de quincey - seres imaginarios y reales

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TOMAS DEQUINCEY Seres imaginarios y reales Loboda

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  • TO M A S DEQUINCEY Seres imaginarios y reales

    L oboda

  • SERES IMAGINARIOS Y REALES

    Biblioteca clasica y contemporanea

  • THOMAS DE QUINCEY

    SERES IMAGINARIOS Y REALESPrologo, seleccion y traduccion de Marcos Mayer

    EDITORIAL LOSADA, S. A.BUENOS AI RES

  • BIBLIOTECA CLASICA Y CONTEMPORANEA

    la edicion: setiembre 1994

    Editorial Losada S.A. Moreno 3362,(1209) Buenos Aires.

    Tapa: Alberto Diez

    ISBN: 950-03-0477-5Queda hecho el deposito que marca la ley 11.723 Marca y caracterfsticas graficas registradas en la Oficina de Patentes y Marcas de la Nacion Impreso en Argentina Printed in Argentina

    Impreso en A.P.E.G.S.A. en Setiembre de 1994 Tabare 1760. Buenos Aires.

  • PROLOGOMarcos M ayer

    Es un extrano caso el del ingles Thomas De Quincey (17 de agosto 1785-8 de diciembre 1859). En un siglo de novelistas solo escribio una, Klos- terheim or the Masque, a la que nada debe su fama.Salto el cerco de la literatura inglesa vincula- do a los paraisos artificiales y en la interesada traduccion que hizo Baudelaire de sus Confesio- nes de un comedor de opio, su primera publication aparecida en el London Magazine en 1821, cuya real autoria se revelaria muchos anos despues. Baudelaire haria un retrato de De Quincey que marcarfa su ingreso a la historia de la literatura: De Quincey es esencialmente digresivo, la expresion humorist puede serle aplicada con mas justicia que a cualquiera. En un lugar compara su pensamiento con un tirso, simple vara que ex- trae toda su fisonomia y su encanto del complica- do follaje que la rodea.Entre nosotros fue Borges quien lo recogio como una muestra de aquellos escritores a quie- nes agradecia el placer de la lectura y su nombre aparece diseminado como una clave entre cuen- tos y ensayos. Sin embargo al escribir su historia

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  • de la literatura inglesa, De Quincey es una sono- ra ausencia.Precursor o sombra, De Quincey pertenece a esa categoria de escritores relativamente oscu- ros, como Marcel Schwob o Henry James, que no forman parte de una historia sino que parecen ser los bordes de un camino destinado a fulgores mas visibles. De estos escritores suele rescatarse mas que una pagina, una actitud. Los pudorosos artificios de Schwob, la distante suspicacia del punto de vista jamesiano, el temperamento di- gresivo de De Quincey que apunta Baudelaire en su retrato.No cabe duda, al leerlo, que fue De Quincey un digresivo, aunque pueda discutirse el adjetivo que muchas veces esconde bajo su pretendida precision un velado cargo de dispersion. La digre- sion puede leerse como un movimiento perpetuo tanto en la diversidad de temas tratados por De Quincey que van desde la economia politica a la conjetura biblica, de la filosofia a la crftica de costumbres o el esbozo autobiografico como en el estilo de construction de la frase (plenas de proposiciones parenteticas y relativas) y la organization interna de sus escritos. Esta deriva di- gresiva alcanza casi a configurar una estetica del patchwork y de la nota al pie.Para acercarse a los sentidos posibles de este movimiento digresivo tal vez convenga detenerse en el retrato que De Quincey intenta de si mismo: Sin faltar a la verdad y sin cuestiones de modestia, puedo afirmar que mi vida ha sido por completo la de un filosofo; desde mi nacimiento8

  • me converti en una criatura intelectual, e intelec- tuales, en su mas alto sentido, han sido mis inte- reses y placeres, ya desde mis dias de colegial. Y asume este retrato con orgullo: He pasado la mayor parte de mi vida en la mas absoluta e ininterrumpida soledad, por propia voluntad y si- guiendo mis inclinaciones intelectuales mas que cualquier otra persona de mi edad a la que hu- biera conocido o de quien hubiera escuchado o leido.Es notable esta afirmacion de De Quincey en el contexto de figuras como Alexander Pope, el Dr. Samuel Johnson o Thomas Carlyle a quien criticaria acidamente su traduccion del Wilhem Meister de Goethe. Sobre todo, o tal vez por el hecho de que De Quincey nunca accediera al libro hasta las dos recopilaciones emprendidas de sus obras completas, una en los Estados Unidos entre 1851 y 1855 y otra editada en Edimburgo a partir de 1853 bajo el titulo de Selections grave and gay, published and unpublished, by Thomas De Quincey. Sus casi 150 articulos fueron apare- ciendo en publicaciones periodicas: Blackwoods Magazine, Quarterly Review, London Magazine, Edinburgh Literary Gazette y Westmoreland Gazette (periodico de orientacion tory en el que se desempeno como editor), entre otras.Esta dispersion que fue acompanada por el traslado entre varias ciudades inglesas, las deu- das y el pertinaz consumo de opio al que atribuia virtudes curativas para su ulcera estomacal, no impidio a De Quincey acceder a cierta fama en su lengua, que queda demostrada por la edicion de

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  • sus obras completas en los Estados Unidos y por su participation en la 79 edition de la Enciclope- dia Britanica de 1837 con artfculos sobre Pope, Shakespeare, Schiller y Goethe (que se incluyo en esta edition).

    La digresion puede interpretarse como un movimiento que sigue las evoluciones ciclotimi- cas del opio, como una mente que sigue la deriva aproximada de la alucinacion. Tambien puede leerse como una resistencia al mundo organizado y normativo de la novela y el ensayo del siglo XIX. Pero y aqui tal vez resida una de las claves de la fascination borgeana por De Quincey es la postulation de una escritura que trabaje con un imaginario de la simultaneidad. La digresion irrumpe en el proceso de narration o reflexion, proponiendo escenas que provienen de otros am- bitos. Al interrumpir un discurrir que se supone logico, la digresion permite una suspension de esa representation del tiempo que supone la su- cesion. Como en El Aleph la logica es sorprendida por la acumulacion y el desorden, por la simultaneidad. En De Quincey lo que resulta notable, a la diferencia de otros digresivos como Saint Beuve, o Mansilla entre nosotros, es el gesto de escritor, mientras que en estos, la digresion es un ademan que se pretende suelto, despreocupado, en De Quincey ocurre en el medio de la obsesion de una escritura obstinada en resolver aquello que llamaba paradojas, es decir esos misterios que solo son tales a la luz de las insuficiencias del pensamiento. La digresion de De Quincey no opera como una distraction, como un remanso10

  • del texto, sino como la acentuacion de sus aspec- tos mas intensos. Un ejemplo de esto son aque- llos pasajes de las Confesiones de un comedor de opio en las que el relato de los suenos acentua la melancolia del relato de la depresicn y las refle- xiones sobre la muerte que escanden el relato. Por otra parte la digresion descree de las histo- rias cerradas, tipicas de la novela inglesa previa y contemporanea de De Quincey. Toda historia puede ser retomada, continuada, seguida en sus hiatos; los articulos de De Quincey tienen un pa- rentesco muy fuerte con el Tristam Shandy de Sterne, esa historia que no puede contarse por- que esta repleta de todas las multiples historias que la habitan.

    Esta estrategia multiple de De Quincey le permite desplazarse de los ejes centrales de la historia, tal como ocurre en Los ultimos dtas de Imannuel Kant, aparecido en la Blackwoods Magazine en enero de 1827. La construction del relato que sigue las memorias de Wasianski, Jach- mann y Borowski, es un apogeo de la nimiedad elevada a valor interpretative. Como si De Quincey sospechara una relation entre la filosofia de Kant y el orden obsesivo de su vida cotidiana y, por otra parte, considerara a ambos aspectos de igual importancia. No es tan ingenuo como para proponer una ecuacion vida-obra sino que la pa- sion intelectual de la que hablaba en su autorre- trato lo lleva a poder pensar a partir del mas mi- nimo elemento. De alii que en un texto que es a medias propio las notas al pie funcionan como un mecanismo de enriquecimiento permanente. La

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  • misma disposition tipografica habla de fhiires paralelos de la palabra y el pensamiento.Algo similar ocurre en Judas Iscariote, cuyas primeras lfneas citadas en el cuento borgeano Las tres versiones de Judas parecen haber sido su punto de partida. La nota al pie mas que acla- rar, acumula, a tal punto que la parte final del artfculo es una expansion de una nota al pie de la primera y convierten al ensayo en una dificil convivencia de dos propositos diferenciados: dar cuenta del misterio de Judas y explicar las formas de adoctrinamiento empleadas por el primer cristianismo.

    La celebration de De Quincey por Andre Breton tambien puede entenderse en la perception de esta dificultad del relato decimononico para detenerse en las derivas de la historia.Hay otro efecto del tratamiento que hace De Quincey de sus relatos y que tiene que ver con

    algo menos preciso que es la piedad, o esa palabra habitual en su escritura que es pathos, intra- ducible del griego. La perception de la decaden- cia ffsica de Kant, ese relato pleno de envidia y malevolencia que es la biograffa de Goethe, la conmiseracion ante Edipo, pero tambien ante la Esfinge, recuerdan mucho del aliento sentimental con que habla en las Confesiones de Anna, la prostituta londinense. Heroes reales o imagina- rios, los personajes de De Quincey estan alejados de los esplendores que promete la fama. No cabe duda de que De Quincey conocfa la obra de Kant, al punto que tradujo la Idea de una historia desde una perspectiva cosmopolita y escribio en12

  • la Blackwood Magazine en agosto de 1830 un ar- ticulo titulado Kant in his miscellanous essays. Habia entrado en contacto con la cultura alema- na en Oxford a traves de uno de sus condiscipu- los llamado De Haren, escribio varios articulos sobre literatura y filosofia germanas, entre ellos uno On the writings of Jean Paul Richter firmado con un seudonimo revelador de su pasion por aquellos lugares, Grasmeriensis Teutonizans. Sin embargo elige un retrato de Kant que lo trae a una dimension mas insoportable y cercana a la vez, desentraiiando, tal como hizo con la propia en las Confesiones, un sentido de la vida que la convierte en asunto de la literatura.Y sobre la vida de De Quincey es poco lo que puede decirse, mas que una acumulacion de datos: hijo de un granjero de las cercanias de Manchester, descendiente de una familia de ori- gen frances llegada a Inglaterra durante la con- quista normanda restituyo el De a su apellido; en 1802 llega a Londres donde descubre la vida bohemia y el opio. Estudia en Oxford, entra en contacto con Wordsworth, con quien lo unira una tormentosa relation; en 1816 se casa con Margaret Simpson, trece ahos menor que el. A partir de la admiration por David Ricardo intento un bo- rrador Prolegomena to all future systems of Political Economy que dejo inconcluso y escribio hasta completar 16 volumenes de obras comple- tas, uno de los mas diversos y apasionantes que es dable leer en el siglo XIX ingles.

