de potrillos - una amistad para toda la vida

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Los invitamos a conocer el primer capítulo de este libro muy recomendable para todos los amantes de los caballos y para quienes quieran conorcelos através de la interesante óptica de la experimentada veterinaria Anahí Zlotnik.

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Page 1: DE POTRILLOS - Una amistad para toda la vida
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ÍNDICE

A manera de prólogo ..........................................................................................................................7

Relinchos de agradecimiento ............................................................................................................8

Introducción .........................................................................................................................................9

Capítulo 1: ¿De dónde vengo? ........................................................................................................13

Capítulo 2: Algunos detalles sobre la yegua y el padrillo ........................................................27

Capítulo 3: Tesoros ............................................................................................................................39

Capítulo 4: Llegué al mundo ...........................................................................................................59

Capítulo 5: Brisas ..............................................................................................................................91

Capítulo 6: Lejos de casa. Un destete más humanizado ..........................................................113

Capítulo 7: Descosquillar ..............................................................................................................123

Capítulo 8: Aprender a aprender ..................................................................................................145

Capítulo 9: El trabajo gentil ..........................................................................................................171

Capítulo 10: Pegasos, de la tierra al cielo ....................................................................................207

Capítulo 11: Pequeños centauros. Algunas técnicas de trabajo corporal .............................225

Capítulo 12: Homeopatía y terapias afines: una medicina de la unidad ..............................249

Capítulo 13: Bienequistar, bienequivivir, bienequitratar .......................................................271

Glosario .............................................................................................................................................281

Bibliografía .......................................................................................................................................287

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CAPÍTULO UNO

¿De dónde vengo?

“The mare and her foal inhabit the same tent with the Bedouin and his children. The neck of the mare is often the pillow of the rider, and, more frequently, of the children, who are rolling about upon her and the foal: yet no accident ever occurs, and the ani-mal acquires that friendship and love for man which occasional ill-treatment will not cause him for a moment to forget.”

El potrillo aprende a ser caballo en su grupo, es un seguidor que va donde va el grupo. Tolerancia y apego son dos factores de cohesión y orden. Foto de Mariana Domic

Este capítulo está enfocado en el grupo social en el que los potrillos se desa-rrollan, la manada o tropilla: sus interacciones, los primeros pasos, las experien-cias, prácticas y el aprendizaje de la comunicación. En la foto podemos apreciar un grupo de madres con hijos atentos a alguien. Las crías imitan como un espejo el lenguaje corporal de las madres. Incluso las orejas de los potrillos parecen copiadas y pegadas como se hace con la computadora. Las cabezas y cuellos en la misma dirección. Los potrillos y potros aprenden a comportarse imitando a los adultos. Esto se denomina observación social.

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Los caballos son animales gregarios. Su régimen alimentario varía de acuerdo con el lugar donde viven, con gran flexibilidad en su comportamiento indivi-dual, lo que los hace tan interesantes. Es un animal de ritmo, porque hace un uso del tiempo bastante parejo. Pastan entre 13 y 16 horas, se desplazan mientras comen, buscando los mejores pastos y mirando a sus compañeros. Conociendo esta necesidad, se puede comprender lo difícil que es para un caballo vivir esta-bulado muchas horas y comiendo a horas que son cómodas para las personas pero no para su fisiología. Duermen dos a cuatro horas, con dos a cinco minutos de sueño paradojal en decúbito, excepto los potrillos, que duermen más tiempo. En términos generales se desplazan alrededor de dos horas y reposan de cinco a seis horas. Estos son sus ritmos.

Los espejos

Es posible apreciar en algunas de las fotos de las yeguas con sus crías la actitud de éstas en espejo con sus madres. Ejemplo, la postura de atención. Por observación social aprenden las señales corporales, las vocalizaciones y los men-sajes odoríferos o químicos. Y aprenden a discernir lo peligroso de lo no peligroso.

