisiones para reducir su déficit, una demanda que se refleja en los memorán-dums intercambiados entre Bolivia y el Fondo. En 1999, el Fondo y el gobierno acordaron un objetivo. El 2002, Bolivia reduciría su déficit a sólo 2% del pib.51 Bolivia no pudo cumplir esta meta por una diferencia de más de 400 millones de dólares.

De muchas maneras, el abultado déficit boliviano no fue más que una re-sonancia andina de la explosión deficitaria que se desarrollaba justo a la vuelta de la esquina de las oficinas del fmi en Washington: en la Casa Blanca de Bush. El 2000, un año antes de la ascensión de Bush a la presidencia, Estados Unidos tenía un excedente presupuestario que equivalía al 2,4% de su pib. Para el año

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2004, este excedente había desaparecido y dado lugar a un déficit de 3,7%, un descenso fiscal más drástico que el de Bolivia.52

El presidente George W. Bush justificó este aumento deficitario arguyendo:

Recuerdo que mientras hacíamos campaña en Chicago, uno de los periodistas me preguntó “¿hay alguna posibilidad de entrar en déficit?” y respondí, sólo… sólo en tiempos de guerra, en tiempos de inseguridad económica como resultado de una recesión o en tiempos de emergencia nacional.53

El vicepresidente Dick Cheney fue aún más lejos, afirmando que “Reagan probó que los déficit no importan.”54

Durante el mismo periodo, la economía boliviana estaba en problemas, en parte debido a fuerzas que provenían directamente de Estados Unidos. Una de estas fuerzas fue el programa de erradicación de la hoja de coca, un ingrediente básico para la fabricación de cocaína. La otra fue la recesión estadounidense y su impacto negativo en el comercio y las inversiones en Latinoamérica. Hacia principios de 2003, el crecimiento económico de Bolivia alcanzó solo 1,5%, y el sector informal, donde mucha de la gente pobre encuentra empleo, estaba en efecto contrayéndose.55

En los años que corrieron hasta los acontecimientos de Febrero Negro, Bolivia estaba casi exactamente en la misma situación económica utilizada para justificar los elevados déficits en Estados Unidos; economistas expertos han aconsejado que mantener dichos déficits en lugar de cortar los gastos, era la exacta medicina necesaria para darle un empujón de arranque a la economía boliviana. Durante una visita en octubre de 2001 a Bolivia, Joseph Stiglitz les dijo lo siguiente a las autoridades gubernamentales:

Ahora que Bolivia está en una recesión… Por ello creo que hay formas de usar los recursos del futuro para resolver los problemas actuales… uno de los métodos más comunes para atacar una recesión es incrementar el gasto público.56

Los funcionarios del fmi no tomarían el mismo generoso punto de vista sobre los problemas del déficit en Bolivia, como el que reserva Estados Unidos para sí mismo.

A principios de 2003, los funcionarios del fmi decidieron que era hora para que el gobierno de Bolivia asumiera una posición dura y enfrentara el déficit con acciones serias. El Fondo exigió que en el lapso de un año el déficit sea reducido en casi un tercio, para alcanzar una meta de 5,5% del pib. Alcanzar ese objetivo sería una condición para recibir ayuda a largo plazo. Para cumplir, el gobierno tendría que haber realizado una combinación de recortes presupuestarios e incremento de los impuestos por más de 250 millones de dólares, equivalentes a 8% del presupuesto total del país.57

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Después del fiasco de febrero, los funcionarios del fmi insistieron en que el gobierno boliviano estaba plenamente de acuerdo con el Fondo en la re-ducción del déficit a la meta de 5,5%. Un portavoz del Fondo en Washington dijo: “La meta del 5,5% de déficit fiscal del pib fue convenida mutuamente entre el gobierno y el personal del Fondo como una forma de restaurar la sostenibilidad.”58

Sin embargo, funcionarios bolivianos de alto rango, desde el entonces vi-cepresidente Carlos Mesa y otros, aseguran que el Fondo fue quien insistió en lograr la meta del 5,5%, a pesar de las advertencias gubernamentales de que la medida sería tanto económica y políticamente imposible de ejecutar. Los fun-cionarios del poder ejecutivo también advirtieron al fmi que forzar tal recorte podría conducir exactamente al tipo de convulsión social violenta que se produjo ese mismo febrero.

El ex presidente boliviano, Carlos Mesa, quien era vice presidente a inicios de 2003, dijo que el gobierno fue explícito en sus conversaciones con los fun-cionarios del fmi: “El ministro de Finanzas, que se reunió [con funcionarios del fmi] explicó al Fondo Monetario Internacional la imposibilidad de tomar un salto tan alto.” El gobierno propuso una meta alternativa de 6,5%, un decremento sustancial del 8,7% de déficit registrado el pasado año.59

El director de presupuesto gubernamental, Edwin Aldunate, quien también negoció con el Fondo, dijo que los funcionarios de esta organización fueron im-placables: “El fmi insistió en el 5,5%. Nosotros les explicamos que el 5,5% no era viable. Les dije eso aquí mismo, en esta oficina que [el recorte en los gastos y el incremento de impuestos] podrían provocar serios conflictos sociales.60

¿Exactamente cuán obligado está Bolivia, o cualquier otro país pobre, a cumplir las sugerencias del fmi?

Los funcionarios del Fondo dicen que no dan órdenes a los países, sólo les dan consejos. Los países son soberanos, dice el Fondo, y es el propio país quien toma la decisión de aceptar o rechazar sus recomendaciones.

Pero en realidad, los funcionarios bolivianos tenían pocas opciones más que seguir las recomendaciones de la institución. De no hacerlo, advirtieron, podría costarle muy caro al arriesgar la tan requerida ayuda internacional que necesita el gobierno para sobrevivir.

George Gray Molina, un alto funcionario de udape (la oficina de inves-tigación de asuntos económicos del gobierno boliviano) estuvo involucrado en las negociaciones con el Fondo tanto en Washington como en Bolivia. En las mismas reuniones donde funcionarios del fmi expresaron estas preocupaciones, también dejaron en claro que si el gobierno no alcanzaba la meta de reducción del déficit del 5,5%, el fmi negaría ayuda de largo plazo. Sin tal acuerdo, dice Gray, el gobierno se arriesgaba no sólo a perder la asistencia del Fondo sino también la ayuda de donantes clave como Alemania, Dinamarca y Suecia. 61

Molina explica la posición del fmi de esta manera:

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[Los funcionarios del fmi] te dicen [que] nosotros nos ocupamos de la agen-da; estrictamente hablando, eso es cierto. Pero si no cerráramos [el acuerdo], no podemos pagar los sueldos de educación. ¿Nos van a ayudar? No, no nos van a dar ningún puente más [para la ayuda económica]. Cada mes estábamos frente a la pared.

Losvaivenespolíticosdurantelacreacióndeunpaqueteimpositivo

Una vez colocados contra la pared y buscando un modo para reducir el déficit de Bolivia en un cuarto de mil millones de dólares, udape, las reparticiones de impuestos del Tesoro y otras comenzaron a esbozar algunas sugerencias para que las considere el gobierno.

La primera alternativa que desarrollaron se basaba en aplicar nuevos im-puestos a la industria hidrocarburífera boliviana. Esto tenía sentido desde varios puntos de vista. Primero, fue la privatización del petróleo y del gas en los años 90 que dio el empuje final a la creación del déficit; segundo, aplicando estos nuevos impuestos a la exportación de gas y petróleo, el costo sería cargado a las compañías extranjeras en lugar de a los consumidores bolivianos. Si se hubiera aplicado la propuesta, se habría generado alrededor de 160 millones de dólares por año, más de la mitad de lo que se necesitaba para alcanzar las demandas del fmi.62

La segunda alternativa que udape y el Viceministerio de Políticas Impo-sitivas propuso al presidente, fue un nuevo impuesto escalonado aplicado al ingreso económico de las personas, que sería cubierto por el 4% más adinerado de la población.63 Los impuestos serían aplicados sólo a quienes tuvieran un ingreso igual o mayor a diez salarios mínimos nacionales, con tasas graduales de acuerdo a los ingresos. Debido a que estas medidas sólo alcanzarían a una minoría, no habría una gran generación de recursos para el Estado. Se calculó que se generarían alrededor de 20 millones de dólares por año.

Quienes estaban de acuerdo con esta política, incluyendo udape, el vice-presidente Mesa y otros, veían en ella una forma de comenzar a democratizar el sistema de impuestos; colocando la carga fiscal sobre quienes tenían más posibilidades de pagar. Pensaban que con el tiempo, ello también ayudaría a reacomodar el valor regresivo de los impuestos del país (similar al impuesto sobre las ventas).

Los planes para establecer nuevos impuestos para el gas y el petróleo fueron rápidamente desechados. El ministro de Hidrocarburos viajó a México para encontrarse con un consorcio internacional, Pacific lng, con el propósito de discutir un plan de exportación de gas a California, ee.uu. Cuando regresó del viaje y escuchó acerca de la proyectada propuesta para fijar nuevos impuestos a la industria de los hidrocarburos, Molina cuenta que el ministro le dijo al presidente y a sus asesores presupuestarios: “esto es imposible, es una locura”, y

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advirtió que esos impuestos podrían hacer inviable el acuerdo que se negociaba para la exportación del gas.

El ex vicepresidente de ese entonces, Carlos Mesa explicó así el argumento de las compañías extranjeras y de sus aliados bolivianos sobre los impuestos:

La gran coartada, el gran argumento de las empresas transnacionales es la seguridad jurídica. El momento en que tú modificas tu régimen de impuestos estás cambiando las reglas del juego que establecieron la posibilidad de que esas empresas vinieran a invertir en Bolivia. Con otro conjunto de reglas menos predecibles, ellos dicen, no nos hubiéramos arriesgado en venir aquí. Esto demostraría de que éste no es un país [en el que se respetan los acuerdos] y enviaría la señal: “no vengas a invertir en Bolivia porque te dicen una cosa y después hacen otra”.64

Desde el punto de vista de Mesa y de otros, la demanda por impuestos más altos a las compañías extranjeras era legítima. En Estados Unidos y en cualquier lugar, aumentar los impuestos de las corporaciones es siempre un tema consi-derado legítimo para su discusión cuando se trata de estructurar presupuestos y políticas impositivas. Sin embargo, el entonces presidente de Bolivia, Gonzalo Sánchez de Lozada, respaldando a su ministro, desechó rápidamente el impuesto para la industria de los hidrocarburos.

Cabe hacer notar que si el objetivo de Sánchez de Lozada era el de proyectar una imagen de estabilidad a los inversionistas extranjeros, es poco probable que lo lograra montando un espectáculo internacional con el ejército y la policía nacional disparándose mutuamente frente al Palacio de Gobierno.

Buscando una forma alternativa para sortear el déficit, Sánchez de Loza-da puso en la mira la propuesta de gravar progresivamente los ingresos de las personas, presentada por los analistas de udape. Molina dijo que cuando la propuesta fue entregada al presidente, éste quiso ver cuánto de ingresos podría obtener el gobierno bajo una variedad de alternativas impositivas, abarcando inclusive a la gente que ganaba el equivalente a dos salarios mínimos, es decir, unos 110 dólares al mes.

Cuando fuimos a discutir esto con el presidente, se interesó mucho en ver todo el rango, o sea todas las posibilidades. El plan impositivo que nosotros proponíamos desde udape recaudaría muy poco dinero, menos de 20 millones de dólares. En cambio la simulación [extender el impuesto a la gente que ganaba dos salarios mínimos] iba desde 20 millones hasta 80 millones, $us 90 millones.

A principios de febrero, Sánchez de Lozada y sus principales asesores po-líticos y económicos se enfrascaron en un intenso debate sobre si se debía ir adelante con el plan impositivo que abarcaría a más contribuyentes. Quienes se oponían al proyecto argumentaban que crearía una nueva carga para la gente de bajos recursos y que podría encontrar una feroz resistencia pública; una posición

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corroborada por las encuestas que había realizado el propio gobierno. udape preparó una serie de cuadros para el presidente, que mostraban quiénes serían afectados por los nuevos impuestos: maestros, policías, enfermeras y otros tra-bajadores con bajos ingresos.

Luego, recordó Molina, el presidente preguntó sobre el impacto de estos impuestos en los diferentes grupos, incluyendo a maestros y enfermeras. De acuerdo a los análisis de udape, la gente con más bajos ingresos tendría que pagar un incremento de Bs.14 por mes (alrededor de dos dólares). Para la gente como el presidente y sus asesores, esta suma era como cambio de bolsillo. Para muchos otros bolivianos era suficiente para comprar alimentos para tres días.

Sánchez de Lozada tomó la decisión de llevar adelante el ‘impuestazo’ (como lo bautizó la prensa) y la noche del domingo 9 de febrero lo anunció en un discurso a la nación. Para el pueblo boliviano todo parecía indicar que el gobierno estaba tratando de equilibrar el presupuesto sobre las espaldas de los trabajadores más pobres. “El 90% de la población estaba exenta del impuesto”, añadió Molina “pero fue un terrible error, un error en lo político y en lo económico.”

Fue tan terrible el error que pronto lo veríamos estallar en una convulsión de sangre y violencia.

IV.Dosdíassangrientosdefebrero

En el centro del gobierno de la nación, en las gradas del Palacio de Gobierno y del Congreso Nacional en La Paz, las dos principales fuerzas armadas, el ejército y el grupo especial de seguridad de la policía, se vieron envueltas en un fuego abierto. ¿Cómo desencadenó el anuncio presidencial esta violencia que causaría la muerte a 34 personas?

Oposicióndesdecasitodoslosfrentes;inclusodesdelapolicíanacional

La reacción popular a la propuesta del ‘impuestazo’ fue tan rápida como negativa. La mañana siguiente al anuncio, el principal líder de la oposición, Evo Morales –quien siete meses antes terminó en las elecciones generales a sólo dos puntos por-centuales por debajo de Sánchez de Lozada, y que liderizaba la segunda bancada más grande en el Congreso– hizo un llamado a la población a rechazar la propuesta del nuevo impuesto. Convocó también a la movilización nacional, incluyendo marchas y otros actos de desobediencia civil.65 En el transcurso de las 24 horas siguientes a ese llamado a la resistencia, se unieron la Central Obrera Bolivia (la principal organización laboral), movimientos sociales en Cochabamba, y una unidad clave de la policía nacional, el Grupo Especial de Seguridad (ges).66

La policía estaba ya envuelta en una batalla en contra del gobierno por el retraso en el pago de sus salarios de enero y el rechazo del presidente a una

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demanda de aumento salarial de 40%.67 “el impuestazo, esa ley del impuestazo, ha significado la gota que ha rebasado el vaso,” dijo David Vargas, el Mayor del ges que encabezó las protestas de la policía.68

Según el Mayor Vargas, un policía (tomando en cuenta la cantidad de sobre horas sin remuneración que trabaja) termina ganando un equivalente a 15 centavos de dólar por hora. A pesar de que muchos policías de bajo rango ganaban menos del doble del salario mínimo nacional y no hubieran sido afec-tados inmediatamente por el impuesto, él aseguró que la policía pensaba que el impuesto los afectaría algún día y que tendría un efecto inmediato en miembros de sus familias. “Los policías tienen hermanos y hermanas que son profesores, hermanos y hermanas que son fabriles, hermanos y hermanas de diferentes áreas del sector social, y obviamente ellos también serían afectados.”

Tan pronto como el presidente hizo el anuncio, se convirtió en el tema de discusión en los cuarteles policiales a lo largo de la sede de gobierno. Vargas recordó que la reacción entre los oficiales de la tropa era característica de la cultura indígena aymara, a la cual muchos pertenecían. Entre los aymara la toma de decisiones de la comunidad es respetada profundamente, cerrada a los de afuera y es la última palabra.

“Primero se quedan callados, esperando que se retiren los que no forman parte de su clase social. Me dijeron: ‘gracias mi Mayor. Lo vamos a llamar si lo necesitamos.’ Me fui y empezaron a reunirse.” Luego de estas discusiones, los policías anunciaron que se opondrían al nuevo impuesto e inmediatamente demandaron una reunión con el ministro de Gobierno, Alberto Gasser.

Ese martes 11 de febrero, Gasser declaró que no hablaría bajo presión de la policía y que la propuesta por los nuevos impuestos era “innegociable”.69 Pero a las seis de la mañana del miércoles 12 de febrero, Gasser entró al cuartel del ges para comenzar las negociaciones.

El cuartel del ges, un edificio pintado de verde pálido, se sitúa cruzando la plaza Murillo a pocos metros del Palacio de Gobierno y el Congreso Nacional. Cuando el ministro de Gobierno se hizo presente, se encontró con una fuerza policial completamente armada de pistolas, gases lacrimógenos, rifles y una variedad de armas de asalto. El entonces Mayor Vargas y otros líderes de la policía, presentaron 30 demandas específicas que comenzaban con el rechazo al propuesto impuesto e incluían un aumento salarial y otros asuntos.70

El vicepresidente Mesa y otros criticaron a la policía de descarado opor-tunismo. “La policía buscó el momento de mayor debilidad del gobierno para generar una medida de presión que obligaba al gobierno a darles una respuesta positiva,” dijo.71 De allí en adelante, el gobierno se refirió a estas acciones como una “insurrección policiaca.”

Vargas añadió: “Los otros puntos nacieron cuando dijimos ‘vamos a hablar con el ministro’. Como vamos a ir hablar con el ministro, aprovechemos. No vayamos solamente por el impuestazo, aprovechemos [la oportunidad] y llevemos

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otras cosas más que nos están afectando.” Vargas insistió de que, sin embargo, nunca se puso en tela de juicio que la demanda principal de la policía era eli-minar el propuesto nuevo impuesto, que la policía sugirió se modifique para que se aplique a aquellos que ganaban igual o más de Bs. 5 000, el equivalente a 660 dólares por mes. Si el gobierno hubiera aceptado esta demanda, asegura, la policía hubiera suspendido sus protestas.

Vargas agregó que la respuesta del ministro a cada una de las demandas y principalmente a la eliminación del impuesto, fue repetir una y otra vez “no se puede.” Vargas menciona que el ministro les dijo que la medida impositiva “no podía ser eliminada. El presidente no puede hacer eso. Tenemos un compromiso con el Fondo Monetario Internacional. No podemos dar marcha atrás porque se pensaría que el gobierno no es serio.”

Miércolesenlasededegobierno:unaespiralsangrientanointencionada

Con el fracaso de las primeras negociaciones, los acontecimientos en la plaza Murillo derivaron en una espiral fuera de control, de una manera que ni el go-bierno, arrinconado en una esquina de la plaza ni la policía, en la otra, nunca hubieran imaginado.72

En el transcurso de la mañana, los policías alrededor de la ciudad aban-donaron sus puestos y se dirigieron al cuartel cercano a la plaza Murillo. Al menos doscientos de ellos llenaron el edificio ubicado a sólo pasos de la ofi-cina presidencial y detrás de la Cancillería. A las 10 am, cerca de 100 policías, algunos con uniformes y otros vestidos de civil, comenzaron a marchar por la plaza coreando sus demandas hacia las ventanas del Palacio de Gobierno donde Sánchez de Lozada y su gabinete se reunían para discutir una salida a la crisis que se complicaba minuto a minuto. En este punto las protestas, aunque airadas, aún se mantenían pacíficas.

Al medio día, estudiantes de un colegio cercano, el Colegio Ayacucho, entraron a la plaza para sumarse a las protestas. Se acercaron al Palacio y co-menzaron a tirar piedras a las ventanas, generando los aplausos de la policía. Los guardias militares que se encontraban al interior, inmediatamente salieron a los balcones y comenzaron a lanzar gases lacrimógenos a los estudiantes y en dirección al cuartel de policía. Los estudiantes corrieron y pidieron a la policía que los protegiera. “Los disparos [de gases lacrimógenos] alcanzaron la sede policial y eso fue tomado como un acto de provocación y entonces [la policía] disparó los gases de vuelta”, contó Vargas.

Minutos más tarde, cientos de tropas militares armadas con rifles M-16, lanza granadas y otras sofisticadas armas, comenzaron a ocupar la parte de la plaza Murillo más cercana al Palacio de Gobierno. La policía y otros civiles que llenaron la otra mitad de la plaza, cercana a la sede de los policías, comenzaron

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a insultar a los soldados. En el caos, un soldado situado en frente del Congreso Nacional disparó un balín a la multitud, hiriendo a un policía en el rostro.

Al inicio de la tarde, cada bando ocupaba una mitad de la plaza. Los fami-liares de los policías, los jubilados del sector y otros grupos sociales comenzaron a llegar desde distintos lugares de La Paz. Poco después de la una de la tarde, miembros de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos, la principal organización de su tipo en Bolivia, empezó a mediar entre la policía del ges y el gobierno en una reunión celebrada en las oficinas del Ministerio de Defensa. Líderes políticos, incluyendo a Evo Morales, aparecieron en televisión para reiterar sus demandas de eliminar el impuesto propuesto. Otros, como Manfred Reyes Villa, el dirigente del tercer partido político con mayor representación en el Congreso, pidieron la renuncia del presidente.

A las dos de la tarde, mientras las negociaciones continuaban, la tensa si-tuación en la plaza finalmente alcanzó un punto álgido. Los policías y soldados comenzaron de nuevo a lanzarse gases lacrimógenos unos a otros y, después del gas, balas. Un informe posterior de la Organización de Estados Americanos, estableció que fue la policía quien comenzó a disparar primero. La policía dice que fue el ejército. Al final de la tarde habían 18 personas muertas por el tiro-teo entre policías, soldados y civiles.73 Entre ellos, un joven de 16 años de edad asesinado por un francotirador del ejército.

Después de las cuatro de la tarde, el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada hizo una aparición televisiva y radiofónica para anunciar que había dado mar-cha atrás en sus planes de aplicar el impuesto. Para entonces, ya era demasiado tarde. La combinación de la cólera popular por los asesinatos en la plaza y la ausencia de la policía en las calles de la ciudad, desataron una ola de disturbios y vandalismo.

Sánchez de Lozada y el vicepresidente Mesa abandonaron sus oficinas en busca de lugares más seguros. Algunos de los manifestantes entraron a las oficinas de la Vicepresidencia, arrojando por la ventana computadoras y otros equipos. Las oficinas de los dos principales partidos políticos en el gobierno, fueron saqueadas y quemadas. Otros incidentes similares ocurrieron en el Ministerio de Trabajo, incluyendo también a uno de los restaurantes de Burger King, cuyo dueño en Bolivia era uno de los aliados políticos clave del presidente.

Jueves:unaciudadmilitarizadaymuerteeneltejado

En la mañana del jueves 13 de febrero, los habitantes de La Paz despertaron con las calles llenas de soldados y un remolino de protestas públicas que exi-gían la renuncia del presidente. La plaza Murillo estaba ahora resguardada con tanques del ejército en las cuatro esquinas. Las protestas que pedían la salida de Sánchez de Lozada estaban también en curso en las ciudades de Santa Cruz, Cochabamba y Oruro.74

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Muchas de las protestas tuvieron como objetivo atacar los símbolos del poder internacional en Bolivia. En la parte superior de la ciudad de La Paz, en la ciudad de El Alto, una multitudinaria marcha trató de ocupar la planta embotelladora de Coca Cola. Se llevaron a la fábrica soldados en helicóptero, quienes abrieron fuego a la multitud matando a cuatro personas. Otros diez morirían antes de que el día finalizara durante la represión de las protestas con gases lacrimógenos y balas.

“El jueves trece no murió un sólo policía, no murió un sólo militar. Todas las víctimas fueron civiles, producto de la represión gubernamental,” dijo Sacha Llorenti, en ese entonces presidente de la Asamblea de Derechos Humanos, quien jugó un importante papel mediador entre el gobierno y los manifestantes.75

En La Paz otra multitud de manifestantes se reunía en las puertas de la iglesia católica del siglo xvi, ubicada en la plaza San Francisco. Durante la mañana, la policía militar intentó dispersarla con gases lacrimógenos y balas de goma.

Justo en frente de la iglesia se sitúa un edificio de tres pisos cubierto de estuco verde desmoronándose. El piso inferior aloja una tienda de revelado fo-tográfico, el segundo piso varias oficinas y el tercero, un gimnasio que también es utilizado como un estudio de danza. Poco después de medio día, un albañil de 25 años, Ronald Collanqui, subió al techo que estaba reparando para guardar sus herramientas. Recibió un disparo ejecutado por francotiradores del ejército desde una ventana ubicada al frente, cruzando la calle. Mientras Collanqui se moría en el techo, el portero del edificio llamó a una ambulancia.

Ana Colque era una estudiante de enfermería de 24 años de edad. Madre soltera de un niño de 22 meses llamado Luis, vivía con sus padres. Según la madre, Ana había estado ayudando a los heridos todo el día anterior. La mañana del jueves le dijo a su familia que saldría otra vez.

Su madre recuerda que hacía poco, Ana había estado involucrada en un proyecto médico especial y por lo tanto tenía a mano un lote de medicamentos difíciles de conseguir. “Tenía harto medicamento; tenía las pinzas, mariposas que es para poner sueros, inyecciones, calmantes, tenía harto en la casa; sobra había tenido, todo eso se ha cargado porque días antes dice que los enfermos no tenían con qué darles calmantes, sufrían, lloraban.” Su familia le pidió que no saliera, pero Ana se fue temprano pidiéndole a su madre que cuidara de su hijo.76

A la 1:20 de ese jueves por la tarde, Ana llegó al edificio donde el cuerpo del albañil alcanzado por el disparo yacía tendido. Arribó en una ambulancia marcada con una cruz roja y usando el uniforme blanco de enfermera. Subió al techo acompañada por la doctora Carla Espinosa. Mientras Ana se acercaba hacia el cuerpo del albañil, un francotirador del ejército disparó desde una pequeña ventana de un edificio a poca distancia. El tiro perforó su pecho. Diez minutos más tarde se iba en la misma ambulancia en la que llegó. Murió poco después de ingresar al hospital.

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Los soldados responsables de ambas muertes dijeron más tarde que habían pensado que el albañil y la enfermera eran francotiradores y que habían disparado en defensa propia.77

Funcionarios del fmi de Washington estaban en La Paz durante esos días de violencia generados por sus demandas de reducción del déficit. Según varias personas que se reunieron con la misión del fmi, mientras la violencia tomaba las calles los funcionarios abandonaron el hotel Plaza, de cinco estrellas, se dirigieron al aeropuerto de El Alto y abandonaron Bolivia. En su ruta hacia el aeropuerto debieron haber pasado por el edificio donde Ana Colque fue asesinada.78 Al día siguiente, el Fondo emitió un comunicado público diciendo que “lamentaban los trágicos eventos en Bolivia”, y expresaban su interés por continuar negociando con el gobierno boliviano.79

V.Lasconsecuencias

El viernes por la mañana tanto las protestas como la violencia habían acabado. El presidente Sánchez de Lozada publicó una solicitada de una página completa en los periódicos de mayor circulación del país declarando: “Felizmente puedo decirles que la paz y la tranquilidad han retornado.”80

Con su propuesta del paquete impositivo rechazada tan rotundamente, el gobierno dio marcha atrás tanto en esta política como también en la meta de alcanzar una reducción considerable del déficit. Optó al contrario por una serie de gestos simbólicos para calmar la ira de la gente. Sánchez de Lozada anunció que comenzaría a donar su salario de $us 3 900 mensuales a un orfanato. Eli-minó varios Ministerios y Viceministerios, pregonando los recortes como parte de un nuevo compromiso por la eficiencia pública.81 Despidió a los miembros de su gabinete que estaban más vinculados con la represión gubernamental. Finalmente, el presidente declaró a la nación: “Nuestro presupuesto no será un presupuesto del Fondo Monetario Internacional.”82

Eldéficitpresupuestarioboliviano

El déficit público de Bolivia en 2003 terminó siendo del 7,9% del pib. Esto fue un punto porcentual menor que el del pasado año, pero un total de 2,5% y 195 millones de dólares más alto del que el fmi intentaba alcanzar. Fue casi 1,5% más alto que el nivel que los analistas gubernamentales pensaron podían haber alcanzado si hubieran aplicado los planes originales de crear nuevos impuestos para la industria del gas y el petróleo, y un impuesto que alcanzaba al 4% de la población con mayores ingresos.

Dos años después del Febrero Negro, en febrero de 2005, el sucesor de Sánchez de Lozada, Carlos Mesa, anunció que el país había alcanzado un déficit,

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coincidentemente, exactamente en línea con la meta original del fmi, 5,5%.83 El gobierno aseguró que fue posible alcanzar esa meta gracias al nuevo impues-to a las transferencias y a las remesas en dólares y a un modesto crecimiento económico.

En las postrimerías del febrero sangriento boliviano, el fmi se movió rápi-damente para deslindar cualquier responsabilidad por la violencia. “La misión del Fondo apoyó decididamente los esfuerzos gubernamentales para reducir el déficit fiscal de niveles insostenibles. Sin embargo, las medidas fiscales que estaban incluidas en el paquete de políticas del gobierno, fue determinado por el gobierno mismo,” dijo el fmi en un comunicado escrito.84 A menos de dos semanas del tiroteo, el Fondo anunció públicamente que había alcanzado un acuerdo para aplicar un programa transitorio de apoyo al gobierno, que aparen-temente abandonaba todo intento por alcanzar los objetivos de reducción del déficit fiscal que el fmi había exigido alcanzar previamente.85

En febrero de 2005, casi dos años después de las muertes de Febrero Negro, el director-gerente del Fondo, Rodrigo de Rato, realizó una visita a Bolivia y se entrevistó con varios de sus principales líderes políticos. No mencionó los eventos ocurridos dos años antes ni tampoco se disculpó. Sin embargo, repitió las demandas del fmi de que Bolivia continuara reduciendo su déficit aún más. Así como hace dos años, la institución financiera dijo una vez más que ese asunto no era una exigencia del fmi, sino un acuerdo entre el Fondo y el gobierno.

Hemos acordado que, a la luz de la aún pesada carga de la deuda de Bolivia, el programa fiscal del gobierno debe buscar reducir el déficit fiscal y la deuda para de esta manera hacer duradera la estabilidad económica y financiera, y mantener la actual recuperación económica.86

En diciembre de 2005, el fmi anunció la anulación de la deuda que le debían 19 países de bajos ingresos, incluyendo la deuda boliviana por $us 251 millones.87 En marzo de 2006, dos meses después de asumir el mando, el presidente Evo Morales dejó que el acuerdo vigente con el fmi expirara y se negó a entablar negociaciones para establecer uno nuevo. Bolivia se unió así a una creciente ten-dencia en países latinoamericanos, junto a sus vecinos de Argentina y Brasil, de terminar las relaciones crediticias con el Fondo y sus condiciones económicas.

En mayo de 2006, el presidente Morales emitió un decreto presidencial que iniciaba un proceso de recuperación del control estatal de las reservas de gas y petróleo y aplicó fuertes alzas impositivas a las compañías petroleras extranjeras. Como resultado de tales medidas, se esperaba que los ingresos estatales para 2007, provenientes de los hidrocarburos, superarían los 1 000 millones de dólares.88 Bolivia pasó de tener un déficit a un superávit fiscal al aplicar dichas reformas, precisamente incrementando los impuestos a las petroleras, posibilidad que el fmi había advertido que no se realice.

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ElgobiernodeSánchezdeLozadaylabúsquedadejusticia

A pesar del ofrecimiento de Sánchez de Lozada de entregar su salario a un orfanato y del inmediato apoyo recibido de parte del gobierno estadounidense, las muertes de febrero dejaron una carga de rabia y desconfianza de la cual el presidente nunca pudo recuperarse.

El siguiente octubre, Bolivia se vio envuelta nuevamente en una serie de protestas, esta vez, por el plan de Sánchez de Lozada para exportar parte de las vastas reservas de gas bolivianas a México y California a través de Chile. Este mismo negocio fue el que llevó a Sánchez de Lozada a retirar de la mesa el plan para aplicar impuestos a la industria de los hidrocarburos, ese febrero pasado.

La extendida desconfianza pública hizo que muchos creyeran que Sán-chez de Lozada estaba preparando un negocio que enriquecería aun más a las transnacionales extranjeras y a unos cuantos políticos con suerte, pero que no produciría ningún beneficio real para el ciudadano común. Ayudó también a esta percepción el profundo antagonismo histórico que sienten los bolivianos hacia Chile, su vecino cordillerano del sur, por la pérdida de acceso al mar producto de una invasión chilena en 1879.

Una vez más, el presidente enfrentó las protestas populares con las armas, dejando por lo menos 53 personas muertas y cientos de heridas. Tras la matan-za, tomó cuerpo el llamado desde las calles pidiendo la renuncia de Sánchez de Lozada. Muchos de los más respetados intelectuales y líderes de derechos humanos se unieron en una huelga de hambre nacional para exigir la renuncia del primer mandatario. Incluso su propio vicepresidente, Carlos Mesa, rompió con el presidente debido a la violencia con la que el régimen enfrentaba las protestas. El 17 de octubre de 2003, Gonzalo Sánchez de Lozada renunció a la presidencia y se embarcó en un avión rumbo a Estados Unidos. En febrero de 2005, el gobierno boliviano anunció sus intenciones de iniciar un juicio de responsabilidades al ex presidente por las muertes de febrero y octubre de 2003. Sánchez de Lozada vive ahora en los suburbios de Maryland, ee.uu., cerca de la capital estadounidense, donde se ha impuesto un exilio y ha rechazado las demandas del gobierno boliviano de que regrese a Bolivia para ser juzgado.

El Febrero Negro boliviano dejó 34 personas muertas y otras 182 seriamente heridas entre civiles, militares y policías, cuyas edades van desde los 11 hasta los 68 años.89 Algunos habían participando directamente en el conflicto, otros, como Ana Colque, fueron víctimas fatales de las circunstancias. ¿Qué se ha hecho para aplicar la justicia por los heridos y muertos?

Inmediatamente después del Febrero Negro, el presidente Sánchez de Lozada hizo una petición formal a la Organización de Estados Americanos (oea) para llevar a cabo una investigación de los sangrientos acontecimientos. La oea aceptó el trabajo y en mayo de 2003 dio a conocer sus resultados. El informe culpa de la violencia de febrero a las “acciones inconstitucionales” y

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de “insubordinación” de la policía. Justifica las acciones del ejército llamán-dolas “proporcionales” y “contenidas” y después pide apoyo para el presidente Sánchez de Lozada.90

Amnistía Internacional, que realizó su propia investigación de los mismos eventos junto con otros grupos de derechos humanos, cuestiona los resultados del informe de la oea que absuelve al gobierno y al ejército de cualquier res-ponsabilidad por sus actos:

Amnistía Internacional considera que a la luz de los testimonios e informes recogidos por la delegación de la organización, información de prensa, documentación judicial y el alto número de víctimas, el comportamiento de las fuerzas militares que actuaron los días 12 y 13 de febrero de 2003, parecería no haber sido “contenida” ni “proporcional”.91

Los esfuerzos de la justicia por llevar a juicio a los responsables han en-contrado la resistencia del ejército, dicen los fiscales.92 En mayo de 2003, la madre de Ana Colque, con el apoyo de grupos de derechos humanos, inició una demanda criminal contra cuatro miembros del ejército identificados como los asesinos de su hija. El caso ha sido archivado en una maraña de disputas sobre si los militares pueden enfrentar cargos en tribunales civiles. El ejército insiste en que sus miembros deben ser juzgados en tribunales militares, donde difícilmente se penalizan crímenes demostrados con suficiente evidencia. Dos años después de los trágicos acontecimientos de febrero, ninguna persona ha sido convicta o responsabilizada por las muertes.

La madre de Ana Colque vive cada día con la memoria de su hija asesinada y con la rabia por la impunidad que gozan los asesinos de su hija:

Yo hubiera querido que ellos se fijen a quién están disparando porque no hay que matar a una enfermera, a la ambulancia se respeta hasta en la guerra, dicen, ellos han debido estudiar, deben saber ¿no? Eso sabiendo, ellos han disparado a mi hija, eso es lo que a mí me duele, porque a mí me dicen ni en la guerra se les mata, al médico, a la ambulancia no se le hace porque está auxiliando, entonces de esa manera a mí me da rabia que a sangre fría y todavía una chica joven que tenía por delante me lo han hecho eso.93

El padre de Ana Colque es un soldado, un músico de la banda del ejército. La madre de Ana dice que él nunca ha mencionado el caso en los círculos militares: “No ha dicho nada, ni siquiera que era su hija. El dice; ‘¿Qué se puede hacer? ¿Yo qué voy a ir a hacerles? ¿Los voy a matar? Yo soy de menos rango, ellos son de mayor, a mí al rato me van a botar, me van a hacer; ellos son capitanes, son generales, a ellos nadie les puede hacer nada.’” La familia piensa que podría perder el salario del ejército y así no poder sacar adelante a sus otros hijos, incluyendo al hijo de Ana que ahora tiene cuatro años.

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VI.Conclusiones

Febrero de 2003 fue una tragedia nacional para Bolivia. Treinta y cuatro familias enterraron a su gente querida. Más de cien personas tienen heridas incurables en sus cuerpos. El país observó con horror cómo sus dos principales fuerzas armadas –la policía y el ejército– pelearon entre sí una guerra en el corazón mismo de la sede de gobierno. Por un par de días, la democracia boliviana pareció estar al borde de una total destrucción.

Una tragedia como esta exige que quienes participaron de ella aprendan las lecciones. En ausencia de tal reflexión, más tragedias como ésta pueden ocurrir en cualquier momento. Las lecciones de Febrero Negro son, como el ex presi-dente Mesa dijo, “lecciones aprendidas a sangre y fuego”.

Sacha Llorenti, presidente de la Asamblea Permanente de Derechos Hu-manos de Bolivia, jugó un papel importante en la mediación del conflicto, y dice del Febrero Negro: “Es el momento en el que se desnuda la crisis estatal hasta el punto de mostrar los huesos de Bolivia.” Fue un momento en el que las políticas del Fondo Monetario Internacional y el sistema económico global se desnudaron hasta los huesos.

El fmi y el Banco Mundial operan en un mundo de teorías. Las ideas de cómo el mundo funciona son escritas pulcramente en páginas blancas. Las fór-mulas y los hallazgos económicos son compartidos con otros economistas en salas de reuniones bien organizadas. Ninguno de los funcionarios que trabajan para esas instituciones es pobre. Ninguno de ellos debe vivir con los resultados concretos de lo que proponen. El personal y quienes manejan el Fondo creen no sólo que están en lo cierto sobre lo que es bueno para los países pobres, sino incluso creen saber más que la gente que vive en ellos.

Como lo dijo el ex presidente de Bolivia, Carlos Mesa:

Está claro que hay una línea ortodoxa, estrictamente macroeconómica, sin una visión de lo que representa su aplicación en el contexto de cada país. Creo que los ejemplos de América Latina son extremadamente ilustrativos, no voy a abundar sobre el tema de Argentina [donde las exigencias del fmi ayudaron a meter a la nación en una espiral de caos político en 2001], que es un ejemplo dramático de cómo una política ciega en una dirección da resultados catastróficos.94

Entonces, ¿qué pasa cuando el fmi y el Banco Mundial se equivocan? ¿Qué sucede si la teoría que luce tan bien en el papel no lo es tanto una vez que es aplicada en el mundo real? ¿Entonces qué?

John Maynard Keynes, el padre de ambas instituciones, dijo en una opor-tunidad: “Cuando los hechos cambian, yo cambio mi forma de pensar. ¿Qué hace usted señor?”95 Si tuviéramos que preguntar lo mismo a los funcionarios del Banco Mundial, sus respuestas serían algo así como ‘defendemos la teoría y culpamos a la aplicación’.

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Una y otra vez, cuando se enfrentan a las realidades sobre el terreno que quedan cortas con sus teorías y pronósticos, los funcionarios del Banco Mundial y el fmi culpan, no a la teoría, sino a la falta de una buena aplicación de las re-cetas por los gobiernos de los países pobres. Ellos aseguran que es el gobierno quien toma las verdaderas decisiones. Ellos pueden elevar los impuestos del gas, imponer nuevos impuestos o reducir el déficit fiscal a través del recorte de gastos. El Fondo asegura que las malas gestiones gubernamentales tienen a disposición una serie de opciones prácticas.

Pero en el mundo real, estas opciones terminan siendo mucho más difíciles de lo que el fmi está dispuesto o quiere admitir. Un impuesto a los ingresos de los más pudientes sólo cumple con una parte de las demandas del fmi. Otra demanda del Fondo, fomentar la exportación del gas se enfrenta a una barrera cuando se habla de la aplicación de impuestos a este sector. En gran medida, el recorte del gasto público no puede ser realizado sin afectar el acceso de los más pobres a los servicios básicos o sin provocar grandes rebeliones.

Este enfoque compartido del Banco Mundial y el fmi, que dice: “nosotros sólo ubicamos los parámetros generales, el gobierno es quien decide”, es muy conveniente para los organismos financieros internacionales. Les permite deslin-dar responsabilidades cuando las políticas aplicadas tienen resultados negativos y les libra de responsabilidad cuando la gente sufre y se derrama sangre.

Es una posición que trae a la mente la letra de una canción de Tom Leherer, en la que habla del inventor de la bomba nuclear, Dr. Wernher von Braun: “Una vez que los cohetes están en el aire ¿quién se preocupa dónde van a caer? Esa no es mi responsabilidad”.

Todas las personas, y por lo tanto todas las instituciones manejadas por per-sonas son susceptibles de ser convencidas de que están en lo correcto cuando la realidad demuestra justamente lo contrario. La gran sabiduría de la democracia es que la autoridad debe ser responsable y responsabilizada por sus actos. La gente que debe vivir con una decisión tiene el inalienable derecho de escoger e influenciar a aquellos que ejercitan tal autoridad. Las instituciones económicas como el fmi y el Banco Mundial son por naturaleza antidemocráticas. Quienes las manejan, no se responsabilizan ante la gente a la que afectan con sus políticas, y a sus funcionarios se les permite eludir cualquier sentimiento por el dolor que causan.

¿Cómo puede un profesor o un policía o una enfermera que gana 120 dólares al mes influir en las acciones del fmi que les obliga a pagar un impuesto fuera de su alcance? ¿De qué manera son responsables los economistas en Washington por las presiones que ejercen en los países pobres?

Reducidas a sus más básicos elementos, las políticas del fmi a nivel mundial buscan obligar a los gobiernos a adoptar cierta disciplina para aplicar presión económica. Para asegurar su existencia, los gobiernos e individuos deben vivir con ellas. Pero unos pocos gobiernos en el mundo, incluidos los ricos como Estados Unidos, están exentos de cumplir dichas políticas.

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Presionar es algo que hacemos todo el tiempo. Presionamos el brazo de nuestros hijos para llamar su atención al cruzar la calle, presionamos la fruta para ver si está madura. Pero sabemos que no debemos presionar muy fuerte porque podemos dañar la fruta, dañar a nuestros hijos. ¿Cómo sabe el fmi, en ausencia de una responsabilidad real hacia la vida de las personas que afecta, cuándo está presionando demasiado fuerte? El febrero de 2003 en Bolivia, como muchos otros ejemplos antes y después, nos ofrece evidencia clara de que el fmi es in-conmovible a las presiones y al sufrimiento que causa en los países pobres.

El fmi y quienes lo apoyan pueden apuntar a una docena de casos que, si hubieran ocurrido de manera distinta, habrían producido resultados diferentes a las muertes en La Paz, incluyendo el caso de la enfermera asesinada. Si tan solo el gobierno hubiera tomado un enfoque diferente a la cuestión de los impues-tos. Si tan solo la policía no hubiera encabezado las protestas contra el plan del gobierno. Si tan solo los militares y la policía hubieran sido más cautos aquella tarde en la plaza principal. Si tan solo el gobierno no hubiera reprimido de esa manera las protestas.

Sin embargo, queda claro que cada uno de estos hechos fue puesto en mar-cha por la decisión de los funcionarios del fmi de presionar a Bolivia, presionar a través de la coerción económica, presionar para reducir su déficit fiscal más rápidamente de lo que era posible sin provocar un levantamiento popular, lo que sucedió con tan amargos resultados esos dos días de febrero.

A pesar de todas las advertencias, el fmi no escuchó. Continuó presionando hasta que los acontecimientos condujeron a una espiral de sangre, con un previsible y trágico final. Bolivia no es el primer país donde el fmi presionó hasta el punto de la tragedia y lamentablemente tampoco será la última vez que esto ocurra.

Notas

1 Joseph E. Stiglitz, Globalization and its Discontents (La globalización y sus disgustos) Nueva York: W.W. Norton Company, 2003: p. 11. (Traducción del inglés)(Traducción del inglés) inglés))

2 Fondo Monetario Internacional, “The Origins of the IMF,”Fondo Monetario Internacional, “The Origins of the IMF,” What Is the Internacional Monetary Fund? (2004): http://www.imf.org/external/pubs/ft/exrp/what.htm#origins; Carol Welch, “The IMF & Good Governance,” Foreign Policy in Focus, Vol. 5, No. 13, Washington DC: Institute for Policy Studies and International Relations Center, octubre, 2001: http://www.fpif.org/briefs/vol5/v5n13imfgov_body.html; y Stiglitz, Globalization, p. 12.

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3 Stiglitz, Globalization, p. 12.4 John Braithwaite and Peter Drahos, “Bretton Woods: Birth and Breakdown,”John Braithwaite and Peter Drahos, “Bretton Woods: Birth and Breakdown,” Global Business

Regulation, Cambridge: Cambridge University Press, 2000: pp. 97-101. (Traducción del inglés)(Traducción del inglés)5 Fondo Monetario Internacional ¿Qué es el Fondo Monetario Internacional?, 2004: http://www.

imf.org/external/pubs/ft/exrp/what/spa/whats.pdf.6 Ibid.7 Ibid.8 Carol Welch, “The IMF & Good Governance.”9 Stiglitz, Globalization, p. 13.10 Roberto Fernández Terán, FMI, Banco Mundial y Estado neocolonial: Poder supranacional en

Bolivia, 2da. ed., La Paz: Plural editores, 2004: pp. 28-29.11 Fondo Monetario Internacional, “IMF Members’ Quotas and Voting Power, and IMF BoardFondo Monetario Internacional, “IMF Members’ Quotas and Voting Power, and IMF Board

of Governors,” 2005: http://www.imf.org/external/np/sec/memdir/members.htm.12 Fondo Monetario Internacional, “Articles of Agreement of the International MonetaryFondo Monetario Internacional, “Articles of Agreement of the International Monetary

Fund,” 2005: http://www.imf.org/external/pubs/ft/aa/aa.pdf.13 William Finnegan, “The Economics of Empire: Notes on the Washington Consensus,” (LasWilliam Finnegan, “The Economics of Empire: Notes on the Washington Consensus,” (Las

economías del imperio: Notas sobre el Consenso de Washington) Harpers, mayo, 2003: p. 45. (Traducción del inglés)

14 Fernández Terán, FMI, p. 27.15 Fondo Monetario Internacional, “Who Makes Decisions at the IMF,”Fondo Monetario Internacional, “Who Makes Decisions at the IMF,” What Is the International

Monetary Fund? 2004: http://www.imf.org/external/pubs/ft/exrp/what.htm#origins.16 Fernández Terán, FMI, p. 25.17 Fondo Monetario Internacional, “Del crédito del FMI” ¿Qué es el Fondo Monetario Interna-

cional? 2004: http://www.imf.org/external/pubs/ft/exrp/what/spa/whats.pdf.18 Fernández Terán, FMI, p. 25.19 US Congressional Budget Office, “Historical Budget Data,” 2005: http://www.cbo.gov/US Congressional Budget Office, “Historical Budget Data,” 2005: http://www.cbo.gov/

showdoc.cfm?index=1821&sequence=0.20 US Congressional Budget Office, “CBO’s Current Budget Projections,” 2005: http://www.US Congressional Budget Office, “CBO’s Current Budget Projections,” 2005: http://www.http://www.

cbo.gov/showdoc.cfm?index=1944&sequence=0.21 Benedict Clements, Sanjeev Gupta, and Gabriela Inchauste, “Fiscal Policy for EconomicBenedict Clements, Sanjeev Gupta, and Gabriela Inchauste, “Fiscal Policy for Economic

Development: An Overview,” Helping Countries Develop: The Role of Fiscal Policy,Washington DC: Fondo Monetario Internacional, 2004: http://www.imf.org/external/pubs/nft/2004/hcd/index.htm. (Traducción del inglés)(Traducción del inglés)

22 A pesar de la gravedad de los eventos del Febrero Negro y a pesar de la evidente relación del FMI con los mismos, los personeros del Fondo en Washington se negaron a hablar oficial-mente para este informe. Sin embargo, aceptaron hablar extraoficialmente sobre las políticas generales del Fondo.

23 Arthur MacEwan, “Economic Debacle in Argentina: The IMF Strikes Again,”Arthur MacEwan, “Economic Debacle in Argentina: The IMF Strikes Again,” Foreign Policy in Focus, Washington DC: Institute for Policy Studies and International Relations Center, enero, 2002: http://www.fpif.org/pdf/gac/0201argentina.pdf. (Traducción del inglés)

24 Stiglitz, Globalization, pp. 12-13.25 Bethan Emmett and Max Lawson, “The IMF and the Millennium Goals, Failing to DeliverBethan Emmett and Max Lawson, “The IMF and the Millennium Goals, Failing to Deliver

for Low-Income Countries,” (El FMI y las Metas del Milenio, fallándole a los países de bajos ingresos) Washington DC: Oxfam International, 2003: pp. 1-2.

26 Ibid., p. 2.27 Fondo Monetario Internacional, “Bolivia: Transactions with the Fund, Disbursements andFondo Monetario Internacional, “Bolivia: Transactions with the Fund, Disbursements and

Repayments Detail from January 01, 2004 to December 31, 2004,” 2005: http://www.imf.org/external/np/tre/tad/extrans2.cfm?memberKey1=70&valueDate=2004&yearType=C&acctType1=GRASDA&extrans_flag=Y.

28 Mariano Baptista Gumucio, Historia universal y de Bolivia, 10ma. ed. La Paz: n.p., 1994: pp.La Paz: n.p., 1994: pp. 192-194.

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29 Marc Lindberg, “Bolivia: Stabilization and Adjustment 1985-88: Did it Work?” KennedyMarc Lindberg, “Bolivia: Stabilization and Adjustment 1985-88: Did it Work?” Kennedy School of Government Case Study # C16-90-951.1, Cambridge, MA: Harvard University, 1990, p. 1.

30 Fernando Canelas Tardío y Carlos Mesa Gisbert, Bolivia Milenio, Cochabamba: Editorial Canelas-Los Tiempos, 1999: p. 107.

31 Comentarios sobre Bolivia en la lista negra del FMI y el Banco Mundial, proviene de ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada en el estudio de caso de Noel Ramírez y Marc Lind-berg, “Bolivia: Controlling Hyperinflation 1985-86,” Kennedy School of Government Case Study # C16-90-951.0, Cambridge, MA: Harvard University, 1990: p. 4.

32 Lindberg, “Bolivia: Stabilization and Adjustment”: p. 1.33 Ramírez and Lindberg, “Bolivia: Controlling Hyperinflation”: pp. 4-5.34 Ibid., p. 5.35 Gobierno de Bolivia, el FMI y el Banco Mundial, “Bolivia Enhanced Structural Adjustment

Facility Policy Framework Paper, 1998–2001,” Washington DC: Fondo Monetario Inter-nacional, 25 agosto, 1998: http://www.imf.org/external/np/pfp/bolivia/index.htm#I y Carta de Intención entre el Gobierno de Bolivia y el Fondo Monetario Internacional, “Bolivia: Memorandum of Economic and Financial Policies,” Washington DC: Fondo Monetario Internacional, 25 de mayo, 2001: http://www.imf.org/external/NP/LOI/2001/bol/01/IN-DEX.HTM.

36 Fondo Monetario Internacional, “Bolivia Enhanced Structural Adjustment Facility Policy Framework Paper.” (Traducción del inglés)

37 Memorándum de Entendimiento entre el Gobierno de Bolivia y el Fondo Monetario Inter-nacional, “Memorandum of Economic Policies of the Government of Bolivia,” Washington DC: Fondo Monetario Internacional, 21 de marzo, 2003: http://www.imf.org/External/NP/LOI/2003/bol/01/index.htm. (Traducción del inglés)

38 Instituto Nacional de Estadística de Bolivia, “Bolivia: Indicadores de pobreza moderada por año, según área geográfica, 1999 - 2002”: http://www.ine.gov.bo/cgibin/ piwdie1xx.exe/TIPO.

39 Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrónomo (CEDLA), “Economía boliviana: Evaluación y tendencias,” La Paz: CEDLA, 31 enero 2005: http://www.cedla.org/pub/pubfree.php?cod_pubfree=32.

40 Ibid.41 Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrónomo (CEDLA), “El crecimiento

económico sólo favorecerá a pocos exportadores,” La Paz: CEDLA, 9 de julio 2004: http://www.cedla.org/noticias/noticia.php?cod_noti=2.

42 Precis, “Bolivian Water Management: A Tale of Three Cities,” Washington DC: BancoPrecis, “Bolivian Water Management: A Tale of Three Cities,” Washington DC: Banco Mundial, primavera 2002: p. 1.

43 Vincent Gouarne and John Briscoe, “Don’t Shut the Tap on Private-Sector Water,”Vincent Gouarne and John Briscoe, “Don’t Shut the Tap on Private-Sector Water,” The Globe and Mail 18 de mayo, 2000.

44 Para un análisis completo de las tarifas de agua ver “Bechtel vs. Bolivia - The Water Hike by Bechtel’s Bolivian Company (Aguas del Tunari): The Real Numbers” en el sitio web del Centro para la Democracia: http://www.democracyctr.org/bechtel/waterbills/waterbills-global.htm.

45 Para una historia completa de la revuelta contra la privatización del agua en Cochabamba, ver “Bolivia’s War Over Water”: http://www.democracyctr.org/bechtel/the_water_war.htm.

46 Fondo Monetario Internacional, “Memorandum of Economic Policies, April 8, 1999”: http://www.imf.org/external/NP/LOI/1999/040899.HTM.

47 Villegas Quiroga, Privatización, p. 93; Roberto Fernández Terán, de una entrevista con el autor, La Paz, 23 de marzo, 2005.

48 Ministerio de Hidrocarburos, “Estadísticas-Upstream-Producción,” 28 julio 2005; “Com-portamiento de los impuestos sobre hidrocarburos,” datos no publicados de CEDLA, La Paz, 19 de marzo, 2007. (El promedio es calculado por el autor)

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160 desafiando la globalización

49 Unidad de Análisis de Políticas Sociales y Económicos (UDAPE), “Evaluación de la Eco-nomía,” La Paz: UDAPE, 2004: http://www.udape.gov.bo.

50 Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrónomo (CEDLA), “Análisis comparativo del PGN 2005,” La Paz, Bolivia: CEDLA, 2005: http://www.cedla.org.

51 Fondo Monetario Internacional, “Memorandum of Economic Policies, April 8, 1999”:Fondo Monetario Internacional, “Memorandum of Economic Policies, April 8, 1999”: http://www.imf.org/external/NP/LOI/1999/040899.HTM.

52 US Congressional Budget Office, “Historical Budget Data.”US Congressional Budget Office, “Historical Budget Data.”53 “President Discusses Homeland Security Department,” Informe de prensa de la Casa Blan-

ca, 7 de junio, 2002: http://www.whitehouse.gov/news/releases/2002/06/20020607-4.html. (Traducción del inglés)

54 “Debt and Deficit Quotes,” http://zfacts.com/p/467.html. (Traducción del inglés)55 Fondo Monetario Internacional, “Memorandum of Economic Policies of the GovernmentFondo Monetario Internacional, “Memorandum of Economic Policies of the Government

of Bolivia.”56 “En muchos aspectos el modelo falló,” El Deber, 28 de octubre, 2001.57 Los datos son extrapolados de la estimación del Banco Mundial del PIB de Bolivia para 2003

de Bs. 7,8 mil millones y datos de un informe del CEDLA sobre el presupuesto boliviano para 2002 de Bs. 3 055 millones.

58 Francisco Baker, vocero del FMI, de una declaración escrita al autor, Washington DC, 22 de febrero, 2003.

59 Carlos Mesa, de una entrevista con el autor, La Paz, 26 de mayo, 2003.60 Edwin Aldunate, de una entrevista con el autor, La Paz, 25 de mayo, 2003.61 George Gray Molina, de una entrevista con el autor, La Paz, 12 de febrero, 2005. Gray

Molina trabaja ahora para la Organización de las Naciones Unidas en Bolivia.62 Ibid.63 Molina mencionó que la población que hubiera tenido que pagar el impuesto era de 360 000;

la población de Bolivia al 2002 estaba estimada en 8,1 millones.64 Carlos Mesa, de una entrevista con el autor, La Paz, 26 de mayo, 2003.65 Asamblea Permanente de Derechos Humanos y otros, “Para que no se olvide: 12-13 de

febrero, 2003,” La Paz: Asamblea Permanente de Derechos Humanos y otros, 2004: p. 21.66 Ibid.67 Juan Forero, “Economic Crisis and Vocal Opposition Test Bolivia’s President,”Juan Forero, “Economic Crisis and Vocal Opposition Test Bolivia’s President,” New York

Times, 16 de febrero, 2003.68 Esta y todas las citas de David Vargas provienen de una entrevista con el autor, La Paz, 10

de febrero, 2005.69 “Para que no se olvide”: p. 22.70 Ibid.71 Carlos Mesa, ex presidente de Bolivia, de una entrevista con el autor, La Paz, 26 de mayo,

2003.72 Si no se indica de otra manera, la cronología de eventos del 12 de febrero en la plaza Murillo,

está basada en la excelente cronología de “Para que no se olvide”: pp. 21-29.73 “Para que no se olvide”, p. 200.74 Asamblea Permanente de Derechos Humanos y Coordinadora de la Mujer, “El Caso de Ana

Colque,” La Paz: Asamblea Permanente de Derechos Humanos y Coordinadora de la Mujer, 2004: p. 18.

75 Sacha Llorenti, de una entrevista con el autor, La Paz, 10 de febrero, 2005.76 Vicenta Quispe de Colque, de una entrevista con el autor, La Paz, 10 de febrero 2005.77 “El Caso de Ana Colque,” pp. 20-21.78 La presencia de la misión del FMI en Bolivia durante el 12 y 13 de febrero descrita por

Carlos Mesa, George Gray Molina y Edwin Aldunate, fueron extractadas de entrevistas con el autor en La Paz.

79 “Para que no se olvide”: p. 28.

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161el fmi y el febrero negro boliviano

80 Los Tiempos, 14 de febrero, 2003: A 12.81 “Bolivia’s Crisis-Ridden Leader to Reshuffle Cabinet,” Reuters News Service, 13 de febrero,

2003.82 “Goni anuncia recortes, diálogo y un presupuesto que no sea del FMI,” Opinión, 17 de febrero,

2003: p. 2.83 Datos del Ministerio de Hacienda: http://www.hacienda.gov.bo/.84 Francisco Baker, portavoz del FMI, de una carta escrita al autor, Washington DC, 22 de

febrero, 2003.85 Fondo Monetario Internacional, “IMF Staff and Bolivia Agree on Economic Framework for

2003,” Comunicado de prensa, 22 de febrero, 2003.86 Fondo Monetario Internacional, “IMF Managing Director Rodrigo de Rato’s Statement at

the Conclusion of his Visit to Bolivia,” Comunicado de prensa, 18 de febrero, 2005.87 Informe entregado a la prensa por el Fondo Monetario Internacional, Washington DC, 21

de diciembre, 2005, “El FMI extenderá el 100% de condonación de las deudas de 19 países bajo la Iniciativa de Condonación Multilateral de la Deuda”: http://www.imf.org/external/np/sec/pr/2005/pr05286.htm.

88 Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrónomo (CEDLA), 13 de octubre de 2006, análisis estadístico sin publicar.

89 “Para que no se olvide”: pp. 197-203.90 Organización de los Estados Americanos, “Informe de la Organización de los Estados Ame-

ricanos (OEA) sobre los hechos de febrero de 2003 en Bolivia” mayo, 2003: http://www.bolpress.com/documentos.php?Cod=2002066843.

91 Amnistía Internacional, “Bolivia: crisis y justicia, Jornadas de violencia en febrero y octubre de 2003,” Londres: Amnistía Internacional, noviembre, 2004: http://web.amnesty.org/libra-ry/index/eslAMR180062004?open&of=esl-BOL.

92 Ibid.93 Vicenta Quispe de Colque, de una entrevista con el autor, La Paz, 10 de febrero, 2005.94 Carlos Mesa, de una entrevista con el autor, La Paz, 26 de mayo, 2003.95 Citado en “Quotations by John Maynard Keynes”: http://wwwgroups.dcs.stand.ac.uk/Citado en “Quotations by John Maynard Keynes”: http://wwwgroups.dcs.stand.ac.uk/

~history/Quotations/Keynes.html.

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Una niña, representando la deuda externa de Bolivia, ofrece una alcancía en una demostración frente al Ministerio de Hacienda, en Londres, Inglaterra. Foto: Richard Hanson/Tearfund (1999).

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Una de los asuntos más significativas y consistentes sobre la relación económica de Bolivia con el resto del mundo es que, por toda su historia postcolonial, ha estado profundamente endeudada con instituciones crediticias internacionales. Recientemente, Bolivia ha sido uno de los países más beneficiados del mundo con la condonación de parte de su deuda; el primero entre cuatro países latinoamericanos beneficiados con tal alivio.

¿Qué significa para un país estar endeudado? ¿Qué significa en términos de im-pacto económico y pérdida de soberanía y poder para aquellos que deben? ¿Quiénes son ganadores y quiénes perdedores cuando un país se endeuda? ¿El alivio de la deuda hace una verdadera diferencia?

En vista de que Bolivia finalmente se mueve hacia niveles de deuda más sostenibles, la gran pregunta es si puede evitar una futura crisis de deuda y hacer valer su independencia política y económica. A medida que los acuerdos globales de comercio se expanden por todo el mundo, ¿es posible que el país se encuentre atrapado en nuevas redes económicas? ¿El comercio está reemplazando la deuda como el medio por el cual los países encuentran sus opciones económicas influenciadas y afectadas por poderes externos?

Pocos países ofrecen un mejor ejemplo que Bolivia sobre los asuntos de la deuda. En este capítulo, Nick Buxton da una mirada a las experiencias de Bolivia como nación deudora.

I.Introducción

María Luisa Ramos había estado en reuniones con funcionarios del gobierno antes, pero ahora era diferente. Esta vez ella estaba de jefa. La investigadora política y activista del partido político Movimiento al Socialismo (mas) había

capítulo 5

Las redes económicas: políticas de deuda externa

Nick Buxton

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164 desafiando la globalización

sido invitada a participar, junto con representantes de los movimientos sociales bolivianos, en las preparaciones de las comisiones de transición para la instalación del nuevo gobierno del mas en enero del 2006.

“Fue increíble. Teníamos líderes de comunidades indígenas y campesinos pidiéndoles a los funcionarios de gobierno información; y estos funcionarios no podían rehusarse porque nosotros éramos los que ahora estábamos en el poder” dice ella, mientras su cara se ilumina al recordar dichas reuniones.

Sin embargo, lo que descubrieron, los conmocionó. “De repente nos dimos cuenta de que no eran las autoridades las que to-

maban las decisiones, sino las instituciones internacionales, consultoras, otros países.” Ellos se enteraron, por ejemplo, que en algunos ministerios el equipo de trabajo entero recibía sus sueldos de la ayuda internacional, e incluso el trabajo era dirigido por consultoras extranjeras. Unas semanas más tarde, María Luisa Ramos era nombrada viceministra de Relaciones Económicas y Comercio Exte-rior. “El mayor desafío que enfrenté fue romper las relaciones de dependencia,” dijo, “porque los gobiernos anteriores habían construido un modelo altamente dependiente de intereses foráneos.”1

La intricada manera en que los intereses extranjeros tejieron su camino hacia la toma de decisiones políticas y económicas fue a través de la deuda ex-terna. Por décadas, Bolivia se había hecho cada vez más deudora de instituciones financieras como el Banco Mundial (bm) y el Fondo Monetario Internacional (fmi). Estas instituciones y las naciones ricas que las controlan obtuvieron cada vez más influencia sobre el destino de la nación.