    Sus heroes reales convertidos en heroes de papel siguen conmoviendo al leerlos, como som-13

  • bras que pueden evocarse como ese triste Edipo que no supo leer en el propio nombre la cifra de su terrible destino.Hoy el nombre de De Quincey esta asociado a esos aspectos malditos que reivindico el simbolis- mo y el surrealismo frances, esa posibilidad este- tica de la droga y el crimen. Sin duda, De Quincey no solo no es exactamente esa imagen (de hecho no pueden obviarse los aspectos moralistas de su obra), aunque, en cierta manera, la conten- ga, sino la posibilidad de descubrir la validez de un adagio aleman: Dios esta en todas partes, el Diablo en los detalles. Y se sabe que el Diablo es bastante mas companero de los hombres y las mujeres (como la Catalina de Erauso de La monja alferez) a quienes De Quincey retrato con la luminosidad que se desprende del encuentro de la sombra con la oscuridad.

    M arco s M ayer

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  • SERES IMAGINARIOS Y REALES

  • JUDAS ISCARIOTE

    Todo lo que se haya dicho, en opiniones con- sabidas, sobre este hombre, sobre sus reales pro- positos y su destino sagrado resulta evidente- mente erroneo. No solo una parte sino todo lo que hemos crefdo hasta ahora deber ser considerado falso. Ninguno de los motivos y los impulsos que lo llevaron a hacer lo que hizo puede ser com- prendido como una vulgar traicion, segun se des- prende de la intensidad de sus remordimientos.Y esta perspectiva, considerada en su logica interna, resulta tan plausible que, desde hace ya un tiempo, en Alemania se viene postulando la siguiente hipotesis: Judas Iscariote, se alega, participo de la eomun ilusion de los apostoles en la llegada de un reino terrestre que, bajo los aus- picios y la direccion de Cristo, suponia ya madu- ro para el pueblo judfo. Por lo tanto, nada hay en Judas de especial, ni desde el punto de vista de las expectativas ni de las culpas. Si incurrio en una equivocation, comparte el error con los otros apostoles. Pero en un punto llego mas lejos que sus companeros: en especular sobre las razones de Cristo para postergar la inauguracion de su reino. Todo parecia preparado y todo parecia

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  • anunciarlo. Por una parte, las languidas expecta- tivas y deseos de muchos religiosos hebreos, por la otra la presencia de ciertas senales: los anun- cios profeticos propagados por mensajeros como el Bautista, la misteriosa aparicion de luces que subitamente cruzaban la oscuridad, que obraban a manera de codigos entre las distintas sectas. Preguntas secretas o secretas respuestas. A esto se sumaba el fermento de doctrinas revoluciona- rias en toda Judea, la febril impaciencia ante la la persistencia de la domination, la continua su- cesion de revueltas en el gran centro de Roma, el temperamento insurreccional de la sociedad judia, como quedaba claro en la permanente aparicion de lideres de entre los grupos de bandidos que guiaban a las multitudes hacia los desiertos cercanos y, omnipresente, la mentalidad liberta- ria de la nation judia, la profunda inquietud en la que se hallaba sumida y el caracter anarquico de sus esperanzas. Durante mucho tiempo se ha- bian acumulado estos materiales explosivos, solo hacia falta una mecha que los encendiera. Hacia bastante que podian leerse insultos y agresiones al paganismo que incluian celestiales llamados a la guerra y divinas incitaciones a la resistencia. Solo faltaba un lider. Y este lider, que solo debia aceptar su mision, era el fundador del cristianis- mo. Las notables dotes para la conduction, mani- festadas y representadas por la figura de Jesus Cristo, resultaban evidente para todas las sectas de la comunidad y no solo para el grupo de sus seguidores mas cercanos.

    La noticia de esta capacidad se expandio por18

  • el mundo a partir de la facilidad con que Cristo convocaba multitudes a su alrededor,1 de la ex- traordinaria y convencida atencion que presta- ban a sus enseiianzas y de tanto el temor como el odio que habia logrado generar entre los dirigen- tes judios. En efecto fue tan grande su temor, tan terrible su odio que, de no haber predominado los romanos en el gobierno de Judea, es bastante probable que Cristo hubiese sido crucificado en una etapa mas temprana de su existencia.Creyendo, sin embargo, como lo hizo Judas, y tal vez haya tenido razones para pensar asf que Cristo querfa establecer un reino temporal, en realidad, la restauracion del trono de David y, pensando, ademas que las posibilidades de realization de este proyecto pasaban por y dependian de la figura de Cristo, ^que era lo que, desde una perspectiva accesible a alguien como Judas, im- pedia la realization de este proyecto? Simple y obvio, era el caracter mismo de Cristo, sublime- mente dotado para la especulacion, pero como la gran creation de Shakespeare, el prfncipe Hamlet, poco preparado para las decisiones y para la action. La indecision y la duda (segun la interpretation de Judas) hacian disminuir las virtu- des de Hombre Divino cuando se lo apartaba de su natural Sabbath, dedicado a la sagrada contemplation, y se lo ponia frente a las urgentes necesidades de la action. Se volvio fundamental, por lo tanto, desde la perspectiva de Judas, que su seiior se viera obligado a precipitarse hacia la action por una fuerza externa y se encontrara lanzado en el centro de los movimientos popula-

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  • res de manera que, una vez comenzada la revuel- ta, no pudiera ser detenida ni controlada. Cristo debfa quedar comprometido antes que las dudas tuvieran tiempo de instalarse. No parece improbable que esta haya sido la teorfa de Judas. Tam- poco parece necesario tener que buscnr una justification a una teorfa que incluso aparece como prudente dentro del habitual fanatismo judfo. Los judfos de entonces estaban enredados en cis- mas intemos. Ademas, y tal vez con cierto benefi- cio para la unidad national, el temerario desplie- gue del entusiasmo de los judfos, combinado con sus deseos de vindication de los blasfemados templo y fieles, hubiera resultado suficiente para expulsar por un tiempo a las legiones romanas de Palestina. Luego de sucedido esto y dado que, en defmitiva, la restauracion de la supremacfa ro- mana no podrfa ser evitada, parece probable que hubiera existido la posibilidad de acuerdo o pacto de concesiones mutuas similar al que se habfa es- tablecido entre Roma y Herodes el Grande y su padre.2Bajo este esquema el poder real seguirfa resi- diendo en Roma pero se podrfan arrancar algu- nas concesiones favorables a los judfos. El pafs darfa mas beneficios administrado por manos ju- dfas que convertido en un nido de insurgentes y, por otra parte, el feroz fanatismo, que era real- mente notable en su indomable obstinacion, podfa desviarse sin perjuicios para fortalecer los objetivos imperiales. Ya la pequena Palmira habfa sido recompensada con una mayor extension, y no habrfa habido danos en la region de no20

  • haber sido por la arrogancia femenina de la pe- quena e insolente Zenobia que malinterpreto y abuso de esta indulgencia.En realidad este error de calculo de Judas Is- cariote suponiendo que participara de las opi- niones que se le adjudican no nace de una

    perspectiva politica, sino de una absoluta cegue- ra espiritual, de la cual no participo mas que sus companeros. Tanto para ellos como para el, resul- taba claro cual era el verdadero alcance del pro- yecto cristiano. Solo en algo supero a sus companeros: en que, aun compartiendo su ceguera, fue superior en su orgullo. Todos habian adjudicado a su maestro proyectos irreconciliables con la gran- deza de su nueva y celestial religion. No supo- nian, antes de la crucifixion, que hubiera religion alguna entre las ensenanzas de Cristo, se trataba simplemente de un piadoso y vulgar proyecto de mejorar la vida sobre la tierra. Pero mientras los otros apostoles simplemente fallaron en com- prender a su maestro, Judas habia asumido pre- suntuosamente que realmente lo comprendia y que habia entendido sus propositos mejor que el mismo Jesus. Su objetivo era realmente ambicio- so, pero (de acuerdo con la teoria que estoy expli- cando), y por el mismo motivo, en absoluto una traicion. Creia estar ejecutando los deseos mas intimos de Cristo, pero con una energia ausente en la habitual debilidad de caracter de Cristo. Suponia que a traves de su vigor en la accion se alcanzarian los cambios politicos que Cristo de- seaba, pero que necesitaban audacia para llevar- se a cabo. Su idea era que, despues de ser arres-

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  • tado por las autoridades judfas, Cristo no podria seguir vacilando; se vena forzado a dar una senal al populacho de Jerusalem que se levantarfa de inmediato, con el doble proposito de poner a Cristo a la cabeza del movimiento insurrectional y de doblegar al yugo romano. Atendiendo solamente a los objetivos terrenales del plan, no parece improbable que Judas tuviera razon. Lo que suena imposible es que siendo (como tesorero de la fra- temidad apostolica) el mas experto en cuanto a cuestiones terrenales y estando al tanto del clima de la epoca, pudiera cometer el craso error de confiar en los deseos y secretos designios del populacho de Jerusalem.3 Pues este populacho sin respaldo de ningun sector importante de la aris- tocracia que no confiaba en ninguno de los gru- pos conocidos vinculados al servicio del gran tem- plo national, ni los Escribas, ni los Fariseos, ni los Saduceos o los Levitas y sin lideres visibles, se hallaba desalentado y desunido. Existia la po- sibilidad de que se produjera, de todas maneras, una manifestation en apoyo de Cristo, de haber- selo este propuesto. Pero nosotros que conocemos la incompatibilidad de una actitud como esta con el principal proposito de Cristo sobre la tierra, sabemos bien que Judas y el populacho en el cual confiaba quedarfan muy pronto desenganados. Solo una palabra y un gesto decisivo lograrfan en un breve instante llevar a un pronto final estas expectativas e ilusiones. Y enun instante todo se volvio claro y Judas perdio toda esperanza. Es imposible para nosotros, sin rastros ni documen- tos, poder conjeturar si, habiendo bebido profun-22

  • damente en la copa de la religion espiritual para lograr entender el completo sentido del rechazo de Cristo, y no solo el hecho de su rechazo, hubie- ra podido acceder a la infinitud que escondia se- cretamente su doctrina. De hecho parece haber seguido aferrado a su interpretation terrenal de la mision de Cristo traduciendo su rechazo en la idea de que todo estaba perdido cuando, en realidad, todo estaba anunciando una absoluta y vic- toriosa resolution. Todo parece indicar que, de acuerdo a las unicas expectativas que le resulta- ban accesibles, todo estaba efectivamente perdido. El reino de este mundo se habia desvanecido en un instante como una nube, e importaba poco para un hombre con su naturaleza la superviven- cia de un reino celestial cuando en su corazon no habia sensibilidad espiritual con la que compren- der la nueva y sorprendente revelation. De todas maneras habia sido sobrepasado por la desespe- ranza, al mantenerse sujeto a los viejos errores como si el piso de sus viejas concepciones se le hubiera movido bajo los pies. Aun cuando hubie- ra experimentado una repentina correction de sus falsas concepciones sobre la mision de Cristo y hubiera podido aprehender un proposito mas alto y mas distante, significaba tener que inter- narse en una region demasiado lejana para sus fragiles y carnales simpatias. Podria haber acce- dido a la verdad, pero como? si lo que se le apa- recia en letra, nada le decia en espiritu a su corazon. El desaliento de Judas puede haber sido de dos diferentes naturalezas, mas o menos egois- tas, pero sin embargo ire mas lejos diciendo que