Criadero Santa Isabel, 5ta región, Catemu, Chile. ¡Qué capacidad para enfocarse tienen las yeguas: atención y dirección, todos los sentidos despiertos! ¿Tú quién eres?. Foto de Mariana Domic

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Señales• Acústicas• Olfatorias: feromonas• Táctiles• Visuales

El grupo se mantiene unido por la comunicación entre los individuos. Las yeguas llaman a sus crías cuando no las ven. El llamado será más agudo y vibrante cuanto más lejos esté su potrillo o cuanto más tiempo tarde éste en con-testar. Aparentemente, las vocalizaciones son personales, de modo que los caba-llos reconocen de dónde provienen. Investigaciones realizadas con grabaciones de relinchos, tipo susurros, de yeguas y potrillos determinaron que son capaces de reconocerse entre sí.

El boqueo: una señal típica de los potrillos

Los potrillos aprenden las distintas señales de convivencia. Una de ellas, el boqueo, consiste en abrir y cerrar la boca con las orejitas paradas, con las comisuras bucales retraídas y los dientes cubiertos; algo así como una señal de apacigua-miento o inhibición de la agresión de los adultos, como cuando los cachorritos caninos se ponen “panza arriba” como gesto de sumisión ante los adultos y como gesto de inhibición de la agresión. Algunos boquean hasta los dos años o más, según sean más o menos tímidos.

• Gustativas• Posturas corporales• Vocalizaciones

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La potranca quedó lejos de su mamá, a medida que se acerca a ella y a la persona que trabaja con ella, lo hace boqueando. Fotos de Anahí Zlotnik

¿Cuántos significados tendrá el boqueo? ¿Es sólo un signo de inhibición de la agresión o una búsqueda de aceptación o algo que aún desconocemos?

¿Cuántos significados tendrá esta señal?• ¿Búsqueda de aceptación?• ¿Transmisión de olores?• ¿Transmisión de información?• ¿Dice: “Soy pequeño, tratame bien”?• ¿Preocupación por algo que ocurre?

Aromas personales

¡Qué sensación única el olor de nuestro caballo o yegua! . Foto de Anahí Zlotnik

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La comunicación olfatoria es vital porque madre e hijo se huelen perma-nentemente para reconocerse. Imitamos este contacto soplando sus ollares o mos-trando el dorso de nuestra mano curvada para invitarlos a que la huelan. O les permitimos que nos olfateen a su aire para que tomen confianza. El potrillo bayo de la foto satisface su curiosidad oliendo la cabeza de Ana como la potranca que huele a Susana. Ambas están haciendo contacto a través de los olores. Algunos son más corajudos y, si bien nos dejamos oler, lo hacemos cuidando nuestro espa-cio personal, estamos atentos para evitar que nos invadan.

Existen unas glándulas a los costados de la boca, llamadas circunorales, cuya función es la de enviar señales olfatorias. La saliva y la transpiración tam-bién tienen los aromas personales.

Armonía entre las yeguas

Muchas yeguas con las que trabajé en distintos establecimientos están acos-tumbradas al contacto con las personas, viven sueltas día y noche en un ambiente natural a su aire, tomando sus decisiones según los momentos del día, cuándo ir a beber, buscar pasturas, caminar, revolcarse. Estas yeguas no son montadas e incluso algunas de ellas ni siquiera han sido domadas. Aunque sean domésti-cas, pueden mostrar comportamientos instintivos, como las reacciones básicas de miedo, huída, defensa, ataque, o curiosidad.

Mientras algunas yeguas beben, otras observan a la fotógrafa. Parecen preguntar: “¿Quién sos, qué querés?”. Foto de Mariana Domic

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Las yeguas aprenden a vivir juntas de manera armoniosa y a respetarse entre ellas. Los potrillos aprenden a establecer su lugar dentro del grupo a partir de la experiencia de convivencia con los otros y según la función de sus madres. Algunos serán más activos que otros.

En cuanto a las interacciones y dinámica de la manada, desde mi punto de vista, la función de guía u ordenadora es variable. He observado, en distintos gru-pos de caballos y yeguas que vivían sueltos en potreros, que uno de los caballos o yeguas tomaba la iniciativa para moverse, mientras que para comer o para vigi-lar lo hacía otro. Algo así como si cada uno tuviera una función determinada en relación con la actividad, el lugar, la hora del día, el grupo y las distintas y suti-les circunstancias que tal vez hay que seguir descifrando. Una actividad impor-tante es la de recibir al que salió del grupo y olfatearlo.