El gobierno del mas llegó al poder con la promesa de devolver la soberanía política y económica al pueblo. Pero, para deshacer la red de dependencia se requiere primero un claro entendimiento de cómo el endeudamiento de Boli-via creó un sistema y una cultura de control que es posible que tomé años en desenmarañarse.

¿Quéesladeuda?

¿Qué significa para una nación estar endeudada? No se trata de un complejo indica-dor financiero o de las fluctuaciones de las tasas de interés o de la reestructuración de proyectos. Se refiere a algo mucho más fundamental: el poder. Y es una relación que implica tanto a quienes se prestan como a quienes piden prestado.

No hay nada intrínsecamente malo en pedir un crédito. Los individuos y las familias piden prestado por todo tipo de buenas razones; para comprar una casa o financiar la educación universitaria, por ejemplo. Estos son gastos responsables que pueden verdaderamente mejorar el estándar de vida de uno, lo cual da senti-do a pagar a través del tiempo. Los gobiernos también pueden pedir préstamos por buenas razones, tales como financiar proyectos públicos para construcción de carreteras o de escuelas, proyectos que producen importantes beneficios

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165política de deuda externa

públicos pero que requieren financiarse por un lapso de tiempo considerable y necesitan una larga inyección de fondos que el país no tiene inmediatamente a disposición. Podrían también solicitar préstamos para ser invertidos en activi-dades productivas, tales como la exploración de gas, que puede ayudar a generar más ingresos públicos a largo plazo.

En ambos casos, ya sea una familia o un país, el tema de pedir préstamos y por cuánto depende de las mismas consideraciones fundamentales: ¿El propósito de nuestro préstamo es algo que vale la pena pagar y que vale su precio? ¿Cuál será el costo final después de añadir los onerosos intereses? ¿Tendremos el dinero suficiente para pagar lo que debemos y, con el propósito de reservar ese dinero, qué sacrificios tendremos que asumir? ¿Nos estamos volviendo dependientes de la deuda o tenemos planes realistas para generar nuestros propios ingresos a largo plazo?

Estas preguntas sugieren tres problemas clave que se presentan cuando nos enfrentamos a la deuda. El primero es cuando el dinero prestado es gastado tontamente: una familia compra un nuevo automóvil moderno que está más allá de sus posibilidades, o un país financia dudosos y corruptos trabajos ‘públicos.’ El segundo, es cuando esas familias o naciones no tienen capacidad real de pagar lo que se han prestado. El tercero, y tal vez el más importante, es que cuando alguien está en deuda implica que un tercero tiene poder sobre él. En el caso de un individuo, el banco puede quitarle la casa o una oficina de impuestos puede retener su salario. En el caso de un país, el prestamista extranjero puede empezar a dirigir la política económica de la nación. Cuanto más profundamente estemos endeudados, tendremos menos poder sobre nuestras propias vidas.

Cuando el prestatario es un país, en particular uno de bajos ingresos como Bolivia, esta pérdida de poder se traduce en una pérdida substancial de soberanía económica y política.

En el caso de las naciones deudoras, hay otros temas a considerar. Frecuen-temente, los operadores políticos que toman las decisiones de la deuda de un país se benefician personalmente de ella, o lo hacen sus aliados cercanos. Quienes se benefician de los préstamos no son los mismos que usualmente llevan la carga de sus pagos. Frente a la corrupción y la limitada participación pública, la deuda se convierte en un instrumento que hace a los ricos más ricos, y pasa la carga sobre los más pobres.

Los países, incluyendo Bolivia, piden prestado de diferentes maneras. Pueden emitir bonos para sus propios ciudadanos (deuda interna). Pueden también pedir préstamos de fuentes externas, tales como otros gobiernos (deuda bilateral) o bancos privados internacionales (deuda comercial). Quizás lo más controversial, especialmente en el caso de Bolivia y otros países de bajos ingresos, sean los préstamos que los gobiernos solicitan a las Instituciones Financieras Interna-cionales (ifi), tales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial (deuda multilateral).

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¿Quéesunacrisisdedeuda?

Para familias o naciones, una crisis de deuda ocurre, primero, cuando hay más egresos que ingresos y, segundo, cuando los prestamistas anuncian a sus deudores que ya no les prestarán más.

En el caso de las naciones, esto sucede cuando un gobierno gasta constante-mente más dinero del que tiene (llamado déficit fiscal) porque paga los intereses que se multiplican, de los préstamos que contrajo. Sale más dinero de la econo-mía del país en forma de pago de la deuda o en depósitos en bancos extranjeros que lo que se genera internamente a través de los impuestos y exportaciones o mediante ayudas y préstamos recibidos.

En la práctica, muchos países piden prestado más dinero del que generan –en impuestos, por ejemplo– y no se encuentran en este tipo de crisis. El gatillo usualmente está situado en la confianza de los acreedores, o en la falta de ésta, de que nunca serán pagados. El gobierno de Estados Unidos, por ejemplo, ac-tualmente tiene un déficit presupuestario anual de cientos de miles de millones de dólares y tiene la deuda pública más grande que cualquier nación del mundo. Aún así, Estados Unidos nunca se ha encontrado en una crisis de deuda. La gran parte de la inversión mundial está situada en la economía estadounidense y en el dólar como para permitir que tal crisis ocurra.

Un pequeño país como Bolivia no tiene la misma fortuna. Si sus acreedores deciden cortar o reducir la línea de préstamos en el momento en que el gobierno está gastando más de lo que genera internamente, el país tiene tres opciones: puede dejar de pagar y entrar en mora; puede imprimir dinero para pagar su deuda, desencadenando una aguda inflación; o puede llegar a un tipo de acuerdo con sus acreedores para reestructurar su obligación de pagos. En varios momentos de su historia, Bolivia ha hecho las tres cosas.

Las naciones no tienen la misma opción que los individuos y corporaciones para declararse en “bancarrota.” Este es un proceso legal administrado por un mediador independiente que analiza la situación de la deuda de una persona o compañía y decide acerca de un compromiso negociado que involucra sacrificio de ambos lados; acreedores y deudores. Pero a los países no se les permite entrar en bancarrota, con lo cual su deuda continúa creciendo y el país continúa prestán-dose. Y si países como Bolivia terminan negociando una “reestructuración” de su deuda, para pagar menos o pagarla a largo plazo, no hay mediadores neut-rales para lograr un compromiso. En lugar de ello, son las instituciones como el fmi, que prestan dinero y también terminan dirigiendo esa reestructuración. Estas instituciones no pueden actuar como mediadores imparciales, ya que ellos mismos son los prestamistas.

Las principales instituciones financieras internacionales son dominadas por naciones ricas prestamistas que son sus mayores contribuyentes. En el caso del fmi, por ejemplo, las 10 naciones más ricas controlan 50% del poder de votos,

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167política de deuda externa

mientras Estados Unidos mantiene el poder de veto sobre decisiones clave.2 El presidente del Banco Mundial es nombrado directamente por el presidente de Estados Unidos. Estas naciones ricas prestamistas claramente tienen sus propios intereses en asegurarse de que el pago de la deuda sea una prioridad en cualquier plan de reestructuración y tradicionalmente han utilizado a las instituciones financieras internacionales para proteger sus intereses.

Consecuentemente, cuando golpea una crisis de deuda, los costos para el país y su gente pueden ser devastadores. Primero, significa que un país como Bolivia dedique crecientemente sus ganancias al pago de deuda. Este “servicio de la deuda” frecuentemente redirecciona recursos destinados a inversiones públicas, principalmente de gastos sociales en salud y educación. Segundo, las políticas a largo plazo impuestas por los prestamistas, conocidas como “políticas de ajuste estructural”, están más dirigidas a los intereses de las naciones acreedoras que a los de las naciones deudoras.

La deuda conlleva serios costos políticos y económicos para un país como Bolivia. Como hizo notar el Banco Interamericano de Desarrollo, Bolivia, más que cualquier otro país en Latinoamérica, aplicó estrictamente las reformas estructurales sugeridas por el fmi para resolver su crisis de deuda.3 Su historia ciertamente ofrece lecciones para otros países endeudados.

II.Bolivia:lahistoriadeunaadicciónalcrédito

Bolivia nació como un país endeudado. El 6 de agosto de 1825, el día que despertó como una república libre,

Bolivia ya le debía a su vecino, Perú, por los costos militares de la Guerra de Independencia contra España.4 Uno de sus primeros actos como nación, poco después, fue emitir bonos gubernamentales para saldar la deuda con España y otorgar compensaciones a quienes sufrieron luchando por su independencia. Desde entonces, y por casi 200 años, Bolivia ha continuado de bajada en la misma ruta, atrapada en un repetitivo patrón de préstamos, endeudamiento y crisis económica.

En 1872, Bolivia solicitó el mayor préstamo financiero del mundo de esos tiempos, de 1,7 millones de libras esterlinas, equivalente a tres años del total de ingresos del gobierno, para un proyecto de construir un vía férrea que conecta-ra Bolivia con el Océano Atlántico. Aun para los estándares de hoy día, era un proyecto de construcción sumamente complejo basado en estimaciones infladas de aranceles aduaneros que ayudarían a pagarlo. En un año, la firma británica contratada para realizar el proyecto admitió que “aun con todo el capital del mundo y la mitad de su población sería imposible construir la vía férrea.” El plan colapsó pero la deuda permaneció. El servicio de la deuda para el ferrocarril fracasado consumía 70% de todos los pagos de deuda del país en ese tiempo.5

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168 desafiando la globalización

Tres años más tarde, en 1875, Bolivia entró en su primera moratoria de pagos de su deuda.

En 1931, Bolivia enfrentó su segunda mayor crisis de deuda como secuela de varias décadas de malos préstamos contratados por una serie de dictaduras. La crisis se desencadenó cuando el precio internacional de su principal materia prima, el estaño, cayó en picada. El desplome de los precios del estaño ocurrió al mismo tiempo que se detenían los préstamos de los acreedores del norte, como resultado de la depresión económica mundial. Con mucho más dinero fluyendo hacia afuera que adentro, el gobierno boliviano anunció que ya no podía pagar sus deudas.

En cada una de sus crisis de deuda, Bolivia recibió algún tipo de alivio de deuda, siempre acompañado por promesas gubernamentales de que la nación pondría la economía de la casa en orden. En 1875, bancos privados e institucio-nes crediticias (poseedoras de bonos) se pusieron de acuerdo para reducir los pagos de intereses y extender el programa de pagos de la deuda. En 1950, Bolivia recibió un alivio de deuda que, según la queja de los titulares de los bonos, era “más generosa de lo que podríamos haber anticipado.”6 En los años 80, el país recibió una oferta de alivio de deuda por lo menos de cinco iniciativas antes de que fuera incluida en la Iniciativa para los Países Pobres Altamente Endeudados (hipc, por sus siglas en inglés) en 1996, anunciada por los principales países acreedores como una “salida sostenible de la crisis de la deuda.”7

Retratodeunpréstamo:Elcaminodelamuerte

“¡Baja en bicicleta la ruta más peligrosa del mundo!” anuncian los afiches de casi cada agencia de viajes en La Paz. La muerte, así parece, es ahora la última atracción del turismo.

El viaje de aventuras que las agencias desean promover es un dramático des-censo en picada en bicicleta de montaña por un camino lodoso que está pegado de una manera imposible a altos precipicios envueltos en niebla. El camino de tierra serpenteante, del ancho de un automóvil, que va desde La Paz, a una altura de 3 600 metros sobre el nivel del mar, ha sido la ruta principal desde la sede de gobierno a las tierras subtropicales conocidas como Los Yungas. El camino debe su nombre al Banco Interamericano de Desarrollo (bid), que en 1995 lo bautizó así porque 200 a 300 personas morían cada año cuando autobuses y otros vehículos se precipitaban por sus peligrosas pendientes.8

Lo que la mayoría de turistas no nota en su descenso lleno de adrenalina es una desviación del camino cerca de su inicio. Esa cinta de un nuevo y confortable pavimento se suponía que sería la nueva ruta segura que debía ser abierta en 1999. Finalmente se abrió, parcialmente, en diciembre de 2006, pero el gobierno boliviano admite que la inestabilidad geológica constante podría causar frecuentes cierres.

El dificultoso reemplazo del ‘camino de la muerte’ es más que un relato cauteloso de los peligros de ingeniería de carreteras. Es también una fábula sobre

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169política de deuda externa

los peligros de tomar parte de la deuda externa para un proyecto pobremente concebido y donde hay importantes intereses comerciales que quieren ver la espiral de sus costos fuera de control.

La propuesta de una alternativa segura para el peligroso camino fue presen-tada por un consorcio internacional en 1989, que cobró al gobierno 5.5 millones de dólares para realizar el estudio de factibilidad.

El presupuesto original fue estimado en 87 millones de dólares por tres bancos internacionales de desarrollo: el bid, la Corporación Andina de Fomento (caf) y el banco alemán Kreditanstalt für Wiederaufbau (kfw) acordaron en conjunto prestar dos tercios del dinero. Para el momento en que se abrió el camino, los costos de la construcción se habían duplicado. Además, Bolivia decidió tomar otros 100 millones de dólares en deuda del bid para pagar el trabajo que se realizaba en la ruta.9

Mientras las compañías brasileñas, bolivianas y alemanas que construyeron el camino se han beneficiado generosamente de los retrasos y los bancos interna-cionales tienen garantizados el pago de sus préstamos, son los bolivianos de a pie quienes pagan el precio. Algunos pagaron con sus vidas, cayendo por el precipicio. El resto del país continúa pagando altos costos por el capital y los intereses.10

Aun así, a pesar de todos estos recesos en los pagos, la deuda de Bolivia sólo siguió creciendo: $us 2.4 millones en 1909; $us 147 millones en 1950; $us 3 mil 300 millones en 1985; más de $us 5 mil millones en 2003, siete años después de que se aplicara la iniciativa hipc.11 Por casi dos siglos, las elites y los gobiernos bolivianos han actuado -con el estímulo de la comunidad internacional- como los adictos a las tarjetas de crédito, pidiendo prestado más y más con la ilusoria esperanza de que terminarán de pagar sus deudas y se volverán solventes; pero durante todo ese periodo lo único que hicieron fue caer más profundamente endeudados.

Ese endeudamiento y las políticas de alivio le han costado un alto precio a Bolivia. En 1904, como parte de un tratado de paz con Chile, Bolivia recibió un alivio de su deuda mediante un acuerdo que estipulaba que no reclamaría sus territorios que le permitían un acceso al mar, conquistados por Chile en una guerra que terminó en 1884. En 1922, un préstamo de los titulares de bonos de ee.uu. fue condicionado a establecer una comisión que les otorgó a las instituciones crediticias la responsabilidad de dirigir las políticas de impuestos bolivianas durante el tiempo de duración del préstamo.12 Este último terminó se convirtió en el acto de apertura de una muy intricada supervisión económica extranjera que continuaría por mucho tiempo. En 1957, apoyado en la amenaza estadounidense de cortar la ayuda, el fmi impuso sus primeras condiciones sobre Bolivia, que incluían restricciones a los gastos gubernamentales, recortes a los subsidios públicos y precios controlados en bienes clave. Bolivia había recibido su primera probada de la medicina neoliberal que ingeriría en largas cantidades treinta años más tarde.

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Lacrisisdeladeudadelosaños80

“Todos éramos millonarios en ese entonces,” bromeó el líder de un sindicato de mineros, José Pimentero Castillo, recordando los años 80. Era una broma irónica y oscura. Él se refería a la profundidad de la más grave crisis económica en la historia de Bolivia. La inflación se había disparado a tal nivel que hizo que los economistas revisaran las cantidades que escribían para ver si estaban uti-lizando demasiados ceros. En junio de 1983, el dólar se cotizaba a 5 000 pesos bolivianos, la moneda nacional de entonces. En julio de 1985, cuando la crisis alcanzó su pico, un dólar equivalía a 2 millones de pesos bolivianos.

José recordó que tomaba dinero a manos llenas sólo para comprar un poco de pan y a veces llevaba el dinero en bolsas.13 Por toda Bolivia, la gente de más bajos ingresos fue la que más sufrió con el aumento de los precios. Al mismo tiempo, los bancos y gente que tenía acceso a dólares estadounidenses en el mercado oficial de cambio –donde el dólar generalmente estaba muy desvalorizado– prestaban y revendían dólares a su valor real logrando exorbitantes beneficios.

La crisis se aceleró por una combinación de malas noticias económicas: un insostenible aumento de los pagos de la deuda debido en parte a un agudo aumento de las tasas de interés estadounidenses, un colapso en los ingresos por exportaciones y una caída de los préstamos de los acreedores. 14 Todo ello signi-ficaba que había mucho más dinero saliendo que entrando al país. Una crisis que se replicó por todo el continente. El gobierno boliviano dirigido por el presidente Hernán Siles Suazo respondió imprimiendo dinero. Esta medida, sucesivamente, provocó una calamitosa caída en el valor de la moneda boliviana y estimuló una hiperinflación que hizo a José Castillo Pimentero y sus compatriotas ricos en monedas pero pobres en el resto de las cosas.

Se culpó al gobierno de ese entonces por la crisis de la deuda y por todo lo que acompañó al derrumbe económico conducido por la coalición partidista de tendencia izquierdista Unidad Democrática y Popular (udp). Sus acciones ciertamente fracasaron en resolver la crisis. Sin embargo, las causas reales de esa crisis datan de una serie de préstamos de años anteriores, a principios de los años 70, por algunos de los más grandes bancos comerciales.

Bancos gigantes como Citibank y Bank of America fueron inundados por los llamados “petrodólares”, el enorme flujo en efectivo invertido por los países de Medio Oriente como resultado de un fuerte auge en los precios del petró-leo. Los bancos estaban desesperados por prestar, y en Bolivia encontraron un ávido prestatario, el dictador militar Hugo Banzer Suárez (1971-78). En menos de una década en el poder, Banzer se las arregló para triplicar la deuda externa de Bolivia a un total de $US 1 800 millones.15 En un país despojado de todo sistema de control democrático y de vigilancia, una gran cantidad de ese dinero fue invertido en proyectos pobremente planeados y esquilmado por la corrupción.

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171política de deuda externa

Uno de los típicos proyectos de inversión fue el establecimiento del Banco Agrícola de Bolivia, que prestaba con tasas de interés más bajas que los bancos comerciales. Como resultado, muchos granjeros ricos, incluyendo a partidarios políticos de Banzer, pidieron créditos no para cultivar sino para depositar el dinero en bancos y conseguir ganancias rápidas. Finalmente, los agricultores no pudieron pagar sus deudas y el gobierno terminó absorbiendo las pérdidas. Los créditos extranjeros también financiaron la construcción de una fábrica de aceite en Villamontes, al sur del país, que nunca funcionó más allá del 16 por ciento de su capacidad.16

Mientras las elites de Bolivia se beneficiaban económicamente de los prés-tamos, muy poco del dinero se dirigía a la mayoría empobrecida del país o a los productores en pequeña escala. Inocencio Apaza, un agricultor de Guaqui, cerca de la frontera con Perú, recordó haber solicitado un préstamo del Banco Agrícola. “Yo quería algo de dinero para ayudarme a poner un pequeño nego-cio, pero ellos me negaron el préstamo porque la garantía de mis 5 hectáreas no era suficiente. Fueron aquellos que menos necesitaban dinero, propietarios de grandes extensiones de tierra, quienes consiguieron los préstamos y después exigieron la condonación de sus deudas.”17

La acumulación de las deudas de Bolivia rápidamente se hizo insostenible. Cerca de la mitad de los préstamos que el General Banzer solicitó, generalmente a tasas comerciales de interés muy altas y por periodos de corto tiempo, fueron utilizados para pagar anteriores deudas.18 En ese escenario, Bolivia se enfrentó con más malas noticias: la caída de los precios de exportación de su mineral clave, el estaño. La nación andina quedó atrapada entre la caída de los ingresos por expor-taciones, en una mano, y el aumento de los pagos de la deuda, en la otra. Para ese entonces, la democracia fue restaurada y un gobierno débil y dividido de la udp, fue elegido en 1982; las semillas de la crisis ya estaban plantadas y listas a brotar.

La crisis exigió soluciones radicales. En 1985, la brecha fue llenada por un nuevo gobierno dirigido por Víctor Paz Estenssoro, el ex presidente que ayudó a dirigir la revolución nacionalista de 1952. El nuevo presidente no desafió la legitimidad del pago de la deuda nacional contraída por los dictadores. En vez de eso, ofreció al país una agenda radical que prometía no sólo librar a Bolivia de la deuda y la inflación sino también sentar las bases para un crecimiento eco-nómico a largo plazo; una agenda que determinaría la marcha de la economía en las próximas dos décadas.

Lleganlosdoctoresneoliberales

El 9 de julio de 1985, un economista de apenas 30 años de edad bajó del avión en el aeropuerto de La Paz, intrigado por presenciar la crisis económica de Bolivia y su hiperinflación, algo que hasta entonces sólo había leído en los libros de historia. Llegó con el propósito de curar la hiperinflación de Bolivia y encaminar

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al país hacia la senda del crecimiento económico. Su nombre era Jeffrey Sachs y Bolivia iba a ser su primer paciente.19

El joven profesor de Harvard se puso a trabajar inmediatamente con el nuevo gobierno de Paz Estenssoro, y en particular con el ministro de Planea-miento, Gonzalo Sánchez de Lozada, para terminar con la hiperinflación. Sachs argumentó que un rápido, corto y masivo aumento de los precios de petróleo aumentaría las arcas del Banco Central y detendría la espiral inflacionaria causada por la impresión y el gasto de dinero que el gobierno no tenía. El plan tuvo un éxito increíble, deteniendo la inflación en una semana. Para una buena parte de la población boliviana, después de un tiempo de crisis, el nuevo gobierno ofreció un nuevo sentido de orden y autoridad.

Este arreglo a corto plazo de la hiperinflación estaba acompañado de una serie de radicales medidas a largo plazo para restringir el suministro de dinero a la economía con el propósito de mantener baja la inflación. Esto significaba, principalmente, recortar los gastos gubernamentales y aumentar los ingresos. Lo cual implicó la eliminación de los subsidios para alimentos y agricultura, el recorte a los gastos sociales tales como salud y educación, la represión de los sindicatos para prevenir demandas de aumento salarial y el aumento de las tasas de interés para incentivar el ahorro. Al mismo tiempo, se puso énfasis en el estímulo de las exportaciones.20 Dos años más tarde, la inflación estaba por debajo del 20% y en los siguientes años se mantuvo en cifras de un dígito.

Las propuestas gubernamentales para manejar la crisis de la deuda, sin em-bargo, fueron más allá de sólo lograr un presupuesto equilibrado. Sachs, junto con los funcionarios del gobierno boliviano, creyeron que las razones subyacentes de la crisis de la deuda no sólo se debían al mal manejo económico sino al fracaso de un modelo económico entero, en el que el gobierno jugaba un papel central. En su opinión, la primacía del Estado era una receta probada para distorsionar el mercado y generar corrupción e ineficiencia.

Según Juan Carlos Aguilar, viceministro de Inversiones Públicas y Finanzas Externas entre 1995 y 97, y un ex funcionario del Banco Mundial, las políticas económicas aplicadas después de la crisis eran “medidas duras que era necesario tomar.” Haciéndose eco de la opinión dominante en los gobiernos bolivianos por 20 años, Aguilar dijo: “el capitalismo de Estado, las grandes compañías pú-blicas y los poderosos sindicatos habían conducido a la hiperinflación y al bajo crecimiento económico, mientras las compañías no eran capaces de producir porque no podían ahorrar o invertir.”21

Con la crisis de 1985 como su justificación, el gobierno boliviano puso en marcha un rumbo económico radicalmente nuevo, conocido en Bolivia por el número del decreto que lo proclamó, el 21060. La nueva receta incluía todos los principales ingredientes de las políticas que pone al mercado como prioridad, también llamadas “reaganismo” y “thatcherismo” en los países ricos del norte, y “programas de ajuste estructural” en los países de bajos ingresos.

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La promesa fue que la prescripción de medidas económicas dirigidas al libre mercado para aliviar la crisis de la deuda del país, traería crecimiento económico y sacaría a la gente de Bolivia de su pobreza extrema. Aumentarían las expor-taciones. Llegarían más inversiones extranjeras. Serían creados nuevos puestos de trabajo. Subirían los ingresos. El gobierno se encontraría en una posición fiscal más sólida para invertir en obras y bienes públicos. Bolivia saldría de su crisis de deuda. Sin embargo, los resultados nunca consiguieron cumplir con las soluciones de deuda prometidas.

Loquelamedicinacausó

Las grúas oxidadas de color rojo profundo miran hacia el vasto azul del lago Titicaca. A sus pies, las vías del ferrocarril en desuso se extienden a la distancia entre almacenes ruinosos en el Altiplano, las tierras altas y planas de los Andes. El escenario es impresionante; el horizonte enmarcado por los picos nevados de la Cordillera sobresale contra el implacable cielo azul. Sin embargo, aquí, en Guaqui, el sentimiento dominante es de negligencia y abandono.

A principios de los años 80, este era un puerto pequeño pero ocupado, una de las principales rutas para la exportación de minerales traídos por tren desde las regiones mineras como Oruro y transportados en ferrocarril a través de Perú y más allá hacia mercados internacionales. Guaqui es hoy un pueblo fantasma que tuvo su sentencia de muerte firmada en 1985, como secuela de la crisis de deuda.

Una razón para la defunción del puerto es simple economía de mercado, en particular el colapso de los precios de estaño ese mismo año. Pero también estuvo relacionada a específicas políticas gubernamentales de alivio de deuda, determinadas a reducir el tamaño de las empresas estatales y mantener bajos los costos salariales y el gasto social. Un líder sindical explicó que el gobierno había decidido empezar por cerrar la compañía minera estatal, la Corporación Minera de Bolivia (comibol), mucho antes de que los precios del estaño colapsaran:

El decreto 21060 [emitido en agosto de 1985 tres meses antes de la caída de los precios del estaño] terminó de la noche a la mañana con los beneficios por los cuales los mineros habían luchado por décadas, tales como el derecho a contar con alimentos subsidiados, y apoyo a la salud y la educación. No hubo negociación, fue impuesto. Cuando dos mil de nosotros fuimos a la huelga, nos arrestaron por diez días.

La comibol pasó de tener 30 000 trabajadores en los años 80 a 3 000 en 1993. El ferrocarril y el puerto que exportaban minerales siguieron mantenién-dose después de 1985, pero finalmente cerraron a principios de los años 90. Sin trabajo, estos mineros se vieron forzados a emigrar a otras partes de Bolivia o a países vecinos como la Argentina. (Para mayor información sobre la emigración

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en Bolivia, ver el Capítulo 8.) Sólo algunos se quedaron en el lugar para trabajar con compañías privadas que los empleaban en condiciones precarias y peligrosas con pocos derechos.

Las reformas económicas inducidas por la crisis de deuda afectaron mucho más que sólo a las empresas estatales. Las comunidades agrícolas rurales fueron golpeadas cuando se terminó el control de los precios y las tarifas para impor-tación fueron reducidas con la idea de mejorar la eficiencia y la competencia. Los precios bajos fueron mejor para los consumidores de bajos ingresos, pero devastaron las comunidades rurales. El campesino Martín Nina, con su rostro moreno por el sol, protegido por un gorro del equipo de fútbol Bolívar, explicó que ahora sólo produce papas, locotos y cebollas para su propio consumo y ya no para venderlos. No puede competir con las importaciones del Perú. Un extenso estudio del 2003 sobre la economía campesina boliviana concluyó que el ajuste estructural había llevado a “una sistemática reducción en el ingreso agrícola real de los campesinos.”22

En la manufactura, la historia se repitió cuando productos como la ropa barata, inundaron los mercados locales, desplazando a la pequeña pero activa industria textil. Inocencio Apaza explicó cómo tuvo que cerrar su pequeña empresa de textiles como resultado de la política de “libre mercado.” “Mi vida cambió de la noche a la mañana cuando ellos abrieron las fronteras y permitieron la entrada de ropa usada. Me aferré a mi negocio hasta principios de los años 90 pero finalmente me vi forzado a cerrarlo.”23

Las reformas dirigidas a solventar la deuda externa afectaron incluso al sistema de impuestos, profundizando aún más las desigualdades. Un nuevo im-puesto retroactivo a los bienes de consumo afectó principalmente a la gente de más bajos ingresos. Un estudio de 2001 mostró que la quinta parte más pobre de la nación pagaba 25% de sus ingresos en impuestos, mientras que el quinto más rico pagaban sólo 14%. Las empresas privadas se beneficiaron aún más. El 2001, los consumidores pagaron el 80% de los impuestos de la nación, mientras los impuestos de las empresas ingresaron tan solo el 20% restante.24

El cierre de las empresas estatales significó la pérdida de muchos trabajos en el sector formal mientras muy pocos nuevos fueron creados. El énfasis en atraer inversiones extranjeras puede que haya creado beneficios para algunos pero no creó trabajos para muchos.25 Como resultado, Bolivia ha experimentado una enorme explosión en el sector informal, visible en las calles de cada ciudad grande, donde 64% de la población –mayormente indígena– se gana una magra vida a duras penas vendiendo el excedente de baratos productos manufacturados fabricados en el exterior, desde cargadores de baterías, cordones para zapatos y medias, hasta antenas de televisión.26

Al mismo tiempo, la nueva disciplina fiscal de los gobiernos conservadores para mantener al día los pagos de la deuda externa estaba también desviando recursos de los servicios públicos básicos. Entre 1981 y 1993, la inversión del

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gobierno boliviano en educación cayó 39,7%, en salud 28,3% y en vivienda 77%,27 mientras que los pagos de la deuda alcanzaron un promedio de $us 270 millones al año.28

Como los ingresos colapsaron y los servicios públicos disminuyeron, más de dos tercios de la población se quedó estancada o cayó debajo de la “línea oficial de pobreza,” el nivel de ingreso requerido para cubrir necesidades básicas tales como vivienda, alimentación y educación.29 Aún en los periodos de crecimiento económico, el número total de gente empobrecida aumentó a un promedio de 130 000 al año.30 Como resultado, los efectos del recrudecimiento de la pobreza fueron expresados no sólo en números sino también en vidas. La Dra. Ana María Aguilar, que trabajaba en 1995 en el Hospital del Niño en La Paz, expresó su angustia al tratar la desnutrición creciente de la gente: “he visto una desnutrición en niños mucho más seria desde 1985.”31

Sin embargo, no todos en Bolivia la estaban pasando mal. En la secuela del programa de privatizaciones de Bolivia, a fines de los años 90, las compañías multinacionales, en particular las del sector de hidrocarburos, fueron las grandes ganadoras. Las compañías como Repsol y Petrobras recibieron activos avaluados en un estimado de 10 mil millones de dólares, consiguiendo una ganancia de 4 mil millones entre 1999 y 2004, mientras contribuyeron en impuestos al Esta-do boliviano sólo 1 200 millones.32 Algunos bolivianos, especialmente aquellos vinculados con estos cambios, también se beneficiaron durante un tiempo de la agudización de la pobreza. El 2002, una estudio acerca de los ejecutivos y repre-sentantes de las compañías hidrocarburíferas recientemente capitalizadas reveló que muchos habían sido ministros en los gobiernos posteriores a 1985.33 En 2002, el 10% de la población más empobrecida ganaba 0,2% de todos los ingresos del país comparado con el 47% obtenido por el 10% más rico, un significativo deterioro de la situación desde 1986.34 En suma, las reformas adoptadas para afrontar la deuda hicieron a los ricos más ricos y a los pobres más pobres.

Juan Carlos Carranza, un economista del Banco Central de Bolivia en los años 80 que participó en las negociaciones del gobierno boliviano con el Banco Mundial tras la crisis de la deuda, es inequívoco cuando describe lo que la crisis de la deuda dejó a Bolivia. “Mientras rehacíamos el marco financiero y cambiá-bamos el Estado, el grupo en el poder usó esto sólo para enriquecerse. Nosotros nos arreglamos para privatizar las ganancias y ‘estatizar’ las pérdidas.”35

Se podría esperar que haya costos humanos al superar las crisis económicas y de deuda, pero el argumento de las Instituciones Financieras Internacionales era que su recomendado tratamiento de choque proveería la cura a largo plazo, porque crearía el contexto para el crecimiento económico, la reducción de la deuda y una independencia financiera mayor. Incluso estas promesas no pudieron materializarse.

Los doctores en economía bolivianos y extranjeros habían prescrito “una estrategia económica a mediano plazo para lograr altas tasas de crecimiento

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económico sostenible con una constante reducción de la pobreza.”36 Pero año tras año, el fmi fue forzado a revisar sus proyecciones de crecimiento. El creci-miento del ingreso per cápita permaneció en un promedio de sólo 2% durante 25 años.37 Aunque algo de esta situación se debía a factores externos, quedó claro que la receta del fmi no estaba funcionando.38

Al final, en vez de ayudar a Bolivia a salir de su crisis de deuda, las reformas del fmi estaban haciendo que Bolivia se endeudara más que nunca. Los acreedo-res de Bolivia se convirtieron en los verdaderos ganadores. Entre 1985 y 2005, Bolivia pagó a sus acreedores un total de 5 400 millones de dólares: un prome-dio de $us 270 millones por año.39 Como resultado, las iniciativas de alivio de deuda apenas hicieron sentirse. Por ejemplo, Bolivia recibió un alivio de deuda por 813 millones de dólares entre 1998 y 2004, pero durante el mismo periodo se endeudó con $us 3 250 millones adicionales y pagó $us 1 970 millones por el servicio de su deuda. Ocho años después de que se prometió superar la crisis de su deuda, Bolivia estaba todavía corriendo sin avanzar.40

III.LadifusalíneaentreelgobiernodeBoliviaysusprestamistas extranjeros41

La mayoría de las instituciones internacionales, ong, bancos de desarrollo y oficinas de consultoría en la sede de gobierno de Bolivia, La Paz, puede ser encontrada al sur de la ciudad, a 20 minutos en auto desde el centro de la ciudad, centro donde se alojan la residencia presidencial, los ministerios de gobierno y el parlamento legislativo. La zona sur tiene la ventaja de estar cerro abajo, lo que a las altitudes montañosas de La Paz significa contar con varios grados más de calor. Allí, la mayoría de los representantes de la comu-nidad internacional se abrigan confortablemente entre los vecindarios más ricos de la ciudad.

El fmi, sin embargo, es diferente. No sólo está ubicado en el centro de la ciudad, sino que sus panorámicas oficinas se sitúan en el piso 17 de la sede del Banco Central de Bolivia. Las relaciones del Fondo con los poderes monetarios de Bolivia no podrían ser más cercanas. De hecho, generalmente es difícil ver exactamente dónde empieza y termina la línea que separa al gobierno boliviano del Fondo, y de su compañero clave, el Banco Mundial.

La crisis de la deuda a mediados de los 80 abrió la puerta para que institu-ciones tales como el fmi y el Banco Mundial se involucraran directamente en las decisiones económicas del país. En las décadas siguientes, estas instituciones se han enraizado cada vez más profundamente en las estructuras de toma de deci-siones de la nación. Su raciocinio no es difícil de entender. Ambas instituciones están convencidas de que su experiencia, junto a su dinero, es un valioso recurso para los países de bajos ingresos.

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Retratodeunprestatario:GonzaloSánchezdeLozada

Gonzalo Sánchez de Lozada, quien fue presidente de Bolivia en dos ocasiones (1993-97 y 2002-3), y su hermano Antonio eran copropietarios de una prominente compañía minera, la Compañía Minera del Sur (comsur). En los años de 1970, durante el auge de los préstamos en Bolivia, comsur recibió más de un tercio de su financiamiento del First National City Bank, basado en Nueva York, más tarde conocido como Citibank.42

En 1985, Sánchez de Lozada (conocido como “Goni” en Bolivia) asumió un puesto clave en el gobierno de la nación. Como ministro de Planeamiento, junto con el economista Jeffrey Sachs, Sánchez de Lozada ayudó a diseñar y aplicar el plan que sacó a Bolivia de su hiperinflación, un plan que también empezó a transferir grandes cantidades de dinero del tesoro nacional como pagos de la deuda al fmi y el Banco Mundial.

Mientras trabajó con el fmi y el Banco Mundial en su calidad de ministro de Planeamiento, su compañía continuó recibiendo préstamos de la Compañía Financiera Internacional, una rama del Banco Mundial. En los años 90, como presidente de Bolivia, Sánchez de Lozada fue elogiado por los funcionarios del Banco y del fmi por sus planes de privatización radical que transfirieron el control de compañías del Estado y recursos clave (petróleo, gas, trenes, electricidad) a capitales privados, mayormente a corporaciones multinacionales.43

El 2003, durante su segundo periodo como presidente, Sánchez de Lo-zada fue responsable por el más alto nivel de endeudamiento boliviano desde la dictadura de Banzer; más de 700 millones de dólares en sólo un año. 44 Los préstamos no le ayudaron a salvar su gobierno en tiempos de crisis económica y de creciente oposición al impacto de las políticas que él había jugado un papel crucial en aplicarlas desde 1985. Esta oposición llegó a su auge en 2003 cuando una revuelta popular contra su propuesta de exportar gas a California, ee.uu. lo forzó a escapar a Estados Unidos.

Junto a la apuesta ideológica de las instituciones financieras internacionales, éstas tienen también un interés financiero directo. Como prestamistas, necesitan mostrar que sus políticas son exitosas en lograr que se les pague la deuda. Por el otro lado de esta relación, las elites que gobiernan en países como Bolivia tienen también interés en mantener conexiones cercanas con los prestamistas. Ellas dependen del continuo flujo de recursos para mantener el poder. Muchos de los líderes políticos nacionales en los años 80 se convirtieron en exitosos y ricos hombres de negocios durante la dictadura de Banzer, y ahora fueron comisionados para resolver la crisis de la deuda que ellos mismos ayudaron a crear en parte. En algunos casos, tales como el de Gonzalo Sánchez de Lozada, continuaron dependiendo personalmente de estas instituciones.

El representante del fmi en 2007, Esteban Vesperoni, describió la relación entre Bolivia y el fmi como “intensa.” Continuó explicando que “nosotros no

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podemos imponer un programa. Eso depende del país… nuestro rol es sólo de asesoría política, nada más.”45 Waldo Gutiérrez, ministro de Hacienda de Bolivia en 2005 y un funcionario de larga data del Ministerio, está de acuerdo. “El fmi no ofrece soluciones, sólo hace sugerencias de qué camino tomar.” Su punto de vista refleja la opinión de otros ex ministros, que cuando fueron entrevistados, hablaron de una relación de negociación y cooperación que ayudó a sacar a Bolivia de la hiperinflación y dirigirla a una estabilidad macro económica.

Sin embargo, la relación entre Bolivia y sus prestamistas extranjeros no es una conversación entre iguales, es más bien una conversación entre una persona que pide una hipoteca y un banco. El ex economista principal del Banco Mundial, Joseph Stiglitz explicó el desequilibrio de esta manera.

Oficialmente, por supuesto el fmi no ‘impone’ nada: negocia condiciones para ofrecer ayuda. Sin embargo, todo el poder durante las negociaciones está en un solo lado, el del fmi, y el Fondo raramente da suficiente tiempo como para lograr amplios consensos o llevar a efecto diversas consultas ya sea con el parlamento o la sociedad civil. 46

La influencia del fmi también va más allá de sus propios préstamos; ha ac-tuado como guardián de otros financiadores bilaterales. Hasta recientemente, los gobiernos europeos y socios como el Banco Mundial han dirigido sus miradas al fmi para determinar si un gobierno es apropiado para recibir préstamos o asistencia para el desarrollo. Los países que han roto filas con el fmi, lo hacen a un riesgo considerable. (Para mayor información sobre el fmi y el Banco Mundial, ver Capítulo 3.)

Losorígenesdelainfluenciaeconómica:ideología,oportunidadydineroenefectivo

Las fuentes específicas de la influencia económica utilizadas por las Instituciones Financieras Internacionales (ifi) son muchas y variadas en un país como Bolivia. La más obvia, es el poder que resulta de ser una institución crediticia. Los fun-cionarios bolivianos saben que si las ifi van a continuar prestándoles, necesitan mantenerlas en confianza y contentas con el curso de la economía elegida por el gobierno. Pero también hay otras fuentes menos obvias de la influencia de las ifi.

Funcionarios de instituciones como el Fondo y el Banco, y las tradicionales elites económicas de Bolivia comparten una posición ideológica común sobre cómo deberían funcionar las economías nacionales. Es una posición que se alinea muy de cerca con los principios de libre mercado y de gobiernos de tamaño reducido que son el corazón de la doctrina del fmi y del Banco Mundial, y que han sido también el corazón de la política económica de Bolivia desde la crisis de la deuda. Muchos de los dirigentes clave de la economía nacional durante la crisis de la deuda bajo la presidencia de Paz Estenssoro, incluyendo a Gonzalo

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Sánchez de Lozada, fueron educados en universidades estadounidenses, institu-ciones que en las postrimerías de los años 70 jugaron una parte importante en el fomento de las ideas de libre mercado. Los líderes políticos también fueron capaces de convencer a muchos bolivianos de que las reformas de libre mercado ayudarían a terminar la corrupción gubernamental.

Otra fuente de la influencia del Fondo y del Banco ha sido su considerable capacidad para investigar y desarrollar información dirigida ideológicamente que apoya los puntos de vista de las instituciones.47 Cuando esta situación se empareja con la incapacidad del gobierno boliviano –por falta de recursos humanos y fi-nancieros– de proveer otras perspectivas basadas en sus propias investigaciones y análisis, el fmi y el Banco crean un monopolio de la información sobre las que se basan las decisiones. Una funcionaria del Ministerio de Hacienda recordó que a fines de los años 90 muchos de sus colegas viajaron a Washington a participar en cursos organizados por el fmi. “Ellos regresaron absolutamente convencidos y fanatizados por aplicar las políticas neoliberales.”48

Juan Carlos Carranza, un ex funcionario del Banco Central y después del Ministerio de Hacienda, de 1980 a 1992, coincidió, “Sólo llevaron a Washing-ton a los que decían a todo ‘Sí, señor’. Regresaron a aplicar planes que se veían fantásticos en papel pero que nunca funcionarían en la práctica porque no tenían ninguna relación con la realidad.”

La línea divisoria entre el gobierno y las ifi se pone incluso menos evidente por el constante ir y venir de los funcionarios de una institución a otra. Dos ex empleados del Banco Mundial, Javier Nogales y Jacques Trigo, llegaron a ser presidentes del Banco Central de Bolivia.49 Varios ex ministros continuaron trabajando para el Banco Mundial, incluyendo a Alfonso Revollo, ex ministro de Capitalización –el programa de privatización– entre 1993 y 1997.

La línea divisoria entre las instituciones y el gobierno se borró completa-mente con la invención de un sistema controversial de ‘pluses’ (pagos extras o suplementarios a los sueldos), que pusieron a cientos de funcionarios del gobierno boliviano en la nómina de pagos del Banco, el Fondo y los gobiernos acreedores. A mediados de los años 80, instituciones clave, incluyendo al Banco Mundial, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (usaid), el Banco Interamericano de Desarrollo (bid) y las Naciones Unidas, empezaron a hacer pagos directos de bonos a los funcionarios bolivianos. Un periódico local in-formó que 265 funcionarios estatales, diseminados en importantes Ministerios de Estado, estaban recibiendo salarios o pagos suplementarios de estas y otras instituciones.50 El caso de Alfonso Revollo era típico entre muchos. Mientras estaba a cargo de la aplicación del controversial programa de vender las empre-sas del Estado a corporaciones extranjeras, también recibía un salario del bid, institución que apoyó decididamente al plan.51

El analista boliviano Javier Gómez llamó a estos pagos de ‘pluses’ a los fun-cionarios “el instrumento más importante para incrustar los intereses del fmi y

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de la comunidad internacional dentro de las políticas de Estado.” Un informe confidencial del Banco Mundial en 1990 admitió que los pagos a los funcionarios bolivianos “motiva al personal profesional a seguir las directrices de las agen-cias más que las políticas ministeriales oficiales (si éstas llegan a existir)… Estos suplementos a veces alcanzan niveles absurdos… varias veces más altos que el salario oficial del gobierno.”52

Este sistema todavía existe. María Luisa Ramos, viceministra de Relaciones Económicas y Comercio Exterior informó que en su primer año en el gobierno (2006) enfrentó varios conflictos con la cooperación internacional, quienes es-taban acostumbrados a un sistema de manejo efectivo de sus propios proyectos dentro del Ministerio de Relaciones Exteriores. “Ellos parecían sorprendidos de que quisiéramos tomar decisiones,” dijo Ramos. 53

IV.Lacondonacióndeladeuda:¿quésignificóparaBolivia?

El plan parecía increíblemente irrealizable: reunir a gente en una cadena a lo largo de más de 9 kilómetros de transitadas calles, pasarelas mal alumbradas y vecindarios urbanos para rodear el centro de conferencias corporativas, lugar de la reunión cumbre de las ocho naciones más poderosas del mundo, el Grupo de los Ocho (G-8), en Birmingham, Inglaterra. Sin embargo, a las 3 pm de un día soleado de mayo de 1998, un intenso clamor se elevó cuando 70 000 personas unidas por las manos en una cadena de solidaridad, pidieron terminar con las cadenas de la deuda internacional. El símbolo de la cadena humana brotó en ciudades tan lejanas como Seattle (ee.uu.), Kampala (Malasia), Chennai (India), Melbourne (Australia) y Praga (República Checa).

LacampañaporelJubileo

El Jubileo 2000, la campaña internacional de condonación de la deuda, empezó oficialmente en el Reino Unido en 1996, pero tuvo sus raíces en convocatorias para un año de ‘jubileo’ de la condonación de la deuda dirigida por iglesias afri-canas a principios de los años 90. Estaba inspirado en los principios del Jubileo judío, esbozado en el Antiguo Testamento y en el Torah, que piden a los judíos, cada 50 años, condonar deudas, restaurar la tierra, redistribuir radicalmente el poder y la riqueza para terminar con las desigualdades construidas entre la gente. Vinculado a la idea de celebrar el milenio con un profundo acto de justicia por la condonación de las deudas de los países empobrecidos, el Jubileo inspiró la participación de miles de organizaciones y millones de personas.

Mientras más y más ciudadanos se unían a las campañas anti deuda en los países deudores del hemisferio sur, el movimiento cuestionaba la propia legitimidad de la deuda. Por cierto, la mayoría de la deuda fue contratada bajo

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dictaduras, pagada varias veces debido al alza permanente de las tasas de interés y prácticamente nunca ha beneficiado a la mayoría de la gente que tiene la carga de pagarla.

Para fines de 1998, más de cien organizaciones sociales civiles estaban ac-tivas en la campaña del Reino Unido, incluyendo sindicatos, organizaciones de mujeres, grupos de inmigrantes y refugiados, y comunidades de fe. Por todo el mundo, grupos de más de 60 países habían empezado campañas a principios del año 2000, logrando recolectar 24 millones de firmas que exigían a los líderes del mundo cancelar la deuda de los países de bajos ingresos.

La campaña de condonación de deuda en Bolivia fue iniciada en 1998 por la Iglesia Católica nacional, bajo el slogan “sí a la vida, no a la deuda.” Una fuerte campaña de concienciación pública atrajo un extenso apoyo y en un año, los activistas bolivianos habían recolectado 400 000 firmas pidiendo la condonación de la deuda, documento que presentaron en la siguiente cumbre del G-8 en Colonia, Alemania, en julio de 1999. En la campaña internacional del Jubileo, la ‘globalización’ encontró una expresión muy diferente al juego de mover capital internacional donde pueda ganar más beneficios. La globalización también llegó a significar el activismo global y la promoción de la democracia desde las bases.

La campaña para la condonación de la deuda resultó ser un punto de inicio de campañas para cambiar las políticas económicas. El año 2000, Jubileo Bolivia organizó una serie de discusiones en la sociedad civil que incluyó a 4 000 personas en nueve talleres regionales acerca de cómo se podrían utilizar efectivamente los recursos del alivio de la deuda, así como también desarrollar propuestas para reducir la pobreza. Como dijo Juan Carlos Núñez, de la Campaña del Jubileo de Bolivia: “empezamos a pensar a dónde podrían ir los recursos públicos, cómo deberían ser utilizados y qué medidas podrían tomarse para aumentar la participación de la sociedad civil… porque las demandas ya no estaban enfocadas en la lucha contra la pobreza sino en los cambios estructurales e institucionales del Estado.”54

La campaña para la condonación de la deuda mostró el poder del activismo global y ayudó a contribuir al resurgimiento de la participación internacional en temas de justicia. El movimiento continuó fortaleciéndose con las masivas demostraciones en Seattle, ee.uu. que interrumpieron las reuniones de la Orga-nización Mundial de Comercio en 1999, la presencia de unos 250 000 activistas en la cumbre del G-8 en Génova, Italia, en julio de 2001 y la campaña mundial bajo la bandera de “que la pobreza sea historia”, el 2005.

La movilización de tanta gente por todo el mundo contra la deuda puso a los acreedores, en particular a las ocho naciones más ricas así como también al Banco Mundial y al fmi, bajo intenso escrutinio. Anthony Gaeta, del Banco Mundial, dijo en 1999: “El Jubileo 2000 ha puesto un tema relativamente enigmático –del financiamiento internacional y el desarrollo– en la mesa de las negociaciones por todo el mundo… el Jubileo 2000 es una de las más efectivas campañas de cabildeo que nunca había visto.”55

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Losprestamistasdescubrenlaerradicacióndelapobreza

Los esfuerzos para aliviar la deuda pública no son nuevos. En los años 80, se hizo obvio que muchos países de bajos ingresos no podían pagar las deudas contratadas en el auge de los préstamos en los años 70. En vez de declararlos en mora, ya que podría tener serias implicaciones para el sistema financiero internacional, los prestamistas eligieron negociar una serie de acuerdos para el alivio de la deuda con el propósito de proveer algún apoyo a los países de bajos ingresos. Las insti-tuciones crediticias internacionales también creyeron que los programas de ajuste estructural podrían resolver los problemas subyacentes. Bolivia recibió alivio a su deuda bajo cinco acuerdos diferentes antes del lanzamiento de la Iniciativa para los Países Pobres Altamente Endeudados (hipc) en 1996.

La hipc era un nuevo tipo de alivio de deuda porque trajo consigo la condonación de parte de las deudas por bancos comerciales, gobiernos e ins-tituciones financieras internacionales. Pese a ello y a iniciativas posteriores su impacto fue limitado debido a la pequeña cantidad de alivio ofrecida, el limitado número de países incluidos, y a las condiciones que continuaban siendo requeridas para que los países calificaran. En la ausencia de un árbi-tro independiente, las transacciones finalmente se basaron más en lo que los acreedores determinaron ofrecer en su propio interés o en un simple cálculo de lo que esperarían obtener, en vez de lo que se necesitaba para ayudar a sa-lir a los países de su insostenible endeudamiento. El movimiento del Jubileo continuó aplicando presión a los acreedores para mejorar la iniciativa hipc. Sin embargo, se necesitaría todavía un largo tiempo antes de que Bolivia viera una disminución significativa en sus deudas.

Iniciativasdealiviodeladeudadesde1985

1986-1995: Bolivia se involucró en una serie de cinco negociaciones diferentes de alivio de deuda con bancos comerciales y gobiernos quienes redujeron 3 200 millones de dólares del total de la deuda. Sin embargo, las tasas de interés y los nuevos préstamos, causaron que la deuda externa en 1995 sea todavía de 4 500 millones de dólares. 5656

1996: La iniciativa para los Países Pobres Altamente Endeudados (hipc) fue lanzada con el apoyo de las naciones del G-8. Eran elegibles 42 países, incluyendo Bolivia, si completaban un programa de reformas económicas aprobado por el fmi. Bolivia calificó en septiembre para una condonación de 760 millones de dólares de su deuda. En 1999, Bolivia todavía debía 4 600 millones de dólares.

1999: El lanzamiento de la iniciativa ampliada del hipc (hipc ii) fue anun-ciada en la Cumbre del G-8 en Colonia, Alemania. Esta iniciativa prometía un alivio adicional de la deuda y un cambio de enfoque para enfrentar la pobreza. Se les pidió a los países producir documentos para una Estrategia de Lucha contra la Pobreza (prsp) para demostrar cómo los recursos liberados por el alivio de la

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deuda beneficiarían a aquellos que más lo necesitaran. Bolivia calificó en junio de 2001 para este alivio de 1 200 millones de dólares de la deuda, una condonación del 40% de su deuda total. Para el 2002, Bolivia todavía debía 4 400 millones de dólares.

2002: Los principales acreedores bilaterales, tales como Alemania, Italia, España, Francia, Japón y ee.uu. acordaron incrementar al 100% la condonación de deudas de gobierno a gobierno, que benefició a Bolivia con más de 630 mil-lones de dólares de alivio de deuda. Sin embargo, el 2003, con altos niveles de nuevos préstamos, la deuda externa boliviana alcanzó nuevas alturas para ubicarse en algo más de 5 000 millones de dólares.57

2005-2007: Las naciones del G-8 acordaron condonar el 100% de las deudas multilaterales de los países que calificaron a la iniciativa hipc y que se debían al fmi y al Banco Mundial. En enero de 2007, el bid condonó la mitad de la deuda externa boliviana, la cual bajó significantemente a 2 500 millones de dólares.58

Los esfuerzos de la condonación de deuda fueron clave para traer cambios en el lenguaje. Había un reconocimiento cada vez mayor por parte de las ifi de que las políticas de ajuste estructural habían impactado desfavorablemente a la gente con bajos ingresos. De repente, frases como erradicación de la pobreza, propiedad estatal y participación de la sociedad civil se deslizaron dentro del vocabulario operativo de las instituciones. Incluso el fmi, con su bien conocido estrecho enfoque de políticas conservadoras económicas y monetarias, se unió a la nueva retórica del combate a la pobreza. El director-gerente del Fondo, Michael Camdessus, sonó más como un sacerdote que como un economista en 1999, cuando declaró: “es un honor para el fmi, aunque no sea una institución de desarrollo, tratar continuamente de ayudar a los gobiernos a ser sensibles al lamento de los pobres. ¡El lamento de los pobres! Ha llegado el tiempo de un nuevo y más firme comienzo.”59

Bajo las nuevas iniciativas de alivio de deuda, los países elegibles tenían como requisito desarrollar Estrategias de Lucha contra la Pobreza (Estrategias de Lucha contra la Pobreza (prsp, por sus siglas en inglés). Se anunció que esta iniciativa sería un proceso dirigido por los propios países deudores, en que los ciudadanos y la sociedad civil jugarían un papel directo en decidir cómo los recursos liberados por la condonación de la deuda podrían ser mejor asignados a la lucha contra la pobreza crónica en sus países. Como país con un historial casi perfecto de ajustarse a las condiciones del fmi, Bolivia era siempre uno de los primeros países en línea para recibir alivio a su deuda. Además, el gobierno boliviano actuó rápidamente en recoger la nueva retórica de la “reducción de la pobreza” y la “participación de la sociedad civil”; lanzando la primera propuesta preliminar de la Estrategia de Reducción de la Pobreza en 1999, la cual fue proclamada como un modelo por la comunidad internacional a lo largo del planeta.

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Lateatralizacióndelaparticipacióndelasociedadcivil

En abril del 2000, el presidente Hugo Banzer –un ex dictador posteriormente elegido como presidente en 1997– convocó a un Diálogo Nacional con los líderes de la sociedad civil para desarrollar una propuesta de Estrategia de Reducción de la Pobreza. Jorge “Tuto” Quiroga, el vicepresidente de Banzer, en un anuncio realizado al Banco Mundial, dijo que el diálogo “comprometió a toda la nación en un esfuerzo común para reducir la pobreza y fue la mejor manera de respon-der a la confianza internacional y utilizar apropiadamente los recursos de una iniciativa hipc ampliada.”60

Varios líderes clave de comunidades y movimientos sociales en Bolivia no es-taban tan entusiasmados. Ese mismo abril, mientras Banzer y Quiroga anunciaban con trompetas su diálogo con los ciudadanos bolivianos, ellos mismos declaraban una suspensión nacional de los derechos constitucionales y enviaban al ejército boliviano a la ciudad de Cochabamba para combatir protestas masivas contra la entrega del sistema público de agua de la ciudad a la Corporación Bechtel; una privatización que había sido originalmente impuesta por el Banco Mundial. (Para mayor información sobre la Guerra del Agua, ver el Capítulo 1.) Además, sólo dos décadas antes, Banzer, como dictador militar de Bolivia, había sido responsable de la acumulación de la mayor parte de la pesada deuda de la nación.

Un estudio del Banco Mundial en la ciudad de El Alto, en el año 2000, informó que una gran mayoría de sus habitantes pensaba que el Diálogo Na-cional era “una maniobra política” pobremente velada.61 Oscar Olivera, líder de la Federación de Trabajadores Fabriles de Cochabamba y que ayudó a dirigir la Guerra del Agua contra Bechtel, llamó al diálogo “un show,” con “la gente como la entidad más ausente.” Algunos de los que sí asistieron describieron que el proceso fue tan estrictamente controlado por el gobierno logrando que ninguna discusión sustancial sobre la pobreza saliera de la mesa. Una participante, Kati Murillo, de la campaña del Jubileo boliviano y ex economista en el Ministerio de Hacienda, dijo que los facilitadores plantearon preguntas como si tuvieran un plan predeterminado. “Ellos decían cosas como ‘Uds. quieren carreteras, ¿no? Entonces… que sean carreteras.’”62

Al final, el plan boliviano contra la pobreza reflejó muy pocas de las de-mandas populares que salieron en el Diálogo Nacional. El consultor asignado para redactar la Estrategia Boliviana de Reducción de la Pobreza (ebrp), según un miembro del equipo técnico, “fue elegido fundamentalmente porque tenía la experiencia y habilidad necesarias para redactar un plan que sería aceptable para el Banco Mundial y el fmi.”63 Ese diciembre, antes de que se les permi-tiera ver dicho plan a los movimientos sociales, fue presentado por el gobierno a sus donantes. Para Núñez, el Director de la Fundación Jubileo de Bolivia, el documento de 350 páginas era sólo un “montaje de lo que el gobierno y la cooperación internacional querían.”

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El desarrollo de una estrategia nacional contra la pobreza excluyó cualquier debate real sobre los profundos temas estructurales de Bolivia y sus políticas económicas dominantes. Era una estrategia que se enfocaba en el aumento de los gastos en salud, educación e infraestructura la cual, mientras valió la pena, dio poco énfasis a otras demandas populares para la inversión en capacitación técnica, micro créditos, micro empresa y agricultura a pequeña escala. Como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (pnud) ha apuntado, el fmi y el Banco Mundial continuaron centrando sus políticas económicas en las compañías que empleaban sólo 7% de la fuerza laboral porque creaban 65% de la riqueza, y consecuentemente ignoraban a los pequeños productores que empleaban al 83% de los bolivianos.64 La estrategia también fracasó en considerar temas tales como la privatización de los recursos naturales, la redistribución de tierras y las políticas nacionales de empleo e impuestos. En lugar de ello, las prioridades continuaron siendo mantener bajos los gastos gubernamentales y los salarios para prevenir la inflación, aumentar las exportaciones, limitar el papel del gobierno e incentivar la inversión privada.

En lugar de eso, el verdadero diálogo sobre la reducción de la pobreza se llevó a cabo en las calles y en otros foros, convocados no por el gobierno sino por los grupos de la sociedad civil misma. Estos foros ayudaron a articular una nueva serie de prioridades.65 El líder sindicalista, José Pimentero Castillo, que participó en estos foros, explicó que “al hablar de la pobreza nosotros natu-ralmente pensamos en las causas y… llegamos a la misma conclusión: que el neoliberalismo, la destrucción del Estado y la imposición de las Instituciones Financieras Internacionales, eran los problemas fundamentales.”

Estas agendas ganarían pronto una considerable fuerza política, sentando las bases de una creciente oposición a las recetas propuestas por el fmi, el Banco Mundial y sus aliados entre las elites bolivianas y a las relaciones de dependencia y control que ellos habían construido.

Eldilemadeldineroquerealmentenoestáallí

Para ser claros, el alivio de la deuda no significó que el gobierno de Bolivia tuviera repentinamente dinero en sus manos. El promedio de 81 millones de dólares al año liberados por las iniciativas del hipc se ve bien en papel, pero en verdad nunca significaron nuevos ingresos para Bolivia.66 Era dinero que el gobierno teóricamente hubiera pagado por el servicio de su deuda y por ello en buena parte era una ilusión. Como explicó Javier Comboni, ex ministro de Finanzas de Bolivia, de 2002 a 2003: “Si no podemos pagar nuestra deuda, ¿por qué se asume que podemos gastarlo en servicios sociales?”67

Al mismo tiempo que los prestamistas como el Banco Mundial estaban condonando una parte de la deuda de Bolivia, también le estaban cortando los préstamos de bajo interés (préstamos “concesionales”). Era como “dar con

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una mano y tomar con la otra”, señaló Juan Carlos Núñez, de la Campaña del Jubileo.

Al mismo tiempo, las altas expectativas sobre el uso de los dólares condonados excedieron enormemente lo que este alivio realmente podía hacer. El presupuesto previsto en la ebrp boliviana era de 1 200 millones de dólares, una cantidad que excedía en 10 veces los fondos disponibles del alivio de la deuda.68 Esto, en parte, explica el por qué el déficit fiscal empezó a dispararse. Bolivia se estaba comprometiendo a nuevos gastos en el momento que el ingreso gubernamental estaba cayendo. Para fines de 2002, el déficit fiscal se había incrementado a cerca de 9%, triplicándose en cinco años. De hecho, el aumento del déficit provocó otra ola de fuertes presiones del fmi para aplicar contracciones fiscales. En febrero de 2003, las protestas públicas contra el incremento de un impuesto inducido por el fmi sobre la clase trabajadora, dejaron 34 muertos. (Para mayor información sobre el déficit de Bolivia y las presiones del fmi, ver el Capítulo 4.)

Loquelacondonaciónconsiguió

“Hay 25 nuevos ítems de personal gracias a la condonación de la deuda” dijo el Dr. Alfredo Mendoza, jefe de Emergencias en el Hospital del Niño de La Paz. El personal aumentó 10% y les permitió emplear a especialistas que no tenían antes como un epidemiólogo y un dermatólogo. Los recursos de la condonación también ayudaron a pagar algo del trabajo de nuevas construcciones en el hospital y a cubrir el Seguro de Salud Universal Materno Infantil (sumi), el beneficio universal de salud para madres y niños. “El acceso de los niños al seguro de salud definitivamente ha mejorado,” agregó.

La Estrategia Boliviana de Reducción de la Pobreza adjudicó 406,5 millones de dólares a programas sociales entre agosto de 2001 y julio de 2006. Fue, otra vez, un redireccionamiento de la deuda gubernamental al servicio de propósitos sociales, un promedio de 81 millones de dólares al año. Se destinaron 27 millones de dólares al año al gobierno central para gastos en educación y salud pública, y el resto se dividió entre las municipalidades para solventar gastos de desarrollo de infraestructuras, educación y salud.