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  • eran al mismo tiempo egoistas y altruistas. Y es con la conviction de que se ha cometido un error contra Judas a consecuencia de una pesima traduction que altero lo que decia el texto griego, que me adentro por completo en este pequeno memorandum. Lo que hasta ah ora estuve tratan- do de explicar (exceptuando la parte relativa a los hakim que es una sugestion que me pertene- ce) se debe en gran parte a estudiosos alemanes. La completa reconstruction de su conducta y su analisis como una consecuencia no de la perfidia sino de la sincera creencia que debfa imprimirse una aceleracion a la situation, dada su perception de un aspecto debil en el caracter de Cristo, debe adjudicarse por completo a los alemanes. Y es, sin duda, una correction importante, pues para un cristiano siempre debe ser primordial re- cuperar del pliegue del olvido a cualquiera que haya transcurrido durante tanto tiempo alejado de la caridad humana y enterrado bajo la tumba de un paria. Judas aparece como una figura des- tacada en la mayor y mas memorable de las tra- gedias antiguas. Mientras el mundo de vueltas no podra ser olvidado. Y si, por lo tanto, hay una duda que afecta su caso y si ha sufrido hasta el punto de perder la posibilidad del perdon o si- quiera la sombra de un perdon a consecuencia de una mala traduction del griego, no corresponde que hagamos una mera revision para mitigar su sentencia sino para sacarlo de la prision. Los alemanes se hacen una pregunta: ^bajo que espiritu vivio Iscariote? Mi pregunta es: .en que espiritu murio? Pues si fue un traidor al final, vivio siem-24

  • pre virtualmente como un traidor. Si en las ultimas horas de su relation con Cristo perpetro una traicion y ademas (segun nuestra vulgar lectura del caso) una traicion mercenaria, entonces debio estar ocupado en los propositos de traicion durante todas las horas de su apostolado. Si, en realidad, al vender a su maestro por dinero, esta- ba traicionandolo y consideraba el dinero como un motivo suficiente para traicionarlo, entonces el caso reviste un aspecto muy diferente al que surge de la reconstruction que hacen los alema- nes de las circunstancias.

    La vida de Judas y la muerte de Judas, consi- deradas juntas o separadas, desde una perspecti- va en comun o desde puntos de vista divergentes, se abren a dudas y asombros. Tomadas en con- junto podemos preguntar: ^deben, tanto su vida como su muerte, ser consideradas ambas como la dedication a un profundo y sentido patriotismo hebreo, no de los menos sinceros, dado que se manifiesta sin miedos, bajo la forma de una ren- corosa nacionalidad enfrentada a la opresion? ^Se tra ta de la degeneration salvaje de una causa noble originalmente? O, por el contrario ^seran su vida y su muerte, ambas expresion de un mismo trasfondo, de una misma ambition mercenaria, atrapada y desconcertada en las ma- llas de su propia maldad? La vida, si es posible acceder a sus secretos reconditos, puede servir para explicar el probable tenor de la muerte. La muerte, si sus circunstancias fueran recupera- bles y se pudiera liberarlas de los detalles contradictories de los relatos recibidos podria indicar

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  • restrospectivamente el caracter de esa vida. De la vida de Judas, considerada desde el punto de vista de los alemanes como un espasmodico es- fuerzo por reivindicar el patriotismo y el espiritu de rebeldia, posiblemente noble en sus nucleos centrales a pesar de los errores y la perspectiva mundana necesarias para su evolucion si se la mide desde un modelo tan elevado como el de la cristiandad, podrfa inferirse (como una natural consecuencia) una muerte ocurrida en medio de una terrible desesperacion. Leida bajo la perspectiva habitual como una vida expuesta a tenta- ciones, siempre mezquinas y a enganos siempre mercenaries, no puede razonablemente suponer- se que hubiera posibilidad para pasiones en tan gran escala como las que parecen haber atacado a Judas al final de su vida, tales como el remor- dimiento, la angustia, la colera frenetica y el patriotismo desilusionado. Dejando a otros la tarea de restaurar conjeturalmente en sus mas leves li- neamientos el trayecto misterioso de un crimen que nunca fue juzgado por ningun tribunal hu- mano, me limito a un proposito mas estricto. Trato de combinar y de reconstruir los momentos no de la vida de Iscariote ni de su peculiar falta, sino simplemente los de su muerte que, como final de una trayectoria, como una muerte signa- da por circunstancias singulares puede, si se la descifra correctamente, echar la luz tanto sobre la vida como sobre la falta.

    El lector esta seguramente al tanto de que siempre hubo aspectos oscuros e incluso sorpren- dentes en la muerte de Judas. Solo dos de los26

  • cinco documentos que dan cuenta del surgimien- to y de los primeros anos del cristianismo han dado, circunstancialmente, noticias de este hecho. Los evangelistas Marcos, Lucas y Juan no hablan de ella. Mateo y los Hechos de los Aposto- les nos han legado un pintoresco relato el cual, segun lo que creo, ha sido siempre mal compren- dido al interpretarselo como algo totalmente so- brenatural. El crimen de Iscariote, siendo grande, ha sido probablemente demasiado exagerado. Fue, segun mi interpretation, un crimen conse- cuencia de un notable y terrenal orgullo que no buscaba trabar y menos aun traicionar los propo- sitos de Cristo sino, por el contrario, promover- los. Pero ^de que manera?: con medios absoluta- mente opuestos a su espiritu. En lo que se puede juzgar, fue un intento de seguir las ensenanzas de Cristo con armas tomadas del arsenal de lo maligno. Una vez mal comprendido el crimen (como una falta sin nombre ni precedentes) era inevitable que el castigo, que debia quedar evi- dente en la muerte del criminal, debiera, de acuerdo a esta equivocada conception previa, ser traducido a terminos sobrenaturales. Una dimension de culpabilidad que parecia no tener parale- los, debia merecer razonablemente una muerte que no permitiera explicaciones medicas.4No fue esta la unica vacilacion ni el unico punto oscuro en cuanto a la muerte de Judas, habia ademas alii una inconsistencia. Se lo re- presentaba sufriendo una doble muerte, segun las versiones circulantes: 1) por suicidio fue y se colgo; este es el breve relato de su muerte tal

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  • como aparece en San Mateo, pero 2) por una muerte no suicida: en las Actas de los Apostoles encontramos un relato muy diferente que no su- giere para nada el suicidio sino que, por el con- trario, aparece como misterioso, presentando va- rias circunstancias del caso que en ninguna de sus versiones vernacuias (inglesas o continenta- les) resultan comprensibles. Los elementos son tres que cayo; que revento en dos y que sus entranas se derramaron. El primero es incom- prensible pues no hay datos en el texto y los dos restantes son pura y simplemente imposibles.Estas vacilaciones en torno al fin de la exis- tencia de Judas fueron consideradas por arriba en la iglesia cristiana desde el principio, proba- blemente por la profunda oscuridad de la natura- leza del crimen. Que un hombre que habia sido elegido solemnemente para integrar un pequeno grupo de apostoles pudiera alejarse tanto de su deber como para incurrir en la desobediencia a las obligaciones de su sagrado oficio era, en si mismo, suficientemente terrible y ademas una chocante reminiscencia para la imaginacion hu- mana de la mas antigua de las tradiciones morales una tradicion que nos llega sin fecha y sin que sepamos por que canales: el oscuro relato que dice que aun en los cielos de los cielos y entre los angeles existio la rebelion contra Dios, mucho antes de que aparecieran el hombre y la debili- dad humana y que, vaya a saberse por que conta- gio, metafisicamente inconcebible esa historia volvia a repetirse. i,Que averiguacion podia reve- larse suficiente, cuando el mismo ojo de Dios28

  • habia fallado en detectar alguna semilla de mal- dad? Dentro del coro de los angeles, a pesar del control de Dios, dentro del grupo de apostoles vi- gilado por Cristo, ^habia logrado introducirse un traidor? Si bien el crimen de Judas parece terrible5 en su evidencia, esta es para mi la razon por la cual la antigua iglesia decidio echar un denso manto de misterio sobre su sentido. La caridad la unica caridad, la cristiana, la unica que ha predicado la esperanza universal inclino a los corazones de los absortos lectores, durante cual- quier epoca, a suspender su veredicto dado que las mismas Escrituras mantenian al respecto una prudente reserva aunque (a traves de lo ex- trano de sus terminos) habian dejado una puerta, sino una invitation a la duda. La duda fue dejada en pie por la iglesia primitiva en el mismo lugar donde la formularon las Escrituras. No habia ne- cesidad de que se explicase a los hombres ese epi- sodio. Pero quedo la sensation, desde el principio, de que la iglesia debia explicar y armonizar las expresiones aparentemente contradictorias utili- zadas en lo que puede considerarse como el informe oficial de una memorable tragedia domestica ocurrida en la etapa primitiva de la historia cristiana. La llamo oficial por haber sido, de alguna manera, aprobada por la totalidad de la iglesia reunida, cuando realizaron el primer acto desti- nado a paliar la ausencia de explication sobre la transgresion de Judas, dado que el relato de San Mateo no tenia autoridad por si mismo. Y llamo domestica a la tragedia, siguiendo esa bella ima- gen con la cual un padre de la iglesia inglesa

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  • nombro a los doce apostoles celebrando la fiesta de Pascuas: la familia de Cristo.6Estos primeros intentos de la iglesia por ar- monizar las disimiles expresiones utilizadas en las Actas de los Apostoles un intento que reco- noce claramente el hecho de que tales expresiones eran causa de asombro para los simples de espiritu, pero que no podfan serlo para lectores como aquellos, acostumbrados a las sutilezas fueron dejados de lado ya en los primeros tiem- pos, cuando se acepto la sancion de la mas alta autoridad, es decir, de aquel que se sento a los pies del amado apostol; de uno que, aun no ha- biendo contemplado a Cristo, habia estado en es- trecho contacto con aquel en quien Cristo tanto habia confiado.* Pero informare el caso con las palabras de aquel retorico de verbo de oro, ese Crisostomo de la iglesia inglesa, de cuyos labios toda verdad sale compuesta y quien, a despecho de Shakespeare, encontro posible.

    Dorar el oro refinado, p intar el lirio y anadir otro perfum e a las v io leta s

    Lo que sigue es el relato de Jeremy Taylor**

    * Los Hechos de los Ap6stoles fueron escritos por San Lucas (quien no fue ap6stol) que recibio el tescimonio de San Pedro, segun lo establecido por Jesiis (San Juan; 20, 23).