Interacciones

Una yegua parece echar a la otra, como expresando: “Este es mi lugar”. Se puede observar a la yegua de adelante que se aleja dejando el lugar a la yegua de atrás. El potrillo asustado, sigue a la madre. Este modo de evitar el conflicto asegura la paz en la manada. Foto de Mariana Domic

Hay una serie de reglas que determinan el comportamiento dentro del grupo. Las yeguas establecen relaciones entre ellas, se conocen entre sí, están atentas. El vínculo va a depender de si viven o no con un padrillo y fundamentalmente, de que sean manadas salvajes, ferales o artificiales. Controlan las dificultades para evitar los conflictos, la placidez, por lo que la tolerancia y armonía en el grupo serían el resultado de un período previo de resolución de conflictos grupales, en

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el cual las posiciones dentro de la manada se establecerían incluso con fuerza, como se puede observar cuando se introduce un animal en un grupo cerrado en un pequeño espacio, donde hasta lo pueden matar. La placidez que observamos en manadas que viven juntas por mucho tiempo se logra cuando cada integrante del grupo sabe qué lugar ocupa y qué función tiene. Algunas, más pacíficas y prag-máticas, lo logran rápidamente, mientras que otras pueden luchar más. Mante-ner la armonía es tan importante que se puede enmascarar el conflicto subyacente por comida, lugar, amistad, aseo.

Las hembras que más tiempo permanecen en el grupo tienden a ser las que ordenan o guían. Se hacen compañeras, están cerca la una de la otra, se saludan cada vez que pueden y cuando alguna vuelve de trabajar, retoman el contacto físico oliéndose o limpiándose mutuamente. Una vez que esta unión se ha forjado, las relaciones duran toda la vida y sus crías hacen amistad entre ellas.

El contacto visual

Nunca se pierden de vista: ya sea que estén pastando, descansando o lim-piándose. Si se separan, comienza un concierto de llamadas y respuestas. Nece-sitan estar comunicados.

Aunque estén comiendo permanecen unidas por el contacto visual, energético, corporal y direccional. Fotos de Mariana Domic

Algo alteró la calma, nuevamente el movimiento. Dinámica y rítmica como la vida

Una pausa en el movimiento

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El círculo y la calma

Todo se redondea cuando la calma vuelve y la calma vuelve cuando todo se redondea

Durante los cursos de socialización de los potrillos, cuando nos acercamos a las yeguas paridas –tordillas, alazanas, palominas o bayas–, todas quieren pro-teger a sus crías y alejarse; ellas son excelentes expresiones de gestos. Nos obser-van, nos huelen de lejos, pero a medida que el tiempo pasa y se familiarizan con nosotros, la tensión disminuye. Para interactuar con ellas lo hacemos de manera calma en su misma vibración, de modo que de a poco, se relajan: se lamen los labios y mascan. Se produce un doble movimiento de acercamiento por curiosi-dad y alejamiento por desconfianza, pero como transmitimos amistad, empiezan a bostezar luego de estudiarnos, y la atmósfera se vuelve armónica.

Todo se redondea cuando llega la calma, sus contornos se vuelven redon-dos, las orejas van hacia los costados, no hace falta tanta postura de alerta, pueden confiar un poco más. Nos observan nuevamente, pero algo les dice que pueden confiar. Otra vez hay movimiento y hacemos dinámica, aunque no nos terminan de aceptar, no huyen como al principio.

Foto de Mariana Domic

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Un hecho divertido e ilustrativo durante un curso de socialización temprana: el encar-

gado del cuidado de los potrillos, que era muy responsable de su trabajo, no me conocía y tampoco tenía idea de cómo iba a tratar a SUS potrillos. La primera mañana de uno de los cursos, me dijo que sólo tenía dos potrillos para trabajar. Así que sólo trabajamos con ellos. Pero al día siguiente, luego de ver el tipo de trabajo que hicimos y su buen resultado, trajo alrededor de diez potrillos y al mes siguiente tenía muchos más. Cada vez que nos veía, preguntaba cuándo iba a volver con mis alumnos. Estaba contento por lo fácil que le había resultado luego el manejo en general.