Es difícil determinar el impacto global de los gastos públicos en todas las situaciones, sin embargo, es posible apuntar algunos ejemplos específicos. El Hospital del Niño es uno de los muchos programas que recibió una parte de aquellos nuevos fondos. El encargado de Educación de la municipalidad de La Paz informó que, utilizando los fondos de la condonación de parte de la deuda, las escuelas habían podido mejorar y expandir sus programas de desayuno escolar, construir 50 nuevas unidades educativas y comprar suficientes muebles como para que cada niño tuviera su propio pupitre.69 A nivel nacional, los fondos han posibilitado el empleo de 2 400 trabajadores extras en salud y de 4 300 profesores desde el 2001.70

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El acceso a servicios básicos como salud, agua potable, vivienda y educación ha mejorado a nivel nacional. Algunas de estas mejoras pueden deberse a pro-gramas gubernamentales anteriores al hipc, tales como la Ley de Participación Popular, de 1994. No obstante, durante el periodo de incremento del alivio a la deuda y de atención a los asuntos de la pobreza, la mortalidad infantil ha caído notablemente 24% entre 1998 y 2004, al mismo tiempo que el apoyo institucional para el nacimiento de niños aumentó 40%71 Entre 2000 y 2005, Bolivia duplicó las cantidades asignadas a varios programas de asistencia social para llegar a casi 23% de los gastos sociales totales, cifra superior al promedio latinoamericano.72

Al final, no obstante, el impacto de los fondos vinculados al alivio de la deuda en Bolivia ha sido consistentemente limitado por tres factores básicos. Primero, las necesidades actuales de aumento de inversiones en servicios públicos y bienes públicos requieren más de lo que el alivio de la deuda puede ofrecer. La fórmula fmi-Banco Mundial para el alivio de la deuda no abarca la completa condonación de la deuda del país, sino una condonación parcial para reducir la deuda a lo que el Fondo consideraba un “nivel sostenible.”73 El alivio de la deuda por un promedio de 81millones de dólares es irrisorio comparado con el presupuesto de Bolivia de 5 800 millones de dólares.74 La segunda limitación han sido las restricciones legales y los problemas administrativos que han imposibilitado a muchas municipalidades contar con fondos disponibles para gastar.75 Las auto-ridades educativas en La Paz informaron sobre su frustración por gastar dinero sólo en infraestructura en vez de hacerlo en la necesidad urgente de entrenar profesores, lo cual es una responsabilidad del gobierno central. Entre 2002 y 2005, las 327 municipalidades del país sólo lograron gastar la mitad del dinero que recibieron.

Finalmente, los mecanismos para la supervisión y vigilancia públicas no han sido apropiadamente financiados. Como resultado de ello es muy difícil contar con un panorama completo acerca de si los recursos estipulados en los presupu-estos públicos han alcanzado realmente a aquellos que más los necesitaban y si éstos han logrado marcar una diferencia.76 Daniel Cáceres, presidente nacional del Mecanismo de Control Social (mcs) dijo desde su oficina en La Paz que temía que muchos “de los recursos del hipc no han sido bien usados por falta de conocimientos e información.”77

Persisteunaprofundapobrezaydependencia

En el Hospital del Niño de La Paz, Teresa, una indígena aymara, aferrada a unas muletas miraba ansiosamente a su hijo dormido, Isaac. En voz muy baja, dijo que ella tenía 20 años, pese a que parecía una mujer que doblaba esa edad. Isaac, quien tenía 14 meses de edad, vino al hospital después de haber estado desganado y débil por días. Sufría de una severa malnutrición. “No teníamos

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dinero para comida, sólo podía amamantarlo” Teresa suspiró. “Pero ahora está comiendo.”

Ella explicó que había tenido que pedir prestado dinero sólo para llevarlo al hospital, que ella no había comido en los últimos dos días y que no sabía que haría durante las dos semanas de duración del tratamiento. Mientras ahora comía su hijo, ella estaba muriéndose de hambre.78

La historia de Teresa e Isaac habla de la cruda realidad en Bolivia. Aunque el acceso a los servicios básicos de salud ha mejorado modestamente desde que se lanzara la iniciativa del alivio de la deuda, los profundos niveles de empobre-cimiento de Bolivia no han cambiado. El año 2003, seis años después de que la primera iniciativa hipc fuera lanzada, los informes mostraron que el empobre-cimiento había aumentado de 63% a 65%. La extrema pobreza, definida por la incapacidad de ganar suficiente para poder comprar alimentos básicos, se elevó de 38% a 41%. Esto significa que casi dos tercios de la población vive con menos de Bs.10 por día ($us 1,25), lo cual es considerado el ingreso mínimo requerido para satisfacer las necesidades básicas en Bolivia. Una recesión económica del 2001 al 2003 amplió el problema, pero aún así, el ingreso real per cápita en Bolivia en 2005 era más bajo que en 1978.79 Con la caída de los ingresos, las desigualdades solo pudieron crecer. El 2001, Bolivia superó al vecino Brasil en ser el país donde las desigualdades económicas son más grandes en toda Latinoamérica.80

Así como el alivio de la deuda ha tenido poco impacto en la pobreza estruc-tural, tampoco ha hecho mucho para reducir la dependencia financiera de los prestamistas extranjeros. Para enfrentar ese desafío, Bolivia debe desarrollar sus propias fuentes de ingresos, independientemente de los prestamistas internacio-nales. En Bolivia, estos esfuerzos se han centrado en el alza de los impuestos a las compañías petroleras extranjeras, a quienes se les había dado el control sobre los más valiosos recursos naturales del país en los años 90, bajo los programas de privatización promovidos por el fmi y el Banco Mundial. En respuesta a las demandas de la población, el 2005, el Congreso boliviano aprobó un elevado impuesto a las corporaciones. El 2006, este impuesto generó aproximadamente $us 1 000 millones de nuevos ingresos para Bolivia; una fuente de ingresos creado por el propio país que eclipsó el promedio de 81 millones de dólares del alivio de la deuda. En vez de apoyar estas iniciativas, el fmi se opuso a los cambios aduciendo que Bolivia había fallado en cumplir las metas impuestas por el Fondo para crear un “marco apropiado para el desarrollo de los grandes recursos hidrocarburíferos.” 8181 (Para mayor información sobre el petróleo y el gas bolivianos, ver el Capítulo 3)

Elrenacimientodeladeuda

La interrogante continúa: después de las variadas rondas de condonación de la deuda, ¿ha entrado la nación, por tanto tiempo adicta a la deuda, en alguna

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forma de recuperación? ¿Ha disminuido Bolivia su dependencia de la deuda de manera que pueda liberarse de las continuas presiones económicas de sus acreedores internacionales?

En la superficie, la situación de Bolivia parece más saludable de lo que ha sido por muchas décadas. Después de la condonación de casi 100% de su deuda con el fmi y el Banco Mundial, en el 2006, y un subsiguiente anuncio de con-donación del bid, en enero de 2007, el total de la deuda externa de Bolivia ha caído de 5 000 millones de dólares el 2003 a 2 500 millones el 2007.82 Lo más importante de esta situación es que Bolivia ha podido cortar el cordón umbilical de más de 20 años de acuerdos con el fmi, dándose más libertad de tomar sus propias decisiones económicas, tales como el incremento de los impuestos a las multinacionales petroleras.

Sin embargo, si es que el remanente de la deuda es dividido entre la po-blación, el boliviano promedio todavía debe $us 260 por la deuda externa, equivalente a casi siete meses de ingresos de los dos tercios de la población.83 La deuda pública está ahora mayormente circunscrita a la Corporación Andina de Fomento (caf) y el bid. Es más, el servicio de la deuda externa, definida en cuánto paga el gobierno por año, es probable que caiga bruscamente a 170 millones de dólares en 2007, a diferencia del promedio de 250 millones pagados entre 1999 y 2005.84

La razón por la que los pagos de la deuda no han caído considerablemente es que la deuda de Bolivia está renaciendo de una manera más costosa. Mientras el gobierno reduce o interrumpe sus relaciones de préstamo con instituciones que ofrecen intereses ‘concesionales’ más baratos, como el fmi y el bid, está desplazándose más y más hacia prestamistas que cobran tasas de interés de mer-cado más altas. Estos préstamos son rápidos de conseguir, fáciles y flexibles y exigen menos condiciones adscritas, pero acarrean un significante costo debido a sus tasas de interés elevadas y a los cortos periodos de pago. Como resultado de esta situación, los costos de la deuda boliviana puede que sean más altos en los años venideros.

La deuda interna está también elevándose rápidamente. Se estimaba que llegara el 2007 a casi 3 000 millones de dólares y así superar la deuda externa.85 Este es dinero que el gobierno boliviano está pidiendo prestado dentro de la economía nacional al emitir bonos y, a diferencia de la deuda externa, no puede ser cancelado. El gobierno boliviano debe este dinero a los fondos de pensiones de la nación. Existe un creciente temor de que no haya suficiente dinero en los fondos de pensiones como para pagar a los jubilados más allá del año 2012.

La combinación del alza de la deuda interna y de tasas de interés más elevadas es un “problema de gran preocupación” admitió Raúl Mendoza, un economista principal del Banco Central de Bolivia.86 La situación de la deuda en este momento todavía parece manejable y no incluye las condiciones que acompañaban a los préstamos del FMI. Sin embargo, el nuevo tema acerca de los

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préstamos bolivianos no sólo será cuánto se debe, sino, esta vez si los préstamos serán efectivamente utilizados para invertir en educación, creación de puestos de trabajo y producción sostenible de manera que el país pueda aumentar sus propios ingresos y liberarse de su continua dependencia.

V.Acuerdosdecomercioglobal:lasnuevasredesdeinfluencia

En noviembre de 2002, el presidente boliviano Gonzalo Sánchez de Lozada visitó la Casa Blanca en Washington dc. Bolivia estaba sufriendo una recesión y su déficit fiscal se profundizaba. El presidente, que enfrentaba una creciente crisis política como resultado de la mala marcha de la economía, pidió a la administración Bush un préstamo de emergencia por 150 millones de dólares para ayudar a sobrellevar el descontento creciente en casa. “Les pedí que nos ayudaran a construir puentes sobre aguas turbulentas,” Sánchez de Lozada explicó después.

A cambio de esta ayuda, Sánchez de Lozada se comprometió a mantener a Bolivia en línea con los objetivos de Estados Unidos en la región, en particular continuar apoyando la erradicación de coca respaldada por dicho país y promover una transacción que permita exportar gas y petróleo boliviano al país del norte, hambriento de energía. Sánchez de Lozada retornó a Bolivia con la promesa de recibir no más de 10 millones de dólares.

En menos de un año, Sánchez de Lozada estaba volando en un avión hacia Washington una vez más, pero en esta oportunidad como ex presidente expul-sado por el pueblo, hacia un exilio en Estados Unidos, resultado directo de su propuesta de exportar el gas boliviano a precios de ganga a Estados Unidos. Más tarde, culpó de su caída de popularidad a su imposibilidad de conseguir préstamos y ayuda en Washington, fondos que le habrían ayudado a sobrellevar la tormenta económica de la nación. “Perdimos el momento,” lamentó el ex presidente.87

Adelantándonos tres años, en septiembre de 2006, otro líder boliviano de un gobierno muy diferente, el vicepresidente Álvaro García Linera, llegó a Washing-ton para realizar su segunda visita en tres meses. En nombre del nuevo gobierno socialista de Evo Morales, que llegó al poder en enero de 2006, el vicepresidente no estaba buscando préstamos o ayuda; buscaba un acuerdo comercial.

El gobierno de Bolivia se enfrentaba a la inminente expiración de las prefe-rencias arancelarias bajo la Ley de Preferencias Arancelarias Andinas y Control de Drogas (atpdea por sus siglas en inglés), un acuerdo que ofrecía a los manu-factureros textiles bolivianos un ingreso preferencial al mercado estadounidense. Decenas de miles de puestos de trabajo estaban en juego y García Linera advirtió que el fin de esas preferencias sería un “serio golpe” a la economía de Bolivia.88 Como Sánchez de Lozada, García Linera prometió la cooperación boliviana en la lucha contra las drogas de Estados Unidos, aunque se paró en seco y no com-

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prometió colaboración boliviana a otros deseos de Estados Unidos, tales como la suscripción de un amplio acuerdo de “libre comercio.” Semanas más tarde, la administración Bush anunciaba que apoyaba una extensión por seis meses del acuerdo arancelario, la cual fue más tarde aprobada por el Congreso controlado por los Republicanos estadounidenses. García Linera había ganado para Bolivia al menos un poco más de tiempo.

Mientras una vez los gobiernos de los países de bajos ingresos como Bolivia visitaban a sus vecinos ricos en busca de préstamos y alivio de sus deudas externas, hoy día abordan cada vez con mayor frecuencia vuelos hacia el norte buscando algo más: tratados comerciales y acceso a los mercados. Ya que una deuda externa tras otra está siendo cancelada, el comercio está reemplazando rápidamente a la deuda como uno de los instrumentos clave que los países como ee.uu. están utilizando para ejercer influencia sobre sus homólogos de bajos ingresos.89

Elcomerciocomounaherramientadeinfluencia

Uno de los mayores desafíos que Bolivia enfrenta ahora es preservar su capacidad de establecer su propio curso económico en el área de los llamados acuerdos de “libre comercio”. Los pactos de ‘libre comercio’ no son nuevos. De hecho, la liberalización de los mercados fue un principio central de los programas de ajuste estructural que han estado en el corazón del Banco Mundial, fmi y otras Instituciones Financieras Internacionales de crédito. Basados en esa ideología, se requería a los países endeudados que bajaran sus tarifas de bienes importados y se concentraran en exportaciones de cultivos al contado con el propósito de facilitar las inversiones extranjeras, crear moneda para pagar las deudas y permitir que el mercado, en vez de las políticas públicas, asignara mejor los bienes. Los partida-rios de las políticas del ‘libre comercio’ arguyen que las tarifas sólo sirven para proteger industrias ineficientes y aumentar precios para los consumidores.

Sin embargo, desde mediados de los años 90, los países ricos industrializa-dos incluyendo a ee.uu. y las naciones de la Unión Europea han promovido una agenda comercial que vaya más allá de la simple reducción de tarifas. Han presionado por acuerdos de ‘libre comercio’ y de inversiones entre países, cuyos requerimientos incluyen la privatización de los servicios esenciales tales como el agua, la protección extraordinaria para inversionistas extranjeros, y derechos de propiedad intelectual que incluyen restricciones a la producción de medicinas a bajo costo. El papel del gobierno en términos de regular la economía debía mantenerse en lo mínimo. Bajo las reglas del ‘libre comercio’ aun las compras gubernamentales de uniformes militares debían estar sujetas a las licitaciones internacionales. Se promovieron acuerdos comerciales para los países de bajos ingresos con la promesa de asegurar el aumento de la inversión, el crecimiento de las exportaciones y mejorar el desarrollo económico. En vez de la amenaza de retener los préstamos, los acuerdos comerciales están sujetos a un conjunto de

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tribunales especiales internacionales que pueden multar a un país con grandes sumas o cerrar mercados.

Uno de los casos más conocidos de este tipo de tribunales involucró a Bo-livia, como consecuencia de la Guerra del Agua en Cochabamba. La Corpora-ción Bechtel pidió un mínimo de 50 millones de dólares de compensación por los daños causados por los usuarios locales de agua potable, a pesar del hecho de que ellos habían invertido menos de un millón de dólares. Bechtel llevó el caso, bajo las clausulas de un tratado de inversión, a un tribunal comercial que sesionó a puertas cerradas, operado por la misma institución que había forzado desde el principio la privatización del servicio: el Banco Mundial. Finalmente, un bullicio internacional contra el caso llevó a Bechtel a abandonarlo. (Para mayor información sobre el caso Bechtel, ver el Capítulo 1.) Un tratado típico de ‘libre comercio’ usualmente incluye términos similares a aquellos estipulados en el tratado de inversión de Bechtel utilizado para demandar a Bolivia.

Pablo Solón, jefe negociador comercial del gobierno boliviano, observó la relación entre los contratos de ‘libre comercio’ y la deuda:

[Son] dos lados de la misma moneda. La deuda fue utilizada para imponer programas de ajuste estructural que buscaron privatizar y generar beneficios para las compañías multinacionales.Los tratados de libre comercio son usados para poner candados a las reglas que benefician a las multinacionales. De alguna manera, es más fácil salir de la deuda pagándola completamente como Argentina lo ha hecho, que extraerse de los compromisos dentro de los acuerdos de libre comercio.90

En una conferencia sobre arbitraje internacional, en junio de 2006, los altos funcionarios legales de la administración de Morales, hablaron abiertamente de estar maniatados por los acuerdos comerciales firmados por las anteriores administraciones y frustrados porque los amplios derechos asignados a los in-versores extranjeros en el pasado frecuentemente sobrepasaban en la práctica a las leyes nacionales.

Los acuerdos de ‘libre comercio’ han sido promovidos a nivel internacional por medio de la Organización Mundial de Comercio, y a través de acuerdos regionales y bilaterales. Los acuerdos comerciales más recientes esperan ir aún más lejos al imponer condiciones económicas que restringen la soberanía guber-namental. Inicialmente, Estados Unidos promovió el Área de Libre Comercio de las Américas (alca). Cuando ese plan fracasó, cambió su enfoque para obtener una colección de acuerdos regionales basados en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (tlcan), suscrito con México y Canadá. Aunque ee.uu. tuvo éxito al firmar el Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica, ee.uu. y la República Dominicana (cafta por sus siglas en inglés), no ha podido completar un Acuerdo Andino de Libre Comercio que habría incluido a Bolivia. El mosaico

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comercial que los negociadores comerciales estadounidenses habían esperado crear originalmente con el hemisferio completo, está siendo construido al final pieza por pieza. En cada caso, la carnada mostrada a los países latinoamericanos es la promesa de lograr mayor acceso al mercado estadounidense.

Los críticos de estos acuerdos argumentan que los beneficios que prometen van dirigidos principalmente a pequeñas partes privilegiadas en ambos lados, tales como las corporaciones multinacionales, a expensas de los trabajadores, de aquellos de bajos ingresos y del medio ambiente. Los acuerdos, en lugar de promover el “libre comercio”, ponen candados y exacerban las desigualdades entre los socios comerciales. Protegen las injustas ventajas de las grandes cor-poraciones que generalmente tienen un significativo apoyo gubernamental. También restringen la competencia en áreas esenciales tales como medicinas y agricultura, mientras requieren de los países desaventajados, abrir sus industrias más vulnerables a la competencia extranjera. La economía estadounidense, por ejemplo, es aproximadamente 500 veces más grande que la de Bolivia y otorga subsidios por 20 000 millones de dólares a sus agricultores.91 El presupuesto nacional de Bolivia de 5 800 millones de dólares, el 2006, es minúsculo en comparación con las ganancias de varias grandes corporaciones multinacionales estadounidenses. Las pequeñas firmas y productores bolivianos que reciben poco apoyo o protección, simplemente no están posicionados para competir contra contrapartes del exterior.

La experiencia del Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte, en México, 12 años después de que fuera firmado, es una señal de advertencia de los potenciales costos para Bolivia si firmara el modelo estadounidense de Tratado de Libre Comercio. A pesar de las promesas de crecimiento y trabajo, el nafta ha conducido a la pérdida de dos millones de puestos de trabajo en la agricultura de las áreas rurales, a un importante incremento de la contaminación medioam-biental en fábricas de las “zonas de libre comercio” ubicadas en la frontera entre México y ee.uu. y a un aumento de la desigualdad y la pobreza.92

Sin embargo, los viajes del vicepresidente de Bolivia a Washington, bus-cando una extensión de las preferencias arancelarias es probable que sean solo los primeros de una serie de viajes a las capitales del norte y a los países vecinos latinoamericanos.

LosAcuerdosComercialesdelosPueblos

Cuando el gobierno del mas de Bolivia tomó el poder en enero del 2006, lo hizo con un autoproclamado mandato de “terminar con el neoliberalismo”, y en palabras de la ex viceministra de Relaciones Económicas y Comercio Exterior, María Luisa Ramos, para “romper las relaciones de dependencia.” Probablemente el mas y Morales tienen más potencial de conseguir esto que cualquier gobier-no anterior. No sólo su deuda externa es la más baja de todos los tiempos, sino

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también que su economía está fortalecida y, en contra de muchas predicciones, Bolivia ha conseguido negociar mejores acuerdos con las compañías petroleras extranjeras con el propósito de aumentar los ingresos del Estado. Todo esto pone a Bolivia en una posición completamente nueva para lograr reducir su dependencia de los acreedores internacionales y trazar su propio curso económico.

Una parte de esa ruta es lo que el gobierno y sus aliados clave llaman Acuerdos Comerciales de los Pueblos, acuerdos que ponen énfasis no sólo en abrir los mercados sino también en comprometerse a compartir la compra de productos. Declararon claramente el derecho del gobierno de Bolivia a proteger y apoyar a las industrias y a los productores en pequeña escala, por ejemplo, restringiendo las importaciones. Establecieron el derecho del país a fortalecer en vez de privatizar los servicios públicos, como el agua y rechazaron las patentes en medicinas y biodiversidad. Buscaron establecer relaciones complementarias entre economías en vez de una cruda competencia. Los activistas arguyen que los Tratados Comerciales de los Pueblos reconocen que el campo de juego de la economía global no está nivelado y que las reglas tienen que beneficiar a las naciones pequeñas y económicamente pobres.

En abril de 2006, Bolivia firmó este tipo de acuerdo con Cuba y Venezuela. Por ejemplo, Venezuela acordó comprar soya y otros productos agrícolas de Bolivia con una tarifa de importación cero. Por su economía pequeña, no se requería que Bolivia ofrezca lo mismo a Venezuela. El tratado proveyó fondos a microempresas y a pequeños productores para ayudarlos a exportar y crear puestos de trabajo. El acuerdo también incluyó un amplio programa social que se inició con el compromiso de Cuba de ofrecer cirugías gratuitas para ojos y una campaña nacional de talleres para la alfabetización.93

Bolivia también firmó un acuerdo con Uruguay, el 2006, en el cual se compro-mete a exportar gas a cambio de apoyo para la construcción de plantas termoeléc-tricas y procesamiento de gas licuado. Un acuerdo de junio de 2006 entre Bolivia y Argentina aprobó un incremento en el precio del gas boliviano de 57%.94 Aunque el impacto total a corto plazo en las exportaciones de los sectores no hidrocarburíferos de Bolivia es marginal, señala un nuevo enfoque económico importante.

Con seguridad, el camino que Bolivia eligió tiene riesgos. La decisión de no firmar un Acuerdo de Libre Comercio con ee.uu., por ejemplo, podría signi-ficar el fin de las preferencias arancelarias actuales bajo el atpdea. Este temor está representado en un pedido del poderoso Instituto Boliviano de Comercio Exterior (formado por las empresas exportadoras más grandes de Bolivia) para firmar un acuerdo con ee.uu. Ellos sostienen que los Tratados Comerciales de los Pueblos son nada más que retórica. No obstante, el gobierno del mas está decidido a buscar acuerdos comerciales de naturaleza diferente. Su capacidad de hacerlo y prevenir que el comercio reemplace a la deuda como nueva herramienta de control económico exterior presenta un gran desafío, no sólo para Bolivia, sino también para los países de bajos ingresos por toda América Latina.

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VI.Conclusiones

El 3 de enero de 2006, Evo Morales regresó a la comunidad donde nació, Ori-noca, en el departamento de Oruro. Fue un acontecimiento que probablemente nunca imaginó. Más de 40 años antes, Morales pasó su infancia en Orinoca en una empobrecida familia minera, obligada a comer cáscaras de naranja que la gente que viajaba arrojaba por las ventanas de los autobuses, y como el mismo dijo, deseando que algún día podría viajar en autobús. El 2006, volvía como el hombre que acabada de ser posesionado como presidente del país.

En su discurso frente a una alegre comunidad, Morales mencionó el tema de la deuda externa:

Bolivia no pagará la deuda externa porque la gente indígena, aymaras, quechuas y chiquitanos no tienen deuda. Si [la comunidad internacional] quiere, podemos renegociar la deuda, pero no hay razón por qué deberíamos pagarla. De hecho ellos nos deben por el saqueo de nuestros recursos naturales… no estamos pidiendo que ellos reparen todo el daño, pero deben entender la situación económica del país y condonar la deuda externa.95

Para muchos bolivianos, incluyendo el presidente Morales, la crisis de la deuda es vista como la encarnación moderna de un ciclo de explotación extranjera que empezó en tiempos coloniales, empezando con la más descarnada extracción de plata del Cerro Rico de Potosí en Bolivia, por parte de España. Tres siglos y medio después, las transferencias económicas de Bolivia al exterior tomaron forma ya no de plata, sino de pagos de la deuda.

De hecho, la crisis de la deuda en las naciones de bajos ingresos en las pasadas dos décadas tuvo una sorprendente semejanza con las dinámicas de dependencia. Mientras una vez reyes, virreyes y aristócratas españoles enviaban edictos econó-micos a sus colonias, ahora los oficiales económicos del G-8 y sus aliados de las instituciones financieras internacionales utilizan la deuda para coaccionar a los Estados independientes para que aprueben medidas económicas a su gusto. Las elites económicas en Bolivia y en el exterior ayudaron a desarrollar estos conve-nios y también se beneficiaron suntuosamente de ellos, mientras la mayoría de los bolivianos soportaba una carga siempre en aumento. Las relaciones de poder y dependencia que el nuevo orden estableció parecían tan naturales que aun hoy día las ifi y muchos ex funcionarios bolivianos raramente las cuestionan.

El fracaso del modelo económico enfocado en la deuda es contado tanto en números como en historias: Gente como Teresa, cuyos hijos sufren de desnu-trición en un país rico en fertilidad y recursos naturales; después de 20 años de neoliberalismo 41% de los bolivianos vive sin el suficiente dinero para comprar alimentos básicos mientras que el país continúa pagando casi 200 millones de dólares al año a los ricos acreedores.

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La deuda no reconocida que los países ricos deben a los países de bajos ingre-sos no se mide sólo en minerales y efectivo. Las comunidades indígenas hablan también de la profunda “deuda ecológica” que deben los países ricos, producto de la tala de árboles en la selva del Amazonas y el devastador daño causado por el cambio climático planetario. ¿Cómo harán los países ricos del mundo, que son los principales responsables del cambio climático, para compensar a Bolivia por el daño causado, incluyendo a sus milenarios glaciares que se predice des-aparecerán en tres décadas?

Aunque el alivio de la deuda no ha podido romper las cadenas de depen-dencia de la manera en que muchos activistas hubieran esperado, en Bolivia sí ha logrado alcanzar algunas cosas importantes. Ha redirigido las inversiones a las áreas cruciales de salud y educación; ha mejorado el acceso a los servicios esenciales para comunidades anteriormente excluidas; incluso ha ayudado a salvar vidas. Pero tal vez lo más importante es que ha abierto espacios para que sean escuchadas las voces de las mayorías marginadas en Bolivia: indígenas, campesinos, mujeres, trabajadores y otros movimientos sociales que están listos a desafiar un modelo económico que les ha fallado. Utilizaron los debates sobre los recursos del alivio de la deuda para poner en el tapete de la discusión preguntas sobre cómo deberían ser distribuidos todos los recursos del país, acerca de las elites que dirigieron a Bolivia para su propio beneficio y sobre un modelo de desarrollo que sirvió a las multinacionales más que a los ciudadanos. Muchos de los movimientos sociales que colaboraron en la campaña de la condonación de la deuda externa todavía están en lucha manteniendo a su gobierno responsable por sus actos, y presionando para encontrar visiones alternativas de la economía y sociedad del país, generalmente basadas en las visiones indígenas de solidaridad, reciprocidad y de una vida en armonía con la naturaleza.

Bolivia todavía enfrenta un tremendo desafío para desarticular una cultura de dependencia forjada en 20 años de neoliberalismo. Aprendiendo de su expe-riencia, Bolivia necesita determinar de qué manera la nación debería limitar sus créditos a los que son genuinamente productivos, que sean acordados mediante procesos transparentes y sean conocidos abiertamente por la sociedad civil, y que puedan ser pagados sin poner la carga en las generaciones futuras. Necesita abrir las puertas a los procesos de toma de decisiones económicas de manera que su gente se comprometa en las opciones que tiene la nación y que sus líderes polí-ticos sean responsables de sus acciones a favor del interés público. Bolivia tendrá el difícil desafío de negociar acuerdos comerciales que apoyen en vez de dañar a quienes han sido excluidos por el modelo económico del ‘libre mercado.’

Para la comunidad internacional, la experiencia de Bolivia plantea preguntas preocupantes sobre cómo actuaron las Instituciones Financieras Internacionales en sus presuntas misiones. Instituciones como el fmi, con el apoyo de los gobier-nos que prestan, estaban dirigidas a resolver la deuda de la crisis pero claramente fracasaron en hacerlo. Por el contrario, supervisaron una vasta transferencia

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de recursos de Bolivia a sus millonarios prestamistas. Se alinearon con las ricas elites locales, que se enriquecieron y se acomodaron a las políticas que dejaron a la mayoría peor que nunca. En Bolivia y en muchas otras naciones de bajos ingresos de Latinoamérica, el amplio rechazo político al modelo de las ifi es una clara evidencia de que la gente no ha visto los resultados prometidos.

Al final, la historia más importante acerca de la deuda es con la que este capítulo se inició: la deuda entre naciones no trata tanto sobre dinero sino sobre poder.

Millones de personas han hecho campañas por todo el mundo para el alivio y la condonación de la deuda externa. Sin embargo, no es suficiente condonar la deuda si no se hacen cambios en los sistemas de poder financieros que crearon la crisis de la deuda y construyeron una Bolivia dependiente de las decisiones y los recursos externos. El comercio podría ser una herramienta para que Bolivia promueva el bienestar de su gente. No debería ser una herramienta que imponga un modelo externo que beneficie sólo a pocos. Para construir una sociedad más justa y digna, en Bolivia y en cualquier parte, se requerirá desafiar directamente a las instituciones y gobiernos que constriñen a Bolivia. Esto implicará pararse junto a los bolivianos que tienen una visión de liberarse a sí mismos de las rela-ciones de dependencia, complicidad y control impuesto desde el exterior.

Notas

1 María Luisa Ramos, entrevista personal con el autor, La Paz, 2 de diciembre, 2006.2 http://www.imf.org/external/np/sec/memdir/members.htm. En el Banco Mundial los diez paí-

ses más poderosos controlan el 50% de los votos, mientras Bolivia comparte un director con Ar-gentina, Chile, Perú, Paraguay y Uruguay, y representan sólo el 0,13% de los votos: http://web.worldbank.org/WBSITE/EXTERNAL/EXTABOUTUS/ORGANIZATION/BODEXT/0,,contentMDK:50004947~menuPK:64020035~pagePK:64020054~piPK:64020408~theSite PK:278036,00.html.

3 E. Lora, “Structural Reforms in Latin America: What has been reformed and how to mea-sure it” (Reformas estructurales en América Latina: Lo que ha sido reformado y cómo se lo mide), InterAmerican Development Bank Working Paper No. 348, 2001.

4 Hans Huber Abendroth et al., La deuda externa de Bolivia: 125 años de renegociaciones y ¿cuántos más? Desde la operación secreta del gobierno y los Meiggs hasta la iniciativa HIPC, La Paz: CEDLA, 2001: pp. 41-45.

5 Hans Huber Abendroth et al., La deuda externa de Bolivia, pp. 64-66.

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6 Hans Huber Abendroth et al., La deuda externa de Bolivia, p. 156.7 Fondo Monetario Internacional, “Sondeo del FMI,” Volumen 30, no 22, 26 de noviembre,

2001: http://www.imf.org/external/pubs/ft/survey/2001/112601.pdf.8 Mark Whitaker, “The World’s Most Dangerous Road” (El camino más peligroso del mun-

do), de nuestro propio corresponsal de la BBC: http://news.bbc.co.uk/1/hi/programmes/from_our_own_correspondent/6136268.stm.

9 “BID dona recursos para Cotapata,” La Prensa, 28 de noviembre, 2006, p. 4b.10 Las estadísticas fueron provistas por el Servicio Nacional de Caminos. El estimado del

proyecto original era de $US 86 796 806 y debía ser completado dentro de los 54 meses. El costo total hasta noviembre de 2006 era de $US 175 974 881. La Prensa, 28 de noviembre de 2006, anunció el último préstamo del BID.

11 Todas las estadísticas de la deuda externa de Bolivia en este capítulo, hasta 1998, fueron to-mados de Abendroth que desde mediados de los años 80 recurre a estadísticas provistas por el Banco Central de Bolivia. Las estadísticas posteriores a 1998 fueron extraídas de las cifras disponibles en el sitio Web del Banco Central de Bolivia: www.bcb.gov.bo/deudaexterna.

12 Hans Huber Abendroth et al.,Hans Huber Abendroth et al., La deuda externa de Bolivia, p. 107.13 José Pimentero Castillo, entrevista personal con el autor, La Paz, 23 de noviembre, 2006.14 El aumento de las tasas de interés internacional fue provocado por una severa alza de las tasas

de interés en Estados Unidos, orquestada por Paul Volker, presidente de la Reserva Federal bajo la presidencia de Reagan.

15 Hans Huber Abendroth et al.,Hans Huber Abendroth et al., La deuda externa de Bolivia, p. 283.16 Hans Huber Abendroth et al.,Hans Huber Abendroth et al., La deuda externa de Bolivia, p. 286. 17 Inocencia Apaza, entrevista personal con el autor en Guaqui, 21 de noviembre, 2006. Tam-

bién ver el análisis de Ladman, I y R.L. Tinnermeier, “Un modelo de la economía política de crédito agrícola: El caso de Bolivia,” Economía y Sociología, 1980.

18 Hans Huber Abendroth et al. La deuda externa de Bolivia, p. 286.19 Sachs, El fin de la pobreza: Cómo podemos hacer que suceda en nuestro tiempo, Londres, Penguin

Books, 2005: p. 91.20 Noel Ramírez y Marc Lindberg, “Bolivia: el control de la hiperinflación 1985-86,” Kennedy School of

Government Case Study # C16-90-951.0, Cambridge, MA: Harvard University, 1990: pp. 4-5.21 Juan Carlos Aguilar, entrevista con el autor, La Paz, 1 de diciembre, 2006.22 Mamerto Pérez Luna, Apertura comercial y sector agrícola campesino: La otra cara de la pobreza

del campesino andino, La Paz, CEDLA, noviembre, 2003: p. 62.23 Inocencia Apaza, entrevista personal con el autor, Guaqui, 21 de noviembre, 2006.24 CEPAS/CARITAS, “Ricos y Pobres, la brecha se ensancha,” La Paz, abril, 2004: 28. 25 Fernando Landa Casazola y Wilson Jiménez Pozo, Bolivia: “Crecimiento pobre entre los

años 1989 y 2002,” La Paz, UDAPE, 2003.26 CEDLA, “Área urbana. estructura del empleo 2003-4” basada en el INE, “Encuesta contínua

de hogares 2003-4.” El sociólogo boliviano Silvio Escóbar informó en 1991 que había un vendedor de la calle por cada tres familias en las ciudades de Bolivia (Green, p. 7) mientras que NACLA informó que entre 1990-95, 84 de cada 100 nuevos empleos en Bolivia funcio-naban en el sector informal, NACLA informe no 3, noviembre-diciembre 1997.

27 Christian Aid, “Historias personales: El rostro humano de la crisis de la deuda,” Londres, julio, 1998: p. 9.

28 Calculado en base a las estadísticas del Banco Central de Bolivia.29 República de Bolivia, “Documento de la Estrategia de Reducción de la Pobreza,” La Paz,

marzo, 2001: pp. 33-38. No existen estadísticas de la pobreza nacional antes de 1997, pero un estudio de la pobreza urbana sugiere que había un significante deterioro en los niveles de ingreso en los años 80, una leve mejora en los años 90 y un deterioro adicional de 1999 a 2004. El escenario general no ha cambiado significantemente desde 1970.

30 George Gray Molina, “Una economía más allá del gas,” La Paz, UNDP, agosto, 2006: p. 6.

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31 Duncan Green, Silent Revolution – The rise of market economics in Latin America (La revolu-ción silenciosa: El surgimiento de la economía de mercado en América Latina), Londres: LAB/Cassell, 1995: p. 7.

32 C. McGuigan, “The benefits of FDI? Is foreign investment in Bolivia delivering?” Londres, Christian Aid, enero, 2007: p. 60.

33 A. Solís Rada, “La telaraña de poder en la venta de gas,” Voltairenet, 15 de septiembre, 2002: http://www.voltairenet.org/article120342.html.

34 La desigualdad aumentó casi 20% según el Gini Coefficient, una medida comúnmente utili-zada para la distribución del ingreso y la riqueza. Fundación Jubileo, “Cuestión de justicia: desigualdad y pobreza en Bolivia,” La Paz, marzo, 2006: pp. 5-6.

35 Juan Carlos Carranza, entrevista personal con el autor, La Paz, 25 de noviembre, 2006.36 Government Letter of Intent to IMF (Carta de intenciones del Gobierno boliviano al FMI),

14 de agosto, 1998: http://www.imf.org/external/np/loi/081498.HTM.37 M. Weisbrot y Luis Sandoval, “Los desafíos de Bolivia,” Washington: CEPR, marzo, 2006: p.

3. Basado en el PIB real per cápita, a su vez basado en el PIB comparándolo con la paridad del poder adquisitivo (PPP, por sus siglas en inglés).

38 B Kohl y L Farthing, Impasse in Bolivia: Neoliberal hegemony and popular resistance, Londres: Zed Books, 2006: p. 73.

39 Estadísticas calculadas de las cifras del Banco Central de Bolivia.40 Asesoría de Política Económica, Sector Externo, “Bolivia y la Iniciativa HIPC, documento

de trabajo,” La Paz, BCB: pp. 6-9. También cálculo de la Gerencia de Operaciones Interna-cionales, Departamento Deuda Externa, “Evolución de los desembolsos de la deuda externa pública” y “Servicio de la deuda externa pública,” La Paz, BCB, 2005.

41 Mucho del análisis en esta sección se debe al apoyo considerable del trabajo de investigación de Roberto Fernández Terán en su libro, FMI, Banco Mundial y Estado Neocolonial: Poder supranacional en Bolivia, La Paz, mayo, 2003.

42 Roberto Fernández Terán, p. 60.43 La compañía de Sánchez de Lozada, COMSUR también consiguió financiamiento de la

Corporación Financiera Internacional en 1988 y fungió como accionista en conjunto a la CFI del Banco Mundial, en el Banco Industrial S.A (BISA). Roberto Fernández Terán, FMI, Banco Mundial y Estado Neocolonial, pp. 60, 85.

44 Gerencia de Operaciones Internacionales, Departamento Deuda Externa, “Bolivia, estado de la deuda pública al 31 de diciembre 2003,” La Paz, BCB: p. 1.

45 Entrevista por Havard Haarstad, estudiante de doctorado, La Paz, 24 de noviembre, 2006.46 J. Stiglitz, “Mi aprendizaje de la crisis económica global” en Nueva Sociedad, No. 168 ¿Hacia

una nueva arquitectura financiera internacional?, Caracas, julio-agosto, 2000: pp. 106-115, citado en Roberto Fernández Terán, p. 48.

47 A. Banarjee, A. Deaton et al.,A. Banarjee, A. Deaton et al., “An evaluation of World Bank research 1998-2005,” septiembre,septiembre, 2006: pp. 7, 20: http://go.worldbank.org/U6VB00O71.

48 Kati Murillo, entrevista personal con el autor, La Paz, 8 de noviembre, 2006.49 Roberto Fernández Terán, p. 69.50 “Asalariados de instituciones internacionales,” Hoy, La Paz, 28 de julio, 1988 como citado

en Roberto Fernández Terán, p. 113.51 Javier Gómez, entrevista personal con el autor, 1o de diciembre, 2006.52 Banco Mundial, “Informe de la pobreza en las regiones de Bolivia, América Latina y el

Caribe”, Informe No 8643-BO, División de Operaciones del País I, Departamento III del País, 3 de octubre, 1990: p. 50 como citado en Roberto Fernández Terán, p. 114.

53 María Luisa Ramos, entrevista personal con el autor, La Paz, 2 de diciembre, 2006.54 UNRISD/CESU-UMSS, “Temas globales en Bolivia: Deuda externa y comercio justo en tiempos

de cambio,” La Paz, mayo, 2006: p. 11.55 Anthony Gaeta, portavoz del Banco Mundial, citado en PR Week, 16 de abril, 1999.

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56 Hans Huber Abendroth et al.Hans Huber Abendroth et al. La deuda externa de Bolivia, pp. 302-10. 57 Estadísticas de 1998-2005 de la Gerencia de Operaciones Internacionales, Departamento de la

Deuda Externa, Banco Central de Bolivia (www.bcb.gov.bo/deudaexterna). La cantidad total del alivio de la deuda establecida en cada iniciativa se ha extendido por muchos años –en el caso de la HIPC, hasta 2045– así es pagada en proporciones mucho más pequeñas cada año.

58 Fundación Jubileo, “Después de la condonación del BID, el desafió es el endeudamiento responsable,” La Paz, 23 de enero, 2007.

59 Bretton Woods Project, “Leading a horse to water: Is there a role for the IMF in pov-Bretton Woods Project, “Leading a horse to water: Is there a role for the IMF in pov-erty reduction” (Fact sheet, november, 2003): http://www.brettonwoodsproject.org/article.november, 2003): http://www.brettonwoodsproject.org/article., 2003): http://www.brettonwoodsproject.org/article.shtml?cmd%5B126%5D=x-126-27842.

60 Banco Mundial, “El Banco Mundial y el FMI respaldan la elegibilidad de Bolivia para recibir $US 1 300 millones en alivio de la deuda dentro de la Iniciativa HIPC Ampliada,” Washington, comunicado de prensa 2000/198/S: http://web.worldbank.org/WBSITE/EX-TERNAL/TOPICS/EXTDEBTDEPT/0,,contentMDK:20046632~isCURL:Y~pagePK:64166689~piPK:64166646~theSitePK:469043,00.html.

61 IMF, “Bolivia: Ex Post Assessment of Longer-Term Program Engagement—Staff ReportIMF, “Bolivia: Ex Post Assessment of Longer-Term Program Engagement—Staff ReportBolivia: Ex Post Assessment of Longer-Term Program Engagement—Staff Report and Public Information Notice on the Executive Board Discussion,” IMF Country Report, No 05/139, abril, 2005: p. 24.abril, 2005: p. 24., 2005: p. 24.

62 Katie Murillo, entrevista personal con el autor, La Paz, 8 de noviembre, 2006.63 Instituto de Estudios Sociales, “Estrategia para la Reducción de la Pobreza en Bolivia: ¿Otra

Brillante Idea?” Hague, diciembre, 2003: p. 9.64 “Esta pirámide invertida boliviana explica el por qué, entre otras cosas, una estrategia eco-

nómica basada solamente en el crecimiento tiene poco impacto,” George Gray Molina, “La economía más allá del gas,” La Paz, UNDP, agosto, 2006: p. 34.

65 Todavía había algunas críticas al foro del Jubileo por no incluir a algunos movimientos populares y estar dominado por la Iglesia. Ver Christian Aid, “Participación en un diálogo: Estrategia Boliviana para la Reducción de la Pobreza”, Londres, enero, 2002.

66 Unidad de Programación Fiscal, Comportamiento de los Recursos HIPC II, Boletín Infor-mativo 5, junio 2006: p. 2.

67 Javier Comboni, entrevista personal con el autor, La Paz, 27 de noviembre, 2006. 68 República de Bolivia, “Documento de la Estrategia para la Reducción de la Pobreza,” La

Paz, marzo, 2001: p. 170.69 Juan Carlos Parra, Director de Educación de la Alcaldía de La Paz, entrevista personal con

el autor, La Paz, 22 de noviembre, 2006.70 Adhemar Esquivel Velásquez, “Reflexiones sobre el recurso humano del sector salud en

Bolivia,” La Paz, UDAPE, julio, 2006: p. 6 y Fundación Jubileo, “Fin de la deuda o deuda sin fin,” La Paz, 2004: p. 90.

71 “Cuarto Informe de progreso de los objetivos de desarrollo del milenio,” La Paz, UDAPE, noviembre, 2006: pp. 39, 44.

72 Banco Mundial, “Por el Bienestar de todos los bolivianos,” La Paz, 2006: p. 8.73 Para el FMI, determinar el nivel sostenible de deuda significaba evaluar si un país “podía

cumplir completamente con sus obligaciones actuales y futuras del servicio de la deuda exter-na, sin recurrir a la reprogramación de la deuda o a la acumulación de atrasos y sin afectar el crecimiento,” extractado de BID y FMI, “El desafío de mantener una deuda externa a largo plazo que es sostenible,” Washington, abril, 2001: p. 6.

74 El presupuesto de Bolivia era de Bs. 47 000 millones, que se calculaban en $US 5 800 millo-nes al cambio de marzo de 2007 que era de $US 1 por Bs. 7.99: http://vmpc.hacienda.gov.bo/ppto/ppto2006/index.htm.

75 Muchos expertos creen que sólo 200 alcaldías de las 327 son viables debido a la falta de recursos humanos. Fundación Jubileo, “Fin de la deuda o deuda sin fin,” p. 51.

76 El 2003, un estudio de la Acción Internacional para la Salud, por ejemplo, mostró que la contratación de personal médico nuevo había tomado lugar predominantemente en las

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201política de deuda externa

áreas urbanas y desarrolladas en vez de las áreas rurales donde 97% de la población vive en pobreza económica. AIS Bolivia, “Seguimiento a la EBRP, la iniciativa HIPC y su impacto en el sector Salud,” La Paz, 2003: pp. 48-56.

77 José Pimentero Castillo, un líder minero de Potosí fue nombrado vicepresidente de MCS en su región. Él contó que tuvo que esperar un año para tener las regulaciones, no se le dio espacio en el aparato gubernamental y no contaba con recursos para trabajar. El mecanismo fue eventualmente disuelto porque “no había voluntad política para hacerlo funcionar.”

78 Teresa, entrevista personal con el autor, La Paz, 13 de noviembre, 2006.79 M. Weisbrot y Luis Sandóval, “Bolivia’s Challenges” (Los desafíos de Bolivia), Washington:

CEPR, marzo, 2006: p. 3.80 Fundación Jubileo, “Cuestión de justicia: Desigualdad y pobreza en Bolivia,” La Paz, marzo,

2006: p. 5.81 Bolivia Government Letter of Intent (Carta de intenciones del Gobierno de Bolivia), 7 de

octubre, 2005.82 Fundación Jubileo, “Después de la condonación del BID, el desafío es el endeudamiento

responsable,” La Paz, 23 de enero, 2007.83 La deuda externa total en febrero de 2007, según el Banco Central de Bolivia, era de $US 2

500 millones, la cual ha sido divida por la población estimada de 9.6 millones de habitantes, por el Instituto Nacional de Estadística. El INE estimó que 64% de la población boliviana gana un promedio de $US 1.25 por día (Bs. 10).

84 Fundación Jubileo, Revista Jubileo, No 6, La Paz, enero-febrero 2007: pp. 2-3.85 Fundación Jubileo, Revista Jubileo, No 6, p. 2.86 Raúl Mendoza, entrevista personal con el autor, La Paz, 23 de noviembre, 2006.87 D. Adams, “Mistrust stole Bolivia’s shot at reform,” St Petersburg Times, 26 de noviembre,

2004: http://pqasb.pqarchiver.com/sptimes/access/745934831.html?dids=745934831:745934831&FMT=FT&FMTS=ABS:FT&date=Nov+26%2C+2004&author=DAVID+ADAMS&pub=St.+Petersburg+Times&edition=&startpage=23.A&desc=Mistrust+stole+Bolivia%27s+shot+at+reform.

88 “Empleo y percepciones socioeconómicas en las empresas exportadoras bolivianas,” La Paz, UDAPE, abril, 2006: p. 52.

89 La ayuda, es también, claramente, otra herramienta de influencia. En 2007, por ejemplo, Bolivia presentó su Plan Nacional de Desarrollo al Grupo de Consultores (una asociación de financieros para Bolivia). Se requería aproximadamente $US 4 000 millones para un plan de $US 6 800 millones, el cual da un apalancamiento considerable a los gobiernos donantes.

90 Pablo Solón, entrevista personal con el autor, La Paz, 2 de diciembre, 2006.91 PNB de EE.UU. (basado en la paridad del poder adquisitivo) fue estimado en $US12 980

billones en 2006 comparado con $US 27 210 millones para Bolivia: https://www.cia.gov/cia/publications/factbook. Oxfam, “Song of the Sirens: Why the U.S.-Andean FTAs undermineOxfam, “Song of the Sirens: Why the U.S.-Andean FTAs undermineWhy the U.S.-Andean FTAs undermine sustainable development and regional integration” (La canción de las sirenas. Por qué losLa canción de las sirenas. Por qué los tratados de libre comercio andinos y los de EE.UU. debilitan el desarrollo sostenible y la integración regional), Oxfam Briefing Paper 90, junio, 2006: p. 7.

92 “La ansiedad de NAFTA: el acuerdo comercial no ha producido las ganancias esperadas en la economía de México,” Washington Post, 10 de enero, 2007.

93 De “El Alba y el TCP empiezan a andar con ocho convenios,” Bolpress: http://www.bolpress.com/politica.php?Cod=2006052312.

94 El precio fue incrementado de $US 3.18 dólares por un millón de British Thermal Units (Unida-des Termales Británicas- BTU por sus siglas en inglés) a $US 5.5 dólares por un millón de BTU a principios de 2007: http://english.people.com.cn/200606/28/eng20060628_278102.html.

95 “Evo Morales no pagará la deuda externa de Bolivia,” Los Tiempos, 3 de enero, 2006: http://www.lostiempos.com/noticias/03-01-06/03_01_06_nac3.php.

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Campesinos protegen sus rostros del sol caliente de la tarde, mientras cosechan hojas de coca en una ladera empinada de Los Yungas, en el departamento de La Paz. Foto: Kathryn Cook (2006).

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Ningún tema ha dominado más la reciente lucha de Bolivia contra poderes del extran-jero como la coca. Esta pequeña hoja verde representa un choque entre la tradición e identidad bolivianas y las políticas internacionales que abogan por su erradicación. Es una hoja que ha sido usada en ceremonias, consumida como medicina y comercializada como un artículo valioso por la civilización andina por más de 4 000 años. Pero esta hoja es también la materia prima para fabricar cocaína, una droga que es como una plaga para muchas comunidades y que alimenta la violencia en las calles de Brasil, Europa y Estados Unidos.

En este capítulo, una serie de escritores presentan los muchos aspectos controversiales y complejos del tema de la coca, el cual empieza con una histórica descripción del lugar de la coca en la cultura y sociedad andinas, y cómo se convirtió en un objeto de interés para los conquistadores españoles y una mercancía internacional. Examina cómo las fuerzas externas continúan jugando un papel en Bolivia con la imposición de la ‘guerra contra las drogas’, un esfuerzo internacional iniciado por Estados Unidos para erradicar la coca debido a su conexión con la cocaína. Posteriormente se abordan las historias de bolivianos que han sido íntimamente afectados por esa guerra; una madre inocente castigada por las leyes antidrogas del país y las familias que dependen del cultivo de la coca para su ingreso mensual. El capítulo termina con un análisis de las alternativas para la pro-ducción de la coca que considera la viabilidad de cultivos alternativos así como también los usos alternativos de la coca.

capítulo 6

Coca: la hoja al centro de la ‘guerracontra las drogas’

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204 desafiando la globalización

I.Símboloantiguo,tradiciónymercancíaCaroline S. Conzelman

Lacocacomounaantiguatradiciónandina

Cuando Doña Corina cosecha sus plantas de coca, cada hoja hace un chasquido suave, que indica que la ha sacado entera, sin romperla ni aplastarla. Con todas las mujeres que trabajan en su terreno, el aire se llena de estos sonidos, un rit-mo que adorna la conversación de las mujeres como las lentejuelas bordadas en sus faldas para las fiestas en casa. Al final del día, habrán acumulado una bolsa de tela grande con las hojas que Corina puede llevar en su espalda por las ser-penteadas sendas a su casa de adobe. Allí ella tiene un patio de pizarra llamado kachi donde esparcirá las hojas al sol de la mañana siguiente para secarlas. Este es todo el procesamiento que la coca necesita antes de ser puesta en bolsas para ser vendida en el mercado legal o para ser guardada para su familia y usada como té, medicina o para las ceremonias.

La hoja es masticada regularmente por la gente de su comunidad debido a sus muchas propiedades benéficas y por ser un poderoso símbolo de su herencia indígena. “La coca es nuestra vida” dice Doña Corina, literalmente, ya que la coca ayuda a sostener la salud de su comunidad, la economía y la espiritualidad de la gente. Sin embargo, la coca ha sido despreciada, malentendida, y controlada por siglos por los poderes elitistas y coloniales o considerada maligna por su derivado de mala fama, la cocaína. Su imagen popular ha virado de un extremo a otro, siendo percibida como la hoja sagrada o la hoja del diablo. Mientras, los indígenas bolivianos han considerado a la coca como un aspecto fundamental de su medio de vida, de la política y de sus tradiciones.

Si uno viaja por el paso montañoso de La Paz y las tierras altas del Altiplano que conduce a un pronunciado declive en el Este de los Andes bolivianos –desde donde se puede ver simultáneamente los picos nevados de la Cordillera, hacia el sud, y los ríos en la profundidad de los valles fluyendo hacia el norte, en dirección al Amazonas– llega a los legendarios campos de coca de la región de Los Yungas. Los Yungas es una de las dos mayores regiones donde se cultiva coca en Bolivia y es reconocida como la principal zona cocalera tradicional. El Chapare, en el centro de Bolivia, es otra área importante donde se cultiva la coca que ganó notoriedad a principios de los años 60 debido a la gran afluencia de emigrantes que se trasladaron de las regiones de tierras altas y empezaron a cultivar coca, mucha de la cual en los años 80 se destinaba al floreciente mercado de la cocaína en el exterior.

La firma delatora de un cultivo de coca, o cocal, en los Yungas son hileras tras hileras de terrazas bajas de tierra apilada en columnas verticales que cubren una ladera de cerro irradiando un brillante verde esmeralda. Las antiguas terrazas de piedra de los Incas son todavía visibles en algunos lugares. Debido a que la hoja de coca ha sido cultivada aquí por muchos siglos por los pueblos aymara y quechua,

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su cultivo es legal en los Yungas y es destinado a los mercados domésticos. La dulce hoja de coca cultivada aquí es preferida a la que crece en alturas más bajas, como la que se encuentra en el Chapare, y es vendida por todo el país para ser masticada o para hacer té de hierbas, sus usos más comunes y antiguos.

Este uso de la hoja de coca como un estimulante suave –comparable a la utilización del café o al té en otras partes del mundo– ofrece un valor nutritivo considerable para la vida diaria en el campo, minas, salas de reuniones y mer-cados. En comparación con otras 50 plantas nativas consumidas en América Latina –incluyendo una variedad de nueces, vegetales, cereales y frutas– la coca se clasifica por encima del promedio por tener un alto porcentaje de proteína, carbohidratos, calcio, hierro y vitaminas A y E.1 La coca es una fuente nutritiva importante para los trabajadores indígenas rurales y urbanos, quienes frecuen-temente sólo tienen recursos limitados para mantener una dieta balanceada. La hoja es también un remedio para una serie de dolencias fisiológicas, incluyendo el mal de la altura, la inflamación gastrointestinal y la hipoglucemia. 2

Tiene sentido que el cultivo de la coca haya evolucionado junto con la papa en los Andes porque el masticar la hoja después de las comidas ayuda a regular el azúcar de la sangre producida por el almidón de la papa. Las comunidades locales también se benefician del alto contenido de calcio de la hoja. 3 La coca puede ser usada como un agente curativo para heridas menores y como un anestésico tópico suave debido a la presencia de 14 alcaloides en la hoja, uno de los cuales es el alcaloide de la cocaína. La pequeña cantidad del alcaloide de la cocaína in-gerido por la masticación de la hoja o por tomar infusión de coca (mate de coca) no es de ninguna manera similar a los efectos de consumir la droga cocaína, y no causa adicción como lo puede hacer la cocaína pura. 4

No es difícil comprender por qué la coca ha sido un componente sagrado y central en la vida de los Andes y partes del Amazonas por más de 4 000 años.5 Un mito aymara dice que hace mucho tiempo, la hoja de coca fue un regalo de la pachamama (madre tierra) cuando su gente necesitaba sustento durante una crisis de alimentos a causa de un desastre natural en Los Yungas.6 Ella los guió a una simple mata que podía sobrevivir bajo esas condiciones y le dijo a la gente que chupara las pequeñas hojas planas. Fue así como los aymaras empezaron a descubrir las propiedades nutricionales y medicinales de la coca. Ellos continúan ofreciendo las hojas de coca en sus ceremonias para honrar su conexión con la tierra y el divino reino de los espíritus, especialmente a la pachamama.

La coca es un cultivo resistente. Puede crecer en tierra ácida o rocosa y permanece productiva por 30 años. Los aymaras desarrollaron un método de terrazas, las cuales todavía se usan hoy, para tomar ventaja de la extrema topo-grafía y apacible clima de las alturas de los bosques subtropicales. El trabajo duro que demanda construir estas terrazas, fundamentalmente trabajadas a mano, es interrumpido por descansos para masticar la coca. La coca es también com-partida por hermanas, hijas, tías y otras mujeres que pasan sus días recogiendo

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coca rodeadas por remolinos de neblina, un tibio sol e imponentes vistas de las montañas.

En Los Yungas, la coca es el principal cultivo de exportación dentro de un sistema diversificado de subsistencia agrícola, con cada cocal cosechado tres o cuatro veces al año. El trabajo es una empresa compartida, en la cual familias ampliadas y vecinos se juntan para plantar y cosechar. Esta práctica de recipro-cidad, que tiene una larga historia en los Andes, se llama ayni, en aymara.

El principio del ayni es el corazón del antiguo sistema político y económi-co aymara llamado ayllu, creado para aprovechar la vasta diversidad ecológica de la región. Cada una de las tres zonas climáticas principales produce ciertos productos que son esenciales para la supervivencia de la gente: papas, quinua y llamas de la región de los Andes; raíces de vegetales, maíz, hierbas medicinales y coca de las tierras bajas tropicales; pescado y sal de la costa del Pacífico. Todas las familias en un ayllu toman turnos para detentar posiciones de autoridad, supervisando la distribución de los recursos como alimentos y tierra para el beneficio de todo el ayllu.7 La filosofía y a veces las prácticas del ayllu perviven todavía en muchas comunidades bolivianas, donde la hoja de coca continúa siendo compartida en reuniones políticas y sociales para representar su esencial vínculo de reciprocidad.

Lacocacomomercancía

Tata José (Tata es un término aymara de respeto para dirigirse a un hombre anciano) tiene muchas historias que contar sobre la nayra pacha, los tiempos antiguos de la cultura aymara, que aprendió de la historia oral transmitida por generaciones de sus ancestros indígenas en Los Yungas. José explica que hace mucho tiempo, la hoja de coca era el producto más valioso que la gente andina tenía, similar al de los textiles de lana fina por lo que era usada frecuentemente para el intercambio con otros productos o para compensar el trabajo de terceros.8 Este uso de la coca era sólo un componente de un sistema efectivo de intercam-bio llamado trueque, por el cual los productos y el trabajo, y no el dinero, eran la base del comercio. Este tipo de intercambio es todavía común entre la gente que vive fuera de la economía formal del dinero.

Cuando los conquistadores destruyeron el imperio de los Incas en los años 1500 y lo reemplazaron con el imperio católico castellano, consideraron a la hoja sagrada como la hoja del diablo. Los españoles estaban horrorizados por la extendida práctica entre los indígenas de masticar la hoja de coca y ordenaron eliminarla. Su percepción era que:

La coca era usada extensivamente en rituales paganos, y era casi adorada por su mágico poder estimulante. Esta hoja servía de vínculo entre los nativos y era un importante obstáculo para difundir el cristianismo. Por esa razón, la coca fue

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condenada y atacada con pasión [por los sacerdotes católicos, quienes] declararon que “la coca es una planta inventada por el demonio para la destrucción total de los nativos.”9

Sin embargo, no tomó mucho tiempo para que los españoles se dieran cuenta de lo útil que les podría ser la coca. Obsesionados por adquirir riqueza de cualquier manera, los españoles habían establecido un represivo sistema feudal de propiedades rurales llamadas haciendas, que otorgó enormes extensiones de tierra –junto con los habitantes indígenas– a los conquistadores y sus descen-dientes. Se dieron cuenta de que la coca podría ayudar a que los indígenas que labraban la tierra y las minas de plata trabajaran más horas y más duramente.10 Los españoles tomaron el control de la producción y comercialización de la coca en la región andina. 11 Los mineros quechuas y aymaras podían aguantar los interminables turnos que duraban por semanas dentro de lo profundo del Cerro Rico de Potosí, masticando hojas de coca. La coca detenía el hambre, la sed y la fatiga y también significaba la protección del dios de las profundidades de la tierra llamado el Tío.12

La coca también se convirtió en un importante símbolo de fortaleza para los aymaras en su resistencia al poder español. Durante la rebelión de 1770-81, dirigida por Tupac Katari y su esposa Bartolina Sisa, La Paz fue sitiada por los rebeldes aymaras por siete meses. La masticación y los rituales con coca, fue la manera como los hombres y mujeres indígenas aguantaron la lluvia y las severas temperaturas mientras rodeaban la capital. Como escribió un historia-dor boliviano: “La coca levantó sus espíritus y les dio fortaleza y bravura en el combate.”13 La rebelión sería derrotada y Katari brutalmente asesinado por las fuerzas españolas. Según la leyenda, sus últimas palabras fueron: “Me matan ahora, pero volveré y seré millones.”

Después de que Bolivia lograra su independencia de los españoles en 1825, la elite que gobernaba el país continuó con el control sobre la coca, usándola para sostener a la fuerza de trabajo explotada en las minas que era clave para aumentar su lucrativa exportación del mineral. Tata José explicó cómo era recoger coca como un peón indígena antes de la revolución de 1952, que impuso una reforma agraria: “los niños aymaras no iban a la escuela, ni siquiera aprendían a hablar español, pero trabajaban en los cocales con sus padres. Esa era nuestra educación, aprender a recoger coca.”

Cocaycocaína

En 1860, un químico alemán fue el primero que aisló el alcaloide cocaína de la hoja de coca y la concentró en un cristalino polvo blanco. La cocaína muy pronto se hizo popular como una droga recreativa de la burguesía en Europa y Estados Unidos y fue considerada una panacea médica respaldada por figuras tales como

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el Papa, Sigmund Freud y Ulysses Grant.14 La Coca-Cola fue creada en los años de 1880 como un elixir de cocaína y cafeína y llegó a ser una sensación interna-cional. Sin embargo, a principios de los años de 1900, los efectos dañinos de la cocaína se hicieron más evidentes. En 1914, ee.uu. aprobó la Ley Harrison de Narcóticos (Harrison Narcotics Act), en la cual se prohibía la posesión y el uso de la cocaína. En 1929, Coca-Cola eliminó la cocaína de su popular bebida, pero retuvo en su receta el sabor único de la hoja.15

Registros de los años 20 del siglo pasado muestran que 87% de la coca de Los Yungas era consumida en Bolivia –principalmente en las minas– y 13% era exportado, principalmente para abastecer a los trabajadores en Argentina y Chile, mientras que el resto era enviado a Europa para ser usado en la industria farmacéutica.16 Los propietarios de las haciendas en Los Yungas defendieron ferozmente su derecho a cultivar la hoja como sostén de la economía nacional y como un recurso crucial de ingresos por impuestos públicos. También afirmaron que la coca no representaba ningún riesgo para la salud.17 Estas voces fueron inicialmente honradas en los acuerdos internacionales, pero la hoja de coca estaba siendo confundida cada vez más con la droga cocaína. Un investigador la describió así: “un estimulante suave que había sido usado sin evidencia de toxicidad por al menos dos mil años antes de que los europeos descubrieran la cocaína, lo que llevó a la hoja a ser vista como una droga adictiva.”18

La conexión entre coca y cocaína se convirtió en el fundamento para la ley internacional en 1961 con la aprobación de la Convención Única sobre Estupe-facientes de las Naciones Unidas, la cual clasificó a la hoja de como un narcótico, junto con la heroína y la cocaína.19 El convenio prohíbe a Bolivia exportar la hoja de coca u otros productos que son elaborados con la hoja, como la infusión. También puso en marcha un plan de erradicación de todo cultivo ilícito de coca en Bolivia y Perú y la eliminación de la práctica de masticar la coca, ambas en un periodo de 25 años. Los partidarios del plan argumentaron que la coca era una causa fundamental del subdesarrollo y la pobreza de la región.20

En las dos décadas siguientes a que se aprobara la ley de la Convención de las Naciones Unidas, el miedo a que la hoja de coca de Bolivia llegara a ser mayoritariamente usada para la producción de cocaína se convirtió en mito. A mediados de los años 80, sin embargo, dos fenómenos llevarían a un súbito au-mento de los cultivos de coca en Bolivia que transformarían el mito en realidad. A nivel internacional, el auge de la cocaína en Estados Unidos y Europa elevó la demanda de la hoja de coca. En Bolivia, la crisis económica y los cambios radicales en la política económica nacional dejaron 30 000 personas desemplea-das prácticamente de la noche a la mañana. Luchando para encontrar nuevos ingresos, estos bolivianos se decidieron por su mejor opción: convertirse en cocaleros (personas que cultivan coca) en el Chapare. Irónicamente, el Chapare era precisamente donde los programas del Gobierno animaban a inmigrar a los nuevos desempleados. Poco después, Estados Unidos y sus socios internacionales

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lanzarían la poderosa ofensiva que llegó a ser conocida como la “Guerra contra la drogas” en los Andes.