    ** Taylor, Jeremy (1613-1667). Tedlogo. Capelldn de Carlos I. Obispo de Down y Comar por nombramiento real, fue tambien vicerrector de la Universidad de Dublin. Escribid obras de teologfa de gran repercusidn.

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  • que ha tornado de las Escrituras todo lo que alii se cuenta sobre los actos y los sufrimientos de Judas : Dos dxas antes de la Pascua, los Escribas y los Fariseos convocaron a una reunion para planear las formas secretas y taimadas7 con las que se proponian destruir a Jesus, pues no que- rfan que salieran a la luz. Cuando Judas se ente- ro de la reunion (dado que estas asambleas eran publicas y notorias) vino desde Bethania y ofrecio traicionar a su maestro si se le daba una recom- pensa importante. Se pusieron de acuerdo en que fueran treinta monedas de plata. No puede con- siderarse trivial ningun aspecto al abordar una historia tan trascendente como esta, por lo que no resulta una curiosidad irreverente interrogar- se por lo que significarfa esa suma en esa epoca de la historia judia. El obispo contesta a esto: Es incierto el valor de cada pieza, pero los propios judios han establecido una forma de medicion. Cuando una pieza de plata es nombrada en el Pentateuco equivale a un cicZo,8 si se la nombra en Profetas significaba una libra, en otros escri- tos del Antiguo Testamento tiene el valor de un talento. Para esto, ademas de otras fuentes menos conocidas, se suele citar al famoso Arius Montanus y su diccionario sirio-caldeo. Resulta, sin embargo, evidente que el servicio requerido a Judas recibiria una recompensa de treinta talen- tos aticos, una suma que equivale a algo mas que cinco libras esterlinas. Y dado que esta suma se basa en la autoridad de un profeta citado por uno de los evangelistas,9 es probable continua el obispo que el precio por el cual Judas vendio a

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  • su senor fuera de treinta libras de plata (que equivale aproximadamente noventa guineas es- terlinas en moneda inglesa), una buena tasacion para el Salvador del mundo. Pero el sabio obispo analiza la cifra con escasa logica, dado que no era Cristo el que estaba siendo valuado, sino simple- mente el modo con el cual se podrfa superar la di- ficultad de su captura, dado que, en el peor de los casos, la oportunidad perdida podria recuperar- se, por lo que el precio no habia sido calculado como si esta fuese la unica posibilidad. De esto se deduce que el precio no fue establecido (como sos- tiene el obispo) para fijar el valor definitivo de Cristo.El obispo se aboca luego a la reconstruction de todas las circunstancias del famoso juicio a Cristo y continua su narration describiendo la conducta de Judas al enterarse del tremendo giro que fueron tomando los hechos (conducta que atestigua a favor de un conocimiento claro de Judas en cuanto a las posibilidades de una catas- trofe de grandes proporciones) y analiza el caso en el siguiente pasaje: Cuando Judas escucho la final inamovible sentencia de muerte contra su maestro, habiendo calculado que las cosas no lle- garian a tal termino, percibiendo que habia sido objeto de una terrible trampa, llevo el dinero que le habian adelantado y lo arrojo ante ellos dicien- do: He pecado en traicionar sangre inocente. Pero ellos, enojados por el arrepentimiento que Judas exhibia en su presencia y, presas aun del furor, lo echaron del lugar. Me detengo un mo- mento para senalar a traves de la expresion per-32

  • cibiendo que habia sido objeto el obispo intenta mostrar a Judas retrocediendo frente a las conse- cuencias de sus propios actos y ante la malevo- lencia de la maquinacion y no porque sus mejores sentimientos fueran evocados por la cercania de la muerte de su maestro o porque tratara de es- capar ante ella cuando su cumplimiento se hizo concreto, habiendo enfrentado la posibilidad con tranquilidad mientras la percibia como distante. De ninguna manera, lo que el obispo deja claro es que Judas retrocedio ante sus actos en el mismo momento en que comenzo a comprender sus te- rribles alcances y cuando se le aparecieron con una horrible nitidez; no (entiendanme) como he- chos irremediables sino como alcances y conse- cuencias con los que no estaba de acuerdo y a los que no habia considerado posibles. Habia espera- do, sin duda, mucho de la intervention romana que nunca se habia revelado demasiado sangui- naria. No se ha hecho aun una real justicia a la conducta de Pilatos. Comprende poco el estilo y la forma del Nuevo Testamento aquel que no al- canza a percibir la preocupacion de Pilatos por obtener la libertad de Cristo y quien no puede leer el esfuerzo de los Evangelios para que quede en evidencia su profunda simpatia con Jesus. La interpretation mas falsa adjudicada alguna vez al Nuevo Testamento es esa ironia de Lord Bacon contra el burldn Pilatos. Pilatos fue justo desde el principio hasta el final, en ningun momento cayo en burlas y solo abandono sus sinceros es- fuerzos a favor de Cristo cuando vio que su pro- pia seguridad se hallaba comprometida. ^Creen

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  • acaso, los irreflexivos acusadores de Pilatos que era un cristiano o que adherfa a los principios del cristianismo? De no ser asf ipor que, siguiendo que principio, debia caer en desgracia frente a Roma?, ipara favorecer a alguien que no podia salvar en Jerusalem? La razonabilidad de la con- fianza de Judas en la intervencion romana se hace evidente en los hechos efectivamente acaeci- dos. Judas confio, en segunda instancia, en el po- pulacho judfo y la sensatez de esta confianza se basaba en el temor constante con que las autori- dades judfas contemplaban a Cristo. ^Por que lo temian y en un grado tan superlativo? Simple- mente porque estaba respaldado por la gente; de no haber sido por este apoyo Cristo no serfa obje- to de una inquietud mayor que la que producia su antecesor, el Bautista. Pero insisto aqui (lo que, por ciertas expresiones, ya habra quedado claro al lector) en que Jeremy Taylor no comete, de ninguna manera, el error de suponer que Judas hubiera preparado desde el inicio la caida de su maestro, bajo ninguna circunstancia inter- preta su arrepentimiento como remordimientos sufridos por haber asistido de cerca a hechos que hubiera, a la distancia, tolerado e incluso desea- do. Admite claramente que Judas llego a la trai- cion solo por buscar la grandeza de su maestro por medio de metodos que lo ponian en rebeldfa frente a el, metodos que implicaban no solo una expresa y formal desobediencia a su maestro, sino que significaban una abierta contradiction con todo lo que vino a realizar sobre la tierra. Fue la rebelion, no una perfida malignidad, fue34

  • una ceguera terrenal y arrogante. Fue la rebeldia (como percibe correctamente Jeremy Taylor) de alguien que creia estar llevando hasta el limite la voluntad de su maestro, pero con metodos incompatibles con esa voluntad. En cuanto al oscuro fin de la existencia de Judas y el extrano relato de las Actas de los Apostoles, el obispo cierra su relation de esta manera: Y Judas fue y se colgo, y el hecho resulto mas notable y sobrecogedor por un accidente inusual en este tipo de muertes, pues se hincho su cuerpo de tal manera que re- vento y las entranas salieron para afuera. Pero hay otras versiones, la del Escoliasta griego Pa- pias, erudito en San Juan, que sostiene que Judas cayo sin estar muerto de la higuera en la que se habia colgado y que sobrevivio por un lapso, dando un triste espectaculo con el sufri- miento y la deformidad que adquirio su cuerpo por un prodigioso tumor hasta que, mas alia de toda posibilidad10 natural, revento por el medio de su cuerpo.En esta version corregida de Papias se vuelve inteligible al menos un aspecto que resultaba in- comprensible: la caida. Pero todo lo demas resul- ta una triste acumulacion de disparates y la unica luz obtenida, la sugerencia de la higuera como una elevation que explica la posibilidad de una caida es en si misma un argumento a favor de la existencia de una terrible distorsion del texto en este punto: ^que circunstancias materia- les fueron eliminadas en la narration? Hay pasa- jes en cada libro de las Escrituras en los cuales o bien por accidente, por la somnolencia de los co-

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  • pistas, por su ciega estupidez o por una compren- sion apresurada se ha alterado visiblemente su sentido y su coherencia. Algunos de estos errores han sido rectificados de manera satisfactoria por interpretaciones ingeniosas, habiendose verifica- do una parte considerable de estas interpretaciones por el descubrimiento de nuevos manuscritos o por el cotejo mas atento de los antiguos. En este caso debe atenderse a un aspecto mi'nimo para elucidar un nuevo y perfecto sentido en aquello que resta del texto. Primero en la frase cayo no interpreto ni caida de una higuera ni de ningun otro arbol. Considero a esta higuera como un recurso puramente imaginative y fanta- sioso perteneciente a esa clase de audacias conje- turales que espantan a cualquier lector sensato, por ser insatisfactorias y delirantes y totalmente gratuitas ya que no se sostienen en ninguna ne- cesidad del texto. Cayo debe entenderse tal cual se lo lee y no necesita, de ninguna manera, some- terse a cambios, pues su sentido aparece sufi- cientemente claro si lo interpretamos de manera figurada, es decir, como que cayo en una espera- ble y constante ruina, que su naufragio fue total y, por lo tanto, que en lugar de dedicar su vida al arrepentimiento y a la penitencia para obtener el perdon divino el infeliz criminal huyo de la vida a traves del suicidio. Asi todo resulta cohe- rente y si se tiende a una lectura metaforica, no se requiere como en una literal, la interpolation de una higuera imaginaria. Lo que queda puede ser interpretado de la misma simple manera, pues significa violentar en tan pequena medida36

  • el texto que no aparece alii nada antinatural. Pero hace falta una breve introduction prelimi- nar para exponer adecuadamente nuestras razo- nes al lector. El uso antiguo del termino entrahas tiene un sentido desconocido en la literatura mo- dema, y en especial en la de habla inglesa. Entre los mas profundos sentimientos que distinguen a la literatura inglesa en la actualidad de otras del continente puede hallarse un decoro singular e incesante. Puede imaginarse que este decoro esta en proportion inversa a la pasion pero no es asi. En particular la literatura francesa, sin duda la mas medida en cuanto a pasiones, es sin embara- go frecuentemente rustica e incluso grosera en su alusion a las funciones naturales. Una dama que se presente riendo a gorge deployee es entre noso- tros una groseria, tanto sobre el escenario como en la vida real, mientras que entre los franceses no llama la atencion. Sin aludir a la grosera tra- gedia de Corneille (a causa de su surgimiento temprano) aun en la mas refinada y femenina tragedia de Racine, no hay pudor en decir, al re- ferirse a un sentimiento, 11 me perce les entrai- lles (me atraviesa las entranas). Los griegos y romanos usaron mas extensivamente el termino, aplicandolo a los drganos, como una parafrasis simbolica para aludir a las enfermedades tanto personales como sociales. Incluso nosotros los in- gleses, tan cuidadosos como somos, usamos el termino entranas como una simbolizacion natural de los sentimientos de piedad, compasion o afecto, paternal y fraterno. En realidad lo hace- mos recurriendo a las simplificaciones de estilo

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  • de las Escrituras. Pero entre los romanos, la pa- labra viscera es tan obviamente representativa de los sentimientos familiares que se hace nece- sario recobrar su verdadero significado para un lector de habla inglesa. Del analisis de algunos prejuicios originados en la absurda fisiologfa de nuestros credulos maestros paganos, resulta po- sible imaginar que las entranas han sido siempre consideradas como el lugar donde se albergaban los mas tiernos y profundos sentimientos. Las viscera abarcan todos los organos o (como los nombran los franceses) les entrailles. Y el corazon es tambien un viscus y tal vez, en un sentido mas amplio pueda considerarse al cerebro como un co-viscus junto al corazon. Hay realmente pocos motivos para considerar al cerebro como el organo del pensamiento o al corazon como el de los sentimientos morales, mas que al estomago, las entranas o los organos en general. Pero deje- mos esto de lado; los romanos designaban al sitio que ocupaban los mayores y mas nobles sentimientos con tres terminos: pectus, praecordia y viscera, mientras que el cor, segun lo que entien- do, aludia al corazon en lo que tiene de mas animal y grosero: Molle meum levibus cor est viola- bile telis;* el corazon era el sitial de la pasion sexual, mientras que las pasiones mas nobles y racionales se encontran en el pectus o el praecordia, por lo que naturalmente alrededor de estos

    * Mi coraz6n es debil y vulnerable a los impulsos frlvo- los.