La amistad

Los caballos construyen amistades. Algunas duran toda la vida, según el tiempo que hayan pasado juntos. Otras pueden cambiar cuando crecen. Para el potrillo, su primera amistad es la madre. Cuando crece, si sus hermanos y her-manas están en el grupo, se acerca a ellos o a otros animales jóvenes y, si no hay animales de su tamaño y sólo hay petisos con quienes puede compartir sus jue-gos, se hace amigo de ellos. Por ejemplo, una potranca de un establecimiento que vivía con una petisa, de quien se hizo amiga, y cuando esta petisa tuvo su cría, la potranca que en aquel momento tendría unos cuatro meses, se hizo amiga de la petisita.

Amistad entre las yeguas. Una vez que esta unión se ha forjado, las relaciones duran toda la vida y sus crías hacen amistad entre ellas. Foto de Mariana Domic

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Tuve una yegua que fue muy amiga de su hija durante los dos primeros años de vida de la potranca, hasta que quedó nuevamente preñada y se alejó de ella cuando parió al potrillo. Luego de un tiempo, volvieron a juntarse, sobre todo cuando yo iba al campo donde vivían y los tres pasaban tiempo conmigo. Así fue que, tanto la potranca como el potrillo dos años menor que ella, aprendieron a sal-tar pequeñas vallas de cacería cuando seguían a su madre montada. A la potranca no la desteté y mamó hasta el año y medio. Eran tan amigas que andaban juntas y aunque tenían otros amigos en la manada, cuando una se alejaba, la otra la lla-maba, y cuando el grupo se trasladaba caminaban haciendo contacto corporal. La comunicación táctil es directa y vital para las yeguas y los potrillos. Es evidente que quienes se contactan son más amigos entre sí.

A la tardecita, la reunión de los caballos. Foto de Anahí Zlotnik

Para una yegua el ciclo se completa cuando nace un nuevo potrillo. Las yeguas que siguen viviendo con sus hijos forman un grupo muy compacto. Si viven con el hombre y no los separan, sus hijas e hijos son sus mejores amigos. El desarrollo del padrillo se completa cuando forma su familia.

Escuela de aprendizaje

La manada es la escuela de aprendizaje para los potrillos y potrancas. Ellos practican los rituales de su especie, como los juegos a correr y ser corrido, o a montar y ser montado, o curiosean el ambiente.

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Los investigadores comprobaron que la vida en grupo produce el desarro-llo de la “capacidad social” de los equinos. Los potrillos que crecen en su manada de origen están preparados para soportar el estrés. Por estar bien socializados, son más estables cuando crecen y cuando son llevados a lugares desconocidos. En general, se los ve más equilibrados que los caballos que no han podido socializar.

Aseo mutuo. Foto de Mercedes Malano

Muchas conclusiones erradas provienen de personas que observan caballos frustrados.

Cuando falta contacto social, hay un nivel de frustración en aumento que lleva al pobre animal a las conductas obsesivo-compulsivas. Esta frustración los excita y cuando encuentran un congénere, no saben cómo comportarse, y pueden mostrarse agresivos, tímidos, torpes e indiferentes. Por lo tanto, estas no son observaciones objetivas ni forman parte del comportamiento normal de los caballos.

El aseo

Los caballos tienen una costumbre preciosa, que es la de limpiarse mutua-mente. Las madres y sus potrillos se cuidan entre sí, así como los más amigos, este ritual tendría un efecto sedante y amistoso. El bienestar físico es una parte importante de su vida cotidiana. Usan los dientes incisivos cuando se asean con la boca. Si usan sus patas, lo hacen con los bordes craneales de los cascos. Aun-que el lomo es rígido, pueden rascarse la cabeza e incluso detrás de las orejas, balanceados en tres patas.

Madre e hijo se asean. Foto de AnahíZlotnik

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Pero para los lugares a los que no pueden llegar, como la cruz, o entre las mandíbulas, es bueno tener a sus compañeros, familiares o amigos humanos para que los limpien o friccionen.

