de verde y colorado 3era edición

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BARDA, BROCHA Y POETA: LOS MUROS TIENEN LA POESÍA fin de la zona roja juarense LA INCREÍBLE Y NO CÁNDIDA HISTORIA DE LA ESTUFA DEVALUADA AÑO I NÚMERO 3 AGOSTO 2014

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Nuevo semestre, nuevo número. Con las pilas recargadas gracias al descanso veraniego, nos disponemos a enfrentar con el mejor ánimo este nuevo periodo escolar. En el segundo semestre del año tenemos también el mes de nuestra universidad: octubre, que esperamos con ansias debido al aniversario, al tradicional informe del rector y, por supuesto, el que esperamos se convierta en toda una tradición universitaria: el concierto de aniversario. En este número volveremos a encontrar textos de lo más variado, haciendo honor al nombre de la revista, nos pasearemos a través de fotografías, textos históricos, reflexiones profundas y situaciones actuales. Por supuesto que tendremos el espacio dedicado a la cocina, en esta ocasión, con una de las recetas que más fama dieron al Comedor Virginia. Invitamos a los lectores recurrentes de De verde y colorado a que sigan brindándonos su atención a través de la lectura, y damos la bienvenida a los nuevos integrantes de la comunidad universitaria. Pero bas

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BARDA, BROCHA Y POETA: LOS MUROS TIENEN LA POESÍA

fin de la zonar o j a j u a r e n s e

LA INCREÍBLE Y NO CÁNDIDA HISTORIA DE LA ESTUFA DEVALUADA

AÑO I NÚMERO 3 AGOSTO 2014

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De verde y colorado es un suplemento de la Gaceta Universitaria de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, editado conjuntamente por la Coordinación General de Comunicación Social y el Programa de Licenciatura en Periodismo e impreso en los talleres de la Imprenta Universitaria. INDAUTOR Certificado de reserva de derechos al uso exclusivo núm. 04-2007-050416154500-102 / ISSN 2007-0438. Terminado el 18 de agosto de 2014 e impresa el 19 de agosto de 2014. Año I, Número 3.Se reciben colaboraciones que se ajusten al estilo de la revista, pero no se regresan originales, sean publicados o no. La decisión de publicación recae en los editores. Todo el material puede ser reproducido libremente a condición de que no se mutile, edite omodifique y que se den los créditos correspondientes al autor y a la publicación.Las opiniones son responsabilidad de sus autores.Domicilio: Av. Plutarco Elías Calles, núm. 1210, FOVISSSTE Chamizal, Ciudad Juárez, Chih. Teléfonos: (656) 688 2270 y 688 2264. Correos: [email protected] y [email protected]

Editor:Raúl Flores Simental

Coeditores:Andrés Pedroza GarcíaPablo Hernández Batista

Cuerpo de colaboradores:Óscar Altamirano, Rohry Benítez, Óscar Vázquez, Santiago Gallur, Socorrro Aguayo, Jorge Salas Plata, Guadalupe Santiago, Antonio Ochoa, Félix Lazos, Jesús Antonio Camarillo, Héctor Rogelio Pedraza, Luis Pegut, Blas García, Horacio Manzano, Guadalupe Valdivia y Sergio Domingo.

Fotografía:Luis PegutIsamar Herrera Alexandro González

Diseño:Thomas Schreiber Sifuentes

RectorRicardo Duarte JáquezSecretario GeneralDavid Ramírez PereaSecretario Académico Manuel Loera de la Rosa

Escanea para la versión digital

De verde y coloradoExpresión común entre los vendedores callejeros de burritos, para hacer referencia a los dos guisos más comunes con que se elabora esta típica comida juarense. Se retoma por su profundo carácter popular para destacar el regionalismo de esta publicación y por su colorido. De verde y colorado hace referencia al sabor, a la diversidad, a las costumbres, a la calle, a la tradición y a la imaginación. Porque al igual que la comida, la lectura también sabe, recuerda, evoca y se paladea.

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índice

el fin de la zona roja juarense

de guayaba, de fresa, de limón...

burritos De lengua

marcos m. flores

fin de fiesta

EL VALOR DE LAS SOMBRAS

LA BUENA ONDA

CONTADOR PÚBLICO DE HISTORIAS

MERINO

barda, brocha y poeta

juárez, ciudad que se restaura

el éxito de la reforma constitucional de 2011

la increíble y no cándida historia de laestufa devaluada

hasta pronto germán

la isla de córdoba

los viajes de papá mando

monos enlazados

El recetario popular de Homero el Cocinero

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Nuevo semestre, nuevo número. Con las pilas recargadas gracias al descanso veraniego, nos disponemos a enfrentar con el mejor

ánimo este nuevo periodo escolar. En el segundo semestre del año tenemos también el mes de nuestra universidad: octubre, que esperamos con ansias debido al aniversario, al tradicional informe del rector y, por supuesto, el que esperamos se convierta en toda una tradición universitaria: el concierto de aniversario.

En este número volveremos a encontrar textos de lo más variado, haciendo honor al nombre de la revista, nos pasearemos a través de fotografías, textos históricos, reflexiones profundas y situaciones actuales. Por supuesto que tendremos el espacio dedicado a la cocina, en esta ocasión, con una de las recetas que más fama dieron al Comedor Virginia.

Invitamos a los lectores recurrentes de De verde y colorado a que sigan brindándonos su atención a través de la lectura, y damos la bienvenida a los nuevos integrantes de la comunidad universitaria.

Pero basta ya de palabrería, dispongámonos a paladear este nuevo número.

editorial

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Editorial

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Contra lo que se piensa, no solamente en barrios, callejuelas, mercados y antros se vapulea al español. No, también es agredido

en las llamadas redes sociales, en los mostradores de ventas, en los oficios y en los restaurantes.

El lenguaje comercial es ya reducto favorito de las incorreciones y de las modas. Así como en la televisión agarran sus muletillas, así también en oficinas y tiendas se adoptan palabras y expresiones que son verdaderos golpes al buen decir y al buen escribir.

Van algunos ejemplos.

burritos

De lengua

Sección que lucha por la reduccióndel maltrato a la lengua española

De la Redacción de Verde y Colorado

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En lo que es. Una nueva expresión recorre los mostradores de ventas, las líneas telefónicas y hasta los salones de clase. En los pasillos de los supermercados, es común escuchar frases como “le estamos ofreciendo lo que es un nuevo chocolate sin azúcar”. También puede ser otra como “esta pomada se puede poner en lo que es la zona adolorida”. No falta algún reportero que diga “estamos en lo que es el puente libre”. Por teléfono no falta el vendedor que anuncie un nuevo producto: “le estamos ofreciendo lo que es un nuevo seguro para su auto que le cubre todo lo que son daños a terceros”. Si a todas estas oraciones se le quita “lo que es” o lo “que viene siendo”, nada pasará. Hágase el ejercicio sobre estas líneas y se verá que tan ocioso es qué la gente use estas palabras que nada añaden al mensaje.

De antemano. Se ha vuelto costumbre dar las gracias de antemano. Es común que en los oficios se escriba “agradezco de antemano”. La palabrita está de moda, pero si se revisa a fondo, por lo general es ociosa. De antemano quiere decir anticipadamente, lo que supondría que también se puede agradecer posteriormente, pero ¿cuál sería la diferencia entre las gracias antes y después? En el caso de “le agradezco de antemano la atención a la presente”, es lo mismo que “le agradezco la atención a la presente”, pero se ha vuelto moda, o se ha viralizado, como se diría en las redes sociales, porque como sucede con otras expresiones ociosas, se piensa que son elegantes o que añaden formalidad a un escrito. Si lo trasladamos al lenguaje oral, nos daremos cuenta que nadie dice “de antemano gracias por dejarme pasar” o “de antemano, gracias por el café que me va a servir”.

Un refresco de sabor. Cuando la gente pide un refresco que no sea de cola, es común que pida un refresco de sabor, como si la cola no tuviera sabor. Quizá detrás de todo esté la idea de que la cola no es un sabor ya, sino simplemente es una cola. O quizá la expresión haya sido cortada y en lugar de decir sabor a frutas o sabor frutal, se dice simplemente de sabor. Hay quienes lo resuelven con precisión cuando dicen: “quiero un refresco que no sea de cola”. Otros son vagos y dicen “uno de limón, de naranja o de uva”. Seguramente lo más correcto es lo preciso “un refresco de piña” o “un refresco de fresa”. Porque eso de “uno de sabor” supone el riesgo de que le sirvan uno de sabor coca y lo que es peor, que le lleven uno de sabor cola dietética.

Aseguranza. Por una semejanza fonética con insurance y, desde luego, por el desconocimiento del español, se ha naturalizado la palabra aseguranza, en lugar de póliza o seguro. Cuando aseguramos un auto, se compra un seguro a través de una póliza. Así, lo correcto es decir: mi auto cuenta con seguro. Sin embargo, por influencia fronteriza, es común que la gente diga que ya le compró aseguranza a su carro. Y hay quienes incluso llegan a explicar que es aseguranza porque fue comprada de aquel lado y allá tal es el nombre que reciben. En español, la palabra correcta es seguro, aunque haya sido comprada en los Estados Unidos y en dólares.

burritos de lengua

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El calor sube conforme avanza la tarde. Son casi las 4 y el pavimento se hace chicloso, aunque algunas nubes siembran esperanzas

fallidas, porque todo lo que logran es meterle humedad al ambiente y hacer del atardecer algo pegajoso.

Pero al pequeño centro comercial llega un respiro. Una camioneta vieja se estaciona frente a una de las banquetas y de ellas bajan dos mujeres sudorosas y aceleradas. Pantalón y playera ajustados sobre los cuerpos de las dos. Coloridas sandalias de plástico en los pies y mucha vitalidad en los brazos brilllosos y fuertes.