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  • prejuicios fisiologicos se arman las expresiones correspondientes para referirse a los sentimien- tos heridos. Nosotros los ingleses, por ejemplo, insistimos en la enfermedad del corazdn roto que fue caracterizada por Sterne,* en un pasaje muy conocido, como una dolencia no menos definida que la phtisis** o la podagra,*** a pesar de no fi- gurar en las estadfsticas de mortalidad. Pero re- sulta evidente que una teorfa que se representa a las viscera como los lugares de residencia de la sensibilidad moral y cumpliendo sus funciones, entre ellas el central viscus del corazon, debe, si- guiendo esta hipotesis, adoptar las imagenes que den cuenta cuando estas sensibilidades son dana- das. Nuestro roto corazon se convierte, por lo tanto, en viscera destrozadas o un praecordia que ha estallado. Estallar por la mitad significa sim- plemente estar destrozado o acabado en lo que concieme al organo central de nuestra sensibilidad, es decir el corazon. Al decir que las viscera de Iscariote, o su organo central, han estallado y se han derramado, el relato original significa simplemente que su corazon se ha roto. Y este fue exactamente el caso. Envuelto en la angustia a causa del rumbo contrario tornado por el plan que se suponia iba a llevar a la repentina glorifi-

    * Se reflere a Lawrence Sterne (1713-1768), autor del c6- lebre T ris ta m S h a n d y , cuyo estilo digresivo influyo sin dudas sobre el estilo de De Quincey.

    ** phtisis: variedad de la tuberculosis.*** podagra: enfermedad de caractertsticas similares a la

    gota.39

  • cation de su maestro (de acuerdo a su terrenal interpretation) y que lo llevo a la muerte; porque la subita revolution, a realizarse a traves de un movimiento democratico y que lo convertfa junto a sus hermanos apostoles en un prfncipe hebreo, habfa fracasado y se habfa dispersado como un rebano sin pastor. A todo estos fracasos debia su- marse que el personalmente debia soportar una carga adicional por sus desobediencia consciente a Dios y sintiendo una insoportable responsabili- dad se sumio en la mas terrible desesperacion: su corazdn se rompi6 y bajo esa tormenta de afliccio- nes decidio colgarse. Nuevamente todo queda cla- rificado por la simple sustitucion de una interpretation fisica, grosera y ridicula por otra figu- rada. Toda contradiction desaparece; no ocurrie- ron tres muertes, es decir el suicidio y luego la ruptura de sus organos y finalmente una incom- prensible efusion de visceras, sino simplemente un suicidio, fruto del desaliento que queda expre- sado a traves de la imagen de un corazon destro- zado o de la ruptura de praecordia. Las incohe- rencias ban desaparecido, las contradicciones se han desvanecido y las groseras interpretaciones fisicas que, a consecuencia de una mala traduction, hacian incomprensible el texto a los estu- diosos, ya no alteran a las Escrituras.

    Volviendo a la nota sobre la idea oriental del hakim o Therapeuta itinerante o, para expresarlo con una idea moderna, medico misionero como una mascara politicamente elegida por Cristo y los evangelistas con la conviction de su absoluta necesidad para propagar la filosofia cristiana, a40

  • riesgo de detener la atencion del lector un poco mas sobre un asunto profundamente vinculado con los dolores de parto del naciente cristianis- mo, me siento inducido a incluir un pequeno ex- tracto de un escrito preparado por mi en otros tiempos, pero que no he publicado hasta ahora. Debo hacer dos advertencias previas, la primera que se adjudique a San Lucas, especial o exclusi- vamente, este oficio de medico, pese a que fue ejercido por todos los apostoles, se debe a que le resulto mas necesario por motivos locales y accidentals. Para muchos pasarfa desapercibido este oficio ejercido por uno o dos de los otros apostoles simplemente porque, si bien estaban dispuestos a declararlo nunca se les exigio que lo hicieran, mientras que otros emisarios cristianos que recorrian regiones no familiarizadas con el habito de ejercer este oficio como parte de la poll- tica apostolica, tuvieron la necesidad de prego- narlo y algunos (como San Lucas) tuvieron que informar un titulo que pertenecia implicitamente a todos, aunque no tomara estado publico. Se- gundo, me arriesgarfa a sugerir que los Thera- peuta o curadores, que asx debe llamarselos tecni- camente, que se dirigieron a Egipto en la generation inmediatamente posterior a Cristo no eran ni mas ni menos que encubiertos apostoles del cristianismo que propagaban las mismas ideas que Cristo y bajo el mismo disfraz protector de hakims, pero haciendo una ostentation mas evi- dente de este oficio o escondiendose directamente tras el, dado el amenazante peligro que los espe- raba en todas partes. Generalmente este peligro

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  • era doble: primero, el de los nativos paganos ofendidos por las impugnaciones recibidas por sus infantiles supersticiones y segundo, y mas riesgoso, el que provenia del hostil rechazo de los expatriados judios y que iba creciendo a medida que fueron comprendiendo la verdad y las pers- pectivas antinacionales de aquellos que se llama- ban o eran desdenosamente llamados como cris- tianos, algunas veces nazarenos y otras galileos.Pueden ilustrarse los recelos politicos de los magistrados contemporaneos en los primeros tiempos del cristianismo y dejando de lado a aquellos que odiaban a Cristo por la mecanica enemistad que existe entre lo mundano y lo espi- ritual con los parecidos sentimientos de panico y persecucion oficial que en nuestra propia gene- racion (entre los portugueses, por ejemplo) gene- ran los movimientos francmasones. En Inglate- rra este panico nos parece irracional, pues la francmasonerfa britanica no va mas alia de sus dudosas creencias y expresiones. Pero en el conti- nente se convirtio en una mascara para ocultar cualquier doctrina antisocial o para lanzarse, en cualquier momento, a los brazos de la conjetura y la conspiracion. Siempre existio un razonable temor frente a las doctrinas secretas y peligro- sas, por ejemplo, el comunismo o el rencoroso ja- cobinismo. Y aun suponiendo que las sociedades secretas no alentaran ninguna doctrina esoterica o maligna, siempre queda la sospecha de que la costumbre de reunirse en secreto, de comunicar- se con un alfabeto y con un codigo de senales con- venidas y de actuar en el marco de una organiza-42

  • cion impenetrable pueda aplicarse a malos fines, aun cuando no haya sido este el proposito y el de- signio original. El aparato del que se rodea cual- quier sociedad secreta, que resulta siempre apta para malos fines, justifica que haya siempre fren- te a ellas una cierta aprension y cuidado por parte de las autoridades polfticas.11 Y de acuerdo con esta perspectiva es posible suponer que el poder haya actuado duramente contra el movi- miento liberador del primer cristianismo. Solo podia enfrentarse a este temor de las autoridades propiciando la libertad de las reuniones publicas; pues estas reuniones eran las unicas capaces de abrir el canal sine qua non podrfa haber una libre propagation de las doctrinas religiosas. A menos que la gente se reuniera y evitara la persecution y el control de las autoridades, no po- drfan acceder a las ensenanzas orales del apasio- nado (en cierto sentido, un inspirado) rabbi. Y de no ser asi ^que maneras habia para difundir una nueva idea? Habia que enfrentar el terrible dile- ma de los musulmanes fanaticos: iQui nueva verdad? Si es mas que la que ya tenemos, enton- ces es falsa. Si es igual, resulta superflua. Y la iglesia judia, tal como ocurrio, parecia estar pre- parada para enfrentar una crisis de este tipo, una crisis que provenia, segiin creo, del surgi- miento de un nuevo maestro que propagaba una nueva verdad, ya fuera nueva en el sentido de re- volucidn o correccidn o en el mas humilde de adi- cional o suplementaria. Los judios contaban con tres instituciones para resolver y considerar las dudas religiosas: los ruegos, las convicciones y

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  • las iluminaciones subitas. Existia en primer lugar (generalmente en la costa marina) el hu- milde Prosuchd, un oratorio para plegarias priva- das. Segundo, en cada ciudad, nacional o extran- jera en la que hubiera un contingente importante de judios (pues los judios estaban diseminados por todas las costas e islas del Mediterraneo, asi como en el Asia Menor) habia una sinagoga en la cual, en cuanto llegaba el sabado es decir, Sabbath eran leidos los libros de Leyes y Profetas y (si cabia la oportunidad) eran explicados por rabinos mas o menos ilustrados. Finalmente, como expresion de la soberania y para una defi- nitiva resolution de todo lo atinente a la verdad, las dudas sobre el ceremonial, las cuestiones de ley, la casuistica y las promesas personales esta- ba el Templo Sagrado con sus servicios religiosos. En estas circunstancias ique posibilidades habia de profetizar una nueva verdad? Aparentemente ninguna. Poder encontrar la manera de difundir una verdad con el poder y la pasion adecuada pa- recia un problema insoluble, y parecia desespe- ranzado cualquier esfuerzo que se emprendiera en este sentido.Los libros y los diarios que forman parte hoy de nuestros principales recursos de propaganda tendrian que esperar mil o mil quinientos anos antes de existir. ^Cuales eran los canales adecua- dos? ,(Que medios conocidos y probados podrian ser adaptados para otros usos y resultar eficaces para el cristianismo? Pues se trataba de una nueva doctrina cuyo objeto era sobre todo los po- bres, los analfabetos, los desarraigados, los con-44

  • denados de la tierra. Yo se de tres medios, cada uno presenta severas dificultades si se los ejerce fuera de un marco institucional. En Atenas (y a partir de alii, en otras grandes ciudades) surgie- ron teatros, tragicos y comicos, grandes organos de difusion de modelos de verdad y de cultura, pero que estaban muy controlados. Otro modo, mas limitado y con menos poder, podia encon- trarse en los altos recursos del orador, ateniense o romano, aptos para dotar de profundidad y pa- sion aun a las estrechas verdades que difundian. Un tercer organo podia hallarse en la position y santidad del oraculo, siempre que tuviera buena fama. Para servir como organo de difusion, un oraculo debia ganarse lo que es tan fundamental para un orador en el senado britanico el oido de su audiencia y esto le ocurrio a muy pocos oraculos, con exception del de Delfos. Dos siglos antes de la era cristiana, una opinion favorable del oraculo de Delfos equivalia a una buena resena en el London Quaterly.* El oraculo de Delfos no llego nunca al nivel de influencia del London Times.** Spenser*** apunto que, despues de todo

    * London Quarterly: no fue posible hallar referendas a este peri6dico. De todas maneras puede informarse que entre 1830 y 1850, Londres fue testigo de la aparicion de nu- merosos periddicos de escasa tirada y effmera duraddn, por lo que puede suponerse que De Quincey hace alusion a uno de ellos.

