dean r. koontz - hogueras espectrales

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    Hoguerasespectrales.Dean R. Koontz

    1.

    Conmocin.

    La claridad se desplomaba del aire, casi tan tangible como la lluvia.Acariciaba con sus rizos las ventanas y formaba pintorescos charcos en loscaps y maleteros de los coches aparcados; imparta un brillo hmedo a lashojas de los rboles y al cromo del bullicioso trfico que llenaba la calle.En todas las superficies se reflejaba en miniatura el sol californiano y elcentro de Santa Ana estaba inundado por la luz clara de una maana de finde junio.Cuando Rachael Leben cruz la puerta del vestbulo del edificio comercialy sali a la calle tuvo la sensacin de que el sol veraniego que le acariciaba

    los desnudos brazos era agua caliente. Cerr los ojos y levantmomentneamente el rostro hacia el cielo, absorbiendo el esplendor,deleitndose.-Ests ah sonriendo, como si esto fuera lo mejor que te ha ocurrido en tuvida -le dijo Eric de mala gana, al salir tras ella del edificio y ver cmodisfrutaba del calorcillo veraniego.

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    -Estabas impaciente por librarte de m. Te habras cortado un maldito brazopor lograrlo. Y se supone que debo celebrar mi humillacin?-Para m es una cuestin de principios no aceptar ms de lo que...-Principios, una mierda.-Eric, sabes que no sera capaz...-Todo el mundo me mirar pensando: Vlgame Dios, fjate en loinsufrible que debe de ser ese individuo, como para que su mujer hayasacrificado doce millones y medio para deshacerse de l!-No pienso revelarle a nadie el acuerdo al que hemos llegado -dijo Rachael.-Mierda.-Si crees que te criticar o hablar mal de ti, me conoces menos de lo quesupona.Eric, doce aos mayor que ella, tena treinta y cinco aos y cuatro millonescuando contrajeron matrimonio. Ahora, a los cuarenta y dos, su fortuna

    alcanzaba los treinta millones y bajo cualquier interpretacin de la ley deCalifornia a ella le correspondan trece millones al divorciarse: la mitad dela riqueza acumulada durante su matrimonio. No obstante, quisocontentarse con su deportivo rojo, un Mercedes 560 SL, quinientos mildlares y ninguna pensin, lo que supona aproximadamente unaveintiseisava parte de lo que tena derecho a exigir. Haba calculado quecon esto dispondra del tiempo y recursos necesarios para decidir lo quehara el resto de su vida y financiar el proyecto que finalmente elaborara.-No me cas contigo por tu dinero -dijo Rachael en voz baja, consciente deque llamaban la atencin de los transentes que circulaban por la soleadacalle.-Quin sabe -replic Eric, agria e irracionalmente.A pesar de sus atractivas facciones, su rostro era ahora desagradable. La iralo haba convertido en una fea mscara, repleta de profundos y duros surcosverticales.Rachael hablaba apaciblemente, sin rencor, sin ninguna intencin dehumillarle ni agredirle. Sencillamente haban terminado. No senta ningnodio, slo un ligero remordimiento.-Y ahora que por fin todo ha acabado, no espero ser mantenida a lo grande

    y con todo lujo durante el resto de mis das. No quiero tus millones. Hassido t quien los ha ganado, no yo. Tu genio, tu voluntad frrea, las horasinterminables que has pasado en el despacho y en el laboratorio. T hassido quien lo ha construido todo, t y slo t, y nicamente a ti tecorresponde quedarte con lo que has construido. Eres un hombreimportante, Eric, incluso puede que seas una gran personalidad en tu

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    campo, mientras que yo soy slo yo, Rachael, y no pretendo haber tenidonada que ver con tu xito.Su rostro se le frunci an ms al or sus halagos. Estaba acostumbrado adesempear el papel dominante en todas sus relaciones, tanto profesionalescomo privadas. Desde su posicin de dominio absoluto obligabaimplacablemente a que se sometieran a sus deseos, o destrua a quien senegara a hacerlo. Todos los amigos, empleados y colaboradores de EricLeben le obedecan, o quedaban relegados a la historia. Someterse o serrepudiado y destruido eran las nicas alternativas. Gozaba ejerciendo el

    poder, tanto le satisfaca cerrar un trato de un milln de dlares, comovencer en una discusin familiar. Rachael le haba seguido la corriente a lolargo de siete aos, pero haba decidido dejar de someterse.Lo curioso era que, con su docilidad y actitud razonable, le haba despojadodel poder que le serva de estmulo. Se haba mentalizado para librar una

    larga batalla sobre el reparto de bienes y ella se limit a abandonarla. Leemocionaba la perspectiva de una lucha feroz acerca de la pensin que leotorgara, pero ella le haba avergonzado rechazando dicha ayuda. Soabacon un pleito en el que la presentara como a una cualquiera interesada slo

    por la riqueza y con poder reducirla finalmente a una persona sin dignidad,dispuesta a aceptar mucho menos de lo que le corresponda. Entonces, aundejndola rica, experimentara el placer de haber ganado la batalla y dehaber forzado su rendicin. Pero al aclararle que no le importaban susmillones haba eliminado el nico poder que an tena sobre ella. Le habaderrotado por la base y su furor creca al darse cuenta de que, con sudocilidad, se haba convertido en alguien igual, o quizs superior, a l paratodos los contactos que pudieran tener en el futuro.-A mi parecer -le dijo-, he perdido siete aos y lo nico que pretendo esuna compensacin razonable. Tengo veintinueve aos, casi treinta y, encierto modo, ahora empieza mi vida; algo ms tarde que la de los dems.La cantidad acordada constituir, para m, una plataforma maravillosa. Si la

    pierdo y algn da lamento no haber ido a por los trece millones... bien,ser mi problema, no el tuyo. Lo hemos discutido mil veces, Eric. Hemosterminado.

    Quiso rodearle para seguir su camino, pero l la agarr del brazo y se loimpidi.-Sultame, te lo ruego -le dijo sin levantar la voz.-Cmo puedo haberme equivocado tanto contigo? -pregunt Eric,mirndola fijamente-. Te crea una muchachita rebosante de ternura, algo

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    tmida y con poco mundo, pero ahora resulta que eres una asquerosillaramera, no es cierto?-Por Dios, tu actitud es realmente absurda. Y esas groseras no son dignasde ti. Deja que me vaya.-O quizs se trata de una estrategia? -dijo apretndole el brazo con mayorfuerza-. Eh? Cuando se hayan redactado todos los documentos y volvamosel viernes para firmarlos, cambiars entonces inesperadamente deopinin? Exigirs ms dinero?-No. No estoy jugando.-Apuesto a que es eso -dijo con una mueca dura y mezquina-. Si aceptamosese trato absurdamente desproporcionado y redactamos los documentos, tenegars a firmarlos, pero los utilizars ante los tribunales para demostrarque intentbamos estafarte. Alegars que la oferta te la habamos hechonosotros y que habamos intentado presionarte para que la aceptaras. Me

    pondrs en ridculo. Hars que parezca un despiadado cabrn. Eh? Es sala estrategia? Es eso lo que te propones?-Te he dicho con toda sinceridad que no me propongo nada.-Dime la verdad, Rachael -dijo hundindole los dedos en el brazo.-Djame.-Es sa la estrategia?-Me ests haciendo dao.-Y puestos a confesarlo todo, por qu no me hablas tambin de BenShadway?Parpade sorprendida, ya que no supona que Eric supiera lo de Benny.-Cunto haca que se acostaba contigo antes de que me abandonaras?,-pregunt con el rostro todava ms endurecido en el clido sol y cada vezms fruncido por su furor.-Eres repelente! -exclam, lamentndolo inmediatamente, al comprobarque le satisfaca haber penetrado su coraza de frialdad.-Cunto haca? -insisti, agarrndola todava con la mayor fuerza.-No conoc a Benny hasta seis meses despus de separarnos -respondi

    procurando hablar sosegadamente, para evitar el escndalo que Ericaparentemente pretenda organizar.

    -Cunto tiempo me estuvo engaando, Rachael?-Si sabes lo de Benny significa que has ordenado que me vigilen, que esalgo a lo que no tienes derecho.-Claro, no quieres que se sepan tus sucios secretillos.

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    -Si has contratado a alguien para que me vigile, sabes perfectamente queslo hace cinco meses que me veo con Benny. Sultame. Me estslastimando.-Necesita ayuda, seora? -dijo un joven barbudo que pasaba por all,acercndoseles.-Lrguese, amigo. sta es mi esposa y no tiene por qu meter sus malditasnarices en nuestros asuntos -le dijo Eric enfurecido, escupiendo las

    palabras.Rachael intent en vano que le soltara el brazo.-Ser su esposa, pero eso no le da derecho a lastimarla -replic el barbudo.Eric solt a Rachael, cerr los puos y se dirigi hacia el intruso.-Se lo agradezco, pero no ocurre nada -le dijo Rachael apresuradamente alquijotesco transente, para apaciguar la situacin-. En serio, estoy bien. Setrata de una discusin sin importancia.

    El joven se encogi de hombros y se alej, echndoles una mirada.Con el incidente Eric se dio cuenta de que se expona a ponersepblicamente en ridculo, lo que no era propio de un hombre de su posicine importancia. Sin embargo, segua tan enojado como antes. Estabaacalorado y con los labios blancos. Su mirada era la de un hombre

    peligroso.-Algrate, Eric -le dijo ella-. Has ahorrado millones de dlares y Dios sabecunto en minutas de abogados. Has ganado. No me has aplastado nimancillado mi reputacin ante los tribunales, como te proponas, pero detodos modos has ganado. Contntate con eso.-Maldita puta ptrida y estpida -le dijo, horrorizndola con tanto odio-. Elda que me abandonaste deseaba pegarte una paliza y machacar a patadas tuestpido rostro. Ojal lo hubiera hecho. Pero no lo hice porque pens queregresaras humillada. Me equivoqu. Deba haberte destrozado ese rostrode idiota -agreg levantando la mano como para abofetearla, pero se detuvocuando ella ya retroceda para esquivar el golpe.Furioso, dio media vuelta y se alej apresuradamente. Contemplndole,Rachael comprendi de pronto que su enfermizo deseo de dominar a todoel mundo era una necesidad mucho ms arraigada de lo que jams haba

    imaginado. Al arrebatarle el poder que ejerca sobre ella, volvindole laespalda a l y a su dinero, no slo le haba convertido, segn su criterio, enun semejante, sino que le haba despojado de su hombra. De no ser as nose explicaba su desmesurado furor ni su impulso precariamente controladoa usar la violencia.