De la parte de atrás del vehículo sacan unos termos grandes de plástico que contienen unos recipientes metálicos. Los acomodan como para la vendimia y voltean a ver a quienes, desde dentro de los locales, les hacen señas. Y ahí empieza la carrera: llenan los vasitos una y otra vez, los entregan, regresan por cambio. No falta quien les grite que quiere una de guayaba, o de fresa o de limón.

“Nuestras nieves son naturales, de garrafa, nomás pruébelas y me dice si no le gustaron”, dice la más locuaz, mientras le echa mermelada a una de fresa, a la que le entierra una cucharita de plástico que se va hasta el fondo.

De guayaba, de fresa, de limón...

Sergio Domingo

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Y sí, son nieves artesanales, irrepetibles, con el sabor que nunca igualará la industria, ni las franquicias. La de guayaba tiene el auténtico perfume, encanto y sabor de la guayaba. No hay truco ni engaño. La de fresa tiene el color suave de la fruta natural y no necesita ni colorantes ni agregado alguno. Y la de limón no hace falta describirla sino probarla: con esa frescura para derrotar cualquier agotamiento de tarde de verano. Como sueros hidratantes congelados, como delicia veraniega, como arma infalible contra los traicioneros golpes de calor, las nieves de garrafa ganan una batalla más contra el verano y sus efectos.

Pero como todo lo artesanal, ellas, las nieves –y también las vendedoras– son efímeras, irrepetibles, azarosas. Estarán siempre, pero no se sabe dónde.

“Aquí llegamos todos los días a estas horas, les vendemos a los muchachos y nos vamos a la Simi de aquí a la vuelta. Si nos queda, nos vamos a otro súper y ahí le vamos dando, todos los días, menos los domingos”.

Tan rápido como llegaron se van. Guardan cucharitas, vasos, mermelada, las garrrafas que no son garrafas; echan a andar el motor y se van para donde se mete el día.

Y allá van con la de limón, la de fresa, la de guayaba. Allá van, contra el sol, con su sonrisa, su ánimo, su vitalidad, a repartir la frescura eterna e invencible de su nieve artesanal.

de guayaba, de fresa, de limón...

¿Guión o guion? Para poder aplicar con propiedad las reglas de acentuación gráfica del español es necesario determinar previamente la división de las palabras en sílabas. la ortografía académica estableció ya en 1999 una serie de convenciones para fijar qué combinaciones vocálicas deben considerarse siempre diptongos o triptongos y cuáles siempre hiatos a la hora de aplicar las reglas de acentuación gráfica.De acuerdo con dichas convenciones, y con independencia de cuál sea su articulación real en palabras concretas, se consideran siempre diptongos a efectos ortográficos las combinaciones siguientes:Vocal abierta (/a/, /e/, /o/) seguida o precedida de vocal cerrada átona (/i/, /u). Dos vocales cerradas distintas (/i/, /u/).Del mismo modo, se consideran siempre triptongos a efectos ortográficos las secuencias constituidas por una vocal abierta entre dos vocales cerradas átonas.Como consecuencia de la aplicación de estas convenciones, un grupo limitado de palabras que tradicionalmente se habían escrito con tilde por resultar bisílabas (además de ser agudas terminadas en -n, -s o vocal) pasan a considerarse monosílabas a efectos de acentuación gráfica, y a escribirse, por ello, sin tilde, ya que los monosílabos no se acentúan gráficamente, salvo los que llevan tilde diacrítica.Aunque la ortografía de 1999, donde se establecieron las citadas convenciones, prescribía ya la escritura sin tilde de estas palabras, admitía que los hablantes que las pronunciasen como bisílabas pudiesen seguir acentuándolas gráficamente. En cambio, a partir de la edición de 2010, se suprime dicha opción, que quiebra el principio de unidad ortográfica, de modo que las palabras que pasan a considerarse monosílabas por contener este tipo de diptongos o triptongos ortográficos deben escribirse ahora obligatoriamente sin tilde.

Si quiere más información puede consultar http://www.rae.es/drae

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La tradicional y centenaria “Zona Roja” de Ciudad Juárez, comprendida dentro del polígono delimitado al norte por el Río

Bravo, en su parte sur por la avenida 16 de Septiembre, al oriente por la avenida Francisco Villa y al poniente la calle Melchor Ocampo, ha desaparecido para siempre.

Ésta sufrió su primer golpe a finales de los años ochenta del siglo pasado, cuando el entonces gobernador Fernando Baeza Meléndez restringió los horarios de los salones de baile, cantinas y cabarets, los cuales se vieron obligados a cerrar sus puertas a más tardar las 2 de la mañana. Durante todo el siglo los establecimien-tos de ese giro habían venido laborando, si no las 24 horas del día, por lo menos hasta las 5 o 6 de la mañana. Baeza pretendía ser más conservador que sus detractores panistas.

EL FIN DE LA ZONA ROJA JUARENSE

Héctor Pedraza Reyes

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La epidemia del Sida fue otro duro golpe para la Zona Roja, que vio disminuir considerablemente la afluencia de clientes norte-americanos, quienes se mostraban cada vez más inseguros de seguir practicando sus atávicas costumbres en un ambiente carente de cualquier garantía sanitaria.

Todo esto se vio agravado con la crisis desatada en los años noventa en Ciudad Juárez a raíz de la aparición de numerosos casos de asesinatos de mujeres jóvenes, que provocaron la satanización de la “Zona Roja”, vista a partir de entonces como caldo de cultivo para todo tipo de crímenes, con las consiguientes redadas de la policía por sus calles.

De cualquier modo, a fines de los noventa, con el auge que se dio en esos años en la industria maquiladora y con el incremento en el tráfico de drogas, esta zona de la ciudad empezó a recuperar su antiguo dinamismo. Pero la euforia no duró mucho tiempo. Con la crisis económica global, y particularmente norteamericana, a lo largo del año 2001 se produjo un incremento en el desempleo en la industria maquiladora y una reducción del gasto de los trabajadores de uno y otro lado de la frontera.

Tras el atentado del 11 de septiembre de 2001 a las Torres Gemelas, las cosas se complicaron aún más para la “Zona Roja”. En El Paso, los soldados de Fort Bliss recibieron la prohibición clara de no visitar Ciudad Juárez por ningún motivo en tanto que un número importante de paseños dejaron de hacerlo debido también a las graves inconveniencias provocadas por las largas horas de espera para cruzar los puentes internacionales, en donde las revisiones aduanales se volvieron verdaderamente insoportables.

No obstante, el auge del narcotráfico registrado entre 2002 y 2007 dio un nuevo empuje a esta área de la ciudad, que se fue convirtiendo cada vez más en centro de distribución de cocaína y metanfetamina, así como de éxtasis y otras drogas sintéticas, como el crack.

EL FIN DE LA ZONA ROJA JUARENSE

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Aunque ese auge fue rápidamente interrumpido cuando se inició la llamada “guerra contra el narco” emprendida por el presidente Felipe Calderón y con la terrible lucha que se desató entre miembros de pandillas rivales, como la de Los Aztecas, los Artistas Asesinos, Los Mexicas, entre otras, por el control de la plaza. Se supone que dos cárteles de la droga combatieron a muerte en la ciudad: el cártel de Sinaloa y el cártel de Juárez, y que ambos se valieron de las pandillas locales como carne de cañón.

Fue así como entre 2008 y 2012 se consumó la destrucción de la “Zona Roja” juarense. Para mediados de 2014, manzanas enteras de viejos antros fueron demolidas y en su lugar actualmente se extienden amplios lotes baldíos. ¿Y la gente que trabajaba en ese sector? Muchos emigraron, otros más se trasladaron a diversas zonas de la ciudad y cientos, quizás miles, pasaron a formar parte de las estadísticas de homicidios registrados durante esos años, en algunos de los cuales se llegó a superar la cifra de 3 mil homicidios por año, en una ciudad que para 2010 tenía un poco más de un millón de habitantes. Así terminaron cien años de historia para esta zona enclavada en el primer cuadro de la ciudad.

¿En base o con base? Este error aparece en infinidad de textos escolares, periódicos y revistas. Lo correcto es decir “Con base en lo expuesto…”

EL FIN DE LA ZONA ROJA JUARENSE

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Cuando el país se pacificaba, cuando habían pasado apenas 20 años de la toma de Juárez por los revolucionarios, la ciudad contaba

ya con una tienda de lujo, donde se encontraban desde botones hasta trajes de novia, pasando por las guitarras y el mole poblano.

Marcos M. Flores se llamaba la tienda, igual que su dueño, y así era conocida entre todos los juarenses, quienes cuando alguien no encontraba algo de calidad, recomendaban: “ve con don Marcos”.

Su fundadador era originario de Pinos, Zacatecas, estudió hasta el tercero de primaria, estuvo un tiempo en Chihuahua y luego se vino a probar fortuna a la frontera.

Antes de la tienda, don Marcos tuvo muchos negocios de diferente tamaño, en los que invariablemente le fue bien, entre ellos, los cines. No solamente fue propietario de algunos de los que funcionaban en el centro, también daba funciones ambulantes en un carrito con el que llegaba a los barrios.

Sobre el origen de su fortuna hay un mito que él se encargó de desmentir: se contaba que en una zapatería de su propiedad, situada frente a la plaza principal, encontró un entierro de dinero. Lo cierto es que sí se sacó la lotería varias veces, aunque no en cantidades que le permitieran fundar los muchos negocios que tuvo.