    ** L ondon T im es: Este periddico, que sigue saliendo hasta hoy, comenzo a editarse en 1785, llegando a una tirada de 40.000 ejemplares entre 1840 y 1850.

    *** Spenser, Edmund (1552-1599): poeta inglds, uno de lo45

  • El haber sido sumergido en el rfo Leteo no pudo salvar al hijo de Thetis de la muerte

    Y tampoco un intirno e importante amigo de Socrates pudo, recurriendo al venerable pero impo- tente oraculo de Delfos, salvar de morir por la ci- cuta a su astuto y libidinoso companero. Laudatur et alget.**** El alegre anciano sintio su orgu- llo halagado, pero sus pies comenzaron a ponerse rfgidos y frfos.Por lo tanto el poder de los mayores organos resultaba debil e inadecuado para difundir efi- cazmente las nuevas verdades. El mayor idolo de Atenas no pudo obtener ninguna ayuda del mayor organo panhelenico de difusion y glorification. Todo el poder de Delfos y de sus delirantes sacerdotes no resulto suficiente ni siquiera para detener por una hora una ejecucion publica. Cua- tro siglos despues, este oraculo ya chocheaba, al igual que Socrates, laudatur et alget segufa reci- biendo ofrendas y homenajes de los principes, pero tal como habia acontecido con Socrates, sus pies se iban poniendo rigidos y paralizandose con el frfo.12

    En esas circunstancias, cuando todos los medios de propaganda conocidos escenario,

    m&s c61ebres de su epoca. Entre sus obras R ein a d e la s hadas, L dgrim as de la s m usas, R u in as de Tyne, Cuatro him - nos y un libro en prosa de caracter politico: Una visidri del estado de Irlanda**** L au da tu r et alget: fue alabado y congelado.

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  • pulpito o plataforma y el oraculo sobrenatural habian fallado, memorable y ridiculamente, en promover a un hombre, un libro, un suceso, un interes publico o una verdad que maquinarias, que ingenieria podria ser puesta en movimiento y articularse con la fuerza interior de la verdad cristiana? De no existir ninguna, el cristianismo quedaria condenado a desaparecer en sus prime- ros tiempos o en todo caso a perderse como una nisus* visionaria como una sacudida en medio de un sueno antes de alcanzar siquiera ese es- tado primitivo. Encontrandose al principio de su trayectoria con esta dificultad y sabiendo que no habia esperanzas de un apoyo o una alianza con los magistrados a causa de su pobreza, Cristo, con el arsenal de sus recursos celestiales, utilizo para estos propositos una pieza de artilleria13 que no podria ser combatida por ninguna artima- na de sus adversarios. La enfermedad es algo separable de la condition humana? El, que habia trabajado a traves de este aliado ^necesito algu- na vez temer o huir frente a sus enemigos? Nada hay en este mundo que provoque un temor mayor (racional e inmotivado) como el que sentian los magistrados del mundo antiguo ante las multitudes y las reuniones populares. Pero, sin multitudes para arengar, instruir, moldear con nuevas ideas, icomo habria podido el Fundador de una nueva fe espiritual avanzar por su propio cami- no? Habia dos bandos interesados, por un lado

    * nisus: su traducci6n literal es alumbramiento, esfuer- zo. Puede entender aquf como revelacidn.

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  • los magistrados, por el otro, el Profeta.14 Los ban- dos estaban directamente enfrentados y de esta situation no era dable esperar ningun resultado. Pero habia un tercer partido interesado, el mundo entero. Por lo cual el numero uno (los magistrados) ya no podrfa neutralizar al numero dos (el Constructor de la Verdad). Es evidente, y ha sido verificado bastantes veces, que nunca las multitudes resultan mas exigentes y terribles que cuando se hallan bajo una sangrienta tira- nia. Y esta verdad queda ilustrada por la historia inglesa. Durante los periodos en los cuales la multitud disfruto de escasos derechos legales, una vez que se lanzaba a la calle no respondia a ninguna autoridad. Impulsados por sus necesida- des no atendidas o por reclamos de mayor justi- cia, iban directamente al enfrentamiento, sin miedo a las consecuencias y sin prestar atencion a los efectos colaterales. Casi similar debio ser el caracter de las rebeliones en Jerusalem, dado que se movian bajo las mismas y elementales leyes de la naturaleza humana.Yo diria un hombre no voy a resistir a los tormentos de un cancer Ni voy a aguantar que mi pobre hija languidezca bajo una paralisis solo porque ustedes estan celosos de este joven de Nazareth a quien yo y mis vecinos conocemos como para estar dispuestos a salvarlo en menos de una hora No crean exclamaria algun otro que voy a permanecer tranquila y pacientemen- te sentado mientras mi pequena nieta sufre ata- ques diarios de epilepsia y ^por que? ^porque el Sanedrin tiene miedo de la intervention de los48

  • romanos y, por lo tanto de las multitudes reuni- das? A1 demonio con vuestro Sanedrfn, si este es el motivo para evitar que los ciegos vean y los li- siados caminen.De haber reclamado pan es probable que las multitudes recibieran piedras de sus gobernantes y, en realidad lo que reclamaban en un sentido es- piritual, era pan. El tumulto del pueblo por el pan de cada dia, lo que tradicionalmente se conoce como el motin del pan, no puede ser detenido (si se lo comprende bien) mas que con la mas absoluta concesion a esa rebelde hambre. Asi, en cualquier tiempo y lugar, sera el resultado, asi la furia, asi la inexorable demanda, asi la inevitable concesion. Y asi fue el afan por acceder a las milagrosas cura- ciones ofrecidas a los enfermos y agonizantes.Habiendose anunciado como tal, y acreditan- do con curas cotidianas su condicion de hakim Cristo no podia ser rechazado como oraculo publico de la verdad y del consuelo divino a la debi- lidad humana. Esto explica el aspecto que aun quedaba oscuro, el aparentemente indebido entu- siasmo que Jesus permitia a los hombres ante sus milagros sanitarios. Su verdadero nombre en griego IricryC* lo presentaba ante los hombres como un curador pero, para aquellos que com- prendian su secreta y real mision era un curador de inefables heridas espirituales. Esta confusion que permitio que una tarea trivial entorpeciera y llegara incluso a eclipsar la verdadera mision de

    * Ipcr^: Jesus.49

  • Cristo pudo inducir a error. Pero sesenta pliegos vinieron a remediar esta impresion erronea, ase- gurando (pues ninguna otra cosa se revelaba como segura) el beneficio y la coartada de un pa- saporte perpetuo para el misionero religioso: una vez admitido como medico, el misionero, el hakim lograba acceder a un ilimitado derecho de circu- lacion. Las autoridades no se atrevian a obstruir la tarea del medico de cuerpos, y por ese atajo se colaba el medico de espfritus. Y por ese motivo fue que los apostoles utilizaron el oficio medico con los mismos beneficios religiosos y pudieron llevar a cabo sus funciones espirituales, bajo el disfraz privilegiado de hakim.

    NOT AS1 Convocaba m u ltitu d es a su a lred edor. En relacion

    con estas multitudes he senalado en alguna parte, hace algu- nos anos,* la secreta razon que llevd probablemente a nues- tro Salvador a cultivar el arte y las funciones de hakim o medico. En aquella epoca (q oncovpcov)* y en todo el mundo civi- lizado, cualquiera que fuera la forma de gobierno, habfa entre las autoridades un gran recelo frente a las multitudes y las reuniones populares. Para un maestro revolucionario no habfa un obstaculo tan fatal como este prejuicio. Primero, porque un nuevo y misterioso cuerpo de verdades que esta- blecfa vastas e ilimitadas relaciones con los deberes y espe- ranzas de los hombres generaba un estado de indefinida alarma. Y esa verdad, en segundo lugar, precisaba difundir- se no a traves de libros o discursos escritos sino oralmente y en comunicacion personal entre las grandes masas y el divi-

    * r| oiKOvpcov: la tierra habitada, el mundo conocido.

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  • no maestro, lo que posibilitaba el surgimiento de un lfder de masas y justificaba el consiguiente temor. Entonces, y en tercer lugar, un modo tal de ensenanza que exigfa la reuni6n de multitudes atrafa presunciones sospechosas sobre su persona. Quedaba claro que habfa que afrontar un riesgo, el de las masas. Habfa, ademas, una doctrina a difundir, una doc- trina misteriosa que acarreaba, sin dudas, algun peligro. Y, por ultimo era necesario instalar una conexidn con las masas. Todos estos factores, tanto los que parecfan ciertos como los dudosos, producfan ese miedo al cambio que pa- ralizaba a los monarcas.

    2. Bajo Herodes el Grande y su p a d re. Era una tradi- ci6n que circulaba en Roma desde los dfas de la familia Fla- via (Vespasiano, el decimo Cesar y sus dos hijos: Tito, el un- decimo y Domiciano, el duodecimo) que la indulgencia de la polftica imperial hacia Judea desde Augusto se debfa al si- guiente y minimo secreto diplomatico: durante el surgimiento del poder Parto, estos habian enviado embajadores ante Antipater, el padre de Herodes, ofreciendole alianza y apoyo. En ese mismo momento se encontraba en Judea un agente romano encargado de una gestion similar. La cuestion fue solemnemente debatida, pues era evidente que de su resolution dependia la salvation del reino, dado que la aceptacion de la alianza con uno de los dos imperios implicaba la dura hostilidad del otro. Teniendo esto claro, Antipater hizo su elecci6n a favor de Roma. El caso se discutio en Roma y el debate y sus consecuencias le reportaron un trono a la familia de Herodes, dado que el honor de Roma parecfa estar comprometido en sostener a este hombre de Oriente que, en esa suerte de Juicio de Paris, habfa otorgado solemnemente el tribute de superioridad (Detur meliori)* a la potencia occidental.