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    Haba llegado a detestarle intensamente, si no a odiarle, e incluso hastacierto punto a temerle. Pero hasta ahora no haba sido consciente de lainmensidad e intensidad del furor que albergaba en su interior. No se habadado cuenta de lo muy peligroso que era.A pesar de que el radiante sol segua iluminndole el rostro, obligndole aentornar los ojos, y de que la segua acariciando con su calor, sinti unescalofro que le recorri todo el cuerpo al comprender lo sensata que habasido al abandonar a Eric cuando lo haba hecho y quizs afortunada de nohaber recibido ms malos tratos que los moretones que sin duda tena en el

    brazo izquierdo.Cuando baj de la acera para cruzar la calle, se sinti aliviada al comprobarque se alejaba. Al cabo de un momento el alivio se convirti en horror.Se diriga hacia su Mercedes negro, aparcado al otro lado de la avenida.Puede que le cegara su furor. O quizs era la brillante luz veraniega,

    reflejada en todas las superficies, lo que entorpeca su visin. Fuera cualfuese la razn, cruz los carriles de direccin sur de la calle Main, por losque no circulaba trfico alguno y se dirigi decididamente hacia los dedireccin norte, colocndose delante de un camin del servicio de limpiezaque circulaba a sesenta y cinco kilmetros por hora.Era demasiado tarde cuando Rachael peg un grito para prevenirle.El conductor pis el freno a fondo. Pero el ruido de las ruedas bloqueadaslleg casi simultneamente con el del horrible impacto.Eric sali despedido por los aires y cay en los carriles de direccin sur,como impulsado por la onda expansiva de una bomba. Se estrell contra el

    pavimento y rod unos siete metros, rgido al principio y a continuacincon una horrible flexibilidad, como si fuera un mueco de trapos ycordeles. Acab boca abajo, inmvil.Un Subaru que se diriga hacia el sur peg un frenazo como el gemido deun fantasma y un fuerte bocinazo, logrando detenerse a menos de un metro.Un Chevy que lo segua de cerca lo embisti y lo empuj hasta pocoscentmetros del cuerpo de Eric.Rachael fue la primera en llegar a su lado. Con el corazn excitado,chillando su nombre, se dej caer de rodillas junto a l e, instintivamente,

    le puso la mano en el cuello para buscarle el pulso. Tena la pielhumedecida por la sangre y le resbalaban los dedos al buscardesesperadamente su arteria.Entonces se dio cuenta de la terrible depresin que le haba deformado elcrneo. Su cabeza presentaba una hendidura en el costado derecho, sobre laoreja partida, a lo largo de la sien, hasta el borde de su plida frente. Tena

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    el rostro ladeado, mostrando un solo ojo abierto que miraba horrorizado,aunque ahora sin ver nada. Muchas astillas seas debieron de penetrarle

    profundamente el cerebro, provocndole una muerte instantnea.De pronto se puso de pie, tambalendose, nauseabunda. Estaba mareada y

    probablemente habra cado de no haber sido por el chfer del camin, quela sostuvo y la acompa al otro lado del Subaru, donde pudo apoyarsecontra el coche.-No he podido hacer nada para evitarlo -dijo tristemente.-Lo s -le respondi ella.-Absolutamente nada. Se me ha puesto delante, sin mirar. No he podidohacer nada.A1 principio a Rachael le costaba respirar. Entonces vio que, sin darsecuenta, se estaba frotando su vestido veraniego con la mano llena de sangrey la presencia de esas hmedas manchas escarlatas sobre el algodn azul

    claro le aceleraron excesivamente la respiracin. Como efecto de lahiperventilacin estuvo a punto de caerse, pero se sostuvo apoyndosecontra el Subaru; cerr los ojos, se abraz a s misma y apret los dientes.Estaba decidida a no desmayarse. Se esforz en retener cada bocanada deaire el mayor tiempo posible y el propio control del ritmo de la respiracinsirvi para tranquilizarla.A su alrededor oa las voces de los conductores que haban abandonado susvehculos en el atolladero que se haba organizado. Algunos se interesaban

    por su estado y ella asenta, otros le preguntaban si quera que llamaran aun mdico y les responda moviendo la cabeza.Si en algn momento haba sentido amor por Eric, l lo haba destruido,

    pisotendolo. Haca mucho tiempo que ni siquiera senta aprecio por l.Pocos momentos antes del accidente, le haba manifestado un odio puro yaterrador, por lo que supona que su muerte no debera afectarle. Sinembargo, lo haca profundamente. Mientras se abrazaba, temblorosa, en suinterior experimentaba un vaco fro, una sensacin de ausencia que noalcanzaba a comprender. No de dolor. Slo de... ausencia.Oy sirenas en la lejana.Gradualmente fue controlando la respiracin.

    Se apaciguaron sus temblores, sin llegar a desaparecer por completo.Las sirenas eran ms fuertes y cercanas.Abri los ojos. El resplandeciente sol veraniego ya no pareca tan ntido nifresco. La oscuridad de la muerte haba mancillado el da, impregnando lamaana con un velo amarillo agrio, que ms que la miel le recordaba elazufre.

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    Mientras rellenaban un sucinto informe, haba estado sentada en la partetrasera de un coche de polica. Ahora se encontraba nuevamente de pie alsol.Ya no se senta mal, estaba slo aterida.Introdujeron el cadver en la ambulancia, envuelto en una sbana en la quese distinguan manchas oscuras de sangre.Herbert Tuleman consideraba que su obligacin era la de confortar aRachael y le sugera repetidamente que regresara con l a su despacho.-Sintate, te conviene serenarte -le deca apoyando una mano en su hombroy con el rostro fruncido por la preocupacin.-Estoy bien, Herb, te lo aseguro. Slo un poco conmovida.-Lo que necesitas en un poco de coac. En el bar de mi despacho tengo una

    botella de Rmy Martin.-No, gracias. Supongo que debo ocuparme del entierro y he de comenzar a

    organizarlo.Los tcnicos sanitarios cerraron las puertas traseras de la ambulancia y sedirigieron sin prisa hacia la cabina. Ya no era necesaria la sirena ni la luzroja intermitente. Ahora la velocidad no poda serle de ninguna ayuda aEric.-Si no te apetece el brandy, quizs quieras un caf. O puedes limitarte ahacerme compaa un rato -deca Herb-. No creo que ests en condicionesde coger inmediatamente el volante.Rachael le acarici afectuosamente su curtida mejilla. Sola navegar losfines de semana y su piel estaba ms endurecida y arrugada por el mar que

    por la edad.-Agradezco tu inters, te lo aseguro, pero estoy bien. Me siento casiavergonzada de lo fcil que me resulta aceptarlo. A lo que me refiero es aque... no estoy en absoluto apenada.-No tienes por qu sentirte avergonzada -le dijo cogindola de la mano-.Era mi cliente, Rachael, y por consiguiente s que era un... tipo difcil.-S.-No daba pie a la compasin.-A pesar de ello no parece justo sentir... tan poca cosa. Nada.

    -No slo era difcil, Rachael. Era tambin un imbcil por no reconocer eltesoro que suponas para l y por no hacer todo lo necesario para quequisieras permanecer a su lado.-Eres un encanto.-Es cierto. De no serlo, no hablara as de un cliente, aun despus de...fallecido.

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    La ambulancia portadora del cadver se alej del lugar del accidente.Paradjicamente, el sol veraniego que se reflejaba en la pintura blanca y los

    parachoques cromados del vehculo, pareca haber adquirido una calidadfra e invernal, que daba la impresin de que el coche que transportaba elcuerpo de Eric haba sido esculpido en hielo.Herb la acompa a travs del corro de curiosos, pasaron frente al edificiodonde tena el despacho y llegaron junto a su 560 SL rojo.-Puedo ocuparme de que alguien conduzca el coche de Eric hasta su casa,lo aparque en el garaje y deje las llaves en tu casa -le dijo.-Te lo agradecera -le respondi ella.-Tendremos que hablar pronto del patrimonio -le dijo Herb por laventanilla, cuando Rachael ya estaba al volante, con el cinturn deseguridad abrochado.-Dentro de unos das.

    -Y de la empresa.-Seguir funcionando unos pocos das sin mi intervencin, no es cierto?-Por supuesto. Hoy es lunes, qu te parece si vienes a verme el viernes porla maana? Dispondrs de cuatro das para... adaptarte.-De acuerdo.-A las diez?-Bien.-Ests segura de que te encuentras bien?-S.Condujo hasta su casa sin percance alguno, pero con la sensacin de queestaba soando.Viva en una encantadora casita de tres habitaciones en Placentia. El barrioera decididamente de clase media, simptico y con casas muy atractivas:ventanales, sillas junto a las ventanas, techos de mampostera, chimeneasde ladrillo antiguo y mucho ms. Se haba instalado haca un ao, alabandonar a Eric, despus de pagar un depsito. Su casa era muy diferentede la de Eric en Villa Park, situada en una parcela de media hectreaminuciosamente cuidada y con todos los lujos. Sin embargo, prefera suacogedora casita a la moderna mansin de estilo espaol, no slo porque la

    escala de la de Placentia pareca ms humana, sino porque tampoco estabacargada de malos recuerdos como la de Villa Park.Se quit el vestido veraniego azul manchado de sangre. Se lav las manosy la cara, se cepill el cabello y se puso el poco maquillaje queacostumbraba a usar. Gradualmente, la ocupacin mundana de arreglarsesurti un efecto tranquilizador. Dejaron de temblarle las manos. A pesar de

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    que en lo ms profundo de su ser segua sintiendo fro, cesaron tambin losescalofros.Despus de ponerse uno de los pocos vestidos formales que posea, un trajegris oscuro con una blusa gris plido, excesivamente abrigada para uncaluroso da de verano, llam a una prestigiosa funeraria llamada AttisonBrothers. Despus de asegurarse de que la recibiran inmediatamente, sedirigi sin prdida de tiempo a sus impresionantes dependencias de estilocolonial en Yorba Linda.Jams haba tenido que organizar un entierro y no imaginaba que laexperiencia pudiera tener nada de divertido. Pero sentada en el despacho dePaul Attison, tenuemente iluminado, de paredes oscuras, lujosa moqueta,curiosamente silencioso y oyendo que se autodenominaba asesor deduelo, percibi un humor negro en la situacin. De tan meticulosamentesombro y deliberadamente reverente, el ambiente resultaba teatral. La

    compasin que le brindaba era zalamera, aunque ponderosa, pertinaz ycalculada, pero sorprendentemente sin darse cuenta le segua la corriente,respondiendo a sus condolencias y trivialidades con sus propias fraseshechas. Se senta como una actriz atrapada en una mala obra por undramaturgo incompetente, dispuesta a seguir con su absurdo dilogo,

    porque era menos embarazoso perseverar hasta el fin del tercer acto queabandonar el escenario en plena representacin. Adems de definirse a smismo como asesor de duelo, se refera al atad como buduar eterno, a laropa con que se vestira el cadver como los ltimos jaeces y en lugar dedecir embalsamar hablaba de preparaciones para la conservacin y dellugar de reposo en vez de tumba.A pesar de que la experiencia estaba repleta de humor macabro, Rachaelera incapaz de rerse incluso cuando ya estaba de nuevo sola en su cochedespus de permanecer dos horas y media en la funeraria. Por lo generalsenta especial debilidad por el humor negro, por rerse de los aspectos msoscuros y sombros de la vida. Pero hoy no era el caso. No era por el dolorni la tristeza que se senta gris y malhumorada. Tampoco la preocupacinde haberse quedado viuda, el shock de lo ocurrido, ni el mrbidoreconocimiento de la presencia de la muerte rondando incluso en un da tan

    radiante. Al principio, mientras se ocupaba de otros detalles del entierro yms adelante, en su propia casa, mientras llamaba a algunos amigos ycolaboradores profesionales de Eric para comunicarles la noticia, noalcanzaba a comprender la causa de su inflexible solemnidad.Entonces, ms avanzada la tarde, no pudo seguir mintindose a s misma.Saba que su estado mental lo provocaba el miedo. Intent negar lo que se

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    para el maana o incluso para pensar en ello. Las malas rachas solancogerlos desprevenidos, ya que les resultaba difcil aceptar la posibilidad deque la felicidad presente no durara para siempre. Y cuando se veanatrapados por la mala suerte, solan caer en la ms absoluta desesperacin,ya que eran incapaces de emprender algn tipo de conducta que, en algnmomento futuro, los librara de sus problemas. Sin embargo, otro tipo de

    persona enfocada en el presente era el trabajador capaz de imbuirseplenamente en la tarea que le ocupaba, lo que le converta en un artesanosumamente eficaz. Un excelente carpintero, por ejemplo, tena que ser una

    persona centrada en el presente, que en lugar de tener prisa por completar laobra, se concentrara plena y cariosamente en labrar con todameticulosidad cada barrote y pata de la silla, o cajn, empuadura y marcode una cmoda, disfrutando enormemente del propio proceso creativo, msque de la culminacin del mismo.