Marcos M . F lores : l a t i e nda dond e s eencontraba de todo

Desde un botón hasta un traje de novia

De la Redacción de Verde y Colorado

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La tienda fue fundada en 1931, cuando él tenía 38 años de edad. Vio sus mejores épocas en los tiempos de la Segunda Guerra, cuando la ciudad se inundaba de visitantes. En ella se encontraban todo tipo de telas y un amplio surtido de zapatos. Sus aparadores eran famosos por lucir los artículos más diversos. Era una tienda de su tiempo, de los años en que no existían los centros comerciales ni las franquicias. Todo se concentraba con don Marcos y por eso era el lugar obligado de las novias, porque ahí se hacían los mejores vestidos y también se encontraban los mejores regalos de bodas.

Don Marcos M. Flores murió en 1980 y la tienda cerró en 1986. Sobre el cierre hay varias versiones; una de ellas señala malos manejos y desatinos como el de suspender la venta de vestidos de novia.

Otra versión es que la tienda cedió ante los centros comerciales que empezaron a llegar a la ciudad y con los cuales ya no pudo competir.

Estuvo situada en la acera poniente de la avenida Juárez, a unos metros de la 16 de Septiembre, justo en el corazón del Juárez viejo.

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Aaghhh… Dios mío!El grito provocó que la situación se pusiera más

tensa de lo que estaba.Luego se escuchó otro ruido y de nuevo el grito: ¡Aaghhh… Dios!Comprendí que el primer ruido había sido provocado por un

puñetazo que se estrelló sobre la humanidad desnuda de un hombre que gritaba de dolor.

Otro puñetazo y otro grito; de nuevo otro puñetazo y otro grito.Ambos sonidos provenían de una celda de la parte alta de la

Cárcel Municipal de Naucalpan, en el Estado de México.A nosotros, tres estudiantes de la Ciudad de México, nos habían

detenido durante la noche anterior cuando regresábamos de una fiesta en la colonia Loma Linda, en Naucalpan, y ya íbamos de regreso al Distrito Federal.

Nos encerraron en el área de los “quinceros”, es decir, donde se encontraban los infractores al Bando de Policía y Buen Gobierno y que como castigo tenían que pasar 15 días encerrados en la cárcel o bien pagar una multa. Cuando nos encerraron a nosotros en esa área ya había algunas 20 personas detenidas, desde jóvenes hasta adultos mayores.

La celda de los “quinceros” ocupaba la parte baja del galerón y en la planta alta estaban las celdas para los acusados de delitos mayores, como robo, homicidio, lesiones, violación y demás.

F IN DE F I ESTAJorge García

!

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También estaba la sala de interrogatorios, en donde el hombre aquel respondía con lamentos y gritos de dolor a las preguntas de los agentes judiciales; preguntas que iban siempre acompañadas por un puñetazo al cuerpo del detenido.

Dos de los “quinceros” nos acercamos al “Teniente”, uno de los dos sujetos que se encargaban de mantener el orden entre los infractores al Bando de Policía.

–¿Qué onda, “Teniente”? ¿Por qué están madreando a ese güey?–Ah, pues lo acusan de robo en un mercado, nos dijo como si el

asunto no tuviera la mayor importancia, y a pesar de que los golpes y los gritos del sujeto no paraban.

Por momentos parecía que el interrogado perdía el conocimiento, porque entonces uno de los judiciales gritaba: ¡Despierta a este pendejo!

Alguien se encargaba de echarle un cubetazo de agua al desmayado para luego volver a la sesión del interrogatorio.

Estábamos hablando con el “Teniente” en uno de los extremos del patio, desde donde alcanzábamos a ver parte de las celdas del piso superior, cuando de pronto descubrimos la presencia de una mujer.

Ella era morena, como de unos 25 años de edad y en su rostro se reflejaba la angustia, el desamparo total, como cuando tienes la certeza de que lo peor de esta vida te va a pasar a ti; que es inevitable y sólo tienes que esperar el golpe definitivo aunque en realidad bastaría el roce del ala de una mariposa para quebrarte, porque ya todo valió madre.

Mientras la estuvimos observando ella permaneció inmóvil. Ni siquiera pestañeaba y no apartó ni por un momento la mirada de la sala de interrogatorios.

— ¿Qué onda con ella?, le preguntamos al “Teniente”.— La agarraron junto con el güey que están madreando, dijo.—¿Pero a ella qué le van a hacer, a poco también la van a madrear?— No, a ella la van a violar, dijo como si cualquier cosa. Luego

agregó, hay veces que hasta nos invitan a nosotros.“Nosotros” significaba el “Teniente” y otro sujeto apodado

“El América”, otro de los encargados de mantener el orden entre los “quinceros”.

“El América” era un desgraciado, un auténtico hijo de mil padres.Era despiadado que no le importaba patear a alguien que

estuviera en el suelo, aunque se tratara de un anciano de 70 años.De pronto uno de los judiciales que participaba en el interrogatorio

le ordenó al “Teniente”: ¡Mételos!¡Órale güeyes, para dentro!, nos dijo mientras nos empujaba

para que entráramos todos rápido al área de la celda. Los que habíamos estado hablando con el “Teniente” corrimos

hacia el extremo contrario de la celda para ver qué era lo que pasaba en la planta alta. Desde nuestra posición logramos observar cómo sacaban a rastras el cuerpo inconsciente del detenido.

Cuando volvimos a salir al patio buscamos ver a la mujer que había sido detenida también, pero ya no estaba. Recordamos las palabras del “Teniente”:

“A ella la van a violar… a veces nos invitan”.Minutos después un judicial les gritó al “Teniente” y al “América”:

¡Suban!Ellos salieron a toda prisa de la celda de los “quinceros”, igual que

los perros cuando obedecen la voz del amo.Ya no le preguntamos al “Teniente” qué había pasado. No era necesario. Eran los tiempos del Batallón de Radiopatrullas del Estado de México.El temible Barapem.

FIN DE FIESTA

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EL VALOR DE

LAS SOMBRAS

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Jorge A. Salas Plata Mendoza

Llegaron los calores y buscamos las sombras para protegernos. En este sentido, somos tan ancestrales como muchas otras especies que hacen lo mismo y lo han hecho durante miles de años. La serpiente, la liebre y el insecto, por citar algunas de ellas, se ponen a buen recaudo cuando la temperatura sube a niveles peligrosos.

Pero esta práctica tan trivial de los seres vivos nos impide valorar las sombras, sobre todo las de los árboles. Éstas se presentan ante nosotros y nosotras como un servicio que nos da la naturaleza y nos evita una insolación y hasta un posible golpe de calor. Es decir, protegen nuestra salud.

Otro servicio es estético. La sombra es frescura y bajo su alivio y confort se han pintado los cuadros más sublimes, desde un paletero de pueblo debajo de un árbol hasta una pareja de enamorados. Las fotos de nuestros álbumes donde vemos las sombras traen la nostalgia de los tiempos pasados.

Otras sombras, como las de la nubes que se proyectan en los valles, dibujan formas caprichosas sin las cuales el valle estaría incompleto, como un lienzo apenas bosquejado, un guiso sin condimentos o una cueva sin profundidad.

EL VALOR DE LAS SOMBRAS

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¿A ver o haber? Depende de lo que quiera decir. A ver, a mirar: Ve a ver qué pasa allí. A ver si nos encontramos mañana. Haber, infinitivo del verbo haber. Y también tenemos a haber, preposición y verbo haber. Va a haber que irse de aquí, hay demasiado ruido.

Junto a esta apreciación positiva está su interpretación opuesta: las sombras como sinónimo de incertidumbre o dolor. Seguramente los primeros eclipses y las sombras planetarias, producidas por esos fenómenos inconcebibles y aterradores para la conciencia primitiva, dejaron su trauma que ha sido heredado hasta nuestros días a través de los mitos y el pensamiento común.

“Llegaste a mi vida como una sombra”… “Me acompaña tu pasado como una sombra”… “Ese accidente sigue estando presente como una sombra”… “Él le hace sombra a su propio hijo”, son algunas de las expresiones que seguido escuchamos o leemos y que dan testimonio de la sombra como sinónimo de adversidad. “Sombras nada más, entre tu vida y mi vida”, como diría el inolvidable Javier Solís, para quien las sombras le inspiraron sus mejores canciones y las mejores metáforas para proyectar su personalidad oculta, taciturna y melancólica. De esta forma, la sombra adquiere color, el negro del infortunio o de la mala suerte.

Las sombras pues, se funden en esta doble valoración tan real como los árboles o el miedo, como las palabras que no sabemos cómo ni cuándo se colaron en nuestras vidas con este doble patrón. No sabemos si alguna vez desaparecerá este extraño doble juego.

Mientras tanto, las sombras seguirán presentes e indiferentes hasta en tanto desaparezcan los arboles y no haya a quién proyectar y venerar o, hasta en tanto la mala suerte sea otra cara tan humana como la misma realidad llena de calores, eclipses y adversidad.

EL VALOR DE LAS SOMBRAS

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Hace un tiempo leí una noticia increíble, algo que aún hoy me cuesta trabajo comprender y por lo tanto poder explicar sin que

suene a palabrería barata, o cuento del “buen predicador”. ¡Existe la buena onda!, y esta vez ha sido demostrado científicamente hablando, claro. Siempre pensé que aquello que nos dicen las abuelas de “los buenos sentimientos hacen el bien y los malos contaminan”, era pura palabrería. Vamos, una forma sutil de inculcar ideas positivas en los más jóvenes. Aquellas personas muy religiosas probablemente estén pensando: “claro, eso yo ya lo sabía”.

Así, los buenos pensamientos llevan siendo asociados en la religión a la consecución de todo tipo de metas o incluso a curas milagrosas de personas, nada demostrable de forma científica. Sin embargo, como digo, hace unos años empezaron a visibilizarse a nivel mediático una serie de experimentos realizados por un investigador japonés, mediante los cuales se demostraba la enorme influencia de los pensamientos y palabras positivas o “buena onda”, sobre la estructura de la materia. En concreto sobre la estructura del agua.