Cocaycocaína:¿Cuálesladiferencia?

La coca es para la cocaína lo que las uvas son para el vino; es una materia prima que debe ser modificada considerablemente para poder ser convertida en droga.

La hoja de coca contiene una pequeña concentración del alcaloide cocaína, el cual es extraído para producir cocaína pura. La masticación de la hoja de coca es la manera tradicional de su consumo en la cultura andina y no produce ninguna euforia o paranoia como ocurre con el uso de la cocaína, porque el alcaloide es ingerido como un componente más de la hoja completa y es absorbido lentamente por el cuerpo a través del sistema digestivo.21 La Organización Mundial de la Salud (oms) informó en 1995 que los consumidores por muchos años de hoja de coca no experimentan efectos perjudiciales a su salud y no sufren de adicción.22

Para convertir las hojas de coca a cocaína se requiere un elaborado proceso que involucra una cantidad de químicos específicos. Primero, las hojas secas de coca se transforman en una pasta de coca usando bicarbonato de sodio y kerosén.23 Esta pasta es después transformada en cocaína a través de un proceso aun más sofisticado usando equipo especial y más químicos nocivos. Se necesita, más o menos, 390 libras de hoja de coca para hacer una libra de cocaína.24 Aunque los números son altamente cuestionados, en 2007 el director de la fuerza anti narcó-ticos de Bolivia, la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico, considera que aproximadamente 50% de la hoja de coca producida en Bolivia en 2006, se dirige eventualmente a la elaboración de cocaína.25

II.Brevehistoriadela‘guerracontralasdrogas’ deEstadosUnidosenBolivia Coletta A. Youngers

En septiembre del 2006, el presidente boliviano Evo Morales compareció frente a la Asamblea General de la Naciones Unidas y levantó una pequeña hoja de coca. El primer presidente indígena de la nación declaró: “Ésta es la hoja de coca verde, no es blanca como la cocaína. Ella representa la cultura andina.” Como líder de los cocaleros, una década antes, se le negó a Morales una visa de ingreso a Estados Unidos para asistir a una sesión especial de la política sobre las drogas de las Naciones Unidas. Como presidente, tuvo acceso a una plataforma internacional para defender los usos históricos, religiosos y culturales de la hoja de coca y para distinguirla de la sustancia ilícita cocaína, con la cual había sido indeleblemente conectada. Morales tiene una oportunidad histórica de poner fin a la guerra ‘contra las drogas’ de ee.uu. en Bolivia.

Los bolivianos han pagado un alto precio librando la guerra de Washington. Por mucho tiempo, el apoyo estadounidense a los programas de erradicación

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de coca en la región del Chapare han sido caracterizados por la violación de los derechos humanos en la región. Aunque los abusos no han alcanzado el nivel de ejecuciones y desapariciones realizadas por algunos dictadores militares en Bolivia en años pasados, ha prevalecido un patrón perturbador de asesinatos, maltrato y abusos a la población local. Las principales víctimas no son los narcotraficantes, sino los cocaleros pobres que mantienen a sus familias gracias a la producción de coca y otros productos agrícolas. La erradicación de los cultivos de coca ha agravado la pobreza de comunidades y familias, generando disturbios políticos, violencia e inestabilidad política. Este descontento finalmente llevó a la creación de un partido político, el Movimiento al Socialismo (mas) que más tarde eligió al líder cocalero más destacado del país a su más alto puesto público.

Al recibir 54% de los votos en las elecciones de diciembre de 2005, Morales ganó un mandato por el cambio sin precedentes. Muy consciente de las conse-cuencias negativas y de los fracasos de la política anterior, su gobierno adoptó un enfoque radicalmente diferente sobre el tema de las drogas, mejor caracterizado por su eslogan “coca sí, cocaína no.” Los demás líderes cocaleros empezaron a dirigir las oficinas gubernamentales responsables de aplicar esta nueva política dándole mayor credibilidad y legitimidad en Bolivia. La nueva estrategia ofrece posibilidades de éxito a largo plazo, limitando la producción de la coca que los gobiernos anteriores no pudieron lograr, al promover el desarrollo económico en áreas rurales pobres y una reducción comunitaria de los cultivos de coca.

La‘guerracontralasdrogas’deEstadosUnidos

La explosión de la epidemia del crack-cocaína en ee.uu. a mediados de los años 80, llevó al Congreso estadounidense a aprobar una legislación cada vez más draconiana destinada a frustrar tanto el abuso ilícito de la droga, como la violencia y otros problemas asociados con la comercialización de dichos estu-pefacientes en el país. Los funcionarios estadounidenses ubicaron la culpa en los países extranjeros donde las drogas ilícitas son producidas, principalmente la región andina de Sudamérica y México. Se desarrollaron políticas para disminuir el abastecimiento de drogas ilícitas mediante la erradicación de la producción de hoja de coca, la represión de la producción de cocaína en laboratorios en el exterior y la captura de embarcaciones en ruta.

En las dos décadas pasadas, aproximadamente dos tercios del financiamiento federal para programas de control de droga han ido a parar a programas que limitan la oferta y sólo un tercio se ha destinado al tratamiento y la educación para reducir la demanda. La premisa de esta política era que al limitar la oferta, el precio de las sustancias ilícitas aumentaría, con lo cual disminuiría el consumo. Tanto la premisa como las políticas demostraron ser un fracaso.

El apetito estadounidense por las drogas estaba también calculado en tér-minos de seguridad nacional. En 1986, el presidente Reagan fue el primero en

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declarar que el problema de las drogas ilícitas era una amenaza a la seguridad nacional. En 1989, George W. Bush lanzó la Iniciativa Andina, que condujo a un aumento sustancial del involucramiento estadounidense en los países llama-dos ‘fuente’ como Bolivia, Perú y Colombia, donde se cultiva la coca. Al mismo tiempo, el Congreso estadounidense designó al Departamento de Defensa como la principal agencia encargada de la detección y monitoreo de drogas ilícitas. Los militares y las fuerzas policiales latinoamericanos fueron provistos de asistencia económica de Estados Unidos, entrenamiento, y apoyo logístico y de inteligencia para llevar a efecto las iniciativas contra las drogas.

El extendido papel de las fuerzas de seguridad latinoamericanas y estado-unidenses en los esfuerzos domésticos contra las drogas es comúnmente referido como la militarización de la política estadounidense contra las drogas. Desde el 11 de septiembre de 2001, los líderes cocaleros han sido incluidos en las listas estadounidenses de terroristas, señalados como “narco-terroristas.” Dentro de este marco de políticas, el desarrollo económico y la fortificación de las institu-ciones democráticas fueron generalmente minimizados.

Los gobiernos de la región andina inicialmente se resistieron a la erradicación forzosa, parte central del enfoque estadounidense, particularmente el naciente gobierno civil en Bolivia, donde los militares recientemente habían retornado a sus cuarteles después de décadas de violentas dictaduras (Bolivia ha sufrido 182 golpes militares de Estado desde que obtuviera su independencia en 1825, un récord regional). Mientras los funcionarios estadounidenses consideraban a los cocaleros como el primer eslabón de la cadena que conduce al abuso de las drogas en Estados Unidos, los funcionarios bolivianos y de otros países andinos dirigían su mirada a los cocaleros pobres que luchaban a duras penas para conseguir un medio de vida de subsistencia. La erradicación forzosa de la coca enfrentó a las fuerzas gubernamentales contra los segmentos más vulnerables de la población, resultando en conflicto y violencia.

A pesar de la resistencia inicial, Washington utilizó su fuerza política para asegurar el cumplimiento a sus políticas anti droga. En 1986, el Congreso estadounidense aprobó una legislación que exigía al presidente ‘certificar’ anualmente que los países productores de drogas y los de tránsito estaban co-operando plenamente con los programas antidrogas de Estados Unidos. Los países que no certificaban dicha cooperación enfrentaban una serie de sancio-nes, incluyendo la suspensión de la ayuda financiera estadounidense, votación en contra de préstamos otorgados por bancos de desarrollo multilaterales y sanciones comerciales discrecionales.26 En el caso de Bolivia, debía alcanzar las metas de erradicación anual de coca para poder recibir la certificación de Estados Unidos.

Bolivia es particularmente susceptible a tales presiones. Como uno de los países más pobres de Latinoamérica, es fuertemente dependiente de la coopera-ción estadounidense y de las instituciones internacionales crediticias, que tienen

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estrecha relación con el gobierno de Estados Unidos. Como resultado y por mucho tiempo, Bolivia ha tenido que seguir el ritmo marcado por Washington en sus políticas del control de drogas. Según se dice, abogados estadounidenses elaboraron el anteproyecto de la “Ley de la coca y de sustancias controladas” boliviana, comúnmente conocida como la Ley 1008, al tiempo que la Embajada de Estados Unidos presionaba al Congreso boliviano para su aprobación en 1988. Finalmente, el gobierno estadounidense puso como condición para liberar fondos de su ayuda, la aprobación de esta ley.27

Hasta la elección del presidente Morales, la Ley 1008 proveyó el marco legal para la erradicación forzosa. El estatuto draconiano, entre otras características, montó un equipo especial estadounidense de fiscales antidrogas y requirió que los bolivianos acusados de delitos por droga fueran retenidos en las celdas sin opción de libertad bajo fianza o de ser puestos en libertad hasta que el juicio sea completado. Dada esta situación, los juicios por lo general tomaron años para ser concluidos; los arrestados eran tratados como culpables hasta que se probara su inocencia.

En mayo de 1990, el gobierno boliviano también capituló a la presión de Estados Unidos y firmó un acuerdo secreto que formalizaba el papel de las Fuerzas Armadas de Bolivia, incluso del ejército, en operaciones antidrogas. Como esta medida fue extremadamente impopular, el gobierno de Paz Zamora repetidamente negó la existencia de tal acuerdo. A pesar de las protestas de la gente después de que se filtraran las noticias del acuerdo, las Fuerzas Armadas bolivianas ya se habían afianzado fuertemente en la guerra contra las drogas, con poca o casi ninguna supervisión de los funcionarios civiles.

Los militares y las fuerzas policiales bolivianos dedicados a los esfuerzos anti-drogas han sido financiados casi exclusivamente por Washington, creando mucho más dependencia y un mayor sesgo en las relaciones bilaterales. El gobier-no de Estados Unidos provee de todo a las fuerzas antidroga, desde uniformes hasta armas y el costo de alimentación de los arrestados, así como también de un bono especial pagado directamente a los fiscales de la Ley 1008. Las voces críticas denunciaron que el sistema judicial del país llegó a ser servil a Estados Unidos y que los fiscales estaban apresando a miles de personas inocentes para satisfacer a los funcionarios estadounidenses. Debido a que el gobierno de Esta-dos Unidos ha tenido las riendas en la mano y las cuentas han estado muy lejos de ser transparente, el gobierno boliviano no ha podido calcular el presupuesto para sus programas antidroga. “Ni siquiera sabemos el costo de una operación básica antidrogas,” se quejó un ex funcionario boliviano, “todo ya está pagado por la Embajada de los Estados Unidos.”28

En la década de los años 90, los cocaleros de la región del Chapare estu-vieron inmersos en patrones cíclicos de diálogo y conflicto. Tratando de evitar disturbios políticos en el poderoso movimiento de los cocaleros, los gobiernos de turno sucesivamente han ofrecido compensaciones económicas a cambio de

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la erradicación voluntaria, aunque se seguía manteniendo la erradicación forzosa de los cocales. Sin embargo, tales promesas fueron raramente cumplidas y debía alcanzarse objetivos mínimos de erradicación para mantener abierto el grifo de la ayuda estadounidense. Inevitablemente, mientras se acercaba el tiempo límite anual, los periodos de relativa calma eran seguidos por conflictos y violencia.

El PlanDignidadyelaltocostodelaerradicación

El ciclo fue interrumpido por la elección del ex dictador Hugo Banzer a la presidencia en 1997, quien eliminó el diálogo e hizo del conflicto una norma. Banzer declaró que Bolivia lograría “coca cero” en cinco años y lanzó una ofen-siva de erradicación masiva como parte del Plan Dignidad. La coca del Chapare fue el primer blanco de esta iniciativa y no así la tradicional zona de cultivo de Los Yungas. Las Fuerzas Armadas fueron utilizadas para las operaciones in situ y aproximadamente 5 000 soldados fueron trasladados al Chapare, aumentando enormemente la tensión. Los jóvenes conscriptos protegidos por la fuerza policial antidroga se dispersaron por toda la región extirpando las plantas de coca mientras las familias afligidas veían cómo su principal fuente de ingresos monetarios se esfumaba con el humo de las fogatas alimentadas con las plantas.

Inicialmente, el programa produjo impresionante éxitos en la disminución de la producción de coca. Para el año 2000, el Gobierno anunció que casi había alcanzado sus objetivos de coca cero. Sin embargo, este triunfo demostró ser efímero. Para el 2001, la producción de coca estaba de subida y había aumen-tado 23% para el 2002.29 La razón por la cual esta política no era sostenible a largo plazo era simple: la erradicación sobrepasó ampliamente la provisión de alternativas económicas. El “Desarrollo Alternativo” un intento de ofrecer a los cocaleros otro tipo de cultivo monetizable, era uno de los principales pilares del Plan Dignidad y demostró poco éxito. Los campesinos pobres no tenían otra opción que replantar la coca, lo cual hicieron con bastante velocidad.

Los costos económicos, sociales y políticos de la ‘guerra contra las drogas’ en Bolivia, respaldada por Estados Unidos, y el Plan Dignidad en particular, eran demasiado altos. Las acciones de la erradicación forzosa condujeron a la violación de los derechos humanos, que incluía ejecuciones, detenciones ilegales y tortura. Masivas barridas de la región cocalera, donde cientos podían ser detenidos en una sola operación, condujeron a detenciones arbitrarias donde los arrestados eran presumiblemente culpables hasta que se probara su inocencia. Aunque finalmente liberados, la mayoría de los detenidos nunca estuvo frente a una autoridad judicial ni se le permitía comunicar de su detención a sus familias. Eran inquietantemente comunes los informes sobre maltrato e incluso tortura de los detenidos.

Cuando la producción de coca se desplomó, lo hicieron también los ingre-sos, los niveles de nutrición y la salud de los residentes locales. Como el dinero faltó, las familias tuvieron menos para gastar en el cuidado de su salud y los

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niños fueron retirados de la escuela para trabajar y complementar el ingreso del hogar. Aunque no existe información en papel disponible, funcionarios de salud y educación se quejaron repetidamente de un repentino aumento en las enfermedades relacionadas a la desnutrición y la ausencia de estudiantes en las escuelas.30 El descontento social devino en violentas confrontaciones, bloqueos de carreteras que paralizaron regiones del país por meses, al mismo tiempo. Durante las protestas, los comestibles se pudrieron en los camiones y cesó el comercio, con un impacto negativo considerable para la economía de Bolivia.

Se perdieron muchas vidas por esos años. Docenas de cocaleros murieron durante las campañas de erradicación o en protestas que se volvieron violentas. También murieron oficiales de la policía especial antidroga y del ejército. En algunos casos, las circunstancias eran macabras; sin embargo, asesinatos bastante evidentes no han sido investigados ni sancionados.

El asesinato del cocalero Casimiro Huanca presenta un caso particularmen-te inquietante. Empezó en diciembre de 2001 cuando se realizó una protesta sin mucha asistencia en el pueblo de Chimoré.31 Los cocaleros tenían cajas llenas de fruta a lado de la carretera para protestar por la falta de mercados para sus productos agrícolas alternativos. En cierto momento, los soldados persiguie-ron a los cocaleros, incluyendo a Huanca, cuando se dirigían a una oficina del sindicato. Según relatan los presentes, Huanca fue disparado a quemarropa. Se desangró hasta morir. Su asesino fue identificado como Juan Eladio Bora, un miembro de la Fuerza de Tarea Expedicionaria (fte), una fuerza parami-litar antidroga financiada por el gobierno estadounidense. El tribunal militar determinó que Bora actuó en defensa propia, a pesar de la evidencia de que Huanca ni ningún otro cocalero amenazó al oficial ni a ningún otro miembro de la fte.32

Como en otros casos, la embajada estadounidense defendió las acciones de los militares. El 2002, en una entrevista con funcionarios de la represen-tación diplomática, un funcionario de ‘derechos humanos’ dijo que el disparo que Huanca recibió no podía ser considerado una violación a los derechos humanos porque fue disparado en la ingle. Incluso llegó más lejos al acusar a los activistas locales de derechos humanos de su muerte, alegando que no le habían dado una adecuada atención médica. Lo que no mencionó fue el hecho de que las instalaciones de salud necesarias para salvarlo ni siquiera existían en la región.33

Los enfurecidos campesinos, algunas veces armados con machetes, también fueron una amenaza para los policías y soldados convocados para aplastar las protestas. Entre 1997 y 2004, 35 cocaleros y 27 policías y personal militar mu-rieron, en tanto se hirieron a aproximadamente 600 cocaleros, y a 140 policías y militares.34 La impunidad se convirtió en la norma de las violaciones de derechos humanos atribuidas a los miembros de las fuerzas de seguridad boliviana, así como también para los campesinos acusados de matar soldados o policías.

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Más tarde, la paciencia de los bolivianos con los elocuentes embajadores estadounidenses y sus repetidas intromisiones en la política domestica se empezó a agotar. Durante las elecciones presidenciales de 2002, el embajador de ee.uu., Manuel Rocha, habló directamente contra Morales, quien era candidato presidencial, advirtiendo que Bolivia perdería el apoyo económico de Estados Unidos y se convertiría en un paria internacional si el electorado “hacía jugarretas a escondidas con los cocaleros,”35 En dicha elección, Morales fue la revelación al recibir un porcentaje inesperadamente alto y sólo perdió por 1.5 por ciento de los votos. La contundente victoria de Morales el 2005 se debió en parte a la implacable y, en última instancia, infructuosa cruzada antidroga de Washington. El conflicto, la violencia y la privación económica causada por la política de erradicación, entre otros temas, ayudaron a propul-sar a Morales al centro de la atención nacional y generó apoyo popular a su retórica anti estadounidense.

Cocasí,cocaínano

Como cocalero él mismo, el presidente Morales ha tenido una oportunidad sin precedentes de presentar una estrategia antidroga que podría ganar el apoyo mayoritario de los bolivianos.36 El objetivo del nuevo gobierno era limitar la producción de hoja de coca que alimenta el mercado de la cocaína, pero evitar el conflicto y la violencia que caracterizaron las políticas anteriores. Morales puso en claro su intención de continuar combatiendo el ilícito negocio de la droga, afirmando en su discurso inaugural: “estamos convencidos que el tráfico de drogas es una enfermedad que aflige a la humanidad.”37

La base del plan de Morales era realizar una reducción de coca de manera cooperativa y extenderla a otras áreas de producción no afectadas previamente por las fuerzas de erradicación. Basado en un acuerdo firmado en octubre de 2004 por el entonces presidente Carlos Mesa, el gobierno de Morales continuó permitiendo que cada familia cultivara un cato de coca (1 600 metros cuadrados o un poco más de un tercio de una hectárea). El acuerdo estipula que cualquier cultivo de coca que pasara este límite estaría sujeto a la erradicación. Además, los cocaleros aceptaron erradicar sus plantaciones de coca en dos de los más grandes parques de la región. El acuerdo de octubre de 2004 permitió que en el primer año de su mandato se detenga la erradicación forzosa de los coca-les. Para que el proyecto de erradicación cooperativa de la coca tenga éxito a largo plazo, requerirá de que se instalen en el lugar sistemas de monitoreo efectivo.38

En el Chapare, parece que está funcionando la estrategia de limitar la producción de coca mientras que la ausencia de conflicto y violencia está con-tribuyendo a generar un ambiente propicio al desarrollo económico. Según el periodista local Juan Alanota, “en términos económicos, la situación ha

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mejorado. Los campesinos están ahora seguros que tendrán algo de dinero de la coca.”39 Esto les permite mucho más flexibilidad para experimentar con la producción de otros productos agrícolas y buscar otras oportunidades que generen ingresos, elementos clave para la reducción estratégica de la planta de coca a largo plazo (Este tema es tratado con más detalle posteriormente en este capítulo). En su primer y segundo año de gobierno, Morales cumplió con sus objetivos de eliminar 5 000 hectáreas de coca sin la violencia característica de administraciones previas.

“La participación popular y la cooperación ha aumentado con este gobierno,” dijo el coronel Miguel Vásquez, ex director de la policía antidroga del país.40 Con esa participación viene la regulación cooperativa que es mucho más efectiva que la mano dura unilateral de erradicación forzosa y prohibición. Sin embargo, la continúa utilización del ejército boliviano en la reducción de coca y la presión estadounidense para lograr los objetivos de la erradicación han causado violencia en otras regiones. En septiembre del 2006, dos cocaleros murieron en un enfren-tamiento con miembros de las fuerzas de erradicación conjunta de la policía y los militares en Vandiola, Los Yungas. La tragedia ilustra las dificultades que el gobierno enfrenta en la aplicación de su estrategia para la coca en áreas donde la hoja ha crecido tradicionalmente y donde los campesinos son muy dependientes de la planta de coca como su cultivo principal.

Desafíosparaelfuturo

A pesar del escepticismo y la resistencia a algunos aspectos del nuevo enfoque del gobierno boliviano, el gobierno de ee.uu. ha continuado con sus programas antidroga en Bolivia y colabora estrechamente particularmente en la interdicción. Mientras la tensión a menudo sigue vigente y la frágil tregua podría fácilmente romperse, ambos gobiernos señalaron que una ruptura en sus relaciones bilate-rales no beneficiaría a ninguno de los países.

La clave para el éxito potencial del nuevo enfoque del gobierno sobre la erradicación será su capacidad para prevenir que se planten nuevos cultivos sobre los ya destruidos, un problema que ha imposibilitado lograr éxitos a largo plazo en el pasado. Hasta la fecha, los resultados iniciales son prometedores. El 2006 y 2007, los esfuerzos gubernamentales para trabajar en colaboración con la Federación de Cocaleros y con comunidades en particular para reducir los cultivos, han tenido éxito. Al momento de la elaboración de este documento, se ha evitado la violencia y el conflicto creando un clima más propicio para el crecimiento económico rural.

El desafío futuro, sin embargo, será proveer oportunidades económicas para mejorar considerablemente la calidad de vida de aquellos que tradicionalmente dependen del cultivo de la coca. Si es que se puede hablar de algún éxito en las políticas de erradicación de cultivos de drogas, éste se ha verificado en Asia, y

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más particularmente en Tailandia, Pakistán y Vietnam. En Tailandia, el gobierno puso en vigencia programas de desarrollo integral para incrementar los niveles de ingresos y los estándares de vida de los campesinos locales, a quienes después se les quitó la producción de amapola para la producción de opio. Los programas de erradicación fueron llevados a efecto en colaboración con las comunidades locales y dentro de un marco de respeto por las normas jurídicas y los derechos humanos. Los programas de desarrollo y de cumplimiento de la ley fueron mantenidos separados para asegurar el continuo apoyo de la población local. Es esencial que Bolivia adopte enfoques similares para lograr resultados exitosos.

Quiénesquiénenla‘guerracontralasdrogas’deBolivia

Algunos de los principales actores incluidos en esta guerra son:41

Lossindicatosdecocaleros: organizaciones de base locales en las regio-nes donde se cultiva la coca, que han sido el fundamento de la resistencia de los cocaleros a las iniciativas de la ‘guerra contra las drogas.’

LaFuerzadeTareaExpedicionaria(fte): Una fuerza paramilitar antidro-gas organizada por el gobierno de Estados Unidos, fue disuelta después de repe-tidas acusaciones de serias violaciones a los derechos humanos en el Chapare.

LaFuerzaEspecialdeLuchaContraelNarcotráfico(felcn): Orga-nización armada principal dedicada a supervisas la interdicción de drogas ilícitas y precursores químicos utilizados para elaborar drogas.

La Oficina Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de laaplicacióndelaleyyAsuntos,DepartamentodeEstadodeeeuu (inl): A través de su Sección de Asuntos de Narcóticos (nas) y Air Wing, apoya y ayuda a las fuerzas de interdicción y erradicación.

SeccióndeAsuntosdeNarcóticos (nas): Sección del Departamento de Estado de Estados Unidos que supervisa la política de la guerra contra la drogas.

UnidadMóvildePatrullajeRural(umopar): Aplica la erradicación de la coca.

EmbajadadeEstadosUnidosenBolivia: Se reúne rutinariamente con funcionarios del gobierno boliviano para coordinar políticas y aplicar programas y operaciones.

AgenciaparaelDesarrolloInternacionaldelosEstadosUnidos(usaid): La organización de cooperación internacional es el mayor donante internacional de los programas de desarrollo alternativo.

III.Retratosdela‘guerracontralasdrogas’enBolivia

Mas allá del debate sobre las políticas públicas concernientes a la ‘guerra contra las drogas’ en Bolivia, apoyadas por Estados Unidos, están las historias de la gente afectada. Las principales víctimas de esa guerra son las miles de personas

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que fueron enviadas a prisión para engrosar las estadísticas de arrestos y los cam-pesinos que tratan de obtener a duras penas su subsistencia a través del cultivo de la pequeña hoja de coca.42

Unbebécumplesuprimerañodeedadenlacárcel:cortesíadela‘guerracontralasdrogas’Jim Shultz

Si no hubiera sido el cumpleaños de su mamá ese día, Lourdes Mamani pro-bablemente no habría pasado 22 meses en una cárcel de Cochabamba. Su hijo Marcos no habría pasado su primer cumpleaños, el 4 de julio, en la misma celda que ella, cortesía de la ‘guerra contra las drogas’ de Estados Unidos.

El 23 de junio de 1999, Lourdes estaba en la cocina de la casa de su mamá haciéndole una torta cuando a la distancia su primo Eduardo apareció frente a la puerta. Les dijo que había venido a recoger dos pequeñas bolsas de plástico opacas, selladas, que el hermano mayor de Lourdes había guardado en el pequeño cuarto de herramientas de su padre. Él le dijo a Lourdes que las bolsas estaban llenas de Q’oa, una planta común que se quema como incienso cada primer viernes de mes, ritual que se conoce con el mismo nombre. Después de que el primo rechazara la invitación de quedarse a comer la torta, Lourdes le ayudó a llevar las bolsas a un taxi que estaba esperando.

Dos horas más tarde, alguien volvió a tocar la puerta de la casa de su madre. Esta vez eran dos oficiales uniformados de la boliviana Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (felcn). Su primo, eso fue lo que le dijeron, había sido arrestado con dos bolsas de marihuana y le había dado a la policía un nombre falso. Los oficiales siguieron su rastro hasta la casa donde recogió las bolsas y exigieron que Lourdes o su madre fuera con ellos a la cárcel para identificarlo.

Con la promesa de que después de que fuera a la cárcel para su identificación la regresarían a la casa de su madre, Lourdes levantó a su hijo en sus brazos y entró a la parte trasera del carro de los oficiales. En la cárcel les dio la identifi-cación de su primo como le habían pedido, pero en vez de llevarla a su casa de regreso, Lourdes y su hijo Marcos fueron encerrados en una celda de concreto de 3 metros de largo por 4,5 de ancho, con una docena de otras mujeres con sus hijos.

“Siempre he aceptado que soy pobre, que uso ropas viejas,” ella explicó. “Nunca he elegido hacer algo ilegal para cambiar eso. Nunca en mi vida pensé que estaría aquí.” 43

La Ley 1008 reclama otra víctima

Como todos los acusados de delitos relacionados a las drogas en Bolivia, Lour-des fue procesada bajo la célebre Ley 1008 de Bolivia, el draconiano estatuto

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bajo el cual todos los acusados son mantenidos en celdas, sin opción de pagar fianza o ser puestos en libertad. En 1999, año en el cual Lourdes fue apresada, más de mil de los casi 1 400 prisioneros en Cochabamba nunca fueron sen-tenciados y tampoco tuvieron la oportunidad de defenderse en un juicio. La situación se tornó tan desesperada que las prisioneras empezaron una huelga de hambre, cociéndose los labios con gruesas agujas o crucificándose en los balcones de las celdas, en un desesperado intento de llamar la atención pública por su situación.

El año 2001 se aprobó un nuevo código penal con la intención de reducir el periodo de espera de los casos. Aunque ello podía proveer un mejor trato para algunos, todavía hacía poca diferencia para quienes no podían pagar un abogado. El 2007, las seis prisiones de Cochabamba todavía recluyen a 1 315 internos, mitad de los cuales fueron enviados a la prisión bajo la Ley 1008. En la cárcel de mujeres de San Sebastián, tres cuartos de las 122 mujeres presas están allí como resultado de la misma ley.44 Muchas de estas mujeres viven en la prisión con sus niños pequeños.

El fiscal que puso a Lourdes detrás de las rejas era uno de aquellos que recibía un bono salarial directamente de la embajada estadounidense. Un ex miembro del equipo de la fiscalía explicó en ese momento: “si lo escuché una vez, lo escuché cientos de veces, ‘tenemos que justificar los bonos.’”45 Lo que claramente significaba que cualquier aumento de las estadísticas de arrestos podía ser utilizado por los funcionarios estadounidenses como evidencia del éxito de las operaciones antidroga. En 1999, año en el cual Lourdes era una en esas estadísticas, el número de arrestos presumido por la embajada de Estados Unidos era de 2 050. Este número también incluía al chofer del taxi de 22 años que había tenido la mala suerte de recoger al primo de Lourdes como pasajero ese día de junio. Por ese infortunio pasó veintidós meses encerrado en la cárcel. Por el 2005, el número de arrestos había más que doblado, a 4 376.46

Cuando uno ingresa a cualquier cárcel de Cochabamba, queda claro que la mayoría de la gente atrapada en la red de la guerra contra las drogas son los pobres de Bolivia. Aquellos que tienen recursos pueden frecuentemente comprar su salida o al menos contratar un abogado capaz de llevar adelante su caso. Los que no los tienen, terminan en el frustrante y aterrador laberinto de las cortes de estupefacientes bolivianas.

Maniatados frente a sus hijas

Un mes después de su arresto y del primer cumpleaños de Marcos, se le permi-tió a Lourdes ser transferida de la cárcel especial para las drogas, donde ella y sus compañeras de celdas tomaban turnos para dormir por la falta de espacio, a la cárcel de mujeres de San Sebastián. Localizado en una tranquila plaza cerca del centro de la ciudad, el edificio de ladrillo casi en ruinas fue construido para

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albergar a cien prisioneras. Cuando permitieron que Lourdes, previo pago de 200 dólares, fuera trasladada allí, más de 200 mujeres con sus niños ocupaban la cárcel.

El juicio de Lourdes difícilmente podría ser diferente a un drama televisivo. El proceso ha tomado, entre idas y venidas, un periodo de casi dos años. Cada paso –la lectura de cargos por el fiscal, la respuesta de la defensa, la presentación de testimonios– fue efectuado separadamente y con meses de diferencia. Lo-urdes esperaba ansiosamente cada nuevo anuncio de una cita con el juez. Cada visita a la corte significaba una esperanza de que el caso estuviera moviéndose lentamente hacia una conclusión. Y también significaba la humillación de ser escoltada dentro de la sala de corte con esposas ante los ojos abatidos de sus cuatro jóvenes hijas. En varias ocasiones abogados, testigos, familias y acusados esposados, todos ansiosos y amontonados en los pasillos de la corte, fueron desalojados porque el panel de los tres jueces que consideraba el caso no pudo regresar de su almuerzo.

Durante su transcurso en la cárcel, Lourdes se perdió el primer cumpleaños de su primera nieta, tuvo que mandar a su pequeño hijo al doctor de las manos de una de sus hijas adolescentes y se perdió la graduación del colegio de su hija mayor. La ceremonia de graduación se realizó, irónicamente, justo en frente de la cárcel. Así recuerda la situación un amigo de la familia: “nunca olvidaré la silueta de una muchacha con capa y toga caminando hacia la entrada de la cárcel para ver a su madre.”

A principios del 2001, Lourdes había estado en prisión 18 meses y de-bido a que su juicio todavía no tenía un veredicto, se hizo elegible a libertad provisional. Cuatro meses más tarde, después de haber pasado 22 meses en la cárcel, Lourdes caminó hacia la salida de la cárcel de San Sebastián y se fue a casa con sus hijos.

Pero el nombre de Lourdes todavía no había sido absuelto de cargos. Cuan-do su juicio estaba terminando, dos de los jueces que veían su caso renunciaron abruptamente y fueron reemplazados. El nuevo panel realizó un sorteo sacando los nombres de cada acusado de un sombrero para decidir quién se encargaría del juicio de cada caso.47 El juez que sacó el nombre de Lourdes había estado en la corte sólo por algunas semanas, no había estado presente en ninguno de los testimonios de los testigos, nunca había fijado sus ojos en Lourdes o en su familia. La encontró culpable y la sentenció a cinco años de prisión. Su condena fue apelada en la Corte Suprema de Bolivia, en Sucre, donde se encuentra junto con otros miles perdidos en un laberinto de papeleo y probablemente nunca será visto otra vez.

Cada mes, mientras espera el veredicto final, Lourdes tiene que tomar el bus a la corte de justicia en la ciudad de Cochabamba, para firmar un libro que certifica que aún vive en la ciudad y no ha escapado.

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Loscocaleros:historiasdelChapareCaitlin Esch y Leny Olivera

Un camino montañoso lleno de curvas conecta el seco valle alto de Cochabamba con el húmedo pueblo selvático de Villa Tunari. El aire se torna espeso y oprime los pulmones durante las cuatro horas de descenso. El pequeño pueblo se sitúa en la carretera principal que conecta Cochabamba con Santa Cruz y sirve de centro político del Chapare, la región cocalera más asociada a la exportación de la hoja de coca para el mercado de estupefacientes. Las calles de tierra del pueblo están llenas de charcos debido a los frecuentes chaparrones de la región. Las palmeras bordean las calles y un puñado de hoteles y restaurantes atiende el oleaje de gen-te en la estación turística del pueblo. Los campesinos agricultores con carretas llenas de plátanos, naranjas y frutas tropicales venden sus cosechas a lo largo de la carretera. Verdeantes montañas permanecen misteriosas al fondo.

Campesinos transplantados

A 45 minutos en automóvil fuera de Villa Tunari, la carretera principal pasa a través de un puesto de control militar de estupefacientes y se convierte en una vía con adoquines y después de tierra. Marina, una cocalera de 36 años de edad, vive en medio de densa vegetación, más allá del pueblo de Eterazama. Algunas casas, elevadas sobre troncos, miran furtivamente a través de la espesa vegeta-ción. Las mujeres lavan ropa multicolor donde el río cruza el camino mientras los niños chapotean y se refrescan en el agua.

Una lluvia ligera suena en el techo de calamina de la pequeña estructura que Marina usa como cocina. El piso de tierra está recién barrido y el espacio limpio. Marina se sienta en un taburete inclinándose sobre las tres piedras grandes que le sirven de cocina y enciende suavemente la madera. Remueve una olla grande con sopa, hablando consigo misma tranquilamente en su lengua nativa quechua. Dos largas trenzas negras, adornadas con ornamentos típicos de la región, están recogidas en su cabeza.

En 1982, a la edad de 12 años, Marina se trasladó al Chapare desde Tarabu-co, una región árida cerca de la ciudad de Sucre, donde su familia se dedicaba a la agricultura.48 Ella comentó que la sequía forzó a su familia de 10 personas a relocalizarse. Marina pasó el resto de su niñez en el Chapare y eventualmente pudo rentar un chaco, una pequeña porción de tierra en la cual plantó coca. La mitad de su cosecha se destinaba al dueño de la tierra y la otra mitad para que ella pudiera venderla o usarla personalmente. Cuando Marina cumplió 18 años, había ahorrado suficiente dinero como para comprar su propio chaco con su marido. Hoy, Marina cultiva un poco más de una hectárea. “No es suficiente,” aseguró. Después de nueve años de haber sido abandonada por su esposo, Marina

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continúa sola el trabajo en su tierra, “lo cual es extremadamente difícil.” Con un nivel de vida de subsistencia, Marina mantiene a sus dos hijas adolescentes, a una nieta y así misma con Bs. 800 ($US 100) por mes, ganados de la coca que ella cultiva y vende.

La hija del minero

Cintia, de 28 años de edad, es también una cocalera del Chapare. Pero a diferencia de Marina, ha cambiado temporalmente su vida del Chapare por la ciudad de Cochabamba.49 Cintia, de ojos color tierra e hija de un cochabambino, pasó los primeros años de su infancia en la ciudad montañosa de Potosí, donde su padre trabajaba en las minas. Durante ese tiempo su padre contrajo el mal de minas, una expresión coloquial usada para referirse a una seria infección de los pulmo-nes (silicosis) que comúnmente aflige a los mineros. Imposibilitado de trabajar en la minas, el padre de Cintia decidió dedicarse a la agricultura en tierra más bajas. Mientras su familia (la esposa y ocho hijos) se quedó en Cochabamba, él se fue al Chapare con la esperanza de establecerse como cocalero. En 1990, después de cinco años de alquilar la tierra en que cultivaba, el padre de Cintia pudo comprar su propio chaco en lo profundo de la selva de Ivirgarzama, a media hora en carro de la carretera.

Cintia dijo que su padre había elegido producir coca porque era el cultivo más lucrativo disponible para él en 1985. Con el tiempo, el padre pudo trasladar a Cintia y sus hermanos para que vivieran con él en el Chapare. Desde 1990, el chaco de la familia ha crecido permitiéndole a la familia producir 300 libras de hoja de coca cada tres meses, que representa algo menos de 400 dólares de ingreso.

El cultivo de la coca como una tradición familiar

Juan, de 46 años de edad, nació y creció en el Chapare en el seno de una fami-lia donde la tradición de cocaleros data de varias generaciones.50 En 1952, sus abuelos estuvieron entre los primeros cocaleros que vinieron de los Yungas de Vandiola, un pequeño centro cocalero cerca del Chapare y se establecieron en Paracti, un pueblo a sólo pocas kilómetros de Villa Tunari.

“Toda mi vida he sido cocalero como mis abuelos.” Dijo que cultiva coca porque “la planta ha sido cultivada en esta zona por siglos y es el sustento de mi familia. Solía haber antiguos arbustos [de coca] en este lugar de donde se podía recoger la hoja. Pero estos arbustos han desaparecido durante la erradicación forzosa.” Describió las técnicas ancestrales del cultivo de coca, transmitida por generaciones, pero observó: “Los mineros que migraron aquí no saben de estas prácticas.”

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Juan, su esposa y sus tres hijos que todavía viven con ellos (dos de sus hijos emigraron a España) cultivan la tierra de la familia. “Ganamos, más o menos, 2 500 bolivianos ($US 300) cada tres meses. Éste es nuestro salario, éste es nuestro sustento.”

Enfrentando la ‘guerra contra las drogas’

Los sindicatos de cocaleros son parte importante en la vida del Chapare. Antes de la guerra contra las drogas los sindicatos asignaban tierras, resolvían disputas y realizaban proyectos comunitarios tales como la construcción de caminos y escuelas. Después de que empezara la erradicación forzosa apoyada por Estados Unidos en la década de los años 90, los sindicatos se pusieron a la vanguardia de las organizaciones cocaleras para proteger sus cultivos. “Un gran número de hombres venían en camiones. Cientos de ellos,” contó Marina, “y ellos nos golpearon a mí y a mi hija.” Los soldados entrenados para la erradicación rom-pían sus ollas y les robaban los alimentos que tenían entonces de manera que Marina no podía alimentar a su familia. Entonces, los soldados destruían sus cultivos. Ella conoce a varias mujeres, dijo, que fueron violadas. En respuesta a experiencias como éstas los cocaleros se convirtieron en una de las fuerzas más radicales y politizadas entre los más empobrecidos de Bolivia, una trayectoria que haría de su líder, Evo Morales, presidente de la nación.

Tanto Marina como Cintia dijeron que las cosas están mejorando para los cocaleros. Cuando se les preguntó sobre el actual gobierno del Movimiento al Socialismo (mas), que se posesionó en enero del 2006, Marina dijo sin ninguna duda que apoyaba al presidente Morales. “Evo solía venir a mi chaco y bailá-bamos. Pero ahora que es presidente, no viene más.” Para muchos cocaleros, Morales es todavía una personalidad local y les ha tomado tiempo ajustarse a la visión de las nuevas responsabilidades que debe asumir como presidente del país.

Los desafíos que los cocaleros confrontan en la región del Chapare todavía son muchos. Las madres solteras, cosa común en el Chapare, enfrentan el tra-bajo de criar niños y tender sus chacos por sí solas. “¿Quién va a ayudarme en mi chaco?” Marina hace esta pregunta con un suspiro exasperado. Pero Cintia, con cinco meses de embarazo y comprometida con un oficial militar, espera ansiosa el traslado de su familia al Chapare después de haber estado en Cochabamba por motivos de estudio. Gracias a la coca, dijo, pudo ahorrar suficiente dinero como para estudiar en la universidad de Cochabamba, en 1996. Ahora quiere volver al Chapare y comprar su propio chaco y cultivar coca con su padre y sus hermanos. A pesar de los desafíos que representa dedicarse al cultivo de la coca en esta región tropical, Cintia, como muchos otros cocaleros, quiere hacer una vida en el Chapare.

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IV.LacocaylabúsquedadealternativasLinda Farthing

“La sustitución de coca ha fracasado completamente bajo los gobiernos ante-riores,” dijo a reporteros en agosto de 2006, el viceministro Felipe Cáceres, quien tenía a su cargo el control de drogas. “Pero el plan de nuestro gobierno tiene una importante innovación: el enfoque está en la lucha contra la pobreza. Vamos a trabajar en salud, educación, carreteras, electrificación y… en mercados abiertos… la mejor manera en que los países puedan ayudarnos a luchar contra las drogas es abriéndonos sus mercados.”51

Ofrecer una alternativa viable al cultivo de coca ha sido por mucho tiempo el Santo Grial para reducir la producción y asegurar que la coca no vaya al trá-fico de estupefacientes. Durante la larga ‘guerra contra las drogas’ en Bolivia, sus arquitectos han prometido que el desarrollo alternativo es la mejor opción para que los cocaleros obtengan ganancias de otras maneras. Sin embargo, los cocaleros siempre han cuestionado si el desarrollo alternativo es una verdadera estrategia de reemplazo de cultivos o una simple distracción de las duras medidas de erradicación. La evidencia del fracaso del desarrollo alternativo por ser incapaz de cumplir sus promesas puede ser vista en los edificios vacíos –construidos con mucho optimismo en las dos ultimas décadas para procesar cultivos tales como palmito o productos lácteos– que están deteriorándose rápidamente en las tierras bajas, calientes y húmedas del Chapare.

Parte del problema es que la coca es casi un cultivo perfecto. La planta genera cuatro cosechas por año y pesa mucho menos que los productos alter-nativos como la fruta, dato importante en regiones donde los productos tienen qué ser cargados a hombro en su ruta al mercado. A pesar de las fluctuaciones de precios, la coca ha provisto consistentemente de ingresos relativamente estables a los cocaleros. ¿Qué, entonces, puede ofrecer suficiente seguridad a los agri-cultores como para convencerlos de tomar riesgos y cambiar a nuevos cultivos? Este es un trabajo particularmente difícil dadas las condiciones económicas que generalmente están en crisis en un país que tiene una de las mayores tasas de pobreza rural en el mundo.

Eldesarrolloalternativoyelequivocadoenfoquedeee.uu.

El desarrollo alternativo se refiere a un espectro de estrategias de desarrollo que aspira a proveer ingresos a los agricultores de modo que no tengan que depen-der económicamente del cultivo de la coca. Desde que la región del Chapare ha estado ampliamente considerada como la fuente más grande de producción ilícita de la coca, ha sido el principal foco de tales programas. Desde 1982, la estadounidense Agencia Internacional de Desarrollo (usaid) se ha atenido a dos enfoques básicos; primero, tratar de detener la inmigración al Chapare y segun-

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do, promover el reemplazo directo del cultivo entre las familias ya establecidas en el lugar dedicadas al cultivo de coca. Cifras confiables de cuánto ha gastado ee.uu. para lograr estos objetivos son extremadamente difíciles de saber pero se estima que alcanzan a aproximadamente 300 millones de dólares en el curso de dos décadas.52

El enfoque de usaid acerca de la sustitución de cultivos era lograr que los cocaleros cambien sus cultivos de coca por plátano, piña, maracuyá, palmito o pimienta negra. Pero todos los proyectos estadounidenses centrados en los cul-tivos alternativos han fracasado por cuatro razones básicas. Primero, los cultivos alternativos raramente pueden competir económicamente con la coca. Segundo, el desarrollo alternativo fue mal planeado y ejecutado con un enfoque centrado en la reducción de coca, en vez de la reducción de la pobreza. Estados Unidos promovió los cultivos de productos alternativos sin un previo análisis serio del mercado y una adecuada reflexión sobre el transporte, la infraestructura y de un apoyo técnico adecuado. Tercero, la participación de la gente en estos programas de desarrollo estaba condicionada a la completa erradicación de las plantaciones de coca, lo cual era irreal considerando que sin la coca, la mayoría de los cul-tivadores no tendría ningún ingreso más allá de los cultivos que hacen crecer para su propio consumo. Finalmente, ee.uu. se rehusó a establecer cualquier tipo de cooperación con los sindicatos de cocaleros y los gobiernos municipales para la aplicación de sus proyectos.

Cuando se le preguntaba sobre su experiencia con el desarrollo alternativo, la cocalera Marina se burlaba suavemente, “No funciona.53 No puedes hacer su-ficiente dinero cultivando palmitos o piñas cuando sólo te pagan Bs. 40 centavos ($us 0,05) por palmito y por 3 a 4 piñas Bs. 3 ($us 0,13).” Comparados con los Bs. 1 000 ($us 125) por 100 libras de coca cosechada, los cultivos de desarrollo alternativo enfrentan una difícil competencia.

Otro cocalero, Juan, explicó que “el precio de la fruta es tan baja que ni siquiera cubre el costo del alquiler de un camión para transportarla.”54 El destacó que las naranjas y mandarinas pueden ser vendidas por los agricultores de pequeña escala por 3 y Bs. 6 ($us 0,40 y $us 0,80). La cocalera Cintia coincidió con él: “cultivar fruta es difícil porque se puede cosechar sólo una vez al año y [en algunos casos] necesita ser replantada después de cada cosecha. Consume tiempo y es caro.” Juan explicó que trató de cultivar piñas, pero desde que los programas de desarrollo alternativo promovieron ampliamente el cultivo, la fruta invadió los mercados domésticos y los precios bajaron a $us 0,03 cada una. Juan obtuvo Bs. 27 (menos de $us 4) de su cultivo. Los agricultores informaron de fracasos similares del desarrollo alternativo con cultivos tales como jengibre y palmito.

La frustración y desconfianza de los cocaleros se reforzó después de visitas a las ‘granjas modelo’ ubicadas en modernas estaciones agrícolas y dirigidas por profesionales bolivianos que generalmente ganaban en un mes lo que los agricul-tores en un año. La presencia de los bien pagados supervisores estadounidenses,

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que corrían ida y vuelta en sus jeeps nuevos del Chapare a las oficinas ubicadas en uno de los más lujosos edificios de oficinas de Cochabamba, contribuyó a que los campesinos sospecharan de que el objetivo principal de los proyectos era la erradicación de coca y no así crear alternativas viables de desarrollo.

Los programas de desarrollo alternativo estadounidenses han sido ejecu-tados bajo un telón de fondo de un sistemático y persistente hostigamiento y represión de las familias cocaleras en vez de estar igualmente comprometidos con las iniciativas regionales que podrían haber ayudado a que el desarrollo alternativo fuera un éxito. La represión policiaca y militar –no el desarrollo económico– ha caracterizado constantemente las políticas de Estados Unidos. Los cocaleros de base han demandado justamente lo contrario, comerciar al mismo nivel de notoriedad internacional que la coca les ha traído por la clase de recursos que nunca han estado disponibles para los indígenas bolivianos del área rural de Bolivia. Teófilo Blanco expresó lo que los coraleros han re-petido por 20 años: “Nosotros no tenemos agua potable, sistemas de salud y educación. Para que nosotros dejemos la coca tenemos que tener algunas de aquellas cosas. Estamos exigiendo derechos justos de acuerdo con la Consti-tución Política de Bolivia.”55

A pesar de las repetidas promesas de altos niveles de inversión en infra-estructura básica, pocos resultados concretos podían ser vistos en el terreno. Teófilo Blanco explicó: “Nos han prometido construir un puente, pero no lo han hecho. Yo plantaba café pero no podía vender ni un solo kilo. Si piensa que estoy mintiendo, invito a una comisión de alto nivel a que venga a mi chaco para verificar si hay algunos caminos o desarrollo”56 Esta frustración combinada con la constante represión militarizada financiada por ee. uu., creó casi constantes disturbios políticos durante toda la década de los años 90 en el Chapare, tras-tornando con frecuencia la región entera.

Se aseguraba fracaso tras fracaso debido a la determinación de Estados Uni-dos de condicionar la ayuda a la erradicación de coca. Por mucho tiempo, este tipo de condición ha sido percibida por los funcionarios estadounidenses como clave del éxito de los programas de erradicación.57 Hasta fines de los años 90, se inducía a los cocaleros, generalmente por escaladas represivas, a que dejaran la coca a cambio de asistencia técnica financiera para empezar nuevos cultivos. Pero generalmente la ayuda llegaba tarde si es que llegaba o era insuficiente cuando la había. Sin trabajo en otras partes del país y literalmente enfrentados a su sobrevivencia, muchos cocaleros regresaron al cultivo de coca poco después de que los erradicadores salían de la zona. Teófilo Blanco explicó: “muchos co-caleros tuvieron que sacar a sus niños de la escuela porque ya no tenían recursos económicos y se vieron obligados a plantar la coca otra vez.”58

Históricamente, los programas de desarrollo alternativo han estado plagados de consideraciones políticas.59 Hasta recientemente, usaid se rehusó a consi-derar a la coca de manera diferente y no sólo como el potencial ingrediente de

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la cocaína, además de negarse a trabajar con los sindicatos campesinos locales. De 1995 en adelante, también se rehusó a trabajar con los nuevos gobiernos municipales recién formados ya que eran dominados por el partido político de los cocaleros, el mas. Los funcionarios estadounidenses afirmaron que los pobres campesinos cocaleros –que ganan un promedio estimado anual de $us 1 000– eran narcotraficantes. Para contrarrestar a las organizaciones locales, usaid creó estructuras alternativas llamadas “Asociaciones”, que fomentaron sospechas y desconfianza. Algunas asociaciones han existido sólo en papel y muchos de sus miembros mantenían un pie en ambos lados mientras mantenían su afiliación sindicalista.

El cocalero Jorge Bautista explicó: “yo era uno de los primeros productores en participar en los programas de desarrollo alternativo en mi zona. Formé la primera asociación de mi región y cuatro otras asociaciones. Pero ahora estoy más pobre y casi perdí mi casa. Yo sé que he decepcionado a muchos de mis compañeros cocaleros con estas asociaciones y que sólo a través del sindicato podemos realmente alcanzar nuestras demandas.”60

Uncaminodiferente

A mediados de los años 90, dos iniciativas que no estaban asociadas a ee.uu. trajeron una nueva dirección al desarrollo alternativo y finalmente plantaron las semillas para una nueva visión a futuro. En 1994, una medida de descentra-lización conocida como la Ley de Participación Popular (lpp) exigía que 20% de los ingresos de los impuestos nacionales se destinara a las municipalidades recién formadas, junto a la vigilancia de los fondos por parte de la comunidad. Los cocaleros se apropiaron rápidamente de esta nueva apertura política y toma-ron el control de las municipalidades del Chapare, formando una base que más tarde se convertiría en el partido del mas.61 La segunda iniciativa se inició en 1998 con el Programa de Desarrollo Alternativo de la Unión Europea (ue) en el Chapare. El enfoque de la ue refleja las recomendaciones hechas por cientos de expertos en desarrollo alternativo: enfocarse en el desarrollo económico sin ninguna condición que requiera erradicación de cultivos.62 Según Felipe Cáceres, el viceministro que previamente fue cocalero y alcalde del Chapare, el programa de la ue “en ocho años, con un cuarto del dinero, logró 10 veces más de lo que usaid logró en 20 años.” 63

A principios del 2003, las políticas estadounidenses empezaron a cambiar gradualmente. Aunque mantenía su énfasis en la erradicación y su discurso de que los cocaleros eran narcotraficantes, usaid empezó a trabajar directamente con las municipalidades del Chapare por primera vez. Para el 2005, puso una nueva cara a su programa renombrándolo como “desarrollo alternativo integrado”. Estados Unidos presumió que el valor de los cultivos del desarrollo alternativo y sus productos que salían del Chapare el 2005, aumentaron un tercio en sólo

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un año, llegando a un total de $us 34, 9 millones, demostrando un modesto éxito después de 20 años.64 Sin embargo, esto no tendría una larga vida. Desde el 2004 al 2005 el fondo de ayuda económica se redujo mientras que los fondos para hacer cumplir la ley aumentaron.65

En Los Yungas, la región asociada con los cultivos de coca para uso tradicio-nal, Estados Unidos ha seguido una estrategia diferente. El 2002, usaid empezó a trabajar a través de las municipalidades locales proveyendo entrenamiento para los empleados municipales y apoyo para los proyectos, incluyendo la construc-ción de sistemas de agua potable, becas para la universidad, infraestructura para turismo y mejora de la producción especializada de café para la exportación.

Lavisióndelmasysusdesafíos

El gobierno de Morales, mediante su política de “coca sí, cocaína no” ha pro-puesto redefinir la erradicación y el desarrollo alternativo. La premisa estratégica de esta política está centrada en tres puntos: erradicación cooperativa en vez de erradicación forzosa; centrarse en los usos alternativos de la coca y en los cultivos alternativos; y la industrialización de la coca en nuevos productos que encuentren mercados legales confiables. Este nuevo planteamiento ha valorado no sólo a la hoja sino también a los productores como activos participantes en la toma de decisiones de su propio desarrollo económico.

En octubre de 2006, el presidente Evo Morales anunció un proyecto de medio millón de dólares financiado por el gobierno de Venezuela para establecer una planta de industrialización de la coca en el Chapare. Esta planta produciría vino y té de coca, medicinas y dulces, productos que serían comprados por Ve-nezuela.66 Dos plantas de industrialización de la coca en Los Yungas, construidas y después abandonadas por el proyecto Agro Yungas de las Naciones Unidas en los años 80, han sido reactivadas para la fabricación de harina e infusión de coca embolsada. Al proveer más mercados alternativos legales para la coca, la administración de Morales espera construir una nueva economía nacional que se apoye en las comunidades indígenas y desvíe la venta de coca del tráfico de drogas.67

Con seguridad, las políticas de la nueva administración enfrentan un sin-número de difíciles desafíos. Internacionalmente, con el propósito de abrir mercados, Bolivia necesitará tener el respaldo para eliminar a la hoja de coca de la lista de sustancias controladas de la Naciones Unidas, donde ha estado desde 1961. Un informe de 1995 de la Organización Mundial de la Salud (oms) indica que la hoja de coca no tiene efectos dañinos sobre la salud, y será fundamental para la argumentación del gobierno boliviano en su propósito de conseguir una decisión internacional que le permita comercializar té de coca, alimentos y me-dicinas. El rechazo del informe de la oms por parte de Estados Unidos indica cuán política será esta lucha.68

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229la coca y la guerra contra las drogas

Después de asistir a una reunión de la Junta Internacional de la Fiscalización de Estupefacientes en Viena, en marzo del 2006, el viceministro Felipe Cáceres regresó a Bolivia menos optimista de conseguir una rápida invalidación de la prohibición de la coca. En marzo de 2007, funcionarios de las Naciones Unidas reiteraron su oposición a un aumento de la promoción de la coca. Sin embargo, el gobierno de Morales se comprometió a seguir gestionando un plan para la despenalización internacional de la hoja.

Otro desafío será unir a los cocaleros cuyos intereses difieren de una región a otra. Esto incluirá ganar consenso entre todos los cocaleros –particularmente entre aquellos que están fuera del Chapare– acerca del límite de un cato de coca por familia. En noviembre de 2006, la cocalera del Chapare, Vitalia Mérida, explicó el nuevo escenario a una delegación visitante, revelando que los des-acuerdos entre los cocaleros del Chapare y la administración de Morales podrían aflorar más adelante:

Las cosas han cambiado mucho desde que tenemos a Evo como presidente. Ya no necesitamos más a la policía o a los militares. Los líderes sindicales encontraron la manera de saber quién tiene excedentes de coca y de que lo eliminaran ellos mismos. Pero la cantidad permitida no es suficiente para cubrir nuestras necesidades; aún así, por ahora, estamos respetando el acuerdo sobre eso.69

En otras áreas, tales como en la tradicional zona legal protegida de Los Yungas, los cocaleros se han opuesto rotundamente al límite de un cato por familia. El desarrollo de una plataforma común entre los cocaleros es crucial para abrir oportunidades de industrialización y despenalización internacional de la hoja.

Aunque la victoria del mas llevó a Estados Unidos a moderar su conserva-dora posición de larga data, un nuevo camino para la ‘guerra contra las drogas’ y el desarrollo alternativo dependerá sólo de cuán pacientes sea con Bolivia. Después de la elección de Morales en diciembre de 2005, los funcionarios estadounidenses empezaron a distinguir por primera vez entre coca y cocaína. Expresaron inicialmente su voluntad de trabajar con la nueva administración, aunque después de la elección suspendieron la mayoría de su ayuda al Chapare y no cumplieron con la entrega de otros fondos comprometidos.

A pesar de esta incertidumbre, existe la esperanza de que pueda surgir una política efectiva y humana. Hasta la fecha, el gobierno de Morales no ha podido desarrollar y aplicar planes concretos de desarrollo rural o hacer una evaluación económica del cato y de las iniciativas de industrialización.70Está por versepor cuánto tiempo más Estados Unidos y los cocaleros esperarán pacientemente por acciones del gobierno nacional. Después de 20 años de sufrimiento y promesas fallidas, los cocaleros esperan cambios sustanciales y el gobierno de Morales entiende esta situación. Como Felipe Cáceres lo explicó:

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230 desafiando la globalización

Si hay alternativas reales, la Federación de Cocaleros les dará la bienvenida. Toda mi vida ha estado involucrado en esto, y esta horrible situación tiene que cambiar. Yo realmente quiero algo diferente para mis hijos. 71

V.Conclusiones:unrelatoendosperspectivas

La hoja de coca es parte de la cultura indígena de Bolivia desde hace 4 000 años. Es una hoja que representa los regalos de la pachamama (madre tierra) a su gen-te y que provee ingresos a familias que apenas tienen lo suficiente como para alimentar a sus hijos. Para los funcionarios estadounidenses antidrogas y otros, la coca representa una droga adictiva que disemina el crimen y destruye comu-nidades. Es la materia prima para hacer un polvo blanco, al cual sucesivamente los gobiernos de Estados Unidos le han declarado una guerra abierta. También se ha convertido en un punto de inflexión por el cual los gobiernos extranjeros han mantenido su influencia en Bolivia por varias décadas. La brecha entre estas visiones no puede ser más ancha y cada lado tiene claramente la voluntad de luchar para defender lo que creen.

Es por este conflicto de visiones que, en Bolivia, la coca se ha convertido un símbolo de resistencia. Frente a las políticas extranjeras que demandan su erradicación forzosa –bajo la mano dura de las unidades militares especiales– la coca se convirtió en un emblema de la resistencia de los bolivianos a la impo-sición de la voluntad de las potencias extranjeras. Una feroz oposición contra estas políticas alentaron a los cocaleros a organizarse. Una cultura de resistencia social que había nacido hace 500 años, y de nuevo en las minas y haciendas en los años 30 en adelante, renació en los campos de coca del Chapare en los años 80 y 90, principalmente entre los hijos y nietos de los mineros relocalizados. Los sindicatos se convirtieron en los mecanismos de defensa para quienes querían proteger su derecho a sostenerse económicamente, y para aquellos que buscaban preservar su soberanía cultural. Estos sindicatos, a su vez, se convirtieron en los catalizadores y maestros de otros movimientos de resistencia que les siguieron, incluyendo las batallas contra la privatización del agua y por la nacionalización de los hidrocarburos.

Si los arquitectos de la ‘guerra contra las drogas’ quieren entender por qué sus estrategias continúan encontrando una firme resistencia en Bolivia, deben entender que esa guerra ha escogido como blanco una forma de vida que está arraigada en siglos de historia y que es también fundamental para la sobrevivencia económica de muchas familias.

En realidad, el conflicto entre las perspectivas de los funcionarios estadouni-denses y los cocaleros bolivianos está basado más en la ceguera que en conflictos de intereses reales. No hay razón para que los cocaleros no puedan simultánea-mente defender su derecho cultural y económico de cultivar la coca siempre y

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231la coca y la guerra contra las drogas

cuando reconozcan el daño real que esta planta puede causar si termina en el mercado de los estupefacientes transformada en cocaína. Por otro lado, Estados Unidos puede efectivamente lograr sus intereses en su lucha contra la adicción a las drogas sin destruir la riqueza cultural y la necesidad económica de Bolivia de contar con cultivos de coca.

Si ambos lados pueden ver esta situación, entonces Bolivia tiene ahora una oportunidad real de aplicar soluciones prácticas que puedan servir los intereses de ambos. Los cocaleros ya han demostrado su voluntad para limitar los cultivos de coca que excedan a los permitidos para usos legales. Soluciones creativas que involucren la participación de las comunidades de cocaleros, en vez del uso de la fuerza, podrían traer alternativas económicas para los campesinos, al tiempo de reforzar la vigilancia comunitaria sobre aquellos que abastecen de coca el tráfico de drogas. Sin embargo, para que funcionen nuevas soluciones constructivas, los funcionarios antidroga estadounidenses y otros involucrados en la proble-mática deben reconocer el significado cultural y económico de la coca que data de muchos años y, lo más importante, respetar la soberanía de Bolivia de tomar sus propias decisiones.

Estados Unidos ha tenido dos décadas para aplicar sus políticas antidroga y sus efectos pueden ser medidos en números. El número de muertos puede ser contado en las decenas. El número de presos inocentes puede ser contado en los miles. El número de dólares de impuestos de los contribuyentes estadounidenses contado en los millones. Y sin embargo la disponibilidad de cocaína en Estados Unidos y en el mundo continúa imbatible. El momento de un nuevo enfoque ha llegado y es el turno de Bolivia de tomar la delantera.