    La gente centrada en el presente, segn Benny, es ms probable que hallensoluciones evidentes a los problemas que los dems, ya que no les preocupalo que ha habido o lo que posiblemente habr, sino slo lo que hay.Tambin son los que estn ms sensualmente conectados con las realidadesfsicas de la vida y por tanto en ciertos sentidos los ms perceptivos, lo quesuele permitirles disfrutar mucho ms de la vida, que la mayora de quienesse centran en el pasado o el futuro.-Eres una mujer centrada en el presente de la mejor especie -le haba dichoen una ocasin Benny, mientras degustaban una cena china en el PekingDuck-. Organizas el futuro, sin perder jams contacto con el presente. Y tucapacidad para volverle la espalda al pasado es verdaderamente admirable.-Cllate y come tu moo goo gai pan -haba respondido ella.Esencialmente, lo que Benny haba dicho era cierto. Despus de dejar aEric, haba hecho cinco cursillos de administracin de empresas, comoalumna libre, puesto que se propona fundar un pequeo negocio. Tal vezuna tienda de moda de alta costura. Un lugar dramtico y divertido, el tipode tienda del que la gente hablara, no slo por la calidad de su ropa sino porla experiencia que supondra. No se deba olvidar que se haba licenciadoen arte dramtico por la Universidad de California, poco antes de conocer a

    Eric en una funcin universitaria, y a pesar de que no le interesaba seractriz tena verdadero talento para el vestuario y el diseo escenogrfico, loque poda serle til para crear una decoracin inusual en la tienda y para laadquisicin de sus productos.Sin embargo, no se haba comprometido lo suficiente con la idea como paraaspirar a un doctorado en administracin de empresas, o elegir un tipo

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    determinado de negocio. Anclada en el presente, segua acumulandoinformacin e ideas, pacientemente a la espera del momento en que sus

    planes simplemente... cristalizaran. En cuanto al pasado, consideraba quesi se explayaba en los placeres del ayer, se expona a perderse los del

    presente, mientras que pensar en el dolor y las tragedias de antao suponauna prdida intil de energa y tiempo.Ahora, relajndose lnguidamente en su clido bao, Rachael aspir

    profundamente el aire impregnado de esencia de jazmn.Acompaaba con un suave canturreo a Johnny Mathis, que cantaba I'11 beseeing you.Comi otra pizca de chocolate y sorbi un poco de champn.Procuraba relajarse, dejarse transportar, ir con la corriente y la suavesensacin placentera, segn la mejor tradicin californiana.Lleg a pretender que se senta completamente a gusto, sin alcanzar a darse

    cuenta de que no era ms que un anhelo, hasta que son el timbre de lapuerta. En el momento en que lo oy por encima de la msica, se sent enla baera con el corazn acelerado y cogi la pistola con tanto pnico quederrib la copa de champn.Despus de salir de la baera y de ponerse el albornoz azul, cruzlentamente la casa sumida en la penumbra, hacia la puerta principal, con la

    pistola en la mano apuntando al suelo. La aterrorizaba la perspectiva deabrir la puerta, pero se senta irresistiblemente atrada hacia la misma,como si se lo ordenara la voz mesmeriana de un hipnotizador.Se detuvo junto al equipo de alta fidelidad para desconectarlo. El ambientequed sumido en un lgubre silencio.En el vestbulo, con la mano en la manecilla de la puerta, titube al ornuevamente el timbre. Ni en la puerta, ni junto a ella, haba ningunaventana. Pens en hacerse instalar un atisbadero que le permitiera mirar atravs de la puerta y ahora lamentaba profundamente no haberse decidido ahacerlo. Contempl fijamente el roble oscuro, como si pudiera adquirirmilagrosamente el poder de penetrarlo con la mirada e identificar a la

    persona que llamaba a la puerta. Estaba temblando.No saba por qu se enfrentaba a la perspectiva de recibir una visita que la

    aterrorizaba tan profundamente.Bien, puede que eso no fuera exactamente cierto. En el fondo, o incluso sinprofundizar excesivamente, saba por qu tena miedo. Pero se negaba aadmitir la fuente de su temor, como si al reconocerlo convirtiera unahorrible posibilidad en una certeza atroz.Son de nuevo el timbre.

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    3.

    Simplemente desaparecido.

    Escuchando las noticias por la radio del coche, mientras iba de su despachoen Tustin a su casa, Ben Shadway se enter de la muerte repentina deldoctor Eric Leben. No estaba seguro de cmo le haba afectado. Sin duda le

    produjo un shock. Pero no le entristeci, a pesar de que el mundo habaperdido a un hombre potencialmente extraordinario. Leben era brillante,indudablemente un genio, pero tambin arrogante, presuntuoso e incluso

    posiblemente peligroso.Ben se senta ms que nada aliviado. Haba llegado a temer que Eric,

    finalmente convencido de que jams recuperara a su esposa, le causaraalgn dao. Era un individuo que odiaba perder. Estaba dotado de una irafuribunda, que habitualmente apaciguaba con su dedicacin obsesiva altrabajo, pero que poda desembocar en violencia, de sentirse losuficientemente humillado por el rechazo de Rachael.El coche de Ben, un Thnderbird de 1956 meticulosamente restaurado,

    blanco por fuera y azul por dentro, estaba equipado con radiotelfono yBen llam inmediatamente a Rachael. Ella tena el contestador automticoconectado y no respondi cuando ste se identific.Al llegar al semforo donde la calle 17 se cruza con la avenida de Newport,titube y dobl a la izquierda, en lugar de dirigirse hacia su casa en OrangePark Acres. Era posible que Rachael no estuviera todava en casa, perotarde o temprano llegara y poda necesitarle. Se encamin hacia su casa dePlacentia.El sol veraniego salpicaba el parabrisas del Thunderbird y formaba juegosde sombras al pasar bajo las intermitentes copas de los rboles. Desconectla radio y puso una cinta de Glenn Miller. Acelerando bajo el solcaliforniano, con el ambiente impregnado por el sonido de String of Pearls,le pareca difcil creer que alguien pudiera haber fallecido en un da tan

    radiante.Segn su propio sistema de clasificacin de personalidad, Benjamin LeeShadway era un individuo centrado primordialmente en el pasado. Preferalas pelculas antiguas a las modernas. De Niro, Gere, Field, Travolta y Pennno le interesaban tanto como Bogart, Bacall, Gable, Lombard, Tracy,Hepburn, Cary Grant, William Powell o Myrna Loy. Sus libros predilectos

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    eran de los aos veinte, treinta y cuarenta: la literatura dura de Chandler,Hammett y James M. Cain, as como las primeras novelas de Nero Wolfe.La msica que ms le gustaba era de la poca del swing: Tommy y JimmyDorsey, Harry James, Duke Ellington, Glenn Miller y el incomparableBenny Goodman.Para relajarse construa modelos de locomotoras y coleccionaba toda clasede recuerdos de los ferrocarriles. No hay aficin tan impregnada denostalgia, ni ms propia de una persona centrada en el pasado, que larelacionada con los trenes.Sin embargo, no se centraba exclusivamente en el pasado. A losveinticuatro aos haba obtenido el ttulo de agente inmobiliario y a lostreinta y uno haba fundado su propia agencia. Ahora, a los treinta y siete,tena seis oficinas con treinta agentes que trabajaban para l. Parte de suxito se deba a que trataba tanto a sus empleados como a los clientes con

    un inters y una cortesa arcaicos, que resultaban enormemente agradablesen este mundo actual acelerado, brusco y plstico.ltimamente, adems de su trabajo, haba algo capaz de distraer a Ben delos ferrocarriles, las pelculas antiguas, el swing y, en general, su

    preocupacin por el pasado: Rachael Leben; con su cabello color caoba,ojos verdes, largas extremidades y cuerpo rollizo.Era al mismo tiempo una chica perfectamente normal y una de esaselegantes bellezas de la alta sociedad, propia de una pelcula de los aostreinta, como una combinacin de Grace Kelly y Carole Lombard. Tenamucha ternura. Era divertida e inteligente. Tena todas las cualidades en lasque Ben Shadway haba podido soar, y lo que le habra gustado hubierasido meterse con ella en el tnel del tiempo, regresar a 1940, reservar uncompartimiento privado en el Superchief y cruzar el pas en tren, sin dejarde hacer el amor a lo largo de los cinco mil kilmetros de recorrido, alsuave ritmo del ferrocarril.Haba ido a su agencia para que la ayudaran a encontrar una casa, pero ahno haba acabado la historia. Se haban visto con frecuencia durante losltimos cinco meses. Al principio le haba fascinado, como lo habra hechoa cualquier hombre una mujer excepcionalmente atractiva, intrigado por el

    sabor de sus labios y por cmo se amoldara su cuerpo al suyo, emocionadopor la textura de su piel, la esbeltez de sus piernas y la curvatura de suscaderas y de sus senos. Sin embargo, poco despus de conocerla, su menteaguda y su generoso corazn le resultaron tan atractivos como su cuerpo.La profunda sensualidad con que apreciaba el mundo que la rodeaba eraverdaderamente asombrosa; tanto era capaz de disfrutar con una

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    espectacular puesta de sol o una interesante configuracin de sombras,como con una cena de cien dlares y siete platos en el mejor restaurante del

    pas. La lujuria de Ben no tard en convertirse en pasin. Y en algnmomento de los dos ltimos meses, que era incapaz de precisar, la pasinse haba convertido en amor.Ben estaba relativamente convencido de que Rachael tambin le amaba.An no haban llegado al punto en que pudieran declararse abierta ycmodamente la verdadera profundidad de sus sentimientos. Sin embargo,

    perciba amor y ternura en sus caricias, y en la forma de mirarle cuandocrea que no la observaba.Enamorados, pero sin haber hecho todava el amor. A pesar de que era unamujer centrada en el presente, con una envidiable capacidad para exprimirhasta la ltima gota del placer momentneo, eso no significaba que fuera

    promiscua. No hablaba abiertamente de sus sentimientos, pero l intua que

    quera avanzar con cautela, a pequeos pasos. Un idilio sosegado lebrindaba una amplia oportunidad de explorar y saborear cada nueva fibraamorosa, en el vnculo gradualmente creciente que los una, y cuando porfin claudicaran ante el deseo para someterse a la intimidad completa, elsexo sera mucho ms dulce por la espera.Estaba dispuesto a brindarle todo el tiempo que deseara. Por una parte,senta que su necesidad creca de da en da y experimentaba una emocinespecial al contemplar el poder e intensidad tremendos de su unin, cuandodieran por fin rienda suelta a sus deseos. A travs de ella se haba dadocuenta de que se privaran a s mismos de los placeres ms inocentes delmomento, si aceleraban las primeras etapas del idilio para satisfacer suinstinto libidinoso.Adems, dada su afinidad con otras eras de mejores modales y usanzas,Ben tena ideas anticuadas en este sentido y prefera no meterse en la camaen busca de placer rpido y fcil. A pesar de que ninguno de los dos eracasto, le produca satisfaccin emocional y espiritual, adems de hallarlosumamente ertico, esperar hasta que las fibras que los unan estuvieranntimamente entretejidas, dejando el sexo como ltimo eslabn del vnculo.Aparc el Thunderbird en la entrada de la casa de Rachael, detrs del 560

    SL rojo de ella, que no se haba molestado en introducir en el garaje.Una tupida buganvilla, en la que resplandecan millares de flores rojas,creca por la pared y sobre el techo de la casa. Con la ayuda de unemperchado, formaba una marquesina verde y escarlata sobre la terrazafrontal.