Para ser más específicos, dicho investigador comentaba que al congelar el agua, las moléculas de ésta formaban cristales con unas estructuras concretas. Estas formas variaban completamente dependiendo de si recibían un estímulo negativo o positivo en forma de voz, música, imágenes, etcétera.

LA BUENA O N D A

Santiago Gallur

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Por ejemplo, si el agua antes de ser congelada y analizada era expuesta a música clásica, palabras “bonitas”, rezos o incluso mensajes de amor, los cristales formados por las moléculas del agua cristalizada eran armónicos y con formas preciosas. Cuando por el contrario el agua era sometida a música menos “armónica”, mensajes ofensivos e incluso insultos, las moléculas no conseguían formar cristales o simplemente las formas eran aberrantes.

El caso es que dichos descubrimientos no quedaban ahí. Al parecer, cuando el agua contaminada era sometida a mensajes positivos, música armónica e incluso palabras “bonitas”, las moléculas del agua cristalizada acababan teniendo una estructura tan impresionante como la que mostraban los cristales de agua congelada pura. Es decir, algo influía en las moléculas que podía transformarlas en uno u otro sentido dependiendo de que el estímulo recibido fuese positivo o negativo.

El problema de tan genial hallazgo fue que enseguida empezaron poco a poco a surgir las voces críticas que pusieron en cuestión los experimentos del “supuesto” investigador japonés.

Es más, la “ciencia” parece ser que de algún modo cuestionó contundentemente la validez “oficial” de dichos experimentos. Así, tan rápido como generó esperanza en “el poder reparador de la bondad” y la “capacidad dañina de la maldad”, acabó trayendo desconsuelo para aquellos que habían puesto esperanzas en la demostración científica de la influencia de los pensamientos y deseos positivos sobre la materia.

Se acababa el efímero sueño de convertir la “buena onda” en algo palpable, tangible, en algo real, más allá de las sensaciones y emociones humanas.

Más aún, sabemos que cuando alguien nos dice algo agradable nos sentimos mejor, que la música “armónica” nos relaja e incluso desestresa, que los mensajes de amistad, agradecimiento o amor nos colocan en una especie de “nube de protección virtual”, tan dulce cuando la tenemos como amarga cuando la perdemos.

la buena onda

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Y por supuesto, no podemos negar que los insultos, ofensas y agravios nos “deprimen” y dañan el ánimo, la música poco “armónica” nos estresa y la falta de amor o amistad puede llegar a “marchitarnos” el ánimo cual si fuéramos una flor.

El problema de toda esta cuestión es que no sabemos por qué. Se nos acabó la “genial” explicación de la influencia de la “buena onda” sobre la estructura de las moléculas. Y así, por un momento nos quedamos sin esperanza.

Sin embargo, ese estado duró poco tiempo. Y es que los medios de comunicación se hicieron eco

puntualmente de personas que aseguraban haberse mejorado y recuperado de graves y dolorosas enfermedades, utilizando entre otras estrategias la positividad de la risa.

Así, el testimonio de un periodista estadounidense que había realizado estudios de medicina, y que consiguió recuperarse de una dolorosa y poco común enfermedad, llamó la atención sobre su peculiar “receta”: Vitamina C en cantidades “ingentes” y ver películas de risa.

Según su testimonio, cada vez que terminaba de sus sesiones de cine, y tras haberse reído a carcajadas durante unas horas, el efecto era prácticamente inmediato: podía dormir varias horas sin sentir dolor alguno.

Y de este modo cuanto más se reía mejor se sentía. De nuevo parecía que los sentimientos positivos y la alegría habían entrado en escena para “explicar” pequeñas “soluciones” caseras a males tremendamente dolorosos.

Una vez más la comunidad científica reaccionó y calificó de estafa y engaño dicha “receta mágica”, puesto que no existía forma de demostrar el vínculo entre la curación de la enfermedad y la tan alternativa terapia.

De este modo, a medida que salían a la luz más casos de curación de enfermedades mediante la risa, las reacciones académicas eran igual de contundentes. Por lo que una vez más nos quedamos sin respaldo científico para los efectos beneficiosos de la positividad y la alegría sobre la materia.

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Ahora sí todo parecía perdido en nuestra búsqueda de la explicación científica de lo positivo de la felicidad, para el ser humano y la materia en general. Quizás, la solución era buscar directamente el concepto científico de felicidad.

Y curiosamente este fue el mismo propósito que persiguió un grupo de científicos de la Universidad de Wisconsin, en los Estados Unidos. Así, se dirigieron a uno de los lugares más tranquilos y relajados del mundo: el Tíbet.

Allí encontraron a un monje budista muy especial, el Dr. Matthieu Richard, que llevaba desde los años 70 dedicado en cuerpo y alma a la meditación budista, tras renunciar a cualquier posesión material y placer sexual alguno.

Así, el biólogo y doctor en genética celular, que había sido investigador del Instituto Pasteur en Francia, decidió, a los 30 años, cambiar por completo su estilo de vida.

Después de más de 40 años de meditación, fue sometido a una serie de rigurosas y complejas pruebas científicas en las que le fueron conectados 256 sensores electro-encefalográficos.

Los científicos que analizaron los resultados hallaron en él una grandísima cantidad de ondas gama, vinculadas a la conciencia, la atención y la memoria, así como una enorme actividad en la corteza pre-frontal izquierda de su cerebro, que los investigadores han ligado a la felicidad y a una baja propensión a la negatividad.

Estos descubrimientos le valieron el calificativo de “el hombre más feliz del mundo”, al menos desde el punto de vista científico.

Así, por fin encontramos la felicidad, científicamente hablando. Es más, no sólo existe, sino que se puede alcanzar de modo

relativamente fácil según los resultados obtenidos. El problema es que entra en completa contradicción con los ideales de nuestro “mundo occidental” repleto de bienes materiales y placeres.

Parecería increíble que una persona que no posee nada, ni siquiera placeres al alcance de cualquiera, pudiese ser feliz, pero en efecto lo es.

Científicamente hablando no tiene negatividad y los pensamientos positivos y de felicidad “desbordan” su cabeza. Por todo ello, la “buena onda” no sólo existe, sino que tiene efectos reales en nosotros mismos. Ahora bien, ¿estaríamos dispuestos a renunciar a todo lo material que nos ata a un mundo de negatividad y estrés?

la buena onda

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CONTADOR PÚBLICO DE HISTORIAS

“Actualmente me encuentro en un proceso de metamorfosis. ¡No se asusten, no me están saliendo alas ni antenas! Simplemente me estoy

convirtiendo en un contador público de historias.”

De no haber sido contador público, me hubiera encantado ser periodista. Aunque me gusta mi profesión, la cual me ha

permitido viajar y obtener recursos económicos, considero que hay profesiones más apasionantes que la mía y, sobre todo, más afines a mi personalidad extrovertida y orientada hacia las personas.

Desde niño fui un adulto chiquito y muy platicador. Recuerdo que los reportes semestrales del Colegio Montessori sobre mi desempeño académico siempre decían que platicaba mucho. Esto no se me ha quitado con el tiempo: siempre he procurado hacer amistad con todo el mundo. Me siento muy orgulloso de mis amigos y siempre trato de estar al pendiente de ellos. Cada encuentro con un amigo es una dosis de felicidad. Y más ahora que soy afortunado de que lean mis reflexiones.

José Luis Garcialópez Miranda

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La única manera de conocer a alguien es escucharlo y preguntarle. Es como Susanita, mi personaje favorito de la serie Mafalda. Ella quiere estar enterada de todo: quién, cómo, cuándo, dónde, por qué y para qué son preguntas básicas en cada cuestión. Y son las mismas preguntas que un periodista debe hacerse referente al tema que está analizando. Las respuestas obtenidas serán la base para entender el asunto, informar a la comunidad y obtener conclusiones.

Actualmente me encuentro en un proceso de metamorfosis. ¡No se asusten, no me están saliendo alas ni antenas! Simplemente me estoy convirtiendo en un contador público de historias.

Llevaba tiempo con la cabeza preñada de ideas –como dice una amiga– y no había podido dar a luz. En esta última semana se ha venido el trabajo de parto: llevo cuatro hijitos publicados en Facebook que han sido bien recibidos por el mundo de las redes sociales. Y aún no vamos ni a la mitad.

Ser contador público de historias es una profesión delicada. Es un trabajo minucioso que requiere disciplina, constancia y práctica. Hay que pensar, pero sobre todo sentir lo que se va plasmar en el papel. No se puede llegar al corazón de los demás si primero no se hace contacto con uno mismo.

“La emancipación de los sartenes”, un sentido homenaje a mi madre y a las mujeres que no han perdido el ánimo de cocinar, lo terminé con lágrimas en los ojos, como si el olor de la cebolla en los chilaquiles que mi madre preparaba se hubiera transmitido a través del papel. Curiosamente, esa fue la misma reacción de varios de mis queridos lectores.

Decía don Gabriel García Márquez que “la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”. Es por esto que he decidido iniciar este proceso de reflexión sobre aquellos temas que han marcado mi vida y mi relación con el mundo. Así que no se sorprendan si algún día los menciono en alguna de mis historias. Prometo hacerlo con mucho cariño y respeto.

Un contador público de historias se nutre de lo que vive, observa y de lo que la gente le cuenta. Es un sacerdote que desobedece el secreto de confesión, pero procura comentar los pecados propios y ajenos a fin de establecer contacto con los aspectos más sensibles del ser humano: sus valores, sus pasiones y sus miedos.