Notas

1 Timothy Plowman, “Perspectiva botánica sobre la coca.” Revista sobre drogas psicodélicas, 11 (1-2), 1979: pp. 103-17; James A. Duke, David Aulik, y Timothy Plowman, “Valor nutritivo de la coca,”Harvard University Botanical Museum leaflets, 24 (6), 1975: pp. 113-19; William Carter, ed., Ensayos científicos sobre la coca, La Paz: Librería Editorial Juventud, 1996. Esta investigación muestra que la cantidad normal masticada por los trabajadores indígenas en un día –más o menos 100 gramos– es más que satisface las cantidades de vitaminas y minerales sugeridas por Recommended Dietary Allowance - RDA (Alimentación Diaria Recomendada) de Estados Unidos.

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2 Roderick E. Burchard, “Masticar la coca: Una nueva perspectiva” en R. Vera, ed., Cannabis and Culture, The Hague: Mouton, 1975; También en Carter, 1996.

3 Wade Davis, One River: Explorations and Discoveries in the Amazon Rainforest, Nueva York: Simon and Schuster, 1996: p. 419. Más sobre el calcio de la hoja de la coca en Paul T. Baker y Richard B. Mazess, “Calcio: Fuente poco común en la dieta peruana de las tierras altas,” Science 124, 1936: pp. 1466-67; También en Carter, 1996.

4 Fernando A. Montesinos, “Metabolismo de la cocaína.” Bulletin on Narcotics XVII (2), 1965: pp. 11-17. También en Carter, 1996; Andrew Weil, “Carta de los Andes: La nueva política sobre la Coca,” The New Yorker, 15 de mayo, 1995: pp. 70-80.

5 Enrique Mayer, “El uso social de la coca en el mundo andino: Contribución a un debate y toma de posición,” América Indígena 38 (4), 1978: pp. 849-65.

6 Anthony Henman, Mama Coca: Un estudio completo de la coca, La Paz: Hisbol S.R.L., 1992 (1978): p. 85.

7 Silvia Rivera Cusicanqui, “Liberal Democracy and Ayllu Democracy in Bolivia: The Case of Northern Potosí.” (La democracia liberal y la democracia Ayllu en Bolivia: el caso del norte de Potosí), Journal of Development Studies 26(4), 1990: pp. 97-121.

8 John V. Murra, 2002, “Introducción al estudio histórico del cultivo de la hoja de coca (Exythroxylon coca) en los Andes,” El Mundo Andino: población, medio ambiente y economía, Lima: IEP Ediciones, 1992: p. 360.

9 John Hemming, The Conquest of the Incas, Londres: Macmillan, 1970: p. 354.10 James M. Malloy, Bolivia: The Uncompleted Revolution (Bolivia: la revolución incompleta),

University of Pittsburgh Press, 1970: p.17.11 William E. Carter y Mauricio Mamani, Coca en Bolivia. La Paz: Librería Editorial Juventud,

1986.12 June Nash, We Eat the Mines and the Mines Eat Us: Dependency and Exploitation in Bolivian

Tin Mines (Nosotros comemos las minas y las minas nos comen a nosotros: Dependencia y explotación en las minas de estaño de Bolivia), Nueva York: Columbia University Press, 1993 (1979).

13 Gabriel Carranza Polo, Inal Maman Sarta Wipa: El levantamiento de la Madre Coca, La Paz: sin editorial, 2001: p. 23 (traducción de la autora).

14 Davis, 1996: p. 414.15 Sikkink, Lynn, “A History of Coca, Part 1: Andean Folk Medicine and Victorian Tonic” (His-

toria de la coca, parte 1 Folklore andino, medicina y tónico victoriano), South American Explorer 72, 2003a: pp. 6-11 y “Coca, Part II: Casualty of the Drug Wars” (Bajas en la Guerra contra las Drogas), South American Explorer 73, 2003b: pp. 6-11; Davenport-Hines 2002; Streatfeild 2001; Gootenberg, P., ed. Cocaine: Global Histories, Londres: Routledge, 1999; Madeline B. Léons and Harry Sanabria, eds. Coca, Cocaine, and the Bolivian Reality, Albany: State University of New York Press, 1997; Roberto Laserna, Veinte juicios y prejuicios sobre coca-cocaína, La Paz: Edición Clave, 1996; Davis 1996; Anthony Henman, Mama Coca: Un estudio completo de la coca, La Paz: Hisbol S.R.L., 1992 (1978). Ver también: www.wola.org, and www.ain-bolivia.org.

16 José Agustín Morales, Monografía de las Provincias de Nor y Sud Yungas (Departamento de La Paz), Ayacucho: Imp. Artística, 1929: p. 157.

17 Morales 1929:159; Paul Gootenberg, “Reluctance or resistance?” (¿Reticencia o resistencia?) y “Constructing cocaine prohibitions in Peru, 1910-1950” (Construcción de prohibiciones para la cocaína, 1910-1950) en P. Gootenberg, ed., Cocaine: Global Histories., Londres: Rout-ledge, 1999.

18 Davis 1996: p. 417. Estimados aceptados del uso tradicional de la coca se remontan a 4 000 años.

19 Ver TNI. “Coca sí, ¿cocaína no?” Drugs and Democracy Programme Debate Paper #13, Trans-national Institute, junio 2006, en la pagina http://www.tni.org/drugs/index.htm, por una historia responsable del control legal de la hoja de coca y la cocaína.

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20 Davis 1996:418; Harold Osborne, Bolivia: A Land Divided, Londres: Oxford University Press, 1964: p. 116.

21 Weil, p. 77.22 Laserna, p. 14. 23 “El cultivo de la coca y el proceso de la cocaína: Una vista general,” Drug Enforcement

Administration, Intelligence Division, septiembre 2003. Accedido el 30 marzo de 2007 en: http://www.druglibrary.org/Schaffer/GovPubs/cocccp.htm.

24 Riley, 1993: p. 78.25 “EE.UU. exige “resultados” en la reducción de coca,” Los Tiempos, Cochabamba, 30 marzo,

2007.26 Aunque Bolivia nunca fue completamente descertificada, en 1994 y 1995 fue concedida una

dispensa de seguridad nacional, la cual eliminaba las sanciones para proteger la seguridad nacional de Estados Unidos. El proceso de certificación fue modificado en 2002. Ver Coletta A. Youngers y Eileen Rosin, eds., Drugs and Democracy in Latin America: The Impact of U.S. Policy, Boulder, Colorado: Lynne Reinner Publishers, 2005: p. 372.

27 Kathryn Ledebur, “Bolivia: Consecuencias claras,” en Coletta A. Youngers y Eileen Rosin, eds., Drugs and Democracy in Latin America: The Impact of U.S. Policy, Boulder, Colorado: Lynne Reinner Publishers, 2005: p. 151; Theo Roncken, “El enigma boliviano: Bilateralizar la agenda bilateral,” en Martin Jelsma y Theo Roncken, eds., Democracias bajo fuego: Drogas y poder en América Latina, Montevideo: Ediciones de Brecha, sin fecha: p. 305.

28 WOLA, entrevista con un antiguo funcionario del gobierno boliviano, 1 de octubre, 2006.29 Departamento de Estado de EE.UU., Informe de la Estrategia de Control de Narcóticos Inter-

nacional 2002, sección de Bolivia.30 WOLA, entrevista con Godofredo Reinicke, ex Defensor del Pueblo y de los derechos

humanos en el Chapare, 11 de agosto, 2005.31 Kathryn Ledebur, Coca and Conflict in the Chapare, publicado por la Oficina de Washington

en la series monitoreadas de la Guerra contra las Drogas, julio 2002: p. 13.32 Ledebur, pp. 164 y 170.33 AIN/WOLA reunión en la embajada de EE.UU. en La Paz, noviembre, 2002.34 Ledebur, 164 y comunicación escrita de Kathryn Ledebur, 11 de agosto, 2005.35 AIN-WOLA, entrevista con Phil Chicola, Departamento de Estado de EE.UU., 15 julio,

2002.36 Esta sección está basada en Kathryn Ledebur y Coletta A. Youngers, Crisis or Opportunity?

Bolivian Drug Control Policy and the U.S. Response, publicado por la Oficina de Washington sobre América Latina y la Red de Información Andina en junio de 2006.

37 “Morales reitera a EE.UU. necesidad de alianza,” El Diario, 23 de enero, 2006.38 Carol Conzelman, “Los cocaleros de los Yungas buscan la industrialización de la coca

pero se dividen en su legalización,” Informe de Red Andina de Información, 8 febrero, 2007.

39 AIN/WOLA, entrevista con Juan Alanoca, director de Radio Fides, Chapare, 28 septiembre, 2006.

40 AIN/WOLA, entrevista con el Coronel Miguel Vásquez Viscarra, 4 de octubre, 2006.41 U.S. Department of State, International Narcotics Control Strategy Report 2007- INCSR (De-

partamento de Estado de EE.UU., Informe de la estrategia internacional de control de narcóticos), sección de Bolivia.

42 Los nombres en esta sección han sido cambiados para proteger la privacidad y seguridad de las personas.

43 Entrevistas personales con el autor, Cochabamba, junio-julio, 1999.44 Cifras basadas en los datos del Régimen Penitenciario del Departamento de Cochabamba, recibidos

mediante solicitud escrita, febrero, 2007.45 Entrevista personal por el autor, Cochabamba, julio, 1999.

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234 desafiando la globalización

46 Departamento de Estado de EE.UU. INCSR. Volumen 1: Control químico y drogas. Accedido el 2 abril de 2007 en: http://www.state.gov/p/inl/rls/nrcrpt/2006/vol1/html/62106.htm.

47 Basado en la observación personal del autor, quien estaba presente en el juicio.48 Entrevista personal con los autores, Eterazama, Chapare, 4 de noviembre, 2006. 49 Entrevista personal con los autores, Cochabamba, 29 de noviembre, 2006.50 Entrevista personal con los autores, Parajti, Bolivia, 4 de enero, 2007.51 “Los precursores, el blanco del nuevo plan antidrogas,” La Razón, 31 agosto, 2006.52 Estimado basado en los datos de C. Araníbar & A. Alarcón, Desarrollo alternativo y erradi-

cación de cultivos de coca. La Paz: Viceministerio de Desarrollo Alternativo, Ministerio de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, 2002; Oficina General de Contabilidad, Drug Control Efforts to develop Alternatives to Cultivating Illicit Crops in Colombia have made little Progress and face Serious Obstacles, Washington DC, 2002; M. Lifsher, “En la Guerra contra las Drogas de los EE.UU., los aliados de Bolivia pierden terreno con los cocaleros,” The Wall Street Journal y la Agencia para el Desarrollo Internacional de EE.UU., 13 mayo, 2003: http://www.usaidbolivia.org. Existe una variación considerable en estos números con algunos estimados que oscilan tan alto como $US 700 millones en 2002 si los fondos PL 480 (programa de ayuda de alimentos de EE.UU.) son tomados en cuenta (G. A. Potter, Rhetoric vs. Reality: Alternative Development in the Andes: Final Report, New York: Drug Policy Alliance, 2002).

53 Entrevista personal con los autores, Eterazama, Chapare, 4 de noviembre, 2006.54 Entrevista personal con los autores, 4 de enero, 2007 (Juan) y 29 de noviembre, 2006 (Cin-

tia).55 Red Andina de Información, Coca Grower Views on Alternative Development, Cochabamba,

Red Andina de Información, 2002: p. 6.56 “Coca Grower Views on Alternative Development” (Opiniones de los cocaleros sobre el

Desarrollo Alternativo), Cochabamba: Red Andina de Información, 2002.57 Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos, “USAID Vision Statement on

Conflict,” Washington, DC: U.S. Agency for International Development, 2004, disponible en: www.afrsd.org/CrisisPreparedness/ConflictVision.pdf.

58 Ibid.59 Linda Farthing y Ben Kohl, “Conflicting Agenda: The Politics of Development Aid in Drug

Producing Areas,” Development Policy Review, 23, 2005: pp. 183-98.60 “Opiniones de los cocaleros sobre el Desarrollo Alternativo,” Cochabamba: Red Andina de

Información, 2002.61 Linda Farthing y Ben Kohl, Impasse en Bolivia: La hegemonía neoliberal y la resistencia popular,

Londres: Zed Books, 2006.62 GTZ (German Enterprise for Technical Cooperation) and UNDCP (United Nations Drug

Control Program), “The Role of Alternative Development in Drug and Development Co-operation,” 2002, ver: www.alternative-development.net.

63 Entrevista con Felipe Cáceres, Villa Tunari, Bolivia, 31 de julio, 2003.64 USAID/Bolivia, “Licit Economy in Coca Growing and Associated Areas Increasingly Sus-

tainable” Integrated Alternative Development Strategic Objective 2006: http://www.usaidbolivia.org.bo/U.S./5Id.htm, accedido el 28 de febrero de 2007.

65 Ibid.66 Agencia Boliviana de Información, “En diciembre comienza industrialización de la coca y

Venezuela comprará toda la producción,” Agencia Boliviana de Información, 8 de octubre, 2006, ver: http://www.cocasoberania.org/131020061.html.

67 Carol Conzelman, “Yungas Coca Growers Seek Industrialization of Coca but Split on its-Legalization” Red Andina de Información, 8 de febrero, 2007.

68 Susan Taylor Martin, “La política de EE.UU. no se limita a sus fronteras,” St. Petersburg Times, 29 de julio, 2001.

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69 Comunicación por correo electrónico con la Red Andina de Información, 16 de noviembre, 2006.

70 Comunicación por correo electrónico con la Red Andina de Información, 20 de octubre, 2006.

71 Entrevista con el autor, julio, 2003.

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Ser mujer unen a todas las bolivianas, pero cada mano expresa las diversas vidas de cada una de ellas. Melissa Crane Draper (2006) y Sirley Quiróz (2007-2008).

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Muchos de los capítulos en este libro tratan de momentos específicos de la historia boli-viana, cuando su realidad se ha atravesado por fuerzas globales. Este capítulo considera un enfoque diferente al sumergirnos dentro de la vida de seis mujeres, a través de una serie de casos de estudio. A través de ellos vemos las bases de la naturaleza dual de la globalización: sus oportunidades y simultáneamente sus amenazas analizadas a la luz de consideraciones de etnia y clase. Así como las oportunidades se amplían por una mayor conectividad global –desde el trabajo hasta la organización del trabajo internacional– así también se amplían las amenazas que se presentan para los grupos más vulnerables de Bolivia. ¿Quién tiene acceso a esas oportunidades y quién está más afectado por su exclusión?

Tal vez más importante; las historias de estas mujeres nos recuerdan que la globa-lización va mucho más allá de la economía. Su influencia ha llegado no sólo en forma de políticas económicas neoliberales sino también con la afluencia de culturas e ideas del exterior que desafían a las mujeres a decidir cómo quieren ser líderes, madres, esposas, profesionales y miembros de sus comunidades.

I.Introducción

Las mujeres bolivianas han sido una parte inextricable del proceso de integra-ción global. Las fuerzas económicas externas han dominado crecientemente la experiencia del país en las pasadas tres décadas. Las políticas macroeconómicas trajeron los principios neoliberales al país a través de la privatización de las minas y de los servicios públicos como la provisión de agua. La carga que han soportado las mujeres como esposas y madres al enfrentar el cierre de las minas

capítulo 7

Trabajadoras, líderes y madres:mujeres bolivianas en un mundo globalizado

Melissa Crane Draper

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y el desempleo de sus esposos, las forzó a encontrar nuevos tipos de ingresos, como vendedoras en los mercados locales en Sucre, o como vendedoras de jugo de naranja en las calles de Cochabamba.

Cada vez más mujeres ingresan a la fuerza laboral por toda Latinoamérica. En Bolivia, representan 40% de los trabajadores adultos. Ésta es una fuerza laboral que ha sido obligada a ser más flexible para responder a la demanda de eficiencia y bajos costos en medio de una creciente competencia por todos los continentes. Esta creciente demanda por trabajadores flexibles e independien-tes ha hecho de la mujer blanco fácil de una insuficiente y relajada protección laboral, ya que ellas trabajan cada vez más aisladas de sus hogares, combinando sus responsabilidades como madres, esposas y trabajadoras.

Las redes de la globalización económica, sin embargo, no dibujan la figura completa. Entretejidas en la dimensión económica están las percepciones de la identidad de las mujeres, en repuesta al influjo de ideas e intercambio con valores occidentales que acompañan esa influencia económica. Lo que significaba ser madre, responsable de familia, trabajadora o líder local hace sólo 30 años atrás se ha transmutado rápidamente desafiando a que la mujer juegue papeles más complejos. En algunos casos, esto significa la preservación de valores familiares locales o de la identidad femenina que no armonizan con los principios intro-ducidos del exterior.

En el caso de las políticas de privatización del agua, el impacto económico en las vidas diarias no sólo incluyó las encarecidas facturas de consumo, sino una reconsideración comunitaria de la relación con el agua. Como responsables de los sistemas locales de agua, las mujeres estaban entre los líderes de las comunidades que defendieron incondicionalmente su cultura de agua frente a su comercializa-ción. De manera similar, la cambiante demanda de trabajo no sólo significa que las mujeres deben adaptarse a ser más flexibles, a trabajar independientemente, sino también que las mujeres deben asumir nuevas identidades como trabajadoras y luchar contra la marginalización que acarrea la falta de derechos básicos.

Las formas en que las mujeres frecuentemente son marginadas en una eco-nomía global son repercusiones y amplificaciones de su posición en la sociedad boliviana. En un país que es el más empobrecido y con la población indígena más grande de Sudamérica, las mujeres experimentan una extrema forma de exclusión social y política. Dos tercios de las mujeres bolivianas son indígenas. Cerca de 40% de las mujeres que viven en áreas rurales no sabe leer. Los índi-ces de educación de la mujer se ubican consistentemente por debajo del de los hombres, al igual que el nivel salarial por el mismo trabajo. Los índices prome-dio de fertilidad son tan altos que alcanzan a seis nacimientos por madre en las comunidades rurales. Muchas más mujeres bolivianas mueren al dar a luz que en ningún otro país latinoamericano.

El machismo, o la creencia de que el hombre es intrínsecamente superior a la mujer, es una poderosa fuerza en la sociedad boliviana, base de la exclusión

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de las mujeres en la vida pública y privada. Siete de diez mujeres experimentan violencia doméstica. Los sindicatos de las comunidades locales, particularmente en las áreas rurales, continúan excluyendo la participación de las mujeres en los procesos de toma de decisiones comunitarios. En el caso de los sindicatos que han empezado a reconocer la importancia de la participación de las mujeres, como las federaciones de cocaleros en la región del Chapare, mucho del liderazgo de las mujeres ha echado raíces solamente en los últimos 15 años y estrictamente a la sombra de sus homólogos masculinos. El reconocimiento legal de las mu-jeres como propietarias de la tierra fue iniciado por la ley de reforma agraria de 1996, pero nunca ha sido cumplida. Cuando la discriminación de la mujer como resultado del machismo se combina con su identidad como indígena y campesina, se intensifica su marginalización de la sociedad boliviana. Cuando las fuerzas globales definidas en gran parte por los ideales capitalistas entran al ruedo –donde prevalece la búsqueda constante de la ganancia individual– se agrava la exclusión de las mujeres.

Las mujeres bolivianas experimentan las oportunidades y las amenazas de la integración global de maneras muy diferentes. Una mujer del barrio de gente rica de Calacoto, en La Paz, podría identificarse más fácilmente con una madre de Maryland, ee.uu. que con una mujer aymara campesina que vive a una hora de la ciudad. Las profundas divisiones culturales y de clase, fortalecidas por la creciente desigualdad económica tras la aplicación de las políticas económicas neoliberales, hacen que el acceso de las mujeres bolivianas a las oportunidades de la globalización sea tan diverso como las entidades que representan.

Consecuente con los principios neoliberales, una mujer dotada de una buena educación, hábil para los idiomas, con atractivos físicos y una red de contactos puede acceder al capital, crear sociedades y navegar en los mercados internacionales. Estas son las herramientas que abren las puertas de los sistemas financieros, legales y tecnológicos que proveen acceso al beneficio económico personal en una economía neoliberal. Estas son las herramientas que permiten a una madre joven obtener préstamos de un banco para empezar un negocio o a un empresario acceder a internet para colocar tejidos hechos a mano en galerías de arte en un continente diferente.

Para las mujeres que carecen de estas herramientas –la mayoría de las mujeres bolivianas– poder mejorar sus vidas a través de la globalización económica sólo puede suceder indirectamente, a través de intermediarios. Como resultado, sus beneficios implican amenazas paralelas a la protección laboral, a los derechos básicos del consumidor y a las identidades comunitarias y femeninas. A un nivel macro, esos intermediarios son las elites económicas y políticas que unen fuerzas con las instituciones extranjeras para determinar las políticas macroeconómicas del país. A nivel local, esos intermediarios son extranjeros o elites locales que usan como palanca sus herramientas de educación, recursos y contactos para abrir nuevas oportunidades económicas o sociales.

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En última instancia, es la identidad de las mujeres como mujeres –una identidad femenina única– que entreteje todos estos hilos de diferencia de cla-se y etnia, negocia entre oportunidades y amenazas, entre acceso y exclusión, todo en uno. Las mujeres son distintas por sus características de adaptabilidad y sus capacidades de emprender actividades, sea un negocio o ejercer liderazgo público. También comparten una vulnerabilidad a la exclusión por su calidad de madre, responsables del hogar y trabajadoras en el contexto de una sociedad dominada por los hombres.

Este capítulo entra en la vida de seis mujeres bolivianas a través del espectro de clase, etnicidad y cultura para ver cuán diferente puede ser el impacto de la globalización en las mujeres. Las primeras dos secciones del texto abordan a mujeres y sus asuntos laborales en el contexto de los cambios globales en la fuer-za de trabajo y las oportunidades y amenazas que implican. En la primera, una asociación de tejedoras rurales consigue ingresar textiles tradicionales bolivianos a los mercados externos, alentados por un proyecto de desarrollo financiado desde el exterior que también promueve el empoderamiento de las mujeres. Una cooperativa urbana de tejedoras cuenta la historia de cómo las mujeres que trabajan en casa están satisfaciendo el aumento de la demanda exterior por trabajos más flexibles.

En contraste, en la segunda sección conocemos las historias de mujeres profesionales que, respaldadas por una educación y otros recursos toman ventaja individual de la integración global. Estas mujeres no tienen ninguna necesidad de intermediarios, como los que negocian el acceso global a las tejedoras urbanas y rurales. Las historias de estas mujeres muestran cómo dos mujeres profesionales muy diferentes han negociado su ingreso a la globalización en sus vidas, una en el sector privado y la otra como parte del sector social sin fines de lucro.

Finalmente, nos dirigimos a los caminos en que las mujeres de forma individual, aunque tradicionalmente de clases marginadas, han influido en la globalización de la solidaridad y la filantropía para beneficio de los grupos que representan a nivel local. Una lleva el liderazgo de un sindicato femenino de trabajadoras del hogar a un escenario internacional, mientras que la otra trabaja en una organización predominantemente masculina, apoyada por sus homólogas internacionales, pero determinada a mantener su objetivo de cambio a nivel local.

II.Mujerestrabajadoras:rurales,urbanasyglobales

Las vidas de dos mujeres –una de las altas tierras rurales ubicadas al centro de Bolivia y la otra del entorno urbano de Cochabamba– ejemplifican el accionar de las ventanas de oportunidad que la globalización económica ofrece a las mujeres trabajadoras, lo cual provee a su vez algunas lecciones contundentes sobre sus

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limitaciones y amenazas. En ambas instancias, los intermediarios han apoyado la creación de empleos para mujeres con el propósito de aumentar sus ingresos y acceder a mercados externos. En el caso de la asociación de tejedoras rurales, un proyecto de desarrollo facilitó la estructura y el apoyo financiero para que las tejedoras puedan aplicar sus habilidades en las técnicas andinas tradicionales de tejido. La cooperativa de tejedoras urbanas accede a mercados externos a través del propietario de un negocio privado, quien las contrata para que hagan productos a mano que no son específicamente bolivianos. Ambos casos muestran también que el principal objetivo de crear trabajos y aumentar ingresos conduce a otros riesgos que estas mujeres deben enfrentar de cara a la globalización, que incluyen su identidad como mujeres y las amenazas a sus derechos básicos como trabajadoras.

SeverinaVargas:lavidaenelaltiplanorural

Chuñu Chuñuni es una pequeña comunidad campesina asentada en la cima de una inhóspita ladera de los altos y centrales valles de los Andes, ubicada a 4 200 msnm. Toma su nombre de chuño, una papa seca, deshidratada naturalmente, que una vez fue usada para pagar los impuestos indígenas. El pueblo es accesi-ble por automóvil a través de un duro camino de tierra o a dos horas a pie por una senda angosta que se inicia de la carretera que conecta Cochabamba con La Paz. Casas de adobe pequeñas, hogar de unas 60 familias, salpican la colina. Cuando se llega a pie, las únicas otras estructuras a la vista son las llamas y los corrales para ovejas hechos de piedra, una pequeña iglesia blanca, un cuarto que funciona como sala comunitaria y una escuela primaria. En la pared de un cuarto utilizado para reuniones, donde la comunidad pasa sus clases semanales de alfabetización, frases en lengua indígena quechua son garabateadas en un papel grande y amarillento.

Sola en un pueblo que no es el suyo

Severina no es nativa de Chuñu Chuñuni. Llegó allí por primera vez como la nueva novia del que poco después sería su flamante esposo, cuya familia extendida vive en el pueblo. Una mujer baja, lleva el pelo en largas trenzas. Sus mejillas que-madas por el viento y el sol del Altiplano, enmarcan una sorpresiva sonrisa.

Ella dejó su aldea de Caripuyo, en el vecino departamento de Potosí, cuatro años antes. Decidió acompañar a algunos parientes en busca de tierra y opor-tunidades en de la región semitropical del Chapare, donde se cultiva la planta de coca. Allí conoció a su esposo, Emilio, quien le insistió en que regresaran a Chuñu Chuñuni para estar cerca de su familia y empezar su propio camino. En los tres años que siguieron, construyeron su propia casa, regresaron al cultivo de altura y tuvieron dos niños. Además del cultivo de papa la familia tenía llamas,

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ovejas y una pequeña tienda en las afueras de la casa donde vendían alimentos enlatados, bebidas, baterías y focos.

Un miércoles del mes de diciembre de 2003, poco después de que Severina se enterara que estaba embarazada de su tercer hijo, su esposo murió en un ac-cidente de camión. Él estaba volviendo del día de mercado con productos para su tienda cuando el camión en el que viajaba se volcó a un precipicio. Severina, viuda y ahora madre soltera de 32 años de edad y con 3 hijos prefirió quedarse en Chuñu Chuñuni. Para mantener a su familia tenía que trabajar mucho más para compensar lo que su marido aportaba. Severina tuvo suerte de encontrar apoyo en su suegra y otros miembros de la comunidad, justamente como funciona el concepto andino de familia, basado en la inclusión y la labor compartida.1

Severina es una de las muchas madres bolivianas sin pareja que luchan para tener lo necesario para sobrevivir el mes. En el departamento de Cochabamba, aproximadamente una entre tres mujeres se identifica como madre soltera.2 Los padres sin pareja y con muchos hijos son los más vulnerables a la pobreza extrema. En una comunidad campesina donde el ingreso económico está estrechamente relacionado a la capacidad del trabajo conjunto de la familia y donde el hombre y la mujer realizan papeles específicos, la pérdida de un esposo o una esposa es más que una traumática pérdida emocional, es una amenaza económica acuciante.

Una mujer con muchos oficios

Mi esposo y yo solíamos trabajar juntos en casi todo. Desde que él ha muerto, las cosas han sido mucho más difíciles. Sus padres me ayudan a preparar los cultivos de papa y a cuidar las llamas, pero aún así es mucho trabajo.3

Como muchas otras familias campesinas, Severina tiene sus manos ocupadas al mismo tiempo en muchas actividades económicas. Cultiva papa, vende comida no perecedera y otros productos en su pequeña tienda, pastorea llamas y ovejas y teje aguayos (tejidos andinos de lana de oveja para múltiples usos). Es común que las familias rurales como la de Severina se ganen la vida de cinco o seis maneras diferentes. Esto evita su dependencia de un sólo recurso de ingreso y minimiza los riesgos en caso de un año de mala cosecha u otros acontecimientos imprevistos.4

La vida y la economía rural son centrales para la identidad de Bolivia y su economía nacional. Si bien la migración a las áreas urbanas está creciendo por toda Latinoamérica, cuatro de cada diez bolivianos todavía vive y trabaja en el campo.5 La mayoría de los agricultores a pequeña escala se identifican como quechuas, aymaras o grupos indígenas de las tierras bajas y cultivan alimentos para su propio consumo. Como en el caso de Severina, la economía del cam-pesino indígena está basada en ingresos en efectivo y en especie, que incluye la cosecha de cultivos y la tradición de trueque, lo cual es todavía común en muchas comunidades.

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LasmujeresylaeconomíainformalenBolivia

Al menos tres cuartas partes de las mujeres bolivianas que trabajan lo hacen fuera de la economía formal, donde no hay regulaciones o protección para los trabajadores.6 En las áreas rurales, esto incluye los sectores de la economía que no operan con dinero en efectivo. Las familias rurales trabajan para su propio sustento –sembrando alimentos, criando animales y cociendo ropa– o hacen trueque unos con otros. La economía rural informal también incluye el dinero en efectivo que una familia puede obtener vendiendo sus cultivos o textiles o atendiendo una pequeña tienda de alimentos.

En la economía urbana informal, las mujeres trabajan principalmente como vendedoras y trabajadoras del hogar y no gozan de regulaciones gubernamentales sobre sus condiciones de trabajo, salarios u horarios de trabajo. Aunque haya me-nos mujeres que varones en el conjunto de la fuerza laboral, muchas más mujeres dependen de la economía informal para conseguir ingresos. En Latinoamérica se estima que más de la mitad del empleo, sin contar a los trabajadores rurales, cae en el sector informal. En Bolivia esa figura es incluso más elevada: seis de cada diez trabajadores urbanos son parte de la economía informal. De cada diez mujeres trabajadoras siete son parte de la economía informal.7

¿Por qué las mujeres entran dentro de la economía informal? En Bolivia, la falta general de empleos significa que haya poco espacio para las mujeres en la economía formal, especialmente para quienes tienen poca educación. Algunas mujeres empresarias eligen tomar ventajas de la flexibilidad que supone hacer funcionar su propio lugar en el mercado local. Otras, como las trabajadoras del hogar jóvenes, ven que trabajar en casas privadas es un boleto para conseguir emigrar de las áreas rurales a la ciudad y construir así una vida autosuficiente.

El sector minero revela el desolador contacto entre las fuerzas globalizantes y las mujeres en la economía informal. Una profunda privatización de las minas bolivianas alentada por las instituciones internacionales en los años 80, ejemplifica cómo las mujeres mineras y esposas de mineros fueron obligadas a trabajar en condiciones de desprotección. Las palliris, o mujeres mineras, forman 40% del sector minero informal que ahora domina Bolivia. Las deprimentes condiciones de trabajo mantienen a estas mujeres trabajando en las mal equipadas minas, sin supervisión o protección.8 Para las familias que abandonaron las minas después de la privatización, sus mejores opciones eran dirigirse a las ciudades en busca de nuevos trabajos. Cuando la crisis económica golpea las mujeres llevan la mayor parte de la carga al compensar con su trabajo el desempleo de sus maridos. Una encuesta reveló que la mitad de las mujeres que venden en las calles de la ciudad de Cochabamba, son esposas de antiguos mineros.9 Cuando hay escasez de trabajos asalariados y regulados las mujeres bolivianas tienen pocas opciones que hacer lo que puedan en la economía informal.

El cultivo de papa es el centro de la vida de Severina, ya que es el principal alimento básico de su familia. Pasa el mes de octubre sembrando sus campos y en abril los cosecha con la ayuda familiar. Severina también posee dos docenas

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de ovejas y media de llamas que no están a la venta. Mata uno de esos animales cada ciertos meses para proporcionar proteína primordial para la dieta de sus hijos. En días lluviosos y durante las noches cuando sus hijos duermen, Severi-na saca su telar –una simple estructura cuyo diseño data de antes del arribo de Cristóbal Colón– en el que teje aguayos y cintas personalizadas para sombreros, con creativos diseños de animales y formas geométricas propios de ella.

Tejer en la Bolivia rural es una ocupación principalmente de la mujer. Como la mayoría de las mujeres en la región, Severina aprendió a tejer cuando era niña mirando a su madre ensartar rápidamente su pulido hueso de llama a través de los hilos verticales de su telar. Cuando era niña, ella y su madre hilaban la lana mientras caminaban y cuidaban a su ganado. Terminar un telar puede tomar casi dos semanas, o tal vez más, trabajado en los momentos en que no se cuidan los animales o a los niños. La tradición de tejer en las alturas bolivianas data de antes de los tiempos de los Incas, los ancestros de los indígenas quechua de esta región. Una académica describe la importancia de los tejidos andinos, explicando que la mayoría de los quechuas “todavía consideran que la habilidad manual de hilar, teñir y tejer es la sabiduría esencial de la dignidad humana.”10

El ingreso en efectivo de Severina proviene principalmente de su tienda y de las ventas de sus textiles en la ciudad. Es probable que gane en un mes entre 40 a Bs. 50 ($US 5 - 6) en su tienda, mientras que de un aguayo tejido a mano o de un mantel hecho para alguna tienda en Cochabamba, puede llegar a ganar entre 150 y Bs. 200 ($US 19 - 26). Según estudios de las áreas rurales una familia indígena campesina de seis personas gana anualmente cerca de Bs. 8 900 (cerca a $US 1 140), mientras en algunas regiones se registran ingresos anuales tan bajos como la mitad de esta cantidad.11

La globalización toca la vida de Severina, en Chuñu Chuñuni, de dos maneras distintas. La primera determina su papel en el sindicato local y en el grupo de mujeres y cómo las relaciones entre hombres y mujeres en Chuñu Chuñuni se enfrentan a los conceptos importados de igualdad de género que promociona un proyecto de desarrollo rural. La otra, muestra cómo la asociación local de tejedoras ha incursionado en los mercados internacionales de manera que sus telares puedan proveer de ingresos y mantener la vida de aquellas tradiciones para las nuevas generaciones.

Los roles de mujeres y varones en la comunidad

Los varones y las mujeres en Chuñu Chuñuni comparten responsabilidades pero trabajan de maneras claramente divididas. Las mujeres cuidan de la casa y los niños mientras que los hombres se encargan principalmente de preparar la tierra para sembrarla. Ambos, sin embargo, trabajan en la cosecha, mientras los varones generalmente cuidan la casa y a los niños cuando las mujeres no pueden hacerlo.12

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La división entre hombre y mujer es más obvia cuando se trata de la edu-cación. Severina asistió a la escuela primaria en su pueblo por cuatro años pero tuvo que dejarla para ayudar a su familia. “Mi madre murió cuando yo era niña y mi padre bebía. Tuve que dejar la escuela para pastar las ovejas y ayudar en la cosecha de papa.” La historia de Severina es común: en promedio, las niñas en las comunidades rurales reciben menos educación que los niños.13 Patricio Mamani, miembro de la comunidad, afirma que la reforma educativa estatal iniciada a mediados de los años 90 dejó su huella en Chuñu Chuñuni:

Mi madre me decía que cuando yo era chico, las cosas mejoraron mucho en nuestro pueblo: ahora había más niñas que asistían a la escuela. Cuando ella era niña no había más que dos o tres niñas en la escuela.

Si bien el liderazgo de la comunidad está tradicionalmente dominado por los varones, tres organizaciones de mujeres, relativamente nuevas dentro de la comunidad, han abierto nuevos espacios para que las mujeres interactúen y asuman liderazgos. Las mujeres empezaron a participar el 2004, cuando la organización principal de la comunidad, el sindicato, abrió sus puertas al lide-razgo femenino.14 Cada posición jerárquica en la organización tiene un hombre y una mujer como su contraparte. Pero para muchas mujeres asumir un papel de liderazgo no es nada fácil.

Virginia Mamani tiene que lidiar con las presiones diarias para completar su trabajo en casa y cuidar a sus toros.15 Su esposo Patricio explicó que durante los muchos años de ocupación de su esposa como dirigente, él asumía algunas responsabilidades en su hogar. Sin embargo, la organización de mujeres era muy débil ya que los hombres se resistían consistentemente a la participación de sus esposas en ella. “A muchos hombres no les gusta que sus mujeres sean dirigentas. Complica el otro trabajo que ellas tienen,” explicó Patricio. Incluso para algunas mujeres que no tienen la presión en contra de sus maridos, el liderazgo es una idea desalentadora. Severina admitió que no está interesada en involucrarse en la toma de decisiones locales.16

Los otros grupos locales de mujeres de Chuñu Chuñuni nacieron de fuerzas originadas fuera de Bolivia. En el año 2001, en respuesta a que los estándares de salud estaban empeorando cada vez más en las áreas rurales, la Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos (usaid) se asoció con un contratista local para ayudar a establecer un grupo de madres. La idea era ayudar a combatir los altos niveles de desnutrición infantil de la región proporcionando talleres de educación y de comestibles básicos a madres con hijos menores de dos años de edad. Cada madre recibía harina fortificada, aceite para cocinar, lentejas y vitaminas, una colección de productos que Severina apreciaba. En respuesta a la creación del grupo de mujeres, surgió otro grupo: las mujeres que no tenían niños también empezaron a reunirse regularmente. Al imponer las identidades

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de ‘madre’ y ‘no madre’ en la comunidad rural de Chuñu Chuñuni, se empeza-ron a crear sutiles pero falsas líneas de separación entre las mujeres, que de lo contrario podrían haberse organizado juntas. Aunque no era la intención, un simple proyecto de salud realizado por extranjeros en nombre del desarrollo empezó a tensionar la dinámica interna de la comunidad.

Otro proyecto –esta vez enfocado en tejidos– demostraría tener un impacto contradictorio similar. Con la intención de incrementar los ingresos, el proyec-to de tejidos también compelió a las mujeres a reevaluar su papel dentro de la comunidad y su potencial de liderazgo.

Mujeres y tejido en nombre del desarrollo

En 2002, la comunidad de Chuñu Chuñuni inauguró una nueva construcción que no se parecía a ninguna de las casas de adobe que los miembros de la comunidad construyeron con sus propias manos. Era una estructura de ladrillo con un techo azul de estaño y una puerta amarilla. Se lee en una placa ubicada a un lado de la puerta: prodevat (Programa de Desarrollo para los Valles de Arque y Tapacarí). La Unión Europea aprobó un proyecto de cinco años de duración para apoyar los esfuerzos de desarrollo en dos provincias del valle alto, Tapacarí y Arque, en el departamento de Cochabamba. Un componente de este programa era ayudar a revitalizar las tradiciones culturales través de incentivar las habilidades locales de tejido. Chuñu Chuñuni fue elegida como uno de los cinco centros de tejido, cada uno de los cuales agrupaba una serie de comunidades pequeñas de tejedoras. Éste coordinaba el trabajo de las tejedoras locales para crear una red de distribución de lana y de tejidos terminados y venderlos a los turistas en una tienda ubicada en el centro de la ciudad, que además se compone de una sala de exposición y un alojamiento.

El proyecto de telares financiado por la Unión Europea se propuso mejo-rar el ingreso de las mujeres y apoyar el renacimiento cultural al recuperar las habilidades tradicionales de tejido y proporcionar un espacio para venderlos. A largo plazo, el proyecto también intentó construir un mayor respeto por la tradición textil andina y empoderar a la mujer con el aumento de sus ingresos económicos y de oportunidades de liderazgo.

Para cuando la Unión Europea terminó su proyecto en 2003, se había puesto un fundamento con tal éxito que los representantes de la comunidad eligieron mantenerla y encontraron otros fondos para que se desarrollara hacia su com-pleta sostenibilidad. Después de todo lo dicho, la asociación proporciona ahora ingresos para aproximadamente 300 familias de tejedoras. Esto ha permitido que se disminuya la tendencia a la emigración de estas comunidades a la ciudad.

El objetivo principal del proyecto era promover el involucramiento de las mujeres en el liderazgo de la asociación de tejedoras para que pudieran ser pro-ductoras y administradoras del proceso entero. Sin embargo, el proyecto tropezó

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cuando las mujeres de las comunidades se rehusaron a dirigir la asociación. Ellas explicaron que ya estaban demasiado ocupadas y ¿cómo podrían añadir las tareas que implica el ejercer una posición de liderazgo a su cantidad de trabajo como madres, esposas, pastoras y agricultoras? Dejen que los hombres lo hagan, respondieron ellas. Según investigaciones encargadas por la Unión Europea, la resistencia de las mujeres al ejercicio de su liderazgo era resultado de dos situa-ciones. La primera, la falta de educación, especialmente la capacidad de leer, lo que causa que no se sientan seguras al manejar documentos y hablar en público. El porcentaje general de analfabetismo en Bolivia fluctúa alrededor de 7% para los varones y 20% para las mujeres; en las áreas rurales, más de un tercio de las mujeres no puede leer ni escribir.17 La segunda situación era la ausencia de otros ejemplos de mujeres en sus comunidades que hayan sido líderes.18

“El empoderamiento de las mujeres” se hizo una frase común entre las instituciones de desarrollo en los años 90, cuando las instituciones de mayor desarrollo –dirigidas por Naciones Unidas e incluyendo al Banco Mundial– re-conocieron audazmente la centralidad de las mujeres en la ‘la lucha contra la pobreza.’ El año 2000 se incluyó la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en una de las ocho prioridades de desarrollo –referidas como Las metas de desarrollo del milenio (gdm, por sus siglas en inglés)– ratificadas por 191 países. La idea detrás de los objetivos de gdm es que si los países promueven la educación de las niñas, los altos niveles educacionales consecuentes tendrán un profundo impacto en la exclusión y la pobreza a la que la mujer es vulnerable después en su vida.

Pero, ¿cómo debería ser aplicado el ‘empoderamiento’ en aisladas comuni-dades quechua y aymara sin imponer conceptos de género del exterior que no caben? ¿Podrían determinar los extranjeros cómo deberían verse las relaciones de género o debería ser una decisión de las mujeres y los varones de cada co-munidad?

Esas preguntas son parte de una lucha mayor que Bolivia tiene con otro aspecto de su interacción en un mundo globalizado: el papel de los programas de desarrollo dirigidos por grupos del exterior. En el caso del proyecto de te-jedoras de la Unión Europea, las intenciones parecían nada más que positivas; una inyección de fondos en comunidades campesinas para que proporcionaran mejores ingresos y reconocimiento para las tradiciones textiles. Bolivia es, sin embargo, un país saturado de proyectos de desarrollo que con frecuencia son asociados a intereses corruptos. Como resultado, las iniciativas de desarrollo en Bolivia llevan una gran carga negativa.

Ese escepticismo se dirige particularmente a las Organizaciones No Gu-bernamentales (ong). Ejemplos de fondos del exterior mal gastados y poca responsabilidad hacia las comunidades con las que trabajaban han dado una mala reputación a estos grupos de la sociedad civil. El año 2006, se levantaron cargos formales presentados por los sindicatos de mujeres en La Paz en contra

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de dos ong porque, los sindicatos argumentaron, las organizaciones estaban solicitando y recibiendo más fondos externos en nombre de los sindicatos pero sin su involucramiento. Las críticas de académicos bolivianos sugieren que la burocracia de las ong obstruye, en vez de apoyar, el proceso de las comunidades indígenas y rurales para desarrollar su propia forma de ciudadanía.19 Esto tiene grandes implicaciones para las mujeres bolivianas que son el grupo objetivo principal de las ong internacionales y locales.

El proyecto de textiles es sólo un ejemplo de cuán frágil puede ser la rela-ción entre los programas de desarrollo y las comunidades rurales. Cualquiera que sea el proyecto –pequeño o grande y aparentemente libre de motivaciones políticas– inevitablemente genera consecuencias imprevistas a una comunidad cuyas estructuras sociales no son completamente comprendidas por los extran-jeros. En el caso del proyecto de salud dirigido por usaid, las intenciones y los resultados registrados, según los participantes, fueron muy positivos. Las mu-jeres dijeron que la información y los alimentos que se les dio les han ayudado a cuidar mejor a sus bebés.20

Por otro lado, la creación de una nueva organización de mujeres basada en la singular identidad de madre entre las mujeres, conspira contra la más integrada y múltiple identidad de las mujeres en la comunidad y aísla a las madres jóvenes de las otras mujeres que no caben dentro de la misma categoría. Esta perspectiva de los proyectos de desarrollo, de crear nuevas organizaciones que se sobreponen o desplazan a los grupos locales existentes, se ha repetido a través de Bolivia produciendo trastornos considerables en comunidades, desde las tierras bajas del Chapare en Cochabamba hasta las remotas poblaciones del Altiplano.21

¿Qué significa todo esto para Severina? El proyecto de textiles es un estímulo para su ingreso económico mensual y una estrategia adicional que la ayuda a no ser dependiente de sólo una o dos fuentes de ingresos. Sin la infraestructura de la asociación de tejedoras y el interés de los extranjeros, ella podría no ha-ber empezado a enseñar a su hija la destreza de tejer, lo cual habría empujado a la tradición a una mayor probabilidad de extinción. Ahora su comunidad es reconocida como un centro de tejido de alta calidad elevando la apreciación de la cultura de textiles en las tierras altas quechua y aymara a nivel nacional e internacional. En el horizonte existe la posibilidad de exportar los tejidos –en forma de almohadas, manteles y textiles para colgar de la pared– a los mercados exteriores de Estados Unidos y la Unión Europea. En cuanto a sus posibilidades de asumir algún tipo de liderazgo, Severina dice que tal eventualidad no está fuera de la posibilidad. Tal vez cuando sus niños sean mayores.

MaríaChoque:tejiendoparaSaks Fifth Avenue

En el verano de 1994, María Choque dejó su pequeño pueblo minero de Col-quechaca en las montañas del norte de Potosí y vino a la ciudad. Tenía tan solo

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22 años cuando llegó a Cochabamba con su madre, padre y cinco hermanos.22 Pasó toda su niñez y adolescencia en la comunidad en que su padre se dedicaba a la minería del estaño, plata y zinc. Los campamentos mineros se asientan a una altitud de más de 4 000 m, mientras su padre trabajaba en unas minas ubicadas a unos 4 500 metros sobre el nivel del mar. Colquechaca, una vez famosa por haber producido más cantidad de plata que cualquier otra mina en Bolivia en el siglo xix, fue cerrada en 1994 mediante un decreto gubernamental y dejó a sus mineros sin empleo.23 Colquechaca es uno de los muchos ejemplos de minas clausuradas por los requerimientos de la reestructuración económica, reformas que fueron promovidas por instituciones de afuera y aplicadas por una elite política boliviana.

La educación de María –y la de sus hermanos– es un asunto de mucho orgullo para su familia. Gracias en gran parte a la severidad de su madre todos sus hijos se graduaron del colegio secundario. La educación universitaria, sin embargo, estaba todavía fuera de su alcance. Su madre murió después de que la familia se mudara a Cochabamba y la situación económica de su padre exigía que los hijos trabajaran, dejándolos sin tiempo para estudiar. Cuando tenía 23 años se casó con un joven cochabambino que trabajaba en lo que podía, desde la construcción hasta chofer de taxi.

Cuando si primer hijo tenía pocos años de edad, María encontró trabajo como tejedora en un negocio privado con base en Cochabamba que exporta ropa y bolsas hechas a mano. Por más de nueve años y hasta ahora ha contribuido al ingreso de su familia como tejedora principal para el negocio que surte de bolsas hechas a mano, con fino acabado, para nichos de mercado en ee.uu. y la ue. Ella dirige entre 20 a 40 tejedoras locales, que viven todas en su barrio, y que terminan productos diseñados en Los Ángeles o Nueva York. En total, el propietario del negocio tiene un equipo de 400 empleados que pueden trabajan con cueros y tejidos.

Los trabajadores están organizados en cooperativas como la de María y cada uno trabaja desde su casa en coordinación con la directora de su asociación. “Para nosotras, eso es más cómodo [trabajar desde la casa] porque podemos estar cerca de nuestros hijos y cuidarlos. Especialmente para las que tenemos bebés a quienes siempre hay que estar mirándolos,” explicó María.

El trabajo de María es como el de un gerente que administra una pequeña compañía subcontratada. Ella es la persona de contacto que administra a las tejedoras sin la supervisión del propietario del negocio. El dueño recibe una orden de 50 suéteres para bebé desde Italia; María ofrece un tiempo estimado de trabajo y el costo de los materiales; supervisa la división del trabajo entre el grupo de tejedoras y entrega el producto al propietario para recibir el pago una vez que los suéteres estén terminados.

¿Por qué han empezado a emerger compañías -como la que emplea a María- en países en desarrollo, desde Guatemala a Tailandia? Con simplemente apretar

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un botón los productos creados por una cooperativa de trabajo local, como la de María, son conectados con consumidores extranjeros a miles de kilómetros de distancia. Sólo en Cochabamba, las estimaciones sugieren que entre 5 000 a 6 000 mujeres que trabajan en cooperativas informales similares a las de María, crean suéteres tejidos a mano y otros productos para la exportación.24 Los avances de la tecnología y la facilidad con la cual los productos pueden ser transportados permiten a los diseñadores subcontratar la producción en un país al otro lado del mundo, para conseguir los productos que necesitan, por salarios mucho más bajos que los existentes en ee.uu. o Europa. Como la competencia crece en el mercado, los gastos generales y los costos laborales deben ser minimizados. La producción masiva se mueve a países como China, donde la oferta de trabajo es casi infinita. Los productores que han encontrado un nicho de mercado, como para los que María trabaja, no intentan competir con las Chinas del mundo; tie-nen como objetivo específico los mercados de acabados finos donde la ventaja comparativa no se encuentra en salarios muy bajos y en un interminable número de trabajadores, sino en salarios bajos combinados con las habilidades de trabajar materiales finos para la creación de líneas de productos exclusivos.

Estas características del mercado global demandan una fuerza de trabajo flexible. El modelo de negocios bajo el cual María trabaja es un ejemplo que ilustra cómo los pequeños negocios crean una fuerza de trabajo modular flexible para satisfacer sus necesidades de mantenerse competitivo. Los estilos se actualizan y los gustos cambian. Para que los productos cubran esas demandas, la fuerza de trabajo tiene que tener un rango de destrezas considerables y capacidad de realizar productos únicos en un corto periodo de tiempo. Para mantener los costos bajos para el negocio los trabajadores son contratados sólo cuando se ha-cen pedidos y se requieren ciertas destrezas específicas. Como María lo explicó: “Nosotras realmente no tenemos horarios. Cuando tenemos trabajo tenemos que trabajar duro.”

La creciente demanda por una fuerza de trabajo flexible en el nombre de la eficiencia y la competencia en un mercado globalizado se traduce también en la incertidumbre económica y la total ausencia de protección laboral para los trabajadores. Las horas y los salarios no están ajustados a una escala oficial. Los beneficios no se garantizan. La posibilidad de organizarse para temas laborales se hace más difícil cuando el trabajo se realiza en casas individuales y con un mínimo de contacto con los compañeros de trabajo. Además de ello, el perfil más común en el creciente número del trabajo en casa son las madres jóvenes, lo cual implica que sus responsabilidades se multiplican al ser jefa de hogar, madre y trabajadora. Anteriormente, María podría haber trabajado en una fábrica grande con una fuerza de trabajo sindicalizada, beneficiándose de salarios colectivamente negociados y con protecciones gubernamentales y estatales. En Bolivia y en todo lado, esta modalidad del empleo está siendo suplantada con algunas más flexibles y fragmentadas, tal como la cooperativa que María dirige.

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Este régimen laboral flexible contrasta claramente con las históricas organi-zaciones laborales por las cuales Bolivia es tan famosa internacionalmente. Las condiciones de trabajo en las minas bolivianas bajo los llamados “Barones del estaño” en los departamentos de Potosí y Oruro, catalizaron los movimientos sindicales de los mineros a principios de los años 40 conduciendo al país a la Re-volución de 1952 y a la creación de la Central Obrera Boliviana (cob), la matriz de los sindicatos de trabajadores bolivianos. En los años 60, las mujeres de la mina Siglo xx, una de las comunidades bajo el control del Barón del estaño, Simón Patiño, se organizaron con mucho éxito para apoyar a sus esposos en la lucha por mejores salarios y libertad de organización. Es este legado de organización popular que ha llevado a las mujeres trabajadoras, desde empleadas domésticas hasta fabriles en la industria de zapatos, dentro un mundo sindical en el que han ejercido su creciente poder para recibir un mejor trato y salarios más justos.

Como el acceso a mercados globalizados crece día a día, los bolivianos, y las mujeres bolivianas en particular, tienen que responder a esta cambiante demanda laboral y crear caminos para salvaguardar sus derechos. Decenas de miles de mujeres alrededor del globo son trabajadoras con base en sus casas, invisibles a las regulaciones gubernamentales y sin reconocimiento de los derechos laborales en sus condiciones de trabajo, salarios o beneficios. La Organización Interna-cional del Trabajo empezó investigaciones sobre esta creciente fuerza laboral a principios de los 80, y varios países ahora las reconocen legalmente. El gobierno boliviano, sin embargo, se quedó atrás en dicho reconocimiento a este tipo de trabajadoras y en proveer básicas protecciones legales por sus condiciones de trabajo.25 Esto deja las puertas abiertas a los administradores y propietarios de negocios para poner sus beneficios y eficiencia por sobre el bienestar de sus trabajadoras, relegando las garantías laborales básicas.

En el caso de la situación de María, la buena voluntad del propietario ha ayudado a compensar la falta formal de protección laboral. El dueño del negocio maneja un sistema informal de apoyo financiero para pagar los costos de salud de las trabajadoras y ha empezado un programa de cuidado dental que regular-mente atiende a sus empleadas y sus familias. Sin embargo, el empleo de buena voluntad no es sustituto del reconocimiento y la protección legal. Por cada em-pleador como el de María, hay numerosos ejemplos de otras personas ansiosas y dispuestas a explotar el trabajo flexible. Son bien conocidas las historias de trabajos sobreexplotados en maquilas, en Bolivia y en otras partes.

En última instancia, los trabajadores necesitan luchar por un nuevo marco de salvaguardas que responda a las nuevas flexibilidades de las demandas laborales. A largo plazo eso incluye la aprobación de nuevas leyes laborales y mejorar la vigilancia al trabajo por parte de las oficinas gubernamentales y de las asociaciones de trabajadores. La formación de los trabajadores necesitará enfocarse más en el entrenamiento individual sobre derechos laborales, establecer canales para recibir quejas y apoyar a los inspectores de trabajo. Esta nueva fuerza laboral

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de trabajadores contractuales también necesita nuevas maneras de satisfacer los beneficios básicos como son el seguro de salud y el retiro. Como resultado, la organización laboral deberá utilizar estrategias innovadoras para cabildear al gobierno para que realice tales cambios.

Un nuevo modelo de sindicatos laborales está emergiendo en respuesta a esta creciente fuerza laboral móvil e independiente. En ee.uu., los consultores, trabajadores independientes y empresarios han encontrado maneras de vincularse entre profesiones para abogar por su reconocimiento como trabajadores y su protección legal. El Sindicato de Trabajadores Independientes, fundado en 2003, está echando raíces en la ciudad de Nueva York y moviéndose a través de ee.uu., con más de 40 000 trabajadores independientes que ya se adscribieron como sus miembros.26 A partir de ahora, el Sindicato de Trabajadores Independientes no está tomando en cuenta la amplia gama de las funciones tradicionales de los sindicatos; se centra más en conseguir seguros a bajo costo para sus miembros en vez de negociar con sus empleadores. Pero allana el camino para crear un grupo de defensa laboral más amplio que pueda unir a los trabajadores independientes para asegurar una red de seguridad básica de beneficios a través de negociaciones con corredores de seguros y mediante presiones que logren aprobar legislacio-nes que favorezcan a los trabajadores independientes. En Bolivia, una amplia organización similar podría beneficiar al trabajo realizado desde el hogar, a jar-dineros independientes o a albañiles. Según un activista local por los derechos de trabajadores, con sede en Cochabamba, se han realizado intentos de crear tal tipo de sindicato para los trabajadores bolivianos y especialmente para las mujeres, pero han tenido poco éxito. A los ojos del gobierno, estos trabajadores todavía no existen.27

El fenómeno de los ‘responsables’ es otra importante amenaza para las mujeres trabajadoras bolivianas. El hecho de que el propietario del negocio monopolice la atracción de clientes extranjeros a la producción local, indica cuán dependiente puede ser a un sólo punto de acceso, una fuerza laboral que busca sacar ventaja de los trabajos creados a través de la interconexión creciente de los mercados globalizados. Al igual que la asociación de tejedoras, la manera en la cual un grupo de base o de trabajadores de clase baja urbana acceden a mercados extranjeros se realiza mayormente por medio de un individuo de alto nivel educativo y con buenas conexiones. En los dos casos aquí examinados –el grupo de tejedoras rurales y las cooperativas– uno o dos extranjeros son los puntos de apoyo de los negocios. De esta manera, la relación de los trabajadores con los mercados, precios y consumidores está completamente mediada por esos individuos que se especializan en tender puentes entre culturas, satisfacer las expectativas de los clientes extranjeros y manejar las relaciones internacionales de los negocios. De modo parecido, la dirigente de las tejedoras es un tipo de ‘responsable’ que opera entre los grupos de tejedoras y la administración central. Esto hace que se aísle aún más a las mujeres trabajadoras y se libere a la dirigente

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de las tejedoras y al propietario de los negocios de cualquier responsabilidad sobre asuntos de trato y pago justos.

Por un lado, las flexibilidades que se requieren ofrecen ciertos beneficios a las mujeres, en particular la posibilidad de trabajar cerca de sus hijos y en horarios flexibles que pueden combinar bien con sus responsabilidades del hogar. Por otro lado, la ausencia de protección legal y la demanda de la globalización por mercados laborales flexibles también abren nuevas puertas al abuso.

Además del nuevo marco laboral económico que desafía a que los trabaja-dores se ajusten a un nuevo tipo de fuerza laboral y a su falta de garantías, estas tejedoras, como muchos otros sectores de Bolivia, enfrentan también otro de-safío de una economía cada vez más interconectada: tienen que luchar contra la volatilidad del trabajo influenciado por las reglas comerciales extranjeras escritas a un continente de distancia.

Las políticas comerciales estadounidenses y las tejedoras de Cochabamba

María vive muy lejos de las oficinas de Washington donde se toman las decisiones comerciales internacionales, pero las decisiones que allí se asumen afectan con-siderablemente su vida. Las negociaciones políticas que rondan las preferencias comerciales entre ee.uu. y Bolivia tienen consecuencias potenciales para María y sus compañeras tejedoras en Cochabamba. (Para mayor información sobre temas de comercio y Bolivia, ver el Capítulo 5)

Desde 1991, Bolivia ha tenido acceso especial a los mercados estadounidenses bajo las preferencias arancelarias que norman la exportación de textiles, prefe-rencias que benefician directamente a los productos que María y otros hacen en Cochabamba. Primero, estas preferencias llegaron bajo la Ley de Preferencias Arancelarias Andinas (atpa, por sus siglas en inglés) y después de 2002 hasta 2006, bajo la Ley de Promoción Comercial Andina y Erradicación de las Drogas (atpdea, por sus siglas en inglés). Los acuerdos permitieron que Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia exportaran varios productos incluyendo textiles y piezas de cuero a ee.uu., sin tener que pagar ningún tipo de arancel. Estos acuerdos preferenciales son parte de las políticas antidrogas estadounidenses, ya que en su opinión, más gente dedicada a las industrias del textil y el cuero hace que menos gente se dedique a cultivar coca para producir cocaína. Las Preferencias también han servido de anzuelo para que los gobiernos mantengan sus medidas antidroga a cambio de un importante estímulo de las exportaciones textiles a los ee.uu. En 2006, los líderes republicanos en el Congreso estadounidense trata-ron de utilizar las preferencias como una ‘barra’ en el tema del libre mercado, amenazando con cancelar los acuerdos como castigo por la oposición de Bolivia al Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (alca).28 En junio de 2007, el atpdea fue renovado por ocho meses más después de una iniciativa diplomática de la administración de Morales.

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Las preferencias comerciales como las nombradas son importantes para los negocios como para el cual María trabaja, y por extensión, por las fuentes de trabajo que crea para mujeres como ella. Sin embargo, el acceso a los mercados de ee.uu., en última instancia, está en manos de los negociadores comerciales bolivianos y de los políticos estadounidenses. Si ee.uu. estuviera dedicado a desarrollar la economía en países semejantes a Bolivia, sus políticos promoverían estas preferencias junto a una consistente asistencia al desarrollo para asegurar que el crecimiento económico sea sustentable. Sin embargo, con demasiada frecuencia aquellas decisiones están basadas en el razonamiento político en lugar de en las necesidades de Bolivia para lograr un desarrollo económico.

Lafeminizacióndelamigraciónglobalboliviana

En el transcurso de tan sólo dos meses, a fines de 2006, los periódicos locales informaron que 30 000 bolivianos dejaron el país para irse a España.29 Conside-rando que siete de cada 10 bolivianos son mujeres, se traduce en 21 000 mujeres que salieron de Bolivia en sólo 60 días.

La ‘feminización’ de la migración es un fenómeno que continuará creciendo si Bolivia no puede desarrollar más oportunidades para las bolivianas en su propio país. Las consecuencias de políticas económicas inadecuadas o equivocadas y los programas de desarrollo que se han quedado cortos en sus objetivos durante las pasadas décadas –y particularmente sin un necesario enfoque en la estabilidad de las mujeres en la economía– han resultado en el éxodo masivo de los bolivianos a lugares como Europa y a los países vecinos de Bolivia.

El factor de la emigración cobra un alto precio a las mujeres bolivianas. La creciente tendencia a la emigración es una clara consecuencia de la falta de tra-bajos en Bolivia, combinada con las demandas de trabajo laboral en países como Argentina, ee.uu. y España. Como bolivianos en busca de trabajo las mujeres son atraídas por la alta demanda en el exterior por trabajos domésticos, particu-larmente para el cuidado de niños y ancianos. Esto refleja el aumento de mujeres en Europa y en otros lugares del mundo industrializado que están trabajando más fuera de sus casas. Como amas de casa de sus propias familias las mujeres se ven obligadas a abandonar a sus hijos creando penosas divisiones en la familia. La familia, como unidad económica, es trastornada y las mujeres se ven forzadas a adaptarse a nuevos papeles. (Para mayor información sobre la migración boli-viana, ver el Capítulo 8).

III.Mujeresprofesionales

Las mujeres que se adscribieron a los movimientos sociales de Bolivia y a los tres principales pueblos indígenas del país –quechua, aymara, y guaraní– dominan la literatura sobre la mujer en Bolivia. Si bien un análisis sobre el país no puede excluir a aquellos grupos, sería incompleto sin abordar el papel de la mujer de

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clase media y alta que juega una importante labor en el desarrollo de Bolivia, en términos políticos, económicos y sociales.

Entre los que han aprovechado las ventajas de la globalización económica en el país, están muchas de sus mujeres profesionales. Equipadas con una enorme serie de ventajas, tales como las del acceso a la educación, a trabajos asalariados y a una red de contactos, estas mujeres han negociado las oportunidades a su favor. Rosa Hernández es una indiscutible partidaria de los principios de las políticas económicas neoliberales que han abierto nuevos mercados en los cuales puede expandir su negocio privado y disminuir los costos de los productos que quiera consumir. Teresa Hosse ha tomado nuevas oportunidades a través de la filantropía global que le han permitido aplicar sus conocimientos a los desafíos que enfrentan las mujeres y comunidades en las áreas rurales de Bolivia. Ambas han usado su educación, el apoyo de su familia y su propio esfuerzo para crear exitosas vidas como madres, esposas y también como profesionales.