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    Algo ocurra adems de la muerte de Eric, pero Ben no comprenda de quse trataba.La sala de estar estaba sumida en la penumbra, ya que haba corrido todaslas cortinas. Era muy extrao. Normalmente le encantaba el sol y se dejabadeleitar por sus caricias, con el placer lnguido del gato en la repisa de laventana. Jams haba visto las cortinas cerradas en esta casa hasta aquelda.-Djalas cerradas -le dijo Rachael cuando Ben comenz a abrirlas.Encendi una sola lmpara y se sent a la luz mbar, en el extremo de unsof color melocotn. La sala era muy moderna, decorada en varios tonosde color melocotn y blanco, con toques azules, lmparas de bronceesmaltado y una mesilla de bronce y cristal. Con su albornoz azul,armonizaba con el decorado.Dej la pistola sobre la mesilla, junto a la lmpara. Al alcance de la mano.

    Ben fue a buscar el champn y el chocolate al bao y se los trajo. Cogiotra media botella de la cocina y una copa para l.-No parece justo -dijo ella cuando estaban ambos sentados en el sof de lasala-. Me refiero a lo del champn y el chocolate. Parece que estcelebrando su muerte.-Teniendo en cuenta lo malvado que era, quiz no estara de ms hacerlo.-No. La muerte nunca es motivo de celebracin, Benny. Sean cuales seanlas circunstancias. Jams.Sin embargo, inconscientemente, con los dedos se acariciaba una finacicatriz de cinco centmetros, casi invisible, a lo largo de la delicada lneade su mandbula derecha. Haca un ao que, en uno de sus momentos msiracundos, le haba arrojado un vaso de whisky. Ella lo esquiv y se hizoaicos contra la pared, pero uno de los fragmentos de cristal se estrell derebote contra su mejilla y, con gran pericia, le haban dado quince

    pequeos puntos, para evitar que se le formara una horrible cicatriz. Aqulfue el da en que decidi abandonarle. Eric no volvera a lastimarla. Debasentirse aliviada por su muerte, aunque slo fuera a nivel subconsciente.Con alguna que otra pausa para tomar un sorbo de champn, le habl a Bende la reunin que haban mantenido por la maana en el despacho del

    abogado y de la discusin que tuvo lugar a continuacin con Eric en laacera, cuando la haba agarrado del brazo y pareca haber estado a punto detornarse violento. Le describi minuciosamente el accidente y el terribleestado del cadver, verbalizando los aspectos ms horribles para librarse deellos. Le cont cmo haba organizado el entierro y, mientras hablaba, letemblaban cada vez menos las manos.

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    Ben estaba muy cerca de ella, con una mano en su hombro, y se gir paramirarla. De vez en cuando mova suavemente la mano, para acariciarle elcuello o su bronceado cabello.-Treinta millones de dlares -exclam Ben cuando ella acab de hablar,moviendo la cabeza ante la paradoja de que se lo llevara todo, cuandoestaba dispuesta a quedarse con tan poco.-En realidad no me interesa -le respondi Rachael-. Estoy casi decidida adonarlo. Por lo menos una buena parte.-Es tuyo y puedes hacer lo que se te antoje. Pero no tomes ninguna decisinde la que despus puedas arrepentirte.-Por supuesto, se pondra furioso si lo donara -dijo bajando la mirada con elceo fruncido y contemplando la copa de champn que sostena con ambasmanos.-Quin?

    -Eric -respondi con la voz muy suave.A Ben le pareci extrao que le preocupara la desaprobacin de Eric.Evidentemente segua bajo el efecto de lo ocurrido y an no se habarecuperado.-Date tiempo para ajustarte a las circunstancias -le dijo.-Qu hora es? -suspir asintiendo.-Las siete menos diez -respondi Ben, consultando el reloj.-He llamado a mucha gente esta tarde, les he contado lo ocurrido y les hefacilitado informacin sobre el entierro. Pero todava me quedan treinta ocuarenta por contactar. No tena ningn pariente cercano, slo algunos

    primos y una ta a quien detestaba. Tampoco tena muchos amigos. No leinteresaban las amistades, ni era muy hbil para hacerlas. Pero tenainfinidad de asociados en los negocios. Dios mo, no me atrae en absolutodesempear esta tarea.-Tengo mi radiotelfono en el coche -dijo Ben-. Puedo ayudarte con lo delas llamadas y lo haremos ms rpido.-Y cmo crees que les sentar que el novio de la viuda llame a losafligidos? -dijo con una leve sonrisa.-No tienen por qu saber quin soy. Puedo decirles que soy un amigo de la

    familia.-Puesto que soy el nico miembro de la familia -dijo Rchale-, no creo quefuera una mentira. Eres mi mejor amigo, Benny.-Ms que un amigo.-S, por supuesto.-Confo en que mucho ms.

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    -As lo espero.Le bes suavemente y, durante unos instantes, apoy la cabeza en suhombro.A las ocho y media haban acabado de ponerse en contacto con los amigosy relaciones comerciales de Eric, y a Rachael le sorprendi sentirsehambrienta.-Despus de un da como el de hoy y con todo lo que he visto... no es muyduro por mi parte tener apetito?-En absoluto -le respondi Ben con ternura-. La vida sigue su curso,encanto. Los vivos tienen que seguir viviendo. De hecho, le en algn lugarque los testigos de muertes repentinas y violentas experimentan unmarcado incremento en todos sus apetitos durante los das y semanassiguientes.-Demostrndose a s mismos que siguen vivos.

    -Preconizndolo.-Lo siento, pero no tengo gran cosa para cenar. Hay ingredientes paraelaborar una ensalada y podramos preparar una cazuela de rigatoni,abriendo una lata de salsa de rag.-Un manjar digno de un rey.Llev la pistola consigo a la cocina y la dej junto al horno de microondas.Tena las persianas completamente cerradas. A Ben le encantaba la vistadesde la ventana trasera, con las exuberantes azaleas y laurel de indias quellenaban los parterres del patio posterior, as como la buganvilla roja yamarilla que cubra completamente la verja. Se estrech para alcanzar lacuerda que abra la persiana.-Por favor, no lo hagas -le dijo Rchale-. Prefiero... la intimidad.-No se ve el interior de la casa desde el patio. Adems hay una verja y el

    portaln cerrado.-Te lo ruego.Dej las persianas tal como estaban.-De qu tienes miedo, Rachael?-Miedo? No tengo miedo.-Y la pistola?

    -Ya te lo he dicho. No saba quin llamaba a la puerta y despus de un dacon tantos trastornos...-Ahora sabes que era yo quien llamaba a la puerta.-S.-Y no necesitas la pistola para tratar conmigo. A lo sumo la promesa de un

    par de besos para mantenerme a raya.

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    -Supongo que debera llevarla al dormitorio, donde siempre la guardo. Tepone nervioso?-No, pero...-La guardar tan pronto como empecemos a cocinar -dijo con un tono devoz que ms que una promesa pareca una tctica de dilacin.Intrigado y ligeramente intranquilo, opt por la diplomacia y, por elmomento, no volvi a hablar de ello.Puso una olla con agua a calentar y vaci la lata de rag en otra menor.Prepararon juntos la lechuga, los tomates, las cebollas y las aceitunasnegras para la ensalada.Mientras cocinaban, charlaban principalmente de la cocina italiana. Suconversacin no era tan fluida y natural como de costumbre, quiz porquese esforzaban excesivamente en no tratar temas profundos y dejar de ladotoda idea relacionada con la muerte.

    Rachael apenas levantaba la mirada de las verduras, dedicndoles sinesfuerzo alguno su caracterstica concentracin y cortando el apio en piezasexactamente idnticas, como si la simetra constituyera un elemento vitalde una buena ensalada, que mejorara el sabor de la misma.Cautivado por su hermosura, Ben la contemplaba tanto a ella como a losingredientes que estaba manipulando. Tena casi treinta aos, aparentabaveinte y se mova con la elegancia de una gran dama que hubiera dispuestode toda una vida para aprender los ngulos y actitudes del perfecto donaire.

    Nunca se cansaba de mirarla. No slo le excitaba su presencia. Por algunamagia para l incomprensible, se relajaba al contemplarla y le haca sentirque todo en el mundo funcionaba como era debido, pero adems, por

    primera vez en su vida bastante solitaria, se senta como un hombrecompleto con la esperanza de una felicidad duradera.Dej impulsivamente el cuchillo con el que haba estado cortando untomate, le cogi el que ella tena en la mano, dejndolo sobre la mesa, lehizo girar el cuerpo, se la acerc, la rode con sus brazos y le dio unenorme beso. Ahora la boca no le saba a chocolate, sino a champn. Anola ligeramente a jazmn, pero ms all del perfume estaba su propiafragancia, limpia y apetecible. Le desliz las manos lentamente por la

    espalda, trazando el arco hasta su trasero, acariciando la firmeza yexquisitez de los contornos esculturales de su cuerpo, a travs del sedosoalbornoz. No llevaba nada debajo. Sus tibias manos se volvieron clidas yardientes, con el calor que ella le transmita a travs de la fina tela.A1 principio ella se le abrazaba como si estuviera desesperada, como sihubiese naufragado y se agarrara a un bote salvavidas. Tena el cuerpo

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    rgido. Las manos casi agarrotadas presionndole con los dedos. Pero alcabo de unos instantes se relaj y sus manos comenzaron a recorrerle laespalda, los hombros y los brazos, acariciando y sobando sus msculos.Abri ms la boca y creci la avidez de su beso. Se le aceler larespiracin.l perciba sus senos apretados contra su pecho. Como por voluntad propia,sus manos comenzaron a explorarla con urgencia.Son el telfono.Ben record inmediatamente que haban olvidado conectar el contestadorautomtico, despus de las llamadas que haban hecho relacionadas con lamuerte y entierro de Eric, y para confirmarlo volvi a sonarestridentemente.-Maldita sea! -exclam Rachael separndose de l.-Yo contestar.