Están advertidos: Susanita y el sacerdote confesor han llegado a sus vidas para quedarse. Si no quieren formar parte de esta experiencia les recomiendo que me den de baja de Facebook. Pero el resultado podría ser aún peor: no sabrían cuándo, ni cómo, ni dónde aparecerían en una de mis historias. Si se arriesgan a permanecer, espero que disfruten conmigo la experiencia de esta metamorfosis.

contador público de historias

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Uno. Presente.

Dos. Presente. Tres. Presente... El pase de lista por número se hacía por lo general después de la media hora del recreo.

En cuanto el maestro empezaba con la numeración, los focos de alerta de Merino se encendían. Diez. Presente.

Once. Presente...El ritmo del pase de lista era constante y más o menos rápido.

Había que estar pendiente para que el maestro no te pusiera falta o no lo obligaras a repetir tu número porque te podías ganar un regaño o cuando menos mirada de desprecio, si es que no pertenecías al grupo selecto; el de las buenas calificaciones, de los lambiscones y sobre todo los que tenían buena posición económica.

Quince. Presente. Diez y seis. Presente…A esta altura de la lista, el cerebro de Merino lanzaba voces

de alerta, sirenas y focos de peligro estaban encendidos a su máxima potencia.

M E R I N O

Jorge García

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Diez y siete. Presente. Y el maestro hacía más lento el conteo. Merino buscaba la mejor

posición para su defensa. Tenía las manos cerradas y los pulgares levantados mostrándolos a todos los que se acercaban en torno suyo, como si eso los fuera a detener.

Diez y ocho, decía el maestro y Merino ya estaba completamente rodeado.

Entonces el profesor daba una larga pausa dando tiempo para que todos se prepararan al ataque. La desesperación estaba pintada en la cara de Merino y el maestro no tenía la menor prisa en pronunciar el siguiente número. Se divertía cómo reaccionaba Merino ante lo inevitable.

Por fin, el maestro pronunciaba el diez y nueve y esa era la voz de ataque. A Merino le llovían puñetazos en la espalda, en los brazos, costados y piernas. ¡Zafo! ¡Zafo! ¡Zafo! Decía, pero nadie atendía la voz que se suponía detendría la descarga de golpes.

Ramón, el maestro, se reía casi a carcajadas y luego pedía que se pusieran en orden todos, que regresaran a sus lugares porque el momento divertido había pasado.

Merino, a punto de romper en llanto, pedía entonces permiso para salir al baño.

De lunes a viernes esa era la costumbre. El momento divertido del día de clase. Apalear a Merino sin que a nadie le importara nada y mucho menos al maestro Ramón, que era quien propiciaba la paliza al estudiante que tenía la desgracia de ser afeminado, tímido y clasemediero rondando en la frontera de la pobreza.

Quizá ser afeminado no era la causa, Zúñiga, Romo y Jaúregui también lo eran. Había otros que eran mucho más tímidos y también habían quienes ni en sueños era clasemedieros, sino más bien supervivientes de la pobreza extrema, sin embargo, para su desgracia, Merino había sido el elegido.

Entonces no se hablaba del bullying, porque hasta hace poco se volvió mediático y ahora todos se desgarran las vestiduras. Diputados, senadores y gobernantes se comprometen a legislar para combatir el acoso escolar que atenta contra “lo más sagrado de nuestro país, la niñez mexicana. El futuro de México”. Y claro, con poses de paladines de la justicia, de héroes de película, esperan el aplauso del respetable.

En ese tiempo, a las víctimas del bullying se les decía “barco”. “Lo agarraron de su barquito” y si era un maestro el que te tenía tirria, pues triste tu calavera.

Ramón, el maestro, había agarrado a Merino de su “barquito” y en verdad que ese “apóstol de la educación”, que era considerado uno de los mejores maestros de la escuela porque varios de sus alumnos habían ganado concursos de aprovechamiento de la zona, le hacía sentir que había sido el elegido.

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BARDA, BROCHA Y POETA: LOS MUROS TIENEN LA POESÍA

La poesía es tan sencilla que no necesita explicarse. Se siente, se entiende, llega, provoca algo en el alma y en el cuerpo. Arranca

sonrisas, reflexiones, recuerdos, obliga a meditar. Renueva esperanzas y desempolva recuerdos. Y no está necesariamente en los libros, porque las paredes pueden ser sus páginas y una brocha o un bote de pintura el instrumento para plasmarla.

Fotografías: Isamar Herrera / Alexandro González

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Como a muchas otras ciudades de México, a Juárez llegaron los poemas en los muros. Pueden verse en muchas bardas, surgen repentinamente, son cortos, de distintos colores y están hechos por varias manos. Casi nadie ha visto a sus autores, pero muchísimos han sentido sus efectos. Tras unos matorrales, a un lado de montones de tierra, en calles transitadas, en lotes olvidados, la poesía vive y le agrega color a una ciudad que se niega a ser gris, que nunca ha sido gris.

De unos meses a la fecha, la ciudad tiene destellos de luz, porque a fin de cuentas la poesía ilumina.

De los poetas no se sabe mucho, porque parece que les gusta el anonimato, como a muchos artistas urbanos. Acción Poética se llama el grupo autor de la poesía en muros. Surgió en 1996 en la ciudad de Monterrey con el fin de llamar la atención de la ciudadanía. Su fundador, Armando Alanís.

AZULADO ES EL MAR Y ASULADO ES EL CIELO, dice un poema, MI VIDA ES BELLA PERO SIN B, dice otro.

TUS LABIOS SON MI LIENZO FAVORITO o MI COLOR FAVORITO ES VERTE PERO NO AZULADO, dicen otros.

BARDA, BROCHA Y POETA: LOS MUROS TIENEN LA POESÍA

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Realmente no importa el lugar donde se encuentre el poema, por lo menos habrá un lector por día: un parque con el pasto sin cortar, un terreno inhabitado o una escuela son espacios adecuados para este movimiento literario que ahora inunda más de 20 países.

Y siempre habrá tiempo para bajarle la velocidad al auto y leer, o detener un poco la marcha para gozar un arte que es gratuito, refrescante, que inunda y que le da más vida a la ciudad.

Con una barda, una brocha y un poeta, se logran cosas así.

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J u á r e z ciudad que se restaura

Esta ciudad ha tenido momentos malos y otros peores, de eso no hay duda. Pero también ha sabido recuperarse. Después de aquella

batalla entre revolucionarios y federales, en 1911, los juarenses supieron reconstruirla y, sobre el olor de la pólvora, a los pocos años empezaron a escucharse los acordes de las orquestas y el roce de los pies sobre las pistas de baile.

Fotos: Luis PegutTexto: Redacción De Verde y Colorado

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La vida se reconstruye siempre a sí misma y la vida de las ciudades no es la excepción. Si las gandes urbes renacieron después de la invasión nazi, ¿por qué no iba a hacerlo este Juárez que ya sabía cómo, que ya había aprendido las muchas lecciones que le dio su corta vida?

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Y así ha sido después de las dificultades y las tormentas. La ciudad sigue viva en todos sus rincones, en todos sus refugios y en todos sus rostros. En los muros, en las banquetas, a la sombra de los árboles, sobre los escenarios, en la sonrisa de los jóvenes, en el ir y venir de las calles.

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El ojo y la cámara de Luis Pegut saben captar esencias de vida, procesos de restauración, regresos a una paz que, a pesar de todo, no se ha ido y sigue presente en el pulso, en los rostros, en las sonrisas, en las miradas esperanzadas y frescas.

Luis recorre la ciudad y la restaura. Nos muestra a los mimos, a los actores, a los danzantes. Recrea las fachadas viejas de los edificios que son los mismos y que no se han ido. Se pasea por esculturas tradi-cionales, ocultas a simple vista, pero evidente cuando la ciudad es vista con ganas de sentirla.

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Porque a la ciudad hay que captarla en lo viejo y en lo nuevo. En la fachada de la vieja aduana, o del olvidado edificio de correos. O en ese par de manos que sostienen la bandera mexicana allá por el rumbo de Altavista. Un olvidado y renacido Tin Tan de bronce, un cálido atardecer de los que nomás se ven por acá, un juego de lotería, una puesta en escena.

Son los ángulos y los rostros de la ciudad que se reinventa, que se rescata, que respira, que vuelve a ser ella, pero no la misma, porque cada día avanza.

Esta es la ciudad que se restaura de Luis Pegut.

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El diccionario de la Real Academia Española reconoce tres significados para la palabra éxito: “resultado feliz de un negocio,

actuación, etc.”; “buena aceptación que tiene alguien o algo” y, “fin o terminación de un negocio o asunto”.

Referida a la reforma a la Constitución de México publicada el 11 de junio de 2011, considerada la de mayor relevancia en la historia jurídica del país, el primero de los significados de la palabra en cuestión nos lleva a concluir que ésta se realizó con éxito, es decir, que las modi-ficaciones constitucionales entraron en vigor a partir de su publicación en el Diario Oficial de la Federación y que el proceso legislativo concluyó con un resultado feliz. Sin embargo, este significado no aporta información relevante sobre el particular. Lo mismo ocurre con la tercera de las acepciones considerada por la RAE.

En consecuencia, resulta pertinente considerar la segunda significación de las expuestas, en virtud de que el éxito que se le pudiera adjudicar a la reforma constitucional de referencia está en dependencia con la buena aceptación que tuvo en el país, y por tanto, la completa aplicación de los contenidos normativos y orgánicos considerados en ella.

el éxito de la reforma constitucional

de 2011

Óscar Altamirano Piña

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Ahora bien, valorar solamente la aceptación de la reforma, considerada sólo en cuanto que ésta no fue rechazada, resulta igualmente irrelevante, en virtud de que las normas jurídicas sobre todo las constitucionales, llevan implícita una aceptación forzosa dada su obligatoriedad, y entonces, el acto de aceptar las reformas consti-tucionales está más allá de la simple asunción de sus contenidos e implica, necesariamente, la aplicación de su contenido, de parte de los operadores jurídicos encargados de cumplir y de hacer cumplir la ley.