RosaHernández:unatriunfadoraenlaglobalizacióneconómica

El 8 de marzo de 2007, con su marido a lado, Rosa dio a luz a su primer hijo, Andrés. A diferencia de la mayoría de las mujeres bolivianas que dan a luz bajo condiciones de pobreza y sin acceso a cuidados médicos, Rosa tenía su propia habitación en una de las clínicas privadas de Cochabamba. En un país que tiene uno de los mayores porcentajes de mortalidad materna en el mundo, la situación de Rosa es poco frecuente. Tanto como uno de cien recién nacidos en las regiones indígenas rurales pierde a su madre al nacer.30

Rosa es como muchas otras mujeres bolivianas en el sentido de que tiene una fuerte voluntad y es una superviviente. Cuando nació, los médicos le dijeron a su madre que la recién nacida iba morir dentro de pocos días. Contra toda pre-dicción, ella luchó y sobrevivió: un antecedente del espíritu de persistencia que le ha ayudado a construir una carrera, un matrimonio y, ahora, una familia. Ella es una de las historias exitosas de la globalización y es la primera en identificarse como una de sus mayores partidarias.31

La educación era altamente apreciada en su familia de cinco miembros y ella continuó con la experiencia de su hermana mayor al completar sus estudios universitarios –en administración de empresas- y continuó estudiando hasta conseguir una certificación en seguros. Después de graduarse por la privada Universidad Católica de Cochabamba, Rosa entró al sector privado trabajando como gerente de mercadeo y ventas para una empresa local de lácteos. Después de cambiar una posición laboral en un departamento del banco donde trabajaba su madre, ella y su madre unieron fuerzas en el 2006 y crearon su propia com-pañía de asesores de seguros. Cimentado en el portafolio original de clientes de su madre, ahora ellas han cuadriplicado sus negocios y cuenta con alrededor de 2 500 clientes; y el negocio continúa creciendo.

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Cambios generacionales

Abuelita, como Rosa se refiere afectivamente a su abuela, nunca supo nada más que ser un ama de casa: cuidar a la familia, cocinar y cuidar la casa. Rosa atribuye su éxito al ejemplo que le ofreció su madre. Un ama de casa en los primeros 10 años de la vida de Rosa, su madre empezó a trabajar en el sector de seguros cuando tenía 40 años de edad. Completamente nueva en la industria, estaba determinada a dominarla. Incluso lo hizo sin perder el contacto cercano con sus hijos gracias, en gran parte, al apoyo que su madre le ofreció ayudándola a trabajar desde la casa, atender el hogar y cuidar a los niños. Pero Rosa está desafiando el modelo de su madre como una madre profesional. Trabajó hasta el día en que Andrés nació, gracias a que su madre y ella son sus propias jefas. Fue capaz de regresar a trabajar a tiempo completo dos semanas después de dar a luz, ya que podía tener a su bebé con ella todo el tiempo.

Sin la ayuda de la abuelita, ni Rosa ni su madre podrían haber trabajado sin tener que contratar a una trabajadora doméstica para que hiciera el trabajo de casa. La abuela de Rosa es responsable del funcionamiento de la casa –desde cocinar el almuerzo diario para seis personas hasta cuidar la casa. Sin embargo, Rosa y su mama son las que limpian la casa y lavan ropa, tareas que hacen solo después de un día completo de trabajo con el pequeño Andrés a su lado. Aunque las mujeres siguen con sus papeles múltiples diarios, las redes familiares ayudan a liberar a las mujeres jóvenes de sus responsabilidades de mantener una casa y les abren la posibilidad de conseguir trabajos más demandantes y mejor remunerados.

Como más y más mujeres llegan a ser profesionales, y las madres y abuelas no están disponibles para cuidar a los niños, las mujeres jóvenes dependen aún más de la ayuda de las trabajadoras del hogar para el cuidado de sus niños y de sus casas. Es el crucial papel de las trabajadoras del hogar lo que permite a las mujeres madres profesionales salir de sus casas y eludir los deberes del hogar para ser profesoras, banqueras y abogadas. Aunque esto podría traducirse en una doble oportunidad –en términos de las mujeres que entran a la fuerza laboral– el respeto y reconocimiento al papel de las trabajadoras del hogar en esa relación, como trabajadora formal, es en gran parte ignorada por la sociedad y por la falta de leyes laborales.

Percepciones de oportunidades

El trabajo de Rosa fue creado por las necesidades del mundo globalizado. Sus clientes trabajan en el comercio internacional y sus capacidades laborales han hecho posible que tenga acceso a la información y a la comunicación constante con sus homólogos del exterior, vía internet. Para ella, la globalización repre-senta una oportunidad. Ella apunta a su madre, quien ha aplicado su espíritu empresarial y ahora es una mujer de negocios que ha generado empleo para seis otras personas sólo en su oficina.

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El trabajo de Rosa está basado en una red de seguros nacionales e internacio-nales. Mantiene contacto con compañías en Argentina y Chile, de manera que sus clientes de compañías de transporte puedan tener una cobertura similar al cruzar las fronteras bolivianas. Ella asegura a compañías de camiones, exportadores de pisos de madera y a hombres de negocios que viajan al exterior regularmente. Cuando una compañía local en Bolivia exporta productos de madera a Alema-nia, Rosa es quien se ocupa de las inspecciones y de reembolsar el dinero a los clientes si dichos productos llegan dañados a su destino.

La oportunidad de un mundo globalizado es también lo que su hermana Ana María aprovechó cuando el mercado laboral de Cochabamba se estropeó para ella, el año 2001. Preparada como ingeniera industrial, su hermana trabajó como consultora privada de varios proyectos para la municipalidad y el gobierno regionales. “Ella era adicta al trabajo,” dijo Rosa sobre su hermana. “Pero para ella era imposible continuar trabajando [en Bolivia]. No sentía que era respetada por sus capacidades.” Los constantes cambios en el gobierno causaron que sus clientes rara vez le pagaran a tiempo, si es que lo hacían. Ella asumió el riesgo y se trasladó a ee.uu. donde la inestabilidad política de su país no inhibiría su oportunidad de trabajar. En el transcurso de cinco años se convirtió en una de las principales gerentes de una firma privada ubicada en las afueras de Washing-ton dc, donde ella vive en medio de una floreciente comunidad de inmigrantes bolivianos. Acaba de comprar una casa y ahora supervisa a más de 30 personas en su trabajo.

Rosa encuentra difícil entender cómo la mayoría de los bolivianos critica constantemente las fuerzas de la globalización, cuando se benefician cada día de los productos importados del exterior y de los ingresos de la ayuda extranjera. “Piensa acerca de los celulares,” dijo. “Solían costar $us 1 500 cuando llegaron por primera vez. Ahora, gracias al mercado internacional y la competencia, los precios han bajado a $us 40, una cantidad que casi cualquier boliviano puede juntar. Nos permite comunicarnos, hacer el trabajo, ser más eficientes.” Un mundo más interconectado, ella arguye, permite a las mujeres bolivianas hacer contacto con otras y ver oportunidades diferentes a las tradicionales expectativas que sitúan a las mujeres en la casa. Para Rosa, la globalización es un vehículo para desafiar a un arraigado machismo y redefinir las limitaciones que la sociedad impone a las mujeres.

TeresaHosse:Dirigeunaongparaeldesarrollorural

En 1982 las protestas estudiantiles eran más una norma que una excepción en las calles de la ciudad de Cochabamba. Los estudiantes de la Universidad Mayor de San Simón eran los principales protagonistas en la lucha contra el régimen dictatorial de García Mesa, y Teresa Hosse estaba entre ellos.32 Le tomó siete años terminar su carrera por las constantes interrupciones del programa acadé-

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mico universitario debido a móviles políticos. Los soldados supervisaban cada sala de clase y a los alumnos, mientras exigían a los padres firmar documentos comprometiéndose a que sus hijos no se involucrarían en política.

Teresa proviene de una familia de clase media acomodada donde su mayor desafío era la severidad de su padre y sobrevivir como la única hija mujer en medio de tres hermanos. Su madre tomó un papel de subordinación a su padre, quien era médico y el único sostén de la familia. Su madre, sin embargo, siem-pre la animaba a pensar más allá del mundo de un ama de casa y convertirse en profesional. Como una de las mejores estudiantes de su clase, empezó a trabajar simultáneamente en una de las primeras Organizaciones No Gubernamentales de Cochabamba. Ese trabajo plantó la semilla que transformó su manera de ver el mundo.

En la ciudad tienes todo lo que podrías necesitar. Si vas a dos horas fuera de la ciudad de Cochabamba, ¿qué encuentras? Una lógica completamente diferente sobre el mundo y cómo vivir.

Un proyecto de mercadeo para producir suéteres de lana de llama en una pequeña comunidad, la llevó a áreas rurales alejadas de la ciudad. Estaba fascinada por lo que había encontrado: un total contraste al mundo de la ciudad que ella conocía muy bien. Teresa ya estaba picada de interés cuando alguien le ofreció conectarla con un grupo que realizaba periódicos bilingües para el área rural, y se lanzó al ruedo.

Desde 1984 hasta 1987, la comunidad indígena de Raqaypampa se convirtió en su segundo hogar. Una remota aldea en el extremo sudeste del departamento de Cochabamba, Raqaypampa no es sólo famosa por sus intricados tejidos y por su producción tradicional de papas sino también por ser un área afectada por la ayuda externa dirigida a la agricultura. La Revolución Verde había sido intro-ducida a Bolivia siguiendo la severa sequía entre 1982 y 1983. La ‘revolución’ dirigida por fundaciones estadounidenses y usaid promovió nuevas formas de tecnología agrícola –pesticidas, fertilizantes y sistemas de irrigación– para incrementar la producción agrícola en los países en desarrollo. Una oleada de ong se instaló en la región de Cochabamba para importar su revolución verde. Sin embargo, lo que Teresa encontró en el área rural de Raqaypampa no fue el éxito que esperaba. Las comunidades que empleaban las herramientas de la revolucionaria tecnología verde en realidad estaban peor que antes en términos de nutrición.

El trabajo de Teresa se fusionó con el de su mentor, Pablo Regalsky, cuando él fundó el Centro de Comunicación y Desarrollo Andino (cenda) en 1985. Ella continuó trabajando como parte del equipo de investigación que analizaba las diversas estrategias que los campesinos agricultores utilizaban para la producción y venta de sus cultivos. Ella atribuye el crédito a Pablo, un argentino que ha

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estado trabajando en Bolivia con comunidades rurales por más de 20 años, de iniciar el cuestionamiento de estas imposiciones del exterior y concienciar a las comunidades rurales sobre el valor de sus sistemas tradicionales de producción. “cenda fue como una escuela para nosotros…” explicó Teresa. “Todos nosotros evolucionamos juntos bajo la dirección de Pablo.”

La sospecha general sobre las ong, la mayoría financiadas por fundaciones y gobiernos extranjeros, fue con lo que Teresa y sus colegas tuvieron que lidiar desde el primer momento que visitó Rayqapampa. Pero muy pronto fue obvio para la gente de la comunidad que Teresa y sus colegas habían hecho un com-promiso a largo plazo y tenían la voluntad de intercambiar, no sólo dictar ideas y conocimientos. Ella siempre llegaba a la comunidad con regalos de las ediciones del periódico bilingüe quechua-español que cenda produce. Teresa fue testigo del lento proceso de reflexión y apreciación de la comunidad Rayqapampa sobre las tradiciones que han estado guardando por generaciones y que tratan de su relación con la tierra y su cultura quechua.

A pesar de su gusto por la investigación de campo, su nuevo papel de madre en 1987 la llevó a permanecer cerca de su casa y se involucró más en la recolección y análisis de la información del equipo de investigación. Tan sólo tres años después, en 1990, fue invitada a unirse al equipo ejecutivo administrativo de cenda. Su preferencia por estar en el campo continuó, pero sus nuevas responsabilidades administrativas en planificación y supervisión financiera de la organización fueron paralelas a su necesidad de estar cerca de su esposo y sus hijas.

Ella pudo realizar un trabajo a tiempo completo y aún tener tiempo para compartir con su familia porque contaba con su madre y una trabajadora del hogar en la casa para cuidar a sus hijas y mantener la casa en orden. Su marido coordinaba con ella para que los dos no viajaran al mismo tiempo e incluso lle-garon a un acuerdo que les permitió conseguir a cada uno, un grado de maestría en distintos años mientras el otro cuidaba a la familia y la casa. El compartir las responsabilidades fue clave para el éxito de las carreras de Teresa y de su esposo y para sentar un ejemplo para que sus hijas sigan una trayectoria similar.

En 2000, cenda rompió con la tradición y nombró a una mujer para su más alto puesto, cuando Teresa fue invitada a ser la directora.

Las redes globales del desarrollo: amenazas y oportunidades

Varios factores externos han dejado huella en cenda y en la experiencia pro-fesional de Teresa. Mientras la perspectiva del sector privado en el que trabaja Rosa transcurre en la positiva influencia de las fuerzas globales, Teresa ha sido testigo, por medio de su trabajo, de sus contradictorias consecuencias. Mientras trabajaba en su tesis de licenciatura conoció las erradas soluciones prescritas por los extranjeros para que Bolivia lidie en su lucha contra la sequía a principios de los años 80. Los gobiernos extranjeros y las ong financiadas desde el ex-

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terior iniciaron proyectos de desarrollo con manejo de tecnologías que fueron aplicadas con muy poco respeto por el conocimiento ancestral de las propias comunidades.

Los principios fundamentales del trabajo de cenda yacen en el respeto por el conocimiento existente y la experiencia de las comunidades campesinas. No imponen conceptos del exterior. En vez de ello, trabajan con los miembros de la comunidad para reflexionar sobre su situación, ofrecerles herramientas y presentarles ejemplos respetando los sistemas ya establecidos. Si una idea atrae a la gente, entonces puede crecer entre los valores propios de la comunidad. “No es fácil,” admitió Teresa.

Particularmente en lo referente a las políticas de igualdad de género, Teresa tiene que poner distancia entre los valores que ella mantiene en su propia casa con sus dos hijas adolescentes y aquellos de las comunidades rurales con quienes cenda trabaja. “Nosotros, como institución, empezamos desde el punto que se tiene que entender la lógica de una comunidad en relación al papel de la mujer,” explica. Así, en el caso de mejorar la participación de la mujer –que para muchos foráneos sería un objetivo obvio a alcanzar– “uno tiene que seguir el ritmo [de la comunidad] y en última instancia tiene que ser un proceso que provenga de ellos.” Es un proceso que involucra un compromiso a largo plazo, una voluntad de aprender y paciencia de parte de las personas que trabajan en proyectos de desarrollo; una combinación de características extrañas para la red de instituciones que requieren resultados tangibles para justificar sus gastos.

A pesar de sus críticas constructivas acerca de las presiones extranjeras y su miopía, la existencia de cenda todavía depende de la fuerza global de la filan-tropía externa. La organización toma sus decisiones con cautela, seleccionando a sus patrocinadores que no pueden imponer condiciones en el trabajo de cenda, de manera que pueda mantener su completa independencia. Teresa comparte otro importante beneficio que considera que la globalización ha traído al trabajo de cenda: en años recientes han podido abrir nuevos canales de intercambio con otros grupos que realizan un trabajo similar con grupos indígenas en otras partes del continente, como en Ecuador. A diferencia de los comienzos de los 80, cuando trabajaba en un relativo aislamiento, cenda puede ahora compartir las lecciones aprendidas en Rayqapampa y hacer comparaciones útiles con trabajos similares realizados a miles de kilómetros de distancia.

IV.Mujereslíderes:desdelolocalhastaloglobal

Las mujeres bolivianas tienen una inusual propensión al liderazgo. Los desafíos de las desigualdades de clase sin precedentes y una voluntad excepcional de su gente para exigir sus derechos son los ingredientes de una poderosa mezcla que ha producido un amplio número de comprometidos líderes de base.

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La imagen de Bartolina Sisa se encuentra en oficinas, salas de asambleas y colegios por todo el país. Bartolina, una india aymara, luchó contra los es-pañoles junto al líder indígena Túpac Katari y murió a la edad de 26 años en 1782, brutalmente asesinada por las fuerzas españolas.33 Ella se ha convertido en símbolo del orgullo indígena, del liderazgo de las mujeres y del compromiso total –hasta la muerte– de la lucha contra la discriminación y la subordinación a los extranjeros.

Domitila Chungara vivió los conflictos en las minas durante la época de las dictaduras militares, la valiente líder del Comité de las Amas de Casa en la comunidad minera de Potosí. La explotación de los mineros y la mano dura de los dictadores a lo largo de los años 60 y 70 la empujaron a denunciar el ultraje, los apresamientos y las masacres que los mineros y sus familias sufrían. A pesar de haber sido apresada, golpeada y con su familia en la lista negra, ella se rehusó a permanecer callada.

Tengo un profundo rencor en mi corazón por todas las atrocidades que hemos sufrido… la represión era muy fuerte y la familia ha sufrido mucho. Era precisamente por eso que yo creía que no debía estar callada ya que habíamos sufrido tanto.34

El legado de la violencia y el sufrimiento en las minas no ha sido olvidado. Tampoco las maneras de organizarse contra cualquier cosa percibida como una mano dura impuesta desde el exterior. Los hijos y nietos de los mineros, muchos de los cuales fueron relocalizados en las tierras bajas de las regiones donde se cultiva coca después de que muchas de las minas fueran cerradas a mediados de los 80, trajeron con ellos el concepto de los sindicatos. Las hijas y las nietas de aquellos mineros sintieron el mismo rencor que Domitila sintió cuando Esta-dos Unidos promovió la erradicación forzosa de las plantaciones de coca que se inició a fines de los 80 y las comunidades locales fueran otra vez expuestas a la violencia y el maltrato.

Los símbolos del heroísmo femenino se difundieron por todas las regiones de Bolivia. Nicolasa de Cuvene es para las tierras bajas de los indios mojeños lo que Bartolina Sisa es para las mujeres quechuas y aymaras. Nacida en la época en que Bolivia fue fundada como república en 1825, Nicolasa se rehusó a traicio-nar a su esposo cuando los españoles la torturaron para obtener información.35 Las mujeres de la región usan su nombre para evocar determinación, lealtad y resistencia. Los programas de liderazgo llevan su nombre hasta nuestros días. Muchas generaciones después, las mujeres de Moxos jugaron otra vez un papel histórico en la marcha de 34 días de duración por el Territorio y la Dignidad, en 1990, que empezó en las tierras bajas del oriente y terminó en la ciudad de La Paz, obteniendo nueva visibilidad para las demandas de mayor participación de los grupos indígenas en el departamento de Beni.

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De este legado provienen las historias de dos mujeres bolivianas cuyo he-roísmo contemporáneo muestra cómo el liderazgo presente está influenciado por las fuerzas globales.

Elliderazgodelascocaleras,cortesíadela‘guerracontralasdrogas’

Nuqanchik warmis jina sumaq organizasqa kanchik imaptinchus kay injusticia kaptin“Nosotras, las mujeres, nos hemos organizado bien, gracias a las injusticias

que hemos sufrido”

En la región productora de plantas de coca del Chapare, en Cochabamba, este dicho en quechua señala cuánto ha afectado la ‘guerra contra las drogas’ promovida por ee.uu. el desarrollo del liderazgo de las mujeres. Las mujeres comenzaron a organizarse en 1980 en respuesta al inicio de la erradicación forzosa de las plantaciones de coca, fundamentalmente en apoyo a los sindicatos de cocaleros, dominados por los varones. A mediados de los años 90 los líderes cocaleros se dieron cuenta que esas mujeres eran un recurso no explotado en sus esfuerzos de resistencia al aumento de la militarización y la violencia asociadas a las políticas antidroga establecidas desde el exterior. En 1997, las mujeres participaron por primera vez en las elecciones para la elección de la dirigencia sindical en el Cha-pare, formando una estructura de liderazgo paralela a la de los varones.

El ejemplo del liderazgo de las mujeres en el Chapare se ha extendido mucho más allá de las regiones bajas de la selva e inspira a los líderes de los movimientos sociales por toda Bolivia. “El Chapare es nuestra escuela,” explica una líder de una comunidad de las tierras altas.36 Al aumentar la visibilidad de las mujeres como líderes de la comunidad, otras comunidades que una vez se resistieron a la participación de las mujeres han empezado a abrir posiciones nuevas y formales para su liderazgo. Sin embargo, cuando ellas asumen estos nuevos papeles muchas mujeres deben seguir luchando para encontrar un balance de poder compartido junto a sus homólogos masculinos, quienes todavía se manejan con un machismo subyacente.

Desde el año 2005, bajo el gobierno del mas, las líderes cocaleras están ha-ciendo mucho más que una sola presencia en niveles nacionales e internacionales. Tres de estas mujeres ahora ocupan posiciones jerárquicas importantes en la ad-ministración de Morales: la presidenta de la Asamblea Nacional Constituyente, la líder del partido político MAS y la ministra de Justicia. (Para mayor información sobre la coca y la guerra contra las drogas, ver el Capítulo 6).

CasimiraRodríguez:deadolescenteexplotadaaministradeJusticia

A fines de 1979, en una soleada tarde de un domingo cuando sólo tenía 13 años, Casimira Rodríguez dijo adiós a su familia, se subió a un camión en su pequeño pueblo de San Vicente, rumbo a la ciudad.37 Una pareja que había visitado su pueblo repetidas veces, habló amablemente con sus padres en el idioma nativo quechua, esa tarde en la humilde casa de adobe familiar. Ahora la estaban llevando

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a Cochabamba donde le esperaban educación, ropa nueva y trabajo. Ella incluso sería capaz de enviar dinero a sus padres, la pareja había prometido, para que pudieran tener verduras y así variar la repetición de papa y maíz, la base de su dieta. Su nerviosismo estaba mezclado con la emoción de la posibilidad apoyar a su familiar para que tenga un ingreso mayor.

La sensación de mariposas en el estómago rápidamente amainó cuando se dio cuenta que su vida no iba a ser lo que se había imaginado. Ella llegaba a una casa extraña de familia de clase media baja en la parte sur de la ciudad, donde fue encerrada en la casa y le dijeron que no podía salir. Durante dos años Casi-mira trabajó sin salario, 17 horas diarias; cocinaba, limpiaba y hacía el trabajo doméstico para una familia de 15 personas. La única vez que se le permitía salir de la casa era cuando llevaba una solución química de raro olor que tenía que echarla discretamente en la laguna Alalay. Ella no sabía que esos líquidos nocivos eran químicos que se usaban para fabricar cocaína. Se enteró de esto cuando una noche la policía irrumpió en la casa. Casimira tenía 14 años de edad.

La suerte de Casimira cambió el día en que se oyó un suave golpe en la puerta y escuchó la voz de su madre murmurando en quechua que estaba allí para llevársela de regreso. Un amigo en común había llevado noticias a San Vicente sobre la situación de Casimira. Nunca había pensado que estaría tan contenta de regresar a su pueblo, ubicado a más o menos 10 horas de distancia de la ciudad en autobús, por un camino de tierra lleno de baches. Se quedó un año más con su familia y continuó sus estudios antes de decidir volver a Cochabamba en busca de trabajo, otra vez como trabajadora del hogar, en 1981. Poco tiempo después, empezó a organizar a algunas de sus compañeras que hacían el mismo trabajo e intercambiaron experiencias y estrategias de sobrevivencia. Cuatro años más tarde, en diciembre de 1985, ayudó a constituir el sindicato de trabajadoras del hogar de Cochabamba. Lo que no sabía era que esto, al final, la proyectaría a un escenario global.

Construyendo un movimiento de mujeres trabajadoras, local y globalmente

Más que cualquier otro sector, las trabajadoras del hogar son especialmente difíciles de organizar. Organizaciones laborales latinoamericanas trataron por décadas de apoyar a estas mujeres a organizarse, pero su invisibilidad hizo muy difícil llegar a ellas.38 A diferencia de otros grupos laborales las trabajadoras del hogar no tienen un lugar central, físico –como una fábrica, universidad u oficina– donde pueden recopilar información laboral con regularidad y donde podrían empezar a orga-nizarse. Estas mujeres trabajan aisladas, detrás de puertas cerradas.

Antes de 1985, no existía apoyo para las trabajadoras del hogar bolivianas. Prácticamente todas son mujeres y provienen de comunidades indígenas quechuas y aymaras o de otros pueblos indígenas. La mayoría migra de las áreas rurales antes de la edad de 15 años, con muy poca educación y casi nada de español que

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les ayude a desenvolverse en la ciudad y en su trabajo. Algunas vienen a trabajar por muchos años y entonces regresan a sus pueblos e inician su propia familia. Otras nunca dejan la ciudad.39 Se estima que 90% de ellas vive en las casas donde trabajan. Sin ninguna protección bajo leyes laborales hasta el 2003, eran unas de los trabajadores más marginados en Latinoamérica.40 Su invisibilidad impo-sibilita confirmar cálculos de cuántas casas emplean a trabajadoras del hogar. Pese a que una nueva ley exige un salario mínimo de Bs. 500 ($US 60), algunas todavía no reciben nada a cambio de su trabajo. Casimira calcula que 40% de los empleadores cumple con el salario mínimo, mientras que la mitad de todos los empleadores les paga menos que el salario mínimo.

A diferencia de la mayoría de los grupos laborales, las trabajadoras del hogar tienen conexiones con cualquier grupo social. Si una persona no está directamente relacionada a una trabajadora del hogar, es muy probable que se beneficie de su trabajo en su propia casa. La mayoría de las familias urbanas y rurales empo-brecidas están relacionadas a alguien –hermana, madre, hija, prima– que trabaja en una casa cocinando, limpiando y cuidando a los niños o a los ancianos. No solamente los altos ejecutivos de negocios y los políticos nacionales dependen del trabajo de estas mujeres, sino también los de clase media baja como profesores y empleados gubernamentales.

El sindicato de trabajadoras del hogar es distinto de otros sindicatos de base y organizaciones que componen Bolivia, porque su circunscripción y liderazgo está completamente compuesto por mujeres. Otros movimientos sociales han desarrollado estructuras paralelas de liderazgo de mujeres en los puestos altos de la organización, pero la naturaleza de mezcla de género de sus miembros y la tradición todavía mantienen la toma de decisiones clave en manos de los varones.

El sindicato de trabajadoras del hogar ha construido alianzas estratégicas exitosas con otros movimientos sociales. Sin embargo, no ha sido tan fácil cons-truir solidaridad con otros grupos de mujeres. Aunque las trabajadoras del hogar tienen como objetivo acabar con la amplia discriminación social hacia la mujer, los indígenas y el estigma del trabajo doméstico, estas mujeres todavía enfrentan discriminación. De acuerdo con algunas trabajadoras del hogar, esto incluye a otras mujeres dentro de los movimientos sociales y especialmente a las mujeres de clase media y alta. Las profesoras, funcionarias gubernamentales y mujeres de negocios que se han liberado para trabajar fuera de la casa por contar con una trabajadora del hogar, han fracasado consecuentemente en apoyarlas. Esto muestra cuán profunda es la discriminación, aun entre mujeres y particularmente entre clases sociales.41

A principios de los años 90, un liderazgo importante que incluyó a Casimira empezó a organizar sindicatos de trabajadoras del hogar en cada una de las cinco ciudades principales y un movimiento empezó a presionar por la creación de un sindicato a nivel nacional. A través del sindicato central, las mujeres empezaron

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a intercambiar experiencias, asistir a talleres de organización y a entrenarse con la idea de establecer una ley nacional de derechos laborales para las trabajadoras del hogar. En 1993, la Federación Nacional de Trabajadoras del Hogar de Bolivia fue fundada en la ciudad de Cochabamba y la propuesta para aprobar la ley ganó nuevos aliados entre otros líderes de movimientos sociales y políticos. Casimira fue elegida como la representante máxima del sindicato nacional de 1996 a 2001. En febrero de 2003, con Casimira como su representante principal, la Ley de Regulación del Trabajo Asalariado del Hogar fue aprobada por el Congreso nacional. Por primera vez, las trabajadoras del hogar tenían el derecho de exigir vacaciones pagadas, trato justo en el lugar de trabajo y un salario mínimo.

El apoyo global transforma el movimiento y su liderazgo

De pie frente a 8 000 mujeres metodistas en un estadio lleno en California, ee.uu. a sólo un kilómetro de Disneylandia, Casimira Rodríguez describió su vida como joven adolescente: una esclava en una casa donde el abuso verbal era la norma y donde no había lugar para la esperanza.

Durante sus periodos como líder local y nacional en Bolivia, Casimira atrajo interés del exterior y trabajó para relacionar las organizaciones de trabajadoras del hogar con socios internacionales. Las fundaciones y organizaciones sin fines de lucro de Europa y ee.uu. empezaron a apoyar pequeños proyectos, asambleas nacionales sindicales e intercambios a países extranjeros donde las trabajadoras del hogar podían compartir sus experiencias. Por los años 90, varias organiza-ciones multilaterales tales como la Organización Internacional del Trabajo y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (unicef) empezaron a ser mucho más activas con el sector de las trabajadoras del hogar. Empezaron a conducir estudios regionales sobre las condiciones de trabajo, alojar conferencias y crear nuevos espacios para el intercambio con las trabajadoras del hogar en tópicos relevantes tales como la emigración y el tráfico humano.

El liderazgo personal de Casimira entró a la esfera internacional cuando en 2001 fue elegida como Secretaria General de la Confederación Internacional de Trabajadoras del Hogar de Latinoamérica y El Caribe. Fundada en 1988 en Bogotá, Colombia, la Confederación se convirtió en la plataforma de las trabajadoras del hogar latinoamericanas para convertir a su movimiento en uno global. Como la representante principal del sindicato internacional hasta el 2006, Casimira expandió los contactos y el apoyo del movimiento a países más allá de Latinoamérica, incluyendo India, Holanda, Italia, y ee.uu. Con giras de conferencias que incluían la universidad estadounidense de Harvard o talleres en el Foro Social Mundial en India, la mujer que una vez fue una trabajadora doméstica esclavizada en Cochabamba, pudo ayudar a compartir las experiencias de las trabajadoras del hogar alrededor del mundo. Ella explicó:

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He tenido suerte de aprender de otras mujeres. He escuchado historias de una mujer en el Medio Oriente y de una trabajadora doméstica en México. Hemos dormido en el suelo juntas, hemos compartido nuestras estrategias, hemos aprendido unas de otras. Somos más fuertes por eso.

La experiencia de Casimira es sólo un ejemplo de cómo el apoyo interna-cional al liderazgo de las mujeres ha crecido exponencialmente en las pasadas dos décadas. Las líderes de base, tales como Casimira, han creado con dificultad sus propios espacios para compartir sus historias y construir sus capacidades de liderazgo de manera que se conviertan en puentes por los cuales extranjeros y bolivianos creen futuras asociaciones.

Los movimientos internacionales y las redes de trabajo han proliferado ahora que viajar y acceder al internet se han hecho accesibles a las personas alrededor del globo. En 1992, la Vía Campesina fue establecida como una red de grupos campesinos que transciende las fronteras nacionales para coordinar las organi-zaciones de campesinos, incluyendo a las mujeres campesinas. Trabajan con la Federación Nacional de Mujeres Campesinas de Bolivia, Bartolina Sisa (fnmcb), e incluso demandaron la liberación de mujeres líderes cuando el gobierno puso cargos en contra de las mujeres asociadas a los movimientos de los cocaleros. En 2001, activistas de 41 países descendieron en Cochabamba, Bolivia, cuando la red de Acción Global de los Pueblos (pga por sus siglas en inglés) se reunió para hablar de tópicos sobre la tierra, los derechos de las mujeres y la política económica global que eran comunes a países en los cinco continentes. La red de pga organiza internacionalmente protestas y comparte información en ocho idiomas diferentes.

Los beneficios del intercambio global son claros. El compartir ideas y expe-riencias construye estrategias y anima a la colaboración. También abre espacios para emergentes líderes locales, como sucedió en el caso de Casimira. El sindi-cato regional en Cochabamba y la Central Obrera Boliviana (cob) tienen una nueva generación de líderes jóvenes, en sus veinte años, que están asumiendo responsabilidades y dirigiendo un movimiento en expansión. “Hemos abierto mucho desde 1999,” explicó Casimira. “Así como nuevas puertas se abrieron para mí más allá de las trabajadoras del hogar, mis compañeras empezaron a representar [a los sindicatos locales y nacionales] por toda Bolivia y en otras partes de Latinoamérica.”

Cuando el liderazgo local se hace global, las oportunidades para los líderes se atemperan por las amenazas a sus responsabilidades si es que no se mantienen cercanamente vinculados a sus bases. Los líderes de base que son puestos en una suerte de jet set –al viajar frecuentemente a nivel internacional– pueden hacer cuestionar los fundamentos mismos de su legitimidad. Cuando las conferencias y los proyectos del exterior extraen a un líder de su comunidad, fácilmente pueden lograr que pierdan la conexión existente con sus compañeros y con los

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líderes de su distrito. Un hombre de Cochabamba habló sobre un líder de un movimiento social que llegó a ser conocido internacionalmente. “Él no ya no tiene una base. Continúa haciendo estos viajes de fantasía fuera del país, pero se ha olvidado de dónde viene,” dijo.42 En un país donde los movimientos sociales están basados en acciones comunitarias para luchar contra las desigualdades históricas, el surgimiento de un líder al estrellato rápidamente levanta cuestio-namientos y críticas.

Una nueva cara en la política boliviana

El llamado llegó muy tarde en la noche del 19 de enero de 2006, a sólo dos días de la inauguración del primer presidente indígena de Bolivia, Evo Morales. El que iba a ser el primer mandatario de Bolivia llamó a Casimira Rodríguez esa noche para pedirle que vaya urgente a La Paz. El día siguiente, Morales repitió la pregunta que le había hecho muchas veces años antes: cuando yo sea presidente, ¿vas a ser una de mis ministras? La respuesta de Rodríguez trazaría un curso muy diferente para su vida de lo que ella había imaginado sólo unos días antes.

En su primera reunión de gabinete a las 5 de la mañana en el palacio pre-sidencial, ella miró a su alrededor y vio a 12 varones y tres mujeres, ninguna de ellas tenía las largas trenzas y la pollera tradicional que lleva puestas cada día. Aunque sea un símbolo de orgullo para muchas mujeres quechua y aymara, la pollera, la blusa de encaje y el chal que fueron adoptados de los españoles, frecuentemente levantan miradas discriminadoras de otros bolivianos, incluso ahora. Como ministra de Justicia de la primera administración dirigida por in-dígenas, Casimira rápidamente se convirtió en la cara del cambio radical frente a los anteriores gobiernos. En el pasado, se rehusó a aceptar repetidas ofertas para ser candidata del partido del Movimiento al Socialismo (mas) porque no estaba interesada en entrar en la política. Sin embargo, como representante de la mayoritaria población indígena del país –y con una base social que alcanza casi a cada casa en el país– eligió aceptar el nombramiento como ministra.

Casimira no estaba libre de detractores: la asociación nacional de abogados pidió su renuncia porque no estaba preparada como abogada. Una asesora de una prominente política estadounidense, citando la falta de una educación for-mal de Casimira, se quejó de que ella estaría “destinada al fracaso” y que era un peligroso ejemplo de incompetencia que podría estar dañando el futuro papel de las mujeres en la política. Casimira no era la mujer política convencional, pero su nombramiento como ministra provocó un diálogo importante a través del país y del continente sobre la representación de los indígenas históricamente excluidos y especialmente sobre las mujeres. Sólo sentando ejemplos de liderazgo se empezará a cambiar la tan profunda y arraigada discriminación en el país.

El papel de las mujeres en la política boliviana ha tenido una historia som-bría. Por décadas, la representación de las mujeres en el Congreso rondaba un

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dígito, una condición que cambió tan sólo en 1997, cuando se creó un sistema de cuotas que exigía que un tercio de los candidatos de los partidos políticos fueran mujeres. Pero aún así, esas cifras se ubican muy por detrás de los varones. Las cifras incrementadas de dicha participación de la mujer, en realidad no se traducen en igual cantidad de legisladoras electas. Además, es importante notar que un aumento de la representación de las mujeres no necesariamente significa que ellas desarrollen políticas en temas que afectan a las mujeres.

El asunto de la competencia y las capacidades aumenta los desafíos que las mujeres deben afrontar cuando asumen cargos de responsabilidad. Cuando la educación es un lujo para la mayoría de las mujeres bolivianas, pocas tienen la experiencia o los antecedentes que las preparan para ser avezadas políticas. Cuando esto se combina con el machismo ampliamente arraigado, las mujeres se convierten en blanco de las críticas de los partidos de la oposición y de la prensa. Las críticas al presidente Morales por el nombramiento de una mujer como presidente de la Asamblea Constituyente, por ejemplo, la señalaron como otro ejemplo más de la estrategia política masculina que designa a mujeres cuya lealtad es más valorada que sus capacidades.

El ascenso de estas mujeres líderes está claramente vinculado a la globali-zación. La elección de la primera administración gubernamental indígena en la historia de Bolivia –ampliamente basada en el evidente descontento hacia las recetas externas en estas dos últimas décadas – ha encumbrado a más mujeres en los altos rangos de la política. La administración de Morales se precia de contar con el mayor número de mujeres en puestos de alto rango en comparación con que cualquier otra administración previa. “Las mujeres tienen que ser parte de este cambio profundo en nuestro país,” remarcó Casimira.

El apoyo que obtienen aquellas mujeres líderes en política y entre los mo-vimientos sociales y los grupos de la sociedad civil, ha crecido en los últimos 20 años con un fuerte sentido de solidaridad globalizada de parte de sus similares en otros países y de patrocinadores extranjeros. Y ahora que las mujeres se están convirtiendo en líderes más visibles, especialmente entre los grupos indígenas, continuarán siendo retadas a definir sus propios estilos de liderazgo que no se sometan a los comunes modelos occidentales sino que se establecen de modo particular y en relación con sus comunidades. Empieza con ejemplos de mujeres líderes como Casimira, quien comenzó a romper arraigados estereotipos desafiando los conceptos preestablecidos de lo que significa ser mujer, indígena y líder.

Casimira renunció formalmente como ministra de Justicia en enero de 2007, en una ceremonia en el Palacio de Gobierno, en el mismo salón donde había jurado un año antes. Ahora la gente la detiene espontáneamente en las calles para agradecerle por su trabajo en el gobierno. “Ud. nos ha dado esperanza.” “Nosotros tenemos mucha confianza en Ud.,” le dicen. Muchachas adolescentes en la ciudad de El Alto, cerca de La Paz, le dicen lo mismo. “Una escucha su historia y las mujeres jóvenes se sienten iluminadas. Les da mucha esperanza

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saber que hay una mujer que ha sobresalido tanto por tener el éxito que tiene,” nos cuenta una profesora local.43

Casimira no cuadra en el ejemplo de una mujer política de alta sociedad con una buena educación que encaja con el ideal del modelo occidental. Pero ella es equilibrada, diplomática y tiene confianza en sí misma, y tal vez lo más importante: es honesta y comprometida con su representación de un sector de la sociedad que ha sido excluido del sistema político boliviano desde el principio.

CarmenPeredo:unalíderdetrásdelaescena

Carmen Peredo, en ese entonces de sólo nueve años de edad, estaba agarrando la mano de su tío para cruzar el Prado, la calle principal que transcurre por el centro de la ciudad de La Paz. Cuando empezaron los disparos, se agarró de la mano de su tío con más fuerza y vio con horror a un estudiante herido tirado en el suelo. Otros cayeron a su lado. Más tarde, le preguntó a su tío lo que había ocurrido, pero su explicación fue inútil. No podía entender cómo un gobierno podía matar a su propia gente.44

Sucedió a principios de 1971, un periodo tumultuoso en la historia de Bolivia. El General Juan José Torres era entonces presidente; una posición que mantendría por menos de un año antes de que otro General, Hugo Banzer Suá-rez lo derrocara por un golpe militar y empezara una nueva era de represión y violencia. Ahora, después de 45 años, Carmen todavía recuerda ese momento. Ella asegura que esos acontecimientos guiaron el trabajo de su vida, los cuales la han colocado a la vanguardia de una de las luchas clave contra la globalización de su país: mantener el control del agua en Bolivia.

Nació en una familia de 12 personas en el pequeño pueblo de Tiquipaya, en las afueras de Cochabamba, y fue enviada a La Paz a vivir con sus parientes para aliviar la carga de sus padres. La represión en el Prado causó que se cuestionara todo sobre su país. Carmen regresó a su familia en Tiquipaya para cursar la escuela intermedia donde empezó a leer y preguntarse insaciablemente sobre la situación política del país. Para cuando ingresó al bachillerato, ya era una líder local en una de las organizaciones de la comunidad que trabajaba con campesinos, y con mujeres en particular. A sus 15 años, se convirtió en un miembro activo del Partido Socialista.

Los usuarios del agua se unen: la Federación de Regantes

El despertar que ella sintió ese día en el Prado ha alimentado su profundo com-promiso, evidente en su trabajo como fundadora y ahora como asesora principal de la Federación Boliviana de Regantes. La administración comunitaria del agua es común en varias partes de Bolivia, especialmente en las regiones donde los servicios del gobierno nunca han llegado y las estructuras de la comunidad

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tradicional han permanecido intactas. Como en algunas áreas se han introducido nuevos sistemas de administración –algunos a través de esquemas privatizadores del agua– las comunidades locales han luchado fuertemente por conseguir que sus sistemas tradicionales sean reconocidos.

El papel de Carmen en la lucha se inició en 1992, cuando empezó a trabajar con los usuarios locales del agua en Tiquipaya. Dos años más tarde, la semilla de una idea echó raíces: las comunidades en la región necesitaban una federación que centralice a los cientos de comités locales de agua y siente las bases de una acción conjunta. En octubre de 1997 se fundó la Federación de Regantes de Cochabamba. Dos años más tarde, las fuerzas de la globalización propulsarían a Carmen a la vanguardia de una batalla nacional.

En noviembre de 1999, el Comité Ejecutivo de la Federación decidió juntar en una reunión de emergencia a los líderes clave de los movimientos sociales de Bolivia: el acuerdo de la privatización del agua había sido firmado bajo puertas cerradas por el gobierno nacional, que entregaba a un consorcio de compañías extranjeras el control sobre el sistema de agua pública de Cochabamba. El compromiso también amenazaba entregar a las compañías extranjeras el control sobre el agua de los sistemas rurales. Siete días más tarde, los líderes regantes se reunieron con el líder de los trabajadores fabriles de Cochabamba, Oscar Olivera, y juntos formaron la Coordinadora por el Agua y la Vida que condujo en el 2000, a la ahora famosa Guerra del Agua. (Para mayor información sobre la Guerra del Agua en Cochabamba, ver el Capítulo 1).

Después del triunfo de la Guerra del Agua por la coalición de grupos de la comunidad, la Federación empezó a realizar talleres por todo el país y se inició una importante discusión sobre el agua a nivel nacional, su importancia para los indígenas y las comunidades campesinas, y cómo debería manejarse su adminis-tración. Mediante este diálogo surgió la propuesta de establecer una organización nacional que lucharía para lograr políticas favorables a las estructuras tradicionales de la supervisión del agua. Actualmente la organización coordina con comunidades agrarias y campesinas en siete de los nueve departamentos de Bolivia.

“Algunas personas piensan que yo soy propiedad de la Federación,” bro-mea Carmen. Las horas que pasa cada día en la Federación le harían pensar a uno que ella realmente lo es. Ella no es una líder electa; hace posible que los planes generales se conviertan en realidad y como resultado de ello se ha ganado el respeto y la confianza de los usuarios de agua locales y de su lide-razgo. Carmen se nombra a sí misma como “asesora.” Recibe regularmente llamadas del presidente Evo Morales, con quien ha trabajado muy de cerca, desde la organización de protestas callejeras poco antes de la Guerra del Agua hasta la distribución de tractores a los campesinos de la región donados por el gobierno de Venezuela.

Si uno profundiza un poco más, encuentra que la Federación funciona sin altibajos –desde cada taller, pasando por conferencias y hasta la coordinación

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intraorganizacional– gracias al trabajo de cinco mujeres competentes, todas bajo la dirección de Carmen. Aunque todos los líderes elegidos por la comunidad que componen el comité ejecutivo de la Federación son varones, son realmente las mujeres que echan a andar las cosas. Con una notificación previa de pocos días, aquellas mujeres movilizaron 18 000 personas de los alrededores de Cochabam-ba para marchar hacia el estadio de la ciudad y llamar así la atención sobre los temas del agua cuando las cabezas de los Estados sudamericanos se reunieron en la Cumbre de Presidentes en diciembre de 2006. “Y ésa es sólo una fracción de nuestras bases [de los comités de regantes],” observó Carmen.

Ahora que el presidente de la Federación, Omar Fernández, llegó a ser se-nador de la República, ella reflexiona sobre la oportunidad de haber estado en el gobierno. Al final, dice que se alegra de haberse quedado en la Federación de Cochabamba porque el trabajo de Fernández a nivel nacional se complementa con sus responsabilidades al interior de la Federación, resultante en una red de trabajo mucho más efectiva de lo que la Federación había contado antes. “He-mos conseguido hacer muchas más cosas este año con Fernández en La Paz y yo aquí. Es increíble,” añade.

Mujeres y agua

Mi abuela fue una regante también. Yo recuerdo cuando era pequeña cómo veía pasar las aguas cerca de mi casa pero no entendía cómo funcionaba todo. Más tarde, me di cuenta que yo siempre había estado rodeada por una cultura del agua.45

–Carmen Peredo

Por toda Latinoamérica y en los países en desarrollo alrededor del mundo, las mujeres siempre han tenido una fuerte conexión con el agua. Algunos estu-dios muestran que ellas son las principales responsables de recoger y cuidar el abastecimiento de agua para uso doméstico, particularmente en las áreas rura-les.46 Cuando los recursos del agua están en peligro –ya sea por contaminación, sequía o privatización– frecuentemente las mujeres son las primeras en sufrir las consecuencias. Se ven obligadas a priorizar las necesidades domésticas si el costo del agua llega a encarecerse. Inclusive las jóvenes se perjudican pues no asisten a la escuela para ayudar a sus familias a conseguir agua en tiempos de sequía o cuando los precios del líquido se elevan.

Cuando las fuerzas globales promueven la privatización de los servicios básicos en los países en desarrollo, las mujeres están entre las más perjudicadas. Cuando los recursos del agua fueron privatizados en Cochabamba, en 1999, los precios subieron un promedio de 50% y en muchos casos, aún más. Los presu-puestos domésticos –que generalmente son administrados por mujeres– tuvieron que ser modificados para compensar el alto costo del agua. Aquellos precios altos del agua implicaban que el dinero ya no sería gastado en expensas para salud,

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educación y alimentación. Para las mujeres más empobrecidas, dichos altos costos no eran una cuestión de prioridad en los presupuestos sino una cuestión de sobrevivencia básica.

A nivel comunitario, los sistemas de agua coordinados por mujeres como Carmen y anteriormente por su abuela fueron amenazados con su interrupción para encontrar maneras de que una entidad con fines de lucro cree un nuevo sistema de distribución que no incorporaba el conocimiento nativo transmitido por generaciones.47 Queda claro que en el desarrollo de los recursos hídricos, el papel de las mujeres en su manejo y acceso debe ser tomado en cuenta si es que se pretende crear un desarrollo sustentable.

Lo que es cierto para el agua es cierto para otros recursos naturales y servicios públicos que son privatizados. Cuando la privatización de cualquier servicio básico se acompaña con un alza de precios, los grupos más vulnerables –incluyendo mujeres, indígenas y comunidades geográficamente aisladas– son los primeros que pierden. Juntando esa situación con sistemas políticos que ya excluyen aquellas voces de la toma de decisiones y el resultado se agrava.

Raícesdeliderazgo:lolocalyloglobal

Los líderes emergen en respuesta a las necesidades de la sociedad. En su forma orgánica y de base, la creación de líderes no tiene nada que ver con los semina-rios de liderazgo, universidades de elite o con el trabajo corporativo. Cuando los derechos básicos de la gente para garantizar su sobrevivencia y dignidad son amenazados, los líderes dan un paso adelante para expresar aquellos sentimientos y proponer soluciones. La mayoría de los líderes de los movimientos sociales bolivianos se han puesto de pie en respuesta a las crisis, conflictos y la arraigada discriminación que han definido su historia. Muchas de aquellas luchas han es-tado relacionadas a la integración global de Bolivia. Así como el movimiento de cocaleros ha generado liderazgo en respuesta a las políticas de la ‘guerra contra las drogas’, así también lo hicieron las crisis del agua y la injusta discriminación contra las trabajadoras del hogar.

Las fuerzas de más allá de las fronteras de Bolivia han influido en estos líderes en muchas maneras. Han ayudado repetidamente a crear crisis y conflictos que han necesitado de nuevos líderes, desde Bartolina Sisa que resistió a los españoles hasta Carmen Peredo que luchó contra las compañías extranjeras por la privatización del agua. El descontento con los modelos económicos prescritos desde el exterior y con el ‘desarrollo’ de los 20 años pasados facilitaron el camino para la elección de la primera administración gubernamental indígena, la cual a su vez ha abierto puertas a las mujeres que han sido históricamente marginadas, tales como Casi-mira Rodríguez. Al mismo tiempo, uno no puede desestimar el positivo impacto que algunas fuerzas globales han facilitado a estos mismos líderes, ya sea en forma de intercambios, recursos, información y solidaridad. Como Carmen lo explicó:

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“existe ese otro lado de la globalización… la globalización de la solidaridad. Es una importante cosa para nosotros, y sin embargo me doy cuenta cuán importante es que nosotros sigamos construyendo desde el nivel local.”

V.Conclusiones

Las mujeres bolivianas han interesado por décadas a los visitantes, intelectuales y activistas no sólo por la vitalidad y sabiduría con la que representan a los 36 grupos culturales diferentes del país, sino porque continúan desafiando las ca-tegorías foráneas que intentan imponerles.

Las mujeres de Moxos, en el departamento de Beni, son bien diferentes a las líderes de los movimientos sociales urbanos de Cochabamba, a las mujeres profesionales urbanas de La Paz o a las tejedoras de las tierras altas quechuas de Chuñu Chuñuni. Su cultura y tradiciones no son las mismas, y los impactos del mundo globalizado varían en cada una de ellas. La diversidad que define a las mujeres bolivianas es la misma que desafía a un país como el de Bolivia para poder negociar su propia y única forma de globalización.

Sin embargo, la identidad que unifica a las mujeres a través de los distintos grupos culturales y las profundas líneas de clase es el territorio común que com-parten como mujeres y madres. Frente a las fuerzas de la globalización, todas las mujeres se enfrentan a un rápido incremento del influjo de ideas sobre lo que significa relacionarse al varón, a la familia, a su trabajo y a su comunidad. Esa identidad femenina genera un fuerte vínculo, y sin embargo Bolivia nos muestra cómo las clases, etnias y la lealtad regional pueden ser una fuerza aún mucho más dominante. Culturalmente, la mayoritaria población indígena –diversa en sí misma– comparte pocos valores con una pequeña pero poderosa elite.

El poder de aquellas lealtades a lo largo de líneas culturales y de clase re-fuerza la enorme brecha entre aquellas mujeres bolivianas que tienen acceso a los recursos y las oportunidades y aquellas que no lo tienen. Cuando los factores globales son añadidos a semejante mezcla, ocurren dos cosas: se amplifican las desventajas para las mujeres y se intensifican las divisiones entre ellas.

Bolivia es un país que se caracteriza por tener una extrema marginalización. A través de la lente de la vida de las mujeres, vemos cómo las desventajas de las mujeres están enraizadas en el machismo junto a la arraigada discriminación entre grupos de clase y etnia. Las fuerzas globalizantes amplifican dichas desventajas. En tanto el acceso a la globalización depende, entre otras cosas, del nivel educativo, tipo de empleo y nivel de participación, quienes pierden aquí son las mujeres marginadas sin acceso a aquellas herramientas. Mientras estas desventajas se intensifican, las divisiones entre mujeres por cuestiones de clase también se hacen más marcadas.

La marginalización de las mujeres se incrementa cuando la globalización económica conlleva privatizaciones, como en el caso del agua. Las mujeres son las

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más golpeadas porque están más conectadas a las necesidades básicas de la familia, como ser la provisión de agua para uso doméstico. Las mujeres de clase baja, ob-viamente son las más afectadas porque tienen menos recursos para compensar los altos costos de los servicios públicos privatizados. Y las mujeres indígenas rurales lo son incluso más porque se encargan del cuidado del hogar con escasísimos recursos y enfrentan con especial sensibilidad sus concepciones del conflicto –a nivel cultural– acerca de lo que significa poner el agua de la comunidad bajo el control del negocio privado extranjero. Una mujer en una sociedad machista en uno de los países más empobrecidos del continente debe soportar el mayor peso de la exclusión, cuando las fuerzas globales son incluidas en esta mezcla.

La segunda manera en que las fuerzas globales tienen impacto en las mujeres bolivianas es que intensifican las divisiones entre ellas. En Bolivia, las mujeres se identifican más fuertemente con sus comunidades, clase o regiones que con otras mujeres. Cada día la política y los conflictos locales recalcan la etnia, la clase y las divisiones regionales. Como miembros activos de los movimientos sociales –desde los regantes hasta los cocaleros– las mujeres han privilegiado la causa de su lucha por sus comunidades o clase por sobre cualquier demanda que desafíe el balance de poder existente entre varones y mujeres. En la política, las mujeres parlamentarias priorizan claramente los asuntos que benefician a sus comunidades y muestran poco interés en trabajar para cambiar las estructuras políticas que son hostiles a la participación de la mujer.

Las fuerzas globales han profundizado aquellas divisiones de dos maneras. Primero, las mujeres representan un rango de recursos y acceso a la globalización, lo cual significa que se benefician en maneras desiguales. Las mujeres de clase media y alta, que luchan por reclamar sus beneficios en los nuevos mercados y empleos móviles, pueden limitar el acceso de las mujeres con menos recursos. Cuando esas mujeres se resisten a renunciar a sus propios privilegios, es proba-ble que se conviertan en ‘responsables’ al restringir el acceso de las mujeres que trabajan para ellas a los beneficios de la globalización. Esto puede llevar, por un lado, a la explotación y, por el otro, al resentimiento cuando las mujeres con pocos recursos ven a sus ‘responsables’ acceder a los recursos que ellas no pueden. El fenómeno del ‘responsable’ no está relegado a la esfera económica: inclusive en lo social, los líderes de base son también conocidos por explotar su condición para contar con acceso privilegiado, en detrimento de sus propias bases.

La resistencia a la integración global crea otra fuente de división. Las polí-ticas impuestas desde el exterior han reforzado la lealtad de las mujeres con sus sectores en vez de a los temas que afrontan las mujeres en general. La sucesión de las ‘guerras’ por las drogas, el agua y el gas –todas en respuesta a la imposición extranjera– han fortalecido los movimientos sociales y sectores civiles alrededor de temas puntuales, pero simultáneamente han ahogado cualquier consideración de los temas de la mujer. La resistencia también produce una fuerte reacción en quienes generalmente apoyan la globalización. Hay puntos de vista sorprenden-

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temente opuestos de cómo los bolivianos imaginan el papel de su país en una economía globalizada. En un país como Bolivia, en el que la reincidente resistencia a la globalización viene en forma de bloqueos semanales de caminos, protestas o marchas que pueden paralizar una ciudad entera, quienes apoyan la marcha de la globalización acusan a los manifestantes de retrasar el ‘progreso’ del país.

Ejemplos ajenos a la esfera económica son un recordatorio de que otros tipos de fuerzas globales –como el influjo de ideas y tradiciones culturales– pueden exacerbar las divisiones étnicas y de clase. Los intelectuales y activistas extranjeros –frecuentemente con sus homólogos bolivianos–han alienado repetidamente a las mujeres con la imposición de conceptos extranjeros sobre género. Para muchas mujeres bolivianas, el “feminismo” está estigmatizado como una mala palabra, apropiada por elites locales e intelectuales para lograr progresar en sus propias causas. Esto también ha complotado en separar, en vez de unificar, a las mujeres bajo criterios de clase.

La creación de un terreno común pese a estas influencias externas requerirá de tres iniciativas principales internas. Primera, los líderes clave –incluyendo a las mujeres líderes y sus aliados masculinos– necesitan sobrepasar las divisiones de clase y regionales para ofrecer ejemplos de unidad. Segunda, ese liderazgo necesita presentar una plataforma inicial e incluyente de prioridades basadas en acciones y no en retórica con la cual construir un diálogo entre grupos y regiones. Es probable que esto incluya prioridades nacionales tales como el mejoramiento de la educación y la participación de las mujeres en todo el país y acciones enfo-cadas localmente que estén adaptadas a las necesidades de cada región. Tercera, en coordinación con representantes locales, estos líderes necesitan crear un plan de acción de campañas públicas, de cabildeo político y proyectos locales que apoyen directamente la aplicación de la mencionada plataforma.

No es una tarea fácil construir solidaridad en medio de profundas divisiones. Bolivia es un país que siempre desafiará la unidad. Las fuerzas globales -desde las presiones económicas hasta las influencias políticas y diplomáticas– continuarán incitando los conflictos que profundizan las divisiones de clase, regionales y de etnia. Sin embargo, las mujeres tienen una oportunidad única de explotar una causa común para construir la unidad, en vez de profundizar las divisiones exis-tentes. En Bolivia no es extraño que la voluntad de la gente, conectada con un destacable liderazgo, logre hacer de los sueños imposibles una realidad.

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Notas

1 Silvia Rivera, Ed., “Familias que no ‘Conyugan’ e identidades que no conjugan: La Vida en Mizque,” Ser Mujer Indígena, Chola, o Birlocha en la Bolivia Postcolonial de los años 90, Ministerio de Desarrollo Humano, La Paz, 1996: p. 101.

2 Rivera, p. 102.3 Severina Vargas (seudónimo), entrevista con la autora, Cochabamba, 4 de diciembre, 2006.4 José Luis Eyzaguirre, Composición de los ingresos familiares de campesinos indígenas: un estudio en

seis regiones de Bolivia, La Paz: Plural editores, 2005: p. 205.5 Eyzaguirre, p. 16.6 Este es una estimación conservadora que incluye a las mujeres agricultoras rurales (los

campesinos forman 40% de toda la población) y se calcula que 74% (CEPAL) de las muje-res trabajan en la economía informal. Ver Organización Internacional del Trabajo (OIT), “Mujeres y hombres: la economía informal,” Ginebra, 2000: http://www.ilo.org/public/en-glish/employment/gems/download/women.pdf.

7 Estadísticas tomadas de las siguientes fuentes en este orden: Comisión Económica Para América Latina y El Caribe (CEPAL), Panorama social de América Latina, 1999-2000; Insti-tuto Nacional de Estadísticas (INE), 2002; Jaques Charmes, Women and Men in the Informal Economy: a Statistical Picture (Mujeres y hombres en la economía informal: cuadro estadístico), OIT, Lima 1994-2000, citado por el Instituto Laboral Global (ILG): http://www.global-labour.org/la_economia.informal.htm.

8 Cristina Echavarría, “La formalización del artesano y la minería en pequeña escala,” Copia oficial del discurso: http://www.idrc.ca/en/ev-61463-201-1-DO_TOPIC.html.

9 Caitlin Esch, Entrevistas informales, El Centro para la Democracia, Cochabamba: octubre, 2006. Información completa disponible si se contacta con libro@ democracyctr.org.

10 Grace Goodell, “The Cloth of the Quechuas,” (El tejido de los quechuas), Natural History, diciembre de 1969: p. 48.

11 Eyzaguirre, p. 80.12 ProActiva Consultores. Informe Preliminar: Fortalecimiento de la Asociación de Artesanos Andinos de

Los Municipios de Arque, Tacopaya y Tapacarí, no publicado, Cochabamba, octubre, 2004: p. 15.13 Estudio basado en seis regiones. Eyzaguirre, p. 49.14 Patricio Mamani, entrevista con la autora, Cochabamba, 22 de febrero, 2007.15 Virginia Mamani, entrevista con la autora, Chuñu Chuñuni, 5 de agosto, 2006.16 Severina Vargas (seudónimo,) entrevista con la autora, Cochabamba, 4 de diciembre,

2006.17 “La situación de las mujeres en Bolivia,” UNICEF, accedido el 17 de marzo, 2007 en: http://

www.unicef.org/bolivia/children_1538.htm.18 Olivia Román Arnés, entrevista con la autora, Cochabamba, 4 de agosto, 2006.19 Rivera, p. 23.20 Entrevista de la autora con grupo de mujeres tejedoras de la Asociación de Artesanos Andinos,

Chuñu Chuñuni, 6 de agosto, 2006.21 Esto incluye alternativas de desarrollo en el Chapare, proyectos para las trabajadoras del

hogar en Cochabamba y un ‘Club de Madres’ documentado en Qaqachaka, Rivera, p. 25.22 María Choque (seudónimo), entrevista con la autora, Cochabamba, 15 de agosto, 2006.23 María Choque (seudónimo), entrevista con la autora, Cochabamba, 15 de agosto, 2006 y

estadísticas de Michelle Hall-Wallace, “Minerals from the Andes: Emeralds, Golds and Silver from the Sky,” (Minerales de los Andes: esmeraldas, oro y plata del cielo), Rocks and Minerals, enero, 2003: http://www.encyclopedia.com/doc/1G1-96194330.html.

24 Ibid.25 “Quitarles la máscara de invisibilidad: Los trabajadores de domicilio y la economía mundial,”

Género, formación y trabajo, Organización Internacional del Trabajo, CINTREFOR: http://

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www.cinterfor.org.uy/public/spanish/region/ampro/cinterfor/temas/gender/doc/cinter/pac-to/cue_gen/tra_dom.htm.

26 Greenhouse, Steven. “Labor Union, Redefined, for Freelance Workers” (Sindicato laboral para los trabajadores independientes), The New York Times, 27 de enero, 2007: http://www.nytimes.com/2007/01/27/us/27freelance.html?ex=1183608000&en=7fa478324387b94e&ei=5070.

27 Claudia López, entrevista con la autora, Cochabamba, 30 de junio, 2007.28 “Andean Trade Benefits Expiring” (La expiración de los beneficios del comercio andino),

Newsletter of the U.S. Labor Education in the Americas Project (Carta de noticias de Estados Unidos, del Proyecto de Educación Laboral en las Américas), octubre, 2006: http://usleap.org/node/34.

29 “Más de 30 mil bolivianos viajaron a España en los últimos dos meses,” Opinión, 8 de enero, 2007.

30 UNICEF, “La Situación de las Mujeres en Bolivia,” 2001: http://www.unicef.org/bolivia/children_1538.htm

31 Rosa Hernández (seudónimo), entrevista con la autora, Cochabamba, 14 de agosto, 2006.32 María Teresa Hosse, entrevista con la autora, Cochabamba, 18 de octubre, 2006.33 “Nietas herederas de Bartolina Sisa rinden homenaje,” Boletín Red-Ada, No. 53, enero-agosto

2006: p. 16.34 Citado en June Nash, We Eat the Mines and the Mines Eat Us: Dependency and Exploitation

in Bolivian Tin Mines (Nosotros comemos las minas y las minas nos comen: Dependencia y explotación en las minas del estaño boliviano), Columbia University Press: Nueva York, 1993: p. 115.

35 Sonia Brito Sandoval, Mujeres indígenas protagonistas de la historia, Tijaraipa: La Paz, 1998: pp. 46-47.

36 Isabel Domínguez, entrevista personal con la autora, Cochabamba, 15 de marzo, 2003.37 La versión personal de esta sección es extraída de una serie de entrevistas formales e infor-

males: Casimira Rodríguez, de entrevistas con la autora, Cochabamba, 15 de noviembre, 2006 y 4 de marzo, 2007.

38 Dr. William Douglas, entrevista personal con la autora, Washington DC, 22 de febrero, 2005.39 Denise Arnold y Juan de Dios Yapita, “Los caminos de género en Qaqachaka,” Ser mujer

indígena, chola, o birlocha en la Bolivia Postcolonial de los años 90, Ministerio de Desarrollo Humano, La Paz: 1996: p. 309.

40 CONLACTRAHO, Las Condiciones de vida de las trabajadoras del hogar en la ciudad de La Paz, Bolivia, Organización Internacional de Trabajo, La Paz, 2003: p. 27; Elsa Chaney y Mary García Castro, Eds., Muchacha, cachifa, criada, empleada, empregadhina, sirvienta y… nada más: trabajadoras del hogar en América latina y el Caribe, Editorial Nueva Sociedad: ciudad de México, 1993: p. 14.