    -Probablemente sea otro periodista.Descolg el auricular que haba junto al refrigerador y no se trataba de unperiodista. Era Everett Kordell, jefe del servicio de sanidad de la ciudad deSanta Ana, que llamaba desde el depsito de cadveres. Haba surgido ungrave problema y tena que hablar con la seora Leben.-Soy amigo de la familia -le dijo Ben- y me ocupo de todas sus llamadas.-Tengo que hablar con ella personalmente -insisti el mdico-. Es urgente.-Estoy seguro de que comprender que la seora Leben ha tenido un damuy difcil. Me temo que tendr que tratar conmigo.-El caso es que deber venir a nuestras dependencias -dijo Kordell en tonosuplicante.-Sus dependencias? Se refiere al depsito de cadveres? Ahora?-S, inmediatamente.-Por qu?-Es muy frustrante y embarazoso -dijo Kordell, despus de titubear unosinstantes. -Estoy seguro de que tarde o temprano lo aclararemos,

    probablemente muy pronto, pero... el caso es que ha desaparecido elcadver de Eric Leben.-Desaparecido? -repiti Ben, convencido de que no le haba comprendido.

    -Bien... quizs extraviado -respondi Everett Kordell muy nervioso.-Quizs?-O tal vez... robado.Ben cogi otros pocos detalles, colg el telfono y mir a Rachael.sta se abrazaba a s misma, como imbuida de pronto por un escalofro.-Has dicho el depsito de cadveres?

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    -Al parecer esos burcratas incompetentes han perdido el cadver -asintiBen.Rachael estaba muy plida y la mirada se le perda en la lejana. Pero,curiosamente, la asombrosa noticia no pareca haberla sorprendido.Ben tuvo la extraa sensacin de que toda la tarde haba estado esperandoaquella llamada.

    4.

    All donde conservan los cadveres.

    Para Rachael, el estado del despacho del oficial de sanidad demostraba queEverett Kordell tena una personalidad obsesiva y compulsiva. Su escritorio

    no estaba abarrotado de libros, fichas o carpetas. El secante era nuevo,impecable, sin ninguna mancha. El juego de lpiz y pluma, el abridor decartas, la bandeja de la correspondencia y las fotografas de su familia conmarco plateado, estaban perfectamente ordenados. En las estanteras detrsde su escritorio haba unos doscientos o trescientos libros, en un estado taninmaculado y tan meticulosamente organizados, que casi parecan formar

    parte de un decorado. Sus diplomas y dos cuadros anatmicos colgaban dela pared con tal precisin que Rachael se pregunt si todas las maanascomprobara su alineacin con una regla y una plomada.La preocupacin de Kordell por la pulcritud y el orden era tambinevidente en su apariencia. Era alto y casi excesivamente delgado, de unoscincuenta aos, con un rostro asctico de facciones aguileas y ojos decolor castao claro. Ni un solo pelo de su canosa cabellera, cortada anavaja, estaba fuera de lugar. Sus manos de largos dedos estabansingularmente desprovistas de carne, eran casi esquelticas. Su camisa

    blanca pareca haber salido de la tintorera haca cinco minutos y las rayasde su pantaln castao oscuro sobresalan de tal modo que casi sereflejaban en la luz fluorescente.Despus de que Rachael y Benny se sentaran en unos sillones de pino

    oscuro, con cojines de cuero verde, Kordell dio la vuelta al escritorio y sesent en su silla.-Me apena profundamente, seora Leben, tener que darle esta noticia,despus de lo mucho que ya ha sufrido en el da de hoy. Es inexcusable. Le

    pido nuevamente perdn y le doy mi ms sincero psame, a pesar de que s

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    que nada de lo que diga har la situacin menos perturbadora. Est ustedbien? Le apetece un vaso de agua o cualquier otra cosa?-Estoy bien -dijo Rachael, que no recordaba haberse sentido jams peor.Benny extendi la mano y la reconfort estrujndole el hombro. Benny,siempre tierno y confiable. Qu contenta estaba de tenerle junto a ella. Consu metro ochenta y sesenta y ocho kilos, su aspecto no era impresionante.Su cabello y ojos castaos, as como sus facciones agradables peroordinarias, le permitan perderse en la multitud y pasar desapercibido en lasfiestas. Pero cuando hablaba con aquel tono tan suave que le caracterizaba,o manifestaba su extraordinaria elegancia, o simplemente le mirabafijamente a uno, su sensibilidad e inteligencia eran inmediatamentediscernibles. A su modo sosegado, creaba el mismo impacto que el rugidode un len. Todo sera ms fcil con Benny junto a ella, pero le preocupabainvolucrarle en el asunto.

    -Slo deseo comprender lo ocurrido -le dijo Rachael al mdico, aunquetema entenderlo mejor que Kordell.-Le hablar con absoluta sinceridad, seora Leben. Sera absurdo nohacerlo -suspir moviendo la cabeza, como si le costara creer que algo tanatroz pudiera haber ocurrido, parpade y frunci el ceo. No ser usted elabogado de la seora Leben, por casualidad?, -agreg dirigindose aBenny.-Slo un buen amigo -respondi ste.-En serio?-He venido para prestar apoyo moral.-Espero poder evitar la intervencin de abogados -dijo Kordell.-No tengo ni la ms mnima intencin de llevar este asunto por va jurdica-le asegur Rachael.El mdico asinti con displicencia, claramente no demasiado convencidode su sinceridad.-Cuando se nos acumula inesperadamente el trabajo y tenemos que

    practicar autopsias de ltima hora -dijo, -las dejo en manos de uno de misayudantes. Las nicas excepciones son cuando el difunto es una personaimportante o vctima de un complejo homicidio, cometido en extraas

    circunstancias. En tal caso, cuando es seguro que despertar mucho inters,me refiero por parte de la prensa y de los polticos, prefiero no cargarles elmuerto a mis subordinados y si es inevitable practicar la autopsia por lanoche, me quedo el tiempo que sea necesario. Su marido era, por supuesto,una persona muy importante.

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    Puesto que pareca esperar una respuesta, Rachael asinti. No se senta connimos para hablar. Haba estado experimentando oleadas de miedo desdeque se haba enterado de la desaparicin del cadver y ahora la marea eraalta.-El cadver lleg al depsito y fue registrado a las 12.14 horas -prosiguiKordell. -Puesto que ya bamos retrasados y adems tena que dar unaconferencia esta tarde, les orden a mis ayudantes que se ocuparan de loscadveres por orden de llegada y decid ocuparme del de su marido

    personalmente a las 6.30 -agreg frotndose la sien con la punta de losdedos y haciendo una mueca, como si el mero recuerdo le produjera una

    jaqueca inaguantable. Llegada la hora, despus de preparar la sala de laautopsia, le orden a un asistente que trajera el cuerpo del doctor Leben deldepsito... pero no logr hallar el cadver.-Extraviado? -pregunt Benny.

    -Ha ocurrido muy pocas veces desde que dirijo este departamento -dijoKordell con cierto orgullo. -Y en las contadas ocasiones en que se haextraviado algn cadver, ya sea porque se lo ha puesto en la mesaequivocada, el cajn errneo, o con la etiqueta confundida, lo hemoslocalizado en menos de cinco minutos.-Sin embargo, esta noche no han logrado encontrarlo -dijo Benny.-Hemos estado casi una hora buscndolo, por todas partes. Por todas partes-repiti Kordell evidentemente disgustado. -No tiene sentido. Esincomprensible. Con el procedimiento que utilizamos es imposible.Rachael se dio cuenta de que apretaba el bolso que tena sobre la falda contanta fuerza, que se le haban puesto los nudillos blancos y abultados.Intent relajar las manos cruzndolas. Temerosa de que Kordell o Bennyleyeran un fragmento de la monstruosa verdad en su desprotegida mirada,cerr los ojos y baj la cabeza, con la esperanza de que pensaran quesimplemente reaccionaba ante las terribles circunstancias que motivaban su

    presencia.Desde su oscuridad ntima, Rachael oy a Benny que deca:-Doctor Kordell, es posible que hayan entregado el cadver del doctorLeben, por error, a alguna funeraria privada?

    -Se nos haba informado de que Attison Brothers se ocuparan del entierroy evidentemente nos hemos puesto en contacto con ellos al no hallar elcadver. Sospechamos que haban venido a recogerlo durante el da y quealgn empleado se lo haba entregado sin autorizacin, antes de practicar laautopsia. Pero nos han dicho que no pensaban venir hasta que losllamramos y que definitivamente ellos no lo tenan.

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    -Me refera a la posibilidad -insisti Benny- de que hubieran entregado elcuerpo del doctor Leben, por equivocacin, a alguna funeraria que hubiesevenido a buscar otro cadver.sta es otra posibilidad que le aseguro que hemos explorado con todaurgencia. Desde la llegada del cuerpo del doctor Leben a las 12.14 de estatarde, se han entregado cuatro cadveres a funerarias privadas. Hemosmandado nuestros empleados a todas ellas para confirmar la identidad dedichos cadveres y asegurarnos de que ninguno de ellos era el del doctorLeben. No estaba entre ellos.-En tal caso, qu supone que ha ocurrido? -pregunt Benny.Con los ojos cerrados, Rachael escuchaba su macabra conversacin en laoscuridad. Gradualmente comenz a sentirse como si estuviera dormida ysus voces fueran como el eco fantasmagrico de los personajes de una

    pesadilla.

    -Aunque parezca una locura -afirm Kordell, hemos tenido que llegarforzosamente a la conclusin de que el cadver ha sido robado.En su autoimpuesta oscuridad, Rachael intent alejar en vano las imgenesgrotescas que su imaginacin comenzaba a generar.-Han avisado a la polica? -pregunt Benny.-S, nos hemos puesto en contacto con ellos en el momento de darnoscuenta de que el robo era la nica explicacin. En estos momentos estnabajo, en el depsito y, naturalmente, desean hablar con usted, seoraLeben.Se oa un raspeo rtmico procedente de donde Everett Kordell seencontraba. Rachael abri los ojos. Para calmar los nervios, el mdicometa y sacaba el abridor de cartas de su funda. Rachael volvi a cerrar losojos.-Son sus medidas de seguridad tan poco eficaces como para permitir quecualquiera que ande por la calle pueda entrar y robarles un cadver? -dijoBenny.-Por supuesto que no -respondi Kordell. -Nunca haba ocurrido nadasemejante. Se lo aseguro, es inexplicable. Sin duda alguien con muchoempeo podra ser lo suficientemente ingenioso para burlar nuestros

    sistemas de seguridad, pero no le sera nada fcil; no, seor.-Pero no imposible -dijo Benny.Ces el raspeo. A juzgar por los sonidos que le siguieron, Rachael dedujoque el doctor se dedicaba a ordenar compulsivamente las fotografas conmarcos plateados de su escritorio.