En este sentido, podemos afirmar que el éxito de la reforma depende de su eficacia, cuyo significado, también según la RAE, es “la capacidad de lograr el efecto que se desea”.

Así, la aceptación de la reforma constitucional está en función de alcanzar los efectos deseados por el legislador, o lo que es lo mismo: el éxito de la reforma depende de que los operadores jurídicos alcancen los fines de las normas reformadas.

Tomando en consideración solamente el artículo primero constitucional, se puede decir que éste ha tenido un éxito de valor significativo, toda vez que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha desarrollado diversas ejecutorias novedosas y doctrinalmente diferentes a las realizadas con anterioridad a la que se comenta.

La apertura de una décima época en la clasificación de las resoluciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación es un signo claro del éxito de la reforma en el sentido apuntado, aun cuando involucre también la reforma en materia de Amparo.

Hay también una serie de casos paradigmáticos que reflejan el éxito de la reforma constitucional. Cito el caso Israel Arzate, acusado de participar en una masacre de jóvenes en Ciudad Juárez, y cuya fuente de la acusación fue una autoinculpación obtenida a partir de actos de tortura. En igual sentido se puede leer la liberación del profesor tzotzil Alberto Patishtán, activista pro-ecología, y el de las siete indígenas acusadas de haber participado en la matanza de Acteal, Chiapas; también la liberación de las señoras indígenas ñañú Alberta Alcántara Juan y Teresa González Cornelio, acusadas de los delitos de secuestro de agentes federales y de posesión de cocaína.

Las tesis jurisprudenciales que limitan el fuero militar es otra de las resoluciones que muestran la eficacia de la reforma en cita.

Sin embargo, un retroceso en el éxito de la reforma lo constituye la tesis 293/2011 en la que la Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió que, a pesar de la obligatoriedad en la aplicación del principio Pro Personae, en el caso de que exista antinomia en materia de derechos humanos entre un tratado internacional y la Constitución, debe prevalecer el límite establecido en la Constitución, aun cuando el tratado internacional otorgara mayor protección.

En una clara exposición del retroceso, el criterio señalado se aplica en la antinomia que ofrece la figura del arraigo, pues, a pesar de que éste funciona bajo el principio de presunción de culpa y contradice el principio de presunción de inocencia, la Suprema Corte de Justicia de la Nación admite el criterio constitucional por encima del de conven-cionalidad, aun cuando los tratados internacionales brinden una mayor protección a la persona arraigada.

En conclusión: la reforma constitucional presenta grandes signos de éxito, pero también ofrece retrocesos, por lo que es dable decir que su éxito es todavía limitado y con reservas, pues, además de lo indicado, todavía falta ver cómo se resuelve en el ámbito de la legislación secundaria la limitación al fuero militar.

el éxito de la reforma constitucional de 2011

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LA INCREÍBLE Y NO CÁNDIDA HISTORIA DE LA ESTUFA DEVALUADA

“Una mueblería puso el anuncio de venta de una estufa en 13.999. Lo que para cualquier persona con sentido común es un error, para

una pareja fue la oportunidad de hacerse de una estufa por un precio ridículo. ”

Las redes sociales, se ha dicho, empiezan a constituirse por mérito propio en balanza para las acciones individuales y colectivas.

Son referente obligado de quien quiere enterarse cómo anda la opinión pública respecto a un tema. En las redes sociales explota lo más íntimo de los cibernautas.

Un caso concreto que permite hacer referencia a este nuevo poder de las redes sociales se vio hace unos días cuando se supo el caso de una pareja que compró una estufa en 13.99 pesos. Me parece que en otra ocasión, en otra circunstancia, en otro ambiente sin redes sociales, el hecho hubiera pasado desapercibido, o al menos habría quedado como una simple nota sin mayor trascendencia. Hoy las cosas son distintas.

Andrés Pedroza García

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Resulta que una mueblería puso el anuncio de venta de una estufa en 13.999. Lo que para cualquier persona con sentido común es un error (el punto en lugar de la coma), para una pareja fue la oportunidad de hacerse de una estufa por un precio ridículo. Azuzados quizá por el caso que recién pasó en Chiapas en donde una persona compró una televisión por 70 centavos, esta pareja decidió esperar cinco horas a que llegara el gerente para que les respetara el precio. Como eso no ocurrió, decidieron llevar su queja a la Profeco. Un delegado de la dependencia los acompañó a la mueblería y con las fotos del celular en la mano, los obligó a respetar el precio.

A partir de ahí se empiezan a tejer los comentarios en la red. Lo primero que salta a la vista de los internautas es: ¿Cómo es posible que la Profeco haya hecho caso tan pronto a una queja? Un tal Alfonso dice: “Cuando alguien va a pedir protección, como consumidor, contra algún abuso, la Profeco no sirve para nada, pero casualmente, ahora que estos bribones se aferraron a robarse esa estufa, entonces los sinvergüenzas de la Profeco muy activos apoyando el robo. Seguramente les dieron una mochada para consumar el atraco”. Alfredo González Velázquez comentó: “No duden de que la estufa se la dividieron ese par de tórtolos y el de la Profeco, le ha de haber dado una lana como la mitad del costo... ¿Si no, cuándo te hacen caso?”

A partir de ahí, los comentarios empezaron a tomar distintos rumbos. “Esto ya no es algo de festejarse, esto es aprovecharse de un error humano, muchas personas salen perdiendo al momento de pagar un precio tan bajo por ese artículo, empezando por costarle el trabajo a la persona que pone las etiquetas de precios... Espero que se sientan felices de hacer que despidan a alguien.”, dijo vagalvan2, a lo que Ostin respondió: “Es correcto, a alguien van a despedir y no es al gerente, si no al empleado que etiquetó mal y aparte le van a descontar la estufa de su liquidación. Ojalá y ese par de bribones lean esto y se den cuenta del mal que ocasionaron... No a la tienda sino a una persona que sabrá Dios cuál es su situación económica o necesidades especiales.” Y Laura Gasca Chávez remató: “Son unas ratas, deberían de pensar en las personas a quien afectan, que trabajen para que sepan lo que cuestan las cosas, porque el dinero mal habido no rinde y jamás van a disfrutar porque hicieron un mal.”

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José Luis Escobedo incluso defendió a la mueblería: “Van a tener que hacer cambios a los códigos de comercio porque una cosa muy diferente es que los comerciantes quieran aprovecharse de los consumidores por medio de la especulación de los precios, el maltrato a los clientes, el no respetar garantías, etc., y otra cosa es el abuso por parte del consumidor… De por sí la economía y las ventas están abatidas en la ciudad, hay que pagar renta, empleados, seguro social y demás obligaciones de ley, extorsiones al hampa y ahora ¿hasta soportar abusos de este tipo? No se vale, creo yo...” En apenas dos días, los comentarios a esta nota ya habían llegado a 175, y seguían creciendo.

Esta defensa de los derechos de los consumidores por parte de la Profeco es, desde mi punto de vista, una acción de buena voluntad pero en cierta medida obtusa. Basta con dar una revisada a cómo se deben escribir los números para ver que, si nos ponemos estrictos, no hay error en el precio.

El separador decimal es un símbolo usado para indicar la separación entre la parte entera y la parte fraccional de un número decimal. El Sistema Internacional de Unidades admiten actual-mente dos símbolos como separador decimal: la coma y el punto. Por su parte, la Real Academia Española dice al respecto:

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En las expresiones numéricas escritas con cifras, la normativa internacional establece el uso de la coma para separar la parte entera de la parte decimal. La coma debe escribirse en la parte inferior del renglón, nunca en la parte superior: π = 3,1416. Pero también se acepta el uso anglosajón del punto, normal en algunos países his-panoamericanos: π = 3.1416.

Si regresamos a lo que marca el Sistema Internacional de Unidades, vemos que en el caso de uso financiero, el símbolo empleado para el separador de millares depende del utilizado para separar la parte entera de la parte decimal, de forma que no se confundan los símbolos. Así pues, bien podríamos escribir lo siguiente:

“Doce millones trescientos mil pesos”: $12.300.000,00 o $12,300,000.00

Si bien es cierto que en nuestro país es el punto el separador decimal más utilizado, también lo es el que la RAE nos sugiere el uso de la coma, por tanto, el punto bien puede ser utilizado para separar los millares de las centenas. No hay lugar para la malinter-pretación. Es un abuso a todas luces.

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A principios del 2008, doña Virginia Prats, la mujer que dio fama a la cocina juarense, celebró su último cumpleaños. En esa celebración

estuvo acompañada del grupo universitario Ruidos, sonidos y otras yerbas. Estaba ahí, desde luego, con su alegría y su ingenio, Germán Montellano.

Germán acaba de dejarnos. Partió repentinamente en el mes de junio, en medio de la consternación de su hija, de su esposa y de su grupo musical, que era su otra famillia.

Músico apasionado, artista de corazón y universitario comprometido. Germán entregó una parte de su vida a la vida cultural de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Al momento de su fallecimiento se desempeñaba como coordinador de los grupos representativos, con los cuales realizó numerosos viajes y presentaciones.

Su trato amable, su disposición al buen humor y su trabajo cotidiano lo convirtieron en un personaje que deja un hueco. Entre las vidas que alegró está la de doña Virginia, que seguramente se le adelantó al viaje con el sabor de su música y sus bromas.