    3. Del populacho de Jeru sa lem Judas, tanto como los otros apostoles, fue elegido al principio por su aire aparente de simplicidad y falta de ambiciones y, probablemente, para demostrar una preocupacion mayor en mostrar obediencia a los deseos de su maestro. Pero seguramente los otros once no

    * Fue dado al mejor.51

  • estuvieron expuestos a ninguna tentaci6n especial. En cam- bio Judas, como tesorero, lo estuvo. Su misidn oficial lo debe haber puesto en contacto circunstancial con una importante cantidad de hombres, entre ellos mezquinos mercachifles, los que actualmente en Escocia se conocen como m erch ants. Estos hombres cumplen en todos los pafses una importante funcion polftica, estableciendo, mas que ningun otro grupo, una amplia conexidn entre los distintos estratos de la socie- dad. Reciben y trasmiten, con notable fidelidad, todos los im- pulsos jacobinos y saben exactamente a traves de que cana- les y a que llamado insurreccional pueden responder estos impulsos. En tiempos de gran agitacion polftica estos son los hombres que estan mas al corriente de las reuniones polfti- cas de la mayorfa de los conspiradores. Fieles incorruptible- mente a su patria y a sus intereses, aunque muchas veces los entiendan torcidamente, ennoblecen la actividad polftica. Son corruptos en un sentido que no puede ser considerado corrupto. Traidores al gobierno, no pueden ser traidores al pafs. Consiguen, por esto, llamar la atencion de los hombres virtuosos que saben de su lenguaje representative (significo con esto que expresaban los pensamientos de la mayorfa). Podfan fdcilmente, en una tierra tan agitada, salvaje, tor- mentosa y brutalmente ignorante como Judea encender en las mentes mas activas la mecha de propositos y doctrinas contagiosas. Judas, por una parte, al estar en contacto con estos hombres, sentfa simpatfa hacia el populacho insurrecto y, por otra parte, escuchaba diariamente de boca de su maestro una filosoffa sublime que suponfa, en sus principales lf- neas, el advenimiento de una revolucion entre los hombres. Entonces, ique impedfa que pudiera conectar estas corrien- tes paralelas y contradictorias de su experiencia en una sfn- tesis visionaria?

    4. S in explicaciones m edicos. Los puntos neutrales que no tienen relacifin con el pensamiento moral o religioso no suelen quedar claros en las Escrituras, lo que frecuentemen- te induce a error aun a las mentes mas esclarecidas. Es probable que todos los apostoles, tal vez con la sola excepcion de San Juan (excepcion que hago en deferencia a muchas partes del Apocalipsis que funcionan como una especie de antfdoto

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  • a este error) se equivoquen en considerar a la segunda veni- da de Cristo como un suceso pr6ximo a acaecer. En relaci6n con las enfermedades, es evidente que los ap6stoles, al igual que todos los judfos, estdn dispuestos con frecuencia a leer en ellas distintas manifestaciones de la ira divina. Interpre- taban a la ceguera o a la cafda desde una torre como claras expresiones del disgusto divino contra una persona. S61o cuando se trataba de ninos habfa dudas sobre este disgusto. Este era, sin duda, un prejuicio inseparable de la pr&ctica del judafsmo y dado que llevaba inevitablemente a juicios no s61o falsos sino tambien nada caritativos, Cristo lo criticaba duramente. A partir del mismo espfritu es muy probable que los sfntomas previos a la muerte fueran interpretados mu- chas veces err6neamente como sobrenaturales cuando, en realidad, son habituales en cualquier hospital. La muerte del primer Herodes fue vista por los primeros cristianos como una justa expresidn de la ira de dios contra el autor de la masacre de Bel6n mientras que, en realidad, sus sfntomas eran los habituales en la crisis del sistema nervioso. El caso del rey francos Carlos IX, cuyo sistema nervioso qued6 afec- tado por los horrores de la masacre de San Bartolome, re- cuerda la enfermedad de Herodes con las diferencias que pueden establecerse entre una constituci6n vieja y arruinada como la de Herodes y otra plena de sangre joven como la de Carlos. En las Actas de los Ap6stoles se supone que el nieto de Herodes el Grande, Herodes Agrippa, muri6 de una muerte justiciera y sobrenatural cuando los sfntomas de su enfermedad indican que se trataba del m orbus pedicu laris.* Yo mismo he conocido casos en gente de todas las clases socia- les, uno de los cuales eran un conde ingles, rico como un sul- t&n y otro una mujer, sirvienta en la casa de mi madre. Ambos murieron. Sila, el gran jefe romano, muri6 de la misma enfermedad.

    5. Terrible. Para medir el alcance de esto, el lector ingl6s no debe permitir la influencia de la expresi6n inglesa Hijo de perdici6n. Para comprender estas palabras y ajustar la profundidad de sentido en otra lengua, en este caso una len-

    * Enfermedad conocida vulgarmente como piojos.53

  • gua muerta, hay que realizar una tarea muchas veces fuera del alcance de nuestras posibilidades humanas.

    6. La familia de Cristo. El lector no debe olvidar que el sentido original de la palabra latina familia no concuerda con el actual sino que alude al conjunto de famuli. Decir, por lo tanto, como lo hizo un orador romano que su entera familia, que llegaba a los cuatrocientos individuos, ha sido cruci- ficada no daria, frente a un auditorio romano, la impresi6n de que sus hijos y nietos, cunados y primos, parientes por afinidad o consanguinidad integraban la lista ni siquiera en parte. Significaria que sus esclavos sufrieron el peso de la justicia y nadie mds. Por eso, cuando se dice en un texto an- tiguo que un hombre tenia una gran familia o que era ama- ble con su familia o que era amado por su familia, debemos entender siempre que no se trata de su mujer y sus hijos sino del sequito de sus esclavos domesticos. La relaci6n de los ap6stoles con su maestro, su tremenda dependencia de 61 que representaba una cadena dorada que unia a toda la raza humana con la esfera celestial, justificaba el uso de esta ex- presi6n que indicaba la humildad y la lealtad debida a un senor por sus siervos mientras que, por otra parte, la ternu- ra implicita en la palabra inglesa family compensa lo que resta en la idea de austero y recompone el equilibrio entre dos tendencias, el temor reverencial y el amor infantil, que resultan por igual indispensables para la absoluta perfecci6n de la fidelidad cristiana.

    7. Formas taimadas. Naturalmente el lector puede pre- guntarse:

  • te a un cuarto de onza de plata 4. apta para ser fundida eft otra moneda, igual en aspecto pero de menor valor. Hace cin- cuenta anos (lo recuerdo por una vfvida experiencia*) una sicca equivalia habitualmente en Bengala a treinta peniques ingleses. Pero desde que se usa el sistema decimal ya hay una generaci6n que la considera la d6cima parte de una libra. Por eso un lac de rupias es la expresi6n habitual en la India para referirse a diez mil libras esterlinas.

    9. El obispo descubre un error que se col6 en el texto de San Mateo haciendo aparecer a Jeremias en lugar de Zaca- rias. Pero en el siglo IV ya algunas copias habfan corregido la lectura; ademds existe la tradicional excusa del proverbio que afirma que el espfritu de Jeremias se ha instalado en el de Zacarfas.

    10. Posibilidades. Se puede considerar si la lectura correc- ta no serd pasiones o sea capacidad de sufrimiento.**

    11. Las triadas chinas*** que, por generaciones funciona- ron bajo la fachada de una sociedad secreta, recidn hoy en dia desarrollan una actividad peligrosa.

    12. Un sintoma de creciente chochera que ha causado gran hilaridad a varias generaciones y a aquellos que detestan la infernal intolerancia religiosa de Atenas, donde podria ser que haya prevalecido la libertad de pensamiento, pero donde resultaba en realidad peligroso pensar con deleite en la mor- tificaci6n que esta chochera causaba a los fandticos atenien- ses que no podian ni negarla ni ocultarla y sentian, ante todos los pueblos, la ignominia y las sacrflegas deducciones que sacaban de una caida tan bochornosa. Pero luego lleg6 una edad literaria un publico letrado, criticos inexorables y despiertos y iqu6 ocurri6? Una burla infinita y, como res-

    * De Quincey puede estar aqui haciendo alusi6n a su tio materno, el coronel Thomas Penson que vivia en la India y que durante la juventud de De Quincey le pasaba una pen- si6n de una guinea a la semana.

    ** Aqui hemos traducido por el sentido. De Quincey su- giere la posibilidad de que possib ilities pueda ser en realidad comprendido como possib ilities, o capacidad de sufrimiento.

    *** Sociedades secretas con caracteres similares a los de la mafia siciliana.

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  • puesta del ordculo, la mds abyecta retirada hacia la prosa. Apolo, la gran divinidad que habia dado origen a la poesia, no podia levantar un cheque por la suma de seis hexdmetros: era insolvente.

    13. A rtille rla es una palabra de las Escrituras y perma- nece as! en el vocabulario de nuestros traductores. Eran lo suficientemente cuidadosos como para precaverse de cual- quier anacronismo pero no para aplicar escrupulosamente este tdrmino para referirse a la era de Jonathan, el hijo de Saul y al joven David, mil anos antes de Cristo. Con ese nombre involucraban a los sistem as de arquerla (que in- clulan probablemente ballestas, catapultas y otros aparatos mecdnicos) conocidos por esos dlas entre las tribus guerreras de Palestina.

    14. E l Profeta. No hay error querido lector. Usted, de acuerdo a la jerga moderna entiende por profeta a alguien que anticipa sucesos por venir. Pero no es este el sentido segun las Escrituras, aunque no estoy seguro de que no haya sido as! usado alguna vez en toda la Biblia. Un profeta es ese hombre que, a diferencia de otros, crea y desarrolla un nueva verdad y tambien se da ese nombre al que la difun de. Los dos co-agentes trabajan a duo. Un dualismo como este puede verse como una constelaci6n como los Gemini, como los mellizos Cdstor y Polux en dos grandes Uderes hebreos, unidos para guiar juntos las esperanzas y las luchas de Israel, cuando Israel se convirti6 en una nacion, una nacion que proveerla de un nuevo sentido a una antigua revelaci6n, una segunda area con una misi6n mas noble, un area en la que pudiera surcar los negros mares de nuestro misterioso plane- ta esa maravillosa doctrina de Dios, la Trinidad en lo Uno, que, de haber perecido bajo la tormenta, hubiera hecho zozo- brar el alma de los hombres. Esta pareja de hermanos Aaron el sacerdote y Moises, el dador de la ley ejemplifican luminosamente el gran sistema dual de funciones. Aaron no podia pensar, Moises no podia hablar. El primero era ciego, el segundo, mudo. Pero actuando como una pareja cooperati- va se convirtieron en la salvacidn de Israel. El mudo puede ver, el ciego puede hablar. Moises es quien provee las grandes ideas, el vasto proyecto de legislacion para Israel; Aar6n

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  • es el que difunde las ideas, el que les da dimensibn de pala- bra. Faltando un Mois6s no habrla ideas para manifestar, sin Aar6n no habrla manifestacidn para esas augustas con- cepciones, morirlan, quedarlan presas entre las nubes que presenciaron su maravilloso nacimiento. En las Escrituras, tanto en el Viejo como en el Nuevo Testamento a quien otor- ga vigencia a las concepciones en peligro se lo llama profeta y se dice que profetiza. iC6mo podrfan explicarse esos multiples pasajes en los que se dice que San Pablo posee dones de profecia sino como la transmisidn de ideas entre sus con- tempordneos? jQue absurda resulta la acepcion habitual de la palabra profecia! ',C6mo puede suponerse que el apostol se va empenar en inducirnos a una euforia falsa y desatinada? Dice: La profecia nos acerca a lo que estd oculto Esto signifies revelar, manifestar algo que esta escondido y no predecir algo remoto y alejado en el tiempo. iQue vergonzoso que, ha- biendo ya inevitables y reales dificultades en las Escrituras, se confunda a los estudiosos sinceros y simples de coraz6n con usos del lenguaje meramente frlvolos, o mas estricta- mente hablando, falsos!