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    Se concentr en dicha imagen, para contrarrestar las absurdas escenas quesu astuta imaginacin le ofreca en la oscuridad para su horrorizadaconsideracin.-Les sugiero a ambos que me acompaen al depsito, para que puedancomprobar por s mismos la rigidez de nuestra seguridad y la enormedificultad que supone eludirla -dijo Kordell. -Seora Leben? Se sientecon fuerzas para inspeccionar las instalaciones? Rachael abri los ojos.Benny y Kordell la observaban preocupados. Asinti.-Est segura? -insisti Kordell levantndose y dando la vuelta alescritorio. -Le ruego que no se sienta obligada, pero me complaceramuchsimo mostrarles lo cuidadosos que somos y la responsabilidad conque desempeamos nuestra tarea.-Estoy bien -afirm Rachael.Sacndose un minsculo hilo oscuro que acababa de descubrir en la manga,

    el mdico se dirigi hacia la puerta.A1 levantarse de la silla y darse la vuelta para seguir a Kordell Rachaelsinti un ligero desvanecimiento y se tambale.-La visita no es obligatoria -le dijo Benny sostenindola firmemente del

    brazo.-S -replic en tono siniestro-. S que lo es. Debo verlo con mis propiosojos. Tengo que saberlo.Benny la observ extraado y ella fue incapaz de mirarle a los ojos. Sabaque algo no iba bien, independientemente del fallecimiento de Eric y de ladesaparicin de su cadver, pero no saba de qu se trataba. Le devoraba lacuriosidad.Rachael haba procurado ocultar su angustia y mantenerle al margen de eseterrible asunto. Pero era poco hbil para el engao y saba que se habadado cuenta de sus temores, desde el momento en que pis el umbral de sucasa. Su querido amigo estaba intrigado y preocupado, plenamentedecidido a quedarse junto a ella, que era precisamente lo que ella no quera,

    pero que ahora no poda remediar. Ms tarde tendra que hallar el modo dedeshacerse de l, ya que an con lo mucho que le necesitaba, no era justometerle en aquel lo y poner su vida en peligro, como lo estaba la suya.

    Sin embargo, ahora tena que ver el lugar donde haba yacido el cuerpodestrozado de Eric, ya que confiaba en que una mejor comprensin de lascircunstancias que rodeaban la desaparicin del cadver mitigara sus

    peores temores. Necesitaba todas sus fuerzas para visitar el depsito.Salieron del despacho y bajaron hacia donde los esperaban los muertos.

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    Al fondo del ancho pasillo gris plido con baldosas haba una puertametlica. Un empleado con uniforme blanco estaba sentado junto a suescritorio, en una alcoba junto a la puerta. Al ver llegar a Kordell encompaa de Rachael y Benny, se levant y sac un manojo deresplandecientes llaves del bolsillo de la chaqueta de su uniforme.-Esta es la nica entrada interior al depsito -dijo Kordell-. La puerta estsiempre cerrada. No es as, Walt?-Efectivamente -respondi el empleado. -Supongo que desea entrar, doctorKordell.-S.Cuando Walt meti la llave en la cerradura, Rachael vio una pequeachispa de electricidad esttica.-Aqu hay siempre un empleado, Walt u otro, da y noche, siete das porsemana -dijo Kordell. No puede entrar nadie sin su ayuda y guarda una

    ficha de todos los visitantes.Walt abri la enorme puerta y la aguant mientras entraban. En el interiorel aire fresco ola a antispticos y a algo inidentificable, ms sutil y menoslimpio. La puerta se cerr a su espalda, con un suave crujido de las

    bisagras, que a Rachael pareci retumbarle por todos los huesos. El pestillose cerr automticamente con un ruido hueco.Dos puertas dobles, ambas abiertas, conducan a grandes salas a amboslados del pasillo. Al fondo del escalofriante vestbulo haba otra puertametlica sin ventana alguna, semejante a la que acababan de cruzar.-Ahora permtanme que les muestre la nica entrada exterior, que utilizanlos vehculos del depsito y los de las funerarias -dijo Kordell, dirigindosehacia la lejana barrera.Rachael le segua, aunque por el simple hecho de encontrarse en aqueldepsito de cadveres, donde Eric haba yacido tan recientemente, leflaqueaban las piernas y comenz a sudarle el cuello y el crneo.-Espere un momento -dijo Benny, dirigindose nuevamente hacia la puerta

    por donde haban entrado, hizo girar la manecilla y la abri, dndole unsusto a Walt, cuando regresaba hacia su escritorio.-A pesar de que est cerrada por fuera, siempre est abierta por dentro -dijo

    Benny mirando a Kordell, mientras dejaba que la pesada puerta volviera acerrarse automticamente.-Esto es cierto, evidentemente -dijo Kordell-. Sera demasiado engorrosotener que llamar a un empleado para salir, adems de entrar. Por otra parte,no podemos correr el riesgo de que alguien quede accidentalmente atrapadoen una emergencia, como por ejemplo un incendio o un terremoto.

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    Sus pasos retumbaban de un modo aterrador, al caminar sobre lasrelucientes baldosas hacia la puerta exterior del fondo del pasillo. Cuando

    pasaron frente a las dos grandes salas, Rachael vio a un grupo de gente enla de la izquierda, movindose y hablando en voz baja, a la resplandecienteluz de unos tubos fluorescentes. Los empleados llevaban uniforme blanco,como en los hospitales. Haba un individuo gordo con pantaln color paja ychaqueta de madrsdeportiva amarilla, roja y verde, y dos individuos detraje oscuro, que levantaron la cabeza al ver pasar a Rachael.Tambin vio tres cadveres, envueltos todava en sbanas, sobre unas

    plataformas de acero inoxidable.Al fondo del pasillo, Everett Kordell abri la puerta metlica simplementeempujndola, sali y les rog que le siguieran.Rachael y Benny le obedecieron. Ella esperaba que se encontraran en uncallejn, pero a pesar de que haban salido del edificio, no estaban

    realmente en el exterior. La puerta del depsito daba a una de las plantas deun aparcamiento contiguo de varios pisos. El mismo en el que haca pocohaba aparcado su 560 SL, en uno de los pisos superiores.Con su suelo gris de hormign, las paredes lisas y las gruesas columnas quesostenan el techo tambin gris de hormign, el aparcamiento subterrneo

    pareca una versin occidental inmensa, estrictamente modernista, de unatumba faranica. Las lmparas de vapor sdico pegadas al techo a grandesintervalos iluminaban el ambiente con una luz amarillenta y enfermiza, quea Rachael le pareci muy indicada para un lugar que serva de antesala alrepositorio de los difuntos.En la zona cercana a la entrada del depsito estaba prohibido aparcar. Sinembargo, haba una veintena de vehculos esparcidos por el fondo de laenorme sala, parcialmente iluminados por la crepuscular luz amarilla y en

    parte sumidos en la sombra negruzca, cuya textura era la del terciopelo delinterior de los atades.Al mirar hacia los coches, tuvo la fuerte sensacin de que algo se ocultabaentre ellos, observando. Observndola particularmente a ella.Benny vio que se estremeca y le puso la mano en el hombro.Everett Kordell cerr la pesada puerta del depsito y a continuacin intent

    abrirla, pero no hubo manera.-Lo ven? Se cierran automticamente. Las ambulancias, los vehculos deldepsito y los coches funerarios entran por el aparcamiento y se detienenaqu. La nica forma de entrar consiste en utilizar ese botn -y mientras lodeca puls un botn blanco que haba junto a la puerta- y hablar por elintercomunicador -agreg acercando los labios a una rejilla empotrada en el

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    -Desde luego -respondi inmediatamente Kordell, ansioso por complacerla,cedindole el paso.Entr de nuevo en el pasillo del depsito, donde el aire fro estabaimpregnado de un olor putrefacto, bajo el fuerte aroma a desinfectante de

    pino.

    5.

    Preguntas sin respuestas.

    En la sala donde se guardaban los cadveres a la espera de que se lespracticara la autopsia, el aire era todava ms fro que en el pasillo deldepsito. Con un curioso resplandor sobre todas las superficies metlicas,

    la inexorable luz fluorescente produca un efecto invernal en lasplataformas de acero inoxidable y resplandecientes manecillas y bisagrasde los armarios que cubran la pared. El esmalte blanco y brillante de los

    bales y archivos, cuyo espesor probablemente no exceda los veinticincomilmetros, tena un aspecto profundo, casi insondable, semejante a unmisterioso y lustroso paisaje nevado a la luz de la luna.Rachael intentaba no mirar a los cadveres amortajados y se negaba a

    pensar en lo que deba haber en los enormes cajones de aquellos armarios.El gordo con la chaqueta de madrs era Ronald Tescanet, abogado cuyamisin era proteger los intereses de la municipalidad. Le haban llamado en

    plena cena, para que estuviera presente cuando Rachael hablara con lapolica y para que a continuacin hablase con ella de la desaparicin delcuerpo de su marido. Su tono era demasiado melodioso, casi empalagoso yse deshaca en cumplidos hasta el punto de que verta sus condolenciascomo si derramara aceite caliente de una botella. Mientras la polica lainterrogaba, Tescanet paseaba en silencio a su espalda, alisndosefrecuentemente su tupida cabellera negra con unas blancas y abultadasmanos, con un diamante montado en oro en cada una de ellas.Tal como supona, los individuos de traje oscuro eran de la polica secreta.

    Le mostraron a Rachael sus documentos de identidad y sus placas. Porsuerte, no la agobiaron con un florido psame.El ms joven, robusto y con unas frondosas cejas, era el detectiveHagerstrom. Dej hablar a su compaero y no dijo absolutamente nada.Permaneca inmvil como un roble, en contraste con el abogado que nocesaba de moverse. Observaba a Rachael con sus pequeos ojos castaos,

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    que al principio le dieron la impresin de que era estpido, pero al cabo deun rato, pensndolo mejor, se dio cuenta de que posea una inteligenciasuperior a la normal, que mantena discretamente oculta.Le preocupaba que de algn modo Hagerstrom, gracias a aquel sextosentido casi mgico de los polis, se percatara de su engao y percibiera lainformacin que les ocultaba. Con la mayor discrecin posible, procureludir su mirada.El mayor de los policas, detective Julio Verdad, era un tipo bajito de pielcolor canela, con un ligero tono purpreo en los ojos, parecido al de lasciruelas maduras. Vesta con mucha elegancia: traje azul a medida, oscuro

    pero ligero, camisa blanca posiblemente de seda con puos almidonados ygemelos de oro y perlas, un pauelo de cuello granate con una cadena deoro en lugar de aguja y mocasines Bally de color granate oscuro.A pesar de que Verdad hablaba de un modo entrecortado y casi brusco, su

    tono era ineludiblemente suave y amable. El contraste entre su voz y lavivacidad de su actitud era desconcertante.-Ha visto usted el sistema de seguridad de estas dependencias, seoraLeben.-S.-Le parece satisfactorio?-Supongo.-Quin es usted? -pregunt Verdad, dirigindose a Benny.-Ben Shadway. Un viejo amigo de la seora Leben.-De la escuela?-No.-Compaero de trabajo?-No, slo amigo.-Comprendo -dijo mirndole con sus ojos color ciruela oscuro-. Tengo quehacerle algunas preguntas -agreg dirigindose a Rachael.-Sobre qu?-Quiere sentarse, seora Leben? -le pregunt Verdad, en lugar deresponder inmediatamente a su pregunta.-S, por supuesto, una silla -dijo Everett Kordell apresurndose, junto con

    Ronald Tescanet, a traer una del escritorio que haba en una esquina.A1 darse cuenta de que los dems no pensaban sentarse y para no colocarseen posicin de inferioridad con relacin a ellos, Rachael dijo:-No, gracias, prefiero estar de pie. No veo ninguna razn para que esto se

    prolongue. No me siento con nimos de seguir aqu mucho tiempo. Qudeseaba preguntarme?