La manada duerme y reposa

Los potrillos duermen bastante más tiempo que los adultos, alrededor de ocho a doce horas por día. Necesitan registrar las experiencias vividas. Es común que quieran descansar después de comer. A medida que crecen, descansan con menos frecuencia, alrededor de dos a cuatro horas por día, con tres a cinco minu-tos de sueño REM, con intervalos prolongados de sueño de ondas largas.

Mariana es aseada. Foto de Anahí ZlotnikParece un tándem de aseos mutuos, en manada. Así funcionan y así aprendemos a funcionar con ellos. Foto de Mariana Domic

En fase de sueño REM. Foto de Anahí Zlotnik

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Aunque duerman, mantienen contacto con el ambiente durante el sueño de ondas largas y la somnolencia, por si deben reaccionar ante cualquier estímulo, pero durante los minutos de sueño REM pierden esa conexión, su percepción sen-sorial está disminuida. Si hay que despertarlos, se debería hacerlo con cuidado para no asustarlos y evitar que se levanten bruscamente. Los potrillos son livia-nos, flexibles y ágiles, se levantan rápidamente si tienen que huir. ¿Será ésta una de las razones por las cuales pueden dormir más tiempo? En general, lo hacen de costado, con las manos y las patas hacia adentro o sobre su abdomen. Sólo duer-men profundamente cuando están acostados y se despiertan de ese sueño en forma gradual. Es posible escuchar sus ronquidos o ver estremecimientos de sus patas o de los labios o sacudidas en todo el cuerpo mientras duermen.

La sincronía

Hay sincronía grupal: mientras uno reposa, es rodeado por los otros. Se pueden ver a veces potrillos durmiendo rodeados por un grupo de yeguas como en un ritual de cuidado. Los potrillos se acuestan cerca de sus madres y los otros potros mayores se ubican del otro lado de la madre.

Cuando hay mosquitos en los pesados días de verano, en la desesperación de huir de los mismos, pueden esconder sus cabezas entre las patas de sus madres.

Como todos los caballos gustan de revolcarse, los potrillos también apren-den a hacerlo. Eligen el lugar caminando en redondo y oliendo, para reconocer el olor de sus compañeros y elegir el mejor lugar. Se rascan de un lado, se balan-cean con la cabeza y el cuello, con movimientos de sacudidas, flexiones y exten-siones y si pueden hacerlo, giran hacia el otro lado y repiten los movimientos.

Foto de Mariana Domic

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No todos pueden girar a un lado y al otro. Algunas hembras preñadas primero rolan sobre un lado, se levantan y rolan sobre el otro. Los potrillitos, cuando ven por primera vez a sus madres revolcándose, pueden asustarse y alejarse, o pue-den imitarlas. Vi una potranca que observaba entre sorprendida y confundida a su madre revolcándose en el barro. Quiso imitarla, pero ni bien sintió el barro en su cuerpo, se levantó sin saber que hacer, comenzó a galopar como queriendo sacarse ese pegote de encima – ¿¡un predador?-, se detenía, se miraba, sin enten-der qué le pasaba. Hasta que poco a poco se fue tranquilizando mientras el barro se le caía y, creo yo, porque su madre ni se inmutaba, y con esta actitud le indicó que no había nada que temer.

Se necesita pasar tiempo junto al potrillo para que se transforme en un com-pañero. Si empezamos desde que es pequeño con un manejo adecuado, todo el proceso es fluido y fácil. Ellos quieren estar en compañía, con su grupo. Cuando un caballo se rasca contra uno, está demostrando su amistad, lo mismo cuando caminamos juntos. Si tomamos el lugar de su compañero y lo rascamos, enten-derá nuestra intención. Si el potrillo nos busca cuando nos ve, es que nos hemos ganado su amistad.

Una siesta al lado de nuestra potranca o potrillo será el comienzo de una amistad para toda la vida. En los próximos capítulos continuaremos viendo cómo los potrillos aprenden a ser caballos.

Antonella con Wino y su mamá. Foto de Eugenia Fuentes

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