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  • LA ESFINGE TEBANA

    El ms antiguo1 relato entre las historias pa- ganas anterior en dos generaciones al ciclo de Troya-^- es el de Edipo y el oscuro destino que lo llevo a la ruina junto con su descendencia. Nin- guna historia logro conmover durante tanto tiem- po la sensibilidad de los griegos ni provocarles tan religioso temor y ninguna llego a ser conside- rada tan apta para ser representada por los grandes poetas. En una de sus versiones la historia transcurre entre los velos de una majestuosa oscuridad; en otras, resplandece con las ardien- tes luces el amor femenino, leal y heroico, que en- cuentra una hermosa solution a la sobrenatural inquina que dividfa a dos hijos de Edipo.* Esta inquina llego a ser tan intensa que cuando los ca- daveres de los dos hermanos fueron quemados en la misma pira funeraria (de acuerdo con la tradition) las llamas se elevaron cada una por su lado, rehusandose a mezclarse. El amor femenino fue tan intenso que logro sobrevivir a la muerte de su objeto, sin preocuparse de ningun ruego o amenaza humana y riendose de la tumba que se

    * Se refiere a las distintas versiones de Antlgona.

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  • abrfa a sus espaldas. Hay cuatros momentos en esta apasionante historia: todos poseen un devo- rador interes y todos revisten una portentosa so- lemnidad, apta para armonizar con las sombras de la profunda antigiiedad de donde nos llega.Hay un solo rasgo en esta historia pertene- ciente al segundo acto (el mas sublime de todos) donde el buen gusto parece retroceder y se perci- be algo que no encaja perfectamente con el tono general de profundidad. Se trata del acertijo de la Esfinge que, como sera explicado, nos parece lamentablemente por debajo de la grandeza del momento. Han pasado tres mil anos desde que fue formulado el acertijo y puede parecer extrano que la solucion adecuada no se haya presentado hasta noviembre de 1849. Es verdad, puede parecer extrano, pero es posible que nosotros, en el ano del senor de 1849, podamos atravesar un obstaculo que detuvo al rey Edipo en el ano 1.200 o 1.300 antes de Cristo. El largo intervalo entre el enigma y su respuesta puede llegar a recordar- le al lector una vieja historia de Joe Miller* en la cual un viajero evidentemente un ser curioso al pasar por una posada, pregunto al dueno:

    * Miller, Joe (Joseph o Josias, 1648-1738). Actor ingles que trabaj6 en varias obras de Shakespeare. Se lo recuerda especialmente por la asociaci6n de su nombre con un libro publicado despu6s de su muerte por John Motley, llamado Joe M illers je s ts or the w its Vade M ecum (1739). Era una co- leccidn de relatos graciosos, de los cuales s61o tres pueden adjudicarse realmente a Miller. Qued6 la costumbre de que cualquier broma fuera llamada una Joe Miller.

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  • iC6mo prefiere que le preparen los huevos?. Sin esperar la respuesta se retiro y luego de veinti- cinco anos, al volver al mismo lugar, el viajero miro sorprendido al posadero y recibio la breve respuesta: Fritos. En efecto, un largo parente- sis de veinticinco anos y nosotros, atravesando con la mirada un anchisimo lapso, debemos in- tentar mirar fijo a la Esfinge y convencer a esta misteriosa senorita si nuestra voz puede alcan- zarla que se satisfizo demasiado facilmente con la respuesta recibida, que la verdadera respuesta esta aun por llegar y que, en realidad, Edipo lanzo su solution, estando todavia en el bosque.

    Pero, antes de todo, reconstruyamos las cir- cunstancias de aquella antigua historia griega. Pues se trata de un deber el considerar, en un diario popular,* que haya tres o cuatro lectores que no hayan tenido oportunidad, como conse- cuencia de las vicisitudes de su education, de fa- miliarizarse con los relatos clasicos. Y en este caso resulta indispensable conocer la historia para una comprension adecuada de nuestra pro- pia respuesta a la Esfinge. El relato tiene un valor independiente y separado en si mismo, pues ilustra una profunda pero oscura idea de los tiempos paganos que se vincula con las percep- ciones elementales del hombre sobre los abismos de sus relaciones con lo sagrado y logra deslizar-

    * A juzgar por la fecha de 1849, marcada por De Quin- cey como la de escritura de este ensayo, puede suponerse que haya aparecido en Black an d T ait peri6dico en el que colabo- raba en esos anos.

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  • se furtivamente hacia aquello que tan sutilmente llamo Milton las oscuras fundaciones de nues- tra naturaleza humana. Esta notion, que resulta difitil explicar con una frase modema pues no te- nemos una idea que la abarque, fue llamada en latin expiaci6n. El lector debe aceptar, bajo nues- tra autoridad y nuestro riesgo,* y contraria- mente a todas las falaces traducciones desparra- madas en los libros que los antiguos (enten- diendo por estos a los griegos y romanos antes de la llegada del cristianismo) no tenfan idea, ni si- quiera la mas leve intuition, de aquello que en el sistema de las Escrituras se llama pecado. La pa- labra latina peccatum, la palabra griega amartia son generalmente traducidas como pecado pero ninguna de las dos tenia ese sentido para los au- tores pertenecientes al perfodo clasico. A1 recibir un nuevo significado con la llegada del cristianismo, estas palabras, tal como ocurrio con muchas otras, adoptaron y fueron recubiertas con acep- ciones doctrinarias nuevas. Pero originalmente no las admitian, ni hubieran podido hacerlo, pues para los antiguos no habia forma de acceder a una idea tan profunda como la de pecado. Platon, 400 anos antes de Cristo, o Ciceron, mas de 300 anos despues, consideraron la idea de culpa, en todos sus grados y matices, pero no la de pecado. Estaban en la misma position de un perro inteli-

    * teeto taciously exfluncticated.-, juego de palabras cuya rafz, totalitario en la primera palabra, y el adjetivo flunk, en la segunda, hemos traducido de manera aproximada para mantener el sentido.

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  • gente frente a la idea de gravedad o de fuerzas centrifugas. Se trata del tremendo postulado, bajo cuya idea reposa, que constituye el momento initial de esa revelation comun al judaismo y al cristianismo. No tenemos ninguna intention de detenernos en la discusion del tema. Bastara para abordar esta situation decir que la culpa, en todos sus matices, solo se refiere a una falta o de- fecto del individuo. El pecado, en cambio, siendo la m&s misteriosa y triste de las ideas, implica una macula que afecta a todo el genero humano y no solo al individuo. Esta es la diferencia: entre una mancha individual y otra que no es conside- rada como una enfermedad que nos pertenece sino que esta igualmente difundida por toda la familia humana. No estamos argumentando como profesores de teologia o de filosofia y nos tiene sin cuidado la perspectiva con la cual el lector pueda llegar a interpretar esta profunda idea. Lo que queremos afirmar es que esta idea resulto absolutamente inapreciable a los paganos de Grecia y Roma, que las multiples traducciones de Pindaro,2 Aristoteles y de los tragicos griegos, en las que aparece a intervalos la palabra pecado, resultan mas extravagantes e insolitas que la presencia de la palabra categorta o la ex- presion unidad sinMtica de conciencia colocadas en medio de la arenga de un brujo indio de la tribu cherokee y, por ultimo, que la mas eercana aproximacion a la abismal idea que los cristianos abarcamos con la palabra pecado (un acerca- miento a aquello que nunca podra ser tocado, una escritura similar a la quiromantica en la

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  • mano de cada hombre, que se trata de una escri- tura que ningiin hombre puede leer) es la idea de expiacidn, proxima a la de pecado original y que resulta la expresion de un castigo a cuyas ra- zones la parte afectada no puede acceder directa- mente y de un destino personal e individual que no puede extenderse al genero humano.Este es el tipo de desdicha ejemplificado por Edipo. Tuvo que cargar con el insoportable peso de una action descalificadora, plena de humilla- ciones y miserias, y en la cual no estaba involu- crado. Pareceria que hubiese cometido los crime- nes mas atroces: era un asesino, un parricida, perpetro incesto pero icomo? En el caso de que se le acusara de asesinato, se habrfa defendido con el argumento de la autodefensa, en la que no apelo a la ventaja de recursos desiguales, sino que, por el contrario, tuvo que batirse solo contra tres hombres, luego de haber sido provocado de una manera insolente e intolerable. ^Fue un parricida? ^Importa, desde un punto de vista moral que su padre (y a consecuencia del abandono de ese mismo padre) le fuera absolutamente desco- nocido? ^Fue incestuoso?, pero icomo, si los ora- culos del destiqo, como queda claro en varios su- cesos y por la presencia de criaruras misteriosas como la esfinge, lo vapulearon como a un barco li- brado a la marea, resultandole absolutamente in- sospechada la criminalidad de sus actos? Edipo cometio todos esos actos contra la santidad de la naturaleza y era, sin embargo, un buen hombre que no tenia la menor idea de los horrores en que estaba envuelto como le ocurre a un ojo que, fren-64

  • te a la luz del mediodfa de un dfa de verano, no puede vislumbrar las estrellas que se ocultan tras la claridad diuma. Hagamos una rapida revision de los incidentes de su vida.

    Layo, rey de Tebas y descendiente de los La- bacidae, se entero, al estar esperando un hijo de su esposa Yocasta, y a traves de varias voces pro- feticas, que ese nino se convertiria en su asesino. Resulta llamativo que en todos estos casos ha- bituales en toda la literatura clasica las partes amenazadas por el destino crean en esta amena- za. Entonces, ipor que buscan escaparle? y, cre- yendola o no por que se creen capaces de esca- par? Este nino fatal, que no es otro que el Edipo de la tragedia, fue entregado, enseguida de na- cer, por Layo a un esclavo para que lo arrojara desde el monte Ciceron. La orden fue ejecutada: el nino fue arrojado y quedo suspendido de los pies entre las ramas de un arbol y se esperaba que fuera devorado por las fieras. Pero un pastor, al encontrarlo en position tan peligrosa, lo libero y lo llevo ante sus amos, el rey y la reina de Co- rinto, que lo adoptaron y lo educaron como si fuera su propio hijo. Edipo no tardo en enterar