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    -Un delito poco corriente -dijo Verdad.-El robo de un cadver -explic ella con la pretensin de que lo ocurrido le

    produca confusin y nusea, simulando lo primero pero lo segundo erabastante genuino.-Quin puede haberlo hecho? -pregunt Verdad.-No tengo ni idea.-No conoce a nadie que tuviera razn para ello?-A alguien con un motivo para robar el cuerpo de Eric? No, claro que no -respondi.-Tena enemigos?-Adems de ser un genio en su campo, tena xito en los negocios. Losgenios suelen despertar inadvertidamente la envidia de sus colegas.Adems, inevitablemente, haba quien envidiaba su fortuna. A algunos les

    pareca que les haba tratado mal... en su escalada hacia la cumbre.

    -Haba tratado mal a la gente?-S, a algunos. Era un individuo ambicioso. Pero dudo seriamente de quecualquiera de sus enemigos deseara vengarse de un modo tan absurdo ymacabro como ste.-No slo era ambicioso -dijo Verdad.-Cmo?-Era despiadado.-Por qu lo dice?-Por lo que he ledo sobre l -dijo Verdad-. Despiadado.-Bien, puede que tenga razn, no se lo niego.-La gente despiadada se crea enemigos apasionados.-Quiere decir tan apasionados como para justificar el robo del cadver?-Quizs. Voy a necesitar los nombres de sus enemigos, de los que puedantener alguna razn para odiarle.Esta informacin se la puede facilitar la gente con quien trabajaba enGeneplan.-Su empresa? Pero usted era la esposa.-Saba bien poco de su negocio. l no quera que lo supiera. Tena ideasmuy definidas acerca de... mi funcin en la vida. Adems, hace un ao que

    nos habamos separado.Verdad aparent sorprenderse, pero Rachael tena la impresin de que ya sehaba informado previamente y saba todo lo que le contaba.-Divorcio?-S.-Odio?

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    -Por su parte, s.-As se comprende.-Qu es lo que se comprende? -pregunt Rachael.-Que no est en absoluto apenada.Sospechaba que Verdad era infinitamente ms peligroso que el silencioso,inmvil y observador Hagerstrom. Ahora estaba segura de ello.-El doctor Leben la trat abominablemente -dijo Benny en su defensa.-Comprendo -dijo Verdad.-No tena motivo para estar apenada -agreg Benny.-Comprendo.-Vlgame Dios, se est usted comportando como si se tratara de un asesino.-Usted cree? -dijo Verdad.-La trata como si sospechara de ella.-Cree usted? -pregunt amablemente Verdad.

    -El doctor Leben ha sido vctima de un accidente fortuito -dijo Benny- y sihay algn culpable es el propio Leben.-Eso es lo que tenemos entendido.-Lo han presenciado como mnimo una docena de testigos.-Es usted el abogado de la seora Leben? -pregunt Verdad.-No, ya le he dicho que era...-Lo s, un viejo amigo -dijo Verdad, ponindose sutilmente en su lugar.-Si fuera usted abogado, seor Shadway -intervino tan apresuradamenteRonald Tescanet que le temblaba la mandbula-, comprendera que la

    polica est obligada a formular estas desagradables preguntas.Evidentemente deben tener en cuenta la posibilidad de que se haya robadoel cadver del doctor Leben para impedir que se practique la autopsia. Paraocultar algo.-Muy melodramtico -replic Benny en tono burln.-Pero concebible. Lo que significara que su muerte no est tan clara como

    parece -dijo Tescanet.-Exactamente -agreg Verdad.-Es absurdo -dijo Benny.Rachael agradeca el inters con que Benny intentaba proteger su honor. Su

    apoyo y amabilidad eran incondicionales. Sin embargo no le importaba queVerdad y Hagerstrom la consideraran como una posible asesina o cmplicede asesinato. Era incapaz de matar a nadie y la muerte de Eric haba sido

    puramente accidental, lo cual acabara siendo evidente, hasta para el mssuspicaz de los detectives. Pero mientras Hagerstrom y Verdad se ocupabande aclarar esos puntos, no investigaran otros aspectos del caso ms

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    prximos a la horrenda verdad. Haban resuelto seguirle la pista a su propiatergiversacin de los hechos y a ella no le importaba ser objeto de susinfundadas sospechas, siempre y cuando no se alejaran de la pista falsa.-Teniente Verdad -dijo Rachael-, seguro que la explicacin ms lgica, a

    pesar de las afirmaciones del doctor Kordell, es que han puestosimplemente el cadver en algn lugar equivocado -dijo ante las protestasinmediatas del delgado mdico y de Ronald Tescanet-. O puede que hayansido jvenes universitarios, para gastar una sofisticada broma prosigui-.Algn tipo de rito de iniciacin. Las han hecho peores.-Creo que ya conozco la respuesta a esta pregunta -dijo Benny-, pero es

    posible que Eric Leben no estuviera muerto despus de todo? Pudocometerse un error al diagnosticar su estado? Pudo haber salido de aquandando aturdido?-No, no, no! -exclam Tescanet empalideciendo e inesperadamente

    sudoroso a pesar del aire fro.-Imposible -dijo Kordell simultneamente-. Le examin personalmente.Tena enormes lesiones craneales y ni el ms remoto sntoma de funcionesvitales.-No recibi el doctor Leben atencin mdica alguna inmediatamentedespus del accidente?-pregunt Verdad, aparentemente intrigado por esta nueva teora queacababan de insinuar.-Le examinaron los tcnicos sanitarios -respondi Kordell.Estn muy preparados y son de absoluta confianza -agreg Tescanet,secando su mullido rostro con un pauelo.Tena que calcular mentalmente y con toda rapidez la diferencia entre loque le correspondera pagar a la municipalidad por un error en el depsitode cadveres y, lo que sera mucho ms grave, en el caso de que sedemostrara la incompetencia de los tcnicos sanitarios.-Fueran cuales fuesen las circunstancias, jams declararan muerto aalguien que no lo estuviera -agreg el abogado.-Uno: no haba ningn tipo de actividad cardiaca -dijo Kordell, contandolas pruebas de la muerte con unos dedos largos y flexibles, que tanto

    podan ser los de un pianista como los de un patlogo-. Los tcnicossanitarios obtuvieron una lnea perfectamente horizontal en elelectrocardigrafo de la ambulancia. Dos: ausencia absoluta de funcionesrespiratorias. Tres: temperatura corporal en constante descenso.-Indiscutiblemente muerto -susurr Tescanet.

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    El teniente Verdad miraba ahora al abogado y al mdico con la mismadesconfianza y ojos de halcn con que haba observado a Rachael.Probablemente no crea que Tescanet, Kordell o los tcnicos sanitariosocultaran algn acto reprochable. Sin embargo, su naturaleza y suexperiencia le hacan sospechar de cualquiera, en cualquier momento y encualquier lugar, dada la menor razn para ello.-Cuatro -prosigui Kordell, cortando la interrupcin de Tescanet-: no habaabsolutamente ninguna actividad elctrica perceptible en su cerebro. Aqudisponemos de un electroencefal-grafo, que frecuentemente utilizamoscon los accidentados como ltima prueba. sta es una medida de seguridadque he instituido desde que tom posesin del cargo. El doctor Leben fueconectado al electroencefalgrafo a su llegada y no manifest ningunaactividad cerebral perceptible. Se hizo en mi presencia y vi la grfica.Muerte cerebral. Si existe un mtodo universalmente reconocido para

    declarar la defuncin de un paciente, ste consiste en que el mdico que leasiste determine la existencia de un paro cardaco total e irreversible,acompaado de muerte cerebral. Las pupilas del doctor Leben no sedilataban a la luz. Y no respiraba. Con el debido respeto, seora Leben, suesposo estaba tan muerto como cualquiera de los muchos difuntos que hevisto y en ello apostara mi reputacin.Rachael no dudaba de que Eric hubiese estado muerto. Haba visto sus ojossin vida ni parpadeo cuando yaca en un charco de sangre en la calzada.Haba visto, demasiado bien, la profunda herida que le surcaba el crneodesde la parte posterior de la oreja hasta la sien, con el hueso quebrado ymachacado. Sin embargo, se alegraba de que Benny se hubiera confundidoinvoluntariamente, proporcionndoles otra pista falsa a los detectives.Estoy segura de que estaba muerto -dijo-. No me cabe la menor duda. Le vien el lugar del accidente y s que no haba confusin posible.Kordell y Tescanet se sintieron profundamente aliviados.-Entonces descartamos esta hiptesis -dijo Verdad, encogindose dehombros.Pero Rachael saba que, una vez implantada la posibilidad de undiagnstico errneo en la mente de los policas, dedicaran tiempo y

    energa a su exploracin, que era lo nico que le im-portaba. Retardar laaccin. Eso era de lo que se trataba. Retrasar, entorpecer, confundir el caso.Necesitaba tiempo para confirmar sus peores sospechas, para decidir lo quedeba hacer, con el fin de protegerse de diversos peligros.El teniente Verdad condujo a Rachael ms all de los tres cadveresamortajados y se detuvo frente a la plataforma vaca, sobre la que haba una

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    mortaja arrugada. Haba tambin una eti-queta de cartn arrugada, con dostrozos de alambre cubierto de plstico.-Me temo que esto es todo lo que tenemos como punto de partida. La

    plataforma donde yaca el cuerpo y la etiqueta de identificacin que llevabaatada al pie -le dijo el detective, con una mirada tan dura e inescrutablecomo su rostro-. Por qu supone que un ladrn de cadveres, fueran cualesfuesen sus motivos, perdera el tiempo retirando la etiqueta del pie delcadver?-No tengo ni la ms ligera idea -respondi Rachael.-Al ladrn le preocupara no ser descubierto. Tendra prisa. Quitndole laetiqueta perdera unos segundos muy valiosos.-Es una locura -dijo estremecindose.-S, una locura -repiti Verdad.-Pero en realidad todo es una locura.

    -S.Al contemplar la mortaja arrugada y ligeramente manchada de sangre,pensando en que haba envuelto el cadver fro y desnudo de su marido,Rachael se estremeci incontrolablemente.-Ya basta -dijo Benny, rodendola cariosamente con el brazo-. Voy asacarte de este maldito lugar.Everett Kordell y Ronald Tescanet acompaaron a Rachael y a Benny alascensor del garaje, sin dejar de intentar convencerles de que ni el depsitoni la municipalidad eran responsables de la desaparicin del cadver. A

    pesar de que Rachael se lo haba asegurado innumerables veces, no estabanseguros de que no se propusiera llevar a nadie ante los tribunales. Tenatantas cosas en las que pensar y de las que preocuparse, que no le quedabaenerga ni deseo de persuadirlos de que sus intenciones eran benignas. Lonico que deseaba era deshacerse de ellos para poder ocuparse de lasurgentes tareas que la esperaban.Cuando se cerraron las puertas del ascensor, separando finalmente a ella y aBenny del flaco patlogo y del corpulento abogado, Benny dijo:-Si estuviera en tu lugar, creo que los demandara.-Demandas, contrademandas, deposiciones, reuniones jurdicas

    estratgicas, juzgados... no se me ocurre nada ms aburrido -dijo Rachaelabriendo el bolso cuando el ascensor comenzaba a subir.-Verdad es un cabrn calculador, no te parece? -pregunt Benny.-Supongo que se limita a hacer su trabajo -respondi Rachael, sacando desu bolso la pistola del treinta y dos.