41 Casimira Rodríguez, entrevistas con la autora, Cochabamba, 4 de marzo, 2006.42 Ramiro Sánchez (seudónimo), entrevista con la autora, Cochabamba, 10 de diciembre,

2006.43 Entrevista personal con Margaret Foggarty, Cochabamba, 26 de marzo, 2007.44 Los detalles personales de esta sección fueron tomados de una entrevista personal, Cocha-

bamba, 13 de diciembre, 2006.45 Carmen Peredo, entrevista con la autora, Cochabamba, 13 de diciembre, 2006.46 Renu Mandhane, “What is the Effect of Water Privatization on the Right to Water?” (¿Cuál

es el efecto de la privatización del agua sobre el derecho al agua?), Association for Women’s Rights in Development (Asociación de los derechos de la mujer en el desarrollo): http://www.awid.org/go.php?stid=822.

47 Elizabeth Peredo, “Las mujeres del valle de Cochabamba: agua, privatización y conflicto,” Fundación Solón: La Paz, 2003: p. 7.

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En 2006 casi 500 bolivianos se fueron del país cada día para buscar empleo y oportunidades en el ex-tranjero; la mayoría tuvo una triste despedida como ésta en el aeropuerto de Cochabamba. Foto: Aaron Luoma (2007).

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Durante décadas, Bolivia ha presenciado el éxodo de su gente emigrando al extranjero. Solamente en 2006 partieron cerca de 500 bolivianos al día, abordando buses y aviones en busca de oportunidades y empleos en el exterior. Aproximadamente uno de cada cuatro bolivianos que ha nacido en suelo boliviano vive ahora en algún otro lugar del mundo. Madres que dejan a sus niños, padres que dejan atrás a sus familias y recién graduados que dejan sus hogares, todos buscando una tajada de oportunidad que, para muchos, no puede ser encontrada en casa.

Basada en entrevistas con inmigrantes bolivianos en Washington dc, Buenos Aires y Barcelona, así como con familias en Bolivia, Lily Whitesell sigue las historias de la diáspora boliviana. ¿Por qué se van? ¿Cuáles son sus sueños? ¿Qué sucede con sus vidas en sus nuevos hogares? ¿Podrán volver a Bolivia alguna vez? En la historia de la migración boliviana escuchamos las voces de aquellos que se fueron y de aquellos que fueron dejados atrás.

I.Retratos

Argentina:poblaciónbolivianaestimada15000001

Leonardo Fernández – Cuando Leonardo tenía tres años de edad, su padre dejó a su madre, a su hermana y a él para buscar una vida mejor en Argentina.2 Un año después, en 1992, su padre mandó a llamar a su familia. Las primeras memorias de Leonardo incluían las lágrimas de su hermana de siete años de edad después de la desaparición de su padre. En Argentina, recuerda que jugaba con los hijos de otros empleados afuera de la fábrica donde sus padres trabajaban hasta muy

capítulo 8

Y aquellos que partieron:retratos del éxodo boliviano

Lily Whitesell

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entrada la noche y que sufría mucho a causa de intolerables insultos de niños argentinos en la escuela debido a su nacionalidad boliviana.

Simona Velásquez – Simona vivía en El Alto, la ciudad hermana de la sede de gobierno, La Paz, tratando de mantener a seis hijos, un esposo alcohólico y atender sus propios problemas de salud haciendo polleras (faldas tradicionales) y ponchos andinos. Cuando sus parientes la invitaron a ir a trabajar en su fábrica de ropa en Buenos Aires, estaba nerviosa. Había escuchado acerca de las duras condiciones de trabajo para los bolivianos en muchas de esas fábricas pero nunca se imaginó que estaría trabajando desde las ocho de la mañana hasta pasada la medianoche, cada día. Cuando su jefe la amenazó con despedirla si hablaba en contra de las condiciones de trabajo, decidió tomar su propio camino y encontrar algo mejor.

EstadosUnidos:poblaciónbolivianaestimada3000003

Julia García – Cuando crecía en una zona rural de Cochabamba, Julia era una niña con dos largas trenzas y un fuerte sentido de familia, cultura, comunidad y justicia. Sufrió tormentos y discriminaciones en la escuela a causa de su acento quechua, pero hizo de esta característica una carrera. Después de colegio empezó a enseñar español y quechua a extranjeros y en 1973 consiguió un periodo de estudios en Estados Unidos. Tras años de trabajar como traductora para pro-yectos de desarrollo y dirigir programas de educación bilingüe en zonas rurales de Bolivia, abrió una pequeña tienda en el centro de Cochabamba. Cuando la tienda quebró en 1988 y bajo el riesgo de perder su casa al banco dejó atrás a sus hijos y se dirigió una vez más al norte, al gran enclave boliviano en Arlington, Virginia. ee.uu.

Carlos Arrien – Cuando Carlos realizaba su primer año de arquitectura en 1971 en la Universidad Mayor de San Andrés, en la ciudad de La Paz, el dicta-dor militar Hugo Banzer Suárez cerró las universidades públicas y declaró a los estudiantes universitarios como “enemigos del Estado.” Un día, un estudiante de su carrera fue alcanzado por una bala al tratar de negociar con la policía. Asustados, los padres de Carlos decidieron enviarlo a estudiar en España. Treinta años después, en una plaza de comidas de su trabajo en Washington DC, Carlos explicó que la ironía era que el dictador español Francisco Franco estaba haciendo lo mismo, cuando él llegó, con las universidades en España.

España:poblaciónbolivianaestimada2500004

Medardo Villarroel – Mientras crecía en el Chapare, una región rural donde se cultiva coca, Medardo soñaba con irse a vivir a la ciudad. Cuando llegó a la ju-ventud se mudó a Cochabamba, abrió una tienda de bicicletas y se casó. Cuando su joven esposa quedó embarazada, Medardo supo que sus escasas ganancias en la

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tienda no podrían mantener a una familia de tres personas. Sopesó sus opciones y decidió marcharse de nuevo, esta vez a España. Cuando llegó a Barcelona en 1996, la comunidad boliviana aún era pequeña y estaba dispersa. Allí sufrió de hostigamiento policial, discriminación en el trabajo y miradas sorprendidas de los transeúntes en las calles. Al principio, Medardo planeaba quedarse en España por dos años soñando con ahorrar la cantidad suficiente como para comprarse un automóvil y retornar a Bolivia para trabajar conduciendo un taxi. Diez años después y todavía en Barcelona, tiene nuevos sueños, una nueva familia y una nueva vida.

Arminda Solíz – Se fue a Buenos Aires, Argentina, durante el auge de los años 90, pero cuando el país cayó en la crisis económica de 1999, volvió a Santa Cruz, la próspera ciudad ubicada al Este de Bolivia y allí abrió una pequeña fe-rretería. Sin nunca querer dejar pasar una nueva oportunidad, Arminda quedó intrigada cuado un amigo español fue a visitarla a la tienda. Ella le preguntó qué clase de negocios podría uno abrir en España y al día siguiente dejó Bolivia por segunda vez, ahora junto a su hermano, su pequeña hija y la intención de abrir un restaurante boliviano en Barcelona.

II.Porquésefueron:unacortahistoriadelaemigraciónboliviana

Si hay un punto de partida de la historia de la emigración boliviana al exterior, puede verse en los grupos de indígenas guaraní que atravesaban la remota frontera boliviana del sur para trabajar en la cosecha de caña de azúcar en Argentina, a fines del siglo xix. Las historias acerca de las vastas plantaciones argentinas se esparcieron rápidamente a través de las áreas rurales de Bolivia. Esta emigración pionera creció en la primera mitad del siglo xx para satisfacer la necesidad de trabajadores rurales en el norte de Argentina.5 Miles de campesinos bolivianos se convirtieron en cosechadores de caña de azúcar, que en su mayoría se quedaban cerca de la frontera boliviana. Para 1947, cerca a nueve de diez bolivianos que vivían en Argentina aún estaban concentrados en dos provincias del norte muy cerca de Bolivia, Salta y Jujuy.6

A finales de los años 30, las plantaciones de tabaco y viñedos argentinos estaban en auge y los dueños de las tierras empezaron a contratar trabajadores bolivianos no solamente para la temporada de cosecha de caña de azúcar. Con el trabajo que se realizaba ahora año redondo los inmigrantes bolivianos se esta-blecieron e incluso empezaron a comprar su propia tierra. 7 Hasta nuestros días muchas de las grandes granjas y plantaciones en el norte argentino son propiedad de descendientes de aquellos primeros trabajadores inmigrantes bolivianos.8

Al mismo tiempo, Chile también empezó a atraer bolivianos. Los tíos abuelos de Julia García se encontraban entre aquellos que se vieron atraídos por las oportunidades al otro lado de la frontera y escaparon al sistema de trabajo

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forzado de las haciendas. 9 Llevaban cajones con vegetales sobre mulas y trenes para venderlos en pueblos fronterizos. Julia, que después se iría a vivir a Esta-dos Unidos, recuerda que cuando era niña “Chile estaba muy de moda. [Todos teníamos] curiosidad de ir a las Pampas, todos queríamos ir a Chile. Hasta 1960 todavía estaban entrando cuecas chilenas que cantaban en las fiestas.”

Lo que transformaría la emigración boliviana de modestos cruces de frontera a la Argentina y a Chile, a un éxodo nacional casi masivo no fue sólo las oportu-nidades en el exterior sino el desorden económico y político en casa.

Losgrandeslevantamientos:revoluciónyrepresión

El 15 de abril de 1952, después de que un amplio movimiento popular en Bo-livia obtuviera una increíble victoria en las elecciones nacionales y el gobierno de entonces rehusara reconocer los resultados, mineros, campesinos y trabaja-dores dirigieron una revolución nacional. La revolución colocó a Víctor Paz Estenssoro en el poder como el nuevo presidente boliviano y provocó una ola de cambios políticos.10

Como su primera gran acción como presidente, Paz Estenssoro nacionali-zó las lucrativas minas de las tierras altas del oeste del país, cuya mayoría eran propiedad de los tres famosos “Barones del estaño”. 11 Después de la revolución, trabajar para la nueva empresa nacional minera significaba un trabajo estable y bien pagado. Los bolivianos en edad de trabajar se volcaron masivamente hacia las minas.12

En agosto de 1953, el gobierno aprobó una profunda ley de Reforma Agraria, que redistribuía cientos de miles de hectáreas de tierras cautivas en las haciendas a los campesinos indígenas que trabajaron la tierra por generaciones. Antes de la reforma menos de 5% de la población controlaba 70% de las tierras bolivianas. 13 La redistribución de la tierra envió a las ciudades a una pequeña ola de adinerados dueños de haciendas rurales, para entonces casi sin tierra. Además, se les dio a los antiguos pongos (trabajadores semiesclavos) y a los ‘compañeros’ (trabajadores que dividen la producción de la tierra con el propietario), ahora dueños de sus propias tierras, la libertad de comprar y vender sus tierras y la oportunidad de mudarse de éstas.14 Esta nueva libertad plantaría las semillas de lo que después se convertiría en un movimiento de masas de bolivianos al exterior.

A mediados de los años 60, Bolivia entró en un periodo histórico de ines-tabilidad política: 19 presidentes en 21 años.15 En 1971, un golpe encabezado por el General Hugo Banzer Suárez desencadenó una década de dictaduras militares represivas. Las universidades fueron cerradas y los enemigos políticos y sus familias fueron asesinados, desaparecidos o exiliados. Los estudiantes que tuvieron la posibilidad de dejar el país lo hicieron, como Carlos Arrien. Acababa de cursar el primer año de la Carrera de Arquitectura en la Universidad Mayor de San Andrés, en La Paz, cuando Banzer tomó el poder. Carlos explicó:

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Después del golpe de Banzer, se cerró la Universidad por dos años y no había nada que hacer. Mis razones por irme fue por eso, pero también mis padres realmente me sacaron porque tenían mucho miedo de lo que podía pasar. Decían, ‘Si no lo sacamos, él va a terminar en algún movimiento político y va a terminar muerto.’

Carlos partió hacia España ese mismo año, irónicamente cambiando de un dictador represivo por otro. Tras esperar más de un año a que las universidades españolas se abrieran decidió probar suerte en Estados Unidos.

La represión y la búsqueda de estabilidad política y económica enviaron también una ola de emigrantes a la Argentina, que se industrializaba a gran velocidad. Buenos Aires atrajo a inmigrantes desde el corazón de Bolivia para construir fábricas de prendas y textiles, y para trabajar en ellas. Muchos fueron también atraídos a zonas rurales vecinas a las ciudades para cultivar frutas y vege-tales con el fin de alimentar a la población en aumento. Estos nuevos emigrantes dejaron a sus familias, hogares y comunidades no sólo durante las temporadas de cosecha sino por muchos años más.16

Lanuevaola:elfrutoamargodelneoliberalismo

Lo que encendió la chispa del actual éxodo boliviano no fue la revolución de la izquierda ni la represión de la derecha. La raíz del éxodo se halla en la profun-da pobreza económica de Bolivia y el cruel impacto del paquete de reformas orientadas al mercado traído a Bolivia desde el exterior en 1985. El núcleo de aquellas reformas involucraba la privatización de las industrias nacionales, una protección laboral destruida y recortes de los gastos gubernamentales. (Para mayor información sobre estas políticas, ver Capítulo 4.)17

Los mineros fueron los más golpeados por las privatizaciones, con más de 20 000 despedidos en dos años. 18 Los recién desempleados y sus familias empezaron a mudarse en masa a las tres ciudades más grandes de Bolivia: La Paz, Cochabamba y Santa Cruz. También se fueron hacia las tierras bajas tro-picales del Chapare para cultivar coca.19 Uno de los emigrantes describió así las circunstancias:

Cuando se cierren las minas del Estado, comienza un éxodo. Entonces la gente empieza a emigrar a todo lado, un disparo. Comienzan a entrar al Chapare y comienzan a hacer las Villas del Chapare. Empiezan a producir la coca para el consumo primero pero [después] comienza la época de la cocaína – 82, 84, 86, 88. Todos tenían dólares [americanos] y cada chola con su revolver. Entonces ese éxodo es donde llega la dea a controlar. [Para mayor información sobre la coca y ‘la guerra contra las drogas’, ver Capítulo 6]

Al mismo tiempo, los campesinos que vivían en las tierras altas de Bolivia sufrieron recortes a los subsidios y asistencia a las granjas y empezaron a abando-

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nar las tierras que sus padres habían cultivado durante generaciones. Las familias mandaron a sus hijos a las ciudades o ahorraron para enviarlos al exterior. Bolivia se transformó en tan sólo tres décadas, de tener una población mayoritariamente rural a tener 65% de su gente viviendo en áreas urbanas, 20 La ciudad hermana de La Paz, El Alto, ilustra desoladoramente toda la extensión del éxodo rural boliviano. El Alto fue fundado en marzo de 1985 por emigrantes de las áreas agrícolas y mineras del Altiplano. En menos de 25 años su población se equiparó a la de La Paz, convirtiéndola en una de las ciudades más grandes de Bolivia. 21

Hoy en día, son residentes de El Alto, como Simona Velásquez, quienes alimentan el éxodo boliviano. Simona se fue por desesperación económica hacia Argentina. Ganaba tan poco haciendo y vendiendo trajes bolivianos tradicionales que sus hijos mayores, que recién empezaban la secundaria, tenían que trabajar ocho horas al día después de clases. Incluso con sus hijos trabajando, apenas podían mantener su subsistencia. “Lo que ganábamos era para comer no más, no para ahorrar,” explicó Simona. Cuando llegó a Buenos Aires nunca más miró hacia atrás.

Loslugaresdedestino

Como los bolivianos te lo dirán con orgullo, las bebidas y comidas locales favori-tas, tales como el pique a lo macho y la cerveza Taquiña pueden ser encontrados en casi cada rincón de la Tierra. Por mucho, las comunidades bolivianas más grandes están en Argentina, España y en Estados Unidos.22 Cada una representa una historia de migración muy diferente y cada una es hogar de poblaciones muy diferentes de inmigrantes bolivianos.

Auge y ruina en Argentina

Para los bolivianos que buscaron en el exterior mejores oportunidades en los años 80 y 90, Argentina parecía un buen lugar al cual ir. Su economía estaba en auge, no existía la barrera idiomática y para llegar allí todo lo que tenías que hacer era subirte a un autobús. Inmigrantes de toda Bolivia llegaron en masa a su capital, Buenos Aires. Cuando el padre de Leonardo Fernández se fue a Argentina en 1991, la mayoría de los inmigrantes trabajaban en la construcción, en el sector de servicios o en fábricas textiles.23 El Sr. Fernández llegó a una gran fábrica de textiles llena de trabajadores inmigrantes bolivianos. Con el peso argentino equiparado al dólar estadounidense, los bolivianos tenían la oportunidad de aho-rrar, enviar dinero e incluso tener lo suficiente como para comprar sus propias máquinas y arrancar sus propias fábricas. El padre de Leonardo fue uno de ellos; estableció un pequeño taller en su casa.

Sin embargo, Argentina no estaba tan estable económicamente como muchos inmigrantes esperaban. En los años 90 estaba atravesando por el mismo programa

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de desregulación radical, privatización y liberalización comercial recomendado por el Fondo Monetario Internacional (fmi), el cual Bolivia experimentó en los años de 1980. 24 En 1999 la crisis golpeó Argentina. El gobierno se rehusó a re-embolsar sus préstamos al fmi, los bancos se negaron a que sus clientes retiraran su dinero y el peso se desniveló del dólar.25 El resultado fue una profunda crisis económica. Años antes de que estallara la crisis, muchos bolivianos sintieron que se venía el problema y retornaron a Bolivia o se fueron a vivir directamente en otros destinos como Estados Unidos y España.26

Antes de la crisis, los emigrantes bolivianos que se fueron a Argentina tenían a menudo acceso a recursos muchos mayores a los del precio de un ticket de autobús a Buenos Aires. Sin embargo, después de la crisis, los bolivianos que se fueron a Argentina provenían de las áreas más pobres del país.27 Para mucha gente joven que vive en el campo de las tierras altas de Bolivia, sus opciones no incluyen si deben o no quedarse en las tierras que sus padres sembraron, sino la de escoger entre ir a El Alto o a Buenos Aires.28 Hoy, la comunidad boliviana en Argentina que llega a casi 1,5 millones de inmigrantes. Los inmigrantes establecidos hace años tienen agudos contrastes con los recién llegados, dividiendo la comunidad de acuerdo a posiciones económicas y a menudo políticas.29

Estados Unidos: el gigante del Norte

Durante los últimos 50 años, cientos de miles de emigrantes latinoamericanos han dirigido sus miradas hacia su vecino del norte para encontrar oportunidades que no estaban disponibles en sus propios países. Miles de bolivianos estaban entre ellos.30

En 1987, muchos vendedores callejeros ilegales empezaron a asentar sus tiendas en la acera de la tienda de equipos electrónicos de Julia García, en el centro de Cochabamba. No pagaban impuestos y vendían los mismos artículos por mucho menos. Las ventas de Julia se agotaron y no cumplió con sus pagos al banco. Estaba cerca de perder su hogar, el cual puso como garantía de su présta-mo. Dijo que irse a Estados Unidos era su “única opción.” Una amiga que vivía en Virginia encontró trabajo para ella, y Julia se fue con la determinación de ganar lo suficiente como para pagar su crédito bancario en el lapso de dos años.

En Bolivia, si alguien te dice que tiene familia en Estados Unidos y tú pre-guntas dónde, más de una vez te dirán, “Arlington”. La ciudad de Arlington, en Virginia, ha sido por mucho tiempo el centro de la comunidad boliviana en Estados Unidos. Durante los años 60 y 70 consistía mayormente de algunos miles de profesionales y estudiantes cuyas adineradas familias tenían la posibilidad de pagar el precio de la visa y del boleto de avión. 31 En los años 80 un grupo más amplio de bolivianos comenzó a llegar cruzando la frontera de Estados Unidos y México o consiguiendo visas a través del gobierno estadounidense para reunificar a los padres con sus hijos que ya vivían en ee.uu.32 Por el año 2006 el enclave

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boliviano en Arlington había crecido de unos cuantos miles de trasplantados, a una comunidad bien establecida estimada en 150 000 personas, suficiente como para contarse como la octava ciudad más grande de Bolivia. 33

La ola reciente: bolivianos en España

Diez años atrás cuando [decidí irme a España], la migración todavía se lo veía a gotitas. En esos años del 1996 goteaba todavía, pero ahora ya llueve la migración aquí en España por bolivianos. - Medardo Villarroel

La llegada a España de Medardo Villarroel fue anterior por varios años al auge de la inmigración boliviana a ese país. Sin embargo, en los primeros años después del 2000, mientras Argentina lidiaba con su crisis y Estados Unidos reforzaban sus políticas de inmigración, la situación económica de Bolivia no mejoraba. Era cada vez más atractivo trabajar como niñera o como trabajador de la construcción en España.34 Cuando un amigo español le contó a Arminda Solíz acerca de las oportunidades en su país, fue sacudida por el deseo de volver a irse. En el lapso de un año ganaba buen dinero cuidando a una adinerada an-ciana en Barcelona. Mandó dinero a casa para hacer traer al resto de su familia y comenzó con planes de abrir su propio restaurante.

La corriente de la emigración boliviana al exterior saltó a través del Atlántico y creció hasta llegar a ser un torrente. La nueva emigración fue significativamente diferente a las olas pasadas; ya no era predominantemente compuesta por varones. Cerca a siete de cada diez emigrantes de Cochabamba eran mujeres. Mientras que la feminización de la emigración de la población boliviana era prácticamente nueva, se había convertido en una creciente tendencia de la migración mundial en las tres décadas previas. Las mujeres bolivianas se fueron a España para lle-nar la demanda de trabajadoras domésticas y del cuidado a niños y ancianos.35 Como las mujeres bolivianas se han encargado de las tareas en los hogares de las mujeres españolas, éstas tienen la oportunidad de entrar a la fuerza de trabajo más que nunca antes.36

Las autoridades han estimado que para finales de 2006, más de 250 000 bolivianos estarían viviendo en España, la mayoría en Barcelona y en Madrid. Durante el curso de unos cuantos años, ese país casi ha sobrepasado a Estado Unidos como hogar de la segunda comunidad más grande de bolivianos expa-triados en todo el mundo, después de Argentina.37

Porquésemarchan:eléxodoboliviano,unoauno

El número de bolivianos que tomaron la decisión de irse es asombroso, a pesar de que el tamaño del actual éxodo es difícil de medir. Dado que la mayoría de los bolivianos que vive en el exterior está indocumentada, las estimaciones ofi-

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ciales tienden a disminuirla. Las investigaciones más serias muestran que casi 2,5 millones de bolivianos viven en el exterior, lo que significa que casi uno de cada cuatro nacidos en el país vive ahora en otro.38

En 2005, 61% de los bolivianos afirmó que estaban considerando dejar el país.39 Pero cuando a los emigrantes se les plantea la decisión de adónde ir, sus opciones no se limitan solamente a Argentina, Estados Unidos o España. La comunidad boliviana en Brasil ha visto patrones de crecimiento similares a los de su país vecino, Argentina, aunque no en las mismas cantidades. Los bolivianos también han formado comunidades más pequeñas alrededor de todo el mundo, en lugares tan alejados como Italia, Suiza, Japón e Israel.

El patrón de la emigración boliviana está determinado en parte por el cre-cimiento y contracción de la economía global y por las reglas de inmigración. También es producto de cientos de miles de decisiones personales, la mayoría de ellas muy difíciles. Los emigrantes bolivianos son influenciados por su per-cepción de oportunidades en otros países, su propia situación económica, y sus responsabilidades con sus padres, hermanos, esposas e hijos. También toman sus decisiones basadas en las invitaciones que reciben de parientes, amigos o antiguos vecinos que viven en el exterior.

Quienes toman la decisión de irse no son solamente hombres solteros o muje-res sin familia propia. La población boliviana en el exterior está también formada por madres y padres que dejaron atrás a hijos pequeños, generalmente al cuidado de parientes o de vecinos. Una madre de 22 años de edad reprimía sus lágrimas mientras explicaba el por qué de su decisión de irse a España: “Estoy casada hace siete anos. Trabajo mucho. Mi esposo trabaja mucho. ¿Pero qué tenemos? Traba-jamos solo para ganar la comida y pagar el alquiler, nada más.” El 2006 dejó atrás a su hijo de cinco años de edad y a su marido y se fue a Barcelona para trabajar como niñera de los hijos de otras personas y así poder enviar sus ahorros a casa.

Ese tipo de decisiones rompen el corazón y puede hacer que los potenciales emigrantes cambien de idea. Cynthia, una lavandera que hasta hoy día nunca ha viajado fuera de Cochabamba, explicaba: “Hace tres anos, tenía que irme. Mis planes estaban ya hechos. Tengo una tía en España; ya había vivido allí hace cinco anos. Pero no podía dejar a mi hijito. No podía.”40

Lo que lleva a los bolivianos a dejar a sus familias está basado en los tra-dicionales lazos de solidaridad andinos. Esa solidaridad se manifiesta en un compromiso de cuidar y proveer por su familia, un compromiso tan poderoso que anima a los emigrantes a dejarla. Según el sociólogo boliviano Leonardo de la Torre Ávila, a través de los lazos familiares tradicionales “nuestros migrantes parecerían recordar que la familia, la comunidad e incluso la tierra… permanecen en la patria esperando aportes.” Esos lazos de solidaridad también operan a nivel comunitario para crear fuertes redes de trabajo de inmigrantes en el nuevo país, que a menudo provienen del mismo pueblo o villa boliviana que financia, apoya y mantiene a los recién llegados.41

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Para aquellos que sí deciden irse, tomar la difícil decisión de partir y escoger un lugar donde ir es sólo el primer paso. Pronto afrontan el desafío de poder entrar.

III.Poderentrar

Desde que las naciones dibujaron sus fronteras por primera vez, los migrantes han estado cruzándolas. Ningún país en el mundo se ha mantenido intocado por la inmigración, pero la historia y las políticas de migración de cada nación han sido muy diferentes. Las reglas que impusieron dieron forma a la experiencia de migrar incluso antes de dejar su hogar.

Guardiasenlapuerta

Argentina: una tradición de fronteras abiertas

Argentina es conocida por ser un país de inmigrantes. Su tradición de frontera abierta está inscrita incluso en su Constitución.42 Los primeros inmigrantes argentinos llegaron desde Europa con apellidos como Schmidt y Bocchini. Desde entonces los argentinos han hablado con orgullo acerca de su conexión con Europa. Pero cuando inmigrantes de piel más oscura con apellidos como Gonzáles y Mamani empezaron a llegar desde Bolivia, muchos fueron tratados con sospecha, discriminación y desprecio.43

Tan temprano como en 1936, la legislatura argentina empezó a aprobar leyes para desalentar y controlar la inmigración a sus provincias fronterizas pero pocas fueron exitosas. Aunque era mucho más difícil que antes obtener residencia legal, aún era fácil entrar como turista. Durante décadas la mayoría de la población inmigrante carecía de estatus oficial.44 Confrontado a una gran población indocumentada, el gobierno consideró sus alternativas y decidió que el mejor curso de acción era garantizar una amnistía migratoria. El Departamento de Migración argentino reconoció que:

Sus actividades no generan tributo alguno a la sociedad, solo genera riqueza para la economía informal. La falta de documentos identificatorios genera la marginalidad y la desigualdad exponiendo al ser humano a todas las formas de degradación. 45

Por esas razones, el gobierno vio que era en su mejor interés conceder estatus legal a los inmigrantes. Argentina ofreció grandes amnistías a su creciente población inmigrante en cinco ocasiones diferentes entre 1958 y 1992. En ese periodo más de un millón de recién llegados se convirtieron en residentes legales.46

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Sin embargo, cuando Argentina se enfrentó a la crisis económica de fines de los años 90, tomó el rumbo repetido en eeuu y en cualquier otro lugar: culpar a los inmigrantes. En 1995 el gobernador de Buenos Aires prometió luchar contra el desempleo conduciendo redadas y deportando inmigrantes. Los sindicatos argentinos atribuían el deterioramiento de los estándares de seguridad laboral y los bajos salarios a quienes llegaban de Bolivia y Paraguay. Cuando la crisis económica tocó fondo cuatro años después el sentimiento antiinmigrante explo-tó. En respuesta a la presión política, las tropas policiales detenían a extranjeros indocumentados en las calles. Las nuevas leyes endurecieron los requisitos de ingreso e incrementaron las deportaciones.47

Sin embargo, con el mejoramiento económico del país y la instalación de un nuevo gobierno progresista dirigido por el presidente Néstor Kirchner, en 2003, las políticas de inmigración argentinas se relajaron. En vez de impedir que inmigrantes de países vecinos obtuvieran derechos totales, la nueva legislación les hizo más fácil obtener residencia legal. Con sólo un certificado de nacimien-to y la prueba de no tener ningún antecedente criminal, los bolivianos podían conseguir el Documento de Identificación Nacional argentino. Con el fin de facilitar el proceso a quienes temían a las autoridades argentinas, comunidades y grupos de derechos de los inmigrantes fueron certificados para servir como intermediarios oficiales entre el gobierno argentino y los inmigrantes.48

Estados Unidos: desde la isla Ellis hasta la frontera méxico-estadounidense

En 2006, la comunidad hispana y latina se convirtió en el grupo minoritario más grande en Estados Unidos. Ese mismo año el número de inmigrantes indocu-mentados en ee.uu. fue estimado en más de 12 millones de personas, la mayoría proveniente de América Latina.49 Un boliviano relató la siguiente interpretación de la inmigración latinoamericana, contada desde una perspectiva mexicana:

[Años atrás en la guerra de 1847], hemos perdido nuestros terrenos, nuestras propiedades, a la fuerza. No teníamos poder, nos asaltaron [los ee.uu.], nos tomaron, nos sacaron a la fuerza. Pero ahora nosotros estamos haciendo un asalto pacífico. Estamos entrando poco a poco, ¿no ve que es una invasión pacífica? Es pacífica. Y una cuarta parte de los estados Unidos hemos ocupado [los latinos]. No se han dado cuenta.50

La historia de la inmigración a Estados Unidos, sin embargo, empezó mucho tiempo antes de la actual ola que llega desde Latinoamérica. En las primeras dos décadas del siglo xx, 25 millones de inmigrantes desembarcaron en la isla Ellis -cercana a la ciudad de Nueva York- con muy poca restricciones a pesar de que la gente se quejaba de que los recién llegados “les quitaban trabajos, eran ignorantes, criminales y no mostraban ningún interés en convertirse en ciudadanos.”51

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Con los sentimientos en contra de la inmigración corriendo por lo alto, ee.uu. endureció las reglas para entrar al país a principios de los años 20. El Con-greso estableció cuotas de inmigración basadas en la nacionalidad, por primera vez en su historia; se creó la Guardia Fronteriza estadounidense y desaparecieron las restricciones a las deportaciones. Las cuotas fueron modificadas a mediados de los 60, estableciendo nuevos límites sobre la inmigración latinoamericana.52

Entre 1960 y 1980 cientos de miles de inmigrantes indocumentados de México, América Central y Sudamérica, encontraron una u otra forma de entrar a los ee.uu., muchos de ellos escapando de gobiernos represivos o de guerras respaldadas por Estados Unidos. Algunos cruzaron la frontera méxico-estado-unidense y otros llegaron como turistas pero nunca se fueron.

Tal como Argentina, ee.uu, respondió a su enorme población de inmigran-tes indocumentados con un programa de amnistía. Entre 1986 y 1987 casi tres millones de recién llegados se volvieron ‘legales.’ Esta amnistía, aplicada por el presidente Ronald Reagan, estaba destinada supuestamente sólo a trabajadores agrícolas pero muchos vieron en el programa una oportunidad para finalmente legalizar su estatus después de haber vivido durante años en Estados Unidos.53 Carpinteros y meseros bolivianos consiguieron certificados laborales falsos para poder presentar una historia creíble en la entrevista para obtener visa.54 Después de la legalización de 1986, sin embargo, los inmigrantes continuaron su camino hacia Estados Unidos, con o sin documentos.

Después de que los terroristas tomaran cuatro aviones en la mañana del 11 de septiembre de 2001, una vez más se encendió el sentimiento contra la inmi-gración en ee.uu. Los legisladores incrementaron la seguridad en las fronteras e hicieron más difíciles los requisitos para ingresar al país. Sus metas fueron alcanzadas con contradictorios resultados. En los cruces fronterizos el número total de inmigrantes indocumentados que entraron al país a través de México no disminuyó, pero la dificultad y el costo aumentaron significativamente. Mientras que en 2002 los inmigrantes cruzaban por un promedio de $us 6 000, en 2005 lo hacían por unos $us 12 000. Los últimos que cruzaron la frontera hablan de costos tan altos entre $us 15 000 y $us 30 000.55 Una joven mujer boliviana que viajó a México y contrató a un “coyote” (persona que guía el paso fronterizo), tuvo la experiencia siguiente:

A las cuatro de la mañana [el auto] le ha dejado al lado de una carretera. Llega el bus, sube y el chofer del bus le dice, allá atrás, hay un asiento, siéntate allí. Se sienta y el hombre que está al lado le dice, “Yo soy tu coyote. Vas a bajar donde te diga. Te vas a entrar a un McDonalds para comer. Con una seguridad, con la cabeza bien alta, no te vas a asustar, como si fuera un lugar que conocías. Y no hables más nada.” Viajan por varias horas. Para en la parada el bus y se baja, gracias, hasta luego. Entra, se compra su comida. Entra otro señor, a su lado y se compra la comida, también está comiendo. “Allí afuera está un auto esperando. Cuando tú terminas en una manera normal, botas la basura en tal parte, vas por esta puerta, subes allí.”

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Así han ido manejando de lugar en lugar, cumpliendo todas las instrucciones. En esa manera llegan.56

Un mes después, estaba completando sus estudios secundarios y vivía con sus parientes en Arlington.

Las políticas estadounidenses en contra de la inmigración no cesaron con el aumento de la seguridad fronteriza. En febrero de 2006, dos miembros del Con-greso propusieron una legislación para calificar a los inmigrantes indocumentados como delincuentes y criminalizar a cualquier institución privada que proveyera cualquier tipo de ayuda o servicios sociales a residentes indocumentados. Esto ocasionó un gran alboroto en las comunidades inmigrantes latinoamericanas. Manifestaciones masivas en marzo y abril del 2006 a través de ee.uu. revelaron al pueblo estadounidense el orgullo y la fuerza de los inmigrantes, provocando encabezados noticiosos tales como “decidimos ya no ser más invisibles.”57

España: colonialismo a la inversa

En septiembre de 2006, cuando se dirigía a la Asamblea de Naciones Unidas, el presidente boliviano, Evo Morales, expresó la gran ironía de la actual emigración latinoamericana a Europa:

Antes eran los europeos que invadían a Latinoamérica, especialmente a Bolivia, ahora parece que ha cambiado la situación, son los latinoamericanos, o los bolivianos, que están invadiendo a Europa.58

Comparado con Argentina o con Estados Unidos, España tiene una historia reciente de inmigración más corta. Hasta finales de los años 80, España tenía más emigrantes. Desde entonces, comenzó a llamar la atención de inmigrantes del este de Europa y de África. Barcos improvisados cruzaban el Estrecho de Gibraltar desde Marruecos y desembarcaban en las Islas Canaria desde la costa occidental de África. A principios de los 90 empezaron a llegar los latinoameri-canos, la mayoría proveniente de Ecuador y Colombia.59

Al principio España desalentó la inmigración desde África así como también desde Latinoamérica. Tan recientemente como en 2002, los funcionarios espa-ñoles “promovieron una línea dura” en los países asociados a la Unión Europea (ue), que no estaban “haciendo nada” sobre la inmigración indocumentada.60 Sin embargo, España estaba hecha a la medida para los nuevos inmigrantes. Tenía la menor tasa de nacimientos en Europa, se enfrentaba al envejecimiento de su fuerza de trabajo y a la declinación de su población. Con la llegada de los inmigrantes y el consecuente aumento laboral a finales de los 90, la economía española entró en auge, alentando a entrar incluso a más inmigrantes; 2,8 millones de personas en seis años. La población inmigrante en España se ha cuadriplicado

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desde el 2000 y su economía ha seguido creciendo. España sola ha creado la mitad de todos los nuevos trabajos en la ue entre 2001 y 2006.61

Cuando un nuevo presidente socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, llegó al poder en 2004, también cambiaron las políticas de inmigración española. La nueva cabeza de Estado reestructuró el debate en el país y a través de toda Europa. En noviembre de 2006 el embajador español en Bolivia defendió la inmigración (legal) boliviana. “España necesita de trabajadores extranjeros y los bolivianos contribuyen en gran medida al bienestar de nuestro país.”62

Incluso cuando España cerró su puerta a otros países latinoamericanos como Colombia y Ecuador, el 2001 y el 2003, los emigrantes bolivianos todavía podían entrar a España sin la necesidad de una visa. Bolivia se convirtió entonces en la principal fuente de indocumentados de España.63 España enfrentó una creciente presión de otros miembros de la Unión Europea para que detenga el crecimien-to del número de ‘turistas’ bolivianos que nunca se iban. En agosto de 2006 el gobierno español dio a conocer la noticia de que estaba considerando imponer nuevos requisitos de visa para los bolivianos.64 Las autoridades españolas consi-deraron que los nuevos requisitos eran una manera de detener la explotación y el abuso en lugares de trabajo que sufrían quienes vivían allí ilegalmente, pero los emigrantes bolivianos no estaban convencidos.

Después de ese anuncio los bolivianos inundaron las agencias de viaje y las oficinas para obtener pasaportes con la prisa de entrar antes de que la puerta se cerrara. En octubre de 2006 los periódicos informaron que más de 30 000 bolivianos se fueron a España en tan sólo dos meses.65 Las aerolíneas bolivianas pusieron a disposición nuevos aviones para saciar la demanda de boletos al Viejo Mundo.66 Sin embargo, el 2 de abril de 2007, el día después de que el plazo final fuera impuesto los aviones a España estaban casi vacíos y los agentes de viaje miraban desdeñosamente el reloj. El torrente había terminado, reducido sólo a un pequeño goteo.

Lograndoentrar,legaleilegalmente

Una de las chicas que [conozco], tres veces la han agarrado en la frontera. Una vez la han pescado en Nueva York bajando el avión. Alguien ha dicho, y la pescan, y la deportan. 15 mil dólares al agua. Por segunda vez, ella se viene por México y se viene por California, ya no va a Nueva York. Allá en auto han ido a recogerse también. Llega aquí y la pescan y la deportan otra vez. La tercera vez, de México se entra, y esta vez creo que viene en bus, ya no viene en avión. Ha llegado. [Pero] tenía que pagar. 67

Después de que los emigrantes bolivianos eligen dónde ir tienen que encon-trar la manera de llegar a su destino. Algunos enfrentarán más grandes desafíos que otros, pero para cada uno, esa decisión está cuidadosamente calculada. ¿Será posible que un miembro de la familia que ya está en Estados Unidos solicite una

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visa de residencia para ellos? ¿Será posible que el emigrante tenga la suficiente seguridad económica como para pasar como turista frente a las autoridades de inmigración española en el aeropuerto de Madrid o en una entrevista con el consulado estadounidense en La Paz?, o ¿tratarán de entrar clandestinamente, arriesgando su seguridad personal y una inversión de miles de dólares para cruzar la frontera entre ee.uu. y México?

Con visa en mano: residentes legales y falsos turistas

Cuando un boliviano decide intentar conseguir visa, puede hacerlo de dos mane-ras, una es solicitar residencia legal a través de una familia o de un patrocinador de trabajo. El otro camino es el de pasar como turista con la intención de quedarse por mucho más tiempo que un simple viaje de visita.

Tenía catorce años cuando vine a los Estados Unidos por primera vez. Nunca había conocido a mi papá – él se fue a los Estados Unidos antes de que yo nazca. Cuando tenía once años, él consiguió papeles para mi mamá y ella se fue para empezar a tramitar papeles para el resto de nosotros. Dos años después llegaron los papeles de todos, menos los míos. ¡Se habían perdido en el correo! Tenía que esperar otro año en Bolivia. Me mandaron otra vez y vine.68

La forma más deseable pero también la más difícil y menos común de emi-gración es entrar al país de inmigración con un permiso de trabajo o con papeles de residencia. Después de que los requisitos para la visa se hayan establecido, los emigrantes que esperan conseguir una visa de ingreso a España, necesitan conseguir un contrato de trabajo a través de familia, amigos o conocidos que viven allí.

Sin embargo, una visa de trabajo para ir a España es todavía mucho más fácil de conseguir que una para ingresar a Estados Unidos. Unas cuantas cientos de miles de visas son otorgadas para inmigrantes a los ee.uu. en todo el mundo, generalmente para un miembro de la familia que ya tiene ciudadanía y es el patro-cinador de residencia para sus hijos, padres o parientes. La demanda de visas para la inmigración es tan grande que a algunos solicitantes se les da un plazo de espera de hasta 12 años hasta poder obtenerla. En los últimos diez años, un promedio de 664 bolivianos consiguieron anualmente visas para inmigrar a ee.uu.69

Los turistas que nunca se van

Fui a una agencia a comprar mi pasaje y vine con mi hija y con mi hermano. Llegué de turista, el viaje de Bolivia aquí, tranquilo. Llegué a Madrid y después de Madrid a Barcelona y después a un hotel en que estaba alojada dos meses. He ido poco a poco buscando, buscando trabajo, [hasta que] allí en el hotel donde vivía, la señora me dio trabajo.

–Arminda Solíz

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El entrar a un país como turista y quedarse ilegalmente – ya sea en Argentina, Estados Unidos o España – es uno de los trucos más viejos en la guía del emi-grante. Después de unas cuantas horas en un avión o en un bus las autoridades de inmigración argentina le darán a un inmigrante boliviano una estampa de turista por un tiempo de 90 días, sin necesidad de echar una segunda mirada. La facilidad de entrar como turista y de conseguir papeles una vez en Argentina, ha provocado que la mayoría de los bolivianos inmigrantes en ese país haya usado este método, generalmente sin molestarse siquiera en intentar conseguir una visa de residente.70

Solicitar una visa de turista para Estados Unidos es un proceso muy diferente. Los honorarios de la solicitud de visa cuestan más de $US 100, casi dos meses de salario mínimo en Bolivia. Una vez que el papeleo es aceptado el solicitante tiene que pasar por una entrevista, un proceso que goza de fama entre los boli-vianos; un proceso intimidante incluso para consumados académicos bolivianos y consultores internacionales admitidos con anterioridad.71

Un boliviano recuerda que la peor parte fue la espera. “El día empezó y todos estaban tranquilos y optimistas. Pero uno por uno, los otros fueron a la entrevista y, uno por uno, fueron rechazados.”72 Más de dos millones de solici-tantes para conseguir visa de turista a Estados Unidos son rechazados cada año en todo el mundo. En un país con escasos recursos económicos, los cientos de miles de dólares que se recaudan cada año por las solicitudes de visa rechazadas por la embajada estadounidense son fuente de amargo resentimiento para mu-chos bolivianos.73

La gran mayoría de bolivianos que se han ido a España entraron al país como turistas. Empezando en el 2001, el número de agencias de viaje en Bolivia creció de 11 a 166 en tan sólo cinco años, según un periódico local, a pesar de que muchas de ellas no estaban registradas legalmente.74 Publicitaron paquetes a España con letreros enormes y brillantemente coloreados que se exhibie-ron en las principales plazas de las ciudades, prometiendo boletos de avión y hospedaje en hotel para garantizar su ingreso. Se les dice a los bolivianos que usen camisas hawaianas y lleven equipaje de viaje; que las mujeres se corten sus largas trenzas y que dejen su vestimenta tradicional en casa.75 Pero incluso con todas estas precauciones, una vez que llegan a inmigración su destino está fuera de sus manos. En la locura por entrar antes de que los requisitos para las visas se endurecieran, se regresaban, cada día, a cincuenta bolivianos. Solamente en 2006 hubo al menos dos casos de aviones enteros siendo detenidos para realizar exhaustivas entrevistas y más de la mitad de los viajeros fue deportada. 76

Los que llegan por tierra: cruce de frontera clandestino

Uno de los chicos [del grupo de danza boliviana] ha llegado en tres meses. Él ha venido con un grupo de catorce jóvenes; seis mujeres, el resto varones. Formaron un grupo de baile tinkus. Salieron de Bolivia con toda la ropa hasta Panamá. En

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Panamá buscaban la embajada para presentar baile boliviano, presentaron, bailaron. Se ganaron sus pesos y a los dos días, desaparecieron a Costa Rica, lo mismo. Bailando, bailando, bailando, país por país, llegaban hasta México. En México también se presentaron, pero cuando bailaron, ya tenían su contacto para cruzar la frontera, esa misma noche que han bailado, esta misma noche han partido para [ee.uu.]. Y al pasar ellos tenían que botar sus trajes, todo, la ropa en el suelo. Eso han hecho en tres meses. Y han entrado con su propia plata. Pagaban bastante, pero han ganado. 77

Nadie sabe realmente cuántos inmigrantes cruzan la frontera cada día es-cabulléndose de guardias fronterizas. La mayoría de los bolivianos que vive en Estados Unidos y algunos que viven en Argentina, probablemente pasaron la frontera sin ser registrados.78

Aquellos a quienes la embajada estadounidense les rechaza la visa de ingreso como turista, tienen una última opción. Se van a México, encuentran un coyote e invierten miles de dólares para cruzar la frontera con Estados Unidos, a menudo prestándose dinero de todos los que conocen. El único país de Centroamérica al que los bolivianos pueden entrar sin la necesidad de visa es Panamá, así que el viaje a través de la frontera méxico-estadounidense comienza con un vuelo a Panamá, como el que tomaron los catorce miembros de un grupo de danza boliviana.

Dejar tu destino en manos de un coyote tiene sus peligros. Julia García cuenta la historia de otra mujer:

Había una señora ya vieja, mayor, que vino con sus hijas jóvenes. Ella cuenta de otra manera; es más dolorosa. Los coyotes las violaron a sus hijas, y las dejaron allí. Y otro grupo de personas que estaba caminando sin coyote las encontraron allí llorando y las hicieron pasar.

Quedarseadentro

Están en contra de nosotros, ¿no? Nos quieren parar. Ya estamos aquí adentro, difícilmente nos van a botar.79

La amenaza de deportación está constantemente en la mente de los inmi-grantes que han llegado sin ningún estatus legal. En Argentina, Estado Unidos y España, han utilizado estrategias diferentes para encontrar a inmigrantes indocumentados.

En España y Argentina, la manera más común de hacerlo es detener a la gente en las calles. En España, Medardo Villarroel recuerda que frecuentemen-te era detenido por la policía y se le pedía que enseñara sus documentos. En una ocasión, cuando olvidó llevar con él su tarjeta de residencia, fue arrestado y obligado a quedarse en la cárcel por un día y medio mientras esperaba que

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un amigo le llevara su documentación. Cuando Leonardo Fernández crecía en Argentina, recuerda el miedo esparciéndose por toda la comunidad boliviana cuando Control Migratorio llevó adelante operativos en las calles.

En Estados Unidos los operativos contra inmigrantes tienen generalmente como objetivo los lugares de trabajo. En diciembre de 2006 ee.uu. realizó opera-tivos en plantas procesadoras de carne, cadenas de restaurantes y en otros grandes empleadores de inmigrantes por todo el país. Los inmigrantes informaron que se paralizaron de temor de que ellos o sus conocidos pudieran ser detenidos.

Cuando el sentimiento antiinmigracionista se exacerba, las deportaciones en masa son utilizadas por los políticos para responder a la presión pública. Sin embargo, el costo de encontrar a todos los inmigrantes indocumentados en Ar-gentina, Estados Unidos o España sería prohibitivo. Un estudio reciente estimó que el costo de deportar inmigrantes indocumentados de Estados Unidos ron-daría decenas de miles de millones de dólares cada año, debido principalmente a los $us 140 mil millones en que se proyecta el costo total de las aprehensiones.80 Tampoco hay ninguna garantía de que los deportados no regresarían, y hay muchos que hacen justamente eso.

Amnistía

El único camino de que los emigrantes sin papeles legales puedan escapar al temor constante de la deportación, es encontrar una manera de legalizar su estatus. Los términos de los programas de amnistía varían ampliamente de un país a otro. La mayoría implica el pago de una multa para recuperar los costos de los procesos de las solicitudes. Muchas requieren de pruebas de residencia –como un contrato de alquiler– pago por servicios, o incluso boletos o recibos de autobús.

Al fines de 2005, el presidente argentino Néstor Kirchner aprobó una nueva amnistía de inmigración, con estas palabras:

Argentina es una tierra de buena voluntad. [Haremos nuestras leyes] con el sentido de integrar, con el sentido de dar posibilidades, que valore el trabajo del que viene, pero también que no devalúe el trabajo del que está en el país. Que esto sirva definitivamente para poner blanco sobre negro, que se normalice como corresponda, que tenga su eje en el ser humano. Por eso, igualdad de responsabilidades, igualdad de derechos, igualdad de posibilidades y una patria grande.81

La última amnistía de Argentina fue una manifestación más de la apertura de su gobierno a la inmigración. El plan argentino más reciente combina la retórica de frontera abierta, defendida por Kirchner, con un esfuerzo concertado para proveer oportunidades a los inmigrantes de los países cercanos y vecinos.

En la amnistía de 2005, España fue sólo un poco más restrictiva que Argen-tina, tomando como objetivo sólo a los inmigrantes trabajadores. En la última década, han abierto periódicamente las puertas a la ciudadanía, permitiendo a

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los inmigrantes indocumentados obtener la residencia por tres años mediante prueba de trabajo. Después de un proceso que dura dos años, pueden obtener el estatus de ciudadano.82

Estados Unidos ha tenido sólo unas cuantas legalizaciones de inmigrantes indocumentados, siendo más notable la amnistía por dos años de ‘trabajadores agrícolas’ en 1986. Sin embargo, la mayoría de las legalizaciones recientes apro-badas por ee.uu. han ocurrido a través de garantes individuales. Inmigrantes indocumentados bolivianos en ee.uu. buscan a empleadores que firmarán pape-les como patrocinadores o les pedirán a familiares recién legalizados ser garantes suyos para obtener la “tarjeta verde” (green card). Después de cinco años de tener estatus de residente permanente, el inmigrante puede solicitar la ciudadanía, que le da derecho a votar, una mayor preferencia como patrocinador de residencia para algún miembro de la familia y un mayor acceso a la educación superior, la seguridad social y en general, al sistema legal.83

A través de sus recientes programas de amnistía, Argentina y España han mostrado cuán serios están en su deseo de no tener una población de indocu-mentados muy grande como la de Estados Unidos. La lógica que condujo sus programas está basada en la misma razón que condujo a ee.uu. a construir un muro en su frontera sur; que los trabajadores indocumentados pueden desva-lorizar los salarios locales. Argentina y España ven como solución al problema atraer a los trabajadores a su economía formal, mientras que Estados Unidos ha tratado de expulsar de su economía a todos esos trabajadores.

Hay cientos de decisiones políticas minuciosas que deben tomar los países acerca de la inmigración, desde la necesidad de visas para los viajeros que en-tran a sus países hasta los documentos que se requieren para que un inmigrante legalice su estatus. Pero la esencia de todas estas decisiones trata en realidad de cómo aquellos países reciben a sus inmigrantes.

A través de su historia Argentina, Estados Unidos y España han recibido inmigrantes en muy diferentes maneras. Algunas veces los han recibido con los brazos abiertos. Otras, han cerrado sus puertas. Al final, si continúa habiendo grandes disparidades entre las oportunidades que los inmigrantes pueden encon-trar en el exterior y las que pueden encontrar en casa, los inmigrantes seguirán viniendo. Su experiencia estará determinada por el balance que los países escojan entre las reglas de inmigración y las vidas de seres humanos.

IV.Lavidaenelnuevopaís

Así yo sabía escuchar a los hombres, “Está viniendo el hijo de Benito por México, no le han dado la visa, le vamos a ayudar.” Entonces uno decía, yo voy a poner mil [dólares], otro, dos mil, otro, 500, para pagar al coyote. Y decían, ahora, ¿quién lo va a recibir? Uno decía, yo lo voy a recibir. Otro decía, yo le voy a dar ropa. ¿Y quién

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le va a buscar trabajo? Todos buscaban trabajo. Y cuando el hijo de Benito estaba en México al lado del coyote, ellos le mandaban el dinero y iban a recibirle, todos iban a darle la buena llegada, comida y fiesta, bienvenidos. [Le ayudaban] hasta que caminaba solo, [y después] este muchacho quedaba en deuda con el grupo. Cuando alguien venía, sobrino, pariente, vecino, automáticamente estaba obligado. Es una cosa de alma, de sangre, de [nuestra] cultura, tradición, que te enseña a ser así. Compromiso moral de vida, ayudar, la ayuda reciproca, el ayni. – Julia García

Incluso ser recibido por una docena de caras de los que llegaron antes no libra a los inmigrantes recién llegados de los desafíos que él o ella enfrentarán. Mientras los recién llegados generalmente encuentran las oportunidades que vinieron a buscar, el nuevo mundo al que llegaron también puede significar explotación, discriminación, soledad y desconsuelo. Todo empieza con la llegada.

A sus cuatro años de edad, Leonardo Fernández se bajó del autobús con su hermana mayor y su madre en Buenos Aires, encontrándose con el ansioso abrazo de su padre. Un año antes, su padre había sido recibido por las tímidas sonrisas de parientes distantes. Medardo Villarroel se bajó del avión en Barcelona, apretando firmemente en su mano un pedazo de papel con las direcciones de su tía y de su hermana. Julia García y Arminda Solíz tenían cada una un amigo esperándolas para recogerlas del aeropuerto.

Sabiendo cuán difícil es estar solo en una nueva sociedad, muchos bolivianos se hacen cargo de sus recién llegados. Ofrecen sus casas y recursos a amigos y familia por compasión y por respeto a su experiencia compartida, sus fuertemente unidas comunidades y como Julia García destacó, como un asunto de integridad personal y cultura.

Buscandotrabajo

[Fui a España] como todo migrante, pensando que del árbol van a caer billetes. - Medardo Villarroel

El primer trabajo para todos los inmigrantes es buscar uno. Muchos tu-vieron que prestarse todo el dinero posible que sus familias fueron capaces de reunir para comprarse un boleto de transporte o para pagar los honorarios del coyote. Bajaron del avión con enormes deudas, inmediatamente empeza-ron a buscar trabajo y no descansaron hasta tener regularmente en manos un cheque.

Medardo Villarroel llegó a Barcelona ansioso de encontrar trabajo. Por cuatro meses vivió de las estrechas finanzas de su hermana sabiendo que su buena voluntad decaía. Pasaba todos los días buscando trabajo, pero ni bien lo encontraba parecía que desaparecía rápidamente. Llegó a la desesperación y la depresión. Finalmente encontró a otro boliviano que lo ayudó a conseguir un

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trabajo en la construcción. Desde ese momento empezó a creer que el riesgo que había asumido valía la pena.

Los inmigrantes se encuentran en una posición muy vulnerable cuando solicitan un trabajo. El idioma es el primer problema, especialmente en Estados Unidos. Incluso si no enfrentan ese obstáculo, no tienen puntos de referencias para negociar sus salarios y cargan con un temor visceral al sistema legal. Cuando encuentran trabajo como jornaleros, carpinteros, mecánicos, obreros en fábricas textiles, trabajadoras domésticas, niñeras, o cuidando ancianos, raramente tienen un contrato u otras protecciones o beneficios laborales.84

En el área de Washington, la mitad de los trabajadores domésticos tienen salarios más bajos que el mínimo federal, y aproximadamente seis de 10 traba-jadores informan que sus empleadores se negaron a pagarles por su trabajo, por lo menos en una ocasión.85 Los trabajadores también cuentan de empleadores que los explotan por meses y nunca les pagan, y de jefes que los acusan de dañar sus herramientas para después descontarles sus salarios. Las trabajadoras domés-ticas que viven en sus empleos informan que trabajan 16 horas al día y reciben llamadas de sus jefes por las noches. Aquellas que tratan de plantear un juicio a sus empleadores sólo obtienen años de complicaciones y retrasos legales.

Los trabajadores inmigrantes no sólo enfrentan explotación. También una descarada discriminación. Medardo Villarroel recuerda amargamente un trabajo en Barcelona, en el que sólo los españoles podían ser promovidos en el trabajo. Según nos contó, nunca le dieron una oportunidad sólo por ser inmigrante.

Los inmigrantes también son forzados a trabajar en lugares que ellos ya saben que van a recibir el peor trato. Incluso muchos doctores y abogados boli-vianos terminan trabajando en la parte más baja de la escala económica. Carlos Arrien, quien pasó su primer año tratando de estudiar en España, no encontró más que condiciones infrahumanas de trabajo cuando se trasladó a Nueva York en 1972. Recuerda cuando junto a otros inmigrantes esperaba en las puertas de una fábrica de juguetes donde, en sus palabras, los trataban como animales. “Pasamos por un chequeo médico, y ¡el tipo literalmente te abría la boca y te miraba a los dientes!” Nunca había sido tratado de esa forma, y sólo obtuvo lo peor cuando consiguió el trabajo:

Te juro que era una fábrica que parecía de Dickens, parecía una vieja estación de tren, las paredes negras, descansos de diez minutos, las cadenas de montaje bien estrictas, en medio había una torre donde estaba el control y todo el día estaban diciendo cosas por los parlantes. Había que mover, rápido, duro. Parecía prisión.

Los peores casos de maltrato son contados por trabajadores bolivianos en las fábricas textiles en Buenos Aires. Cuando Simona Velásquez llegó a la capital argentina, sus horas de trabajo empezaban a las 8 am y no terminaban hasta la 1 am, siete días a la semana. Al final del día ella y sus seis hijos dormían en un

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cuarto ubicado atrás de la fábrica, que compartían con otros obreros. Los de-dos de Simona se deformaron por el reumatismo y sus hijos empezaron a toser incesantemente por el aire pesado de la fábrica. Cuando se quejó de ello, su jefe le dijo: “No has venido a enfermarte, has venido a trabajar,” y la amenazaron con devolverla a Bolivia. Poco después de que dejó la fábrica, el mayor de sus hijos pasó de su severa tos a la tuberculosis. Nunca se recuperó. A pesar del tratamiento, murió semanas más tarde. Dejándolos con pocas opciones y seis meses de hambruna, Simona buscó por toda la ciudad y encontró una fábrica textil cooperativa donde el trabajo era compartido y ella pudo ganar un sueldo decente con ocho horas de trabajo.

Un año después, en marzo del 2006, un incendio en una fábrica textil llamó la atención internacional por las condiciones de trabajo de las fábricas argentinas. La muerte de seis inmigrantes bolivianos que estaban encerrados en la fábrica fue la chispa que encendió la denuncia sobre las prácticas ilegales de las compañías explotadoras. El testimonio de Simona y de otros trabajadores está archivado en periódicos locales y extranjeros. Desafortunadamente, las inspecciones sólo causaron que los dueños trasladaran sus fábricas fuera de la ciudad y se metieran bajo tierra. Simona y sus compañeros de trabajo siguen recibiendo malos tratos de los dueños de las fábricas, sean bolivianas o argentinos, que están enojados por la pérdida de beneficios que antes gozaban en Argentina.86

No todas las experiencias laborales de los bolivianos están llenas de explota-ción y malos tratos. Muchos encontraron las oportunidades por las que dejaron su país. A cambio de cuidar por tres años a la madre de su empleador, Arminda Solíz no sólo recibió un buen salario, sino que su jefe la patrocinó para que con-siguiera la residencia y le ayudó conseguir un permiso para abrir el restaurante que siempre había soñado tener.

Otra inmigrante, Emma Violand Sánchez, habló de las oportunidades que encontró en Estados Unidos. Primero trabajó como niñera cuando era una mujer joven en los 60. Después ingresó a la universidad y consiguió una maestría en Educación y regresó a su país a ejercer su profesión. Pasados ocho años en Bo-livia llegó a un nivel donde se estancó como mujer profesional. Como no pudo avanzar más allá ni continuar sus estudios decidió retornar a Estados Unidos para obtener un doctorado. Ahora, la doctora Violand Sánchez, dirige el programa de inglés extensivo para hablantes de otras lenguas (esol por sus siglas en inglés), perteneciente a la Escuela Pública de Arlington. Para ella, dejar Bolivia significó encontrar posibilidades que nunca hubiera tenido en su país.87

Para aquellos que no encontraron las mismas oportunidades que la Dra. Violand Sánchez, ¿por qué vale la pena arriesgarse a inmigrar?

Toman el riesgo por dos razones principales: el compromiso de ahorrar dine-ro y la promesa de enviarlo a su hogar. Como uno de los inmigrantes en Estados Unidos lo dijo francamente: “Aquí se sacrifica, aquí es trabajar, trabajar, no hay lujos.” 88 Julia García dijo que se fue a Estados Unidos en 1988 por miedo a que

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el banco le quitara su casa; pudo ahorrar durante dos años para pagar su préstamo de $us 30 000, recuperar su casa y volver a ella con otros $us 20 000.

Mientras algunos inmigrantes traen con ellos el dinero que ahorraron, otros se quedan y envían dinero mensualmente a sus casas. Tres hermanos que se fueron a Barcelona, entre 20 a 30 años de edad, liberaron a sus padres agricultores de la obligación de trabajar hasta que estuvieran ancianos. 89 Un padre de mediana edad, en Arlington, expresa su orgullo por haber mandado a sus cuatro hijos a colegios y universidades privadas en Bolivia.90 Otros mandan dinero a sus lugares de origen para comprar casas, tierras o financiar el traslado para que otros se les unan.

No todas las remesas de dinero llegan a la familia directa. Al mantener las fuertes tradiciones bolivianas de mutua y recíproca ayuda los inmigrantes también mandan ayuda para sus comunidades. Una liga de fútbol en Arlington, compuesta por gente trasplantada de las zonas rurales de Cochabamba, exige una cuota mensual para poder jugar. Esas cuotas –que totalizan entre $us 7 000 y $us 15 000 por temporada– son enviadas a casa por los jugadores para que se invierta en escuelas, iglesias y nuevos caminos.91

Encontrandocomunidad

Nuestra gente es bien unida, donde van se juntan y se colaboran. Me gustaría entender y saber y averiguar un día, ¿cuál es esa fuerza que nos mantiene unidos donde vaya?

–Julia García

En Buenos Aires, Barcelona y Arlington los inmigrantes han creado pequeñas ‘Bolivias’. Los vecindarios tienen tiendas de abarrote donde se venden ingre-dientes bolivianos tradicionales y de restaurantes que ofrecen platos bolivianos. Periódicos, estaciones de radio y programas de televisión bolivianos transmiten noticias de casa. Asociaciones de profesionales médicos, abogados, y hombres y mujeres de negocios se reúnen y se ayudan mutuamente. Ligas de fútbol llevan los nombres de ciudades y provincias de Bolivia. Grupos folklóricos tocan ins-trumentos andinos de Bolivia, y grupos culturales se visten con elaborados trajes tradicionales para representar las incontables danzas tradicionales en desfiles y festivales.92

Si los inmigrantes no encuentran alguna comunidad desde el principio, crean una. Después de que Arminda Solíz llegó a Barcelona y encontró trabajo, empezó a buscar a otros bolivianos. Había gente con características andinas por todas partes, pero parecían ser todos de Ecuador. Cuando finalmente abrió su restaurante, lo llamó El Cochabambino, determinada a crear un rincón de hogar en Barcelona.