De esa velada inolvidable quedan estos recuerdos, para tenerlo siempre presente.

Descanse en paz Germán Montellano.

Hasta pronto,

Germán

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La isla de Córdoba :la tierra que fue y vino

La isla de Córdoba fue un escenario en el que se suscitaron frecuentes enfrentamientos y tiroteos entre contrabandistas y policías. También

era un punto de cruce para los migrantes.“Había un cuarto con una pequeña ventana que daba frente al

territorio de El Paso Texas que se llamaba The hole in the wall, y por allí se vendían las botellas de licor”.

Guadalupe Santiago Quijada

El parque de El Chamizal, el puente internacional, la antigua preparatoria y las instalaciones del Instituto de Ciencias Sociales y Ad-ministración de la UACJ, están asentadas en una zona cuya historia hoy parece olvidarse. Pocos se acuerdan que esa fue una zona en conflicto, regresada a México apenas el siglo pasado y que la preparatoria ocupó las instalaciones de una escuela estadounidense.

La isla de Córdova, es una porción de tierra de forma tan caprichosa como su historia.

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El principio de la historia

El corte de la isla de Córdoba, es un segmento de tierra que pertenecía a México y que quedó materialmente unida a la ciudad de El Paso, Texas, y separada de Ciudad Juárez por las constantes inundaciones provocadas por el desbordamiento del cauce del Río Bravo (de manera principal la ocurrida en 1864), y por la decisión que, en 1899, tomaron los representantes de las dos secciones de la entonces Comisión de Límites para crear un canal artificial que desviara el cauce del agua del río y facilitara su desemboque a fin de evitar nuevas inundaciones en ambas poblaciones rivereñas.

Como se puede observar en los planos, ésta es una especie de península que entra en la ciudad de El Paso, y que en aquel entonces llegaba hasta las inmediaciones de la calle Paisano.

En la actualidad, la isla o corte de Córdova se localiza en la margen izquierda del Río Bravo, sobre la que se construyeron edificios para albergar dependencias públicas municipales y federales, y parte del parque El Chamizal.

Durante el siglo XIX, los terrenos de la isla de Córdoba pasaron de un propietario a otro, a través de ventas o herencias. El propietario más antiguo fue Ricardo Brusuelas (1818), éste junto con sus vecinos venden a Lorenzo del Barrio (1827), luego éste lo hereda a Antonio del Barrio quien a su vez lo cede a su sobrino Pedro I. García (1886) quien a su muerte hereda a Beatriz Azcárate de García (1911). Al fallecer esta última, se declara albacea a Pedro Jesús García (1925). Años después la propiedad fue comprada por Raymundo S. García. Pero además hubo otros propietarios.

Sin embargo, el conflicto por la posesión de la tierra inició en los primeros años del siglo XX, y concluyó en 1968 con la redefinición formal de los nuevos límites fronterizos.

Uno de los propietarios de una fracción de tierra en la isla de Córdoba era José J. Flores, quien fue dueño de un lote de cuatro hectáreas. En los tiempos de la Revolución éste dejó sus tierras al cuidado de Eulogio Flores, quien más tarde permitió que otros vecinos ocuparan parte de la propiedad y se dedicaran al cultivo. Otro de los adquirientes de una parte de esa superficie, denominada Bosque o Molino de Córdoba, fue José Samaniego, quien obtuvo la propiedad de manera mixta: una parte la recibió por donación de su padre, el doctor Mariano Samaniego, y la otra por un contrato de compra que realizó con Inocente Ochoa.

En 1910, José Samaniego vendió sus propiedades a una empresa denominada International Investment Company, S. A., constituida por Abraham Silverberberg, Félix Martínez, F. H. Duthie, Lee H. Orndorff y R. F. Miller. Dos años más tarde, los conflictos armados y el rechazo hacia los propietarios extranjeros obligaron a los integrantes de la sociedad a dejar la parte de tierra que les pertenecía al cuidado de Rodrigo Camarillo y de los chinos Makamoto y Susuki.

La Tornilland Land Company, S. A., fue otra empresa, dueña de una superficie de 47 hectáreas de tierra, la cual contaba entre sus principales accionistas a Brewster Cameron, Juan N. Amador y Apolonio Sánchez. El primero de ellos recibió una posesión judicial que le reconocía como dueño del lote, aunque nunca inscribió su propiedad en el Registro Público de la Propiedad de Ciudad Juárez (RPPCJ). Otra porción de propiedad nacional, era un terreno de 11 hectáreas que limitaba al norte con los predios de la International Investment Company S. A.,

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y al sur con el río Bravo y propiedades de la sección mexicana de la Comisión Internacional de Límites.

El 21 de agosto de 1923, los habitantes de la isla de Córdoba intentaron legitimar la posesión de dicho lugar a través de una solicitud de ejido. Sin embargo, después de realizados los trámites legales, el gobernador Ignacio Enríquez, basado en el reglamento agrario, negó la dotación por no existir propiedades mayores de 150 hectáreas.

En agosto de 1924 trataron de recurrir a la Ley de Tierras Ociosas, pero tampoco les fue otorgada la propiedad legal. Dos años más tarde, el presidente de la República decretó la expropiación de los terrenos por convenir a los intereses de la nación, aunque fue hasta el 19 de septiembre de 1939 cuando los terrenos fueron confiscados por causa de utilidad pública.

Los herederos de los propietarios de las fracciones de tierra fueron indemnizados de acuerdo a la fracción 5 del párrafo segundo del Artículo 27 Constitucional.

Para defender el territorio nacional

La indefinición de la posesión legal de la tierra obligó a que los propietarios se vieran obligados a arrendar o abandonar sus tierras; luego éstas fueron ocupadas por un grupo de vecinos dirigidos por Eulogio Torres y Marcelino Muñoz. Éstos se apropiaron de 100 hectáreas de tierra en las que sembraron maíz, sandía, melón y trigo. Con el transcurso del tiempo los vecinos adquirieron ciertos derechos, pero la falta de títulos de posesión de la tierra les ocasionó problemas para acceder al suministro de las aguas del Río Bravo para regar sus sembradíos.

Esto dio origen a la formación de dos grupos antagónicos, uno dirigido por Esteban Torres y el otro por José Egure. El primero se constituyó con el nombre de Colonia Agrícola 16 de Septiembre y el principal argumento para su creación fue la necesidad de ejercer actos efectivos de soberanía “para defender la integridad del territorio nacional” y evitar una posible expansión de la vecina ciudad de El Paso, Texas.

Al segundo grupo afirmó que sólo le interesaba mantener la propiedad del suelo y dedicarse a sembrar. Ambos demandaron de los distintos niveles de gobierno la expropiación y reparto de la tierra de la isla de Córdoba, para poder adquirir derechos de agua.

Zona de cabarets, cantinas y venta de licor

En 1929, unos años antes de que se diera por concluida la época de la prohibición en los Estados Unidos, el gobernador interino, Luis L. León, negó cualquier posesión de tierra y sugirió que se evitara la urbanización del área de la isla de Córdoba porque, además de ser terrenos dedicados a la siembra, era una zona en la que el gobernador del estado, Marcelo Caraveo, permitió el establec-imiento de cabarets y cantinas.

También era significativo que en ese período, las casuchas de la isla se convirtieron en bodegas de licor, el cual se expendía a través de un alambrado de protección. Se dice que “había un cuarto con una pequeña ventana que daba frente al territorio de El Paso Texas que se llamaba The hole in the wall, y por allí se vendían las botellas de licor”.

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Además, la isla de Córdoba fue un escenario en el que se suscitaron frecuentes enfrentamientos y tiroteos entre contrabandistas y policías. También era un punto de cruce para los migrantes.

En 1929, la Comisión Internacional de Límites tomó más de 9 hectáreas de esa superficie e inició las obras de rectificación del Río Bravo, con el propósito de evitar conflictos y reconocer los derechos adquiridos por la Colonia Agrícola 16 de Septiembre, a la que le compró superficies a razón de 500 pesos por terreno. Esta operación se inscribió en el RPPCJ el 21 de febrero de ese año.

El de febrero de 1933 se rectificó nuevamente el cauce del Río Bravo, y como resultado de esa obra, una parcela con una extensión superior a las 76 hectáreas quedó a favor de México. Fue así que la Secretaría de Agricultura y Fomento acordó regresar las propiedades a sus antiguos dueños.

Las hectáreas recuperadas se repartieron entre tres personas y tres instituciones públicas (Rómulo Escobar, Guadalupe Martínez, Simón Martínez, Departamento Forestal, Comisión Nacional de Irrigación, Secretaría de Educación Pública), quienes sólo debieron mostrar los títulos y los planos que comprobaran la legítima posesión de esa superficie de tierra.

Los otros antiguos habitantes de los terrenos de la isla de Córdoba reclamaron por años su posesión legal, pero ésta les fue negada. Los argumentos de los gobiernos estatal y municipal fueron diversos. La argumentación más importante fue que por tratarse de terrenos ubicados en frontera con Estados Unidos, éstos se debían proteger y destinar su utilidad para dar una buena imagen a la ciudad, contrario a lo que había ocurrido en los últimos años.

La expropiación por utilidad pública impidió la ocupación habitacional, comercial o para usos agrícolas de esta área. De igual forma, las autoridades mexicanas y estadounidenses acordaron construir una cerca en la isla de Córdoba para contener el paso de droga y migrantes. En 1949 se construyó un puente que ligó la isla de Córdoba con Ciudad Juárez.

Una comisión empezó a fijar las bases para la desocupación definitiva de los grupos de personas que aún habitaban el área. Se acordó el pago inmediato de las cosechas de algodón, el pago de pozos y equipo de re-bombeo y la entrega de una pequeña propiedad en el Valle de Juárez.