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    Benny, que contemplaba cmo cambiaban los nmeros iluminados encimade la puerta, no vio inmediatamente el arma.-Bien, podra hacer su trabajo con un poco ms de compasin y algo menosde eficacia mecnica.Haban subido un piso y medio desde el stano. En el tablero estaba a

    punto de iluminarse el nmero dos. Su Mercedes estaba un piso ms arriba.Benny haba querido ir en su coche, pero Rachael insisti en que deseabaconducir el suyo. Mientras iba al volante, sus manos estaban ocupadas y suatencin parcialmente en la carretera, lo cual le impeda preocuparseexcesivamente por la horrenda situacin en la que se encontraba. Si notena nada que hacer, ms que reflexionar acerca de lo sucedidorecientemente, probablemente perdera el precario autocontrol que anconservaba. Tena que mantenerse ocupada para no dejarse invadir por elterror y controlar el pnico.

    Alcanzaron el segundo piso y siguieron subiendo.-Benny, aprtate de la puerta -le dijo.-Cmo? -pregunt bajando la mirada y parpadeando al ver la pistola-.Oye, de dnde diablos has sacado esto?-Lo he trado de mi casa.-Por qu?-Por favor, aprtate. Rpido, Benny -le dijo temblorosa, apuntando hacia la

    puerta.-Qu ocurre? -pregunt todava parpadeando, confuso, pero apartndosede la puerta-. No irs a matar a alguien?Su corazn lata con tanta fuerza que no le permita or lo que le deca y ledaba la impresin de que le hablaba desde la lejana.Llegaron al tercer piso.Son un timbre en el indicador y se ilumin el nmero tres. El ascensor sedetuvo con un leve traqueteo.-Rachael, respndeme, qu ocurre?

    No le contest. Haba adquirido la pistola despus de dejar a Eric. Unamujer sola debe poseer un arma... especialmente despus de abandonar a untipo como l. Mientras las puertas se deslizaban para abrirse, intent

    recordar lo que le haba dicho su instructor de tiro: no hay que sacudir elgatillo, simplemente apretarlo con suavidad, de lo contrario se mueve elcan y el tiro no da en el blanco.Pero no haba nadie esperndolos, por lo menos no delante del ascensor. Elsuelo de hormign gris, las paredes, las columnas y el techo, tenan elmismo aspecto que en el stano de donde procedan. El silencio tambin

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    era el mismo: sepulcral y de algn modo amenazador. El aire era menosputrefacto y ms caliente que tres pisos ms abajo, pero igualmenteinmvil. Algunas de las lmparas del techo estaban rotas o fundidas, con loque un gran nmero de sombras poblaba la enorme sala, oscurecindolaan ms que la del stano y parecan tambin ms profundas, ms propiasde que en ellas se ocultara fcilmente un agresor, a pesar de que quizs ensu imaginacin eran todava ms negras que en la realidad.-Rachael, de quin tienes miedo? -le pregunt Benny, siguindola a lasalida del ascensor.-Ms tarde. Ahora largumonos de aqu cuanto antes.-Pero...-Ms tarde.Sus pasos retumbaban en el hormign con un eco vaco y su sensacin erala de que, en lugar de andar por un aparcamiento perfectamente ordinario

    de Santa Ana, lo estuviera haciendo por las naves de un remoto templo,bajo la vigilancia de una inimaginable y extraa divinidad.A una hora tan avanzada, su 560 SL rojo era uno de los tres nicos cochesaparcados en aquella planta. Estaba solo, resplandeciente, a treinta metrosdel ascensor. Fue directamente hacia el mismo y dio una vuelta,cautelosamente, a su alrededor. No se ocultaba nadie al otro lado. A travsde las ventanas pudo comprobar que tampoco haba nadie en el interior.Abri la puerta y entr rpidamente. En el momento en que Benny se senty cerr su puerta, hizo girar la llave, puso en marcha el motor, manipul la

    palanca del cambio, quit el freno de mano y condujo con excesivavelocidad hacia la salida.Mientras conduca, puso los seguros de la pistola con una mano y volvi ameterla en el bolso.Bien, ahora cuntame la razn por la que te portas como un pistolero -dijoBenny, cuando llegaron a la calle.Ella titube, deseando no haberle involucrado tanto como ya lo habahecho. Deba haber ido sola al depsito. Haba sido dbil, necesitabaapoyarse en l; sin embargo, si ahora no rompa con esa dependencia, sisegua atrayndole, pondra indudablemente su vida en peligro. No tena

    derecho a imponerle ese riesgo.-Rachael?Se detuvo en el semforo del cruce de las calles Mayor y Cuarta, donde unarfaga de viento veraniego hizo volar algunos papeles hacia el centro de lacalzada, revolotearon unos instantes y se alejaron con la brisa.-Rachael? -persisti Benny.

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    Un pordiosero andrajoso estaba de pie en la esquina, a menos de dosmetros del coche. Su aspecto era asqueroso, sin afeitar y borracho. Sunariz, parcialmente podrida por la melanosis, era horrible y retorcida. En lamano izquierda tena una botella, medio oculta en una bolsa de papel. En surepugnante garra derecha tena un despertador, al que le faltaba el cristal yuna de las agujas, como si poseyera un gran tesoro. Se agach y la mir conunos ojos febriles y alocados.-No te encierres en ti misma, Rachael -dijo Benny, haciendo caso omiso del

    pordiosero-. Qu ocurre? Dmelo. Puedo ayudarte.-No quiero involucrarte -le respondi.-Ya lo estoy.-No. Hasta ahora no sabes nada. Y estoy convencida de que es mejor as.-Prometiste...Cambi el semforo y apret el acelerador con tal brusquedad que Benny

    se golpe contra el respaldo del asiento y dej la frase a medias.-Soy el padre tiempo! -chillaba el borracho del despertador a su espalda.-Escchame, Benny, voy a llevarte a mi casa para que recojas tu coche -dijo Rachael.-Ni lo suees.-Permteme que me ocupe yo personalmente de este asunto.-Qu asunto? Qu ocurre?-Benny, no me interrogues. Por favor, no lo hagas. Tengo mucho en que

    pensar y mucho que hacer...-Me da la impresin de que piensas ir a algn lugar esta noche.-No tiene nada que ver contigo -le dijo.-Adnde piensas ir?-Hay algunas cosas que debo... verificar. No importa.-Vas a matar a alguien? -le pregunt ahora enfurecindose.-Claro que no.

    -Entonces por qu llevas pistola?No respondi.-Tienes permiso de armas?-Slo para uso domstico -respondi moviendo la cabeza.

    Mir hacia atrs para ver si haba alguien cerca de ellos, se inclin haciaadelante, agarr el volante y le dio una sacudida hacia la derecha.El coche vir con los neumticos chirriando sobre el asfalto, ella fren,

    patin de costado unos seis u ocho metros y cuando estaba a punto decontrolar la situacin, l agarr nuevamente el volante, pero ella lanz un

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    grito, lo solt, durante unos instantes le desliz entre las manos, pero acabpor controlarlo, se acerc a la acera, par, le mir y dijo.-Qu te ocurre? Ests loco?-Slo furioso.-Olvdalo -dijo mirando fijamente la calle.-Quiero ayudarte.-No puedes.-Ponme a prueba. Adnde tienes que ir?-Slo a la casa de Eric -suspir.-Su casa? En Villa Park? Por qu?-No puedo decrtelo.-Y despus de su casa, adnde?-Geneplan. Su despacho.-Por qu?

    -Tampoco puedo decrtelo.-Por qu no?-Benny, es peligroso. Podra ser violento.-Y de qu coo crees que estoy hecho, de porcelana? De cristal? Malditasea, crees que voy a descomponerme en mil pedazos si me tocan con undedo?Ella le mir. La luz amarilla de la farola slo entraba por medio parabrisas,dejando a Benny en la oscuridad, pero sus ojos brillaban en la sombra.-Dios mo, ests furioso. Nunca te haba odo expresarte as.-Rachael, hay o no algo entre nosotros? Yo creo que s, algo especial.-S.-Lo crees verdaderamente?-Sabes que as es.En tal caso no puedes excluirme. No puedes impedir que te ayude cuandolo necesitas, si deseas que lo nuestro progrese.Le mir con mucha ternura, deseando ms que nada confirselo todo,convertirle en su aliado, pero si le involucraba le hara verdaderamente unamalsima jugada. En este momento l intentaba descifrar el tipo de peligroque la amenazaba, maquinaba furiosamente su mente, hacia listas de

    posibilidades, pero nada de lo que imaginara poda ser la mitad depeligroso que la verdad. De saberla, probablemente no estara tan ansiosopor colaborar, pero no se atreva a revelrsela.-Sabes que soy un individuo bastante chapado a la antigua.Considerablemente desfasado de las modas actuales. En ciertos sentidosmuy formal. La mitad de mis colegas en la industria inmobiliaria de

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    California acude al trabajo, en un da veraniego como hoy, con pantalnblanco de algodn y chaqueta color paja, pero yo, para sentirme cmodo,debo ponerme un traje con chaleco y puos almidonados. Probablementesoy el nico en mi campo que todava sabe lo que es una camiseta.Entonces, cuando alguien como yo ve a la mujer a quien quiere en peligro,tiene que ayudarla, es lo nico que es capaz de hacer, lo tpico ytradicional, lo correcto, y si ella no se lo permite, eso equivale a una

    bofetada, a una afrenta a sus principios, al desprecio de lo que representa, ypor mucho que la quiera, debe abandonarla, es as de simple.-Jams me habas hecho ningn discurso -dijo Rachael.-Nunca haba sido necesario.Ambos se sintieron afectados y frustrados por su ultimtum. Rachael ech

    la cabeza atrs y cerr los ojos, incapaz de decidir lo que deba hacer.Sigui aferrada con fuerza al volante, ya que si lo soltaba, Benny se dara

    cuenta de lo mucho que le temblaban las manos.-A quin le temes, Rachael? -pregunt.No le respondi.-Sabes lo que ha ocurrido con su cadver, no es cierto?-Quizs.-Sabes quin lo ha cogido.-Tal vez.-Y es de ellos de quien tienes miedo. Quin es, Rachael? Santo Dios,quin puede hacer algo parecido... y por qu?-De acuerdo -dijo poniendo el coche en marcha-, puedes acompaarme.-A la casa de Eric, a su despacho? Qu es lo que buscamos? Eso no estoydispuesta a decrtelo -le respondi.-Muy bien, de acuerdo -dijo despus de unos momentos de silencio-. Cadacosa a su debido tiempo. Me parece perfectamente aceptable.Se dirigi hacia el norte por la calle Mayor, al este por la avenida Katellaen direccin a la adinerada zona residencial de Villa Park y por las colinashacia la finca de su difunto marido. En la parte alta de Villa Park, lasenormes mansiones, muchas con un valor superior al milln de dlares,estaban medio ocultas por la vegetacin y el oscuro velo de la noche. La

    casa de Eric, como una aparicin tras una hilera de enormes laureles indios,pareca ms oscura que las dems, fra incluso en pleno junio, con susmltiples ventanas semejantes a hojas de obsidiana, incapaces de ser

    penetradas por la luz en direccin alguna.

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    6.

    El bal.

    El largo camino, pavimentado con baldosas mexicanas color rojo oxidado,rodeaba la enorme mansin estilo espaol moderno de Eric Leben, antes degirar por la parte trasera hacia los garajes. Rachael aparc delante de lacasa.A pesar de que a Ben Shadway le encantaban los edificios autnticamenteespaoles, con su abundancia de arcos, ngulos y hondas vidrieras