En 1973, Julia García viajó a Nueva York patrocinada desde su trabajo en Bolivia para enseñar inglés y quechua por cuatro meses. Sintió nostalgia por Bo-

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livia y organizó visitas a la creciente comunidad boliviana en Arlington. Cuando probó por primera vez en meses comida boliviana, se quedó asombrada de en-contrar algo tan familiar en un país donde se sentía fuera de lugar. Cuando Julia regresó a Estados Unidos en 1988, la diferencia era sorprendente. Inmigrantes de Tarata, una provincia de Cochabamba, llenaban un complejo de apartamentos entero. Lo llamaban ‘Tarata-town.’ Después de años de enseñar en una escuela intermedia en el corazón de la comunidad, ella empezó a dirigir Escuela Bolivia, un programa cultural y educacional que se realizaba los sábados. Encontró y creó su comunidad; peleando para expandir Escuela Bolivia, dirigiendo grupos de danza tradicional, enseñando quechua y transmitiendo su rica cultura ancestral a clases repletas de jóvenes bolivianos.

Encarando la discriminación

Entonces, hay discriminación. ¿Porqué? Tal vez es porque venimos con otra forma de pensar, con otra concepción, que no entra. Nuestra forma de creer y ver la vida, y de organizarnos es muy distinta a la de ellos. No podemos entrar al sistema.

–Julia García

La discriminación no sólo ocurre en el trabajo. Los inmigrantes enfrentan los prejuicios desde el momento en que salen de su comunidad originaria.

La primera vez que llegó a España, Medardo Villarroel sentía que siempre estaba ofendiendo a alguien donde fuera que iba. Se sentía incomodo haciendo ruido o haciendo algo que llamara la atención. “La gente te insulta… te dice ‘sudaca,’ [un término peyorativo por sudamericano] que esto, que el otro.” En Argentina, Leonardo Fernández también sufrió en su escuela. Fue duro ser el chico nuevo y el único extranjero de piel oscura. Recuerda la burla y la discri-minación claramente: “A un niño le cuesta… una palabrita daña bastante.”

Enfrentándose a la discriminación desde que era niña en Bolivia, la madre de Julia García le dijo: “Tienes que aprender a hacerte respetar, porque tú eres igual a ellos.” Cuando se fue a vivir a Estados Unidos, se llevó esa lección con ella. En su diario viaje al trabajo por tren se dio cuenta que mientras unos eran razonablemente corteses, otros mostraban un presumiblemente forzado buen comportamiento. Un día confirmó sus sospechas cuando el tren paró repenti-namente e hizo que los pasajeros se cayeran uno encima del otro. Julia se cayó encima de una mujer vestida elegantemente, quien le gritó: “Hispana de mierda, ¿por qué no te vas a otro lado?”

Luchando por la integración

“Soy boliviana y siempre seré boliviana, ni aunque este aquí cien años en España no seré española, siempre seré boliviana y mi país es mi país.”

– Arminda Solíz

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La otra lucha que los inmigrantes bolivianos enfrentan es interna: una lucha para mantener su lengua, su cultura y su identidad mientras se integran a un nuevo mundo. En Estados Unidos, los bolivianos que tratan de adaptarse al país se enfrentan a un idioma completamente nuevo. Algunos inmigrantes llegan a hablar el idioma con fluidez, rápidamente; otros, nunca aprenden lo suficiente como para pedir un almuerzo en un restaurante estadounidense. Para algunos inmigrantes bolivianos no es la primera vez que aprenden otro idioma ya que el español es por lo general su segunda lengua después del quechua o del aymara.

Los emigrantes bolivianos trabajan fuertemente para preservar y transmitir esas lenguas indígenas andinas. Leonardo Fernández contó orgullosamente la historia de una reunión familiar en Buenos Aires, cuando su padrino empezó a hablar en aymara. Los padres de Leonardo respondieron en español al principio, pero el padrino insistió hasta que la familia entera empezó a hablar aymara al finalizar la tarde. Debido a la persistencia de su padrino, la familia de Leonardo empezaba a hablar en aymara en su casa más frecuentemente.

Las mismas fuerzas que han preservado las lenguas quechua y aymara por siglos, han preservado también sus culturas, una fuente de gran orgullo para los bolivianos. Los inmigrantes se preocupan de que trasladarse a un nuevo país implique colocar a su cultura, orgullo e identidad en la caja de los recuerdos. (Ver cuadro “Adaptación y asimilación.”) Sin embargo, muchos han encontrado maneras de adaptarse a su nuevo país sin sacrificar su propia cultura.

Otros han redescubierto su cultura en el nuevo país. Carlos Arrien, que creció en La Paz, soñaba despierto con ser un hippie americano. Estaba mucho más interesado en aprender a tocar en su guitarra los últimos éxitos de Bob Dylan, que cualquier otra cosa. Sus amigos españoles desafiaron esta estructura mental por primera vez al presionarlo a que tocara música de su lugar de naci-miento. Carlos se dio cuenta de que tendría que buscar su identidad, más allá de sus sueños de adolescente de volverse un hippie. Cuando se trasladó al área de Washington dc, asistió a una actuación de música folklórica andina y se inspiró. Pidió a algunos amigos bolivianos juntarse para formar un grupo musical: él tocó la guitarra, uno de sus amigos escogió el charango (una pequeña guitarra andina) y otro aprendió a tocar la zampoña y la quena (instrumentos de viento andinos). El grupo se convirtió en el centro de las actividades culturales de los latinos en el área. Se reunieron con escritores, artistas, actores y músicos de toda Latinoamérica y coordinaron festivales de música latina. Carlos lo explicó de esta manera:

A través del canto siempre he mantenido un lazo con la cultura latinoamericana, sea siempre con los amigos, cantando, creando un ambiente que en cierta forma ha sido un factor que me ha permitido quedarme aquí. Porque quizás si no hubiera tenido eso, me habría vuelto.

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Asimilaciónyadaptación:elpuntodevistadeunamujerboliviana

Vivimos en dos mundos. Somos dos extraños mirándonos. Ellos, como quisieran que asimilemos. Pero para mí asimilar, yo tengo que olvidar todo lo que yo soy, borrar y ser como ellos. Tendrían que ponerme la sangre, desde [la cabeza hasta los pies], cambiarme la mía, ponerme la otra. Pero no voy a poder ser como tú, voy a parecer ridícula. Así entiendo la asimilación.

Pero yo entiendo adaptación. Puedo adaptarme a vivir, para no molestarte a tí, mirando qué no te gusta, qué te gusta, respetándote, cuidándote a tí. Porque esa es la forma en que nos educan. Te voy a respetar, pero de ninguna manera voy a ser igual que vos. Nunca. Ni voy a pensar igual que vos, sentir igual que vos. Pon tus mejores valores y empieza a convivir. Aquí es el convivir en armonía con las dos culturas.

Pero [esa brecha] va a cambiar, poco a poco. Va a cambiar porque es difícil pa-rar el desarrollo. A veces el desarrollo es la destrucción de algo, otro valor grande. Y nos vamos a mezclar. Aquí sí vamos a hablar de asimilación. Y eso es inevitable. No puedes parar. No podemos parar que la sociedad humana desarrolle.

– Julia García

Los hijos de los inmigrantes criados como españoles, americanos o argentinos no siempre están conectados con la cultura de sus padres. Leonardo Fernández lamentó que haya escuelas en el corazón de la comunidad boliviana de Buenos Aires, donde hay estudiantes que incluso no reconocen su identidad boliviana. Pero para algunos, como Leonardo, es fuerte el deseo de descubrir el misterio de su terruño y de transmitir su cultura. Es cierto que siempre se perderá algo de la cultura originaria en cualquier comunidad inmigrante. Pero lo que es más básico –el orgullo de su herencia, la familia y la comunidad que los mantienen, y la riqueza de la cocina tradicional boliviana, la música, el baile– sobrevivirá.

‘El Volver’

Yo para estar aquí lo he pasado muy mal. Me he querido ir y mucha gente así ya a la llegada se ha querido ir. No lo ves bien de esa parte, lo ves bien por la parte de que tú puedes ganar dinerito, comprarte lo que te apetezca, lo que allá en Bolivia no te puedes apetecer por ejemplo un televisor, un coche, yo jamás en vida había pensado tener un coche. Aquí unos cuantos meses trabajando y ya es tu coche, ya es tu casa, ya es tu tele. [Pero] aquí no es un paraíso, paraíso es mi país, sinceramente para mi paraíso es mi país… campo libre, tranquilidad, paz.

– Medardo Villarroel

El Volver, se refiere a la idea de ir atrás, de regresar. Es un deseo nostálgico por un tiempo en el que las cosas parecían más fáciles. El deseo de redescubrir un lugar donde la vida es familiar, donde no hay una constante negociación de

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los más pequeños detalles del vivir, donde los viejos amigos y la familia están siempre cerca, donde te rodea el calor y la comodidad de una comunidad y una cultura.

Cuando Leonardo y su familia llegaron a Argentina, una de las primeras cosas que hicieron fue hacerse residentes legales, lo cual era una elección rara entre los inmigrantes bolivianos en aquel país. “Generalmente la gente no saca documentos, piensa que se va a ir al año o en dos años y listo.” Incluso en su caso, la decisión familiar de poner sus papeles en orden tenía más que ver con el ingreso a la escuela pública que con la intención de quedarse. Leonardo explicó:

En mi familia tenemos el sueño de volver a Bolivia, lo único que nos mantiene acá es el tema del estudio, terminar bien una profesión y recién volver. [El volver] se trata del tema de la familia, de pertenencia, la esencia de la identidad que uno tiene. Cuando la gente reconoce eso, recién valora bien y quiere volver.

Las fuerzas que jalan a los emigrantes son fuertes y contradictorias. Una vez que los atrae fuera de su tierra, la fuerza que los jala de regreso empieza a expresarse por sí sola. Al mismo tiempo, van haciendo vínculos en el nuevo país que los mantiene allí: familia, amigos, una casa, un trabajo, un mundo en el cual han invertido su tiempo, energía y dinero.

Medardo Villarroel planeó quedarse en Barcelona por dos años para ahorrar y “comprarme un taxi, un Toyotita Corolla de esos y me voy a trabajar como taxista” con su esposa y su hijo. Sin embargo, Medardo hizo lo que muchos otros inmigrantes hacen: empezó una vida en Barcelona. Diez años después vive con su nueva esposa y tres hijas pequeñas y está resignado a su destino, preguntándose: “Si vas con dinerito te lo vas a gastar y ¿qué vas a hacer después?”

Simona Velásquez todavía siente intensamente las frustraciones que la llevaron a salir del país. Ella ha encontrado paz en Argentina; sus hijos están recibiendo una buena educación. Ya no tiene que estirar medio kilo de carne para alimentar a ocho personas o lidiar con un esposo que siempre está bebiendo. Ella se pregunta a así misma, con una vida como ésta “¿para qué volver, digo yo, para qué voy a ir?”

Para otro inmigrante boliviano, la idea de volver “es algo que te queda. Es-tas, [pero es] como que has venido por un tiempo y necesitas volver. Yo siento que todo esto es prestado, que no es mío. Estas aquí, pero quieres volver. Nadie dice que quiere quedar. Y hay personas que llevan muchos años diciendo, voy a volver, quiero volver [sin hacerlo].”93

En la comunidad boliviana de Arlington, Julia García ha encontrado un terreno intermedio. “Quiero volver. Pero tal vez este volver no es volver a la tierra. Tal vez es el volver a lo tuyo, donde estés. El volver es recuperar algo que tienes en tu mente, en tu corazón.”

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V.DeregresoacasaenBolivia

La historia de la emigración boliviana no se reduce únicamente a quienes se fueron a Barcelona, Virginia o Buenos Aires. Una gran parte de esa historia toma lugar en casa, en Bolivia. Es la historia de las familias dejadas atrás; es la historia sobre lo que le pasa al dinero que es enviado de regreso. En algunos casos, es la historia sobre aquellos que eligen volver. Y también es la historia de un gobierno que está luchando por facilitar trabajos que mantengan a la gente en casa.

Familiasalargadistancia

Mi hermana es la que ha sufrido bastante. Cuando mi papá se vino, le extrañaba bastante, [imagínate que] de un día para el otro se vaya tu papá y no entiendes por qué. Yo tenía 4 añitos y no entendía. Además los recuerdos que tengo [de Bolivia] son contados… Regresé a Bolivia después de 8 a 10 años y vi a mi familia casi como desconocida, [especialmente] mi abuelo, que años después falleció y lo habré visto una vez en mi vida.

– Leonardo Fernández

Cuando un emigrante boliviano aborda un avión o un autobús para empezar su viaje al exterior, empieza a hacerlo generalmente después de una despedida en lágrimas con tíos, tías, primos, padres, hermanos y a veces hijos o hijas. Cuando las madres y los padres dejan a sus hijos, éstos enfrentan la ansiedad y el impacto emocional de perder a sus padres. También sufren la frecuente probabilidad de ser maltratados y más tarde enfrentan problemas emocionales sicológicos.

Un estudio reciente en Cochabamba, concluyó que el aumento de la femi-nización en la emigración boliviana está costando caro, particularmente a los niños. De 180 casos de niños abusados, aproximadamente la mitad son hijos de mujeres que emigraron recientemente.94 Otro estudio muestra que 8 de 10 adolescentes en Cochabamba, que están en problemas con la ley, son jóvenes cuyos padres han emigrado. 95

El vivir sin una madre o un padre puede también forzar a los niños a crecer muy rápido. Cuando Vanesa, una estudiante universitaria en la ciudad de Co-chabamba, tenía la responsabilidad de su hermano de 16 años de edad, sintió toda la carga en sus hombros para fungir como madre y padre al mismo tiempo. Cuando su madre llamaba de Barcelona, ella trataba de hablar con su mejor voz estoica, pero no podía esconder la ansiedad que sentía. 96

Pero los niños no son los únicos que sufren por la emigración de Bolivia. Los padres que se quedaron atrás hablan de la partida de sus hijos como la ex-periencia más difícil de sus vidas.97 Muchos son enfrentan a la elección de dejar sus casas para unirse a sus hijos en el exterior o ver a sus hijos y nietos sólo una vez cada varios años, cuando regresan a Bolivia, si es que lo hacen.

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Inversionesbolivianas:remesasydesarrollo

Todos los migrantes que estamos aquí mandamos un poco de dinero y de ese modo Bolivia también está mejor porque hay pues circulante de dinero, Bolivia pues sigue.

–Arminda Solíz

Los salarios en los países donde los bolivianos inmigran superan seis veces a los sueldos en su país.98 Muchos bolivianos toman ventaja de esa situación, guardan el dinero y lo envían a casa. Cerca a 10% del producto bruto interno proviene de las remesas mensuales de estos inmigrantes, el mayor porcentaje en Sudamérica en 2005; más de 800 millones de dólares fueron enviados a Bolivia desde el exterior.99

Bolivia también ostenta el record regional en la utilización de las remesas en inversiones futuras, con 55% de los ahorros invertidos en comprar propie-dades, en educación para sus hijos o en iniciar un negocio.100 En oposición a la cooperación extranjera, que puede quedarse atascada en los bolsillos de los intermediarios, el dinero enviado por los inmigrantes va directamente a las familias cuando más lo necesitan. En la Cochabamba rural, por ejemplo, las remesas han permitido a los agricultores sembrar más que sólo maíz o papa, y ahora ellos están viendo el retorno económico de los frutos de sus nuevos durazneros.101

Dentro de una familia, “las remesas constituyen uno de los programas más grandes y más efectivos de alivio de pobreza,” como lo observó el Banco Inte-ramericano de Desarrollo (bid) en un estudio reciente.102 Vanesa, la estudiante universitaria que está a cargo de su hermano de 16 años de edad, puede atestiguar el impacto que genera el dinero enviado por sus padres. Utilizando el dinero que sus padres ganaron en Buenos Aires y luego en Barcelona, la familia de Vanesa pudo al fin comprarse un terreno, construir una casa y no tiene que preocuparse de sus finanzas. Vanesa vivió de las remesas de sus padres durante la secundaria y con ellas se pagó el costo de sus estudios universitarios. Incluso después de que su padre regresara a Bolivia, Vanesa sabe que “pase lo que pase, mi mamá [quien sigue en España] nos enviará lo que necesitamos.”103

En Estados Unidos, Carlos Arrien, quien sólo tiene a sus padres que dejó en Bolivia, maravillado por el compromiso a la familia que las remesas bolivianas demuestran, opinó:

Su generosidad, sus valores, no sólo el valor de la plata, sino el valor de la familia, de contribuir; ha transformado la economía. Esto es un ejemplo del verdadero valor de la familia. El sacrificio. Nadie se esperaba que este fenómeno ocurriera, o sea, que venga una población y siguen mandando [tanto] allá. No se han olvidado de su gente. No se han separado de su gente. Esta gente nos está dando un ejemplo.

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AquellosqueescogieronBolivia

Algunos inmigrantes hacen más que hablar de retornar. Profesores, médicos, amas de casa y taxistas pueden contarte largas historias de por qué ellos eligieron que-darse en Bolivia o cómo tomaron la decisión de regresar. Escoger volver a casa es a veces más riesgoso que irse de ella. Un inmigrante que no tiene papeles pierde la opción de revertir su decisión; si cambia de idea después de volver a Bolivia, tendrá que encontrar la manera de volver a empezar todo de nuevo. Después de que los inmigrantes se han establecido y se adaptan a su nueva vida, retornar a Bolivia puede ser tan difícil como lo fue dejarla. Pocos toman la decisión a la ligera.

A veces retornan cuando alcanzan a cumplir una meta específica, como Shirley Girón, quien se fue a Barcelona con el único propósito de ahorrar lo suficiente como para comprarse una casa. Durante esos dos años contó todos los días y meses hasta que pudo reunirse con sus hijos.

Al igual que Arminda Solíz durante la crisis de Argentina, algunos retornan por que las condiciones económicas ya no son lo suficientemente atractivas como para quedarse en el exterior. Una desaceleración en el mercado de venta de casas y de la construcción estadounidense, en 2007, provocó que jornaleros y albañiles se enfrentaran a la decisión de quedarse en el país sin trabajo, esperando que su suerte cambiara, o volver a casa con las manos vacías.104 Otros incluso han mencionado sus sentimientos patrióticos como una razón para quedarse en Bolivia, diciendo “no podemos salir todos. Yo me quedo aquí a trabajar y a mejorar mi país.”105

Algunos simplemente decidieron que no querían estar tan lejos de sus amigos y familia. Una boliviana que ha vivido en Estados Unidos describe la situación de su prima allá. “Tiene un hijo y está embarazada con otro. Pero no está feliz. Pienso, ‘¿qué haces allá?’ Aquí tiene tanto apoyo. Su mamá o sus primas podrían ayudarle con sus hijos. Podría terminar de estudiar. ¿Y qué hace allá? Si no tienes auto, te quedas todo el día en casa.”106

Políticasbolivianas:tratardequelossueñosseanposiblesencasa

El presidente boliviano, Evo Morales, dijo en su discurso pre inaugural:

Estas políticas económicas [neoliberales], ¿qué nos han dejado?: desempleo. Hemos visto de cerca qué pasa. El Estado gasta para que un joven, sea profesional; la familia gasta para que su hijo sea profesional, es profesional, no hay empleo. Hoy en día se va a Europa ese joven… a lavar platos. ¿Cuántos familiares de ustedes están, si no es en Argentina, si no es en Estados Unidos, en Europa? ¿Cuántos de nuestros vecinos? Duele de verdad, repito otra vez, teniendo tantos recursos naturales, que la gente abandone nuestro país. Creo todavía que tenemos la responsabilidad de cómo saldar ese error social, económico e histórico. Juntos todos podemos cambiar y corregir esos errores. 107

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El éxodo boliviano no ha pasado inadvertido para sus políticos. Cuando Evo Morales se posesionó en enero de 2006, prometió un nuevo tipo de gober-nabilidad que se enfocaría en hacer lo que es mejor para Bolivia y no para los intereses extranjeros, y que trabajarían fuertemente para resolver la pobreza de la nación.

En su primer año, el gobierno tuvo un record de ingresos por el petróleo y el gas, continuó negociando preferencias arancelarias de Estados Unidos e hizo anuncios de planes de trabajo para aquellos más susceptibles al llamado de la inmigración. En las mentes de los actuales funcionarios del gobierno, la llave para combatir la pobreza en Bolivia es poder acceder a los mercados extranjeros. Dirigiéndose a las Naciones Unidas en septiembre de 2006, Evo Morales dijo:

Ustedes saben, especialmente acá en Norteamérica como también en Europa, hay mucha gente boliviana que se va en busca de trabajo, ¿por qué?, porque en esta coyuntura, en este momento no se generan fuentes de trabajo [en Bolivia]. Quisiera, y es el deseo que tenemos, en vez de que mis hermanas y hermanos lleguen a Europa, qué mejor que lleguen productos y no seres humanos. Creo que… si queremos resolver el tema de inmigración, [necesitamos] un comercio justo, un comercio de los pueblos para los pueblos, un comercio que resuelva el problema de fuentes de trabajo. 108

Pero tratar de detener la inmigración boliviana es como tratar de parar una ola en marea alta. Las políticas subyacentes que empujaron a cientos de miles de bolivianos a moverse a través de los océanos empezaron décadas atrás. Incluso las promesas de Morales de crear decenas de miles de nuevos empleos han hecho poco para detenerla.109

Mientras los bolivianos que desean quedarse en su país piden crecimiento económico, los que desean encontrar oportunidades en cualquier lugar del mundo tienen otros pedidos para su gobierno. Piden por acuerdos migratorios con los países ricos que les ayuden a entrar a otros países legalmente, y por ayuda de la embajada boliviana una vez que lleguen.

VI.Conclusiones

La historia de la migración boliviana está construida por miles de decisiones indi-viduales, miles de vidas individuales. Una mirada más cercana muestra tres hilos que atraviesan casi por todos ellos; la búsqueda de oportunidades, el valor de la familia y la demanda por justicia. Detrás de esos hilos está también la historia del cambio económico global que va mucho más allá de las decisiones individuales.

En Bolivia la gente hace lo que toda la gente del mundo hace. Miran su futuro, miden sus opciones y toman las mejores decisiones que puedan. Cada año, uno a uno, cientos de miles de bolivianos deciden que las condiciones eco-

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nómicas que enfrentan en sus hogares significan que su mejor opción es salir del país. Incluso los bolivianos que han pasado años consiguiendo sus títulos de universidad y postgrado, estableciendo sus carreras o negocios o han iniciado una nueva familia terminan decidiendo que su mejor posibilidad de éxito es de-jar todo esto atrás. Aunque esa posibilidad sea incierta para algunos, hay otros que empiezan desde abajo en una nueva tierra y hallan su camino; cuentan de restaurantes que tuvieron éxito, de carreras que prosperaron, de futuros que tenían nuevas promesas.

La búsqueda de oportunidades no trata sólo de individuos buscando éxito. Trata también acerca de la enorme diferencia de oportunidades entre naciones como Bolivia –plagadas de pobreza, desigualdad y desempleo– y los países que los inmigrantes eligen para quedarse. Los inmigrantes enfrentarán dificultades y privaciones en el camino a su nuevo destino. Pero la migración, en su mejor calidad, permite a gente común alrededor del mundo encontrar una nueva es-peranza en el exterior.

Las decisiones que toman los bolivianos para emigrar no son meramente expresiones de elección personal. Son una reacción a las fuerzas globales que los individuos involucrados no controlan. Muchos de los que dejaron Bolivia y se fueron al exterior se vieron afectados directa e indirectamente por el desastre económico de la privatización, el relajamiento de la protección laboral y otros fragmentos de la fórmula económica neoliberal que sus gobernantes adoptaron tan ansiosamente, bajo presión extranjera en los años 80 y 90. La emigración de Bolivia, y de muchos otros países en condiciones similares, es tan sólo una parte del cambio económico global, como lo es el movimiento global de capital y corporaciones.

También existe una paradoja familiar en la historia de la emigración boliviana. Para mantener a sus padres e hijos, tienen que dejarlos. Es un compromiso con la familia, un compromiso que circula profundamente en Bolivia, que empuja a los padres a cruzar las fronteras para financiar la colegiatura de sus hijos. Es un compromiso hacia la familia que envía a las madres a través de océanos con la esperanza de afianzar una mejor vida para sus familias. Es el compromiso que llena los aeropuertos bolivianos con lágrimas y rostros angustiados mientras la gente querida se despide sabiendo que pasarán años hasta volver a encontrarse.

Es fácil para algunos criticar las decisiones que padres y madres toman de dejar a sus hijos para trabajar en el exterior. La separación de padres e hijos trae consecuencias para la familia, la comunidad o el país. En el otro lado, es igual-mente fácil idealizarlos por el sacrificio que asumen por sus familias. Ninguno toma esta decisión a la ligera. Nada de esto hace que su decisión sea más fácil. Nada de esto disminuye el compromiso de un inmigrante con su familia o hace que un hijo sea menos importante para una madre o un padre.

La decisión de los bolivianos de partir, los arroja a la suerte de las políti-cas inmigratorias de otros países. Esas políticas precipitan a los bolivianos a

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enfrentarse a nuevos riesgos y en un territorio desconocido; deambulando por desiertos mexicanos, soportando condiciones infrahumanas de trabajo y viéndose forzados a poner su confianza en perfectos extraños. Miles de indocumentados bolivianos viven en temor, incluso cuando cortan vegetales en las cocinas de los restaurantes, trapean pisos en lujosas casas o construyen cimientos para nuevos puentes y rascacielos. Saben que sus nuevas vidas pueden acabarse en cualquier momento.

Las decisiones realizadas ahora por las naciones que reciben inmigrantes tendrán un profundo efecto sobre los relatos e historias de las personas. En un siglo más, la frontera méxico-estadounidense presentará historias tan prominen-tes como la de la isla Ellis, sobre cómo llegan a Estados Unidos las familias con hijos pequeños. Pero en vez de poesía sobre la bienvenida que los inmigrantes reciben, esos relatos tratarán sobre del miedo de poder entrar y del alivio que sintieron cuando finalmente recibieron sus documentos.

Las decisiones públicas que los gobiernos toman, deciden en última instancia cuánto dolor y sufrimiento tendrán que soportar estos inmigrantes en su camino a nuevos destinos. Cuando Simona y sus compañeros de trabajo contaron acerca de la explotación que enfrentaron –y cuando se unieron bolivianos a otros inmi-grantes en los pasillos del Capitolio de ee.uu. en abril de 2006– no se trataba sólo de exigir el fin de ese sufrimiento. Se trataba también de demandar el respeto que se merecen: un lugar en la mesa de negociación, una voz en las reglas que gobiernan sus vidas y la dignidad de ser tratados como seres humanos.

El debate acerca de la migración continuará cambiando, pero la migración misma está asegurada. La atracción a los puertos extranjeros es implacable, inevitable y eterna. Desde el principio de la historia de la humanidad –mucho antes de la economía global moderna– la fuerza real de la globalización siempre ha sido el movimiento de gente cruzando fronteras. Mucho después de que la economía actual que gobierna la vida de las personas se modifique y cambie, gente con recursos y opciones limitadas en casa decidirán irse con la esperanza de cambiar el destino de sus familias al emigrar a tierras extranjeras.

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312 desafiando la globalización

Notas

1 El tamaño estimado de las comunidades expatriadas de Bolivia varía grandemente de una fuente a otra. Para este capítulo, he usado la siguiente fuente: Alfonso Hinojosa, “Bolivia for export” (Bolivia para la exportación), Temas de debate, La Paz, Bolivia: Programa de In-vestigación Estratégica en Bolivia, noviembre 2006: p. 2.

2 Salvo anotación contraria, todas las referencias a Medardo Villarroel, Arminda Solíz, Julia García, Carlos Arrien, Leonardo Fernández, y Simona Velásquez en el Capítulo provienen de las siguientes fuentes:

Medardo Villarroel, entrevista con Aldo Cardoso, Barcelona, España, noviembre, 2006. Arminda Solíz, entrevista con Aldo Cardoso, Barcelona, España, noviembre, 2006. Julia García, entrevista con la autora, Arlington, Virginia, 29 de diciembre, 2006. Carlos Arrien, entrevista con la autora, Washington DC, 9 de noviembre, 2006. Leonardo Fernández, entrevista con Aldo Orellana López, Buenos Aires, 1 de diciembre,

2006. Simona Velásquez, entrevista con Aldo Orellana López, Buenos Aires, 3 de diciembre,

2006.3 Leonardo de la Torre Ávila, No llores, prenda, pronto volveré: Migración, movilidad social, herida

familiar y desarrollo, La Paz: Fundación PIEB, 2006: p. 33.4 Hinojosa, “Bolivia for export”: p. 2.5 Geneviève Cortés, Partir para quedarse, La Paz: IRD, IFEA, 2004: pp. 153, 155.6 Alejandro Grimson, “La migración boliviana en la Argentina,” Migrantes bolivianos en la

Argentina y los Estados Unidos, La Paz: Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2000: pp. 14-15.

7 Grimson, “La migración”: p. 15.8 Hinojosa, “Bolivia for export”: p. 2.9 de la Torre Ávila, No llores, pp. 70-71.10 Presidencia de la República de Bolivia, “Galería de Presidentes de la República de Bolivia,”

2007: http://www.presidencia.gov.bo/Presidentes_Bolivia/pr_Bolivia.htm.11 Herbert S. Klein, A Concise History of Bolivia (Una historia concisa de Bolivia), Nueva York:

Prensa de la Universidad de Cambridge, 2003: p. 213.12 de la Torre Ávila, No llores, p. 77.13 Ángel Jemio-Ergueta, “La Reforma Agraria de Bolivia,” Nueva Sociedad, Buenos Aires: ju-

lio–agosto, 1973: pp. 19-37.14 de la Torre Ávila, No llores, p. 77.15 Presidencia de la República de Bolivia, “Galería de Presidentes de la República de Bolivia.”16 Cortés, Partir, 154-155; Roberto Tenencia, “Familias bolivianas en la producción hortícola

de la provincia de Buenos Aires,” Migraciones transnacionales: Visiones de Norte y Sudamérica, La Paz: Centro de Estudios Fronterizos, 2004: pp. 203-206.

17 Klein, A Concise History of Bolivia, p. 245.18 Ibid.19 Cortés, Partir, p. 126.20 Cortés, Partir, p. 56; Monte Reel, “Bolivia’s Rural Women Are Remaking Cities, Lives,”

(Las mujeres rurales de Bolivia están rehaciendo las ciudades, vidas), The Washington Post, 6 de marzo, 2007: p. A01.

21 Ciudad de El Alto, “Reseña Histórica,”: http://www.ciudadelalto.org.bo/elalto.htm.22 Hinojosa, “Bolivia for export,” p. 2.23 Ibid.24 Fernando L. Solanas, Memoria del saqueo, Argentina: Cinesur S.A., 2004.25 Ibid.26 de la Torre Ávila, No llores, p. 132.

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313retratos del éxodo boliviano

27 de la Torre Ávila, No llores, p. 72; “Dos de cada tres bolivianos tienen parientes que viven fuera del país,” La Razón, 9 de abril, 2006.

28 Estudiante anónimo de secundaria, entrevista con la autora, Copacabana, Lago Titicaca, 1 de abril, 2007.

29 Hinojosa, “Bolivia for export”, 2; Marie Trigona, “Los trabajadores emigrantes bolivianos luchan contra el modelo neoliberal” “Bolivian Migrant Workers Fight Neoliberal Fashion,” Dollars and Sense, enero 2007: p. 28.

30 Mae Ngai, “How Grandma Got Legal” (Cómo la abuela se volvió legal), Los Angeles Times,16 de mayo, 2006.

31 Julia García, entrevista con la autora, Arlington, Virginia, 29 de diciembre, 2006.32 de la Torre Ávila, No llores, p. 80; Cortés, Partir, p. 158.33 de la Torre Ávila, No llores, p. 33; Instituto Nacional de Estadística de Bolivia, “Bolivia:

Población Total Proyectada, Según Ciudades de 10.000 Habitantes y Más, 2005-2010,”: http://www.ine.gov.bo/cgi-bin/piwdie1xx.exe/TIPO.

34 Arminda Solíz, entrevista con Aldo Cardoso, Barcelona, noviembre, 2006.35 Hinojosa, “Bolivia for export”, p. 3.36 Pilar Marrero, “Immigration Shift: Many Latin Americans Choosing Spain Over U.S.”

(Cambio en la inmigración: muchos latinoamericanos eligen España en vez de EE.UU.), Servicio de Noticias del Pacífico, 9 de diciembre, 2004.

37 Hinojosa, “Bolivia for export,” p. 2.38 Ibid.39 Bendicen & Associates, “Encuesta de Opinión Pública de Receptores de Remesas en Bolivia,”

Santa Cruz: MIF FOMIN, 5 de octubre, 2005: p. 40.40 Cynthia, entrevista con la autora, Cochabamba, 21 de marzo, 2007.41 de la Torre Ávila, No llores, p. 45.42 Preámbulo de la Constitución de Argentina. Para el texto entero, ver: Honorable Senado de

la Nación, “Constitución Nacional, Preámbulo,”: www.senado.gov.ar/web/interes/constitu-cion/preambulo.php.

43 Grimson, “La migración”, p. 31.44 Grimson, “La migración”, pp. 14, 17; Cortés, Partir, pp. 155-156.45 Plan Nacional de Normalización Documentaria Migratoria, “Importancia,”: http://www.

patriagrande.gov.ar/html/importancia.htm.46 Grimson, “La migración”, pp. 17, 13; Cortés, Partir, p. 156.47 Grimson, “La migración”, pp. 26-28.48 Plan Nacional de Normalización Documentaria Migratoria, “Guía para Migrantes del

MERCOSUR y Estados Asociados,”: http://www.patriagrande.gov.ar/html/doc_mercosur.htm; “Gobierno quiere legalizar gratis a los emigrantes,” La Prensa, 11 de abril, 2006.

49 Nedra Pickler, “Bush Says Deportation ‘Ain’t Gonna Work’ ” (Bush dice que la deportación ‘no funcionará’), The Associated Press, 8 de junio, 2006.

50 Citación fidedigna de Julia García, entrevista con la autora, Arlington, Virginia, 29 de di-ciembre, 2006.

51 Ngai, “How Grandma Got Legal.”52 Ibid.53 Ibid.54 de la Torre Ávila, No llores, pp. 80-81. 55 de la Torre Ávila, No llores, pp. 84-85.56 Relato contado por Julia García, entrevista con la autora, Arlington, Virginia, 29 de diciembre,

2006.57 Dan Balz and Darryl Fears, ‘We Decided Not to Be Invisible Anymore’; Pro-Immigration

Rallies Are Held Across Country” (Decidimos ya no ser más invisibles; Manifestaciones pro inmigración se realizan por todo el país), The Washington Post, 11 de abril, 2006.

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314 desafiando la globalización

58 Evo Morales dijo “necesitamos socios, no patrones”, cuando se dirigió a la Asamblea de las Naciones Unidas, el 19 de septiembre de 2006. Para el texto completo, ver: http://abi.bo/index.php?i=enlace&j=documentos/discursos/200609/19.09.06DiscurNNUU.html.

59 Giles Tremlett, “Spain attracts record levels of immigrants seeking jobs and sun” (España atrae inmigrantes a niveles récord en busca de trabajos y sol), The Guardián, 26 julio, 2006; Pilar Marrero, “Immigration Shift”: Many Latin Americans Chosing Spain over U.S.”, Pacific News Service, 9 de diciembre, 2004.

60 Paul Anderson, “Stopping the new Spanish armadas” (Deteniendo la nueva armada española), BBC News, 22 de junio, 2002.

61 Giles Tremlett, “Spain attracts record levels”.62 Eduardo García, “European immigration plans spark Bolivian exodus” (Los planes europeos

encienden éxodo boliviano), Reuters, 7 de noviembre, 2006.63 Rickard Sandell, “Spain’s Immigration Experience: Lessons to be Learned from Looking

at the Statistics” (“La experiencia de inmigración de España: lecciones aprendidas de las estadísticas), Real Instituto de Estudios Internacionales y Estratégicos, 12 de enero, 2006: http://www.realinstitutoelcano.org/documentos/277.asp.

64 Katiuska Vásquez “Dos países piden frenar la migración,” Los Tiempos (4 de agosto de 2006); “España tendrá que pedir visa a los bolivianos,” La Razón (8 de agosto, de 2006).

65 “Mas de 30 mil bolivianos viajaron a España en los últimos dos meses,” Opinión, 8 de enero, 2007.

66 Eduardo García, “European immigration plans spark Bolivian exodus,” Reuters, 7 de no-viembre, 2006.

67 Relato contado por Julia García, entrevista con la autora, Arlington, Virginia, 29 de diciembre, 2006.

68 Arturo Sezano, entrevista con la autora, Merrifield, Virginia, 4 de enero, 2007. 69 U.S. Department of State Bureau of Consular Affairs, “Visa Statistics” (estadísticas de visas):

http://travel.state.gov/visa/frvi/statistics/statistics_1476.html; New American Opportunity Campaign, “Immigration Basics: Family-Sponsored Immigration” (Información básica de inmigración: inmigración familiar), accedido en enero 2005: http://www.cirnow.org/con-tent/en/basics_family.htm.

70 Aldo Orellana López, entrevista con la autora, Cochabamba, 22 de febrero, 2007.71 El proceso de la entrevista para conseguir la visa a EE.UU. es tan notorio en Bolivia que Juan

Carlos Valdivia, un cineasta boliviano, la usó como la base de su película de 2004, American Visa.

72 Boliviano anónimo, conversación con la autora, Cochabamba, 14 de abril, 2007.73 U.S. Department of State Bureau of Consular Affairs, “Visa Statistics.” 74 Katiuska Vásquez, “Llega la visa: las agencias multiplican sus anzuelos,” Los Tiempos, 28 de

enero, 2007; José Andrés Sánchez, “La gran estafa: Cómo el sueño migratorio muere antes del viaje,” El Deber, 7 de enero, 2007.

75 Eduardo García, “European Immigration Plans”; “Spain dream ends for hundreds of Bo-livians” (Planes europeos para la inmigración; El sueño de España termina para cientos de bolivianos), Reuters, 31 de marzo, 2007.

76 “Retienen en aeropuerto de Madrid a 200 bolivianos,” Los Tiempos, 7 de febrero, 2007; “Cada mes ingresan cerca de 15 mil bolivianos a España,” La Razón, 31 de octubre, 2006.

77 Julia García, entrevista con la autora, Arlington, Virginia, 29 de diciembre, 2006.78 de la Torre Ávila, No llores, p. 84.79 Julia García, entrevista con la autora, Arlington, Virginia, 29 de diciembre, 2006.80 “Deporting the Undocumented: A Cost Assessment” (Deportar a los indocumentados:

una evaluación de costos), Washington DC: Center for American Progress (Centro para el Progreso Americano), 2005: http://www.americanprogress.org/issues/2005/07/b913099.html.

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315retratos del éxodo boliviano

81 Néstor Kirchner, de un discurso sobre el Plan Nacional de Normalización Migratoria, Buenos Aires 14 de diciembre, 2005.

82 Aldo Cardoso, entrevista telefónica con la autora, Barcelona, 12 de marzo, 2007.83 New American Opportunity Campaign, “Immigration Basics: Naturalization” (Información

básica de inmigración: naturalización), enero 2005: http://www.cirnow.org/content/en/ba-sics_naturalization.htm.

84 Hinojosa, “Bolivia for export”, p. 3.85 “Wage Theft: How Maryland Fails to Protect the Rights of Low-Wage Workers” (Robo de

salarios: cómo Maryland falla en proteger los derechos de trabajadores con salarios bajos), Silver Spring, MD: CASA of Maryland, EEUU, 2007: p. 7.

86 Trigona, “Bolivian Migrant Workers”, pp. 28-29.87 Dr. Emma Violand Sánchez, entrevista con la autora, Virginia, 20 de diciembre, 2006.88 Otilia Huayta, entrevista con la autora, Upper Marlboro, Maryland, 22 de diciembre,

2006.89 Fredy Campos, entrevista con Aldo Cardoso, Barcelona, noviembre, 2006.90 Wilder Araníbar, entrevista con la autora, Arlington, Virginia, 28 de octubre, 2006.91 de la Torre Ávila, No llores, pp. 101-102.92 Grimson, “La migración”, p. 33; Emma Violand Sánchez, entrevista con la autora, Arlington,

Virginia, 20 de diciembre, 2006.93 Julia García, entrevista con la autora, Arlington, Virginia, 29 de diciembre, 2006.94 “La migración de la madre causa más casos de abuso,” La Razón, 7 de marzo, 2007.95 Red Ada boletín, Cochabamba, 6 de junio, 2006.96 Vanesa Gonzáles Martínez, conversación informal con la autora, mayo, 2005.97 Madre de un emigrante boliviano, entrevista con la autora en el consulado boliviano, Was-

hington DC, 5 de enero, 2007.98 “Las remesas de los migrantes latinos alcanzaran este año a $US 60 millones,” Opinión, 19

de octubre, 2006.99 “Más de 30 mil bolivianos viajaron a España en los últimos dos meses,” Opinión, 8 de enero,

2007.100 Bendicen & Associates, “Encuesta de opinión pública,” p. 27.101 de la Torre Ávila, No llores, p. 159.102 “Las remesas,” Opinión, 19 de octubre, 2006.103 Vanesa Gonzáles Martínez, conversación informal con la autora, marzo, 2007.104 Nick Miroff, “Los trabajos de los inmigrantes desaparecen con la reducción de ventas de

casas” (Immigrants’ Jobs Vanish With Housing Slowdown), The Washington Post, 27 de diciembre, 2006: p. A13.

105 Ximena Moscoso, entrevista con la autora, Cochabamba, 13 de enero, 2007.106 Daniela Rivero, entrevista con la autora, Cochabamba, 13 de enero, 2007.107 Evo Morales, discurso inaugural en Tiwanaku, Tiwanaku, 21 de enero, 2006. Para el texto

completo, ver: http://www.barrioflores.net/weblog/archives/2006/01/index.html.108 Evo Morales, “Necesitamos socios, no patrones”. 109 Gustavo Ondarza, “El plan laboral no frena el éxodo,” El Deber, 8 de octubre, 2006.

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Este libro se inició con una pregunta: ¿Qué es globalización? Ahora termina con otra: ¿Qué es lo que Bolivia y sus experiencias nos enseñan acerca de conseguir que la globalización se convierta en una fuerza que logre justicia y equidad, en vez de una receta para la explotación y el abuso?

Teoría versus realidad

Una lección que Bolivia nos enseña trata sobre la ancha brecha existente entre teoría y realidad. Por un lado, mucha de la fuerza detrás de la economía glo-balizada proviene de las reglas no escritas del libre mercado. El capital fluye donde puede obtener mayor ganancia. Los trabajadores se dirigen a tierras donde pueden ganar mejores jornales. Las naciones intercambian bienes porque los compradores y vendedores se benefician. Pero la globalización económica también está formada dramáticamente por otras reglas que están escritas y que son materia de elección y no de destino. Creadas para ser cumplidas por extraordinariamente pocas personas e instituciones, esas reglas globales se ba-san en una serie de teorías de cómo funciona el mundo. Durante dos décadas, Bolivia ha sido un laboratorio de pruebas para esas teorías y el experimento no ha funcionado bien.

Vez tras vez, las instituciones globales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (fmi), aconsejaron y obligaron a que Bolivia ponga sus teorías en práctica. Uno tras otro, dirigidos por una pequeña y próspera elite nacional, adoptó los reglamentos al por mayor motivado tanto por ideología como por intereses propios. Privatizaron los sistemas de agua públicos y las valiosas reservas de petróleo y gas de la nación, en manos de corporaciones extranjeras.

ConclusionesLo que Bolivia nos enseña

Jim Shultz

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También vendieron las empresas estatales a compañías extranjeras. Recortaron el gasto público y elevaron los impuestos para poder pagar la deuda externa.

Y una y otra vez las teorías fracasaron en dar lo prometido. La privatiza-ción del agua elevó las tarifas por las nubes y puso precio a uno de los recursos esenciales para la vida que está fuera del alcance de mucha gente. La entrega del control del gas y el petróleo boliviano a corporaciones extranjeras nunca produjo los ingresos y fuentes de trabajo que los teóricos prometieron, pero sí causó un desastre medioambiental. Las exigencias del fmi de que Bolivia alcance una dis-ciplina fiscal presupuestaria se tradujeron en nuevos impuestos dirigidos a la clase trabajadora pobre y en una rebelión que dejó 34 muertos. El desajuste económico ayudó a disparar el éxodo de cientos de miles de emigrantes al exterior.

En Bolivia, la brecha entre la teoría de la globalización y la realidad de la globalización nunca pudo ser más grande. A medida que las teorías fracasaban y las protestas aumentaban, los arquitectos extranjeros tenían una respuesta lista. Sólo que Bolivia aplicó mal las teorías. La mala aplicación se convirtió en la nueva teoría.

Esta lección de Bolivia no se refiere a complejidades económicas sino a la naturaleza humana. Los economistas y los que elaboran las políticas a un hemis-ferio de distancia, decidieron que sabían lo que era mejor para Bolivia, más que sus propios habitantes. Una gran cantidad de bolivianos, sin embargo, pensaba de otro modo. Creían que entregar el control de su agua y gas a corporaciones extranjeras era una mala idea. Entendieron que estaba mal cargar impuestos a la gente con los sueldos más bajos para pagar la deuda externa que beneficiaba principalmente a los pudientes. Sabían de estas cosas no por teoría sino por experiencia propia. Los bolivianos, y muchos de sus vecinos sudamericanos, han rechazado las políticas importadas desde Washington no por ideología sino porque fracasaron a un nivel netamente práctico.

Los funcionarios de las instituciones financieras internacionales no se despiertan cada mañana preguntándose “¿qué puedo hacer hoy para hacer más difícil la vida a los pobres?” En realidad, el problema tiene dos facetas. Prime-ro, incluso si los que redactan las políticas actúan de buena fe, navegan en un mundo de teoría y supuestos que con frecuencia tienen poca relación con la verdadera manera en que las cosas funcionan en el terreno mismo. Segundo, no tienen la más mínima responsabilidad ante la gente cuyas vidas perjudican de un modo tan dramático. También es un hecho que esas instituciones sirven, no coincidentemente, a los intereses económicos y corporativos de las naciones ricas que las controlan. La democracia trata fundamentalmente sobre la gente afectada por decisiones políticas de carácter público, que tienen la capacidad de escoger a quienes toman dichas decisiones e influir en sus acciones. Según esa medida, es difícil imaginar un sistema menos democrático que la influencia que detenta el Banco Mundial, el fmi y otras instituciones semejantes en naciones como Bolivia.

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319conclusiones

En Bolivia existe también una versión casera referente a esa brecha entre la teoría y la realidad; la brecha entre lo que los críticos de la globalización buscan crear y lo difícil que es aplicar en realidad dicha creación. Si bien los habitantes de Cochabamba ganaron la mundialmente conocida Guerra del Agua, todavía están muy lejos de lograr las promesas de la revuelta; la empresa pública de aguas que recuperaron sigue siendo ineficiente y mal administrada. El presiden-te Morales se embarcó en un paso histórico con su decreto de ‘nacionalizar’ la industria boliviana de gas y petróleo privatizada, pero su gobierno está plagado por falta de conocimientos especializados y recursos que hagan de esa promesa una realidad.

Los bolivianos han sido valientes y estimulantes en sus declaraciones de lo que no quieren. Pero todavía están luchando por crear las políticas e instituciones que puedan edificar el país que sí quieren. La gobernabilidad y la administración pública requieren de capacidades muy diferentes a la protesta, e incluso la más gloriosa visión sobre las políticas públicas necesita concretarse con especial dedicación. La nueva mayoría política boliviana todavía combate por concretar sus visones políticas. Esto también es parcialmente fruto de las reformas conce-bidas en el exterior. Dos décadas desmantelando empresas públicas y asignando el mando a economistas conservadores y extranjeros, ha dejado poco espacio a otros para que logren la experiencia que necesitan para gobernar.

Oportunidades, pero ¿para quién?

Uno de los principales argumentos a favor de la globalización económica es su potencial de abrir nuevas oportunidades para los habitantes alrededor del mundo. Los trabajadores encuentran nuevos mercados para sus productos, los consumidores acceden a bienes más baratos y los inversionistas encuentran nuevas oportunidades para beneficiarse económicamente. Sin embargo, la experiencia boliviana con la globalización alimenta muchas preguntas: ¿para quiénes son las oportunidades y a qué costo?

Viendo los resultados de dos décadas de baile boliviano con el neolibera-lismo, queda en claro que los mayores beneficiados económicamente han sido las grandes corporaciones extranjeras que han utilizado las nuevas reglas para obtener lucrativas ganancias a expensas de la nación. A las empresas petroleras extranjeras, por ejemplo, se les dio el control de una industria estatal gasífera y petrolífera que vale miles de millones de dólares sin tener que pagar un centavo al tesoro boliviano por aquellos activos. También dentro de los grandes beneficiados se encuentran los funcionarios del gobierno boliviano que elaboraron las nuevas reglas y que, no es casual, se beneficiaron de ellas personalmente. Los líderes que ayudaron a enterrar a la nación en la deuda externa también se beneficiaron generosamente de los préstamos. El presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, quien dirigió la privatización de los oleoductos y gasoductos bolivianos a favor de

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las transnacionales Enron y Shell, también cosechó grandes frutos personales al beneficiarse de un acuerdo secundario por el cual se construyó una ramificación del ducto directamente hasta una mina de oro de su propiedad.

Otros favorecidos por la globalización boliviana también incluyen a los fun-cionarios públicos que se convirtieron en empleados de instituciones extranjeras, entre ellos fiscales ‘antidroga’ pagados por la Embajada de Estados Unidos y los cientos de funcionarios gubernamentales que recibieron salarios especiales, llamados ‘pluses’ de parte del Banco Mundial, del fmi y de otras partes. Su provecho personal se dio a expensas de la soberanía de su país.

Por otro lado, ¿quién ha perdido económicamente en Bolivia bajo las nue-vas reglas de la globalización? Aquellos que dependen de los servicios públicos –educación, salud y otros básicos– han perdido porque los acuerdos privatiza-dores con compañías extranjeras disminuyeron los recursos disponibles para el tesoro público. De la noche a la mañana, decenas de miles perdieron sus puestos de trabajo por la venta de las empresas estatales. El medioambiente boliviano también se ha visto afectado por la destrucción causada por empresas extranjeras que no han sido reguladas por el gobierno de Bolivia.

En resumen, la experiencia boliviana subraya un grave problema a nivel mundial con el nuevo orden económico global. Para quienes tienen acceso al poder, a la educación formal y al capital, sí existen nuevas ventajas. Algunas de esas oportunidades son genuinas y honestas como las que tuvo la mujer de Cochabamba que ascendió por sí misma en la industria aseguradora internacio-nal. Otras nuevas oportunidades no son tan benignas. Más importante aún, las experiencias bolivianas nos muestran que las oportunidades de la globalización siguen fluyendo mayormente a quienes sostienen las tradicionales llaves del pri-vilegio. Si la globalización ha de incrementar la equidad en vez de la disparidad, las reglas del juego tendrán que ser muy distintas a las que han imperado en Bolivia durante las dos últimas décadas.

El desafío boliviano: un tipo de globalización diferente

Bolivia no está diciendo “no” a su integración en la economía global. Busca mercados externos para su gas y petróleo, conforma con sus vecinos ‘acuerdos comerciales de los pueblos’ y corteja a los inversionistas extranjeros. Bolivia está diciendo ‘sí’ a la globalización, pero la desafía a ser algo diferente.

Uno de los desafíos a la globalización que Bolivia propone es que sea justa en lugar de explotadora. Está exigiendo un precio razonable para sus ricas re-servas de gas y la oportunidad de ser dueña de ese gas y poder industrializarlo para crear fuentes de trabajo y mejores oportunidades locales. Está buscando un acceso justo a los mercados estadounidenses para sus textiles y otros productos. Está buscando aliviarse de la deuda externa y de su dependencia. Reconfigurar la globalización en algo más equitativo implica cambios a todo nivel; desde cambios

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en las leyes comerciales hasta la creación de microempresas que puedan acceder a nichos de mercado para las manufacturas, del mismo modo que los tejedores de Chuñu Chuñuni han hecho con sus creaciones textiles.

Bolivia también está desafiando el asalto de la globalización a su soberanía nacional. Los ciudadanos estadounidenses, por ejemplo, jamás aceptarían inter-ferencia extranjera en su debate nacional referente a los servicios de salud privada versus los públicos. En Bolivia, similares debates sobre servicios públicos versus privados en asuntos como el agua y el gas, les fueron quitados de manos bolivia-nas por medio de las condiciones de ayuda impuestas por el Banco Mundial y el fmi. Al evitar préstamos del fmi, anular los bonos que Estados Unidos entrega a los fiscales antidroga y al delinear su propio camino económico y político, Bolivia también está exigiendo una modalidad de integración global que deje intacta su soberanía.

Finalmente, Bolivia ofrece una lección sobre el potencial de la globalización que no trata sobre la economía; se refiere al poder de la democracia popular. La historia social de los países desarrollados durante el último siglo está llena de esfuerzos dirigidos a crear movimientos e instituciones democráticas que pue-dan ocuparse de los límites y excesos de un mercado fuera de control; desde las protecciones laborales hasta las salvaguardas medioambientales. Hoy en día los mercados son globales y la democracia ciudadana está poniéndose al día.

En sus conflictos con corporaciones y gobiernos extranjeros, los activistas bolivianos han construido redes de solidaridad y apoyo que tienen alcance mundial y son poderosas. Las trabajadoras del hogar se han organizado interna-cionalmente. La condonación de la deuda externa fue producto de un esfuerzo global. La victoria de Cochabamba sobre el reclamo de la compañía Bechtel, por $us 50 millones por compensaciones resultantes de la Guerra del Agua, se ganó gracias a una coalición de más de 300 organizaciones en 43 países. Bolivia nos ha demostrado, de modo contundente, cómo hacer del activismo un asunto global, creando intercambios, redes y un entendimiento que tiene impacto mundial.

A través de todos esos desafíos –económicos, culturales y políticos– Bolivia está resistiendo aquel aspecto de la globalización que pone en conflicto no sólo a las naciones sino también a los individuos: el impulso hacia el conformismo global. Como nos dice la Enciclopedia Británica, la globalización incluye un implacable aliento a que “la experiencia de vida diaria esté estandarizada alre-dedor del mundo”. Enfrentada a ese arrastre hacia la conformidad, el desafío de Bolivia se hace eco de un contramovimiento mundial que quiere mantener únicas a nuestras nacionalidades e individualidades.

También existe un eco de la historia de David versus Goliat en los relatos del desafío boliviano a la globalización. Aquí, una y otra vez, la gente humilde ha retado a los gigantes del mundo y ha ganado, incluso, en algunos casos, con honda en mano. ¿Qué es lo que ha llevado a los bolivianos a embarcarse en tales luchas?

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322 desafiando la globalización

Escuché la respuesta a esa pregunta, un día que estuve parado en una ladera ventosa de Cochabamba. Un muchacho de 15 años de edad me contó cómo se convirtió en activista político, decisión que lo llevaría a ser un joven ‘soldado del agua’ en la Guerra del Agua de Cochabamba.

Recuerdo que un día mi mamá me mandó a la tienda a que compre un boliviano de pan. Pero me dijo que no tenía dinero y que le pidiese al tendero si pudiésemos pagar después. Pensé para mí mismo, “mi madre trabaja tan duro y aún así tenemos que prestarnos un boliviano para comprar pan.” Fue entonces que me di cuenta que algo no andaba bien.

Durante dos décadas, los gobiernos e instituciones extranjeras le han dicho a Bolivia lo que tenía que hacer para poder prosperar en un mundo globalizan-te. Los llamados expertos tenían las respuestas. Los bolivianos que han vivido esa experiencia de primera mano, han llegado a la misma conclusión que aquel muchacho en la ladera; que algo está mal. Han luchado con gran coraje por un futuro muy distinto al que otros les han recetado, un futuro diseñado por ellos mismos.

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ElCentroparalaDemocracia

Fundado en San Francisco, ee.uu. en 1992, El Centro para la Democracia trabaja a nivel internacional para el mejoramiento de la justicia social a través de una combinación de investigaciones y reportajes, entrenando a personas en las capacidades del apoyo público y organizando campañas internacionales realizadas por la ciudadanía. Por medio de todos esos esfuerzos, el Centro trabaja para la formación global de ciudadanos que entiendan los asuntos de interés público y que tengan la capacidad de tomar medidas de acción a nivel público. Nuestra labor pone particular énfasis en la globalización de la economía y en el movimiento global por la democracia y la justicia.

Editoresyautores:

Jim Shultz: Director ejecutivo del Centro para la Democracia. Graduado de la Universidad de California en Berkley y de la Universidad de Harvard. Es autor de dos libros; el más recientemente galardonado, Democracy Owner’s Manual (Manual del demócrata), publicado por Rutgers University Press en 2002. Sus escritos sobre temas globales han sido publicados en revistas y periódicos a lo largo y ancho de Estados Unidos, Canadá e Inglaterra. Sus reportajes acerca de la Guerra del Agua de Cochabamba, Bolivia, en el año 2000, en el lugar de los hechos, ganaron honores de Project Censor. Jim ha vivido en Bolivia durante diez años.

Melissa Crane Draper: Obtuvo su maestría en Relaciones Internacionales en la Universidad Johns Hopkins (sais) en Washington, concentrándose en temas de desarrollo y género. Licenciada por el Dartmouth College, trabajó durante

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dos años con mujeres de organizaciones de base en Bolivia y también en la zona rural de Maharashtra, India. Regresó a Bolivia en 2005 con una beca de la Fundación Earhart a efectos de trabajar en temas de género y de globalización, en coordinación con El Centro para la Democracia. Melissa ha vivido más de cuatro años en Bolivia.

Autores:

Nick Buxton: Oriundo de Inglaterra. Ocupó el cargo de gerente de comunicacio-nes en la campaña del Jubileo 2000 en contra de la deuda externa y ha publicado una serie de artículos sobre los éxitos y las limitaciones de este histórico movi-miento global. También ha trabajado con la Fundación Solón, una institución boliviana que realiza investigaciones, promueve eventos culturales y publica artículos sobre temas de libre comercio, agua y género.

Gretchen Gordon: Cursa una maestría en Estudios Latinoamericanos en la Universidad de California en Berkley. Como anterior directora de la Citizen´s Trade Campaign (Campaña Ciudadana de Comercio), de Washington dc, ha realizado investigaciones y escribe extensamente sobre América Latina y acerca de la globalización. Su trabajo ha sido publicado por el Pacific News Service (Servicio Noticioso del Pacífico), The New Internationalist (El Nuevo Internacionalista), Dollars and Sense (Dólares y Sentido-Centavos) y otros. Ha trabajado también en la defensa de temas relacionados a la globalización y al comercio durante siete años.

Cristina Haglund: Ha hecho de Latinoamérica su hogar durante cinco años, iniciándose como voluntaria del Cuerpo de Paz en Paraguay. Además de su trabajo de investigación sobre el derrame de petróleo de las compañías Enron-Shell en Bolivia con El Centro para la Democracia, se dedica a la fotografía y participa en proyectos relacionados a la educación rural y urbana, salud y a los derechos del ciudadano.

Aaron Luoma: Obtuvo su maestría en el School for Internacional Training (Escuela de Entrenamiento Internacional) de Vermont, ee.uu. y ha vivido en Cochabamba esporádicamente desde 2002. Mientras ha vivido la mayor parte de los últimos 15 años en el exterior se ha dedicado a la enseñanza y a la coor-dinación de programas de intercambio cultural. También ha trabajado dos años con inmigrantes en El Paso, Texas, frontera de Estados Unidos y México.

Lily Whitesell: Llegó inicialmente a Bolivia en 2003 como estudiante por medio del School for Internacional Training (Escuela de Entrenamiento Interna-cional), tiempo que empleó para estudiar la sociopolítica del urbanismo en Co-chabamba. Antes de regresar a El Centro para la Democracia en 2007, organizó campañas para lograr jornales de subsistencia y derechos de los inmigrantes en el área de Washington dc. También ha trabajado para organizaciones culturales y de solidaridad en la comunidad boliviana de Arlington, Virginia, ee.uu. Ha

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vivido en Bolivia durante tres años y es egresada titulada en Antropología de la Universidad de Virginia, ee.uu.

Colaboradores:

Carol Conzelman: Obtuvo su Doctorado en Filosofía, en antropología cultural, en la Universidad de Colorado, en Boulder, Colorado, ee.uu. En calidad de becaria de la Fulbright, dirigió un trabajo de campo en etnografía en los Andes bolivianos durante los años 2003 y 2004, estudiando asuntos de democracia y desarrollo en una zona de cultivos legales de coca. Examinó prácticas demo-cráticas de municipios y comunidades, desarrollo rural, turismo de aventura y el impacto de la ‘guerra antidroga’ aplicada por Estados Unidos. También es profesora universitaria en antropología, en temas referentes a la globalización, el desarrollo y la democracia.

Caitlin Esch: Es graduada de la Universidad George Washington en Was-hington, y ha pasado año y medio viviendo y escribiendo en América del Sur, particularmente en Argentina y Bolivia. Durante 2006 actuó como editora de la revista ¡Jallalla! de El Centro para la Democracia en Cochabamba, Bolivia.

Linda Farthing: Es escritora, educadora y activista, y ha trabajado acerca de Bolivia durante 25 años, ocho de los cuales ha vivido en ella. Tiene amplia experiencia en desarrollo de comunidades de base tanto en Bolivia como en Nepal. Ha escrito y producido más de 50 artículos y reportajes radiales sobre Bolivia; recientemente ha publicando junto a Ben Kohl El bumerán boliviano: Hegemonía neoliberal y resistencia social (Impasse in Bolivia: Neoliberal Hegemony and Popular Resistance), publicado por Plural editores, La Paz, 2007 y por Zed Books, Londres, 2006.

Roberto Fernández Terán: Es catedrático en la Universidad Mayor de San Si-món de Cochabamba, Bolivia. Ha escrito ampliamente sobre temas relacionados a las experiencias bolivianas con políticas económicas del exterior, incluyendo su libro, fmi, Banco Mundial y Estado neocolonial, publicado por Plural editores en 2003.

Leny Olivera Rojas: Es titulada de la Universidad Mayor de San Simón de Cochabamba, Bolivia. Durante más de cinco años ha sido activista en organi-zaciones juveniles vinculadas a movimientos sociales, en particular en temas relacionados a los recursos naturales, medioambiente y cultura. Ha tenido un rol activo en intercambios interculturales en torno a la educación popular en Bolivia, Suecia y Tanzania. Actualmente, es coordinadora de proyectos y encargada del área informática del Centro para la Democracia.

Marcela Olivera: Egresada de la Universidad Católica de Cochabamba, Bo-livia, durante cuatro años ocupó el cargo clave de Enlace en la Coordinadora para la Defensa del Agua y de la Vida en Cochabamba. El 2004 trabajó en Public Citizen (Ciudadano Público) apoyando la consolidación de una red interamericana

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de organizaciones que trabajan el tema del agua (Red vida). Actualmente es la coordinadora latinoamericana del programa Water for All de Food and Water Watch, una organización con sede en Washington dc.

Aldo Orellana López: Es un activista boliviano vinculado a organizaciones sociales que trabajan asuntos inherentes a la realidad nacional, recursos naturales y medio ambiente. También realiza reportajes para algunos medios de comuni-cación independientes de Bolivia y del exterior. Es investigador en El Centro para la Democracia y estudia economía en la Universidad Mayor de San Simón de Cochabamba.

Coletta A. Youngers: Es consultora independiente y fellow de la Washington Office on Latin America (Oficina de Washington para América Latina) y ha reali-zado seguimiento al desarrollo de los acontecimientos en Bolivia durante veinte años. Es coeditora de Drugs and Democracy in Latin America: The Impact of us Policy (Drogas y democracia en América Latina: El impacto de las políticas de Estados Unidos) publicado por Lynme Rienner, Publishers, en 2005. Es autora de Violencia, política y sociedad civil en el Perú: Historia de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos, publicado por el Instituto de Estudios Peruanos, en 2003, y de numerosos capítulos en libros sobre las políticas estadounidenses de control internacional de drogas.