Se propuso un proyecto para urbanizar y adecuar ese sector para oficinas de instituciones federales, empero, pronto dieron inicio las negociaciones para la devolución de El Chamizal, que incluía parte de los terrenos de la isla de Córdoba.

Plano tomado del texto de Ignacio Navarro Vega, La isla de Córdoba. Su historia, naturaleza jurídica y situación actual, tesis para obtener el grado de licenciado en Derecho, UNAM, México, 1966.

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El regreso a México

Finalmente, el 25 de septiembre de 1964, después de la ceremonia de la devolución simbólica de El Chamizal, se marcó el nuevo cauce del río y se acordó que sería conducido por un canal revestido de cemento.

En la delimitación de las 333 hectáreas que se le debían regresar a México se agregaron los terrenos de la isla de Córdoba que, como se observa en el plano, se localizaban en la parte oriente. En la parte mexicana de la isla de Córdoba, no hubo que mover o indemnizar población, ya se había hecho con anterioridad.

Pero de lado estadounidense, tanto de la zona de El Chamizal como del área contigua (en la parte este del corte de Córdoba en El Paso) a la isla de Córdoba, había 3,750 residentes, 382 construcciones, dos de ellas eran la Escuela Navarro y las oficinas de Resguardo Fronterizo, por lo que el gobierno mexicano, a través del Banco Nacional Hipotecario, Urbano y de Obras Públicas, S. A., debió indemnizar al gobierno estadounidense.

En pocos años el paisaje urbano se modificó por completo, y la otrora isla de Córdoba quedó integrada por completo a la mancha urbana de Ciudad Juárez. La forma en que los habitantes recibieron la noticia del reacomodo territorial es motivo de otro artículo.

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Armando Villela Peña: arriero, labrador, hombre de campo, hombre de bien.

Este es el nombre completo y la descripción correcta de mi abuelo materno.

Los primeros años de mi infancia los viví en su casa, bajo su amparo. Así aprendí de las rutinas diarias de la vida campesina.

Todos los días, de muy tempranito, mi abuelo y mis tíos, al igual que todos los hombres del rancho, se iban a laborar.

LOS VIAJES DE PAPÁ MANDO

Josefina Villalobos de Anchondo

Este texto hace referencia a la vida rural de los años treinta en el sur de Chihuahua. Forma parte de un libro de relatos autobiográficos de doña Josefina Villalobos de Anchondo. Por su valor testimonial, histórico y sociológico, se reproduce con permiso de la autora. En futuras ediciones aparecerán otros relatos tomados de la misma fuente.

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Mi abuelo hacía sus viajes como arriero a la sierra, a Balleza y a Parral. Los de la sierra eran más emocionantes por los preparativos que se desarrollaban en la casa. En el portal iban juntando lo que se iban a llevar a Guadalupe y Calvo, que era el lugar más lejano de la sierra al que iban. Se tardaban tres semanas en ir y regresar.

En el portal además se reunían los costales de lo que iba a llevar.Los primeros contenían granos: maíz, frijol, trigo, sal en grano,

café en grano y azúcar en cuadritos. Sobre estos costales, que ocupaban casi una cuarta parte del portal, se iban poniendo los huacales con artículos que hicieran menos peso como son las telas, piezas de manta, lienzo, cabeza de indio, franela, nansú y paliacates (rojos). Luego los herrajes, por ser pesados, se ponían en otro rincón del portal. Las herraduras venían en paquetes de doce, amarradas con alambre; clavos de herrar; clavos normales, tachuelas; rollos de alambre normal y de púas. De igual forma, los rollos de correas, de lazo, de pita, cuartas, chicotes y muchos costales vacíos, algunos para la venta o trueque, otros para lo que ellos iban a traer, como las muy famosas naranjas sin semilla de Guadalupe y Calvo.

También traían yerbas medicinales tales como yerbanís, yerba de la víbora, hiztafiate, epazote, yerba del zorrillo y muchas más. Traían además objetos de barro como los tradicionales jarritos, cazuelas y unas ollas muy grandes y pesadas llamadas tinajas, que servían como contenedores para el agua. Todas las casas tenían tinajas.

Aunque para mí lo más importante eran las naranjas.Para su consumo particular, ellos llevaban ropa, cobijas, cueros,

huacales con trastos y comida, café, azúcar, sal, pinole, frijol, lentejas, harina, canela y yerbanís, entre otros bastimentos.

Como tres días antes de la partida y cuando ya estaba todo lo anterior listo, empezábamos a hornear. Los hombres prendían el horno de adobe y las mujeres amasaban cantidades industriales de harina.

El horno se debía calentar de diez a doce horas. Si iban a cocer en el día mientras que el horno se prendía en la noche y toda la noche los troncos estaban ardiendo. Si iban a cocer en la noche, los señores lo prendían antes de irse a la labor y así permanecía todo el día. Siempre se hacía mucho pan, pero más cuando iban a la sierra porque se llevaban de bastimento.

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En los viajes siempre iban mi papá Mando y mi tío Manuel y otro que podía ser mi tío Pascual o Tilde. A veces se llevaban a mi primo Lencho. El que siempre los acompañaba era Armandito, el hijo de mi tío Gabino.

Gabino se sentía que era muy grande. ¡Tenía siete años!, sabía poner su nombre y hacer cuentas, además montaba muy bien a caballo.

El viaje duraba tres semanas, una de ida, una de estadía en Guadalupe y Calvo y sus alrededores y una de regreso.

Cuando faltaba un día para llegar a Guadalupe y Calvo había una ranchería en la que una familia brindaba hospedaje a caminantes y arrieros. Allí se quedaban mi papá Mando, sus acompañantes y su recua de 24 mulas. Esa era la primera noche que dormían bajo techo y que no cocinaban ellos.

Esta familia y los Villela entablaron muy buena relación, se querían mucho. Los Villela les llevaban pan de horno y la señora le mandaba queso a mamá Yia. También estas dos señoras, que nunca se vieron la cara, se mandaban costuritas, consejos y recetas a través de papá Mando.

Contaban que esta señora les decía a sus niños: —Hijos, ¡por favor! Pórtense bien, siquiera mientras está aquí

don Armando. El día que regresaban al rancho en la casa había un gran

alboroto, muchas personas iban a ayudarles a descargar y siempre eran recompensados con sus canastas de naranjas. No todos los costales los vaciaban pues al día siguiente se iban a Balleza a entregar la mercancía que habían traído.

Los hombres de la casa nos pelaban las naranjas con sus cuchillos o con sus navajas. Lo hacían recorriendo la naranja de manera circular así que la cáscara quedaba completa en forma de espiral o de flor, como decíamos allá. Esas cáscaras las colgábamos en las paredes del portal para que se secaran, porque luego se usaban para moler pinole o para ponerlas en trocitos en las cómodas entre la ropa doblada para que oliera bonito.

La gente decía que luego luego sabían que ya había regresado don Armando de Guadalupe y Calvo porque todo el arroyo de Tenenuco olía a naranjas.

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Josefina Villalobos, autora del texto, con una bolsa en su mano derecha, sostiene con la izquierda a una de sus hijas. La fotografía fue tomada en el centro de Ciudad Juárez a mediados de los años cincuenta.

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Utensilios:

— Sartén grueso con tapadera— Comal— 6 flaneras refractarias de vidrio— 6 platos— Tenazas

Ingredientes:

— 12 camarones azules gigantes (U10) crudos y frescos— 15 dientes de ajo medianos pelados, crudos y ligeramente machacados— 6 onzas de buen aceite— Limón — Sal

CAMARONES VIRGINIAReceta de doña Virginia Prats(Este fue el platillo estelar del famoso Comedor Virgina cuya historia pronto será reseñada en estas páginas).

El recetario popularde Homero el Cocinero

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Procedimiento:

Con un cuchillo muy filoso se le quitan las patas a los camarones, se abren a lo largo por el centro y se limpian, cuidando no separarlos completamente ni estropear la concha, la que deberá quedar intacta. Se les deja la cola. Se toma cada camarón y en el centro se les ponen unas gotas de limón y sal. Se acomodan en un plato y se dejan reposar. Soltarán un líquido blanco que debe tirarse para limpiarlos cuidadosamente.

Después, sin amontonarlos y cuidando que queden un poco separados, los camarones se acomodan en forma circular en el sartén frío, buscando que las colitas queden hacia fuera. Se les echa el aceite frío y se acomodan entre ellos los ajos crudos. Cuando ya está todo dispuesto así, el sartén se pone sobre la flama baja y se cubre con una tapadera de vidrio. En cuanto empiecen a hervir se voltean y se dejan un instante más para que acaben de freírse. En total, no deben durar más de un minuto después de que el aceite empezó a hervir, porque pueden pegarse a la concha.

Una vez fritos, se ponen dos camarones en los bordes de una flanera de cristal refractario que se coloca sobre una plancha caliente para que no se enfríen mientras son llevados a la mesa. Como los camarones quedarán abiertos y curvos sobre su concha, será fácil colocarlos. A cada flanera se le vacía un chorrito del aceite en que se frieron (se sugiere que no cubra más de la mitad) y finalmente se coloca ésta en un plato que se puede complementar con arroz blanco y rebanadas de plátano macho frito. Como entrada, se pueden servir dos camarones y como platillo seis. Deben comerse inmediatamente después de ser preparados y se recomienda que la carne del camarón sea retirada de la concha conforme se va comiendo. Antes de llevarse a la boca, el camarón debe ser mojado en su salsa, que se conservará caliente en las flaneras (las tenazas son para manipularlas, ya que serán movidas del comal al plato).

Pueden acompañarse con vino blanco o con cerveza.

¡Buen provecho!

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